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FEDERICOAuthor(s): Rocío QuispeSource: Letras Femeninas, Vol. 24, No. 1/2 (PRIMAVERA-OTOÑO 1998), pp. 258-267Published by: Asociacion Internacional de Literatura y Cultura Femenina HispanicaStable URL: http://www.jstor.org/stable/23021711 .
Accessed: 17/06/2014 08:07
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258 Letras Femeninas, Volume XXIV, Nos. 1-2(1998)
aunque esto ultimo lo hiciera muy contadas veces, y hasta en el tono
entre cortes y servicial con el que daba los buenos dias.
Como su padre en otro tiempo, sacaba a su madre a pasear y contraviniendo las reglas de su edad, no acompanaba a ninguna chica.
La senora Claus, que observaba toda esta singular evolucion, no
sabia si alegrarse en su egoismo por aquella aparente continuidad, o
llorar por el hijo con toda la amargura. Sin embargo, toda esa
transformacion anormal, empezo poco a poco a corregirse: el joven Claus, por aquel ansia inconsciente de mimetismo, por esa busqueda de su propia substancia en la substancia del ausente, empezo a pensar que tenia que irse, el tambien, cualquier dia y no tardando mucho. Y
esa certeza que se le instalo en la mente con la irrupcion un poco brutal de toda clarividencia, le permitio oxigenarse por completo,
respirar, introducir aire por su desmedrada y desigual figura. A partir de ese momento, de la aceptacion de ese convencimiento,
el joven Claus empezo a meterse en proporcion, en equilibrio. A crecer normalmente.
* * *
FEDERICO
Rocio Quispe Peru
Lo tenia a menos de unos centimetros, podia rozar sus codos con mis dedos. Federico, Federico, no puedo ni siquiera pensar que me
este llamando la atencion. Y ayer, en la reunion habitual en la tranquila casa de Henri, lo tengo sentado justo enfrente de mi, sentado en unas
comodas sillas de mimbre, sintiendo en su espalda y mas abajo las
mismas sensaciones corporales que yo, y todos los que estan sentados
en una silla de mimbre, igual a las nuestras, "las nuestras," algo
podemos compartir, aunque sea una sensacion fisica intrascendente, he podido decir "las nuestras." Federico, te tenia delante de mi y podia mirarte a gusto, aunque solo alcanzara tus hombros y tu espalda cortada
a la mitad por la horizontal de mi carpeta. Y te miraba con gozo. Hablaban del placer del texto, del goce del lector, de sus textos clasicos.
Eras en ese instante mi gozo, te podias haber convertido en mi texto
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Narrativa 259
clasico, eras entonces mi signo de placer, placer en el mirarte, placer en la posibilidad repentina de que encogieras las piernas y tus pies chocaran con los mios que estaban escondidos esperandote en tu
expansion. Nada de eso seria posible, los encogi yo tambien para evitar
precisamente cualquier "luego va a pensar que soy torpe," el deseo
de mostrarse lo mejor frente al otro que nos llama la atencion. El otro
que no inspira todavia sentimiento, ni siquiera una corriente de simpatia, sobre todo despues que dijiste lo de ayer "chica que le presto un libro, chica que me lo forra." Supongo que me avergonce, me puse caliente
en las mejillas. Afortunadamente nadie se dio cuenta, todos escuchaban
las explicaciones de Henri que cada vez perdia mas la voz. Entonces
me parecio tan pedante, me dieron ganas de levantarme y quitarle el
forro a los fragmentos de Barthes. Pero me quede hundida en mi silla, sonriendo forzadamente para restarle cualquier viso de importancia. Federico habia puesto el dedo en el centro de una posible llaga.
