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La Tardía Antigüedad
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Diego RODRÍGUEZ-PEÑA SAINZ DE LA MAZA – G. 210 – HISTORIA DEL ARTE MEDIEVAL
LA TARDÍA ANTIGÜEDAD
1. LA HERENCIA ROMANA
Hacia comienzos del siglo V, la extensión
del Imperio Romano y de su influencia es
enorme. El panorama mediterráneo está muy
urbanizado. El punto de partida del arte
tardoantiguo es este momento, a medio camino
entre la romanidad clásica y el pleno medioevo.
Los primeros momentos son muy difíciles y
complejos, a causa del despoblamiento de las
ciudades, a la desarticulación de los talleres de
artesanía… todo ello provocado por la decadencia del Imperio. La tradición romana sólo se
mantiene en lugares muy puntuales (el llamado arte subantiguo), en muchos de los cuales se
establece más adelante una corte. Todo esto permite un cierto resurgimiento.
1.1. LOS OPUS
Entre otras cosas, de los romanos se heredan las técnicas de aparejo, u opus (“obra” en
latín). Hay obras merovingias y visigodas que mantienen esta herencia romana, como San
Pedro de la Nave, en donde los sillares están unidos no con argamasa, sino con grapas de
madera. Los romanos trabajan fundamentalmente con el ladrillo, y en función de su
disposición en el muro se distinguen diferentes opus: opus incertum, mixtum, quadratum,
reticulatum… Estas técnicas perduran en algunos lugares del Mediterráneo.
1.2. EL PANTEÓN DE AGRIPA
El Panteón de Agripa data del siglo I a.C.,
aunque fue ampliado en el II d.C. Tiene un enorme
valor simbólico, al ser la morada de todos los dioses,
y por ello el círculo y la esfera se repiten
constantemente entre sus formas. La parte
delantera presenta un pórtico adelantado con un
orden de columnas y un frontón triangular.
La planta del edificio es circular y
centralizada, de modo que crea un espacio unitario.
Es una construcción en la que todo está medido con
gran precisión, y en la que se hace claramente
patente un enorme cuidado estético: tanto el
diámetro de la planta como la altura de ésta en su
Diego RODRÍGUEZ-PEÑA SAINZ DE LA MAZA – G. 210 – HISTORIA DEL ARTE MEDIEVAL
centro (donde el óculo) son de 43,20 metros, exactamente la misma, lo que genera una esfera
perfecta en el interior del edificio. Además, anexos al muro se alternan nichos rectangulares y
semicirculares.
La técnica gracias a la que es posible que este edificio siga en pie se basa en los
constantes arcos de descarga que cubren otros arquillos. Hay por tanto una preocupación por
dar ligereza a la cúpula, y un progresivo adelgazamiento de la plementería conforme se
acerca al óculo.
1.3. TERMAS Y ARQUITECTURA DE OCIO
En la termas de Diocleciano se ve una
perfecta planificación por zonas y funciones, y
todo ello con una arquitectura monumental,
pero adaptada. Hoy en día, estas termas son la
basílica de Nuestra Señora de los Ángeles,
obra de Miguel Ángel.
Las termas son los edificios más
importantes de la ciudad romana. Se hallan
normalmente en las calles principales. Estos
grandes conjuntos de baños son también un
lugar de reunión y de recreo para la sociedad
romana. Están generalmente integradas por un
recinto exterior que puede contar con jardines y un cuerpo construido que alberga
departamentos para baños calientes (caldarium), templados (tepidarium) y fríos (frigidarium).
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En torno a estos se desarrollan otras estancias, como los vestuarios (apodyterium), las
palestras, destinadas a la práctica de deportes y gimnasios para el entrenamiento físico.
En las termas se utiliza generalmente el sistema abovedado con todos sus elementos:
arcos, bóvedas y cúpulas. Como en ocasiones ocupan grandes extensiones, a veces no se
hallan en el interior, sino en las afueras de la ciudad. Este es el caso de las termas de Trajano,
Caracalla o Diocleciano en Roma.
1.4. DOMUS ROMANAS
Las domus o casas
romanas de la clase
acomodada, edificio
fundamental de la ciudad
romana, también dejan su
legado a los siglos siguientes.
