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En contraste con la noción vertical de Freud (áreas conflictivas sepultadas por la represión), Sullivan introduce una visión de un self organizado y subdividido en forma horizontal (sectores incompatibles separados por procesos de disociación). Señalará el carácter inevitable de los patrones interpersonales que el paciente reproduce en la relación terapéutica, intuyendo que ésta podrá ser un medio potente para demostrar las características auto-limitadoras de sus operaciones caracterológicas de seguridad; pero no hará de la investigación sistemática de la relación analítica misma una característica central de su enfoque técnico: eso queda para los siguientes teóricos interpersonales.
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EL TRAUMA PULSIONAL COMO ORIGEN DEL ELLO
Lic. María Alejandra Crocinelli
INTRODUCCION.
Pensar al síntoma como satisfacción sustitutiva del Ello pulsional es ligarlo
indefectiblemente a ese exceso, ese plus de satisfacción inagotable e
indescifrable que las marcas del trauma gobiernan.
Por tal motivo creo conveniente para el desarrollo de esta investigación
comenzar dando cuenta que el trauma es, a partir de 1920, pulsional y origen
del Ello estructural.
La segunda tópica del aparato psíquico dará cuenta de la diferencia entre
el Ello inconsciente y el inconsciente reprimido, entre lo estructural y lo
dinámico.
1-1- Diferenciación de Ello e inconsciente .
Diferenciar Ello e inconsciente como categorías no homologable es
comprender en su especificidad la teoría freudiana y las consecuencias
clínicas que de ella se derivan.
Ello inconsciente e inconsciente reprimido son dos categorías que
configuran una verdadera disyunción en las formulaciones freudianas.
En Más allá del principio del placer (1920), el psicoanálisis deja de ser
solo un arte de interpretación, la nueva formulación del dualismo pulsional
(vida-muerte), nos muestra un Freud más cauteloso y riguroso en su
investigación sobre el inconsciente, ya que debe enfrentar dificultades
teóricas-clínicas, como por ejemplo la compulsión de repetición, presencia
hostigante de la pulsión de muerte.
En Moisés y la religión Monoteísta (1934) se entiende que lo inconsciente
no es todo interpretable y lo reprimido inconsciente si bien configura la vía
regia del deseo inconsciente (lapsus, sueños, síntomas, chiste) no configura
“lo inconsciente propiamente dicho”1. Reducto mismo dentro del Ello, lo que
no es apalabrado.
Será la meta psicología el soporte para deslindar entre Ello inconsciente e
inconsciente reprimido.
En 1915 lo inconsciente es posible de ser traducido, si bien se diferencia
un inconsciente reprimido y un más allá, inconsciente no reprimido, para
ambos la traducción es posible, única manera de conocerlo mediante una
transposición o traducción a lo consciente.
Cito: “Todo lo reprimido tiene que permanecer inconsciente, pero queremos
dejar sentado desde el comienzo que lo reprimido no recubre todo lo
inconsciente. Lo inconsciente abarca el radio más vasto; lo reprimido es una
parte de lo inconsciente.
¿De qué modo podemos llegar a conocer lo inconsciente?
Desde luego, lo conocemos sólo como consciente, después que ha
1 Cf. Freud S. Moisés y la Religión Monoteísta. En obras Completas. Bs. As, Amorrortu Editores 2006 t. XXIII Pág. 92/93
experimentado una transposición o traducción a lo consciente. El trabajo
psicoanalítico nos brinda todos los días la experiencia de que esa traducción
es posible.”2
A partir de 1920 ya no le es tan fácil a Freud ligar lo inconsciente como un
sistema de traducción posible. Sobre este no todo traducible dará cuenta en
1923 El Yo y el Ello, conduciéndonos por los laberintos del inconsciente que
opera por ligazón y posibilita el decir, hacia los laberintos del Ello, donde el
decir ya no es posible.
Cito: “…Ello no puede decir lo que ello quiere (…) Eros y pulsión de muerte
luchan en el ello (…) Podríamos figurarlo como si el ello estuviera bajo el
imperio de las mudas pero poderosas pulsiones de muerte, que tienen
reposo y querrían llamar a reposo a Eros, el perturbador de la paz, siguiendo
las señales del principio del placer”3
Este Ello, “núcleo de lo inconsciente” es, agencia psíquica de la pulsión.
En esta su segunda tópica del aparato psíquico, muestra un yo
desgarrado, ajeno a cualquier posición de dominio, avasallado por tres
poderosos amos, ello, superyó, y la exigencia del mundo real. Un yo
causado siempre desde otro lugar, alterado, siempre producto, efecto, nunca
agente.
2 Freud S., Lo Inconsciente. En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 2003 t. XIV, Pág. 161. 3 Freud S., El Yo y el Ello. En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 1997 t. XIX, Pág. 59.