El dia de la clase, de la ultima clase de Henri en la universidad—
Henri se ha puesto muy mal de la garganta, claro el esfuerzo del sabado
lo debio de rematar—^o fue la penultima? Entraba tarde para variar
y, sin darme cuenta, estaba sentada al costado de alguien pero detras
de Federico. Su piel es lo bastante clara como para dejarla de mirar, tenia que hacer algun esfuerzo para que mis manos no corrieran por su espalda, mas blanca de lo comun por la ropa que llevaba puesta, y
llegar hasta sus cabellos y entonces acariciarlos, se ven con tantas
ganas de que los acaricien jvamos! jsi sus cabellos eran una verdadera
provocacion! si se me hubiera ido la mano, habria estado totalmente
justificado por que he de buscar una justificacion? £que me hubiera
importado la gente alii, incluyendo al mismo Henri, y aun mas al mismo
Federico? No, no era por eso. Era una mezcla de orgullo y temor que todos sentimos cuando alguien nos atrae y no queremos que se de
cuenta, queremos que se de cuenta de que existimos ;si! pero que tambien se de cuenta de que nosotros no nos damos cuenta de que ellos siquiera existen, sobre todo si simplemente esta sentado frente a
mi, dandome la espalda en la clase de Henri, o de frente, en su casa,
un poco despues. De pronto Henri se siente demasiado cansado de la
garganta, alguien ha hecho una pregunta fuera de lugar y Federico se
apresta a contestar. Ahora el toma la batuta en la casa de Henri,
sentado en su silla de mimbre, y responde de una manera felinamente
agresiva pero a la vez tan suave que interiormente festejamos su
sutileza para decir las cosas. Henri lo mira sin poder dejar escapar
una leve sonrisa jah! ;si es su discipulo! Pero yo nunca habia visto a
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260 Letras Femeninas, Volume XXIV, Nos. 1-2(1998)
Federico intervenir asi. Cuando Henri me invito a participar en las
reuniones en su casa, yo me mostraba temerosa porque apenas sabia
algo de Barthes, pero el insistio y me animo, despues de todo, nadie
perdia nada. Me dijo que solo hablaban largo el, Federico y una chica.
Bien, si asi es y no estoy obligada . . . Pero Federico pocas veces
intervenia, se mostraba alejado, languido, tal vez pensando en Eileen,
y supongo que todos pensarian lo mismo alguna vez. Creia que seguia con ella, pero Henri trajo abajo mis creencias una tarde en la que me
hablaba de Federico e inauguro mi entrada en algun circulo menor del
purgatorio. Federico se encontraba en una posicion semilateral. Podia yo mirar
sus mejillas, el perfil naciente de su imperfecta nariz, si, porque su
nariz no me gusta nada, todo lo contrario de sus cabellos. Y yo no se
si el se daria cuenta de que yo lo miraba, podria haberlo hecho por el
rabillo del ojo. Y yo descaradamente lo miraba, pero de vez en cuando
volteaba los ojos a mirar a Henri, no queria que el se diese cuenta, no
se por que me daria vergiienza. Quizas porque Henri sabia lo de
Miguel. Yo le habia hablado tanto de Miguel cuando creia que Fedrico
seguia con Eileen. Pero, tonta, ^a que preocuparse? Federico no pasaria de ser una fuerte atraccion, pero que quieres que haga, aqui y ahora
me gusta un monton ... y no debiera, quiero tanto a Miguel, tanto que ni siquiera le deberia poner al tanto. Federico atrae, el mismo lo admitio
cuando dijo lo de los forros y los libros de manera tan impertinente y
pedante. Y eso, solo a mi me parecio pedante, porque le describi la
situacion a varias personas y a nadie le parecio pedante, ni siquiera
extrano, a nadie. Solo a mi se me podia ocurrir. Es como cuando se
lanza una piedra al aire y luego nos sentimos sucios porque sabemos
que somos nosotros los que lo hemos hecho. No debi ponerme roja, eso no hizo mas que delatarme. Pero creo que nadie escucho mi grito,
mejor asi. Miraba el perfil de Federico, y me gustaba el peligro de que el pudiera pensar que lo miraba a el y no a Henri.
