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POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS HACIA LA NUEVA ESPAÑA EN EL SIGLO X V I I I *

Las modif icaciones y cambios que la C o r o n a española i m p u s o en las políticas lingüísticas d u r a n t e el siglo x v m en la N u e v a Espa­ña, son de f u n d a m e n t a l i m p o r t a n c i a para entender c ó m o queda­r o n configuradas las prácticas que serían características desde los comienzos del M é x i c o independiente hasta nuestros días. A u n ­que desde el in i c i o de la conquista española los Reyes Católicos pensaban que la imposición lingüística del castellano era u n o de los medios más impor tantes para que p u d i e r a afianzarse el poder de la C o r o n a en el N u e v o M u n d o , de la m i s m a m a n e r a que se estaba i m p o n i e n d o en la Península ibérica, las situaciones que día a día fueron enfrentando conquistadores y colonizadores los o b l i ­garon a adoptar políticas m u y dist intas . L a a m p l i a gama de estas políticas fue t a n grande que en algunas circunstancias resul taron rad ica lmente opuestas. E n posiciones extremas encontramos des­de la prohibición de que los indígenas h a b l a r a n sus propias l en ­guas hasta la prohibición de que aprend ieran español.

C o m o es n a t u r a l , las políticas lingüísticas y educativas que fue adoptando la C o r o n a const i tuyeron u n o de los factores d e t e r m i ­nantes en la conformación de la sociedad y en el m u y pecul iar desarrollo c u l t u r a l y a u n científico del nuevo continente . H a y que tener presente, además, que en la N u e v a España el mestizaje no sólo fue biológico , sino también c u l t u r a l .

Tengamos en cuenta que , desde los inic ios de la colonización española, Isabel y Fernando al consol idar la Reconquista con la t o m a de G r a n a d a habían ident i f i cado cr i s t ianizar con castel lani­zar . E n la obra del filólogo h u m a n i s t a , E l i o A n t o n i o de N e b r i j a ,

* U n a primera versión de este artículo fue presentada en el "Seminar io de España y América en la Monarquía de Carlos I I I " , celebrado en M a d r i d del 3 al 7 de octubre de 1988, organizado por el Centro Español de Estudios de América Lat ina del Inst i tuto de Cooperación Iberoamericana.

NRFH, X X X I X (1991), núm. 2, 689-706

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se cr istal iza y d i funde u n a idea p r o p i a del naciente estado espa­ñol , de que el poderío político de u n pueblo está estrechamente u n i d o a la imposición y la hegemonía de su lengua. D e l m u y co­noc ido pró logo de la Gramática castellana de N e b r i j a el párrafo i n i ­c ia l muchas veces citado dice: " . . . s iempre la lengua fue compa­ñera del i m p e r i o ; e de ta l m a n e r a lo siguió, que j u n t a m e n t e co­m e n t a r o n , crecieron e florecieron, e después j u n t a fue la caída de e n t r a m b o s " 1 . Recordemos que N e b r i j a contribuyó con su p io ­nera gramática y con su d i cc ionar io latín-castellano a hacer del castellano u n a lengua de prest ig io , de c u l t u r a y de poder y a dar ­le u n carácter nacional ista que desde entonces se enfrentó al m o ­saico dialectal y a las otras lenguas, que también alcanzaron pres­t i g i o dentro de la Península ibérica, como el catalán, el gallego y el vasco.

D e la situación en el o tro lado del Atlántico, debemos recor­dar que los españoles en la conquista de M é x i c o no se encontra ­r o n con pueblos aislados sino que t u v i e r o n que enfrentarse a u n a f o r m a p a r t i c u l a r de i m p e r i o ya const i tu ido por los aztecas. E n el siglo x v i en Mesoamérica , es decir , en las zonas que hoy ocupan M é x i c o y G u a t e m a l a , florecían o habían florecido a lo largo de tres m i l años muchas de las cul turas más avanzadas y ref inadas de todo el cont inente amer i cano , como la teot ihuacana, la m a y a , la zapoteca, la mix teca , la tolteca y la que en el m o m e n t o de la l legada de los españoles d o m i n a b a a casi todas las demás: la m e -x ica . Fácilmente podemos cali f icar hoy a los nahuas, mexicas o aztecas como la nación imper ia l i s ta de Mesoamérica . H a y que destacar que los mexicas, t a n ajenos a las políticas lingüísticas del R e n a c i m i e n t o europeo, habían aplicado ellos mismos en la prác­t i ca algo s imi lar a la conquista lingüística propuesta por N e b r i j a . E n los albores del siglo x v los aztecas d o m i n a b a n a la mayoría de los pueblos de Mesoamérica , todos ellos m u y diferenciados l i n ­güísticamente. D u r a n t e el siglo x v el náhuatl, como lengua del i m p e r i o mexica fue usado en toda la zona conquistada p r i m e r o como lingua franca. Después, conforme la conquista guerrera de­j a b a paso a la colonización azteca que imponía nuevas formas de sujeción, el náhuatl se empezó a i m p o n e r como lengua of ic ial en todo el i m p e r i o y fue a d q u i r i e n d o prest igio como lengua de poder y de c u l t u r a 2 .

1 N E B R I J A 1984. Sobre el pensamiento de Nebri ja , y en general para las ideas políticas lingüísticas de los siglos x v i y x v n , véase B A H N E R 1966.

2 Dice Shirley Brice Heath que una de las hazañas más notables del do­min io azteca sobre muchos pueblos indígenas fue " e l establecimiento del ná-

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Los españoles se enfrentaron a grandes diferencias lingüísticas, i n f i n i t a m e n t e más complejas que las de la Península ibérica, y a pueblos cuyos niveles culturales eran m u y altos, aunque r a d i c a l ­m e n t e diferentes a los suyos. Para dar u n a idea de la c omple j idad y la var i edad de lenguas que se hab laban en Mesoamérica , tén­gase en cuenta que en esa región existían, y aún subsisten, trece fami l ias lingüísticas d i s t i n t a s 3 . Se designa como familia o como tronco al c on junto de hablas que der iva de u n a pro to l engua cuya diversificación se inició entre 3 000 y 2 000 años antes de nuestra era . Es decir , el término familias correspondería en la clasifica­ción de las lenguas de Europa , de acuerdo con la distancia en t i e m ­p o , de m a y o r o m e n o r cercanía entre unas y otras lenguas, a todo l o agrupado bajo el r u b r o de la pro to l engua indoeuropeo. E n E u r o ­p a , como se sabe, l a mayoría de las lenguas, excepto el vasco, per­tenecen a la f a m i l i a o t ronco indoeuropeo . E n cambio , en M e ­soamérica, que fue el paso de todas las migrac iones hacia el sur de l cont inente , la d ivers idad lingüística era y sigue siendo m u c h o m a y o r .

