215
Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo" www.flacsoandes.edu.ec

repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

  • Upload
    lamdieu

  • View
    224

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

www.flacsoandes.edu.ec

Page 2: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

liTERATURAS DEL EX!UO

Este número está dedicado a la memoria de Ednmndo notable eso'itm~ y ex presidente de la C.C.E.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 3: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

11.'/!/tl

l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA

l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4 11' ,\í 1,\~III•H 1<) Y ll'l'liRATURA

¡\Jor~l~ ·.Jjj l'oltn· 1\J[aldonado

11,S< :JU I'OIU<:S DEL EXILIO

Rocío Durán Barba 34

Dossier

DE DÍAS YAciOS Y NAUFRAGIOS

Antología de cuento y poesía

ecuatoriana sobre el exilio

Ernc.~to Proaño Vimle7.::t

EL EXILIO

Mario Montcfone Toledo

POESÍA Y F.XJLIO

Pedro Lastra 4 9 CINE Y EXIL!OS

Christian Kupchik 60

CREACIÓN

CARTA AL )OAQUÍN

(sobre un guión cinematográfico)

Juan Martin Cueva

Nos VISITARON

70

LA OTRA COWMBIA: LITERATUM Y VIDA 82 GONZALO MARQ1JEZ CRISTO 84

ANTONIO CoRREA LosADA 90

CoLABORADORES llO

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 4: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Letras del Ecuador fundada por

Benjamín Carrión en 194 S

Casa de b Cultura Ecuatoriana

Benjamín Cai'I'ÍÓn Número 186 marzo 2004

Raúl Pérez Torres Presidente CCE

Dirección Francisco Pmaño Ar:1ndi

Abdón Ubidia

Editor Antonio Correa Losada

Con!\Cjo Editorial

Cecilia Ansaldo

Eliéu:r Cárdenas

Fernando Cazón Vera

Manuel Corrales Pascual

Marco Antonio Rodrigucz

l Jumbcrto Vinuc:r.a

( :onscjo de Redacción

PL1hcisco Pm,tiio Ar.twJi Raúl Pércz Torres

Raúl Vallejo Antonio Correa Losada

1ván Égiicz Abdón Ubidia

Este nluaero ha sido ilustrado por el pintor Antonio Arias

Corrección de textos Ramiro T-Iuanca Soto

Diseño y dbgramación FmP~Io Pm;1íío

f ;¡~ l''>!.llllj)j]l;¡•; d1J r/o>~Íl'l" ]¡,111 ,•,ido UC,Hb•,

c.~¡wcialmente p:1ra este mímcro.

Fotomontajc e impresión Editorial Pedro Jorge Vera

Casa de la Cultura Ecuatoriana Ave. 6 de Diciembre

NIG-224 y !\ve. Patria PO. llu" 67

Quito, Ecuador Tclefax:

(593-2) nn .'191 1 Z565 uog extensión 203 1 213

Correo electrónico:

letrasdelecuador(fllhotmail.com

cct. Lt:n j amiucarri 011 i?'and i n an e r. n et

Desde mediados del siglo XX, un hecho de impresionantes repercu­

siones ha marcado a la sociedad ecuatoriana: el fenómeno de las

migraciones. Hombres y mujeres salen de pueblos y ciudades, en

búsqueda desesperada de nn mejor porvenir. Este hecho, de profun­

das implicaciones humanas, con su carga de exclusión y desarraigo,

está determinando un nuevo comportamiento social, especialmen­

te, en los países perifcricos. Ante esta situación, la revista Letras del

Ecuador ha preparado el presente número monográfico con el títu­

lo general de Literaturas del Exilio. No se ha buscado la precisión

sociológica del fenómeno, ni la.1 definiciones taxativas ni la separa­

ción canónica y scmiológica entre exilio e inmigración, aunque

conlleven implicaciones diferentes. Se pretende mostrar desde la li­

teratura, <<el significado de la ausencia y el extrafiamiento» en la vi­

sión de escritores del Ecuador y de América Latina.

Desde el ensayo, Francisco Proafio nos habla ele los Grandes

emigrados de la literatura ecuatoriana; Modesto Ponce hace un bre­

ve recuento sobre autores que en los últimos afios han incluido es­

ta temática en sus libros; Roció Durán nos testimonia por medio

ele la lectura, la experiencia de quien vive fuera del pais.

Asimismo, el lector va a encontrar un esttipendo dmsio:· De días vados y naufi-agios, antología de cuento y poesia ecuatoriana sobre el exilio, recopilada por Ernesto Proafio.

Como homenaje a ese gran transterrado que fue Mario Monteforte

Toledo, se incluye su ensayo El exilio, publicado meses antes de morir

en Guatemala. El poeta chileno Pedro Lastra, rastrea los orígenes del

exilio y la poesia. Christian Kupchik, escritor y cineasta argentino, en

un claro y elocuente articulo, hace un recuento de las principales pelí­

culas que nos han conmovido desde «esa tierra ele nadie que habita.cn

todos, esa permanente y acechante sensación de extranjeridad que toca

de cerca con sus polvos cuanto nos rodea». El documentalista Juan

Martín Cueva, nos cuenta el proceso que dio origen a su guión Carta

al joaquhz, premiado rccicntcn.;cntc en Francia y Argentina.

Se registra la visita que hicieron los poetas colombianos, William

Ospina, Gonzalo Márquez y Antonio Correa, dentro de las Jorna­

das Ctilturales programadas por el Municipio de Quito y la Casa

de la Cultura Ecuatoriana.

El pintor Antonio Arias con el sugerente dibujo de la portada y

un sutil manejo de la plumilla en el interior, nos deja el rastro de

gentes y de cosas.

Este el acercamiento sobre un tema que nos atafíe a todos.í!jj

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 5: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

GRANDES EMIGRADOS DE LA liTERATURA ECUATORIANA

«He elegido el exilio para poder decir la

verdad», decía Nietzsche. Voluntario o no,

el exilio, la emigración, ha sido muchas ve­

ces el m<uco para la <lparición de obras ca­

pitales en casi todas las literaturas. Parecie­

ra que el alejamiento de la patria posibilita­

ra entender su realidad con objetividad, sin

los espejismos a que puede inducirnos la

demasiada cercanía de aquello que preten­

demos interpretar o describir. A la veL,

quien sufi·e el exilio puede est<tr en posi­

ción de decir la verdad sin ninguna traba,

como si el dolor, la ausencia y el desasosie­

go propios del exiliado incitaran a reinter­

pretar las cosas y la misma existencia en

una perspectiva más profunda, purificada

por todo aquello que vuelve trágica la con­

dición del emigrado.

Grandes exiliados y a la ¡nr exponentes

cruciales de la literatura universal han sido

Dante, Ovidio, Nietzsche, Séneca, c;orki,

Joyce, Beckctt, Henry Miller, Rilke, Tho­

mas Mann, Stefan Zweig, Vintila Horia,

Tonesco, Virgil Gheorghiu, Witold Grom­

bowicz, Tván Bunin, Garcilaso de la Vega,

I ,uis Vives, Ruhén Darío, C:ésar Vallejo,

entre otros. Algunos murieron cuando ini­

ciaban el doloroso camino de la emigra-

ción: el caso de Waltcr Benjamín resulta

paradigmático en este sentido. La cierta

amenaza de la policía franquista de entre­

garle a sus perseguidores nazis, obligada a

este gran crítico y filósofo alemán de la Es­

cuela de Frankfurt a suicidarse, cuando ya

había logrado entrar en España a tr<wés de

la fi·omem francesa. Ello ocurría en sep­

tiembre de 1940, en la localidad española

de Pon Bou. En alguno de sus notables es­

critos hahfa consignado lo siguiente: «Sólo

sobre un muerto no tiene potestad nadie,>:

consecuente con esa terrible frase, se nega­

ha de ese modo a seguir siendo un perse­

guido. ¿No está esa voluntad de ser libre en

la rafz de algunos casos de exilio? ¿No está

allí, implfcita, toda una disquisición sobre

el mal y el poder, administradores impalpa­

bles de todos los exilios, de todas las caren­

cias? Poco antes de la muerte de Benjamín,

la derrota de la República Española había

obligado a abandonar España a lo más im­

portante de su intelectualidad. 'lres déca­

das nós tarde, sucedería lo mismo bajo la represión desatada por las dictaduras fascis­

tas del cono sur latinoamericano. Al ini­

ciarse el siglo XXI, una de las principales

contradiccibncs entre el Norte y el Sur

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 6: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

viene constimida por los masivos flujos cuando el poder prevaleciente ~-~(~

de migrantes que parten en busca de una

transformación de sus existencias paupe­

rizadas por el subdesarrollo y la desespe­

ranza, hacia las llamadas sociedades del

bienestar en los países industrializados.

Habría que distinguir entre emigra­

ción y exilio:

5 Letras del Ecuador

La primera se produce más bien en el marco de los desequilibrios económicos

cíclicos que experimentan entre si las di­

versas sociedades. Así, las condiciones de

pobreza de una determinada wciedad o

región obligan a muchos de sus integran­

tes o hahitantes a buscar mejores condi­

ciones de vida en otra parte, allí donde

exista un polo de desarrollo que pueda

absorber a dichos emigrantes. Uno de los

primeros casos conocidos es el descrito en

el Génesis, cuando los hijos de Jacob y és­

te mismo dehen desplazarse a Egipto, lla­

mados por el hermano menor, José,

quien ha devenido en un emigrante de

éxito. L<t emigración tiende a ser perma­

nente, aunque el migrante tenga la espe­

ranza de volver a la patria, lo que no

expulsa hacia otro lado a quie­

nes considera un peligro o un

c.1torho. Un caso tfpico fue la

expulsión de los jesuitas de to­

do el imperio español decreta­

da en 1767 por Carlos III. El

exilio se produce contra lavo­

luntad del expulsado y dura lo

que el poder expulsor dispon­

ga, lo que, asimismo, puede

Nietzsche

dilatarse hasta la muerte de

aquel.

Tanto la migración, cuan­

to el exilio, son análogos: en

lo esencial implican la ausen­

cia del lugar natal, de la que­

rencia, y ello genera parecidos

efectos en la psiquis humana.

La literatura ecuatoriana

ha conocido también el exilio

o el autoexilio. Baste recordar

nombres como los de Juan de

Vclasco, Juan Bautista Agui­

rre, Federico Proañ¿, Juan

Montalvo, Honorato Vázquez, Jorge Ca-

siempre consigue. Y es voluntaria, al me- rrera Andrade, Alfredo Gangotena, César

nos desde un punto de vista legal, pues · Dávila Andrade, Miguel Donoso Pareja,

casi siempre deviene como una secuela de

las circunstancias.

El exilio, en cambio, tiene generalmen­

te una connotación de carácter político,

Jorge Enrique Adoum. Casi todos ellos

escribieron muchas de sus páginas más

memorables lejos de la patria, excepto

uno: Juan Bautista Aguirre, a quien el

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 7: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

~~ Literatura y exilio

exilio, parece, acalló su voz

lírica, la más importante de

la escuela barroca en la Amé­

rica Hispana del siglo XV UI.

Cuando comienza el siglo

XXI el Ecuador empieza a

conocer, igual que otras so­

ciechdes, una literatura de la

migración.

SENTIDOS DFr ¡,XlLIO

Hay un exilio interior, perci­

bible sobre todo en la filosotla

y en la literatura contemporá­

neas, cuando el ser humano

se siente ajeno a la sociedad

en que vive, porque ésta no se

corresponde con sus aspira­

ciones existenciales, con su

s¡ proyecto en cuanto ser o por­

que roda ella y el poder preva­

leciente lo han despojado ele

lo que es o debe ser, en esencia.

Ya en el siglo XIX, Kierke­

gaard había señ<Jado la inau­

tenticidad del hombre con-

temporáneo, su pérdida en el «sen> anónimo

y no propiamente suyo y la posibilidad de re­

en perarse a sí mismo a través del concepto de

la «angustia», que equiv,Jdría a un profundo

proceso de comprensión de su razón de ser

en el mundo. En el siglo XX, filósofos como

Heidegger y Sartre buscarían una salida a di­

cha crisis, ahondada por la verificación de las

dos grandes guerras mundiales, el holocaus­

to y los campos de concentración y, luego,

por el equilibrio del terror nuclear que ame­

nazaba la vida misma del hombre y la Tierra.

El primero, plantearía como esencial cm­

prender una búsqueda de la autenticidad y,

el segundo, la experiencia de la libertad co­

mo categoría a ser asumida a fin de encon­

trar un sentido <tla existencia y comprender­

la. En todo caso, este nivel de extrañamiento

del hombre sería enfocado magistralmente

en obras maestras de la literatura, como las

de Kafka (El proceso, ra metrtrnorfosis, El Ctl.f­

tillo, Lrt colonirt penitenciarirt, etc.), en Ca­

mus (h'l extranjero, La peste), Beckett (Espe­

rando r1 Godot, Fl innombrrtble, etc.), Ionesco

(La cantante crtlva, Los rinoceronte;; etc.) y en

el propio Sartre (Ltl ndusea), entre otros

ejemplos.

La experiencia del extrañamicnro, de la

ajcnidad, se complcjiza en situaciones de

exilio, de migración. De allí que, casi siem­

pre, la respuesta del exiliado ha sido de una

profunda disconformidad con su condi­

ción, que se expresa ya en evocaciones sen­

tidas y nostálgicas de la patria añorada y

temporal o definitivamente perdida, ya en

una reflexión que le lleva, en muchos casos,

a una intelección más objetiva y universal

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 8: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

sobre una multiplicidad de temas: la pa­

tria, el hombre, la existencia.

Una de las respuestas más interesantes

que registra la historia de la literatura es la

del filósofo latino-español Lucio Anneo

Séneca, el )oven. Desterrado en el año 41 d. de C., a un exilio que duró ocho años,

en la entonces salvaje isla de Có1·cega, este

hombre que había escalado en Roma los

más altos niveles de influencia y considera­

ción ciudadana, lejos de la capital imperial

y de su patria española, no pudo sino excla­

mar, sentidamente: Carere patria intolerabi­

ie est! (¡Qué sufrimiento intolerable es el

vivir fuera de la patria!). Sin embargo, de la

experiencia del exilio, de aquella angustia

del destierro, el filósofo pudo transitar ha-

vernácula, si toda la tierra es

patria para el varón digno

de este nombre?». Al mismo

tiempo, Séneca parece pre­

sentir el advenimiento de

una nueva filosofía, la que

sobrevendrfa con el cristia­

nismo. Si el fin del hombre,

afirma, está más allá de su

existencia terrenal, «los que

nos arrojan de la patria,

¿son menos desterrados que

nosotros'». Tiene mucho

interés esta trasposición de

la tragedia individual del

exiliado a una constatación

filosófica esperanzadora y

Letras del Ecuador

cia otra experiencia que, según nos cuenta: trascendente de carácter

Grego1·io Marañón, no sólo sirvió de con- universal.

suelo a Evia, su madre, puesto que en una

epístola a ésta consignó sus reflexiones, si­

no a otros que a través de los tiempos han

"Jirido la lejanía de la patria. En dicha car-

1 a, Séneca se aproxima a las grandes pre­

guntas del existencialismo siglovcntino. En

la interpretación de Marañón, para Séneca

Otro caso memorable,

también peneneciente a la

antigüedad latina, es el ele!

poera Ovidio, desterrado

de por vida por el empera­

dor Augusto a la lej~na To-

mis, a orillas del mar Negro, en la mocler-

"la vida es un destierro universal». Enton- na Rumania. Como Séneca, Ovidio goza­

ces, si "el exiliado sufre pensando en los · ba de las delicias y placeres propios de la

que se quedaron y en los que ya volvieron,

¿cómo sabe si éstos están seguros de no es­

lar, más que él mismo, exiliados?». "iA qué

atormentarnos por la ausencia ele la tierra

alta sociedad romana. El destierro debió

significar para él un profundo sufrimiento,

que expresa en obras como las Tristes o las

Pónticas. En la primera, junto a reflejar

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 9: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

3 Literatura y exilio

poéticamente su nostalgia, trata de lograr

que se le destine a un lugar más benigno y

menos lejano. En la segunda -conjunto

de cartas a amigos suyos en Roma-, el

poeta no se resigna a su condición de exi­

liado y clama porque se revierta la orden ele

destierro, que no llegará nunca. Como Sé­

neca, Ovidio habría también presentido en

aquellas lejanas tierras, el advenimiento ele

una nueva filosoHa, la cristiana. Ello ha da­

do lugar a una obra sin dud,l trascendente

en b literatura del siglo XX: Dios ha nací­

do en el exilio, de Vintila Horia, escritor ru­

mano y exiliado como Ovidio, personaje

de su novela.

Vintila Horia, fugitivo del fascismo

instaurado en Rumania durante la II Gue­

rra Mundial y disidente, luego, del régi­

men socialista, viviría largos años de exilio

en Argentina y España. En las obras del

antiguo poeta desterrado precisamente en

Rumania, encontrada un trasunto de su

propia experiencia, circunstancia de la

cual nacería una novela escrita a manera

de un diario. 1\lli, d escritor contemporá­

neo interpreta la intimidad de Ovidio, a

la luz de sus poemas y cartas, ,J tiempo

que expresa su propias vivencias. En for­

ma parecida a Séneca, también Ovidio

descubrirá una aspiración y un alivio uni­

versales: la posibilidad de una redención y

de una liberación.

GRANDES EXILIADOS

DE LA UTERATURA ECUATORIANA

En el marco ele estas brevísimas reflexiones

pudiéramos quizás acercarnos con mayor

certidumbre a h verdad subyacente en la

experiencia ele algunos de nuestros grandes

escritores que, ignal que lo sucedido en

otras latitudes históricas y geográficas, han

sufrido h experiencia, tanto del exilio o la

emigración, cnanto la del autoexilio que,

analógamcnte, responde a parecidas causas

y genera similares efectos.

Uno de los casos más dramáticos es, sin

duda, el de la expulsión de Jos jesuitas en

1767, que obligó a expatriarse a algunos de

los más importantes exponentes de la cul­

tura quiteña del siglo X:Vlll, entre ellos,

Juan ele Velasco, Juan Bautista Aguirrc, Jo­

sé Orozco y Joaquín Ayllón, miembros ele

esa comunidad religiosa. La orden fue da­

da por Carlos Ill, mediante su famosa

«Pragmática» del 2 de abril de 1767, Y

cumplida en agosto del mismo año en las

colonias americanas. Fue una perfecta ope­

ración de inteligencia, dice el historiador

Jorge N úñez, y sus efectos fueron, entre

otros, la incautación de las múltiples pro­

piedades de las comunidades expulsadas y

su posterior privatización, a la luz de las

ideas del «despotismo ilustrado» de los mo­

narcas b~rbónicos de fines del XVIII, para

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 10: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

quienes los jesuitas, a más de su enorme

poder politico y económico reflejaban otro

momento histórico que debía superarse: la

España de la Contrarreforma y del Conci­

lio de Trento.

JUAN DE VELASCO. La orden del Rey

prohibía a los jesuitas viajar con sus libros

y documentos. Juan de Velasco, quien p<tra

entonces se encontraba destinado en Popa­

yán, al parecer tenía la misión dada por la

propia Corona, de escribir una Historia de

(2uito. E'ta misión, presuntamente tam­

bién, le habría posibilitado el llevarse al

exilio muchos de los papeles que luego, en

su destierro de faenza, le servirían para es­

cribir su obra. Hernán Rodríguez Castelo

cspeculá sobre la posibilidad de que, cono­

ciéndose el proyecto insigne de Juan de Ve­

lasco, sus compañeros de destierro le hu­

biesen ayudado a esconder y llevar a Euro­

pa el acervo documental que había reuni­

do. b:n la relación de libros y documentos

incautados a los jesuitas de Popayán, no

consta el nombre de Juan de Vclasco, lo

que implicaría que sí pudo sacar, cualquie­

ra sea el caso, los suyos.

Durante los veinte años previos, el'

acucioso jesuita había recolectado nume­

msos testimonios, escritos y orales, sobre

la historia prehispánica de lo que deno­

minaría Reino de Quito, viajando por

9 Letras del Ecuador

diversas comarcas y con­

sultando en las bibliotecas

y archivos existentes. La

idea central de su Historia,

la existencia de un Reino,

es decir, de una entidad

polítie<t organizada ante­

rior a la conquista inca y

sustentada en una dinastía

real, cual fue la de los Shy-

ris-Caras, ha sido virulen-

tamente discutida por his-

toriadores posteriores, al-

gunos de los cuales llega-

ron a negar a Velasco cre-

dibilidad científica.

Entre los argumentos es­

grimidos contra Juan de Ve­

lasco consta principalmente

la idea de que éste no contó

en su destierro con el bagaje

documental necesario, habi­

da cuenta de la prohibición

antedicha de Carlos lii, lo

que obligarfa al jcsúita a es-

La idea cenb·ai de SI!Jl

~Usb)B·ia~

la existe m: la

I!Jll1

cribir de memoria su historia, con los errores

e invenciones col-c,ecuentes. Se argumenta

tmnbién que algunos de los documentos que

Vclasco señala haber consultado, como las

crónicas de fray Marcos de Niza -Con­

quista de la Provincia de Quito; Ritos y cere­

monias de los indios; Las líneas de los Incas y

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 11: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

los Shyris, seña res del Cuzco y de Quito; etc.- y de Jacinto

Collahuazo -Guerras civiles

de Atahualpa y Hudscar In­

cas- no han sido conocidas

por nadie más que por el

historiador riobambeño. Se

aduce, además, que no han

podido encontrarse vestigios

arquitectónicos y de otra ín­

dole que ate.~tigüen de ma­

nera suficiente la existencia

de un Reino tan importante

como el que señala Velasco

en su historia.

Fueron detractores de

Velasco, en lo que atañe a

su credibilidad científica,

investigadores de la talla de

Federico Gonzále~ Suárez,

Marcos Jiménez de la Espa­

da, Jacinto Jijón y Caama­

ño, Gonzalo Zaldnmbide,

Max Uhle y últimamente

Ernesto Salmear. Entre sus

defensores constan Pío Ja­

ramillo Alvarado, Benja-

mín Carrión. Jorge Salvador Lara, Piedad

y Alfredo Costales, Juan Félix Proaño,

Isaac J. Barrera, Celín Astudillo Espino­

sa, Luciano Andrade Marfn, Leonidas

Batallas. Cabe señalar que algunos de los

primeros nombrados, como detractores,

rectificaron en algunos puntos sus afir­

maciones: González Suárez admitiría que

hubo en Quito una dinastia pre-inca que

aglutinó, en su momento, la resistencia

contra los invasores. También Jijón y

Caamaño y Max Uhlc admitirían 111<ÍS

tarde la existencia preincásica de un nú~

deo de unificación política, como lo de­

nomina Salvador Lara.

Es importante destacar la significación

que tiene la idea de la existencia del Reino

de Quito. Aparte de que menciones sobre

su existencia ya aparecen en algunas de las

primeras crónicas de la conquista, es indu- ·

dable su trascendencia como idea matriz y

sustentadora de una nacionalidad. Se ha di­

cho que la nostalgia de la patria perdida fue

una de las cactsas para que Juan de Vclasco

imaginara la existencia de una entidad tal.

Sin dejar de subrayar la enorme nostalgia

que debió sentir el gran emigrado, cabe in­

dicar que Velasen escribía en un momento

especialmente entcial: Quito, y en particu­

lar los criollos y mestizos con poder econó­

mico, empezaban a sentir la necesidad im­

periosa de autogobernarse. La grave situa­

ción económica de la Audiencia y las ideas

de la Ilustración abonaban decididamente a

ese afán. Por otra parte, en Europa, gravita­

ban las ideas que luego cuajarían en la tesis

hegeliatia del Estado-nación, ideas que no

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 12: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

·>nían desconocidas para Juan de Velasco.

1·:1 conocimiento de que en el pasado pre­

llispúnico y preinca de su patria quiteña hu­

ho una entidad política integradora d,e una

posible nacionalidad, se correspondía per­

l(·cLamente c.on las ideas en boga y con las

apetencias autonomistas y reformadoras de

los secLOres ilustrados de Quito. No hacía

r:dt·a para ello ninguna superchería literaria

como lo insinuó en su momento Gonzalo

/.aldumbide. Por lo demás, al escribir su

1nagna obra, Velasco se consolidaba como

el gran escritor que fue, vívido narrador de

los hechos que relataba.

En un marco mayor, aquellos jesuitas

expulsados de las colonias americanas, pu­

d icron sentir, en su confrontación con Eu­

ropa, que más que españoles eran america­

llos y, como tales, contribuyeron de distin­

tas maneras a vertebrar las ideas de autono­

mía y de propia identidad para sus respec-

1 ivas patrias.

Dijimos m<\s arriba que d caso de Juan

de Velasco fue especialmente dramático.

No logró que su obra magna, la Historia

del Reyno de Quito, fuera publicada mien-

Letras del Ecuador

escribirla, cuando era presa de diversas en­

fermedades, incluida la sordera, que lo lle­

varían a la muerte en 1791. La correspon­

dencia con Luis de Gueco, Comisario Real

en Bolonia, primero, y luego, con el mi­

nistro Porlicr, da cuenta de la tragedia vi­

vida por Juan de Vclasco en sus últimos

años, mientras escribía su monumental

obra, bajo las exigencias de terminarla pro­

venientes de España y la promesa de una

ayuda monetaria que nunca llegó. Prueba

de ello es lo que escribe a Gueco en marzo

de 1789, cuando había terminado y envia­

do el segundo romo de su obra:

El haberme atarer1do por concluir la

segunda parte, me ha costado el quedar

inhdh il de los ojos, por una pertinaz flu­

xirJn, que no ha querido ceder por mds

que han hecho los médicos, quienes me

han prohibido leer, esaihir, y aun rezar el

oficio divino.

No obstante ello, el escritor logra sobre­

ponerse <t sus males y escribe la tercera parte

que envía a Porlier el29 de julio de. ese mis-

1 ras vivía, pese a las promesas formuladas mo año . .El15 de septiembre Porlier le escri­

por el ministro de la Corte de Carlos IV,· be ratificando la aprobación de la obra, que

Conde de Porlier; pero una vez publicada, debía implicar su publicación inmediata, y

tlécadas después de su muerte, fue injusta- le anuncia el envío de da debida compensa­

mente vilipendiada. Son dramáticas tam- ción que le acredite la Real gratitud». Ni una

bién las condiciones en que terminó de ni otra promesas se cumplieron. Cabe

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 13: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

12 Literatura y exilio

entonces imaginar a Velasco, quien habría

perdido ya mucho antes la esperanza de re­

gresar a su tierra natal, recordán-dola en sus

últimos trágicos dias, luego de haber escrito

sobre ella y consolidado el mito fundador de

su identidad histórica. Habría recordado

también, seguramente, las terribles circuns­

tancias del viaje iniciado en Popayán: las pe­

ripecias del largo trayecto hacia Cartagena

de Indias -desde el 17 de agosto al 30 de

octubre de 1767-, la penosa navegación a

la isla de Cuba en el bergantín <<Juan Ncpo­

muceno" -del 9 al 28 de noviembre-, las

difíciles circunstancias de su permanencia

en La Habana en la prisión llamada eufe­

místicamente Palacio de Oquendo -del 3

al24 de diciembr<O----, el peligroso y también

tedioso viaje a través del Atlántico que dura­

ría 97 días, las distintas incidencias y com­

plie<tciones previas a su llegada final a Faen­

za el24 de ocmhre de 1768. Es muy posible

entonces que en sus últimos días haya parti­

cipado del mismo estado de ánimo que otro

de sus colegas de destierro, d jcsuim Joaquín

Ayllón, literato y lllósofo, (]llc fJ:li,ia cxprc

sado en carta enviada en 1782:

... negra tristez,:t y melancolía, en que

tan desterrada se ha sentido mi alma ya

son dieciséis años de z;ivir distante, un

mundo por medio, de mi patria y arran­

cado de los míos, que siempre están atra-

yendo hacia ellos mi cor,lzón, con la mti

amorosa violencia. Si hubiese podido, s

ahora pudiese huir de Roma ct Quito, nc

me detendría un momento ...

Ayllón reflejaba en su carta los sentimien­

tos de sus compañeros de exilio, incluido Ve­

lasco, sólo que éste lograba en su Historia

transfigurar aquellos en algo eminentemente

superior; la concepción de una patria llama­

da a dirigir sus propios destinos, sustentán­

dose en un miro fundador y en una historia

que legitimaban el af:ln, entonces en marcha,

por la autonomía, la independencia y su in­

greso en la modernidad.

}UAN BAUTISTA AGUIHRE. Nacido en

Daule en 1725, había alcanzado en Quito

justa fama como catedrático de filosoHa y

física y como orador sagrado. Paralelamen­

te, aunque desconocida en gran parte por

sus contemporáneos e incluso por la crítica

literaria del siglo XlX, ,,u obra poética pue­

de ser considerada, a dos siglos y medio de

distancia, entre lo mejor que produjo el movimiento barroco hispanoamericano de

la época coloniaL

Para Efraín Jara Idrovo, se trata del más

importante poeta de nuestra etapa colo­

nial. <<Aguirre -dice- sacó a la poesía

quiteña de su indigencia deprimente y la

proyectó m<Ís allá de las fronteras de la Au-

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 14: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

di,·ncia, haciéndola codearse y con ventaja,

< <>11 la de los otros poetas representativos

<i<'l prosaico siglo XVIII hispanoamerica-

11<',., Si exceptuamos al jesuita guatemalte­

' o !Za{·ael Landívar, autor del extenso poe-

111:1 en latín Rusticatio Mexicana, no hay lí-

1 k o h ispanoamcricano que sobrepase en el

•.i¡•,lo XVIII al jesuita quiteño en relieve y

•,i¡•,nilicación». Cabe subrayar, sin embargo,

, ¡il<' es m apreciación es formulada en pers-

1"'' 1 iva histórica, a la luz de lo que ahora co­

ll<l!'l'IHOS sobre la obra poética de Aguirre.

1 .a orden del destierro lo sorprendió en

l.1 l'apital de la Audiencia y junto con otros

11 jesuitas se embarcó en Guayaquil, rum­

lto a Panamá, el 3 de octubre de 1767. Las

, in:111Jstancias de su viaje a Europa son si­

l~<ilarcs a las de Juan de Velasen y de todos

lns l'Xpulsados, es decir, extremadamente

¡><'llosas, habida cuenta del rigor de la or­

d<'ll de Carlos III, cumplida con especial

, ,.¡" por las autoridades coloniales, y de las

, i i ¡¡, < d 1 ades propias de la época.

i'arcciera que el exilio de Juan Bautista

¡\gllinc hubiese sido menos penoso que el

;!,·Juan de Velasco y otro~ emigrados. Su

.rudición y su don de gentes le harían ob­

J<'IO de gran consideración por parte de sus

'< ,[,·¡•,as y de las autoridades eclesiásticas

11:dia11as de las ciudades donde le tocó re­

·.idil' en distintas etapas: Rávena, !:'errara,

l'lvoli, Roma. En Rávena fue superior del

113 Letras del Ecuador

convento jesuita de dicha ciudad, antes de

que el Papa Clemente XIV ordenara la di­

solución de la orden. En !:'errara ejerció las

funciones: de rector del colegio y de exami­

nador sinodal. En Roma, donde vivió por

cinco afios, fue muy apreciado por mu­

chos de los propios cardenales por sus co­

nocimien ros teológicos y filosóficos. Debi­

do a problemas de salud pasó a residir en

Tívoli y allí, entre otros amigos, lo fue del

cardenal Gregario Barnaba Chiaramonti,

futuro papa Pío VII.

En esta ciudad escribió un Tratado Po­

lémico Dogmático, que debe reposar en al­

gún archivo italiano. Posteriormente, en­

fermo y de todas maneras con escasos re­

cursos, murió en Tlvoli el 15 de julio de

1786, a los 61 años de edad.

El exilio tuvo dos efectos importantes en

su obra. l'or un lado, el desconocimiento

en torno a la verdadera significación de su

poesía, circunstancia que habría de persistir

por algo rnás de un siglo. Críticos como Es­

pejo y Juan León Mera, que no conocerían

sino fi-agrnentos aishdos de la misma, insis­

tirían en que Aguirre no había hecho más

que reiterar la retórica culterana propia del

barroco. Lo ubicarían además como un

poeta simplemente <<jocoso», en virtud de

las décimas irónicas compuestas para satiri­

zar a los quitefios. Detrás de sus juicios es­

taba, indudablemente, la aspiración a una

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 15: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

renovación neoclásica, que

Espejo propugnaba y que

Mera, decenios · más tarde,

señala como deseable para el

desarrollo de la literatura

ecuatoriana:

... no quiso (A¡;uirre) aban­

donar las doctrinas de la vaci­

lante escuela (el gongorismo),

sino mds bien sostenerlas con

el ~jemplo. ¡Mal pecado que

no acertamos ti perdonar! ....

¡Oh que bello habría sido 11er

precedida la mdgnífica figura del cantor de Bolívar por la

hermosa y wnemnda del res­

taurador de nuestras letms!

Aguirre hubiere! brillado co­

mo un lucero luminoso en la

noche de la colonia, de la ma­

nera como Olmedo brilla co­

mo el sol en la mañana de la

libertad.

No podfan dejar de reco­

nocer sus potencialidades

artlsticas, pero tampoco les

era posible conocer más de la obra del

poeta, puesto que ésta habla quedado

oculta al partir Aguirre al exilio. Se habría

necesitado que el crítico argentino Juan

María Gutiérrez rescatara una buena parte

de aquélla, qne Gonzalo Zaldumbidc la

difundiera en el Ecuador y en América ya

bien avanzado el siglo XX y que Julián S.

Bravo descubriera otros manuscritos, casi

ya por 1960, para que el lector moderno

conociera la trascendencia de esrc gran

poeta que hiciera florecer, aún en clave ba­

rroca, una obra considerada hoy entre lo

más importante de la literatura hispana

colonial.

Por otro lado, la poesía de Aguirre quedó

circunscrita a su etapa quiteña, es decir, has­

ta 1767, fecha de su partida obligada a Euro­

pa. Todo indica que en el destierro no .volvió

a escribir poesía, pese a que Zaldumhide, tan­

to como Efraín Jara Idrovo, sugieren la posi­

bilid;ld de que Aguirrc pudo seguir haciéndo­

la. No existen, sin embargo, testimonios de

que así sucediera y no consta ningún poema

suyo en la recopilación hecha por Juan de Ve­

lasco conocida como el Ocioso de Faenza, co­

lección que precisamente recoge, entre otras,

las piezas poéticas escritas por algunos de sus

compaiícro.s de destierro. Es como si d exi­

lio hubiera cercenado su vena lírica y dejado

sobrevivir solamente al teólogo y al filósofo,

lo que consriwyc un verdadero enigma para

nuestra lircratma.

Rodrígue7. Castelo, en su monumental Li­

teratura en la Audiencia de Quito Siglo XVIII

formula .una hipótesis fascinante y bastante

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 16: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

l'lausible. Luego de trazar un paralelo entre la

elaboración de la poesía de Aguirre, culmina­

ción de la lírica del período barroco quiteño,

y la coetánea construcción de la iglesia de la

( :ompañía, cumbre de la arquitectura colo­

llial hispanoamericana, se refiere a lo que ha­

hda significado el violento traspaso del poeta

a tan lejanas y extraiías tierras:

En él culmina -dice- uno como na­

tural y vivo movimiento del periodo jesui­

tico hacia lo barroco. Con un atraso de

casi un siglo -cosa que lo torna aun mds

perturbador y _fascinante- florece en

Quito un barroco libre, fresco, sutil enca­

prichado en su l!oluptuosidad formal. Y,

al mismo tiempo que se remataba el la­

brado de ltt fitchada de la iglesia de la

Compañia, el padre Aguirre labraba sus

versos. Violentamente tronchado ese desa­

rrollo natural los de Loyola se verirm

arrojados a una ltalia neocldsica. A su

destierro de la tierra patria, de !a vida re­

ligiosa -cuando la Orden fue extingui­

da- y de la lengua, ht1 de ctfíadirsc el de

la estética. Tan brutales rompimientos de

la continuidad vital y cultural foeron sin

duda causas de que lr1 voz lírica de Agui- ·

rre se silenciase. Su obra quedó quiteña y

como un monumento -el último- al

barroco quiteño.

Letras del Ecuador

Si patética fue la frustración de Juan de

Velasco que no pudo ver publicada su obra

capital cuando aún vivía, no menos debió

ser el desarraigo experimentado por Agui­

rrc, sin patria poética donde ejercer su in­

dudable talento lfrico.

Las convulsas vicisitudes políticas del pe­

riodo republicano, a partir de 1830, fueron

causa de distintos exilios, algunos de ellos

definitivos.

JUAN MüN'l'ALVO. Implacable censor

de las dictaduras de Garda Moreno y

de Ignacio de Veintimilla, hubo de vivir

varias veces lejos de la tierra natal,

manteniéndose gracias a los auxilios de

amigos y partidarios. Su primer viaje a

Europa lo realizó bastante joven, con

motivo de haber sido designado Adjun­

to Civil a la Embajada en Roma. Más

tarde, sobrevino el verdadero exilio, ya

en lpiales, ya en París, en cuyo curso,

imposibilitado ele volver a la patria, re­

flexionó amargamént:c sobre la condi­

ción del desterrado, sea ésta asumida

por decisión propia u obligada por la

imposición del poder.

Esa reflexión fue sentida y exaltada, si to­

mamos en cuenta que, sin haber sido aún un

desterrado, contando apenas con la expe­

riencia del distanci<uniento momentáneo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 17: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

116 Literatura y exilio

que oignificó el haber cumplido por tres años

(1858-1860) ou misión diplomática en Eu­

ropa, é~rra fue suficiente para que escribiera

Los proscritos, ensayo donde evoca y execra

tal condición, la que sufre el emigrado, cual­

qLtiera que sea la causa del extrañamiento.

Este ensayo aparecería en mayo de 1866, en

el número 3 de El cosmopolit.a.

Pueden leerse allí estas palabras premo­

nitorias de sus propios exilios po>teriores:

La noslf1lgia es una horrible enferme~

dad, y d ella estdn sttjetos principalmente

los hijos de las montañas: ari los escoceses

son los que rnds echan de menos los patrios

lares, los suizos no pueden vivir fuera de

sus comarcas: el monte Bkmco, el Sion, la

Jung Frau son personas para ellos: los

quieren, conversan, viven juntos, y cu¡m~

do los altibajos de la suerte les separan de

ellos d pesar suyo, trmto suspiran por la

naturaleza corno por los individuos mds

queridos. ¿Qué sucederd pues con los hijos

ele loJ AndeJ, loJ habitantes dd tcuadm; el

pttís rntis elevado y montlio.ro del mundo?

En donde quiera que se hallen serdn vícti~

mas de la nostalgia. Sólo el que ha pade­

cido este m,1f puede saber, aunque no

alcance d decir, lo que ello eJ. Los que ven

indiférentes la suerte de los desterrados,

acuérdense de l'rorneteo devorado constan­

temente por un buitre y sin morir jamás:

las entrañas chorrean sangre, el corazón

está perforado en mil partes, una lla"~a ho­

rripilante tiene siempre el pecho 1JÍvo por

adentro... La nostalgia consiste en un

amor indecible por la patria .Y un profun­

do disgusto del país en que se estd: es una

opresión del corazón que no se a{c¡mza a

pondemr, una inquietud que no deja. una

honl de sosiego, un deseo de llorar ri gritos

al mismo tierrpo que eso es imposible ... El

deseo vivo, ardiente es otro suplicio; la es­

peranza constante y no currplida, otro su~

plicio, el suplicio de fas hijas de Danao

condenadas d acarrear agua en un harne~

ro; paréceles que ya cumplen su tarea, que

terminan su desgracía, y vuelven ti la

obra, y sigue su martirio. (El cosmopolittt,

Tomo primero, Casa Editorial Garnier

Hermanos, París, 1923, pgs. 232-233).

Vivas aparecen en estos párrafos algu­

nas de las características del estilo mental­

vino: la exaltación romántica, las alusio­

nes mitológicas y cultistas, la frase impe~

tuosa. llay LJUicnes acusaron a Montalvo

de ser un expatriado voluntario: es pooi­

ble, pero ello no habrá amenguado un

ápice la amargura del exilio, la que indu­

dablemente sería más atroz cmmdo en su

estadía final en París, próximo ya a la

muerte, comprendería que no tornaría a

ver la tierra amada y añorada.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 18: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

!lacia 1887 era evidente que Montalvo

110 l'cgresaría al Ecuador. Y el destierro se le

volvía insoportable. Añoraba el clima de su

1\1nhato natal. Para agosto de 1888 la en­

lí'l'lllt:dad de que sufría se había agudizado

y, sin embargo, a pesar. de que hubiera po­

dido lograrlo, no claudicó en pedir auxilios

,¡[ 1 •,ohierno ecuatoriano de entonces, al que

• o1nbatía. Finalmente, el 17 de enero de

1 Wl') falleció, no sin antes haberse vestido

.¡,. 11egro y con frac para recibir a la muer-

1<', «d acto más serio de un hombre», diría

·' "" amigo Agustín L. Yerovi, y disponer

'1"" se adornara su ataúd con un ramo de

• lnvdes, extraña figuración que tal vez le

l<'l'ordaba el paisaje luminoso de la serranía

,,¡ 'll~ll<>riana.

¡:I'I>ERICO PROAÑO. El gran periodista

al cabo de un viaje azaroso y

lleno de dificultades por la

región amazónica.

La muerte de Carda

Moreno les permite regresar

en el mes de octubre. Sin

embargo, la instauración de

la dictadura de Veintimilla

en 1876, y pese a un ligero

apoyo inicial, obliga nueva­

mente a Proaño a pasar a la

oposición, que se hará os­

tensible a través de los artí­

culos satíricos que publica

en el periódico The Times,

fundado por él. La publica­

ción de un artículo de

Montalvo, bajo la responsa­

bilidad de Proaño, da como

1' polígrafo liberal, sufrió exilios aún más resultado que se lo expulse

[,".l',os y, finalmente, no pudo regresar a la nuevamente del país, ini­

jliltria, pues le sorprendió la muerte en ciando así su segundo peri­

~ .ll:llt·mala, en 1894, cuando contaba cua- plo de exiliado. Va primero

'''"1" y seis años de edad. I.a oposición po- al Perú y, luego, a Panamá,

lfti• a a Carda Moreno, ejercida con otros bajo los auspicios de"Alfaro.

Letras del Ecuador

lQué sm::ed~.:mi1 con los i1ljos de los Andes, los habitantes del Ecuadm~9 ei país n1ás elevado y montuoso del mundo'? En donde quh:ma que se hallen serán víctimas de la nostalgia.

Ji'IV<'IlCS intelectuales como Miguel Valver- Allí reedita The limes. Más tarde emigra a

de, particularmente con los escritos que Costa Rica, país donde se incorpora a la ac­

''l""'ccen en el periódico La Nueva Era, que · tividad periodística e intelectual, al punto

l'm:~fio dirige en Guayaquil, causa su pri­

IIH'I' destierro. Proaño y Valverde son ex­

pul.~:~dos al Perú, en febrero de 1875, y só­

lo lol•,ran llegar a Lima en el mes de julio,

de que se lo considera ligado al proceso que

consolidará una verdadera literatura nacio­

nal en ese país, a fines del XIX. De Costa

Rica pasa a El Salvador, en 1879, donde

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 19: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

que significó el haber cumplido por tres años

(1858-1860) su misión diplomática en Eu­

ropa, ésta fite suficiente para que escribiera

Los proscritos, ensayo donde evoca y execra

tal condición, la que sufre el emigrado, cual­

quiera que sea la causa del extrañamiento.

Este ensayo aparecería en mayo de 1866, en

el número 3 de B cosmopolita.

Pueden leerse allí estas palabras premo­

nitorias de sus propios exilios posteriores:

La nostalgia es una horrible enjérme­

dad, y á ella están sujetos principalmente

los hijos de las montañas: así los escoceses

son los que más echan de menos los patt·ios

lares, los suizos no pueden vivir foera de

sus comarcas: el monte Blanco, el Sion, la

jung Frau son personas pam ellos: los

quieren, conversan, viven juntos, y cuan­

do los altibajos de la suerte les separan de

ellos á pesar suyo, tanto suspiran por la naturaleza como por los individuos más

queridos. ¿Qué sucede !'ti pues COl! los /Jijos

de los Andes, los habitantes del Ecuador, el país rnds elevado y montuoso del mundo?

En donde quiera que se hallen serán vícti­

mas de la nostalgia. Sólo el que ha pade­

cido este mal puede saber, aunque no

alcance d decir, lo que ello es. Los que ven

indiferentes la suerte de los desterrados,

acuérdense de Prometeo devorado constan­

temente por un buitre y sin morir jamtis:

l!Js entrañas chorrean sangre, el corazón

está perforado en mil partes, una llaga ho­

rripilrmte tiene siempre el pecho vivo por

adentro... La nostaLgia consiste en un

amor indecible por la patria y un profun­

do disgusto del país en que se está: es unr1

opresión del corazón que no se alcanza a

ponderar, una inquietud que no dej!J una

horr1 de sosiego, un deseo de llorar á gritos

al mismo tiempo que eso es imposible ... El

deseo vivo, ardiente es otro suplicio; la es­

peranza constante y no cumplida, otl'O su­

plicio, el suplicio de las hijas de Danao

condenadas ti acarrear agua en un harne­

ro; paréceles que ya cumplen su tarea, que

terminan su desgracia, y vuelven d la

obm, y sigue su martirio. (r,'l cosmopolita,

Tomo primero, Casa Editorial Garnier

Hermanos, París, 1923, pgs. 232-233).

Vivas aparecen en estos párrafos algu­

nas de las características del estilo montál­

vino: la exaltación romántica, las alusio­

nes mitológicas y cultistas, la hase impe­

tuosa. Hay quienes acusaron a Montalvo

de ser un expatriado voluntario: es posi­

ble, pero ello no hahrá amenguado un

ápice la amargura del exilio, la que indu­

dablemente sería más atroz cuando en sn

estadía final en Paris, próximo ya a la

muerte, comprendería que no tornaría a

ver la' tierra amada y añorada.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 20: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

ll:lcia 1887 era evidente que Montalvo

no l't•¡•,resaria al Ecuador. Y el destierro se le

"'lvla insoportable. Añoraba el clima de su

t\1nlmto natal. Para agosto de 1888 la en­

In 1nedad de que sufría se había agudizado

h •,in embargo, a pesar de que hubiera po­

ti tdo lograrlo, no claudicó en pedir auxilios

:11 ¡•,ohierno ecuatoriano de entonces, al que

• 11111hatfa. Finalmente, el 17 de enero de

11111'1 blleció, no sin antes haberse vestido

.¡,. 11<'1\fO y con frac para recibir a la muer­

!•·, •«'1 acto más serio de un hombre>>, diría

' '·'' '"'dgo Agustín L. Yerovi, y disponer •¡tH' -~'·adornara su ataúd con un ramo de

• L1vcks, extraña figuración que tal vez le

1 ,,, • 11 daba el paisaje luminoso de la serranía

r'l ll.Horiana,

1 ·,, IIFIW :o PROAÑO. El gran periodista

1· i'"ll¡•,r:tfil liberal, sufrió exilios aún más

l.1q•,m y, finalmente, no pudo regresar a la

¡u1 l'ia, pues le sorprendió la muerte en

'dlilll'lll:d:l, en IH')!¡, cuando contaba cua­

" 111.1 y seis años de edad. La oposición po­

IJ¡¡, a .1 Carda Moreno, ejercida con otros

!"~'''"''' intelectuales como Miguel Valver­

¡j,., ¡•articularmcntc con los escritos que

al cabo de un viaje azaroso y

lleno de dificultades por la

región amazónica.

La muerte de García

Moreno les permite regresar

en el mes de octubre. Sin

embargo, la instauración de

la dictadura de Veintimilla

en 187 6, y pese a un ligero

apoyo inicial, obliga nueva­

mente a Proaño a pasar a la

oposición, que se hará os­

tensible a través de los art!­

culos satíricos que publica

en el periódico The itmes,

fundado por él. La publica­

ción de un artículo de

Montalvo, bajo la responsa­

bilidad de Proaño, da como

resultado que se lo expulse

nuevamente del pafs, ini-

ciando así su segundo peri-

plo de exiliado. Va primero

al Perú y, luego, a Panamá,

bajo los auspicios de "Alfara.

Letras del Ecuador

lQué sucederá con los hijos de los Ande.<;, los habitantes del Ecuador, ei país más elevado y

monhmso del mundo? En donde qulea·a que se hallen serán vktimas de la nostalgia,

Allí reedita The Times. Más tarde emigra a

Costa Rica, país donde se incorpora a la ac-

<~j<dtt'I'CII en el pcriódinl Lr1 Nueva Era, que · tividad periodística e intelectual, al punto

l'm111n dirige en Cu;1yaquil, causa su pri- de que ·se lo considera ligado al proceso que

ill•·t dc;ticrro. Proafln y Valverde son ex- consolidará una verdadera literatura nacio­

j•lll•~oidns al PcrÍI, en id>rcro de 1875, y só- na! en ese país, a fines del XIX. De Costa

¡,, I"I',IHII llegar a 1 .itna en el mes de julio, Rica pasa a El Salvador, en 1879, donde

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 21: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

18 Literatura y exilio

vuelve a publicar The 11mes,

siempre como órgano difu­

sor de los ideales liberales de

la época, y otro periódico:

Diario del Comercio.

En 1884, una vez consu­

mada la caída del dictador

Veintemilh, vuelve, pero por

,,el corto tiempo. Pronto, ese

slgnifkadlo dlela

mismo año, regresará a El

Salvador donde publica un

libro con sus artículos litera­

rios (Artículos Literarios por

Federico Proaño. Colección

que no vale un pito, pero que

se vende en cuatro reales), obra

que será elogiada por intelec­

tuales de la época, incluido

Rubén Darlo. Allí, en El Sal­

vador, dice Isaac J. Barrera,

encontró el desterrado «puer­

to seguro, paz y tranquilidad;

le amó una hermosa mujer

que supo aprisionado entre

sus brazos, sin permitirle ya

el regreso a la Patria». En

y el mctrañamiento

y, por ot~~o, la evo«:adón

conshmte dle~a

y

patria

efecto, Proaño no acompañó

a Alfaro en la insurrección de 1884 por no

separarse de la mujer amada (añade Barre­

ra). Dicha tranquilidad no duró mucho.

Casi enseguida, l'roaño se verá obligado a

abandonar El Salvador y a peregrinar de

uno a otro país centroamericano, debido 2

los avatares políticos en esa región, hasta

que por fin llega a Guatemala, donde funda

el periódico Las Noticias y es redactor prin­

cipal del Diario de Centro América. En Quc­

zaltenango funda el Diario de Occidente y

allí muere, el 22 de mayo de 1894.

A su muerte, escribió Manuel· J. Calle:

Destierro largo y penoso para Proaño,

durante el cual apuró todas las amarguras

de la pobreza; suftió todos los insomnios

de la nostalgia, los desmayos del mds negro

y pro fondo desconsuelo ...

Puso su pluma al servicio de los pueblos

de la América Latina; y sus luchas reñidas,

su penoso trabajo, aun en países extraños le

acarrearon persecuciones y martirios.

Siempre lidiando y siempre caido, la

vida del proscrito fue una peregrinación

por un camino de desengaños.

Hoy ha muerto: el sol que iluminó su cu­

nrJ 110 bañará en luz ,·u desconociclo sepukro.

HüNOR!ITO V AZQUEZ. Sufrió también

los rigores del exilio bajo la dictadura de

Veintemilla y dejó testimonio de ello en un

libro de poemas, Ecos del destierro, donde

no sólo reafirmó su condición de gran poe­

ta que fuera revelada en el libro escrito jun­

to con Miguel Moreno, Sdbados de Mayo,

importante muestra del romanticismo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 22: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

19 Letras del Ecuador

t'<'U:Itoriano, sino que en el decir de la crí- Como Montalvo, como Federico Proa­

lit':! Susana Aguinaga Zumárraga, inició ño, Vázquez se indigna ante las injusticias

"'"' nuevo movimiento literario>>, La mis- que sufre su país natal, pero, dice Aguina-

111:1 especialista señala que en dicho libro: ga Zumárraga, «su personalidad profunda­

" llny derroche de imágenes, riqueza de vo- mente serena, mente diáfana, corazón libre

<'nhlos y música inteáon>, No cabe duda de odios y rencores, no le permiten sufrir

<[\1<' se trata de un libro fraguado en medio desesperación ni venganza, Amante de la

.¡,, la angustia de la emigración forzada, por justicia y la paz, había roto con las arbitra­

lo que sus temas cruciales son, por un lado, riedades de Veintemilla; con valentía afron­

tllta reflexión en el significado de la ausen- ta el destierro».

e in y el extrañamiento y; por otro, la evoca-

' ión constante de la patria lejana y perdida. EN EL SIGLO XX

'1\u\\o que, en su poema Epístola a mis her-

11/rltlas, escrito en Lima en 1882, cuando

tenia veintisiete años, pide a su familia le

t'nvic un poco de arena del lecho del Tome­

[,amba, rasgo que puede calificarse, asi­

tnismo, de típicamente romántico:

¿Del Tomebamba lt1 ribera amena

Paseáis por aquellos sauceda/es

Que de oro alfombran la brillante arena?

