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2 LECCIONES SOBRE AVIVIAMIENTO Por Prof. Rev. Carlos G. Finney 1835, Edición 1868 INDICE PREFACIO: PREFACIO DEL CONFERENCISTA

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LECCIONES SOBRE AVIVIAMIENTO

Por Prof. Rev. Carlos G. Finney

1835, Edición 1868

INDICE

PREFACIO: PREFACIO DEL CONFERENCISTA --------------------------------------------------------------------------------------- 3

PARTE I: GENERALIDADES ACERCA DE AVIVAMIENTO --------------------------------------------------------------- 5

LECCIÓN I – ACERCA DE LO QUE ES UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN ------------------------------------------------------- 5

LECCIÓN II - CUÁNDO UN AVIVAMIENTO SE ESPERA -------------------------------------------------------------------------- 14

LECCIÓN III - CÓMO PROMOVER UN AVIVAMIENTO --------------------------------------------------------------------------- 21

PARTE II: ACERCA DE LA ORACION --------------------------------------------------------------------------------------- 31

LECCIÓN IV - LA ORACIÓN PREVALECIENTE --------------------------------------------------------------------------------------- 31

LECCIÓN V - LA ORACIÓN DE FE ------------------------------------------------------------------------------------------------------ 43

LECCIÓN VI - EL ESPÍRITU DE ORACIÓN -------------------------------------------------------------------------------------------- 54

LECCIÓN VII - SER LLENOS DEL ESPÍRITU ------------------------------------------------------------------------------------------ 66

LECCIÓN VIII - REUNIONES PARA ORACIÓN -------------------------------------------------------------------------------------- 77

PARTE III: ACERCA DE LOS MEDIOS QUE SE UTILIZAN CON LOS PECADORES --------------------------------- 86

LECCIÓN IX - LOS MEDIOS PARA USARSE CON LOS PECADORES ------------------------------------------------------------- 86

LECCIÓN X - EL GANAR ALMAS REQUIERE SABIDURÍA -------------------------------------------------------------------------- 97

LECCIÓN XI - UN MINISTRO SABIO SERÁ EXITOSO ----------------------------------------------------------------------------- 108

LECCIÓN XII - CÓMO PREDICAR EL EVANGELIO -------------------------------------------------------------------------------- 121

LECCIÓN XIII - CÓMO LAS IGLESIAS PUEDEN AYUDAR A LOS MINISTROS ----------------------------------------------- 139

LECCIÓN XIV - MEDIDAS PARA PROMOVER AVIVAMIENTOS --------------------------------------------------------------- 155

LECCIÓN XV - OBSTÁCULOS EN LOS AVIVAMIENTOS ------------------------------------------------------------------------- 170

LECCIÓN XVI - LA NECESIDAD Y EL EFECTO DE LA UNIÓN ------------------------------------------------------------------- 189

PARTE IV: ACERCA DE LA INSTRUCCIÓN ------------------------------------------------------------------------------ 204

LECCIÓN XVII - CONSUELOS FALSOS PARA PECADORES --------------------------------------------------------------------- 204

LECCIÓN XVIII - DIRECCCIONES PARA PECADORES ---------------------------------------------------------------------------- 222

LECCIÓN XIX - INSTRUCCIONES PARA CONVERTIDOS (PARTE 1) ----------------------------------------------------------- 234

LECCIÓN XX - INSTRUCCIONES PARA CONVERTIDOS (PARTE 2) ------------------------------------------------------------ 251

LECCIÓN XXI - EL APÓSTATA DE CORAZÓN -------------------------------------------------------------------------------------- 263

LECCIÓN XXII - EL CRECIMIENTO EN LA GRACIA -------------------------------------------------------------------------------- 275

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PREFACIO DEL CONFERENCISTA

EDICION 1835

Recuérdese que estas conferencias fueron dadas a mi congregación. Empezaron sin que yo hubiese previamente

trazado un plan o las hubiese bosquejado, y me he dedicado, semana con semana, como un tema introduce

otro, y una conferencia introduce otra, a lo que he visto que parece requerir el estado de nuestra gente.

Consentí que el editor de “The Evangelist” las publicara, bajo su propia responsabilidad, porque pensó que

podrían provocar un interés profundo, y extender su utilidad de manera impresa. Y como ahora soy pastor, y no

tengo la salud suficiente para trabajar de evangelista, y como le ha placido al Director de la Iglesia darme algo

de experiencia en avivamientos de religión, pensé que sería posible, mientras hacía la obra de pastor en mi

propia iglesia, que pudiera de este modo servir a las iglesias de fuera.

Encontré un incentivo en particular a ese curso, en el hecho que, a mi regreso del Mediterráneo, aprendiera con

dolor que el espíritu de avivamiento había declinado grandemente en los Estados Unidos, y que

alarmantemente prevalecía un espíritu de discordia y controversia.

Las circunstancias peculiares de la iglesia, y el estado de avivamientos, eran tales, como para llevarme

inevitablemente a la discusión de algunos puntos que con gusto hubiera evitado, si la omisión hubiese sido

consistente con mi plan principal, para alcanzar y levantar la iglesia cuando rápidamente estaba reposando

sobre sus heces.

Estoy lejos de levantar el reclamo de infalibilidad sobre esto o cualquier otro asunto. He dado mi postura, tan

lejos como he ido, sin fingir haber agotado el asunto, o haber hablado de la mejor manera posible sobre los

puntos que he discutido.

Estoy muy bien familiarizado con el estado de la iglesia, y especialmente con el estado de sus ministros, para

esperar escapar sin censura. Me he sentido obligado decir algunas cosas que me temo que no serán recibidas

tan amablemente como se intentaban, tengo razón en creer que el gran cuerpo de gente que ora recibirá y se

beneficiará por lo que he dicho.

Lo que he dicho sobre el tema de oración, no será entendido, estoy consciente, ni recibido por una cierta porción

de la iglesia y todo lo que puedo decir es: "el que tiene oídos para oír, oiga."

No había tenido ni la más remota idea sino hasta ahora que estas conferencias, en esta u otra forma, se fueran

a plasmar en un libro, pero el llamado urgente para su publicación, en un volumen, y el hecho de que se me

hubiese asegurado repetidamente que su lectura en “The Evangelist” sería una bendición, y debido a la premura

de individuos e iglesias, y que ha resultado en la conversión de muchos pecadores, me ha llevado a consentir su

publicación en esta forma imperfecta.

El reportero ha logrado, en general, darme un bosquejo de las Conferencias, como fueron entregadas. Su

informe, haría, en general más que un esqueleto completo de lo que se ha dicho sobre el tema de ese entonces.

En justicia al reportero, diría que, al leer sus informes por escrito, aunque había algunos errores, y

equivocaciones, me he llevado la sorpresa que sin estenografía pudiese informar lo que quería decir.

No tienen, ni buscan, ningún mérito literario. No está en mi plan dar conferencias elegantes. Eran mis discursos

muy familiares de los viernes por las tardes; y mi único objetivo era darlos a entender y que se sintiesen.

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Al corregir las conferencias para un volumen, no he tenido tiempo, ni era aconsejable, de reconstruirlas, y

cambiar el estilo en el que se hubiesen reportado. En algunas instancias he cambiado la fraseología, cuando

pensé que me había expresado con confusión, o cuando no se había transmitido una idea verdadera. Pero en

casi cada instancia he dejado oraciones como fueron dichas cuando el pensamiento se expresase

perspicazmente, aunque el estilo pudiese haberse mejorado por la enmienda. Fueron en los reportes del editor,

y como tales deben ir ante el público, con pocas añadiduras y alteraciones, como he tenido tiempo de hacer.

Pude haberlas escrito plenamente. Lo dudo, pero hubiesen sido más aceptables para muchos lectores. Pero esto

fue imposible, y la única alternativa fue dejar al público tenerlas tal como están, o rehusar dejarlas en la forma

de un volumen. Lamento que las conferencias no estén en una forma mucho más atractiva, pero he hecho lo

que pude bajo las circunstancias; y como es el deseo de muchos a quienes amo, y me deleito en agradar y

honrar, de tenerlas, aunque sea en esta forma imperfecta.

C. G. FINNEY, 1835.

EDICION 1868

Al leer con cuidado el Prefacio anterior, el lector tendrá un indicio del tiempo y la circunstancias que llevó a la

entrega y publicación de estas conferencias. Al revisarlas para una nueva edición, he hecho un poco más que

corregir la fraseología en algunas instancias, añadir nuevas notas a pie de página, y remplazar las dos últimas

conferencias por las recién escritas sobre los mismos textos y preparadas especialmente para esta edición. Estas

conferencias son distintas del curso que impartí a mi clase teológica sobre el mismo tema. Esas conferencias

han sido traducidas a las lenguas galesas y francesas, y han sido difundidas extensamente en donde el inglés o

esas lenguas son entendidas. Una casa en Londres publicó 80,000 copias en inglés. Están aún en circulación y en

el mercado en Europa, y tengo gran satisfacción en saber que han sido de gran bendición para miles de almas,

Consecuentemente, no creo que sea prudente darles nueva forma para que sean más atractivas. Dios ha tenido

y bendecido su lectura como han estado, y con excepciones de lo mencionado anteriormente, se las he dejado

a las generaciones presentes y futuras. Si se lee cuidadosamente y se recuerda el prefacio anterior, se entenderá

lo que he dicho de la iglesia y de algunos de los ministros y por qué lo he dicho. Busco en mis hermanos que no

tomen a mal lo que he dicho, sino más bien tengan la seguridad que cada oración ha sido pronunciada con amor,

y a menudo con tristeza de corazón. Que Dios siga añadiendo su bendición a la lectura de estas conferencias.

EL AUTOR

OBERLIN COLLEGE, 22 DE OCTUBRE DE 1868.

Estas lecciones de C. G. Finney fueron originalmente traducidas al español por “Gospel Truth Ministries”, 1999

– 2019. P.O. Box 401, Tustin, California 92781 USA. Y fueron compiladas de la página oficial de “Gospel Truth

Ministries”, revisadas y editadas al formato de libro por “Iglesia Cristiana de Nicaragua”.

EL EDITOR

MANAGUA, NICARAGUA, 22 DE AGOSTO DE 2019.

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PARTE I: GENERALIDADES ACERCA DE AVIVAMIENTO

LECCIÓN I

ACERCA DE LO QUE ES UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN

TEXTO. -- Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla

conocer; en la ira acuérdate de la misericordia. -- Habacuc 3:2

Se supone que el profeta Habacuc fue contemporáneo de Jeremías, y esta profecía fue pronunciada con

anticipación a la cautividad de Babilonia. Viendo los juicios que con rapidez vendrían sobre su nación, el alma

del profeta agonizó, y clamó por su nación: "Oh Jehová, aviva tu obra." Como si hubiera dicho: "Oh, Jehová que

tus juicios no causen desolación en Israel. En medio de estos tiempos terribles, que tus juicios sean los medios

para avivar la religión entre nosotros; en la ira acuérdate de la misericordia".

La religión es la obra del hombre. Es algo para que el hombre haga. Consiste en obedecer a Dios con y desde el

corazón. Es deber del hombre. Es cierto que Dios lo induce a cumplirla. Influye en él por su Espíritu, por la gran

maldad y renuencia del hombre a obedecer. Si no fuese necesario que Dios influyera en los hombres; si los

hombres estuviesen dispuestos a obedecer a Dios, no habría ninguna ocasión de orar "Oh Jehová, aviva tu obra."

La base de la necesidad por tal oración es que los hombres están completamente indispuestos a obedecer, y a

menos que Dios interponga la influencia de su Espíritu, ningún hombre en la tierra obedecería los mandamientos

de Dios.

Un "avivamiento de religión" presupone una declinación. Casi toda la religión del mundo ha sido producida por

avivamientos. Dios ha visto la necesidad de tomar ventaja de la excitabilidad que hay en la humanidad para

provocar agitaciones poderosas entre ellos antes de que pueda llevarlos a obedecer. Los hombres son muy

perezosos espiritualmente, hay tantas cosas que desvían sus mentes de la religión, y se oponen a la influencia

del Evangelio, lo cual es necesario elevar el entusiasmo entre ellos, hasta que la ola se levante tan alta como

para arrasar los obstáculos. Deben estar tan entusiasmados como para romper estas influencias contrarias. No

es religión ese sentimiento provocado, pues no lo es, pero es el deseo, apetito y sentimiento exaltados lo que

previene la religión. La voluntad está, en un sentido, esclavizada por los deseos carnales y mundanos. De ahí

que es necesario despertar en los hombres un sentido de culpa y peligro, y así producir entusiasmo en oposición

al sentimiento y deseo que rompa el poder del deseo carnal y mundano y dejar que el libre albedrío obedezca

a Dios.

Véase la historia de los judíos, y verán que Dios mantenía la religión entre ellos por ocasiones especiales, cuando

había una gran agitación y la gente volvía al Señor. Y luego de haber sido revividos de esa manera, era más que

un breve lapso de tiempo antes de que tantas influencias contrarias fueran puestas sobre ellos para que la

religión declinara, y siguiera declinando, hasta que Dios tuviera tiempo de hablar, por así decirlo, para traer

convicción en ellos de pecado por su Espíritu y reprenderlos por su providencia, y así ganar la atención de las

masas para el gran asunto de la salvación, como para producir un despertar propagado de interés religioso, y

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como consecuencia un avivamiento de religión. Entonces, las causas contrarias operaban de nuevo, y la religión

declinaba, y la nación era arrasada en un torbellino de lujuria, idolatría y orgullo.

Casi nada hay de principio en la iglesia, tan poca firmeza y estabilidad de propósito, que a menos que los

sentimientos religiosos sean despertados y mantenidos exaltados, prevalecerán sentimientos y exaltación de

ánimo mundanos contrarios y los hombres no obedecerán a Dios. Tienen tan poco conocimiento, y sus principios

son tan débiles, que a menos que sean provocados, irán de aquí para allá en camino del deber, y no harán nada

para promover la gloria de Dios. El estado del mundo es tal, y probablemente será hasta que venga el milenio,

que la religión debe ser principalmente por medio de avivamientos. Cuán y qué tan a menudo se ha intentado

el experimento para que la iglesia actúe firmemente para Dios sin esa exaltación periódica de entusiasmo.

Muchos hombres buenos han supuesto, y aún suponen, que la mejor forma de promover religión es ir

uniformemente con los impíos y juntarlos gradualmente sin elevar los ánimos. Pese a la sensatez de ese

razonamiento en abstracto, los hechos demuestran su futilidad. Si la iglesia estuviese lo bastante avanzada en

conocimiento, y tuviese la estabilidad suficiente de principio para mantenerse despierta, tal curso serviría, pero

la iglesia está casi nada iluminada y hay tantas causas contrarias, que no iría tan firmemente la obra sin ningún

interés especial de ser despertada. Mientras el milenio avanza, es probable que estas exaltaciones periódicas

de ánimo sean desconocidas. Entonces la iglesia será iluminada, y serán removidas las causas contrarias, y la

iglesia entera estará en un estado de obediencia habitual y firme a Dios. La iglesia entera se levantará y tomará

la mente de infante, y la cultivará para Dios. Los niños serán entrenados en el camino por el que deben andar,

y no habrá tales torrentes de mundanalidad, costumbres y codicia para quitar la piedad de la iglesia tan pronto

como el entusiasmo de un avivamiento sea retirado.

Es muy deseable que deba ser así. Es muy deseable que la iglesia deba continuar firmemente en un curso de

obediencia sin estas exaltaciones de ánimo. Tales exaltaciones están expuestas para dañar la salud. Nuestro

sistema nervioso está tan tensado que cualquier entusiasmo poderoso, si continúa por mucho tiempo, daña

nuestra salud y nos hace poco aptos para el deber. Si la religión va a tener una influencia penetrante en el

mundo, no puede ser así; esta religión de irrupciones intermitentes de ánimos tiene que suprimirse. Entonces

será innecesaria. Los cristianos no dormirán la mayor parte del tiempo, y de vez en cuando despertarán, se

frotarán los ojos, hablarán con enfado, vociferarán por un rato, y luego se volverán a dormir. Entonces no habrá

necesidad de que los ministros se fatiguen y se acaben, por sus esfuerzos de retroceder el diluvio de influencia

mundana que se extiende en la iglesia. Aunque el estado del mundo cristiano sea tal, que el esperar promover

la religión sin exaltaciones de entusiasmo es poco filosófico y absurdo. Las grandes exaltaciones políticas de

ánimo, y otras mundanas, que agitan la cristiandad, son poco amigables para la religión, y desvían la mente de

los intereses del alma. Ahora estas exaltaciones de ánimo pueden ser contraatacadas por exaltaciones religiosas

de ánimo. Y hasta que haya un principio religioso en el mundo para desanimar las exaltaciones poco religiosas,

es en vano tratar de promover la religión, excepto por exaltaciones contrarias de ánimo. Esto es cierto en

filosofía, y es un hecho histórico.

Es poco probable que la religión progrese entre las naciones impías excepto mediante avivamientos de religión.

El intento es hacerlo ahora por educación, y otros mejoramientos graduales y precavidos. Pero mientras las

leyes de la mente permanezcan como son, no puede hacerse de esa manera. Debe haber la provocación

suficiente de ánimo para despertar los poderes morales dormidos y detener la ola de degradación y pecado. Y

precisamente en tanto nuestra tierra se aproxima al paganismo, es imposible que Dios o el hombre promuevan

la religión en tal estado de las cosas, más que mediante exaltaciones poderosas de ánimo. Esto es evidente por

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el hecho de que siempre ha sido la forma en que Dios lo ha hecho. Dios no crea estas exaltaciones de ánimo, y

escoge ese método para promover la religión por nada o sin razón. Donde la humanidad está tan renuente de

obedecer a Dios, no actuará hasta que esté animada. Por ejemplo, cuántos hay que saben que deben ser

religiosos, pero temen que si se vuelven piadosos sus compañeros se van a burlar de ellos. Muchos están

casados con ídolos, otros están postergando el arrepentimiento, hasta que se acoplan en la vida, o hasta que

han asegurado su interés mundano favorito. Tales personas nunca cederán su vergüenza falsa, o renunciarán a

sus maquinaciones ambiciosas, hasta que sean movidos por un sentido de culpa que no puedan ellos mismos

contenerse más.

Estas observaciones están diseñadas sólo como una introducción al discurso. Procederé ahora con el bosquejo

principal para mostrar:

I. LO QUE NO ES UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN;

II. LO QUE ES; Y,

III. LAS AGENCIAS EMPLEADAS EN PROMOVERLO.

I. UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN NO ES UN MILAGRO

1. Un milagro se ha definido generalmente como una interferencia Divina, poniendo a un lado, o suspendiendo,

las leyes de la naturaleza. No es un milagro en ese sentido. Todas las leyes de la materia y mente permanecen

en vigor. No están suspendidas o puestas a un lado en un avivamiento.

2. No es un milagro según otra definición del término milagro--algo por encima de los poderes de la naturaleza.

No hay nada en la religión más allá de poderes ordinarios de la naturaleza. Consiste enteramente en el ejercicio

correcto de los poderes de la naturaleza. Es sólo eso y nada más. Cuando la humanidad se vuelve religiosa, no

puede ejercer lo que no pudo aplicar antes. Sólo ejerce los poderes que tenía antes en una manera diferente y

los usa para la gloria de Dios.

3. No es un milagro o dependiente de un milagro, en cualquier sentido. Es puramente un resultado filosófico del

uso correcto de los medios constituidos--tanto como cualquier otro efecto producido por la aplicación de

medios. Puede haber entre sus causas antecedentes, o no puede haber. Los apóstoles utilizaron milagros,

simplemente como medio por el que atrajeron la atención para su mensaje, y establecieron autoridad divina de

dicho mensaje. Pero el milagro no fue el avivamiento. El milagro fue una cosa; el avivamiento que siguió fue

otra. Los avivamientos en los días de los apóstoles estaban conectados con los milagros, pero no eran milagros.

Dije que un avivamiento es el resultado del uso correcto de los medios apropiados. Los medios que Dios ha

prescrito para la producción de un avivamiento, sin duda tienen una tendencia natural para producir un

avivamiento. De otro modo Dios no los hubiera prescrito. Pero todos sabemos que los medios no producirán un

avivamiento sin la bendición de Dios. La semilla no producirá siembra, cuando se planta, sin la bendición de

Dios. Es imposible que nosotros digamos que no hay una influencia o agencia directas de Dios para producir una

siembra, como hay para producir un avivamiento. ¿Cuáles son las leyes de naturaleza según las cuales se supone

que la semilla produce siembra? No son más que la manera constituida de las operaciones de Dios. En la Biblia,

la palabra de Dios se compara con una semilla, y la predicación se compara con una semilla para sembrar, y los

resultados con el brote y crecimiento de la siembra. Y el resultado es tan filosófico en un caso, como en el otro,

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y tan naturalmente conectado con la causa, o, más correctamente, un avivamiento es un resultado tan natural

del uso de los medios apropiados como un cultivo es del uso de sus medios apropiados. Es cierto que la religión

no pertenece propiamente a la categoría de causa y efecto, aunque no es causada por medios, tiene su ocasión,

y puede tan natural y ciertamente resultar de su ocasión como un cultivo de su causa.

Ojalá que está idea quede fija en sus mentes, pues ha prevalecido la idea que promover la religión tiene algo

peculiar en ella, no para ser juzgada por reglas ordinarias de causa y efecto; en suma, que no hay conexión de

los medios con el resultado, y ninguna tendencia en los medios para producir el efecto. Ninguna doctrina es más

peligrosa y absurda que ésta para la posteridad de la iglesia.

Supóngase que un hombre saliera a predicar esta doctrina entre agricultores sobre la siembra de granos. Que

les diga que Dios es soberano, y que les da una semilla sólo cuando le plazca, y que ellos cultiven, planten y

trabajen como si el esperar levantar una cosecha estuviera muy equivocado, y quitara el trabajo de las manos

de Dios, que interfiere con su soberanía, y que está sucediendo con la propia fuerza de ellos, y que no hay

conexión entre los medios y el resultado del que puedan depender. Y ahora, supongan que los agricultores

deban creer esa doctrina. Pues, harían que el mundo se muriera de hambre.

Así tales resultados seguirán de la iglesia que está siendo persuadida, de que promover la religión es de alguna

manera un asunto misterioso de la soberanía de Dios, que no hay conexión natural entre los medios y el fin.

¿Cuáles son los resultados? Pues bien, generación tras generación se ha ido al infierno. Sin duda más de cinco

millones han ido al infierno, mientras la iglesia ha estado soñando, y esperando que Dios los salve son el uso de

medios. Ha sido el medio más exitoso de destruir almas del diablo. La conexión es clara en la religión como es

cuando el agricultor siembra su grano.

Hay un hecho bajo el gobierno de Dios, digno de observación universal y de recordatorio eterno, es que las cosas

más útiles e importantes son más fácil y seguramente obtenidas por el uso de medios apropiados. Esto es

evidentemente un principio en la administración Divina. De ahí, todas las necesidades de la vida se obtienen

con gran certeza por el uso de los medios más simples. Los lujos son más difíciles de obtener; los medios para

procurarlos son más intrincados y menos certeros en sus resultados, mientras las cosas absolutamente dañinas

y ponzoñosas, como el alcohol y similares, son con frecuencia obtenidas por torturar la naturaleza, y hacer uso

de una clase de hechicería infernal para procurar la abominación mortífera. Este principio se mantiene vigente

en el gobierno moral, y como las bendiciones espirituales son de suma importancia, debemos esperar que su

obtención se conecte con gran certeza con el uso de medios apropiados; y tales encontramos ser el hecho, y

plenamente creemos que estos hechos serán conocidos, se averiguará cuando los medios señalados hayan sido

utilizados correctamente, las bendiciones espirituales se hayan obtenido con mayor uniformidad que las

temporales.

II. VOY A MOSTRAR LO QUE ES UN AVIVAMIENTO

Es la renovación del primer amor de los cristianos que resulta en el despertar y la conversión de los pecadores

hacia Dios. En el sentido popular, un avivamiento de religión en la comunidad es el levantamiento, vivificación

y reclamo de la iglesia más o menos apóstata y el despertar más o menos general de todas las clases, y el

aseguramiento de la atención a las exigencias de Dios.

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Presupone que la iglesia está hundida en un estado apóstata, y un avivamiento consiste en que la iglesia se

vuelve de sus apostasías y en la conversión de pecadores.

I. Un avivamiento siempre incluye reprensión de pecado de parte de la iglesia. Profesantes apóstatas no pueden

despertar y empezar de inmediato en el servicio de Dios sin búsquedas profundas de corazón. Las fuentes de

pecado necesitan romperse. En un verdadero avivamiento, los cristianos siempre son llevados a tales

reprensiones; ven sus pecados en una luz tal que con frecuencia ven que es imposible mantener una esperanza

de su aceptación con Dios. No siempre se llega a ese punto, pero hay siempre, en un avivamiento genuino,

profundas reprensiones de pecado, y casos frecuentes de abandono de toda esperanza.

2. Los cristianos apóstatas son llevados al arrepentimiento. Un avivamiento no es más que un nuevo comienzo

de obediencia a Dios. Así como en el caso de un pecador convertido, el primer paso es un arrepentimiento

profundo, un rompimiento de corazón, echándose en el polvo ante Dios, con humildad profunda, y abandono

de pecado.

3. Los cristianos tendrán su fe renovada. Mientras estén en un estado de apostasía estarán ciegos al estado de

los pecadores. Sus corazones son tan duros como el mármol. Las verdades de la Biblia sólo aparecen como un

sueño. Admiten que todo es verdad; su conciencia y su juicio lo admiten, pero su fe no ve que resalte

audazmente, en todas las realidades abrasadoras de la eternidad. Pero cuando entran al avivamiento, ya no ven

más a los hombres como árboles que caminan, sino ven las cosas en esa luz fuerte que renovará el amor de Dios

en sus corazones. Eso los llevará a la celosa labor de conducir a otros a él. Se dolerán que otros no amen a Dios,

cuando ellos lo aman tanto. Y se alistarán ellos mismos con mucha emoción para persuadir a sus vecinos que

rindan su corazón a él. Así que el amor por los hombres será renovado. Serán llenos de amor tierno e

incandescente por las almas. Tendrán un deseo vehemente por la salvación de todo el mundo. Estarán en agonía

por los individuos quienes quieren que sean salvos--sus amigos, parientes, enemigos. No sólo les urgirán que

rindan sus corazones a Dios, sino que los cargarán hacia Dios en los brazos de la fe, y con gemidos fuertes y

lágrimas buscarán a Dios para que tenga misericordia de ellos y salve sus almas de las llamas eternas.

4. Un avivamiento rompe el poder del mundo y del pecado sobre los cristianos. Los lleva a tal posición ventajosa

que obtiene un impulso fresco hacia el cielo. Tienen un nuevo sabor anticipado del cielo, y nuevos deseos por

la unión con Dios, y se rompe el encanto del mundo y se vence el poder del pecado.

5. Cuando las iglesias son de ese modo despertadas y reformadas, sigue la reforma y salvación de los pecadores,

pasando por las mismas etapas de reprensión, arrepentimiento y reforma. Sus corazones serán rotos y

cambiados. Muy frecuentemente los libertinos más abandonados están entre los sujetos. Rameras, borrachos,

paganos, y todo tipo de personajes marginados, son despertados y convertidos. Lo más vil entre los seres

humanos es ablandado y reclamado, y hechos para aparecer criaturas tan encantadoras de la belleza de la

santidad.

III. VOY A CONSIDERAR LAS AGENCIAS EMPLEADAS EN LLEVAR ADELANTE UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN

Normalmente, hay tres agentes empleados en la obra de la conversión, y un instrumento. Los agentes son Dios,

alguien que trae la verdad para recordarse, y el pecador mismo. El instrumento es la verdad. Siempre hay dos

agentes, Dios y el pecador, empleados y activos en cada caso de conversión genuina.

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1. La agencia de Dios es doble; por su providencia y su Espíritu.

(1.) Por su gobierno providencial, él arregla de tal modo los eventos como para que estén en contacto la mente

y la verdad. Lleva al pecador donde la verdad alcanza sus oídos y ojos. Es con frecuencia interesante descubrir

la manera en que Dios arregla los eventos para que sucedan, y cuán seguido hace todo para favorecer un

avivamiento. El estado del tiempo, de la salud pública, y otras circunstancias concuerdan para hacer que todo

salga bien para favorecer la aplicación de la verdad con la eficacia posible. Cómo a veces manda a un ministro

al momento que es querido. ¡Cómo saca una verdad en particular, en el momento preciso cuando el individuo

está listo para ser alcanzado!

(2.) La agencia especial de Dios por su Espíritu Santo. El tener acceso directo a la mente, saber infinitamente

bien toda la historia y estado del pecador, él utiliza esa verdad que mejor se adapta a su caso particular, y luego

lo pone en su lugar que debe estar con poder Divino. Le da tal vivacidad, fortaleza y poder que el pecador se

atemoriza, y arroja sus armas de rebelión, y se vuelve al Señor. Bajo esta influencia, la verdad quema y abre

paso como fuego. Hace que la verdad sobresalga en tales aspectos, que aplaste al hombre más orgulloso con el

peso de una montaña. Si los hombres están dispuestos a obedecer a Dios, la verdad es dada con suficiente

claridad en la Biblia, y de la predicación podrían aprender que todo es necesario para que ellos sepan. Pero

porque están totalmente renuentes a obedecerlo, Dios lo aclara ante sus mentes, y lanza un rayo de luz

convincente sobre las almas, que no pueden soportar y se rinden a ella, obedecen a Dios y se salvan.

2. La agencia de los hombres es comúnmente empleada. Los hombres no son simples instrumentos en las manos

de Dios. La verdad es el instrumento. El predicador es un agente moral en la obra; actúa; no es un simple

instrumento pasivo; es voluntario para promover la conversión de los pecadores.

3. La agencia del pecador mismo. La conversión de un pecador consiste en su obediencia a la verdad. Es por

tanto imposible que tome el lugar sin su agencia, pues consiste en su actuación correcta. Es influido a eso por

la agencia de Dios, y por la agencia de los hombres. Los hombres actúan en su prójimo, no sólo por el lenguaje,

sino por sus miradas, sus lágrimas, su comportamiento diario. Véase a ese impenitente ahí, quien tiene una

esposa piadosa. Sus mismas miradas, su ternura, su solemnidad, su dignidad compasiva, suavizada y moldeada

a la imagen de Cristo son un sermón para él todo el tiempo. Tiene que distraer su mente, porque es un reproche

tal para él. Siente el sermón que suena en sus oídos todo el día.

La humanidad está acostumbrada a leer las expresiones de sus semejantes. Los pecadores con frecuencia leen

el estado de una mente cristiana en sus ojos. Si sus ojos están llenos de frivolidad, o ansiedad y maquinación

mundanas, los pecadores lo leen; y con frecuencia son llevados a la reprensión por apenas ver las expresiones

de cristianos.

Un individuo una vez fue a una fábrica a ver la maquinaria. Su mente era solemne, como había estado donde

hubo un avivamiento. La gente que trabajaba ahí lo conocía de vista, sabía quién era. Una joven que estaba

trabajando lo vio, y le dijo algo absurdo en voz baja a su compañera, y se río. La persona se detuvo y la vio con

un sentimiento de dolor. Se detuvo ella, su hilo se rompió, y estaba tan agitada que no pudo unirlo. Vio hacia

afuera por la ventana para reponerse, y trató una y otra vez hacerlo. Por fin se sentó, vencida por sus

sentimientos. La persona se acercó y le habló, pronto mostró un sentido profundo de pecado. El sentimiento se

propagó por todo el lugar como fuego, y en unas horas casi todos los empleados estaban bajo tal reprensión

que el dueño, aunque un hombre mundano, estaba estupefacto, y pidió que se detuviera el trabajo y se hiciera

una reunión de oración, pues dijo que era mucho más importante tener a la gente convertida que continuara el

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trabajo. En unos días, el dueño y casi todos los empleados en el establecimiento se convirtieron. El ojo de este

individuo, su expresión solemne, su sentimiento compasivo, reprendió la frivolidad de la joven, y la llevó a

sentirse acusada de pecado, y siguió el avivamiento, probablemente en gran medida, de un incidente tan

pequeño.

Si los mismos cristianos tienen un sentimiento profundo sobre el tema de religión, producirán un sentimiento

profundo donde vayan. Y si son fríos, o livianos y frívolos, inevitablemente destruirán todo sentimiento

profundo, incluso en pecadores despiertos.

Supe de un caso de una mujer que estaba muy ansiosa, pero un día me dolió el enterarme que su sentido de

reprensión parecía haberse ido. Le pregunté qué había estado haciendo. Me dijo que había pasado la tarde en

tal lugar, entre observantes de religión, sin pensar que su sentido de reprensión se disiparía al pasar la tarde

con los observantes de religión. Pero eran vanos y frívolos, y así su sentido de reprensión se perdió. Y sin duda

aquellos observantes de religión, por su locura, destruyeron un alma, pues ese sentido de reprensión no volvió.

A la iglesia se le requiere usar los medios para la conversión de los pecadores. No se puede decir propiamente

que los pecadores usen los medios para su propia conversión. La iglesia usa los medios. Lo que hacen los

pecadores es someterse a la verdad, o resistirla. Es un error que los pecadores piensen que están usando los

medios para su propia conversión. Toda la corriente del avivamiento, y todo acerca de él, está diseñado para

presentar la verdad a la mente de ustedes para su obediencia o resistencia.

OBSERVACIONES

1. Los avivamientos anteriormente fueron considerados como milagros. Y así ha sido por muchos incluso hoy en

día. Y otros tienen ideas sobre el tema tan sueltas y poco satisfactorias que si sólo pensaran verían su disparate.

Por mucho tiempo, la iglesia supuso que un avivamiento era un milagro, una interposición de poder Divino que

no tenía nada que ver, y que no había más agencia en producirlo que la que había para producir un trueno, o

tormenta de granizo, o terremoto. Con los años los ministros generalmente supusieron que los avivamientos

eran para ser promovidos, por el uso de medios diseñados y adaptados especialmente para ese objetivo. Incluso

en Nueva Inglaterra, se ha supuesto que los avivamientos vinieron como las lluvias, a veces en un pueblo, a

veces en otro, cuando cae sobre el pueblo vecino.

Se suponía que un avivamiento vendría sólo una vez cada quince años, y que todos los que Dios quería que se

convirtieran se convertirían, y entonces debían esperar hasta que otra siembra se diera en el escenario de la

vida. Finalmente, el tiempo se acortó a cinco años, y supusieron que podía haber un avivamiento tan seguido

como ése.

He oído un hecho en relación con uno de esos pastores, que supuso que los avivamientos sucederían una vez

cada cinco años. Había habido un avivamiento en su congregación. Al año siguiente, hubo un avivamiento en el

pueblo vecino, y fue a predicar a allí y se quedó varios días, hasta que su alma se ocupó en la obra. Regresó el

sábado, y fue a su estudio para preparase para el domingo. Su alma estaba en agonía. Pensó cuántos adultos

había en su congregación en enemistad contra Dios--tantas almas aún sin convertir--tantas personas mueren

cada año--tal número sin convertir--si el avivamiento no llega en cinco años, tantas cabezas de familia estarán

en el infierno. Puso sus cálculos en papel, y los incorporó en su sermón, con su corazón dolido por el panorama

terrible. Como lo entendí, no lo hizo con una expectativa de avivamiento, sino sintió profundamente, y derramó

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su corazón a su gente. Y ese sermón despertó a cuarenta cabezas de familia, y siguió un avivamiento poderoso;

y así su teoría sobre un avivamiento en cinco años explotó toda.

Del mismo modo Dios ha desechado, generalmente, la teoría de que los avivamientos son milagros.

2. Nociones erradas sobre la soberanía de Dios han impedido grandemente los avivamientos.

Mucha gente ha supuesto que la soberanía de Dios es algo muy diferente de lo que es. Han supuesto que es una

disposición arbitraria de eventos, y particularmente del don de su Espíritu, como excluido de un empleo racional

de medios para promover un avivamiento de religión. Pero no hay evidencia en la Biblia que Dios ejerce

cualquier soberanía como ésa. No hay hechos para probarla. Pero todo indica que Dios tiene medios conectados

con el fin a través de todos los departamentos de su gobierno--en naturaleza y gracia. No hay evento natural

que su propia agencia no le concierna. No ha construido la creación como una máquina vasta que vaya sin su

cuidado subsecuente. No se ha retirado él del universo para que trabaje ella por sí misma. Esto es ateísmo puro.

Él ejerce una superintendencia y control universales. Y sin embargo cada evento de la naturaleza ha sido llevado

a cabo por medios. Tampoco él administra la providencia ni la gracia con ese tipo de soberanía que dispensa

con el uso de medios. No hay más soberanía en uno que en el otro.

Y sin embargo algunas personas están terriblemente consternadas por todos los esfuerzos directos para

promover un avivamiento, y claman: "Estás tratando de levantar un avivamiento con tus propias fuerzas. Ten

cuidado, estás interfiriendo con la soberanía de Dios. Mejor sigue en el curso normal, y que Dios dé un

avivamiento cuando crea oportuno. Dios es un soberano, y está muy mal que intentes levantar un avivamiento

sólo porque crees que se necesita uno". Ésta es la predicación que el diablo quiere. Y los hombres no pueden

hacer la obra del diablo más efectivamente que predicar la soberanía de Dios, como una razón por la cual no

deban esforzarse para producir un avivamiento.

3. Vean el error de aquellos que están empezando a pensar que la religión que puede ser mejor promovida en

el mundo es sin avivamientos, y quienes están dispuestos a rendir los esfuerzos para producir despertares

religiosos. Porque hay males que surgen en algunas instancias de las grandes exaltaciones de emoción sobre el

tema de religión, son de la opinión que es mejor dispensar junto con ellos todo. Esto no es y no debe ser. Cierto,

hay peligro de abusos. En casos de exaltación religiosa de ánimo y otras exaltaciones, algunos males incidentales

pueden esperarse desde luego. Pero esto no es razón por la que uno se dé por vencido. Las mejores cosas están

siempre expuestas a abusos. Muchos y grandes males se han originado en los gobiernos morales y

providenciales de Dios. Pero estás perversiones y males previstos no fueron considerados una razón suficiente

para ceder. Pues el establecimiento de estos gobiernos fue en general lo mejor que pudo haberse hecho para

la producción de la más grande cantidad de felicidad. Así en avivamientos de religión, la experiencia encuentra

que en el estado presente del mundo la religión no puede ser promovida a una extensión considerable sin ellos.

Los males de los que a veces nos quejamos, cuando son reales, son incidentales, y de pequeña importancia

cuando se compara con la cantidad de bien producido por avivamientos. El sentimiento no debe ser admitido

por la iglesia de que los avivamientos cesen. Está lleno de todo lo que es peligroso para los intereses de Sion, es

muerte a la causa de las misiones, y trae en su séquito la condenación del mundo.

FINALMENTE. Tengo una propuesta que hacerles a ustedes que están presentes. No he comenzado este curso

de Conferencias sobre avivamientos para levantar una teoría curiosa de mi propio tema. No perdería el tiempo

y gastaría mis fuerzas meramente en darles instrucciones para gratificar su curiosidad y darles algo de qué

hablar. No es mi idea predicar sobre avivamientos. No es mi plan predicar como para puedan decir al final:

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"Entendemos todo ahora sobre avivamientos", mientras no hacen nada. Pero quisiera hacerles una pregunta:

¿Para qué escuchar sobre conferencias de avivamientos? ¿Quién dice que cuando estén convencidos que su

deber es promover un avivamiento van a ir a trabajar y practicarlo?

¿Seguirán las instrucciones que les dé de la palabra de Dios y las pondrán en práctica en sus propias vidas? ¿Las

transmitirán a sus familias, conocidos, vecinos y toda la ciudad? ¿O pasarán el invierno aprendiendo sobre

avivamientos sin hacer nada por ellos? Quiero, tan pronto como aprendan cualquier cosa sobre el tema de

avivamientos que lo pongan en práctica, y salgan a trabajar y vean si no pueden promover un avivamiento entre

pecadores aquí. Si no van a hacer eso, quisiera que me lo dijeran desde el principio para que no gaste mis

fuerzas. Deben decidir ahora si obedecerán el evangelio. Y no tenemos más autoridad para darles tiempo de

deliberar si obedecerán a Dios que el que tenemos para dejar a los pecadores que lo hagan. Les hacemos un

llamado para que se unan ahora en un compromiso solemne con Dios, que cumplirán su deber tan rápido como

aprendan lo que es, y oren que Dios derrame su Espíritu sobre esta iglesia y la ciudad este invierno.

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LECCIÓN II

¿CUÁNDO UN AVIVAMIENTO SE ESPERA?

TEXTO. --¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti? -- Salmo 85:6

Este salmo parece haber sido escrito al inicio del regreso del pueblo de Israel de la cautividad de Babilonia; como

fácilmente se ve por el lenguaje. El salmista sintió que Dios había sido muy favorable al pueblo, y mientras

contemplaba la bondad del Señor por traerlos de vuelta de la tierra donde habían sido llevados cautivos, y

mientras veía los prospectos ante ellos, irrumpe en una oración para un Avivamiento de Religión, "¿no volverás

a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?" Ya que Dios en su providencia había restablecido las

ordenanzas de su casa entre ellos, ora que pueda haber un avivamiento de religión para coronar la obra.

El viernes pasado intenté mostrar lo que no era un avivamiento de religión; lo que es un avivamiento; y las

agencias empleadas en promocionarlo. Los temas que quiero llamar su atención esta noche son:

I. CUÁNDO SE NECESITA UN AVIVAMIENTO

II. LA IMPORTANCIA DEL AVIVAMIENTO CUANDO SE NECESITA

III. CUÁNDO EL AVIVAMIENTO SE ESPERA.

I. ¿CUÁNDO SE NECESITA UN AVIVAMIENTO?

1. Cuando hay una falta de amor fraternal y confianza cristiana entre los observantes de religión, entonces se

necesita un avivamiento. Entonces hay un llamado fuerte para que Dios reviva su obra. Cuando los cristianos se

han hundido en un estado bajo de apostasía, no tienen, ni deben tener, ni hay razón para que tengan, el mismo

amor y confianza hacia unos y otros, como cuando están vivos todos, y activos, viviendo vidas santas. El amor

de benevolencia puede ser el mismo, pero no el amor de complacencia. Dios ama a todos los hombres con amor

de benevolencia, pero no siente amor de complacencia hacia nadie excepto por quienes viven en santidad. Los

cristianos no aman y no pueden amarse los unos a los otros con el amor de complacencia, sólo en proporción a

su santidad. Si el amor cristiano es el amor de la imagen de Cristo en su pueblo, entonces nunca puede ejercerse

sólo donde esa imagen real o aparentemente exista. Una persona debe reflejar la imagen de Cristo, y mostrar

el espíritu de Cristo, antes de que otros cristianos puedan amarlo con amor de complacencia. Es en vano pedir

a cristianos que se amen unos a otros con el amor de complacencia, como cristianos, cuando están hundidos en

estupidez. No ven nada en uno y el otro para producir este amor. Es casi imposible que deban sentir lo contrario

hacia otros que hacia los pecadores. Meramente el saber que pertenecen a la iglesia, verlos ocasionalmente en

la mesa de la comunión, no producirá amor cristiano, a menos que vean la imagen de Cristo.

2. Cuando hay disensiones, celos, y murmuraciones entre los observantes de religión, entonces hay una gran

necesidad de avivamiento. Estas cosas muestran que los cristianos se han alejado de Dios, y es tiempo para

pensar seriamente en un avivamiento. La religión no puede prosperar con tales cosas en la iglesia, y nada puede

poner fin a eso como un avivamiento.

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3. Cuando hay un espíritu mundano en la iglesia. Es claro que la iglesia está hundida en un estado bajo de

apostasía cuando se ven cristianos conformarse al mundo en vestido, carruajes, fiestas, búsqueda de

entrenamientos mundanos, lectura de novelas, y otros libros que el mundo lee. Muestra que están lejos de Dios,

y que hay gran necesidad de un avivamiento de religión.

4. Cuando la iglesia encuentra a sus miembros que caen en pecados escandalosos y vulgares, entonces es tiempo

para que la iglesia despierte y clame a Dios por un avivamiento de religión. Cuando tales cosas están tomando

lugar, como dar a los enemigos de religión una ocasión de reproche, es tiempo para que la iglesia pregunte a

Dios, "¿Qué será de tu gran nombre?

5. Cuando hay un espíritu de controversia en la iglesia o en la tierra, un avivamiento es necesario. El espíritu de

religión no es el espíritu de controversia. No puede haber prosperidad en la religión donde prevalece el espíritu

de controversia.

6. Cuando los perversos triunfan sobre la iglesia y la denigran, es tiempo de buscar un avivamiento de religión.

7. Cuando los pecadores son descuidados y estúpidos, y están hundiéndose hacia el infierno sin preocupación,

es tiempo que la iglesia se reanime. Es tanto el deber de la iglesia de despertar como el de los bomberos es

despertarse cuando hay un incendio durante la noche en una gran ciudad. La iglesia debe apagar el fuego del

infierno que está sobre los perversos. ¡Dormir! ¿Acaso deben dormir los bomberos, y que se consuma toda la

ciudad?, ¿qué se pensaría de tales bomberos? Y sin embargo su culpa no se compararía con la culpa de los

cristianos que duermen mientras los pecadores alrededor se hunden neciamente en las llamas del infierno.

II. VOY A MOSTRAR LA IMPORTANCIA DE UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN EN TALES CIRCUNSTANCIAS

1. Un avivamiento de religión es lo único que puede quitar el reproche que cubre a la iglesia, y restaurar la

religión al lugar que debe tener en la estimación del público. Sin un avivamiento, este reproche cubrirá a la

iglesia más y más, hasta que esté abrumada con el desdén universal. Ustedes pueden hacer lo que quieran, y

pueden cambiar los aspectos de la sociedad en algunas cosas, pero no harán un bien real; será peor sin un

avivamiento de religión. Pueden salir y construir una nueva casa espléndida de culto, y forrar los asientos con

damasco, poner un púlpito caro, conseguir un órgano magnífico, y todo de ese tipo de cosas, para echar la casa

por la ventana, y de esa forma puedan procurar un respeto por la religión entre los perversos, pero en realidad

no hace bien. Más bien lastima. Los confunde en cuanto a la verdadera naturaleza de la religión, y hasta ese

momento de convertirlos, la aleja de la salvación. Vean donde han rodeado el altar del cristianismo con

esplendor, y verán que la impresión producida es contraria a la verdadera naturaleza de la religión. Debe haber

una energía que despierte, de parte de los cristianos, y un derramamiento del Espíritu de Dios, o el mundo se

reirá de la iglesia.

2. Ninguna otra cosa más va a restaurar el amor y la confianza cristianas entre los miembros de la iglesia. Nada

más que un avivamiento de religión puede restaurarlo, y ninguna otra cosa más debe restaurarlo. No hay otra

manera de despertar ese amor de cristianos del uno por el otro, que a veces sentimos, cuando tienen tal amor

que no pueden expresar. No se puede tener tal amor sin confianza; y no se puede restaurar la confianza sin tal

evidencia de piedad como se ve en un avivamiento. Si el ministro se da cuenta que ha perdido en cualquier

grado la confianza de la gente, debe trabajar por un avivamiento como el único medio de volver a ganar la

confianza. No quiero decir que esto debe ser su motivo para trabajar por un avivamiento como el único medio

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de volver a ganar la confianza, sino que un avivamiento mediante la instrumentalidad del ministro, y

normalmente nada más, le restaurará la confianza de la parte de la oración de su gente. Entonces si un anciano

o un miembro común de la iglesia se da cuenta de que un hermano es frío hacia él, sólo hay una manera de

remediarlo. Es mediante que él mismo se avive, derramando de sus ojos y de su vida el esplendor de la imagen

de Cristo. Este espíritu agarrará y se propagará en la iglesia, y la confianza se renovará, y el amor fraternal

prevalecerá de nuevo.

3. En ese momento es indispensable un avivamiento de religión para apartar los juicios de Dios de la iglesia. Esto

sería una predicación extraña si los avivamientos fueran sólo milagros, y si la iglesia no tuviera, más agencia en

producirlos que lo que tiene para hacer una tormenta eléctrica. Decir a la iglesia que a menos que haya un

avivamiento uno puede esperar juicios, entonces sería ridículo como decir, si no tienen una tormenta eléctrica,

pueden esperar juicios. El hecho es que los cristianos tienen más culpa por no ser avivados que los pecadores

por no haberse convertido. Y si no son despertados, con seguridad pueden saber que Dios los visitará con sus

juicios. ¡Cuán frecuente Dios visitaba la iglesia judía con juicios porque no se arrepentían y no eran avivados al

llamado de sus profetas! Cuán frecuente hemos visto a las iglesias, incluso denominaciones enteras, maldecir

con maldición porque no despiertan y buscan al Señor y oran: "¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo

se regocije en ti?"

4. Nada más que un avivamiento de religión puede preservar una iglesia así de exterminio. Una iglesia en declive

así no puede continuar existiendo sin un avivamiento. Si recibe miembros nuevos, formarán parte, en su

mayoría, de personas impías. Sin avivamientos no será normalmente tantas personas convertidas como mueren

una tras otra en un año, y no habrá ningún avivamiento para convertir a otras en su lugar hasta que la iglesia se

haya acabado y la organización se haya disuelto.

Un ministro me dijo que había sido misionero en Virginia, en la tierra donde un hombre como Samuel Davies

brilló e iluminó como una antorcha ardiente; y que la iglesia de Davies se había reducido tanto como a un

miembro varón, y él, si bien recuerdo, era de color. La iglesia se había vuelto orgullosa y se estaba acabando.

Supe de una iglesia en Pensilvania, que estaba floreciendo, pero descuidó los avivamientos, y se redujo tanto

que el pastor tuvo que mandar a la iglesia vecina por un anciano gobernante cuando se daba la comunión. ¿Por

qué no en ese caso dejar a cualquier miembro de la iglesia, mujer u hombre, que distribuyera los elementos?

¿Era indispensable tener un anciano?

5. Nada más que un avivamiento de religión puede prevenir los medios por la gracia que hagan gran daño a los

impíos. Sin un avivamiento, se endurecerán más y más bajo la predicación, y experimentarán una condenación

más horrorosa que la que tendrían si nunca hubieran oído el evangelio. Sus hijos y amistades tendrían un destino

más terrible en el infierno, en consecuencia, de los medios por la gracia, si no hay avivamientos para convertirlos

a Dios. Mejor están ellos si no hay medios por la gracia, sin santuario, sin Biblia, sin predicación, y si ellos nunca

oyen el evangelio, que vivir y morir donde no hay avivamiento. El evangelio es olor de muerte para muerte, y si

no se hace el olor de vida para vida.

6. No hay otro modo en el que una iglesia pueda santificarse, crecer en gracia, y estar apta para el cielo. ¿Qué

es gracia creciente? ¿Acaso es oír sermones y obtener nociones nuevas sobre religión? No, no es tal cosa. El

cristiano que hace eso, y nada más, va de mal en peor, y se endurece más y más, y cada semana le es más difícil

levantarse para cumplir su deber.

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III. VOY A MOSTRAR CUÁNDO UN AVIVAMIENTO PUEDE ESPERARSE

1. Cuando la providencia de Dios indica que un avivamiento está próximo. Las indicaciones de la providencia de

Dios son a veces tan simples como para ser iguales a una revelación de su voluntad. Hay una conspiración de

eventos para abrir paso, una preparación de las circunstancias para favorecer un avivamiento, para que aquellos

que se asoman puedan ver que un avivamiento está próximo, tan plenamente como si se hubiera revelado

desde el cielo. Han ocurrido casos en este país, donde manifestaciones providenciales fueron tan simples, que

quienes son observadores cuidadosos, no titubearon en decir que Dios venía para derrama su Espíritu, y

conceder un avivamiento de religión. Hay varias maneras para que Dios nos muestre su voluntad para unas

personas, a veces dando medios singulares, a veces por eventos singulares y alarmantes, a veces notoriamente

favoreciendo el empleo de los medios, por el clima, la salud, etc.

2. Cuando la maldad de los perversos lastima, duele y humilla a los cristianos. A veces a los cristianos no parece

importarles nada acerca de la maldad alrededor de ellos. O si hablan al respecto, es de una manera fría e

insensible, como si una reforma los desesperara; están dispuestos a llamar la atención de los pecadores--no a

sentir la compasión del Hijo de Dios por ellos. Pero a veces la conducta de los malvados lleva a los cristianos a

orar, los quebranta, los hace entristecerse y enternecerse, para que puedan llorar día y noche, y en vez de llamar

la atención y reprocharlos, esforzadamente oran por ellos. Entonces uno esperaría un avivamiento. En efecto,

éste es un avivamiento que ya empezó. A veces los malvados se levantarán en oposición a la religión. Y cuando

esto lleva a poner de rodillas a los cristianos para orar a Dios con lamento y lágrimas, uno puede estar seguro

que va a haber un avivamiento. La prevalencia de la maldad no es evidencia en lo absoluto que no va a haber

un avivamiento. Eso es con frecuencia el tiempo de Dios para la obra. Cuando venga el enemigo como río, el

Espíritu de Jehová levantará bandera contra él. Con frecuencia la primera indicación de avivamiento es que el

diablo levanta algo nuevo en oposición. Invariablemente tendrá uno o dos efectos. Ya sea que lleve a cristianos

a Dios o los aleje de Dios hacia alguna política carnal o que empeore las cosas. Con frecuencia de la perversidad

más escandalosa de los impíos sigue un avivamiento. Si los cristianos están hechos para sentir que no tienen

esperanza más que en Dios, y si aún les queda suficiente sentimiento para velar por el honor de Dios y la

salvación de las almas de los impenitentes, seguramente habrá un avivamiento. Que el infierno se desparrame

de fuego si quiere, y arroje tantos demonios como hay piedras en el pavimento, si sólo conduce a cristianos a

orar, no podrán obstruir un avivamiento. Que Satanás se alce en revuelta y que suene la trompeta tan fuerte

como le plazca, si los cristianos sólo se humillan y oran, pronto verán el brazo desnudo de Dios en un avivamiento

de religión. He sabido de instancias donde el avivamiento ha roto las filas del enemigo, casi tan repentino como

un rugido de trueno, y los ha dispersado--tomado a los mismos cabecillas como trofeos, y deshecho su banda

en un instante.

3. Un avivamiento puede esperarse cuando los cristianos tienen un espíritu de oración por él. Esto es, cuando

oran como si sus corazones estuvieran prestos para un avivamiento. A veces los cristianos no se ocupan de la

oración por un avivamiento, ni siquiera cuando están animados en la oración. Sus mentes están en algo más;

están orando por algo más--la salvación de los impíos o algo parecido--y no por un avivamiento entre ellos, pero

cuando sienten la falta de un avivamiento, oran por él; sienten por sus familias y por donde viven, oran por ellos

como si no pudieran negárseles. ¿Qué constituye un espíritu de oración? ¿Es acaso palabras cálidas y muchas

oraciones? No. La oración es el estado del corazón. El espíritu de oración es un estado de deseo y ansiedad

continuos de la mente por la salvación de los pecadores. Es algo que los aflige. Es lo mismo, en cuanto a la

filosofía de la mente se refiere, como cuando un hombre está ansioso por algún interés mundano. Un cristiano

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que tiene un espíritu de oración se siente ansioso por las almas. Es el tema de sus pensamientos todo el tiempo,

y lo hace ver y actuar como si tuviera una carga en su mente. Piensa en ellos de día, y sueña con ellos de noche.

Esto es propiamente orar sin cesar. Las oraciones del hombre parecen fluir desde su corazón como agua--"Oh

Jehová, aviva tu obra". A veces este sentimiento es muy profundo; las personas que se han postrado, que no se

pueden levantar o sentar. Puedo nombrar a hombres en ese estado, de temple de acero, que se levantan con

carácter elevado, que han sido molidos con dolor por el estado de los pecadores. Han de hecho sufrido dolores

de parto por el alma de los pecadores hasta que estaban tan impotentes como niños. El sentimiento no es

siempre tan grande como ese, pero tales cosas son mucho más comunes de lo que se supone. En los grandes

avivamientos de 1826 eran comunes. Esto por ningún motivo es entusiasmo. Esto es lo que Pablo sintió cuando

dice: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto". Supe de una persona en ese estado, que no

vivía sin oración. No podía descansar día ni noche, a menos de que alguien estuviera orando. Entonces se

quedaba tranquila, pero si cesaban, se estremecía en agonía hasta que hubiera de nuevo oración. Y esto siguió

por dos días, hasta que prevalecieron en oración, y su alma se tranquilizó. El dolor de parto del alma es esa

agonía profunda, que las personas sienten cuando se agarran de Dios para tal bendición y no lo dejan ir hasta

que la reciben. No quiero que se entienda que un espíritu de oración es esencial, que la preocupación sea tan

grande como esa. Pero este deseo esmerado, profundo y continuo por la salvación de los pecadores es lo que

constituye el espíritu de oración por un avivamiento. Es un avivamiento que se empieza en tanto este espíritu

de oración se extiende.

Cuando este sentimiento existe en la iglesia, a menos que el Espíritu sea ahuyentado al ser afligido por el pecado,

infaliblemente habrá un avivamiento de cristianos e involucrará las conversiones de los pecadores a Dios. Esta

ansia y congoja aumentan hasta que el avivamiento comienza. Un clérigo me contó de un avivamiento entre su

gente, el cual comenzó con una mujer fervorosa y devota en la iglesia. Se llenó de ansia por los pecadores y

estuvo orando por ellos, y oraba y su congoja aumentaba; finalmente acudió al ministro, habló con él, y le pidió

que hiciera una reunión ansiosa, pues sentía que se necesitaba una. El ministro le dio largas, pues no sentía

nada. A la semana siguiente volvió, y le pidió que hiciera una reunión ansiosa; sabía ella que alguien acudiría,

pues sintió como si Dios fuera a derramar su Espíritu. Le volvió a dar largas. Finalmente, ella le dijo "si no hace

la reunión ansiosa, moriré, porque ciertamente habrá un avivamiento". Al domingo siguiente él anunció la

reunión y dijo si había alguien que quisiera hablar con él sobre la salvación de sus almas, que los vería en la

tarde. No sabía de ninguno, pero cuando llegó al lugar, para su asombro vio a muchos ansiosos que querían

saber más. Ahora, ¿no creen que la mujer sabía que iba a haber un avivamiento? Llámenle como quieran, una

revelación nueva, una revelación antigua, o cualquier otra cosa. Yo digo que era el Espíritu de Dios que enseñó

a esa mujer de oración que iba a haber un avivamiento. "El secreto de Jehová" era para ella, y ella lo sabía. Sabía

que Dios había estado en su corazón y lo llenó tanto que no lo podía contener más.

A veces los ministros han tenido esta congoja sobre sus congregaciones, de modo que sienten como si no

pudieran vivir si no ven un avivamiento. A veces los ancianos y diáconos, o miembros comunes de la iglesia,

hombres o mujeres, tienen el espíritu de oración por un avivamiento de religión, a fin de que se agarren y

prevalezcan con Dios hasta que derrame su Espíritu. El primer rayo de luz que irrumpió en la medianoche que

descansó sobre las iglesias en Oneida, en el otoño de 1825, fue de una mujer de salud débil, quien creo yo,

nunca había estado en un avivamiento poderoso. Su alma se afligía por los pecadores. Estaba en agonía por la

región. No sabía que la aquejaba, pero oraba más y más hasta que pareció como si la agonía destruyera todo su

cuerpo. Por fin se llenó de gozo, y exclamó: "¡Dios ha llegado! ¡Dios ha llegado! No hay equivocación, la obra ha

comenzado, y está sobre la región". Y ciertamente, la obra comenzó, y casi toda su familia se convirtió, la obra

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se propagó por casi toda esa parte de la comarca. Ahora, ¿creen que esa mujer fue engañada? Les digo que no.

Sabía que había prevalecido con Dios en oración. Había tenido dolores de parto por las almas, y lo sabía. Esto

no fue la única instancia, por muchas, que conocí en esa región.

Generalmente, hay pocos observantes de religión que saben algo sobre este espíritu de oración que prevalece

con Dios. Me he quedado pasmado al ver tales relatos como tan seguido se publican, como si el avivamiento

hubiera llegado sin ninguna causa--nadie supo de dónde ni por qué. A veces he preguntado sobre esos casos;

cuando se me ha informado que nadie sabe nada al respecto hasta que un domingo ellos ven el rostro de la

congregación que Dios está ahí, o que ven el avivamiento en el salón de conferencias, o en la reunión de oración,

y quedan perplejos ante la soberanía misteriosa de Dios, en traer un avivamiento sin ninguna conexión aparente

con los medios. Ahora fíjense. Vayan y pregunten entre los miembros desapercibidos de la iglesia, y se darán

cuentan que alguien ha estado orando por un avivamiento, y lo estaba esperando--algún hombre o mujer ha

estado agonizando en oración por la salvación de los pecadores, hasta que alcanza la bendición. Pueden estar

dormidos el ministro y el cuerpo de la iglesia, y repentinamente se despiertan, como un hombre justo que se

frota los ojos para abrirlos, y que corre por todos lados en el cuarto tirando cosas, y preguntándose de dónde

viene todo ese entusiasmo, pero, aunque pocos lo saben, pueden estar seguros de que ha habido alguien en la

torre del vigía; constante en oración hasta que llega la bendición. Generalmente un avivamiento es más o menos

extensivo, como hay personas más o menos que tienen el espíritu de oración. Pero no dedicaré más tiempo a

ese tema, pues viene el tema de la oración en este curso de conferencias.

4. Otra señal de que un avivamiento puede esperarse es cuando la atención de los ministros está especialmente

dirigida a ese objetivo en particular, y cuando se centra en la predicación y demás esfuerzos y particularmente

en la conversión de los pecadores. La mayoría de las veces las labores de los ministros, parecieran, están

dirigidas a otros objetivos. Parecen predicar y trabajar sin ningún plan en particular para efectuar la conversión

inmediata de los pecadores. Y entonces no se necesita esperar que haya un avivamiento bajo su predicación.

Nunca habrá un avivamiento hasta que alguien se esfuerce para ese fin. Pero cuando la atención de un ministro

está dirigida al estado de las familias en su congregación, y su corazón está lleno de sentimiento por un

avivamiento, y cuando pone sus esfuerzos apropiados para ese fin, entonces ustedes podrán prepararse para

esperar un avivamiento. Como expliqué la semana pasada, la conexión entre el uso correcto de los medios para

un avivamiento, y un avivamiento, es tan filosóficamente seguro como entre el uso correcto de los medios para

levantar semilla, y un cultivo de trigo. Creo, de hecho, que es más seguro, y hay pocas instancias de fracaso. El

efecto es más seguro que siga. La importancia primordial de las cosas espirituales hace que sea razonable que

deba ser así. Tómese la Biblia, la naturaleza del caso, y la historia de la iglesia toda junta, y encontrarán muy

pocos fracasos en el uso de los medios para un avivamiento, que en agricultura, o cualquier otra ocupación del

mundo. En las ocupaciones del mundo a veces hay casos donde las causas opuestas acaban con todo lo que el

hombre puede hacer. En levantar la semilla, por ejemplo, hay casos en que están más allá del control del

hombre, tales como sequía, crudo invierno, plagas, y demás. Así en la labor de promover un avivamiento, puede

haber cosas que ocurran para frustrarlo, algo u otra alteración para desviar la atención pública de la religión,

que puede desanimar cada esfuerzo. Pero creo que hay menos casos en el mundo moral que en el natural. Rara

vez he visto a un individuo fallar, cuando utiliza los medios para promover un avivamiento con denuedo, en la

manera señalada en la palabra de Dios. Creo que un hombre puede entrar en la obra de promover un

avivamiento, con una expectativa tan razonable de éxito, con la misma expectativa, como del agricultor que

tiene un cultivo cuando planta su semilla. A veces he visto esto intentarse y tener éxito bajo las circunstancias

más ominosas que se puedan concebir.

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El gran avivamiento de Rochester empezó bajo las circunstancias más desventajosas que uno se pueda imaginar.

Parecía como si Satanás hubiera interpuesto cada obstáculo para un avivamiento. Tres iglesias tenían

diferencias; una no tenía ministro; otra estaba dividida y a punto de despedir a su ministro. Un anciano de la

tercera iglesia presbiteriana había sido culpado de conducta poco cristiana contra el pastor de la primera iglesia,

e iban a tener un juicio en el presbiterio. Luego de que la obra empezó, una de las cosas era la gran piedra que

la iglesia puso, y creó pánico. Entonces una de las iglesias prosiguió y despidió a su ministro en medio de esto.

Otra iglesia casi se resquebraja. Muchas otras cosas ocurrieron, de modo que parecía como si el diablo estuviera

determinado en desviar la atención pública del asunto de la religión. Pero había unos casos excepcionales del

espíritu de oración que nos aseguraban que Dios estaba ahí, y al continuar Satanás se oponía más, el Espíritu

del Señor levantó la bandera cada vez más alta hasta que finalmente la ola de salvación pegó en el lugar.

5. Un avivamiento puede esperarse cuando los cristianos empiezan a confesar sus pecados los unos con los

otros. En otras ocasiones, confiesan de manera general, como si se esforzaran a medias. Pueden hacerlo con

lenguaje elocuente, pero no quiere decir nada. Pero cuando hay un derrumbamiento ingenioso, y

derramamiento de corazón en hacer confesión de los pecados de ellos, el dique se rompe y la salvación fluye

por todo el lugar.

6. Un avivamiento puede esperarse cuando los cristianos se encuentran dispuestos a hacer el sacrificio necesario

para realizarlo. Deben estar dispuestos a sacrificar sus sentimientos, negocios, su tiempo, para ayudar a poner

en marcha la obra. Los ministros deben estar dispuestos a esforzase y arriesgar su salud y vida. Deben estar

dispuestos a ofender al impenitente mediante un trato claro y fiel, y quizá ofender a muchos miembros de la

iglesia quienes no sigan con la obra. Deben tener una postura decisiva con el avivamiento sin importar las

consecuencias. Deben estar preparados para continuar la obra, aunque deban perder los afectos de todo

impenitente, y de toda la parte fría de la iglesia. El ministro debe estar preparado, si es la voluntad de Dios, de

ser sacado del lugar. Debe estar determinado a ser directo y dejar todo el evento con Dios.

Supe de un ministro que tenía a un joven trabajando con él en un avivamiento. El joven predicaba con bastante

sencillez y a los perversos no les caía bien él. Decían: "Nos cae bien nuestro ministro y quisiéramos que nos

predicara". Finalmente hablaron tanto que el ministro le dijo al joven, "Señor tal y tal, eso nos da tanto a mi

apoyo y dice tal y tal. El señor A lo dice, y el señor B lo dice. Yo creo que debemos romper nuestra sociedad si

usted continúa predicando, y yo creo que es mejor que no predique más". El joven se fue, y el Espíritu de Dios

de inmediato se retiró del lugar, y el avivamiento quedó inconcluso. El ministro, al ceder a los deseos malvados

de los perversos, lo alejó. Tenía miedo que el diablo lo alejara de su gente, y al complacer al diablo, ofendió a

Dios. Y Dios acomodó los eventos de tal modo que al poco tiempo tuvo que dejar a su gente después de todo.

Se encargó de estar entre el diablo y Dios, y Dios lo despachó.

La gente también debe estar dispuesta a tener un avivamiento, que el sacrificio sea el que deba ser. No les

servirá decir: "Estamos dispuestos a asistir a tantas reuniones, pero no a todas". O, "estamos dispuestos a tener

un avivamiento si no interfiere con nuestros asuntos de negocios o nos impide ganar dinero". Les digo que tales

personas nunca tendrán un avivamiento, hasta que estén dispuestas a hacer lo que sea y sacrificar lo que sea,

lo que Dios les indique para cumplir con su deber. Los comerciantes cristianos deben estar dispuestos a cerrar

sus tiendas por seis meses si es necesario para realizar un avivamiento. No quiero decir que se deba hacer, o

que sea ese el deber. Pero si debe haber un estado tal de sentimiento como para requerirlo, entonces debe ser

nuestro deber, y deben estar dispuestos a cumplirlo. Deben estar dispuestos a cumplirlo si Dios llama, y

fácilmente puede incendiar las tiendas si no lo cumplen. De hecho, no debo lamentarme al ver un avivamiento

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en Nueva York, como para hacer que cada comerciante en la ciudad cierre sus tiendas hasta la primavera, y

decir que ha vendido suficientes productos, y ahora daría todo su tiempo para llevar a los pecadores a Cristo.

7. Un avivamiento puede esperarse cuando los ministros y observantes están dispuestos a que Dios lo promueva

mediante los instrumentos que quiera. A veces los ministros no están dispuestos a tener un avivamiento si no

tienen la administración, o si su agencia no pueda ser obvia para promoverlo. Quisieran prescribir a Dios en lo

que dirigirá y bendecirá, y lo que los hombres propongan. No tendrán nuevas medidas. No pueden tener nada

de esa predicación con una luz nueva, o de estos nuevos evangelistas que van por el país predicando. Tienen

mucho qué decir acerca de la soberanía de Dios, y que él tendrá avivamientos a su manera y tiempo. Pero

entonces tiene él que escoger para tenerlo a la manera de ellos, o ellos no harán nada. Tales hombres se

duermen hasta que son despertados por la trompeta del juicio, sin un avivamiento a menos que estén

dispuestos a que Dios venga a su manera--si no están dispuestos a tener lo que sea o emplear a cualquiera que

haga el mejor bien.

8. Estrictamente debo decir que cuando las cosas acabadas de mencionar ocurren, un avivamiento, hasta el

mismo grado, ya existe. En realidad, un avivamiento debe esperarse cuando se necesite. Si necesitamos ser

avivados es nuestro deber ser avivados. Si es el deber, es posible, y debemos alistarnos para avivarnos nosotros

mismos, y, depender de la promesa de Cristo que está con nosotros para hacer discípulos siempre y en todo

lugar, debemos trabajar para avivar a cristianos y convertir pecadores, con la expectativa confiable de éxito. Por

tanto, cuando la iglesia necesite avivamiento, debe y puede ser avivada y ver a los pecadores convertirse a

Cristo. Cuando esas cosas se ven que se acaban de mencionar en los encabezados, que los cristianos y ministros

sean motivados y a saber que una buena obra ya ha empezado. Que continúe.

OBSERVACIONES

1. Hermanos, pueden ver por nuestro tema, si necesitan o no un avivamiento aquí, en esta iglesia, y en esta

ciudad; y si van tener o no uno. Los ancianos de la iglesia, hombres, mujeres, y cualesquiera de ustedes, y todos

ustedes, ¿qué dicen? ¿Necesitan un avivamiento aquí? ¿Esperan tener uno? ¿Tienen alguna razón para esperar

uno? No tienen que nublarse al respecto, pues saben, o pueden saber si quieren, si tienen alguna razón para

buscar un avivamiento aquí.

2. Verán por qué no tienen un avivamiento. No es sólo porque no quieran uno, porque no están orando por

uno, ni porque estén ansiosos por uno, ni haciendo ningún esfuerzo por uno. Apelo a sus conciencias. ¿Están

esforzándose ahora para promover un avivamiento? Ustedes saben, hermanos, la verdad al respecto. Se

levantarán y dirán que se han esforzado por un avivamiento y han estado desilusionados, que han clamado a

Dios "¿volverás darnos vida? ¿Acaso no lo hará Dios?

3. ¿Acaso no desean un avivamiento? ¿Acaso no tendrán uno? Si Dios les preguntara en este momento con voz

audible desde el cielo, "¿quieren un avivamiento?" ¿Se atreverían a decir que sí? ¿Estarían dispuestos a hacer

los sacrificios? ¿Responderían, "Sí"?, "¿cuándo empieza?" ¿Responderían, "que empiece esta noche, que

empiece aquí, que en mi corazón empiece AHORA?" ¿Se atreverían a decírselo a Dios, si oyeren su voz esta

noche?

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LECCIÓN III

¿CÓMO PROMOVER UN AVIVAMIENTO?

TEXTO. -- Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros

barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia. -- Oseas 10: 12.

Los judíos eran una nación de gente de campo, y por tanto es común en las escrituras referirse a ilustraciones

relacionadas con su ocupación y escenas con las que los agricultores y pastores están familiarizados. El profeta

Oseas se dirige a ellos como una nación apóstata y los reprende por su idolatría, y los amenaza con los juicios

de Dios. Les he mostrado en mi primera conferencia lo que no es avivamiento y lo que es--y sus agencias que se

emplean en promocionarlo; y en la segunda cuándo se necesita--su importancia--y cuándo puede esperarse. Mi

plan en esta conferencia es mostrar:

¿CÓMO UN AVIVAMIENTO VA A PROMOVERSE?

Un avivamiento consiste en dos partes; en lo que se refiere a la iglesia, y en lo que se refiere a los impíos. Hablaré

esta noche de un avivamiento en la iglesia. Hay tierra arada que se labró alguna vez, pero que ahora está

devastada y necesita barbecharse y ablandarse antes de que esté lista para recibir la semilla. Mostraré en lo que

respecta al avivamiento en la iglesia:

I. LO QUE ES BARBECHAR EN EL SENTIDO DEL TEXTO.

II. CÓMO SE REALIZA.

I. ¿QUÉ ES BARBECHAR O HACER BARBECHO?

Barbechar es labrar sus corazones--preparar sus mentes para dar fruto para Dios. La mente del hombre es con

frecuencia comparada en la Biblia con el suelo de tierra, y la palabra de Dios para sembrar en él, y el fruto

representa las acciones y afectos de aquellos que lo reciben. Barbechar, por tanto, es llevar a la mente a ese

estado, que está listo para recibir la palabra de Dios. A veces los corazones se apelmazan duramente y se secan,

y se vuelven desolados, que no se obtiene fruto hasta que se barbecha y se ablanda, está listo para recibir la

palabra de Dios. El profeta llama barbechar al ablandamiento del corazón para hacer sentir la verdad.

II. ¿CÓMO SE BARBECHA?

1. No es por ningún esfuerzo directo para sentir. La gente comete un error en este tema, de hacer las leyes de

la mente el objeto de pensamiento. Hay grandes errores en este tema de las leyes que gobiernan la mente. La

gente habla de sentimiento religioso, como si pensaran que pudieran, por esfuerzo directo, provocar un afecto

religioso. Pero así no actúa la mente. Ningún hombre puede hacer sentirse de esa forma, meramente por tratar

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de sentir. Los sentimientos de la mente no están directamente bajo nuestro control. No podemos al querer, o

por volición directa, provocar nuestros sentimientos. De una vez mejor pensemos en evocar a los espíritus del

abismo. Son puramente estados involuntarios de la mente. Existen natural y necesariamente en la mente bajo

ciertas circunstancias calculadas para incitarlos. Pero pueden controlarse indirectamente. De otro modo no

habría ningún carácter moral en nuestros sentimientos, si no hubiese una manera de controlarlos. No podemos

decir: "ahora sentiré así y asado hacia tal objeto". Pero podemos ordenar nuestra atención a eso, y verlo

resueltamente, hasta que surjan los afectos involuntarios. Que un hombre lejos de su familia, la traiga a su

mente, y ¿acaso no sentirá? Pero no es decirse a sí mismo "ahora sentiré profundamente por mi familia". Un

hombre puede dirigir su atención hacia cualquier objeto, sobre el cual deba sentir y desear sentir, y en esa

manera llevará a la existencia las emociones apropiadas. Que un hombre evoque a su enemigo en su mente y

surgirá su sentimiento de enemistad. Si un hombre piensa en Dios, y fija su mente en cualquiera de las partes

del carácter de Dios, sentirá--saldrán las emociones, por las leyes de su mente. Si es un amigo de Dios, que

contempla Dios como un ser de gracia y santidad, tendrá emociones de amistad encendidas en su mente. Si es

un enemigo de Dios, déjese que sólo obtenga el verdadero carácter de Dios en su mente, lo vea, y fije su atención

en él, y su enemistad surgirá contra Dios, o se quebrantará y le dará su corazón.

Si ustedes desean barbechar la tierra de sus corazones, y hacer sus mentes que sientan sobre el tema de religión,

deben trabajar, así como lo harían para sentir sobre cualquier otro tema. En vez de mantener sus pensamientos

en cualquier otra cosa, y luego imaginar que por ir a unas cuantas reuniones tendrán los sentimientos enlistados,

irán por el camino del sentido común para trabajar, como irían sobre cualquier otro tema. Es tan fácil hacer a

las mentes sentir sobre el tema de religión como es en cualquier otro tema. Dios ha puesto esos estados de la

mente bajo el control de ustedes. Si las personas fuesen poco filosóficas acerca de mover sus miembros, como

lo son para regular sus emociones, nunca llegarían a la reunión de esta noche aquí.

Si quieren barbechar la tierra de sus corazones, empiecen con ver sus corazones--examinar y observar el estado

de sus mentes, y vean dónde están. Parece que muchos nunca piensan sobre eso. No ponen atención a sus

propios corazones, y nunca saben si van bien o no en la religión--si están ganando terreno o retrocediendo--si

son fructíferos o páramos como la tierra sin barbechar. Deben quitar su atención de otras cosas y evaluar.

Encárguense de eso. No se apresuren. Examinen cuidadosamente el estado de sus corazones y vean dónde

están--si están caminando con Dios todos los días o caminando con el diablo--si están sirviendo a Dios o

sirviendo al diablo más--si están bajo el dominio del príncipe de la oscuridad o del Señor Jesucristo.

Para hacer todo eso, deben ponerse a trabajar para considerar sus pecados. Deben examinarse a sí mismos. Y

por esto no quiero decir que deben detenerse y mirar directamente adentro para ver cuál es el estado presente

de sus sentimientos. Esto es la forma de poner un alto a todo sentimiento. Esto es tan absurdo como sería que

un hombre cerrara sus ojos a la lámpara, y tratara de ver hacia adentro para averiguar si hay una imagen

dibujada en la retina. El hombre se quejaría de que no vería nada. ¿Y por qué? Porque ha quitado sus ojos de

los objetos a la vista. La verdad es que nuestros sentimientos morales son tanto un objeto de la conciencia como

nuestras sensaciones. Y la manera de incitar es actuando y utilizando nuestras mentes. Entonces podemos

decirle a nuestros sentimientos morales por la conciencia, así como podría decirle a mis sentimientos naturales

por la conciencia, si pongo mi mano en el fuego.

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El examinarse a uno mismo consiste en ver su vida, considerar sus acciones, evocar el pasado, y aprender el

verdadero carácter de ese pasado. Ver hacia atrás en la historia pasada de uno mismo. Tomar los pecados

individuales, uno por uno, y verlos. No quiero decir que se eche un vistazo a la vida pasada, y se vea que estaba

llena de pecado, y luego que vaya uno con Dios y haga algo como una confesión general y pida perdón. No es la

manera. Deben ustedes tomar uno por uno. Sería bueno que tuvieran papel y pluma, y al estar repasándolos,

escribirlos conforme vengan a la mente. Vean uno por uno, así como un comerciante repasa sus libros; conforme

el pecado venga a la memoria de ustedes, añádanlo a la lista. Las confesiones generales nunca servirán. Los

pecados de ustedes fueron cometidos uno por uno, y tanto como puedan recordarlos, deben ser revisados y

arrepentirse de cada uno. Ahora empiecen; tomen primero los que son común pero impropiamente llamados:

PECADOS DE OMISIÓN

1. Ingratitud. Tomen este pecado, por ejemplo, y escriban abajo de él todas las instancias que recuerden donde

recibieron favores de Dios, por los que nunca fueron agradecidos. ¿Cuántos casos recuerdan? Algún acto

providencial increíble, algún giro maravilloso de eventos, que los salvó de la ruina. Pongan esas instancias de la

bondad de Dios ante ustedes cuando estaban en pecado antes de su conversión, por las que nunca han sido

agradecidos. Luego las misericordias de Dios en las circunstancias de la conversión de ustedes por las que nunca

han sido agradecidos. Las numerosas misericordias que han recibido desde entonces. ¡Qué tan largo es el

catálogo de circunstancias, donde la ingratitud es tan negra que son ustedes forzados a esconder sus rostros en

confesión! Ahora arrodíllense y confiésenlos uno por uno a Dios y pidan perdón. El mismo acto de la confesión,

por las leyes de la sugerencia, hará que vengan otros a la memoria. Anótenlos. Repásenlos tres o cuatro veces

de esa manera, y encontrarán un cúmulo sorprendente de misericordias por las que nunca han sido agradecidos

con Dios. Entonces tomen otro pecado. Que sea...

2. Carencia de amor a Dios. Escriban y repasen todas las instancias que puedan recordar cuando no dieron al

Dios bendito su amor sincero que debían.

Piensen cuán doloroso y alarmante sería si descubrieran cualquier afecto débil para ustedes de su esposa,

esposo, o hijos, si vieran a alguien engrosando sus corazones, pensamientos y tiempo. Quizá en ese caso mejor

casi morirían con un celo justo y virtuoso. Ahora, Dios se llama él mismo un Dios celoso; ¿acaso ustedes no han

dado su corazón a otros amores, jugado a la ramera, y lo han ofendido infinitamente a él?

3. Descuido de la Biblia. Pongan los casos cuando por días, quizás semanas, o incluso meses, no tuvieron el gusto

por la palabra de Dios. Quizá no leyeron un capítulo, o si lo leyeron, fue de una forma que fuera desagradable a

Dios. Mucha gente lee un capítulo entero de una forma que, si fuesen puestos bajos juramento cuando lo

hicieron, no podrían decir lo que habían estado leyendo. Con tan poca atención leen que no pueden recordar

dónde leyeron desde la mañana hasta el atardecer a menos que pongan un cordón de separador o doblen la

página. Esto demuestra que no dispusieron en su corazón lo que leyeron, que no fue un tema de reflexión. Si

estuvieran leyendo una novela, o cualquier pieza de inteligencia que les interesara grandemente, ¿acaso no se

acordarían de lo último que leyeron? Y el hecho de que doblen una hoja o pongan un cordón de separador,

demuestra que leen más bien como tarea que por amor o reverencia a la palabra de Dios. La palabra de Dios es

la regla del deber de ustedes. ¿Acaso tienen poca consideración a ella como para no recordar lo que leyeron? Si

así es, con razón viven a la deriva y su religión es un fracaso miserable.

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4. Incredulidad. Las instancias por las que han virtualmente acusado de mentira al Dios de verdad, por la

incredulidad de ustedes de las promesas y declaraciones expresas de Dios. Dios ha prometido dar el Espíritu

Santo a quien se lo pida. Ahora, ¿lo creen? ¿Han esperado que responda? ¿Acaso no han dicho virtualmente en

sus corazones, cuando oraron por el Espíritu Santo, "no creo que lo recibiré"? Si no han creído o esperado que

deben recibir la bendición, que Dios expresamente prometió, lo han acusado de mentira.

5. Descuido de oración. Las veces cuando omitieron oración en secreto, oración, familiar, y reuniones de oración,

u oraron de la manera lastimosa para ofender a Dios, que han descuidado la oración.

6. Descuido de los medios de la gracia. Cuando han sufrido excusas triviales para prevenir la asistencia de

ustedes a reuniones, han descuidado y derramado desdén sobre los medios de la salvación, meramente de

antipatía de los deberes espirituales.

7. La manera en que han realizado esos deberes--falta de sentimiento--falta de fe--una forma de pensar en pos

del mundo--para que las palabras no fueran nada más que un mero parloteo de un desdichado, que no mereció

que Dios debiera importarle él en lo más mínimo. Cuando uno ha caído de rodillas, y dicho sus oraciones, de

una manera sin sentimiento y descuidada, que si hubiese sido puesto bajo juramento cinco minutos luego de

salir de su lugar de oración, no hubiera podido decir de qué estaban orando.

8. La falta de amor por parte de ustedes hacia las almas de sus semejantes. Vean a sus amigos y relaciones, y

recuerden la poca compasión que han sentido por ellos. Han estado de pie sin hacer nada y los han visto irse

derecho al infierno como si no les importara si eso pasara. ¿Cuántos días no ha habido en los que no hicieron la

condición de ellos el tema de una sola oración ferviente, o incluso un deseo ardiente por su salvación?

9. La falta de preocupación por los impíos. Quizá no se han preocupado bastante por ellos para intentar saber

de su condición; quizá ni siquiera han tomado un periódico misionero. Analicen y dense cuenta cuánto les apura

realmente los impíos, y pongan honestamente por escrito la cantidad de sentimientos hacia ellos y su deseo por

la salvación de ellos. Midan su deseo por la salvación de ellos mediante la negación de ustedes mismos que

practican, de dar de su bolsillo para enviarles el evangelio. ¿Niegan incluso las superfluidades dañinas de la vida,

como el té, café y tabaco? ¿Acaso bajan el nivel de su estilo de vida y realmente se sujetan a cualquier

inconveniencia para salvarlos? ¿Acaso oran diariamente por ellos? ¿Asisten regularmente al evento mensual?

¿Están mes con mes para poner algo en el erario del Señor cuando van a orar? Si no están haciendo estas cosas,

y si su alma no agoniza por los pobres impíos sumidos en la oscuridad, ¿por qué son hipócritas como para fingir

ser cristianos? ¡El cristianismo que ustedes profesan es un insulto a Jesucristo!

10. Descuido de sus deberes familiares. ¿Cómo han vivido ante ellos? ¿Cómo han orado? ¿Qué ejemplo han

puesto ante ellos? ¿Qué esfuerzos directos habitualmente hacen para el bien espiritual de ellos? ¿Qué deber no

han descuidado?

11. Descuido de deberes sociales.

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12. Descuido de observancia de su propia vida. Instancia en las que han apresurado sus deberes privados y no

se han corregido, ni honestamente han arreglado las cuentas con Dios. Donde han completamente descuidado

observar su conducta, y han bajado la guardia, y han pecado ante el mundo, y ante la iglesia y ante Dios.

13. Descuido de ver por sus hermanos. ¡Cuán a menudo han roto el pacto de que cuidarían de ellos en el Señor!

¡Qué poco saben o les importa el estado de las almas de ellos! ¿Qué han hecho ustedes para relacionarse con

ellos? ¿Por cuántos de ellos se han interesado para saber su estado espiritual? Vayan a la lista y si encuentran

donde ha habido descuido, escríbanlo. ¿Cuántas veces han visto a su hermano enfriarse en la religión y no le

han hablado al respecto? Los han visto que empiezan a descuidar un deber tras otro, y no los reprenden como

a un hermano. Los han visto caer en pecado y los han dejado ir. Y sin embargo fingen amarlos. ¡Qué hipócritas!

¿Estarían tranquilos viendo al cónyuge o hijos de ustedes caer en desgracia o en el fuego? No, no lo estarían.

¿Qué piensan de ustedes mismos entonces fingiendo amar a cristianos y amar a Cristo, mientras los ven caer en

desgracia y no les dicen nada?

14. Descuido de la negación de uno mismo. Hay muchos profesantes que están dispuestos a hacer casi todo en

la religión que no requiere negación de uno mismo. Pero cuando se les llama a hacer cualquier cosa que requiere

negarse a sí mismos, ¡ah!, es demasiado. Creen que están haciendo gran cosa por Dios, y haciendo tanto como

para preguntar si están sólo haciendo lo que pueden hacer o no hacer, pero no están dispuestos a negarse a sí

mismos a cualquier comodidad o conveniencia por causa de servir al Señor. No sufrirán voluntariamente el

reproche por el nombre de Cristo. Ni negarán a sí mismos los lujos de la vida para salvar al mundo del infierno.

Tan alejados están de recordar que la negación de uno mismo es una condición de discipulado que no saben

qué es la negación de uno mismo. Nunca en realidad se han negado ellos mismos una cinta o alfiler por Cristo y

el evangelio. Ah, ¡cuán pronto tales profesantes estarán en el infierno! Algunos están dando de su abundancia,

y están dando mucho, y están listos para quejarse que otros no dan más; cuando, en realidad, no dan nada que

necesitan, y nada que pudieran disfrutar, si lo guardan. Sólo dan el sobrante de su riqueza; y quizás esa mujer

pobre, que da doce céntimos y medio en un evento mensual, ha ejercido más la negación de sí misma que los

que dan miles.

De éstos ahora paso a:

PECADOS DE COMISIÓN

1. Inclinación hacia el mundo. ¿Cuál ha sido el estado de su corazón referente a sus posesiones mundanas? ¿Las

ven como realmente suyas--como si tuvieran el derecho de disponer de ellas como suyas según su propia

voluntad? Si lo han hecho, escríbanlo. Si han amado las posesiones e ido en pos de ellas por su propia causa, o

han gratificado el deseo desmedido o la ambición, o un espíritu mundano, o acumulándolas para sus familias,

han pecado y deben arrepentirse.

2. Orgullo. Recuerden todas las instancias que puedan en las que hayan detectado ustedes mismos ejercer

orgullo. La vanidad es una forma particular de orgullo. ¿Cuántas veces han detectado ustedes mismos que

consultan la vanidad sobre su forma de vestir y apariencia? ¿Cuántas veces han pensado y tomádose las

molestias, y pasado más tiempo adornando su cuerpo para ir a la iglesia de lo que han preparado su mente para

el culto a Dios? Han ido a la casa del Señor importándoles más cómo se ven externamente a la vista de los

mortales en vez de como está su alma a la vista de Dios quien escudriña el corazón. ¿Se han de hecho aprestado

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para ser alabados por los hombres en vez de prepararse ustedes mismos para alabar a Dios? Han llegado para

dividir el culto de la casa de Dios, para desviar la atención de la gente de Dios para que vean la bonita apariencia

de ustedes. Es en vano fingir ahora el que no les importa que la gente los vea. Sean honestos al respecto. ¿Se

tomarían todas estas molestias de su apariencia si todos fuesen ciegos?

3. Envidia. Vean los casos en los que tuvieron envidia de quienes pensaban que estaban arriba de ustedes en

cualquier aspecto. O quizás tuvieron envidia de aquellos que eran más talentosos o más útiles que ustedes.

¿Acaso no han envidiado a algunos que les ha molestado oír que los reconozcan? ¿Ha sido más grato para

ustedes habitar en las faltas de ellos que en las virtudes de ellos, los fracasos de ellos que su éxito? Sean

honestos con ustedes mismos, y si han albergado ese espíritu del infierno, arrepiéntanse profundamente

delante de Dios, o nunca los perdonará.

4. Censura. Instancias en las que hayan tenido un espíritu de amargura y hablado de cristianos de una forma

enteramente carente de caridad y amor--caridad que les requiere siempre esperar lo mejor que el caso admita,

ser constructivo en cualquier conducta ambigua.

5. Murmuración. Las veces que han hablado de las faltas de la gente a sus espaldas, reales o supuestas, de

miembros de la iglesia o de otros, innecesariamente o sin buena razón. Esto es murmuración. No necesitan

mentir para ser culpables de murmuración--es murmuración decir la verdad con el afán de injuriar.

6. Frivolidad. ¿Qué tan a menudo han hablado frivolidad delante de Dios, como si no se hubieran atrevido a

hacerlo en la presencia de un soberano terrenal? Han sido ateos, o se han olvidado de que hay un Dios, o han

tenido poco respeto hacia él y su presencia del que tendrían por un juez terrenal.

7. Mentir. Entiendan lo que es mentir. Mentir es cualquier cosa maquinada por una razón egoísta. Si urden dar

una impresión contraria a la pura verdad, mienten. Anoten todos los casos que recuerden. No les pongan un

nombre suave. Dios las llama MENTIRAS y les imputa MENTIRA y es mejor que hagan correctamente la

imputación.

Cuántas falsedades incontables son perpetuadas todos los días en los asuntos e interacciones sociales, por

palabras, miradas y acciones--diseñadas para dar la impresión de otros contraria a la verdad por razones

egoístas.

8. Timar. Pongan todos los casos en los que han tratado con un individuo y le han hecho lo que no les gustaría

que les hicieran. Eso es timar. Dios ha puesto la regla: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres

hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Esa es la regla; y ahora si no la han aplicado, ustedes

son unos tramposos. Consideren, la regla no es que ustedes deban hacer lo que quizá esperan razonablemente

de ellos que les hagan. Esa sería una regla en la que admitieran cada grado de perversidad. Es HACED con ellos

lo que harían ustedes con ustedes.

9. Hipocresía. Por ejemplo, en sus oraciones y confesiones a Dios. Anoten las instancias en las que hayan orado

por cosas que realmente no quieren. Y la evidencia es que cuando hicieron oración, no podrían saber por lo que

habían orado. ¿Cuántas veces han confesado pecados que no tenían la intención de romper, y cuándo no habían

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tenido un propósito solemne de no repetirlo? Sí, han confesado pecados cuando sabían cuánto esperaban

ustedes tanto ir y repetirlos como esperaban vivir.

10. Robar a Dios. Instancias en las que han malgastado su tiempo, y derrochado horas que Dios les dio para

servirle y salvar almas, en entretenimientos vanos o conversaciones fútiles, lectura de novelas, o sin hacer nada;

casos donde emplearon equivocadamente sus talentos y poderes de la mente; donde han derrochado el dinero

en sus placeres, o lo han gastado en cosas que no necesitan, y que ni contribuyen a su salud, confort o utilidad.

Quizás algunos de ustedes que están aquí esta noche han dispuesto del dinero de Dios para TABACO, sin

mencionar el ron, pues supongo que no hay ningún profesante de religión aquí está noche que tome ron. Espero

que no haya nadie que use ese veneno asqueroso, el tabaco. ¡Imagínense un profesante de religión que usa el

dinero de Dios para envenenarse con tabaco!

11. Mal temperamento. Quizá han maltratado a su cónyuge, o sus hijos, o familia, o sirvientes, o vecinos.

Escríbanlo todo.

12. Impedir que otros sean útiles. Quizá han debilitado la influencia de otros por insinuaciones contra ellos. No

sólo le han robado a Dios de los talentos de ustedes, sino también atado las manos de alguien más. ¡Qué siervo

perverso es aquel que es ocioso y obstaculiza a los demás! Esto ocurre a veces al destruir la confianza cristiana

en ellos. De ese modo han jugado en las manos de Satanás y no sólo han mostrado ustedes mismos que son

unos vagabundos ociosos, sino también que han prevenido a otros que trabajen.

