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Psicología
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SIMPATIA POR EL DIABLO1
A MANERA DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE HELÍ MORALES: OTRA HISTORIA DE LA SEXUALIDAD
JESÚS NAVA RANERO
Resumen: Se aborda la relación de Dios y el diablo como telón de fondo que determina
los avatares de otra historia de la sexualidad y de la creación de dispositivos que
pretenden someterla y controlarla, se aborda la cuestión del deseo, el goce y el goce
Otro-no todo de la posición mujer, y se acude a Lilith a la luz de este Otro goce-no todo.
Palabras clave: Goce, goce Otro-no todo, sexualidad, deseo, bien, mal, Dios, diablo,
Lilith, hombre, mujer, razón, “no todo”, “más allá”.
Introducción
En estos tiempos en el que el discurso del amo de los mercados produce deslumbrantes
mercancías a las que parece no faltarles nada, destinados a ofrecer la ilusión de colmar
la falta, libros como este, que dan lugar a la escritura de la falta, o a lo que la falta hace
nombrar, constituyen una abierta dimensión de posibilidad. Agradezco a Helí Morales
la falta que hace ver por el lado de lo Otro-no todo a través de su enseñanza y su
escritura.
Con la intención de hacerlos caer en la tentación de su lectura, he de decir que un libro
como este, hace no muchos años, hubiera llevado a su autor y sus lectores a la hoguera;
a uno por mostrar, y a los otros por andar deseando saber de este asunto de la sexualidad
por el lado de lo irreductible del deseo y el llamado del goce Otro-no todo de la posición
mujer.
Cada uno de los ensayos de este libro, primero de otros dos a ser escritos en torno a esta
Otra historia de la sexualidad, aborda desde diferentes ángulos la cuestión del goce
Otro-no todo de la posición femenina y en este territorio anuda su escritura.
1Parte de este trabajo fue leído en la presentación del libro de Helí Morales “Otra historia de la sexualidad: Ensayos psicoanalíticos”, en la que tuve el honor de participar junto con el Dr. Néstor Braunstein, Daniel Gerber, Marcela Martinelli, Helí Morales, y la coordinadora del evento Monique Zepeda; esto fue realizado el día 3 de mayo del 2012 en el auditorio de la librería Rosario Castellanos, del Fondo de Cultura Económica.
En el tiempo que dispongo para la presentación de esta Otra historia de la sexualidad
intentaré articular una reflexión sobre 3 cuestiones derivadas de su lectura:
En la primera abordaré la relación de Dios y el diablo que, sin ser del todo manifiesta en
este libro, la pienso como el telón de fondo que determina los avatares de esta Otra
historia de la sexualidad, y de la creación de dispositivos que pretenden negar, someter
y tener bajo control las derivas de la sexualidad y el goce Otro-no todo.
La segunda me llevó a pensar la relación de la Iglesia con el deseo y con el goce Otro-
no todo de la posición mujer.
Y en la tercera voy a permitirme hablar del mito hebreo de Lilith y su relación con el
goce Otro-no todo de la posición mujer.
Indico que para presentar esta Otra historia de la sexualidad opté por comentar algo de
de lo que su lectura me hace decir.
Veamos:
Simpatía por el diablo
Una cita del Seminario “Problemas cruciales para el psicoanálisis”.