Si wtis allá do el río en dos raudales

Reparte su caudal, y hr1cia lr1 orillr1

f.o pliegtt en ondulancim desiguales.

Extendida la rósea mr1necillr1,

Recoged la que dejr1n mansamente

En leves fájas fúlgicr1 arenilla:

Poned/a en vuestms cartas, do luciente,

Al hallarla mis ojos, de mi río

Imagine lloroso la corriente.

Con menos rigor que en el siglo XIX, es­

cenario de una dilatada y sorda confrontación

entre liberales y conservadores, el siglo XX

verá también partir, más en largos periplos

de autoexiliados que de desterrados, a algu­

nos importantes escritores ecuatorianos,

varios de los cuales darán a la luz, precisa­

mente lejos de la patria; sus libros más sig­

nificativos. Entre ellos, cabe citar a Jorge

Carrera Andradc, Raúl Andrade, Alfredo

Gangotena, César Dávila Anclrade, Jorge

Enrique Adoum, Francisco Tobar García.

CARRERA ANDRADE. Se alejó del país muy

pronto, en plena juventud, llevado por un

afán ele universalismo, que es parte funda­

mental de su vasta obra, pero no dejó nunca

ele sentirse entrañablemente ecuatoriano y

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 23: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

andino (andícola, se llamaba a sí mismo), por

lo q Lte su poesía resulta evoca ti va del paisaje

que le vio nacer, tanto en lo que atañe al Qui­

to conventual que su infancia conociera, co­

mo a la desmesnrada geografía de los Andes,

y también a su historia y su leyenda, sobre las

cuales escribió ensayos como Et! camino del sol

y Galería de místicos e insurgentes. La poesía

de Carrera Andradc no sólo que puede califi­

carse de evocativa, sino que además aparece

atravesada de una profunda necesidad de re­

conocer míticamente la realidad matriz de la

que deriva: el mundo andino. Esta necesidad

se corresponde con las temáticas propias de la

generación postmodernista y con su propia

condición de autoexiliado que vuelve los ojos

a la tierra propia y lejana con ojos inquisido­

res, hambrientos de verdad. J:ltte diplomático

y representó al país varias veccs, regresó es­

porádicamente y finalmente murió en Qnito

en 1977. Poco antes, en 1976, el critico Ga­

lo René Pérez había dicho lo siguiente:

jorge Carrem Andrade, ese viajero in­

camable, que se describió como 'la libertad

buscando prltrirl, o como la patrirl andrmdo

hasta ser libre; se ha detenido al fin bajo su

techo ecuatoriano. Al que jamds lo hrl desd­

mtUÚJ. Porque desde lejos siempre volvió los

ojos d la tierra. Su plumd, como prolongfln­

do los propios latidos del comzón, no dejó,

en ~{ecto, de estremecerse de añomnzas, que

se hrln querlado aleteando entre sus mejores

pdgintlS. Ytl no mds aires extranjeros pdra el

poetd. Ytl no mds un pan saboreado, a veces

amflrgamente, entre fomilias extrdñas. Ytl

no mds voces de lenguas rljenas en el trato

cotididno. Ytl no mds la compungidtl redli­

dad de la dusencia, que hd hecho arder de

ldgrimas secretas el rostro de los desterra­

dos. . . Nos alegramos que el destino le haya

permitido no experimentar la desventura de

ese otro viajero y cosmopolita, don Juan

Montalvo, que tuvo que morir bajo el in­

vierno inexorable de enero de una patria

que no foe la suya.

ALFREDO GANGOTENA. Participó del

mismo afán telúrico que Carrera Andrade,

pero inquirió en problemáticas más honda­

mente nniversales. Fue doblemente emi­

grante: extraño en Europa, puesto que le

invadía, subterráneamente, la nostalgia de

los Andes natales; extraño en América, ha­

bida cuenta de su adhesión existencial a la

realidad cultural europea, particularmente

francesa. Ausencia, libro publicado en Qui­

to, está signado, dice Max Jacob, por la

presencia de <<Ull corazón cargado de nos­

talgia (el mal del país), mal que nos legó el

gran poeta Ovidio a otros exiliados». Y

Bruno Sáenz señala: «no sólo la lengua

adoptada por Gangotena revela su condi­

ción de expatriado cultural: el simbolismo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 24: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

tardío, el superrealismo, la óptica científica

vivificada por la conciencia existencial. .. ».

V afíade: «La situación de Gangotena se in­

" ·na en una tradición francesa, la de los

'trausplantados', ya se llamen Milosz, Su­

pnvielle, Ionesco o Bcckett>>.

1 .a adscripción ambivalente a estas dos

p:11rias: la andina y la europea, la lengua

i'l':lnccsa y la lengua materna, hace de Gan-

1'."1 ma el más proftmdo exiliado de todos

tlll<'stros poetas, situación existencial que le

tiupdc, entre otros factores, a ahondar, bu­

' <':11' .<cda la palabra, en algunos de los gran­

.¡,.,, temas de la condición humana.

1\l¡•,uicn que ha estudiado el proceso (Renata

11¡•,11cz) lo describe así, a propósito de lo que

d¡•,niflcó el retorno a la patria de este poeta

• ¡w hahía comenzado a escribir en París en

1¡¡\IICÚ:

l:'n toda vuelta a casa, la escisión se

rlfiotlera del viajero: incapaz y sin dnimo

./,· Jc.•j,qjdloe de lo acuñado en otras tie­

'; 11.1 que la poesía y la memoria preser-

21 Letras del Ecuador

giro determinante en el poeta: la wluntad

de exorcizar y comunicar su condición de

paria, para lo cual incluye dos poemas en

español, a mds de los quince en ftancés que

componen el libro. (Revista Letras del

Ecuador N 185, pg. 33).

De este modo, en Gangotena se aúnan

todas las grandes líneas que marcan la

condición del desterrado: exilio interior,

exilio real, el aislamiento, la soledad, la

desolación y la conciencia de una reden­

ción que late, subterránea, en una poesía

a la par existencial y mística, marcada por

un anhelo permanente de luz, antítesis de

las tinieblas.

RAúL ANDRADE. Vivió también muchos

afios fuera del país, pero nunca dejó de es­

tar ligado al proceso político y cultural

ecuatoriano, aún estando lejos. Su ensayo

Teoría del destierro, escrito con consumado

arte, como era su estilo, constituye una

transposición de su propia experiencia a la

l'il!l .rc atrgll en cambio de presagios que condición general del exilio. Tras compro-¡/lttidprm, ya sea un afortunado reencuen-

11'11 o lit/ desgarrador extrañamiento con el

lugrtr de origen. Para Alftedo Gangotena

((.Irrito, 1904-1944) el regreso a Ecuador

ill/'llfll lo segundo... La publicación de

.l/111'/ll'<' {1932) -su segundo poemario

/u,;t:o rlr: Orogdnie (1928)- evidencia un

bar que la concepción romántica .de la par­

tida («partir es morir un pocm>) se troca en

necesidad existencial en la época contem­

poránea, Andrade afirma, más allá del do­

lor y la conciencia de estar fuera del terru­

fio, la posibilidad de un destierro fecundo,

del que el exiliado puede volver purificado,

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 25: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

22 Literatura y exilio

aunque Hsicamente no lo logre, como en el

caso de Juan Montalvo que analiza con una

mezcla de clarividencia y nostalgia. <<El des­

tierro -afirma-, es el único camino de la

certeza, la sola verídica manera de descu­

brir la lejanía. Desde su límite de niebla re­

gresa el desterrado a su bm·a exacta y se

tiende a descansar, bajo ese cielo familiar

que no se parece a ningún otro cielo del

mundo ... ». En el mismo orden de cosas,

Andrade alude a otro tipo de destierro:

aquel que tiene que ver con el pasado en su

condición de territorio irrecuperable. En

este sentido recuerda fundamentalmente a

Stefan Zweig quien en El mundo de ayn·

evocó el mundo anterior a la I Guerra

Mundial contrastándolo con la nueva rea­

lidad propia del siglo XX: en el fondo, se

trataba también de explorar las distintas di­

mensiones de la nostalgia y de la memoria.

Varios de los mejores ensayos de Raúl

Andrade parecieran tener como materia

subyacente el tema del destierro y la leja­

nía, materia que conoció muy temprana­

mente bajo las experiencias de la muerte,

en su caso el de su abuela materna, o del

extrañamiento obligado de su padre por

razones políticas. Este tema se torna re­

currente en trabajos como El perfil de la

quimera; Rosalía de Castro, sirena de la

nostalgia; Charlot, pardbola y hazaña de

la desventura.

En Retablo de una generación decapitada

-fue él quien bautizó así a nuestra genera­

ción de poetas modernistas- trazó las líneas

maestras por las cuales se puede explicar lo

que en realidad fue otra forma de exilio: poe­

tas de casi enfermiza sensibilidad, orfebres

del verso 1·efinado y perfecto, los decapitados

-Arturo Borja, Humbcrto Fierro, Ernesto

Noboa y Caamaño, Medardo Angel Silva­

se sintieron desterrados en su propio país,

ausentes de lo que era la materia primigenia

de su arte: una Europa medieval, de sueños y

fantasmagorías que eran como la contrapar­

tida a la brutal realidad que les había tocado

vivir, su contrametáfora, y que pagaron td­

gicamente con la muerte.

CÉSAR DÁVIIA ANDRADE. Poeta y narra­

dor que padeció en profundidad, tanto en

su vida, cuanto en lo mejor de su obra, la angustia y la pasión de la poesía, fue un

auroexiliado en sucesivas etapas. Poeta de

fuerte raigambre telúrica y social, pero ur­

gido a la vez por los grandes interrogantes

de la condición humana, hubo de abando­

nar tempranamente Cuenca, su ciudad

natal y, luego el país, a principios de la dé­

cada de los cincuenta. Entonces se radicó

en Caracas donde se suicidó el 2 de mayo

de 1967, a los cuarenta y nueve años de

edad. Dejaba atrás una obra vasta y múlti­

ple y la leyenda de un creador que, más que

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 26: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

,¡ .. '11 pafs, fue un exiliado en la tierra. No

'11 vano un tema siempre latente en su

'd 11 a es el relativo al mal, como fuente de

'"',·san te subversión metaffsica y sfmbolo

" ,·asi mitologfa de la lucha del hombre

¡•m redimirse y purificarse. Con fuertes

l<'llliniscendas de Blake, su poema Medí­

¡,, it!n ert el día del exilio lo demuestra:

.l'tllo el Infierno puede hacer

!verdaderos mdrtires,

porque la salvación es el peor

1'll nuestra Época;

porque dura precisamente

,.¡ tiempo que se necesita

/1111<1 preparar un nuevo

!de los descaros

!Universo de Condenados.

.\'/: el Infierno es un lugar

!quebrado hasta lo infinito.

i'l'l'ro y caballo se alimentan siempre

,/.) ctii!Úno mds corto entre dos puntos.

lltt.ll:tt Tú ltt Poesía.

¡; ¿n·cuerdas? -Nadie podía salir

tltf paisaje natural sin perder

/{)(lo su vello

1'111t1o el oso arrttncado al útero de la osa.

l:'mpaisajados, dormirnos cien

años t¡onsecutivos

r'll d pueblo caliente de la mata de arena.

Letras del Ecuador

¡Y tú, Poesía sola, hecha de mente, de

!ladrillo y de persona!

Permaneces pura

hasta cuando te inclinas

sobre el plato de azafrdn de las posadas.

Como ese grillo insalvable,

cantas con todo lo que te ha sido dado

en una sola noche de amor

y estallas al amaneen; con la última

/cuerda

del viento en la boca.

Y Tú, distinguiendo siempre:

Agua, Tierra, Fuego, Eter.

Hasta que ese dfa de Corpus Christz~ miré

la batea de sangre a los pies del caddver

!(el caddver

en posición fttal). Sí: el cuerpo se

/mantiene

sin nacer jamds, y soles nos dirigen,

pero las auroras estdn e¡ ambos lados

y el Hombre, bocabajo, sobre la estera

entre cuatro velas:

i'lt<~go,

E ter,

Agua,

Tierra.

lo petate,

Y las estrellas muriendo de púa como

!abejas. ¡Esa bala!

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 27: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

No era mortaja ni toalla sino pais de

!heno puro, florido.

El étet" duerme en los baños, en los

1 astilleros,

en los calvarios;

el Fuego, lanzado al voleo cae en la tierra,

color de uña y rosario de los muertos.

¡Y tú, exiliado!

¡Mano de Cristo en el cortocircuito de la

/araña!

jORGE ENRIQUE ADOUM. Habla vivido

ya antes en Chile y viajado a China; partió al exterior, en misión encomendada por el Mi­

nisterio de Educación, el 21 de enero de

1963. Creía que volverla seis meses más tar­

de. Su regreso definitivo demoró 24 años,

dictadura militar de por medio y; luego, una

suerte de autoexilio prolongado en Europa.

Cabe indicar, sin embargo, que su obra poé­

tica, <mterior a esta larga temporada europea,

o la producida en su curso, está atravesada

por una preocupación o pasión persistente

por la tierra que lo vio nacer, por la patria

más vasta que es Nuestra América (aquella

de la que habló Martf) y, por ello mismo,

marcada por la condición de la

ausencia y el descierro, cuando éstos apare­

cieron como realidad incontrastable. Ya en

Ecuador amargo, libro publicado en 1949,

parece hacerse a si mismo la primordial ad­

vertencia: ¿quiere decir que nunca/escaparemos

a la patria, quiere decir/que siempre volveré a

su costa/como a la única mujer en donde he es­

tado/transcurriendo? Pero es sobre todo en Yo

me foi con tu nombre por la tierra (1964)

donde estos temas sustentan, sin ser obvios,

el sentido general del proceso poético. Este

tirulo preside también un capitulo de su li­

bro autobiográfico De cerca y de memoria, lo

que desvela la clave desplazada en el libro de

1964. El hecho de titular con la frase Regreso

(Uando llovia (poema de Ecuador amargo),

otro capitulo de dicha autobiografía, resulta

también sintomático. La clave reaparece in­

cluso en ciertos momentos de extrema expe­

rimentación formal como en el poema

Good-bye Lola (de Prepoemas en post-españoQ:

indiamente estoico esto} co-

mo desterrado descielado también

acostumbrándome a este mal malo

de la tos de la memoria

mismamente sin por qué

;Yéndome

como quien no quiere la cosa

FRANCISCO TOBAR GARCÍA. Drama-

turgo, relatista, pero sobre todo enorme

poeta, se autoexilió en cambio, de 1970 a

1987, como una forma de protesta contra

la vacuidad y mezquindad de la clase en

cuyo seno nació, y a la cual en diversos

momentos hubo de referirse, sustituyendo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 28: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

25 Letras del Ecuador

l:ts significaciones, como da ciudad maldi- Bibliografía

'''"· Quizá fue sólo el desenlace de una si­

' ttación que exigía urgente la necesidad de

.-xpatriarse. Sin embargo, no cabe duda

qttc, a la distancia, su imaginación siguió

'('lltrada en la ciudad y su paisaje entraña­

i>ics. Los quiteños, conjunto de relatos pu­

blicado en 1981, si bien retrata sin piedad

n sus personajes, trasluce la nostalgia del

<'ttligrado, transfigurada en una visión des­

ti nada a recuperar en la dimensión utópi­

<':t del texto la sensación de la patria tem­

l'oralmente perdida.

El exilio, la emigración, el autodestierro,

!tan sido el marco y muchas veces, también,

'·1 pre-texto para la aparición de obras de espe­

' Ltl significación en el desenvolvimiento de la

literatura ecuatoriana. Ello no ha sido más

q ttc la reiteración, en nuestro país, de una

mnstante verificable en todas las literaturas.

1 :,¡ doloroso fenómeno de la emigración que

vivimos en estos comienws de siglo parece ya

"llcjarse en textos que emergen, tanto en el i11terior del país, cuanto en el seno de la diás­

pora. Pero esto es ya otra historia. ¡IJ

• Historia de las Literaturas del Ecuador, Tomos !, 11

y III, Corporación Editora Nacional, Quito .

• Uteratura en la Audiencia de Quito Siglo XVIIL To­

mos 1 y 11, Hernán Rodríguez Castelo, Casa de la

Cultura Ecuatoriana-Núcleo de Tungurahua, Am­

bato, diciembre 2002.

• Vida y escritos del R.P. Juan de Ve/asco, S.j, Leoni­

das Batallas, Prensa Católica, Quito, 1924.

•Juan de Ve/asco, Historiador, Biólogo y Naturalista,

Celín Astudillo Espinosa, P.d. Casa de la Cultura

Ecuatoriana, Quito, 1978.

• Españoles fuera de España, Gregorio Marafi.ón, Co­

lección Austral, Espasa-Calpe S.A., Madrid, 1961,

pgs.9-15.

• Historias del País de Quito, Jorge N úñez, Eskeletra

Editorial, Quito, 1999, pgs.151-152.

• Indice de la NarratitJa Ecuatoriana) Editora Nacio­

nal, Quito, 1992.

• Poesía oiva del Fcuador -siglo XX-, Jorge Enri­

queAdoum, Grijalbo, Quito, 1990.

•Letras del Ecuador, No. 185, Casa de la Cultura

Ecuatoriana, Quito, agosto 2003.

• H peifi! de la quimera, Raúl Andrade, Ed. Casa de

la Cultura Ecuatoriana, Quito], 1977.

• Historia de la Litmzttmt Ecuatoriana, Isaac J. Ba­

rrera, Editorial Libresa, 1979.

• De cerca y de memoria) Jorge Enrique Adoum, Edi­

corial Arte y Literatura, La Habana, 2002.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 29: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

EXTRAÑAMIENTO Y LITERATURA

Modesto Po:nce Maldonado

Después de leer Lrt ignorancia, la novela de

Milan Kundera que trata sobre el exilio,

pensé que esa obra pudo haberse titulado

El olvido. No trata de los que se fueron; tra­

ta de los que volvieron después de veinte

años de ausencia. Y cuenta aquello que po­

drían encontrar, si alguna vez vuelven, mu­

chos ecuatorianos que se fueron con la ilu­

sión de decir en el futuro a quien aman un

<<ven tú también>>, o con la promesa, inútil

e incierta, del «vol veré,, y que están indu­

dablemente ignorantes -de allí el título

de la obra de Kundera- de lo que les es­

pera afuera o de lo que encontrarían a su

regreso. No puede ser de otra manera: se

marchan, no porque son libres, sino por­

que están desesperados y no tienen lugar ni

asidero.

Para efectos de este comentario, se han

escogido dos novelas como referentes lite­

rarios: Ji! muelle de Alfredo Pareja Dicz­

canseco y La dama es una trampa de Galo

Galarza, más tres relatos cortos de Eliéccr

Cárdenas, Raúl Péres 1orres y Jorge Velas­

co Mackcnzie. No me referiré a las obras

escritas <<desde fuera, sobre diversos ternas,

por ejemplo, Papd murió hoy de Telrno

Herrera, Pares o nones de Francisco Tobar,

La luna nómada y El desterrado de Leonar­

do Valencia o De que nada se sabe de Alfre­

do Noriega, escritores que se fueron en cir­

cunstancias normales, ni tampoco a textos

sobre vida del rnigrame en el exterior, en­

tre los cuales se encuentra El vendedor de

sueños (Alfaguara) de Ernesto Quiñónez,

un joven de origen ecuatoriano que nació

e hizo su vida en EE.UU. y que, inclusive,

escribió originalmente en inglés.

Alfredo Pareja Diezcanseco escribió El

muelle en 1933, su primera novela, prolo­

gada por Benjamln Carrión, como una res­

puesta del recordado escritor a la crisis que

sobrevino al auge cacaotero y al dominio

de reducidos grupos económicos que eran

dueños y beneficiarios de la riqueza expor­

table, de los principales bancos y hasta de

la impresión de los billetes -no hemos

cambiado mucho en ochenta años-, crisis

a la cual se añadió la llamada <<gran dcprc,­

sión, de los EE.UU. en los treinta.

Y en 1996, Galo Galarza presenta La

dama es unct trampa, más que como obra

narrativa, como un <<relato testimonim>,

en realidad un collctge, o un encolado co­

mo al parecer debe decirse, de situaciones

relacionadas con el exilio; esa <<trampa

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 30: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

27 Letras del Ecuador

.d>inLa -como escribe al propio Galar-

1 .• 1 ante los ojos exorhitados de la deses­

¡wmción, o sea del subdesarrollo», un ca­

li,lmcopio lacerante, una catarata de infe­

lwidades. «En la guerra sólo mueren los

poi m~s, los mismos que se mueren de

hdinbre en la paz», se escribe en alguna

jliÍ¡•,ina. Y, en otra se dice: <<Para qué quie-

1 •' que regrese a un país que ni siquiera sa­

lw ,,¡ existe».

Son reveladores los tres relatos cortos:

<il'!'of'uerto, del guayaquileño Vclasco Mac­

¡, '"''·k; Las lagunaJ son lo.< 1'}0.< de la tierra ,lcl cañarejo Cárdenas; y USA que te usa

• 1{' l'érez Torres. Y aún más reveladores

i"ll<jiiC fueron escritos desde las tres ciuda­

' le•: principales del país, desde donde la

i'!'lllc, día a día, se despide desde una ven-

neoliberal, globalizadora y

dolarizada? ¿Quiénes deciden

por el país? Basta un ejem­

plo: de los últimos seis presi­

dentes de la República, hay

cinco «apoderados>>, agen~es

del verdadero Poder que está

en otro sitio -quiero decir

que no han gobernado, que

no han sido «mandatarios» ni

estadistas, uno de ellos ade­

más un gran reculador- y

el sexto fue un charlatán pa­

tanesco. ¿Y qué de los parti­

dos progresistas, de los socia­

lismos? No existen ya ... To­

dos sentimos una sensación

de desplome, de pozo sin

Pm·a quHé quiere que regrese a un país que ni siquiera sabe si existe"

loillilla de avión, de otros que también le- ·fondo, de desquiciamiento

\'dlllan brazos de adioses tras las mallas de general. Y, lo que es peor, po-

,¡l,¡lnbrcs que cercan las terminales aéreas.

1 111o,s y otros, atenazados entre el «tal vez>>

1 1 1 <lllUnca 1nás».

1 'a reja se sitúa en la crisis. Galarza, sesen-

1.1 alw.s más tarde, suma a la crisis la duda

'"ti m· .si la nación existe. Un arco extenso de

!ll'111po, sí, pero un arco cuyos extremos se

11 11':1 11 y hace que nos preguntemos: ¿Cuán-

111 lll'mos avanzado? La crisis de los veinte

)' I.IIIIOS fue desatada por los dueños de la

""' it'Ht de ese entonces. ¿Quién o quiénes

lidll desatado la crisis actual, en esta época

cos, muy pocos dicen algo

-ya ni siquiera se grita-, y

entre ellos están los indíge­

nas, algunos intelectuales.

Las fuerzas de «opinión» -y

uso un término que no me gusta- no opi­

nan nada. Callan y esperan que el mundo

'se caiga. En realidad callamos todos, mien­

tras somos burlados y aplastados.

¿Y por qué estos comentarios? Confie­

so que me es totalmente imposible ha­

blar de Literatura y callar sobre la Vida.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 31: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

28 Literatura y exilio

El desarrollo de la novela

ha ido paralelo general­

mente a la historia y al des­

tino de las naciones y de los

pueblos. Y aunque su evo­

lución ha sido impresio­

nante, espe~ialmente a par­

tir del siglo XX, con me­

dios de expresión, uso de

puntos de vista y técnicas

renovadas, es indudable

que este género sigue y se­

guirá tratando de explicar

al hombre y al mundo. La

novela permanecerá mien­

tras el hombre exista. Bas­

taría un simple repaso de

países y épocas, nombres y

obras, estilos y formas, o la

mención, en vía de ejem­

plo, de la literatura latinoa­

mericana con su riqueza y

exuberancia. «La dicha y el

drama de la novela residen

-se ha dicho- en el he­

cho de que la realidad es

inagotable>> .

¿Y NUESTRA NOVELA?

José de la Cuadra -y estamos conme­

morando los cien años de su nacimiento-,

en un lúcido ensayq publicado en 1933,

nos hablaba de que la narrativa ecuatoria­

na, <<nació romántica y entrafiablemente

insincera>>, de modo que no había «tenido

tiempo bastante para exhibir la totalidad

de los personajes que se le ofrecían espon­

táneamente>>. Afiade que poco a poco «los

tipos propios del medio comenzaro,n a in­

vadir el campo de la letrística>>, de modo

que «si bien abundan personajes ecuatoria­

nos en busca de autor, los autores ecuato­

rianos no buscan ya el personaje extranje­

ro... el descastamiento literario hácese

más raro cada vez>>. No podía ser de otra

manera: allí estaba la generación de los

treinta escribiendo su literatura social, la

del indio y la del montubio, a la que se su­

mará la generación de los sesenta con la

novelística del cambio y de la revolución,

Pero, ¡qué diría De la Cuadra de estar vi­

vo, qué sucedió con los noventa?

No es que se haya dejado de escribir: «el

Ecuador escribe», decía un eslogan, aunque

se lea poco como se quejaba alguna vez Ab,

dón Ubidia, Hay cuentistas. Hay poetas,

Hay buenas novelas, pero no son muchas,

Y quizá sería mejor decirlo de otra manera:

se siente un excesivo silencio, espacios va­

cíos, la impresión de textos en espera, de

personajes que aguardan; de lenguajes poi'

descubrir y universos por levantar; de Ji,

bros que, acaso, estén, ya escritos en

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 32: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

"1 1 "·1 1:1s mentes, pero no hallan el cauce, el

dnmtcro, la forma de salir adelante.

~:I(~tamos, entonces, sin escribirnos?

11orque el tema de la migración en la li­

l"l.t(llra -y podía haber sido cualquier

Hilo tema- me ha llevado a estas reflexio-

111'•,, Y he pensado específicamente en la

IIIIV<'I:t, pues sólo la novela crea o describe

1111ivnsos, desarrolla vidas, y porque, por

1" llt<'llos por el momento -esta afirma­

' ¡,',11 p11cdc ser discutible- tal vez sea la >1111'<'1:!, por el poder que encierra, la que

'' "1~" q11c decir qué somos, dónde esta­

""'''• adonde vamos. Porque así como el

hi,111riador, el sociólogo, el antropólogo, el

llll'<'llli¡\ador y el ensayista cuentan o des­

' 1 ih,.¡;, con los datos de la realidad, de los

¡,,.,''"''o de la ciencia; su versión de lasco­

••~'<, ,.¡ csci'Ítor, con la palabra, con la ima­

¡;llh!l'ii'lll, con la ficción, cuenta la suya con

•11 ll'llj•,llajc y su tono propios. Pero unos y

Hl! 11.'1 ,'¡{'encuentran en el mismo mundo, se

· '"' 111 por la calle, cargan los mismos pe­

'"'' ''"i'"rtan iguales incertidumbres y se

¡,,' 11 '"'· mismas preguntas. Y es la novela

¡,, •pi•' p11cde convertirse en la relatora he­

"'""""' de la historia, como sostiene José

···"·'"'·'!',"• autodefinido como <<Un ensayis­u 'ji"' ,·snibe novelas»; y es también por

• '" '¡ 1 w ''" ha llegado a mencionar una «SO­

' ¡.,I.,¡•,LI de la novela», porque aunque sea

íHí "'¡o de creación individual -Auster

29 Letras del Ecuador

dice que la habitación donde crea el escri­

tor su obra «no es la representación de la

soledad, si no su misma sustancia>>- nace o

puede nacer también de las colectividades

y vuelve a ellas como texto impreso, sin

perjuicio, por cierto, de todas y cada una

de las innumerables expresiones creativas.

Quiero decir, en suma, que el peso de «lo

nuestro» es demasiado fuerte y es difícil

que un escritor pueda sustraerse -sería un

contrasentido- de esta realidad. Mencio­

no, como ejemplos, únicamente por tratar­

se de la ül timas lecturas, Río de sombras de

Jorge Vcla.sco Mackenzie, una novela de y

sobre Guayaquil publicada por Alfaguara,

que presenta a la ciudad como una sombra,

sin contarla, como hija del manglar y del

agua, sólo referida por sus dioses y héroes

perennizados en estatuas y monumentos; y

Vientos de agosto de Carlos Arcos Cabrera,

publicada por Planeta. Ambas deberían

leerse. A Vclasco Mackenzie, porque su in­

valorable caudal literario y el lenguaje que

crea en la obra lo avalan; a Arcos Cabrera,

porque en ésta, su segunda obra -él es so­

ciólogo- ha pintado un universo que

abarca casi todo el siglo pasado.

No sostengo de ningún modo que los

escritores vivos, cuyas obras tienen espe­

sor y dimensión, se han escabullido de esa

realidad lacerante del último cuarto de si­

glo o están ciegos sobre lo que nos rodea.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 33: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio .

El problema es otro y nos compromete ato­

dos, escribamos o no. El problema se en­

cuentra en que casi no hay nación, que ya

no somos, que no nos reflejamos en nada. Y

tal vez hemos perdido el lenguaje, no por­

que no tenemos qué decir ni cómo decirlo,

sino porque -pienso- no nos sentimos

capaces de digerirlo todo, organizarlo de al­

guna manera, o no sabemos por dónde em­

pezar: hay demasiadas cosas y no acertamos

en tomar la punta del ovillo o al toro por los

cuernos. Vivimos aplastados, enmudecidos.

Este es un buen punto para la discusión, pa­

ra el debate. Y no enClLentro -repito-­

otra manera de enfrentar la situación litera­

riamente sino desde el universo de la nove­

la. No solamente en cuanto la novela puede

<<contar>> o «narran>, sino por aquello que

puede provocar, incitar y sugerir. Una bue­

na obra que dice únicamente lo que el texto

narra en realidad dirá poco. Tiene que ir

mucho más allá, volar con sus propias alas,

obrar el milagro de que los lectores sientan

que también las alas les empezaron a crecer.

La novela no cambia al mundo, sólo lo in­

terpreta, pero sí es capaz de cambiar en algu­

na manera a la gente ...

LAS OBRAS ESCOGIDAS

Si decimos, como en un comienzo, que

con la migración comienza el olvido, no

hemos dicho todo. Tampoco si hablamos

de la desesperanza, de la pobreza, del fi·aca­

so del país, del fracaso de los modelos, de

nuestro propio fracaso generacional, del si­

lencio, de la impotencia ...

El verdadero drama del migrante está

en la ruptura del amor. Es el amor que se

quiebra en pedazos con la migración. El

·amor a lo suyo y a los suyos; el amor a una

vida vivida; el amor a una ciudad, a un pue­

blo, a un paisaje, a un tipo de rostros, a un

idioma, a una manera de decir las cosas, a

una música, a un clima, a cierto tipo de co­

midas, a una forma de vida ... Es inimagina­

ble la profundidad, la dimensión de la rup­

tura, de la desolación. Pensemos nada más

que en la migración interna, descrita en

obras como El éxodo de Yangana del inolvi­

dable y recién desaparecido Angel Felidsi­

mo Rojas, en A lt Costa de Luis A Martínez

o en Huairapamushcas de Jorge Y caza, y re­

cordemos lo que estas obras nos contaron.

Allí está Juan I-Iidrovo, el protagonista

de El muelle de Pareja Diezcanseco, yendo

y viniendo en un barco mercante, o que ..

dándose en New York, «la ciudad prome­

tedora», por mese_s, defendiéndose con las

uñas, mientras su mujer, Maria del Soco­

rro, hace lo propio de lavandera o mucha ..

cha de mano, hasta que es despedida y la

única garantía de contar con una entrada

en Otro trabajo es abrirle la puerta a la

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 34: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

noche al nuevo señor de la casa, un finan­

' l~ta, un empresario. «Hidrovo tenía mie­

do y (¡ueda gritarlO>>, se escribe. Hasta que

vuelve con unos pocos ahorros, encuentra

1111 trabajo, Maria del Socorro quiere dor­

tnir únicam~nte con su marido y es el pro­

\ ti o Hnancista que, en venganza, hace des­

pedir a Hidrovo y lo hunde.

Allí están las pinceladas de Galo Galar-

111, contándonos en apretados textos, pun­

Id lites e irónicos, lo que sucede allá y lo

•i"" queda aquí, la llamada <<cama calien-

1<'», cómo nos ven y nos tratan afuera, la

r<plotación al <<latino» en USA o al <<suda­

' .t" en Europa, las crisis de identidad, <<el

111icdo al regreso, a lo desconocido o a lo

'011ocidísimo», la nostalgia, la soledad, so-

111<' todo la soledad, mientras se pinta al

l1o11thre más rico del Ecuador, sin que sea

IH't'csario decir su nombre (ha~ta publica­

llltt ~u biografía una vez muerto, pero na­

di<- <'~cribirá la historia de cómo en realidad

\,,, la plata), o se imagina al señor Presi­

r\.-lllc reuniendo al gabinete para anunciar

i,t•, dích medidas que solucionarían la crisis.

Pérez Torres lo pone con

minúscula, como una cosa

que es, que obtiene un tra­

bajo de diez horas ininte­

rrumpidas de diez de la no­

che a ocho de la mañana

frente a una máquina que

no para. Al Miguel de Elié­

cer Cárdenas que se resiste a

dejar su casa y familia, le­

vantada junto a una laguna

que se traga vidas con fre­

cuencia -¿símbolo del

país?- y, al fin, tiene que

marcharse.

Los tres relatos lo dicen

todo: los sueños del «sueño

americano>>: cómo no va a

ser una ilusión si siendo el

6% del mundo consumen

el 50%; cómo no va a ser, un

anhelo si para que todos vi­

vamos como se vive en Mia­

mi necesitamos los recursos

naturales de diez ¡Jlanetas

Letras del Ecuador

Y también tenemos a los personajes de tierras; cómo no va ser un sueño si 500

¡, "' rdatos cortos. A la Alejandra de Velas- personas, todas usamericanas, tienen la

'' 1 Mackenzie, lista para tomar el vuelo a· misma renta anual que 3.800 millones de

l' .. 'ti:tdos Unidos, a la cual únicamente le

l.d1:t olvidarse ese momento del español y

<¡111' los ojos se le vuelvan azules y el pelo

1 11ilio. Al «manueh>, cuyo nombre el autor

seres humanos. Igual que los sueños de la

vida en España o en Italia, explotados, des­

protegidos, humillados y mal vistos por su

color o su forma de hablar. Todos y cada

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 35: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

32 Literatura y exilio

uno rompiendo y haciendo trizas el Amor doméstica y un travestí. Una pieza que

(y ahora lo escribo con mayúscula)... valió la pena verla.

ÜTRAS MANIFESTACIONES

Vale la pena una expresa mención al

documental cinematográfico Problemas

personales, excelente producción de Lisan­

dra Rivera y Manolo Sarmiento exhibida

en el cine 81/2, una visión profundamen­

te humana y muy bien realizada de los mi­

grantes ecuatorianos en España, con los

propios protagonistas de los hechos pre­

sentados. Uno de ellos quisiera todas las

noches dormir abrazado, sólo abrazado, de

una mujer ...

Juan Martín Cueva produjo también

Marineros, un documental fílmico sobre

quienes se embarcan en busca de una nue­

va vida. Y, hace algunos años, lo hizo igual­

mente Mónica Vásquez con Mujeres. Co­

nozco que Pablo Barriga ha escrito Relatos

breves (Edir. El Conejo) y que Santiago Ar­

guello Cuestr1 Arriba (C.C.E). Ambos to-

can estos temas.

Viviana Cordero, hace algunos meses,

en la obra de teatro Tres, con la actuación

de Toti Rodríguez presentó tres historias

de migrantes (se trató de monólogos) que

abandonan el país por diversos motivos:

una secretaria ministerial involucrada en

actos de corrupción, una empleada

La novela de Jaime Marchán Destino a

Estambul, aunque trata de un periodista sin

trabajo que se embarca en la bodega de un

barco con destino a New York para termi­

nar en Estambul, no toca el tema: es una

obra en la cual el protagonista es. víctima de

una confabulación de traficantes de droga

que le consiguen, para ocultar el tráfico ile­

gal, un empleo de inspector portuario del

banano exportado desde Ecuador, posición

que le permite hacer amistad con el cónsul

ecuatoriano, un dipsómano, y con su espo­

sa insatisfecha. La obra, de estilo ágil, tiene

el fondo de esa ciudad única y un final fe­

liz donde los malos van a prisión y el pro­

tagonista recupera a su amada turca.

ALGUNAS PÍLDORAS

A MODO DE CONCLUSIÓN

Los migrantcs no tienen derecho a la «seguridad juridica» que reclaman los in­

versionistas ni a las <<reglas claras>> que exi.·

ge el intercambio comercial. Los migran­

tes carecen del respeto y las garantías qm·

piden los capitales que se mueven interna­

cionalmente. Los migrantes no son bien

recibidos y las trabas se multiplican,

mie¡Hras en un mundo «globalizado>> las

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 36: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

nll'rcadcrías viajan sin problema. Los mi­

p.rantes están sosteniendo la dolarización:

dc.,pués del petróleo es el rubro con ma­

)'OI'cs ingresos. Después de terminar «la

'''·"1>>, buena parte de los ingresos va a los

••nncrciantes; casi nada a la inversión:

,dwrro, educación, capacitación, mi-

' rucmpresas. El Ecuador es un buen ex­

i"'nador de pobres. Muchos empresarios,

¡••u·a poder competir, están trasladando

•dl'i 1:\bricas a Perú o a Colombia y despi­

,¡..11 a los obreros, que son candidatos a

1!!/!'VOS migrantcs. Otros las cierran por-

' Jlll' los costos no les permiten continuar y

'''" dedican a exportar de Corea o de Chi-

11>~ o planifican irse a vivir en Miami (has­

¡,, lo., pudientes quieren irse). Trabajado­

p·;, peruanos (la migración al revés) están

llr¡•,ando hasta las provincias centrales pa-

1 •1 desplazar a los ecuatorianos: cobran

;ílt'llos pero con lo que obtienen compran

;n;\;, cosas en su país. Hasta las trabajado­

..,., "·xuales peruanas cobran menos en

i\ln;ll:lia. Campesinos colombianos que

l11rvr·ll de la violencia, del Plan Colombia

\' de la.s fumigaciones ingresan al Ecuador

i"!l" l<>rma de migración al revés), mien­

il,l'; •¡uc como burros cabizbajos y orejo- ·

111 n, .¡,. l'rcntes reducidísimas, nos unimos

il l,¡ guerra civil colombiana, cuyo origen

1!•1111111> está, no en la guerrilla ni en el

'''""'ir:\llco que no existían, sino en el

Letras del Ecuador

forzado desplazamiento de campesinos

empujados por los cafetaleros y en la gue­

rra entre liberales y conservadores. Pocos

conocen que hay muchos niños muertos a

causa de las fumigaciones en Colombia:

son datos que se ocultan. Medítese en lo

que acaba de conocerse de la guerra sucia

en el Perú: 70.000 muertos de lado y la­

do. Las crisis las causan los de arriba, no

los de abajo. No obstante, el canciller de

una lujosa universidad privada que escribe

en un diario quiteño recomendó a los po­

bres que emigren para que los que se que­

den puedan ser «libres y ricos». La misma

universidad que en los programas de su

Escuela de Gobierno proclama que «la ne­

cesidad no genera derecho>>. ¿Y la necesi­

dad de vivir, de comer, de educarse, de

trabajar, hasta de morir? ¿Qué dirán ante

esta teoría los profesores de la Facultad de

Jurisprudencia y de Filosofía del Derecho

de la misma universidad?

Pero aquí, señoras y señores, no pasa

nada ...

Ante nuestro silet1cio, ante nuestra mu­

dez, la novela también tiene la palabra ... $

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 37: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

ESCRITORES DEl EXILIO

Corría un año de aquellos. Y si era domin­

go o jueves, no tiene impOl'tantia alguna.

«Ese día se desnudó el camino. Partí. Sabía

que jam,\s retornaría». Lo que fue el inicio

de una novela marcó mi existencia. Me su­

mé a los escritores que viven fuera del pafs.

Para unos, la expatriación es consecuencia

del anhelo del viaje, del gran viaje. Se trata,

generalmente, de espíritus re­

beldes e inquietos que se han

lanzado a recorrer los conti­

nentes. Sedientos de otros ho­

rizontes, culturas, lenguas y

posibilidades. Ansiosos de co­

nocer, captar, analizar distin­

tas realidades. Realizar tt·ave-

sías impensables. Descubrir­

redescubrir el mundo.

Desgraciadamente, no po­

cas veces esta aventura se tras­

troca en revés. La sociedad en

la que se inserta un individuo

es ajena. Suele tapizarse de

tristezas, añoramas, mil pre­

guntas. Es del caso traer a la

memoria a Ncruda cuando in­

terroga al Wilkamayu, o Herc­

dia a las cataratas del Niágara.

El Wilkamayu puede agitarse­

levantarse. Ser palabra. Las ca­

taratas son capaces de respon­

der. Las dos escenas tienen el

mismo sentido: la magia y necesidad del dliá­

logo en ambientes forjados por soledades y si­

lencios abismales.

P<ira los que el distanciamiento se impo­

ne por motivos puntuales, la situación pue­

de ser similar a la de un expulsado polítio::o.

Una buena idea tenemos en el intercambio

epistolar de dos poetas solos de Manh;at­

tam>. Lejos de Cuba. Hunúidos en una ciiu­

dad opresora. Bajo el peso abrumador del

ruido de trenes, motores, sirenas ... de uma

locma que induciría al suicidio. Florit, lz­

naga, Hughes se lamentan:

Aqui todos andamos solos y perdido!S

todos desconocidos

El exilio puede revelarse como tragedlia.

Es, a menudo, el caso del que ha abandona­

do todo y anhela repatriarse. Volver con1o

persona diferente o como la que era. Y qrue,

o se estrella con la imposibilidad. Imposilbi­

lidad de regresar, de realizar lo <¡ue había

previsto. O, al retornar, tropieza con el

desencuentro. El máñana escapa al cálculo.

Todo cambia. Cambiamos. Somos imemsa­

mente lo que fuimos, y somos distintos.

Cuántos escritos revelan este drama. Así

El sur de Borges, donde la tortura y fin deo la existencia del protagonista se dan, justamen­

te, co.n el regreso al país natal, el individ1uo

muere dos veces. Había sucumbido en el

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 38: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

35 Letras del Ecuador

"xilio. Y vuelve a desaparecer en el espacio Transformado en europeo exclama Alfredo

Ji,,im de donde salió dejando sus despojos. Gangotena:

'liunbién hay de los que, por razones

l'~'"lcsionales, se trasladan a vivir en el ex­

lnior periódicamente -estudiosos uni­

vnsitarios y diplomáticos. Se trata de in­

l<'rprcres de hechos, sociedades y paisajes.

·'•liS plumas dejan testimonios, reflexiones

< nn serenidad o dolor, con voz de salterio

" de poeta a la distancia. Otro exilio. Así

• nnf'icsa Filoteo Samaniego:

El mar, pero el mar biblico, trató de

impedir el corte de mi vida. Golpeó al

IMt'Co y a la ddrsena y dejó un muelle con

1·rt! de llanto y de ola, peces temblorosos y

otros habitantes expatriados.

( ltros, nacen como escritores en el ,ti,:latniento. En lejanías que terminan con-

1' i rl iéndose en raíz. Sus páginas tienen más

,¡,. observación y declaración. A veces, de

· \li.tnjerismo. Hay quienes se expresan en

<111'11 idioma. Pertenecen a un plano en que

'•'' yuxtaponen dos, tres, ct¡atro horizontes.

l>linguno. La gente, los lugares, la cultura

I'~'"Pia y la ajena se confunden. Se repite la

Ílltposibilidad del retorno ante lo irreconci­

lí,,hle: caras anónimas, nidos inexistentes,

P·"'IS borrados. A la obsesión de la búsque­

d.l de sí mismo, se afiad e el tormento de re-

1111/ocerse extranjero en su país de origen.

¡Oh Tierra, yo me anuncio a ti!

Y mi palabra vindicativa y cargada de

La savia de la adormidera, te mácula y

!te dice:

Yo te aborrezco así: solemnemente.

Llegamos, entonces, al pro­

blema de, ,la identidad. Hay . '\, .

qmencs sostienen que no exis-

te. El expatriado resulta sentir­

se siempre incómodo. En su

pals de origen es forastero. En

el exterior, dos veces forastero.

La identidad, ¿no existe?

Para mí, sí. Existe. Nunca ha

dejado de ser clara, nítida,

concreta. En mi tierra nunca

me he sentido extranjera. Y

nuestra lengua es mi tesoro.

Y, ¿mi apartamiemo?

En mi caso, es que un día la

vida me propttso al óldo: <do­ma el camino». Ante mí apare­

ció obstinado, irreductible, rec­

to. Tendido hacia el infinito. Y

no es que lo acepté cual conde­

na ni me sometí al destino, ni

siquiera obedecí. Escuché. Y

cuando en un eco se repitió la

El exilio puede revelarse como tragedia.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 39: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

idea ya había emprendido el viaje. Con él fui

distancia en la distancia. Viento sobre el mar. Nieve en los inviernos. Arena en desier­

tos infranqueables. Me alejé. Y desde el otro

lado del océano contemplé mi país, lo anali­

cé e interpreté. Comprendí el perfil de sus

empinaduras y casitas balanceantes ame el

caer amable de noches iguales en medio de

un solsticio inalterable. Y debo confesar que,

hasta ahora, he sido feliz tendiendo el pie

con un itinerario sin término, salpicado de

luces y guías despiertas, por senderos insóli­

tos, marcado de arcos iris solitarios y faros

extranjeros, titilan tes.®

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 40: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 41: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de c11ento y poet>ía ecuatoriana sobre el exilio

¿Qué habrá sentido el hombre que descubrió h brújula?

¿Habrá creído que se acabaron todas sus zozobras y derribos? ¿Habrá imantado el ingrato corazón? ¿! Iabrá renunciado a la duda en favor de la certeza? ¿Nunca más habrá mirado las estrellas?

Navego sin rumbo desnudo

sin pasado

lVÁN F.GÜEZ

no me Ünporta si este bote no existe '

si en realidad estoy en un parque una gruta

un hospicio un drco

ALEX RoN

El exilio, en esta antología de textos de creadores ecuatorianos, es tomado no sólo den­tro de la acepción de desplazamiento físico involuntario debido tt razones polítictts, sino corno toda situa.ción ttrwrrnal en la que un ser humano ha sido desplazado 1!0-

luntaria o involuntariamente, y se genera un desarraigo con su condición humana anterior credndose un conflicto al que llarnamos exilio.

l'ara esttt antología he considerado aquellos textos que nos pueden dttr una idea glo­bal de los diforertles tipos de exilia, pero no es una recopilación de obras de exiliados ilustm -el lector no encontmrd, por ejemplo, ningún texto de Juan Montalvo, Fede­rico l'roaño, !!o norato Vdzquez, Juan Bautista Aguin·e, Juan de Velasco, entre otros.

Abte esta seleccián de poesía César Dávila Andrade con la obra de inmensa carga ernorinnril E'pacio me has vencido, del quin1 Ji1em ¡wrmrllleni<' antorxilirrdo y se Sllici tf!/r!a en Clmrcas en 1.'16/. l.e sigue Jorge CannYt Andrade quien asume el destierro en !rt propirt "rbe ·· o !j!li7rís !'11 OI!Yis, en lodm lils ttrÚes . Ji¡~ú/!lrias nflexiuna desrrjian­te sobre el naufi'agio urbana, sobre el destierro como marginación o automattl;inacíón.

Hn Algo así como humano, de Antonio Preciado, el exiliado no es sólo el despla­zadoflsicarnente, sino también el marghwdo social; el poeta hace un retr!Jto exacto de La situación de un relegado para quien revertir su condición es ya imposible.

Le sigue un poema conciso de Ivdn Oñate donde se narra la gestación de la pér­dida, proceso que ineviwblemenie arroja a los personajes al exilio.

t'l poema de .Jaime Rodríguez Palacios En el tren de la noche, es el retrato de aquel que estd lejos, separado de los suyos, y los evoca pc¡ra acentuar su distftncia, prlm reconocerse en lo desconocido.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 42: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

1\ntologfa de cueJJto y poesín ecuntor.iam sobre el exilio

Certeza, de Aleyda Quez;edo, es una reflexión sobre el tlutoexilio como ópción; en apenas seis versos se condensa la pérdida inevitable que acompaña todo éxodo.

Wcckcilds, de lván Carvtljal, parece crtptuntr !tt perpetua el inevita-ble desencuentro, desencuentro nos arrojrJ. rl un exilio mucho más srJ.l-vtlr y que, con probt~bi!idacl, irJ. pérdida de todrt untt genemción cuando el llmnrJ.do '~íOcialismo real" se desplomó en E"uropa.

El desvelo y las noticias, de Jorge !'nrique At!oum, es un(irmco y hermoso poe­"ma, donde el amor se com1ierte en el hilo concluctual que nos muestm el la opera en una latinoamériw lt~cemda por el éxodo de miles de seres humrmos por crtusas políticas. Humherto Vinueza titula su poema Jorge Enrique Adoum y sinte-fiz,¡ !tt situación del destierro .Y /a que éste vierte en una suerte de poema-rio que fluye conslanlemente el lector- toda una vida y una épom.

Manuela Sáenz no puede retornar a Quito por orden del presidente Roca-fuerte, de Julio l'azOJ~ sobre la J!,nln exi/iadri, retratada aquf en toda su magni-tud de manera que se imprime entre el mito y la tmgedia.

Como una serie de imágenes de video dip, MiJ!,uel Donoso l'arejtt nos remite a lt~

sensación del exilio, a su angustia, en su poema )G'<V 1 de su libro ,,(JI-tima canción del exiliado>>. Huida, de Alfonso Espinosa, la tremenda cmga emocional dibuja un penonaje dispuesto a abandonarse sin mmbo a JN exilio -o su autoexilio.

Aproxitmción a Robinson C:rusoc de Edwin Ji1adrid, fiíbula del náufrago que vuelve a la cil;ilización y no puede encontmr.<e, a ser un exi-littdo que, rJunque jisicttmenle htt uuelto, no puede m su imaginario, y cie-rra la sección de poesfa Con quien contar, de !'duardo Barrera, donde el abandono aparece como otm forma de exilio, como e/ inicio dr un destierro donde el orden tln­terior se ha quebrado danclo paso a uno nuevo, mólico, incompremib/e.

ra selección de !"UCflli!S se r!bre Ci!ll 1111 !Jrn;t n·/rtio r/e VrdJimim fliiJfiJ, JoJI(/c dos exiliados protetgonizan una simetría hasta que ltt suerte ;e burlará de ellos.

lo raro fue que el polvo de b sequía ya había estado metido bien adentro, de Huilo Ruales, nos enfi"Cnta a unos jJersonajes que han sido abandonarlos tt su suer­te debido rtl éxodo masivo de todo un pueblo a causa de la sequía. Sigue la peque­ña viñeta·de Francisco 7obar Madrid, de «El ocio incesante11, Tohm; quien }itera un autoexiliado perenne, parece en ella su vocación por el mttodestierro. Luego le sigue Ellos que antes se miraban en el agua, ahora no se reconocen en el espejo, de lván igüez, texto metáfOra, donde bajo el tema del circo e/ autoexilio se convierte en un sacrificio necesario.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 43: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología üe cuento y pocsfa ecnntoriana sobre e! exilio

Poesía

Si¡,uen dos relatos sobre estudiantes, casualmente los dos tienen como escenario París, De aquellos lares, Je aqucstm cielos, de Raúl Pérez Torres, es un inmenso equívoco el amor de la francesa Simone por Martín, un estudiante ecurttoriano. Se ba.<il en su creencitl secreta de que él es un exiliado producto de las convulsiones que agitan a Latinomnérica; um el tiempo será ella misma la que se transforme en exi­liada cuando ,zcompañe a Martín rt su tierra. Y Sobre miedos y sismos, de Piloteo Samaniego, nos viñetea las vicisitudes de un estudiante en I\1rfs.

El desertor, de Pedro jorge Vera, t-ecoge, en lo que parece casi un testimonio, el encuentro con un tlutodesplazado del conflicto colombirmo que, por su creencia en la violencia como zínict1 .ralidt1, ha escogido el exilio.

Juego de solitario y final, de Raúl Vallejo, es la búsqueda de la abyección, fa mí­drt hacia el abismo, el tlUtoexilio en la degrr1dación.

Finalmente, en El pasado empezaba a desdibujarse, de Francisco Pro11ño Aran­di, la vejez y la segrcgttción son parte del mismo proceso donde su protagonisttl se ve sitiada y condenada a un exilio en su propia ctlsa, en su propia ciudad, metáfora de la modernid<td de! siglo XX, tema y pretexto de esta breve antoiogüt. r~

Ernesto Proaño Vinueza marzo de 2004.

