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El Príncipe NICOLÁS MAQUIAVELO Al magnífico Lorenzo de Médici

ARTE & PODER EN LA EDAD MODERNA / EL PRÍNCIPE (NICOLÁS MAQUIEVELO, 1513)

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Redactado por Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en 1513, cuando se hallaba en el ostracismo a causa del triunfante retorno al poder de los Medici, El Príncipe ha pasado a la historia del pensamiento por constituir el arranque de la reflexión teórica sobre los orígenes del poder y la estructura del mismo. En medio de las exhortaciones moralizadoras, los encubrimientos retóricos y las justificaciones ideológicas, la contraposición entre la fortuna y la virtud , capital en la obra, es una de las articulaciones conceptuales mediante las que comienza la política a abrirse paso como saber científico y como práctica sometida a pautas de regularidad. Los diálogos sobre el arte de la guerra, escritos también por Maquiavelo, quedaron terminados en 1516; Los discursos sobre la primera década de Tito Livio datan del año 1519; su exitosa comedia La mandrágora se sitúa en 1520 y ese mismo año inició Las historias florentinas por encargo de Julio de Médici, elegido pontífice de la Iglesia con el nombre de León X. Este libro marcó el acercamiento a quienes fueran antes sus mortales enemigos y, por única vez en su vida, Maquiavelo aplicó las teorías que desarrollara magistralmente en sus ensayos

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El PríncipeNICOLÁS MAQUIAVELO

Al magnífico Lorenzo de Médici

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IMAGEN DE

PORTADA

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ARTE Y PODER EN LA EDAD MODERNA

ANTES DE EMPEZAR… CURIOSIDADES

NICOLÁS MAQUIAVELORETRATO, SANTI DI TITO

c. 1550(DETALLE)

Imagen: pág. 97 (Manual Básico)

Personaje burlón, irreverente, bon vivant,

mujeriego, de frente ancha, pómulos salientes y labios

finos, ojos pequeños y vivaces y mirada huidiza, vestido de suntuoso ropaje negro y

granate

En su condición de servidor de la República de Florencia, ha encarnado durante siglos la amoralidad y ha sido catalogado como maestro de insidias y de manipulación. Se cumplen ya 500 años de su obra más conocida “El Príncipe” (1513)

NOCIONES BÁSICAS

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Para hacer justicia a este personaje, habría que recordar a quienes contribuyeron a trazar tan poco halagüeño retrato del florentino. Maquiavelo es sólo responsable de desvelar las prácticas políticas que imperaban en la Europa de comienzos de la Edad Moderna, con más perspicacia y clarividencia que la mayoría de sus contemporáneos. ¿O fue culpable de algo más? Escribió El Príncipe hace 500 años, confinado en su casa de campo a poca distancia de Florencia, aunque no fue publicado hasta 1531, después de su muerte. A raíz de la caída de la República y de la vuelta al poder de los Medici, en 1512, se le destituyó de su cargo de secretario de la Segunda Cancillería, un golpe del que no se recuperaría jamás. Pues si alguien aborrecía la "excelsa" vida contemplativa, tan alabada por el Renacimiento, ése era él, un hombre abocado a la acción. Desde su casa de Sant'Andrea in Percussina, soñaba con regresar a la actividad diplomática, volver a los entresijos de la política europea y a los pasillos de las cortes de Francisco I, el emperador Maximiliano, el Papa Julio II, César Borgia o Catalina Sforza. Se resistía a aceptar un destino que le alejaba del Palazzo Vecchio y rumiaba, desde los Orti Oricellari, los jardines propiedad de Cosimo Rucellai donde conspiraban los tertulianos republicanos, su vuelta a la política activa. Se ha otorgado injustamente a El Príncipe el título de opus magnum, olvidando que es en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio donde Maquiavelo pone negro sobre blanco su modelo republicano. Y, erróneamente, historiadores reconvertidos en ideólogos (Skinner, Viroli) han tratado de convertirle en abanderado de la libertad y fundador del republicanismo moderno. Aducen la vigencia de su ideal del vivere civile e libero, es decir, su apología de la participación política y del compromiso cívico, que puede servir hoy de alternativa a la apatía política y al desinterés ciudadano imperantes en nuestras democracias liberales. Pero el personaje se resiste a que le aprisionen en esa camisa de fuerza. Porque libertad (moderna) en Maquiavelo hay poca y lo que refleja su obra es una vuelta al patriotismo grecorromano. Lo que El Príncipe enseña al gobernante es cómo adaptarse a las circunstancias para conservar su poder (legítimo o ilegítimo), por medios lícitos o ilícitos. Y lo que los Discorsi alegan es que todo está permitido (incluso el crimen) por el bien de la patria. Poco que ver con nuestras concepciones democráticas.

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‘El Príncipe’ enseña a adaptarse para conservar el poder, legítimo o no, por medios lícitos o ilícitos. La ética de Maquiavelo es el reverso de la ética cristiana. Y las virtudes que ensalza (ambición, crueldad, engaño y mentira), la cruz de las recomendadas en los espejos para príncipes de la época: honradez, justicia, benevolencia. Para sus seguidores personifica el realismo que se revuelve contra la ceguera de los perseguidores de sueños, de los nostálgicos de ideales imposibles, de los incapaces de comprender el dilema que atenaza al estadista y al que sólo puede hacer frente aceptando la crudeza de la realidad. Sus detractores le acusan de prescindir de cualquier tipo de sentimiento humanitario y de "encallecimiento moral". Pero, seamos justos, a pesar de su aparente falta de escrúpulos y de su laxa moral, sí hay valores en Maquiavelo, valores republicanos, es decir, valores colectivos. Porque lo que busca con ahínco el secretario florentino es la grandeza de Florencia y su transformación en una de las grandes potencias del tablero europeo. ¿Es un delito perseguir el interés general? preguntarán sus partidarios. Desde luego, si para ello se sacrifica a los ciudadanos, se exacerba el patriotismo y se glorifica la guerra. Pues Maquiavelo aconseja al gobernante mantener a los ciudadanos en la pobreza para que, no teniendo nada que perder, luchen hasta la última gota de sangre por la república. Su exaltado patriotismo recuerda al "dulce es morir por la patria" que cantara Horacio y que el poeta y militar Wilfred Owen, combatiente en la Primera Guerra mundial, denunció como la "vieja mentira". Pero también hay en las principales obras de Maquiavelo una apología de la guerra, no sólo defensiva sino "expansionista", como medio de proporcionar grandeza y riqueza a la república y dotar de cohesión a la colectividad. Y no nos confundamos cuando habla de virtú, uno de sus términos más controvertidos. Hanna Pitkin ha denunciado que la lucha de la virtú maquiaveliana para doblegar a la fortuna, revestida de rasgos femeninos y seducida por la virilidad, la osadía y demás cualidades pretendidamente masculinas, es una intolerable muestra de machismo, excluyente y brutal. Y que su uso de la fuerza y de la violencia podría considerarse "proto-fascista". Y Mansfield asegura que el recurso a la violencia es el eje de su política. Con todo el respeto por los republicanos actuales, no creo que Maquiavelo sea hoy el ejemplo a seguir.