Si han cometido una falta contra alguien, y ese alguien está dentro de su alcance, vayan y confiésenlo

inmediatamente, y saquen eso del camino. Si el individuo que han lastimado está lejos para que vayan a verlo,

siéntanse y escríbanle una carta, confiesen el agravio, paguen el envío, o de otra manera sólo harán que el

asunto empeore. Añadirán al agravio anterior al hacer que se pague el correo. Ese hombre que escriba la carta

por su cuenta, y la mande sin pagar el correo, es deshonesto y le ha hecho trampa. Y si hace trampa por una

moneda, cuando la tentación es tan pequeña, ¿qué no hará cuando la tentación sea mayor si tuviera el

prospecto de impunidad? Si han defraudado a alguien, manden el dinero de la cuenta total y el interés.

Analicen minuciosamente esto. Háganlo y no lo pospongan. Eso sólo hará que las cosas empeoren. Confiesen a

Dios esos pecados que han cometido contra él, y esos pecados que han cometido contra el hombre. No piensen

desviarse para pasar de lado las piedras de tropiezo. Tómenlas para quitarlas del paso. Al barbechar la tierra,

deben quitar toda obstrucción. Pueden quedar cosas que creen pequeñas, y pueden preguntarse por qué no

sienten como desearían en la religión, cuando la razón es que su mente carnal y orgullosa ha cubierto algo que

les requiere Dios confesar y quitar. Barbechen la tierra. No descuiden ningún surco como diría un agricultor; no

se vayan de lado por las pequeñas dificultades; pasen el arado directamente por ellas con profundidad y

levanten toda la tierra para que esté blanda y apta para recibir la semilla y llevar fruto por cientos.

Cuando hayan ido a toda la historia de esa manera, minuciosamente, si quieren, vayan a la tierra por segunda

vez, y denle atención seria y cuidadosa, encontrarán que las cosas que han anotado sugieren otras cosas de las

cuales han sido culpables, conectadas a ellas, o cerca de ellas. Entonces, repásenlas una tercera vez y recordarán

otras cosas conectadas con esas. Y verán al final que pueden recordar una cantidad de su historia, y acciones

particulares, incluso en esta vida, que no pensaron que deberían recordar en la eternidad. A menos que tomen

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sus pecados de esta forma, y los consideren detalladamente, uno por uno, no podrán formar una idea de la

cantidad de sus pecados. Deben repasarlos tan minuciosa como cuidadosa y solemnemente como lo harían si

fueran a prepararse para el juicio.

Mientras van al catálogo de sus pecados, asegúrense de tomar la resolución sobre el presente y la reforma

completa. Cuando encuentren algo mal, resuélvanlo de inmediato, en la fortaleza de Dios, y no pequen más de

esa forma. No habrá ningún beneficio a menos que determinen enmendar en cada particular que encuentren

mal en el corazón, temperamento o conducta.

Si encuentran, al estar cumpliendo con su deber, que su mente está aún oscura, busquen, y encontrarán, que

hay alguna razón para que el Espíritu de Dios se aparte de ustedes. Han sido fieles y exhaustivos. En el progreso

de dicho trabajo, tienen que usar la violencia con ustedes mismos, presentarse ustedes mismos como un ser

racional para la obra, con la Biblia ante ustedes, y tratar su corazón hasta que sientan. No necesitan esperar que

Dios opere un milagro por ustedes para que barbeche la tierra. Tiene que hacerse con medios. Presten atención

a los temas de sus pecados. No pueden ver sus pecados larga y minuciosamente y ver cuán malos son, sin sentir,

sentir profundamente. La experiencia abundantemente prueba el beneficio de repasar nuestra historia de esa

manera. Pónganse a trabajar; tomen la resolución que nunca pararán hasta que puedan orar. Nunca tendrán el

espíritu de oración hasta que se examinen ustedes mismos, confiesen sus pecados y barbechen. Nunca tendrán

el Espíritu de Dios morando en ustedes hasta que hayan desenvuelto ese misterio de iniquidad, y desplegado

sus pecados ante Dios. Que esto sea la obra profunda del arrepentimiento, y confesión plena, este arado ante

Dios, y tendrán tanto espíritu de oración como pueda su cuerpo pueda soportar. La razón por la que pocos

cristianos saben sobre cualquier cosa del espíritu de oración es porque nunca se tomaron la molestia de

examinarse a sí mismos propiamente, y entonces nunca supieron lo que era tener sus corazones arados de esa

manera.

Vean que apenas he empezado a abrir este tema esta noche. Quiero dejárselos, y en el curso de estas

conferencias, para que si empiezan y siguen como les digo, los resultados serán tan ciertos como son cuando un

agricultor barbecha el campo y lo ablanda, y planta su semilla de nuevo. Será así, si empiezan de esa manera, y

continúan hasta que su corazón duro e insensible sea arado.

OBSERVACIONES

1. No hace ningún provecho predicarles mientras sus corazones están en un estado de endurecimiento,

desolación y sin barbechar. Mejor que el agricultor plante en roca. No dará fruto. Ésta es la razón por la que hay

tantos profesantes sin fruto en la iglesia, y por haber tanta maquinaria fuera, y tan poco sentimiento de tono

profundo en la iglesia. Vean la escuela dominical, por ejemplo, cuánta maquinaria hay, y cuán poco poder de

devoción. Si van por esa senda, la palabra de Dios continuará endureciéndolos y crecerá peor y peor, así como

la lluvia y la nieve en la tierra sin barbechar hace más grueso el césped, y más fuerte el terrón.

2. Vean por qué tanta predicación se desperdicia, y peor que desperdicio. Es porque la iglesia no barbecha la

tierra. Un predicador puede agotar su vida, y hacer muy poco bien, mientras haya oidores de suelo pedregoso,

a quienes nunca les han barbechado su tierra. Están a medio convertir, y su religión es más bien un cambio de

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opinión en vez de un cambio de sentimiento en sus corazones. Hay religión mecánica suficiente, pero poca que

se vea como una obra profunda de corazón.

3. Los profesantes de religión nunca deben satisfacerse a sí mismos o esperar un avivamiento, sólo por empezar

de su sueño, jactarse y hacer ruido, hablar con pecadores. Tienen que barbechar la tierra. Es completamente

poco filosófico pensar en ocuparse de la religión de esa manera. Si su tierra se ha barbechado, entonces la

manera de tener más sentimiento es salir y ver a los pecadores en el camino al infierno, y hablar con ellos, guiar

las almas inquisitivas, y obtendrán más sentimiento. Pueden hasta entusiasmarse sin este barbecho; pueden

mostrar un tipo de celo, pero no durará. La razón es que andan mecánicamente, y no han labrado su tierra.

4. Y ahora, finalmente, ¿barbecharán la tierra? ¿Empezarán ahora y preservarán hasta que hayan despertado

completamente? Si aquí fallan, si no hacen eso, y no se preparan, no pueden seguir conmigo adelante en este

curso de conferencias. He ido con ustedes tan lejos como es de utilidad ir, hasta que se barbeche la tierra. Ahora

deben hacer el trabajo exhaustivo sobre este punto, o tendré que decir que no habrá ningún provecho. No, sólo

los endurecerá más y empeorarán. Si, cuando la próxima noche del viernes llegue, los encuentro sin quebranto

de corazón, no esperen beneficiarse por lo que diga. Si no se aprestan a trabajar inmediatamente, daré por

hecho que no quieren ser revividos, que han abandonado a su ministro, y que lo dejarán ir solo a la batalla. Si

no lo hacen, los culparé de haber abandonado a Cristo al rehusar arrepentirse y hacer la primera obra. Pero si

se preparan para comenzar la obra que propongo, Dios mediante, la noche del próximo viernes, los conduciré

en el trabajo de salvar pecadores.

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PARTE II: ACERCA DE LA ORACION

LECCIÓN IV

LA ORACIÓN PREVALECIENTE

TEXTO. -- “La oración eficaz del justo puede mucho.” -- Santiago 5:16.

La conferencia pasada trató principalmente de la confesión de pecado. Esta noche mis observaciones estarán

en general dirigidas al tema de intercesión u oración. Hay dos tipos de medios requeridos para promover un

avivamiento; uno para influir en los hombres; el otro para influir en Dios. La verdad se emplea para influir en los

hombres, y la oración para mover a Dios. Cuando hablo de mover a Dios, no quiero decir que la mente de Dios

sea cambiada en la oración, o que su disposición o carácter sea cambiado, sino que la oración produce un cambio

tal en nosotros y cumple tales condiciones, ya que la presenta de forma consistente para Dios como no sería

consistente para que él hiciera de otra manera. Cuando se arrepiente un pecador, el estado de la mente hace

propicio para que Dios lo indulte a él. Dios siempre ha estado listo para perdonar con esa condición para que

cuando el pecador cambie su mente hacia Dios, no requiera ningún cambio de sentimiento en Dios para

perdonarlo. Es el arrepentimiento del pecador lo que hace apropiado su perdón, y es la ocasión del actuar de

Dios como hace él. Así que cuando los cristianos ofrecen una oración eficaz, su estado mental lo presenta de

manera apropiada para que Dios les conteste. Siempre estuvo listo para otorgar la bendición con la condición

que sintieran ellos lo correcto y ofrecieran el tipo correcto de oración. Cuando este cambio toma lugar, y ofrecen

el tipo correcto de oración, entonces Dios, sin ningún cambio en él mismo, puede contestarles. Cuando

ofrecemos oración ferviente y eficaz por otros, el hecho de que ofrezcamos tales oraciones lo presenta de

manera consistente para que él haga por lo que oramos, cuando de lo contrario no hubiera sido consistente.

La oración es un eslabón esencial en la cadena de causas que conducen a un avivamiento, tanto como lo es la

verdad. Algunos celosamente han usado la verdad para convertir a los hombres con poco énfasis en la oración.

Han predicado, hablado y distribuido folletos con gran celo, y entonces se han preguntado del poco éxito

obtenido. Y la razón fue que olvidaron usar la otra parte de los medios, la oración eficaz. Pasaron por alto el

hecho que la verdad por sí misma nunca producirá ningún efecto sin el Espíritu de Dios, y ese Espíritu es dado

en respuesta a una oración esforzada.

A veces sucede que aquellos quienes están muy comprometidos en emplear la verdad son los que no están muy

comprometidos en la oración. Esto es siempre triste, pues a menos que ellos, o alguien más, tengan el espíritu

de oración, la oración en sí no hará nada más que endurecer a los hombres en impenitencia. Probablemente en

el día del juicio se encontrará que nada es hecho por la verdad, usada tan celosamente, a menos que haya un

espíritu de oración en alguna parte en conexión con la presentación de la verdad.

Otros yerran del otro lado. No es que enfaticen mucho en la oración, sino que pasan por alto el hecho que la

oración puede ser ofrecida por siempre, por sí misma, y nada se hace porque los pecadores no son convertidos

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por contacto directo del Espíritu Santo, sino por la verdad, empleada como medio. Esperar la conversión de los

pecadores por la oración sola, sin el empleo de la verdad, es tentar a Dios.

El tema del discurso de esta noche es LA ORACIÓN PREVALECIENTE e intento:

I. PROPONER MOSTRAR LO QUE ES ORACIÓN EFICAZ O PREVALECIENTE.

II. ESTABLECER ALGUNOS DE LOS ATRIBUTOS MÁS ESENCIALES DE LA ORACIÓN PREVALECIENTE.

III. DAR ALGUNAS RAZONES POR LAS QUE DIOS REQUIERE ESTE TIPO DE ORACIÓN.

IV. MOSTRAR QUE DICHA ORACIÓN APROVECHARÁ MUCHO.

I. MOSTRAR LO QUE ES ORACIÓN EFICAZ O PREVALECIENTE.

1. La oración eficaz y prevaleciente no consiste meramente en deseos benevolentes. Los deseos benevolentes

sin duda son agradables a Dios. Tales deseos permean el cielo y se encuentran en todos los seres santos, pero

no son oración. Los hombres pueden tener estos deseos como los ángeles y los espíritus glorificados los tienen,

pero esto no es oración eficaz y prevaleciente que se habla en el texto. La oración prevaleciente es algo más que

eso.

2. La oración prevaleciente o eficaz es aquella oración que obtiene la bendición que se busca. Es aquella oración

que eficazmente mueve a Dios. La mera idea de oración eficaz es que produce su objeto.

II. ESTABLECERÉ ALGUNOS DE LOS ATRIBUTOS MÁS ESENCIALES DE LA ORACIÓN PREVALECIENTE.

No puedo detallar plenamente todas las cosas que forman la oración prevaleciente, pero mencionaré algunas

cosas que son esenciales a ella; algunas cosas que una persona debe hacer con el fin de prevalecer en oración.

1. Debe orar por un objeto definido. No necesita esperar ofrecer ese objeto si ora al azahar, sin un objeto único

y definido. Debe tener un objeto definido ante su mente. Hablo ahora de una oración secreta. Muchas personas

van a su lugar íntimo de oración porque deben decir sus oraciones. El tiempo ha llegado que están en el hábito

de orar en la mañana, mediodía, o a la hora que sea del día. Y en vez de tener cualquier cosa qué decir, cualquier

objeto definido ante su mente, caen de rodillas y oran por lo que pasa por sus mentes, porque todo lo que flota

en su imaginación en ese momento, y cuando lo han hecho, no pueden decir casi ninguna palabra por lo que

han estado orando. Esa no es oración eficaz. ¿Qué debemos pensar de alguien que trata de cambiar una

legislatura y diga "ahora es invierno, y la asamblea legislativa está en sesión, y es tiempo de enviar nuestras

peticiones", y que vaya a la asamblea y pida al azahar, sin ningún objeto definido? ¿Acaso creen que tales

peticiones moverán la asamblea legislativa?

Una persona debe tener un objeto definido ante su mente. No puede orar eficazmente por una variedad de

objetos a la vez. La mente de la persona está constituida de tal modo que no puede fijar sus deseos

intensamente en muchas cosas al mismo tiempo. Todas las instancias de la oración eficaz registradas en la Biblia

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fueron de ese tipo. Cuando ven ustedes que una bendición buscada en oración era obtenida, encontrarán que

la oración que fue ofrecida fue la oración por ese objeto definido.

2. La oración para que sea eficaz debe estar en concordancia con la voluntad revelada de Dios. Orar por cosas

contrarias a la voluntad revelada de Dios es tentar a Dios. Hay tres formas en las que la voluntad de Dios se

revela a los hombres para su guía en oración.

(1.) Por promesas expresas o predicciones en la Biblia que nos darán o harán ciertas cosas, sea por promesas

expresas en relación a cosas particulares, o promesas en términos generales para que podamos aplicarlas a

cosas particulares. Por ejemplo, hay una promesa: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed

que lo recibiréis, y os vendrá".

(2.) A veces Dios revela su voluntad por su providencia. Cuando aclara que tales y tales eventos van a acontecer,

es tanta revelación como si la hubiese escrito en su palabra. Sería imposible revelar todo en la Biblia, pero Dios

con frecuencia les aclara a aquellos que tienen discernimiento espiritual que es su voluntad conceder tales y

tales bendiciones.

(3.) Por su espíritu. Cuando el pueblo de Dios no sabe por qué orar, grato para la voluntad de Dios, su Espíritu

con frecuencia los instruye. Cuando no hay revelación en particular y la providencia no arroja luz, y no sabemos

por qué orar como debiéramos, se nos dice expresamente "el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" y "el

Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles". Mucho se ha dicho sobre el tema de la oración

en fe por las cosas no reveladas. Se objeta que esa doctrina implica una nueva revelación. Respondo que, nueva

o vieja, es la misma revelación que Jehová dice que hace. Es tan simple aquí como si ahora se revelara a través

de una voz desde el cielo que el Espíritu de Dios ayuda al pueblo de Dios a orar de acuerdo con la voluntad de

Dios, cuando ellos mismos saben por cuáles cosas orar. "Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la

intención del Espíritu porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" y lleva a cristianos a orar

por aquellas cosas con gemidos indecibles. Cuando ni la palabra ni la providencia les faculta a decidir, entonces

dejen que sean llenos con el Espíritu como Dios les manda que sean. Dice: "sed llenos del Espíritu". Y guiará su

mente a tales cosas como Dios esté dispuesto a conceder.

3. Para orar eficazmente, deben orar con sumisión a la voluntad de Dios. No confundan sumisión con

indiferencia. No son parecidas. Una vez supe de un individuo que llegó donde había un avivamiento. Era frío y

no entraba al espíritu del avivamiento, y no tenía ningún espíritu de oración, y cuando oyó a los hermanos orar,

fue sacudido ante el arrojo de ellos, y estuvo todo el tiempo insistiendo en la importancia de orar con sumisión;

cuando era tan claro como cualquier otra cosa, que confundió él la sumisión con indiferencia.

Entonces de nuevo, no confundan la sumisión en oración con una confianza general que Dios hará lo que es

correcto. Es apropiado tener la confianza que Dios hará lo que correcto en todas las cosas. Pero esto es diferente

de la sumisión. Lo que quiero decir sobre sumisión en oración es el asentimiento en la voluntad revelada de

Dios. Someterse a cualquier mandamiento de Dios para obedecerlo. Para algunos no es sumisión aquélla

suponible o posible sino un decreto secreto de Dios. Someterse a cualquier dispensación de la providencia es

imposible hasta que llega, pues nunca podemos saber cuál evento será hasta que acontezca. Tomen el caso de

David con su hijo. Estaba acongojado, agonizaba en oración, y rehusaba ser consolado. Lo tomó tan serio, que

cuando el niño murió, sus siervos temían decirle que su hijo había muerto por temor a que empeorara. Pero tan

pronto supo que su hijo había muerto, hizo a un lado su dolor, se levantó, pidió alimento, comió y bebió como

siempre. Mientras su hijo vivía aún, no sabía cuál era la voluntad de Dios, así que ayunó y oró diciendo: "¿Quién

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sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?" No sabía, solamente que su oración y agonía iban ser a

lo que él recurriría, si el niño iba a vivir o no. Pensó que si se humillaba y suplicaba a Dios, quizá le perdonaría la

desgracia. Pero tan pronto se mostró la voluntad de Dios, y el niño murió, se doblegó como un santo. No sólo

pareció asentir, sino de hecho tomó satisfacción en eso. "Yo voy a él, mas él no volverá a mí". Eso es verdadera

sumisión. Razonó el caso correctamente. Mientras no tenía revelación de la voluntad de Dios, para someterse,

sin oración, era tentar a Dios. Quizá, deben saberlo, el hecho de ofrecer ustedes el tipo correcto de oración

puede ser aquello en el que el evento cambie. En el caso de un amigo sin arrepentir, la misma condición de que

sea salvado del infierno puede ser el fervor e importunidad de su oración por ese individuo.

4. La oración eficaz por un objeto implica un deseo por eso en proporción con su importancia. Si una persona

verdaderamente desea cualquier bendición, sus deseos llevarán alguna proporción a la grandeza de la

bendición. Los deseos del Señor Jesucristo por la bendición por la que oró fueron sorprendentemente fuertes e

iguales incluyendo agonía. Si el deseo por un objeto es fuerte, y es un deseo benevolente, la suposición es que

será concedido. Hay dos razones para esta suposición:

(1.) Por la benevolencia general de Dios. Si es un objeto deseable; si, como hasta ahora podemos ver, sería un

acto de benevolencia en Dios concederlo, su benevolencia general es evidencia presuntiva que lo concederá.

(2.) Si se encuentran teniendo deseos benevolentes por cualquier objeto, hay una suposición que el Espíritu de

Dios está incitando esos deseos, y moviéndolos a ustedes a orar por ese objeto, para que pueda concederse

como respuesta a la oración. En tal caso ningún grado de deseo o importunidad en oración es impropio. Un

cristiano puede llegar, por así decirlo, a agarrar la mano de Dios. Véase el caso de Jacob, cuando exclamó, en

una agonía de deseo, "no te dejaré si no me bendices". ¿Acaso a Dios le desagradó su atrevimiento e

importunidad? Para nada, más bien le concedió lo que había estado orando. Lo mismo en el caso de Moisés.

Dios le dijo, "Déjame que los destruya, y borre su nombre de debajo del cielo, y yo te pondré sobre una nación

fuerte y mucho más numerosa que ellos". ¿Qué hizo Moisés? ¿Acaso se hizo a un lado para dejar a Dios que

hiciera lo que había dicho? No, pensaba en los egipcios y cómo triunfarían. "¿Por qué han de hablar los Egipcios,

diciendo: Para mal los sacó...?" Parecía como si agarrara de la mano levantada de Dios para desviar el golpe.

¿Acaso Dios lo reprendió por interferir y le dijo que no era su asunto interferir? No; parecía como si no pudiera

negar cualquier cosa ante tal importunidad, de modo que Moisés se paró en la brecha y prevaleció con Dios.

Se dice de Xavier, el misionero, que fue llamado a orar por un hombre que estaba enfermo, y oró con tanto

fervor que pareció que hacía violencia en el cielo--así lo expresa el escritor. Y prevaleció él y el hombre se

recuperó.

Tal oración es con frecuencia ofrecida en el presente cuando los cristianos son conmovidos a tal grado de

importunidad, y a tal atrevimiento santo, que después, cuando lo ven en retrospectiva, estaban aterrados y

atónitos por ellos mismos por pensar que debieron atreverse a ejercer tal importunidad con Dios. Y sin embargo,

esas oraciones han prevalecido y obtenido la bendición. Y muchas de estas personas que conozco están entre

las personas más santas en el mundo.

5. Para que la oración sea eficaz debe ofrecerse desde los motivos correctos. La oración no debe ser egoísta,

sino dictada por una consideración suprema para la gloria de Dios. Mucha de la oración se ofrece desde el

egoísmo puro. Las mujeres a veces oran por sus esposos para que se conviertan porque dicen "sería mucho más

grato tener a mi esposo asistiendo a una reunión conmigo". Y pareciera que nunca levantan sus pensamientos

por encima del yo. No parece que piensen cómo sus esposos están deshonrando a Dios por sus pecados, y cómo

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Dios sería glorificado en sus conversiones. Lo mismo es a menudo con los padres. No pueden pensar que sus

hijos no se pierdan. Oran por sus hijos esforzadamente, pero hablan ustedes con ellos, son muy tiernos, y les

dicen qué buenos son sus hijos, cómo respetan la religión, y creen que casi son cristianos; así que platican como

si temieran que ustedes lastimarían a sus hijos si les dicen la verdad. No piensan que esos hijos amorosos y

afables están deshonrando a Dios por sus pecados; están sólo pensando cuán aterrador sería para ellos irse al

infierno. ¡Ah! A menos que sus pensamientos se levanten más alto que eso, sus oraciones nunca prevalecerán

con un Dios santo. La tentación a los motivos egoístas es tan fuerte que hay razón para temer que muchas de

las oraciones paternas nunca se levantarán por encima de los anhelos de la ternura paternal. Y esa es la razón

por la que muchas oraciones no son escuchadas, por la que tantos piadosos, padres que oran, tienen hijos

impíos. Mucha de la oración por el mundo impío parece no estar basada en ningún principio más alto que el de

simpatía. Agentes misioneros, y otros, están habitando casi exclusivamente en seiscientos millones de impíos

que se van al infierno, mientras muy poco se dice de su deshonra a Dios. Esto es un gran mal y hasta que la

iglesia tenga motivos más altos por la oración y el esfuerzo misionero que la simpatía por los impíos, sus

oraciones y esfuerzos nunca serán muchos.

6. Para que la oración sea eficaz debe ser por intercesión del Espíritu. Nunca pueden esperar ofrecer oración de

acuerdo a la voluntad de Dios sin el Espíritu. En los dos primeros casos, no es porque los cristianos no puedan

ofrecer tal oración, donde la voluntad de Dios se revela en su palabra, o es indicada por su providencia. Pueden

hacerlo, así como pueden ser santos. Pero el hecho es que son tan perversos que nunca ofrecen esa oración a

menos que estén influidos por el Espíritu de Dios. Debe haber una fe, como se produce por la operación eficaz

del Espíritu Santo.

7. Debe ser una oración perseverante. Como algo general, los cristianos que ha apostatado y perdido el espíritu

de oración, no tendrán de inmediato el hábito de oración perseverante. Sus mentes no están en un estado

correcto, no pueden fijar sus mentes, y agarrarse hasta que la bendición llegue. Si sus mentes estuvieran en ese

estado, perseverarían hasta que la contestación llegara, la oración eficaz puede ofrecerse de inmediato, como

también luego de orar tantas muchas veces por un objetivo. Pero tienen que orar y orar una y otra vez porque

sus pensamientos están tan aptos para divagar, y son tan fácilmente desviados del objetivo a algo más. Hasta

que sus mentes se imbuyan con el espíritu de oración, no se mantendrán fijos en un punto y presionarán su

petición a un asunto inmediatamente. No crean que están preparados para ofrecer oración prevaleciente, si sus

sentimientos los dejaran orar una sola vez por un objeto y luego dejarlo. Muchos cristianos llegan a la oración

prevaleciente por un proceso dilatado. Sus mentes gradualmente se llenan de ansiedad por un objeto para

dedicarse incluso a su asunto, suspirando sus deseos a Dios. Así como la madre cuyo hijo está enfermo, da de

vueltas en su casa, suspirando como si su corazón se fuera a destrozar. Y si es una madre que ora, sus suspiros

salen hacia Dios todo el día. Si sale del cuarto donde está su hijo, su mente sigue en eso, y si duerme, aún sus

pensamientos siguen en eso, y si empieza en sus sueños, pensando que se muere. Toda su mente se centra en

ese hijo enfermo. Ese es el estado mental en el que los cristianos ofrecen oración que prevalece.

¿Cuál fue la razón por la que Jacob luchó toda la noche en oración con Dios? Sabía que había hecho gran daño

a su hermano Esaú al quitarle la primogenitura hacía tiempo. Y ahora se le informaba que su hermano lastimado

se iba a encontrar con él, con una fuerza armada, muy poderosa como para que él peleara contra ella. Y había

muy buena razón para suponer que venía con el propósito de vengarse. Había dos razones para estar alarmado.

La primera era que había hecho gran daño y nunca había hecho reparación. La otra era que Esaú venía con una

fuerza suficiente para aplastarlo. Ahora, ¿qué hizo? Primero arregla todo de la mejor manera para encontrarse

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con su hermano, enviando primero un regalo, luego su propiedad y luego su familia, poniendo aquellos que

amaba hasta el último. Y para ese entonces su mente se había afligido tanto que no podía contenerse. Se aleja

solo al arroyo, y derrama su alma en agonía de oración toda la noche. Y apenas está rayando el alba, el ángel

del pacto le dice "déjame", y todo su ser, por así decirlo, agonizaba con sólo pensar rendirse, y gritó "no te

dejaré, si no me bendices". Su alma estaba en agonía, y obtuvo la bendición, pero siempre cargó con las marcas,

y mostraba que su cuerpo había sido grandemente afectado por esa lucha mental. Ésta es oración que prevalece.

Ahora bien, no se engañen pensando que ofrecen oración eficaz a menos que tengan ese deseo intenso por la

bendición. No lo creo. La oración no es eficaz a menos que se ofrezca con una agonía de deseo. El apóstol Pablo

habla de ella como un dolor de parto del alma. Jesucristo, cuando estuvo orando en el huerto, estaba en una

agonía tal, que sudó como si fueran gotas grandes de sangre cayendo al suelo. Nunca he conocido a alguien que

sude sangre, pero he conocido a una persona que oró hasta que la sangre empezó a correr de la nariz. Y he

conocido personas que oran hasta que están empapadas de transpiración en el clima más frío en invierno. He

conocido a personas que oran muchas horas hasta que su fuerza se agota con la agonía de sus mentes. Tales

oraciones prevalecen con Dios.

Esta agonía en oración fue prevalente en los días del Presidente Jonathan Edwards, en los avivamientos que

entonces tomaron lugar. Fue una de las más grandes piedras de tropiezo en esos días para las personas que se

opusieron al avivamiento que la gente oraba hasta que sus cuerpos eran dominados con sus sentimientos. Leeré

un párrafo de lo que el Presidente Edwards dice sobre el tema para que vean que esto no es nuevo en la Iglesia,

sino siempre ha prevalecido cuando los avivamientos prevalecen con poder. Es de sus Pensamientos sobre

Avivamientos.

"No podemos determinar que Dios nunca dará a cualquier persona tanto descubrimiento de él mismo, no sólo

como para debilitar sus cuerpos, sino para tomar sus vidas. Los ministros ilustrados y atinados suponen que la

vida de Moisés fue tomada de esa manera, y esto también se supone que es el caso de algunos santos. En efecto,

no veo ningún fundamento sólido y seguro que cualquiera tenga para determinar que Dios nunca hará tales

impresiones fuertes en la mente por su Espíritu, que sean una ocasión para afectar la estructura del cuerpo, y

particularmente esa parte del cuerpo, el cerebro, que personas sean privadas de usar la razón. Como dije antes,

es demasiado para que nosotros determinemos que Dios no traerá una calamidad externa al dotar bendiciones

espirituales y eternas: de modo que es demasiado para que determinemos cuán grande será la calamidad

externa que él traerá. Dios da un gran aumento de descubrimientos de él mismo, y de amor a él, el beneficio es

infinitamente mayor que la calamidad, aunque la vida sea tomada; en efecto, aunque el alma no sea llevada

inmediatamente al cielo, sino deba permanecer en un sueño profundo, y entonces sea llevada al cielo, o, que

es lo mismo, si se le priva del uso de sus facultades, y esté inactiva e inservible, como si estuviera en un sueño

profundo, y luego pase a la gloria. No podemos determinar cuán grande sea una calamidad de distracción

cuando se considera con todas sus consecuencias, y todo eso pudiera haber sido consecuencia, si la distracción

no hubiera sucedido, ni en efecto si (así considerada) no fuera una calamidad en lo absoluto, o si no fuese

misericordia, al prevenir un gran pecado, o algo aterrador, si no hubiera sido. Sería una gran falta en nosotros

limitar al Dios soberano y sabio, cuyos juicios son muy profundos y sus caminos sobrepasan el averiguar donde

no se ha limitado él mismo, y en las cosas concernientes que no nos ha dicho cuál será su camino. Es notable,

considerando en qué multitud de instancias, y en qué grado, la estructura corporal ha sido dominada

últimamente, que las vidas de las personas, no obstante, han sido preservadas, y que las instancias de aquellos

que han sido privadas de razón, han sido muy pocas, y aquellas, quizá, todas ellas, personas bajo una desventaja

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peculiar de un hábito débil y difuso del cuerpo. Una mano divina cuidadosa y misericordiosa es muy manifiesta

en él, que en tantas instancias donde el barco se ha empezado a hundir, pero se ha sostenido, y no se ha hundido

totalmente. Las instancias de tales como han sido privadas de la razón son pocas, que ciertamente no son

suficientes para acusarnos de estar en temor, como si esta obra que se ha realizado en el país fuera como para

que sea una influencia funesta; a menos que seamos inclinados a juntar todo lo que podamos para oscurecerla

y ponerla en colores aterradores".

"Hay un tipo particular de aflicción y preocupación de la mente, por lo que muchos han sido dominados, que ha

sido especialmente tropiezo para muchos, y esto es, la preocupación y aflicción profundas en que las han estado

por el alma de otros. Lamento que cualquiera nos ponga en el apuro de hacer aquello que pareciera tan

innecesario, como para como para defender tal cosa como esa. Pareciera una mera trivialidad, en un caso tan

simple, para entrar en un debate formal y particular a fin de determinar si hay algo en la grandeza y la

importancia del caso que responda y soporte una proporción de la grandeza de la preocupación que algunos

han manifestado. A los hombres se les puede permitir, desde cualquier principio más alto que la humanidad e

ingeniosidad comunes, para estar sumamente preocupados y grandemente afligidos en la mente al ver a otros

en gran peligro de otra calamidad como morir ahogados o en un incendio. Y si así fuera, entonces sin duda se

permitiría ser igual de razonable, si los vieran en peligro de una calamidad diez veces mayor, para estar aún más

preocupados; y aún más, si la calamidad fuese aún mucho mayor. Y ¿por qué entonces, debe pensarse como

irracional y verse con sospecha, como si debiera venir de una causa mala, cuando las personas están

extremadamente preocupadas al ver a otros en un peligro muy grande de sufrir el furor y la ira del Dios

Todopoderoso por la eternidad? Y además, sin duda se permitirá que aquellos que tengan mayores grados del

Espíritu de Dios, esto es, un espíritu de amor, puedan bien suponer tener vastamente mucho más amor y

compasión por sus semejantes que quienes son influidos sólo por humanidad común. ¿Porque se debe pensar

como extraño que quienes están llenos del Espíritu de Dios deban proporcionalmente, en su amor por las almas,

ser como Cristo? Él tuvo un amor y preocupación fuertes por ellos como para estar dispuesto a beber la hez del

cáliz del furor de Dios por ellos, y al mismo tiempo que ofreció su sangre por las almas, la ofreció también como

su sumo sacerdote, con mucho lamento y lágrimas, con agonía extrema, cuando el alma de Cristo estaba, por

así decirlo, en dolores de labor de parto por las almas de los elegidos, y por tanto, en salvarlos, que dice ver las

labores de parto de su alma. Y un espíritu de amor y preocupación tales por las almas fue el espíritu de Cristo,

así es el espíritu de la iglesia; y por tanto, la iglesia, en desear y buscar que Cristo pueda ser llevado al mundo y

las almas de los hombres se representa en Apocalipsis 12 como una mujer "encinta, [clamando] con dolores de

parto, en la angustia del alumbramiento". El espíritu de quienes han estado en angustia por las almas de otros,

como puedo discernir, parece que no es diferente al del apóstol, quien tuvo dolores de parto por las almas, y

estaba listo para desear él mismo ser anatema de Cristo por otros. Y del salmista, Salmo 119: 53: "Horror se

apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley". Y el versículo 136 "Ríos de agua descendieron de mis

ojos, porque no guardaban tu ley". Y del profeta Jeremías (Jer. 4: 19) "¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen

las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh

alma mía, pregón de guerra". Y en Jeremías 9:1 y 13:17, e Isaías. 22:4. Leemos que Mardoqueo, cuando vio a su

pueblo en peligro de perecer con una destrucción temporal en Esther 4:1, "rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio

y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor". Y ¿por qué entonces debe pensarse

que las personas se distraen cuando no pueden abstenerse de clamar por la consideración de la misericordia de

aquellos que van hacia la destrucción eterna? (Edwards' Works [Obras de Edwards]. vol. iv. p. 85. edición de

Nueva York)".

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He leído esto para mostrar que eso era común en los grandes avivamientos de aquellos días. Así ha sido en todos

los grandes avivamientos, y ha sido más o menos común en proporción a la grandeza, la extensión y profundidad

de la obra. Fue así en los avivamientos en Escocia, y las multitudes eran dominadas y casi algunos se morían por

la profundidad de la agonía.

9. Si de veras quieren orar eficazmente, deben orar mucho. Se decía del apóstol Santiago que una vez muerto

vieron que sus rodillas eran callosas como las de un camello por orar tanto. ¡Ah!, he ahí el secreto del éxito de

aquellos primeros ministros. Tenían las rodillas callosas.

10. Si su intención es que la oración sea eficaz, debe ofrecerse en el nombre de Cristo. No pueden ir a Dios en

el nombre de ustedes. No pueden implorar con sus propios méritos. Pero pueden ir en un nombre que siempre

sea aceptable. Todos ustedes saben lo que es usar el nombre de un hombre. Si van al banco, con un giro o letra,

firmado por John Jacob Astor, que les daría su nombre, saben ustedes que tendrían el dinero del banco así como

él mismo podría. Ahora, Jesucristo les da el uso de su nombre. Y cuando oran en el nombre de Cristo, el

significado de eso es que pueden prevalecer como también él mismo podría, y recibir tanto como el hijo amado

de Dios recibiría si orara él mismo por las mismas cosas, pero deben orar en fe. Su nombre tiene toda la virtud

en los labios de ustedes como la tiene en los suyos, y Dios es tan libre para otorgar bendiciones en ustedes,

cuando piden en el nombre de Cristo y en fe, como lo haría para otorgarlas en Cristo, si pedimos.

11. No pueden prevalecer en oración sin renunciar a todos sus pecados. No sólo deben recordarlos en su mente,

sino deben de hecho renunciar a ellos, y dejarlos fuera, y en el propósito de su corazón renunciar a ellos por

siempre.

12. Deben orar en fe. Deben esperar obtener las cosas por las que piden. No necesitan buscar una respuesta a

la oración, si oran sin la expectativa de obtenerla. No deben formar tales expectativas sin alguna razón por ellas.

En los casos que he supuesto hay una razón por la expectativa. En el caso que el objeto se revele en la palabra

de Dios, si oran sin ninguna expectativa de recibir las bendiciones, hacen ustedes sólo de Dios un mentiroso. Si

la voluntad de Dios es indicada por su providencia, deben depender de ella según la claridad de la indicación,

como para esperar la bendición si oran por ella. Y si son llevados por su Espíritu por ciertas cosas, tienen tanta

razón como para esperar eso que sea hecho como si Dios lo hubiera revelado en su palabra.

Pero algunos dicen "¿acaso esta postura de las direcciones del Espíritu de Dios no lleva a la gente al fanatismo?"

Respondo que no sé más que muchos pueden engañarse a sí mismos con respecto a este asunto. Multitudes se

han engañado a sí mismas referente a todos los puntos de religión. Y si algunos deben pensar que son llevados

por el Espíritu de Dios, cuando no es nada más que su propia imaginación, ¿acaso es esa cualquier razón por la

que no deban seguir aquellos que saben que son llevados por el Espíritu? Mucha gente supone que se convierten

cuando no lo están. ¿Acaso es esa alguna razón por la que no debamos aferrarnos al Señor Jesucristo? Supongan

que algunas personas son engañadas en pensar que aman a Dios, ¿es esa alguna razón por la que un santo

piadoso que sabe que tiene el amor de Dios en su corazón no deba sacar sus sentimientos en canciones de

alabanza? Entonces supongo que algunos pueden engañarse a sí mismos en pensar que son llevados por el

Espíritu de Dios, pero no hay necesidad de ser engañado. Si la gente sigue sus impulsos, es su propia culpa. No

quiero que sigan sus impulsos. Quiero que sean sobrios mentalmente y sigan las direcciones sobrias y racionales

del Espíritu de Dios. Hay quienes saben lo que estoy diciendo, y saben muy bien lo que es rendirse ellos mismos

al Espíritu de Dios en oración.

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III. ESTABLECERÉ ALGUNAS DE LAS RAZONES POR LAS QUE ESTAS COSAS SON ESENCIALES PARA LA ORACIÓN

EFICAZ.

¿Por qué Dios requiere esa oración, esos fuertes deseos, y esas súplicas agonizantes?

1. Estos fuertes deseos ilustran muy bien la fuerza de los sentimientos de Dios. Son como sentimientos reales

de Dios por los pecadores sin arrepentirse. Cuando he visto, la fuerza sorprendente del amor por las almas que

los cristianos han sentido, he sido maravillosamente impresionado con el sorprendente amor de Dios y sus

deseos por la salvación de ellas. El caso de una mujer, de quien leo, en un avivamiento, hizo gran impresión en

mi mente. Ella tenía tal compasión y amor indecibles por las almas que de hecho jadeaba casi sofocándose. Lo

que debe ser la fuerza del deseo que Dios siente cuando su Espíritu produce en cristianos tal agonía

sorprendente, tales estertores del alma, tales dolores de parto --Dios ha escogido la mejor palabra para

expresarlo --es dolor de parto, dolor de parto del alma.

He visto a un hombre de mucha fuerza de intelecto y músculo como cualquier hombre en la comunidad caer

postrado, absolutamente vencido por sus deseos indecibles por los pecadores. Sé que eso es una piedra de

tropiezo para muchos; y lo será siempre y cuando permanezcan en la iglesia tantos profesantes ciegos y

estúpidos de religión. Pero no dudo que estas cosas sean la obra del Espíritu de Dios. ¡Oh que toda la iglesia sea

llena con el Espíritu como para tener dolores de parto en oración hasta que una nación deba nacer en un día!

Se dice de la palabra de Dios que "Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos". ¿Qué significa? Le

pregunté a un profesante de religión. Estaba él haciendo excepciones sobre nuestras ideas de oración eficaz, y

le pregunté qué quería decir Sion estuvo de parto. "Ah", dijo él, "quiere decir que tan pronto la iglesia camine

junta en la comunión del evangelio, entonces se dirá que ¡Sion viaja! Este caminar juntos se llama parto. Vaya,

se ve que sabía. (Nota del traductor: en inglés la palabra travail, que significa parto o tener dolores de parto en

español, se puede confundir con la palabra travelling que significa en español de viaje o que se desplaza).

2. Estos fuertes deseos que he descrito son resultados naturales de gran benevolencia y postura clara de los

peligros de los pecadores. Es perfectamente razonable que deba ser así. Si las mujeres que están en esta casa

vieran a su familia que están muriendo en un incendio, y escucharan los gritos y vieran su agonía, se sentirían

en zozobra, y es muy probable que muchas de ellas se desmayarían de agonía, y nadie se preguntaría o diría

que son unas necias o que están locas de sentir tanta congoja ante tal espectáculo. Verían muy extraño si no

hubiese algunas expresiones de sentimiento poderoso. ¿Por qué es que cualquiera se pregunta si los cristianos

deben sentir como lo he descrito cuando tienen posturas claras del estado de los pecadores, y el peligro tan

horrible en el que están? El hecho es que esos individuos que nunca se han sentido así, nunca han sentido mucha

benevolencia real, y su piedad debe ser de un carácter muy superficial. No quiero juzgar duramente, o hablar

sin amabilidad, pero establezco eso como un simple hecho; y la gente puede hablar al respecto como quiera; sé

que tal piedad es superficial. No hay censura, sino simple verdad.

La gente a veces se sorprende que los cristianos tengan tales sentimientos. ¿Sorprenderse de qué? Ah, pues, a

los resultados naturales, filosóficos y necesarios de la piedad profunda hacia Dios, y la benevolencia profunda

hacia el hombre en vista del gran peligro en el que los pecadores están.

3. El alma de un cristiano, cuando está así de cargada, tiene que aligerarse. Dios pone el peso del alma de un

cristiano con el propósito de llevarlo cerca de él mismo. Los cristianos seguido son tan incrédulos que no ejercen

la fe apropiada en Dios hasta que les pone esta carga tan pesada encima que no pueden vivir con ella, y entonces

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deben ir a Dios para aligerarla. Es el caso de un pecador convicto. Dios está dispuesto a recibirlo de inmediato

si va directo a él con fe en Jesucristo, pero no lo hace. Se detiene y lucha, gime con la carga a sus cuestas de sus

pecados, y no se arroja a Dios, hasta que su carga de convicción se vuelve tan grande que no puede vivir más, y

cuando es llevado a la desesperación, por así decirlo, y se siente como si estuviese presto a hundirse en el

infierno, hace un salto poderoso y se arroja él mismo a la misericordia de Dios como su única esperanza. Era su

deber haber acudido antes. Dios no tiene ningún deleite en su congoja, por su propia causa. Fue sólo la

obstinación del pecador que creó la necesidad de toda su aflicción. No iría sin ella. De modo que cuando los

profesantes de religión son cargados con el peso de las almas, seguido oran una y otra vez, y la carga aún no se

irá, ni la congoja será abatida, porque nunca han arrojado todo a Dios en fe. Pero no se pueden deshacer de la

carga. En tanto su benevolencia continúe seguirá y permanecerá, a menos que resistan y apaguen al Espíritu

Santo cuando no obtengan alivio, hasta que sin ninguna omisión, cuando son llevados al extremo, hacen un

esfuerzo desesperado, ponen la carga en el Señor Jesucristo, y ejercen una confianza como de niño en él.

Entonces se sienten aliviados; entonces se sienten como el alma por la que estaban orando fuera salva. La carga

se ha ido, y Dios parece en bondad calmar la mente para sentir una dulce certeza que la bendición se concederá.

Frecuentemente, luego de que un cristiano tuvo esa lucha, esa agonía en oración, ha obtenido alivio de esa

manera, encontrarán ustedes que fluyen los afectos más dulces y celestiales--el alma descansa muy dulce y

gloriosamente en Dios y se regocija "con gozo inefable y glorioso".

¿Creen ahora algunos de ustedes que no hay tales cosas en la experiencia de los creyentes? Les digo que si

tuviera el tiempo, les podría mostrar del Presidente Edwards, y de otros escritores aprobados, casos y

descripciones como esa. Se preguntan ¿cómo es que nunca hemos tenido tales cosas en Nueva York? Les digo

que no es todo porque sean mucho más sabios que los cristianos en el país, o porque tengan mucha más

inteligencia o puntos de vista más amplios de la naturaleza de religión, o una piedad más estable y regulada. Les

digo que no; en lugar de enorgullecerse de ser libres de esas extravagancias, deben esconder sus cabezas,

porque los cristianos de Nueva York son tan mundanos, y tienen tanta rigidez, orgullo y modo que no pueden

llegar una espiritualidad como esa. Ojalá pudiera ser así. ¡Oh, que hubiese un espíritu así en esta ciudad, y en

esta iglesia! Sé que haría mucho ruido, si esas cosas se hicieran aquí. Pero eso no me preocuparía. Que digan, si

quieren, que la gente de Chatham Chapel ha enloquecido. No tenemos que tener miedo de eso, si pudiéramos

vivir lo bastante cerca de Dios para disfrutar su Espíritu en la manera que he descrito.

4. Estos efectos del Espíritu de oración en el cuerpo en sí mismos no forman parte de la religión. Es sólo que el

cuerpo está con frecuencia tan débil que los sentimientos del alma lo vencen. Estos efectos corporales no son

en lo absoluto para la oración prevaleciente, sino sólo son un resultado natural o físico de emociones altamente

incitadas de la mente. No es inusual que el cuerpo sea debilitado e incluso vencido por cualquier emoción

poderosa de la mente, en otros temas además de religión. El portero del Congreso en tiempo de la guerra de

independencia cayó muerto al recibir una muy buena noticia. Supe de una mujer en Rochester, quien estaba en

agonía de oración por la conversión de su yerno. Una mañana se hallaba él en una reunión de salvación, y ella

se había quedado en casa orando por él. Al término de la reunión, llegó a casa convertido y ella se regocijó tanto

que cayó muerta en ese momento. No es más de extrañarse que esos efectos deban ser producidos por la

religión que un sentimiento fuerte sobre cualquier otro tema. No es esencial en la oración, sino el resultado

natural del gran esfuerzo de la mente.

5. Sin duda una gran razón por la que Dios requiere el ejercicio de oración de agonía es que forma un nexo tal

entre Cristo y la Iglesia. Crea una simpatía tal entre ellos. Es como si Cristo viniera y derramara los

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desbordamientos de su propio corazón benevolente a su iglesia y los dirigiera para simpatizar y cooperar con él

como nunca se hace de otro modo. Sienten como Cristo siente--llenos de compasión por los pecadores; con

frecuencia tienen tal compasión, tales deseos desbordantes por su salvación que se muestra en uno mismo en

la manera de hablar y predicar, como si Cristo hablara a través de ellos. Las palabras salen de sus labios con

frescura y calidez, como desde el mismo corazón de Cristo. No quiero decir que dicta las palabras de ellos, sino

que incita los sentimientos que dan expresión a ellos. Entonces verán un movimiento en los oidores como si

Cristo mismo hablara a través de labios de barro.

6. Estos dolores de parto de alumbramiento por las almas crea también un nexo admirable entre los cristianos

de corazón afectuoso y converso recientes. Aquellos que se convierten son muy queridos para los corazones

que han tenido ese espíritu de oración por ellos. El sentimiento es como el de una madre por su primogénito.

Pablo lo expresa bellamente cuando dice: "Hijitos míos". Su corazón era afectuoso y tierno. "Hijitos míos, por

quienes vuelvo a sufrir dolores de parto". Se habían alejado, y padece él las agonías de un padre por su hijo

perdido. "Vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros", esperanza de gloria. En

un avivamiento, he notado con frecuencia cómo aquellos quienes han tenido el espíritu de oración aman a los

recién convertidos. Sé que esto es toda el álgebra para quienes nunca la han sentido. Pero quienes han sentido

la agonía de lucha, el prevalecer en oración, por la conversión de un alma, pueden depender de ella, esa alma,

luego de convertirse, aparece tan querida como un hijo a su mamá que lo ha dado a luz con dolor. Agonizó por

él, lo recibió en respuesta a la oración y puede presentarlo al Señor Jesucristo diciendo: "Aquí estoy, Señor, y

los hijos que me has dado".

7. Otra razón de que Dios requiere este tipo de oración es que es la única forma en que la iglesia puede estar

propiamente preparada para recibir grandes bendiciones sin ser lastimada por ellas. Cuando la iglesia se postra

de esa manera en el polvo delante de Dios, y está en agonía profunda de oración, la bendición les hace bien.

Mientras que al mismo tiempo, si hubiera recibido la bendición sin la postración profunda del alma, los llenaría

de orgullo. Pero como está, aumenta su santidad, amor y humildad.

IV. Voy a mostrar que esa oración como he descrito podrá mucho.

Pero la falta de tiempo me impide ir a detalles en particular de la evidencia que intento poner bajo este rubro.

Elías el profeta se lamentaba por el deterioro de la casa de Israel, y cuando vio que ningún medio era eficaz para

prevenir un alejamiento perpetuo a la idolatría, oró que los juicios de Dios pudieran venir sobre la nación

culpable. Oró para que no lloviera, y Dios cerró los cielos por tres años y medio hasta que la gente fue llevada

al último extremo. Y cuando vio que era tiempo de ceder, ¿qué hizo? Véanlo subir a la montaña y arrodillarse

en oración. Quiso estar solo; y le dijo a su siervo que fuera siete veces mientras él agonizaba en oración. La

última vez, el siervo le dijo que aparecía una nubecilla, como del tamaño de la mano de un hombre, y de

inmediato se levantó--la bendición fue obtenida. El tiempo había llegado para que la calamidad se fuera. "Ah",

dirían "pero Elías era un profeta". Ahora no hagan esa objeción. La hicieron en los días del apóstol, y ¿qué dijo

el apóstol? Pues ese mismo instante trajo el hecho de que Elías era un hombre de pasiones similares que las

nuestras, como un caso de oración prevaleciente, e insistió que ellos oraran así también.

John Knox fue famoso por su poder en oración para que María la Sanguinaria (nota del traductor: María I de

Inglaterra) dijera que le tenía miedo a las oraciones de él más que los ejércitos de Europa. Y los eventos muestran

que tenía razón para decirlo. Él acostumbraba a estar en una agonía tal por la liberación de su país que no podía

dormir. Una noche él y varios amigos oraban juntos, y mientras oraban, Knox habló y dijo que la liberación había

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llegado. No podía decir qué había pasado, pero sintió que algo había sucedido, pues Dios había escuchado las

oraciones de ellos. ¿Qué fue? ¡Pues que las próximas noticias que tendrían eran que María habría muerto!

Tómese el hecho siguiente que ha sido narrado por un ministro. Dijo que en un cierto pueblo no había habido

ningún avivamiento en años; la iglesia casi se extinguía, todos los jóvenes eran inconversos, la desolación

reinaba intacta. Ahí vivía en una parte retirada del pueblo un anciano, herrero de ocupación, y tartamudo, que

era molesto oírle hablar. Un viernes, mientras trabajaba en la herrería, su mente se afligió por el estado de la

iglesia y de los inconversos. Su agonía fue tanta que fue inducido a dejar su trabajo, cerrar su taller, y pasar la

tarde en oración.

Prevaleció y el domingo fue a ver al ministro, y quiso que hiciera una reunión. Luego de titubear, accedió el

ministro, observando, sin embargo, que pocos asistirían. La organizó para esa tarde en una casa privada grande.

Cuando llegó la tarde, se reunieron tantos que no cabían en la casa. Todo estuvo en silencio por un rato hasta

que un pecador irrumpió en lágrimas y dijo que si alguien podía orar, pedía que oraran por él. Otro más siguió,

y otro, hasta que las personas de cada rincón del pueblo estaban bajo gran convicción. Y lo sobresaliente fue

que ellos concordaron que su convicción fue a la hora que el anciano estaba orando en su taller. Un poderoso

avivamiento siguió. Así que prevaleció el anciano tartamudo, y como un príncipe, tenía poder con Dios. Podría

nombrar multitudes de casos parecidos, pero por falta de tiempo debo concluir con pocos.

OBERVACIONES.

1. Mucha de la oración se pierde, y mucha gente no prevalece en oración porque, cuando tienen deseos por

bendiciones particulares, no les dan seguimiento. Pueden tener deseos, benevolentes y puros, que son incitados

por el Espíritu de Dios; y cuando los tienen, deben perseverar en oración, pues si quitan su atención por otros

objetos, apagarán el Espíritu. Les decimos a los pecadores que no desvíen su atención del único objeto, sino que

la fijen ahí hasta que sean salvos. Cuando encuentren esos deseos santos en las mentes de ustedes, tengan

cuidado de dos cosas:

(1.) No apaguen el Espíritu.

(2.) No sean desviados hacia otros objetos.

Sigan las direcciones del Espíritu hasta que hayan ofrecido oración eficaz y ferviente que puede mucho.

2. Sin el espíritu de oración, los ministros tendrán muy poco provecho. No necesitan expresar mucho éxito, a

menos que oren por ello. A veces otros pueden tener el espíritu de oración y obtener la bendición en sus labores.

Generalmente, sin embargo, los predicadores más exitosos son quienes ellos mismos tienen el espíritu de

oración.

3. No sólo deben los ministros tener el espíritu de oración, sino es necesario que la iglesia deba unirse en ofrecer

que la oración eficaz y ferviente puede prevalecer con Dios. No necesitan esperar una bendición a menos que

la pidan. "Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto".

Ahora, mis hermanos, sólo tengo que preguntarles referente a lo que he predicado esta noche: ¿Lo harán? ¿Han

hecho lo que les prediqué el pasado viernes en la tarde? ¿Han repasado sus pecados y los han confesado?

¿Pueden orar ahora? ¿Me uniré a ustedes y ofreceré oración que prevalece, que el Espíritu de Dios baje aquí?

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LECCIÓN V

LA ORACIÓN DE FE

TEXTO. --"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os

vendrá." -- Marcos 11:24.

ESTAS palabras han sido supuestas por algunos para referirse exclusivamente a la fe de milagros. Pero no hay la

menor evidencia de eso. El que el texto no fuera diseñado por nuestro Salvador para referirse exclusivamente

a la fe de milagros es probado por la conexión en la que se halla. Si leen el capítulo, verán que Cristo y sus

apóstoles estaban en ese tiempo muy comprometidos con su obra, y oraban mucho; y en tanto regresaban

débiles y hambrientos de sus lugares de retiro en la mañana, vieron una higuera cerca. Se veía hermosa y sin

duda daba señales de que tenía fruto, pero cuando llegaron, sólo encontraron hojas. Y Jesús dijo: "Nunca jamás

coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos. Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había

secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha

secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a

este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo

que diga le será hecho.

Luego sigan las palabras del texto:

"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá".

Nuestro Salvador estaba deseoso de dar a sus discípulos las instrucciones con respecto a la naturaleza y poder

de la oración y la necesidad de una fe fuerte en Dios. Por tanto, él estableció un caso fuerte, un milagro--uno

tan grandioso como la remoción de una montaña al mar, Y les dice que, si ellos ejercieran una fe apropiada en

Dios, podrían hacer tales cosas. Pero sus observaciones no están limitadas a la fe meramente concerniente a la

obra de milagros, pues continúa diciendo:

"Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en

los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que

está en los cielos os perdonará vuestras ofensas".

¿Se relaciona esto con milagros? Cuando oren, tienen que perdonar. ¿Requiere sólo eso cuando un hombre

desea obrar un milagro? Hay muchas otras promesas en la Biblia relacionadas con eso, y hablan casi de lo mismo,

de lo cual ha sido todo dispuesto en esa manera de escasa mano de obra, como refiriéndose a la fe empleada

en milagros. ¡Así como si la fe de milagros fuera algo diferente de la fe en Dios!

En mi conferencia pasada, traté el tema de la oración que prevalece, y recordarán que toqué brevemente el

tema de la fe en oración porque quería reservarlo para una discusión aparte. El tema de esta noche es:

LA ORACIÓN DE FE, Propongo:

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I. MOSTRAR QUE LA FE ES UNA CONDICIÓN INDISPENSABLE DE LA ORACIÓN PREVALECIENTE.

II. MOSTRAR LO QUE ES QUE VAMOS A CREER CUANDO ORAMOS.

III. MOSTRAR CUANDO VAMOS A EJERCER ESA FE, O CREER QUE RECIBIREMOS LO QUE PIDAMOS.

IV. QUE ESA CLASE DE FE EN ORACIÓN SIEMPRE OBTIENE LA BENDICIÓN BUSCADA.

V. EXPLICAR CÓMO VAMOS A LLEGAR A ESE ESTADO DE LA MENTE EN EL QUE PODEMOS EJERCER ESA FE.

VI. RESPONDER ALGUNAS OBJECIONES QUE A VECES VAN EN CONTRA DE ESOS PUNTOS DE VISTA ACERCA DE

LA ORACIÓN.

I. NO HAY DUDA DE QUE LA FE ES UNA CONDICIÓN INDISPENSABLE DE LA ORACIÓN.

Hay tal cosa como ofrecer deseos benevolentes, que son aceptables a Dios como tales, que no incluyen el

ejercicio de la fe referente a la recepción de esas bendiciones. Pero los deseos no son oración prevaleciente, la

oración de fe. Dios puede considerar adecuado el conceder las cosas deseadas, como un acto de bondad y amor,

pero no sería apropiadamente en respuesta a la oración. Estoy hablando del tipo de fe que asegura la bendición.

No me malentiendan al decir que no hay nada en la oración que sea aceptable a Dios, o que incluso se obtenga

la bendición a veces sin este tipo de fe, sino que hablo de la fe que asegura la misma bendición que se busca.

Para probar que la fe es indispensable para la oración que prevalece, es sólo necesario repetir lo que el apóstol

Santiago expresamente nos dice: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a

todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda

es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra".

II. VEAMOS LO QUE VAMOS A CREER CUANDO ORAMOS.

1. Vamos a creer en la existencia de Dios--"Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es

galardonador de los que le buscan". Hay muchos que creen en la existencia de Dios, y no creen en la eficacia de

la oración. Profesan creer en Dios, pero niegan la necesidad o la influencia de la oración.

2. Vamos a creer que recibiremos--algo-- ¿qué? No algo o cualquier cosa, como sucede, sino algo particular por

lo que pidamos. No vamos a pensar que Dios es un ser que si pedimos un pez, nos dará una serpiente, o si

pedimos pan, nos dará una piedra, sino que dice: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed

que lo recibiréis, y os vendrá". Con respecto a la fe de milagros, es claro que van a creer ellos que deben recibir

lo que pidieron--que aquello en sí debe suceder. Eso es que lo que vamos a creer. Ahora, ¿qué deben los

hombres creer en cuanto a otras bendiciones? ¿Es acaso meramente una idea suelta que si un hombre ora por

una bendición específica, Dios dará por una soberanía misteriosa una cosa u otra a él, o algo a alguien más, de

alguna parte? Cuando un hombre ora por la conversión de sus hijos, va a creer que sus hijos se convertirán o los

hijos de alguien más, y es enteramente de alguna manera incierto cuál. Todo esto es una tontería y altamente

deshonroso para Dios. No, vamos a creer que recibiremos las cosas que pidamos.

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III. ¿CUÁNDO VAMOS A HACER ESTE TIPO DE ORACIÓN?

¿Vamos a creer que tendremos las cosas por las que oremos? Respondo, cuando tengamos evidencia de ellas.

Un hombre no puede creer una cosa a menos que vea algo que suponga sea la evidencia. No está bajo la

obligación de creer, y no tiene derecho a creer, que se hará una cosa, a menos que tenga evidencia. Es fanatismo

creer sin evidencia. Los tipos de evidencia que puede tener el hombre son los siguientes:

1. Supongan que Dios ha especialmente prometido algo. Por ejemplo, Dios dice que está más que presto para

dar su Espíritu Santo a aquellos que lo piden, que los padres que dan pan a sus hijos. Aquí estamos obligados a

creer que lo recibiremos cuando lo pidamos. No tienen derecho a poner un sí y decir: "Señor, si quieres, danos

tu Espíritu Santo". Esto es insultar a Dios. Poner un sí a la promesa de Dios, donde Dios no lo ha puesto, es

equivalente a culpar a Dios de no ser sincero. Es como decir: "Oh Dios, si quieres cumplir estas promesas

concédenos la bendición por la que oramos".

Supe de un caso donde una recién convertida fue el medio de enseñar a un ministro una verdad solemne sobre

el tema de la oración. Era de una familia muy perversa, y se fue a vivir con el ministro. Mientras estaba ahí, fue

esperanzadamente convertida, y se comportaba bien. Un día fue al estudio del ministro, mientras estaba él ahí-

-algo que ella no tenía el hábito de hacer; y pensó él que sucedía algo. Le pidió él que tomara asiento, y

amablemente le preguntó a ella sobre el estado de sus sentimientos religiosos; y le dijo ella que estaba

angustiada por la manera en que los miembros con antigüedad oraban por el Espíritu. Oraban que viniera el

Espíritu y parecían muy en serio, e imploraban las promesas de Dios, diciendo: "Oh Señor, si es tu voluntad,

concédenos estas bendiciones por Cristo". Ella pensó el decir "si es tu voluntad", cuando Dios expresamente lo

ha prometido, era cuestionar si Dios era sincero en sus promesas. El ministro trató de razonar con ella, y desde

luego sólo logró confundirla. Ella se angustió y se llenó de dolor y dijo: "no puedo discutir ese punto con usted,

señor, pero me da la impresión que está equivocado y que deshonra a Dios". Y ella salió llorando en angustia. El

ministro vio que ella no estaba satisfecha, lo cual lo llevó a revisar el asunto de nuevo, y por fin vio que estaba

poniendo un si donde Dios no había puesto ninguno y donde expresamente había revelado su voluntad, y que

era un insulto para Dios. Y salió y le dijo a su iglesia que debían creer que Dios era sincero cuando les hizo una

promesa. Y el espíritu de oración bajó sobre la iglesia y siguió un avivamiento poderoso.

2. Donde haya una promesa general en las escrituras que ustedes pueden aplicar razonablemente al caso en

particular ante ustedes. Si su significado real incluye el objeto particular por el que oran, o si pueden

razonablemente aplicar el principio de la promesa al caso, ahí tienen evidencia. Por ejemplo, supongan que es

un tiempo cuando la maldad prevalece grandemente, y son llevados a orar por la intervención de Dios. ¿Qué

promesa tienen? Pues ésta: "vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra

él". Aquí ven que es una promesa general que pone un principio de la administración de Dios, que puede

aplicarse al caso delante de ustedes, como una garantía de ejercer la fe en oración. Y si el caso surgiera para

inquirir como el tiempo en el que Dios concederá bendiciones en respuesta a la oración, tienen esta promesa:

"mientras aún hablan, yo habré oído".

Hay una gran cantidad de promesas y principios generales puestas en la Biblia, de los cuales los cristianos

pueden hacer uso, si sólo pensaran. Cuando estén en circunstancias en las que las promesas aplican, están ahí

para que las usen. Un padre encuentra esta promesa "Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y

hasta la eternidad sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos, Sobre los que guardan su

pacto, Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra". Ahora, he aquí una promesa hecha

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para quienes poseen cierto carácter. Si un padre está consciente que éste es su carácter, tiene un fundamento

justo para aplicarlo para él y su familia. Si tienen ese carácter, están obligados a hacer uso de esta promesa en

oración, y creerla, incluso para los hijos de sus hijos.

Si tuviera tiempo esta noche, iría de principio a fin en la Biblia y produciría una variedad sorprendente de textos

aplicables como promesas; suficientes para probar que, en cualesquiera circunstancias puede ser puesto un hijo

de Dios, Dios ha provisto en la Biblia alguna promesa, sea general o particular, que se puede aplicar, que sea

precisamente idónea para su caso. Muchas de las promesas de Dios son muy amplias adrede para cubrir mucho

terreno. ¿Cuán amplia puede ser la promesa en el texto: "todo lo que pidiereis orando"? ¿Qué cristiano hay que

ora y no haya sido sorprendido a lo largo y ancho, y en plenitud, de las promesas de Dios, cuando el Espíritu las

ha aplicado a su corazón? ¿Quién que vive la vida de oración no se ha sorprendido por su propia ceguera al no

haber visto antes y sentido la extensión y riqueza del significado de esas promesas cuando son vistas bajo la luz

del Espíritu de Dios? En tales momentos ha sido pasmado por su propia ignorancia, y encontrado el Espíritu

aplicando las promesas y declaraciones de Biblia en un sentido del que nunca había soñado de ser aplicables

antes. La manera en la que los apóstoles aplicaron las promesas y profecías y declaraciones del Antiguo

Testamento, coloca en una luz fuerte la amplitud del significado, y la plenitud y riqueza de la palabra de Dios

como debe ser, con frecuencia hará una apropiación de las promesas para él mismo, y una aplicación de ellas a

sus propias circunstancias, y las circunstancias de aquéllos por los que ora, de las que un profesor ciego de

religión nunca sonaría.

3. Donde hay alguna declaración profética, que el objeto por el que se ora sea grato a la voluntad de Dios.

Cuando es claro por la profecía que el evento ciertamente va cumplirse, están ustedes obligados a creerlo, y

hacer el fundamento por su fe especial en oración. Si el tiempo no se específica en la Biblia, y no hay evidencia

de otras fuentes, no están obligados a creer que tomará lugar ahora o inmediatamente. Pero si el tiempo no se

especifica en la Biblia, o si el tiempo puede aprenderse por el estudio de las profecías, y parece haber llegado,

entonces los cristianos están bajo obligaciones de entender y aplicarlo, al ofrecer la oración de fe. Por ejemplo,

tómese el caso de Daniel referente al regreso de los judíos de la cautividad. ¿Qué es lo que dice? "Yo Daniel

miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de

cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años". Aprendió de esos libros, esto es, estudió su Biblia, y

de ese modo entendió que el periodo de la cautividad iba a ser de setenta años. ¿Qué hace entonces? ¿Acaso

se sienta sobre la promesa y dice: "Dios se ha asegurado de poner fin a la cautividad dentro de setenta años y

el tiempo ha expirado, y no hay necesidad de hacer algo"? Oh no dice: "Y volví mi rostro a Dios el Señor,

buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza". Se dispuso de inmediato a orar por aquello que podría

cumplirse. Oró en fe. Pero ¿iba a creer? Lo que había aprendido de la profecía. Hay muchas profecías aún no

cumplidas, en la Biblia, que los cristianos están obligados a entender, en tanto sean capaces de entenderlas, y

hacerlas la base de la oración que creen. No piensen, como algunos parece que piensan, que porque algo se

predice en profecía no es necesario orar por eso, o que sucederá si los cristianos oran o no por ella. No hay

verdad en eso. Dios dice, referente a esta clase de eventos, que son revelados en profecías, "aún seré solicitado

por la casa de Israel, para hacerles esto".

4. Cuando las señales de los tiempos, o la providencia de Dios, indican que una bendición en particular está a

punto de ser otorgada, estamos obligados a creerla. El Señor Jesucristo culpó a los judíos y los llamó hipócritas

porque no entendieron las indicaciones de la Providencia. Pudieron entender las señales del tiempo, y ver

cuando iba a llover, y cuando iba a haber buen clima, pero no podían ver, por las señales de los tiempos, que

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había llegado el momento para que apareciera el Mesías, y levantara la casa de Dios. Hay muchos observantes

de religión que siempre se están tropezando y son renuentes cuando se les propone que hagan algo. Siempre

dicen que el tiempo no ha llegado y que no ha llegado; cuando hay otros que ponen atención a las señales de

los tiempos y que tienen discernimiento espiritual para entenderlas. Éstos oran en fe por la bendición y llega.

5. Cuando el Espíritu de Dios está sobre ustedes, e incita fuertes deseos para cualquier bendición por la que

están obligados a orar en fe. Están obligados a inferir por el hecho que se encuentran atraídos al deseo de tal

cosa, mientras en el ejercicio de tales afectos santos como el Espíritu de Dios produce que estos deseos son la

obra del Espíritu. La gente no está apta para desear con el tipo correcto de deseos, a menos que sean incitados

por el Espíritu de Dios. El apóstol se refiere a estos deseos, incitados por el Espíritu, en su epístola a los Romanos

donde dice: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como

conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que

escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede

por los santos". Aquí, entonces, si se encuentran fuertemente atraídos para desear una bendición, van a

entenderla como una indicación que Dios está dispuesto a otorgar esa bendición en particular, y entonces están

obligados a creerla. Dios no juega con sus hijos. No va e incita en ellos los deseos que está él dispuesto a

gratificar. Y cuando sienten tales deseos, están obligados a seguirlos hasta que obtienen la bendición.

VI. PROCEDERÉ A MOSTRAR QUE EN ESTE TIPO DE FE SIEMPRE SE OBTIENE EL OBJETO.

El texto es claro aquí para mostrar que ustedes recibirán aquello por lo que están orando. No dice "creed que

lo recibiréis, y tendréis ya sea eso o algo más equivalente a eso". Para probar que esa fe obtiene la bendición

pedida, observo...

1. que de otro modo nunca podríamos saber si nuestras oraciones fueran contestadas. Y podemos seguir orando

y orando, mucho después que la oración fuera contestada por alguna otra bendición equivalente a la que

pedimos.

2. Si no estamos obligados a esperar aquello que pedimos, debe ser que el Espíritu de Dios nos engaña. ¿Por

qué nos incita a desear cierta bendición cuando quiere decir que concederá algo más?

3. ¿Cuál es el significado de este pasaje, "¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una

piedra?"? ¿Acaso no reprende nuestro Salvador la idea que la oración puede ser contestada al dar otra cosa

más? ¿Qué motivación tenemos para orar por cualquier cosa en particular si vamos a pedir por algo y recibimos

otra cosa? Supongan que un cristiano deba orar por un avivamiento aquí-- ¡se le contestaría por un avivamiento

en China! O que pudiera orar por un avivamiento, ¡y Dios enviara el cólera, o un terremoto! Toda la historia de

la iglesia muestra que cuando Dios responde la oración, le da a su pueblo por lo que ha estado orando. Dios

confiere otras bendiciones, sobre santos y pecadores, por lo que ellos no oran para nada. Manda la lluvia sobre

los justos e injustos, pero cuando responde la oración, es al hacer lo que ellos le piden que haga. Sin duda,

seguido hace más que responder oraciones. Les concede no sólo lo que piden, sino seguido conecta otras

bendiciones con eso.

4. Quizá puedan palpar una dificultad aquí sobre las oraciones de Jesucristo. La gente pudiera preguntar con

frecuencia: "¿Acaso no oró en el huerto para que la copa se pasara, y se contestó su oración? Respondo que

esto no es ninguna dificultad, pues la oración fue contestada. La copa que oró para ser entregada fue quitada.

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Esto es lo que el apóstol se refiere cuando dice: "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas

con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente". Ahora

pregunto, ¿en qué ocasión fue salvado de la muerte, si no en ésa? ¿Fue la muerte de la cruz de la que oró que

lo libraran? Para nada. El caso fue así. Poco antes de que fuese traicionado, lo oímos decir a sus discípulos "mi

alma está muy triste, hasta la muerte". La angustia mental vino sobre él, hasta que estuvo listo para morir, y

salió hacia el huerto para orar, y les dijo a los discípulos que velaran, y entonces fue un poco adelante y oró:

"Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú". En su agonía se

levantó y caminó por el huerto hasta que llegó donde estaban sus discípulos y los vio durmiendo. Los despertó

y les dijo: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?" Y se fue otra vez, pues estaba tan angustiado

que no podía estarse quieto, y de nuevo derramó su alma. Y la tercera vez va y ora, "Padre mío, si no puede

pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad". Y ahora la tercera vez que oraba, ahí se apareció

un ángel desde el cielo, fortaleciéndolo. Y su mente se repuso y se calmó, y la copa se había ido. Hasta entonces,

había estado en una agonía tal que su sudor fue como gotas de sangre, pero ya todo había pasado.

¡Algunos han supuesto que estaba orando contra la cruz, suplicando fuera librado de morir en la cruz! ¿Acaso

Cristo evadió la cruz? Nunca. Vino al mundo a propósito para morir en la cruz y nunca la evadió. Pero tenía

miedo de morir en el huerto antes de llegar a la cruz. La carga de su alma era muy grande y produjo una agonía

tal que sintió como si estuviera a punto de morir. Su alma estaba tan triste incluso hasta la muerte. Pero luego

de que el ángel se le apareciera, ya no vemos más la agonía de su alma. Había orado por alivio de esa copa y su

oración fue respondida. Se calmó y no tuvo ningún sufrimiento mental hasta que expiró. Este caso, por tanto,

no es excepción. Recibió lo que había pedido, como dice, "Yo sabía que siempre me oyes".

Pero hay otro caso con frecuencia tratado donde el apóstol Pablo oraba contra el aguijón en la carne. Dice:

"respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí". Y Dios le respondió "Bástate mi gracia."

Es la opinión del doctor Clarke y de otros que la oración de Pablo fue contestada en aquello por lo que estaba

orando. Ese "aguijón en [la] carne, un mensajero de Satanás", del cual habla era un apóstol falso que había

distraído y pervertido a la iglesia en Corinto. Pablo oró contra su influencia, y el Señor le respondió al asegurarle

"bástate mi gracia". ¿Quién no sabe que fue la influencia de Pablo que triunfó al fin?

Pero admitir que la oración de Pablo no fue respondida, al concederle el objeto en particular por lo que oraba,

a fin de resolver el caso como una excepción de oración de fe, están ellos obligados a asumir que aquello sea

probado. No hay razón para suponer que Pablo siempre oraba en fe no más que cualquier otro cristiano. La

manera en la que Dios le respondió muestra que no fue en fe. Virtualmente le dice "ese aguijón es necesario

para tu santificación y librarte de ser exaltado sin medida. Lo envío en amor, y en fidelidad, y no tienes ningún

asunto para orar que deba quitarlo; DÉJALO".

No sólo no hay evidencia de que oró en fe, sino una fuerte suposición que no. Por la historia es evidente que no

tenía nada sobre la cual reposar en fe. No había una promesa expresa, ninguna promesa general, que pudiera

ser aplicable, ninguna providencia de Dios, ninguna profecía, ninguna enseñanza del Espíritu que Dios quitaría

ese aguijón; pero la suposición era que Dios no la quitaría. Se lo había dado a él por un propósito en particular.

Su oración parece haber sido egoísta, o por lo menos el orar por una influencia meramente personal. Esto no

era un sufrimiento personal que retardaba la utilidad de él, sino al contrario le fue dado para aumentar su

utilidad al mantenerse humilde, y porque por alguna razón vio que era inconveniente y mortificante, se dispuso

a orar de su propio corazón, evidentemente sin ser llevado a eso por el Espíritu de Dios. Pero ¿oró Pablo en fe

sin el Espíritu de Dios como cualquier otro hombre? Y ¿cualquiera intentaría decir que el Espíritu de Dios lo llevó

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a orar para que eso fuese removido, cuando Dios mismo se lo había dado por un propósito en particular, cuyo

propósito no podía responderse en tanto el aguijón continuara con él?

¿Por qué entonces se hace de esto una excepción a la regla general puesta en el texto, que un hombre recibirá

lo que pidiere en fe? Una vez quedé pasmado y dolido en el examen público en el Seminario Teológico al oír que

oscurecían el consejo con palabras sin conocimiento del tema. Este caso de Pablo, y el de Cristo, que acabo de

mencionar, fueron los dos citados como ejemplos para probar a sus estudiantes que la fe en oración no sería

contestada en algo en particular por lo cual oraran. Ahora, enseñarles opiniones como esas dentro y fuera de

un seminario teológico, es jugar con la palabra de Dios, y romper el poder del ministerio cristiano. ¿Han llegado

a eso, que nuestros doctores serios en nuestros seminarios sean utilizados para instruir a vigías de Sion, para

creer y enseñar que no se debe esperar que la oración de fe vaya a ser contestada en conceder el objeto por el

que oramos? Oh, ¡no lo anuncien en Gat ni den las nuevas Ascalón! ¿Qué va a ser de la iglesia mientras sean

tales las posturas de los ministros más serios e influyentes? No sería severo y censurador, sino como uno de los

ministros de Cristo, me siento obligado a llevar el testimonio contra tal perversión de la palabra de Dios.

5. Es evidente que la oración de fe obtendrá la bendición desde el hecho que nuestra fe descansa en evidencia

que para conceder aquello sea la voluntad de Dios. No la evidencia que algo más se otorgará, sino que será ese

objeto en particular. Pero ¿cómo, entonces tenemos evidencia que eso será concedido, si otra cosa se otorgará?

La gente con frecuencia recibe más de lo que ora. Salomón oró por sabiduría, y Dios le concedió además riquezas

y honor. Una esposa ora a veces por la conversión de su esposo, y si ofrece la oración de fe, Dios no sólo puede

conceder esa bendición, sino convertir a su hijo, y toda su familia. Las bendiciones a veces parecen estar juntas

para que si el cristiano gana una, reciba todas.

V. VOY A MOSTRAR CÓMO VAMOS A LLEGAR A ESE ESTADO DE LA MENTE, EN EL QUE PODEMOS OFRECER

ESA ORACIÓN.

La gente a veces pregunta: "¿Cómo ofreceré esa oración? ¿Diré ahora voy a orar en fe por tal y tal bendición?"

No, la mente humana no es movida de esa manera. De una vez digan, "ahora voy a llamar a un espíritu del

abismo". Respondo:

1. Deben primero obtener evidencia que Dios otorgará la bendición. ¿Cómo hizo Daniel para ofrecer oración de

fe? Escudriñó las escrituras. Ahora, no necesitan dejar su Biblia en la repisa y esperar que Dios revele sus

promesas a ustedes. Busquen a través las escrituras, y vean dónde pueden obtener una promesa general o

especial, o una profecía, en la puedan plantar sus pies cuando oren. Vayan a la Biblia y la encontrarán llena de

tales cosas--preciosas promesas, que ustedes pueden suplicar en fe. Nunca necesitan carecer de objetos de

oración, si hacen lo que hizo Daniel. Las personas se asombran sobre este tema porque nunca hacen un uso

apropiado de la Biblia.

Un caso curioso sucedió en uno de los pueblos en la parte oeste del estado. Había ahí un avivamiento. Un clérigo

llegó y escuchó bastante sobre la oración de fe. Se asombró por lo que se decía, pues nunca había considerado

el tema a la luz de cómo lo hacían. Preguntó al respecto al ministro que estaba trabajando ahí. El ministro le

pidió, en un espíritu afable, de volver a casa, y tomar su Testamento, ver los pasajes que se referían a la oración,

y que acudiera con la gente que oraba y les preguntara cómo entendían esos pasajes. Dijo que lo haría, aunque

esta percepción era nueva para él, estaba dispuesto a aprender. Lo hizo, y fue con sus hombres y mujeres de

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oración, y leyó los pasajes sin observación o comentario, y les preguntó lo que pensaban. Encontró que su simple

sentido común los había llevado a entender esos pasajes y a creer que significaban así como éstos decían. Esto

le afectó a él, y el hecho de ir y presentar las promesas ante las mentes de ellos despertó el espíritu de oración

en ellos y un avivamiento siguió.

Podría nombrar a muchos individuos que se han propuesto a examinar la Biblia sobre este tema, y antes de ir a

la mitad habrán sido llenos con el espíritu de oración. Ellos encontraron que Dios quería que sus promesas

fuesen entendidas por hombres con sencillo sentido común. Les aconsejo que lo intenten. Tienen Biblias;

examínenlas, donde encuentren una promesa que puedan usar, guárdenla en sus mentes antes de que sigan; y

me aventuro a predecir no habrán terminado el libro sin averiguar que las promesas de Dios significan lo que

quieren decir.

2. Guarden los buenos deseos que tienen. Los cristianos muy seguido pierden sus buenos deseos al no atender

eso; y entonces sus oraciones son meras palabras, sin ningún deseo o seriedad en lo absoluto. El menor deseo

de añoranza debe ser guardado. Si su cuerpo estuviera por congelarse, y tuvieran una llama muy pequeña de la

fogata, ¡cómo la atesorarían! Entonces, si tienen el menor deseo por una bendición, sin importar qué tan

pequeño sea, no jueguen con él. No constriñan al Espíritu. No se aparten. No suelten los buenos deseos por

ligereza, censura, mente mundana. Velen y oren y denle seguimiento o nunca harán la oración de fe.

3. La consagración entera a Dios es indispensable para la oración de fe. Tienen que vivir una vida santa y

consagrar todo a Dios--su tiempo, talentos, influencia--todo lo que tengan y todo lo que son, para que sea de él

enteramente. Lean la vida de hombres piadosos, y quedarán impactados con este hecho: que apartaban tiempo

para renovar su pacto, y renovarse para Dios; y cuando lo hacían, una bendición seguía inmediatamente. Si

tuviera a Edwards aquí esta noche, podría leer pasajes mostrando cómo era en sus días.

4. Deben perseverar. No van a orar por una cosa a la vez, y luego dejar de hacerlo, y llamar eso oración de fe.

Vean a Daniel. Oró por veintidós días y no paró hasta que hubo tenido la bendición. Apartó su corazón y su rosto

ante el Señor para buscar en oración y súplica, con ayuno, cilicio, y cenizas, y estuvo tres semanas así y luego

llegó la respuesta. Y ¿por qué no llegó antes? Dios envió a un arcángel con el mensaje, pero el diablo lo

obstaculizó todo ese tiempo. Vean lo que Cristo dice en la parábola del juez injusto y la parábola de los panes.

¿Qué nos enseña por ellas? Pues que Dios concede las respuestas a la oración cuando se es insistente. "¿Y acaso

Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?"

5. Si oran, asegúrense de caminar todos los días con Dios. Si lo hacen, les dirá por qué orar. Sean llenos de su

Espíritu y les dará los objetos suficientes para orar. Les dará tanto de su espíritu de oración como tengan fuerzas

del cuerpo para soportar.

Me dijo un buen hombre: "Oh, me estoy muriendo por falta de fuerzas para orar. Mi cuerpo está molido, el

mundo está sobre mí, y ¡cómo puedo soportar orar!" Sabía yo que ese hombre se iba a la cama totalmente

enfermo por la debilidad y desfallecimiento, bajo presión. Y supe que él oraba como si hiciera violencia en el

cielo, y luego vi la bendición llegar tan sencillamente en respuesta a su oración como si fuese revelada, para que

ninguna persona lo dudara más como si Dios hubiese hablado desde el cielo. ¿Les digo cómo murió? Oró más y

más, y tomaba un mapa del mundo ante él y oraba, y veía a los países diferentes y oraba por ellos hasta que

expiró totalmente en su cuarto de oración. ¡Bendito hombre! Fue el reproche de los profesantes impíos y

carnales, pero el favorito del cielo, y un príncipe prevaleciente en oración.

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VI. ME REFERIRÉ A ALGUNAS OBJECIONES CONTRA ESTA DOCTRINA.

1. "Lleva al fanatismo y equivale a una nueva revelación". ¿Por qué debe ser esto una piedra de tropiezo? Deben

ellos tener evidencia para creer antes de que puedan ofrecer la oración de fe. Y si Dios da otra evidencia además

de los sentidos, ¿dónde está la objeción? Cierto, hay un sentido en el que ésta es una nueva revelación; está

dando a conocer aquello por su Espíritu. Pero es la revelación que Dios ha prometido dar. Es lo que vamos a

esperar si la Biblia es cierta, que cuando no sabemos qué debemos orar. Según la voluntad de Dios, su Espíritu

ayuda nuestras enfermedades y nos enseña por qué orar. ¿Negaremos la enseñanza del Espíritu?

2. Con frecuencia se pregunta: "¿es nuestro deber orar la oración de fe para la salvación de los hombres?"

Respondo que no, pues eso no es aquello según la voluntad de Dios. No tenemos evidencia de que todos serán

salvos. Debemos sentirnos benevolentes hacia todos y desear su salvación. Pero Dios lo ha revelado a nosotros

que muchos de la raza humana serán condenados. No puede ser un deber creer que serán todos salvos frente

a una revelación a lo contrario. En la oración de Cristo, en el capítulo 17 de Juan, expresamente dijo: "Yo ruego

por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste".

3. Pero algunos dicen: "Si ofrecemos esta oración para todos los hombres, ¿no serían todos los hombres salvos?"

Respondo que sí, y entonces serían salvos, si todos se arrepintieran. Pero no lo harán. Ni los cristianos ofrecerán

oración de fe por todos, porque no hay ninguna evidencia sobre la cual sustentar una creencia de que Dios

intenta salvar a todos los hombres.

4. Pero preguntan: "¿Por quién vamos a ofrecer esa oración? Queremos saber en qué casos, para qué personas

y lugares, y en qué tiempos, etc., vamos a hacer la oración de fe. Respondo, como he ya respondido, cuando

tengan evidencia, de las promesas, o profecías, o las direcciones del Espíritu, que Dios hará las cosas por las que

oran.

5. "¿Cómo es que tantas oraciones de padres piadosos por sus hijos no son contestadas? ¿Acaso no dijo usted

que había una promesa, la cual padres piadosos pueden aplicar para sus hijos? ¿Por qué es que, entonces, tantos

padres han tenido hijos impenitentes que mueren en sus pecados? Considerando que así es, ¿qué prueba? Que

Dios sea verdad, pero todos los hombres mentirosos. ¿A quién creeremos, que la promesa de Dios ha fallado o

que estos padres no cumplieron su deber? Quizá no creyeron la promesa, o no creyeron que había tal cosa como

la oración de fe. Donde encuentren a un profesante que no crea en esa oración, encontrarán, como algo general,

que tiene hijos y sirvientes aún en sus pecados. Y no es de extrañarse, a menos que se conviertan en respuesta

a las oraciones de alguien más.

6. "¿Acaso esto no llevará al fanatismo? ¿Acaso no pensará mucha gente que está ofreciendo la oración de fe

cuando no lo está?" Esa es la misma objeción que los unitarios hacen contra la doctrina de la regeneración--que

mucha gente cree que ha sido nacida de nuevo cuando no. Es un argumento contra toda la religión espiritual.

Algunos piensan que la tienen cuando no la tienen, y son fanáticos. Pero hay quienes saben lo que es la oración

de fe, así como hay quienes saben lo que es experiencia espiritual, aunque se tropiecen con profesantes de

corazón frío que no la conocen. Incluso los ministros se exponen con frecuencia a la reprensión que Cristo dio a

Nicodemo: "¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?"

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OBSERVACIONES.

1. Las personas que no saben por experiencia lo que es esto tienen mucha razón para dudar su piedad. No es

por ningún motivo de falta de benevolencia. Que se examinen ellos mismos. Es de temerse que entienden la

oración como Nicodemo entendió el nuevo nacimiento. No han caminado con Dios, y ustedes no se lo pueden

describir a ellos, así como tampoco le pueden describir los colores de una bella pintura a un daltónico. Muchos

profesantes pueden entender acerca de la oración de fe tanto como un daltónico los colores.

2. Hay razón para creer que millones están en el infierno porque los profesantes no han ofrecido la oración de

fe. Cuando tenían promesas bajo sus ojos, no han tenido la fe suficiente para usarlas. Del mismo modo los padres

dejan a sus hijos, incluso hijos bautizados, irse al infierno porque no creen las promesas de Dios. Sin duda,

muchos esposos de mujeres se han ido al infierno, cuando pudieron haber prevalecido con Dios en oración y

salvarlos. Las señales de los tiempos y las indicaciones de la Providencia fueron favorables, quizá, y el Espíritu

de Dios movió deseos para su salvación, y tuvieron evidencia suficiente para creer que Dios estaba listo para

conceder una bendición, y si solamente hubieran orado en fe, Dios la hubiera concedido; pero Dios la rechazó

porque no discernieron las señales de los tiempos.

3. Dicen ustedes: "Esto deja a la iglesia bajo una gran carga de culpa". Cierto, y sin duda multitudes estarán

frente a Dios todos cubiertos con la sangre de las almas que se han perdido mediante la falta de fe esas

multitudes. Las promesas de Dios, acumuladas en la Biblia de ellas, se les quedarán viendo fijamente a la cara y

se inclinarán hacia el infierno.

4. Muchos profesantes de religión viven tan lejos de Dios que el hablar con ellos sobre la oración es todo

inteligible. Muy seguido la gran ofensa posible para ellos es predicar sobre ese tipo de oración.

5. Quiero hacerle algunas preguntas a los profesantes que están aquí. ¿Saben lo que es orar en fe? ¿Han orado

de esa manera? ¿Han orado hasta que su mente asegura que la bendición llega--hasta que sienten ese descanso

en Dios, esa confianza, tan perfecta, como si vieran bajar del cielo a Dios para dárselas? Si no, deben examinar

el fundamento de ustedes. ¿Cómo pueden vivir sin orar en fe? ¿Cómo viven a la vista de sus hijos, mientras no

tienen certeza alguna que se convertirán? Uno pensaría que ustedes enloquecerían. Conocí a un padre, un buen

hombre del oeste, que tenía opiniones equivocadas respecto a la oración de fe; y todos sus hijos eran grandes

y sin convertir. Un hijo enfermó y parecía que iba a morir. El padre oró, pero el hijo empeoró y parecía que se

iría a la tumba sin esperanza. El padre oró hasta que su angustia fue inexplicable. Por fin oró (no parecía haber

ninguna esperanza por la vida de su hijo), derramando su alma como para no ser negado, hasta que por fin

obtuvo la certeza de que su hijo no sólo viviría sino que se convertiría, y no sólo él, sino toda su familia se

convertiría a Dios. Llegó a su casa y les dijo que su hijo no moriría. Estaban pasmados. Les dijo, "les digo que no

va a morir, ningún hijo mío jamás morirá en sus pecados". Los hijos de ese hombre se convirtieron hace años.

¿Qué piensan de eso? ¿Fue fanatismo? Si lo creen, es porque no saben nada sobre el asunto. ¿Oran así? ¿Viven

de tal manera que pueden ofrecer tal oración por sus hijos? Sé que los hijos de los profesantes pueden a veces

convertirse en respuesta a la oración de alguien más. ¿Pero deben vivir así? ¿Se atreven a confiar las oraciones

de otros cuando Dios los llama a sostener esta relación de suma importancia con sus hijos?

Finalmente--vean qué esfuerzo combinado se hace para disponer de la Biblia. Los perversos están desechando

las amenazas de la Biblia y la iglesia las promesas. ¿Qué es lo que queda? Entre ellos, dejan la Biblia en blanco.

Lo digo en amor: ¿para qué son buenas sus Biblias pues si no nos agarramos de las preciosas promesas, y las

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usamos como la base de nuestra fe cuando oramos por la bendición de Dios? Mejor envíen sus Biblias a los

inicuos, donde les hará algo de bien, si ustedes no van a creer y usarlas. No tengo evidencia que haya mucho de

esa oración en esta iglesia o en esta ciudad. Y ¿qué va a ser de ella? ¿Qué va a ser de los hijos de ustedes, sus

vecinos, los perversos?

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LECCIÓN VI

EL ESPÍRITU DE ORACIÓN

TEXTO. – “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de

pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con

gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,

porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. -- Romanos 8: 26-27.

La conferencia pasada fue sobre la oración eficaz, en la que observé que uno de los atributos más importantes

de la oración eficaz o prevaleciente es la FE. Esto fue un tema muy extenso, que lo separé para una discusión

posterior. Y por consiguiente, el viernes diserté sobre la FE EN LA ORACIÓN, o, como lo titulé, LA ORACIÓN DE

FE. Era mi intención discutir el tema en una sola conferencia. Pero en tanto me veía en la necesidad de condensar

algunos puntos, se me ocurrió, y fue mencionado por otros, que pudiera haber algunas preguntas que la gente

haría, que deberían contestarse más plenamente, especialmente que en ese tema hay mucha oscuridad. Un

gran plan en predicar es exhibir la verdad de tal manera que responda las preguntas que naturalmente surjan

en las mentes de aquellos que leen la Biblia con atención, y quieren saber lo que significa, para que puedan

ponerlo en práctica. Al explicar el texto, propongo mostrar:

I. DE QUÉ ESPÍRITU ES DEL QUE SE HABLA EN EL TEXTO, "EL ESPÍRITU NOS AYUDA EN NUESTRA DEBILIDAD".

II. LO QUE EL ESPÍRITU HACE POR NOSOTROS.

III. POR QUÉ HACE LO QUE EL TEXTO LE DECLARA QUE HAGA.

IV. CÓMO LO LOGRA.

V. EL GRADO QUE INFLUYE LAS MENTES DE QUIENES ESTÁN BAJO SU INFLUENCIA.

VI. CÓMO SUS INFLUENCIAS SE VAN DISTINGUIR DE LAS INFLUENCIAS DE ESPÍRITUS MALOS O DE

SUGERENCIAS DE NUESTRAS MENTES.

VII. CÓMO VAMOS A OBTENER ESTA AGENCIA DEL ESPÍRITU SANTO.

VIII. QUIÉNES TIENEN DERECHO A ESPERAR DISFRUTAR SUS INFLUENCIAS EN ESTE ASUNTO--O PARA QUIÉNES

EL ESPÍRITU HACE LAS COSAS HABLADAS EN EL TEXTO.

I. ¿QUÉ ESPÍRITU ES DEL QUE SE HABLA EN EL TEXTO?

Algunos han supuesto que el Espíritu hablado en el texto significa nuestro propio espíritu--nuestra mente. Pero

un poco de atención al texto mostrará claramente que ese no es el significado. Entonces "el Espíritu nos ayuda

en nuestra debilidad" se leería "nuestro propio espíritu nos ayuda en nuestra debilidad de nuestro propio

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espíritu"--o "nuestro mismo Espíritu intercede por nuestro mismo espíritu". Ustedes no pueden ver el sentido

a esa suposición. Es evidente por la manera en el que el texto se introduce que el Espíritu al que se refiere es el

Espíritu Santo. "Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la

carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis

recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción,

por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de

Dios". El texto está claramente hablando del mismo Espíritu.

II. LO QUE HACE EL ESPÍRITU.

Respuesta--él intercede por los santos, "intercede por nosotros", "nos ayuda en nuestra debilidad", cuando

"hemos de pedir como conviene". Ayuda a los cristianos a orar según la voluntad de Dios", o por las cosas que

Dios desea que oremos.