La fachada que da a la calle
suele albergar tiendas. A la
domus se accede por un vestibulum que da paso a un patio o atrium, en cuyo centro hay un
receptáculo para la recogida de aguas, el impluvium. El compluvium era la parte del tejado a
dos aguas que permitía el deslizamiento de las mismas hasta el impluvium. Al fondo, se
encuentra la sala de estar o tablinium, y una parte privada formada por un patio con columnas
o peristilum y un triclinum o comedor y sala de fiestas.
1.5. URBANISMO
Pocas ciudades medievales se hacen de
nueva planta; la mayoría muestran una clara
herencia del urbanismo romano, especialmente
visible en la disposición en retícula con dos
calles principales que se cruzan en el centro en
ángulo recto (el cardo y el decumano), pero
también en las murallas, etc. las ciudades
romanas se hacían la mayoría de las veces a
partir de un campamento militar. En el cruce
entre cardo y decumano se sitúa el foro o plaza
pública, núcleo de la ciudad en el que se levantan los principales edificios políticos, religiosos
y comerciales. En las cuatro zonas resultantes del cruce de las dos calles se situaban las
viviendas de los ciudadanos. Finalmente, en las afueras, se disponían los edificios destinados a
los espectáculos, para que la gran afluencia de público no perturbase la vida urbana.
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1.6. LA IMAGEN
La imagen siempre ha sido un soporte
ideal para mostrar el poder de los
gobernantes. Una de las fórmulas más exitosas
de la iconografía áulica o mayestática es la
llamada representación ecuestre. Una de las
más logradas que ha pervivido hasta nuestros
días es la efigie de Marco Aurelio. En ella, el
líder aparece como jefe supremo de los
ejércitos, en una posición elevada puesta que
está a caballo, idealizado incluso.
Muchas de estas imágenes ecuestres
provenientes del mundo romano se pierden
durante los inicios del periodo medieval debido
a la dominatio memoriae, a la destrucción de
imágenes paganas. El caso de Marco Aurelio es
diferente, ya que se salvó al ser confundido con
una efigie de Constantino. Imágenes como esta
sirven luego de inspiración para monarcas posteriores, como Carlomagno, Teodorico
(mosaicos en Rávena) o Justiniano (imágenes de Constantinopla).
1.7. LA TÉCNICA DE LA PINTURA AL FRESCO
Los estudios de la técnica al fresco han sido posibles gracias a las ciudades de Pompeya
y Herculano, donde se conservaron prácticamente intactas. La técnica se mantiene en algunos
lugares durante los inicios de la Edad Media: la capilla palatina de Alfonso II de Asturias
(Santullano); en la arquitectura carolingia… en general, en los lugares más romanizados.
Destaca también la
iconografía de la arquitectura,
esto es, la representación de
perspectivas fingidas a través de
la arquitectura (que
posteriormente será retomada
en el Renacimiento). Finalmente,
la calidad de los frescos
romanos es muy alta: los
detalles, la luz, las
transparencias… todo ello da fe
de un cuidado y una técnica
exquisitos.
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1.8. EL PALACIO DE DIOCLECIANO EN SPALATO
El Palacio que se construyó Diocleciano en Spalato
(actual Split, Croacia), en torno al año 300, está perfectamente
fortificado, con murallas y bastiones. Se parecía el doble eje
cardo-decumano, además de un mausoleo, un panteón de
planta centralizada octogonal.
Destaca el trabajo en las fachadas palatinas y las técnicas
de las bóvedas (que inspirarán el palacio de Teodorico en
Rávena). El palacio se convierte en ciudad durante la Edad
Media, pero en la imagen aún se aprecia la herencia romana.
1.9. LA BASÍLICA DE MAJENCIO
La Basílica de Majencio (Roma), Basílica Nova o Basílica de Constantino tiene una doble
importancia. Por un lado, simbólica: al ser una basílica romana, es un edificio administrativo y
comercial sin finalidad religiosa. Constantino, tras la batalla de Ponte Milvio, en 312, la
reconvierte en basílica cristiana, realizando cambios en su interior. Esto testimonia que los
cristianos toman prestadas de la cultura romana gran número de cosas, especialmente los
edificios. En efecto, la planta romana basilical se adapta a la planta en cruz.
En el caso de la Basílica de Majencio,
destaca la nave central, cubierta por bóvedas de
arista (intersección de dos bóvedas de cañón).
