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WE HOPE MELLA IRIA PRESA
boomdias.com
iriaboomdias@gmail.com
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A Miña Nai
A Xosé Reigosa Solleiro, In Memorian
2
Preámbulo
La celebración del I Congreso de Investigadorxs sobre Anarquismo en Buenos
Aires unida a la extraña desaparición de mi disco duro con infinidad de prensa obrera y
a la cantidad de personas con armas que he encontrado en mi camino en estas últimas
semanas me impulsan a dar a luz de forma precipitada este incompleto We Hope Mella.
Ricardo Mella Cea es una particular Esperanza y con esta compilación deseo reanudar
el camino que en 1925 comenzó José Villaverde Velo con la preparación del Ideario de
R. Mella, senda que continuaron Pedro Sierra y Eleuterio Quintanilla y que, en años
más recientes, los hermanos Anxo y Xosé Reigosa Solleiro siguieron con la creación de
la web ricardomella.org. Sin olvidar a Benjamín Cano Ruíz, Vladimiro Muñoz, José
Antonio Durán, Antón Fernández o Dionisio Pereira como otros autores que abogaron-
abogan por la recuperación de la memoria de este humilde pensador vigués.
We Hope Mella condensa tanto información relativa al autor como textos no
compilados ni en el Ideario ni en Ensayos y Conferencias y está estructurado
cronológicamente desde su partida de bautismo en 1861 hasta 1929. Así,
intercaladamente, es posible encontrar desde sus primeros escritos en El Estudiante,
pasando por artículos o menciones en Acracia (Barcelona), La Vanguardia (Vigo), El
Porvenir Obrero (Mahón), Tribuna Libre (Montevideo) o Fuerza y Cerebro (Tampico)
entre otras cabeceras, hasta fragmentos de su expediente como topógrafo o
correspondencia que he podido localizar hasta la fecha. Mas, ante todo, quien lo lea
observará un seguimiento de los pasos del vigués a través de El Productor (Barcelona)
y nombradamente de la "Correspondencia Administrativa" de este periódico y de la
"Agrupación de Propaganda Socialista" recogida en el. En cuanto a la edición, he
adaptado los textos a la normativa vigente pero respetando al máximo el estilo de Mella.
Como señalé, la edición está incompleta y resulta precipitada por lo que les ruego que
disculpen los errores y/o huecos que encuentren debido a problemas en la transcripción.
Agradecer a Fran de Paula su divulgación de material libertario a través de la
web Anomia y muy especialmente su digitalización de El Productor. Gracias infinitas a
Eliseo Fernández Fernández y a Gonzalo Navaza por su tiempo y apoyo. Finalmente, mi
gratitud a Emilio Cabezas y Luis Otero por su paciencia y a todas las personas que de
una forma u otra favorecieron-favorecen la investigación y divulgación mellana. Esto es
solo la punta del iceberg. Hay aún mucho Mella por conocer, hagamos Mella al sistema.
Iria Presa
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We Hope Mella
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14/05/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 14 de Mayo de 1880, año II, n.º 56.
¿Dónde está la caridad cristiana?
La caridad, tal como se observa y se ha observado en todos los tiempos por la
generalidad de los hombres, es la mayor y la más criminal de las hipocresías.
La caridad cristiana, tal cual la practican y la practicaron los fanáticos religiosos
de todos los tiempos es el mayor de los insultos á la idea de un Dios concebido en
medio de ángeles; dulce, justo, grandioso y principio de todas las cosas.
¡Caridad! santa palabra que los hombres manchamos hipócritamente
pretendiendo engañar a Dios y al mundo.
Nuestro siglo, el siglo del progreso, en este punto como en otros muchos corre
muy rezagado á la cola de la civilización que alcanzamos.
El hombre, orgulloso por naturaleza, predica y clama la practica de todas la
virtudes y ¡oh, vanidad! se espanta de hablar con un mendigo en medio de una calle, se
asusta de prestar su ayuda al desgraciado que yace víctima del dolor, postrado en medio
de la vía pública y pasa por su lado con altanería dirigiéndole una mirada de desdén e
indiferencia.
Si, el hombre grita: ¡Caridad! Misericordia ¡Protección al desvalido!
Y es lo más natural, para estos mismos hombres, que a lo mejor en una esquina,
oculto en cualquier portal se muera de hambre y de sed, envuelto por la miseria, un
desgraciado, un anciano que después de haber trabajado toda su vida después de haber
realizado el más bello ideal, la más grande de las virtudes en el hombre; cansado por las
fatigas de la vida, incapaces sus miembros ya del menor esfuerzo, posesionada la inercia
de su escuálida constitución se ve obligado a mendigar de puerta en puerta un pedazo de
pan, el resto de lo que el hombre, en medio de sus insultantes festines, desprecia.
Y aquel hombre dudará de Dios, morirá abrazado por la más horrible duda; no
verá más que sombras y espectros en su derredor, y la sociedad entera le parecerá como
un cáncer horrible, como un cuerpo inmundo, infecto corrompido por el vicio y
retozando alegremente un medio de su crimen, mancha que la sociedad muy tarde
lavará.
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Si, la sociedad es criminal; la sociedad clama a Dios y no hace más que
escarnecerlo; nuevos judíos que azotarían a otro Mesías si viniera a corregir á la
humanidad de sus errores y sus crímenes.
¿Dónde van los derechos de aquellos hombres? ¿Que se hizo de los derechos de
aquellos mendigos que trabajaron por la humanidad y para la humanidad? Y su derecho
a la vida, a la subsistencia? Acaso cree el hombre que es caridad abandonar a miles de
ancianos, seres escuálidos y moribundos, en la indigencia, en la más espantosa miseria?
La caridad que abandona a miles de inocentes criaturas a los horrores del
hambre, a los peligros del crimen, no es caridad!
La caridad que abandona en medio de una calle a un semejante nuestro como se
abandona a un perro vagabundo, es un insulto a Dios; no es caridad no!
La caridad que insulta con su boato y sus festines al pobre desvalido que apenas
si con sus harapos puede cubrir sus desnudas carnes, ateridas por el frío o abrasadas por
el sol, no es caridad, es un crimen!
La caridad que da un pedazo de pan al hombre su igual, como quien se lo arroja
a las fieras en medio de un desierto no es caridad cristiana no es humanidad; es
paganismo orgulloso, es el orgullo de los modernos gentiles del siglo de los crímenes,
del frac y del guante blanco!
¿Que se ha hecho de aquella caridad predicada por Cristo, de aquel amor
inmenso, como la inmensidad de los espacios, hacia la humanidad, hacia nuestros
semejantes, predicada por aquel hombre en la tierra de Judea y regada con su sangre en
el monte Calvario?
¿Sabéis como se observa en el siglo XIX aquel divino precepto?
Si; ninguno lo ignora. Como ya habéis visto la ostentación por base de la
caridad, faltando así al divino precepto Hombre-Dios "lo que hiciese tu mano derecha
que lo ignore tu izquierda".
Como ya habréis visto la indiferencia, el desdén más cruel hacia aquellos que
son acreedores del amor, a la caridad, al sentimiento humanitario del hombre, por base
del sentimiento más grande de las grandes escrituras que dice: "amaos los unos a los
otros".
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Y esto lo hacen también los hombres de religión, lo hacen los hombres que van
todos los días al templo para lavar así el crimen que con la humanidad cometen, la
ofensa que a Dios hacen.
Y estos son los hombres salvos, son los rectos de conciencia, son los justos, la
pureza personificada que, como el cocodrilo, van a llorar sus recientes faltas, sus
anteriores delitos allí donde debían ir a honrar a Dios, no a insultarle con su falsa
compunción, con su horrible hipocresía.
Esta es la caridad, este es el amor al prójimo: abandonar a miles de criaturas,
abandonar a la vejez en medio de las calles, sin ropas que los pongan a cubierto de los
rigores del frío y del calor, sin una migaja de pan con que callar su voraz apetito; sin un
consuelo que mitigue su justa desesperación. Todo en derredor del infeliz mendigo es
boato, todo ostentación, todo orgullo vano: por doquier se ve despreciado, relegado a la
categoría de criminal.
Y luego se espanta el hombre, y dice que no hay otro medio de hacer disminuir
la criminalidad que el cadalso y la vil cadena, cuando que a miles y miles de esos seres
desgraciados no les queda otro recurso que robar o morir de hambre, debido al injusto
abandono en que se les deja.
Un hombre acosado por la miseria, por el hambre, roba y, si acaso, mata: la
sociedad grita; ¡venganza! ¡venganza!
Y por último resultado, la sociedad se satisface con un nuevo crimen: aquel
delito se paga cometiendo otro mayor.
"Después... se levantan cadalsos y la vindicta pública, queda satisfecha de
contemplando el espectáculo de un hombre estrangulado".
He ahí como se observa la caridad en nuestro siglo y como se ha observado
siempre: abandonar a la pobreza, para luego gozarnos en nuestra propia obra,
contemplándole en un patíbulo.
R. Mella
18/06/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 18 de Junio de 1880, año II, n.º 65.
El Verdugo
...Y ellos son justos;
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Yo soy maldito:
Yo sin delito
Soy criminal:
Mirad al hombre
Que me paga una muerte; el dinero
me hecha al suelo, con rostro altanero
¡A mí, su igual!
(Espronceda)
El verdugo!... La enunciación de esta sola palabra engendra en el pensamiento
del hombre una idea horrible, un pensamiento tenebroso; la idea del crimen. El
infamente nombre de verdugo hace estallar en el corazón humano una diversidad
infinita de sentimientos contradictorios. La generalidad de los hombres hablan del
verdugo, del ejecutor de la ley como si hablasen de un monstruo horripilante. Podemos
asegurar que en la humanidad entera existe un sentimiento potente de repulsión, de
desprecio hacia el hombre que lleva sobre si el sanguinario titulo que sirve de epígrafe a
nuestro humilde trabajo. Mas si nos dirigimos a uno por uno de los miembros de esa
sociedad, a uno por uno de los hombres de corazón noble y razón esclarecida de ese
mundo, corrompido aún después de tantos años de trabajo incesante hacia su
regeneración completa, si nos dirigimos, hemos dicho, al hombre en su esencia y le
interrogamos acerca del tema que vamos tratando, nos dirá sin duda: "El verdugo es un
ser creado por Dios, como por El fue creado todo lo existente, y es un ser que los
hombres, embriagados por la pasión de la venganza, han corrompido convirtiéndole en
vengador de todos sus crímenes, haciendo un criminal del corrector de tanta infamia y
de tanto crimen, de esa lepra inmunda de que el hombre mismo se rodea por su
abandono, por su indiferencia hacia el hombre hermano del hombre. Ese hombre
llamado el ejecutor de la justicia humana es el mártir, es el esclavo de la humanidad, es
la página más horrorosa de la historia del hombre."
El ejecutor de la justicia, diremos nosotros; el ejecutor de la ley, ese ejecutor de
miserables venganzas, de cobardes infamias, es un hombre, si, es un hombre que
llevando en su frente el sello de la vergüenza y del oprobio, es más inocente, es menos
criminal, menos culpable que esa sociedad que le arroja su dinero para que ahorque a
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sus semejantes, para que mutile uno a uno sus propios miembros. Ese hombre que
recoge el dinero que le dan por matar a sus hermanos, tal vez, con amargura y cruel
desesperación, es inocente!
Nos atrevemos a sostenerlo en nombre de Dios, en nombre de la humanidad, en
nombre del honor y la honra arrojada por el fango de las pasiones humanas!
¿Por qué, sino, ha de ser más culpable el verdugo que una sociedad que le
manda matar a un hombre, a un hermano?
¿Porque llamarle entones, con una ironía que desgarra el corazón y rechaza la
conciencia, el ejecutor de la justicia?
¿Con qué justifica el hombre su desprecio, su horror al ejecutor de una ley que él
elabora, que él sostiene, que él formula en su conciencia? O es que esa ley no está
fundamentada en el principio de derecho, en el principio moralizador de la conciencia
humana, una e indivisible?
Si es justa la ley, ¿por qué odiar a su ejecutor? Y si no lo es, ¿por qué hacer de
un hombre un criminal, un monstruo, y luego arrojarle el lodo de su deshonra al rostro
salpicado de la sangre que las leyes vierten?
¡Pues como! el hombre odia al verdugo y levanta cadalsos para sus semejantes?
¿Ama a su prójimo y lo ama, en nombre de la ley, de la cuchilla exterminadora,
del hacha homicida que ha de segar cabezas humanas, contrariando así las leyes de la
naturaleza, la justicia, emanación del mismo Dios?
No; no puede ser. El hombre siente en si ese germen de amor que tanto le
dignifica y que hace que a medida que el hombre camina cambie siempre el espíritu de
sus leyes no inmutables, porque todo lo que emana del ser humano sufre innumerables
variaciones, que obedecen al movimiento continuo de progresión de la humanidad hacia
el ideal de su regeneración.
Inmutable es si, la justicia, pero es esa justicia única emanada del poder divino
hacia la cual camina el hombre sin cesar, porque así como sus costumbres van
cambiando, así como de bárbaro, feroz y sanguinario se trueca en el hombre la
civilización del arte, de la industria, del trabajo, el espíritu de su ser, el espíritu de sus
leyes, que en mil variantes caminan por las vías del progreso, se perfecciona por ese
mismo amor que guía al hombre como faro refulgente que brilla en lontananza.
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No lo dudamos: la humanidad llegó ya al momento solemne en que debe cubrir
con tupido velo el pasado de su historia de muerte, el pasado de sus leyes de
destrucción.
Cómo no, ¿si la ley que la rige es falsa?
En vano se nos argüiría que la ley es una y no puede ser falsa, que esa ley
elaborada en las páginas de la historia, de todo un mundo, elaborada en la conciencia
del ser de los seres, de un ser infinito que se llama Dios, no puede ser falsa, no.
Pero si es falsa la del hombre; porque el hombre falsea todo cuanto le rodea;
porque el hombre mientras rija los destinos del mundo que habita con la ley de la
destrucción, mientras gobierne con el gobierno del exterminio, no podrá marchar, no,
por el camino de la justica, por el sendero de la ley de Dios1.
23/06/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 23 de Junio de 1880, año II, n.º 66.
El Verdugo (Conclusión)
Y por esto es que nos atrevemos a sostener que el verdugo es el esclavo de los
crímenes de todos los hombres!
Es así que el ejecutor de la justicia es inocente, y el hombre, la sociedad que le
ordena matar en nombre de la ley, le odia y le desprecia, la ley que manda a ese ejecutor
que mate a su hermano, esa ley es un crimen y un crimen es la sociedad que se postra y
se inclina sumisa ante esa ley falsa, ante esa ley vengatible y miserable.
Hay un estado en Europa, en la Europa Civilizada, en la Europa moderna que
paga al verdugo doce mil trescientos cuarenta escudos anuales, por matar.
Hay en esta Europa del saber, en esta Europa científica, un estado (no habrá uno
sino varios) que paga diez y siete duros diarios por ahorcar a nuestros semejantes!
Las generaciones futuras admirarán de que al hombre se le pague por matar y no
se le dé nada por vivir.
Y en cambio, quizás en este estado, miles y miles de hombres en estos instantes
supremos, no hallen trabajo para poder llevarse un pedazo de pan a la boca, y cuando
tantos hombres laboriosos no tienen jornal, el verdugo tiene siempre su paga.
1 R. Barcia (Nota de R. M.)
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¿Es falsa la ley, son falsos los hombres? O es criminal el verdugo, cuando que es
retribuido por el Estado, como retribuido por el Estado es el juez, el ministro, el general
y el rey?
¿A que odiar entonces al hombre que nosotros mismos elevamos sobre nuestras
cabezas y al cual, según nuestras propias leyes, debemos respetar como al salvador de la
humanidad, como al salvador de los sagrados derechos del hombre?
Así es el hombre y su historia: su historia escrita con sangre en las páginas de la
historia del verdugo.
Es tiempo ya que dejemos de corregir el crimen con el crimen!
La perversión de nuestras bárbaras costumbres pesará por mucho tiempo, como
una losa fría y pesada, sobre nuestra conciencia, sobre la conciencia de la humanidad,
de esa humanidad errante hace tanto tiempo sobre el globo que habitamos!
¡Porque el hombre no es una fiera que vive chupando la sangre de sus
semejantes!
No, el hombre es algo más sublime; reconoce fines más sagrados que cumplir
sobre la tierra; no es su ideal regenerarse matando, porque ya ha roto sus cadenas,
porque la muerte no regenera, la muerte destruye, la muerte es el exterminio, y con esta
ley de destrucción no puede vivir el hombre no puede marchar por la vía del progreso,
hacia su bello ideal; el ideal de la unidad en la variedad. Porque el mundo es uno y sin
embargo ¡que maravillosa diversidad, que armonía más deslumbradora!
Hombres: daos las manos, en un común abrazo, y en vez de pervertir y hacer odioso a
un solo hombre, enseñadle y regeneradle!
Solo así veréis desaparecer esa sombra que tanto os asusta, porque es la sombra
de vuestro delito que os persigue, de vuestra conciencia que os acusa! Esa sombra, esa
acusación perpetua al sentimiento humano, que se llama verdugo, desaparecerá cuando
vosotros dejéis de odiar al hombre que ejecuta inconsciente vuestras leyes, y arrojéis
por la ventana, por el balcón y por las puertas de vuestra conciencia y de vuestra patria,
que es la tierra toda habitada por la humanidad, los estatutos que en vuestras leyes
tienen por distintivo el cadalso y la cuchilla.
Arrojad el tormento infame que mancha al hombre y recibid al verdugo, que cual
vosotros siente, en vuestro cariñoso pecho y abrazadle como a un hermano a quien
tenéis que devolver su honra y su honor perdidos por vuestra culpa!
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No en vano estrecháis la mano del fiel soldado que, mandado por las ordenanzas
militares, mata aún a su padre y a su hermano!
¡Abajo pues el patíbulo para que no tengamos que odiar al hombre, porque
Cristo dijo: "amaos los unos a los otros"!
¡Abajo, si, el patíbulo con todas sus perniciosas consecuencias!
¡Huye sombra de la muerte, que el resplandor de la vida circunda a los hombres!
Huye águila que dispersas a nuestros rediles! Huye que tus negras alas son la
fatal enseña de la muerte!
¡Ven, ejecutor de la justicia, y perdona al hombre que, sin conciencia, sin razón,
te arrojaba al lodo de un baldón eterno, al ludibrio de una sociedad de crímenes y
odios!!
R. Mella
30/06/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 30 de Junio de 1880, año II, n.º 68.
¡Alerta Está!
Nuestro apreciable colega El Eco de Miño, en su número del miércoles 23 del
actual, da la voz de alerta a la juventud, y a los creyentes del catolicismo. Mas al
hacerlo es de una manera tan inconveniente que, estallando las fibras de nuestro corazón
al contacto de tales palabras y tales ideas, no hemos podido resistir al deseo de decirle
dos palabras.
Harto se deja ver en el curso del artículo que vamos a examinar la funesta pasión
de que adolecen todos los amigos de comparsa del colega tudense. El fanatismo
religioso, ciego y atrevido, campea por todo lo alto en el mencionado artículo. Mas que
un llamamiento a la fe y al sentimiento religioso es un belicoso grito de guerra y
destrucción el alerta que da nuestro contrincante desde este momento. Mal se aviene esa
conducta con las protestas de religión, de caridad, de moralidad, de cordura, en fin, de
que suelen hacer alarde, muchas veces, los que tan duramente nos recriminan.
Examinaremos, desapasionadamente, frase por frase el trabajo de nuestro colega.
Esa hipocresía masónica que El Eco supone introducida en el corazón de los
pueblos y rodeando cual invisible culebra los tronos de los reyes, no podemos adivinar
donde la ve, ni como ha dado con ella.
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Con tan poca autorización, y con tanta ignorancia en el asunto como nuestro
colega, podemos nosotros hablar de una asociación que, mal que le pese, es abrigada
cariñosamente por los pueblos y aún por los príncipes y los reyes.
No obstante diremos dos palabras sobre el asunto:
Una sociedad que tiene por objeto la práctica de la caridad y la fraternidad
humana no es una sociedad de hipócritas, no. Una sociedad, en cuyos estatutos se
consigna como base fundamental el amor al prójimo, predicado por Cristo en la tierra de
Judea y cuya semilla bienhechora sembraron por toda la tierra los apóstoles de nuestra
religión, no puede, no, rodear con miras hipócritas y criminales ni el poder de los reyes,
ni la conciencia de los pueblos harto desengañados de quienes son los hipócritas y
falsarios y quienes los defensores de sus derechos y de sus libertades.
Esas logias, que dice el colega, celebran sus asambleas entre las tinieblas, son las
que difunden la luz y la verdad por todos los ámbitos de la tierra sin que para esto
necesiten apoderarse de la juventud como desea hacerlo según sus propias palabras El
Eco del Miño. Esas sociedades celebrarán (no lo sabemos) sus asambleas de día o de
noche, a la luz del sol o entre las tinieblas; pero es lo cierto que lo hacen a la luz pura de
sus conciencias, al resplandor de las antorchas del saber y de la justicia divina.
No pretendemos hacernos sectarios de esas sociedades ni de otra alguna, mas
debemos decir al apreciable colega que, en buena hora, combata como guste las
doctrinas que la masonería propaga con celosa actividad y que a la vez tanto daño
parece hacerle a los partidarios del absolutismo, según se deja ver por las palabras que
El Eco y más compinches emplean para recriminarlas, justa o injustamente; pero no
consentiremos jamás que en oposición a doctrinas bien definidas y razones mesuradas
se expongan con sin igual cinismo denigrantes insultos y epítetos que acaso pudieran
volverse a tiempo en contra de quien los profiere.
Y esto lo decimos en honor de la verdad a la cual ajustamos nuestras acciones y
nuestras palabras.
Igualdad, Libertad, Fraternidad, palabras sacrosantas que el tudense colega
mancha indignamente a renglón seguido.
Con esas palabras no se inocula, no en nuestros días, ese virus emponzoñado de
inmoralidad y del crimen de que habla nuestro adversario.
Con esas palabras se defienden, no como mansas ovejas, sino como hombres
imagen y semejanza de ese Dios que insultáis con vuestros gritos de guerra y de muerte,
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los derechos sacrosantos de la humanidad, las libertades con las que Dios dotó al
hombre.
Con esas palabras si se destruye la esclavitud y la ignominia en que deseáis
ahogar la conciencia humana, la libertad del hombre!
. . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . .
La Commune! Tanto os asusta esta palabra y ¿no os asustan también los tristes
relatos de los escarnios y matanzas del Norte de España? ¿No os asusta la historia de
aquella época de destrucción y exterminio, de aquellas masas de campesinos arrastrados
por el fanatismo imbuido por vosotros en sus corazones nobles y generosos, de aquellos
hombres –máquinas que ignoraban muchas veces lo que hacían y aún lo que querían; de
aquellos hombres hoy desengañados por su desgracia y vuestra perfidia, y entregados a
pesar vuestro a la práctica vida del trabajo consagrado al hogar doméstico?
¡Ah! Eso no os asusta. No, eso no era un crimen; con eso los hombres, al morir
iban derechos al cielo, según vuestras engañosas y traidoras palabras!
Callad; callad: no digáis más errores porque la conciencia humana retrocede ante
tanto cinismo!
Si, eso es; para vosotros agoniza Italia porque un puñado de hombres valientes,
al verificar la unión italiana, han destruido el poder temporal de vuestro jefe, a quien
nosotros respetamos pero cuyas ambiciones no apoyamos de ningún modo!
¿No os basta dominar la conciencia y el pensamiento del hombre, sino que aún
queréis que sea vuestro esclavo, aún queréis que os entregue su cuerpo, todo su ser?
Ahora bien; nos habláis también de revoluciones ¿las condenáis también?
Condenadlas, convenimos en ello: pero observad que el nuevo testamento es una
revolución dentro de las antiguas leyes de Moisés, es una revolución de aquellas leyes
reveladas por Dios en el monte Sinaí!
¿Nos dirá también El Eco quienes son los verdugos cuyo poder intentan escalar
los pueblos electrizados por las palabras Libertad, Igualdad, etc.?
Extraña coincidencia! Nos gusta ver a nuestro colega condenando a los pueblos
porque escalan el poder de sus verdugos.
Nosotros en lugar de El Eco aconsejaríamos a ese pueblo a quien pretende salvar
de un peligro que no existe, que, en vez de erguirse contra sus opresores y tiranos,
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doblegasen cual mansos corderos la cabeza, y aceptasen para siempre el estado
denigrante de miserables esclavos y estúpidos idiotas ¿no es verdad?
Mas observad que, por el camino de la esclavitud, camináis hacia la repugnante
ley de las castas que el espiritualismo excesivo de los Brahmanes hizo reinar por largo
tiempo entre los hombres!
Observad que, por ese camino, os alejáis a sabiendas del dogma cristiano!
(Se continuará.)
R. MELLA.
04/07/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 04 de Julio de 1880, año II, n.º 69.
¡Alerta Está! (Conclusión)
Mirad que caéis en el más grave error que engendrar pudo una religión
panteística!
Mirad que camináis a un precipicio horrible!...
Nos habláis de progreso también.
Progreso... ¡Palabra vana para los partidarios del oscurantismo!
Progreso...! ¿Qué ha hecho Jesucristo, mas que dar un nuevo paso en la vía del
progreso de la conciencia humana, iniciándole en una nueva ley, en una ley reformada y
que tiene su asiento en los antiguos mandamientos?
¿Os atreveréis a sustentar el statu quo como artículo de Fe, como ley inevitable
y precisa en los anales de la historia de un mundo que no hace más que moverse, de una
sociedad que no hace más que otra cosa que marchar siempre adelante?
Os atreveréis a defender la inacción Indica, a esos miembros, parásitos de una
sociedad muerta, de un mundo sin vida que tiene su asiento en la religión de los Vedas,
en la religión Brahmánica?
Defenderéis un estado tal de idiotismo?
No, no queremos creerlo Si lo creyéramos nuestra pluma se negaría de seguro a
proseguir, y el mundo, la humanidad, los hombres de la civilización lanzarían contra
vosotros su más terrible anatema!
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¿Y nos acusáis vosotros, de que, en nombre del progreso y de la libertad de
conciencia y de religión, asesinamos a los sacerdotes y a los obispos?
Tened la lengua y no difaméis a un pueblo libre que jamás manchará sus manos
con la sangre del crimen!
Miserables asesinos, canalla impura, hombres depravados se aprovechan, es
verdad, de la buena fe del pueblo pero ¿queréis por esto condenar a todos los hombres
del trabajo, a todo un pueblo honrado que no hace más que defender sus derechos, su
libertad y su patria?
¡Ah! antes borrad de la historia sangrienta de la guerra civil los nombres del cura
Flix ¿?, Santa Cruz y otros campeones, fieros defensores de las negras sombras de un
pasado de esclavitud y muerte!
Procurad no olvidar el sacro dogma de la tradición cristiana para podernos
acusar con la conciencia tranquila y con la convicción de que no faltaréis a vuestra fe, y
que no faltáis sobre todo a la verdad y a la justicia.
Luego habláis de filantropía, de caridad!
Si, caridad cristiana! Si, en verdad ultrajada muy a menudo pero ¿por quién?
¿Nos lo diréis? nos diréis también como la practicáis vosotros acérrimos defensores de
esa religión sublime de esa religión de religiones?
Por nuestras calles pululan infinidad de mendigos hambrientos y desnudos ¿que
hacéis vosotros?
¡Oh, máximas jesuíticas cuanto podéis!
Aprended, aprended de otras religiones. No prediquéis una cosa teniendo por
norma de vuestra conducta otra.
"La caridad, dice Laurent, ocupa el primer lugar en las virtudes recomendadas en
la moral de Zoroastro"
Y tanto es así que es la marca característica del mazdeísmo.
Ahora bien ¿que dirá el colega tudense si le decimos que es tal el grado de
caridad en esa religión, que entre los Parsis no se encuentra ni un solo mendigo y lo que
es más admirable, que sus beneficios se extienden hasta los pobres de las demás
religiones?2
Ante esto ¿qué queda de vuestra tan decantada caridad'? ¡Nada! 2 Warren, La India Inglesa en 1843 y 44 (Nota de R. M.)
16
Y esto no lo pueden negar los doctos teólogos ni lo podéis negar vosotros. En
esa religión hay millares de hombres que observan mucho mejor que vosotros la
caridad; esa virtud universal, grandiosa!
Y para venir a esto llamáis torrente devastador al progreso y hacéis a las ideas
modernas elaborarse en manos de esas turbas de criminales que no tienen creencias, que
no tienen nada!!
¿Pero, cree el colega de buena fe que esas turbas de que habla son el pueblo todo
libre y generoso con sus adversarios, por que los mira como a sus hermanos.
¡Oh, si, es cierto: si así no fuera no tendría que desplomarse la sociedad donde
faltasen los conocimientos de la fe católica!
Si, si, caro colega. Por ese camino y de ese modo se logran la salvación eterna,
pasada, presente y futura.
Cuánto hace el tener ojos y no ver!
El tener cerebro y no pensar!
Tener oídos y no percibir nada!
¿Quiere decirnos, el colega con quién contendemos, que recursos son esos que
proporcionó la caridad a los niños y quienes son sus confiscadores?
Pero no, no lo digáis; porque la caridad que ofrece el pan y exige en cambio el
dominio del cuerpo y del alma, en vez de caridad es un crimen!
Si; mezquina caridad la vuestra que, cuándo el hombre no se doblega a vuestra
tiranía, lo deja morir de hambre y de frío en cualquier esquina!
Y nos llamáis paganos! ¿Quién más pagano? ¿Quienes son los que, en nombre
de Dios, convierten el templo en un mercado, el púlpito en clarín de guerra y el altar en
insignia de esclavitud y odio?
¡Bajad, bajad de la altura a donde os habéis porque con vosotros va el fango que
la mancha!
Nosotros con la libertad de conciencia: vosotros con la intolerancia de a
ceguedad, con la intolerancia criminal de la libertad sacrosanta emanada del mismo
Dios!
Vosotros sois, si, los que llegáis del Infierno y en el estáis aún!
17
Traducid las palabras Igualdad, Libertad, Fraternidad, como queráis. Pero mirad
que al traducirlas no os arranquen, o se os caiga, la careta con que os encubrís vosotros
mismos!
Quién hace aquí la guerra a la Patria?
Id al Norte.
Quién desbarata criminalmente los sagrados lazos que unen a la familia?
Preguntadlo a la compañía de Jesús.
Quién hace aquí en fin guerra a la fe, si nosotros dejamos que cada cual piensa y
sienta como quiera?
Pero terminemos.
Nosotros no somos enemigos de nadie: buscamos el bien de todos, el bien de la
humanidad entera.
Nada tenéis por otra parte que descubrir: todos estamos aquí con la frente
erguida y el pecho descubierto.
Queremos combatir convenciendo, no matando el cuerpo y el alma!
Apoderaos si podéis de la juventud; nosotros no necesitamos apoderarnos de
nadie: todos vendrán a nosotros sin que siquiera los llamemos, porque la libertad nace
con el hombre, no se enseña.
Imbuid vosotros en esos corazones puros las ideas del oscurantismo que, a pesar
de todo, nada conseguiréis, porque nadie ama la esclavitud.
Llamad a la prensa que la prensa solo acudirá al llamamiento para combatiros.
Dad el alerta pero acordaos que nadie duerme!
En esta época de transacción todo el mundo está despierto y prevenido!
La guerra de los cristianos no puede terminar sino con la victoria: pero esos
cristianos, esos vencedores, no sois vosotros! Quien hace del templo un mercado no
puede ser cristiano, no!
Forward, Forward, juventud ardiente, juventud noble y libre; marchad
tranquilos por el sendero que os señala vuestra conciencia!
Y en tanto seguid, sombras del pasado, gritando ¡Alerta! que cada vez que
peroráis ese grito, nosotros repetiremos siempre: ¡Alerta está!
R. MELLA
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28/07/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 28 de Julio de 1880, año II, n.º 76.
Para Valientes...
Si; para valientes los redactores de El Eco del Miño. Sobre todo cuando atacan
bula en ristre.
Señores redactores de El Eco del Miño, nosotros también vamos a divertirnos un
poco solo, que les prometemos no reírnos, porque nosotros somos así............
Si, señores; nosotros también vamos a divertirnos un poquito con las
churriguerescas gracias que en su refutación nos endilgan ustedes.
Porque son gracias de sacristía, por eso nos gustan y nos da gana de reír. Pero
no nos reiremos por no ofender á nuestro queridísimo colega; preferimos decirle las
cosas así... como quien reparte hisopazos.
Señores redactores del periódico de la ciudad de Dª Urraca, entremos en materia
porque en estos deslices podríamos soltar la carcajada y no queremos faltar a lo
prometido.
Verdaderamente nos hemos llevado un solemne chasco. Habíamos formado otro
concepto de los redactores del colega tudense. Ellos predicadores de la virtud, de la
moral y de la religión, ya en la parte primera de su refutación, dejan asomar la oreja y
enseñan sus rostros compungidos esforzándose por reír. Creíamos que eran periodistas
sinceros y que ajustaban su conducta a aquello de nobleza obliga y con disgusto, pero
sin extrañeza, hemos observado que tienen por norma sus acciones una que podría
llamarse, desmoralización periodística.
Pero nosotros lo arreglaremos señores de El Eco. Nosotros pobres pigmeos que,
sin pretenciosas aspiraciones, nos hemos impuesto la penosa tarea de llevar aun que no
sea más que un simple grano de arena a esa obra colosal de la civilización, a esa obra
magna del progreso hacia la perfectibilidad humana esperamos (no creemos sea en
vano) que nuestro apreciable colega sabrá volver por su honor dando al César lo que es
del César, y a Dios lo que es de Dios.
Así pues, a medida que vayamos examinando los varios artículos de nuestro
contrincante, iremos exponiendo también las graves faltas que comete, faltando así a sus
deberes al tergiversar de mil maneras nuestras palabras y nuestras ideas.
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Es de ver conque habilidad y delicadeza se dedica El Eco a hacer que nuestro
humildísimo artículo, diga y afirme cuánto el quiera atribuyéndonos ideas y aún
palabras que nosotros no hemos expuesto en ninguna parte.
Por eso esperamos de la honradez de nuestro colega que aclare este asunto lo
más pronto posible pues lo contrario sería en menos cabo de su sinceridad y de sus tan
decantadas virtudes.
Nosotros en cumplimiento de nuestros sagrados deberes (podemos decirlo) no
haremos comprender a nuestros estimados lectores idea alguna que El Eco no haya
estampado en sus columnas, no haremos, como este hizo, que la opinión se extravíe
embrollándolo todo, y enredando a sus ilustrados lectores en un sinnúmero de ideas
vagas y contradictorias. Conste así.
Ahora vamos ante todo a esclarecer un interesante punto de la cuestión que
venimos rebatiendo.
Al combatir (creemos que con sobra la razón) las acusaciones e insultos
lanzados en las columnas de El Eco a la masonería, lo hacíamos y lo haremos, sin
ajustar nuestra conducta a idea alguna concreta en política, por no permitirlo así la
índole de EL ESTUDIANTE. Pero como que la razón y la conciencia nos dicen que allí
dónde existe una mentira, un error o una calumnia, debemos desmentir la mentira,
esclarecer la verdad, y defender al calumniado, por eso es por lo que nos hemos lanzado
al palenque de la discusión para decir a El Eco que en su mencionado artículo intitulado
¡Alerta!, se inferían calumnias a una sociedad respetable, se predicaba el error y se
exponían conceptos históricos muy erróneos también.
Defendemos el masonismo de los insultos y calumnias injuriosas que El Eco le
dirige, pero nada más: no hemos entrado en indagaciones de la mayor o menor virtud
que puedan encerrar sus principios, solo si hemos defendido, y seguiremos defendiendo,
la verdad de estos que, nuestro colega intenta suplantar con insolentes acusaciones e
intempestivas palabras.
Hemos defendido el principio de justicia, de verdad.
Ahora bien: defender la verdad no encierra apasionamiento por ninguna idea
puesto que si tal apasionamiento se dejase traslucir en nuestro artículo, cosas mucho
más duras y que le gustarían mucho menos, de seguro tendría que escuchar con
paciencia nuestro colega.
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Por lo demás llámenos en buena hora adalides de la masonería que por esto ni
nos hemos de amilanar; ni nos hemos de sonrojar retrocediendo para ocultar el rostro; al
contrario, El Eco nos honra demasiado con este artículo que no somos dignos de llevar
y por el cuál de hoy más caminaremos con la frente alzada y serena, mirando con la
conciencia al divino y magnánimo Ser que nos dio la existencia.
Nos dice El Eco, muy satisfecho de ello, que por lo mismo que los reyes y los
príncipes abrigan cariñosamente la masonería, por eso mismo es por lo que él afirma
que la hipocresía masónica rodea los tronos, y que esos mismos centros de malvados
son los que ponen en juego sus poderes y sus vidas (¡Oh, que intención la de los
redactores de El Eco!).
Afirma también, porque si, que uno de los dogmas de la masonería es la
destrucción total del trono y del altar, bajo el pretexto de caridad y filantropía.
Pues bien nosotros llamamos a los redactores de El Eco para que, ante la
imparcialidad de nuestros lectores y ante la prensa galaica que con más o menos interés
siga nuestra polémica, nos prueben la verdad de sus asertos. Porque si no es razón y por
lo tanto debemos y queremos decir a El Eco que no se difama así como se quiere a una
comunidad de hombres honrados y probos que no tienen más delito que proclamar la
libertad en todas sus manifestación política, religiosa y socialmente.
Volvemos a repetir a El Eco del Miño que la masonería, aún cuando no exige ni
pretende saber en todas sus partes la religión que cada individuo profesa, no admite en
sus filas a ningún ateo pues exige de todos la creencia, como principio fundamental, en
un solo Dios, aunque en el dogma religioso, difieran unos de otros entre si, todos sus
individuos. Exige también honradez, virtud, probidad a todos sus miembros. Veamos
sino lo que dicen los hermanos Mazzini y Justiniano.
"La masonería tiene por bases fundamentales la creencia religiosa, la
inmortalidad del alma, el amor de la familia, de la humanidad y de la patria y
solidaridad humana. Proclama la libertad de conciencia como un derecho natural del
hombre y no excluye a nadie por sus creencias".
"Su principal divisa es la tolerancia"
Ya sabe El Eco lo que es la masonería tantas veces vilipendiada miserablemente
por sus adeptos (los de El Eco).
El juicio que lo formen nuestros lectores.
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Dios, virtud, moralidad ¿que más desea El Eco? Si; quiere que los masones sean
los que él les llama hipócritas, ateos, blasfemos! Esto es lo que quiere el colega tudense
y lo que no puede probar porque sus fútiles argumentos se estrellan en la historia que es
más grande que todas sus falsas teorías y miserables insultos!
Pero no prosigamos. Vamos a divertirnos un poco con nuestro caro colega El
Eco.
Admírense ustedes apreciables lectores de lo astutos que son, de como engañan
a sus lectores los redactores de El Eco.
Y con que facilidad les hacen creer los errores que, según ellos, hemos expuesto
en nuestro anterior artículo!
Pero los lectores de nuestro colega no pueden creer semejantes dislates, porque
los suponemos bastante ilustrados para no fiarse tan a ciegas de las falsas palabras de
sus preceptores.
Vayan ustedes apuntando que el asunto promete.
Los señores redactores de El Eco tuvieron el suficiente descaro (dispénsenos el
colega lo duro de la frase) para estampar atrevidamente en las columnas de aquel
periódico la feliz ocurrencia que nosotros habíamos dicho (demostrando que estábamos
seguros de lo decíamos) que el mismo Jesucristo fuera el que había fundado la
masonería.
¡Oh virtud intachable, sinceridad grandilocuente!
Los redactores de El Eco no han leído bien nuestro artículo.
O los redactores de El Eco no saben leer.
O los redactores de El Eco no quieren comprender lo que les decimos porque les
amarga.
O los redactores de El Eco son miopes.
Y si los redactores de El Eco son miopes nos veremos obligados, creemos deber
de conciencia, mandarles unos espejuelos.
Si: unos espejuelos verdes para que lean mejor nuestros artículos y no engañen
temerariamente a sus lectores.
Y ya lo saben los redactores de El Eco que deben proveerse de unos verdes
espejuelos porque sino se verán obligados a venir a nuestras playas a tomar baños, y
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nosotros lo sentiríamos infinito, porque la redacción de El Eco quedaría desierta y
nosotros no sabríamos pasar sin la amena lectura de tan ilustrado periódico.
¡Oh que desgracia, el Miño ya no tendría ecos con que hacernos felices, no
tendría más que ecos tristes y lúgubres como el tañer de las campanas como el
mormullo de los cadáveres que se levantan en medio de la noche para venirnos a
recordar que todo es polvo, que todo es mentira (incluso las ideas de los redactores de
El Eco) (¡!)
Conque, según se desprende de los artículos que El Eco publico en sus columnas
en refutación de otro nuestro anterior, los masones no pueden practicar la caridad
predicada por Cristo, el amor al prójimo por el cuál murió en la cruz nuestro redentor?
Conque, la masonería para los redactores de El Eco, para todos los neo-católicos
del mundo, es una sociedad criminal porque sus miembros profesan el principio de la
libertad de conciencia?
Y eso que existe una catedral en Estrasburgo edificada en 1277 por los masones.
Una Universidad en Edimburgo cuya primera piedra echó en 1789 la Gran Logia
de Escocia.
El asilo de San Joanes en Lisboa construido en nuestros mismos días.
Y esto no es secreto, esto pueden verle los redactores de El Eco.
Estos datos pueden encontrarlos los redactores de El Eco en una "Memoria sobre
la utilidad e importancia de las sociedades masónicas" presentada en la Exposición
regional de Cádiz en 1879.
Ya ve El Eco que esto no es un secreto, que puede saberlo toda España, que lo
saben los gaditanos, y que lo sabrán muchos que no lo son y que tampoco son masones.
Conque, según ustedes, los masones no pueden practicar la religión de Cristo
porque es exclusivamente de los católicos y nadie más que ellos pueden y deben
practicarla?
Ahora si que podemos decir nosotros ¡quién pudiera cazar la lógica de los
redactores de El Eco del Miño!
Conque, ustedes señores discípulos de Cristo, creen que nadie más puede
practicar la Caridad? ¿Ustedes no consienten que los demás hombres la practiquen, no
quieren que los demás hombres sean cristianos?
Ustedes si que son poco avaros en esto de religión, de caridad, de santidad!
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Al fin apareció el gran individuo de los redactores de El Eco!
Pero ahora que ya nuestros contrincantes saben lo que deben hacer para curarse
de su dolencia pasemos a enterar a nuestros lectores de como afirmábamos nosotros que
Jesucristo había fundado la masonería. He aquí pues el párrafo en cuestión:
"Una sociedad que tiene por objeto la práctica de la caridad y la fraternidad
humana, no es una sociedad de hipócritas, no. Una sociedad en cuyos estatutos se
consigna como base fundamental el amor al prójimo, predicado por Cristo en la tierra de
Judea y cuya semilla bienhechora sembraron por toda la tierra los apóstoles de nuestra
religión, no puede, no, rodear con miras hipócritas y criminales ni el poder de los reyes,
ni la conciencia de los pueblos harto desengañados de quienes son los hipócritas y
falsarios y quienes los defensores de sus derechos y de sus libertades."
He ahí todo: para que los redactores de El Eco puedan enterarse por segunda vez
de lo que hemos dicho y de lo que confirmamos, hemos repetido el párrafo con el cual
nos combatía nuestro colega.
Pero es el caso que no les bastaba a los redactores de El Eco ese, jurar que
nosotros habíamos dicho que Jesucristo había fundado la masonería sino que con una
candidez que encantaría al mismo moromuza dice acerca del párrafo transcrito lo
siguiente:
"Dice este afortunado señor que la semilla bienhechora (del masonismo) fue
sembrada por toda la tierra por los apóstoles de nuestra religión.
Y se nos cuela el apreciable colega preguntándonos que religión es esa de que
hablábamos.
Vaya, vaya. De seguro que a los redactores de El Eco han querido imputarnos
porque, ya lo hemos dicho, la sinceridad, la probidad y las virtudes que suponíamos en
los redactores del susodicho periódico no podían dejarnos creer que supiesen también
hacer su papel de Carnaval, ni que se dieran tal maña para combatirnos con argumentos
de tal valía, como los anteriormente citados.
Pero las condiciones de este periódico no nos permiten extendernos más por
hoy.
Así pues, suplicamos a los redactores del colega tudense que no pierdan su
natural jovialidad para que nosotros podamos también continuar divirtiéndonos
alegremente al contemplar su franca y frescachona hilaridad.
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Pero amigo Eco, poco y poco, que antes de terminar debemos advertirle que su
voz de usted no es tan potente que pueda hacerse oír de todo el mundo católico
(¡Cuidado hombre!) recordándole que nuestras doctrinas tienen sobre si el anatema de la
Iglesia y de los Papas, así que, si estima usted en algo nuestra humilde cooperación le
ayudaremos gustosos para que pueda oír nuestro común aviso, y su más sublime deseo,
todo ese mundo católico a quién usted tan respetuosamente se dirige.
R. MELLA.
01/08/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 1º de Agosto de 1880, año II, n.º 77.
Para Valientes...
Prosigamos señores redactores de El Eco de el Miño.
Queremos suplicarles nos dispensen lo original de la comparación que vamos a
formular, porque nosotros para decir ciertas cosas somos así ... vamos... como quien
dice... muy cortos pero muy bien educados.
En fin, allá va, señores redactores del apreciable colega tudense.
Sus ideas de ustedes son lo mismo que los fósforos amorfos, que solo pueden
encenderse en una materia compuesta ad hoc.
Sus ideas, de ustedes, si, son como los fósforos amorfos, porque aquellos solo
germinan en inteligencias cultivadas de antemano convenientemente para el caso.
Son lo mismo, exactamente lo mismo, que los fósforos amorfos, porque las
doctrinas que el colega tudense profesa nunca logran introducirse en inteligencias libres
de toda preocupación y si por el contrario suelen arraigarse profundamente en todos
aquellos cerebros encadenados en la infancia por los tiranos de la inteligencia, por los
verdugos del pensamiento.
Así es que, de esos tan populares y renombrados colegios y seminarios donde
ustedes ________ ese torrente, que todo lo inunda de ideas, de pensamientos
beatificados; ese torrente de luces que no les ciegan, pero que matan el alma, que matan
la consciencia, que en muchos casos les falta a ustedes, salen infinidad de jóvenes de
rostro enjuto y cariacontecido, de pálido color, de ojos ocultos tras sus negras y bruscas
órbitas –cual si fueran tenebrosos antros de malvados- de amarillentas y transparentes
orejas, de nariz y labios amoratados y de corto y macilento paso que, más tarde, -si no
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pierden antes su preciosa existencia agobiados por los dolores más crueles y
consumidos por la tristeza más espantosa, engendro de un excesivo espiritualismo –son
las lumbreras de la religión de Cristo al servicio de Lucifer, al servicio de una idolatría
escandalosa; son, en fin, los más preclaros adalides del catolicismo que, queriendo
propagar su doctrina por todo el universo, llegan, en medio de su misticismo, hasta
lanzarse al campo de batalla llevando en una mano un crucifijo y en otra un trabuco!!
Así es que de esos colegios y seminarios donde se encierra al hombre –
apoderándose de su individuo- en su más temprana edad, sale la hidra, el cáncer que
más tarde acabaría, a fuerza de tormentos, con la humanidad si esta no estuviera pronta,
con la ayuda de un Ser que todo lo observa, de esa mano providencial que parece guiar
y ordenarlo todo en perfecta armonía, a aplicar el remedio que cicatrizar debe la llaga
abierta por los que desde el principio del mundo se esfuerzan en llegar a la cumbre, que
nunca alcanzarán, por más que a ella se aproximen, desde donde pudieran dominar al
hombre y hacer de él un parásito, una simple cosa que pudieran dominar a su antojo, a
su veleidoso capricho.
Así es como, apoderándose ustedes de la juventud, se crean a su alrededor un
grupo de sectarios serviles, sin voluntad, sin conocimiento de lo que a si propios como
hombres se deben; así es como se convierten esos ministros de Dios que ustedes en tal
alto tienen, señores redactores de El Eco, en seres incapaces del menor sentimiento,
incapaces del menor acto de Caridad, de abnegación; rotos los lazos de la familia, sin
nada que los ligue a la humana conciencia y al humano corazón, seres errantes y
solitarios consumiéndose en su propia sabia y consumiendo también a cuanto les rodea
pues se les ve, por lo regular, observando una vida de idiotas, enfangados en sus
ambiciones, gozándose en los más impuros deseos de la usura y el ludibrio de las
pasiones. Y esto, que debiera ser una excepción en tan digna clase es, por desgracia, una
regla general y consentida. Y esto, conste, no es de ayer, no es de hoy; es de todos los
tiempos; es de todos los tiempos; es de todos los tiempos que, como al presente, el
señor vive con la desgracia del mendigo, que el tirano vive a cuenta de las cadenas de
su esclavo.
De ahí viene la idea que consume, que chupa, con un afán inconcebible el jugo
de la humanidad en su sombría y espantosa carrera. Si; si señores neo católicos, señores
ultramontanos (vosotros lo habéis dicho) sois los que vais tras el hombre para abrirle,
allí donde quizá que caiga, la fosa humilde o ostentosa dónde guardar los miserables
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restos que abandonáis porque os sobran, porque ya en ellos no hay nada que os reporte
beneficio, en ellos no hay ya nada que excite vuestra codicia.
Hasta allí seguís adheridos tenazmente al hombre como si fueseis la cadena que
enrollada al cuerpo le fuese martirizando por todo el largo sendero de la vida.
Pero el espíritu, el alma, es inmortal y el hombre tiene un más allá, continuación
de esta vida tan amargada, que le abre los brazos gozoso; porque en ese más allá divino
caben todas las virtudes: porque en ese más allá hay un ojo omnipotente que todo lo ve
y a quien nadie puede engañar; porque para esa providencia no hay ni católicos, ni
protestantes, ni judíos, ni mahometanos, ni brahmanes, ni mazdeístas: no hay más que
hombres que, llevando en su pecho una fe infinita que le guía hacia ese Ser más perfecto
de todo lo creado e increado, ven resplandecer una luz intensísima cuyos vivos
resplandores le atraen vertiginosamente y cuyos rayos son para ellos la vida, _____ la
existencia, todo: la esencia del infinito en donde brillar puede la verdad de las verdades,
la justicia de las justicias.
He ahí lo que son y a dónde van los eternos fantasmas, los execrables verdugos
de la humanidad que, una historia escrita con la sangre del esclavo, señala y señalará
perpetuamente con el dedo.
Esto deseábamos decir y esto hemos dicho: si pudiéramos, más diríamos: sin
tener por esto que recurrir ni a la calumnia, ni al insulto: podríamos hacerlo consultando
a la historia únicamente.
Por lo demás, sepa El Eco que no sabemos, por nuestra parte, cómo no se le
ocurrió a algún fabricante dedicarse a la confección de los fósforos inquisitoriales que,
aunque no fueran más que por el título, habían de gustar a los amigos de nuestro colega
y cuya invención se pondría al alcance de todas las inteligencias sin necesidad de
explicación alguna acerca de la materia de la que fueran compuestos.
Pero continuamos nuestra tarea si se quiere interrumpida, señores redactores de
El Eco del Miño.
-¡Ya lo creo hombre! ya estábamos cansados de tocar campanas-
Se nos figura estar oyendo a los redactores de El Eco como nos llaman
energúmenos herejes y demás sandeces por el estilo.
Y estamos viendo también como se incomodan los redactores de El Eco y nos
dan un estirón de orejas cual si fuéramos mansos discípulos...
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Pero, que diantre. ¡Vamos allá!
El Eco nos atribuye la idea un tanto ridícula, de querernos encerrar en un
individualismo extremado del cuál estamos muy lejos por fortuna.
Debían haber tenido en cuenta los señores redactores de El Eco que, cuándo
decíamos que no pretendíamos pertenecer a aquella sociedad (la masonería) ni a
ninguna otra, estábamos hablando de cosas que El Eco llama sociedades secretas (lo
cual averiguaremos más adelante puesto que tal secreto no existe donde la masonería
puede vivir libremente) y que por lo tanto, no podía suponerse en nosotros el pueril y
egoísta deseo de vivir estrictamente en nuestro gran individuo, por cuánto, de aquellas
palabras, no podía deducirse nada que estuviese en relación con la sociedad humana,
con la sociedad de la cual formamos irresistiblemente parte todos los hombres.
Así, pues, pudiéramos replicar a El Eco, con alguna más razón, que la Iglesia
Católica, encerrada por sus propios hombres y lumbreras en un círculo de hierro, forma
verdaderamente ese gran individualismo de que nos acusa nuestro colega. Para los
católicos no hay más individuo que sus creencias, que su fe, que su dogma; lo demás no
se admite, los demás hombres que puedan pensar de otra manera están fuera de la ley de
Dios, fuera de la humanidad, esos elementos extradejados de la mano de Dios, y esos
elementos, en fin, no son nada, ni nada significan porque están fuera de vuestra
comunidad, fuera de vuestras creencias.
Pero no, no hablemos de individualismo porque observamos que El Eco tiene
verdaderos deseos de proporcionarnos las mejores armas con que batirle pudiéramos.
Por eso mismo no queremos abusar de semejante situación, de esa situación en que se
ha colocado el colega tudense voluntariamente.
Por lo tanto pasemos adelante porque hasta cierto punto no nos debieran llamar
la atención estos escarceos neo-católicos de pura raza.
Pues ¿y cuándo nos dice El Eco que, aún cuándo todavía sentimos ya no
reaccionamos y por más que aún vegetemos mañana que ya no sentiremos y que luego
ni sentiremos dolores ni enfermedades?
Pero amigo colega, carísimo colega ¿quién le ha dicho a V. que nosotros
sufrimos dolores y padecemos enfermedades?
Caramba!... Si supiera V. de que buena salud gozamos por estas tierras y que
robustos estamos a pesar de todas las píldoras y desinfectantes que usted, con tan
magnánima intención nos propina!!
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Vaya señores redactores de El Eco del Miño, que ya la atmósfera se purifica, el
ambiente es más suave; no teman ustedes atreverse a llegar hasta nosotros para tomar
los baños que anteriormente le hemos recomendado no con peor intención que la de
ustedes...
¡Ah!... Ustedes dispensen señores redactores de El Eco del Miño; ya nos
olvidamos de satisfacer la justa curiosidad que experimentaron cuando observaron
(quizás con tristeza) que a pesar de defender nosotros con dientes y uñas (no, amiguitos
no, que lo hacemos con más razones que las que ustedes pueden aducirnos en contra)
que las sociedades masónicas son muy buenas y muy excelentes, no pretendemos
siquiera hacernos sus sectarios.
Pues bien: tengamos paciencia y que los señores redactores de El Eco se vayan
enterando poco y poco de todas estas menudencias que nosotros, en verdad, podemos
ahorrarnos de explicar, pero como somos tan galantes...
Y es el caso que ya se lo habríamos dicho a El Eco antes, sino fuera que nuestra
intención primera era decírselo al oído, conque no lo oyese nadie, porque como a
nosotros nos gusta tanto el secreto... es una afición particular nuestra.
Mas por otra parte, si somos o no somos sectarios de la masonería, no tenemos
porque decirlo a nadie y lo que si decimos a los redactores de El Eco es que defendemos
y defenderemos siempre la excelencias de esa sociedad bienhechora.
Bienhechora, si, señores; y no le extrañen ustedes porque ahora mismo vamos a
proporcionarles algunas luces de las que ustedes nos suplican les enviemos; pero al
mismo tiempo debemos advertirles prevengan la vista porque como ustedes dicen que
son las que ciegan a los que las miran antes de apagarse... y como ustedes tienen tan
delicado el órgano susodicho, pudieran nuestras luces afectarles demasiado...
Trasladamos a los redactores de El Eco a la "Memoria" de que ya hemos
hablado, y sino, lo cual le será más cómodo, al número 153 correspondiente al 22 de
Marzo de 1879 de el periódico El Clamor de la Patria.
De ambas partes extractamos los datos siguientes que podríamos presentar en
número mucho mayor, sino temiéramos molestar demasiado la atención de nuestros
ilustrados lectores.
Vamos pues, señores redactores de El Eco.
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Durante el año 1872 gastaron las sociedades, o las logias masónicas de todo el
universo, en auxilio a masones necesitados, siete cientos ochenta y cinco millones nueve
cientos sesenta y tres mil reales.
(¡No; no puede ser! no pueden practicar la caridad cristiana; imposible!!)
Las mismas logias emplearon en gastos de funerales y bautizos, diez millones
quinientos ochenta y ocho mil reales (Sí; son ateos, no tienen religión.)
Ídem en sostenimiento de viudas, huérfanos y compra de máquinas y
herramientas para trabajar de varias artes, cuatrocientos noventa y cinco millones siete
cientos cincuenta y tres mil reales (Pero si son enemigos de la familia, de la patria!!...).
En gastos de recepciones, asilos y escuela de educación, tres cientos veinte cinco
millones nueve cientos sesenta y siete mil doscientos reales (El Eco se olvidó de los
niños y de los asilos: lo sentimos).
Socorros a individuos que no pertenecen a la orden masónica, ciento sesenta y
siete millones nueve cientos veintidós mil ochocientos reales (Esta luz de seguro dejó
del todo ciegos a los redactores de El Eco).
Vamos; quedan ustedes enterados ahora, señores historiadores del masonismo?
A ver, señores redactores de El Eco del Miño, saquen ustedes toda esa historia
de la masonería con que nos amenazaban!...
Atrévanse ustedes; no teman, que nosotros somos muy pacíficos, no padecemos
de los nervios.
Vamos señores, vamos, adelante, échense ustedes a la aventura que Dios dirá...
Dios les protege a ustedes en la lucha y la victoria será... ya lo han dicho ustedes de los
católicos... de papel y con antifaz.
Pero, mucho cuidado con lo que se dice, señores redactores de El Eco del Miño,
que en estas cosas hay que contar siempre con la huéspeda.
Señores redactores de El Eco del Miño; gustan ustedes de darse un paseíto con
nosotros por esas calles de Dios?
Si hombre, si...
Distráiganse ustedes por las once mil vírgenes y tranquilícense que la tormenta
ya paso.
R. MELLA
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04/08/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 4 de Agosto de 1880, año II, n.º 78.
Para Valientes...
Señores redactores de El Eco del Miño, lloran Vdes.?
Señores redactores de El Eco del Miño, hacen Vds. los graves?
Vdes. no ríen ya. ¿no se divierten?
Vamos; Vdes. Esas lágrimas: nosotros para no ofender ese justísimo dolor,
vamos también a dejar a un lado las bromas y los chistes, esos chistes que tanto le
agradaron al principio a nuestros estimados contrincantes; es decir, a Vdes. señores
confeccionadores de sermones, señores vocingleros pregoneros de bulas, anatemas,
panegíricos, etc. etc.
Cuánto no darían Vds., señores redactores de El Eco del Miño, por hallarse
ahora mismo en aquellos santísimos tiempos en que se convocaba un concilio, dos, cien,
para quemar, para asesinar. Si, señores, para asesinar a un hombre, porque predicaba la
religión de Cristo, porque, como Cristo, errante siempre, se lanzaba en medio de aquel
horrible torbellino de apostasías, de crímenes que los santones de la religión católica
convertían al predicar los Evangelios del Dios hecho hombre, del Cristo crucificado!...
Pero, oigan Vds. señores nuestros; quién les ha dicho a Vdes. todas esas
bagatelas que se llaman ¡retrógrado, ultramontano! etc. que Vdes. hacen nuestras en el
número 95 de su apreciable diario?
Oigan Vdes; pero no se incomoden, no se alboroten que no les ataquen los
nervios ... que para convulsiones y desmayos hay tiempo, y tiempo sobrado.
Siempre que Vdes. prueben dónde nosotros hemos dicho las palabras que a
continuación vamos a transcribir nos ofrecemos, por segunda vez, a ayudarlos en su
trabajo o tarea de gritar ¡alerta! ¡alerta! ¡alerta!
Si señores: tres veces alerta les ayudaremos a decir siempre que Vdes. nos
prueben lo que atrevidamente, en verdad, nos importan en el párrafo siguiente:
"A Vdes. ¡retrogrado! ¡ultramontano! ¡oscurantista! Calle, calle, porque la
conciencia humana retrocede ante tanto cinismo"
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Vamos, una pieza del can grande, y para mayor abundamiento falsa, ofrecemos
al redactor de El Eco que sea lo suficiente listo para probarnos que nosotros hemos
dicho eso.
Ande hombre, salga V. de en medio; que su marcial figura descuelle pronto
entre sus compañeros; que su esbelta figura y de sin igual donosura aparezca en el
punto más culminante, más elevado... cuándo menos apoyándose cómodamente en las
desnudas y descalzas cabezas de sus apreciabilísimos compañeros...
Sres. redactores de El Eco del Miño, ¿y Vdes. se atreven a decirnos (¡si no lo
creemos!) que no hemos leído lo que es y lo que hace la masonería; y que si lo leímos
que nuestras luces estaban apagadas?
¡Cáspita! Pues las de Vdes. ardían por todos sus costados y así es que,
consumidas ya, debieron Vdes. quedarse a oscuras!
Por Dios, señores maestros, dennos Vdes. unas leccioncitas; por caridad,
ábrannos Vdes. los ojos que vamos a quedar ciegos!
Carambola y palos han hecho indudablemente los redactores de El Eco del
Miño.
¿Cuándo han leído Vdes., señores leídos, lo que es la masonería ni lo que hacen
ni que fines persiguen los frac-masones?
Esto si lo han leído Vdes. pero ha sido por el forro y dispensada nos sea la
palabra por nuestros lectores.
Pero lo más extraño es que a los redactores de El Eco todas aquellas cosas
nuestras le han quitado las ganas de reír (Qué lastima!).
¡Chits!... ahí llegan, ahí vienen los anatemas, las bulas; nos van a exterminar,
van a consumirnos, van a desmenuzarnos en partículas tan microscópicas que no
quedará de nosotros el menor vestigio sobre la tierra.
Desgraciados de nosotros!
Terrible es nuestro delito...horrible será nuestro castigo!... Bien, retebien,
señores redactores de El Eco del Miño.
¿No tienen Vdes. otra historia de la masonería que los anatemas? No tienen
Vdes. otras razones que algunos más que bulas y excomuniones?
Pues discutir así es discutir a trompetazos, discutir haciendo eses, pero muchas
eses; porque se ve al que así arguye agarrarse a todas las esquinas, agarrarse hasta sus
32
propias narices; porque le falta todo punto de apoyo; porque no sabe una palabra de lo
que se trata, y es natural ¿cuándo supo ningún neo lo que es la masonería? cuándo se
detuvo ningún redactor de El Eco del Miño, a considerar, a pesar en la balanza de la
justicia los verdaderos principios de la masonería?
Pero, vamos a ver, ¿cómo han de entender Vds. lo que es la masonería si están
condenados, si se condenan por la sola lectura de uno de esos libros que defienden el
masonismo, si no pueden atreverse a semejante descaro, porque caería sobre ustedes
todo el terrible peso de una excomunión mayor, de un anatema de su soberano Jefe?
Así es que; ¿cómo han de combatirnos Vdes. sino diciéndonos que lo dijo el
Papa tal, el papa cuál?
Y lo que un Papa dice es infalible, como infalible es su persona, como infalible
es todo lo que del catolicismo y de sus hombres viene!
Pero aún así, señores redactores de El Eco, nosotros no tememos a esos
anatemas, palabras vanas que lleva el tiempo.
Nosotros tenemos un Papa, más alto más grande que ese Papa que enseña con
anatemas, con bulas, con excomuniones; tenemos un Papa que es más, mucho más, que
vuestros Papas: Dios. En el depositamos humildemente todas las acciones, todos los
pensamientos, todo lo que nuestra conciencia nos dicta; todo lo que nuestra conciencia
nos dice que es bueno. Tenemos un Papa que no es un Papa como el vuestro, porque
vuestros Papas queman, atormentan, ahorcan, martirizan, y nuestro Papa, El Ser
Supremo, no asesina, no quema, no atormenta, no martiriza. Este Papa no es el vuestro,
no, este Papa no lo admitís vosotros porque estáis manchados con la sangre que miles
de víctimas, miles de mártires vierten hace muchos siglos, con la sangre que hacían
derramar vuestras cadenas, cadalsos y suplicios!
Y nos hablan los redactores de El Eco de religión cristiana, de Cristo, de herejes
y de ateos?
¡Oh! que se acerquen malos redactores de El Eco del Miño: no huyan de
nosotros, que no teman a nuestro contagio, nada se les pegará; que vengan, que se
aproximen y que nos enseñen, que cumplan el precepto de Cristo; pero antes vamos a
decirle cuatro palabras, unas cuántas palabras nada más.
Y cuenten ustedes Vdes. señores del tormento y de la hoguera, que lo que vamos
a decir ya lo oyó todo un concilio: lo que vamos a decir ahora ya lo dijo todo un señor
33
Obispo en el concilio ecuménico de 18703 y por ello comprenderán nuestros lectores
cuánto sentiremos nosotros todos esos anatemas, todas esas excomuniones que puedan
lanzar sobre nuestras ideas; esas excomuniones, esos anatemas, cadenas modernas de un
progreso de acomodamientos de la convivencia de unos cuantos tránsfugas que
pretenden explotar y dominar al mundo, libre hoy, a Dios gracias de las preocupaciones
y terrores que pueden infundirles esos modernos gentiles, farsantes de sacristía, que
entran en el templo dándose golpes en el pecho, y salen de el pensando en el demonio,
en el crimen; pensando en lo que producirles pueden sus hermanos, los demás hombres.
(Se continuará)
R. MELLA
11/08/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 11 de Agosto de 1880, año II, n.º 80.
Para Valientes... (Continuación)
Pero no nos dilatemos que ya los redactores de El Eco deben estar consternados,
llenos de ansiedad, pero consternación y ansiedad hipócritas, no vayan Vdes. a figurarse
otra cosa, amados lectores.
Empecemos pues.
"El Papa Víctor I en 129 aprobó el montanismo y después lo condenó."
"Marcelino (296 a 303) era un idólatra. Entró en el templo de Vesta y, ofreció un
incienso a la Diosa. Diréis quizá que fue un acto de debilidad; a lo cual contestó: un
vicario de Cristo muere, mas no se hace apóstata".
"Liborio (353) consintió en la condenación de Atanasio, y después hizo
profesión de arrianismo para lograr que se le revocase el destierro y se le restituyese su
sede".
"Honorio (625) se adhirió al monoteísmo. El P. Gratri lo ha probado hasta la
evidencia".
"Gregorio I (578 a 590) llama Anti-Cristo a cualquiera que se diese el nombre de
Obispo universal; y al contrario, Bonifacio III (607) persuadió al Emperador parricida
Phocas a conferirle dicho título".
3 Strossmayer (N. de R. M.)
34
"Pascual II (1038-1089) y Eugenio III (1145 a 1153) autorizaron los desafíos,
mientras que Julio II (1509) y Pio IV (1560) los prohibieron".
"Eugenio IV (1431) aprobó el concilio de Basilea y la restitución del cáliz a la
Iglesia de Bohemia y Pio II (1458) revocó la concesión"
"Adriano II (867) declaró el matrimonio civil válido; pero Pio VII (1800 a 1823)
lo condenó".
"Clemente XIV (1700 a 1721) abolió la Compañía de los jesuitas, permitida por
Pablo III y Pio VII la restableció".
"El Papa Vigilio (538) compró el papado a Belisario, teniente del Emperador
Justiniano. Verdad es que cumplió su promesa y nunca pagó. El segundo concilio de
Calcedonia le condenó formalmente. En uno de sus cánones se lee: El Obispo que
obtenga un episcopado por dinero lo perderá y será degradado".
"El Papa Eugenio III imitó a Vigilio, San Bernardo, la Estrella brillante de su
tiempo, respondió al Papa diciéndole: ¿Podéis enseñarme en esta gran ciudad de Roma
alguno que os hubiese recibido por Papa sin haber recibido primero oro o plata por
ellos?".
Conocéis la historia de Formoso demasiado bien.
"Esteban VI hizo exhumar su cuerpo, vestido con ropas pontificales, mandó
cortarle los dedos con que acostumbraba dar la bendición y después ordenó arrojarlo al
Tiber declarando que era un perjuro e ilegítimo. Entonces el pueblo aprisionó a Esteban,
lo envenenó y le agarrotaron. Pero luego Romano, sucesor de Esteban, y tras él Juan X
rehabilitaron la memoria de Formoso".
"Hablando el ilustre Baronio de Juan XI (981) hijo natural del Papa Sergio y de
Marozia, escribe estas palabras en sus anales: La Santa Iglesia, es decir, la romana ha
sido vilmente atropellada por un monstruo, Juan XII (956) que, elegido Papa a la edad
de 18 años mediante la influencia de cortesanos en nada fue mejor que su predecesor".
"Me callo (decía el ilustre obispo) sobre Alejandro VI, padre y amante de
Lucrecia; doy la espalda a Juan XXII (1316), que negó la inmortalidad del alma, y fue
depuesto por el concilio de Constanza".
Qué tal el cuadro ¿Que tal la apología de los Papas católicos hecha por un
Obispo católico?
35
Dónde está la autoridad de los Papas? ¿Cómo queréis, como exigís respeto y
obediencia á estos Papas criminales, a un papado lleno de apostasías, a un papado que
sustenta lupanares donde se reconcentraba todo el vicio de su época, a un papado que
comerciaba con la religión, a un papado que llenaba al mundo católico con sus
escándalos, con sus degradaciones, con sus abominables errores!
Dice el mismo Obispo: "Quizá me diréis: esas son fábulas no historias ¡Fábulas!
Id, monseñores a la librería del Vaticano, y leed a Plotino, el historiador del Papado y
los anales de Baronio (A D. 897)".
Vayan Vds., señores redactores de El Eco del Miño; a dónde indica
acertadamente un católico; un católico que desearía ocultar todas estas cosas pero que
a pesar de todo no pudo pasarla en silencio.
Vayan Vds., señores historiadores de lo que no conocen ni comprenden, y lean
lo que dice un erudito Cardenal hablando de la corte Papal.
"Que parecía a la Iglesia romana en aquellos tiempos? Que infamia! Solo los
poderosísimos cortesanos gobernaban en Roma. Eran ellos los que daban, cambiaban y
se tomaban. Obispados y ¡horrible es relatarlo! hacían a sus amantes los falsos papas
subir al trono de San Pedro."
Si, amigos; los falsos papas ¿percibid vosotros quienes son esos papas falsos?
Decídnoslo, decídnoslo. Pero no podéis ocultar las manchas, las terribles y justas
acusaciones, que pesan sobre todos esos Papas que pretendéis imponernos, esos papas
que se ven en su mayor número en el árbol genealógico del papado!4
Por eso nosotros nos (¿?) miramos en esos papas unos dioses; por eso para
nosotros, qué autoridad deben tener esos Papas impuestos como de derecho divino? esos
Papas que se equivocan como cada hijo de vecino, esos papas que apostatan de Cristo,
de Dios, de las doctrinas evangélicas?
¿Queréis que acatemos esa infalibilidad que hace infalible al crimen, al robo, al
odio y a las venganzas?
¿Queréis que acatemos esa infalibilidad que hace de un hombre a un Dios, que
hace que se adore a ese hombre olvidando a Cristo, olvidando al Dios hecho hombre?
¿Queréis que acatemos esa infalibilidad que diviniza a un hombre el cuál a su
vez oscurece la divinidad del Redentor del mundo?
4 Strossmayer (Nota de R. M.)
36
Si hay Cristo ¡abajo el Papa!
Si hay Papa, si hemos de obedecer al Papa ¿Qué hace aquí Cristo?
¡Ah! Si; ante un crucifijo levantáis a un hombre cubierto de oropel; a un hombre
ante el cual se postran los demás hombres, que arrastra consigo todo el precio de la
sangre de los mártires, que arrastra consigo todo el oro de las iniquidades católicas!!...
Esos son vuestros papas, defendedlos si queréis.
He aquí nuestros papas: Dios, Cristo, los apóstoles. Queréis más?
¿Quién combate aquí al Cristianismo? Los defensores de la divinidad, de la
infalibilidad de unos hombres que arrastran consigo a la humanidad para confundirla,
para precipitarla en un lugar que ellos llaman infierno!
Quién defiende al Cristianismo? Quien defiende a Dios? Los herejes, los
blasfemos, los ateos, los incendiarios, los descamisados!
Escuchad.
Hubo un Papa que al subir al Solio Pontífice elevó consigo una república, elevó
consigo la libertad, la igualdad, la fraternidad!
Pues bien, ese Papa después...
............................................ ............................................ ......................................
Todos se habían engañado y un grito unánime salió de todos los pechos.
Ese papa vivió oyendo continuamente el grito de su conciencia que le acusaba,
que le remordía ¿y por qué?
¡El apóstata! ¡El apóstata! gritaba Italia al ver rodar sobre su suelo las
ensangrentadas cabezas de dos mártires!
"Mastai-Ferreti! Mastai-Ferreti! gritan dos cabezas cortadas desde la mansión de
los espíritus.
Y una voz responde: ¡Fratricida! ¡Fratricida!"
Si; fratricida! Monti y Torgueti gritan desde el Cielo, desde la mansión de los
justos: Fratricida! Fratricida!
Un Papa masón, un Papa que se hace apóstata hace rodar las cabezas de dos de
sus hermanos!
Después de apóstata, asesino!!
37
La masonería asesina, mata, según El Eco del Miño, que contra la vida de ese
Papa no atentó ningún francmasón!
Los asesinos esta vez no eran los masones!! Los católicos matan; los Papas
asesinan a sus hermanos, los Papas asesinan a Monty y Togueti; y los defensores de
esos Papas, y todos esos católicos gritan: asesinos! ¡asesinos!
Y sus manos manchadas de sangre, y sus ropas teñidas con la sangre de sus
hermanos, les muestra la humanidad tal cuales son; y la humanidad profiere un grito de
horror y retrocede espantada ante esos Papas que matan, cual terribles caines a sus
hermanos!...
Que se levante ese Papa! Que se levanten Monti y Togueti!
Quienes son las víctimas? Quienes los asesinos?
Y luego nos dice El Eco que los Santos Padres excomulgan a la masonería y un
Santo Padre que se llama Mastai-Ferreti, ese masón...
Los Papas se excomulgan mutuamente ¿y qué?
Si los Papas se hacen la guerra; si los Papas se matan unos a otros. Sobre el
cadáver de un Papa asesinado se levanta un papa asesino ¿que importa que un Papa
fratricida se excomulgue a si mismo? ¿qué importa que todos los Papas excomulguen a
ese Papa que tiene como escabel dos crímenes, dos cabezas humanas?
He ahí en resumen los Papas, los asesinos, los masones!
Y los redactores de El Eco del Miño nos hablan luego del gran Pio IX.
Que poco enterados están Vds. señores historiadores de lo inverosímil!...
¡Que! Pio IX, excomulga, anatematiza a los masones?
Ah! Pues que se acerquen, que se lleguen acá los señores redactores de El Eco;
que escuchen con calma lo que dicen los masones, cuando un Sr. Arzobispo de Santiago
les excomulga:
"Pio IX, conocido en el mundo Masónico con el nombre de Scevola, podría
contestar victoriosamente a las inculpaciones calumniosas y inconvenientes que lanza
contra la masonería el Sr. Arzobispo de Santiago; pues sabe muy bien que esta
asociación tan solo desea el progreso de la humanidad, y la Fraternidad Universal,
valiéndose para ello de medios lícitos no de vanidosa ostentación. De que lo expresado
es evidente, que uno de los más grandes fines de la institución, es unir con lazos
indisolubles lo que la política y la religión mal practicada han desunido en el mundo; y
38
que los masones no son ateos y si hombres honrados que procuran enseñar la verdadera
moral, podrían informar a su Emma. El Obispo Pedro Rupibus, el de Winchester, el de
Vizen, y los actuales Arzobispos de Coímbra y Cantorbery, sin citar otros muchos que
son Masones, que se admirarán que la pastoral de su Emma. tratéis al jefe de la Iglesia,
al Papa, de criminal y perverso: no juzguéis lo que no sabéis por vos mismo, Emmo.
Señor".
Sabéis ahora quienes son los masones?
Vuestros hombres son masones también. Un Papa masón!
Qué crimen! eso es horrendo!
Eso espanta! Dirán los redactores de El Eco.
Pues si, señores; eso precisamente es un Papa masón Pio IX masón. Varios
obispos masones.
Griten ahora los de El Eco:
Herejía! Ateísmo! Excomunión! Anatema! Exterminio!
Pásmense Vds. porque los redactores de El Eco lloran, pásmense ustedes
queridos lectores.
Conque ahora resulta que los Santos Padres lloran! y por qué? Porqué lloran los
Santos Padres? Lo sabéis vosotros?
Los Santos Padres lloran sus crímenes, sus apostasías. Los Santos Padres lloran
porque sus conciencias les remuerden.
Lo hemos probado con la autoridad de un Obispo católico.
Nada hemos dicho nosotros.
Id, id a los Santos Padres del concilio de 1870 que os expliquen esto; que os
digan como puede ser que el Papado, que la Santa Iglesia Católica encierre tantas
miserias, tantas aberraciones?
¿Queréis saber más? Pues sacad la historia, venga esa historia prometida,
señores redactores de El Eco del Miño.
¿Queréis saber más a cerca de lo que es la masonería? Pues que os lo diga Pio
IX, que lo digan sus Obispos!
Queréis mejores autoridades? Pio IX, infalible como todos los Papas, podrá
deciros algo que os haga comprender de una vez lo que es la masonería.
39
Pero dónde está esa historia prometida? no en balde se exclama enfáticamente:
"Que esto es así se lo diremos al Sr. Mella con la historia en la mano"
¡Oh, si señores, si! Pero nosotros aún no tuvimos la satisfacción de conocer esa
historia, esa historia particular de Vds. (somos bien educados) para que después
supiesen nuestros lectores de quién tenían que horrorizarse, quienes eran los masones
que inspiran horror.
Los Papas fratricidas! Los Papas apóstatas! Los comerciantes! Los traficantes de
carne humana!
¡¡Oh!! Qué oímos?
Los redactores de El Eco no pertenecen a esa clase, no; no son curas... Pero y
quién se lo ha preguntado a Vds.?
¿A nosotros qué nos importa lo que sean ustedes o no?
O es que los redactores de El Eco quieren decir con esto lo contrario de lo
afirman?
Tengan Vds. presente, señores nuestros, que nosotros no combatimos a los
hombres sino que combatimos sus hechos, sus ideas, sus aberraciones, sus calumnias.
Pero he aquí que se nos ocurre decir a El Eco ¿cómo es que mostrándose tan
afligido con un apreciable colega de esta localidad en punto a combatir ideas y no
personas, hacen esto los señores redactores del colega tudense?
Y su dignidad de Vds. toda esa porción de sentimientos que les asedian? dónde
han ido? Que se hizo de todas aquellas recriminaciones que el colega tudense dirige a
nuestro vecino?
Pero señores redactores de El Eco del Miño ¿En que piensan Vds.?
En nada: en tocar el violón.
Amigo colega, si V. no baila mejor, lo que es por esta vez se quedó corto: no
puede V. ser el leader de este baile de .... dignidades, no señor.
(Se continuará)
R. MELLA
16/08/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 16 de Agosto de 1880, año II, n.º 81.
40
Para Valientes... (Continuación)
Respiremos. El Eco ya no nos habla de masonería: otra cuestión es la que nos va
a entretener ahora.
"Vaya pues, ya que no tiene pruebas vengan lágrimas".
Ganas nos da de reír, pero reír de veras, cada vez que nos fijamos en las
anteriores palabras.
Pero, señores redactores de El Eco, se atreven Vds. a pedirnos pruebas? ¿de
veras se atreven Vds.?
¿Y dónde están las pruebas que justifiquen lógicamente aquel ¡alerta! tan... tan...
Campanudo? ¿Dónde están señores redactores de El Eco?
¡Ah! ...se nos olvidaba: como nuestras luces están apagadas no es extraño que
no encontremos las pruebas que El Eco arguyó en apoyo de su inolvidable alerta.
Vaya, entonces léannos Vds. otra vez aquel articulejo.
Porque: como nosotros no hemos visto allí prueba alguna entre tantas frases
pomposas, que, mas bien parecía golpes de tambor y trompetazos de un ejército de
Carcas ... es fácil.
Solo que estos carcas nunca tuvieron gracia para manejar el Chasepot (¿por
fuerza chasepot?) y el petróleo: solo, si, allá por aquellas montañas ya sabe El Eco por
dónde destruían puentes y caminos, descarrilaban trenes, robando a los viajeros,
incendiaban aldeas, estaciones; mataban después de saquearlos, a indefensos y pacíficos
viandantes; talaban los campos y caseríos; arrancaban por fuerza los hijos de los brazos
de sus madres y otras mil lindeces por el estilo.
Y no era nada lo del cuento... mas he aquí que los redactores de El Miño (digo,
de El Eco), deferentes siempre con nosotros, nos preguntan si nunca hemos tenido un
rato de meditación sobre los hechos de la commune.
Pues, si, señores; y vamos a decirles, en este mismo instante, lo que hemos
reflexionado y lo que precisamente se nos ocurrió preguntar á nuestra vez.
¿Nunca se les ocurrió indagar quienes eran la causa de aquella revolución que
por 48 rehenes, sacrificados por el pueblo en un momento de desesperación, habían
dado la sangre más pura de los que formaban en sus filas, la vida de miles de sus
mejores hombres?
41
"¿Es verdad, diremos ahora con un periódico de la vecina República, si o no, que
durante dos meses de batalla, de guerra civil y de dominación absoluta de París, los
communistas respetaron la vida de todos prisioneros, de todos los adversarios políticos,
que solo: perdieron 260 rehenes y que vivieron pobres al lado de los millares de
millones que tenían?"
"Es verdad, si o no que Versalles fusiló al menos diez y siete mil personas
sumariamente, sin siquiera averiguar su identidad, para vengar la muerte de estos 64
rehenes?"
¿Quienes fueron los asesinos; quienes los que para salvar los edificios
entregados a las llamas echaban en vez de agua, petróleo en las bombas; quienes los que
arrojaban las bombas incendiarias que destruían a la gran capital de Francia?
Conteste El Eco, diga lo que haya reflexionado sobre esto, diga únicamente, no
exigimos más, lo que decían los periódicos franceses y no franceses de aquella época,
pero los periódicos imparciales: busque El Eco si en los números de el Times, el Journal
des Debats y otros que no citamos y lea lo que decían y luego responda.
Los soñados fantasmas de las revoluciones, señores redactores de El Eco, ya no
están de moda y Vdes. hacen mal sacarlos a cuento. Oculten, oculten Vdes. todo eso
porque precisamente es lo que les pone a Vdes. más de relieve.
Cuando Vdes. hayan hecho todo lo que arriba indicamos entonces podrán juzgar
a la commune, podrán juzgar a una revolución que, como en todas las que toma parte
directa el pueblo trabajador, era el derecho del hombre, del ciudadano, el derecho de la
humanidad irguiéndose ante la tiranía de sus opresores, ante el despotismo envilecido de
sus verdugos.
Aquella revolución, mal que le pese a El Eco, era la reivindicación, justa y
necesaria, en la marcha progresiva de la humana historia, de los derechos de todas las
víctimas, de todos los mártires inmolados en aras de vuestros hediondos Dioses, en aras
de un despotismo bárbaro que levanta templos al oro y que confunde en la miseria, en la
esclavitud a la manifestación más grande de la naturaleza humana: el trabajo!
Pero sepa, ante todo, el colega tudense lo que hemos reflexionado acerca de
algunos hechos de aquellos descamisados como diría El Eco.
Empecemos por las célebres petroleras.
42
Luisa Michel, he aquí la mujer contra la cual los hombres de orden Versalles
han esgrimido todas las armas más viles de la calumnia y la perfidia: contra esta mujer
se han lanzado los más crueles anatemas, las más terribles acusaciones, porque esta
mujer como muchas otras, era una de las principales incendiarias que los versalleses se
habían forjado en su imaginación para descrédito de la idea que querían destruir a todo
trance.
Pues bien ¿quiere saber El Eco lo que hemos meditado sobre esto?
Si; lo oirá El Eco, lo oirán muchos lectores, lo oirán muchos que nada de lo que
vamos a decir ignoran; pero como que los redactores de El Eco no quieren verlo, o no
quieren oírlo, o no quieren comprenderlo, por eso vamos a repetir aquí lo que tantos y
tantos han dicho ya, para que lo oigan los redactores de nuestro colega y para que
mediten después sobre los hechos, sobre los verdaderos hechos de la commune.
Luisa Michel, empezada la guerra entre Francia y Prusia, con un patriotismo
digno de una heroína, con ese patriotismo tan admirado de las hijas de París,
conociendo que allí dónde estaban sus padres, sus hermanos, allí debía estar ella; que
allí dónde la patria luchaba por su independencia, por la libertad de sus hijos, allí debía
de estar también como buena francesa, como una aparición valerosa, lanzóse al campo
de batalla imponiéndose la penosa tarea de recoger y curar heridos de recoger y curar
hermanos.
Allí, marchando detrás de los ejércitos, cruzando luego sobre su cabeza las balas
y las bombas de ambos ejércitos, francés y prusiano veíase a Luisa Michel, la gran
figura de la commune, la gran petrolera acudiendo aquí y allá levantando a este,
curando al otro; consolando al de más allá, cumpliendo en fin, como buena cristiana y
dando cima de esta manera a la tarea que se había impuesto temerariamente en verdad.
¿Necesitaremos encomiar la caridad, el valor y el patriotismo de semejante
mujer?
¿Necesitaremos decir a El Eco no era sola la que seguían muchas francesas, y
que estas francesas fueron más tarde las terribles incendiarias de la commune?
Terminada la guerra franco-prusiana la misión de Luisa Michel había terminado.
Pero he aquí que ahora la lucha es de franceses con franceses, de padres con sus
hijos, de hijos con sus padres!
Que hacer? Que hizo Luisa Michel?
43
R. MELLA
(Se continuará)
20/08/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 20 de Agosto de 1880, año II, n.º 82.
Para Valientes... (Continuación)
"Quemar, asesinar, acabar con la Francia, destruir a la capital del mundo".
Eso exclamaran furiosos los redactores de El Eco.
Luisa Michel no ha cambiado: es la misma y entonces la unión que vuelve a
imponerse es más grande: recoger a los heridos de uno y otro bando porque todos son
sus hermanos, todos son igualmente sus compatriotas.
Mas he aquí que Luisa Michel como muchas otras empieza a ser perseguida por
los hombres que, predicando amor al prójimo, matan; que, predicando caridad, dejan
abandonado en medio de la miseria, próxima muy próxima al sendero del crimen al
infeliz que tuvo la desgracia de nacer pobre y desvalido, al desgraciado niño que no
conoció a sus padres, a la pobre joven que la sociedad despiadadamente arroja de si,
después de que el hombre le robó su honra, dejándola por toda justicia abandonada a su
desesperación, a su cruel amargura.
Luisa Michel vivió entonces entre los communistas, los que reniegan de Dios y
auxilian a sus semejantes; los herejes, los blasfemos, los soñadores que claman a todas
horas y en todo lugar al hombre, a la humanidad, que se acuerda que nuestros hermanos
se mueren de hambre, que nuestros hermanos se arrastran por el crimen para poder
vivir, que nuestros hermanos en la indigencia se ven despreciados, arrojados a la vía
pública, y que el hombre, la humanidad, se cruzan de brazos y contemplan impasibles
ese cuadro desgarrador que nos ofrece el obrero, el esclavo del capital, ya que no del
hombre, el mendigo que no tiene que comer mientras los perros de los grandes señores
consumen diariamente más, mucho más de lo que aquellos infelices necesitan para su
sostenimiento.
Luisa Michel huía de los versalleses porque estas gentes apartaban de si todo lo
grande, todo lo bello que hay en la criatura, que hay en el ser humano.
Luisa Michel sabía que, tenida por petrolera, si la cogían sería necesariamente
fusilada sin piedad, y sin embargo ¡Luisa Michel seguía recogiendo y curando los
44
heridos que eran sus hermanos, que eran su sangre, la sangre de la Francia heroica, de la
Francia del trabajo!
La lucha terminó. Llegó el momento de los grandes crímenes y los versalleses
disfrazados, los versalleses jesuitas disfrazados de demócratas acusadores terribles de
los hechos de los communistas, empiezan por acorralarlos fusilándolos en masa en
diferentes puntos del París.
"Las matanzas, en masa, duraron hasta los primeros días de Junio, y las
ejecuciones sumarias hasta la mitad del propio mes. Por mucho tiempo hubo aún
dramas misteriosos en el Bois de Bologne, cerrado para el público. No sé sabrá nunca el
número de las víctimas de la semana sangrienta. El jefe de la justicia militar, el general
Appert, confesó 16.000 fusilados. Allain Targé ha dicho que el municipio pagó los
gastos de inhumación de 17. 000 cadáveres."
Los parisienes, los communistas indefensos, eran asesinados de esa manera,
después de la victoria alcanzada por los tiranuelos del pueblo libre, del pueblo generoso
que respetaba la vida de sus prisioneros!...
Los communistas, los canallas eran muertos miserablemente como fieras, como
salvajes por los hombres honrados, por los hombres humanitarios católicos, hombres de
orden... que asesinan a sus semejantes!
La sed de sangre dominaba a los lobos de sayo negro disfrazados con la banda
tricolor!
Volvamos a nuestra heroína. Hela aquí ante el Consejo:
"Yo no quiero defenderme, no quiero ser defendida, exclamaba Luisa Michel;
pertenezco en cuerpo y alma a la revolución social, y declaro que acepto la
responsabilidad de todos mis actos. La acepto toda entera y sin restricciones". El capitán
fiscal pide la pena de muerte. Ella responde: "Lo que reclamo de vosotros que os dais
por mis jueces es el campo de Satory, donde han caído mis hermanos. Se os dice que me
quitéis de la sociedad: Y bien! el fiscal tiene razón. Puesto que parece que todo pecho
que late por la libertad no tiene derecho más que a un pedazo de plomo, yo pido mi
parte! Si me dejáis libre no cesaré de gritar ¡venganza! y denunciaré, a la venganza de
mis hermanos, a los asesinos de la comisión de gracias".
El Presidente: "No puedo permitiros el uso de la palabra".
Luisa Michel: "He concluido, ¡Si no sois cobardes matadme!"
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"No tuvieron piedad de matarla de un solo golpe. Fue condenada a la
deportación".
He aquí, tal cual lo relatan, un periódico francés primero, y uno español después,
lo acontecido con Luisa Michel, la mujer magnánima y generosa que recogía con dolor
profundo la sangre derramada por sus hermanos y la cual era sin embargo la petrolera
más temible para los amigos de los redactores de El Eco allende el Pirineo, los que a
pesar de todo, no tuvieron valor para arrancarla de su preciosa existencia.
(Se continuará)
30/08/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 30 de Agosto de 1880, año II, n.º 84.
Para Valientes... (Continuación)
Señores redactores de El Eco del Miño, ¿quieren ustedes hacernos el favor de
enseñarnos esos Obispos tendidos de trecho en trecho sobre el polvo ¿quieren ustedes
decir dónde están esos Obispos? Por favor, señores redactores de El Eco, porque
nosotros nada vemos y Vdes. casi... casi... quieren presentarnos una sementera de
Obispos y, en verdad, la curiosidad... ¡que picarilla es la tal amiguita!
Pero señores redactores de El Eco; ¡Los Obispos! ¡Tendidos sobre el polvo!
Pero Vdes. que hacen magnánimos impugnadores del masonismo? ¿No tienen Vdes.
más caridad? no se les ablanda ese corazón de piedra ante semejante espectáculo?
Es que para ver visiones los redactores de El Eco ... y nadie más!
Pero aquí hemos de advertir a nuestros lectores que El Eco empieza a divagar y
se nos va muy orondo y campechano a viajar incontinenti por los cerros de Úbeda.
Empieza el colega por sacarnos a relucir los estatutos de una sociedad, comité, u
otra cosa parecida, de internacionales communistas demócratas, socialistas o, en fin,
todo y lo que nuestro colega quiera.
Pero, señor de dónde habrán quitado esos benditos hijos de Adán semejante lio!
Sres. redactores de El Eco del Miño, Vdes. hacen y deshacen por su cuenta, pues
en esa procesión nadie lleva vela más que Vdes!...
Por Dios; cuando Vdes. quieran combatirnos con la historia en la mano... no
busquen Vdes. hechos que solo se encuentran en novelas, pero... como al fin ustedes no
dejan de ser unos noveleros... pase.
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Y vaya todo por las once mil.
"2º. Quiere ante todo la abolición definitiva y completa de las clases (¡ay pobres
curas!) ...
¡Ay! señores redactores de El Eco del Miño, ¿dónde dejaron Vdes. la cabeza?
Para cuándo guardan el sentido común?
Y vaya una exclamación que han soltado nuestros amigos, nuestros
apreciabilísimos amigos los redactores de El Eco!
Coces, coces y más coces.
Vamos, que con exclamaciones semejantes, como las que más arriba hemos
mencionado, ya puede enseñorearse el colega tudense.