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Pero por lo general, los historiadores se muestran más conciliadores y justifican la virtú maquiaveliana, ese deseo de controlar el mundo, de someter al enemigo, y de aplastar a los que se oponen a nuestros fines, como puro ejercicio de supervivencia. Al elevar a paradigma de conducta la fiereza del león y la astucia del zorro, Maquiavelo no haría sino describir las opciones de la resistencia y recomendar el valor, el arrojo, el aguante del fajador para encajar los golpes de la fortuna. Sería la respuesta a una época -la incipiente modernidad-, donde imperaban la ambición, el apetito de poder, el ansia de dominación y el deseo desenfrenado de riquezas, rasgos que anticipan ya la descarnada descripción hobbesiana de nuestro mundo moderno. Es cierto que Sartre, ante el gran dilema que nos plantea la acción política, nos recomendaba orillar los escrúpulos morales y mancharnos las manos en la arena política. Y nuestros coetáneos republicanos insisten en que ése es el precio a pagar por vivir en comunidad, pues no es posible la vida "al margen, por encima o más allá de la ciudad" y no podemos eludir sus exigencias ni escabullirnos ante nuestras responsabilidades (Del Águila). Si queremos una vida "verdaderamente humana" (Arendt), tendremos que aceptar los costes del vivere civile e libero maquiaveliano que son el dolor, la crueldad, la violencia y la transgresión, es decir, vivir con las manos manchadas. Pero sí que hay otras alternativas. Una es dar la espalda al mundo de la política y sus ruindades, como nos aconsejaba Sócrates (y los epicúreos) si nuestro horizonte es alcanzar la perfección moral. Huir del fragor del mundo, como los ascetas o los monjes de clausura, o ir en pos del conocimiento como Spinoza, o entregarnos a lo social, al voluntariado. Todas son opciones tan respetables como la cívica. Pero también caben otras vías sin desviarnos de la vita activa. La tradición estoica encarnada por Cicerón enseña que no todo está permitido por el bien de la república y que existen barreras éticas infranqueables (los "derechos de la humanidad") en la actuación política. Hoy estas líneas rojas son los derechos individuales. Tal vez sea ésa la enseñanza en negativo más valiosa que nos puede aportar el florentino.

María José Villaverde es catedrática de Ciencia Política de la UCM.

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ADVERTENCIA

El material facilitado por la UNED a través de sus recursos en la red puede verse en sus páginas oficiales de radio y TV (CANAL UNED)

El material que no aparece en la red se refiere a documentos de la plataforma ALF (sólo para estudiantes matriculados) y cuando se ha hecho uso de alguna parte de él se ha señalado, así como las referencias del autor/a que lo ha realizado.

Todos los materiales aquí expuestos incluyen, como siempre, sus correspondientes referencias (bibliográficas y electrónicas para que pueda comprobarse el origen de su procedencia)

Una estudiante

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ARTE Y PODER EN LA EDAD MODERNA: PRIMERA PARTE - MODELOS DE PATRONAZGOARTE Y PODER EN LA EDAD MODERNA: SEGUNDA PARTE - ESPACIOS E IMÁGENES DE PODER

FRANCISCO I DE FRANCIA

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CARLOS I DE ESPAÑA Y SU HIJO FELIPE II

NICOLÁS MAQUIAVELO

BALTASAR DE CASTIGLIONE

FEDERICO DA MONTEFELTRO

LORENZO DE MÉDICI

FRANCESCO GONZAGA

DOMENICO GHIRLANDAIO

BENOZZO GOZZOLI

ISABELLA D’ESTE

LEONARDO DA VINCI

MARTIN LUTERO

SANDRO BOTTICELLI

GIORGIO VASARI

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MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI

FILIPPO BRUNELLESCHI

¿Y TODOS LOS QUE FALTAN...?

LEON BATTISTA ALBERTI

RAFAEL SANZIO

JAN VAN EYCK

DONATO D.N. (DONATELLO)

ALBERTO DURERO

CHRISTINE DE PISAN

ARTE & PODER.

RENACIMIENTO (SIGLOS XV – XVI)

.Figuras destacadas de la pintura, la

literatura, la arquitectura, la escultura y el poder del Renacimiento .

UNOS DETENTARON EL PODER Y OTROS SIRVIERON AL MISMO EN LAS ARTES Y LAS LETRAS

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LEONARDO DA VINCI

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RENACIMIENTO(XV – XVI)

Guerra y Política Nicolás Maquiavelo (El Príncipe)

“El fin justifica los medios…”

El Príncipe es un tratado de teoría política escrito por Nicolás Maquiavelo en 1513, mientras se encontraba encarcelado en San Casciano por la acusación de haber conspirado en contra de los Médici. El libro fue publicado en 1531 y dedicado a modo de regalo a Lorenzo II de Médici, duque de Urbino, en respuesta a dicha acusación.

Ciencia y FilosofíaRené Descartes

Filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, y uno de los nombres más destacados de la revolución científica. Descartes, desde la moderna física (Copérnico, Kepler, Galileo, etc.) definió el conocimiento como un proceso experimental e hipotético-deductivo a partir de un modelo matemático.

Sociedad y Literatura

Tomás Moro (Utopía)Se apoyó en relatos de viajes oceánicos y de las sociedades aborígenes recién descubiertas, para plantear una sociedad organizada de acuerdo a la razón, presentada como existente en algún lugar del nuevo mundo y se designa con el nombre de utopía (Etimológicamente, ningún lugar)

EL GRAN ARTISTA DEL RENACIMIENTO, MODELO

DEL UOMO UNIVERSALE, FUE TAMBIÉN

UN GENIO CIENTÍFICO…

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ARTE & PODER.

SIGLOS XV - XVIII.

Rasgos generales del panorama cultural existente en España, Italia y Europa entre los siglos XV y XVI

de la Edad Moderna.