III. ¿POR QUÉ SE EMPLEA ENTONCES EL ESPÍRITU SANTO?

Por nuestra ignorancia. Porque no sabemos por qué orar como conviene. Estamos muy ignorantes de la

voluntad de Dios, revelada en la Biblia, y de su voluntad no revelada, como convendría aprenderla de su

providencia. La humanidad ignora las promesas y profecías de la Biblia, y está ciega a la providencia de Dios. Y

están aún más en la oscuridad sobre esos puntos de los que Dios no ha dicho nada más que por las guías de su

Espíritu. Recordarán que nombré estas cuatro fuentes de evidencia con la cual basar la fe en oración--promesas,

profecías, providencias y el Espíritu Santo. Cuando todos los demás medios fallan en dirigirnos al conocimiento

de lo que debemos orar, el Espíritu lo hace.

IV. ¿CÓMO INTERCEDE POR LOS SANTOS? ¿EN QUÉ MODO OPERA PARA AYUDARNOS EN NUESTRAS

DEBILIDADES?

No es para reemplazar el uso de nuestras facultades. No es para orar por nosotros, mientras no hagamos nada.

Ora por nosotros al incitar nuestras facultades. No es que inmediatamente nos sugiera palabras, guíe nuestro

lenguaje, sino que ilumina nuestras mentes y hace que la verdad tome nuestras almas. Nos guía a considerar el

estado de la iglesia, y la condición de los pecadores alrededor de nosotros. No podemos saber la manera en la

que lleva la verdad ante nuestra mente, y nos mantiene ahí hasta que produce su efecto, pero podemos saber

tanto como esto--que nos guía a una consideración profunda del estado de las cosas; y el resultado de esto, el

resultado natural y filosófico, es un sentimiento profundo. Cuando el Espíritu lleva la verdad ante la mente de

un hombre, sólo hay una manera en la que podemos abstenernos del sentimiento profundo. Esto es alejando

los pensamientos y dirigir la mente a pensar en otras cosas. Los pecadores deben sentir cuando el Espíritu de

Dios les expone la verdad ante ellos. Se sienten mal, siempre y cuando se mantengan sin arrepentirse. Entonces,

si un hombre es cristiano, y el Espíritu Santo le guía a un asunto para un contacto cálido con su corazón, es tan

imposible que no deba sentir como que la mano de ustedes no sienta si se pone en el fuego. Si el Espíritu de

Dios lo lleva a él a morar en cosas calculadas para incitar sentimientos cálidos y abrumadores, y él no es incitado

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por ellos, prueba que no tiene amor por las almas, nada del Espíritu de Cristo, y no sabe nada de la experiencia

cristiana.

2. El Espíritu hace al cristiano sentir el valor de las almas, y la culpa y el peligro de los pecadores en su condición

presente. Es sorprendente cuán oscuros y estúpidos son los cristianos acerca de esto. Incluso los padres

cristianos dejan a sus hijos irse directo al infierno frente a sus ojos, y casi no ejercen ningún sentimiento, o no

hacen algún esfuerzo para salvarlos. Y ¿por qué? Porque están tan ciegos de lo que es el infierno, tan incrédulos

sobre la Biblia, tan ignorantes de las preciosas promesas que Dios ha hecho para los padres fieles. Alejan al

Espíritu de Dios y es en vano tratar de hacerles orar por sus hijos, mientras el Espíritu de Dios está apartado de

ellos.

3. Guía a cristianos a entender y aplicar las promesas de la Escritura. Es de asombrarse que en ninguna época

han sido los cristianos plenamente capaces de aplicar las promesas de la Escritura a los eventos de la vida

mientras vivieron. Esto no es porque las promesas mismas sean oscuras. Las promesas mismas son bastante

claras. Pero siempre ha habido una disposición increíble para pasar por alto las Escrituras como fuente de luz

con respecto a los eventos que pasan de la vida. ¡Cuán maravillados estaban los apóstoles a la aplicación de

Cristo de tantas profecías de él mismo! Parecían estar continuamente listos para exclamar "¡Increíble! ¿Puede

ser así? No lo habíamos entendido antes". ¿Quién, que ha presenciado la manera en que los apóstoles, influidos

e inspirados por el Espíritu Santo, aplicaron pasajes del Antiguo Testamento a los tiempos del evangelio, no se

ha sorprendido de las riquezas de significado que encontraron en las Escrituras? Así ha sido con muchos

cristianos, mientras están muy comprometidos en la oración, han visto que los pasajes de la Escritura son

apropiados, que nunca habían pensado antes que tuviesen cualquier aplicación.

Conocí a alguien que estaba en una gran oscuridad espiritual. Se había retirado para orar, decidió que no

desistiría hasta que hubiese encontrado al Señor. Se arrodilló e intentó orar. Todo estaba a oscuras, y no podía

orar. Se levantó y se quedó de pie por un rato, pero no se dio por vencido, pues había prometido que no dejaría

que el sol se metiera antes de que se hubiese entregado a Dios. Se volvió a arrodillar, pero todo estaba oscuro,

y su corazón estaba endurecido como antes. Casi desesperaba y dijo en agonía "he alejado al Espíritu de Dios y

no hay promesa para mí. Me he cerrado de la presencia de Dios". Pero su resolución no fue desistir, y volvió a

arrodillarse. Había dicho sólo unas cuantas palabras cuando este pasaje vino a su mente tan reciente como si lo

hubiese acabado de leer; parecía como si estuviese leyendo las palabras "y me buscaréis y me hallaréis, porque

me buscaréis de todo vuestro corazón" (Jer. 29:13). Aunque esta promesa estaba en el Antiguo Testamento, y

fue dirigida a los judíos, aún era aplicable para él como para ellos. Y quebrantó su corazón como el martillo del

Señor en un santiamén. Oro y se levantó feliz en Dios. Así sucede seguido cuando los profesantes de religión

están orando por sus hijos. A veces oran y están en oscuridad y duda, sintiéndose como si no hubiese un

fundamento por fe, y ninguna promesa especial para los hijos de los creyentes. Pero mientras imploran, Dios

les muestra el significado pleno de alguna promesa, y su alma ha descansado en ella como en el brazo poderoso

del Señor. Una vez supe de una viuda quien estaba sumamente preocupada por sus hijos, hasta que este pasaje

fue traído poderosamente a su mente. "Deja tus huérfanos, yo los criaré". Vio que tenía un significado extenso

y ella pudo agarrarse de él, por así decirlo, con sus manos, y entonces prevaleció en oración, y sus hijos fueron

convertidos. El Espíritu Santo fue enviado al mundo por el Salvador para guiar a su pueblo e instruirlos y llevar

las cosas a su memoria, como también convencer al mundo de pecado.

4. El Espíritu guía a cristianos a desear y orar por cosas de las cuales nada se dice específicamente en la palabra

de Dios. Tómese el caso de un individuo. El que Dios esté dispuesto a salvar es una verdad general. Lo mismo es

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una verdad general que está dispuesto a responder la oración. Pero ¿cómo sabré la voluntad de Dios con

respecto a ese individuo si puedo o no orar en fe de acuerdo con la voluntad de Dios por la conversión y salvación

de ese individuo? Aquí entra la agencia del Espíritu para guiar las mentes de la gente de Dios para que oren por

aquellas personas, y en esos tiempos, cuando Dios está preparado para bendecirles. Cuando no sabemos por

qué orar, el Espíritu Santo guía a la mente a morar en algún objetivo, para considerar su situación, darse cuenta

de su valor, sentir por eso, y tener dolores de parto, hasta que el objetivo se obtiene. Este tipo de experiencia

sé que es poco común en ciudades que en algunas partes del campo debido a la cantidad de cosas que desvían

la atención y lastiman al Espíritu en las ciudades. He tenido oportunidad de conocer cómo ha sido en algunos

sectores. Conocí a alguien que mantenía una lista de personas de las que estaba preocupada, y tuve la

oportunidad de conocer una multitud de personas por las que se interesó, que inmediatamente se convirtieron.

Lo he visto orar por las personas en su lista, cuando literalmente estaba en agonía por ellas, y a veces supe que

visitaba a otra persona para que le ayudara a orar por ellas. He sabido que su mente se aferró a un individuo de

carácter endurecido y desamparado, que no podía ser alcanzado de una forma ordinaria. En un pueblo en el

norte de este estado, donde hubo un avivamiento, había una persona que era un opositor muy terrible y

violento. Tenía una taberna, y le encantaba maldecir a velocidad desesperante, cuando había cristianos adentro

oyendo, con el propósito de lastimarlos. Era tan malo que un hombre dijo que creía que debía vender su lugar,

o regalarlo, e irse del pueblo, que no podía vivir cerca de un hombre que maldijera así. Este buen hombre del

que hablo, estaba pasando por el pueblo, y oyó del caso, y se dolió mucho y se apuró por esa persona. Lo puso

en su lista de oración. El caso pesaba sobre su mente, cuando dormía y cuando estaba despierto. Seguía

pensando en él, y oró por él muchos días. Y lo primero que supimos fue que este hombre impío llegó a una

reunión, se levantó y confesó sus pecados, y derramó su alma. Su taberna inmediatamente se volvió un lugar

de reuniones de oración. De esta manera el Espíritu lleva a cristianos a orar por cosas de las que no orarían,

excepto si fueran guiados por el Espíritu. Y así oran por cosas de acuerdo con la voluntad de Dios.

Para algunos, se puede decir que es revelación de Dios. No dudo que se ha hecho gran mal al decir que este tipo

de influencia equivale a una nueva revelación. Y mucha gente tendrá miedo de ella si oyen que la llaman una

nueva revelación para que no dejen de preguntar qué significa, o si la enseña o no las Escrituras. La suponen

como una respuesta completa a la idea. Pero la verdad simple del asunto es que el Espíritu guía al hombre a

orar. Y si Dios lleva a un hombre a orar por alguien, la inferencia es que Dios planea salvar a esa persona. Si

encontramos al comparar nuestro estado mental con la Biblia, que somos guiados por el Espíritu para orar por

alguien, tenemos buena evidencia para creer que Dios está preparado para bendecirle.

6. Al dar a cristianos un discernimiento espiritual con respecto a los movimientos y desarrollos de la Providencia.

Cristianos devotos y que oran con frecuencia ven estas cosas muy claramente y más allá como para que otros

tropiecen grandemente. A veces ellos parecen que profetizan. Sin duda las personas pueden ser engañadas y a

veces lo son al apoyarse en su propio entendimiento cuando piensan que son guiados por el Espíritu. Pero no

hay duda que a un cristiano se le puede hacer ver y discernir claramente las señales de los tiempos como para

entender, por la providencia, qué esperar, y así orar por eso en fe. Entonces seguido son guiados a esperar un

avivamiento y orar por ello en fe cuando nadie más puede ver las señales más mínimas de eso.

Había una mujer en Nueva Jersey en un lugar donde había habido un gran avivamiento. Ella estaba segura de

que iba a haber otro. Insistió en ello, que habían tenido la lluvia temprana y que habría la lluvia tardía. Quería

que se programaran las reuniones, pero el ministro y los ancianos no vieron nada para motivar eso y tampoco

hicieron nada. Vio ella que estaban ciegos, así que tomó la iniciativa y consiguió a un carpintero para que hiciera

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las bancas para ella, pues dijo que haría las reuniones en su casa. Ciertamente iba a haber un avivamiento. Ella

casi no había abierto las puertas de su casa para reuniones antes de que el Espíritu de Dios bajara con gran

poder. Y estos miembros adormilados de la iglesia se vieron rodeados de súbito con pecadores reconvenidos. Y

sólo podían decir: "De verdad que el Señor estaba en este lugar y no lo sabíamos". La razón por la que tales

personas entendieron la indicación de la voluntad de Dios no es por la sabiduría superior que está en ellos sino

porque el Espíritu de Dios los guía a ver las señales de los tiempos. Y esto es, no por revelación, sino que son

guiados a ver la convergencia de providencias en un sólo punto, que produce en ellos una expectativa confiable

de un cierto resultado.

V. ¿EN QUÉ GRADO VAMOS A ESPERAR QUE EL ESPÍRITU DE DIOS AFECTE LAS MENTES DE LOS CREYENTES?

El texto dice "el Espíritu intercede con gemidos indecibles". El significado es que el Espíritu incita los deseos

como para ser dichos excepto por gemidos. Algo que el lenguaje no puede decir--llenar al alma para expresar

sus deseos en palabras donde la persona sólo puede gemir a Dios, quien entiende el lenguaje del corazón.

VI. ¿CÓMO VAMOS A SABER SI ES EL ESPÍRITU DE DIOS QUE INFLUYE O NO NUESTRAS MENTES?

1. No es por sentimiento el que alguna influencia externa o agencia se aplique a nosotros. No vamos a esperar

sentir nuestras mentes en un contacto físico directo con Dios. Si puede ser tal cosa, no sabemos de qué forma

pueda ser sensible. Sabemos que ejercemos nuestras mentes libremente, y que nuestros pensamientos se

ejercen sobre algo que incita nuestros sentimientos. Pero no vamos a esperar que suceda un milagro, como si

fuésemos guiados de la mano, sensiblemente, o algo que se nos diga al oído, o una manifestación milagrosa de

la voluntad de Dios. La gente con frecuencia aleja al Espíritu porque no lo alberga y no aprecia sus influencias.

Los pecadores hacen esto por ignorancia. Suponen que si estuvieran bajo convicción por el Espíritu, deberían

tener tales y tales sentimientos misteriosos, una sacudida vendría sobre ellos, de la cual no podrían equivocarse.

Muchos cristianos están tan ignorantes de las influencias del Espíritu y han pensado muy poco sobre tener su

asistencia en oración que cuando las tienen no saben, y entonces no las aprecian y no se rinden a ellas, y no las

preservan. No estamos conscientes de nada en el caso, sólo el movimiento de nuestras propias mentes. No hay

nada más que pueda sentirse. Estamos meramente conscientes que nuestros pensamientos se emplean

intensamente en un cierto asunto. Los cristianos con frecuencia se despistan y angustian sobre este punto, pues

no tienen temor del Espíritu de Dios. Sienten intensamente, pero no saben qué les hace sentir. Se angustian por

los pecadores, pero ¿por qué no deben estarlo cuando piensan en su condición? Piensan en ellos todo el tiempo

y ¿por qué no deben angustiarse? Ahora la verdad es que el mismo hecho de que están pensando en ellos es

evidencia de que el Espíritu de Dios los está guiando. ¿No saben que la mayor parte del tiempo estas cosas no

les afectan? La mayor parte del tiempo no se piensa mucho sobre el caso de los pecadores. Saben que su

salvación es igual de importante. Pero en otros momentos, incluso cuando están tranquilos en sus ratos libres,

su mente está enteramente a oscuras, y vacía sin ningún sentimiento por ellos. Pero ahora, aunque puedan

estar ocupados en otras cosas, piensan, oran y sienten intensamente por ellos, incluso mientras están en un

asunto que otras veces puede ocupar todos sus pensamientos. Ahora casi cada pensamiento que tienen es "Dios

ten misericordia de ellos". ¿Por qué es esto? Pues el caso de ellos es puesto en una luz fuerte ante la mente de

ustedes. ¿Se preguntan qué es lo que guía su mente a ejercer benevolencia por los pecadores y agonizar en

oración por ellos? ¿Qué puede ser más que el Espíritu de Dios? No hay demonios que los guíen. Si sus

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sentimientos son realmente benevolentes, van a considerarlo como el Espíritu Santo que los guía a orar por

cosas según la voluntad de Dios.

2. Prueben los espíritus con la Biblia. La gente a veces es llevada por extrañas fantasías e impulsos alocados. Si

los comparan fielmente con la Biblia, no necesitan ser desviados. Pueden siempre saber si sus sentimientos son

producidos por las influencias del Espíritu, al comparar sus deseos con el espíritu y temperamento de la religión

como se describe en la Biblia. La Biblia ordena que prueben a los espíritus. "Amados, no creáis a todo espíritu,

sino probad los espíritus si son de Dios". No sólo observen sus propios sentimientos referente a su prójimo, sino

también, y muy especialmente, las enseñanzas del Espíritu dentro de ustedes referente a nuestro Señor

Jesucristo. "En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne,

es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu

del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo".

VII. ¿CÓMO OBTENEMOS ESTA INFLUENCIA DEL ESPÍRITU DE DIOS?

1. Debe buscarse mediante la oración ferviente y creyendo. Cristo dice "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis

dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo

pidan?" ¿Alguien dice, "he orado por él y no viene"? Es porque no oran bien. "Pedís, y no recibís, porque pedís

mal, para gastar en vuestros deleites". No oran desde los motivos correctos. Un profesante de religión, y

miembro principal en una iglesia, una vez le preguntó a un ministro qué pensaba de su caso; había orado semana

tras semana por el Espíritu y no lo había recibido. El ministro le preguntó cuál era su motivo de oración. Dijo que

quería ser feliz. Sabía que aquellos que tenían el Espíritu eran felices y quería que su mente disfrutara como

ellos. Desde luego, el diablo mismo podía orar así. Eso es puro egoísmo. El hombre se fue muy enojado. Vio que

nunca había sabido lo que era orar. Fue convencido de que era un hipócrita y que sus oraciones eran egoístas,

dictadas sólo por un deseo de su propia felicidad. David oró a Dios que lo sostuviera por su Espíritu libre, que

pudiera enseñar a los transgresores y convertir a pecadores a Dios. Un cristiano debe orar por el Espíritu para

que sea más útil y glorifique a Dios más, no para que él mismo sea feliz. Este hombre vio claramente dónde

había errado y fue convertido. Quizá muchos aquí han estado así. Deben examinar y ver si todas sus oraciones

no son egoístas.

2. Usar los medios adaptados para despertar sus mentes en el tema y mantener su atención fija ahí. Si un

hombre ora por el Espíritu, y luego desvía su mente a otros objetos; no usa otros medios, sino va

inmediatamente a objetos mundanos; tienta a Dios, se zafa de su objeto, y sería un milagro si obtiene por lo

que ora. ¿Cómo va a obtener convicción un pecador? Pues al pensar en sus pecados. Esto es la forma para que

un cristiano obtenga un sentimiento profundo, al pensar en el objeto. Dios no va a derramar estas cosas en

ustedes sin cualquier esfuerzo de ustedes. Deben atesorar las impresiones más mínimas. Tomen la Biblia, vayan

a los pasajes que muestran la condición y los prospectos del mundo. Vean al mundo, a sus hijos, a sus vecinos,

y verán su condición mientras permanezcan en pecado, y perseveren en oración y esfuerzo hasta que obtengan

la bendición del Espíritu de Dios para que more en ustedes. Ésta fue la forma, sin duda, que el doctor Watts

llegó a tener los sentimientos que ha descrito en el segundo Himno del segundo Libro, que harán bien en leer

luego de que vayan a casa.

Mis pensamientos sobre asuntos terribles pasan

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Condenación y muerte:

¡Qué horrores embargan la mente culpable!

¡En un lecho de muerte!

Persistiendo sobre estas costas mortales,

Hace ella una larga demora,

Hasta, como diluvio, con fuerza rápida

La muerte despeja la desdicha.

Entonces, aprisa y amenazante desciende

A la costa enfurecida,

Entre enemigos abominables,

Ella misma un espectro espantado.

Ahí yace sinfín de multitudes de pecadores,

Y la oscuridad hace sus cadenas;

Torturados gritan con desesperación,

Aún en espera de dolores más crueles.

No toda su sangre y angustia

Expía sus culpas pasadas,

Ni la compasión de un Dios

Sus gemidos escucharán.

¡Sublime gracia, que mantiene mi aliento,

Ni removerá el ruego de mi alma,

Hasta que de la muerte de mi Salvador haya aprendido,

Y asegurado bien su amor!

Vean, por así decirlo, por un telescopio que los acercará a ustedes; vean hacia el infierno, y escúchenlos gemir;

luego pónganlo hacia arriba y vean hacia el cielo, a los santos ahí, en sus vestiduras blancas, con sus arpas en

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sus manos, y escúchenlos cantar la canción de amor redentor; pregúntense --¿es posible que deba prevalecer

con Dios para elevar a los pecadores ahí? Háganlo, y si no son perversos, y ajenos a Dios, pronto tendrán tanto

del Espíritu de oración como pueda su cuerpo sostener.

3. Deben estar atentos en oración. Deben estar alertas, y ver si Dios concede la bendición cuando le piden. La

gente a veces ora, y nunca ve si la oración es concedida. Tengan cuidado también, de no contristar al Espíritu

de Dios. Confiesen y abandonen sus pecados, Dios nunca los guiará como uno de sus protegidos, y dejarlos en

sus secretos, a menos que confiesen y abandonen también. Enmienden donde hayan hecho daño. No pueden

esperar tener el espíritu de oración primero y luego arrepentirse. No pueden pelearlo así. Los profesantes de

religión, que están orgullosos de no someterse, y que se justifican a sí mismos, nunca forzarán a Dios para que

more en ellos.

4. Tengan el propósito de obedecer perfectamente la ley escrita. En otras palabras, no tengan comunión con el

pecado. Tengan el propósito de estar enteramente por encima del mundo; "Sed, pues, vosotros perfectos, como

vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Si pecan, que sea su llanto diario. El hombre que no tiene ese

objetivo significa que vive en pecado. Tal hombre no necesita esperar la bendición de Dios, pues no es sincero

en desear mantener todos sus mandamientos.

VIII. ¿POR QUIÉN EL ESPÍRITU INTERCEDE?

Respuesta: Él intercede por los santos, todos los santos, por cualquiera que sea santo. "Y de igual manera el

Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el

Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es

la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos", Romanos 8:26-27.

OBSERVACIONES.

1. ¿Por qué suponen que muy poco énfasis es puesto en las influencias del Espíritu en la oración, cuando tanto

se ha dicho sobre sus influencias en la conversión? Mucha gente tiene sorprendentemente miedo de que las

influencias sean excluidas. Ponen mucho énfasis en las influencias del Espíritu en convertir pecadores. ¡Pero

cuán poco se dice, se escribe, sobre su influencia en oración! ¡Cuán poca queja que la gente no aprovecha

bastante de las influencias del Espíritu para guiar a cristianos a orar de acuerdo con la voluntad de Dios! Que no

se olvide que ningún cristiano ora correctamente excepto si es guiado por el Espíritu. Tiene el poder natural de

orar, y en tanto se revela la voluntad de Dios, puede hacerlo; pero nunca lo hace excepto si el Espíritu de Dios

lo influye. Así como los pecadores se pueden arrepentir, pero no lo hacen, excepto si son influidos por el Espíritu.

2. Este tema revela el fundamento de la dificultad sentida por muchas personas en el asunto de la Oración de

Fe. Objetan a la idea de que la fe en oración es una creencia de que recibiremos las cosas por las que pedimos.

En un sermón publicado hace unos años, sobre este tema, el escritor trata esta dificultad, y la presenta con toda

su fuerza. Dice que no tiene evidencia que el objeto orado será concedido, hasta que haya orado en fe; porque

orar en fe es la condición sobre la cual es prometido. Y desde luego, no puedo exigir la promesa hasta que haya

cumplido la condición. Ahora, si la condición es que voy a creer que recibiré la bendición por la que pido, es

evidente que la promesa es dada sobre la realización de una condición imposible, y es desde luego una mera

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nulidad. La promesa equivaldría justo esto: Recibirán lo que pidan con la condición de que primero crean que lo

recibirán. Ahora, debo cumplir la condición antes de que pueda exigir la promesa. Pero no puedo tener ninguna

evidencia que la recibiré hasta que haya creído que la recibiré. Esto me reduce a la necesidad de creer que la

recibiré antes de que haya cualquier evidencia de que la recibiré--lo cual es imposible.

Toda la fuerza de esta objeción surge del hecho de que las influencias de Espíritu son totalmente pasadas por

alto, que él realiza al guiar a un individuo en el ejercicio de fe. Suponen que el pasaje de Marcos 11:22-24, con

otras promesas afines sobre el tema de la Oración de Fe, se relaciona exclusivamente a los milagros. Pero

supongan que fuese verdad, preguntaría yo: ¿qué iban a creer los apóstoles cuando oraban por un milagro?

¿Iban a creer que el milagro preciso se realizaría por aquello que oraron? Es evidente que sí. En los versículos

acabados de aludir, Cristo dice "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y

échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá". Aquí es evidente que

aquello para ser creído, y que no iban a dudar en su corazón, era que debían tener la bendición por la que

pedían. Ahora la objeción arriba mencionada es puesta con toda su fuerza contra todo este tipo de fe, cuando

se ora por la realización de un milagro. Si fuera imposible creer esto en oración por cualquier otra bendición, lo

mismo sería al orar por un milagro. Pudiera preguntar ¿acaso podría un apóstol creer que el milagro sería hecho

antes de que cumpliera la condición por cuanto era la condición que debía creer que debía recibir por aquello

que oró? Ya sea que la promesa es una nulidad y engaño o hay la posibilidad de realizar la condición.

Ahora, como he dicho, toda la dificultad yace en el hecho de que las influencias del Espíritu son enteramente

pasadas por alto, y que la fe, que es la operación de Dios, es excluida del asunto. Si la objeción es buena en

contra de orar por cualquier objeto, es buena en contra de orar en fe por la realización de un milagro. El hecho

es que el Espíritu de Dios podría dar evidencia, en la cual creer que cualquier milagro particular será concedido;

podría llevar a la mente a una seguridad firme en Dios, y confiar que la bendición buscada será obtenida. Y

entonces en el día presente puede dar la misma seguridad en oración por cualquier bendición que necesitemos.

En ninguno de los casos son milagrosas las influencias del Espíritu. El orar es lo mismo, si se ora por la conversión

de un alma o por un milagro. La fe es la misma en un caso como en el otro. Sólo termina en un objeto diferente;

en el caso de la conversión del alma y en el otro en la realización de un milagro. Ni la fe se ejerce más en uno

que en el otro sin la referencia a una promesa; y una promesa general puede con la misma propiedad ser

aplicada a la conversión de un alma como para la realización de un milagro. Y es igualmente cierto en un caso

como en el otro, que ningún hombre ora en fe sin ser influido por el Espíritu de Dios. Y si el Espíritu pudo guiar

a un apóstol a ejercer fe referente a un milagro, puede guiar la mente de otro cristiano a ejercer la fe tocante a

recibir cualquier otra bendición por una referencia a la misma promesa general.

Si cualquiera pregunta "¿cuándo estamos bajo una obligación de creer que recibiremos la bendición por la que

pedimos?" Respondo:

(1.) Cuando haya una promesa particular, especificando la bendición particular: como donde oramos por el

Espíritu Santo. Esta bendición es particularmente nombrada en la promesa, y aquí tenemos evidencia, y estamos

obligados a creer, si tenemos cualquier influencia Divina o no; así como los pecadores están obligados a

arrepentirse si el Espíritu contiende con ellos o no. La obligación de ellos no descansa en las influencias del

Espíritu, sino en los poderes de la agencia moral que ellos poseen; sobre la habilidad de cumplir su deber. Y

mientras es cierto que ninguno de ellos se arrepentirá sin las influencias del Espíritu, aún tienen el poder de

hacerlo, y están bajo obligación de hacerlo, si el Espíritu contiende con ellos o no. Lo mismo con el cristiano.

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Está obligado a creer donde tenga evidencia. Y aunque nunca cree, incluso cuando tiene una promesa expresa,

con el Espíritu de Dios, pero su obligación a hacer descansa en su habilidad, no en la influencia Divina.

(2.) Donde Dios hace una revelación por su providencia, estamos obligados a creer en proporción a la claridad

de la indicación providencial.

(3.) Entonces donde haya una profecía, estamos obligados también a creer. Pero en ninguno de los casas

creemos, de hecho, sin el Espíritu de Dios.

Pero donde no hay promesa, providencia, ni profecía, sobre la cual reposar nuestra fe, no estamos bajo

obligación de creer excepto si, como he mostrado aquí, el Espíritu nos da evidencia, al crear deseos, y dirigirnos

a orar por un objeto en particular. En el caso de esas promesas de una naturaleza general, donde estamos

honestamente perdidos en cuáles casos particulares aplicarlas, se puede considerar más como nuestro privilegio

en vez de nuestro deber, en muchas instancias, aplicarlas a los casos particulares, entonces se vuelve nuestro

deber aplicarlas. En este caso, Dios explica su propia promesa y muestra cómo diseñó y debe aplicarse. Y

entonces nuestra obligación de hacer esta aplicación, y creer en referencia a este objeto particular, permanece

en pleno vigor.

3. Algunos han supuesto que Pablo oró en fe para que se removiera el aguijón en la carne, y que no fue

concedido. Pero no pueden probar que Pablo oró en fe. La suposición es del otro lado, como he mostrado en la

conferencia anterior. No tenía promesa, ni profecía ni providencia, ni el Espíritu de Dios, para dirigirlo a creer.

Toda la objeción va sobre el fundamento que el apóstol pudo orar en fe sin ser llevado por el Espíritu. Esto es

en verdad un método apresurado de librarse de las influencias del Espíritu en oración. Ciertamente, suponer

que oró en fe, es suponer que se oró en fe sin ser guiado por el Espíritu, o que el Espíritu de Dios lo guió a orar

por aquello que no estaba de acuerdo con la voluntad de Dios.

Me he enfocado mucho en este tema porque quiero que quede claro para que todos ustedes tengan cuidado

de no contristar al Espíritu. Quiero que tengan ideas elevadas del Espíritu Santo, y sientan que nada bueno se

hará sin sus influencias. Ninguna oración o predicación será de provecho sin él. Si Jesucristo viniera aquí y

predicara a los pecadores, ninguno se convertiría sin el Espíritu. Tengan cuidado entonces de no ahuyentarlo,

por menospreciar o descuidar sus influencias celestiales cuando los invite a orar.

4. En orar por un objeto, es necesario perseverar hasta que lo obtengan. Oh, ¡con qué avidez los cristianos a

veces piden en sus oraciones por un pecador, cuando el Espíritu de Dios ha fijado los deseos de ellos en él!

Ninguno avaro va tras su oro con tanta determinación.

5. El temor de ser guiados por impulsos ha causado gran daño por no considerarse debidamente. La mente de

una persona puede ser guiada por fuego fatuo. Pero hacemos mal si dejamos el temor de impulsos que nos guíe

a resistir los buenos impulsos del Espíritu Santo. Con razón los cristianos no tienen el espíritu de oración si están

indispuestos a tomarse la molestia de distinguir; y entonces rechazan o resisten todos los impulsos y direcciones

del Espíritu de Dios. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios". Y es

nuestro deber probar los Espíritu si son de Dios. Debemos insistir en tal cosa como ser guiado del Espíritu. Y

cuando estamos convencidos de que es de Dios, debemos estar seguros de seguir con plena confianza de que

no nos guiará mal.

6. Vemos desde este tema lo absurdo de usar formas de oración. La mera idea de usar una forma rechaza, desde

luego, las guías del Espíritu. No hay nada más calculado para destruir el espíritu de oración y enteramente

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oscurecer y confundir la mente, como lo que constituye la oración, que usar formas. Las formas de oración no

son sólo absurdas en sí mismas, sino son ardides del diablo para destruir el espíritu y romper el poder de la

oración. No tiene caso decir que la forma no es buena. La oración no consiste en palabras. No tiene que ver con

lo que las palabras son, si el corazón no es guiado por el Espíritu de Dios. Si el deseo no es encendido, los

pensamientos guiados, y toda la corriente de sentimiento producida y guiada por el Espíritu de Dios, no es

oración. Y poner formas es, de todas las cosas, mejor calculada para abstener a un individuo de orar como debe.

7. El tema proporciona una prueba de carácter. El Espíritu intercede --¿por quién? Por los santos. Aquellos que

son santos son entonces inquietados. Si son santos, saben por experiencia lo que es ser inquietado, o es porque

han contristado al Espíritu de Dios para que no los guíe. Viven de tal manera que este Consolador Santo no

morará en ustedes, ni les dará el espíritu de oración. Si eso es así, deben arrepentirse. Si ustedes son cristianos

o no, no se detengan de hacerlo, sino arrepiéntanse, como si nunca lo hubieran hecho. Hagan las primeras

obras. No den por hecho que son cristianos, sino vayan como un pecador humilde, y derramen su corazón ante

el Señor. Nunca podrán tener el espíritu de oración de otra manera.

8. La importancia de entender este tema.

(1.) A fin de ser útil. Sin este espíritu no puede haber simpatía entre ustedes y Dios que puedan caminar con

Dios o trabajar con Dios. Tienen que tener un fuerte latido de su corazón con el suyo, o no necesitan esperar ser

útiles grandemente.

(2.) Tan importante como su santificación. Sin ese espíritu no serán santificados, no entenderán la Biblia, no

sabrán cómo aplicarla a su caso. Quiero que sientan la importancia de tener a Dios con ustedes todo el tiempo.

Si viven como debieran, vendrá a ustedes, y hará morada con ustedes, cenará con ustedes, y ustedes con él.

9. Si las personas no conocen el Espíritu de oración, están muy aptas para no creer referente a los resultados de

la oración. No ven lo que toma lugar, no ven la conexión, o no ven la evidencia. No están esperando bendiciones

espirituales. Cuando los pecadores son redargüidos, creen que sólo están asustados por una predicación

terrible. Y cuando la gente se convierte, no siente confianza, y sólo dice "veremos cómo resultan ellos".

10. Aquellos que tienen el espíritu de oración saben cuándo la bendición llega. Fue lo mismo cuando Jesús

apareció. Los impíos no lo conocían. ¿Por qué? Porque no estaban orando por la redención de Israel. Pero

Simeón y Ana lo conocían. ¿Cómo fue eso? Observen lo que ellos decían, cómo oraron y cómo vivieron. Estaban

orando en fe, y entonces no se sorprendieron cuando él vino. Es lo mismo con esos cristianos. Si los pecadores

son redargüidos o convertidos, no están sorprendidos. Estaban esperando tales cosas. Saben cuándo Dios llega,

porque han estado al pendiente de sus visitas.

11. Hay tres clases de personas en la iglesia que están en riesgo de error, o han dejado la verdad apartado su

vista de este tema.

(1.) Aquellas que ponen gran confianza en la oración, y no usan otros medios. Se alarman por cualquier medio

especial, y hablan de "levantar un avivamiento".

(2.) Contra éstos que usan medios, y oran pero nunca piensan sobre las influencias del Espíritu en oración.

Hablan de orar por el Espíritu, y sienten la importancia del Espíritu en la conversión de los pecadores, pero no

se dan cuenta de la importancia del Espíritu en oración. Y sus oraciones son pláticas frías y nada que nadie pueda

sentir, o que puedan agarrarse de Dios.

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(3.) Aquellos que tienen nociones extrañas sobre la soberanía de Dios, y están esperando que Dios convierta el

mundo sin los medios de la oración.

Debe haber en la iglesia un sentido más profundo de la necesidad del espíritu de oración. El hecho es que

generalmente aquellos que usan los medios muy asiduamente, y hacen los esfuerzos más tenaces para la

salvación de los hombres, y que tienen las nociones más correctas de la manera en la que deben usarse para

convertir a los pecadores, también oraran por el Espíritu de Dios y luchan con Dios por su bendición. Y ¿cuál es

el resultado? Que los hechos hablen y digan si estas personas oran o no, y si el Espíritu de Dios no da testimonio

de sus oraciones y sigue los esfuerzos de ellos con su poder.

12. Un espíritu muy distinto al espíritu de oración parece prevalecer en ciertas porciones de la iglesia

presbiteriana hoy en día. Nada produciría un entusiasmo y oposición tan rápidos como el espíritu de oración. Si

cualquier persona debe sentirse con pesar por los pecadores, en oración, como para gemir en su oración, pues,

las mujeres están nerviosas, y él es inmediato reprendido y encuentra oposición. Desde mi alma aborrezco tal

afecto de sentimiento donde no hay ninguno, y todos los intentos para que uno avance hacia esos sentimientos

por gemidos. Pero me siento obligado a defender la posición que hay tal cosa como estar en un estado mental

en el que hay más que una forma donde este tema es discutido. Se decía que el gemir debe desaprobarse. La

pregunta es hecha si Dios no pudo producir tal estado de sentimiento que abstenerse de gemir, ¿fue imposible?

Y la respuesta fue "sí, pero nunca lo hace". Entonces el apóstol Pablo fue engañado tremendamente cuando

escribió sobre los gemidos indecibles. Edwards fue engañado cuando escribió sobre avivamientos. Los

avivamientos estaban en tinieblas. Ahora, ningún hombre que revisa la historia de la iglesia adoptará tal

sentimiento. No me gusta este intento para tapar, contender, reprimir, o limitar el espíritu de oración. Mejor

pronto me cortaría mi mano derecha que reprender el espíritu de oración como he oído que se hace al decir

"no quiero oír más gemidos".

Pero entonces, no sabría dónde concluir este tema. Me gustaría discutirlo en un mes, y hasta que toda la iglesia

lo entienda, para orar la oración de fe. Amados, quiero preguntarles si creen todo eso. O se preguntarán que

hable así. Quizá algunos de ustedes vislumbran estas cosas. Ahora, ¿se dedicarán a la oración y vivirán para

tener el espíritu de oración, tener todo el tiempo el espíritu en ustedes? Oh, ¡por una iglesia que ora! Conocí a

un ministro que tuvo un avivamiento catorce inviernos consecutivos. No sabía cómo contarlos, pues hasta que

vi a uno de sus miembros levantarse en una reunión de oración y hacer la confesión. "Hermanos", dijo él,

"confieso que he estado en el hábito de orar cada sábado en la noche hasta la medianoche, por el descenso del

Espíritu Santo entre nosotros. Y ahora hermanos", empezó a llorar, "confieso que lo he descuidado por dos o

tres semanas. El secreto salió. Ese ministro tenía una iglesia que oraba, hermanos, en mi estado presente de

salud, veo imposible orar tanto como he estado en el hábito de hacerlo, y seguir predicando. Vence mi fuerza.

Ahora ¿me dedico a la oración y dejo la predicación? Eso no servirá Ahora ¿acaso no ustedes que están

saludables se arrojarán a esta obra y llevarán la carga y orarán hasta que Dios derrame su bendición en nosotros?

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LECCIÓN VII

SER LLENOS DEL ESPÍRITU

TEXTO. – “Sed llenos del Espíritu”. -- Efesios. 5:18.

Las últimas conferencias han sido sobre el tema de la oración, y la importancia de tener el espíritu de oración,

de la intercesión del Espíritu Santo. Cuando no se para de hablar de la necesidad e importancia de las influencias

de Espíritu, no puede haber duda que personas están en peligro de abusar de la doctrina, y pervertirla para su

propio daño. Por ejemplo, cuando se le dice a los pecadores que sin el Espíritu Santo nunca se arrepentirán,

están expuestos a pervertir la verdad, y a entender que no se pueden arrepentir, y por tanto no están bajo la

obligación de hacerlo hasta que sientan al Espíritu. Es con frecuencia difícil hacerles ver que el "no pueden"

consiste en su indisponibilidad, y no en su inhabilidad. Cuando les decimos a los cristianos que necesitan la

ayuda del Espíritu en oración, son muy aptos para pensar que no están bajo obligación de orar la oración de fe,

hasta que sientan las influencias del Espíritu y esperen el espíritu de oración que llegue sin pedir y así tentar a

Dios.

Antes de que consideremos el otro aspecto de los medios para promover un avivamiento, esto es, los medios

para usarse con pecadores, quisiera mostrarles, que si viven sin el Espíritu, están sin excusa. La obligación de

cumplir con su deber nunca descansa en la condición que tendremos primero la influencia del Espíritu, sino en

los poderes de la agencia moral. Como agentes morales tenemos el poder de obedecer a Dios y estamos

perfectamente obligados a obedecer, y la razón por la que no lo hacemos es que no estamos dispuestos. Las

influencias del Espíritu son completamente un asunto de gracia. Si fuesen indispensables para permitirnos

realizar el deber, su otorgamiento no sería un acto de gracia, sino un asunto de justicia común. Los pecadores

no están obligados a arrepentirse porque tienen la influencia del Espíritu, o porque no pueden obtenerla, sino

porque son agentes morales y tienen los poderes que Dios les requiere que ejerzan. Lo mismo en el caso de los

cristianos. No están obligados a orar en fe porque tengan la influencia del Espíritu (excepto en los casos donde

sus influencias en concebir un deseo constituya la evidencia de que es la voluntad de Dios conceder el objeto

deseado), sino porque tienen evidencia. No están obligados a orar en fe excepto cuando tienen evidencia como

el fundamento de su fe. Deben tener evidencia de las promesas, principio, o profecía, o providencia. Y donde

tengan evidencia independiente de sus influencias, están obligados a ejercer la fe, tengan o no la influencia del

Espíritu. Están obligados a ver la influencia y creer. El Espíritu es dado no para permitirles ver o creer, sino

porque sin él, no verían, no sentirían ni actuarían como debieran. Tengo el propósito esta tarde de mostrar del

texto:

I. QUE LOS CRISTIANOS PUEDEN SER LLENOS DEL ESPÍRITU DE DIOS.

II. QUE ES SU DEBER SER LLENOS DEL ESPÍRITU.

III. POR QUÉ NO SON LLENOS DEL ESPÍRITU.

IV. LA CULPA DE AQUELLOS QUE NO TIENEN EL ESPÍRITU DE DIOS PARA GUIAR SUS MENTES EN DEBER Y

ORACIÓN.

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V. LAS CONSECUENCIAS QUE SEGUIRÁN SI SON LLENOS DEL ESPÍRITU.

VI. LAS CONSECUENCIAS SI NO LO SON.

I. VOY A MOSTRAR QUE USTEDES PUEDEN TENER EL ESPÍRITU.

No porque sea un asunto de justicia para Dios el darles su Espíritu, sino porque ha prometido darlo a aquellos

que lo pidan. "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro

Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" Si piden el Espíritu Santo, Dios ha prometido darlo.

Pero de nuevo, Dios les ha ordenado tenerlo. Dice en el texto, "Sed llenos del Espíritu", es la evidencia más

elevada y posible de que podemos hacerlo. Para que Dios ordene es equivalente a un juramento que podemos

hacerlo. No tiene derecho a ordenar a menos que tengamos el poder de obedecer. Sería Dios un tirano si

ordenara aquello que es impracticable.

II. VOY A MOSTRAR, SEGUNDAMENTE, QUE ES DEBER DE USTEDES.

1. Porque tienen promesa de ello.

2. Porque Dios lo ha ordenado.

3. Es esencial para el propio crecimiento de ustedes en gracia que deban ser llenos del Espíritu.

4. Es tan importante como el que ustedes deban santificarse.

5. Es tan necesario como el que deban ser útiles y buenos en el mundo.

6. Si no tienen el Espíritu de Dios en ustedes, deshonrarán a Dios, desacreditarán la iglesia, y morirán e irán al

infierno.

III. ¿POR QUÉ MUCHOS NO TIENEN EL ESPÍRITU?

Hay algunos, incluso profesantes de religión, que dirán "no sé acerca de esto; nunca tuve una experiencia así.

Ya sea que es cierta o que yo esté mal". Sin duda, ustedes están mal si no saben nada sobre la influencia del

Espíritu. Quiero presentarles unas cuantas razones que pueden prevenirlos de ser llenos del Espíritu.

1. Puede ser que vivan una vida de hipocresía. Sus oraciones no son sinceras ni con ahínco. No sólo es su religión

una simple muestra externa, sin corazón, sino que no son sinceros en su relación con otros. De ese modo hacen

tantas cosas para contristar al Espíritu para que no more en ustedes.

Un ministro se hospedó con una familia, y la señora de la casa estaba constantemente quejándose de que no

estaba en paz y que nada parecía ayudarla. Un día unas señoras fueron a verla, y protestó que estaba muy

ofendida porque nadie la había visitado antes, y les insistió que se quedaran a pasar el día, y declaró que no

consentiría dejarlas ir. Ellas se excusaron, sin embargo, se fueron de la casa; tan pronto se fueron, ella le dijo a

su sirviente que se preguntaba por qué esa gente tenía poca consideración como para siempre molestarla y

quitarle el tiempo. El ministro oyó e inmediatamente la reprendió, y le dijo que podía ver ahora por qué no

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disfrutaba la religión. Era porque diario tenía el hábito de no ser sincera lo que claramente equivalía a mentir. Y

el Espíritu de verdad no podía morar en un corazón así.

2. Otros tienen tanta frivolidad que el Espíritu no mora en ellos. El Espíritu es solemne, serio, y no morará con

aquellos que ceden a la frivolidad imprudente.

3. Otros son tan orgullosos que no tienen el Espíritu. Son afectos al vestido, la vida de mucho mundo, los carros,

la moda, etc., que con razón no son llenos del Espíritu. Y sin embargo, ¡tales personas aparentan estar perdidos

para saber por qué es que ellos no gozan de la religión!

4. Algunos están tan inclinados al mundo, aman tanto las pertenencias y están tratando de ser ricos, que no

pueden tener el Espíritu. ¿Cómo puede morar en ellos cuando sus pensamientos están en cosas del mundo, y

todos sus poderes absorbidos en procurar riqueza? Y se agarran a ella cuando la obtienen, y sufren si son

presionados por la conciencia para hacer algo por la conversión del mundo. Muestran cuánto aman al mundo

en todas sus relaciones con otros. Cosas pequeñas lo muestran. Presionan al pobre, que hace algún trabajo para

ellos, hasta pagar lo menos. Si están tratando a gran escala, es muy probable que sean generosos y justos porque

es para su provecho. Pero si es una persona que no les importa, un trabajador, o un mecánico, o un sirviente,

ustedes la explotarán lo más posible, sin importar lo que realmente vale la pena; y de hecho aparentan estar

conscientes de eso, que no pueden dar más. Ahora se avergonzarían de tratar así con gente de su nivel porque

se sabría y dañaría su reputación. Pero Dios lo sabe y lo tiene todo por escrito de que son avaros e injustos en

sus tratos y no harán lo correcto, sólo cuando es de su interés. Ahora, ¿cómo pueden tales profesantes tener el

Espíritu de Dios? Es imposible.

Hay multitudes de tales cosas, por las que el Espíritu de Dios es contristado. La gente le llama pecados pequeños,

pero Dios no los llama así. Quedé pasmado con este pensamiento cuando vi un pequeño anuncio en The

Evangelist. Los editores indicaron que tenían muchos miles de dólares en las manos de los suscriptores, con

vencimientos, y que les costaría tanto como sería enviar a un agente a recogerlos. Me supongo que es lo mismo

con otros periódicos religiosos, que los suscriptores, ya sea que ponen al editor en problemas y con gastos de

enviar a un agente a recoger la deuda, o que le hagan trampa. Los hay sin duda, no sé cuántos, miles de dólares

son retenidos de esta forma por profesantes de religión, sólo porque es en pequeñas cantidades, o porque no

se les puede demandar. Y sin embargo, estas personas orarán, y parecerán muy piadosas, y se preguntarán por

qué no pueden gozar la religión, y tener el Espíritu de Dios. Es esta relajación del principio moral, esta falta de

conciencia por los asuntos pequeños, prevaleciente en la iglesia, que ahuyenta al Espíritu Santo. Pues, sería

oprobio para que Dios more y tenga comunión con personas así, que sacan provecho y no le pagan a su prójimo

sus deudas aunque pueden hacerlo y ser oprobio.

5. Otros no confiesan totalmente y no abandonan sus pecados, entonces no pueden disfrutar de la presencia

del Espíritu. Confesarán sus pecados en términos generales, quizá, y estén listos para reconocer que son

pecadores. O confesarán parcialmente algunos pecados particulares. Pero lo hacen con reserva, orgullo y

cautela, como si tuvieran miedo de decir más de lo necesario; esto es, cuando confiesan a los hombres los daños

hechos a ellos. Lo hacen de una forma que muestra que, en vez de hacerlo desde un corazón sincero, la

confesión es exprimida por la mano de la conciencia que la retuerce. Si han lastimado a alguien, harán una

retractación parcial, la cual es cruel, hipócrita y de duro corazón, y entonces preguntarán, ¡ahora hermano,

¿estás satisfecho? Y saben que será difícil para una persona que diga que no está satisfecha. Saben si han hecho

una confesión completa y honesta, y echándose la culpa que les pertenece. Si sus confesiones han sido

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restringidas y exprimidas de parte de ustedes, suponen que ¿pueden burlar a Dios? "El que encubre sus pecados

no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia". "El que se humilla será enaltecido".

Si uno no se presenta y confiesa sus pecados honestamente y repara donde se ha hecho el daño, no tienen

derecho a esperar el espíritu de oración.

6. Otros están descuidando algún deber conocido y esa es la razón por la que no tienen el Espíritu. Uno no ora

por su familia, aunque sepa que debe hacerlo, y sin embargo ¡está tratando de conseguir el espíritu de oración!

Hay muchos jóvenes que sienten en su corazón que deben prepararse para el ministerio, y no tienen el espíritu

de oración porque tienen algún objeto mundano a la vista, que previene dedicarse a la obra. Han conocido su

deber y rehúsan hacerlo, y ahora están orando por la dirección del Espíritu de Dios. No pueden tenerla. Uno ha

descuidado hacer una profesión de la religión. Conoce su deber, pero rehúsa ingresar a la iglesia. Alguna vez

tuvo el espíritu de oración, pero el descuidar su deber ahuyentó al Espíritu. Y ahora cree que podría una vez más

gozar la luz de la aprobación de Dios, y que sus evidencias se renueven, haría su deber, e ingresaría a la iglesia.

Y de ese modo está orando por ella de nuevo, y tratando de traer a Dios con los términos de esa persona para

que le conceda su presencia. No necesitan esperarlo. Viven y mueren en oscuridad a menos que estén

dispuestos primero a cumplir su deber, antes de que Dios se manifieste él mismo como reconciliado con ustedes.

Es en vano decir, que ustedes se presentarán si les muestra Dios primero la luz de su aprobación. Nunca lo hará

en tanto vivan; los dejará morir sin ella si rehúsan cumplir con su deber.

He sabido de mujeres que sintieron que deberían hablar con sus esposos inconversos, y orar con ellos, pero lo

han descuidado, así que se meten en oscuridad. Sabían su deber y rehusaron cumplirlo, y pasaron de lado, y

perdieron el espíritu de oración.

Si han descuidado cualquier deber conocido, y perdieron de ese modo el espíritu de oración, deben rendirse

primero. Dios tiene una controversia con ustedes; han rehusado obedecer a Dios, y deben retractarse. Pudieron

olvidarla, pero no Dios, y deben disponerse a traerla a su memoria, y arrepentirse. Dios no cederá ni concederá

su Espíritu hasta que se arrepientan. Si tuviera un ojo omnisciente ahora, podría decir los nombres de las

personas en esta congregación que han descuidado algún deber conocido, o han cometido algún pecado, del

que no se han arrepentido, y ahora están orando por el espíritu de oración, pueden, pero no tienen éxito en

obtenerlo.

Contaré un caso para ilustrar esto. Un buen hombre en la parte oeste de este estado por mucho tiempo había

sido un cristiano comprometido, y hablaba a la iglesia adormecida con la cual estaba relacionado. Con el tiempo,

la iglesia se ofendió y perdió la paciencia, y muchos le dijeron que los dejara en paz, que pensaban que no les

hacía ningún bien. Les tomó la palabra, y todos se fueron a dormir, y así estuvieron por dos o tres años. Con el

tiempo, un ministro llegó y empezó un avivamiento, pero este anciano parecía que había perdido su

espiritualidad. Había hecho buenas obras, pero ahora las retenía. A todos les pareció extraño. Finalmente,

mientras se iba a casa una de esas noches, la verdad de la situación destelló en su mente, y se llenó de

desesperación por unos minutos. Sus pensamientos estaban dirigidos hacia aquella resolución pecaminosa de

dejar a la iglesia en paz en sus pecados. Sintió que ningún lenguaje podría describir las tinieblas de ese pecado.

Se dio cuenta en ese momento lo que se iba a perder y que Dios tenía algo en contra de él. Vio que había sido

un espíritu malo el que había causado la resolución de dejar a la iglesia en paz en sus pecados. El mismo que le

causó a Moisés decir "rebeldes". Se humilló de inmediato y Dios derramó su Espíritu sobre él. Quizá algunos de

ustedes que me escuchan están en esa situación. Han dicho algo provocador o poco amable a alguien. Quizá fue

por malhumor hacia un sirviente que era cristiano. O quizá hablaron mal de algún ministro o de otra persona.

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Quizá han estado enojados porque no se han tomado en cuenta sus opiniones o su dignidad ha sido herida.

Examinen exhaustivamente y vean si no pueden averiguar el pecado. Quizá lo han olvidado, pero Dios no lo ha

olvidado, y no olvidará la conducta no cristiana hasta que se arrepientan. Dios no puede pasarla por alto. No

haría nada de bien si lo debiera. ¿Qué bien se haría si el pecado siguiera en su corazón?

7. Quizá han resistido al Espíritu de Dios. Quizá están tienen la costumbre de resistir al Espíritu. Resisten la

convicción. Al predicar, cuando algo se ha dicho que les concierne se han levantado en su corazón en contra y

lo han resistido. Muchos están dispuestos a escuchar una predicación clara y que examine siempre y cuando se

aplique a otros; un espíritu misantrópico los hace tener satisfacción en escuchar a otros que examinan y

reprenden, pero si la verdad los tocara, directamente gritarían que es personal y abusivo. ¿Es su caso?

8. El hecho es que no desean por lo regular el Espíritu. Esto es cierto en cada caso en el que no tienen el Espíritu.

No me equivoco aquí. Quiero que discriminen cuidadosamente. Nada es más común que la gente desee algo a

crédito, que por lo regular no escogerían. Una persona puede ver un artículo en una tienda que desea comprar,

y va pregunta por el precio, y lo piensa un poco, y por lo regular no lo compra. Desea el artículo, pero no le gusta

el precio, o no quiere gastar, de modo que no lo compra. Esa es la razón que no lo compra. Lo mismo hay

personas que puedan desear el Espíritu de Dios en algunos casos; desde una consideración al gozo y consuelo

de corazón que trae. Si saben lo que es por una experiencia anterior para tener comunión con Dios, y cuan dulce

es deshacerse en penitencia y ser lleno del Espíritu, no pueden más que desear una devolución de esos gozos.

Y quizá se preparan denodadamente a orar por eso, y oran por un avivamiento de religión. Pero por lo regular

no están dispuestos a que venga. Tienen tanto por hacer que no pueden acudir a él. O les requerirá muchos

sacrificios que no pueden soportar tenerlo. Hay algunas cosas que no están dispuestas a ceder. Ven que si

desean tener el Espíritu de Dios para que more en ustedes, deben llevar una vida diferente, deben dejar al

mundo, deben hacer sacrificios, deben romper con sus socios mundanos, hacer confesión de pecados. Y

entonces por lo regular no escogen que venga a menos que consientan que habite con ustedes y los deje vivir

como quieren, pero no hará eso.

9. Quizá no oran por el Espíritu, u oran y no usan ningún medio, u oran y no actúan consistentemente con sus

oraciones. O usan los medios calculados para resistirlos. O piden, y tan pronto llega y empieza a afectar su

mente, lo contristan de inmediato, lo ahuyentan y no caminan con él.

IV. VOY A MOSTRAR LA GRAN CULPA DE NO TENER EL ESPÍRITU DE DIOS.

1. Su culpa es tan grande como es la autoridad de Dios, la cual les ordena que sean llenos del Espíritu. Dios lo

ordena, y hay tanta desobediencia de los mandamientos de Dios, como el maldecir profanamente, o robar, o

cometer adulterio, o romper el día de reposo. Piénsenlo. Y, sin embargo, hay muchos que no se culpan a sí

mismos por no tener el Espíritu. Hasta piensan que son cristianos bastante piadosos porque van a las reuniones

de oración, participan del sacramento, y todo eso, aunque vivan año tras año sin el Espíritu de Dios. Ahora, vean

que el mismo Dios que dice "no os embriaguéis", también dice "sed llenos del Espíritu". Todos ustedes dicen, si

un hombre es un asesino, o ladrón, no es cristiano. ¿Por qué? Porque vive en una desobediencia habitual hacia

Dios. Entonces si él maldice, no tienen ustedes ninguna caridad por él. No le permitirían que argumentara que

su corazón está bien y que sus palabras no son nada, que a Dios no le importan nada las palabras. Verían que

sería escandaloso tener a un hombre así en la iglesia, o que tuvieran la compañía de gente así que aparentan

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llamarse una iglesia de Cristo. Y sin embargo, no viven más en desobediencia que ustedes, que viven sin el

espíritu de oración y sin la presencia de Dios.

2. Su culpa es igual a todo el bien que pudieran hacer si tuvieran el Espíritu de Dios tanto en gran medida como

en su deber de tenerlo, y como pudieran tenerlo. Ustedes, ancianos de esta iglesia, ¿cuánto bien podrían hacer,

si tuvieran al Espíritu? Y ustedes, maestros de escuela dominical, cuánto bien podrían hacer; y ustedes miembros

de la iglesia, también, si fuesen llenos del Espíritu, podrían hacer gran bien, bien infinito. Pues bien, su culpa es

así de grande. Son enteramente responsables ante la iglesia y Dios por todo ese bien que pudieran hacer. Un

hombre es responsable por todo el bien que puede hacer.

3. Su culpa es medida aún más por todo el mal que hacen en consecuencia de no tener el Espíritu. Ustedes son

una deshonra para la religión. Son piedra de tropieza a la iglesia y al mundo. Y su culpa es intensificada por todas

las varias influencias que ejercen. Y se probará en el día del juicio.

V. LAS CONSECUENCIAS DE TENER EL ESPÍRITU.

1. Los llamarán excéntricos; y probablemente lo merecerán. Nunca he conocido a una persona que fuera llena

del Espíritu que no la llamaran excéntrica. Y la razón es que son diferentes a otros. Esto es siempre un término

de comparación. Hay por tanto las mejores razones por las que tales personas deban parecer excéntricas.

Actúan bajo influencias diferentes, toman posturas diferentes, son movidas por motivos diferentes, guiadas por

un espíritu diferente. Deben esperar tales expresiones. Cuán seguido he oído la observación con respecto a tales

y tales personas, "es un muy buen hombre, pero algo excéntrico". A veces he preguntado por los detalles; ¿en

qué consiste la excentricidad? Oigo un reportorio, y la equivalencia es que es espiritual. Pónganse de acuerdo

para esto de ser excéntrico. Hay tal cosa como excentricidad afectada. ¡Horrible! Pero hay tal cosa como estar

imbuido con el Espíritu de Dios que tienen que actuar y actuarán viéndolos raros y excéntricos por aquellos que

no entienden las razones de su conducta.

2. Si tienen mucho del Espíritu de Dios, es muy probable que muchos los consideren trastornados. Juzgamos a

los hombres como trastornados cuando actúan distinto a lo que pensamos que es prudente y según el sentido

común, y cuando ellos llegan a conclusiones por las que no vemos buenas razones. Pablo fue acusado de estar

trastornado por aquellos que no entendían su postura de las cosas bajo las que actuaba. Sin duda, Festo pensó

que el hombre estaba loco, y que las muchas letras lo habían enloquecido. Pero Pablo dijo, "no estoy loco,

excelentísimo Festo". Su conducta era muy rara, muy diferente, que Festo pensó que era enloquecimiento. Pero

la verdad era que Pablo sólo vio el asunto tan claro que dejó toda su alma ahí. Estaban a oscuras totalmente

con respecto al motivo por el cual él era impulsado. No es por ningún motivo poco común. Multitudes han

aparecido a aquellos que no tienen espiritualidad como si estuviesen trastornados. Pero vieron buenas razones

para hacer lo que hicieron. Dios estaba guiando sus mentes a actuar de tal manera que aquellos que no eran

espirituales no podían ver las razones. Deben decidirse a eso y mucho más, como vivir más por encima del

mundo y caminar con Dios.

3. Si tienen el Espíritu de Dios, deben esperar sentir gran aflicción por la iglesia y el mundo. Algunos epicúreos

espirituales piden por el espíritu porque creen que los hará perfectamente felices. Algunas personas creen que

los cristianos espirituales son siempre muy felices y están libres de tristeza.

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Nunca ha habido tan grande error. Lean sus Biblias y vean cómo los profetas y los apóstoles siempre estaban

gimiendo y angustiados por el estado de la iglesia y el mundo. El apóstol Pablo dice que siempre llevaba en su

cuerpo la muerte de Jesús. "Cada día muero", decía. Sabrán lo que es simpatizar con el Señor Jesús, y ser

bautizado con el bautismo con el que él fue bautizado, ¡Oh, cómo agonizaba por el estado de los pecadores!

¡Cómo tenía dolores de parto en su alma por la salvación de ellos! Mientras más tengan de ese Espíritu, más

claramente verán el estado de los pecadores, y más profundamente estarán acongojados por ellos. Muchas

veces sentirán como si no pudieran vivir por la situación de ellos; su angustia será inexplicable. Pablo dice en

Ro. 9:1-3: "Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo

gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por

amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne".

4. Muy seguido estarán dolidos con el estado del ministerio. Hace unos años conocí a una mujer que pertenecía

a una de las iglesias en esta ciudad. Le pregunté sobre el estado de la religión de aquí. Parecía no estar dispuesta

a decir mucho, hizo algunas observaciones generales, y entonces se sofocó, y sus ojos se anegaron, y dijo, "Oh,

la mente de nuestro ministro parece estar en tinieblas". Cristianos espirituales se sienten seguido así, y lloran

por eso. He visto mucho de eso, y seguido encuentro cristianos que lloran y gimen en secreto, por ver la

oscuridad en las mentes de ministros referente a la religión, su mundanalidad y temor del hombre, pero no se

atreven a hablarlo, excepto si son denunciados y amenazados, y quizá echados de la iglesia. No digo estas cosas

con crítica para reprochar a los hermanos, sino porque son ciertas. Y los ministros deberían saber que nada es

más común que cristianos espirituales sientan la carga y se angustien por el estado del ministerio. No quiero

provocar ningún sentimiento equivocado hacia los ministros, pero es tiempo que se sepa que los cristianos

seguido tienen posturas espirituales de las cosas, y sus almas son encendidas, y se dan cuenta que su ministro

no encaja con sus sentimientos, que está muy debajo del patrón de lo que debe ser, y muy por debajo en

espiritualidad de los miembros de la iglesia. Esto es uno de los peores males prominentes, profundos y

deplorables del presente. La piedad del ministro, aunque real, es tan superficial, en muchas instancias, que la

parte espiritual de la iglesia siente que los ministros no simpatizan con ellos. Su predicación no responde a sus

necesidades, no los alimenta, no satisface su experiencia. El ministro no tiene la suficiente profundidad de

experiencia religiosa para saber buscar y despertar a la iglesia; para ayudar a aquellos en tentación, apoyar a los

débiles, dirigir a los fuertes, y guiarlos a través de todos los laberintos con los que se pueden topar en sus

caminos. Cuando un ministro ha ido con la iglesia tan lejos como va la experiencia en el ejercicio espiritual, ahí

se detiene; y hasta que tiene una experiencia renovada, hasta que se vuelva a convertir, su corazón es

quebrantado nuevamente, y se prepara en la vida divina y experiencia cristiana, no los ayudará más. Puede

predicar doctrina sana y también lo haría un ministro inconverso, pero, después de todo, a su predicación le

falta esa búsqueda aguda, ese comportamiento práctico, esa unción que por sí sola alcanza el caso de un

cristiano en pos de la espiritualidad, es un hecho por el cual la iglesia está gimiendo, que la piedad de los jóvenes

sufre tanto en el curso de su educación, que cuando entran al ministerio, no obstante cuánto accesorio

intelectual posean, están en un estado de infancia espiritual. Carecen de lactancia, que se les alimente en vez

de alimentar la iglesia de Dios.

5. Si tienen mucho del Espíritu de Dios, deben hacerse de la idea de tener mucha oposición, tanto en la iglesia

como en el mundo. Muy posible los dirigentes en la iglesia se les opondrán. Siempre ha habido oposición en la

iglesia. Así fue cuando Cristo estuvo en la tierra. Si están por encima del estado de sentimiento, los miembros

de la iglesia se les opondrán. Si cualquier hombre vive piadosamente en Cristo Jesús, debe esperar persecución.

Seguido los ancianos, incluso el ministro, se les opondrán, si están llenos del Espíritu de Dios.

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6. Deben esperar muy frecuentemente conflictos agonizantes con Satanás, quien tiene muy pocos problemas

con esos cristianos que no son espirituales, sino tibios, perezosos y tras un modo de pensar como del mundo. Y

tales no entienden lo que se dice sobre conflictos espirituales. Quizá sonrían cuando tales cosas se mencionan.

Y así el diablo los deja en paz. No lo molestan, ni él a ellos. Pero los cristianos espirituales, que entiende él muy

bien, le hacen un gran daño, y por tanto, se apresta contra ellos. Tales cristianos a menudo tienen conflictos

terribles. Tienen tentaciones nunca antes pensadas, pensamientos blasfemos, ateísmo, sugerencias para hacer

obras inicuas, para destruir sus propias vidas, y demás. Si son espirituales, pueden esperar estos conflictos

terribles.

7. Tendrán mayores conflictos con ustedes mismos de lo que pensaron. A veces encontrarán sus propias

corrupciones que hacen un avance extraño contra el Espíritu. "El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del

Espíritu es contra la carne". Un cristiano así seguido es arrojado hacia la consternación al poder de sus propias

corrupciones. Uno de los comodoros en Estados Unidos era, eso me dijeron, un hombre espiritual; y su pastor

me dijo que supo que ese hombre se echaba en el piso y gemía gran parte de la noche, en conflicto con sus

propias corrupciones, y clamaba a Dios en agonía para romper el poder de la tentación. Parecía como si el diablo

estuviera determinado a arruinarlo; y sus propios sentimientos, por el momento, casi estaban asociados con el

diablo.

8. Pero tendrán paz con Dios. Si la iglesia, y los pecadores, y el diablo se les oponen, habrá uno con quien tendrá

paz. Dejen que aquellos llamados a estas pruebas y conflictos, y tentaciones, y que gimen, oran y lloran, y

quebrantan sus corazones, recuerden esta consideración: la paz de ustedes, en lo que se refiere a sus

sentimientos hacia Dios, fluirá como un río.

9. Igualmente su conciencia estará en paz si son guiados por el Espíritu. No serán constantemente aguijoneados

y mantenidos en la tempestad por una conciencia culpable. Su conciencia estará tranquila y quieta, serena como

un lago de verano.

10. Si son llenos del Espíritu, serán útiles. Incluso si estuviesen enfermos, y no pudieran salir de su cuarto, o

platicar, y no vieran a nadie, serían diez veces más útiles que un ciento de aquellos tipos de cristianos comunes

que no tienen espiritualidad. Para darles una idea de esto, les relataré una anécdota. Un hombre piadoso en la

parte oeste de este estado estaba enfermo de tuberculosis. Era pobre y estaba enfermo de años. Un

comerciante inconverso del lugar tenía un corazón afable, y le enviaba de vez en cuando algo para confortarlo,

o para su familia. Se sintió agradecido por su bondad, pero no podía reciprocarle como quería. Con el tiempo

determinó que la mejor manera sería orar por su salvación; empezó a orar, y su alma se encendió, y se agarró

de Dios. Ahí no hubo ningún avivamiento, pero poco a poco, el comerciante se convirtió. El fuego se encendió

por todo el lugar, y siguió un avivamiento poderoso y multitudes se convirtieron.

Este pobre hombre siguió así por varios años y falleció. Luego de su muerte, visité el lugar, y su viuda puso su

diario en mis manos. Entre otras cosas, decía en su diario: "Estoy familiarizado con treinta ministros e iglesias".

Entonces apartó varias horas al día y a la semana para orar por estos ministros e iglesias, y también en ciertas

temporadas para orar por distintas misiones. Luego siguen, bajo fechas diferentes, hechos como éstos: "Hoy",

pone la fecha, "he podido ofrecer lo que llamo la oración de fe para el derramamiento del Espíritu en la iglesia

tal, y confío en Dios que pronto habrá ahí un avivamiento". Bajo otra fecha, "he podido hoy ofrecer la oración

de fe por tal y tal iglesia y confío que ahí habrá un avivamiento". Y así hizo por un gran número de iglesias,

registrando el hecho que había orado por ellas en fe de que un avivamiento pudiera pronto prevalecer en ellas.

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De las misiones, si bien recuerdo, menciona una misión en particular en Ceilán. Creo que el último lugar por el

que ofreció oración fue en el que vivía. No pasó mucho tras notar estos hechos en su diario que el avivamiento

comenzó y se propagó por toda la región del país, casi, si no todo, creo yo, en el orden que había mencionado

en su diario; y a su debido tiempo, las noticias llegaron de Ceilán de que ahí hubo un avivamiento. El avivamiento

de su propio pueblo no comenzó sino hasta después de su muerte. Su comienzo fue en el tiempo cuando su

viuda puso en mis manos el documento al cual me refiero. Me dijo ella que estaba él tan agitado en oración

durante su enfermedad que seguido ella temía que oraría él mismo hasta morirse. El avivamiento fue grandioso

y poderosísimo en toda la región; y el hecho de que se trataba de prevalecer no se había ocultado de este siervo

de Dios. Según su palabra, el secreto del Señor está con ellos que le temen. De este modo, este hombre, muy

frágil en su cuerpo para salir de su casa, fue sin embargo más útil al mundo y a la iglesia de Dios que todos esos

profesantes sin corazón del país. Estar de pie entre Dios y las desolaciones de Sion, y derramar su corazón en

oración que cree, como un príncipe tuvo el poder con Dios y prevaleció.

11. Si son llenos del Espíritu, no se hallarán ustedes mismos angustiados, e irritados, y preocupados, cuando la

gente hable contra ustedes. Cuando encuentro gente irritada y molesta por cualquier cosa pequeña que les

toca, estoy seguro que no tienen el Espíritu de Cristo. Se pudo haber dicho todo lo que la malicia pudiera

inventar de Jesucristo, y sin embargo, él no se perturbó. Si quieren ser mansos bajo persecución, y ejemplificar

el temperamento del Salvador, y honrar la religión de ese modo, necesitan ser llenos del Espíritu.

12. Serán sabios en usar los medios para la conversión de pecadores. Si el Espíritu de Dios está en ustedes, los

guiará a usar los medios sabiamente, de una forma adaptada al fin y evitar hacer daño. Ningún hombre que no

está lleno del Espíritu de Dios está apto para ser empleado en dirigir las medidas adoptadas en un avivamiento.

Sus manos estarán torpes, sin poder agarrarse, y actuarán como si no tuvieran sentido común. Pero un hombre

que es guiado por el Espíritu sabrá cómo regular sus medidas bien, y cómo distribuir la verdad Divina para un

mejor provecho.

13. Estarán calmados bajo aflicción; no se arrojarán a la confusión o consternación cuando vean que una

tormenta viene sobre ustedes. La gente alrededor se sorprenderá por su tranquilidad y alegría bajo pruebas

pesadas, sin saber los apoyos internos de aquellos llenos del Espíritu.

14. Serán renunciados en muerte; siempre se sentirán preparados para morir; no tendrán miedo de morir, y

después de la muerte, serán proporcionalmente felices por siempre en el cielo.

VI. CONSECUENCIAS DE NO SER LLENOS DEL ESPÍRITU.

1. Seguido dudarán, y dudarán razonablemente si son cristianos. Tendrán dudas, y deben tenerlas. Los hijos de

Dios son guiados por el Espíritu de Dios. Y si no son guiados, ¿qué razón tienen para pensar que son hijos?

Tratarán de hacer que la poca evidencia recorra más distancia para sostener sus esperanzas, pero no lo pueden

hacer, a menos que su conciencia sea cauterizada con hierro incandescente. No pueden evitar ser sumergidos

seguido en duda dolorosa e incertidumbre sobre su estado. Ro. 8.9: "Mas vosotros no vivís según la carne, sino

según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es

de él". 2 Co. 13:5: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis

a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?"

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2. Siempre estarán intranquilos con sus puntos de vista sobre la oración de fe. La oración de fe es algo tan

espiritual, un asunto de experiencia y no de especulación, que al menos que sean ustedes espirituales, no la

entenderán plenamente. Podrán hablar mucho sobre la oración de fe, y por el momento convencerse de ella, y

poco después no estarán seguros. Supe de un caso curioso de un hermano ministro. Me dijo: "cuando tengo el

Espíritu de Dios, y disfruto de su presencia, creo firmemente en la oración de fe, pero cuando no lo tengo, me

encuentro dudando si eso existe, y mi mente me ofrece objeciones". Sé, desde mi propia experiencia, lo que es,

y cuando oigo a personas levantar objeciones a esa posición de la oración que he presentado en estas

conferencias, entiendo muy bien cuál es su dificultad, y seguido veo que es imposible satisfacer sus mentes,

mientras estén lejos de Dios; cuando al mismo tiempo lo entenderían ellos mismos, sin argumento, cuando la

hayan experimentado.

3. Si no tienen el Espíritu, estarán muy aptos para tropezarse con aquellos que lo tienen. Dudarán la propiedad

de su conducta. Si parecen sentir bastante más que ustedes, seguro que lo llamarán sentimiento animal. Quizá

duden de su sinceridad cuando tengan tales sentimientos. Dirán: "no sé qué pensar de un hermano así; parece

ser muy piadoso, pero no lo entiendo, creo que tiene bastante de sentimiento animal". Así estarán tratando de

censurarlo, por el propósito de justificarse ustedes mismos.

4. Su reputación será de impenitente, con profesantes carnales. Los alabarán, como un cristiano racional,

ortodoxo y consistente. Serán sólo ese marco mental para caminar con ellos por estar ustedes en concordancia.

5. Se perturbarán grandemente con temores sobre fanatismo. Cuando haya avivamientos, verán en ellos una

fuerte tendencia al fanatismo, y serán llenos de lágrimas y ansiedad o más de la oposición a ellos.

6. Se perturbarán mucho por las medidas usadas en avivamientos. Si cualquiera de las medidas es adoptada,

que se decidan y sean directas, se pensará que son todas "nuevas", y se tropezará con ellas en proporción a la

falta de espiritualidad de ustedes. No ven la apropiación de ustedes. Estarán ahí y pondrán reparos a las medidas

porque están tan ciegos que no pueden ver su adaptabilidad, mientras en el cielo se regocijan en ellos como los

medios de salvar almas.

7. Serán un reproche para la religión. Los impenitentes a veces los alabarán porque son ustedes muy parecidos

a ellos, y a veces se reirán de ustedes por son unos hipócritas.

8. Sabrán poco de la Biblia.

9. Si mueren sin el Espíritu, caerán en el infierno. No puede haber duda de eso. Sin el Espíritu nunca estarán

preparados para el cielo.

OBSERVACIONES.

1. Los cristianos son tan culpables por no tener el Espíritu, como son los pecadores por no arrepentirse.

2. Son aún más. Como ellos tienen más luz, más culpables son.

3. Todos los seres tienen derecho a quejarse de los cristianos que no están llenos del Espíritu. No están ustedes

haciendo la obra de Dios, tiene él el derecho a quejarse. Ha puesto su Espíritu a la disposición de ustedes, y no

lo tienen, tiene derecho a verlos y hacerlos responsables por todo el bien que pudieron hacer, si lo tuvieran.

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Están pecando contra el cielo, porque deberían estar añadiendo a sus filas felices. Los pecadores, la iglesia,

ministros, tienen derecho a quejarse.

4. Están en lo correcto en el camino de la obra del Señor. Es en vano que un ministro trate de obrar por encima

de ustedes. Los ministros gimen y luchan, se desgastan en vano, tratando de hacer bien donde hay una iglesia

que vive para que no tenga el Espíritu del Señor. Si el Espíritu se derrama en cualquier momento, la iglesia lo

ahuyentará de inmediato. De ese modo puede que aten las manos y rompan el corazón de su ministro, y lo

dañen y quizá lo maten, porque ustedes no están llenos del Espíritu.

5. Vean por qué los cristianos necesitan el Espíritu, y el grado de la dependencia de ustedes. Esto no puede

exhibirse fuertemente.

6. No tienten a Dios por esperar su Espíritu, mientras no usan medios para procurar su presencia.

7. Si se proponen tener el Espíritu, deben ser como niños, rendirse a sus influencias--tan sometidos como aire.

Si los lleva a orar, deben dejar todo para rendirse a su porfía gentil. Sin duda a veces han sentido el deseo de

orar por algún objetivo, y lo han pospuesto y resistido, y Dios los ha dejado. Si quieren permanecer, deben

rendirse a sus proposiciones más suaves y gentiles, y observar para aprender lo que les dice qué hacer, y

someterse a su guía.

8. Los cristianos deben estar dispuestos a hacer cualquier sacrificio para disfrutar de la presencia del Espíritu.

Una mujer de sociedad dijo de un profesante de religión, "ya sea que debo dejar de escuchar a ese ministro o

debo dejar mi alegre compañía". Dejó la predicación y se alejó. ¡Cuán distinto a otro caso!

Una mujer del mismo nivel oyó predicar al mismo ministro y se fue a su casa y resolvió abandonar su manera

alegre y mundana de vivir--despidió a la mayoría de sus visitas, cambió su modo de vestir, ajuar, modo de vida,

y de platicar, de tal suerte que sus amigos mundanos y alegres pronto estuvieron dispuestos a dejarla al gozo

de la comunión con Dios, y libre de pasar tiempo en hacer el bien.

9. Ven por esto, que debe ser muy difícil para aquellos de vida de elegancia irse al cielo. ¡Qué calamidad para

aquellos en esos círculos! ¿Quién puede disfrutar de la presencia de Dios en ellos?

10. Vean cuán alocados están aquellos que están amontonándose para estar en esos círculos, ampliando sus

casas, cambiando su estilo de vida, muebles, etc. Es como treparse a un mástil y aventarse al mar. Para disfrutar

a Dios, uno debe bajar, no subirse. Dios no está ahí, entre la vida estirada y de adulación de la clase alta.

11. Muchos profesantes de religión están tan ignorantes de espiritualidad como fue Nicodemo del nuevo

nacimiento. Son ignorantes, y me temo, inconversos. Si cualquiera habla con ellos sobre el espíritu de oración,

es álgebra para ellos. El caso de tales profesantes de religión es horrible. ¡Qué distinto fue el carácter de los

apóstoles! Lean la historia de sus vidas, lean sus cartas, y verán que siempre fueron espirituales, y caminaron a

diario con Dios. Pero ahora ¡qué poco hay de esa religión! "Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe

en la tierra?" Pongan a algunos de estos profesantes a trabajar en un avivamiento, y no saben qué hacer, no

tienen energía, ninguna habilidad, y no dan ninguna impresión. Cuando se pongan a trabajar ellos mismos, ¿se

llenarán del Espíritu? Si pudiera ver a esta iglesia llena del Espíritu, no preguntaría nada para mover esta masa

de mentes. No pasarían dos semanas antes de que el avivamiento se propagara por esta ciudad.

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LECCIÓN VIII

REUNIONES PARA ORACIÓN

TEXTO. --"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca

de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos." –

Mateo 18: 19.

Hasta ahora, en tratar del tema de la ORACIÓN, he limitado mis observaciones a la oración secreta. Ahora voy a

hablar de la oración social, de la oración ofrecida en compañía, donde dos o más está unidos en oración. Tales

reuniones han sido comunes desde tiempos de Cristo, e incluso cientos de años antes. Y es probable que el

pueblo de Dios haya estado siempre en el hábito hacer súplica en unidad, cuando hayan tenido el privilegio. La

propiedad de la práctica no será cuestionada aquí. No necesito extenderme ahora en el deber de la oración

social. Ni es mi plan discutir la pregunta si dos cristianos en acuerdo para pedir cualquier bendición estarán

seguros de obtenerla. Mi objetivo es hacer observaciones sobre: REUNIONES PARA ORACIÓN.

I. EL DISEÑO DE LAS REUNIONES DE ORACIÓN.

II. LA MANERA DE CONDUCIRLAS.

III. MENCIONAR VARIAS COSAS QUE FRUSTRARÁN EL DISEÑO DE REALIZARLAS.

I. EL DISEÑO DE REUNIONES DE ORACIÓN

1. Un diseño de reunir a varias personas para estar juntas en oración es para promover la unión entre cristianos.

Nada tiende a fortalecer más los corazones de los cristianos que el orar juntos. Nunca se amarán unos a otros

tan bien como cuando testifican el derramamiento del corazón de cada uno en oración. Su espiritualidad concibe

un sentimiento de unión y confianza, altamente importante para la prosperidad de la iglesia. Es dudoso si los

cristianos pudieran estar unidos de otra manera, si están en el hábito de orar juntos. Y donde se tengan rencores

y diferencias entre ellos, todos son quitados por unirse en oración. El gran objetivo se obtiene si pueden llevarlos

realmente a unirse en oración. Si esto puede hacerse, las dificultades se desvanecen.

2. Para extender el espíritu de oración. Dios nos ha constituido de tal forma, y tal es la economía de su gracia,

que somos seres solidarios, y comunicamos nuestros sentimientos uno con otros. Un ministro, por ejemplo,

seguido, por así decirlo, infunde sus sentimientos a su congregación. El Espíritu de Dios que inspira su alma hace

uso de esos sentimientos para influir en su público, tanto como él haga uso de las palabras que predica. De

modo que hace uso de los sentimientos de los cristianos. Nada es más calculado para concebir el espíritu de

oración que unirse en oración social, con uno que tiene el espíritu él mismo, excepto si éste deba estar muy

adelantado que su oración repele al resto. Su oración los despertará, si no está muy atrasado como para que se

rebele a ella y la resista. Si están cerca del patrón de sentimientos de él, su espíritu se encenderá, quemará y se

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propagará. Un individuo en una iglesia que obtiene un espíritu de oración con frecuencia levantará toda una

iglesia, y extenderá el mismo espíritu a través de la totalidad, y seguirá un avivamiento general.

3. Otro gran diseño de la oración social es conmover a Dios. No que cambie la opinión y sentimientos de Dios.

Cuando hablamos de conmover a Dios, como he dicho en una de las conferencias pasadas, no queremos decir

que altere la voluntad de Dios, sino cuando la clase correcta de oración es ofrecida por cristianos, están en un

estado mental tal que se vuelve apropiado para que Dios conceda una bendición. Están entonces preparados

para recibirla, y él siempre es el mismo, y siempre está listo y gustoso de mostrar misericordia. Cuando los

cristianos están unidos, y oran como debieran, Dios abre las ventanas del cielo y derrama sus bendiciones hasta

que no hay espacio para recibirlas.

4. El diseño importante de reuniones de oración es la convicción y conversión de los pecadores. Cuando son

propiamente conducidas, son notablemente calculadas para producir ese efecto. Los pecadores están aptos

para ser solemnes cuando oyen orar a los cristianos. Donde hay un espíritu de oración, los pecadores deben

sentir. Un impío, un universalista, una vez dijo con respecto a un cierto ministro, "puedo soportar muy bien su

predicación, pero cuando ora, me siento terrible; siento como si Dios viniera sobre mí". Los pecadores son con

frecuencia redargüidos por escuchar la oración. Un joven de talentos sobresalientes, conocido por muchos de

ustedes, dijo referente a un cierto ministro a quien antes de su conversión se le había opuesto mucho, "tan

pronto como empezó a orar, empecé a ser redargüido, y si él hubiera seguido orando más tiempo, no hubiera

podido contenerme". Tan pronto los cristianos empiezan a orar como debieran, los pecadores entonces saben

que ellos oran, y se sienten muy mal. No entienden lo que es espiritualidad porque no tienen ninguna

experiencia de ella. Pero cuando una oración así es ofrecida, saben que hay algo en ella, saben que Dios está en

ella, y los lleva cerca de Dios; los hace ponerse terriblemente serios, y no pueden soportarla. Y no sólo es

calculada para impresionar las mentes de los pecadores, sino cuando los cristianos oran en fe, el Espíritu de Dios

es derramado, y los pecadores son ablandados y convertidos de inmediato.

II. LA MANERA DE CONDUCIR REUNIONES DE ORACIÓN

1. Con frecuencia está bien abrir una reunión de oración leyendo una porción breve de la palabra de Dios;

especialmente si la persona que toma la dirección de la reunión puede recordar cualquier porción que sea

aplicable al objetivo u ocasión, y es eso impresionante, y directo al grano. Si no tienen ningún pasaje que sea

aplicable, es mejor que no se lea ninguno. No saquen la palabra de Dios para hacerla parte de la reunión como

un asunto de forma. Esto es un insulto a Dios. No es bueno leer más de lo que es aplicable al caso antes de la

reunión, o la ocasión. Algunas personas creen que siempre es necesario leer un capítulo entero, aunque pueda

ser largo, y tenga varios temas. Es tan impresionante y juicioso leer un capítulo completo, como sería para un

ministro tomar todo el capítulo para su texto, cuando su objetivo iba hacer una verdad particular para tenerla

presente en la mente de su público. El diseño de una reunión de oración debe ser para llevar a los cristianos al

punto de orar por un objetivo definitivo. Divagar por un campo vasto, obstruye y destruye este diseño.

2. Es apropiado que la persona que dirija deba hacer algunos comentarios breves, calculados para explicar la

naturaleza de la oración y los apoyos que tenemos que orar, y llevar el objetivo por el que se va a orar

directamente ante las mentes de la gente.

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Un hombre no puede orar más sin tener concentrados sus pensamientos de lo que pueda hacer algo más. La

persona que dirija debe por tanto procurar eso al poner ante sus mentes el objetivo por el cual vinieron a orar.

Si vienen a orar por cualquier objetivo puede él hacer eso. Y si no vinieron por eso, es mejor que se vayan a casa.

Es inútil quedarse y burlarse de Dios, al aparentar orar, cuando no tienen nada por el cual orar.

Luego de establecer el objetivo, se debe traer alguna promesa o principio como la base de motivación para

esperar una respuesta a las oraciones. Si hay cualquier indicación de la Providencia, o cualquier promesa, o

cualquier principio en el gobierno Divino, que permita una base de fe, que lo traiga memoria, y sin dejar que

ellos se persuadan de sus propios corazones al azahar, sin conocer ninguna razón sólida para esperar una

respuesta. Una razón por la que las reuniones de oración en su mayoría logran tan poco es porque hay tan poco

sentido común ejercido sobre ellas. En vez de mirar alrededor por fundamento sólido sobre el que su fe

descanse, se juntan y derraman sus palabras, y nadie sabe ni les importa si tienen alguna razón para esperar

una respuesta. Si van a orar sobre cualquier cosa referente a que puede haber alguna duda o error, referente a

la base de fe, se les debe mostrar la razón que hay para creer que sus oraciones serán oídas o contestadas. Es

fácil ver que a menos que algo se haga, tres cuartos de ellos no tendrán ninguna idea de lo que están haciendo,

o de la base en la que ellos deban esperar recibir por lo que están orando.

3. En pedir a personas que oren, siempre es deseable dejar que las cosas tomen su propio rumbo donde sea

seguro. Si se puede dejar con seguridad, dejen a aquellos orar que son los más inclinados a orar. Sucede a veces

que incluso aquellos que por lo regular son los más espirituales, y los más apropiados para pedirles, no están en

ese momento en un marco idóneo; pueden estar fríos y mundanos, y sólo helarán la reunión. Pero si dejan orar

a los que desean hacerlo, evitarán eso. Pero seguido eso no puede hacerse con seguridad, especialmente en las

grandes ciudades, donde una reunión de oración puede estar expuesta a ser interrumpida por aquellos que no

tienen parte en orar; algún fanático, o loco, algún hipócrita o enemigo, que sólo haría ruido. En la mayoría de

los lugares, sin embargo, el rumbo puede ser tomado con seguridad perfecta. Cedan la reunión al Espíritu de

Dios. Aquellos que deseen orar, que oren. Si el líder ve cualquier cosa que necesite corregirse, que lo haga libre

y amablemente, lo arregle bien, y continúe. Sólo debe de ser cuidadoso de no tardarse en sus comentarios, para

no interrumpir el fluir de sentimiento o enfriar la reunión, o distraer las mentes del tema apropiado.

4. Si es necesario nombrar a los individuos que van a orar, es mejor pedir primero a aquellos con más

espiritualidad. Si no saben ustedes quiénes son, entonces aquellos que naturalmente supongan que están con

más vida. Si oran ellos al principio, muy probable propagarán el espíritu de oración a través de la reunión y

elevarán el tono de todo. De otro modo, si piden a aquellos que son fríos y están sin vida al comienzo, es muy

probable que propaguen el frío por toda la reunión. La única esperanza de tener una reunión de oración

eficiente es cuando por lo menos una parte de la iglesia es espiritual y vierte su espíritu en los demás. Ésta es la

razón por la que con frecuencia es mejor que las cosas tomen su curso, pues entonces aquellos que tengan más

sentimiento son aptos para orar primero y den carácter a la reunión.

5. Las oraciones deben ser muy cortas. Cuando individuos sufren de orar por mucho tiempo, se olvidan adónde

van, que no sólo son la única boca de la congregación, y que la congregación no puede esperar simpatizar con

ellos, como para seguir y sentirse unidos en oración, si se prolongan y son tediosos, y van pasan por todo el

mundo y oran por todo lo que les viene a la mente. Comúnmente, aquellos que oran mucho tiempo en la

reunión, lo hacen no porque tengan el espíritu de oración, sino porque no lo tienen. Y van dando de vueltas no

porque estén llenos de oración. Algunos hombres desenrollan una oración larga diciéndole a Dios quién y qué

es, o exhortan a Dios a hacer tal y tal. Algunos oran todo un sistema de divinidad. Algunos predican, y exhortan

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a la gente, hasta que todos desean que pare y Dios también, sin duda. Deben ir directo al grano y orar por lo

que vinieron a orar, y no seguir la imaginación de sus necios corazones por todo el universo.

6. Cada uno debe orar por algún sólo objeto. Está bien que cada individuo tenga un objeto de oración: dos o

más pueden orar por lo mismo, o cada uno por un objeto distinto. Si la reunión acuerda orar por algo en

específico, dejen que lo hagan. Si el objeto es más general, que seleccionen sus temas según y se sientan

interesados en ellos. Si uno siente particularmente la disposición para orar por la iglesia, que así sea también.

Quizá otros se sientan inclinados a orar por los pecadores, los jóvenes, para confesar pecados, que así sea, y tan

pronto se ha alcanzado el objeto, que se detengan. Cuando un hombre tiene un sentimiento profundo, siempre

siente por un punto en particular, y si ora por eso, lo hará de la abundancia de su corazón, y entonces

naturalmente parará cuando haya acabado. Aquellos que sienten más, serán lo más prestos para dedicar sus

oraciones a ese punto, y pararán cuando lo hayan hecho y no orarán por todo el mundo.

7. Si en el transcurso de la reunión se vuelve necesario cambiar el objeto de la oración, que la persona que dirija

establezca el hecho, y lo explique en unas cuantas palabras. Si el objeto de la oración es por la iglesia, o

apóstatas, o pecadores, o impíos, que lo establezca claramente, y luego denle la vuelta y sosténgalo ante ellos

hasta que él los lleve a pensar y sentir profundamente antes de que oren. Luego que establezca a ellos las bases

sobre la que puedan descansar su fe referente a obtener las bendiciones por las que oraron, si tal declaración

se necesita, y así guiarlos hasta el trono, y dejarlos agarrar la mano de Dios. Esto es según la filosofía de la mente.

La gente siempre lo hace para sí mismas cuando oran en secreto, si realmente quieren a orar para cualquier

propósito. Y así debe ser en reuniones de oración.

8. Es importante que el tiempo se ocupe plenamente como para no dejar largos momentos de silencio. Esto

siempre da mala impresión y enfría la reunión. Sé que a veces las iglesias tienen sesiones de oración en silencio.

Pero en esos casos deben ser especialmente solicitadas para orar en silencio para que todos puedan saber por

qué están callados. Esto seguido tiene un efecto muy poderoso donde unos momentos son usados en silencio

por toda la congregación, mientras todos elevan sus pensamientos a Dios. Esto es muy distinto a tener lagos

intervalos de silencio porque no hay nadie que ore. Cada uno siente que un silencio así es como el desaliento

frío de muerte sobre la reunión.

9. Es importantísimo que el que dirija la reunión deba presionar a los pecadores que pueden estar presentes

para arrepentimiento inmediato. Debe presionar eso duramente, y urgir a los cristianos presentes a orar de tal

forma como para hacer sentir a los pecadores que se espera que se arrepientan de inmediato. Esto tiende a

inspirar a cristianos con compasión y amor por las almas. Los comentarios hechos a los pecadores son con

frecuencia como derramamiento de fuego sobre los corazones de los cristianos para despertarlos a orar y

esforzarse para la conversión de ellos. Que vean y sientan la culpa y peligro de los pecadores entre ellos y

entonces orarán.

III. VOY A MENCIONAR VARIAS COSAS QUE PUEDEN FRUSTRAR EL DISEÑO DE UNA REUNIÓN DE ORACIÓN.

1. Cuando hay una falta desdichada de confianza en el líder, no hay esperanza de ningún bien. Cual sea la causa,

si se le va a culpar o no, el simple hecho de que dirija la reunión traerá desaliento y prevendrá todo bien. He

sido testigo de eso en iglesias donde había un anciano o diácono ofensivo, quizá justamente ofensivo, quizá no,

presto para dirigir la reunión de oración, y ésta muere bajo su influencia. Si hay una falta de confianza con

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respecto a su piedad, o en su inhabilidad, o en su juicio, o en cualquier cosa conectada con la reunión, todo lo

que diga o haga cae en saco roto. Lo mismo con frecuencia se lleva a cabo donde la iglesia ha perdido la confianza

en su ministro.

2. Donde le falta espiritualidad al líder, hay sequedad o frialdad en sus comentarios y oraciones, y todo indicará

su falta de unción, y toda su influencia será lo contrario de lo que debe ser. He conocido iglesias donde una

reunión de oración no pudo ser sostenida, y la razón no fue obvia, pero aquellos que entendieron el estado de

las cosas supieron que el líder era tan notorio por su falta de espiritualidad que inevitablemente congelaría una

reunión de oración hasta la muerte. En muchas iglesias presbiterianas los ancianos están tan lejos de ser

espirituales que siempre congelan una reunión de oración. Y entonces se ponen increíblemente celosos por su

dignidad y no pueden soportar tener a alguien más que dirija la reunión. Y si cualquier miembro que sea

espiritual toma la dirección de una reunión de oración, lo regañan: "Pues no eres el líder, y no debes dirigir una

reunión de oración en presencia de un anciano". Y de ese modo se ponen en su camino mientras toda la iglesia

está sufriendo bajo su influencia infortunada.