Dados estos antecedentes lingüísticos prehispánicos, podemos comprender m e j o r que cuando los conquistadores españoles a su l legada encont raron el náhuatl extendido por todo el i m p e r i o 4 , v i e r a n en este proceso hegemónico de la lengua náhuatl u n a s i ­tuación re la t ivamente fácil de conservar para resolver el prob le ­m a de la d ivers idd lingüística que caracterizaba a Mesoamérica

huat l como lengua oficial del Imper io . Los aztecas adiestraban a los miembros de sus propias tr ibus, preparándolos para que fueran escribanos o intérpretes del náhuatl en todo lo relacionado con los asuntos administrativos del sistema tr ibutar io [. . . ] El ser miembro de la cerrada y auténtica comunidad de idio ­m a náhuatl proporcionaba a los [pueblos] dominados por los poderosos mexi -cas el derecho a la distinción política y a la dignidad social" ( B R I C E H E A T H 1972, pp. 18-20).

3 M A N R I Q U E 1988. 4 U n o de los frailes historiadores, Jerónimo de Mendieta, que llegó treinta

años después de iniciada la conquista, alababa a los aztecas por haber extendi­do el náhuatl como lengua común, de la misma manera como habían exten­dido el latín los romanos por Europa: "Esta lengua mexicana (náhuatl) es la general que corre por todas las provincias de esta Nueva España, puesto que hay muchas y diferentes lenguas particulares de cada provincia, y en partes de cada pueblo, porque son innumerables. Mas en todas partes hay intérpre­tes que entienden y hablan la mexicana, porque ésta es la que por todas partes corre, como la latina por todos los reinos de E u r o p a " , en su Historia Eclesiásti­ca Indiana, t . 3 de la Nueva colección de documentos para la historia de México, recop. de Joaquín García Icazbalceta (México, 1870, 5 ts.) , citado por B R I C E H E A T H 1972, p. 2 1 , nota 5.

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y , finalmente, l legar a i m p o n e r la lengua castellana. A la preser­vación por los españoles del uso del náhuatl y de otras lenguas dominantes como vehículos de conquista y penetración c o n t r i b u ­y ó el hecho de que en otras partes de Mesoamérica h u b i e r a otras dos lenguas que también f u n c i o n a b a n como lenguas francas: el m a y a en la península de Yucatán y el tarasco en el re ino de M i -choacán. A n t e esta situación, los conquistadores dec id ieron en u n p r i n c i p i o emplear sobre todo el náhuatl como i d i o m a d o m i n a n t e , p a r a organizar con fac i l idad la administración c i v i l y re l ig iosa , a través de u n a lengua que era conocida p o r la m a y o r parte de los nuevos subditos, aunque no fuera la p r o p i a . Es decir , la polí ­t i ca lingüística abruptamente i m p o s i t i v a no se aplicó l i t e r a l m e n t e en u n p r i n c i p i o en el caso de M é x i c o , y de Hispanoamérica en general , aunque a fin de cuentas, como veremos, fue la que se i m p u s o en el siglo x v i n .

L a d ivers idad lingüística de Mesoamérica y el e n f r e n t a m i e n -to con culturas m u y desarrolladas llevó a la C o r o n a española a ensayar distintas políticas lingüísticas y educativas durante los tres siglos de la C o l o n i a . E n p r i m e r lugar , surgió la necesidad apre ­m i a n t e de descr ib ir las lenguas habladas m a y o r i t a r i a m e n t e , con objeto de establecer u n a comunicación básica con los sometidos. Esta tarea correspondió a los frailes mis ioneros , cuya m e t a era cr i s t ian izar a los i n d i o s 5 .

Los misioneros ap l i caron o t ra m e d i d a práctica y efectiva p a r a consol idar la conquista : c entraron toda su labor educat iva en las minorías gobernantes indígenas para alcanzar más fácilmente la evangelización de las masas ind ias . A l m i s m o t i e m p o , la C o r o n a española empezó a e m i t i r leyes con objeto de que se castellaniza­r a y se i n s t r u y e r a a los indígenas en la fe cr is t iana, por m e d i o de la l e c tura y la escr i tura . Se pretendía con esto no sólo i n t e g r a r a los indios a la religión cr ist iana sino integrar los más p l e n a m e n ­te al c on t ro l de la monarquía española.

Desde 1550, Carlos I quiso t e r m i n a r con la política de cr i s t ia ­nización en la lengua m a t e r n a indígena en u n decreto d i r i g i d o a todos los frailes, en el que cuestionaba que incluso el más perfec­to lenguaje de los indios fuera adecuado para expl icar las escr i tu ­ras. Si lvio Zavala , gran historiador de estos temas, señala que a u n -

5 Como dice Gonzalo Aguirre Beltrán, "conquistadores y misioneros son términos de una misma ecuación en manos de la Corona española para alcan­zar los propósitos de la dominación ecuménica", A G U I R R E B E L T R Á N 1 9 8 3 , p. 3 0 .

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que Carlos I t u v o constantes opositores entre los frailes, intentó emprender u n a c ierta campaña p a r a que se castellanizara no sólo a la aristocracia indígena, como se había hecho hasta entonces, s ino que a p a r t i r de ese m o m e n t o debería haber escuelas que en ­señaran el español a todos los i n d i o s 6 . C o n Felipe I I , Felipe I I I y Felipe I V la política osciló entre p rop i c ia r la evangelización en lenguas indígenas y usar el castellano.

Sin embargo , a lo largo de los siglos x v i y x v n , los mis ione ­ros españoles desobedecieron las leyes venidas de la Península ibé­r i c a , porque creían que su misión no tenía por qué consistir en castel lanizar a los ind ios , sino sólo en convert i r los al cr is t ianis ­m o . Los frailes, al observar el éxito de su evangelización en las lenguas vernáculas, se percataron de que éstas e ran tanto o más efectivas que el latín o el castellano para adentrar a los indígenas en las cosas de la fe cr i s t iana . Además , la cristianización resulta­b a más fácil al no tener que i m p o n e r , además de u n a nueva r e l i ­g ión, u n a lengua extraña.

