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8/18/2019 La Plazuela Del Teatro de Lima Del Siglo Xix Una Primera Aproximacion
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Universidad Ricardo Palma
Instituto de Investigación
del Patrimonio Cultural
LA PLAZUELA DEL TEATRO DE LIMA DEL SIGLO XIX. UNA PRIMERA
APROXIMACIÓN
Samuel Amorós Castañeda
7 de febrero de 2015
Hoy en día es difícil precisar exactamente cuál es el Teatro de Lima, porque la ciudad
cuenta con diferentes edificaciones que podrían disputarse dicho título, comenzando con el
remozado Teatro Municipal en el centro histórico, hasta llegar al Gran Teatro Nacional,
construido en el distrito de San Borja al inicio de la presente década. Esa diversidad de
escenarios no existía al principio de la república independiente, sino todo lo contrario, la
actividad artística sobre las tablas se encontraba centrada en lo que pudiera realizarse en el
teatro que entonces era llamado “Casa de Comedias”, situado en la espalda del convento
agustino de Nuestra Señora de Gracia. Pero su ubicación estaba limitada por la existencia
del muro perimetral de la casa religiosa levantada frente al ingreso del teatro, dejándole tan
solo como área pública las veredas para los peatones y la calzada para los carruajes.
Tratándose del más importante inmueble construido y dedicado a la actividad teatral, era
evidente que contara con el gusto y la asistencia de los pobladores de Lima, quienes
generaban inevitables aglomeraciones en la vía pública al asistir masivamente allí, tanto al
ingreso cuanto a la salida de cada presentación.
El gusto por las funciones dramáticas en Lima fue tan antiguo como la fundación de laciudad en el siglo XVI, construyéndose para ello progresivamente algunos locales que
procuraron satisfacer dicha afición. No es la intención de este texto realizar una cronología
de los mismos, ni mucho menos estudiar su morfología, en este caso solo deseo referirme
de una manera general al inmueble virreinal que estuvo ubicado en el mismo emplazamiento
en donde hoy funciona el Teatro Segura, que según señalaba Manuel Atanasio Fuentes,
tampoco se trataba de una edificación que fuera distinguida por la calidad y el esmero de su
construcción y acabados:
“El teatro cuya antigüedad es de 197 años se resiente de los defectos de la atrazada
[sic] época en que fue construido. Su aspecto material lo hace indigno de figurar
entre los primeros establecimientos públicos de la capital del Perú. Escasa la población en lugares de recreo, ha debido el Gobierno realizar cuanto antes el
proyecto de construir el nuevo teatro para el cual se ha destinado el local del antiguo
hospital de la Caridad 1. Largo sería enumerar los muchos y grandes defectos de
construcción de ese establecimiento ruinoso y desaseado, […]” (1858: 587)
Todo parece indicar que se trataba de un local en un lamentable estado de conservación,
pero eso no resultó un impedimento para que lograse convocar a un considerable número
de personas, que pudieron contarse hasta por cientos, haciéndose así necesaria la
existencia de amplios ingresos y salidas, que a su vez tendrían que haber comunicado con
un extenso espacio abierto que acogiera a todos los espectadores, bien a la llegada o
1 No llegó a construirse ese teatro, en su lugar fue edificado en las primeras décadas del siglo XX elPalacio Legislativo o Congreso de la República.
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partida de cada función. Igualmente, resultaban evidentes los problemas que habrían
generado los vehículos de transporte por la ausencia de un área de estacionamiento para
ellos, que necesariamente eran usados para conducir a los personajes de importancia,
desde sus moradas individuales hasta la “Casa de Comedias” y viceversa. Recordemos quetodo personaje que se preciara de pertenecer a la élite o pretendiera ser parte de ella, debía
contar con un vehículo para ostentarlo ante todos los demás, aunque la distancia a recorrer
no sobrepasase los cien metros. Conviene reseñar lo que sucedía en ese entonces:
“El total de carruajes de Lima en 1818 era de 150 y 820 calesas particulares. Este
número era muy inferior al que existió en el siglo 18 y 17, pero muy superior al de
1851 según la Estadística de Fuentes.2” (Luis Antonio Eguiguren, 1945: 103)
Si tan solo hubiese coincidido en una misma función el 5 % de los vehículos registrados en
1818 (7 carruajes y 41 calesas), la vía pública3 donde estaba ubicado hubiese quedado
completamente congestionada y colapsada, peor aún si agregásemos a quienes llegaban apie o a caballo, sin contar a los transeúntes que solo pasasen por ella. En este momento
resulta importante señalar que como máximo, la “Casa de Comedias” podía albergar a 1457
personas, pero en promedio tan solo recibía a 525 espectadores por cada función (Manuel
Atanasio Fuentes, ob. cit.: 590). A esta complicada situación debe sumarse el eventual
peligro que habría provocado un sismo o un incendio, ocasionando la estampida del público
que solo habría encontrado a la calle como el único espacio de recepción.
