View
221
Download
5
Category
Preview:
DESCRIPTION
Entrega Nº 133 de "Libros y Nombres de Castilla-La Mancha"
Citation preview
LIBROS Y NOMBRES DE
CASTILLA-LA MANCHA
CENTESIMO TRIGÉSIMOTERCERA
ENTREGA
133 Año IV/ 27 de septiembre de 2013
CUADERNOS DE UN
MAESTRO: JESÚS RUIZ DE LA
FUENTE (1868-1942)
Eva Carpio e Irene Gómez
Patronato Municipal de Cultura,
Alcázar de san Juan, 2013
Hace ya más de siete años que el
Patronato Municipal de Cultura de
Alcázar de san Juan inició una
colección de publicaciones bajo la
denominación de “Teselas”. Se trata de
unos cuadernos mínimos en los que se
abordan diversos aspectos de la historia
económica, social y cultural de la
localidad manchega. Ya se ha superado
el medio centenar de títulos, habiendo
dado oportunidad a numerosos
estudiosos e investigadores locales a
ver impresos sus trabajos. Uno de sus
últimos números está dedicado a la
figura del maestro Jesús Ruiz de la
Fuente (1869-1942), recuperando varios
de sus cuadernos pedagógicos, entre los
que destaca un método de enseñanza de
la lectoescritura al que denominó
Silabario Hispan-Americano, fechado
en los primeros días de agosto de 1936.
El libro es obra de Eva Carpio Abad e
Irene Gómez Lizano.
El estudio de la enseñanza en la España
del primer tercio del siglo XX,
especialmente en el ámbito rural, es
adentrarse en una historia épica
protagonizada por ejemplares maestros
y maestras que intentaban contribuir a
mejorar la educación de niños y jóvenes
corrigiendo el elevado índice de
analfabetismo que presentaba la
sociedad española. Jesús Ruiz de la
Fuente fue uno de ellos. Natural de la
localidad conquense de Carrascosa de
Haro, desarrolló su labor profesional en
Alcázar de san Juan, donde fue maestro
propietario de una Escuela Nacional
hasta el año 1938, en que fue jubilado
por edad.
Consciente de que en aquellos tiempos
lo prioritario era poner cimientos en la
formación de los niños, enseñándoles
fundamentalmente a leer, escribir y las
cuatro reglas aritméticas, Jesús Ruiz
desarrolló varios métodos pedagógicos,
bautizados por él mismo como Libro del
Maestro, que han sido recuperados en
esta tesela. También alumbró un método
de enseñanza de la lectoescritura que
intentó publicar con una editorial
madrileña, pero el empeño no fraguó.
Ahora, tras ser recuperado este material
por sus familiares, gracias al trabajo de
Eva Carpio e Irene Gómez y el
respaldo del Patronato Municipal de
Cultura de Alcázar de san Juan, la
figura y el trabajo del maestro Jesús
Ruiz, quien desde el año 1967 da
nombre a un colegio público de la
localidad manchega, renace.
Enrique Sánchez Lubián
El libro del Centenario recoge
ocho siglos de la historia de
Talavera
"Santa María la Mayor. VIII Centenario de
la Colegial de Talavera de la Reina (1211-
2011)" es el título del trabajo que aglutina los
estudios sobre el templo y su vinculación
local
Las naves de La Colegial fueron testigo
de la presentación oficial del libro
„Santa María la Mayor. VIII Centenario
de La Colegial de Talavera de la Reina
(1211-2011)‟, un compendio de
conocimientos sobre este templo y su
influencia en la vida social, cultural y
espiritual de los talaveranos durante los
últimos ocho siglos. El libro,
coordinado por el profesor Ángel
Ballesteros, recoge un amplio estudio de
aspectos como sus orígenes, su marco
urbano, las Bellas Artes o su sentido
teológico. Estas materias fueron
desarrolladas por estudiosos e
historiadores en las charlas ofrecidas
dentro del ciclo de conferencias que con
motivo del octavo centenario se
realizaron en el año 2011, y que ahora
forman la primera parte del trabajo bajo
el título „Historia y Arte‟.