Que dice en 1923 sobre este más allá del inconsciente reprimido:
Cito: “Pero más sustantivas aún son las consecuencias para nuestra
concepción de lo inconsciente. La consideración dinámica nos aporto la
primera enmienda; la intelección estructural trae la segunda .Discernimos
que lo Icc no coincide con lo reprimido; sigue siendo correcto que todo
reprimido es icc, pero no todo Icc, es, por serlo, reprimido. También una
parte del yo, Dios sabe cuán importante, puede ser icc, es seguramente icc.
Y esto Icc del yo no es latente en el sentido de lo Prcc, pues si así fuera no
podría ser activado sin devenir cc, y el hacerlo consciente no depararía
dificultades tan grandes. Puesto que nos vemos así constreñidos a estatuir
un tercer Icc, no reprimido (…)”4
Entendemos que separando lo dinámico de lo estructural, Freud puede
plantear este tercer inconsciente, al Ello Icc, donde reina el silencio de las
pulsiones.
Cabe aclarar que en el texto citado, el uso de las abreviaturas es para
diferenciar lo tópico (mayúscula) y lo dinámico (minúscula). Lo descriptivo en
tanto fenoménico, perderá cada vez más especificidad.
A esta altura de su investigación, Freud -1923- se ve forzado a precisar
las diferencias entre el inconsciente reprimido y el Ello Icc. No se trata de un
4 Freud S., El Yo y el Ello. En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 1997 t. XX, Pág. 19-20.
primer, segundo o tercer inconsciente, sino que su segunda tópica, como
sistema, le permite delimitar el “núcleo de lo inconsciente”, el Ello, agencia de
pulsión, y diferenciarlo del ello inconsciente (reprimido), aquello que puede
ser susceptible de un sistema de trascripción.
En 1932, Nuevas Conferencias Introductorias al Psicoanálisis, en la
conferencia 31 vuelve a precisar el uso de dicha terminología, en relación a
“esto Icc del yo”.
Cito: “Entonces, ya no usaremos más “inconsciente” en el sentido
sistemático y daremos un nombre mejor, libre de malentendidos, a lo que
hasta ahora designábamos así. Apuntalándonos en el uso idiomático de
Nietzsche, y siguiendo una incitación de Georg Groddeck, en lo sucesivo lo
llamaremos “el ello”. Este pronombre impersonal parece particularmente
adecuado para expresar el principal carácter de esta provincia anímica su
ajenidad respecto del yo.5”
Sin embargo luego de la conferencia 31, vuelve Freud a hacer uso de las
expresiones tales como: “ello Icc”, “núcleo inconsciente”, “inconsciente
genuino” o simplemente “inconsciente”6 para aludir al Ello.
Es entonces importante especificar la posición freudiana respecto del
concepto inconsciente según su concepción descriptiva, dinámica y
estructural o tópica según sus puntuaciones en El yo y el ello, Conf. nº 31 y
5 Freud S., Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 2006 t. XXII, Pág. 67. 6 Cf. Freud S. Ob Citada.
El esquema del psicoanálisis:
Desde lo descriptivo es todo contenido no presente en el campo de la
conciencia. Y que puede tornarse consciente. (Preconsciente)
Desde lo dinámico, a partir de la 2ª tópica, lo reprimido es el modelo de lo
inconsciente que opera por “esfuerzo de desalojo” de las representaciones
ligadas a la pulsión.
Desde lo sistémico o estructural, lo inconsciente se vuelve atributo o
cualidad. Si bien se aplica sobre todo al ello, ello inconsciente, también
califica una parte del yo y del superyó.
Entiendo que lo inconsciente no es solo latente y reprimido, sino que
pierde su valor de instancia, a partir de su 2ª tópica.
Un nuevo parágrafo del Esquema del Psicoanálisis, muestra nuevamente
el uso del término inconsciente en relación al Ello, pero ahí claro está que es
en tanto estructural, inconsciente genuino.
Cito: “Lo inconsciente es la cualidad que gobierna de manera exclusiva en
el interior del ello. Ello e inconsciente se co pertenecen de manera tan
intima como yo y preconsciente, y aún la relación es en el primer caso más
excluyente aún. Una visión retrospectiva sobre la historia de desarrollo de la
persona y su aparato psíquico nos permite comprobar un sustantivo distingo
en el interior del ello. Sin duda que en el origen todo era ello; el yo se ha
desarrollado por el continuado influjo del mundo exterior sobre el ello.