Hombre, a quien se le diga... ya... que no lo creería ...porque unos señores tan
listos... unos señores tan echaos pa alante en esto de quedarse con la boca abierta
soltando rebuznos...
Prosigamos que para muestra basta un botón.
¿Quién es ese Sr. Murat tan arrogante? Hacen Vdes. el favor de decirnos si ese
Sr. Murat era esbirro del Santo Oficio? Quieren Vdes. decirnos si ese señor, era alguno
de aquellos santos que perseguían, atormentaban y que matan a los Videff, Juan Hus,
Gerónimo de Praga, Jacobo de Matai y otros tantos, mártires de su deber y su
conciencia?
Sres. redactores de El Eco, mándennos acá alguna cosita tan dulce, de ese Sr.
Murat, como la que nos citan en su refutación.
El Eco quiere hacernos comulgar con piedras de molino, y es más, quiere
engañar miserablemente como de costumbre a sus lectores: pero cuidado, amigo colega;
ni tanto allá; porque entonces tendríamos que decir lo que venimos evitando desde el
principio de nuestro artículo.
Mas he aquí que el colega tudense se engolfa en un mar de divagaciones
absurdas y tan absurdas y anómalas que ni siquiera queremos tomarnos la molestia de
indicarlas a la consideración de nuestros lectores.
Luego se dedica el colega a contar a sus lectores un cuento de viejas que, por lo
rancio de su contenido y lo gastado de su argumento, hiede; pero hiede por lo mucho
que fue y es manoseado por los defensores de la religión, de las miras de Cristo; por los
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enemigos, sin embargo, de la libertad, de los derechos inherentes a la personalidad
humana.
Y como se conoce que los redactores de El Eco no están acostumbrados a decir
sermones!
Luego nos dicen que aquellas mujeres (las del templo de París) eran concubinas
según confesión propia...
¡Pues hombre! Entonces aquellas mujeres no pertenecían a la commune;
aquellas mujeres –se equivoca El Eco- eran, ni más ni menos, que las barraganas, las
prostitutas de algún Obispo Arzobispo: así como el de la diócesis de Lyon.
¿Conocen los redactores de El Eco a ese señor? saben Vdes. algo de ese
celebérrimo Arzobispo?
Sépanlo o no vamos a decírselo nosotros para que conozcan a las verdaderas
prostitutas que profanan el Templo de Dios, en compañía, a todo esto, de sus amigotes
los defensores del Cristianismo.
"Examine el lector (y los redactores del Eco) el siguiente cuadro sinóptico del
Arzobispado de Lyon en 1581.
I
1 Número de Arzobispos, Obispos, Abades y Priores .............................. 480
2 Sus criados ............................................................................................. 1782
3 Oficiales abaciales ................................................................................. 957
4 Sus criados ............................................................................................. 1250
5 Canónigos .............................................................................................. 478
6 Sus sirvientes ......................................................................................... 900
7 Curas o pastores ..................................................................................... 13200
8 Sus sirvientes ......................................................................................... 6700
9 Vicarios o ecónomos .............................................................................. 13200
10 Sus sirvientes ........................................................................................ 4200
11 Societarios ............................................................................................. 849
12 Sus sirvientes ......................................................................................... 225
13 Monjes .................................................................................................. 5000
14 Sus criados ............................................................................................ 1220
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15 Cartujos y otros frailes .......................................................................... 4000
16 Sus sirvientes ........................................................................................... 750
17 Caballeros de Malta ............................................................................... 692
18 Sus sirvientes ........................................................................................... 1800
19 Monjas .................................................................................................... 2345
20 Capellanes y sirvientes ........................................................................... 600
21 Niños de coro y seminaristas ................................................................... 317
22 Novicios .................................................................................................. 2800
Setenta y tres mil setecientos cuarenta y cinco ............................... 63 745
II
Perversión de las costumbres
Ya que tanto se habla de la relajación de la honestidad, de la perversión de la
moral pública y privada, del bastardeamiento de las costumbres y de las infames
concupiscencias, veamos lo que sucedía (poco más o menos) en un Arzobispado de la
curia Romana: en el Arzobispado de Lyon.
Mujeres adúlteras
De los obispos ........................................................................................... 468
De los canónigos ....................................................................................... 750
De los capellanes ..................................................................................... 160
De los societarios ..................................................................................... 600
De los curas ............................................................................................... 17000
De los vicarios ......................................................................................... 27700
De los monacales ..................................................................................... 13000
De los caballeros de Malta ........................................................................ 12120
Total ............................................... 68 890
Solteras entretenidas
De los obispos ........................................................................................... 900
De los canónigos ....................................................................................... 2200
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De los capellanes ..................................................................................... 800
De los societarios ..................................................................................... 600
De los párrocos ......................................................................................... 20000
De los vicarios ......................................................................................... 30000
De los monacales ..................................................................................... 34000
De los caballeros malteses ....................................................................... 12000
Total ............................................... 110300
Rufianes y rufianas
De los obispos ........................................................................................... 448
De los canónigos ....................................................................................... 62
De los capellanes ..................................................................................... 45
De los societarios ...................................................................................... 411
De los curas .............................................................................................. 2000
De los vicarios ......................................................................................... 3000
De los caballeros de Malta ....................................................................... 200
Total ............................................... 6166
Clérigos dados a vicios contra la naturaleza
Obispos .................................................................................................... 124
Canónigos ................................................................................................ 68
Capellanes .............................................................................................. 40
Societarios ............................................................................................... 112
Curas ....................................................................................................... 200
Vicarios .................................................................................................. 130
Abades y priores .................................................................................... 411
Monjes .................................................................................................... 1100
Demás frailes ........................................................................................ 1800
Malteses ................................................................................................. 350
Abades y priores .................................................................................... 411
50
Total ............................................... 4335
Demostración
1º Individuos de la creencia ..................................................................... 63745
2º Mujeres casadas (adúlteras) ................................................................. 68890
3º Solteras ................................................................................................ 110500
4º Rufianes y rufianas ............................................................................. 6166
5º Clérigos dados a vicios feos ............................................................... 4335
6º Hijos bastardos ................................................................................. 59138
Total ............................................. 312 774
Resulta que en su arzobispado de la curia romana, existían en 1581 trescientas
doce mil setecientas setenta y cuatro personas que fomentaban la corrupción de la moral
pública y privada, el bastardeamiento de las costumbres, la perversión de la virtud y de
la familia, etc."
Hablen ahora los señores redactores de El Eco hablen de las mujeres de la
commune y de la internacional!
Digamos El Eco quién pervierte la sociedad, quién degrada a la mujer y, por
último, quién ultraja a Dios.
Pero detengámonos: el anterior cuadro es bastante elocuente para que debamos
decir ni una palabra más.
Conste, pues, que ya quedan enterados los redactores de El Eco de quienes son
las mujeres que van al templo a insultar a Dios.
Prosigamos.
Amigo colega, ¿quién es ese feroche que intentan subir tan alto? Quién es ese
feroche de los feroches que tan atrevidamente pretende escalar el cielo y llegar hasta esa
inmensa altura donde se supone colocado a Dios? Pero señores redactores de El Eco,
aconséjenle Vdes., por favor, que lo busque entre nosotros mismos; que busque a Dios,
pues que se encuentra en toda parte y lugar, entre los mortales hijos de Adán; que lo
busque en esta tierra feliz que habitamos nosotros, y así pueden Vdes. evitarle una
caída... y es lástima que no lo hagan Vdes., por mor de la Caridad siquiera.
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Que bien se pintan estos alcornoqueños a si mismos! "Y aún se atreve el Sr.
Mella a decirnos en cara que hemos profanado a renglón seguido las sacrosantas
palabras de igualdad, libertad, fraternidad... Oyendo hablar de este modo a los mismos
que las predican!"
No se admiren Vdes. caramba! Pues he ahí; viendo lo que los mismos adalides
del catolicismo, los valientes campeones del catolicismo hacen (y no dicen) en una
diócesis de Lyon; lo que los mismos propagadores, los mismos ministros de la religión
de Cristo hacen en un tribunal que se llamaba el Santo Oficio aprobado por los Santos
Padres que quemaban hasta en estatua a sus hermanos, que quemaban vivos a sus
semejantes, ¿qué hemos de decir nosotros?
¿Qué hemos de decir si hasta en estatua se quemaba a los hombres, si se llevaba
el rencor y el odio de religión hasta tal extremo?
Y todo en nombre de Dios, en nombre de Cristo!
Y el verdugo alzaba en una mano el crucifijo mientras con la otra aplicaba la
encendida tea a la hoguera donde debía morir abrasado el infeliz mortal que caía bajo su
terrible venganza!...
Y a este modo de argumentar nada puede decirnos El Eco mas no hacemos más
que corresponderle debidamente; lo que se dice pagar en la misma moneda.
Y aún tenemos que decir a los Sres. redactores de El Eco que, aún cuando
ciertos sean los hechos que se citan, nos parece que, o no saben lo que es una discusión
ni como debe sostenerse, o que no alcanzan ni comprenden la verdadera y única
relación que existe entre la idea y los hechos de los hombres, de sus sectarios.
Y dejemos esto ya porque El Eco se nos sale con sus cuentos colorados...
Para quién están escribiendo Vdes? será para el Congo?
Porque; dónde tuvieron lugar esas escenas que Vdes. con tanto sentimentalismo
nos pintan?
¡Ya! Es que Vdes. no saben lo que querían los communistas franceses, y
nosotros vamos a destruir todos eses fútiles argumentos explicándoles lo que la
commune quería y defendía.
Si, señores; explicárselo, porque Vdes. parece que no lo quieren entender,
concediendo ya que de veras Vdes. lo entiendan.
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Los communistas ni privaban a los católicos practicar su culto ni tampoco
prohibían que cualquier persona se casase católica o civilmente según parece quiere
afirmar El Eco.
Para los communistas todos eran iguales: católicos, protestantes, judíos, etc.
Defendían una ley civil, en los casos que Vdes. nos citan, porque así lo creían
necesario para la buena organización de un Estado, sin que por esto pudiera solo
entenderse que se privara a cada cual de hacerlo según su culto.
Los communistas querían además una ley municipal que redujese el poder
arbitrario de los de arriba y aminorase un tanto la situación apremiante, la miseria y la
escasez en que se encontraban los de abajo.
Libertad, autonomía para el individuo, el municipio, la provincia, la nación.
La commune quería en fin el grado mayor de armonía que pudiera establecer
entre el individuo, la sociedad y los gobernantes, mandatarios de aquel individuo y de
aquella sociedad.
Querían todo lo que contribuir pudiera al bienestar humano individual y
socialmente.
He ahí pues a grandes rasgos todos los cuentos horrorosos, todos los crímenes
imputados a una idea que tiene por base –utópica o verdadera- la felicidad humana en su
mayor grado posible.
Si esto es un crimen, júzguelo el lector: a su consideración lo dejamos.
Una idea encierra casi siempre errores: el communismo como otras los encierra
también, pero no es una blasfemia, no es un crimen como asegura El Eco.
Pero ¡alto ahí! señores redactores de El Eco del Miño.
¿Quién habla aquí de muertos sin sepultura y de difamación de la cruz?
¿Conque los communistas rechazaban la cruz por considerarla un símbolo de
atraso?
¡Ah! Nos habíamos olvidado que lo que relataba El Eco era un cuento.
Porque, si así no fuera, ya íbamos a decirle que habían hecho los communistas
en el cementerio del P. Lachaise donde tantas cruces había y a las cuales, sin embargo,
nadie osó tocar... Ya íbamos a preguntarle quienes eran los que desenterraban cadáveres
y negaban sepultura a sus semejantes; un pedazo de tierra, un palmo de improductivo
suelo, donde depositar los restos mortales de sus hermanos...
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Cuántas madres andan por esos mundos llorando la perfidia de muchos hombres
que bien conoce El Eco!
Cuántos hijos se ocultan en la sombra para ocultar así al mundo su deshonra, la
desgracia de no tener un padre a quien poder amar cariñosamente!
Hay en la sociedad tantos hijos que no pueden amar, que no pueden ser buenos
porque sus padres no puede decir que lo son!
Hay tantas madres lanzadas a la prostitución por los impúdicos deseos de unos
hombres sin alma y si corazón que se llaman infalibles!
Por eso El Eco pinta tan bien el dolor de una madre desgraciada, de una madre
que, recordará que la causa de sus lágrimas es la villanía de un seductor, pero de un
seductor que sabe que no puede ser hombre honrado, que no puede ser esposo, que no
puede ser padre, que solo puede ser...
Y esto sea dicho de paso así... "cuando las sombras de la noche envuelva la
mansión del sueño" (¡!)
Y entre tanto esperamos que llegue el día para continuar nuestra tarea.
(Se continuará)
R. MELLA
05/09/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 5 de Septiembre de 1880, año II, n.º 86.
Para Valientes...
"Y Francia sabe todo esto, porque ella misma lo ha visto, y no obstante arroja
con mano sacrílega hoy mismo a los jesuitas y abre las puertas a las disolventes y
desgarradoras máximas de la commune y la masonería".
Lo que sabe Francia, señores redactores de El Eco, es precisamente todo lo
contrario de lo que Vdes. saben y quieren que sepan los demás.
Francia, manchada con la sangre de sus hijos, los communistas de París, vuelve
hoy de su error llamándolos a todos, acogiéndolos en su seno cariñosamente.
Francia reconoce hoy su error de ayer.
Los communistas no eran un crimen, y Francia hace desaparecer la injusta culpa
y la injusta pena que sobre ellos pesaba.
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Si esto le amarga a los señores redactores de El Eco que tomen un azucarillo
para que se les regule el paladar.
Y por lo que toca a los jesuitas...
Francia, señores redactores de El Eco, no arroja a la Compañía de Jesús, no. Eso
es faltar a la verdad, y no lo extrañamos porque ya conocemos el sistema de nuestros
contrincantes, ya conocemos las mañas de los señores redactores de El Eco.
Que han faltado Vdes. a la verdad vamos a probarlo.
Según el Concordato, solo se permite en Francia, España y demás naciones que
a el se sujetan el establecimiento de tres congregaciones determinadas y entre las cuales
no se encuentra la de los jesuitas.
Pues bien: el gobierno francés no hizo más que cumplir con la ley y con el
Concordato.
Y una prueba evidentísima de ello es que su Santidad León XIII no ha dirigido a
aquella nación la menor queja, ni indicación de disgusto, por la orden aplicada a los
jesuitas y demás congregaciones que se hallaban fuera de la ley.
Además, el gobierno francés quería una transición entre la ley y las
conveniencias especiales, precisamente por parte de los jesuitas, al pedir al Senado la
votación del artículo 7º de la ley de instrucción pública. Los jesuitas de frac... la
rechazaron y entonces se hizo justicia por completo y sin consideración de ninguna
especie.
La ley se cumplió cerrando todos los establecimientos que en Francia tenían los
jesuitas.
Los jesuitas están en Francia; el que de Francia sale es porque quiere: esto no lo
puede negar nadie.
Luego los señores redactores de El Eco no dicen la verdad y engañan al público
a quien se dirigen.
Por lo demás, observamos que los redactores de El Eco, rehúyen en este punto
toda discusión formal.
Nosotros no habíamos hablado de los jesuitas franceses; indicábamos
someramente la Compañía de Jesús y El Eco dando callada por respuesta, demuestra
que no quiere defenderlos. ¿Porque señores redactores de El Eco del Miño?
55
Lo comprendemos y nos callamos porque, al fin, El Eco no dirá nada y la razón
se nos escapa, aunque quisieran nuestros contrincantes que se nos escurriese.
Pero oigan Vdes. amables lectores y juzguen la conducta de los virtuosos
redactores de El Eco:
"Y aquí no podemos acallar el sentimiento que nos domina (¿de veras?) al
recordar que en EL ESTUDIANTE, hoy manchado con eterno borrón (ay, Dios nos
valga) colaboraron, sino redactaron, jóvenes de sentimientos cristianos, que todavía
comparten con nosotros sincera y dulce amistad".
Y aquí no podemos acallar los deseos que tenemos de decir a los señores
redactores de El Eco que en este punto han obrado como los traidores, como los
miserables, que hieren por la espalda, porque no pueden, o no tienen valor para herir de
frente.5
.................. .................. .................. ..................
.................. .................. .................. ..................
Pero hablemos del Norte.
Advertimos a Vdes., señores redactores de El Eco, que nosotros acostumbramos
a decir las cosas en tesis general, nunca hiriendo personalidades que muy bien pueden
estar a cubierto de toda acusación.
Por lo demás, ya saben Vdes. que no les confundimos con otros, ni sabemos
siquiera quienes sean sus encubiertas personas. No; ni los conocemos, ni tenemos para
qué, pues nos basta con conocer sus ideas de Vdes.
Ya sabemos (según Vdes. dicen) que nunca han salido de Galicia, de este vergel
hermoso, que Vdes. sin embargo, pretendieron también contaminar como a las
provincias vascongadas y otras.
Pero es que son Vdes. tan inocentes!
Qué candor! Qué sencillez!
5 Debo gratitud a la redacción de EL ESTUDIANTE por su deferencia para conmigo, al insertar
en las columnas de tan ilustrado periódico, mis humildes e insignificantes artículos; y así lo consigno aquí para mi satisfacción. La redacción de EL ESTUDIANTE no es, pues, responsable de ninguno de mis trabajos; y El Eco del Miño hace cuestión personal en el párrafo que acabamos de contestar. Conste así. (Nota de R. M.)
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Pues amigos, sepan Vdes., que nosotros ni hemos estado en la commune, ni
entre los masones, ni aún siquiera hemos desembolsado un céntimo para sostener ni a la
una, ni a los otros.
Y en cambio los carlistas en el Norte recibían dinero de todos los puntos de
España y aún de algunos de Europa.
¿Sabe El Eco quién mandaba ese dinero? sabe El Eco quién sostenía aquella
guerra criminal? ¿sabe El Eco quién remitía el oro con el cual muchos hombres
desalmados, muchos hombres sin corazón, en nombre de Dios, Patria y Rey, arruinaban
a España por completo, acababan con sus mejores y aún más preciadas riquezas?
¿Sabe El Eco quienes ayudaban, fingiéndose amigos de la patria y defensores de
Cristo, a los asesinos de la juventud española, a los saqueadores de nuestras ciudades; a
los que talaban los campos de Vizcaya, Navarra, etc.; a los que destruían estaciones,
trenes, vías, puentes, todo, en fin, lo que España poseía de más importancia? Sabe El
Eco también quienes asesinaban a infelices prisioneros, a pobres mujeres, ancianos y
niños?
Si; El Eco sabe todo esto y mucho más; por eso se escurre; por eso rehúye en
esto también discusión alguna y nos contesta con un parrafito que... vamos, da la hora.
Pero, señores redactores de El Eco del Miño, ¿porqué no se atreven Vdes. con
los jesuitas y con las honradas huestes alcornoqueñas? ¿Por que no salen Vdes. a la
defensa en esos dos puntos de la discusión?
El Eco lo sabe y nosotros también.
Y cuidado ahora que vamos a entrar en Italia.
El Eco nos dice que nosotros le metimos en Italia, ¿cómo se atreve a sostenerlo
nuestro colega?
Bien decíamos al principio que los redactores de El Eco eran miopes...
Y siguen siéndolo que es lo que nosotros sentimos.
Señores redactores de El Eco del Miño ¿Ustedes no se acuerdan ya de lo que
decían en su primer artículo?
Pues bien, señores centinelas, señores guardianes de lo que no hace falta que
nadie guarde, vamos a refrescarles un poquito la memoria.
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"Libertad, igualdad, fraternidad, predicaron los rojos de Italia, y con tan
seductoras palabras lograron envenenar las entrañas de la sociedad, que hoy devorada
por un fuego interior, se agita en violentas convulsiones e interminables agonías".
Conque ya saben Vdes. señores despiertos, que no oyen ni ven, quien es el que
se va a viajar por Italia.
El Eco, al sostener su segunda opinión, falta abiertamente a la verdad.
Conque, apreciables lectores, vayan ustedes sumando.
Y por lo demás diremos a los señores redactores de El Eco, que cuando un
déspota oprime a la humanidad, esta, al fin, cansada de sobrellevar con paciencia su
pesado yugo, hace un esfuerzo supremo y rompe las ligaduras que la maniatan, rompe
las cadenas que la oprimen, y sacudiendo sus miembros, arrojando de si el enervamiento
en que se encontraba, hace rodar por el fango los tronos de sus señores para dejar lugar
al trono de la justicia; para dejar lugar a los sagrados derechos del hombre envilecido
por sus esclavizadores.
Cuando las cadenas oprimen al inocente, este se estremece, y en su sacudida,
oye crujir sus hierros, oye el chasquido del metal que le aprisiona, y entonces,
sobreponiéndose a la fuerza bruta que allí le retiene, cobrando nuevos bríos a la voz de
su conciencia que le grita: ¡justicia!, se lanza, en medio de titánicos esfuerzos, a abrazar
el árbol querido de la libertad!
R. MELLA
08/09/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 8 de Septiembre de 1880, año II, n.º 87.
Para Valientes...
Señores redactores de El Eco del Miño, tenemos que volver a insistir sobre un
punto capital de la contienda que vamos sosteniendo.
¿Por qué no siguen Vdes. el ejemplo de todo escritor imparcial, probo, dando así
una muestra de rectitud, de buena fe, siquiera en la discusión?
¿Por qué en vez de relatarnos hechos vagos o indeterminados, no nos combaten
Vdes. con datos históricos cuya veracidad no pueda dudarse?
¿No quieren Vdes. pruebas? Pues ¿y que pruebas nos dan Vdes. en apoyo de su
respetable opinión?
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Vdes. se largan en peregrinación con sus apreciables lectores y, son Vdes. tan
poco políticos, que ni aún les consultan, ni aún les preguntan si quieren o no
acompañarles en semejante viaje.
Pero, ya se ve; como se los llevan Vdes. por un camino tan delicioso (como que
en el existen golfos de plata!) no es extraño.
Pues bien: nosotros invitamos a nuestros lectores a dar un paseíto por esas tierras
adelante pero, previniéndoles que en el camino que vamos a recorrer no encontraremos
todas esas lindezas que El Eco ofrece a sus lectores: al contrario, en nuestra expedición
encontraremos muchas cosas desagradables, tal vez horrorosas...
Mas no teman Vdes. que todo se remediará y, en tanto, vámonos a la gran ciudad
de Roma (a la que tanta afición demuestran los redactores de El Eco) en donde
encontraremos las diversas causas de muchos hechos a que pudiera aludir el colega
tudense.
Y cuenten Vdes. que pasaremos muchas escenas repugnantes por alto, porque de
su publicación resultarían muchos inconvenientes y, acaso, sucedería que muchos de
nuestros lectores tuviesen que apartar la vista con horror.
Y ahora diremos que, cuando un pueblo debe a ciertas y determinadas clases de
la sociedad (apoyadas por El Eco) toda su perversión, todo su escandaloso desenfreno,
todos sus sanguinarios instintos, toda la ignorancia horrible en que se encuentra, ¿qué
culpa tiene de que, al levantarse airado contra sus dominadores trate de imitar ciertos
rasgos característicos de aquellos que solían cruzarle el rostro con el látigo? ¿qué culpa
tiene de que al salir de la abyección en que se encontraba, existan aún en su corazón
rostros inmundos de las máximas de aquellos más inmundos seres, de aquellos que le
daban de comer mientras podía serles útil y luego, cuando desvalido, en la miseria, le
arrojaban hambriento a la calle para que se muriese de hambre y de sed en una esquina?
Que conteste El Eco.
El pueblo hoy se educa mejor que lo hacía ayer: mañana lo hará mejor que hoy.
Al llegar de vuestro despotismo no puede ser bueno, no puede ser completamente
honrado... tiene vuestras lecciones.
Por eso su más grande tarea es limpiarse de esa lepra que trae consigo hace
tantos siglos.
No extrañe El Eco que en las revoluciones haya desmanes, no.
59
Tales maestros...
Lo que debe extrañarle a El Eco es que, en un estado anormal, en una situación
en completa calma, sosegado el espíritu, cuando la razón puede hacer valer sus
derechos, cuando el hombre puede convertir por fe y la pureza de las ideas, se
promulguen ciertas leyes, se establezcan ciertos tribunales y se cometan ciertas acciones
por hombres, que para mayor abundamiento, tienen por poderosa arma su infalibilidad
de la cual en verdad han abusado muchas veces para hacer caer al pueblo en un
idiotismo salvaje, en un fanatismo asqueroso, en una concupiscencia escandalosa,
criminal, abominable.
Mas no dilatemos el viaje, Roma nos espera.
Estamos en la librería del Vaticano. Busquemos una tarifa católica, apostólica y
romana para recrearnos un poco en su agradable lectura.
Verán nuestros lectores que cosas tan humanitarias, tan cristianas se guardan en
ese lugar santo.
He aquí el documento en cuestión que dice así:
"Tarifa de Cámara o Chancillería Apostólica.
Art. 1º. El Eclesiástico que incurriese en pecado carnal, ya sea con monjas, ya
con primas, sobrinas o ahijadas suyas, ya, en fin, con otra mujer cualquiera, será
absuelto mediante el pago de 67 libras 12 sueldos.
Artículos 2º, 3º, 4º y 5º ... (Temiendo ofender la moral pública preferimos echar
un velo sobre el contenido de estos cuatro artículos. Sin embargo, El Eco conocerá su
texto y basta. Nuestros lectores dispensarán esta omisión que, por otra parte, bien fácil
es de subsanar pues existen muchos autores que nos ofrecen tan infame documento).
Art. 6º. Para todo pecado de lujuria cometido por un laico, la absolución costará
27 libras, 1 sueldo; para los incestos se añadirán en conciencia 4 libras.
Art. 7º. La mujer adúltera que pida absolución para estar libre de todo proceso y
tener amplias dispensas para proseguir en sus relaciones ilícitas, pagará al Papa 87
libras, 3 sueldos. En caso igual, el marido pagará igual suma; si hubiese cometido
incesto con sus hijos añadirá en conciencia 6 libras.
Art. 8º. La absolución y la seguridad de no ser perseguidos por los crímenes de
rapiña, robo o incendio, costará a los culpables 131 libras, 7 sueldos.
60
Art. 9º. La absolución del simple asesinato cometido en la persona de un laico,
se fija en 15 libras, 4 sueldos, -- dineros.
Art. 10º. Si el asesino hubiese dado muerte a dos o más hombres en un mismo
día, pagará como si hubiese muerto ha uno solo.
Art. 11º El marido que hubiese dado malos tratamientos a su mujer pagará en las
casas de la Chancillería 3 libras, 4 sueldos; si la matase pagará 17 libras, 15 sueldos; y si
la hubiese muerto para casarse con otra pagará 32 libras, 9 sueldos."
He ahí Sres. redactores de El Eco las leyes humanísimas de los Papas católicos.
He ahí Sres. redactores de El Eco lo que son Vdes. y las monstruosidades que
engendran los infelices, cuya excomunión cuyo poder pretenden Vdes. imponernos
como divino.
¡Oh Cristo, que en tu nombre se cometen tales absurdos, tales aberraciones!
Ya ve El Eco si hemos aprovechado bien el viaje.
Mas dejemos la corrupción romana; espanto de las naciones; horror de la
humanidad; degradación del hombre.
Pasemos a Francia.
Repasad la historia, y veréis as un Papa, que se llama Clemente V haciendo
causa común con la criminal avaricia de un Rey, que se llama Felipe El Hermoso.
Estamos en 1313. La orden de los templarios había sido extinguida casi por
completo.
Suponemos que El Eco no pretenderá hacer valer las acusaciones que sobre
dicha orden hicieron recaer un Rey y un Papa y las cuales más tarde hizo desaparecer
justamente el gran libro de la historia.
Estamos en 1313 hemos dicho.
"Cuatro templarios quedaban solamente en Francia por juzgar; el gran maestre
Jacobo de Molay, cuya dignidad equivalía a la del príncipe real; Guy, hermano del
príncipe del finado, Hugo de Peralde, gran prior y visitador del priorato de Francia y el
gran prior de Aquitania".
El Papa delegó sus poderes, para juzgar a estos hombres, en varios cardenales y
obispos, los cuales, reunidos en París, hicieron conducir a su presencia a los acusados.
61
Para esto habíase construido un cadalso ante las gradas de la catedral en donde
cargados de cadenas colocaron a los presos, encendióse entonces una hoguera para
decidirlos por el terror a que confirmaran su primera confesión.
Los dos grandes priores, al ver la hoguera encendida a sus pies, confesaron
atemorizados la confesión hecha anteriormente en el tormento; mas no así los otros dos
hermanos pues cuando le tocó hablar al gran maestre dijo, dirigiéndose al pueblo:
"Justo es que en un día tan terrible, que es de los últimos de mi vida, descubra
toda la iniquidad de la mentira y haga salir triunfante la verdad. Declaro, pues, a la faz
del cielo y de la tierra, y confieso para mi eterna vergüenza, que he cometido el más
grande los crímenes. Este crimen ha consistido en reconocer como verdaderos los que
se imputaban a una orden, que la verdad me obliga hoy a reconocer como inocente,
santa y católica. Yo no he aceptado la declaración que exigían de mi mas que para
librarme de los horribles horrores del tormento y ablandar a los que me hacían sufrir. Sé
bien los suplicios en que han perecido cuantos tuvieron valor para desdecirse de una
confesión por tales medios arrancada; pero el espantoso espectáculo de la hoguera que
me presentan no será capaz de hacerme confirmar la primera con una segunda mentira.
Prefiero renunciar a la vida que conservarla aceptando condición tan infame. ¿De qué
me serviría prolongar los amargos días de una existencia que ya me es odiosa, si tuviera
que agradecerlos a la calumnia?"
Al llegar aquí aplaudió el pueblo y entonces le obligaron a callar por fuerza.
Por fin, fue llevado al suplicio en compañía de su hermano el príncipe Delfín
que había hablado también en semejantes términos.
"A las asiduas instancias para que reiteraran su retractación repetían siempre las
mismas palabras, las mismas protestas de su inocencia y de la de su orden; añadiendo:
-Si merezco la muerte, es por haber mentido en el tormento."
Ya en la hoguera Jacobo de Molay gritó:
"¡Clemente, yo te emplazco para que compadezcas dentro de cuarenta días ante
el tribunal del Soberano Juez! ¡Y tu, Felipe, prepárate también para comparecer ante El
dentro de un año!..."
He ahí el trágico fin de una orden creada en el seno de la Iglesia Católica con un
fin loable, benéfico.
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Y un Papa, Clemente V, la destruye por completo de la manera más inicua, más
vil...!
R. MELLA
11/09/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 11 de Septiembre de 1880, año II, n.º 88.
Para Valientes...
Los lobos se comían los unos a otros, tal era su voraz apetito.
Los templarios fueron mártires y el martirio engendra la libertad, así como, la
libertad nos impone, a veces, el martirio.
Los templarios rehicieron su orden más tarde, pero secretamente.
Y ahora bien ¿tendremos necesidad de continuar relatando escenas semejantes
que agradarán o no a nuestros lectores?
¿Tendremos necesidad de volver la vista para considerar las terribles
persecuciones que de los católicos sufrieron los maniqueos, los albigenses, los
gnósticos, los valdenses y otros mil?
¿Tendremos que recordar las persecuciones contra los judíos, de cuyas manos se
recibía el oro a montones, para después arrojarlos ingratamente y quedarse al cabo con
sus cuantiosas cantidades, sus inmensas haciendas? ¿Recordaremos que esto sucedía
periódicamente porque la Iglesia y los príncipes no sabían ni podían pasarse sin los
caudales de esa raza desgraciada? ¿Recordaremos aquella injusta medida que hacía que
los judíos que aún no habían abandonado su religión, sirvieran de delatores contra los
que se habían convertido ya al cristianismo?
No; nadie lo ignora y es mejor, mucho mejor, callar.
Sin embargo, volvamos la vista a otra parte y con el libro de la historia abierto,
recorreremos el continente Europeo.
¿Quiénes en 1542 llegan a París y convictos de haber perturbado el orden
público son expulsados de la gran ciudad?
¿Quiénes, los que, Isabel, reina de Inglaterra expulsó de sus estados en 1570 por
auténtica causa?
¿Quiénes, en 1598, son expulsados de Holanda por haber causado el asesinato
del príncipe Mouricio de Nassan, además de haber promovido varios disturbios?
63
¿Quiénes en 1504 son expulsados del colegio de Breda por el Cardenal
Borrouneo?
¿Quiénes son los que, como autores del complot de la pólvora, cuyo objeto era
hacer volar el parlamento, el rey y los ministros, fueron ahorcados en Londres?
Conteste El Eco y diga con qué derecho acusa a la libertad, a los que defienden
el sagrado lema de Igualdad, Fraternidad, cuando que entre los correligionarios del
colega existen tantas maldades, tantos sacrilegios.
Conteste, conteste El Eco, porque si la bandera de la libertad está manchada con
la sangre de sus mártires, en cambio, la bandera del absolutismo está manchada con la
sangre de la inocencia vertida por los cobardes y miserables asesinos de la humanidad,
por las comparsas de El Eco, que allá, en diferentes épocas, horrorizaron al mundo con
sus barbaries, con sus infames y asquerosas leyes y con sus atroces actos de salvajismo.
La sangre del mártir glorifica a la idea por quien él muere.
La sangre del esclavo mancha a la idea que le encadena y que le aniquila.
No; señores redactores de El Eco; no insulten Vdes. el sagrado vínculo de la
libertad humana porque incurren ustedes en contradicción con el reverendo Padre. Ese
reverendo Padre ha dicho que la democracia, la libertad debe y puede marchar al lado
del cristianismo.
Libertad, Igualdad, Fraternidad, he aquí según el P. Didon el sagrado lema que
predicó Cristo, que nos legaron los Apóstoles y que se encierra religiosamente en los
santos Evangelios, cuya autoridad suponemos que no negará El Eco.
Esa es la ley del mundo; esa su fe, su dogma, su salvaguardia.
Niéguelo El Eco, pero conste que lo que él rechaza como grito de guerra a la
patria, a la familia y a la fe es para un reverendo Padre dominico la verdadera fe, el
ideal sacrosanto del Redentor del mundo.
Para el P. Didon, cristianismo es libertad, democracia: Cristo es el símbolo
sacrosanto de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Cuando habla el P. Didon de la libertad pregunta: ¿dónde y cómo nació? "El
cristianismo y la democracia han nacido en el mismo día y por la misma causa,
responde".
Y ahora preguntamos nosotros a los redactores de El Eco: ¿qué piensan Vdes. de
la libertad, de la democracia, ese grito de guerra a la familia, a la patria y a la fe?
64
Pensaran que León XIII hizo muy bien en hacer salir al P. Didon de París y
mandarlo, en premio de sus buenos servicios, a una cosa así.... muy parecida al
destierro.
Mas dejemos ya estas consideraciones y fijémonos en España.
Según Mariana en 1481, los inquisidores de Sevilla, en el corto espacio de un
año, quemaron 2000 personas, otras tantas o más en efigie y penitenciaron a 17000.
"¡Veintiún mil procesos en un año! Aquello, pues, no eran procesos, sino
asesinatos y despojos cometidos en nombre de una religión de paz que ultrajaban con su
conducta", exclama el historiador de dónde tomamos estos datos.
El santo oficio era una virtud: la masonería un crimen.
Así lo creen los redactores de El Eco.
Los hombres de la masonería son grandes criminales (opinión de El Eco) que
amenazan con acabar con la sociedad; por ejemplo:
Torquemada, durante fue inquisidor general, hizo quemar vivos a 10.220
individuos, en efigie 6.860; penitenció con varios castigos 97.321; total de familias
infamadas 114.401.
Esto en nombre de Cristo; por eso El Eco dice que Cristo no predicó el lema que
profesa la masonería; y efectivamente, es cierto; porque el Cristo de los masones no
sirve para que a su nombre se cometan tales escarnios: Cristo, en manos de un masón es
una cosa; en manos de un esbirro del santo tribunal es otra.
Mazzini y otros son grandes criminales; comprobante: Durante los 8 años que
fue inquisidor D. Diego Deza sacrificó 38.440 víctimas.
Quemadas en persona ............................................................ 2.592
En efigie ............................................................ 896
Penitenciados ........................................................... 34.952
Y ahora no les parece a nuestros lectores que Mazzini era, verdaderamente, un
criminal?
Torquemada, Diego Deza y todos los inquisidores y Papas que apoyaron el
Santo oficio, además de todos aquellos que lógica y cristianamente lo defendían y
defienden son unos varones que gozan a estas horas de todas las primicias del cielo.
Eso ya lo sabe El Eco que es así.
65
Y he aquí un resumen donde se demuestra que efectivamente la masonería es un
crimen.
"En un periódico de treinta y seis años desde el establecimiento de la Inquisición
moderna hasta la dimisión del Arzobispo Deza del cargo de inquisidor general, el
número de personas quemadas fue de ¡Doce mil ochocientas!
El total de víctimas en el mismo período condenados a diversas penas fue de
¡Ciento cuarenta y dos mil ochocientos cinco!"
Así, pues, queda demostrado que los señores redactores de El Eco tienen sobrada
razón al considerar como un grito de guerra las palabras libertad, etc. y queda asimismo
probado, que también tenían derecho a dirigir a la masonería todos los insultos que en
las columnas de El Eco del Miño vieron la luz.
¿No les parece a Vdes. caros lectores, que es así?
Suya es la palma caro colega.
Atienda ahora, y otra vez más, cuidado con lo que se dice.
"¿Qué importa que las jóvenes religiosas tengan que mendigar, llenas de
vergüenza, públicamente su sustento en los mercados de Nápoles, si con esto se da un
paso más en el camino de la ilustración?"
¡Llenas de vergüenza mendigaban las jóvenes religiosas!
¡Hombre, pues, es raro!
¡Vergüenza por mendigar una esposa de Dios!
Señores maestros: los discípulos ramplones no dirían semejante disparate.
Mendigar humildes y resignadas, pase: pero con vergüenza!!
Y los más célebre es que Vdes., señores redactores de El Eco, se pasman porque
unas religiosas mendiguen el sustento y, en cambio, no se espantan hoy de que, mientras
miles y miles de infelices madres (que valen más, mucho más, que todas las religiosas
del mundo) se hallen postradas en la miseria, sin un pedazo de pan con que acallar el
hambre de sus desgraciados hijos; vistan los ídolos, los santos, las vírgenes de la
religión católica lujosos vestidos y valiosas joyas que, ya no una ofensa a la humanidad
doliente, son cuando menos un escarnio hecho a la idea de un Dios todo poderoso.
Una virgen con el enorme valor de 70.000 pesos!
¡Qué humildad evangélica!
66
Pero todo esto para Vdes., señores redactores de El Eco, nada la vale y todo lo
remedian con las palabras de un Sr. Arzobispo, por ejemplo el de Tournai, que a no
estar loco cuando escribió todo el cúmulo de sandeces que nos citan ustedes poco le
faltaría, de seguro, para pasar los umbrales de alguna casa de salud o manicomio, como
Vdes., quieran llamarle.
Mas aquí hacemos punto.
(Se continuará)
R. MELLA
15/09/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 15 de Septiembre de 1880, año II, n.º 89.
Para Valientes...
El Eco nos cita hermanos que dice son nuestros amigos.
En primer lugar; nosotros no tenemos amigos que hagan un papel tan reprobado
como lo es, sin duda, el de traidor.
En segundo lugar; siguiendo el sistema de nuestro colega, nosotros nunca hemos
conocido a tan recomendables señores.
Y en tercer lugar; vemos algo dificilillo de probar que esos hermanos sean tales
y no supuestos por el colega tudense.
¿Y después de todo que dirían los redactores de El Eco si nosotros le hiciéramos
citas de los apóstatas católicos, de los tránsfugas de la Iglesia romana?
La razón nos dice que en todas partes hay judíos, despechados, ambiciosos que
desilusionados de sus proyectos, y dando rienda suelta a su rencor y a su venganza,
lanzan a la publicidad las más terribles acusaciones a una idea, a una institución, aunque
esta sea tan buena y tan santa como la religión de Cristo.
Y sino juzguen nuestros lectores el siguiente párrafo:
"La masonería, dice el herm.·. Victory grado 33 (ex-gran consejero de la orden),
es de todos sabido que filosóficamente no significa nada; económicamente es un lio y
moralmente un semillero de discordias".
Discordias, cuyos autores, debió añadir El Eco, son precisamente hermanos por
el estilo de ese Sr. Victory.
67
Y observen Vdes., amables lectores, que no sabe uno que admirar más en ese
contundente párrafo, si la fuerza de lógica, el exceso de razones, o la abundancia o
fuerza irresistible de las ideas graciosas que en si encierra.
Es admirable, portentoso!
Ese Sr. Victory debe ser un muy buen amigo de los Señores redactores de El
Eco.
Mas observamos que hemos prometido a El Eco tratar la cuestión, tan temible,
del secreto de la masonería.
Y he aquí que en ese mismo párrafo, que de las columnas de nuestro colega
extractamos, hallamos una prueba irrefutable de nuestra opinión en este asunto.
El Eco, al citarnos a ese señor en contra de nuestras ideas, se hace solidario de
las que aquel sustenta. Pues bien; ese señor, y El Eco a la vez, nos dicen que la
masonería no es un secreto para nadie porque es de todos sabido que filosóficamente no
significa nada etc. etc.
Además nos hablan de esos hermanos de muertes votadas contra varios
soberanos y lo que debía llamar la atención de El Eco, es que los papas para matar no
votan, sino que matan; mientras que los masones votan, y no matan, sino que lo digan el
Emperador de Alemania y esos otros que se calle El Eco.
Mas volviendo al herm.·. Victory, ¡con que seriedad afirma que la masonería no
ha hecho nada!
Pues señor, se conoce que están enterados esos hermanitos –que ya nos van
pareciendo hermanazos- de lo que hace la masonería.
¿Conque ni una sola escuela, ni un hospital, ni siquiera se ha regularizado el
socorro externo?
Que lástima Sr. D. Valentín Blanco!
Bien se conoce que es V. un valiente amigo de los redactores de El Eco.
Porque sino ya le íbamos a suplicar que se tomase la molestia de darse un
paseíto por Londres donde la Institución masónica de jóvenes ha celebrado su noventa y
dos aniversarios en el Palacio de Cristal, y donde se hizo con tal motivo una suscripción
a favor de las escuelas que sostiene la Institución que ascendió a 14.000 libras
esterlinas.
Mas vuelta al secreto.
68
Conste que, los redactores de El Eco leen periódicos puramente masones,
órganos oficiales de la masonería.
Y conste también que los señores redactores de El Eco, y aún el mismo Eco,
están excomulgados!
Llamase sociedad secreta a la masonería, cuando que en España mismo circulan
públicamente sus boletines!
Mejor sería que tuviesen Vdes. un poco más de sentido común, Sres. redactores
de El Eco.
La masonería reserva sus acuerdos como una familia pudiera guardar los suyos,
como los guardarán los redactores de El Eco, eso es indudable!
Pero dejemos el secreto de la masonería que, aún cuando existiera tal cual se lo
figuran nuestros apreciabilísimos contrincantes, nunca sería de tan malos resultados, ni
tan horrible como lo fue, sin duda alguna, el misterioso procedimiento del Santo
Tribunal de la Inquisición cuyas lecciones copia hoy mismo, al pie de la letra, una secta
que se tituló "Compañía de Jesús" la cual no sabemos en verdad que celebre sus
sesiones en ninguna parte tan públicas como lo son las de los masones en los países
libres.
Por lo que atañe a la "Revista Masónica Americana" cuiden Vdes. no
equivocarse otra vez cambiando las fechas para poder así inventar mejor y suponer citas
que en verdad no tienen nada de ciertas.
Y terminemos ya.
El Eco nos dirige una porción de diatribas indignas de contestación alguna, pues
demuestran proceder de personas que ni asomos de educación tienen.
Solo si le diremos, con respecto a Proudhon que Dios es el mal cuando es
interpretado a la manera que lo hacen Vdes., cuando ese Dios, rodeado de todos los
atributos de la humanidad, se engalana con los crímenes sangrientos de algunos
miserables que llamándose ministros del Omnipotente sirven solo al vicio y al escándalo
de sus semejantes.
Diremos también que la propiedad es un robo cuando es adquirida de la misma
manera que la curia romana adquirió, todo lo que posee; allá en aquellos tiempos
benditos en que delante del castigo impuesto al hereje iba la confiscación de todos sus
bienes.
69
Y además, diremos, por último, que así como la religión católica no necesita que
todos los curas sean santos para ser divina, así la libertad, el masonismo u otra idea
cualquiera no necesitan de la santidad de sus sectarios, para ser igualmente buenas y
provechosas.
Por lo tanto puede estar satisfecho El Eco, que nosotros, respetando algo más la
dignidad individual, y conocedores de nuestra respectiva situación ante la prensa y el
público que nos sigue en esta contienda, no hemos de devolverle insulto y sátira por
sátira.
Tan vil y miserable conducta, como la de nuestro colega, no hemos de seguir
nosotros.
Quédese en buena hora El Eco con tan recomendable prebenda; pero otra vez
amigos y apreciables redactores de El Eco del Miño, no vuelvan Vdes. a gritar alerta!
para luego tener que hacer semejante plancha.
R. MELLA
19/10/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 19 de Octubre de 1880, año II, n.º 97.
La Verdad
No hay que hacerse ilusiones. En vano procuramos ocultar el cáncer que nos
corroe.
Los que dicen todos los días que Galicia, esta hermosa tierra que nos vio nacer,
está bien, muy bien, se equivocan o se engañan a si mismos. Se esfuerzan por
presentarnos esta desgraciada región en un estado relativamente bueno cuando, por el
contrario, atraviesa por una situación bastante mala.
Para los que rodeados de todas las comodidades, se agitan en un círculo, bien
reducido en verdad, donde todo es felicidad y bienestar, a veces también ficticios; para
esos, decimos, Galicia está bien, su estado es próspero y floreciente y, comparado a las
demás provincias de España, gozamos los gallegos de un bienestar de una felicidad
envidiables. Y efectivamente; como para conocer el verdadero estado hay que bajar a
las últimas capas sociales, y allí observar la situación apremiante del obrero, así es que
para esos que aquí arriba hemos mencionado, Galicia está bien, muy bien, porque
rodeados de todas las comodidades, que nos proporcionan el lujo, y satisfechos en todo
70
y por todo de si mismos, no se toman nunca la molestia de indagar si, efectivamente,
aquel bienestar relativo se extiende a las demás ramas que componen la sociedad.
Mas presentemos la verdad en toda su desnudez aunque nos amargue, aunque,
acaso, nos repugne.
Cuando llegamos a tal estado de cosas, el cerrar los ojos para no ver las miserias
y horrores que nos rodean es un crimen, pero un crimen de lesa humanidad. No; no
cerremos los ojos; no nos ocultemos por más tiempo nuestra desgraciada situación: al
contrario, presentémosla despojada de esas falsas apariencias con que pretendemos
presentar la falsa realidad de las cosas que, por terrible que sea, es preferible mil veces a
ese engaño contagioso en que parece intentamos vivir.
Los que, quizás, nos acusan, de que pintamos con colores demasiados vivos la
penosa situación de nuestra querida patria, de este apartado rincón donde la honradez y
el trabajo caracterizan a sus desgraciados hijos, no dicen la verdad, ni tienen razón de
lanzarnos a la faz semejante acusación.
Bajad sino a las orillas de nuestras playas y allí veréis la miserable vida que
arrastran nuestros hermanos, allí veréis hombres y mujeres durmiendo amontonados
sobre frías y duras piedras, allí veréis familias enteras que para vivir, para comer tienen
que ir despojándose sucesivamente de muebles, ropas y, en fin; de todo aquello que les
es necesario para cubrir su desnudez, para dar el debido descanso a sus macerados
cuerpos.
Id; id de puerta en puerta y observad como comen, como duermen, ¡como viven
aquellos infelices!
Bajad a la playa en medio de la noche y allí veréis pobres mujeres que, después
de recorrer dos o tres leguas, cansadas, sin aliento y sin tener acaso un mendrugo de
pan, se tienden en el suelo y allí duermen a la intemperie esperando que la barca traiga
el pescado que ellas a buscar vienen para proporcionarse tan miserable vida. Aquellas
mujeres, que ni siquiera pueden subvenir los gastos que pudiera ocasionarle un hogar
donde acogerse, llegada la hora de su negocio, despiertan, compran y, cargando sobre si
tremenda cesta de pescado emprenden otra vez su camino y llegan a sus respectivos
hogares dónde les espera una ganancia tan exigua que, ¡cuántas veces no llega ni a una
insignificante peseta!
¡Y para esto duermen mal, comen peor y andan dos, tres y hasta cinco leguas
diariamente!
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Decidnos, después de que hayáis visto todo esto, si la pintura es pálida o
recargada de colores.
Pues bien; dejad la playa, id al campo, y allí veréis cuadros semejantes que,
aunque por su naturaleza difieren del que malamente acabamos de trazar, en sus
resultados son lo mismo, precisamente idénticos.
Familias que viven amontonadas en casas tan pequeñas y tan miserables, que
muchas no merecen el nombre de tales.
Observad el como viven esas familias; un pedazo de pan de maíz, malamente
confeccionado, unas cuantas berzas y un poco de agua caliente: he aquí su más común
alimento.
¡Y para esto trabaja un hombre todo un día sufriendo de continuo, tan pronto los
rayos de un sol abrasador, como las inclemencias de la atmósfera!
¡Y si aún el producto de su trabajo fuese íntegro para su sostenimiento y el de su
familia, cuán diferente no sería su situación!
Mas ¡ay! que en su desgracia le desespera muchas veces el acreedor que le
asedia, los gobiernos que le esquilman arrebatándole la mejor parte de su penoso
trabajo...
Pero pasemos un velo sobre eso y digan los que sueñan con una felicidad que no
existe, si las escenas, cuyo relato nos ofrece diariamente la prensa, están efectivamente
recargadas de vivos colores o son pálidas demostraciones de esa realidad que nos
espanta.
Y, en último término, entremos en la ciudad.
Id de puerta en puerta, interrogad al padre de familia; interrogad al amigo, al
pariente.
En lo exterior, paz, tranquilidad aparentes: en lo interior profunda agitación,
tempestad de ideas desesperadas, terribles.
En el hogar doméstico siempre latente el problema de la economía y del trabajo.
Se gasta y no se trabaja. El que más y el que menos recurre a la venta, al empeño, al
préstamo para poder siquiera vivir un día más.
Y esto contad que no es solo respecto al pueblo trabajador, honrado y laborioso.
El comerciante, el industrial están en igual situación; de caída en caída resbalan por una
pendiente terrible hasta caer también en la miseria.
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El mal se extiende con rapidez asombrosa; la mendicidad aumenta; por las calles
pululan infinidad de pordioseros, a los cuales pocos son los que pueden prestarles
socorro, porque también estamos en desgracia y el mal alcanza a todos.
¡Y cuántos, cuántos que nada piden, pasan días enteros sin un pedazo de pan que
llevar a la boca!
¡Cuántos que prefieren morir antes que implorar la caridad pública, porque no
tienen trabajo, callan, en medio de su desesperación, en medio de su dolor, los
profundos males que le aquejan!
Y aún cuándo esos desgraciados gimen continuamente, sus sollozos no llegan
hasta nosotros...
Pálido sería cuanto dijéramos si por un momento solo consideráramos la
realidad de las calamidades que aquejan a nuestra infortunada Galicia.
Mas ¿tienen estos males remedio?
Si, lo tienen, pero es uno solo y este está en nuestras manos.
En vano clamaremos uno y otro día. Nada conseguiremos porque la indiferencia
en esta apartada región es ya proverbial.
En nosotros está el remedio. Por mucho que pidamos, por mucho que
reclamemos justicia, estamos seguros que hoy, como siempre, no se nos hará.
Estando, pues, el remedio en nuestras manos ¿por qué no aplicarlo?
¡Ah! también luchamos entre nosotros con el indiferentismo, con la inercia con
la indolencia que, en las cosas que con verdadero afán debíamos intentar, nos son
peculiares.
Por eso pedimos a nuestros hermanos, a nuestros compatriotas más actividad,
más unión; el verdadero espíritu de asociación que tanto le ha valido a otros pueblos.
Por eso queremos que Galicia, siempre confiada y esperando que otros hagan lo
que verdaderamente solo ella es capaz de hacer, deje de proseguir en ese camino de
escollos que hasta aquí ha seguido. Todo aquí lo esperamos de gentes extrañas y no
tiene nada de particular que nada logremos ¿Cómo esperar de quien acaso nos
desprecia, o mira con completa indiferencia, interés y amor al pueblo gallego cuyas
intachables virtudes le hacen ser demasiado confiado?
No; no hay que darle vueltas; en nuestras manos está nuestra regeneración y si
nada hacemos la culpa nuestra será.
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Solo así reviven los pueblos que, como el galaico, han dormido por mucho
tiempo bajo la égida de sus propias costumbres y de las injusticias de sus semejantes,
los demás pueblos de España.
Asociándonos, luchando con verdadera fe y acometiendo, con nuestras propias
fuerzas, atrevidas empresas, es como podremos hacer algo por nosotros mismos, por
este pueblo desgraciado que no tiene trabajo ni pan.
No tiene trabajo y hay que dárselo para que tenga pan.
No tiene instrucción y hay que dársela para que seamos todos, y no unos pocos,
a trabajar en nuestra propia causa.
¡Pueblo gallego solo por ti mismo puedes lograr lo que tanto deseas!
Cooperemos todos para que la obra de nuestra regeneración sea pronta y eficaz.
R. MELLA
Vigo, Octubre de 1880
16/11/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 16 de Noviembre de 1880, año II, n.º 104.
A la Prensa Galaica
Acaso se nos tache de pretenciosos y sin embargo, ante el deber que a
conciencia nos impone para con nuestra patria, para con esta desgraciada Galicia, no
nos arredran las consecuencias, de una suposición tan poco favorable.
Así, pues; nuestros comunes intereses, el progreso y el bienestar de este
infortunado pueblo y la satisfacción que se sentimos cuando hacemos o anunciamos
algo que redunde en beneficio de esta querida región, que hoy parece salir del pesado
letargo en que yacía postrada, son los únicos móviles que nos guían y nos alientan a
dirigir nuestra humilde voz a la prensa regional.
Galicia ha iniciado, felizmente, una era de renacimiento que le honra y le
dignifica ante el concepto de las demás provincias, hermanas. Pudo un día ser juzgada
mal; hoy, solo espíritus pobres, guiados por sus mezquinas pasiones, pueden zaherirla
pero con reconocida injusticia y malévola intención.
Hoy marchamos presurosos a colocarnos al nivel de otros pueblos más
afortunados.
74
Sin embargo, la perniciosa influencia de nuestro carácter indolente, se deja ver
por todas partes con los funestos resultados de siempre. Luchamos aún, y lucharemos
por algún tiempo, con ese gigante que entre nosotros mismos se levanta airado.
Es necesario, pues, despertar entre nosotros el espíritu provincialista y patriótico
que ha levantado ya a otras regiones más dichosas.
Es verdad que luchamos con ventaja: Galicia, con sus exposiciones; sus
certámenes y veladas literarias; sus asociaciones y su ya poderosa prensa ha cambiado
en un todo su modo de ser de otros tiempos, bien calamitosos en verdad.
Mas ¿hacemos todo lo que con un poco más de voluntad podíamos realizar?
Creemos que no, y a demostrarlo se encaminan estas mal pergeñadas líneas.
Las varias exposiciones que tan buenos resultados han dado y tantas ventajas nos
reportaron no son fomentadas cual debieran en todos los pueblos de Galicia para que,
repitiéndose periódicamente y por todas partes, lográsemos despertar esa emulación tan
valiosa de dónde salen los hombres de ingenio y de verdadera ciencia.
Los certámenes literarios, que también han contribuido en mucho a nuestro
bienestar relativo, no llegan aún a la altura que deben alcanzar porque falta quien
pudiendo hacerlo entre nosotros mismos, proteja al fecundo genio del que emprende tan
penosa tarea como lo es sin duda la literaria.
Las veladas literarias se han iniciado según creemos, en dos o tres ciudades y
solo alcanzaron buen éxito en Santiago donde se repiten semanalmente. En Vigo, se
iniciaron también, gracias a la cooperación de la sociedad Liceo y de varios aventajados
literatos; y después de verificada la primer velada todo ha vuelto a quedar en el mismo
estado de inacción.
Y por último, la prensa, si bien conocemos lo penoso de su existencia, no
responde por completo a la alta misión que le está encomendada.
De la prensa; pues, vamos a ocuparnos en particular.
A nosotros, representantes los más humildes de los intereses del pueblo gallego,
no nos falta voluntad, pero si ayuda y aún atención por parte de esos mismos
interesados que defendemos con nuestras débiles fuerzas.
Comprendemos que el resto de la prensa no pueda hacer más de lo que
realmente hace. Pero, en nuestra pobre opinión, quisiéramos que, en vez de predicar uno
y otro día, tratase de llevar a la práctica las diferentes ideas que de continuo anuncia. No
75
quiere decir esto que sean completamente inútiles las excitaciones periodísticas; mas
reconozcamos que más valdrían si, unida a la idea fuese el deseo de su realización;
emprendiendo todas las negociaciones necesarias para llevarla a cabo felizmente.
El pueblo gallego carece, por lo general, de hombres activos que acometan
empresas de verdadera ventaja para sus propios intereses morales y materiales.
R. MELLA
(Se continuará)
20/11/1880 El Estudiante, redactado por los alumnos el instituto provincial de esta
ciudad, [Pontevedra] 20 de Noviembre de 1880, año II, n.º 105.
A la Prensa Galaica (Conclusión)
Si no se fomenta cual debiera, en todos y cada uno de los pueblos de que se
compone nuestra provincia, el espíritu de asociación, dejando de realizar nuestras más
halagüeñas esperanzas, es porque faltan hombres de genio que se pongan al frente de
ese movimiento progresivo, y arrastren tras su poderosa influencia a las masas del
pueblo, dispuestas siempre a llevar a cabo todo aquello que en su bienestar redunde. Y
sino; ¿por qué no tenemos en todos los pueblos sociedades que, como la de Amigos del
país que existe en Santiago, respondan debidamente a los deseos que a todos nos
animan?
Y esto, en nuestro concepto, no es porque realmente no contemos entre nosotros
hombres inteligentes que pudieran hacerlo si estuviera en su ánimo, no. Pero esos
hombres importa poco que existan si se duermen y guardan cuidadosamente su valiosa
cooperación.
Bajo la poderosa iniciativa de la prensa local pudieran constituirse asociaciones
que, en cada pueblo respectivo, velarán de continuo por los intereses morales y
materiales de la ciudad primero, y de la provincia luego.
Y por último; todas esas individualidades colectivas podrían unirse fuertemente
por medio de un lazo fraternal que sirviese de firme y seguro apoyo a los nobles
esfuerzos de aquellas, encaminados todos a un mismo fin; esto es: a la regeneración
completa del pueblo gallego.
Volved por un momento vuestra vista a Cataluña.
76
¿Por qué no convocar aquí como allí un congreso literario que, como el reunido
recientemente en Barcelona y titulado Congreso Catalanista, responda a los altos
intereses que representa hoy la prensa galaica?
¿Por qué no seguir nosotros el ejemplo de nuestra hermana, de Cataluña, de esa
provincia cuya conducta podría servir de norma perfectamente a la nuestra?
Por qué no hay un periódico que, como el Diari Catala, realice una idea tan
conveniente para Galicia y para sus mismos literatos y publicistas.
Y si lo hay, a la verdad, no vemos, en ninguna parte, señales patentes de su
existencia.
¿Y por qué esto? Porque nuestro propio carácter nos mata, porque cualquiera de
los importantes periódicos con que hoy cuenta Galicia podría hacer lo que el Diari
Catala y, sin embargo, no lo hace.
Al Sr. Almirall, director del precitado periódico, se propuso fomentar el espíritu
catalanista y lo ha conseguido. Apenas propuesta la idea de un congreso, fue
generalmente aceptada por todos los que, aunque de ideas y partidos diferentes, aman de
veras a su querida patria. Después de reunidas hasta setecientas personas y vencidos
innumerables obstáculos, que acompañan siempre a toda idea innovadora, se constituyó
al cabo el Congreso Catalanista cuya presidencia fue conferida al dicho Sr. Almirall.
Según carta que tenemos a la vista, inserta en carta en La Unión 7 del corriente,
ha celebrado el congreso cuatro reuniones consecutivas en las que se acordó la creación
de un Centro Catalanista que se entenderá con las demás asociaciones de Cataluña.
¿No podría hacer lo mismo cualquiera de los directores de los varios periódicos
que se publican en Galicia?
¿No sería además un laurel glorioso para el que iniciase y llevase a cabo tan
benéfico pensamiento?
Que se suscitarían inconvenientes y dificultades insuperables ¿y qué? ¿No se
suscitaron y vencieron en Cataluña? ¿Por qué no vencerlas igualmente en Galicia?
Querer es poder: he ahí la frase que responde debidamente a todas las objeciones
que en este sentido pudieran hacérsenos.
"... No deben ignorar cuantos conocen un tanto a Cataluña que los catalanes
somos muy dados a todo lo que huele a catalanismo".
¡Qué gloria para nosotros los gallegos poder decir lo mismo!
77
¿Dónde está el patriotismo del pueblo gallego? Despierte Galicia de una vez;
salgamos de ese trillado sendero de dudas y vacilaciones; entremos de lleno en el
camino de nuestra regeneración; mostremos a la faz de nuestras provincias hermanas
verdadero patriotismo y enérgica virilidad.
Con el bienestar de cada uno se alcanza el de todos.
Mucho podríamos decir, mas preferimos terminar dejando a la consideración de
nuestros ilustrados colegas lo que expuesto queda.
Un amor eterno por Galicia nos suspira, y si en nuestros francos y locales
reproches llegásemos a herir susceptibilidades tenga en cuenta la prensa regional que,
como dijo el insigne publicista Sr. Pi y Margall, el escritor público debe dejar a un lado
toda consideración y no obedecer más que a la voz de su conciencia. Si no se siente
fuerte para luchar, debe romper su pluma, jamás escribir una palabra contra sus propias
conversaciones. Emplearla así es un delito6
Nuestro humilde pero fraternal saludo a la prensa galaica.
R. MELLA
01/12/1885. Madrid, 1º de diciembre de 1885. [Ricardo Mella Cea: Topógrafo,
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, Dirección General del
Instituto Geográfico y Estadístico, Negociado de Personal: Número 1012].
N.º 1 = Por orden de esta fecha se nombra a D. Ricardo Mella Cea Topógrafo
interino con el sueldo anual de 1.500 pesetas. Se le acreditó la posesión
con fecha tres del mismo mes de su nombramiento.
N.º 2 = Copia del documento de quintas.
N.º 3 = Copia del título expedido a su favor.
Nota
Habiendo cumplido este interesado con todos los requisitos prevenidos en las
disposiciones vigentes, para que se le acredite la posesión procede poner
este hecho en conocimiento del Ordenador de pagos, que esta tuvo lugar
el día tres del corriente y que el negociado 8º tome razón y se haga cargo
de las adjuntas copias para la nómina correspondiente.
V. E. Resolverá
6 Estudios sobre la Edad Media (N. de R. M.)
78
Madrid, 9 de Diciembre de 1885
N.º 4 = Cumplido. Diciembre 14/85. Tomada razón y recibidas las copias.
07/12/1885. Madrid, 7 de diciembre de 1885.
N.º 5 = Por orden de esta fecha se dispone que el Topógrafo interino D. Ricardo
Mella pase a presentar sus servicios a la 4ª brigada geográfica de primer
orden, a cuyo Jefe deberá presentarse desde luego.
06/1886 Acracia, Barcelona, Junio de 1886, año I, n.º 6.
Bibliografía.-El Problema de la Emigración en Galicia, Memoria premiada en
el Certamen de Reus, por Ricardo Mella y Cea. -Escrito este trabajo para un Certamen
celebrado en Vigo, fue desechado por el jurado, faltando a las condiciones de la
convocatoria, a causa del radicalismo sociológico que le informa. El jurado del
Certamen de Reus, más sensato que los literatos calificadores de Vigo, buscó la verdad
sin preocuparse de puerilidades, y encontró en la Memoria de nuestro amigo Mella lo
que hemos encontrado nosotros: extensos conocimientos económicos, raciocinio lógico
y soluciones justas, y todo esto contenido en un estilo modelo de concisión y claridad,
hasta tal punto que es imposible hacer un extracto, ya que todos los pensamientos son
datos imprescindibles y háyanse expresados con sobriedad admirable.
Comienza el trabajo por un estudio sobre la población y las subsistencias en el
que rebate las teorías de los economistas, concluyendo por afirmar que "en tanto no se
halle el elemento que haya de restablecer la armonía universal, como dice Fourier,
Malthus y sus sectarios tienen razón".
Establece como causas de la emigración: "La organización de la propiedad con
todas sus consecuencias de subdivisión, monopolización y subordinación; la
insolidaridad de los productores y la carencia de instituciones de crédito, origen
principal espantoso desarrollo de la usura, el monopolio del capital, estancamiento de
los productos e imposibilidad, por tanto, de que una gran masa de la población pueda
obtener trabajo ni lo necesario a la subsistencia, y la ignorancia y miseria generales".
Reconociendo que las circunstancias especiales de Galicia obligan a plantear el
problema de diferente modo que en comarcas donde las circunstancias sean diferentes,
propone el autor la asociación de los labradores gallegos con el fin de alcanzar la
79
reciprocidad de los servicios y la garantía mutua, con lo que se produciría: mejor
organización de la propiedad, solidaridad y crédito entre los productores, superioridad
evidente de las subsistencias y del capital circulante sobre la población y el número de
braceros, nivelación de ambos términos por medio de la organización y del cambio,
eliminación de la miseria y de la ignorancia, con lo cual la emigración no tendría razón
de ser.
Ilustra este trabajo multitud de preciosos datos estadísticos en apoyo de sus
afirmaciones.
Si no conociéramos ya la competencia de nuestro amigo Mella en cuestiones
sociales, el examen de la memoria que nos ocupa bastaría a demostrarla. Réstanos ahora
dirigir a nuestro compañero una excitación pública por medio de la presente en la
seguridad de que será atendida. Nuestros enemigos tienen grandísimo interés en
propagar sofismas y producir desalientos a los que aspiran a la reivindicación social de
los desheredados, mayor debemos tenerlo nosotros para combatirlos, y quien, como
Mella, tiene competencia y corazón debe trabajar sin descanso.
09/1886 Acracia, Barcelona, Septiembre 1886, Año I, n.º 9 [p. 78].
Excursiones Literarias
Lector paciente: Hubo un tiempo en que todos mis afanes se limitaban a la
economía política y a la sociología. Hallar a mano un periódico o un libro que tratase de
los problemas de esas dos ciencias, era para mí suprema dicha. Casi, casi llegó a
constituir una manía aquel ir y venir constante de una a otra idea, de una a otra cuestión.
Pero he aquí que mi espíritu sufre un cambio completo y todos mis furores económicos
y sociales se truecan en artísticos y literarios. Si antes me gustaba leer a Proudhon,
Bakounine, Marx, Ricardo, Smith y tantos otros genios de las ciencias económica y
social, hoy me deleito leyendo a Zola y a Daudet, Alarcón y Valera, Galdós y Alas, y
admiro embelesado las grandes obras del arte moderno, los cuadros de Pradilla y de
Luna, las esculturas de San Martín y de Oms, sin que esto quiera decir que me olvido de
Cervantes y Calderón, de Murillo y Velázquez, de tantos y tantos portentos de la
historia artística y literaria de los tiempos pasados.
Tal vez a los labios de alguno acuda una sonrisa burlona y diga: "eso es hijo de
la vulnerabilidad española". Mas yo te aseguro, lector, que no conozco al padre de lo
que en mí ocurre. No soy psicólogo, que de serlo seguramente saldría del apuro pronto y
80
bien. Quede, pues, consignado el hecho y dejemos a un lado filosofías, si no estériles,
inútiles ahora.
Eso que dejo dicho, creerás, lector, que no tiene objeto; mas yo te aseguro que sí
lo tiene, y a fe a fe, que no debes dudar de mi honrada palabra.
Ya ves, escribo en una revista sociológica, y ni por asomos pienso decirte una
palabra de sociología. Necesito, pues, explicar mi invasora acción en este periódico de
tonos griegos y vientos de revuelta y de anarquía.
Yo soy el mismo de siempre, -¡no faltaba más!- pienso hoy como ayer, y
aquellos que mis amigos fueron, mis amigos son. De seguro no me has olvidado
todavía, y aunque ahora no me conozcas, ya me conocerás, que no es del caso si me
llamo Juan o Pedro y empiezo por llamarme como me da la gana y no como en realidad
me llamo. Pero este que un día viste tronando contigo contra todo lo existente, tiene hoy
otras aficiones, y, en vez de discutir la propiedad y el Estado, quiere hablarte un poco de
literatura. Lo cual no es un delito ni mucho menos.
Me explicaré: Yo creo que toda revolución, así como tiene una filosofía y una
ciencia del Derecho, debe tener su arte y su literatura. Al menos así ha sucedido
siempre. ¿Por qué, pues, nuestra revolución social no ha de tener su literatura y su arte
correspondientes? ¿Por qué no, si el arte es y será la mitad cuando menos de la vida de
nuestros sentidos y la literatura la savia de nuestra imaginación, siempre poética y
exaltada? ¿Acaso el día de la renovación universal han de acabarse los artistas y los
literatos? ¿Vamos a suprimir la música, la pintura, la escultura, la poesía y la novela?
"No necesitamos de ciencia alguna después de Cristo, -decía Tertuliano,-ni de
ninguna prueba después del Evangelio: el que cree no desea nada más; la ignorancia es
buena, en general, a fin de que no se aprenda a conocer lo que es inconveniente."
¿Hemos de plagiar a Tertuliano después de la venida de nuestro Mesías?
Quizás algún revolucionario a outrance responda afirmativamente a mis
preguntas, olvidando que todos los días se nos habla de la ciencia y se la invoca para
realizar las justas esperanzas del proletariado. Y yo digo que aunque así parezca, nuestra
revolución no es la simple demanda de un pedazo de igualdad económica y social, no.
Nuestra revolución es algo más que esto y bastante menos de lo que algunas cabezas
atrofiadas creen. Es algo más que aquello, porque la igualdad social necesita una ciencia
del Derecho, una ciencia de la Justicia, una Filosofía, para decirlo de una vez, de las
costumbres; y algo menos, y bastante menos de lo que creen estos tragabatallones que
81
quieren reducir a la sociedad a su propia miseria y a sus vicios, -entiéndase que hablo de
la sociedad futura,- porque nuestra revolución respetará todo aquello que la especie
humana ha creado por siempre y para siempre y para su recreo, y aún fomentará esa
obra de los siglos, eterna, que se llama arte, literatura y ciencia. Que al fin y al cabo la
vida de los pueblos no se limita ni se limitará nunca a trabajar y a comer, ni uno solo de
los verdaderos revolucionarios consentiría hoy mismo, no ya mañana, que la revolución
le arrebatase el recreo de la música a sus oídos, el de la pintura a sus ojos y el de la
literatura a su imaginación.
Conste, pues, que no es un delito este mi propósito de hablarte de literatura. Y
conste también que debo lamentarme, y conmigo cuantos aman la revolución, de que no
contemos hoy por hoy con verdaderos artistas y literatos. Al menos yo no los conozco,
aunque ya sé que en la industrial Cataluña hay alguno y aún algunos que pueden y
deben llenar este vacío.
Todas las ideas, todas las instituciones han tenido sus poetas, sus músicos y sus
literatos y yo voto porque muy pronto podamos nosotros decir lo mismo, en la
seguridad de que así la revolución ganará en breve tiempo tanto como pueda ganar por
el esfuerzo de sus adeptos en cuatro o cinco ciclos. Es decir, que voto porque nuestro
ideal se complete y se realice cuanto antes. Y tú, lector, vota conmigo, que en ello nada
perderás.
***
Leyendo las críticas de Clarín nació en mí esta inclinación literaria que ahora me
arrastrará a molestarte, y por ello he de empezar mi tarea citando algunas de sus
palabras.
"Ya sé, -dice el eminente asturiano, -que en buena estética no se puede exigir
que la estatua tenga músculos y huesos debajo de la superficie basta con la apariencia.
"Pero no se me negará que esa apariencia nunca sería tan perfecta, como
existiendo realmente dentro de la estatua todo un organismo humano. Pues esta es la
cuestión del realismo. En sus estatuas (los personajes de sus obras), hay músculos,
huesos, todo lo que contribuye a que la apariencia sea más perfecta.
"Este es el realismo del bueno. El malo es el que abre las carnes para que la
anatomía se vea".
He ahí en brevísimas consideraciones sintetizado y resuelto el problema literario
de nuestros tiempos. El realismo, que no es de ahora, que, por el contrario, hace ya
82
muchos años viene luchando con el romanticismo, venciéndole al fin, no es lo que
muchos, muchísimos han dado en creer: una relación pornográfica de todo lo inmundo
que la sociedad contiene, de todos sus vicios, de todas sus malas pasiones y nada más.
No, el realismo no es esto.
El realismo vence cuando en las costumbres es rechazada su eterna enemiga, la
escuela romántica, y vence porque a los hombres no satisface ya la creación de tipos
ideales, pero ideales sin realización posible dentro de la naturaleza humana, abstractos,
quizás trascendentales. La sociedad y el progreso exigen que la Idea, que el tipo de una
obra literaria venga a fundirse en el crisol de nuestra propia naturaleza y que satisfaga
por tanto a todas estas condiciones que nos hacen hombres sin permitirnos llegar a
dioses. Y como esta precisamente es la esencia del realismo, de aquí que la revolución
lo invada todo y pretenda arrancar al arte del dominio de toda tendencia metafísica y
transcendente.
El romanticismo cumplió su misión. Dio vigor a una época en que el sentimiento
lo llenaba todo, creó héroes sublimes, genios potentes, figuras grandiosas, salióse del
mundo real y fue a posar allá en las alturas etéreas del espiritualismo más refinado, más
puro, y pudo así, por el contraste, corregir costumbres, combatir vicios, atar pasiones.
Pero he aquí que la escuela se gasta y el sentimiento que antes fomentaba se trueca en
ridícula sensiblería, caen los héroes hechos pigmeos, los genios resultan monstruos y las
grandes figuras, juguetes infantiles. Lucha aún el gran Víctor Hugo, pero la escuela
perece. Hizo una revolución y después agotadas sus fuerzas, flaquea, desfallece y cede y
se rinde. Tal es el desarrollo de la tesis romántica.
Hace falta una nueva revolución que mantenga la antítesis y los animadores de
Balzac se animan, se entusiasman y dan la primera batalla.
Todo ensayo tiene sus dificultades. Ahora la obra es más difícil. Hay que buscar
los elementos necesarios dentro de la realidad misma, hay que partir del hombre tal
como es, bueno y malo, ni héroe ni réptil, y después de elevarse por gradaciones
sucesivas al conocimiento del tipo, crear, por decirlo así, el carácter sintético del
protagonista.
Los obreros sobran ¡pero los hay tan malos! Los más no aciertan a completar la
idea. Aquí caen unos en servil imitación de la escuela aniquilada, otros allá se precipitan
en el fango de las vulgaridades y van derechos al ridículo. Son, unos y otros, genios de
campanario.
83
Entonces los partidarios del antiguo sistema renuevan la discusión. Así vemos
hoy como aún pelea el romanticismo, sobre todo en España, contra la invasión de la
moderna literatura. Y pelea con más fuerza porque no faltan imitadores ramplones,
artistas sin arte, literatos sin literatura, incapaces de interpretar el pensamiento del
realismo.
Pero esto ¡qué importa! Allá va Zola, a pesar de sus crudezas, agravadas por los
traductores; Galdós con su inimitable buen decir, con sus burlas socarronas de todos los
remilgos y majaderías sociales; el mismo Clarín con su magnífica Vetusta, y otros y
otros muchos que irán saliendo poco a poco y perfeccionando la obra cosmopolita de
emancipar la literatura y purgarla de todo elemento transcendente, bueno cuando más en
un tratado de metafísica o teología.
La revolución está iniciada. El camino que hay que recorrer es muy largo, muy
largo, dice el autor de La Regenta. Todo se andará, asegura el vulgo, -y yo soy vulgo
también, -y se andará más a prisa tal vez de lo que todos creemos y con otros resultados
mejores que los obtenidos hasta el día.
El romanticismo representaba el ideal espiritualista. El realismo es la
encarnación del ideal humano. Y la humanidad vence a la especulación romántica.
No sé donde leí yo a Proudhon lamentándose de que la poesía, el arte y la
literatura anduvieran descarriadas sin acordarse de los dramas y los idilios del trabajo,
de las grandes tragedias del taller y de las sencillas epopeyas del pueblo. La luna y las
flores y los palacios y las piedras preciosas eran el tema favorito de artistas, poetas y
literatos, y Proudhon hacía bien en hostigar a aquellas inteligencias cortesanas. También
ahora, por desdicha, abunda esa especie de langosta que todo lo esteriliza, literatos y
artistas cursis que hacen un libro o un cuadro de una triqueñuela y rinden culto a la
grandeza... de pergamino o de metal.
Y por esto mismo, te prometo, lector, que si antes no me silbas, en otra epístola
te hablaré de lo que yo llamo síntesis literaria y tu verás como quieres llamarle.
No eches en olvido que la literatura como el arte y como todo, en su
desenvolvimiento particular, es algo así como la política misma, con sus revoluciones y
sus reacciones, su monarquía y su república, su teocracia y su libre pensamiento, que en
tanto tu reflexionas sobre esta materia, si para tanto tiene mi poder de trabajo, yo me
voy a preparar la segunda parte, que no será buena por aquello que tu sabes y porque la
primera, si bien lo miras, tampoco lo es. -Hope.
84
10/1886 Acracia, Barcelona, Octubre 1886, Año I, n.º 10 [p. 110].
Excursiones Literarias II
Te prometí, lector, en mi primera epístola, que en la segunda te diría algo de lo
que llamo síntesis literaria, y voy a cumplir mi palabra. Mas antes, permíteme una
pequeña digresión. Te hablé ya del desarrollo de las tendencias artísticas que se
disputan el mundo de lo bello, y aunque tu lo habrás deducido por ti mismo, he de suplir
hoy mi silencio de ayer, concretando algo que no te dije; qué es y qué se propone el
realismo, lapsus que me perdonarás de buena gana si piensas que soy neófito en el
oficio y escribo acerca de un asunto harto escabroso y no muy fácil de comprender, aún
después de estudiado un poco, que no es mucho lo que yo puedo permitirme.
Y digo que no he concretado el concepto del realismo en el arte, porque me he
limitado a negar una opinión errónea, y esto, ciertamente, no basta.
El realismo, según los críticos y en general según se entiende por el común de
las gentes, concede al artista, pintor, músico o literato, toda la libertad necesaria en la
concepción de la belleza, verdadero fin del arte que se ha de dotar a su idea o tipo; pero
es indudable que al sensibilizarla, ha de pedir a la realidad sus formas, ha de sujetar sus
creaciones a la esencia pura de la naturaleza humana. Claro es que dentro de esta misma
realidad puede el artista, y aun debe, desenvolver libremente el carácter y condiciones
de belleza del tipo o idea concebida, y hasta aquí románticos y realistas apenas
discrepan. Pero precisamente al llegar a este extremo ya no hay entre ambas escuelas
acuerdo posible. ¿Por qué? Porque mientras el romanticismo se remonta, a partir del
hombre, hasta la perfección absoluta, el realismo se detiene y aun huye de este absoluto,
y como tal imposible, a la manera que pudiera huir cualquier hombre de razón libre y
práctica, del absoluto teológico o metafísico, verdadera incógnita de un problema
insoluble, inventado para trastornar todos los principios de la matemática especulativa,
de la filosofía, en fin.
No excluye el realismo, como afirman los románticos y se cree por muchos
erróneamente, el ideal; no es el realismo una imitación servil de la naturaleza. El
realismo quiere y mantiene y desenvuelve el ideal. ¿Cómo? Pues a la manera que la
moderna filosofía lo hace: sustituyendo a las quimeras religiosas, las aspiraciones
humanas, de tal modo, que existe entre el idealismo romántico y el de escuela realista la
85
misma diferencia que hay entre las predicaciones del misticismo y las innovaciones de
la filosofía positivista. El ideal humano suplantando al ideal divino, tal es el realismo.
Y digo más. Que si hubiera quien de otro modo lo juzgara y otro fuera el valor
de aquella palabra, desde tal instante el realismo dejaría de llamarse arte, sería una
industria.
¿Satisface la moderna tendencia, no solo a las condiciones de toda obra artística,
sino también a las exigencias de una época en que las ideas se agrandan más y más en el
molde de lo humanamente posible y hacedero, abiertas las válvulas del deseo, libres la
razón y el pensamiento?
Henos aquí, amigo mío, de lleno en el verdadero objeto de esta segunda carta.
¿Crees tú que una literatura, que por ser obra exclusiva de una clase mesocrática,
no pasa más allá de las fronteras de esta, y no conoce, por tanto, otro mundo que el de la
casta dominante o el del poder caído, basta a los fines humanos del momento?
Presumo que no y en ello me complazco.
Nuestros artistas carecen hoy, como la sociedad en que se inspiran y viven, de
ideal. Gastada, física y moralmente, la clase media; realizado cuanto había deseado
realizar; desmoralizada por completo a la par que sus propias obras, sus instituciones,
sus leyes y sus costumbres, es impotente para la vida del arte, del mismo modo que lo
es para la de la Justicia y la Libertad. Nuestros artistas, digo, pues, y por ende nuestros
literatos, caen en esa misma impotencia, faltos de una idea nueva que les engrandezca e
ilumine. Nacen siervos humildes de las costumbres de su tiempo y de su mundo, se
desarrollan bajo la presión de un organismo corrompido, pero poderoso, y vienen
prestando homenaje a la balumba inmensa de iniquidades y horrores que a todos nos
alcanzan y a todos duelen, pero que solo hemos de agradecer a esa raza de
revolucionarios repletos que hoy rigen los destinos de los pueblos.
Observa, lector, cerca de ti. ¿Qué hay por todas partes, aun entre nosotros
mismos? Escepticismo. ¿Qué ideales, nobles, bellos, animan a nuestra generación?
Ninguno. Un positivismo falso y grosero nos subyuga; un afán de materializarlo todo,
aun a costa de nuestra propia anulación, como seres pensantes, nos esclaviza. Estamos
prostituidos. Bien entendido que hablo en general.
La facultad estética o ponencia de arte, que dice Proudhon, duerme en nosotros y
miente en nuestros artistas. Si alguno se atreve a romper con la tradición, cuida bien de
velar sus propósitos, de tal modo que escapan siempre y por completo a la perspicacia
86
más refinada del lector más atento. En tales casos hay que dar al libro, por ejemplo,
alcances que quizás no tiene, apelando a la deducción, a supuestos harto aventurados. El
novelista, el poeta, el pintor renuncian a libertarnos de tan penoso trabajo. Ahí están
nuestros primeros genios para comprobarlo. Los temas son los mismo de otros tiempos
y otras generaciones; la forma y el propósito tan solo son distintos. Mas estas formas les
permiten que cada uno, según sus ideas, así juzgue del fin convencional de la obra como
del valor artístico de las mismas.
Realistas e idealistas trabajan a porfía por mantener el statu quo. Los primeros
por su carencia de ideales nuevos, justifican recientemente la acusación de simples
imitadores de la naturaleza; los segundos, como sacerdotes de una religión en
decadencia, en lugar de dioses, crean y nos ofrecen monstruos.
"El arte ha traspasado su objeto, hay que asegurar con el espiritualista Cousin,
no atiende ya a la humanidad, ya no produce más que ridículas quimeras sin interés
ninguno para nuestra alma, o bien si ha sido muy humano, muy real y muy nuevo, se ha
quedado muy atrás de su objeto, no ha podido alcanzar más."7
Es, pues, precisa una solución. ¿La tenemos ya? ¿Hay , por el contrario, que
buscarla?
No temo afirmar lo primero. En el arte, como en política, como en filosofía,
como en ciencia social, como en la naturaleza misma, todo es antinómico, y aunque al
parecer contradictorio, conciliable y por tanto armónico.
"Tal vez, dice Proudhon en su Du principe de l'art, cause el asombro de alguno
de estos (los artistas), al afirmar que el arte como la propia naturaleza, es a la vez
realista e idealista; que es de igual manera imposible a un pintor, a un estatuario, a un
poeta, eliminar de su obra, bien sea lo real o bien lo ideal, pues si lo intentase, cesaría
por eso mismo de ser artista."
Y en efecto ¿qué significa una obra de arte si se prescinde del ideal y se atiende
tan solo a lo real o natural? La naturaleza misma no nos revela todo lo que en el mundo
puede ser objeto de creación artística. Hay, pues, que seguirla, continuarla, sorprender
sus secretos, descubrir en ella lo ideal.
¿Qué valdría, por el contrario, una creación puramente ideal, desprendida en
absoluto de la naturaleza y la realidad? La mitología misma se ha visto obligada, para
7 De Lo Verdadero, lo Bello y lo Bueno. (Nota de R. M.)
87
crear sus figuras, a recurrir al hombre, y al mundo real. Agrandándole o deformándole,
solamente ha podido legar a la posterioridad ese ejército abigarrado de divinidades, que
hoy son la irrisión de las gentes.
"Este ideal de que yo te hablo, tan necesario al arte como la realidad misma "es
la humana naturaleza que quiere representarse a si misma, bajo una forma mágica que
en nada la desfigure y que por el contrario la engrandezca".8
Tal es hasta en los mismos doctrinarios el reflejo exacto de la verdad en lo que al
arte se refiere. Y solo con aquella condición puede el realismo aspirar a las premisas del
mundo artístico; a trueque de servir al ideal, de no reducirse a una simple reproducción
fotográfica de Universo y del hombre.
Mas ¿cuál es o debe ser la naturaleza de este ideal? ¿Cómo distinguir el arte
realista del romántico y sus variaciones, si aquel y este van a ser esclavos de un mismo
señor?
¡Ay, amigo lector! En este laberinto de teorías, que debemos a un tiempo en que
la crítica ha dado a las ideas un rumbo tal, multiplicándolas prodigiosamente, que
apenas podemos entendernos ¡cuán fácil es extraviarse!
Pero, en fin... Mas no: perdóname por hoy. Ahí queda roto el hilo o la soga de
mi discurso y son dos las faltas que dispensarme tienes. La primera que proponiéndome
hablar de literatura, solo lo haya hecho del arte en general; la segunda, esa maldita
rotura que supone una tercera y nueva carta y una nueva jaqueca que han de ocasionarte
mis insulsas digresiones. ¡Y plegue a todos los dioses por los humanos adorados que
pueda así de una vez y para siempre dejarte en paz, tu invariable- HOPE.
11/1886 Acracia, Barcelona, Noviembre 1886, Año I, n.º 11 [p. 123].
Excursiones Literarias III
Dos preguntas, breves y concretas querido lector y amigo, ponían término a mis
digresiones sobre el arte y su naturaleza en mi carta última, y voy ahora a reproducir
aquellas, procurando contestarlas lo más categóricamente posible.
"¿Cuál debe ser la naturaleza de este ideal? ¿Cómo distinguir -decía- el arte
realista del romántico y sus variaciones, si aquel, va a servir este al ideal?".
8 Cousin, Lo Verdadero, lo Bello y lo Bueno. (Nota de R. M.)
88
El ideal del arte, no pudiendo ser ya transcendental, ni teológico, ni metafísico,
ha de ser necesariamente humano.
Mas de una vez lo he indicado ya y no he de insistir muy largamente en esta
afirmación. La humanidad en su infancia divinizó cuanto en su propia naturaleza se
hallaba en estado primitivo, si bien en evolución, y formó por la sucesión lógica de sus
facultades los tipos perfectos, los ideales que su razón le dejaba entrever como un más
allá inaccesible. Los dioses, los mitos, lo sobrenatural, en fin, tomo carta de naturaleza
en la mente de los hombres. Pero la humanidad avanza y se desarrolla y perfecciona,
como el individuo mismo, y las formas indeterminadas de su fantasía sustituye los tipos
concretos de su pensamiento, de su razón; las ideas evidentes reales, tangibles, de
cuanto le rodea y vive y coexiste con ella en el universo mismo. Entonces es cuando
comienza su labor de humanar cuanto antes había divinizado, de tal suerte, que ya los
dioses y los mitos vienen a estar en razón inversa de los hombres y de las cosas. Y allí
en donde veía un milagro, explica una razón; en donde un Dios, coloca un hombre, y así
en el lugar de ese cielo imaginario que ocupan seres sobrenaturales y que
Ni es cielo ni es azul,
según la expresión del poeta, coloca el mundo con su inmensidad de seres
progresivos, con sus ideales de perfección, de justicia y de libertad, con todas las
maravillas de la humana actividad. Es la historia del niño que en su peregrina fantasía
no ve todas las cosas como son en sí, sino como su virgen imaginación las forja, y que
luego, a medida que crece y se hace hombre, va destruyendo por su propia mano todas
aquellas ilusiones, todos aquellos sueños de la infancia, para poner en su lugar las cosas
mismas como son, la realidad, en fin, en cuyo medio ha de vivir y educarse hasta
alcanzar la integridad, el completo desarrollo de su ser.
Así nuestra época. Humana la naturaleza del ideal artístico, no es posible ya
confundir el pasado con el presente, porque nuestras ideas, nuestras aspiraciones y
nosotros mismos hemos cambiado por completo de rumbo, y si antes mirábamos al
cielo hoy miramos a la tierra y ciframos aquí abajo, si así puedo expresarme, toda
nuestra dicha, nuestra ambición y nuestros deseos. Las ciencias, las artes y las letras
siguen el mismo camino.
Dos son los períodos en que puede dividirse la historia de la humanidad: uno que
acaba y otro que empieza, uno que sirve al ideal transcendente y otro al ideal humano.
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Puede, pues, establecerse para el desarrollo de ambos periodos, el siguiente cuadro que
servirá de aclaración a cuanto dejo dicho:
IDEAL TRASCENDENTE
Dios. Alma divina. Inmortalidad extramundana.
Realización de la suprema perfección en Dios.
Desprecio de los bienes terrenales. Aspiración al cielo.
Humildad, caridad.
Autoridad, jerarquía, perturbación.
Revelación, subordinación.
Sacrificio, miseria, egoísmo.
Mundo de la fe.
IDEAL HUMANO
Justicia. Alma humana o movimiento de la materia. Inmortalidad histórica en la especie.
Perfeccionamiento de la raza humana en la justicia.
Exaltación de la humanidad y el mundo. Aspiración a la justicia.
Dignidad, derecho.
Libertad, igualdad, armonía.
Inmanencia, revolución.
Rehabilitación, comodidad, fraternidad.
Imperio de la razón.
Tal es en compendio el desenvolvimiento de las dos ideas; tales son, por tanto, el
arte que acaba y el arte que empieza. ¿Cabe retrogradar?
***
Largo ha sido el paréntesis. Adivino lector, tu impaciencia y entro desde luego
en el verdadero asunto de estas cartas.
Si he hablado tanto del arte, débese a que la literatura no es más que un modo de
aquel. Conforme en un todo con la definición del Sr. Canalejas "la literatura es la
90
manifestación artística del pensamiento humano, por medio de la palabra hablada o
escrita", es claro que para ocuparme de una de sus partes, he tenido que referirme antes
al todo, como condición necesaria a estos estudios. Así la literatura, que es arte, tiene
también por objeto la producción de belleza, más un cierto fin útil que fácilmente se
reconoce en todas las épocas. Este fin útil que afirmo y que probablemente me hará
incurrir en los anatemas de los ortodoxos, es aquel en virtud del cual conocemos por su
literatura, por sus creaciones artísticas todas, las costumbres, el desarrollo intelectual,
las ideas y el movimiento de estas mismas, en un determinado periodo histórico. El
Quijote, por ejemplo, a la par que es creación artística, nos enseña, mejor tal vez que la
historia misma, a conocer las costumbres caballerescas de aquellos tiempos, costumbres
que Cervantes ridiculiza y logra echar por tierra; nos pone de relieve todas las
preocupaciones, todos los errores, el estado, en fin, real y efectivo, de aquella sociedad,
que él, más que otros muchos, ayudó a derribar. Y es así como yo entiendo que El
Quijote no fue solo una obra artística, sino también esencialmente revolucionaria. D.
Juan Valera, el diplomático, literato y académico, dice a este propósito, al ocuparse de
las relaciones que con los más famosos bandidos mantenían los personajes principales
de la España de entonces, relaciones que Cervantes consignó sencillamente en su libro
inmortal, que "faltas son estas que serían bastantes a que fuese tachada de antisocial una
novela de ahora; pero en aquella época y estado social eran indispensables". Verdad que
esto lo dice el Sr. Valera a reserva de mantener después la teoría del arte por el arte y
aplaudir la revolución de ayer para condenar a cuantos hoy sustentan que la literatura,
como el arte, como la política y la economía, son elementos secundarios que tienen por
fin auxiliar a la justicia y por ende a la revolución que viene a realizar, desenvolver y
fomentar aquella.
Pero si se reconoce y afirma directa o indirectamente que la literatura tiene,
además del fin artístico, ese otro de utilidad que he dicho, y se aplaude los momentos
todos en que la literatura cumplió una misión puramente crítica y revolucionaria,
influyendo y modificando las costumbres, destruyendo las preocupaciones y errores,
transformando la sociedad ¿por qué y con qué razón ha de negarse hoy a la literatura
este fin nobilísimo pretendiendo condenarla al statu quo?