Arte y PoderFelipe II (Gobernante del Renacimiento español)

Desde sus viajes juveniles a los Países Bajos, el hijo del emperador Carlos V desarrolló una profunda atracción por la pintura que solo terminó con su muerte a fines del siglo XVI y que comprendía obras tanto de la escuela italiana, como de la flamenca y la española. Junto a esta afición por el coleccionismo de pintura, el rey desarrolló una no menos intensa pasión por la arquitectura…  

Christine de Pisan (Mutación de la fortuna)Filósofa, poeta humanista y primera escritora profesional

El Humanismo y el Renacimiento inauguran la Edad Moderna y se distinguen dentro de ella corrientes como la platónica, neoplatónica, aristotélica …, entre otras.

¿CÓMO ERA LA SOCIEDAD DEL RENACIMIENTO? ¿QUIÉNES FUERON SUS PERSONAJES MÁS INFLUYENTES?

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Material específico sobre nociones básicas de Historia del Arte en la Edad Moderna

ARTE Y PODER EN LA EDAD MODERNA

DESPLIEGUE ARTÍSTICO Y CULTURAL RENACIMIENTO

Programas de radio y vídeos (Canal UNED)

http://ocw.innova.uned.es/ocwuniversia/historia-del-arte/historia-del-arte-curso-acceso-mayores-25-anos/emisiones-de-radio/

http://www.uned.eshttp://canal.uned.es

Audio UNED específico sobre Maquiavelohttp://canal.uned.es/mmobj/index/id/5332

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA2013 – 2014

El Humanismo en Florencia estuvo muy relacionado con la teoría política. Algunos humanistas, influidos por Cicerón, argumentaron que el republicanismo era la mejor forma de gobierno. Otros, a partir del estudio de La República de Platón, defendieron que el gobierno de una sola persona era el más idóneo. Sin embargo, todos ellos pensaban que los hombres educados debían ser activos en los asuntos del gobierno de la ciudad, a la vez que debían amar y cultivar las artes. En este clima surgió la figura de Nicolás Maquiavelo (1469-1527), el pensador y humanista cívico más influyente de todo el Renacimiento y de toda la teoría política occidental. De familia más noble que acaudalada, poco se sabe de la primera época de su vida. Recibió una sólida educación humanística, basada en el estudio de los clásicos latinos e italianos. En 1498 ocupa sus primeros encargos en la Señoría florentina, al servicio de la República: secretario de la Segunda Cancillería y, después, en le consejo de los Diez de Balía. En 1499 se le encargan diversas misiones diplomáticas en Piombino, Forlí e Imola. Encargado de la dirección de la guerra contra Pisa, redacta un discurso ante los Diez sobre la campaña. Se casa en 1501 con Marietta Corsini. Del matrimonio nacerán cuatro hijos varones y dos hembras. Sirvió como embajador del francés Luis XII, del emperador Maximiliano y (en Urbino) de César Borgia, de quien se erigió en amigo de confianza. En 1512, al ser exonerado Piero Soderini, gonfaloniero de Florencia, por el cardenal Julio de Medici, Maquiavelo perdió su puesto en la secretaría de estado. Las tropas de Ramón Folch de Cardona habían ocupado la Toscana y el 31 de agosto Sorderini huye de Florencia. Al día siguiente se celebra la restauración de los Médicis en el poder. Por dos decisiones fechadas el 7 y el 10 de noviembre cesa en su cargo de secretario de los Diez. Es encarcelado y torturado por sospechoso de la conjura de Bóscoli contra los Medici.

EL PRÍNCIPE (TRATADO DE TEORÍA POLÍTICA ESCRITO EN 1513)

NICOLÁS DE MAQUIAVELO

ARTE & PODER

RENACIMIENTO

CURSO 2013 – 2014

EDAD MODERNA

CONTEXTO HISTÓRICO

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Tras ser liberado se retiró con su mujer y cuatro de sus hijos a Albergaccio, cerca de San Casciano y Florencia. En una famosa carta que dirigió al representante florentino en Roma, Francesco Vettori (10/12/1513), describe la vida, más bien rústica, que llevaba: después de pasar el día cazando y charlando con los labriegos del lugar, dedicaba las veladas a escribir y leer historia. Le comunicó también la finalización del tratado De Principatibus, escrito en una interrupción de su texto Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Finalmente recuperó parte del favor perdido y en 1520 recibió el encargo de escribir la historia de Florencia. El puesto de cronista está integrado en la Señoría pero es secundario. Dedicó esta obra, Istorie fiorentine, a Julio de Medici, que había ascendido al trono pontificio con el nombre de Clemente VII. Seis años más tarde le confió el papa la inspección de las fortificaciones de Florencia. En 1527, año convulso para los territorios italianos, en el que las tropas de Carlos V saquean Roma, los Medici huyen de Florencia y los sustituye un gobierno del partido aristocrático. Maquiavelo no fue considerado lo bastante hostil a los Medici para seguir ocupando el cargo. Enfermo de pena, según se dice, por el giro de los acontecimientos, murió el 21 de junio de ese año.

El príncipe o el gobernante, para Maquiavelo, tenía como misión la felicidad de sus súbditos y ésta sólo podía conseguirse con un Estado fuerte. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es necesario, a la crueldad. La virtud fundamental es la prudencia, para conveniencia del Estado. Si el interés de la patria exige traición o perjurio, se comete. "La grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido". Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Política y moral son dos ámbitos distintos e incluso contradictorios. Aunque El Príncipe estaba dedicado a Lorenzo de Medici (1492-1519) [duque de Urbino], con la esperanza de recuperar la confianza perdida, Maquiavelo quiere presentar en su obra el arquetipo de un político. Su personalidad debe poseer condiciones especiales para llegar al poder y mantenerse en él.

Texto: http://www.mgar.net/var/maquiave.htm

EL PRÍNCIPE (TRATADO DE TEORÍA POLÍTICA ESCRITO EN 1513)RENACIMIENTO

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EL PRÍNCIPE (TRATADO DE TEORÍA POLÍTICA ESCRITO EN 1513)RENACIMIENTO

COMENTARIO DE TEXTO

Contextualización.- Maquiavelo (Florencia 1469-1527) es una de las figuras más destacadas del Renacimiento. Humanista estudioso del mundo clásico, particularmente nostálgico de la política de la república romana, suele ser considerado el creador de la "ciencia política" en sentido moderno. Una ciencia política que rechaza tanto la utopía como la subordinación de lo político a lo moral, para situarse exclusivamente del lado de los hechos y del realismo pragmático. Tema del texto.- El texto que nos disponemos a comentar tiene como tema central la afirmación, en los consejos que Maquiavelo dirige al príncipe, de ese realismo pragmático que se ciñe a la vida real, huyendo, tanto de ideales repúblicas imaginarias, como de actitudes excesivamente bondadosas que no supondrían sino la ruina del príncipe. Ideas principales:

- Escribir algo útil es ir a la realidad de la cosa y no a su representación imaginaria. - Hay tanta distancia entre las repúblicas imaginarias y las reales como la que hay entre cómo se vive y como

se debería vivir, y quien olvida esta diferencia labra su ruina. - Quien quiere hacer siempre profesión de bueno, entre tantos que no lo son, labra también su ruina. - Por todo ello, es necesario que un príncipe aprenda a no ser bueno si quiere mantenerse en el poder.