Estas bóvedas están sujetas gracias a la original
cubierta de las naves laterales: bóvedas de
cañón dispuestas en sentido transversal para
fajar (contener) mejor el edificio. Además, los
arcos de la parte superior lateral recuerdan a los
arbotantes del gótico.
2. EL ARTE DE LOS PRIMEROS CRISITANOS (S. IV-V)
2.1. LOS PRIMEROS RESTOS: DURA EUROPOS
La huella más antigua de un edificio claramente
cristiano se halla en Dura Europos, a orillas del río
Éufrates. En ella destacan dos edificios: una sinagoga
del 256 d.C. y una domus ecclesiae, una “casa de la
comunidad”, del siglo II d.C.
Allí son visibles los primeros elementos que
hablan de unas necesidades especiales para los
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cristianos. Dispone de una estancia rectangular donde se reúnen los fieles y de otra estancia
con una fuente en uno de los muros, encuadrada por un templete (esquina noroeste): se trata
de un baptisterio.
Además, se conservan elementos de iconografía cristiana: un Buen Pastor (un hombre
con un cordero al hombro), tomado por los cristianos de la iconografía clásica del moscóforo,
al que imbuyen de un sentido religioso. También se ven una barca con personajes y un
hombre andando sobre las aguas. Todo esto testifica que desde el siglo II d.C. ya hay un
interés por los argumentos y la iconografía cristianos.
2.2. JERUSALÉN
La ciudad de Jerusalén está estrechamente relacionada con las figuras de Constantino y
de su madre Santa Elena. De hecho, es el propio Constantino quien permite el desarrollo del
cristianismo (Edicto de Milán en el 313), y su madre la que le aporta un empujón definitivo
mediante la búsqueda de los santos lugares. Se desarrollan así distintos tipos de edificaciones
religiosas, según su función: las basílicas para el culto y la reunión de los fieles; las martyria
para la veneración de las reliquias; los baptisterios para la celebración del sacramento del
bautizo y los mausoleos para el enterramiento de los personajes importantes.
2.2.1. SAN JORGE DE MADABA
San Jorge de Madaba, en Jordania,
destaca por su gran mosaico del suelo. Data de
finales del siglo V y comienzos del VI, y su
interés radica en que es una representación de
la ciudad de Jerusalén. En él se aprecian las
murallas y la vía sacra en el centro, que parte la
ciudad en dos mitades. También se ve, boca
abajo, el Santo Sepulcro, de cuerpo basilical y
con techumbre a dos aguas, y rematado en la parte trasera por una gran cúpula dorada.
2.2.2. EL SANTO SEPULCRO
Desde el siglo I d.C. ya se tiene constancia de que Cristo es crucificado y enterrado en el
monte Gólgota, y que poco tiempo después el lugar empieza a adquirir un renombre y
numerosos cristianos se desplazan hasta allí para venerarlo. El emperador Adriano decide
construir una colonia y unos templos dedicados a los dioses romanos (la colonia Aelia
Capitolina) sobre el mismo lugar, para tratar de acabar con la fama del Gólgota.
Poco después, alrededor del 320, tras el supuesto hallazgo de la Vera Cruz por Santa
Elena, se comienza a construir el Santo Sepulcro. Eusebio de Cesarea, el cronista de
Constantino, realiza una descripción perfecta del edificio en el siglo IV, y lo designa como
martyrium, a pesar de que es una basílica. El conjunto cuenta entonces con una basílica de
cinco naves, lugar de rezo; y de una rotonda, un edificio circular cubierto por una cúpula
dorada: la anástasis, un relicario arquitectónico. Ésta última está directamente construida
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sobre el sepulcro de Cristo, y para su interior se reutilizan las columnas de la colonia Aelia
Capitolina.
El Santo Sepulcro sufre numerosas restauraciones y destrucciones: es restaurado en el
siglo VII, destruido en el siglo X, reconstruido en el XI por los bizantinos y de nuevo rehecho en
el XII por los cruzados… pero siempre se preserva la rotonda de la anástasis.
La cúpula es fundamental, ya que siempre aparece en las representaciones del Santo
Sepulcro; es una imagen sumamente importante. De hecho se imita esta forma en todos los
lugares santos, como por ejemplo en la Basílica de la Natividad en Belén, de planta basilical
que cuenta con un cuerpo de naves para el rezo de los fieles, y con un martyrium de planta
circular, construida sobre los restos del pesebre en el que se dice que nación Cristo.