El encargado de inaugurar la lectura del
libro es el filólogo talaverano Jaime
Olmedo con su trabajo titulado „Ocho
siglos de cultura y devoción. La
Colegiata de Talavera (1211-2011)‟ que
presenta al lector una visión global del
resto de temáticas abordadas. A
continuación, Ramón Gonzálvez
desgrana los pormenores de la
fundación del templo en „Estudio
histórico y diplomático del documento
fundacional de la Colegiata de
Talavera‟, que se complementa con la
investigación de Juan Triviño sobre el
simbolismo del templo en „Sentido
teológico y vitalidad espiritual de la
Iglesia Colegial‟. El cuarto capítulo del
libro aborda, de la mano de Domingo
Portela, los orígenes del culto y del
templo desde la época romana,
visigoda, árabe y cristiana, dando paso a
tres trabajos que se centran en la
importancia urbanística y artística de La
Colegial. El primero de ellos,
desarrollado por Pedro Antonio López-
Gayarre bajo el título „El marco urbano
de la Iglesia Colegial de Santa María. El
esanche de la Plaza del Pan‟, pone de
relieve el hito urbanístico que supuso el
templo al unir dos plazas que resaltan la
arquitectura del mismo. Un segundo
trabajo comandado por Ángel
Ballesteros ahonda en los estilos y
formas artísticas, mientras que Juan
Nicolau presenta un completo estudio
sobre la pintura y escultura en La
Colegial. Este documento, según el
coordinador del libro, es «el primer
estudio serio sobre el templo, en el que
nos hemos basado los demás estudiosos
como punto de partida». A
continuación, José María Gómez aborda
desde un punto de vista histórico el paso
de arzobispos, nobles, caballeros y
perosnajes como Leonor de Guzmán o
Fernando de Rojas por La Colegial,
mientras que Francisco García presenta
al lector un completo análisis de las
rentas de La Colegial. La primera parte
del libro se cierra con el trabajo del
historiador César Pacheco sobre el
Archivo y los fondos documentales que
alberga.
Con el objetivo de dejar constancia de
todos los actos realizados en el marco
del octavo centenario, este compendio
también recoge el trabajo desarrollado
en la Sesión Extraordinaria que en 2011
celebro en Talavera la Real Academia
de Bellas Artes y Ciencias Históricas
de Toledo, y que abordan temáticas
como la música de La Colegial, los
panteones nobiliarios y la heráldica del
templo, muestras artísticas como las
pinturas de Blas de Prado, o las
vivencias personales de Ángel del Valle
y los sonetos de José María Gómez.
El libro añade también una memoria del
año jubilar realizada por el vicario de
Talavera, Felipe García Díaz-Guerra,
donde se recuerda la visita de la Virgen
del Prado con motivo del centenario, las
actividades culturales, peregrinaciones,
conferencias y conciertos realizados
para la ocasión, además de un
importante anexo sobre el ritual de la
peregrinación jubilar.
El libro concluye con una parte
fotográfica realizada por Francisco
Marcal García Ruiz y que recoge tanto
las obras artísticas como las
explicaciones de la exposición
conmemorativa sobre La Colegial que
se desarrolló en el centenario.
«Veo expresado en este libro ocho
siglos de cultura, religiosidad y
devoción.Manifiesta la identidad
cristiana de Talavera, que se ha
consolidado en este templo como
expresión de fe», dijo el recién
nombrado obispo auxiliar de Toledo,
Ángel Fernández, que también recalcó
la importancia del aspecto cultural
«porque la Iglesia se ha expresado así,
cultura y fe íntimamente unidas, y como
marco, La Colegial».
Este trabajo es, como dijo su
coordinador Ángel Ballesteros, un ibro
importante porque «en la actualidad es
el más completo». Y esa amplia visión
permite al lector recrearse en el templo
y en la historia intrínsecamente unida de
la ciudad.