Durante ese largo desarrollo, ciertos contenidos del ello se mudaron al
estado preconsciente y así fueron recogidos en el yo. Otros permanecieron
inmutados dentro del ello como su núcleo, de difícil acceso.” 7
La co-pertenencia de inconsciente y Ello, alude al inconsciente genuino,
estructural, núcleo del ello. En cambio cuando se refiere a esos contenidos
que sufrieron una mudanza, se refiere a lo reprimido inconsciente. Así mismo
nos advierte:
Cito: “Importa poco que no siempre podamos distinguir de manera tajante
entre estas dos categorías en el interior del ello.”8
Teniendo en cuenta estas puntuaciones surge la diferencia entre lo
estructural y lo dinámico, entre el Ello como inconsciente genuino, almacigó
de las pulsiones y su silenciosa satisfacción, por un lado, y del otro el
inconsciente que opera por represión, uno de los destinos de la pulsión,
circulando por los caminos del deseo.
Se produce así la bifurcación en dos senderos: el de la satisfacción
pulsional y el de las formaciones del inconsciente, que no obstante tienen en
el Ello su causa no exenta de lógica y en las formaciones del inconsciente su
trama estructurada como un lenguaje resaltando del lado de lo
INCONSCIENTE, el deseo, su cumplimiento e insatisfacción y del lado del
ELLO, la pulsión que no deja de insistir y pugna por su satisfacción, siempre
pendiente, siempre insatisfecha, diferenciándose de la satisfacción de la
7 Freud S. Esquema del psicoanálisis En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 2006 t. XXIII, Cáp. IV Pág. 160. 8 Ibíd., Pág. 161
necesidad.
Freud agrega en el Esquema del psicoanálisis:
Cito: “El núcleo de nuestro ser está constituido, pues, el oscuro ello, que no
comercia directamente con el mundo exterior y además, solo es asequible a
nuestra noticia por la mediación de otra instancia. Dentro del ello ejercen su
acción eficiente las pulsiones orgánicas, ellas mismas compuestas de
mezcla de dos fuerzas primordiales (Eros y destrucción)…Lo único que
estas pulsiones quieren alcanzar es la satisfacción,…Pero una satisfacción
instantánea y sin miramiento alguno, tal como el ello lo exige, con harta
frecuencia llevaría a conflictos peligrosos con el mundo exterior y al
aniquilamiento.” 9
Es claro y evidente que el Ello, núcleo del ser y almacigó de pulsión,
traumatiza al sujeto, pues le impone al psiquismo su lógica, que empuja
siempre hacia la concurrencia idéntica, es decir la compulsión a la repetición.
Freud no puede formular su 2ª tópica si apoyarse en los andamiajes de la
1ª, pues si el Ello se deduce de la dinámica de lo inconsciente es porque
cuando en 1923 se interroga por el etwas (como algo deviene
específicamente, desde lo dinámico, preconsciente) es porque ese sistema
de lenguaje que tiene en “el algo” su causa, también encuentra en él un “más
allá” que pone en peligro el encadenamiento asociativo y sus nexos.
Un Ello que como, núcleo de estructura, es un resto que empuja no solo
al trabajo psíquico en sus formaciones inconscientes, sino es también el
9 Freud S. Esquema del Psicoanálisis En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 2006 t. XXIII, Pág. 199.
empuje a esa repetición compulsiva a ese encuentro con lo idéntico, lo
mortífero del Ello.
1-2- La noción de trauma para el psicoanálisis Freu diano y su revisión
en 1920.
La conceptualización de la noción de trauma está presente en toda la
obra de Freud, es un concepto que se va implicando en la trama del
psicoanálisis cada vez más, a medida que avanza en su proceso de
investigación, sin que se modifique su definición, desde 1892 (Estudios sobre
la Histeria) hasta 1937/9 (Moisés y la religión monoteísta) Freud sostiene que
el trauma es una impresión que el sistema nervioso tienes dificultades en
resolver por medio del pensamiento asociativo o por descarga motriz. Lo
ubica como un cuerpo extraño, de acción eficaz y presente, por mucho
tiempo que haya transcurrido desde su penetración en el psiquismo.
El trauma es la causa de perturbaciones económicas que exigen un
trabajo extra al aparato, no pudiendo esta perturbación procesarse por los
caminos normales de elaboración psíquica. El contenido de estas
impresiones son vivencias de origen sexual, vividas prematuramente,
sexualidad infantil y ubicada como causa de los síntomas histéricos.
En 1895, cuando escribe el Proyecto de una psicología para neurólogos,
a la noción de trauma se le agrega una característica que será de gran
importancia, su perturbación económica es inagotable, pese a los esfuerzos
del psiquismo por dominarlo, la tensión endógena persiste y gracias a ello el
trabajo psíquico se complejiza.
Debido a esta presión interna del psiquismo, se produce esa primera ruptura,
mítica quizás, entre necesidad y deseo, pérdida estructural de esa primera
satisfacción que el objeto de la necesidad proveyó.
El placer de desear será el camino, la huella por donde transitara el
proceso primario del sistema psi, instaurando la ruptura homeostática del
principio del placer. No pudiendo hacer otra cosa más que desear, produce
una satisfacción que va contra la vida, una satisfacción que busca la
identidad de percepción vía regrediente. Esto hace necesario un nuevo acto
psíquico: el proceso secundario, y su principio de realidad, que aplaza,
retarda la satisfacción que se lograría en el proceso primario, sin abandonar
la intención de una ganancia de placer.