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EL PRÍNCIPE (TRATADO DE TEORÍA POLÍTICA ESCRITO EN 1513)RENACIMIENTO

Relación entre las mismas.- La intención de Maquiavelo no es la de dar edificantes pero inútiles consejos morales al príncipe, sino situarse en la realidad de las cosas y de la naturaleza humana. Es por eso que avisa, como buen consejero, del peligro que supone ser un cordero entre lobos, e indica al respecto que labra su ruina aquel "que quiera hacer en todos los puntos profesión de bueno (...) entre tantos que no lo son". Pernicioso es también confundir la realidad de las cosas tal como son con la idealidad utópica de repúblicas imaginadas tal como deberían ser. Por todo ello, concluye Maquiavelo, es preciso que, si el príncipe desea mantenerse en el poder, aprenda la utilidad de la maldad para cuando ello fuera necesario

Explicación.- La obra a la que pertenecen los textos que leerá a continuación es "El príncipe" y pertenece, desde el punto de vista literario, a un género tradicional conocido como literatura de "espejo de príncipes". Los autores de estas obras se dirigían al príncipe dándole, con frecuencia, consejos moralizantes sobre la forma cristiana y honesta de gobernar. Maquiavelo, por su parte, rompe con esta tradición prescindiendo de toda perspectiva moral, subrayando que su propósito es exponer como se gobierna efectivamente un Estado y como se comportan de hecho los seres humanos. El gobernante ha de tomar en cuenta solamente "lo que se hace", y no "lo que se debería hacer", a fin de conocer como le conviene actuar para sobrevivir y mantenerse en el poder. Esta nueva manera de analizar la política, implica el rechazo de un género literario que tuvo gran auge en el Renacimiento: las utopías (la más famosa de todas, la Utopía de Tomas Moro). A Maquiavelo, tal como indica el texto, le parece "más conveniente ir directamente a la verdad real de la cosa antes que a la representación imaginaria de la misma". Rechaza asimismo las discusiones teóricas sobre el origen de la sociedad y del poder; sobre el derecho natural como fuente y limite del derecho positivo, etc. Porque, en realidad, todas estas discusiones teóricas intentan subordinar la política a la moral, juzgando lo que "es" desde el punto de vista de lo que "debe ser“.

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EL PRÍNCIPE (TRATADO DE TEORÍA POLÍTICA ESCRITO EN 1513)RENACIMIENTO

Una visión "científica" de la política como la que pretende Maquiavelo exige, pues atenerse a los hechos, "a la verdad real de la cosa" y no a su "representación imaginaria". Parte de principios racionales a la hora de interpretar y saber cómo moverse en medio de esa realidad. Tales principios, a modo de postulados, deben orientar la conducta del príncipe y pueden resumirse de la siguiente manera: a) Postulado de invariabilidad de la naturaleza humana: el ser humano se halla dominado siempre por las mismas pasiones y los mismos deseos. b) Postulado de la maldad del ser humano (que pone de manifiesto su pesimismo antropológico): ha de partirse del supuesto de que "todos los hombres son malos y que pondrán en práctica sus ideas perversas siempre que se les presente la ocasión de hacerlo libremente" dice Maquiavelo.

En medio, pues, de tantos que no son buenos, el uso de las leyes es tan importante como el uso de la fuerza: "Un príncipe tiene que saber utilizar correctamente tanto a la bestia como al hombre" (El príncipe, XVIII) o, como afirma en este texto: "es necesario (...) que aprenda a no ser bueno". Maquiavelo establece de esta manera la autonomía de la esfera política con respecto a la moral. El interés del príncipe se identifica con el interés del Estado y éste es el único criterio decisivo para juzgar su actuación. No hay mas criterio que el interés, la defensa y el bienestar del Estado, este fin justifica todos los medios, el éxito en esta empresa justifica las acciones del príncipe. Dos cualidades esenciales debe tener, en fin, nuestro príncipe: la virtud y la prudencia, veamos en qué consisten: a) La noción maquiavélica de virtud no tiene nada que ver con la concepción cristiana usual de la misma, con esa actitud de resignación y debilidad tan típica del cristianismo que Maquiavelo criticara con dureza. La virtud incluye, sobre todo, ese rasgo fundamental de vitalidad a la que remite su etimología (vir- viris), esa energía y vigor que caracterizan a un gobernante y a un Estado capaces de emprender con decisión las acciones necesarias para mantener su existencia y acrecentar su poder.

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EL PRÍNCIPE (TRATADO DE TEORÍA POLÍTICA ESCRITO EN 1513)RENACIMIENTO

La prudencia a la que se refiere Maquiavelo no es tampoco equiparable a la prudencia moral, sino que tiene más bien el sentido de la astucia, la sagacidad que aseguren el éxito del gobernante. Siguiendo a Maquiavelo, podríamos comparar la "virtud" con el vigor del león y la "prudencia" con la astucia del zorro: "Es necesario, por tanto ser zorro para conocer las trampas y león para amedrantar a los lobos" (El príncipe, XVIII).

Texto: http://www.iesfernandorios.es/files/filosofia/Comentario%20Maquiavelo.pdf

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MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe, 1513.