La literatura, como elemento secundario, ha servido hasta ahora a la religión
porque en esta estaba vinculada la justicia. Pero de hoy en adelante preciso será
reconocer, puesto que la revolución nos emancipa de la teología, que debe consagrarse
91
por completo a la justicia misma, libre de toda injerencia transcendente. Si el arte y la
literatura se ennoblecen y se sublimizan bajo la influencia de un ideal grandioso, como
afirman los que creen que nuestra literatura anda pobre y miserable porque se aparta del
ideal religioso sin hallar otro sin que sustituirle y equipararle, yo, que no niego el bajo
vuelo de nuestros literatos, he de afirmar que el ideal revolucionario, la justicia, es en
potencia y en calidad más grandioso que el ideal teológico, la religión. Y si nuestra
literatura y el arte mismo permanecen en decadencia lamentable, es precisamente por la
inferioridad real o la cobardía de nuestros literatos y artistas, porque nadie se ha
atrevido aún a presentar una obra crítica, revolucionaria, que pueda formar época y estar
señalada como momento glorioso de una más gloriosa transformación. Abandonen los
literatos la rutina religiosa y burguesa, entren de lleno por las espaciosas veredas de la
revolución, y pronto, a impulsos de su aliento vivificador, habrá conquistado la
literatura todo su antiguo poder y su fuerza. Mas para esto es necesario realizar un
trabajo de que son incapaces nuestros literatos burgueses: descender de la cumbre
dorada en que se posan, vivir en medio de ese pueblo virgen que aún no ha perdido su
entusiasmo primitivo, su grandeza sin pulimento; estudiar allí sus virtudes y sus vicios,
conocer sus aspiraciones, sus necesidades; vivir, en fin, engolfado en la sociedad actual
tal como ella es, no apartados por el muro odioso de la división de clases, del otro lado
del pueblo honrado y sencillo.
Con sobrada frecuencia podemos observar, que cuando algún literato se ocupa
de las ideas y necesidades de nuestro pueblo, en la época presente, incurre en tales
errores que no parece sino la más obsoleta ignorancia de la realidad le guía en la
elaboración de sus obras. Tal es el resultado de vivir fuera de su tiempo, él que a este se
debe en cuerpo y alma.
Los mismos maestros de la escuela realista, por carecer de una verdadera idea
que les guíe, con rarísimas excepciones, incurren en idéntico defecto.
Y es que, como dice Proudhon, el arte y la literatura nuevos son o deben ser
antidogmáticos, o más claramente críticos y aún mejor racionales, dictado
suficientemente motivado por la irracionalidad del arte en la primera mitad de este
siglo. Crítico del griego Krimó, yo juzgo. Arte crítico es, pues, como si dijéramos, arte
justiciero, arte que empieza a hacerse justicia a sí mismo, y se declara servidor, no de lo
absoluto, sino de la razón y del derecho.
92
Ya sé yo que la mayor parte de los artistas y literatos contemporáneos no
entienden, como Proudhon, el arte y la literatura, pero es indudable que hacia este
novísimo arte, a esta modernísima literatura caminan mal de su grado.
Y caminan porque el espíritu público se encuentra en uno de esos momentos en
que influye él más directamente sobre el arte y la literatura, que estos sobre aquel. Así
va la literatura en estos tiempos arrastrada por las corrientes dominantes hacia la
revolución, hacia ese instante supremo en que todo va a cambiar, a transformarse, a
entrar por primera vez en el templo universal de la Justicia, volviendo la espalda a la
Iglesia y al Estado.
Por eso yo me río, y tu lector te reirás también, cuando veas que aún hay
literatos como nuestro plenipotenciario en Bélgica, D. Juan Valera, que dice en una
crítica de los Estudios sobre la Edad Media, de Pí y Margall, pretendiendo ridiculizar a
este, que "la Iglesia católica, la congregación universal de los fieles, esta asociación en
que todos están unidos por la caridad, con la misma creencia y con la misma esperanza;
esta santa y perfectísima democracia, en que no solo hay la unión de la vida terrena, por
el espacio de breves años, sino la unión en la eternidad; esta comunión de los santos,
esta mística ciudad y república, esta Jerusalén divina, que está a la vez en la tierra y en
el cielo, cuando en el cielo y en la tierra se cumple la voluntad de su legislador,
soberano y bendito, no es más que puro egoísmo para el Sr. Pí. Así como, según el Sr.
Pí, al cristianismo precedieron los esenios, sin duda al piismo preceden los
internacionalistas". Y luego habla el Sr. Valera de los horrores de Alcoy (¡!) de los
robos de Granada y de los asesinatos, facinerosos y bandidos de no sé cuantas ciudades.
¡Mentira parece tanto desenfado en tan académica cabeza!
Se le ha olvidado decir al Sr. Valera, después de tanto bombo y platillos, que
esta sociedad, a pesar de todas las santísimas esencias del catolicismo, es una sociedad
de robos legales, de infames explotadores, de asesinos cobardes y alevosos, y que en
ella, desde el cura hasta el monaguillo, desde el gran señor hasta el pordiosero, todos
viven en sacra inmoralidad, en completo desenfreno y en absoluto desorden, de tal
modo que los presidios están atestados de criminales y en el mundo andan sueltos
muchos más que por lo regular son muy católicos y muy señores y hasta muy
académicos en el arte de José María y otros no menos célebres.
Si algo con bastante elocuencia nos pudiera dar a conocer lo que son estos sabios
académicos eunucos del misticismo y del poder, sería este trabajo crítico del Sr. Valera.
93
Por la pequeña muestra anterior puede juzgar cualquiera el estado de nuestra
literatura y el empuje y vigor de nuestros literatos. Completamente afeminados, se
hallan muy bien con los aplausos de aquellos que, predicando el desprecio de os bienes
terrenales, roban, por si acaso, cuanto pueden. Así la lógica que usan es una lógica de
cueva y de gavilla.
Mas por fortuna, si esto es así, no es menos cierto que todos esos literatos
doctrinarios apenas producen una obra que no envuelva, aún a pesar suyo, tal o cual
problema y realice siquiera en parte pequeñísima esa misión crítica, tan necesaria en
nuestros días, que constituye el nervio y la vida de todas las artes y de las letras en cada
momento de la historia humana. Dadles un criterio sano, un ideal justo y grande, y esos
mismos literatos revolucionarán el mundo en veinticuatro horas.
El arte y la literatura no pueden volver, no volverán ya al ideal cristiano: carecen
asimismo de un nuevo ideal que los anime; van a retaguardia de la civilización y del
progreso. Pues bien: o la literatura da un salto y se coloca en un instante a la cabeza del
movimiento, o la revolución pasará por encima de ella arrollándola y aniquilándola. De
sus cenizas surgirá entonces la novísima literatura anunciada por la revolución misma y
profetizada por Proudhon y otros.
El dilema está planteado. Que ellos, los literatos y artistas, elijan y obren.
En cuanto a nosotros, socialistas y revolucionarios, solo nos resta decir con el
maestro:
"Nuestro ideal es el derecho y la verdad. Si vosotros no sabéis que hacer con
esto del arte y del estilo, ¡atrás! nosotros no tenemos necesidad de vosotros. Si vosotros
estáis al servicio de la corrupción, de la lujuria, del fanatismo, ¡atrás! nosotros no
queremos vuestras artes y vuestras letras. Si la aristocracia, el pontificado y la majestad
real os son indispensables ¡atrás siempre! nosotros proscribimos vuestro arte tanto como
vuestras personas".
La revolución, lector y amigo, la revolución y la justicia absorberán a la
literatura, o esta ayudará nuestra obra de emancipación universal.
¡Adelante!
HOPE. Madrid, Octubre de 1886.
01/02/1887 El Productor, BCN, 1 Febrero de 1887, año I, n.º 1.
94
Anuncios.-El pecado de Caín, novela original de J. Serrano y Oteiza. Esta
novela, premiada en un certamen literario hallase en venta en Madrid: Ricardo Mella,
Montera 51, 2º, y en esta administración.
06/02/1887 El Productor, BCN, 6 Febrero de 1887, año I, n.º 6.
Literatura - El pillo y el señorito
Vuelve de la calle, lleno de barro, roto y desgreñado. El instinto de la guerra y el
odio de clase viven ya en el. Acaba de arrojar un puñado de tierra fangosa al brillante
clak de un transeúnte. No huye por miedo al señor, corre por temor a los azules.
Su pobre madre lo recibe furiosa. Le riñe, le pega y después llora. Es un granuja,
un tunante que se goza en hacer daño a todo el mundo, pero ¡es su hijo!.
El pillo calla, sufre avergonzado la reprimenda materna y al fin pide perdón y
promete enmendarse. Ahora llora la falta cometida. ¡Es un niño que siente, un pilluelo
honrado!
***
El señorito acaba de llegar. Viene trinando contra la oficina, el mal tiempo y el
barro. Es el favorito de cierto diputado de la mayoría y disfruta un empleillo de cuatro
mil reales anuales. Al volver a casa contempla colérico o quejumbroso sus botas
charoladas llenas del fango de las calles, su traje empapado en agua, y jura y perjura
maldiciones sobre sus jefes, el presidio9, su madre, sus hermanos y la criada. Llama
destemplado a esta, la insulta, la amenaza y después de haber puesto en movimiento a
toda la familia, respira gozoso al verse libre de sus botas y traje. El señorito no
consiente ni la menor queja, ni el más insignificante descuido. Cuando él entra, todo el
mundo ha de estar dispuesto a servirle solícito. ¡Ay del que pone mala cara!
Luego pide a toda prisa la comida y si no se le atiende al punto, se enciende
nuevamente en cólera, grita y patea hasta que ve cumplidos sus deseos. Ya en la mesa, a
cada plato pone un reparo, marca un pero y hace mil ascos y aspavientos que irritan a su
madre. ¡Pobre madre!
A sus quejas, a sus reprimendas contesta él, el señorito, con acritud, soberbio y
altanero. Allí no hay a quien más darle el gusto que a él; allí deben todos doblar la
cabeza humildemente ante él; todo por él y para él.
9 Así llaman los empleados a sus respectivas oficinas (Nota de R. Mella).
95
El día acaba siempre para la infeliz madre con un agravio de su hijo; para su hijo
con un triunfo sobre su madre, sobre sus hermanos, sobre los criados, sobre el mundo
entero.
Pero al señorito no le basta la acritud, la soberbia y el orgullo: necesita el
desprecio.
Si su madre grita, el arroja las viandas al suelo, rompe, si acaso, algún plato, y al
cabo se levanta airado y arroja al rostro de su familia alguna expresión humillante, toma
el sombrero y se va al café. Allí le esperan sus amigos, jóvenes de la buena sociedad,
que siempre le reciben orgullosos de tenerle en su mesa porque es un chico
aprovechado, simpático, amable, digno y honrado. ¿Quién conocerá al señorito del
hogar en el señorito del café?
***
Las dos madres son viudas. La una vive en la miseria descarada; la otra vive en
la pobreza orgullosa, oculta. La una trabaja y sufre, la otra sufre y trabaja. Son dos seres
que la sociedad asesina en el silencio, en el secreto de dos hogares escondidos. ¡Dos
infortunios! ¡Dos desgracias!
***
Cuando el dinero se acaba el hambre empieza. En la casa del pillo no hay dinero;
se han agotado todos los recursos y la pobre madre anonadada, se acurruca en un rincón
y llora silenciosa su miseria.
El pillo anda allá en la plazuela sin acordarse de su estómago. Sabe ya bastante
para saber que no puede tener hambre y no la tiene. Es un filósofo surgido del fango del
arroyo, y piensa que es inútil sentir hambre cuando falta que comer.
De noche ya, vuelve a su casa y allí ve a su madre que ni aún valor para hablarle
tiene. El pillo recorre con la vista la mísera habitación y observa la desnudez en que
viven y repara en las lágrimas de su madre. Una idea cruza rápida por su cerebro: ¡Su
madre llora! Entonces en su fisonomía aparece algo siniestro, lúgubre, terrible. Duda un
momento y después sale. ¿A dónde va?
************************************************************
************************************************************
96
El pilluelo, sin valor para robar, pero decido a secar la lagrimas de su madre, va
implorando por todas partes una limosna. Casi nadie se fija en el, todos continúan su
camino indiferentes.
El desprecio unánime de los demás no le acobarda, y al fin el pilluelo lleva a
media noche pan para su madre, luz para su casa, leña para el fuego.
El pilluelo mendigo, antes filósofo, es feliz en este instante. Su estómago
generoso renuncia a los beneficios de la colecta: ¡son para su madre!
***
Hay otra casa donde falta también todo alimento. Es la casa del señorito. El fin
de mes es un suplicio para los que viven del erario público. La infeliz viuda no llora;
tiembla al solo recuerdo de la vuelta de su hijo. ¿Qué le dirá? ¿Cómo acallar su furia?
El señorito llega, como todos los días, maldiciendo y renegando de cuanto le
rodea. Observa el terrible silencio de su casa y adivina el motivo para enardecerse más y
más. Busca a su madre y la increpa: "Gasta más de lo que puedo; derrocha lo que a el
tanto trabajo le cuesta y después ni aún sabe buscar un pedazo de pan para sus hijos".
Tantas acusaciones exasperan a la desgraciada madre y una frase terrible se
escapa de sus labios, ¡mal hijo! ¡mal hijo!
El señorito arrebatado por la cólera, devuelve injuria por injuria, echa en cara a
su madre la limosna que la da, reivindica la soberanía de la casa para sí y cuando la
viuda pretende arrojarle del hogar, se vuelve airado y grita furioso que allí es él, el
dueño de todo y ella un cero a la izquierda, un trasto inútil que conserva por caridad, y
termina amenazando, jurando que la echará a la calle, por la puerta, por el balcón, por
donde pueda.
¡Hijo infame maldice a su madre! ¡Réptil cobarde, amenaza a una débil mujer!
Y en tanto la mujer yace desmayada, el hombre, el señorito, se aleja satisfecho
de su obra y como media hora después tranquilamente en un restaurant sin tener un solo
recuerdo para sus hambrientos hermanos, para su madre enferma. ¡Todo por él, todo
para él!
***
El hambre hace mendigos, la desesperación, fieras.
97
Pedidle a la desesperación de un miserable, de un hambriento, calma y
templanza, resignación y esperanza y pediréis algo peor que lo imposible, algo más
cruel que la crueldad misma.
¿Quién os ha dicho, satisfechos de la vida, que el mendigo de un día ha de ser el
mendigo de siempre?
Recorred los anales del crimen y veréis en caracteres sangrientos vuestra
condenación.
Suprimid la pobreza, el hambre, la miseria, y el crimen habrá dejado de existir,
no habrá más criminales que los que quieran vivir en holganza y a costa de sus
semejantes. Es decir ¡vosotros!
***
El pilluelo no recibe ya otras limosnas que groserías y durezas de los
transeúntes. Le maltratan, le insultan, le arrojan al rostro su holgazanería y su
desvergüenza. Anhelos de venganza acuden a su pecho; estallan en su cabeza ideas
feroces. Todos aquellos miserables bien vestidos se burlan, escarnecen su pobreza e
injurian a su madre, a su madre que se muere de hambre.
El que dobló siempre humilde la cabeza, el que jamás pensó en igualarse a sus
semejantes, el que satisfecho y feliz se creyó inferior, pequeño, raquítico, sin pena y sin
dolor; sintióse un día hombre igual al hombre, ser libre y digno, honrado y noble, y
acudió a su cabeza toda la sangre de sus venas y latió violento su corazón. Entonces le
humilló la limosna, causóle vergüenza su miseria y fue a ocultar en un rincón su dolor
inmenso.
Caos ignoto en que se ahíta el pensamiento, profunda oscuridad que a la razón
envuelve, momento terrible de penosa duda fue aquel en que el niño granuja, filósofo y
mendigo más tarde, vino a caer, con la instantánea visión de su nobleza, su dignidad y
su honra en la vergüenza social que el mundo calificó de delito. Ladrón de ladrones,
desafió terrible a la masa anónima que le condenaba, y buscó atrevido y temerario, pan
para su madre, hierro para sus brazos y vergüenza eterna para su conciencia.
El gran factor de criminales, le sentenciaría en breve señalándole para siempre
con el estigma humillante del delito.
***
98
Han transcurrido veinticuatro horas. El señorito ha olvidado ya la escena del día
anterior. En su semblante no hay la menor alteración. Su pecho está tranquilo como si
jamás se hubiera turbado en su hogar la tranquila vida de la familia.
La madre permanece sombría, casi exánime, sin voluntad, sin fuerza, sin vigor.
Es un cadáver galvanizado, es una sombra viviente.
El señorito no se inquieta por esto. Piensa en su estómago y su bolsillo. Si en su
casa no hay algo que comer, sobre su persona no se encontraría ni un solo céntimo. El
restaurant es hoy imposible y es necesario comer. Pavoroso problema que empieza a
inquietarle. Interroga a su madre y no obtiene respuesta. Irritado ya pregunta de nuevo y
una mirada formidable, un rayo de odio naciente, lo deja por un instante anonadado. Es
su madre, es el cadáver de la pobre viuda que, en un último esfuerzo de la voluntad, le
mira terrible.
Mas el reptil se sobrepone al hombre, y la escena del día anterior se renueva
amenazadora. El hijo injuria otra vez a la madre, ruge de cólera, enchido por la
soberbia, y cuando, agotado todo el veneno de sus entrañas, no sabe que decir, exclama:
"¡Anda maldita, ahora apela a la mojiganga de siempre para que te tengan lástima!
¡Anda apresúrate, y finge que te desmayas, que te mueres!"
Su madre rígida y pálida, fuera de sus órbitas los ojos, morados los labios,
imponente como la estatua del más formidable de los dolores, quiere hablar y la voz se
ahoga en su garganta, sus dientes chocan entre sí, tiemblan todos sus miembros y en un
instante de suprema angustia, se vence al fin y grita: ¡Vete, infame!
La mano del hijo hiere entonces la mejilla de la madre, y esta rueda por el suelo,
produciendo al caer un ruido siniestro y lúgubre que se pierde en el eco de un grito
aterrador.
La infeliz viuda había muerto a manso de su mismo hijo.
En aquel cuerpo inerte no pudieron borrarse nunca dos cosas: aquella mirada de
ultratumba que heló al hijo de espanto y la señal que la mano infamo dejó sobre la
marmórea mejilla.
***
Han transcurrido algunos días. De una casa de aspecto miserable sale un joven
andrajoso, atado codo con codo, que la benemérita guardia civil conduce a la cárcel.
Detrás una infeliz anciana caminaba llorando amargamente.
99
El joven lleva la cabeza inclinada sobre el pecho y mira avergonzado hacia el
suelo. Es un ladrón, y la sociedad le castiga justiciera. Es el pilluelo, es el filósofo, es el
mendigo, es el hijo.
De otra casa de regular apariencia salen muchas personas decentes vestidas de
etiqueta. Allá dentro, un joven bien parecido, que mira altivo y sereno hacia todas
partes, recibe el pésame que sus amigos van a darle por la muerte de su madre. Todos
los compadecen, le consuelan, por aquella pérdida irreparable.
Palidece a veces, enrojece otras, llora a ratos, y se conduele de su desgracia. ¡Es
un buen muchacho que ha cumplido con sus deberes, y la sociedad le agasaja cariñosa.
Es el señorito, es el reptil, es la fiera, es el malvado que asesinó a su madre.
***
De este drama terrible, de esta tragedia horrenda que se repite sin cesar allá en el
fondo, lejos de la superficie de la vida social, solo quedó: un malvado digno, honrado y
libre en el mundo; una madre en el sepulcro; un buen hijo encerrado quizás para
siempre en el presidio y otra madre expirante en el hospital; la justicia satisfecha; la
sociedad vengada. He ahí todo. -Hope.
Madrid. Enero 1887.
08/02/1887 El Productor, BCN, 1 de Febrero de 1887, año I, n.º 1.
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10/02/1887 El Productor, BCN, 10 Febrero de 1887, año I, n.º 9.
Literatura - Contrastes
100
Hace muy pocos años vivía en mi pueblo tranquilo y rodeado de placeres
dulcísimos. Mi familia, mis amigos y un periódico constituían ellos solos un mundo de
felicidades. Mi formalidad era escasa. Me hallaba bien siendo niño en todos mis gustos
y aficiones, aunque por la edad ya fuera hombre. No tenía reparo en mezclar a mis
tareas periodísticas, los deliciosos juegos de edad más temprana. El problema de la vida
estaba para mi resuelto. Trabajaba como por placer, comía siempre con un hambre de
rapaz correteado, y me divertía a mis anchas fuera de la vigilancia paterna. ¡Qué
hermosas tardes aquellas que junto a mis amigos pasé en las afueras! ¡Qué deliciosos
paseos aquellos que dábamos en el primer bote que habíamos a mano por la extensa y
bellísima ría!
Porque te diré, lector, ya que no lo sabes, que mi pueblo y su ría es de lo más
encantador que tiene España. Es Vigo, un pueblo de Galicia, quizás el más bello de
todos, la mejor joya de nuestra Ilibernia, eternamente verde, de aquel paraíso de nuestra
rica tierra. Si alguna vez te propones emigrar a alguna parte, no vaciles en la elección,
vete a Vigo. Allí no encontrarás grandes medios de vida, pero no te faltará seguramente
en donde ganar un pedazo de pan y ganarás, sin duda alguna, goces inefables para tu
espíritu, calma inapreciable para en cuanto en ti vive y se agita, recreo inmenso para los
ojos, todo, en fin, cuanto el hombre puede desear en aquellos momentos en que la
agitación de las grandes poblaciones le abruma y le molesta, dejándose invadir por el
disgusto y el cansancio de cuanto le rodea.
Pues bien; en este rincón vivía yo, según creo que he dicho, feliz y tranquilo.
Estas luchas políticas, religiosas, económicas y literarias y artísticas que aquí nos sacan
de quicio y nos alborotan la cabeza, eran allí para mi un pasatiempo sin disgustos.
Discutíamos por darnos el gusto de discutir, predicábamos por el placer de predicar, y si
alguna vez llegábamos a enfadarnos en la polémica, era para tener la satisfacción de
hacer las paces al día siguiente. Gozábamos a nuestro modo con todas estas cosas,
porque no llegaban nunca a alterarnos los nervios. Cuando más, nos incomodábamos
como niños con sus juguetes, que después de haberlos roto lloran por ellos.
Pero poco a poco, sin saber por qué, fui perdiendo el gusto por todos aquellos
placeres y por aquella vida tranquila. Tornábame adusto y melancólico, aborrecía a la
mitad de las gentes por mi antes estimadas y comencé a no hallar en mi pensamiento
más que acusaciones y furibundos ataques y en mi corazón amargos sentimientos,
feroces anhelos. Despreciaba aquel aire marrullero de pueblo, aquellas chismosas
101
gentes, aquel ir y venir de muñecos con barbas que no pensaban en nada serio, en nada
importante. Me metía en la lucha feroz de las pasiones; escribía para arrojar sobre el
papel toda la bilis que me ahogaba; trabajaba desesperado; comía a disgusto y ni aún en
el seno de la familia me hallaba satisfecho. Subía a los montes que rodean imponentes
la bella perla de los mares, y desde allí me complacía en ver a los hombres tan pequeños
en lo físico como raquíticos los consideraba en lo moral, allá en medio de las calles y
entre el ruido y el tráfico de la ciudad mercantil. Rondaba a menudo las playas de la
grandiosa ría, y también allí, ante la inmensidad del mar, se me ofrecían las gentes en su
mediocridad, en su pequeñez despreciable. ¡Qué diferencia entre el tenue murmullo de
las aguas y el inficionado eco de las murmuraciones y hablillas de la vecindad! ¡Qué
contraste el de la superficie transparente del mar y las afectaciones y oscuridades con
que el hombre disfraza su naturaleza íntima! Cuando me internaba entre los árboles, en
algún espeso bosque, todo me parecía sombrío, amenazador. El silencio del campo
parecía arrojarme de allí como a hijo espúreo. Su tranquilidad, su calma perfectísima,
me repelían porque en mi pecho se agitaba impotente la pasión y en mi cerebro se
revolvían furiosos encontrados sentimientos y aspiraciones, dando terribles gritos de
combate. Yo era la guerra y no cabía al lado de la paz. Luché, luché siempre ansioso de
sobreponerme a aquella naturaleza fría y rígida, a todo aquel mundo que se reía de mis
afanes, a todos aquellos árboles y montes, que parecían decirme ¡tonto! pero al fin fui
vencido. Tuve que batirme en retirada. Yo era la perturbación. El orden me alejaba de
su lado. Huí.
***
De pronto cambió la decoración. Ya no eran los campos eternamente verdes, las
transparentes aguas de la ría, los altísimos montes, las casuchas miserables y las
gentecillas chismosas de mi pueblo, lo que ocupaba mi pensamiento.
Ahora todo era grande, magnífico. Anchísimas vías, casas que parecen palacios,
millares y millares de hombres que iban de un lado a otro sin ocuparse del vecino;
cientos de periódicos voceados en las calles; miles de libros en los escaparates
convidando al estudio; coches por acá, carros de mercancías por allá; aquí el silbato que
avisa de la proximidad del tranvía; allí el vocerío inmenso de los mercados; todo en
revuelto montón, en rápido giro, me rodea y aturde y marea.
El campo huye de la gran capital; el mar yace a unas cuantas leguas de este
centro bullicioso y alegre que se llama Madrid. Todo el mundo ríe, baila y canta, todos
102
viven felices, se agitan satisfechos. Nuestra constante preocupación es el bien del país.
Cada uno forja en su mente un proyecto, un plan de gobierno; el que más y el que
menos cree poseer la panacea exclusiva para curar los males todos que a la nación
afligen. ¡Qué calor, qué interés, que afán por discutir, por batallar! Este gran estómago
del individuo España, sigue en tanto digiriendo los montones de comida que de todas
partes le arrojan. Hay que alimentarlo, cebarlo cuidadosamente, porque de él depende la
salud y la felicidad de toda la nación.
Pues bien; este infierno de empleados de toreros, de rentistas, de literatos y
salvadores del mundo, me atrapó en sus redes apenas me aparté de aquella mi hermosa
tierra. Vi un mundo grande, un campo extensísimo para la lucha y mi espíritu se alegró.
Ahora estaba ya en mi centro dispuesto a entrar en la batalla. Esto si que era vivir: la
monotonía de la vida se acababa y con ella las pequeñeces y miserias de pueblo. Peleé
al lado de soldados valerosos y aguerridos; combatí por mi ideal, como los caballeros de
otra época reñían en buena lid por su Dios y por su dama; llegué a perder hasta la
noción de la realidad; mi fantasía me transportaba a un mundo mejor, etéreo; y allá, en
ese espacio insondable de los sueños, continuaba yo repartiendo tajos y mandobles sin
que lograra nada más que agitar con mis movimientos ------- --- ---- -------- . Desdichado
de mi que así me engañé creyéndome Don Quijote, vencedor formidable de ejércitos
invisibles y de fingidos enemigos!
Desdichado, si, porque al fin desperté de mi profundo sueño; he vuelto a la
realidad y al volver mi pecho se ha llenado de amargura, mi cerebro de escepticismo, mi
espíritu de pena.
Una mañana salí de mi cuarto, triste y abatido. Aún no estaba conforme: iba en
busca de algo que me volviera a mis ilusiones, a mis sueños encantadores. Apenas pisé
la acera de la calle, se me oprimió el pecho, algo subió por mi garganta y di un grito. De
nuevo cambiaba la decoración. Las callejuelas de Madrid; sus casas ruinosas; sus gentes
hipócritas y falsas; sus coches viejos y sucios, sus conatos, en fin, de ciudad grande se
presentaron a mi vista en terrible desnudez.
Entonces salí al campo y no hallé ni un solo rincón en dónde gozar de aquel
verdor hermosísimo de la campiña galaica, ni una vasija de agua que provocara en mi el
recuerdo del grandioso Océano, ni un destello de toda aquella belleza en que antes había
cifrado mi dicha y mi contento. Todo se derrumbaba a mi paso. Ahora salían a la
superficie las inmensas miserias de las grandes poblaciones. Veía a Madrid por dentro y
103
me horrorizaba. Toda aquella grandeza, todos aquellos combates nobilísimos, eran
mentira, pura ficción de los sentidos. Madrid se arrastraba moribundo por los suelos; la
gran ciudad, anémica y andrajosa, procuraba ocultar una asquerosa llaga, la _ or _ _ _
_ nía, unida a la vanidad y a la soberbia, encubría cuidadosamente el pauperismo de
abajo, los vicios de arriba y la vergonzante pobreza de en medio.
Busqué en la soledad y en el silencio de la noche un lenitivo a mi pena. El día
con su bullicio y su algazara me disgustaba. Yo no podía vivir ya en la gran capital que
me hacía infeliz y desdichado. La noche, la noche era mi consuelo, mi felicidad, mi
todo.
Salí. Solo fue una vez, no pude más. En este instante viene a mi memoria el
recuerdo de un amigo queridísimo que al morirse, de modo inesperado, tuvo el triste
privilegio de hacerme ver muchas cosas que jamás había visto. Eran las tres de la
mañana. Algunos grupos de trasnochadores de oficio cruzaban aquí y allá las silenciosas
calles de Madrid. Yo llevaba el pecho oprimido por el dolor. Todo me parecía lúgubre y
triste.
De pronto llegó a mis oídos el eco de ayes desgarradores. A mi lado pasó una
mujer sollozando. ¡Lloraba por su padre! Más lejos un bulto acurrucado al pie de un
farol atrajo mi atención. Era una joven de doce años próximamente que había escogido
por cama la dura piedra y por almohada la columna del farol. Allí cerca estaba el
palacio real con sus inmensas habitaciones desocupadas, y más cerca aún el viaducto
que a tantas desdichas puso y pone término trágico y fatal. Más allá, en los bancos de la
Plaza de Oriente, dormían también algunos desgraciados. Los perros, hambrientos y
escuálidos, olfateaban a su derredor buscando un hueso que roer. Los guardias del
palacio dormitaban apoyados en sus fusiles. Los miserables, los sansculottes, estaban
vigilados. Entré en la redacción de un periódico de la mañana y supliqué la inserción de
la triste noticia que allí me llevaba. Recorrí luego otras y casi a todas horas llegué tarde.
¿Era posible que en el corazón de aquellos hombres, que por vivir de noche, podían
observar tantas y tantas desdichas, no hallasen eco los múltiples y diferentes cuadros
que yo acababa de ver? ¿Era posible que viesen indiferentes tanta miseria y desgracia
tanta? ¿Cómo no hervía en sus venas la sangre y se encendía en cólera su pecho ante las
mil desigualdades y privilegios que llenan el mundo? ¿Cómo pasaban tranquilos al lado
del hambriento, del descamisado, del miserable que ni aún en donde reclinar su cabeza
tiene?
104
De vuelta ya, atravesé la Puerta del Sol. Al pie de la que Felipe Pérez llama
jofaina popular, yacían sentados tres individuos de aspecto siniestro. Me acerqué y vi un
anciano andrajoso que dormía, inclinada su cabeza sobre las rodillas; un muchacho de
doce o catorce años, descalzo y casi desnudo, durmiendo también, apoyado en el pretil
de la fuente y otro joven extenuado que se esperezaba y procuraba en vano animar sus
ateridos miembros. Al mismo tiempo cruzaron por delante del ministerio de la
Gobernación dos señoritas haciendo enmarañados signos con los pies, echada hacia
atrás la chistera, llena de barro la levita, demacrado el rostro, cantando con
aguardentosa voz coplas obscenas. Dos guardias velaban por la seguridad del Principal.
Amanecía. Poco a poco iban animándose las calles de Madrid. El esplendor de la capital
recobraba su imperio a la vez que la luz arrojaba de sus dominios a las tinieblas. Los
miserables se eclipsaban. La masa anónima invadía calles, plazas y callejuelas.
¡Ocultaos mendigos de la gran capital! ¡Salid a lucir vuestras galas, nobles satisfechos!
No hay paz ni sosiego posible en la vida. Errante voy un día y otro buscándolas
por todas partes, y uno y otro día la guerra me sale al paso y me rodea y me envuelve en
sus tupidas mallas. Lucha y combate fuera; lucha y combate dentro; lucha y combate en
el ambiente, en el cerebro, en el corazón, en todo. Sino bastan mis propios sinsabores,
vienen los ajenos a entristecerme. Y otra vez, y mil al día, vuelve a mi memoria aquella
paz de los primeros años, aquel sosiego del campo y aquellos goces de mi tierra, de mi
paraíso inolvidable.
Allá vamos, en tanto, amontonados y en tropel, buscando con locura insana unos
y otros, grandes y pequeños, lo desconocido, lo inaccesible, para conquistar mañana lo
que hoy anhelamos, y llorar hoy mismo lo que ayer perdimos, que el ayer, el hoy y el
mañana sueños son, y nada más que sueños de nuestra loca fantasía; y lo cierto, lo
indudable, que una cadena la vida es, larga, muy larga, que así aprieta al principio como
al fin, haciendo que el hombre, el placer y el dolor comparta por igual, y por la
existencia luche valeroso en este revuelto mar de pasiones.
Y allá yo voy también, átomo imperceptible, prisionero en las mayas que yo
mismo me forjé, a merced de las olas de este otro Océano eternamente alborotado, sin
cuidarme del rumbo que la corriente impetuosa me imprime sin cesar.
Y si se te ocurre, lector, preguntar quien soy, da por seguro que por esto que te
cuento todos podrán decir: ¡yo! ¡yo también! ¡Lo mismo yo! que en cuanto a luchar,
105
luchamos todos, y todos, con razón, podrán decir que escriben, porque lo piensan,
cuanto escrito queda. Hope.
12/02/1887 El Productor, BCN, 12 Febrero de 1887, año I, n.º 11.
Administración-Madrid: Bandera Social, contestamos hoy mismo a la
dirección de Mármol por estar inseguros de vuestras señas. -R. M., también, es
imposible lo que pedís.
01/03/1887 Madrid, 1º de Marzo de 1887. Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico. Expediente
Ricardo Mella Cea.
N.º 6 = Instancia de D. Ricardo Mella y Cea, solicitando tomar parte en las
oposiciones a las plazas vacantes de Topógrafos terceros. Acompaña partida de
bautismo.
Nota
El Sr. Mella y Cea, reúne las condiciones que se exigen para tomar parte en
los ejercicios de oposición a las plazas vacantes de Topógrafos 3os, por lo que este
negociado propone sea admitido a los que han de dar principio el mes de Abril
próximo.
V. E. Resolverá.
Madrid, 3 de Marzo de 1887.
02/03/1887 El Productor, BCN, 2 Marzo de 1887, año I, n.º 26.
Administración-Madrid: R. M. y Mármol no recibimos ----. Mandadlas a mi
nombre y a la dirección del Círculo. Escribiré.
01/09/1887. Madrid, 1º de Septiembre de 1887. M. de Instrucción Pública y Bellas
Artes. D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
Por Real orden de esta fecha y en virtud de oposición se le nombra Topógrafo
de la clase de 3os del Cuerpo de Topógrafos con el sueldo anual de mil quinientas
pesetas. Expediente general de Topógrafos documento n.º 277.1 Se le acreditó la
posesión con fecha 23 de septiembre de 1887.
25/11/1887 El Productor, BCN, 25 Noviembre 1887, año I, n.º 68.
106
Variedades. Degradación (En Acracia, Año II, Octubre de 1887, Nº 22)
Pretenden todas las religiones que fuera de ellas no hay virtud ni santidad
posibles. Pero más que ninguna otra, el cristianismo, con sus predicaciones de
apartamiento de las cosas humanas, conduce al hombre a la negación de sí mismo por la
negación de todas sus facultades. Abandonar las cosas terrenas, ahogar toda pasión
humana, olvidarse por completo de sí mismo para consagrarse en absoluto a Dios; tal es
la moral cristiana.
Matar en el hombre el sentimiento de su dignidad, aniquilar la convicción de su
yo, hacerle prescindir de cuanto le rodea para vivir consumido constantemente en la
visión de lo absoluto, equivale a degradarle y envilecerle. Pues bien; a todo esto llama el
cristianismo santidad y beatitud, y tales trazas se ha dado, que sobre esta doctrina
absurda se fundan todas esas prácticas aniquiladoras que inventó el ascetismo para
vergüenza eterna de la humanidad y del hombre.
El siglo XVII nos ofrece un ejemplo elocuentísimo de esta degradación a que
conduce al hombre la idea religiosa.
No es una entidad vulgar, no es una medianía; es una eminencia científica, un
sabio de aquel tiempo, quien nos proporciona la mejor prueba de esta afirmación
nuestra.
¿Quién no ha oído alguna vez el nombre de Pascal? En Clermont nació y apenas
contaba 12 años de edad descubrió, sin ayuda de libro de libro alguno, las primeras
proposiciones de geometría, entre ellas la XXXII de Euclides; a los 16 años compuso un
tratado de Secciones Cónicas y a los 18 una máquina aritmética; a los 23, y al conocer
los experimentos de Toricelli, se dedicó a otros como el del vacío, probando claramente
la presión del aire, y escribió por último su Tratado del equilibrio de los líquidos.
Mas ¡ay! que Pascal abandonó entonces las ciencias humanas porque, según
expresión de su hermana Mad. Perier "la Providencia quiso que se leyese algunos
escritos piadosos, y Dios iluminó de tal modo su inteligencia, que comprendió
perfectamente que la religión cristiana nos obliga a no vivir más que para Dios."
Y aquel cerebro privilegiado, aquella inteligencia indagadora, entregóse en
cuerpo y alma a los más absurdos desvaríos, privando así a la humanidad de sus
servicios científicos.
Aquellos pescadores de hombres, según la expresión evangélica, catequizaron
para la ignorancia una de las lumbreras de la humanidad.
107
A los 30 años decidió separarse del trato social, a pesar del mal estado de su
salud, para consagrarse a la salvación de su alma. Empleó su tiempo en leer las
Escrituras y en la oración, y de tal manera se apoderó de el la teología cristiana, que
perdió para siempre su espíritu de análisis e investigación maravillosos, tanto, que si
alguna vez acudió a su cerebro, lo rechazó con desprecio. En sus largas vigilias
descubrió una noche la proposición sobre la cicloide, solución de los problemas más
difíciles que se conocen en cuanto se refiere al análisis infinitesimal, y como hacía ya
tiempo que abandonara las ciencias, no intentó escribir la demostración10.
Para el era cosa penable buscar diversiones, curar sus dolencias, cuidar de su
persona: sufrir, y sufrir resignado, era su ideal y su vida. La duda, la duda terrible de
muchos principios metafísicos le empajaba más y más cada día hacia esta vida de
aniquilamiento y desesperación.
¿Quién había de creer que el matemático insigne, el filósofo notable, el literato
ilustre, había de pasar por las horcas caudinas del milagro?
Oigamos a su hermana: "Por aquel tiempo quiso Dios curar a mi hija de una
fístula lagrimal que progresaba incesantemente, interesado, no solamente el ojo, sino
también la nariz y la boca. La fístula era de tan mala calidad que los más hábiles
cirujanos de París la consideraron incurable. Sin embargo sanó en un momento y solo
con tocarle con una santa espina; y este milagro fue tan auténtico, que lo reconoció todo
el mundo, y aún muchos médicos de los más hábiles de Francia, por cuya razón fue
autorizado en virtud de un juicio solemne de la Iglesia.
"Mi hermano se conmovió profundamente, porque consideró tan señalada gracia
como concedida a el mismo...
Nunca como entonces manifestó deseos de trabajar para refutar los principales y
más falsos razonamientos del ateísmo."
Pero aún hay más. En su horror a las cosas terrenas llegó hasta a sentir serios
temores por el resto del trato social que se veía obligado a sostener con muchas
personas que iban a consultarle sobre asuntos religiosos, y para compensar este
quebrantamiento de su retiro, se ponía en ciertas ocasiones un cinturón de hierro erizado
en puntas, y cuando, donde quiera que estuviese, sentía impulsos de algún placer,
10 Gracias a haberla comunicado a un su amigo de confianza no se perdió aquel descubrimiento. (Nota de
R. M.)
108
golpeaba con los codos en el cinturón, redoblando así la violencia de las picaduras y
alejando por este medio todo pensamiento pecaminoso.
¿Hay nada más brutal, nada más anti-humano, nada que contravenga más las
leyes de la naturaleza que la práctica ideada por Pascal? ¿Hay algo que se asemeje a
esta demencia incomprensible de una inteligencia poderosa y brillante?
Pues todo eso es fruto de la idea religiosa, del credo cristiano. Y no se arguya
que el cristianismo es ajeno a todas estas prácticas, porque él predica, por boca de los
apóstoles y del Maestro, el abandono de todo lo mundano, el desprecio de uno mismo,
la renuncia a todo lo humano, y si en el libro puede parecer muy bella tal teoría, en la
esfera de los hechos los resultados no son más que ese inmenso cúmulo de horrores y
martirios que degradan y envilecen al hombre.
"No me tengáis lástima, decía Pascal, en los momentos que más le atormentaban
sus dolores; la enfermedad es el estado natural de los cristianos, y así debiera estarse
siempre, con el sufrimiento, con la privación de todos los bienes y de todos los placeres
de los sentidos, sin pasiones, sin ambición, sin avaricia y esperando continuamente la
muerte."
¿No os parece que estas mismas palabras podría haberlas dicho el Cristo?
Abrid los evangelios, leed con cuidado sus consejos y no sacaréis en resumen
otro resultado que esa misma filosofía (¡!) que hace hablar a Pascal, lleno de
sufrimientos y ahogado por la enfermedad de tal manera.
La abstracción, y solo la abstracción, esta vez encarnada con la idea religiosa,
puede conducir al hombre a tales desvaríos.
¿Qué es, pues, la religión?
No es dudosa la respuesta: la degradación del ser humano.
El mismo Pascal nos lo dice: "El hombre no es ni ángel ni bestia; y la desgracia
quiere (su mismo organismo ha debido decir) que cuando se empeña en hacer el ángel,
haga la bestia". -R. M.
03/01/1888. Madrid, 3 de enero de 1888. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
109
N.º 11 = Por orden de esta fecha se destina como Agregado al Centro de la
Región Topográfica de Jaén al Topógrafo 3º D. Ricardo Mella, debiendo presentarse
el día 26 del corriente a más tardar.
13/01/1888. Madrid, 13 de enero de 1888. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 12 = Por orden de esta fecha se prorroga hasta el día 9 de febrero la
presentación en su destino de la Región de Jaén al Topógrafo 3º D. Ricardo Mella.
06/02/1888. Jaén, 6 de febrero de 1888. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes. D.
G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 13 = El Jefe de la Región topográfica participa que oportunamente se ha
presentado el Topógrafo 3º D. Ricardo Mella.
10/02/1888 El Productor, BCN, 10 Febrero de 1888, año I, n.º 79.
C. A. El Productor. Madrid o Jaén. R. M. Recibida libranza de 5 pesetas.
Servida la suscripción de Acracia a R. N. y satisfecho su importe.
23/03/1888 El Productor, BCN, 23 Marzo de 1888, año II, n.º 85.
C. A. de la A. de Propaganda Socialista. Jaén-. R. M. C.: Recibida la tuya
junto con los dos paquetes de original. El 18 de marzo me entrevistaré con los
compañeros de Barcelona, y te contestaré lo que se resuelva.
06/04/1888 El Productor, BCN, 6 Abril de 1888, año II, n.º 86, p. 4.
C. A. de la A. de Propaganda Socialista. Jaén-. R. M. C.: Recibidas las tuyas.
Escribo por correo.
13/04/1888 El Productor, BCN, 13 Abril de 1888, año II, n.º 87.
Correo. Jaén, 6 de Abril de 1888.
Amigos y compañeros: Muéveme a tomar la pluma la angustiosa situación de los
trabajadores de este pueblo. Yo había visto la miseria en Castilla, en Galicia, en la
Mancha; mas no así en Andalucía. Yo no había visto jamás a los trabajadores pidiendo
110
limosna en grupos y por centenares. Y al verlos por primera vez, me he sentido
agobiado por el dolor. Pasar el día con un pedazo de pan y una taza de berzas cocidas;
vivir comiendo pan negro y pimientos o frutas o ensaladas; salir del paso empeñando
hasta la camisa; todo esto es corriente ya entre los trabajadores de muchas provincias de
España. Pero lo que llena la medida es ver a estos desgraciados trabajadores del campo,
envueltos en una raída manta, calados por el agua, vacío el estómago, con la anemia en
el rostro, yendo de puerta en puerta, individualmente o en familia, a pedir una limosna;
tropezando quizá con otros que como ellos no tienen que comer, llegando en ocasiones
a las puertas de aquellos que acaparan lo que a ellos les falta.
Quince o más días hace que no cesa de llover, y esto basta para que, privados del
trabajo diario, se vean en la más terrible miseria centenares de padres de familia. ¡Como
vivirán el resto del año estos infelices!
Y debe ser ya tan natural esta situación que nadie protesta, nadie se indigna,
nadie se encoleriza: todos sufren resignados, silenciosos, la mala hora; ¡Desgraciado
pueblo el que tan pacientemente sufre los efectos de la injusticia social, de la iniquidad
económica en que vivimos!
Un día entré en la suntuosa Catedral. Era día de la pasión. Allá en lo alto del
púlpito, adornado con ricas sedas, un hombre, más joven que viejo, lujosamente vestido,
pregonaba tal vez la humildad, la pobreza quizá. No quise oírle. Solo vi que al extender
su brazo, una mano blanca, pulimentada, despedía rayos vivísimos al ser herida por las
luces que alumbraban profusamente aquel recinto. Era el anillo del obispo. Abajo una
multitud apiñada escuchaba atenta la plática. Eran pobres labradores rotos y sucios, que,
envueltos en sus mantas iban a recibir el pan espiritual en compensación sin duda del
otro pan que tanto necesitaban sus estómagos vacíos. ¡La pobreza predicando la
humildad a la pobreza! ¡La vanidad propagando la pobreza al miserable! ¡Qué escarnio!
La mayor parte de aquellos trabajadores, hoy piden limosna. Creeréis que el
obispo les ha abierto las puertas de su palacio para compartir con ellos las grandes
provisiones cuyas muestras pueden verse desde la calle en forma de jamones, como
manda la doctrina del Maestro; creeréis que las autoridades y los potentados, buenos
católicos todos y por ende caritativos, han repartido con sus hermanos hambrientos su
capa cuando menos, como el santo del cuento; creeréis que alguien se preocupa de esa
turba famélica: ¡Ah sí; se preocupan por cerrar bien las puertas, temerosos de ser
111
acometidos por los descamisados; de no abrirla más que con las debidas precauciones
para que sus bienes no sufran perjuicio. ¡Se tiene miedo al hambriento! ¡Cobardes!
Muy otro es el aspecto de la cuestión entre los burgueses vergonzantes, los
burgueses pobres, que viven de la trampa y el empeño porque no pueden vivir de otra
manera. A estos también alcanza la miseria en forma de escasez.
Todos hablan de la triste situación actual . Los unos fingen asustarse de sus
consecuencias asegurando que ya se pide limosna por medio de amenazas. Otros ven
justificadas estas últimas porque el hambre es muy imperiosa y cuando se siente, se
amenaza, se roba; todo antes que perecer.
Pero habladles a estos revolucionarios el día de escasez, conservadores el día de
la abundancia; habladles de una reforma económica, de una revolución social y os dirán
siempre lo mismo: ilusiones irrealizables; no hay más remedio que tener paciencia e ir
poco a poco remediando todos estos males, porque siempre habrá entre los hombres
gente que tenga hambre y ya es mucho hacer evitar en parte estas grandes necesidades
En último término os dirán que tenéis razón, que es muy justo lo que pretendéis, pero es
imposible, si, imposible de todo punto. ¡Famosa lógica!
Hoy no se han visto ya los grupos de trabajadores por las calles. Las sabias
autoridades los tienen ocupados en limpiar el barro de los caminos para que los señores
burgueses puedan pasearse cómodamente. El salario según me dicen es la enorme
cantidad de ¡una peseta!
Ni uno solo la ha desperdiciado. ¡Maldito el mundo social en que toda solución
económica se reduce a que el hambriento limpie el barro de los caminos! ¡Maldito el
mundo social en que hay quien se atreva a pagar y quien a aceptar un jornal de cuatro
reales!
Vosotros que ya habéis comprendido vuestro destino social: meditad. Los que
aún no habéis comprendido bien la infamia de que sois victimas: aprended.
Combatir una injusticia social no es aún bastante para un hombre de conciencia;
sufrirle en silencio es un crimen.
Y, sin embargo, son tantos los que sufren resignadamente las injusticias de que
son víctimas; son tantos las que las consideran como la cosa más natural del mundo, que
hasta nos harían desesperar del porvenir de la humanidad si no tuviéramos una fe ciega
en el desenvolvimiento del progreso y en el definitivo triunfo de la Justicia.
112
Vuestro y de la R. S.
El Corresponsal.
20/04/1888 El Productor, BCN, 20 Abril de 1888, año II, n.º 88.
C. A. de la A. de P. Socialista. Jaén-. R. M. C.: El folleto se publicará junto
con el retrato y biografía del autor, en un solo volumen. Aguardamos la letra de la
fundición para empezar a componerle. ¿Quieres que te remitamos las pruebas?
04/05/1888 El Productor, BCN, 4 Mayo de 1888, año II, n.º 90.
C. A. de la A. de Propaganda Socialista. Jaén-. R. M.: Recibidas las dos tuyas.
Te contestaré por correo así que se haya resuelto lo que nos indicas.
18/05/1888 El Productor, BCN, 18 Mayo de 1888, año II, n.º 92.
C. A. El Productor. Vigo-. E. P.- Servida y cobrada vuestra suscripción.
26/05/1888. Madrid, 26 de mayo de 1888. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 14 = Por orden de esta fecha se destina al Topógrafo 3º D. Ricardo Mella a
la 18ª brigada dependiente de la Región de Sevilla.
27/07/1888 El Productor, BCN, 27 Julio de 1888, año II, n.º 102.
C. A. de la A. de Propaganda Socialista. Sevilla-. R. M.: Recibida la tuya y
contestada por correo a la dirección de R. P.
03/08/1888 El Productor, BCN, 3 Agosto de 1888, año II, n.º 103.
C. A. de la A. P. S. Sevilla-. R. M.: Recibida la tuya. Escribimos por correo.
10/08/1888 El Productor, BCN, 10 Agosto de 1888, año II, n.º 104.
Comunicaciones. C. C. de Andalucía del Oeste. Circular n.º 4.
Compañeros, salud.
113
De acuerdo con la Federación L. S. en asamblea general de 22 del corriente se
acordó la publicación del periódico semanal que creemos llevará por título La
Solidaridad, y como en el Congreso último se acordó prestarle nuestro apoyo, creemos
un deber manifestaros lo siguiente: Debiendo aparecer el 15 de Agosto del presente año,
y para que el consejo de redacción emprenda su tarea lo más pronto posible,
desearíamos que a la mayor brevedad nos remitierais los donativos que vuestras fuerzas
permitan, y al mismo tiempo, las direcciones, número de suscripciones y paquetes que
deban remitirse, así como las suscripciones individuales que por vuestra iniciativa se
puedan hacer.
Compañeros: una vez más hemos de demostrar a los trabajadores que los que
aman el verdadero progreso no perdonan sacrificio alguno para acelerar el deseado día
de la Revolución Social.
Recibid, queridos compañeros, un fraternal saludo de los que os desean Salud,
Anarquía y pronta R. S.
P. A. de la C. -El Secretario.
Sevilla 28 de Julio 1888
17/08/1888 El Productor, BCN, 17 Agosto de 1888, año II, n.º 105.
C. A. de la A. de Propaganda Socialista. Sevilla-. R. M.: Recibida la tuya.
Escribiré por correo. Remitidos 30 Moral del Progreso y 4 cubierta cartón.
24/08/1888 El Productor, BCN, 24 Agosto de 1888, año II, n.º 104.
Una abdicación revolucionaria I11
I
Un querido amigo mío, al ocuparse de los acuerdos tomados por el Congreso
amplio celebrado últimamente en Barcelona, ha calificado de evolución socialista a la
Federación de Resistencia al Capital por dicho Congreso fundado.
11 Esta serie de artículos es debida a la pluma de un apreciable e ilustrado compañero, y el C. de R. de El
Productor se apresura a darlos publicidad, aunque sin aceptar su criterio y sus conclusiones, no solo por su amor a la libre manifestación del pensamiento, sino como obra de perfecta utilidad y oportunidad en vista del Congreso que próximamente celebrará la Federación Regional de Trabajadores de la Región Española. (Nota de El Productor)
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Tan diametralmente opuestos son nuestros puntos de vista, que no vacilo en
calificar de abdicación revolucionaria ese mismo acuerdo.
Demostrarlo es mi único propósito.
Cúmpleme declarar previamente que al hacer este pequeño estudio, si así puede
llamarse, he de prescindir de todo lo que parezca exclusivismo y conveniencias de
escuela, pues tratándose de un acuerdo adoptado por correligionarios míos, por
compañeros de ideas, pudiéraseme tildar por unos de parcial, de díscolo por otros.
Que no puedan acusarme de lo primero aquellos trabajadores que no piensan
como nosotros, me importa tanto, que estoy seguro de merecer más bien la acusación de
díscolo entre mis mismos amigos.
Pero estos, desde luego han de ver en cuanto digo, no un espíritu de crítica
menuda, no el ansia de refutarlo todo y perturbar la buena marcha de un organismo, sino
la franqueza y la sinceridad del que libremente expone sus opiniones sin atender a la
consideración de alcanzar la conformidad y el aplauso de unos o el disgusto y la
contrariedad de otros.
"Si no sabéis aplaudir a los enemigos y censurar a los amigos cuando lo
merezcan, no escribáis". Tal es la máxima de Polibio y a ella me atengo.
Quede, pues, sentado que me anima un espíritu de entera imparcialidad y que
cuanto diga, si a alguien ofende, no será por propósito deliberado mío, sino porque el
calor de la discusión me lleve a combatir tal vez hechos y hombres cuando realmente no
combato más que ideas.
Empezaré por la misma celebración del Congreso amplio. ¿Era necesario?
De algún tiempo a esta parte viénese poniendo en tela de juicio la mayor o
menor conveniencia, la mayor o menor necesidad de celebrar congresos, una parte de
los anarquistas se han declarado por la afirmativa, por la negativa otra. Y es que, en
general, se ha abusado y hoy se abusa más que nunca de este medio de propaganda y
acuerdo.
Celebrar congresos es tanto más necesario cuanto más poderosa es una
organización y más importante actos de propaganda puede realizar; tanto más
innecesario cuanto menos poderosa es esta organización, y cuanto menos capaz es de
realizar actos de verdadera acción propagandista.
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¿Que han sido los congresos últimamente celebrados ya en Barcelona, ya en
Madrid? Raquíticas muestras de nuestro propio raquitismo actual.
¿Que han sido los celebrados en Barcelona misma, Sevilla y Valencia en otra
ocasión? Formidables muestras de nuestro poder de entonces, actos de verdadera
transcendencia que llevaron el germen de nuestras ideas hasta a la misma burguesía.
Hoy, cuando todos debíamos concentrar nuestras fuerzas y nuestros medios para
determinar un nuevo período de agitación, las gastamos en proponer y celebrar
congresos, extraordinarios, amplios, universales, sin que de ellos resulten, si acaso, más
que nuevas diferencias, nuevas luchas y nuevos fracasos.
La negación de su necesidad lanzad por algunos, ha iniciado entre nosotros una
reacción perniciosa a favor de su celebración y no parece sino que se han apoderado de
todos la monomanía de los congresos.
¿Era necesario el que se celebró últimamente en Barcelona? -pregunto de nuevo.
En manera alguna. ¡Qué! ¿Necesitan los trabajadores para practicar la
solidaridad en la forma que hoy puede practicarse, crear una nueva organización y para
crearla celebrar un congreso? ¿Necesitan para ir a la resistencia y luchar, tantos previos
acuerdos, tantos congresos, tantas idas y venidas?
¡Practicad la solidaridad! Suprimid los antagonismos personales que dividen a
los trabajadores; suprimid los exclusivismos de escuela que fomentan sus odios,
suprimid las vanidades y ambiciones de algunos que no se contentan con menos que ser
cabezas de partido; suprimid los exabruptos de otros que a todo trance, so pretexto de
más revolucionarios quieren que a la fuerza todo el mundo piense como ellos y tendréis
inmediatamente la solidaridad en todo su apogeo, espléndida, grande, noble.
Trocáis los principios por el fin, y el resultado es necesariamente fatal. Celebráis
congresos, y a ellos solo van un puñado de amigos, fundáis organismos y esos
organismos no logran atraer a nadie; y luego creéis, llevados de vuestra buena fe, que la
solidaridad está planteada. ¡Hermoso error!
Es lo mismo que si pretendierais que las fieras no devoraran a pesar de sus
instintos feroces, carniceros.
No era, pues, necesario el Congreso amplio.
Pero continuemos: ¿qué ha tenido de amplio el tal Congreso? Nada.
116
¿Han ido a él los anárquico-comunistas? ¿Ha ido el partido obrero? ¿Ha ido la
organización exclusivamente de resistencia que existe en España? No por cierto. Y no
han ido estos organismos, por aquellos antagonismos, por aquellos odios y por aquellos
exabruptos antes señalados. ¡Suprimidlos, sí, suprimidlos y tendréis la solidaridad en
todo su apogeo, espléndida, grande, noble!
Hagamos historia.
Dice la Comisión Federal al Congreso amplio: "La Federación de Trabajadores
de la Región Española en el Congreso celebrado en Mayo del 87 en Madrid, acordó la
conveniencia de establecer un pacto de solidaridad entre todas las sociedades de
resistencia".
¿Y que se ha hecho? Pues crear una nueva organización. ¿Pero es necesario,
para establecer un pacto de solidaridad entre organismos ya constituidos, constituir una
nueva organización? No solo no es necesario sino que es perjudicial y reaccionario.
Perjudicial, porque complica más y más los procedimientos y los organismos, porque
hace laberíntico lo que debiera ser esencialmente sencillo para la fácil comprensión de
todos. Reaccionario, porque tiende a la centralización, a ese afán constante de unir en un
todo diversos elementos.
No era, pues, necesario el congreso amplio; no era necesaria una nueva
organización; es más no quería esto la misma Federación que lo inició. [sin firmar]
***
Nuevos Colegas.- La Solidaridad. Con verdadero entusiasmo hemos recibido la
visita de este periódico, que ha empezado a publicarse en Sevilla, y que viene a
aumentar la ya importante lista de los periódicos anarquistas de la región española. Es
un compañero de fatigas que, seguramente, moverá el espíritu revolucionario de
nuestros hermanos de Andalucía, á la par que contribuirá no poco a dilucidar los
transcendentales principios que informan el socialismo militante. No dudamos de la
buena acogida que La Solidaridad obtendrá de todos los compañeros, y le deseamos
larga vida y sin tropiezos autoritarios. -Administración, Tetuán, 7, Sevilla.
31/08/1888 El Productor, BCN, 31 Agosto de 1888, año II, n.º 107.
Una abdicación revolucionaria II
II
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Como acabamos de ver, el pretendido pacto de solidaridad adolece de un vicio
de origen. No es un pacto celebrado entre organismos de diversas y contrarias ideas; es
un simple acuerdo de organismos que ya estaban antes conformes en aquel y otros fines.
Más aún. Ni siquiera cuenta este pacto con la conformidad de algunas corporaciones de
la Federación Regional. No es, pues, un pacto, porque para que lo sea es necesario que
lo suscriban todos, absolutamente todos los organismos de dicha Federación, y si así no
lo hacen no será para ellos un contrato, sino una ley, una imposición. Y aún en aquel
caso, en el de estar suscrito por todos, será un pacto entre las distintas federaciones de la
Regional, mas no entre las diversas asociaciones de obreros que existen en España.
Así, pues, la Federación de Resistencia al Capital, se reduce a un organismo más
dentro de la Federación Regional y, por tanto, no cumple con el fin propuesto.
Me diréis: "Es que con esta fórmula pueden venir a dicha Federación todas las
asociaciones de obreros, piensen como piensen, crean lo que crean; es que este pacto,
salvando las opiniones particulares de cada uno, no puede ser rechazado por nadie que
se precie de buen socialista."
Enhorabuena. Con esa fórmula pueden ingresar en la Federación cuantas
organizaciones existen en España. Pero ¿y sino están conformes con la fórmula?
¿Podrán en conciencia, adherirse a esa organización? Y si siendo buen socialista, lo cual
no es obstáculo para no ser revolucionario, ¿se entiende que el pacto debería afectar otra
forma y otras condiciones? Y si por ser más revolucionario que socialista ¿se entiende
asimismo que el tal pacto es atentario a la libertad individual y que circunscribe la lucha
a un terreno estrecho, como lo es, sin duda el de la huelga?
El pacto de solidaridad, por estas y otras razones, no puede ser más que una
proposición sometida por un organismo a la discusión de los demás y por tanto es
anómala y contradictoria la realización inmediata del mismo por una sola parte
contratante.
¿Con quién ha pactado la Federación Regional Española? Con nadie. Luego no
hay pacto, no hay contrato. Hay sí una proposición y ninguna proposición puede ser
realizada antes de obtener la aprobación de aquellos a quienes afecte.
Discuta el partido obrero, discutan las sociedades de resistencia, discutan los
comunistas esa fórmula aprobada por la Federación Regional, y luego podrá llegar a
convertirse en pacto; antes no.
118
Hacer otra cosa es hollar la libertad, la autonomía de los demás organismos; es
proscribirlos, es rechazarlos.
Bien claro se ve que lo que se ha hecho no es celebrar un pacto, sino dar las
bases de una nueva organización que será o no aceptada por los trabajadores.
Pretendiendo suprimir los exclusivismos de escuela, se crea un exclusivismo más.
Pretendiendo unir, se fracciona. Pretendiendo pactar, se impone, se legisla.
¡Donosa manera de federar elementos heterogéneos!¡Extraño modo de realizar
la solidaridad!
¿Queréis hacer un pacto de solidaridad entre todos los organismos existentes?
Pues adoptad uno de estos procedimientos: O las secciones de obreros lo
establecen en cada localidad y de él resulta un pacto general de toda la Región, o los
organismos regionales separadamente, como partes contratantes distintas lo formulan, lo
discuten y lo suscriben por unanimidad.
No hay otra solución. Si lo primero, las bases del pacto serán tan varias como
varias sean las necesidades, costumbres e ideas de cada pueblo, y los organismos, sin
fusionarse, sin crear nuevas asociaciones, podrán practicar la solidaridad sin que su vida
individual se altere en nada. Si lo segundo, cada una de las organizaciones generales
podrá, ya por medio de delegados, ya por otro cualquier, formular un pacto, discutirlos
todos, y una vez contando con la aprobación de cada organismo regional por sí,
suscribirlo los representantes de cada agrupación y darle inmediato cumplimiento.
Salirse de esto no es hacer un pacto, sino buscar una unión imposible, -----, para
nosotros, anarquistas unos socialistas otros, sino también, como estamos viendo, para
los mismos partidos republicanos que tal pretenden.
La unión es la fuerza, diréis; y yo digo: la unión es la centralización, el
cesarismo, es la reacción. Federando, pactando, contratando, uniréis a los hombres por
el único medio racional que puede unirlos.
Y no basta un nombre: Federación.
Es preciso que lo sea de hecho, que no se oculte tras el una cosa muy distinta
que se llama unitarismo.
No debemos, no podemos engañarnos a nosotros mismos Es necesario hablar
con claridad, y con claridad hablo, duela a quien duela, lastime a quien lastime.
III
119
Entro de lleno en la cuestión y voy a probar que el acuerdo últimamente
adoptado por la Federación Regional es una abdicación para nosotros los anarquistas y
una abdicación revolucionaria.
Háblase de la resistencia en el preámbulo del dictamen aprobado por el
Congreso y combátese la reglamentación y el estudio de la forma en que aquella ha de
hacerse. Dícese que ha de fiarse todo a la espontaneidad y a la impremeditación y como
prueba de que la solidaridad debe y puede ser un hecho, no faltan las correspondientes
chinitas lanzadas contra los que no piensan de igual modo que los autores del dictamen,
chinitas que juzgamos intemperantes en aquel momento y en un Congreso que tales
fines se propone.
Pero es el caso que a vuelta de muchas razones y muchos ataques que han de
saber muy mal a trabajadores con quienes se pretende pactar, el Congreso amplio no
viene a realizar más que aquello mismo que censura.
Por ejemplo: afirma de que necesita que cada trabajador se halle agrupado a la
sociedad de su oficio; que cada sociedad forme parte de la federación correspondiente;
que esta apoye las huelgas que surjan en cualquier parte; que los asociados se
comprometan a no ocupar plaza alguna de huelguistas; que se reúnan, metodicen y
publiquen por las comisiones toda clase de datos estadísticos concernientes al capital, a
la producción, al salario, horas de trabajo, distribución, consumo, comercio, etc., (todo
esto por supuesto, para que las huelgas sean impremeditadas); que se adhieran las
asociaciones a la jornada de ocho horas; que la sección federada que juzgue hallarse en
condiciones favorables para lanzarse a la lucha lo haga en seguida (¿y la
impremeditación consabida?) participándolo a las demás y procurando que las huelgas
sean lo más generales posible; que los obreros faltos de trabajo tengan derecho a la
protección individual y colectiva de los federados; y que, en fin, para la mejor
realización de todo esto se nombre una comisión Representativa para administración,
estadística y correspondencia.
Todo lo dicho es muy bueno, muy justo, pero se me ocurre preguntar: ¿que le
falta para ser un reglamento, ya que de reglamentación se habla? Pues sencillamente el
articulado, y como para tal empresa no se necesitaba tanto preámbulo y tanto combatir
la reglamentación, resulta que el Congreso amplio no ha hecho más que levantar por un
lado lo que por otro derrumbaba.
120
¿Que necesidad tenía de crear esa organización y esa reglamentación si su objeto
no era más que establecer un pacto de solidaridad?
Dejara el Congreso que cada organismo determinara el modo y forma de luchar,
con reglamentación o sin ella, y afirmara a la vez la solidaridad de todos para todos en
las diversas y hasta si se quiere contradictorias manifestaciones de esa lucha, y hubiera
hecho una verdadera obra de libertad, de igualdad, de justicia.
Mas reunir en una gran organización a todos los elementos socialistas y
revolucionarios con el exclusivo objeto de fomentar las huelgas y sostenerlas, no es
hacer un pacto de solidaridad ni una obra de libertad, de igualdad y de justicia, sino
levantar una nueva bandera. Crear otro organismo más, quebrantar el derecho de otras
corporaciones y establecer una cierta desigualdad y una cierta injusticia bajo el punto de
vista del propósito perseguido, la comunidad de fines de todos los socialistas españoles.
En resumen: ¿qué es la Federación de Resistencia al capital sino la misma
Federación Regional Española privada de sus principios revolucionarios?
Si no es esto mismo es porque más se parece á la organización conocida entre
nosotros por adormidera que a nuestra antigua y siempre reformada y reformable
Federación.
Hemos combatido siempre por reaccionarias a todas las asociaciones que no
tienen otro fin que la resistencia; hemos propagado constantemente que esta no es más
que un medio secundario y que lo esencial es la supresión del salario y la expropiación
universal de la propiedad privada, para venir a parar al reconocimiento claro y
terminante del principio que informa a esas agrupaciones que solo se cuidan del
mejoramiento momentáneo y que no se ocupan por tanto de la emancipación final del
proletariado. ¿No significa esto una abdicación para nosotros, los anarquistas, y una
evolución favorable a las tendencias de los elementos socialistas propiamente dichos, de
esos socialistas que nunca han sido revolucionarios ni lo son en este mismo instante?
Si; abdicación revolucionaria es por nuestra parte fomentar una agrupación sin
más objeto que la huelga, una agrupación en que la idea madre de la emancipación
queda olvidada, en la que no se tratará más que del aumento del jornal y la disminución
de las horas de trabajo, en donde los fines esencialmente revolucionarios y aun los
medios quedan proscriptos, casi negados.
Mañana, pasado o el otro hay una insurrección anarquista o socialista, y la
Federación de Resistencia al Capital no tendrá nada que hacer. Otro día se tratará de
121
realizar un acto de propaganda, un acto de protesta, un acto de cualquier naturaleza y la
Federación mencionada se cruzará de brazos sin que nadie pueda acusarla de faltar a sus
deberes. La Revolución queda anulada, desconocida en este medio fatal que nos hemos
colocado.
La solidaridad desgraciadamente no puede existir entre los trabajadores, y en la
actualidad mas que de un modo harto estrecho. Apoyo material en la lucha y apoyo
moral en la propaganda. Y aún así ¿podrán contar los socialistas gubernamentales con la
ayuda de los anarquistas para la elección de diputados, por ejemplo? ¿Podrán los
anarquistas contar con el auxilio de los socialistas para sus negaciones del principio de
autoridad? ¿Podrán unos y otros contar con el de esas agrupaciones incoloras que
adormecen las inteligencias de los obreros con la promesa del mejoramiento actual? De
ningún modo.
Pues si esto es así ¿para que buscar un principio que sirva de base a la práctica
de la solidaridad?
Y aún buscándolo ¿no hay otra más revolucionaria que la resistencia? ¿y la
abolición del salario, común a todas las escuelas sociológicas? Y la liquidación de la
propiedad individual, que aunque de modo distinto, proclaman aquellas mismas
escuelas? ¿ y la negación de todo el orden social existente que hacen cuantos se precian
de reformadores sociales?
¡Ah! Es que en lugar de solidaridad se ha pactado la abdicación de nuestros
principios, y se ha pactado por nosotros mismos contra nosotros mismos! Es que en vez
de facilitar un medio de unificar la acción y la propaganda, se ha matado esta acción y
esta propaganda.
Buscando un pacto de solidaridad entre organismos constituidos, se ha criado
uno nuevo, no para la solidaridad, sino para una lucha de resultados dudosos y de
abolengo revolucionario no muy cierto.
La abdicación está patente. La Revolución pierde en ello más que gana y por eso
califico aquel acuerdo de abdicación revolucionaria.
¿Cómo y cuándo hemos de preferir nosotros, revolucionarios de siempre, esa
Federación de Resistencia a esa otra federación anarquista que adopta la resistencia
como un medio de lucha muy secundario y que combate ante todo y sobre todo y pelea
porque la Revolución Social sobrevenga cuanto antes?
122
Aunque esa nueva organización uniere a todos los trabajadores ¿qué
conseguiría? Pues lo que ha conseguido esa otra agrupación llamada adormidera porque
adormece a los trabajadores y les sumerge en el egoísmo de una falsa mejora. La
federación de resistencia al Capital no tiene más fin que ese: que todos los trabajadores
se olviden de que son esclavos y tienen que emanciparse por la Revolución.
Es su término y su consecuencia fatal, aunque otros sean los propósitos de sus
fundadores. [sin firmar]
07/09/1888 El Productor, BCN, 7 Septiembre de 1888, año II, n.º 108.
Una abdicación revolucionaria IV
IV
Necesito condensar mis ideas y continuar la refutación del acuerdo tomado por
el Congreso amplio.
La Federación de Resistencia al Capital absorberá, si prevalece, á la Federación
de los trabajadores de la Región Española.
Ved lo que le ocurre al partido obrero, que apenas logra arrancar de sus
rutinarios procedimientos a los individuos de las asociaciones exclusivamente de
resistencia.
En la mayoría de los trabajadores prevalece aún el raquitismo de miras y creen
más en un real aumento en el jornal que en todas las teorías sociales habidas y por
haber. Arrancarles esta especie de egoísmo ha sido siempre la tendencia de todos los
que piensan más en la emancipación social del proletariado que en esas mezquinas
mejoras del jornal y del trabajo.
Si, pues, los que así piensan gastan sus fuerzas en llevar por la convicción a los
trabajadores a esos nuevos organismos, sucederá indudablemente que unos y otros
vendrán a constituir un elemento anti-revolucionario, y claro está que en esta labor
perecerá el mismo organismo que dio vida al de nueva creación porque este le restará
sus mejores fuerzas, sus más poderosos elementos. Esta absorción no será sino el fruto
natural de una abdicación revolucionaria.
Luchar contra esas tendencias, hacer pensar al obrero en una solución definitiva
para el porvenir, es el trabajo continuo del partido obrero y de los anarquistas,
colectivistas o comunistas, y en este concepto la Revolución triunfará tarde o temprano
123
del egoísmo de aquellos que solo miran al momento actual, porque con aquella obra se
suman fuerzas, pocas o muchas, a las distintas escuelas que persiguen la solución
completa del problema social.
Por esto el ejército, la vanguardia de la Revolución la constituyen cuantos
conceden prioridad al objeto final de la lucha entablada entre el Capital y el Trabajo, o
mejor entre capitalistas y trabajadores.
Del mismo modo el ejército de la reacción lo forman todos aquellos organismos
que conceden su atención a los medios discutibles del momento, completamente
olvidados del ideal, y entre estos está comprendida la Federación de Resistencia al
Capital.
Nosotros antes que partidarios de una unión, posible o no; antes que amantes de
la solidaridad entre las diversas escuelas sociológicas existentes; antes que amigos
sinceros de la lucha y la resistencia contra el capital, antes que comunistas o
colectivistas, somos anarquistas porque entendemos que solo así servimos a la
Revolución, porque solo así creemos en la emancipación real y universal del
proletariado.
Porque entendemos que la resistencia por si sola nada puede, condenamos a las
agrupaciones que no tienen otro objeto que realizarla.
Porque entendemos que las soluciones del partido obrero crearían una situación
de privilegios y verificarían solamente la emancipación parcial de la humanidad,
combatimos a ese partido.
Porque entendemos, en fin, que solamente destruyendo el Estado y suprimiendo
el principio de autoridad será la emancipación real y efectiva, universal y segura,
combatimos a todas las escuelas, llámense como se llamen, si antes que esta negación
terminante del principio de gobierno colocan un principio político o económico.
Por esto no vacilamos en calificar de abdicación revolucionaria el acuerdo del
último Congreso amplio celebrado en Barcelona. ¿Y como no? Fundar y fomentar una
asociación que solo tenga por objeto la resistencia, es abdicar de la Revolución, es
olvidarse de que solo por la Anarquía, la emancipación social del cuarto estado llegará a
realizarse, es dar la razón a los que no creen ni en la anarquía ni en la Revolución, a los
que piensan que por paliativos y componendas puede resolverse el problema social.
Queremos la solidaridad entre los varios organismos socialistas y
revolucionarios que hay en España y en el exterior, pero sin organizaciones previas, sin
124
comunidad de fines, dejando que cada uno luche y haga lo que quiera, lo que mejor le
plazca. Si fuéramos todos bastante capaces de suprimir nuestras prevenciones, nuestros
exclusivismos, ni aún el pacto sería necesario para este objeto. No lo somos y creemos
que con un simple contrato suscrito por esos mismos organismos directamente, y previa
discusión y conformidad está el problema resuelto.
Pero si esa solidaridad ha de costarnos la abdicación de nuestros ideales, si para
plantearla se ha de crear una nueva organización y han de buscarse puntos comunes de
ideas para establecer una organización ficticia que excluya las diferenciaciones
naturales, entonces levantaremos muy alta nuestra bandera y renunciaremos a ese pacto,
seguros de los que tengan conciencia de su misión revolucionaria han de practicar la
solidaridad de cualquier modo que sea y los que no, recibirán de la experiencia la
lección merecida, por su ignorancia, por sus errores o por su mala fe.
Ya lo hemos dicho; antes que todo somos anarquistas, somos revolucionarios.
V
Para terminar.
Se que los fundadores de la Federación de Resistencia al Capital buscan de
buena fe la unión y la solidaridad, y hágoles la justicia por ello merecida.
Creo que se equivocan en los medios puestos en práctica y tal vez en los fines y
por eso los combato con claridad y sincero propósito. Háganme la justicia de creerlo así.
Me propuse estudiar los acuerdos del Congreso Amplio y mis opiniones quedan
consignadas. Las excitaciones de algunos amigos quedan también atendidas en estos
artículos.
Si por oposición al calificativo de un compañero y amigo, he dado a este trabajo
el título una abdicación revolucionaria, no se crea por ello que he guardado refutar sus
afirmaciones. Si tal me propusiera, francamente lo diría. Mi objeto único ha sido el
examen de los acuerdos del Congreso amplio y a sus conclusiones publicadas por El
Productor me atengo.
Si hay quien crea que los resultados del Congreso serán provechosos a la
Revolución, enhorabuena.
Yo entiendo lo contrario y por de pronto los hechos vienen a darme la razón.
125
Ni los comunistas, ni los socialistas gubernamentales, ni los partidarios de la
resistencia a secas, han respondido al llamamiento de ese Congreso. Hay bastantes
colectivistas que tampoco están conformes con sus acuerdos.
Pronto se celebrará otro Congreso Nacional con igual objeto que el amplio y los
resultados serán próximamente los mismos.12
Esto equivale a luchar contra lo imposible. Se desea algo que no está bien
determinado y se cae en la falsa unión que solo puede existir entre organismos que
acatan la autoridad o en la abdicación recíproca de ideas y de medios.
Lo que el espíritu de crítica y el libre examen han desecho, no lograrán rehacerlo
todos los esfuerzos de los que de buena fe sueñan con la unión universal de los
trabajadores. Esa unión, esa solidaridad plena, completa, solo será posible el día de la
Revolución social.
Luchemos entre tanto, unidos o fraccionados, por el inmediato triunfo de
aquellos ideales que han de emancipar a la humanidad de la tutela y del servilismo en
que vive.-R. M.
14/09/1888 El Productor, BCN, 14 Septiembre de 1888, año II, n.º 109.
Miscelánea.-Hemos visto con mucho agrado el artículo "Nuestra opinión"
publicado por La Solidaridad de Sevilla, ya porque la diversidad de criterios respecto de
los actos de la Federación Regional acusan que no sea obra automática o
disciplinariamente, ya porque, a pesar de pronunciarse en contra del Congreso Amplio,
reconoce la necesidad de la reforma.
****
En el próximo número contestaremos los artículos "Una abdicación
revolucionaria", que no hemos hecho en este, por tener que ocuparnos de otros asuntos
pendientes.
Comunicaciones [Contestación a "Una abdicación revolucionaria" por P. E.]
12 Después de escritas estas cuartillas llega a mí noticia la celebración de dicho Congreso Nacional. No
me equivocaba. Ya tenemos otra Unión de Resistencia con los mismos o parecidos fines que la Federación creada por el Congreso Amplio. Más o menos reaccionaria en los procedimientos la una que la otra, el asunto es el mismo. Los fundamentos de la una son los de la otra: la unión para la resistencia y la solidaridad dentro de un mismo organismo que prescinde de todo ideal emancipador. Ambas agrupaciones deben fusionarse porque son una misma, a no ser que respondan a una necesidad individual. (Nota de R. M.)
126
C. A. de la A. Propaganda Socialista. Sevilla-. La Solidaridad. No se ha
recibido el paquete del n. 3. Supongo habréis recibido la carta que os escribí, diciéndoos
enviarais un paquete en vez de medio. Además de lo que os enviaba en la carta mandad
otro paquete a la misma dirección que os di, pero tenéis que cargarlo en cuenta al
Consejo Local de Barcelona.
05/10/1888 El Productor, BCN, 5 Octubre de 1888, año II, n.º 112.
Anuncio: La Solidaridad. Semanario Anárquico-Colectivista. Suscripción: Una
peseta trimestre en toda España. Una peseta más el exceso de franqueo en el exterior.
Paquete de 30 ejemplares, una peseta. Administración: Mariano Calleja, Viriato, 3,
Sevilla.
12/10/1888 El Productor, BCN, 12 Octubre de 1888, año II, n.º 113.
Miscelánea.-En el último número de La Solidaridad se contesta el artículo
"Nuestra Evolución", inserto en el n.º 110 de El Productor. La salida de tono de nuestro
colega nos ha impresionado profundamente, porque no hemos hallado nada que
justificara tal conducta. Nosotros dedicamos todos los esfuerzos a la idea, y no a
emplear el tiempo en calumniar e injuriar al prójimo. Hemos dicho cuanto era del caso,
según nuestro pobre criterio, y no haríamos más que repetirnos. Queda, pues, terminada
la cuestión para nosotros, y tan amigos como antes para los principios.
02/11/1888 El Productor, BCN, 2 Noviembre de 1888, año II, n.º 116.
C. A. de Acracia. Guadalcanal-. R. M. Remitidos los nuevos números que os
faltaban.
30/11/1888 El Productor, BCN, 30 Noviembre de 1888, año II, n.º 120.
C. A. de la A. de P. Socialista. Sevilla-. La Solidaridad. Por correo va carta y
libranza con saldo. Acusad recibo si puede ser en vuestro próximo número.
21/12/1888 El Productor, BCN, 21 Diciembre de 1888, año II, n.º 123.
127
C. A. El Productor. Guadalcanal-. R. M. Queda trasladada tu dirección a
Sevilla.
28/12/1888 El Productor, BCN, 28 Diciembre de 1888, año II, n.º 124.
C. A. de la A. de Propaganda Socialista. Guadalcanal-. R. M. Tomamos nota
de tu nueva dirección. Cumplidos tus encargos.
22/02/1889 El Productor, BCN, 22 Febrero de 1889, año III, n.º 132.
C. A. de la A. de Propaganda Socialista. Sevilla-. La Solidaridad. Espero
vuestra conformidad o reparos a la nota que os mandé, para saldar cuentas con el nuevo
corresponsal.
15/03/1889 El Productor, BCN, 15 Marzo de 1889, año III, n.º 135.
Comunicaciones-. Compañeros de la redacción de El Productor, os suplicamos
la publicación de las siguientes líneas que determinan la actitud de los anárquico-
colectivistas de Sevilla. Os anticipa las gracias en nombre de la asamblea. -El
Secretario.
La F. L. Sevillana, reunida en asamblea general hoy día de la fecha, acuerda
hacer constar que:
Considerando que en virtud de la circular n. 62 de la C. F. queda realmente
disuelta en su forma y en su fondo la F. de los T. de la R. E. sin que para ello se tenga
en cuenta la voluntad unánime de sus componentes, cómo era lógico esperar dada la
naturaleza de todo pacto social y libre.
Considerando además que por acuerdo de algunas colectividades adopta una
especie de fusión doctrinal con la que no puede estar conforme todo el que tenga
convicciones arraigadas y entienda que la unidad de aspiraciones es condición
indispensable de todo organismo.
Considerando finalmente que no puede consentir, sin menoscabo de su
autonomía y de sus opiniones, que la voluntad de otras agrupaciones venga a
sobreponerse a la suya en puntos esenciales, no ya de procedimiento, sino de doctrina.
Declara que desde este momento recobra su más completa libertad de acción
para sostener desembarazadamente, sola o con cuantos como esta F. L. piensen, las
128
bases fundamentales de la F. de los T. de la R. E. y la integridad de los principios de
Anarquía, Federación y Colectivismo, sin que esto sea obstáculo a las modificaciones
que juzgue convenientes en cuanto a procedimientos y organización, pues que nosotros
no tenemos pacto alguno con el error. .-Por acuerdo de la asamblea.- El Secretario.
Sevilla 3 de marzo de 1889.
05/04/1889 El Productor, BCN, 5 Abril de 1889, año III, n.º 138.
C. A. de la A. de Propaganda Socialista. Sevilla-. R. M. Recibida la tuya.
Cumplidos tus encargos. Mandamos carta.
17/05/1889 El Productor, BCN, 17 Mayo de 1889, año III, n.º 143.
C. A. de la A. de P. S.. Sevilla-. La Solidaridad. Atendido lo de J. M. C.
14/06/1889 El Productor, BCN, 14 Junio de 1889, año III, n.º 148.
C. A. de la A. de P. S.. Sevilla-. La Solidaridad. Atendido lo de J. M. C.
21/06/1889 El Productor, BCN, 21 Junio de 1889, año III, n.º 149.
Comunicaciones-. Compañeros del C. R. de El Productor:
Con esta fecha remito a La Solidaridad, de Sevilla, el siguiente comunicado,
cuya reproducción en vuestro semanario solicito y agradezco anticipadamente.
Compañeros del C. R. de La Solidaridad:
Separado de vosotros por razones que conocéis, no he juzgado necesario hacer
pública esta separación porque en mi concepto nada significa que de ese Congreso
forme o no parte tal o cual individuo, y por consiguiente yo mismo.
Pero la publicación en ese Semanario de algunos escritos que están en pugna con
mis opiniones, me obligan a rogaros hagáis constar, como mejor os plazca, que desde 1º
de Mayo he dejado de pertenecer a ese C. de R.
Debo a mi conciencia esta manifestación y solo obedeciendo a sus impulsos
rompo el silencio que naturalmente guardaba.
Vuestro y de la R. S.
R. Mella
129
Guadalcanal 13 Junio 1889
C. A. El Productor. Sevilla-. R. M. Recibida la tuya y publicada. Te
contestaremos respecto a la A. de P. S.
09/08/1889 El Productor, BCN, 9 Agosto de 1889, año III, n.º 156.
Certamen Socialista que tendrá lugar el día 11 de Noviembre de 1889 en
Barcelona-. Cartel-Convocatoria. (Temas y premios).
05/09/1889 El Productor, BCN, 5 Septiembre de 1889, año III, n.º 160.
C. Socialista 11/11/1889, BCN-. Comisión organizadora. Se han recibido estos
trabajos: Número 3.-Título: La Nueva Utopía.- Sin lema- R. M.
27/09/1889 El Productor, BCN, 27 Septiembre de 1889, año III, n.º 163.
C. Socialista 11/11/1889, BCN-. Comisión organizadora.
Número 18. -Tema 3º. -Título: Breves apuntes sobre las pasiones humanas.
11/10/1889 El Productor, BCN, 11 Octubre de 1889, año III, n.º 166.
C. Socialista 11/11/1889, BCN-. Comisión organizadora. Trabajos recibidos:
Número 28.-Tema 15- Título: El Colectivismo: Sus fundamentos científicos.- Sin lema-
R. M.
17/10/1889 El Productor, BCN, 17 Octubre de 1889, año III, n.º 167.
C. Socialista 11/11/1889, BCN-. C. organizadora. T. recibidos: Número 31.-
Tema 16- Título: Organización, agitación, revolución.- Sin lema- R. M.
01/11/1889 El Productor, BCN, 1 Noviembre de 1889, año III, n.º 169.
C. Socialista 11/11/1889, BCN-. Comisión organizadora.
130
(..) Los individuos que componen el jurado calificador son los siguientes.
Nombrados por las comisión organizadora: Pedro Eriz. -Miguel Rey. -Alejandro
Tarradas.
Nombrados por los concurrentes. Juan Vidal, Antonio Pellicer, Pedro Esteve, J.
Roca Brunet, Eudaldo Canibell, T. M., José Ricart Carbó.
(...) en el acto de la lectura de trabajos y proclamación de autores premiados que
tendrá lugar el día 10 de Noviembre a las 2 de la tarde en el gran Salón del Palacio de
Bellas Artes, sito en el Parque. Barcelona 29 Octubre 1889.
15/11/1889 El Productor, BCN, 15 Noviembre de 1889, año III, n.º 171.
Miscelánea-. En el número 57 de La Solidaridad de Sevilla, se publica una
"Aclaración" manifestando que por circunstancias especiales deja La Solidaridad de
pertenecer a la F. L. Sevillana, pasando a manos de una colectividad de compañeros
federados que tienen muchísimo gusto en de continuar su publicación dentro de los
mismos principios que hasta aquí, estando muy de acuerdo con la declaración de
principios inserta en su primer número, como igualmente de la "Sinopsis Social" y
demás artículos similares a estos". También se advierte "que perseverarán en propagar
la Federación regional entre los trabajadores, como lazo de unión y por o tanto
imprescindible para hacer frente a otra clase organizada". E "igualmente hacen presente
a todos los compañeros que no darán cabida en sus columnas a remitidos ni cosa alguna
que tienda a lastimar la susceptibilidad de algún compañero, quedando nulo el
personalismo en las puertas de la redacción". Y por último, se ofrece una "Tribuna
Libre" para todos los anarquistas sin distinción de escuelas.
Tales son las aclaraciones y declaraciones que hace nuestro colega de Sevilla La
Solidaridad y que reproducimos con mucho gusto, porque lo que importa son los
principios, lo que no hace falta son personalidades.
Venga esa mano, y ¡viva la Anarquía!
22/11/1889 El Productor, BCN, 22 Noviembre de 1889, año III, n.º 172.
Certamen socialista.-Edición Especial. "Memoria que presenta el Jurado
calificador en esta solemne sesión". (...) Publicóse el cartel-convocatoria el 9 de
Agosto del corriente año y se señaló el día 27 de Octubre como último para la recepción
131
de trabajos. (...) Han resultado adjudicados, por localidades, 4 premios y 6 accésits, a
Barcelona; 1 premio y 2 accésits, a Madrid; 2 premios y 2 accésits, a Sevilla; 1 premio a
Alicante; 1 premio y un accésit, a Palafruguell; 1 premio a Villanueva y Geltrú; 1
accésit a Sabadell; y 1 premio y 1 accésit a Molfetta (Italia). Total, 12 autores con 21
trabajos premiados.
Tema III
Círculo Obrero de Barcelona:
"Suponiendo una sociedad verdaderamente libre o anarquista y llevada la
instrucción al grado máximo concebible. ¿puede ser causa de inarmonía social lo que se
llaman pasiones humanas?" Premio: cincuenta pesetas.
(...) El trabajo n.º 18 de estilo epistolar, es una composición de conjunto, tan
bella literaria como filosóficamente; la causa pasional determinativa, según el medio
social en que tiene efecto, para deducir como podrá manifestarse en una sociedad libre e
igualitaria, está tratada de mano maestra; le falta, no para llegar a la altura de la n.º 46,
sino para ser completo el trabajo, el examen parcial que caracteriza a la premiada, y que
no ha entrado, por lo visto, en el plan proyectado por el autor. Se le concede un accésit
de 30 pesetas y su publicación.
Tema V
Ateneo Obrero, Barcelona:
"El Siglo de Oro.-Novelita filosófica o cuadro imaginativo o descriptivo de
costumbres en plena anarquía o de la sociedad del porvenir". Premio: cien pesetas. una
sociedad verdaderamente libre o anarquista y llevada la instrucción al grado máximo
concebible. ¿puede ser causa de inarmonía social lo que se llaman pasiones humanas?
Premio: cincuenta pesetas.
(...) La composición número 3, es un cuadro filosófico-imaginativo y sintético
de la sociedad del porvenir; conjunto notable perfectamente delineado y dentro del
tema. Es de lamentar que, con la bellísima concepción social descrita, resumen de las
ideas socialistas más avanzadas, no se haya desarrollado por la descripción detallada de
costumbres que dieran idea del funcionamiento práctico de esa sociedad; esto es, sus
vicios, perfecciones, apasionamientos, luchas, etcétera, que atestiguase la bondad de la
base social que se dibuja, si bien reconocemos que es dificilísimo pintar lo que no puede
estudiarse prácticamente. Pero el tema reclama, en esencia, la posibilidad práctica del
perfeccionamiento social que concebimos. Porque ¿cómo averiguar que en esta
132
estructura social, no haya descontentos, tendencia a absorciones, defectos notables? Por
esto, la novela demostraría la naturalidad de la sociedad libre. Sin embargo, de cuanto
indicamos, el Jurado opinó que el trabajo tiene circunstancias bastantes, mérito
suficiente, notoria superioridad relativamente a los otros trabajos, para concederle el
premio.
Tema XV
Grupo Cosmopolita, Buenos Aires:
"Bases científicas en que se funda el colectivismo". Premio: 123 pesetas.
(...) El trabajo número 28, partiendo de principios más fijos y positivos,
desarrolla el tema con verdadera riqueza de argumentación, así como se le considera
superior en el concepto literario, por todo lo cual el jurado le juzga completamente
acreedor del premio.
Tema XVI
Unión Local de Resistencia, Sabadell:
"Deber del trabajador en la actualidad". Premio: 55 pesetas.
(...) El trabajo número 31 es bellísimo en la forma y en su fondo, es un
documento que será leído con gusto; mas el Jurado opina que el carácter excitante del
escrito le convierte más en un manifiesto revolucionario que en exposición de
procedimientos que integren el deber del trabajador, interpretando que este es el sentido
que sus proponentes han querido darle; y así juzgado, sin dejar de reconocer sus bonitas
cualidades, y atendiendo que otro trabajo llena mejor las condiciones que se indican, se
le concede el accésit de la publicación.
29/11/1889 El Productor, BCN, 29 Noviembre de 1889, año III, n.º 173.
Miscelánea.-En Sevilla ha dejado de publicarse La Solidaridad y ha aparecido
La Alarma. El nuevo colega viene decidido a sostener vigorosamente la Anarquía y el
Colectivismo, prescindiendo de personalidades y de todo cuanto pueda empequeñecer la
grandeza del ideal. Nos felicitamos que en la hermosa Andalucía no falte un valiente
campeón de las reivindicaciones anarquistas. ¡Hurra por la Anarquía!
***
Grupo Avant.- Compañeros de redacción de El Productor: Salud!