Pero puede estar mirando a la pizarra, lo que pasa es que Henri
ha escrito el esquema justo alii, y hay que remitirse a el para seguir la
clase. No, a mi no me esta mirando. Es al esquema, o es a Henri que se ha sentado en el pupitre y siente los sintomas de la garganta. No
debi haberlo llevado al cine de noche. Pobre Henri ^Y Eileen? Eileen,
Eileen, nina facil y artificial.
j Ah! [como quisiera que asi pensara! no, Federico nunca pensara asi. Todo es el influjo de mis suenos. Miguel es el que esta en mis
suenos, no hay lugar para Federico. Federico no. Federico.
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Narrativa 261
Hago el juego varias veces. Yo solo soy consciente de que lo estoy jugando. Pienso que no hay peligro, si Federico sospechara algo pronto sabria lo de Miguel y descartaria toda posibilidad. Federico ha tornado la batuta en la casa de Henri, le responde al chico de la pregunta impertinente, repito que nunca lo habia visto entusiasmado con una
pregunta asi en meses. Bueno, para lo poco que lo he visto, apenas en las reuniones en la casa de Henri, y cuando no iba, pensaba que estaba con Eileen. Un dia llego y pidio prestado el telefono, pense que la llamaria pero no, concerto una cita con unos amigos para almorzar al dia siguiente. Senti alivio, un alivio tonto, podia haber venido de estar con ella. Y yo tengo a Miguel. A veces era yo la que venia de estar con el o iba a verlo despues. Eso hasta el dia que supe que Eileen ya no mas. Y, perdoname Miguel, quise que no existieras. Pero ^para que? Federico nada que ver conmigo, ni se da cuenta de que yo existo.
No se como he jalado la silla del comedor de Henri y me he sentado
justo enfrente de ella. He llegado tarde para hacerme ver al entrar, como ella hace cada vez que va a la clase de la universidad. No se
como se las ingenia para llegar tarde y, claro, como la puerta esta alii
adelante, todos la miran. Porque es un movimiento ajeno a la clase y la interrumpe por breves segundos. Entonces aprovecho yo tambien
para mirarla, como cualquier agregado al monton de gente que si esta
escuchando la clase. La ultima £o fue la penultima vez? se sento detras
de mi, y me hacia la ilusion de que me miraba. Entonces, creyendolo firmemente, volteaba un poco la cabeza y trataba de observarla por el
rabillo del ojo, pero ella miraba la pizarra, o a Henri, o comentaba
alguna cosa con una chica de pelo alborotado que se habia sentado a
su lado y que usaba frases coloquiales en aleman. Ella se ha cortado
el pelo, parece aun menor ^que edad tendra? De repente es una mocosa
. . . pero no tanto ... va a la clase de Henri y algo me ha dicho que
trabaja con ella. Es tan callada, apenas interviene. Es tan menuda, tan
pequena, parece que se puede romper. No es bonita, no, no lo es.
Tiene a alguien. Lo se, no se como pero lo se. Y a otro mocoso que a
veces la espera a la salida de la clase. Otro nino igualito al Felipe
argentino, que anda siempre con una cartera llena de libros que a
veces ella agradecia y en los cuales se interesaba. Un dia se fue con
nosotros en el carro, el mocosito no la habia esperado, al menos eso
es lo que creo, y se subio al auto, pero ni siquiera la pude dejar en su
casa, se bajo con una profesora y se fue caminando. Tenia el carro
lleno de gente y estaba Henri. Ni hablar. Total indiferencia. Ademas
ella se habria extranado de tanta amabilidad, tanta proviniendo de un
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262 Letras Femeninas, Volume XXIV, Nos. 1-2(1998)
extrano. Tuve que verla irse. No, definitivamente no es tan bonita
como Eileen. Tiene apellidos extranos que he visto en su cuaderno
alguna vez que llego temprano—de las pocas veces que llego
temprano—Luego Henri me lo confirmaria. Le preste los Fragmentos . . . y me los devolvio forrados. Uno por uno, todos los Fragmentos. No he vuelto a prestar ese libro, al menos por algun tiempo, hasta que se le gaste el halito que quedo en el. Ojala no se lo compre, asi me lo vuelve a pedir. Pesado Henri cuando dijo que ya habian llegado a una
libreria del centro. Ojala nunca llegue a comprarlo. ^En que estaba?