Capítulos I / II / XXI / XXVI

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ÍNDICE

DedicatoriaCapítulo I – De las varias clases de principados y del modo de adquirirlosCapítulo II – De los principados hereditariosCapítulo III – De los principados mixtosCapítulo IV – Por qué, ocupado el reino de Darío por Alejandro, no se rebeló contra sus sucesores después de su muerte Capítulo V – De qué manera deben gobernarse los Estados que, antes de ocupados por un nuevo príncipe, se regían por leyes propiasCapítulo VI – De los principados que se adquieren por el valor personal y con las armas propiasCapítulo VII – De los principados nuevos que se adquieren por la fortuna y con las armas ajenasCapítulo VIII – De los que llegaron a príncipes por medio de maldadesCapítulo IX – Del principado civilCapítulo X – Cómo deben medirse las fuerzas de los principadosCapítulo XI – De los principados eclesiásticosCapítulo XII – De las diferentes clases de milicia y de los soldados mercenariosCapítulo XIII – De los soldados auxiliares, mixtos y mercenariosCapítulo XIV – De las obligaciones del príncipe en lo concerniente al arte de la guerraCapítulo XV – De las cosas por las que los hombres, y especialmente los príncipes, son alabados o censuradosCapítulo XVI – De la liberalidad y de la miseria

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ARTE Y PODER EN LA EDAD MODERNA

ÍNDICE

Capítulo XVII – De la clemencia y de la severidad, y si vale más ser amado que temidoCapítulo XVIII – De qué modo deben guardar los príncipes la fe prometidaCapítulo XIX – El príncipe debe evitar ser aborrecido y despreciadoCapítulo XX – Si las fortalezas y otras muchas cosas que los príncipes hacen son útiles o perjudicialesCapítulo XXI – Cómo debe conducirse un príncipe para adquirir consideraciónCapítulo XXII – De los ministros o secretarios de los príncipesCapítulo XXIII – Cuándo debe huirse de los aduladoresCapítulo XXIV – Por qué muchos príncipes de Italia perdieron sus EstadosCapítulo XXV – Dominio que ejerce la fortuna en las cosas humanas, y cómo resistirla cuando es adversa.Capítulo XXVI – Exhortación para librar a Italia de los bárbaros

Obras de Maquiavelo:

Discurso sobre la corte de Pisa (1499) / Del modo di trattare i popoli della Valdichiana ribellati (1502) / Del modo tenuto dal duca Valentino nell' ammazzare Vitellozzo Vitelli, Oliverotto da Fermo, etc., (1502) / Discorso sopra la provisione del danaro (1502) / Decennale primo (1506) / Retrato de la corte de Alemania (1508-1512) / Decennale secondo (1509) Retrato de la corte de Francia (1510) / Discursos sobre la primera década de Tito Livio, 3 vol. (1512-1517) / El Príncipe (1513) / Andria, comedia (1517) La mandrágora, comedia en prosa de cinco actos, con prólogo en verso (1518) / Della lingua (1514) / Clizia, comedia en prosa (1525) / Belfagor arcidiavolo (1515) / Asino d'oro (1517) / Del arte de la guerra (1519-1520) / Discorso sopra il riformare lo stato di Firenze (1520) Sumario de la corte de la ciudad de Lucca (1520) / La Vida de Castruccio Castracani (1520) Historias de Florencia (1525)

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AL MAGNÍFICO LORENZO DE MÉDICI (1492-1519, nieto de “El Magnífico”)

DEDICATORIA

Los que desean congraciarse con un príncipe suelen presentársele con aquello que reputan por más precioso entre lo que poseen, o con lo que juzgan más a agradarle; de ahí que se vea que muchas veces le son regalados caballos, armas, telas de oro, piedras preciosas y parecidos adornos dignos de su grandeza. Deseando, pues, presentarme ante Vuestra Magnificencia con algún testimonio de mi sometimiento, no he encontrado entre lo poco que poseo nada que me sea más caro o que tanto estime como el conocimiento de las acciones de los hombres, adquirido gracias a una larga experiencia de las cosas modernas y a un incesante estudio de las antiguas.¹ Acciones que luego de examinar y meditar durante mucho tiempo y con gran seriedad, he encerrado en un corto volumen, que os dirijo.

Y aunque juzgo esta obra indigna de Vuestra Magnificencia, no por eso confío menos en que sabréis aceptarla, considerando que no puedo haceros mejor regalo que poneros en condición de poder entender, en brevísimo tiempo, todo cuanto he aprendido en muchos años y a costa de tantos sinsabores y peligros. No he adornado ni hinchado esta obra con cláusulas interminables, ni con palabras ampulosas y magníficas, ni con cualesquier atractivos o adornos extrínsecos, cual muchos suelen hacer con sus cosas; ² porque he querido, o que nada la honre, o que só1o la variedad de la materia y la gravedad del tema la hagan grata.

EL PRÍNCIPE (TRATADO DE TEORÍA POLÍTICA ESCRITO EN 1513)

NICOLÁS DE MAQUIAVELO

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EL PRÍNCIPE

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NICOLÁS MAQUIAVELO

RETRATO, SANTI DI TITO

c. 1550

No quiero que se mire como presunción el que un hombre de humilde cuna se atreva a examinar y criticar el gobierno de los príncipes. Porque así como aquellos que dibujan un paisaje se colocan en el llano para apreciar mejor los montes y los lugares altos, y para apreciar mejor el llano escalan los montes,³ así para conocer bien la naturaleza de los pueblos hay que ser príncipe, y para conocer la de los príncipes hay que pertenecer al pueblo. Acoja, pues, Vuestra Magnificencia este modesto obsequio con el mismo ánimo con que yo lo hago; si lo lee y medita con atención, descubrirá en él un vivísimo deseo mío: el de que Vuestra Magnificencia llegue a la grandeza que el destino y sus virtudes le auguran. Y si Vuestra Magnificencia, desde la cúspide de su altura, vuelve alguna vez la vista hacia este llano, comprenderá cuán inmerecidamente soporto una grande y constante malignidad de la suerte.

[1] Las dos escuelas de los grandes hombres (Cristina de Suecia.)[2] Como Tácito y Gibbon (G).[3] Con esto empecé y con ello conviene empezar. Se conoce mucho mejor el fondo de los valles cuando se está en la cumbre de la montaña (RC).

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EL PRÍNCIPEDE LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y DE LA FORMA

EN QUE SE ADQUIEREN

Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han sido y son repúblicas o principados. Los principados son, o hereditarios, cuando una misma familia ha reinado en ellos largo tiempo, o nuevos. Los nuevos, o lo son del todo, como lo fue Milán bajo Francisco Sforza, o son como miembros agregados al Estado hereditario del príncipe que los adquiere, como es el reino de Nápoles para el rey de España. Los dominios así adquiridos están acostumbrados a vivir bajo un príncipe o a ser libres; y se adquieren por las armas propias o por las ajenas, por la suerte o por la virtud.