Este modelo energético del trauma, anterior al descubrimiento de 1920,
enseña que su irrupción rompe el sistema homeostático y provoca un
movimiento psíquico más complejo, es energía que irrumpe, abriendo
brechas en las barreras de contención, provocando a la defensa del sistema
y obligándola a intentar traspasar esa Q (energía en más) en Qn (energía
psíquica), también nos enseña que de este trauma energético, habrá siempre
un resto inasimilable para el psiquismo.
Un resto, que por ser inasimilable, generara tensión en el aparato,
obligándolo al trabajo psíquico bajo las leyes del principio del placer.
El traumatismo de lo psíquico queda planteado como algo inevitable. Es
este un traumatismo económico y se mide en magnitud de energía afluyente.
Es asombroso descubrir que 25 años antes del más allá del principio del
placer, en donde se establece el dualismo pulsional con Eros y Tanatos,
Freud traza la lógica de su investigación y descubrimiento.
En 1920 Freud necesita retomar su teoría del trauma para poder explicar
nuevas formas de displacer que exceden la soberanía del principio del
placer.
Esa energía anti homeostática, que irrumpe en el psiquismo, tiene ahora
un nombre, pulsión de muerte. Al cuestionar Freud la soberanía del principio
del placer, el trauma se ubica como aquella irrupción pulsional que lo deja
fuera de juego. También aquí en esta nueva redefinición del trauma su lugar
sigue siendo la causa del trabajo psíquico, imponiéndose la labor de ligar la
pulsión de muerte al inconsciente, al sistema primario que se rige por el
principio del placer. El fracaso de esta ligadura genera una neurosis análoga
a la neurosis traumática, de esta forma el trauma está en la etiología de las
neurosis.
El trauma será esa suma de excitación pulsional que insiste en forma
constante, invadiendo el proceso primario, siendo la condensación y el
desplazamiento, formas de contabilizar la satisfacción pulsional. Esta es la
economía del proceso primario, lo económico del inconsciente y lo que funda
este más allá que sostiene tanto la temperancia o ligadura de los volúmenes
de excitación, como su irrupción, lo no ligado.
Este más allá que queda nombrado como pulsión de muerte, es el
contenido del trauma, energía no ligada que irrumpe compulsivamente hacia
el exterior (pulsión destructiva o agresiva).
Lo que Freud designa con el término de pulsión de muerte es lo que hay
de fundamental en la noción de pulsión, el retorno a un estado anterior de
absoluto reposo de lo inorgánico, muerte. Es este un principio intrínseco a
toda pulsión, por tanto, toda pulsión es en definitiva pulsión de muerte, lo que
se opone a ello es el deseo, el alboroto de la vida.
El proceso primario que impone el placer de desear, es entonces, una
defensa frente a la irrupción tanatica del trauma. Esa imposición del solo
desea, placentera para una instancia y displácentera para otra introduce otra
forma de satisfacción, es ese placer de desear sostenido en la realización de
deseo.
Algunos años después, la noción de trauma y sus efectos, vuelven a
encontrarse, de manera clara y brillante en Moisés y la Religión Monoteísta
escrita por Freud al final de su vida. Describirá al trauma como una
experiencia originaria (erlebnis) que se repite siempre como vivencia nueva,
ya que su marca no es procesada como experiencia vivida, acto traumático,
que cederá su compulsión cuando algo de su marca pueda transmitirse y
tramitarse como experiencia vivida (erfahum) lo que ella enseña, en tanto
algo se ordena desde otra lógica, podríamos decir la del inconsciente
reprimido.
Es aquí en Moisés, donde el trauma se generaliza, ya no es solo causa
de la neurosis, sino también está en el origen de la civilización humana, en el
comienzo de cada existencia.
Freud sostiene que la condición del trauma es que, además de que sea
una vivencia precoz, de índole sexual agresiva, debe tal vivencia caer en el
olvido, en la amnesia infantil, penetrando solo en la conciencia por algún
resto mnemónico aislado, recuerdos encubridores.
Del trauma hay efectos, los positivos son aquellos que insisten en
reanimarlo, revivir la experiencia olvidada, compulsión de repetición. Los
negativos persiguen lo opuesto, no recordar nada de lo olvidado, compulsión
defensiva como evitaciones, inhibiciones, fobias.
Ambos efectos están comprendidos en el concepto de fijación al trauma.
Los síntomas son producto de una transacción de ambas tendencias
emanadas del trauma. Este antagonismo de las reacciones da lugar a
conflictos que por regla general no llegan a ningún término, solo mantenerlo.