Deseamos insertéis estas líneas:
133
Habiendo visto con sentimiento que no ha sido adjudicado nuestro premio
ofrecido al tema primero del Certamen Socialista, propuesto por este mismo grupo,
hemos acordado abrir nuevo concurso especial para dicho tema, ofreciendo el mismo
premio y a más cinco duros que el grupo "Souveraine" de la Habana adiciona.
Por tanto, este grupo excita a cuantos se consideren para ello, tomen parte en el:
CONCURSO ESPECIAL para este único tema:
"ANARQUÍA. -Su origen, progreso, evoluciones, definiciones e importancia
actual y futura de este principio social".
Premio ofrecido por la agrupación "Avant": cuadro de rico y esmaltado marco
con un artístico grupo de los retratos de los Mártires de Chicago, y veinticinco pesetas
ofrecidas por un grupo de la Habana.
Bases del concurso: (...).
Aniversario del 11 de Noviembre [reseña de la velada conmemorativa en
Sevilla por La Solidaridad]
24/01/1890 El Productor, BCN, 24 Enero de 1890, año IV, n.º 181.
Locales.-Grupo Avant. Se ha recibido el trabajo número 1, para el concurso
especial del tema propuesto por esta agrupación. Título: "La Anarquía", R. M.
28/02/1890 El Productor, BCN, 28 Enero de 1890, año IV, n.º 186.
Dictamen.-El jurado nombrado por el Grupo "Avant" para calificar los trabajos
presentados al Concurso especial sobre el tema ANARQUÍA. -Su origen, progreso,
evoluciones, definiciones e importancia actual y futura de este principio social".
Tres han sido los trabajos presentados a concurso (...) El último de que se enteró
el Jurado, fue el segundo de los firmados, cuyo lema es el mismo de las condiciones del
concurso. Van al principio de este trabajo algunas consideraciones dirigidas al Jurado
doliéndose el autor de haberse prefijado plan de exposición para el desarrollo del tema,
porque a su modo de ver el escrito tiene que optar por sujetarse a el, prescindiendo de su
plan particular, o exponerse en caso contrario a ser preferido por no ajustarse a las
condiciones del certamen. Sobre la cual declara el Jurado, que se le encomendó misión
de dictaminar sobre un tema fijado con anterioridad a su nombramiento, según es
notorio, y entiende que los puntos a desarrollar pedidos en el tema, por más que lleven
134
su orden de correlación, no obligan al escritor a plan alguno de exposición, sino
simplemente a dilucidar los extremos fijados, bajo el método que estime mejor el
concurrente.
Tanto es así que el Jurado, contra la opinión del autor, halla dentro del tema en
todas sus partes el trabajo presentado, incluso la exposición general del mismo.
Divídese en tres extensos capítulos dedicados: 1º al pasado de la Anarquía, el 2º
a su presente y el 3º a su porvenir, desarrollando clara y brillantemente, con gran acopio
de razones del orden científico-filosófico, todos los extremos y algunos más de los
fijados en el tema de la convocatoria.
Opina el Jurado ser este un estudio completo, reuniendo además excelentes
cualidades por el método de su exposición, por la claridad de sus razonamientos, por
basarse en los más sólidos y recientes conocimientos científicos, rebosando del
principio al fin una lógica indestructible. Únese a todo esto una belleza de estilo
comparable a la claridad de método que informa el trabajo.
Por todo lo cual opina el Jurado por unanimidad es merecedor de premio el
trabajo referido, cuyo autor es Ricardo Mella.
Barcelona 20 de Febrero 1890.
El Jurado. A. Pellicer.-Fernando, E. Canibell.
07/03/1890 El Productor, BCN, 7 Marzo de 1890, año IV, n.º 187.
Miscelánea.-Ha reaparecido nuestro colega de Sevilla La Alarma, después de
vencer innumerables obstáculos, con la adquisición de una prensa, con la cual queda
asegurada la publicación. Inútil es decir cuánto nos congratulamos de este esfuerzo, que
prueba la energía de nuestros compañeros sevillanos y lo mucho que su actividad y
abnegación pueden hacer en las comarcas de Andalucía, como contribuir al desarrollo
de los principios anarquistas en toda la región española.
Ahora solo falta que todos los compañeros se impongan el deber de contribuir
con lo que puedan para salvar el compromiso contraído por nuestros amigos de Sevilla
con la adquisición de la prensa, que, como es de suponer, no ha sido comprada al
contado. Y así si que tendremos Alarma hasta vencer a la explotadora burguesía.
135
14/03/1890. Sevilla, 14 de marzo de 1890. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 15 = El jefe de la Región topográfica remite instancia del Topógrafo 3º D.
Ricardo Mella solicitando su separación temporal del servicio activo.
14/03/1890 El Productor, BCN, 14 Marzo de 1890, año IV, n.º 188.
Comunicaciones.-Compañeros del C. de R. de El Productor.
Aunque la nota dominante en esta importante población es la indiferencia
política, no dejan los partidos del principio de gobierno de darnos a ratos tal o cual
gustazo íntimo poniendo de manifiesto su impotencia y su descrédito ante la opinión.
Ayer domingo les tocó a los federales convencernos de que el pueblo de Sevilla,
el pueblo trabajador, es completamente escéptico en política. Propónense reorganizar el
partido los pocos, poquísimos, que aquí siguen al pontífice del federalismo, y al efecto,
previamente convocados, reuniéronse hasta una veintena de ilusos, que ya ni entusiasmo
tienen para demostrar su fe en los principios que profesan. La reunión careció de
importancia, como es natural. Leyóse una carta de Pi y Margall, enérgica y contundente,
sobre la idea revolucionaria y la coalición, mas como lo segundo nada nos importa y lo
primero está ya entre nosotros bien dilucidado, me abstengo de hacer comentarios
inútiles. La nota culminante de la asamblea fue para los zorrillistas una soba mayúscula
dada al San Isidro de la República y sus secuaces. Que ellos se las arreglen como
puedan.
Yo me he de hacer cargo solamente de ciertas palabras vertidas con inaudita
ligereza por el sapientísimo catedrático de este Instituto, Sr. Meneses. Este ciudadano es
en lo político como la plata de su nombre. Admirador de Zorrilla, en tiempos, porque
combatía al clero, es federal con pretensiones de anarquista. Y digo con pretensiones,
porque se aviene muy mal con la anarquía el sonsonete de la autonomía de las regiones
y los municipios, como si en el mundo no hubiera nada más importante de que
ocuparse. Así que cuando vimos al señor Meneses invocar al principio de Anarquía
como la realización de la Justicia y del Derecho y llamar a si a los trabajadores
sevillanos, dinos ganas de invitar al orador a que tuviera la bondad de explicarnos el
raro amasijo de su federalismo cursi con los principios que evocaba tan inopinadamente.
Pero ya se ve, el Sr. Meneses no se puede desprender de la levadura anarquista
que los compañeros sevillanos le dejaron en tiempos de feliz recordación, lo cual no es
136
obstáculo para que a pesar de su singular talento no haya digerido nuestras lógicas
aspiraciones.
El federalismo del catedrático en cuestión es el resultado de una inteligencia
masturbada incapaz de elevarse a las consecuencias inevitables de los principios. Si la
idea federativa ha de invocarse como procedimiento constitutivo de la sociedad ha de
ser a condición de que proclame la autonomía del individuo y de todas las agrupaciones
humanas a la par que la igualdad de condiciones para la vida de la Economía y del
Derecho. Otra cosa equivale a desconocer la naturaleza y la justicia del pacto como
elemento primero, indispensable e ineludible, de la federación de cuantas asociaciones
(productoras en último análisis) se constituyan para la vida integral de la humanidad.
Solo así puede proclamarse la anarquía en toda su pureza, y esto es precisamente lo que
no entiende o quiere entender el Sr. Meneses.
Bien mirado no hay que extrañarse de los disparates lógicos de dicho señor,
porque en el orden cronológico los comete fenomenales. Figuraos que todo un sabio
como el ciudadano Meneses afirmó que el "inmortal D. Francisco Pi fue el primero en
propagar el principio federativo". Añadiendo que Proudhon (a secas) lo había tomado
de aquel. Pues Meneses de mis pecados ¿dónde ha aprendido V. semejante atrocidad?
Porque, francamente, el último de los ignorantes sabe que lo afirmado es un solemne
disparate.
Antes del 48 en Francia había Proudhon publicado casi todas sus obras,
traducidas después por Pi y Margall cuando aún este no había publicado más libro que
su estudio sobre la pintura. Además las ideas federales en España datan
aproximadamente de la revolución septembrina y Proudhon pertenecía entonces, si no
estamos equivocados, al mundo de los muertos. Conque váyanse atándose cabos y se
verá como el ciudadano Meneses toca el violín por todo lo alto.
En resumen, compañeros, que el partido federal en Sevilla es nulo y además de
nulo tiene la desgracia de que sus prohombres no saben donde tienen la mano derecha.
Con estas circunstancias os extrañará que se propongan reorganizar el partido,
pero no así cuando os diga que todo este movimiento responde a la necesidad de recibir
dignamente al Sr. Pi y Margall que en breve vendrá a esta población según dijo el Sr.
Meneses.
Pero me parece que D. Francisco tendrá que contentarse con una decena de
sectarios sueltos.
137
Y para terminar, deseo que quien quiera o pueda nos diga si el presidente de el
partido y de la Asamblea es mudo porque nosotros no le vimos desplegar los labios en
toda la tarde. Verdad que a su lado tenía al incomparable Meneses que hablaba por el y
por... todos.
Vuestro siempre y de la R. S.
El Corresponsal
Sevilla 10 de Marzo de 1890.
02/04/1890. Sevilla, 2 de abril de 1890. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes. D.
G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 17 = El jefe de la Región topográfica participa que el día 1º hizo entrega al
Topógrafo 3º. Don Ricardo Mella del traslado de la real orden concediéndole la
separación.
01/04/1890 El Productor, BCN, 1 Abril de 1890, año IV, n.º 191.
Aniversario de la Commune-Sevilla.- Varios anarquistas de esta población
conmemoraron en la noche del 18 con un banquete la proclamación de la Commune de
París. Atentos todos al objeto que los reunía, reinó entre los compañeros gran
entusiasmo y un espíritu de fraternidad digno de aplauso. Espontáneos y acertados en
sus manifestaciones, lograron dar a la reunión ese carácter especial que tanto distingue a
nuestras asambleas.
Llegada la hora de los brindis, se levantó el compañero M. S. y en sentidas
frases dedicó un recuerdo a los sublevados de París y a los mártires de Chicago. Entró
luego en atinadas consideraciones acerca de las causas que hicieron fracasar el
movimiento comunalista, deduciendo de tales consideraciones la necesidad de una
organización fuerte que haga frente en la próxima lucha a las fuerzas poderosas de que
dispone la burguesía, mereced a la debilidad y a la ignorancia de muchos compañeros
nuestros. Leyó después una hoja publicada por la Federación Sevillana de la Asociación
Internacional de los Trabajadores al año siguiente de la proclamación de la Commune,
lectura que arrancó a los concurrentes vivas muestras de entusiasmo por el puro
sentimiento y el anhelo de emancipación que en toda la hoja campea.
Seguidamente brindó el compañero S. R. y con energética frase excitó a la clase
trabajadora a seguir el heroico ejemplo del pueblo obrero de París. Es preciso, decía,
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que tengamos abnegación suficiente para afrontar todos los peligros, para salvar todos
los obstáculos, para arrollar todas las resistencias; es preciso que ninguna consideración
nos detenga y estemos siempre prontos al sacrificio y al martirio, si al martirio nos
conducen nuestras aspiraciones y nuestros actos. Que la clase trabajadora en masa se
levante y dé la última batalla a la explotación y a la autoridad; que dispute palmo a
palmo todas las trincheras, todos los reductos de la burguesía; que acabe, en fin, de una
vez para siempre con la iniquidad y la infamia de una sociedad envilecida y degradada».
El compañero J. P. se extendió en observaciones muy acertadas con motivo de
las diferencias que parecen dividir a las fuerzas anarquistas, demostrando
elocuentemente que todos perseguimos una misma idea, un mismo fin y que nada nos
separa realmente. Terminó haciendo votos por la concentración de todos los elementos
revolucionarios a fin de luchar en condiciones ventajosas y alcanzar en resumen la
deseada emancipación, no de un egoísmo de clase, sino de la humanidad entera.
Los compañeros A. V. y T. T. pronunciaron asimismo valientes brindis
invocando el primero la necesidad de que los fraternales lazos que nos unen sean
sinceros, y manifestando el segundo sus deseos de que pronto sea un hecho la
Revolución Social.
El compañero R. M. expresó su sentimiento porque pronto abandonaría a los
compañeros de Sevilla y tal vez fuera aquella la última vez que tuviera el placer de
reunirse con ellos. Por este motivo rogó se le dispensara si se extendía más de lo regular
en el uso de la palabra.
Venimos aquí -prosiguió- a conmemorar una fecha gloriosa que debe vivir en
nuestro cerebro como luz que irradia sus vivísimos rayos en derredor mostrándonos la
estrecha senda que debemos seguir. Venimos aquí a conmemorar un acto del pueblo de
París cuyo heroísmo no tiene ejemplo, cuya abnegación no tuvo límites. Venimos aquí a
templar nuestro ánimo con el recuerdo de aquellos valientes comunalistas que se
rebelaron contra todos los poderes y todos los privilegios.
Lancémonos como ellos a la pelea, siquiera como ellos hayamos de ser
ametrallados en masa, siquiera como ellos seamos sacrificados brutalmente por nuestros
propios hermanos puestos al servicio de la vil burguesía, siquiera como ellos
perezcamos ante el plomo enemigo o en la deportación. La infamia de aquellos
poderosos vencedores debe enardecernos para provocar de nuevo la lucha».
139
Entrando luego en el examen de nuestras aspiraciones, hizo notar que todos los
esfuerzos de la humanidad se han encaminado siempre a la conquista de la libertad.
»En el terreno filosófico, en el político y en el económico, la libertad, siempre la
libertad ha sido el constante ideal del hombre. La filosofía ha querido emancipar el
pensamiento y nos ha dado nuevas religiones, nuevos dioses incoloros e
indeterminados, hasta que por fin el pensamiento y la conciencia se han emancipado de
hecho abandonando todos los absurdos religiosos para entregarse a la Ciencia como
única verdad, como único guía de nuestros actos. Nuestros modernos libre-pensadores,
filósofos casi todos a lo Krausse, son, como ha dicho un periódico nuestro, católicos al
revés. La política nos ha ofrecido sucesivamente fórmulas y más fórmulas de libertad,
fórmulas todas mentidas y falaces. El mismo federalismo es un engaño seductor contra
el cual debemos estar en guardia, pues que nos ofrece el pacto como medio de
organización y deja en pie las desigualdades y los privilegios que lo hacen imposible.
La economía nos ha cantado también la libertad, y esta libertad ha significado siempre
para el infeliz campesino la miseria y la muerte, para el obrero industrial la muerte y la
miseria, porque la libertad económica solo puede existir a condición de que los medios
de producción pertenezcan por igual a todos los hombres.
»Por eso, compañeros, después de tantos y tantos cambios la libertad total ha
sido proclamada, la libertad filosófica, la libertad política y la libertad económica; por
eso, en fin, la Anarquía es la suprema verdad de todas las verdades porque ella resume y
compendia las aspiraciones todas de mil y mil generaciones.
»Sí; libertad filosófica, para que cada uno gobierne su conciencia y su
pensamiento fuera de las preocupaciones y aberraciones religiosas; libertad política para
que cada cual se concierte con quien le plazca mediante el pacto y su consecuencia la
federación; libertad económica para que en posesión la especie humana de todos los
elementos de producción pueda cada individuo y cada colectividad atender mediante el
trabajo a sus necesidades y aspiraciones, para que la producción, el cambio y el
consumo se organicen espontánea y harmónicamente, para que el hombre, dueño de su
trabajo, de sus productos, pueda disponer, en todos los órdenes, de sí mismo, pueda, en
fin, obrar libremente como ser intelectual, como ser moral, y como ser físico.
»Libertad! Yo te invoco en estas tres palabras irreductibles que expresan las
aspiraciones del socialismo revolucionario: Anarquía, Federación y Colectivismo».
140
El compañero I. P. pronunció un ardiente discurso basado en un episodio heroico
de las barricadas de París. Su palabra fogosa y la oportunidad del episodio relatado
arrancaron prolongados aplausos. Ensalzó las virtudes cívicas del proletario y la
legitimidad de sus aspiraciones, haciendo patente la necesidad perentoria de una
organización de lucha, de una organización federativa que realice la solidaridad de todas
las fuerzas verdaderamente revolucionarias.
Y finalmente, el compañero R. P. puso término a los brindis con una oración
llena de entusiasmo en pro de los ideales anárquico-colectivistas. Abundó en las ideas
expuestas en la reunión y tuvo frases vehementes para los comunalistas de París que el
18 de Marzo de 1871 supieron hacer frente a todos los poderes y a todos los privilegios
coligados.
Terminó la agradable velada poniéndose en pie los congregados y juntando los
vasos como juntos están en aspiraciones sus cerebros prorrumpieron en un solemne
¡Viva la Revolución Social!
Tal fue, reseñado a la ligera, el acto con que varios anarquistas de Sevilla
rindieron justo tributo a la memorable fecha del 18 de Marzo de 1871.
04/04/1890 El Productor, BCN, 4 Abril de 1890, año IV, n.º 192.
C. A. El Productor.-Vigo.- R. M. —He escrito.
04/07/1890 El Productor, BCN, 4 Julio de 1890, año IV, n.º 198. [Suspendido dos
meses. Edición especial 1º Mayo]
El movimiento obrero de Mayo-Vigo.-Aunque con algunos días de diferencia
no ha dejado esta población de secundar dignamente el 1º de Mayo. Reuniéronse los
obreros en número de mil en el Salón Curty acordándose, después dela lectura por el
compañero que presidia de un razonadísimo y brillante discurso, dar un plazo de tres
días a los burgueses para acceder á la demanda que los albañiles hacían, que era la
jornada de ocho horas, doble precio en las horas extraordinarias y que los descuentos
por abandono forzoso del trabajo se hiciese por horas y por cuatro días. Después de
unas breves palabras de un compañero y otras de la presidencia, se levantó la sesión
acordándose reunirse dentro tres días».
Celebróse la segunda reunión, y se acordó en ella la huelga. Al terminar ésta,
141
salieron los gremios de carpinteros, canteros, pintores y ebanistas con estandartes en
manifestación pacífica.
La Guardia Civil los seguía y guardaba las fabricas de fundición, salazón y
conservas que aquí hay. Un aparato de fuerza estúpido.
El teniente coronel venido de Pontevedra, se atrevió á decir en la redacción de El
Independiente que los manifestantes eran un rebaño de corderos y que les seguiría para
que no se metieran en algún cercado. ¡Qué concepto tienen de los trabajadores! Ya lo
variaran, si no por grado, á la fuerza.
Consiguieron un arreglo carpinteros y canteros.
Últimamente, declaráronse en huelga los curtidores y obtuvieron igual arreglo
que los oficios citados, así como también lo han conseguido sin declararse en huelga los
trabajadores de hierro. La burguesía viguesa se bata en retirada.
Ha quedado un magnifico deseo de organización: por ahora están en vías de ello
los constructores de edificios, carpinteros y canteros, que ascenderán á unos 2.000.
Los resultados obtenidos junto con el espíritu de organización, hace esperanzar
que todo se prepara para que en un día oportuno se presente la más formal contienda.
De la Anarquía y de la R. S.—El Corresponsal
21/08/1890 El Productor, BCN, 21 Agosto de 1890, año IV, n.º 204.
La Alarma de Sevilla.- (Suspensión por déficit. Deudas de 350 pesetas)
28/08/1890 El Productor, BCN, 28 Agosto de 1890, año IV, n.º 205.
C. A. El Productor-.Vigo- R. M. —He escrito.
04/09/1890 El Productor, BCN, 4 Septiembre de 1890, año IV, n.º 206.
C. A. del volumen del Certamen Socialista.-Vigo- R. M.—Recibidas 4 pesetas
y cuadernos sobrantes.
18/09/1890 El Productor, BCN, 18 Septiembre de 1890, año IV, n.º 208.
C. A. El Productor.- Vigo- R. M.—He escrito.
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02/10/1890 El Productor, BCN, 2 Octubre de 1890, año IV, n.º 210.
Discusión: Comunismo, individualismo y colectivismo
A imitación de nuestro colega The Anarchist Labour Leaf, no entraremos en
materia sin consignar algunas premisas necesarias. Para nosotros la anarquía comprende
dos términos correlativos indispensables, la libertad y la igualdad, pues como ha dicho
un compañero ilustre y nosotros hemos repetido recientemente, es el resultado o síntesis
de la evolución política y de la evolución económica. Si, pues, la definición que a la
anarquía se dé abraza estos dos términos, no habrá necesidad alguna de señalar una
dirección dada al ejercicio de las facultades humanas, como hace nuestro colega
londonense. Para que fuera verdadera la afirmación de que "el anarquismo es la doctrina
del libre ejercicio de las facultades humanas consagradas en dirección de, dice
literalmente el colega, la producción y el consumo", sería preciso que en la producción
y el consumo estuviera contenida toda la vida humana, o bien que a la producción y el
consumo diéramos una acepción tan lata que comprendiera todas las manifestaciones de
la vida intelectual, estética y materialmente. Mas ni esto es así, ni que lo fuera satisfaría
tal definición a los términos antes dichos. Por eso nosotros, generalizando la idea de la
anarquía, afirmamos que su significación más amplia es la del libre ejercicio de las
facultades humanas bajo la igualdad de condiciones económicas.
Este concepto de la anarquía supone lo que únicamente es condición de la
libertad: igualdad en principio, igualdad de hecho, fundamental e indestructible, derecho
pleno a los medios de producir libremente, garantía del ejercicio de la actividad en todas
las direcciones. Pasar más adelante equivale a caer en el absolutismo de un sistema. Así,
la afirmación del libre acceso a los frutos del trabajo en general, o lo que es idéntico, el
comunismo de nuestro colega, como medio de guardarse de las asechanzas del
monopolio, es querer cortar el nudo en lugar de desatarlo, es tanto como soñar, con lo
necesariamente infalible, inequívoco, absoluto. ¿Y cómo se prueba esa afirmación?
Pues de ningún modo. Desecha nuestro colega el individualismo y el colectivismo por
incompatibles con la anarquía, pero ni un sólo momento se detiene a contrastar el valor
de comunismo por medio del análisis y de la crítica. Su afirmación del libre acceso a los
productos del trabajo es una sentencia dogmática que prescinde hasta de la voluntad del
individuo libre; del hombre que en pleno uso de sus derechos, puede proceder como
mejor le plazca o convenga a sus fines particulares.
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Para nosotros, discípulos en esta parte de Proudhon, no hay más que dos
términos irreductibles en materia de opiniones. O se acepta la moderna teoría del
Progreso o se comulga en la escuela de lo Absoluto. "El Progreso, dice el maestro, es la
afirmación del movimiento universal, y por consecuencia la negación de toda forma y
de toda fórmula inmutables; de toda doctrina de eternidad, de inmovilidad, de
impecabilidad, etc., aplicada a un ser cualquiera; de todo orden permanente, sin
exceptuar ni aún el del universo; de todo sujeto u objeto, empírico o trascendental, que
no sea susceptible de mudanza. Por lo contrario, lo Absurdo o el Absolutismo, es la
afirmación de todo lo que el Progreso niega y la negación de todo lo que el Progreso
afirma. Es la investigación en la naturaleza, en la sociedad, en la religión, en la política,
en la moral, etc., de lo perfecto, de lo no susceptible de conversión, de lo indiviso; es,
para servirme de una palabra que se ha hecho célebre en nuestras discusiones
parlamentarias, el statu quo en todo y por todo".
¿Qué es, pues, el Comunismo con arreglo a esta teoría del Progreso tan de
acuerdo con las doctrinas anarquistas? Lo Absoluto, porque todo movimiento lo
destruye, porque es lo perfecto, no susceptible de mudanza ni de cambio, porque se
presenta como impecable queriendo acabar de todo con las diferencias y luchas de los
hombres. Nuestro colega lo dice: "cuando el hombre vea que no hay nada por que
luchar, cesará de luchar." Y entonces, como la lucha es vida, como vivir es combatir y
pelear, y de la lucha y del combate surge en la sociedad el movimiento que no es sólo
una ley filosófica sino también un principio indestructible adquirido por las ciencias
positivas, todo se habrá acabado, y como dice Proudhon, el statu quo, gráfica expresión
del absolutismo, será el estado natural de la sociedad.
La anarquía, concepto el más acabado de la libertad, supone el movimiento
perpetuo, el cambio continuo en las aplicaciones de la actividad y de las formas, la
negación de todo sistema único y universal, la mayor amplitud de los procedimientos
orgánicos, la diversidad, en fin, en todo y por todo resolviéndose en la unidad de la
harmonía social, del orden.
Nosotros tenemos nuestra fé en que la libertad producirá la generalización de
uno, dos o más procedimientos de organización social, pero de esto a determinarlos
como indispensables, como única garantía de la libertad hay una enorme distancia,
porque la garantía de la libertad es la libertad misma siempre que esta tenga por
fundamento la igualdad previa de condiciones para la vida social. No se trata, pues, de
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dar a la libertad un sistema, una norma de la cual no pueda salir. Se trata, si, de que la
libertad se restablezca de tal modo que las leyes del movimiento, únicas inmutables; se
cumplan socialmente fuera de toda traba artificial. Nuestro colega va, como todos sus
correligionarios, más allá de lo que se nos está permitido en buena lógica anarquista.
Determina la fórmula inequívoca de la felicidad, el no más allá de la vida, tomando la
tendencia de la evolución por la evolución misma y pretendiendo realizar de una vez
para siempre, lo que es y será inaccesible por toda la eternidad, la suprema dicha, la
perfección absoluta. El Progreso, las leyes del movimiento condenan de hecho tales
pretensiones. Es preciso que en una sociedad verdaderamente libre, el hombre pueda
moverse en toda las direcciones, contratar y convenir cuando le plazca lo que mejor le
cuadre, y esto ciertamente no es el comunismo, ni el individualismo, ni el colectivismo
tal y como nos lo presenta The Anarchist Labour Leaf, aunque pueda ser todas estas
cosas a la vez.
El hombre libre, el que puede disponer libremente de sus pensamientos, de sus
sentimientos y de sus obras, vivirá en comunidad o individualmente, como mejor se
adapte a su naturaleza y a sus gustos y opiniones, y esto, como habremos de demostrar
oportunamente, es pura doctrina colectivista, y es indudablemente pura doctrina
anarquista.
La verdad absoluta sólo reside en la ley; en la práctica no admite realización,
sino aproximaciones, y así en la vida social la verdad es siempre una dirección o mejor
hay una serie de verdades sucesivas de cada momento, de cada instante que suponen un
movimiento constante de continua renovación. Este movimiento constante implica un
punto de partida y otro de llegada, pero este punto de partida y este punto de llegada o
son puros convenios o son absolutismos del pensamiento. En realidad no hay tal partida
ni tal llegada, como no hay principio ni fin, sino movimiento eterno, de siempre y para
siempre.
Cuando se olvida esto, entonces no podemos hablar más que en nombre de lo
absoluto, como hablan el individualismo y el comunismo tomados como puntos de
partida y llegada, como principio y fin.
Los anarquistas hemos llegado también a caer en el absolutismo como los
elementos reaccionarios, porque la idea de lo absoluto vive en nosotros desde que
nacemos y los prejuicios adquiridos por una educación viciosa nos obligan a correr tras
un sistema, tras una panacea que todo lo resuelva, tras un medio de organización y
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procedimientos que evite toda contingencia oscilatoria, toda probabilidad de lucha,
mientras la razón nos está gritando continuamente que el que el día que no haya por qué
luchar no habrá por qué vivir y que esto constituye una vana quimera porque la vida es
movimiento, movimiento es todo cuanto existe y en tanto el movimiento exista, que
existirá eternamente, la vida y por ende, la lucha, subsistirá a través de innúmeras
modificaciones y cambios sin cuento.
Fundados, pues, en estas nociones suministradas por la razón y por la
experiencia, nosotros declaramos, lealmente, en oposición a lo que el colega entiende
ser corolario de la anarquía, que todo sistema general y único, toda fórmula exclusiva,
llámese como se llame, es una simple negación de la libertad y como tal rechazaremos,
no solo el comunismo sino también el colectivismo, si por tal se entiende un sistema
cualquiera de salarios.
Nosotros somos colectivistas, pero no por serlo hemos de confundir
lastimosamente las condiciones necesarias de la libertad con los perjuicios de escuela.
Nuestro colectivismo, como tendremos ocasión de probarlo, no es un sistema, no
es una fórmula del exclusivismo, no es una panacea universal. De acuerdo en principio
con todos los sistemas distingue de ellos en que sustituye los dogmatismo de escuela a
la espontaneidad individual, la voluntad libremente manifestada y realizada.
Si en cualquiera ocasión hemos dicho algo en contrario, no nos importa que
nuestras ideas se modifiquen, porque estamos muy lejos de ser sistemáticos y no
tememos que se nos acuse de inconsecuentes.
De acuerdo, pues, con los términos de la cuestión, nos proponemos hacer un
análisis de las tres ideas económicas que sustentan los distintos elementos anarquistas,
demostrar que el Comunismo no puede pasar de procedimiento de aplicación privativo
del individuo, y que el individualismo, estando en principio de acuerdo con el
colectivismo, no llega a sus últimas consecuencias, probando de paso que los
individualistas, los colectivistas, y aún los que proclaman la anarquía sin adjetivos, no
queremos, salvo diferencia de detalle, más que una sola y misma cosa, la cooperación
voluntaria para la producción y el consumo basada en el libre acceso o socialización de
todos los medios de producir.
Conste de ahora para siempre que hablamos en nuestra propia cuenta en cuanto
se refiere al colectivismo, porque no se nos oculta que puede haber, y habrá
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seguramente, quien lo entienda de muy diferente manera que lo entendemos nosotros.
.— R. M.
·····
Tribuna del trabajo
La Sección Varia de la Federación Sevillana a todos los anárquico-colectivistas
de la región española.
"Compañeros: ¡Salud!
Según la definición que con arreglo a la lógica y el sentido común se ha dado en
nuestros días á la teoría del derecho, son inherentes a todo individuo y colectividad,
derechos propios, ilegislables e imprescriptibles, que podrán siempre que lo crean
necesario poner en práctica, sin otras limitaciones establecidas por la sana razón. Siendo
uno de estos el de iniciativa, no hemos vacilado en dirigirnos a vosotros, modestos,
como corresponde a nuestra pequeñez, al par que con la franqueza que a los
trabajadores debe siempre caracterizar.
Ninguno de vosotros desconoce seguramente la importancia trascendentalísima
que obtuvieron las manifestaciones y huelgas durante el pasado Mayo, en que el éxito
superó a los cálculos más optimistas; sobre los hechos podemos afirmar hoy, sin temor
de ser desmentidos por nadie, que mayores y más positivas serían las ventajas obtenidas
si la realización de tal acontecimiento hubiera presidido esa inteligencia y unidad que de
suyo reside en las libres federaciones de trabajadores libremente constituidas, y por
tanto, atento sólo a los intereses de clase.
Y nos dirigimos especialmente a vosotros, que no admitís dogmas ni límites al
humano progreso, á excepción de individualistas autoritarios, ni comunistas anárquicos,
que atrofiadas sus inteligencias con los errores de sus sistemas económicos, políticos y
sociales, se hayan imposibilitados de ayudarnos en esta empresa. Buena prueba de esta
afirmación está en los mismos hechos acaecidos; aquí no faltaron socialistas autoritarios
que procuraron crear el vacío a la manifestación obrera, para realizar otra para su
particular provecho, como sucedió en Madrid, Barcelona y otras localidades. Estas
distinciones eran ya previstas de antemano, con sólo examinar a la conducta o
aspiraciones de estos que pudiésemos llamar sectarios de escuelas económicas; pero por
si esto no era suficiente han venido estos hechos a demostrar que no sólo existen esas
distinciones, perjudiciales para la causa del trabajo, sino que sienten hacia nosotros un
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odio grande, sólo comparable al que nosotros sentimos por la gran bestia burguesa; y
como es natural, no podemos ni debemos entendernos con los que, a pesar de odiarnos,
tienen hecho pacto con el error.
Esto explicado, manifestaremos en breves palabras nuestro objeto. Deseamos de
todos los que estén conformes con las aspiraciones que se deducen de los radicales y
revolucionarios ideales de la Anarquía, Federación y Colectivismo, mantener en primer
término estrechas relaciones de compañerismo y solidaridad; en segundo lugar; procurar
hallar el medio más eficaz y práctico de consolidar esas relaciones fraternales por el
pacto colectivo, tan necesario a toda agrupación de individuos con ideales e intereses
idénticos; y por último, dictaminar sobre la línea de conducta que en los sucesivos 1º
Mayo debe adoptarse, reconociendo que a mayor empujo y unidad, mayor será el
desaliento y más probable la derrota de la feroz burguesía, que verá derrumbarse el
castillo de sus privilegios y monopolios en la simultaneidad del ataque. No insistiremos
en detalles sobre la organización que pretendemos establecer, quedando este punto a la
libre resolución de las colectividades que se dispongan a secundar estos propósitos.
No obstante, para mayor claridad apuntaremos que nuestra base para esta
organización será la de federación económico solidaria; única, a nuestro entender, capaz
de realizar no solo las mejoras en el orden moral y material del trabajo, sino que
indudablemente servirá de norma a la sociedad del porvenir.
Esperamos de todos los compañeros y colectividades que aún conserven vivo el
sentimiento por estas ideas se apresuren a contestarnos a la mayor brevedad posible
sobre el contenido de la presente, a fin de proceder en consecuencia.
A vosotros, compañeros y a cuantos admitan como línea de su conducta la
Verdad, la Justicia y la Moral, deseamos Salud, Anarquía y Colectivismo.
P. A. de la Sección
El Secretario.
Sevilla, 20 Septiembre 1890
Dirección: Manuel Día, Teodosio, 24
·····
Movimiento obrero: Interior.-Sevilla.-Ha cesado la interrupción de nuestro
hermano colega La Alarma, y su reaparición alegrará seguramente a cuántos
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trabajadores ansían la emancipación de los que todo lo producimos. Como siempre,
publica valientes artículos de propaganda anarquista.
19/10/1890 El Productor, BCN, 19 Octubre de 1890, año IV, n.º 210.
Discusión: Comunismo, individualismo y colectivismo
Nuestro análisis del comunismo sería sumamente sencillo, después de lo que
hemos dicho en el artículo anterior, si hubiéramos de referirnos a las distintas y aún
opuestas afirmaciones de sus adeptos. Hay, entre ellos, quien entiende que el
comunismo solo es posible la condición de abrir una gran cuenta corriente a cada
productor en el libro social, cuenta corriente que con su debe y haber es la negación más
rotunda del principio de la comunidad. Hay quien pretende que la sociedad (bien
pudiera decir que el Estado) ha de organizar necesariamente la asistencia y la
instrucción públicas, encargándose de la crianza y educación de los menores, del
cuidado de los enfermos y de la manutención de los ancianos y de los inválidos, ideas
todas de un sabor marcadamente autoritario. No faltan otros, más ilustrados, que ponen
en duda la eficacia y la justicia del trabajo según las fuerzas y del consumo según las
necesidades de cada uno. Y finalmente, aquellos que dan escaso valor a los sistemas y
se llaman comunistas por llamarse algo opuesto al individualismo, nos hablan de
urgencia de constituir, después de la revolución, asociaciones de agricultores e
industriales, a fin de organizar el trabajo y todas las cuestiones con él relacionadas, el
modo de explotar la tierra y los instrumentos de trabajo, la división de las funciones, la
aplicación de los mejores procedimientos, todo lo cual supone que para esas
asociaciones ha de ser un verdadero problema a resolver el modo de regular la
producción y el consumo. Respecto a este punto se dividen también las opiniones,
habiendo quien sueña con verdaderos cantones industriales contraídos a sus propias
necesidades, mientras otros creen con más fundamento en una mayor extensión del
cambio de los productos, en una generalización de la oferta y la demanda, libre de todas
las trabas y vicios que adolece en nuestros días.
No queremos ocuparnos de los que se entretienen en discutir si una americana y
un par de botas deben pasar, a la muerte del que las usaba, a poder de sus hijos o a
fondo social, porque esto es sencillamente ridículo.
De todos modos, esas diferencias vienen a demostrar que el comunismo está
muy lejos de satisfacer a las condiciones de sistema general de organización social y
más aún a las del corolario indispensable de la anarquía.
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Prescindamos, sin embargo, de todo eso. Afirman los comunistas que con su
sistema no es posible el monopolio y creen firmemente que en la nueva sociedad cada
individuo producirá espontáneamente cuanto pueda y consumirá todo aquello que
necesite. Así, no se proponen conseguir la harmonía de los intereses encontrados,
opuestos, sino la destrucción de ese choque o oposición. No quieren el progreso de la
humanidad por la lucha de los intereses, sino suprimir aquella lucha. Para ellos, en fin,
es más fácil eliminar que armonizar. Olvidan que la lucha es inherente a la vida y que la
verdadera cuestión se reduce a remover las condiciones en que actualmente la lucha se
verifica. Indudablemente, el monopolio es tan posible en el comunismo como en
cualquier otro sistema económico. A menos de suprimir también las pasiones, el glotón
siempre procurará beneficiar, no cuanto necesite, sino cuanto pueda y quiera; el
indolente siempre creerá hacer demasiado y hará, no lo que sus fuerzas le permitan; sino
lo que su débil voluntad le sugiera; el ambicioso y el comodón jamás creerán tener lo
suficiente, en tanto que el modesto y el trabajador se verán obligados a trabajar más de
lo que puedan y a prescindir de la satisfacción de ciertas necesidades. El monopolio y la
usurpación pueden surgir del fondo del comunismo tanto como del individualismo. La
privación puede llegar a ser gran parte de los productores. A fuerza de eliminar, el
comunismo reaviva la guerra de los intereses, provoca la división de clases, unos que
trabajan y otros que huelgan, y la humanidad vuelve a la lucha con mayor ardor, rota,
toda harmonía entre los hombres y sus intereses.
Argúyesenos que será tal la abundancia de productos que no dará lugar a los
sucesos que apuntamos. Admitamos que así sea y se verá que el mismo razonamiento
garantizaría la equidad de otro sistema cualquiera. Pero, ¿y las industrias nacientes, se
desenvolverán de pronto y como por milagro para lanzar a la voracidad de los
necesitados los productos suficientes? Parécenos que unos cuantos serían, durante algún
tiempo por lo menos, verdaderamente privilegiados. Los productos artísticos, los
industriales de lujo, los científicos, etc., serían casi siempre patrimonio de una minoría.
Este hecho constituiría, según la lógica del comunismo, un verdadero robo.
Más ¿que es el robo? ¿es la propiedad? Pues el comunismo es también
latrocinio, porque en él vive la propiedad. Sí; la apropiación existe en el fondo del
comunismo, porque no es posible comer sin apropiarse lo que se come, vestir sin
apropiarse lo que se viste, gozar sin apropiarse aquello con o de que se goza. Y esta
apropiación no tiene medida ni impedimento, y como no la tiene, el monopolio, el
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privilegio y el robo son sus consecuencias. El comunismo sería, en último término, la
libertad del robo. ¿Significa el robo apoderarse de lo ajeno contra la voluntad de su
dueño? Pues o el comunismo suprime este concepto o tiene que contar con la voluntad
de un productor para que otro consuma lo que aquel produce y entonces el comunismo
desaparece como sistema general, y es un procedimiento privativo del individuo, una
forma de cooperación voluntaria.
¿No es aquel el verdadero significado de la palabra? Pues elijan los comunistas
una nueva acepción cualquiera, y entonces hablaremos. En tanto, no tenemos el derecho
de pensar que el comunismo, lo mismo que la propiedad, está fundado en el robo y
fomenta el monopolio.
Pero forcemos más el argumento, ¿es que los comunistas entienden que solo
existe el robo cuándo se priva a los demás de lo que necesitan? Pues habrá que
determinar a cada momento si esta privación existe y si, aún existiendo, el que
usufructúa un determinado producto lo hace por necesidad o por el placer de acaparar lo
que no le hace falta. En el primer caso el robo sería irremediable, porque lo produciría
la carencia de una cantidad bastante grande de productos para satisfacer las necesidades
generales. En el segundo, el mal es ciertamente remediable, pero ¿como, en una
sociedad que carece de todo resorte gubernamental?
Ahora bien; para el comunismo debe ser una dificultad insuperable conocer y
determinar cuando por alguno se priva a los demás de lo que necesitan. Donde falta
todo medio artificial de hacerlo y se prescinde de las leyes naturales que regulan la
producción y el consumo, aquella determinación es imposible, porque imposible es un
examen y una cuenta individual de cada instante, porque es utópica una fiscalización
determinada careciendo de fiscales, porque es absurda la necesidad misma de tal
determinación, y aunque así no fuera, la determinación resultaría inútil, porque si bien
nos daría a conocer el mal, también nos indicaría su carácter de irremediable, a menos
de volver al respecto de las leyes naturales en la economía social, y entonces, en vez del
comunismo, tendríamos de nuevo el contrato y la valoración del trabajo, la concurrencia
libre, el cambio y el crédito mutuos, la seguridad general organizada por medio de la
cooperación, la organización, en fin, de las fuerzas productoras sobre la base de la
propiedad del trabajo.
La actividad aplicada es siempre personal, como dicen muy bien nuestros
amigos los individualistas; personal es, por tanto, el trabajo; personal es, en
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consecuencia, el derecho. La propiedad del trabajo individual surge aquí de una manera
indudable. Para que este derecho de propiedad se extienda en cada individuo a los
productos elaborados, por lo demás, es preciso el mutuo consentimiento, el acuerdo de
las partes interesadas; y entonces el comunismo podrá ser aceptado en unos casos,
rechazado en otros, porque lo que existe realmente es el cambio de productos previo al
contrato de condiciones, y este es verdaderamente la libertad fuera de todo prejuicio de
sistema; esto es, en suma, la negación más rotunda del comunismo como sistema
general de organización.
Este mismo derecho de propiedad sobre el trabajo personal es tanto más
necesario cuanto que el individuo mismo es quien ha de determinar sus necesidades. El
trabajará con arreglo a lo que juzgue preciso para la satisfacción de aquellas. Puesto que
determina lo necesario para sí, que determine también el trabajo que le corresponde y
que de el dependa la debida proporcionalidad entre los dos términos, que la
responsabilidad del desequilibrio sea suya.
No sirve argumentar con la diferencia de fuerzas y aptitudes. En una sociedad
libre donde el privilegio y el monopolio no tienen entrada, porque la tierra y los
instrumentos de trabajo se ofrecen a todos por igual, el menos fuerte, el menos apto
podrá producir lo suficiente a la satisfacción de todas sus necesidades, o son
completamente falsas las afirmaciones del anarquismo revolucionario sin distinción de
escuelas.
Por otra parte, el débil y el menos apto, sin el estímulo del trabajo, llegarían a
constituir una verdadera carga social, porque su escasa fuerza y su capacidad
disminuirían continuamente hasta reducirle a la inercia y la nulidad.
Nosotros, todos los anarquistas, proclamamos el trabajo voluntario según las
fuerzas individuales, pero en verdad que no cabe negar que cada uno trabajará cuanto le
plazca, esté o no dentro de sus fuerzas. Nosotros, todos los anarquistas, aspiramos a que
el individuo disponga de lo necesario para vivir la plenitud de su vida, pero es indudable
que una vez puestos a su disposición los medios de adquirir lo que necesite, de él y sólo
de él dependerá que sus necesidades estén o no satisfechas. La primera condición de la
libertad individual es la responsabilidad individual.
Una realización total, absoluta, del lema que sirve de bandera al comunismo, es
contradictoria. La libertad, sólo la libertad puede acercarnos al ideal. Confundirse o
refundirse en él, traería inmediatamente el quietismo, el no más allá, y esto es absurdo.
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La libertad, con todas sus consecuencias, consiste en confiar al esfuerzo
individual, a la iniciativa personal, colectiva, la organización de la sociedad por medio
de cooperación voluntaria, que no es más que un aspecto, una forma de la libertad
misma.
El comunismo, como creemos haber demostrado, no realiza el mismo ideal que
proclama. Sólo, pues, es admisible como procedimiento privativo del individuo, como
una de las infinitas formas de la cooperación, según ya hemos dicho.
Como sistema general de organización, y más aún como corolario indispensable
a la Anarquía, lo rechaza la misma lógica de nuestras ideas.— R. M.
06/11/1890 El Productor, BCN, 6 Noviembre de 1890, año IV, n.º 216.
Discusión: Comunismo, individualismo y colectivismo.
Estábamos acostumbrados a que por nuestros propios amigos se nos confundiese
con los colectivistas autoritarios, pero de algún tiempo a esta parte, debido sin duda a
nuestras constantes protestas, parece como que se nos hace justicia y se nos combate por
lo que somos, no por lo que una simple palabra pueda significar para nosotros.
No obstante esto, todavía observamos que nuestra idea de colectivismo es
interpretada torcidamente, quizás por desconocimiento de ella, quizás por error de
apreciación. No se nos confunde con los colectivistas marxistas, pero como a ellos se
nos atribuye la adopción de un sistema general de salarios como base del principio
colectivista. Permítasenos que todavía protestemos de esta apreciación gratuita. El
colectivismo de los anarquistas españoles no significa en modo alguno semejante
sistema de salarios.
Los anárquico-colectivistas no defendemos ni podemos defender jamás un
medio único de retribución del trabajo. No necesitamos tanto, ni tenemos porque
descender a detalles de índole parecida. Bástanos afirmar el derecho al producto del
trabajo y la libre asociación para regular y resolver todas las cuestiones al trabajo
afectas. Nuestro criterio en todo y por todos es el de la más amplia libertad.
Huelgan, pues, las múltiples preguntas que nos hace The Anarchist Labour Leaf.
Porque no proclamando nosotros la necesidad de un sistema general de salarios, todo lo
que se refiere a los medios de fijar los salarios es completamente superfluo.
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Además, tales preguntas no se pueden tomar en serio, como no tomaría nuestro
colega las que le hiciéramos acerca de particularidades y conflictos posibles del
comunismo. Ciertos recursos de la dialéctica están ya muy gastados para que tengan
valor alguno.
Prueba, la pretensión de que no siendo el valor del trabajo personal medible en
absoluto, constituya este hecho un argumento contra el colectivismo. Ningún absoluto
es posible, y mucho menos en cuanto se refiere a la medida. Esta, lo saben los niños de
la escuela, esta es el resultado de una comparación de una cantidad con una unidad
arbitraria, convencional. Y precisamente por el convenio, por el contrato sería sin duda
medible el trabajo personal, como del mismo modo es medible dentro de ciertos límites
con tal que en la comparación no entren más que cantidades de una misma especie. Y
como un contrato es el resultado de la concurrencia libre, y ese contrato es un verdadero
convenio para dar valor relativo a los productos, no vemos en que es incompatible con
la anarquía la apreciación del trabajo y el medio de contrastarlo.
Habrá indudablemente diferencias; pero díganos The Anarchist Labour Leaf, es
posible la igualdad absoluta? ¿Cree en lo absoluto? ¿Vendremos ahora a parar en que
bajo el nombre de comunismo libre se aspira a una nivelación absoluta, absurda y
reaccionaria?
Es preciso, profundizar algo más las cosas. La hora de trabajo, la unidad de
productos, los medios científicos, todo puede servir a un fin determinado, pero de
aquello es de la incumbencia individual. Nosotros, lo repetimos, no tenemos porque
hacernos cargo de preguntas pueriles. Afirmamos el principio fundamental del contrato,
y ni debemos, ni podemos, ni queremos ir más allá rindiendo culto a las doctrinas
anarquistas:
Así, nosotros compendiamos la idea colectivista afirmando la posesión en
común de la riqueza social o mejor el usufructo libre de la tierra, el subsuelo, los mares,
las máquinas, los ferrocarriles, las líneas telegráficas, etc.; la posesión privada del
producto elaborado, o sea el derecho al producto total del trabajo, como dice nuestro
colega; y finalmente, conforme al principio general de la autonomía, el libre
funcionamiento de todas las asociaciones productoras. ¿Quién que se precie de
anarquista se negará a suscribir nuestra conclusión?
¡Qué! ¿Rechazáis el derecho individual al producto del trabajo? Pues, quien
tiene, si no, ese derecho? ¿La sociedad? Dadnos su órgano y tendréis razón. Pero
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entonces cuidad de que vuestra filosofía sui generis no surja el Estado más poderoso
que nunca.
El individuo, decís, tiene derecho a satisfacer todas sus necesidades.
Enhorabuena; pero observad que tomáis el fin por el principio. El individuo tiene el
deber del trabajo para alimentarse, así como tiene derecho al trabajo para poder
alimentarse. Trabaja para vivir; trabaja para agenciarse los medios de subvenir a todas
sus necesidades. Con el trabajo, con lo que produce, tiene el medio de entrar en
relaciones de reciprocidad para obtener la compensación de sus esfuerzos, que el mide
en proporción a sus necesidades. Aquí entra desde luego el contrato a jugar su
importantísima misión. El deber de trabajar supone el derecho al producto del trabajo,
porque es con este con el que ha de alimentarse, gozar, instruirse, vivir, en fin, el
productor. No produciendo más que una sola especie de mercancías, pero en mayor
cantidad de la que para sí necesita, entra entonces con sus productos sobrantes en el
cambio de las subsistencias al objeto de procurarse todas las que le son precisas. La
satisfacción de las necesidades se produce luego como consecuencia, como resultado de
la práctica del deber a proporcionarse cuanto necesita.
Así como la cantidad de trabajo depende, en general, de la voluntad individual,
así la satisfacción de las necesidades dependerá también de la actividad del individuo.
Para gozar de los productos de otros individuos es necesario la transición del cambio, el
contrato. La primera de todas las necesidades individuales consiste en procurar por el
trabajo los medios de alimentarse física, moral, intelectualmente. No se pasa de la
producción al consumo sin una solución de continuidad que es el cambio, función social
tan principalísima que comprende en su sentido más general toda la vida de las
asociaciones humanas.
Cuando se prescinde de uno cualquiera de los tres términos, producción, cambio
y consumo, no hay realmente vida social.
La posesión es para el individuo todo acto mediante el cual entra en el uso de
una parte de la riqueza, y así la libre posesión de la riqueza general se verifica mediante
nuestra primera afirmación de la comunidad de los elementos de trabajo.
La propiedad es para el individuo todo acto en virtud del cual dispone de como
mejor le cuadre de cuanto va unido a su personalidad, que es su trabajo intelectual, su
trabajo estético y su trabajo físico, y así la propiedad en toda su generalización se
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verifica en virtud de nuestra segunda afirmación del derecho individual al producto del
trabajo, cualquiera que sea la forma que este revista.
La solidaridad es asimismo para el individuo también, todo acto conforme al
cual se asegura a los demás contra las contingencias de lo imprevisto, y así la
solidaridad encuentra su más lata expresión en el tercer término por nosotros afirmado,
o sea en el libre funcionamiento de todas las asociaciones, forma verdaderamente
anárquica de la cooperación societaria.
¿Dónde está la incompatibilidad del colectivismo con la anarquía, si aquel no es
en suma más que la misma libertad de acción?
Nosotros no tememos los resultados de la libertad. Sean cuales fueren, venimos
obligados a aceptarlos. Por eso no razonamos conforme a las posibles consecuencias de
tal o cual hecho sino conforme a la lógica inflexible del mismo principio de la libertad.
Hacer lo contrario se significa ya una desconfianza de nuestro común principio
fundamental, desconfianza que es, o poco menos, una negación de la anarquía.
Que la sociedad entre en uso libre y común de todos los elementos necesarios a
la producción, suprimiendo como factor inútil al Estado, y dejemos que la cooperación
individual, que la libertad, resuelva y regule todos los asuntos a la organización de la
producción, del cambio y el consumo anejos.
Tal es, en suma, nuestra aspiración económica, completamente anarquista, tanto
en sus principios como en sus consecuencias. —R. M.
C. A. El Productor. Vigo- R. M —Recibida la tuya y el original. Mandamos un
paquete libros y periódicos y otro de un libro. Vigo- R. M —Recibido el original. Se
manda el número que pides y un paquete de periódicos. [repetido en el original]
13/11/1890 El Productor, BCN, 13 Noviembre de 1890, año IV, n.º 217.
Discusión: Comunismo, individualismo y colectivismo.
Prometimos en dos de nuestros artículos demostrar que los individualistas, los
colectivistas y los que se titulan simplemente anarquistas no queremos salvo diferencias
de detalles, más que una sola y misma cosa, la cooperación voluntaria para la
producción y el consumo, basada en el libre acceso o socialización de todos los medios
de producción, y tócanos hoy naturalmente cumplir aquella promesa.
156
Es, en primer término, evidente la afinidad de ideas entre los individualistas y
los colectivistas. Quieren aquéllos, en su mayoría, que la posesión o usufructo de los
instrumentos del trabajo sea completamente libre a todos los miembros sociales. Aún
los menos avanzados son partidarios de la libertad de apropiación en tanto el propietario
haya de usufructuar directamente la cosa poseída, y de esto al libre acceso a los medios
de producir no hay diferencia alguna.
Queremos nosotros que todos los instrumentos del trabajo, tierra, máquinas, etc.,
pasen al fondo común y, estén, por tanto, a disposición de cuántos los quieran utilizar,
individuos o colectividades, y esto equivale a pretender lo mismo que los
individualistas, el libre acceso a todos los elementos de producción. Quieren ellos y
queremos nosotros igualmente, que el individuo, en uso de su legítimo derecho,
disponga libremente de los frutos de su trabajo; y proclamamos, por tanto, unos y otros,
un ideal común en el fondo, en lo esencial, aún que puedan separarnos pequeñas
diferencias de apreciación en determinadas materias secundarias.
La base, pues, de nuestro común ideal es la socialización de la riqueza. La
consecuencia inmediatamente afirmada, la libertad individual para proceder a la
organización del trabajo y de sus incidencias, para regular y desenvolver la vida social
por medio de la cooperación voluntaria; porque donde la iniciativa individual es un
hecho, la cooperación no obligada de nuestros días sustituirá la verdadera forma de la
asociación libre, la cooperación involuntaria, espontánea y natural.
Bajo este punto de vista nuestro acuerdo con el principio general de la libertad es
absoluto. La sociedad ha vivido siempre y vive aún hoy merced al hecho indudable que
dentro del sistema de la autoridad todos y cada uno de nosotros nos vemos forzados a
cooperar, con o contra nuestro gusto, a los fines convencionales de un orden y una
organización de toda las cosas completamente arbitrarios.
La sociedad vivirá, por oposición, dentro del sistema de la libertad mediante la
espontánea manifestación de la voluntad de los individuos para cooperar de esta o la
otra forma, con tales o cuales elementos, a estos o aquellos fines determinados. Es decir,
que si en un organismo fundado en la autoridad, la fuerza obliga a todos a obrar, en otro
organismo fundado en la libertad de la propia voluntad, el común deseo de todos y cada
uno será lo que únicamente obligue a los hombres a obrar, a producirse, a manifestarse,
a auxiliarse mutuamente. Es, pues, la cooperación voluntaria el ideal verdaderamente
anarquista de individualistas y colectivistas.
157
¿Pero acaso no quieren y proclaman este mismo principio los simplemente
anarquistas y aún algunos comunistas? En cuanto a los primeros bastará que recordemos
que proclaman la libertad individual para organizarse conforme al principio de
cooperación que se tenga por conveniente. Una vez obtenida la socialización o
comunidad de la tierra y demás instrumentos de trabajo, cada uno procederá como
mejor le parezca y le convenga. En unas partes, dicen, preferirán el colectivismo, en
otras el comunismo. Pues bien, quieren lo mismo que nosotros y lo mismo que otros
defienden el derecho individual al producto del trabajo, porque si el individuo puede
reservarse ese producto, y se lo reserva indudablemente cuando adopta el colectivismo,
es sin duda alguna porque tiene derecho a el; y si lo cede, la comunidad, pudiendo no
hacerlo, como indudablemente puede puesto que no viene obligado a aceptar la
comunidad, es también porque tiene derecho pleno a disponer de el como mejor le
cuadre. No hay medio posible que una entidad cualquiera pueda reservarse o no una
cosa sin que de pleno se le reconozca el total derecho a ella. ¿Qué importa que en bien
de la común harmonía o por temor a las dificultades que pueda presentar la aceptación
de una consecuencia declinable, se limiten estos nuestros compañeros, a arrinconar dos
o tres palabras más bien que dos o tres ideas? Podrán prescindir de los términos
comunismo, colectivismo e individualismo, pero en sus manifestaciones surgirá
naturalmente cualquiera de las ideas que aquellos términos representan, y acabamos de
ver como sin duda alguna son colectivistas los que se apellidan anarquistas sin
adjetivos, y quieran por tanto lo que queremos colectivistas e individualistas, la
cooperación voluntaria para la producción y el consumo, basada en la comunidad o libre
acceso a los medios o instrumentos de trabajo.
Los mismos comunistas a que hemos hecho referencia, los que se han
manifestado recientemente en un periódico italiano de tan corta vida como célebre entre
todos los que amamos las ideas anarquistas, quieren y piensan lo mismo que nosotros.
Ellos rechazan igualmente el principio de distribución según las necesidades
individuales y el que pudiera hacerse según las capacidades. Herían o pretendían herir a
un mismo tiempo dos ideas. En cuanto a las nuestras no resulta ni puede resultar el
argumento. Nuestro lema a cada uno según sus obras, su capacidad, es como el producto
íntegro una sencilla locución sin más valor que el de una protesta, y por el no reñiremos
ciertamente ni un minuto. Realmente una vez proclamado el derecho individual al
producto del trabajo, esos lemas importan poco o nada porque es la libertad quien ha de
158
darnos las formas de organización par el trabajo y para la distribución de sus productos.
Distintos tiempos, circunstancias y lugares; diversas necesidades, actitudes y
conveniencias producirán distintas maneras y formas de distribución, y es precisamente
esto lo que, en resumen, sostenían aquellos compañeros. Esencialmente estaban de
acuerdo con nosotros toda vez que dejaban a la iniciativa individual el derecho de obrar
libremente conforme a las ideas y las necesidades particulares.
Puede decirse que estos dos últimos elementos del socialismo revolucionario han
venido a concurrir en un mismo punto partiendo de otros extremos opuestos: los
simplemente anarquistas por derivación del colectivismo, apartándose del aspecto un
tanto dogmático que algunos atribuyen a esta idea; los comunistas por derivación del
comunismo intransigente que profesan la mayor parte de sus correligionarios. Pero
ambos han venido a afirmar la cooperación voluntaria y el derecho individual, esto es,
el colectivismo puro, el colectivismo sin ningún género de sabios autoritarios ni
dogmáticos.
En la lucha de los dos principios opuestos, comunismo y colectivismo, debía
necesariamente surgir la idea de un término o justo medio, a la vez que ambos se
purificaban y determinaban mejor. Esto es lo que, en efecto, ha sucedido. El justo medio
lo representan los que se apellidan anarquistas sin distinción de principios económicos.
Pero ya sabemos que el justo medio es un producto eclecticismo filosófico y como
todos los pretendidos justos medios no resuelven nada ni para nada sirven sino es para
amortiguar la oposición de las ideas, oposición tanto más necesaria cuanto de prescindir
de ella vale tanto como renunciar a la investigación y determinación de la verdad. En
cuanto a la purificación, por así decirlo, de los dos ideales citados, es indudable en que
lo que al colectivismo se refiere, y no pasará mucho tiempo sin que el comunismo,
cediendo la influencia del medio en que se desenvuelve, se amolde también a principios
menos absolutos y más próximos, por consiguiente, a los nuestros.
Un hecho evidente es, pues, que entre los anarquistas no hay en realidad más que
dos escuelas económicas y que de estas la que goza de mayor preponderancia contra lo
que generalmente se cree, es la colectivista, porque de hecho las supuestas diferencias
de que hemos hablado son diferencias de palabras no de ideas.
Así como poco a poco se ha modificado la opinión que del colectivismo se
formaban nuestros amigos de otros países, así se irá viendo en que resumen nada nos
159
separa de los individualistas y de los que no se deciden por ninguna de las dos escuelas
dichas.
Cuantos hayan leído los periódicos anarquistas del exterior en épocas no muy
lejanas y los lean hoy, podrán apreciar la inmensa diferencia que existe en sus
apreciaciones de ayer y sus apreciaciones de hoy con respecto al colectivismo.
Cuando aquí casi lo abandonamos, empieza a hacérsele justicia fuera. Su
rehabilitación, pues, se la deberá en sus enemigos en primer término, y su triunfo es hoy
más que seguro para el porvenir.
Esperamos confiadamente en que el buen deseo de todos y la imparcialidad de
los adversarios producirá en un día no lejano la aceptación universal del colectivismo,
del mismo modo que universalmente es aceptada por los Revolucionarios la Anarquía,
la idea madre por cuyo triunfo luchamos.—R. M.
C. A. El Productor. Vigo-. R. M.— Recibida la tuya.
27/11/1890 El Productor, BCN, 27 Noviembre de 1890, año IV, n.º 217.
C. A. de El Productor. Vigo- R. M. — Recibida la tuya. Escribo.
04/12/1890 El Productor, BCN, 4 Noviembre (sic) 1890, año IV, n.º 224.
Apuntes Bibliográficos
Nuestro amigo Dyer D. Lum, editor del valiente periódico anarquista The Alarm
después del brutal asesinato de nuestros compañeros de Chicago, acaba de publicar
como hemos anunciado oportunamente, un libro interesantísimo con el título The
Economics of Anarchy.
La indudable importancia de aquel estudio, nos obliga a consagrarle todo el
espacio necesario para que nuestros compañeros puedan apreciar por sí mismos las
ideas económicas del autor de The Economics of Anarchy.
Preferiríamos naturalmente publicar integro el libro, pero siéndonos
completamente imposible hacerlo, hemos de procurar en cambio dar un resumen
compendioso del mismo.
Consta este libro de once capítulos, en los que se analizan de una manera tan
breve como precisa, los principios de la economía bajo el punto de vista anarquista,
160
proclamando como consecuencia la tierra, el trabajo, el capital y el cambio
completamente libres, la organización del crédito mutuo y de la seguridad general, y la
emancipación total del crédito. La exposición doctrinal de todas y cada una de las partes
de este libro, es rigurosamente lógica e inatacable; pues se desenvuelve en total acuerdo
con los principios de la libertad igualitaria, como la designa el propio autor.
Examinaremos por partes este importante trabajo. Comienza con una digresión
acerca del progreso, y establece el principio general aceptado por todos los sociólogos, a
saber: que el movimiento que va de la cooperación forzosa a la cooperación voluntaria,
del reinado del militarismo al designado con el nombre del tipo industrial o
industrialismo; o bien, usando el lenguaje de Herbert Spencer, "del régimen del Estado
al régimen del contrato". Acepta el autor los principios de análisis del evolucionismo, y
demuestra el hecho de que el tipo militante en la organización social pertenece al
pasado, y el tipo industrial, basado en la ley de la libertad igualitaria, corresponde al
porvenir. La cooperación voluntaria, expresión del segundo, no requiere dirección,
autoridad alguna, y es naturalmente el fin del proceso social que en su desenvolvimiento
permanente tiende a eliminar cada vez más la intervención gubernamental y a
consagrar, por consecuencia, la libertad individual. Esta es la base primera, fundamental
y necesaria de toda harmonía en la vida de los seres humanos. Por eso Dyer D. Lum
afirma que el poder no reside más en un número determinado de individuos que en un
solo individuo; por eso rechaza el socialismo de Estado y el llamando Nacionalismo,
una de las formas de aquel sustentada por el economista americano George, porque el
socialismo de Estado y el Nacionalismo son la negación del progreso, puesto que
contienen el germen de la autoridad, opuesto en absoluto a la ley de la libertad igual, a
la cooperación voluntaria, ajena a toda dirección y a todo gobierno.
Una vez reconocida la iniciación del industrialismo en la vida social, es preciso
examinar cuales son los obstáculos que se oponen a su desenvolvimiento espontáneo,
qué es lo que favorece la tendencia de la libertad individual y qué es lo que la restringe
y la anula.
Para esto se impone antes un análisis previo de los principios fundamentales de
la economía. Carlyle, dice el autor, ha calificado a la ciencia económica de "Ciencia
Siniestra", pero hay que tener en cuenta que se ha operado un cambio muy notable en
esta materia. Los mismos economistas han reconocido que no hay más razón para
calificar a la economía, economía política que economía religiosa, y el dictado política
161
ha sido suprimido de hecho, porque la economía se estima hoy más bien bajo el punto
de vista de la justicia abstracta, que de las necesidades accidentales del Estado. Así la
economía deja de ser "Ciencia Siniestra" y debe considerarse como la ciencia que trata
del orden normal de las relaciones industriales, excepción hecha de las trabas que la
religión antes y la política hoy, interponen para frustrarlo, apelando a agentes extraños y
artificiales. La economía puede ser compendiada brevemente en cinco secciones que
constituyen sus principios fundamentales, a saber: Tierra, Trabajo, Capital, Cambio y
Seguridad; clasificación que Lum toma del trabajo de Víctor Drury, que publicamos en
Acracia, y cuyo rigorismo demuestra de una manera brillantísima para analizar luego
una por una esas cinco secciones de la ciencia económica.
Se pronuncia desde luego por el libre acceso al uso y ocupación de la tierra, sin
limitación algina, rebatiendo, de acuerdo con los anarquistas, el acaparamiento, el
privilegio de la renta y la usurpación. El uso de la tierra es una necesidad esencial de la
existencia, y no hay otro medio de garantizar a todos la satisfacción o goce de esa
necesidad que el de la libertad completamente igualitaria, en virtud de la que ningún
título de propiedad es valedero, salvo el de la misma ocupación y el propio uso. Esta
libertad no debe encontrar tampoco limitación alguna en la cantidad de tierra necesaria
para el uso general, puesto que toda la población del globo podría vivir bien en Europa
con menos densidad que la que hoy tienen algunas localidades. Luego, concluye: uno de
los principios fundamentales de la economía es la tierra libre.
Del mismo modo proclama Dyer D. Lum el trabajo libre, afirmando que no
basta que la tierra lo sea para obtener la libertad de aquel y demostrando que hay que
remover todas las condiciones en que el trabajo se verifica para emanciparlo
definitivamente. Se necesita no tan solo que la tierra sea libre, sino que también que el
trabajo lo sea, suprimiendo todas las restricciones que cohíben la actividad individual,
de tal modo, que por el ejercicio del trabajo se obtenga una total recompensa sin que
intervenga factor alguno extraño que la merme.
¿Cuáles son estas restricciones?¿Qué es lo que se opone a que la tierra libre sea
para el trabajo libre?
Esto es lo que se propone examinar el autor al mismo tiempo que estudia el
modo de ser del capital, el cambio y la seguridad, y esto dejamos nosotros para nuestro
próximo artículo.
R. M.
162
11/12/1890 El Productor, BCN, 11 Diciembre de 1890, año IV, n.º 222.
C. A. El Productor. Vigo- R. M.—Recibida la tuya. Escribo.
25/12/1890 El Productor, BCN, 25 Diciembre de 1890, año IV, n.º 224.
Apuntes Bibliográficos
Libre el individuo para cultivar la tierra, libre también para trabajar en las
aplicaciones industriales por disponer libremente del capital necesario a toda empresa o
designio, y libre asimismo el cambio de los productos, necesítase solamente organizar el
crédito y la seguridad social para obtener la total integración de la libertad por medio de
una nueva fórmula societaria: la anarquía.
El crédito organizado libremente, como una de las aplicaciones de la
cooperación voluntaria, es una deducción que paralelamente a las establecidas ya,
afirma Dyer D. Lum en su folleto. Es preciso, según el, desmonetizar el oro y la plata,
para que no sean a un mismo tiempo mercancía y signo de cambio susceptible de
acaparamiento y privilegio, y proclamar la libertad de constituir bancos o oficinas de
crédito mutuo y gratuito. Esta clase de organismos, no solo es aplicable a las
necesidades de localidad, sino también a las nacionales e internacionales, porque se
obtienen por la adhesión voluntaria de los productores, que son sus propias garantías, en
su doble calidad de acreedores y deudores con referencia a dichas oficinas.
Acepta a este fin la teoría proudhoniana del crédito mutuo y gratuito, o lo que es
lo mismo, la generalización del billete de cambio representativo de trabajos
determinados, y distinto, por tanto, de la moneda. Este billete de cambio lanzado a la
circulación, verifica el cambio directo de los productos, pues suprime el cambio de las
equivalencias en dinero o papel, y así el valor de un trabajo viene a ser el trabajo
mismo, evitando la variabilidad de los valores que la libre concurrencia determina en
todos casos. El crédito, así emancipado, supone el cambio de los productos a precio de
coste, desapareciendo la necesidad de determinar el equivalente del producto individual,
obstáculo al parecer insuperable para los que juzgan de las cosas conforme a
preocupaciones contrarias al principio de libertad.
En resumen: a las preguntas ¿cómo organizar el crédito sin la intervención
gubernamental y sin que el interés surja de nuevo como un privilegio del capital?
163
¿Cómo proceder para organizarlo de pueblo a pueblo y de nación a nación? Dyer D.
Lum contesta, como siempre, por la cooperación voluntaria, y solo por la cooperación
voluntaria.
Deduce luego algunas consecuencias importantes, tales como la de que la
división del trabajo es esencial al Progreso, pues los males que al presente sentimos no
vienen de ella, sino de la subordinación de la misma; la de que la concurrencia es propia
de la libertad, pues lo que hoy conocemos con aquel nombre no es la concurrencia sino
el monopolio, su contrario, y entra desde luego a tratar el problema de la seguridad
social.
Demuestra que con la libertad el estímulo más bien se acrecienta que
desaparece, lo que constituye una garantía social, pues asegura a todos la satisfacción de
las necesidades y de los goces, y cita a tal propósito estas notables palabras de Paine:
"Hay una aptitud natural en el hombre, y más aún en la Sociedad, porque
comprende una gran variedad de disposiciones y recursos, para adaptarse a cualquier
situación en que se encuentre. En el instante preciso en que el gobierno es suprimido, la
sociedad empieza a obrar, surge inmediatamente una asociación general y la comunidad
de intereses produce la seguridad común.
Cuando todos los hombres gozan de iguales derechos, cada uno comprende la
necesidad en que se halla de proteger los derechos de los demás, como condición
efectiva de su propia seguridad.
La igualdad de derechos no es un asunto de opinión, sino de derecho, y por
consecuencia de principio; los hombres no tienen aquellos derechos por la garantía de
cada uno, sino que los tienen en virtud del que cada cual tiene por sí mismo.
El que quiera asegurar su libertad propia, necesita guardar de la opresión a su
propio enemigo, porque si viola este deber establece un precedente que le puede ser
funesto".
¿Cómo dudar, por tanto, de que la seguridad social ha de organizarse por el
principio general de la cooperación voluntaria?
¿Las relaciones comerciales en grande escala, no tendrían una garantía de
seguridad mediante la cooperación voluntaria de todos los productores organizados en
agrupaciones gremiales y en federaciones de gremios?
164
¿Los trabajos penosos, no tendrían también la garantía de ser realizados
mediante una mejor retribución voluntaria y más aún en la espontaneidad individual?
Y por último, ¿la seguridad personal, no ha de poder organizarse del mismo
modo?
Hoy mismo las asociaciones de seguridad mutua son innumerables. Hay la
vigilancia nocturna organizada privadamente en casi todas las grandes poblaciones. La
mayor parte de los cuerpos contra-incendios son de organización especial, basada en el
ingreso voluntario. Los propietarios, para asegurar sus casas contra el fuego, no acuden
ya a una sociedad exclusiva, sino que se aseguran ellos mismos por medio de la
asociación. La organización de la seguridad por el Estado pierde cada vez más terreno,
y en cambio lo ganan las asociaciones particulares, que se multiplican sin cesar.
La cooperación voluntaria es, pues, en este caso también la verdadera solución al
problema.
La libertad basada en la igualdad de condiciones, debe ser la piedra angular del
edificio social.
El contrato, o el libre pacto, el instrumento necesario para la realización de todos
los fines humanos. El principio de la cooperación voluntaria se impone así de un modo
general en todos los modos de la vida social, y el gubernamentalismo desaparece al
surgir la administración social voluntaria. Nada de sistemas previos; la libertad y solo la
libertad puede emanciparnos. Cada productor, disponiendo libremente de los medios
necesarios para trabajar, tierra y capital; pudiendo cambiar libremente y libremente
también usar del producto de su trabajo, su propiedad; pudiendo dar y aceptar crédito
gratuito para obtener los suplementos necesarios al trabajo; pudiendo asegurarse con el
concurso de los demás y asegurando a estos prestando el suyo, cada productor, decimos,
se hallará así en posesión de todos sus derechos y en igualdad absoluta de condiciones
para concurrir a la vida general en todas sus manifestaciones, y la emancipación
definitiva de la humanidad se habrá realizado.
Tales son, a grandes rasgos, las ideas generales expuestas en The Economics of
Anarchy, ideas que están en su mayor parte de acuerdo con las doctrinas del anarquismo
revolucionario.
Algunas afirmaciones secundarias dan demasiada fuerza a la nota individualista,
pero en general comprende el folleto los principios más fundamentales de la anarquía,
mostrándose su autor de acuerdo con los colectivistas y con los comunistas italianos,
165
que proclaman ante todo el libre pacto para la organización de la sociedad,
concluyendo, por tanto, todo sistema general, y que vienen así a concurrir con la mayor
parte de los anarquistas en una misma concepción de la sociedad futura, esto es: en la
organización por medio de federaciones de productores, voluntaria y libérrimamente
constituidas.
Es, pues, el folleto de Dyer D. Lum un trabajo notable bajo el punto de vista de
la propaganda y del análisis y exposición de nuestras doctrinas, folleto que no
necesitamos recomendar a cuantos gusten del estudio y tengan tiempo que consagrarle,
porque por lo dicho toda recomendación huelga. -R. M.
C. A. El Productor. Vigo-R. M.— Recibida la tuya. Escribo.
01/01/1891 El Productor, BCN, 1 Enero de 1891, año V, n.º 225.
C. A. El Productor. Vigo-R. M.—Recibido el original.
08/01/1891 El Productor, BCN, 8 Enero de 1891, año V, n.º 226.
C. A. El Productor. Vigo-R. M.— Recibido el original. No se han recibido más
que dos artículos bibliográficos. Extraviado uno.
15/01/1891 El Productor, BCN, 15 Enero de 1891, año V, n.º 227.
C. A. El Productor. Vigo-R. M.— Escribo.
05/02/1891 El Productor, BCN, 5 Febrero de 1891, año V, n.º 230.
C. A. El Productor. Vigo-R. M.— Entregada a E. la tuya. Mando cuadernos y
folletos. Adeudas en junto 3'20 ptas. de Certamen.
12/03/1891 El Productor, BCN, 12 Marzo de 1891, año V, n.º 235.
C. A. El Productor.-Vigo- R. M. — Recibidas 6 ptas. Escribo.
31/03/1891. Vigo, 31 de marzo de 1891. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
166
N.º 21 = El Topógrafo 3º supernumerario D. Ricardo Mella acompaña
instancia solicitando el reingreso en el cuerpo al que pertenece.
09/04/1891 El Productor, BCN, 9 Abril de 1891, año V, n.º 239.
C. A. El Productor. Vigo- R. M.—Recibida 1 pta. Mando dos tomos
encuadernados.
16/04/1891 El Productor, BCN, 16 Abril de 1891, año V, n.º 240.
Tribuna del Trabajo
A los trabajadores de Vigo. Compañeros:
Nunca como en los presentes momentos es necesaria la unión de los
trabajadores, de los eternamente explotados por los acaparadores de la común riqueza.
Hoy, que sin distinción de fronteras, de lenguas y de razas, todos los
desheredados de la fortuna buscan por si propios su completa emancipación social;
cuando los lamentos de nuestras esposas y nuestros hijos nos hacen pensar en lo injusto
y anacrónico de la actual organización de la sociedad que condena a los más a la miseria
y a la muerte horrible, como consecuencia de aquella, y a los menos al goce y disfrute
de todo cuanto constituye la social riqueza, sería un crimen el que nosotros
permaneciésemos indiferentes y contribuyésemos con nuestro abandono a hacer más
duradera nuestra esclavitud.
Los partidos políticos siempre procurarán halagarnos para que al encumbrarlos
mereced a nuestra vertida generosamente en los combates, a la altura del poder
contesten con el más soberano desdén a nuestras justas quejas.
Hemos sido siempre carne de cañón, que lanzaban a la lucha para poder saciar
después sus criminales y egoístas deseos de mando.
Desengañémonos, pues, de tanta farsa, y convenzámonos de que la
emancipación de los trabajadores obra de los trabajadores mismos ha de ser.
Nadie, absolutamente nadie, ha de libertarnos del yugo que hoy sufrimos.
Urge, por lo tanto, nuestra organización como clase en frente de los que hoy nos
oprimen y detentan el fruto de nuestro trabajo.
El día 1º de Mayo es el señalado por los trabajadores del mundo para llevar a
cabo el más glorioso acto que en la historia del proletariado ha de registrarse.
167
No hemos de ser nosotros los últimos en contribuir a su mayor transcendencia, y
os invitamos a que sin dilación deis muestras de entereza, para que en la fecha antes
citada podamos hacer comprender a nuestros burgueses y a nuestros hermanos que los
trabajadores de Vigo se asocian y conciertan para marchar con sus compañeros a la
conquista de nuestra libertad económica.
Solo así es como en plazo no lejano podremos decir a nuestros explotadores que
no estamos dispuestos a continuar por más tiempo siendo víctimas de su rapacidad y de
su codicia.
Os desean salud
Varios Obreros
Vigo Abril de 1891
16/04/1891 El Productor, BCN, 16 Abril de 1891, año V, n.º 241.
Misceláneas.-La Sección de Oficios Varios de Sevilla se ha propuesto publicar
una serie de folletos de propaganda anarquista, comenzando sus tareas por Sinopsis
Social; la Anarquía, la Federación y el Colectivismo, trabajo publicado anteriormente
en el periódico La Solidaridad.
La circunstancia de ser un estudio ya conocido, hace innecesario explicaciones y
juicios por nuestra parte, haciendo constar solamente para cuantos no lo conozcan, que
es un trabajo muy meditado y muy bien escrito, digno de leerle cuantos se ocupan de los
problemas sociales.
Este interesante folleto que ya ha visto la luz pública, pueden adquirirlo los
compañeros al precio de 10 céntimos el ejemplar, y el paquete de 25 ejemplares al
precio de ptas. 1'50, dirigiendo los pedidos a Manuel Soto, calle Teodosio, núm. 24,
Sevilla; advirtiéndose de que no se servirá ningún pedido que no vaya acompañado de
su importe.
Movimiento Obrero Interior. Vigo. Con actividad trabajan nuestros
compañeros en la preparación del movimiento de Mayo. El sábado último se celebró un
meeting que tuvo por objeto organizar a los trabajadores de esta localidad.
A la hora de cerrar el número recibimos carta de nuestro corresponsal en esta,
que publicaremos en el número próximo.
168
19/04/1891 La Vanguardia, Semanario Federal, Vigo, 19 Abril de 1891, año I, n.º 2.
Siluetas
Juan vuelve de la calle, lleno de barro, roto y desgreñado. El instinto de la guerra
y el odio de clase viven ya en el. Acaba de arrojar un puñado de tierra fangosa al
brillante clak de un transeúnte. No huye por miedo al señor, corre por temor a los
azules.
Su pobre madre lo recibe furiosa. Le riñe, le pega y después llora. Es un granuja,
un tunante que se goza en hacer daño a todo el mundo, pero ¡es su hijo!.
Juan calla, sufre avergonzado la reprimenda materna y al fin pide perdón y
promete enmendarse. Ahora llora la falta cometida. ¡Es un niño que siente, un pilluelo
honrado!
***
Pedro acaba de llegar, entra en su casa trinando contra la oficina, el mal tiempo
y el barro. Es el protegido de un diputado de la mayoría y disfruta un empleillo de
cuatro mil reales. Es el hombre de la casa y no tolera ni el menor descuido ni la más
ligera queja. Si no le dan gusto, grita, patea y apostrofa a todo el mundo. Es altanero y
soberbio.
El día acaba siempre para la infeliz madre con un agravio de su hijo; para su hijo
con un triunfo sobre su madre, sobre sus hermanos, sobre todos, sobre el mundo entero.
Si le apuran mucho toma el sombrero y el bastón y se dirige al café
menospreciando cuanto le que le rodea.
Allí le esperan sus amigos, jóvenes de la buena sociedad, que siempre le reciben
orgullosos de tenerle en su mesa porque es un chico aprovechado, simpático, amable,
digno y honrado. ¿Quién conocerá al señorito del hogar en el señorito del café?
***
Las dos madres son viudas. La una vive en la miseria descarada; la otra vive en
la pobreza orgullosa, oculta. La una trabaja y sufre, la otra sufre y trabaja. Son dos seres
que la sociedad asesina en el silencio, en el secreto de dos hogares escondidos. ¡Dos
infortunios! ¡Dos desgracias!
***
169
Cuando el dinero se acaba el hambre empieza. En la casa de Juan no hay dinero;
se han agotado todos los recursos y la pobre madre anonadada, se acurruca en un rincón
y llora silenciosa su miseria.
Juan anda allá en la plazuela sin acordarse de su estómago. Sabe ya bastante
para saber que no puede tener hambre y no la tiene. Es un filósofo surgido del fango del
arroyo, y piensa que es inútil sentir hambre cuando falta que comer.
De noche ya, vuelve a su casa y allí ve a su madre que ni aún valor para hablarle
tiene. Recorre con la vista la mísera habitación y observa la desnudez en que viven y
repara en las lágrimas de su madre. Una idea cruza rápida por su cerebro: ¡Su madre
llora! Entonces en su fisonomía aparece algo siniestro, lúgubre, terrible. Duda un
momento y después sale. ¿A dónde va?
************************************************************
************************************************************
Juan, sin valor para robar, pero decido a secar la lagrimas de su madre, va
implorando por todas partes una limosna. Casi nadie se fija en el, todos continúan su
camino indiferentes.
El desprecio unánime de los demás no le acobarda, y al fin el pilluelo lleva a
media noche pan para su madre, luz para su casa, leña para el fuego.
El pilluelo mendigo, antes filósofo, es feliz en este instante. Su estómago
generoso renuncia a los beneficios de la colecta: ¡son para su madre!
***
Hay otra casa donde falta también todo alimento. Es la casa de Pedro. El fin de
mes es un suplicio para los que viven del erario público. La infeliz viuda no llora;
tiembla al solo recuerdo de la vuelta de su hijo. ¿Qué le dirá? ¿Cómo acallar su furia?
Pedro llega, como todos los días, maldiciendo y renegando de cuanto le rodea.
Observa el terrible silencio de su casa y adivina el motivo para enardecerse más y más.
Busca a su madre y la increpa: "Gasta más de lo que puedo; derrocha lo que a el tanto
trabajo le cuesta y después ni aún sabe buscar un pedazo de pan para sus hijos".
Tantas acusaciones exasperan a la desgraciada madre y una frase terrible se
escapa de sus labios, ¡mal hijo! ¡mal hijo!
Pedro arrebatado por la cólera, devuelve injuria por injuria, echa en cara a su
madre la limosna que la da, reivindica la soberanía de la casa para sí y cuando la viuda
170
pretende arrojarle del hogar, se vuelve airado y grita furioso que allí es él, el dueño de
todo y ella un cero a la izquierda, un trasto inútil que conserva por caridad, y termina
amenazando, jurando que la echará a la calle, por la puerta, por el balcón, por donde
pueda.
¡Hijo infame maldice a su madre! ¡Réptil cobarde, amenaza a una débil mujer!
Y en tanto la mujer yace desmayada, Pedro se aleja satisfecho de su obra y como
media hora después tranquilamente en un restaurant sin tener un solo recuerdo para sus
hambrientos hermanos, para su madre enferma. ¡Todo por él, todo para él!
***
Juan no recibe ya otras limosnas que groserías y durezas de los transeúntes. Le
maltratan, le insultan, le arrojan al rostro su holgazanería y su desvergüenza. Anhelos de
venganza acuden a su pecho; estallan en su cabeza ideas feroces. Todos aquellos
miserables bien vestidos se burlan, escarnecen su pobreza e injurian a su madre, a su
madre que se muere de hambre.
El que dobló siempre humilde la cabeza, el que jamás pensó en igualarse a sus
semejantes, el que satisfecho y feliz se creyó inferior, pequeño, raquítico, sin pena y sin
dolor; sintióse un día hombre igual al hombre, ser libre y digno, honrado y noble, y
acudió a su cabeza toda la sangre de sus venas y latió violento su corazón. Entonces le
humilló la limosna, causóle vergüenza su miseria y fue a ocultar en un rincón su dolor
inmenso.
Caos ignoto en que se ahíta el pensamiento, profunda oscuridad que a la razón
envuelve, momento terrible de penosa duda fue aquel en que el niño granuja, filósofo y
mendigo más tarde, vino a caer, con la instantánea visión de su nobleza, su dignidad y
su honra en la vergüenza social que el mundo calificó de delito. Desafió terrible a la
masa anónima que le condenaba, y buscó atrevido y temerario, pan para su madre,
hierro para sus brazos y vergüenza eterna para su conciencia.
***
Han transcurrido veinticuatro horas, ha olvidado ya la escena del día anterior. En
su semblante no hay la menor alteración.
La madre permanece sombría, casi exánime, sin voluntad, sin fuerza, sin vigor.
Es un cadáver galvanizado, es una sombra viviente.
Pedro no se inquieta por esto. Piensa en su estómago y su bolsillo.
171
El restaurant es hoy imposible y es necesario comer. Pavoroso problema que
empieza a inquietarle. Interroga a su madre y no obtiene respuesta. Irritado ya pregunta
de nuevo y una mirada formidable, un radio de odio naciente, lo deja por un instante
anonadado. Es su madre, es el cadáver de la pobre viuda que, en un último esfuerzo de
la voluntad, le mira terrible.
Apenas despliega los labios, su madre grita en un acceso de indignación
justísima: ¡Vete, infame!
Y Pedro aterrado por primera vez en su vida abandona el hogar donde un
momento más tarde espiraba la pobre mártir agobiada por el dolor.
***
Han transcurrido algunos días. De una casa de aspecto miserable sale un joven
andrajoso, atado codo con codo, que la benemérita guardia civil conduce a la cárcel.
Detrás una infeliz anciana caminaba llorando amargamente.
El joven lleva la cabeza inclinada sobre el pecho y mira avergonzado hacia el
suelo. Es un ladrón, y la sociedad le castiga justiciera. Es el pilluelo, es el filósofo, es el
mendigo, es el hijo.
De otra casa de regular apariencia salen muchas personas decentes vestidas de
etiqueta. Allá dentro, un joven bien parecido, que mira altivo y sereno hacia todas
partes, recibe el pésame que sus amigos van a darle por la muerte de su madre. Todos
los compadecen, le consuelan, por aquella pérdida irreparable.
Palidece a veces, enrojece otras, llora a ratos, y se conduelen de su desgracia.
¡Es un buen muchacho que ha cumplido con sus deberes, y la sociedad le agasaja
cariñosa. Es un buen chico... que ha matado a una mártir.
***
De estos dos dramas terribles que se repiten lejos de la superficie de la vida
social, no queda ni un recuerdo. Esto es todo.
HOPE
Vigo Abril 1891
23/04/1891 El Productor, BCN, 23 Abril de 1891, año V, n.º 242.
172
Comunicaciones
Vigo, 12 Abril de 1891
Compañeros de El Productor:
El sábado, 11, hemos celebrado una reunión de trabajadores en la que se
propagaron las ideas de emancipación social y la necesidad de organizarse.
Más de 300 obreros acudieron al llamamiento, y aunque reina algún desaliento, a
causa de las malas artes á que apelan los burgueses, esperamos arribar a un acuerdo
general.
Por de pronto se han explicado ideas revolucionarias por nuestros compañeros
Martín, Constenla, Nogueira y Mella, habiéndose acordado a propuesta de uno de ellos,
suspender los trabajos el 1.º de Mayo y celebrar un meeting de propaganda y adhesión
al movimiento general, ya que por el momento no podemos secundarlo como deseamos.
Sin embargo se hace lo posible por conseguir el paro general.
En dicha reunión quedó definitivamente constituida una Sección de oficios
varios, compuesta de 93 socios y se procederá inmediatamente a la organización de los
oficios que cuenten con un número regular de inscritos.
Probablemente los primeros que se organizarán serán los herreros, los canteros y
los carpinteros.
Sin otra cosa por el momento os desea salud y R. S.
El Corresponsal.
C. A. El Productor. Vigo.—R. M.—Recibidas 7 ptas. Agotados los folletos que
pides. Escribo á Sevilla. Vigo.—F. C. V.—Mando los dos paquetes.—Escribo.
03/05/1891 La Vanguardia, Semanario Federal, Vigo, 3 mayo 1891, año I, nº 3.
Lo que es la anarquía
Vienen, hace días, ocupándose los más importantes diarios de la península –
acaso todos- de la interesantísima cuestión que hoy preocupa al orbe entero: el problema
social.
A tal efecto celebran conferencias, solicitan opiniones, preguntan, inquieren y
van buscando aquí y allá el rayo de luz, con que pretenden iluminar el tenebroso fondo
del asunto puesto sobre el tapete universal.
173
De todo lo que hemos leído sacamos la triste deducción de que, en nuestra
patria, apenas es conocido en toda su latitud el pavoroso problema. No es, por lo tanto,
inoportuna, la reproducción que vamos a hacer de parte de un folleto que ha circulado
con profusión entre los anarquistas, y del cual no hemos visto que se ocupase periódico
alguno en España.
Hela aquí:
"La anarquía es la traducción griega de este concepto terminante: sin gobierno"
No hay, pues, que buscar fórmulas para la libertad; ella las rechaza. El hombre la
posee en toda su integridad y de ella usa como mejor le place.
Pero la libertad individual y colectiva, diréis, traspasan los límites de la vida
privada y entra siempre en la vida de relación. ¡La autoridad es necesaria!
Nada de esto. La vida de relación es la misma vida individual, que se exterioriza,
y legislar sobre ellas es legislar sobre lo que es exclusivamente privativo del individuo.
Si queréis, pues, al hombre libre en lo que es particular, admitirlo libre también en lo
que es de relación.
El hombre libre no necesita más que del contrato para vivir en sociedad, no de la
ley contrato del momento para un objeto dado: he ahí todo. Su libertad ha de quedar
siempre a salvo, y es en nombre de esa misma libertad que puede o no contratar.
¡Dejadle que obre como bien le parezca! Obligarle es inútil; se burlará contra la
imposición.
La anarquía es por otro nombre la libertad. El abuso de esta segunda palabra ha
hecho adoptar la primera, más enérgica, más clara, dada la confusión de ideas
producidas por los sistemas políticos.
Si, pues, la anarquía no es más que la libertad en acción ¿por qué asustaros?
¿Queréis ser libres? Pues no lo conseguiréis mientras afirméis la autoridad y el
gobierno. Estas mismas palabras están pugnando con la de libertad, son antitéticas,
diametralmente opuestas.
La anarquía supone el libre funcionamiento de los individuos y de las
colectividades de los pueblos y de las naciones; funcionamiento espontáneo ajeno a toda
regla, a toda ley que no resida en ellos mismos como parte integrante de la naturaleza
que por ella se rige.
174
La relación de las funciones constituye lo que se llama vida social y en ella la
armonía resulta necesariamente de la mutua autoridad que en cada uno reside para
contratar, para producir, consumir, cambiar y gozar.
El gobierno supone por el contrario un perturbación en esa relación de
funciones, perturbación para la libertad de unos y otros, porque impone aún aquello
mismo que se desea ejecutar y este deseo hace completamente innecesario el mando.
Si por un momento hacemos abstracción del orden político actual, observaremos
que en el hogar, en la calle, en el trabajo o en las relaciones sociales, obramos
completamente con arreglo a nuestros designios, sin acordarnos de las leyes, aún
conociéndolas, sin cuidarnos de la autoridad, aún a ciencia cierta de que existe. Vamos
y venimos, nos movemos, contratamos a cada momento con el comerciante, con el
industrial, con el amigo, con cualquiera en fin, sin el menor inconveniente, sin el menor
tropiezo: obramos, en conclusión, libremente como si tal gobierno, autoridad y Estado
no existieran. Es más; cuando tenemos que salir de las cosas corrientes y nos vemos
obligados a acudir a un notario por la naturaleza del contrato, a un abogado por la del
pleito, o a una autoridad por la del asunto que hasta ello nos lleve, parece como que
despertamos de un sueño y acudimos, protestando de la molestia y de la violencia, al
notario, al abogado o a la autoridad en cuestión. ¡Cuánto no daríamos entonces por
resolver el asunto sin estos "molestos" trámites!
Generalizar esto mismo que en la evolución social se está verificando, romper
las trabas que impiden que la generalización se verifique, anular la presión que en todos
los sentidos se ejerce sobre el hombre, devolverle a la libertad y reintegrarle en sus
derechos, tal es nuestro ideal, tal es la anarquía.