Otro objeto que es venerado es la columna donde supuestamente San Simeón Estilita
(de stylé, “columna” en griego) pasó 37 años de su vida. Se preserva esta columna y se
construye en su entorno un edificio de planta centralizada y forma de cruz griega. Este es sólo
un ejemplo de como poco a poco se multiplican las edificaciones en los lugares de los
martyriae o donde hay reliquias…
2.3. ROMA
En Roma se encuentran desde muy temprana edad los
llamados tituli, casas en las que se reúnen los cristianos.
Tituli hace referencia al título con el nombre del propietario
de la vivienda que se encuentra a la entrada de ésta. Son
casas romanas de varias plantas: la de abajo se utiliza como
lugar de reunión, mientras que las superiores de vivienda.
Estos tituli son los gérmenes de las iglesias posteriores.
Por otra parte, las grandes basílicas paleocristianas,
principales edificios de reunión de los fieles, tienen la
finalidad de alojar al mayor número posible de personas. Se
accede a ellas por un patio o atrio porticado con una fuente
en su centro. A continuación, se encuentra el nártex, el lugar
donde se congregan los catecúmenos (no bautizados). El
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cuerpo central, solo accesible a los bautizados, suele contar con entre 3 y 5 naves divididas
por columnas y arquerías. La nave central siempre es de mayor altura y anchura. Al final de
éstas se encuentra el transepto, espacio largo y estrecho que se cruza perpendicularmente,
creando una separación entre las naves y la parte sagrada. Este lugar sacro es la cabecera o
ábside. Tiene forma semicircular y está elevado con respecto al nivel del suelo. En el centro
del altar se ubica el altar o ara, que se destaca con la colocación de un baldaquino. Éste
disponía de unas cortinas en algunos casos que se cerraban en el momento de la iconostasis.
2.3.1. SAN JUAN DE LETRÁN
San Juan de Letrán (un palacio de la antigua familia Laterani) es una basílica que data
del 315-319, y que se edificó con donaciones del propio Constantino. Cuenta además con un
baptisterio también del siglo IV de planta centralizada y perfil octogonal. Se conserva poco
hoy en día debido a las reformas (fue totalmente reconstruida en el siglo XVII), aunque
sabemos mucho gracias a las pinturas que muestran cómo era en el pasado.
2.3.2. SAN PEDRO DEL VATICANO
En San Pedro del Vaticano se superponen cuatro estructuras: la necrópolis Vaticana,
las Grutas Vaticanas, la Basílica constantiniana del siglo IV y la Basílica renacentista. El actual
baldaquino de Bernini se erige a plomo sobre la Necrópolis. Antes incluso de la necrópolis, allí
se emplaza el Circo de Nerón. Más adelante, en una de las laderas, se crea esta necrópolis y,
supuestamente, en el siglo I se entierra allí a San Pedro, de ahí todas las edificaciones que se
han ido superponiendo con el paso de los siglos.
En primer lugar se edifica una basílica en tiempos de Constantino. Cuenta con un atrio a
los pies y con una fuente en su centro; en los pies hay una nave transversal, el nártex,
destinada a los catecúmenos (los no bautizados); con un cuerpo de cinco naves longitudinales
de diferentes alturas, con una cubierta de madera; un transepto acusado y un techo a dos
aguas.
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Se sabe cómo era originalmente gracias nuevamente a los dibujos que de ella se han
realizado, como los de Tiberio Alfarno, del siglo XVI. También quedan reproducciones del
interior, que estaba adornado con ciclos cristológicos. En el Renacimiento se emprendió la
tarea de transformar la Basílica en una mucho más esplendorosa y de mayor tamaño, puesto
que era la basílica más importante de toda la cristiandad.
Bajo el altar mayor se encentra originalmente una cripta circular para facilitar la
circulación de peregrinos; y bajo esta, una necrópolis pagana que cuenta con diferentes
mausoleos para familias romanas en torno a una avenida.