D e esta inte l igente política evangel izadora y lingüística adop­tada por los misioneros españoles se der iva la enorme r iqueza de l a producción lingüística de la C o l o n i a . Los franciscanos en m e ­nos de med io siglo a p a r t i r de su l legada, hacia 1570, escribieron más de ochenta l ibros sobre las lenguas indígenas, entre gramáti­cas, vocabularios , catecismos, traducciones de las escrituras, et­cétera 7 .

D u r a n t e el siglo x v n los misioneros de las diversas órdenes si­gu ie ron este m i s m o camino y c o n t i n u a r o n , en muchos casos, ejer­c iendo su magister io en las lenguas vernáculas y escribiendo va ­liosas gramáticas, vocabularios , sermonarios , confesionarios, que const i tuyen u n a de las fuentes básicas para el conoc imiento histó­r i co de las lenguas indígenas de M é x i c o 8 .

U n factor que contribuyó al desarrol lo y c o n t i n u i d a d de estas políticas lingüísticas fue el cambio demográfico. C o m o es sabido, en el siglo x v i h u b o u n a de las más graves catástrofes demográ­ficas de la h i s t o r ia , que m e r m ó drásticamente a la población indí­gena mesoamericana. Según cálculos actuales, de u n a población que en 1519 alcanzaba entre 15 y 25 mi l l ones , en 1605 apenas

6 Véanse Z A V A L A 1977a y Z A V A L A 1977b. 7 Véase R I C A R D 1933. 8 Véanse N O R M A N A . M C Q U O W N , " H i s t o r y of studies in Midd le A m e r i ­

can l inguis t i cs " , y W I L L I A M B R I G H T , " I n v e n t o r y of descriptive mater ia l s " . ambos aparecieron en M C Q U O W N 1967, pp. 3-7 y 9-79 respectivamente.

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superaba u n millón. Esto cambió a p a r t i r de la segunda m i t a d del siglo x v n , cuando empezó la recuperación de la población i n ­dígena, y continuó d u r a n t e el siglo x v m , cuando a fines de siglo, según datos de H u m b o l d t , creció a unos 3 700 0 0 0 9 . Esto q u i e ­re decir que en el siglo x v m los indígenas representaban poco más del 6 0 % de la población to ta l y que , por lo t a n t o , los hablantes de lenguas indígenas, después de casi dos siglos y a pesar de l a catástrofe demográfica i n i c i a l , e ran más que los h i spanohab lan ­tes. Fuera de esto, habría que agregar o t ro factor lingüístico que en el siglo x v m fue determinante . M u c h o s hablantes bilingües no eran sólo indígenas, sino que los propios españoles que nacían en Amér ica , es decir los cr io l los , aprendían comúnmente desde l a cuna u n a lengua indígena, debido al estrecho contacto que m a n ­tenían con sus nodr izas , con las niñeras y , en general , con los s ir ­vientes indios que hab laban sus lenguas nat ivas .

L a p r i m e r a m i t a d del siglo x v m novohispano no sólo fue pe­r iodo de crecimiento económico y demográf ico 1 0 , sino también de expansión y desarrol lo de las inst i tuciones educativas y de avance científico. Entonces se cons t ruyeron grandes e impor tantes cole­gios, sobre todo de jesuítas, como el famoso de San Ildefonso en M é x i c o y otros en varias ciudades del país. Además , los mismos jesuitas abr i e ron muchas escuelas para niños indígenas en zonas alejadas del nor te . L a introducción de las misiones y de la educa­ción en las zonas del nor te implicó que la investigación lingüísti­ca, que desde u n a perspectiva científica había sido t a n p r o d u c t i ­va , siguiera creciendo y produciendo innovaciones. D e l siglo x v i n son u n a g r a n parte de las descripciones y vocabularios de las l e n ­guas indígenas del nor te del país y varias traducciones a d o c t r i ­nas crist ianas. M u c h a s de estas obras fueron elaboradas por j e ­suitas, como los pr imeros estudios sobre cuatro lenguas yutoazte -cas: la l engua cora, que se habla en el actual estado de N a y a r i t ; la cahita, que inc luye el mayo de Sinaloa y del sur de Sonora y el

9 SÁNCHEZ A L B O R N O Z 1 9 7 7 , cf. cap. 3. 1 0 Según afirma Dorothy Tanck, profunda conocedora del siglo x v m no­

vohispano: "mientras en España prevalecía la crítica del pasado y la duda so­bre el futuro , en la Nueva España u n ambiente de satisfacción y optimismo permeaba en la sociedad. L a Colonia no sólo se había recuperado de la d ismi­nución de la población indígena y la crisis minera de las primeras décadas del siglo x v n , sino había consolidado una estructura económica diversificada y autosufic iente" , Dorothy Tanck de Estrada, "Tensión en la Torre de M a r f i l . L a educación en la segunda mitad del siglo x v m mexicano" , en T A N C K DE ES­T R A D A 1 9 8 5 , p. 2 7 .

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yaqui también del actual estado de Sonora; la lengua ópata, hoy e x t i n g u i d a , y el tepehuán, hablado hoy en los estados de D u r a n g o , C h i h u a h u a y N a y a r i t 1 1 . Por o t r a parte , el clero secular cr io l lo contr ibuyó, j u n t o con las órdenes religiosas, a c o n t i n u a r las labo­res relacionadas con la descripción de lenguas indígenas y con l a traducción de catecismos y doctr inas var ias , y empezó también a desempeñar u n papel m u y i m p o r t a n t e en las zonas p r e d o m i ­nantemente indias . H a y que aclarar que, aunque en el siglo xvín predominó la descripción de las lenguas del norte de Méx i co , con­t i n u a r o n haciéndose estudios sobre las lenguas m a y o r i t a r i a s del centro y sur, como el náhuatl y el m a y a .