La Tribuna de Toledo y Talavera
P. Pérez, 22 de septiembre de 2013
Theo Alcántara
El director de orquesta Theo Alcántara y el pintor Julián Grau Santos, académicos de honor de la RACAL
El director de orquesta conquense Theo Alcántara y el pintor Julián Grau Santos han venido a unirse al también artista plástico Gustavo Torner para conformar de nuevo el trío de personalidades que para esa categoría marcan los estatutos de la Real Academia Conquense de Artes y Letras. Ambos fueron elegidos por unanimidad en la correspondiente votación llevada a cabo en la última asamblea general ordinaria de la corporación y suceden en sus respectivos sillones a los fallecidos Eduardo de la Rica y Pedro Mercedes. En el curso de la misma sesión y en posterior votación la asamblea de la RACAL eligió asimismo como
académico correspondiente en la población de Alcázar de san Juan al poeta, traductor y crítico literario castellano-manchego Amador Palacios.
Nacido en Cuenca en 1941 Theo Alcántara comenzó su preparación musical a los siete años en el coro de niños del Seminario conquense. Tras obtener los diplomas de Piano y de Composición en el Real Conservatorio de Música de Madrid al tiempo que realizaba giras como concertista de piano tanto por España como por Francia y el norte de África, se diplomó en dirección en la Mozarteum de Salzburgo donde asistió recibió clases magistrales de Herbert von Barajan, destacó hasta tal punto que fue nombrado director adjunto de las dos principales orquestas de la ciudad, la Camerata Academica y la del Mozarteum y fue galardonado con la Medalla Lilli Lehmann, primera de las numerosas distinciones que iría luego sumando a lo largo de su carrera. Ha sido director musical o artístico de agrupaciones orquestales tan importantes con las de la Ópera de Frankfurt, la Sinfónica de Grand Rapis, la Sinfónica de Phoenix, la Ópera de Pittsburg, la Ópera de Caracas, la Music Academy del West Summer Festival de la californiana localidad de Santa Bárbara o la Sinfónica de Bilbao, así como asesor artístico y primer director de la Filarmónica de Buenos Aires y de la Orquesta estable del Teatro Colón también en la capital argentina, amén de colaborar como director invitado con muchas otras tanto en Estados Unidos como en Hispanoamérica, Europa o Asia, incluyendo nuestro país.
Por su parte Julián Grau Santos nació en 1937 en Canfranc (Huesca). Hijo de pintores - tanto Emilio Grau Sala como Ángeles Santos, fueron firmas destacadas del panorama pictórico español – recibió su primera formación oficial en la Academia de Bellas Artes de Sant Jordi en Barcelona, ciudad en la que, tras separarse sus padres con consecuencia de la guerra civil, se asienta junto con su madre en 1942 para poco después trasladarse. a
Madrid desde donde viaja en varias ocasiones a París para visitar a su padre y donde conoce de primera mano el hacer pictórico de los impresionistas y postimpresionistas, corrientes artísticas que influirán decisivamente tanto en su técnica como en su estilo pictórico, un estilo respecto al cual cabría hablar de una figuración expresionista de pincelada que a veces roza la abstracción. En 1957 realizó su primera exposición individual en la sala Libros de Zaragoza, iniciando una carrera que ha llevado su obra no sólo por casi toda España sino a países como Francia, Estados Unidos, China o Japón. También ha trabajado con éxito la obra gráfica y la ilustración literaria (especialmente conocida es su labor como ilustrador en el diario ABC) y aunque su labor como paisajista es especialmente valorada, también está considerado como uno de los retratistas más importantes del panorama nacional actual. Por otro lado, a lo largo de su vida ha mantenido una muy especial relación tanto artística como personal con Cuenca, ciudad en la que durante muchos años y hasta muy recientemente – este mismo año – ha tenido estudio y casa. Asimismo el paisaje conquense ha estado reiteradamente presente en sus cuadros, ha expuesto en varias ocasiones en nuestras salas y siempre ha prestado su colaboración a cuantos proyectos – carteles, revistas, ediciones, muestras - se le han ofertado desde nuestra provincia. Sus últimas presencias expositivas en nuestra capital fueron los 52 óleos de tamaño medio que se expusieron entre finales de 2010 en la Fundación Antonio Pérez que, seleccionados por el propio artista de su colección personal, conformaron una retrospectiva de carácter inédito que iba desde obras fechadas en 1969 a las realizadas ese mismo año, y, posteriormente, una muestra en agosto de 2011, en la Galería de Arte Jamete.