Hablando de la posición del analista, del saber del otro y de la técnica que hace posible
reunir lo que se rechaza del saber de la sexualidad, Lacan dice:
“La posición del analista es imposible. Es por eso, porque es imposible de decirla en su
identidad, que fluye de ella una suerte de suspenso, de debilidad, de incoherencia
secular en el saber, que es precisamente… donde la certeza del sujeto mismo se
manifiesta como siendo justamente la señal, el test, el residuo de esa falta de saber, por
donde reúne lo que se rechaza del saber del sexo, en lo cual el sujeto se encuentra
suspendido bajo la pura forma de esa falta, el saber como entidad desexuada.” 2
Los filósofos se diferencian de sus hermanos enemigos los teólogos, porque los
teólogos, a diferencia de los filósofos, no han desdeñado inventariar en sus guías de
pecadores todos los arpegios de la carne y hasta han discutido seriamente sobre el sexo
de los ángeles. Entre los requerimientos de la lucha contra el pecado que aleja a los
2 Lacan Jacques, http://www.tuanalista.com/Jacques‐Lacan/14527/Seminario‐12‐Problemas‐cruciales‐
para‐el‐psicoanalisis‐pag.176.htm
infieles de los fines de lo que nombran Dios, está el sentir cierta curiosidad por los
modos de operar de la sexualidad y sus procedimientos para encarnar como deseo en el
cuerpo. Dirán los teólogos, para combatir al enemigo hay que conocer al enemigo. Estos
policías del cuerpo y el alma, que declaran abiertamente que la sexualidad no va con
ellos, no han desdeñado acercarse a la sexualidad con el propósito de conocerla y
dominarla.
Es probable que hasta antes del surgimiento del psicoanálisis la iglesia haya sido la
única institución que metió el ojo, la oreja y la nariz en los intersticios de la sexualidad,
con la finalidad de producir, sostener e imponer un saber desexuado, contrario al saber
del psicoanálisis que hace saber del residuo de esa falta de saber por la que el sujeto
reúne lo que rechaza del saber del sexo.
Para la institución religiosa intentar saber de la sexualidad resultó un asunto no poco
complicado, porque los sacerdotes supusieron falsamente que al colocarse del lado de la
divinidad estaban a resguardos de las insistencias del deseo y la sexualidad en la cuerpo.
Se sabían y tenían por hijos de Dios, sostenían su origen divino y por supuesto que no
se reconocían como animales transgredidos sujetos a lo humano por la falta.
El deseo que llamaron diablo y la sexualidad que llamaron diabólica, fueron colocados a
distancia como algo externo a ser evitado, como cause y causa de la perdición de los
pecadores en lo inmundo. La sexualidad fue marcada como aquello de lo que tenían que
salvarse con todas las fuerzas de su fe de ser tentados; tentados, se sabe, era decir
sacados del camino que inicia en Dios, conduce a Dios, y termina en Dios.
Entre más querían los teólogos alejarse de la sexualidad más tuvieron que lidiar con
ella; a cada momento, dentro y fuera de sus cuerpos y sus templos, se encontraron con
aquello que nombraron diablo y llamaron diabólico -el mal y lo maligno-. ¿Cómo
ubicarlo? ¿Cómo mantener a distancia lo siendo en ellos también?; la solución,
sabemos, fue inquisitorial: si odias tu cuerpo y las cosas de tu cuerpo lo ganas para la
eternidad; si amas tu cuerpo y las cosas de tu cuerpo lo pierdes para la vida eterna.
El alma, así se hizo saber, como don de Dios puesto en cada uno, debía mantenerse
limpia y protegida por la fuerza espiritual del Espíritu Santo, tambien puesto en cada
uno para que cada uno pudiera ser capaz de emplear su fortaleza en su lucha contra el
deseo, llamado el maligno, y las trampas del maligno, llamadas de la sexualidad.
De este modo, cada uno de los arrojados a este mundo por la culpa del pecado original,
cometido por la pecadora que arrastró al hombre en su falta, recibía la oportunidad de
retornar al Paraíso de la completud una vez superada la prueba de mantener intacta su
alma de las tentaciones terrenales, del inmundo mundo, y mostrarse digno de la
confianza del Señor.
La bondad del Señor es infinita: las operaciones de la institución
Se dice, se sostiene aún en nuestros días, que el que muere rinde cuentas al Señor, y que
de acuerdo a los matices del alma del difundo por fin cuestionado, accede al Paraíso de
la Completud y la Vida Eterna, se le pone en observación en el vestíbulo, un poco más
acá o más allá, o es arrojado a los infiernos de la corrección.