Un hombre que sabe que no está en un marco mental de espiritualidad no tiene parte para conducir una reunión

de oración; la matará. Hay dos razones. Primera, no tendrá discernimiento espiritual, y no sabrá qué hacer. Una

persona que es espiritual puede ver los movimientos de la Providencia, y puede sentir el Espíritu de Dios y

entender por lo que los está guiando a orar, como para regular el tiempo de sus temas y aprovechar el estado

de sentimiento entre los cristianos. No echará abajo todo el sentimiento en una reunión al introducir otras cosas

que no sean congruentes o mal reguladas de tiempo. Tiene el discernimiento espiritual para entender las guías

del Espíritu, y sus operaciones en aquellos que oran y continúan en tanto el Espíritu guía. Supongan que un

individuo guía a quien no es espiritual, y hay dos o tres oraciones, y el espíritu de oración surge, pero el líder no

tiene discernimiento espiritual para verlo, y hace unos comentarios sobre otro punto, o lee en voz alta otra cosa

de algún libro, que está tan lejos del sentimiento de oración como el polo norte. Puede ser tan evidente para

otros para los que son llamados a orar, como si el Hijo de Dios hubiese venido a la reunión y diera el tema, pero

el líder lo echa abajo porque es tan tonto que no sabe las indicaciones de la reunión.

Y entonces, si el líder no es espiritual, es muy probable que sea aburrido y seco en sus comentarios y en sus

ejercicios. Leerá un himno largo de una manera soñolienta, y luego leerá un pasaje de la Escritura en un tono

tan frío e invernal que se propagará por la reunión y será aburrida siempre y cuando su corazón frío esté puesto

frente a todo.

3. Una falta de talentos adecuados en el líder. Si carece ese tipo de talentos que son aptos para hacer una

reunión útil, la dañará. Si no puede decir nada, o si sus comentarios están muy fuera de rumbo como para

producir ligereza o desdén, o si no tienen nada en ellos que impresione a la mente, o no son guiados por un

buen sentido, o no son apropiados, lastimará la reunión. Un hombre puede ser piadoso, pero es tan débil que

sus oraciones no edificarán, más bien disgustarán a la gente presente. Cuando sucede esto, es mejor que guarde

silencio.

4. A veces el beneficio de una reunión de oración es frustrado por un espíritu malo en el líder. Por ejemplo,

cuando hay un avivamiento, y gran oposición, si el líder se levanta en una reunión de oración y habla de

instancias de oposición, y comenta sobre ellas, y de ese modo desvía la reunión del objeto por el que ellos

vinieron a orar, no sabe de qué espíritu es él. Su efecto es siempre ruin para una reunión de oración. Que el

ministro en un avivamiento salga y predique contra la oposición e inevitablemente destruirá el avivamiento, y

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alejará los corazones de su objetivo apropiado. Que el hombre que está presto a dirigir la iglesia sea cuidadoso

de proteger su propio espíritu, no sea que descarríe la iglesia y difunda un temperamento equivocado. Lo mismo

será cierto si cualquiera que sea llamado a hablar u orar, introduce en sus observaciones u oraciones cualquier

cosa controversial, impertinente, irrazonable, poco escritural, ridícula o irrelevante. Cualquiera de estas cosas

apagará los momentos tiernos del espíritu de oración y destruirá la reunión.

5. Las personas que llegan tarde a la reunión. Esto es un gran obstáculo para la reunión de oración. Cuando la

gente ha empezado a orar, y está puesta su atención, y han cerrado sus ojos y oídos, para no distraerse, en

medio de una oración alguien llega apresurado y entra caminando por la habitación. Alguien volteará y todos

serán interrumpidos en ese momento. Entonces, otra vez se concentran, y otro llega y así sucesivamente. Pues,

supongo que al diablo no le importará cuántos cristianos fueron a la reunión de oración, si sólo van una vez que

la reunión ha empezado. Le dará gusto tener a muchos yendo e interrumpiendo luego que ha empezado la

reunión.

6. Cuando las personas hacen oraciones y confesiones frías de pecado, seguramente apagarán el espíritu de

oración. Cuando las influencias del Espíritu se disfrutan, en medio de las expresiones cálidas que están fluyendo,

que un individuo frío llegue y exhale ese aliento frío, como el desaliento de muerte, hará que cada cristiano que

tenga algún sentimiento quiera salirse de la reunión.

7. En algunas partes es común empezar una reunión de oración leyendo una porción larga de la Escritura.

Entonces el diácono, o el anciano, dan un himno largo. Luego, lo cantan. Entonces hace una oración larga,

orando por lo judíos y la plenitud de los gentiles, y muchos otros asuntos que no tienen nada que ver con la

ocasión de la reunión. Luego, quizá lean una porción larga de algún libro o revista. Entonces, tienen otro himno

largo y otra oración larga, y se van a casa. Una vez oí a un anciano decir que habían tenido una reunión de

oración por muchos años, pero que no había habido avivamiento en ese lugar. La verdad fue que los encargados

de la iglesia se habían acostumbrado a realizar las reuniones en una forma dignificada y su circunspección no

les dejaba que cualquier cosa fuese alterada. Con razón no hubo avivamiento. Tales reuniones de oración son

suficientes para obstruir un avivamiento. Y si debieron comenzar avivamientos, la reunión de oración los

destruyó. Hubo una reunión de oración en esta ciudad, según me dicen, donde parecía haber algún sentimiento,

y algunos propusieron que debieran tener dos o tres oraciones sucesivas sin levantarse de sus rodillas. Un

hombre circunspecto se opuso, y dijo que nunca lo habían hecho, y que esperaba que no hubiese innovaciones.

No aprobaba las innovaciones. Y ése fue el último avivamiento. Tales personas tienen sus reuniones de oración

estereotipadas y están determinadas a no salirse del rumbo, haya bendición o no. Permitir cualquier cosa sería

una nueva medida, nunca les gustó las nuevas medidas.

8. Muchos cantos con frecuencia lastiman la reunión de oración. El espíritu agonizante de oración no guía a la

gente a cantar. Hay tiempo para todo; tiempo de cantar y tiempo de orar. Pero si sé que son los dolores de parto

por las almas, los cristianos sentirán menos ganas de cantar que cuando tengan el espíritu de oración por los

pecadores. El canto es una expresión natural de sentimientos que son de gozo y alegría. El espíritu de oración

no es un espíritu de gozo. Es un espíritu de dolor de parto y agonía, suplicando y rogando a Dios con fuertes

gemidos que son indecibles. Esto es algo más que cualquier otra cosa de lo que es cantar. He sabido de estados

de sentimiento donde uno no aflige a la gente de Dios más que empezar a cantar. Sería enteramente diferente

de sus sentimientos. Pues, si supieran que su casa se incendia, ¿se detendrían primero y cantarían un himno

antes de apagarla? ¿Cómo se vería aquí en Nueva York cuando se incendia un edificio, y los bomberos están

todos juntos y el jefe se detiene a cantar un himno? Es casi tan natural para que cante la gente cuando es

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inquietada con un espíritu de oración. Cuando la gente siente que debe sacar a los hombres del fuego, no tiene

ganas de cantar. Nunca he sabido de un avivamiento con cantos que equivalga a tanto. Su tendencia es suprimir

todo sentimiento profundo. Es cierto que cantar un himno a veces ha producido un poderoso efecto en los

pecadores que son redargüidos, pero en general es el contraste perfecto que hay entre sus sentimientos y de

aquellos de almas felices que cantan que produzca el efecto. Si el himno es de carácter gozoso no es

directamente calculado a beneficiar a los pecadores y es altamente apto para aliviar la angustia mental del

cristiano, para destruir ese dolor de parto que es indispensable para su prevalencia en oración.

Cuando el cantar se introduce en una reunión de oración, los himnos deben ser cortos, y seleccionados como

para traer algo solemne; algunas palabras impactantes, tales como el Himno del Juicio y otros calculados para

producir una impresión honda en las mentes de los cristianos, pero no ese tipo gozoso de canto que hace a

todos estar cómodos y así apagar la mente del objetivo de la reunión de oración. Supe de un organista famoso

que producía un efecto notable en una reunión larga. El órgano era poderoso, y las pipas de contrabajo eran

como trueno. El himno que se dio tenía estas líneas:

Véase la tormenta de venganza juntarse

Sobre la senda que te atreves a pisar;

Escucha el horrible trueno retumbar

Cada vez más fuerte sobre tu cabeza.

Cuando llegó a estas palabras, primero oímos el rugido distante del trueno, luego aumentó y más fuerte, hasta

que en la palabra "más fuerte" hubo un estrépito que pareció vencer a toda la congregación.

Tales cosas en su lugar apropiado hacen bien. Pero el canto común disipa el sentimiento. Debe siempre ser tal

como para no quitar el sentimiento sino hacerlo profundo.

Seguido una reunión de oración es dañada por pedir a los jóvenes conversos que canten himnos de gozo. Esto

es muy inapropiado en una reunión de oración. No es tiempo para que ellos toquen cantos de gozo mientras

haya muchos pecadores a su alrededor y sus antiguos compañeros se estén yendo al infierno. Un avivamiento

seguido es apagado por la iglesia y el ministro al dejar los cantos a los jóvenes conversos. De modo que al detener

el regocijo, cuando deben sentir profundamente más y más por los pecadores, contristan el Espíritu de Dios, y

pronto se dan cuenta que su agonía y dolores de parto del alma se han ido.

9. Introducir temas de controversia en la oración frustrarán una reunión de oración. Nada de controversia debe

introducirse en la oración a menos que sea el objeto de la reunión tratar eso. De otro modo, déjese a los

cristianos reunirse en sus reuniones de oración, sobre la base amplia de ofrecer oración unida por un objetivo

común. Y que las controversias se traten en otro lado.

10. Grandes molestias deben ser tomadas por el líder y otros para observar de cerca los movimientos del Espíritu

de Dios. Que no se ore sin el Espíritu, sino que se sigan sus direcciones. Asegúrense de no apagar al Espíritu por

causa de la oración según la costumbre común. Evítese todo lo calculado para desviar la atención del objetivo.

Se debe uno de proteger de toda afectación de sentimiento que no sea real. Si hay una afectación de

sentimiento, muy comúnmente otros ven y sienten que es afectación y no realidad. En cualquier caso, el Espíritu

de Dios lo sabe, y será contristado, y abandonará el lugar. Por otro lado, toda resistencia al Espíritu igualmente

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destruirá la reunión. Seguido sucede que hay algunos tan fríos que si alguien irrumpe en espíritu de oración lo

llamarán fanático y quizá se opongan.

11. Si los individuos rehúsan orar cuando se les pide, lastimará la reunión de oración. Hay personas que siempre

fingen que no tienen dones. Las mujeres a veces se rehúsan a tomar su turno en oración y fingen que no tienen

habilidad para orar. Pero si alguien más deba decírselo, se ofenden. Supongan que deben saber que otra persona

ha hecho un comentario como éste: "No le pidan a ella que ore; no puede orar; no tiene los talentos suficientes";

¿acaso les gustaría? Lo mismo con un hombre que finge no tener ningún don, que alguien más reporte que no

tiene talentos suficientes para hacer una oración decente, y verán si le gusta. El fingimiento no es sincero; es

todo una farsa.

Algunos dicen que no pueden orar en sus familias, que no tienen ningún don. Pero una persona no podría

ofenderlos más al decir que no pueden orar una oración decente ante sus propias familias. Dirían: "¿por qué el

hombre habla como si pensara que nadie tiene dones más que él? La gente no está apta para tener una opinión

tan baja de ellas mismas. Seguido he visto la maldición de Dios seguir a tales profesantes. No tienen excusa.

Dios no tomará ninguna. El hombre tiene una lengua para hablar a sus vecinos, y puede hablar a Dios si tienen

el corazón para ello. Verán inconversos a sus hijos, su hijo una maldición, su hija- -la lengua no puede decir. Dios

dice que derramará su furia sobre las familias que no invocan su nombre. Si tuviera tiempo, podría mencionar

un sinnúmero de hechos que muestran que Dios MARCA a aquellos individuos con su desaprobación y maldición

que rehúsan orar cuando deben. Hasta que los profesantes de religión se arrepientan de ese pecado y tomen la

cruz (¡si escogen llamar la oración una cruz!) y cumplan su deber, no necesitan esperar una bendición.

12. Las reuniones de oración con frecuencia son muy largas. Siempre deben terminar mientras los cristianos

tienen el sentimiento y no debe ser alargada hasta que el sentimiento se ha agotado y el Espíritu se ha ido.

13. Confesiones sin corazón. La gente confiesa sus pecados y no los abandonan. Cada semana harán alguna

confesión una y otra vez. Una confesión fría, estúpida y aburrida esta semana, y luego igual la semana siguiente

sin abandonar sus pecados. Pues, ¡no tienen intención de abandonar sus pecados! Muestra plenamente que no

quieren reformarse. Toda su religión consiste en estas confesiones. En vez de obtener una bendición de Dios

por tales confesiones, sólo obtienen una maldición.

14. Cuando los cristianos pasan el tiempo orando por ellos mismos. Esto deben hacerlo en su sitio de oración.

Cuando vayan a una reunión de oración, deben prepararse para ofrecer intercesiones eficaces por otros. Si los

cristianos oran en sus sitios de oración como debieran, sentirán orar por los pecadores. Si oran exclusivamente

en sus lugares de oración por ellos mismos, no obtendrán el espíritu de oración. He conocido a hombres

encerrarse por días para orar por ellos mismos y no obtienen vida porque sus oraciones son egoístas. Pero si se

olvidan de sí mismos, echan sus corazones por delante y oran por otros, despertarán tal sentimiento que pueden

derramar sus corazones. Y pueden salir a trabajar por las almas. Supe de un individuo en un avivamiento que se

encerró por diecisiete días, y oró como si hiciera a Dios llegar a un acuerdo, pero no lo hizo, entonces salió a la

obra, e inmediatamente tenía al Espíritu de Dios en su alma. Es bueno para cristianos que oren por ellos mismos,

confiesen sus pecados, y luego echen sus corazones por delante hasta que sientan como deben.

15. Las reuniones son frustradas por la falta de observaciones apropiadas. Las cosas no son dichas que son

calculadas para guiarlas a orar. Quizá el líder no se ha preparado, o quizá no tiene los talentos requeridos, para

guiar a la iglesia en oración, o no guía las mentes de ellos para morar en los temas apropiados de oración.

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16. Cuando las personas que son merecidamente molestas por cualquier motivo son exageradas al hablar y orar.

Tales personas están a veces muy prestas a participar. Dicen que es su deber levantarse y testificar para Dios en

toda ocasión. Dirán que saben que no son capaces de edificar la iglesia, pero nadie más puede hacer el deber

de ellas, y desean testificar. Quizá el único lugar que han testificado para Dios fue en la reunión de oración;

todas sus vidas, fuera de la reunión, testifican contra Dios. Es mejor que estén quietas.

17. Donde las personas participan que son tan iletradas que es imposible que no se disgusten las personas con

educación. Personas con ilustración no pueden seguirlas, y sus mentes se distraen inevitablemente. No quiero

decir que es necesario que una persona deba tener una educación amplia con el fin de guiar una oración. Todas

las personas de educación común, especialmente si están en el hábito de oración, pueden guiar la oración, si

tienen el espíritu de oración. Pero hay algunas personas que usan expresiones absurdas e incultas que disgustan

a la mente ilustrada. No pueden evitar molestarse. El sentimiento de disgusto es algo involuntario, y cuando un

objeto que disgusta está ante la mente, el sentimiento es irresistible. La piedad no evitará que una persona lo

sienta. La única manera es quitar el objeto. Si tales personas son bien intencionadas, es mejor que estén en

silencio. Algunos de ellos pueden sentirse lastimadas al no ser llamadas a participar. Pero es mejor que se les

diga amablemente la razón que tener una reunión de oración lastimada regularmente y se le tache de ridículo

en sus realizaciones.

18. Una falta de unión en oración. Cuando alguien dirige, los demás no lo siguen. Sus corazones no están unidos,

no dicen amén. Es tan malo como si uno debiera hacer la petición y otro protestara en contra. Uno pide a Dios

hacer algo, y los otros le piden no hacerlo, o que haga otra cosa.

OBSERVACIONES.

1. Una reunión de oración mal conducida seguido hace más daño que bien. En muchas iglesias, la manera

general de conducir las reuniones de oración es tal que los cristianos no tienen la menor idea del diseño o el

poder de tales reuniones. Es tal que tiende a apagar en vez de promover el sentimiento el sentimiento piadoso

de la oración.

2. Una reunión de oración es un índice al estado de la religión en la iglesia. Si la iglesia descuida las reuniones

de oración, o viene y tiene el espíritu de oración, saben desde luego que la religión es baja. Si voy a una reunión

de oración, siempre podré ver el estado de religión ahí.

3. Cada ministro debe saber que las reuniones de oración son descuidadas, todo su trabajo es en vano. A menos

que pueda hacer que los cristianos asistan a las reuniones de oración, todo lo que puede hacer no surgirá la

verdadera religión.

4. Una gran responsabilidad descansa en quien guíe una reunión de oración. Si la reunión de oración no es lo

que debe ser, si no evalúa el estado de religión, no debe ir seriamente a la obra y ver qué sucede, y obtener el

espíritu de oración, y prepararse para hacer tales observaciones como son calculadas para hacer bien y arreglar

las cosas. Un líder no tiene parte para dirigir reuniones de oración si no está preparado, tanto en cabeza como

corazón, para hacer eso. Les deseo, quien dirija el distrito de reuniones de oración, que observe ese punto.

5. Las reuniones de oración son las más difíciles de sostener como deben ser. Son tan espirituales, que a menos

que el líder esté particularmente preparado, tanto en corazón como en mente, menguará. Es en vano que el

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líder se queje que los miembros no asistan. En nueve casos de diez, es la culpa del líder que no asistan ellos. Si

sintiera como debiera, verán que las reuniones son tan interesantes que desde luego asistirían. Si es frío y

aburrido, sin espiritualidad, como para congelar todo, con razón la gente no va a la reunión. Los encargados de

las iglesias con frecuencia se quejan y regañan porque la gente no va a la reunión de oración, cuando la verdad

es que ellos mismos son tan fríos que congelan a todos los que asisten hasta morir.

6. Las reuniones de oración son las más importantes para la iglesia. Es muy importante para los cristianos que

tengan reuniones de oración:

(1.) Para promover la unión.

(2.) Para incrementar el amor fraternal.

(3.) Para cultivar la confianza cristiana.

(4.) Para promover su crecimiento en gracia.

(5.) Para abrigar y avanzar espiritualmente.

7. Las reuniones de oración deben ser tan numerosas y organizadas para ejercer los dones de cada miembro

individual de la iglesia--hombre y mujer. Cada uno debe tener la oportunidad de orar y expresar los sentimientos

de sus corazones, si tiene algunos. Las reuniones seccionales de oración de esta iglesia están diseñadas para

hacer eso. Y si son muy grandes para eso, que se dividan, como para traer a la masa entera en la obra, ejercer

los dones, y difundir la unión, confianza y amor fraternal a través del todo.

8. Es importante que los pecadores impenitentes deban siempre asistir a las reuniones de oración. Si ninguno

de ellos va por decisión propia, salgan e invítenlos. Los cristianos deben tomarse muchas molestias para inducir

a sus amigos impenitentes cuando los tienen frente a sus ojos. He sabido de reuniones de oración de mujeres

que excluyen a pecadores de la reunión. Y la razón es que eran tan orgullosas que les daba pena de orar frente

a los pecadores. ¡Qué espíritu! Tales oraciones no harán bien. Insultarán a Dios. No han hecho suficiente, en lo

absoluto, cuando han ido a la reunión de oración. No pueden orar si han invitado a un pecador a que vaya. Si

toda la iglesia ha descuidado su deber, y han ido a la reunión de oración, y no han llevado a pecadores con ellos,

ningún sujeto de oración--¿a qué han ido?

9. El gran objetivo de todos los medios es directamente para la conversión de pecadores. Deben ustedes orar

para que sean convertidos ellos ahí. No orar para que puedan ser despertados y redargüidos, sino oren para

que ellos puedan convertirse de inmediato. Nadie debe orar, o hacer comentarios, como si se esperara que cada

pecador se irá sin haber dado su corazón a Dios. Todos deben causar impresión en la mente de ellos que AHORA

deben ellos entregarse. Y si hacen eso, mientras todavía hablan, Dios oirá. Si los cristianos lo hacen manifiesto

que han realmente preparado sus corazones en las conversiones de los pecadores, que son inclinados a ello, y

oran como deben, raramente habrá una reunión realizada sin que las almas se conviertan en el lugar. Es el

momento de que los pecadores deban convertirse en respuesta a esas oraciones. No dudo que puedan tener

pecadores convertidos en cada sección de la reunión de oración, si cumplen ustedes su deber. Llévenlos, lleven

a sus familias, a sus amistades, o a sus vecinos con ese plan, denles la instrucción apropiada, si necesitan

instrucción, y oren por ellos como debieran, salvarán sus almas. Dependan de eso, si cumplen su deber, de una

forma correcta, Dios no retendrá la bendición, y la obra será hecha.

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PARTE III: ACERCA DE LOS MEDIOS QUE SE UTILIZAN CON LOS PECADORES

LECCIÓN IX

LOS MEDIOS PARA USARSE CON LOS PECADORES

TEXTO. – “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí.” -- Isaías 43:10.

En el texto se refiere a los hijos de Dios que son sus testigos. En varias de las conferencias anteriores me he

enfocado en el tema de la oración, o aquel departamento de los medios para la promoción de un avivamiento,

el cual intenta mover a Dios para derramar su Espíritu. Ahora voy me voy a referir a otro asunto:

LOS MEDIOS PARA USARSE PARA LA CONVICCIÓN Y CONVERSIÓN DE LOS PECADORES

Es cierto, en general, que las personas son afectadas por el tema de la religión, en proporción a su convicción

de la verdad de ésta. La falta de atención en la religión es la gran razón por la que se siente muy poco al respecto

de ella. Ningún ser puede ver las grandes verdades de la religión, como verdades, y no sentir profundamente al

respecto de ellas. El diablo no puede. Cree y tiembla. Los ángeles en el cielo sienten en vista de esas cosas. Dios

siente. Una convicción intelectual de la verdad siempre se acompaña de un sentimiento de algún tipo.

Un gran diseño de Dios de dejar a los cristianos en el mundo luego de su conversión es para que ellos puedan

ser testigos por él. Es para que ellos puedan cautivar la atención de la multitud desconsiderada del tema, y

hacerles ver las diferencias en el carácter y destino de quienes creen y de quienes rechazan el Evangelio. La falta

de atención es la gran dificultad en la forma de promover la religión. Y lo que el Espíritu de Dios hace es despertar

la atención de los hombres al asunto de su pecado y el plan de salvación. Los milagros a veces han sido

empleados para llamar la atención de los pecadores. Y de esta manera, los milagros pueden ser instrumentales

en la conversión, aunque ésta no es en sí un milagro, ni los milagros nunca convierten a nadie. Pueden ser

medios para despertar. Los milagros no siempre son eficaces en eso. Y si continuaran, o se hicieran comunes,

pronto perderían su poder. Lo que se quiere en el mundo es algo que pueda ser un tipo de milagro omnipresente

capaz no sólo de cautivar la atención sino de arreglarla y de mantener a la mente en contacto cálido con la

verdad hasta que se rinda.

Por tanto, vemos por qué Dios ha dispersado a sus hijos por todos lados, en familias entre las naciones. Nunca

los dejaría estar todos juntos en un lugar no obstante cuán grato pueda ser para sus sentimientos. Desea

dispersarlos. Cuando la iglesia en Jerusalén estaba junta, descuidando el salir como Cristo había mandado, para

propagar el evangelio a todo el mundo, Dios soltó una persecución sobre ellos y los dispersó a otros lados, y

entonces salieron por todas partes "anunciando el evangelio".

Al examinar el texto, propongo indagar:

I. EN QUÉ PUNTOS EN PARTICULAR LOS CRISTIANOS VAN A TESTIFICAR POR DIOS.

II. LA MANERA EN QUE VAN A TESTIFICAR.

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I. EN QUÉ PUNTOS SE LES REQUIERE TESTIFICAR A LOS HIJOS DE DIOS.

Generalmente, van a testificar la verdad de la Biblia. Son testigos competentes, pues tienen experiencia de la

verdad bíblica. El cristiano experimental no tiene más necesidad de probar la verdad de la Biblia en su mente

que de probar su propia existencia. Todo el plan de la salvación está tan plenamente extendido y puesto en su

convicción que el emprender persuadirlo de su creencia en la Biblia sería tan poco práctico como persuadirlo de

su propia existencia. Los hombres han tratado de sembrar duda de la existencia del mundo material, pero no

pueden tener éxito. Ningún hombre puede dudar de la existencia de un mundo material. Dudarlo es en contra

de su propia conciencia. Pueden usar argumentos que no pueda uno contestar, y puede uno desconcertarse y

confundirse, y callarse; quizá uno no es un filósofo o conocedor de lógica, y ser incapaz de detectar las falacias

de ellos, pero lo que sabe uno sabe.

Lo mismo es en la religión. El cristiano está consciente de que la Biblia es verdad. Hasta el más niño en la religión

sabe por su experiencia la verdad de la Biblia. Puede oír objeciones de los infieles, de las que nunca pensó, y

que no puede responder, y poder ser confundido, pero no puede ser sacado de su fundamento. Dirá "no puedo

responderte, pero sé que la Biblia es verdad".

Como si un hombre se viera en el espejo y dijera, "ése es mi rostro". ¿Cómo sabe que es su rostro? Pues por su

vista. Entonces cuando un cristiano se ve él mismo dibujado y retratado en la Biblia, ve la semejanza de ser tan

exacto que sabe que es cierta.

Pero más particularmente, los cristianos van a testificar de:

1. La inmoralidad del alma. Esto es claramente revelado en la Biblia.

2. La vanidad y la naturaleza nada satisfactoria de todo bien terrenal.

3. La naturaleza satisfactoria y la suficiencia gloriosa de la religión.

4. La culpa y el peligro de los pecadores. Sobre este punto pueden hablar de la experiencia como también de la

palabra de Dios. Han sido sus propios pecados, y entienden más de la naturaleza del pecado, y la culpa y el

peligro de los pecadores.

5. La realidad del infierno, como un lugar de castigo eterno para los impíos.

6. El amor de Cristo por los pecadores.

7. La necesidad de una vida santa, si pensamos ir al cielo.

8. La necesidad de la negación de uno mismo y vivir por encima del mundo.

9. La necesidad de mansedumbre, mentalidad celestial, humildad e integridad.

10. La necesidad de una renovación completa de carácter y vida para todos quienes entrarán en el cielo. Éstos

son los temas sobre los que van a ser testigos para Dios. Y van a testificar de tal manera como para constreñir a

los hombres a creer la verdad.

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II. ¿CÓMO VAN A TESTIFICAR?

Por precepto y ejemplo, en cada ocasión apropiada, por sus labios, pero principalmente por sus vidas. Los

cristianos no tienen derecho a estar callados con sus labios; deben reprender, exhortar, y suplicar con

longanimidad y doctrina, pero su influencia principal como testigos es por su ejemplo.

Se les requiere ser testigos de esta manera porque el ejemplo se enseña con mucha mayor fuerza que el

precepto. Esto es universalmente sabido. Las acciones hablan más fuerte que las palabras. Pero cuando el

precepto y ejemplo son llevados a profesar, trae la mayor cantidad de influencia para llevar en la mente. Como

por la manera en la que van a testificar; la manera en que van a dar testimonio de la verdad de los puntos

especificados; en general--deben vivir en su caminar y conversación diarios, como si creyeran la Biblia.

1. Como si creyeran ellos ser inmortales, y como si creyeran que la muerte no es la terminación de su existencia,

sino la entrada hacia un estado sin cambio. Deben vivir ellos para hacer esa impresión completa a su alrededor.

Es fácil ver que el precepto sin el ejemplo en este punto no hace ningún bien. Todos los argumentos en el mundo

no convencerán a la humanidad de que realmente ustedes creen eso, a menos que vivan como si lo creyeran.

El razonamiento de ustedes puede ser incontestable, pero si no viven como se debe, la práctica de ustedes

vencerá los argumentos de ustedes. Dirán ellos que ustedes son unos sofistas ingeniosos, o razonadores agudos,

y quizá admitan que no les pueden contestar, sino que entonces dirán que es evidente que el razonamiento de

ustedes es falso y que saben que es falso porque la vida de ustedes contradice la teoría de ustedes. O que, si es

cierta, no la creen ustedes, en ningún caso. Y entonces toda la influencia del testimonio de ustedes se va al otro

lado.

2. La vanidad y naturaleza nada satisfactoria de las cosas de este mundo. Van a testificar eso mediante su vida.

El fracaso en esto es la gran piedra de tropiezo en la manera de la humanidad. Se necesita aquí el testimonio de

los hijos de Dios más que nada. Los hombres son tan afectados con los objetos del sentido y tan constantemente

ocupados con ellos que son muy aptos para cerrarle la puerta a la eternidad de sus mentes. Un objeto pequeño,

sostenido cerca del ojo, puede tapar el océano distante. Lo mismo con las cosas del mundo, que están cerca, se

magnifican tanto en sus mentes, que pasan por alto lo demás. Un diseño importante para mantener a los

cristianos en el mundo es enseñar a la gente sobre este punto, prácticamente, no trabajar por la comida que

perece. Pero supóngase que los profesantes de religión enseñan la vanidad de las cosas terrenales por precepto,

y la contradicen en la práctica. Supóngase las mujeres que son afectas al vestido, y en observar la moda, y los

hombres tan ansiosos por tener buenas casas y carruajes, como la gente del mundo. ¿Quién no ve que sería

bastante ridículo para ellos que testificaran con sus labios que este mundo es toda vanidad, y su alegría vacía y

nada satisfactoria? La gente sentiría que es ridículo, y esto cierra los labios de los cristianos. Se avergüenzan de

hablarles a sus vecinos mientras ellos se obstaculizan con esas chucherías porque su conducta diaria testifica a

todos lo contrario. ¡Cómo se verían algunos miembros de la iglesia en esta ciudad, mujeres u hombres, yendo

entre la gente, hablándoles de la vanidad del mundo! ¿Quién les creería lo que dicen?

3. La naturaleza satisfactoria de la religión. Los cristianos van a mostrar mediante su conducta que están de

hecho satisfechos con el placer de la religión, sin la pompa y las vanidades del mundo; los gozos de la religión y

la comunión con Dios los mantienen por encima del mundo. Van a manifestar que este mundo no es su hogar.

Su profesión es que el cielo es una realidad, y que esperan morar ahí por siempre. Pero supóngase que

contradicen eso con su conducta, y viven de tal modo para probar que no pueden ser felices a menos que tengan

una parte completa de la moda y exhibición del mundo, y que en cuanto ir al cielo prefieren permanecer en la

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tierra que morir e irse a allá. ¿Qué piensa el mundo cuando ve a un profesante de religión tan temeroso de

morir como un infiel? Tales cristianos se perjuran a sí mismos--juran una mentira, pues testifican que no hay

nada en la religión por la que una persona pueda vivir por encima del mundo.

4. La culpa y los peligros de los pecadores. Los cristianos van a advertir a los pecadores de su condición horrible,

y exhortarles que huyan de la ira venidera, y que se agarren de la vida eterna. Pero ¿quién no sabe que la manera

de hacer eso es todo? Los pecadores a menudo son afectados bajo la convicción por la manera de hacer una

cosa. Había un hombre muy opuesto a cierto predicador. Al pedírsele que especificara la razón, contestó: "no

soporto oírle porque dice la palabra INFIERNO de tal modo que retiñe en mis oídos por mucho tiempo después".

Estaba descontento con aquello que constituía el poder de decir esa palabra. La manera puede ser tal como

para transmitir una idea directamente opuesta al significado de las palabras. Un hombre puede decirles que la

casa de ustedes está incendiándose de tal manera como para hacer directamente la impresión contraria, y darán

por sentado que no es su casa la que está incendiándose. El vigía puede gritar "FUEGO, FUEGO", de tal manera

que todos piensen que estaba dormido o ebrio. Ciertas maneras están tan usualmente conectadas con el

anuncio de ciertas cosas que no pueden ser expresadas sin ellas. Las palabras en sí mismas nunca transmiten

por sí solas el significado porque la idea puede sólo completamente expresarse por un modo particular de

hablar. Vayan a un pecador, y hablen con él acerca de su culpa y peligro; y si la manera de ustedes hace una

impresión que no corresponde, en efecto dan testimonio de otro modo, y díganle que no está en ningún peligro

del infierno. Si el pecador cree que está en peligro del infierno, es completamente sobre el fundamento en vez

del cómo lo dicen. Si viven de tal modo como para mostrar que no tienen compasión por los pecadores a su

alrededor, si no muestran ternura, por sus ojos, rasgos, voz, si la manera de ustedes no es solemne ni intensa,

¿cómo puede creer él que ustedes son sinceros?

Mujer, supón que le dices a tu marido inconverso, de una manera irrisoria y fácil: "Querido, creo que te vas a ir

al infierno", ¿acaso te creerá? Si tu vida es alegre y trivial, muestras que no crees que hay infierno, o que deseas

que se vaya a allá, y tratas de evitar una impresión seria de su mente. ¿Tienes hijos que son inconversos? Supón

que nunca les dices nada a ellos de religión, o cuando hablas con ellos es de una manera fría, dura y seca, sin

mostrar ningún sentimiento; ¿supones que te creen? No ven la misma frialdad en ti referente a otras cosas.

Tienen ellos el hábito de ver a la madre en tus ojos, y en los tonos de tu voz, tu énfasis, y demás, y el sentimiento

cálido del corazón de una madre como fluye de tus labios en todo lo que les concierne. Si, entonces, cuando

hablas con ellos del tema de religión, eres fría y trivial, ¿pueden suponer que lo crees? Si tu comportamiento

sostiene ante tu hijo ese espíritu sin corazón, cuidado y oración, y entonces le hablas sobre la importancia de la

religión, el hijo se irá y se reirá pensando que tratas de persuadirlo que hay un infierno.

5. El amor de Cristo. Van a llevar testimonio de la realidad del amor de Cristo mediante la consideración que

muestran ustedes por sus preceptos, su honor, su reino. Deben actuar como si creyeran que murió por los

pecados de todo el mundo, y como si culparan a los pecadores por rechazar su gran salvación. Ésta es la única

forma legítima en la que pueden impresionar a los pecadores con el amor de Cristo. En vez de eso, los cristianos

seguido viven para dar la impresión que Cristo es tan compasivo que no deben temerle. Me he sorprendido al

ver cómo una cierta clase de profesantes quieren que los ministros estén siempre predicando sobre el amor de

Cristo. Si un ministro predica el deber, y urge a los cristianos que sean santos, y que trabajen para Cristo, le

llaman predicación legalista. Dicen que quieren oír el evangelio. Pues bien, supongan que presentan el amor de

Cristo. ¿Cómo llevarán el testimonio en sus vidas? ¿Cómo mostrarán que lo creen? Pues, por la conformidad al

mundo, testifican directamente que no creen ni una palabra, y que no les importa en lo absoluto el amor de

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Cristo, sólo para tenerlo por un manto, que puedan hablar al respecto, para tapar sus pecados. No tienen

ninguna simpatía con su compasión, y ninguna creencia en ella como una realidad, y ninguna preocupación por

los sentimientos de Cristo, que llene sus mentes cuando vea él la condición de los pecadores.

6. La necesidad de santidad con el fin de entrar al cielo. No sirve de nada hablar de eso. Deben vivir en santidad,

y de ese modo testificar que los hombres no necesitan esperar ser salvos a menos que ya lo sean. La idea ha

prevalecido tanto que no podemos ser perfectos aquí, que muchos profesantes no hacen mucho como

seriamente apuntar a una vida sin pecado. Se van con la marea de una manera suelta, pecaminosa, abominable

e infeliz a la que, sin duda, el diablo se ríe porque es, de todos los otros, el camino más seguro al infierno.

7. La necesidad de negación de uno mismo, humildad y mentalidad celestial. Los cristianos deben mostrar

mediante su propio ejemplo qué es la religión la cual se espera de los hombres. Ésa es la predicación más

poderosa, después de todo, y muy probablemente tendrá influencia en el impenitente mostrándoles la gran

diferencia entre ellos y los cristianos. Mucha gente está tratando de hacer cristianos a los hombres por un curso

distinto copiando tan cerca como posible su manera presente de vivir, y conformándolos como sea posible.

Parecen pensar que pueden hacer caer a los hombres en la religión al bajarla a su patrón. Como si más cerca se

trajera a la religión, más probable fuera abrazarla. Ahora todo esto es tan amplio como los polos de la filosofía

verdadera de hacer cristianos. Pero siempre es la política de los profesantes carnales. Y piensan que están

mostrando una sagacidad y prudencia maravillosas al tomarse tales molestias de no espantar a la gente ante la

rigurosidad y santidad poderosas del evangelio. Argumentan que si ustedes exhiben la religión a la humanidad

como requerir un gran cambio tal en su manera de vivir, tales innovaciones en sus hábitos, tal separación de sus

antiguas relaciones, pues, ustedes los ahuyentarán. Esto pareciera posible a primera vista. Pero no es cierto.

Dejen que los profesantes vivan su manera laxa y fácil, y que los pecadores digan, "pues no veo más que estoy

bien, o por lo menos casi bien, que es imposible que Dios me mande al infierno por la diferencia entre yo y esos

profesantes. Es cierto que hacen un poco más que yo. Van a la mesa de comunión, oran con sus familias, y unas

pocas cosas más parecidas, pero no pueden hacer una gran diferencia entre el cielo y el infierno". No, el camino

verdadero es exhibir la religión y el mundo en fuerte contraste, o nunca se podrá hacer en los pecadores la

necesidad de un cambio. Hasta que la necesidad de este cambio se encarne y predique en una luz fuerte

mediante el ejemplo, ¿cómo se podrá hacer creer a los hombres que van a ser enviados al infierno si no son

completamente transformados en corazón y vida?

Esto no sólo es cierto en filosofía, sino que se ha probado por la historia del mundo. Véanse las misiones de los

jesuitas en Japón, por Francisco Javier y sus allegados. ¡Cómo vivían, qué contraste mostraron entre su religión

y la de los paganos, y qué resultados siguieron! Ahora estaba leyendo una carta de uno de nuestros misioneros

en el Oriente, quien escribe, creo yo, en este sentido, que un misionero debe poder estar al nivel de la nobleza

inglesa, y entonces recomendar la religión de él con respecto a los nativos. ¡Debe estar por arriba de ellos, como

para mostrar superioridad, y así impresionarlos con respeto! ¿Es esto filosofía? ¿Es esta la manera de convertir

al mundo? No pueden convertir al mundo más que por sonar el cuerno de carnero. Esa forma no tiene tendencia.

¿Qué hicieron los jesuitas? Fueron con la gente en la práctica diaria de negación de uno mismo frente a sus ojos,

enseñando y predicando, orando y trabajando, sin cansarse ni asombrarse, mezclándose con cada casta y nivel,

llevando sus instrucciones a la capacidad de cada individuo. Y en esa forma la misión se llevó a la idolatría ante

ella como una ola del mar, y de repente su religión se propagó por el vasto imperio de Japón. Y de no haberse

metido en política y provocado ella misma un choque innecesario con el gobierno, sin duda se hubiera sostenido

hasta ahora. No estoy diciendo nada referente a la religión que enseñaron, porque no estoy seguro qué tanta

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verdad predicaron con ella. Hablo sólo de seguir la verdadera política de misiones, al mostrar, con sus vidas, la

religión que enseñaron en contraste con el espíritu mundano y las tonterías de la idolatría. Este rasgo de su

política se encomendó a sí mismo a las conciencias de la gente que era irresistible. Si los cristianos se contradicen

este solo punto, e intentan acomodar su religión a los hombres mundanos, considerarán imposible la salvación

del mundo. ¿Cómo pueden hacer creer a la gente que la negación de uno mismo y la separación del mundo son

necesarias a menos que se practiquen?

8. Mansedumbre, humildad y mentalidad celestial. El pueblo de Dios debe siempre mostrar temple como el Hijo

de Dios, quien cuando fue injuriado, no injurió él. Si un profesante de religión es imitable, y presto para resentir

una injuria, y apresurarse con pasión, y tomar algunas medidas como hace el mundo para reparar, al ir a la ley

y similares, ¿cómo es que va a hacer a la gente creer que hay realidad en un cambio de corazón? No pueden

recomendar la religión mientras tengan ese espíritu. Si están en el hábito de resentir una conducta injuriosa, si

no la soportan mansamente, y ponen la mejor interpretación que se pueda sobre ella, contradicen el evangelio.

Algunas personas siempre muestran un espíritu malo, siempre prestos a poner la peor interpretación de lo que

es hecho, y se encienden por cualquier cosa pequeña. Esto muestra una gran falta de esa caridad la cual "todo

lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". Pero si un hombre siempre muestra mansedumbre bajo injurias,

confundirá la oposición. Nada hace una impresión tan solemne y abruma con una carga tal en sus conciencias,

como ver a un cristiano, llevando como Cristo las afrentas e injurias con la mansedumbre de un cordero. Corta

como una espada de dos filos.

Mencionaré un caso para mostrar eso. Un joven se aprovechó de un ministro, lo insultó de una manera sin

precedentes. El ministro poseía un alma paciente, y contestaba apaciblemente, le decía la verdad

enfáticamente, pero de una manera amable. Esto sólo hizo que el joven se enojara más, hasta que por fin se fue

con mucha ira, declarando que no se iba a quedar y soportar ese vituperio. Como si fuera el ministro, en vez de

él mismo, al que había estado regañando. Se fue el pecador, pero con las flechas del Todopoderoso en su

corazón, y en menos de media hora siguió al ministro a sus aposentos con una agonía insoportable. Lloró y

suplicó perdón, se quebrantó ante Dios y rindió su corazón a Cristo. Esa manera apacible y calmada fue más

abrumadora para él que mil argumentos. Ahora si ese ministro hubiera bajado la guardia, y respondido

ásperamente, sin duda hubiera arruinado el alma de ese joven. ¿Cuántos de ustedes han vencido cada esfuerzo

futuro que hacen con sus amigos o vecinos impenitentes de una forma como ésa? En alguna ocasión se han

mostrado ustedes mismos tan iracundos que han sellado sus labios y puesto una piedra de tropiezo por la cual

el pecador se tropieza hacia el infierno. Si lo han hecho en cualquier instancia, no duerman hasta que hayan

hecho todo para arreglar el daño; hasta que confiesen el pecado y hayan hecho todo para contrarrestarlo tanto

como sea posible.

9. La necesidad de honestidad completa en un cristiano. Ah, ¡qué campo se abre para comentar! Pero no puedo

tocarlo plenamente ahora. Se extiende a todos los departamentos de la vida. Los cristianos necesitan mostrar

la consideración más estricta a la integridad en cada departamento o asunto, y en su interacción con su prójimo.

Si cada cristiano diera consideración escrupulosa a la honestidad, y siempre fuera de conciencia hacer

exactamente lo correcto, haría una impresión poderosa en las mentes de la gente de la realidad del principio

religioso.

Una señora estaba comprando huevos en la tienda, y el empleado hizo mal la cuenta dándole de más. Ella se

dio cuenta pero no dijo nada, y luego que llegó a casa le perturbó. Sintió que había actuado mal, de prisa regresó

con el joven, le dijo y pagó la diferencia. La impresión de su integridad de conciencia fue a su corazón como una

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espada. Fue un gran pecado en ella ocultar el error de la cuenta porque la tentación era muy pequeña, pues si

le hubiera hecho mal por un huevo, mostraría que le podría robar toda la tienda, si pudiera hacerlo sin que se

enterara. Pero su confesión pronta y humilde mostró una conciencia honesta.

Me da gusto decir que hay algunos hombres que tratan con este principio de integridad. Y los perversos los

odian por eso. Los insultan y vociferan en las cantinas que nunca comprarán productos de tales y tales personas,

que tal hipócrita nunca tocará un dólar de su dinero, y demás cosas, y entonces van directo a comprarles porque

saben que los tratarán con honestidad. Esto es un testimonio de la verdadera religión, que se escuche de Georgia

hasta Maine. Supongan que todos los cristianos lo hicieran, ¿cuál sería la consecuencia? Los cristianos huirían

con el negocio de la ciudad. Los cristianos harían pronto el negocio del mundo. El gran argumento que les urge

a algunos cristianos, que si no hacen negocio sobre el principio común, de fijar un precio y dar otro, no pueden

competir con los hombres del mundo, es falso--falso en filosofía y falso en historia. Sólo hagan de su regla

invariable hacer lo correcto y hagan negocio sobre el principio, y controlarán el mercado. Los impíos estarán

obligados a ajustarse a su patrón. Está perfectamente en el poder de la iglesia regular el comercio del mundo,

si sólo mantienen integridad perfecta.

Y si los cristianos hacen lo mismo en política, regirán los destinos de las naciones sin involucrase ellos mismos

con la base y rivalidad corrupta de los partidos. Sólo déjese a los cristianos generalmente determinar el voto

para ningún hombre para ningún cargo, que no sea honesto y de moral pura, y que se sepa que los cristianos

están unidos en eso, cual sea la diferencia en sentimientos políticos, y ningún hombre se postulará que no tenga

ese carácter. En tres años será motivo de plática en tabernas y en periódicos, cuando algún hombre sea puesto

como candidato para un cargo. "¡Qué buen hombre es, qué recto, qué piadoso!" y comentarios así. Y cualquier

partido político no más pondría alguien que rompa el domingo para congregarse, o a un jugador, o un blasfemo

profano, fornicario, vendedor de licor, como candidato para un cargo, que pusieran al mismo diablo para

presidente. La política carnal de algunos profesantes, que emprenden corregir la política por tales medios como

los perversos emplean, y que están determinados a votar con un partido, que el candidato sea disoluto, está del

todo mal--mal en principio, contrario a la filosofía y sentido común, y es ruin para los mejores intereses de la

humanidad. La deshonestidad de la iglesia está maldiciendo al mundo. No voy a predicar un sermón político, les

aseguro, pero quiero mostrarles que si quieren impresionar a los hombres favorablemente para la religión de

ustedes, deben ser honestos, estrictamente honestos, en negocios, en política, y en todo lo que hagan. ¿Qué

suponen que los políticos impíos, que saben esto al realizar una elección, en ellos mismos que están jugando un

juego deshonesto, piensan en la religión de ustedes cuando ellos los ven a ustedes uniéndoseles? ¡Saben que

ustedes son unos hipócritas!

OBSERVACIONES.

1. Es irrazonable para los profesantes de religión maravillarse por la imprudencia de los pecadores. Todo es

considerado, la negligencia de los pecadores no es maravillosa. Somos afectados por el testimonio, y sólo por

ese testimonio que es recibido por nuestras mentes. Los pecadores se asocian tanto con un negocio, placer y

los asuntos del mundo, que no examinan la Biblia para averiguar qué es la religión. Sus sentimientos son

incitados sólo en cosas mundanas porque éstas son llevadas a un contacto cálido con sus mentes. Las cosas del

mundo hacen, por tanto, una impresión fuerte. Pero hay tan poco para hacer una impresión en sus mentes con

respecto a la eternidad, y llevar la religión a la casa de ellos, que no sienten sobre el asunto. Si examinaran el

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asunto que sienten, pero no lo examinan, ni piensan sobre él, y nunca lo harán, a menos que los testigos de Dios

se levanten y testifiquen. Pero por cuanto el gran cuerpo de cristianos de hecho vive para testificar del otro lado

de su conducta, ¿cómo pueden esperar que los pecadores se sientan bien sobre el tema? Casi todo el testimonio

y toda la influencia que viene a sus mentes tiende a hacerles sentirse de otra manera. Dios ha dejado su causa

aquí ante la raza humana y ha dejado sus testigos para testificar por él, y he aquí, ¡se dan la vuelta y testifican

de otra manera! ¿Es de maravillarse que los pecadores sean indiferentes?

2. Ven por qué es que el predicar no hace casi nada, y cómo es que tantos pecadores se endurecen por el

evangelio, pero sólo déjese a la iglesia despertar, y actuar consistentemente, y sentirán. Si la iglesia fuera a vivir

sólo una semana como si creyeran la Biblia, los pecadores se derretirían ante ella. Supóngase que fuera yo

abogado, y debiera ir a la corte y exponer el caso de mi cliente, el asunto está ligado, e hiciera declaraciones, y

dijera lo que espero probar, y entonces llamara a mis testigos. El primer testigo haría juramento, y se levantaría

y me contradiría en mi cara. ¿Qué de bueno haría a mi alegato? Podría dirigirme al jurado por un mes, y ser tan

elocuente como Cicerón, pero mientras mis testigos me contradigan, todo mi alegato no hará bien. Lo mismo

es con un ministro que está predicando en medio de una iglesia fría, estúpida, y que deshonra a Dios. En vano

sostendrá su postura para mostrar las grandes verdades de la religión, cuando cada miembro de la iglesia está

listo para jurar que miente. Pues, en esa iglesia, su mera manera de salir de los pasillos contradice el sermón.

No hacen caso, tan alegres y fáciles, asintiendo el uno al otro, y susurrando, como si nada hubieran pasado. Que

el ministro advierta a cada persona diariamente con lágrimas, no producirá ningún efecto. Si el diablo entrara y

viera el estado de las cosas, no podría mejorar nada para su interés.

Sin embargo, hay ministros que irán por años en ese camino, predicando sin que tales personas les entiendan,

que mediante sus vidas contradicen cada palabra que dicen, y creen que es su deber hacerlo. ¡Deber! ¡Predicar

a la iglesia que no están haciendo la obra, y contradecir todo su testimonio, y que eso no afectará! No. Que se

sacudan el polvo de sus pies por testimonio, y que vayan a los impíos, a los nuevos poblados. El hombre está

desperdiciando sus energías, desgastando su vida, y sólo mece la cuna para una iglesia soñolienta, testificando

todo a los pecadores, no hay ningún peligro. Todas sus vidas son un testimonio práctico de que la Biblia no es

verdad. ¿Continuarán los ministros desgastándose? Probablemente se pierde un 99 por ciento de la predicación

porque es contradicha por la iglesia. Ni una verdad en un 100 por ciento en la predicación tiene efecto porque

las vidas de los profesantes testifican que no es así.

3. Es evidente que el patrón de la vida cristiana debe elevarse, o el mundo nunca se convertirá. Si tuviéramos

tantos miembros de la iglesia ahora como hay familias, y se propagaran por todo el mundo, y un ministro para

cada 500 almas, y cada niño en la escuela dominical, y cada joven en una clase bíblica, tendrían toda la

maquinaria que quisieran, pero si la iglesia contradice la verdad mediante sus vidas, nunca producirá un

avivamiento.

Nunca tendrán un avivamiento en cualquier lugar mientras toda la iglesia testifique en contra del ministro. Con

frecuencia es el caso que donde hay la mayor predicación, hay menos religión porque la iglesia contradice la

predicación. No he sabido que los medios fallen de un avivamiento donde los cristianos viven consistentemente.

Una de las primeras cosas es elevar el patrón de la religión para incluir y poner a la vista de todos los hombres

la verdad del Evangelio. A menos que los ministros puedan hacer que la iglesia despierte y actúe como si la

religión fuese cierta, y respalden sus testimonios mediante sus vidas, en vano intentarán promover un

avivamiento.

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Muchas iglesias están dependiendo del ministro para que haga todo. Cuando predica, dirán, "Qué buen sermón.

Es un ministro excelente. Una predicación así debe hacer bien. Sin ninguna duda tendremos un avivamiento

pronto". Y mientras, están contradiciendo la predicación mediante sus vidas. Les digo, si están dependiendo de

la predicación sola para realizar la obra, fallarán. Si Jesucristo viniere y predicara, y la iglesia lo contradijera,

fallaría él. Se ha intentado una vez. Que un apóstol resucite de los muertos, o que baje un ángel del cielo y

predique, sin la iglesia para testificar por Dios, no tendrá ningún efecto. La novedad podrá producir un cierto

tipo de efecto por un tiempo, pero tan pronto como la novedad se haya ido, la predicación no habrá tenido

ningún efecto de salvación, mientras sus testigos contradigan.

4. Cada cristiano hace una impresión mediante su conducta, y testifica por un lado u otro. Su apariencia, forma

de vestir, comportamiento, hacen una impresión constante de un lado u otro. No puede evitar testificar a favor

o en contra de la religión. Está recogiendo para Cristo o esparciendo por todos lados. Cada paso que toman,

pisan cuerdas que vibrarán por toda la eternidad. Cada vez que se mueven, tocan notas que cuyo sonido hará

eco por valles y collados del cielo, y a través de las cavernas y mazmorra oscuras del infierno. Cada momento

de sus vidas, ellos están ejerciendo una influencia tremenda que afectará todos los intereses mortales de las

almas alrededor de ustedes. ¿Están dormidos mientras toda su conducta es ejerciendo esa influencia?

¿Van a andar por la calle? Tengan cuidado de cómo visten. ¿Qué hay eso puesto en su cabeza? ¿Qué hace ese

moño llamativo y esos adornos en su vestido? Da la impresión que desean ustedes que se piense que es bonito.

¡Tengan cuidado!! De una vez escriban en sus ropas "NINGUNA VERDAD EN LA RELIGIÓN". Dice, "DÉNME

VESTIDOS, DÉNME MODA, DÉNME HALAGOS, Y ESTOY FELIZ". El mundo entiende ese testimonio mientras andan

por la calle. Ustedes son "epístolas vivientes, conocidas y leídas de todos los hombres". Si muestran orgullo,

frivolidad, mal humor, y demás, es como abrir las heridas del Salvador. ¿Cómo debe de llorar Cristo al ver a los

profesantes de religión que van mostrando su causa para desdeñar a los que llegan de las calles? Sólo "que las

mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni

vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad", sólo que actúen

ellas consistentemente, y su conducta, afectará al mundo, el cielo se regocijará y el infierno gemirá ante su

influencia. Pero, ah, que muestren vanidad, traten de ser bonitas, que se inclinen ante la diosa de la moda, que

llenen sus orejas con ornamentos y sus dedos con anillos. Que se pongan plumas en sus sombreros y broches

en sus brazos, que usen corsé para que apenas puedan respirar. Que se pongan sus atavíos en el calzado y

caminen dando pasos refinados, y su influencia se revertirá. El cielo se vestirá de luto, y el infierno tendrá un

jubileo.

5. Es fácil ver por qué los avivamientos no prevalecen en una ciudad grande. ¿Cómo pueden? Nada más vean a

los testigos de Dios, y vean qué están testificando. Parece que están de acuerdo en tentar al Espíritu del Señor,

y mentirle al Espíritu Santo. Hacen sus votos a Dios, se consagran enteramente a él, y luego se inclinan ante el

altar de la moda, y se preguntan por qué no hay avivamientos. Sería más que un milagro tener un avivamiento

bajo esas circunstancias. ¿Cómo puede un avivamiento prevalecer en esa iglesia? ¿Suponen que tengo una

imaginación vana de mi propia habilidad para pensar que puedo promover un avivamiento al predicar más allá

de su comprensión mientras viven como algunos viven? ¿Acaso no saben que en cuanto a su influencia se refiere

muchos van directo a un avivamiento? Su espíritu y comportamiento producen una influencia en el mundo

contra la religión. ¿Cómo el mundo creerá la religión cuando los testigos no se ponen de acuerdo entre ellos

mismos? Se contradicen ellos mismos, se contradicen uno al otro, y contradicen a su ministro, y la suma de todo

el testimonio es que no hay necesidad de ser piadoso.

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¿Creen ustedes que las cosas que he estado predicando son ciertas o sólo son delirios de una mente perturbada?

Si son ciertas, ¿reconocen el hecho que tienen referencia a ustedes? Dicen, quizá, "¡Ojalá algunas iglesias ricas

pudieran oírle!" Pues, no les estoy predicando a ellas, les estoy predicando a ustedes. Mi responsabilidad es con

ustedes, y mis frutos deben venir de ustedes. Ahora, ¿están contradiciéndolo? ¿Qué es el testimonio en la hoja

de registro que está ahora sellada por el juicio referente a este día? ¿Acaso han manifestado una simpatía con

el Hijo de Dios cuando su corazón está sangrando en vista de las desolaciones de Sion? ¿Acaso los hijos,

empleados, sirvientes de ustedes, han visto que así es? ¿Acaso han visto ellos una solemnidad en su semblante

de ustedes, lágrimas en sus ojos por las almas perdidas?

FINALMENTE, debo terminar al observar que Dios y todos los seres morales tienen gran razón en quejarse de

este testimonio falso. Hay bases para quejarse que los testigos de Dios se dan la vuelta y testifican directamente

contra él. El cielo podrá llorar y el infierno regocijarse al ver todo eso. Oh, ¡cuán culpables! Aquí están, yendo al

juicio, rojo por todos lados con sangre. Los pecadores los verán allá, aquellos que han visto cómo viven, muchos

de ellos ya muertos, y muchos otros que nunca verán de nuevo. ¡Qué influencia han ejercido! Quizá miles de

almas se reunirán con ustedes en el juicio, y los maldecirán (si se les deja hablar) por llevarlos al infierno, por

prácticamente negar la verdad del evangelio. ¿Qué será de esa ciudad y del mundo cuando la iglesia esté unida

en prácticamente testificar que Dios es un mentiroso? Testifican por sus mentiras que si hacen profesión y viven

una vida moral que la religión es suficiente. Oh, ¡qué doctrina de demonios es ésa! Suficiente para arruinar a

toda la raza humana.

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LECCIÓN X

EL GANAR ALMAS REQUIERE SABIDURÍA

TEXTO. – “El que gana almas es sabio.” – Proverbios 11:30.

La definición más común de sabiduría es la elección del mejor fin y la selección de los medios más apropiados

para el logro de ese fin--la mejor adaptación de los medios para asegurar el fin deseado. "El que gana almas",

dice Dios, "es sabio". El objetivo de la conferencia de esta noche es dirigir a los cristianos en el uso de los medios

para lograr su fin infinitamente deseable, la salvación de las almas. Esta noche dedicaré mi atención a los

esfuerzos privados de los individuos para la conversión y salvación de los hombres. En otra ocasión, quizá, use

el mismo texto para hablar de lo que es sabio en la predicación pública del Evangelio y los trabajos de los

ministros. Para dar más dirección para ayudar a los cristianos privados en su obra, propongo:

I. MOSTRAR A LOS CRISTIANOS CÓMO DEBEN TRATAR A PECADORES DESPREOCUPADOS.

II. CÓMO DEBEN TRATAR A PECADORES DESPIERTOS.

III. CÓMO DEBEN TRATAR A PECADORES REDARGÜIDOS.

I. LA MANERA DE TRATAR A PECADORES DESPREOCUPADOS.

1. En cuanto al tiempo. Es importante que deban seleccionar un tiempo apropiado para tratar de hacer una

impresión seria en la mente de un pecador despreocupado. Mucho depende de repartir el tiempo de sus

esfuerzos correctamente, pues si fallan en seleccionar el tiempo apropiado, muy probablemente serán

derrotados. Es cierto, pueden decir, es nuestro deber en todo momento de advertir a los pecadores y tratar de

despertarlos para pensar en sus almas. Y así es, pero si no le dan su tiempo y oportunidad merecidos, su

esperanza de éxito puede ser muy dudosa.

(1.) Es deseable, en lo posible, dirigirse a la persona despreocupada, cuando está desocupada de otros trabajos.

En proporción a la atención en que esté interesada en algo más, será difícil despertarlo a la religión. La gente

despreocupada e indiferente a la religión con frecuencia se ofende en vez de beneficiarse al ser llamada a aplazar

un asunto importante y legítimo. Por ejemplo, un ministro quizá visite a la familia de un comerciante, o

mecánico, o granjero, y encuentra al hombre ocupado en su trabajo; quizá le dice que posponga su trabajo

cuando es urgente, y el hombre se pone intranquilo e irritable, y siente como si fuera una intrusión. En tal caso,

hay muy poco lugar para esperar algo bueno. Sin embargo, es cierto que la religión es infinitamente más

importante que cualquier asunto mundano, y debería posponer todo para la salvación de su alma, pero no la

siente, pues si la sintiera, ya no más sería un pecador despreocupado, y por lo tanto, considera el asunto como

injustificable. Deben tomarlo como lo encuentren, un pecador despreocupado e impenitente, y tratar con él

según el caso. Está ocupado en otras cosas y muy propenso a ofenderse si ustedes toman ese tiempo para

interferir y llamar su atención a la religión.

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(2.) Es importante tomar una persona, en lo posible, en un momento que no está fuertemente entusiasmada

en cualquier otro asunto. Si fuera el caso, es un cuadro poco apto para ser dirigida al asunto de la religión. En

proporción a la fuerza de ese entusiasmo, sería la probabilidad de que no haría bien. Posiblemente puedan

alcanzarla; personas han tenido sus mentes atraídas y se han vuelto a la religión en medio de un entusiasmo

poderoso en otros temas, pero no es probable.

(3.) Asegúrense que la persona esté perfectamente sobria. Era más común que ahora que la gente tomara licor

todos los días, y estuviera más o menos intoxicada. Precisamente en proporción como están, se le considera no

apta para tratar el tema de religión. Si ha estado tomando cerveza, sidra, o vino, y perciben su aliento, pueden

saber si hay más que poca oportunidad de producir un efecto perdurable en ella. He tenido profesantes que

traen personas a mí fingiendo estar bajo convicción, pues ustedes saben que la gente con licor con frecuencia

son muy afectas a hablar de religión, pero tan pronto me acerqué a ellas para oler su aliento, les pregunté, ¿por

qué me traes a este borracho? Pues, dijeron, no está borrachos, sólo han tomado un poco. Bien, ese poco lo ha

hecho un poco borrachos. Están ebrios si pueden ustedes oler su aliento. Los casos son excesivamente raros

cuando una persona ha sido redargüida que haya tomado licor.

(4.) En lo posible, donde deseen conversar con un hombre en el tema de la salvación, háganlo cuando esté de

buen humor. Si no lo está, muy probablemente se enoje y agreda. Mejor déjenlo en paz por un tiempo, o es

probable que apaguen al Espíritu. Es posible que hablen de tal forma como para enfriar su humor, pero es poco

probable. La verdad es que los hombres odian a Dios, y a través de su odio puedan estar dormidos, se alborotan

fácilmente, y si llevan a Dios plenamente ante sus mentes cuando estén ya enojados, será mucho más fácil que

surja su enemistad para violentarse.

(5.) En lo posible, siempre tomen la oportunidad de conversar con los pecadores despreocupados cuando estén

solos. La mayoría de los hombres es muy orgulloso para platicar con liberalidad respecto a ellos mismos en la

presencia de otros, incluso su propia familia. Un hombre en tales circunstancias fortalecerá todos sus poderes

para defenderse él mismo, mientras si está solo se derretirá bajo la verdad. Resistirá la verdad, o se reirá de ella,

por temor a que si manifiesta cualquier sentimiento, alguien irá y dirá que él es serio.

En visitar a las familias, en lugar de reunir a la familia al mismo tiempo para hablarles, la mejor forma es verlos

uno por uno. Hubo un caso de este tipo. Varias señoritas, de un carácter orgulloso, alegre, elegante, vivían juntas

en una familia elegante. Dos hombres estaban fuertemente deseosos de hablarles de religión, pero no sabían

cómo lograrlo, pues temían que todas se juntaran y contraatacaran o resistieran toda impresión seria. Al fin,

tomaron esa opción. Enviaron su tarjeta a una de las jóvenes por nombre. Hablaron con ella sobre el tema de

su salvación, y como estaba sola, no sólo los trató con amabilidad, sino también pareció recibir la verdad con

seriedad. Luego de uno o dos días, de la misma forma visitaron a una y a otra hasta que conversaron con cada

una por separado. Al poco tiempo, todas, creo yo, fueron esperanzadamente convertidas. Esto fue como debe

ser porque no pudieron apoyarse una a la otra. Y entonces la impresión hecha siguió con las otras para que

ninguna se quedara para ejercer una mala influencia en las demás.

Había una mujer piadosa que tenía un internado de jóvenes; tenía 21 en su familia, y a la larga se volvió muy

ansiosa por la salvación de ellos; fueron motivo de oración, pero no veía seriedad en ellos. Al fin, vio que tenía

que hacer algo además de orar, y sin embargo no sabía qué hacer. Una mañana luego del desayuno, mientras

se estaban retirando, le pidió a uno de ellos quedarse por unos minutos. Lo llevó a su cuarto, y platicó con él

tiernamente sobre el tema de religión, y oró con él. Continuó con la impresión hecha, y muy pronto él fue

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convertido esperanzadamente. Entonces hubo dos, y se dirigieron a otro y así sucesivamente, sin que los demás

supieran qué estaba pasando, para no alarmarlos, hasta que cada uno de estos jóvenes se convirtió a Dios.

Ahora bien, si hubiera ella sacado el tema delante todos ellos, muy probable no la hubieran tomado en serio, o

quizá se hubieran ofendido y dejado la casa, y entonces no hubiera tenido más influencia en ellos, pero el tomar

a uno solo, y tratarlo respetuosa y amablemente, no tenía él ningún motivo de resistencia como surge de la

presencia de otros.

(6.) Traten de aprovechar la oportunidad para conversar con el pecador despreocupado cuando los eventos de

la Providencia parecen favorecer el plan de ustedes. Si cualquier evento en particular ocurriera, calculado para

hacer una impresión seria, asegúrense de mejorar la ocasión fielmente.

(7.) Tomen la oportunidad más pronta para conversar con aquellos alrededor de ustedes que sean

despreocupados. No lo pospongan día con día, pensando que vendrá una mejor oportunidad. Deben buscar la

oportunidad, y si ninguna se presenta, hagan una. Indiquen la hora y lugar, y reúnanse con su amigo o vecino,

donde puedan hablar con él libremente. Envíenle una nota, vayan a él a propósito, háganlo como un asunto de

negocios, como si fueran en serio a intentar promover la salvación de su alma. Entonces se sentirá que es un

asunto importante, por lo menos para ustedes. Denle seguimiento hasta que sean exitosos o se convenzan de

que nada se puede hacer.

(8.) Si tienen cualquier sentimiento por un individuo en particular, tomen la oportunidad de conversar con aquél

mientras ese sentimiento siga. Es verdaderamente un sentimiento benevolente; tienen razón de creer que el

Espíritu de Dios los está moviendo para desear la salvación de su alma, y que Dios está listo para bendecir sus

esfuerzos para su conversión. En un caso así, háganlo el tema de oración especial e insistente, y busquen una

oportunidad pronta para derramar su corazón a él y llevarlo a Cristo.

2. En cuanto a la manera de hacer eso.

(1.) Cuando se acerquen a un individuo despreocupado para intentar despertarlo a las preocupaciones de su

alma, asegúrense de tratarlo amablemente. Déjenlo ver que se dirigen a él no porque busquen discutir con él,

sino porque aman su alma, y desean lo mejor en el tiempo y la eternidad. Si son ásperos y agobian en la manera

de ustedes, probablemente lo ofenderán y harán que se aleje del modo de vivir.

(2.) Sean solemnes. Eviten toda ligereza en el modo o lenguaje. La frivolidad no producirá nada más que una

impresión incorrecta. Deben sentir que están comprometidos en cada trabajo solemne, el cual va a afectar el

carácter de su amigo o vecino, y probablemente determinará su destino por la eternidad. ¿Quién hará una

nimiedad o usará la frivolidad en tales circunstancias si el corazón de él es sincero?

(3.) Sean respetuosos. Algunos parecen suponer que es necesario ser abrupto y grosero, y tosco en la interacción

con el despreocupado e impenitente. Nada puede ser un error más grande. El apóstol Pedro nos ha dado una

regla mejor sobre el asunto, donde dice, "sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente,

misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario,

bendiciendo".

(4.) Asegúrense de ser sencillos. No sufran por cubrir alguna circunstancia del carácter de una persona, y sus

relaciones con Dios. Que sea todo abierto, no con el propósito de herirlo, sino porque es necesario. Antes de

que curen una herida, deben sondearla hasta el fondo. No retengan nada de la verdad, sino déjenla que salga

simplemente ante él.

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(5.) Asegúrense de dirigirse a su conciencia. En sus discursos, los ministros se enfocan en los sentimientos

solamente y así despiertan a la mente. Pero en la conversación privada no pueden hacer eso. No pueden

derramar la verdad de una manera apasionada y vehemente. Y a menos que se dirijan a la conciencia

enfáticamente, no podrán llegar a la mente.

(6.) Traigan las verdades grandes y fundamentales para ponerlas en la mente de la persona. Los pecadores son

muy proclives a zafarse con algún pretexto o algún punto subordinado, especialmente algún punto de

sectarismo. Por ejemplo, si es presbiteriano, tratará de que la conversación sea sobre puntos de diferencia entre

presbiterianos y metodistas, o se peleará con una antigua escuela de divinidad. No le hagan caso, ni hablen con

él de eso; hará más daño que bien. Díganle que el asunto presente va a salvar su alma, y no se metan en asuntos

controvertidos de teología. Manténgalo en los grandes puntos fundamentales por los que debe salvarse o

perderse.

(7.) Sean muy pacientes. Si tiene una dificultad real en su mente, sean muy pacientes hasta que sepan qué es y

aclárenla. Si lo que dice es una objeción trivial, háganle ver eso. No traten de responderla con argumento, sino

muéstrenle que no es sincero al hacerla. No vale la pena pasar el tiempo discutiendo por eso, sino háganlo sentir

que está cometiendo pecado por alegar, y así aseguren su conciencia hacia el lado de ustedes.

(8.) Tengan cuidado de guardar su espíritu. Hay mucha gente que no tiene la suficiente compostura para

conversar con aquellos que están muy opuestos a la religión. Y esa gente no quiere más triunfo que verlos

enojados. Se irá contento porque ha hecho enojar a uno de esos santos.

(9.) Si el pecador se inclina a atrincherarse contra Dios, tengan cuidado de no tomar parte en nada. Si dice que

no puede cumplir su deber, no tomen partido con él, o no digan nada para aprobar su falsedad. No le digan que

no pueden, o que le ayudan a mantenerse en controversia contra su Creador. A veces un pecador

despreocupado buscará alguna falta en los cristianos. No busquen estar de su lado o tomar partido con él contra

cristianos. Sólo díganle que no tiene él por qué responder por los pecados de otros, y que mejor vea lo que le

atañe. Si lo hacen, sentirá que están ustedes de su lado. Muéstrenle que su espíritu es censurador y perverso

que lo mueve a hacer tales observaciones, y que no considera el honor de la religión o las leyes de Jesucristo.

(10.) Mencionen los pecados particulares del individuo. Hablar en términos generales contra el pecado no

produce ningún resultado. Deben hacer al hombre sentir lo que quieren decir. Un ministro que no puede hacer

sentir a su público lo que quiere decir no puede esperar lograr mucho. Algunas personas son muy cuidadosas

para evitar mencionar los pecados particulares, de los cuales saben que el individuo es culpable por temor a

lastimar sus sentimientos. Eso está mal. Si saben su historia, mencionen sus pecados particulares, amable pero

claramente, sin ofender, para despertar la conciencia y darle fuerza total a la verdad.

(11.) Es generalmente lo mejor ser conciso y no divagar en lo que tenemos que decir. Tengan la atención tan

pronto como puedan para cada punto, digan pocas cosas, y sean claros y enfáticos, y lleven el asunto a algo

importante. Si es posible, hagan que se arrepientan y se entreguen a Cristo. Éste es el asunto apropiado.

Cuidadosamente eviten hacer una impresión de que no esperan que se arrepienta AHORA.

(12.) En lo posible, cuando conversen con los pecadores, asegúrense de orar con ellos. Si conversan con ellos, y

los dejan sin oración, dejan la obra inconclusa.

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II. CÓMO DEBEN TRATAR A PECADORES DESPIERTOS.

1. Deben tener cuidado de distinguir entre un pecador despierto y uno que está bajo convicción. Cuando

encuentren a una persona que siente poco sobre el tema de religión, no den por sentado que es redargüido de

pecado, y así omitir el uso de los medios para mostrarle su pecado. Las personas con frecuencia son despertadas

por alguna circunstancia providencial, como enfermedad, tormenta, peste, muerte en la familia, desilusión, o

similares, o por el Espíritu de Dios, para que sus oídos sean abiertos, y estén listos para oír del tema de religión

con atención y seriedad, y algo de sentimiento. Si una es persona despertada, sin importar los medios, no

pierdan tiempo en derramar luz sobre su mente. No tengan miedo, sino muéstrenle la anchura de la ley Divina,

y la rigurosidad excesiva de sus preceptos. Háganle ver cómo condena sus pensamientos y vida. Escudriñen su

corazón, encuentren qué hay ahí, y llévenlo a su mente, tanto como puedan. En lo posible, derrítanlo de

inmediato. Cuando tengan la atención del pecador, muy frecuente su convicción y conversión es obra de unos

cuantos momentos. Pueden a veces hacer más en cinco minutos que en años o una vida entera mientras es

despreocupado e indiferente.

Me he sorprendido por la conducta de aquellos padres crueles y aquellas cabezas de familia, que dejan a un

pecador despertado estar en sus familias por días y semanas, y no dicen ni una palabra del tema. Pues, dicen, si

el Espíritu de Dios ha empezado una obra en él, ¡ciertamente la continuará! Quizá la persona está ansiosa por

conversar, y ponerse en el camino de los cristianos, tan frecuente como sea posible, esperando que conversen

con él, y no dicen ni una palabra. ¡Increíble! Tal persona debería estar alerta de inmediato, tan pronto como se

despierte, y deje que el destello de luz sea derramado en su mente sin demora. Cuando tienen razón para creer

que una persona dentro del alcance se despierta, no duerman hasta que hayan derramado la luz en su mente,

y hayan tratado de llevarlo al arrepentimiento. Es el tiempo de instar el tema con efecto. Si se pierde ese

momento favorable, nunca podrá ser recuperado.

Con frecuencia he visto a cristianos en avivamientos constantemente alertas para ver si cualquier persona

parece despierta, Y tan pronto como ven a cualquiera que empiece a manifestar el sentimiento bajo la

predicación, lo tienen presente, y tan pronto termina la reunión, lo invitan a una habitación y hablan y oran con

él; en lo posible no lo dejan hasta que se haya convertido. Un caso notable de este tipo sucedió en un pueblo

en el oeste. Un comerciante llegó de lejos a comprar productos. Era el tiempo de avivamiento poderoso, pero

estaba determinado a mantenerse fuera de su influencia, de modo que no iría a ninguna reunión. Encontró a

todos, y en todos lados, muy ocupados con la religión; se enfadó y juró que se iría a casa. Decía que había mucha

religión y que no podía hacer ningún negocio, que no se quedaría. Compró su pasaje de la diligencia, que saldría

a las 6 de la mañana siguiente. Como habló de irse, un caballero que pertenecía a la casa, que era uno de los

jóvenes convertidos, le pidió si iba con él a una reunión antes de que se fuera del pueblo. Finalmente accedió y

fue. El sermón agarró su mente, pero no con el poder suficiente para llevarlo al reino. Regresó a sus aposentos,

y llamó al dueño para pagarle la cuenta. El dueño, quien había recientemente experimentado la religión, vio que

estaba agitado. Habló con él sobre el tema de religión, y el hombre irrumpió en lágrimas. El dueño

inmediatamente llamó a varios de los recién convertidos; oraron y le exhortaron; a las cuatro de la mañana,

cuando llamó la diligencia, ¡se fue regocijándose en Dios! Cuando llegó a casa, llamó a su familia y les confesó

sus pecados pasados, y determinó vivir de modo diferente, y oró con ellos por primera vez. Fue tan inesperado

que pronto se corrió el rumor, la gente empezó a preguntar y un avivamiento irrumpió en el lugar. ¿Ahora

supóngase que estos cristianos hubieran hecho como hacen algunos, ser despreocupados, y dejarlos ir

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ligeramente impresionados? No es probable que hubiera sido salvo. Tales oportunidades se pierden para

siempre cuando un momento favorable se pasa.

III. CÓMO DEBEN TRATAR A PECADORES REDARGÜIDOS.

Por un pecador redargüido quiero decir alguien que se siente condenado por la ley de Dios, como un pecador

culpable. Tiene tanta instrucción para entender algo de la extensión de la ley de Dios; ve y siente su estado

culpable y sabe cuál es el remedio. Tratar con éstos con frecuencia requiere gran sabiduría. Hay algunos casos

exasperantes que ocurren, cuando es extremadamente difícil saber qué hacer con ellos.

1. Cuando una persona es redargüida y no se convierte, sino que permanece en un estado ansioso, hay

generalmente alguna razón específica. En tales casos, no es bueno exhortarlo a que se arrepienta o explicarle la

ley. Lo sabe, entiende todos esos puntos generales. Pero aún no se arrepiente. Ahora bien, debe haber alguna

dificultad en particular que vencer. Pueden predicar y orar, exhortar hasta el día del juicio y no obtener nada.

Deben entonces averiguar cuál es esa dificultad en particular. Un doctor, cuando ve a su paciente, y lo encuentra

mal con alguna enfermedad en particular, primero administra los remedios generales que son aplicables. Si no

surten efecto, y sigue la enfermedad, debe examinar el caso, y aprender de la constitución de la persona y sus

hábitos, dieta, modo de vivir, y demás, y ver por qué la medicina no hace efecto. Lo mismo es con el caso de un

pecador redargüido pero sin convertir. Si las instrucciones y exhortaciones ordinarias de ustedes fallan, debe

haber alguna dificultad. Esa dificultad en particular la sabe con frecuencia la persona, aunque la mantenga

oculta. A veces es algo que se ha escapado incluso a las propias observaciones de ella.

(1.) A veces el individuo tiene algún ídolo, algo que ama más que a Dios, que lo previene de rendirse. Deben

indagar y ver qué es lo que no rendirá. Quizá sea la riqueza, quizá algún amigo terrenal, quizá el vestido alegre,

o la compañía alegre, o algún entretenimiento favorito. En cualquier caso hay algo en el que su corazón está tan

puesto que no se someterá a Dios.

(2.) Quizá ha hecho algún daño a alguien, que llama para resarcimiento, y no está dispuesto a confesarlo o hacer

la compensación justa. Ahora, hasta que confiesa y deja ese pecado, no podrá encontrar misericordia. Si ha

lastimado a la persona en propiedad, o carácter, o se ha aprovechado de ella, debe resarcir. Si no pueden

averiguarlo, díganle simple y llanamente que no hay esperanza en él hasta que esté dispuesto a confesarlo y

hacer lo que es correcto.

(3.) A veces hay un pecado en particular, que no abandonará. Finge que es pequeño, o trata de persuadirse él

mismo que no es pecado. No importa cuán pequeño sea, nunca va a entrar en el reino de Dios hasta que se

rinda. A veces un individuo ha visto que es pecado usar tabaco y nunca puede encontrar la paz verdadera hasta

que lo rinda. Quizá lo está viendo como un pecado pequeño.

Pero Dios no sabe nada de pecadores pequeños en tal caso. ¿Qué es pecado? Pues es el daño a la salud de

ustedes, poner un mal ejemplo, tomar del dinero de Dios, que está destinado para usarse en su servicio, y

gastarlo en tabaco. ¿Qué diría un comerciante si encontrara a uno de sus empleados en el hábito de usar el

dinero del cajón y tomar el dinero suficiente para mantener sus cigarros? ¿Lo llamaría una ofensa pequeña? No,

diría que merece ser enviado a la prisión estatal. Menciono este pecado en particular porque lo he encontrado

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que es una las cosas a la que se aferran los hombres que son redargüidos cuando saben que está mal, y entonces

se preguntan por qué no tienen paz.

(4.) Vean si no hay algún trabajo de remuneración, que está destinado a hacer. Quizá ha defraudado a alguien

en el comercio, o ha tomado ventaja injusta, contraria a la regla de oro de hacer como haría, y está indispuesto

a dar satisfacción. Éste es un pecado muy común entre los comerciantes y hombres de negocios. He sabido de

muchas instancias tristes, donde los hombres han ahuyentado al Espíritu de Dios, o han sido llevados a la

desesperación absoluta porque no estuvieron dispuestos a dar satisfacción donde habían hecho tales cosas.

Ahora es claro que tales personas nunca tienen perdón hasta que lo hacen.

(5.) Pueden haberse atrincherado en alguna parte y fortificado sus mentes en cuanto a un punto en particular,

que no están determinados a someterse. Por ejemplo, han tomado una posición fuerte que no harán algo en

particular. Conocí a un abogado que estaba determinado a no ir a ninguna arboleda a orar. Varias otras personas

durante el avivamiento habían ido a la arboleda, y ahí, mediante oración y meditación, se habían rendido a Dios.

Su propio empleado se había convertido ahí. Él mismo fue despertado, pero estaba determinado de que no iría

a la arboleda. Tenía convicciones poderosas, y así pasaron las semanas, sin ningún alivio. Trató de hacer a Dios

creer que no era el orgullo que lo alejaba de Cristo; entonces, cuando se estaba yendo a casa de una reunión,

se arrodilló en la calle y oró. Y no sólo eso, sino que buscó una parte lodosa en la cual arrodillarse, para mostrar

que no era orgulloso. Una vez oró toda la noche en la sala, pero no fue a la arboleda. Su angustia fue grande, y

estaba muy enojado con Dios, que estuvo tentado a salirse con la suya, que alejó su cuchillo por temor a

degollarse. Por fin, decidió ir a la arboleda y orar, tan pronto llegó ahí se convirtió, derramó su corazón entero

a Dios.

Entonces, los individuos a veces están atrincherados en una determinación de que no irán a una reunión en

particular, quizá a la reunión de estudio, o alguna reunión de oración, o no tendrán a una cierta persona que

ore con ellos, o no se sentarán en un lugar en particular, como la banca ansiosa. Dicen que pueden ser

convertidos igual que sin rendir ese punto en particular, pues la religión no consiste en eso, yendo a una reunión

en especial, o tomar una cierta actitud en oración, o un asiento en particular. Eso es cierto, pero al tomar esa

posición la hacen el punto material. Y mientras estén atrincherados ahí, y determinados a llevar a Dios a los

términos de ellos, nunca se convertirán. Los pecadores con frecuencia se someterán a cualquier otra cosa, y

harán cualquier cosa en el mundo, excepto rendir el punto sobre el que se han comprometido ellos mismos, y

han tomado una postura contra Dios. No pueden humillarse hasta que rindan ese punto, cual sea. Y sin rendirlo

tienen una esperanza, una esperanza falsa.

(6.) Quizá tiene un prejuicio contra alguien, quizá un miembro de la iglesia, a causa de algún trato fiel con su

alma, o algo que no le gusta, y se agarra de ahí, y nunca se convertirá hasta que se rinda. Lo que sea, deben

ustedes de explorarlo y decirle la verdad plena y fielmente.

(7.) Puede estar molesto con alguien, o enojado, y tener fuertes sentimientos de resentimiento, que lo

previenen de obtener la misericordia de Dios. "Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno,

para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas".

(8.) Quizá abriga ciertos errores en la doctrina, o algunas nociones equivocadas de aquello para realizarse, o la

manera de hacerlo, que puede alejarlo del reino. Quizá está esperando a Dios. Está convencido que merece ir

al infierno, y a menos que sea convertido, debe ir allí, pero está esperando a que Dios haga algo por él antes de

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que se entregue. Está de hecho esperando a Dios para que haga algo por él lo que se requiere al pecador que

haga.

Puede estar esperando más convicción. La gente frecuentemente no sabe lo que es la convicción, y cree que no

está bajo convicción. Seguido cree que nada es convicción a menos de que tenga grandes temores del infierno.

Pero el hecho es que los individuos frecuentemente tienen convicciones fuertes, que casi no tienen miedo del

infierno. Muéstrenles lo que es la verdad y dejen que vean que no tienen necesidad de esperar.

Quizá puede estar esperando ciertos sentimientos, que alguien más tuvo antes de obtener misericordia. Esto es

muy común en los avivamientos donde algunos de los convertidos han contado de experiencias increíbles. Otros

que son despertados son muy proclives a pensar en creer que deben esperar para tener esos sentimientos.

Conocí a un hombre que fue despertado así; su compañero había sido convertido de una forma notable, y éste

estaba esperando los mismos sentimientos. Decía que estaba usando los medios y orando por ellos, pero

finalmente supo que era cristiano, aunque no había pasado por los sentimientos que esperaba.

Los pecadores a veces trazan un plan de la manera que esperan sentir, y cómo esperan ser convertidos y de

hecho arreglan la obra para Dios, determinados de que irán en esa senda o de plano no irán. Díganles que eso

está equivocado; ellos no deben trazar de antemano ninguna senda, sino dejar que Dios los guíe como él

considera mejor. Dios siempre guía al ciego por un camino que no conoce. Nunca ningún pecador ha sido llevado

al reino a través de tal curso de sentimiento que esperaba. Muy frecuentemente son sorprendidos en

encontrarse que están dentro, y que no han tenido tales prácticas como esperaban.

Es muy común que las personas estén esperando ser hechas sujetos de oración, o por algún medio particular

para usarse, o ver si no pueden ellas mismas ser mejores. Son tan malos, dicen, que no pueden ir a Cristo.

Quieren tratar, por humillación, sufrimiento y oración, para estar aptas para ir. Tienen que sacarlas de todos

esos refugios. Es sorprendente hacia cuantos rincones con frecuencia corren ellas antes de ir a Cristo. He

conocido a personas casi trastornadas por la falta de un poco de correcta instrucción.

A veces tales personas creen que sus pecados son muy grandes para ser perdonados, o que han lastimado al

Espíritu de Dios, cuando ese Espíritu está redarguyéndolos. Fingen que sus pecados son mayores que las

misericordias de Cristo, de ese modo insultan de hecho al Señor Jesucristo.

A veces los pecadores tienen la idea que Dios los ha desistido, y que no puede ser salvos. Con frecuencia es

difícil sacarlos de esa idea. Mucho de los casos más perturbadores que he visto han sido de ese carácter, donde

las personas insisten que los han dado por vencidos y que nada los cambiará.

En un lugar donde estaba trabajando en un avivamiento, fui un día a la reunión, y antes de que empezaran los

ejercicios oí un ruido perturbador, del más allá, un quejido quedo. Vi a varias mujeres juntas alrededor de la

persona que lo hizo. Dijeron que era una mujer en desesperación. Ya había estado mucho tiempo en ese estado.

Su esposo era un borracho. La había llevado a la reunión y se había ido él a la taberna. Conversé con ella y vi su

estado; su caso era muy difícil de tratar. Al estarme yendo para comenzar los ejercicios dijo que tenía que irse,

pues no podía oír la oración o el canto. Le dije que no se fuera, y le pedí a las señoras que la detuvieran, si fuera

necesario, por la fuerza. Sentí que el diablo la tenía agarrada, Dios era más fuerte que el diablo, y que podía

liberarla. Los ejercicios empezaron, y ella hizo el mismo ruido que al principio, pero poco a poco volteó. El tema

escogido fue especialmente para el caso de ella, y mientras proseguía el tema, se obtuvo su atención, sus ojos

estaban fijos--nunca olvidaré cómo se veía, sus ojos y boca abiertos, su cabeza sin agacharse, y casi se levanta

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de su asiento, mientras la verdad se derramaba en su mente. Finalmente, mientras la verdad derribaba cada

cimiento en el que descansaba su desesperación, dio un grito, agachó su cabeza, y se sentó perfectamente

quieta hasta que terminó la reunión. Fui a ella, la encontré perfectamente calmada y feliz en Dios. La vi tiempo

después y así permanecía. De ese modo la Providencia la arrojó donde ella nunca esperaba estar, y la forzó a

escuchar la instrucción adaptada para su caso. Ustedes pueden hacer bien incalculable al encontrar

precisamente donde yace la dificultad y entonces llevar la verdad directamente a ese punto.

A veces las personas sostendrán tenazmente que han cometido el pecado imperdonable. Cuando tienen la idea

en sus mentes, pondrán todo en su contra. En tales casos, es una buena forma llevarlos a su posición, y razonar

con ellos de esa forma: "supongan que han cometido el pecado imperdonable, ¿entonces qué? Es razonable

que se rindan a Dios, y se lamenten por sus pecados, y rompan con ellos, y todo el bien que puedan, incluso si

Dios nos los perdona. Incluso si van al infierno, deben hacer eso". Insistan en ese pensamiento y voltéenlo hasta

que ellos entiendan y accedan a él.

Es común que las personas en esos casos tengan sus ojos en ellos mismos; se encerrarán ellos mismos, y

mantendrán su vista hacia su propia oscuridad, en vez de ponerla en Cristo. Ahora si pueden tomar sus mentes

lejos de ellos mismos, y hacer que piensen en Cristo, pueden alejarlos de la cavilación de sus sentimientos

presentes, y que se agarren de las esperanza puesta ante ellos en el Evangelio.

2. Tengan cuidado de conversar con pecadores redargüidos, de no comprometerse con ellos sobre cualquier

punto donde tengan ellos dificultad. Si lo hacen, se asegurarán ellos de tomar ventaja de eso, y así tener una

esperanza falsa. Los pecadores redargüidos con frecuencia se meten en dificultad para rendir un pecado muy

querido, o someter algún punto donde la conciencia y el Espíritu Santo están en guerra con ellos. Si se

encuentran con un individuo que rendirá el punto, se sentirá mejor y estará feliz, y creerá que ha sido

convertido. El joven que vino a Cristo era de ese carácter. Tenía una dificultad, Jesucristo sabía qué era. Sabía

que amaba su dinero, y en vez de acomodar el asunto, y así tratar de consolarlo, sólo puso su dedo en el mero

lugar y le dijo, "vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme". ¿Cuál fue

el efecto? Pues, el joven se fue triste. Muy probable, si Cristo le hubiera dicho que hiciera cualquier otra cosa,

se hubiera sentido aliviado, y hubiera tenido una esperanza, hubiera profesado ser un discípulo, pertenecer a la

iglesia, e irse al infierno.

La gente con frecuencia se pone ansiosa para hacer un compromiso. Harán preguntas como ésta, ¿si no creen

que una persona pueda ser cristiana y sin embargo hace tales y tales cosas; o si pueda no ser cristiana y no hace

tales y tales cosas? Ahora, no cedan ni un centímetro a tales preguntas. Esas preguntas en sí pueden con

frecuencia mostrarles el mero punto en el que sus mentes están trabajando. Les mostrará que es orgullo, o

amor al mundo, o algo parecido, que previene que se vuelvan cristianos.

Tengan cuidado de hacer trabajo minucioso en este punto, el amor al mundo. Creo que ha habido más falsas

esperanzas construidas en instrucciones equivocadas aquí que en cualquier otra manera. Una vez oí que un

doctor en divinidad trataba de persuadir a su público de renunciar al mundo; y les dijo: "si tan sólo renunciaran

a él, Dios se los devolvería de inmediato otra vez. Está dispuesto a que ustedes disfruten el mundo". ¡Miserable!

Dios nunca devuelve el mundo al cristiano, en el mismo sentido que requiere a un pecador redargüido que

renuncie a él. Nos requiere rendir la propiedad de todo a él para que nunca más por un momento la

consideremos como nuestra. Un hombre no debe pensar que tiene el derecho de juzgar por él mismo cuánto

de su propiedad debe poner para Dios. Un hombre cree que puede gastar 20 mil dólares al año para mantener

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a su familia; tiene el derecho de hacerlo porque tiene los medios suyos. Otro cree que puede poner 5 mil dólares.

El otro día un hombre dijo que había prometido que no daría nada de su propiedad para educar a jóvenes para

el ministerio. Cuando se le pide, sólo responde: "he dicho que nunca daré para eso, y nunca lo voy a hacer".

¡Hombre! ¿Acaso Cristo te dijo qué hacer con el dinero de él? ¿Ha puesto alguna regla? Recuerden que es su

dinero del que estamos hablando, y si lo quiere para educar ministros, lo retienen ustedes para su perdición.

Ese hombre tiene aún que aprender el primer principio de religión, que no se pertenece, y que el dinero que

posee es de Jesucristo.

He aquí la gran razón por la que la iglesia está tan llena de falsas esperanzas. Los hombres han sido dejados para

suponer que podrían ser cristianos mientras se agarran ellos de su dinero. Y esto ha servido de traba para cada

empresa. Es un hecho indudable que la iglesia tiene fondos suficientes para suministrar al mundo con Biblias,

folletos y misioneros, inmediatamente. Pero la verdad es que los profesantes de religión no creen que "del Señor

es la tierra y su plenitud". Cada hombre supone que tiene un derecho de decidir cómo asignará su dinero. Y no

tienen idea que Jesucristo les dictará a ellos sobre el tema.

Asegúrense de tratar minuciosamente este punto. La iglesia está ahora llena de hipócritas porque nunca han

hecho renunciar al mundo. Nunca fueron hechos para ver que a menos que hicieran una consagración entera

de todo a Cristo, todo su dinero, todos sus talentos, toda su influencia, todas sus posesiones, nunca irán al cielo.

Muchos creen que pueden ser cristianos, y aún soñar durante su vida, y usar todo su tiempo y propiedad para

ellos, sólo dando un poco de vez en cuando, para guardar las apariencias, cuando pueden hacerlo con perfecta

conveniencia. Pero es un triste error, y se darán cuenta, si no emplean sus energías para Dios. Y cuando mueran,

en vez de ir al cielo al final del camino que están andando, encontrarán el infierno ahí.

Al tratar con un pecador redargüido, asegúrense de alejarlo de cualquier refugio, y no lo dejen con un centímetro

del fundamento en el que se ponen, en tanto resistan a Dios. Esta necesidad no toma tiempo hacerlo. Cuando

el Espíritu de Dios está operando al contender con un pecador, es fácil sacarlo de sus refugios. Encontrarán la

verdad ser como un martillo, aplastando donde golpee. Hagan un trabajo limpio con él, para que rinda él todo

a Dios.

Hagan que el pecador vea claramente la naturaleza y extensión de la ley Divina, e insistan en la cuestión principal

de la sumisión entera a Dios. Ataquen ese punto tan pronto como hayan hecho claramente que entienda lo que

buscan y no cambien el rumbo a otra cosa.

Tengan cuidado en ilustrar el tema, no confundan la mente para dejar la impresión de que una sumisión egoísta

responderá, o una aceptación egoísta de la expiación, o una rendición y un recibimiento egoístas a Cristo, como

si un hombre estuviera haciendo un negocio, rindiendo sus pecados y recibiendo la salvación a cambio. Esto es

puro trueque y no sumisión a Dios. No dejen terreno en sus explicaciones o ejemplos por una postura del asunto.

El corazón egoísta del hombre con ansias tomará tal postura de religión, si se le presenta, y muy probable se

encerrará en ella, y así obtendrá una esperanza falsa.

En otra ocasión llamaré su atención a ciertas cosas que son evitadas al tratar con los pecadores.

OBSERVACIONES.