C o n el a d v e n i m i e n t o de los borbones a la monarquía españo­l a en el siglo x v m , se t o m a r o n medidas políticas más vigorosas p a r a obtener mayores beneficios de las colonias. E n este contex­t o , en la N u e v a España se d i e r o n dos tipos de reacciones, de sig-

1 1 M U Ñ O Z Y M A N Z A N O 1892 recoge los siguientes datos sobre la investi­gación lingüística de los jesuítas en el norte de México: Núm. 298, Vocabulario en Lengua Castellana, y Cora, dispuesto por el P. Joseph de Ortega, de la C o m ­pañía de Jesus, Missionero de los Pueblos del Rio de Jesus, M a r i a y Joseph, de la Provincia de Señor San Joseph de Nayaerit (sie) y visitador de la mesma Provincia. En Mexico : Por los Herederos de la V i u d a de Francisco Rodríguez Lupercio, en la Puente de Palacio. Año de 1732. 4.°-9 hojas preliminares + 43 páginas dobles./ Núm. 306, Cathecismo de la Doctrina Christiana traducido en Len­gua Cahita. Compuesto por v n Padre de la Compañía de Jesus. Missionero en la Provincia de Cynaloa. En Mexico: por Francisco Xavier Sánchez, en el puen­te de Palacio. Año de 1737. 8.°-10 hojas. Icazbalceta: Apuntes, Núm. 86./Núm. 307, Arte de la lengua Cahita, conforme á las Reglas de muchos Peritos en ella. C o m ­puesto por vn Padre de la Compañía de Jesus. Missionero de mas de treinta años en la Provincia de Cynaloa. Año de 1737. Con licencia de los superiores. E n México en la Imprenta de D . Francisco Xavier Sánchez, en el puente de Palacio. 8.°-5 hojas preliminares + otra con fe de erratas + 1 1 8 páginas + 26 hojas sin numerar que contienen u n Vocabulario español-cahita./ Núm. 315, Arte de la Lengua Tepeguana, Con Vocabulario, Confessionario y Cathecismo en que se explican los Mysteriös de Nuestra Santa Fé Catholica, Mandamientos de la Ley de Dios y de Nuestra Santa Madre Iglesia. Por el P. Benito R i n a l d i n i , de la C o m ­pañía de Jesus, Visitador de la Provincia Tepeguana, y Tarahumara Ant igua . Impresso en Mexico (con las Licencias necesarias) por la V i u d a de D . Joseph Bernando de Hogal : Calle de las Capuchinas. Año de 1743. 4.°-8 hojas prel i ­minares + 72 páginas (Arte) + 43 (Catecismo y Confesionario) + 148 (Vo ­cabulario) + 1 hoja de erratas./ Núm. 318, Arte para aprender la Lengua Tepehua-na, por el P. Benito R i n a l d i n i , S. J . Mexico , por Joseph Bernardo de Hogal , 1745. - 4 . ° . / Núm. 352, Doctrina Christiana y Platicas doctrinales, traducidas en len­gua Opata por el P. Rector M a n u e l Agu i r re , de la Compañía de Jesus. Impres-sas en la Imprenta del Real, y mas antiguo Colegio de San Ildefonso de M e x i ­co, año de 1765. 4.°-3 hojas preliminares + 162 páginas + 1 hoja de índice.

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n o opuesto entre sí, frente a la política lingüística que deseaban i m p l a n t a r los borbones . L a p r i m e r a reacción se puede e j e m p l i f i ­car con u n m e m o r i a l de 1728, d i r i g i d o a Fel ipe V , que los des­cendientes de nobles indios presentaron al arzobispo de M é x i c o , en el que pedían que urgentemente se reabr i e ran los colegios pa ­r a indios de Santa C r u z de T late lo l co y de San Pablo y se estable­c iera u n p r o g r a m a eficaz de enseñanza del español para los i n ­dios . Se quejaba de que , a pesar de todos los decretos de España, l a mayoría de los indios , n i siquiera los nobles alcanzaran una edu­cación mínima. Por lo t a n t o , los que no recibían enseñanza,

sólo tienen de racionales lo que les infunde la humana naturaleza, resultando de este tan lastimoso principio hallarse estas pobres m i ­serables gentes, expuestas al vil ipendio, pues no instruidas en la v i ­da sociable quedan incapaces de poder ascender al menor puesto, n i tienen en la República algún género de mando [. . . ] [La falta de enseñanza para] los naturales de estos americanos reinos, es su­mamente perjudicial no sólo al bienestar de sus individuos, sino tam­bién al espiritual aprovechamiento de sus almas y al descargo de la Real Conciencia de su Majestad 1 2 .

E l desconocimiento del español, expl i caban los nobles indios a l rey , era u n hecho m u y negat ivo porque

en estas dilatadas regiones, hay indefinida diversidad de lenguas, y para la inteligencia de cada una, no hay las correspondientes cá­tedras, resultando de aquí que los naturales en la lengua común del país, o en la castellana, queden sin doctrina, y así envueltos en m i l errores e idolatrías, no por otra causa que porque no tienen minis­tros que se las den a entender y los desengañen 1 3.

También hacían ver c ó m o la fragmentación lingüística de lenguas como el náhuatl impedía que, aunque h u b i e r a enseñanza en esa l engua , ésta no const i tuyera u n a solución verdadera , porque :

Aunque tienen los españoles cátedras, sólo son del mexicano idio­ma y del otomí, las que no son suficientísimas n i aún para hablar la mexicana, por hallarse ésta según la diversidad de los pueblos, donde la hablan con distintas frases, distintas voces y muy confusa en su pronunciación 1 4.

1 2 V E L A S C O CEBALLOS 1 9 4 5 , pp. 5 7 - 5 8 . 13 Ibid., p. 62. 14 Loe. cit.

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Las peticiones de la nobleza indígena no t u v i e r o n eco en ese m o m e n t o y las puertas de los colegios permanec ieron cerradas, hasta que , más de cuarenta años después, Carlos I I I ordenó en 1772 su reaper tura .

L a segunda reacción contra la política lingüística del setecien­tos fue radicalmente opuesta. Provenía ésta de los eclesiásticos que habían nacido en la N u e v a España y que veían m u y negat iva ­mente que se enseñara español a los ind ios , porque el requis i to indispensable para obtener u n a p a r r o q u i a en las zonas rurales era el conoc imiento de u n a lengua indígena. A los criol los que, como he d i cho , por lo general aprendían desde niños la lengua i n d i a de l l u g a r donde vivían, no les favorecía que la Iglesia concediera nombramientos parroquiales a los sacerdotes peninsulares que sólo h a b l a b a n castellano. Los intereses creados tanto de estos clérigos como de los laicos españoles a quienes beneficiaba mantener ale­jados y aislados a lo indios l l e v a r o n , en ciertos casos, a s i tuacio­nes extremas de p r o h i b i r a los indios hab lar el español. A l g u n o s sacerdotes y laicos l l egaron a considerar que era u n a falta de res­peto que los indios h a b l a r a n español, y cuando éstos lo hacían en su presencia, incluso los cast igaban 1 5 . E l m a n t e n i m i e n t o del m o -nol ingüismo indígena, que l levaba ya dos siglos imponiéndose, era clave para sostener u n sistema de estratificación social m u y rígido en el que los indios estaban destinados a permanecer s iem­pre en los niveles inferiores de la sociedad.