" En la.s Notas BlogpHicas de o:;:sta ::mtología d lector notará que no hay mayores datos sobre Eduardo Barrera pue!> ha

sido imposible encontrarlos.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 44: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

1 POESÍA

ESPACIO MIE HAS VENCIDO

de «Espacio me has vencido», 1947

CÉSAR DAVILA ANDRADE

Espacio, me has vencido. Ya sufro tu distancia.

Tu cercanía pesa sobre mi corazón.

Me abres el vago cofre de los astros perdidos

y hallo en ellos el nombre de todo lo que amé.

Espacio, me has vencido. Tus torrentes oscuros

brillan al ser abiertos por la profundidad,

y mientras se desfloran tus capas ilusorias

conozco que estás hecho de futuro sin fin.

Amo tu infinita soledad simultánea,

tu presencia invisible que huye su propio límite,

tu memoria en esferas de gaseosa constancia,

tu vado colmado por la ausencia de Dios.

Ahora voy hacia ti, sin mi cadáver.

Llevo mi origen de profunda altura

bajo el que, extraño, padeció mi cuerpo.

Dejo en el fondo de los bellos días

mis sienes con sus rosas de delirio,

mi lengua de escorpiones sumergi<los,

mis ojos hechos para ver lanada.

Dejo la puerta en que vivió mi ausencia,

mi voz perdida en un abril de estrellas

y una hoja de amor, sobre mi mesa.

Espacio, me has vencido. Muero en tu eterna vida.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 45: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios /\nlología de cuento y pocsí;:¡ ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

En ti mato mi alma para vivir en todos.

Olvidaré la prisa en tu veloz firmeza

y el olvido, en tu abismo que unifica las cosas.

Adiós claras estatuas de blancos ojos tristes.

Navíos en que el cielo, su alto azul infinito

volcaba dulcemente como sobre azucenas.

Adiós canción antigua en la aldea de junio,

tardes en las que todos, con los ojos cerrados

viajaban silenciosos hacia un país de incienso.

Adiós, Luis Van Beethoven, pecho despedazado

por las anclas del fuego de la música eterna.

Muchachas, las mi amigas. Muchachas extranjeras.

Dulces niñas de Francia. Tiernas mujeres de ámbar.

Os dejo. La distancia me entreabre sus cristales.

Desde el fondo de mi alma me llama una carreta

que baja hasta la sombra de mi memoria en calma.

Allí quedará ella con sus frutos extraños

para que un niño ciego pueda encontrar mis pasos ...

Espacio, me has vencido. Muero en tu inmensa vida.

En ti mucre mi canto, para que en todos cante.

Espacio, me has vencido ... 1 ¡

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 46: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

EL HOMBRE PLANETARIO (t'RAGMENTOS)

de «Hombre Planetario», 1959

]ORGlE CARRERA ANDRADJE

Vivimos en el medio de un gran Océano de aire

Los sabios geofísicos

Salgo a la calle como cada día.

Fantasma entre las casas me pregunto

el color de la hora, el rostro incierto

del azul que me mira

hasta arder en su fi.tego más recóndito.

La ciudad me cautiva, red de piedra.

Las calles me persiguen,

se congregan en torno

de las plazas de sol, grandes tambores

forrados con la piel

de cordero del cielo.

¿Soy ese hombre que mira desde el puente

los relumbres del río

vitrina de las nubes?

Fui UJises, Parsifa],

Hamlet y Segismundo y muchos otros

antes de ser el personaje adusto

con un gabán de viento que atraviesa

el teatro de la calle.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 47: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragíos Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

H

Camino, mas no avanzo.

Mis pasos me conducen a la nada

por una calle, tumba de hojas secas

o sucesión de puertas condenadas.

¿Soy esa sombra sola

que aparece de pronto sobre el vidrio

de los escaparates?

¿O aquel hombre que pasa

y que entra siempre por la misma puerta?

Me reconozco en todos, pero nunca

me encuentro en donde estoy. No voy conmigo

sino muy pocas voces, a escondidas.

Me busco casi siempre sin hallarme

y mis monedas cuento a medianoche.

¿Malbaraté el caudal de mi existencia?

¿Dilapidé mi oro? Nada importa:

Se pasa sin pagar al fin del viaje

la invisible frontera.

m Lunes, puntual obrero, me visitas

con tu faz de domingo ya difunto

pero en verdad más martes que otro día.

El miércoles y el jueves son gemelos

perdidos en el fondo de ese túnel

con un rumor de ruedas y vajilla,

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 48: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y _poesí:a ecualoriana sobre el exilio

Poesía

con pasos y con lluvia

que conduce hasta el viernes, puerta falsa

por donde llega el sábado

cómplice disfrazado de domingo,

inspector de las cuentas semanales

de caminos y jardines,

siempre dispuesto a levantarse tarde,

a recoger el sol sobre una silla

y a cerrar una puerta hacia el pasado.

IV

¿Soy sólo un rostro, un nombre

un mecanismo oscuro y misterioso

que responde a la planta y al lucero?

Yo sé que este armatoste de cal viva

con ropaje de polvo

que marca mi presencia entre los hombres

me acompaña de paso, ya que un día

irá a habitar vacío

de mi bajo la tierra.

¿Qué mueve al mecanismo transitorio?

Soy sólo un visitante

y creo ser el dueño de casa de mi cuerpo,

nocturna madriguera iluminada

por un fulgor eterno. ~

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 49: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios A..Hlolugía de cnentn y poe~íu. ecualoriana sohrc el exi11o

Poesía

(POETA EN BICICLETA)

de «Trinofobias>>, 1988

RAuLARIAS

Vagabundos,

sosteneos y hablad quietos en la luna.

Voy a echar lágrimas como

la tierra lanza sus pájaros

para que picoteen a sus propios hermanos.

He pisado tantas veces estas calles

que quiero salirme de mis canillas

y dedos sucios.

Corro con un timbre bajo la lengua,

me escondo debajo de los automóviles,

compro y vendo lotería,

río como un loco,

me persiguen los días,

hijos abortados del viento.

Salid un momento a la boca del lobo.

contad los cristos que a cada instante

nacen,

morid con el mundo apretado en las alas.

Seréis eternos

como la arena y todos sus camellos,

como el mar y todos sus naufragios.~]

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 50: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y pocsfa ecuatoriana sobre d exilio

Poesía

ALGO ASÍ COMO HUMANO

de «Tal como somos,, 1969

ANTONIO PRECIADO

Cuando le hicieron sitio,

ya fue tarde,

porque le había crecido otro cabello

y tenía en la lengua otra palabra.

'fambién le habían crecido las uñas

y los dientes,

y, como es hombre,

le había salido punta en la esperanza.

Desde entonces se vive solitario

y ahueca con las uñas su morada,

se entretiene tejiendo

un látigo terrible con su barba,

cantando ese murmullo indescifrable,

mascando roca,

vigilando el alba,

o atrapando luciérnagas,

luciérnagas,

para hacerse un farol como la luna

y un faro para hormigas extraviadas,

cortando escamas de hojas,

para peces,

o parchando el tonel para sus lágrimas.

Cuando le hicieron sitio, ya fue tarde ...

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 51: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Dicen que por las noches

se desata la piel

y que la cuelga

Poesía

de la caña de azúcar de la entrada,

bebe un poco de hiel de sus panales

y se acuesta en el aire

con su viejo brasero como almohada,

que duerme a ojos abiertos

y que sueña

qué sueñan los que sueñan,

y de mañana,

al minuto del sol,

cierra los ojos,

empieza su canción,

y se levanta. ¡;¡¡

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 52: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ccuaronana sobre el exilio

Poesía

LA GUERRA. V.

de «Anatomía del vacío», 1 988

IVÁN ÜÑATE

Todo era tan negro

y tan absurdo, que hasta el debido amor

perdió camino

en otros vértigos, en otras

soledades.

Y en el fondo de los cuerpos

donde hundía mis brazos, nunca di

con su rayo. Sólo las huellas,

las sobras

de un combate

donde quedaban las vidas

extenuadas, tristes,

preguntadas a besos, a insatisfechas torturas

que llamábamos caricias. Sólo eso.

Y en el repetido velamen

de cada día y de cada

lecho

un mar nos sitiaba

con sus aguas muertas. Sin norte,

sin sur, sin viento,

sin un adonde. ~

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 53: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

EN EL TREN DESOLADO DE LA NOCHE

de «Diario del exiliado>>, 1 ')90

JAIME RODRÍGUEZ PALACIOS

Entre gente

extraña,

indiferente,

que hasta a veces

me miento

conocerla.

Cuando

el tren

desolado

de la noche

atraviesa

los desiertos

de la alucinación,

pienso en ti.

Y busco.

En vano busco

los cometas

febriles

de tus ojos

en la sábana

de una hora boreal,

compungida,

densa

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 54: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sohre el exilio

Poesía

y cándida.

En medio

de esos miedos

me pregunto

por ti,

por mí,

por nuestra hija

y sus vértebras

distantes

de alegria ....

¡Y soy

cada vez más

como los pasajeros

del tren desolado

de la noche:

un desconocido

sin rostro,

sin voz,

sin estaciones! !:J

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 55: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre d exilio

Poesía

CERTEZA

de «Espacio vado>>, 2001

ALEYDA QUEVEDO

Un día me levantaré

con la furiosa convicción

de alejarme de las montañas

Una siempre está jugando

con los dados de la fatalidad

no deja de apostar lo que ama. ~l

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 56: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sohrc el exilio

Poesía

WEEKENDS (FRAGMENTOS)

de «Del avatar 1970-1980>>, 1998

IVÁN CARVAJAL

A la memoria de fosé Voloch, <<desaparecido».

A Clara, Alicia y Henry, de quienes perdí el rastro.

Hacia el sur la legión de pájaros

escapándose de ese placer

nuestro de seguirlos

de incitarlos

los 5

íbamos

turnándonos en los remos y al timón

navegantes antiguos

hacia qué desconocidos

parajes

hacia dónde

tras los pájaros

sin brújula

huidizos.

IV Los 5

navegantes de improviso e imprevistos

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 57: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

Enrique el enhiesto

arrastrando en su anzuelo

putrefacciones del río

que yo sueño tiradas

a los pies de Clara

mientras cae Alicia en el sinsentido

José: la Revolución autentifica

mantiene su firmeza

el río pasa desde el día a la noche

la noche traga de una bocanada

la pipa

la barca

los bogas

Al sur las aguas frías

el vasto arenal de la playa

desierto

navegantes antiguos

explorando

los 5

V

implorando

dispuestos a naufragar

hacia el anochecer

el río.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 58: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragíos Antología ele cuento y poe~ía ecuatorJana sobre el exilio

Poesía

a los 5

de qué nos servía

tomar sitio en aquel viejo muelle

deshabitado

arrojar palitos a las aguas

preguntándonos su rumbo

hacia dónde yacía la Ciudad

sus voces

su prodigiosa

su fatigosa aparición

los 5

de antiguo

agregados a la falta de historia

del vacío paraje. [l

(I}ucnos Aitcs, 1971 - Quito, 1977)

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 59: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología Ue ~:uento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

EL DESVELO Y LAS NOTICIAS

de «Ecuador amargo», 1949

JORGE ENRIQUE ADOUM

En mitad de la noche despierto

y me levanto como para vestirme,

como para llorar o para ver si duermes

lateral y desnuda.

Pero es cierto:

ya no tengo tu voz saliendo

debajo de mi boca, ya no tropiezo

con tus tristes zapatos las mañanas,

ya sólo yo, yo solamente y solitario

en los almuerzos y en el hambre,

visitante extranjero de costumbres

que se me habían ido como una

edad yo nuevamente familiar y ajeno.

Pequeña lastimada, tú

desempleada, tú compañera,

todo el día en los climas de la ira:

en cada sábana me hiere todavía

tu cadera, y me duelen

él, ellos, los compañeros

buscados, los espesos escondidos,

los cadáveres compañeros. Cómo

no iban a dolerme si hay tanta

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 60: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ccuatorüma sobre el exilio

Poesía

agua entre los dos, tantas distancias

que no puedo sobornar, pasaportes,

gobiernos que nos odian, y sobre todo

esta pobreza guardiana,

portera, tutelar.

Cuando en la lluvia, cuando

en mi taza de café me quedo,

cuando en mi ropa, y el sueño

a ti sola te circunda,

y no sé nada de ti, como

si nunca hubiérate esperado

en una esquina o una cama,

y me preguntan <<¿qué sabes

de tu compañera?,, callo,

pienso en velorios, en trenes

que no paran hasta el norte,

ya me parece sombras, ya

me parece lloro, ya cuchillos

en los que Pepe, Antonio, Angélica

o Elías o cualquier hermano

me escribiera: «Tu compañera

fue herida ayer. Tu compañera

fue asesinada el lunes. Fue desterrada

al sur tu compañera, a las islas

que el mar rechaza de la costa.

No está tu compañera>>.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 61: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Anlología de t:uenlu y poeí,Ía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

¿No está mi compañera? ¿Y todo

porque tenía la costumbre

de vivir, porque acostumbra

defenderles el vientre a las mujeres,

los huesos a los trabajadores

y a los niños sus tinteros?

Todo porque vas, madrugada

a madrugada, a las paredes

de la ciudad, dejando allí

tu porción de patria y voluntad,

tu nombre fácil, tu nombre

Rojas, hasta abajo

del pueblo.

Y entonces no pregunto

a nadie por ti, ni a ti,

ni al corazón con su ronca

campana intermitente. Pero odio

adherido, como una araña húmeda,

a la pared del alma: ya no por sucias

mariposas mi temblor y mi asco:

es por los escuadrones, por la aritmética

de su formación para el destrozo;

ya no a las hinchadas cucarachas

alineadas mi puntapié de náufragos:

pero a la dentadura policía,

pero al próximo cadáver, necesario,

presidencial, agrietado, escogido

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 62: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antologfa de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

entre sus desventurados almirantes.

Y te espero.

En estos meses largos,

del lo al30, y aun más, al31,

cada tarde busco tu carta

que no llega, como el suefio

a veces, busco trabajo, busco

una pieza, miro el mar

con su pobre vecindario de alas

y de mástiles, pregunto:

cuánto cuestan las cosas

que nos faltan: una hamaca,

diez minutos sin zozobra,

un plato nada más y dos cucharas,

y esa venganza que me golpea adentro

como te golpearía el hijo a estaB horas.

En mi cama suelo pensar: y~, reconozco

que es vegetal tu resistencia, y tu destreza

para entrar en mí, definitivamente

como en tu dormitorio.

Pero de pronto,

otra vez tengo miedo y me levanto,

y otra vez d odio gotea al esqueleto

su ácido común, recibo a tientas

la noticia, indago por tu cuerpo

que antes estaba dentro de tu nombre.

Y no está, como Joaquín (sólo sus botas

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 63: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

debajo de su cama, sólo su saco

esperándolo cuatro meses en la puerta).

Como él, sigues siendo una noticia

no confirmada aun por el encuentro

y la esperada, ah separada,

ah la que templó mi verso

y mi cerveza, la que alabé en mi canto

de esponsal y de vieja batalla comenzada. ~

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 64: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

jORGE ENRIQUE ADOUM:

de <<Poeta ru palahra», 1988

HUMBERTO VINUEZA

con angustia imploramos un punto de apoyo,

nosotros que, a veces, resultamos muy jóvenes para lo que es viejo, y demasiado

viejos para lo que jamás fue. Nosotros que sólo somos justos cuando, pese a

todo elogiamos, porque, ¡ah! somos la rama frdgil y el duro hierro y la dulzura del

peligro madurando.

Rainer María Rilke

en dirección final a la ciudad rudimentaria avanzo mientras dure lo que existe

para siempre.

Dylan Thomas

palabra: que seas almendra sin cdscara.

Jorge Carrera Andrade

A esta hora, estarás enrollando la postal definitiva de París;

barrer, asear la morgue íntima.

Anuncias que vuelves, que vas

a volver a tu ltaca de celofán andino.

(¿No fue a Ovidio a quien con el auxilio de los dioses mercenarios

le cayó en la cabeza toda la'tortuga del exilio?).

Al lugar que nacieron vuelven todos,

de bruces o de perfil, a marchas forzadas,

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 65: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

o por la vía directa del sueño.

Proletauro vuelves

a tu subpolis de crepé tropical,

Poesía

con las manos metidas dentro de tu corazón

si la vida llenó de infartos la maleta.

Hacia el Sur.

Puede uno volver por puras ganas de humus,

ganas paleolíticas de acariciar

el árbol que te enseñó cómo agitar banderas;

en neblina o en cascadas al primer amor

que posees sin necesidad de la memoria,

blando musgo donde juraste nunca ser cadáver.

Vuelves nítido al laberinto del monte

en pausados socavones; orejudo al manantial

con tu afluencia de nube, en cuyo cuenco

de t<mto volver, sigues volviendo, vuelves

conejo, pez, chupaflor, puntual a la gotera.

La rneca de tu alguien, acaso, al fin termine

la seda para el horizonte, el brocado del alba

que harto confundiste rasgándolo

en otros atardeceres amanecidos al revés.

Vuelves -en El Salvador suelen lanzarte

desde el helicóptero como tortuga; pero,

al margen del plafond, no es intimidación-,

digo, recuerdo como si fueras yo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 66: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología ele cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

el que volvieras, yo volvía de Moscú

y me reconociste desde ti,

bajo los fogonazos pirotécnicos de París,

cuando Francia era una fiesta de los Beatles

y Europa una plañidera con Charles Aznavour;

y te dije, a mí, poeta remendón

me enseñaste a escribir humilde,

evangélicamente en participios futuros,

a columbrar el adjetivo en un pajar

y su cola de saurio sustantivo.

(Los evangelios se escriben en la clandestinidad

política o para la mujer prohibida).

Que las ocupaciones nocturnas rezuman su sal,

su ágora independiente de las palabras;

el dorado levanta incensario en otra orilla.

Y me dijiste, sacándote los lentes, frente a la Opera,

limpiándolos con ese país recién planchado,

con d que se doblan y redoblan también las autobiografías:

en la poesía, ninguna virtud prohija didáctica de respaldo.

Aviva esplendor al puninoide que te aflige

cercado por la cueva de vaho en donde nace

y la provincia de una mar irreal.

El bello animal del sueño pudiera

devenir incunable embalsamado por desuso.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 67: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poe:-;{a ecuatoriuna sobre el exilio

Poesía

Vuelves. Al Sur. Vuelves

con tus cuadernos de la tierra.

Nuevamente la cimbra de la aorta marca el Sur.

Qué cerca y qué lejano estás de la certidumbre

soasada junto a la chamiza del amanecer.

Mira tu zona dulce; tu esqueleto de cereal,

la cordillera coronada con tu bulbo raquídeo.

Este es el poblador, barro nunca libre.

Sin retorno empedró caminos

hacia la dirección amenazada del ayllu.

Aprisionó en su seño nieve golpeada;

llenó el vacío con su andamio; construyó

ciudades con arquitectura de palomar

para sostener la tierra desde el cielo, tortolerío,

golondrinaje, campanarios volantes vocingleros.

El granitb perecible cinceló y aquende junto

pulióse él mismo, sobreviviéndolo. Alucinado

talló madera antes de cambiar de oficio;

metales fundió y a todos transformó en preciosos.

Aró la tierra y el mar. Pastoreó trasquiló, trilló, hiló;

urdió en obrajes lo que resta del cromosoma;

todo el tiempo hiló. Dio

elasticidad al punto,

horizonte a la línea,

peso al final de la parábola,

piel al tejado,

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 68: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre e] exilio

nervio al alero,

corazón al tapial,

código amoroso a la lluvia;

Poesía

con la vista de los astros, baile al trote,

música al río sordo de sí mismo,

que encadena a un árbol solitario, volcanes

y páramos en cadencias de rebafios deshaciéndose;

torbellinos y tumbos de rondadores suspendidos

en el precipicio, substancia de vocales.

Churos y chirimías que limpian el silencio de /amenazas.

Bocinas con eco de cielo cernido, de dunas

transmigrantes que bailan, jadean, suben

hacia la intimidad cicatrizada del firmamento,

y bajan en quenas roedoras de huesos, girando

en el viento aullido de lobo, salto de puma.

Bombos a profundidad de palpitación

de lagunas encarrujadas por las garzas

y lagos remendados con solilunas llenas,

que en las noches a pique cambian de lugar

como la memoria ele un brujo.

Guitarra del tamafio de pregunta embarazada.

Y hay tempestad de marimbas en un pambil

cuando el mar está lleno de'aguardientc.

Vuelves. Al presentido presente vuelves,

sinóptico, entrafiable.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 69: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

Yo iba entonces a la guerra,

con mi humanismo en borrador

a pasarlo a limpio en la balacera.

A ti te declaraban otra, fría,

por tu exilio crónico, que diz que es un estado

sospechoso de conciencia. Que por supuesto,

en la endemia del destierro cualquier patria es buena

y que européando quedarse; asiando, africando

y americándose por correspondencia (o por falta de ella)

es demasiado mundo viendo pasar en el Sena

para no más de llegar a ser lo que se ha sido.

Y que las heridas se curan in situ con la propia lengua,

como las fieras. Que sobran las epístolas abiertas,

pidiendo disculpas, post morten, al Che,

por tener tus pies planos. Y que la toma

del poder está en aquella esquina,

exactamente a la vuelta viniendo desde la Historia,

entre la calle imaginada y la avenida del sueño

donde, por más señas, ahora lo sabemos,

tr~sciende un ~lhañ~l rebosante de aguas polfticas.

A filo de boca de ocarina, vuelves.

En hoja de capulí, violín de viento.

Hacia el Sur, agua viva más allá

del océano lagrimal siempre puesto a prueba,

en que se diluyen todas las formas de Norte

en esta única de Sur. La memoria

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 70: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

recobra el alcohol de sus mieles maceradas,

y recrea su desove alterno,

como un pez que viajara en medio de la lluvia,

un lagarto que se alimentara de pingullos; otro,

y otro pálpito a caballo con alas de cóndor.

Todo sería, apenas, huella de caracol.

Europa fósil, si no volvieras;

cartas de marear sobre el estrés de irrealidades;

brújula extraviada, pasmada pó 1 vora;

cándida rosa enredada entre misiles en cruz;

sicoanálisis, sobre divanes, interpretando

el arcano subconsciente de Marx.

Vienes al Sur que jamás lo encontrarás baldío,

bello-vellón-sueño aún hilado en huso.

Sur mestizo en una transición de barro y nube,

-aquí aprendiste a ver,

pegando la oreja a la tierra,

si las cosechas serán o no duraderas­

sostenido sohre l~1llas geológicas y económicas

y cosmogónicas; purezas y rudezas y pavesas

y audacias raciales, poluciones culturales;

estertores estentóreos civilizadores

en el vórtice de la irrefrenable perfección.

Ya no decimos dios;

historia, decimos,

aunque tiene, mientras tanto, el mismo perfume.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 71: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

El tiempo no se estanca, pero parece;

perece la noción de grandeza de orientes y occidentes.

Vuelves al Sur -en tu avatar

ya lo hiciste desmemoriado polinesio­

donde hay más que territorio en su humus,

más que semillas en sus bodas y en sus frutos;

en sus idiomas, más que teoremas musicales.

Vuelves al des-sur, preguntando

si huyó de aquí contigo,

o si éste es aquel que conociste naciendo.

Se nos vino la premura,

balde al fondo del pozo en pleno estiaje.

A un cuerpo de distancia, en esta víspera,

más acá del hollín de París que tiene muchos siglos,

el pasado emerge inmaculado, no se sabe

si del trapiche o de la tintorería.

A Madame Chaudrón le dirás, le estas diciendo:

cuántos años sin agua. Se puede vivir sin detergente,

nunca sin estética. Se aprende, con la calidad

del sin embargo, adjudícascle a traición encantos

imponderables a la bisutería de la vida.

No es fácil ser feliz: primero no nos dejan

y, quién sabe, será también la falta de costumbre

o tal vez haya que aprender, pero cómo. No es manía,

no exhalo tufo filosófico, soy

un modesto científico de la honestidad

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 72: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sohre el exilio

Poesía

y por tanto, reclamo el zarpazo de tercermundo

que me asiste, haciendo cotopaxis con mi llanto

en la noche atroz del hemisferio.

Sólo el pasado parece eterno.

Es como las películas mexicanas;

a cada rato se cortan y se cortan

y se termina convencido de que así

de infalible en el corte es el pasado.

En la secuencia más prometedora

aparecen retazos de Tarzán o del Gordo y el Flaco.

Como en los filmes argentinos: no se atina

a saber si ríen o lloran los personajes.

Como un filme de los Beatles: colgado de la guindola

desde el puente, cantas desnudo,

<<el domingo es el día más aburrido

y ahora sólo es Miércoles>>. Hay westerns

que proyectan el the end, luego,

la pantalla se queda en blanco, o la muchacha,

la tiburona que en el final de serie anterior

copulaba contigo, invariable, en el mismo océano

cien veces, de pronto, desconocida en otra guerra

estalla con una olvidada esquirla de patria,

y te quedas Chaplin con el fusil al hombro

de un hemisferio a otro, cavando la zanja con tus pasos.

El pasado es lo que más se (nos) transforma.

Dónde, diantre, están las putas llaves de la ciudad

para devolverlas al Alcalde de París.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 73: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antologfa de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exmo

Poesía

Vuelves con la mente imantada de frenética lucidez

por el amor a la ciudad que jamás la encontrarás vada.

Sólo aquí el amanecer tiene el latir

de neuronas excitadas por limites y laxitudes.

Ciudad-sed-umbilical de armonías de genes,

de finitud en la ráf.tga secreta, atada

a la pata trasera de un ninacuro

borracho de antiguas leches,

de lluvias doradas y aladas cojeras,

de lágrima serpentina y dulce.

Ellas, las cúpulas, colman de ubre

a nombres y sombreros; de necesidad total

al ansia de vuelo con todo este planeta.

Ciudad:

¿qué más pulidas historias?

¿Qué más piedra filosofal?

¿Qué más bisagra del vértigo?

Por ella el poeta asume su debilidad

fajado en fagias, en vorágines y viaja

ataviado de agrícolas cenefas;

de alfarero liberado de sus moldes;

de minero sin sueño, leyendo al alba

su salud en los bofes de un cuy.

A la hora simultánea vuelves,

en que al compatriota del dolor,

en una sala de torturas cuelgan de tu corazón.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 74: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

La misma hora que el Presidente y su Gabinete

encuentran el modo de vender o comprar este país.

Un país, de distintas formas, puede ser vendido

las veces que convenga al comprador

y las veces que convenga al que lo vende.

Tú, que aún estás en Europa, dile,

da diciendo a Eliot, que no el mes

sino la cruel, la crudelísima estación

es la sequía política. Mas, la sangre,

no el llanto, tiene ahora la palabra.

Es la hora en que la imaginación se amamanta

de temeridades y cautelas y sobresaltos.

El enemigo no duerme,

ni deja dormir a su enemigo.

Llega pronto

que ya

te esperamos

con tus poemas abiertos. n

"i

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 75: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragíos Antología de cuento y poesía ecualoriana sobre el exilio

Poesía

MANUELA SAENZ

NO PUEDE RETORNAR A QUITO

POR ORDEN DEL PRESIDENTE ROCAFUERTE

de «Mujeres», 1988

jULIO PAZOS BARRERA

Porque has dicho que el paisaje conserva las palabras,

los gestos,

las miradas que necesitaron horizonte,

te digo que ella está aqui.

Reviso las casas de Guaranda;

oigo en sus calles

esfumadas cabalgaduras.

Me acerco al zaguán;

al fondo caen hojas

mientras vuelve la luz que busco.

Las habitaciones se esconden detrás de las barandas.

Hay un poyo a la izquierda.

Queda mi cabeza de arpa sin mano,

arrimada al tapial.

Te digo que llega la señora Sáenz.

La veo con sus horas detenidas

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 76: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

los vados del Magdalena,

en la celda del castillo de San Felipe,

en la bruma de Jamaica;

no oigo sus palabras

pero sé que hay un nombre

girando en el lado interior de los labios.

La encuentro en alguna parte del laberinto.

En la oscuridad su pasión se ilumina,

intensidad

que delirante merodea sobre el charco del tiempo.

Un soldado entrega el papel.

Ella lee.

Puedo ver que en su mano

el papel es un tandacuchi inmóvil.

La señora Sáenz mira la sombra

que hace el hombre en la pared encalada.

No pasará de Guaranda

debido a su carácter,

debido a su pasado;

quien dejó ir su pasión

como un perro salvaje

por los huaicos de la cordillera

no puede entrar a la república.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 77: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sohrc el exilio

Poesía

Los arrieros toman trago para provocarse la ilusión del vuelo.

Cada hombre es un monte, baja el rocío· por los declives de su

/poncho.

Huelen a tierra las bayetas de las mujeres

como si estuvieran vestidas de mirlos.

Llega un soldado y le presenta la orden de Rocafuerte,

el rostro de la señora Sáenz no se contrae

pero siento que en ella se retuerce un muerto distante

que derrama furores de ansiedad

y un río de ceniza.

Te digo que está aquí,

con la misma diafanidad del alba de octubre

que nos encuentra repitiendo

la ceremonia del paisaje y el sueño,

en esta ceremonia que termina

en una hilera de palabras,

engañosamente perdurables,

pero que salpican la tinta negra

de una rotunda mortaja.

La señora Sáenz no pasará de Guaranda

dice la orden del Presidente Rocafuerte.

Veo que ella pone su mano en la sien

como si descubriera algo que tenía confundido,

como si en ese instante recordara

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 78: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

que su pasión está en San Pedro Alejandrino

revoloteando sobre ese cuerpo frío para siempre.

Allí, junto al chalán que en octubre

desborda sus flores amarillas,

el mensajero lee la orden de Rocafuerte

mientras ella siente la mano del abatimiento estrujándola.

Nada dice, pues lo suyo está muerto

y un enorme escombro le interrumpe el camino

dejándole al otro lado del abismo.

He resuelto limpiar el espacio

para que la fuerza de la señora

nos empape las manos con su poderoso aceite.

Ungida por el dolor se marcha en la madrugada.

Después, listados de zarcillo sacha

y de viol:íceas alverjillas

pinta el sol en esas laderas.

Grandes pavas de niebla se desprenden

de las alturas de Chimbo;

son las formaciones que se desbarrancan

cuando el viento saca sus espuelas.

Queda a sus espaldas el Chimborazo

protestando con su llanto de fríos circones.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 79: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragíos Anlolugía de cuento y poesía ecuatoriana t;Obre el exilio

Poesía

Ella ahora es una hojita de col

que siento en las manos;

es un espejo que se diluye en los ojos;

es la maigua rosa que cuelga del viejo cedro.

Es cierto que la conocí en Lima, Bogotá y Quito,

pero también sé

que aquí, en esta vereda de Balsapamba

ella es una isla reclamada desde el mar;

la espuma dice en palabras de sueño,

en palabras que ruedan sobre las aristas de los días:

la otra orilla de la pasión es Paica. ~

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 80: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

XXVI de «Última canción del exiliado>>, 1994

MIGUEL DONOSO PAREJA

Toda expiación es útil, cada puerro,

la muchacha en la margue,

el sacrificio,

el pubis color vino de la inglesa,

las ojeras azules, el enano

el viaje aquí, las noches de Walpurgis.

Le dio la mano al otro,

vio su tumba.

Estaba acostumbrándose al exilio. ~

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 81: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Anto1ogfn de cuento y poetl.Ía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

HUIDA

de «Partes dd desiertO>>, 2002

AlFONSO ESPINOSA

(la salvación no existe más allá de alguna piel ajena

que arrancamos a tirones para poseer como si

fuera propia y carcomer como si fuese odiada y

recorrer como si hiciese un puente con las

cosas)

el deseo afila nuestras manos de cristal

más allá del desierto sólo está el desierto

no tengo nada que decirte

espero tu piel sin prisa

ni dolor

ni placer

desde antes de los nombres

desde antes de las cosas que crearon esos nombres

nostalgia de tu piel innombrada

ya innombrable

el eco de tu voz llega preñado de ansiedades

más allá del desierto solo está tu nombre

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 82: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Anlología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

la palabra que se tuerce sobre sí en el vacío de las cosas

hasta su propio centro cargado de promesa

sierpe luminosa que cambia de piel y usa la nuestra

sus anillos nos envuelven desde siempre la memoria

ahí se abandona

anuncia los hijos

son sólo un susurro de palabras descubiertas

«somos luz de luz encarcelada

vientre de la luz crecido durante los siglos>>

fragile luz

molto fi-agile

perdidas las estelas del amor sobre las que volvíamos

tu voz al otro lado del adobe

oigo la voz de la greda que te hace

y no tengo nada que decirte

jirón tras jirón mi rostro se deja llevar por la aspereza

del silencio

más allá del desierto sólo está el silencio

más allá de las puertas clausuradas para siempre

\

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 83: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antologia de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

hacia adentro

hacia siempre luz de bromo

dios resucita en las crisálidas del sueño

su fractura borrará los recuerdos aprendidos

laus deo

laus dei

la vida de alguna manera debe ser la búsqueda de esos

ojos abiertos hacia las cosas

«por esos sus ojos abiertos en la tierra veré en los tuyos

lágrimas un día»

una mirada fría

un reloj

el péndulo que determina el movimiento de las cosas

las voces que se callan cuando algo nos descubre la

palabra

nos observan en cien n"Iodos desde los resquicios de las

cantaras

ojos infinitos en las cosas que miramos desde el filo de

las horas

la mariposa grita nuestros nombres en la arista

otra vez la angustia de las cosas

perdida la niñez la memoria

hachas de fuego las estelas

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 84: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

es la muerte

no es la muerte

penélope fragile

siempre la vida nueva sobre la vida seca

y nuestra vida que nos corre por adentro

que se seca sobre nuestra prisa por llegar a algún lugar

desconocido

más allá del desierto s6lo el mediodía

quizá el olvido

no es la muerte

es la muerte

si la luna mengua percibimos nieblas de lo visto dentro

de la infancia

el dolor de la ceguera de la carne amada

la muerte bajo el haz de luz

la voz del mar y las sirenas

un rumor de fractura

una rueda que aprisiona

una fragancia

al mediodía

buscar el uno que fuimos

el otro que somos

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 85: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología lk cuenlü y poesía ecuatoriana sohre el exilio

Poesía

moho fragile

más allá sólo una tumba

la luz revienta y astillas de greda marcan la carne

las trizas del espejo juegan con los hilos que tenemos

de memoria

no vuela más

no vuelve más

la mariposa al envés de la luz no vuelve nunca

el rostro fragile

dios descansa

laus deo

laus dei

piel de ángel tras el vidrio opaco

piel que ronda al rito de otras voces

ninguna salvación

mediodía

en el vientre atormentado una serpiente repta cada

vez más hacia adentro

el cuento del desierto que no cesa

las formas no cumplidas se despeñan

lo pasado nos invade desde todas las lucernas

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 86: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufrag íos

Antología de cuento y poebía ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

yerto en la cruz de la mañana nuestro rostro vuelve al polvo

pretérito fragile

un aroma como tu ausencia en las dunas

más grande la añoranza de tu voz que para mí callaste

y de la forma de tu cintura bajo el peso de la luz

en otra sombra que me da respiro te recuerdo con los

ojos abiertos como mares

y la palabra que no llegó nunca

y tu silencio que talló a fuego todos mis rostros

más allá del desierto sólo está mi rostro

(la salvación no existe más allá de la piel ajena que

arrancamos a tirones para poseer como si fiJera

propia y carcomer como si fuese odiada y

recorrer como si hiciese un puente con las

cosas)

(Noviembre 1996-abril 2002)

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 87: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesfa ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

APROXiMACióN A RoBDNSON CRusoE

de «¡Oh! muerte de pcquefios senos de oro», 1987

EDWIN MADRID

Robinson Crusoe

logra salir de la isla

guiado por un delfín

que lo deposita en la orilla

de una gran ciudad

donde muchos viernes

trajinaban como un miércoles cualquiera.

al pisar pavimento

mira anonadado la selva gris

con árboles

que rascan el vientre a las nubes

y miles de ventanas

por donde ingresan

musas con minifalda.

cuando cruza

de una vereda a otra

tropieza

con tortugas multicolores

que le pitan enfurecidas.

no comprende

para qué sirve

la fauna de utensilios

colocada tras las vidrieras

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 88: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

en la isla

sólo poseía

Poesía

ni esas pantallas

en las que aparecen

22 sujetos raros

persiguiendo una pelota.

el canto de las sirenas

una piedra de moler una hamaca y siete biblias.

al caer la noche

se ve obligado

a dormir en los portales

(porque ante todo

están en el centro de la ciudad

y le protegerán del frío

y las posibles fieras nocturnas).

en la mañana

con su soga al hombr9

graba en un piedra del atrio:

«llegué a esta ciudad el 30 de octubre de 1986>>

y va a cargar canastos

luego

de sur a norte

debido a que elaboro

su propia mora,da

sin una sola escuadra

se ofrece como maistro

en grandes proyectos

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 89: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Anlulogfn de cuento y poesfa ecuatoriana c;ohre el exilio

Poesía

decepcionado

porque la construcci6n

está llena de arquitectos

deambula por las avenidas

hasta que sus tripas le rechinan

entonces rompe una vitrina

y saca un animal más sabroso que los de la isla

pero ni bien lo saboreaba

cuando un escuadr6n de uniformes

lo mete en un peugeot de luces rojas.

en el interrogatorio

les cuenta su historia

y cada vez que juraba

ser robison crusoe

recibía descargas eléctricas

en las alpargatas o el sombrero

para que se culpe de rodaloiv

y otros delitos.

los doce años de encierro

se convierten en la huella

del pie humano

que una tarde encontr6 en su playa

por eso cuando es puesto en libertad

cree que está en el mar

y empieza a correr

para refugiarse en su portal

donde día a día sueña que algún momento abandonará esta isla r~

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 90: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Anlulugía de cuento y poesfa ecuatoriana sobre el exilio

Poesía

CoN QUIÉN CONTAR

de «El tren de los cangrejos», 1990

EDUARDO BARRERA

Abandonados al final de la carretera,

no al principio;

la función no cuenta con ellos,

no tienen hijos;

se hicieron hombres antes de que termine la noche;

están al final entre si mismos,

a la busca de caricias

que no sean el rodo del estero.

Se entregaron a la ruta:

conocen Europa, África en invierno,

el T ámesis, el Mapocho, la Quinta Avenida,

llevan la vida abriendo tornos,

el enrejado de los techos.

Tienen de bufanda el otro yo

y el reverso del espejo lastimado;

son autoabastecibles, comprensivos,

se bajan de los parques,

las enredaderas y los postres;

transitan las ferias, los almacenes,

lo que huela a descuento;

no tienen mujer encinta

ni voces al otro lado de la linea

trampas salvadas

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 91: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana :->obre el exilio

Poesía

certezas en peligro.

Dejan la solemnidad de los confesionarios,

no sobreviven.

Nadie se hace de un abandonado,

nadie rebusca. [j

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 92: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poe~ía ecualorianc.1 t::obre el exilio

CUENTO

d bberiinrclOl de «Los bienes», 1981

VLADilVHRO RIVAS

Abd-el-Kami: y Ben Sayan se conocieron en Parfs, donde residían desde 1959

y trabajaban clandestinamente por el frente de Liberación Nacional. Logra­

da al fin la independencia de Argelia, debieron esperar el dinero para volver

a su patria.

Abd-el-Kamir era un hombre culto, un intelectual: leía el árabe, el francés y

hablaba casi todos los dialectos bereberes. Ben Sayan era el hombre de acción

puro, ágil, decidido, analfabeto.

Un día entre los días, Abd-el-Kamir robó ele un supermercado una antología

de poesía argelina contemporánea, uno de cuyos traductores ,J francés era él. Descubierto por los dependientes, perdió el control de sí mismo, echó a correr

por los corredores de la enorme tienda y, aunque podía salir a la calle y escapar,

no lo hizo porque se sintió atado a una oscura obligación que le dictaba la

sangre. Corría el hombre entre la multitud, atropellando vestidos y personas, de­

rribando enlatados y botellas, desesperado, acezante, buscando la razón de su

demora, demorándose en los corredores, libro en mano, trazando en su carrera

un confuso laberinto. Perdido en un mundo extraño que iba volviéndose fami­

liar y en una situación absurda que iba volviéndose lógica, decidió al fin buscar

la salida y escapar, pero en el umbral fue detenido por los policías franceses y

muerto a garrotazos.

Una semana dubitó, presa de ira y frustración, el analfabeto Ben Sayan. Al

cabo de ella, fue al supermercado. Robó un libro y echó a correr entre los mu­

ros del laberinto. No esperaría a sus victimarios: al final del corredor le espera­

ba una inmensa vidriera, cuatro pisos sobre la calle. Acuchilló a un guardián y

se arrojó sobre d vidrio, despedazándolo con su cuerpo y, al caer, pensó con fe­

licidad que su amigo y él eran las dos caras de un único destino que ahora se

cumplía. f"l

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 93: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragíos Antología de cuento y poesía ccualoriana sobre el exilio

Cuento

lo raro fue que d polvo de la sequía

ya había estado metido bien adentro de «Fetiche y fantoc:he>>, 1993

H UILO RuALES

porque el campo ya estaba verde. los pollos gordos. el agua bullanguera. los pla­

tos a los años repletos. pero por ahí que la familia padilla se ha ido. que los ma­

nosalvas también. que los dos gemelos ortega. el ernesto alvear y su mujer. don

baldomero don salas don males don buchcli y sus nueve hijas con los maridos y

los hijos. Y la hija del fotógrafo que estaba con la barriga grandota. entonces el

pueblo se quedó vacío. hasta las nuevas viejas chuchumecas ya no parecieron

más. don telésforo sembrado como siempre en la silla mecedora de la botica de­

cía con los ojos carnosos y medio allorados: lo peor es la ingratitud. dicen que

los hijos les acarrean a otras tierras por miedo a la sequía. mentira. maricones los

viejos. los viejos somos tierra de esta tierra. esto es lo que se llama la puñalada

por la espalda decía empinando la botella de mallorca. aunque nos volvamos

polvo hay que quedarse. así hablaba don telésforo el boticario. con el

señor roscro el fotógrafo. el fotógrafo que se quedó solo también. aunque él de­

cía empinando la misma botella que se quedaba no tanto por amor a esa tierra

que no era suya sino para fotografiar el fm del mundo. con el tarzán o hasta con­

migo hablaba. basta sin nadie. pobre don telésforo. resentido hablaba solo. o con

los tres o cuatro l¡uc qucdábamo.s. hasta con la chcla mientras le preparaba el menjurje para el ojo. poniendo el emplasto en la calavera ele la chela. en el ojo

malo de la chela. agradecido con la pobre chela por haberse quedado le hablaba

como papá. ingratos. maricones. haberse ido. haberse hecho polvo. haber deja­

do al pueblo abandonado. haberte abandonado chelita. don telésforo tembleque

de tan viejo. el pobre creyendo que la gente se fue porque quiso. por miedo al

polvo. a la sequía. a la muerte. hasta yo creía eso. que se fueron. que se hicieron

polvo. mentira. mejor dicho la sequía sí mató gente. pero también la chcla me­

tió mano. la pobre chela con el ojo lloroso. con un mal. de ojo feo mordiéndole

por adentro del ojo. se había hecho rencorosa. bruja. vengativa. o sea se hizo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 94: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana wbre el exilio

Cuento

dios. desde antes mismo. desde bien antes que la sequía se acabe. como quien

dice la chela fue que le hizo más larga de la cuenta a la sequía. la chela. calladi­

ta. fue vengándose de uno en uno. hasta de los que le odiaban. hasta de los que

le querían. porque le odiaban. porque no le salvaron a tiempo. porque le olvi­

daron. yo no le entendía bien pero ella me fue contando poquito a poquito des­

de esa nóchc que se me acercó sonreída como tonta. D

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 95: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y puesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

Madrid de «El ocio incesante>>, 1991

FRANCisco ToBAR

Dice Mónica que nada debe sorprendernos, pues somos, al fin y al cabo, herma­

nos de madre y padre.

-Si ato los cabos, resulta verdad -y me divierto.

Mas ella se fastidia: que nada tomo en serio, y luego ella misma cae en el vi­

cio criticado, se ríe hasta dolerle el estómago, y hablamos, hablamos, ya de la madre lejana, a quien la viéramos siempre encerrada en una urna, ya del padre

fumador que se saca los calzones con manchas amarillas de nicotina, de la vieja

cocinera que tanta rabia causó a los padres con sus licencias y excesos.

-¿De qué no hemos hablado esta tarde?

-Mira, iíaño: yo no sentía un gran afecto por I-Ioselle, quizás por celos, pe-

ro este segundo capitulo de tu vida resulta grotesco. Yo creo que para ser chico

es preciso haber tenido educación y fortuna. La gente pobre puede llegar con E'l­cilidad a la desvergüenza. La gente rica nace en la mentira, y con los años y

desengaños, se considera virtuosa.

Recapitular nuestras vidas, sentado a la mesa de ese restaurante junto a El Re­

tiro, es una receta sencilla para prolongar el bueno y largo día, o dibujar el

futuro. El parque se vuelve más hermoso a esta hora, y es otoño, el orecer inse­

guro de las hojas y la poesía popular al pie de las estatuas viejas, los callejones

desiertos y los seres humanos que comienzan a desnudar emociones hasta el ex­

tremo de parecer ramas inútiles, sombras. De repente ella me sugiere, hosca:

-No mires hacia allá.

La curiosidad es la nodriza de los diplomáticos.

-Es Merron, el más hábil de los diplomáticos, el único que merecería el ca­

lificativo oportuno de don Manuel: conspicuo, y habla tres o cuatro lenguas sin

hablar de cómo la gente se hace lenguas sobre su comportamiemo.

El camarero, en tanto, ha preguntado si dos señores, tomarán postre, y ella

ha respondido irónica que la «señma» prefiere brandy y que el plural sobra. El

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 96: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

hombre retroc~de. No es un camarero vulgar: su diligencia lo demuestra, pues

no se contenta con informar, sino que parece un seductor profe.~ional.

-Si no es molestia -lo detiene mi hermana cuando ya se alejado unos me­

tros-, preferiría ahora un chinchón seco.

Una nueva reverencia indica que Mónica ha sido comprendida. Y recuerda a

don Manuel el día en que yo le anunciara mi decisión por ecuatorianizarme:

-No lo digo por ironía. Hasta me divierte y escandaliw a gente si les cuen­

to que «mi hermano es ecuatoriano y diplomático, mientras yo sirvo a Venezue­

la en la misma profesión».

-Es un día vacío -se me antoja.

-Probablemente en nuestra profesión, los días vados son muchedumbre.

Por lo menos ahora no puedo quejarme porque estoy nuevamente leyendo a

Madariaga, su libro sobre Bolívar.

-Que tanto «estima>> don Manuel.

Cómplices, los dos hermanos reímos ocultamente. El camarero, en una leja­

nía discreta, debe preguntarse qué relación existe entre nosotros.

-¿'Je sucede algo más, ñaño?

-A veces siento que nada de lo que decimos tiene importancia real. Somos

fantasmas que vamos de ciudad en ciudad, y nadie nos conoce. Mucho más real

es ese señor, al frente, que hace ruido al tomar la sopa. Puede ser grosero, pero

nadie lo puede privar de su realidad.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 97: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

Ellos que antes se miraban en d agua,

ahora no se mc~nocen en d espejo de «El triple sa!Lm», 1981

IVÁN ÉGÜEZ

¡Qué poco entendía el público!

¡Q;Jé poco entendía cualquiera, cuando se trataba del destino!

Ser payaso era ser un peón del destino.

La vida en la arena del circo era una pantomima hecha de caídas, bofetadas,

puntapiés, un interminable dar y esquivar patadas. ¡Y era mediante esta vergonzosa

rigolade que se conquistaba el jtwor del público! ¡El querido payaso! Su privilegio

consistia en recrear los errores, las locuras, las estupideces, todos los malentendidos que

plagan a la humanidad

Ser la inepcia misma: algo que htuta el último zoquete podía representar. No

entender, cuando todo estd claro como el agua; no pescar ni jota aunque le repitan mil

veces el truco; tmdar a tientas, corno un ciego, cuando todos los letreros estdn indicando

la dirección debida; insistir m abrir la puerta que no corresponde, aunque tenga un

enorme cartel que diga ¡Peligro!; estrellarse de cabeza contra el espejo, en vez de

rodearlo; meter el ojo en el cañón de una escopeta cargada.

La gente nunca se cansa de estas absurdidades, pues durante milenios los seres

humanos han recorrido todos los caminos equi'IJOcados y durante rnilenios todas sus

búsquedas e indagaciones no han hecho sino meterlos en un cul-de-sac.

(La sonrisa al pie de la escrda, de Henry Miller)

Aún sonaban los aplausos bajo la carpa cuando Pitillín decidió aquello. En un

camerino de más allá, la bella Gladiolito se quitaba de los pómulos el maquilla­

je de azafr<ln con que solla balancear el peso de sus cachetes y se bajaba las

medias de fantasía con el esmero de quien enrolla una hoja de tabaco sobre los

muslos, todo ante la mirada luminosa del mago Vani, su imprevisible amor.

Esa tarde, después de la función, el dúctil Palaccino se había acercado a Piti­

llín para comunicarle oficialmente que su mujer andaba enamorada de otro.

Eran las reglas del circo: los enamorados debían participai· desde el comienzo su

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 98: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana wbrt:. el exilio

Cuento

idilio al más viejo de los cirqueros; éste guardaba en secreto b cuita, la seguía sin

pestañear como a los voladores del trapecio, la escudriñaba como al sombrero

del mago, la sopesaba como a la vara de los equilibristas y, si era del caso, si era

algo que ameritaba y no un mero acaramelamiento, consultaba con todos los de

la troupe para saber qué pensaba cada uno sobre el secreto que les confiaba. Si

no había oposición, se acercaba al agraviado para hacerle saber lo que ya todos sabían. .

Así procedió con el payaso: le condujo a la desolada y obscura pista, le guió

como a un ciego hasta el pretil de la orquesta que él, Pitillín, cómicamente, di­

rigía; encendió el reflector del centro, se colocó bajo su haz con corbata de lazo

y chaqueta rutilante, tomó el arpa sobre su hombro, hizo una venia y desapare­

ció de un salto en las tinieblas. Luego alumbró el anillo de la pista, tomó el cor­

no emplumado y empezó a entonar "Pagliacci" de Leoncavallo, caminando len­

tamente alrededor de la pista de aserrín como dándole tiempo para que él en­

tienda y decida.

Según lo establecido, a Pitillín le quedaban dos alternativas: aceptar la ópera

y santas paces, en cuyo caso todos los camaradas volatineros ofrecían una vela­

da de gala en honor del suicida; o no aceptarla, en cuyo caso los amantes tenían

que abandonar el circo, castigo equivalente a la pena capital.

Después del ritual aviso, Pitillín decidió escribir aquella carta para siempre.

Así lo hizo sabet' a Chaparrón, el acólito de sus payasadas, cuando éste ~preo­

cupado por la eufórica melancolía que acababa de demostrar su colega al que­

darse solo en la pista, improvisando un recital de risas y lamentos para nadie en

las tinieblas~ entró al camerino a entablar un diálogo propio de payasos:

~¿Y qué le acontecede a mi señor, el Gran Pitillín?

~ No se dice acontecede, Chaparrón, se dice acongojede.

~Está bien, entonces ¿qué le acongojode a mi señor?

~Que su vecino, el Mago, está enamoradd de una viuda.

~¿Y qué problema hay en que el Mago esté enamorado de una viuda?

~En que el marido no se muere todavía.

~¿Y qué tiene que ver en todo esto mi señor?

~Que la viuda es la mujer de tu señor, y tu señor debería ser el muerto.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 99: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

-¿0 sea que el Mago hizo desaparecer a la mujer de mi señor?

-La echó unos polvos y la llevó a su castillo encantado, pero el señor Piti-

llín, como buen histrión que es, no va a aCLuar conforme a libreto ni conforme

a lo establecido. Va a razonar su decisión en una carta.

-¡Hostia! -dijo Chaparrón-, con lo malo que es el correo ...

--Te la entregaré a ti. Reúnelos en la pista y lécsela a todos, dijo Pitillín al

tiempo que se quitaba la careta para escribirla.

Asimismo se hizo. Convocados a la pista, todos fueron tomando ubicación:

Mudesquina, la domadora, en la trompa de su elefante; Fidellins atrás de su an­

tifaz; la Química sobre sus combustiones; el Príncipe lgor en la silla del Empre­

sario; Abadón, el tragaldabas en la jofaina de la comida de los leones; Chordeli­

ta en la cuerda floja; la Bubulina al borde del ataúd de Frankestein; la Super Mé­

lida en el trapecio; el resto, en circulo, sobre el aserrín.