Cuando el 10 de julio de 1821 José de San Martín ocupó con sus tropas la ciudad de Lima,
marcó el inicio de la República del Perú, que tuvo como fecha preponderante la
proclamación de la independencia realizada durante el día 28 del mismo mes y año. Al
asumir la jefatura del estado bajo el cargo de Protector, sentó las bases de lo que sería elfuturo del país y más allá de sus propios desaciertos, trazó una ruta que no tuvo vuelta
atrás. San Martín permaneció en Lima por cerca de un año más y como era de suponerse,
asistió repetidas veces a la “Casa de Comedias”, para ocupar el palco de honor y medir por
su cuenta propia el estado de ánimo de la población con respecto al desempeño que tenía
en el poder. Debió así concurrir a la presentación del himno nacional peruano, interpretado
por Rosa Merino el 23 de setiembre de 1821. Seguramente, pronto se percató del ya citado
inconveniente, generado por la ubicación del acceso principal del teatro con respecto a la
calle, por lo cual decidió tomar cartas en el asunto. No está del todo claro cómo y quienes
intervinieron precisamente en los sucesos que derivaron en la formación del primer espacio
urbano limeño en el Perú independiente, pero lo cierto fue que se trató de una iniciativagenerada por el mismo Libertador. Tampoco existen certezas si fue él mismo o se valió de
su ministro Bernardo de Monteagudo4, pero lo cierto fue que el 2 de febrero de 1822 fue
electo como Rector Provincial agustino el sacerdote Manuel Jaúregui, “[…] un hombre
hechura de Monteagudo que recomendó San Martín, […]” (Javier Campos O.S.A., 2010:
2 Se refiere a la publicación de Manuel Atanasio Fuentes Delgado, titulada Estadística de Lima .
3 Entonces era conocida como la Puerta Falsa de San Agustín o Calle de la Comedi a, hoy en día es lacuadra 2 del jirón Huancavelica.
4 Monteagudo nació en Tucumán, Argentina y durante el Protectorado o gobierno de San Martín en el Perú,
fue ministro de Guerra y Marina, para luego desempeñarse como ministro de Gobierno y RelacionesExteriores. Sus acciones y su carácter monárquico le granjearon los odios y antipatías de buena parte dela población limeña, al extremo que cuando regresó a la ciudad unos años más tarde, fue apuñalado en elcorazón el 28 de enero de 1825, muriendo instantáneamente.
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21). De esa manera puede explicarse la rápida autorización que brindó dicha autoridad
agustina, accediendo a ceder un sector de la parte posterior o Puerta Falsa del convento de
Lima, para constituir una plazuela. Aunque todavía constituye un tema para una
investigación mucho más amplia, no deja de extrañar que durante todo el siglo XVIII ningunaautoridad virreinal hubiera podido convencer por algún medio a los agustinos de donar parte
de su propiedad con el mismo fin que exitosamente consiguió San Martín. En todo caso
podemos interpretar que cuando menos, se conjugaron varios hechos claves, como la
consabida cercanía del Rector Provincial Jaúregui con el Libertador, que era el adecuado
complemento al espíritu proclive de buena parte de la sociedad limeña con la independencia
recién declarada, que a su vez configuraba al Protector de la nación como un gobernante
con un poder como no se había visto desde hacía tiempo.