Diréis aún que siempre existirá la autoridad moral que surge al momento de
entrar dos hombres en relación, que nunca acabaremos con la autoridad del inteligente
sobre el ignorante.
Enhorabuena. Nosotros tratamos de la autoridad creada, de la autoridad artificial
y artificiosa del hombre sobre el hombre. La autoridad moral, aparte de un carácter
inestable, no es un asunto de la jurisdicción social sino de la individual. Devueltos todos
los hombres a la libertad, que cada uno cuide de no someterse a una autoridad moral si
así lo cree conveniente. La sociedad no puede ir más allá: destruir e impedir todo poder
real de derecho y de hecho, es su misión. La autoridad moral que resulta de las
175
relaciones de dos hombres o más, no podrá nunca llegar a constituirse en un poder ni de
hecho ni de derecho.
La autoridad del inteligente sobre el ignorante es también una simple relación
que escapa al dominio de la sociedad. Tiene además una forma o naturaleza mucho más
inestable que la autoridad moral. Un hombre que se dedica a la fabricación de
sombreros tiene indudablemente más autoridad en esta industria que el que construye
relojes. Pero este a su vez se encuentra en relación inversa con aquel en cuanto a su arte
especial, la relojería. Lo mismo le ocurre al hombre de ciencia. De esta serie infinita de
competencias y autoridades no hay para que dar la solución. Hoy mismo sin
perturbaciones se mueven todas en su esfera de acción propia.
Por otra parte, a medida que la educación sea más completa y la instrucción más
enciclopédica, estas insuficiencias sociales e intelectuales, esa especie de autoridad
espontánea se limitará más y más reduciéndose en último término a una cuestión de
pura modestia y cortesía social.
La anarquía es, por tanto, la solución más perfecta de la ciencia sociológica.
Convertid las funciones de la autoridad en simples funciones administrativas y
tendréis una idea aproximada de nuestro sistema social y político.
Vuestros tenedores de libros os administran perfectamente y, sin embargo, no os
gobiernan. Os prestan un servicio a cambio de otro u otros servicios. He ahí todo.
Pues bien: nuestros administradores han de ser como vuestros tenedores de
libros. Obreros que nos presten el servicio de llevar la contabilidad de la cosa pública a
cambio de aquellos otros servicios que nosotros debamos prestarles.
La ley quedará de hecho suprimida. El contrato, como hemos dicho, vendrá a
substituirla lógicamente."
EL MEETING de los obreros
Como nos suponíamos, la mayoría de los trabajadores vigueses han hecho fiesta
el día 1º de Mayo.
Las numerosas reuniones que antes de la citada fecha han celebrado los obreros
no fueron estériles.
Aquí, como en todas partes, se conciertan para marchar unidos a la conquista de
lo que ellos llaman su emancipación económica.
176
Serían las diez y media de la mañana cuando dio comienzo en el Circo Bretón el
meeting al que, por medio de un manifiesto hecho circular profusamente el miércoles, se
invitaba a los que deseasen adherirse a lo que se ha dado en llamar la fiesta del
proletariado.
El local hallábase completamente ocupado por trabajadores de diversos oficios y
por algunas familias de los obreros.
El compañero Constenla, que presidía la mesa interina, después de usar de la
palabra para explicar el objeto de la reunión, invitó a los allí congregados a que
designasen un presidente y dos secretarios, encargados de dirigir los debates y de
levantar la correspondiente acta de lo que allí se dijese.
Por aclamación se designó a los compañeros Francisco García, Eugenio
Martínez Pontevedra y Alejandro Álvarez para ocupar los citados cargos.
Posesionados de ellos, el presidente, en breves y sentidas frases, dio las gracias
por la, según el, inmerecida honra que se le dispensaba y recomendó a todos el mayor
orden a fin de no dar pretextos de ninguna clase a la autoridad para disolver la reunión.
Varios fueron los oradores que hicieron uso de la palabra, figurando entre ellos
los compañeros Constenla, Martín, García, González, Iglesias, Alonso, Ricardo, Paz,
Martínez (Emilio), Nogueira, Martínez Pontevedra y otros.
Como nuestros lectores pueden suponer, abundaron la notas enérgicas contra lo
que los socialistas llaman acaparadores de la común riqueza, y contra todos los políticos
porque no se preocupan poco ni mucho, de que los obreros vivan en la mayor miseria y
se hallen en la más lamentable ignorancia.
Han hecho también objeto de sus censuras á la Iglesia, que predicando el
desprecio de los bienes terrenales, procura valiéndose de la ignorancia y del fanatismo,
aumentar sus privilegios.
Todos han declarado que los trabajadores no deben dejar a nadie el cuidado de
sus intereses, que solo ellos serán los que por medio de la asociación han de conseguir,
en plazo no lejano, su completa emancipación económica.
No más deberes sin derechos, no más derechos sin deberes, he aquí, por lo que
en la reunión hemos oído, el lema que hoy llevan en su bandera las clases proletarias.
Plácenos consignar que todos de los que usaron de la palabra, lo han hecho en
orden tal y con tan relativa moderación en el lenguaje, que dejaron satisfechos a muchos
177
de los que como nosotros no permanecen indiferentes ante los problemas sociales, hoy
planteados.
En la reunión a la que, nos parece, no concurrió ningún delegado de la autoridad,
ha reinado el más completo orden.
Terminada esta, los obreros se retiraron tranquilamente a su domicilio y
decididos a apresurar su organización por oficios.
06/05/1891. Madrid, 6 de mayo de 1891. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 24 = Por orden de esta fecha se destina al Topógrafo 3º D. Ricardo Mella a
la 10ª brigada topográfica que depende del Centro de la 1ª Región de Toledo.
14/05/1891 El Productor, BCN, 14 Mayo de 1891, año V, n.º 245.
Suscripción permanente a favor de El Productor R. M. Vigo 0, 60
Movimiento Obrero: Interior. Vigo.—La Sección do Oficios Varios de esa
población publicó una hoja suelta en la cual, de un modo concreto y terminante, expuso
las necesidades de los trabajadores y la conveniencia de adherirse al movimiento
universal del 1º de Mayo. Al efecto se convocó un meeting en el Circo Bretón, viéndose
sumamente concurrido Entre los concurrentes figuraban bastantes mujeres. Abierta la
sesión, usaron de la palabra varios oradores para poner de manifiesto la desenfrenada
explotación de que son víctimas los trabajadores, siendo la nota culminante del meeting
el discurso que pronunció el periodista Joaquín Nogueira, que describió el inicuo
ahorcamiento de los anarquistas de Chicago. Sus palabras arrebataron al auditorio, que
le interrumpió con atronadores aplausos.
31/05/1891 La Vanguardia, Semanario Federal, Vigo, 31 Mayo de 1891, año I, nº 7.
Fatalismo de la revolución
La revolución es a los ojos de muchas gentes una cosa espantable, un espectro
terrorífico, una visita sangrienta que amenaza sin cesar el orden social. La revolución es
generalmente para los menos una ley biológica, un proceso de desarrollo político,
filosófico y económico de los pueblos. Los primeros son decididos partidarios de la
resistencia a todo trance, de la coacción y de la tiranía del poder; son, en fin
178
reaccionarios. Los segundos sostienen ardientemente la idea de movimiento, de
progreso y son, en consecuencia, revolucionarios.
La idea de la revolución, si no estuviere determinada por las condiciones de la
naturaleza, la produciría indudablemente la resistencia del poder. No hay nada que
empuje a la rebelión como las trabas puestas al libre funcionamiento de las diversas
entidades sociales y a la manifestación espontánea de todos los derechos y facultades
humanas. Allí donde se amordaza el pensamiento, donde se persigue a la prensa, donde
se oprime al ciudadano, surge de pronto el deseo vehemente de la libre expansión de los
sentimientos y de las ideas, y la revolución se formula desde luego de una manera
terminante y concreta.
La revolución nace, empero, de la misma naturaleza de las cosas. Es una ley
universal, tanto en el orden físico como en el psicológico, la transformación continua, el
movimiento incesante de todo lo que existe. Movimiento es sinónimo de vida. Un
movimiento de las moléculas cerebrales es el pensamiento. Un movimiento de la
materia es el calor, es la luz, es el sonido; es la electricidad. Un movimiento es, en
suma, la operación o el trabajo en cuya virtud el calor se transforma en movimiento de
la rueda de una locomotora y es este, a su vez, producido por el frotamiento sobre el
rail. En la suprema ley del movimiento se resuelve el grandioso mecanismo del
universo. ¿ Y que es en el orden moral, político o filosófico todo cambio de costumbres
y de instituciones más que movimiento?
Meditad. La historia nos presenta a todos los pueblos sujetos a la evolución, al
cambio incesante de las cosas. Nada es imperecedero, todo se transforma, y no ha
llegado ni llegará nunca el día en que la humanidad se dé una forma, una constitución
definitiva. Es condición natural moverse, progresar, cambiar de postura. Cuando una
institución se ha gastado en el tiempo, se producen nuevas instituciones. Cuando un
sistema ha agotado sus energías y no remedia los males sociales, buscase la curación de
la dolencia en nuevos y mejores sistemas. Apenas se ha establecido una conquista
revolucionaria, nuevas demandas agitan a las masas y las reivindicaciones multiplícanse
sin término. La revolución es un fatalidad de la naturaleza. Suprimir la revolución vale
tanto como oponerse a que los cuerpos pesen, a que la luz camine con rapidez
vertiginosa a través de los espacios de su eterno vehículo, a que la electricidad recorra el
universo con movimientos inconmensurables, a que, en fin, los mundos atómico y
cósmico se reduzcan a la inquietud eterna en el espacio y tiempo infinitos.
179
La revolución se cumple fatalmente porque tanto monta que se la deje
extenderse sin oposición como que se la comprima violentamente. Un cuerpo cae en el
vacío del mismo modo que en el medio ambiente natural con todas sus resistencias.
Podrá variar, como varía, la ley de su caída, pero cae. Lo mismo ocurre con la
revolución. Variará el curso de su desarrollo, pero se desenvuelve y triunfa
inevitablemente.
Toda evolución supone un momento determinado de desequilibrio. Verificase la
evolución en el orden físico a través de los siglos, y en un minuto se produce la
catástrofe que derrumba montañas y rompe la monotonía del llano, que origina la
erupción volcánica y seca los mares, que inunda los desiertos y hace que la tormenta
estalle furiosamente. La mole de piedra trabajada por las fuerzas naturales, uno y otro
día, cae en un segundo fatalmente. Este minuto, este segundo, este momento indivisible
del tiempo, es el momento revolucionario en el orden de la naturaleza.
En el orden moral, político y filosófico el trabajo lento de propagación de una
idea se llama también evolución. El instante en que la idea triunfa se llama revolución.
Sin esta, es aquella un mito, una idea vacua de sentido. Y puesto que la evolución es ley
universal que todo lo gobierna, la revolución es un instante fatal del proceso evolutivo.
Sin los movimientos revolucionarios que han agitado al mundo, nuestro
progreso sería nulo.
El fatalismo de la revolución es, pues, evidente.
Que sus enemigos calumnien a la revolución, que la persigan, que traten de
aniquilarla ¡la revolución triunfará fatalmente!
La revolución, que no es ni la conspiración afortunada, ni el motín de la
soldadesca, ni el alboroto popular indebido, la revolución, que es en su significado más
lato el desenvolvimiento completo de una idea pasando por sus diversos periodos de
propagación, de organización y de agitación, la revolución, que es el formidable
estallido de los anhelos populares, la revolución es fatal e inevitable.
¡Perseguidla, si os atrevéis, ------- de la reacción, sectarios del quietismo,
negación de la vida universal! ¡Perseguidla que ella os aplastará ira cunda! ¡Perseguidla
y por todas partes estallará indomable, irreductible, imperecedera!
HOPE
180
14/06/1891 El Productor, BCN, 14 Junio de 1891, año V, n.º 250.
Fatalismo Revolucionario
La agitación obrera renovada del 1º de Mayo ha creado un estado especial en la
opinión pública. Apenas ha hecho más que moverse el proletariado, y la intranquilidad y
la incertidumbre han dominado a las clases directoras. La fiebre del socialismo se ha
apoderado de la prensa, de los poderes públicos, de las sociedades particulares y de la
misma Iglesia. Desde una parte de la clase trabajadora hasta el papa, todos han dado en
la preocupación del socialismo de Estado. Es el resultado natural de la rutina, del hábito
adquirido, de la herencia fisiológica y moral ante la fuerza de la revolución.
El problema social, antes negado, ocupa hoy el primer lugar en las discusiones
de los hombres. Para esto ha bastado movilizar las fuerzas del socialismo militante a
medio de ensayo o de prueba. Y el fenómeno de siempre se ha repetido. Los elementos
del presente, impotentes para negar el porvenir, lo mistifican, lo falsifican por
anticipado. Porque es indudablemente una mistificación o falsificación ese clamoreo
general de demanda de una intervención del Estado en las cuestiones económicas y
sociales. La revolución se presenta en nuestro siglo, quieran que no los amigos de la
reacción más o menos franca, negando el principio de gobierno y la superioridad
jerárquica del todo sobre la parte, de la sociedad sobre el individuo. La misión del
Estado se ha cumplido, y buscar en el nuevos elementos de vida que no contiene, vale
tanto como buscar en el vacío. Y la revolución no sería lógica, mejor dicho, no sería tal
revolución, si comenzara reconociendo lo que tiende a destruir. En la evolución
histórica y política, todo movimiento ha ido encaminado a limitar las funciones del
Estado. Absolutismo, sistema constitucional, república y federalismo representan
distintos aspectos del principio de autoridad, todas las afirmaciones siguientes
constituyen otras tantas alegaciones del principio de autoridad que se niegan
mutuamente. A partir de la primitiva afirmación, del principio absoluto de autoridad,
todas las afirmaciones siguientes constituyen otras tantas alegaciones del principio
fundamental. Esto es incuestionable.
Así, en esta serie lógica, el término fatal es la idea anarquista, la negación del
gobierno y de la destrucción del Estado, por consiguiente. El desenvolvimiento
evolutivo no exija menos. La idea revolucionaria puede detenerse sin llegar a ser
negación necesaria. Lo que después afirma la revolución es un orden económico
opuesto por completo al orden público actual.
181
¿Se cumplirá la revolución?
Recuerdo a este propósito algunas palabras de Proudhon: «A una revolución no
se la rechaza ni se la engaña. Nadie la desnaturaliza y mucho menos nadie llega a
vencerla: cuánto más se la comprime, más se acrecienta su impulso; su acción es
irresistible. Tan cierto es esto, que para el triunfo de una idea lo mismo da que se la
persiga o que se la deje en sus principios, que se la permita desenvolver y propagar sin
ningún género de vallas como que se levanten a su paso fuertes barreras.»
La revolución es fatal, tanto en el orden de la naturaleza, como en sociológico.
Cae la mole de piedra fatalmente en un segundo, minada a través de los siglos por las
fuerzas naturales que concurren en un punto. Sucumben las instituciones en un instante
inevitable, trabajadas por las fuerzas revolucionarias a través del tiempo. Impedid que
caiga la piedra. Impedid que la luz recorra los espacios en su etéreo vehículo. Impedid
que la electricidad, con rapidez incalculable, viaje por los mundos atómico y cósmico.
Impedid, si podéis, del mismo modo que la revolución avance, como dice aquel
profundo filósofo, con paso fatal y sombrío sobre las flores que le arrojan sus
partidarios, sobre la sangre generosa de sus defensores y sobre los cadáveres de sus
enemigos. ¡Impedidlo!
En el vacío y en el espacio caen igualmente los cuerpos por la ley de la
gravedad, pese a las resistencias del aire ambiente, la revolución se cumple fatalmente
en la evolución tranquila y en la resistencia sistemática de estado de cosas reconocido.
Cuando el proletariado viene a la vida revolucionaria, cuando se presenta como
fuerza negativa de lo existente, cuando amenaza con una transformación inmediata y
radical, acuden de todos los extremos a proponer medidas que remedien el mal latente,
amparándose en la caduca institución del Estado. Socialistas apegados todavía al hábito
de la servidumbre; republicanos y demócratas sentimentales que se alimentan aún con
los acordes de una música trasnochada y se entusiasman con las formas y los colores de
una matrona ya entrada en años; monárquicos petrificados en el disfrute del poder más
bien que en la adoración de la corona; religiosos que ven perdidos para siempre sus
hábitos de holganza y sus comodidades regalías, claman a una vez protección para el
obrero, leyes que les amparen y protejan, alivio mentido a su miseria y a sus males.
Los que así claman pretenden en vano falsificar o contener la revolución
triunfante. Acuden al expediente legislativo sin parar mientes en que el delirio de las
leyes toca su término. Millones de decretos, de disposiciones oficiales y de reglamentos
182
confeccionados por las cámaras desde la célebre revolución francesa, llenan los
archivos de todos los pueblos. Estas leyes y decretos casi nadie los conoce, mucho
menos los cumple, y todos los consideran como un fárrago inútil de papeles sin valor.
Ha llegado, pues, el momento de que la idea revolucionaria se formule de un modo muy
sencillo: ¡fuera leyes!
Un siglo de experiencia legislativa basta y sobra para comprender la inutilidad
de todas las leyes. Un siglo de experiencia gubernamental basta y sobra para
comprender la falsedad del constitucionalismo. Muchos siglos de autoridad negada por
parcelas, deben hacer comprender a todo el mundo que se impone la negación total. ¡No
más autoridad! ¡No más gobierno! ¡No más leyes!
Tal es la revolución en su principio. Acudan en buena hora al Estado los
sectarios de la reacción, desde el infeliz obrero, engañado tristemente, hasta el césar y el
papa. La revolución se cumplirá. Cuántos más elementos concurran en esa obra de
afirmación doctrinaria y retrógrada, más pronto abrirán los ojos aquellos que aún no se
han acostumbrado a la luz vivísima de la nueva idea revolucionaria. Por una dolorosa
experiencia el pueblo sabe cuánto valen esos pujos de humanidad y de cariño de que
hacen alarde sus explotadores.
Nosotros gozaremos de espectáculo tanto cuánto dure, y gozaremos porque
estamos convencidos de la ineficacia de la reacción ante la fuerza avasalladora
revolucionaria.
El principio del contrato, del pacto libre, es la base constitucional de la nueva
sociedad. El principio de gobierno está gastado, decrépito y será necesariamente
sustituido por aquel.
La comunidad o socialización de los elementos o medios para producir es la
condición primera del nuevo orden social. El privilegio, el acaparamiento de la
propiedad, está definitivamente condenado. La miseria que ha producido y que produce
debe desaparecer y desaparecerá con su origen.
Tal quiere la revolución y tal será.
Gritad, pues, muy fuerte, y clamad al Estado, imbéciles sectarios de la
desigualdad social, conservadores sistemáticos de la servidumbre humana, que la
revolución avanzará sorda a vuestros gritos, con paso fatal y sombrío sobre las flores
que le arrojan sus devotos, sobre la sangre de sus nobles mártires y sobre vuestros
descompuestos cadáveres. -R. M.-
183
19/07/1891 La Vanguardia, Semanario Federal, Vigo 19 de Julio 1891, año I, nº 14.
Las fronteras
No hablaremos de aquellas que artificiosamente han levantado entre los pueblos,
hombres que se titulaban dueños y señores de las naciones. La historia, harto conocida
de las mudanzas sufridas a través del tiempo por cuantos organismos han vivido o viven
la vida del derecho, habla más elocuentemente que cuanto nosotros aquí pudiéramos
decir. Esas fronteras ni por la razón, ni por el sentimiento tienen fundamento alguno.
Solo por la lógica de una política bizantina se explican, y la falsedad de esta presupone
correlativamente la de aquellas.
Repetiremos una vez más lo que han dicho en mejores y más precisos términos
hombres eminentes de la filosofía y de la sociología: todo organismo colectivo,
asociación, nación, comarca o pueblo, no puede fundarse más que en la voluntad de las
partes que lo constituyan. Las necesidades comunes, las afinidades sociales, ya la
mutualidad de los servicios determinarían, en un estado de cosas equitativo, la
formación de esos organismos mediante la expresa voluntad de los interesados. Todo
otro proceso de composición es puramente artificioso, y aunque de hecho exista no se
convertirá jamás en derecho, como acontece con una multitud de hechos que a nadie se
le ocurre apreciar como estado de cosas legal y justo.
Hablemos, pues, de otra clase de fronteras, de las naturales, que son el último
baluarte en que se refugian los trasnochados defensores de un más trasnochado
patriotismo.
Y conste que el sentimiento de la patria, o mejor el cariño al lugar o medio
donde cada uno de nosotros se ha desenvuelto y crecido, vive en nuestros pechos tan
poderoso por lo menos como pueda vivir en el de los que pretenden hacer de la patria un
santuario al que no se puede tocar so pena de profanación. Negar aquel sentimiento o
carecer de el, valdría tanto como rechazar el oxígeno que alimenta nuestros pulmones o
pretender la vida sin el. Lo que nosotros rechazamos es el exclusivismo de ese
sentimiento y la extensión que se le atribuye. En algunas provincias de España se
sentirían extranjeros muchos de esos patriotas conspicuos que hablan porque para eso
tienen el órgano correspondiente. La patria en puridad es para el hombre el lugar donde
ha nacido, donde ha vivido. Si se extiende más allá es en tanto cuanto extiende el
hombre también sus relaciones, sus afectos mas caros y su esfera de acción. Algunos
184
compatriotas nuestros se ven acometidos de la "morriña" apenas se encuentran en
cualquier otra comarca de España. Un vascongado es una planta rara, llevado a Castilla,
Andalucía o Galicia.
Un andaluz no vive contento ni se considera feliz donde no goce de la
espléndida luz y de la alegría y el bullicio de aquella tierra de la gracia, del canto y del
baile flamenco. Por este lado, pues, el sentimiento de la patria sufre tal limitación que
solo es comparable al sentimiento de la familia en frente del amor por toda la humana
especie.
Examinando el aspecto opuesto de la cuestión se observa que esos limites
naturales cuyo rigor tanto se decanta, no existen en ninguna parte. No siempre los
grandes ríos ni las mas elevadas cordilleras suponen separación de caracteres, de usos y
de costumbres. No siempre, por el contrario, estas diferencias están dadas por
cordilleras y ríos que los determinan. Y cuando a las llamadas fronteras naturales
corresponden diversos caracteres, diversos usos y diversas costumbres, conviene
observar que en la naturaleza no se dan esas líneas rigurosas, esos saltos tremendos,
esos cortes rígidos que implican una diferenciación completa. Jamás las capas de tierra
pasan de una a otra categoría rápidamente. No se cambian las condiciones del suelo de
un modo brusco. No se va de una a otra clase de cultivo, con arreglo a aquellas
condiciones, sino mediante una necesaria solución de continuidad. De los minerales a
los vegetales hay un término medio que no se puede clasificar ni con los unos ni con los
otros. De los vegetales a los animales ocurre otro tanto. ¿Son las fronteras naturales una
excepción en la naturaleza? ¿Es un río un abismo abierto entre dos márgenes? ¿Surgen
las alturas de los llanos como cortadas a pico?
Citaré un caso práctico y reciente.
Por mi cargo, profesión o lo que sea, he tenido que asistir hace algunos días a la
fijación de la línea límite entre una parte de la provincia de Toledo y otra de la de
Cáceres. Reuniéronse con este motivo representantes de cinco o seis pueblos de ambas
provincias. La Sierra de Altamira, agreste e inaccesible en alguna de sus partes, separa
por este lado en una extensión de ocho quilómetros próximamente, a unos de otros
pueblos. De pronto la línea divisoria se separa de la cresta de la sierra y baja casi en
línea recta a la llanura.
La diferencia de nivel entre estos dos puntos alcanza la friolera de 580 metros.
¿Qué por donde va después dicha línea? Pues por cualquier parte, atravesando distintas
185
propiedades y sin que el menor accidente natural la determine ni la explique razón
alguna. Es lo arbitrario, lo puramente arbitrario.
Pues bien, en lo alto de la Sierra no pude distinguir quienes eran castellanos y
quienes extremeños, mientras en la llanura extremeños y castellanos se diferencia por el
traje, por el acento y por las costumbres. Aquellos a quienes separa una línea arbitraria
trazada en la llanura en continuo zic-zac, se diferencian de tal modo que no es posible
confundirlos.
¿Cuál es, en vista de este dato que podría producirse en mil lugares distintos, la
lógica de las fronteras naturales y artificiales? ¿Qué las justifica y explica?
Las fronteras son la expresión del capricho perpetuado por el hábito y el respeto
indebido de los pueblos a la voluntad de los déspotas. Si la patria se explica como
sentimiento limitado al lugar donde nuestros afectos arraigan, las fronteras no tienen
más explicación que la de convertir a los hombres en enemigos irreconciliables. La
patria sin fronteras: Tal es la paradoja que expresa el concepto que de una y otras
tenemos formado.
Para que los pueblos se organicen y formen esas poderosas colectividades que el
trabajo, la ciencia y el arte acrecientan, no son necesarias esas fronteras no son
necesarios esos limites absurdos que nos separan. Allí donde la comunidad de intereses,
la mancomunidad de afectos y la mutualidad de servicios lo demande se formarán esos
organismos que si hoy son de exclusión, serán mañana de generalización: de integración
social.
Dejad que la espontaneidad individual y colectiva se manifieste libremente y sin
que el sentimiento de la patria perezca, desaparecerán las fronteras, del mismo modo
que se realizará la solidaridad humana sin que se aniquile la familia y el dulce amor que
la alimenta.
Durante mucho tiempo hemos vivido en absoluto en el más brutal egoísmo. Es
preciso expansionar nuestros sentimientos más puros y vivir en los demás tanto como
en nosotros mismos. Sin esto la vida será siempre un infierno en que luchen a brazo
partido los humanos por el raro placer de aniquilarse unos a otros.
HOPE.
Mobedas de la Jara 10 de Julio de 1891
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01/10/1891 El Productor, BCN, 1º Octubre de 1891, año V, n.º 266.
Cuestiones doctrinales. Diálogos I.
Rafael.— Hace algún, tiempo, amigo Fernando, que siento deseos de conversar
contigo largamente acerca-tío nuestras comunes ideas, y me parece que la ocasión es
propicia. Vamos en busca de trabajo, no lo hallaremos probablemente y, tiempo ha de
sobrarnos hoy y mañana, y tal vez en muchos días para departir amigablemente.
Fernando.— En verdad que no te falta razón. Así hallaremos un consuelo a los
males del presente en las esperanzas del porvenir; por mi parte renuncio por hoy a
interrogar á burgueses y maestros de todas las calañas: ¡Así como así no he de escuchar
más que malas razones!
Rafael.— Pues opino lo mismo que tu. Aprovechemos el fresco de la mañana
dando comienzo á nuestras pláticas.
Fernando.— Puedes empezar por donde te plazca. Entiendo que estamos
conforme en apreciar las líneas generales de nuestro credo social, y, por tanto, poco
puede ocuparnos este asunto.
Rafael.— Conviene, sin embargo, que fijemos las ideas. En buena doctrina
anarquista es indudable que todo ha de subordinarse al principio de libertad. La
autonomía individual y colectiva es la base de nuestros ideales. El contrato, o pacto,
entre los individuos y entre las colectividades, o entre unos y otras, el medio único de
relación y de acuerdo. La organización d e l, trabajo, de la producción, el cambio y el
consumo, en su más lata expresión, la consecuencia inevitable de aquel procedimiento.
Libre el uso de la tierra y de los instrumentos del trabajo a disposición de todo el mundo
el capital necesario para producir, se impone la necesidad de concertar todos los
esfuerzos y encaminarlos á la mejor explotación de aquellos medios. Este concierto
podrá ser variable, pero ha de tender espontáneamente a la unificación de
procedimientos, eliminando todos los que no conduzcan al fin deseado. Por mi parte,
entiendo que en el porvenir toda la ciencia social se reducirá a la estadística, pues sin
esta no puede haber ni una producción adecuada, ni un consumo regular, ni el cambio
podrá ser metódico y provechoso para las partes contratantes.
Las funciones sociales que hoy asuma el poder, no sin hoy tergiversarías, no
pueden ser otras que las de una buena y amplia estadística, estadística formada por todas
las oficinas de todas las agrupaciones productoras. Creo además, como los colectivistas,
y aún como algunos comunistas, Malatesta entre ellos, que la resultante de nuestras
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ideas no puede ser otra la formación de grandes federaciones obreras, ligadas entre si
por el pacto para formar federaciones más generales hasta comprender, si posible fuera,
a todos los pueblos, a todas las razas. Y una organización semejante necesita
indudablemente de los servicios de la estadística.
Los que creen que todo podrá arreglarse produciendo y consumiendo cada uno
de lo que quiera, olvidan que esto es volver a los comienzos de la humanidad en su vida
elemental. El progreso, como asegura Spencer, se determina por una homogeneidad a la
que corresponde la multiplicidad e procedimientos y de medios. Es la marcha del niño,
adolescente después, hombre en la plenitud de sus facultades, finalmente. Y es, así
mismo el desarrollo de la ciencia, sencilla, trivial, insignificante en sus comienzos;
grandiosa amplia y complicada por necesidad de sus avances superiores.
Fernando.— Juzgo que no estamos muy lejos el uno del otro, por lo que acabas
de decir. Yo soy colectivista, y por consecuencia, creo como tú en la constitución de
esas grandes ocupaciones de oficio. Pero, digo más. Digo que esas agrupaciones las
impondrá la necesidad sin que valgan las afinidades y otras menudencias propagadas
por los comunistas que no han entendido del comunismo más que las pequeñeces del
detalle. La necesidad que tanto encomian cuando del individuo se trata, se impondrá por
el interés general de la producción y es asimismo a la sociedad, arrastrando a todos a la
asociación, pese a las diferencias de carácter y temperamento, que la vida de todos está
muy por encima de sus mezquindades personales.
Por otra parte, nunca podrán servir de regla para el consumo las necesidades
individuales so pena de que un puñado se reparta el botín global mientras los mas
carezcan de lo estrictamente preciso. La cantidad de trabajo, lo mismo que la
satisfacción de las necesidades debe regularlas el individuo por si mismo estableciendo
el equilibrio necesario entre ambas para el buen régimen de su vida. Y para esto no es
necesario recurrir a ese embrollo de los comunistas, porque dentro de las soluciones
colectivistas hay más medios de realizar en lo humanamente posible el anhelo de que
cada cual disponga de lo necesario para vivir. Es preciso no olvidar que todo tiene un
límite. Que todos los absolutos son falsos por serlo y que la libertad, lo mismo que la
igualdad, no podrán llegar jamás al rigorismo matemático. Yo creo que el afán de
aparecer más revolucionarios y de atreverse a las masas más fácilmente, nos ha
conducido a la aberración de hermanar el comunismo con la libertad.
188
Rafael.— Algo, y aún algos, hay en lo que dices muy razonable. Pero has de
convenir conmigo en que lo mejor es dar de mano a las diferencias de detalle que nos
dividen y adoptar todos una fé común, la idea anarquista.
Fernando.— Enhorabuena. Mas para adoptar esa fé común, es preciso convenir
en algo fundamental que sirva de garantía al principio de libertad, porque esta por si
misma no es más que un medio de realizar todos los fines humanos. Nuestras ideas son
puramente económicas y es un contrasentido dejar a un lado precisamente el sentido
económico de nuestras afirmaciones. Vosotros, queriendo o sin querer, os veis forzados
á dar soluciones económicas, y con vuestra conducta, inspirada sin duda en loables fines
no habéis conseguido más que introducir en nuestras filas el desaliento, hasta el punto
de que algunos compañeros de verdadera inteligencia confiesen que ya no saben a que
carta quedarse.
Rafael.— Y qué hacer cuando, gracias a las dos tendencias que nos dividen,
todos nuestros esfuerzos por la revolución casi resultan estériles? Has de convenir
conmigo en que unos y otros habéis extremado vuestros argumentos.
Fernando.— No tengo reparo en afirmar contigo que hemos extremado nuestros
argumentos. Pero esto mismo ha sido beneficioso, porque las inteligencias
despreocupadas han rechazado las exageraciones comunistas y colectivistas para venir
casi a un acuerdo; mientras que vosotros, introduciendo una tercera tendencia, habéis
contribuido a enredar más la cuestión. Francamente, mejor hubierais hecho procurando
eliminar de las dos tendencias todo el absurdo que contienen y facilitando luego su
aproximación indefinida. Hubiera llegado así un momento en que las dos escuelas se
fundieran en una, tanto más cuánto que muchos comunistas de verdadera inteligencia
confiesan que propagan el comunismo sólo porque mis comprensible a las masas de
obreros.
Rafael.— Pues precisamente nuestro propósito es ese, y el medio que hemos
elegido será malo pero ¿que otro emplear ante nuestras mutuas intransigencias?
Nosotros creemos que ese momento preconizado por ti llegará necesariamente gracias a
nuestra actitud. Recuerda que cuando al maestro, al gran Proudhon, le preguntaban por
su fé política contestaba únicamente: Soy anarquista.
Fernando.— Ojalá aciertes en tu profecía y llegue un día en que nos unamos
todos en una idea común. Recuerda a tu vez que Proudhon contestaba soy anarquista,
refiriéndose a la política nunca a la economía, y que precisamente porque se
189
consideraba anarquista en política, procuraba deducir por la filosofía y la naturaleza un
orden económico, al orden político impuesto en absoluto. Esta es la verdadera doctrina,
nada de política, nada de autoridad, nada de gobierno. Y en oposición a todo eso;
afirmamos un orden puramente económico, que sirva de garantía, tanto al individuo,
como a la colectividad. Pongámonos de acuerdos sobre este punto esencial y nuestras
diferencias habrán terminado.
Rafael.— O mucho me equivoco o llegaremos pronto a ese anhelado acuerdo.
Reconozco que muchos comunistas han exagerado sus ideas hasta el extremo de
posponer la idea anarquista, contribuyendo así a que se haya extremado vuestra
oposición. Afortunadamente esas corrientes de absolutismo disfrazado van
desapareciendo, y supongo que al cabo vendremos todos a comulgar en un programa
común libre de todo exclusivismo de escuela. Los anarquistas italianos, además de los
españoles, han iniciado el movimiento.
Fernando.— Ese programa común será necesariamente el colectivismo; privado
más o menos de prejuicios perniciosos. Y ese movimiento de los anarquistas italianos,
puede decirse que es de aproximación hacia nosotros porque abandonan el absurdo
comunista; y vosotros, producto del colectivismo, no olvidaréis seguramente vuestro
origen, de modo que al fin y a la postre, viene siempre a quedar en pie nuestra solución
económica como única, racional y justa.
Rafael.— No discutamos sobre ese punto. Venga el acuerdo y olvidemos lo
pasado.
Fernando.— Pues a no retardarlo. Y en tanto hablemos de otras cosas demasiado
olvidadas por todos ¿quieres que hablemos del cambio, de la asistencia, de la seguridad,
de la instrucción y de otros importantes problemas para el porvenir?
Rafael.— Hablaremos de lo que quieras; pero no hoy. Es ya tarde y lo dejaremos
para otro día.
Fernando.— Pues dejémoslo, que tiempo queda para todo en nuestro período de
holganza forzosa. .— R. M.
8/10/1891 El Productor, BCN, 8 Octubre de 1891, año V, n.º 267.
Cuestiones doctrinales. Diálogos II.
190
Rafael.— Y bien, Fernando, puesto que convenimos en las líneas generales de
una organización anarquista de la sociedad veamos que opinas tu acerca del cambio,
una de las principales funciones del porvenir.
Fernando.— Indudablemente que sin el cambio no se comprende la vida
colectiva. Es la función que mejor revela la solidaridad humana, el acto mediante el cual
todos trabajamos para todos e identificamos nuestra vida individual con la vida social.
El cambio, que hoy se verifica a tontas y a locas, y siempre subordinado al
interés de la ganancia, una vez emancipado del agio y de la usura por medio de la
revolución, realizará nuestro sueño dorado de facilitar á todo el mundo lo necesario á la
vida. La estadística, registrando a cada momento las fluctuaciones y las demandas del
consumo, guiará a las asociaciones obreras por seguro camino y así habrán desaparecido
para siempre esas terribles crisis que sumen en la miseria á millares de seres humanos,
mientras que el fruto de su mismo trabajo se pudre en los almacenes. Todo el tiempo
que hoy se malgasta en la farsa política se dedicará entonces al estudio de las
necesidades generales, de tal modo, que nunca falte en el mercado el producto más
insignificante.
Rafael.— Conforme de toda conformidad. Pero concretamente; ¿cómo concibes
tu la realización del cambio en el porvenir? Porque no desconocerás que, según algunos
compañeros el cambio se reducirá en lo futuro al ofrecimiento espontáneo de los
productos á las agrupaciones que los necesiten; y según otros, el cambio será una
función regular metodizada, un sistema de equivalencias, en fin, y entre estos dos
extremos el cambio puede adoptar infinitas formas.
Fernando.— Sería temerario afirmar en absoluto un procedimiento concreto, un
modo fijo del cambio, mas deduciendo con alguna lógica las consecuencias que se
derivan de nuestras doctrinas, puede asegurarse que ese acto, como todos, estará sujeto
a una gran variedad según las formas orgánicas de cada pueblo. No obstante esto, yo
creo que el cambio, no podrá ser abandonado á la espontaneidad colectiva en vistas de
las demandas del consumo. No crees tu que sería peligroso exponer la vida de un pueblo
á las consecuencias de la pereza otro? ¿No piensas, como yo, que siempre existirán
hábitos y defectos perniciosos que obliguen a los pueblos á asegurarse contra las
contingencias del porvenir? Yo creo, y valga lo personalísimo de mi opinión, que
supuesta la organización de grandes federaciones productoras, éstas se entenderán
191
directamente y cambiarán sus mercancías convencionalmente, ya mediante la
equivalencia de productos, ya en virtud de otra regla cualquiera de conducta.
Entiendo, además, que particularmente y entre si, nada se opondrá á que las
colectividades cambien sin tener para nada en cuenta la equivalencia, pero este sistema
no podrá generalizarse, pues opino de él lo mismo que del comunismo, de donde se
deriva: son procedimientos de aplicación particulares, nunca generales. La sociedad
necesita moverse en horizontes mas extensos y en una completa variedad de formas: le
repugna la uniformidad.
Rafael.— Conforme en las apreciaciones que acabas de exponer. Es preciso
convenir en que la ausencia de toda autoridad provocará esos mutuos convenios o
contratos, que darán como resultado inmediato, métodos concretos de aplicación,
métodos que á nadie violentaran por lo mismo que no tendrán impuestos. Surgirán,
pues, como tu opinas grandes federaciones de productores que cambiarán entre sí y
directamente, sus productos. Pero me asalta una duda atendiendo a tu hipótesis de las
equivalencias. Si alguna agrupación llegara a carecer de elementos para continuar la
reciprocidad del cambio ¿qué se haría? Por otra parte ¿no provocaría disturbios la
apreciación de la equivalencia de los productos cambiados.
Fernando.— No escaseas por cierto las dificultades aunque conmigo te muestres
conforme. Entiendo que una colectividad tratará siempre de asegurarse contra esos
casos imprevistos. Esa circunstancia de que hablas, y aún otras, han de ser previstas en
los contratos o convenios que se celebren entre las agrupaciones. Si una sociedad
productora llega a carecer de elementos para cambiar, podrá recibir los productos
necesarios mediante la promesa de un equivalente para el futuro y, en último caso,
habrá que tener confianza en el sentimiento dé solidaridad.
¿No se acude hoy mismo en auxilio del labrador que pierde su cosecha? ¿No
adelanta productos el comerció á cambio de promesas de pago? Pues cambia las
condiciones sociales en que aquellos actos se verifican, y en vez del préstamo tendrás la
dádiva, en vez de la caridad, la solidaridad.
En cuanto a la apreciación de los equivalentes como objeto de un contrato, no
podrá producir dificultades. O se establece el convenio o no se establece: esto es todo. Y
a este propósito te recordaré El Palacio de la Exposición perpetua de Proudhon.
No sé a punto fijo si este es el título, pero sino es este es muy semejante. Allí se
ve como se podría organizar el cambio no solo sin la necesidad del dinero, sino también
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sin la necesidad de la letra del cambio y del papel-moneda. Todo se reduce a la emisión
de billetes representativos de productos por los mismos trabajadores. Uno de estos
billetes no valdría, pues, cinco duros no sería letra pagadera a tantos días vista, sino
representación de un determinado producto, puesto en circulación por medio tan
sencillo. Generaliza este procedimiento con las variantes que quieras, y tendrás el
cambio y la circulación libre de productos. Es indudable que pudiendo así cada obrero y
cada agrupación de obreros lanzar al mercado los productos de su trabajo, nadie
carecería de lo necesario para vivir.
Rafael.— Bien he hecho en presentar las dificultades de que te quejas, porque
mi deseo es concretar los puntos de doctrina comunes para deducir lo que nos separa y
lo que nos une. No veo inconveniente en que las cosas marchen como tu dices desde el
momento en que admites la variedad de procedimientos y de formas. Pero muchos de
tus amigos son harto más exclusivistas que tú y de aquí nuestras divergencias. Los hay
que sostienen que, por ejemplo el dinero, o su representante el papel moneda, no
desaparecerá, y que una vez puesta la propiedad de la tierra y de los instrumentos de
producción en manos de las colectividades productoras, el cambio se verificará poco
menos que como al presente, es decir, por la ley de la oferta y la demanda, comprando y
vendiendo.
Fernando.— Ten en cuenta, amigo Rafael, que, como decían los individualistas
a americanos, hay asuntos que son cuestión de fé. Para afirmar que el dinero
desaparecerá o no desaparecerá, se necesita lo que ellos dicen, fé, y estas cuestiones no
deben ocupar para nada nuestra atención. Yo creo que como medio de cambio el dinero
podrá subsistir, pero también que convendrá sustituirlo.
De hecho nada se opone á que el dinero subsista en cuanto deje de ser una
mercancía, que es lo que hoy lo convierte en uno de tantos medios para explotar a los
trabajadores. Sin embargo, yo no gastaría ni una palabra en su defensa.
Y en cuanto a los exclusivismos de mis amigos, no dudes que no existen. Hoy
los exclusivismos están al otro lado, allí donde doctrinas mal comprendidas siembran la
disgregación entre nosotros. De ese lado tomas tú, sin duda, los conceptos que nos
atribuyes, sin ver que es su enemigo hacia nosotros la que nos presenta poco menos que
como burgueses y reaccionarios. Cuando más lo que ocurre es que en nuestro deseo de
presentar en lo posible un diseño de la sociedad futura, nos valemos de la presente para
hacer comprensible aquella comparación con esta.
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La ley de la oferta y de la demanda ya has podido ver a lo que queda reducida
por lo que he dicho del cambio. Conque deja á un lado prevenciones infundadas y
puesto que en este asunto estamos de acuerdo, pasemos a otra cosa.
Rafael.— Pasemos, sí, a otra cosa, pero no sin que proteste de una aseveración
tuya.. Mis conceptos no provienen de lo que tú crees, sino de añejas afirmaciones
vuestras, y me alegro muy mucho de que os presentéis más expansivos y, por decirlo
así, más anarquistas.
Fernando.— Haces mal en decir añejas afirmaciones vuestras. Dijeras nuestras
y dijeras mejor. Todos tenemos un origen común y si hubo pecado, imputable es a
todos, no sólo a los que seguimos sosteniendo nuestros ideales de siempre. Reconocido
el error, cada uno tomó por su lado, y no es equitativo buscar justificaciones a
determinadas actitudes arrojando todas las culpables á unos cuantos de nuestros amigos.
Nuestras divergencias son un resultado natural de la evolución y del análisis de las
ideas, y debemos ahora recomponerlas de modo que volvamos á encontrarnos en un
credo común, limpio de todo error.
Por lo demás, ten por seguro que ni seremos más anarquistas que somos ni antes
fuimos menos. Fuimos, somos y seremos siempre anarquistas.
Rafael.—Mucho me agrada oírte porque eres justo y no te duele confesar el
error. Por mi parte hago lo mismo, suscribiendo cuanto acabas de decir y dando de
mano a este tema.
Conque hasta nuestra próxima entrevista.— R. M.
15/10/1891 El Productor, BCN, 15 Octubre de 1891, año V, n.º 268.
Cuestiones doctrinales. Diálogos III.
Fernando.— Hablamos días ha del cambio, y tendríamos que hablar así mismo
de la producción y del consumo, si estos dos asuntos no quedaran comprendidos en
nuestra primera disertación sobre principios. Ocupémonos, pues, de otras cosas, siquiera
para ello tengamos que prescindir en cierto modo, del método necesario á toda
discusión o exposición de ideas.
Rafael.— Ya lo advertí cuando propusisteis los temas que hemos de tratar; mas
he pensado como tú, que podíamos dispensarnos de adoptar un orden riguroso de
exposición, en gracia a lo muy discutido que están algunos asuntos entre nosotros y a lo
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poco o nada que de otros nos ocupamos. ¿Quieren empezar por la manifestación de tus
opiniones acerca de lo que se llama asistencia pública?
Fernando.— No tengo inconveniente en complacerte. El concepto de la
asistencia pública, tal como hoy se entiende, no se adapta bien, en mi sentir, á las líneas
generales de una organización anarquista. Hoy es la asistencia pública una especie de
caridad oficial organizada, más bien que con el objeto de amparar a los enfermos, a los
inválidos, a los mentecatos, con el de apartar del seno de la sociedad toda molestia y
ocultar a la vista el espectáculo de nuestras miserias.
A este fin se han establecido centros, semejantes a las cárceles, que se llaman
hospitales, asilos, casas de raridad, etcétera, etc. ¿Y que tiene esto que ver en realidad
con una sociedad de hombres libres e iguales? Yo repugno el hospital, verdadero
depósito de inmundicias, antesala del cementerio para el pobre, foco de infección
inmundo que amenaza constantemente a los sanos para curar a los enfermos. Rechazo
asimismo el asilo de caridad, verdadero yacimiento de miseria humana, cárcel insana
del anciano inválido y del infeliz menesteroso arrojado al arroyo sin pan y sin abrigo
por la iniquidad social que nos gobierna. Me indigna la casa de maternidad porque ella
representa otra iniquidad de nuestras leyes y costumbres, porque es la tumba de los
niños sin padres, esas florecillas que nacen muertas; porque, en fin, encubre el crimen y
la infame liviandad de la madre sin entrañas, cuando no es la tortura de la infeliz
cubierta de harapos, triste y hambrienta que aparta con horror de su lado el inocente
fruto de sus entrañas. Odio, pero sin remordimiento, todas esas instituciones que con el
nombre de caritativas, matan lentamente, cuando no de golpe, á todo el sobrante de
seres desvalidos que el pauperismo arroja en brazos de los farsantes, que después de
habernos robado el pan. después de habernos arrebatado la libertad, después de anular
nuestra conciencia, se dedican á fomentar asilos que gobiernan los explotadores
religiosos, los polichinelas políticos o los bandidos de guante y frac que ejercen el
honroso agiotaje de la riqueza universal. Pienso, pues, que todo esto debe, ser
aniquilado por la Revolución, dejando a la iniciativa particular el alivio de todos
aquellos males que la previsión no haya podido evitar, abandonando a los sentimientos
de solidaridad humana todo lo que la Iglesia y el Estado han querido remediar sin
lograrlo jamás. Tal es mi opinión.
Rafael.— ¡Oh, no hablemos del presente, montón informe de degradantes
costumbres, de asquerosas enfermedades que traen aparejada la ruina del organismo
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humano! No hablemos, no, de tanta maldad ocasionada la por el régimen imperante,
como no sea para maldecir una y mil veces la causa fundamental de la miseria, de la
enfermedad y de la ignorancia, tres males en uno solo, la anulación de la personalidad.
Quiero hablar del porvenir, sumirme en su contemplación, para olvidar cuanto pueda el
mundo de horrores en que vivimos. Quiero hablar del porvenir por que en él se resumen
todos mis sueños, mis aspiraciones y mis sentimientos. Habla, habla, pues, de la
asistencia; pero no me atormentes con la exposición de nuestros males, que harto caros
nos cuestan.
Fernando.— ¡Vano empeño pretender sustraerse al mundo en que vivimos!
Mas, sí. tienes razón; hablemos del porvenir y dejemos á un lado las miserias del
presente ya que ellas se hacen sentir sin que las recordemos.
Rafael.— Observo que profesas ideas bastante individualistas acerca de la
mayor parte de los asuntos que tratas. Prueba, lo que has dicho hace un momento
respecto á la asistencia. ¿Qué piensas de los que proponen una organización municipal
de la asistencia con sus hospitales, sus casas de maternidad y otras semejantes?
Fernando.— Pienso que entre nosotros impera demasiado la imaginación y que,
a ratos, llevados de nobilísimos sentimientos, olvidamos hasta las consecuencias más
elementales de la idea anarquista. No seré yo quien niegue que un municipio podrá
organizar todo esto y más; pero a mi huéleme a un principio de resurrección del
pequeño Estado municipal, germen del otro Estado contra el cual batallamos hoy sin
descanso. Yo preferiré siempre que la asistencia la organicen las asociaciones obreras,
porque esto está más conforme con el principio anarquista, que se funda esencialmente
en la libertad y espontaneidad de todas las iniciativas.
Juzgo también algo reaccionario ese afán de suponer palacios de lactancia,
palacios de inválidos, palacios de enfermos y de locos. Por muy bueno, muy bello y
muy grande que sea un palacio, siempre será una cárcel para el enfermo, para el loco,
para el niño. Y no creas que hablo a humo de paja. Muchos compañeros que ensalzan a
toda hora la iniciativa individual, muchos comunistas, en una palabra, han supuesto a mi
presencia todos esos desvaríos, olvidándose de la debida consecuencia. Y no faltan
asimismo colectivistas y anarquistas que piensen de igual modo.
Crean lo que quieran, en buena hora; pero yo expreso mis ideas con entera
franqueza y las opongo a las suyas. Así creo que el enfermo lo que necesita es un hogar
y una familia que lo cuide solícitos; que el niño no puede vivir y desarrollarse bien sin
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una madre amantísima y que el loco y el mentecato han de curarse, como dice
Kropotkin, por la libertad y el cariño de sus semejantes.
Ningún hombre nace solo, como un hongo, en el mundo. Si antes de llegar a
serlo no pierde a su familia, está le asegurará contra las contingencias del porvenir en
esta o otra asociación. Sus antecesores no habrán trabajado solamente para si. Si la
pierde, no debe quedar sin amparo y los hombres de buen corazón, aquellos que más se
sientan inclinados a la práctica del bien, organizarán instituciones que faciliten el
desarrollo y la prosperidad a los pequeños huérfanos hasta que alcancen la plenitud de
sus facultades. Hombres dotados de condiciones especiales para la enseñanza, la
organizarán de tal modo que ni imaginarlo podemos. Hombres inclinados a las ciencias
médicas, procurarán popularizar la higiene y aún organizarán la curación de todo lo que
previsoramente no se haya podido evitar. Hombres, en fin, dedicados a este o al otro
trabajo enseñarán cuanto sepan y cuanto puedan a todos los que lo hayan menester.
¿Cómo? Eso no se pregunta entre nosotros. De mil maneras distintas, conforme
á peculiares condiciones de lugar y de tiempo. Sí. siempre la iniciativa privada en
ejercicio porque si en ella no fundamentara todas mis ideas, no sería anarquista; si en
ella no tuviera absoluta fe, proclamaría muy alto la necesidad de un Estado protector.
Tal es la razón porque te parezco individualista y lo soy, en efecto. Si fuera socialista en
la verdadera acepción de esta palabra, pensaría de otro modo.
Rafael.— Bien, muy bien, amigo Fernando. Pero reflexionemos un poco ¿No
podrías decirnos que, con una nueva forma, lo que haríamos realmente era volver a la
caridad colectiva; que a la vuelta de muchas negaciones afirmamos de nuevo los
procedimientos del Estado para socorrer al enfermo, al loco y al necesitado? Por otra
parte ¿no crees más ventajoso para el enfermo la seguridad de que en una institución
medicamentada ha de encontrar reunidos todos los elementos necesarios para su
curación mientras que en su casa pudiera no reunirlos fácilmente? ¿No crees también
que algo de lo que hoy se hace, purgado de los vicios anejos a todo lo que del Estado
depende, debería ser aceptado por nosotros en vista de la experiencia? Observa que las
instituciones debidas a la iniciativa particular se diferencian notablemente de las que
directa o indirectamente dependen del Estado.
Fernando.— No hecho en olvido esta diferencia, tanto que creo es un verdadero
avance de nuestras ideas ese desarrollo que ciertas instituciones particulares van
alcanzando. Generalizarlas es uno de nuestros fines. No veo dificultad en que a los que
197
a la medicina se dediquen organicen verdaderos centros de curación; pero, créeme,
tengo horror a los hospitales y figúrome que serán siempre una amenaza a la salud
pública, con perdón sea dicho de los doctores. No dudo que algo de lo que hoy se hace
ha de ser practicado en el porvenir, porque lo que malea a determinadas instituciones es
el viejo de origen y el medio en que se desenvuelven.
A propósito he dejado para último término tu observación primera. No
volveremos a la caridad oficial, ni puede argüírsenos en ese sentido. Lo que si puede
decirse es que, aprovechando eses sentimientos generosos, verdaderamente altruistas,
que de vez en cuando manifiestan todos los pueblos y en los que nosotros damos por
completo para el porvenir, han forjado y forjan los políticos y los religiosos su endeble
edificio de la caridad, torciendo y pervirtiendo las más puras ideas y los más nobles
sentimientos particulares. No volveremos, no, a la caridad nosotros. Son los defensores
del presente los que explotan en determinado sentido, lo que sirve de fundamento a
nuestros principios. El pueblo, que ante una catástrofe acude con su trabajo, con su
dinero y hasta con sus harapos a remediar los males causados, no practica la caridad ni
da la deprimente limosna: sino que, obedeciendo al sentimiento espontáneo de
solidaridad humana, participa sin vacilar de las penalidades ajenas. ¡Llamar a esto
caridad es falsificar los hechos y los pensamientos!
Lo que hace falta es organizar todas las cosas de tal modo que se eviten
previsoramente las catástrofes y que cuándo no puedan evitarse se disponga de
antemano de los medios necesarios para remediarlas. Las instituciones de seguros nos
dan una idea aproximada de como podrá traducirse en hechos lo que dejo apuntado.
Rafael.— Conviene, no obstante, que hagamos resaltar esa diferencia, que no
permitamos que se confundan nuestros principios con esas falsas y declamatorias teorías
que las clases dominantes arrojan a los cuatro vientos para mejor envenenar las
inteligencias.
Por lo demás, tengo un verdadero placer en declarar que mi conformidad con tus
ideas es completa, sin que en esto haga más que expresar una opinión puramente
particular.
Fernando.— En tal concepto he expuesto yo la mía.
Rafael.— Pues dejémoslo por hoy y felicitémonos por aquel acuerdo de
opiniones.—R. M.
198
29/10/1891 El Productor, BCN, 29 Octubre de 1891, año V, n.º 270.
Cuestiones doctrinales. Diálogos IV.
Rafael.— Bajo dos puntos de vista puede considerarse la seguridad. Uno es
aquel que afecta al individuo ó á la colectividad, independientemente de toda acción
natural, guardándola contra los ataques personales. Otro es aquel que se deriva de
hechos inevitables producidos por la naturaleza misma. Entiendo que debemos tratar
separadamente estos dos puntos que tienen para nosotros grande importancia, y si así te
parece, espero que, como en días pasados, emitas tu opinión primeramente.
Fernando.— Juzgo, como tú, que es necesaria la división que dejas indicada y,
como de costumbre, no tengo reparo en ser el primero que exponga sus puntos de vista
respecto al particular.
Todo lo que se refiere á la seguridad personal o colectiva contra los ataques de
cualquier índole que puedan producirse, supone una cuestión previa que debemos
resolver de antemano. Esta cuestión previa se resume en una sencilla pregunta que
deseo contestes categóricamente.
-¿Es el hombre responsable de sus actos?
Rafael.— Contestaré como deseas. El hombre, dados los conocimientos
aportados por la ciencia moderna, no es responsable de sus actos. Toda acción
individual es, en principio, producto fatal del organismo, de la educación y del medio en
que se vive: Toda determinación, en apariencia deliberada, es resultado de leyes y
fuerzas que sobre nosotros obran empujándonos a las acciones más complejas, lo
mismo que a las más sencillas, sin que nuestra voluntad pueda rebelarse sino muy
débilmente. Somos, en fin, una pequeña parte del gran todo que vive y se mueve y obra
por la fatalidad de las leyes y fuerzas que le son inherentes, está es mi opinión.
Fernando.— Indudablemente el hombre es irresponsable de sus actos, mas
entiendo que has debido agregar fisiológicamente considerado. Como persona social es
y debe de ser ante sus semejantes responsable de sus acciones.
Niego, pues, el concepto da la pena, niego el derecho que el individuo mismo o
la sociedad tenga á imponer un castigo. Pero afirmo, como no puede menos de suceder,
el derecho á defenderse de toda agresión, provenga de donde provenga.
He aquí mis razones. Si el hombre es, como se ha demostrado, irresponsable
como organismo fisiológico, la pena y el castigo, que se derivan de la afirmación del
199
libre albedrío, no tienen razón de ser, es más, representan una barbarie y un crimen.
Si, lo que es innegable, por el contrario, todos y cada uno tenemos el derecho a
guardarnos y defendernos de cualquier agresión, el hombre debe de ser por necesidad
socialmente responsable de sus actos. Y debe de serlo tanto más cuanto que en el
proceso de la evolución individual la tendencia indudable es la humanización del
hombre, que significa una mayor preponderancia de la conciencia y de la voluntad sobre
las fuerzas ciegas, ya orgánicas, ya sociales, ya morales que nos inducen á obrar
fatalmente. Lenta o rápidamente nos emancipamos de la fatalidad para convertirnos e
seres libres. Este es un hecho incuestionable. Por lo tanto, la responsabilidad de nuestros
actos es progresivamente mayor y será completa el día que la emancipación sea un
hecho.
¿Opinas como yo ó eres de los que creen en la irresponsabilidad absoluta por la
afirmación absurda del absolutismo del derecho individual?
Rafael.— En modo alguno puedo negarme a prestar mi conformidad a lo que
acabas de decir. El que pretendiera la irresponsabilidad social derivándola de la
irresponsabilidad fisiológica, pretendería un absurdo, porque la humanidad no puede
entregarse sin defensa á los movimientos pasionales exagerados, aunque sean más
dignos de compasión que de reparación. La irresponsabilidad afirmada por la ciencia no
puede llevarse más allá de la negación de la pena, forma de la venganza que todavía
prevalece en las sociedades que llamamos cultas lo mismo que en las salvajes.
Pero, una vez negada la pena ¿qué hacer con el que ataque la tranquilidad y el
bienestar ajenos?
Fernando.— De seguro se te ocurre la respuesta. Puesto que el que tal haga
obrará por defecto de su organismo, por vicio de educación o por influencia de
circunstancias determinadas, será lo natural curar el organismo enfermo, modificar la
educación o cambiar las circunstancias inductoras de la extralimitación del derecho. De
este modo la sociedad podrá defenderse contra todo ataque a la vez de subsanar
humanamente un mal imprevisto ó inevitable. Habrá desaparecido con ello la pena y sus
consiguientes la cárcel, el presidio y el patíbulo, signos de barbarie y ferocidad que nos
degradan hace muchos siglos. Creo que en este asunto no habrá disconformidad entre
los anarquistas, no tomando en cuenta ciertas estupendas exageraciones pues en último
resultado en materias de esta índole no hay más que sujetarse á lo que la ciencia
prescriba.
200
Rafael.— Tal creo y por tanto no nos ocuparemos más de ello. Fáltanos todavía
tratar del segundo aspecto de la cuestión. Sabes muy bien que en cuánto á la Seguridad
Contra los accidentes naturales que no se puedan proveer y evitar, hay diversas
opiniones, como ocurre con el cambio, la asistencia y otros temas de igual importancia.
¿Quieres decirme tu opinión?
Fernando.— Dando de mano al primer tema puesto que estamos de acuerdo, te
diré respecto del segundo que, como ya he apuntado en conversaciones anteriores, no
veo más solución que la solidaridad, previamente organizada, para remediar los
accidentes independientes de nuestra voluntad. Nuestro primer deber será prever y
siempre prever los males posibles para evitarlos. Perfeccionar cuanto podamos los
medios de locomoción terrestres y pluviales, acondicionar debidamente el trabajo en las
ciudades y en los campos, encauzar y dirigir los movimientos de las aguas, arreglar, en
fin, todo de modo que las catástrofes no tengan por causa principal nuestro abandono, y
después de esto, fácil de llevar á cabo en una sociedad libre, organizar sociedades de
seguros, dentro o fuera de las agrupaciones de productores, para que cada uno pueda
tomar cuantas precauciones crea convenientes contra las contingencias futuras.
Es innecesario consignar que estas asociaciones serán organizadas por los
mismos interesados y debidas á la libre iniciativa, a semejanza de lo que hacen hoy en
muchos sitios, los propietarios de edificios, navieros y los industriales que no quieren
dejarse explotar por las grandes compañías aseguradoras.
Esa es mi humilde opinión sobre el asunto.
Rafael.— Si esa es la tendencia social de nuestros días. Y a no dudarlo,
removidas las condiciones peculiares en que hoy se mueven todos los organismos, las
asociaciones de seguros que pudiéramos llamar de reciprocidad, debidas a las iniciativas
particulares de los mismos interesados, son las que mejor responden a nuestros
principios. No digo yo que tal sea la última palabra de la solidaridad humana, pero es
una de las formas más adecuadas de su organización.
Estas soluciones prácticas que vamos apuntando serán de más difícil inteligencia
para las masas, pero son tan reales, se ve tan inmediata la posibilidad de su realización,
como que están comprendidas en la solución social de nuestros días, que debemos
preferirlas a otras cualquieras de las conocidas.
Fernando.— Veo con satisfacción que estamos completamente de acuerdo en la
mayor parte de los detalles de una nueva organización social, y me felicito por ello.
201
Lo que llevamos dicho es por lo menos el principio de la revolución, y quien
afirma este principio no rechazará seguramente todas las progresivas mudanzas que en
una sociedad libre puedan realizarse en el curso del tiempo.
Voto, pues, por todos los progresos del porvenir.
Rafael.— Y yo uno mi voto al tuyo que es lo menos que puedo hacer.—R. M.
Movimiento Obrero-Interior. Vigo. Los compañeros de la federación local de
Vigo, no descuidan la propaganda de las ideas y la organización de las fuerzas
trabajadoras. Tenemos a la vista un valiente y bien escrito llamamiento convocando a
los trabajadores todos para completar la organización obrera. De el son los siguientes
párrafos:
»Cansados ya de tanto sufrir queremos hoy emanciparnos de todas las tiranías,
así políticas como religiosas. Con la fuerza del derecho, y con el derecho de la fuerza, si
a ello se nos obligase, hemos de recabar lo que en justicia nos corresponde.
»Todo por el trabajo, todo para el trabajo: he aquí el lema de nuestra bandera de
combate. Y, para clavarla victoriosa sobre las ruinas de una sociedad caduca e injusta,
hemos de emplear primero el lógico razonamiento y la doliente queja.
»Después... sino se nos hace caso, si nuestro derecho es desconocido, si nuestras
lágrimas y nuestras miserias no conmueven el duro corazón de los satisfechos, debemos
hacer todo aquello que la propia dignidad nos aconseje y la justicia nos demande».
Este es el camino, queridos compañeros; de la farsa y la fuerza se valen nuestros
opresores para dominarnos, de la fuerza y la astucia nos valdremos nosotros.
5/11/1891 El Productor, BCN, 5 Noviembre de 1891, año V, n.º 271.
Cuestiones doctrinales. Diálogos V y Último.
Fernando.— Paréceme que debemos dar ya por terminadas estas conversaciones
para ocuparnos de nuestras cuotidianas tareas de propaganda y organización.
Urge llevar nuestras ideas al seno de la masa trabajadora y disponerla a que se
organice y trabaje por la emancipación común.
Esto, sin perjuicio de que invitemos a nuestros amigos a que, en los ratos de
forzoso ocio, formulen sus opiniones acerca de todos los extremos que nuestro ideal
anarquista abarca, pues conviene concretar poco a poco lo que pudiéramos llamar
nuestro programa a fin de que no se nos tilde de difusos y nebulosos en nuestras
202
aspiraciones.
Rafael.— Bien es que tal hagamos, no sin tratar antes de la instrucción que, si
mal no recuerdo, es el último de los temas que nos propusimos discutir.
Yo soy de los que creen que en las condiciones actuales es imposible que el
obrero se instruya; pero entiendo también que en cierto modo podemos perfeccionar la
educación societaria de todos y cada uno por la práctica constante de la asociación. No
podemos, en verdad, en verdad, esperar á que el obrero se halle totalmente educado o
instruido para la Revolución, pero sí podemos disponerle para realizar aquélla con más
conciencia de la que generalmente puede formarse de sus deberes. Tal es por lo menos
el resultado inmediato del conocimiento de las ideas y de las prácticas sociales.
Fernando.— Lo que acabas de decir ni siquiera admite discusión. Cierto que por
la práctica societaria adquirimos conocimientos y nociones que en el aislamiento nos
eran totalmente desconocidos, pero de esto a pretender que el obrero se instruya antes
de la Revolución hay una enorme distancia. Ni tiempo ni condiciones tenemos para ello,
y aunque las tu viéramos ¿qué instrucción podríamos adquirir en una sociedad viciada
en absoluto? ¿La instrucción del colegio, del instituto y de la universidad que atrofia las
mejores inteligencias con la enseñanza de las aberraciones religiosas, políticas y
filosóficas? No es esta ciertamente la que necesita el obrero, la que necesitaos todos,
sino la instrucción integral, aquella enseñanza teórico-práctica de las ciencias que ha de
redimirnos del cautiverio de la animalidad primitiva por la emancipación de la
conciencia, del pensamiento y de la voluntad.
Es, pues, necesario destruir por completo el viejo sistema de enseñanza, barrer,
con mano fuerte, toda la escoria de la preocupación y el fanatismo, para levantar en su
lugar el grandiosos edificio de la enseñanza científica, del verdadero saber humano.
Sueñan, los que creen factible arrancar al Estado la enseñanza para emanciparla
de la rutina. Lo que es preciso es suprimir el Estado mismo y dejar la organización de la
enseñas a las corporaciones de libre iniciativa. Que los hombres de saber, que los que
tengan condiciones y voluntad para instruir a sus semejantes, procedan, en
consecuencia, con arreglo a las prescripciones científicas popularizadas. Que cada
agrupación adopte los medios que juzgue convenientes para el mejor cumplimiento de
su misión, y la digna emulación de todos producirá la luz á raudales y llevará á las
inteligencias más reacias el conocimiento necesario de la vida y de la ciencia.
He ahí nuestra obra en el porvenir, obra irrealizable sin una revolución previa
203
que cambie radicalmente las condiciones en que vivimos, dando á todos los hombres
medios iguales para desenvolverse y libertad completa para manifestarse.
Nuestro procedimiento es bien terminante. Las asociaciones, libremente
constituidas, serán las que sustituyan en su labor a la absurda creación del Estado. Todo
lo que no se produzca por la libertad debemos rechazarlo como reaccionario.
Rafael.— Y debemos de sospechar de todo lo que no sea espontanea y
libremente realizado. Para que nuestra aspiración de la enseñanza integrar sea un hecho,
hay que remover todo organismo social, hay que hacer tabla rasa de cuanto ha creado y
fomentado el principio de gobierno. Hasta la misma enseñanza científica debe ser
purificada. Yo he visto libros de matemáticas que contienen la idea deísta de un ser
todopoderoso, factor de cuánto existe, y ante semejante monstruosidad no hay más
remedio que creer en una destrucción inmensa de ese inmenso fárrago de librotes que
nos legan los tiempos pasados.
Los meticulosos que de esta afirmación se asusten no deben preocuparnos.
¡Compasión para ellos!
Fernando.— No olvides que la hipocresía domina en absoluto en esta sociedad
mal aventurada que, por tanto, muchos de esos que a todo ponen reparos serían los
primeros, dadas nuevas circunstancias, en demandar una total renovación de la
enseñanza y un concienzudo expurgo de todas las ciencias.
No es la enseñanza integral lo que suponen nuestros adversarios para mejor
combatirla. Hagamos ver claro a todo el mundo que es posible una enseñanza elemental,
sumaria, de todos los principios científicos, como base de una buena instrucción.
Demostremos que puede enseñarse a cada uno integralmente la parte de ciencia
que necesite para determinadas aplicaciones de su actividad. Y, finalmente, pongamos
de manifiesto que el problema o la cuestión no consiste en hacer de cada hombre un
sabio universal, una portentosa enciclopedia; sino en integrar, por una enseñanza a la
vez teórica y práctica, la suma de conocimientos a la vida de cada individuo necesaria.
Así desaparecerá la máquina humana que trabaja sin conciencia de lo que hace y el
charlatán teorizante incapaz de traducir a la realidad lo más baladí de lo que pretende
conocer.
Esto es en lenguaje liso y llano algo más práctico de lo que creen, dicho sea con
perdón de su sabiduría, muchos sabios de relumbrón que se pasan la vida estudiando en
que postura se pueden morir mejor.
204
No tenemos tiempo para distraernos en semejantes bagatelas.
Hay que ir derechos á la cuestión sin pararse en pelillos. Vamos a la. Revolución
social en primer término para acabar con todo lo que estorba, y luego
reconstruiremos por la libertad y por la igualdad social todo lo que sea necesario para la
vida. Organización del trabajo, del cambio y del consumo; asistencia pública, seguridad
personal y colectiva, enseñanza de los menores, todo, todo ha de ser confiado á la
iniciativa particular, fuera de la que nada hay puro, verdadero ni justo Los individuos y
las asociaciones, no habiendo de confiar en el extinguido Estado, obrarán por sí y
organizarán cuanto el Estado no ha sabido ni ha podido organizar en muchos siglos.
Todo por la libertad, todo por la igualdad, todo por la solidaridad de los pueblos.
Rafael.—Todo por la emancipación social, económica y política de la
humanidad. Rompamos todos los moldes, todos los diques, todas las barreras que a la
nueva idea se opongan.
¡Paso á la Revolución!
Fernando.— ¡Paso á la Revolución que es la justicia! —R. M.
[Misceláneas.-Al acercarnos al 11 de Noviembre va trocándose el habitual
movimiento anarquista en febril agitación. Todos y cada uno de los anarquistas se
portan como decididos revolucionarios; impulsados por las convicciones nada les
arredra ni amilana, y así las más atrevidas y difíciles concepciones pasan de propósitos a
hechos.
El meeting que en Barcelona se celebrará recordando la infamia en Chicago
cometida el 11 de Noviembre del 87, se realizará en la noche del 11 en el Teatro
Gayarre, tomando parte en él entre los compañeros de Barcelona y alguno de la región,
Malatesta, venido con dicho objeto de Londres. Se han adherido ya á este acto gran
número de secciones de oficio de Barcelona y su llano; se nos dice muchas se adherirán
aún.
Está ya determinada y preparándose una excursión de propaganda a Zaragoza,
Bilbao, Valladolid, Madrid, Córdoba, Granada, Málaga, Cádiz, Cartagena, Alicante,
Alcoy, Valencia y tal vez se toque antes en Coruña por Malatesta y Esteve]
Celebrarán veladas o meetings conmemorando el 11 de Noviembre Sans, San
Martín de Próvensals, San Felíu de Guixols, Sabadell, Tarrasa, Manrresa, Valencia...
205
con menos tiempo dicho, casi toda donde existen localidades donde existen anarquistas.
La Anarquía también dedicará el número del 11 a los valientes y decididos
compañeros ahorcados en Chicago. Muchísimas más noticias podríamos adelantar, que
no lo hacemos por no ocupar espacio indispensable a otros asuntos. Bástenos saber que
el movimiento es vida y que el movimiento cunde.]
11/11/1891 El Productor, BCN, 11 Noviembre de 1891, año V, n.º 272.
Número especial. Mártires de Chicago. Hurra por la anarquía!
Un recuerdo
La grosera idolatría del creyente, convierte a los hombres excepcionales en
monigotes de madera, de bronce o de mármol.
La indomable independencia del hombre libre, rinde culto debido a los mártires
de una idea por la admiración y práctica de sus actos.
Aquel es el fanático del hombre. Este el soldado valeroso de los grandes ideales.
El fanatismo produce mentecatos. La libertad, héroes.
El recuerdo de los mártires de Chicago no se esculpirá en mármoles ni en
bronces, pero el ejemplo grandioso de su abnegación animará a las futuras huestes
revolucionarias como hoy anima a cuantos amamos la noble causa por la cual ellos se
sacrificaron heroicamente.
¡Loor eterno a los que el 11 de setiembre de 1887 dieron su libertad y su vida
por la idea anarquista!
19/11/1891 El Productor, BCN, 19 Noviembre de 1891, año V, n.º 273.
C. A. El Productor-Sevilla.—R. M. Recibidas las tres tuyas y remitidos los dos
paquetes del extraordinario a la dirección de M. S. D. Escribiré.
26/11/1891 El Productor, BCN, 26 Noviembre de 1891, año V, n.º 274.
El 11 de Noviembre. Sevilla: Con grandes carteles rojos y multitud de
invitaciones impresas en papel del mismo color, habían sido convocados todos los
obreros de Sevilla por los anárquico-colectivistas y a pesar de la lluvia torrencial que
cayo durante las primeras horas de la noche, concurrieron al espacioso Salón de Oriente
más de cuatrocientos trabajadores, entre ellos no escaso número de compañeras.
206
El local se había adornado por la comisión organizadora con sencillez y gusto.
En una bandera roja se leía en grandes letras doradas "La emancipación de los
trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos", y dos láminas de los Mártires
de Chicago fueron colocadas en el salón en medio de bonitas coronas de flores
naturales.
La orquesta de violines, bandurrias y guitarras titulada "Torre de Oro" cooperó
gratuitamente al mejor éxito de la velada, tocando el Himno anarquista y varias piezas
de su repertorio, que fueron aplaudidas por la concurrencia.
Formaron la mesa los compañeros Ramón Páez, Antonio Vélez y Antonio
González Vega.
En gracia a la brevedad, solo os diré de la parte literaria que se leyeron enérgicas
y lindas poesías por los compañeros Antonio González Vega, Mateo Riveros y Mella.
De la parte de propaganda, que es lo que más importa a nuestros ideales, haré
una breve reseña.
La velada dió comienzo con un discurso del compañero R. Páez. Explicó a
grandes rasgos los sucesos de Chicago, haciendo resaltar la nobleza y valentía de los
compañeros sacrificados y la iniquidad de los seides de la burguesía americana, y
después de rendir un recuerdo á la memoria de los mártires dió gracias al público por
haber concurrido á aquel modesto seto á pesar de lo desapacible de la noche.
A seguido el compañero José González Vega, hizo atinadas comparaciones
sobre la esclavitud antigua y la moderna, haciendo notar de paso la situación tristísima
de la familia del obrero, para concluir deduciendo la necesidad perentoria de la
asociación como medio de resistir á las imposiciones del capital.
El compañero Isidoro Páez, puso de relieve la injusticia de la propiedad
individual y se extendió elocuentemente en la propaganda de la emancipación de la
mujer y la necesidad de que el 1.º de Mayo próximo halle a los obreros de Sevilla
preparados y organizados para la defensa de sus derechos.
Mateo Rivero dijo ton valiente energía, que no bastaban actos como aquel para
honrar debidamente la memoria de los mártires, sino que era preciso imitarlos y
seguirlos, organizando como ellos, propagando como ellos y pereciendo como ellos,
supieron organizar, propagar y perecer.
Hizo después uso de la palabra el compañero Mella. De su discurso reproduciré
207
algunos párrafos.
«Mientras la iglesia -dijo- labra efigies grotescas de los que sumiendo al hombre
en la ignorancia y en la esclavitud, y el Estado levanta estatuas a los que llevan al
pueblo a derramar su sangre en los campos de batalla por el capricho de un tirano,
venimos aquí a rendir justo tributo de admiración a los que valerosamente supieron
sacrificarse por la libertad del género humano, a los que en el último momento de su
existencia supieron negarse a pedir y aceptar el indulto con que les brindaban sus
verdugos, a los que fueron verdaderamente grandes por su ideas, por su abnegación, por
su valor.
«Nosotros que como ellos sentimos y pensamos, nosotros que profesamos sus
ideas porque llevamos en el corazón el amor a la humanidad y creemos que con su
práctica podrá un día labrarse el bienestar de todo, venimos aquí a continuar la obra de
aquellos valientes y en este momento hacen otro tanto miles de trabajadores que en
todas parles se mueven y se agitan afanosos de transformar cuanto antes un orden social
que tiene por base la miseria, la ignorancia y la servidumbre»...
«¿Qué puedo hacer que mejor honre la memoria de aquellos ardientes
propagandistas como no sea exponerlas ideas que han de regenerar un mundo de
degradación y de infamia, un mundo con el que muchos se conforman por hábitos de
servidumbre o por ignorancia?
«Es evidente la existencia de un malestar social que demanda pronto remedio.
Nadie al menos se atreve a negarlo en estos últimos tiempos, debido sin duda á la
incesante propaganda del socialismo. Pero a renglón seguido muchos afirman, y
desgraciadamente algunos obreros, que no es posible un estado mejor que el presente. Y
yo pregunto, ¿es que vamos a negar en un momento y a borrar de un golpe la historia de
la humanidad? ¡Pues qué! ¿Habremos progresado siempre para detenemos ahora y
declarar inmutables lo que cambia diariamente? Se han modificado las religiones, se
han transformado las sociedades, ha habido mil mudanzas políticas y hasta los
principios de moral han sufrido y sufren profundas modificaciones ¿y no ha de
cambiarse este orden social en que todos sufrimos desde el más alto al más bajo? El
paria, esclavo después, siervo más tarde ¿no podrá un día dejar de ser proletario como
dejo de ser siervo, esclavo y paria?»
Continuó el compañero acumulando argumentos sobre su tesis para afirmar en
resumen que la primera necesidad de nuestra propaganda es hacer entender a todos los
208
obreros no sólo la posibilidad sino también la inminencia de un cambio social que
mejore las condiciones de la existencia, una vez comprendido esto cada uno vendrá
obligado a presentar una solución y a defenderla con energía.
A fin de presentar esta solución analizó la organización de la propiedad y del
Estado y afirmó que las actuales instituciones desaparecerán en lo que «la Internacional
llamaba la libre federación de los trabajadores libres.»
«Nada más sencillo —decía—que este organismo. Asegurad á todos los
hombres la igualdad de medios económicos por la posesión en común de la tierra y
demás instrumentos de trabajo, loa obreros de los distintos oficios se agruparán para la
organización de la producción el cambio y el consumo Un sencillo pacto sin nada de
articulado engorroso ni reglamentaciones imposibles dará vida á esas asociaciones de
trabajadores verdaderamente libres. Del mismo modo estas agrupaciones se concertarán
entre sí y constituirán una red de federaciones productoras, y finalmente, todos los
hombres se considerarán unidos y solidarios en la gran federación universal del trabajo
asociado, fuente verdadera de vida y de riqueza para el porvenir.
»No, no hemos de vivir eternamente condenados a pasar el tiempo depositando
papeletas en una urna eligiendo y deponiendo representantes tejiendo y destejiendo
leyes.
«Es preciso, para que al cabo nos ocupemos en algo útil, acabar con todo el
mecanismo político, suprimir esos inmensos ejércitos que viven sin hacer nada a
nuestras expensas, arrinconar á la taifa de vagos que viven explotando el temor de un
más allá que no existe y concluir con la casta de los que todo lo acaparan, robándonos el
pan de cada día. Es preciso, en fin, realizar la Revolución Social, por la cual trabajamos
y trabajaremos sin descanso; revolución, revolución con todas sus consecuencias, ya
que en nuestras manos no está el evitar esos grandes cataclismos que registra la historia
por que nacen de la resistencia y ésta ha de producir mañana, como siempre, lo que no
deseamos pero tampoco tememos.»
El compañero Mella terminó haciendo la apología de la mujer, demostrando, que
la emancipación está contenida en nuestros principios y que cuanto se dice del hombre
se dice necesariamente de su inseparable compañera.
El compañero presidente reasumió con gran claridad y elocuencia las principales
manifestaciones hechas en la velada.
«Tres puntos principales—dijo—han sido dilucidados en esta reunión. En
209
primer término, la necesidad de organizarse por agrupaciones de oficios. En segundo
lugar, el deseo de que la mujer nos acompañe en nuestra propaganda sustrayéndose á la
influencia de la preocupación, y últimamente, de realizar la Revolución Social para
echar los cimientos de una nueva sociedad libre e igualitaria».
»Que es necesaria la agrupación por profesiones no he de esforzarme en
demostrarlo. Reconocida la eficacia de la organización ¿cuál otra puede servir a
nuestros fines que la que pone en contacto a los obreros de una misma profesión?
¿cómo podrán éstos estudiar sus necesidades del momento, sus aspiraciones para el
porvenir y los medios más adecuados para conseguir las ventajas presentes y la
emancipación futura, como no sea asociándose entre sí por medio del pacto libre?
»La mujer, a la vez, tiene su puesto a nuestro lado y lo tiene tanto más cuanto
que solo por la igualación de los medios de vida podrá considerarse verdaderamente
emancipada. Es, pues, preciso sustraerla a la influencia del confesionario y la
preocupación. La Iglesia tiene su mayor fuerza en la ignorancia de la mujer. El Estado
tiene en ella por sus preocupaciones una garantía contra la Revolución. Ilustremos a la
mujer en las modernas ideas sociológicas, arranquémosla a la preocupación y en vez de
estar al lado de la Iglesia y del Estado, estará al lado de la Revolución.
La urgencia de realizar el cambio social a que aspiramos es de tal evidencia que
por todas partes se ven las señales del nuevo tiempo. El proletariado se agita y lucha o
se dispone a la lucha en todos los ámbitos del mundo. Todos sienten el entusiasmo de
las nuevas ideas y anuncian su triunfo. Es ya indudable la injusticia de la propiedad y
todos reclamamos el derecho a los medios de producir. Queremos colectiva la tierra, las
minas, las fábricas, todo, en fin, cuanto sirve de instrumento al trabajo; queremos que
por el libre pacto se concierten los obreros para organizar la producción, realizar el
cambio libremente y ofrecer al consumo cuanto la sociedad necesite; queremos el
derecho de contratar libremente sobre cuánto al trabajo y a la distribución de sus
productos se refiera; queremos, en fin, la libertad, la igualdad y la solidaridad humana.
Tal es el sentido en que afirmamos la anarquía y el colectivismo.»
El compañero presidente terminó demostrando que como la emancipación de los
trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos, es preciso que estos se
dispongan en Sevilla, al igual que lo hacen hoy en todas partes, a defender por cuantos
medios juzguen convenientes los únicos principios de emancipación social, los
principios anarquistas.
210
La velada con un entusiasta viva a la Revolución Social.
17/12/1891 El Productor, BCN, 17 Diciembre de 1891, año V, n.º 277.
M. Obrero Interior: Sabadell.-Se ha constituido un grupo de propaganda
anarquista, el cual empezará en breve su tarea con la publicación del folleto Evolución y
Revolución, original del compañero R. Mella.
25/12/1891 El Productor, BCN, 25 Diciembre de 1891, año V, n.º 278.
C. A. El Productor.-Sevilla.—R. M. Recibida la tuya y los artículos.
Escribiremos.
07/01/1892 El Productor, BCN, 7 Enero de 1892, año VI, n.º 281, p. 4.
C. A. El Productor.-Sevilla.—R. M. Recibidas 3 ptas. Escribo.
14/01/1892 El Productor, BCN, 14 Enero de 1892, año VI, n.º 281. [600/Pro 02]
Misceláneas.-La Biblioteca della plebe, de Terni (Italia), ha publicado el
opúsculo número I, con el título Il concetto dello Stato nella Borghesia e nel
proletariado, que es un concienzudo estudio del Estado, como su título ya revela (...)
Dicha Biblioteca se propone también publicar:
Saggio sul Socialismo Scientifico, de M. Argyriades (del francés).
Evoluzione e Rivoluzione, di Eliseo Reclus (del francés).
L'Anarchia nella Scienza e nell´evolucione, di Ricardo Mella (del español),
Il delitto di Chicago, di Riccardo Mella, con ilustraciones, (del español).
Notte dell'animo, poemetto di Angelina Vidal, (traducción del portugués en
verso italiano).
Cuesta diez céntimos el opúsculo, que recomendamos a los compañeros que
entiendan el italiano. Agradecemos mucho el obsequio de os compañeros italianos.
Movimiento Obrero: Sabadell.-"A todos los compañeros que se interesen por
la propaganda.- Comprendiendo la necesidad de la creación de agrupaciones de
propaganda anarquista, hemos organizado un grupo con la denominación de Agrupación
de propaganda Anarquista con el objeto de publicar folletos, principiando con el de
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Ricardo Mella, titulado Evolución y Revolución, discurso pronunciado en el Círculo
federal de Vigo, por autor; el cual folleto está ya en prensa, y del que pueden hacer
demandas todos los compañeros que gusten. El precio es de 10 céntimos el ejemplar y 6
reales paquete de 25 ejemplares.
Advertimos a los compañeros corresponsales de la disuelta Agrupación de
Propaganda Socialista, que esta Agrupación es continuación de aquélla.
La correspondencia dirigida a la Agrupación de Propaganda Anarquista, calle
Torrijos , número 17, Sabadell, y será contestada en la última columna de El Productor
de Barcelona.
C. A. El Productor.-Sevilla.—R. M. y J. G. V. Escribo.
Suscripción permanente á favor de «El Productor» R. M. Sevilla, 2 pts.
21/01/1892 El Productor, BCN, 21 Enero de 1892, año VI, n.º 282.
Lo de Jerez
Reina agitación en toda la comarca andaluza, y domina intenso pavor en todas
las clases explotadoras.
Esto es lo que deducimos de la prensa diaria.
Aunque no se haya dado motivo, a nuestro parecer, para miedo tanto, este es
explotado por los gobernantes para hacer mangas y capirotes de todo. Tenemos en
primer término dos tribunales funcionando en Jerez, uno civil y otro militar, todavía
falta el religioso. Parece que se inclina el gobierno a que el tribunal militar se encargue
de todo. Primera anomalía.
También parece que los testigos para reconocer a los delincuentes, van
disfrazados y provistos de mascarillas, con objeto de que no sean conocidos. No
sabemos que procedimiento es ese, que no recordamos haber visto planteado más que
en el tribunal del Santo Oficio. ¿Quién garantiza la veracidad del testigo y su verdadera
personalidad? Segunda anomalía.
Parece así mismo que las tropas y policía andan por todos los pueblos
prendiendo trabajadores a su juicio, hasta tal número que pronto no habrá puesto para
encerrar tanto detenido, sin cuidarse de darles comida muchas veces, de modo que se
pasan veinticuatro horas sin probar alimento ninguno muchos de los preso, como si se
tratase de martirizarles por ese medio. Tercera anomalía.
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Domina en la prensa burguesa la nota, en general, de que el gobierno sea
enérgico y que se haga un escarmiento, que asegure la tranquilidad de los honrados
burgueses andaluces, a pesar de haberse convenido por todo el mundo que la situación
de la clase jornalera de Andalucía es la más pésima concebible. Cuarta anomalía.
Y, en fin, que siempre que se trata de causas y procesos obreros todo es anormal
y extraordinario.
De modo que, sin embargo, de reconocerse la miserable condición del obrero
andaluz, de analizarse las causas que producen estos efectos como los de Jerez, de
admirarse todo el mundo de que, durante las dos o tres horas que los sublevados se
posesionaron de la población, no se hiciera ataque alguno a la sociedad, a pesar de la
reconocida pobreza de los obreros; en lugar de procurar mejorar aquellas condiciones y
agradecer la honradez de los obreros, se pide un escarmiento y a lo militar, después de
llevar el desasosiego a todos los pueblos y a todas las familias de trabajadores.
¿Por qué tan injustificado ensañamiento? Pues sencillamente: porque la
burguesía tiene ya la propia convicción de que el mal es grande y la catástrofe inevitable
más o menos tarde, y quiere aturdirse a fuerza de barbaridades, creyendo que se
aturdirán también los trabajadores y gozarán así los privilegiados de paz duradera: es el
primer síntoma de la falta de serenidad de los explotadores. En cuanto a perderla los
obreros, hace ya mucho tiempo que la tienen perdida; porque lo que les domina no es la
calma, por cierto, es el delirio de acabar de una vez con el inmenso malestar y miseria y
continuos atropellos que sufren.
Supongamos que el escarmiento se verifica a gusto de los burgueses. Y bien:
¿que se habrá conseguido? La historia contesta en estos casos, que cuantos más son los
castigados, cuantos más martirios sufren, cuanta mayor sea la tiranía, más se concentran
los espíritus, más consistencia toma la aspiración revolucionaria, más esta se desarrolla
y fermenta en la popular conciencia, hasta que, no pudiendo ya contenerse en el humano
pecho, mayor es su fuerza expansiva, desbordándose la revolución cual impetuoso
torrente que todo lo arrastra y destruye.
¿Es que se quiere esto? Pues prosígase la obra de la tiranía, y la revolución
vendrá.
Se repite en los diarios una frase, que la estampan cual si fuese una consigna,
porque en todo ven consignas, órdenes y planes, por más que no resultan usada a
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menudo por los encarcelados, que es esta: "Nuestro descontento no nace del hambre de
pan, sino del hambre de dignidad."
Aun siendo mucha su miseria, tienen hambre de dignidad los obreros andaluces.
¿Lo oís, burgueses? De dignidad. Y esta dignidad no se satisface con crueldades, ni se
amortigua de cualquier modo; porque la dignidad es muy exigente y rebela en el que la
posee y quiere una conciencia difícil de domeñar.
Además, la lectura de los periódicos, nos revela también que, por una parte, los
procesados contestan con mucha altanería, y por otra se confiesa que hay pueblos que
hasta las mujeres son anarquistas y se instruyen y propagan tan emancipadora idea. Y
esto es el gran temor de la burguesía. La convicción de la conciencia revolucionaria.
Los burgueses saben de que modo se ha atropellado y oprimido al obrero
andaluz, cuanto ha sufrido este así la feroz explotación económica como la ira
gubernamental. Y si todo esto ha sido magnífico abono para efectuarse una educación
revolucionaria y consciente, luchando los jornaleros contra toda suerte de dificultades y
siendo tratados peor que esclavos negros, como cosas: ¿que no se producirá si se trata
de un escarmiento, que acabe de aborrecerse la vida, precipitándose las naturales
evoluciones de la humanidad?
Hablarase entonces de la irrupción de los bárbaros anarquistas, pero hace
mucho tiempo que los verdaderos bárbaros están posesionados de la sociedad contra
toda razón y derecho y teniendo por única argumentación la fuerza.
Cuando se nos venga a propagar las excelencias del principio de autoridad, la
fraternización social y la civilización de la actual sociedad, llamaremos a los obreros
andaluces que escapen de las garras del autoritarismo para que contesten, en la
seguridad de que si tienen vergüenza los propagandistas autoritarios no esperarán la
réplica, y, con los trabajadores de Andalucía replicarán los de todas las comarcas y de
todas las regiones. Y basta por hoy.
Movimiento Obrero Interior: Sabadell.- La Agrupación de propaganda
anarquista de Sabadell nos participa que el folleto Evolución y Revolución por Ricardo
Mella, le han añadido el trabajo El Gobierno Revolucionario, por Pedro Kropotkine, sin
alterar el precio de 10 cents. ejemplar y 1, 50 pesetas paquete de 25 ejemplares.
Se suplica a los periódicos anarquistas anuncien dicho folleto.
C. A. El Productor. Sevilla.-R. M.-Recibidas 13 pesetas. Escribo.
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28/01/1892 El Productor, BCN, 28 Enero 1892, año VI, n.º 283.
Lo de Jerez
Continua la misma situación. Más de trescientos presos en Jerez, y siguen las
detenciones, no sabiendo ya en donde meter tanto preso.
Los corresponsales de los periódicos burgueses agotan su ingenio para acreditar
que no ganan su sueldo tomando el sol, porque al fin y al cabo, los pobres necesitan de
sus salarios y además un nombre literario que les haga digno de las mejores
comparaciones en la república de las letras. Por esto, no bastan ya Lebrijanos y
Madrileños; inventan conferencias, y resucitan, con terroríficos grabados y todo,
aquellas reseñas de las asociaciones de la Mano Negra, sus estatutos y fazañas,
alternadas con anécdotas muy chistosas; pues, según se ve, no les falta el buen humor
aun describiendo horrores; que una cosa es hacerse de los grandes males, únicamente
para explotar los cinco céntimos de la venta del periódico, y otra cosa es sentirlos y
tratar de remediarlos; para esto se necesita un interés distinto al del mezquino sueldo de
un periodista, comparado con sus altísimas pretensiones.