ah, no se como me vi envuelto en una contestacion, empece a hablar del texto, del tejido, de Barthes. Ella me miraba, bueno, todos me
miraban, era logico, yo era el centro. Yo era el que hablaba. De pronto voltee a su vecina, y luego gradualmente pase a ella. Me miraba a los
ojos, de frente a los ojos. Federico responde muy bien, claro, si es el . . . El chico quiere
interpelarle pero Federico responde seguro y Henri asienta la cabeza dandole la razon. Henri ya no puede mas con la garganta, se tapa la boca con su panuelo. Federico sigue hablando, de pronto deja de mirar al chico y se dirige a Elsa que esta a mi lado, pienso que en ese instante
justo se le va a acabar la cuerda y que no me va a mirar a mi aunque sea por inercia. Pero la cuerda no se le acaba y llega un momento fascinante: me mira al hablar y yo lo miro fijamente a los ojos. No
pienso nada, solo lo miro. Es hermoso mirar a alguien asi. Ademas es la primera vez que nos miramos a los ojos, mas de un minuto, me
parece un tiempo sin tiempo. Pero no se que pasa, no se cual de los dos cambia la direccion de los ojos primero, no se si pasa a Bea o si
yo, de sus ojos paso a mirar su boca de labios gruesos, su boca que dan ganas de morder. La boca de Miguel es tan fina y delgada, es esteticamente hermosa. Federico tiene los labios grandes, gruesos, mas aun cuando se rie, provoca morderlos. Tal vez el cambie primero y pase a ver a Bea. Despues de todo creo haber visto cierto entusiasmo
por Bea ya que sin que ella se lo pidiera, el se puso a explicarle un cuadro de una tesis que ha estado hojeando. Bea, con sus aires
intelectuales, parece seguir la explicacion y no mirar sus labios, prefiero no fijarme. Henri habla a los del otro extremo, y yo estoy en el centro de ambos coloquios sin participar en ninguno de ellos. Entonces me
hago la sobrada y cojo un libro de pintura abstracta para hojearlo. Demoro bastante en acabarlo. Todo esto antes de que Federico y yo nos miremos a los ojos. Pero ^que estoy diciendo? Federico no puede pensar ni sentir nada, vera unas cuencas vacias, deseara estar con
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Narrativa 263
Eileen en lugar de estar alii mirando a no sabe quien, ayudando porque a Henri le duele la garganta y no puede ya casi hablar. Me siento
molesta por lo de Bea, ella es tan distinguida como Eileen, y ya me
habia estado preguntando por las cosas que estudiaba "ese chico que va de alumno libre a las clases del profesor." Le digo a Bea que es
muy inteligente, que sabe mucho, que se dedica a tal area, que es muy sencillo y agradable. Emito una serie de juicios que no poseen el minimo
respaldo, jamas he conversado con Federico de nada, lo poco que se
es por intermedio de Henri. Pero lo que le he dicho a Bea lo he dicho
con orgullo, como si Federico fuera Miguel. El juego se repite. Varias veces Federico toma la palabra y cada
vez que lo hace empieza a pasear por cada uno de nosotros, ruego
que no termine de hablar para que llegue a mi. Y cuando llega, sostengo la mirada y ya empiezo a pensar cosas. Lo miro a los ojos y repito en
mi su nombre. Pero el juego dura poco, Federico pasa a Bea y yo miro
hacia el otro extremo de la sala. Henri recupera la posta y a pesar del
dolor empieza a hablar nuevamente, Federico se calla y cede el paso. Me inclino hacia adelante, siempre sentada en la silla de mimbre, junto mis manos, mis ojos ven ahora la alfombra. Alcanzo a ver parte del
zapato de Federico. Pienso que puedo mirarlo y que cuando el mire
inesperadamente yo puedo escabullirme con timidez y vergiienza. Creo
que Federico es un chico tranquilo y que sabra valorar eso, pero recuerdo mi pesima intuicion con las personas. Seguramente Federico
no es ningun chico tranquilo, debe estar lleno de prejuicios, debe ser
un conquistador ya que se piensa muy atractivo, y debe buscar a chicas
lindas con apellidos que rimen con el suyo. Es preferible hacerse la
peor de las ideas. Sobre todo si se que con el no tengo la menor
posibilidad. Recuerdo como empezo lo de Miguel, hace mas de ano y medio en la clase de latin. Miguel no me hacia caso, fue muy dificil al
comienzo. Y ahora, hay que verlo. Miguel me gustaba mucho. Pero .