Poeta, traductor y crítico, Amador Palacios nació en Albacete en 1954. Es licenciado en Filología Española y está en posesión del Diploma de Estudios Avanzados por una serie de trabajos de
investigación sobre la poesía española del pasado medio siglo. Ha sido fundador, director o consejero de diversas publicaciones (La Mujer Barbuda, Barcarola, San Juan Ante-Portam-Latinam), y ha participado como ponente en cursos sobre literatura y actuado como conferenciante en encuentros y congresos sobre poesía, literatura y traducción, debiéndose resaltar su continuada participación en las Jornadas Poéticas de Cuenca desde 1984 a 1990. Colaborador en numerosas revistas de literatura y en suplementos literarios, ha ejercido profusamente el periodismo literario como columnista entre otras publicaciones en la revista conquense Diálogo de La Lengua o el propio boletín Académica de la Real Academia de Letras de Cuenca, así como los suplementos culturales de El Día (“El Día Cultural”), Artes & Letras del diario ABC en Castilla-La Mancha o Campo de Agramante. En numerosas ocasiones ha tratado en estas colaboraciones temas relacionados con la cultura conquense, desde, por ejemplo, la figura de Carlos de la Rica al propio acontecer o las publicaciones de la RACAL. Entre sus galardones y distinciones literarias figuran los premios “Biografías Palentinas", "Barcarola" o "Veintenario" -Radio 3, RNE- y ha sido finalista de los premios “Adonais” y "Rafael Morales". Ha sido becado en seis ocasiones por la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa, por la Fundación Olifante y por la Junta de Castilla-La Mancha y pertenece al consejo asesor de la Fundación Carlos Edmundo de Ory de Cádiz.
REAL ACADEMIA
CONQUENSE DE ARTES Y
LETRAS
RACAL BLOG JUEVES, 19
DE SEPTIEMBRE DE 2013
Paz Barella Martínez, (texto) y
Alberto Moreno López,
(fotografía)
Valhermoso, memoria de nuestros
mayores 1920-1950
Valencia, El Autor, 2013, 172 pp.
El libro que comentamos hoy tiene
mucho mérito si pensamos que los
tiempos que corren no están como para
tirar cohetes con pólvora propia, puesto
que ha sido editado por su autora en
recuerdo y homenaje a las personas
mayores de Valhermoso, ese pueblecito
enclavado en el Señorío de Molina que
así ve como un trozo de su historia
interna se asoma al mundo exterior y es
el resultado de un interesante
experimento que Paz Barella ha
elaborado a partir de los testimonios
recogidos de cinco hombres y diez
mujeres del pueblo, nacidos entre los
años 1917 y 1942, a los que reunió y
dejó hablar libremente, de modo que a
las palabras de unos se añadían los
recuerdos de otros, de forma fluida.
Viene a ser, por tanto, un libro hablado
entre todos ellos, pero pulido y
“formateado” por la autora del trabajo.
Las ideas, los recuerdos, son
muchísimos. Algunos ya los
esperábamos antes de leerlo, puesto que
la vida en el medio rural -agrícola y
ganadero, mayoritariamente- venía a ser
muy parecido al de otros muchos
pueblos; otros nos son nuevos y
distintos. Y ese puede que sea el mérito
del libro, además de que siempre está
bien recordar viejas formas de ver las
cosas, de vivirlas y, en muchos casos,
hasta de sufrirlas, como en estas hojas
queda patente.
El primer apartado se dedica a la propia
comunidad social y a sus
infraestructuras, situando en sus
coordenadas histórico-geográficas a
Valhermoso, en la sesma del Sabinar.