El infierno, se dice, es un lugar en el que el cuerpo gozante del que es juzgado por
sucumbir a los llamados del goce impío y las seducciones de la herejía, es sometido al
goce imparable de su goce hasta que es reventado por el goce de no poder parar de
gozar; esto es, el infierno es el lugar en el que a uno no le está permitido dejar de gozar,
lugar en donde el goce resulta imposible de ser detenido, en el que uno es sometido al
goce ilimitado de un amo que no para de dejar de gozar sometiendo a gozar a uno; esto
es, lugar del mandato que impone a manera de imperativo Imposible parar de gozar.
Lugar en el que la desmesura del goce de un amo, impone la desmesura del Goce todo.
Lugar del vértigo, lugar de la no contención, lugar del desenfreno imposible de ser
detenido, lugar del Goce y la caída toda.
Si eso que se nombra el Paraíso es el Lugar en donde el goce ni el deseo tienen lugar,
Lugar del no lugar en el que solo Dios manda; el infierno es el lugar de la no elección,
lugar en el que el condenado ocupa el lugar del desecho; se dice “el culo del infierno”, y
las almas, una vez salvadas o liberadas de la impureza corporal que las entrampa,
retornan al punto inmaculado de partida.
Los purificados, luego de ser metafóricamente defecados por ese infernal culo que es el
infierno, no conservan lugar para el deseo, ni la sexualidad, ni, en consecuencia, el
goce, por ello, radicalmente purificados, por el mal a la mala, están en condiciones, sin
haber sido su demanda, de entrar al Paraíso de la Vida Eterna en el que solo Dios
manda ¡La bondad del Señor no tiene límite, la bondad del Señor es infinita!
Una necesaria observación; los centros de reclusión y rehabilitación que se nombran
infernales, más que dispositivos atribuidos a la maldad del diablo resultan ser
dispositivos que operan bajo la tutela y al servicio de aquel o aquellos que se nombran
Dios o se nombran servidores de los fines de Dios. El infierno, tal como es mostrado, es
un lugar de recuperación del descacarrio, un lugar de “sanación” y “salvación” de
aquellos alejados de los fines de Dios. Parafraseando al filosofo Juan Gabriel “Dios es
bueno a la buena y a la mala es muy malo”. Se dice, a manera de advertencia, ¡No
provoques la ira del señor!
Del sometimiento que se dice espiritual y la pretensión loca de impedir las derivas
del deseo.
“Lo Otro es la vida, lo Uno no es vida, es muerte”
Yuri Kariakin: Una humanidad mortal.
La Institución católica no censura a los desdichados que saturados de goce se tiran a
matar de diversas formas porque vivir les resulta insoportable, o aquellos que se atascan
de goce para soportar el peso de su existencia y la existencia. La Institución católica no
censura el goce de la culpa, el goce del sufrimiento, de la resignación ante el malestar, o
el goce de la perdición, porque ni el goce de la culpa, ni el goce del sufrimiento, de la
resignación ante el malestar, ni el goce de los caídos en el lugar del desecho, le ofrecen
resistencia.
La Institución católica hace un llamado radical a no desear por fuera o más allá de los
límites impuestos en los bordes de lo que las instituciones determinan como lo deseable.
Esto es, el catolicismo llama a la obediencia ciega, a la obediencia sustentada en la fe de
que la obediencia será recompensada. Desobedecer, no afirmarse en los mandatos de la
obediencia ciega, implica renunciar a la recompensa de la vida eterna y al Goce eterno
de la contemplación de la pureza espiritual que se ofrece a cada uno de los bien portados
para después de su muerte.
La Institución católica llama a quienes coloca o se colocan en el lugar de súbditos a no
faltar al amo que coloca en el lugar del Padre; llama a cumplir el mandato del amo y a
aceptar de manera resignada la purificación que produce el sufrimiento de no desear
nada más allá que lo que el Padre-amo permite desear. El catolicismo llama al súbdito a
aceptar, sin protestar, el deseo del amo, deseo del Padre que se nombra eterno sin dar
lugar al deseo del hijo, Padre-amo que expulsa al hijo que realiza su deseo por el lado
del más allá del deseo del Padre.