. . si yo quiero a Miguel . . . Henri sabe cuanto y si alguna vez habla
de mi, lo habra dicho.
He juntado las manos, escuchamos religiosamente a Henri. Pienso
en ese momento la posibilidad de comunicarse con otras personas por
medio de la mente. Quisiera hacerlo con Federico. Tonterias. Tengo
las manos juntas, la cabeza inclinada hacia el suelo. De pronto levanto
la vista, Federico me ha estado mirando, subo la vista y lo miro. Es
apenas un instante pero sostengo sus ojos. Bajo nuevamente la vista
con aires de vergiienza. No puedo evitar una sonrisa.
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264 Letras Femeninas, Volume XXIV, Nos. 1-2 (1998)
No puedo hablar y fijar la vista de esa mirada. Ella me esta mirando
de una manera increible. He estado embalado aplicando una respuesta modelo y aplastando al que hizo la pregunta impertinente y me encuentro
de repente con ojos oscuros y pequenos que me miran fijamente, como
si algo quisieran decirme, pero no logro saber que es. Ruegome a mi
mismo no trastabillar y lo logro. No se si ella ha bajado los ojos o si he
pasado a mirar a la chica del costado. No se cual de los dos inicio esto
y cual termino. Quizas todo es idea mia. Pero tengo unas ganas de
volver a hacer lo mismo. Le gusta la pintura y le disgustan los lentes
ahumados. Para evitar cualquier sospecha me muestro sumamente
amable con la chica que se encuentra entre ambos. Le doy
explicaciones sobre unos cuadros que ni ella misma ha pedido. No
importa, yo igual se las doy. Ella coge un libro bastante grande y lo
hojea. Esta aislada mirando pintura, en trance, con suavidad voltea las
paginas. Yo no le llamo la atencion en lo absoluto. Aunque vuelvo a
intervenir acaloradamente y ella me hace el mismo juego. Ya creo
descifrar lo que me quiere decir. Yo tambien repito tu nombre dentro
de mi. Ella debe estar pensando en Miguel o en el mocosito que a
veces la espera. Henri empieza a hablar nuevamente, le cedo la
palabra. Ella se inclina hacia el, sus pies son pequenos y parecen pies de muneca. Ha juntado las manos y mira hacia el suelo. Escucha
absorta lo que dice Henri, es mi oportunidad. Empiezo a subir por los
pies, las rodillas, las manos, el cuerpo, la cabeza. La miro. De pronto algo, alguien me denuncia. Ella, traicionera, voltea rapidamente y me
pilla mirandola. Se asombra y baja su mirada mientras que la mia ha tratado de escapar de alguna manera. Tardepiaci, se ha dado cuenta. Tal vez todo sea mi imaginacion. Ella no puede mirarme asi, no puede.
Alguien nuevo viene a las reuniones de Henri. No es nadie
importante. Eileen ^por que eres asi? un poquito de tu parte y nos
entenderiamos. La chica que viene no es significante. Ademas es
callada y timida, a veces mira con sus ojos asustados, nos debe creer
el non plus ultra. Mejor asi, de esa manera no es pedante, por lo
menos todavia no. Henri me ha hablado muy poco de ella, con el mas
bien converso de Eileen. Otra vez Eileen ^cuando terminara de irse?