A Gladiolito la conocí una tarde de lluvia torrencial, cuando la carpa era po­

bre y tenía goteras por los cuatro costales. En ese tiempo, a más de clown, yo era

malabarista, funambulista y acrobatero. Estando en los malabares pedí tres dami­

tas voluntarias para que me asistiesen en el número de los platos de porcelana,

mientras yo corría de pila en pila animando el giro de éstos, evitando que deca­

yeran, que se rompiera la vajilla. De pronto miré cómo una de las espontáneas

-una niña casi- tomaba los platos de la mesa y los hacía girar sobre su fndice

con una habilidad y gracia increíbles, como si estuvieran atornillados. Luego to­

mó las cachiporras de marear, pidió música a Palaccino y se puso a ejecutar una

serie notable de maromas arrancando nutridos aplausos del público. Empezó a

venir todos los días a la carpa a la hora ele los ensayos, a la hora de las funciones

y a la hora de mis almuerzos. Después de un mes de amorosearla y darle de co­

mer en mi mano como a pajarita, cuando ya terminábamos nuestra temporada

en su ciudad, hube de raptada para siempre, si no para mí, al menos para el cir­

co; pues yo sabía que quien ha probado la pista y los aplausos, quien ha visto el

asombro y la alegría en los niños y, sobre todo, ha visto la niñez en la cara de los

viejos, ya no puede separarse nunca más del aserrín por más que éste a veces hue­

la a tumba, a plato vacío, a húmedo jergón. Yo sabía cuál era el precio que cobra­

ba el Empresario por admitirla: una hora de manoseo en su oficina tomándole

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 100: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

los datos y luego la noche entera en su camarote de negrero. Yo la tomé al otro

dla que él la habla desflorado. fuí comenzaron a pasar los años. As! comenzó la

transhumancia nuestra por los pueblitos más infelices hasta las grandes capitales

como aquella en la cual se incorporó Vani, el Mago, a nuestro elenco. Él era ya

famoso por entonces entre el público, pero sobre todo entre los allegados, pues

su verdadera magia consistía en encantar a quienes le conocían. Mientras más

cerca de él alguien estaba, más encantos descubría. A veces era un abismo y a ve­

ces un cielo, pero siempre imprevisible, como bien decía Gladiolito. Yo noté la

fascinación que ella sentía por él, pues cada día pasaba menos tiempo conmigo y,

cuando estaba a mi lado, cada vez me hablaba más de él, de sus maravillas. Has­

ta que un d!a dejó de nombrarle. Entonces supe que ya algo había sucedido, su­

pe que yo, pero sobre todo que nuestro amor estaba, si no perdido, al menos car­

comido como las uñas de un león <mciano, agujereado como una carpa pobre.

Cuando traté de recuperarla, de retenerla, ya fue demasiado tarde. Ella no sólo

que era quien le asistía a él en sus números de magia, quien le pasaba los bártu­

los de fascinar, quien recogía los interminables pañuelos, paraguas y conejos que

salían de su sombrero de terciopelo, quien levitaba como un<l nube, como una

santa en medias de corista, sino que era, además, la primera en aplaudirle y agra­

decerle, porque a esas ,Jturas Vani creaba para ella, se renovaba para ella, y de ma­

go silencioso habla pasado a ser el genio feliz fuera de la botella. Indudablemen­

te, ya no éramos los mismos. Nosotros que antes nos mirábamos en el agua, aho­

ra no nos reconocíamos en el espejo. Yo no sé qué sentí entonces. Quizás un

amortiguamiento, una agonía inmóvil, un mea culpa paralizante y lastimero que

me conducía a martirizarme, a acusarme de haberla descuidado en los ensayos, a

recriminarme por haberla aburrido con las mismas maromas y pantomimas, por

haberla hecho girar alrededor de mi vida con la monotonía con que giraban los

platillos sobre las mesas todos los días y todas las funciones. Y por qué no decir­

lo, por haberla tratado como a una reina, pero a mi manera, olvidando que la vi­

da siempre guarda sus pliegues impredecibles. Empecé a quererla entonces desde

la angustia, desde la espina en el corazón, como Otelo atrás de las cortinas. Ca­

da palabra, cada gesto, cada silencio suyos eran balanceados, desmenuzados y fil­trados por el tamiz de la duda, de esa dnda cobarde que no busca comprobación

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 101: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragíos Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

sino desvanecimiento de las pruebas, de esa duda que corroe pero no sentencia,

que le tiene a uno como a Chordelita siempre en la cuerda floja. Entonces creo

haber caído en un marasmo, haber caminado con una venda en los ojos para no

ver lo que todos velan. Hasta abora que vino Palaccino, el batuta de la orquesta,

a pasar un corno por mis narices, a decirme en silencio lo que todo el mundo,

incluso mi corazón, sabía a voces. Mientras él rondaba la pista, yo he admitido

que en el amor no hay culpables sino hacedores y he dicho que, si bien se posa

donde uno menos lo piensa, se queda donde más lo calientan. y aquello de que

es una planta que crece con el halago es la verdad más ve1·dadera. La mueca que

asoma en mi risa de payaso es por saber que ella está enamorada de él, pero tam­

bién de sus trucos; mas ¿quién soy yo para negarle a la muy puta, muy débil o

muy santa, ser feliz con él? Yo no soy el Domador para domesticarla. Soy el pa­

yaso, el que sobra; por lo tamo me voy para siempre de esta carpa a bordonear el

mundo por los siglos de los siglos, con este drama minúsculo del tamaño de la

humanidad entera.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 102: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y puc:~;ia ccualorianu sobre. el exilio

Cuento

De aquellos lares, de aquestos delos Je «Un saco de alacranes», 1989

RAúL PÉREZ TORRES

Todo ha acabado -piensa Martín mientras se pone sobre los hombros el gabán

con un imperceptible gesto de fracaso. Toma luego lo poco de ron que queda en

el vaso, premie un cigarrillo y sale del café.

Diez años atrás, en París, en la biblioteca de la Sorbona, ese mismo gesto ha­

ba impresionado a Simone y avivado la llama de su curiosidad por este estudian­

te latino, cuyos ojos serenos y misteriosos se parecían a los del Che Guevara,

aquel héroe lejano recién muerto y ya mitologizado entre las parisinas hippies que

llevaban su efigie colgada del trasero, como un símbolo sexual desaparecido en

no sé qué montañas de Bolivia.

Simone confundió entonces la melancolfa y el mutismo del muchacho con un

sufrimiento desgarrado por el exilio, y creyó adivinar en el rostro magro de Mar­

tín, una nostalgia por aquellos combates épicos que se daban en una Latinoamé­

rica apenas imaginada por ella con la ayuda de los reportajes de Le Monde o Le

Figaro. Decidió acercarse lo más pronto a ese rostro aindiado y mítico que le trae­

ría el olor de las nuevas noticias que conmovían al mundo, y le persiguió incan­

sable por las aulas de la Universidad, por los cine clubes en los que se metí~ el es­

tudiante a ver una y otra vez las películas de Buster Keaton con el secreto afán de

huir de esa ciudad agresiva y violenta, y se aparecía franca a sus ojos huidizos, su­

gestiva, sentándose frente a él, sonriéndole delicadamente, dejándote entrever sus

encantos europeos, sus ojos de un azul intenso, sus cabellos rubios y lacios, sus

hermosas piernas, sus pechos apenas perceptibles por el latido de la blusa,

hasta que el estudiante reparó en ella con el mismo aturdimiento y la misma sor­

presa desvaída que siente el que ha estado mucho tiempo en un cuarto oscuro y

de golpe sale al sol. Así nació el amor, como el primer restallar de las piedras. Ya

luego, todo fue caminar por aquellas calles y recovecos repletos de historia, recor­

dando a Baudelaire y a Rimbaud, a Modigliani y a Utt·illo. Martín, arrastrado de

la mano por esta súbita cicerone dorada, volvía a conocer vivamente todo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 103: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el cxiliu

Cuento

aquello que le encegueció en los libros, y más aún caminaban por las noches, alar­

gando el tiempo, alegres, tomados de las manos, cuchicheándose su amor, tratan­

do de cruzar todos los puentes que encontraban a lo largo del Sena, yendo del

puente Mirabeau hasta el des Invalides, cansados pero felices bajaban por la Con­

corde hacia el jardín des Tulleries, se metían al Louvre a visitar a Van Gogh y se­

guían luego por el puente au Change hasta el Barrio Latino donde se extasiaban

mirando el ángel de la guarda, para nuevamente buscar el boulevard de Clichy, la

placita, recogiendo los pasos del viejo Miller que había tenido por allí su ratone­

ra en los tiempos en que posaba desnudo por unos cuantos francos. Se amaron

en las esquinas, en las aceras sembradas de cagada de perro y de palomas, en los

cafetines llenos de putas, chulos y maricones que a veces le agredían por no sé qué

apariencia árabe, en los zaguanes del metro donde pululaban los latinos con ojos

desorbitados por el hambre, la insulina o el ácido, pálidos, desencajados con sus

guitarras y sus charangos y sus sombreros donde a veces caían unos cuantos cen­

tavos que luego se lo rifarían en un pedazo de queso y una botella de vino estre­

llado, y se amaron en el metro mientras ese dinosaurio moderno, que apestaba a

desdicha y locura, les llevaba y les traía Odeon-Montpamasse, Montparnasse­

Odeon, y se amaron en las camas chirriantes de magros hoteles, en la sordidez del

hotel de la ruede Chalon, en los baJíos públicos, en la niebla de la Boite Sebasto­

pol junto al Sena donde se acumulaba la porquería de la ciudad, bajo el Sena

donde Oliveira encontró a la clochard, en la bruma gris de los Campos l!'liseos, en

las canciones gangosa> de la Piaf que no se arrepentía de nada. Desmitificadores

y dcsmitificaJos, sorprendidos de ser en la desnudez la misma algarabía de \me­

sos y de sangre.

Por la boca carnosa de Simone, por su pubis de seda aprendió el eswdianle los

gestos de la libertad, y de golpe le nació algo como la dicha, algo que no se atre­

vía a creer cuando solo, en su cuarto de la rue Lagar, pasaba revista a los aconte­

cimientos del día. Día maravilloso pensaba, y luego decaía como si la precaria fe­

licidad de su espíritu fuera a romper el encanto. Maravilloso día se decía Martín,

maravillosa voz, maravillosa carne, y convocaba a los espíritus de los chasquis pa­

ra que llevaran a .m madre, <melada lejos, un poco de esa felicidad que increíble­

metue se parecía a la desdicha.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 104: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana subn:~ d exilio

Cuento

Se dedicó con más fuerza al estudio de las ciencias sociales, con la esperanza

de acaparar el conocimiento para entregárselo poco a poco a aquella nueva diosa

de los acontecimientos. Vislumbró ídolos caídos de su pueblo, esperanzas falsea­

das, utopías rotas, y se sintió confundido, estafador, estafado.

Tiró entonces sus pantalones de un casimir marchiw y se enfundó en los jeans

que lo igualaban a todos los jóvenes del mundo.

Del brazo de Simone se lanzó a la conquista de los cafés cuyas mesas añosas

tenían las huellas de Sartre y Eluard y de Pound y ele Hemingway, y embobado

con el candil que llevaba de la mano, se decía: «París es una fiesta, verdad viejo

querido, París es una fiesta>>.

El correr implacable de los meses le devolvió una nueva desazón que quiso ex­

plicarla inventándose toda clase ele argumentos, recurrió a los celos con aquel

afán escondido, sórdido, de no aceptar la felicidad, y la acechó y la injurió y la

humilló, buscando en esa humillación el agua turbia donde lavarse de un rencor

ajeno y lejano, tan lejano y ajeno como la culpa del nacimiento, dando desespe­

rados cabezazos al vacío, negándose ese espacio donde ella caminaba con la elas­

ticidad de una gacela, para luego regresar babeante al rincón de su axila donde

se quedaba dormido y corno reconciliado con el desconsuelo. Eran los días en

que -no sabía por qué razón- le volvía una y otra vez la imagen de aquel su­

puesto tupamaro que paraba en el Beaudourgy que mostraba a las muchachas bo­

quiabiertas su trofeo ele guerra, una enorme cicatriz en el pecho, para lu~go lle­

várselas a la cama.

A partir de entonces, y sin poder satisfacer ninguna expectativa, esgrimió el arma de la prepotencia, mientras Simone se dejaba estar con una serena sofistica­

ción que hacía más deleznables los aspavientos del estudiante.

Alguna vez, luego de una borrachera interminable que le hizo ver dioses in­

fieles saliendo por los botones de su colchón, se despertó lleno de angustia, hur­

gó bajo la cama, tras la cómoda, despatarró los cajones, hasta que dio con un

manojo de cartas húmedas, marchitas por la distancia y por la inutilidad del

mensaje, con una postal amarillenta donde bajo un cielo gris se asentaba una pe­

queña pir<ímide con cuatro bloques de piedra a los lados. Acercó la postal a los

ojos y miró la placa en el centro, adivinó su leyenda: «Mitad del mundo», la

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 105: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sohrc el exilio

Cuento

besó y volvió a ponerla en d sobre con esa mezquindad que tiene el que se es­

pía a sí mismo.

Esa noche decidió el regreso. Se lo planteó nerviosamente a Simone pensan­

do que quizás ella lo retendría, se mostraría reacia a su partida, pero Simone lo

aceptó como lo más natural del mundo. Entonces el hombre se sintió ofuscado

y herido hasta que ella dijo: «unos meses más, unos meses menos, luego nos ire­

mos juntos». Esta frase había caído como una caricia en la -momentos antes­

atormentada cabeza de Martín y a duras penas pudo soportar con una tranquili­

dad fingida esa cascada de palabras que le lavó entero y lo hizo sentirse como que

acababa de nacer. Fue entonces a su cuarto de la rue Lagar y escribió muchas car­

tas a su madre, a sus parientes, a sus amigos, dándoles la buena nueva, extendién­

dose en el retrato de Simone, hablando de su inteligencia y belleza como si aca­

bara de descubrirlas, como si también él, apenas estuviera conociéndola en la gra­

Ha de su escritura feliz. Al rato se quedó dormido con la pluma en la mano y so­

ñó en calles de honor, en carros alegóricos, en trompetas y aplausos y se vio po­

deroso recorriendo el columpio de las avenidas de su tierra natal, abrazado de

aquella mujer que sin querer había nacido diosa.

Corrieron los meses con aquel galopeo feliz de los caballos de raza, sin sentir­

los, apenas perceptibles por los intervalos del deseo, por la progresiva blandura de

los pechos, por las huellas hondas de la almohada, días en que al caer de las tar­

des los dos se quedaban como embobados frente a la ventana, durante

horas, mirando el golpeteo de la lluvia persistente, sin tener que decirse, amodo­

rrados en la costumbre, pensando quizá cada uno en sus mundos anteriores. Era

como si una luz afelpada fuera obscureciendo el ambicme, ese fantasma domés­

tico instalado en el cuarto y que huía solamente cuando una mano equivocada

por el sueño se posaba en la intimidad del otro y acariciaba repetitiva, de memo­

ria, la piel que ahora tenía la textura del agua.

Pero otras veces renacía su alegría y restallaba con d fitcgo atávico de las pri­

meras piedras, lo que aprovechaba Simone para hacer prevalecer su parecer de tan

sutil manera que el hombre pensaba que salían de sus más profundas conviccio­

nes. Madame Bovary tejiendo el hilo de seda frente a un doctor Charles de im­

previsible y violento mestizaje.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 106: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología ele Ctlcnto y poesía ccualoriana sol)Te el exilio

Cuento

Resolvieron entonces que había llegado el momento de partir juntos, de me­

ter en la mochila las tres o cuatro notas de la sabiduría. Se llenaron de afanes, de

promesas nuevas, tratando Martín de que ese nudo milagroso no se desatara,

queriendo llenar con portentos volcánicos, con el recuento de exuberantes paisa­

jes, aquellos vacíos de ausencia que se hicieron intermitentes en la Simone de los

Liltimos días de París, como si la saudade le hubiera llegado antes de la partida.

El viaje, e~ todo caso, tuvo para Simone un atrayente aguijón de novedad, y

al bajarse del avión se quedó mucho tiempo en éxtasis, al verse rodeada, aprisio­

nada, por montañas enormes cuyas cimas le produjeron un escalofrío lleno de

presentimientos.

Y el amor renació en la serranía y Martín se encargó de descifrarle el código

escondido de las plazas, el encanto multiforme de las ferias, las iglesias, la sabidu­

ría silenciosa de los indios, su comida sustantiva, los mitos que hadan más pro­

fundo, más rígido, aquel combate que se libraba desde hace siglos y que tenía el mismo mutismo de los páramos. Y cambió también la indumentaria de Simone

por el poncho de colores vivos, pensando secretamente y con dolor, que era co­

mo si estuviera regando una flor de plástico, o como aquella máquina de coser en

la mesa de operaciones (de la que se habló tanto allá, en las noches parisinas ba­

jo el efluvio de Lautreamont). Y miró poco después cómo la sorpresa primera de

sus allegados, esa admiración f:-¡nática frente a la divina pieza europea, se fue po­

co a poco transformando en envidia, luego en expectativa laxa, para finalmente

aceptarlo con el decaimiento gris de lo ya conocido.

Y el hombre también comenzó a sentir cansancio de aquella docencia monó­

tona, de aquellos celos incongruentes, y languideció ele respuestas frente a la

siempre ávida imaginación de Simone que suplió la presencia de Martín con una

entrega total hacia la investigación y el estudio.

Para ese entonces, los silencios de la noche se habían hecho cada vez más pro­

longados y las rencillas violentas y diarias se ·confundían en la incipiente lengua

castellana de la francesita. Descubrió entonces que podía caminar sola, a pesar del

acoso inmisericorde, pegajoso, ruin, de las miradas que parecían vagar por si so­

las, esconderse, atravesarse, deslizarse, prenderse, a su paso, y aprendió a sopor­

tar, a capear con gesto fino, el velo de la maledicencia andina que parecía cubrir

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 107: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ccuatoríana sobre el exílío

Cuento

las casas de una obscura melancolía. Y empezó aquel duro aprendizaje que meses

más tarde le confirmarían los vericuetos extraños de su poder.

Cuando Simone llegó a la casa, muy entrada la noche, al abrir la puerta divisó

opaco, pálido, el rostro triangular y barbado de Martín, un rostro que desde ha­

ce meses no conocía el sol: <<creo que se ha postrado» pensó y dejó los libros en

la mesita tratando de no llamar la atención de aquellos ojos abiertos en la penum­

bra del cuarto y cuya mirada se obstinaba en descubrir el paisaje monótono del

techo.

Avanzó en puntillas hacia el baño, pero una voz gelatinosa y hueca le paró en

seco:

-Así que ya has llegado -dijo.

-Hola -díjo Simone, dándole el tono más afectuoso a la palabra.

-Bueno pues, si estás aquí, sírveme entonces un vaso de ron.

Simone miró la botella, estaba casi vada.

-No crees que es suficiente -dijo con miedo.

-Eso a ti no te importa -dijo el hombre- dando a su voz el mismo color

de su mirada.

Simone sirvió lo que quedaba y fue al baño. <<Se ha postrado>> pensó y es por

mi culpa. Con desmadejado rito se sacó la blusa, la falda, las medias largas y

transparentes y miró en el espejo aquella figura esbelta, delicada, aquel vientre

terso y palpitante que aún reclamaba la mano ciega del amor. Hizo un gesto de

despecho a su gemela del azogt te que le contestó al unísono, como solidarizándo­

se con aquel pensamiento impreso, aún no formado, que obscurecía más la sor­

didez del ambiente.

Se puso su negligée, quizá ya de inútil transparencia y se mojó los labios y los

pómulos con agua tí-ía, tratando de perder el tiempo o quizá ganarlo en esa pe­

quefia tregua que le deparaba su intimidad, frágil tregua que se rompería apenas

abriera la puerta. Se demoró aún más lavándose los dientes y escrutándosc con

maligna complacencia las obscuras y pequeñas arrugas que empezaban a aparecer

a los lados de los ojos, se aplicó la 'crema esotérica, cuyo brillo, al entrar nueva­

mente al cuarto, fulguró como un espejismo.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 108: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sohre el exilio

Cuento

Martín ahora la miraba sosteniendo con obstinación el vaso, tratando de que

su mirada y el vaso se convirtieran en aquel precario mensaje de rencor que des­

de hace tres meses revoloteaba como mariposa negra en el pequeño cuarto sin

ventanas. Simone rehuyó la mirada, levantó apenas las cobijas de aquel campo de

combate e introdujo suavemente sus caderas, sus piernas, tratando de no tocar

aquel bloque de hielo que huiría al primer contacto. Tomó del velador su cuader­

no de apunt~s y empezó a escribir.

~Apaga la luz ~dijo el hombre transfigurado.

~No puedo ~dijo Simone~ debo preparar la conrcrencia de mañana.

~Tú nunca escribirás nada bueno ~dijo el hombre~ apaga la luz.

Simone se volvió y enfrentó su mirad,l:

~No voy a apagarla, no puedo quedar mal esta vez.

~Quedarás mal si escribes ~contestó el hombre con voz dura ~¿De dónde

te ha salido este nuevo amor por la ciencia?

~De ti, tú me has enseñado todo, yo solamente estoy tratando de tomar la

posta ~dijo Simone adulzando la voz con esperanza~, no creo que lo haga tan

mal, me acaban de dar otro contrato y debo prepararme. Si tú quisieras ...

~Yo no quiero nada. Quiero dormir. Apaga la luz.

Simone se levantó, fue hacia el interruptor y lo apagó. Cien caballos encabri­

tados la llevaron de regreso a la cama, cien caballos con los ojos vendados en la

oscuridad total. Ahora ya no tuvo reparos en acostarse bruscamente a su .lado, pe­

ro al rozar aquella pierna peluda se electrizó y se viró violentamente. Momentos

después llegó el silencio apenas roto por el chisporroteo de un cigarrillo qtle se

consumía aparentemente solo en el aire espeso, como un saltimbanqui de hilos

escondidos.

Años atrás se habían conocido y enamorado en la Universidad de París, luego

el hombre la transplantaría a estas regiones de América y ella quizá nunca pudo

recuperarse de ese desarraigo, de esa imperceptible melancolía que en el sueño se

transformaba en los harrios de Montmartre o en los Campos Elíseos. A veces Si­

mane añoraba la ternura de las primeras épocas, el amor encontrado mientras re­

corrfan las páginas de las ciencias sociales, la seducción que le produda su inteli­

gencia brillante, esos celos infantiles, escondidos, de aquel Otclo andino cuyo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 109: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sohre el exilio

Cuento

orgullo no le permitía m;mifestarse, y recordaba también, e1: las noches de pesa­

dilla (que no eran pocas), el rostro velado de la madre del hombre, madre ünica

de hijo ünico, cuya mirada convertía en araña las cosas que tocaba.

Fue afán del principio, la curiosidad de entrar en aquel espíritu diferente, or­

gulloso, moldeado en el mismo de la beatería provinciana, en el arrebujamiento

que producen las montañas, en el frío esencial de los páramos, en la vanidad y la

macherfa del instinto. Simone se abandonó entonces a ese corcel que no recono­

cía más autoridad que sus espuelas, se dejó dominar pensando en la secreta sen­

sualidad de lo novedoso, de lo folklórico, cosa nueva y deslumbrante para ella,

dejó que la agite y la humille, y se fue imper·ceptihlcmcnte enamorando de ese

amor de riendas grotescas que consideraba la entrega como una debilidad. Com­

prendió entonces que lo que buscaba ese inca moderno era lavarse viejos renco­

res, viejas humillaciones, tan viejas como la historia de esta parte del mundo y le

entró al juego hasta llegar a parecerse, hasta llegar a olvidarse de los Lampos Eli­

seos y del Boulevard de Clichy suplantarlos por la cordillera andina o las lagunas

de Owgoche.

La magia exuberante, la fuerza telürica, habían agitado su sensibilidad lineal,

su cotidiana inteligencia, su fría sensualidad.

Ahora la reminiscencia había llegado con dolor, con morosa resignación. Pues­

to que la huida, la vuelta a La France constituiría un nuevo fracaso, decidió en­

tonces que el ünico camino para salvarse era la humillación y empezó a ser esa

obscura segundona, cumplidora impasible de los mandatos de su señor, aquella

guaricha trasplantada que cuidaba las cacerolas del combatiente para en la noche

entregarle la medalla dorada de su desnudez. Bebiendo de su savia había apren­

dido la lección y ahora se miraba en esta noche, fortalecida, auténtica,

desafiante.

El amanecer encontró a Martín con los ojos abrazados, indómitos. Simone a

su lado aún tenia la mueca cansada del que ha luchado con múltiples titanes. Al

despertarse lo miró asombrada, acercó su mano a la frente del hombre, «estás con

fiebre>>, le dijo.

-No es nada -dijo el hombre- alcánzame el ron.

-¿Qué pasa? ¡Por favor! ¿Qué pasa? -gritó Simone.,

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 110: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y pocsfa ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

-No pasa nada -dijo el hombre- ni siquiera el maldito tiempo pasa.

-Si volvieras a escribir ... si quisieras ...

-Suficiente con una estúpida que lo haga, pásame el ron.

Simone se levantó, se dirigió al closet y sacó una maleta grande, empezó a lle­

narla desesperadamente con lo que encontraba:

-Me voy -dijo- no lo soporto más.

-Claro -dijo el hombre- ahora ya estás disparada. Y prendió un tabaco

negro. Olía a sucio, a sudor, a soledad. Simone lo miró por última vez buscando

inútilmeme en aquel rostro algún gesto, algún ademán que le devolviera al ti mi­

do muchacho del G<fl La Concorde y finalmente se dirigió a la puerta.

El hombre se incorporó, la llamó con inubicable tono.

-¿Qu' cst-ce que e' est? -dijo Simone con la mano en el picaporte.

- ... nada ... balbuceó el hombre volviendo a recostarse. Llévate los libros.

Cuando el eco del portazo dejó de sónar en sus oídos, el hombre se levantó

trabajosamente y se puso a buscar el rencor, gratuito, misterioso, irreconocible,

que yacía con su máscara escondida en la tela de arafia tejida hace diez años por

los dos.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 111: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesfa ecuatoriana sohre el exilio

Cuento

Sobre miedos y sismos (fragmento) de <<Sobre miedos y sismos», 1993

fiLOTEO SAlVíANIEGO

Por ser tan cierto lo descrito tengo temor de que todo esto que relato pierda ca­

tegoría y me veo obligado a no revelar las cosas, o a verlas de modo diferente. Así

fueron y no hay remedio. Dañarlas, transformarlas, sería insensato. ¿Componer­

las de otro modo, resolver el pasado volviéndolo fantasía o arbitrio y dar paso a

juegos de mi propia especulación? Asimismo peligroso. Pero me animo al reto,

trato de repetir lo sucedido, lo que me dijeron aquellos que fueron testigos; de

mezclarlo con otra verdad, la mía, ausente al acontecer, y contar las cosas como

las vi desde la enorme distancia de mi alejamiento, pues las noticias que recibía

conformaban mi versión personal, y las sentí y viví de ese modo, como acontece

cuando el noticiario filmado entrega imágenes de algún hecho, en blanco y ne­

gro, y asisto y me siento presente en la medida de lo que he podido ver, o como

cuando una carta me describe lo sucedido con lujo de detalles y yo la leo elabo­

rando la versión de las cosas, para mí casi exactas, reales, claras.

Ahora intento relatar lo no vivido y prefiero la memoria de los recuentos es­

cuchados, la suposición de lo que cada cual consideró como única noticia,

como único testimonio. Soy, pues, cronista, relator de hechos y anécdotas, pro­

curo ponerme el alma en el bolsillo, meterme en las vidas y en los problemas en

los que no intervine directamente, hacerlos míos y co1~vencerme de que los he vi­

vido. Estuve tan distante y me conmovieron tan profundamente las circunstan­

cias, las noticias del drama lejano. Me hallaba, entonces, desesperado por recibir

la primera noticia concreta, procedente no ya de agencias internacionales, sino de

mensaje familiar, captando la onda del radio lejano con la dificultad de poder sin­

tonizarla, buscando en el dial la sintonía de la emisora del país, a miles de kiló­

metros, cuando lograrla era cosa de milagro. Se podía escuchar Quito, desde Pa­

rís, en 25 ó 40 metros de la Onda Corta, con una diferencia de seis horas, a las

doce de la noche la emisión de las seis de la tarde, a las tres de la mañana la de

las nueve y a la mañana siguiente, universidad y scsione~ de trabajo, biblioteca de

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 112: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

consulta a la que llegaba todavía lagañoso, mal desayunado, fatigado por la prisa

de no perder el metro y terminar, en el trayecto, la lectura del capítulo señalado

como lección, todavía ignorante del francés, tratando de que me dure hasta el fin

del mes la beca de estudios insuficiente para otras cosas que no fuesen el alquiler

del cuarto, el desayuno de propia invención, las comidas que sólo podia recibir

en el restaurante universitario porque cualquier fantasía en otro lugar significaba

una semana de angustia.

Solo, en mi cuarto, en la interminable soledad de mi exilio voluntario, deci­

dido a estudiar en francia, ajeno a las costumbres y a las expresiones, atónito

ante el país y la ciudad deslumbrantes e imposibilitado de gozar de sus deslum­

bramientos, pequeño frente a las dimensiones dcsproporcionadamente grandes

del mundo que se me oponía, del lujo y de la lujuria exhibidas en cada vitrina

tentadora, pobre de datos sobre el lugar, carente de noticias actuales del país le­

jano, desconocedor todavía del visitado, vivía en la desazón de la total impoten­

cia. Yo, provinciano, exótico, limitado, ganador de oportunidades fuera de mi al­

cance, situado allí, en el centro de una cultura avasalladora, incauto espectador

de esplendores, me hallaba al borde de la desesperación, como sucede con tantos

otros «aprendices de brujo» que reciben bolsas de estudios y se lanzan, por sus

propios medios, a descubrir el mundo enorme existente fuera del pequefiito

nuestro.

El país propio estaba tan a la medida de mi vida, era tan acorde con lil intimi­

dad a la que me pertenecía, montañas circundantes por todos lados y, de vez en

cuando, algo de trópicos y mar, cárcel natural de la que no intentaba salir y en

ella prologaba una monotonía amable, una esperanza de ir fuera algún día, sin

mayor urgencia, un conformismo que parecía conveniente y aceptable, que no

exigía mayores esfuerzos, que daba respuestas sencillas y soluciones fáciles. Sentí,

por primera vez, aquello de la nostalgia; comprendía, por fin, la «saudade" por­

tuguesa, la «morriña>> gallega, y trataba de definir, en el diccionario y en la men­

te, el sentido exacto de la soledad, del mal del país, del alejamiento, del exilio.

Antes, durante mi adolescencia, niño mimado de la vida, no supe lo que se

llama una angustia permanente, los problemas eran de otros, las tristezas de otros,

la pobreza, de casi todos los demás, absurdo egoísmo de las juventudes

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 113: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuenlo y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

privilegiadas de nuestro continente, sin aprietos, todo pagado por papá, sólo

unos pocos bien vestidos, bien alimentados, con vacaciones en la hacienda de la

familia o en el apartamento de Salinas, yo entre ellos, ex-alumno del Doctor Bor­

ja, uniformado escolar con un terno mitad smoking, mitad frac y gorra de poli­

cía germano, ex-alumno del colegio jesuita, colegiales con cachuchas y birrete

inconfundihlemente falangistas, copiados de las huestes de Franco y Primo de Ri­

vera, como para que nos acostumbráramos a un futuro de f.qscismo permanente,

llenos de cultura humanista implantada a cuenta gotas, de memorismo y versos

recitados que constituían las únicas aproximaciones de Calderón, Shakespeare o

Espronceda, o más recientemente de los poelas «decapitados», o del teatro de Be­

navente, siempre predestinados a futuros imposibles, presidentes de cu<dquier co­

sa aún cuando fuese de la república, alcaldes, obispos, jueces, banqueros, y todo

para terminar sin ocupaciones definitivas, cosechadores de papas, chulqueros, ge­

rentes de banco, empleados municipales o alcahuetes de todos los gobiernos, sin

titulo y con sueldos de miserü.

Llegué, me tocó llegar, a París, a estudiar algo, a observar mucho. A duras pe­

nas la boca me dejaba otras alternativas que las del curso gratuito, la vivienda en

la Ciudad Universitaria, rosas, no, una rosa, para cualquier nuevo intento de cor­

tesía o de conquista amorosa, libros de colecciones baratas o adquiridos en las

estanterías de un vendedor de viejo y algün plato obligatorio del menú a precio

reducido. Vivía al día, en efecto, con la mínima provisión de billetes de metro,

bufanda y paletó para los inviernos, camisa nylon de lavado diario para todo el año. Levantarse, pasar el cate en el frltrocalcctín, tomar el metro, llegar con retar­

do a la bcnltad, copiar notas en francés con faltas de ortografía, pasar o no pasar

exámenes, y en todo caso, siempre alrededor de la nota mínima, amar, por

contacto de pupitres, a la estudiante vecina y acostarse, a lo mejor, con ella, tími­

damente, ver el paso de las estaciones, sorprenderse con la primera caída ele la nie­

ve, con la floración primaveral de los castaños, con la canícula de julio, y patear

las hojas secas de un septiembre otoñal, eran hechos y etapas que se prolongaban

y repetían, tanta fue la duración de mi estadía en Park

Y amé esa ciudad no por lo que los diarios decían de ella, pues había otras co­

sas más dignas ele considerar, por ejemplo lo que no .decían los diarios, y no

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 114: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuenlo y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

podía ser de otra manera. Llegué a lo mínimo, a lo poro, a lo preciso, a lo esen­

cial. Tr al musco me salía barato e iba a los moscos; recorrer los muelles del Sena

estaba a mi alcance -y los recorría; mirar vitrinas y estanterías me excitaba sin

costo adicional, y allí me quedaba por largos instantes; cruzar un jardín no me

cansaba gastos y en alguna banca del Parque de Luxemburgo, por allí, al amparo

de la noche, la pequeña dependiente de una panadería me dejó hacerle el amor

callada y clandestinamente, cuando los castaños soltaban sus primeros retoños

desde sm muñones podados, raras visiones vegetales de un mundo en espera.

Todas éstas eran etapas de mi acontecer cotidiano lejos de la imagen de lujo y

desbordes que solía darse de París. Mi lujuria obligadameme fue barata,

sencilla, por ejemplo comer cartuchos de castañas calientes al tilo del invierno,

contarle a la camarera de turno mis tristezas y escuchar, a la vez, las suyas, cami­

nar solo por las largas avenidas silbando el ritmo de mis pasos y entonando

algún aire de la tierra que se me grababa en la memoria, de manera obsesionan­

te, leer un libro, leer otro libro y retener de ellos alguna frase de especial

hermosura:

« .•. El tiempo de un seno desnudo entre dos camisas ... >>

El cuarto en el que me alojé era mínimo, suficiente para e! lecho, el velador,

una mesa escritorio, ducha y retrete, y una ventana, que fue mi bien particular,

pues dominaba el jardín de enfrente. Desde mi habitación, que daba sobre la ca­

lle principal de la ciudad universitaria, miraba cosas, muchas cosas: pasaban las

princesas inglesas en visita de juerga a París, en Rolls-Royce descapotable, el sha

de lrán con aire de chofer de taxi; Faruk, ya gordo de tanto exprimir a Egipto;

1\ao-Dai, entre uno y otro casino; el cardenal Roncalli, fumro Juan XXIII, papa

de mayor cuantfa, y hasta el exótico y vandálico dominicano Rubirosa, autor y

ejecutor de hazañas sin nombre y sin ley en elmumH!Io de la post-guerra. Pasa­

han miles de desconocidos que, luego, serían primeros ministros, grandes

pintores, grandes sinvergüenzas, científicos atómicos, guerrilleros y revoluciona­

rios, asaltantes eh' barrio o maridos de riquísimas mujeres. Mi ventana era el me­

jor observatorio ck hts grandezas y miserias, y yo, tras de ella, me sentía testigo de

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 115: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Anlol<Jgía de (.:Uento y poesía ecuatori~nU\ sobre el exilio

Cuento

hechos aún no suscitados o de otros ya conocidos, cronista de un mundo aún no

determinado, incompleto y en plena formación, estaba colgado sobre una

historia que agrandaba mis ojos deslumbrados. En el fondo, aprovechaba la posición estratégica de mi balcón, pues, por ahl, ahajo, se producían hechos y

transitaban personajes en gestación y yo, en pijama o a medio vestir, los vela cir­

cular, sin inmutarme, sin que supiesen que trataba de escrutar su pasado y su fu­

turo. Aunque tampoco ellos sabían que, tras de esa ventana, yo, su observador,

situado en palco de primera, ejerda esas funciones porque me había ya consumi­

do el último billete de metro, el último vale para el restaurante, y, desde

entonces, hasta el fin más o menos próximo del mes, me era imposible progra­

mar, escapar y no me quedaba otro remedio que agotar la reserva de arroz y

caminar los diez kilómetros que me separaban de las aulas universitarias. Sin em­

bargo, me bastaban. Me arreglaba en todo como podía y el menú de las

comidas variaba entre arroz con culos Maggi, arroz con alverjas, arroz con sardi­

nas, arroz con pan, sopa de arroz, arroz con arroz. Este enorme capital de

reservas se debía a los envíos que recibía del Ecuador, junto con unas libras de ca­

fé, unas barras de chocolate. Era la categoría alimenticia del estudiante que aún

portaba cartas de racionamiento, últimas supervivencias de la guerra pasada, y la

mía llevaba la sigla J-3, ni mayor de 21 ni menor de 19, con derecho a leche que

nunca encontré en las tiendas, a media palanqueta de buen pan fi-ancés, a me­

dio kilo de margarina y medio queso camembert por mes. Sin embargo, vivía­

mos -no cabe decir sobrevivíamos-, y la necesidad constante de otras cosas

inabordables tenía el don de hartarnos con lo l]Ue poseíamos. Éramos muchos,

de todas las nacionalidades, el mexicano Moctezuma -nombre que le iba al pe­

lo-, el polaco Radoszki, el gringo Williams, el danés de nombre imposible de

pronunciar ya que exigía una musicalidad que nos era extraña, y tantos otros, to­

dos candidatos a genios; y por supuesto, los amigos argentinos, el payador, el si­cólogo, el gigoló, el rosarino, cada cual fraterno y desbordante.

-Yó soy amigo de Dorges -Yo, ficha mayor de rugby -Yo, ayudante del

doctor Konanz, candidato a premio Nóbel-Yo, el mejor amante latino.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 116: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre e! exilio

Cuento

El desertor de «La muerte siempre gana», 1995

PEDRO JORGE VERA

Apenas me habló, por el acento me di cuenta de su nacionalidad. Tras indicarle

la dirección que me pedía, le pregunté:

-¿Colombiano, no?

-Eso mismo. Recién llegado ...

Siempre curioso por la vida en otras tierras, quise armarle charla, pero él la

eludió y se perdió rápidamente en el tumulto de la acera.

Volví a verlo en un supermercado, cuando introducía subrepticiamente en el

amplio bolsillo de la chaqueta una ornamental cajita de bombones. Al saberse

descubierto, con la mirada y la sonrisa me solicitó complicidad, que se la ofrecí

con un guiñó. Se me acercó cuando salíamos del establecimiento, provisto él de

una bolsa con dos enormes panes.

-Gracias -me dijo.

-No vale la pena. Pero ... es peligroso.

Sonrió tristemente.

-Estoy acostumbrado al peligro.

Lo contemplé a mis anchas. De complexión mediana, debía andar por la cua­

rentena. Sus ropas hilachentas me delataban la pobreza que confirmaba su rostro

t·aciturno. Dimos unos pasos en silencio y entablé conversación.

-¿Ha venido a quedarse?

Me miró largamente a los ojos, con ánimo inquisitivo.

Debió complacerle d examen.

-Hábleme de Colombia. ¿Cómo está la situación?

-Peor que aquí ... mejor que aquí... Todo es la misma mierda.

-Pero la siwación económica no es tan mala allá. Menos inflación, mayor

producción ...

Rió sarcásticamente con un desagradable sonido metálico.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 117: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

-¿Usted también cree en esos cuentos? La balanza de pagos, el incremento

de las exportaciones, la reserva monetaria ... Lo que dicen los periódicos ...

-Bueno, pero los números son los números ...

¿Y usted cree que con 11úmeros come la gente? Deles números a los gamincs,

a las putas, a los desocupados y seguirán igual muriéndose de hambre.

Me interesó su protesta airada.

-'lomemos un café -propuse.

Consumiendo Jmestras tazas, como si el líquido hubiera roto las distancias, el

coloquio se tornó más franco y espontáneo.

Me dijo llamarse Norberto Díaz, ser nativo de Buenaventura, haberse ini­

ciado en los estudios de Medicina, <<que los dejé cuando todo comenzó a apes­

tannc». Quiso saber de mí y cuando le di someramente mi curriculum de

joven rebelde, se le iluminó el rostro, ordenó la repetición de los cafés, sacó

una cajetilla de Piel Roja, me convidó y cuando estuvimos exhalando humo,

se explayó:

-Como me inspira confianza, si usted es un subversivo en ciernes, puedo ha­

blarle a calzón quitado. -fumó largamente, tosió y prosiguió-: Yo vengo de la guerrilla, del M-19, después de pelear arrechamente más de seis años. Hasta una

herida tengo, aquí en el muslo ...

Pareció qLterer alzarse el pantalón para mostrármela, pero no se atrevió.

-Fue cuando asaltamos la Corte y hubo esa balacera del caraja. De todos

modos, tuve suerte porque no fue más que un rasguño.

Se interrumpió para sorber su café y yo pregunté:

-¿Y ahora? ¿Fugitivo?

-¡Qué va! -Hizo una pausa y otra vez me miró fijamente- No me aver-

güenza decírselo: más bien, desertor.

Debió notarme sorpresa y desilusión porque se apresuró a explicar:

-Deserto porque a mis compas les ha entrado la mariquera y quieren con­

vertirse en partido para luchar por la democracia y todas esas vainas, para ir a las

elecciones y hacerse diputados. Igualitos a los viejos liberales ...

-Será porque no han logrado nada después de tantos años ... Porque la gue­

rrilla se ha vuelto obsoleta ...

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 118: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

¿Y qué cojones? ¿Acaso que nos fiiimos ,J monte para conseguir cosas? Fuimos

para destruir el aparato de pudrición qne domina a Colombia desde antes de exis­

tir. Y esa pudrición también se llama democracia, también se llama libertad.

Exaltado, elevó la voz para despotricar contra su país. El pasado y el presente

eran una farsa sangrienta armada por liber,Jes y conservadores para exprimir a un

pueblo aplastado pero no extinguido.

-Por eso se produjo el bogotazo. Cuando mataron a Jorge Eliéccr, el Jefe, el único político decente que hemos tenido, la gente estalló porque sabía que era un

hombre que jamás volvería a parir mujer <tlguna. Yo estaba recié;., nacido y mi pa­

dre sucumbió en la pelotera porque, asesinado Gaitán, había que pelear hasta la

muerte. Pero mi madre, que también era gaitanista de rompe y raja, me crió en

el culto al Jefe. Crecí respetándolo, venerándolo, adorándolo, diciéndome que

aunque él nos faltaba, teníamos que sede leales y continuar su camino, luchando

sin tregua con sus consignas: ¡A la carga! ¡Pueblo contra trincas! Esto quería de­

cir que no se podía transar ni conciliar con las oligarquías, ni con la conservado­

ra ni con la liber<J, que habían venido almorzándose al pueblo durante más de

un siglo. Por eso dejé la Medicina: lo que necesitaba el país era de urgencia y la

terapéutica lenta de cataplasmas no servía para nada. Me uní, pues, al Movimien­

to 19 de Abril y allí me fajé hasta ahoritita cuando los dirigentes se han dejado

embaucar ...

Militante de fusil al hombro, Norberto Diaz se había entregado al c;ombate

con pasión y disciplina. Junto a él, su mujer, una guerrillera infatigable (<<para

ella son los chocolates que me vio empuñando, delira por los Pcruggina,). Avan­

ces y retrocesos, victorias y derrotas, júbilos y aflicciones: fueron partícipes de

LOda la gama ele sentimientos que depara una arremetida guiada poi' una bande­

ra de locos.

-Locos como todos los santos, amigo, locos ele atar, locos sin vuelta, locos

sin remedio. Y de pronto salen a querer curarnos, como si esa locura fuera una

enfermedad y no una religión como lo es. No fue el cansancio, no. Los vercia­

deros posesos no conocen la fatiga porque los domina Dios o el Diablo. Fue que

los dirigentes, de tanto escuchar las cancioncitas que les cantaban los guitarre­

ros del muladar, comenzaron a tarareadas hasta que se les pegaron y cuando nos

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 119: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

asesinaron a Pizarro, ya no clamaron venganza sino que otl-ecieron perdón, y un

buen día se ponen a bailar al son que les tocan: en lugar del bambuco revolucio­

nario, el rock de la amistad y el contubernio con los asesinos de Jorge Eliécer.

-Participar en la vida democrática no equivale a contubernio ...

-¡Sí lo es! Una democracia en que las elecciones son amañadas con propa-

ganda y con plata por dos trincas que se turnan en el poder, no es democracia si­

no plutocracia camuflada. Nos alzamos en armas para terminar con esa falacia e

instaurar una democracia verdadera. Y si aceptamos participar en la pantomima,

a sabiendas de que lo es, somos cómplices del engaño y la mentira.

Me conmovió su iracundia. Sin embargo, le objeté:

-Cuando no es posible el cambio revolucionario (y más de cuarenta años de

lucha armada en Colombia demuestran que por ahora no lo es), sólo quedan dos

camino:;; dormirse o aceptar las reglas del juego de la democracia representativa.

Después de golpear en<Srgicamente la mesa y proferir un caraja, se levantó de

un salto y se marchó. Al observar que, en su arrebato, bahía olvidado los cigarri­

llos, quise devolvérselos pensando que le harían f<Jta, pero cuando salí a buscar­

lo había desaparecido.

Su corajina me fue desagradable. 'lfanscurrió algo así como un mes sin que

volviera a toparme con el colombiano. Y una mañana se presenta en mi casa una

mujercita esmirriada y pálida, que me habla titubeante:

-Me manda Norberto Díaz ... ¡Se acuerda de él? Soy su compañera ... Pide ...

qLte lo ayude ...

-¿Qué le pasa?

-Está detenido ... Lo cogieron en la calle ... l'or indocumentado ... Se nos ven-

ció la visa ... Ha podido mandarme el recado de que lo busque a usted ... A mí no

me cogieron porque estaba en casa ...

La faena no me entusiasmaba, pero no podía negarme tratándose de un hom­

bre cuya fiereza, aunque fastidiosa, tanto me conmoviera, menos aún al conocer

a esta mujer, imagen viva de la penuria y el desamparo. Con mis escasos conoci­

mientos de la maquinaria burocrática, hice cuanto pude para tratar ele evitar la

expulsión de la pareja, alegando hasta su condición de desertores de la guerrilla.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 120: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

'lodo inútil. Lo único que conseguí fLte que se me permitiera ver a Díaz en la

prisión.

Más reducido física y anlmicamente, una sensación agónica se leía en sus ojos.

-Al menos vuelve usted a la patria -dije para reanimarlo.

Su sonrisa hostil fLte LLn reproche a mis palabras.

-En el Ecuador siquiera era extranjero, no podía ni me sentía obligado a me­

tenue en política. Aquí trataba de ignorar lo que pasa en Colombia. Pero allá...

Me envenenaré minnto a minuto oliendo la porquería, viendo a mis camaradas

transformados de guerrilleros implacables en diputados barrigones, en señorías

ceremoniosas y charlatanas.

Quise calmar su furia.

Como son revolucionarios, lo seguirán siendo en el Parlamento ...

Sonó su risa percuciente.

-La infamia es contagiosa, pasosa como dicen ustedes. ¿Qué revolución le

puede quedar a un hombre circundado de piratas, menos que eso: alimañas, po­

litiqueros de última ralea?

Quien con lobos se junta, a aullar se enseña ...

-¿Qué piensa hacer, entonces?

-No lo sé. -Se interrumpió unos segundos, la torva mirada clavada en el

suelo- Gritaré, robaré, mataré ... Cualquier cosa antes que prostituirme ...