1. Háganlo un objeto de constante estudio, de reflexión y oración diarias, para aprender cómo tratar a los

pecadores para promover su conversión. Es de suma importancia en la tierra de cada cristiano el de salvar almas.

Las personas con frecuencia se quejan que no saben cómo tomar este asunto. Pues la razón es bastante sencilla;

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nunca lo han estudiado. Nunca se han tomado las molestias para calificarse ellas mismas para la obra de salvar

almas. Si las personas lo hicieran más que un asunto de atención y pensamiento para calificarse ellas mismas

para sus asuntos mundanos que lo que hacen para salvar almas, ¿cómo creen que tendrán éxito? Ahora, si están

así descuidando el asunto principal de la vida, ¿para qué viven? Si no lo hacen un asunto de estudio, cómo

pueden actuar exitosamente en construir para el reino de Cristo, están actuando una parte muy perversa y

absurda como cristianos.

2. Muchos profesantes de religión hacen más mal que bien cuando intentan hablar con pecadores impenitentes.

Tienen tan poco conocimiento y habilidad que sus observaciones más bien desvían la atención que aumentarla.

3. Tengan cuidado de hallar el punto donde el Espíritu de Dios está insistiendo al pecador, e insistan en el mismo

punto en todas sus observaciones. Si desvían su atención de ese punto, correrán gran riesgo de destruir sus

convicciones. Tómense la molestia de aprender de su estado mental, qué está pensando, cómo se siente, y en

qué siente más hondamente, e insistan totalmente, y no desvíen la mente de él al hablar de otra cosa. No teman

de insistir en un punto en el que la mente está trémulamente con vida, no sea que la lastimen, pese a que el

Espíritu de Dios está evidentemente debatiendo en ese punto con el pecador. Esto es un intento de ser más

sabio que Dios. Deben aclarar el punto, arrojar la luz de la verdad alrededor de ella, y llevar al alma a la rendición

y la mente descansará.

4. Grandes males han surgido, y muchas esperanzas falsas han sido creadas al no discriminar entre un pecador

despierto y uno redargüido. Por la falta de eso, las personas que están sólo despiertas se les insiste

inmediatamente a entregarse; "deben arrepentirse" "rendirse a Dios", cuando no están de hecho convencidas

de su culpa, ni instruidas como incluso para saber qué significa sumisión. Ésta es una forma en la que los

avivamientos han sido grandemente lastimados por exhortaciones indiscriminadas para arrepentirse, sin la

compañía de una instrucción apropiada.

5. Pecadores ansiosos van a ser considerados como que están en un estado solemne y crítico. Han llegado de

hecho a un punto de cambio. Es un tiempo cuando su destino es probable que se ponga en orden por siempre.

El Espíritu de Dios no contendrá siempre. Los cristianos deben sentir profundamente por ellos. En muchos

aspectos sus circunstancias son más solemnes que el día del juicio. Aquí su destino es puesto en orden. El día

del juicio lo revela. Y el tiempo particular cuando es hecho es cuando el Espíritu contiende con ellos. Los

cristianos deben recordar su tremenda responsabilidad en tales tiempos. El doctor, si sabe su deber, a veces se

siente bajo una responsabilidad muy seria. Su paciente está en un estado crítico, donde un pequeño error

destruirá su vida, y cuelga temblorosamente entre la vida y la muerte. Si tal responsabilidad se siente en relación

al cuerpo, qué tremenda responsabilidad debe sentirse en relación al alma cuando es vista colgarse

temblorosamente en un punto, y su destino va a decidirse ahora. Una impresión falsa, un comentario indiscreto,

una oración malentendida, una desviación pequeña de la mente puede llevarlo al camino equivocado, y su alma

se pierde. Nunca un ángel ha sido empleado en una obra más solemne que aquella de tratar con pecadores que

no están bajo convicción. ¡Cuán solemne y cuidadosamente deben entonces los cristianos caminar, cuán sabia

y hábilmente trabajar si no tienen la intención de ser los medios de condenar un alma!

FINALMENTE, si hay un pecador en esta casa, déjeme decirle que abandone todas sus excusas. Se le ha dicho

esta noche que todo es en vano. Esta noche será dicho en el infierno, y dicho en el cielo, y hecho eco desde los

rincones del universo, lo que deciden hacer. Esta misma hora pueden sellar su destino eterno. ¿Se rendirán a

Dios esta noche AHORA?

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LECCIÓN XI

UN MINISTRO SABIO SERÁ EXITOSO

TEXTO. -- “el que gana almas es sabio.” -- Proverbios 11:30.

El viernes pasado en la noche prediqué del mismo texto sobre tratar con pecadores por cristianos de forma

privada. Mi objetivo es tocar los medios públicos de la gracia con referencia particular a:

LOS DEBERES DE LOS MINISTROS

Como observé en mi conferencia pasada, la sabiduría es la elección y búsqueda del mejor fin por los medios más

apropiados. El gran fin que se le asignó al ministerio cristiano es glorificar a Dios en la salvación de las almas. Al

hablar del tema propongo mostrar:

I. QUE EL CUMPLIMIENTO CORRECTO DE LOS DEBERES DE UN MINISTRO REQUIERE DE GRAN SABIDURÍA.

II. QUE LA CANTIDAD DE ÉXITO EN EL CUMPLIMIENTO DE SUS DEBERES (TODO QUEDA IGUAL) DECIDE LA

CANTIDAD DE SABIDURÍA EMPLEADA POR ÉL EN EL EJERCICIO DE SU CARGO.

I. VOY A MOSTRAR QUE EL CUMPLIMIENTO CORRECTO DE LOS DEBERES DE UN MINISTRO REQUIERE DE GRAN

SABIDURÍA.

1. A causa de la oposición que se encuentre. El mero fin por el que el ministro es asignado es uno en contra que

está colocado por la más poderosa oposición de los mismos pecadores. Si los hombres están dispuestos a recibir

el evangelio, y no hubiera nada que se necesitara hacer más que contar la historia de la redención, un niño

pudiera dar la nueva. Pero los hombres se oponen al evangelio. Se oponen a su propia salvación de esa manera.

Su oposición es con frecuencia violenta y determinada. Una vez vi a un loco que había urdido planes contra su

vida, y que realizaba el plan más sagaz y astuto para cumplir su propósito. Era artificioso y hacía creer a sus

cuidadores que no había urdido nada, que se había dado por vencido, y aparentaba estar cuerdo y tranquilo, y

en el instante que el cuidador bajara la guardia, se pondría las manos encima. Así, los pecadores con frecuencia

ejercen mucha astucia para evadir todos los esfuerzos que son hechos para salvarlos. Y para encontrase con esa

gran astucia y vencerla para salvar a los hombres, los ministros necesitan gran cantidad de sabiduría.

2. Los medios particulares asignados para emplearse en la obra muestran la necesidad de gran sabiduría en los

ministros. Si los hombres se convierten por un acto de omnipotencia física, creando algún nuevo sabor, o algo

parecido, y si la santificación no fuera nada más que la misma omnipotencia física quitando las raíces

remanentes del pecado del alma, no se requeriría mucha sagacidad y habilidad para ganar almas. Ni habría

entonces ningún significado en el texto. Pero la verdad es que la regeneración y santificación van a efectuarse

por medios morales--por argumento y no por fuerza. Nunca ha habido, ni nunca habrá, alguien salvado por nada

más que la verdad como medio. La verdad es el medio externo, el motivo externo, presentada primero por el

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hombre y luego por el Espíritu Santo. Vean la postura del pecador, y verán que nada, después de todo, escaso

de la sabiduría de Dios y el poder moral del Espíritu Santo, puede romper esa oposición, y llevarla a rendirse a

Dios. Aún los hombres van a usar los medios, y los medios adaptados al fin, hábilmente usados. Dios ha provisto

que la obra de la conversión y santificación sea hecha en todos los casos por medio de ese tipo de verdad,

aplicada en esa conexión y relación que es apta para producir un resultado así.

3. Tiene los poderes de la tierra y el infierno para vencer, y eso requiere de sabiduría. El diablo está

constantemente operando, tratando de prevenir el éxito de los ministros, trabajando para desviar la atención

del tema de religión, y hacer que el pecador se aleje de Dios para llevarlo al infierno. Todo el marco de referencia

de la sociedad, casi, es hostil a la religión. Casi todas las influencias que rodean a un hombre desde su cuna hasta

su tumba, en el estado presente de la sociedad, están calculadas para hacer fracasar el diseño del ministerio.

¿Acaso entonces no necesita el ministro de gran sabiduría para entrar en conflicto con los poderes de la

oscuridad, y toda la influencia del mundo, además de la oposición del pecador?

4. Lo mismo se ve desde la importancia infinita del fin en sí mismo. El fin del ministerio es la salvación del alma.

Cuando consideramos la importancia del fin, y las dificultades de la obra, quién no dirá con el apóstol "y para

estas cosas, ¿quién es suficiente?"

5. Debe entender cómo despertar a la iglesia, y hacerles que se no estorben en el camino de la conversión de

los pecadores. Esto es con frecuencia la parte más difícil del trabajo de un ministro y requiere de más sabiduría

y paciencia que cualquier otra cosa más. En efecto, para ser esto exitosamente es una cualidad muy rara en el

ministerio cristiano. Es un punto donde fallan todos los ministros. No saben cómo despertar a la iglesia, y subir

el tono de la piedad a un patrón elevado, y así quitar los estorbos del camino para la obra de la conversión.

Muchos ministros pueden predicar muy bien a los pecadores, pero tienen poco éxito, mientras la influencia

contrarrestante de la iglesia resiste todo, y ellos no tienen la habilidad suficiente para remover la dificultad. Sólo

hay un ministro aquí y allá en el país que sabe cómo sondear a la iglesia cuando está en un estado frío y apóstata

para despertarla eficazmente y mantenerla despierta. Los miembros de la iglesia pecan contra la luz, que cuando

ellos se vuelven fríos es muy difícil levantarlos. Han formado una piedad que detiene la verdad, mientras al

mismo tiempo es ese el tipo de piedad que no tiene poder ni eficacia. Tales profesantes son los individuos más

difíciles de despertar de su somnolencia. No quiero decir que siempre sean más impíos que el impenitente.

Seguido son empleados para la maquinaria de la religión, y pasan por buenos cristianos, pero no son de ninguna

utilidad en un avivamiento.

Conozco a ministros que veces se sorprenden al oír que las iglesias no están despiertas. Con razón tales ministros

no saben cómo despertar a una iglesia dormida. Había un joven licenciado que supo del hermano Foote, el otro

día, en esta ciudad, que derramaba la verdad, y trataba de despertar a las iglesias, y que sabía tan poco de eso

que pensó que se estaba aprovechando de ellas. Tan perfectamente ciego estaba que de verdad pensó que las

iglesias en Nueva York estaban todas despiertas en el tema de religión. Hace unos años hubo una gran

controversia, y surgió oposición, porque se decía mucho de las iglesias dormidas. Todo era cierto, pero muchos

ministros no sabían nada al respecto y se sorprendían al oír tales cosas sobre ellas. Cuando ha llegado a eso, que

los ministros no saben cuándo está dormida una iglesia, con razón no tenemos avivamientos. Fui invitado una

vez a predicar a un cierto lugar. Le pregunté al ministro cuál era el estado de la iglesia. Dijo: "Ah, sin excepción

todos están despiertos". Me encantó la idea de trabajar en esa iglesia, pues era algo que no había visto todavía,

ver despierto a cada miembro de la iglesia en un avivamiento. Pero cuando llegué, me encontré a una iglesia

fría y dormida, y dudo que uno de ellos estuviera despierto.

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He aquí la gran dificultad de mantener avivamientos, mantener a la iglesia completamente despierta y

comprometida. Una cosa es que una iglesia se levante de su sueño y fanfarronee y se atropellen unos a otros, y

otra cosa muy distinta para ellos es tener sus ojos abiertos y sus sentidos acerca de ellos, y estar muy despiertos,

para saber cómo encontrar a Dios y cómo trabajar para CRISTO.

6*. Debe saber cómo poner a la iglesia a trabajar cuando están despiertos. Si un ministro intenta salir sólo a

trabajar, calculando hacer todo él mismo, es como intentar rodar una gran piedra hacia arriba de la colina. La

iglesia puede promover un avivamiento. Las iglesias a veces han tenido avivamientos poderosos sin ningún

ministro. Pero cuando un ministro tiene una iglesia que está despierta, y sabe cómo ponerla a trabajar, y cómo

estar en el timón y guiarla, puede sentirse fuerte, y seguido puede encontrar que ella hace más que él mismo

en la conversión de los pecadores.

7. Con el fin de ser exitoso, un ministro necesita de gran sabiduría para saber cómo mantener a la iglesia

trabajando. Seguido la iglesia es como los niños. Ponen a los niños a trabajar, y parecen estar comprometidos,

pero tan pronto regresa uno, lo han dejado para ponerse a jugar. La gran dificultad de continuar un avivamiento

yace aquí. Y reunirse requiere gran sabiduría. Saber cómo quebrantarlos de nuevo, cuando su corazón se eleva

porque tuvieron avivamiento; despertarlos de nuevo cuando su celo empieza a ceder; mantener sus corazones

llenos de celo por la obra; éstas son algunas de las cosas más difíciles en el mundo. Pero si un ministro fuera

exitoso en ganar almas, debe saber cuándo empiezan a sentirse orgullosos, o a perder el espíritu de oración, y

cuándo sondearlos y cómo examinarlos de nuevo, cómo mantener la iglesia en el campo recogiendo la cosecha

del Señor.

8. Debe entender el evangelio. Pero preguntarán: ¿acaso todos los ministros entienden en evangelio? Respondo

que ciertamente no todos lo entienden igual, pues no predican igual.

9. Debe saber cómo dividirlo para traer las verdades particulares, en ese orden, y hacerles referirse a esos

puntos, y en esos momentos como están calculados para producir un resultado dado. Un ministro debe

entender la filosofía de la humanidad para saber cómo planear y arreglar sus trabajos sabiamente. La verdad,

cuando es referida a la mente, está en sí misma calculada para producir los sentimientos correspondientes. El

ministro debe saber qué sentimientos desea producir, y cómo traer esa verdad para llevar como está calculada

para producir sentimientos. Debe saber cómo presentar la verdad calculada para los cristianos humildes, o

hacerle sentir por los pecadores, o despertar a los pecadores o convertirlos.

Con frecuencia, cuando los pecadores se despiertan, el terreno se pierde por la falta de sabiduría en el

seguimiento del impacto. Quizá un sermón provocador se predique, los cristianos sean movidos, y los pecadores

empiecen a sentir, y el siguiente domingo algo será presentado que no tenga conexión con el estado de

sentimiento en la congregación y que no esté calculado para dirigir a la mente al ejercicio del arrepentimiento,

fe o amor. Muestra cuán importante es que un ministro deba entender cómo producir una impresión dada, y

en qué momento se deba hacer, y por cuál verdad, y cómo darle seguimiento, hasta que el pecador sea

quebrantado y traído.

Muchos sermones predicados se pierden por la falta de un poco de sabiduría. Son buenos sermones, y están

calculados, y bien medidos de tiempo, para hacer gran bien, pero tienen poca conexión con el estado actual de

sentimiento en la congregación, que sería más que un milagro si debiera producir un avivamiento. Un ministro

puede predicar en esta forma casual hasta morirse, y nunca producirá ningún gran resultado. Puede convertir

aquí y allá a un alma desperdigada, pero no moverá la masa de la congregación a menos que sepa cómo dar

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seguimiento a sus impresiones para realizar un plan de operaciones y ejecutarlo, para seguir con la obra cuando

se empiece. Debe no sólo ser capaz de soplar la trompeta tan fuerte como para despertar al pecador de su

letargo, pero cuando lo haga, debe llevarlo por el camino más corto a Jesucristo. Y tan pronto como los

pecadores sean levantados por un sermón, inmediatamente no empiecen a predicar sobre algún tema lejano

que no tiene ninguna tendencia para continuar la obra.

10. Para alcanzar exitosamente las clases diferentes de pecadores, se requiere de gran sabiduría por parte del

ministro. Por ejemplo, un sermón de un tema en particular puede ser para una clase particular de personas

entre el público. Quizá empiecen a verse serios, o quizá hablen al respecto, o quizá ellos empiecen a cavilar al

respecto. Ahora, si el ministro es sabio, sabrá cómo observar esas indicaciones, y seguirá directamente con los

sermones adaptados para esa clase hasta que los lleve al reino de Dios. Entonces, déjenlo regresar y tomar a

otra clase, averiguar dónde están escondidos, romper sus refugios, y darles seguimiento, hasta que los lleve al

reino de Dios. Debe de pegarle a cada arbusto donde los pecadores se esconden, como la voz que siguió a Adán

en el jardín: "¿DÓNDE ESTÁS TÚ?", hasta que una clase de público tras otra haya sido llevada, y así toda la

comunidad convertida. Ahora un ministro debe ser muy sabio para hacer eso. Nunca se hará así hasta que un

ministro se prepare para agarrar y traer cada clase de pecadores en su congregación, viejos y jóvenes, mujeres

y hombres, ricos y pobres.

11. Un ministro necesita de gran sabiduría para alejar a los pecadores de sus refugios de mentiras, sin formar

nuevos escondites para ellos. Una vez estuve en el ministerio de un hombre que había tenido gran preocupación

por las herejías, y era constantemente utilizado para refutarlas. Y sacaba a colación muchas de esas herejías que

su gente nunca había oído. Obtenía esas ideas en su mayoría de libros, y socializaba muy poco con la gente para

saber qué pensaban. Y el resultado de su trabajo seguido fue que la gente estaba más interesada en la herejía,

que en el argumento en contra. La novedad del error atrajo la atención de ellos tanto que se les olvidaba la

respuesta. Y de esa forma le dio a la gente muchas más objeciones contra la religión como nunca habían pensado

antes. Si el hombre no se socializa lo suficiente con la humanidad para saber cómo piensa hoy en día, no puede

esperar ser sabio para responder las objeciones y dificultades.

He oído mucha predicación en contra de los universalistas, que ha hecho más daño que bien, porque los

predicadores no entienden cómo las universalistas del presente razonan. Nunca se han mezclado con los

universalistas, y no saben lo que creen y cómo argumentan ahora, pero tienen todo lo que saben del

universalismo de los libros que fueron escritos hace mucho, y ahora no están actualizados en los mismos

universalistas. Y la consecuencia es que cuando ellos intentan predicar en contra del universalismo se oponen a

una idea débil y fácil de refutar, y no al modo de pensar de los universalistas como ahora piensan en la

comunidad. Y la gente se ríe de ellos, o dice que son mentiras, pues sabe que los universalistas no tienen ese

modo de pensar como les atribuye el predicador.

Cuando los ministros emprenden oponerse a una herejía presente, deben saber lo que hay ahora. Por ejemplo,

casi todos los que escriben y predican contra el universalismo creen que son llamados para oponerse a la idea

de que Dios es toda misericordia. Suponen que los universalistas sostienen la doctrina de que Dios es toda

misericordia, y que cuando han refutado esa doctrina, han echado abajo los universalistas. Pero eso no es cierto.

No sostienen esa doctrina. La niegan. Rechazan la idea de misericordia en la salvación de los hombres, pues

sostienen que cada hombre es castigado plenamente de acuerdo a sus merecimientos justos. ¿De qué uso es,

entonces, argumentar en contra de los universalistas de que Dios es un Dios de justicia y no de toda misericordia,

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cuando se agarran de la justicia de Dios sola como la base de la salvación, y no admiten la idea de misericordia

para nada?

Del mismo modo, he oído a hombres predicar contra la idea de que los hombres son salvados en sus pecados,

y suponen que están predicando contra la doctrina universalista. Los universalistas no creen tal cosa. Creen que

todos los hombres fueron hechos santos y salvados en esa manera. Esto muestra la importancia de conocer lo

que la gente sostiene antes de que traten de convencerlos de sus errores. No es de utilidad tergiversar las

doctrinas de un hombre frente a él, y luego tratar de convencerlo. Debe establecer su doctrina como ellos la

sostienen, y establecer sus argumentos justamente. De otro modo, si los establece equivocadamente, harán

que se enojen o que se rían en secreto por la ventaja que le dieron. Dirán: "ese hombre no puede discutir

conmigo bajo bases justas; tiene que tergiversar nuestras doctrinas a fin de refutarme". Gran daño se ha hecho

así. Los ministros no intentan tergiversar a sus oponentes, sino el efecto es ese, que las pobres miserables

criaturas que sostienen esos errores van al infierno porque los ministros no se molestan en informarse cuáles

son los errores reales. Los errores nunca son deshechos por un proceso así. Menciono los casos para mostrar

cuánta sabiduría debe tener un ministro para tratar los casos que ocurran. Debe estar familiarizado con las

posturas reales de los hombres a fin de tratarlas, y quitar sus errores y equivocaciones.

Los ministros deben saber qué medidas se calculan mejor para ayudar lograr el gran fin de su cargo, la salvación

de las almas. Algunas medidas son plenamente necesarias. Por medidas quiero decir qué cosas deben hacerse

para tener la atención de la gente y llevarla a oír la verdad. Construir casas de culto, visitar de casa en casa, y

demás, son todas "medidas", el objeto del cual es conseguir la atención de la gente para el evangelio. Mucha

sabiduría es el requisito para trazar y realizar todas las varias medidas que son adaptadas para favorecer el éxito

del evangelio.

¿Qué hacen los políticos? Organizan reuniones, circulan folletos y volantes, hablan en los periódicos, mandan

por las calles sus barcos sobre ruedas con banderas y marinos; mandan carros por todo el pueblo, con volantes,

para traer la gente a las urnas--todo para ganar su atención para su causa y que elijan a su candidato. Todas

esas son sus "medidas", y para su fin se calculan sabiamente. El objeto es elevar el ánimo, y que salga la gente.

Saben que al menos que haya entusiasmo es vano perseguir su fin. No quiero decir que sus medidas sean

piadosas, o correctas, sino sólo que son sabias, en el sentido de que son la aplicación apropiada de los medios

para el fin.

El objetivo del ministerio es hacer que la gente sienta que el diablo no tiene derecho de regir el mundo, sino

que deben darse a Dios, y votar en el Señor Jesucristo como el gobernante del universo. Ahora, ¿qué debe

hacerse? ¿Qué medidas tomaremos? Dice alguien: "asegúrense de que no tengan nada que sea nuevo". ¡Qué

extraño! El objetivo de nuestras medidas es ganar la atención, y deben tener algo nuevo. Tan seguro como el

efecto de una medida se vuelve estereotipada, cesa de ganar atención, y entonces deben tratar algo nuevo. No

necesitan tener innovaciones en todo. Pero cuando el estado de las cosas es tal que algo más se necesita, debe

ser algo nuevo, de otra manera fallará. Un ministro no debe nunca introducir innovaciones a las que no se han

solicitado. Si lo hacen, lo avergonzarán. No puede alterar el evangelio; ese permanece igual. Pero las medidas

nuevas son necesarias, de vez en cuando, para despertar la atención y llevar el evangelio para ser relacionado

con la mente pública. Y entonces el ministro debe saber cómo introducir cosas nuevas para crear la menos

resistencia o reacción posibles. La humanidad es afecta a la forma en religión. Les encanta tener deberes

religiosos estereotipados para estar tranquilos, y por tanto se inclinan a resistir cualquier movimiento nuevo

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diseñado para levantarlos a la acción y sentimiento. De ese modo es del todo importante introducir cosas nuevas

sabiamente para no dar a la ocasión o apología innecesarias a la resistencia.

13. No se necesita mucha sabiduría de un ministro para saber cuándo poner un alto a las nuevas medidas.

Cuando una medida es lo bastante novedosa para asegurar la atención de la verdad, por lo regular ninguna otra

medida debe introducirse. Han asegurado el gran objetivo de la novedad. Cualquier cosa estará en peligro de

desviar la mente del público y fijarla en las medidas mismas. Y entonces, si introducen novedad cuando no es

requerida, ustedes pasarán por un campo vasto, que poco a poco cuando realmente quieran algo nuevo, no

tendrán nada más qué introducir sin hacer algo que haga un gran impacto en la mente del público. La Biblia no

ha puesto un curso específico de medidas para promover avivamientos de religión, pero lo ha dejado a los

ministros para adoptar tal como están sabiamente calculadas para asegurar el fin. Y mientras seamos más parcos

para cosas nuevas, más tiempo las podemos usar, para mantener la atención pública despierta al gran tema de

la religión. Por un curso sabio esto sin duda puede ser hecho por muchos años hasta que nuestras medidas

presentes poco a poco tengan la novedad suficiente en ellas para otra vez atraer y fijar la atención del público.

Y entonces nunca careceremos de algo nuevo.

14. Un ministro, para ganar almas, debe saber cómo tratar con pecadores despreocupados, despiertos y

ansiosos para llevarlos directamente a Cristo en la forma más corta y directa. Es sorprendente ver cuántos

ministros hay que no saben cómo tratar a pecadores, o qué decirles en sus varios estados de la mente. Una

buena mujer en Albany me dijo que cuando estuvo bajo preocupación fue a su ministro y le preguntó qué debía

hacer para obtener alivio. Y le dijo que Dios no le había dado mucha experiencia en el tema, y le aconsejaba que

fuera con un diácono tal y tal, quien quizá podría decirle qué hacer. La verdad era que no sabía qué decirle a un

pecador bajo convicción, aunque no había nada en particular en el caso de ella. Ahora su creen que ese ministro

es un caso raro, están engañados. Hay muchos ministros que no saben qué decirle a los pecadores.

Un ministro una vez llevó a cabo una “reunión ansiosa” **. Al asistir a ella, en vez de acudir a cada uno de los

estaban ahí presentes y listos para responder en fe y arrepentirse, empezó a preguntarles del catecismo, "¿en

qué punto Cristo ejerció el sacerdocio?" Aquella pregunta no tenía ninguna aplicación para el propósito de la

reunión.

Conozco a un ministro que tuvo una reunión ansiosa y asistió a ella con un discurso por escrito que había

preparado para la ocasión. Tan sabio como podía ser si un médico, que sale a ver a sus pacientes, debiera

sentarse cuando quisiera y escribir todas las recetas antes de que los haya visto. Un ministro necesita saber el

estado mental de las personas, antes de que pueda saber qué verdad será apropiada y útil de administrar. Digo

estas cosas, no porque me encante hacerlo, sino porque la verdad, y el objeto frente a mí, requieren que se

digan. En tales instancias como he mencionado no son de ninguna manera raras.

Un ministro debe saber cómo aplicar la verdad a todas las situaciones en las que pueda encontrar a pecadores

moribundos yéndose al infierno. Debe saber cómo predicar, cómo orar, cómo conducir reuniones de oración, y

cómo usar todos los medios para llevar la verdad de Dios para afectar el reino de la oscuridad. ¿Acaso esto no

requiere sabiduría? Y ¿quién es suficiente para estas cosas?

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II. LA CANTIDAD DEL ÉXITO DEL MINISTRO EN GANAR ALMAS (TODO QUEDA IGUAL) INVARIABLEMENTE

DECIDE LA CANTIDAD DE SABIDURÍA QUE HA EJERCIDO EN EL CUMPLIMIENTO DE SU CARGO.

1. Esto plenamente se afirma en el texto "el que gana almas es sabio". Esto es, si un hombre gana almas,

hábilmente adapta los medios al fin, que son, ejercer sabiduría. Es más sabio por cuanto mayor es el número de

pecadores que salva. Un zopenco puede, en efecto, de vez en cuando tropezar con tal verdad o presentarla para

salvar un alma. Sería una maravilla en efecto si un ministro a veces no tuviera algo en sus sermones que se

topara con el caso de algún individuo. Pero la cantidad de sabiduría es para decidirse, todo queda igual, por el

número de casos en los que es exitoso en convertir a pecadores.

Tómese el caso de un médico. El gran curandero en Nueva York puede de vez en cuando toparse ante una cura

increíble, y así elevar su reputación con el ignorante. Pero la gente seria y sensata juzga la habilidad de un

médico por la uniformidad de su éxito para vencer la enfermedad, la variedad de las enfermedades que pueda

tratar, y el número de casos en los que es exitoso para salvar a sus pacientes. El más diestro salva a más. Esto

es sentido común. Es la verdad. Y así tan cierto en cuanto al éxito de salvar almas, y tan cierto en el mismo

sentido.

2. Este principio no sólo es afirmado en el texto, sino que es un asunto de hecho, una verdad histórica, que "el

que gana almas es sabio". Ha empleado de hecho los medios adaptados de tal manera para asegurar el fin.

3. El éxito de salvar almas es evidencia de que un hombre entiende el evangelio, y entiende la naturaleza

humana, que sabe cómo adaptar los medios para su fin, que tiene sentido común, y que tiene ese tipo de tacto,

ese discernimiento práctico, para saber cómo llegar a la gente. Y si su éxito es extensivo, muestra que sabe cómo

tratar con gran variedad de caracteres, en una gran variedad de circunstancias, que son aún todos enemigos de

Dios, y llevarlos a Cristo. Hacer eso requiere gran sabiduría. Y el ministro que lo hace muestra que es sabio.

4. El éxito de salvar almas muestra que un ministro no sólo sabe cómo trabajar sabiamente para ese fin, sino

también que sabe dónde está su dependencia. Ustedes saben que los temores con frecuencia se expresan

respecto a esos ministros que se centran directa y esforzadamente en la conversión de los pecadores. La gente

dice "pues, este hombre va a trabajar en su propia fuerza; uno imaginaría que cree que él mismo se puede

convertir". Cuán seguido ha mostrado el evento que el hombre sabe lo va a hacer, muy bien, y sabe dónde está

su fuerza también. Fue a trabajar para convertir con denuedo a pecadores, como si pudiera hacer él solo, pero

ésa es la forma que debe hacer. Debe razonar con los pecadores, y convencerlos, tan fiel y plenamente como si

no esperara ninguna interposición del Espíritu de Dios, o como si supiera que no hubiera Espíritu Santo. Pero

cuando un hombre hace eso con éxito, muestra que, después de todo, sabe que debe depender del Espíritu de

Dios solo para éxito.

OBJECIÓN. Hay muchos que sienten una objeción contra este tema, apareciendo fuera de la vista que han

tomado del ministro de Jesucristo. Nos preguntan, "¿Qué dirán del ministerio de Jesucristo?, ¿acaso no fue

sabio?" Respondo: Sí, infinitamente sabio. Pero en cuanto a su supuesta falta de éxito en la conversión de

pecadores, observarán las siguientes cosas:

(1.) Que su ministerio fue vastamente más exitoso que de lo que se suponía generalmente. Leemos en uno de

los escritores santos, que luego de su resurrección y antes de su ascenso, "apareció a más de quinientos

hermanos a la vez". Si tantos como quinientos hermanos se hallaron reunidos en un lugar, vemos que debió

haber un vasto número de ellos esparcidos por el país.

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(2.) Otra circunstancia a observarse es que su ministerio público fue muy corto, menos de tres años.

(3.) Consideren el diseño peculiar de su ministerio. Su objetivo principal era hacer la expiación por los pecados

del mundo. No se centraba tanto en promover avivamientos. La "dispensación del Espíritu" no era aún dada. No

predicó el evangelio tan plenamente como sus apóstoles después. Los prejuicios de la gente estaban muy fijos

y eran violentos que no lo soportaban. El que no lo hiciera es claro por el hecho que incluso los apóstoles, que

estaban constantemente con él, no entendían la expiación. No entendían que iba a morir, y como consecuencia,

cuando supieron que de hecho había muerto, cundieron en desesperación, y pensaron que todo había pasado,

sus esperanzas llevadas por el viento. El hecho fue que tenía otro objetivo en la mira, al que todo lo demás era

hecho para rendirse, y el estado pervertido de la mente pública, y los prejuicios obstinados prevalecientes,

mostraron por qué los resultados no se veían más en la conversión de los pecadores. El estado de la opinión

pública fue tal que finalmente lo mataron por lo que predicaba.

Muchos ministros que tienen poco o nada de éxito se están escondiendo detrás del ministerio de Jesucristo,

como si fuera un predicador sin éxito. Mientras, de hecho, era eminentemente exitoso, considerando las

circunstancias en las que trabajaba. Ése es el último lugar donde un ministro que no tiene éxito debe pensar en

esconderse.

OBSERVACIONES.

1. Un ministro puede estar muy instruido y no ser sabio. Hay muchos ministros que tienen mucha instrucción;

entienden todas ciencias, físicas, molares y teológicas; pueden saber lenguas muertas, poseer todo el

conocimiento, y no ser sabios, en relación al gran fin sobre el que son generalmente empleados. Los hechos

claramente lo demuestran. "El que gana almas es sabio".

2. Un ministro sin éxito puede ser piadoso como también ser instruido, y no ser sabio. Es injusto inferir porque

un ministro no es exitoso, que por lo tanto es un hipócrita. Puede haber algún defecto en su educación, o en su

modo de ver el tema, o de exhibirlo, o una carencia de sentido común, como anular su trabajo, y prevenir su

éxito para ganar almas, mientras él mismo pueda ser sabio--"así como por fuego".

3. Un ministro puede ser sabio, aunque no esté instruido. Puede no entender las lenguas muertas, o la teología

en su aceptación común, pero puede saber lo que un ministro del evangelio quiere, sin saber muchas otras

cosas. Un ministro instruido y un ministro sabio son cosas diferentes. Los hechos en la historia de la iglesia en

todas las épocas prueban eso. Es común para iglesias, cuando buscan un ministro, que sea instruido. No

malentiendan que desprecio la instrucción. Mientras más instrucción, mejor, si también es sabio él en el gran

asunto por el que se le emplea. Si un ministro sabe cómo ganar almas, a mayor instrucción, mejor. Pero si tiene

otro tipo de instrucción, y no esa, infaliblemente fracasará del fin de su ministerio.

4. La falta de éxito en un ministro (todo queda igual) prueba: (1) que nunca fue llamado para predicar, y que lo

sacó de su cabeza, o (2) que fue educado muy mal, y nunca se le enseñaron las cosas que quiere saber más, o

(3) que si fuera llamado a predicar, y supiera cómo cumplir su deber, sería muy indolente y muy perverso para

hacerlo.

5. Esos son los mejores ministros instruidos, que ganan la mayoría de las almas. Los ministros a veces son

despreciados y llamados muy ignorantes porque no saben de ciencias y lenguas, aunque están muy lejos de ser

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ignorantes de aquello por el que el ministerio es asignado. Eso está mal. La instrucción es importante, y siempre

es útil. Pero después de todo, un ministro puede saber cómo ganar almas para Cristo, sin gran instrucción, y

tiene la mejor instrucción para un ministro, que puede ganar la mayoría de las almas para Cristo.

6. Hay evidentemente un gran defecto en el modo presente de instruir ministros. Esto es un HECHO SOLEMNE,

al que la atención de toda la iglesia debe ser llamada distintivamente, que la gran masa de ministros jóvenes

que son instruidos logran muy poco.

Cuando los jóvenes salen de los seminarios ¿están aptos para ir a un avivamiento? Véase un lugar donde se

están llevando a cabo avivamientos y se busque a un ministro. Que los manden a un seminario teológico para

un ministerio. ¿Entrará en la obra y la sostendrá, la continuará? Como David y el escudero de Saúl, llega él con

un mucho disparate teológico que no sabe nada de qué hacer. Déjenlo por dos semanas y terminará el

avivamiento. Las iglesias saben y sienten que la mayor parte de estos jóvenes no saben cómo hacer algo que

necesite hacerse para un avivamiento, y se quejan de que los ministros jóvenes están rezagados de la iglesia.

Pueden enviar a todos por los Estados Unidos, al seminario teológico, y encontrar más que pocos ministros

jóvenes aptos para realizar la obra. ¡Qué estado de cosas!

Hay un gran defecto en instruir a ministros. La instrucción debe ser tal para preparar a jóvenes para la obra en

particular a la que son llamados. Pero en vez de eso, son instruidos para algo más. El gran error es éste. Dirigen

mucho la mente a asuntos irrelevantes, que no son necesarios cubrir. En sus planes de estudio, llevan a la mente

por un campo amplio, que desvía su atención del objeto principal, y entonces se vuelven fríos en la religión, y

cuando salen, en vez de estar aptos para la obra, no lo están. Bajo la apariencia de disciplinar la mente, ellos de

hecho dispersan la atención para que cuando llegan a la obra, son torpes, y no saben como asirse, o actuar, para

ganar almas. Esto no es el universalmente el caso, pero con frecuencia es así.

Es común para la gente que hable en voz alta y largamente sobre un ministro instruido. Nunca se haga tal cosa

como decir una palabra contra un ministro instruido. Pero ¿qué queremos decir por una instrucción para el

ministerio? ¿Queremos decir que deben estar tan instruidos como para estar aptos para la obra? Si son muy

instruidos, a más instrucción, mejor. Que la instrucción sea la correcta, enseñar a un joven las cosas que necesita

saber, y no las cosas que no necesita saber. Que sean instruidos para la obra. No dejen que la instrucción sea tal

que cuando el joven salga, luego de pasar seis, ocho, o diez años de estudio, no valga ni la mitad de lo que valía

antes que fuera. He conocido a jóvenes que salen de lo que llaman un "curso exhaustivo", que no estaban aptos

para hacerse cargo de una reunión de oración, y que no pueden dirigir una reunión de oración, para hacerla

lucrativa o interesante. Un anciano de la iglesia en una ciudad vecina, me informó recientemente de un caso.

Un joven, antes de ir al seminario, había sido excesivamente útil entre ellos. Luego de haber estado en el

seminario, enviaron por él y querían su ayuda, pero oh, ¡qué cambiado estaba! Estaba tan totalmente

transformado que no hizo ninguna impresión; la iglesia pronto empezó a quejarse que iban morir bajo sus

influencias, y se fue porque no estaba preparado para la obra.

Es común para aquellos ministros que han estado en los seminarios, y ahora son útiles, para afirmar que su plan

de estudios hizo muy poco o nada de bien, y que tienen que desaprender lo que habían aprendido, antes de

que hagan mucho. No lo digo de manera censuradora, sino es un hecho solemne, y debo decirlo en amor.

Supongan que un hombre va a ser cirujano en la marina. En vez de ir a la escuela de medicina para aprender

cirugía, ¿acaso iría a la escuela náutica para aprender navegación? De esta forma, pueden prepararlo para

navegar un barco, pero no para cirujano. Los ministros deben prepararse para saber lo que es la Biblia, y lo que

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es la mente humana, y saber cómo llevar a uno para conducirse con otros. Deben ser llevados a estar en contacto

con la mente. Familiarizarse con todos los aspectos de la sociedad. Deben tener la Biblia en una mano, y el mapa

de la mente humana en la otra, y saber cómo usar la verdad para la salvación de los hombres.

7. Una falta de sentido común con frecuencia frustra los fines del ministerio cristiano. Hay muchos buenos

hombres en el ministerio, que tienen instrucción, y talentos de algún tipo, pero no tienen sentido común para

ganar almas.

8. Vemos un gran defecto en nuestras escuelas teológicas. Los jóvenes son callados en sus escuelas, confinados

a libros y alejados de la interacción con la gente común, o en contacto con la mente común. Por tanto, no están

familiarizados cómo la gente piensa. Esto da cuenta del hecho de que algunos hombres simples, que han sido

criados para el comercio, están familiarizados con la naturaleza humana, están diez veces más calificados para

ganar almas que aquellos que son educados en el principio presente, y están de hecho diez veces más

familiarizados en el negocio propio del ministerio. Éstos son llamados hombres "sin preparación". Éste es un

gran error. No están instruidos en ciencias, pero están instruidos en las cosas que necesitan saber como

ministros. No son ministros ignorantes, pues saben exactamente cómo llegar a la mente con la verdad.

Entienden las mentes de los hombres, y cómo adaptar el evangelio al caso de ellos. Están mejor equipados para

la obra que si tuvieran toda la maquinaria de las escuelas.

Deseo que se me entienda. No digo que no mandaría a un joven a la escuela, ni tampoco que lo desanimaría

para dedicarse a un campo de la ciencia. Mientras más esté, es mejor, si junto con ello aprende también las

cosas que el ministro necesita saber a fin de ganar almas--si entiende la Biblia, la naturaleza humana, y sabe

cómo llevar la verdad, y cómo guiar y tratar las mentes, y alejarlas del pecado y llevarlas a Dios.

9. El éxito de cualquier medida para promover un avivamiento de religión de muestra su sabiduría con las

siguientes excepciones:

(1.) Una medida puede ser introducida para efecto de producir entusiasmo, y ser tal que cuando se mire en

retrospectiva sobre lo que vendrá, se verá sin sentido, y aparecerá haber sido un mero truco. En ese caso,

reaccionará y su introducción hará más daño que bien.

(2.) Las medidas pueden introducirse, y el avivamiento ser poderoso, y el éxito atribuido a las medidas, cuando

de hecho otras cosas hicieron poderoso el avivamiento, y esas medidas pudieron haber sido un obstáculo. Las

oraciones de cristianos, y la predicación, y otras cosas, pueden haber estado tan bien calculadas para realizar la

obra que han tenido éxito pese a esas medidas.

Pero cuando la bendición evidentemente sigue la introducción de la medida misma, la prueba está sin respuesta,

que la medida es sabia. Es profano decir que una medida tal hará más daño que bien. Dios sabe acerca de eso.

Su objetivo es hacer la mayor cantidad de bien posible. Puede algunas veces retener su bendición de una medida

que hará más daño que bien. A veces puede retener su bendición de una medida que es calculada para hacer

algo de bien porque será a expensas de un bien mayor. Pero nunca bendecirá un curso de acción pernicioso. No

hay tal cosa como engañar a Dios en el asunto. Sabe si una medida dada es o no, en lo general, sabia. Puede

bendecir una serie de trabajos a pesar de unas medidas lastimosas o poco sabias. Pero si bendice la medida en

sí misma, está reprendiendo a Dios para que la pronuncie sin sabiduría. El que lleva a cabo eso, que vea el

asunto.

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10. Es evidente que mucha falta ha sido encontrada con las medidas, que ha sido constante y permanentemente

bendecidas de Dios para la promoción de avivamientos. Sabemos que se dice que los insultos horrendos de un

profanador han sido los medios para despertar a otro pecador menos endurecido. Pero esto es un caso raro.

Dios por regular no hace uso de la blasfemia. Pero si una medida es continua y usualmente bendecida, que el

hombre que piensa que es más sabio que Dios, la pone en tela de juicio. ¡TENGAN CUIDADO de cómo critican a

Dios!

11. Los cristianos deben orar por los ministros. Hermanos, si sienten cuánto los pecadores necesitan sabiduría

para cumplir los deberes de su gran cargo con éxito, y cuán ignorantes todos ellos son, y cuán insuficientes son

ellos mismos, para pensar cualquier cosa de ellos mismos, orarían por ellos mucho más de lo que hacen; esto

es, si les importara el éxito de sus trabajos. La gente con frecuencia critica a los ministros cuando no oran por

ellos. Hermanos, esto es tentar a Dios, pues no deben esperar más de los ministros a menos que oren por ellos.

Y no deben esperar una bendición en los trabajos del ministerio de ustedes, o tener a sus familias convertidas

por la predicación de él, cuando ustedes no oran por él. Y así para los otros, los lugares desolados, y los paganos,

en vez de orar todo el tiempo, sólo que Dios mande más obreros, necesitan orar que Dios haga sabios a los

ministros para ganar almas, y que aquellos que envía pueden ser instruidos propiamente para que sean los

escribas bien instruidos en el reino de Dios.

(12.) Aquellos laicos en la iglesia que saben cómo ganar almas son contados como sabios. No deben ser llamados

"laicos ignorantes". Y aquellos miembros de la iglesia que no saben cómo convertir a pecadores, y que no

pueden ganar almas, no deben ser llamados sabios--como cristianos. No son cristianos sabios; sólo "el que gana

almas es sabio". Pueden estar instruidos en política, en todas las ciencias, o pueden se diestros en la

administración de un negocio, u otras cosas, y pueden despreciar a aquellos que ganan almas, por ser hombres

ignorantes, sencillos, de corazón simple. Si alguno de ustedes está inclinado a hacer eso, y devaluar a aquellos

hermanos que ganan almas, que no son sabios y diestros como ustedes, se engañan a ustedes mismos. No

sabrán de algunas cosas que sepan ustedes, pero saben aquellas cosas que un cristiano está más preocupado

de saber y ustedes no.

Puede ejemplificarse por el caso un ministro que se hace a la vela. Puede estar instruido en ciencias, pero no

sabe nada de cómo navegar un barco. Y empieza a preguntar a los marineros acerca de esto y otro, y para qué

es esa cuerda y demás. "Pues", dicen los marineros, "esas no son cuerdas, sólo tenemos una sola cuerda en un

barco, éstas son jarcias, el hombre habla como un tonto". Y entonces ese hombre instruido se vuelve el

hazmerreír, quizá, de los marineros, porque no sabe cómo navegar un barco. Pero si les fuera decir la mitad de

lo que sabe acerca de ciencia, quizá pensarían que es un mago por saber tanto. Así que los estudiantes instruidos

pueden entender muy bien y pueden reírse de un cristiano humilde, y llamarlo ignorante, aunque sepa cómo

ganar almas más que quinientos de ellos.

Una vez me dolió y acongojó el escuchar a un ministro que regañaba a un joven predicador, quien se había

convertido bajo circunstancias notables, y quien tenía licencia para predicar sin haber tenido estudios. Ese

ministro, que nunca, o por lo menos rara vez, había convertido a algún alma, lo regañó de una manera criticona

y altiva, despreciándolo porque no tenía la ventaja de una educación liberal, cuando de hecho era fundamental

en la conversión de más almas que cualquier ministro como ese.

No diré nada para devaluar, o llevarlos a ustedes a devaluar una educación concienzuda para los ministros. Pero

no llamaría eso una educación concienzuda, que reciben en sus universidades y seminarios. No los hacen aptos

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para la obra. Apelo a toda la experiencia, si nuestros jóvenes en el seminario son concienzudamente instruidos

para el propósito de ganar almas. ¿ACASO LO HACEN? Todos saben que no. Véanse los reportes del Home

Ministry Society. Si recuerdo bien, en 1830, el número de conversiones en conexión con los trabajos de los

misioneros de esa sociedad no excedieron cinco por cada misionero. Creo que el número ha crecido desde

entonces, pero es excesivamente pequeño de lo que hubiera sido si hubiesen estado aptos para un curso

correcto de entrenamiento para la obra. No digo esto para reprocharlos, pues en mi corazón me compadezco

de ellos, y de la iglesia por estar bajo la necesidad de sostener ministros tan entrenados, o para nada. Son los

mejores hombres de la Missionary Society que pueda tener. Supongo, desde luego, que se me reprochará al

decir eso. Pero es muy cierto y doloroso para ocultarse. Aquellos padres que tienen la capacitación de los

ministros jóvenes son buenos hombres, pero son antiguos, de otra época y estampa, de lo que se necesita en

estos días de entusiasmo, cuando la iglesia y el mundo se están levantando a un pensamiento y acción nuevos.

Aquellos queridos padres, supongo, no verán eso; y quizá piensen mal de mí por decirlo, pero es la causa de

Cristo. Algunos de ellos están poniéndose ancianos, y deben renunciar, y dar lugar a los jóvenes, que no están

considerados como físicamente capaces, por la edad, para mantenerse al paso con los movimientos externos

de la iglesia. Y aquí debo decir, que para mi propia mente, parece evidente, que a menos que nuestros

profesantes teológicos prediquen bastante, se mezclen mucho con la iglesia y simpaticen con ella y todos sus

movimientos, es moralmente, si no naturalmente, imposible, que ellos deban tener éxito en entrenar a jóvenes

al espíritu de la época. Es una pena y pecado que los profesantes teológicos, que predican rara vez, retirados de

sus deberes activos del ministerio, deban sentarse en sus estudios y escribir sus cartas, consultivas o

dictatoriales, a ministros e iglesias que están en la obra, y en circunstancias para juzgar lo que se necesita

hacerse. Los hombres que pasan la mayor o casi todo el tiempo en deberes activos del ministerio son sólo

hombres que pueden juzgar lo que es oportuno o inoportuno, prudente o imprudente, en cuanto a medidas de

vez en cuando. Es tan peligroso y ridículo para nuestros profesantes teológicos, retirados del campo del

conflicto, como para permitírseles dictar sobre las medidas y movimientos de la iglesia, como sería para un

general sentarse en su recámara e intentar ordenar una batalla. (Esto fue dicho en 1833).

Dos ministros estuvieron un día conversando con otro ministro cuyos trabajos eran vehementemente

bendecidos en la conversión de miles de almas. Uno de ellos dijo, "ese hombre no debería de predicar más;

debería detenerse e ir" a un seminario teológico que nombró, "y pasar por un plan normal de estudios". Dijo

que el hombre tenía "una buena mente, y si se le instruía exhaustivamente, podría ser útil". El otro contestó:

"¿crees que sería más útil yendo a ese seminario? Te reto a que muestres con hechos que sería más útil de lo

que ha sido. No, señor, el hecho es que desde que este hombre ha estado en el ministerio, ha sido fundamental

para convertir más almas que todos los jóvenes que han salido de ese seminario". ¡Esto es lógico! ¡Deténganse

y vayan a un seminario, prepárense para convertir almas, cuando está convirtiendo más que todos los que salen

del seminario!

FINALMENTE, quisiera preguntarles antes de que me siente, ¿quién entre ustedes puede decir que posee esta

sabiduría Divina? ¿Quiénes de los laicos? ¿Quiénes de los ministros? ¿Puede alguno de ustedes? ¿Estamos en la

obra, sabiamente para ganar almas o estamos creyendo que el éxito no es criterio de sabiduría? Es un criterio.

Es un criterio seguro que cada ministro debe tratar. La cantidad de su éxito, todo queda igual, mide la cantidad

de sabiduría que ha ejercido en el desempeño de su cargo.

¡Qué tan pocos de ustedes han tenido la suficiente sabiduría para convertir un solo pecador!

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No digan ahora "no puedo convertir a pecadores; ¿cómo puedo convertirlos? Dios solo puede convertir

pecadores". Vean el texto: "El que gana almas es sabio", y no crean que se pueden zafar de esa oración. Es cierto

que Dios convierte a los pecadores, pero hay sentido, también, en el que los ministros los convierten. Y tienen

algo que hacer; algo que requiere sabiduría; algo que, si lo hacen sabiamente, asegurará la conversión de los

pecadores en proporción a la sabiduría empleada. Si nunca han hecho eso, ya es hora que piensen sobre

ustedes, y vean si tienen la sabiduría suficiente para salvar incluso sus propias almas.

Hombres--mujeres--están obligados a ser sabios para ganar almas. Quizá ya almas han perecido; quizá un amigo,

o un hijo está en el infierno, porque no ejercieron sabiduría para salvarlos. La ciudad se está yendo al infierno.

Sí, el mundo se está yendo al infierno, y debe seguir así hasta que la iglesia sepa qué hacer para lograr sus fines,

mientras estamos escribiendo al respecto, sin saber qué hacer, o dónde ponernos a trabajar, y los pecadores se

están yendo al infierno.

Nota del Traductor:

** Una reunión ansiosa (Anxious meeting) para Finney consistía en predicar un sermón breve, y entonces informarle a la gente lo que quería él. Les pedía a quienes estaban ansiosos o conturbados por sus almas, y que estaban dispuestos, inmediatamente a hacer las paces con Dios, y asistir a un reunión para instrucción, adaptada al estado mental de ellos. Finney supo de dichas reuniones por primera vez en Nueva Inglaterra donde se realizaban con el propósito de tener una conversación personal con los pecadores ansiosos y adaptar la enseñanza a los casos de cada persona para guiarlos a Cristo. Estas reuniones se hacían de dos maneras: (1) se pasaban unos momentos en una conversación personal, conociéndose el estado mental de cada persona, y entonces se dirigían a todos quitar cualquier dificultad o error; (2.) al ir con cada persona, y ver el caso de cada uno de ellos por separado, se lograba que prometieran dar su corazón a Dios. Ésta fue una práctica innovadora en su momento, lo cual creó objeción para muchos. Nota del traductor.

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LECCIÓN XII

CÓMO PREDICAR EL EVANGELIO

TEXTO. -- “El que gana almas es sabio.” -- Proverbios 11:30.

UNA de las últimas observaciones en mi conferencia pasada fue que el texto atribuye la conversión del hombre.

Ganar almas es convertir a los hombres. Esta tarde planeo mostrar:

I. QUE VARIOS PASAJES DE LA ESCRITURA LO ATRIBUYEN A LA CONVERSIÓN DEL HOMBRE.

II. QUE ESTO ES CONSISTENTE CON OTROS PASAJES DE QUE LO ATRIBUYEN A LA CONVERSIÓN A DIOS.

III. PROPONGO DISCUTIR VARIOS ASUNTOS EN PARTICULAR QUE CREO IMPORTANTES EN CUANTO A LA

PREDICACIÓN DEL EVANGELIO Y QUE MUESTRAN QUE GRAN SABIDURÍA PRÁCTICA ES NECESARIA PARA

GANAR ALMAS A CRISTO.

I. VOY A MOSTRAR QUE LA BIBLIA LO ATRIBUYE A LA CONVERSIÓN DE LOS HOMBRES.

Hay muchos pasajes que representan la conversión de los pecadores como la obra de los hombres. En Daniel

12:3 dice "los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la

multitud, como las estrellas a perpetua eternidad". Aquí la obra es asignada a los hombres. Del mismo modo en

1 Co. 4:15, "Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo

os engendré por medio del evangelio". Aquí el apóstol explícitamente dice a los corintios que los hizo cristianos,

con el evangelio que les predicó. De nuevo, en Santiago 5: 19-20, se nos enseña lo mismo. "Hermanos, si alguno

de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador

del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados". Podría citar muchos otros

pasajes igual de explícitos, pero éstos son suficientemente abundantes para establecer el hecho que la Biblia

atribuye la conversión a los hombres.

II. PROCEDERÉ A MOSTRAR QUE ESTO NO ES INCONSISTENTE CON ESOS PASAJES EN LOS QUE LA CONVERSIÓN

DE ATRIBUYE A DIOS.

Y aquí permítanme observar que seguido me parece muy extraño que los hombres deban suponer que hay aquí

una inconsistencia, o que deben pasar por alto el simple sentido común del asunto. Cuan fácil es ver aquí que

hay un sentido en el que Dios los convierte y otro sentido en el que los hombres los convierten.

Las escrituras atribuyen la conversión de un pecador a cuatro agencias: a los hombres, Dios, la verdad y el

pecador mismo. Los pasajes que le atribuyen a la verdad son de la clase más extensa. Es sorprendente que los

hombres hayan pasado por alto esta distinción y hayan considerado la conversión como una obra realizada

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exclusivamente por Dios. Lo mismo es que cualquier dificultad debió haberse sentido en el asunto o que la gente

se haya pronunciado incapaz de reconciliar estas varias clases de pasajes.

Pues la Biblia habla del asunto precisamente como hablamos de cosas comunes. Hay un hombre que ha estado

muy enfermo. Es natural que él diga de su médico: "ese hombre salvó mi vida". ¿Acaso quiere decir que el

médico salvó su vida sin referencia a Dios? Ciertamente no a menos que sea un infiel. Dios hizo al médico y

también hizo la medicina. Y nunca puede ser mostrado, pero la agencia de Dios está tan verdaderamente

preocupada en hacer que la medicina haga efecto para salvar su vida como es hacer que la verdad haga efecto

para salvar un alma. Afirmar lo contrario es ateísmo. Es cierto entonces que el médico lo salvó y también es

cierto que Dios lo salvó. Es igualmente cierto que la medicina salvó su vida y que salvó él su vida al tomar la

medicina porque ésta no hubiera hecho nada si no la hubiera él tomado voluntariamente o sometido su cuerpo

a su poder.

En la conversión de un pecador, es cierto que Dios da eficacia a la verdad para volver un pecador a Dios. Es un

agente activo, voluntario y poderoso en cambiar la mente. El que trae la verdad a su atención es también un

agente. Somos aptos para hablar de ministros y otros hombres como sólo instrumentos en convertir a

pecadores. Esto no es exactamente correcto. El hombre es algo más que un instrumento. La verdad es un mero

instrumento inconsciente. Pero el hombre es más, es un agente voluntario y responsable en el asunto. En mi

sermón impreso número 1, que algunos de ustedes han visto, he ilustrado esa idea por el caso de un individuo

en los bancos de las Cataratas del Niágara.

Supóngase que están de pie en el banco de las Cataratas de Niágara. Mientras están parados a la orilla del

precipicio, ven a un hombre absorto en contemplación profunda, acercándose a la orilla sin darse cuenta de su

peligro. Se acerca cada vez más hasta que de hecho levanta su pie para dar el paso final que lo arrojará a la

destrucción. En ese momento levantan su voz de advertencia sobre el rugido de las aguas espumosas y gritan,

"¡detente!" La voz perfora su oído y rompe el encanto que lo ataba; se vuelve instantáneamente, pálido y

horrorizado, se retira, temblando, de la orilla de muerte. Se tambalea, y casi se desmaya con horror; se vuelve

y camina lentamente hacia la casa pública; lo siguen; la agitación manifiesta en el rostro llama la atención de

muchos alrededor de él; y al acercarse ustedes él les señala, y dice, "me han salvado la vida". Aquí él atribuye la

obra a ustedes; y ciertamente hay un sentido en el que lo han salvado. Pero al preguntársele más, dice "la

palabra '¡detente!' que resuena en mis oídos. Oh, para mí fue la palabra de vida." Aquí lo atribuye a la palabra

que lo despertó y causó volverse. Pero al platicar aún más, dijo, "si no me hubiera dado la vuelta en ese instante,

estaría muerto". Aquí habla de ella, y ciertamente, como su propio acto, pero directamente lo oyen decir, "Ah,

la misericordia de Dios. Si Dios no se hubiese interpuesto, debería haber estado perdido". Ahora el único defecto

en esta ilustración es éste: En el supuesto caso, la única interferencia de parte de Dios fue providencial; y sólo

el único sentido en que la salvación de la vida del hombre se le atribuye a él es en un sentido providencial. Pero

en esa conversión de un pecador hay algo más que el empleo de la providencia de Dios, pues aquí no sólo la

providencia lo ordenó así, el que el predicador gritara, "detente", sino el Espíritu de Dios fuerza la verdad dirigida

a él con tremendo poder para inducirlo a que se regresara.

No sólo el predicador grita, "detente", sino a través de la voz viva del predicador el Espíritu grita "detente". El

predicador grita "vuélvete, ¿por qué morirás?" El Espíritu derrama la reconvención con tal poder que el pecador

se vuelve. Ahora, al hablar de este cambio, es perfectamente apropiado decir que el Espíritu lo hizo volver, tal

como se diría de un hombre que había persuadido a otro para cambiar de parecer en el asunto de la política,

que lo había convertido, como en un caso cuando los sentimientos políticos de un hombre fueron cambiados

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por cierto argumento, deberíamos decir, que el argumento lo convenció. Así también con la propiedad perfecta

uno puede atribuir el cambio al predicador, al que le había presentado los motivos, tal como debiéramos decir

de un abogado que había prevalecido en su argumento con el jurado; tenía su caso, había convertido al jurado.

También es con la misma propiedad adscrita al individuo mismo cuyo corazón es cambiado; debemos decir que

ha cambiado de parecer, que ha vuelto, que se ha arrepentido. Ahora es estrictamente cierto, y cierto en el

sentido más elevado y absoluto; el acto es su propio acto, el volverse es su propio regreso, mientras Dios por la

verdad le ha inducido volverse; aún es estrictamente cierto que se ha vuelto y lo ha hecho él mismo. De este

modo vemos el sentido en el que es la obra de Dios, y también el sentido en que es la obra del propio pecador.

El Espíritu de Dios, por la verdad, influye en el pecador para que cambie, y en este sentido es la causa eficiente

del cambio. Pero el pecador de hecho cambia, y por tanto él mismo, en el sentido más apropiado, el autor del

cambio. Hay algunos que, al leer sus Biblias, fijan sus ojos en pasajes que atribuyen la obra al Espíritu de Dios, y

parecen pasar por alto aquéllos que lo atribuyen al hombre, y hablan al respecto como el propio acto del

pecador. Cuando han citado la escritura para probar que es la obra de Dios, parecen pensar que han probado

que es aquello en el que el hombre es pasivo, y que no puede en ningún sentido ser la obra del hombre. Hace

algunos meses un folleto fue escrito con el título "La regeneración es el efecto del poder divino". El escritor

habla para probar que la obra es del Espíritu Santo, y ahí se detiene. Ahora hubiera sido como igual de cierto,

como igual de filosófico, como igual de escritural, si hubiese dicho que la conversión fue obra del hombre. Era

fácil probar que fue obra de Dios, en el sentido en el que lo he explicado. El escritor, por tanto, habla de la

verdad, hasta donde llega, pero sólo ha dicho la mitad de la verdad, pues mientras haya un sentido en el que es

la obra de Dios, como él mostró, hay también un sentido en el que es la obra del hombre, como hemos visto. El

mismo título de ese folleto es una piedra de tropiezo. Dice la verdad, pero no la verdad completa. Y otro folleto

puede ser escrito sobre esa proposición que "la conversión o regeneración es la obra del hombre"; que sería

como igual de cierto, como igual de escritural y como igual de filosófico, como aquél al que he aludido. De ese

modo el escritor, en su celo de reconocer y honrar a Dios como se refiere en ese escrito, al dejar fuera el hecho

de que un cambio de corazón es el propio acto del pecador, ha dejado al pecador fuertemente atrincherado con

sus propias armas en sus manos rebeldes, resistiendo resueltamente las exigencias de su Hacedor, y esperando

pasivamente para que Dios le haga un corazón nuevo. Así verán la consistencia entre el requerimiento del texto,

y el hecho declarado de que Dios es el autor del corazón nuevo. Dios les ordena que lo hagan, espera que ustedes

lo hagan, y si se hace, ustedes deben hacerlo.

Y déjame decirte, pecador, si no lo haces, te irás al infierno y toda la eternidad sentirás que mereciste ser enviado

ahí por no haberlo hecho.

III. COMO SE PROPUSO, AHORA ME REFERIRÉ A VARIOS ASUNTOS PARTICULARES QUE RESULTAN DEL TEMA,

COMO SE CONECTAN CON LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO, Y QUE MUESTRAN QUE LA GRAN SABIDURÍA

PRÁCTICA ES INDISPENSABLE PARA GANAR ALMAS PARA CRISTO.

Y PRIMERO en cuanto a la MANERA DE PREDICAR.

1. Toda la predicación debe ser práctica.

El fin apropiado de toda la doctrina es la práctica. Cualquier cosa puesta como doctrina, que no puede ser usada

como práctica, no es predicar el evangelio. No hay nada de ese tipo de predicación en la Biblia. Todo es práctico.

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,

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a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Una gran cantidad

de predicación hoy en día, como también en el pasado, es llamada doctrinal, opuesta a la predicación práctica.

La mera idea de hacer esa distinción es un artificio del diablo. Y un artificio abominable del mismo Satanás que

nunca diseñó. A veces oyen a ciertos hombres que dicen cosas sobre la necesidad de "adoctrinar a la gente",

queriendo decir algo distinto de la predicación práctica; enseñándoles ciertas doctrinas en medio de un

avivamiento, sin cualquier referencia particular a la práctica. Y he sabido de un ministro en medio de un

avivamiento, mientras se rodeaba de pecadores ansiosos, dejar la obra de convertir almas con el propósito de

"adoctrinar" a los jóvenes convertidos por temor a que alguien más los adoctrinara antes que él. ¡Y ahí se detiene

el avivamiento! Ya sea que su doctrina no fue verdadera, o no fue predicada en la forma correcta. Predicar

doctrinas de una forma abstracta, sin ninguna referencia práctica, es absurdo. Dios siempre trae la doctrina para

regular la práctica. Traer posturas doctrinales para cualquier otro tema no sólo es un disparate sino malvado.

Algunos se oponen a la predicación doctrinal. Si han sido usados para oír doctrinas predicadas de una forma fría

y abstracta, con razón se oponen a ella. Deben oponerse a tal predicación. Pero ¿qué puede predicar un hombre

que no predica doctrina? Si no predica ninguna doctrina, no predica ningún evangelio. Y si no la predica en una

forma práctica, no predica el Evangelio. Toda predicación debe ser doctrinal y toda predicación debe ser

práctica. El mismo diseño de la doctrina es para regular la práctica. Cualquier predicación que no tenga esa

tendencia no es el evangelio. Un estilo suelto y exhortativo de predicación puede afectar las pasiones, y puede

producir excitación, pero nunca instruirá suficientemente a la gente para asegurar conversiones sanas. Por otro

lado, predicar doctrina en una manera abstracta puede llenar la cabeza de nociones, pero nunca santificará el

corazón o la vida.

2. El predicar debe ser directo. El evangelio debe predicarse a los hombres y no acerca de ellos. El ministro debe

dirigirse a su público. Debe predicarles sobre ellos mismos y no dejar la impresión que está predicándoles acerca

de otros. No les hará ningún bien, estará más lejos de que tener éxito en convencer a cada individuo de que ésa

es su intención. Muchos predicadores parecen temer mucho de dar la impresión que ésa es su intención con

todos en particular. Están predicando contra ciertos pecados, no que tengan que ver con el pecador. Es al

pecado, y no el pecador, al que están reprendiendo; y por ningún motivo hablan como si supusieran que algunos

de alguien de su público fuera culpable de estas prácticas abominables. Ahora esto es cualquier cosa menos

predicar el evangelio. Ni los profetas hicieron eso, ni Cristo, ni los apóstoles. Ni tampoco esos ministros que son

exitosos en ganar almas para Cristo.

3. Otra cosa muy importante para considerarse en la predicación es que el ministro debe ir en busca de

pecadores y cristianos, donde pudieran haberse atrincherado ellos con falta de acción. No es el diseño de la

predicación hacer que los hombres sean fáciles y callados, sino hacerles ACTUAR. No es el diseño de llamar a un

médico para que le de sedantes para cubrir la enfermedad y dejarla hasta las muerte, sino buscar la enfermedad

donde está escondida y quitarla. Así que si un profesante de religión ha apostatado, y está lleno de dudas y

temores, no es el deber del ministro calmarlo en sus pecados, y consolarlo, sino ir tras él por sus errores y

apostasías, y mostrarle dónde está y lo que le hace estar lleno de dudas y temores.

El ministro debe saber las opiniones religiosas de cada pecador en su congregación. En efecto, ningún ministro

en el país está sin excusa si no lo hace. No tiene excusa por no saber las posturas religiosas de su congregación,

y de todos que puedan llegar bajo su influencia si ha tenido la oportunidad de conocerlos. ¿De qué otra manera

puede predicarles? ¿Cómo puede saber cómo traer las cosas nuevas y viejas, y adaptar la verdad al caso de

ellos? ¿Cómo puede ir a buscarlos a menos que sepa dónde se esconden? Puede llevar cambios de unas cuantas

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doctrinas nuevas fundamentales, arrepentimiento y fe, fe y arrepentimiento, hasta el día del juicio y nunca hará

ninguna impresión en muchas mentes. Todo pecador tiene un escondite, una trinchera donde persiste. Está en

posesión de alguna MENTIRA favorita, con la que se está callando él mismo. Dejen que el ministro se dé cuenta

y la saque, sea en público o en privado, si no el hombre se irá al infierno en sus pecados y su sangre se hallará

en la saya del ministro.

4. Otra cosa importante de observar es que un ministro debe extenderse en aquellos puntos particulares que

más se necesitan. Explicaré lo que quiero decir.

A veces puede él encontrar a personas que han sido llevadas a un lugar de gran confianza en sus resoluciones.

Creen que pueden consultar su propia conveniencia, y de vez en cuando vez se arrepentirán, cuando están listos,

sin ningún interés del Espíritu de Dios. Dejen que él tome esas nociones, y muestre que son enteramente

opuestas a la escritura, Dejen que él muestre que si el Espíritu de Dios es contristado, sin importar cuán capaz

sea él, es seguro que nunca se arrepentirá y, de vez en vez, cuando le sea conveniente hacerlo, no tendrá

ninguna inclinación. El ministro que encuentra estos errores prevalecientes debe sacarlos a la luz. Debe ir tras

ellos y entender cómo son sostenidos, y entonces debe predicar la clase de verdades que mostrarán la falacia,

la insensatez, y el peligro de estas nociones.

Entonces, por un lado, puede él encontrar a gente que tiene tales posturas sobre elección y soberanía, para

pensar que no tienen nada que ver más que esperar para que las aguas se muevan. Dejen que él vaya en contra

de ellos, las amontonen en su habilidad para obedecer a Dios, y muestren su obligación y deber, y los presione

hasta que los lleve él a entregarse y salvarse. Tienen una postura pervertida de estas doctrinas, y no hay modo

de sacarlos de su escondrijo más que exponerles esos puntos. Cuando un pecador se atrinchera, a menos que

ustedes derramen la luz sobre él ahí, nunca lo moverán. Es inútil presionarle con esas verdades que admite, sin

importar qué tan sencillamente puedan de hecho contradecir esas nociones equivocadas. Las supone que son

perfectamente consistentes y no ve la inconsistencia, y por tanto no lo moverán ni lo llevarán al

arrepentimiento.

Se me ha dicho de un ministro en Nueva Inglaterra, que fue puesto en una congregación, la cual por mucho

tiempo había disfrutado la predicación arminiana, y en su mayoría era arminiana. Pues bien, este ministro, en

su predicación, fuertemente insistió sobre estos puntos opuestos, la doctrina de la elección, soberanía divina,

predestinación, etc. La consecuencia fue, como se pudo esperar donde esto fue hecho con habilidad, hubo un

avivamiento poderoso. Tiempo después, este mismo ministro fue llamado a trabajar en otro campo, en ese

estado, donde la gente estaba del otro lado, y fuertemente impregnada de antinomianismo. Tenían tales

posturas pervertidas de elección y soberanía divina que continuamente decían que no tenían poder para hacer

cualquier cosa, más que esperar el tiempo de Dios. Ahora bien, ¿qué hace un ministro sino inmediatamente ir

a predicar la doctrina de la elección? Y cuando se le pregunta, cómo puede pensar en predicar la doctrina de la

elección tanto a esa gente cuando era lo que los arrullaba en sueño profundo, él contestaba. "Pues, ésa es la

misma clase de verdad por la que hubo un gran avivamiento en…", sin considerar la diferencia en la postura de

la gente. Y si se me informó correctamente, sigue ahí hasta hoy, predicando para echar fuera la doctrina de la

elección y maravillándose que no produce un avivamiento tan poderoso como lo hizo en otro lugar.

Probablemente esos pecadores nunca se convertirán. Deben tomar ustedes las cosas como son, averiguar

dónde miente el pecador, y derramar la verdad sobre ellos ahí, y EMPEZAR A SACARLOS de su refugio de

mentiras. Es de suma importancia que un ministro deba averiguar dónde está la congregación y predicarles de

acuerdo con eso.

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He estado en muchos lugares en tiempos de avivamiento, y nunca he podido utilizar el mismo tipo de

predicación en uno como en otro. Algunos están atrincherados tras un refugio, y otros detrás de otro. En un

lugar, la iglesia necesitará ser instruida, en otro, los pecadores. En un lugar, un conjunto de verdades, en otro,

otro conjunto. Un ministro debe averiguar dónde están y predicarles de acuerdo con eso. Creo que ésta es la

experiencia de todos los predicadores que son llamados a trabajar de campo en campo.

5. Si un ministro quiere promover un avivamiento, debe tener mucho cuidado de no introducir controversia.

Alejará al Espíritu de Dios. De esta forma probablemente más avivamientos se apagarán que en alguna otra.

Vean la historia de la iglesia desde el comienzo, y verán que los ministros son generalmente los responsables de

contristar al Espíritu y causar declive por la controversia. Son los ministros quienes ponen controversia en temas

de discusión, y de vez en cuando se ponen muy celosos en el tema, y hacen que la iglesia entre en un espíritu

de controversia, y entonces el Espíritu de Dios es alejado.

Si tuviera tiempo de repasar la historia de la iglesia desde los días de los Apóstoles, podría mostrar todas las

controversias que tomaron lugar, y los grandes declives en la religión, también, que fueron imputados a los

ministros. Creo que los ministros de hoy en día son responsables por el estado presente de la iglesia, y se verá

que es cierto en el juicio. ¿Quién no sabe que los ministros han estado gritando "herejía" y "nuevas medidas" y

hablando de "avivamientos malignos", hasta que ellos han confundido a la iglesia? Vean a la pobre iglesia

presbiteriana, y vean a los ministros levantando el acto y testimonio, y manteniendo una guerra continua. Oh

Dios, ten misericordia de los ministros. Hablan de sus días de ayuno y oración, pero ¿acaso están estos hombres

para convocar a otros a orar y ayunar? Deben orar y ayunar ellos mismos. Es tiempo que los ministros se reúnan

y oren y ayunen por el mal de la controversia, porque la han causado. La iglesia misma nunca entrará en un

espíritu de controversia a menos que los ministros la lleven a eso. El cuerpo de la iglesia siempre es adverso a

la controversia y se mantendrá alejado de ella, sólo cuando es arrastrado hacia ella por los ministros. Cuando

los cristianos son revividos no están inclinados a meterse con la controversia, ya sea al leer u oír de ella. Pero se

les puede decir de tales y tales "herejías condenables", que están en circulación, hasta que tienen alistados los

sentimientos en la controversia, y entonces se despiden del avivamiento. Si el ministro, al predicar, encuentra

que es necesario discutir puntos en particular sobre los cuales los cristianos difieren en opinión, dejen que POR

TODOS LOS MEDIOS EVITEN un espíritu controversial y la manera de hacerlo [nota: esto fue dicho con dolor en

1833-34].

6. El evangelio debe predicarse en esas proporciones, que todo el evangelio pueda ser llevado ante las mentes

de la gente y produzca su influencia apropiada. Si hay mucho énfasis en una clase de verdad, el carácter cristiano

no tendrá sus debidas proporciones. Su simetría no será perfecta. Si se mora en esa clase de verdades, que

requiera gran ejecución del intelecto, sin explicar al corazón y conciencia, se encontrará que la iglesia será

adoctrinada en esas posturas, tendrá su cabeza llena de nociones, pero no estará despierta ni activa, y ni será

eficiente en la promoción de la religión. Si, por otro lado, la predicación es suelta, indefinida, exhortativa, y

altamente apasionada, la iglesia será como un barco, con mucha vela para su lastre. Estará en peligro de ser

llevada por una tempestad de sentimiento, donde no hay conocimiento suficiente para prevenir ser arrastrada

por cada viento de doctrina. Si se predica mucho de la elección y soberanía, habrá antinomianismo en la iglesia

y los pecadores se esconderán detrás del engaño de que no pueden hacer nada. Si las otras doctrinas de

habilidad y obligación son muy prominentes, producirán arminianismo en la iglesia y los pecadores estarán

fanfarroneando y confiados en sí mismos.

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Cuando entré al ministerio, se había dicho tanto sobre la doctrina de la elección y soberanía, que encontré que

era el escondite universal, tanto para pecadores y la iglesia, de que no podían hacer nada, o que no podían

obedecer el evangelio. Y a donde iba, encontraba que era indispensable demoler esos refugios de mentiras. Y

ningún avivamiento se produciría y continuaría, sino por el morar en esa clase de verdades, que detenía la

habilidad, obligación y responsabilidad del hombre. Ésa fue la única clase de verdades que llevaría a los

pecadores a la sumisión.

No era así en los días cuando el Presidente Edwards y Whitefield trabajaron. En ese entonces las iglesias en

Nueva Inglaterra habían disfrutado de otras cosas menos de la predicación arminiana y todos descansaban en

sí mismos y su propia fuerza. Estos valientes y devotos siervos de Dios salieron y declararon esas doctrinas

particulares de la gracia, soberanía divina y elección y fueron grandemente bendecidos. No moraron en esas

doctrinas exclusivamente, sino que las predicaron muy plenamente. La consecuencia fue, porque en esas

circunstancias los avivamientos resultaron de tal predicación, los ministros, que llegaron después, continuaron

predicando esas doctrinas exclusivamente. Y moraron en ellas por tanto tiempo que la iglesia y el mundo se

atrincheró detrás de ellas, esperando a Dios que viniera e hiciera lo que les requería que hicieran y de ese modo

cesaron los avivamientos por muchos años.

Ahora, y en años pasados, los ministros se han ocupado de localizarlas en estos refugios. Y aquí es del todo

importante para que los ministros de hoy tengan presente que si moran exclusivamente en la habilidad y

obligación, harán que sus público regrese al fundamento arminiano, y entonces dejarán de promover

avivamientos. He aquí un cuerpo de ministros que ha predicado mucho la verdad, y ha tenido grandes

avivamientos respaldados por Dios. Ahora que se sepa y observe que la razón es que han ellos buscado a

pecadores en sus escondrijos. Pero si siguen morando en la misma clase de verdades hasta que los pecadores

se escondan detrás de su predicación, otra clase de verdades deben predicarse. Y entonces si no cambian su

modo, habrá otro ataúd en la iglesia hasta que otra clase de ministros surja y saque a los pecadores de sus

nuevos retiros.

Una postura correcta de ambas clases de verdades, elección y agencia libre, no hará daño. Están eminentemente

calculadas para convertir a pecadores y fortalecer santos. Es una postura pervertida la que enfría el corazón de

la iglesia, cierra los ojos de los pecadores con sueño hasta que se hunden en el infierno. Si tuviera tiempo

comentaría la manera en la que a veces he oído la predicación de las doctrinas de soberanía divina, elección y

habilidad. Han exhibido contradicción irreconciliable, una contra otra. Tales exhibiciones son todo menos el

evangelio y están calculadas para hacer al pecador sentir cualquier cosa menos la responsabilidad con Dios.

Por predicar la verdad en proporciones apropiadas no quiero decir mezclar todas las cosas en el mismo sermón

de tal manera que los pecadores no vean la conexión o consistencias. Un ministro preguntaba a otro: "¿Por qué

no predicas la doctrina de la elección?" Contestó el otro, "porque veo que los pecadores están atrincherados

detrás de la inhabilidad". El primero entonces dijo que conoció a un ministro que predicaba sobre la elección en

la mañana y en la tarde el arrepentimiento. ¡Debe ser la gracia maravillosa la que produce un avivamiento bajo

tal predicación! ¿Qué conexión hay en esto? En vez de exhibir al pecador sus pecados en la mañana, y luego en

la tarde llamarlo para que se arrepintiera, primero recurría a la doctrina de la elección y luego ordenaba

arrepentirse. ¿De qué se iban a arrepentir? ¿De la doctrina de la elección? Esto no es lo que se quiere decir con

predicar la verdad en su proporción. Juntar las cosas sólo confunde la mente del pecador y lo abruma con la

niebla de la metafísica; no es predicación sabia. Cuando se habla de elección, el predicador no está hablando

del deber del pecador. No tiene relación con el deber del pecador. La elección pertenece al gobierno de Dios.

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Es parte de la riqueza sobreabundante de la gracia de Dios. Muestra el amor de Dios, no el deber del pecador.

Y poner junto la elección y el arrepentimiento de esta forma es desviar la mente del pecador de su deber. Ha

sido costumbre, en muchos lugares, por mucho tiempo, llevar la doctrina de la elección en cada sermón. Se le

ha ordenado a los pecadores que se arrepientan, y se les ha dicho que no se pueden arrepentir, en el mismo

sermón. Mucha ingenuidad ha sido ejercida en el intento de reconciliar la "inhabilidad" de un pecador con su

obligación de obedecer a Dios. La elección, predestinación, agencia libre, inhabilidad y el deber han sido

aventados todo junto en un revoltijo promiscuo. Y con la consideración a muchos sermones, ha sido muy cierto,

como ha sido objetado, que los ministros han predicado "puedes y no puedes, podrás y no podrás, lo harás y no

lo harás, serás condenado si no".

Tal mezcolanza de verdad y error, luz y oscuridad ha confundido a la congregación, y ha sido una fuente

fructífera de universalismo y cada especie de infidelidad y error.

7. Es de suma importancia que al pecador se le haga sentir culpable, y no dejar la impresión de que es

infortunado. Creo que es un falla prevalente, particularmente con los libros impresos sobre el tema. Pretenden

hacer al pecador pensar más en sus tristezas que en sus pecados, y sentirse que su estado es más bien

infortunado que criminal. Quizá la mayoría de ustedes han visto un libro encantador publicado con el título

"Todd's Lectures to Children" (Las lecciones de Todd a los niños). Es un libro muy bonito, alegre en algunas de

sus ilustraciones de la verdad, pero tiene una falla muy seria. Muchas de sus ilustraciones, diría muy seguido,

no están hechas para dar la impresión correcta con respecto a la culpa de los pecadores o hacerles sentir cuánto

han de ser culpados. Esto es muy lamentable. Si el escritor hubiera resguardado sus ilustraciones sobre este

punto, para darles la impresión con el sentido de su culpa, no veo cómo un niño podría leer ese libro sin

convertirse.

Muchísimos libros escritos para niños, y para adultos también, en los últimos veinte años, han tenido cometido

este error a un grado alarmante. Los escritos de la señora Sherwood tienen esta falla que sobresale en cada

página. No pretenden hacer sentir culpable al pecador y condenarse a sí mismo. Hasta que se pueda hacer eso,

el evangelio no tendrá efecto.

8. Un objetivo principal del predicador debe ser el hacer sentir la obligación presente. He hablado con miles de

pecadores ansiosos. Y he encontrado que ellos nunca antes habían sentido la presión de la obligación presente.

La impresión no es comúnmente hecha por los ministros en su predicación de que se espera a los pecadores

que se arrepientan AHORA. Y si los ministros suponen que hacen esa impresión, se engañan ellos mismos. Muy

comúnmente cualquier otra impresión se hace en las mentes de pecadores por el predicador de que la se espera

ahora que presenten. Pero ¿qué clase de evangelio es éste? ¿Acaso Dios autoriza esa impresión? ¿Está esto de

acuerdo con la predicación de Jesucristo? ¿Acaso el Espíritu Santo, cuando contiende con el pecador, da la

impresión en su mente de que no espera que obedezca ahora?--¿Acaso fue una impresión cualquiera la que se

produjo por la predicación de los apóstoles? ¿Cómo es que tantos ministros predican ahora para dar una

impresión en su público de que no se espera que arrepienta ahora? Hasta que sea alcanzada la conciencia del

pecador en este tema, predican en vano. Y hasta que los ministros aprendan cómo predicar para dar la impresión

correcta, el mundo nunca podrá ser convertido. ¡Oh, hasta qué punto alarmante la impresión prevalecerá entre

los impenitentes que no se espera que se arrepientan ahora, sino que deben esperar el tiempo de Dios!

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9. A los pecadores se les debe hacer sentir que tienen algo que hacer, que se arrepientan, que es algo que ningún

otro ser puede hacer por ellos, ni Dios, ni el hombre, algo que pueden hacer y hacer ahora. La religión es hacer

algo, no algo para esperar. Deben hacerlo ahora, o están en peligro de la muerte eterna.

10. Los ministros nunca deben descansar satisfechos hasta que hayan ANIQUILADO toda excusa de los

pecadores. El pretexto de la "inhabilidad es la peor de las excusas. Calumnia a Dios, acusándolo de tiranía, en

ordenar a los hombres a hacer aquello que no tienen el poder para hacer. Hagan ver y sentir al pecador que eso

es la mera naturaleza de su excusa. Hagan ver al pecador que todos sus pretextos de no entregarse a Dios son

de hecho un acto de rebelión contra él. Deshagan la última MENTIRA que agarra su mano, y háganlo sentir que

está absolutamente condenado ante Dios.

11. Los pecadores deben sentir que, si ellos ahuyentan al Espíritu de Dios, es muy probable que se pierdan por

siempre. Hay peligro infinito en esto. Deben hacerles entender por qué son dependientes del Espíritu, y que no

es porque ellos no puedan hacer lo que Dios ordena sino porque no están dispuestos. Están tan indispuestos

que es tan seguro que no se arrepentirán sin el Espíritu Santo, como si estuvieran ahora en el infierno, o como

si de hecho fueran incapaces. Están tan opuestos y tan indispuestos, que nunca se arrepentirán en el mundo a

menos que Dios envíe su Espíritu Santo sobre ellos.

Muéstrenles, también, que un pecador bajo el evangelio, que oye la verdad predicada, si se convierte,

generalmente se convierte joven. Y si no se convierte mientras sea joven, comúnmente es desistido de Dios.

Donde la verdad se predica, los pecadores se endurecen al evangelio o se convierten. Sé de algunos pecadores

viejos que se convierten, pero son más bien excepciones y por ningún motivo común.

Quisiera ahora en segundo término, hacer algunas observaciones en la MANERA DE PREDICAR.

1. Debe ser conversacional. Predicar, para ser entendida, debe ser en un estilo coloquial. Un ministro debe

predicar como si hablara, si desea ser totalmente entendido. Nada es más calculado para hacer sentir a un

pecador que la religión es algo misterioso que no puede entender, que su estilo articulado, formal e intrincado,

tan generalmente empleado en el púlpito. El ministro debe hacer como lo que hace un abogado cuando quiere

que un jurado le entienda perfectamente. Usa un estilo perfectamente coloquial. Este estilo hinchado e

intrincado no hará bien. El evangelio nunca producirá grandes efectos hasta que los ministros hablan en el

púlpito como si platicaran.

2. Tiene que ser en el lenguaje de la vida cotidiana. No sólo debe ser lenguaje coloquial en su estilo, sino que las

palabras sean tal como son en el uso cotidiano. De otro modo no se darán a entender. En el Nuevo Testamento

observarán que Jesucristo invariablemente usa las palabras de tipo común. Rara vez encontrarán una palabra

de las instrucciones de él que ningún niño no pueda entender. El lenguaje de los evangelios es llano, sencillo y

muy fácilmente entendido de cualquier idioma en el mundo.

Es malvado que un ministro descuide este principio. Algunos ministros usan el lenguaje que es puramente

técnico en la predicación. Creen evitar problemas al explicar el significado plenamente cuando empiezan, pero

esto no lo soluciona. No servirá al hacer a la gente entender lo que quiere decir. Si usa una palabra que no es

de uso común, y que la gente no entiende, su explicación puede ser completa pero la dificultad es que la gente

olvidará sus explicaciones y luego sus palabras estarán en chino para ellos. O si usa una palabra cotidiana, pero

la emplea con falta de sentido común, dando sus explicaciones especiales, tampoco es bueno, pues la gente

pronto olvidará sus explicaciones especiales, y entonces la impresión de hecho comunicada a sus mentes será

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según su entendimiento común de la palabra. Y así nunca transmitirá la idea correcta a su congregación. Es

sorprendente cuántos hombres de mentes pensantes hay en las congregaciones, que no entienden las

expresiones técnicas más comunes utilizadas por los ministros como regeneración, santificación, etc.

Usen palabras que se puedan entender perfectamente. No usen, por temor de parecer incultos, lenguaje

rebuscado, que la gente no entienda. El apóstol dice que el hombre es un bárbaro, quien usa lenguaje que la

gente no puede entender. "Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?" En los

días de los apóstoles había algunos predicadores que se enorgullecían al mostrar su dominio del lenguaje y

presumían la variedad de lenguas que podían hablar, que la gente común no podía entender. El apóstol

reprende ese espíritu duramente y dice "prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar

también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida".

A veces he oído a ministros predicar, incluso cuando había avivamiento, cuando me he preguntado qué haría

esa parte de la congregación que no tuviera diccionario. Tantas frases han sido incluidas, para abiertamente

adornar el discurso, en vez de instruir a la gente, que me he sentido como queriéndole decirle "siéntese y no

confunda la mente de las personas con su predicación de bárbaro que no pueden entender".

3. El predicar debe ser parabólico. Es decir, las ilustraciones deben ser constantemente usadas, traídas de

incidentes reales o supuestos. Jesucristo constantemente ilustraba sus enseñanzas de esa manera. El

presentaba un principio y luego lo ilustraba con una parábola, esto es, una historia breve de un evento real o

imaginario, o introducía el principio en la parábola. Hay millones de hechos que deben ser usados para ventaja

y sin embargo pocos ministros se atreven a usarlas, por temor que alguien los reproche. Alguien dice, "¡oh, él

cuenta historias! ¡Cuenta historias!" Pues, ésa fue la manera que Jesús predicaba. Y es la manera de predicar.

Los hechos, reales o supuestos, deben usarse para mostrar la verdad. Las verdades sin ilustrarse están

generalmente tan bien calculadas para convertir a pecadores como una demostración matemática. ¿Es siempre

así? ¿Será siempre un asunto de reproche que los ministros sigan el ejemplo de Jesucristo, en ilustrar las

verdades con hechos? Que lo hagan, que los necios los reprochen cómo los ministros cuenta historias. Tienen

al Señor Jesucristo y el sentido común de su lado.

4. Las ilustraciones deben ser sacadas de la vida cotidiana y los asuntos cotidianos de la sociedad. Una vez oí a

un ministro ilustrar sus ideas en la manera en que los comerciantes hacen negocio en sus tiendas. Otro ministro

que estaba presente hizo comentarios de él después. Objetó de esa ilustración particularmente porque decía

que era muy familiar, y que rebajaba la dignidad del púlpito. Decía que todas las ilustraciones en la predicación

debían ser tomadas de la historia antigua, o de una fuente elevada, que mantuviera en alto la dignidad del

púlpito. ¡Dignidad, en efecto! Sólo el lenguaje del diablo. Se regocija en él. Pues, el objeto de una ilustración es

hacer a la gente ver la verdad, no mantener la dignidad del púlpito. Un ministro cuyo corazón está en la obra no

usa una ilustración para hacer a la gente mirar fijamente, sino hacerles ver la verdad. Si tomara ilustraciones de

la historia antigua no podría hacer a la gente ver, no ilustraría nada. La novedad de eso puede despertar la

atención, pero entonces perderían la verdad misma porque si la ilustración en sí es una novedad, la atención

será dirigida a ese hecho como asunto de la historia, y la verdad en sí, que fue designada para ilustrar, se pierde

de vista. La ilustración debe ser, en lo posible, un asunto de ocurrencia común, y entre más común es la

ocurrencia, más seguro será, no para fijar la atención en sí, sino servir como un medio mediante el cual la verdad

es transmitida. Me ha dolido el corazón al escuchar ilustraciones tomadas de la historia antigua, de las cuales ni

uno en cien de la congregación había escuchado. La manera en la que fueron referidas fue fuertemente teñida,

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por decir lo menos, de la apariencia de vanidad y un intento de sorprender a la gente con exhibición de

conocimiento.

El Salvador siempre ilustró sus enseñanzas con cosas que se hacían entre la gente a quien les predicaba y con

cosas familiares. Descendía con frecuencia muy por debajo de lo que ahora se supone que es esencial para

sostener la dignidad del púlpito. Hablaba sobre gallinas y polluelos, niños en los mercados, ovejas y corderos,

pastores, agricultores y comerciantes. Y cuando hablaba de reyes, como en la vida del hijo del rey, y el noble

que se fue lejos para recibir un reino, tenía referencia de hechos históricos que eran muy conocidos entre la

gente de ese tiempo. La ilustración debe ser tomada de cosas tan comunes que ésta en sí no aleje la atención

del tema sino que la gente pueda ver a través de ella la verdad ilustrada.

5. El predicar debe ser repetitivo. Si un ministro quiere predicar con efecto, no debe tener miedo de repetir lo

que vea que los pecadores no entiendan perfectamente. He aquí el mal de usar notas. El predicador sigue lo

que ha escrito, y no puede observar si le entienden o no. Si interrumpe su lectura, intenta capturar las

expresiones de su público, y explica donde no entiendan, se pierde, se confunde y se rinde. Si el ministro pone

sus ojos en la gente a la que le predica, puede normalmente decirles por sus miradas si le entienden. Y si ve que

le entienden en un punto en particular, dejen que se detenga y lo ilustre. Si no entienden una ilustración, dejen

que dé otra, y la haga más clara a las mentes de ellos antes de que prosiga. Pero aquellos que escriben sus

sermones prosiguen, en un ritmo regular y consecutivo, así como en un ensayo o libro, y no repiten lo que

piensan hasta que el público comprenda totalmente.

Estaba platicando con uno de los primeros abogados en este país. Me decía que la dificultad con la que los

predicadores se encontraban para darse a entender era que no repetían lo suficiente. Dice él, "cuando me dirijo

a un jurado, siempre espero, cual sea lo que deseo para impresionar sus mentes, lo tenga que repetir por lo

menos dos veces, y con frecuencia lo repito tres o cuatro veces, e incluso tantas veces como haya miembros del

jurado frente a mí. De otro modo, no haría que prestaran atención para que pudieran sentir la fuerza de lo que

viene después". Si un jurado bajo juramento, llamado para decidir en los asuntos comunes de este mundo, no

puede aprehender un argumento a menos que haya mucha repetición, cómo se espera que los hombres

entiendan la predicación del evangelio sin ella.

Del mismo modo el ministro debe volver a un pensamiento importante una y otra vez ante su público, hasta

incluso para que los niños lo entiendan perfectamente. No digan que tanta repetición creará disgusto en las

mentes cultivadas. No disgustará. Esto no es lo que disgusta a hombres pensantes. No están cansados de los

esfuerzos que un ministro hace para darse a entender. El hecho es entre más sencillas son las ilustraciones del

predicador, más simple hace todo, más hombres cultivados estarán interesados. Sé que los hombres cultos

seguido tienen ideas que nunca tuvieron antes, de las ilustraciones que fueron diseñadas para llevar el evangelio

a la compresión de un niño. Tales hombres están comúnmente tan ocupados con los asuntos de este mundo

que no piensan mucho en el tema de religión y por tanto necesitan una predicación más sencilla y les gustará.

6. Un ministro debe siempre sentir profundamente el tema, y entonces acomodará la acción a la palabra, y la

palabra a la acción, para causar impresión total que la verdad está calculada para hacerlo. Debe estar en

seriedad solemne en lo que dice. Oí hace poco una crítica acertada sobre este tema. "Cuán importante es que

un ministro deba sentir lo que dice. Entonces sus acciones desde luego corresponderán a sus palabras. Si se

embarca a hacer gestos, sus brazos se mueven como un molino, y aún no esto causa ninguna impresión". Se

requerirá lo más esforzado del arte en escena para que los actores hagan sentir a su público. El diseño de la

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elocución es enseñar esa habilidad, pero si un hombre siente totalmente el tema, lo hará naturalmente. Hará

naturalmente eso que la elocución enseña laboriosamente. Véase a cualquier persona común y corriente en las

calles, que es sincero para hablar. Véase con qué fuerza gesticula. Véase a una mujer o un niño sinceros. ¡Qué

natural! Gesticula con sus manos como si movieran sus labios y lengua. Es la perfección de la elocuencia.