Los efectos no se agotan en los síntomas solamente, también recaen
sobre el yo, ocasionándole restricciones, y modificaciones estables de
carácter que son siempre de índole compulsivo, constituyendo una fracción
independiente, inaccesible y reacia al resto de la organización psíquica.
Frente a este cuerpo extraño que irrumpe compulsivamente y que empuja
por fuera de la cadena asociativa, el síntoma se constituye como defensa del
inconsciente al tiempo que muestra en su compulsión su fijación al trauma.
Sabemos que tal fijación pulsional puede llevar al sujeto al aislamiento más
absoluto y doloroso.
Entonces, del lado del Ello, lo traumático de la pulsión, y su empuje
constante, provocando a la defensa del psiquismo, a ese proceso primario
que intentara de aquí en más ligar lo no ligado, de ello dará cuenta el trabajo
del inconsciente.
1-3- Lo Traumático y los dos orígenes de la angusti a a partir de
Inhibición Síntoma y Angustia.
En Más allá del principio del placer Freud Dice:
Cito: “Descubrimos, así, que el
aporte angustiado, con su sobre investidura de los sistemas recipientes,
constituye la última trinchera de la protección antiestímulo. En toda una serie
de traumas, el factor decisivo para el desenlace quizás sea la diferencia
entre los sistemas no preparados y los preparados por sobre investidura;
claro que a partir de una cierta investidura del trauma, esa diferencia dejará
de pesar.”10
Acontecida la situación traumática, la labor de ligar energía psíquicamente se
hace necesaria con anterioridad e independientemente del principio del
placer que rige el aparato psíquico. Los sueños traumáticos, dice Freud,
están al servicio de dicha labor, la “obsesión de repetición” intenta mediante
el desarrollo de angustia, el dominio de la excitación, para ligarla
psíquicamente y poner a esta bajo el dominio del principio del placer.
Alcanzada dicha labor, el sueño cumplirá con la función de la realización de
deseo. Freud admite entonces que hay un más allá en el sueño, un más allá
10 Freud S Más allá del principio del placer. En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2007 t XVIII Pág. 31
de la función realizadora de deseo.11
La angustia surge como reacción defensiva ante un peligro determinado
por la ruptura de la barrera protectora, trauma.
Freud sostiene que el concepto de trauma exige su relación a una
defensa contra la excitación, pero acontecido el hecho traumático, (ruptura
de la protección) se genera en el interior del organismo una gran
perturbación económica, que ya la defensa no puede evitar.
La disposición a la angustia, junto con la sobrecarga de los sistemas
receptores es, dice Freud, la última línea de defensa de la protección contra
las excitaciones.
Esta diferencia entre un sistema preparado o no carecerá de toda
eficacia si el trauma supera cierto limite de energía.
Entiendo que Freud plantea al traumatismo de lo psíquico como algo
inevitable pese a la preparación del sistema defensivo para evitarlo o
amenguar su efecto. Este traumatismo es económico se mide en magnitud
de energía afluyente.
En Inhibición Síntoma y Angustia, Freud se esfuerza por encontrar algún
aspecto distintivo, especifico de la angustia que la diferencie de otros estados
afectivos. Dice que el displacer no agota su cualidad pues a él se suma la
participación de inervaciones motrices, es decir acciones de descarga, y la
11 Cf. Obra Citada Freud S. Pág. 31.Libro XVIII
percepción de dicha descarga, estas últimas dos características la diferencian
de estados afectivos como el duelo y el dolor. Sin embargo tales diferencias
fisiológicas no le resultan a Freud suficiente para encontrar una respuesta más
acabada sobre el estado de angustia.
Cito:
”...el estado de angustia es la reproducción de una vivencia que reunió las
condiciones para un incremento del estimulo como el señalado y para la
descarga por determinada vía, a raíz de lo cual, también el displacer de la
angustia recibió su carácter especifico.
...el nacimiento nos ofrece una vivencia arquetípica de tal índole, y por eso
nos inclinamos a ver en el estado de angustia una reproducción del trauma
del nacimiento”12
Ligada la angustia a una vivencia arquetípica como el trauma de
nacimiento, Freud se hace otra pregunta, ¿cuál es la función de la angustia y
en que oportunidades es reproducida?, la respuesta es que la angustia se
generó como reacción frente a un estado de peligro y que cada vez que un
estado semejante vuelva a presentarse se reproducirá regularmente la
misma reacción.