Ciertamente que sino enseñaran la oreja, sería de temer el sacerdocio
periodístico burgués, porque traviesos son para desfigurar cuanto alumbra el sol; mas,
unos por oposición a otros; estos por cargar la responsabilidad a aquellos; aquestos por
mostrar filosofías que no han estudiado nunca; los otros para que se les tenga por muy
observadores; y los de más allá por pasar plaza de sesudos homes; y en el fondo,
competencias, rivalidades, ambiciones, política menuda y necesidades increíbles para el
que entre ellos no vive; lucha tan feroz y hambrienta cual puede serlo en las más
salvajes y pobres kábilas, pero teniendo por armas lengua punzante y atrevida pluma,
cubierto el rostro con el antifaz del convencionalismo social; sería de temer y mucho,
repetimos, esa plaga de escritores, sino fueran tantos lapsus, como se deslizan en sus
mismos escritos tanta contradicción como se revela cotejando los unos con los otros, y,
lo que es peor, reflejando lo mismo la indiferencia por los males del prójimo, como de
importarles un bledo que se desquicie el mundo... que tan pobremente sabe
recompensar talento tanto!...
¡Qué diferencia de lenguaje, por muy bien escribido que sea, entre los del
sacerdocio de marras y los burgueses que cuentan sus beneficios paralelamente con la
mansedumbre y servilismo de los trabajadores!...
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A los primeros les basta proponer (para que sus memorias sean premiadas y
elogiadas por gobernantes o asociaciones de capitalistas) los jurados mixtos; tiendas-
asilos, bancos populares de ahorros, reformas arancelarias, corporaciones protectoras de
la niñez, o cualquiera otra cosa, no importa que no sea práctico ni suficiente, puesto que
el resultado se ha obtenido ya para el pobre literato; mas a los segundos, a los
burgueses, por más que les parece, porque no ven más allá de sus narices, que quizás
sea bastante lo que proponen los plumistas, sobre todo, si de ello se convenciesen los
obreros, temiendo y meditando que las ideas disolventes pueden ocasionarles disgustos
muy graves, ya no se pagan mucho de esos esperpentos sociológicos, y reclaman mucha
guardia civil, mucho clero, mucha energía, gran escarmiento, tremendo castigo, para
que el terror consiga lo que no puede conseguir la sabiduría ni los derechos
individuales, ni la ilustración popular, ni nada. Ellos han oído muy de cerca, más o
menos literariamente bien expresado, que el hombre trabajador es igual al señor más
encopetado; que la propiedad es un robo; que los medios de trabajo y los medios
naturales deben de ser para todos los seres; que la desigualdad económica es un crimen;
que el acaparador, el explotador, el propietario, es el verdugo del jornalero; y que, en
suma, que no puede haber armonía ni paz, en tanto no se implante la anarquía en la
sociedad humana; y, naturalmente, prefieren mejor los burgueses un fusil para defender
sus intereses, por más que no sea esta su afición, que todas las charlatanerías de los
escritores.
Por esto es que, a pesar de que reina tranquilidad perfecta, según los partes
oficiales, no se sabe como desvanecer ese profundo temor a la burguesía andaluza, que
contrasta singularmente con una especie de confianza y tranquilidad que se refleja en la
población aprehendida y en la que le falta por aprehender, porque no se ve entre las
masas obreras al conspirador que incita a la rebeldía, sino que se sospecha de que cada
obrero es un revolucionario incorregible, y se tiene el triste presentimiento de que todo
paliativo es ya inútil, y que sino es hoy, será mañana, que se reproducirán aquellas
escenas populares de que fueron protagonistas Espartaco, los Gracos, Massanielo, o las
rebeliones de los siervos, las jornadas del 93, el nihilismo, la Commune de París, o, en
una palabra, el desbordamiento popular contra todo cuanto oprime, para afianzar el
derecho del hombre, y con el la era de un positivo bienestar social.
A que esto crea la burguesía, a que esto esperance el obrero, los mismos
periodistas lo alimentan, cuando, después de reseñar que han ingresado más de cien
216
presos en la cárcel, que ya se está en el filón de los grandes descubrimientos, resaltando
personajes desconocidos con apodos recomendables para las novelas de a cuartillo de
real la entrega, notifican sin comentarios que en Sanlúcar de Barrameda hay 2.000
jornaleros que se mueren de hambre, y que alguno de ellos dice que es capaz de hacerlo
todo antes de que sus hijos mueran de hambre, cómo en Madrid hace tiempo que no se
sabe resolver la crisis del trabajo, cómo alimentar tanta gente que tiene que acostarse sin
pan ni lumbre, como en la misma Barcelona, la industrial Barcelona, la rica Barcelona,
cuenta tantos parados en su seno que comienzan a agitarse y reunirse para saber que ha
de hacerse para acallar la desesperante voz de las criaturas que dicen sencillamente:
tengo hambre, quiero pan, dadme pan!...
¡Oh! es muy tremendo lo de Jerez... son muy utópicas las ideas de la clase
obrera: si, son una gran locura humana, un delirio que hay que curar a toda prisa, por el
hierro y el fuego y el extrañamiento, pero mientras no acalléis, burgueses, el hambre
aterrador de la familia obrera, mientras no procuréis remedios más prácticos y
convincentes, que no los hallaréis, porque vuestros intereses prosperan solamente con el
hambre del pueblo, no lo esperéis, no, que renazca ya jamás ni la tranquilidad ni la
armonía social; el duelo a muerte entablado, pese a quien pese, perezca el que perezca,
ha de continuarse hasta el fin.
Y sin burgueses se puede magníficamente pasar; sin trabajadores nunca.
Ya sabes, pues, burguesía, quien ha de triunfar: el hambriento, el obrero; y con
el la Anarquía.
No hay otra solución.
04/02/1892 El Productor, BCN, 4 Febrero 1892, año VI, n.º 284.
Lo de Jerez [3]
Terapéutica Social
Maravilla ver los adelantos que en estos últimos tiempos han alcanzado las
ciencias médicas en constante lucha contra la enfermedad y la muerte. No pasa día sin
que nuevos descubrimientos vengan a aumentar el ya portentoso caudal de
conocimientos posesionándonos de todas las entrañas del organismo humano. No hay
ya para el hombre misterios. Tenemos pues los medios no solo de curarnos, sino
también de precavernos.
217
Y cuando a tal grado de conocimientos se ha llegado, doloroso nos es confesar
que en la sociedad en la que vivimos de nada sirven tales conocimientos. La terapéutica
es un mito. Esta agitada vida que llevamos nos mata lentamente y consume nuestro
vigor vital. La sociedad vive sin lógica. Más parece un agregado de locos, que un
conjunto de cuerdos. Nos hemos proclamado reyes de la creación, y sin embargo somos
esclavos de nuestras maldades y preocupaciones.
Hemos elevado a la categoría de axioma que sin dinero no se puede vivir, y tanto
lo creemos así que nos asesinamos unos a otros. Tal estado de cosas produce en nuestro
sistema nervioso desastrosos efectos. Viviendo siempre en la incertidumbre,
constantemente expuestos a perecer de miseria, nos lanzamos en el torbellino del mundo
ávidos de explotar antes que ser explotados; pero siempre víctimas de nosotros mismos.
Tal modo de proceder nos acarrea sinnúmero de enfermedades, las más de difícil
diagnóstico.
Y cuando al fin de la lucha caemos rendidos de fatiga y llamamos a la puerta del
médico, es cuando vemos la impotencia de todo tratamiento médico.
Usted necesita-dice el doctor- tranquilidad y reposo; su sangre está empobrecida,
sus nervios gastados, sus huesos sin cal. Deje usted todo trabajo aliméntese bien y haga
frecuentes ejercicios corporales.
¡Ah! en esa receta está todo el proceso de la actual sociedad. ¿Quién puede
cumplirla?
Los miles de millones de proletarios que viven miserablemente, mal vestidos y
peor alimentados, no han nacido para cumplir los consejos médicos.
El espectro de la miseria se presenta descaradamente en el hogar del proletario,
amenazándole continuamente con el hambre y la desesperación. El Estado, por su parte,
le acribilla con tributos criminales, y le exige un impuesto por el pan que se lleva a la
boca. El burgués le cercena su salario y le condena a perpetua abstinencia. El obrero,
desesperado, busca en el alcohol las deficiencias de la alimentación. El alcohol le
conduce al idiotismo. El idiotismo al asesinato.
Si el proletario contrae matrimonio, sus hijos son raquíticos; si por fortuna nacen
robustos, el Estado se los reserva para alistarlos en el ejército y convertirles en máquina
de matar. No hay solución para el en el régimen burgués. Si el obrero no procura pronto
desembarazarse de la servidumbre burguesa, morirá envenenado por los tenderos,
embrutecido por el Estado, deshonrado por el burgués, calumniado por los curas...
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El estado social presente le ha convertido en enfermo. No es los jarabes de la
farmacia donde le devolverán su salud. Su mal viene de más hondo. Viene de la
desesperación. Su remedio está en la tranquilidad y en el reposo.
La terapéutica de estos males en la Revolución y en la Anarquía.
Misceláneas.-Los compañeros o corresponsales que deseen se les remitan
ejemplares del folleto Sinopsis Social, la Anarquía, la Federación y el Colectivismo,
por R. Mella pueden dirigir indistintamente sus pedidos a M. Soto, Teodosio, 24,
Sevilla, o a esta Administración. Su precio es de 10 cents. el ejemplar y 1, 50 pesetas
paquete de 25 ejemplares.
11/02/1892 El Productor, BCN, 11 Febrero 1892, año VI, n.º 285.
Ejército y policía I
Una de las objeciones que con más frecuencia se hace al desarrollo práctico de la
idea anarquista, consiste en suponer que ningún pueblo puede vivir sin ejército y sin
policía. Nosotros vamos a demostrar: primero, que el ejército y la policía son un
obstáculo a todo desenvolvimiento o progreso social; segundo, que los pueblos pueden
pasarse sin el uno y sin la otra; y el tercero, que para afianzar la libertades públicas es
necesario suprimir esas dos pretendidas instituciones.
Todos sabemos que según la supuesta ciencia política, el ejército tiene por
objeto mantener la paz y defender a cada pueblo de cualquier agresión inesperada o
previamente conocida. Todos sabemos asimismo que al policía existe para mantener el
orden y asegurar a cada ciudadano en el servicio de sus funciones. Esto al menos dicen
sus defensores y nosotros queremos aceptarlo á fin de discutir en su propio terreno. Los
que nos leen comprenderán que pudiéramos muy bien demostrar ejército y policía
tienen un fin distinto del que se les atribuye.
Con arreglo á lo expuesto consideramos al ejército y á la policía juntamente,
como la reunión de los elementos necesarios al mantenimiento de la paz y el orden.
En primer término haremos observar que la paz y el orden existen sólo donde el
ejercicio de la funciones individuales y colectivas se verifica libre y armónicamente.
Para cada personalidad, cualquiera que sea su índole, la paz y el orden resultan de la
libertad para producirse sin rozamientos de ninguna especie. Cuando, por el contrario,
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una personalidad se ve imposibilitada de realizar tal o cual propósito, ó al realizarlo
tiene que vencer resistencias producidas artificialmente, el orden no existe y la paz es
substituida por un estado de guerra más o menos grave.
Esto sentado, veamos cómo intervienen el ejército y la policía en la vida de los
pueblos y en la vida individual.
Cuando una opinión determinada se hace plaza entre la masa general de una
nación, tiende naturalmente á salir del estado, de abstracción ideal para convertirse en
realidad viviente. Desde el momento que este deseo se inicia, empieza un periodo de
inquietud general seguido de la lucha lenta pero constante de cada día. De un lado, la
voluntad popular pretende expansionarse. De otro el orden establecido procura reprimir
y reprime toda expansión que le sea contraria. El pueblo, que paga un ejército y una
policía para que le asegure en el ejercicio de sus derechos y le defienda contra toda
imposición, se ve inmediatamente cohibido por uno y otra y su voluntad queda nula ante
la fuerza que ha creado para hacerla cumplir. Mas aún. Si el pueblo, sobreponiéndose á
la resistencia, en cierto modo pasiva, de las instituciones creadas, se lanza de lleno en la
vía revolucionaria y quiere realizar prácticamente sus deseos, los fusiles, los cañones y
las bayonetas que paga para su defensa se vuelven contra el en defensa de aquello
mismo que pretende destruir. La voluntad popular, buena para elevar al poder al que
manda es nula para destituirlo. El ejército y la policía son los instrumentos de la
resistencia por cuya mediación el orden se convierte en el brutal despotismo de unos
pocos y la paz en el silencio mortal de un pueblo esclavo.
Si de la vida de las naciones, pasamos á la vida individual, fácil es comprender
que los términos de la demostración son semejantes. Un individuo cualquiera se
identifica por adaptación o por reflexión con una idea, con un propósito, con un deseo, y
por noble que sea la idea, el propósito o el deseo, no puede realizarlo si contraviene en
algo las prescripciones legales. Si quiere hacer públicas sus opiniones, basta que sean
contrarias al orden de cosas preexistente para que la simple palabra de un hombre
vestido de uniforme se lo impida, oponiéndose al derecho de libre manifestación del
pensamiento. Si quiere, no ya ganar adeptos, sino obrar por si mismo llevando á la
práctica lo que piensa, por la tendencia natural á traducir en hechos lo que en nuestro
cerebro se elabora, entonces la violencia de la fuerza armada lo atropella todo y priva al
individuo no solo del ejercicio de sus derechos, sino también del goce de su libertad. El
policía y el soldado que pago para que me defiendan de cualquier agresión, llegan hasta
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a prohibirme la circulación por la vía pública, el uso de la palabra, la expresión de los
sentimientos más caros, ya sí el orden se convierte para el individuo en la servidumbre
perpetua y la paz en su muerte civil, pues ni acción le queda para intervenir el la cosa
pública.
No hablaremos de los atropellos policiacos en todos los instantes de la vida, no
hablaremos tampoco de los asesinatos ejecutados a sangre fría por los ejércitos que
automáticamente obedecen los criminales mandatos del poder constituido. Queremos,
de un intento, circunscribirnos á la acción legal de la policía y el ejército.
¿Qué función desempeñan, en virtud del ligero examen que acabamos de hacer?
Una sola: resistir á todo movimiento individual o colectivo, oponerse á todo cambio, a
toda iniciativa; impedir, en fin, el desarrollo libre y armónico de las facultades humanas,
ya se den en el individuo, ya en la sociedad.
Y como el progreso o desenvolvimiento social se verifica en virtud de iniciativas
individuales y colectivas, como no puede existir sin modificaciones continuas,
eliminando y substituyendo a cada paso cosas viejas por cosas nuevas, resulta que,
evidentemente, el ejército y la policía son un obstáculo permanente al progreso social.
Los pueblos, para cambiar su política, su religión o su moral han de dominar y
vencer, en lucha abierta, a la fuerza armada, porque mientras ellos tienden a mejorar y
corregir sus formas sociales y orgánicas, aquella mantiene invariablemente la
inmutabilidad de los mecanismos existentes. Así es como el ejército y la policía,
organizados para garantizar el libre desenvolvimiento de las actividades, se convierten
en poderoso dique á todo adelanto por las mismas actividades producido.
Esta es la consecuencia inevitable del falso principio en que se funda el orden
social.
18/02/1892 El Productor, BCN, 18 febrero 1892, año VI, n.º 286.
Ejército y policía II
No faltará quien arguya que si bien es exacta nuestra crítica no por eso deja de
ser precisa la existencia del ejército y de la policía, afirmando que son un mal necesario
sin el cual no puede existir la sociedad.
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Demostrando que la sociedad puede pasarse sin policía y sin ejército quedará
probado que semejante mal necesario solo existe en la mente de los que razonan con
arreglo á sus prejuicios de escuela. Demostraremos, por consiguiente, nuestra tesis.
¿Quién defenderá a una nación de los ataques de sus vecinas? ¿Quién
garantizará su independencia? ¿Quién su tranquilidad?
¿Quien defenderá al individuo de cualquier agresión? ¿Quién dirimirá las
contiendas de dos o más hombres?
Caerá sobre nosotros en seguida una lluvia de preguntas semejantes y a cual más
pertinente. Pero, en realidad, ¿hay necesidad de responder negativamente? De ningún
modo. Dadas las condiciones actuales de la existencia, la policía y el ejército son
necesarios. Con una organización fundada en la autoridad, habituados los hombres á
que otros obren por ellos, es indudable la imposibilidad de vivir sin una fuerza armada.
Ahora bien: ¿cabe suponer hábitos distintos, organización diferente, modos
diversos de la actividad humana? Negarlo equivaldría á borrar de un plumazo el
progreso.
Es una verdad adquirida por la ciencia que toda función intermitente, tiende a
hacerse habitual, a reproducirse de un modo espontáneo tras la cesación del primer
impulso. Así, un acto cualquiera determinado por la voluntad, tiende a repetirse sin
conciencia exacta del hecho para el que lo ejecuta. Aún más; toda función se hace tanto
más perfecta cuanto más mecánicamente la ejecutamos. El ejercicio fortifica las
funciones y los órgano, mientras que el desuso las debilita y las anula. La ley de
herencia por otra parte transmite a los seres semejantes una mayor o menor actitud para
obrar en determinado sentido dotando a la especie de las perfecciones adquiridas en los
desenvolvimientos precedentes.
Según estos principios, que son casi elementales, la existencia del ejército y de
la policía se funda precisamente en el hábito tanto más fuerte cuanto se ha desarrollado
a expensas de la falta de ejercicio de nuestras facultades y mediante la herencia
transmitida de generación en generación durante muchos siglos. Es una verdadera
excepción la del hombre que interviene en una contienda para evitarla. Lo general, lo
casi universal es que nos encojamos desdeñosamente de hombros aún cuando vemos a
un semejante nuestro maltratado o herido en medio del arroyo. Pero este hecho no es
natural, sino producido por el conocimiento de que hay una policía organizada para
casos semejantes. Nuestro primer impulso es siempre intervenir, para evitar la
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contienda, y de seguro intervendríamos si no se nos ocurriese la idea de que es una
tontería exponerse a un contratiempo existiendo una clase de hombres pagados para
hacer por obligación lo que nosotros haríamos, como suele decirse, por devoción.
Del mismo modo no pensaríamos en la guerra si la existencia de los ejércitos no
la hiciera presente a nuestro entendimiento en cada instante. La guerra, por otra parte,
nunca ha sido provocada por los pueblos sino por los que gobiernan a los pueblos
imponiéndoles sus preocupaciones y sus errores.
Además la guerra ya siendo cada vez más rara y se ve sin gran esfuerzo que
tiende a desparecer pese a los poderosos ejércitos que mantienen la naciones.
Ahora bien; supongamos que de pronto quedan los hombres entregados a sí
mismos. Es indudable que en muchos casos nuestros hábitos serían más poderosos que
nuestros impulsos naturales, pero no lo es menos que en otros muchos dominarían estos
últimos. Los hombres empezarían así a ejercitarse en la función general de la seguridad
mutua y cada uno trataría de impedir cualquier atentado o atropello que a su presencia
quisiera cometerse. Y si toda función tiende a hacerse habitual y es tanto más perfecta
cuanto más mecánicamente se ejecuta, no cabe dudar que al cabo de cierto tiempo sería
tan corriente que los hombres arreglasen por si mismos sus diferencias como hoy lo es
que las arreglen aquellos a quienes pagamos con este fin, siquiera no lo satisfagan casi
nunca.
En el transcurso de un lapso mayor de tiempo la ley de la herencia transmitiendo
de unos a otros el hábito adquirido nos haría más aptos para conservar el orden y la
armonía que entre los hombres, dotados de razón, deben reinar siempre, y nuestros
órganos y nuestras funciones todas, fortificadas por el ejercicio, harían completamente
innecesarios a todos esos guardadores del orden que vestimos de un modo raro para
distinguirlos, y la sociedad podría pasarse muy bien sin ejército y sin policía.
Todavía se nos dirá que puede pasarse sin policía pero no sin ejército por lo
menos para un momento dado. No obstante la observación carece de fuerza porque los
pueblos no actúan del mismo modo que lo individuos puesto que en aquellos que las
pasiones están contrapesadas y no hay una voluntad determinada como en el individuo.
Quitad las autoridades y los organismos que dirigen los pueblos y los llevan a la guerra
colocando su voluntad y su capricho en el lugar correspondiente a la voluntad popular, y
será muy difícil que estalle una guerra. Y aún suponiendo lo contrario ¿no sería menos
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terrible la lucha entre pueblo y pueblo que entre ejército y ejército exclusivamente
organizados para la destrucción y la muerte recíproca?
Es indudable; la policía y el ejército existen porque existe un poder constituido,
porque se ha organizado una serie de instituciones para que obren por nosotros. En un
estado de libertad completa, la policía y el ejército no se comprenden, son innecesarios.
Así como la autoridad supone un órgano principal y órganos secundarios que la hagan
respetar, y en este caso se encuentran la policía y el ejército, la libertad, la anarquía en
su desarrollo práctico, supone a los hombres y a los pueblos obrando por si mismos, sin
necesidad de órganos artificiales, ni principales ni secundarios.
Una vez admitido que la sociedad puede existir sin gobierno, hay que admitir
también que puede pasarse sin policía y sin ejército. Demostrar que puede existir sin
gobierno no es de este momento por que solo tratamos de refutar a los que nos arguyen
en último extremo con el caso particular de la policía y el ejército. Que puede la
sociedad pasarse sin ejército y sin policía queda demostrado, como nos proponíamos.
Suprímanse todos los organismos que se abrogan nuestra representación y obran
por nosotros, y muy pronto nuevos hábitos sustituirán a los viejos, gastados hábitos
políticos, permitiéndonos arreglar todos nuestros asuntos por nosotros mismos y
haciendo patente la posibilidad de que los pueblos vivan y se desenvuelvan sin ejército
y policía.
25/02/1892 El Productor, BCN, 18 febrero 1892, año VI, n.º 286.
C. A. El Productor. Sevilla.- R. M.-Recibidas las tuyas, los folletos y 13 pesetas
que distribuimos como indicáis. Servidas las nuevas suscripciones. Así que pueda
cumpliré el encargo de P. Te escribiremos.
03/03/1892 El Productor, BCN, 3 marzo 1892, año VI, n.º 288.
Ejército y policía III Y ÚLTIMO.
Hemos demostrado, como habíamos prometido, que el ejército y la policía son
un obstáculo á todo desenvolvimiento ó progreso social, y que la sociedad puede
pasarse sin policía y sin ejército. Falta ahora probar que es necesario para afianzar las
libertades públicas, suprimidas aquellas pretendidas instituciones.
224
En la primera de nuestras demostraciones se halla contenida esta última
proposición sin necesidad de nuevas pruebas. Pero como pudiera argumentarse con una
modificación de las condiciones esenciales de la existencia del ejército y de la policía,
es preciso que digamos aún unas palabras.
Debe tenerse en cuenta que en nuestro análisis no hemos asignado á la policía y
al ejército estas o las otras condiciones, sino que hemos hecho el examen de un modo
general, ateniéndonos a los caracteres fundamentales de los organismos creados para
mantener el orden.
Esto, no obstante, cabe preguntar: ¿no habría modo de hacer que la policía y el
ejército sirvieran realmente á la nación, afianzando el ejército del derecho y
garantizándolo á todo el mundo?
Nuestra contestación es categórica: no. Suponiendo un poder organizado,
siempre la policía y el ejército servirán los fines del poder y no los del público. La
jerarquía, sin la cual no es posible el Estado y su corolario el gobierno, obligará de
todos modos á que dichos dos organismos mantengan por la fuerza formas determinadas
preexistentes de la política, pese a la voluntad popular abiertamente manifestada. Si, por
el contrario, se supone eliminado todo poder constituido, solo podrían existir el ejército
y la policía siendo en si mismos verdaderos poderes, árbitros del orden y de la paz. No
creemos que haya quien se atreva á suscribir esta idea que pondría en manos de la
fuerza armada nuestros destinos. Por eso no nos detendremos a combatirla.
De hecho eso es realmente lo que ocurre. Los altos dignatarios de la milicia y los
superiores jerárquicos de la policía disponen en absoluto de la seguridad personal y de
la seguridad social, como que ellos salen los que han de constituir los gobiernos.
¿Cómo conseguiríamos que en un momento dado en que la opinión se modifica,
se pusiese el ejército y la policía de parte de la nación y en frente del gobierno? de
ningún modo, porque esto sería lo mismo que pones á un gobierno en frente de si
mismo tratando de destruirse.
Figurémonos la más grande de las revoluciones: figurémonos que la fuerza
popular vence á la fuerza armada y la reconduce á la obediencia; figurémonos que al día
siguiente se constituye el nuevo gobierno de acuerdo con las nuevas opiniones. Pues
desde este mismo instante el ejército y la policía vencidos, recobrarán sus prerrogativas
colocándose de nuevo al lado del poder constituido y tratando de impedir y reprimiendo
toda manifestación popular, todo acto individual que tienda á modificar lo existente.
225
Si el nuevo gobierno no se constituyera y el pueblo obrara por sí mismo, el
ejército y la policía desaparecerían instantáneamente. no teniendo ya esos que sostener
ninguna institución., ningún poder, se disolverían por si mismos.
Y así como para establecer definitivamente la libertad de acción y de
pensamiento, la libertad en todos sus modos y formas, es preciso suprimir el Estado y
los gobiernos, así para afianzar esa misma libertad es necesario suprimir el ejército y la
policía.
No hay medio hábil de ponerlos al servicio del pueblo. Todo lo que se puede
hacer es ponerlos al servicio de nuevas formas de gobierno. Desafiamos á quien quiera
que nos demuestre lo contrario.
El vicio de todas las revoluciones pasadas es el de confiar á unos cuántos la
realización de los nuevos ideales. Cada una de estas realizaciones parciales ha tendido
siempre a convertirse en definitiva y permanente, de aquí la necesidad de apelar una y
otra vez á la fuerza para conseguir una parcela de más libertad. La consecuencia de
estos hechos históricos es la supresión de todo gobierno para que no cristalizando los
nuevos ideales en formas cerradas e invariables del orden social, quede siempre
expedito el campo a modificaciones continuas de la vida individual y colectiva.
Del mismo modo y como una consecuencia indeclinable, toda fuerza organizada
para reglamentar la conducta debe desaparecer, porque constituye una amenaza
constante á la libre expansión de las ideas y de los sentimientos.
El pueblo tendrá la seguridad de progresar y ser libre de un modo permanente,
sin cataclismos y luchas sangrientas, cuando no exista un ejército a disparar fusiles al
menor asomo de manifestación popular, cuando haya desaparecido una policía que
vigila a cada ciudadano como se vigila a una fiera dañina para enjaularla o matarla á
mansalva.
Mientras existan ejército y policía, cada progreso conquistado significará la
negación del subsiguiente.
Para que la afirmación de un adelanto, de un progreso contenga necesariamente
la posibilidad o más bien la certeza del progreso futuro, es preciso suprimir el ejercito y
la policía, dos fuerzas organizadas para mantener, como ya hemos dicho, la
inmutabilidad de lo existente.
Todos los que defienden la teoría del progreso y dejan en pie la organización del
poder y de la fuerza, deben fijarse en lo que dejamos expuesto, porque prueba su
226
inconsistencia o su maldad. Lógicamente, cuantos quieran el progreso indefinido de las
sociedades humanas, han de querer también la anulación de todo poder y de toda fuerza
permanente, so pena de hacer traición a sus propias ideas.
La fuerza organizada, llámese ejército o policía, es la negación violenta de un
porvenir mejor. Anhelar este, queriendo conservar aquella, es o una locura o una
infamia.
En conclusión: puesto que la policía y el ejército son un obstáculo a todo
desenvolvimiento social; puesto que los pueblos pueden pasarse sin dichas dos fuerzas,
puesto que, en fin, no es posible ponerlas nunca al servicio del pueblo, es sin duda
alguna necesario, para establecer y afianzar la libertad de modo definitivo, suprimir de
raíz todo poder constituido, toda fuerza armada y, por tanto, la policía y el ejército,
resumen y compendio de la resistencia á toda innovación.- R. M.
10/03/1892 El Productor, BCN, 10 marzo 1892, año VI, n.º 289.
Grupo de Propaganda Anarquista de Sabadell
Avisamos a todos los corresponsales de El Productor que les hemos mandado
igual número de ejemplares del folletos Evolución y Revolución y El Gobierno
Revolucionario, que ejemplares reciben del periódico.
Si alguno no lo ha recibido puede reclamar en correos.
Los pedidos de este folleto diríjanse al grupo de Propaganda anárquica, Torrijos,
17, Sabadell. El pago en libranzas del giro mutuo a nombre de Joaquín Pascual.
24/03/1892 El Productor, BCN, 24 marzo 1892, año VI, n.º 291.
Desde Sevilla. Compañeros de El Productor:
Muéveme a tomar la pluma el doloroso espectáculo que en estos momentos
ofrece Sevilla.
La miseria entre los trabajadores es espantosa. Las lluvias pertinaces de estos
días y la amenaza constante de verse inundada la población por las aguas del
Guadalquivir, han creado por demás una situación penosa para el pobre. La paralización
de los trabajos es general y el tránsito se hace difícil en muchos puntos de la ciudad y
principalmente en Triana, donde viven amontonados millares de trabajadores
desarrapados. Hay casas de vecinos o corrales, como aquí se llaman, dónde la mitad de
227
las familias solo comen hace días lo poco que les pueden facilitar las que aún tienen
algo de que vivir, porque aquí, en medio de la brutal indiferencia de los ricos, los pobres
practican la solidaridad de un modo admirable. Los obreros parados, faltos de acción y
de energía, se limitan a pedir que el río se desborde cuanto antes, porque la sabiduría y
la magnanimidad de los poderosos ha hecho que se tenga que --- una catástrofe el
remedio a la miseria y al hambre. ¡Triste realidad en este incomparable orden social! El
caso es que si el río se desborda los que hoy no tienen pan, podrán esperarlo de la
caridad oficial y de la generosidad de la gente adinerada, que en tales casos se
apresuran a hacer alarde de lo que no sienten. Pero en tanto nadie se acuerda de que la
miseria es hoy terrible y las necesidades no satisfechas son mayores que en los períodos
de inundación si cabe.
En los mercados, en las plazas, en todas partes los obreros se aglomeran con las
manos en los bolsillos, calados por el agua, sin saber que hacer ni a donde dirigirse.
Muchos no vuelven a sus casas huyendo de los lamentos de los suyos. Pero en cambio
de vez en cuando pasa por su vera tal cual pedigüeño limosnero recogiendo dinero para
las cofradías que en la próxima semana santa lucirán sus churriguerescos disfraces en
las pomposas procesiones que hacen al que quiso ser amparo y consuelo de los pobres y
fustigó a los ricos sin piedad. ¡Buena ocasión para que los obispos que charlan en el
Senado español departieran sobre el terrible anarquismo!
Al propio tiempo circulan por las calles multitud de jóvenes campesinos que la
patria, esa patria sin entrañas, arrebata a sus familias, para que mañana tal vez reciban la
orden de hacer fuego sobre sus hermanos hambrientos.
El espectáculo es verdaderamente espantoso para todo el que conserve algo de
sentimientos humanitarios en esta época de crueldad y egoísmo sin límites. Después que
el infame usurero se ha apoderado de los mezquinos enseres del obrero, a este no le
quedan ya más que sucios y repugnantes guiñapos que pasear por las calles. Diríase, al
contemplar su desnudez, que esta es una población de pordioseros sin medio alguno de
vida, aquí donde la riqueza se derrocha en manzanilla a toda hora y en cada momento.
En fin, ahogando el dolor natural que tal espectáculo produce, lo que se
desprende de estas observaciones es que desgraciadamente a la infamia de los unos
corresponde la cobardía de los otros.
Esperemos, pues, que el Guadalquivir resuelva el problema desbordándose, que
la caridad surja como panacea universal de todos los males; que la situación del obrero,
228
empeorando de día en día, ponga de manifiesto que un cambio social es necesario,
urgente e inmediato. Y en tanto los obreros conscientes, los hombres de ideas, los que
no nos conformamos con tanta iniquidad e infamia tanta, continuemos nuestra
propaganda y nuestra obra enseñando a todos que los males sociales solo pueden hallar
un remedio eficaz en la socialización de la tierra y de los instrumentos de trabajo, en la
explotación común por todos los obreros de la riqueza general y en la solidaridad de
todos los hombres. Que los agricultores posean la tierra, los mineros las minas y los
obreros industriales los talleres; que se supriman todos los engranajes de la máquina
política y desaparezcan para siempre gobiernos, ejércitos, empleados, curas y entonces
fundiéndose la actual sociedad, en la sociedad de los iguales, libres y trabajadores todos,
veremos eliminada para siempre la miseria, imposible el hambre, anulada la ignorancia.
Y este ideal, que se aproxima rápidamente a pesar de la poderosa resistencia de
unos y de la inactividad de otros, solo tiene realización posible por el principio
anarquista, digan lo que quieran todos los vocingleros de la burguesía.
Que los trabajadores se agiten un poco y les bastará querer para que este cambio
grandioso se verifique como se han verificado todos, por la Revolución.
Vuestro y de la R. S.-El Corresponsal
Sevilla 8 Marzo 1892
31/03/1892 El Productor, BCN, 31 Marzo de 1892, año VI, n.º 292.
Misceláneas.-La agrupación de propaganda anarquista de Sabadell, ha
publicado un folleto que contiene los trabajos Evolución y Revolución, de Ricardo Mella
y El gobierno revolucionario, por Pedro Kropotkin.
La concienzuda pluma de Mella, es ya bastante conocida en España, para que
recomendemos su trabajo, como es universalmente conocido Kropotkin.
Basta la publicación de los nombres del folleto, para afirmar que será leído con
interés por todos los trabajadores que estudian los problemas sociales.
El precio del folleto es de 10 céntimos. 25 ejemplares, 1,5 pesetas.
Dirigirse a la Administración de la Agrupación de propaganda anarquista, calle
Torrijos, 17, Sabadell.
Movimiento Obrero Interior: Sevilla.-El XX aniversario de la proclamación
de la Commune, ha sido celebrado en esta en varias reuniones de carácter privado.
229
Una de estas, organizada por la Sección Varia, revistió verdadera importancia,
pues en ella tomaron parte algunos trabajadores simpáticos a nuestras ideas, aun que
ajenos a la organización. Tratóse esta reunión de los medios más adecuados para
despertar el adormecido espíritu de la clase trabajadora de Sevilla y se tomaron buenos
acuerdos que creo han de dar buenos resultados muy en breve.
Una vez discutida la parte práctica de la reunión, algunos compañeros hicieron
uso de la palabra para encarecer la trascendencia del alzamiento communalista de París
y explicar las ideas anarquistas, deduciendo provechosas enseñanzas y lógicas
consecuencias, de que los obreros deben aprovecharse tanto para el presente como para
lo futuro.
El espíritu de estas asambleas privadas ha sido excelente, tanto en su aspecto
revolucionario como en el orgánico, demasiado abandonado en esta localidad, por
desgracia.
Si los nuevos compañeros ganados para la organización y para las ideas, con
motivo de la conmemoración del 18 de marzo, no desaniman, y todos trabajamos con
constancia, pronto los obreros sevillanos podrán dar una muestra de que no son
indiferentes a las corrientes emancipadoras de nuestros ideales.
-Debido a la inundación de que ya habéis tenido noticia, los trabajadores se
hallan en una situación desesperada, pese a la mentida caridad de las clases pudientes.
Principalmente el barrio de Triana se encuentra en un estado lamentable. Los
muchos trabajadores que allí viven entre barro y escombros, se hallan en la mayor
miseria. Los que pueden ganar un jornal en la limpieza de las calles son muy pocos y
además ganan un jornal tan exiguo, que ya en distintas ocasiones se han promovido
algunos tumultos por negarse los obreros a recibir los cinco reales con los que se
pretende retribuir un trabajo excesivamente penoso. Como siempre, la guardia civil ha
intervenido para lo que interviene siempre. ¡Dichosa benemérita, y cuántos méritos está
ganando a costa de la miseria general en esta rica comarca andaluza!
Termino llamando la atención de los trabajadores de Triana sobre un hecho
importante. Las autoridades de Sevilla han reunido a las eminencias de la ingeniería
para acometer las obras de defensa de la población. Pues bien; en el dictamen no se dice
una palabra del barrio en que viven amontonadas 30,000 almas sin defensa alguna.
230
¡Como los trianeros no son capitalistas, bien se les puede dedicar a carne de
inundación. A trueque de salvar sobre todo a tanto ilustre ladrón como se alberga en
Sevilla!
C. A. El Productor. Sevilla.-R. M.- Id. [Escribo]; Sevilla.-R. M.- Recibidas las
dos tuyas.
07/04/1892 El Productor, BCN, 7 Abril de 1892, año VI, n.º 293.
C. A. El Productor. Sevilla.-R. M.- Mandamos el paquete a la nueva dirección.;
Sevilla.-R. M.- Te he escrito a la dirección de R. P.
21/04/1892 El Productor, BCN, 21 Abril de 1892, año VI, n.º 295.
C. A. El Productor. Sevilla.- R. M.- Id. [Escribo].
27/04/1892. Madrid, 27 de abril de 1892. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
Por orden de esta fecha se destina a la Región Topográfica de Córdoba al
Topógrafo 3º D. Ricardo Mella.
12/05/1892 El Productor, BCN, 12 mayo de 1892, año VI, n.º 298.
Desde Sevilla. Compañeros de El Productor: Salud.
Ha pasado aquí el temido 1º de Mayo sin accidente de ninguna especie y en
medio del ridículo más espantoso para la burguesía.
La abstención absoluta de los obreros ha contrastado con las precauciones
adoptadas por las autoridades. Guardia civil, policía secreta y agentes de orden público
y seguridad vigilaban todas las bocas calles de la población. Todos los puntos
estratégicos estaban ocupados militarmente y en muchas casas y comercios de alto
copete pernoctaron fuerzas de la guardia civil. En fin, una verdadera fiesta del
militarismo.
No se quejarán los socialistas autoritarios por falta de solidaridad en festejar el
día. Como nada hay que no tenga su nota cómica, en Sevilla la ha tenido el 1º de Mayo
muy especial.
231
Habréis visto en los periódicos de la corte la gran noticia de un petardo hallado
en una iglesia y habréis leído los comentarios de sensación con que la exornan. Pues
bien; el petardo ha sido en esta ocasión un señor petardo de verdad. Reuniéronse
autoridades y peritos para reconocer el terrible aparato y resultó... una lavativa vieja con
un papel dentro del cual, por debajo de un grosero dibujo, se leía: "¡Para el señor cura!".
¿Hacen falta los comentarios?
Sí; la prisión de tres compañeros, puestos en libertad a las pocas horas, y la
detención de dos pobres extranjeros de esos que andan de pueblo en pueblo mendigando
un pedazo de pan.
Por todo lo dicho comprenderéis la desarrollada situación en que han quedado
las autoridades sevillanas, así como las burlonas sonrisas con que el pueblo obrero y aún
parte del burgués, presenció tal alarde de fuerzas.
***
Respecto a la prensa solo os diré que merced a la cooperación de unos cuantos
obreros incautos, pudo hacer un pobre plagio de las informaciones y necedades de la
prensa madrileña. Por cierto que no faltó quien pusiera especial empeño en tranquilizar
a la pobre burguesía desde las columnas de periódicos que reputa por enemigos.
Y terminaré noticiándoos que ayer 2, se estrenó una piecilla titulada Los
Anarquistas, estreno que se verificó el sábado, porque según las sabias autoridades,
podía comprometer el orden público.
La pieza en cuestión no carece de gracejo y es una sátira sangrienta para la
policía: El anarquismo no es más que el pretexto. Por esto, sin duda, algunos que
esperaban una tragedia espeluznante con dinamita y todo, trataron de silbar la obra, pero
la inmensa mayoría del público, casi todo obrero aplaudió entusiásticamente.
Sin otra cosa por el momento queda vuestro y de la R. S.-El Corresponsal
Sevilla, 3 de Mayo de 1892.
C. A. El Productor. Sevilla.- R. M.- Ya hemos escrito manifestándoos que el
libro que pide M. Rubio no lo hemos encontrado. Que disponga lo que hemos de hacer
con el dinero. Reus.- J. M.- Obran en nuestro poder, procedentes de R. M., de Sevilla, la
cantidad de 8 pesetas que le abona a cuenta de folletos.
232
19/05/1892 El Productor, BCN, 19 mayo de 1892, año VI, n.º 299.
C. A. El Productor. Sevilla.- R. M.- Recibida la tuya. Si encontramos el libro
que pides lo remitiremos.
26/05/1892 El Productor, BCN, 26 mayo de 1892, año VI, n.º 300.
C. A. El Productor. Priego de Córdoba.- R. M.- Hecho tu encargo.
Libros y Folletos. Sinopsis Social, por R. Mella, paquete de 25 ejemplares 1'50
pesetas; ejemplar suelto, 10 céntimos. Los pedidos a Manuel Soto, Teodosio, 24.-
Sevilla.
02/06/1892 El Productor, BCN, 2 Junio de 1892, año VI, n.º 301.
Anomía Política13
Júzgase imposible que una sociedad, un país, una colectividad cualquiera, pueda
vivir sin leyes o reglas políticas que normalicen y ordenen su desenvolvimiento. Se
supone así mismo que toda agrupación, por el mero hecho de constituirse, implica un
cierto número de relaciones comunes cuyo cumplimiento no sería fácil sin una o varias
leyes que obligasen a sus componentes a obrar de un modo previamente determinado. Y
fúndanse, finalmente, estas opiniones en la contradicción que se supone existe entre el
interés individual y el interés colectivo, intereses solo armonizables por medio de la ley
que subordine; siempre que sea preciso, la parte al todo, la personalidad real a la
personalidad social; esto es, el hombre a la agregación de hombres.
Nada, sin embargo, es menos cierto que esta supuesta necesidad de las leyes.
En nuestra larga historia legislativa apenas existen dos leyes que puedan
concordarse. Son siempre las unas negación o limitación de las otras. Responden todas,
en sus diversas modificaciones al hecho bien real y comprobado de que es imposible
reglamentar la conducta y los múltiples intereses de tantos hombres reunidos en una
comunidad más o menos consciente o voluntaria.
Pero arrastrados por la preocupación legislativa, cuando no por bastardas miras,
los hombres de gobierno se apresuran, a pesar de la experiencia adquirida a multiplicar
cada día más el fárrago inútil de reglamentos, decretos y leyes; y esto, no obstante, los
13 Del griego, nomía, ley, regla; a, no; quiere decir, no ley, no regla. (Nota de R. M.)
233
conflictos diarios sin solución se reproducen al infinito demandando cada vez nuevas
modificaciones e interminables reformas.
Por otra parte, se observa que apenas es promulgada una ley por la
representación del país, necesita el gobierno recurrir a todos los medios coercitivos para
imponerla, no para hacerla cumplir, porque a la corta o a la larga queda siempre
incumplida. ¿Cómo, pues, se explica que la generalidad de los representados se opongan
a las reglas que les dictan los que eligieron para dictarlas? Porque toda ley general
choca con los intereses particulares del individuo o de la agrupación, porque es
imposible comprender en una sola o en varias reglas la vida total de la sociedad, porque
la multiplicidad de intereses, afecciones, gustos y tendencias supone la multiplicidad en
la dirección de la conducta humana, y nada hay capaz de encerrar en una dirección
uniforme lo que esencialmente tiene por condición de vida la variabilidad sin límites.
No caben aquí los distingos políticos de la legitimidad o ilegitimidad de la
representación nacional. El hecho consignado es tan común, es tan vulgar, es tan
general a toda clase de formas políticas, sean monárquicas o republicanas, que sería
inútil todo intento de prueba. A quien quiera que se pregunte, a quien quiera que haya
leído y lea a diario los periódicos, no podrá menos de confirmar nuestro aserto.
Tampoco destruyen el hecho consignado las tendencias descentralizadoras de
algunos políticos, porque por grande que fuese la descentralización no evitaría que, más
o menos extensamente, se reglamentara la conducta. Municipio, Cantón o Nacionalidad,
dentro del orden actual, ya sea autocrítico o bien democrático, implican leyes generales
que obligan a todos en cada una de aquellas entidades respectivas. Lo más que se
conseguiría era reducir los límites de extensión territorial a que alcanzasen las leyes.
Las relaciones sociales solo tienen satisfacción debida cuando se establecen
fuera de la acción legislativa. Entonces, más o menos armónicamente, realizan los
hombres sus fines por medio de concesiones y contratos mutuos que duran el breve
tiempo de la transición económica o social y dejan en libertad de obrar nuevamente a las
partes contratantes.
La normalidad existe realmente cuando los hombres pueden desenvolverse en
todas las direcciones, cuando las reglas de conducta no les son impuestas, cuando a sí
mismos se gobiernan y se rigen libremente. La anormalidad surge tan pronto como por
un decreto, por una ley, por un reglamento, se les obliga a obrar de un modo
determinado. Surge entonces la anormalidad, si los hombres se niegan al cumplimiento
234
de la ley, porque han de rebelarse contra los poderes creados; y surge también, si tratan
de acatarla, porque para ello han de violentar sus propias inclinaciones e intereses,
entablando una lucha en la cual la personalidad corre grave riesgo de anularse.
Pero, en fin, se nos dice, las relaciones generales no pueden abandonarse al
acaso. Enhorabuena que cada individuo y cada colectividad se gobiernen por sí mismos
en lo que les afecte personalmente; pero las relaciones de todos los individuos y de
todas las colectividades necesitan de la ley que las normalice y ordene.
En primer lugar observaremos que las relaciones colectivas no son otra cosa que
las relaciones de individuos con individuos, y las relaciones más generales aún,
relaciones de grupos de individuos con grupos de individuos. ¿Haremos dentro de una
colectividad una ley que obligue a todos sus individuos a conducirse de un modo fijo?
¿Haremos dentro de la agrupación superior otra ley que obligue del mismo modo a
todas las colectividades?
En segundo lugar no son para nosotros las relaciones sociales algo metafísico,
como lo son para los partidarios de la legislación, y por esto en vez de determinarse a
priori por una o varias leyes que las comprendan, ordenen y limiten, las queremos
determinadas a posteriori sin límite ni modulación preconcebida.
Así, puesto que las relaciones colectivas empiezan en la relación de un
individuo con otro o de varios con varios, estos son los que en cada momento han de
determinar prácticamente su conducta, lo cual dará lugar a que todos y cada uno obren
sin coacción alguna extraña. Del mismo modo las relaciones superiores de
colectividades empiezan en las relaciones de un grupo con otro o de varios con varios, y
son, por tanto, los mismos grupos o colectividades los que han de definir prácticamente
también su conducta, lo cual producirá, sin duda, la independencia total de cada
agrupación en todos los momentos de su existencia.
¿De qué serviría una ley que obligase a todos los individuos asociados a obrar
uniformemente? ¿De qué una ley que del mismo modo obligase a todas las
colectividades mancomunadas más o menos extensamente? Serviría, como dejamos
dicho, o para provocar la rebelión o para reducirlos a la obediencia sacrificando sus
personalidades. He ahí todo.
En la realidad las relaciones sociales despojadas del aspecto metafísico de que se
las reviste, repugnan toda ley, toda regla de uniformidad. Si libremente se
desenvolvieran producirían la unidad apetecida, porque como resultado de transacciones
235
espontáneamente concertadas, tendrían, por fuerza, la armonía como coronamiento de
iniciativas realizadas sin coacción externa ni interna.
Nosotros observamos que en la vida práctica es donde mejor se producen las
relaciones comunes. Contratos de trabajo, de comercio, de especulación, lejos de las
reglas legislativas, dan por resultado la vida social armónica, cuanto puede serlo en las
condiciones actuales. Nosotros observamos también que esas mismas relaciones solo
sufren perturbación cuando la ley interviene; y buena prueba de ello son las luchas que
continuamente sostienen el comercio, la industria y la agricultura contra las leyes
promulgadas por todos los gobiernos de las monarquías y de las repúblicas.
¿Qué prueba todo esto? Pues que la anomía política se impone; que huelgan
todas las leyes y reglamentos; que los anarquistas, pretendiendo vivir sin leyes y sin
legisladores, no pretenden más que lo que la experiencia demuestra.
Un último baluarte queda a nuestros adversarios: los intereses en conflicto
permanente.
Y bien; si los intereses personales o corporativos se hallan en conflicto es porque
la propiedad individual lo origina, amparada por los poderes legislativos.
Entregad al obrero lo que necesita para trabajar en igualdad de condiciones con
los demás obreros; entregadle su instrumento de trabajo, la tierra, la mina, la fábrica,
etc., y veréis entonces como el antagonismo de los intereses desaparece y las relaciones
sociales se producen práctica y realmente sin oposición ni coacción alguna; veréis
entonces como las predicciones anarquistas se cumplen y la vida de la paz y del
bienestar social sustituye a la guerra en que nos debatimos continuamente.
Si la propiedad careciera de la fuerza que le presta el poder y de la garantía de la
ley, la propiedad desaparecería al mismo tiempo que las leyes y las instituciones que las
promulgan. Cada uno, utilizando libremente por sí o asociado a otros, lo que de hecho
es de todos, entraría en relaciones de trabajo, cambio y consumo con sus semejantes
para determinar el orden real producto de la libertad que preconizamos.
Aún enfrente del antagonismo de los intereses, solo una solución se presenta: la
anomía política, la ilegislabilidad de las relaciones humanas. De tal manera esta
solución se impone, que constituye el argumento más poderoso que puede hacerse al
socialismo de Estado. Este socialismo, al pretender la transformación de la sociedad
desde el gobierno, al pretender la organización del nuevo régimen desde lo alto, olvida
que ni siquiera había de lograr la organización del trabajo sin que provocase de nuevo la
236
revolución por el hecho mismo de intentar la reglamentación general de los servicios. A
lo más, solo conseguiría cambiar el aspecto, la forma de la evolución y de las luchas
sociales, dejando en pie la eterna rebeldía del individuo y del grupo contra la
uniformidad de la conducta, impuesta por leyes más o menos coercitivas.
Con la solución anarquista, esto es, suprimiendo la legislación y los legisladores,
que es todo lo que constituye el gobierno, la cuestión de la propiedad quedaría de hecho
resuelta, y la organización del trabajo surgiría espontánea a partir del primero de sus
elementos constituyentes, la unión o asociación de oficio.
Es, pues, preciso prescindir de toda legislación política y abandonar las
relaciones sociales a la contratación libre y continuamente variable de los individuos y
de las colectividades.
Toda aspiración socialista que desconozca estos hechos y busque en los
procedimientos legislativos el medio de reorganizar la sociedad con arreglo a nuevas
bases, lleva en sí el fermento de la futura revolución que ha de destruirla.
El socialismo, para cumplir su misión, debe arrancar forzosamente el principio
anarquista, porque este es el que abiertamente va contra todo lo que significa tiranía,
negando que el grupo pueda tener derecho a dictar reglas a sus componentes.
Mientras el misticismo político del derecho social prevalezca, será desconocido
siempre el derecho individual. Precisamente por eso, porque se funda en aquel
pretendido derecho, tanto como por sus consecuencias, somos enemigos de la
legislación y partidarios decididos de la anomía política.
En otra ocasión hablaremos de la anomía económica. -R. M.
Grupo de Propaganda Anarquista de Sabadell. Suplicamos a todos los
corresponsales que estén en descubierto con este "Grupo de Propaganda", por el folleto
Evolución y Revolución de R. Mella, y El Gobierno Revolucionario, de P. Kropotkin,
procuren saldar a fin de que podamos dar al público lo más pronto posible otro folleto.
Para los pedidos y giros dirigirse Joaquín Pascual, calle Huerta Nueva, 79, 1º,
Sabadell. Sabadell 23 Mayo 1892.
09/06/1892 El Productor, BCN, 9 Junio de 1892, año VI, n.º 302.
Anomía Económica
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Del mismo modo que las relaciones sociales repugnan toda regla, toda
legislación que las subordine y regularice; del mismo modo que toda reglamentación
política implica la servidumbre personal y colectiva, así toda regla, toda legislación en
economía, supone la esclavitud organizada de todos los hombres.
Los que negando el orden establecido fijan sus aspiraciones en un orden
económico organizado de antemano por medio de leyes y reglamentos, no hacen más
que continuar la tradición legislativa haciéndola extensiva a las relaciones del trabajo.
Así vemos que los políticos radicales, ante la amenaza del pavoroso problema social,
aceptan el socialismo de Estado y, quien más quien menos, proponen todo un sistema de
reglamentación del trabajo con el que suponen resueltas todas las dificultades. El
pretendido socialismo científico ha sumado en una aspiración común el papado, el
poder civil y la fuerza de la masa obrera que lo sigue. La preocupación legislativa
llevada hasta sus últimos límites, produce naturalmente ese nefando contubernio de
todas las reacciones.
Un misticismo semejante al del derecho social hace que muchas gentes corran
tras la quimera de organizar el trabajo y la satisfacción de las necesidades comunes de
tal modo que todo se halle previsto en el mejor de los organismos posibles.
Si es verdad que el hombre tiende a vivir libremente y se rebela uno y otro día
contra todo lo que le cohíbe, y esto ha sido demostrado suficientemente por la
experiencia y la filosofía, nada justifica la pretensión de reglamentar la vida económica
de los pueblos después de haber eliminado toda reglamentación política. Para que el
individuo y el grupo puedan moverse libremente en todas direcciones, no necesitan más
que la igualdad completa de medios para desenvolverse. La solución del problema
social consiste precisamente en la igualización de los medios de producir. Pero una vez
rebasado este punto de la cuestión las opiniones se dividen y toda una categoría de
hombres que se llaman socialistas vuelven los ojos a los antiguos usos y afirma con el
nombre de organización del trabajo el sistema actual de leyes, decretos y reglamentos.
Pero ¿lo qué es absurdo en el orden político será verdad en un orden económico?
¿Puede realmente uniformarse la vida económica a priori, y cabe la inmensidad de los
intereses y de las necesidades, así individuales como colectivas, en una reglamentación,
por grande y amplia que sea?¿No es lógico inferir de la imposibilidad de la
reglamentación política, la imposibilidad de la reglamentación económica? Una
238
legislación del trabajo ¿no produciría las mismas o más graves rebeldías que produce y
ha producido la legislación política?
Siempre es cuerdo deducir de unas experiencias otras experiencias próximas y
semejantes, pero nuestros modernos socialistas carecen tanto del sentido experimental
como del filosófico. Después de tanto tiempo de leyes, decretos y pragmáticas, después
de siglos y más siglos de lucha contra todos los poderes, todavía necesitan un nuevo
ensayo de legislación para convencerse y de nuevas revoluciones para darse por
vencidos. A la vista de la negación filosófica que ha echado por tierra religiones y
sistemas políticos de todas clases, proclamando la anomía en el orden de la conciencia y
en el orden de la vida externa, todavía pretenden una nueva prueba de reglamentación
económica y una nueva rebelión de los hombres para deponer sus preocupaciones
hereditarias y fatales. ¡Triste condición de las cosas humanas!
Generalizada la propiedad por la comunidad o más bien el libre acceso a los
medios de producir, tierra e instrumentos de trabajo, destruido el poder del Estado
político, generalizando así la libertad y el derecho, no cabe crear nuevas trabas que
limiten y cohíban al hombre impidiéndole actuar en todos sentidos. Cada hombre y cada
grupo, obrando libremente, se concertarán con otros hombres y otros grupos a fin de
desenvolverse y vivir en las mejores condiciones posibles, y así se producirá la armonía
deseada, espontánea, de abajo arriba, no determinada desde la elevada sinagoga de la
sociedad constituida en suprema fuerza y en supremo poder.
Del mismo modo que la sociedad, ente metafísico y nebuloso como la idea de
dios, no tiene derecho a dictar reglas a los hombres, así tampoco tiene el deber
indeclinable de hacer por los hombres lo que no está en sus manos hacer. El grupo
social se constituye para fines concretos y determinados y cuando se constituye es
obligándose sus componentes a cosas determinadas y concretas también. Entonces es
cuando los derechos y los deberes se establecen entre los individuos que lo componen.
Lo mismo ocurre con la asociación más compleja de grupos o colectividades. Hasta
entonces el individuo frente al individuo, es absoluto en sus derechos porque falta la
reciprocidad que nace del contrato. Cuando este se produce, se reconoce que el derecho
de uno es el derecho también de los otros, y que lo que de una parte nos obliga de otra
obliga a los demás para con nosotros. ¿Cuál es la forma de esta reciprocidad?¿Cuál es el
ente que tiene poder bastante para determinarla? Ninguno como no sea el hombre
mismo. Contratos de cada momento entre hombres y colectividades afines o que se
239
necesitan, esto es todo. Cualquier ley, cualquier regla que tienda a crear obligaciones y
las cree por imposición del grupo, es atentatoria a la libertad. Por tal procedimiento se
llegaría a destruir la Revolución en sus comienzos. Si el grupo social tiene derecho para
legislar, es inútil ponerle diques. Podrá deshacer hoy lo que hizo ayer.
La anomía económica no es más que una consecuencia de la anomía política.
La misma solidaridad humana no puede considerarse más que como un fin a
realizar espontáneamente por los individuos y por las colectividades. Llevada a una
generalización que directa o indirectamente la imponga a todos, limita y aún niega la
libertad.
Los principios esenciales del socialismo revolucionario, del socialismo
anarquista son, pues, en vista de cuanto queda dicho: la libertad completa de acción
como medio la igualdad de condiciones como base y la solidaridad como fin. Libres
todos los hombres para utilizar la riqueza colectiva, tierras, minas, fábricas, etc.; libres
para obrar como mejor cuadre a sus gustos, intereses y necesidades, se concertarán entre
sí en formas múltiples para producir la identificación de medios y fines. La solidaridad
humana surgirá así más o menos intensa y extensamente, según el mayor o menor
desarrollo que hayan alcanzado los hombres y los grupos.
No hay término medio posible. O se quiere un poder legislativo que organice la
vida económica, o se fía esa organización a la espontaneidad social, que esto es lo que
constituye la anomía política y económica, o, lo que es lo mismo, la anarquía en toda su
generalidad.
Los mismos que preconizan el comunismo total, olvidan que la solidaridad solo
puede realizarse o por imposición o paulatina y espontáneamente, por volición
individual, esto es, por medio de contratos que la apliquen determinadamente en las
agrupaciones a ella dispuestas. En el primer caso no son anarquistas; en el segundo son
tan comunistas como lo pueda ser un colectivista o un mutualista, porque son, ante todo,
anarquistas.
Terminaremos. Así como la experiencia ha demostrado la imposibilidad de
reglamentar la conducta en el orden político, así por deducción lógica afirmamos que es
imposible reglamentar la conducta en el orden económico.
Todo lo que sea presuponer un sistema único, así en política, como en economía,
es una quimera.
240
La realidad nos impone una serie inacabable de sistemas varios de aplicación
económica como de aplicación política. Esta serie de sistemas debe ser aplicable
anómicamente so pena de convertir a las organizaciones sociales en cristalizaciones
faltas de desenvolvimiento y de vida.
Acabar con la legislación política para empezar de nuevo con la reglamentación
y la uniformidad económica, es provocar un nuevo ciclo de revoluciones.
La libertad en lugar de la legislación, la variabilidad en lugar de la uniformidad:
he ahí la solución.
La legislación es la esclavitud.
La uniformidad es la muerte.-R. M.
16/06/1892 El Productor, BCN, 9 Junio de 1892, año VI, n.º 303.
C. A. El Productor. Priego.- R. M.-Se hará lo que deseas. Priego.- R. M.-
Recibida 1 peseta que te abono en cuenta. Remito los folletos y escribo.
Libros y Folletos. Sinopsis Social, por R. Mella, paquete de 25 ejemplares 1'50
pesetas; ejemplar suelto, 10 céntimos. Los pedidos a Manuel Soto, Teodosio, 24.-
Sevilla.
07/07/1892 El Productor, BCN, 7 Julio de 1892, año VI, n.º 306.
Movimiento Obrero Interior. Priego de Córdoba. -Se ha verificado la
inscripción civil de una niña de nuestros compañeros Esperanza y Ricardo Mella, con el
nombre de Alianza. Que viva muchos años Aliancita.
Libros y Folletos. Evolución y Revolución, por R. Mella y El Gobierno
Revolucionario, por P. Kropotkin, folleto de 24 páginas, paquete de 25 ejemplares 1'50
pesetas; ejemplar suelto, 10 céntimos. Los pedidos a Manuel Montaner, calle de Illa,
19.-Sabadell.
21/07/1892 El Productor, BCN, 21 Julio de 1892, año VI, n.º 308.
C. A. El Productor. Priego.- R. M.-Recibida 1 peseta. Remito los folletos.
11/08/1892 El Productor, BCN, 11 Agosto de 1892, año VI, n.º 311.
241
C. A. El Productor. Priego de Córdoba.- R. M.-Recibidas 2 pesetas que te
abono en cuenta. Escribo.
15/09/1892 El Productor, BCN, 15 Septiembre de 1892, año VI, n.º 316.
Movimiento Obrero Interior. Priego de Córdoba.- Un compañero de esta
localidad, con fecha 7 del corriente, nos escribe lo que sigue:
»Ayer; 6, se celebró en esta ciudad un meeting de propaganda convocado por el
partido federal, que aquí se compone de algunos trabajadores de buena fe y temple
revolucionario, pero que tienen la debilidad de confiar todavía en la política.
«A pesar de que en este pueblo el dominio del clero y de la reacción es muy
grande, el meeting resultó magnífico, pues el teatro se llenó de bote en bote y la
concurrencia manifestó con sus ruidosos aplausos la simpatía que siente el pueblo por
todas las ideas emancipadoras.
»Uno de nuestros compañeros expuso las ideas socialistas revolucionarias, y
tanto sus afirmaciones resueltas en frente de la religión y de la política como sus
doctrinas en economía arrancaron nutridos y prolongados aplausos, siendo de advertir
que cuando nuestro amigo hablaba de la triste condición de los agricultores de la
campiña de Jerez, los trabajadores de Priego, reunidos en el teatro, gritaban: «¡y aquí,
aquí sucede lo mismo!», lo que prueba que aún allí donde las ideas sociales no han
penetrado, los obreros comprenden perfectamente la justicia de nuestras aspiraciones
revolucionarias.
»Aquí los trabajadores, aunque se digan federales y republicanos, y se lo dicen
muchos porque no conocen otras ideas, están de hecho separados de la burguesía y
sienten más que otra cosa las necesidades de clase y la urgencia de un mejor estado
social en que poder vivir y desenvolverse libremente.
»Por eso espero que la intervención de nuestro amigo en la asamblea anoche
celebrada no será infructuosa, y que pronto en Priego podremos contar con un núcleo
más de decididos anarquistas».
22/09/1892 El Productor, BCN, 22 Septiembre de 1892, año VI, n.º 317.
C. A. El Productor. Priego de Córdoba.-R. M.-¿Has recibido carta de F. F.?
242
29/09/1892 El Productor, BCN, 29 Setiembre de 1892, año VI, n.º 318.
C. A. El Productor. Priego de Córdoba. R. M.-Recibido tu artículo que llegó
tarde. Irá en el próximo número. Remito un paquete de periódicos.
06/10/1892 El Productor, BCN, 6 Octubre de 1892, año VI, n.º 319.
Insolidaridad
Nada más repugnante que el espectáculo que en estos momentos nos ofrecen
hombres y pueblos que se llaman civilizados. Extiéndese el terrible azote asiático por
una multitud de pueblos que el hambre había preparado de antemano para agravar al
mal, córrese a ----- donde sobran los medios de defensa, penetra por todas partes en
Europa y América, y al abandono gubernamental, al desbarajuste autoritario, a la inercia
de los doctos académicos, sucede inmediatamente la barbarie del miedo, el pánico
espantoso, la cobardía indigna de los gobernados, de los indoctos, produciendo escenas
más propias de la bestia que del hombre.
Ante el temor de la muerte próxima, aun aquellos que nada perderían perdiendo
la vida, porque para ellos no se hizo el goce y sí el sufrimiento, olvidan toda noción de
humanidad, y poco falta para que al desdichado colérico se le remate de un balazo como
la cosa más natural del mundo.
Allá en donde cuentan que goza el mejor sistema político del mundo, que se
disfruta de la mayor libertad posible y que el pueblo sobrepuja en ilustración y
entendimiento a todos los otros pueblos, en ese país tan estúpidamente ponderado por
los adoradores del dinero, se han visto precisados los pasajeros de varios buques a
preferir los horrores de la epidemia en el estrecho recinto de un vapor al desembarque
en condiciones tales que ponían en riesgo inmediato la vida sin medios de defenderse ni
resistir.
No hablaremos de las hecatombes del Asia, de la horrible mortalidad en Rusia,
donde no hace mucho estaban cubiertos los campos de muertos de hambre, ni del
espantoso progreso de la cólera en Hamburgo. Todo esto se explica sencillamente
pensando en que existen gobiernos para asegurar una porción de cosas que no aseguran,
clases directoras que nada dirigen, grandes propietarios que administran la riqueza
general y privan de ella a todo el mundo, ciencia oficial que ni es ciencia ni sirve para
nada, y una multitud de instituciones benéficas que solo se preocupan, sin duda, del bien
propio.
243
Hablemos, si, de estos, pomposos pueblos civilizados, de estas naciones
europeas que marchan a la cabeza del mundo, de esos otros pueblos americanos que
aspiran a dirigir los destinos de la humanidad. ¿Qué han hecho? ¿Qué hacen?
Nada o algo peor que nada. Acorralar a los enfermos, abandonarlos
criminalmente, negarles hasta los auxilios más elementales.
Cuando debiéramos presenciar el espectáculo más hermoso de solidaridad
humana, cuando cada hombre en porfía generosa con los demás debiera acudir en
auxilio de los enfermos y aportar sus conocimientos, su talento y su esfuerzo para curar
a aquellos y preservar a otros de la epidemia, presenciamos por el contrario escenas
repugnantes de salvajismo y de insolidaridad que rebajan al hombre, lo degradan y
reducen a la condición de bestia instintiva, privada del más ligero rayo de razón y de
inteligencia. Por todas partes los que pueden huyen a la desbandada y los que no,
ignorantes y miserables, como tales obran y como tales se muestran para vergüenza de
los poderosos que así los crían y así los educan.
¿Cuál es la causa de que pueblos que se precian de civilizados se conduzcan
como pueblos salvajes? ¿Cuál el motivo de este gran pecado de insolidaridad, cometido
a fines del llamado siglo de las luces?
No es precisamente el abandono gubernamental que sin duda agranda el pavor y
provoca la bestialidad popular; no es la incuria académica y oficial que necesariamente
aumenta la desconfianza y el miedo; no es, en fin, el ejemplo de los ricos que huyen con
contribuir y no poco a que cada cual trate de defenderse a su modo.
La causa radica en el mismo organismo social en que vivimos. Organismo de
guerra en que cada uno vive para sí contra todos los demás, en que la lucha inhumana es
el acicate de todo progreso y bienestar individual, solo puede producir eso que
presenciamos indignados: la miserable burguesía huyendo, el pueblo miserable y
hambriento resistiendo.
Mientras la normalidad dura, nadie piensa más que en aprovechar el tiempo para
vivir a expensas de los otros, confiando en que los gobiernos harán por nosotros todo
aquello que nosotros debiéramos hacer en provecho y para seguridad de todos.
Cuando la normalidad acaba, no se nos ocurre entonces que sin con nuestros
esfuerzos combinados no nos defendemos y amparamos los unos a los otros, nadie nos
amparará y defenderá, y en lugar de seguir descansando en la sabiduría y previsión
244
gubernamentales, damos el grito de ¡sálvese quien pueda! y se producen esas escenas
repulsivas donde se pierde hasta el menor vestigio de humanidad.
Hombres educados para combatirse no pueden ayudarse; pueblos preparados
para la guerra no pueden tenderse la mano a través de la distancia. El inmenso abismo
abierto por la propiedad y el gubernamentalismo entre el interés individual y el interés
común, abismo que sirve eje al mundo social en que vivimos, separa al hombre del
hombre y lo arroja al combate como a fiera ansiosa de carne. ¡Pedidle compasión,
humanidad! Imposible. En esta lucha sin tregua en que vivimos, cada cual comprende
que para gozar unos han de sufrir otros, que para enriquecerse aquellos han de
empobrecerse estos, que para vivir unos pocos es preciso que perezcan algunos otros.
Esto es todo. Cada uno trata, pues, de librar lo mejor que puede, y si en la contienda le
estorban sus propios hijos, hasta a sus propios hijos abandonaría sin remordimiento.
¿No es esto lo que presenciamos siempre que alguna inmensa desgracia aflige a
la humanidad? ¿No es esto lo que presenciamos ahora mismo? Pues ese es el resultado
de esta organización social tan decantada por los que en ella se hayan a gusto, este es el
resultado de la educación que de ella recibimos, del ejemplo que nos ofrece, de las
enseñanzas que difunde por todas partes.
Sobre el inmenso sofisma religioso y político flota siempre este hecho brutal.
Los creyentes se olvidan de su dios y corren como los demás. Los rutinarios de la
política prescinden de los gobiernos y toman a su cargo su defensa individual. Todos
piensan solamente en sí mismo. Es decir, que sobre todas las ideas y sentimientos,
revive la brutalidad de un egoísmo sin límites. Este egoísmo brutal es producto directo
de aquel abismo inmenso abierto por la propiedad y por los gobiernos.
Por eso, para que la humanidad viva solidariamente, para que los hombres se
ayuden mutuamente y se defiendan como hermanos y desaparezcan par siempre esos
espectáculos de insolidaridad que nos degradan, es preciso que desaparezca la
propiedad y el gobierno, es preciso que la sociedad se modifique reorganizándose sobre
la base de la más completa libertad dentro de la igualdad económica y por medio de la
asociación de los seres humanos para todos los fines de la vida. Solo a esta condición
veremos convertirse en hermanos verdaderos a los hoy enemigos encarnizados. Solo a
condición de implantar de una vez para siempre la Anarquía, resumen y compendio de
la felicidad humana, podrán desterrarse del mundo todas las horribles consecuencias de
245
un organismo social que sostiene a expensas de la barbarie y de la bestialidad del
hombre.
Cuando se halla realizado la identificación de todos los intereses por la abolición
de la propiedad, cuando se haya generalizado la libertad por la abolición de todos los
gobiernos, cuando cada cual conozca que solo por el apoyo mutuo y por la cooperación
puede vivir feliz entre seres igualmente felices, entonces sustituirá al egoísmo brutal de
nuestros días la generosidad propia de seres dignos y nobles, a la cobardía de nuestro
tiempo el valor anejo a todo corazón grande y desinteresado, a la insolidaridad humana
de todas las épocas, la esplendorosa solidaridad de todos los hombres empeñados en la
grandiosa labor de la dicha general. Cuando se haya realizado este ideal nuestro,
entonces veremos esos magníficos espectáculos que todos presentimos y anhelamos, y
para verlos y gozarlos es de todo punto necesario el inmediato triunfo de la Anarquía,
porque solo este principio puede darnos la identificación de los intereses, la
generalización de la libertad y la libre y voluntaria cooperación a que aspiramos como
base segura de la más completa solidaridad humana.
C. A. El Productor. Priego de Córdoba.- R. M. Recibimos la tuya. No tenemos
aún el documento que indicas. Ya puedes suponer el motivo.
13/10/1892 El Productor, BCN, 13 Octubre de 1892, año VI, n.º 320.
C. A. El Productor. Priego. R. M. -Tu deuda es de 2'89 pesetas. Servimos el
medio paquete. No es posible que los obtengas más pronto a menos que correos haga un
milagro.
27/10/1892 El Productor, BCN, 27 Octubre de 1892, año VI, n.º 322.
Movimiento Obrero Interior. Córdoba.- Nuestros compañeros cordobeses han
emprendido una activa campaña de propaganda anarquista que está dando muy buenos
resultados. En poco tiempo han celebrado tres reuniones públicas, en las que se han
expuesto con claridad nuestras ideas, logrando la simpatía de los concurrentes y valiosas
adhesiones.
Nuestro fraternal saludo a tan activos y voluntarios compañeros.
246
Nuestros amigos, los convencidos anarquistas J. G. y Rafaela P. han aumentado
la familia con un nuevo retoño, al que denominaron Danton, cuyo nombre ha sido
inscrito en el registro civil.
C. A. El Productor. Priego. R. M. -Recibidas 3 pesetas por saldo de deuda.
11/11/1892 El Productor, BCN, 11 Noviembre de 1893, año VI, n.º 324.
[Ed. Especial. A la memoria de los Mártires de Chicago]
Solidaricemos nuestros esfuerzos
No tengo la preocupación de las organizaciones disciplinadas, fuertes y
poderosas, pero sí creo en la necesidad de asociación para la lucha por el ideal que
defendemos, pues que nuestra labor revolucionaria será tanto más activa y provechosa
cuanto más simultáneos y generales sean los actos que realicemos. De esta
simultaneidad que solo la asociación revolucionaria puede producir, resultará
inevitablemente una excitación constante de la opinión y de los ánimos que es lo que
precede a todos los grandes sacudimientos sociales.
Del aislamiento solo puede resultar en cambio la incongruencia en la acción y el
desaliento en los elementos revolucionarios por falta de solidaridad y correspondencia
mutua.
Digo esto, porque es preciso para que hagamos algo más efectivo que lo que
venimos haciendo por los generosos sacrificados de Chicago, sacrificio en que se
sintetiza de la manera más noble el de toda la clase trabajadora, que nos entendamos en
todas partes y procuremos unificar en cuanto posible sea la conducta y la acción.
No pretendo un régimen ni una unidad absurda; deseo solo el libre acuerdo, pero
acuerdo real y efectivo, para marchar hacia delante apoyados los unos en los otros
luchando unánimemente por esta causa grandiosa que tanto apasiona a miles de
hombres ansiosos de justicia, de libertad y de igualdad sociales.
No quiero una uniformidad no solo imposible sino también perjudicial, pero sí
quiero y deseo ardientemente que los elementos anarquistas de todas partes procuren
solidarizar sus esfuerzos a fin de que ese continuo clamor que en son de protesta se
produce en el seno de la clase trabajadora de todo el mundo ante atentados tan brutales
como el de Chicago no se reduzca a la palabra que pasado el momento de excitación se
desvanecen como el humo.
247
Presentes están en nuestra memoria Parsons, Ling, Spies, Fischer, Engel,
Schwab, Fielden y Neebe; presentes los que en Italia, Francia; España y otros países han
sacrificado su ---- o su libertad por la Anarquía, presentes los que ahora mismo se
ofrecen valerosos al sacrificio, pero ¿basta este?
No. Es preciso algo más. Es preciso entenderse, y entenderse constantemente
para propagar, para agitar, para combatir. Es preciso desenvolver nuevas energías,
despertar nuevas actividades y no darse tregua ni descanso en la lucha emprendida
contra las clases capitalista y gubernamental, contra la explotación y la tiranía en que
vivimos, contra todas las causas que producen la miseria; la ignorancia y el crimen que
imposibilitan la armonía social que anhelamos.
¿Cómo? Sin apasionamientos, sin exclusivismo, sin intransigencias
perturbadoras. Procurando de buena voluntad concordar las opiniones y los actos.
Trabajando activamente cada cual como mejor parezca y según las inclinaciones y las
aptitudes propias y mirando siempre al objetivo final que exige de todos consideración y
apoyo a la obra de cada uno.
He ahí como en mi entender se puede apresurar el día ansiado de la revolución;
he ahí como podemos honrar mejor a los héroes de Chicago, a todos los mártires de la
Anarquía. R. M. Priego, Noviembre 1892
17/11/1892 El Productor, BCN, 17 Noviembre de 1892, año VI, n.º 325.
Elementos de Anarquía por G. C. Clemens. Introducción.
24/11/1892 El Productor, BCN, 24 Noviembre de 1892, año VI, n.º 326.
C. A. El Productor.-Priego. R. M. No hemos recibido aún tu segundo artículo.
¿Se habrá perdido en correos?
01/12/1892 El Productor, BCN, 1º Diciembre de 1892, año VI, n.º 327.
Elementos de Anarquía por G. C. Clemens. ¿Qué es el gobierno? 2
C. A. El Productor. -Priego de Córdoba. R. M.- Hecho lo que deseas.
08/12/1892 El Productor, BCN, 8 Diciembre de 1892, año VI, n.º 328.
248
C. A. El Productor. Córdoba. R. M.-Escribo.
15/12/1892 El Productor, BCN, 15 Diciembre de 1892, año VI, n.º 329.
C. A. El Productor. Córdoba. M. G. Recibidas 12 pesetas; 10 de tu cuenta con
las que queda abonado hasta el número 322 y una peseta a cuenta del 323 y las 2 pesetas
restantes para la cuenta de R. M.
R. M.-Escribo. Contesta pronto.
22/12/1892 El Productor, BCN, 22 Diciembre de 1892, año VI, n.º 330.
Elementos de Anarquía por G. C. Clemens. El Gobierno y el Crimen 3
M. O. Interior. Córdoba.- En esta localidad se están haciendo los trabajos
preparatorios para celebrar en breve un meeting de propaganda anarquista.
C. A. El Productor. Córdoba. R. M.-Recibido el original del folleto. Puedes
con preferencia, activar ahora artículos de Clemens, al objeto de que no se interrumpan.
29/12/1892 El Productor, BCN, 29 Diciembre de 1892, año VI, n.º 331.
Elementos de A. por G. C. Clemens. El Gobierno es la esclavitud 3
Misceláneas.-Plácemes muchos hemos recibido por la publicación del
importante estudio Elementos de Anarquía por G. C. Clemens.
Nosotros no lo merecemos porque obligados venimos a la publicación de cuanto
juzguemos notable para el progreso y propagación de los ideales anárquicos.
Quien merece plácemes es Clemens por su acierto en tratar como lo hace la
cuestión primordialísima de la emancipación humana de una forma clara, sencilla, al
alcance de todas las inteligencias y a la vez con una argumentación poderosa e
irrebatible, fruto de profunda observación y extensos conocimientos, expuestos con un
lenguaje encantador.
Son los Elementos de Anarquía de tan primer orden, que ellos harán
seguramente tal número de prosélitos, como hayan podido conquistarlos los celebrados
trabajos de Kropotkin, Malatesta y otros concienzudos escritores.
Lo que importa es que estas capitales obras del anarquismo sean propagadas con
amor e incesantemente por todos los compañeros, no dudando de sus buenos resultados.
249
Esto es lo que se debe hacer, y será la mejor recompensa y halago que al buen
escritor se haga, que para que todos se enteren, escribe con cariño y voluntad decidida,
contribuyendo así directamente al triunfo del bello ideal que sustentamos.
05/01/1893 El Productor, BCN, 5 Enero de 1893, año VII, n.º 332.
Elementos de A. por G. C. Clemens. El gobierno la esclavitud 5
Movimiento Obrero Interior. Sevilla.- El día 4 del mes anterior se inauguró
en esta localidad una sociedad titulada: "La Federación Obrera".
Los elementos que la componen son partidarios todos de la libertad en su más
alta expresión y de la igualdad de condiciones económicas para todos los seres.
Su reglamento, el más radical de cuantos han servido de base para otras
asociaciones análogas, contiene todas las garantías posibles para el desarrollo de la
organización obrera por medio de sus secciones de oficio y para cuando estas lo juzguen
oportuno, establecer el "Pacto de Unión y Solidaridad".
Todos los jueves y domingos se darán conferencias doctrinales, habiéndose ya
principiado con una que verso sobre los principios de Anarquía, Federación y
Colectivismo.
A la clase obrera de esta localidad corresponde secundar con su energía tan
brillantes iniciativas si desean que la organización de su clase alcance la importancia de
los años 1871 y 72; 1881, 82 y 1883 que por su cohesión llegó a alcanzar verdaderas
victorias sobre sus enemigos.
C. A. El Productor. Córdoba. R. M. He servido a Priego las nuevas
suscripciones que avisas. Escribo.
12/01/1893 El Productor, BCN, 12 Enero de 1893, año VII, n.º 333.
Elementos de A. por G. C. Clemens. El gobierno es la esclavitud en su
forma más tiránica y denigrante. 6
19/01/1893 El Productor, BCN, 19 Enero de 1893, año VII, n.º 334.
Elementos de A. por G. C. Clemens. El gobierno es la esclavitud en su
forma más tiránica y denigrante. 7
250
C. A. El Productor. Córdoba. -R. M. Recibido el original del folleto y los
artículos.
26/01/1893 El Productor, BCN, 26 Enero de 1893, año VII, n.º 335.
Elementos de A. por G. C. Clemens. El gobierno es la esclavitud en su
forma más tiránica y denigrante. 8
Movimiento Obrero Interior. Córdoba.- Días atrás, tuvo lugar en esta
población un meeting anarquista el cual puso de manifiesto las simpatías que nuestros
ideales alcanzan entre los trabajadores cordobeses.
A pesar de lo desapacible del tiempo que hacía y de celebrarse en un circo
abierto a los cuatro vientos, hubo bastante concurrencia y animación.
Los compañeros que hicieron uso de la palabra, expusieron nuestras teorías, que
fueron aceptadas con agrado.
Los buenos resultados de esta reunión de propaganda no tardarán en
patentizarse.
C. A. El Productor. Córdoba.- R. M. El encargo que te hice no es de absoluta
necesidad hoy. Hazlo cuando puedas. Te remitiré el libro.
02/02/1893 El Productor, BCN, 2 Febrero de 1893, año VII, n.º 336.
Elementos de A. por G. C. Clemens. El gobierno es la esclavitud en su
forma más tiránica y denigrante 9
09/02/1893 El Productor, BCN, 9 Febrero de 1893, año VII, n.º 337.
Elementos de A. por G. C. Clemens. El gobierno es la causa de la pobreza 10
Movimiento Obrero Interior. Sevilla.- Recientemente ha quedado constituida
en la federación obrera de esta localidad una sección de oficios varios. Los propósitos
de los compañeros que la componen son de procurar la organización de los oficios a que
pertenecen a cuyo fin no cesarán en la propaganda.
C. A. El Productor. Córdoba.- R. M. Sirvo la suscripción a Priego.
16/02/1893 El Productor, BCN, 16 Febrero de 1893, año VII, n.º 338.
251
Elementos de A. por G. C. Clemens. El gobierno es causa de la pobreza 11
Movimiento Obrero Interior. Sevilla.- En breve quedarán constituidas dos
nuevas secciones de resistencia nacidas al calor de la naciente "Federación Obrera" que
tanta actividad desarrolla en la propaganda. Adelante. Bilbao.- Un grupo de propaganda
está haciendo una suscripción con objeto de dar a la estampa un folleto titulado La ley
del número, por R. Mella, el cual constará de setenta y tantas páginas. Los compañeros
que deseen adquirirlo pueden hacer los pedidos con objeto de regularizar la tirada. A
dicho folleto no e le pondrá precio, cada uno dará por el lo que tenga por conveniente.
Los compañeros que deseen hacer algún pedido, o remitir alguna cantidad, pueden
hacerlo a la siguiente dirección. B. Martín, San Francisco, 57, 2º, izquierda Bilbao. Las
cantidades que se reciban serán publicadas en los periódicos anarquistas.
23/02/1893 El Productor, BCN, 23 Febrero de 1893, año VII, n.º 339.
Elementos de A. por G. C. Clemens. El gobierno es causa de la pobreza 12
09/03/1893 El Productor, BCN, 9 Marzo de 1893, año VII, n.º 340.
La farsa electoral
Estamos en plena efervescencia electoral.
El mundo político hállase poseído de febril actividad.
Los aspirantes discurseando hasta desgañitarse. Los agentes trabajando sin
descanso para la conquista de votos. Los electores agitándose para sacar triunfantes sus
diputados.
*
Cualquiera creería que se trata seriamente de resolver un importante problema
social, de cuya solución dependiera indudablemente el bien humano.
Nada más engañoso.
Todo un siglo de parlamentarismo; todo un siglo de sufragio, todo un siglo de
repúblicas; todo un siglo de prácticas democráticas, sino en nuestro país en otros prueba
cuán inútilmente se afanan los partidos políticos para la realización del bienestar social.
Es todo ello pura fantasmagoría, deslumbradora ficción.
252
Como las grandes comedias de magia que cautivan al espectador por medio de
las infinitas representaciones del arte escénico, la farsa electoral seduce a una parte del
pueblo, y como aquellas, terminado el espectáculo, la ilusión se desvanece, y viene el
completo desencanto.
¿Qué queda efectivamente positivo?
Nada más que un debilitado recuerdo de la sensación experimentada, que
conservan aquellos que no analizan nunca y siempre se sorprenden, que son los más de
los que votan del pueblo, y cuyo entusiasmo mantienen excitado los interesados en el
gran éxito de la comedia: empresarios, actores, empleados, etc.
*
Lo más chusco es que los mismos políticos, jefes inclusive, han dicho y escrito
del parlamentarismo cuanto hay que decir para desprestigiarle.
Si en estos momentos recogiésemos todos sus juicios, formaríamos un ramillete
precioso, que no podríamos combinarle mejor con las más escogidas frases de nuestra
cosecha. Desde monigotes a bandidos, no ha quedado en nuestra rica lengua calificativo
para designar a los diputados; y desde antesala de tiranos hasta monstruosa sentina
recolectora de todo lo bajo, inmundo, abyecto e inicuo, háse agotado el vocabulario para
juzgar la institución parlamentaria.
Y, sin embargo, continúase excitando a la lucha electoral y a robustecer el
parlamentarismo, afirmándose con inaudito descaro que en ello estriba la salvación del
país, la libertad popular, la dicha social.
Poco más o menos, los mismo hombres que con bombo y campanillas anuncian
su panacea caso de salir triunfantes de las urnas, han pasado por las cortes y el gobierno
una y otra vez, el remedio a los males sociales, no solo no se ha mostrado, sino que la
gangrena ha ido invadiendo todas las entrañas del cuerpo social.
¿Es esto lógico? ¿es esto serio? ¿es esto decente?
Pero ¡vayan ustedes a hablar de decencia, seriedad y lógica en el enjambre de los
zánganos políticos!...
*
¿Cómo se explica, entonces, la repetición de semejante fenómeno?
Pues muy sencillamente.
253
El verdadero fondo de los movimientos sociales es la lucha de intereses.
Dividida la humanidad en ricos y pobres, explotadores y explotados,
privilegiados y desheredados, amos y esclavos, está en el interés de los unos mantener
su dominio y está en el interés de los otros sacudir la sujeción.
Consiguen los primeros perpetuar sus privilegios por la fuerza y por la farsa,
valiéndose de un poderoso medio: la ignorancia.
Procuran su emancipación los segundos por la propagación de la verdad y por la
revolución constante.
¿Por qué la verdad cuesta abrirse paso y la revolución no alcanza victoria?
Por la misma causa sostenedora del privilegio: por la ignorancia.
Esta es la que presta su fuerza al explotador de todas las calañas: esta es la que
se presta a todas las mojigangas, porque desconoce todavía sus intereses.
Religión, Capital y Estado, acomodándose a todas las situaciones, representan
armónica y constantemente sus fastuosas comedias para entretener de continuo al
pueblo soberano y se entusiasme con sus magias, para que no tenga tiempo de analizar,
de razonar nada, como entusiasman a los pequeños titiriteros con sus muñecos.
En este estado de ignorancia no alcanza a ver ese público especial y predilecto,
que es el más ridículo comparsa de los espectáculos a que asiste; no se da cuenta que se
habla como candidato muy fuerte y como diputado o gobernante muy bajito; no
recuerda los halagos que recibe cunado se ha de votar y olvida pronto los palos que
después le dan los votados, siempre ingenuo, siempre torpe, cree cuanto le dicen en el
momento adecuado de las grandes farsas y las secunda admirablemente: es el
instrumento inconsciente sin memoria, sin criterio, sin juicio, que maneja como quiere
el más farsante.
He aquí porque el cuerpo electoral es servible a prueba de desengaños; porque
no es nunca experimentado ni se alecciona; porque la comedia del sufragio se repite con
los mismos caracteres, y porque es constante el negativo resultado.
*
Pero distingamos.
El pueblo divídese en tres fracciones: una la componen los indiferentes; otra los
que saben defender y defienden sus propios intereses; y la tercera es la que sirve de
pasto a la voracidad burguesa.
254
El elemento principal de las luchas electorales lo constituyen la clase
privilegiada y la pequeña clase media, defendiendo sus intereses: de ellas se componen
los municipios, diputaciones provinciales y las cortes, y ello favorece a la par sus
monopolios, chanchullos y trampas.
El elemento comparsería, unas veces viene obligado a dar su voto, porque la
burguesía se le impone y es el muy apocado y teme la miseria; y otras veces porque
peca de crédulo y espera de la sinceridad de los elegidos algún mejoramiento.
En cambio, el mayor número silba la comedia y no se presta a ella, porque o no
espera nada de nadie, creyendo, y en este caso cree bien, que todo está arreglado antes
de la votación con o sin encasillados y que es un teje maneje de ambiciosos, o porque se
está convencido de la farsa electoral y de la falsedad del régimen parlamentario, que son
los más conscientes.
Así es que si se desmenuzan los elementos que toman parte en el bullicio
electoral y se forman exactas estadísticas, siempre resultará que los cándidos electores
trabajadores son una ínfima parte del pueblo, y a veces si se descuidan los vocingleros o
agitadores, quedan los colegios desiertos, cayéndoseles de las manos las candidaturas a
los repartidores y los de la mesa durmiendo.
Lo cual acusa lo ficticio del entusiasmo popular por el voto que aparentase
efectivo.
*
Y no puede ser de otro modo, ya que todos se cansan de votar y de no conseguir
resultado alguno.
El elemento revolucionario que un tiempo realzaba el sufragio, porque en su
sinceridad creía y esperaba favorables consecuencias, ha desaparecido de los colegios
electorales por triste experiencia.
A los hombres de ideas, a los que comprenden sus intereses, no se les engaña
siempre ni impunemente. Estos hombres, después de depositar su papeleta en las urnas,
después de defender a todos los partidos liberales y republicanos con las armas en la
mano, después de observar como se han sentado en las poltronas ministeriales
progresistas y demócratas y republicanos, sin mejorarse la condición de los trabajadores
nunca, han abandonado el campo político y sus farsas, para engrosar el anarquismo
renegando de toda suerte de jefaturas y de toda clase de gobiernos.
255
*
Aquí lo ridículo es, como ya hemos dicho, para los obreros políticos, defender
consciente o inconscientemente, los intereses de sus explotadores, en vez de defender
los propios.
Pero son de tal pasta los obreros políticos actuales que aborrecen hasta el
nombre de revolucionarios; se distinguen por las tendencias conservadoras, y lo que es
más sensible, es que para ellos no se ha escrito la historia, porque no la leen, ni la saben,
y llega su ignorante petulancia hasta el punto de no quererla saber.
Tiempo perdido es empeñarse en ilustrarles. Educados por y para la política
ramplona, compórtanse de la misma manera que los crédulos en religiones: adaptan sus
costumbres y creencias a lo que se les ha educado, y, sin propio criterio para elevarse,
prodúcense con el rutinarismo conveniente a sus maestros. Dignos son de lástima, y,
afortunadamente, en reducido número.
Continuemos nuestra propaganda entre los hombres expertos, y que pase la
mojiganga electoral.
Los desaciertos de los elegidos son bastante a desacreditar el sistema, y no
aumentarán, sino que disminuirán, los incautos.
Vale más un Panamá que cien elecciones.
Con esto queda dicho todo.
Elementos de A. por G. C. Clemens El gobierno es causa de la pobreza 13
Movimiento Obrero Interior. Sevilla: El día 10 de Febrero último se celebró
en el Salón de Oriente de esta localidad una velada en conmemoración de las víctimas
de Jerez.
La concurrencia fue numerosa hasta el extremo de haber podido llenar un local
doble capaz del en que la reunión se celebró, a pesar de que se tuvo empeño por quien
puede, de hacer ostentación de fuerzas policíacas de todos órdenes.
Varios compañeros hicieron uso de la palabra electrizando al público con
elocuentes peroraciones, encaminadas todas ellas a demostrar la inutilidad de las
crueldades para matar una idea justa.
El asentimiento de la concurrencia a todo lo dicho por nuestros amigos se hizo
patente varias veces con nutridos aplausos.
256
Como no había mesa constituida, a pesar de que el delegado de la autoridad que
asistió al acto no le cuadró muy bien, todos los que nos conocen de cerca, creyeron al
principio que la velada no terminaría con tranquilidad, pero todos se equivocaron, pues
a pesar de que hizo uso de palabra un republicano, la harmonía fue completa.
La compañera Carolina Infante, joven de 19 años, disertó sobre el derecho de la
mujer, siendo muy aplaudida.
El acto terminó en medio del mayor entusiasmo.
Los trabajadores de Sevilla despiertan otra vez a la vida activa.
Adelante, amigos, a ver si esa población recobra en la lucha social el apogeo
perdido.
-El día 23 del pasado fue inscrito en el registro civil, con el nombre de Parsons,
un hijo de nuestros compañeros Teresa Roja y José Herrera.
-Un "¡viva la Anarquía!" dado en un momento de entusiasmo, le costó a nuestro
compañero Fernando de Castro una solemne paliza que duró tres días.
Los valientes autores de esta hazaña fueron dos serenos y un cabo.