Si bien José Gálvez (1943: 100) y Luis Antonio Eguiguren (ob. cit.: 17) escribieron sobre la
forma como llegó a materializarse la plazuela, logré encontrar una descripción bastante más
desarrollada y detallada de los sucesos, por medio de una carta5 escrita casi 150 años
después de ocurridos los hechos, que fue producida cuando Benigno Mallo, entonces prior
del convento agustino, escribió el 7 de noviembre de 1969 a la empresa Edificación Privada
y S.U.:
“El año de 1822 el General San Martín tuvo una conversación con el Padre Provincial
de los agustinos, P.M. Jaúregui [como ya señalé, en realidad su título fue el de
Rector Provincial] y en ella le manifestó que la Casa de las Comedias – hoy Teatro
Segura – necesitaba una anchura y desahogo en previsión de incendio; el Provincial
agustino accedió gustoso a la petición del Protector de la nación. Tres días después
de esta conversación se presentó Dn. Devoti 6, capitaneando una porción de peones
con los que principió a derribar las celdas hasta que llegar al patio y así continuaron
destruyendo todo el frente del edificio de esquina a esquina y echando los
escombros al interior del convento hasta el extremo de nivelarse con las piezas altas.
En otra conversación con el General, este prometió hermosear, refaccionando todo lo
destrozado e incluso prometió grabar la Casa de Comedias – Teatro Segura en mil
pesos anuales a favor del convento por daños y perjuicios. Estas y otras ofertas por
el estilo quedaron sin efecto; a los tres años se quejó el superior al presidente de la
república del incumplimiento de las promesas. El año de 1836 se expidió un oficio
para que los carretoneros de la ciudad sacaran los escombros que todavía
permanecían allí; pero nada se hizo. El año 1848 se volvió a hacer otro reclamo porlo mismo, acompañando tres documentos oficiales, firmados uno por Monteagudo y
dos por [Hipólito] Unanue, en los que constaba haber contribuido el convento con
tres mil trecientos pesos para la calle 7 de octubre [el autor de la carta confundió el
mes, porque la plazuela fue nombrada 7 de setiembre] – hoy Teatro Segura – y
5 Con motivo de la elaboración de mi tesis de arquitecto, tuve la oportunidad de investigar durant e el año1990 en los fondos documentales del archivo del entonces Instituto Nacional de Cultura. En reiteradasoportunidades consulté un expediente de tapa y contratapa rojas, que contenían cerca de 500 folios, contodas las comunicaciones referidas a la iglesia y convento agustino registradas desde 1940. Fue así comopude trascribir esa comunicación. Sin embargo, cuando pregunté por dicho expediente dos décadas mástarde, no solo había desaparecido, sino que todos los responsables en ese momento ignoraban de su
anterior existencia.
6 Aunque la carta tan solo consigna el apellido, bien podría tratarse de Félix Devoti, quien fuera censor delteatro en 1822. Ver Juan Oviedo, 1861: 333.
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haber entregado además para las obras de la Presidencia del Departamento y de los
ministerios del estado, Guerra y Hacienda ‘toda la madera excelente de la parte
destruida, consistente en once madres de madera útiles, veinticuatro cuartones y
seis madres de madera menores, ciento sesenta y una varas de madera selecta ygruesa entre cuartones y vigas’.
A todo se hizo oídos sordos, terminando el convento por sacar por su cuenta los
escombros y por medio de los señores Rodrigo y Barreda construyeron el edificio
antiguo que ha reemplazado el edificio actual que hemos construido. […]” (Tomado
de Samuel Amorós, 1993: 226-227)
Es probable que el prior Benigno Mallo consultase la información contenida en el archivo del
convento agustino, porque revela nombres y sucesos desconocidos por los dos connotados
investigadores antes citados, quienes publicaron incompletas referencias sobre el particular.
Además de ello, no deja de sorprender el alto precio que debieron pagar los agustinos porceder a los deseos del Protector San Martín, cuyo gobierno así como los que lo sucedieron,
simplemente ignoraron sus reclamos al extremo de mantener todo el frente derruido de una
manzana de la ciudad por más de dos décadas. Esa apariencia debió resultar impactante en
una ciudad que luego del destructor sismo de 1746 ya había quedado completamente
reconstruida para el siglo XIX, de forma tal que cuando en 1838 Leonce Angrand se
encontró delante de ella, no dudó en perennizarla, de la misma forma como también lo hizo
Juan Mauricio Rugendas en 1844. Gracias a sus apuntes a mano alzada es posible que en
el siglo XXI podamos todavía apreciar el aspecto de la destrucción y parte del perdido
esplendor del interior del convento agustino en esos años. El convento cedió a la ciudad un
terreno7 que correspondía a una forma compuesta por un rectángulo de 10.80 por 121 m al
cual se adicionaba propiamente la superficie que luego sería empleada propiamente como
plazuela, es decir un segundo rectángulo más pequeño, de 10.80 por 42 m, cuyas áreas
sumadas dieron la pérdida de unos 1760 m2 del terreno conventual.