Que el ministro, entonces, sólo sienta lo que dice, y no esté atado a sus notas, lectura o ensayo, para hablar,

como un niño de escuela, primero con un pie y luego con el otro, y será elocuente.

Con razón mucha de la predicación tiene tan poco efecto. Los gestos son mucha importancia de lo que

generalmente se supone. Las puras palabras nunca expresarán el significado del evangelio. La manera de decirlo

es casi todo. Supongan que algunos de ustedes, una madre, llega a su casa esta noche, tan pronto como está a

la puerta, la nana sale apresurada y agitada diciéndole que su hijo se ha quemado hasta la muerte. De inmediato

le creerían, y lo sentirían también. Pero supongan que sale de una manera fría y despreocupada. ¿Les

impactaría? No. Es la seriedad de la manera y la angustia en su cara que lo hace creíble. Saben que pasa algo

antes de que diga una palabra.

La otra vez oí un comentario respecto a la predicación de un joven ministro, que fue ilustrativo. Él no tenía

instrucción, en el sentido común del término, pero estaba bastante preparado para ganar almas. Se decía de él:

"la manera en la que llega, se sienta en el púlpito, y se levanta a hablar, es un sermón en sí. Muestra que tiene

algo importante y serio qué decir". La manera de decir las cosas de ese hombre movía los sentimientos de toda

la congregación, cuando las mismas cosas se decían de una manera prosaica y no producían ningún efecto.

Un hecho, dado por uno de los más distinguidos profesantes de la elocución en los Estados Unidos, debió

impresionar a los ministros en el tema, ese hombre era un infiel. Dijo: "He sido empleado desde hace catorces

años en la enseñanza de la elocución a los ministros, y sé que no creen la religión cristiana. La Biblia puede ser

verdad. No lo niego, pero sé que estos ministros no la creen. Puedo demostrarlo. La perfección de mi arte es

enseñarles a hablar naturalmente sobre ese tema. Voy a sus estudios, y platico con ellos, y hablan

elocuentemente. Les digo, 'caballeros, si predican así como ahora lo hacen tan naturalmente sobre cualquier

otro tema en el que estén interesados, no necesitan ser enseñados. Eso es lo que estoy tratando de enseñarles.

Los oigo hablar sobre temas con fuerza y elocuencia admirables. Los veo ir al púlpito y hablan y actúan como si

no creyeran lo que están diciendo'. Les he dicho a ellos una y otra vez, que hablen en el púlpito como si hablaran

naturalmente conmigo. No puedo obligarlos y entonces sé que ellos no creen la religión cristiana".

Les he mencionado esto para mostrar cuán universal es que los hombres gesticulen correctamente si sienten

correctamente. La única forma para que hablen naturalmente es que ellos SIENTAN PROFUNDAMENTE. ¿Cómo

se puede ser natural en su elocución cuando no creen?

7. Un ministro debe apuntar a su congregación. Pero se preguntarán, ¿acaso toda la predicación apunta a eso?

No. Un ministro tiene un objetivo en predicar, pero la mayoría de los sermones nunca aspiran a convertir a

pecadores. Y si los pecadores fueran convertidos bajo ellos, el predicador mismo se sorprendería. Una vez supe

de un hecho sobre este punto. Había dos ministros jóvenes que habían entrado al ministerio al mismo tiempo.

Uno de ellos tenía gran éxito convirtiendo a pecadores, el otro ninguno. El segundo preguntó al otro, un día,

cuál era la razón de esa diferencia. "Pues la razón es que aspiro a otro fin que tú al predicar. Mi objetivo es

convertir pecadores, pero tú no buscas eso. Vas y hablas de la soberanía de Dios, que no produces el mismo

efecto, cuando no aspiras a eso. Toma, llévate uno de mis sermones, predícalo a tu gente, y ve qué efecto

tendrá". Así lo hizo el hombre y predicó y sí produjo el efecto. Se asustó cuando los pecadores empezaron a

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llorar, y cuando uno fue a él luego de la reunión para preguntarle qué debía hacer, el ministro se disculpó y le

dijo, "no quise herirlo, siento haber lastimado sus sentimientos". ¡Qué horrible!

8. Un ministro debe anticipar las objeciones de los pecadores y responderlas. ¿Qué hace un abogado cuando

defiende ante el jurado? ¡Oh, cuán distinta es la causa de Jesucristo defendida desde causas humanas! Comentó

un abogado que la causa de Jesucristo tenía poquísimos defensores capaces de cualquier causa en el mundo. Y

en parte le creo. ¿Acaso un abogado prosigue con su argumento en un orden normal y no explica nada oscuro,

o anticipa los argumentos de sus antagonistas? Si lo hiciera, perdería su caso seguramente. Pero no. El litigante,

que está abogando por dinero, anticipa toda objeción, que puede ser hecha por su antagonista, y

cuidadosamente las remueve o las explica, para dejar el terreno libre en tanto prosiga, que el jurado puede

acordar en cada punto. Pero los ministros seguido dejan una y otra dificultad sin tocar. Los pecadores que los

oyen sienten la dificultad, y nunca en sus mentes la resuelven, y nunca saben cómo removerla, y quizá el ministro

nunca se tome la molestia de saber que existían tales dificultades, y sin embargo se pregunta por qué no se

convierte su congregación, y por qué no hay avivamiento, ¿Cómo es que se maravilla por eso, cuando nunca

averigua las dificultades y objeciones que sienten los pecadores y las remueve?

9. Si un ministro quiere predicar el evangelio con efecto tiene que estar seguro de no ser monótono. Si predica

de una forma monótona, predicará a la gente para que se duerma. Cualquier sonido monótono, grande o

pequeño, si sigue, dispone a la gente para dormir. Las Cataratas del Niágara, el rugido del océano, o cualquier

otro sonido tan grande o pequeño, tienen ese efecto natural en el sistema nervioso. Nunca oirán esa manera

monótona de la gente platicando. Y un ministro no puede ser monótono en la predicación, si siente lo que dice.

10. Un ministro debe dirigirse a los sentimientos lo suficiente para asegurar la atención, y entonces tratar con

la conciencia, y escudriñar hasta el fondo. Apelaciones a los sentimientos solas nunca convertirá al pecador. Si

el predicador trata mucho en éstas, puede que haga surgir excitación, y vendrá ola tras ola de sentimiento sobre

la congregación y la gente será llevada con la corriente y descansará en esperanzas falsas. Si la atención se

debilita, apelen a los sentimientos de nuevo, y súbanla, pero hagan su obra con conciencia.

11. Si puede, es deseable que un ministro aprenda el efecto de un sermón, antes de que predique otro. Que

aprenda si se entiende, si ha producido alguna impresión, si algunas dificultades son dejadas en cuanto al tema

que necesitan aclararse, si surgen objeciones y cosas similares. Cuando esté enterado de todo, entonces sabe

qué predicar, ¿qué se pensaría de un médico que debe recitar medicina a su paciente, una y otra vez, sin primero

tratar de saber del efecto, o si ha producido o no efecto? Un ministro nunca podrá tratar a sus pecadores como

debiera hasta que averigüe si su instrucción ha sido recibida y entendida, y si las dificultades en las mentes de

los pecadores se han quitado y su camino se ha abierto al Salvador para que ellos no tengan que tropezar y

tropezar hasta que sus almas se hayan perdido.

Había planeado tocar otros puntos más, pero el tiempo no lo permite. Quisiera cerrar con unas

OBSERVACIONES

1. Vemos por qué muy pocas de las mentes sobresalientes en muchas comunidades se convierten.

Hasta los últimos avivamientos, los profesionistas eran rara vez alcanzados por predicaciones, y eran casi todos

infieles de corazón. La gente apenas entendía la Biblia para asegurar la idea que no podía convertirse. La razón

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es obvia. El evangelio no había sido encomendado a las conciencias de tales hombres. Los ministros no habían

lidiado con la mente, y razonado para hacer que esa clase de mente viera la verdad del evangelio y sintiera su

poder, y como consecuencia esas personas habían llegado a considerar la religión como algo poco digno de su

atención.

Pero en los últimos años el caso es alterado y en algunos lugares ha habido más de esta clase de personas

convertidas en proporción a sus números, que en otros. Esto es porque fueron hechos para entender las

exigencias del evangelio. Los predicadores lidiaron con sus mentes, y les mostraron la razonabilidad de la

religión. Y cuando esto se hace, se encuentra que la clase de mentes son más fácilmente convertidas que

ninguna otra. Tienen mucha mejor capacidad para recibir un argumento, y están mucho más en el hábito de

someterse a las fuerzas de la razón, que tan pronto como el evangelio se adueña de sus mentes, las rompe y

derrite a los pies de Cristo.

2. Antes que el evangelio haga un efecto general, tenemos que tener una clase de predicadores espontáneos

por las siguientes razones:

(1.) Ningún grupo de hombres puede soportar la labor de escribir sermones y hacer toda la predicación, la cual

será requisito.

(2.) La predicación escrita no está estimada para producir el efecto requerido. Tal predicación no presenta la

verdad en la forma correcta.

(3.) Es imposible que un hombre que escriba sus sermones arregle su tema, y le dé la vuelta y escoja sus

pensamientos, para producir el mismo efecto cuando se dirige a la gente directamente, y los haga sentir lo que

realmente se propuso. Escribir sermones tuvo su origen en tiempos de dificultad política. La práctica era

desconocida en los días de los apóstoles. Sin duda los sermones escritos han hecho mucho bien, pero no pueden

dar al evangelio su gran poder. Quizá muchos ministros han sido entrenados en el uso de apuntes, es mejor que

no los tiren. Quizá no hagan bien su trabajo sin ellos. La dificultad no sería por la falta de entendimiento, sino

mala instrucción. El mal hábito empieza con el niño en la escuela, que es llamado a hablar de su composición.

En vez de prepararlo para expresar sus propios pensamientos y sentimientos en su propio lenguaje, y con su

forma propia, así como la naturaleza misma impulsa, está hecho para hacer memorizar la composición de otra

persona, y luego la dice de una forma rígida y formal. Y entonces cuando va a la universidad, y al seminario, en

vez de ser entrenado para la hablar con espontaneidad, está preparado para escribir su composición y

memorizarla. Yo buscaría lo opuesto desde el principio. Le daría un tema, dejarlo pensar y luego que lo dijera.

Quizá cometa errores. Muy bien, es de esperarse--en un principiante, pero aprenderá. Supongan que al principio

no sea bastante elocuente. Muy bien, puede mejorar. Y está el camino para hacerlo. Este tipo de preparación

levantará una clase de ministros que puedan convertir al mundo.

Pero hay objeción a la predicación con espontaneidad, que si los ministros no escriben, no piensan. Esta queja

tendrá peso con aquellos hombres cuyo hábito ha sido siempre escribir sus pensamientos. Pero para un hombre

con un hábito distinto, no tendría peso para nada. Escribir no es pensar. Y si debo juzgar por los muchos

sermones escritos que he escuchado predicar, quienes los hicieron han estado haciendo todo, menos pensar.

La labor mecánica de escribir es realmente un obstáculo para un pensamiento rápido y próximo. Es cierto que

algunos predicadores espontáneos no han sido hombres pensantes. Un hombre cuyos hábitos siempre han sido

tales, que sólo se pone a pensar cuando su mente está con la pluma, desde luego, al ponerla a un lado, le costará

trabajo pensar; y si intenta predicar sin escribir cambiará hasta que sus hábitos sean cambiados totalmente, le

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será difícil hacer sus sermones con la misma cantidad de pensamiento, como si conformara sus viejos hábitos

de escritura. Pero debe recordarse que esto es sólo debido a su entrenamiento para escribir, y que siempre

estuvo acostumbrado a eso. Es la instrucción y el hábito lo que le cuesta trabajo pensar sin escribir. ¿Intentará

alguien decir que los abogados no son hombres pensantes, que sus argumentos ante una corte o jurado no son

profundos y bien digeridos? Y sin embargo, todos saben que no escriben sus discursos. Debe entenderse,

también, que en la universidad, tienen la misma instrucción con los ministros, y tienen la misma desventaja de

haber sido entrenados a escribir sus pensamientos, y es sólo después que entran a su profesión que cambian su

hábito. Si fueran educados, como debe ser, para improvisar hábitos en la escuela, serían muy elocuentes y

poderosos en argumentación como son ahora.

He oído mucho esta queja a la predicación con espontaneidad desde que entré al ministerio. Seguido me decían

entonces, en respuesta a mi postura de la predicación con espontaneidad, que los ministros que predicaran así,

no instruirían las iglesias, que habría mucho de lo mismo en su predicación, y que pronto se volverían insípidos

y repetitivos por la falta de pensamiento. Pero cada año de experiencia ha producido convicción en mi mente,

que lo contrario a esta objeción es cierto. El hombre que escribe menos, si le place, pensará más, y dirá lo que

piensa en una manera que será mejor entendida que si fuera escrita, y que, así en la proporción que hace a un

lado su labor de escritura, su cuerpo será dejado libre para ejercitar, y su mente para pensamiento vigoroso y

consecutivo.

La gran razón por la que se supone que los predicadores espontáneos repiten con más frecuencia sus

pensamientos es porque lo que dicen es, de una forma general, más perfectamente recordado por la

congregación que si leyera. He sabido con frecuencia de predicadores que repiten sus sermones escritos una

vez cada un mes, sin ser reconocidos por la congregación. Pero la manera en la que los sermones espontáneos

son generalmente dados es mucho más impresionante que los pensamientos que no pueden en general ser

pronto repetidos, sin ser recordados. Nunca tendrán un grupo de hombres en las salas de la legislación, los

tribunales de justicia, y en nuestros púlpitos, que sean oradores apabullantes y poderosos, y puedan llevar al

mundo ante ellos, hasta que nuestro sistema les enseñe a pensar, cerca, rápido y consecutivamente, y hasta

que sus hábitos de hablar en las escuelas sean espontáneos. El mismo estilo de comunicar el pensamiento, en

lo que es llamado un buen estilo de escribir, no está calculado para dejar una honda huella en la mente, o

comunicar el pensamiento en una manera clara e impresionante. No es lacónico, directo, pertinente. No es la

lengua de la naturaleza. Es imposible que los gestos deban ser acoplados al estilo común de escritura. Y como

consecuencia, y cuando intentan gesticular en la lectura de un ensayo, o dar un sermón escrito, sus gestos sean

una imitación burlesca en cuanto al hablar en público.

Al dar un sermón en ese estilo de escribir un ensayo, es imposible que casi todo el fuego del significado y poder

del gesto, y rasgos, actitud, y énfasis, no deban perderse. Nunca podemos tener un significado pleno del

evangelio hasta que tiremos nuestros apuntes.

3. El plan de estudios y enseñanza para la obra del ministro debe ser exclusivamente teológico.

Es lo que quiero decir. No voy a discutir el asunto de que si toda la educación debe o no ser teológica. Pero digo

que la educación para el ministerio debe ser exclusivamente así. Pero se preguntarán, ¿acaso no debe un

ministro entender ciencia? Les respondería que sí, entre más, mejor. Sería que los ministros pudieran entender

toda la ciencia, pero en conexión con la teología. Estudiar la ciencia es estudiar la obra de Dios. Y estudiar

teología es estudiar a Dios.

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Que se le haga al erudito, por ejemplo, esta pregunta: ¿Hay un Dios? Para responderla, dejen que escudriñe el

universo, que vaya a todos los departamentos de la ciencia, encuentre pruebas del diseño, y de esa forma

aprenda la existencia de Dios. Que averigüe cuántos dioses hay, y que escudriñe la creación para ver si hay tal

unidad de diseño que revele a un solo Dios. Del mismo modo, que indague concerniente a los atributos de Dios

y su carácter. Aprenderá ciencia aquí, pero la aprenderá como parte de la teología. Que escudriñe en cada área

de conocimiento y traiga pruebas. ¿Cuál fue el diseño de este plan? ¿Cuál fue el fin de ese arreglo? Véase si todo

lo que encuentran en el universo no está calculado para producir felicidad, a menos que se pervierta.

¿Se endurecería y enfriaría el corazón al estudiar, tan fríos y duros como los muros universitarios, si la ciencia

fuese buscada de esa forma? Cada lección lo lleva directo ante Dios, y es de hecho comunión con Dios, y advierte

su corazón, y lo hace más piadoso, más solemne, más santo. Esta misma distinción entre estudio clásico y

teológico es una maldición para la iglesia y una maldición para el mundo. El estudiante pasa cuatro años en la

universidad en estudios clásicos, y no hay Dios en ellos, y luego tres años de seminario, en estudios teológicos,

y ¿qué entonces? Pobre joven, pónganlo a trabajar y encontrarán que no está educado para el ministerio. La

iglesia gime bajo su predicación porque no predica con unción ni poder. Se ha echado a perder en preparación.

4. Aprendemos cuál es la predicación de avivamiento. Todos los ministros deben ser ministros de avivamiento;

esto es, esto debe ser calculado para promover santidad. La gente dice: "está muy bien tener algunos hombres

en la iglesia que sean predicadores de avivamiento, y que puedan ir y promover avivamientos, pero entonces

debe haber otros para adoctrinar la iglesia". ¡Qué raro! ¡Acaso no saben que un avivamiento adoctrina la iglesia

más rápido que cualquier otra cosa! Y un ministro nunca producirá un avivamiento si no adoctrina a su público.

La predicación que he descrito está llena de doctrina, pero es doctrina para ser practicada. Y eso es predicación

de avivamiento.

5. Hay dos objeciones a veces traídas contra el tipo de predicación que he recomendado.

(1.) Esto es rebajar la dignidad del pulpito a su estilo coloquial y de abogado. Están impactados ante eso. Pero

es sólo por la novedad y por cualquier impropiedad que hay en eso mismo. Oí un comentario hecho por un

dirigente laico en el centro de este estado en cuanto a la predicación de un cierto ministro. Dijo que era la

primera predicación que había escuchado y entendido, y que escuchaba al primer ministro que hablaba como

si creyera su propia doctrina, pensó que estaba loco. Pero poco a poco, se le hizo ver que todo era cierto, y se

rindió a la verdad, como el poder de Dios para la salvación de su alma.

¿Qué es la dignidad del púlpito? ¡Ver a un ministro que está en el púlpito sosteniendo su dignidad! ¡Ay, ay!

Durante mi viaje al extranjero, oí a un misionero inglés que predicaba exactamente de esa forma. Creo que era

un buen hombre y fuera del púlpito hablaba como un hombre sincero, pero tan pronto estaba en el púlpito

parecía un perfecto autómata, hinchándose, recitando y cantando, bastante para poner a todos a dormir. Y la

dificultad parecía ser que quería mantener la dignidad del púlpito.

(2.) Se objeta que esa predicación es teátrica. El obispo de Londres le preguntó una vez a Garrick, el célebre

actor de teatro, por qué los actores, que representaban ficción, movían a todos hasta llorar, mientras a los

ministros, en representación de las realidades más solemnes, apenas les oían. Garrick filosóficamente contestó:

"es porque representamos la ficción como realidad, y ustedes representan la realidad como ficción". Esto dice

todo. Ahora, ¿cuál es el diseño del actor en una representación teátrica? Es arrojarse en el espíritu y significado

del escritor, para adoptar sus sentimientos, hacerlos suyos, sentirlos, encarnarlos, arrojarlos al público como

una realidad viviente. Y ahora, ¿cuál es la objeción a todo esto en la predicación? El actor adapta la acción a la

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palabra, y la palabra a la acción. Su apariencia, manos, actitudes, y todo, están diseñados para expresar

plenamente el significado del escritor. Ahora, esto debe ser el objetivo del predicador. Y si por "teátrico"

queremos decir la representación más fuerte posible de sentimientos expresados, entonces entre más teátrico

es un sermón, mejor. Y si los ministros están muy rígidos, la gente muy fastidiada, para aprender incluso del

actor, o del escenario, el mejor método de cimbrar la mente, reforzar el sentimiento, y difundir el calor del

pensamiento abrasante a una congregación, entonces sigan con su forma prosaica, lectura y rigidez mojigata.

Pero recuerden que mientras en ese modo estén ellos alejando y condenando el arte del actor e intentando

sostener "la dignidad del púlpito", los teatros pueden estar atestados todas las noches. La gente de sentido

común se entretendrá con esa manera de hablar y los pecadores se irán al infierno.

6. Una congregación puede aprender cómo escoger a un ministro.

Cuando una iglesia con una vacante está buscando un ministro, hay dos puntos clave en los cuales se fija su

atención. (1.) Quede debe ser popular. (2.) Que debe ser instruido. Eso está muy bien. Pero este punto debe ser

el primero en su búsqueda: "¿Es sabio para ganar almas?" Sin importar cuán elocuente el ministro sea, o cuán

instruido. No importa cuán grato y popular es en sus maneras. Si es un hecho que los pecadores no se convierten

bajo su predicación, muestra que no tiene esa sabiduría, y los hijos y vecinos de ustedes se irán directo al infierno

bajo su predicación.

Me da gusto saber que muchas iglesias harán esa pregunta acerca de los ministros. Y si ellos encuentran que un

ministro es destituido de esa cualidad vital, no lo tendrán. Y si se pueden encontrar ministros quienes son sabios

para ganar almas, las iglesias tendrán esos ministros. Es en vano contender contra eso, o fingir que no están

instruidos o educados, o algo parecido. Es en vano para las escuelas que obliguen a las iglesias aceptar una

carrera de ministros que son instruidos en todo menos en lo que más necesitan saber. Las iglesias han

pronunciado que no son aptos, y no apoyarán eso que es muy notoriamente inadecuado como el sistema

presente de educación teológica.

Es muy difícil decir qué necesita decirse en este tema, sin estar en riesgo de concebir un espíritu equivocado en

la iglesia hacia los ministros. Muchos profesantes de religión están listos para encontrar fallas en los ministros

cuando no hay razón en la medida que se vuelve muy difícil decir de los ministros qué es cierto, y qué necesita

decirse, sin ser pervertidos y abusados por esta clase de profesantes. No diría nada para lastimar la influencia

de un ministro de Cristo, que está realmente intentando hacer bien. Merecen cien veces más influencia que

ellos merecen o tienen. Pero decir la verdad no lastima la influencia de esos ministros que con sus vidas y

predicación dan evidencia a la iglesia que su objetivo es hacer bien y ganar almas para Cristo. Esta clase de

ministros reconocerá la verdad de todo lo que he dicho o deseo decir. Lo ven todo, y lo deploran. Pero si hay

ministros que no están haciendo bien, que se están alimentando ellos mismos y no al rebaño, tales ministros no

merecen influencia. Si no hacen bien, es tiempo que ellos tomen otra profesión. Son sanguijuelas en los órganos

vitales de la iglesia, succionando la sangre de su corazón. Son inútiles y peor que eso. Y mientras más pronto

sean puestos a un lado, y sus lugares se llenen de aquellos que harán por Cristo, mejor.

FINALMENTE--Es el deber de la iglesia orar por nosotros, los ministros. Ni uno de nosotros es tal como debemos

ser. Como Pablo, podemos decir: "Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?" Pero ¿quién de nosotros es como

Pablo? ¿Dónde encontrarán un ministro como Pablo? No están aquí. Hemos sido educados mal, todos nosotros.

Oren por las escuelas, universidades y seminarios. Oren por los jóvenes que se preparan para el ministerio. Oren

por los ministros, que Dios les dé sabiduría para ganar almas. Y oren que Dios dote a la iglesia con la sabiduría y

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los medios para educar una generación de ministros que salgan y conviertan al mundo. La iglesia debe trabajar

en oración, gemir y agonizar por eso. Esto es ahora la perla del precio de la iglesia, suplir del tipo correcto de

ministros. La venida del milenio depende de este tipo de ministros diferentes, que estén mejor educados para

la obra. Y esto tendremos tan seguro como el Señor mantiene bien su promesa. Ese ministerio como está ahora

en la iglesia nunca convertirá al mundo. Pero el mundo está para convertirse, y por tanto Dios intenta tener

ministros que lo hagan. "Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies."

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LECCIÓN XIII

CÓMO LAS IGLESIAS PUEDEN AYUDAR A LOS MINISTROS

TEXTO. -- “Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; más cuando él

bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron

una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus

manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso

el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.” -- Éxodo 17:11-13.

Ustedes que leen sus Biblias recordarán la conexión que estos versículos tienen. El pueblo de Dios al someter a

sus enemigos fue a la batalla contra los amalecitas, y esos incidentes tomaron lugar. Es difícil concebir por qué

la importancia debe adherirse a la circunstancia de Moisés que alzaba sus manos, a menos que la expresión se

entienda para denotar la actitud de oración. Y entonces su alzamiento de manos, y su éxito al hacerlo, nos

enseñará la importancia de la oración a Dios por su ayuda en todos nuestros conflictos con los enemigos de

Dios. La cooperación y apoyo de Aarón y Hur ha sido generalmente entendida para representar el deber de las

iglesias para apoyar y ayudar a los ministros en su obra, y la importancia de esta cooperación para el éxito de

evangelio predicado. Haré uso de ello en esta ocasión. Como he hablado del deber de los ministros en la labor

para los avivamientos, ahora consideraré:

LA IMPORTANCIA DE LA COOPERACIÓN DE LA IGLESIA PARA PRODUCIR Y REALIZAR UN AVIVAMIENTO

Hay un número de cosas cuya importancia en promover un avivamiento no ha sido debidamente considerado

por las iglesias y los ministros, que si no se atiende será imposible que los avivamientos se extiendan, o incluso

que continúen por un tiempo considerable. En mis dos últimas conferencias, me he enfocado en los deberes de

los ministros sin entrar más o menos extensivamente en ese departamento de medios. No lo he hecho con esa

parte del tema, pero es importante aquí hacerlo a un lado y discutir algunos puntos en los que la iglesia estará

para ayudar a su ministro, si espera disfrutar un avivamiento. Al discutir el tema, propongo:

I. MENCIONAR VARIAS COSAS QUE LOS CRISTIANOS TIENEN QUE EVITAR, SI APOYAN A LOS MINISTROS.

II. ALGUNAS COSAS QUE SE TIENEN QUE ATENDER.

I. VOY A MENCIONAR ALGUNAS COSAS QUE SE TIENEN QUE EVITAR.

1. Por todos los medios mantengan clara la idea, tanto en teoría como en práctica, que un ministro está para

promover avivamientos solo. Muchas personas están inclinadas a tomar una actitud pasiva en este tema y

sienten como si no tuvieran nada que ver. Han empleado a un ministro y le pagan, para alimentarlos con

instrucción y comodidad, y ahora no tienen nada que hacer más que sentarse y pasarse la comida que les da.

Van a pagarle su sueldo, y asistir a su predicación, y creen que les está yendo muy bien. Y él de su parte espera

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predicar doctrina buena, sensata y cómoda, para sostener, y hacerles sentirse cómodos, y así esperan irse al

cielo. Les digo, SE IRÁN AL INFIERNO, si ésa es su religión. Eso no es el camino al cielo.

Tenga la seguridad que donde ese espíritu prevalezca en la iglesia, sin importar qué tan bueno pueda ser el

ministro, la iglesia ha tomado un curso para prevenir un avivamiento. Si es siempre tan fiel, tan comprometido,

talentoso y elocuente, se puede quizá desgastar y quizá hasta destruir su vida, pero habrá poco o nada de

avivamiento.

Donde no hay iglesia, o muy pocos miembros en ella, un avivamiento puede ser promovido sin ningún esfuerzo

organizado por la iglesia, porque no está ahí, y en tal caso, Dios acomoda su gracia a las circunstancias, como

hizo cuando los apóstoles salieron, solos, para plantar el evangelio en el mundo. He visto instancias de

avivamientos poderosos donde así ha sido el caso. Pero donde hay medios, Dios los usará. Preferiría no tener

ninguna iglesia en algún lugar, que intentar promover un avivamiento en un lugar donde hay una iglesia que no

trabaje. Su pueblo le pedirá a Dios que los dote de bendiciones. La influencia contrarrestante de una iglesia que

no trabaja es peor que la infidelidad. No hay posibilidad de ocupar terreno neutral, en cuanto a un avivamiento,

aunque algunos profesantes imaginen que son neutrales. Si un profesante no se dispone a trabajar, se opone a

la obra. Que intente tomar una posición neutral, y diga que va a esperar y ver cómo resulta--pues, es eso

precisamente lo que el diablo quiere que él haga. Los profesantes pueden de ese modo hacer su obra mucho

más eficazmente que la oposición abierta. Si toman una posición abierta, todo mundo dirá que no tiene religión,

y así hará la obra del diablo más eficazmente.

Al emplear a un ministro, una iglesia debe recordar que sólo han empleado a un dirigente que los guíe a la acción

en la causa de Cristo. La gente pensará que sería extraño si alguien propone apoyar a un general y luego lo deja

ir y pelea solo. La iglesia concibe equivocadamente el diseño del ministerio si dejan a su ministro trabajar solo.

No es suficiente que deban oír sermones. Eso sólo es la palabra de mandamiento, que la iglesia está obligada a

seguir.

2. No se quejen de su ministro porque no hay avivamiento si no están cumpliendo con su deber. Es inútil

quejarse porque no hay avivamiento si no están cumpliendo con su deber. Eso por sí solo es razón suficiente

que no haya avivamiento. Es muy cruel y abominable que una iglesia se queje de su ministro cuando ellos

mismos están dormidos. Es muy común para los profesantes de religión que se atribuyan el mérito ellos mismos,

y callen sus conciencias por quejarse de sus ministros. Y cuando la importancia de los ministros que están

despiertos es dicha, esta clase de personas están listas para decir: "Nunca tendremos un avivamiento con un

ministro así" cuando el hecho es que su ministro está mucho más despierto que ellos.

Otra cosa es cierta en cuanto a este punto, que vale la pena notar. Cuando la iglesia está hundida en un estado

bajo, los profesantes de religión están muy aptos para quejarse de la iglesia, y del estado bajo de religión entre

ellos. Se quejan mucho de ese ser irresponsable e intangible, la "iglesia" por estar dormida. Sus quejas del estado

bajo de la religión, y de la frialdad de la iglesia o del ministro, son derramados tristemente, sin parecer darse

cuenta que la iglesia está compuesta de individuos, y que hasta que cada uno tome su caso entre sus manos, se

queje de sí misma, se humille ante Dios, se arrepienta, y despierte, la iglesia nunca tendrá eficacia, y nunca

podrá haber un avivamiento. Si en vez de quejarse de su ministro, o de la iglesia, se despertaran como

individuos, y no se quejaran de él o ellos hasta que ustedes puedan decir que son puros de la sangre de todos

los hombres, y que están cumpliendo con su deber para salvar pecadores, él estará listo para sentir la justicia

de sus quejas, y si no, Dios lo hará, ya sea que lo despierte o lo remueva.

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3. No dejen que su ministro se desgaste al intentar realizar la obra él solo mientras ustedes rehúsan ayudarle. A

veces sucede que un ministro encuentra el arca del Señor que no se moverá a menos que despliegue él toda su

fortaleza, y haya estado tan deseoso por un avivamiento que ha hecho eso y ha fallecido. Y estaba dispuesto a

morir por ello. Podría mencionar algunos casos en este estado, donde los ministros han fallecido, y sin duda

como consecuencia de sus trabajos para promover un avivamiento donde la iglesia se ha rezagado de la obra.

Mencionaré un caso. Hace unos años un ministro estaba trabajando donde había un avivamiento; un anciano

de una iglesia algo lejos lo visitó y quería que él fuera a predicar allá. No había avivamiento ahí, y nunca lo había

habido, y el anciano se quejó de su estado, decía que ellos habían tenido dos ministros excelentes, uno se había

desgatado completamente y fallecido, y el otro se había agotado, y desanimado, y los dejó. Era una iglesia pobre

y débil, sus prospectos en mucha oscuridad a menos que hubiera un avivamiento; le suplicó a ese ministro que

fuera y les ayudara. Se veía muy triste, y el ministro oyó su queja, y por fin le contestó preguntando: "¿Por qué

no tuvieron ningún avivamiento?" "No sé", respondió el anciano. "Nuestro ministro trabajó mucho, pero la

iglesia no despertó y por alguna razón no hubo avivamiento". Dijo el ministro, "pues bien, veo lo que quieren

ustedes; han matado a un ministro de Dios, agotado a otro que tuvo que dejarlos, y ahora el diablo lo ha enviado

aquí por mí para que yo meza la cuna por ustedes. Tuvieron un buen ministro que les predicaba, pero se

durmieron, y se esforzó hasta que falleció en la obra. Entonces el Señor les dejó tener otro, y todavía se

acostaron y durmieron, y no se despertaron para cumplir con su deber. Y ahora viene usted en desesperación y

quieren otro ministro, ¿verdad? Ni lo mande Dios que tengan ustedes otro ministro mientras hagan lo que han

hecho. Ni lo mande Dios que tengan otro ministro hasta que la iglesia despierte". Le afectó al anciano, pues era

un buen hombre. Se le salieron las lágrimas y dijo que no era más de lo que merecían. Dijo el ministro, "¿será

fiel e irá a casa y le dirá a la iglesia lo que dije? Si lo hace, y ellos son fieles y despiertan para cumplir con su

deber, tendrán un ministro. Se lo garantizo". El anciano dijo que lo haría y cumplió su palabra. Se fue a casa y le

dijo a la iglesia que fue muy cruel de su parte pedir otro ministro que viniera a menos que despertaran. Lo

sintieron, confesaron sus pecados y despertaron para cumplir su deber, y un ministro fue enviado a ellos y siguió

un avivamiento poderoso y precioso.

Las iglesias no se dan cuenta de cuán a menudo su frialdad y rezago pueden ser absolutamente la causa de

fallecimiento de ministros. El estado de la gente, y de los pecadores, descansa en su mente, se esfuerzan en el

alma día y noche, trabajan dentro y fuera de temporada, más allá del poder de la constitución humana, hasta

que se agotan y mueren. La iglesia no sabe la agonía del corazón del ministro cuando se esfuerza por las almas

y trabaja para despertar a la iglesia para ayudar, y todavía los ve en la soñolencia de muerte. Quizá a veces se

levanten con un esfuerzo espasmódico por unos días, y luego todo se enfría de nuevo. Y muchísimos ministros

fieles se acaban y fallecen, y entonces estos profesantes insensibles son los primeros en culparlo por hacer

demasiado.

Recuerdo un caso de un buen ministro, que fue a un lugar donde había un avivamiento, y mientras estaba ahí

oyó un sermón directo a los ministros. Lo recibió como un hombre de Dios; no se rebeló contra la verdad de

Dios, sino prometió solemnemente que no descansaría hasta que viera un avivamiento entre su gente. Volvió a

casa y se puso a trabajar; la iglesia no despertaba, excepto unos cuantos miembros, y el Señor los bendijo, y

derramó su Espíritu, pero el ministró cayó en cama y murió en medio del avivamiento.

4. Tengan cuidado de no quejarse de la predicación directa y sencilla, incluso cuando las reprensiones de ésta

sean para ustedes. Las iglesias están listas para olvidar que un ministro es responsable sólo ante Dios. Quieren

hacer reglas por las que un ministro predique para que no sea para ellos. Si él cierne sobre la iglesia, ellos lo

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llaman personal, y se rebelan contra la verdad. O dicen que no debe predicar tan explícitamente a la iglesia ante

el mundo; expone la religión, dicen, que debe apartarlos y predicar a la iglesia sola, y no decirle a los pecadores

lo malo que son los cristianos. Pero hay casos donde un ministro no puede hacer menos que mostrar a la casa

de Jacob sus pecados. Si preguntan, ¿por qué hacerlo cuando estamos nada más nosotros? Respondo, así como

si los pecadores no supieran que hicieron mal. Les predicaré de ustedes, sobre sus pecados, cuando se juntan

para pecar. Pero vive el Señor que si pecan ante el mundo, serán reprendidos ante el mundo. ¿Acaso no es un

hecho que los pecadores saben cómo viven y que se tropiezan al infierno? Entonces no culpen a los ministros

cuando ven que es su deber es reprender a la iglesia abiertamente ante el mundo. Si son tan orgullosos que no

pueden soportar eso, no esperen un avivamiento. No llamen a la predicación demasiado directa porque expone

las faltas de la iglesia. No hay tal cosa acerca de una predicación muy directa.

5. A veces los profesantes se alarman, no sea que el ministro ofenda a los impíos por la predicación directa. Y

empezarán a tomar precauciones contra él, y le pedirán que si no hubiera sido mejor que hubiera alterado un

poco para evitar ofender, y cosas así. Ese temor se ha exaltado especialmente si alguien de los miembros más

pudientes e influyentes de la congregación se ofende, no sea que retire su apoyo de la iglesia, y ya no más dé

su dinero para ayudar a pagar el sueldo del ministro, y de esa manera la carga será más pesada para la iglesia.

Nunca podrán tener un avivamiento en una iglesia así. Pues la iglesia debe orar, sobre todas las cosas, para que

la verdad pueda llegar sobre los impíos como fuego. ¿Qué si se ofenden? Cristo puede estar muy bien sin su

dinero. No culpen a su ministro, ni le pidan que cambie el modo de su predicación para agradar y conciliar al

impío. Es inútil que un ministro predique al impenitente, a menos que predique la verdad a ellos. Y no hará

ningún bien pagar por el sostenimiento del evangelio, a menos que se predique de una forma tal que ellos

puedan ser buscados y salvados.

A veces los miembros de la iglesia hablarán entre ellos sobre la imprudencia del ministro, y crearán un bando, y

se meterán en un espíritu equivocado, porque los perversos no están contentos. Había un lugar donde había un

avivamiento poderoso, y gran oposición. La iglesia se alarmó por temor a que si el ministro no era menos directo

y explícito, algunos de los impenitentes se irían a otra congregación. Y uno de los dirigentes en la iglesia fue

asignado a ir con el ministro y pedirle que no predicara tan duro, que tales y tales personas se irían de la iglesia.

El ministro preguntó: "¿Acaso no es verdad la predicación?" "Sí". ¿Acaso no la bendice Dios?" "Sí". "¿Vieron lo

mismo en esta obra antes en este lugar?" "No, nunca". "Quítate delante de mí, Satanás, el diablo te ha enviado

aquí para dar este recado; ves que Dios está bendiciendo la predicación, la obra está realizándose, y los

pecadores se están convirtiendo día todos los días, y ahora vienes para que baje el tono a la predicación, para

apaciguar las mentes de los impíos". El hombre se sintió reprendido, y lo tomó como un cristiano; vio su error y

se sometió, y nunca más se oyó de hallar alguna falla en la forma de la predicación.

En otro pueblo, donde había un avivamiento, una mujer que tenía algo de influencia (no piadosa), se quejó

mucho sobre la predicación sencilla, directa y personal, como le llamaba. Pero poco a poco ella misma se volvió

un sujeto de la obra. Después de eso, algunos de sus amigos impenitentes le recordaban lo que decía en contra

del predicador por "predicar tan calurosamente". Ahora decía que su opinión cambió y no le importaba cuán

calurosamente la verdad se predicaba si era incandescente.

6. No tomen parte con el perverso en nada. Si lo hacen, fortalecerán sus manos. Si el perverso acusa al ministro

de ser imprudente, o de ser personal, y si los miembros, sin admitir que el ministro lo hace, sólo admiten que la

predicación personal está mal, y hablan sobre la impropiedad de ésta, los perversos sentirán que están de su

lado contra el ministro. Adoptan sus principios, usan su lenguaje, y se entiende que simpatizan con ellos. ¿Qué

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es predicación personal? Ningún individuo nunca se beneficia por predicar a menos que esté hecho para sentir

que lo siente. Ahora tal predicación siempre es personal. Seguido parece tan personal, para los perversos, que

sienten como si fueran a ser llamados por nombre ante la congregación. Una vez un ministro estaba predicando

a la congregación, y cuando describía ciertos caracteres, dijo "si fuera omnisciente, podría llamar por nombres

a las personas que responden a esa descripción". Un nombre gritó: "¡nómbrame!" y se vio como si fuera a

tragarlo la tierra. Luego dijo que no tenía idea al decirlo, pero el ministro lo describió tan perfectamente, que

realmente pensó que lo iba a llamar por su nombre. El ministro no sabía que había un hombre así en el mundo.

Es común que hombres piensen que su propia conducta es descrita y se quejan, "¿quién le ha estado diciendo

de mí? Alguien ha estado hablándole a él de mí, y haciendo que me predique". Supongo que he escuchado como

quinientos o mil casos así. Ahora si los miembros de la iglesia admitieran que está mal que un ministro se refiera

a alguien en su predicación, ¿qué bien puede hacer si no están dispuestos a que su ministro se refiera a alguien

o le predique a cualquiera, mejor que lo despidan? ¿A quién debe predicar si no a las personas?, ¿los individuos

frente a él? ¿Y cómo puede predicarles a ellos cuando no se lo propone?

7. Si van a estar con su ministro en la promoción de un avivamiento, no contradigan su predicación. Si predica

que los pecadores se van a ir al infierno, no mientan al respecto, y sonrían, por su ligereza y despreocupación.

He oído a pecadores hablar del efecto producido en sus mentes, por la ligereza en los cristianos, luego de un

discurso serio y penetrante. Se sienten serios y tiernos, y se empiezan a alarmar por su condición, y ven a estos

profesantes, en vez de llorar por ellos, están ligeros y despreocupados, diciendo: "no tengan miedo, pecadores,

no es tan malo, después de todo; mantengan la calma y les irá bien; ¿creen que reiremos y vacilaremos si se

fueran al infierno tan rápido? No debemos reírnos si sólo su casa estuviera en llamas, menos aún si la viéramos

arder por dentro". ¿De qué utilidad es que un ministro predique a los pecadores en un estado así de las cosas?

8. No le quiten innecesariamente el tiempo a su ministro. Los ministros a menudo pierden mucho tiempo con

los individuos que los visitan para platicar, cuando no tienen nada de importante de qué hablar y ningún

propósito en particular. Al ministro desde luego le da gusto ver a sus amigos, y está con frecuencia con mucha

disposición para pasar un rato platicando con su gente, como los ama y los estima. Los profesantes de religión

deben recordar que el tiempo de un ministro vale más que el oro, pues puede ser utilizado en aquello que el

oro no puede comprar. Si el ministro es alejado de la oración, su Biblia, o estudio, para que ellos se den el gusto

de platicar con él, hacen mucho daño. Cuando tienen una buena razón para eso, nunca deben retractarse de

visitarlo e incluso tomen el tiempo que sea necesario. Pero si no tienen nada en particular e importante qué

decir, manténgase lejos. Supe de un hombre en una de nuestras ciudades, sin trabajo, que le quitaba el tiempo

al ministro por varios meses. Llegaba a su estudio, se sentaba por tres horas cada vez y hablaba, porque no tenía

nada que hacer, hasta que finalmente el ministro lo reprendió claramente diciéndole cuánto pecado estaba

cometiendo.

9. Asegúrense de no sancionar nada que sea calculado para desviar la atención del tema de religión. Con

frecuencia cuando llega el momento del año para trabajar, cuando las noches son largas, el negocio es lento, y

es el momento para hacer un esfuerzo extra, en ese momento, alguien de la iglesia hace una fiesta e invita a

algunos amigos cristianos para tener una fiesta religiosa. Y entonces otras familias hacen lo mismo para regresar

la invitación. Luego otra y otra hasta que crece como un sistema de fiestas que consume todo el invierno.

¡Abominable! Esto es una gran estratagema del diablo porque parece tan inocente y tan propio para promover

un buen sentimiento y aumentar las relaciones entre los cristianos. Y entonces, en vez de reuniones de oración,

tendrán fiestas.

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Los males de estas fiestas son muy grandes. Con frecuencia se organizan a un gran costo y se practica la más

abominable glotonería en ellas. Se dice que el gasto es de cien a doscientos dólares. Se me ha dicho que algunas

instancias, los cristianos profesantes han hecho grandes fiestas y grandes entretenimientos, y han excusado su

prodigalidad impía en el uso del dinero de Jesucristo, al dar lo que queda, después de que el festín terminó, a

los pobres. De ese modo hacen que sea una virtud el festejar y desenfrenarse, incluso hasta hartarse, en la

generosidad de la providencia de Dios, bajo la pretensión de beneficiar a los pobres. Éste es el mismo ejemplo,

con un baile espléndido que fue se hizo hace unos años, en una ciudad vecina. El baile fue organizado para

beneficio de los pobres y cada caballero pagó cierta cantidad, y luego del baile, lo que quedaba de los fondos

levantados así, se iban a dar a los pobres las migajas que habían caído debajo de la mesa. De verdad que ésta

es una caridad extraña, comer, beber, bailar, y cuando se han desenfrenado y festejado hasta ya no poder

disfrutar, le dan a los pobres las migajas que han caído de la mesa. No veo por qué ese baile es tan piadoso

como las tertulias cristianas. El mal de los bailes no consiste simplemente en el ejercicio del baile, sino en la

disipación, los excesos, y tentaciones conectados con ellas.

Pero se dice que son fiestas cristianas, y que todos, o casi todos, son profesantes de religión quienes asisten. Y

más aún, que terminan, con frecuencia, con oración. Ahora considero esto como uno de sus peores distintivos,

que luego de desperdiciar tiempo y dinero, exceso en comer y beber, la conversación vana, y demás tonterías,

con lo que se llena cada temporada, deba hacerse un intento de santificarla, endosarla a Dios, al concluirla con

oración. Digan lo que quieran, no sería más absurdo e incongruente, o profano, cerrar un baile, o una obra de

teatro, o tertulia, con oración.

¡Ha llegado a eso que los practicantes de religión, que profesan el deseo de la salvación del mundo, cuando tales

llamados son hechos para ellos, desde los cuatro vientos del cielo, para enviar el evangelio, preparar las Biblias,

los folletos y misioneros, para salvar al mundo de la muerte, deban gastarse miles de dólares en una noche, y

luego ir al concierto mensual y orar por los impíos!

En algunas instancias, se me ha dicho, encuentran un bálsamo para sus conciencias, en el hecho de que el

ministro asiste a esas fiestas. Esto, desde luego, da peso a tal ejemplo, y un profesante de religión hace una

fiesta e invita a su ministro, otros hacen lo mismo. El siguiente paso que dan puede ser que cada uno haga un

baile, y ¡asigne al ministro como el director! ¿Por qué no? Y quizá, de vez en vez, les hará el favor de tocar el

violín. En mi opinión, de una vez que lo haga, como que asista y concluya una fiesta así con oración.

He oído con dolor que un círculo de fiestas, no sé hasta qué tanto, se ha hecho en ROCHESTER--ese lugar tan

altamente favorecido del Señor. No sé a través de cuyas influencias han sido organizadas, o por cuáles personas

en particular han sido patrocinadas y asistidas. Pero debo aconsejar a cualquier congregación que está pensando

en tener círculos de fiestas, para mientras tanto mandar a su ministro que vaya y predique donde la gente esté

lista para recibir la palabra y sacar provecho de eso, y no hacer que se quede y esté afligido, angustiado, y sea

muerto, por intentar promover la religión entre ellos, mientras ellos están completamente ocupados en el

servicio del diablo.

Los profesantes de religión nunca deben hacer nada que pueda desviar la atención pública de la religión, sin

primero haber consultado a su ministro, y hacerlo un asunto de oración especial. Y si encuentran que tendrá

ese efecto, nunca deben hacerlo. Asuntos con frecuencia vendrán ante el público que tienen esa tendencia;

algún curso de conferencias, o espectáculo, o similares. Los profesantes deben ser sabios, y entender de qué se

trata, y no dar consentimiento a tal cosa, hasta que vean qué influencia tendrá, y si obstaculizará un

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avivamiento. Si lo hacen, que no haya nada que tenga que ver con eso. Cada cosa debe ser estimada por su

esfuerzo en el reino de Cristo.

En relación a las fiestas, digan lo que gusten sobre que son una recreación inocente. Apelo a cualquiera de

ustedes que hayan asistido a ellas para que digan ¿si son aptas para la oración, o aumentan su espiritualidad, o

si los pecadores son convertidos en ellas, o los cristianos son hechos para agonizar en la oración por las almas?

II. VOY A MENCIONAR VARIAS COSAS QUE LAS IGLESIAS TIENEN QUE HACER SI VAN A PROMOVER UN

AVIVAMIENTO Y AYUDAR A SU MINISTRO.

1. Deben suplir sus necesidades terrenales. Un ministro, que se da a sí mismo enteramente a la obra, no puede

tener trabajo del mundo, y desde luego está enteramente dependiente de su gente para suplir sus carencias

terrenales, incluyendo el sostenimiento de su familia. No necesito discutir este punto aquí, pues todos ustedes

entienden eso perfectamente.

Es un mandamiento de Dios que "los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio". Pero vean a su

alrededor cuántas iglesias hacen eso. Por ejemplo, cuando les falta un ministro, andan buscando y viendo qué

tan barato pueden conseguir uno. Calculan cuántos centavos costará su sal, cuánto su comida, y entonces fijan

su salario tan bajo como para sujetarlo a la incomodidad extrema para salir del paso y mantener a su familia.

Un ministro debe tener su mente tranquila, estudiar y laborar con efecto, y no puede estar viendo los precios,

regateando y estando al pendiente de las mejores oportunidades para comprar algo para su provecho para lo

que necesita. Si está obligado a hacer eso, su mente está avergonzada. A menos que sus carencias terrenales

sean suplidas, que sus pensamientos sean abstraídos de ellas, ¿cómo puede cumplir con su deber?

2. Sean honestos con su ministro.

No midan ni calculen con cuánta sal y medidas de grano pueda él arreglárselas. Recuérdese, están tratando con

Cristo. Y les llama a poner a los ministros en una situación que con prudencia normal la vergüenza terrenal es

inaceptable.

3. Sean puntuales con él.

A veces las iglesias, cuando están por contratar a un ministro, tienen mucho orgullo acerca de darle un salario,

y hacen una suscripción y fijan el sueldo que nunca pagarán, y muy posiblemente nunca esperarán pagar. Y así,

luego de uno, dos, tres, o cuatro años, la sociedad se atrasa tres o cuatrocientos dólares de deuda con su

ministro, y entonces esperan que él se los dé. Y en todo esto se preguntan ¡por qué no hay avivamiento! Ésta

puede ser la razón por la que iglesia ha MENTIDO; han prometido fielmente pagar tanto y no lo han hecho. Dios

no puede consistentemente derramar su Espíritu sobre esa iglesia.

4. Páguenle su sueldo sin preguntar.

Nada es más vergonzoso, con frecuencia, para un ministro que esté forzado a pedir a su gente que le paguen.

Con frecuencia tiene enemigos, y los ofende, al verse obligado a pedir y pedir su dinero, y entonces no lo recibe

como le prometieron. Pagarían ellos su préstamo si estuviera en riesgo, pero cuando no es nada más que

conciencia y bendición de Dios, lo dejan como está. Si alguien tuviera un aviso del banco, lo verán cauteloso y

presto para estar antes de las tres de la tarde. Esto es porque el pagaré será reclamado, y perderán ellos su

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reputación. Pero saben que el ministro no los demandará por su sueldo, y son negligentes y dejan que pase, y

él debe sufrir la inconveniencia. Esto no es tan común en la ciudad como lo es en el campo. Pero ahí, he sabido

de casos desconsoladores de angustia y miseria, por la negligencia y crueldad de las congregaciones en RETENER

aquello que es obligación. Las iglesias viven una mentira y estafa, y luego se preguntan por qué no hay ningún

avivamiento. ¿Cómo es que se preguntan?

5. Oren por su ministro.

Quiero decir algo así. ¿Qué suponen que quiero decir? Incluso los apóstoles les urgían a las iglesias que oraran

por ellos. Esto es más importante de lo que se imaginan. Los ministros no piden a la gente que oren por ellos

simplemente como hombres, ni que sean llenos de la abundancia de las influencias del Espíritu, meramente

para promocionar su disfrute personal, sino que saben que a menos que la iglesia grandemente desee una

bendición sobre las labores de un ministro, es tentar a Dios esperarla. Cuan seguido pasa al púlpito un ministro,

sintiendo que su corazón está listo quebrantarse por la bendición de Dios, mientras que también siente que no

hay lugar para esperarla, porque ¡no hay razón para creer que la iglesia la desea! Quizá ha estado dos horas de

rodillas en súplica, y sin embargo, porque la iglesia no desea una bendición, siente como si sus palabras

rebotaran en su cara.

He visto a cristianos estar en agonía cuando su ministro pasa al púlpito por temor a que su mente estuviera en

una nube, o su corazón frío, o que no tuviera unción, y entonces que la bendición no llegue. He trabajado con

un hombre así. Oraba hasta que tuviera la certeza en su mente que Dios estaría conmigo en la predicación, y a

veces oraba enfermo. He sabido el momento, cuando estaba en oscuridad por un tiempo, mientras la gente se

estaba reuniendo, y su mente se llenaba de ansiedad, y se iba una y otra vez a orar, hasta que finalmente llegaba

a la habitación con un rostro plácido y decía, "el Señor ha llegado, y estará con nosotros. No sé si alguna vez se

hubiera equivocado.

Sé de una iglesia que lleva en sus brazos a su ministro en oración día con día, y vigila con ansiedad inexpresable,

¡para ver que tenga el Espíritu Santo con él en sus labores! Cuando sienten y oran así, ¡oh, qué sentimientos y

qué miradas se manifiestan en la congregación! Han sentido la ansiedad inexpresable para que la palabra venga

con poder, y surta efecto, y cuando su oración es contestada, y oyen una palabra u oración que llega "CÁLIDA"

desde corazón, y surte efecto en la gente, pueden ver a todas sus almas que están atentas. Cuán distinto es el

caso, donde la iglesia siente que el ministro está orando, y entonces ¡no hay necesidad de orar! Están

equivocados. La iglesia debe desear y orar por la bendición. Dios dice que será solicitado por la casa de Israel.

Ojalá sientan que no puede haber sustituto de eso.

He visto casos en avivamientos, donde la iglesia fue detenida en la parte de atrás en cuanto a la oración, y las

personas de fuera fueron llamadas para orar en todas las reuniones. Esto es triste, incluso si debe haber un

avivamiento, pues el avivamiento debe ser menos poderoso y menos beneficioso en sus influencias en la iglesia.

No sé pero a veces he ofendido a cristianos y ministros de fuera, por seguir llamando a los miembros de la iglesia

de ese lugar para orar, y no a aquellos de fuera. No fue por faltarles el respeto a ellos, sino porque el objetivo

era hacer que la iglesia que estaba preocupada, deseara, orara, y agonizara por una bendición.

En un cierto lugar, una reunión alargad se realizó, sin buenos resultados, se produjo gran mal. Fui llevado a

averiguar la razón. Y resultó que en todas sus reuniones, ni un miembro de su propia iglesia fue llamado a orar,

sino que todas las oraciones fueron hechas por personas de fuera. Con razón ningún bien se hizo. La iglesia no

estaba interesada. El dirigente de la reunión tenía buena intención, pero emprendió el avivamiento sin hacer

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que la iglesia ahí trabajara. Dejó que la iglesia floja se echara y no hiciera nada, y pues no pudo hacer ningún

bien.

Las iglesias deben orar por los ministros como agentes de quebrantar a los pecadores con la palabra de verdad.

La oración por un ministro se ha hace a menudo en forma formal y rígida, y se confina a las reuniones de oración.

Se harán oraciones en la forma antigua, como siempre lo han hecho: "Señor, bendice a tu siervo que ministra,

quien lo has puesto en esta parte de los muros de Sion", y demás, que equivale a nada porque no hay corazón

en ellas. La prueba con frecuencia es que nunca pensaron orar por él en secreto, nunca han agonizado en sus

lugares de oración por una bendición en sus labores. Pueden no omitirlo completamente en sus oraciones. Si

hacen eso, es evidente que les importa muy poco las labores de su ministro. Pero ése no es el lugar más

importante. La manera de presentar oración eficaz por su ministro es llevándola donde oran, y cuando estén en

secreto, luchen con Dios para que atienda las labores de su ministro.

Supe de un caso de un ministro enfermo, que se deprimió y su mente se hundió, estaba en tinieblas, y no sentía

que pudiera predicar más. Un individuo de la iglesia fue despertado para sentir la situación del ministro para

orar que pudiera tener el Espíritu Santo para atender su predicación. Una mañana del Día del Señor, la mente

de la persona fue muy inquietada y empezó a orar tan pronto amaneció, y oraba una y otra vez por la bendición

del día. Y el Señor de alguna forma dirigió al ministro como la oración de esta persona hizo. La persona le decía

al Señor lo que pensaba de la situación y el estado mental del ministro, y suplicaba, como si no se le fuera a

negar, por una bendición. El ministro pasó al púlpito y predicó, la luz cayó sobre él, y la palabra fue con poder,

y un avivamiento empezó ese día.

6. La iglesia debe suplirle al ministro y garantizar su sostenimiento, independientemente de los impíos. De otra

forma puede ser forzado a su familia padezca hambre, o detener una parte de la verdad para no ofender a

pecadores. Una vez reprendí a un ministro que encontré que tenía miedo de salir con la verdad. Le dije que me

sorprendía que no atacará ciertos puntos. Me dijo que debía agradar a ciertos hombres, que podrían ser tocados

ahí. Eran los impíos que lo sostenían, y eso lo hizo muy dependiente de ellos para comer, se daban la vuelta y

se aprovechaban de él por la falta de fe de ellos y de temor a los hombres. La iglesia debe siempre decirle a su

ministro, "Te apoyaremos, ponte a trabajar, que la verdad se derrame en la gente, y estaremos contigo".

7. Véase que todo esté ordenado, que la gente se pueda sentar cómodamente en la reunión. Si la gente no se

sienta con facilidad, es difícil obtener o mantener su atención. Y si no están atentos, no pueden convertirse.

Tienen que venir a oír de sus vidas, y deben estar tan en su lugar para que puedan oír con todas sus almas, y no

tengan nada en su posición corporal para llamar la atención. La iglesias no se dan cuenta cuán importante es

que el lugar de reunión deba ser cómodo. No quiero decir vistoso. Toda su ostentación y gloria de ricos

candelabros, alfombras, y púlpitos espléndidos, es el extremo opuesto, y quita la atención igualmente, y derrota

cada objetivo por el que el pecador deba ir a la reunión. Ahí no necesitan esperar un avivamiento.

8. Vean que la casa de Dios se mantenga limpia. La casa de Dios debe siempre mantenerse limpia como lo harían

con su propia casa. Las iglesias con frecuencia se mantienen excesivamente descuidadas. Las he visto, donde la

gente usa mucho tabaco, y les importa poco el aseo, que es imposible predicar con comodidad. Una vez en una

reunión prolongada, aquello fue cobrado a la iglesia, y tuvieron que reconocerlo, que pagaban más por tabaco

que por la causa de las misiones. No podían arrodillarse en las bancas, y las señoras no podían sentarse sin estar

todo el tiempo cuidando su ropa, y dónde pisaban, porque la casa estaba muy sucia, y había mucho jugo de

tabaco escurriendo por el piso. Si la gente no puede ir donde pueda oír sin ser molestada con vistas y olores

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ofensivos, y donde se pueda arrodillar en oración, ¿qué bien hará una reunión prolongada? Hay importancia en

estas cosas, que no se realizan. ¡Véase a ese hombre! ¿Qué está haciendo? Le estoy predicando a él de la vida

eterna, y está pensando acerca de la banca sucia, Y esa mujer está pidiendo un banquillo para tener sus pies

lejos del jugo de tabaco. ¡Qué vergüenza!

9. Es importante que la casa deba ser lo bastante caliente, pero no demasiado. Supongan que un ministro llega

a la casa, y la encuentra fría; tan pronto y entra, mejor que se quede en su casa; la gente está temblando, están

sus pies fríos, sienten frío, están inquietos, y desea él estar en casa pues sabe que no puede hacer nada, pero

debe predicar si no ellos se decepcionarán.

O puede hacer mucho calor en la casa, y la gente, en vez de escuchar la verdad, está abanicándose, jadeando, y

de vez en cuando una mujer se desmaya, y se provoca una agitación, y la sucesión de ideas y sentimientos se

pierden, y se desperdicia todo un sermón para ningún buen fin. Estas pequeñeces quitan la atención de la gente

de las palabras de vida eterna. Y con frecuencia así es, que si sueltan un eslabón, se pierde todo, y la gente es

condenada sólo por una iglesia descuidada que no ve la regulación apropiada para estos asuntos pequeños.

10. La casa debe estar ventilada. De todas las casas, una iglesia debe estar perfectamente ventilada. Si no hay

cambio de aire, pasará por tantos pulmones que se volverá malo, y vitalmente se agotará, y la gente jadeará,

no sabrán por qué, y no podrán evitar sentir el deseo de dormir, y el ministro predicará en vano. El sermón se

pierde, y peor que perderse. Con frecuencia me he pensado que este asunto es de muy poca consideración. Los

ancianos y consejeros se sientan y escuchan todo el sermón, mientras la gente está en todo menos lista para

morir por falta de aire, y el ministro está desperdiciando su fuerza en la predicación donde el lugar es como un

recibidor agotado, y ahí están sentados y nunca piensan en hacer algo para ayudar en este asunto. Deben ver

que esto sea regulado, que la casa esté bastante caliente, y el aire se mantenga puro. Cuán importante es que

la iglesia deba darse cuenta de este asunto, que el ministro pueda trabajar para sacar ventaja, y la gente ponga

su atención sin distraerse de la verdad, que va a salvar almas.

Es muy común, cuando las cosas están mal, responsabilizar al que ayuda. Esto no es así. Con frecuencia no se

debe culpar la persona que ayuda. Si la casa está fría e incómoda, muy seguido es porque el combustible no es

bueno, o los calentadores no son los apropiados, o la casa está tan abierta que no puede calentarse. Si está muy

caliente, quizá alguien se ha entremetido, y puesto mucho combustible sin discreción. O, si el que ayuda tiene

la culpa, quizá sea porque la iglesia no le paga lo suficiente por sus servicios, y no puede poner la atención

necesaria para mantener la iglesia en orden. Con frecuencia las iglesias le pagan muy poco al que ayuda por

tanto se ve obligado a aligerar su trabajo. O seleccionarán a alguien incompetente porque les resulta barato, y

entonces no se hacen las cosas. La falta está en la iglesia. Que se le dé una compensación adecuada por el

trabajo, y podrá hacerse fielmente. Si la persona que ayuda no hace bien las cosas, otra lo hará, y la iglesia estará

obligada a ver que se haga bien, o que se despida al ministro, no se lo retengan, y al mismo tiempo se tienen

otras cosas en un estado tan desordenado que todo su trabajo se pierde. ¡Qué economía! Pagar el sueldo de un

ministro, y luego por falta de cincuenta dólares añadidos a la paga del que ayuda, ¡todo se sale tanto de orden

que los trabajos del ministro se pierden, las almas se pierden y los hijos y vecinos de ustedes se van al infierno!

A veces la suciedad, descuido y confusión son imputadas al ministro. Quizá use tabaco, y ponga el ejemplo de

ensuciar la casa del Dios. Quizá el púlpito sea el lugar más sucio en la casa. A veces he estado en púlpitos

repugnantes para ser ocupados por seres humanos. Si un ministro no tiene piedad y decencia, con razón las

cosas están con cabos sueltos en la congragación. Y generalmente es aún más.

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11. La gente debe dejar sus perros y niños pequeños en casa. Seguido he sabido que surgen peleas entre perros,

y los niños lloran, en los servicios, que eficazmente destruyen el efecto de la reunión. Si los niños están presentes

y lloran, deben llevárselos en ese momento. A veces he sabido de una madre o nana sentadas meneando al

niño, mientras sus lloriqueos quitan la atención de toda la congregación. Esto es cruel. Y en cuanto a los perros,

es mucho mejor que estén muertos, a que quiten la atención de la palabra de Dios. Véase al diácono, quizá su

perro está en camino para destruir más almas que el diácono pueda ser de utilidad para salvar.

12. Los miembros de la iglesia deben ayudar al ministro a visitar de casa en casa y tratar de salvar almas. No

dejen todo al ministro. Es imposible que lo haga, incluso si da todo su tiempo, descuidará su estudio y lugar de

oración. Los miembros de la iglesia deben tomarse la molestia y ser aptos para ese deber para que puedan ser

útiles en eso.

13. Deben dar clases de Biblia. Se deben seleccionar a individuos idóneos para dar clases de Biblia, para la

instrucción a jóvenes, y donde aquellos que sean despertados o afectados por la predicación, puedan ser

recibidos y convertidos. Tan pronto como alguien sea visto que será tocado, que sea invitado a asistir las clases

bíblicas, donde sea propiamente tratado, y probablemente convertido. La iglesia debe seleccionar a los mejores

hombres para este servicio, y todos deben estar atentos para llenar las clases bíblicas. Se ha hecho en esta

congregación, y es algo muy común, cuando las personas son impresionadas, que son observadas por alguien,

e invitadas a las clases bíblicas, y lo harán, y ahí son convertidos. No quiero decir que vamos a hacer todo lo que

debemos hacer en esta forma, o que pudiéramos hacer. Queremos más maestros, capaces y dispuestos a

hacerse cargo de tales clases.

14. Las iglesias deben sostener escuelas dominicales, y en esa forma ayudar a sus ministros a salvar almas.

¿Cómo puede un ministro atender esto y predicar? A menos que la iglesia tome esas responsabilidades,

cuidados y labores, debe descuidarla o agobiarse. Que la iglesia sea DESPERTADA AMPLIAMENTE, vigile, y lleve

a los niños a la escuela, y les enseñen fielmente, y promuevan un avivamiento en la escuela.

15. Deben estar al pendiente de los miembros de la iglesia. Deben visitarse uno al otro con el fin de animarse

entre ellos, conocer el estado espiritual de cada uno, y provocar uno al otro amar y hacer buenas obras. El

ministro no puede hacerlo, no tiene tiempo; es imposible que estudie y prepare sus sermones, y al mismo

tiempo visite a cada miembro de la iglesia tan seguido como se necesite para mantenerlos avanzando. La iglesia

está obligada a eso. Está bajo juramento de estar pendiente unos a otros de su bienestar espiritual. Pero ¿cómo

se hace? Muchos no se conocen. Se reúnen y pasan como extraños, y nunca se preguntan de su condición

espiritual. Pero si oyen algo malo de alguien, van y lo cuentan a otros. En vez de mutuamente estar al pendiente

por su bien, sólo están al pendiente de su tropiezo. ¿Cómo pueden cuidarse por siempre cuando no se conocen

uno al otro?

16. La iglesia debe estar al pendiente por el efecto de la predicación. Si están orando por el éxito de la palabra

predicada, deben estar pendientes de ella desde luego. Deben estar alertas, y cuando alguien en la congregación

dé evidencia de que la palabra de Dios los ha tomado, deben dar seguimiento. Cuando hay cualquier exhibición

de sentimiento, esas personas deben ser atendidas instantáneamente, y no dejarlas hasta que se acabe la

impresión. Deben hablar con ellas, o visitarlas, o hacerles que vayan a una reunión ansiosa, o una clase bíblica,

o llevarlos con el ministro. Si los miembros de la iglesia no atienden eso, descuidan su deber. Si lo atienden,

pueden hacer bien incalculable.

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Había una señorita piadosa, que vivía en un lugar frío y perverso. Ella sola tenía el espíritu de oración, y había

estado orando por una bendición sobre la palabra. Y con el tiempo, ella vio a un individuo en la congregación

que parecía ser afectado por la predicación, y tan pronto el ministro se retiró del púlpito, se acercó agitada y

temblorosa, pidiéndole que fuera a conversar con la persona inmediatamente. Lo hizo así él, y esa persona se

convirtió, y siguió un avivamiento. Ahora, uno de sus estúpidos profesantes no hubiera visto a esa persona

despertada, y se hubiera topado con una docena de ellos sin darse cuenta, y dejarlos ir al infierno. Los

profesantes deben estar al pendiente de cada sermón, y ver cómo afecta la congregación. No quiero decir que

deben estar estirando su cuello mirando por toda la casa, sino que observen, en tanto puedan, y si encuentran

a alguien afectado por la predicación, acérquense y llévenlos al Salvador.

17. Tengan cuidado de no darle a otros toda la predicación. Si no toman su porción, se morirán de hambre, y se

volverán esqueletos espirituales. Los cristianos deben tomar sus porciones para ellos mismos, deben hacer una

aplicación honesta y ponerla en su corazón y practicarla y vivirla. De otra manera, la predicación no les hará

bien.

18. Estén listos para ayudar a su ministro en la realización de sus planes. Cuando el ministro es sabio para hacer

planes útiles, y la iglesia está lista para ejecutarlos, pueden hacerlos todos juntos. Pero cuando la iglesia se

retrae de cada empresa hasta que de hecho son arrastradas a ella, cuando se están oponiendo a cada propuesta,

porque costará algo, son una carga muerta en el ministro. Si se necesitan calentadores, oh no, costarán algo. Si

son lámparas para evitar predicar en la oscuridad, oh no, costarán algo. Y entonces pondrán las velas en sus

postes, o no harán reuniones en la noche. Si ponen las velas, sucederá que no alumbran, o alguien tiene que

pasar a apagarlas. Y entonces toda la congregación es interrumpida por el que apaga las velas, su atención se

distraerá, y el sermón se perderá.

Una vez fui a una reunión prolongada, donde nos dio pena porque no había lámparas en la casa. Le urgí a la

gente conseguirles, pero pensaron que iba a costar mucho. Entonces propuse conseguirlas yo mismo, y estaba

por hacerlo, pero supe que se ofendieron, entonces no lo hicimos. Pero la bendición no llegó. ¿Cómo podría?

La iglesia empezó contar cada centavo de cuánto costaría, y no hicieron más, para salvar almas del infierno.

Así que cuando un ministro asigna una reunión, tales personas no pueden tenerla, porque costará algo. Si

pueden ofrecer al Señor aquello que no cuesta nada, lo harán. ¡Son ayudantes miserables! Tal iglesia no puede

tener avivamiento. Mejor que el ministro tenga una piedra de molino en su cuello como iglesia. Mejor que los

deje si no puede enseñarles más, y que se vaya a donde no tenga obstáculo.

19. Los miembros de la iglesia deben asistir a reuniones de oración y hacerlo a tiempo. Algunos miembros

siempre asistirán a la predicación porque no tienen nada que hacer, más sentarse y oír, y distraerse, pero no

van a las reuniones de oración, por temor a que se les pida hacer algo. Tales miembros atan las manos del

ministro, y desaniman su corazón. ¿Por qué emplean a un ministro? ¿Es para entretenerlos por la predicación?

¿Es para que puedan enseñarles la voluntad de Dios para que puedan hacer?

20. Los miembros de la iglesia deben estudiar e investigar lo que puedan hacer y entonces hacerlo. Los cristianos

deben ser entrenados como un grupo de soldados. Es la obligación y cargo de un ministro entrenarlos para

utilidad, enseñarlos, dirigirlos y llevarlos de una forma tal que ellos produzcan una gran cantidad de influencia

moral. Y entonces deben estar firmes y cumplir su deber, de otro modo estarán obstruyendo.

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Hay muchos puntos que he observado, y he intentado tocar, pero no hay tiempo. Podría escribir un libro tan

grande como esta Biblia, detallando varios asuntos particulares que debemos atender. Debo cerrar con unas

OBSERVACIONES

1. Vean que la falta de éxito de un ministro puede no ser completamente por una falta de sabiduría en el ejercicio

de su cargo. No voy a abogar por ministros negligentes. Nunca dispensaré a ministros de la verdad, ni haré

halagos a los hombres. Si son culpables, que sean culpados. Y sin duda siempre son más o menos culpables

cuando la palabra no produce efecto. Pero está lejos de ser cierto que ellos son siempre las personas para

echarles la culpa. A veces la iglesia es mucho más culpable que el ministro, y si un apóstol, o ángel del cielo,

fuera a predicar, no podría producir ningún avivamiento de religión en esa iglesia. Quizá sean deshonestos con

los ministros, avariciosos, descuidados sobre las conveniencias del culto público. ¡Ay, en qué estado muchas

iglesias están donde, por la falta de unos cientos de dólares, todo es inconveniente e incómodo, y los trabajos

del predicador se pierden! Viven en casas forradas, y dejan a la casa de Dios desolada. O las iglesias contraatacan

toda la influencia de predicar por la vida impía de ellos. O quizá sus fiestas, su espectáculo mundano, como en

muchas iglesias de esta ciudad, aniquilan la influencia del evangelio

2. Las iglesias deben recordar que son excesivamente culpables por emplear a un ministro y luego no ayudarle

en su obra. El Señor Jesucristo ha enviado a un embajador a los pecadores para que se vuelvan de sus malos

caminos, y falla en esta encomienda, porque la iglesia rehúsa cumplir con su deber. En vez de recomendar su

mensaje, y secundar sus súplicas, y sostener sus manos en todas las maneras que sean apropiadas, estorban y

contradicen su mensaje, y contraatacan su influencia, y las almas perecen. Sin duda en la mayoría de las

congregaciones en los Estados Unidos, el ministro está seguido siendo obstaculizado tanto que mejor es estar

en una misión extranjera la mayor parte del tiempo, como estar ahí, para cualquier efecto de su predicación en

los pecadores, mientras tiene que predicar a las cabezas de una iglesia inactiva y estúpida.

Y sin embargo, estas mismas iglesias no están dispuestas a que su ministro se ausente varios días para asistir a

una reunión prolongada. "No podemos prescindir de él, pues es nuestro ministro, y nos gusta tener a nuestro

ministro aquí", mientras al mismo tiempo obstaculizan todo lo que hace. Si pudiera, se iría de inmediato a donde

no hubiera ministro, y donde la gente estuviera dispuesta a recibir el evangelio. Pero tiene que quedarse,

aunque no pueda hacer que la iglesia esté en un estado de tener un avivamiento cada tres años, para que duren

tres veces a la vez. Mejor que le diga a la iglesia: "cuando estén determinados a tomar una larga siesta, me

avisan, para que me vaya a trabajar a otra parte mientras, hasta que se despierten otra vez".

3. Muchas iglesias no pueden ser bendecidas con un avivamiento porque son parásitas de otras iglesias de las

arcas del Señor para sostener a su ministro, cuando pueden con abundancia sostenerlo. Quizá están

dependiendo del Home Missionary Society (Hogar de la Sociedad Misionera), o de otras iglesias, mientras no

ejercen ninguna negación de ellas mismas por causa del evangelio. Me he sorprendido al ver cómo viven algunas

iglesias. Una iglesia que conozco de hecho confesó que gastaba más dinero en tabaco que en misiones. Y sin

embargo, no tenía ministro, porque no podía sostener uno. Y ahora no tiene ninguno. Y sin embargo hay un

hombre en esa iglesia que puede sostener a un ministro. Y aún no tiene ningún ministro y ninguna predicación.

Las iglesias no han sido instruidas en su deber sobre este tema. Estuve en un lugar el verano pasado, donde no

había predicación. Pregunté al anciano en la iglesia por qué, y me dijo que porque eran muy pobres. Le pregunté

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cuánto ganaba él. No me contestó, pero dijo que el ingreso de otro anciano era de 5 mil dólares al año,

finalmente averigüé que este hombre percibía casi lo mismo. Aquí, le dije, hay dos ancianos, cada uno puede

sostener a un ministro, y porque no pueden recibir ayuda del exterior, no tienen predicación. Pues, si tuvieran

predicación, no sería bendecida, mientras ustedes estén de parásitos de las arcas del Señor. Finalmente, le dije

que podía él sostener a un ministro, y los dos juntos acordaron hacerlo.

Es común que las iglesias pidan ayudan cuando de hecho no la necesitan y cuando es mucho mejor para ellos

sostener a su propio ministro. Si obtienen fondos del “Home Missionary Society”, cuando deben recaudarlos

ellos mismos, pueden esperar la maldición del Señor sobre ellos, y eso será razón suficiente para que el

evangelio les pruebe con una maldición en lugar de una bendición. Cuántas iglesias pudieran decir: "han robado

a Dios, incluso toda esta iglesia".

Conozco a una iglesia que empleó a un ministro, pero medio tiempo, y se vio incapaz de pagarle su sueldo por

eso. Una sociedad trabajadora femenina en un pueblo vecino tenía los fondos para ese fin, y ayudaron a la

iglesia pagando el sueldo del ministro. El resultado fue como se pudiera esperar. Hizo poco o nada de bien. No

tuvieron un avivamiento bajo su predicación, ni podrían esperar ninguno, mientras actuaran bajo tal principio.

Había un hombre en esa congregación que podía sostener al ministro todo el tiempo. Fui informado por un

miembro que los miembros de la iglesia supuestamente percibían DOSCIENTOS MIL DÓLARES. Ahora, si es

cierto, he ahí una iglesia con ingreso, al siete por ciento, de 14 mil dólares al año, que se sentía muy pobre para

pagar 200 dólares en el sostenimiento de un ministro para que predicara medio tiempo, y hacía que las mujeres

del pueblo vecino trabajaran con sus propias manos para ayudarla a pagar esa cantidad. Entre los ancianos de

esa iglesia, encontré varios de ellos que usaban tabaco, y dos de ellos que vivían juntos firmaron un pacto escrito

en la hoja en blanco de su Biblia, en donde se comprometían a abandonar ese pecado por siempre.

Fue en gran medida por falta de instrucción correcta que esa iglesia buscaba esa maldición. Porque cuando el

tema se tocó, y su deber fue puesto ante ellos, el hombre rico de quien estoy hablando dijo que pagaría él

mismo el sueldo completo, y si pensó que no sería resentido por la congregación, y haría más daño que bien; y

si esa iglesia procurara al ministro, y recaudara una parte de su sueldo, el resto lo pondría él. Ahora no sólo

pueden sostener un ministro medio tiempo, sino todo el tiempo, y pagan ellos su sueldo. Y es bueno y

remunerador hacerlo.

Como he ido de lugar en lugar trabajando en avivamientos, siempre he encontrado que las iglesias son

bendecidas en proporción a su liberalidad. Donde han manifestado una disposición para sostener el evangelio,

y dan generosamente para las arcas del Señor, han sido bendecidas tanto en las cosas espirituales como en las

terrenales. Pero cuando han sido parcos, y dejado al ministro predicarles por poco o nada, estas iglesias han

sido maldecidas en lugar de bendecidas. Y por lo general, en los avivamientos de religión, he encontrado que es

cierto que los jóvenes convertidos se inclinan más a unirse a esas iglesias generosas para hacer esfuerzos en el

sostenimiento del evangelio.

Las iglesias están mucho en tinieblas sobre ese tema. No se les ha enseñado su deber. En muchas instancias, he

encontrado mucha disposición para hacerlo cuando el tema es expuesto ante ellas. Supe de un anciano en una

iglesia que estaba hablando de tener un ministro por medio tiempo, porque la iglesia era pobre, aunque su

ingreso era considerable. Le pregunté si su ingreso no era suficiente para que él mismo mantuviera al ministro

todo el tiempo. Dijo que sí. Y al preguntársele qué otro uso podría hacer del dinero del Señor que poseía, que

probaría ser muy beneficioso para el interés del reino de Cristo, para emplear a un ministro, no sólo medio

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tiempo sino todo el tiempo en su propia ciudad, concluyó que lo haría. Se ha tenido un ministro así, y creo que

no hay dificultad en pagarle su sueldo completo.

El hecho es que un ministro puede hacer poco al predicar medio tiempo. Si en un Día del Señor se hace una

impresión, se pierde al día siguiente. Como economía, una iglesia debe apoyar el evangelio todo el tiempo. Si

tienen al ministro indicado, y lo mantienen en la obra, pueden tener un avivamiento, y así los impíos se

convertirán, vendrán y ayudarán. De ese modo, en un año, pueden tener una gran adquisición de su fortaleza.

Pero si emplean un ministro medio tiempo, pueden pasar los años, mientras los pecadores se van al infierno, y

no se hará ninguna adquisición de fuerza de las filas de los impíos.

El hecho es que los profesantes de religión no han sido hechos para sentir que todas sus posesiones son del

Señor. Así, han hablado de dar su propiedad para apoyar el evangelio. Como si el Señor Jesucristo fuera un

mendigo, y son llamados a sostener el evangelio como un acto de dar limosnas. Un comerciante en una de las

ciudades de este estado estaba pagando una gran parte del sueldo del ministro. Uno de los miembros de la

iglesia estaba contándole el hecho a un ministro de fuera, y hablando del sacrificio que estaba haciendo el

comerciante. En ese momento llegó el comerciante. Dijo el ministro: "Hermano, usted es comerciante. Suponga

que contrata a un empleado para vender productos, y a un maestro de escuela para enseñar a sus hijos. Ordena

al empleado pagarle al maestro su sueldo, y hablará de los sacrificios que está haciendo, ¿qué diría usted? Dijo

el comerciante: "Pues, diría que es ridículo". El ministro dijo: ""Pues bien, Dios lo emplea para vender productos

como su empleado, al ministro de usted lo emplea para enseñar a los hijos de usted, y le requiere que le pague

su salario de su ingreso de la tienda. Ahora, ¿llama a eso sacrificio?, y ¿dirá que está haciendo un gran sacrificio

para pagar el sueldo del ministro? No, está tan obligado a vender sus productos para Dios como él está obligado

a predicar por Dios. No tiene más derecho de vender productos para dar su dinero que él tiene para predicar el

evangelio por el mismo propósito. Está obligado a ser tan piadoso, y tener como objetivo la gloria de Dios, en

vender productos, como él en predicar el evangelio. Y de ese modo está usted para rendir absolutamente todo

su tiempo para el servicio de Dios como él. Ustedes y su familia pueden vivir lícitamente de las ganancias de la

tienda para que él y su familia vivan lícitamente de igual manera. Si vende sus productos por esos motivos,

venderlos es igual que servir a Dios como predicar el evangelio. Todo hombre está obligado a servir a Dios en el

llamamiento para labrar sus campos, el abogado y médico para sus deberes de su profesión".

"Es igualmente ilícito para cualquiera de ellos trabajar por la comida que perece. Todo lo que hacen va a ser

para Dios, y todo lo que ganen, después de sostener holgadamente a sus familias, sea dedicado para la

propagación del evangelio y salvación del mundo".

Se ha supuesto por mucho tiempo que los ministros deben ser más piadosos que otros hombres, que no deben

amar al mundo, que deben trabajar para Dios: deben vivir tan frugalmente como sea posible, y rendir todo su

tiempo, salud, fuerza y vida, para construir el reino de Jesucristo. Esto es cierto. Pero aunque otros hombres no

sean llamados a trabajar en el mismo campo, y dar su tiempo a la instrucción pública, están tan obligados a

considerar todo su tiempo como el tiempo de Dios, y no tienen más derecho de amar al mundo, o acumular

riqueza, o rendirlo por sus hijos, o gastarlo en sus deleites, que los ministros.

Es tiempo que la iglesia conozca estos principios; y de “Home Missionary Society” podrá trabajar hasta el día del

juicio para convertir a la gente, y nunca tendrán éxito, hasta que las iglesias sean llevadas a entender y sentir su

deber en este respecto. Pues, el mismo hecho que están pidiendo y recibiendo ayuda en sostener a su ministro

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del Home Missionary Society, mientras puedan ellos mismos sostenerlo, es probablemente la razón por la que

el trabajo entre ellos no sea más bendecido.

Ojalá que la American Home Missionary Society poseyera cientos de veces los medios que ahora tiene, de

ayudar a las Iglesias débiles, que son incapaces de ayudarse a sí mismas. Pero no es buena economía ni piedad

dar sus fondos a aquellos que pueden pero no están dispuestos a ayudarse a sí mismos para sostener el

evangelio. Pues es en vano intentar ayudarlos, mientras puedan pero no estén dispuestos a ayudarse a sí

mismos.

Si la Missionary Society tuviera una tonelada de oro, no sería caridad darla a tal iglesia. Pero que la iglesia traiga

todos sus diezmos al alfolí y Dios abrirá las ventanas de los cielos y derramará su bendición. Pero que las iglesias

sepan con certeza que si no están dispuestas a ayudarse a sí mismas en su capacidad, sabrán la razón por qué

el poco éxito atiende el trabajo de sus ministros. Aquí están siendo parásitos de las arcas del Señor. ¡Cuántas

iglesias están dando su dinero para té, café y tabaco, y luego piden ayuda a la Home Missionary Society! Protesto

en contra de ayudar a una iglesia que usa té y tabaco, y vive sin la negación de sí misma, y que quiere ofrecer a

Dios sólo aquello que no cuesta nada.

FINALMENTE, si quieren ser bendecidos, que cumplan su deber, todo su deber, se esfuercen, se ciñan de la

armadura del evangelio, y salgan a trabajar. Entonces, si la iglesia está en el campo, la carroza de la salvación

continuará moviéndose, aunque todo el infierno se oponga, y los pecadores serán convertidos y salvados. Pero

si una iglesia deja todo su trabajo al ministro, y se sienta y ve, mientras él trabaja, y ellos no hacen nada más

que quejarse, no sólo fallarán en un avivamiento de religión, sino si siguen de perezosos y quejumbrosos, se

encontrarán ellos mismos en el infierno por su desobediencia e improductividad en el servicio de Cristo.

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LECCIÓN XIV

MEDIDAS PARA PROMOVER AVIVAMIENTOS

TEXTO. --“Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, y enseñan costumbres que

no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.” -- HECHOS 16: 20-21.

"ESTOS HOMBRES" eran Pablo y Silas, que fueron a Filipo a predicar el evangelio, y alborotaron a la población

de esa ciudad, porque se suponía que la predicación interfería con sus ganancias mundanas. Entonces,

presentaron a los predicadores del evangelio ante los magistrados de la ciudad, como culpables, acusándolos

de enseñar doctrinas, especialmente por emplear medidas que no eran lícitas.

Al hablar de estas palabras, quisiera mostrar:

I. QUE BAJO LA DISPENSACIÓN DEL EVANGELIO DIOS NO HA ESTABLECIDO UN SISTEMA PARTICULAR DE

MEDIDAS PARA UTILIZARSE Y ESTÁN INVARIABLEMENTE ADHERIDAS A LA PROMOCIÓN DE LA RELIGIÓN.

II. QUE NUESTRAS FORMAS PRESENTES DE CULTO PÚBLICO, Y DEMÁS, EN CUANTO SE REFIERE A MEDIDAS,

HAN LLEGADO POR GRADOS Y UNA SUCESIÓN DE NUEVAS MEDIDAS.

I. VOY A MOSTRAR QUE, BAJO EL EVANGELIO, DIOS NO HA ESTABLECIDO MEDIDAS PARTICULARES PARA

EMPLEARSE.

Bajo la dispensación judía, había formas particulares unidas y prescritas por Dios mismo, de las cuales no era

lícito alejarse. Pero estas formas eran todas típicas, y estaban diseñadas para anunciar a Cristo, o algo

conectadas a la nueva dispensación que Cristo iba a introducir. Y por tanto fueron fijadas, y todos sus detalles

fueron particularmente prescritos por la autoridad Divina. Pero nunca fue así bajo el evangelio. Cuando vino

Cristo, la dispensación ceremonial o típica fue abrogada porque el diseño de esas formas se cumplió, y por tanto

ya no fueron de utilidad. Él, siendo el anti-tipo, los tipos fueron desde luego suprimidos con su venida. EL

EVANGELIO entonces fue predicado como el medio asignado para promover la religión; y fue dejado a discreción

de la iglesia para determinar, de vez en vez, qué medidas se adaptarían y qué formas se buscarían, para dar al

evangelio su poder. Somos dejados en la oscuridad en cuanto a las medidas que fueron buscadas por los

apóstoles y los predicadores de antaño, excepto cuando se pueden recopilar por sus indicios ocasionales en el

libro de los Hechos. No sabemos cuántas veces cantaron y cuántas veces oraron en el culto público, ni siquiera

si cantaron u oraron en todas las reuniones ordinarias para predicar. Cuando Jesucristo estaba en la tierra,

trabajando entre sus discípulos, no tuvo nada que ver con formas o medidas. Hizo de vez en cuando en este

respecto como sería natural para cualquier hombre hacer en esos casos, sin nada de conjunto de formas o modo

de hacerlo. Los judíos lo acusaron de no considerar esas formas. Su objetivo era predicar y enseñar a la

humanidad la verdadera religión. Y cuando los apóstoles después predicaron, con el Espíritu Santo enviado del

cielo, no sabemos nada acerca de tener un sistema particular de medidas para seguir con su obra, o algún

apóstol que hiciera algo en particular porque los otros lo hacían de esa manera. La comisión de ellos era ir a

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predicar el evangelio a todas las naciones. No se prescribía ninguna forma. No se admitía ninguna. Nadie puede

intentar tener algún conjunto de formas o direcciones particulares como medidas de esta comisión. Háganlo de

la mejor manera que puedan--pidan sabiduría a Dios--usen las facultades que les ha dado--busquen la dirección

del Espíritu Santo--vayan y háganlo. Ésta era su comisión. Y su objetivo era dar a conocer el evangelio de la

manera más eficaz para hacer que la verdad sobresaliera con impacto para obtener la atención y asegurar la

obediencia del gran número posible. Nadie puede encontrar cualquier forma de hacer puesta en la Biblia. Es la

predicación del evangelio la que sale con prominencia como algo grandioso. La forma no es el asunto.

Es evidente que en la predicación del evangelio debe haber algún tipo de medidas adoptadas. El evangelio debe

presentarse a las mentes de la gente y las medidas deben tomarse para que lo puedan oír, e inducirlos a

atenderlo. Esto es hecho por la construcción de iglesias, organización de reuniones, y demás. Sin algunas

medidas, no puede nunca hacerse para que tenga efecto entre los hombres.

II. VOY A MOSTRAR QUE NUESTRAS FORMAS PRESENTES DE CULTO PÚBLICO, Y DEMÁS, EN CUANTO A LAS

MEDIDAS SE REFIERE, HAN LLEGADO POR GRADOS, Y POR UNA SUCESIÓN DE NUEVAS MEDIDAS.

1. Mencionaré algunas cosas en cuanto al ministerio.

Hace muchos años los ministros estaban acostumbrados a vestir un hábito peculiar. Es así en países católicos.

Esto era así aquí. Los ministros tenían una vestimenta peculiar como los soldados. Se ponían un sombrero de

tres picos, y bandas en vez de un corbatín, ropas pequeñas, y una peluca. No importaba cuánto cabello tenía un

hombre, debía cortárselo y ponerse una peluca. Y debía vestir una toga. Todas estas cosas se acostumbraban, y

un clérigo estaba obligado a ponérselas, y no se consideraba apropiado que oficiara sin ellas. Todas éstas sin

duda habían sido introducidas, pues no había una buena razón para creer que los apóstoles y los primeros

ministros se vestían de manera diferente de otros hombres.

Pero ahora estas cosas están de desuso, una por una, por una sucesión de innovaciones o nuevas medidas, hasta

ahora en muchos países un ministro puede pasar al púlpito y predicar sin que nadie se dé cuenta, aunque esté

vestido como cualquier otro hombre. Y cuando lo hicieron, la iglesia se quejó tanto como si se hubiera desistido

de una institución Divina. Se denunció como una innovación. Cuando los ministros empezaron a hacer a un lado

sus sombreros de tres picos, y a ponerse sombreros como otros hombres, lastimó mucho a la gente grande, se

veía tan "indigno", decían, que un ministro se pusiera un sombrero común. Cuando en 1827 me puse un

sombrero de piel, un ministro dijo: "que era muy malo para un ministro".

Cuando empezaron los ministros, hace unos años, a ponerse sombreros blancos, se pensaba que era una

innovación muy triste e indigna. Incluso ahora, son tan intolerantes en algunos lugares que un clérigo me dijo,

al viajar por Nueva Inglaterra el verano pasado con un sombrero blanco, que podía percibirse que su influencia

se afectaba. Ese espíritu no debe verse como inofensivo; tengo buena razón para saber que no es así. Hombres

pensantes ven que es pura intolerancia, y están en riesgo de ver todo acerca de la religión a este respecto desde

la misma perspectiva. Esto ha sido el resultado en muchas instancias. En estos días no hay ministro en el país

que no se sienta obligado a ponerse un abrigo negro, tanto como si fuera una institución divina. La iglesia está

aún llena de este tipo de reverencia supersticiosa por tales cosas. Esto es una gran piedra de tropiezo para

muchas mentes.

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Entonces, del mismo modo, cuando los ministros hicieron a un lado sus bandas, y se pusieron un sombrero de

tres picos o corbatín, se decía que se había vuelto muy secular, y muchos lo vieron como falta. Incluso ahora, en

algunos lugares, un ministro no se atrevería a ser visto en el púlpito con un sombrero de tres picos o corbatín.

La gente se sentiría que él no es clérigo, si no tuviera bandas. Un ministro en esta ciudad le preguntó a otro, si

tenía que ponerse un corbatín negro en el púlpito. Se ponía uno con su trato común con la gente, pero dudaba

si se lo pondría en el púlpito.

En cuanto a ropas cortas, se pensaba que eran esenciales para el carácter ministerial. Incluso ahora, en países

católicos, los sacerdotes se ponen ropas cortas. Incluso los niños ahí, que están siendo instruidos en el

sacerdocio, se ponen sombreros de tres picos, corbatín negro, y ropas pequeñas. Esto lo veríamos ridículo pero

se practicaba en este país. La gente se hubiera escandalizado si un ministro hubiera pasado con pantalones al

púlpito. Se hubiera pensado que ciertamente iba a arruinar a la iglesia con sus innovaciones. Se me ha dicho

que hace unos años, en Nueva Inglaterra, un cierto clérigo anciano se oponía tanto a la nueva medida de los

ministros que se ponían pantalones, que por ningún motivo iba a dejar que pasara a su púlpito. Un joven iba a

predicar por él, que no tenía ropas chicas, y el ministro anciano no lo dejó oficiar en pantalones. Decía, "mi gente

va a pensar que he traído a un petimetre al púlpito, para ver a un hombre con pantalones y producir

consternación entre ellos". Y entonces, finalmente el joven se vio obligado a pedirle prestada ropa al anciano,

que le quedaba chica, e hizo el ridículo. Pero cualquier cosa era mejor que esa innovación terrible de predicar

en pantalones. Pero la razón triunfó.

Lo mismo las pelucas. Me acuerdo de un ministro, que, aunque era joven, se ponía una enorme peluca blanca.