Bilbao.- Los compañeros que se han propuesto la publicación de La ley del
número, nos encargan publiquemos la siguiente nota de las cantidades recaudadas para
dicho objeto: Lista. 1º-Un trabajador, 0'10.- Uno que desea la abolición de la burguesía,
0'10.-Uno que desea que se fundiesen todas las campanas y que se caliente el horno con
billetes de banco, 0'30.-¡Hurra por los mártires de Jerez! 0'15.-¡Hurra por los de
Chicago, 0'20.-¡Hurra por los de Fourmies! 0'10.-¡Hurra por Ravachol! 0'30.-¡Hurra por
Alejandro Berkmann! 0'20.-Todos los medios son buenos 0'20.-Uno que desea que
todos los humanos disfruten de la felicidad, 0,25.-Uno que desea la destrucción de todos
los verdugos, 0'10.-Ya tocas al fin, 0'20.-Maldita burguesía, 0'15.-Venganza, 0'1'.-Se
vengarán, 0'10.-Productor y perseguido 0'30.-Holgazán y satisfecho 0'05.-Burgués y
bueno, 0'15.-Quien compadece al burgués 0'30.-Su propia desdicha labra, 0'20.-La d.
solo no basta, 0'16.-Para destruir ley, privilegio y casta 0'20.-Al segundo mil centellas,
0'04.-Una para cada burgués, 0'05.-Total 4 pesetas. Los pedidos y donativos diríjanse a
B. Martín, San Francisco, 57, 2º, izquierda.-Bilbao.
257
C. A. El Productor. Córdoba R. M. Nos encarga B. M. de Bilbao, te digamos
queda enterado de la tuya. Córdoba R. M. -No hemos recibido esta semana el artículo
de Clemens.
23/03/1893 El Productor, BCN, 23 Marzo de 1893, año VII, n.º 343.
Movimiento Obrero Interior. Córdoba -El día 16 del corriente se inscribió
civilmente en esta localidad con el nombre de Palmira, una niña, hija de nuestros
compañeros Concepción Jaén y Matías Granero. (...)
Bibliografía
La Anarquía es el título de un bellísimo folleto original del compañero E.
Malatesta y que traducido al castellano por el compañero R. Mella, ha publicado una
agrupación entusiasta, con buen acierto sin duda, pues en él hallarán nuestros
compañeros y pueden estudiar nuestros burgueses detractores, la definición clara y
concisa de nuestros ideales, sintetizados en la palabra que da nombre al folleto.
Estudio de la palabra Anarquía, su significado; del gobierno y factores que lo
sustentan, absoluta necesidad de su desaparición inmediata y factores que lo anulará,
estudio de la significación del Estado tal como falsamente se admite y lo que
efectivamente es; un estudio analítico de la sociedad y de la humana naturaleza, que
revelan en el compañero Malatesta conocimientos sociales profundísimos y que le
permiten desarrollar valientemente nuestros principios sin vacilaciones ni vaguedades,
seguro de racionales argumentos racionalísimos que apoyan sólidamente el principio
filosófico sobre que descansa la anarquía.
Más bien que a nuestros compañeros, deberíamos recomendar el folleto La
Anarquía a nuestros enemigos, pues en el hallarían satisfactoria respuesta a todas las
objeciones con que nos salen al paso y que enumera y refuta atinadamente el compañero
Malatesta con una profusión de argumentos convincentes que no deja lugar a dudas.
No cabe en estas cortas líneas el estudio de dicho folleto, pues a más de que
resultaría repetir lo dicho por el compañero Malatesta, y al cual nada nuevo podríamos
añadir, sino plagiario, privaríamos a sus lectores de la originalidad que en el hallarán,
vertida al castellano elegantemente por el compañero Mella, versión que facilitará su
comprensión hasta a los más neófitos en cuestiones sociales.
258
Es, en suma, la traducción del folleto La Anarquía merecedor de que se difunda
por España, pues elevará a la par que el convencimiento a los indiferentes, materia de
estudio sobrada para todos los compañeros que lo adquieran y que por el módico precio
de 15 céntimos ejemplar y 3 pesetas paquete de 25 ejemplares pueden adquirirlo en la
Administración de El Productor, Juan Ros, Barcelona.
C. A. de El Productor. Córdoba. R. M. -Escribo.
30/03/1893 El Productor, BCN, 30 Marzo de 1893, año VII, n.º 344.
E. de A. por G. C. Clemens. El gobierno es causa de la pobreza 14
Misceláneas.-Recomendamos como se merece el proyecto de nuestros
compañeros cordobeses, de publicar un folleto titulado "El 1 º de Mayo", en el que se
hará una exposición de nuestros principios y crítica de cuanto tenga relación con dicha
fecha, y que se dará a la luz oportunamente. Lean nuestros compañeros la comunicación
inserta en otro lugar, solicitando el concurso de todos, augurando, según nuestros
informes, que será un trabajo concienzudo y de resonancia. Con que, háganse pronto
pedidos y remisión de cantidades a Antonio Armentero, Mayor de Santa Marina, 29,
Córdoba.
A los anarquistas de la región española
Salud.
Juzgando necesaria y conveniente la exposición de nuestras comunes opiniones
respecto al próximo movimiento de Mayo, ya que la burguesía y los socialistas
autoritarios procuran por todos los medios extraviarla de los trabajadores, hemos
decidido publicar un folleto titulado El 1º de Mayo en el que se haga la crítica de cuanto
con dicha fecha tiene relación y se afirmen una vez más los principios anarquistas.
Nuestro objeto es repartir gratis y profusamente dicho folleto que substituirá con
ventaja al manifiesto que con el mismo objeto pudiera editarse y que necesariamente,
por la índole del asunto, resultaría demasiado extenso y por tanto monótono y pesado.
Para esta empresa reclamamos el concurso de todos los compañeros,
advirtiéndoles que el folleto constará de 16 páginas próximamente al precio de 6 reales
cada 100 ejemplares. El número de estos que se tire será precisamente el que resulte de
las peticiones que nos hagan hasta el 15 de Abril, habiendo de servirse los pedidos
259
desde el 20 al 25 del propio mes con objeto de que pueda hacerse el reparto antes del 1.º
de Mayo.
Como ha de ser muy considerable la tirada se obtendría alguna economía en el
precio, se advierte asimismo que en este caso haremos la remisión de folletos
aumentando cada pedido en proporción a la cantidad recibida por cada uno.
Se ruega a los que nos asocien la mayor actividad y la pronta remisión de
fondos, pues no podríamos nosotros solos soportar los gastos consiguientes.
No dudando obtener el concurso que en favor de la propaganda solicitan,
saludan a todos los compañeros de la región.
Los anarquistas de Córdoba.
Dirección: Antonio Armentero, Mayor de Santa Marina, 29, Córdoba.
C. A. El Productor. Córdoba. R. M. -Los compañeros de Algarinejo han
recibido tu encargo y prometen escribirte. Córdoba. R. M. -Ya habrás recibido los
folletos y el libro porque preguntas. En nuestro poder los dos artículos. El g. que tomó a
su cargo el folleto de E. M. está dispuesto a aceptar tu encargo. Adelante.
06/04/1893 El Productor, BCN, 6 Abril de 1893, año VII, n.º 345.
E. de A. por G. C. Clemens. El gobierno es causa de la pobreza 15
13/04/1893 El Productor, BCN, 13 Abril de 1893, año VII, n.º 346.
E. de A. por G. C. Clemens. El gobierno es causa de la pobreza 16
C. A. El Productor . Córdoba. R. M. -Te se remite otro paquete de folletos. El
libro importa 3 pesetas. Córdoba. R. M. -Escribo.
20/04/1893 El Productor, BCN, 20 Abril de 1893, año VII, n.º 347.
Suscripción Voluntaria para sufragar los gastos de una representación de
Anarquistas de España en la Conferencia de Chicago. Semana 1ª. Resumen de las
listas de este número. Individuos, 185.-Pesetas 82,95.-Electos: R. M., 37 v.; F. T., 78 v.;
(...)
260
27/04/1893 El Productor, BCN, 27 Abril de 1893, año VII, n.º 348.
Misceláneas.- Dos documentos hasta ahora se han publicado que sepamos
relativos al 1.º de Mayo, de compañeros anarquistas, y ambos son importantísimos a
todo serlo.
Uno es el folleto titulado El 1.º de Mayo, de que se da cuenta ligerísimamente en
la sección bibliográfica, por no sernos posible disponer de más espacio; y el otro es una
hoja publicada por la sociedad "Federación Obrera" de Sevilla.
Los dos trabajos están excelentemente escritos abundando las ideas
revolucionarias y tratando la cuestión del 1.º de Mayo de modo irrefutable, por lo que
atañe a procedimientos, e inútil es decir, que ambos abominan de esa interpretación que
a la fecha se ha dado por los que predican la fiesta del trabajo, cuando sus orígenes
fueron diluidos con la sangre de heroicos compañeros, como dicen tan elocuentemente
nuestros hermanos de Andalucía.
Ya que nosotros no podemos reproducir tan magníficos escritos, recomendamos
a todos los obreros procuren proporcionárselos, en la seguridad de que nos agradecerán
nuestra entusiasta excitación a que sea leída y propagada.
Bibliografía.- El 1.º de Mayo, folleto recientemente publicado que acabamos de
recibir, es un enérgico llamamiento a la clase obrera para que no se deje alucinar en
dicha fecha, por aparatosas manifestaciones pacíficas que solo redundar pueden en
beneficio de los que con ellas quieren satisfacer sus ambiciones o vanidades.
Después de una sucinta reseña del origen del 1.º de Mayo se expone en dicho
folleto el deslinde de campos entre los socialistas y partidos políticos de todos matices y
los anarquistas, deslinde necesario para que los obreros todos sepan a que atenerse
respecto a las pretendidas ventajas de la legalidad y la lucha revolucionaria, única que
satisfactoriamente puede resolver en beneficio de la humana especie los conflictos de la
actual caduca sociedad.
Dicho folleto por ser de actualidad y por atinadísimas razones en el expuestas,
merecedor es de ser leído por todos los trabajadores en general, en el que hallarán
suficientes argumentos demostrativos de la razón nuestra causa.
261
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago. Semana 2ª. Resumen de
las listas publicadas. Individuos, 474.-Pesetas 207,60.-Electos: R. M., 128 v.; F. T., 148
v.; (...)
C. A. El Productor. Córdoba. R. M. -Id. [Escribo.]
Libros y folletos. La Anarquía, por E. Malatesta, traducción de R. Mella (...).
Entre Campesinos, por E. Malatesta, traducción de J. Prat (...). Evolución y Revolución,
por R. M. y El gobierno revolucionario por P. K. (...).
04/05/1893 El Productor, BCN, 4 Mayo de 1893, año VII, n.º 349.
E. de A. por G. C. Clemens. El gobierno es causa de la pobreza. 17
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago.-Semana 3ª. Resumen de
las listas publicadas. Individuos, 889.-Pesetas 11'75.-Electos: R. M., 240 v.; F. T., 218
v.; J. L. M., 85 v. (...).
11/05/1893 El Productor, BCN, 11 Mayo de 1893, año VII, n.º 350.
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago. Semana 4ª. Resumen de
las listas publicadas. Individuos, 1.207.-Pesetas 499'99.-Electos: R. M., 420 v.; F. T.,
350 v.; J. L. M., 148 v. (...).
18/05/1893 El Productor, BCN, 11 Mayo de 1893, año VII, n.º 351.
Misceláneas.-Hemos recibido una comunicación de compañeros de Córdoba, de
la cual no podemos ocuparnos en este número por exceso de materiales precisos.
Pero se insertará y se contestará en el número próximo.
***
La abundancia de material nos obliga a retirar el manifiesto de Tarrasa, el estado
de cuentas del folleto El 1.º de Mayo, de Córdoba, y otros trabajos que procuraremos
incluir en el próximo número.
Movimiento Obrero Interior. Córdoba -El día 1.º de Mayo celebróse en esta
localidad un meeting anarquista que estuvo bastante concurrido, pronunciándose
discursos revolucionarios y haciéndose buena propaganda.
262
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago.- Semana 5ª. Resumen
de las listas publicadas. Individuos, 1.571.-Pesetas 595'99.-Electos: R. M., 458 v.; F. T.,
373 v.; J. L. M., 157 v. (...).
25/05/1893 El Productor, BCN, 25 Mayo de 1893, año VII, n.º 352.
Estado de cuentas del folleto El 1.º de Mayo.- de Córdoba, y otros trabajos
Ingresos. Total pesetas 315'75. Gastos: 22.000 folletos, 275'00.-Correspondencia, 3'85.-
Franqueo de paquetes, 29'68.-Papel, transporte, cordel, etc., 4'75.-Total pesetas 315'28.
Sobrante que destinamos a la suscripción para los presos de la región española.
Y como cada millar, después de cargados los gastos, sólo ha costado 14, 33
pesetas, resultó un pequeño sobrante de folletos que en vez de aumentarlo a cada pedido
hemos preferido destinarlo a la prensa, a varias localidades donde es necesaria la
propaganda y a otras de donde se nos habían hecho pedidos sin enviarnos fondos. A los
compañeros de estas últimas rogamos envíen el importe de los folletos que hayan
recibido a El Productor, para la suscripción de los presos anarquistas de la región
española. (...) Suplicamos a aquellos con quienes no hallamos correspondido, nos
dispensen, pues la falta de recursos propios nos ha impedido servir pedidos que no se
nos abonaban.-Los anarquistas de Córdoba. Córdoba, 1.º de Mayo de 1893.
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago.-Semana 6ª. Resumen de
las listas publicadas. Individuos, 1.802.-Pesetas 667'99.-Electos: R. M., 524 v.; F. T.,
413 v.; J. L. M., 185 v. (...).
01/06/1893 El Productor, BCN, 1 Junio de 1893, año VII, n.º 353.
E. de A. por G. C. Clemens. Consecuencias de la abolición del gobierno. 18
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago. Semana 7ª. Resumen de
las listas publicadas. Individuos, 2.237.-Pesetas 789'00.-Electos: R. M., 5?5 v.; F. T.,
480 v.; J. L. M., 298 v. (...).
C. A. El Productor. Priego de Córdoba. R. M. -Id. [Escribo.]
08/06/1893 El Productor, BCN, 8 Junio de 1893, año VII, n.º 354.
E. de A. por G. C. Clemens. Consecuencias de la abolición del gobierno. 19
263
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago. Semana 8ª. Resumen de
las listas publicadas. Individuos, 2.762.-Pesetas 888'16.-Electos: R. M., 729 v.; F. T.,
508 v.; J. L. M., 407 v. (...).
C. A. El Productor. Córdoba. R. M. -Recibida la tuya.
15/06/1893 El Productor, BCN, 15 Junio de 1893, año VII, n.º 355.
E. de A. por G. C. Clemens. Consecuencias de la abolición del gobierno. 20
[Última entrega con epílogo de R. Mella]
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago.-Semana 9ª. Resumen de
las listas publicadas. Individuos, 3.003.-Pesetas 1003'11.-Electos: R. M., 853 v.; F. T.,
604 v.; J. L. M., 40? v. (...).
C. A. El Productor. Córdoba R. M. -Escribo.
22/06/1893 El Productor, BCN, 22 Junio de 1893, año VII, n.º 356.
Misceláneas.-En Vigo se turbó la tranquilidad por causa de la llegada de unos
misioneros jesuitas que van predicando contra el liberalismo. (...)
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago.-Semana 10ª. Resumen
de las listas publicadas. Individuos, 3.459.-Pesetas 1.053'11.-Electos: R. M., 928 v.; F.
T., 627 v.; J. L. M., 413 v. (...).
28/06/1893. Madrid, 28 de junio de 1893. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
Por orden de esta fecha se destina a la Región Topográfica de Málaga al
Topógrafo 3º D. Ricardo Mella. Expediente de la Región topográfica de Córdoba;
documento núm. 303.
29/06/1893 El Productor, BCN, 29 Junio de 1893, año VII, n.º 357.
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago.-Semana 11ª. Resumen
de las listas publicadas. Individuos, 3.629.-Pesetas 1.092'91.-Electos: R. M., 974 v.; F.
T., 652 v.; J. L. M., 413 v. (...).
C. A. El Productor. Córdoba. R. M. -Sirvo el paquete al nuevo corresponsal.
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264
La Anarquía, por E. Malatesta, traducción de R. Mella, paquete de 25
ejemplares, 3 pesetas; ejemplar suelto, 15 cents.
Los pedidos a Juan Ros, calle de la Cadena, 53, 1º, 2ª Barcelona.
Entre campesinos, por E. Malatesta, traducción de J. Prat, paquete de 25
ejemplares, 3 pesetas, ejemplar suelto, 15 cents.
Los pedidos a Juan Ros, calle de la Cadena, 53, 1º, 2ª Barcelona.
Evolución y Revolución, por Ricardo Mella y El Gobierno Revolucionario por P.
Kropotkine, folleto de 24 páginas, paquete de 25 ejemplares, 1, 50 pesetas, ejemplar
suelto 10 céntimos. Los pedidos a Manuel Montaner, calle de Illa 19, Sabadell.
06/07/1893 El Productor, BCN, 6 Julio de 1893, año VII, n.º 358.
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago.-Semana 12ª. Resumen
de las listas publicadas. Individuos, 3.717.-Pesetas 1.118'41.-Electos: R. M., 985 v.; F.
T., 682 v.; J. L. M., 480 v. (...).
13/07/1893 El Productor, BCN, 13 Julio de 1893, año VII, n.º 360 [sic].
Misceláneas. Podemos participar a nuestros compañeros que se ha ya
determinado la fecha en que se celebrará la Conferencia Anarquista de Chicago. Será el
15 de Septiembre. (...)
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago. Semana 13ª. Resumen
de las listas publicadas. Individuos, 3.751.-Pesetas 1.131'21.-Electos: R. M., 985 v.; F.
T., 682 v.; J. L. M., 480 v. (...).
18/07/1893. Málaga, 18 de julio de 1893.
El jefe de la Región topográfica participa que el 17 se presentó el Topógrafo 3º
Don Ricardo Mella.
20/07/1893 El Productor, BCN, 20 Julio de 1893, año VII, n.º 360.
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago. Semana 14ª. Resumen
de las listas publicadas. Individuos, 3.835.-Pesetas 1.148'96.-Electos: R. M., 1.006 v.; F.
T., 701 v.; J. L. M., 507 v. (...).
C. A. El Productor. Málaga R. M. -Id. [Escribo.]
265
27/07/1893 El Productor, BCN, 27 Julio de 1893, año VII, n.º 361.
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago. Semana 15ª. Resumen
de las listas publicadas. Individuos, 3.849.-Pesetas 1.153'76.-Electos: R. M., 1.015 v.; F.
T., 701 v.; J. L. M., 507 v. (...).
Bibliografía. Nos ha visitado el Boletín de la Sociedad de obreros de
ferrocarriles de Málaga, que tiene por objeto defender los intereses de los obreros
empleados en las vías férreas (...).
03/08/1893 El Productor, BCN, 3 Agosto de 1893, año VII, n.º 362.
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago. Semana 16ª. Resumen
de las listas publicadas. Individuos, 3.908.-Pesetas 1.166'40.-Electos: R. M., 1.025 v.; F.
T., 730 v.; J. L. M., 514 v. (...).
10/08/1893 El Productor, BCN, 10 Agosto de 1893, año VII, n.º 363.
Misceláneas. En el próximo número publicaremos el estado de la suscripción y
la elección de representante para la Conferencia de Chicago, con los acuerdos de la
comisión iniciadora quedando cerrada la suscripción.
Suscripción Voluntaria (...) Conferencia de Chicago
Semana 17ª. Resumen de las listas publicadas. Individuos, 3.953.-Pesetas
1.182'00.-Electos: R. M., 1.029 v.; F. T., 754 v.; J. L. M., 514 v. (...).
17/08/1893 El Productor, BCN, 17 Agosto de 1893, año VII, n.º 364.
Conferencia Anarquista en Chicago. Resultado de la votación por orden
numérica: R. M. 1.031 + A mayoría 177= 1.208. Pesetas 1.185'43.
Movimiento Obrero Interior. Sabadell. (...) También ha causado agradable
impresión el artículo "Organización", de nuestro compañero R. M. publicado en el
número 360 de El Corsario, y con el cual están identificados en su fondo y esencia.
Suscripción Voluntaria (...) C. de Chicago. Queda cerrada la suscripción.
14/09/1893 El Productor, BCN, 14 Septiembre 1893, año VII, n.º 368.
266
Remitido.-Compañeros de El Productor.Salud.
Os ruego la publicación de los siguientes renglones:
El corresponsal que en España tiene El Perseguido, de Buenos Aires, me acusa
en el número 62 de dicho periódico de haber suplantado la palabra comunismo por la de
socialismo, sin explicación alguna, al hacer la traducción de el folleto La Anarquía, de
Malatesta.
Y como este hecho supondría mala fé de mi parte, declaro que, después de
revisado el original italiano del folleto en cuestión, no he encontrado en él ni una sola
vez estampada la palabra comunismo, por lo cuál no sé como me las habré arreglado
para hacer la sustitución de que se me acusa.
En prueba de mi afirmación ofrezcan a cuántos quieran compulsarle, dos o tres
ejemplares del folleto La Anarquía en lengua italiana, que en tiempo oportuno tuvo la
bondad de remitirme su autor. Así verán los compañeros con cuanta ligereza lanzan
algunos acusaciones completamente infundadas.
Vuestro y de la R. S.-R. M.
Gaucín, Agosto 1893.
C. A. de El Productor. Gaucín. R. M. -Remito un paquete certificado.
15/12/1893. Málaga, 15 de diciembre de 1893. M. de Instrucción Pública y Bellas
Artes. D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 26 = El jefe de la Región topográfica participa que el día 11 del actual fue
detenido el Topógrafo 3º D. Ricardo Mella por suponérsele afiliado al partido
anarquista y ser reclamado por el Gobernador de Barcelona.
Nota
Sin que sea posible predecir ni prejuzgar el resultado de los procedimientos
gubernativos o judiciales a que habrá de ser sometido el Topógrafo 3º D. Ricardo
Mella y Cea, detenido en la cárcel de Málaga por reclamación del Gobernador Civil de
Barcelona por suponérsele afiliado al anarquismo, es de tal gravedad en las actuales
circunstancias la simple sospecha de que un empleado público del Estado pueda
pertenecer a la execrable secta anarquista, que este negociado no vacila en proponer
desde luego la suspensión preventiva de empleo y sueldo para el referido Topógrafo,
sin perjuicio de lo que pueda resultar cuando terminen los procedimientos a que sea
sujetado.
267
V. E. Resolverá.
Madrid, 18 de diciembre de 1893.
Antes de poner al acuerdo de S. E. el Sr. Ministro la propuesta anterior, se ha
recibido la comunicación de 18 de diciembre, que se registrará a continuación, en la
cual el Jefe de la Región de Málaga participa que el Topógrafo Mella ha sido puesto
en libertad y continua prestando sus servicios en la Región. En su consecuencia y no
teniendo ya objeto ni fundamento la suspensión de empleo y sueldo del referido
Topógrafo, este negociado lo consigna así y retira la propuesta de 18 de diciembre.
Madrid, 20 de diciembre de 1893.
18/12/1893. Málaga, 18 de diciembre de 1893. M. de Instrucción Pública y Bellas
Artes. D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 27 = El jefe de la Región topográfica participa que el Topógrafo 3º D.
Ricardo Mella fue puesto en libertad el día 16 y continua prestando sus servicios en
dicha Región.
16/01/1894 La Alarma, Habana, Enero 16 de 1894.
En Broma. Suplicamos a los compañeros cuya literatofobia llegue al extremo de
enviarnos trabajos ajenos como propios, nos hagan el favor de negarnos su valiosa
cooperación. Porque puede suceder que si nos cogen desprevenidos, se nos aparezca
después algún suscritor felicitando a Sergio de Cosmos, Ricardo Mella, Lammenais y
otros, que como es sabido, no pertenecen a la redacción de La Alarma.
01/05/1894. Málaga, 1º de mayo de 1894. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 28 = El jefe de la Región topográfica acompaña instancia y certificación
facultativa del Topógrafo 3º D. Ricardo Mella solicitando un mes de licencia por
enfermedad.
13/05/1894. Málaga, 13 de mayo de 1894. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 29 = Por orden de esta fecha se concede un mes de licencia, con sueldo,
por motivos de salud al Topógrafo 3º D. Ricardo Mella.
268
26/07/1894. Málaga, 26 de julio de 1894. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
N.º 33 = El jefe del negociado 6º remite instancia del Topógrafo 3º D. Ricardo
Mella solicitando la separación temporal del servicio activo.
20/01/1895 El Trabajo, Revista Obrera y de Intereses Generales, Puerto Príncipe, 20
de Enero de 1895, año 2, n.º 31.
Miscelánea.-¿Podría decirnos el compañero C. García de la Habana, donde se
encuentra viviendo en la actualidad el compañero Ricardo Mella de Sevilla? Si puede
enterarse le agradeceríamos infinito que nos remitiera los informes en el primer correo,
pues es cosa que nos urge mucho.
10/05/1896 La Revolución Social, Órgano Comunista-Anárquico. Buenos Aires, 10
de Mayo de 1896, año I, n.º 5.
Notas Sociales-España. ("Por el último número de El Corsario nos enteramos
de que ha sido denunciado por partida triple. Nuestros compañeros de la Coruña por eso
no se arredran y estarían dispuestos a desafiar todos los acechos de la reacción que hace
presa de aquella región"). Por la interesante revista ácrata Ciencia Social ha sido editado
un volumen de 130 páginas escrito por el compañero R. Mella; refutación hecha a Los
Anarquistas de Lombroso. Magnífico y concienzudo trabajo es el libro que contravierte
las teorías lombrosinas, que tanto ruido hicieron entre la burguesía. Pueden hacerse los
pedidos a Ciencia Social, Asalto, 45, entresuelo, Barcelona. Su precio una peseta.
30/07/1896 Correspondencia: Pedro Dorado
Sr. D. Pedro Dorado
Salamanca
Muy Sr. Mío: Tómome la libertad de dirigirme a V. por indicaciones de los
amigos de "Ciencia" de Barcelona.
Pedíanme aquellos buenos amigos copia de unos apuntes que yo había
hecho para A. Hamon, de París, pero como no tengo costumbre de hacer borradores
y si los hago no los conservo, no pude complacerles. Prometiles, en cambio, para
269
complacer a V. hacer una breve nota sobre lo que V. a ellos les pedía. Sucesos que
no necesito mencionar me obligaron a ser prudente, y hasta ahora y a saltos no
pude concluir las cuartillas que le remito en pliego aparte y por este mismo correo.
Como la nota que le remito es muy deficiente, si V. quiere, puedo pedir a
Hamon copia de los apuntes que hace tiempo le envié o bien puede V. pedírselos
directamente a dicho señor.
Como verá, nada digo que las fuerzas con que contamos. En estos
momentos sería imposible reunir los datos necesarios para ello.
Perdone la insuficiencia en gracia a los buenos deseos del que se complace
en ofrecerse a sus órdenes atto. S. S.
q. b. s. m.
Ricardo Mella [rubricado]
Vigo 30 de Julio de 1896
P. D.
Supongo habrá V. recibido un ejemplar de "Lombroso y los anarquistas"
que tuve la honra de dedicarle.
08/08/1896 Correspondencia: Pedro Dorado
8 de Agosto 1896
Sr. D. Pedro Dorado
Salamanca
Muy Sr. mío: Con esta misma fecha pido al amigo Hamon las notas que
desea y que haré le remita directamente.
Tendré mucho en atender cuantas indicaciones me haga sin que por ello
me cause molestia alguna.
No es necesario otra dirección que la que usó en su atentísima tarjeta
postal.
Mil gracias por sus deferencias hacia quien tan poco vale y se juzga
honrado con sus amistosas relaciones.
270
Disponga de su atento amigo.
q. b. s. m.
R. Mella [rubricado]
30/08/1896 Correspondencia: Pedro Dorado
Sr. D. Pedro Dorado
Muy Sr. mío y amigo estimado: Por una tarjeta postal de Hamon tenía ya
noticia del error sufrido por él, y le ruego se sirva devolverle el libro pidiéndole de
paso los apuntes que yo le remití sobre el anarquismo en España. El error debe
provenir de traducción defectiva pues yo le escribo en castellano, por no poseer
bien el francés. V. puede hacerlo en este idioma y es preferible.
Supongo no tendrá inconveniente en escribirle después de haberse Hamon
dirigido a V. La dirección, por si la desconoce, es: Av. de Clichy 132.
En paquete de impresos remito a V. algunos folletos de los pocos que la
rapacidad policíaca me ha dejado.
Escribo a Coruña con objeto de obtener los dos Certámenes.
Puede adquirirse la Química y tal vez algún otro en Madrid dirigiéndose
a E. Álvarez- Feijoo 1, 3º.
Por mi parte haré cuanto pueda por servirle.
Tiene mucho gusto en complacerle su atto. amigo
q. b. s. m.
Ricardo Mella [rubricado]
Vigo 30 Agosto 1896
16/09/1896 Correspondencia: Pedro Dorado
Vigo, 16 de Septiembre de 1896
Sr. D. Pedro Dorado
Querido amigo: No contesté antes a tu grata del 1º porque esperaba los
libros de Coruña. No los recibí y espero se los remitan directamente. Hoy mismo
271
me dice El Productor, de Coruña, que cumplirá el encargo. El importe de lo que le
envíen ellos se lo dirán. Los que yo le remití nada cuestan.
No tengo conocimiento de la noticia bibliográfica de que me habla. Yo la
esperaba en "La España Moderna". "La Administración" no la hay aquí ni me
dan noticia de ella. Mucho le estimaría me la facilitase y de antemano le
agradezco su atención por dedicarme dicha noticia.
Desea tener nuevas ocasiones de servirle su amigo afmo.
q. l. b. s. m.
Ricardo Mella [rubricado]
08/05/1897 Correspondencia: Pedro Dorado
A Pedro Dorado
Estimado amigo: Para complacer a los amigos de "La Humanité Nouvelle"
que viene a continuar la interrumpida publicación de La Societé Nouvelle,
desearía me mandase una lista de las revistas literarias y científicas más
importantes que se publican en España.
Aprovecho esta ocasión para remitir dos circulares de Ciencia Social, de
Buenos Aires, una para V. y otra para el señor Unamuno, y cumplo gustoso el
encargo de invitarles a colaborar en dicha revista.
Le estimaré me envíe lo más pronto que pueda la lista que le pido.
Disponga de su afmo. S. S. y amigo
R. Mella [rubricado]
Vigo 8 Mayo/ 97
[verso]
pasó inadvertida para mi la campaña hecha contra V. por la gente de
Sotana. A lo que se ve se pretende sojuzgar por completo la libertad del
pensamiento y de la Cátedra. A este paso daremos pronto todos nosotros en las
mazmorras de la nueva Inquisición.
272
Es necesario provocar una violenta reacción contra esta corriente de
jesuitismo y de tiranía.
31/07/1898 Germinal Periódico Anarquista: B. Aires, Julio 31 de 1898, año I. nº 18.
Legalomanía
I
Contaba el marqués de Albaida que habiendo naufragado un buque tripulado por
ingleses y españoles, una vez a salvo la tripulación en playa desierta, los señores sajones
atendieron con gran diligencia a las apremiantes necesidades corporales, mientras que
los españoles, muertos de hambre y de frío, discutían donosamente un reglamento
interior.
Este cuento de propagandista federal pinta de mano maestra la desmedida
afición de nuestros coterráneos a reglamentarlo y codificarlo todo. No creo, sin
embargo, que está afición sea exclusiva de los españoles. La tendencia a establecer en
capítulos y artículos reglas de conducta hasta para los asuntos más nimios es común a
los pueblos constitucionales, siquiera tenga caracteres predominantes en los países
latinos.
Desde la Revolución francesa hasta nuestros días, las leyes, reglamentos,
constituciones y códigos han sido prodigados de tal modo que bastan seguramente a
rellenar la más amplia estantería.
Nuestros letrados más o menos eruditos no carecen jamás de un precepto legal
en la que apoyan la defensa de la peor de las causas. En el inmenso fárrago legislativo
de cualquier nación hay ancho campo para todas las tesis.
No obstante, las infinitas contradicciones de lo legislado, se nos educa en la
noción de una legalidad común como cosa preexistente e inviolable, de tal modo que
aún los más pobres de intelecto, apenas tienen que reunirse con cualquier objeto, lo
primero que acuden es a discutir largamente y a estatuir con minuciosidad ridícula los
menores detalles de la conducta futura. Toda reunión política, social, económica,
pública o privada o puramente doméstica, se convierte por obra y gracia de la educación
recibida y de los hábitos adquiridos, en empachoso parlamento de sempiterna charla.
En el propio ambiente que respiramos está el microbio de la legalomanía. Sin el
atadero del cura o del juez, previas las fórmulas del ritual, no pueden unirse los sexos.
273
Sin los andadores del bautismo o la inscripción no se llega a ser ciudadano. Sin la
consulta anticipada de códigos, leyes, reglamentos, decretos y disposiciones particulares
no se puede acometer una empresa, establecer una industria o un comercio. Para
disponer del propio peculio es necesario atenerse a la ley. ¡ Que mucho que para "vivir",
en toda la extensión de la palabra, sea preciso a cada instante el permiso de la ley si ni
aún la muerte de salva de las mallas legislativas!
Entre procuradores, escribanos, abogados y notarios, amén de los legisladores de
oficio que a cada paso nos acosan con sus interesadas solicitudes, no queda al honrado
ciudadano que trabaja, y trabajando suda como un bruto para mal vivir, un instante de
reposo en que pararse a meditar acerca de la enorme carga, que la legislación le obliga a
soportar moral y materialmente. Así aceptamos de corrido las enseñanzas de los
leguleyos y hasta nos envanecemos de acatar, respectar y venerar las más absurdas y
despóticas disposiciones. Acatamos y pagamos por nuestro acatamiento. Abdicamos
nuestra personalidad y entregamos el bolsillo. Y al fin de cuentas el embrutecimiento
llega a su límite, y cada individuo se ha trocado en minúscula rueda que gira según el
impulso que recibe al objeto de que el gran todo marche triunfalmente con maravillosa
regularidad.
II
Si se consulta a muchos demócratas, si se interroga a los que desde el campo del
socialismo pretenden dirigir el progreso de las ideas, dirán que no se puede hacer nada
sin una legalidad previa, y que en un buen reglamento estriba todo el éxito del porvenir.
Y sin embargo, cada uno de nosotros pugna a cada instante por romper las ligaduras de
la ley, por arrojar los inútiles andadores y el superfluo andamiaje de la máquina
gubernativa; cada uno de nosotros se esfuerza tenazmente por recabar su autonomía, por
hacer sentir su "yo", libre, independiente, diferenciándose, en la coexistencia de la vida
general, de las otras individualidades a la suya semejantes y a la suya iguales; cada uno
de nosotros lucha sin tregua por afirmarse "constantemente" frente a los demás, porque
con esta condición la existencia individual puede reputarse completa.
¿De dónde viene pues la manía legalitaria, si así puedo expresarme? Del hábito,
de la costumbre de repetir mecánicamente ideas y actos, teorías y prácticas, sin examen
suficiente y sin estudio bastante.
Dícese del hombre que es un animal de costumbres, y nada más exacto, ya que
de la conducta diaria se derivan enseñanzas tradicionales que tienden a perpetuar la
274
rutina. Mas como la individualidad persiste a través de todas las enseñanzas y de todas
las costumbres, de aquí que cada ciudadano resulte una antonimia viviente, que de un
lado se rebela contra todo lo estatuido y de otro acata y acepta todo lo legislado.
No hay quien personalmente deje de sentirse capaz de todas las empresas; pero
apenas intenta acometerlas revive el demonio de la sugestión habitual, y ya no se piensa
en redactar artículos y más artículos que de hecho no sirven para otra cosa que para
anular todos los esfuerzos e imposibilitar la obra intentada.
Los partidos políticos malgastan comúnmente sus energías en sustituir unas a
otras legalidades con el objeto constante de que cada individuo pueda obrar por cuenta
propia lo menos posible. Las organizaciones socialistas o simplemente de obreros no
van a la zaga de los partidos políticos, ya aún hacen alarde de ser más legalistas y más
estrictamente reglamentarias que ninguna otra.
Es una manía con tendencia a la locura incurable; y es una manía fomentada por
todos, a pesar de nuestras declamaciones, por la falta de energías individuales, por la
carencia de personalidades salientes. Procuramos anular todo lo que constituye la
individualidad, hacemos de los hombres máquinas, y luego lamentamos la general
inacción, la pasividad y la indiferencia de las gentes. Basta de términos medios. Es
menester decidirse o por la uniformidad reglamentaria o por la independencia
individual.
Si lo primero, no tenemos derecho a quejarnos. Si lo segundo, sigamos el
ejemplo de los Sajones del marqués de Albaida. En lugar de discutir reglamentos
interiores o exteriores, sin los que todo puede hacerse mejor que con ellos, atendamos
con diligencia suma a las necesidades primeras de la vida; y cuenta con la metáfora para
que nos entienda quien quiera entendernos.
En vez de cuestionar sobre la lentitud o rapidez de la marcha y mucho menos
para su reglamentación para ahora y para lo futuro, marchemos resueltamente, que la
acción es vida para el individuo y para la colectividad. Marchemos resueltamente, y por
camino, al paso que andamos, aprenderemos a caminar sin inútiles reglamentos, que es
el mejor procedimiento para curarnos de la peste reinante: la legalomanía.
R. MELLA
(De La Idea Libre).
275
Nota.- Después de leer el anterior escrito y de repasar los artículos
"Aberraciones" publicados por La Protesta Humana en números anteriores, ocúrreseme
preguntar: cual de los dos es el de R. Mella; porque es imposible que ambos sean del
mismo autor; el uno con el otro se repelen: este es la afirmación del "yo" mientras que
aquel es la negación del individuo- deduciéndose de esto, que es imposible que los dos
artículos en cuestión, hallan salido de la inspiración de un mismo cerebro, a no ser que
la inteligencia de Mella fuera anfibia...
Dejo la palabra a Mella por si gusta de esclarecer el enigma.
L. U.
-León Urrutia-
1900 Almanaque Ilustrado de La Questione Sociale para 1900, B. Aires, 1900.
La razón de la fuerza
Cuando considero el estado de degradación en el que el pueblo va cayendo;
cuando contemplo espectáculo de todas las miserias y dolores de la humanidad; cuando
veo como los rufianes políticos y los nigrománticos de la religión remachan implacables
la cadena de la esclavitud, sube a mi cerebro en oleadas de sangre un ansia insaciable de
rebeldía, y siento en todo su grandioso poder la sugestión de la fuerza que arrollará sin
piedad, instituciones, cosas y personas.
Si un día la humanidad rompe la monotonía de la existencia por un estallido de
su cólera terrible, y una inmensa hecatombe sucede a todas las ficciones y artificios
actuales; si un día el pueblo, esclavo humillado, se insurrecciona imponente y riega con
sangre el campo yermo en que ahora vegeta; si un día, en fin, los hombres responden al
más humano de los sentimientos, la rebeldía, y recobran violentamente lo que
violentamente se les arrebató, libertad y riqueza, entonces, sobre los montones de la
ruina universal, sobre la pira humeante del gran incendio, sobre los yacimientos
informes de la muerte, veráse flotar en el espacio el último girón de la bandera
ensangrentada de la fuerza, el postrer guiñapo de la suprema razón, acatada,
reverenciada y enaltecida por el éxito interrumpido de la historia.
Este último girón flotando sobre ruinas y muerte será el nuncio de un nuevo
mundo surgiendo del seno de la total disolución.
276
Hasta entonces, por brutal que seas, por antihumana que parezcas, ¡oh, fuerza!
yo te saludo como el único instrumento de redención, como supremo derecho de un
mundo de siervos, como salvación única de la especie humana todavía sumida en los
abismos de la animalidad primitiva.
R. MELLA
15/04/1900. Madrid, 15 de Abril de 1900. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
Por real orden de esta fecha y en virtud del R. D. de 9 del actual se confirma
al Topógrafo 2º D. Ricardo Mella y Cea en el empleo y categoría administrativa que
actualmente desempeña con la denominación de Auxiliar 2º de Geografía.
29/12/1900 El Obrero, Periódico defensor de los trabajadores, B. Aires, 29 de
Diciembre de 1900, año II, n.º 32.
Bibliografía.- Táctica Socialista interesante folleto editado por la biblioteca de
"El Progreso" de Madrid, original de nuestro compañero Ricardo Mella, es un trabajo
espléndido, en el cual estudia detenidamente el objeto, medios y táctica de la
organización de los trabajadores. Recomendamos su lectura a todos los obreros y en
especial modo a los que se asustan de la palabra organización. (...) Almanaque de La
Questione Sociale (...) contiene artículos de los compañeros P. Gori, Paraire, R. Mella,
L. Fabbri (...).
15/07/1901 Correspondencia: Pedro Dorado
Sr. D. Pedro Dorado
Salamanca
Muy estimado Sr. mío: Pronto se abrirá en Barcelona una institución de
libre enseñanza y preparación de profesores de ambos sexos con sólida base
pecuniaria y material moderno y abundante.
Para la misma, me han encargado la formación de un libro de lecturas
destinado a niños de 12 a 15 años y como es difícil que un solo individuo posea
todos los libros y revistas donde se puede seleccionar trabajos adecuados, he decido
poner a contribución la buena voluntad de los hombres de ideas generosas.
277
Entre lo que V. ha publicado ¿puede V. escoger o extractar algo que sirva
para dicho objeto y remitírmelo? ¿Puede V., sino, indicarme dónde podré yo mismo
encontrar algo?
Cualquier artículo descriptivo de la vida social, de tendencias morales o
sociológicas, o simplemente de amena literatura. Cuido de V. me servirá a
maravilla.
Mucho me complaceré incluyendo su firma en este librito destinado a
formar hombres libres. En la seguridad de obtener su cooperación me reitero suyo
afmo. amigo q. b. s. m.
Ricardo Mella
15 Julio 1901
S/E Progreso 15- Carril
13/07/1901 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º. 64, 13 de Julio de 1901. (En ¡Tierra! La
Habana, 27-02-1904)
Fragmento
Esperad, más bien echados que sentados, proletarios del mundo; esperad todos
los desposeídos, los miserables; esperad los que lucháis por emanciparos, ansiosos de
bienestar, de goces, de instrucción y de amor. No os predicaremos, no, el odio, que
harto lo provoca la bárbara división social impuesta por la codicia de unos y soportada
por la cobardía de otros; no os predicaremos ideas de rencor, que bastantes rencores
llevamos almacenados en el fondo de nuestro organismo, diluidos en la sangre que corre
por nuestras venas merced a siglos y siglos de crueles martirios, de inhumanas torturas.
A ser posible, extinguiríamos en todos los hombres hasta el último residuo de esa
herencia bestial, de esa herencia de crímenes interminables.
Redimíos, si, por el amor de vosotros mismos y por el amor de los otros,
emancipaos cuanto podáis de la herencia maldita; haceos buenos, nobles, generosos y
justos por vosotros mismos, por vuestro propio respeto y por la humanidad que viene.
Limpiad la basura hereditaria; despojaos, por las más puras prácticas de la afectividad y
más altas de la inteligencia, de los últimos residuos de la animalidad primitiva; pero
278
cuando queráis amar, amar a todos los humanos con amor inextinguible, se levantará
ante vosotros una valla insuperable: la valla de la desigualdad que os hace esclavos, de
la miseria que os embrutece, de la ignorancia que os atrofia. Y entonces se os
aparecerán los espectros del mal con sus burlas y sus sarcasmos provocadores; se os
aparecerá el gobernante que dispone de vidas y haciendas, el capitalista que estruja sin
piedad vuestros huesos, el cura que empozoña vuestros cerebros, el juez que decreta a
sangre fría vuestro suplicio o vuestra muerte, el polizonte o el soldado que amenaza con
su espada y con su fusil, el comerciante que os roba y el curial que enreda para mejor
entrar a saco en el peculio ajeno; y todos juntos, como jauría de lobos, se lanzarán sobre
vosotros y a furiosos dentellones os arrancarán la última ilusión, la postrera esperanza
de emanciparos por el amor. Y entonces también caeréis en la cuenta de que es
fatalmente necesario, para emancipar al mundo, la acción perseverante y continua de
todas vuestras fuerzas, dirigidas a vencer y sojuzgar la maldad social, destruyendo
definitivamente cualquier forma de expoliación, de esclavitud, de subordinación y de
desigualdad subsistentes; caeréis en la cuenta de que al final de esa acción perseverante,
tenaz y porfiada, habréis de apelar a la fuerza porque a la fuerza sometido os tiene y
porque frente a vuestra constante acción emancipadora se alzará arrogante la acción
poderosísima de los derechos adquiridos, de los privilegios tradicionales, de las
monstruosas desigualdades que hacen imposible actualmente todo acuerdo y toda
hermandad entre los hombres.
Por doloroso que os sea, por mucho que os repugne la violencia, por terribles
que os parezcan sus consecuencias, comprenderéis y aceptaréis la fatal necesidad de una
revolución profundísima que cambie radicalmente los fundamentos anacrónicos del
mundo social, revolución que por el establecimiento inmediato de una nueva y libre
comunidad permita el desenvolvimiento armónico de los individuos y los pueblos.
Si así lo entendiereis, levantaos prontamente y poned manos a la obra, que el
tiempo apremia; juntaos en falange poderosa los oprimidos, y por el amor de los demás
no os durmáis en la contemplación del ideal de Justicia, que la acción es el verbo de la
Revolución Social que se avecina.
21/07/1901 El Obrero: Periódico defensor de los trabajadores Buenos Aires, 21 de
Julio e 1901, año III, n.º 43.
279
Experiencia decisiva14
Para los que no se convencen con la repetida exposición de las razones que
abonan nuestro punto de vista favorable a la tendencia organizadora, ahí están hechos
recientes que constituyen una experiencia decisiva.
Mientras el movimiento obrero languidece en algunos países o continúa
sometido a las rutinas autoritarias, en España, donde los libertarios volviendo a sus
antiguas prácticas participan activamente de la vida societaria no solo acudiendo a las
secciones de oficio sino también organizándolas ellos mismos, se produce en estos
momentos vivísima agitación obrera de carácter netamente revolucionario. Son ya
incontables las huelgas. Cataluña, Andalucía, Asturias y Galicia viven en permanente
agitación societaria. Y un hecho notable es la tendencia a la huelga general que en todas
partes se manifiesta. Recuérdese el paro general intentado en Barcelona y el de Gijón.
Entre los campesinos de Andalucía y Extremadura la huelga se ha extendido de tal
modo que trae en jaque continuamente a numerosas fuerzas del ejército. Y como
ejemplo más eficaz el paro de Coruña, ahogado en sangre, más imponente, más firme,
mejor llevado que ningún otro, demuestra que con escasa propaganda y muy pocas
experiencias el pueblo obrero responde admirablemente a la propaganda libertaria.
No se ha logrado cosa semejante en otros países con mucha y constante
propaganda. Y no se ha logrado porque esta no ha salido del terreno especulativo. Allí
donde se ha predicado con los hechos, organizando, agitando, preparando los ánimos,
excitando las voluntades y despertando las inteligencias, la táctica libertaria ha
prevalecido.
Claro está que los resultados son todavía negativos; que por falta de conciencia,
de preparación y de firmeza fracasan los obreros en sus intentos. Es resultado natural
que había que esperar. No se dan los primeros pasos sin las correspondientes caídas.
Pero es así como se aprende a andar.
El estado actual de España, que es factor también considerable del presente
movimiento obrero, favorece los ensayos de huelga general y a no dudarlo los
favorecerá todavía más en lo sucesivo. Nuevos ensayos llevados a cabo con mayor
experiencia darán mejores resultados. Así es, y no con retóricas pláticas, como se irá
adiestrando el trabajador en la lucha con el capitalismo.
14 Recomendamos el presente artículo a los que combaten las asociaciones obreras. (Nota original en El
Obrero)
280
Existe aquí una poderosa Federación libremente organizada que mantiene viva
entre la masa obrera la tendencia revolucionaria. Ella ha matado al autoritarismo
socialista, y si bien no realiza el ideal ácrata, es campo neutral á las pretensiones
puramente económicas del proletariado español. Esta Federación ha sido y es ayudada
por elementos libertarios; en ella trabajan todos los hombres de buena voluntad que no
se rinden a la ambición ni a la vanidad. Los efectos de esta tendencia a la vista están.
¿Cabe dudar que por medio de esta táctica el proletariado español se ha puesto
recientemente a la cabeza del movimiento revolucionario de Europa?
Mediten detenidamente los que con sinceridad profesan ideas de emancipación
social. Tan libre como se quiera, la asociación es indispensable para la lucha ahora, para
la vida común después. La asociación es el corolario obligado de la autonomía
individual. No queremos ejércitos duramente disciplinados, sino agrupaciones
voluntariamente constituidas por la comunidad de medios y de fines.
El movimiento obrero en España es una experiencia decisiva de lo que
continuamente venimos propagando. Son los hechos los que nos ilustran a todos;
depongamos parcialismos nocivos y juntemos nuestros esfuerzos en la lucha general por
la emancipación de todos los hombres.
R. Mella.
04/08/1901 El Obrero, Periódico defensor de los trabajadores, Buenos Aires, 4
Agosto de 1901, año III, n.º 44.
Varias.- El Productor -Hemos recibido una circular de España que nos anuncia
la aparición en Barcelona de un periódico libertario (...) Prestarán su colaboración
nuestros amigos Teresa Claramunt, María Trulls, Anselmo Lorenzo, José López
Montenegro, Ricardo Mella, José Prat, Vicente García, Antonio Cruz, Leopoldo
Bonafulla y otros no menos conocidos.
18/08/1901 Tribuna Libre, Montevideo, Agosto 18 de 1901, año II, n.º 34, p. 3.
Las Huelgas
Fuera de todas las discusiones, permanece un hecho irreductible de importancia
innegable, el actual movimiento huelguista. Son ociosas las reglamentaciones de
281
agrupación; lo serán las que puedan dictarse por el Estado. Las huelgas estallan por
todas partes como obedeciendo a una consigna. Y, no obstante, es precisamente todo lo
contrario. No hay consigna ni generalmente acuerdos, porque las huelgas son una
resultante necesaria del espíritu obrero y de la ya larga propaganda societaria hecha por
las diferentes fracciones del socialismo.
Cualesquiera que sean las ideas dominantes en las asociaciones gremiales, la
huelga surge a cada paso por mil motivos diversos, en realidad por uno solo, el estado
de ánimo declaradamente revolucionario de la clase trabajadora. Todas las previsiones
son inútiles; todas las trabas contraproducentes; el obrero propende a la huelga, como el
recluso propende a la libertad.
Así las huelgas se extienden cada día más y su multiplicación incesante les da
carácter de generalidad, bien ajeno a los juicios y pretensiones de los que quisieran
arreglarlo todo al compás de la parsimonia.
Discútase cuanto se quiera, las huelgas parciales han pasado a la historia.
Reflexiva e irreflexivamente los obreros tienden cada vez con mayor empuje a
solidarizarse en la lucha y de aquí que en cada lugar que se declara una huelga de tal o
cual oficio se vea muy pronto secundada por los demás oficios.
Sería trabajo enojoso consignar todos los casos que corroboran la anterior
afirmación. Los hay a centenares. Y son precisamente esta huelgas las que impresionan
el espíritu público, agitan la opinión y llevan los ecos de la rebeldía a todos los rincones
del mundo. El obrero despierta en los más apartados villorrios gracias al estruendo de
las nuevas luchas, a la extensión del movimiento societario y a la persistencia y
simultaneidad de las reivindicaciones proletarias. De su parte la burguesía se da buena
cuenta de que la huelga significará muy pronto la revolución y no ve sin temor
acrecentarse la resistencia y la tenacidad obreras. Acude el capitalismo a los últimos
extremos, mas no por ello se arredran los trabajadores. Las violencias del Estado, las
coaliciones de los industriales, las amenazas y represiones de la fuerza pública podrán
desbaratar de momento las organizaciones obreras y vencerlas, pero bien pronto se
rehacen, se reorganizan y plantean de nuevo el problema, persistentes y constantes en el
propósito de sojuzgar al capital.
Tal es la nota esencialmente revolucionaria dada en nuestros días por las masas
trabajadoras. Al más mediano entendimiento se le alcanza que la evolución de las
tendencias manifestadas en el seno del proletariado tiene por término la huelga general.
282
No es ya cuestión de principios ni discusión de procedimientos. Son los hechos que se
imponen. En cada localidad que se inician huelgas, la tendencia, sino la realidad, es a
generalizar el movimiento. En las comarcas donde las asociaciones obreras son
numerosas, se ve ahora mismo extenderse las huelgas a diversas ciudades dentro de un
mismo oficio y a veces también a diversos oficios. Las huelgas nacionales no se harán
esperar, semejantes a los grandes movimientos obreros de Norte América. Por otra parte
la opinión es favorable a la huelga general en el seno de poderosas asociaciones en
Francia, Inglaterra, España, etc., etc.
Continúa, sin duda, simple aspiración la huelga general, propiamente dicha, pero
los obreros van con resolución camino de ella. Repetimos que los hechos, las huelgas
actuales, son jalones de la huelga general que propagan y quieren muchos elementos
socialistas y societarios.
Debería el socialismo haber previsto estos resultados. La insignificancia de los
fondos o cajas de resistencia, la desigualdad de medios de lucha entre proletarios y
capitalistas, la imposibilidad material de reglamentar la contienda, no podían por menos
que aleccionar al obrero en otros medios de solidaridad más eficaces al par que más
rápidos que aquellos que se les han aconsejado. Las huelgas duraderas, largas, acarrean
con la derrota segura, la miseria y el descorazonamiento al mismo tiempo que la
desbandada de las organizaciones. Las huelgas, cuanto más generales, son fatalmente
más rápidas, más prontamente decisivas. Podrá venir la derrota pero sin las escuelas
subsiguientes a las huelgas parciales y largas. No es cuestión de cotizaciones. Es
cuestión de unanimidad en la actitud.
La solidaridad del ochavo tenía que trocarse necesariamente en la solidaridad de
la acción. El obrero así lo va entendiendo y por esto presenciamos el hermoso
movimiento huelguista de nuestros días, movimiento en el que no se toma parte, dígase
lo que se quiera, tanto por la ventaja material momentánea, como por espíritu de
insubordinación al capitalismo y al autoritarismo.
Los obreros, consciente e inconscientemente, al penetrarse de la necesidad de
solidarizar la acción, se han pronunciado, no solo con las palabras, sino también con los
hechos, por la huelga general, que es la "mise en scene" de la Revolución.
Ricardo Mella
1902 Almanaque Ilustrado de La Questione Sociale para 1902, B. Aires, 1902, p. 42.
283
La derrota moral de la burguesía
La arrogante mesocracia que un día abrigó ideales de redención: la matrona de
los derechos del hombre, enriquecido con la explotación del hombre, está en plena
derrota moral.
Aquellas alturas del pensamiento, aquellos apóstrofes tribunicios, aquella fiera
independencia de que hiciera gala cuando pretendía redimir el mundo, se han convertido
en bajezas del intelecto, eructos de charlatán de plazuela, humillaciones y mezquindades
de la personalidad, ahora que los desarrapados reclaman sus derechos humanitarios, sus
derechos al pan, a la libertad y a la igualdad de comodidades.
Los discípulos de la Enciclopedia, carecen de filosofía; carecen de lógica: están
agotados intelectualmente y están agotados físicamente. La fuerza artificial los sostiene.
Moralmente han hecho quiebra.
Cuándo la fisiología clama por poner límite a los excesos de la fatiga; cuando la
ciencia señala como causa de degeneración el exceso de trabajo muscular y el exceso de
trabajo cerebral; cuando todos los hombres de mediano sentido convienen en que es
necesario, hasta por egoísmo, reducir las horas de trabajo y nadie reconoce el derecho al
descanso por exigencias no sólo de lógica sino también de humanidad, de higiene y de
conservación; la meretriz del tanto por ciento, embrutecida por las sugestiones de la
ganancia, va por esas rotativas proclamando a los cuatros vientos que las ocho horas que
sus obreros reclaman, solo sirven para acrecentar el número de tabernas y disminuir el
número de alumnos en las Escuelas de Artes y Oficios.
Agotados los argumentos de su peculiar economía, secas las lágrimas
derramadas ante las hipotéticas pérdidas de sus capitales y de los supuestos imposibles
de concurrencia industrial, han acudido ahora, en Asturias, como han acudido antes, en
otras partes, al socorrido argumento de la desmoralización del obrero por la reducción
de las horas de trabajo.
¡Qué honor para el respetable don fulano de tal, para el conspicuo don mengano
de cual, el hallazgo de tan profunda filosofía! ¡Qué hubiera sido de la bestia si no
estuviese eternamente uncida al carro!
Las tabernas aumentan, disminuyen los escolares. Naturalmente. Como que el
rédito es mayor embruteciendo con alcohol que embruteciendo con textos amazacotados
de mentiras oficiales. Como que nadie, como la burguesía para poner al lado del trabajo
creciente que extenúa, el veneno que mata. A conciencia o sin conciencia, tal es la obra
284
de los respetabilísimos señores del margen, de los encapotados brutos que visten de
personas decentes, y lo parecen, porque todo está montado de modo que campen por sus
gansadas los sucesores patentados de Caco.
¡Lástima grande no se cerraran todas las tabernas y todas las escuelas oficiales!
No haya cuidado; la burguesía no se privará de esos dos elementos de embrutecimiento.
Así sustraerá mejor al obrero a los centros sociales, a las asociaciones de mejoramiento
y de lucha.
Lo que estorba a esta decrépita burguesía, es una docena, nada más, de hombres
levantiscos que se hacen los pregoneros de ideales absurdos. Por lo demás, bien se
estaría el aumento de tabernas y la disminución de escolares. Ya lo han dicho: sin esa
docena de libertarios, los obreros serían una malva; lo que, traducido al lenguaje
burgués, significa que el obrero se dejaría esquilmar mansamente, perdida toda dignidad
en la esclavitud voluntaria y todo decoro en el embotamiento del alcohol y la verdad
oficial.
Y cuando toda una clase argumenta de tal modo, cuando funda sus razones en
supuestos que están en pugna con toda ciencia actual, cuando apela a la suspicacia para
obtener por la violencia lo que no logra por el convencimiento, cuando repite la
majadería vulgarísima de que los trabajadores se desmoralizan a causa del aumento de
las horas de descanso, como si pudiera replicarse que la burguesía está en perpetuo
descanso sin temor a tal desmoralización, ¿no se halla esta clase en plena derrota moral?
Vencida está moralmente la burguesía. Hablarle de las ventajas del trabajo
intensivo sobre el trabajo extensivo; hablarle de las necesidades de reposición y
conservación de las fuerzas, del empleo debido de las energías; hablarle del derecho a
vivir plenamente por el ejercicio muscular y por el ejercicio cerebral y por el ejercicio
de las facultades estéticas; hablarle de la solidaridad estrecha en la obra común humana;
es como si se le hablara de la luna. Embrutecida por la ganancia y la dominación, no
entiende más saber que el saber del ruin tanto por ciento, ni más filosofía que la del
vasallaje a su omnímodo poder. Así sus argumentos son el estado de sitio, la cárcel y si
se tercia, el patíbulo; mucha infantería, mucha caballería y mucha artillería; por
añadidura, cualquier cascarón de nuez de esos en que se ufanan nuestros ineptos
marinos.
Está bien. Derrotada moralmente, busca la derrota efectiva en el terreno de la
fuerza.
285
Que tomen nota los obreros. Cuando una clase de hombres carece de principios
y de ideales y busca en la fuerza el mantenimiento de su dominio, a poco que se
persevere en la lucha, quedará definitivamente sojuzgada.
Un poco más de tacto de codos, de solidaridad en la contienda, de simultaneidad
en el ataque, y la derrota de la burguesía será total.
R. MELLA
09/01/1902. Madrid, 9 de enero de 1902. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
Por real orden de esta fecha y en virtud del R. D. de 1º del actual se confirma
a Don Ricardo Mella y Cea en su empleo y sueldo y categoría administrativa que
actualmente desempeña con la denominación de Topógrafo 2º del cuerpo de
Topógrafos Auxiliares de Geografía.
03/07/1902 El Obrero, Periódico defensor de los trabajadores, Buenos Aires, 3 Julio
de 1902, año IV, n.º 58.
Brevemente aparecerá el interesante folleto de propaganda Organización,
Agitación y Revolución de nuestro compañero Ricardo Mella, que enviaremos en
grandes cantidades a todos los grupos y compañeros de la capital y del interior.
15/11/1902 El Gremio, Órgano de la sociedad de resistencia La Unión Cocheros de
Buenos Aires y defensor de los intereses del gremio. Buenos Aires,
Noviembre 15 de 1902, año I, n.º 6.
Leed en los números 197, 198, 199 y 200 de La Protesta humana (..) dos
trabajos sobre cooperativas de Pedro Kropotkin y Ricardo Mella.
28/01/1903 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 129, 28 Enero de 1903.
Monólogo
La Justicia. Bellísima, si, espléndida magnífica. La balanza siempre en el fiel, la
equidad siempre por norma; dar a cada cual lo suyo, pesar en la conciencia los propios
yerros, reconocer y confesar las propias faltas; respectar la rectitud ajena y adoptarla por
guía de las particulares acciones... ¡que hermosa aspiración humana!
286
¡La libertad! Nada que seduzca, que sugestione como ella. Vivir en la plenitud
de todos los derechos; moverse ampliamente en todas las direcciones sin tropiezos ni
vetos humillantes; sentirse dueño absoluto de los privados actos, capaz de realizar todos
los ensueños y todos los deseos; pensar, sentir, obrar como nos plazca dentro del
universal concierto de los demás humanos, como nosotros libres... ¡que maravilloso
prodigio de los tiempos venideros!
¡La fraternidad! Hermanos todos, unidos indisolublemente por el lazo del amor,
reafirmado por la identidad de los intereses; más que hermanos partes vivientes de un
solo y harmonioso todo, organizado en la más estrecha solidaridad de los afectos, de los
pensamientos y de los fines... ¡qué delicioso despertar en un mundo nuevo de nuevas
concepciones!
Si; como nebulosa que desafía nuestros cálculos; se dibuja en lontananza; allá
muy lejos, verso la parte donde si se leva el sole, según la expresión de Pietro Gori, el
dulcísimo poeta italiano de los ideales nuevos. Con sus contornos suavemente
desvanecidos, avanza, lenta, muy lenta está mágica visión de lo futuro; todo mi ser la
siente, la ve, la palpa. Quiero hacerla mía, poseerla en la realidad palpitante de los
hechos, gozarla sin límites ni treguas, sediento de amor, de justicia y de libertad. Quiero
hacerla mía y se desvanece, se aleja, huye: se disuelve en el inmenso espacio de las
ilusiones como en el infinito espacio de la materia se disuelven las formas para
reorganizar nuevas existencias producto de innúmeras combinaciones químicas. Quiero
hacerla mía, y grito brutal de brutal egoísmo se escapa de mi garganta tornándome al
desencanto de la realidad que abruma, que deprime, que envilece, que esclaviza al
hombre.
¡Tengo hambre! Mi estómago vacío ahuyenta las metafísicas de mi pensamiento,
las fantasías de mi imaginación, las caprichosas y dislocadas formas de mi intelecto
enfermo. Los terribles aldabonazos de la suprema necesidad barren, como huracán
desencadenado, todas mis ilusiones. Es preciso comer, satisfacer a la bestia que vive en
nosotros, alimentar la máquina que sin cesar trabaja. Pan, primeramente pan para mi y
pan para todos, que son a millones los que se consumen en la miseria, medio desnudos,
mal cubiertos los huesos por piel rugosa, seca, achicharrada por el sol y por el frío. Pan
para todos antes que inútiles abstracciones repletas de bellos deseos. Pan para todos
antes que ampulosas filosofías de imposible comprensión para estómagos hinchados de
287
hambre. Pan para todos antes que divagaciones prematuras sobre la quinta esencia de un
porvenir risueño.
¡La Justicia, la Libertad, la Fraternidad, aspiración suprema, nobilísimo deseo,
ideal eterno de la humanidad que sufre! Bien venidas sean si con ellas se realiza la más
grande de todas las conquistas, la conquista del pan; que mientras divago sobre las
abstracciones necesarias de un mundo mejor, los ogros del Capital, de la Teocracia y del
Poder chupan mi sangre después de explotar mi trabajo, macerar mi cuerpo y esterilizar
mi espíritu.
Este grito brutal de brutal egoísmo que a la realidad me trae, es la expresión ruda
descarada, del anhelo primero, de la necesidad perentoria que desde la cuna agita a la
pobre humanidad que arrastra su penosa existencia entre hambres y suplicios. Dar pan
al hambriento, redimid al esclavo y la Justicia, la Libertad y la Fraternidad no habrán
menester de otros soldados que por ellas luchen y sucumban generosamente.
¡Pan, pan para el hambriento, que lo demás vendrá por añadidura!
Ricardo Mella.
18/04/1903 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 137, 18 Abril de 1903.
La Obra del Proletariado
Es admirable la gran labor realizada por el proletariado. Su importancia escapa a
las inteligencias más privilegiadas de la política y de la literatura. Es necesario, para
apreciarla, participar en la vida cotidiana de las múltiples asociaciones, de los grupos
militantes del socialismo y anarquismo que se reparten la actividad societaria de
millones de hombres movidos por un solo deseo, sostenidos por una sola esperanza,
empujados por una misma fuerza, siquiera su fé, su credo o su doctrina no sea en todos
idéntica.
Estúdiase generalmente la obra del proletariado en los libros de los filósofos y
de los sociólogos. Atribúyese a los grandes nombres de la buena nueva social toda la
virtud del mágico despertar del ayer embrutecido jornalero. Y sin embargo, no son
aquellos libros ni aquellos hombres los que pueden darnos la explicación de este
inmenso movimiento obrero que trae agitado al mundo como revuelto y embravecido
océano.
288
Sin negar que en la evolución de los conocimientos y en la fuerza razonadora de
los investigadores se halla la raíz del desenvolvimiento societario, quien quiera que
haya compartido la vida íntima de las masas asalariadas, podrá afirmar que el secreto
del movimiento actual está en la labor menuda, de detalle, esparcida aquí y allá, sin
aparente concierto, por millares de ignorados apóstoles, de mártires obscuros, de héroes
sencillos y modestos que viven y mueren por y para una aspiración suprema de
universal liberación.
Dijérase que los grandes núcleos obreros organizados en todos los extremos del
mundo, son como enormes masas de materia concertadas espontáneamente, por ley de
afinidad, para un fin común y único. Allí, en el seno de la asociación gremial, del
comité de partido, de la agrupación doctrinal, surgen a impulsos de verdades
medianamente aprendidas pero sentidas con viveza poderosa, de conocimientos mal
digeridos, de afectos no bien determinados, de ideales tal vez confusos en el cerebro,
más fuertemente arraigados en el corazón, la fraternidad que estrecha a los hombres de
los más lejanos confines, la solidaridad que ahoga el egoísmo siempre potente, la
justicia, la gran justicia del bien común que ahoga todas las miserias y todas las
pasiones malsanas de la común ruindad. De allí brota el embrión del mañana, apunta la
luz espléndida de un día aún desconocido, aún ignorado, pero presentido con la certeza
que da la confianza y la fe en la propia obra de emancipación para todos, de pan para
todos.
Y esta gran obra es la resultante más que de los escarceos filosóficos y del gran
talento de algunos, del esfuerzo imponderable, persistente y continuo, de millares de
átomos sociales que se llaman obreros, que llevan a la empresa común los ochavos que
no tienen, los ocios que no gozan, las luces que no poseen, la abnegación y el sacrificio
que no se conciben sino siguiendo día por día, hora por hora, sus pasos por entre el
sendero de espinas y dolores que conduce al calvario del jornal insuficiente, de la
miseria continua, de la muerte lenta.
De esos desconocidos luchadores que bullen en el Centro obrero, en la sociedad
de resistencia, en la colectividad política o social; que van de casa en casa, de café en
café, de taberna en taberna, que van de pueblo en pueblo y de aldea en aldea predicando
la buena nueva, ganando adeptos para la universal asociación obrera, es toda la obra
inmensa, no bien comprendida, no bastante admirada, del actual movimiento societario.
289
Merced a la constancia de estos millares de trabajadores asiduos, la asociación
obrera es una fuerza incontrastable e indestructible. Cualesquiera que sean las
circunstancias, por duras que sean las persecuciones, no perecerá nunca el espíritu de
asociación en el seno del proletariado y no pereciendo espíritu, nada ni nadie podrá
destruir la asociación misma, que en una u otra forma pasará, sin solución de
continuidad, de la esperanza actual a la realidad venidera.
Nada importan las divergencias de ideas; nada las resultancias de una detestable
educación pública que sirven de innoble arma a raquíticos espíritus contra la masa
trabajadora militante. ¿No estáis viendo como, a pesar de todo, el movimiento crece, la
asociación persiste y la lucha se agiganta?
¡Que falta mucho que hacer y no poco que andar!
Ciertamente. Mas he ahí los mismos grupos obreros donde se liman las
asperezas de tradicionales odios, donde a la par que se lucha, se educa; donde se enseña
y se aprende; donde el hombre de la rutina se va trocando poco a poco en el hombre del
mañana. Dejad que la obra se cumpla. En medio de la tempestad de disentimientos, el
porvenir hace su camino.
Adelante, adelante siempre sin desfallecer. Modifiquémonos, eduquémonos para
la nueva vida, pero luchando sin tregua por ella. Nuestra emancipación será así por
duplicado nuestra propia obra.
Raúl.
12/05/1903 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 140, 12 Mayo de 1903.
El punto de apoyo
Así como todos los partidos, incluso el socialista, buscan su punto de apoyo en
el juego de la política, -elecciones, comités, legislación, decretos, etc.,-necesita buscarlo
el obrero revolucionario en la acción económica y social, dentro de cuyos horizontes
cabe la más grande diversidad de aplicaciones.
Es en el primer caso pura ficción lo que sustenta las actividades de los
militantes. Gástase las fuerzas del pueblo, sus iniciativas, sus energías, en un ejercicio
fuera de toda realidad y de toda utilidad. Oriéntase las inteligencias en el sentido de la
legalidad y de su justicia y atrófiaselas con el hartazgo de convencionalismos y malas
artes que a la política caracterizan. Obrero entregado a comités, elecciones, etc., es
290
obrero perdido para la causa de la emancipación y perdido también para el
mejoramiento positivo inmediato.
Su objetivo redúcese a que otros actúen por el y no pensará más que delegar
sabiamente sus derechos en el primer hombre de confianza que gane su voluntad. Con
la fé en la ley, en el decreto ministerial, en la elocuencia de su diputado, de su concejal,
olvidaráse de que por sí mismo pudiera hacer mucho y bueno, y a la postre será
personalidad anulada de todo en todo que espera pacientemente que el maná caiga del
cielo.
En el caso segundo, adquirida la convicción de que nada hay positivo si no es la
acción propia aislada, o la concertada con otros, mejor esta última; de que la ley pasa
con dificultad del papel a la realidad y de que cuando pasa queda anulada prácticamente
por aquellos intereses que lastima, cualesquiera que sean; de que la vida no es de ningún
modo relación de intereses políticos y de ficciones legislativas sino por completo
relación de intereses económicos, de condiciones sociales; viene a fomentar las energías
populares, así en el individuo como en el grupo, la necesidad ineludible de la propia
iniciativa, del propio ejercicio de las fuerzas disponibles. Así, obrero que por sí mismo
busca el concurso de sus camaradas para actuar con ellos y con ellos laborar por el
mejoramiento momentáneo y la mancipación futura, es obrero que se habitúa a pasarse
sin representantes y sin delegados, que se acostumbra a desarrollar su personalidad
haciéndose cada día más conciencia de su misión revolucionaria y de su independencia
personal. Dirigido por un ideal hacia el venturoso porvenir, en la persuasión de que sus
propias fuerzas y la de sus compañeros depende el triunfo de cada instante y el triunfo
definitivo, hará habitualmente de modo que sus energías, sus esfuerzos, concurran al fin
deseado, no descansando ni confiando en nadie, ley, hombre o providencia. Perdida la
fé en todos los artificios y en todas las retóricas, pondrála en sí mismo seguro de que no
se pescan truchas a bragas enjutas, ni cae el maná del cielo mas que para los tontos,
cuya credulidad edifica todas las tiranías y todas las explotaciones.
Es, pues, el punto de apoyo revolucionario la acción, acción positiva dentro de la
vida real, relaciones de trabajo y relaciones de consumo, necesidades fisiológicas y
necesidades éticas; no artificios electorales y ficciones legislativas fuera de las cuales se
cumple precisamente la verdadera vida. Y como de la acción en este sentido se deriva
toda sinceridad y toda verdad, es para el revolucionario el punto de apoyo de sus
propagandas y de su conducta, la franqueza decidida, la verdad completa, desnuda,
291
ruda; de tal modo que en ningún caso pueda creerse que el ideal que sustenta se
acomoda directa o indirectamente a las ficciones que reprocha a los que de la ficción
hacen palanca poderosa, ni a los artificios que reniega en el orden de cosas que
combate. Todo contagio con el juego de la política está en contradicción con las
aspiraciones revolucionarias. Queremos la instauración de la vida real y positiva en un
medio de equidad para todos los humanos; queremos la destrucción del artificio Estado
y del artificio Propiedad; queremos el aniquilamiento de todas las ficciones que nos
deshonran como hombres; apelemos, pues, a la realidad que es toda verdad, franqueza y
sinceridad; luchemos en el orden de los intereses económicos que son prácticamente la
esencia de la vida; actuemos sobre las costumbres, sobre los gustos, sobre las
preocupaciones sociales, porque todo ello constituye la parte moral de aquella vida que
la ennoblece y la purifica haciendo del hombre algo más que un animal que se nutre.
En este campo de acción, el punto de apoyo se convierte en inmensa mole sobre
la que podemos apoyarnos cómodamente para remover el mundo. Hagamos pues acción
moral, acción social, de educación y de lucha a un mismo tiempo. Sin jacobinismos
rancios, sin desplantes necios, sin voceríos de mal gusto, la acción revolucionaria
nuestra puede y debe ser tan intensa, persistente y tenaz que en el silencio y en la
lentitud de un caminar sin tregua nos sorprenda el día deseado de la transformación
social que preconizamos.
Sin fé en los éxitos de relumbrón, sin esperanzas en los golpes afortunados, en
las audacias propias de los aventureros y de los políticos, descansemos en nuestras
propias fuerzas y no confiemos sino a nosotros mismos el éxito del mañana.
Trabajemos, pues, sin desaliento, sin cansancio, hasta sin ruido, que no por silenciosa es
menos temible la proximidad de las grandes tempestades. Nuestro punto de apoyo
excluye todo aparato escénico, todo éxito de relumbrón, todo artificio, todo eso que
constituye la médula de la política y el corazón del autoritarismo. Nuestro punto de
apoyo es la acción real y positiva sobre la verdadera vida, relaciones de trabajo y de
consumo, necesidades fisiológicas y necesidades morales goces de arte y goces
científicos. Quédense las retóricas y las ficciones y los fuegos fatuos y el ir y el venir de
comités y comitentes, electores y elegidos, para los borregos que se dejan guiar y para
los que son o quieren ejercer de pastores.
Para hombres libres o que quieran serlo, no hay más que esto: verdad y
sinceridad.
292
R. Mella.
07/11/1903 ¡TIERRA! Periódico semanal: Habana, 7 Noviembre de 1903, año II, n.º
70.
Por la fuerza vencerás
"Va ganándome el alma la duda de vencer por la fuerza"
No me lo ha dicho nadie; no lo leí en ninguna parte.
Fue un ramalazo que cruzó por mi mente en momentos de semivigilia o dormido
como un poste, rendido por el trabajo: no lo sé.
Era un hombre fuerte entre los fuertes; luchador resuelto que cantaba himnos a
la violencia y se gozaba en la contemplación de sus propios hercúleos puños. Y este
hombre atlético, ahogado por la sangre que en oleadas le subía a la cabeza; este hombre
que adoraba en la violencia y tenía por suprema expresión de sus ansias la ceguedad del
toro, me confesaba entristecido que la duda de vencer por la fuerza iba ganando su
alma.
¡Qué humana confesión! La historia llena de terribles hecatombes; la humanidad
caminando entre sangre y muerte por siglos de siglos; el esfuerzo formidable y continuo
de las generaciones por sacudir el yugo de la bestialidad que delinque, que mata, que
asesina; todo inútil, estéril, tal vez contraproducente. Es lógico que la razón se rinda,
que el alma vacile.
A la hora presente somos rebaño, piara, manada que cornea ferozmente en la
destrucción recíproca por la piltrafa que sacia el hambre. Salvajes o civilizados, la
matanza es nuestra divisa.
¿Vencer por la fuerza? Absurdo. Siglos de siglos en la derrota, humillados,
esclavos, sumisos al animal poderoso, mejor dotado, es enorme pesadumbre que aplasta
y anonada.
¡Acudamos al amor, a la bondad, al bien! Regeneremos regenerándonos. En la
lucha por un mundo mejor, el triunfo será de los buenos.
¡Abajo los buenos!
Y es fatal, necesario, irremediable. Pelearemos aún; dejaremos que la sangre
hirviente de la fiera indomable cumpla su obra; haremos que la nube roja inyecte los
ojos y nos lance una y otra vez al feroz combate por lo desconocido y lo innominado.
293
Es fatal, necesario, irremediable. La violencia está aferrada a los huesos y a la
carne, y es por la fuerza como se resolverán las querellas humanas en el correr de los
tiempos que son, del mismo modo que se resolvían en los tiempos que fueron. ¿Dar el
salto mortal? ¿Salvar el abismo que nos separa de los tiempos que serán? No hay
filosofía que lo explique, que lo aclare; solo la fuerza, la sacudida brutal, formidable,
terrible, espantosa, de todas las fuerzas que dormitan en el hombre domesticado, guarda
el secreto de la mutación grandiosa, suprema, que nos oculta el paraíso ideal del amor
del bien.
¿Queréis razonamientos, demostraciones, pruebas? Abrid los ojos y por todas
partes los hallaréis. Cuanto más la voluntad se pronuncia por la templanza, por la paz,
por la persuasión, más y más los hechos inexorables nos imponen la violencia, la guerra,
la lucha sin cuartel. Hay antagonismos entre el querer y el poder. Lo que la razón ha
matado supervive por el imperio de la realidad.
Y habríamos de ser mártires y héroes, estoicos y mansos, a una todos, o a la
fuerza siempre, siempre, vendrá a sojuzgarnos, imponiéndosenos por igual a vencidos y
vencedores.
No quiero y tengo que serlo; vacila la razón, se entenebrece el pensamiento,
lucho entre ser fiera y ser hombre y, por llegar a ser lo uno, he de ser necesariamente,
fatalmente, lo otro.
¿Términos de humanidad en la contienda? Sí, muy bien; seremos humanos, algo
más humanos, algo menos fieras; esta es, asimismo, la obra de la fuerza, que a si propia
se lima, se recorta, se pule. Entre matanza y matanza, vamos reconociendo la necesidad
perentoria de no matar; entre latrocinio y latrocinio, la de no robar. Cada hecatombe es
un paso; las predicaciones fraternitarias de los grandes genios del amor salvan el escollo
a medio del batallar rencoroso de las bestias humanas que quieren también amar. Sin la
violencia serían infecundas todas las palabras de bondad, de bien y de justicia. Es la
escapada la que da el triunfo a la placida filosofía de los venturosos. Es la guerra la que
da la paz.
"Va ganándome el alma la duda de vencer por la fuerza." Humano, muy
humano; pero la fuerza te arrastrará terrible, a pesar de todas las dudas. Por la fuerza
vencerás. RICARDO MELLA.
294
05/08/1904 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 160, 5 Agosto de 1904. (De Ciencia
Social, Barcelona, 1896).
El trabajo repulsivo
Las mil y una odas cantadas al trabajo no han logrado vencer la enemiga que el
hombre siente hacia el ejercicio muscular obligatorio. Virtud, como dicen los creyentes,
o necesidad, según los economistas, el trabajo es todavía la condenación bíblica contra
las que nos rebelamos diariamente. Se trabaja por fuerza, porque el hambre aprieta,
porque el instinto de conservación individual es más poderoso que el horror a la
servidumbre.
Someterse a una faena diaria para obtener un salario con que poder vivir, es
condenarse voluntariamente a la esclavitud. No hay nadie, obrero, campesino o
comerciante, que se resigné al trabajo obligatorio, asalariado. Un clamor general
protesta continuamente de la sujeción a que se fuerza a los hombres. El obrero industrial
quéjase del agotamiento de sus fuerzas, derivado de una labor excesiva. El agricultor
laméntase de la pérdida de su salud, consecuencia de un trabajo penoso realizado en
condiciones insanas. El dependiente de comercio sublévase al recuerdo de las
impertinencias del público, soportadas pacientemente desde la mañana a la noche. El
pendolista u oficinista reniega de la continuada y antihigiénica quietud a que su oficio le
obliga y protesta también contra la persistencia de sus diarias encerronas a solas con la
pluma y el papel. Si el trabajo aprieta, se maldice mil y una mil veces el trabajo. Si este
falta y el día transcurre si ocasión de fatigarse, se vota rabiosamente contra la forzosa
permanencia en el taller, en la oficina o en el comercio. Si de holganza y de libertad
relativas se goza, protestaráse seguramente de la obligación de concurrir a una hora fija
al lugar de nuestras habituales faenas. ¿ Qué significa esto? La protesta contra la
obligación de obrar de un modo determinado y por consecuencia la demanda continua
de libertad en las acciones.
La fuerza, socialmente organizada, ampara el régimen de esclavitud en que
vivimos y provoca, por tanto, la rebeldía. La falta de análisis determinará tal vez la
conclusión de que la protesta proviene de nuestra naturaleza perezosa, indolente. Mas
un atento examen a la organización del trabajo dará seguramente por resultado la
evidencia de que se protesta contra la sujeción y se demanda un aumento continuo de
libertad. Porque la tendencia de todos los hombres a conducirse conforme a su voluntad
295
y la necesidad científicamente indudable de ejercicio muscular, excluyen cualquier otra
explicación que trate de darse al fenómeno social que examinamos.
Es frecuente que un mismo individuo se muestre quejoso del exceso de trabajo
en el taller o de las muchas horas que tiene que permanecer en él, y trabaje
afanosamente en su casa y en ella permanecerá a gusto hora tras hora y sin molestia.
Cuando se trabaja por obligación se trabaja de mala gana; cuando se trabaja libremente
se trabaja a gusto. La autoridad es el veneno de nuestras acciones.
Así el trabajo se ha ido haciendo cada vez más repulsivo. El número de los
vagos aumenta naturalmente, ya porque con frecuencia la vagancia es premiada, ya
muchas veces las privaciones que la holganza trae consigo se compensan con la libertad
de que se goza. El horror al trabajo ha ido en crescendo a medida que este se ha hecho
más y más parcelario y menos libre.
Váse al taller, al campo o a la oficina siempre a disgusto. Se comienza la tarea
perezosamente. Se ejecuta sin amor, sin arte. Se termina como se empezó; y se vuelve al
hogar fatigado, con el sello del desaliento en el rostro, la atrofia en el cerebro, sin
esperanza en el corazón. Máquina de carne y hueso, el que trabaja, muévese por ajeno
impulso, falto de vida propia. Abandonado a sí mismo, queda inerte, incapaz de toda
iniciativa y de toda acción. Si pudiera rebelarse, se rebelaría. La máquina tampoco se
rebela.
Por otra parte, la división de las funciones, llevada al límite, ha hecho más
aborrecible el trabajo mecánico. La persistencia de una misma y limitadísima función es
causa de atrofia del cuerpo y del espíritu. No hay un solo obrero industrial que no odie
su profesión. Condenado a fabricar durante toda su vida una bagatela cualquiera, sin
libertad para dirigir sus actividades en diferentes direcciones, siente una repugnancia
invencible hacia su diaria labor. Por esta razón la inconsistencia artística es la que
distingue al obrero moderno.
El antiguo artesano podía sentir cariño por su profesión; era en cierto modo libre
productor cuya actividad no estaba limitada por la división del trabajo, y así, por virtud
de la íntima identificación del trabajador con sus labores ordinarias, producíase el artista
frecuentemente. Mas el obrero actual carece hasta del tiempo indispensablemente
necesario para pensar en lo que hace, y es imposible que de sus manos salga una obra de
arte. Los economistas, y con ellos los industriales y fabricantes, han visto de este modo
confirmada su teoría de que el automatismo de las funciones es el signo de la
296
perfección, puesto que de hecho el obrero trabaja tan mecánicamente como una
combinación cualquiera de volantes y poleas.
Los fabricantes hace ya tiempo que se quejan de la incapacidad del obrero.
Táchanlo de holgazán; acúsanlo de que desconoce su oficio; atribúyenle mala fé y
perversidad de instintos. Ellos, sin embargo, tanto como las condiciones en las que
actualmente se trabaja, lo han hecho así.
Si detrás de cada jornalero no hubiera una familia que mantener: si no hubiera
hijos, hermanos, padres y mujeres a cargo del trabajo de un solo individuo; si el amor de
los unos hacia los otros no inspirara el sentimiento del sacrificio personal, el taller se
desplomaría rápidamente y los campos se verían abandonados a la vegetación
espontánea, casi siempre improductiva. La necesidad imperiosa del sacrificio personal
por la existencia de los seres queridos es más fuertemente sentida por el obrero que
todas la coacciones juntas. A su lado, el ejército, la iglesia, la justicia y el gobierno nada
o muy poco significan. Las instituciones sociales solo sirven para mantener siempre
vigorosas las causas fundamentales de la necesidad del sacrificio.
Por una reversión del egoísmo natural, más bien por una muy explicable
extensión del yo, el hombre sométese voluntario a la esclavitud, ya que todo otro
camino se le cierra a cal y canto. Todo lo que le rodea le es odioso; por todo cuanto toca
siente repulsión invencible, y únicamente el peso enorme de una familia, de un pequeño
grupo de individuos que su propia sangre y su propia entraña, le hace doblar la cabeza y
transigir con cuanto de odioso y repulsivo tiene para su existencia encadenada
fuertemente al salario.
Es, por esto, indispensable para que el espíritu de rebelión se manifieste fiero y
potente, como pasión desenfrenada que a saltos modifica, violenta, la estructura social a
fin de adaptarla a condiciones nuevas de vida, que en el hombre se obscurezca el
instinto de la propia conservación. Independiente por naturaleza; redúcese, no obstante,
ante las exigencias de la necesidad. Y menospreciarla, olvidando sus categóricos
mandatos, vale tanto como renunciar de pronto a cuanto nos liga a la existencia.
Todos los signos del malestar actual inducen a creer que está muy próximo el
momento en que la creciente repulsión hacia el trabajo provocará una violenta sacudida
que modificará las condiciones de la vida social.
El hombre no puede vivir sin el ejercicio simultáneo de todas sus actividades
musculares y cerebrales. Y cuando se le ha hecho aborrecible el trabajo, cuando se le ha
297
conducido a la anulación como ser pensante, convirtiéndole en una simple rueda del
complicadísimo mecanismo político y económico que nos legaron nuestros
sapientísimos mayores, un cambio brusco de postura no puede hacerse esperar. Sus
consecuencias, sus resultados, por brutales que se los presuma, no son de temer; pero
aunque lo fueran no habría medio alguno de evitarlos, ya que fatalmente son necesarios
para que el trabajo se realice en condiciones agradables, inspirando amor sincero a la
vida propia y a la ajena, uniendo en armónico conjunto a los antagónicos componentes
de la comunidad; hoy falseada, y realizando, en fin, la identificación de los humanos
intereses en la síntesis de la libertad igual para todos.
Una existencia de odios, como la actual, no se puede prolongar. El trabajo es
condición indispensable a la vida del hombre. Y si este lo aborrece, si solo trabaja
sometido al instinto animal de las necesidades materiales y encuentra en ello su
tormento, su servidumbre y su anulación, ¿no habremos de esperar, para saludarlo con
las indefinibles alegrías de una infancia nueva, el día de la universal redención por el
amor al trabajo? ¿No nos será permitida la esperanza de obtener por la libertad lo que
no hemos conseguido por la esclavitud?
28/10/1904 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 172, 28 de octubre de 1904.
La belleza no es patrimonio exclusivo de nadie-breve cita-
Hay literatura y literatura: los artífices de la palabra han estado casi siempre al
servicio de una clase, de un interés o de un prejuicio.
O se escribe para divertir a los grandes, o se escribe para embrutecer a los
pequeños, atiborrrándolos de horribles tramas y de espantables enredos.
Pero también al pueblo le llega su hora.
La literatura, el arte, inspíranse también en la verdad, en la justicia, en el amor.
Se escribe para los humildes, cuya redención se prepara y se espera.
La belleza no es patrimonio exclusivo de nadie.
Ricardo Mella
[17/02/1905 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 188, 17 Febrero de 1905. El ogro]
03/03/1905 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 190, 3 Marzo de 1905.
298
Anarquismos
Tenía un corazón noble y generoso. De su jornal cercenó una parte para la viuda
y el huérfano, y su nombre figuró en las listas de suscripción. Unos cuantos céntimos
menos con que atender a las diarias necesidades, antojáronsele pequeña cosa comparada
con la desgracia inmensa de aquellos a quienes el patíbulo había arrancado un ser
querido.
La satisfacción de haber obrado bien tenía muy ufano al pobre hombre.
Un día rugió en medio de la multitud apiñada formidable estruendo, que sembró
el espanto y la muerte en derredor.
La taifa asoladora de polizontes husmeó en todas direcciones el rastro del
delincuente. Y las cárceles engulleron hombres honrados a granel. Allí, en medio de sus
compañeros de trabajo, el pobre diablo purgaba el crimen de haber dado de comer al
hambriento, de haber amparado al huérfano y a la viuda, dándoles el auxilio de su
miseria.
La compasión y la caridad truécanse en grave delito que conduce al presidio o al
patíbulo. Lo he aprendido leyendo a Pessina, glosado por un perro de presa del ilustre
Cánovas.
En el fondo de la conciencia de aquel que para ser bueno no se le ocurrió la
consulta previa de ningún tratadista, formóse una nube oscura, negra, horrible, que
creció lentamente inyectando en sangre sus antes amortiguados ojos. ¿Quién sabe si el
odio a lo anónimo, que le condenaba sin oírle, brotaba en su noble corazón?
★ ★ ★
Llevado por una curiosidad insaciable, púsose a leer. Periódicos, revistas, libros,
nada le bastaba en su ansia por estudiarlo todo, por saberlo todo. Poco a poco formóse
en su cerebro un mundo de aspiraciones. Sus ideas y sus sentimientos orientáronse en
una dirección constante. Y toda su voluntad convergía maravillosamente hacia la
realización de un ideal supremo.
Dio su esfuerzo, su tranquilidad y su dinero para la causa. Acudió siempre donde
acudían los suyos. Olvidóse de sí mismo pensando en los demás.
Orgulloso de su obra, tranquilo en su conciencia, no paró mientes en la realidad
que acechaba la presa. Una noche, cuando descansaba en el destartalado lecho, soñando
299
tal vez en el amor universal humano, despertáronle bruscamente, sacáronle a la calle
medio desnudo y lo encerraron entre cuatro paredes, sin luz, sin aire y sin abrigo.
El castillo de naipes que en su imaginación había levantado el soñador infelice,
vínose al suelo en un instante. Dio un adiós a los suyos, familia, compañeros, amigos, y
pensó que la maldad de los hombres era tan grande, que toda predicación resultaba
inútil, toda bondad perniciosa; pensó que solamente el hierro y el fuego, la destrucción
por la destrucción, llegó a imponérsele como una verdad irreductible en virtud de la
detención arbitraria, del atropello sin causa, de la violencia sin justicia.
Por eso alguien ha formulado aquel elocuente apotegma:
"Llegan a odiar a fuerza de amar".
Fue pundonoroso y noble. No se doblegó a las exigencias de la venganza por
otros calculada fríamente.
Creyó en la inocencia y la defendió valeroso. Indignóse por algo innoble y
repugnante que se quería ocultar en el misterio. Hombre de buen temple, luchó en todos
los terrenos por el que juzgaba bueno como él. Despreció prejuicios, odios y maldades
infames y arrastró impasible todas las fatales consecuencias que sin duda presentía.
Terminada su misión recibió el premio. Desde las alturas del poder, donde toda
injusticia tiene su asiento, decretóse su postergación. Arrinconósele sin miramientos, sin
contemplaciones; condenósele a la peor de las muertes, la muerte moral.
No cedió. Al día siguiente el buitre de la reacción pudo gozarse contemplando
una víctima más, ensangrentado el rostro, yerto el cuerpo. Sin familia, sin compañeros,
sin amigos en derredor.
Murió como vivió.
En otros países, en tierras lejanas y en no remotos tiempos, jueces que mandaron
al patíbulo hombres inocentes volviéronse locos de pesar.
En esta tierra de la caballería andante, de los Quijotes inmortales, los hombres
de honor que defienden sin fruto al inocente acercan a la frente el frío cañón de una
pistola y ponen así término a sus dolores.
Estos vivirán siempre en la memoria de todos los hombres de bien; aquellos ya
no viven.
Raúl
300
05/1906 Los Nuevos Caminos, Revista de Arte-Crítica y Estudios Sociales. José de
Maturana, director. Buenos Aires, Mayo 1906, año I, n.º 1.
El Socialismo Anarquista
20/07/1906 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 262, 20 Julio de 1906. (Copia de Ciencia
Social, 1899, Buenos Aires).