A las reuniones va gente muy inteligente, al menos eso creo. Hay una chica que es feminista y ademas dirigente de sindicato. Otro chico,
Federico, le hace bromas y la chica medio que se molesta. Va otra
gente modesta pero que parece saber mucho. Miguel ha venido a
dejarme. La semana pasada no vine a la reunion porque preferi
quedarme discutiendo con el. Miguel y yo vamos mal. A veces pienso
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Narrativa 265
si no sera la epoca de cambiar de piel pero me retracto. Miguel es
algo definitivo, hemos hecho planes juntos, nos une el vinculo de los
suenos compartidos. Estamos metidos hasta la garganta en esto, espero
que no nos ahoguemos, ni Miguel ni yo. Ese chico Federico es simpatico
aunque la enamorada que tiene es bastante arrogante y artificial. A
veces me parece raro que un chico como Federico este con una chica
como Eileen. Seguramente los dos andan en la misma frecuencia de
onda. Por algo estaran juntos, los padres de el deben estar encantados, asi como la madre de Miguel conmigo.
Llegue de un almuerzo y me habia tornado algunas cervezas. Fue
por eso que estaba tan fresco cuando llegue a la casa de Henri y los
encontre en su biblioteca, sentado en circulo y escuchando al maestro.
Propuse irnos a la sala pero ella dijo que alii hacia mucho calor, Henri
propuso entonces quedarse ahi pero ella agrego que no habia sitio
para el. Facil, me traigo una silla del comedor. Ella se habia preocupado
por mi. Tonterias. Eso no puede ser. Recuerdo hace unas semanas
cuando yo estaba esperando la clase de Henri y me encontraba fuera
del aula, en el corredor junto a la baranda, mirando el patio. La vi
venir mas temprano de lo usual. Hubieramos estado solos si no hubiera
permanecido parado ese tonto que luego haria preguntas impertinentes a Henri, preguntas que yo contestaria de la mejor manera posible. Me
fui alejando un poco de la baranda y cuando ella paso, esboce la mejor de mis sonrisas. Ella casi ni me miraba. Dije hola muy fuerte y fue
solo entonces cuando ella dejo de mirar el suelo y sonrio
respondiendome el saludo, pero se escabullo dentro de la clase. Me
quede afuera, deshallado, ella no salia. Finalmente lo hizo, sola, y se
apoyo en la baranda, pero yo ya estaba ofendido, ademas estaba el
chico ese que ya habia comenzado a hablar de politica, le seguia la
cuerda. Ella, muda, junto a la baranda, aguardo un rato y se volvio a
meter.
Tonto, tonto, salgo fuera de la clase, me pongo cerca de el y nada.
Entonces lo del saludo no fue mas que una casualidad, una amabilidad.
Debe mirar hacia el patio buscando chicas que se parezcan a Eileen.
Conmigo nada. Miguel estuvo tan carinoso ayer, se acordo de que
cumpliamos once meses juntos. No puedo esperar mas, claro, con el
tonto chico de Psicologia que esta alii le debe dar vergiienza. Ademas
^que iba a preguntarle? £como iniciar una conversacion? ^el tiempo?
£la hora? No quiero que me tome como una tonta. Mejor vuelvo a
entrar, aqui me expongo demasiado.
Cuando Henri hablaba de la viuda Castana, todos se asombraban
de lo que estaba contando. Increible que una viuda acabe asi la obra
del marido. Ella pregunto el porque y yo me apresure a contestar
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266 Letras Femeninas, Volume XXIV, Nos. 1-2 (1998)
"Loquita, pues, mujer." Mujer, mujer, me habia dicho mujer. Y con
sensualidad lo dijo. Pero no, no, no es mas que una frase hecha.
Se lo dije mirandola a los ojos, ahora era yo el que iniciaba el
juego, pero ella no lo siguio, me habia mirado con rabia. Hurgue
pensando por que me habia mirado con esa cara, debe ser por lo que
dije de los forros ^Como se me ocurrio decir eso? Felizmente Henri lo
arreglo poniendolo como una broma, pero note que su disposicion habia
cambiado hacia mi. No volvio a sonreir, no volvio a jugar con los ojos. Tal vez todo habia sido idea mia. Debe estar pensando en Miguel. Ella
no piensa en mi, ella no, ella.