C o m o puede observarse, estas posiciones lingüísticas opues­tas ref le jan b r u t a l m e n t e las contradicciones de los intereses eco­nómicos y sociales de la v i d a novohispana en el siglo x v i n . Por u n lado, estaban los nobles indios (a quienes hoy desearíamos ver defender la v i d a de sus lenguas y el desarrol lo de sus propias c u l ­turas) que, para integrarse en la sociedad dominante , se veían ob l i ­gados a someterse a los valores europeos, a ta l grado de querer o lv idar sus rasgos propios. Por otro lado, estaban los criollos, quie­nes para conservar sus prebendas y pr iv i leg ios y para seguir de­sempeñando su papel rector en la sociedad, pretendían conservar in tac to el estado de cosas, no por respeto a las culturas y las l e n ­guas indígenas, sino para su beneficio exclusivo frente a los i n ­dios , pero también frente a los intereses de los peninsulares. Esta

1 5 B R I C E H E A T H 1 9 7 2 , p. 8 5 . Como ahí se hace notar en la nota 2 9 , es m u y convincente el argumento que toma en cuenta el conocimiento de las len­guas indígenas como definitivamente relacionado con las posiciones que de­sempeñaban criollos y peninsulares; cf. T A T E L A N N I N G 1 9 5 6 , pp. 1 1 - 1 3 .

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defensa de los derechos y de los intereses criollos más tarde l lega­ría a ser, en los albores del siglo x i x , u n o de los factores deter­m i n a n t e s , j u n t o con muchos otros , en las guerras de independen­cia c on t ra España.

Las reformas borbónicas que se dejaron sentir con mucha fuer­za en México en la segunda m i t a d del siglo x v m contrastaban con las prácticas del x v n , en que las autoridades en América compar­tían cada vez más el poder con los grupos locales, entre ellos, con l a Iglesia , con los cabildos indígenas y con las varias formas de administración coloniales 1 6 . Las innovaciones borbónicas obede­cían a formas de pensamiento y a medidas rígidamente co lonia­listas que pretendían u n a m a y o r sujeción del N u e v o M u n d o a la C o r o n a y estaban encaminadas a cancelar la f o r m a de gob ierno a n t e r i o r para i m p o n e r o t r a más centra l izadora . L a idea del m e j o ­r a m i e n t o i n t e r n o de la N u e v a España parecía estar ausente 1 7 . L a filosofía política anter i o r , de la época de los H a b s b u r g o , que ha ­bía m a n t e n i d o el p r i n c i p i o de que toda sociedad, independiente ­mente de su desarrol lo y religión, se rige por leyes naturales , h a ­bía p e r m i t i d o incorporar a los indios como seres racionales y com­b i n a r sus formas de gobierno con las del I m p e r i o español. Por o t ra par te , como b i e n dice el h i s tor iador co lonia l E n r i q u e Florescano, al p r i n c i p i o de la C o l o n i a , " l a idea de que la sociedad se d i v i d e n a t u r a l m e n t e en partes orgánicas, a las cuales les están asignadas diferentes jerarquías y señalados derechos y obligaciones [ . . . ] , legalizó la desigualdad social y la diferenciación func iona l que se creó en N u e v a España inmed ia tamente después de la conquis ­t a " 1 8 . Pero bajo los A u s t r i a ese o rden social estaba más cont ro ­lado p o r las autoridades v irre inales del nuevo cont inente que p o r l a C o r o n a . E n cambio las re formas borbónicas del siglo i lus t rado i n t e n t a r o n recuperar los hilos que dentro del v i r r e i n a t o , con i n ­dependencia de la metrópoli , movían la economía , la política y la administración coloniales. C o n los borbones, continúa Flores-cano, " l a nueva España adquirió, en u n sentido real y estricto ,

1 6 Todavía en 1 7 1 6 , nos hace ver Dorothy Tanck, el v irrey Linares se quejaba de que los novohispanos interpretaran las órdenes reales a su modo y que no adoptaran las resoluciones del Consejo. Textualmente dice el v irrey Linares: " A q u í a la voz del mando temen y obedecen poco, y a la del ruego o encargo se ríen y no cumplen nada. . . " . Citado por T A N C K DE ESTRADA 1 9 8 5 , de Instrucciones que los virreyes de la Nueva España dejaron a sus sucesores, I m ­prenta de Ignacio Escalante, México 1 8 7 3 , t . 1 , pp. 2 3 6 , 2 4 8 .

1 7 T A N C K DE ESTRADA 1 9 8 5 , pp. 3 4 - 3 5 . 1 8 FLORESCANO Y G I L 1 9 7 6 , p. 2 0 1 .

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su estatus co lon ia l , porque n u n c a antes su dependencia y somet i ­m i e n t o fueron m a y o r e s " 1 9 .

Nues t ro objet ivo aquí no es t razar u n a h is tor ia del x v m m e ­x i cano , sino únicamente m e n c i o n a r qué medidas , entre todas las que t o m a r o n los borbones, afectaron la situación lingüística de M é x i c o . D o r o t h y T a n c k señala en relación con la educación tres decisiones político-religiosas que la afectaron poderosamente y cau­saron gran descontento entre la población novohispana: " l a se­cularización de las doctr inas de ind ios ; la expulsión de los jesuí­tas, y el n o m b r a m i e n t o de sacerdotes españoles en vez de cr iol los en las parroquias i n d í g e n a s " 2 0 . Estas mismas tres medidas, a m i m o d o de ver , también afectaron el f u t u r o lingüístico de M é x i c o ; pero a ellas habría que agregar u n a cuarta que co locó a los indí­genas, ya i r remed iab lemente , en u n a situación de marginación aún m a y o r de la que tenían. Se t r a t a , como veremos, de la p r o h i ­bic ión d e f i n i t i v a del uso de las lenguas vernáculas y de su incor ­poración ob l igator ia a la sociedad hispanohablante .