El neoindividualismo
Este artículo del amigo Mella, que reproducimos de la revista bonaerense
Ciencia Social, data nada menos que del año 1899. ¡Con cuánta claridad entrevió ya el
compañero Mella en aquella fecha las exageraciones -nosotros llamámoslas
simplemente mal intencionados acomodamientos de ideas a egoísmos personales y
antisociales- exageraciones que apunta al final de su trabajo, a que se entregarían
andando el tiempo, los discípulos raté de Nietzsche el brutal y de Stirner el paradojal!
¡Pobres ilusos los de España que se creen "originales" cuando quedaron adivinados
mucho antes de que exteriorizaran todas sus presentes barrabasadas! Estamos de
acuerdo con Mella.- N. de R.
Entre los extraños productos del intelectualismo moderno, ninguno tan singular
como la aparición del neoindividualismo en el campo socialista. Es una verdadera
regresión a las ideas eminentemente burguesas de primeros de siglo.
Que cada uno se baste a sí mismo, luche por sí y para sí contra todos, arrolle el
derecho ajeno por la satisfacción de las propias necesidades; que sea el hombre
absolutamente libre, como unidad independiente que encierra en sí misma toda finalidad
y todo medio de acción, tal es la doctrina de ciertos individualistas que ya desde las
supuestas alturas del diletantismo literario, ya desde el modesto campo de la filosofía
socialista dogmatizan soberbiamente acerca de la ilimitada soberanía personal. Los unos
por desvanecimientos de vanidad que juzga despreciable todo contacto con la multitud
zafia e ignorante; los otros arrastrados por indigestas metafísicas de quintas esencias
que no les permiten ver, fuera de sus engreídas personalidades, millares de millones de
personalidades semejantes e iguales, todos repudian lazos de solidaridad que las
condiciones de la existencia imponen, aún cuando en la palabra hablada o escrita vayan
contenidas afirmaciones de comunidad y convivencia social.
301
De los que de su fatuo saber y entender han hecho un trono, una majestad
inviolable, no queremos ocuparnos, porque a la altura de su soberbia solo cuadra la
intensidad de nuestro desprecio.
Hablemos, sí, del individualismo preconizado por los que se llaman socialistas.
Hablemos de esa tendencia singular nacida de la exaltación a lo absoluto de ciertas
ideas. Por un extraño fenómeno, la concepción socialista, después de recorrer todas las
modalidades del idealismo filosófico, retorna al principio absoluto de cada uno para sí,
traduciendo su propensión al atomismo social en un individualismo nuevo que choca
abiertamente con la afirmación de la solidaridad humana.
Naturalmente difieren los términos del clásico y del nuevo individualismo y
difiere el propósito y difieren los fines, pero en realidad individualismo burgués e
individualismo socialista repugnan la asociación, niegan la virtualidad a todo organismo
que pueda ser establecido y afirman en resumen el capricho individual.
Por eso el individualismo burgués sustituye a la asociación de los hombres, la
subordinación de las personas: pone en lugar de asociaciones voluntarias de individuos
y de grupos, amontonamientos de borregos disciplinados y suplanta la iniciativa
individual y colectiva por la coacción autoritaria y capitalista; mientras el
neoindividualismo niega la autoridad y la disciplina afirmando, a salto de mata, el
principio de la absoluta libertad personal y olvida por completo la necesidad o si se
quiere la fatalidad de la vida común entre los hombres. Quiere el primero la libertad
individual bajo la tutela del Estado, que es la forma doctrinaria de la comunidad
humana; quiérela el segundo sin género alguno de compromiso colectivo, de pacto o
alianza, aún cuando venga impuesta por las necesidades de la existencia y afirma así,
queriendo o sin querer, la disolución de la comunidad.
Llégase al neoindividualismo por una serie de sofismas homólogamente
opuestos a los que sirven a la burguesía para afirmar el sistema político-capitalista de su
preferencia. Toda organización supone, para la nueva escuela, autoridad y dominio
porque no comprende organismo sin regla, sin acomodamiento de medios a fines. La
necesidad de probar que tal acomodamiento o regla implica tiranía, es perentoria.
El sofisma es evidente y se deriva de cierta lamentable confusión entre dos
términos. Sustitúyase la palabra organización por la palabra subordinación y el sofisma
desaparece. Porque es claro como la luz del día que si cierto número de individuos
coincide en el propósito de realizar alguna cosa que cada uno no puede realizar por sí
302
solo, lo primero que necesitará será acomodar su acción común al fin deseado, o lo que
es lo mismo, darse una regla como se trazaría un camino para ir de un punto a otro.
La existencia del grupo, asociación u organismo, es indiscutible desde el punto
mismo de la concordancia de propósitos y de la suma de fuerzas para lograr su
realización. ¿Y habría en este caso autoridad, no obstante, la adopción de una regla, de
un modo de acción colectiva derivada del libre acuerdo entre los asociados?
Pues cambiemos los términos. Supongamos que este número de individuos,
conformes o no en propósitos, es obligado por una fuerza o poder extraño a obrar en
determinado sentido, es decir, que se le somete a una regla cualquiera: ¿podráse llamar
a esto organización de fuerzas? Será todo lo más un régimen de subordinación, de
disciplina, donde lo que constituye verdaderamente toda asociación, la libre y
espontánea voluntad, habrá sido anulado, destruido, sofocado. La tiranía de unos
hombres sobre otros habría anulado todo el poder y toda la libertad individual para
agruparse en espontánea elección. De modo que el individualismo burgués danos del
principio de asociación solo la palabra y cuando más las apariencias. Y el
neoindividualismo, tomando el signo que representa por el hecho mismo, niega de un
plumazo la asociación y se lanza resuelto por los dominios de la exageración doctrinal.
Pero ¿por qué entonces quiere continuar fiel al socialismo? Socialismo y asociación son
ideas generales, más bien nombres diferentes de una misma cosa. Diccionarios a un
lado, es indudable que el socialismo es para todo el mundo la expresión de la
comunidad, de la unión solidaria de los hombres sobre la base de la igualdad
económica. Socialismo e individualismo, individualismo en el sentido absoluto que
algunos dan a la palabra, son pues contradictorios, antagónicos.
La denominación anarquista no modifica los términos de la cuestión, pues de
hecho la anarquía, el no gobierno, es imposible sin el socialismo, sin la alianza de
solidaridad para la producción y el consumo. La autonomía personal fuera de la
asociación voluntaria habríase de convertir en el despotismo sin freno de los más fuertes
o de los más avisados. Por eso el neoindividualismo comete una usurpación al
denominarse socialista-anarquista, porque ambos términos riñen abiertamente con la
afirmación del cada uno para sí que convierte forzosamente a cada hombre en enemigo
de los demás. Y aún cuando se pretenda afectar al individualismo nuevo de condiciones
diferentes al individualismo tradicional, siempre quedará en pie el hecho esencial de que
sin pacto, sin alianza, o lo que es lo mismo, sin organización voluntaria y libremente
303
establecida, sin compromiso de solidaridad, los individuos obedecerán mañana como
hoy a la tendencia de sojuzgar o dominar, explotándose recíprocamente.
Lógicos consigo mismos los neoindividualistas no deberían limitarse a negar el
gobierno del hombre por el hombre, sino también el gobierno o arreglo de las cosas y
afirmar resueltamente que el mundo social puede marchar muy bien sin arreglo alguno,
sin pactos, contratos ni alianzas, pues la vida general se libraría armónicamente, sin
duda de la misma manera que un centenar de hombres movería fácilmente un cañón
tirando cada cual por cualquier parte en el sentido que mejor le pareciere. Deberían
asimismo repudiar el socialismo porque implica comunidad y solidaridad, concordancia
de medios y de fines, pluralidad consistente de derechos y deberes, cambio de
elementos para la satisfacción de las generales necesidades. Y llegando así hasta el fin,
proponer la exaltación del superhombre, la más extravagante invención de la soberbia y
de la vanidad de algunos seudosabios, y decretar la supresión total de la masa ignorante
y débil, de cuantos no fueron capaces de obtener por sí mismos la plena satisfacción de
sus necesidades.
Entonces el neoindividualismo sería una doctrina radicalmente distinta del
socialismo anarquista e inútiles sus esfuerzos para ganar, bajo una etiqueta falsificada,
el entusiasmo fiambre de los papanatas que abren la boca de a cuarta ante las más
extraordinarias paparruchas del decadentismo fin de siglo. Ricardo Mella.
03/08/1906 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 264, 3 Agosto de 1906.
La asistencia pública y la solidaridad
Es la palabra que está en todos los labios. La afirman unos como fe
revolucionaria; la afirman otros como lejana realidad a la que caminamos lentamente; la
afirman muchos para engañarse y engañar a los demás con la expresión de sentimientos
cuya traducción práctica se dilata cuando se puede. La solidaridad humana es la
afirmación universal de un mundo mejor.
Tras la afirmación viene la rutina de los hechos y de las ideas. Moldeados
nuestros sentimientos y nuestro cerebro en principios de la caridad organizada y de la
beneficencia oficial, limitámonos a cambiar los nombres de las cosas, pero nos
quedamos en esencia con estas. Las palabras nos seducen. Los hechos permanecen los
mismos.
304
Así para muchos la solidaridad se reduce a la aspiración de que no quede un
mendigo en la calle, ni un huérfano desamparado, ni un enfermo en la avenida. El ideal
es para los que así piensan la absoluta realización de la beneficencia oficial. El mundo
viviría feliz el día que las ciudades y los campos se cubrieran de esos asilos que la
iniquidad social sostiene actualmente. Para otros, para algunos que se reputan
revolucionarios y están todavía en las mantillas de la reacción conventual y de cuartel,
la sociedad en pleno habrá de organizarse, mediante el triunfo del socialismo, en
grandes comunidades para educar, para comer, para curar y hasta para morir.
Toda función individual se tornará función social. Los hijos irán al gran asilo
común para criarse y educarse. Los hombres al gran taller común para trabajar.
Hombres y mujeres al inmenso comedor público a recoger el rancho del novísimo
cuartel. Los enfermos al magnífico pudridero colectivo. Nadie tendrá que cuidarse
individualmente de nada. Según la opinión de unos, el Estado socialista proveerá. Según
la de otros la sociedad emancipada proveerá también.
Parécenos que tal estado de cosas sería la caricatura de la solidaridad.
Hay un tiempo histórico, citado por Kropotkine en uno de sus libros, que
expresa mejor que ningún otro el verdadero carácter de la solidaridad humana. Es el de
aquel pueblecillo francés que acogía bondadoso a los locos, los cuidaba con cariño, y
casi siempre los curaba en plena libertad. No había allí manicomios, ni asilos, ni
hospitales destinados a tal objeto. Cada vecino se encargaba de un demente, tomaba a su
cargo la humanitaria tarea de traerlo a la realidad por el amor, por la piedad bien
entendida. Y sin celdas y sin vergajos y sin camisas de fuerza, los locos curaban, o si no
curaban, no molestaban a nadie, viviendo libremente en el seno de aquella sociedad
amantísima.
Ese es para nosotros el porvenir esbozado. La solidaridad se traduce en obra de
amor y de abnegación. Quien se sienta capaz de atender solícito al enfermo, de cuidar al
niño y de mimar al anciano no requerirá organismos que la experiencia ha condenado.
Individuo o colectividad, llevará su conducta tan lejos como lo permita el
desenvolvimiento de este noble espíritu que nos hace concebir a la especie como un
todo homogéneo cuyos dolores y cuyos placeres aféctannos como si fueran propios,
como si individualmente obrasen sobre el ánimo.
La solidaridad organizada en asilos, hospitales, manicomios, a imagen y
semejanza del presente, sería una forma disfrazada de caridad oficial.
305
Nadie ignora que el carácter profesional de ciertas acciones priva de
sensibilidad, hace indiferente al individuo que las ejecuta. El médico desuella
tranquilamente lo mismo un cadáver que un ser vivo. Aun los profesores de instrucción,
a fuerza de connaturalizarse con los niños, tórnanse crueles o cumplen su misión a
regañadientes, como quien monda patatas en el cuartel o ejecuta cualquier labor
monótona. En asilos, hospitales, hospicios, etc., los encargados de cuidar a los
recogidos en estos establecimientos viven indiferentes entre tanta desdicha. El hábito
ciega las fuentes de la afectividad.
¿En que se diferenciarían los asilos del porvenir de los asilos del presente?
Suponed reunidas todas las condiciones de comodidad, de higiene; suponed asistidos
por la verdadera ciencia estos establecimientos; suponed que la abnegación más sublime
escoge a los enfermeros, los educadores, etc. A la larga, el ejercicio continuo de su
benéfica misión debilitará el interés por el hermano enfermo, loco o desvalido; traerá el
descuido, el abandono, y a la postre desaparecerán lentamente comodidades, ciencia,
higiene, y lo que es peor, se extinguirá el amor al prójimo.
Los asilos del porvenir serían como los de ahora, antesalas de la muerte. En
medio de la indiferencia de todos, se constituiría una clase especial de enfermeros,
educadores, madres postizas y una clase desdichada de miserables sin el amor de nadie.
La solidaridad que preconizamos no tiene nada de común con semejantes
instituciones. No hacinaremos los enfermos, los locos o los niños en los conventos o
cuarteles del porvenir. Nada de grandes palacios. El hogar amante es el más espléndido
de los palacios para el anciano achacoso, para el enfermo dolorido, para el demente
taciturno, para el pequeñuelo inquieto. Brindaremos nuestro amor pródigo a todos los
que de amor anden necesitados. La ciencia vendrá a nosotros. Buscará por todos los
rincones donde ejercer su misión, y tomará con cariño la asistencia del enfermo, del
demente, del infante. Dejaremos en plena libertad aspirar el aire puro de los campos,
bañarse en los tibios rayos del sol de primavera, gozar del trato de las gentes y de los
perfumes de la vida entera a niños y ancianos, hombres o mujeres, sanos o enfermos,
seguros de que la libertad y el amor sanarán los males todos sin necesidad de asilos, de
curanderos profesionales, de madres postizas, de educadores patentados, como en el
pueblecillo aquel curaban a los dementes sin manicomios, sin camisas de fuerza.
La camisa de fuerza es precisamente el símbolo del mundo nuevo que se
derrumba. Moral o materialmente, la asistencia pública es eso: la camisa de fuerza de la
306
miseria. Riñamos más bien por las ideas que por las palabras Aquellas cambian, aunque
no cambien estas. Estas cambian muchas veces sin cambiar aquellas.
Al amontonamiento de las viviendas y de las personas corresponde todo este
sistema de pequeñas y grandes prisiones que se llaman aldeas, ciudades, hospitales,
asilos, etc.
Proclamamos la necesidad suprema de una dispersión general. Por higiene, por
comodidad, se hace indispensable. Es imbécil acantonar una vivienda a otra y a otra sin
término ni fin: es imbécil acoplar los hombres los unos a los otros en cuchitriles
indecentes; es imbécil embanastarlos en cuarteles, salas de enfermos, asilos de ancianos,
casas de salud. El rebaño se reproduce a diestro y a siniestro.
Perecemos por carencia de naturaleza. Respiramos inmundicia, comemos
inmundicia. Nacemos en el basurero y en el basurero vivimos y acabamos nuestros
tristes días. Queremos luz, sol y aire libres.
Llevaremos las ciudades al campo y traeremos el campo a las ciudades.
Esparciremos la salud y la vida a los cuatro vientos. La solidaridad, el amor del prójimo
y el amor de nosotros mismo hará lo demás.
Flores y perfumes, cabrilleos de luz abundosa, bocanadas de oxígeno,
cambiantes espléndidos de colores, la naturaleza recobrada y gozada intensamente: ese
es el porvenir como metáfora y como realidad; ese es el porvenir del mundo solidario y
libre. R. Mella
19/10/1906 El Porvenir Obrero, Mahón, n.º 275, 19 Octubre de 1906. (Desde "Los
que suelen llamarse jefes..." como "Vana Persecución" en ¡TIERRA! Periódico
semanal: Habana, enero 26 de 1907, año VI, n.º 215, p. 1, 2.)
Adelanto Positivo
A medida que el desarrollo de las ideas de reivindicación social adquiere
mayores vuelos, crece considerablemente el número de obreros conscientes, y poco a
poco son muchos los que dejan de ser máquinas que trabajan para convertirse en
hombres que razonan.
Hace algún tiempo, poco ciertamente, era raro encontrar un solo jornalero que se
diera cuenta de su condición y quisiera mejorarla económica y socialmente. En pocos
307
años se ha apoderado de casi todos un vivo deseo de reforma y un impulso poderoso de
rebeldía.
Si se prescinde de los intereses puestos en lucha, no habrá quien niegue que tal
estado de cosas significa un gran adelanto. Si antes eran los obreros rebaño embrutecido
por la fatiga y por el vicio, y hoy muchos de ellos intentan sustraerse a la servidumbre
económica, y se sustraen de hecho a la taberna y a la ignorancia, y buscan ansiosos el
periódico, el folleto y el libro, ¿que duda cabe que ha mejorado con ello mucho la
condición general de la sociedad en que vivimos?
Cuanto más crece el número de los que estudian y se preocupan de sus propios
males y de los males ajenos; cuanto mayor es el número de los militantes a favor del
progreso de las formas de convivencia social, más y más las costumbres públicas y
privadas, la educación y el desenvolvimiento intelectual de todos y de cada uno gana
terreno y eleva el nivel moral de la sociedad.
¡Que gran torpeza entristecerse por el espectáculo de las luchas contemporáneas!
¡Que ceguera clamar por la mansedumbre de los pasados tiempos! Cada obrero que se
rebela contra las fatalidades ambientes es factor poderoso de dignificación futura y de
elevación actual. No hay nadie que con buen juicio pueda aducir la más pequeña razón
en contra de este movimiento renovador que convierte en hombres a los esclavos, que
hace inteligentes a los ignorantes, virtuosos a los viciosos, pensadores a los indiferentes.
Y es torpeza mayor todavía que sea el egoísmo quien lance todo género de
arbitrariedades contra aquellos que más se distinguen por su ardor en la lucha, por su
inteligencia y por su energía en la acción y en la conducta. Los que suelen llamarse
jefes, cabezas de motín, agitadores, etc., son generalmente el blanco de las iras de
intereses puestos en litigio. Se dice desconsideradamente que sin las instigaciones de
aquellos que capitanean a los obreros, si se trata de una huelga, por ejemplo, todo sería
paz y contento y estaríamos de sosegados como en una balsa de aceite. Lo más natural
entones es que se persiga, que se encarcele a los únicos tal vez que merecen el dictado
de hombres, a los que piensan y sienten algo, a los que han aprendido a hacerse
respectar.
Se olvida que en las demás clases sociales son también cuatro o cinco los que
promueven y sostienen una agitación cualquiera, mercantil, política, etc., y estos cuatro
o cinco son siempre los más vivos y más inteligentes, los de mayor iniciativa y los de
mayor energía.
308
El resto es, desgraciadamente, rebaño.
¿No es, pues, deseable que aumente el número de estos hombres que piensan y
sienten, de estos hombres que quieren ser respetados, que son capaces para la acción?
¿No son dignos de encomio, de aplauso y de respecto?
No faltará el socorrido argumento de la beligerancia. Son enemigos que hay que
combatir hasta la eliminación si es necesario.
Bien; en el debate de los intereses, es cierto; el obrero que lee, que estudia, que
lucha, ese es el enemigo, el enemigo de todo lo existente. Pero hay un punto de vista
más noble, más elevado, para la misma burguesía: el de los intereses más humanos y
también más justos del progreso social; del perfeccionamiento del individuo y de la
especie, que obliga a considerar las cosas de otra manera. Bajo este aspecto, el
verdaderamente real para todo hombre pensador, el obrero que sabe o quiere hacerse
respetar y que estudia y que lucha por su mejoramiento y por su emancipación, es un
elemento positivo de adelanto que concurre, como ninguno, a la completa dignificación
del individuo.
Por ello, cualesquiera que sean las crudezas de la polémica, las crueldades de la
lucha, las incidencias de la moderna contienda en que se ventila la justicia misma de la
organización social, es torpe y es ciego y es absurdo, atentar contra lo único sano, lo
único inteligente, lo único de positivo valor que hay en medio de la multitud que se
agita convulsa pero incapaz de hacer ni pensar nada por cuenta propia.
Está en el interés común de la colectividad el aumento creciente, rápido, de los
hombres de iniciativa y de pensamiento, de inteligencia y de acción. Otra cosa
equivaldría a poner al servicio de los pequeños intereses, más ficticios que reales, una
masa de bestias, que no de hombres.
Y a estas alturas no hay posibilidad ni fuerza bastante para retrotraernos a un
estado social que la misma burguesía repugna. Ya iniciado el movimiento, ni aún
detenerlo es factible.
Por encima de todos los intereses creados flota el interés supremo de la
Humanidad entera. La burguesía lo confiesa a cada paso por boca de sus catedráticos,
de sus doctores, de sus artistas. En todas partes vive un poco la vida nueva. No falta
mucho para que en público y de modo solemne se reconozca que son los mejores
precisamente aquellos a quienes se persigue con encarnizamiento. Se intentará eliminar
al enemigo pero se va transigiendo con él.
309
Tal reconocimiento señalará el último instante del mundo que agoniza. R. Mella.
27/10/1906 ¡TIERRA! Periódico semanal: Habana, Octubre 27 de 1906, año V, n.º
205.
Páginas Sueltas
Todo en la vida material ha variado prodigiosamente. En la vida social, el obrero
esclavo del salario, existe todavía para alimentar, recrear y conservar a una casta de
hombres que tiene de su parte la supremacía del dinero. Para el resto de los humanos
que no pertenece a esa casta, la civilización es algo abstracto, ideal, no traducido en
hechos; el progreso una engañosa ilusión con cuya conquista se pavonean los servidores
privilegiados del tercer estado enriquecido. El pueblo carece de todo: carece
primeramente de pan, y careciendo de pan, civilización, progreso, ciencia, arte,
industria, no son más que terribles mentiras, torturas inventadas por la novísima
inquisición de los satisfechos. ¿Qué efecto pueden producir los museos atestados de
maravillas artísticas, los gabinetes científicos con sus gigantescas creaciones, las
fábricas con sus máquinas colosales, los almacenes reventando con el hartazgo de
mercancías que no se venden y los lindos escaparates con todos los refinamientos, del
gusto y del lujo? Hablad de todo esto a los millones de desharrapados que se llevan
penosamente las manos hacia la región de un estómago vacío, que arrastran los pies por
el fango de las calles, que mal cubren con harapos los pellejos que sirven de único
revestimiento a un manojo de huesos que crujen a cada paso como queriéndose romper,
y sólo obtendréis un gesto indescifrable, expresión de un organismo aniquilado,
indiferente al borde de la tumba, esperando la muerte antes que buscando la
prolongación de la vida.
¿Quién osará sostener que esta permanente perturbación, este inmenso
desequilibrio es natural y eterno? [Esta primera parte con ligeras variaciones en Ideario
-versión digital: ricardomella.org- como "Esperanzas": La Libertad, Pontevedra, 30 de
Abril 1906]
Reconocemos que la violencia es inmoral; condenámosla energéticamente;
aspiramos a un mundo de paz y armonía: pero ¿qué hacer en tanto? ¿Cómo llegar a la
deseada paz, si la violencia lo invade todo, si toda nuestra educación es la glorificación
de la violencia continua en todas sus formas?
¡Ah, la razón de la fuerza!
310
Cuando consideramos el estado de degradación en que las naciones van
cayendo; cuando contemplamos el espectáculo de todas las miserias y dolores de la
humanidad; cuando vemos cómo los rufianes políticos y los nigrománticos de la
religión remachan implacables la cadena de la esclavitud, sentimos en todo su grandioso
poder la sugestión de la fuerza que arrollará sin piedad, en un próximo porvenir,
instituciones, cosas y personas.
Si un día la humanidad rompe la monotonía de su existencia actual y una
inmensa hecatombe sacude a todas las ficciones y artificios tradicionales; si un día, el
pueblo, esclavo y humillado, se insurrecciona imponente y riega con sangre el campo
yermo en que ahora vegeta; si un día, en fin, los hombres se rebelan y recobran
violentamente lo que se les arrebata, libertad y riqueza; entonces, sobre los montones de
la ruina universal, sobre la pira humeante del gran incendio, veráse flamear en el
espacio el último girón de la bandera ensangrentada de la fuerza, el postrer guiñapo de
la suprema razón, acatada, reverenciada y enaltecida por el éxito ininterrumpido de la
historia.
Este último girón ondeando sobre ruinas y muerte, será el nuncio de un nuevo
mundo al surgir del seno de la total disolución.
Hasta entonces, por brutal que seas, por antihumana que parezcas, ¡oh, fuerza!,
nosotros te saludamos como el único elemento de redención, como supremo derecho de
un mundo de siervos, como salvación única del humano linaje todavía sumido en los
abismos de la animalidad primitiva. R. MELLA.
02/03/1907 ¡TIERRA! Periódico semanal: Habana, marzo 2 de 1907, año VI, n.º
219.
La bestia civilizada
Así, como quien no dice nada, en tres o cuatro renglones de cualquiera de
nuestros encopetados rotativos se denuncia fríamente, indiferentemente, la repugnante
bestialidad de los tiempos civilizados.
Una niña, una cándida niña, martirizada, consumidas las carnes, enfermo el
corazón y el cerebro, la sangre empobrecida y envenenada, tal vez rotos los blandos
huesos; un hombre depravado, corriendo tras libidinosos placeres de Flaminio,
alcoholizado, sifilítico, cubierto de nauseabundas pústulas; una joven, hermosa,
arrogante, ofreciendo vida y placer, que cae en el surco del amor del mercenario, recorre
311
los lupanares y muere podrida en el hospital; un viejo carcomido, lujuriante y sátiro que
se refocila indecente con las blancuras de la inocencia; una sucia celestina que comercia
y se goza en el tráfico de la carne y pone a contribución de su degradante oficio la
virginidad y la pureza; la borrachera de celos que mata, la ambición de riquezas que
asesina, el aguardiente que desequilibra, el juego que corrompe, todo el fruto repulsivo
de la opulenta organización burguesa, pasa por las columnas de la prensa y por la mente
del lector como relámpago fugaz, cuya huella se borra tan luego como se marca.
En el tráfago feroz del utilitarismo bárbaro, del egoistico vivir brutalmente y
brutalmente arrollarlo todo para levantarse triunfalmente sobre las piltrafas del prójimo,
no hay tiempo para la percepción del mal. Somos la bestia civilizada que habla con
desprecio del salvajismo que fulmina, formidables anatemas contra el canibalismo y la
barbarie, y larga el mochuelo de sus pecados al pícaro atavismo. Somos la bestia
civilizada que escucha fríamente, indiferentemente como el estupro, el estetismo, la
prostitución, nos conducen a la degeneración física y al rebajamiento moral: como la
borrachera y el juego y las más viles pasiones nos llevan a la ruina y a la muerte. ¿Quién
va a preocuparse?
¡Gloria al progreso de los tiempos! Sobre el aniquilamiento de la humanidad, se
levantará soberbio el alcázar de la civilización burguesa, cantado por los poetas y los
músicos, ensalzado por los filósofos de pacotilla, ponderado por los imbéciles que
tienen por oficio garapatear infamias e iniquidades. ¡Adelante con la civilización!
Para coronar su obra de puercos, la burguesía necesita hacer del hombre la bestia
civilizada. Y culpar después a nuestros pobres abuelos.
Merece morir a manos de su propia infusa ciencia, corroída por la sífilis, por el
alcohol y abrasada por el fuego de Gomorra.
¡Cuánto tarda la obra de la sangría feliz que correrá fundida y refundida la
pestilente carne civilizada! R. MELLA.
08/04/1909 ¡REBELIÓN! Periódico anarquista: Regla (Habana) 8 Abril de 1909,
año II, n.º 15.
La propiedad y el Estado
La mayor parte de los hombres, industriales, obreros y comerciantes, depende
económicamente de un pequeño grupo de capitalistas. Y no hay cábala posible, no hay
312
combinación bastante maravillosa que haga fácil la emancipación colectiva, de todos
esos esclavos sin poner mano en la propiedad y en el Estado. Para que la libertad de
acción sea un hecho; para que la iniciativa individual halle siempre francos y expeditos
todos los caminos; para que, en fin, la independencia llegue a su máximo, es necesario e
indispensable suprimir a un mismo tiempo el gobierno y la propiedad. El gobierno,
porque toda autoridad externa, formalmente organizada y establecida, toda autoridad
permanente que no es dado rechazar ni sustituir en cada instante, supone necesariamente
subordinación personal. La propiedad, porque todo dominio exclusivo de las cosas, todo
acaparamiento de la riqueza, implica para muchos privación de lo necesario a la vida y,
por tanto, relación de dependencia entre individuos desigualmente dotados de los
medios de trabajo.
La autoridad, en tanto cuánto no es de libre aceptación, como la "autoridad" del
músico o del ingeniero, en tanto cuanto se nos impone por si, sin que nosotros
intervengamos para designarla en cada momento y sin que en cada instante podamos
prescindir de ella, constituye un atentado permanente a la personalidad y es el órgano
obligado de la esclavitud.
La propiedad, en tanto cuanto no es de uso universal ni está al alcance de todos
para la regular satisfacción de las necesidades; en tanto cuanto se vincula en un número
determinado de hombres y con exclusión, por tanto, de otros hombres, es un despojo
organizado y sostenido pero contra el cual la naturaleza como el espíritu de justicia se
han pronunciado siempre.
La autoridad y la propiedad como patrimonio de unos pocos, no es otra cosa que
la sanción de la fuerza vencedora sobre un campo de batalla.
Mas cada hombre es su propia autoridad, su propio soberano; y su libertad de
pensar, de sentir, de manifestarse, de obrar, no admite límites ni cortapisas. Limitarla es
destruirla. ¿Qué importa que se reconozca el derecho de pensar libremente y el derecho
de manifestación si se pone grillos a la acción individual? La ley dice al hombre: "Te
permito que pienses hacer esto, aquello o lo de más allá; consiento que manifiestes
públicamente el pensamiento que has concebido; pero, ¡ay de ti, si se te ocurre tener
voluntad y tratas de ejecutar tu pensamiento!" Y si aquel a quien la ley se dirige es un
proletario, uno de esos miserables que por toda propiedad disponen de una fuerza que,
nadie quiere alquilar, entonces la soberanía es una mueca horrible y la libertad un
313
latigazo que cruza el rostro, reduciendo al hombre a más baja condición que la de los
brutos más despreciados de la escala animal.
El proletariado habrá nacido en un mundo de extrema superficie cultivable,
cubierto de edificios, adornado por múltiples y variadas industrias donde toda
comodidad tiene su asiento; habrá nacido en un mundo en que los campos de trigo le
brindan abundante alimento, las fábricas ricos vestidos; mas ¡ay de él, si hambriento o
aterido de frío pone mano en una espiga o miserable trapo! La propiedad, la santa
propiedad necesita ser respetada. Antes que la naturaleza, está la ley escrita; antes que
las necesidades físicas, está el Derecho, por el cual seremos capaces de consentir que la
humanidad perezca de hambre.
Seremos libres, según los demócratas y los positivistas; libres sí, de escoger
entre la esclavitud y la muerte.
El hombre que no dispone más que de sus brazos, es dos veces esclavo. El
capitalista le impone su ley y el Poder, a su vez, le impone la disciplina, decretando de
unas ordenanzas donde toda transgresión está penada con la pérdida de la existencia.
¿Es posible negar con espíritu imparcial, con un poco de sentimiento de justicia,
la doble servidumbre engendrada por la propiedad y el Estado? R. MELLA.
08/10/1910 Correspondencia: José Morato.
Vigo, 8 de Octubre 1910
Comp[añer] o Morato:
Contesto su estimada del 6. -No conozco la dirección que me pide. Aunque
he gastado algún tiempo en difundir el espíritu de asociación, he sido siempre,
para mí15, y ahora más, un individualista a todo trapo. De aquí que ignore todo
lo que se refiere a organización. Ni aún sé si hay tal oficina en Londres. Mas
como quiero complacerle a V., ¡no faltaba más!- escribo hoy mismo al amigo Prat,
de Bar[celo]na, para que le mande la dirección que desea, si es que la conoce o
puede averiguarla.
15 Subrayado en el original (Nota de I. P.)
314
Hablemos del otro extremo de su carta. En Madrid, creo difícil encuentre lo
que quiere. Mi familia no tiene la Revista Social y aquí acaban mis relaciones
en esa corte. No obstante, mi cuñado, Enrique Serrano, Don Mateo 12 y 14, podrá
darle acaso alguna noticia.
En Bar[celo]na ya sería otra cosa. En la Biblioteca Arús encontraría V.
casi todo lo que necesita al objeto que se propone. En ella está un antiguo
camarada, buen amigo de Oteiza y mío, Eudaldo Canibell, que de seguro le
servirá en lo que pueda. Actualmente no nos escribimos e ignoro su dirección pero
puedo averiguarla. Tal vez será bastante dirigirse a la biblioteca en cuestión. Esto
es para primeras noticias que después seguramente tendrá V. que llegarse a
Barcelona si quería, como es natural, tener datos bastantes a su disposición.
Escribo a Sevilla, donde tengo un buen amigo, en averiguación de si hay
allí quien tenga alguno de los periódicos que V. desea. Allí publiqué yo La
Solidaridad precisamente cuando en Valencia se acordó la disolución de la
Federación Regional y se constituyó la Federación Anarquista.
Excuso decirle que yo nada tengo de lo que le serviría. En Málaga, con
motivo de mi detención, hubo quien me hizo el favor de quemar cuanto tenía
coleccionado. Desde entonces, no conservo ni aún mis propios trabajos.
Su propósito me es tanto más grato cuanto que yo también lo tuve, no lo
realicé porque necesitaba la cooperación de un coleccionista y un ordenado (yo
soy todo lo contrario), y el que podía serlo estaba lejos. V. está en buena posición
política y reúne condiciones muy apropiadas para el caso. Así que creo, nadie de
los que yo conozco podría llevar a buen término esa obra mejor que V. Manos,
pues, a la faena!
En cuanto yo pueda serle útil, disponga con entera libertad y sin rodeos y
sin cumplidos.
Afectos muy sinceros de estos amigos.
Le desea salud su compañero
R. Mella -rubricado-
S/E Avenida García Barbón 37.
315
29/08/1912 La Antorcha, Pro-Federación Gastronómica Argentina, Defensor de los
empleados de hotel, restaurants, bars, café y de la clase obrera en general.
Buenos Aires, Agosto 29 de 1912, año II, n. 24, p. 3.
Libros y Revistas.-Brazo y Cerebro, número 1 de 32 páginas, es el título de una
nueva revista de ideas que se publica en Nueva York, la que está llena de un material
selecto y escogido, por lo que puede juzgar el lector por el siguiente sumario: "Brazo y
Cerebro" por la redacción, "Anarquía" por J. Vidal, "Fin de una civilización", por
Ricardo Mella (...).
01/12/1912 El Manifiesto, De R. González Pacheco y T. Antillí. Buenos Aires,
Diciembre 1 de 1912, n.º 5, p. 1.
Lo siempre más joven.- (...) Todos los bancarroteros de todas las cosas, de
Stirner a Brunétiere y ahora a Ricardo Mella con "la bancarrota de las creencias", son de
un practicismo economizador de filo que hace pensar como estarían las hachas! (...)"
08/10/1910 Correspondencia: José María de Sucre
Vigo 20 de Noviembre de 1912 [mecanografiado]
Sr. D. José María de Sucre
Presidente del Ateneo Enciclopédico Popular
Barcelona.
Muy Sr. mío:
Estimo profundamente su atenta invitación a tomar parte en la serie de
conferencias sobre la evolución de las ideas sociales organizada por el Ateneo que
V. tan dignamente preside.
Mas no pudiendo comprometerme a dar una conferencia verbal, como sería
mi deseo, porque no me es dado abandonar mis habituales ocupaciones, solo puede
ofrecer a Vds. una [sic] cuartillas sobre Proudhon, si me dan algún tiempo para
trazarlas.
316
Estoy de tal manera ocupado día y noche que he de hacer un gran esfuerzo
para complacerles. Si de tiempo dispusiera, con esta carta irían las cuartillas.
En espera de sus informes respecto al tiempo de que puedo disponer me
suscribo su afectuoso servidor.
Ricardo Mella [rubricado]
24/12/1912 El Dependiente, Periódico Sindicalista, Órgano defensor de los cocineros,
dependientes de cafés, fondas, restaurants, hoteles, y obreros de la isla de
Cuba. Habana, 24 Diciembre de 1912, año II, n.º 67.
Breves apuntes sobre las pasiones humanas [fragmento]
25/11/1914 La Antorcha, Periódico de Ideas (=Pro-Federación Gastronómica
Argentina) Buenos Aires, Noviembre 25 de 1914, año IV, n. 111.
Las Viejas Rutinas (En Ideario en Acción Libertaria, n.º 1, Madrid, 23 de
Mayo de 1913)
05/1915 Solidaridad, Órgano de los E. Tranviarios y del Proletariado en General,
Montevideo, Mayo de 1915, año I , n.º 1.
De los Maestros
"... Para que de una vez la bondad del hombre reprimida o desviada durante
siglos por el egoísmo devastador del privilegio y de la astucia, brille espléndida y pueda
realizar su ideal supremo de solidaridad y amor. De solidaridad y de amor, porque el
espíritu humano, la vida del individuo y de la especie son una misma, porque en la
Naturaleza nada permanece aislado y seco en el desierto del egoísmo, sino que todo
propende a invadirse, a entrelazarse, confundiéndose, sin destruirse, en la expresión
armónica de la belleza y del bien universal. Y a nombre de este sentimiento moral,
recabamos nosotros para los hombres, la prerrogativa de libar la copa de la existencia
libremente, en comunidad de afectos de necesidades y de pensamientos. R. Mella".
317
05/1915 Luz y Vida, Periódico Obrero de Propaganda Anarquista. Hay una virtud
superior al patriotismo, el amor a la humanidad, Antofagasta (Chile), Mayo
de 1915, año VIII , n. 71.
A la calle compañeros.- de Ché Viera [mención], "El que haya leído el libro
Cuestiones Sociales, del compañero R. Mella, podrá apreciar y formarse un juicio cabal
de los trágicos sucesos ocurridos el año 1886, en la ciudad e Chicago (...)."
07/1915 La Obra, Publicación Quincenal Ilustrada: Buenos Aires, Julio de 1915,
año I, n.º 2.
Hacia el porvenir
Las fechas pasan y los recuerdos se borran. Los más graves sucesos pierden con
la distancia, en la conciencia humana, toda su trascendencia. Un momento son
emblema, heraldo, consigna, grito de guerra; parecen absorber la existencia entera y
después... nada. La vida mira hacia adelante.
No hablemos del obrero que da que provee a la necesidad de ganarse el jornal.
El obrero militante apenas hace memoria de las fechas que registran acontecimientos
notables. El 18 de Marzo, el 1º de mayo, como muchos otros días memorables, no son
ya más que uno de tantos pretextos para que la verborrea de oficio lance en el vacío de
la indiferencia popular las estulteces de rúbrica y los tópicos al uso.
El proletariado no vive de recuerdos. Quédese ello para la vejez, que la gente
moza en el porvenir tiene la mira, que no en el pasado.
Se comprende que las clases directoras, en las postrimerías lastimosas de su
existencia, vuelvan la vista atrás, vivan solamente de recuerdos, de sus grandes
revoluciones, de sus triunfos ruidosos, de todo lo que fue. No hallarían en lo que es,
sustancia de que nutrirse.
Se comprende así mismo que la gente nueva, a los trabajadores, embrión de algo
que se avecina y que nace ahora con todos los ímpetus de vida desbordante, le sucede lo
contrario.
La revolución obrera tiene sus recuerdos, sin duda; la insurrección comunalista
destacándose entre todos. Pero no se halla en el pasado sino enseñanzas para lo
venidero; y el pensamiento y la acción revolucionarios enfilan el porvenir con la
318
vehemencia que inspira el ideal. En este terreno; las clases trabajadoras permanecen
fieles al espíritu de la "Internacional".
Pese al reformismo socialista que apenas se llama Pedro y al dilettantismo
anarquista que se llama demasiadas cosas, perdura irreductible en la mentalidad obrera
el sentido netamente revolucionario: expropiación y liberación en beneficio de todos.
Libres de embolismos de trasnochada filosofía, burla burlando la novísima pirotecnia
sociológica, van los trabajadores en derechura a su objeto, la emancipación material,
base incuestionable de todas las redenciones posibles.
Quien juzgara por el aspecto actual de las luchas sociales que el socialismo y el
anarquismo dormitaban por demasiado doctrinario el uno, por demasiado especulativo
el otro, no se equivocaría gran cosa. Pero todo acto mental de extensión en este sentido
sería fuertemente erróneo. El proletariado no duerme; su espíritu de revuelta, de
insubordinación, es hoy más vivo que nunca. Ocioso es mencionarlo. Háse apoderado
de todos en tal forma el anhelo de emancipación, el deseo de una vida nueva sin los
dolores y los ataderos de la actual, que la acción revolucionaria se produce sin las
excitaciones de los partidos y a veces a pesar de ellos y contra ellos.
Las huelgas contemporáneas, quieran que no los socialistas de la disciplina
férrea y del Estado de providencia, no son sino fiel trasunto del clásico espíritu
anarquista. Todos los movimientos y agitaciones populares desdeñan la parsimonia de
los discursos y de las alocuciones y ponen de relieve esta verdad que riñe con todos los
convencionalismos políticos; la emancipación de los trabajadores es la obra
revolucionaria, actual e inevitable, de los trabajadores mismos.
La jornada de trabajo, la cuantía del jornal, etc., apenas significan nada En todo
movimiento obrero hay un pretexto visible; el motivo real es siempre algo más hondo,
espíritu de solidaridad, de rebeldía, de justicia, de dignidad, de derecho integral; algo
que conduce al porvenir.
La "Commune" fue la primera vibración de la fuerza revolucionaria naciente.
Millares de vibraciones revelarán quizá muy pronto que la revolución ha madurado. Su
obra pondrá término, con una suprema violencia, a todas las violencias. Más allá de la
irrupción de todas las rebeldías, estarán la paz, la libertad y el bienestar.
Caminemos resueltamente hacia el porvenir. Ricardo Mella.
319
11/05/1918 Fuerza y Cerebro: Periódico revolucionario de ideas, acción y combate,
Tampico, Tamps, Sábado 11 Mayo de 1918, tomo I, n.º V.
De la Cultura
Háblase a troche y moche de nuestra incultura. Los declamadores de tertulia, los
dómines bien quistos de la loca fortuna, echan sobre nuestro supuesto atraso las culpas
de todas nuestras desventuras y turbulencias. En cualquier orden de cosas, la raíz del
mal es para los tales un virus que llaman incultura como pudieran llamarlo de otro
modo.
Su potencia analítica no alcanza más. Fastidia oírlos. Imposible soportarlos. Lo
intolerable de su cháchara es que dándoselas de versados en todos los conocimientos y
latitudes, descubren a una palabra suya la hilaga de una ignorancia supina.
Han ojeado libros y no han leído. Han andado tierras y no han visto. Su ceguera
mental corre pareja a su ceguera visual. Deslumbrados por la gran industria y el
esplendor de otros países, no han profundizado en las miserias y bestialidades de las
grandes urbes. Para ello, el horrible pauperismo de nuestros días, más espantoso allí
donde el progreso y la riqueza más se han desenvuelto, es totalmente desconocido, en
absoluto ignorado.
Solo aquí somos indisciplinados, analfabetos, inmortales, decrépitos. España, en
la zambra del mundo civilizado, es como un trapo viejo, roto y sucio.
Y así estos profesionales de la oratoria banal, no pueden comprender como la
raíz de nuestros males no está precisamente en no saber poco o no saber nada: no
pueden comprender como la malaventura nuestra radica en lo burdo de las ideas y lo
zafio de los sentimientos, en lo que pudiéramos llamar la grosería del ambiente.
Amasijo de pensamientos rocosos, de bajos sentimientos, de perversos gustos, la
grosería ambiente denuncia la ineducación de las gentes. Falta delicadeza en las alturas
para traducir y comprender los más elementales principios de la ética. Falta perspicacia
en la mente para vislumbrar las maravillas del pensamiento filosófico. Falta toda aquella
fina sensibilidad orgánica que permite percibir y difundir cuanto hay de noble y de
hermoso en el ser humano.
Todo esto se puede tener sin correr tierras y sin barajar infolios. La estadística de
analfabetos nada dice de delicadezas de alma, de perspicacias mentales, de orgánicas
sensibilidades. Es muda para las realidades del bien y del mal vivir.
320
Por ineducación, no por ignorancia, todo en vosotros es basto, ordinario, brutal.
Vestimos de burda estameña las ideas, los afectos y las cosas más bellas. Tenemos
empeño en la fealdad. Y cuando algo bueno, y noble, y hermoso nos ocurre, la belleza
sella nuestros labios y la cobardía paraliza nuestra acción.
Si alguno se atreve, si alguno se siente osado, sobre él cae el ridículo antes de
que haya logrado turbar el coro de bajezas morales en que se forja la grosería ambiente.
¿Queréis la prueba? Pues, ved como no son precisamente los más incultos los
menos educados; ved como allí dónde se da más ilustración más campa la brutalidad y
la grosería; ved como la depravación va del brazo, muy a gusto, con la cultura, con la
falsa cultura, que no cuida de la delicadeza afectiva, de la perspicacia filosófica, de la
fina sensibilidad que permite percibir y difundir cuanto hay de noble y de hermoso en el
ser humano.
La indisciplina, la inmoralidad, el analfabetismo, la decrepitud, son males de
todas las latitudes civilizadas. Junto el fruto sano está el fruto podrido. Cortad las ramas
de la podredumbre. Y después de cortarlas, cuándo sembréis conocimientos, que no se
os olvide cultivar, con los cerebros, las almas, porque enseñar es bueno, pero educar es
mejor. Educar equivale a excitar y pulir lo poco o mucho bueno -no discutamos- que
lleva muy adentro la bestia originaria. Por desdicha para los vocingleros de la cultura y
para todos, la obra cultural de las civilizaciones ha dejado siempre en olvido esa
excitación de lo bueno, de lo bello y de lo justo que duerme en nosotros. La grosería
ambiente es podredumbre de un árbol que crece torcido. Ese árbol se llama Cultura.
Quieran que no los que a troche y moche hablan de nuestra cultura, ni es esta la
causa única de todo mal, ni es exclusiva de tal o cual país.
Donde quiera, al lado de mucho saber, hay mucha ignorancia; de mucha riqueza,
mucha pobreza; de mucho esplendor, mucha fealdad. Es el dualismo fatal en el que se
desenvuelve la civilización. Y ese dualismo, derivado de la íntima y desigual y
arbitraria organización de las sociedades humanas, es la causa real de todos nuestros
males. R. MELLA.
19/11/1921 Trabajo, Periódico Sindicalista Libertario (Adherido a la A. A. I.),
Montevideo, 19 de Noviembre de 1921, año I, n.º 16.
Como todos los gobiernos [mención]. Tanto los comunistas procedentes del
antiguo socialismo reformista como los recién llegados, los que han salido de nuestras
321
filas, cuando se refieren a nosotros, usan una frase que se ha hecho típica de entre ellos:
-Si los anarquistas de Rusia -dicen- son como los de acá, los bolshevikis, hacen muy
bien en fusilarlos. Ante todo hemos de observar que admiten -¿y cómo podrían
negarlo?- que en Rusia se fusila a los anarquistas como en cualquier otra parte. Admiten
más todavía: admiten que los fusilados, "podrían" hasta ser mejores que nosotros. Y
esto es verdaderamente impagable en boca de los "nuevos" revolucionarios. Sin
embargo, no nos disgusta del todo el hecho de que, para los comunistas, seamos
nosotros tan malos que nos consideren meritorios de un castigo tan amable como es el
de la fusilación. Máxime si pensamos que ese mismo castigo ha sido usado por Maura
con Ferrer, y que, junto a nosotros, fusilarán, también por contrarevolucionarios, a
Sebastián Faure en Francia; a Ricardo Mella, en España; a Bertoni, en Suiza; a
Malatesta, Fabbri, Galleani, Borghi y muchos otros más, en Italia; a Rocker y a Kater,
en Alemania, y así sucesivamente, a los mejores compañeros del mundo, que se habrían
hecho accesibles a esa pena, por el delito de haber probado con datos testigos y
argumentos irrefutables, que la revolución rusa ha sido traicionada por los comunistas,
que la han hecho cristalizar en una forma de gobierno despótica y tiránica.
02/1922 Bandera Negra: Órgano de la agrupación anarquista de obreros lavadores y
limpia bronces de autos, Buenos Aires, Febrero de 1922, año I, n.º 1.
Organización
Para nosotros, organización es sinónimo de asociación voluntaria. No creemos
que organización signifique necesariamente disciplina y jerarquía; disconformes con los
que la predican en este sentido y disconformes también con los que la combaten a causa
de aquella supuesta sinonimia.
Y como no es este el lugar de contender ni con los partidos de la organización
disciplinaria ni con los enemigos de la organización, porque para ellos significa siempre
reglamentación y obediencia, limitándonos a establecer el empleo de aquella palabra en
el sentido dicho de asociación voluntaria.
Cuando cierto número de individuos se propone un fin determinado, procura
coordinar sus actividades y sus fuerzas en el sentido de aquel fin. Se reúnen los
interesados, discuten, acuerdan, en suma, asociarse para la realización de sus propósitos.
A esto llamamos organizarse, sin determinación previa de procedimientos.
322
Ahora, si los trabajadores socialistas o solamente societarios se proponen
asociarse, por ejemplo, en grupos de partido, en grupos de oficio, ocurre desde luego la
elección de método.
Seguir la ruina de reglamentar estrechamente la conducta y abandonar a unos
pocos la dirección y administración de los asuntos comunes, vale tanto como reconocer
la lógica y la justicia del sistema político burgués, proclamando la necesidad de la
jerarquía, que es una forma del privilegio. Todo lo más, este método puede conducirnos
a una nueva especie de servidumbre, servidumbre socialista, en la que sería la
recompensa de nuestra sumisión un simple cambio de formas, más bien de palabras.
En la lucha actual ya hemos visto a donde nos conduce semejante sistema.
Somos verdaderos rebaños que van por dónde les lleva el pastor. Indiferentes de
nosotros mismos, descansamos en la milagrosa virtud de los articulados del común
estatuto y en la prodigiosa capacidad de nuestros directores. Se nos llama y acudimos de
mala gana, como a quien le despiertan a deshora. Excítase nuestra actividad y no nos
movemos si no se nos arrastra como a ejército disciplinado. Nada hacemos por nosotros
mismos. Muy poco por impulso ajeno.
En el porvenir tendríamos la propiedad socializada, bajo la dirección y
administración de nuevos gobiernos y nuevos parlamentos con nuevas leyes.
Tendríamos la lucha permanente de la individualidad contra el poder del Estado.
Tendríamos todas las corruptelas que se derivan del parlamentarismo y del gobierno,
porque las ideas, dígase lo que se quiera, no tienen el poder de modificar la naturaleza
de las cosas, y su aplicación, si se falsea, más bien la modifica en daño de los hombres.
Insinuamos. Nuestra conducta ha de encaminarse al mayor desarrollo posible de
la individualidad, de acuerdo con las aspiraciones generales del socialismo. Por esto las
asociaciones de trabajadores han de reducir cuanto sea dable la reglamentación de la
conducta y limitar tanto como se pueda la concesión de facultades directivas. Solo a este
precio dejará de ocurrir que se juzgue de un partido o de una asociación por las palabras
y los hechos de un solo hombre, su jefe. Solo a este precio adquiriremos aquella
independencia y aquella voluntad de acción que tanto enaltece a los hombres. Solo a
este precio seremos "nosotros", nosotros mismos, libres de toda usurpación
representativa.
Toda asociación es el resultado de un contrato tácito o expreso. Un contrato,
pese a los sofistas, no es un reglamento, sobre todo si no confiere a nadie atribuciones
323
especiales para la observancia y el cumplimiento del pacto. Este formula un fin y bases
generales de ecuación igualitaria entre los contratantes. El reglamento, aun en el caso
más favorable, añade a esto la determinación de la conducta en cada instante y permite
o prohíbe imperativamente tales o cuales cosas. El primero descansa en su propia fuerza
y se anula tan pronto surge disconformidad entre los contratantes, sin término de
avenencia. El segundo se apoya en la autoridad de lo estatuido al amparo de un poder
previamente organizado -juntas, comités, etc.- y a la postre se convierte en ley
permanente, que una minoría directora impone a la totalidad de los asociados con o
contra su voluntad, como en la práctica se ve a cada paso.
Un contrato se formula en cuatro palabras y no es menester ciertamente ir más
lejos en el campo socialista o societario como no lo es en la vida ordinaria. A nadie se le
ocurre seguramente formular articulados sobre lo que hará al día siguiente y en los
sucesivos. Todo el mundo sabe que a las veinticuatro horas se le ofrecerán diversas
circunstancias que escapan a toda previsión. Y todo el mundo espera a que estas
circunstancias y las necesidades del momento se produzcan para obrar en consecuencia.
Cierto que se piensa hacer tal o cual cosa tal o cual día pero sería temerario imponerse
la obligación ineludible de realizar nuestros propósitos, porque mil imprevistas
circunstancias pueden impedirlo: de ordinario acomodamos nuestra conducta a las
demandas de la sociedad en cada instante.
En la práctica societaria no de otro modo deben pasar las cosas. Tal oficio, se
constituye, por ejemplo, en sociedad de resistencia. ¿Cómo prever en veinticuatro horas
la conducta de días, semanas, meses y años sucesivos? Su contrato de constitución, su
pacto de alianza puede reducirse a estos sencillos términos:
"Objeto"- El objeto de esta asociación es la resistencia de las imposiciones del
privilegio capitalista y gubernamental. (En el capitalismo y en el gubernamentalismo no
hay igualdad ni justicia).
"Medios"- Los medios adecuados a los fines de esta asociación se determinarán
en cada caso de común acuerdo entre los miembros de la asociación, según lo exijan las
circunstancias y las necesidades.
"Condiciones generales"- Todos los asociados son iguales, solidarios e
igualmente libres como miembros de una sociedad de hermanos. Pertenecen de derecho
a esta asociación cuantos estén identificados con este contrato, y de hecho cuantos
deseen cooperar a los fines de la misma.
324
¿Para qué más?
Establecer artículos y más artículos, reglamentar los actos presentes y los actos
futuros, sería los derechos y las obligaciones de cada uno, ni es práctico, aunque se haga
todos los días, ni razonable, aunque todos los días se justifique. Ni es hacedero eso de
dejar en completo olvido aquello que más puede importar a los asociados, ni es de
sentido común la posibilidad de una previsión sin mácula.
La vida colectiva, como la vida individual, no es un acompasado movimiento de
péndulo, no es la monótona repetición de un mismo motivo, no es el rítmico tic-tac de
un mecanismo de relojería. Nada más complicado, más complejo, que el surgir y
resurgir de las necesidades de la existencia. Nada más variable en cada momento y en
cada lugar.
Estamos por decir que las manifestaciones de la actividad, del pensamiento, de
la voluntad; que los deseos y los actos morales o materiales de nuestro organismo
individual y de cualquier organismo colectivo, no se repiten jamás. Y si se repiten,
nunca en las mismas circunstancias, del mismo modo condicionados y en idéntico
ambiente.
¿Queremos a nombre de ideas novísimas rectificar la naturaleza?
La experiencia, por otra parte, elimina toda duda. No siendo posible una
absoluta previsión, lo que ocurre es que los reglamentos, por defecto o por exceso, se
hallan en cada paso en contradicción con las demandas de la realidad y que las
imprevisiones involuntarias o el exceso de celo de los primeros momentos, son luego
bien aprovechados por los que tienen interés -que nunca faltan- en monopolizar la
sociedad y sus miedos en beneficio particular. Lo que ocurre más frecuentemente, es
que los asociados disienten a cada paso acerca del sentido de un artículo o del artículo
mismo, porque los hechos pesan más que todos los articulados juntos; y lo que debiera
de ser campo de paz y de armonía, se convierte en campo de Agramante, donde los
rencores, los odios, todas las bajas pasiones, brotan a porfía. Surgen entonces los
bandos, las camarillas, y cada grupo, amparado en la ley escrita, procura imponerse a
los demás.
Quitad este punto de apoyo a los ambiciosos, y su ambición no hallará ambiente
apropiado, perecerá por falta de aire respirable.
Quitad la imposición previa de obligaciones; quitad todo el formulismo
empalagoso de los reglamentos, y la mutua inteligencia vendrá de suyo en cada caso.
325
Nada hay más fuerte que la imposición de las necesidades. Ellas orientarán la conducta
mejor y más seguramente que todas las leyes escritas.
Preconizamos este método, porque con él los individuos serán permanentemente
libres y no confiarán en las cuatro hojas de papel que codifican su conducta; que con él
nadie se verá obligado a consultar a cada paso qué trabas se oponen a sus iniciativas, ni
nadie limitará su acción por absurdas cortapisas reglamentarias; porque con el cada
trabajador será una individualidad completa, no un monigote subordinado a los
mandatos de la ley o a los mandatos del jefe.
Que ¿Cómo se procederá prácticamente?
Si es necesario reunir dinero para gastos permanentes o eventuales, la asociación
acordará cuotas regulares o cuotas voluntarias. En cualquier caso un nuevo acuerdo
modificará el método adoptado. Las necesidades de la asociación mejor que un inútil
reglamento, dictarán a los asociados la conveniencia de proceder de tal o cual modo.
¿Es tan esencial el ordeno y mando de una cuota fija, invariable y permanente? No se
olvide que donde la voluntad propia no empuja a la acción, todo languidece, degenera y
muere.
Si se trata de reuniones públicas o privadas, son asimismo las necesidades de la
asociación la mejor guía de conducta. ¿Qué importa fijar reglamentariamente días de
reunión, si a cada momento nuevas circunstancias imponen nuevas convocatorias?
¿Tendremos también que reñir por esta batalla diaria? Sin reglamento pueden los
asociados convenir días determinados de reunión y variarlos tan pronto como lo juzguen
conveniente. Sin reglamento acudirán más pronto y mejor a las necesidades que de
momento impongan nuevas e imprevistas asambleas.
Si se trata de huelgas, nuestra argumentación adquiere mayor fuerza. No se las
declara a capricho. No se las puede decretar "a priori"; es absurdo. Un burgués ofende a
los obreros, rebaja los jornales, aumenta el número de horas de trabajo arbitrariamente,
¿qué reglamento será bastante poderoso para evitar que estos obreros se declaren en
huelga inmediatamente, hasta sin acuerdo previo? Supongamos que no media tal
circunstancia y que, por una de las mil y mil razones que el jornalero tiene para
demandar mejoras en las condiciones de trabajo, surge en algunos la idea de la huelga.
Vendrá una labor lenta, perseverante, para inclinar a todos a la huelga; no se declarará
esta sin el acuerdo, cuando menos de la mayoría. Y cuando la voluntad resuelta de los
obreros plantee la cuestión, cualquier reglamento sería un estorbo. No se echa los
326
hombres a la calle por mandato caprichoso de estupendos cálculos o cábalas políticas.
No se lanza la gente a la lucha a tambor batiente, anunciando a los cuatro vientos, lugar,
día y hora.
Y vengamos a la cuestión capital de la práctica de la solidaridad. Figuraos una
huelga cualquiera en cualesquiera circunstancia. El deber del obrero es siempre la
solidaridad. Allí donde un compañero lucha, sus razones tendrá. No falla nunca. ¿Le
negaremos dinero, cooperación de esfuerzo, porque el reglamento previene
estúpidamente que solo en tales o cuales casos la huelga podrá ser decretada? Acudir, y
acudir prontamente allí donde los obreros contienden con el capitalismo, es tan
elemental, tan sencillo, que todavía no hemos conocido un caso en que las sociedades
de resistencia se hayan negado. Aún en aquéllas en que la influencia política
prepondera, donde los militantes al uso dan más importancia a un artículo de
reglamento que a una rebelión obrera, aún en aquéllas, el buen sentido domina siempre
y la solidaridad acude diligente a todas partes. ¿No es, pues, inútil, completamente inútil
toda previsión, por sabia que sea, acerca del momento, de las condiciones y de las
circunstancias de la lucha?
No es objeción atendible a todo lo dicho la disparidad de opiniones, siempre
posible, y hasta necesaria siempre. Y no es una objeción, porque ningún reglamento
puede evitar tampoco que los hombres piensen diferentemente.
Fiemos en el influjo de la razón. Toda idea justa se abre paso. Dejemos a la
perseverancia de los hombres la labor de unir voluntades y sumar opiniones.
Lo repetimos: a ideas nuevas, métodos nuevos. Recabar para el individuo la
mayor libertad posible, es ponerse a la mitad de camino.
La asociación voluntaria, no reglamentada es el embrión del porvenir. Su
práctica en el presente nos preparará para los futuros días. R. Mella.
01/07/1922 Trabajo, Periódico Sindicalista Libertario (Adherido a la A. A. I.),
Montevideo, 1 Julio de 1922, año I, n.º 44.
Los Anarquistas.-Hemos recibido de la editorial "La Protesta", el libro Los
Anarquistas, obra del conocido criminalista italiano César Lombroso, al cual se le
adjunta la clara y razonada reputación que hiciera a su debido tiempo el inteligente
camarada Ricardo Mella. Es un libro de 165 páginas de nutrido material, bien impreso y
de inapreciable valor como contributo al estudio y propagación de nuestro ideal. Los
327
que se preocupan de estudiar y conocer el anarquismo deben adquirirlo, puesto que en el
se debate una cuestión de interés sumo que difícilmente podrán encontrar en otras
fuentes. Además, la negación del anarquismo -calificado de absurdo y criminal- por una
personalidad científica como Lombroso, y su afirmación como ideal de ética social y de
fecundas propulsiones por uno de sus mejores escritores, es de una sugerencia superior
a todo espíritu estudioso. Los Anarquistas es un digno esfuerzo de la Editorial La
Protesta al cual deben los compañeros favorecer y estimular. Para el Uruguay el precio
de venta es de $ 0,50. Pedidos a Canzio Coltorti, Cuareim 1321.
20/12/1922 Trabajo, Periódico Sindicalista Libertario (Adherido a la A. A. I.),
Montevideo, 1 Julio de 1922, año I, n.º 44.
Editorial Moderna (Barcelona). Colección Inquietud. Esta entidad editora de
selectos trabajos de sociología y propaganda, hace una obra de admirable cultura y
divulgación científica dentro del campo obrero. Ya son seis volúmenes publicados con
el título "Inquietud", a saber: Páginas de un descontento, por M. Gorki; Evolución y
Revolución, por E. Reclús; La Guerra, por O. Mirbesen; Ensayos sobre Moral, por P.
Kropotkine; En Siberia, por W. Korolenco; La Acción Moral, por Ricardo Mella. En
breve publicará los títulos de los nuevos que aparezcan, el compañero encargado, J.
Carmelo. -Por pedidos a esta administración, Cuareim 1321.
17/03/1923 La Tierra, Semanario Anarquista, Adherido a la A. A. I., Salto (P. O.)
Marzo 17 de 1923, año III, n.º 134.
Un Juicio [Mención de José Torralvo] (...) carga a cuesta con un "Dorado
Montero" que según él, era un sabio "criminalista" español fallecido hace poco;
¡lástima, por que si sigue viviendo este sabio Dorado capaz que le salga al paso un
Ricardo Mella y le volea la cabalgadura dejando a el Montero mordiendo el polvo de su
derrota (...).
16/08/1923 Trabajo, Periódico Sindicalista Libertario (Adherido a la A. A. I.),
Montevideo, 16 Agosto de 1923, año I, n.º 19.
328
Desde Chile. Observaciones al campo revolucionario (Palabras del exprofesor
chileno, compañero Manuel Márquez, exonerado por el gobierno de ese país, por hacer
propaganda de sus ideas anarquistas): "No dejaré pasar esta ocasión sin hablar de las
ideas educacionales del compañero R. Mella. El dice que la escuela debe ser
completamente libre, que el maestro no debe enseñar ninguna doctrina. Que hay que
terminar con todos los ismos. Porque si criticamos que se enseñe el catolicismo o el
patriotismo, no vayamos a enseñar el Anarquismo. El hace notar la diferencia que hay
entre enseñar y explicar. El dice que lo seguro se enseña, y lo dudoso se explica.
Enseñando así cree que los niños saldrán hombres libres. Esto debemos tenerlo presente
para cuando tengamos escuelas. De modo que las matemáticas y otras pocas materias se
enseñan. Lo demás se explica. La histori"partido anarquista""partido anarquista"a, la
astronomía, por ejemplo.
06/08/1925 Registro Civil de Vigo. Distrito de Vigo. Número 446, folio 100. Acta de
Defunción: Ricardo Mella Cea.
329
05/1926 El Carpintero y Aserrador: Órgano de la S. de R. Obreros Carpinteros,
Ebanistas, Aserradores y anexos fundada el 29 de junio de 1902. Adherida a
la Federación Obrera Regional Argentina y a la A. I. T., Buenos Aires, Mayo
de 1926, año XX, nº 64.
Nuestra previa censura
Los gobiernos ejercen directa o indirectamente la previa censura con relación a
todas las manifestaciones del pensamiento. Cuando no la establecen francamente
suspendiendo las garantías constitucionales, la aplican por medio de sus fiscales y
gobernadores, denunciando y recogiendo periódicos. La expresión libre de las ideas está
aquí a mereced del capricho gubernamental, cuando no al arbitrio del primer zascandil
que maneja el lápiz rojo por ministerio de la ley.
Es un hecho corriente de nuestra vida política que por lo habitual a nadie
inquieta ni sorprende. Estamos bien acostumbrados a la arbitrariedad del que manda, al
atropello diario de los públicos derechos. El convencimiento de que la autoridad no
puede dar mejores frutos, es general. Y sufrimos con resignación y mansedumbre
evangélica todas las adversidades anejas a la franca defensa de la justicia.
Es, sin duda, explicable que el poder, la autoridad, vulnere el derecho de
manifestación libre del pensamiento. Autoridad y arbitrariedad son una misma cosa. Lo
que no se explica es que la prensa que se dice liberal, avanzada y revolucionaria adopte
las mismas prácticas gubernamentales y ejerza, también a su modo, la previa censura
con relación a cuantas exposiciones de ideas aspiran a abrirse paso por medio de la
prensa afecta a la causa popular.
330
No es un secreto para nadie que la mayor parte de los periódicos radicales, aún
los más radicales, cierran sus puertas a cuanto no coincide con la opinión particular de
su director o de su propietario. Basta un disentimiento cualquiera, un motivo de
supuesta prudencia; para que se echen al cesto de los papeles inútiles acaso las más
vigorosas manifestaciones del pensamiento revolucionario. Algunos periodistas,
amparados en la conveniencia del partido que, como la razón de estado, es casi siempre
el galeoto de todas las porquerías políticas, ponen tales trabas a la expresión libre de las
ideas, que de hecho la limitan al raquítico espíritu de un doctrinarismo pernicioso. Cada
periódico se ajusta a un estatuto invariable, fuera del que toda idea es pecaminosa. De
tal modo nos hemos acomodado al medio ambiente que no parece sino que preside el
miedo toda nuestra conducta. Espíritus apocados pretenden la exclusiva en la dirección
de la propaganda revolucionaria. Petulantes y soberbios, intentan llevar al país por el
tortuoso sendero de sus dogmas fatuos. Y muchas veces el interés de la perra chica
subordina los más sanos propósitos y en el deseo de complacer a todo, no se complace a
nadie. El periodismo aún en el campo revolucionario, ha llegado a ser un monopolio de
las ideas. Este monopolio, como el monopolio de la autoridad, necesita para sostenerse
de la fiscalización continua, de la aduana para las ideas, con todos sus requisitos de
investigaciones; marchamos, comerciales, impuesto de importación y demás gabelas de
la ley y de la inmoralidad que la engendra. La previa cesura tiene su cuerpo de
aduaneros, su policía que cierra el paso iracunda a cuanto no lleva la etiqueta que
garantiza la mercancía. Y así andamos de ideas, reducidos al canturreo monótono de
unos cuantos caballeros particulares que ofician de fiscales en beneficio particular suyo.
Contados son los periódicos liberales, avanzados y revolucionarios que no tienen
a las puertas de la redacción, el hosco carabinero que decomisa el contrabando de las
ideas que no están moldeadas en el criterio de la casa. Rarísimos los que pasan a las
cajas el original sin previo examen.
Más papistas que el papa, la mayor parte de los periódicos que se dicen
demócratas y hasta socialistas y anarquistas, tienen establecida permanentemente la
previa censura. Dijérase que se teme el contraste de las ideas, que asusta la luz, que
espanta la verdad.
Este fenómeno es el resultado, no de una decadencia de moda, sí de una gran
pobreza de energías, de vitalidad. Es la anemia cerebral del un pueblo retardado.
331
Caminamos a la retaguardia del progreso. Tenemos la triste satisfacción de ser los
últimos. Y menos mal que no nos quedamos en el pantano.
Si queremos andar más de prisa, alcanzar a los que van delante, menester será
empezar la revolución por nosotros mismos, rompiendo esas ridículas trabas, ese
funesto exclusivismo que pone un centinela a cada cerebro, una frontera a cada idea, un
fortísimo muro a cada pensamiento. Menester será derrumbar estrepitosamente la
fortaleza de todos los dogmas, barrer la carcoma de los convencionalismos, arrasar el
alcázar de la fatuidad endiosada y el miedo encanijado. Menester será llegar hasta el
exceso por la irrupción violenta de todas las manifestaciones del ideal.
¡Paso, pues, libre y amplísimo, a las manifestaciones de las ideas! ¡Paso a todos
los pensamientos por osados que sean!
La previa censura, nuestra previa censura, mansa, a la sordina, es un absurdo,
funesto en consecuencias: es la negación del credo revolucionario.
Rompamos los moldes de este convencionalismo mal sano, y el brusco avance
de las ideas nos colocará al lado de los que luchan a la vanguardia del progreso.
Que cada uno diga lo que quiera, como quiera y cuando quiera.
La mentira, franca o disimulada, es el lento veneno que destruye nuestra
capacidad revolucionaria. R. Mella.
05/07/1926. Madrid, 5 de julio de 1926. M. de Instrucción Pública y Bellas Artes.
D. G. del I. Geográfico y Estadístico. Expediente Ricardo Mella Cea.
Se presenta con esta fecha certificado expedido por el Juez municipal de Vigo
en 3 de Mayo del año actual haciendo constar la defunción de D. Ricardo Mella Cea
ocurrida el 6 de agosto de 1925.
15/04/1927 Brazo y Cerebro: Periódico anarquista, Bahía Blanca (Argentina), Abril
15 de 1927, II época, n.º 70. (Páginas de Ayer y de Hoy: Ricardo Mella).
Renovación
Que la propaganda acratista ha caído en la vaciedad de ideas y se ha hecho
motinesca y bullanguera, no cabe dudarlo. Mil incidencias de todos conocidas han
desnaturalizado el ideal y, sino crisis de ideas, es indudable que existe crisis de fuerzas.
Reaccionar vigorosamente contra tal situación equivaldría a recuperar lo perdido en ya
pasadas flaquezas.
332
No es el acratismo doctrina de conquista, aspiración de dominio, y ninguna
ventaja podría derivarse de una táctica jacobinista y de asalto a no se sabe qué. Pero es
lo cierto que bajo la influencia de pretendidos radicalismos y también a causa de
inexplicables impaciencias, se ha actuado en sentido de imposibles dictaduras.
Secuela obligada de esa extraña traducción del acratismo es el hecho de que las
ideas hayan ido dejando plaza a simples palabras representativas y a personalidades más
simples todavía y que nada representan. Así es frecuente que se tenga verdadero
fetichismo por las voces rebeldía, revolución, huelga general, etc., y se carezca de toda
noción de su contenido. Y así también ha sustituido a la serena filosofía, la más garrula
verborrea; a las razones, las palabras fuertes y los adjetivos sonoros; a los sentimientos
reales, las afectaciones ridículas. A la sombra de tan deleznable obra fue creciendo el
fulanismo vil que postra de rodillas a pretendidos rebeldes sojuzgados por glorias de
oropel.
Este encanallamiento débese en gran parte al intelectualismo arribista y al
obrerismo petulante. Las cabriolas literarias de los unos y las vanidades ridículas de los
otros, han fomentado el culto a la fuerza, a la brutalidad que convierte en héroes a los
epilépticos y canoniza a los imbéciles; han borrado toda distinción entre el luchador
resuelto y el neurasténico atenaceado por la manía de las grandezas; han hecho que las
rodillas se doblen ante la barbarie endiosada, sin percatarse que barbarie por barbarie, la
razón, la razón clara, sencilla, desapasionada, se queda sin ninguna.
Hay que empezar de nuevo. Se impone una labor paciente de razonamiento,
dirigida más al cerebro que al corazón; ganosa de realidades, que no de efecticismos. La
experiencia nos muestra como es necesario retornar y persistir en la propaganda de
ideas que tiene realidad en la conducta y se traduce en lecciones de hechos, más
eficaces y elocuentes que las más elocuentes palabras. Así y solo así resurgiremos
firmes y fuertes a la lucha, descuidados de los que se van y de los que se rinden.
La hora presente es de crisis para todas las fuerzas militantes y para todas las
conciencias despiertas. Culmina el espíritu de crítica y se siente el trepidar de
derrumbamientos inesperados. Y sobre las presentes deleznables contingencias, es
menester que hagamos destacar en toda su sencillez y en toda su pureza nuestro ideal, la
aspiración de justicia, de libertad, de igualdad y de amor que sintetiza. Es preciso que en
medio de las turbulencias de la conciencia pública, atormentada por ruines pasiones,
reanudemos la caminata, un momento interrumpida; nos alcemos serenos entre las
333
ruinas de tantas cosas que se vienen al suelo; que nos abramos paso resueltos a triunfar
sin preocuparnos del cuándo y del cómo.
No desconozco que sin la pasión, que acaso sin fanatismos, sin vehemencias
individuales, sin terribles sacudidas de las multitudes, perduraría por siempre y para
siempre el imperio de la fuerza organizada. Pero sin clara conciencia de la justicia ideal,
sin profundo conocimiento de la aspiración sentida, nuestro triunfo sería momentáneo y
remache seguro de la cadena que amarrados nos tiene a todas las servidumbres.
Por eso es necesario que atendamos más a los resultados remostos que a los
inmediatos, barriendo con mano vigorosa todos los exclusivismos que falsean o mutilan
la concepción acratista; dando de lado a tópicos y plataformas que no encajan en una
doctrina de libertad; repudiando delirantes actuaciones y trasnochados radicalismos sin
cobardes sumisiones a radicalismos nuevos, tan dañosos como los viejos. Por eso es
impensable que, sin desdeñar las luchas del momento, pongamos la vista en la lejanía
que asegura la realización de todo el contenido de nuestras doctrinas. Por eso se
impone, en fin, la renovación de la labor propagandista, ennobleciendo a su influjo,
hombres e ideas, que no en vano la experiencia nos alecciona.
Renovemos, pues, y agrupémonos estrechamente para la realización feliz de este
empeño de ensanchamiento y de difusión de nuestras ideas. Y que la renovación sea
como el resurgir a vida nueva en la que borrados queden los últimos residuos de las
preocupaciones y errores en que todos hayamos podido incurrir.
01/09/1928 Afirmación. Publicación anarquista, Buenos Aires - Rep. Argentina. 1º
de Septiembre 1928, año I, n.º 1. [Escuchando a los maestros].
La Sociedad
Cuando se dice que la sociedad es una suma o agregado se establece la hipótesis
de que las unidades sociales, los hombres o las medidas de su actividad, física e
intelectual, se suman constantemente. Y es bien cierto que las actividades juegan en el
mundo un papel mucho más complicado. Se suman unas veces, se destruyen otras, se
contrabalancean no pocas, permaneciendo expectantes, sin llegar a una acción definitiva
de suma o resta. Pueden sumarse por multiplicación, destruirse por división. Todas las
operaciones posibles de la matemática no darían exacta idea de la complicidad extrema
del juego de las actividades humanas. Acaso pudiera decirse (puesto que es innegable
una resultante), con alguna aproximación, que las actividades se suman
334
algebraicamente, nunca aritméticamente. Y decimos algebraicamente, porque en esta
rama de las matemáticas la suma es una relación compleja de cantidades que se agregan
o se destruyen según sus signos, es decir, según que las cantidades son o todas positivas
o todas negativas, o bien unas positivas y negativas otras.
De modo análogo en el juego de las actividades humanas no siempre o casi
nunca, más propiamente dicho, la resultante (sociedad), será la suma total, positiva de
los componentes. Tales actividades obran en sentido positivo, tales otras en negativo,
mientras algunas permanecen neutrales en expectativa de entrar oportunamente en
acción.
La sociedad, pues, será un resultante ideal, como expresión variable de las
acciones y reacciones de sus componentes. Jamás la suma absoluta de los mismos y
mucho menos la suma totalmente idéntica a su agregación positiva. ¿Qué se deduce de
esto? Que no se puede considerar a la sociedad como un agregado , y menos aún como
un todo orgánico permanente, permanentemente igual a si mismo en el propio sentido
que consideramos al ser viviente, todo organizado, individualizado, armónicamente uno,
idéntico a si mismo como relación fatal de sus elementos.
Mientras las relaciones de los órganos y de las funciones del animal o del animal
hombre, están ligadas por caracteres de necesidad: mientras esas relaciones son
idealmente, abstractamente, las mismas para todos los seres, las relaciones de los
elementos sociales y sus funciones carecen de dicho carácter, son alterables, variables
hasta el infinito bajo la acción, variable también de los hombres.
Realmente e Idealmente dos sociedades pueden permanecer iguales a si mismas
en sus relaciones y en sus funciones, pero ningún carácter de fatalidad determina tal
hecho, puesto que, bajo la acción de causas diversas, puede dicha igualdad ser destruida,
modificándose una de las dos sociedades, modificándose ambas en sentido contrario o
en el mismo sentido, con diferencia de grado, una y otra.
Por eso no se estudian los modos de que funcionen nuestros órganos
adecuadamente a tal o cual propósito, sino la manera como funcionan, adecuadamente a
los fines que implican y están dotados de antemano por la Naturaleza, mientras que
estudiamos los mejores métodos de convivencia social, las formas más completas de
bienestar público y privado en función de órganos y relaciones que no están dados por
la Naturaleza, sino por la actividad en acción de los hombres, tan variable en sus
direcciones tan múltiples en sus fines.
335
En el primer caso se estudia lo que es. Nos reducimos a un simple, pero
trabajoso reconocimiento del modo como los músculos trabajan, circula la sangre, etc.
En el segundo se estudia cual será el mejor método de trabajo, el procedimiento
más expedito de circulación, de cambio, etc. Nos contraemos a la penosísima
investigación de LO QUE DEBERÍA DE SER en vista de las necesidades que sentimos.
He ahí la razón porque se discute poco o nada en fisiología, mucho en
sociología. Los que quieren establecer esta última ciencia por relaciones de analogía con
aquella y sus semejantes, olvidan esta verdad: que la sociedad no es un organismo
predeterminado por la Naturaleza.
La sociedad es simplemente el hecho sencillo de que todos los individuos se
hallan más o menos los unos en presencia de los otros, y agregamos que sus relaciones y
funciones son mera materia de contrato y de cambio, mientras que en el individuo
organizado o ser viviente los órganos no se limitan a estar unos en presencia de los otros
y sus relaciones y funciones tienen absoluto carácter de fatalidad. RICARDO MELLA.
01/10/1928 Afirmación. Publicación anarquista, Buenos Aires - Rep. Argentina. 1º
Octubre 1928, año I, n.º 3. [Escuchando a los maestros].
Anarquismo
Nace en el seno de las multitudes el anarquismo. Nace instintivamente, porque el
hombre se siente por naturaleza libre. Y este instinto, esta tendencia labra un día y otro
el porvenir que más tarde construyen teóricamente los filósofos, los hombres de ciencia
contrarios a la Academia, a la Universidad, a la verdad oficial. Viene en seguida la
falange de inteligencias despiertas, de nobles corazones que difunden las novísimas
doctrinas en el seno del proletariado y de la clase media modesta. Idealmente, la batalla
está ganada.
En nuestros días cuando mayor parece la preponderancia del Estado, cuando
todos los partidos se empeñan en repetir la historia luchando rabiosamente por el poder,
por la centralización, por ideales de unificación y uniformidad fuera de las condiciones
reales de la vida, la contienda ha pasado de la esfera de las ideas al terreno de los
hechos. Las multitudes actúan de manera que da un mentís continuo a la prepotencia de
todas las direcciones y jefaturas que las solicitan. Obran por su cuenta, olvidadas de
programas, descuidadas de disciplinas y reglamentos que de nada le servirían como no
fuera de estorbo en el momento de las airadas rebeldías.
336
Ciertamente que hay mucho de instintivo también en esta conducta, porque
frecuentemente al espíritu anarquista no persiste más allá de los días de revuelta y las
multitudes apaciguadas no dejan de clamar bien pronto por una nueva disciplina, por
una nueva dirección. Se obra en anarquista para destruir; rutinariamente para edificar.
Las solicitaciones del autoritarismo y del capitalismo hallan un fiel aliado en la
inexperiencia popular.
El atraso mental es bastante fuerte para permitir que, en ausencia de una
orientación indicada, se alce una dirección impuesta. Y la falta de hábitos de
independencia hace todo lo demás.
Período de transición el presente, explica bien porque las multitudes se detienen
a mitad del camino. Y es que en el desarrollo de las aplicaciones prácticas del
anarquismo no son tan indispensables las disertaciones teóricas como las lecciones de
cosas. No de otro modo que a costa de grandes esfuerzos, de repetidos ensayos, de
sucesivas aproximaciones, llegará el ideal libertario a traducirse en hechos. Es la
experiencia la que ha de contrastar, la que ha de verificar la exactitud de nuestras
conclusiones.
La difusión de las ideas tuvo la falange de inteligencias despiertas y de nobles
corazones. La tiene ahora mismo. Pero en los momentos de revolución, la propaganda
cede el puesto a los actos y entonces es necesaria la falange de los abnegados y los
prácticos. No queda a tal hora más que los hechos o la dictadura. La dictadura es todo lo
contrario al anarquismo. Es, pues, preciso sugerir la práctica con la práctica: es
necesario proceder experimentalmente ante las multitudes para que su grande espíritu de
renovación haga libre y espontáneamente todo lo demás.
Y es también necesario que a esta hora suprema nadie se deje arrastrar por la
sugestión jacobina, por la obsesión de la violencia que, en el curso de la revolución, no
puede ni debe ser más que un episodio. Lo esencial es reconstruir la vida y reconstruirla
de tal modo que permita todas las experiencias. El solo deseo de una organización
uniforme lanzará a las masas por el camino de la Imposición. La imposición tendrá
necesidad de un órgano. El órgano será un gobierno franco o disimulado. El espíritu
libertario quedará otra vez vencido. La revolución habrá sido inútil. R. MELLA.
01/10/1929 Brazo y Cerebro: Periódico anarquista, Bahía Blanca (Argentina),
Octubre 1º de 1929, II época, n.º 98.
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Revolución
No soñéis trabajadores con vuestra emancipación si todavía halagan vuestros
oídos palabras engañosas de una paz imposible entre explotadores y explotados, entre
miserables hambrientos y opulentos propietarios del bien común; no soñéis, no, con el
día de vuestra felicidad si aún sois bastante crédulos para esperar del tiempo y de la
magnanimidad burguesa una solución pacífica que nos restituya lo que continuamente
se nos arrebata, riqueza, libertad y ciencia. Todo acuerdo entre nosotros los
desheredados, y ellos los acaparadores, ha de fundarse necesariamente en nuestra
sumisión, en nuestra esclavitud voluntaria, en el reconocimiento táctico o expreso de
sus privilegios. El tiempo nada hace por si solo sin el concurso de los hombres. La
magnanimidad burguesa es imposible obtenerla, porque nadie es tan poco conservador
que renuncie a lo que posee. Soñáis con imposibles si soñáis tal cosa. Soñáis y creéis
que el cordero y el lobo pueden entenderse, que el uno puede renunciar a su presa
voluntariamente y que el otro puede creerse seguro a su lado. Sois suicidas si tal creéis.
Yo os canto y os ensalzo una revolución que nos emancipe, porque todo
progreso, toda renovación del orden social, porque todo cambio se ha verificado
siempre por la revolución. Sino basta la realidad abrumadora que lo comprueba, la
historia, el último término, lo patentiza de modo irrefutable a vuestra vista; la historia
confeccionada por esos mismos que nos explotan, la historia en que solo han tomado
parte activa los emancipados de hoy, es la que viene a imponernos la necesidad suprema
de esa revolución.
Sí; nosotros preconizamos esa revolución, nosotros trabajamos porque
sobrevenga cuanto antes, nosotros nos agitamos uno y otro día para llevar al seno de las
masas el espíritu de rebelión; porque sin esa revolución nuestra esclavitud será eterna,
nuestra cobardía incalificable, nuestra complacencia un crimen. Venid a nosotros y
vamos todos juntos a conquistar la libertad, a recobrar lo que se nos roba para que al fin
podamos erguirnos noblemente después de tantos siglos de sumisión.
Sacudid el egoísmo que os hace ver lejano el momento de vuestra emancipación.
Quién puede predecir lo que sucederá mañana? Quién puede asegurar que la Revolución
social que ha de tardar después de un siglo de mercantilismo y política constitucional?
Los resortes del sistema imperante se han gastado por completo. Las crisis
sobrevienen con rapidez vertiginosa. Las guerras se dibujan en el horizonte próximas a
estallar. Las clases dominantes han llegado al máximum de degradación. Todo vacila,
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todo se tambalea, pronto a caer con horrorísimo estrépito. De otro lado la agitación
revolucionaria aumenta asombrosamente. Los elementos socialistas pronuncian y
acentúan sus protestas y sus medios de acción. Los hambrientos se ven arrojados a una
lucha desesperada. Y los nuevos ideales son ya comunes a todos los países y a todas las
razas. ¿Qué falta?
Un momento no más, un momento propicio y la Revolución; la gran revolución
social estallará en todas partes a la vez, imponente, amenazadora.
Corred, pues: a uniros con los combatientes; corred a las avanzadas del ejército
revolucionario; corred, apresuraros que el tiempo vuela, que los sucesos se precipitan y
que quizás lleguéis tarde.
Siglos y más siglos de esclavitud os hacen vacilar; vuestros hábitos pueden más
que vuestra razón, ¡Romped de una vez con el pasado, héroes del porvenir! ¡Romped
para siempre con la tradición de esclavos y proclamaos hombres libres!
La Revolución Social, pronta, inmediata, requiere vuestro esfuerzo. A combatir,
pues; a pelear.
Asociación de fuerzas, agitación permanente, revolución total de lo existente; tal
es vuestro deber. ¡A la asociación, trabajadores! ¡A la agitación obreros! ¡A la
Revolución Social esclavos del presente, parias, ilotas y siervos de siempre! A la
Revolución Social, proletarios todos, para reconquistar la libertad, la riqueza y la
ciencia!
A la Revolución por todo y en todo! R. MELLA.
SIN FECHAR
Correspondencia: Felipe Cortiella.
Amigo Cortiella: Mucho estimo el ejemplar que me dedicas de tu
hermosamente editado folleto. ¡Lástima que la picara manía de escribir en
catalán te prive del luminoso juicio crítico que del texto haría este tu amigo de
veras!
Lo leí atentamente y te confieso que me quedé a obscuras. Hablas un
catalán demasiado enrevesat. Así y todo he comprendido que tu opúsculo es un
himno al arte. ¡Me lo figuraba sin leerlo!
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Escucha: no creas ni por asomo que en la pretendida región serena de la
ciencia falta belleza, falta arte. Casa tan árida como las matemáticas, encierra
sensaciones artísticas de primer orden. Los espíritus poéticos no necesitan
confiarse en la contemplación muda de la naturaleza, del sol que nace, de la flor
que brota, del pájaro que canta sus amores primaverales, de la luna llena,
melancólica, que convida a la meditación recogida. En nuestros días la
maravillosa complejidad de la maquinaria, la arrogancia y el atrevimiento de las
construcciones, la inmensa fábrica moderna donde bulle el hormiguero humano
que trabaja risueño, cantando, la locomotora en marcha vertiginosa, y mil
sorprendentes obras magníficas de la ciencia y del arte del hombre, ofrecen al
poeta, al más grande poeta, toda una vida nueva de sensaciones que elevan,
elevan, elevan sin cesar, ensanchando el corazón, ampliando el concepto de
nosotros mismos, empujándonos a la cumbre del verdadero hombre en constante
lucha por superarse a sí mismo. Bien se están los cantos a la vida natural, a la
vida propiamente dicha. Pero la obra, la grandiosa obra de la vida, no sé si te diga
que supera a la vida misma. Yo soy un entusiasta de esta obra, tan entusiasta
que no queda en mi cerebro más espacio que para luchar porque de ella gocemos
todos. En este terreno toda separación de intelectualismo y arte, es absurda.
Lejos de mí esa peste que se llaman intelectuales y no son más que
buscadores de éxito. Tienen seco el corazón, corrompida el alma y en su cerebro
todo pensamiento es una cábala de negocio. ¡Necios que corren tras la gloria
empequeñeciéndose!
Cuando un hombre es un hombre, cuando siente y piensa honradamente,
por egoísta que sea, por mucho que repare en sus ambientes, nobles se entiende,
siempre haya solución entre lo que establece su razón y le dicta su alma. La
ciencia y el arte llegan a confundirse en el. Si esto no ocurre fácilmente se cae en
la monomanía de la belleza o en la monomanía del saber, cosas ambas estériles si
carecen de finalidad.
Canta pues al ideal y canta al arte pero ¡por Baco! no caigas en un
exclusivismo lamentable. Una sensibilidad excesiva tiene adecuado freno en el
estudio paciente, tanto como aquella es eficaz remedio a las órdenes de este. Para
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ser completo ¡cosa por desgracia bien difícil para nosotros! es necesario sentir y
saber por que así se establece entre los dos polos de la existencia la armonía que es
la expresión de toda justicia y de todo bienestar.
Yo no puedo puntualizar bien tu tesis, ni apreciar las bellezas de tu
trabajo, ni juzgar tu literatura. Y así me falta materia para la lata, porque,
amigo Cortiella, lo que antecede es puro humorismo que has venido a despertar en
mí y que yo descargo, cruel, sobre ti.
Conque otra vez escribe en castellano ¡y verás!
Perdona si te molesto, y ahora hablo muy en serio. Entreveo que tu
opúsculo vale y lamento no poder disfrutar de él. En tanto no llegamos al idioma
universal ¡nacionaliza, por lo menos!
Gracias reiteradas por tu dedicatoria y cuenta con la simpatía sincera de
tu amigo
R. Mella
Querido Pepe: Endosa la anterior quisicosa al amigo Cortiella. Para
desatento ya fui bastante cuando me mandó su drama. Pero ¡que cuerno! no
seáis tan catalanes y yo seré menos gallego.
Espero tu carta.
Tuyo,
Ricardo
Ya he visto que hubo zaragata en el meeting. Dime algo.
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Epílogo
Querid* amig*,
Si has leído hasta aquí no se te habrá escapado que he empleado cuatro
tipografías para diferenciar las distintas fuentes primarias: una para el material
proveniente de periódicos, otra para el registro de su nacimiento y muerte, una tercera
para su expediente de topógrafo y la última para el epistolario. Observarías que en
algunos casos he añadido textos que, sin tener aparentemente relación directa con R. M.,
me parecen interesantes al contexto y también otros sin firmar que yo atribuyo a Mella
debido a su estilo y a la información que la "Correspondencia Administrativa" de El
Productor (Barcelona) nos ofrece. Habrás descubierto que "Hope" es un otro
pseudónimo de Mella prácticamente desconocido hasta hoy y he de decirte que he
omitido muchos otros artículos susceptibles de ser de R. Mella. Añadir que mis más
recientes investigaciones confirman otros pseudónimos poco conocidos como "X" o
"Dr. Alén" que esconden al vigués, al menos, en Acción Libertaria (Gijón) y en El
Libertario (Gijón). Y, en mi opinión, hay un "Ipse" en El Estudiante de Pontevedra que
bien podría ser el.
No sé si, como yo, te sorprendiste con el hecho de que en 1893 más de mil
obreros de diferentes sociedades de toda España escogieran a R. M. como candidato
para ser el representante español en la Conferencia de Chicago y que ese mismo año
fuese detenido en Málaga "por suponérsele afiliado al partido anarquista y ser
reclamado por el Gobernador de Barcelona". También desconozco si tenías noticia de
que fuera traductor de Gaspar Christopher Clemens y Malatesta -te ruego disculpes que
no haya transcrito aún los Elementos de la Anarquía de Clemens-.
De cierto, We Hope Mella es una persecución, mi intento personal de trazar el
mapa vital y literario de este internacional e itinerante topógrafo a través de las fuentes
primarias que he logrado compilar. Mas, como te comenté en el "Preámbulo", este
compendio está incompleto. Necesito también de tu ayuda para completarlo! No dudes
en ponerte en contacto conmigo si tienes alguna duda, crítica o información que ofrecer
acerca de este autor o de su contexto histórico-vital. Mi única pretensión con este
trabajo es la divulgación de su obra para que sus textos no queden en el olvido y puedan
ser utilizados y difundidos entre todas aquellas personas que trabajan por la
construcción de una sociedad menos artificial, justa y libre.
Salud! Buenos Aires, 25 de Octubre de 2016.
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