A1 salir, hizo un chiste muy absurdo acerca de la lluvia y se abotono
la camisa que habia tenido desabrochada todo el tiempo hasta la mitad
del pecho. No se que mostrar, su pecho era muy bianco y no es nada
del otro mundo, es muy delgado. Miguel tambien lo es pero esta
bronceado. Ademas creo que habia tornado algo en alguna parte, tal
vez en la casa de Eileen. Miguel, Miguel, hubieras venido a recogerme. Ha pasado una semana y ni vestigios de verla. Henri esta mal de
la garganta y el medico le prohibe que dicte clases. Estoy con
desasosiego porque no se cuando la vaya a ver. Basta. Este tiempo sin verla ha sido mas que suficiente. A la primera oportunidad le hablo, le ofrezco un libro que ya no forrara, le pregunto la hora—no me
pongo reloj ese dia—cualquier cosa con tal de conversar. Y si se va
con nosotros en el carro, la llevo a su casa, no importa lo que los
demas piensen. Despues de todo, a Henri tambien lo llevo a su casa
^que tendria de raro?
He mandado a hacer las iniciales de Miguel en oro para ponerselas en una billetera de cuero. Sera mi regalo de aniversario. Hace tiempo
que no tengo clases con Henri, se que no esta muy bien, me preocupo en llamarlo y averiguar por su salud. Ese chico Federico . . . que tonteria . . . ya se me quitaron las ganas con el. Ni ganas de jugar con
los ojos tengo. Federico sera pronto un caso abandonado. Federico, si
tu . . .
La estoy esperando, Henri vuelve a dictar. Pero ella vuelve a llegar tarde. No creo que lo haya hecho adrede, seguro tuvo una clase antes
y no la dejaban salir. Se ha sentado detras de mi y no puedo mirarla, tal vez ella lo hace conmigo ^Me esta mirando? «^por que no tocas con
tus dedos mi espalda? £por que no extiendes tus pies para que choquen con los mios y poder yo pedirte perdon? y que con ese perdon vayan tambien mis disculpas por haberte hecho esperar tanto tiempo. Un
poco mas de paciencia y empezaremos algo. Primero una amistad, un
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Narrativa 267
acercamiento. Tengo ganas de abrazarte y romperte. Tal vez abrazarte
sea sentirse como un dios, eres tan pequena que cualquiera se siente
un coloso a tu lado. Eileen se corta el pelo, trata de imitarte pero no
puede, no le va como a ti. Henri ya va a terminar. Entonces te
acercaras a el a pedirle una asesoria, yo ofrecere llevarte a tu casa, la
cuestion es empezar. Un muchacho delgado y de ojos claros, que no es el Felipe
argentino, te esta esperando. Has salido y te ha besado. Por que, por
que no esperaste, siempre supe que habia un tal Miguel. No se por
que lo habia descartado. Todavia te besa y tu volteas a mirarme. Hoy
Miguel y yo cumplimos un ano de estar juntos. Sorpresivamente ha
venido a buscarme despues de clases. Ni siquiera puedo despedirme de Henri, Miguel esta impaciente y quiere irse ya. Federico, ese no se
da cuenta de nada. Cuando Miguel me beso, voltee a mirar hacia el
salon pero Federico se habia puesto esos horribles lentes ahumados
que no hacen mas que darle una pinta mas artificial de lo que ya tiene.
El abrazo de Miguel me recordo nuestro vinculo de suenos futuristas
y latentes. Con Federico nunca proyecte nada, nada, por eso me resulta
sencillo irme con Miguel. Ademas Federico debe estar esperando a
Eileen o alguna chica que se le parezca. Todos se van. Ella se ha ido tambien. Henri sale de la clase, tose
un poco, me da una palmadita en la espalda. No puedo sacarme los
lentes ahumados. No puedo. Se daria cuenta. Henri y yo empezamos a bajar las escaleras.
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