En él se habla de la convivencia entre
sus gentes, desde el alcalde y demás
autoridades, hasta la vida en familia,
que se caracterizaba por tres valores a
los que siempre se les dio (y debe darse)
la mayor importancia: nobleza,
humildad y armonía, como ponen de
manifiesto algunas las siguientes
expresiones: “los vecinos se ayudaban
en las tareas del campo”, “la palabra
de entonces era sagrada”, “existía
mucha armonía”… Todo lo que
contribuía a que las labores comunales,
como la “zofra” o “azofra” (es decir, la
prestación personal de trabajo no
remunerada, por ejemplo para limpiar
las fuentes y arreglar los caminos), se
llevaran generosamente -“sin escurrir el
bulto”-. Llama la atención la variedad
de usos que se le daba al edificio del
Ayuntamiento, en el que se albergaba la
carnicería, se hacía el baile dominical, o
se celebraban las bodas, además de sus
propias funciones administrativas. Un
apartado especial se dedica a describir
la casa tradicional y, otro más, a la
denominada Casa Grande, para finalizar
con los abastecimientos de agua, leña y
electricidad que, como recordarán
muchos lectores, llegaba con total
deficiencia, teniendo que apagar una
bombilla para encender otra. Un gran
alivio fue cavar el pozo del tío Román,
cuya agua se utilizaba principalmente
para dar de beber a las bestias, pagando
el correspondiente canon o iguala, hasta
que más tarde el Ayuntamiento costeó
el pozo de la plaza. Otro aspecto
singular, aunque no exclusivo de
Valhermoso, era la existencia de la
Fuente de los Enfermos, donde se
lavaba la ropa de los enfermos y de los
fallecidos. Curiosamente el cartero, que
era un vecino de Teroleja, llegaba
diariamente y el correo, más bien
escaso, consistía por lo general en la
prensa que recibía el señor maestro.
Un segundo apartado se dedica a la vida
cotidiana, centrándose en la
alimentación y en la matanza, también
al cuidado de la salud.
Las mujeres solían dar a luz seis o siete
veces; la que menos tenía tres hijos y la
que más nueve. Luego, los niños se
mandaban a la escuela -si era invierno
con una pequeña contribución de leña-.
Los relatores hacen mucho hincapié en
lo bien o mal que enseñaba el maestro o
maestra, recordando que el libro de
lecturas era nada menos que El Quijote,
motivo por el después, con el paso de
los años, muchos perdieron las ganas de
leer.
Se describen juegos infantiles de niños
y de niñas, que en muchos casos
terminaban en métodos para enseñarlas
costura y bordados. No podía faltar el
vestido femenino, que se describe con
mayor minuciosidad que el masculino,
casi siempre lleno de remiendos, a no
ser que fuera el de los domingos y
fiestas de guardar. Destaca la
confección y uso de abarcas o albarcas.
El culto religioso y las ceremonias
también aparecen representados: el
lugar que cada uno tenía en la iglesia
era muy importante:
“Antiguamente, cuando había
muchos vecinos, las mujeres
ocupaban reclinatorios o sillas a
ambos lados del pasillo central.
Se agrupaban por familias, y
eran las encargadas del
mantenimiento de la sepultura de
su familia, nombre que se le
daba al lugar donde se colocaban
las velas de sus difuntos”.
Los hombres y los mozos se ponían en
el coro y los niños y niñas, delante de
las mujeres.
Cómo eran los bautizos, las primeras
comuniones, las bodas y los entierros
también se recoge, hasta llegar a ese
“rito de paso”, que entonces alteraba la
economía doméstica y que no era otro
que el Servicio Militar, la “mili”.
El campo, los oficios y otras tareas
componen el tercer apartado, que se en
tantas cosas se asemejaba a los mismos
trabajos de otros lugares: la siembra, la
siega, la trilla, los pesos y medidas, la
cría de animales, especialmente de las
ovejas, con el consiguiente esquileo en
la fecha acostumbrada, y el estudio,
somero pero interesante, de las
“paideras” y, después, los oficios
comunales: el alguacil, el sacristán, el
hornero, el carnicero (y el uso de la
“tarja”), la fragua, el dulero -“que se
encargaba de llevar a comer al campo a
las caballerías de los vecinos que no
tenían suficiente para los animales en su
pesebre, en los días que no tenían
faena”-.