Atreverse cada uno a vivir conforme a su deseo por el lado del más allá del deseo del
Padre, y atreverse cada uno a afirmar la singularidad de su existencia, es faltar al Padre
colocado en el lugar del amo, destituir al Padre-amo, apartarse del camino que el amo-
Padre manda, caer en el pecado de la tentación y atreverse a rechazar la completud que
ofrece el pasaje a la Vida eterna después de muerto.
Pero si decimos que la Institución católica llama a cada uno a no desear por el lado del
más allá del deseo del padre, habría que decir que lo que la institución apunta a someter
es aquello irreductible del deseo imposible de ser cedido al amo, esto es, aquello
irreductible que empuja a los sujetos a afirmar la singularidad de su existencia a través
de la creación que causa su deseo.
Se sabe que el deseo no es en el hijo sin el deseo del Padre, sin el Nombre del Padre,
pero también sabemos que a cada uno le es posible, toda vez que acepta la deuda de
pagar por ser, afirma su deseo por el lado del más allá del deseo del padre.
La persistencia irreductible del deseo hace imposible que el deseo pueda ser colmado,
imposible de cumplirse todo y también hace imposible la imposible captura del deseo.
El deseo que persiste en las derivas del deseo es aquello del deseo que la Institución
católica nombra mal, que el catolicismo mal-dice. El potencial persistente del deseo
imposible de ser sometido es aquello de lo Otro-no todo incapturable que la Iglesia
nombra diablo.
Eso Otro-no todo, también llamado diablo, impide que eso que se nombra mal sea
aniquilado.
Mientras persista lo Otro-no todo, que la Institución católica mal-dice, la obra de Dios
está suspendida, es decir, imposible de ser cumplida toda como superación o clausura
de la Historia terrenal no dicha toda, historia por ser y devenir.
El que es tentado por el diablo, lo Otro-no todo, sucumbe al mal, se dice, realiza la obra
del diablo.
Dios reinó, y por Él el Bien como Absoluto, hasta que el diablo, lo Otro-no todo, causó
la falta original que dio lugar vía la mujer a las tentaciones del maligno y, con ello, a lo
Otro-no todo de la posición femenina.
La llamada lucha contra la tentación y el argumento de liberar al mundo de lo Otro-no
todo y de las tentaciones que produce el llamado de lo diabólico, permitieron al
catolicismo recurrir a cualquier exceso, realizado en el nombre de Dios, para imponer
su poderío.
La escuela del fascismo, incluida la lección de las hogueras que dio lugar a los hornos
crematorios, fue la Institución católica.
Para que el bien logre ser restablecido como un principio absolutamente soberano es
necesario que quienes se rebelen, optando por aquello que se nombra mal, entreguen su
existencia a la Verdad del Bien. El mal sólo concluye con la redención del mal o el cese
de lo real y de lo Otro-no todo, esto es, con el dominio de la Verdad intemporal que
restablece la eternidad acósmica del triunfo del bien sobre el mal. El poema El
sublevado escrito por Baudelaire lo dice del siguiente modo:
Un Ángel furioso se lanza desde el cielo como un águila
agarra con fuerza al sublevado por la cabellera
y sacudiéndolo sentencia: “¡Aprenderás la regla!
(Yo soy tu Ángel bueno, ¿entiendes?) ¡Y lo quiero!
(…)
¡El Amor es de este modo! Sin enviciar tu alma,
aviva tu éxtasis en la gloria de Dios.
¡Es el placer de los encantos perdurables!”
Y el Ángel, que castiga con rigor a quien ama,
con sus grandiosos puños tortura al sublevado;
pero el insumiso sin cesar contesta:
“¡No quiero!”3
La eternidad acósmica llamada Paraíso da cuenta de un espacio mítico en el que sus
habitantes a los que nada falta se entregan al mandato de lo que debe ser y lo que deben
ser como el fin y la finalidad de su existencia. En el Paraíso se dice no hay lugar para la
muerte causada por la pérdida de completud ni para el devenir de lo Otro-no todo que
desmiente y cuestiona al Otro como completud.