7 Calculado sobre la base de la interpretación de las medidas señaladas por Luis Antonio Eguiguren, ob.cit.: 17.
La plazuela del teatro tal y como la representó Leonce Angrand en 1838. Delante de las arquerías claustrales del
convento agustino se desarrollaba un mercado, un uso comercial bastante ajeno al carácter cívico que pretendieron
otorgarle los sucesores de José de San Martín. Imagen: Leonce Angrand, Lámina 5, pp. 41.
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El nuevo espacio urbano, aunque rústico y polvoriento, fue proclamado oficialmente como
plazuela 7 de setiembre, por dos sucesos históricos que con precisión no ocurrieron en esa
fecha. El primer hecho aludiría tempranamente a la llegada de la escuadra libertadora a
Paracas, aunque el desembarco recién se verificó la mañana del 8 de setiembre de 1820. Elsegundo suceso ocurrió dos años después, cuando Lima se llenó de rumores que
anunciaban el regreso del ejército español encabezado por el mariscal de campo José de
Canterac, manteniendo la ciudad en zozobra los días 6, 7 y 8 de setiembre, hasta que ese
último día se anunció su retirada (Gálvez, ob. cit.: 100). Considero que por la cronología de
los acontecimientos, habría tenido más sentido bautizarla con la fecha 8 de setiembre, sin
embargo, el día 7 preponderó entre las autoridades, pero no así en el pueblo limeño, que la
renombró como “Plazuela de las Comedias” para terminar luego denominándola como la
“Plazuela del Teatro”.
Como adelantaba la carta escrita por el prior Benigno Mallo, los agustinos resolvieron tomar
cartas en el asunto y finalmente decidieron volver a definir el frente de su propiedad,
otorgando las facilidades necesarias para construir una nueva edificación que ya no fue de
uso religioso, sino laico.
“Solo en 1845 los padres de San Agustín, para reparar la fachada posterior y noconservar improductivo el sitio, lo dieron en enfiteusis a los señores D. Felipe
Barreda y D. Nicolás Rodrigo, quienes, mediante un canon moderado, se
Los “Portalitos de san Agustín” en una fotografía de Eugene Courret de la segunda mitad del siglo X IX. Fue la
edificación más importante realizada luego de la independencia y merecía haber sido conservada. Imagen:
http://2.bp.blogspot.com/_LSglpRg7ywk/TKLEAjhSiXI/AAAAAAAAAbk/LLv3rs9yNzc/s1600/plazuela1.jpg (Consulta: 06-
02-2015)
http://2.bp.blogspot.com/_LSglpRg7ywk/TKLEAjhSiXI/AAAAAAAAAbk/LLv3rs9yNzc/s1600/plazuela1.jpghttp://2.bp.blogspot.com/_LSglpRg7ywk/TKLEAjhSiXI/AAAAAAAAAbk/LLv3rs9yNzc/s1600/plazuela1.jpghttp://2.bp.blogspot.com/_LSglpRg7ywk/TKLEAjhSiXI/AAAAAAAAAbk/LLv3rs9yNzc/s1600/plazuela1.jpg
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comprometieron a levantar una finca de dos pisos, hacer un portal y devolver
después de dos vidas naturales, o sea cien años, todo aquel frente con lo acrecido y
mejorado. […] Nació, así, el Portalito de San Agustín, de tan mezclada y colorinesca
historia, merecedora de crónica especial, y el Teatro, por fin, tuvo su Plazuela propiamente dicha, nombre perviviente sobre todos, en el jirón Huancavelica.” (José
Gávez, ob. cit.: 101)
El inmueble resultó novedoso y
moderno para entonces, pero
debía respetar el área libre
obtenida por la demolición de
1822. En consecuencia, Barrera
y Rodrigo en concordancia con
los religiosos agustinos
resolvieron demoler una parte
más del convento virreinal
adyacente, perdiéndose los
vestigios que representaron
Angrand y Rugendas en aras
de una mayor superficie en
dónde desarrollaron el nuevo
proyecto de planta simétrica
que contemplaba delinear una
plazuela con una forma hasta
entonces inédita en la capital,oblonga y con las dos esquinas
cóncavas curvas, pero que por
su propio respeto a la simetría,
no calzaba exactamente con el
teatro, que estaba ligeramente ubicado hacia una de las esquinas, exactamente hacia la
calle de la Acequia alta o de la Puerta Falsa de la Comedia, hoy la cuadra 4 del jirón
Caylloma.