Una de estas tumbas se ubica en el lugar conocido como “Campo P”, y se supone que es
la tumba de Pedro. Se encuentra en un pequeño altar de dos columnas, el “trofeo de Gaio”,
pues es en los escritos de un tal Gaio donde se habla por primera vez de este lugar. En la
necrópolis está enterrada gente de muy diversas creencias (Dionisio, Egipcios…), e incluso en
algunas hay mosaicos en donde empieza a haber imágenes que se vinculan con la figura de
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Cristo (personaje con un nimbo y del que emana luz), o con la de Jonás sobre la ballena. El
campo P se encuentra a plomo sobre el altar, y es la creencia de que allí está enterrado Pedro
la que genera todas las construcciones posteriores.
Algo parecido ocurre en la basílica de San Pablo Extramuros, de dimensiones colosales,
de la que sabemos cómo era gracias a un grabado de 1750 realizado por Piranesi, ya que en
1823 sufre un incendio que la destruye completamente.
2.3.3. EL MAUSOLEO DE SANTA CONSTANZA
El mausoleo de Santa Constanza,
posiblemente la tumba de Constantina,
la hija de Constantino, es del siglo IV. Es
de planta centralizada circular, y en el
interior cuenta con órdenes de columnas
(reutilizadas) y con arcos de medio
punto. Destacan sus mosaicos de
motivos vegetales (vides), propios tanto
de la cultura clásica como de la cristiana,
al igual que los putti o angelotes.
También hay una representación del
busto de una mujer, posiblemente
Constantina; y dos temas cristianos: una
representación de la figura de Cristo de
pie y otra sentado, ambas con nimbo.
2.4. LAS CATACUMBAS
Contrariamente a lo que se suele creer, las
catacumbas no son el lugar de reunión de los primeros
cristianos (salvo en tiempos de persecución), sino que se
trata de lugares de enterramiento. Al ser subterráneas,
suelen estar edificadas en terrenos volcánicos, aquellos
que permiten ser horadados sin riesgo de derrumbe.
Encontramos por tanto las principales catacumbas en las
afueras de Roma, en Nápoles y en Sicilia. Están muy
bien conservadas, y esto se debe a que a partir del siglo
V los cristianos ya pueden enterrarse “normalmente”, y
caen por tanto en el olvido, hasta su redescubrimiento
en el siglo XVI. Muchas veces, las catacumbas están
asociadas a lugares de culto en superficie, y cuentan con
hasta 4 o 5 niveles subterráneos, que siguen una
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retícula laberíntica. A ellas se accede por una rampa estrecha y descendente (el catabaticum)
que desembocan en los ambulacrum o galerías.
En las Catacumbas de San Calixto, en Roma, se hace patente cómo la estrechez de los
túneles hace necesario horadar las paredes, para la creación de nichos o loculi. Allí se
depositan los cuerpos envueltos en lonas y cubiertos por losas o tabulae. Si el espacio es más
amplio, se habla de cubiculi. Su principal función es la de enterramiento, pero a veces también
sirven como lugar de reunión. En concreto, algunos cubiculi de San Calixto muestran arcos de
medio punto y bóvedas de cañón, al igual que lucillos cubiertos por arcosolios (arco solium)
funerarios. En las paredes se aprecia un programa iconográfico cristiano. También hay algunos
loculi con asientos, o cátedras. En las pinturas resulta curioso ver alguna de las
representaciones del fossor, la persona que cuida de las catacumbas, perteneciente a los
collegia funeraria, negocios llevados por los paganos romanos que ejercían en tanto que
sepultureros.
Así pues, en el interior se hace patente el
especial interés por decorar los muros con
iconografía. La técnica es muy sencilla: sobre un
fondo blanco o lechada se pintan sombreados o
siluetas en tonos rojos o negros. A veces, pero
muy raramente, alguna sala está decorada con
mosaicos (debido a que eran muy caros). Los
temas, que empiezan a definirse a partir del siglo
II, son representaciones genéricas del
cristianismo. Son temas del Antiguo y del Nuevo
Testamentos, y dan fe de un interés por
establecer un paralelismo entre el mundo
clásico pagano y el cristiano (fomentado por los
textos de los padres de la Iglesia). Así, se
observan numerosas reconversiones, como la
del moscóforo en un Buen Pastor. El primer
cristianismo está impregnado de la tradición
judía, que prohíbe la representación de
imágenes, por lo que su iconografía suele ser críptica y simbólica: el crismón, el Agnus Dei, el
pez, los panes, el Buen Pastor, el ancla…
De manera sistemática, además, se reproducen unos pocos temas, ya que son los que
mejor sirven para la difusión del dogma: Jonás y la ballena, el Arca de Noé, Daniel en el foso
de los leones, Adán y Eva, el Sacrificio de Isaac, la Escala de Jacob… Son éstas representaciones
muy simples, que muchas veces no se corresponden con las fuentes. Además, a veces también
aparece la temática clásica o pagana, e incluso la judía. Es el caso de la Catacumba Domitilia,
en una de cuyas paredes aparece una pintura que muestra a Orfeo de regreso al Hades (siglo
III).