A diferencia del espacio acósmico, el espacio cósmico, gestado por la pérdida de
completud, se caracteriza porque en él la certeza de la incompletud es constitutiva y la
experiencia que recrea posible. No es un espacio a/cavado sino abierto a la
temporalidad, un espacio que deviene, es histórico, es siendo y la apuesta a derivar a
través del amor como acto de creación, revelación e iluminación, metiendo el cuerpo, es
permanente.
En el espacio cósmico, lugar Otro-no todo, el ser es un proyecto que deviene ser siendo
a través de la apuesta que realiza su ser e “incendia” su “alma”; lo Otro es lo que es, lo
Otro-no todo devine de lo sido, de lo que viene siendo y lo que está por ser.
El poema de Vennberg Karl, Tienes que defender tu vida, lo dice del siguiente modo:
(…)
Allí donde se yerguen las visiones
sólo para caer chisporroteado,
allí donde se derrumban los caballos blancos
y los dolores te tienden trampas;
en lo más profundo del fuego
donde se ataja el susurrante vuelo
y donde muere el roano caído,
3Baudelaire Charles, El rebelde, en, Leyva José Ángel (compilador), “Poemas de ángeles caídos”,
colección poesía en el andén, Ed. ,Alforja,2006, México,pág,26 (fragmento).
en lo más profundo del fuego
tienes que defender tu vida.
Allí donde se ciñe la superficie del mar
como una mortaja de ceda
en torno a los rayos mortecinos de la luz del día,
entre rejas y urnas
donde el frío saca estrujándolos
el oído de tu oreja
la vista de tu ojo,
en lo más profundo del abismo
tienes que defender tu vida.
En lo más profundo del abismo
en lo más profundo del fuego.
Eres parte de las tinieblas
y de la flor otoñal de los mares,
eres parte del fuego y del roano
caído de la primavera,
pero hasta en la línea de la muerte
la exigencia es una
y una la elección:
tú mismo tinieblas, fuego y abismo,
tienes que defender tu vida
en el abismo, el fuego y las tinieblas
junto al dolor rezumante
del troco cortado
tienes que defender tu vida.4
Con la mujer que Lilith hizo ver algo que no era comenzó a ser
La mujer de la Creación descrita en el Génesis, en el momento en el que Dios creó al
Hombre, como hombre y mujer, no es Eva es Lilith. Eva aparece en un momento
secundario, luego de que, sin que se dé cuenta de los motivos que ausentaron a la mujer
que al hombre falta, Dios se percata de que el hombre está solo y de que necesita, sin
que el hombre al que la mujer le falta establezca la demanda, “una ayuda semejante al
él”. El texto dice: “Díjose Yahveh Dios: No es bueno que el hombre esté sólo; haréle
una ayuda semejante a él” 5
“Lilith, cuenta la leyenda, fue la primera mujer de Adán. A su belleza
incomparablemente superior a la de Eva, se sumaba el hecho de haber sido creada
absolutamente como un ser igual a Adán: de tierra. Ese rasgo de igualdad, motivo de su
separación y huída, la lleva a no aceptar la relación amorosa en una única posición (y al
servicio de un fin específico). Cuando solicita a su compañero invertir las posiciones en
la cópula, Lilith va más allá de lo previsto por su creador. Lilith deberá aceptar su lugar
subordinado, copular con su hombre desde abajo, nunca encima de él. Pero Lilith no
acepta la imposición de mirar siempre desde un mismo lugar y hacia un mismo lugar, de
mirar sólo hacia arriba, por eso pasa al acto que realiza su deseo; sabe que su lugar está
en otra parte, que la otra cara del paraíso la espera y, sobre todo, se sabe poderosa: Dios
mismo, al crearla, le ha otorgado ese poder al rebelarle su nombre. Entonces ella
4Vennberg Karl, Tienes que defender tu vida; en Ángel José Leyva (compilador) “Poemas de ángeles