El primer nivel del edificio tenía la particularidad de generar una galería que permitía el
tránsito bajo techo por todo su contorno externo, lo cual hizo rememorar a los limeños lo
mismo que sucedía en dos de los lados de la plaza mayor, por lo cual la asociación con los
Portales de Botoneros y de Escribanos fue bastante rápida, a pesar que en el edificio de los
agustinos sí se definían propiamente pórticos y no arcos como sucedía en los de la plaza
mayor. Esa analogía hizo que el nuevo inmueble fuera llamado “Portalitos de san Agustín”.
La fachada de la edificación estuvo resuelta sobre la base de un paño típico compuesto por
columnas en el primer nivel y ventanas en el segundo, que para darle mayor variedad y
ritmo se alternaban con mamparas que permitían la salida a un diminuto balcón abierto. Esta
idea rectora se repetía en todo su perímetro y le otorgaba un carácter particular a un edificio
que rezumaba la influencia del Neoclásico en sus componentes arquitectónicos, al extremo
que todavía no se ha estudiado cuan preponderante resultó en los cambios que sufrieron las
fachadas de las moradas luego de mediados del siglo XIX. Volviendo al primer nivel y como
era necesario mantener la galería, cada una de las cuatro esquinas hacia la calle de la
Detalle del sector central del edificio. Destacan el intercolumnio unitario
que componía la galería del primer nivel, así como la rítmica sucesión de
ventanas y mamparas con balcón abierto del segundo nivel. En el centro
se levantaba un frontón recto cerrado que marcaba el eje de simetría.Imagen: http://2.bp.blogspot.com/-
uOjnk7xN7uI/UiDCZKAOdlI/AAAAAAAADps/7SY90pPcis8/s1600/1.jpg
(Consulta: 06-02-2015)
http://2.bp.blogspot.com/-uOjnk7xN7uI/UiDCZKAOdlI/AAAAAAAADps/7SY90pPcis8/s1600/1.jpghttp://2.bp.blogspot.com/-uOjnk7xN7uI/UiDCZKAOdlI/AAAAAAAADps/7SY90pPcis8/s1600/1.jpghttp://2.bp.blogspot.com/-uOjnk7xN7uI/UiDCZKAOdlI/AAAAAAAADps/7SY90pPcis8/s1600/1.jpghttp://2.bp.blogspot.com/-uOjnk7xN7uI/UiDCZKAOdlI/AAAAAAAADps/7SY90pPcis8/s1600/1.jpghttp://2.bp.blogspot.com/-uOjnk7xN7uI/UiDCZKAOdlI/AAAAAAAADps/7SY90pPcis8/s1600/1.jpghttp://2.bp.blogspot.com/-uOjnk7xN7uI/UiDCZKAOdlI/AAAAAAAADps/7SY90pPcis8/s1600/1.jpg
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Comedia estuvo constituida por anchos pilares de planta cuadrada fabricados con ladrillo
enlucido y pintado, entre ellos se desarrollaba una sucesión de columnas que mantenían un
ritmo bastante particular, porque mientras hacia los extremos mostraba los soportes
pareados o binarios, es decir dos columnas en fila aparentemente separadas en este casopor una distancia equivalente a un diámetro y medio del fuste de la columna; en el sector
central que propiamente comprendía la plazuela, tan solo utilizaba soportes unitarios
evidentemente compuestos por una sola columna. Para ahondar las diferencias entre el
centro y los extremos, mientras que hacia la plazuela el tránsito entre una y otra columna
unitaria estaba completamente libre, invitando al acceso a la galería, en los extremos era
imposible ingresar desde la vía, porque se desarrollaba una balaustrada entre los soportes
pareados. Las características del fuste liso y la propia apariencia del capitel de cada
columna permiten asociarla al orden toscano. Encima de los soportes y manteniendo una
continuidad ininterrumpida, se desarrollaba horizontalmente un entablamento corrido,
equilibrando convenientemente la verticalidad de columnas y pilares. Si en el primer nivelpreponderaban los vacíos generados por los esbeltos soportes, en el segundo
preponderaban los llenos, presumiblemente constituidos por muros de quincha entre los
cuales se establecieron las aberturas que contuvieron las ventanas y mamparas. Todos los
frentes del edificio estuvieron rematados por una sencilla cornisa, que a su vez quedaba
coronada por una balaustrada. Para establecer claramente el centro del eje de simetría de
toda la fachada hacia la plazuela y tal vez también para señalar el ingreso principal, fue
construido un frontón recto y cerrado que seguía la forma de un triángulo isósceles, de
mayor base que altura, encima del cual se leía el letrero que anunciaba el primigenio uso
que tuvo: Hotel del Universo.