E n cuanto a la p r i m e r a m e d i d a , h u b o u n cambio radica l en l a política de i n d o c t r i n a m i e n t o de los indios que hasta entonces había estado en manos de las órdenes religiosas, m u y poderosas d e n t r o de la sociedad cr io l la . E n 1749, Fernando V I ordenó a los arzobispados de M é x i c o y de L i m a que se l i m i t a r a este poder de los frailes y , en 1753, que se secularizaran todas las diócesis de Amér i ca , para que cada p a r r o q u i a quedara sujeta a la a u t o r i d a d de l obispo. C o n la finalidad de hacer efectivos estos decretos, el arzobispo de M é x i c o adoptó u n a política educat iva contra la en ­señanza en lenguas indígenas, tanto para niños, como para a d u l ­tos. E n t r e otras medidas , obligó a las comunidades y pueblos de indios a apor tar d inero para la creación de escuelas que enseña­r a n en español las doctr inas religiosas. Las protestas, e inc luso los d is turbios , no se h i c i e ron esperar. Los indios se negaban a que sus hi jos rec ib ieran educación cr is t iana en español, porque " s ó l o en su p r o p i o i d i o m a perc iben el sentido de las orac iones" y por ­que la lengua indígena " l es paresca más dulze por ser de su Pa­t r i a , o porque la m a m a n " 2 1 . A n t e esta oposición, las a u t o r i d a ­des centrales t u v i e r o n que retroceder en su afán de castellanizar a toda ve loc idad. E l fiscal del Consejo de I n d i a s , con sobrada r a ­zón , con simpatía y con ironía preguntaba : " ¿ C ó m o se les ha de

19 Ibid., p. 204. 2 0 T A N C K DE ESTRADA 1 9 8 5 , p. 3 5 . 21 Ibid., p. 3 8 .

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m a n d a r a los indios que dentro de u n año aprendiesen todos el castellano, ya que les sería más di f i cul toso que el que se les m a n ­dase a los españoles aprender el f r a n c é s ? " 2 2 .

E n cuanto a la segunda m e d i d a , la expulsión de los jesuítas, además de que provocó u n enorme vacío en la educación de l a sociedad c o l o n i a l 2 3 , que no nos toca comentar aquí, y que t r a j o u n g ran descontento entre ampl ios sectores de la población, d e t u ­v o drásticamente el avance de los estudios lingüísticos, no sólo en l a N u e v a España, sino en todo el I m p e r i o español. E n sus m i s i o ­nes, conforme los jesuítas l legaban a cr i s t ianizar t ierras nuevas, aprendían y describían la lengua del l u g a r , al i g u a l que lo habían hecho antes las demás órdenes religiosas, algunas de las cuales c o n t i n u a b a n con esa tarea. Esto t r a j o como consecuencia, r e p i t o , que en los siglos coloniales el I m p e r i o español haya sido p r o d u c ­t i v o en ex tremo en el campo de la lingüística, y que , científica­mente h a b l a n d o , fuera excepcional para su época. Pero , paradó­j i c a m e n t e , en el siglo i lus t rado , las reformas borbónicas provoca­r o n que, con la expulsión de los jesuítas, este fenómeno se h i c i era más lento . Sólo a fines del xvín, gracias al gran precursor e i n ­novador , al lingüista jesuíta español, Lorenzo Hervás y P a n d u -r o , se recogerían, para hacer comparaciones sistemáticas datos de todas las lenguas, se tendría por p r i m e r a vez u n a visión global de todas ellas y se verían en España los resultados de la enorme r iqueza de la investigación lingüística de los siglos co lonia les 2 4 . Sólo en el siglo x i x , con el desarrol lo del c omparat i smo lingüís-

22 Ibid., p. 3 9 . 2 3 Sobre esto, véase D E C O R M E 1 9 4 1 , y T A N C K DE ESTRADA 1 9 8 5 . Para la

importancia que tuvo el pensamiento de algunos jesuitas en el desarrollo del indigenismo, véase V I L L O R O 1 9 7 9 , esp. el apartado sobre Francisco Javier Clavi jero , pp. 9 5 - 1 3 5 .

2 4 Lorenzo Hervás y Panduro ( 1 7 3 5 - 1 8 0 9 ) es el gran precursor y el i n i ­ciador de la lingüística histórica comparada, de carácter científico, que se de­sarrolló plenamente en el siglo x i x . Cuando en 1 7 6 7 Carlos I I I expulsó a los jesuitas, Hervás se trasladó a Roma donde tuvo varios puestos de biblioteca­r io y donde se dedicó a la tarea de escribir una gran enciclopedia. Parte de ella es el Catalogo delle lingue conosciute e notizia della loro affinità e diversità, Cesena, 1 7 8 4 , ampliado y publicado en español en 1 8 0 0 , bajo el título Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, y numeración, división y clases de éstas según la diversi­dad de sus idiomas y dialectos, Imprenta de la Administración del Real A r b i t r i o de Beneficiencia, M a d r i d , 6 volúmenes. Este Catálogo, además de que consti­tuye la pr imera visión global de las lenguas mesoamericanas, establece acerta­damente varios parentescos entre ellas. E l trabajo de recopilación y síntesis elaborado por este jesuíta, lingüista por afición, es admirable desde muchos puntos de vista. Como dice Antonio Tovar , Hervás "emprendió una verda-

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t ico científico en otros países europeos, como A l e m a n i a , Franc ia e I n g l a t e r r a y en algunas de las naciones recién l iberadas de A m é ­r i c a , especialmente los Estados U n i d o s y M é x i c o , se recuperó y aprovechó la abundanc ia y la var i edad de las descripciones l i n ­güísticas de la C o l o n i a y c o n t i n u a r o n haciéndose nuevos estudios. S i n embargo , en España, con la excepción de Hervás y P a n d u r o , pareció o lvidarse por largo t i e m p o este t i p o de investigaciones l ingüísticas 2 5 , hasta que , a fines del siglo x i x , el C o n d e de la V i ­naza elaboró u n a excelente bibliografía sobre las lenguas vernácu­las del nuevo cont inente , donde se describen las aportaciones cien­tíficas de España al conoc imiento de las lenguas de A m é r i c a 2 6 .

Sobre la tercera r e f o r m a , es decir , el n o m b r a m i e n t o de pe­ninsulares a parroqu ias americanas, ya hemos visto c ó m o los i n ­tereses de los curas cr iol los chocaban con los de los españoles. Só­lo agregaremos aquí que conforme avanzó el siglo fueron más fre­cuentes las medidas de la C o r o n a para recuperar y central izar su a u t o r i d a d , dando apoyo a los peninsulares . E n t r e t a n t o , a u m e n ­taba el descontento hacia la C o r o n a , los curas criollos bilingües que perdían su poder , veían reducidas sus prebendas y sentían que no se les reconocía como subditos útiles y que se i g n o r a b a n sus aportaciones al bienestar de los reinos.