En otros trabajos se alude a los
camineros y burreros, jornaleros y
alarifes locales, carpinteros, a la tienda,
la posada, el bar de la Checana, y a los
trabajos ambulantes: albardero,
cacharrero, resinero, carbonero, y otros
como el de los encargados de hacer cal,
el yeso, transformar el cáñamo, cestería
y cordelería, el espliego, la caza y la
miel.
El cuarto capítulo, que lleva por título
“Los niños de la guerra”, es un amplio
recorrido por el periodo bélico 36-39 y
años posteriores. En él se habla del
ambiente previo a la sublevación
militar, la persecución política, las
llamadas a filas, el propio tiempo de
ocupación -en que los soldados se
instalaban en casas y pajares…- y
cuando acabado todo, los niños
arrojaban las balas y alguna que otra
granada de mano al fuego, con evidente
peligro de sus vidas. Luego llegarían las
cartillas de racionamiento, hasta el año
52, y aquel queso amarillento y la leche
en polvo que trajeron los americanos.
Finaliza el libro con un quinto apartado
dedicado a las fiestas, juegos y
tradiciones. La animación del grupo
musical, el único que actuaba en el baile
de los domingos: laúd, violín, guitarras
e incluso una flauta (que no combinaba
nada bien con el resto de instrumentos).
Y el deporte por excelencia que era el
frontón o pelota a mano. Y ya entre las
fiestas más señaladas, las de Santa
Águeda, Carnaval, Cuaresma, el
Corpus, los mayos, la Cruz de Mayo y
San Antonio, sin olvidar el fervor a la
Virgen de la Hoz, a cuyo santuario se
acudía en romería el sábado siguiente a
San Antonio abad, entre otras más que
solían disfrutarse de lo lindo.
Un libro ameno en todas su páginas,
grato por cuanto nos recuerda y que no
deja de ser una contribución al mejor
conocimiento de esta parcela cultural
que es el costumbrismo tradicional
popular. Un libro que los vecinos de
Valhermoso verán con alegría, al igual
que los amantes del Señorío, aunque
quizá no puedan leer todos los
aficionados a la Etnología provincial
puesto que mucho nos tememos que su
tirada no haya sido todo lo larga que
sería deseable. Pero de todos modos,
nuestra más calurosa bienvenida a este
libro, que bien podría servir de ejemplo
para la edición de otros de similares
características y contenido de otros
lugares de tan extensa provincia como
gozamos.
José Ramón López de los Mozos
J
o
Fábricas de Riópar: Mirar lo
propio con ojos propios: nuestra
historia industrial
Marta Vera Prieto (coord.)
Edita: Amigos de las Reales Fábricas de
Riópar
Este libro recoge las memorias del ciclo
conferencias Mirar lo propio con ojos
propios, desarrollado en Riópar de
agosto de 2011 a diciembre de 2012.
A lo largo de sus más de 300 páginas,
socios d ela AARFRy gentes de Riópar
se involucran en la recuperación de la
memoria del trabajo, origen mismo de
su existencia como pueblo. El trabajo
ha sido coordinado por Marta Vera
Prieto, en sus inicios concebido como
metodología de la investigación de su
tesis doctoral sobre estas fábricas,
apoyada por la Fundación Juanelo
Turriano. La publicación sale a la luz
con la ayuda del Grupo de acción Local
de la Sierra del Segura.
Para el lector, supone un viaje a lo largo
de los más de 230 años de historia de
estas fábricas, para profundizar después
en distintas temáticas: los aspectos
constructivos del conjunto industrial,
sus minas de cinc, los modelos
artísticos, los procesos de producción
del latón, la maquinaria ligada
al proceso productivo, la presencia
femenina en la fábrica, su influencia en
el medio natural, la relación con la
escuela, la salud laboral, la dieta obrera,
la tradición musical…Su rico contenido
va acompañado por una gran cantidad
de imágenes y documentos inéditos.
El libro muestra, de una forma muy
completa, la historia (1773-2001) y
características del Conjunto Histórico
de las Fábricas de Metales de Riópar.
Sus 21 autores reflejan vivamente el
modo en que el pasado se cuela en
nuestro presente: distintas personas que
miran el mundo desde el contexto de
sus propias experiencias, unidas en
torno a un valioso (y frágil) patrimonio
común: El Conjunto Histórico de las
Fábricas de Metales de Riópar.