Capitulo I

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DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS

Capitulo II

Dejaré a un lado el discutir sobre las repúblicas porque ya en otra ocasión lo he hecho extensamente. Me dedicaré solo a los principados, para ir tejiendo la urdimbre de mis opiniones y establecer cómo pueden gobernarse y conservarse tales principados. En primer lugar, me parece que es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores, y contemporizar después con los cambios que puedan producirse. De tal modo que, si el príncipe es de mediana inteligencia, se mantendrá siempre en su Estado, a menos que una fuerza arrolladora lo arroje de él; y aunque así sucediese, sólo, tendría que esperar; para reconquistarlo, a que el usurpador sufriera el primer tropiezo. Tenemos en Italia, por ejemplo, al duque de Ferrara, que no resistió los asaltos de los venecianos en el 84 (1484) ni los del papa Julio en el 10 (1510), por motivos distintos de la antigüedad de su soberanía en el dominio. Porque el príncipe natural tiene menos razones y menor necesidad de ofender: de donde es lógico que sea más amado; y a menos que vicios excesivos le atraigan el odio, es razonable que le quieran con naturalidad los suyos. Y en la antigüedad y continuidad de la dinastía se borran los recuerdos y los motivos que la trajeron, pues un cambio deja siempre la piedra angular para la edificación de otro.

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DE LO QUE DEBE HACER EL PRÍNCIPE PARA SER ESTIMADO

Capitulo XXI

Nada granjea más estimación a un príncipe que las grandes empresas y las acciones raras y maravillosas. De ello nos presenta nuestra edad un admirable ejemplo en Fernando V, rey de Aragón y actualmente monarca de España. Podemos mirarle casi como a un príncipe nuevo, porque, de rey débil que era, llegó a ser el primer monarca de la cristiandad, por su fama y por su gloria. Pues bien: si consideramos sus empresas las hallaremos todas sumamente grandes, y aun algunas nos parecerán extraordinarias. Al comenzar a reinar, asaltó el reino de Granada, y esta empresa sirvió de punto de partida a su grandeza. Por de contado, la había iniciado sin temor a hallar estorbos que se la obstruyesen, por cuanto su primer cuidado había sido tener ocupado en aquella guerra el ánimo de los nobles de Castilla. Haciéndoles pensar incesantemente en ella, les distraía de cavilar y maquinar innovaciones durante ese tiempo, y por tal arte adquiría sobre ellos, sin que lo echasen de ver, mucho dominio, y se proporcionaba suma estimación. Pudo en seguida, con el dinero de la Iglesia y de los pueblos, sostener ejércitos, y formarse, por medio de guerra tan larga, buenas tropas, lo que redundó en pro de su celebridad como capitán.

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Además, alegando siempre el pretexto de la religión, para poder llevar a efecto mayores hazañas, recurrió al expediente de una crueldad devota, y expulsó a los moros de su reino, que quedó así libre de su presencia. No cabe imaginar nada más cruel y a la vez más extraordinario que lo que ejecutó en ocasión semejante. Después, bajo la misma capa de religión, se dirigió contra África, emprendió la conquista de Italia, y acaba de atacar recientemente a Francia. Concertó de continuo grandes cosas, que llenaron de admiración a sus pueblos, y que conservaron su espíritu preocupado por las consecuencias que podían traer. Hasta hizo seguir unas empresas de otras de gran tamaño, que no dejaron tiempo a sus gobernados ni siquiera para respirar, cuanto menos para urdir trama alguna contra él. Es también un expediente muy provechoso para el príncipe que imagine, en la gobernación interior de su Estado, cosas singulares, como las que se cuentan de Barnabó Visconti de Milán. Cuando sucede que una persona realizó, en el orden civil, una acción poco común, ya en bien, ya en mal, es menester encontrar, para premiarla, o para castigarla, un modo notable, que dé al público amplio tema de conversación. El príncipe debe, ante todas las cosas, ingeniarse para que cada una: de sus operaciones políticas se ordene a procurarle nombradía de grande hombre y de soberano de superior ingenio. Y asimismo se hace estimar, cuando es resueltamente amigo o enemigo de los príncipes puros, es decir, cuando sin timidez se declara resueltamente en favor del uno o del otro. Esta resolución es siempre más conveniente que la de permanecer neutral, porque si dos potencias de su vecindad se declaran la guerra entre si, no es posible que ocurra más que uno de estos dos casos: o que, vencedora la una, tenga motivo para temerla después, o que ninguna de ellas sea propia para infundirle semejante temor. En un caso, como en el otro, le convendrá declarar guerra franca a alguna de ellas. En el primero, si no la declara, será el despojo del vencedor, lo que agradará en gran manera al vencido, y no hallará a ninguno que se compadezca de él, ni que vaya a socorrerle, ni siquiera que le ofrezca un asilo. El vencedor no quiere amigos sospechosos, que no le auxilien en la adversidad, y el vencido no acogerá al neutral, puesto que se negó a tomar las armas, para correr las contingencias de su fortuna.

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Habiendo pasado Antíoco a Grecia, de donde le llamaban los etolios, para echar de allí a los romanos, envió un embajador a los acayos, para inducirles a permanecer neutrales, mientras rogaba a los otros que se armasen en favor suyo. Esto fue materia de una deliberación en los consejos de los acayos. El enviado de Antíoco insistía en que se resolviesen a la neutralidad. Pero el diputado de los romanos, que estaba presente, le refutó por el siguiente tenor: “Se os dice que el partido más sabio para vosotros, y más útil para vuestro Estado, es que no intervengáis en la guerra que hacemos, en lo cual se os engaña. No podéis tomar resolución más contraria a vuestros intereses, porque, si no intervenís en nuestra guerra, privados entonces de toda consideración, e indignos de toda gracia, infaliblemente serviréis de premio al vencedor.” Note bien el príncipe que quien le pide la neutralidad no es amigo, y que lo es, por el contrario, quien solicita que se declare en su favor, y que tome las armas en defensa de su causa. Los príncipes irresolutos que quieren evitar los peligros del momento retrasan a menudo el rompimiento de su neutralidad, pero también a menudo caminan hacia su ruina. Cuando el príncipe se declara generosamente en favor de una de las potencias beligerantes, si triunfa aquella a la que se une, aunque ella posea una gran fuerza, y él quede a discreción suya, no tiene por qué temerla, pues le debe algunos favores, y le habrá cogido afecto. Los hombres, en ocasiones tales, no son lo bastante cínicos para dar ejemplo de la enorme ingratitud que habría en oprimir al que les ayudó. Por otra parte, los triunfos nunca son tan prósperos que dispensen al vencedor de tener algún miramiento a la justicia. Si, por el contrario, es derrotado aquel a quien el príncipe se une, conservará su consideración, contará con su socorro en caso posible para él, y será el compañero de su fortuna, que puede mejorar algún día. En el segundo caso, esto es, cuando las potencias que luchan una contra otra son tales que el príncipe nada tenga que temer de la que triunfe, cualquiera que sea, habrá, por su parte, tanta más prudencia en unirse a una de ellas, cuanto por este medio concurra a la ruina de la otra, con ayuda de la misma que, si fuera discreta, debiera salvarla. Siendo imposible que con el socorro del aludido príncipe no triunfe, su victoria no puede menos de ponerla a disposición de aquél.