caídos”, colección poesía en el andén, Ed. Alforja, 2006, México, pág. 40‐41 (fragmento). 5 Biblia, Bober José, Cantera Burgos Francisco, versión critica sobre los textos hebreo y griego, Biblioteca de autores cristianos Madrid,1961. pág.31
pronuncia el nombre inefable y con ello libera al mundo de las ataduras (límites) del
conocimiento y la imaginación, pone punto final a la inocencia.”6
Con Lilith se establece una ya vieja tradición occidental que consiste en hacer callar o
en hacer imposible, cuando no impensable, la insistencia de un goce Otro que Lacan
intentó captar mediante la noción de un goce Otro “no-todo”. Este goce Otro-no todo
femenino, no pulsa la demanda de tenerlo todo que produce la ilusión de que es posible
borrar la falta, goce todo, goce del amo, goce fálico que en cada uno y cada una no cesa
de insistir, este goce otro “no todo” de la posición mujer sostiene la deriva pulsada por
la falta que engendra la creación. La expresión “más allá del padre” confirma la
presencia en ausencia de una otra dimensión de posibilidad inacabada, que no cesa de
insistir y persistir, otra dimensión por la que cada sujeto, que asume el costo del llamado
a ser, confirma el devenir de su deseo imposible de ser colmado y la imposibilidad
radical de ser sin falta.
Dios-bien-hombre; demonio-mal-mujer
Para los enemigos de lo que se nombra el mal el hombre es obra de Dios y portador del
bien engendrador de la razón; la razón, luz de Dios, es tenida como garante del bien y
del triunfo del bien sobre el mal. La mujer es equiparada al demonio y el demonio a lo
que engendra el mal; la mujer, se dice, es enemiga de la razón: la esclaviza, la pierde, la
borra, la niega, la pervierte, la hace caer. Por ello, para que la obra del hombre portador
de la razón pueda ser realizada, el mal, la mujer, y todo aquello que cuestiona la
soberanía de la razón, han de ser sometido y controlado.
Al afirmar la singularidad de su existencia y decidir vivir conforme a su deseo la mujer
establece el mundo cósmico, esto es, produce la gesta de este mundo en el que cada uno
por doquier que el goce-Otro-no todo, más allá, le insista, persista en escribir su nombre
propio y en vivir conforme a su deseo.
Lilith abierta y expresamente se autoexilia, toma su propio camino; elije el Otro lado de
la creación; el exilio como caída; no la luminosidad del Edén, sino el camino que se
nombra mal, el Otro-no todo, el mundo cósmico. La mujer decide realizar la historia
incluyendo el cuerpo y asumir el precio de su pagar por ser.
6 Cohen Esther; La palabra inconclusa: Ensayos sobre cábala, México, Ed. Taurus, 1994, pág. 97
Vivir cuesta, cuando no la muerte o el destierro a las islas de la segregación, la dignidad
del autoexilio que resguarda el goce Otro-no todo, de la posición mujer, de la
aniquilación diagnosticada en nombre de Dios, la Ley, la Ciencia, el Bien, la Salud, la
Normalidad, la Heterosexualidad, la Falocidad, la Revolución, la Economía de
Mercado, la preservación del Patriarcado o cualquier otro imperativo incluyendo el
Feminismo de la tenencia fálica y el Otro todo del goce fálico.
“El goce Otro no se designa en el género femenino. El goce Otro es ese goce que
disiente del goce fálico, que está más allá de él. Es un goce que atañe al no-todo de la
universalidad del goce fálico. Se trata de los llamados hombres o las llamadas mujeres,
el goce Otro es heterogéneo a ambos sexos. Es un goce Otro en relación con el fálico
universalista.”7
De un goce Otro- no todo de la posición mujer
El maligno Otro no todo más allá, tenido como aquello que retorna causado por la
ausencia radical del Paraíso perdido, no cesa de insistir a través del llamado Otro-no
todo del goce femenino; irse al cielo, prenderse, elevarse, venirse, extasiarse, son
algunas de las expresiones que intentan decirlo.