Francisco Fuster inauguró el ciclo en
Agosto de 2011; Aurelio Pretel dedicó
el mes de Octubre de 2012 a la
Fábrica de Hojalata de El Salobre -muy
relacionada con las Fábricas de Riópar-,
su pueblo natal. El trabajo de estos dos
reconocidos historiadores que se suman
a las investigaciones realizadas por
profesores de la UCLM (Aurora Galán,
Francisco Fernández Santamaría),
maestros metalúrgicos (Jorge Escudero,
Silverio Martínez, Ginés López del
Castillo -padre e hijo-, Lodi Bronces,
Bronces Riópar), una arquitecta (Beatriz
Fdz Castro), ingenieros (Juan Vera,
Álvaro Richarte, Stefan Nolte), una
historiadora del arte (Catalina Munera),
una educadora social (Olivia Albert),
un especialista en chimeneas
industriales (Joaquín Patón), el director
de la escuela taller Juan Jorge
Graubner (Luis Alonso de Armiño),
profesores (Olvido Córcoles, José
Manuel Moreno y Marta Vera) y un
tabernero: José Ramón el Negro.
La presentación tuvo lugar el 10 de
agosto en el museo de las Reales
Fábricas de Riópar con la presencia del
alcalde de Riópar, Javier García, y de
muchos de los autores.
http://fabricasderiopar.blogspot.com.es/
Foto Rueda Villaverde
Martínez Sarrión sugiere a José
Rivero que 'Geografía personal'
llegue a tesis
El poeta y escritor albaceteño encabezó en la
Biblioteca el acto de presentación del último
libro del escritor y arquitecto ciudadrealeño
El poeta y escritor albaceteño Antonio
Martínez Sarrión aconsejó ayer a José
Rivero que su trilogía de aforismos
Geografía Personal, que se está
desarrollando en entregas subtituladas
„Grado elemental, medio y superior‟,
llegue a un cuarto tomo que defendió
que debería ser tesis doctoral y, a su
juicio “ya será el colmo”.
Martínez Sarrión fue el encargado de la
presentación del segundo volumen de la
trilogía Geografía Personal (Grado
medio), en un acto que se desarrolló en
la Biblioteca Pública de Ciudad Real.
Junto a Rivero y Martínez Sarrión se
encontraban el director de la institución,
Jorge Gómez, y el responsable de
Almud, Alfonso González-Calero.
En una conversación con La Tribuna
previa al acto, el poeta albaceteño
señaló que la obra de Rivero “permite
entrar por cualquier parte”, al estar
escrita en forma de aforismos, un
género que definió como “parte de la
literatura del yo”, en la que también se
incluyen diarios y memorias. Pero a
pesar de esta posibilidad de lectura
abierta y auto-ordenada que permiten
los aforismos, Martínez Sarrión
confiesa que su lectura fue totalmente
lineal, de principio a fin, tal y como los
textos se presentan en el libro. El poeta
reconoció que disfrutó de la lectura de
las dos primeras Geografías, las de
grado elemental y ahora el medio, y que
tiene conocimiento de que el
correspondiente a grado superior está
listo y que espera poder leer en un breve
plazo. Fue en este contexto en el que
animó al autor ciudadrealeño a llevar su
obra hasta un cuarto volumen. Martínez
Sarrión aceptó la expresión „literatura
en píldoras‟ para referirse a este tipo de
textos.: “No me parece mal ni
denigratorio hablar del aforismo, la
greguería como literatura en píldoras.
Las píldoras son útiles para el estómago
o para la cabeza”. Al referirse al autor
de esta obra, el poeta albaceteño lo
definió como un “hombre renacentista,
en la línea de Erasmo”, lo que también
vinculó a su profesión de arquitecto,
“pero ahí no se acaba su personalidad”,
para recordar sus múltiples perfiles
como escritor, articulista (con una
nutrida aportación a las páginas de este
diario) y crítico de la cultura.
La Tribuna de Ciudad Real/ Diego
Farto / 25 de septiembre de 2013
Recommended