Y la gente hablaba como si hubiera un derecho divino sobre eso, y era tan difícil desistir, casi, como desistir de

la Biblia misma. Las togas también eran consideradas esenciales para el carácter ministerial. E incluso ahora, en

muchas congregaciones en este país, la gente no tolerará a un ministro en el púlpito a menos que traiga una

toga amplia de seda, con mangas anchas tan grandes como su cuerpo. Incluso en algunas iglesias

congregacionales en Nueva Inglaterra no pueden dejarla. Ahora, ¿cómo llegó a suponer la gente que un ministro

debe traer una toga o peluca para que la predicación haga efecto? ¿Por qué era que todo clérigo estaba obligado

a ponerse esas cosas? ¿Por qué no han dejado de usarse en las iglesias estas cosas sin escandalizarse? Se han

dejado todas, una por una, y muchas congregaciones se han distraído por un tiempo por la innovación. Pero

¿alguien creerá que la causa de la religión ha sido dañada por eso? La gente sintió que casi no podía rendir culto

a Dios sin ellas, pero claramente su apego no era parte de su religión, esto es, en ninguna parte religión cristiana.

Era una mera superstición. Cuando estas cosas se quitaron, se quejaron como Micaía: "tomasteis mis dioses".

Pero sin duda su carácter religioso mejoró, al remover esos objetos de reverencia supersticiosa. Para que la

iglesia, por lo general, sea grandemente beneficiada por estas innovaciones. Así, verán que el modo presente

de la vestimenta de un ministro ha sido beneficiado por una serie de nuevas medidas.

2. En cuanto al orden del culto público.

Las mismas dificultades han sido encontradas al efectuar cambios porque la iglesia ha sentido como si Dios

hubiera establecido sólo el modo al que se estaba acostumbrado.

(1.) Los salmos. Antes era costumbre cantar los salmos de David. De vez en cuando se introducía una versión de

los salmos en rima. Esto estaba muy mal, seguramente. Cuando los ministros trataron de introducirlos, la iglesia

se aturdió, la gente se opuso violentamente, y gran perturbación se creó por la innovación. Pero la nueva medida

triunfó.

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Después, otra versión fue traída en un mejor estilo de poesía, cuya introducción causó oposición, como una

nueva medida. Y finalmente la versión de Watts, a la que aún hay oposición en muchas iglesias. Por 1828, cuando

estaba en Filadelfia, se me dijo de un ministro que estaba predicando una serie de conferencias sobre salmodia

con el propósito de usar una mejor versión de los salmos e himnos del que se estaba acostumbrado. Incluso

ahora, en muchas congregaciones, hay gente que se irá de la iglesia, si un salmo o himno es dado de un libro

nuevo. Y si los salmos de Watts se fueran a adoptar, separarían y formarían una congregación en vez de tolerar

una innovación así. El mismo tipo de sentimiento ha sido por la introducción de los "Village Hymns" en las

reuniones de oración. En una congregación presbiteriana en esta ciudad, hace unos años, la esposa del ministro

quiso introducir los "Village Hymns" en las reuniones de oración de mujeres, sin atreverse a ir más lejos. Pensó

que iba a tener éxito, pero algunas de las almas cuidadosas supieron que se hacía en Nueva Inglaterra y

rehusaron admitirlos. "Es algo de Hopkins, me atrevo a decir".

(2.) El alineamiento de los himnos. Antes, cuando había pocos libros, era la costumbre alinear los himnos, como

se le llamaba. El diácono se paraba ante el púlpito y leía un salmo o himno, una línea a la vez, o dos líneas a la

vez, y luego cantaba, y el resto se acoplaba. Poco a poco, se empezaron a introducir libros, y se dejó que todos

cantaran de su libro. ¡Y qué innovación! Ay, ¡qué confusión y desorden hizo! Cómo es que la gente buena alaba

a Dios con canto, sin que el diácono alineara el himno a su melodía santa, pues la santidad del himno parecía

consistir mucho en la tonada, la cual era tal que apenas se podía saber si era leído o cantado.

(3.) Coros. Después hubo otra innovación. Se pensó en tener un coro selecto de cantores que se sentaran y

cantaran para dar oportunidad de mejorar la música. Pero se opusieron amargamente. Oh, cuántas

congregaciones fueron desgarradas por el deseo de los ministros y algunos individuos a la cabeza para que el

cultivo de la música mejorara al formar un coro de cantores. La gente habló de las innovaciones y nuevas

medidas y pensó que grandes males venían a las iglesias porque los cantores se sentaban y cultivaban la música,

aprendían nuevas melodías que la gente grande no podía cantar. No era así cuando eran jóvenes, y no tolerarían

tales luces nuevas y novedades en la iglesia.

(4.) Silbido como diapasón. Cuando la música se cultivó, y los coros se sentaban juntos, entonces los cantores

quisieron un diapasón. Antes, cuando las líneas eran dadas por el diácono o empleado, empezaba alguna

melodía, el resto le seguía como pudiera. Pero cuando los directores del coro empezaron a usar diapasones con

el propósito de entonar todas las voces en la misma nota, ¡qué confusión hizo! Oí a un clérigo decir que un

anciano en el pueblo donde vivía se levantaba y se salía de la casa cuando oía a alguien del coro, silbar. "Fuera

con tu silbido", decía. "¡Qué, silbar en la casa de Dios!" Creía que era una profanación.

(5.) Música con instrumentos. Poco a poco, en algunas congregaciones, varios instrumentos se introdujeron con

el propósito de ayudar a los cantores y mejorar la música. Cuando el violoncelo se introdujo por primera vez,

fue una gran conmoción. La gente insistía que de una vez hubiera violín en la casa de Dios. "Pues, es un violín,

hecho igual al violín, sólo que un poco más grande, y ¿quién puede alabar donde hay un violín? Poco a poco van

a querer bailar en la casa de reunión". ¿Quién no ha oído hablar de estas cosas como asuntos de vital

importancia a la causa de la religión y pureza de la iglesia? Los ministros, en asambleas eclesiásticas sepulcrales,

han pasado días discutiéndolas. En un sínodo en la iglesia presbiteriana, sólo hace unos años, algunos hablaron

seriamente, como un asunto digno de disciplina en una cierta iglesia, que tuvieran un órgano en la casa de Dios.

Esto dentro de unos años. Y hay muchas iglesias ahora que no tolerarán un órgano. No serían tan movidos si se

les dijera que los pecadores que se van a ir al infierno, como si se les dijera que va a haber un órgano en la casa

de reunión. Oh, ¡en cuántos lugares se puede hacer que la iglesia haga algo más, más fácil que llegar de una

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forma fácil y natural para hacer lo que se necesita, lo más sabio y mejor, para promover la religión y salvar

almas! Actúan como si tuvieran un "así dice el Señor", por cada costumbre y práctica transmitida a ellos, o que

han seguido, no obstante lo absurdo y lastimoso.

(6.) Oraciones espontáneas. ¿Cuánta gente hay que habla como si el Libro de Oración fuera de institución

Divina? Y supongo que muchos creen que es. Y en algunas partes de la iglesia a un hombre no se le permite orar

sin el libro frente a él.

(7.) Predicar sin notas. Hace unos años, una señora en Filadelfia fue invitada a oír a cierto ministro predicar, y

se rehusó porque no leía él sus sermones. Parecía ella pensar que sería profano que un hombre pasara al púlpito

y hablara, como si estuviera hablándole a la gente sobre un tema interesante e importante. Así como si Dios

hubiera ordenado el uso de apuntes y sermones escritos. No saben que las notas mismas son una innovación e

incluso moderna. Fueron introducidas en un momento de dificultades políticas en Inglaterra. Los ministros

temían que fueran acusados de predicar algo en contra del gobierno a menos que mostraran lo que habían

predicado teniéndolo de antemano por escrito. Y con un espíritu de contemporización, se sometieron a las

consideraciones políticas y se impuso un yugo de atadura en la iglesia. Y ahora en muchos lugares no se puede

tolerar la predicación espontánea.

(8.) Arrodillarse en oración. Esto ha causado gran turbación en muchos lados del país. Ha sucedido en las iglesias

congregacionales en Nueva Inglaterra que a un hombre o una mujer le da pena arrodillarse en una reunión de

oración por temor a ser considerados metodistas. He orado en familias donde sólo yo soy la persona que se

arrodilla. Los demás están todos de pie, no sea que imiten a los metodistas, supongo, y así favorezcan las

innovaciones sobre las formas establecidas. Otros, de nuevo, hablan como si no hubiera una posición más que

arrodillarse, que pudiera ser aceptable en oración.

3. Los trabajos de laicos.

(1.) Oraciones laicas. Mucha objeción fue hecha contra el permitir que cualquier hombre ore o tome parte en

dirigir una reunión de oración, a menos que sea un clérigo. Se decía que si un laico orara en público interferiría

con la dignidad de los ministros y no sería tolerado. Un ministro en Pensilvania me dijo que hace unos años

organizó una reunión de oración en la iglesia, y los ancianos se opusieron a ella para que no se realizara. Dijeron

que esa obra no se haría, que habían contratado a un ministro para que hiciera la oración y que debía hacerlo,

y que no iban a tener hombres comunes que oraran.

Los ministros y muchos otros han objetado contra la oración de un laico en público, y especialmente en la

presencia de un ministro. Eso quita la autoridad del clérigo y no va a ser tolerado. En un sínodo realizado en este

estado, se asignó una reunión de oración de síndicos. El comité organizador, como iba a ser algo formal, designó

de antemano las personas que iban participar, y nombraron a dos clérigos y un laico. Éste era un hombre de

talentos y conocimiento igual que la mayoría de los ministros. Pero un doctor en divinidad se levantó y

seriamente objetó que se le pidiera al laico que orara ante el sínodo. No era común dijo; infringía los derechos

de los clérigos, y no quiso ninguna innovación. ¡Qué cosas!

(2.) La exhortación laica. Ésta ha sido de gran importancia, una que ha agitado a toda Nueva Inglaterra y muchas

partes del país, si a los laicos se les debe permitir exhortar en reuniones públicas. Muchos ministros han

trabajado para callar totalmente las bocas de los laicos. Pasaron por alto la práctica de las primeras iglesias. Se

hizo tanta oposición a esta práctica casi por cien años, que el presidente Edwards de hecho retomó el tema, y

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escribió una defensa esforzada de los derechos y deberes de los laicos, pero la oposición no ha cesado

completamente. "¡Qué! ¡Un hombre que no es ministro hable en público! Creará confusión, decepcionará el

ministerio; ¿qué dirá la gente de nosotros los ministros, si dejamos que hombres comunes hagan las mismas

cosas que hacemos? ¡Increíble!

Pero ahora, todas estas cosas se han ido, en casi todos los lugares, y los laicos pueden orar y exhortar sin

objeciones. Los males que se temían, de los trabajos de los laicos, no se han realizado y muchos ministros están

contentos de que los laicos ejerzan sus dones para hacer bien.

4. Reuniones de oración de mujeres. En los últimos años, las reuniones de oración de mujeres han tenido mucha

oposición en este estado. ¡Qué terrible! Un ministro, ahora fallecido, decía que cuando intentó establecer estas

reuniones, todos los clérigos se le opusieron. "¿Poner a mujeres a orar? Pues, lo siguiente, supongo, será que

prediquen". Y hubo mucha aprehensión por la seguridad de Sion, si a las mujeres se les permitía reunirse a orar.

E incluso ahora, no se tolera en algunas iglesias.

De modo que ha estado en consideración en todos los movimientos activos. Se oponen a misiones, escuelas

dominicales, y demás, y han ganado su baluarte presente en la iglesia sólo por una sucesión de luchas y serie de

innovaciones. Una asociación bautista en Pensilvania, hace unos años, desconoció toda comunión con cualquier

ministro que hubiese sido educado liberalmente o que apoyara misiones, sociedades bíblicas, escuelas

dominicales, sociedades de abstinencia, etc. Todas estas fueron denunciadas como nuevas medidas, no

encontradas en la Biblia, y que necesariamente llevan a la distracción y confusión en las iglesias. Lo mismo han

hecho algunas iglesias alemanas. Y en muchas iglesias presbiterianas toman la misma postura, y denuncian todas

estas cosas, con excepción, quizá, de un ministerio instruido, como innovaciones, nuevas medidas, nuevas luces,

yendo en su propia fuerza, y similares, considerándose que hacen un gran mal.

5. Mencionaré a varios hombres que han en la Divina providencia sido prominentes para introducir estas

innovaciones.

(1.) Los apóstoles fueron grandes innovadores, como todos saben. Después de la resurrección, y después de que

el Espíritu Santo se derramara, fueron enviados a remodelar la iglesia. Derribaron el sistema judío de medidas

y lo desenraizaron para dejar casi nada de vestigio.

(2.) Lutero y los reformadores. Todos ustedes saben qué dificultades tuvieron y la razón fue que trataron de

introducir nuevas medidas--nuevos modos de realizar los deberes públicos de la religión, y medios nuevos para

llevar el evangelio con poder a los corazones de los hombres. Todas las cosas raras y ridículas de los católicos se

tenían en la iglesia con obstinación persistente como si fueran de autoridad Divina. Y tanta agitación surgió por

el intento de cambiarlas que Europa se vio cubierta en sangre.

(3.) Wesley y sus coautores. Wesley no derrumbó la iglesia establecida en Inglaterra, pero formó pequeñas

clases en todos lados que crecieron en una iglesia dentro de una iglesia. Permaneció en la iglesia episcopal, pero

introdujo tantas nuevas medidas como para llenar a Inglaterra de entusiasmo, alboroto y oposición, y en todos

lados era denunciado como un innovador, un agitador sedicioso, y un maestro de nuevas cosas que no era lícito

recibir.

White Field era un hombre de la misma escuela, y como Wesley fue un innovador. Creo que él y varios de sus

asociados fueron echados de la universidad por levantar una nueva medida como una reunión de oración social.

Oraban juntos y exponían las escrituras, y eso fue una novedad tan osada que no se podía tolerar. Cuando

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Whitefield llegó a este país, ¡qué oposición tan tremenda surgió! Con frecuencia ponía en riesgo su vida, y a

duras penas escapaba. Ahora, muchos de nuestra denominación se han despojado de prejuicio pensando que

Wesley no fue sólo un buen hombre, sino también sabio y preminentemente útil. En ese entones casi toda la

iglesia lo veía con animosidad, temiendo que las innovaciones que introdujo destruiría la iglesia.

(4.) El Presidente Edwards. Este gran hombre fue famoso en su tiempo por nuevas medidas. Entre sus

innovaciones, rehusó bautizar a los hijos de padres impenitentes. La práctica de bautizar a los hijos de los impíos

había sido introducida en las iglesias de Nueva Inglaterra en el siglo pasado, y se volvió casi universal. El

Presidente Edwards vio que la práctica estaba mal y rehusó seguirla, y el rechazo sacudió a todas las iglesias de

Nueva Inglaterra. Cientos de ministros se unieron y determinaron quitarlo. Escribió un libro sobre el tema y los

derrotó a todos. Produjo una de las más grandes agitaciones en Nueva Inglaterra. Nada, excepto la lucha de la

independencia, ha producido una agitación igual.

El General Association of Connecticut (La Asociación General de Connecticut) rehusó apoyar a Whitefield, un

gran innovador. "Pues, ¡predicaba al aire libre y donde fuera!" ¡Horrible! Qué cosa tan terrible, que un hombre

predique en los campos o las calles. Sáquenlo.

Todos ellos fueron hombres devotos buscando formas de hacer bien y salvar almas. Y precisamente el mismo

tipo de oposición fue experimentado por todos los cuerpos eclesiásticos, obstruyendo su camino y tratando de

destruir su carácter e influencia. Un libro, aún en existencia, fue escrito en tiempos del Presidente Edwards por

un doctor en divinidad y firmado por una multitud de ministros, contra Whitefield y Edwards, sus asociados y

medidas. Una carta fue publicada en esta ciudad por un ministro contra Whitefield, que tenía las mismas

objeciones contra innovaciones de las que oímos ahora. En tiempos recientes de gran oposición a los

avivamientos en el estado de Nueva York, una copia de esta carta fue llevada al editor de una publicación

periódica religiosa con la petición de que la publicara. Se rehusó porque si la publicaba, se unirían a la

controversia que estaba sucediendo. La menciono meramente para mostrar cuán idéntica es la oposición que

surge en diferentes tiempos contra todas las nuevas medidas hechas para avanzar en la causa de la religión.

6. En la generación presente, se han introducido muchas cosas que han probado ser útiles, pero han tenido

oposición por haber sido innovaciones. Y como muchos aún están inquietos en cuanto a ellas, he pensado que

es mejor hacer algunas observaciones referentes a ellas. Hay tres cosas en particular que llaman la atención, y

por tanto hablaré de ellas. Son las reuniones ansiosas, las reuniones prolongadas y la banca ansiosa. A éstas

todos se oponen y se llaman nuevas medidas.

(1.) Reuniones ansiosas. La primera vez que oí ese nombre fue en Nueva Inglaterra donde se hacían con el

propósito de tener una conversación personal con pecadores ansiosos, y adaptar la instrucción a los casos de

las personas para llevarlas inmediatamente a Cristo. Su diseño es evidentemente filosófico, pero ha habido

oposición porque son nuevas. Hay dos modos de conducir una reunión ansiosa, cual sea puede afectar el

objetivo de ellas.

(a.) Al pasar unos momentos en conversación personal y aprender del estado de la mente de cada persona, y

entonces dirigirse tal todo, se tratan los errores y se quitan las dificultades.

(b.) Al ir con cada uno, tomar el caso individualmente, examinar el terreno con cada uno por separado, y lograr

que prometa rendir su corazón a Dios. Uno u otro modo, son importantes y se ha encontrado que son una

práctica exitosa. Pero han objetado multitudes porque son nuevas.

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(2.) Reuniones prolongadas. Éstas no son nuevas, sino que siempre han sido practicadas de una forma o de otra

desde que hay iglesia en la tierra. Los festivales judíos no eran más que reuniones prolongadas. En cuanto a la

manera, eran conducidas de modo distinto a lo que conocemos hoy. Pero el diseño es el mismo, dedicar una

serie de días a los servicios religiosos a fin de hacer una impresión más poderosa de las cosas divinas en las

mentes de la gente. Todas las denominaciones de cristianos, cuando la religión prospera entre ellos, llevan a

cabo reuniones prolongadas. En Escocia empezaban el jueves todos en los tiempos de comunión y terminaban

el Día del Señor. Los episcopales, bautistas, y metodistas, todos llevaban a cabo reuniones prolongadas. Pero

ahora se han opuesto, particularmente los presbiterianos, y las han llamado nuevas medidas, y las consideran

llenas de toda maldad, pese a que clara y extensivamente han sido bendecidas. Sugeriré algunas cosas que

deben considerarse tocante a ellas.

(a.) Al asignarlas, tomando en cuenta las circunstancias de la gente si la iglesia puede dar atención y dedicar

tiempo para llevar a cabo la reunión. En algunos casos esta regla ha sido descuidada. Algunos han pensado que

es correcto irrumpir en las labores necesarias de la comunidad. En el campo, asignan la reunión en tiempo de

cosecha, y en la ciudad en la temporada alta de negocios, cuando todos los hombres están ocupados y

presionados por sus labores terrenales. En defensa de este curso de acción, se dice que nuestro asunto es para

someternos a las cosas de Dios; que las cosas eternas son de mucho más importancia que las temporales, que

los asuntos del mundo de cualquier tipo, y en cualquier momento, que deben dejarse y dar lugar a una reunión

prolongada. Pero los asuntos del mundo en los que nos ocupamos no son nuestros. Es tanto sean de Dios, como

nuestro deber, como nuestras oraciones y reuniones prolongadas. Si no consideramos nuestra labor en esta luz,

no hemos aún tomado la primer lección de religión; no hemos aprendido hacer cosas para la gloria de Dios. Con

esta postura del tema, el de separar el trabajo de la religión, estamos viviendo seis días para nosotros y el

séptimo para Dios. LOS DEBERES REALES NUNCA INTERFIEREN UNO CON OTRO. Los días hábiles tienen sus

deberes correspondientes y el Día del Señor su deber correspondiente y somos igualmente piadosos cada día

de la semana y en el cumplimiento de nuestros deberes todos los días. Vamos a arar, sembrar, vender nuestros

productos, y atender nuestros varios llamados, con la misma singularidad de opinión para la gloria de Dios, como

con la que vamos a la iglesia el Día del Señor, oramos con nuestras familias y leemos la Biblia. Éste es el primer

principio de religión. Aquel que no sepa y actúe con ese principio no ha aprendido aún el A, B, C de la piedad.

Ahora hay temporadas particulares del año en las que Dios en su providencia llama a los hombres a atender

asuntos, porque éstos del mundo en esa época son particularmente urgentes, y deben hacerse en esa

temporada, si se hacen; el tiempo de plantar y cosechar para el agricultor, y tiempo de negocios para el

comerciante. Y no tenemos derecho a decir, en esas temporadas en particular, que se deben dejar esos asuntos

y tener una reunión prolongada. El hecho es que el trabajo no es de nosotros. Y a menos que Dios, por alguna

indicación especial de su providencia, mostrádola por su voluntad que debemos desviar y tener una reunión

prolongada en tales tiempos, lo considero como tentar a Dios asignarlas. Es como decir "Oh Dios, este asunto

del mundo es nuestro asunto, y estamos dispuestos a ponerlo a un lado por tus asuntos". A menos que Dios lo

haya indicado porque quiere derramar su Espíritu y avivar su obra en tal temporada, y así ha convocado a su

pueblo para dejarlos, por el momento, me parece que Dios nos puede decir en tales circunstancias "¿Quién

demanda esto de vuestras manos?"

Dios tiene derecho a disponer de nuestro tiempo como quiera, requerirnos para rendir cualquier parte de

nuestro tiempo, o todo nuestro tiempo, para los deberes de instrucción y devoción. Y cuando las circunstancias

claramente llaman a eso, es nuestro deber poner a un lado cualquier otro asunto, y hacer esfuerzos directos y

continuos para la salvación de las almas. Si hacemos transacciones sobre principios correctos, y desde los

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motivos correctos, y completamente para la gloria de Dios, nunca objetaremos de poner a un lado el asistir a

una reunión prolongada cuando parezca ser un llamado para eso en la providencia de Dios. Un hombre que se

considera un administrador o empleado no le parece una molestia descansar de sus labores en el Día del Señor,

sino un privilegio. El dueño egoísta puede no estar dispuesto a suspender su negocio el Día del Señor. Pero el

empleado, que hace transacciones comerciales, no para él mismo, sino para su patrón, considera un privilegio

descansar en el Día del Señor. Así que si hacemos nuestra labor para Dios, no pensaremos que sea difícil si hace

que sea nuestro deber suspender nuestras labores del mundo y asistir a una reunión prolongada. Debemos más

bien considerarlo a luz de un día festivo. Cuando, por tanto, oigan a un hombre decir que no deja su trabajo por

asistir a una reunión prolongada--que es su deber atenderlo, hay razón para temer que considera su trabajo

como suyo, y la reunión como asunto de Dios. Si siente que el trabajo de la tienda o la granja fuese tanto el

asunto de Dios como asistir a una reunión prolongada, sin duda estará muy dispuesto a descansar de sus labores

del mundo e irá a la casa del Señor y se repondrá cuando haya una indicación, de parte de Dios, que la

comunidad fue llamada a esa labor. Vale la pena observar que los festivales judíos eran señalados en esas épocas

del año cuando había menos presión de asuntos indispensables del mundo.

En algunas instancias, tales reuniones han sido asignadas en el momento de mucha presión en las temporadas

de trabajo del mundo, y el resultado no ha sido bueno, evidentemente por la falta de atención a la regla puesta

aquí. En otros casos, las reuniones han sido señaladas en temporadas cuando había mucha presión de trabajos

del mundo y han sido bendecidas. Pero en esos casos la bendición siguió porque la reunión fue asignada en

obediencia a las indicaciones de la voluntad de Dios, por aquellos que tuvieron discernimiento espiritual, y

entendieron las señales de los tiempos. Y en muchos casos, sin duda, las personas que han asistido

supuestamente dejaron su propio trabajo para atender los asuntos de Dios, y en tales casos hicieron lo que se

supone sería un sacrificio real, y Dios en misericordia les concedió la bendición.

(b.) Comúnmente, una reunión prolongada debe conducirse, y la labor realizada en su mayoría, por el mismo

ministro, en lo posible. A veces las reuniones prolongadas se han llevado a cabo poniendo la dependencia en

los ministros que vienen un día u otro. Y no hay bendición. Y la razón es obvia. No vinieron en un estado mental

para entrar en la obra, y no conocen el estado mental de las personas para saber qué predicar. Supongan que

una persona que está enferma llama a un doctor distinto cada día. No va a saber él qué síntomas ha tenido, ni

qué enfermedad ni tratamiento dar, ni qué remedios se han intentado, ni qué tiene el paciente. Pues,

seguramente lo matará. Del mismo modo en una reunión prolongada llevada a cabo por una serie de ministros.

Ninguno de ellos se penetra en el espíritu de esa reunión y generalmente hacen más daño que bien.

Una reunión prolongada no debe, por lo regular, asignarse a menos que ellos puedan asegurar el tipo correcto

de ayuda, y tener un ministro o dos que estén de acuerdo para estar firmes hasta que la reunión se realice.

Entonces probablemente asegurarán una rica bendición.

(c.) No debe haber muchas reuniones públicas que interfieran con los deberes de la oración y la familia. De otro

modo, los cristianos perderán su espiritualidad, se soltarán de Dios y la reunión se debilitará.

(d.) Las familias no deben atender tanto a forasteros y descuidar la oración y otros deberes. Se da con frecuencia

el caso que cuando una reunión prolongada se lleva a cabo, algunas de las familias principales en la iglesia,

quiero decir aquellas de las que principalmente se depende para tener reuniones, no se ponen a trabajar. Y la

razón es que están agobiadas con mucho servicio. Con frecuencia se toman la molestia innecesaria de proveer

para los invitados que vienen de lejos a la reunión, y se ponen neciamente a hospedarlos, no sólo cómodamente

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sino suntuosamente. Debe siempre entenderse que es el deber de las familias tener poca ocupación y

ostentación como sea posible, y realizar la hospitalidad de la manera más sencilla, para que ellas puedan tener

tiempo de orar, ir a la reunión y atender las cosas del reino.

(e.) Por todos los medios cuídense de estar innecesariamente hasta horas muy tarde. Si la gente se queda muy

tarde, noche tras noche, inevitablemente desgastarán el cuerpo, y su salud fallará, y habrá una reacción. A veces

se entusiasman tanto que pierden el sueño, y sus comidas son irregulares, hasta que sucumben, y una reacción

debe venir. A menos que tomen las molestias para mantenerse normales, la agitación será tan grande que la

naturaleza intervendrá, y se desgastarán y la obra se detendrá.

(f.) Todo sectarismo debe ser cuidadosamente evitado. Si un espíritu de sectarismo irrumpe en la predicación,

oración o conversación, contrarrestará todo lo bueno de la reunión.

(g.) Estén al pendiente de depender de una reunión prolongada, como si de ella misma se produjera un

avivamiento. Éste es un punto de gran peligro, y siempre ha sido. Ésta es la gran razón por la que la iglesia en

generaciones sucesivas siempre ha tenido que dejar sus medidas--porque los cristianos han venido a depender

de ellas por el éxito. Así ha sido en algunos lugares, en cuanto a las reuniones prolongadas. Han sido tan

bendecidos que en algunos lugares la gente ha pensado que si sólo tienen una reunión prolongada, tendrán una

bendición, y los pecadores se convertirán desde luego. Y entonces se asigna la reunión, sin ninguna preparación,

como si eso convirtiera a los pecadores. Es obvio que la bendición será retenida por una reunión hecha de esa

forma.

(h.) Eviten adoptar la idea que un avivamiento no puede disfrutarse sin una reunión prolongada. Algunas iglesias

se han metido en un estado mórbido de sentimientos en este asunto. Su celo se ha vuelto espasmódico y febril,

de modo que nunca piensan hacer algo para promover un avivamiento, sólo de esa forma. Cuando se lleva a

cabo la reunión prolongada, parecen maravillosamente celosos, y luego se hunden en un estado aletargado

hasta que otra reunión prolongada produce otro espasmo. Y ahora las multitudes en la iglesia creen que es

necesario quitarlas y perder todos los beneficios por las que reuniones prolongadas son estimadas de producir.

(3.) La banca ansiosa

Por esto quiero decir el señalamiento de algún asiento en particular en la reunión donde los conturbados

puedan ir y ser abordados particularmente, y sean hechos sujetos de oración, y a veces se converse con ellos

individualmente. Recién, esta medida ha tenido más oposición que cualquier otra. ¿Cuál es la gran objeción? No

puedo verla. El diseño de la banca ansiosa es sin duda filosófico y según las leyes de la mente. Tiene dos

orientaciones:

1. Cuando una persona está seriamente agitada en la mente, todos saben que hay una tendencia a ocultarlo.

Cuando una persona es abatida por un sentido de su condición, si pueden hacérselo saber, si pueden hacer que

rompa las cadenas del orgullo, han ganado un punto importante hacia su conversión. Esto es acorde con la

filosofía de la mente humana. ¿Cuántos miles están ahí que bendecirán a Dios en la eternidad, que cuando

presionados por la verdad fueron llevados a dar ese paso, por lo que desechan la idea de que era algo aterrador

tener a alguien apurado por sus almas?

2. La otra es detectar el engaño y la decepción, y así prevenir falsas esperanzas. Se ha opuesto basándose en

que era calculada para crear decepción y falsas esperanzas. Pero esta objeción es irrazonable. La verdad es que

es del otro lado. Supongan que estuviera predicando yo del tema de la abstinencia, y que primero mostrara los

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males de la intemperancia, y trajera a un borracho y su familia, y mostrara los varios males producidos, hasta

que cada corazón estuviera latiendo de emoción. Luego expondría el gran peligro de la bebida moderada, y

mostraría cómo lleva a la intoxicación y ruina, y que no hay más seguridad que la ABSTINENCIA TOTAL, hasta

que cientos de corazones estuvieran listos para decir: "nunca más beberé una gota de aguardiente en el mundo;

y si lo hago esperaré encontrar la tumba de un borracho". Ahora, me detengo, y dejo que el compromiso circule,

y todos que estén plenamente resueltos a firmarlo. Pero cuántos empezarán a retractarse y titubear cuando los

llamen a firmar el compromiso de abstinencia total. Uno se dirá a sí mismo "¿firmaré o no? Pensé que mi mente

estaba convencida, pero esto de firmar el compromiso de nunca tomar de nuevo, no sé". De ese modo ven que

cuando se llama a una persona a comprometerse, si se encuentra indecisa, expresará que no es sincera. Esto es,

nunca llegó a esa resolución en el asunto, en la que se podía confiar para controlar su vida futura. Del mismo

modo con el pecador despierto. Predíquenle, y en se momento creerá que está dispuesto a hacer cualquier

cosa; creerá que está determinado a servir al Señor, pero pónganlo a prueba, díganle que haga una cosa, que

dé el paso que lo identificará con el pueblo de Dios, o que doblegue su orgullo--su orgullo surge, y se rehúsa; su

engaño es expuesto, y se encuentra él mismo todavía siendo un pecador, mientras, si no lo había hecho, se

puede ir alardeándose que se hizo cristiano. Si le dicen "hay una banca ansiosa, ven y declara tu determinación

para estar del lado del Señor", y si no está dispuesto a hacer algo pequeño como eso, entonces no está dispuesto

a nada, y ahí es llevado ante su propia conciencia. Descubre el engaño del corazón humano, y previene muchas

conversiones espurias, al mostrar aquellos que de otro modo se imaginan ellos mismos dispuestos a hacer algo

por Cristo, que de hecho no están dispuestos a hacer nada.

La iglesia siempre sintió que era necesario tener algo para responder a ese mismo propósito. En los días de los

apóstoles el bautizo respondía ese propósito. El evangelio era predicado a la gente, y luego todos aquellos que

estaban dispuestos a estar del lado de Cristo eran llamados a que se bautizaran. Y tenía el mismo lugar de lo

que la banca ansiosa hace ahora, como una manifestación pública de su determinación a hacerse cristianos. Y

en tiempos modernos, aquellos que se han violentamente opuesto a la banca ansiosa han sido obligados a

adoptar un sustituto, o no pueden seguir en la promoción de un avivamiento. Algunos han adoptado lo oportuno

de la invitación a la gente conturbada por sus almas de quedarse para conversar luego que el resto de la

congregación se haya retirado. Pero ¿cuál es la diferencia? Esto es lo mismo que poner una prueba como la otra.

Otros, que les da mucha pena emplear la banca ansiosa, han pedido a aquellos que tengan algún sentimiento

sobre el tema de quedarse en sus asientos cuando los demás se retiren. Otros han llamado a los conturbados

que pasen a otro lugar. El objetivo es el mismo, y el principio es el mismo, sacar a la gente del refugio de

vergüenza falsa. Oí a un hombre que se oponía mucho a las nuevas medidas, en una de sus reuniones pidió que

todos los que se querían rendir a Dios, o desearan que se orara por ellos, que lo indicaran al agacharse y recargar

sus cabezas en el asiento frente a ellos. ¿Quién no ve que esto era una mera evasión de la banca ansiosa, y que

estaba diseñada para responder el propósito en su lugar, y que él adoptó eso porque sintió que era algo

importante?

Ahora, ¿cuál es la objeción en contra de tomar un asiento en particular, o levantarse e ir a otra sala? Es lo mismo

cuando se realiza apropiadamente. Y no son novedades sobre el principio. Aquello se ha hecho siempre en

sustancia. En los días de Josué, llamó a la gente a decidir qué harían, y les habló directamente en la reunión, "a

Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos".

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OBSERVACIONES.

1. Si examinamos la historia de la iglesia encontraremos que nunca ha habido reforma extensiva, excepto por

nuevas medidas. Cuando la iglesia se asienta en una forma de hacer las cosas, pronto dependerá del exterior

para hacer las cosas, y así retendrá la forma de religión mientras pierde su esencia. Y entonces es imposible

levantarla para reformar los males, y producir un avivamiento de religión, al simplemente buscar esa forma

establecida. Quizá no es mucho decir que es imposible para Dios mismo que acontezcan las reformas más que

por nuevas medidas. Por lo menos, es un hecho que Dios siempre ha escogido esa forma, como la más sabia y

mejor que se puede adoptar o concebir. Y aunque siempre ha sido el caso que las medidas que Dios ha escogido

emplear, y que ha bendecido al revivir su obra, se han opuesto como nuevas medidas, y han sido denunciadas,

pero han continuado para actuar en el mismo principio. Cuando se ha encontrado que un cierto modo ha

perdido su influencia al convertirse en una forma, él hace que acontezca otra nueva medida, que PENETRARÁ

en los hábitos flojos, y DESPERTARÁ a la iglesia SOÑOLIENTA. Y gran bien resultará.

2. Las mismas distinciones, en sustancia, que ahora existen, siempre han existido, en todo tiempo de reforma y

avivamiento de religión. Siempre ha habido aquellos que particularmente se adhirieron a sus formas y nociones,

y la manera precisa de hacer las cosas, como si ellos tuvieran un "así dice el Señor" para cada una de ellas. Han

llamado a quienes difieren de ellos, que están tratando de mover el arca de salvación hacia adelante,

metodistas, nuevas luces, radicales, nueva escuela, nueva divinidad, y varios otros términos deshonrosos. Y las

declinaciones que han seguido se han uniformemente debido a dos causas, que por ningún motivo la iglesia

debe pasar por alto.

En tales casos, las iglesias gradualmente han perdido su confianza en la oposición a nuevas medidas, y el clamor

de "nueva Divinidad" e "innovación" ha cesado de alarmarlos. Ven que la bendición de Dios está con aquellos

que son acusados así de nuevas medidas e innovación y la oposición continua de la vieja escuela, junto con el

éxito continuo de la nueva escuela, han destruido su confianza en la oposición, y se han cansado de oír el clamor

incesante de las "nuevas luces" y "nueva divinidad" y "nuevas medidas". De ese modo la balanza se ha inclinado,

y las iglesias han pronunciado un veredicto a favor de la nueva escuela y la condenación contra la vieja escuela.

(2.) Pero ahora, dígname: aquí mismo en este estado de las cosas, el diablo ha, una y otra vez, tomado ventaja,

y los individuos se han levantado, y estando sostenidos por la confianza de las iglesias del lado de la nueva

medida y encontrándolos enfermos de oposición, y listos para hacer cualquier cosa que promueva los intereses

del reino de Cristo, han sido ellos mismos conducidos precipitadamente, y en algunas instancias han llevado a

las iglesias hacia el mismo vórtice de esas dificultades que han sido predichas por sus opositores. De ese modo,

cuando la batalla ha sido peleada, y la victoria obtenida, el celo impulsivo de algunos individuos bien

intencionados, pero apresurados, ha ocasionado una reacción que ha propagado un nubarrón por todas las

iglesias por años. Éste fue el caso, y es bien conocido, del presidente Edwards. He ahí una roca sobre la cual un

faro es construido ahora, y sobre la cual la iglesia está varada, ambos bandos están totalmente sin excusa. Es

bien sabido, o debe saberse, que la declinación que siguió de los avivamientos en esos días, junto con las

declinaciones que han repetidamente ocurrido, se debe a la influencia combinada de oposición continua

pertinaz de la vieja escuela, y el máximo espíritu malo e insensatez de algunos individuos de la nueva escuela.

Y aquí se debe tocar la alarma completamente para ambos bandos, no sea que el diablo prevalezca contra

nosotros, en el punto mismo, y bajos las circunstancias mismas, donde tan seguido ha prevalecido. ¿Nunca

aprenderá sabiduría la iglesia de la experiencia? ¡Cuán a menudo, oh, cuán a menudo deben ser estas escenas

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actuadas antes de que el milenio venga! ¿Cuándo será que la iglesia pueda ser revivida y que la religión

prevalezca, sin incitar tal oposición en ella, como eventualmente acontezca una reacción?

3. El presente clamor contra nuevas medidas es altamente ridículo, cuando consideramos el lugar de donde

viene, y todas las circunstancias en el caso. Es ciertamente sorprendente que los ministros serios deban sentirse

realmente alarmados por las nuevas medidas del día de hoy, como si éstas fueran algo nuevo bajo el sol, y como

si la forma y manera presentes de hacer las cosas hubieran descendido de los apóstoles, y fuesen establecidas

por un "así dice el Señor", cuando la verdad es que cada paso del avance de la iglesia desde la gruesa oscuridad

del papado ha sido a través de la introducción de una nueva medida tras otra. Ahora vemos con asombro y

somos inclinados a mirar casi con desdén el clamor de la "innovación", que ha precedido hoy en día, y mientras

vemos nuestros temores que multitudes en la iglesia han entretenido en el pasado con respecto a la innovación,

es difícil dar cuenta de lo que nos parece como sin fundamento y absurdo, por lo menos, si no objeciones y

dificultades ridículas que han hecho ellos. Pero, mis oidores, ¿acaso no es de maravillarse que el día de hoy,

luego que la iglesia ha tenido tanta experiencia en estos asuntos, que hombres serios y piadosos deban sentirse

seriamente alarmados por la introducción de medidas simples, filosóficas, y grandemente prosperadas de los

últimos diez años? Como si las nuevas medidas fueran algo para no tolerarse, de una tendencia altamente

desastrosa, que deba despertar las notas y ecos de alarma en cada escondrijo y rincón de la iglesia.

4. Vemos por qué es que aquellos que han estado haciendo tanto escándalo por las nuevas medidas no han sido

exitosos en promover avivamientos.

Se han enfocado en los males, reales o imaginarios, que han acompañado esta gran y bendita obra de Dios. Ha

habido males, nadie pretende negar. Pero creo que ningún avivamiento ha existido desde que el mundo empezó

de tan gran poder y extensión como el que ha prevalecido en los diez últimos años, que no ha sido considerado

como el gran o más grande de males. Todavía una gran porción de la iglesia se ha estado espantando ella misma

u otras, al poner atención constante en los males de los avivamientos. Uno de los profesantes en un seminario

teológico presbiteriano sintió que era su deber escribir una serie de cartas a los presbiterianos, que fueron

circuladas extensivamente, el objeto del cual parecía ser el de sonar la alarma por todas las iglesias por los males

al asistir a los avivamientos. Mientras los hombres consideran males en vez de excelencias de una obra bendita

de Dios, y ¿cómo puede esperarse que ellos sean útiles en promoverla? Yo digo que todo esto en gran bondad,

pero aún es un punto en el que no debo callarme.

5. Sin nuevas medidas es imposible que la iglesia tenga éxito en obtener la atención del mundo a la religión. Hay

muchos temas emocionantes constantemente llevados ante la mente del público, de aquí para allá, tantos

clamores de "he aquí" y "he allá", que la iglesia no puede mantener su posición, no puede ordenar la atención,

sin la predicación muy emocionante, y novedad suficiente en las medidas, para obtener la atención pública. Las

medidas de los políticos, infieles y herejes, amontonándose por la riqueza, el aumento de lujos, y las diez mil

influencias emocionantes y contrarrestantes con la que carga la iglesia y el mundo, obtendrá su atención y

alejará a los hombres del santuario y altares del Señor, a menos que aumentemos en sabiduría y piedad, y

adoptemos sabiamente esas nuevas medidas como se calculan para ganar la atención de los hombres para el

evangelio de Cristo. Ya he dicho, en el curso de estas conferencias, que las novedades deben ser introducidas

no tan rápidas como son convocadas. Deben introducirse con la sabiduría, precaución y oración más grandes y

en una manera calculada para incitar la menos oposición posible. Pero tenemos que tener nuevas medidas. Y

que Dios prevenga la iglesia de acostumbrarse a cualquier tipo de formas, y estereotipar cualquier otro tipo de

medidas.

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6. Es evidente que debemos tener más predicación emocionante, suplir el carácter y carencias de la época. Los

ministros están empezando averiguar esto. Y algunos se quejan, y suponen que se debe a las nuevas medidas,

como las llaman. Dicen que tales ministros como a nuestros padres les hubieran dado gusto oír, ahora no pueden

ser escuchados, no pueden llegar a un acuerdo, ni reunir una audiencia. Y creen que las nuevas medidas han

pervertido el gusto de la gente. Pero ésta no es la dificultad. El carácter de la época ha cambiado, y estos

hombres no se han conformado a ella, sino retienen el mismo estilo rígido, seco y en prosa de predicación que

respondió hace medio siglo.

Vean a los metodistas. Muchos de sus ministros son incultos, en el sentido común del término, muchos de ellos

tomados de la tienda o la granja, y sin embargo han reunido congregaciones, abierto paso, y ganado almas por

todos lados. Adonde han ido los metodistas, su modo sencillo, intencionado, y animado de predicación siempre

ha reunido congregaciones. Pocos ministros presbiterianos han reunido asambleas tan grandes, o ganado tantas

almas. ¿Ahora se nos dice que debemos buscar el mismo modo antiguo y formal de hacer las cosas en medio de

todos estos cambios? También de una vez que el North River (Río del Norte) corra en dirección opuesta, en

tanto el mundo se convierta bajo esa predicación. Aquellos que adoptan un estilo distinto de predicación, como

lo han hecho los metodistas, huirán de nosotros. El mundo escapará bajo la influencia de este ministerio

anticuado o en vez de ministerio nuevo. Es imposible que la mente pública deba ser detenida por una

predicación tal. Debemos tener predicación emocionante y poderosa, o el diablo tendrá la gente, excepto lo

que los metodistas puedan salvar. Es imposible que nuestros ministros deban continuar haciendo bien, a menos

que tengamos innovaciones en cuanto al estilo de predicación. Muchos ministros ya lo están viendo, que un

ministro metodista, sin las ventajas de la educación humanista atraerá una congregación alrededor de él, la cual

un ministro presbiteriano, con quizá diez veces más instrucción, no puede igualar, porque no tiene el modo vivo

del otro, y no derrama fuego sobre sus oidores cuando predica.

7. Vemos la importancia de tener ministros jóvenes que obtengan las posturas correctas de avivamientos. En

muchísimos casos, he visto que se toman grandes molestias para espantar a nuestros jóvenes que se están

preparando para el ministerio sobre los males de los avivamientos, nuevas medidas y demás. Se les enseña a

los jóvenes de los seminarios teológicos que vean las nuevas medidas como si fueran invenciones del diablo.

Cómo pueden tener avivamientos tales hombres. Entonces cuando salen, ven, observan y empiezan como si el

diablo estuviera ahí. Unos jóvenes de Princeton, hace unos, años, escribieron un ensayo de los "males de los

avivamientos". Me gustaría saber, ahora, cuántos de estos jóvenes han gozado de avivamientos entre su gente

desde que han estado en el ministerio; y si lo han hecho, me gustaría saber si se han arrepentido de ese escrito

acerca de los males de los avivamientos.

Si tuviera una voz para que se me oiga en Princeton, hablaría a esos jóvenes sobre ese tema. Es tiempo de hablar

directamente sobre ese punto. La iglesia está gimiendo por todos lados por la carencia de ministros adecuados.

Buenos hombres están trabajando para promover avivamientos de religión; y cuando salen del seminario,

algunos son tan tímidos a todas las nuevas medidas que Dios bendice como si fueran en sí papismo.

¿Será así siempre? Tenemos que educar a los jóvenes para el ministerio, y hacerles que salgan aterrorizados

sobre las nuevas medidas, como si nunca hubiera habido nuevas medidas. Deben saber que las nuevas medidas

no son algo nuevo en la iglesia. Dejen que SIGAN, y se mantengan trabajando, y no estén espantados por las

nuevas medidas. Me ha dolido ver que algunos hombres, al relatar avivamientos, se han evidentemente sentido

ellos mismos obligados a ser específicos en detallar las medidas usadas, y evitar la inferencia que las nuevas

medidas fueron introducidas; evidentemente sintiendo que incluso la iglesia devaluará el avivamiento a menos

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que parezca haber sido promovido sin esas medidas nuevas. Además, esta precaución en detallar las medidas

para demostrar que no había nada nuevo, pareciera admitir que las nuevas medidas están mal porque son

nuevas, y que un avivamiento es más valioso porque no es promovido por las nuevas medidas. De esa forma,

entiendo que mucho mal se ha hecho ya, y si la práctica es continuar, debe llegar a eso, que un avivamiento

deba ser juzgado por el hecho de que sucedió en conexión con las medidas viejas y nuevas. Nunca consentiré

un espíritu tal, ni condescenderé para resguardar un relato de un avivamiento en contra de la imputación de

medidas viejas y nuevas. Creo que las medidas nuevas son correctas, es decir, que no es ninguna objeción a una

medida que sea nueva o vieja.

Que el ministro entre plenamente a la obra, y derrame su corazón a Dios por una bendición, y cuando vea la

falta de cualquier medida para llevar la verdad más poderosamente ante las mentes de la gente, que la adopte

y no tenga miedo, y Dios no retendrá su bendición. Si los ministros salen y no predican el evangelio con poder y

denuedo, y no se salen de su senda para hacer algo nuevo por el propósito de salvar almas, alejará al Espíritu

Santo, y Dios los visitará con esa maldición, y levantará otros ministros para hacer la obra en el mundo.

8. Es el derecho y deber de los ministros de adoptar nuevas medidas para promover avivamientos. En algunos

lugares la iglesia se ha opuesto a su ministro cuando ha intentado emplear esas nuevas medidas que Dios ha

bendecido por un avivamiento, y han ido tan lejos como dejar de ir a reuniones de oraciones y dejar de hacer la

labor de salvar almas, y distanciarse de todo, porque su ministro ha adoptado lo que llaman nuevas medidas.

Sin importar cuán razonable las medidas son en sí mismas, ni cuán oportunas, ni cuánto Dios las bendice, es

suficiente que las llamen nuevas medidas, y no tendrán nada que hacer con las nuevas medidas, ni las tolerarán

entre la gente. Y de ese modo reñirán por la forma y alejarán al Espíritu Santo, y pondrán un alto al avivamiento,

cuando el mundo alrededor de ellos se va al infierno.

FINALMENTE. Este celo de adherencia a formas y modos particulares de hacer las cosas, que ha llevado a la

iglesia a resistir innovaciones en medidas, saborea fuertemente el fanatismo. Y a lo no poco singular es que los

fanáticos de este tipo siempre son los primeros en gritar "fanatismo". ¿Qué es más que fanatismo en la iglesia

católica, que les causa adherirse a tal pertinacia a los modos y formas particulares, ceremonias y tonterías?

Actúan como si todas estas cosas fueran establecidas por autoridad Divina, como si fuera un "así dice el Señor"

por cada una de ellas. Ahora justamente llamamos esto un espíritu de fanatismo, y lo estimamos digno de una

reprensión. Pero es tan absolutamente fanático, para la iglesia presbiteriana, o cualquier otra iglesia, aferrarse

a sus formas particulares, y actuar como si fueran establecidas por autoridad Divina. El hecho es que Dios no ha

establecido, en ninguna iglesia, cualquier forma particular, o manera de culto, para promover los intereses de

la religión. Las escrituras callan completamente sobre estos temas, bajo la dispensación del evangelio, y a la

iglesia se le deja para ejercer su propia discreción en relación a esos asuntos. Y espero que no se me considere

duro cuando digo de nuevo que me parece que el celo molesto por un cierto modo y manera de hacer cosas y

el clamor altanero y exterminador contra las nuevas medidas, SABOREA FUERTEMENTE EL FANATISMO.

Lo único que se insiste bajo la dispensación del evangelio, en cuanto a las medidas, es que debe haber orden y

decencia. "hágase todo decentemente y con orden". Se nos pide que nos cuidemos de toda confusión y

conducta desordenada. Pero ¿qué es decencia y orden? ¿Se pretenderá que una reunión ansiosa, o una reunión

prolongada, o una banca ansiosa, sea inconsistente con la decencia y el orden? Sinceramente debo desaprobar

y resistir con firmeza cualquier forma indecente y desordenada en el culto de la casa de Dios. Pero no supongo

que "orden" lo entendamos como cualquier modo fijo al que cualquier iglesia pueda estar acostumbrada para

realizar su servicio.

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LECCIÓN XV

OBSTÁCULOS EN LOS AVIVAMIENTOS

TEXTO: -- “Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque

cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros.” -- Nehemías 6:3.

Este siervo de Dios había llegado de Babilonia para reconstruir el templo y restablecer el culto a Dios en

Jerusalén, la ciudad de los sepulcros de sus padres. Cuando Sanbalat se enteró junto con algunos otros, sus

aliados, que habían disfrutado de las desolaciones de Sion, que ahora el templo y la ciudad santa estaban por

reconstruirse, se opusieron grandemente. Sanbalat y los otros dirigentes trataron de varias maneras de desviar

a Nehemías y sus amigos, impedirles hacer la obra; hasta los amenazaron, y luego se quejaron de que se iban a

rebelar contra el rey. De nuevo, insistieron que el plan no era piadoso sino político, a lo que Nehemías respondió

con una negación sencilla y rápida, "No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón tú lo inventas".

Finalmente Sanbalat envió un mensaje a Nehemías, solicitándole reunirse en los campos de Ono, para discutir

el asunto amigablemente y que se aclararan las diferencias, pero planeaba hacerle mal. Se dieron cuenta de que

no podían amedrentar a Nehemías y ahora querían con engaños y artimañas quitarlo de la realización de su

obra vigorosa. Pero contestó "Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para

ir a vosotros".

Siempre se ha dado el caso, cuando cualquiera de los siervos de Dios hace algo por la causa de Dios, que parece

que hay probabilidad de que tener éxito, que Satanás y sus agentes con regularidad intentan desviar sus mentes

y nulificar sus esfuerzos. Así ha sido durante los últimos diez años, en los que ha habido avivamientos notables

por el país. Estos avivamientos han sido grandes, poderosos, y extensivos. Se ha estimado que alrededor de

DOSCIENTAS MIL personas han sido convertidas en ese tiempo.

Y el diablo ha estado ocupado con sus maquinaciones para desviar y distraer al pueblo de Dios y apagar sus

esfuerzos de ir hacia adelante en la gran obra de la salvación. Al tocar el tema, propongo mostrar:

I. QUE UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN ES UNA GRAN OBRA.

II. MENCIONAR VARIAS COSAS QUE PUEDEN DETENERLO.

III. INTENTAR MOSTRAR LO QUE DEBE HACERSE PARA CONTINUAR CON ESTE GRAN AVIVAMIENTO.

I. VOY A MOSTRAR QUE UN AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN ES UNA GRAN OBRA.

Es una gran obra porque en él abarcan grandes intereses. En un avivamiento de religión incluye la gloria de Dios,

en lo que se refiere al gobierno de este mundo, y la salvación de los hombres. Dos cosas de importancia infinita

se incluyen. La grandeza de una obra es estima por la grandeza de las consecuencias que dependen de ella. Y

ésta es la medida de su importancia.

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II. VOY A MENCIONAR VARIAS COSAS QUE PUEDEN OBSTRUIR UN AVIVAMIENTO.

Algunos han hablado muy neciamente de este tema, como si nada lastimara un avivamiento genuino. Dicen "si

tu avivamiento es obra de Dios, no puede ser detenido; ¿acaso puede algún ser creado detener a Dios?" Ahora

pregunto si acaso esto es sentido común. Antes se creía que un avivamiento no podía ser detenido porque era

la obra de Dios. Y se pensaba que seguiría, sin importar lo que se pudiera hacer para obstaculizarlo, en la iglesia

o fuera de ella. Pero entonces el agricultor puede creer del mismo modo, que corte su trigo y dañe la siembra

porque Dios hace crecer el grano. Un avivamiento es obra de Dios, y también el cultivo del trigo; y Dios es tan

dependiente del uso de los medios de uno u otro. Y por tanto un avivamiento está sujeto a ser dañado como un

trigal.

1. Un avivamiento se detendrá cuando la iglesia crea que va a cesar. La iglesia es los instrumentos con lo que

Dios continúa esa obra, y va a trabajar en él voluntariamente y con sus corazones. No hay nada más fatal para

un avivamiento que sus amigos predigan que va a detenerse. No importa lo que puedan decir los enemigos de

la obra, prediciendo que se acabará y no llegará a ningún lado. No pueden detenerlo de esa forma, pero los

amigos deben trabajar y orar en fe para seguir. Es una contradicción decir que están trabajando y orando en fe

para continuar la obra y creer que va a detenerse. Si pierden su fe, se detendrá, desde luego. Cuando los amigos

de los avivamientos empiezan a profetizar que un avivamiento se va a detener, deben ser reprendidos de

inmediato, en el nombre del Señor. Si la idea empieza a prevalecer, y no pueden contraatacarla y desenraizarla,

el avivamiento cesará infaliblemente, pues es indispensable para la obra que los cristianos trabajen y oren en fe

para promoverlo; es una contradicción decir que pueden trabajar en fe para su continuación, mientras creen

que está por cesar.

2. Un avivamiento cesará cuando los cristianos consientan que debe cesar. A veces los cristianos ven que un

avivamiento está en peligro de parar, y que si algo efectivo no se hace, se detendrá. Si este hecho les apura, los

lleva a orar, y hacer esfuerzos renovados, la obra no cesará. Cuando los cristianos aman la obra de Dios y la

salvación de las almas tanto como para agobiarse por la simple aprehensión de una declinación, los conducirá a

una agonía de oración y esfuerzo. Si no los conduce a la agonía y el esfuerzo para prevenir su terminación, si

ven el peligro, y no tratan de prevenirlo, o renovar la obra, CONSIENTEN QUE DEBE DETENRSE. Hay en este

momento mucha gente, por todo el país, que ven los avivamientos en declive, que están en gran riesgo de

terminarse, y sin embargo manifiestan muy poca preocupación, y parece que les importa muy poco. Todas las

iglesias ven su condición, y ven lo que viene, a menos que pueda haber un despertar, y sin embargo están

despreocupadas, no gimen y agonizan en oración para que Dios avive su obra. Algunos están incluso prediciendo

que va a haber una gran reacción, que viene una gran carencia en la iglesia, como pasó en los días de Whitefield

y Edwards. Y sin embargo, no están sorprendidos ante sus propios augurios; están tranquilos al respecto, y se

ponen hacer otras cosas. LO CONSIENTEN. Parece como si fueran los pregoneros del diablo, enviados a propagar

desaliento por las filas de los elegidos de Dios.

3. Un avivamiento cesará cuando los intentos de los cristianos se vuelvan mecánicos para promoverlo. Cuando

su fe es fuerte, sus corazones cálidos y suaves, sus oraciones llenas de emoción santa, y sus palabras con poder,

entonces la obra sigue. Pero cuando sus oraciones empiezan a ser frías, sin emoción, y se va su sentimiento de

tono profundo, empiezan a trabajar mecánicamente y usar palabras sin sentimiento, entonces el avivamiento

cesará.

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4. El avivamiento cesará cuando los cristianos tengan la idea de que la obra continuará sin su ayuda. La iglesia

es colaboradora de Dios para promover un avivamiento y que la obra pueda llegar tan lejos como la iglesia siga

y no más. Dios ha estado tratando por mil ochocientos años de poner a la iglesia en la obra. Ha estado llamando,

urgiendo, ordenando, implorando, presionando y animando, para que lo hagan. Ha estado todo este tiempo

listo para ponerse a trabajar con ella, pero la iglesia no ha estado dispuesta a hacer su parte. Parece que está

determinada a dejárselo a Dios para convertir al mundo, y dice: "si quiere al mundo convertido, que lo haga él".

Debe saber que esto es imposible. Hasta donde sabemos, ni Dios, ni el hombre, pueden convertir sin una

cooperación de la iglesia. Los pecadores no pueden convertirse sin su propia agencia, pues la conversión

consiste en un volver voluntario a Dios. No pueden hacer más los pecadores sin las influencias morales

apropiadas para volverlos; esto es, sin la verdad y realidad de las cosas llevadas plenamente a sus mentes por

revelación directa o por los hombres. Dios no puede convertir al mundo por su omnipotencia física, sino que

está dependiente de la influencia moral de la iglesia.

5. La obra cesará cuando la iglesia prefiera atender sus propias preocupaciones en vez de las de Dios. No admito

que los hombres tengan cualquier asunto que sea propiamente suyo, pero lo creen así, y de hecho prefieren lo

que consideran como suyo, en vez de trabajar para Dios. Empiezan a creer que no pueden tener tiempo

suficiente para sus empleos del mundo para realizar un avivamiento. Y pretenden estar obligados a dejar de

atender la religión y hacer que sus corazones vayan en pos del mundo. Y la obra debe cesar, desde luego.

6. Cuando los cristianos se enorgullecen de su gran avivamiento. Quiero decir esos cristianos que han sido

instrumentales para promoverlo. Casi siempre es el caso de un avivamiento que parte de la iglesia está muy

orgullosa o muy mundana para tomar parte en la obra. Están determinados a mantenerse apartados y esperar,

y ven que viene y ven que se va. El orgullo de esta parte de la iglesia no puede detener el avivamiento, pues el

avivamiento nunca descansó en ellos. Empezó sin ellos y puede seguir sin ellos. Pueden cruzar sus brazos y no

hacer nada más que ver y encontrar fallas, y la obra puede continuar. Pero cuando parte de la iglesia que trabajó,

y empezó a creer que ha tenido un gran avivamiento, y cómo ha trabajado y orado, y cuán celosa y valiente ha

sido, y cuánto bien ha hecho, entonces es muy posible que la obra decline. Quizá se ha publicado en los

periódicos qué gran avivamiento ha habido en la iglesia, y cuán comprometidos han estado los miembros, y

piensa cuán alto ha estado en la estimación de otras iglesias, por todo el país, porque han tenido un avivamiento

de esa forma. Y entonces se hinchan y envanecen, y ya no pueden disfrutar de la presencia de Dios; el Espíritu

se retira de ellos y el avivamiento se detiene.

7. El avivamiento se detendrá cuando la iglesia se canse de su trabajo. Multitudes de cristianos cometen un gran

error aquí en tiempos de avivamiento. No piensan y tienen tan poco juicio que rompen todos sus hábitos de

vida, descuidan el comer y dormir a sus horas, dejan que el entusiasmo los ofusque y se cansan sus cuerpos, y

son tan imprudentes que pronto están exhaustos, y es imposible que sigan en la obra. Los avivamientos con

frecuencia cesan, para que siga el declive, de negligencia e imprudencia, en este respecto, de parte de aquellos

comprometidos en realizarlos.

8. Un avivamiento cesará cuando la iglesia empiece a especular sobre doctrinas abstractas, que no tienen nada

que ver con la práctica. Si la iglesia desvía su atención de los asuntos de la salvación, y se pone a estudiar o

disputar puntos abstractos, el avivamiento cesará, desde luego.

9. Cuando los cristianos empiecen a hacer proselitismo. Cuando los bautistas se oponen a los presbiterianos, o

los presbiterianos a los bautistas, o ambos contra los metodistas, o los episcopales contra los demás, empiezan

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a esforzarse para que los convertidos se unan a sus iglesias, pronto verán el fin del avivamiento. Quizá un

avivamiento siga por un tiempo, y desaparezcan todas las dificultades, hasta que alguien circule un libro,

privadamente, para ganar prosélitos. Quizá un diácono muy celoso, o una mujer rencillosa, o un ministro

proselitista, no pueden estarse quietos, y empiezan a trabajar en la obra del diablo, de modo que incitan la

amargura, y levantan rivalidad egoísta, ahuyentan al Espíritu y conducen a los cristianos a tomar partido. No

habrá más avivamiento ahí.

10. Cuando los cristianos rehúsan rendir al Señor según los beneficios recibidos. Ésta es una fuente fructífera de

decadencia religiosa. Dios ha abierto las ventanas de los cielos a la iglesia, y derramádoles una bendición, y

entonces razonablemente espera que ellos lleven sus diezmos al alfolí, y planeen y den para Sion; y ¡se han

rehusado! No se han dado ellos mismos para promover la causa de Cristo, entonces el Espíritu ha sido

contristado y la bendición ha sido retirada, y en algunos casos una gran reacción ha sucedido porque la iglesia

no es dadivosa, cuando Dios ha sido tan bondadoso. He sabido de iglesias que evidentemente fueron maldecidas

con escasez por tal acción. Tuvieron un avivamiento glorioso, y luego quizá la casa de reunión necesitaba

reparación, o algo más se necesitaba que costara algo de dinero, y rehusaron hacerlo, y entonces por su espíritu

tacaño Dios los dejó.

11. Cuando la iglesia, de alguna manera, contrista al Espíritu Santo.

(1.) Cuando no sienten su dependencia en el Espíritu. Cuando los cristianos se hacen fuertes en su propia fuerza,

Dios maldice sus bendiciones. En muchas instancias, los cristianos pecan contra sus propias misericordias

porque se enaltecen de su éxito, y se dan crédito ellos mismos, y no le dan toda la gloria a Dios. Como él dice:

"Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos enviaré

maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis

decidido de corazón". Ha habido mucho de eso en este país, sin duda. He visto tantas cosas que así parece, en

los periódicos, donde parecía una disposición en los hombres darse el crédito por el éxito de promover

avivamientos. Hay sin duda una gran tentación en eso, y requiere de mucha vigilancia de parte de los ministros

y las iglesias de cuidarse y no contristar al Espíritu por hombres vanagloriosos.

(2.) El Espíritu puede ser contristado por un espíritu de alardearse del avivamiento. A veces, tan pronto empieza

el avivamiento, lo verán difundido en los periódicos. Y muy comúnmente esto matará el avivamiento. Hubo un

caso en un estado vecino, donde empezó el avivamiento, e inmediatamente salió una carta de un pastor,

diciendo que tenía un avivamiento. Vi la carta, y me dije que era la última vez que oiríamos de ese avivamiento.

Y así fue. En unos días, la obra cesó totalmente. Y tales cosas no son raras. Podría mencionar casos y lugares

donde las personas han publicado tales cosas para inflar la iglesia, y volverse tan ufanos que muy poco o nada

se puede hacer por un avivamiento.

Algunos, bajo la pretensión de publicar cosas para alabar y glorificar a Dios, han publicado cosas que huelen

muy fuertemente a una disposición de jactarse ellos mismos, han hecho que su propia agencia sobresalga

mucho, como estaba evidentemente calculada para dar una impresión infeliz. En la reunión prolongada hecha

en esa iglesia, hace un año en el otoño pasado, había esperanzadamente quinientos convertidos, cuyos nombres

y lugares de residencia conocíamos. Un número considerable de ellos ingresó a esa iglesia. Muchos de ellos se

unieron a otras iglesias. Nada de esto se dijo en los periódicos. Varias veces se me ha preguntado por qué nos

hemos callado tanto sobre el tema. Sólo he podido contestar que había una tendencia tal de exaltación de las

iglesias que temía yo publicar cualquier cosa sobre el tema. Quizá me equivoqué. Pero he visto con mucha

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frecuencia el daño hecho por publicaciones prematuras que pensé que lo mejor era no decir nada. En el

avivamiento en esta ciudad, hace cuatro años, mucho se dijo en los periódicos que parecía jactancia que temía

publicar. No hablo contra la práctica en sí de publicar los recuentos de los avivamientos, sino la manera de

hacerlo es de suma importancia. Si se hace para incitar la vanidad, siempre es fatal para el avivamiento.

(3.) De modo que el Espíritu es contristado por decir o publicar cosas que son calculadas para desestimar la obra

de Dios. Cuando se habla con ligereza de una bendita obra de Dios, no rendirle a Dios la gloria debida a su

nombre, el Espíritu es contristado. Si algo se dice sobre un avivamiento, den solamente los datos como son, y

que se consideren por lo que valen.

12. Un avivamiento puede esperarse que cese cuando los cristianos pierden el espíritu del amor fraternal.

Jesucristo no continuará con la gente en un avivamiento más de lo que ellos continúen en el ejercicio del amor

fraternal. Cuando los cristianos están en el espíritu de un avivamiento, sienten ese amor, y entonces uno los

oirá llamarse hermano y hermana muy afectuosamente. Pero cuando empiezan a enfriarse, pierden ese calor y

brillo de afecto por los unos y los otros, y entonces este llamarse hermano y hermana parecerá ridículo y

desdeñable y lo dejarán. En algunas iglesias no se llaman entre ellos así, pero cuando hay un avivamiento, los

cristianos naturalmente lo hacen. Nunca he visto un avivamiento, y probablemente nunca ha habido uno, en el

que no lo hagan. Pero tan pronto empieza a cesar, el Espíritu de Dios es contristado, y se aleja de ellos.

13. Un avivamiento declinará y cesará a menos que los cristianos con frecuencia se vuelvan a convertir. Por esto

quiero decir, que los cristianos, a fin de mantenerse en el espíritu de un avivamiento, comúnmente necesitan

ser con frecuencia redargüidos, humillados y quebrantados ante Dios, y reconvertirse. Esto es algo que muchos

no entienden cuando hablamos sobre un cristiano reconvertido. Pero el hecho es que en un avivamiento el

corazón del cristiano está sujeto a encostrarse y perder su gusto exquisito por las cosas divinas; su unción y

prevalencia en oración disminuye y entonces debe convertirse otra vez. Es imposible mantenerlo en tal estado

sin hacerle daño a la obra, a menos que pase por ese proceso cada vez. Nunca he trabajado en avivamiento en

compañía de alguien que se mantenga en la obra y esté apto para manejar un avivamiento continuamente, que

no haya pasado por este proceso de quebrantarse tan seguido como en dos o tres semanas. Los avivamientos

declinan, comúnmente, porque es imposible hacer que la iglesia sienta su culpa y dependencia como para

quebrantarse delante de Dios. Es importante que los ministros entiendan eso, o la obra del cristiano se volverá

mecánica y perderán ellos el fervor y poder de prevalecer en Dios. Éste fue el proceso por el que Pedro pasó

cuando negó al Salvador, y por el cual al quebrantarse, el Señor lo preparó para la gran obra en el día de

Pentecostés. Me sorprendió, hace unos años, que la frase "quebrantándose" era piedra de tropiezo para ciertos

ministros y profesantes de religión. Se exponían a la reprensión dada a Nicomedo "¿eres tú maestro de Israel, y

no sabes esto?" Estoy seguro que hasta que alguno de ellos sepa lo que es "quebrantarse", no hará mucho por

la causa de los avivamientos.

14. Un avivamiento no puede continuar cuando los cristianos no practican la negación de sí mismos. Cuando la

iglesia ha disfrutado un avivamiento y empieza a engordar, y se vuelve ella misma indulgente, el avivamiento

pronto cesará, si no simpatizan con el hijo de Dios, quien se dio para salvar a los pecadores; si no está dispuesta

a rendir sus lujos, y su tranquilidad, y se ponga a trabajar, no necesita esperar que el Espíritu Santo se derrame

sobre ella. Esto es sin duda una de las causas principales de declive personal. Que los cristianos en un

avivamiento TENGAN CUIDADO, cuando primero encuentran una inclinación llegando hacia ellos, para

aborrecer la negación de sí mismos, y ceder a una indulgencia sí mismos tras otra. Es un ardid de Satanás,

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sacarlos de la obra de Dios, y que se vuelvan aburridos, engrosados, temerosos, inútiles y sensuales, alejen el

Espíritu y destruyan el avivamiento.

15. Un avivamiento puede detenerse por controversias sobre nuevas medidas. Nada es más cierto que echar

fuera un avivamiento que eso. Pero como en la conferencia pasada fue sobre el tema de nuevas medidas, no

necesito hablar más al respecto.

16. Los avivamientos se pueden apagar por la oposición continua de la vieja escuela, combinado con un espíritu

malo en la nueva escuela. Si aquellos que no hacen nada para promover avivamientos siguen en oposición, y si

aquellos que están trabajando para promoverlos, se ponen impacientes, y entran en un espíritu malo, el

avivamiento cesará. Cuando la vieja escuela escriba sus cartas en los periódicos contra los avivamientos o sus

promotores, y la nueva escuela escriba cartas contra ellos, con un espíritu enojado, contencioso y amargado, y

se metan en una controversia discordante, los avivamientos cesarán. QUE SE MANTEGAN EN SU OBRA, y no

hablen sobre la oposición, ni prediquen, ni escriban al respecto. Si otros publican sus insultos y cosas, que los

siervos del Señor mantengan su obra, y todos los escritos y calumnias no detendrán el avivamiento, mientras

aquellos comprometidos en él se dediquen a lo suyo, y sigan con su obra. Es sorprendente cuánto se mantiene

cierto eso de hecho.

En un lugar donde hubo un avivamiento, ciertos ministros se juntaron contra el pastor de la iglesia, y el plan era

arruinarlo, y de hecho lo acusaron ante el presbítero, y el juicio duró seis semanas, en medio del avivamiento, y

la obra continuó. Los miembros de la iglesia que oraban se dispusieron a trabajar y siguieron victoriosamente

durante todo el proceso. El pastor fue llamado comparecer en el juicio, pero había otro ministro que trabajó

con la gente, y los miembros ni siquiera fueron al juicio, generalmente para seguir orando y pidiendo por las

almas, y el avivamiento soportó la tormenta. En muchos otros lugares, la oposición ha surgido en la iglesia, pero

algunas almas humildes se han mantenido trabajando, y el Dios de gracia ha extendido su brazo y ha hecho

avanzar el avivamiento pese a toda la oposición.

Pero cuando aquellos que activamente se comprometen en promocionar un avivamiento ante la irracionalidad

y persistencia de la oposición, y sienten como si no pudieran tenerlo, y pierden la paciencia, y sienten como si

debieran responder a las objeciones y refutaciones de sus calumnias, entonces ellos van hacia los campos de

Ono, y la obra cesará.

17. Cualquier distracción de la mente pública impedirá un avivamiento. Cualquier cosa que sea exitosa para

desviar la atención pública, pondrá un alto a un avivamiento. En el caso que he especificado, donde un ministro

estuvo ante el presbítero, la razón por la que no se arruinó el avivamiento fue que los miembros de la iglesia

que oraban no se distrajeron. Ni siquiera asistieron al juicio, sino que se mantuvieron orando y trabajando por

las almas, y así la atención pública se mantuvo en el avivamiento pese a los esfuerzos del diablo.

Pero cuando tiene éxito de absorber la atención pública sobre cualquier otro tema, pondrá fin al avivamiento.

No importa cuál sea el tema. Si un ángel del cielo descendiera y predicara, o pasara por las calles, podría ser lo

peor en el mundo para un avivamiento, pues haría a los pecadores volver a sus pecados, para seguir a ese ser

glorioso, contemplarlo, y el avivamiento cesaría.

18. La resistencia a la reforma de la abstención de bebidas alcohólicas pondrá un alto a los avivamientos en una

iglesia. El tiempo ha llegado que ya no más puede ser inocente una iglesia al estar distante de esta reforma

gloriosa. El tiempo fue cuando eso podía hacerse en ignorancia. El tiempo ha sido cuando los ministros cristianos

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podían disfrutar avivamientos, pese a que el licor era usado entre ellos. Pero desde que la luz fue puesta en el

tema, se ha encontrado que su uso es sólo lastimoso, ningún miembro de la iglesia o ministro puede ser inocente

y ser neutro en la causa. Deben hablar y tomar partido. Y si no toman uno, su influencia es en el otro.

Muéstrenme un ministro que ha tomado una posición contra la reforma de la abstención de bebidas alcohólicas

que haya tenido un avivamiento. Muéstrenme uno ahora que mantenga su distancia y que tenga un

avivamiento. Muéstrenme uno que ahora temporiza en este punto que no salga y se ponga a favor de la

abstención de bebidas alcohólicas que tenga un avivamiento. No era así. Pero ahora el tema ha surgido, y ha

sido discutido, y es entendido, ningún hombre puede cerrar sus ojos ante la verdad. Las manos del hombre

están ROJAS DE SANGRE quien mantiene su distancia de la causa de la abstención de bebidas alcohólicas. ¿Y

puede tener un avivamiento?

19. Los avivamientos son obstruidos cuando los ministros y las iglesias toman una posición equivocada en

cuando a cualquier asunto relacionado con derechos humanos. Tomen el asunto de la ESCLAVITUD, por ejemplo.

El tiempo era cuando este tema no estaba ante la mente pública. John Newton siguió con el comercio de

esclavos después de su conversión. Y así su mente había sido pervertida, y tan completamente cauterizada, en

cuanto a este tráfico tan notoriamente nefasto que la pecaminosidad de eso nunca pasó por su pensamiento

hasta tiempo después de que se volvió un hijo de Dios. Si la luz hubiese sido derramada en su mente previo a

su conversión, nunca hubiera podido haberse convertido sin previamente abandonar ese pecado. Y luego de su

conversión, cuando se convenció de la iniquidad de eso, ya no pudo disfrutar de la presencia de Dios, sin dejar

ese pecado por siempre. Del mismo modo, sin duda muchos comerciantes de esclavos y dueños de esclavos en

nuestro país han sido convertidos, no obstante su participación en esta abominación, porque la pecaminosidad

de eso no era aparente a sus mentes. Así ministros e iglesias, en gran parte del país, han mantenido su paz, sin

dar testimonio contra esta abominación terrible, que existe en la iglesia y la nación. Pero recientemente, el tema

ha sido llevado a discusión, y la providencia de Dios lo ha traído claramente ante los ojos de todos los hombres.

La luz ahora es dada sobre este tema, como ha sido en la causa de la abstención de bebidas alcohólicas. Los

hechos son exhibidos, los principios establecidos, y la luz arrojada en las mentes de los hombres, y este

monstruo es arrastrado fuera de su guarida horrenda y exhibido ante la iglesia, y se les demanda a ellos, "¿ES

PECADO ESO?" Su testimonio debe ser dado sobre el tema. Son testigos de Dios. Han jurado decir "la verdad y

toda la verdad, y nada más que la verdad". Es imposible que su testimonio no deba darse, de un lado o del otro.

Su silencio ya no puede más dar cuenta del principio de ignorancia y que nunca hayan puesto su atención en el

asunto. Consecuentemente, el silencio de los cristianos en eso es virtualmente decir que no consideran pecado

la esclavitud. La verdad es que es un asunto en el que no pueden ellos guardar silencio sin culpa. El tiempo ha

llegado, en la providencia de Dios, cuando la brisa del sur se llene de los gritos de lamentación y dolor. Dos

millones de impíos degradados en su propia tierra levantan sus manos, todas ensangrentadas y encadenadas, y

envían a la iglesia de Dios el grito agonizante de ayuda. ¿Y la iglesia, en sus esfuerzos para recuperar y salvar al

mundo, se ensordecerá a esa voz de agonía y desesperación? Ni lo mande Dios. La iglesia no puede alejarse de

ese asunto, el cual es para que la iglesia y la nación decida y Dios lo empujará para una decisión.

Es en vano que las iglesias lo resistan por temor de distracción, contienda y conflicto. Es en vano considerarlo

un acto de piedad el alejar el oído del grito de desesperación.

La iglesia debe testificar, y testificar "la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad" en este asunto, o

cometerá perjurio, y el Espíritu de Dios se apartará de ella. Está bajo juramento testificar, y los ministros e

iglesias que no lo pronuncien pecado llevarán falso testimonio para Dios. Es sin duda cierto que una de las

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razones por el estado bajo de religión en este tiempo es que muchas iglesias han tomado el lado equivocado en

el tema de la esclavitud, han sufrido prejuicio para prevalecer sobre el principio, y han temido llamar eso

abominación por su nombre verdadero.

20. Otra cosa que obstaculiza los avivamientos es descuidar los reclamos de las misiones. Si los cristianos no

sienten por los impíos, descuidan el concierto mensual, y limitan su atención a su propia iglesia, ni siquiera leen

el Missionary Herald (Heraldo Misionero), o usan cualquier otro medio para informarse sobre el tema de los

reclamos del mundo, y rechazan la luz que Dios está arrojando ante ellos, y no hacen lo que Dios los llama a

hacer en esa causa, el Espíritu de Dios se apartará de ellos.

21. Cuando una iglesia rechaza los llamados de Dios en ella para educar a los jóvenes para el ministerio,

obstaculizarán y destruirán un avivamiento. Vean la iglesia presbiteriana, vean a las 200,000 almas convertidas

dentro de 10 años, los medios suficientes para llenar el mundo con ministros, y sin embargo el ministerio no

está aumentando tan rápido como la población de nuestro país, y a menos se pueda hacer algo más para proveer

ministros, nos volveremos impíos nosotros. Las iglesias no presionan a los jóvenes en su deber de estar en el

ministerio. Dios derrama su Espíritu en las iglesias, y convierte cientos de miles de almas, y si entonces los

trabajadores no salen a la cosecha, lo que más puede esperarse es que la maldición de Dios venga sobre las

iglesias, y su Espíritu se retire y los avivamientos cesen. Sobre este tema ningún ministro, ninguna iglesia debe

estar callado o inactivo.

22. Los avivamientos que difaman con frecuencia se echarán abajo. El gran avivamiento del Presidente Edwards

sufrió grandemente por la conducta de la iglesia en este asunto. Es de esperarse que los enemigos de Dios

denigren, malinterpreten y difamen los avivamientos. Pero cuando la iglesia se ocupa en eso, y muchos de sus

miembros muy influyentes están ayudando e incitando para calumniar y malinterpretar una gloriosa obra de

Dios, es razonable que el Espíritu sea contristado. No se puede negar que esto se ha hecho, hasta cierto punto

doloroso y deshonroso para Dios. Se ha estimado que en un año, desde que ese avivamiento comenzó, CIEN

MIL ALMAS se convirtieron para Dios en los Estados Unidos. Esto fue sin duda el mayor número de convertidos

en un año desde que el empezó el mundo. No puede esperarse que, en un entusiasmo de ese alcance, entre

seres humanos, no haya nada que deplorar. Esperar perfección en una obra de ese alcance desde luego, hasta

cierto punto, y realizado por instrumentación humana, sea totalmente razonable y absurdo. Males sin duda

existieron y han existido. Eran de esperarse desde luego, y de estar alertas, en lo posible. Y no creo que la historia

del mundo pueda proveer una instancia de la que un avivamiento, abordando esta magnitud e influencia, se

haya ocupado de muy pocos males, y muy poco para que honestamente sea deplorable.

Pero ¿cómo ha sido tratada esta bendita obra de Dios? Admitir todos los males de los que se quejan sean reales,

que están muy lejos de ser ciertos, sólo serían como manchas en el disco del sol glorioso; las cosas difícilmente

están para pensarse, en comparación con la grandeza y excelencia infinitas de la obra. Y sin embargo, ¿cómo

una gran porción de la iglesia presbiteriana ha recibido y tratado esta bendita obra de Dios? Y en la asamblea

general que el cuerpo serio de hombres que representa la iglesia presbiteriana en medio de esta gran obra, en

vez de señalar un día de gracias, en vez de alabar y glorificar a Dios por la grandeza de su obra, oímos de ellos la

voz de la reprensión. Por reportes que fueron dados de discursos hechos ahí, parece que el lugar se llenó de

quejas. En vez de planear medidas para ir adelante en la obra, su atención parecía centrarse en los

comparativamente males insignificantes que fueron incidentales de ella. Y después de mucha queja, asignaron

un comité, y publicaron una "carta pastoral" a las iglesias, con el propósito de levantar sospechas, sofocar el

celo de la gente de Dios, y desanimarlos de dar gloria a Dios por la grandeza de la bendición, encontrando falla

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y quejándose de los males. Cuando oí lo que se había hecho en la asamblea general, cuando leí sus discursos,

cuando vi su carta pastoral, mi alma enfermó, un sentimiento inexplicable de angustia subió a mi mente, y sentí

que Dios "visitaría" la iglesia presbiteriana por una conducta así. Y desde entonces, la gloria se ha apartado y los

avivamientos han sido cada vez menos frecuentes y menos poderosos.

Y ahora desearía que se supiera, si esos ministros que pusieron esas quejas a la asamblea general, y que fueron

instrumento para hacer la carta pastoral, han sido desde entonces bendecidos en promover avivamientos de

religión, si el Espíritu de Dios ha estado sobre ellos, y si sus iglesias pueden testificar que tienen una unción del

Santo.

23. Dificultades eclesiásticas son calculadas para alejar al Espíritu y destruir los avivamientos. Siempre ha sido

la política del diablo desviar la atención de los ministros de la obra del Señor para disputas y litigios eclesiásticos.

El Presidente Edwards fue obligado a dedicarse mucho tiempo a disputas ante los concilios eclesiásticos, y en

nuestros días, y en medio de estos grandes avivamientos de religión, estas dificultades se han multiplicado

alarmante y vergonzosamente. Algunos de los ministros más eficientes en la iglesia han sido suspendidos de sus

esfuerzos directos para ganar almas para Cristo, para asistir día tras día, en algunas instancias, semana tras

semana, por los cargos preferidos contra ellos, o sus colaboradores en el ministerio, que nunca pudieron

sostenerse.

Vean Filadelfia: qué interminables y desgraciadas querellas han distraído y lastimado a la iglesia de Dios en esa

ciudad, y por todo el país. Y en la iglesia presbiteriana estas dificultades eclesiásticas en general han producido

males suficientes para que la creación llore. El hermano Beman fue perversa y vergonzosamente suspendido

por promover avivamientos para comparecer un juicio ante su propio presbiterio, por los cargos que, si eran

ciertos, eran de los más ridículos, pero que nunca fueron sostenidos. Y desde esa vez una gran parte de su

tiempo, parecería necesario, ha sido dedicado para arreglar las dificultades eclesiásticas. Una considerable parte

de su tiempo durante años, los hermanos Duffield de Carlisle, Barnes de Filadelfia, y otros de los ministros de

Dios más exitosos, han sido impedidos por estas dificultades. ¡Oh, no lo anuncien en Gat! ¿Cuándo esos

ministros y profesantes de religión, que hacen poco o nada, dejarán en paz a otros para que hagan la obra de

Dios?

24. Otra cosa por la que los avivamientos pueden ser obstaculizados es la censura por ambos lados,

especialmente en aquellos que se han ocupado de sacar adelante un avivamiento. Es de esperarse que los

opositores de la obra estén atentos al titubeo de sus amigos, y se asegurarán de censurarlos por todo lo que

está mal, y con frecuencia por aquellos que están bien. Especialmente se espera que muchas observaciones

censuradoras y poco cristianas se harán sobre aquellos que son los instrumentos más prominentes en

promocionar un avivamiento. Esta censura de parte de los opositores de la obra, sea fuera o dentro de la iglesia,

sin embargo, no podrá poner un alto al avivamiento. Mientras sus promotores se mantengan humildes, y en un

espíritu de oración, mientras no se desquiten, sino sus almas posean paciencia, mientras ellos no sufran para

ser desviados para recriminar y alejar el espíritu de oración, la obra seguirá adelante; como en el caso referido,

donde un ministro estuvo en juicio seis semanas en medio de un avivamiento. Ahí la gente se quedó en el polvo,

oró, no tanto por su ministro, pues lo habían dejado con Dios, sino con fuertes gemidos y lágrimas suplicando a

Dios por los pecadores. Y Dios los oyó, los bendijo y la obra continuó. La censura por quienes se oponen a la

obra es mínima para ser temida, pues no tienen el Espíritu, y nada depende de ellos, y pueden obstruir la obra

sólo tanto como ellos mismos tengan influencia personalmente. Pero los otros tienen el poder del Espíritu Santo,

y la obra depende del mantenerse en un temple correcto. Si se equivocan y alejan al Espíritu, no hay ayuda, la

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obra debe cesar. Cual sea la provocación, por tanto, que los promotores de esta bendita obra puedan tener, si

cesa, la responsabilidad es suya. Y uno de los hechos más alarmantes, en cuanto a este asunto, es que en muchas

instancias, aquellos que se han ocupado en sacar adelante la obra, parecen haberse perdido el Espíritu. Se van

por otro lado, y empiezan a pensar que la oposición ya no debe tolerase más, que deben salir y responder lo

que dicen los periódicos. Debe saberse y entenderse universalmente que cuando los amigos y promotores de

estos grandes avivamientos sufren ellos mismos por ser censurados por las quejas de los periódicos, para

intentar defenderse ellos mismos, y responden a quienes escriben contra ellos, el espíritu de oración se irá

completamente y la obra cesará. Nada es más perjudicial para los avivamientos de religión, y así se ha

encontrado siempre, que sus promotores escuchen la oposición y empiecen a responder. Esto fue cierto en los

días del Presidente Edwards como ustedes, que conocen el libro sobre avivamientos, han de estar muy al tanto.

III. PROCEDO A MENCIONAR ALGUNAS COSAS QUE DEBEN HACERSE PARA CONTINUAR ESTE GRAN Y

GLORIOSO AVIVAMIENTO DE RELIGIÓN, QUE HA ESTADO EN PROGRESO LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS.

1. Debe haber gran y profundo arrepentimiento de parte de los ministros. NOSOTROS, hermanos, debemos

humillarnos ante Dios. No ayuda suponer que es suficiente llamar a la gente al arrepentimiento. Debemos

arrepentirnos, debemos tomar la iniciativa en arrepentimiento, y entonces llamar a la iglesia a que lo haga.

Especialmente deben arrepentirse aquellos que han tomado la iniciativa de producir sentimientos de oposición

y desconfianza en cuanto a avivamientos. Algunos ministros han limitado su oposición contra los grandes

avivamientos y medidas de avivamientos a sus propias congregaciones, y creado tales sospechas entre su propia

gente como para prevenir que la obra se propague y prevalezca entre ellos. Tales ministros harían bien en

considerar las observaciones del Presidente Edwards sobre el tema.

"Si los ministros nunca predican buena doctrina, se toman la molestia y trabajan para su obra, pero, si un día

como éste, muestran a su gente que esta obra no les afecta, sino que están dudosos y tienen sospechas, muy

posiblemente harán a la gente más daño que bien, pues el mismo marco de una obra tan extraordinaria de Dios,

si la gente sufre por creer que es su obra, y el ejemplo de otros lugares, junto a qué predicación pueden oír

ocasionalmente, es muy probablemente que tengan mucha mayor influencia en las mentes de su gente, para

despertar y animarla en la religión que todas sus labores con ella: y además la opinión de su ministro no sólo

concebirá sospecha en ella de la obra que oyeron de fuera, según la cual la mano de Dios aparece en ella, y

perderá su influencia en sus mentes, sino tenderá a crear sospecha de todo de esa naturaleza, que aparecerá

entre ellos mismos, como siendo algo de la misma indisposición que se ha vuelto epidemia en el país, y esto es,

en efecto, crear sospecha de toda religión vital, y poner a la gente hablar contra ella, y desanimando, cuando

aparezca, pegándole en la cabeza tan rápido como surja. Y nosotros que somos ministros, al ver esta obra, año

tras año, con un gesto de desagrado, eficazmente mantendremos a las ovejas lejos de los pastos, en vez de ser

pastores para ellas, para alimentarlas; y nuestra gente estaría mejor sin un ministro en un día como éste.

Otros han sido más públicos con miras a ejercer una influencia más amplia. Algunos han escrito para periódicos.

Algunos con alto prestigio en la iglesia han circulado cartas que nunca fueron imprimidas. Otros han tenido que

imprimir sus cartas y las han circulado. Parece haber un sistema de redacción de cartas por el país calculadas

para crear desconfianza. En los días del Presidente Edwards, sustancialmente se buscó el mismo fin, como dice

en su obra sobre avivamientos:

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"Debe tenerse sumo cuidado que la imprenta deba mejorarse para ningún fin contrario al interés de esta obra.

Leemos que cuando Dios peleó contra Sísara por la liberación de su iglesia oprimida, los que manejaban el

punzón de escribiente vinieron al auxilio del Señor en ese asunto, Jueces 5: 14. Cual fuera el tipo de hombres

en Israel que intentaba ser, pero como las palabras fueron redactadas por un Espíritu que tenía un panorama

perfecto de todos los eventos hasta el fin del mundo, y tenía un ojo especial en esa canción, para la liberación

de la iglesia de Dios, en los últimos días, de la que esta liberación de Israel fuera de un tipo, es probable que

tuvieran respeto a los autores, aquellos que debieron pelear contra el reino de Satanás con sus punzones.

Aquellos por tanto que publican panfletos para desventaja de esta obra, y tienden directa o indirectamente a

ponerla bajo sospecha, para desanimarla u obstruirla, harán bien en considerar si esto no es ciertamente la obra

de Dios, y si es, es probable que Dios vaya por delante como fuego para consumir todo lo que se ponga en su

camino, y queme esos panfletos; y si no hubiese riesgo de que el fuego que se encienda en ellos queme a los

autores".

Todos ellos deben arrepentirse. Dios nunca los perdonará, ni ellos volverán a disfrutar de su bendición en su

predicación, ni serán honrados para trabajar en los avivamientos hasta que se arrepientan. En este deber urgía

el Presidente Edwards a los ministros en sus días, en los términos más contundentes. Ha habido sin duda ahora,

como en ese entonces, fallas en ambos lados. Y debe haber un arrepentimiento profundo, y confesión mutua

de las fallas de ambos lados.

"Debe hacerse mucho en la confesión de las faltas de ambos lados; pues indudablemente muchas y grandes son

las faltas que se han cometido en querellas, confusiones, y mezclas de luz y oscuridad, que han acontecido. No

hay deber más contrario a las disposiciones corruptas, y mortificantes al orgullo del hombre, pero debe hacerse.

El arrepentimiento de faltas, en una manera peculiar, un deber apropiado, cuando el reino del cielo está a la

mano, o cuando especialmente esperamos o deseamos que venga, como sucede con la predicación de Juan el

Bautista. Y si Dios ahora audiblemente nos llama a arrepentirnos, entonces también nos llama a hacer las

manifestaciones apropiadas de nuestro arrepentimiento. Estoy persuadido que aquellos que se han opuesto

abiertamente a esta obra, o han hablado de vez en cuando ligeramente de ella, no pueden ser excusados a la

vista de Dios sin abiertamente confesar sus faltas, especialmente si son ministros. Si ellos en alguna manera,

directa o indirectamente, se han opuesto a la obra, o se han comportado así en las conversaciones públicas o

privadas, como ha perjudicado a las mentes de su gente contra la obra, si de ahí en adelante son convencidos

de la bondad y divinidad a la que se han opuesto, no deben por ningún motivo paliar el asunto, y excusarse, y

pretender que siempre pensaron así, y que eran tales y tales imprudencias contra las que se quejaron, sino que

deben abiertamente declarar con convicción, y condenarse ellos mismos por lo que han hecho, pues si es Cristo

contra quien han hablado, hablando ligeramente, y perjudicando a otros contra la obra; en efecto, peor que

eso, es el Espíritu Santo. Y aunque lo hayan hecho en ignorancia e incredulidad, sin embargo cuando averigüen

con quién han estado en contra, sin duda Dios los agarrará públicamente para confesarlo".

"Y en el otro lado, si aquellos que han sido celosos para promover la obra, en una de las instancias previamente

mencionadas se han abiertamente alejado, y han hecho aquello que es contrario a las reglas cristianas, que han

abiertamente herido a otros, o grandemente violado el buen orden, y han hecho aquello que ha lastimado la

religión, deben públicamente confesarlo, humillarse, como si juntarán piedras, y prepararan el camino de la

gente de Dios. Ellos que han sido grandes piedras de tropiezo en el camino de otros por su transgresión abierta,

están destinados a removerlas por su arrepentimiento abierto".

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Hay ministros hoy, no lo digo con falta de bondad, sino en fidelidad, y lo haría si los tuviera ante mí mientras lo

digo, quienes parecen haber ocupado mucho de su tiempo por años en sólo actuar, hablar y escribir de tal

manera como para levantar sospechas en cuanto a avivamientos. Y no puedo dudar que sus iglesias, como dice

el Presidente Edwards, estén mejor sin ningún ministro, a menos que se arrepientan y vuelvan a obtener su

bendición.

2. Esas iglesias que se han opuesto a los avivamientos deben humillarse y arrepentirse. Las iglesias que se han

mantenido distantes u obstaculizado la obra deben arrepentirse de su pecado o Dios no irá con ellos. Vean a las

iglesias ahora, que han propagado sospechas de los avivamientos. ¿Disfrutan los avivamientos? ¿Desciende el

Espíritu Santo sobre ellas para ensancharlas y edificarlas? Hay una de las iglesias en esta ciudad, donde la junta

ha estado publicando en los periódicos lo que llaman su "Acto y Testimonio", calculada para incitar una sospecha

irrazonable y sin fundamento contra muchos ministros que están trabajando exitosamente para promover

avivamientos. ¿Y cuál es el estado de esa iglesia? ¿Ha tenido un avivamiento? ¿Por qué parece por el reporte

oficial a la Asamblea General que ha disminuido en un año 27 por ciento? Y todas esas iglesias continuarán

disminuyendo pese a todo lo demás que pueda hacerse, a menos que se arrepientan y tengan un avivamiento.