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Hacia finales del siglo IV y
comienzos del siglo V, empiezan a surgir
nuevas temáticas, casi todas
provenientes del Nuevo Testamento,
mucho más complejas. Así, en las
Catacumbas de los Santos Pedro y
Marcelino aparece Cristo entre Pedro y
Pablo, y al lado, un Agnus Dei. En el
Coementerium Maius se ve a una
Virgen orante con un niño, que datan
del siglo IV. Junto a ellos, hay dibujado un crismón, el símbolo de Cristo, anagrama que reúne
las letras griegas X y P, y que tiene su origen en el célebre Sueño de Constantino en la víspera
de la Batalla de Ponte Milivio. La Virgen aparece con los brazos levantados y las palmas
abiertas, y con el niño en el pecho. Este tipo de vírgenes son mucho tiempo después
representadas aún en Constantinopla, bajo la forma de icono.
Las Catacumbas de la Vía Latina son muy jóvenes, ya que datan del silgo IV, y albergan
estancias destinadas a cultos diferentes. Son interesante por una imagen de Cristo entre los
discípulos, que también puede interpretarse como un filósofo impartiendo una clase de
anatomía. Ésta es un claro ejemplo de la ambivalencia de las figuras representadas.
Los temas del Nuevo Testamento
muestran o bien la vida pública de Cristo, en los
que aparece entonces como un joven imberbe;
o por el contrario, la Pasión, en la que ya está
barbado. Hasta en el propio personaje de Cristo
está presente esa diferente iconografía. Otro
ejemplo es el del moscóforo. Muchos de ellos
no tienen ningún atributo que indique que se
trata de Cristo, aunque se los relaciona con él
(ejemplo del Cristo de las Termas, figura
totalmente clásica).
2.5. SARCÓFAGOS
Ya en la época romana
existe una necesidad de
enterrarse en sarcófagos
perfectamente tallados y
decorados. Los cristianos
heredan esta costumbre, y así,
a finales del siglo II,
encontramos el Sarcófago de
Aurelio. En él, aparecen
diversas escenas bíblicas: un Buen Pastor, la Epifanía, Daniel y los leones, Adán y Eva, la
curación del ciego…
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Otro ejemplo es el del Sarcófago de Junio Basso, cónsul romano que se convierte al
cristianismo y se hace enterrar como tal. El sarcófago se realiza en 359, como indica la
inscripción de la parte superior, y muestra una iconografía claramente cristiana. Cuenta con
dos registros divididos en diferentes escenas, gracias a una muy cuidada arquitectura de
columnas con fustes totalmente tallados. Todas las representaciones están en altorrelieve, lo
que genera una gran sensación de relieve y de claroscuros.
La parte superior muestra un entablamento corrido (techumbre plana), mientras que en
la inferior se alternan arcos rebajados y mitrados. Además, en el espacio entre los arcos (las
enjutas) hay una decoración de pequeños animales. Las columnas, perfectamente
proporcionadas, tienen un canon, cuentan con basa, fuste y capitel. Las testas están
totalmente decoradas.
En cuanto a la iconografía, vemos a Daniel entre los leones, la entrada de Cristo en
Jerusalén, a Adán y Eva, una representación de Cristo imberbe sobre el caelus romano
(iconografía clásica), un lavatorio, y diferentes prendimientos. Este sarcófago es el máximo
exponente en cuento a técnica y calidad.
A partir del siglo IV, empiezan a aparecer los temas de la Pasión. Es el caso del Sarcófago
de la Pasión nº164, en el museo de Letrán, en el que aparece, entre otras escenas, un crismón
inscrito en un laurel romano, símbolo de poder y prestigio. Las escenas de la Biblia no sólo
están presentes en los sarcófagos, sino que también se hallan en otros lugares, como en las
puertas de madera de Santa Sabina, en Roma.
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