“El deseo, se sabe, se vincula con la ley. Sólo se desea lo prohibido. La ley es en su
naturaleza de orden simbólico, es decir, atañe al significante y al lenguaje. El goce se
especifica en otro orden, en el de lo real. El goce tiene que ver con ese objeto que se
pierde en tanto irrecuperable por la significación significante. El goce operado en el
extravío del objeto, tiene que ver con la perdida experimentada en lo real. Más radical:
el goce es la erotización de la pérdida. Caída que insiste una y otra vez.”8
Un goce Otro-no todo, goce que arroba, que pone fuera de sí, goce que eleva, goce que
extasía, goce místico, goce de los sentidos, goce erótico, goce sensual, goce del
cuerpo… única posibilidad real de hacer “decir-saber-sentir” de ese Otro-no todo, más
allá, que embriaga hasta engendrar estrellas danzarinas.
7Morales Helí, Otra historia de la sexualidad: ensayos psicoanalíticos, Ed., Palabras al vuelo y Ediciones
de la noche, México, 2012, pág. 114 8 Ibid, pág. 31
Un goce Otro-no todo, más allá, que la rigurosa y sistematizada teorización científica,
legal y religiosa, que indaga, calcula, pesa, mide, encuadra, delimita, inspecciona, para
someter y controlar, no pueden saber, ni calcular, ni controlar, ni someter.
Este Otro goce, goce Otro-no todo, esta otra manera de gozar de la posición mujer, este
llamado del goce Otro-no todo femenino, no cesa de insistir y retornar, más allá y por
fuera del sistema de significaciones legal, religiosa y científicamente establecido, y a su
vez, legal, religiosa y científicamente perfeccionado.
Ante este Otro-no todo, toda posibilidad de hacer saber para controlar, someter sus
cantidades o prevenir sus rutas, adelgazan hasta desaparecer. Dice Helí Morales:
“El Otro, en la obra de Lacan, aparece de distintas maneras y con diversas funciones:
como territorio de la verdad, el espacio de la palabra, el tesoro de significantes, el
espacio de la ley; como el lugar del inconsciente. En todos estos casos estamos ante
funciones enmarcadas dentro del orden simbólico. En el goce Otro, el no-saber y el
éxtasis, estamos en otro país. El país de Otro-no todo. Esto tiene repercusiones en el
campo doctrinal, político y social. La inclusión del goce Otro atenta contra el concepto
mismo del Otro en el campo del lenguaje. Con ello el goce que atañe a la posición mujer
de los seres hablantes agujera el logos. Lo radical estriba en que la ley simbólica, la
cinética significante y la verdad del Otro, en tanto red del lenguaje, se muestran
abrumados, fallidos e incompletos ante la posibilidad de definir este Otro goce. Sí, el
Otro por fin cuestionado.”9
Del llamado del diablo
El diablo, aquello que se nombra diablo, sabemos, mitológicamente, causó la falta,
gestó lo Otro-no todo, más allá, del Paraíso de la Completud; el diablo, espíritu del mal,
el Otro del Espíritu Santo, es la encarnación, metafóricamente hablando, de la falta que
falta a la Verdad de Dios; el diablo es el portador de lo Otro-no todo, más allá, presente
y ausente, imposible de ser nombrado; goce Otro, Otro-no todo, que hace de toda
apuesta a retornar a lo Uno un acto fallido.
El diablo es lo que retorna, lo que no cesa de insistir; lo diabólico lo que tienta y hace
arder, lo que llama el llamado a ofrecerse caído en tentación y elevación; el diablo da
9Ibid, pág. 93
lugar a las revelaciones, a las iluminaciones, a los destellos, a las trascendencias de la
carne y de lo corporal, a las causas y los causes del cuerpo y el amor en acto.