En el acto del nacimiento, grandes sumas de excitaciones irrumpen en el
individuo produciendo nuevas sensaciones de displacer, es este estado una
situación de peligro objetivo para la conservación de vida, pero carece de
contenido psíquico, dice Freud:
12 Freud S. Inhibición Síntoma y Angustia En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2007 t XX Pág. 126.
Cito: “El feto no puede notar más que una enorme perturbación en la
economía de su libido narcisista”.13
Frente a esta perturbación económica, se genera una urgencia de
descarga que se libera hacia la vertiente de la motilidad (grito, innervación
vascular), pero tal descarga no agota la tensión, pues la recepción de
estímulos endógenos persiste, restableciendo la tensión en el psiquismo. Se
requiere de una intervención que suspenda transitoriamente el
desprendimiento de tensión en el interior del cuerpo, a esta intervención
Freud la llama “acción específica” que solo puede ser realizada por medio de
la “asistencia ajena,”debido a la incapacidad del ser humano de realizar por
si mismo en un principio esta acción (aporte de alimentos, aproximación del
objeto sexual). Realizada la acción específica sobreviene la descarga y se
completa así la “experiencia de satisfacción”.
En este estado de desamparo, la amenaza es real y el peligro es la
perturbación economía, producida por un incremento de las magnitudes de
estimulo (núcleo genuino del peligro).
Freud retoma esta situación de desamparo descripta en el Proyecto...y la
articula en Inhibición Síntoma y Angustia con la falta de significación y en la
lección 32 “Angustia y vida pulsional” afirma que lo temido en tal situación de
peligro, no es el daño de la persona, el cual puede muy bien carecer de toda
significación psicológica, sino lo que tal daño puede producir en la vida
anímica. El nacimiento, prototipo del estado de angustia, no puede apenas
13 Ibíd. Pág. 127
ser considerado en si como un daño, aunque entrañe peligro para la vida
anímica. Lo esencial de toda situación de peligro es que provoca un estado
de gran excitación que es sentido como displacer y que el sujeto no puede
dominar con su descarga, a este estado, en que los esfuerzos del principio
del placer fracasan en su función, Freud le da el nombre de ”Factor
Traumático”, dirá:
Cito: “…lo temido, el asunto de la angustia, es en cada caso la emergencia
de un factor traumático que no puede ser tratado, según las normas del
principio del placer. Lo comprendemos enseguida: el hecho de estar dotado
del principio del placer no nos pone a salvo de daños objetivos, sino sólo de
un daño determinado de nuestra economía psíquica”.14
Ese factor traumático paraliza la función del principio del placer y da a la
situación de peligro su significación. La represión primaria nace directamente
de dichos instantes traumáticos. Es el choque, dice Freud, del yo con una
exigencia libidinosa de primera magnitud y produce angustia de por si,
aunque conforme al prototipo del nacimiento.
Obtenemos:
1-Desvalimiento.
2-Ruptura de la barrera protectora por inundación de magnitudes.
3-Respuesta ante dicho peligro (angustia traumática).
4-Instante traumático como fracaso del principio del placer y base de la
represión primaria.
14 Freud S. Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2006 t XXII Lección 32 Pág. 87.
Entonces, la angustia traumática es respuesta a la ruptura del principio
del placer, a partir de una exigencia pulsional. Freud afirma en esta misma
conferencia que hay un doble origen de la angustia:
1-Del instante traumático (irrupción)
2-Como señal de que amenaza la repetición de tal instante.
La fuente de la angustia traumática es económica y se diferencia del
origen de la “angustia señal”, la que desarrollaré, retrocediendo
nuevamente al punto de la “experiencia de satisfacción”.
El conjunto de la acción especifica, realizada por el semejante, y el
cumplimiento del lado del lactante, por medio de dispositivos reflejos, de la
descarga de tensión, es lo que conduce a una “vivencia de satisfacción”
de importantísimas consecuencias para el desarrollo funcional del aparato
psíquico de un sujeto. Se pone fin a la urgencia que generó displacer, se
produce la catextización de una o varias neuronas de Pallium, que
corresponden a la percepción de un objeto, y también queda registrado el
movimiento reflejo de descarga que siguió a la acción específica. (Son
neuronas catextizadas desde Fi (Sist. de neuronas destinadas a la
percepción)
Se produce así, facilitaciones entre las neuronas del sistema psi.
Neuronas de Pallium y neuronas nucleares (Grupo de neuronas del
sistema PSI que son catextizadas desde las vías endógenas de
conducción), que fueron catextizadas a partir de fuentes endógenas
durante el estado de urgencia. Es decir, se produce una facilitación entre
dos imágenes mnemónicas, la del objeto deseado, la del movimiento
reflejo y las neuronas nucleares.
Dice Freud que al restablecerse el estado de urgencia o de deseo la
catexia pasa también a los dos recuerdos reactivándolo.
Cito:
“Yo no dudo de que esta animación del deseo ha de producir
inicialmente el mismo efecto que la percepción, a saber, una alucinación. Si a
raíz de ella se introduce la acción reflectaría, es infaltable el desengaño.” 15
En un principio el sistema PSI no está preparado para diferenciar entre
una percepción real y una representación (idea). Freud dirá que es la
inhibición por el yo, la que facilita un criterio para la diferenciación entre la
percepción y el recuerdo.