Aunque el nuevo edificio pudo comenzar con los mejores auspicios que se vieronincrementados con la posterior apertura de una serie de cafés en él mismo y en las otras
propiedades frente a la calle, así como por el hecho de albergar al local fundacional del Club
Nacional, punto de reunión de la antigua aristocracia peruana; en las décadas siguientes
experimentó una progresiva decadencia, que no sólo incluyó la mudanza del mencionado
club en 1891, al extremo que José Gálvez fue bastante claro cuando indicó:
“Tuvo un café llamado del Medio Universo y un hotel del Universo con fama no muy
santa con el correr del tiempo. Las espaldas del Convento no resultaron muy
guardadas y aunque al principio no fue así, más tarde el hecho notorio dio a sus
alrededores, al caer la noche, un aspecto pecaminoso como para alejar
definitivamente a las ánimas del purgatorio otrora parranderas del barrio.” (ob. cit.:
109)
Esta situación empeoró con el tiempo, cuando durante el siglo XX el hotel dejó de funcionar
para convertirse en un edificio tugurizado de tiendas y oficinas. A este problema de
hacinamiento se sumaba el deterioro que mostraba su estructura, porque su conservación a
lo largo del tiempo había sido nula. Hacia el año 1959 ya existía la intención de demoler a
todo el edificio, dentro de una tónica que en ese momento permitía desbaratar a los edificios
construidos durante las primeras décadas de la república. La propia Junta deliberante
metropolitana de monumentos históricos, artísticos y lugares arqueológicos de Lima, creada
en 1963, recomendó su destrucción en vista de su avanzado deterioro. Ante aquella
situación, los agustinos demolieron unos años más tarde todo el inmueble, empezando de
inmediato el trámite para construir una nueva edificación que eliminó por completo la forma
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curva de las concavidades de la plaza, como si la modernidad mal entendida de entonces
solo aceptara el triunfo de la línea recta y del ángulo de 90º. Los múltiples rechazos y
continuas observaciones de las comisiones encargadas de revisar el proyecto acabaron
dando como resultado final a la anodina edificación que ahora tenemos en su lugar, sincarácter alguno ni significación.
La Plazuela del Teatro tampoco ha tenido mejor suerte, si bien en las últimas décadas
recién fue alcanzada por la aplicación de áreas verdes en una parte de su superficie, la
inclusión en el año 1983 de un monumento al poeta César Vallejo la ha dejado inmersa
dentro de la completa ambigüedad, porque no queda clara la lectura acerca de a quién o a
qué está finalmente dedicada. Claro que es inútil colocar placas conmemorativas y cambiar
nombres por decreto, es por eso que considero que ante una sociedad que posterga la
tradición, la única opción que resta para salvar la memoria de los lugares, es recordarlos de
una manera fidedigna y transmitirla así a las siguientes generaciones.
El edificio que reemplazó a los “Portalitos de san Agustín” solo conserv ó de su predecesor la idea general de una
galería en su contorno, pero ya no sustentada por columnas que se alternaban generando variedad, sino tan solo por
simples pilares dispuestos a similar distancia unos de otros. Como la fachada destaca por su monotonía, a lo largo de
las décadas se ha recurrido al uso del color para intentar vanamente resaltarlo de alguna forma. Imagen: S. Amorós,
2014.
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BIBLIOGRAFÍA
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26e4_2xPlAOu8Vn5J9Q6PB9w&hl=es&sa=X&ei=GCbWVJYZw6A21vWB2Ag&ved=0CDsQ6AEwCQ#v=onepage&q&f=false [Consulta: 06-02-2015)
Rugendas, Juan Mauricio. El Perú romántico del siglo XIX . Lima: Milla Batres, 1975.
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