No encontré palabras para continuar el diálogo. Le estreché la mano y le pal­

meé la espalda, a lo que él respondió fríamente. Salf de la celda con la sensación

de c¡uc Norberto Díaz tcuÍ<t trazado SLl destino mejor c¡ue yo el mío. Por lo me­

nos, él sabía qué hacer con su vida: sacudirla u ofrendarla.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 121: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y po~~ía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

Juego de solitario y final de «Máscaras para un conciertm1, 1986

RAúL VALLEJO

Llegué de la costa al anochecer. Había salido de allá a la media tarde, con la piel

enrojecida y ardiente, pegajosa todavía por el agua de mar y arena en los zapatos;

deseaba, para calmar el dolor de cabeza que sentía venir, 11egar a mi departamen­

to cuanto antes, pero el bus quedó entrampado más de dos horas en el embote­

llamiento de fin de semana. Me latían las sienes cada vez con mayor fuerza y el

roce del cuello de la camisa con mi nuca era insoportable; no podía bajar a cami­

nar por la carretera, ni siquiera moverme, y aunque por suerte pude conseguir

una ventana, desde ahí sólo lograba contemplar a medias a la gente que viajaba

en sus propios vehículos y circulaba a nuestro lado con algo más de fluidez yapa­

rentando felicidad. Todavía estaba borracho y con los párpados entrecerrados veía

pasar el lento desfile de los propietarios como figuras borrosas. Todos fingen ale­

gría porque no se atreven a escarbar en sus vidas, porque ni siquiera se miran bien

ante un espejo. Ihan enfadados contra la Comisión de Tránsito, un niño de ca­

beza descomunal se hurgaba la nariz, cierto señor se rascaba con fruición en la entrepierna, cuatro jóvenes viajaban sobre una discoteca ambulante llena de hu­

mo, una muchacha en pantalones calientes y con unas piernas mordibles reía, co­

mo si estuviera sola en una isla desierta, de las estúpidas ocurrencias de su amigo

conductor cuya lengua, seguramente, ya habría probado la secreta acidez de la ri­

sueña. I ,a soledad me ha convertido en un fisgón del prójimo, actividad que, por

otro lado, mitiga en algo mi aburrimiento. El sol de las cinco de la tarde parecía

conspirar contra mi piel quemada y mi vecino de asiento no abandonaba su apes­

toso cigarrillo negro; adelante, una mujer de aspecto vulgar insistía en pegarle a

su chico, que berreaba pidiendo teta, para que se callara de una vez por todas;

atrás, dos jóvenes de pelo necio conversaban a gritos en medio de la música es­

tridente de su enorme grabadora. El malestar se había extendido de las sienes a la

coronilla y amenazaba con dominar toda la cabeza. No existe día que el dolor me

abandone; en medio de su acoso, recuerdo a Alícia teatralmente vestida y

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 122: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

sentada tras unas gafas enormes, con esa impaciencia que delata a las mujeres

cuando andan detrás de una avenwra. Antes de conocerla solfa instalarme en el bar deli'alace a esperar que se presentaran las oportunidades; generalmente pe­

día nn vodka tánic con el que me acercaba a la mesa donde alguna mujer eviden­

ciaba una cita fallida. Las mujeres despechadas son presa fácil, un poco estiradas

al principio van cediendo ante la insistencia de uno hasta que, finalmente, como

si echaran tll1a timda de basura en mitad de la calle, acceden a meterse en las ca­

mas redondas de cualquiera de los moteles de la carretera; eso sí, pocas veces se

llega a saber nuevamente de ellas, por lo general han dado nombres falsos y si de

casualidad, lo que no es probable, las topamos acompañadas en algún otro sitio,

ni siquiera nos miran; es cuando dan ganas de acercamos al tipo y decirle, tu mu­

jer se acostó la otra tarde conmigo mientras estabas en tu oficina. En todo caso, que

finjan indiferencia no importa; ya logradas las mujeres dejaban de interesarme. A

fin de cuentas, la vida es un juego que comienza y termina en la cama. Con Ali­

cia fue distinto; desde el principio comprendí que era ese tipo de mujer que a uno

lo hace sentir como si fuera un perfecto idiota. Al tiempo que iba llegando de la

costa, la cabeza se me fue poniendo completamente pesada a tal punto que co­

mencé a quejarme en voz baja y gutural por el dolor. Los demás pasajeros me han

de haber visto con una mezcla de compasión y asco. Cuando llego a ese estado

suelo apretar los párpados hasta sentir en mí cerebro una serie de c.>feras moradas

en órbitas que parecen emerger del espacio y presiono tres dedos de cada mano

contra mi rostro, ubicándolos sobre los pómulos, las cejas y en el centro de la

frente hasta alejar, por unos instantes aunque sea, su int<:nsidad. Si persiste, repi­

to mentalmente las recomendaciones del instructivo del Vendedor Estrella: "Ex­

celente presencia personal: use colonia en cantidades discretas, cómbata el mal

aliento, ¿le gustaría hablar con una persona que despide malos olores?; conoci­

mientos básicos de cultura general: lea con ti·ecuencia buena literatura, Seleccio­

nes, por ejemplo, opine acerca de cualquier cosa en términos vagos, recuerde que

lo importante no es lo que usted diga sino complacer al diente, sea cortés en el

trato personal; aprenda de memoria las cualidades del producto propio; usted tie­

ne que estar convencido de que lo que vende es lo mejor; recomendaciones va­

rias: entre otras, escuche al cliente aunque su charla le aburra". Pero ya ni

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 123: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

siquiera esto me sirve de alivio y tiendo a confundir deliberadamente las instruc­

ciones: buena presencia en cantidades discretas, sea cortés con el mal aliento,

evite los malos olores, Selecciones, por ejemplo, lo que resulta verdaderamente te­

rrible para mí que soy un vendedor profesional de publicidad y en mis tarjetas de

presentación está mi nombre en cursivas: Héctor González; y, abajo en minúscu­

las: ejecutivo de ventas. De todas maneras, eso tampoco importa; hace tres meses

perdí el empleo y las ta1jctas únicamente me sirven cuando quiero alardear en al­

guna cantina delante de tipos desconocidos a los que he invitado a beber, o cuan­

do abordo a una dama, de evidente reputación dudosa, en el centro de la ciudad;

y para el dolor de cahe:ca he encontrado un remedio transitorio pero eficaz: la

bebida. Bebo con avidez; antes, cuando estaba solvente, whisky o vodka, ahora

cualquier cosa, trópico, cristal; bebo hasta perder el sentido, como esta mañana

que me quedé dormido en la playa después de haber pasado toda la noche aca­

bando una botella de <tguardiente y, en medio de mí delirio, siempre estaba

presente Alicia, su negativa para acostarse conmigo la primera tarde y el compro­

miso de una nueva cita. Estoy sola en medio de la opulencia, me confesó mien­

tras tomábamos el clásico café que los hombre brindan a la dama que está

siendo conquistada. Me contó que tenía dos hijos, la parejira con la que todos so­

ñamos, y que su marido era un importador nacido en la era petrolera, o sea un

contrabandista con crédito en el banco, socio del Yatch y afiliado a la Cámara de

Comercio; al decirlo rió repleta de sarcasmo. Yo pensé en ese instante, que me ha­

bía tocado el sueño dorado de todo seductor: la señora millonaria que nos man­

tiene a cuerpo de rey, ejemplares que la cimlacl había comenzado a proclucir des­

de hacía quince años cuando empezó a vestirse de edificios inmensos y crecía

intentando llegar a la estatura de aquellas otras ubicadas en el planeta para ilu­

sión de los hombres: Nueva York, en la mente de los que quieren tr;tbajar dos

años reuniendo dólares; París, punto obligado de turistas que recorren Europa en

cioce días visitando doce capitales; Roma, concentración de jubilados beatos. Los

ciudadanos la sentimos como la niña que está aprendiendo a caminar sobre ta­

cón alto. De repente, la avenida principal se convirtió en un monumental juego

de neones y la gente se acostumbró a conversar con los rostros de cambiantes to­

nalidades verde, lila, rojo, otra ve-¿ verde amarillo, otra vez lila. El dinero no era

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 124: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecualuriana sobre el exilio

Cuento

problema para nadie, nice time, decíamos. Yo mismo equipé un departamento,

compré a crédito un Datsun 120Yy disfi-utaba de holgados fines de semana; los

negocios subían como la espuma de la cerveza y por mi habilidad solía ganarme

casi todos los meses las bonificaciones del Vendedor Estrella. Cuando no resulta­

han las conquistas en el Palace, todavía quedaba la posibilidad con las oficinistas

que esperan ~o lectivo a la salida del trabajo y cuando ni eso, los cabarets de la ciu­

dad permanecían abiertos de par en par con mujeres de todo tipo, dispuestas a

satisfacer distintas clases de exigencias. Esta noche, en el trayecto de la estación

de buses hasta mi departamento, he visto de golpe más oscura a la ciudad; antes,

la gente paseaba por las amplias aceras tomando helados y exhibiendo una moda

recién importada, las vitrinas de los almacenes se mostraban con impudicia en

constantes ofertas y promociones. Esta noche, la ciudad está tranquila aunque

creo que comenzó a tranquilizarse desde hace algunos años: nada de carros, po­

ca gente y las vitrinas con precio.s exorbitantes. Veo a las personas repletas de

poses y cubiertas de máscaras al final de una fiesta, con los trajes arrugados y los

peinados caídos, los pies ampollados y la boca agria. Alicia solía decir que detes­

taba la mentira y que ya no se hacía ilusiones cnn nadie, sólo los perros son fie­

l el y a veces ni ellos, sentenciaba con amargura. Una tarde la encontré en mi de­

fJartamento; al venne sorprendido me lanzó el desafío a quemarropa: si no

quieres me marcho para siempre en este momelllo. Hasta ahora no entiendo qué

mecanismo en mi interior, qué sentimientos escondidos actuaron en mí. Yo, que

sabía que el compromiso y la rutina mataban la pasión, que la mujer de otro que

qniere vivir con el amante debe <le estar medio loca, aún más si el marido es po­

seedor de cierta fortuna y el amante, a fin de cuentas, es sólo un producto de

regular calidad que sabe la mejor manera de venderse; yo, que habíá vivido lo su­

ficiente como para comprender las actitudes caprichosas de las mujeres traiciona­

das por los maridos y la manera como la venganza es ejercida por éstas sin

permitir un mínimo de piedad, no pude negarme a que se quedara. Y, como si

aquello fuese de celebrar, pasamos la noche entera entrelazados, copulando con

Fmia, con ternura, bebiendo vodka hasta el desvelo, convirtiéndonos durante la

madrugada en una necesidad del uno para el otro. Entiendo que es infantil, pe­

ro cada noche que llego al departamento todo el cuerpo me palpita pensando que

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 125: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología Je cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

ella pudiera haher regresado; hasta he leído con interés el horóscopo para ver si

encontraba algo que dijese: "1 Ioy día un viejo amor lo estará esperando en su de­

partamento, no deje escapar la oportunidad". 1ampoco puedo hablar con nadie.

A los amigos no les interesan nuestros problemas más que como chisme de reu­

nión: les cuento que Alicia abandonó a Héctor. El dolor no tiene cabida porque

todos nos mostramos duros hasta el exceso: yo no me dejo de nadie; le pegué una

paliza a mi mujer porque supe que me traicionó y ahora me estoy divorciando;

nos chupamos una de Johnny negro. Mientras caminaba con el cuerpo molido

maldecía haber perdido el carro. La verdad es que sin empleo, con deudas venci­

das y sin ánimo para nada, venderlo me pareció la mejor opción; incluso tuve que

suprimir las tarjetas de crédito porque las agencias se negaron a renovármelas; úl­

timamente los periódicos están llenos de avisos judiciales citando a los deudores

que creyeron que la tarjeta de crédito era la varita mágica que haría brotar el di­

nero en medio del desierto. Esta noche he visto la avenida principal habitada por

seres inéditos: una señora obesa estaba sentada en la acera, arrimada a la pared de

una boutique y con unos fierros ortopédicos en las piernas, vendiendo lotería,

cuatro niños negros rodeaban a los transeúntes que se detenían en el restaurante

a come1; nn viejo desperdigaba sobre un saco de yute toda clase de despe•·dicios

apañados con paciencia durante el día; sin poder resistir más tiempo vomité jun­

to al poste de una esquina sin importarme la poca gente que pasaba y gue me veía

desde lejos con temor de que los atacase. Después de vomitar, la boca me quedó

con el sabor amargo de la bilis y decidí meterme en el primer hueco que encon­

trara para seguir bebiendo. Ella me lo dijo desde el principio, con mi marido he­

mos resuelto separarnos por un tiempo para ver qué tal nos va, no quiero que nos

hagamos ilusiones; pero yo pensé que se trataba de pura fanfarronería de mujer

orgullosa que no quiere reconocer que se ha enamorado y está dispuesta a dejar­

lo todo. Al terminar nuestra artificial! una de miel, como decidimos llamar a esos

días en los que pasamos desnudos, haciendo el amor en cualquier rincón del de­

partamento, ensayando posiciones y dejándonos marcada la piel con enormes

moretones, sentf que algo había cambiado en mí. Me gustó la sensación del ho­

gar, dejé de frecuentar el Palace, creí llegada la hora de hacer lo que todos hacen

cansados de recorrer el mundo: sentar cabeza. Llegar temprano al departamento

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 126: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

se convirtió en el preámbulo de un placer hasta ese momento no disfrutado, ser

esperado por alguien, ser atendido con cariño fueron situaciones que las fui com­

prendiendo cada vez mejor. Cuando Alicia había salido, yo encendía el televisor

o pot1ía música en el equipo de sonido, enseguida los apagaba, leía el peri6dico,

IIIC asomaba a la ventana, abría la rcfrigeradora y me sobresaltaba el ruido de la

cerradura. Antes de acostarnos yo le preparaba un vodka tónic y se lo llevaba a la

cama; ella me recibía, a veces completamente desnuda y otras vestida pero sin ro­

¡>a interior; no había necesidad de pedir nada porque ambos estábamos dispues­

los a dárnoslo todo. El hueco para beber lo encontré ft·ente al Parque del Centc­

llario que a esa hora ya se había vaciado de cocineras y niños y acogía a mendi-

1\0S y maricones. Aún no estoy lo que se dice quebrado; algo me queda de la venta del carro, pero vislumbro la imposibilidad de un nuevo empleo. Nadie

quiere emplear al que tiene fama de haber salido insultando a su jefe, de ser un

lwrracho, peor ahora que han proliferado los vendedores aficionados, estudian­

les universitarios que requieren un trabajo de pocas horas y aceptan más o me­

nos cualquier pago por ir de casa en casa ofreciendo promociones que obsequian

por cada par de pastas de dientes un cepillo para su niño con un dibujo del Pato

l lonald en el mango. Por suerte he desarrollado la indolencia como quien

desarrolla la virtud del ahorro y ya no me importa haber perdido la "excelente

¡>resencia personal", sueño con mujeres hermosas hasta quedar completamente

excitado y de acuerdo a las circunstancias me masturbo o salgo a huscar pqtas. La

seducción ya no es posible. La seducción exige un rito y el rito es un mecanismo

que requiere de alguna inversión, en tanto que yo tengo que estiur el poco dine­

ro que me permite pagar sin complicaciones el alquiler del departamento; con al-

1'," de tino podré alargar mi estadía tres meses más antes de que me desalojen y

luego buscar un cuarto interior en alguno de los conventillos del centro; pero es

inútil que haga planes tan largos, estoy seguro que la ciudad se derrumbará antes

de mi ruina; invasiones, miles de amhulantes, estudiantes que por cualquier mo­

l ivo tiran piedras, obreros que desfilan y hacen huelgas, cientos de personas que

pierden el crédito, empleados que viven pidiendo plata para pagar préstamos, la

gente finge holgura, sueña con trabajar en financieras. Mientras estuve con ella

11\is ojos no veían nada de esto, era feliz en la ignorancia y Alicia se me fue

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 127: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología ele cuento y poesía ecuatoriana sobre el exjJjo

Cuento

convirtiendo en una obsesión y en una necesidad; por primera vez me sentía

completmnente a gusto en mi departamento; disfrutaba intensamente de su cuer­

po pegado al mío, de sus nalgas contra mi cadera al momento de dormirnos y de

mis dedos acariciando sus pezones al despertaJ: A los treinta años era la mujer que

bahía estado esperando que llegara sin atreverme a buscarla. Extraño a mis hijos,

me dijo una noche en laque por primera vez habíamos estado sin hablar una so­

la palabra y sin tocamos durante casi una hora. Dile que los quieres ver, le con­

testé imaginando que ella me iba a decir que le pediría el divorcio. Espero que no

te importe que vaya a visitar a mi familia, me sugirió con voz neutra. Las perso­

nas que tienen la voz neutra suelen darme miedo y a pesar de tratarse de Alicia

tuve pánico de SLLS palabras. Quiero que hables con él y que escojas, le sugerí lle­

vado por un impulso que me impidió pensar siquiera dos veces el significado de

mi fiase, pero sentí que todo lo que venía haciendo desde la llegada de Alicia a

mi departamento empezaba a tomar cuerpo y a encontrar sentido para mi vida.

Iré a mi casa la mañana del sábado fue todo lo que respondió. Ese día cuando me

quedé solo vi completamente enorme el departamento, silencioso, y el día me pa­

reció aburridamente largo. Cuando llegó la tarde y todavía no regresaba me refu­

gié en un cine y hoy no puedo acordarme de qué trataba la pellcula; vagué un ra­

to por el centro imaginándola desnuda sobre la cama, totalmente ansiosa, y me

apresuré a regresar. Pero aún no había llegado; a la noche encendí el televisor, lo

apagué, lo volví a encender, abrí la puerta y me fijé si alguien subía por el ascen­

sor, comencé y acabé un vodka polaco que viene con una pintoresca pajita den­

tro de la botella, y ya borracho pensé en Alicia y en lo <jllC estaría haciendo a esa

hora en su casa. Me dolió saber, con una certidumbre espantosa, que la reconci­

liación entre ellos h~lbía llegado, que en el mismo momento en que yo vaciaba mi

vaso, su marido la estaría penetrando, entrando y saliendo de su sexo húmedo y

ella gemiría y le mordería el hombro como tantas veces me lo había mordido. Es­

taba completamente ebrio y decidí salir a la calle para no regresar al departamen­

to y no tener que escuchar sus palabras de despedida al día siguiente. Al llegar la

noche del domingo y abrir la puerta encontré su nota de adiós. El viernes, en la

costa, la leí por última vez y me pareció del todo cursi: "Gracias por todo lo que

me hiciste vivir. Te recordaré siempre. Alicia". Gr~cias, gracias, gracias, grité

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 128: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

durante una media hora en la playa desolada hasta que sólo pude gemir pues ha­

l>ía perdido la voz por completo. El frío de la noche vino a calmar un poco mi

:rnsiedad y tuve la certeza de que yo había estado jugando constantemente el jue­

¡•,o del solitario y que ella había apostado a lo seguro. Lo vi todo con esa lucidez

plácida que sólo proporciona la ebriedad. El señor Krupp puede fabricar la agu­

ja descomunal por cuyo ojo pase el camello bíblico y esa cuarta K no deseada sal­

drá de todas maneras del mazo de naipes. El paño verde de la mesa del jugador

es la suerte agazapada en la próxima carta. Yo también me hago trampas porque

sé: que no habrá próxima carta, que la clientela ha descubierto el truco del Ven­

dedor Estrella, que la K está esperando que yo levante el naipe. A la semana de

qtte Alicia se marchó guise a toda costa recuperar la vida pero todos los teléfonos

de mi agenda estaban ocupados, le había llegado la regla, el m<uido no estaba de

viaje o, scnóllamente, ya no les interesaba tener nada conmigo. El domingo es

un día aburrido por naturaleza, sin acontecimientos, la gente se prepara para co­

menzar la semana, misa de rigor, prohibido fornicar con los amantes, dejar lista

la ropa de los hijos para enviarlos al colegio; las cantinas cierran temprano, hasta

el vicio tiene su moral el día domingo. Tengo las cuatro K abiertas sobre la mesa

y no hay posibilidad de barajar y repetir el juego. Esta vez ni siquiera la bebida

ha logrado quitarme el dolor de cabeza; camino hacia mi departamento y siento

que a pesar de todo la ciudad no va a derrumbarse de momento, que mis viejos

amigos tendrán un tema para amenizar el aburrimiento de las tardes. Lo que me

hace feliz es pensar que como ya no tengo nada que perder no debo fingir en lo

absoluto; alU Alicia que tendrá que aparentar amor a su marido o perderá su con­

dición de mantenida, allá los que pelean por la bonificación del Vendedor Estre­

lla, los propietarios endeudados y los que creen que todas la.< mujei·es son putas

excepto la propia y la madre. Yo solamente quiero tener la certeza de que un bo­

rracho más tendido sobre el asfalto no inmutará a los honrados ciudadanos el día

lunes camino al trabajo.I:J

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 129: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

El pasado empezaba a desdibujarse de «Historias de disecadores», 1972

FRANCISCO PROAÑO ARANDI

La señora Quimí guardaba el cofrecito en su cuarto, oculto dentro de un mi-·

núsculo armario poblado de extraños signos en altorrelieve. El armarito per­

manecía quieto sobre una cómoda y la señora Quimí poseía nada menos que

veinte y cuatro llaves y exactamente veinte y cuatro candados y cerraduras.

Unas eran llaves para abrir las tres o cuatro puertas dentro de la casa y otra,

grande y labrada, para abrit· la puerta de su calle de siempre, y algunas, dimi­

lllltas, daban todos los días medias vueltas en armarios y cajas. Cuando tenía

que destapar el cofre, la señora Quimí abría antes el izquierdo de los dos ca­

jones superiores de la cómoda. Allí había una llave que abría el baúl aliado

derecho de la cama; dentro del baúl se encontraba otra para abrir el armari­

to encima de la cómoda, una vez abierto éste sacaba otra llave metida en una

de las patas huecas de la cama, y con esta última lograba al fin levantar lata­

pa del cofre, cuyas bisagras de hierro chirriaban entonces descubriendo a su.~

ojos, en la parte más oscma del cuarto, lo que quizá era una de las pocas co­

sas luminosas en la vida de la señora Quimí.

Y no era que le faltasen cosas. Tenía recuerdos que le golpeaban el pecho y

olores que le despenaban recuerdos, y cartas amarradas en pequeños paquetes y

fotografías amarillentas, y muebles que aún andaban de noche, cuando crujían

sus esqueletos de madera.

En horas de barridas y desempolvadas la criada rondaba cerca del anuario y

el cofre tratando, con alguna llave extraviada, de reproducir la forma utilizada

por su vieja patrona para descubrir tesoros en cajas y recovecos, o monedas api­

ladas en montoncitos, o biLletes ordenadamente dispuestos y disimulados bajo

papeles y telas descoloridas. No obstante y pese a lo repetido de sus pesquisas,

no lograba alcanzar el fondo del secreto, quedándole sólo esperar que a la sefio­

ra Quimf se le fuesen palabras o que envejeciese hasta el punto de no poder si­

quiera utilizar sus llaves.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 130: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios

Antología de cuento y poesía ecuatorinna sohre el exilio

Cuento

Sólo la señora Quimí sabía, sin embargo, que los montones de monedas al

l(llldo del cofre eran cada vez más escasos, que cada día eran menos las filas de

billetes junto a las monedas y que semana a semana envejecia más su cuerpo de

ochenta y más años, Por ello, a veces, sus ojos se quedaban sin brillo, y apenas

atinaba a vagar por la casa seguida, aún oculta entre paredes y puertas, por los

ojos de la criada capaces de atravesarlo todo.

La criada era cada vez más solicita y creaba en ella costumbres de las que no

podía ya desprenderse. El pan remojado en leche de la.s mañanas, el té de la tar­

de con sus dos porciones de azúcar y, sobre todo, esas pastillas de casi todos los

dias contra la artritis cuando la enfermedad clavaba su dolor en los huesos y tor­

cía sus dedos, obligándole en las noches a levantarse y andar a tientas por la ca­

sa, temerosa de regresar a la cama, de volver a esos garfios de hielo que atenacca­

han sus brazos.

A medida que pasaban los días, la criada iba ocupándose de más y más cosas,

en tanto que la señora Quimí permanecía la mayor parte del tiempo en su cuar­

to, releyendo cartas que hablaban de gentes ya muertas o clavados los ojos en fo­

tografías y 1·ecortes de diarios. Cada mañana la criada desempolvaba la casa y la señora Quimí sentía que los cuartos se agrandaban extraña y súbitamente, igual

LJUC el día de la muerte de ~u marido. Pocos eran los cuartos extrañamente agran­

dados: estrecha y larga la cocina, dormitorio ensombrecido por los altos barrotes

de la cama, retrete de muros desconchados y uno o dos cuartos m{ts replytos de

recuerdos de su marido: los ternos alineados para siempre en el ropero grande, la

baraja del snlitario, lámparas, las tres sillas de mimbre, b mecedora que a ratos se

!>alanceaba solita, la alfombrilla de su gimnasia cotidiana, esa gimnasia de flexio­

nes abajo y arriba, brazos a los costados, ejercicios respiratorios, luego de lo cual

la señora Quimí, con su batona amarilla de rosas violetas, debía pasarle cada ma­

ñana antes de las siete, el vaso de agua tibia, remedio para todos los males, reco­

mendado en toda oportunidad por el señor Quimí a las gentes que le conocían.

Pero no siempre la seflora Quimí vestía la batona amarilla de rosas violetas.

Una vez al mes se ponía uno de sLts viejos vestidos de dos piezas, de colores la­

cres y grises, y también alguno de sus sombreros con flores, recuerdos de los

años cuarema, y se iba al Seguro con la criada, a cobrar la exigua pensión que

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 131: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y pocsia ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

le tocaba como viuda de su marido, sempiterno empleado de oficinas de adua­

na y de ministerios.

Ya de regreso llegaba la hora de hacer las cuentas: tanto para la criada, tan­

to para las compras, tanto para la htz, tanto para el medidor de agua, tanto pa­

ra guardar en el cofre. Eran esos los días negros de la sefiora Quimí. Días en que

se decía a sí misma que sus ahorros resultaban siempre más escasos, que su pen­

sión debía ser cosa de otros tiempos o que ella misma era cosa de otros tiempos,

cuando con uno o dos sucres era posible prepararse cenas y almuerzos, mientras

que ahora todo sobrepasaba sus cálculos. 1\sí, frente a verduras rugosas que ha­

bían subido fi-enéticamente de ocho reales a un sucre, a 1,20, 1,40 ya 1,60, fí-en­

te a carnes cuyas libras, magras y huesosas, habían subido de 3 a 4 a 6 a 8 y 10

sucres, tl·ente a todas las cosas de las cuales debía comprar cada vez menos on­

:~.as, la señora Quimí sentía que el pecho se le apretaba, durándole tal sensación

a lo largo del día y aún en la noche, al momento de contar y recontar las mone­

das del cofre.

La voz de la radio, fluyendo suave e intermitente de la mesa de noche, entre

el tic-tac del reloj y la penumbra más allá de la lámpara, no dejaba nunca ele re­

petir eso de que no subirían los sueldos ni los salarios, ni las pensiones de los ju­

bilados ni las pensiones de las viudas de lcis jubilados, y así siempre: al levantar­

se la sefiora Quimí en el aire tierno de la madrugada y al acostarse, con su gorro

de terciopelo deslustrado, cubierta la cara con una buena mano de vaselina.

La criada, a tirerza de esperar que a la sefrora Quimí se le escapasen secretos o

que envejeciese al fin hasta no poder ni moverse, podía ya escuchar, desde cual­

quier rincón, los menores ruidos de la casa: esos pasos lentos de la sefiora Quimí

moviéndose elllre muebles y cosas cuya única utilidad era ahora revivir sensacio­

nes de un pasado que empezaba a desfigurarse, ese tintineo de las monedas ca­

yendo una tras otra de manos huesudas a la madera del cofrecito, ese rondar de

la sefrora Quimí a medianoche, encorvada y torcidos los dedos, acosada por el

zarpazo de la enfermedad. Pero más que oír, era capaz de ver y seguir paso a pa­

so, a través de paredes y puertas y ventanas cerradas de madera, la figura de tra­

po de la sefrora Quimí dando vueltas y semicírculos entre los cuartos o inmóvil,

a medio subir, en la grada que llegaba al rejado o re.cortada, emergiendo apenas

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 132: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Anlologia de cuento y poesía ecuatoriana sobre c1 exilio

Cuento

de la sombra, entre el papel de pared y los barrotes de la cama de su dormitorio.

Sólo una cosa escapaba a los ojos ávidos de la criada: el secreto de las llaves que

l:i señora Quimí guardaba para ocultar monedas y cartas que eran recuerdos y pe­

queñas baratijas que eran imágenes de personas muenas hace ya mucho tiempo.

La criada estaba en la casa de la señora Quimí desde meses atrás y esta última,

que la sabía de nombre Rosario, y aunque no se había fijado jamás con precisión

en su cara, tenía la idea de que era la misma que había servido en la casa de su

vieja amiga -su vieja amiga muerta dos años antes-, cosa que le parecía al re­

mrdar, borrosamente, ciertos hechos ocurridos en los viejos tiempos, antes de

que el hijo de su amiga desapareciera sin dejar rastros.

Pero no podía afirmar con seguridad que era ella, sólo que en esos ojos de aho­

ra recordaba otros que paredan estar siempre esperando, casi como los ojos de los

perros, y en esas trenzas de ahora revivían otras que habü visto rematadas por la­

ws de color rojo brillante, mientras que en el rostro endurecido y maduro pug­

naba por asomar otro rostro al que no lograba precisar en sus verdaderos rasgos.

Un gran escándalo había armado entonces su vieja amiga al descubrir, tras una

tapia coronada por macetas oscuras, que su hijo se abrazaba frenético a la criada,

hotándole con las manos la espalda y las piernas, mientras acezaba próximo a la

agonía. En esa ocasión ella, la señora Quimí de ahora agobiada por los recuerdos,

había recomendado que se echara a la criada pues podrían suceder, sin duda, co­

sas peores. Pero todo eso hahía sido hace más de veinte años, cuando su marido

todavía andaba entre los vivos y el hijo de su amiga de aquellos tiempos no ha­

bía aún desaparecido.

En los años sobrevenidos luego, a partir de esos años, la señora Quimí sintió

siempre que aquella antigua mujer hahía tenido algo que ver con la desaparición

de ese hijo, lo que la estremecía de terror cuando descubría no sé qué de familiar

en la criada reciente. Gracias a dios -pensaba-, ella no tenía hijos y, si no fue­

se porque la necesitaba, la echaría como lo hizo, hace veinte años, su amiga.

El principio de lo que andando el tiempo se convertiría en verdad tendría que

llegar, sin embargo. Ello ocurrió a una hora y un día previstos ya, sin duda, por

la criada, quien sabía que la señora Quimi estaba muriéndose lentamente, en­

vuelta en un silencio que era su solo callejón hacia h muerte.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 133: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuenlo y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

Ese día amaneció lluvioso y esa hora latía socavada por la tristeza. La señora

Quimí sintió como nunca el peso de los años y deseó quedarse acostada, refugia­

da bajo las sábanas, inmóvil, siendo en esos instantes que la criada, pretextando

una necesidad del momento, aprendió de labios de su vieja patrona la forma de

abrir el cofre de la plata y descubrir los secretos recónditos de esa vida que ahora

se entregaba a sus manos.

Eso fue en el comienzo, mas, en los días sobrevinientes, y en los días que vi­

nieron después de esos días, la criada era, cada vez más, la verdadera dueña de la

casa. Sabedora de todo, siendo ella la que iba a cobrar al Seguro, ya no tomaba

apenas, como al principio, porciones ínfimas de dinero para compras sin impor­

tancia, sino que luego, imperceptiblemente, con o sin el conocimiento de la se­

ñora Quirní, se encargaba ella misma de distribuir la plata para todos los gastos,

simplificando además el proceso de abrir y cerrar con diversas llaves baúles y ca­

jas, hasta ya no requerir m<is que de una llave cualquiera.

No era ya necesario esconder las llaves en escondrijos, siendo la verdad que si

la señora Quimí huhiese deseado ocultar alguna cosa, habría tenido que inven­

tarse nuevos sistemas, pero estaba ya demasiado vieja para ello, demasiado cansa­

da de andar sus días entre candados y cerraduras.

La criada ahora lo organizaba todo. Cambiaba costumbres antiguas por otras

desconocidas, trastrocaba unos muebles por otros, y allí donde antes había la luz

ponía la sombra, porque unas ventanas eran cerradas para siempre y abría puer­

tas en sitios donde hasta entonces sólo había permanecido la noche. No dejaba,

sin cmharr;o, ele mnsultar, a veces, con sn vieja patrona, annquc siempre de una

manera qne era más bien exigencia, de modo que no se pudiese dar cuenta sino

después de horas, cuando ya no era posible volver las cosas a los lugares y posi­

ciones de antes.

Al faltar el dinero la criada comenzó a vender uno a uno los muebles: prime­

ro fueron las sillas de mimbre, luego una mesa, una cómoda, un escritorio, cosas

todas que eran reemplazadas por el vacío o por muebles que no eran lo mismo,

pnes estaban huérfanos de historias y ele recuerdos. A cada cosa que se iba, b se­

ñora Quimí sentía que la casa se agrandaba en bó~edas infinitas, alargada de sú­

bito por el silencio.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 134: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

Con las cosas desaparecidas se esfumaron también los ruidos de la noche, los

ratones familiares dejaron de roer de pronto los travesaños y la señora Quimí ya

no pudo reconstruir viejas sensaciones a través de los crujidos de la madera, co­

mo lo había hecho en los últimos años creyendo, al despertarse en la noche, que

aún flotaba allí cerca el rostro de su marido y que las pisadas de los seres ya

muertos podían oírse todavía al fondo de las habitaciones. Ahora un mundo frío

y simétrico comenzaba a rodearla, un mundo poblado de exu·años armatostes,

donde no cabían ni las figuras del papel de pared que todavía persistían frente a

sus ojos.

Echada en la cama recordaba como si fuese ayer no más a su vieja amiga

-aquella del hijo desaparecido- diciéndole que sería bueno que comenzase a

vender los muebles, o que vendiese la casa, para así tener algún dinero en sus ma­

nos y no estar estrecha de gastos. Pero ella sentía, y había sentido entonces, que

desprenderoe de esos muebles, sobrevivientes de toda una vida, sería abandonar

lo que ella era realmente, para arrinconarse sin esperanza al fondo de un cuarto

desolado.

Recordaba asimismo la noticia aquella, repetida en horas tensas de la noche

por la voz de la radio, en la que se hablaba sobre un viejo y su cadáver ahorcado.

Ella había escuchado, estremecida hasta el espanto, que aquel hombre solitario

no había encontrado otro camino que ese de quedar suspendido del techo, allí,

en su cuarto del suburbio, en ese su tugurio de sabandija.<, sin cosa alguna suya

del pasado ni del presente.

No obstante dejaba ahora que la criada vaciase la casa en al:in de atesorar di­

nero y organizarlo todo con otras formas. Incapaz de oponérsele, la señora Qui­

mí sabía que algo había pasado de sus manos a las de la criada, algo que con .<e­

guridad tenía que ver con el secreto de abrir y cerrar el cofre oculto en el armari­

to de su dormitorio.

Un día la criada vino y le habló de su :irtritis, y le habló de la necesidad de

asegurar la suerte de quienes se habían ocupado de una en la vida y luego salió,

y a la mañana siguiente entró otra vez para decirle cosas similares y, así, al tercer

día y luego durante una semana entera, hasta volver una tarde acompañada por

un hombre de corbata y sombrero que dijo ser abogado, pero que miraba con

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 135: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatodana sobre el exilio

Cuento

sonrisita extraña, y juntos le hablaron nuevamente de su artritis, de la casa que

quedaría abandonada, de lo 4ue la criada había hecho a través de tanto tiempo

por ella, y de la conveniencia de que ella dejase las cosas en su testamento para la

mujer 4ue la había cuidado.

La sefiora Quimí recordó entonces que varias veces, no sólo en los días inme­

diatamente anteriores, sino a lo largo de las semanas antepasadas, la criada le

había insinuado lo mismo. Aprovechando las veces que entraba a arreglar su cuar­

to o a sacar el dinero del cofrecito, se quedaba allí parada por unos momentos,

hablando de lo que habla para la comida, o del tiempo como nunca lluvioso, o

de los objetos 4ue sería necesario vender o comprar, o del testamento que la se­

fiara Quimí debía hacer lo más pronto si no quería dejar la casa en manos de

quién sabe quienes.

El hombre de corbata y sombrero leyó un documento y la señora Quimí pu­

do ver que tenía unos dientes amarillos y pudo oír, a la vez, que hablaba de la ca­

sa y de la muerte y del amor y la gratitud. La sefiora Quimí miró a la criada y

vio que ésta, una vez que el hombre había dejado de hablar, alargaba el brazo ha­

cia ella con el papel en la mano, y ya sin ánimo para oponerse puso su firma, su

firma larga y enrevesada, al pie del escrito.

Uml sonrisa iluminó la cara de la criada, una mueca extrafia cruzó la cara del

hombre. Después, se cerró la puerta tras ellos y la sefiora Quimf .~e quedó miran­

do el tumbado, rodeada por las cosas que aún no habían desaparecido.

11. partir de ese día oyó ruidos no conocidos antes, raros estertores en cuartos

lejanos y, a ratos, un silencio que era como un cerco amenazante alrededor de las

paredes de su cuarto. En horas de la noche -horas que no alcanzaba a precisar­

escuchaba chirridos ele puertas, pasos de gentes caminando en puntillas y a veces

la voz de un hombre susurrando m{ts allá de su puerta, como si fuese el hombre

quien escuchaba al otro lado de la madera. Con el transcurrir de los días, la voz

del hombre fue subiendo de tono, hasta no parecerse en nada a un susurro y ba­

cerse fuerte y mandona. Su grito podla provenir sorprcsivamcntc de cualquier án­

gulo de la casa y su efecto era igual al de un ácido corroyendo los huesos. A ese

grito, los pasos de la criada acudían solícitos. Luego había rumores de risas o ecos

de otras voces, o también llantos interrumpidos por prolongados silencios.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 136: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sobre el exilio

Cuento

La criada ya no venía más que para dejarle la comida y sacar la plata del co­

fre. Entraba sin decir palabra, dejaba el plato sobre el velador y se iba. Cuando la

señora Quimí, postrada en la cama, senda retorcijones en el estómago y debía

usar con urgencia su bacinilla, tenia que gritar largos ratos a la criada, hasta que

al fin ésta venía y la ayudaba de mala gana.

El polvo cubría ahora las cosas del cuarto de la señora Quimí, puesto que la

criada ya no se ocupaba de él. El polvo caía sobre el rostro de la señora Quimí

y las telarañas cundían en los vértices del rumbado o entre los muebles, y sus no­

ches eran largas, extremadamente largas, sembradas de lejanos ladridos, de pa­

sos, de sollozos, de puertas que se cierran y abren, de claridades abruptas en las

rendijas.

Una tarde tuvo que llamar más prolongadamente que nunca. Había escucha­

do, antes, entrar al hombre, oído risas en algún cuarto. Ella había prolongado su

grito y presentido que al efecto de su voz unos rostros debían estar mirándose en

el silencio. En susurro, sus oídos captaban retazos de frases y develaban el peso de

la ira. Pasados unos momentos, largos, entró la criada. Traía el rostro endureci­

do, los ojos brillantes.

Lo supo todo entonces, en esa hora, porque oyó nuevamente hablar de cosas

de hace veinte años, y de cómo la criada se había ido y vuelto a regresar, y escu­

chó broncas las palabras en los labios de esa mujer que decía cosas sobre ~ugurios

donde los hombres deben hacer cola y donde hay que lavar todo el tiempo el pi­

so para que el semen se escurra, de esa mujer que hablaba otra vez de aquel hijo

de su amiga desaparecido y de cómo ese hijo se había largado con ella para Gua­

yaquil y de cómo, al cabo de pasar una y otra noche juntos, unos de por allí lo

habían matado y tirado al agua, donde no reflotó jamás porque nunca lo logran

los muertos que andan llenos de plata. Todo lo supo la señora Quimí en esa ho­

ra y la criada conoció también que lo sabía todo y que ya no importaba porque

ella al fin y al cabo tenía que regresar a hacerse cargo de la casa y los muebles y

de todas las cosas sobre las cuales ahora creía tener derecho.

Después, se fue y la señora Quimí se quedó mirando el tumbado, cerrando y

abriendo los ojos como quien comprende y no comprende a la vez. El cuarto te­

nía aún su aspecto acostumbrado: el cofre al fondo del armarito, el baúl debajo

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 137: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragíos Antología ele cuento y poesía ccuatorüma sobre el exilio

Cuento

de la cama, la cómoda, los barrotes del lecho, el papel de pared, la penumbra que

poco a poco se iba acentuando mientras ella se arrebujaba en su vieja bato na de

flores violetas, con la que tantas veces su marido la había visto.

Se sorprendió al oír que la madera de la cómoda crujía disipando el silencio.

Pudo ver, de lejos, cartas y monedas dentro de los cajones y todo el montón de

baratijas acumuladas a través de los años, testimoniando que alguna vez había

existido la vida.

Al cerrarse la noche, la señora Quimí miraba aún las cosas que las sombras tra­

taban de desdibujar en su torno. ll

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 138: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuento y poesía ecuatoriana sohre el exilio

Notas biográficas

jolgc Enrique Adoum. Quito, 1926. Poeta, narrador, di·amaturgo y crítico literario. Recibió el Premio Ca.~a de las Américas en 1960. Entre sus obras más importantes están Ecuador amargo (poesía, 1949), Dios trajo la sombra (poe.sÍ<J, l 959) !.os cuadernos de la tierra (poesía, 1961), Y me fui con tu nombre por la tierra (poesía, 1964), Curri­mlum mortis (poesía, 1968), Prepoemas en po:;tespttiíol (poesía, 1979), No son todos los que están (poesía, 1980), hl sol bajo Úts patas de los caballos (teano, 1975), La subi­rla a los infiern{)I (teatro, 1 976), su novela Entre Marx y una mujer demuda (1976) fi.te llevada al cine por Cami­lo Luzuriaga.

Raúl Arias. Quito, 1943. Poeta. Fue parle del Movimien­lo Tzántz.iw en lo~ afiü5 sesenta. Entre sus obras más im­portantes están Poesia en bicicleta (1975), LechuZllrÍo (1983), lrinofobir!S (1988) y Cinema Vida (1995).

Eduardo Barrem.Poeta. Ha publicado ht trert de los cr.m­gs~)M (1990).

Jorge Carrera Andrade. Quito, 1905-1978. Poeta. Fue diplomático ante diversos países. Dirigió la 1\cvista Le­tras del Ecuador y colaboró en el diario El Sol de Q_uito. Entre .ms obras más importantes están Boletines de mar y tierra (1 930), Biografla para uso de los pájaros (1937), La hora de las ventanas iluminadas (1937), Miaogramm (1940), Pais semto (1940), Lugar de origen (\945), Dic­tado por el agua (1951).

hrán Carvajal. San Gabriel, 1918. Poeta y emayista. 1-'ue p:1rte del Movimiento 'lZáotzico en los años sesenta. Entre sus obras más importantes están Poemas de un mal tiempo para la lírica (1980), Pamje~ (1984), LOJ amantes de Sum­pa (1981), Del avatar 1970-1980 (199R).

(:é~ar l):ívila/\n{!Jade.Cuenca, 1918, (;araca.r;, 1967. Poe­ta, narrador y ensayista, De familia modesta, tuvo que :tbandonar sus estudios pata trabajar en diversas ocupacio­nes. Entre sus obras más importantes están C'atedral salva­je (1951), Boletln y e!eglade la.r mitas (1956), Conexiones de tirrra (J 964) ra corteza embrujada (1966). f'ormó parte del grupo literario Madrugada y a partir de 1951 vivió en Ve­newda, donde ejerció como periodista

Miguel Dono~o Pareja. Guayaquil, 1931. Novelista, cuentista, poeta y ensayista. Emre sus obras más impor­tante5 e~tán Krel/w (cuento, 1962), Los inwncibles (poe­sfa, 1961), Primera canción del exiliado (poesia, 1964), JOdo lo que inventamos es cierto (cuemo, 1990), Henry B!ack (novela, 1969), Nunca mái el mar (novela, 1981), Lo mi:imo que el olvido (cuento, 1986), Hoy empiezo a at:ordttrme (novda, 1994), Adagio en G mayor para una letra difonta (poe.sía, 2003), Ecuador: identidad o esquizo­fremit (ensaya, 1998).

lván Egüez. Quito, 1944. Poeta, narrador y ensayista. Ha sido Director de Abrapalabra Editores. Entre sus obras más importantes están La Linam (novela, Premio Nacio­nal Aurelio Espinosa Polit, 1975), El triple salto (cuentos, 1983), Pdjara la memoria (novela,1984), El poder de/gran señor (novela, 1985), Ánima pdvora (cuentos, 1990).

Alfonso Espinosa. Quito, 1974. Poeta. Entre sm obras mis impot·r.ntes están Cascabtf con que me maw (1995), .fragile (1997), Buves anotaciones (1998) y Ptlrtes del de­sierto (2002).

Edwin Madrid. Quito, 1961, Poeta. En 1990 obtuvo el

Premio Nacional de Poesía Joven Djenana. Entre sus obras más importantes están ¡Oh! Mut!rte de Pequeños Se­nm de Oro (1987), Enamorado de un jántasma (1991), Celehtiedad (Concurso Nacional Cuento y Poesfa, 1992), Caballos e iguanas (1993), TamborS4'!,1Udo y otros poemas (\995).

lván Oñatc.Ambato, 1948. Poera y narrador. Entre ~us obras rnás importantes están Hl ha~·hlt enterrada (cuento, 1987),_Ia canci6n de mí compañero de celda (cuento, 1995), iistttdírt. poétittl (poesía, 1963), t.'n cttsa del ahormdo (¡)(lcsía, 1977), El ángel ajeno (¡JOeda, 1983), Antttomia del vacío (poesia, 1988).

Julio Pazos. Baños, 1944. Poeta y enSayfsta. Entre sus obr<~s de pocsÍ<l más importantes están Plegaria azul (1963), Ocupaciones del btucador (1971), Prendas tan queridtlJ las prdahras entregtlt!tu al vuelo (1974), E'ntre las somb~as las iluminaciones (1977), La ciudad de las visiones (1979), Levantamiento del país con textos libres (Premio Casa de las Améric.:as, 1982), Oficios (1981), Contienda entre !tt vida y la muerte o personajes volando en un lienzo (1986), Muje.reJ(Prcmio Nacional de Poesía Jorge Carre­raAndrade, 1988).

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 139: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

De días vacíos y naufragios Antología de cuenlo y poesía ecuatoriana sobre ¡:_;.1 exilio

Notas biográficas

Raól Pércz Torres. Quito, 1941. Cuentista, novelista y poeta. En 1994 recibió el Premia Juan Rulfo. 'Emre sus ohras más importante~ están Da llevando (cuentos,

1970), Manual para mover las jifhas (cuentos, 1973), Mi­cada y otros cuentos (cuentos, 1976), Musiquero joven, musiquero t1iejo (cuentos, Premio ónico José de la Cua· dra, 1977), Ana la pelota humana (cuentos, 197H), Un saco dt alacranes (cuentos, 1986), En la. noche y en la nie­bla (cuentos, Premío Casa de las Amérícas, 1980), Tro­da del desencanto (novela, 1985).

Antonio Preciado Esmeraldas 1941. Poeta y narrador. En­tre sus obras más importantes de poesía están jolgorio (1961), Más acá de ks muertos (1966), Tal como somos (1969), De sola ¡o/ (1979), Poema húmedo (1981), Elpan­tapdjaros (1982), De ahora m adekwle (1993).

Francisco Proaño Arandi. Cuenca, 1944. Novelista y

cuentista. Fue parte dd Movimiento T zántzico en los afios sescnm. Entrt: sus obras más importantc;s están Historias de disecadores (cuento, 1972), Antiguas caras en el espejo (novela, Premio José Mejía Lcquerica, 1984), Oposícíón a id magia (cuento, 1986), La doblez (cuento, 1986), Del otro lado de las cosas (novela, 1993), La razón y el presagio (no,da, 2003), Historias del paú fingido (cuehto, 2003).

Aleyda Quevedo. Quito, 1972. Poeta. Emre sus obras más importantes están Tres testigos textuales (1989), La actitud del firego (1994), Alguna; limar firdes (Premio Nacional de Poesía jorge CarreraAndrade, 1996) y Espa~ cío vado (2001).

Vladimiro Rivas ltunalde. Latacunga, 1944. Emayista y cuentista. Entre ,<;us obras más importantes estin El de­miurgo (cuento, 196:-i), Historia del cuento drwmoddo (cuento, 19/1), Lm bient.r (cuento, l98l ), Desri}Tt!.mien~ tos y annplicidades (ensayo, 1991 ).

Jaime Rodríguez Palacios. Loja, 1940, Quito, 1999. Poe~ ta, ensayísta y periodista. Entre sus obras más importan~ tes están Umbral del sueño, Humedad del silencio, El ex~ trrnijero, t'xilio, Dfas dr! sol, dias de lluvia, Acontmsombra entre otros.

Huilo Rualcs Hualca. 1barra, 1947. Narrador, poeta y dramaturgo. Ptmdador del colectivo La pequeñtt lulupa, y

del gtupo literario Eskeletra. En 1983 obtuvo en París el Premio IIíspanoamerícano de Narrativa RodolfO Wa!sh. Entre sus obras más importantes e,r,tán Ma!deojD (novela, 1998), Y todo este rollo también a mi me jode (cuento, 1SJ85), Nuayciclo comuel dekito (cucmo, 1985), Loca para

loca la loca (cuento, Premio Nacional Joaquín Gallegos Lara, l989), FeticlJe fon(oche (cuento, Premio Nacíonal Aurdio Espinosa Pólit, 1994), El dngel de la gasolina (poe­sía, 1999), Añicos (tcatto, 1991).

Filoteo Samanicgo. Quito, 1928. Poeta, ensayista, histo­riador y narrador. Integnmte de la llamada generación del 50. Es miembro de fa Academia Ecuatoríana de la Lengua Espaóüla. Recibió el Premio Nacional de Cultura Euge~ nio Espejo en cl2001. Entre sus obras más importantes están Relente (prosa lírica, 1958), Umiña {poesía, 1961), El cuerpo desnudo de la tierra (poesía, 1973), Los nifios sor­dos (poesía, 1977), Oficios del rw (poesfa, 1983), Sobrr sismos y otros miedos (prosa, 1991).

handsco Tobar García. Quito 1928, Guayaquill997. Poeta, novelista, dramaturgo, periodista y diplomático. Entre sus obras más importantes están Naufragio y otros paemat (poesía, 1962), Canon perpetuo (poesia, 1969), Dhama (poesía, 1978), Ebrio deeternidad(poesía, 1991), La luz laln"'t.tda (poesía, 1996), ITes piezrU de te({tro (tea~ tro, 1967), Las sobras para el gusano (teatro, 1970), La co~ rriente em limpia (novela, 1977), Pares o noneJ (nove.la, 1979), Losquiteños(cuento, 1981).

Raúl Vallejo. Narrador y crüico Jite.raóo. Entre sus obras más importantes están Amso textual (1999), Cuento a cuento memo (1976), Drtguerrotipo (1978), Mdscams pa~ m un concierto (1 986), Solo de palabrns(1988), Manía de contar (1990), Fiesta de solitarios (1991), 'tratado del :anor triste (Premio Aurdio Espino.sa Pólit, 1999).

P<:dro Jorge Vera. Guayaquil, 1914~1SJ99. Novelista, poeta, dramaturgo y periodista. Junto al crítico Alejan~ Jro Catrión fundaron la revista de combate político fa

m!!e. En 1991 n:dbió d Premio Nacional Eugenio Espc~ jo a la totalidad de su obra. Entre sus obras más impor­tantes están !.os mútntdcs puros (novda, 191G), El pueblo soy yo (novela, 1976), Las fomilia5 y los afios (novda, 19H2), El destino (novela, 19H4); Por la pidta baila el pe­rro (novela, 1987), Los mandamientos de la ley de Dios (cuento, 1972), ]estÍJ' ha vuelto (memo, 1978), ra muer~ te :,·iempre gana (cuento, 1995), Tt!ne! ilurninado (poesla, 1949), Harnlet resutlve su duda (teatro 1952).

Humberto Vi1mcza. Guayaquil, 1942. Poeta. }'uc parte del Movimiento Tzántzico en los años sesenta. Entre sus obras más impott:-tmes están Un gallinazo cantor bajo un sol de a perro (1970), Potta, tu palab'" (1988), Alúli lum­bM de ttrertqO (1991 ), li"nrtpos mayores (200 1 ).

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 140: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

L liO

Mario Monteforte Toledo La revista Letras del Ecuadm rinde homenaje al es­critot· guatemalteco Mario Monteforte 'Joledo, de en­trañable vinculación con el movimiento cultural del Ecuadm, desaparecido a mediados del aiio pasado. Se reproducen fmgmentos esenciales sobre su pensa­miento y quehacer lite~·ario* y el ensayo «El exilim>, tomado de su libm Las cosas y el olvido, publicado en Guatemala en el 2003.

*Fragm.entos de la entrevista realizada por Ed Hood a Mario Montcfortc

Toledo, realizada en marzo de 2001 durante el IX Congreso Internacional

de Literatura Centroamericana, en Belize City y publicada en d 2002 por

ft:Spécuto. Rrvísta de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 141: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

Escribir es la actividad rnds jhtstrante, menos reconocida y rnds absorbente qtte se puedrt elegil: Yo escribo porque es lo único hacer)' segundo porque soy tes­tigo o protcty,onista de muchas de las cosas ocurridas en siglo veinte y creo que deben co­nocerse m~jor. No pretendo ni tmnsmitir experiencias útiles porque los consryos no se si­guen y tocios rmdrmws cometiendo !os mismos errores ele rJUestros antepasados.

Al surrealismo no es sólo jinncés o europeo; en Latinoamérica lo tenernos desde las· cultums precolombinas y especialmente entre los mayas. hso de <<realismo mdgico" que r1plica Carpentier partt clasificar la reciente narrativa latinoamericana no es si­no otro nombre del surrealis-mo.

No hay nad,;t que no se preste a que se le vea el lado malo. ,~i uno escribiera pensan-do en el qué dirdn cmnbitrria su oficio. !,a Biblia es uno de los monumentos de la creación humana; ninguno de los libros sap;rados se le compam el punto de vis-! ti !itmrrio. Aparte rle lo r·e!igiom crmtime .filosojla de inmensa profímdidad como el }.[:fesit!Jtés, historia, tlnéaluüt.l' um seJttidu del hul!lrn; crflicrt socirtf y sohrr: todo pooía; t!f!die hrt e.,aito mnto.r de ttmm· más err5ticos y n1flrrll!illosos que el Crmitrr de los Cantrl­res. 'Jénírt razón Eras m o: a la Jé debe Llegarse sólo por la inteligencút, no por la idiotez. Los temas bíblicos mds inspiradores para un escritor Laico son los surrealistas: un pueblo tan inteligente como el judío };ace una torre pam l!egm· al cielo; Noé construye un bar­co de 50 brazas para salvar del diluvio a todos los animales del mundo -incluyendo a los mastodontes y los dinosaurios sobrevivientes-; con su garganta del tctmaño de un tubo de agua, una ballena se tragrt rt Jonds y lo vomittf en a~r;una playa, por curiosa una mujer se transforma en estatua de piedra; Moisés parte el rnar con una vara rnr!gica, Sa­lomón tenía trescientas esposas y setecientas concubinas... Nofoüarti quién z;ea en mis cuentos un homenaje a esta prodigiosa imaginacíón.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 142: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

... muchos creadores, mds de los que uno quisiera, realizan sus ohras pensando m la venta y en gustos de compradores y lectores ... .il eso se dehe la monstruosa can­tidad de libros que se editan; tengo la impresión de que en ese mmo el negocio hoy es tener las prensm ocupadm todo el tiempo. ht costo de producción de los libros se d~fiende con los best sellen; hay toda una técnica para producirlos. El costo de esta situación para la litemtura es la mediocridad y el rebrtjarniento de la calidad.

Humildad· todo lo grande que ya estd hecho en letras es muy superior a lo que hoy hacemos (comprensión de que ya no hay «vanguardia» posible}; profimdo estudio del pa­Jado de donde vienen; interminable> horas de lectura y pníctica; conjugación de la leal­tad nacional y la solidaridad con el mundo, el sentido del individuo y el de los que me­recen y necesitan su adhesión; activa politización, conciencia de que la originalidad es meta .flaca y equivocada (todos; absolutamente todos, venimos de otros); y por último, paciencia, paciencia y mcixirno esji,terzo pam comprender que se están .formando y que no urge publicar: entre los libros que se editan en la tierna juzJentud hay muchos que luego avergüenzan a/¡;erdadero escrito!~ Por último, les recomiendo que no me hagan ctlso; mela quim sabe c!Ímo 111rtttt sus¡mlgmJ' tt quién le ec!M la culprt de sUJjiua/sos.

Letras del Ecuador

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 143: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

40 Literatura y exilio

Consuela poco recordar que el exilio está

relacionado con el hombre desde el co­

mienzo de su vida inteligente en la tierra.

Pero todos los exilios son personales e his­

tóricos, vale decir dependientes del tiempo

y de las contradicciones de la sociedad.

Por ejemplo: el exilio del padre Rafael

Landívar está conectado con la rivalidad

entre la Iglesia y la monarquía por el do­

minio colonial, las pugnas entre las Órde­

nes religiosas, el despunte de lo que se­

rían los jesuitas como la única organiza­

ción con la disciplina militar y la preci­

sión ideológica y práctica para canjear su

ayuda al papado, por la total impunidad

inseparable de la construcción de lo que

iba a ser su inmensa fortuna; por eso se le

confió el monopolio de la enseñanza me­

dia y superior para formar dirigentes y

servidores del poder. A cambio del respal­

do de las demás Órdenes, el emperador

expulsó a los jesuitas de sus territorios a

fines del XVIII, les expropió sus bienes y

encomendó la enseñanza y la promoción

de la cultura a profesionales dispuestos a

promover e implantar los progresos teóri­

cos y técnicos de la Europa más avanzada.