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Y es necesario notar aquí que cuando un príncipe quiere atacar a otros, ha de cuidar siempre de no asociarse a un príncipe más poderoso que él, a menos que la necesidad le obligue a hacerlo, como queda indicado, puesto que si dicho príncipe triunfa se convertirá en esclavo suyo en algún modo. Ahora bien: los príncipes deben evitar, cuanto les sea posible, quedar a discreción de los otros príncipes. Los venecianos se aliaron con los franceses para luchar contra el duque de Milán, y esta alianza, de la que hubieran podido excusarse, causó su ruina. Pero si no cabe evitar semejantes alianzas, como les sucedió a los florentinos cuando con el Papa fueron, con tres ejércitos reunidos, a atacar la Lombardía, entonces, a causa de las razones que llevo apuntadas, conviene a un príncipe unirse a los otros. Por lo demás, ningún Estado crea poder nunca, en tal circunstancia, tomar una resolución segura. Piense, por el contrario, que no puede tomarla sino dudosa, por ser conforme al curso ordinario de las que no trate uno de evitar jamás un inconveniente, sin caer en otro. La prudencia estriba en conocer su respectiva calidad, y en tomar el partido menos malo. Ha de manifestarse el príncipe amigo generoso de los talentos y honrar a todos aquellos gobernados suyos que sobresalgan en cualquier arte. Por ende, debe estimular a los ciudadanos a ejercer pacíficamente su profesión y oficio, agrícola, mercantil o de cualquier otro género, y hacer de modo que, por el temor de verse quitar el fruto de sus tareas, no se abstengan de enriquecer al Estado, y que, por el miedo a los tributos, no se persuadan a dedicarse a negocios diferentes. Debe, además, preparar algunos premios para quien funde establecimientos útiles, y para quien trate, en la forma que quiera, de multiplicar los recursos de su ciudad. Finalmente, está obligado a proporcionar fiestas y espectáculos a sus pueblos, en las fechas anuales que estime oportunas. Como toda ciudad se halla repartida en tribus municipales o en gremios de oficios, le conviene guardar miramientos con estas corporaciones, reunirse a veces con ellas en sus juntas, y dar en éstas ejemplo de humildad y de munificencia, conservando, empero, inalterablemente la majestad de su clase, y cuidando que, en tales casos de popularidad, no se humille su dignidad regia en manera alguna.

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El PríncipeNICOLÁS MAQUIAVELO

Capítulo final

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EXHORTACIÓN A LIBERAR A ITALIA DE LOS BÁRBAROS

Capitulo XXVI

Después de meditar en todo lo expuesto, me preguntaba si en Italia, en la actualidad, las circunstancias son propicias para que un nuevo príncipe pueda adquirir gloría, esto es necesario a un hombre prudente y virtuoso para instaurar una nueva forma de gobierno, por la cual, honrándose a sí mismo, hiciera la felicidad de los italianos. Y no puede menos que responderme que eran tantas las circunstancias que concurrían en favor de un príncipe nuevo, que difícilmente podría hallarse momento más adecuado. Y si, como he dicho, fue preciso para que Moisés pusiera de manifiesto sus virtudes que el pueblo de Israel estuviese esclavizado en Egipto, y para conocer la grandeza de Ciro que los persas fuesen oprimidos por los medas, y la excelencia de Teseo que los atenienses se dispersaran, del mismo modo, para conocer la virtud de un espíritu italiano, era necesario que Italia se viese llevada al extremo en que yace hoy, y que estuviese más esclavizada que los hebreos, más oprimida que los persas y más desorganizada que los atenienses; que careciera de jefe y de leyes, que se viera castigada, despojada, escarnecida e invadida, y que soportara toda clase de vejaciones. Y aunque hasta ahora se haya notado en este o en aquel hombre algún destello de genio como para creer que había sido enviado por Dios para redimir estas tierras, no tardó en advertirse que la fortuna lo abandonaba en lo más alto de su carrera.

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De modo que, casi sin un soplo de vida, espera Italia al que debe curarla de sus heridas, poner fin a los saqueos de Lombardía y a las contribuciones del Reame y de Toscana y cauterizar sus llagas desde tanto tiempo gangrenadas. Vedla cómo ruega a Dios que le envíe a alguien que la redima de esa crueldad e insolencia de los bárbaros. Vedla pronta y dispuesta a seguir una bandera mientras haya quien la empuña. Y no se ve en la actualidad en quien uno pueda confiar más que en vuestra ilustre casa, para que con su fortuna y virtud, preferida de Dios y de la Iglesia, de la cual es ahora príncipe, pueda hacerse jefe de esta redención. Y esto no os parecerá difícil si tenéis presentes la vida y acciones de los príncipes mencionados. Y aunque aquéllos fueron hombres raros y maravillosos, no dejaron de ser hombres; y no tuvo ninguno ocasión tan favorable como la presente; porque sus empresas no fueron más justas ni más fáciles que ésta, ni Dios les fue más benigno de lo que lo es con vos. Que es justicia grande: iustum enim est bellum quibus necessarium, et pia arma ubi nulla nisi in armis spes est. Aquí hay disposición favorable; y donde hay disposición favorable no puede haber grandes dificultades, y sólo falta que vuestra casa se inspire en los ejemplos de los hombres que he propuesto por modelos. Además, se ven aquí acontecimientos extraordinarios, sin precedentes, ejecutados por voluntad divina: las aguas del mar se han separado, una nube os ha mostrado el camino, ha brotado agua de la piedra y ha llovido maná; todo concurre a vuestro engrandecimiento. A vos os toca lo demás. Dios no quiere hacerlo todo para no quitarnos al libre albedrío ni la parte de gloria que nos corresponde. No es asombroso que ninguno de los italianos a quien he citado haya podido hacer lo que es de esperar que haga vuestra ilustre casa, ni es extraño que después de tantas revoluciones y revueltas guerreras parezca extinguido el valor militar de nuestros compatriotas. Pero se debe a que la antigua organización militar no era buena y a que nadie ha sabido modificarla. Nada honra tanto a un hombre que se acaba de elevar al poder como las nuevas leyes y las nuevas instituciones ideadas por él, que si están bien cimentadas y llevan algo grande en sí mismas,, lo hacen digno de respeto y admiración. E Italia no carece de arcilla modelable. Que si falta valor en los jefes, sóbrales a los soldados. Fijaos en los duelos y en las riñas, y advertid cuán superiores son los italianos en fuerza, destreza y astucia. Pero en las batallas, y por culpa exclusive de la debilidad de los jefes, su papel no es nada brillante; porque los capaces no son obedecidos; y todos se creen capaces, pero hasta ahora no hubo nadie que supiese imponerse por su valor y su fortuna, y que hiciese ceder a les demás.