La experiencia biológica enseña a no iniciar la descarga si no ha llegado
el signo de realidad y a no impulsar en forma desmedida la catexia de los
recuerdos deseados.
Con la experiencia de la “vivencia de satisfacción” se establece la
precocidad del yo como condición estructural, en tanto su función es la de
evitar el displacer y el caos para el sistema psíquico.
La triada Desamparo-otro auxiliador-llamado que se esboza en el
Proyecto es lo que Freud retoma en Inhibición síntoma y angustia, cuando
dice:
Cito:
“con la experiencia de que un objeto exterior, aprehensible por vía de
15 Freud S. Proyecto de una psicología para neurólogos. En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2006 t I Pág. 364.
la percepción, puede poner termino a la situación peligrosa que recuerda al
nacimiento, el contenido del peligro se desplaza de la situación económica a
su condición la pérdida de objeto. La ausencia de la madre deviene ahora el
peligro; el lactante da la señal de angustia, tan pronto como se produce, aún
antes que sobrevenga la situación económica temida. Esta mudanza significa
un primer gran progreso en el logro de la autoconservación, simultáneamente
encierra el pasaje de la neo producción involuntaria y automática de la
angustia a su reproducción deliberada como señal de peligro”16
Trauma y situación o señal de peligro no es lo mismo, aunque una implica a
la otra, el trauma será siempre una irrupción energética, el pasaje a la
situación de peligro estará dado por el advenimiento de una significación que
con Inhibición Síntoma y Angustia, será “la castración”, la pérdida del objeto
amado.
La angustia vale como función, la de ser una señal para la evitación de la
situación de peligro.
La angustia como señal implica: la expectativa del trauma (anticipación) y
la repetición amenguada de él.
Cito: “La angustia es la reacción originaria frente al desvalimiento en el
trauma, que más tarde es reproducida como señal de socorro en la situación
de peligro. El yo que ha vivenciado pasivamente el trauma, repite
(wiederholen) ahora de manera activa una reproducción (reproduktion)
16 Freud S. Inhibición Síntoma y Angustia En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2004 t XX cap. VIII Pág. 130.
morigerada de este.17
Por lo tanto la angustia como señal se articula con la repetición y el
recuerdo. Se destaca el lugar central del yo ya que es su sede, la angustia
en tanto estado afectivo solo puede ser registrada por el yo.
El “factor traumático” tiene el valor de fijación pulsional en la estructura
psíquica (restos visuales y auditivos del encuentro con la “escena primaria”),
no asimilable por el principio del placer. Lugar propio del más allá. A partir de
aquí lo temido, en cuanto señal, es cada vez la aparición de un “instante
traumático”. A esta irrupción pulsional del denominado “instante traumático”
la “angustia señal” le da un marco con la repetición-reproducción que como
dice Freud morigera lo vivenciado pasivamente. Este marco sostiene la
“escena psíquica”.
La angustia señal se articula con la represión secundaria y con la
formación de síntomas.
Los instantes traumáticos surgen de la vida anímica, sin relación con las
situaciones traumáticas supuestas, en ellos la angustia no es despertada
como señal, sino que nace basada en un fundamento inmediato (irrupción).
Si la angustia señal es la reacción del yo como defensa frente al peligro
pulsional tratado como un peligro realista externo, esta actividad defensiva,
desemboca necesariamente en la neurosis.
Dice Freud: “...a consecuencia de una imperfección del aparato
17 Ibid. Freud S. Cap. X Pág. 156
anímico”18
Freud explica que la exigencia pulsional se convierte en un peligro interno
porque su satisfacción conllevaría un peligro externo, también es sabido que
el peligro exterior (realista) tiene que haber encontrado una interiorización si
es que ha de volverse significativo para el yo, es discernido en su vínculo con
una situación vivenciada de desvalimiento frente al cual coinciden peligro
exterior e interior (situación traumática).
Vivencie el yo un dolor que no cesa o una éxtasis de necesidad que no
puede hallar satisfacción, la situación económica es en ambos casos la
misma y el desvalimiento motor encuentra su expresión en el desvalimiento
psíquico.
El ejemplo de las zoofobias que Freud describe en Inhibición, Síntoma y
Angustia, demuestran que la angustia es una reacción afectiva del yo frente
al peligro, la amenaza de castración, la diferencia entre la angustia neurótica
y la realista es que el contenido de la primera permanece inconsciente,
reprimido y solo deviene consciente en una desfiguración (miedo a que el
caballo lo muerda, en Juanito), de esta manera la moción pulsional se
convierte en un peligro para el yo, cuando conlleva un auténtico peligro
exterior. Las fobias demuestran que la angustia es siempre ante un peligro
vivido como exterior, no importa si es real o imaginario, y el yo se las
arreglará para evitar tal situación o sustraerse de ella.
18 Ibid, Freud S. Cap X Pág. 156
1-4- Conclusiones.