El nuevo pensamiento rector tendía a

fundamentar el capitalismo y superar el

mercantilismo.

Las otras convulsiones eran de tipo in­

telectual y humano. Circulaba paternal y

regocijadamentc la noción del buen salva­

je, alimentada por la fantasía inseparable

de mundos recién descubiertos y codicia­

dos por los buscadores de riqueza; la dis­

criminación «raciab no era una deformi­

dad ética sino parte rutinaria de la ideolo­

gía dominante.

El sentimiento adverso al imperialismo

español cundía inspirado por las revolucio­

nes norteamericana y hancesa, en el orden

cultural manifiesto en dos tendencias: la

antibarroca y la inclinada a la adopción de

la cultura ti·ancesa. La primera condujo al

extremo de quemar retablos -por ser sím­

bolos del colonialismo-, y la segunda a

adoptar el neoclásico en las grandes cons­

trucciones y en sus adornos. La burguesía y el liberalismo emergente mal podían in­

ventar una cultura propia; por ello adopta­

ron esa solución práctica y simbólica abso­

lutamente ajena a las tradiciones de los

pueblos americanos y a las ideologías que

ellos mismos habían contribuido a acultu­

rar durante la colonia. Nadie señaló que el

neoclasicismo procedía de una cultura aris­

tocratizantc como la griega y una cultura

imprevista como la romana, por lo tanto

reñida con el espíritu liberal de la burgue­

sía pobre y naciente, y aún más con los va­

lores populares. Pero venía de !'rancia, y

Francia era la contrapartida de la España

colonial. La RusticrJtio mexicana pertenecía

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 144: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

al neoclásico y por estar escrita en latín se

destinaba exclusivamente a las élites.

Como jesuita obsecuente, Landívar ca­

recía de libertad para escribir algo crítico

contra el orden de su tiempo, mucho me­

nos contra la condición en que vivía la in­

mensa mayoría de la gente colonizada. De

seguro su obra estaba muy avanzada o casi

concluida antes de la expulsión del padre

Landívar. Plácida, serena, en esencia ecoló­

gica, pudo escribirse en cualquier país; en

ningún sentido debe considerarse produc­

to del exilio, por más que se le busque la nostalgia por una patria perdida.

El segundo exilio es el del siglo XIX.

Tras influir gloriosamente en el trabajo

de las Cortes de Cádiz y Bayona, esclare­

cidos liberales guatemaltecos encabeza­

ron la campaña por ahondar la moderni­

zación institucional, la democratización

ideológica y la superación del absolutis­

mo monárquico. Inspirada por ellos, la

primera Constitución republicana incor­

poró algunos de los preceptos avanzados

de las revoluciones norteamericana y

francesa, cuyo sentido esencial era la su­

peración de la monarquía y de los esta­

mentos feudales, y la creación de condi- ·

ciones para la vida de la república, el ca­

pitalismo y la democracia burguesa.

Los liberales ascienden al gobierno con

don Mariano Gálvez, a cuyo régimen se

41 Letras del Ecuador

debe las instituciones más

«modernas>> de la época en

la América. Recuperado el

poder, los conservadores

impusieron una ignara y

confesional dictadura que

duró treinta años. Gálvez

nunca volvió y su influencia

intelectual fue muy bien

aprovechada en los países

donde estuvo; en aquellos

tiempos la conciencia de la

hispanoamericanidad era

una realidad y no tema de

discursos agonales como

ahora.

Con Gálvez comienza el exilio de los guatemaltecos

en México, donde desde en­

tonces -y especialmente en

el siglo XX- se han forma­

do muchos de los más emi­

nentes intelectuales de Me­

soamérica. El liberalismo ya

se había arraigado vigorosa-

mente en el vecino país, especialmente bajo

la presidencia de don Benito Juárez, un bri­

llante estadista indio zapoteca. Bajo mano

-para no violar el principio de no inter­

vención, principal arma teórica y ética para

defenderse contra los Estados Unidos-, el

gobiemo mexicano financió la revolución

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 145: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

de 1871, cuyos líderes máxi­

mos fueron Justo Rufino

Barrios y Miguel García

Granados. Ellos estudiaron

a fondo el liberalismo y con­

tribuyeron con escritos muy

bien documentados para

reafirmar en Juárez la idea

de que la consolidación de

regímenes liberales en el ist­

mo robustecería la posición

de México frente a la políti­

ca expansionista de los Esta­

dos Unidos. En el archivo

de Juárez existe la corres­

pondencia, donde varias

cartas -en cuenta tres fir­

madas por «Valdez», quepo­

dría ser don Lorenzo Mon­

túfar- analizan la situación

de Guatemala desde un

punto de vista increíble­

mcnfc wcioeconómico.

No se ha reunido b muy

amplia literatura política gua­

temalteca hecha durante

aquel exilio, ni la correlativa

escrita en Guatemala. Se conoce, sí, la cohe­

rencia, la concisión y la solidez ideológica de

la legislación emitida por el gobierno liberal

durante catorce años. Pero sus obras positi­

vas no bastan para condonar sus errores; por

ejemplo, la creación de un ejército de poder

y recursos desproporcionados substituyendo

a la liquidada Iglesia como principal soporte

del gobierno, la liquidación de las comuni­

dades agrarias indias y la creación del mini­

fundio y del latifundio -las dos peores de­

formaciones estructurales del país-, y la le­

galización de la igualdad de todos los ciuda­

danos. Esta última política acabó con el tu­

relaje indispensable para el sector más débil y

mayoritario de la pohlación, que había con­

sagrado las Leyes de ludias del imperio espa­

ñol; que en la práctica las hayan violado los

encomenderos sólo prueba que en estos paí­

ses las leyes son teóricas desde la conquista.

José Barres Montúfar, el poeta entonces

más importante del país, escribió en parte

desde el exilio durante la dictadura conserva­

dora. Pero el género más representativo de la literatura ochocentista fue la narrativa, repre­

sentada por José Milla y Vidaurrc. Sus

novelas -con mucho de la vieja picaresca es­

pañola y de la narrativa ti-ancesa de capa y es­

pada- son las primeras que se escribieron,

porque la narrativa estuvo prohibida por el régimen colonial bajo la censura de la Iglesia

(recordemos: hasta El Quijote estuvo en el Ín­

dice). Milla convalidó el orden de la colonia

y no cxternó crítica alguna contra la esclavi­

tud de los indios y los negros. Due un nove­

lista mediano, pero un excelente narrador; su

obra tipifica la cultura nacional hegemónica

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 146: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

de la colonia y sus remanentes entre los de

arriba en el siglo XIX.

Notable es la primera novela antiimpe­

rhtlista de América, escrita por Máximo

Soto Hall, quien a fines del XIX tuvo que

exiliarse en Argentina y nunca regresó.

Es poca la emigración registrada duran­

te la dictadura de Estrada Cabrera (1898-

1922). Sólo hubo casos excepcionales de

emigrantes entre la clase alta; la pequeña

burguesía intelectual no pudo salir del país

-sofocado entonces por una severísima

depresión económica-; pero fue entonces

cuando entre la impotencia, la ira, el mie­

do y el ansia de libert<Ld, se alimentó lo que

luego sería la narrativa contra la dictadura,

cuyas novelas más representativas son las

de Rafael Arévalo Marrínez, Al señor presi­

dente de Asturias y, modestia aparte, mi

novela Entre la piedra y la cruz.

En 1928 impusimos la reforma univer­

sitaria, calcada en la de Córdoba, Argenti­

na (1918), muy influida por el izquierdis-

11\0 y el antiimperialismo que avivó poco

antes el entonces docente peruano Haya de

la Torre. En 1931 asumió la presidencia el

l\cneral Jorge Ubico, uno de cuyos prime­

ros síntomas de fuerza fue cerrar la Univer­

sidad dos años. De esta alcaldada arranca

11110 de los cambios más relevantes de la

historia nacional: la preparación de líderes

para la democratización integral del país.

Letras del Ecuador

Compuesta por algunos maestros y es­

tudiantes universitarios, la emigración se

dividió en cincuenta a México, veintitrés a

Chile, seis a la Argentina (incluso el Dr.

Juan José Arévalo, luego presidente de la

república), cuatro a Alemania y una trein­

tena a Paris.

El grupo en México se incorporó de in­

mediato a la ejecución de la política del pre­

sidente Lázaro Cárdenas, cuyo énfasis recaía

en el fortalecimiento del Estado, la defensa de

los intereses nacionales, la expansión de la re­

forma agraria, la ampliación de los derechos

de los trabajadores y el fomento al moderno

empresariado nacional.

El grupo en Chile promovió la revolu­

ción universitaria junto al Frente Popular

que dirigía Salvador Allende, luego presi­

dente de la república con el respaldo del

pueblo. A los políticos radicales se les llamó

de.de entonces <<guatemalrecos>>; casi todos

se hicieron socialistas y tres, comunistas.

Argentina entonces era el prototipo de

una democracia burguesa con predominio de

lideres bergsonianos y l¿¡·ausistas. Bajo la tute­

la de pedagogos y filósofos de la talla de Cal­

cafio y Mantovani se formaron Arévalo y sus

·compañeros, prominentes maestros, con una

aspiración de país demócrata y civilizado.

Los cuatro guatemaltecos llegaron a Ale­

mania cuando comenzaba el ascenso del

nazismo y se politizaron en la Universidad,

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 147: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

foco de la lucha antifascista y de las ideolo­

gías de izquierda. En cuanto arreció la re­

presión política emigraron a México y se

fundieron con el cardenismo. Uno de ellos

fue abogado de los electricistas.

Una minoría de los que se exiliaron en

Francia se dedicó de lleno a sus estudios

médicos; los demás cursaban ciencias so­

ciales o humanidades y participaron acti­

vamente en la política universitaria y en las

actividades del ti·ente popular -que esta­

ba en el poder. Nunca se había reunido tal

cantidad de intelectuales y jóvenes latinoa­

mericanos como en el París de los treintas,

donde, además, entrechocaban rodas las

vanguardias literarias y artísticas; tampoco

la cantidad de estudiantes e intelectuales

desterrados del Nuevo Mundo, que des­

pertaron una solidaridad regional impere­

cedera. Este sentimiento fue el primer pa­

so de una unificación ideológica por la

lucha antifascista, el apoyo a la república

española, el proyecto de derrocar a las dic­

taduras militares que el presidente Fran­

klin Roosevelt había instalado en muchos

países del hemisferio, como muralla con­

tra las rebeliones a la salvadoreña, la gene­

ración soviética y cualquier movimiento

perjudicial a los intereses norteamericanos

y los de sus oligarquías aliadas locales. La

virtual unidad tomó cuerpo con los go­

biernos democráticos que inspiraron las

Cuatro Libertades, bandera de los aliados

para ganar la segunda guerra mundial.

La ayuda franca que el gobierno de

Blum se negó a dar a los republicanos es­

pañoles en guerra contra el fascismo local

e internacional, el pacto de amistad sus­

crito por la URSS con Hitler, y la ejecu­

ción ordenada por Stalin de tres de los

bolcheviques que habían concebido la re­

volución soviética a principios de siglo

(Kamenev, Radek, Sinoviev -a Trotski lo

mataron después), decepcionó profunda­

mente a gran parte de la izquierda del

mundo y causó la emigración de los gua­

temaltecos a México. Éste fue el grupo

que desarrolló mayor conciencia de la

unidad de las izquierdas con los centristas

para superar los estamentos semifeudales

y el poder de los sectores prccapítalistas, y

el que aprendió a diferenciar las políticas

viables de gobierno de la que blandía

como ortodoxia la izquierda en su inter­

minable oposición.

Todos los intelectuales exiliados duran­

te la dictadura de Ubico, volvimos a Gua­

temala a participar en el gobierno revolu­

cionario de 1944-1954. Hay que imaginar

lo que significaba la concentración de se­

mejante élite en un país que llevaba un si­

glo de represión militar y retardataria y sin

una vil,ia polftica real. Frente a la insignifi­

cante oposición de un empresariado prein-

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 148: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

45 Letras del Ecuador

dustrial y conservador, y un ejército bajo

11na dirigencia nueva que simpatizaba con

"¡ cambio profundo del país, se hizo fácil

ncar e instaurar en sólo diez años la demo­

cracia, las instituciones modernas y la ma­

nopolítica wyo principal objetivo era lle­

nar el abismo y extirpar la discriminación

entre los pobres y los ricos.

El factor decisivo de estos avances fue

la unidad de los desterrados, cuya capaci­

dad y experiencia se demostró en la cohe­

rencia de su política y en su meta de prio­

ri~ar los intereses populares y nacionales

sobre las diferencias ideológicas. Los re­

cién llegados secundaron a la dirigencia

local que había derrocado a las dictaduras

y conocía a fondo la sociedad.

Pero cuando el fenómeno del exilio al­

canza proporciones inusitadas es a.l comen­

zar los treintidos años de dictaduras castren­

ses en 1954. Se trata de un fenómeno co­

mún a la América Latina, vinculado a la

guerra fría y a .la intervención directa de los

Estados Unidos a través de .la política gan­

zúa llamada «anticomunista». Alrededor de

un millón de campesinos huyeron a México

y a los Estados Unidos. El primer grupo de

radicaron donde estaban. A

partir de 1962, decenas de

estudiantes universitarios y

algunos escritores se unieron

a .las guerrillas que operaban

en las montañas.

En el destierro nos for­

mamos y escribimos los au­

tores casi toda nuestra obra

literaria y científica, pero no

libres del secreto drama de

estar lejos de Guatemala y

del propósito de regresar

apenas dejara de ser inmi­

nente la muerte. Casi toda

la represión militar en las

ciudades no fue contra la

oposición armada, sino con­

tra los demócratas inermes.

Ni el trato personal en

tiempos normales ni el .:xi­

lio unificaron a los artistas

y a los escritores, que como

siempre en Guatemala han

sido personalidades aisladas

El exilio es uno de los castigos sustitutivos de !a pena de muerte.

y desemejantcs, a semejanza de las monta­

ñas y los volcanes en la misma cordillera

intelectuales, técnicos y líderes de trabaja- ' de su geografía. Entre los sectores popula­

dores que emigró fue el de los refugiados en res y de clase media, el exilio tampoco di­

las embajadas a la calda del gobierno de Ár- solvió las diferencias ideológicas que se

benz (sólo en la de México había ochocien- mantuvieron en exceso cuando a todos Jos

tos). Los que trabajaban en las embajadas se unificaba la dinámica y la responsabilidad

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 149: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

de la revolución. Algo semejante afectó a

los republicanos españoles exiliados. Los·

conflictos han sido mayores entre las iz­

quierdas que entre las clases. Además, los

guatemaltecos estaban conscientes de que

la revolución no iba a repetirse sino, en el

mejor de los casos, a plazo muy largo.

Como se ve, el exilio ha formado parte

orgdnica de la historia nacionaL Sus causas

son políticas, económicas y culturales, y

sus efectos son globales y funestos. Tal pa­

reciera que debido a las condiciones de un

subdesarrollo absolutamente anacrónico

en el mundo de hoy, constituye un rasgo

común a todos los países que lo padecen.

Pensando con cierto cinismo, podrían

aceptarse como positivos del exilio la re­

ducción del desempleo y la importación de

las divisas en dólares que los transterrados

envían regularmente a sus familiares.

Desde remotos tiempos el exilio es uno

de los castigos sustitutivos de la pena de

muerte. Se origina en creer que la patria es

el mejor lugar imaginable y el rompimien­

to del lazo con la red familiar es la. peor de

las pérdidas.

En un mundo tan interdependiente co­

mo el actual, con preocupación de crear va­

lores comunes como los derechos humanos

y la legitimidad de la intervención de las

Naciones Unidas para defenderlos, las dic­

taduras deben entender que los intelectuales

son más peligrosos y eficaces afuera que

adentro, por su facilidad para manchar con

su presencia la imagen de su país y de acce­

der a fuentes de información siempre inte­

resadas en propalar monstruosidades socia­

les. El exilio tiende a conferir cierta aureola,

a despertar simpatía por stzs víctimas y a

abrir fuentes de trabajo. Los de las clases ba­

jas y altas encuentran más solidaridad y fa­

cilidades de adaptación que Jos de las clases

medias, en cuyo entorno abunda menos la

oferta de trabajo. En general, la recepción

que se da a los exiliados depende mucho de

la solidaridad política y la afinidad ideológi­

ca; los principales autores de esta apertura

son los partidos, algunas sectas protestantes

y la masonería.

En la esfera de los intelectuales, las ali­

neaciones ideológicas obran en mayor

grado que en biS demás. Las leyes de casi

todas las universidades suelen excluir a los

extranjeros de sus cargos directivos; sin em­

bargo, es en su ámbito donde escasea la

discriminación, porque las relaciones de

trabajo unifican más que las afinidades po­

líticas. Mayor complejidad rodea a los es­

pacios de la vida intelectual, donde hay ca­

pillas bastante exdusivistas y sobre todo

menos puestos de trabajo remunerado.' Ex­

cepto los casos de eminencias científicas o

literarias, el común de los escritores sólo

hace amigos p~rsonales, pero nunca se les

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 150: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

abren las mismas puertas que a los nati­

vos. Las causas económicas y la autovalo­

ración personal de los escritores no varían

gran cosa de uno a otro país, pero es po­

sible que sí varíen los grados y maneras de

la discriminación. El caso invariable es el

de la infrec~encia de los intelectuales que

llegan a identificarse plenamente con la

sociedad receptora.

El exilio es un tajo que escinde por mi­

tad al individuo y enfrenta enconadamen­

te a sus mitades. Una conlleva el pasado,

los recuerdos, los mim¡¡;iosos estímulos a

los sentidos, las reacciones emotivas, la in­

timidad con formas y rincones y paisajes, la

red de parentela y amistad, la nostalgia de

los sitios donde tuvieron lugar encuentros

y dcscncucntros sentimentales, el juego de

cosas que constituían el ajuar de su domi­

cilio, lm espacios de la niñez. La otra mitad

es el futuro, las esperanzas truncas, b con­

ciencia de la escasez de fuerzas para realizar

los proyectos, el temor a la inseguridad, a la

soledad y a la debilidad de los lazos fami­

liares por falta del medio habitual que se ha

perdido, el temor a la soledad y a no con­

tar con alguien bien dispuesto a reconocer

las habilidades y cualidades indispensables

para enfrentar la realidad.

Pero con todo y la sordidez y la amargu­

ra de este enfrentamiento, el peor drama es

el retorno a la patria, cuya intensidad va en

Letras del Ecuador

razón directa del tiempo de la ausencia. To­

das las dimensiones, los espacios, los rit­

mos, la composición de las imágenes se

han perdido. Los paisajes, los árboles, la in­

timidad urbana, las cosas, hasta las amadas

cosas de la ciudad ya no existen o han cre­

cido como en las pesadillas. El ciclo está ta­

pado por monstruosos anuncios en inglés y

por rascacielos que reducen a caricatura las

antiguas viviendas de un piso. 'lodo lo que

uno quiere encontrar, celebrar, acariciar o

tan sólo mirar, se ha ensombrecido como

bajo un humo espeso, d mismo que carga

los vahos de la gasolina sin aquellos gratos

olores que emanan la humildad de las flo­

res y la gente limpia. Ya no media la bue­

na voluntad para disimular los defectos,

las mugres, la mediocridad del lugar don­

de una nació. Los secretos de la lengua

son distintos como de otro país, y las ban­

deras y los himnos han ·quedado vados,

sin las antiguas hermosas mentiras que se

identificaban con una patria.

Los tipos hLtmanos pertenecen a otra so­

ciedad; las mujeres alitnenticias son ahora las

nietas de aquellas de bustos exaltados por

quienes escribimos versos abominables; sólo

los arqueólogos saben los boleros lareanos y

los tangos que en vez de suicidarnos les can­

tamos cuando nos dejaron para casarse con

bien peinados dueños de casas y ca6:tales.

Las nuevas generaciones son más altas, más

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 151: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

triviales, menos morenas y están mejor nutri­

das. Hay infinidad de apellidos y nombres

nuevos, que a fuerza de repetirse y de saber

lo que venden, quizá ya no se vean tan extra­

ños por difíciles de pronunciar. No se habla

de muchas y menos inteligentes cosas; los te­

mas son el mal gobierno, el mal clima, el mal

fütbol y el ansiado sexo. La lengua tribal, cá­

lida como una melodia simple de pueblo, ya

no se habla, o se olvidó; la lengua de ahora es

un medio entre mexicano y gringo para ne­

gociar, saludar de prisa v despedirse pronto

porque se acaba la conversación. la müsica

atiborrada de contorsiones excluye por com­

pleto el silencio, el saludable silencio. Ya no

se sabe de qué rie o de qué llora la gente.

Acaso lo peor del retorno sea la humilla­

ción causada por la inutilidad del esfuerzo

por ser aceptados, y disimular la compe­

tencia adquirida en medios grandes para

resolver los problemas de la vida. Humilla

también la dificultad para sentir como pro­

pio el nuevo e inmediato pasado, y explicar

racionalmente el presente para creer en

cambios mejores para el futuro. Y veja el

malévolo y mañoso venenoso comentario

con el cual se nos dice que parecemos

extranjeros, que hablamos raro, que nos

creemos la gran cosa.

La patria es seres humanos y cosas in­

sustituibles, armonizadas en torno a am­

bientes donde los recuerdos y los olvidos

personales nos aliviaron al volverse

colectivos. La patria es conocimiento y

complicidad. Sobre todo, la patria es la

lengua que se remonta a siglos y se remo­

za a diario con la fuerza de lo vivo y el ge­

nio creador de la gente.

La otra mitad del ser humano partido

es el proyecto de lo que se va a ser, el con­

junto de asombros e inseguridades ante lo

desconocido, la sensación de ser discrimi­

nado como portavoz de ideas exóticas y

de peligrosos universalismos. A esa otra

mitad del ser pertenece el que no com­

partió las angustias colectivas ni los ries­

gos de muerte con los que estaban aquí,

ni la violencia contra los que expusieron

la vida luchando para tumbar a las dicta­

duras. El recién llegado carece de muertos

históricos, de heridas de cárcel, de anéc­

dotas que honran. Ni siquiera sabe cuán­

to va a durar siendo ajeno.

Para el exiliado que retorna, la esperanza

de un futuro mejor de su país es más vana

que para ningün guatemalteco sedentario.li

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 152: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

POESÍA Y EXILIO Lastra'

1\ Irene Mardones Campas

En las primeras pagmas de su libro The

!lnatomy of Exile (1972), el escritor húnga­

ro Paul Tabori propone una síntesis del in­

mensamente variado y controversia! signi­

ficado de la palabra exilio, desde puntos de

vista que tocan -como no podía ser de

otro modo en una investigación de tal na­

turaleza- aspectos sustantivos de carácter

filológico, histórico, filosófico, psicológico,

legal y político. Esa sola enumeración da

una idea de la vastedad de un tema que

constituye, al decir del autor, una suerte de

laberinto casi impenetrable. No entraré

ahora en ese laberinto de tan compleja

configuración: muchos trabajos recientes

orientan un posible recorrido y lo actuali­

zan, abriendo otros espacios para el diálo­

go. Por ejemplo, el preciso capítulo V del

libro de Silvia Nagy-Zekmi, Paralelismos

transatldnticos: postcolonialismo y narrativa

femenina en América Latina y África del

Norte (1996), o el cuidadoso estudio de

Michael Ugarte titulado Literatura españo­

la en el exilio (1999).

Tabori señala que el primer exilio regis­

trado en la historia es del personaje llama­

do Sinuhe, expulsado de su tierra egipcia

en una fecha tan lejana, como 2000 años

Letras del Ecuador

antes de Cristo. Las opiniones sobre ese

origen son muchas y se han expresado en

los más diversos géneros: en el extenso poe­

ma La culpa del primero peregrino, publi­

cado en Ruan en 1644, Antonio Enríquez

Gómez (que murió en un calabozo de la

Inquisidón en 1663 acusado de judaizan­

te) une peregrinación y destierro en la figu­

ra de Adán, el errante eterno:

Pues te destierro a ser hombre,

Hijo de la vanidad

Y nieto de los dolores.

Sitúese el principio en Adán o Sinuhe,

el éxodo bíblico, el regreso de Ulises a su

lar o la relegación de Ov!dio decretada por

Augusto, esa experiencia recorre la historia

y desgraciadamente sabemos que --como

una plaga que regresa con las estaciones­

no desaparecerá. A "pesar de las distintas

motivaciones que la originan, el resultado

siempre acma las mismas o parecidas mar­

cas ominosas del desgarramiento, la pérdi­

da, el temor, la inseguridad, el perverso vai­

vén de ilusiones y desengaños, o esa erran­

cía sin fin descrita inolvidablemente por

Dante: « ... peregrino y casi mendigo [ ... ]

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 153: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

ex m o mm ca

rdle §e~·

como leño sin vela y sin ti­

món, llevado a diversos

puertos, golfos y plazas, por

el viento que exhala la dolo­

rosa pobreza».

Lo que resumo con tanta

prisa y temeridad en este úl­

timo párrafo no sólo no es

nuevo para nadie sino que

ha comprometido directa­

mente la vida de muchos.

Las bibliotecas abundan en

estudios, reflexiones, deba­

tes, testimonios que ilustran

de muchas maneras lo que

ha sido y es la vivencia de lo

exiliar, como la llama el poe­

ta Juan Gelman con tan

buen neologismo. «Innume­

rables, los desterrados», dice

Claudio Guillén -hijo él

mismo de un gran exilia­

do- en la introducción de

uno de los libros más suge­

rentes y sabios con que me

he encontrado en los últi­

mos años (El sol de los deste-

rrados: literatura y exilio, 1995). Asom­

bran, en efecto, como agrega ese autor las

dimensiones oce:inicas del tema, la infini­

tud del exilio y de la.s respuestas literarias

que genera: el Cantar del Mio Cid, texto

fundacional de nuestra poesía, se inicia

con un destierro, así como la lengua litera­

ria italiana reconoce un comienzo seme­

jante en la obra y en la vida de los grandes

poetas florentinos, como Guido Cavalcan­

ti y Dante Alighicri.

Pero debo alejarme del mencionado la­

berinto para centrarme en el relato de cier­

tas experiencias que un lector -no ajeno

a las seducciones de la escritura- ha vivi­

do en años de acercamiento a las represen­

taciones del exilio en la literatura h ispáni­

ca, especialmente en la poesía, aunque no

sólo en ella. Diré que esas lecturas ocurrie­

ron muy temprano y que, como sucede a

menudo, el azar jugó aquí también un pa­

pel: éste fue el encuentro con un libro pu­

blicado en Santiago de Chile en 1943 por

exiliados de la guerra civil, llegado hacia

pocos años al país. Ese libro, que conservo

desde hace más de medio siglo, era una anto­

logía titulada Poetas en el destierro, dispuesta

por José Ricardo Morales y editada por Artu­

ro Soria. He contado en otra parte lo mucho

que significó ese libro para mi generación y

no insistiré en tales detalles; pero fue ahí

donde pude ver la continuidad de una som­

bría historia revelada como trasminante vi­

vencia poética a través de muchos siglos,

pues José Ricardo Morales eligió como epí­

grafe para su antología la estrofa inicial de un

viejo romance de Juan del Encina:

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 154: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Triste España sin ventura,

todos te deben llorar,·

despoblada d'alegría,

para nuncü en tí tornar.

Esa estrofa, sacada de su contexto, era un

acierto como epígrafe, porque como se sabe

el romance de Juan del Encina no está mo­

tivado por ningún exilio: es un poema de la­mentación por la muerte del príncipe Don

Juan. Yo lo supe después, porque en algún

momento creo haberla relacionado con la si­

ttlación poética que plasman los primeros

versos del Ctmtar del Mío Cid

Es que esos versos del Cantdr son el de­

siderátum de una imagen; muestran un

momento decisivo de la existencia huma­

na: la expulsión, el desgajamiento, la pér­

dida del lar («mal de los males ... Siempre

será menor la palabra que el hecho mis­

mo», dice Polinices del destierro en Las fe­nicias, de Eurípides).

En páginas muy apreciables sobre este

mismo asunto, José Angel Valente recordó

que el exilio nunca dejó de ser sefíalado co­

mo una circunstancia axial del existir. Para

el rabí Yehudah ben Bezalel Liwa, que vivió

en el siglo XVI, el exilio no es más que la'

condición humana llevada al extremo; en el

siglo XX Maria Zambrano escribió: «Pocas

situaciones hay como la del exilio para que

se presenten como en un rito iniciático las

Letras del Ecuador

pruebas de la condición humana. Tal como

si se estuviese cumpliendo la iniciación de

ser hombre» ( é(zrta sobre el exilio, 1 96 l).

Pero entre todos los exilios, el político

es el más cruel porque lo impone alguien

que esencialmente no es distinto a su víc­

tima, y cuya diferencia estriba en la pose­

sión del poder, cualquiera que sea el origen

atribuido a esa posesión. Es el que más se

ha padecido en nuestro mundo hispánico.

En fecha tan temprana como 1256, el rey

Alfonso X El Sabio fijó en líneas lapidarias

la figura del victimario implacable, en el Título I de la Segunda Partida:

Tirano tanto quiere decir como señor

cruel, que es apoderado en algún regno o

tíerm por fuerzd o por engaño o por trai­

ción: et estos tales son de tal natum, que

después que son bien apoderados en la tie­

rra amdn mds de focer su pro, müguer sea

a düño de la tíerm, que la pro comunal de

todos, porque siempre viven ti müla Jospe­

cha de la perder.

lo't porque ellos pudiesen cumplir su en­

tendimiento mds desembürgadarnente di­

xieron los sabios antiguos que usaron ellos

de su jJoder siempre contra los del pueblo

en tres mdneras de artería [. .. }.

Y Alfonso X procede a describir esas

arterías o astucias en términos que hoy

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 155: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

nos resultarían harto familiares a todos

nosotros.

Y en el siglo XVIII, ¿no fue una arteria

de Carlos 111 aprovechar el llamado "Motm

de Esquilachc" (de origen en apariencia tan

frívolo) para ajustar sus cuentas con la

Compañía de Jesús y decretar poco des­

pués la expulsión de esa orden de los terri­

torios españoles, en 17 67?

Menciono este acontecimiento porque

sus consecuencias culturales fueron muy

considerables, y muy centrales en el caso de

Chile: con generosidad que nadie recorda­

rá sin emoción, varios de ellos distrajeron

sus nostalgias de la tierra lejana, reconstru­

yéndola en b escritura de su historia -co­

mo Miguel de Olivares- o de su geografía

y de su naturaleza -como Juan Ignacio

Molina. Sobre Manuel Lacunza, teólogo

visionario y milenarista, volveré más

adelante.

No es mi propósito rastrear, definir o si­

quiera describir los rasgos que caracteriza­

rían una poesht exiliar. Es tarea que

seguramente ya se ha realizado. Como lec­

tor de poesía y como un practicante de esa

escritura, me interesa más bien las irradia­

ciones con que un determinado poema en­

riquece mi experiencia como tal lector y

como tal practicante. Mis notaciones,

pues, son bastante generales como para ser

expuestas en un diálogo o intercambio algo

informal entre lectores que comparten una

vocación común por la poesía. Trataré de

resumir en pocas líneas esas notaciones y

leeré algunos poemas o fragmentos -una

pequeña antología person~J- en que se

fundan esas observaciones.

Creo que los términos descolocación y le­

janía son pertinentes para referirse a la figu­ración de distancias que se advierte casi siem­

pre en esos poemas: si la descolocación con

respecto a un centro deseado se resuelve co­

mo extrañeza, la vivencia de la lejanía inten­

sifica el dramatismo de lo dicho. 'la.! vez por

eso la función desempeñada por los elemen­

tos de la lengua llamados deícticos es tan

esencial en esta poesía, ya que la deixis con­

siste en señalar algo que está presente ante el

hablante: aquí, allí, esto, etc ... Eso es lo que

ocurre en la realidad pero no en el mundo

de lo imaginario, creado por las palabras,

donde los deícticos no pueden remitir a una

presencia sino a una ausencia. Con expre­

sión certera y de un gran poder de sugeren­

cia, el lingüista Karl Bühlcr denominó deixis

en fontasma a ese tipo especial demostración

que se produce, dice: "Cuando un narrador

[o hablante]lleva al oyente al reino de lo au­

sente recordable o al reino de la fantasma

constructiva y lo obsequia con los mismos

demostrativos, para que vea y oiga lo que

hay allí que ver y ofr (y tocar, se entiende, y

quizá también ~ler y gustar). No con los

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 156: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

ojos, oídos, [ ... ] exteriores, sino con lo que se

suele llamar para distinguirlo de ellos [ ... ]

ojos y oídos «interiores <<O «espirituales» [ ... ].

El que es guiado en f.·mtasma -agrega

Bühler- no puede seguir con la mirada la

flecha de un brazo con el índice extendido

por el habl~nte, para encontrar allí el algo;

no puede utilizar la cualidad especial de ori­

gen de sonido vocal para hallar el lugar de

un hablante que dice aquí; tampoco oye en

el lenguaje escrito el carácter de la voz de un

hablante ausente, que dice yo.

Desde luego, no hace falta insistir en que

la función de tal deixis es consmtancial a la

escriwra y por lo tanto a todo hecho litera­

rio; pero lo que sí debe enfatizarse es que en

ciertos poemas -como aquellos que

reconocemos como exiliares- esa función

es eminente y central, y adquiere las dimen­

siones de un verdadero signo valorizado. En

muchos sentidos el poeta exiliado vive y co­

mwüca un mundo que es para él, por lejano

y perdido, el espacio de una realidad sentida

como fantasm•ítiea. ¿No es éste el espacio

que dibujan estos fragmentos poéticos?:

De León Felipe:

ESTÁ MUERTA ¡MIRADLA!

Un pueblo hambriento y pmeguido

que escapa.

Español del éxodo de ayer

y español del éxodo de hoy ...

allí no queda nada.

Haz un hoyo en la puerta de tu exilio,

planta un drbol,

riégalo con tus ldgrimas

y aguarda.

Alli no hay nadie ya ...

quédate aqui y aguarda.

(De Español del éxodo y del llanto)

De Emilio Prados:

ROMANCE DEL DESTERRADO

¡Ay nuevos campos perdidos,

campos de mi mala suerte;

ahí se quedan los olivos

y tus naranjos nacientes;

brilla el agua en tus acequias

surcan la tierra tus bueyes

y yo cruzo tus caminos

y jamds volveré a vert~.

Letras del Ecuador

(De Romancero general de lrJ guerra de

.tspdñd)

De Luis Cernuda:

UN ESPAÑOL Ili\BLA

DE SU TIERRA

Las playas, parameras

al rubio sol durmiendo,

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 157: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

los oteros, las vegas

en paz, a solas, lejos;

ellos, los vencedores

Caínes sempiternos

de todo me arrancaron.

Me dejan el destierro.

Una mano divina

tu tierra alzó en mi cuerpo

y rdlí la voz dispuso

que hablase tu silencio.

Cont(r;o solo estaba,

en ti sola creyendo;

pensar tu nombre ahora

envenena mis sueños.

(De Las nubes)

¡Deixis en fantasma! ¡Qué hallazgo ex­

presivo tan sugerente!

Los poetas no podrán sino celebrado, y aún

más al pensar en siwacioncs como las que se re­

presentan en textos de esta especie. F.! exilio, en

efecto, como un rey Midas espectral y siniestro

convierte en fantasmal todo lo que toca, con­

funde los contornos del espacio propio, irreali­

za no sólo los lugares del pasado sino también

los del futuro. En versos que sintió «atormenta­

dos y rebeldes, sombríos y querellosos», José

Maní escribió esas visiones fantasmales:

Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.

¿O son una las dos? No bien retira

Su majestad el Sol con largos wlos

Y un clavel en la mano, silenciosa

Cub,t cual viuda triste me aparece.

Yo sé cuál es ese clavel sangriento

Que en la mano le tiembla! ...

(«Dos patrias» de Flores del destierro)

Y Gabriela Mistral, en su «Pais de la

ausencia":

l'erdí cordilleras

en donde dormí;

perdí huertos de oro

dulces de vivir;

perdí yo las islas

de caña y añil,

y las sombras de ellos

me las vi ceñir

y juntas y amantes

hacerse país.

Guedejas de nieblüs

sin dorso y cerviz,

ttfientos dormidos

me los vi seguir,

y en años errantes

volverse país,

y en pafs sin nombre

me voy a morir.

(De Tala)

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 158: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Cito versos familiares para todos: jus­

tifica esta insistencia cierta tonalidad

nueva que puede darles su cercanía en es­

te contexto. Más de una vez he pensado

que, en aras de la intensidad, no sería

desdefiable la idea de reunir en un volu­

men una s~tma de fi-agmentos y versos

exiliares memorables: representaciones de

la ausencia y de la lejanía, del espacio

amad o que la poesía rescata y convierte

en instante salvador. Por ejemplo, el co­

mienzo del poema «Allá lejos», de Rubén

Darlo:

Buey que vi en mi niñez echando vaho

!un dia

bajo el nicaragüense sol de

/encendidos oros,

o un momento, por cierto entre mu­

chos otros igualmente inolvidables, de Cé­

sar Vallejo:

¡Auquénidos llorosos, almru mías!

¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo,

y Perú al pie del orbe, yo me adhiero!

(«Telúrica y magnética>>)

o los primeros versos de «Quiero volver

al sun>, de Pablo Neruda:

Letras del Ecuador

Enfirmo en Veracruz, recuerdo un día

del Sur, mi tierra, un d!a de plata

como un rdpido pez en el agua del cielo.

Entre las muchas formas de rescate de lo

perdido, ciertas figuraciones gráficas ad­

quieren sin duda para el exili<ldo un ex­

traordinario poder de irradiación, desenca­

denante de la moción poética, en alguna

medida semejante a los poderes del suefio.

Se dirá que la fotografía, por ejemplo, es

siempre un disparador del recuerdo, un ac­

tivador de la memoria. Así es; pero aquí se

trata de mostrar las instancias en que tales

figuraciones se manifiestan literaria, poéti­

camente. Empiezo por leer hagmentos de

dos cartas de Andrés Bello enviadas desde

Chile a su hermano Carlos, residente en

Caracas:

.30 de abril de 1812

Me has dado uno de los mayores placeres

que he tenido durante mi !tJif!,O destierro,

con la remesa que me has hecho de la his­

toria de Venezuela, rttlrts y mapas; / ... /

Abro el atlas, y recorro el mapa; f .. } De la

vista de Caracas, sobre todo, no pueden

sacimoe mis ojos; y aunque busco en ellos

vanamente lo que no ertt posible que me

trttslrtdase el grabado, paso por lo menos

algunos momentos de rtgmdable ilusi6n.

La vistrt de Caracas estard colgada en

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 159: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

ftente de mi cama, y serd quizds el último

objeto que contemplen mis ojos cuando di­

ga adiós a la tierra.

Y cuatro años después, el 17 de febrero

de 1846:

En mi vejez, n:paso con un placer in­

decible todas las memorias de mi Patria

{ .. ] Cuantas veces fijo la vista en el plano

de Caracas, creo pasearme otra vez por sus

calles, buscando en ellas los edificios cono­

cidos y preguntdndoles por los amigos, !os

compañeros que ya no existen... Tengo to­

davia presente la últimrl mirada que di a

Caracas desde e! camino de la Guaira.

¿Quién me hubiera dicho que en efecto era

la última?

Desterrado en México, donde murió en

19 55, el poeta Andrés Eloy Blanco le dedi­

ca un soneto de ausencias, por así llamarlo,

a su compañero de exilio, Rómnlo (~allegos.

En el primer cuarteto describe esa frágil pe­

ro única posibilidad de reencuentros con el mundo perdido:

Rómulo: ya la patria estd muy lejos;

la escucho ya en canciones y relatos,

la busco ya en sus cartas y retratos,

la encuentro ya como al amor los viejos.

Pero es la «Canción 8» de las Baladas y

canciones del l'arand, de Rafael Alberti, el poema que en este orden de representacio­

nes constituye para mf la cifra más intensa­

mente lograda de una vivencia de lo exiliar.

Como en los sueños, el mapa se transforma

aqui en un espacio animado:

Hoy las nubes me trajeron,

volando, el mapa de España.

¡Qué pequeño sobre el río,

y qué grande sobre el pasto

la sombra que proyectaba!

Se le llenó de caballos

la sombra que proyectaba

Yo, a caballo por su sombra

busqué mi pueblo y mi casa.

Entré en el patio que un día

. júera una foente con agua.

Aunque no estaba la foente,

la foente siempre sonaba

Y el agua que no corría

volvió pm'fl darme agua.

El suefío, el viaje imaginario o iluso­

rio ... Séamc permitida en esta página una

brevísima autocita. Son tres lineas escritas

en 1967 e incluidas en mi libro Y éramos

inmortales, editado en 1969 en Lima. El

poema se titula:

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 160: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

EL DESTERR!1DO H{f.~C:A

El desterrado busca,

y en sueños reconoce su espacio mds

!hermoso,

la casa de mds aire.

En los años sesenta, nadie imaginaba

todavía que en Chile habría algún tiempo

después auténticos y numerosos destierros,

que muchos de mis compañeros y amigos

se irían del país (y varios para siempre), y

que yo mismo -aunque con anterioridad

a los sucesos del año '73- también lo de­

jaría. ¿Por qué escribí esos versos? Más de

una vez he necesitado explicar que ellos no

tuvieron su origen en el golpe militar y en

sus funestas consecuencias. Pero ahí esta­

ban, como una pequeña, misteriosa y som­

bría anticipación para mí mismo. Hace

muy poco, releyendo las cartas de los jesui­

tas expulsados en el siglo XVIII, creo haber

,lado con un motivo, que podría ser éste:

En el invierno de 1963 participé en una

reunión universitaria, junto al historiador

Ricardo Donoso, quien leyó en esa oportu­

nidad un trabajo sobre Manuel Lacunza y

se refirió a las cartas que el gran desterrado

envió a sus familiares desde Imola, donde

moriría en 1801. Una de ellas me impresio­

tJÓ de manera especial, la guardé en mi me­

moría y cuatro años después sin saberlo yo

57 Letras del Ecuador

mismo escribí esos versos fugaces suscitados

tal vez por la figura del autor de un libro sa­

bio y extraño que se titula La venida del Me­

sías en gloria y majestad De esa carta, cuyas

repercusiones en mi ánimo ignoré por mu­

cho tiempo, proceden estos fragmentos:

!mola y Octubre 9 de 1788

!Vfi señora madre y abuela:

Estos dos pedazos suyos tiene en Italia;

todavia viven gracias a Dios y gozan por

lo presente de mediana salud. [. .. !Actual­

mente me siento tan robusto que me hallo

capaz de hacer un viaje a Chile por el Ca­

bo de Hornos. Y pues nadie me lo impide

ni me cuesta nada quiero hacerlo con to­

da mi comodidad En cinco meses de un

viaje felicísimo llego a Va/paraíso y ha­

biéndome hartado de pejerreyes y jaivas,

de erizos y de locos, doy ,un galope a San­

tiago: hallo viva a mi venerable abuela; le

beso la mano, la ttbrazo; lloro con ella,

abrazo a todos los míos entre los cuales veo

muchos y muchas que no conocia, busco

entre tanta muchedumbre a mi madre y

no la hallo,{. .. ].

No obstante por no perderlo todo, me

vuelvo a la cuadra que hallo llena de gen­

te,[. .. ] les cuento mil cosas de por acd, tén­

golos embobados con mis cuentos; cuando

no hallo mds que contar miento a mi gusto;

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 161: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

entre tanto les como sus pollos,

su charquícdn y sus cajitas de

dulce [. .. }. Y habiendo llenado

bien mi barriga para otros

veinte años, me tmelvo a mi

destierro por el mismo camino

y con la misma facilidad. Mas

antes de embarcarme en Vtllpa­

raíso, despierto y me hallo en

mi cama.

Con este viaje alegre y tris­

te correspondo fielmente a los

sueños que Ud. me dice que

tiene muchas veces buscando a

sus nietos allí en frente [. . .}

Las representaciones exi­

liares resuenan de muchos

modos, como se ve, en el <Íni­

mo de lectores y escritores.

Agregaré, a propósito de es­

to, otro testimc_>nio próximo:

En 1975 Osear Hahn,

llegado a los Estados Unidos

después de vivir penosas ex-

lejos de ks dormidos de la ribem

Herdclito tenía la barba luenga

y la lengua larga para lamerte m~jor

No nos bañamos dos veces en el mismo río

No entramos dos 11eces en el mismo cuerpo

No nos mojamos dos veces en la misma

!muerte

La teoría visionaria de dispersiones que re­

corre el poema constituía, a mi modo de en­

tender las cosas, una imagen de la destruc­

ción del ser y del tiempo, a la cual

subyacían vivencias oscuras e inquietantes: le

dije que yo lo sen tia como un poema del exi­

lio. Me miró en silencio por un momento, y

en seguida comentó: «Es que Heráclito es un

poeta del siglo XX exiliado en la era presocrá­

tica» Posteriormente he sabido de lectores de

ese poema que han tenido también la misma

impresión. Los fantasmas del exilio conocen

mucha.> maneras de hacerse presente.

En su brillante comentario de Ricardo !I,

de Shakespeare, Claudio Cuillén llama la

periencias chilenas, me leyó atención sobre la importancia central del

su poema <<fragmentos de destierro en el drama, no sólo como suceso

Heráclito al estrellarse contra el cielo», que espectacular, sino como rema, metáfora y es­

empieza asf: tructura, desde la escena inicial en la que el

Rey expulsa de Inglaterra a los duques Mow-

Herdciito vivía en un río de J:,ftso bray y Bolingbrokc. Los más grandes padecí-

encerrado en lr1 placenta del sueño mientas que se' anuncian para los desterrados

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 162: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

a partir de ese momento (entre ellos, la pér­

dida de la lengua propia, sentida como una

insoportable mutilación; el desfase de las es­

taciones que los esperan en espacios lejanos)

remiten en cada lectura de otros textos a los

rnismos y recurrentes conflictos que los exi­

liados han confrontado siempre. Uno pLtede

leerlos en un poema del siglo XIX, como «A Emilia,, de José Maria Heredia, o en el tan

cercano <<Domicilio en el Bálticm>, de Gonza­

lo Rojas, entre muchos otros. Enrique Lihn

-como si repitiera el lamento del caballero

Mowbray- escribió memorablemente «el miedo de perder con la lengua materna/ toda

la realidad». Como es obvio, sería un error

entender y describir estas relaciones sólo bajo

la especie de la intertextualidad: son constan­

tes de la condición humana, siempre amena­

zada por sí misma.

Me permitiré cerrar esta presentación

con un poema, también exiliar en más de

un sentido, escrito hace pocos días al am­

l'"ro de relecturas fervorosas de Guido

Cavalcanti:

Letras del Ecuador

BALADA

Perch'i'no spero di tornar giammai,

ballatetta, in Toscana

G. Cavalcanti

Pues cada uno tiene su Toscana

a la cual sabe como Cavalcanti

que no regresard,

que busque en su memoria la música

de un dlamo en la tarde,

el destello

de una hoja al caer sobre la hierba

!húmeda

el pasaje de un pdjaro de altura

que atraviesa sin .fin la misma nube,

aves música nubes

extraviadas desde hace mucho tiempo

alld lejos

en región de penumbra o desdicha. ¡!!)

Nota: 1 Este ensayo fue publicado por la rcvisLa Atenea 18 5 de

];! Universidad de Cunccpción de Chile en el 2002, se se­

ñala en dicha publicación que esta obra fue originalmen­

te la Confcrcnda leida en el 'lhcer Congreso de Poesía

Hispana -Europa y las Américas-, realizado en la Uni­

versidad de Pécs, Hungría, desde el 15 al 20 de mar,..o de

2002. Lo reproducimos en r(~tra.r del Ecuador con permi­

so de su aut01:

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 163: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

60 Literatura y exilio

Cuando los relojes marcan la hora inverti­

da; cuando los árboles de tu calle dejan de

saludarte y te sientes observado como una

pantera enferma; cuando esperas una res­

puesta que no llega desde el viento ausen­

te, una respuesta de aquel rostro descono-

esa tierra de nadie

que habita en todos~ esa

y acE~cll1an1te sensación de

extranjer'ldad toca de cerca

con sus polvos cuanto nos

rodea,,,

cido, de una botella rota,

una respuesta cualquiera (y

no llega); cuando la distan­

cia te invade y pisas los res­

tos de memoria por el asfal­

to q uc no reconoce tus pa-

sos; cuando el vado se enea-

brita sobre tu corazón, sobre

tus ojos, con la furia callada

de un saxo seco; cuando ya

no queda ni ayer ni mañana

y el cartero no viene; cuando

el neón te devuelve una pala­

bra cc¡uivocada; cnando d

rostro de ella deja de perte­

necerte ... Entonces, mucha­

cho, ya no bay más excusas:

algo así es el exilio.

Desde que Ulises debió

partir de !taca ~o quizás

mucho antes~ el exilio sig­

nificó una pena que por

CINE Y EXILIOS

Christian Kupchik'

siempre acompañó el destino de los hom­

bres. El castigo era una compensación a pa­

gar por una culpa política, pero el costo de

la política (al igual que sucede con el

amor), no es tan difícil de definir. Ni si­

quiera la política en su significado más am­

plio puede enmarcarse en un rótulo único

y aharcativo sin caer en el simplismo más

absurdo. De modo que el exilio tampoco es

suceptihle de ser equiparado a la noción li­

sa y llana del destierro, por el hecho de que

seria insuficiente. Tan doloroso puede re­

sultar verse obligado a renunciar a un país

o a un paisaje, como al cuerpo de la mujer

amada, a la infancia o al color de un cielo.

Todo ello es exilio y puede estar motivado

por causas «políticas>> o no, aunque, lo sa­

bemos, siempre será político. La sola impo­

sición del no retorno ya denota su condi­

ción polit·ica.

El exilio, en consecuencia, esa tierra de

nadie que habita en todos, esa permanente

y acechante sensación de extranjeridad (en

el sentido que Albert Camus le dio a este

término), toca de cerca con sus polvos

cuanto nos rodea.

Obviamente, el cine no podía estar

ajeno a esta .temática. Mucho menos si

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 164: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

consideramos que en sf mismo, el cine

nació como un arte exiliado del panteón

sagrado, que muchos (muchos) de sus

principales artífices, desde F. Lang a R.

Polanski, han sido ilustres exiliados. An­

drew Sarris, p<,Jr ejemplo, advirtió que las

pclfculas que Robert Siodmak realizó en

los Estados Unidos son más germánicas

que las que hizo en Alemania. El caso de

Siodmak se hace más interesante al obser­

var que, en realidad, nació en Memphis,

'Jennessee, y que su madre era americana,

aunque bien es cierto que siendo un niño

fue llevado a Alemania. Es de suponer en­

tonces que Siodmak fue un doble exilia­

do: en su pafs natal y en el de adopción.

Esta observación aparentemente banal

plantea complejas cuestiones sobre el esti­

lo colectivo de un cinc nacional, sobre la

función del género como determinante

de ese estilo y acerca del campo que, den­

tro de un género, pueden <lbarcar las

preocupaciones temáticas y estilísticas de

un artista.

Esta deformación especular (que refle­

ja y especula) que pbntea en su condi­

ción esencial todo exilio, se paseó por la

obra de numerosos directores y por una

diversidad enorme de filme.>. A veces, sin

siquiera sospechar que nos estaban ha­

blando del exilio, éste se constituía como

materia prima revelándonos sus curiosos

Letras del Ecuador

trajes. Lo que sigue será un breve recorrido

por las sinuosas calles de ese laberinto sin

salida. Es obvio que las posibilidades son

ilimitadas y los filmes que se citarán a con­

tinuación constituyen apenas un breve

muestreo de las alternativas de ese tobogán

gigantesco que implica todo exilio: baja­

mos, pero sin saber dónde caeremos. Y su­

bir nuevamente será siempre difícil.

EL CÍRCULO INTERIOR

Crist() nunca llegó hasta aquí. Ni llegó el

tiempo, ni el alma, ni la esperanza, ni

las causas ni sus efectos, ni la razón, ni

la historia ... nadie llegó a estas tierras sí­

no como conquistador enemigo o visi­

tante incomprensivo. Las estaciones pa­

san sobre el cansancio de los campesinos

como hace tres mil años antes de Cristo.

En esta tierra oscura, sin 'pecado y sin re­

dención, donde el mal no es moral pero

un dolor profundo vive en cada cosa,

Cristo no ha descendido.

Allí, en el punto exacto donde Cristo se

c;lctuvo, fue obligado a vivir su exilio Car­

Io Levi, desde 1935. Escritor, pintor, mé­

dico sin práctica, Lcvi debió abandonar su

inquieta vida burguesa en Turín acusado

por el gobierno fascista de conspirar junto

a otros intelectuales. Nada demasiado

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 165: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

abierto, ninguna sospecha, pero así es el fascismo. La pena: tres años de confin;i­

miento en Eboli, un pueblo perdido en la

región de Lucania. El testimonio de Cado

Lcvi sobre esa experiencia resulta desgarra­

dor, tanto como la película de Francesco

Rosi, basada en el libro del propio exiliado.