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A esto hay que atribuir el que, en tantas guerras habidas durante los últimos veinte años, los ejércitos italianos siempre hayan fracasado, como lo demuestran Taro, Alejandria, Capua, Génova, Vailá, Bolonia y Mestri. Si vuestra ilustre casa quiere emular a aquellos eminentes varones que libertaron a sus países, es preciso, ante todo, y como preparativo indispensable a toda empresa, que se rodee de armas propias; porque no puede haber soldados más fieles, sinceros y mejores que los de uno. Y si cada uno de ellos es bueno, todos juntos, cuando vean que quien los dirige, los honra y los trata paternalmente es un príncipe en persona, serán mejores. Es, pues, necesario organizar estas tropas para defenderse, con el valor italiano, de los extranjeros. Y aunque las infanterías suiza y española tienen fama de temibles, ambas adolecen de defectos, de manera que un tercer orden podría no sólo contenerlas, sino vencerlas. Porque los españoles no resisten a la caballería, y los suizos tienen miedo de la infantería que se muestra tan porfiada como ellos en la batalla. De aquí que se haya visto y volverá a verse que los españoles no pueden hacer frente a la caballería francesa, y que los suizos se desmoronan ante la infantería española. Y por más que de esto último no tengamos una prueba definitiva, podemos darnos una idea por lo sucedido en la batalla de Ravena, donde la infantería española dio la cara a los batallones alemanes, que siguen la misma táctica que los suizos; pues los españoles, ágiles de cuerpo, con la ayuda de sus broqueles habían penetrado por entre las picas de los alemanes y los acuchillaban sin riesgo y sin que éstos tuviesen defensa, y a no haber embestido la caballería, no hubiese quedado alemán con vida. Por lo tanto, conociendo los defectos de una y otra infantería, es posible crear una tercera que resista a la caballería y a la que no asusten los soldados de a pie, lo cual puede conseguirse con nuevas armas y nueva disposici6n de los combatientes. Y no ha de olvidarse que son estas cosas las que dan autoridad y gloria a un príncipe nuevo. No se debe, pues, dejar pasar esta ocasión para que Italia, después de tanto tiempo, vea por fin a su redentor. No puedo expresar con cuánto amor, con cuánta sed de venganza, con cuanta obstinada fe, con cuanta ternura, con cuántas lágrimas, sería recibido en todas las provincias que han sufrido el aluvión de los extranjeros. ¿Qué puertas se le cerrarían? ¿Qué pueblos negaríanle obediencia? ¿Qué envidias se le opondrían? ¿Qué italiano le rehusaría su homenaje? A todos repugna esta dominación de los bárbaros.

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NICOLÁS MAQUIAVELO

RETRATO, SANTI DI TITO

c. 1550

Abrace, pues, vuestra ilustre familia esta causa con el ardor y la esperanza con que se abrazan las causas justas, a, fin de que bajo su enseña la patria se ennoblezca y bajo sus auspicios se realice la aspiración de Petrarca:

Virtú contro a furorePrenderó 1'arme; e fia ‘l conbatter corto, Chè l’antico valoreNegl’itailici cuor non è ancor morto (*) (*) La virtud tomará las armas contra el atropello; el combate será breve, pues el antiguo valor en los corazones italianos aún no ha muerto.

Príncipe, de Nicolás Maquiavelo

FIN

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Referencias bibliográficas

EL PRÍNCIPE

MAQUIAVELO, Nicolás. El Príncipe. Madrid: Alianza, 2010. 176 pp. Trad.: Eli Leonetti

Redactado por Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en 1513, cuando se hallaba en el ostracismo a causa del triunfante retorno al poder de los Médici, El Príncipe ha pasado a la historia del pensamiento por constituir el arranque de la reflexión teórica sobre los orígenes del poder y la estructura del mismo. En medio de las exhortaciones moralizadoras, los encubrimientos retóricos y las justificaciones ideológicas, la contraposición entre la fortuna y la virtud , capital en la obra, es una de las articulaciones conceptuales mediante las que comienza la política a abrirse paso como saber científico y como práctica sometida a pautas de regularidad.

Maquiavelo lo redactó en el otoño negro de 1513; Los diálogos sobre el arte de la guerra quedaron terminados en 1516; Los discursos sobre la primera década de Tito Livio datan del año 1519; su exitosa comedia La mandrágora se sitúa en 1520 y ese mismo año inició Las historias florentinas por encargo de Julio de Médici, elegido pontífice de la Iglesia con el nombre de León X. Este libro marcó el acercamiento a quienes fueran antes sus mortales enemigos y, por única vez en su vida, Maquiavelo aplicó las teorías que desarrollara magistralmente en sus ensayos

© EDITORIAL ALIANZA

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Material específico sobre Historia del Arte Moderno

DON CRAVENS / TIME LIFE PICTURES

ARTE Y PODER EN LA EDAD MODERNA

REFERENCIAS ELECTRÓNICAS: INTERNET

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Referencias electrónicas

http://cesareocalzadaarguello.files.wordpress.com/2013/05/maquiavelo.jpghttp://elpais.com/elpais/2013/05/21/opinion/1369148964_042657.htmlhttp://blogs.ua.es/niccolomachiavelli/imagenes/http://blogs.ua.es/niccolomachiavelli/files/2010/05/portada-goooo.jpghttp://bimg2.mlstatic.com/maquiavelo-el-principe_MLA-F-2564168802_042012.jpghttp://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/maquiavelo/maquiavelo_elprincipe.htm#Bioghttp://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/maquiavelo/maquiavelo_elprincipe.htmhttp://2.bp.blogspot.com/-g2Bsfz4BjH4/T4b06m_LVBI/AAAAAAAAAE4/WWobh19d7GU/s1600/el+principe+maquiavelo.jpg

Imágenes & Información

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GGRAD

GRADO ENGRADO EN GEO

GRADO EN GEOGRAFGRADO EN GEOGRAFÍA E

GRADO EN GEOGRAFÍA E HISTGRADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA

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