Por último, el in tento más perdurab le de castellanizar a toda l a población se d io en el re inado de Carlos I I I , cuando ya los j e ­suítas habían sido expulsados. E l arzobispo de M é x i c o , A n t o n i o L o r e n z a n a y Buitrón, ante la r i v a l i d a d creciente entre los re l i g i o -

dera encuesta [lingüística] oral aprovechando la concentración en los Estados Pontificios [. . . ] de muchísimos jesuítas procedentes de los países más diver­sos [. . . ] con práctica de años en América, Oceanía, e t c . " , T O V A R 1 9 8 6 , p. 1 4 . Seguramente consultó, además, muchas de las obras que hasta entonces se habían publicado, y probablemente copias manuscritas de otras que se edi­taron más tarde, pero que eran de consulta frecuente. Hervás pensaba que las lenguas son la clave de la historia, y que su conocimiento daría luz sobre los diversos pueblos de la t ierra. Hay que destacar que Gui l lermo de H u m ­boldt , el iniciador formal del comparatismo lingüístico historicista, conoció la obra de Hervás publicada en italiano y aprovechó muchos de sus materiales. Además, la obra también comparatista m u y consultada de Johann Christoph Ade lung y Johann Severin Vater , Mithridates oder allgemeine Sprachekunde mit dem Vater Unser als Sprachprobe in bey nähe fünf hundert Sprachen und Mundarten, 1 8 0 6 -1 8 1 7 , está basada, en gran parte, en los datos de la fuente italiana de Hervás, véase T O V A R 1 9 8 6 , pp. 2 4 - 2 5 .

2 5 Para una visión general, pero muy clara, ilustradora y profunda de có­mo se desarrolló la lingüística dentro de la Península ibérica durante el siglo X V I I I , incluida la labor de Hervás y Panduro, véase L Á Z A R O C A R R E T E R 1 9 8 5 .

2 6 Cf. supra, nota 1 1 .

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sos que estaban a favor de la c a s t e l l a n i z a r o n y los que estaban en contra , alertó a Car los I I I en 1768 p a r a que t o m a r a medidas que resolv ieran la conf l i c t iva situación. E n octubre de 1769, L o -renzana publicó u n a P a s t o r a l 2 7 en la que exponía cuál era la s i ­tuación lingüística de la N u e v a España, cuáles las ventajas de l a castellanización masiva y cuáles las desventajas de que persistie­r a n la enseñanza y las prédicas religiosas en las lenguas vernácu­las. Exp l i caba que la enorme gama de lenguas que se hablaba en l a N u e v a España no sólo d i f i c u l ta b a la enseñanza, sino también el c ontro l que la Iglesia debía tener sobre los indios y sobre sus propios m i n i s t r o s . Escribe L o r e n z a n a :

Deseamos, pues, que las Ovejas entiendan la voz, y silbo común de los pastores, no que éstos se acomoden precisamente a el balido vario de las Ovejas: el Obispo es el primer Párroco, y mayor de to­dos los Párrocos, y n i entiende, n i puede entender tan diversos Idio ­mas en su Diócesis 2 8.

E n sus argumentos , L o r e n z a n a t ra taba de convencer a C a r ­los I I I de que en la h i s to r ia de la h u m a n i d a d no había hab ido i m ­per io que no impus ie ra su lengua a los sometidos. Cons ideraba que el empleo de intérpretes para t ra tar con los indios contribuía a que éstos estuvieran sujetos a u n a explotación que se había vuelto crónica; además, conforme se i b a n co lonizando nuevas regiones, los traductores se volvían insuficientes. Según el arzobispo de M é ­x i co , las lenguas indígenas prop i c iaban el a is lamiento de los i n ­dios que vivían encerrados en sus pequeñas aldeas sin poderse co­m u n i c a r unos pueblos con otros, ante lo cual L o r e n z a n a concluía que la incomunicación fomentaba en ellos el t emor y el aborrec i ­m i e n t o hacia los españoles. Por o tra parte , el prelado pensaba que los eclesiásticos habían descuidado la educación general de los i n ­dios por tener que ocuparse del multilingüismo, lo cual le parecía que sólo beneficiaba a los clérigos bilingües que, por pract i car en id iomas extraños, se salían del cont ro l de l a Iglesia.

E n resumen, para L o r e n z a n a y Buitrón la situación era m u y

2 7 V E L A S C O CEBALLOS 1 9 4 5 , pp. 7 1 - 8 0 . Además de la recopilación anto­logica de Velasco Ceballos en la que me baso, hay una edición antigua a la que no he tenido acceso de las Cartas Pastorales y edictos del ilustrisimo señor D. Francisco Antonio Lorenzana y Buitrón, Arzobispo de México. Impresas con licencia. E n México , en la imprenta del Superior Gobierno, del Br . D . Joseph Antonio de Hoga l , 1 7 7 0 .

2 8 V E L A S C O C E B A L L O S 1 9 4 5 , p. 7 7 .

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comple ja e i n m a n e j a b l e , y en lo político se estaba vo lv iendo caó ­t i ca . D i ce :

El mantener el Idioma de los Indios es capricho de Hombres, cuya fortuna, y ciencia se reduce a hablar aquella Lengua, que también la aprende u n Niño; es contagio, que aparta a los Indios de la con­versación de los de los Españoles; es peste, que inficiona los Dog­mas de Nuestra Santa Fé; es arbitrio perjudicial para separar los Naturales de unos Pueblos de otros por la diversidad de Lenguas; es gasto crecido para los Párrocos, que en su mismo Partido necesi­tan Ministros de distintos Idiomas; es imposibilidad para el Gobierno de los Obispos, para la división de Curatos, para el premio de los Españoles, e Indios decentes, honrados, bien educados, y benemé­ritos; es poner un Alcalde mayor entre Gentes, que n i le entienden, n i las entiende como si estuviera en Grecia, o Berbería; es ocultar los errores de los Naturales, para que los Superiores no les corri jan; es dar motivo a que no formen concepto de la Div ina Magestad, n i de la del Rey. . . 2 9

L a respuesta de Car los I I I no se h izo esperar. E l 16 de a b r i l de 1770, el monarca , aconsejado también por el marqués de C r o i x , v i r r e y de la N u e v a España, emitió u n a cédula, " P a r a que en los reynos de las ind ias , islas adyacentes y de F i l i p i n a s , se p o n g a n en práctica y observen los medios que se ref ieren y ha propuesto el arzobispo de M é x i c o , a fin de conseguir que se dest ierren los diferentes id iomas de que se usa en aquellos d o m i n i o s , y solo se hable el c a s t e l l a n o " 3 0 .