El castigo ya de por sí denota una pri­

mera curiosidad: el exilio debe ser vivido

en el propio pais, en el perímetro ele un ca­

serío campesino cuyo límite es el cemente­

rio. Cada día, el reo debe presentarse a fir­

mar ante la autorielaellocal, don Luigino,

el registro que certifica su cotidiana pri­

sión. Pero a medida que pasa el tiempo, Le­

vi advierte que no sólo él es el prisionero ele

ese supuesto destierro: todo el pueblo vive

sumergido en él, desde el comienzo ele los

tiempos.

Sus habitantes no conciben más que dos

salidas ante este hecho. Por un lado, la re­

signación a la que parecen condenados sus

miembros mis humildes, sin otra ti1p;a que

las historias de supercherías que los ani­

man. Por otro, la huida hacia un nuevo

«exilim>, América, meca improbable de un

paraíso incierto, o África, donde las tropas

fascistas luchan en Absinia bajo las prome­

sas de nuevas tierras. Pero todos saben que

no existen nuevas tierras, que no existe más

tierra que esa porción árida donde se seca

la esperanza.

Cuando la hermana de Levi (Gian

Maria Volonté) lo visita, insiste en inten­

tar «hacer algo>>, movilizar en algún senti­

do la vida del caserío que se desangra en

la espera, prisionero entre la malaria o la

miseria o el hastío. La respuesta de Cado

es concluyente: Las cosas se ven distintas

desde aquí. Eboli está más cerca de China o

la India que de Ti.trín. Al despedirla le

confiesa: No sé ... creo que siempre he ·tJivi­

do aqui. I.evi advierte entonces su condi­

ción de exiliado perpetuo. En Turín co­

mo en Eboli, es un pasajero entre dos ríos

que no se tocan. Como un modo de su­

perar tal estado, absorbe también la saga

de supersticiones locales, pero acepta in­

teractuar con la nueva ficción que le da la

vida. Cumplirá su condena, y la llevará

para siempre consigo.

En la misma linea de Cristo se detuvo

en Eboli, el chileno Ricardo Larraín con­

cibió su filme La frontera. En realidad, el

guión elaborado junto al argentino Jorr;c

Goldcnberg tiene más de un punto de

contacto con la historia del italiano, aun­

que con algunas pinceladas de realismo

mágico que no sólo permite asegurarse el

embelesamiento de los espectadores euro­

peos, sino también tomar distancia satíri­

ca respecto al trágico carácter neorrealista

del filme de Rosi. De todos modos, la cercanía argumental no llega a influir en

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 166: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

el resultado final de La frontera. Muy

bien filmada, con excelentes actuaciones

individuales (en particulat· Patricio Con­

treras), el filme constituye un excelente

testimonio de exilio interior. En este caso

es un profcso.r de matemáticas, Ramiro

Orellana, quien debe pagar su culpa en

un pueblo arrojado al olvido y la furia de

una mar que cada tanto se ocupa de bo­

rrar toda huella de vida. También debe

confirmar su cautiverio cada ella con pre­

sencia ante la autoridad -que en ese ca­

so aparece como irremediablemente im­

bécil-, y cumplir con una serie de ritos

que lo acercan a un nuevo tipo de exis­

tencia; a descubrir la falsedad de su

libertad pasada y los limites de su encie­

rro actual.

Dos escenas logran trasmitir con fide­

lidad las dimensiones del exilio. La prime­

ra, el encuentro con el viejo exiliado espa­

ñol que se ata a sus recuerdos como a una

halsa en la cual seguir flotando en la vida.

La otra, cuando ingresa en un bar y no en­

cuentra otra felicidad que Llll baile entre

hombres solos, unidos por el alcohol y la

tristeza. Ramiro entiende: no hay escapa­

toria. Aunque se vaya, ya no la habrá. El

amor puede ser una salida, pero incluso el amor en ese contexto está condicionado.

Pasaron muchos años ....

Años llenos de guerra y de

lo que se suele llamar his­

toria. Empujado de r<quí

para allá, a la aventura,

no pude cumplir con mi

promesa, dejando a mis

campesinos sin volver a

buscarlos. Y ya no sé si al­

guna vez la cumpliré.

Hoy, encerrado en esta ha­

bitación, me es grato vol­

ver con la memoria a ese

mundo cerrado, acorrala­

do entre el dolor y el sufri­

miento, negado a la histo­

ria y al Ertado. Y siem­

pre ... paciente. l:.sa tierra

mla, sin con.ruelo.r, sin

dulzura, donde el campe­

sino vive entre miserias y

lejanías su inmóvil civili­

dad, sobre un suelo árido,

sin otra presencia que la

de la muerte.

Letras del Ecuador

Un hombre sin atributos. Con estas pa­

labras Carlos Levi se despedía del mundo,

arrastrando consigo su cualidad de exiliado

permanente.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 167: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

EL TRABAJO

DE LAS SOMBRAS

El 5 de diciembre de 1981 pudo ser un

día común para la mayoría de los hombres,

pero con seguridad resultará imborrable

para Nowak y sus compañeros polacos. Ese

día, Nowak llegó al aero­

puerto de Heathrow, Lon­

dres, con una misión. De­

bía reformar la casa de su

jefe y por ello recibió

1.200 libras, exactamente

lo que ganaría por 25 años

de trabajo en Polonia. La

coartada que presentó an­

te el oficial de inmigracio­

nes era perfecta: llegaron a

Inglaterra para comprar

un auto usado. Mostró el

dinero y los billetes de sa­

lida. Nada que aducir. El

oficial le aclaró que la visa

sólo era válida por un mes

y que no podían trabajar.

Nowak dijo entiendo. Era

verdad: sólo él entendía,

ya que sus tres compañe­

ros no captaban una sola

palabra de inglés. El ofi­

cial se apiadó de la rústica

humildad de los polacos y con una sonrisa

cómplice preguntó: ¿Pertenecen a Solidari­

dad? Nowak se asustó: No.

Posiblemetne no mentía, pero daba

igual. Al fin y al cabo sólo llegó a Inglate­

rra para hacer un Trabajo clandestino. Con

ese título se conoció en castellano Moon­

lightning, excelente testimonio de un cék­

bre exiliado polaco, Jerzi Skolimowski. La

riqneza de su puesta radica en varios nive­

les, pero uno de ellos es mostrar los diver­

sos mecanismos por los cuales un exiliado

que llega por motivos económicos se ve in­

cluido también en el orden de lo político.

Se podrá aducir que el hecho de que pue­

dan retornar a su país los exime del rótulo

de exiliados, pero el tiempo que viven en la

cultura impuesta (un día, una semana, un

mes) se ve también apresado en las genera­

les de la ley del exilio.

Jeremy Iron (Nowak) resulta convincen­

te en su rol de líder que debe asumir la res­

ponsabilidad de incorporar los códigos forá­

neos. Aunque, claro, no son los mismos.

Skolimowski tuvo la inteligencia suficiente

como para mostrar los choques culturales

sufruidos por los polacos tamizados primero

a través del conocimiento del idioma de su

líder y, luego, por el vado absoluto que ro­

de-aba a los otros tres, quienes ni siquiera se

comunicaban con su jefe. La deformidad

que provoca ia incomunicación al contrastar

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 168: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

con una cultura ajena aparece también, ma­

gistralmente, en el filme suizo The Bus, del

director turco Bay Olean. Allí vemos cómo

un ómnibus cargado de campesinos turcos

sin dinero ni documentos, es abandonado

en el centro de Estocolmo. En sus excursio­

nes nocturna~, con el fin de conseguir algo

de comida, los turcos aparecen en una ciu­

dad que les resulta lo más semejante que

uno pueda imaginar a otro planeta. Sin el más minimo signo con el que identificarse,

d efecto llega a límites surrealistas.

En el caso de Trabajo clandestino, sin

embargo, Skolimowsk:i apela a métodos

más sutiles para desnudar esa sensación de

extrañeza que provoca la falta de pertenen­

cia. Poco a poco, Nowak descubre las pe­

queñas miserias a las que se ve sometido

por la presión de los británicos y la caren­

cia de dinero, lo que lo lleva a elaborar un

comportamiento criminal a partir de he­

chos insignificantes (compra un televisor

inservible a un hindú; le roban una biciclc­

la y él, a su vez, se ve obligado a robar otra

que devolverá intacta antes de marcharse;

cada mañana debe sustraer el periódico de

los vecinos para depositarlo una vez leído,

etc.). Por si fuera poco, mediando el traba­

jo se entera del golpe militar de Jeruzclsky,

hecho que oculta a sus paisanos para que

no se desconcentren en la tarea que les ha

sido encomendada.

Letras del Ecuador

La nostalgia -valor común a todo exi­

liado- que siente por su mujer y los fan­

tasmas que esta ausencia crea, se va trans­

formando poco a poco en un ingrediente

cada vez más opresivo. En el límite de sus

fuerzas, Nowak se confiesa, no por impe­

rativos de la fe sino para buscar su autoes­

tima perdida. Los hombres que traje son

idiotas, pero me doy cuenta que no puedo

manejrlrlos. Soy más débil que ellos.

Aislados, perdidos en un mundo ancho

y ajeno, el 5 de enero de 1982 los polacos

terminan su trabajo. Pero no hay retorno.

No los espera más que la sombra de un te­

rritorio sombrío.

DETRÁS DE LA VENTANA

La evidencia llegó con el desierto. El Land

Rover se atascó en la inmensidad de la na­

da. No me importa, aulló· David Locke al

centro de la arena.

Uno de los remas más recurrentes de es­

te siglo tiene que ver con la problemática

de la identidad: naci~nes, pueblos, razas,

minorfas la reivindican, la reclaman en la

necesidad de desenterrarla de oscuros sig-

, nificados. La literatura primero, y luego el

cine, según su costumbre, no sólo han si­

do reflejo de esta obsesión sino que han

multiplicado los análisis sobre el yo y sus

inestabilidades hasta entrever -e incluso

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 169: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

postular- su disolución. Ya a finales del

siglo XIX, Pirandello había demostrado

mejor que nadie el drama del individuo

que de pronto se transforma en alguien pa­

ra todos. Es allí donde se encuentra el pe­

ligro: en la imagen que los otros perciben

de nosotros y que nos apresa, nos fija, sus­

citando el deseo de escapar, de no dejarnos

atrapar, aun a riesgo de frenar nuestros su­

frimientos, de doblar el curso de nuestro

destino.

Con seguridad Michelángelo Antonio ni

conocía en profundidad estas ideas de Pi­

randello en el momento de escoger la his­

toria de Mark Peploe, El pasajero, para fil­marla. David Locke (Jacl{ Nicholson) sien­

te que debe partir al exilio de su propio yo,

huir de una vida tan perfecta como vacía

junto a una mujer que no ama, un hijo

adoptivo, y una brillante carrera como pe­

riodista televisivo especializado en política

afi-icana. La ocasión se le presenta en un

perdido hotel del Sabara, cuando su com

pañero de cuarto, un outsider como él, con

su propio nombre (David Robcrtson) y

una fisonomía similar, fallece de un ataque

al corazón. Locke acepta el reto y asume la

personalidad de Robertson. Poco tiempo

antes, le había preguntado: ¿Qué se ve de­

trds de la tJentana? Sólo el desierto.

Locke emprende su nuevo camino en­

flmdado en la piel de un traficante de armas.

Por un momento se considera feliz cuando

sobrevuela en un telesférico el Mediterrá­

neo, agitando los brazos. En cierta ocasión,

su mujer le recriminó:

-Te involucras en situaciones reales, sin

diálogos reales.

-ro sé-contestó David- son las re­

glas del juego.

Cuando pensaba que podía saltearse

dichas reglas, éstas volvieron a atacarlo

desde el pasado.

La conquista de una forma, de ser un al­

guien por sí no resultaba tan sencillo para

David. Cuando su ocasional compañera le

pregunta de qué huye, Locke le contesta

que mire hacia atrás. No se ve mi<; que un

camino vacío. Antonioni resuelve la tensa

encrucujada de esa identidad en el exilio

con la sobriedad de una cámara fija en una

ventana. ¿Qué hay detrás de la ventana? qui­

so saber David una vez más. Una anciana y

un nifío que pelean sobre qué camino to­

mar. Polvo, mucho polvo. Nada.

NüWHERE MAN

Un turista no se parece en nada a un viaje­

ro: el primero sabe dónde regresar, el se­

gundo no. La enseñanza de Port/Paul Bow­

lcs ciló hondo en el corazón de Bernardo

Bertolucci al hacer RefUgio para el amor. Es

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 170: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

curioso: el director italiano debe ser uno de

los más brillantes directores del cine políti-­

co de este siglo (su saga Novecento es un tes­

timonio claro de ello, sin olvidar películas

como El conformista o La estrategia de la

araña), y sin embargo eligió el amor para

dejar un alegato conmovedor sobre el exi­

lio. Este destierro, además, fue vivido por

el director: después de Crónica de un idiota

(1981), su último opus de política explíci­

ta, no volvió a filmar en Italia.

Refitgio para el amor encuentra tam­

bién en el desierto un escenario de la re­

flexión sobre el vacío ocasionado por el

fervor de un amor, cuya intensidad es tan

poderosa, que acaba por despersonalizar a

cada uno de sus miembros. Pon y Kit via­

jan en el límite de la desesperación para

encontrar un espacio común que los abar­

que, .~in llegar a sentirse superados por sus

sentimientos. El nomadismo físico al que

someten sus existencias es paralelo a lapa­

sión que los une. Luego de hacer el amor

en el centro de la nada, en ese momento y

bajo ese cielo, Port siente por primera vez

algo que lo redime de la distancia. Enton­

ces afirma: El cielo aquí es muy extraño. A

1Jeces, cuando lo miro, tengo fa semación de

que es algo sólido, a!ld arriba, que nos pro­

tege de lo que hay detrds. Cuando Kit qui­

so saber qué había detrás, Port responde:

Nada, supongo. Solamente oscuridad. La

67 Letras del Ecuador

noche absoluta. Y cuando se

hizo la noche absoluta para

l'ort, llegó la hora del pere­

grinaje para Kit, ahora sí,

obligada a un exilio de su

propio yo. La partida y la

disolución de la identidad,

en este caso, está ligada a la

pasión. Tal vez, una de las

formas del exilio más terri-

bles que existen.

En ocasiones, entre la na­

da y la eternidad, puede ha­

ber apenas un paso. Como

un ave extraña, el hombre

eleva una pierna sin animar­

se a dar ese paso decisivo. Es

la figura que dibuja Mastro­

niani en El paso suspendido

de la cigüeñrl, del griego

Theo Angelopoulos.

Un joven reportero llega

hasta un poblado ignoto, en

una zDna fronteriza donde

conviven exiliados dé diver­

sas nacionalidades. De he­

cho, el territorio no es otra

el alma es un ave con un pie elevado:

ese o no?

cosa que una sala de espera in útil, donde se

aglutinan lenguas y sueños herrumbrosos

sobre una vida en cualquier sitio. Es en es­

ta ciudad donde descubre un rostro y una

imagen. Pertenecen a un conocido político

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 171: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Literatura y exilio

desaparecido misteriosamente, qne eligió

exiliarse entre las brumas. Una línea amari­

lla separa la zona de la tierra de nadie. A

pocos metros, una línea roja divide a ésta

de lo desconocido. El hombre levanta un

pie -como una cigüeña- y dice: Si doy un paso mds, llego al otro lado ... o muero.

Angclopoulos deja un testimonio crudo

sobre las condiciones de los exiliados de

buena parte del planeta (resulta conmove­

dor un casamiento dividido por un río),

pero también sobre los motivos que llevan

a un individuo vinculado a las esferas de

poder a encontrar sus pares entre quienes

viven suspendidos en el sueño de un lugar.

El siglo se acerca a su fin y las esperanzas con

las que había nacido fueron aplastadas, nos

dice Angclopoulos. Hoy nadie tiene nada

que oftecer. Pero el alma es un ave con un pie

elevado: ¿doy ese paso o no? La respuesta es­

tá en cada uno.

BLANCO Y NFGRO. ConA

El exilio toma en su cuerpo de goma for­

mas variadas. No se trata de una fórmula

química para aplicar de modo automático

sobre un molde de plástico. Un hombre

fuera de su habitar natural por cuestiones

ideológicas no necesariamente es un exilia­

do. Lo que se da como un supuesto eviden­

te puede devenir en una imagen grotesca

de un fenómento tal como el que nos ocu­

pa. Ejemplos sobran, aunque uno de los

más claros fue la absurda machietta de Fer­

nando Solanas en El exilio de Carde!.

No basta con reunir anécdotas extraídas

de la peor literatura, sumarla a una pizca de

algo que se identifica con humor, mostrar­

nos un París de postal barata y un par de

temitas musicales al gusto de la clase media

porteña para definirnos el <<exilio>>. De

acuerdo: pinchar cabinas, participar en

manifestaciones (nunca tan prolijitas), ido­

latrar el mate o el tango es un folklore más

o menos extendido con el que cualquier

rioplatense puede identificarse; pero hacer

pasar esto como un alegato único del exilio

ya es golpear bajo. En todo ca,o, a Fernan­

do Solanas, Pino, no le fue tan mal sacane

do rédito del fenómeno. Al menos terminó

dedicándose un poco a la política.

Sin pretender reflejar el exilio, Jim Jar­

musch lo logró plenamente en Stranger than

Paradise. I .os tres personajes principales, el

húngaro que se niega a hablar húngaro (]oh n

Lurie), su amigo estadounidense (Richar Ed­

son) y su prima recién llegada (Eszter Ba­

lint), balbucean su odisea intentando encon­

nar una respuesta a sus raíces a través de su

recorrido desde Nueva York a los hielos de

Cleveland, y de al!J al calor de la Florida.

Ninguno de los tres, en ningún momento,

alcanza armonizar con la realidad que le toca

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 172: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

vivir, y los tres disimulan el desamparo por

medio de la huida, los juegos o el silencio.

No queda espacio para m<Ís. El exilio es así:

como la sonrisa que extravió la Gioconda. ¡!!,)

Letras del Ecuador

Notas: 1 Este atl(culo c.~ tomado de la revista M Cine No 3 y se

publica con su permi~o. 7. El film de Bernardo Bertolucci es también conocido ell

algunos países de habla hispana como «El cielo protector».

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 173: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

70 Literatura y exilio

V /F'l. ""'.!l'ilc.ll f N ( sobJre un guión dnematoglráfico)

Juan Martín Cueva

Me han propuesto que publique el guión de <<El lugar donde se juntan los polos", pe­lícula estrenada en el Ecuador hace dos años, J11e parece necesrtrio explicar qué es lo que se publica,

El guión cinematogrdflco no es un texto escrito pr11Yt ser publicado, Es un instru­mento dentro del proceso de producción de una obm que no serd hecha únicamente de palabras, sino que comtruye un discurso con imágenes y sonidos, El guión es uno de los primeros elemmtos que debe estar listo para iniciar el trabajo, y estard presen­te hasta el último dia, pero mm vez será leído por personas ajenas al equipo técnico y arlistico de J'roducción, y msi nunca lo que está escrito en el guión se encuentra en la película tal cual: siempre hay cambios.

Un guión es un texto que pasa por muchas versiones desde la primera, que es una idm rlc lo qur· srrrllo pclím/o, de uso cosí exr/mil;o dd dirertm; o lr1 última, qw sir· ve para lo edición y la post-producción Elz el caso de este documentrd, el primer tex­to Júe eJoÚo en esprLnol, y em Jo!amenle /o "carla,, que /wgo se convirtió en voz en off pero distaba mucho de lo que finalmente es la película. La última versión estaba en ftancés porque mi productor era finncés y necesitaba que le presentara los textos en

ftttncés, y en un momento dado dejé de escribir en ambos idiomas las distintas versio­nes. Ésta es Úz última versión <<completa" (aunque resumida) que tenía en español.

Contrariamente a lo que a veces se piensa, el cine documental sí necesita un tra­bajo de escritura de guión. <<ic'l lugar donde se juntan los polos>> fue primero ,,Carta al ]ortquím>, unrt carta filmada para mi hijo, con la idea de contarle la historia de su(s) fomilia(s) como pretexto para decir ciertas cosas o propósito de mi (nuestm, la de mi generación) mcmera de ver América Latina, o manera de ver el mundo desde

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 174: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Letras del Ecuador

nuestro continente y desde nuestro momento. !.a historia que su mamá y su papá vitJÍmos, o por lo menos la que percibimos en nuestra infáncia, porque nos jite transmitida, consciente o inconscientemente, por nuestros padres. Lct idea se comjJlementaba con una especie de dictrio filmado en l'ü1ÍS, lugar donde vivfamos y üdonde se regre.wba repetidamente después ele explo­rar otras épocas y otms tierras.

La historia pctsada estaba ahí y el trabajo consistía en escoger momentos y rnanercts ele con­tar lo sucedido. Pero el presente nos sorprendía y se metía en la parte «diario filmado» de la película. Esta parte era imposible ele guionizar, j por eso la película jite cambiando y en algu­nos aspectos se aleja mucho de lo que se publica aquí. No podíamos prever que iban a arrestar a Pinochet en Londres, que los indígenas ecuatorianos iban a tumbar a Mahuad, que iba a morir Víctor, e! abuelo de foctquín, o que iba a nacer Amafia, su f¡errruma ...

Nrleyrndo este guión para ¡mb/icctrlo, me doy cuenta de lo tanto que hct r'rfmbif!do lo c¡ue está descrito. Si habría seguido escribiendo, el guión me habr!rt obligado rt filmar otras cosaJ, o de otro modo, porque lü vidtt s·eguÍtt ptwtndo y las Ulstts v:gufrtlt W!lrbirtnclo. l'or .>UCI'tr: !Jd bía que filmar, había que ponerle punto final a la edición, había que decir se rtcabó, y ese pre­sente ya es pasado, y ese pasado Jite así, por lo rnmos para mí, jfente a mi cámara, dentro de mi cabeza o ante mis ojos, ese fue mi presente, muy distinto del de cada quien ... 1iJh

Juan Martín Cueva marzo de 2004

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 175: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Creación

CAUSAS Y AZARES

(INTRODUCCIÓN)

Imágenes de cinc supcr8 (silentes). Algunos

planos que describen las actividades normales

de un niño de alrededor de un año: juego, llan­

to, comida, gateo, risa, sueño, etc.

Entre los planos de esta secuencia, inclusive

entrecortándolos, aparece repetidamente lle­

nando la pantalla la palabra: QUIZÁS.

Joaquín tíene entre sus manos una pequeña

caja de música. Juega con su papá tratando de

hacer girar la pequefia manivela del aparatito,

pero el mecanismo es demasiado pcquefio para

sus movimientos imprecisos. Algunas notas lo­

gran salir de la caja de música hasta que su papá

le tnuestra cón1o debe hacerlo. Se escuchan en­

tonces los acuerdos iniciales de La internacionaL

Se siguen escuchando las mismas notas

mientras se ve que Joaquín se queda dormido

en su cama. Poco a poco se empieza a oír, ade­

n1ás, una guitarra eléctrica tocando una versión

rock del bolero «Quizás, quizás, quizás». (Es el

final de la canción «Pcrhaps, pcrhaps, pcr­

haps», interpretada por Cüke).

F1npieza entolH_x~s a oírse la voz de sH papá

y los demás sonidos desaparecen:

VOZ EN OFF JUAN MARTÍN, Querido Joaquín, te

voy a contar una historia. No para que te duer­

müs, sino mds bien para que se encienda en tí la

curiosidad de saber de dónde z1ienes.

Te voy a hablar de cosas que te parecerán rnuy

alejadas de ti, de tus preocupaciones diarias: te

voy a hablar de una revolución en Cuba, de un

mercedes blindado que estalla en Asunción, de

una cdrcel de lujo en Londres y de otra prisión en

Santiago, de una década desconcertante en Nicar

ragua, de una huelga en un ingenio azucarem en

el Ecuador ...

Podría creerse que estas cosas no tienen nada

que ver con la vida de un niño que tiene dos años

en París en el año 2000, pero no hay tal. ..

No hay tal: esas cosas han entretejido la reali­

dad de tal manera, a que yo esté hoy filmando co­

sas del presente tratando de hablarte de un pasado

que ya no está aquf, pem que no debería perderse.

Relación de la fomilia con América Latina: c6mo

se conocen en Par{s dos ecua.torianos y cómo na­

ce, dos años más tarde, ]oaquin.

Octubre del 9H. La coincidencia de dos

ac011teci1nientos, uno de carácter familiar,

otro de implicaciones más colectivas, sirve

para introducir la relación entre lo que pasa

hoy en América Latina y ciertos episodios de

su historia:

VOZ EN OFF JUAN MARTÍN: En octubre de[ 98 tu mamá se foe a Cuba, a acompañar a tu abue­

lo Víctor durante un tratamiento, porque estaba

erifúmo. Nosotros nos quedamos en París, y en

untt bella tarde de otoño, prepardndonos para ir

a dar una vuelttt, escuchamos en la mdio una no­

ticia que venía de Londres.

Grabación de la información radiofónica

del arresto de Pinochet en Londres.

Sobre itnágenes de París en super8, y luego

de Joaquín en su coche, o en nn arenero del

parque, y en un tobogán, se escucha el princi­

pio de la canci9n de Silvia Rodríguez «Causas

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 176: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Cuando Pedro salió a su ventana

No sabía, mi amor, no sabia

Que la luz de esa clara mañana

Era luz de su último día

Y las causas lo fueron cercando

Cotidianas,'invisibles,

Y el azar se le iba enredando

Poderoso, invencible .. .

TODAS LAS ILUSIONES,

TODOS LOS INTENTOS,

TODAS LAS UTOPiAS

VíCTOR, un pasado.

Chile, fines de los años 60. Una página de una

revista chilena en la que está impresa una serie

de fotografías de identidad bajo el título 'Perso­

nas bus"'< das por la policía'. Entre las fotos, la de

Víctor Romeo, abuelo materno de Joaquín.

VOZ EN OH JUAN MARTÍN, En la América Latina

de fines de los años 60 lo que sucedía en Cuba es­

taba en todas las mentes, en todos los corazones. En

Santiago, Víctor pensaba en Cuba, ese país en el

que había vivido seis años, en el que había termi­

nado la secundt1ria, en el que había tenido su pri­

mera experiencia revolucionaria en !as FuerzM Ar­

madas Revolucionarias. lc'n Cuba se habla casado

y en Cuba nació su hija, tu mamd, Francisca.

Regresando a Chile se había convertido en un

militante del MIR, organización de izquierda ra-.

dical que quería y había optado por la lucha ar­

mada para cambiar las cosas.

Primer extracto de la conversación con Víc­

tor, grabada en agosto del 99. En él, Víctor ha­

bla de las razones que lo llevaron al combate

13 Letras del Ecuador

armado y de los acontecimientos en torno a la

elección del socialista Salvador Allende a la

presidencia de Chile en 1970.

VÍCTOR, El triunfo de Allende plantea a la iz­

quierda revolucionaria un nuevo problema: de

ser un movimiento pequeño pero que estaba a la

ofensiva de pronto pasamos a la deftnsiva. El

momento que triunfo empezarnos a esperar el golpe de estado. Pasamos de la clandestinidad a

la legalidad porque Allende nos indulta, pero

sabes que es una legalidad que tiene un corto

período. L'l triunfo de Allende, en lo personal, te

da acceso a todo lo que te da la sociedad, en el

caso concreto nuestro vívirnos casi un año jun­

tos, ¿no? Eso no hubiera sido posible si no hu­

biera ganado Allende.

Un extracto de Le fond de l'air est rouge de

Chris Marker: Allende conversa con un grupo

de mineros. Descripción de lo que fue el go­

bierno de Allende.

QUIIV, mirando a otras partes.

Secuencia describiendo el ambiente en la fa­milia de Juan Martín (papá de Joaquín) et1

Quito_, Ecuador. Se escucha una canción de

Víctor Jara.

V07. EN OFF JUAN MARTfN, ¿Y qué pasaba, mien­

traJ tanto, a mi ttlrededor?

E'n el Ecuador lo único que pasa es una línea

imaginaria, decfa una broma. Viviamos pen­

dientes de lo que pasaba bajo otros horizontes, en

Chile, en Cuba, que de lo que sucedía en nuestro

país. Escuchdbamos a Victor jara, el cantante chi­

leno ejecutado en el estadio nacional. Una de sus

canciones me vuelve a la mente cuando me acuer­

do de ese tiempo,.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 177: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

74 Creación

CHILE, golpe rle estado.

Santiago, 11 de septiembre de 1973. El rostro

de Salvador Allende ocupa la pantalla. Se escu­

cha su voz cuando dice estar dispuesto a morir

antes que rendirse ante los militares golpistas.

Nuevo extracto de la conversación con Víctor.

vicTO K: Yo me entero del golpe de una forma muy

anecdótica. Donde yo vivo, en el fondo del terre­

no habían unos cuidadores, entonces la señora me

golpea a la puerta: despiértese que vaya a deftn­

der a Allende que hay un golpe de estado. Me voy

a la zona que me corresponde, a las ocho, nueve

de la mañana. Sacamos barricarlas en dos entra­

das al puebla, ia gente como a las doce del día ya

esta llenando las embajadas.

Nadie tenía un plan de reacción en caso de

golpe, nadie estaba preparado, ni el MJR ni nadie.

El único qur tenía las cosas claras era Allende.

EN MI MEMORIA. La política.

Quito en 1975. Imágenes de un intento de

gol pe de estado.

V07. EN OFF JUAN MARTÍN: Mi primer recuerdo

personal que tiene que ver con un acontecimiento

politico es el de un 32 de agosto de 1975, en Qui­

to. 32 de agosto, sí.

Un grupo de militares de extrema derecha

lanzan un intento de goljJC de ntado, que finca­

sa. Fl gobierno prohibe que se hable de lo sucedi­

do ese 1 ro de septiembre, y para reftrirse al hecho

se habla entonces de los sucesos del 32 de agosto.

{os golpistas fi¿eron a refugiarse en Chile. En el

Chile de Pinochet, y creo que recién entonces en­

tendí un poco mejor lo que había pasado en Chi­

le dos años antes.

GUAJó'1SAMIN. las huellas, los trazos, fa., cicatríces.

Un óleo del pintor ecuatoriano Osvaldo Gua­

yasatnín, retrato de «Tan.ia».

VOZ EN OH JUAN MARTIN: Este cuadro es un re­

tJYlto de Tartia, la guerrillera que acompañó al

Ché Guevam en su campaña boliviana. Guaya­

sarnín lo obsequió a Allende, que lo tenía en la

Moneda. Fl día del golpe este óleo suji'f graves

daños, pero Guayasam!n no quiso restaurarlo

completamente porque pensaba que las huellas

de las bayonetas son pinceladas tan importantes

que las suyr1s, huellas de una historia que no ha

terminado, de esta historia que se sigue escri­

biendo, en la actualidad, en Londres ..

Extracto de un informativo del 8 Je octu­

bre de 1999: la justicia británica da paso al pro­

cedimiento de extmdición de Pinochet a España.

Los manifestantes fcstejanJo este hecho, al­

guien porta la foto de un desaparecido. Se es­

cuchan las primeras lineas del auto del juez

Garzón:

V07 OFF LOCUTOR.- Augusto Pinochet Ugarte, (na­

cido en Va/paraíso, Chile el 25 le Noviembre de

]915, Cédula Nacional de identidad Chilena n'

/.1?8. 9?3., actualrnmte detenido a eji:ctos de ex­

tradición en Londm) el día 11 de septiembre de

1 Y/3, encabezó un golpe militar que dio corno

resultado el derrocamiento y muerte del Presiden­

te Constitucional de Chile, Salvador Allende. }}

mismo dia ordena la detención y posterior desa­

parición de las siguientes personas:

Jaime Barrios Meza, de 47 año.<, Gerente Gene­

ral del Banco Central y Asesor del Presidente; Daniel

Escobar Cruz, de .'17 años, militante del Partido

Comunista, Jefe del Gabinete del Subsecretario

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 178: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

del Interior; lcgidio Enrique Huerta Corvaldn, de

18 años, Intendente de Palacio; Claudio jimeno

Grendi, de 33 años, sociólogo, dirigente del Par­

tido Socialista ...

VICTOR, la posibilidad real de nwrh:

Vír:ToR, ¿Qué aprendí del golpe, de mi caída, del

balazo ? Que es mdsfacil morirse cuando uno se de­

ja morÍ!: Después de que me bafean, me patean,

hay un momento en que me cogen la cabeza por

atrds y me levantan, asf, y me ponen el

fusil, que es el tipico remate .. Me preguntan dónde

estdn los otros y yo respondo de una manera muy

autoritaria, lo que desconcierta al militar, porque el

militar instintivamente responde ala voz autorita­

ria. Yo respondo con personalidad y ya no me sien­

te como una masa de catne que puede matar.

Mi gran preocupación era lct tortura y la in­

forrnacídn. Urto lleva tantos años en esta cosa que

va acumulando inforrnación. La Dina una vez

vino a interrogarme, con ganas de llevarme, y yo

creo que no me llevaron también por la naciona­

lidad (francesa).

Una rápida sucesión de fotos de personas

desaparecidas. La misma voz que empe:-.ó a leer

el auto de Garzón sir,ue leyendo una lista de

nombres:

VU.L tN OFF LOCUTOK Cfaudio ji meno CJrendi, de

33 años, sociólogo, dirigente del Partido Socia!iJ­

ta, asesor del Presidente; G'eorges Klein Pipper, de

27 años, médico psiquiatra, dirigente del Partido

Comunista, asesor del Presidente; Edardo Pare­

des Barrientos de 34 años, médico dirigente del

Partido Socialista, rfsesor del Presidente ..

VOZ EN OFF JUAN MARTÍN, Jcse 11 de septiembre

del 73, mientras Víctor cae en un extremo de

75 Letras del Ecuador

Santiago, con un balazo en la espalda, grupos de

militares buscan en cada barrio a los 'extranjero/

Al otro extremo de fa ciudad, llegan a una casita

de madera donde les han dicho que vive una cu­

bana . .. pero la cubana que buscan es una niña

que acaba de cumplir 6 años, es la hija del Gua­

jiro, Francisca, tu mamd.

HANCFSCA, la cubanita en la embajada

ecuatoriana.

r:rancisca, de niña, en Santiago de Chile (fo­

tos). En la actualidad, secuencia en la que dla

cuenta sus recuerdos del día del golpe y los días

posteriores, refugiada con su madre en la em­

bajada ecnatoriana,

FRANCISCA, (narra cómo vivía, de niña, el pro­

ceso que estaba viviendo Chile, donde ella vi­

vía con Pilar Bustos, su n1a1ná. Debería contar

algo personal sobre Allende, que era amigo de

la familia ... ).

Un par de dibujos de Pilar Bustos: la cáma­

ra sigue de cerca la línea negra mientras se es­

cncha en off la voz de Prancisca.

FRANCLSCk (Nana lo suce'dido en Santiago

cuando se produce el golpe: ella se refugia con

nna tía en la Embajada del Ecuador y luego la al­

canza Pilar, a los pocos días salen hacia Quito).

El estadio nacional': los prisioneros en los

graderios.

VOZ f<.N OFF JUAN MAIUÍN' Víctm· logra salir del

país después de año y medio de cdrcel, gradas a

su pasaporte francés. A principios del 75, llega a

PaTis. Su hija viene a estar con él unos meses.

Fue la }'rimera vez que coincidimos en esta ciu­

dad, tu mttmd y yo, pero ni nos conocfamos. An­

ddbamos por los diez aíios de edad.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 179: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

76 Creación

ECUADOR de aztícar )'sangre.

Juan Martín y sus padres en París, en invierno

del 76 (fotos de familia).

voz EN o~~ JUAN MARTíN, Si, yo estaba en Francia

en el76. Mi papá era consejero cultural en la em­

bajada del Ecuador, yo iba a la escuela. Un día, re­

gresando a la casa, mis papds parecían inquietos.

Nos sentamos a la mesa y mi papá nos contó que

habían sucedido cosas gra1!es en el Ecuador.

Un paisaje de la parte costeña de la provin­

cia de Cañar, donde está el ingenio azucarero

de Aztra. Artículos de periódico, titulares sobre

1 a huelga y la masacre.

VOZ EN OFF JUAN MARTÍN: fos obreros en huelga

habían ocupado el ingenio. Los militares llegaron

para rccstablecer el orden. En las filas de los

obreros los muertos se cuentan por decenas ... Mi

papá nos dice que no puede seguir trabajando pa­

ra un gobierno así. Aceptando su renuncia, los

dictadores tuvieron la honestidad de advertirle

que por el bien de su fomilia era mejor que no re­

gresara al Ecuador. Pasamos de diplomáticos a

exiliados, de la noche a la mañana ...

JOAQUIN, un abuelo.

Joaquín con sus padres en el aeropuerto, con

maletas, pasajes, etc ...

VOZ EN 01'1' JUAN MARl'IN: Un tiempo después e/

Ecuador volvía a la democracia. Regresamos a

vivir en Quito. Casi al mismo tiempo Víctor lle­

gaba al Ecuador a ver a su hija, tu mamá. Pero

no se iba a quedar mucho tiempo: a principios

del 19 se va para Nicaragua. Han pasado 20

años, y ahora cogernos el avión para ir a ver a tu

abuelo Victor en Managua.

NICANAr;uA, Sandinistas.

Nicaragua, 79. Archivos: la toma del poder por

el Freote Sandinista, la huida de So moza ... Ac­

tividad política de los Sandinistas en los barrios

de Managua.

VOZ EN OFF JUAN MARTíN, El Frente Sandinista

pone en jaque a la dinastfa hasta que Somoza hu­

ye. Nicaragua se convierte en julio del 79 en la

nueva esperanza del continente. Hay quienes la

comparan con la revolución cubana, 20 años an­

tes, otros con lo de Allende, 1 O años antes. En todo

cttso ese pequeño país se convierte en el emblema de

la juventud latinoamericana en los años 80.

vfcmR, un segundo pasado. Nuevo extracto de la conversación con Víctor.

Cuenta cómo se dan las cosas para ir a Nicara­

gua y su llegada, en julio del 79, a Managua.

vfCTOK En abril o mayo del 80 se me plantea que

me haga cargo del cuartel que en la época de Somo­

za era el mds importante de Managua, donde esta­

ban las cárceles. Asumo el mando de 100 hombres

y mds o menos 700 presos. Era como un símbolo

del poder anterior, yo no quería hacer vida militar

en Nicaragua . .. pero se dieron esas circunstancias.

Ahí cada uno tenia su arma, su unifórme, no

había ningún orden. Es igual que la revolución

mexicana cambiando los caballos por jeeps.

Yo ayudaba a construir un poder revoluciona­

rio, y en ese sentido lo que hacía era absolutamen­

te coherente con lo que habla hecho antes, que me

haya tocado ser policía es anecdótico, como fue

anecdótico que en otro momento me tocó ser asal­

tante ... pero es lo mismo.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 180: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

PINOC!lliT¿una justicia?

Asunción, Paraguay, septiembre de 1980. Imá­

genes de TV informando del atentado en que

Somoza pierde la vida.

VOZ EN OFF JUAN MAIUÍN, A Somoza lo liquidó

un bazoocazo en el Paraguay de su amigo Stroess­

ner. Pinochet sigue por ahi, esperando en Londres

que una parte de sus crímenes sean juzgados, una

pequeña parte que sería mds que suficiente para

que lo condenen . ..

París, actualtnente. La misma voz Je se­

cuencias anteriores retoma la lectura de la lista

de muertos y desaparecidos.

VOZ EN OFF LOCUTOR, Benito Torres Torres, de 57

años, instalador sanitario, detenido el día

11.9.73 sobre las 21h por los Carabineros en su

domicilio, foe muerto al día siguiente con una

bala en el tórax, abandonado en el lugar conoci­

do como Los Barrancos;

Roberto Quintiliano, brasileño, 29 años, in­

geniero, militante del partido comunista, arresta­

do el 1219173, conducido a la Escuela Militar.

donde se le pierde la pista;

Sócrates Ponce Pacheco, de 30 años, ecuato­

riano, abogt~do, detenido elll de septiembre, por

los Cart~bineros que le trasladan al Regimiento

1áma ..

v!CTOR, dudas.

Extracto de la conversación con Víctor.

V!CTOR, Esta re1l0lución foe muy confosa. El mo- .

mento de mayor foerza de los contras foe en el 84,

porque el poder no realizó una reforma agraria de

distribución de 14 tierra y los campesinos no enten­

dian eso. Esta revolución no fue campesina, es una

revolución urbana, en el 81 se comprende muy

17 Letras del Ecuador

tarde que gran parte de los campesinos de las zonas

alejadas estd en contra de 14 revolución, y se empie­

za a repartir tierra de manera atolondradt<.

Incomprensión de lo que pasa en el campo,

formas de reclutamiento equivocadas para en·

frentar a la contra. En el 86, 87 se ha evolucio­

nado a una situación en que se ven las diferencias

entre los distintos estratos, si pertenea:s o no al

partido, de alguna manem eso refleja la corrup­

ción de arriba.

Imágenes de la guerra con la Contra. El co­

mentario resitua el conflicto en el contexto de

América Latina en sus relaciones con Estados

Unidos a lo largo del siglo.

QUITO, dos familias.

voz EN OFF JUAN MARTín La democracia volvía

al país y nosotros a Quito. Volver a ver a los viejos

wmpañeros de escuela, y a la fomilia. Las fomi·

lías, digamos, dos fomilias que todo separaba: en

Cuenca una fomilia de abogados, de proftsores, de

foncionarios públicos, de periodistt~s. Clase me­

dia rnds bien acomodada, fomilia grande apega­

da a sus ideas de izquierda en una ciudad de

provincia. En Quito en cambio, la familia de

mi mamd. Conservadora, tatólica, adormilada

en los barrios altos de la capital rilrededor de rni

abuelo, militar retimdo, dirigente dclprtrtido

conservador. Economistas> empresariosJ muJeres

ejerciendo de madres o de esposas ejemplares.

Ecuador, años 80. Un joven presidente es

elegido pero apenas un afio más tarde muere

en un curioso accidente de avión. Noticias

resumiendo ese periodo, fotos de pintas en

las paredes, referencias a Chile, a Nicaragua,

a El Salvador.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 181: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

78 Creación

La voz que Ice el auto del juez Garzón reto­

ma su letanía:

VOZ EN OFF LOCUTOR 27 mayo 74, Reyes Gonzd­

fez Agustin Eduardo, 23 años. 4 junio 7 4, Cubi­

llos Gdl11ez Carlos Luis, 20 años. 15 junio 74, 7ie­

de c:ómez Eduardo Humberto, 27 años. 18 junio

74, Espirwza Méndez jorge Enrique, 24 años.

Manifestaciones en Santiago, Imágenes del

centro, de los barrioc populares.

Quito: un barrio del centro, escenas de la ciudad, noticias sobre el triunfo electoral de

Febres Cordero (candidato de la derecha). Se

escucha al autor retomar el co1nentario:

VOZ EN OFF JUAN MARTfN, 1984 es ef año en que

termino el colegio, en que me voy de z;iaje al Perú

con un par de amigos, en que un candidato de de­

recha radical gana las elecciones en el Ecuador. El

año en que me afilio al Partido Comunista.

Con ese gobierno los conflictos sociales se

agudizan, la 11ida politica se radicaliza... el

pafs rompe relaciones con Nicaragua. Es

como un eco de lo que había pasado con Cuba

veinte años antes . .

CUBA, ahi empieza toda esta historia. Cuba, años (ÍÜ. Imár;cncs de la invasión frus­

trada de llahía Jc Cochinos.. . I ,a /!abana en

los momentos de !crvor n·volncionario.

VOZ F.N OFf JUAN MARTÍN, F/ 1ro de enero del

59 los revolucionarias tornan el poder en Cuba.

H dictador Batista huye del pt~ís y el régimen se

1Je enfrentada cada 11ez mds abie,·tarnente ct los

americanos. Dos años mds tarde Estados Unidos

intenta invadir la isla. La agresión se acompa­

ña de otros ataques: los países latinoamericanos,

uno tras otro) rompen sus reldciones con L't-tba.

En 1962 es el E,·uador el que rompe. El ern/!r1

jador prepara sus maletas y su mujer le anum·i11

que ella se queda. l:.'sa muja que se queda to/1

sus hijos en la Habana y se vincula con el r<~i

men es tu bisabuelct. Por eso es que tu abudtl

Pilar estd en Cuba en 1966; cuando conoce 11

tu abuelo Victor, y por eso es que tu marnd rtd

ce en La Habana, en 1967.

Cuando ella nace en Cuba, yo, a diez mil H lómetros de ahí, ernpewba a gatetlr.

QUITV-PA/IIS. rle la una generación a la otra. Quito en 1965: fotos del matrimonio de lo.s

padres de Juan Martín.

París 1966. Un periódico. Titulares sobre

Cuba.

VOZ EN OfF JUAN MART[N, Sí, yo naci en París en

1966. ¿Qué hacían tus dos otros abuelos en Fran­

cia.? Ii< abuelo tenía 25 años, se acababa de casdr

y la pctreja se vino a seguir sus estudios en Parfs.

Él, antropología, ella, ci11ilizaci6n francesa: w­

nían de dos mundos muy distantes, y París era

tal11ez e! territorio neutm para comenzar la vida

juntos. Dellarlo de mi papd estttban las ideas de

izquierda, la actividad politica de mi abuelo

Carlos, diputado socialista. Del lado de mi mamá

estaban la derechtt y !tt religión, y los traqueteos de

la uidrr púMial de mi otro ribuelo, Rajitcl, 11úlita1

retirado, diputado conservador ...

Lejos del Ecuador, donde tantas cosas ten­

dían a separarlos, me gusta imaginar a mú pa­

pds, al nacer yo, enfrentados a las mismas dudas

que hoy a nosotros nos plantea tu presencia.

Tantos años después, tantos muertos después,

tantas ilusiones desbaratadas, tanta ilusión que

no Stlbe ya dóndé meterse ...

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 182: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

París en la actualidad. La lista de nombres

vuelve a escucharse:

VOL: EN OFF LOCUTOR, 25 junio 71, Vilfarroe/

Gangas Victor Man, 18 años. 8julio 74, Acuña

Castillo Miguel Angel, 18 años. 8 julio 74, Ca­

ray l!ermosilla Héctor Marci, 18 años. 10 julio

74, Toro RommJ lot!J'ique Segundo, 28 11fíos ...

VÍCTOR, la decepción. Nuevo extracto de la conversació11 con Víctor.

Vír.TOR En Nicaragua se dio un promo en los prime­

ros años, en que venían cristianos revolucíonarios y

sentían que éste era su proceso; 11enían marxistas y sen­

tían que éste era su proceso; vertÍan social-demócratas

de izquierda y sentían que éste era su proceso; todo el

mundo se sentía identificado en un proceso que nun­

ca estu11o muy hien definido. Yo creo que de toda la

izquierdil en Arnét'ica latina cada uno quiso ver en

Nicaragua elfon6rneno que espmtba y no se foe lo su­

ficientemente profundo para decir el finómeno de la

revolución nicaragüense corresponde a la realidad ni­

caragüense, y no a la que yo quisiera que existiera. Por

eso los cubanos se sintieron tan decepcionados de

Nicaragua, todo el mundo se sinti6 decepcionado ...

COMPROMETERSE A DESTIEMPO

(CoNCI.lJSI(lN)

París en la actualidad. Joac¡ufn y sus papás en la

casa.

VOZ EN OH JUAN MARTíN, Cuba, Chile, Nicara­

gua. . . ruando te hablo de hace diez, veinte o.

treinta años las cosas parecen rnds vivtts, parecen

tener mds sangre circulando, mds cuerpo. V

cuando te hablo de mí, de hoy, de lo que escribo,

de lo que filmo para ti, resulta que son recuerdos

79 Letras del Ecuador

de recuerdos, el relato de algo que rne foe relata­

do, la foto de una foto erwejecida, un pedazo de

película en la que se tJe el cuetpo de alguien que

ya ha muerto .. ¿Por qué? Se vuelve a escuch:~r la guitarra de Cake

(Perhaps, perhaps, perhaps.) mientras se ve una

toma de cine (1 Gmm) vieja y rayada, quizás al­

guien caminando por una calle de París, quizás

una pareja en un parque ... ).

VOZ EN OfF JUAN MARTíN, Quizás porque cuando

llego a una edad en que puedo decidir ya las co­

sas estds resueltas, la suerte estd echada, y termino

tomando posición con respecto a fllternatitJas ob­

soletas, me inscribo en una cotriente que ya se es­

td agotando, reínvindico para el jitturo modelos

que ya pertenecen al pasado ...

Los afias 80 se terminan con dos hechos que,

aunque muy distantes entre sí, significan para

mí el mismo fracaso y me ponen frente a las

mismas dudas: la caída del muro de Berlín y el

final de la ex¡m·iencia Sandinista.

Un indio viejo se aleja por una calle de un

barrio popular de Quilo. '

La lectura de los nombres del auto del juez

Garzón recomienza.

voz EN OH l.OC:UTOR, 15 julio 71, Lara Petro­

vich hauardo Hnriqu;, 3 5 ttfios. 15 julio 7 4,

Moreno Fuenzalida Germdn Rodo!, 25 años. 6

septiembre 74, Morales Chaparro Edgardo Agus­

to, 38 años. 7 septiembre 74, Aedo Carrasco

Francisco Edum·do, 63 años ..

Una telenovela venezolana doblada al árabe

o al turco. Un movimiento de cámara nos lleva

de la pantalla a una ventana: estarnos en Par!s.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 183: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

80 Creación

voz EN Ol'l' JUAN MARTfN, Diez años pasan, mu­

cha agua corre bajo los puentes, aquf y allá.

Cuando digo allá, ahora, estoy pensando en el

Ecuador, pero poco importa, podr!a ser Marrue­

cos, japón o Malasia: por todos lados debe haber

papás tratando de explicar a sus hijos de dónde

vienen, a folta de poderles decir a dónde van.

Imágenes de la caída del muro de Berlín.

voz EN OFF JUAN J\o!ARTíN Parecería que todo ha

cambiado y que los combates de ayer son una

cursilería, una cosa del pasado, una necedad ¿Pe­

ro qué es lo que ha cambiado tanto? Los proble­

mas de la miseria en América Latina no han de­

saparecido, ahf están, tan presentes como antes,

tan indignantes.

Y rni generación está a punto de pasar sin de­

jar una sola huella, sin dar a luz. A punto de es­

currirse entre la nostalgia y la mirada burlona con

la que 11e a la generación antel'ior .. . ¿Qué te voy a transmitir' ¿Qué te voy a dejar? ¿Nada más que

estas duda!>~ estas indecisiones) esta impotencia?

Un extracto de Chile, La memoria obstina­

da, de Patricio Guzmán. Jóvenes chilenos de

VO/. EN OH LOCUTOR, 14 septiembre 74, De Cas­

tro López Bernardo, 36 años. 14 septiembre 71,

Durán Rivas Luis Eduardo, 29 años, 17 septiem­

bre 74, Villalobos Díaz Manuel jesús, 22 años ...

Obreros jóvenes esperando algún trabajo,

en la actualidad, en Quito.

voz EN OH JUAN MARTfn ¿ lá no existe ese sufí­miento? Claro que existe. ¿Ya no existe esa violen­

cia? Si, ah! está. Pero ya no somos capaces de pro­

poner frente a ella alguna alternativa realmente

distinta. La solidaridad ha sido reemplazada por

la piedad Las condolencias: nos repartimos el do­

lor en vez de compartir una esperanza, un com­

bate, una certeza. Hoy compartimos las dudas,

las incomprensiones y las impotencias.

¿Y para qué sirve la memoria? ¿Para acordar­

nos de lo horrible que foe el comunismo y olvidar

lo terrible que sigue siendo el capitalismo?

La tienda de enfrente de la casa de Joaquín,

por la ventana. Escenas de vida del barrio. So­

bre estas tomas se escucha otro extracto de can­

ción de Silvio Rodríguez:

los años 90 lloran mirando las imágenes de lo Cuando acabe este verso que canto

que fue la represión después del golpe de esta- Yo no sé, yo no sé, madre mía

do. Después de un momento la voz del autor Si me espera la paz o el espanto

sigtte su comentario. Si el ahom o si el todtiiJÍd

voz EN OFF JUAN MARTÍN' Los rostros de esos jóve- Pues las causas me cm dan cercando

nes chilenos que miran hacia su pasado sin reco- Cotidianas, invisibles,

nocerlo, ésa es la mirada mía frente a los aconte- Y el azar se me viene enredando,

cimientos de los que te hablo. La misma mirada, Poderoso, invencible . ..

pero desde lejos.

Vuelve a cswcharse la lectura del auto de Sobre los acordes finales de la canción, que

Ganón. se van perdiendo poco a poco, inicia un mon­

taje rápido de imágenes de las familias de Juan

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 184: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Martín y Prancisca, de Victor, del periodo San­

dinista en Nicaragua, de Fidel, de Allende, y fi­

nalmente de indígenas ecuatorianos ...

voz EN OFF JUAN MARTíN, Estarnos en París. Un

nuevo siglo empieza, la barriga de tu rnarnd no

deja de crecer, un bebi llega y nos hace en silencio

todas las preguntas que ya no forrnu!dbarnos.