El diablo es la causa de eso Otro-no todo, más allá, que da lugar al cuerpo y a la “cosas”
que transcurren e insisten en lo real que se dice de la carne y de lo corporal.
Si el deseo llamado el diablo y la sexualidad llamada diabólica, son repudiados por el
amo colocado en el lugar de Dios, es porque el diablo y lo diabólico incendian el
llamado que nos llama a hacer arder la ley de lo Otro-no todo, más allá, de la
segregación que excluye y castra, y pretende hacer del cuerpo una maquina al ser-vicio
de la producción de hijos y de capital.
Los llamados del diablo y lo diabólico atizan en cada uno a hacer arder la ley del goce
Otro-no todo de la posición mujer, más allá, por el lado de los inacabados territorios a
inventarse y reinventarse siempre, y siempre en acto, de las derivas del placer del acto
amoroso del acto creador y recreador.
El psicoanálisis es uno de los territorios donde el diablo y lo diabólico, en sus causas y
causes, encuentran la manera de hacerse decir. Tal que se podría sostener que en el
fondo uno va a análisis a hacerse saber del propio diablo y del propio universo
diabólico.
Si el diablo tuviera infiernos seria para aquellos que una vez que fueron tentados por lo
diabólico acuden a pedir perdón a Dios; para aquellos tentados por el diablo que hacen
cola en la fila del arrepentimiento para volver a caer en tentación; el infierno seria para
los reculeros que, como dice Helí Morales, reculan ante a su deseo, para los que de cara
frente a la elección que implica su deseo deciden estar bien con Dios y con el diablo,
para los que dicen que sí pero dicen que no, para los que pretenden esconder lo que
salta a la vista, para los que se instalan en la doble moral; en síntesis, para los que
temen ser arrojados al infierno por, miren que palabra, faltar a Dios.
A manera de cierre
En el Seminario El sinthome, Lacan dice:
“Aquí esta. Todo lo que les cuento es apenas razonable. Por eso está plagado de riesgos
de equivocarse, como toda la historia lo prueba. Nunca se hizo otra cosa. Si corro los
mismos riesgos, es más bien porque pretendo prepararlos para algo distinto que podría
decirles, intentando hacer una folisofia, si puedo decir así, menos siniestra que el libro
llamado de La Sabiduría, en la Biblia, aunque después de todo es lo que mejor se puede
hacer para fundar la sabiduría sobre la falta, que es la única fundación posible.
Verdaderamente, no está nada mal, es imperdible. Vuelvo a recomendarles su lectura,
que es sobria y del mejor tono.
Los católicos no suelen realizar esta lectura. Puede decirse incluso que el catolicismo ha
consistido durante siglos en impedir a sus seguidores leer la Biblia.
¿Llegaré a comunicarles –haría falta que no sea solamente un sueño- lo que se llamaría
un fragmento de real- en el sentido propio de la palabra fragmento, que hace poco
aclaré?
Por ahora, puede decirse que Freud mismo no hizo más que lo razonable, y que esto me
quita toda esperanza. No es sin embargo una razón, no para que lo espere, sino para que
lo haga realmente un día.
Ya es suficiente por hoy. Hay que reír de tiempo en tiempo.”10
10Jacques Lacan, Seminario 23: El sinthome, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2006, pág.126.
Bibliografía complementaria
Butler Yeats, Ideas sobre el bien y el mal, Ed, La fontana Mayor, colección crítica
literaria, 1975, España.
Freud, S. (1912). Tótem y Tabú. Ed. Amorrortu: O.C., Tomo XIII, 1976, Buenos Aires.
Lacan Jacques, Seminario 18, De un discurso que no fuera del semblante, Ed. Paidos
2009. Buenos Aires
Lacan, J. Seminario 20. Aun. Ed.Coedición Ateneo de Caracas-Paidos, 1981, Buenos
Aires.
Morales Helí, Otra historia de la sexualidad, ensayos psicoanalíticos, Ed., Palabras en
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