Carlos I I I pretendía poner fin a todos los males que le decían que provocaba el mutil ingüismo: la necesidad de intérpretes, l a fa l ta de comprensión hacia los sacerdotes, los conflictos entre clé­rigos criollos y españoles, la deficiencia de la educación de los i n ­dígenas, la fa l ta de imposición de las medidas que t o m a b a la C o ­r o n a , etc. E l deseo de Carlos I I I por resolver la comple ja s i tua­c ión de sus colonias, por i m p o n e r la hegemonía de la C o r o n a y , a l m i s m o t i e m p o , por m e j o r a r el m o d o de v i d a y la educación de los indios , está presente en toda la cédula. E l rey creía que con estas medidas :

Los indios no quedarían tan expuestos a ser engañados en sus tra­tos, comercios o pleitos; los Párrocos estarían más uniformes; los colegiales de tantas Comunidades respetuosas de aquellos Dominios,

29 Ibid., p. 78. 30 Ibid., p. 81.

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lograrían el premio de sus desvelos, y con la emulación crecería el adelantamiento; y toda la tierra podría gobernarse con más faci­l i d a d 3 1 .

F i n a l m e n t e , Carlos I I I instaba a todas las autor idades , civiles y religiosas, a los

Virreyes del Perú, Nueva España y Nuevo Reyno de Granada, a los Presidentes, Audiencias, Gobernadores y demás Ministros, Jueces y Justicias de los mismos Distritos y de las Islas Philipinas y demás adyacentes; [. . . ] que desde luego se pongan en práctica y obser­ven los medios que van expresados y ha propuesto el mencionado M u y Reverendo Arzobispo de México, para que de una vez se lle­gue a conseguir el que se extingan los diferentes idiomas de que se usa en los mismos Dominios, y sólo se hable el Castellano, como está mandado por repetidas leyes, Reales Cédulas y Ordenes expe­didas en el asunto 3 2 .

Las protestas no t a r d a r o n y los clérigos que t raba jaban en las aldeas indias l evantaron denuncias contra las medidas de la C o ­r o n a . Por o t ra parte , en M é x i c o , el nuevo v i r r e y , A n t o n i o Mar ía B u c a r e l i , temió que la política del rey causara fuertes d is turb ios en la sociedad novohispana, y se dedicó a apl icar tácticas d i l a t o ­rias y ha hacer todo lo posible por entorpecer, tanto la castel lani-zación mas iva , como la aper tura de colegios para i n s t r u i r a los indios , que el rey había ordenado en 17 7 2 3 3 . A pesar de que C a r ­los I I I emitió nuevos decretos en 1774, 1776 y 1778 3 4 , el v i r r e y h izo todo lo posible por obstaculizar las reales órdenes 3 5 .

M i e n t r a s t a n t o , a los intelectuales criol los que deseaban m o ­d e r n i z a r la educación, el p r o b l e m a del multilingüismo y de la en­señanza en lenguas vernáculas no parecía preocuparles gran co­sa. Ellos ocupaban toda su energía en cr i t i car las anticuadas prác­ticas educativas escolásticas y en i m i t a r los mejores y más modernos modelos de enseñanza de lenguas que pract i caba la nobleza euro ­p e a 3 6 . Además , a m e d i d a que el castellano adquiría m a y o r pres­t ig io gracias a la fundación de la Real Academia Española en 1713,

31 Ibid., p. 85. 32 Ibid., pp. 85-86. 3 3 B R I C E H E A T H 1972, p. 87. 3 4 Loe. cit. 3 5 Sobre el gobierno del v irrey Bucareli , véase B O B B 1962. 3 6 Esta actitud puede observarse en publicaciones de la época que tenían

gran influencia sobre los intelectuales de México, en especial puede verse la

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a la publicación entre 1726 y 1739 de su Diccionario de Autoridades, a la edición de su Gramática en 1771 y de su Diccionario usual en 1780, las capas más altas de la sociedad novohispana también pre ­s ionaron con g r a n fuerza para que la única lengua del v i r r e i n a t o fuera el español, y p a r a que el ideal y la n o r m a lingüísticos n o fueran los dialectos hispánicos locales que estaban desarrollándo­se, sino exclusivamente la lengua que se hablaba en Cast i l l a , t a l como la codif icaba la Rea l A c a d e m i a .

A pesar de la l e n t i t u d y de la d i f i c u l t a d con la que se apl i ca ­b a n las medidas de Car los I I I y gracias a la ind i ferenc ia de la éli­te cr io l la hacia el p r o b l e m a lingüístico indígena de A m é r i c a 3 7 , l a castellanización fue poco a poco ganando terreno. C o n el paso del t i e m p o , a pesar de la v o l u n t a d eclesiástica y mis i onera de c o n t i ­n u a r u t i l i z a n d o las lenguas indígenas, en la práctica se fue i m p o ­n i e n d o cada vez más el español, de m o d o que ya en la época de l a Independenc ia los gobiernos l iberales, que buscaban u n a e d u ­cación i g u a l i t a r i a , p u d i e r o n i m p l a n t a r , de manera d e f i n i t i v a , u n a educación en español para toda la población. Los dist intos gobier­nos que se sucedieron en adelante, d u r a n t e más de u n siglo, se desentendieron del p r o b l e m a lingüístico de los indígenas, a pesar de que lo i n d i o empezaba a considerarse como u n a de las bases de la nac iona l idad . N o fue sino hasta m u y entrado el siglo x x , cuando el estado mex icano , a fines de los años t r e i n t a , d u r a n t e el gobierno de Lázaro Cárdenas, volvió los ojos de nuevo hacia los indios al i n t e n t a r que se les d iera a los niños indígenas el dere­cho e lemental de ser alfabetizados en su p r o p i a lengua m a t e r n a .

BEATRIZ GARZA CUARÓN El Colegio de México

revista que dirigía José Antonio Álzate, la Gaceta de Literatura, que se publicó entre 1 7 8 8 y 1 7 9 5 .

3 7 Los avances en la enseñanza del español llegaron a ser muy considera­bles, incluso desde u n punto de vista técnico. Por ejemplo, Carlos I I I , en u n decreto de 1 7 6 8 había recomendado para la enseñanza del español el texto de J u a n de I r ia r te . Este texto fue el que sustituyó en gran medida a la gramática de Nebr i ja , e incluso tuvo influencia en la enseñanza de lenguas europeas en­tre la élite novohispana. Para los métodos de enseñanza que se emplearon con los índigenas, véase Ruiz DE B R A V O A H U J A 1 9 7 7 .

706 BEATRIZ GARZA C U A R Ó N NRFH, X X X I X

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