Un largo plano secuencia tomado de «Los

I-licleros del Chimborazm>, de Igor Guayasamín,

en el que se ve un indio subir al Chimborazo, ha­

lando a su bmro ... Sobre las imágenes de d.os

I-lieleros ... » se escucha el ambiente sonoro de la Gare de l'Est (parlantes anunciando salidas y lle­

gadas de los nenes, gente caminando, voces fran­

cesas y árabes, sirenas de la polida francesa ... ).

fUNDIUO ENCADENADO CONo (Imágenes en

super8, el ambiente sonoro se mantiene,

Letras del Ecuador

empieza a escucharse nuevamente la voz del

realizador) Joaquín camina por la vereda, de la

mano de sus papás, que lo hacen 'volar', col­

gándolo de sus brazos.

VOZ EN OFF JUAN MARTÍN, Sí, estarnos en Parfs,

escucho los trenes de la Esütción del Este, los tacos

de una mujer que sube las escaleras de la calle de

Alsace. El invierno va a estarftio, parece. ¿Cudn­

ta gente matard el }río este año en esta ciudad del

primer mundo, capital de lo que algunos conside­

ran el país de los derechos humanos? Esta ciudad

en la que naciste, en la que yo nací, en la que tu

mamd y yo nos conocimos.

Estamos en París, Joaquín, ¿Tú te sientes

en casa?

Cierre a negro, créditos. Fin. W!J

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 185: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Nos visitaron

LA OTRA COLOMBIA: LITERATURA Y VIDA

l!· ya un lugar común hablar del desconocimiento del proceso creador que se vive en América Lat:ina. Los medios globales de comunicación sólo infórman de la violencia y desgracia que viven nuestros pueblos y ciudades, azotados por la pobreza y la ser­ZJidumbre de sus gobiemOJ al poder monopólico internacional

Deambulamos en nuestra propia casa como niños con los ojos vendados, sin recono­cer la propirt voz y la foerz,1 creadora que nos rodea y fin·talece. Parece que una luz nos acompaña y es una linterna sorda, que deja en su claroscuro el{ugaz brillo del crecien­/e trabajo de artirtas y escritores, en un intmto -la mayor/a de wcer---- fimttismal e

inútil, de establecer vínculos de comunicación desde los Andes a sus costas y del Río Bra­z;o a la Tierra del Fuego.

Contra esta balcanizacirin que nos asedia, el Municipio de Quito y la Casa de lct Cultura Ecuatorianrt, tJienen convocando las ]orrütdas culturales de Agosto. Con es­te espíritu se invitó a los escritores colombianos William Ospina, Antonio Correa y Gonzalo Mdrquez, pmn conversar sobre la otra Colombia: litemtum y vida, en el Aula Benjamín Carrión de la Casa de la Cl.t!tur'it, el pasado 26 de agosto.

háard"r y Colo111bia, .Wii lr;,- jJttÍJ'cs ,¡¡,¿ e;¡traíÍtib/,·¡;¡e¡ztr: tmidos a lo liiY,O de .w

historia. Pertenecemos rtl mismo mapa wltuml. ({¡munidrtdes ttncestmles hrm mar cado el trillo r·on!Úit de eJ/ils licnm; m rm tl!tll!do m1r-IJ(Jy propio, corttjHII'Iimdo to

nacimientos y utensilios esenciales para la vida diaria. En la memoria colectiva y anecdótica de nuestros pueblos se conserva con mds

alegría que conocimiento, la saga amorosa y combativa de la quiteña Manuela Sdenz con el Liber!ador Simón Bolívar en ltt Nue11a Granada. Un fi'uctiftro in­tercambio se estableció posteriormente, en el proceso conformador de nuestras na­cionalidades en el siglo XIX curmdo el nombrado panjletario y ensf!yista Juan Montalvo, trctnsterrado a lpiales por la dictadura de García Moreno y acompa­ñado de otros intelectuales, mantuvo con políticos y pensadores de avanzada en la Colombia de la época. El caso paradigmático s~ da con la Revolución Liberal

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 186: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

del Glmerttf ecuatoriano E!oy Alforo, quien tuvo su par en el General colombiano Rafite! Uribe Uribe, al herrnarltlr su solidaridad en defensa de ideales comunes.

Hoy, las desigualdades sociales y la falta de grctndeza de su clase dirigente y empresarial, como ha sucedido en la historia de la región, mantiene en una gue­;-ra delimnte, .rittwción que junto a la perversión del merct~do de la droga y sus secuelas, empuja ti funi!ias entems a refitgúme en fas ji·onteras del Ecuador.

Los poetas invitados vinieron a mostramos la otra cara de ese oscuro espejo. La de un pai.r que crece y vive, sobreponiéndose a estas vicisitudes. Seguros de que sólo el diálogo y no la Jiterza, conducirá a Colombia por la senda de Ir+ p,n.

Can la moderación del documentalista Renato Ortega y apoyados en un elo­cuente y directo trabajo visual sobre la Colombia actur.tl, realizado por el mismo OrteJ?,rt; los poetas Ospina, Correa y Márquez, en un diálogo espontáneo, habla­ron de una generación lúcida y activa que con su trabajo callado y pasistente, busca alejar a los cómplices de la muerte con los instrumentos o·.:adores de lapa­labra, fa música viva y popular, la plástica y la arquitectura, qrte unida al em·· puje de su gente, en "un acto dejé», al decir de Borges, cuando en el célebre cuento Ulrifw, trrl/.rt de rlcscijí·ar ef espfri/11 y el sa del colondJi,uw.

Eventos como éstos enriquecen la percepción sobre nuestro cn/.orno y nor oUi,r;a a oernos a nosotros mismos am to/enmcirt y respeto, tal como debe ser rnirriclo el otro.¡'!)

A. C.

83 Letras del Ecuador

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 187: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Nos visitaron

BOGOTÁ, COLOMBIA, 1963

LAS PALABRAS PERDIDAS

Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no puede escapar.

Un alud de imágenes nos extravía la palabra; acudimos al grito y al llanto, a

veces a la indiferencia, pero sabemos que necesitamos de la guerra para ser

inocentes.

Todo lo ha ofrendado la ceniza.

Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más profundas alianzas y

nuestros perseguidores pueden encontrarnos.

Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede de su túnel.

Un árbol arde en nuestros ojos de agua.

La verdad -es decir lo prohibido-, impone su reino de terror ... y hemos

decidido habitarlo con las manos entrelazadas.

Creímos que la poesía nos enseñada a morir ...

Persistimos ... Con frecuencia hacemos la extraña sonnsa del miedo. Si

huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima. Por eso la palabra se pasa

de mano en mano para construir una morada invisible.

A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.

Y cuando todos duermen escribimos ... Pero un poema es el fósil de un

sueño, el cadáver de un dios ...

¿Aún podremos salvarnos? ~

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 188: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

85 Letras del Ecuador

EN NOMBRE DEL GRITO

Crees tanto en la sed: en la vida ... En lo invisible. Duermes de cara al oriente. 1e

purificas en el peligro. En los libros delatas al tiempo como a un pájaro disecado.

En el bosque una encina te sigue. La luz te nombra. Cuando eliges el rumbo

del dolor alguien te da un sorbo de agua.

Deseas: esperas siempre equivocarte. Asumes la tiranía del ojo llamada viaje

y a veces con un rostro logras curar tu frío.

Sabes de un paraíso que nunca será memoria.

Asistes a la mascarada de la sobrevivencia aunque un ecuador lejano y voraz

atraiga tu vuelo. Así logras persistir.

Tus palabras caen como puñados de tierra sobre un cuerpo desnudo.

Aquí comienza el instante. ¿Quién clama? ¿Quién responde entre la sangre?

¿Quién descubre su sombra incandescente?

¡Que el grito siempre pueda detener la herida .. !

¡Que el lenguaje alcance para no morir! 1'&

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 189: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Nos visitaron

ÜFICIO DE OLVlDO

Una mujer se besa en el espejo, se oculta con su alma, el agua es su soledad.

Un niño escondido en un armario intenta morir.

Las lágrimas de un hombre caen en su taza de café.

Una adolescente con el índice detiene la manecilla del reloj y se estremece.

En el viento hay un mensaje que no comprenderemos.

Tu sombra se rebela.

Nos preparamos para huir de todo lo que amamos.

Quien no parta será olvidado.

El viento dialoga con el fuego.

Espero mi voz.

Viajar también es lo contrario a la muerte.

Mientras la semilla engañe al pájaro no estaremos perdidos.

Nos amaremos en otros rostros.

Nadie se oculta en la memoria.

¿Vendrá alguien a enterrar nuestros nombres?'@}

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 190: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Letras del Ecuador

NACIMIENTOS

El equilibrio sólo puede hallarse prescindiendo de la respiración, en la

inmovilidad del salto, en la noche poseída.

Las búsquedas sin señuelo me habían conducido a mi rostro. Desde la infan­

cia padecí de la vida contrariada por la espectral voracidad del poema. Me

ejercité en hallar los caminos más escabrosos, más inútiles ... Nunca eludí un

encuentro que antecediera a la desesperación.

Delaté a los dioses del miedo y al deseo -que inventaba demonios.

Vi al placer cerrando los ojos y al terror sin párpados ...

Conocí la verdadera palabra: la que migra, la que abandona su escenario de

papel, y fui su víctima.

Vislumbré la montaña a la deriva, el rfo inmóvil, el ardor sumergido ...

Procuré no realizar mis sueños para no perder la fuerza del extravío.

Abracé al miedo para descubrir, dancé en círculo para cuidar al sol y tracé un

signo furtivo, irrevelable ...

Protegí mis dudas y aticé mi libertad.

Las palabras son lo visible.

Creo en la riqueza de nuestra adversidad. e

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 191: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Nos visitaron

¿QUIÉN DIJO QUE MORIR ERA VIAJAR?

Para lván Beltrán Castillo

Las palabras se inventan para ocultar algo, a veces para no extraviarnos y en

el peor de los casos para salvarse... porque soñar en esta Edad del Fuego,

emprender el exilio o sobrevivir, equivale a una traición.

El poema nos delata. La verdad dejó marcas en los rostros. ¿Quién dijo que

morir era viajar? ¿Dónde están los que han perfeccionado su dolor? ¿Hasta

cuándo debemos pagar por todo lo que le hicimos a la noche?

Estamos seguros del regreso de los inquisidores. Extendimos tanto la

devastación que quienes vendrán tendrán que crear otro dios invisible

para poder permanecer.

La imaginación no ha podido conducirnos. Siempre hemos combatido del

lado de nuestros enemigos (en la indiferencia o participando de su vana

contienda). No es de la derrota ... De la victoria nadie se salva.

De la poesía al deseo, pasando por alucinógenos despojados de sus ritos, por

extraños fetiches e incluso por crueles utopías, nos entregamos con ardor a

las más diversas formas de autodestrucción. ¡")

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 192: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Letras del Ecuador

El c<,mocimiento nada hizo por la vida. Tampoco la religión ni la prostituta

que vende presagios.

La verdad sólo está en la puerta que se abre. En un matiz, en una brizna de

hierba, en un sorbo de agua. En un grito.

Ser es buscar.

La escritura o la desesperación nos encontró un color desconocido. Supimos

que el tiempo anida en los espejos y que sembrar es preguntarle a la tierra.

Pero hasta que no remplacemos la semilla nada habremos aprendido.

La espadita del reloj tifte de rojo nuestro pecho. El verbo morir sólo debe

conjugarse en primera persona. El tiempo crece.

Siento que alguien ha raptado mis sueftos ... @

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 193: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

90 Nos visitaron

PITALITO, HUILA, COLOMBIA, 1950

ESCRIBIENTE

Bajo la luz casual de la tarde

un hombre dormita

Sonámbulo

detiene el trajín de abonar

con leves puñados el olvido

El pequeño arenal

ve florecer las piedras

En el aire se mueve

un talismán sonoro !1l

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 194: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

CASA EN EL AGUA

Bajo el sol palpitante

un gemido

oscurece la casa

La ciega caída de los árboles

doblegados

por el baile ebrio de las aguas

Su cuello verde y silencioso

rinde el callado presagio del que sueña

Casa construida con la fuerza de un puente

en la humedad que avanza

Alguien pide clavos y maderas

Otro soga y alambre

para afianzar su mundo

mientras una masa arrastra

la piel de las cosas domésticas"

La lluvia ensordece

sobre las maderas

Y del agua emerge

el cuello del animal

y suave asciende

la casa estremecida ~

91 Letras del Ecuador

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 195: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

92 Nos visitaron

LA SOMBRA DEL FOLLAJE

El labio de la infancia

abierto

al sabor vegetal de los cartuchos

Su exacta y verde nervadura

se diluye en mi boca

En espuma

la ciega confrontación con lo distante TI\

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 196: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

VENTANA

Los dias ya no comen en mi mano

Los meses huyen a otros años

a otros lugares

En la pensión

el extranjero busca

debajo de los muebles

monedas milagrosas que apacigüen

el incendio

el agobio

Y una delgada ave sale de su boca ¡'{\

Letras del Ecuador

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 197: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

94 Nos visitaron

EL VIGILANTE

A César Ddvila Andrade

Un pájaro carpintero

noche tras noche

deja tablones en mis hombros

y eleva una caótica empalizada

Escucho una extraña diatriba

y alerta me mantengo

frente a la complicidad de los cerrojos

El lejano cencerro de los cráneos

trizándose hasta desaparecer

deja un collar

de mandíbulas muertas en el cuello

Mi cabeza ulula en la picota

Ante el terror

esplende

el extraviado abismo de los días

Cítara con cráneo son los días

en el cuello abierto de la noche (!!

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 198: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

PIEDRA DE ALUMBRE

Por el pasadizo de los días

vienen mis padres

Frente al espejo

con una piedra blanca

desvío el turbio manantial

que llevo en el rostro y en el cuello

Luego con una obsidiana

rebano la planta de mis pies

y cae en virutas

un tiempo muerto y amarillo

Las cosas quedan

apretadas entre dientes

Saludo a los vecinos

mientras pasan

los muertos por el aire

Llego a la reunión

con el cuello en talud

y veo a mi madre

que entra a la cocina

y cae en llanto

95 Letras del Ecuador

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 199: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

96 Nos visitaron

Estos dfas

dejan en mi cabeza

un reducido manojo de cabellos

en lentitud avanzan

empujados por quien nada tiene

Solo

el deseo brilla

en las manos luminosas de mis padres

Rumor incontenible

el agua nocturna de la infancia ¡!!)

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 200: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

91 Letras del Ecuador

MEMORIA DEL CANTANTE

A los cincuenta años

la carne llama pero no perturba

La fortuna

no acude con su polvo mezquino

ni brilla

la boca de artificio

con el diente de oro de la usura

Y en la fría baldosa

se entierran

sueños

notas hojas libros ~

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 201: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Reseñas

Memorias del Primer Congreso Internacional del Libro y la Lectura

CUNTENJIJO:

• Leyes del mercado y literatura. Miguel Donoso Pareja • Lectura y escritura literaria Cecilia Amaldo • Leer para es­

cribir. Luis Sarduíaz • La lectura y la e.~crirura en la construcción de sujetos individuales y sociales. Daniel Prieto Castillo.

• Sociedad dt: cultura escrita, alfabetismo y participación. L. P Leme Brito • La lectura y las nuevas tecnologías. Abdón

Ubidia • El editor y el fOmento a la lectura. José Juncosa • El papel Jel gremio de editores en el fomento del libro en

Colombia. Moisés Melo • ¿Es la lectura un arte? Verónica Momero • Lectura y Universidad. ¿Por qué no leen nuestro.~

estudiantes? Sara Vancga.~ • La lengua y la literatura no se la aprende, se la vivt~. Galn C~ucrrcro • Comprensión lecto­

ra en un medio intercultural. Carlos Paladines • Interacción y enseñanza en la comprensión de textos escritos en la edu­

cación primaria. Gloria Rincón • De los jóvenes, la lectura, la escritura y las bibtiotecas. Didier Álvarez • Harry Pottcr

o la magia de leer. Mary E. Murillo • La biblioteca escolar, la reforma educativa y la identidad nacional. Solc:dad Fernán­

dcz de Córdova • La lectura y la biblioteca: La biblioteca orientada hacia el usuario. 'l'hais Pinto de Valdivieso • Biblio­

tec.:a y lectur<l: juntas para el futuro de la sociedad. Nilma Martins Rúa • Misioneístas Vs. Usuarios: www.leer.corn. Ma­

ría t'crnanda .A.tnpuero • Otras lecturas sobre lectores y biblioteca::;, Alfredo Ghiso

En el gmto y continuo trabajo qne dentro del universo del libro significa la tarea de editor, la cual no es más que la f[mción de intermediación entre el autor y el lector, los invito a conocer el ágil y

sólido navío que hoy se presenta con todas sus velas desplegadas, y que en su Mascarón de proa se registra el primer jolgorio de lectura en la mitad del mundo.

Siempre viene a mi memoria, la frase lapidaria y dirccla del escritor inglés C:yril Connolly, quien con su ensayo La tumba sin sosiego, sacudió la conciencia literaria del siglo XX: «Cumplidos los trein­

ta y cinco, no vale la pena conocer a nadie que no tenga algo que ensenamos: algo más de lo que podríamos aprender por nosotros mismos en un libro».

Esta sentencia apasionada y radical, sólo nos permite preguntarnos ¿cnál es el vínculo que ata

al libro con el lector? Y aquí es cuando la revista se abre para darnos respuestas, entregarnos du­das y a medida que leemos sus páginas, entrar francamente en un diálogo fértil y silencioso.

Debo contarles que los apartes o divisiones de la revista, se han identificado con los nombres de los instrumentos propios de la marinería y en su extensión, con el viaje. Aquí, la tabla de con­tenidos se llama Carta de navegación; la presentación, Mascarón de proa y ya, dentro de ella, el lector encontrará El ancla y la vela, Palabra de marinero, La aguja imantada, Acoderaje y Viento

de popa.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 202: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Letras del Ecuador

En el Anda y la vela, esto es, en el asunto central, el ensayista y filósofo ecuatoriano residen­te en México, Bolívar Echeverría, reitera las frases con que comúnmente nos lamentamos: «que el libro y la lectura son cada vez más cosa del pasado ... el libro, por ejemplo, ba sido expulsado de la política ... el desahogo sentimental ya no ocnrre durante la lectura de la novela rosa, sino ca­da vez más ante la pantalla de cinc o del televisor» y en consecuencia, «la lectura seguirá practi­cándosc, pero ... solamente como proccditniento accesorio, acompafiante ocasional de otros rne­

dios de captación cornunicativa».

Entonces, cuando hablamos de la decadencia del libro y la lectnra, ¿qué es lo que lamenta­

mos, en verdad? pregunta Echevcrría, y en su respuesta encontramos que lo que lamentamos es la extinción del hombre que lec: y de su mano, nos lleva a rastrear su identifico~ción -desde el siglo XVI, hasta la sociedad actual de la modernidad capitalista en el siglo XX-, y en un rico y fluido

ensayo, nos revela los secretos de este ser excepcional que en un proceso cambiante a través del tiem­po, afianza el arte de descifrar los libros.

Veinticuatro ponencias de especialistas, estudiosos y profesores de varios países de América La­tina y de Brasil, movidos por un interés común, encuentran ecos y desarrollos alternativos en

otros autores, estableciéndose en forma original, una breve sinfonía dialogante, por temas, posi­ciones, encuentros y proyecciones, como en el caso del profesor alemán Jan Assman, egiptólogo

que nos introduce por el profundo mrmdo de la escritura, ejercicio <<que ha liberado a la huma­nidad del ámbito allistórico del olvido y ha puesto en marcha la evolución técnica y espiritual que ahora, a una velocidad cada vez. mayor, nos catapulta a la era de la posescrirura, a la era de la co­municación electrónica». La aparición de la escritura -dice Assman- tlmda una comunicación

que sobrepasa la duración de la vida y abarca incluso milenios. Asimismo, en una página recobrada de sus memorias de nifiez, Johann W. Gocthe nos cuen­

ta que el Robinson Crusoc fue uno de los primeros libros que leyó, cuando aún no existían las llamadas y sectorizadas bibliotecas infantiles. ·

También en Palabra de marinero, Roberto Bolalío, el escritor chileno, desaparecido prematu­ratnente d afÍo pasado, nos entrega con su espíritu desacralizador y mordaz, algunos Consejos so­

bre el arte de escribir cuentos. De la escritura pasamos a la lectura como acto viral e interpretativo, donde el profesor colom­

biano Enrique Rodríguez Pérez encuentra que «El fluir imaginario que guarda el lenguaje se cons­tituye en el silencio del lenguaje que aparece en forma de sonido, en forma visual, como una tex­tura para el racto, como una imagen para el ojo. Leer es un acto de inventar lo real. Leer es en­

contrar la página del espejo. Leer es reconocerse sin' neblinas, mirare! abismo del existir>>. El pro­fesor Rodríguez., por medio de consideraciones como las anteriores, metodológicamente encuen­tra tres tnomentos de la interpretación: sentir un texto, cotnprender un texto y expresar un tex­

to. Simplemente, leer es sentir, comprender y hablar. Por eso, un hombre que lee ha subido a lo más alto, dice Sartre. La lectura es un snceso de transparencia humana, un cosmos de libertad que comienza en cada linea ... es un diálogo con el otro en el silencio.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 203: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Reseñas

Iván Egüez aborda desde el conocimiento de la escritura, la nostalgia y utopía de la lectura. Y pide como Nietzche «lectores que tengan carácter de vacas, capaces de rumiar, de estar tranqui"· los». Y podríamos agregar, que tengan cuatro estómagos. Por lo general para leer se necesita de un adiestramiento, pero se debería aprender a leer como se aprende hablar, de manera natural. De

hecho la vida -dice Egüez- es una lectura que se muestra y se oculta a sí misma. La capacidad de leer está en el humano como un poder dormido, para convocarlo se necesita de la confluencia de ocasión e intereses, concentración y deseo, pero sobre todo del desafio a la dificultad, de la capa­cidad de asombro, de la posibilidad cierta de conmoverse. Y concluye: Cuando extremamos la

condición de lectores somos corno gitanos, como astrónomos en pos del firmamento.

En un recuento protimdamence lírico, donde se evocan las divisas con que se marca el tiem­po humano: la memoria y el olvido, somos enfrentados a la luz de la no interpretación y la viven­cia. Apoyado en los postulados de la lúcida ensayista norteamericana Susan Sontag, el escritor

Egüez establece el siguiente corolario: «Pienso que la interpretación corresponde a la nostalgia del texto, y la no interpretación a su utopía_ Ambas indispensables para sobrevivir>>.

En otro ámbito y para continuar, creo pertinente hacer la siguiente precisión: la literatura

-aquella cuyo lenguaje esté impregnado de contenido- es un árbol frondoso que cubre por igual a todos los que recurren a su sombra, sean éstos hombres o mujeres, adultos, jóvenes o ni­ños. En los últimos tiempos, se ha dado una dimensión exagerada a la llamada literatura infantil y su pléyade de especialistas, que a mi entender con sus desmedidos cuidados y gradaciones, só­

lo están produciendo lectores estragados y anémicos. Goethe, decía en sus Memorias de la niñez, que su primer acercamiento a los libros fue abierto y amplio. Que por sus manos pasaron libros de ciencia, historia y literatura y, que todos sin excepción, marcaron profundamente su espíritu.

La escritora italiana Marina Colasanti, recuerda en un ejercicio memorioso sus iniciales lectu­

ras en una época sacudida por la guerra. Nos narra cómo sus padres lograron en un ambiente nó­mada y determinado por las circunstancias, crear un espacio de normalidad para ella y sus her"" manos. Y esta normalidad estable fue la lectura. Y va más allá, cuando relata las dificultades que

tuvo una profesora colombiana, que husca libros que mitigarán el dolor de sus alumnos que por esos días habían perdido una compañerita asesinada por la guena, bastaba -dice la Colasanti­ahondar bicH la lllalw c11la gran Ilwda wúvcrsal de los libws, sacudil; como para sacar la suene,

y extraer un libro, cualquier libro. Ese libro, a su modo, sabría qué decir para calmar los peque­

ños corazones llenos de miedo. No voy intentar relatar todo lo que contiene la revista. Voy a dar algunas pistas para que se

acerquen a ese terreno minado por la complicidad, tan ondulante y vivo como la misma amistad,

que no es otra cosa que el ejercicio de la lectura. En las páginas de la revista encontrarán como en un múltiple mosaico, las leyes propias que

tiene la literatura y qLle siempre están en contravía de las leyes con que el mercado trata de im­poner sus productos; la huella memorable que dejan los libros en el espíritu del lector, las nue­

vas tecnologías; el proceso del mundo editorial en países vecinos, el trabajo y la claridad para

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 204: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

101 Letras del Ecuador

mantener una casa editorial en nuestro medio. La lectura y la enseñanza, las bibliotecas y su pa­pel social y cultural.

En fin, gozo, crisis, magia, experimentación y logros. Es decir, todo lo qne sucedió en ese pri­mer jolgorio de la lectura en la mitad del mundo.

Para finalizar y por su carácter sugerente, tan útil para el trabajo en la mediación de la lectu­ra, voy a contarles una anécdota que inicia con un perro:

El interés de Guillermo Cabrera Infante por la lectura no lo despertó un libro, sino un pe­rro. En el bachillerato, relata el escritor cubano, tenia un profesor muy teatral. Un día les contó con todo detalle la historia de un viajero que, tras un largo viaje, regresó a su casa. Pero nadie lo reconoció. Sólo su perro. Al niño, que era un gran amante de los perros, la historia le fascinó y conmovido se dirigió directamente a una biblioteca por primera vez, para buscar el libro que con tenia esa historia, que era, por supuesto, la Odisea. t]J

Antonio Correa Losada

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 205: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Reseñas

Bruno Sáenz Andrade Biografía Ejemplar

del Doctor Fausto C.C.E.

Esta Biografla es en realidad una obra de

teatro sobre el clásico mito del fausto y

además, de una elocuente sensibilidad

ante la mú.1ica. El crítico y catedrático

Diego Araujo Sánchez dice en la presen­

tación del libro « ••• obra de gran aliento

con un novedoso despliegue escénico,

que echa mano de recursos como la pan­

tomima o el teatro demro del teatro y

aprovecha de la fantasía y el humor y, so­

bre todo, consigue crear situaciones dra­

máticas de tal grado de intensidad que la poesía se convierte en una necesidad, en

el lenguaje natural e imprescindible>>.

Bruno Sáenz Andrade es poeta, dra­

maturgo y crítico literario, l'ormó parte

de la revista Ágora y ha colaborado con

publicaciones como Letras del Ecuador,

Palabra suelta y Cultura. Es autor de los

libros de poesía: El aprendiz y la palabra;

La palabra se mira en el espejo, y De la bo­

ca que, abriéndose, manda al silencio a

que se ponga a un lado. De la obra de tea­

tro: C·ónica de los Incas sin incario, y del

estudio introductorio: Plata y bronce. !'jl

LOS SANGURIMAS THE SANGURIMAS

José de la Cuadra Los Sangurimas

C.C.E.

Humberto Robles ha traducido al in­

glés Los Sangttrimas, novela de José de la

Cuadra.

Cuando leemos este libro fundacio­

nal del realismo mágico podremos decir

con acíerto que no todos son hijos de

Pedro Páramo, sino también y mucho

antes son hijos de Nicasio Sangurima;

que los cien años de soledad se vivieron

primero en J,a Hondura, que no es en

Macondo, y que el general de todas las

batallas, Eufrasia Sangurima, era ya bi­

sabuelo de Aureliano Buen día.

José De la Cuadra, vanguardia y

realidad, mito y magia, pacta con el dia­

blo para darnos, ya en 1934, la novela

Los Sangnrim!IS; saga adelantada y aluci­

nada de la imaginería tropical, saga

diezmada de la que sólo quedan dieci­

seis hijos con sus hogares que viven en

dieciseis casas alrededor de la suya, don­

de la cotidianeidad es lo extraordinario

y donde un viento incestuoso, violento,

hiperbólico sacude al lenguaje de la vi­

da y la muerte, como si sacudiera las

mil ramas del matapalo para llegar ful­

minante al corazón montuvio ~

José ele la Cuadra

OBRAS COMPLETAS

C.C.E.

Se conserva en esta segunda edición

la ordenación y notas de Jorge En­

rique Adoum, así como el estudio

introductorio de Alfredo Pareja

Diezcanseco, pero a diferencia de la

realizada en 1958, ésta consta de dos tomos contenidos en una caja

de cartón revestida en percalina.

F.n cuanto y novela, el lector

del fundador del realismo mágico

podrá disfrutar de los libros: Oro

de Sol, Perlita Lila, Oiga Catalina,

Sueño de una noche de navidad, El

amor que dormía, Repisas, Horno,

Los SangurimtiJ; Guasintón, y Los

monos enloquecidos, así como de los relatos que nunca fonnaron

parte de un volumen específico.

Podrá disfrutar, asimismo, de

los libros de ensayos: Doce siluetas

y El montuvio ecuatoriano, y de las

crónicas y artículos que el más re­

presentativo y lúcido autor del

Grupo de Guayaquil redactó para

periódicos y revistas. ¡l')¡

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 206: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Alfonso Rumazo Gom:ález

Simón Bolívar

Manuela Sáenz

Antonio José de Sucre

C.C.E.

La Casa de la Cultura Ecuatoriana

publicó tres importantes biogra­

fías escritas por Alfonso Rumazo

González: Simón Bol!var, Antonio

fosé de Sucre y Manuela Sáenz, en

homenaje al centenario del naci­

miento de este ilustre historiador.

<<Pareciera ser que la madre na­

turaleza, contnovida a11te existen­

cia tan creativa, le hubiera conce­

dido a don Alfonso el don de la

longevidad, para que pudiera ter­

minar en plenitud de facultades

esa gigantesca obra intelectual,

que enriqueció la memoria colec­

tiva y la cultura de su patria>>, dice

en el prólogo de las mismas, el Di­

rector de la Sección Académica de

Historia y Geografía de la CCE,

Jorge N úñcz. e':)

Ángel Felicísimo !~ojas

El Busto de Doña Leonor

C. C.F.

La Casa de la Cultura Ecuatoriana

reeditó El Bus/o de Doña Leona¡;

una recopilación de cuentos que

Ángel Felidsimo Rojas escribiera

en su juventud y cuya primera

edición data de 1998. En la intro­

ducción, el gran escritor ecuato­

riano nos indica la génesis de esta

obra: «Han pasado muchos años

sin que hubiera publicado el ma­

nojo de cuentos que hoy, congre­

gados asumen la forma de libro.

Un tiempo pensé rehacerlos, pues

ahora, de seguro, los sotnetería a

implacable poda. He retirado de­

finitivamente uno que otro ... hte-"

ron cretnados con toda justicia>~. ~

HJ3 Letras del Ecuador

Lupe Rumazo l?o/ f:le/igeranl:e

G.C.E

En este libro, Lupe Rumazo dis­

cute el estructuralismo literario

ya en las varias facetas que articu­

lan su teoría, ya en la absorción

que tal corriente pretende hacer

de nombres que no le son estric­

tatnente suyos, o ya directamente

en la aplicación y realización

atnericanas de este ismo; enjui­

cia, además, el sadismo en la lite­

ratura y por ende la problemática

'del mal como ingredientes pr~.­

sentes en la producción latinoa­

tncricana actual. r_,)

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 207: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Reseñas

RETRATOS EN PALABRAS:

Marie-Lise

Gaz.arian-Gautier

Retratos en Palabras

C.C.E.

La Casa de la Cultura Ecuatoriana

y sus Núcleos de Bolívar y Chim­

borazo, publkaron Retratos m Pa­labras, antología de entrevistas de

la periodista parisina Mari e-Lise

Gazarian-Gautier.

Experta en el arte de la entre­

vista, Gazarian-Gautier sabe que la

voz debe hechizar al interrogado

más que la bobina del magnetófo­

no, y que la llave que abre la puer­

ta del alma debe buscarse, en as­

censo, pcldafío a peldafío. No de

otra forma ha logrado que perso­

nalidades como Jorge Enrique

Adoum, Isabel Allcllde, Camilo José Cela, Arturo Concuera, Mi­

guel Dclibes, Rosario Ferré, Elena

Poniatowska y Jorge Vclasco Mac­

kenzie, entre otros, le hablen sobre

el oficio de la palabra, de la guerra

y la paz, de la vida y del amor, de

la soledad y la muerte ... ¡!lJ

Patricio Viteri Paredes

No merecemos esas calles

C.C.E.

Aquello del crimen como forma

del arte se hace notorio en la obra

de Viteri. Su nuevo libro, No me­recemos estas calles, constituye un

recorrido a través de historias car­

gadas de perversidad y angustia. El

joven que un día cualquiera se

cansó de vivir en este país y deci­

dió ir a probar fortuna a Espai'ia,

Francia y Estados Unidos, regresó

con su maleta llena de libros, las

manos laceradas, toda la maldad

del mundo recogida en su ser. Ese

joven que antes de partir ya tenía

como impulso creador la vileza

lwuwua, retorHÓ a Qulto -atraí­

do tal vez por el poderoso imán

que hace de ella una ciudad a la

que siempre se vuelve-, se sentó

trente al computador y, cigarrillo

en mano, decidió mostrarnos la

otra cara de las grandes metrópo­

lis, los rincones oscuros, las peli­

grosas esquinas que nos aguardan

en la noche. (MGB) .¡!!)

Hugo Alemán

Antología Personal

C.C.E.

La Serie De la Poesia concebida

por la dirección de Publicaciones

de la CCE ernpez6 en diciembre

con la publicación de Antología

Personal del poeta quiteño Hugo

Alemán.

1 ,a selección de textos e intro­

ducciones de los libros que forma­

rán parte de la colección están

siendo realizadas por connotados

críticos, estudiosos y/ o poetas.

Las ediciones están dirigidas a

los estudiantes y público en gene­

ral, con1o un 1nedio de rescate y

difusión de los grandes poetas de

nuestro país. ¡!lJ

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 208: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Patricio Vallejo

El Teatro Político y la

Figura del Inca Cuaderno de la Casa No. 29 C.C.E.

Análisis de la presencia del Inca en

h representaciones teatrales de los

comienzos de la Colonia en Ecua­

dor. En los cien primeros años de

dominación colonial, tanto la Co­

rona como las autoridades indíge­

nas desarrollaron una estrategia

que demostraba que el nuevo po­

der era un legitimo continuador

del antiguo poder, asegurando un

control ideológico sobre la pobla­

ción. De esta forma, la imagen del

Inca se convertía en justifkadora

del poder colonial y de lealtad al

rey, así como la representación de

las hazañas del Inca, corno la ex­

presión de un antiguo poder que

fue sometido a un nuevo gran po­

der superior. ~

Germán r{odas Chaves

¿El estertor del Escorpión?

La globalización neo/ibera/ arrinconada por sus propios

paradigmas Cuaderno de la Casa No. 30

C.C.E.

La globalizaciónncoliberal ha pro­

vocado, a contrapelo, una globali­

zación especifica para los paises

periféricos, cuyo denominador co­

mún se expresa en la profunda de­

sigualdad social y económica que,

además, constituye el resultado de

la explotación de la que son vícti­

mas, de la extracción y pérdida de

sus riquezas, de la destrucción de

su biodiversidad, del aniquila­

miento de sus culturas e identida­

des y de la omisión de todo tipo de­

soberanía. !!)

Letras del Ecuador

Fernando Arrellano Ortiz

Cavilaciones históricas y

críticas en torno del

conflicto colombiano Cuaderno de la Casa No. 31

C.C.E.

La profi.mda crisis de Colombia

obedece a la debilidad y corrup­

ción del propio Estado, pues his­

tóricamente el Derecho y las leyes

no han sido instrumentos que ga­

ranticen la igualdad, los derechos

de los ciudadanos y la libertad, si­

no que, por el contrario, fueron

,mecanisn1os de dominación para

la preservación de privilegios. Es­tados Unidos tiene un interés geo­

polí rico en Colombia, y detrás de

su plan, para este país se esconden

millonarias partidas en dólares que

alimentan la industria bélica esta­

dounidense. '®

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 209: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

1 Reseñas

Nelson Estupiñán 13ass

Reflexiones sobre la novel<~ Cuaderno de la Casa No. 32

C.C.E.

« .• .frente a la tragedia social el no­

velista no puede ser simple espec­

tador, no debe mantener su pluma

cruzada de brazos. En el relato tal

vez puede rendir su testimonio de

la manera más glacial, pero en la

vida auténtica, como sujeto social,

su papel no puede ser ese, debe to­

mar parte activa en la batalla por

la transformación o avance de la

sociedad». Debe -como a lo lar­

go de toda su vida lo hiciera el

Maestro-, comprometer su pala­

bra a un devenir donde la digni-­

dad y el respeto por los otros,

constituya el referente ético que

marque no sólo su arte, sino ante

todo, la trascendencia humana

que digniftque su existencia. i!\

.lmm Carlos

Femánde;,:-Caialán

El siglo XVII: Estética en la

obra de Miguel de Santiago

Cuaderno de la Casa No. 33 C.C.E.

Cuaderno que presenta a Miguel

de Santiago como al pintor más

prolífico del siglo XVII, reseñando

la trayectoria del paisaje como ca­

tegoría artística; reclamando la he­

rencia y, al mismo tiempo, el lega­

do de las Escuelas de Artes y Ofi­

cios del Ecuador; deteniéndose en

el análisis del barroco y, finalmen­

te, interpretando la obra de Mi­

guel de Santiago a la luz de los

postulados del clasicismo acade­

micista de la época. Al tlnal del re­

con-ido, d lector podrá disfrutar

de las pinturas más representativas

del pinror quiteño. @

John Beverley

Barroco JI Uteratura Cuaderno de la Casa No. 34

C.C.E.

Cuaderno que pone de manifiesto

la preocupación de John Beverley

por el barroco como un discurso

fundacional de la identidad (de

cierra identidad) latinoamericana,

y que, a través de varias interroga­

ciones sobre el barroco literario

en España y América, problemati­

za la literatura en el acto mismo

de escribirla y/o enseñarla. Los

ensayos de este Cuaderno forman

parte del libro: Una modernidad

obsoleta: fiStudios sobre el ban·oco,

publicado por d catedrático de la Universidad de Pittsburg, bajo el

sello editorial A.L.E.M., de Mi­

randa, Venezuela. ¡!!)

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 210: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Humberto Robles

José de la Cuadra: Tradición y Ruptura

Cuaderno de la Casa No. 35 C.C.E.

<<Sentido histórico y sentido críti­

co a la par que responsabilidad éti­

ca y estética, yacen al fondo del

pensamiento y de la producción li­

teraria del autor guayaquilcúo. Por

un lado, se divisa al investigador

de una tradición de pensamiento y

de práctica literaria; por el otro, a

la vez, se perfila el carácter innova­

dor que presenta su obra. Tanto en

un horizonte como en el otro, De

la Cuadra nos habla aun hoy con

una voz que no ha perdido actua­

lidad. 'lradición y Ruptura: a la luz

de esos lemas es que cabe recordar

su producción ... », dice Humberto

Robles, el autor de este ensayo y

catedrático de la Northwestcrn

University y de The University of

Chicago. ~

Alejandra Aguirre Camino a la novela de Juan Ru/fo

Cuaderno de la Casa No. 36 C.C.E.

Estudio cuyo « ... propósito radica

en dar cuenta -sin recurrir a otras

leyendas- no de que Pedro Pára­

mo pertenece exclusivamente al

genio creativo de Rulfo (lo cual se­

ría ridículo aclarar a estas alturas),

sino que la estructura de la novela

responde a procesos formales que

ya venían empleándose en obras

anteriores del autor. Es decir, que

muchos de los mecanismos y re­

curso~ que en su momento pare­

cieron novedosos y provocaron 61-

sas adjudicaciones> ya estaban es-_

hozados en algunos de sus relatoS>>.

Alejandra Aguirre, la autora de

estas líneas, recibió el título de licen­

ciada en Letras en la Universidad de

la Habana y entre otros ensayos ha

publicado: Elogio de la sombra, de

Jorge [uis Borges, Las Armas Secretas

de julio Cortdzar, y Sobre el Arte Ar­

gentino de Vanguardia. ~

107 Letras del Ecuador

Jaime Valencia to desconocido ele! pueblo

precolombino ecuatoriano Cuaderno de la Casa No. 37

C.C.E.

En este estudio que consta de

cinco partes: El antropomorfis­

mo en las culturas precolombi­

nas, El Totemismo, El ritualismo

en la época precolombina, La se­

xualidad en la época precolombi­

na y una sección gráfica como

anexo, Jaime Valencia ensaya una

nueva perspectiva para compren­

,der el pensamiento y las motiva­

ciones de nuestros indígenas.

Jaime Valencia, artista plástico,

catedrático universiLario y Inient­

hro fundador del grupo «l.os con­

temporáneoS>>, obtuvo en 1957 el Tercer Premio del concurso «Ma­

riano Aguilcra». Ha publicado los

libros: Esquema del m·te ecuatoria­

no y Arte Precolombino del Ecua­

dor. Obras suyas se encuentran en

museos y colecciones de Argenti­

na, Uruguay, Venezuela, Rumania

y el Ecuador. ilb

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 211: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

108 Reseñas

Adrián de la Torre La tecnocum!Jia. Aproximación a la música

popular contemporánea en la Sierra ecuatoriana Cuaderno de la Casa No. 38

C.C.E.

Las agresiones que cotidianatnente

sufre la tecnocumbia han motiva­

do a Adrián de la'lorre a revisar el devenir musical de paises como

Perú, México, Argentina, Colom­

bia y, por supuesto, el Ecuador; a

identificar los elementos composi­

tivos y culturales que han conver­

tido a este estilo musical en un fe­

nómeno de masas, y aunque po­

dría pensarse lo contrario, tam­

bién a sdíalar bs limitaciones poé­

ticas y técnicas que en un país sin

leyes de propiedad intelectual, tie­

nen las producciones de los canto­

res populares.

Adrián de la 'Torre es investiga­

dor musical y productor de pro­

gramas de radio y televisión. Tex­

tos de su autoría han aparecido en

periódicos y revistas nacionales. liJI

Sobre Cánticos para Oriana j

de Raúl Vallejo

(Quito, Seix Barral, 2003)

Aunque por el espíritu del libro quisiera alejarme de la jerga académica,

cabe decir que Vallejo vuelve postmoderno un dilema modernista. Me re­

tlero a esa ruptura entre tradición y modernidad crue desveló a Yeats y a

Eliot y no le quitó el sueflo a Joyce, qníen la asumió con toda naturalidad.

Precisamente, Ycats deda que la sal amigua era la mejor para empacar. Por

lo tanto, podemos decir que los Cánticos para Oriana fueron empacados

con sal antigua, es decir, con un lenguaje que reinvcnta, a lo Pierre Mc­

nard, el clasicismo y busca crear, a partir de formas clásicas, sus propios

mitos formales. Pero el lenguaje, corno bien lo sabe el personaje de Bor­

ges, sufre el paso de la historia y debe asumirlo para tener sentido en el presente. Sin embargo, la novedad no reside en el uso de formas recono­

cibles, sino en la percepción del texto como un palimpsesto que r:.rhrica

-la erótica convertida en estética- una mitologfa clásica y, sobre todo,

caribcfla. De hecho, éste es un cántico caribefío en el que la Oriana del

Amadfs «se convirtió en Jucfla» en las playas del Caribe.

Al hablar de formas reconocibles me rctlero al repertorio del discurso

amoroso, en el que la lectora y d lector reconocen las señas de la tradición

romántica que, en Latinoamérica, se tlltró en el bolero a través del Moder­

nismo. Además, el gongorismo de los Cánticos y la intención de crear un

mundo que se baste a sí mistno los acerca, de tnanera novedosa, al univer­

so de la poesfa pura. Sobre todo, a la tradición del poema absoluto, de la

que participan el Cdntico de Guillén, Muerte sin }in de Gorostiza,

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 212: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

1 Letras del. Ecuador

mencionados por AguiJar Mora en el prólogo, y Stabat Mater, del mismo AguiJar Mora. fcli%­

mente, el libro de Vallejo reabre el diálogo con una poesía que, por desgracia, sigue siendo de cul­

to en Latinoamérica.

Digo que los Cdnticos se acercan a la poesía pura. Sin embargo, el poema no se cumple en si

1nismo, es decir, no sólo se cmnplace en construir su propio 1nundo, ya que la consumación que

se busca es doble: erótica y, sólo así, ontológica. Aunque ésta se logra a veces, se ve amenazada por

una ruptura latente, un «sentido del vado». A<¡ul volvemos al bolero, pues como en el bolero, los

Canticos son la manifestación de un deseo incesante, un anhelo que se sabe irrealizable. De ese

diálogo que no encuentra el objeto del deseo surge, como diría Monsiváis, el <<harén ilusorio» de

Agustín Lara. De hecho, el libro adopta la forma de un diálogo que se convierte tanto en contra­

punto como en letanía, desacralizando, así, el Cantar de los cantares. Vallejo recurre al ritmo de la letanía para nomhrar el mundo.

Por otra parte, el vado incesante de consecuencias sobre todo ontológicas, acerca este texto,

me parece, a la obra anterior del autor. Los Ctinticos son celebración y, al mismo tiempo, E esta de

solitarios, titulo de un libro de Vallejo. Incluso los tÍtulos de los apartados que dividen el poema

evidencian la presencia constante del vacío, tan frecuente en la narrativa de Vallejo, por lo que al

final, el encuentro amoroso produce una "derrota dulce» o <<Una frágil permanencia», no despe­

cho ni ~oraje como en el bolero.

Como todo poema total, los Cdntico.r aspiran a la universalidad. Esa duración espacio temporal,

es decir, esa respiración extendida del poema largo hace que los distintos apartados se integren en

una unidad en la que cabe toda la experiencia humana: de los Andes a Dupont Circlc, de Wall Street

a Río. I a geografla sólo importa si revela las señas de la identidad humana. Para que el reconoci­

miento sea universal, como quería Whitman, los Cdnticos no se quedan en el drama estrictamente

privado de la pareja porque la experiencia es de todos. En esto también se alejat1 del bolero.

No bay que olvidar que, esencialmente, se trata de cánticos y cantares. Por eso no es casual

que el libro venga acotnpafiado de un disco que, si hien lo convierte en un artefacto postmoder­

no, también le devuelve su oralid:H1 y, sobre todo, su espíritu medieval. Su avance es a la inversa.

El disco, esto es, el poema grabado funda otro discurso que le permite ar clasicismo del libro en­

trar de lleno en la postmodernidad. La imagen del Amadis en el estudio de grabación, aunque es

posterior al libro, se integra a la mitología discursiva que Vallejo funda con sus Cdnticos, y éstos,

clásicos y modernos, son una «nostalgia en tierra extraña):-.~

Leonel Alvarttt!o

Poeta hondureño en Nueva Zelanda

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 213: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

11 o Colaboradores

Raúl Andrade. Ensayisra, periodista y dramatur­

go. Quito, 1905-1981. Durante muchos años

fue editorialista del diario El Comercio; en los úl­

timos de su vida colaboró con el diario Hoy En­

tre sus ohras 1nás importantes están Suburbio

(1931), Cocktails (1937), Gobelinos de niebla

(1943), El perfil de la quimera (1951), La inter­

na,·ional negra en Colombia (1954), Crónicas de

otros lune_r (1980), Barcos de papel (1981), Clarrt­

boya (1990), Viñetas del mentidero (1993).

Antonio Correa Losada. Poeta, escritor y editor co­

lombiano. Ha publicado los libros de poemas: El vuelo del cormordn, Húmedo umbral y Desolación de

la lluvia. El estudio literario Crimen y castigo o la ex­

piación que no cesa; la crónica Un camino abierto,

sobre la curación y el chamanismo en d Amazonas

y el libro de arte H corazón del pan, historia de la le­

vadura en Colomhia. Actualmente se desempc:fía

como editor de la Ca.mpaña Nacional Eugenio Es­

pejo por el Libro y la Lectura en el Ecuador.

Roda Durán Barba. Narradora, ensayista y perio­

dista. Quito, 1956. Doctora en Derecho. Ha estu­

diado Arte y pintura en Estados Unidos y Derecho

internacional y diplomacia en Au:;tria y Francia. Ha

publicado Par{s sueño eterno (novela, 1997).

Juan Martín Cueva. Cineasta. Nacido en 1966. Se

ha dedicado principalmente al documental: Mari­

neros (1997), Ningún ser humano es ilegal (2001) y

El lugar donde se juntan los polos (2002) que ha ga­

nado tres premios internacionales: Broui!lon d'un

téve (Francia), Mejor Video Documental en Valdi­

via (Chile) y Mejor Guión en Rosario (Argentina).

Christian Kupchik. Escritor. Buenos Aires, 1954. Entre sus obras más importantes están ]onás y los

sueños diurnos (1983), Kamikaze (1985), En Meso­

potamia (1988) y Lumii:re (1991).

Pe(\ro Lastra Salazar. Poeta y ensayista. Chillán,

Chile, 1932. Poeta e investigador de la literatura

chilena. Hizo critica literaria en La Discusión de

Chillán. Miembro correspondiente de la Academia

Chilena de la Lengua. Entre sus obras más impor­

tantes están La sangre en alto (1 954), Traslado a la

mañana (1959), Y éramos inmortales (1960), Noti­

cias del exmmjero (poesía, 1979 ), ruadernos de do­

ble vida (1984), Asedios a Osear Jlahn (1990).

Gonzalo Márqnez Cristo. Poeta y periodista. Ilogo­

tá, Colombia, 1963. Ha colaborado para difercmes

medios y revistas literarias dentro y fuera del país.

En 1989 participó c:n Ja fundación de la Revista Li­

teraria Común Presencia y actualmente es su direc~

tor. Entre sus obra¡, de poesía se encuentran: Apoca­lipsis de la rosa, y Visión de ft¡ noche. Recientemente

publicó El Ternpestario y otros relatos.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 214: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

Mario Montefone 'I(Jicdv. Novelista1 cuentista y ensayista. Guatemala 1911-·2003. Aunque vivió 35

af10s exiliado de su pab, con largas estancias en

l 1rancia, Inglaterra, I~sla(los Unidos> Ecuador y Mé­

xico, tuvo mucha participación en la vida política

de Guatemala entre 1946 y 1951. Fue durante mu­

cho tiempo académico de la UNAM, donde su traba­

jo le ameritó el Aguila Azteca, el máximo reconoci­

miento del gobierno mexicano a los extranjeros que

han enriquecido la cultura nacional.

Entre sus obras destacan Entre la piedra y la cruz (1948), Donde acaban los caminos (1952),

Una manera de morir (1958), Llegaron del mar

(1966), !.os do·encontrados (1976). Los libros de

cuento La cueva .fin quietud (1950), Cuentos de

derrota y esperanza (1962), Pascua!ito (cuento pa­

ra niños 1991), La isla de las navajas (1 992),

Cuentos de Úl Biblir; (2000). Las ohras de teatro

!.os gringos (1976), El santo de jú~~o (1976), La

noche de los cascabeles ( 1987).

Modesto Punce Maldonado. Narrador y periodista.

Quito, 1938. Colabora con las revistas Con/texto de

Quito y Solotextos de la Casa de la Cultura, Núcleo

del Azuay. Su libro de cuentos iámbién tus an·il!as

fue (.;UJlsidcrada una de las mejores obras publicadas

en 1997 según el diario ><El Telégrafo» de Cuayaquil

y el diario d 1oy» de Quito. Consta en 111 Bienal del

cuento ecuatoriano (1995), Anto!ogltl hdsicll de/ cuen­

to ecuatoritUlO (1998), Poesia y cuentos ecuatorianos

-Antología temática- (1998).

111 Letras del Ecuador

Fr<H\cisco Proaño Arandi. Novelista y cuentista.

Cuenca, 1944. Entre sus obras más importantes están

Historias de disecr1dores (cuento, 1972), Antiguas caras en

el espejo (novela, Premio José Mejía Lequcrica, 1984),

Oposición a la magút (cuento, 1986), La doblez (cuento,

1986), Del otro lado de/as cosas (novda, 1993), /,a razón

y el presagio (novela, 2003), Historias del país fingido

(cuento, 2003).

Emesto Proaño Vinueza. Poeta. Quito, 1971. I la

escrito Digitales (1989), NaufragioJ" (1995) y Espec­trograma de Nrdn Briones y la raz6n pura (2000). Su

obra Bajo la puerta fue puesta en escena por el gru­

po de teatro Nues en el año 1997.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Page 215: repositorio.flacsoandes.edu.ecrepositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/11534/2/CCE-LDE-N... · 11.'/!/tl l í IÍ \U\llli.\ l ( (1;\ti\I~IANA l,.pHI"•IH l'ro,HIOAf;IIJdj 4

'f:>~c,.e lec1(,A

<i '>

~ /' 0/ 'S ~ ~~,'

A(;[N\Ü<v'?Q,_

2002,2009

N úmcro ¡Jatrocinado por la Ca1upaíía Nacioual Eugenio Espejo

por el Libro y la Leclura

CCE iBENJAMIN

. !CARRION

Editorial Pedro J oge Vera

Casa de la Cultura Ecuatoriana

mayo 2004

Quito, Ecuador

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"