Cuando Freud elabora su 2° Tópica del aparato psíquico, que se sustenta
en tres instancias, Ello, Yo y Superyó, los términos tales como consiente,
inconsciente, y pre- consiente, son utilizados como cualidades o atributos de
dichas instancias.
Es así como lo inconsciente no se aplica solo al Ello, sino también al Yo y
al Superyó.
Ahora bien, lo interesante y novedoso de dicho movimiento es que en el
Ello se establece una clara distinción entre lo estructural y lo dinámico.
Ambos, portan la cualidad de lo inconsciente. No obstante desde el punto de
vista estructural este Ello, inconsciente por exclusividad, no podrá devenir
consiente.
Que no devenga conciente, no significa que no tenga efectos sobre el
sujeto psíquico, lo tiene pero de una manera diversa a ese hacerse consiente
del ello, en tanto dinámico, llamado inconsciente reprimido.
Aquel Ello, inconsciente y estructural, es el Ello habitado y gobernado
por las pulsiones orgánicas, no apalabrado, que por su insistencia
compulsiva de satisfacción directa y silenciosa, traumatiza lo psíquico.
Conmovido por el Ello pulsional, lo psíquico se verá forzado al trabajo
tratando de domeñar, de ligar, algo de lo no ligado pulsional, que lo habita.
Ligar lo no ligado de la pulsión, es fijarla a una o a varias representación
psíquica pudiendo devenir consciente para el Yo. Si dicha representación
pulsional es peligrosa o atenta contra la organización yoica, será reprimida,
desalojada de la conciencia, volviendo así a su estado inconsciente, pero
ahora formara parte de ese ello dinámico, es decir del inconsciente
reprimido.
Tenemos así delimitados dos posibles caminos para la satisfacción de la
pulsión: la satisfacción directa y silenciosa del Ello, gobernado por el más allá
del principio del placer y por el otro, la satisfacción del lado de las
formaciones del inconsciente, que opera por represión. Satisfacción ligada al
principio del placer.
Definiendo al trauma como causa de perturbación económica interna que
no puede procesarse por los caminos normales del proceso de descarga o
huida del aparato psíquico, Freud nos dice que ese trauma energético, le
exige al aparato un trabajo extra. Es decir debe complejizar su
funcionamiento.
Después de su conceptualización del “Más allá del principio del placer”,
ese trabajo extra que debe realizar el psiquismo humano, será explicitado por
la necesidad de ligar lo pulsional mortífero de Tanatos al proceso primario
del psiquismo, restableciendo el dominio del principio del placer, destronado
por la compulsión de ese más allá, de la pulsión de muerte.
Así es como a partir de 1920, lo traumático queda definido como “ese en
más” de excitación pulsional, destructiva, que por su inagotable compulsión
de repetición, invade y paraliza al trabajo psíquico del proceso primario.
En 1939 con “Moisés y la religión Monoteísta” lo traumático se redefine
como una experiencia originaria que no es procesada como experiencia
vivida.
Acto compulsivo de este más allá del principio del placer, que solo
cederá su compulsión, cuando algo de dicha marca sea ligado por el
principio del placer y opere como vivencia vivida, es decir, pueda entrar en la
lógica representacional del pensamiento.
Freud nos dice que esa experiencia originaria y precoz, será siempre de
índole sexual y agresiva. Por lo tanto, ya no es solo tanatica sino que
también ha devenido componente de Eros, mezcla de pulsión.
A esta altura Freud ya tiene elaborada su teoría sobre el masoquismo
primario y por tanto el Ello estructural, es Tanatos y Eros con su respectiva
mezcla pulsional.
Si en el Ello, habitan las pulsiones, Eros y Tanatos, y su única meta es su
satisfacción que pone en peligro y destruye al individuo, este Ello, núcleo
estructural del psiquismo y resto de estructura, es lo que Freud describe
como trauma, en tanto causa de perturbación económica, que le exige un
trabajo extra al psiquismo, lo perturba, lo llena de tensión, que deberá, a
partir de allí intentar dominarla, nunca con suficiente éxito.
De este trabajo psíquico dará cuente el inconsciente con sus
formaciones, fallidas, pero que dan una significación, una representación de
pulsión.
En 1925/6, Inhibición Síntoma y Angustia, la significación inconsciente
que deviene del peligro pulsional, trauma, es la significación de castración,
en tanto indefensión y perdida estructural del objeto de la satisfacción.
La angustia de castración jugara su papel decisivo en la estructuración
de la neurosis, será la señal de peligro, que alertara al yo para la defensa. La
angustia como señal implica necesariamente la expectativa del trauma, es
decir su anticipación, y su amenguada repetición.
Si la angustia señal es la reacción del yo como defensa frente al peligro
pulsional, ella se articula con la represión secundaria, y con la formación de
síntoma.
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