Pueden pretender ser muy piadosas, celosas para honrar a Dios, pero Dios no les creerá que son sinceras. Y

manifestará su displicencia al no derramar su Espíritu. Si tuviera una voz lo bastante fuerte, me gustaría que me

oyeran cada una de esas iglesias y ministros que han calumniado los avivamientos cuando les digo que creo que

han ayudado a traer el paño mortuorio en la iglesia, y que la maldición de Dios está sobre ellos, y permanecerá

a menos que se arrepientan. Dios ya ha enviado estrechez a sus almas y muchos de ellos lo saben.

3. Aquellos que se han ocupado de promover la obra también deben arrepentirse. De lo que hayan hecho que

estaba mal deben arrepentirse, o los avivamientos no regresarán como en los días pasados. Deben arrepentirse

cuando un espíritu equivocado ha sido manifestado, o se han irritado y provocado la oposición, y perdido los

estribos, o errado la fidelidad cristiana por palabras duras y un espíritu equivocado. Aquellos que se han opuesto

nunca podrían detener un avivamiento, a menos que aquellos que lo promueven se equivoquen. Entonces

debemos arrepentirnos si hemos dicho cosas que fueran censuradoras, u orgullosas, o arrogantes, o severas. En

un tiempo así, no es para justificarnos nosotros mismos. Nuestro primer llamado es para arrepentirnos. Que

cada uno se arrepienta de sus propios pecados, y no riña, ni pelee sobre quién debe ser culpado más.

4. La iglesia debe tomar el fundamento correcto en cuanto a política. No supongan ahora que voy a predicar un

sermón político, o que deseo que se unan a un partido político cristiano. No, no creo en eso. Pero el tiempo ha

llegado que los cristianos deben votar por hombres honestos, que tomen un fundamento consistente en

política, o el Señor los maldecirá. Deben ser hombres honestos en vez de votar por un hombre porque pertenece

a su partido, Bank o contra Bank, Jackson o contra Jackson, deben encontrar si es honesto, recto y digno de

confianza. Deben hacer que el mundo vea que la iglesia no tendrá a un hombre en el cargo sabiéndose que es

un sinvergüenza, o adúltero, o irrespetuoso del Día del Señor, o jugador, o borracho. Tal es la propagación de la

inteligencia y facilidad de comunicación en nuestro país que todo hombre sabe por quién da su voto. Y si da su

voto sólo por hombres honestos, el país estará obligado a tener gobernantes rectos. Todos los partidos estarían

obligados a poner a hombres honestos como candidatos. Los cristianos han tenido muchísima la culpa en este

asunto. Pero el tiempo ha llegado cuando deben actuar de manera diferente, o Dios maldecirá a esta nación, y

retirará su Espíritu. En cuanto al tema de esclavitud y abstención de bebidas alcohólicas, la iglesia debe actuar

correctamente, o el país será arruinado. Dios no puede sostener a este país bendito y libre, al que amamos y

por el que oramos, a menos que la iglesia tome el fundamento correcto. La política es parte de la religión en un

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país como éste, y los cristianos deben cumplir con su deber con el país como parte de su deber a Dios. Parece

que a veces como si los cimientos de la nación se pudrieran y los cristianos parecieran que actúan como si

pensaran que Dios no ve lo que hacen en política. Pero les digo, sí lo ve, y bendecirá o maldecirá a este país

según el curso que se tome.

5. Las iglesias deben tomar la base correcta sobre el tema de la esclavitud. Y he aquí la pregunta, ¿Cuál es la

base correcta?

Y PRIMERO estableceré algunas cosas que deben evitarse.

(1.) Primero, debe evitarse un espíritu malo. Nada es más calculado para lastimar la religión y a los esclavos que

los cristianos se metan en una controversia molesta en el tema. Es un tema en el que no se necesita que haya

una controversia así entre cristianos. Los esclavistas, como los bebedores de licor, podrán intentar justificarse a

sí mismos, y se podrán enojar con aquellos que acusan sus conciencias, y les llaman a dejar sus pecados. Aquellos

profesantes orgullosos de religión que piensan en alguien a quién culpar, o creen que es una vergüenza tener

piel negra, podrán dejar que sus prejuicios prevalezcan, como taparse sus oídos, y estar dispuestos a reñir con

aquellos que les insisten en el tema. Pero lo reitero, el tema de la esclavitud es un tema en el que los cristianos,

hombres de oración, no necesitan y ni tienen que diferir.

(2.) Otra cosa que debe evitarse es un intento de una postura neutral en ese tema. Los cristianos no pueden

tener una posición neutral en este tema, desde que ha salido a discusión, como si pudieran tomar una posición

neutral en el tema de la santificación del Día del Señor. Es un gran pecado nacional. Es un pecado de la iglesia.

Las iglesias por su silencio, y por permitir a los dueños de esclavos que pertenezcan a su comunión, lo han

consentido. Todas las denominaciones han sido de una u otra forma culpables, aunque los cuáqueros en los

últimos años se han lavado las manos de ella. Es en vano que las iglesias finjan que es meramente un pecado

político. Lo reitero, es el pecado de la iglesia, que todas las denominaciones han consentido. Lo han declarado

virtualmente legal. El mero hecho de los dueños de esclavos que sufren calladamente por permanecer en buena

posición en sus iglesias es la expresión pública más fuerte de sus posturas de que no es pecado. Para la iglesia,

por tanto, pretender tomar una posición neutral en el tema es perfectamente absurdo. El hecho es que ella no

tiene para nada ninguna posición neutral. Mientras tolere a los dueños de esclavos en su comunión, JUSTIFICA

LA PRÁCTICA. Y pues de una vez que un enemigo de Dios finja que no es ni pecador ni santo, que fuera a tomar

una posición neutral, y orara "oh Señor bueno y diablo bueno", porque no sabía de qué lado sería más popular.

(3) Sumo cuidado debe tomarse para evitar un espíritu censurador en ambos lados. Es un tema en que ha

habido, y quizá habrá por algún tiempo futuro, una diferencia de opinión entre cristianos, como el mejor método

para zafarse de la cuestión. Y debe ser tratado con gran paciencia de ambos lados. Un espíritu denunciante, que

impugna los motivos de cada uno, es poco cristiano, calculado para contristar al Espíritu de Dios, y desanimar

los avivamientos, e igual de injurioso para la iglesia y a los mismos esclavos.

En SEGUNDO lugar, mencionaré varias cosas, que en mi juicio la iglesia está imperativamente llamada a tratar

este tema:

(1.) Los cristianos de todas las denominaciones deben hacer a un lado el prejuicio e informarse sobre el tema

sin demora. Muchísimas multitudes de profesantes de religión han consentido el prejuicio a tal grado como para

estar indispuestas a leer y oír, y llegar a un entendimiento correcto del tema. Pero los cristianos no pueden orar

en ese estado mental. Desafío a cualquiera a poseer un espíritu de oración mientras tenga mucho prejuicio para

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examinar esto, o cualquier otra cuestión del deber. Si la luz no los alumbró, los cristianos podrían permanecer

en la oscuridad en este punto, y aún poseer el espíritu de oración. Pero si rehúsan venir a la luz, no pueden orar.

Ahora llamo a todos los que están presentes, y que no han examinado este tema porque estaban indispuestos

a examinarlo para que digan si tienen el espíritu de oración. Donde los ministros, cristianos individuales, o las

iglesias completas, resistan la verdad en este punto ahora, cuando es ampliamente difundida ante la mente

pública, no creo que puedan disfrutar de un avivamiento de religión.

(2.) Escritos que contengan discusiones sobrias y sensatas en el tema, y tales desarrollos de los hechos como

están ante el público, deben callada y extensivamente circularse, y deben cuidosamente y en oración

examinarse por toda la iglesia. No quiero decir por esto que la atención de la iglesia debe ser absorbida por esto

para descuidar la cuestión principal de salvar almas en medio de ella. No quiero que tales movimientos

prematuros en ese tema deban hacerse como para dejar pasmada a la comunidad cristiana, e involucrarla en

un alboroto, sino que los hombres de oración deben actuar sensatamente, y que, tan pronto como la

información suficiente se pueda difundir a través de la comunidad, las iglesias deban mansa, pero FIRMEMENTE,

tomar una posición decidida en el tema y expresar ante toda la nación y el mundo su aborrecimiento de este

pecado.

El entusiasmo antimasónico que prevaleció hace unos años hizo tal desolación en las iglesias, y produjo por un

tiempo aislamiento de sentimiento y animosidad entre los ministros y la gente, y la primer introducción de este

tema ha sido atendida con tales conmociones, que muchos ministros buenos, que enteramente se oponen a la

esclavitud, temen introducir el tema entre la gente, preocupados que sus iglesias no tengan la religión suficiente

para tratarlo y considerarlo calmadamente, y decidir en él con el espíritu del evangelio. Sé que hay peligro en

esto. Pero el tema debe presentarse a las iglesias. Si se introduce con discreción y gran oración, hay muy pocas

iglesias que han gozado de avivamientos, y que actualmente en cualquier lugar estén cercanas a un espíritu de

avivamiento, que puede ser que no reciban la verdad en este asunto. Que no haya error aquí. La exposición de

William Morgan de la masonería fue publicada en 1826. La agitación consecuente y discusión siguió hasta 1830.

Mientras las iglesias llevaron a cuestas muy generalmente su testimonio contra la masonería, y resolvieron que

no tendrían comunión con masones adherentes. Como consecuencia, las logias masónicas generalmente se

desbandaron y entregaron sus actas. Hubo una estampida general de cristianos profesantes de las logias. Esto

preparó el camino, y en 1830, el más grande avivamiento había entonces comenzado en el centro de la región

antimasónica, y se propagó por todos lados donde la acción de la iglesia había sido tomada hasta llegar a 100,000

almas convertidas.

Quizá ninguna iglesia en este país ha tenido un juicio más severo en este tema que ésta, Fueron una iglesia joven

y en mayor parte cristianos inexpertos. Y muchas circunstancias conspiraron, en mi ausencia, para producir

confusión y un sentimiento equivocado entre ella. Pero ahora que estoy familiarizado con el estado de

sentimiento en esta iglesia, no sé de ninguna mala voluntad entre ella en este tema. El Señor nos ha bendecido,

el Espíritu ha sido destilado sobre nosotros, y números considerables se han añadido a nuestra comunión cada

mes desde mi regreso. Hay sin duda en esta iglesia aquellos que sienten en este tema en grados diferentes. Y

sin embargo, puedo honestamente decir que no estoy consciente de la menor diferencia en sentimiento entre

ellos. Hemos desde el inicio, previo a mi salida al extranjero, tomado la misma posición en el tema de esclavitud

del que tenemos sobre la abstención de bebidas alcohólicas. Hemos excluido de nuestra comunión a dueños de

esclavos y a todos los involucrados en el tráfico. Por algunos fuera de esta iglesia, esta acción ha sido censurada

como injustificable y falta de amor, y por ningún motivo daría mi juicio, o el ejemplo de esta iglesia, una regla

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para el gobierno de otros ministros e iglesias. Aún, concienzudamente creo que el tiempo no está lejano cuando

las iglesias se unan en esta expresión de aborrecimiento contra este pecado. Si no bautizo la esclavitud por un

nombre suave y cristiano, si la llamo PECADO, la consistencia y conciencia sobre la conclusión inevitable, que

mientras el pecado sea preservado, los perpetuadores no son sujetos aptos para la comunión y convivencia

cristianas.

A esto se objeta que hay muchos ministros en la iglesia presbiteriana que son dueños de esclavos. Y se dice que

es muy inconsistente que rehusemos hacer sufrir a un dueño de esclavos que venga a nuestra comunión, y sin

embargo que pertenezca a la misma iglesia con ellos, que se siente con ellos en las asambleas eclesiásticas, los

reconozca como sus ministros. A esto respondo, que no tengo poder para tratar con esos ministros, y

ciertamente no voy a retirarme de la iglesia porque algunos ministros o miembros son dueños de esclavos. Mi

deber es pertenecer a la iglesia, incluso si el diablo pertenece a ella. Donde tenga autoridad, excluiré a los

dueños de esclavos de la comunión. Y siempre lo haré en tanto viva. Pero donde no tengo autoridad, si hay cena

del Señor, me sentaré en obediencia a su mandamiento, quien sea que se siente o se aparte.

Por ningún motivo quiero denunciar a los ministros que poseen esclavos y a los profesantes como hipócritas, y

decir que no son cristianos. Pero esto digo que mientras ellos sigan en esa actitud, la causa de Cristo y la

humanidad demanda que no sean reconocidos como tales a menos que seamos partícipes de sus pecados. No

es más inconsistente excluir a los dueños de esclavos porque pertenezcan a la iglesia presbiteriana que el excluir

a personas que beban o vendan licor porque hay muchos vendedores de ron que pertenecen a la iglesia

presbiteriana.

Creo que el tiempo ha llegado, y aunque no soy profeta, creo que ha llegado, que el avivamiento en los Estados

Unidos continuará y prevalecerá, no más rápido ni más lejos de lo que la iglesia tome la base correcta en el

tema. La iglesia es testigo de Dios. El hecho es que la esclavitud es preminentemente el pecado de la iglesia. Es

el mismo hecho de que los ministros y profesantes de religión de diferentes denominaciones posean esclavos,

lo que santifica la abominación completa en los ojos de los impíos. ¿Quién no sabe que en el tema de la

abstención de bebidas alcohólicas cada borracho en el país se esconderá furtivamente tras un diácono vendedor

de ron, o un ministro bebedor de vino? Es la objeción más común y el refugio del intemperante, y de los

bebedores moderados que es practicada por profesantes de religión. Es eso lo que crea la necesidad imperiosa

de excluir a traficantes de licor y bebedores de ron de la comunión. Que las iglesias de todas las denominaciones

hablen sobre el tema de la abstención de bebidas alcohólicas; que cierren las puertas contra quienes tengan

que ver con la abominación de esa venta mortal, y la causa de la abstención de bebidas alcohólicas será

triunfante. En unos años aniquilará el tráfico al igual que la esclavitud.

Es la iglesia la que principalmente apoya este pecado. Su testimonio unido en el tema resolvería el asunto. Dejen

que los cristianos de todas las denominaciones mansa pero firmemente salgan y pronuncien su veredicto; que

limpien sus comuniones, y se laven las manos de esto; que publiquen y escriban en las frentes y cabezas de esta

gran abominación, ¡PECADO!, y en tres años un sentimiento público se formará que ganará y no habrá ningún

esclavo con grillete, ni un traficante de esclavo cruel y enfadado en el país.

Aún se puede decir que en muchas iglesias este tema no puede ser introducido sin crear gran confusión y mala

voluntad. Esto puede ser. Ha sido así en el tema de abstención de bebidas alcohólicas, y también en el tema de

avivamientos. En algunas iglesias, ni la abstención de bebidas alcohólicas ni los avivamientos pueden

introducirse sin producir disensión. Se han opuesto las escuelas dominicales, operaciones misioneras y todo lo

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demás, y han producido disensión en muchas iglesias. Pero ¿acaso es esto razón suficiente para excluir estos

temas? Y donde las iglesias han excluido estos temas por miedo a la contención, ¿han sido bendecidas con

avivamientos? Todos saben que no. Pero donde las iglesias han tomado una posición firme en estos temas,

aunque los individuos y a veces los números se hayan opuesto, incluso así han sido bendecidas con

avivamientos. Donde cualesquiera de estos temas son cuidadosamente, y en oración, introducidos; donde se

trate con un espíritu correcto, y la verdadera importancia relativa se adhiera a cada uno de ellos, si en tales

casos, hay quienes harán alboroto y se resistirán, que la culpa caiga donde deba. Hay algunos individuos, que

están dispuestos a reñir en el tema, que están siempre listos para exclamar: "no introduzcan estas cosas en la

iglesia porque crearán oposición". Y si el ministro y la gente de oración siente que es su deber poner el asunto

por delante, ellos mismos causarán alboroto y dirán entonces: "Ven, se los dije; vean lo que ha hecho la

introducción del tema, hará pedazos la iglesia". Y mientras ellos mismos están haciendo lo que puedan para

causar división, están culpando al tema por la división y no a ellos. Hay gente así en las iglesias. Y ni la escuela

dominical, ni los misioneros, ni avivamientos, ni la anti-esclavitud, ni ninguna otra cosa que honre a Dios o

beneficie las almas de los hombres, se tratarán en las iglesias sin que estas almas cuidadosas sean ofendidas por

eso.

Estas cosas, sin embargo, han sido introducidas, y llevadas, una por una, en algunas iglesias con más, y en otras

con menos, oposición, y quizá en algunas iglesias sin ninguna oposición. Y tan cierto como es Dios el Dios de la

iglesia, tan cierto como el mundo debe ser convertido, la iglesia debe considerar este tema y pronunciarlo como

pecado. No puede haber, infinitamente mejor, ninguna iglesia en el mundo que deba intentar permanecer

neutral o dar falso testimonio en el tema de tal importancia como la esclavitud, especialmente desde que el

tema ha sido propuesto, y es imposible desde la naturaleza del caso, que su testimonio deba estar en la balanza

de un lado o del otro.

Preguntan "¿qué debe hacerse?--¿haremos que sea un tema de conversación que nos absorba para desviar la

atención del tema más importante de la salvación de las almas en medio de nosotros?" Respondo que no. Que

la iglesia exprese su opinión en el tema y esté en paz. En tanto sé, estamos enteramente en paz con el tema.

Hemos expresado nuestra opinión; hemos cerrado nuestra comunión contra los dueños de esclavos, y estamos

atendiendo otras cosas. No estoy consciente de la más mínima agitación entre nosotros del tema. Y donde se

ha vuelto un tema absorbente de conversación en un lugar, en casi todas las instancias creo que se ha debido a

la oposición pertinaz e irracional de algunos individuos contra incluso conceder al tema una audiencia.

6. Si la iglesia desea promover avivamientos, debe santificar el Día del Señor. Hay mucho rompimiento del Día

del Señor en el país. Los comerciantes lo rompen, los viajeros lo rompen, el gobierno lo rompe. Hace unos años

hubo un intento en la parte oeste de este estado de establecer y apoyar una línea del Día del Señor de botes y

diligencias. Pero se encontró que la iglesia no apoyaba la empresa. Muchos profesantes de religión no viajaban

en esas diligencias y no daban sus productos para enviarse en bote por los canales y no viajar el Día del Señor.

Hubo un momento que los cristianos estaban muy ocupados en pedir al Congreso que suspendiera el correo el

Día del Señor, y ahora parece que están avergonzados de eso. Pero una cosa es cierta, que a menos que algo se

haga, y pronto, y eficazmente, para promover la santificación del Día del Señor por la iglesia, el Día del Señor se

irá por la borda, y no sólo tendremos el correo en el Día del Señor, las oficinas postales abrirán, sino poco a poco

nuestras cortes de justicia y las salas legislativas estarán abiertas el Día del Señor. Y ¿qué puede hacer la iglesia,

que hará esta nación, sin ningún Día del Señor?

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7. La iglesia debe tomar la posición correcta en el tema de la abstención de bebidas alcohólicas y la reforma

moral, y todo el tema práctico de moralidad que surja por decisión cada vez.

Hay quienes en las iglesias están alejados del tema de la reforma moral, y que temen haber dicho algo en el

púlpito contra la lascivia. En este tema la iglesia no necesita esperar que se le permita tomar una posición

neutral. En la providencia de Dios, está abierta en discusión. Los males se han exhibido, el llamado ha sido hecho

para una reforma. Y ¿qué se va a reformar más que la verdad? ¿Y quién presentará la verdad si no la iglesia y el

ministerio? Fuera la idea de que los cristianos pueden permanecer neutrales y estar quietos e incluso así

disfrutar la aprobación y bendición de Dios.

En todos los casos, el ministro que mantenga su paz sea contado entre esos del otro bando. Todos saben que

es así en un avivamiento. No es necesario para que una persona esté en contra de la obra en una sociedad fría

con el fin de estar en mejores términos con los borrachos y bebedores moderados. Sólo déjenlo abogar por el

uso moderado de vino, y sólo déjenlo continuar bebiendo como un lujo, y todos los borrachos lo tendrán de su

lado. Si rehúsa dar su influencia a la causa de la abstención de bebidas alcohólicas, se le considera desde luego

del otro lado como amigo. En todos estos temas, cuando surjan, las iglesias y ministros deben tomar una

posición, tomarla abiertamente, estar firmes y llevarla a cabo, si esperan disfrutar las bendiciones de Dios en

los avivamientos. Deben echar fuera de sus comuniones a tales miembros, como en desdén a la luz dada a ellos,

que siguen bebiendo o traficando con licores.

8. Debe hacerse más por los grandes objetos de la benevolencia cristiana. Debe haber mayores esfuerzos por la

causa de las misiones, educación y la biblia, y todas las demás ramas de la empresa cristiana, o las iglesias

desagradarán a Dios. Véanlo. Piensen en las misericordias que hemos recibido, de riqueza, cantidades y

prosperidad de la iglesia. ¿Hemos rendido a Dios según los beneficios que hemos recibido para mostrar que la

iglesia es bondadosa y está dispuesta a dar su dinero para la obra de Dios? No. Lejos está. ¿Hemos multiplicado

nuestros medios y ensanchado nuestros planes en proporción como ha aumentado la iglesia? ¿Está Dios

satisfecho con lo que se ha hecho o tiene razón para estarlo? ¡Tal avivamiento como ha sido disfrutado por las

iglesias de Estados Unidos en los diez últimos años! Debimos haber hecho diez veces más como hemos hecho

en misiones, Biblias, educación, folletos, iglesias libres, y todo en las formas diseñadas para promover la religión

y salvar almas. Si las iglesias no son despertadas en este tema, y no se preparan en mayor escala, pueden esperar

que cesará el avivamiento en los Estados Unidos.

9. Si los cristianos en Estados Unidos esperan que se propaguen y prevalezcan los avivamientos, hasta que el

mundo sea convertido, deben dejar de escribir cartas y publicaciones calculadas para incitar la sospecha y celos

en cuanto a avivamientos, deben asirse de la obra. Si toda la iglesia como un cuerpo había ido a la obra hace

diez años, y la continuaron como han hecho unos pocos individuos, que podría nombrar, no habría ahora ningún

pecador impenitente en el país. El milenio hubiera llegado plenamente a los Estados Unidos antes de este día.

En vez de estar quietos, escribir cartas desde Berkshire, dejar a los ministros que piensan que estamos mal, sólo

pónganse el arnés y vayan adelante, y muéstrennos una manera más excelente. Que nos enseñen por su

ejemplo hacerlo mejor. No niego que hemos cometidos errores y equivocaciones. No niego que hay muchas

cosas que se han hecho mal en los avivamientos por personas. Pero ¿es esa la manera de corregirlos, hermanos?

No lo hizo Pablo. Corrigió a los hermanos diciéndoles amablemente que les mostraría una manera más

excelente. Que nuestros hermanos vayan hacia adelante. Oigamos el grito desde todos los púlpitos: A LA OBRA.

Que sigan donde el Señor va con ellos y ponga su brazo, y yo, por uno, seguirá. Sólo déjenlos SEGUIR y tengamos

un Estados Unidos convertido a Dios, y que cesen todas las cuestiones menores.

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Si no, y si los avivamientos sí cesaran en el país, los ministros y las iglesias serán culpables de toda la sangre de

todas las almas que irán al infierno como consecuencia. No hay necesidad de que la obra cese. Si la iglesia

cumple su deber, el milenio puede llegar en este país en tres años. Si este escribir de cartas sigue, llenando al

país de sospechas y celos, si va a ser así siempre, dos tercios de la iglesia se queda atrás y no hace nada más que

encontrar la falla en tiempo de avivamiento, la maldición de Dios estará sobre esta nación pronto.

OBSERVACIONES

1. Es tiempo de examinarse de corazón entre cristianos y ministros. Hermanos, no es tiempo de resistir la verdad,

poner peros y encontrar fallas porque la verdad es hablada plenamente. No es tiempo de recriminar o

contender, sino debemos inquirir en nuestras almas y humillarnos ante Dios.

2. Debemos arrepentirnos y abandonar nuestros pecados, enmendar nuestros caminos y hechos, o cesará el

avivamiento. Nuestras dificultades eclesiásticas TIENEN QUE CESAR, y todas las diferencias menores deben

hacerse a un lado y dejarlas para unirnos en la promoción de los grandes intereses de religión. Si no, los

avivamientos cesarán de entre nosotros, y la sangre de millones se hallará en nuestras faldas.

Si la iglesia cumple con todo su deber, pronto completará el triunfo de la religión en el mundo. Pero si esta

guerra de hecho y testimonio se mantiene, y este sistema de espionaje, insinuación y denuncia, no sólo el

avivamiento cesará, sino la sangre de millones que irán al infierno antes que la iglesia se recupere del choque,

se encontrará en las faldas de los hombres que se levantaron y realizaron esta terrible disputa.

4. Aquellos que han circulado reportes difamatorios en cuanto a los avivamientos deben arrepentirse. Mucho

se ha dicho sobre la herejía, y sobre los hombres que niegan la influencia del Espíritu, que es totalmente sin

fundamento, y se ha inventado de la nada. Y aquellos que han inventado reportes, y aquellos que los han

circulado contra sus hermanos, deben arrepentirse y orar a Dios para recibir su perdón.

5. Vemos la tendencia constante que hay en los cristianos para la declinación y apostasía. Esto es cierto en todos

los convertidos de todos los avivamientos. Vean el avivamiento en los días del Presidente Edwards. La obra fue

hasta 30,000 almas convertidas, y por ese mismo tiempo muchos ministros y cristianos se pusieron en tal estado

de escribir libros y panfletos de un lado y del otro, y llevaron a todos por la borda y cesó el avivamiento. Aquellos

que se habían opuesto a la obra se volvieron obstinados y violentos, y aquellos que la promovieron perdieron

su mansedumbre, se enojaron, y fueron conducidos hacia los males de los que se les habían acusado.

Y ahora, ¿qué debemos hacer? Esta gran y gloriosa obra de Dios parece estar indicando un declive. El

avivamiento no es un bendito sea Dios muerto porque no está muerto. No, oímos de todas partes del país que

los cristianos están leyendo sobre el tema preguntando sobre el avivamiento. En algunos lugares hay ahora

poderosos avivamientos. Y ¿qué haremos para elevar el estándar, para mover toda esta nación para que vuelva

a Dios? TENEMOS QUE HACER LO CORRECTO. Tenemos que tener un mejor espíritu, tenemos que ponernos en

el polvo, tenemos que actuar unánimes, tenemos que asirnos de esta gran obra con todos nuestros corazones,

y entonces Dios nos bendecirá y la obra seguirá.

¿Cuál es la condición de esta nación? Sin duda, Dios está sosteniendo la vara de GUERRA sobre las cabezas de

esta nación. Está esperando antes de que suelte sus juicios para ver si la iglesia hará bien. La nación está bajo

su displicencia, porque la iglesia se ha conducido de una manera tal con respecto a los avivamientos. Y ahora

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supongan que viene la guerra, ¿dónde serían nuestros avivamientos? ¿Qué tan rápido se tragará la guerra el

espíritu del avivamiento? El espíritu de guerra es cualquier cosa menos el espíritu de avivamientos. ¿Quién

atenderá el reclamo de la religión cuando la mente pública se engruese por todo el tema absorbente de la

guerra? Dios blandirá su espada refulgente sobre nuestras cabezas. ¿Se arrepentirá la iglesia? Es la IGLESIA que

Dios sobre todo tiene a la vista. ¿Cómo evadiremos la maldición de la guerra? Sólo por una reforma en la iglesia.

Es en vano ver a los políticos evitando la guerra. Quizá estén generalmente a favor de la guerra. Es muy probable

que las cosas que se hagan para evitarla correrán hacia ella. Si la iglesia no siente, no despierta, no actúa, ¿dónde

voltearemos por ayuda? Si la iglesia en lo absoluto no se mueve, no tiembla en vista de los justos juicios de Dios

que se cuelgan sobre nuestras cabezas ciertamente estamos cerca de la maldición como nación.

6. Lo que se haga debe hacerse rápidamente. La balanza se balancea. Si no salimos adelante debemos

retroceder. Las cosas no pueden permanecer como están. Si la iglesia no sale, si no tenemos un más avivamiento

poderoso del que hemos tenido, muy pronto no tendremos nada. Hemos tenido un avivamiento tal que ahora

pequeños avivamientos no interesan a la mente pública. Deben actuar como individuos. Cumplan su deber.

Tienen una responsabilidad. Arrepiéntanse rápidamente. No esperen otro año. ¿Quién más que Dios sabe cuál

será el estado de las iglesias si las cosas siguen otro año sin un gran avivamiento general de religión?

7. Es común cuando las cosas salen mal en la iglesia que algún individuo encuentre fallas en la iglesia y sus

hermanos, y pase por alto su parte de culpa. No permitan que alguien pase tiempo buscando fallas en ese ente

abstracto "La Iglesia". Pero como miembros individuales de la iglesia de Cristo, que cada quien actúe, haga lo

correcto, y se ponga en el polvo, y nunca hable orgullosa y censuradamente. VAYAN ADELANTE. ¿Quién dejará

una obra tal, y escriba cartas, y baje a los campos de Ono, y vea si las disputas insignificantes no pueden

arreglarse, y deje que cese la obra? Ocupémonos de nuestra labor, y dejemos que el Señor se haga cargo del

resto. Cumplamos nuestro deber y dejemos el asunto a Dios.

Desde que estas conferencias fueron dadas se ha hecho gran progreso en todas las empresas benevolentes en

este país. El tiempo ha arreglado las cuestiones de pureza y valor inestimable de esos avivamientos contra

aquello que tanta oposición equivocada ha existido en la iglesia presbiteriana, Ahora se sabe que una reacción

grande y desastrosa predicha por los opositores no ha sido presenciada. Debe admitirse que los convertidos de

esos avivamientos han escrito de la fortaleza de las iglesias, y que su influencia cristiana se ha sentido por todo

el país. Jamás en ningún avivamiento ha existido el poder y la pureza como ha sido más extensamente

establecido por el tiempo y la experiencia que esa gran bendita obra de Dios contra aquella tormenta de

oposición que se levantó. La oposición fue evidentemente un gran error. Que no se diga que la oposición fue

demandada por grandes males que atendieron la obra, y que esos males y errores fueron detenidos y corregidos

por la oposición. El hecho es que los errores y males supuestos que fueron hechos a la justificación de la

oposición, nunca existieron a tal grado para justificar la alarma u oposición. He escrito un recuento de esos

avivamientos en los que he considerado más plenamente la cuestión. Las iglesias sí tomaron la abstinencia de

bebidas alcohólicas y otras ramas de la reforma a tal grado para evitar los males contra los que se les había

advertido. Sobre el asunto de la esclavitud, la iglesia demoró mucho en su testimonio para evitar la guerra. Pero

los dueños de esclavos se alarmaron y se exasperaron por la oposición creciente a su institución por toda la

región del norte donde las influencias del avivamiento se habían sentido. Tomaron las armas para defender y

perpetuar la abominación y al hacerlo abolirla.

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LECCIÓN XVI

LA NECESIDAD Y EL EFECTO DE LA UNIÓN

TEXTO. -- “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca

de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.” --

Mateo 18:19.

Hace unas semanas usé este texto para predicar sobre el tema de las reuniones de oración. Hoy quiero

adentrarme más en el espíritu y significado del texto. El diseño evidente de nuestro Señor en este texto era

enseñar la importancia e influencia de la unión en oración y esfuerzo para promover la religión. Él establece el

caso más fuerte posible al tomar el número dos como el número mínimo entre quienes puedan estar de

acuerdo, y dice que "que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que

pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos". Es el hecho de su acuerdo, sobre el cual pone

énfasis y menciona el número dos, que parece haber sido diseñado meramente para motivar el número más

mínimo entre quienes pueden estar de acuerdo. Pero ¿qué debemos entender por "se pusieren de acuerdo en

la tierra" por las cosas que pidamos? Responderé esta pregunta bajo los siguientes encabezados:

I. AL MOSTRAR QUE VAMOS A ESTAR "DE ACUERDO" EN ORACIÓN.

II. VAMOS A ESTAR DE ACUERDO EN TODO LO QUE ES ESENCIAL PARA OBTENER LA BENDICIÓN QUE

BUSCAMOS.

I. A FIN DE ENTRAR EN ESTA PROMESA, VAMOS A ESTAR DE ACUERDO EN ORACIÓN. ESTO SE ENSEÑA

PARTICULARMENTE EN EL TEXTO. ES DECIR:

1. Debemos estar de acuerdo en nuestros deseos por el objeto. Es necesario tener deseos por el objeto y estar

de acuerdo en esos deseos. Muy frecuentemente los individuos oran en palabras por lo mismo, cuando por

ningún motivo están de acuerdo en desear eso. No, quizá algunos de ellos, en sus corazones desean lo contrario.

La gente es llamada a orar por un objeto, y deben orar por eso en palabras, pero Dios sabe que seguido ellos no

lo desean, y quizá ve él que los corazones de algunos pudieran, todo el tiempo, estar resistiendo la oración.

2. Debemos estar de acuerdo en el motivo por el cual deseamos el objeto. No es suficiente que nuestros deseos

por un objeto deban ser el mismo, sino la razón del por qué debe ser la misma. Un individuo puede desear un

avivamiento para la gloria de Dios y la salvación de los pecadores. Otro miembro de la iglesia puede también

desear un avivamiento con el fin de tener una congregación edificada y fortalecida para que sea más fácil para

que ellos cubran los gastos en apoyo al evangelio. Otro desea un avivamiento por la causa de tener que la iglesia

crezca para tener más gente y sea más respetable. Otros desean un avivamiento porque han sido impedidos o

se ha hablado mal, y desean hacer saber a sus enemigos que cualquier cosa que piensen o digan, Dios los

bendice. A veces la gente desea un avivamiento desde el afecto natural para que sus amigos se conviertan y se

salven. Si tienen el propósito de estar unidos en oración para obtener la bendición, no sólo tienen que desear

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la bendición y estar de acuerdo en desearla, sino también deben estar de acuerdo en desearla por las mismas

razones.

3. Tenemos que estar de acuerdo en desearla por las mismas razones. Estos deseos no sólo tienen que unirse,

y ser de los mismos motivos, sino que deben ser por buenos motivos. El motivo supremo tiene que honrar y

glorificar a Dios. La gente puede incluso desear un avivamiento, estar de acuerdo en desearlo, y estar de acuerdo

en los motivos, pero si estos motivos no son buenos, Dios no cumplirá sus deseos. De este modo, los padres

están de acuerdo en oración por la conversión de sus hijos, pero si no tienen motivos más altos que porque son

sus hijos, sus oraciones no serán contestadas. Van a estar de acuerdo en la razón, pero no es la razón correcta.

Igualmente, cualquier número de personas pudiera estar de acuerdo en sus deseos y motivos, pero si sus

motivos son egoístas, el estar de acuerdo en ellos sólo los hará más ofensivos para Dios. "¿Por qué convinisteis

en tentar al Espíritu del Señor?" He visto mucho de esto, donde las iglesias se han ocupado en orar por un objeto,

y sus motivos fueron evidentemente egoístas. A veces se ocupan por orar por un avivamiento, y creen que por

el esfuerzo y la unión de ellos ciertamente moverán a Dios para que conceda la bendición hasta que se dan

cuenta de la razón. ¿Y cuál es? Pues, ven a su congragación que está por disolverse a menos que se haga algo.

O ven alguna otra denominación ganar terreno, y no hay modo de contrarrestarla más que por un avivamiento

en la iglesia de ellos. Y toda su oración es sólo un intento de hacer que el Todopoderoso los ayude en su dificultad

y es puramente ofensivo y egoísta para Dios. Una mujer en Filadelfia fue invitada a asistir a una reunión de

oración de mujeres en cierto lugar. Ella preguntó para qué se reunían y por qué iban a orar. Le respondieron

que iban a orar por el derramamiento del Espíritu en la ciudad. "Bueno, pues", dijo ella "no iré; si fuéramos a

orar por nuestra congregación iría, pero ¡no voy a ir a orar por otras iglesias!" Oh, ¡qué espíritu!

He tenido muchísimas cartas y peticiones que debo visitar tal y tal lugar e intentar promover un avivamiento, y

por muchas razones se me urge que debo ir, pero cuando peso sus razones, a veces encuentro que cada una de

ellas es egoísta. Y Dios verá a cada una con aborrecimiento.

En reuniones de oración, cuán seguido oímos a la gente ofrecer tales razones del por qué desean tales y tales

bendiciones que no son correctas delante de Dios. Para tales razones, que si son las verdaderas, sus oraciones

se considerarán inaceptables para Dios porque su motivo no es el correcto.

Se dicen muchas cosas con frecuencia a favor de la causa de las misiones, que son de este carácter, que apelan

a los motivos incorrectos. Cuán seguido se nos dice de seiscientos millones de infieles que están en peligro de

irse al infierno, y cuán poco se dice de la culpa de seiscientos millones ocupados y aliados como rebeldes contra

Dios, o de la deshonra y el desdén derramados sobre Dios nuestro Hacedor por un mundo tal de facinerosos.

Ahora sé que Dios se refiere a aquellos motivos que apelan meramente a nuestras simpatías naturales y

compasión, y él las usa, pero siempre en subordinación a su gloria. Si estos motivos inferiores son puestos ante

todo, siempre tienen que producir una piedad y un celo defectuosos y muchos que son falsos. Hasta que la

iglesia vea la deshonra hecha a Dios, poco se hará. Es esto lo que debe hacerse para que se distinga ante el

mundo, es eso lo que tiene que sentirse profundamente por la iglesia, es eso lo que tiene que exhibirse

plenamente a los pecadores, antes de que el mundo pueda ser convertido.

Los padres nunca están de acuerdo en orar por la conversión de sus hijos en tal forma como para que sus

oraciones sean respondidas hasta que sientan que sus hijos son rebeldes. Los padres seguido oran muy

esforzadamente por sus hijos porque desean que Dios los salve y casi piensan duramente de Dios si no salva a

sus hijos. Pero si hacen que sus oraciones prevalezcan, tienen que llegar para tomar la parte de Dios contra sus

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hijos, aunque por su perseverancia y perversidad incorregible deba estar obligado Dios a enviarlos al infierno.

Supe de una mujer que estaba muy conturbada por la salvación de su hijo, y oraba por él en agonía, pero él

seguía siendo impenitente hasta que ella se convenció que sus oraciones y agonías no habían sido nada más

que anhelos afectivos de sentimiento maternal, y que no estaban dictados para nada por un fundamento justo

del carácter de su hijo como un rebelde perverso y obstinado contra Dios. Y nunca se hacía ninguna impresión

en la mente de él hasta que ella tomó una base fuerte contra él como rebelde y lo vio como merecedor de ser

enviado al infierno. Y entonces se convirtió. La razón fue que nunca antes fue influida por el motivo correcto de

oración, deseando la salvación de él con una consideración suprema para la gloria de Dios.

4. Si nos uniéramos para prevalecer en oración, tenemos que estar de acuerdo en fe. Esto es, tenemos que

concordar en esperar la bendición por la que oramos. Tenemos que entender la razón por la que se espera,

tenemos que ver la evidencia sobre la cual la fe debe descansar, y tenemos que absolutamente creer que la

bendición vendrá, o no entraremos en la promesa. La fe siempre es entendida como una condición

indispensable de oración prevaleciente. Si no es expresada en cualquier caso particular, siempre está contenida,

pues ninguna oración no puede ser eficaz más que por eso que se ofrece en fe. Y a fin de que la oración unida

prevalezca, debe haber fe unida.

5. De nuevo entonces, tenemos que estar de acuerdo en cuanto al tiempo cuando deseemos que venga la

bendición. Si dos o más se ponen de acuerdo en desear una bendición en particular, y uno de ellos desea que

llegue ahora, mientras otros no están listos para tenerla aún, es claro que no están de acuerdo. No están unidos

en cuanto a un punto esencial. Si la bendición va a venir en respuesta a su oración unida, tiene que venir como

oraron por ella. Y si llega, debe ser en algún momento. Pero si no están de acuerdo en cuanto al tiempo cuando

la tendrán, claramente nunca llegará en respuesta a su oración.

Supongan que una iglesia deba orar por un avivamiento y deba estar de acuerdo en desear un avivamiento,

pero no en cuanto al tiempo cuando deba ser. Supongan que algunos desean tener el avivamiento ahora, están

preparados, sus corazones están esperando al Espíritu de Dios que descienda, y están dispuestos a darle tiempo,

atención y trabajar por él AHORA, pero otros no están listos, tienen algo más que atender en ese momento,

algún objeto mundano que quieren lograr, algún negocio a la mano y quieren cerrar el trato, y entonces--pero

no pueden hallar el tiempo para atender la petición ahora, no están preparados para humillarse para escudriñar

sus corazones, arar la tierra sin cultivar y ponerse en la posición para recibir la bendición. ¿No es claro que aquí

no hay una unión real, pues no están de acuerdo en aquello que es esencial? Mientras una parte está orando

que pueda venir el avivamiento, los otros están orando con el mismo esfuerzo que no llegue ahora.

Supongan que se le hiciera ahora la pregunta a esta iglesia, ¿si están de acuerdo en orar por un avivamiento de

religión aquí? ¿Desean todos un avivamiento y les gustaría a todos que llegara ahora? ¿Estarían de corazón de

acuerdo de quebrantarse en el polvo y abrir sus corazones al Espíritu Santo si debe él venir esta noche? No

pregunto qué dirían, si les hago la pregunta. Quizá si se las hago ahora, ¿se levantarían todos ustedes y votarían

que están de acuerdo de desear un avivamiento y tenerlo ahora? Saben cuánto deben sentir y qué deben decir,

y saben que deben estar listos para un avivamiento ahora. Pero, pregunto, ¿lo vería Dios que es así que están

de acuerdo de corazón en este punto? ¿Ha habido un momento desde que regresé del campo que esta iglesia

está toda de acuerdo de desear y orar por un avivamiento y desear que llegue ahora? Y si esta iglesia no puede

estar de acuerdo entre ustedes mismos, ¿cómo pueden esperar un avivamiento? ¿Ha habido dos que estén de

acuerdo sobre este punto y han orado? Si no, ¿cuándo estarán de acuerdo para orar por un avivamiento? Y si

esta iglesia no puede estar de acuerdo entre ustedes, ¿cómo pueden esperar un avivamiento? Es inútil que

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ustedes tomen una actitud externa, se levanten y digan que están de acuerdo, cuando Dios lee su corazón y ve

que no están de acuerdo. Aquí está la promesa--"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo

en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos". Ahora,

esto es verdadero o falso. ¿Qué postura van a tomar? Si es verdad, entonces es verdad que no están de acuerdo,

y nunca han estado, excepto en esos casos donde han tenido avivamiento.

Pero tenemos que estar de acuerdo no sólo en un tiempo, sino tiene que ser el presente, o no vamos a estar de

acuerdo en todo lo esencial de la obra. A menos que estemos de acuerdo de tener el avivamiento ahora, no

usaremos los medios ahora. Pero hasta que los medios se usen, no puede llegar. Es claro, entonces, que tenemos

que estar de acuerdo en el tiempo presente, esto es, no estamos de acuerdo en el sentido del texto, hasta que

estemos de acuerdo que ahora tendremos la bendición y conducirnos de acuerdo a eso. Para estar de acuerdo

sobre un tiempo futuro es inútil, pues cuando el tiempo futuro llegue, tenemos entonces que estar de acuerdo

en ese momento presente, y usar los medios, para que ustedes vean que nunca están propiamente de acuerdo

hasta que estén de acuerdo que ahora es el tiempo.

II. VAMOS A ESTAR DE ACUERDO EN TODO LO QUE ES ESENCIAL PARA OBTENER LA BENDICIÓN QUE

BUSCAMOS.

Vean el lenguaje del texto "si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que

pidieren". Mucha gente parece leerlo como si se refiriera meramente a un acuerdo en pedir, y lo entendiera

para prometer que cuando dos estén de acuerdo en pedir por una bendición, será dada, pero Cristo dice que

tiene que haber un acuerdo "como tocando"* aquello que se pide. Es decir, el acuerdo o unión tiene que abarcar

todo lo que es esencial para el otorgamiento y recepción de la bendición.

1. Si los cristianos disfrutan los beneficios de esta promesa al orar por un avivamiento, tienen que estar de

acuerdo en creer que los avivamientos de religión son una realidad. Hay muchos individuos, incluso en la iglesia,

que no creen en sus corazones que los aviamientos que toman lugar son obra de Dios. Algunos de ellos pueden

orar en palabras para un derramamiento del Espíritu y un avivamiento de religión, mientras en sus corazones

dudan si hay tales cosas conocidas en tiempos modernos. En oración unida no tiene que haber hipocresía.

2. Tienen que estar de acuerdo de sentir la necesidad de avivamientos. Hay algunos que creen en la realidad de

los avivamientos como una obra de Dios, mientras al mismo tiempo no están seguros en cuanto a la necesidad

de tenerlos para el éxito del evangelio. Creen que es una obra real de Dios en avivamientos, pero después de

todo, quizá también tengan pecadores convertidos llevados a la iglesia de una forma gradual y callada y sin

mucho furor. Cuando los avivamientos son fuera del país, y prevalecen, y son populares, puede parecer a favor

de ellos, y pueden levantar sus oraciones frías por un avivamiento, mientras al mismo tiempo se lamentan

porque les ha llegado un avivamiento. Creen que es mucho más seguro y mejor adoctrinar a la gente, y propagar

el asunto ante ellos de una forma calmada, y llevarlos gradualmente, y no correr el riesgo de tener un

sentimiento animal o un incendio salvaje en sus corazones.

3. Tienen que estar de acuerdo en cuanto a la importancia de los avivamientos. Los hombres no son bendecidos

en respuesta a oraciones que no son ni la mitad en serio. Tienen que sentir la importancia infinita de un

avivamiento antes de que oren para que prevalezca. Las bendiciones de este tipo no son concedidas más que

en respuesta a tales oraciones como surjan de un sentido de su importancia. Como he mostrado antes, cuando

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prediqué sobre el tema de la oración prevaleciente, es cuando los hombres desean la bendición con AGONÍA

INEXPRESABLE, que ofrecen tal oración como infaliblemente prevalecerá con Dios. Aquellos que sienten menos

de la importancia de un avivamiento deben orar por él en palabras, pero nunca tendrán la bendición. Pero

cuando una iglesia ha estado unida en oración y realmente sintió la importancia de un avivamiento, nunca ha

fallado en tener uno. No creo que ningún caso se pueda encontrar una iglesia así que se vuelva vacía. Tal acuerdo

cuando es sincero asegurará un acuerdo también en todos los demás asuntos que son indispensables.

4. También tienen que estar de acuerdo de tener las nociones escriturales correctas sobre varias cosas

conectadas con los avivamientos.

(1.) La necesidad de agencia divina para producir un avivamiento. No es suficiente que ellos tengan una teoría,

y oren por ella en palabras. Tienen que entender plenamente y sentir profundamente esa necesidad, tienen que

darse cuenta de su completa dependencia del Espíritu de Dios, o el todo fallará.

(2.) Pues la agencia divina es necesaria. Tiene que haber un acuerdo sobre los principios correctos en cuanto a

la razón de que la agencia divina no es indispensable. Si tienen ellos ideas incorrectas sobre este punto, serán

obstaculizados. Si los cristianos tienen la idea de que esta necesidad de influencia divina yace en la inhabilidad

de los pecadores, o si sienten como si Dios estuviera bajo obligación de dar el Espíritu Santo a fin de hacer a los

pecadores sentir obedecer el evangelio, insultan a Dios y sus oraciones no valdrán. Pues en ese caso tienen que

sentir que un mero asunto de justicia común para que Dios derrame su Espíritu antes de que pueda justamente

requerir a cristianos para la obra o a los pecadores para arrepentirse.

Supongan una iglesia que tiene la idea de que los pecadores son criaturas pobres e infortunadas que vienen al

mundo con una naturaleza tal que no pueden evitar pecar, y que los pecadores son tan incapaces de

arrepentirse y creer el evangelio como son para volar a la luna, ¿cómo pueden sentir que un pecador sea un

rebelde contra Dios, y que merezca ser enviado al infierno? ¿Cómo pueden sentir que el pecador sea culpable?

Y ¿cómo pueden estar del lado de Dios cuando oran? Si se ponen del lado de Dios contra el pecador, no pueden

esperar que Dios considere sus oraciones, pues no oran por los motivos correctos. Sin duda una gran razón por

la que tantísimas oraciones no son respondidas es que aquellos que oran se ponen de hecho del lado del pecador

contra Dios. Oran como si el pecador fuera un pobre ser infortunado que da lástima en vez de que sea un

culpable sinvergüenza. Y la razón es que ellos no creen que los pecadores sean capaces de obedecer a Dios. Si

una persona no cree que los pecadores son capaces de obedecer a su Creador, y realmente cree que las

influencias del Espíritu son necesarias para hacerlo capaz, es imposible, con estas posturas, ofrecer una oración

aceptable y prevaleciente para el pecador, y no es de sorprenderse que las personas con estas posturas no

deban prevalecer con Dios y deban dudar sobre la eficacia de la oración de fe.

Cuán seguido oyen a la gente orar en este estilo: "Oh, Señor, ayuda a esta pobre alma a hacer lo se le requiere

hacer--Oh, Señor, dale la capacidad de hacer esto y aquello". Ahora este lenguaje implica que se ponen del lado

del pecador, y no de Dios. Si se entendiera por aquellos que lo usan, como a veces se explica, y si la gente quiso

decir lo que debía cuando suplica por los pecadores, no se encontraría tanta falta en la oración, pero la verdad

es que cuando la gente usa ese lenguaje, seguido quiere decir sólo lo que el lenguaje en sí haría naturalmente a

primera vista, entendido para querer decir, que como si oraran: "Señor, mandas a estos pobres pecadores a que

se arrepientan, cuando, oh, Señor, sabes que no pueden arrepentirse a menos que les des tu Espíritu, para que

puedan hacerlo, aunque has declarado que los enviarás al infierno si no lo hacen, ya sea que reciban el Espíritu

o no, y ahora Señor, esto parece difícil, y te pedimos que tengas lástima de estas pobres criaturas, y que no seas

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tan duro con ellas, por Cristo". Quien no ve que una oración tal, o una oración que significa eso, cual sea el

lenguaje, formulada así, es un insulto a Dios, levantándole cargos con injusticia infinita, si continúa exigiendo a

los pecadores un deber que no pueden cumplir con esa ayuda que no se puede conceder. La gente ora de esa

forma hasta el día del juicio, y nunca obtiene una bendición porque se pone del lado de los pecadores contra

Dios. No puede orar exitosamente hasta que entienda que un pecador es un rebelde, obstinado en su rebelión

--tan obstinado que nunca hará, sin el Espíritu Santo, lo que puede hacer como no puede hacer,

instantáneamente, y esta tendencia es la razón, y sólo la razón, por la que necesita de la influencia del Espíritu

Santo para su conversión. El único fundamento en el que el pecador necesita la agencia divina es vencer su

obstinación, y hacerle estar dispuesto a hacer lo que puede hacer, y lo que Dios justamente le requiere hacer. Y

una iglesia nunca está en una actitud en la que Dios oirá sus oraciones unidas a menos que esté de acuerdo en

entender su dependencia de Dios para sentirla en perfecta consistencia con la culpa del pecador. Si es la otra

forma, está de acuerdo en entenderla incorrectamente, y sus oraciones por ayuda divina para los infortunados

en vez del favor divino que haga al pecador someterse, está errada, es un insulto a Dios, y nunca obtendrá el

favor en el cielo.

(3.) Tienen que estar de acuerdo para entender que los avivamientos no son milagros, sino que son llevados a

que sucedan por el uso de los medios como otros eventos. Con razón los avivamientos antes eran poco

frecuentes y duraban poco tiempo, cuando la gente generalmente los consideraba como milagros, o como una

caída de lluvia, que llegaba a un lugar y seguía por un rato breve, y luego se iba; esto es, como algo por el cual

no tenemos control. ¿Qué puede hacer la gente con una lluvia? O ¿cómo pueden hacer llover más de lo que

llueve? Es necesario que quienes oran deban estar de acuerdo en entender un avivamiento como algo que

sucede por medios, o nunca estarán de acuerdo para usarlos.

(4.) Tienen que estar de acuerdo para entender que la agencia humana es tan indispensable para un avivamiento

como la agencia divina. Tal cosa como un avivamiento de religión, me aventuro a decir, nunca ocurrió sin la

agencia divina, y nunca ocurrió sin la agencia humana. ¿Cuán seguido la gente dice: "Dios puede, si quiere,

realizar la obra sin medios"? Pero no tengo fe en ella porque no hay evidencia de eso. ¿Qué es religión? La

obediencia a la ley de Dios. Pero la ley no puede ser obedecida a menos que se conozca. Y cómo Dios puede

darles a conocer sino es por revelarse él mismo, o enviarlos por otros --esto es, por llevar LA VERDAD para que

se revele en la mente de la persona hasta que obedezca. Dios nunca convirtió y puede convertir a un pecador

excepto con la verdad. ¿Qué es conversión? Obedecer la verdad. Puede comunicarla él mismo, directamente al

pecador. Pero entonces, la agencia del pecador es indispensable porque la conversión consiste en el empleo

correcto de la agencia del pecador. Y ordinariamente, emplea la agencia de otros también en imprenta, escritos,

conversación y predicación. Dios ha puesto el tesoro del evangelio en vasijas de barro. Ha visto bien emplear a

hombres para predicar la palabra. Esto es, ha visto que la agencia humana es aquello que puede emplear mejor

para salvar a pecadores. Y si hubo algún caso, del cual no tenemos evidencia, no hay uno en mil, si uno en un

millón, de convertidos de alguna otra manera que a través de la verdad, dada a conocer y apremiada por

conducto humano. Y como la iglesia tiene que estar unida para usar esos medios, es claramente necesario que

debemos estar unidos para entender la verdadera razón por la que los medios van a usarse, y los verdaderos

principios en los que se van a gobernar y aplicar.

5. Es importante que deba haber unión en cuanto a las medidas esenciales para la promoción de un avivamiento.

Que los individuos se pongan de acuerdo para hacer cualquier cosa, y si no están de acuerdo en sus medidas,

se confundirán, y uno al otro se opondrá. Pónganlos a navegar un barco, y no podrán hacerlo sin un acuerdo. Si

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intentan hacer negocios como comerciantes cuando no están de acuerdo en sus medidas, ¿qué harán? Pues

sólo a deshacer el trabajo de cada uno, frustrar todo el negocio. Todo esto es preeminentemente cierto en

cuanto a la obra de promover un avivamiento. De otro modo los miembros de la iglesia se opondrán a la

influencia de cada uno, y no necesitarán esperar un avivamiento.

(1.) La iglesia tiene que estar de acuerdo en las reuniones que se realizarán en cuanto a qué reuniones, cuántas,

dónde, y cuándo se harán. Algunas personas siempre desean multiplicar las reuniones en un avivamiento como

si a más reuniones, a más religión. Otros siempre se oponen a las nuevas reuniones en un avivamiento. Algunos

siempre están por tener una reunión prolongada, y otros nunca están listos para tener una. Cual sea la

diferencia, es esencial que la iglesia deba llegar a un buen entendimiento del tema para que puedan ir juntos

en armonía, y trabajar con celo y efecto.

(2.) Tienen que estar de acuerdo en cuanto a la manera de conducir las reuniones. Es necesario que la iglesia

deba estar unida y ser cordial en el tema, si esperan ofrecer oración unida con efecto. A veces hay individuos

que quieren adoptar cada cosa nueva que oyen o se imaginan, mientras otros están totalmente indispuestos a

tener cualquier cosa alterada en cuanto a la conducción de la reunión, pero harían todo precisamente como

están acostumbrados. Deben estar de acuerdo en alguna manera, ya sea para tener las reuniones cambiadas, o

para tenerlas como antes. La mejor forma posible es, para que la iglesia esté de acuerdo en eso, que dejen las

reuniones que sigan y tomen su curso, así como el Espíritu de Dios les dé forma, y ni siquiera intenten hacer dos

reuniones parecidas. La iglesia nunca dará el efecto más completo a la verdad hasta que esté de acuerdo en

este principio--que en promover un avivamiento acomodará sus medidas a circunstancias, y no intente

interrumpir el curso natural que el sentimiento piadoso y juicio sensato indiquen, pero pónganse enteramente

a la guía y dirección del Espíritu Santo, introduciendo cualquier medida, en cualquier momento, que parezca

requerida en la Providencia de Dios, sin poner énfasis en lo nuevo o viejo.

6. Tienen que estar de acuerdo en la manera de tratar con los pecadores impenitentes. Éste es un punto

importantísimo, que la iglesia debe estar de acuerdo en el tratamiento de los pecadores. Supongan que no están

de acuerdo, y alguien siente decirle al pecador una cosa y alguien más otra. ¡Qué confusión! Cómo pueden estar

de acuerdo en oración cuando es claro que no están de acuerdo en cuanto a las cosas por las que orarán. Vayan

a una iglesia así, y óiganlos orar por los pecadores. Asistan a una reunión y escuchen. He aquí a un hombre que

ora para que los pecadores presentes se arrepientan. Otro ora que sean redargüidos, y quizá, si está muy metido,

irá tan lejos para orar que sean redargüidos profundamente. Otros oran para que los pecadores sean solemnes,

estén pensativos y callados, meditando en las verdades que escuchen. Otro ora de una manera que ustedes

puedan ver que tiene miedo de que se conviertan ahora. Otro ora muy solemnemente que no intenten hacer

nada en su propia fuerza. Y así sucesivamente. Cuán fácil es ver que la iglesia no se pone de acuerdo en cuanto

a tocar las cosas por las que piden, y desde luego no tienen interés en la promesa.

Si los oyen hablar con los pecadores, sus conversaciones serían discordantes porque está claro que no se ponen

de acuerdo y no tienen posturas claras en cuanto a qué debe hacer un pecador para ser salvo, o qué se tiene

que decir a los pecadores para llevarlos al arrepentimiento. Y la consecuencia es que los pecadores que son

despertados y se vuelven ansiosos, se confunden y no saben qué hacer, y quizá se desesperen o concluyan que

no hay nada en realidad racional o consistente con la religión. Uno le dirá al pecador que tiene que arrepentirse

inmediatamente. Otro le dará un libro, quizá el Rise and Progress (Levantarse y Progresar), de Doodridge, y le

dirá que lo lea. Otro le dirá que tiene que orar y perseverar, y en el tiempo de Dios obtendrá la bendición. Un

avivamiento nunca puede seguir por cualquier lapso de tiempo en medio de dificultades así. Si empieza, pronto

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se debe acabar, a menos, quizá, que el cuerpo de la iglesia se mantenga quieto y no diga nada, y deje que otros

hagan la obra. Y ahí la obra sufrirá materialmente por la falta de su cooperación y apoyo. Una iglesia debe

ponerse de acuerdo. Cada cristiano debe tener un entendimiento claro de este tema, hablar lo mismo y dar las

mismas direcciones. Y entonces el pecador no encontrará a nadie de su lado y no podrá encontrar ningún alivio

o consuelo hasta que se arrepienta.

7. Deben estar de acuerdo en remover los impedimentos para un avivamiento. Si una iglesia espera un

avivamiento, tiene que levantar las piedras de tropiezo del camino.

(1.) En el ejercicio de disciplina. Si hay miembros podridos en la iglesia, deben ser quitados, y la iglesia debe

estar de acuerdo en sacarlos. Si permanecen en la iglesia, son un reproche a la religión para obstruir un

avivamiento. A veces cuando un intento se hace de echarlos, esto crea división, y entonces la obra se detiene.

A veces los ofendidos son personas de influencia, o tienen amigos de la familia que estarán de su lado, y

formarán un bando, y así crearán un espíritu malo, y frenarán un avivamiento.

(2.) En confesiones mutuas. Cuando se ha hecho mal a cualquiera, debe haber una confesión plena. No quiero

decir un reconocimiento frío y forzado, como decir "si he hecho mal, lo siento". Más bien, una confesión de

corazón, que abarque todo el mal y muestre que viene de un corazón contrito.

(3.) Perdón a los enemigos. Una gran obstrucción a avivamientos se encuentra a menudo en el hecho que

individuos activos y destacados albergan un espíritu vengativo y falto de perdón hacia aquellos que los han

lastimado, que destruye su espiritualidad, los hace duros y desagradables en su manera, y los previene de

disfrutar la comunión con Dios en oración o la bendición de Dios para darles éxito en su labor. Pero dejen a los

miembros de la iglesia que se pongan de acuerdo en quebrantarse y confesar sus propias faltas, y en acariciar

un espíritu tierno, misericordioso perdonador como Cristo hacia quienes creen les han hecho mal, y entonces

el Espíritu vendrá sobre ellos no por medias.

8. Deben ponerse de acuerdo en hacer todas las preparaciones necesarias para un avivamiento. Deben estar de

acuerdo en tener toda la preparación necesaria hecha, estar de acuerdo en llevar su parte de la labor o costo

de hacerlo. Debe haber una igualdad, y no dejar a algunos con la carga y el resto sin hacer nada o poco, pero

cada uno su porción, según sus distintas habilidades. Entonces no habrá envidias ni celos, ni ninguna

recriminación mutua, altercados y comentarios irrespetuosos sobre uno y el otro, que no son consistentes con

el amor de hermanos y que es una piedra de tropiezo en el camino de los pecadores.

9. Debe estar de acuerdo de corazón en lo que sea necesario hacerse para la promoción del avivamiento. A

veces un ligero desacuerdo sobre algo pequeño se permitirá para irrumpir y destruir un avivamiento. Un

ministro me contó que una vez fue a trabajar como evangelista, y el Espíritu de Dios estaba evidentemente

presente, y los pecadores empezaron a preguntar, y las cosas se veían bastante favorables, hasta que algunos

de los miembros se empezaron a inquietar con cuánto cómo debía pagársele por sus servicios. "Si se queda

entre nosotros más tiempo, esperará que le demos algo", y no vieron cómo podrían pagarle. Y hablaron al

respecto hasta que las mentes de los hermanos se distrajeron y dividieron, y el ministro se fue. Vean eso. Ahí

estaba Dios de pie a la puerta de la iglesia con las manos llenas de misericordias, pero estos profesantes

malvados y parcos pensaron que les costaría algo tener un avivamiento, y sus gastos eran sobre cuánto sentían

estar, o podían estar, dispuestos a dar. Y entonces lo dejaron ir y la obra cesó. El ministro no se hubiera ido al

momento, si se le hubiera dado o no, por lo que debía recibir, o si debía recibir algo de ellos, era asunto del que

no sentía apuración. Pero la iglesia por ese espíritu parco se metió en ese estado para contristar al Espíritu, y

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vio él que quedarse más tiempo con ellos no haría bien. Oh, cómo esos profesantes se sentirán cuando estén

con los pecadores de ese pueblo en el juicio, cuando todo salga, que Dios estaba listo y esperando concederles

una bendición, pero ellos permitieron ponerse inquietos y estar divididos al preguntar cuánto se debía pagarle.

10. Tienen que estar de acuerdo en trabajar para seguir con la obra. No es suficiente que deban estar de acuerdo

para orar por un avivamiento, sino también tienen que estar de acuerdo en trabajar para promoverlo. Deben

disponerse a ello sistemáticamente, como un asunto de negocios, visitar, conversar y orar con sus semejantes,

estar al pendiente de oportunidades de hacer bien, observar el efecto de la palabra y las señales de los tiempos

que puedan saber cuándo algo necesita hacerse y hacerlo.

(1.) Deben estar de acuerdo para trabajar.

(2.) Deben estar de acuerdo cómo trabajar.

(3.) Deben estar de acuerdo para vivir como corresponde.

11. Tienen que estar de acuerdo en una determinación para preservar. No responderá por algunos miembros

de la iglesia hoy para empezar a mover y proferir, y entonces, tan pronto como algo pequeño se torne

desfavorable, se desanimen, y desmayen, y como la mitad de ellos se den por vencidos. Deben todos estar

unidos y de acuerdo para preservar, trabajar, orar y aguantar hasta que llegue la bendición.

En suma, si los cristianos esperan unirse en oración y esfuerzo para prevalecer con Dios, tienen que estar de

acuerdo en hablar y hacer las mismas cosas, en caminar por la misma regla y mantener los mismos principios, y

preservar hasta que obtengan la bendición para no obstaculizar o frustrar los esfuerzos del uno y del otro. Todo

esto está evidentemente implícito en estar de acuerdo en tocar las cosas por las que se están orando.

OBSERVACIONES

1. Vemos por qué tantos hijos de los padres profesantes no se convierten.

Es porque los padres no han estado de acuerdo como tocar las cosas por las que oran de parte de sus hijos.

Quizá nunca han tenido algún tipo de acuerdo respecto a ellos. Quizá nunca se pusieron de acuerdo en cuanto

a qué era aquello que les podían pedir. A veces los padres no están de acuerdo en nada, sus opiniones chocan

y siempre están en desacuerdo, y sus hijos lo ven, y entonces con razón no se convierten.

O quizá no pueden estar de acuerdo como tocando la salvación de sus hijos. ¿Son sinceros en desearla? ¿Están

de acuerdo en desear y estar de acuerdo desde los motivos correctos? ¿Están de acuerdo referente a la

importancia de ella? ¿Están de acuerdo cómo sus hijos deben ser tratados para causar efecto en su conversión,

qué se les dirá, cómo se les dirá, cuándo y por quién? ¡Ay!, en cuántos casos es evidente que no están de

acuerdo. Probablemente se encontrarán pocos casos donde los hijos permanezcan sin convertir, pero qué

probará que los padres nunca verdaderamente se pusieran de acuerdo como para tocar las cosas por las que

debían pedir para la salvación de sus hijos.

Con frecuencia hay tal desacuerdo en el que no podríamos esperar ningún buen resultado o cualquier cosa más

que la ruina de los hijos. El esposo y la esposa con frecuencia están en desacuerdo completa y

fundamentalmente en cuanto a la manera de criar a sus hijos. Quizá la esposa sea afecta al vestido, presuma y

visite, mientras el esposo es sencillo y humilde, se duele, aflige, llora y ora por ver cómo sus hijos se llenan de

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vanidad. O puede ser que el padre sea ambicioso, y quiera tener a sus hijas educadas a la moda, y presumirlas,

sus hijos se vuelvan grandes hombres, y entonces manda a sus hijas un internado educado, donde puedan

aprender todo menos su deber con Dios, y estarán todo el tiempo presionando y empujando a su hijo hacia su

ambición, mientras la madre se duele y llora en secreto por ver a sus queridos hijos apresurados hacia la

destrucción, y toda su influencia es contrarrestada, y sus hijos e hijas preparados para servir al dios de este

mundo e irse al infierno.

2. Vemos la hipocresía de aquellos que profesan estar en oración por un avivamiento mientras que no están

haciendo nada para promoverlo. Hay muchos que parecen ser muy celosos en orar por un avivamiento, mientras

no hacen nada. ¿Qué quieren decir? ¿Están de acuerdo como para tocar las cosas por las que piden?

Ciertamente no. No pueden estar de acuerdo en ofrecer oración aceptable por un avivamiento hasta que están

preparados PARA HACER lo que Dios les requiere que hagan para promoverlo. ¿Qué piensan de un labrador que

ora por un cultivo, y no ara o siembra? ¿Pensarían que una oración así es piadosa o un insulto a Dios?

3. Vemos por qué tantas oraciones ofrecidas en la iglesia nunca son respondidas. Es porque aquellos que las

ofrecieron nunca se pusieron de acuerdo para tocar las cosas por las que pidieron. Quizá el ministro nunca puso

el tema ante ellos, nunca explicó qué es estar de acuerdo, ni les mostró su importancia, ni puso delante de ellos

la gran motivación que la promesa ante nosotros permita a las iglesias que estén de acuerdo. Quizá los

miembros de la iglesia nunca deliberaron juntas y compararon sus posturas para ver si entendían igualmente el

tema, si estaban de acuerdo en cuanto a los motivos, bases e importancia de estar unidos en oración y labor

por un avivamiento. Supongan que van por las iglesias en esta ciudad y aprenden las posturas precisas y

sentimientos de los miembros sobre el tema. ¿Cuántos encontrarían que están de acuerdo referente a aquello

necesario en que los cristianos deban estar de acuerdo a fin de unirse en oración prevaleciente? Quizá ni dos

podrían encontrarse que estuviesen de acuerdo, y si dos se encontraran cuyas posturas y deseos fuesen

similares, probablemente se determinaría que ellos no están familiarizados uno con otro y desde luego ni

actuarán y orarán juntos.

4. Vemos por qué es que este texto ha sido generalmente entendido para significar algo distinto de lo que dice.

La gente lo lee mal. Lo han leído como si fuera, "si dos de ustedes se pusieren de acuerdo para pedir cualquier

cosa, les será hecho". Y como se han puesto a menudo de acuerdo para pedir por cosas y las cosas no fueron

hechas, han dicho ellos: "el significado literal del texto no puede ser verdad porque lo hemos intentado y

sabemos que no es cierto. ¿Cuántas reuniones de oración hemos tenido, y cuántas peticiones hemos puesto,

en las que hemos perfectamente estado de acuerdo para pedir por bendiciones, y sin embargo no han sido

concedidas?" Ahora el hecho es que nunca han entendido qué es ponerse de acuerdo como para tocar las cosas

que pedimos. Estoy seguro que esto no es una construcción forzada del texto, sino es su significado verdadero

y obvio, como un lector sencillo y piadoso lo entendería, si preguntara seria y sinceramente la verdadera

relevancia. Tienen que estar de acuerdo no solo en pedir, sino en todo lo demás que es indispensable para la

existencia del objeto por el que se ora. Supongan que dos de ustedes estuviesen de acuerdo de ir a juntos a

Londres. Si no estuvieran de acuerdo en cuanto a los medios, qué ruta tomarán, en qué barco irán, nunca irán

juntos. Lo mismo en orar por un avivamiento, tienen que estar de acuerdo en cuanto a los medios y las

circunstancias, y todo lo esencial para la existencia y progreso de un avivamiento.

5. Podemos por lo regular esperar un avivamiento de religión para prevalecer y extenderse entre aquellos sin la

iglesia, sólo en proporción a la unión de oración y esfuerzo desde dentro. Si hay una unión general dentro de la

iglesia, el avivamiento será general. Si la unión continúa, el avivamiento continuará. Si todo empieza a

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desbaratarse en esta unión perfecta en oración y esfuerzo, empezará a limitar el avivamiento. ¡Cuán grande y

poderoso sería un avivamiento en esta ciudad si todas las iglesias en la ciudad se unieron así para promoverlo!

Hay otro hecho que he presenciado, que vale la pena notar. He observado que un avivamiento prevalecerá fuera

de la iglesia, entre personas en esa clase de sociedad, entre quienes prevalece en la iglesia. Si las mujeres en la

iglesia están despiertas y en oración, la obra comúnmente puede esperarse que prevalezca en su mayoría entre

las mujeres fuera de la iglesia, y más mujeres que hombres se convertirán. Si los jóvenes de ambos sexos en la

iglesia están muy despiertos, la obra muy probablemente prevalecerá entre la juventud, hombres o mujeres, o

ambos, como la obra pueda ser en la iglesia en este respecto. Si las cabezas de familia y los hombres principales

en la iglesia están despiertos, he observado que es muy probable que prevalezca entre esa clase fuera de la

iglesia. He sabido de un avivamiento casi limitado a mujeres, y pocos hombres se convierten, aparentemente

por el hecho de que la parte masculina no se ocupó y trabajó. De nuevo, he repetidamente sabido de un gran

número de convertidos entre los hombres, aparentemente debido al hecho de que la parte masculina de la

iglesia se ocupó mucho. Cuando el avivamiento no llega a una clase particular de los impenitentes, deben

tomarse las molestias para animar a esa porción de la iglesia que sean de su edad y posición para hacer más

esfuerzos directos para su conversión. Parece haber una filosofía en este hecho, que seguido he presenciado.

Clases diferentes de profesantes naturalmente sentirán simpatía por el impenitente de su mismo sexo y rango,

orarán más naturalmente por ellos, tendrán más interacción con ellos, y más influencia sobre ellos, y esto parece

ser por lo menos una de las razones del porqué los avivamientos son apropiados para que sean los más

poderosos y generales en esa clase sin la iglesia, quienes son los más despiertos en ella. Los cristianos deben

entender eso, y sentir su responsabilidad. Una gran razón por la que muy pocos de los hombres principales a

veces se convierten, sin duda es, que esa clase en la iglesia es a menudo muy mundana, no pueden ser animada.

El avivamiento generalmente prevalecerá sobre todo en esas familias donde los profesantes pertenecientes a

ella están despiertos, y el impenitente perteneciente a esas familias no lo está, es apto para quedarse

inconverso. Una razón principal obviamente es que cuando los profesantes en una familia o barrio están

despiertos, no sólo hay oración ofrecida para los pecadores en medio de ellos, sino hay influencias

correspondientes actuando en los impenitentes entre ellos. Si están despiertos, sus miradas y vidas, y avisos,

todo tenderá a promover la conversión de sus amigos impenitentes. Pero si están dormidos, todas sus

influencias tienden a prevenir su conversión. Su frialdad contrista al Espíritu, su mundanalidad contradice el

evangelio, y todas sus interacciones con los amigos impenitentes son a favor de la impenitencia, y están

calculadas para perpetuarla.

6. Vemos por qué denominaciones distintas han sufrido para alzarse en la iglesia y bajo el gobierno de Dios.

Los cristianos con frecuencia ven y deploran los males que han surgido en la iglesia de Dios, desde la división de

su gente hasta sectas discordantes. Y se han sorprendido y se desconciertan en pensar que Dios debe permitir

que sea así. Pero a la luz de este tema podemos ver que considerar qué diversidades de opiniones, sentimientos

y posturas de hecho existen en la iglesia, muchas cosas buenas resultan de esta división de sectas. Considerar

esta diversidad de opinión, muchos nunca se pondrían de acuerdo para orar y trabajar juntos para hacerlo con

éxito, entonces es mejor que se separen, y dejar unidos aquellos que se hayan puesto de acuerdo. En todos los

casos donde no puede haber un acuerdo cordial para trabajar, es mejor que cada denominación deba trabajar

por sí misma siempre y cuando exista esa diferencia. A veces he visto avivamientos disueltos por intentar unir a

cristianos de denominaciones diferentes en oración y trabajo unido, mientras no están de acuerdo en cuanto a

los principios o medidas por las que la obra iba a promoverse. Entonces deshacen el trabajo de cada uno,

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destruyen la influencia de cada uno, dejan desconcertados a los ansiosos, dan ocasión para que los enemigos

blasfemen, sus sentimientos pronto se amargan, el Espíritu es ahuyentado, la obra se detiene, y quizá siga

confusión y controversia dolorosas.

7. Vemos por qué a veces Dios permite a las iglesias que se dividan. Es porque encuentra que hay tanta

divergencia en los miembros que no oran y trabajan juntos con efecto. A veces la iglesias están en un estado así

se mantendrán aún juntas de las consideraciones mundanas y políticas mundanas porque es mucho más fácil

para todos apoyar el culto público. Quizá ambos bandos quieran mantener la casa de reunión, o ambos quieran

retener al ministro, y no pueden ponerse de acuerdo cuál soltar, y entonces siguen con celos y discordias por

años, logrando poco o nada para la salvación de las almas. En casos así, Dios ha con frecuencia dejado que salga

algo entre ellos que los parta en dos y entonces cada bando irá a la obra, cada quien por su camino, y quizá

ambos prosperen. Mientras estaban en la misma iglesia, siempre estaban causando problemas uno al otro,

como no pensaban ni sentían lo mismo, pero tan pronto se separaron, todo se arregló en paz, e hizo evidente

que era mejor que se dividieran. He sabido de algunos casos en este estado donde ha sido con resultados muy

felices, y ambas iglesias han sido rápidamente bendecidas con avivamientos.

8. Es evidente que muchas más iglesias necesitan dividirse. Cuántas iglesias hay, que se están manteniendo

juntas, y sin embargo no está haciendo bien, por la sencilla razón que no están suficientemente de acuerdo. No

piensan igual y ni sienten igual en los temas conectados con avivamientos, y mientras esto es así, nunca pueden

trabajar juntas. A menos que puedan ser llevadas a tales cambios de posturas y sentimientos en el tema como

los unirá, son sólo un obstáculo para el uno al otro y la obra de Dios. En muchos casos vemos y sentimos que es

así, y sin embargo se mantienen unidas, concienzudamente, por temor a que una división deba deshonrar la

religión, cuando de hecho la división que ahora existe puede que esté haciendo de la religión un refrán y

reproche. Mejor sería que se pusieran de acuerdo para dividirse amigablemente, como Abraham y Lot". Si fueres

a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda". Que se separen y el trabajo

de cada uno siga su camino, y puede que los dos gocen la bendición.

9. Vemos por qué pocos individuos, que están perfectamente unidos pueden ser exitosos en reunir y construir

una nueva iglesia, y pueden hacerlo así mucho mejor que un número mayor que no están de acuerdo entre ellos

mismos. Si vamos a juntar una nueva iglesia en esta ciudad, preferiría tener cinco personas, o tres, o incluso

dos, que estuvieran perfectamente de acuerdo como tocando las cosas por las que oran, y la manera en la que

deben laborar por ellos, y en todo lo esencial para la prosperidad de la iglesia, y que estén conmigo, y uno con

otro, en vez de tener una iglesia o quinientos miembros que no están de acuerdo.

10. Vemos que pueden esperarse cosas gloriosas desde Sion, donde las iglesias generalmente estarán de

acuerdo en esos temas. Cuando los ministros hagan a un lado sus prejuicios, interpretaciones equivocadas,

celos, tengan el mismo parecer, y cuando las iglesias entiendan por igual la Biblia, y vean el deber igual, oren

igual, y se pongan de acuerdo como tocando las cosas por las que pidan, una nación nacerá en un día. Sólo

déjenlos sentir como el corazón de un hombre, y ponerse de acuerdo en lo que debe hacerse para la salvación

del mundo, y el milenio vendrá de inmediato.

11. Hay mucha ignorancia en el tema de avivamientos en las iglesias. Después de todos los avivamientos que ha

gozado, y todo lo que se ha dicho, escrito y publicado referente a avivamientos, hay muy pocos que tienen un

conocimiento consistente y real del tema. Y cuando hay un avivamiento, pocos hay que puedan ocuparse para

trabajar y promoverlo como si entendieran lo que están por hacer. Hay pocas personas que hayan tomado

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avivamientos de religión como un tema para ser estudiado y entendido. Todos saben que en un avivamiento los

cristianos tienen que orar, y tienen que hacer algunas cosas que no han tenido el hábito de hacer. Pero

multitudes no saben nada de la RAZÓN por la que deben hacer eso, o por qué una cosa es mejor que otra, y

desde luego no tienen principios para guiarlos, y cuando algo ocurre que no esperaban, todos fallan y no saben

qué hacer. Si los hombres deben ir a la obra para construir una casa de culto, y saben tan poco cómo proceder

como muchos ministros y profesantes saben cómo construir un templo espiritual de Dios, nunca levantarán una

casa en el mundo. Y sin embargo, la gente se cree que está construyendo la iglesia de Dios, cuando no sabe nada

y es totalmente incapaz de dar una razón de lo que está haciendo como lo hace, o por qué una cosa debe hacerse

en vez de otra. Hay multitudes en la iglesia que nunca perecen suponer que la obra de promover avivamientos

de religión requiere estudio y pensamiento, conocimiento de principios, y habilidad para aplicar la palabra de

Dios para dar a cada uno su porción a su tiempo. Y entonces siguen, generalmente haciendo poco nada porque

no intentan nada, y si llegan a despertar, se van apresuradamente a trabajar, sin un sistema o plan, como si Dios

hubiera dejado esa parte de nuestro deber fuera del alcance del juicio sensato y buen sentido.

12. Hay mucha ignorancia entre ministros en ese tema, y una gran razón de esta ignorancia es que muchos

obtienen la idea de que ya entienden todo sobre avivamientos, cuando en realidad no saben nada. Una vez supe

de un ministro que llegó donde había un avivamiento poderoso, se jactó y halló fallas en muchas cosas, hablando

de su conocimiento de avivamientos, que había estado en diecisiete de ellos y demás, cuando era evidente que

no sabía nada como debiera saber de avivamientos.

13. Cuán importante es que la iglesia deba ser instruida y entrenada para saber qué hacer en un avivamiento.

Debe estar entrenada y ser disciplinada como un ejército; cada uno un lugar qué cubrir, algo qué hacer, saber

dónde pertenece, y que ha de hacer, y cómo hacerlo. En vez de eso, cuán frecuente ven una iglesia en tiempo

de avivamiento que se ocupa de su trabajo para promoverlo, sólo como un grupo de niños ocupándose de

construir una casa. Qué pocos hay que de veras saben qué hacer--¿qué?--Pues aquello mismo por lo que Dios

permite a los cristianos vivir en este mundo, SOLO aquello por lo que los tendría lejos del cielo un día, es aquello

mismo de todas las otras cosas cosas que no estudian y no tratan de entender.

14. Vemos por qué los avivamientos con frecuencia son cortos y por qué con frecuencia producen una reacción.

Es porque los profesantes han incitado un tipo espasmódico de acción. Han ido a trabajar por impulso en vez de

por un deber de convicción deliberada, y han sido guiados por sus sentimientos en vez de un entendimiento

sano de lo que debe hacerse. La iglesia no sabía qué hacer, qué podía hacer, y qué no podía hacer, ni cómo

administrar su fuerza, ni qué estado de cosas llevarían, y quizá su celo los llevó a algunas indiscreciones, y se

soltaron de Dios, y entonces prevaleció el enemigo. La iglesia debe estar entrenada para saber qué hacer, para

nunca fallar, y nunca permitir derrota o reacción, cuando intentan promover un avivamiento. Deben entender

todas las tácticas del diablo, y saber dónde cuidarse de sus artilugios, para que lo conozcan cuando lo vean, y

no lo confundan por un ángel de luz que viene a darles lecciones de sabiduría en promover el avivamiento, y

para que puedan cooperar sabiamente con el ministro, y uno al otro, y con el Espíritu Santo, para continuar la

obra. Ninguna persona que ha estado familiarizada con avivamientos puede pasar por alto el hecho de que la

ignorancia de los profesantes de religión referente a avivamientos, y sus equivocaciones absurdas, están en

medio de las cosas más comunes que apagan los avivamientos, y traen de vuelta una reacción temerosa en la

iglesia. Hermanos, ¿cómo será eso? No debe ser así, no necesita ser así, ¿será siempre así?

15. Vemos que cada iglesia es justamente responsable por las almas que están entre ellas. Si Dios ha dado tal

promesa, y si es cierto que donde tantos como dos se ponen de acuerdo, como tocando las cosas por las que

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piden, será hecho, entonces ciertamente los cristianos son responsables, y si los pecadores están perdidos, su

sangre se encontrará sobre la iglesia. Si las iglesias pueden tener lo que piden, tan pronto como se ponen de

acuerdo como para tocarlo, entonces ciertamente la condenación del mundo se requerirá en las manos de la

iglesia.

16. Vemos la culpa de los pecadores, en no informarse ellos mismos, y correcta y expeditamente instruir la

iglesia en este tema crucial. Pues, ¡es el fin del ministerio cristiano! Qué van ponerse hacer más que a sólo

instruir y dirigir el ejército sacramental y llevarlos a la conquista. ¡Qué! Dejar a la iglesia que permanezca en

ignorancia en cada tema, y el único punto del deber, para la ejecución de lo que están en el mundo, la salvación

de los pecadores. Algunos ministros han actuado como misteriosamente sobre los avivamientos, como si

pensaran que los cristianos no pueden entender cómo promoverlos o que no es de importancia que deban

saberlo. Pero todo esto está mal. Ningún ministro ha todavía empezado a entender, o a cumplir su deber, si ha

descuidado enseñar a su iglesia a trabajar para Dios en la promoción de avivamientos. ¿Qué trama? ¿Qué quiere

decir? ¿Por qué es ministro? ¿Para qué fin ha tomado el oficio sagrado? ¿Es para que pueda comer una pieza

de pan?

17. Vemos que los padres piadosos pueden tener cierta la salvación de sus hijos. Sólo déjenlos que oren en fe,

estén de acuerdo como tocando las cosas por las que piden, y Dios les ha prometido los deseos de sus corazones.

¿Quiénes puede estar más de acuerdo que los padres? Déjenlos que estén de acuerdo en oración, y que estén

de acuerdo en qué hacer, y que estén de acuerdo en cumplir todo su deber, déjenlos de ese modo entrenar a

sus hijos en el camino que deben ir, y cuando estén grandes, no apartarán de él.

Y ahora, hermanos, ¿creen que están de acuerdo según el significado de esta promesa? Sé que donde unos

cuantos individuos puedan estar de acuerdo en algunas cosas, pueden producir algún efecto. Pero mientras el

cuerpo de la iglesia no esté de acuerdo, siempre habrá muchas cosas para contrarrestar, que sólo lograrán muy

poco. LA IGLESIA TIENE QUE ESTAR DE ACUERDO. ¡Oh, si pudiéramos encontrar una iglesia donde estuviera de

corazón y perfectamente de acuerdo en todos estos puntos para que pudieran orar y trabajar juntos, como uno

solo, qué bien haría! Pero ahora, mientras las cosas están como están, vemos colonia tras colonia poblando el

infierno porque la iglesia no está de acuerdo. Oh, qué piensan los cristianos, cómo pueden estar quietos, cuando

Dios ha traído sus bendiciones para que cualquier par esté de acuerdo, como tocando las cosas por las piden,

sería hecho. ¡Ay! ¡Ay! Cuán amargo será el recuerdo de estas querellas en la iglesia, cuando los cristianos lleguen

para ver las multitudes de las almas perdidas que se han ido al infierno porque no estaban de acuerdo para

trabajar y orar por su salvación.

FINALMENTE. -- A la luz de esta promesa vemos la horrible culpa de la iglesia. Dios ha dado la promesa para que

sea herencia preciosa de su gente en todo tiempo y en todo lugar. Si la gente se pone de acuerdo, sus oraciones

serán respondidas. Vemos la horrible culpa de esta iglesia, que vienen aquí y escuchan las conferencias sobre

avivamientos y luego se van y no tienen avivamiento, y también la culpa de los miembros de otras iglesias que

escuchan estas conferencias, se van a casa y rehúsan cumplir con su deber. ¿Cómo pueden reunirse con los

miles de pecadores impenitentes alrededor de ustedes, ante la barra de Dios, y verlos hundirse en fuego eterno?

¿Han estado unidos de corazón para orar por ellas? Si no lo han hecho, ¿por qué han estado en desacuerdo?

¿Por qué no han orado con esta promesa hasta que han prevalecido?

Ahora estarán de acuerdo y orarán por el Espíritu Santo, y lo recibirán antes de que se vayan a casa, o la ira del

Señor estará sobre ustedes. Si están de acuerdo ahora en orar en el sentido de esta promesa, para que el Espíritu

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Santo descienda sobre esta ciudad, la paloma celestial volará por la ciudad en medio de la noche y levantará las

conciencias y romperá la los sueños culpables de los perversos. ¡Cuál entonces es la culpa carmesí de esos

profesantes de religión que están durmiendo a la vista de tal promesa! Parecen haberla omitido, o haberla

completamente olvidado. Multitudes de pecadores yendo al infierno en todas las direcciones, y sin embargo

esta bendita promesa es descuidada; sí, más, es prácticamente despreciada por la iglesia. Ahí está en el registro

solemne, la iglesia puede agarrarse de ella de tal forma que vastos números podrían ser salvos, pero no se ponen

de acuerdo. Por tanto, las almas se perderán. ¿Y dónde está la responsabilidad? ¿Quién toma esta promesa y

ve a los perdidos en el rostro en el día del juicio?

Estas conferencias fueran grandemente decisivas para recibir la religión en la iglesia a la que fueron predicadas,

y su publicación en este país y en Europa ha sido el medio de promover avivamientos en muchos lugares. A Dios

sea toda la gloria.

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PARTE IV: ACERCA DE LA INSTRUCCIÓN

LECCIÓN XVII

FALSOS CONSUELOS PARA LOS PECADORES

TEXTO. -- ¿Cómo, pues, me consoláis en vano, Viniendo a parar vuestras respuestas en falacia?

Job 21: 34.

Los tres amigos de Job insistían en que las aflicciones que sufrió él eran enviadas como un castigo por sus

pecados, y eran evidencia concluyente de que era un hipócrita, y no un buen hombre como profesaba ser. Una

larga discusión se suscitó, en la que Job se refirió a toda la experiencia pasada para probar que a los hombres

no se les va a tratar en este mundo de acuerdo a su carácter, que la distinción no es observada en las

asignaciones de la Providencia. Sus amigos mantuvieron lo opuesto, y sugerían que este mundo es también un

lugar de recompensas y castigos, en los que los hombres reciben bien o mal, según sus obras. En este capítulo,

Job muestra, al apelar al sentido, observación y experiencia comunes, que eso no puede ser cierto, porque es

un hecho que los perversos con frecuencia son prósperos en el mundo y por la vida, y de ahí infiere que el juicio

y castigo de ellos debe ser reservado para un estado futuro. "El malo es preservado en el día de la destrucción"

y "guardado será en el día de la ira" Y en la medida en que sus amigos llegaron para consolarlo, pero en oscuridad

sobre este punto fundamental, sin entender el caso de él, por eso si no podían darle ningún consuelo, más que

agravar su dolor, Job insistió en que aún vería un estado futuro de consuelo y los reprende al exclamar, en

amargura del alma, "¿Cómo, pues, me consoláis en vano, Viniendo a parar vuestras respuestas en falacia?"

Mi propósito es hacer algunas observaciones sobre los métodos diversos empleados para consolar a pecadores

ansiosos, y planeo:

I. OBSERVAR BREVEMENTE LA NECESIDAD Y EL DISEÑO DE INSTRUIR A PECADORES ANSIOSOS.

II. MOSTRAR BREVEMENTE QUE LOS PECADORES ANSIOSOS SIEMPRE ESTÁN BUSCANDO CONSUELO. SU

OBJETIVO SUPREMO ES OBTENER CONSUELO EN SU ANGUSTIA.

III. OBSERVAR ALGUNOS CONSUELOS FALSOS CON FRECUENCIA DADOS.

I. OBSERVAR BREVEMENTE LA NECESIDAD Y EL DISEÑO DE INSTRUIR A PECADORES ANSIOSOS.

La simple idea de ansiedad implica algo de instrucción. Un pecador estará ansioso por su estado futuro si no

tiene la luz suficiente para saber que es un pecador, que está en peligro de castigo y que necesita el perdón.

Pero los hombres van a ser convertidos, no por fuerza física, o por un cambio forjado en su naturaleza o

constitución por poder creativo, sino por la verdad hecha eficaz por el Espíritu Santo. La conversión es el

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sometimiento a la verdad. Y por tanto, entre más verdad pueda ser llevada en la mente, si no hay cambios, muy

probable es que el individuo se convierta. Si la verdad no es aplicada a la mente seguro que no se va a convertir.

Si es aplicada, no es absolutamente seguro que sea eficaz, pero la probabilidad es en proporción a la extensión

a lo que la verdad es aplicada. El gran diseño de tratar con el pecador ansioso es despejar todas sus dificultades

y oscuridad, quitar todos sus errores, remover el fundamento de sus esperanzas santurronas, acabar con cada

vestigio de consuelo que pudiera encontrar en sí mismo. Hay con frecuencia mucha dificultad en esto, y se

requiere de mucha instrucción. Los pecadores con frecuencia se aferran con un asimiento mortal a sus falsas

dependencias. El último lugar al que el pecador se dirige para alivio es Jesucristo. Los pecadores prefieren ser

salvos de otra forma en el mundo. Prefieren hacer cualquier sacrificio, soportar cualquier sufrimiento, sin

importar el costo, en vez de arrojarse ellos mismos ante Cristo para salvación como culpables y rebeldes

perdidos. Ésta es la última manera en la que están dispuestos a ser salvos. Corta en pedazos toda su

santurronería, y aniquila el orgullo y satisfacción de uno mismo tan totalmente que están excesivamente

indispuestos a adoptarla. Pero es cierto en filosofía, como lo es en hecho, después de todo, la única manera en

la que el pecador puede encontrar alivio. Si Dios intentara mitigar a los pecadores, y salvarlos, sin humillar su

orgullo y alejarlos de sus pecados, no podría hacerlo. El objeto de instruir a un pecador ansioso debe ser guiarlo

por el camino más corto posible para hacer eso. Es llevar su mente por la ruta más corta, a la conclusión práctica

que no hay, de hecho, ninguna otra forma en la que pueda ser aliviado y salvado más que renunciar a sí mismo

y descansar en Cristo solo. Para hacer eso con efecto requiere gran habilidad. Requiere conocimiento cabal del

corazón humano, un entendimiento claro del plan de salvación, y una idea precisa y definida de cada cosa que

el pecador TIENE QUE HACER a fin de ser salvo. Saber hacer eso con eficacia es una de las cualificaciones más

raras en el ministerio hoy en día. Es angustiante ver cuán pocos ministros, y cuán pocos profesantes de religión,

hay que tienen en sus mentes esa idea distintiva de lo que debe hacerse, que van a un pecador ansioso y le

dicen exactamente lo que tiene que hacer y cómo hacerlo, y pueden mostrarle claramente que no hay otra

manera posible para que él sea salvo más que hacer aquello que se le dice, y pueden hacerle sentir la certeza

que debe hacerlo, y si no hace eso, será condenado.

II. VOY A MOSTRAR QUE LOS PECADORES ANSIOSOS ESTÁN SIEMPRE BUSCANDO CONSUELO.

Los pecadores con frecuencia se imaginan que están buscando a Cristo y buscando la religión, pero esto es un

error. Ninguna persona busca la religión y aún permanece falto de religión. ¿Qué es religión? Es obedecer a Dios.

Buscar la religión es buscar obedecer a Dios. El alma que tiene hambre y sed de justicia es el alma de un cristiano.

Decir que busca obedecer a Dios y no le obedece, es absurdo. Pues si está buscando la religión, no es un pecador

impenitente. Buscar la religión implica una disposición para obedecer a Dios y una disposición a obedecer a Dios

es religión. Es una contradicción decir que el pecador impenitente está buscando la religión. Es lo mismo que

decir que busca y de hecho añora obedecer a Dios, y Dios no lo deja, o que añora abrazar a Cristo y Cristo no lo

deja acercarse. El hecho es que el pecador ansioso está buscando una esperanza, está buscando perdón,

consuelo y libramiento del infierno. Está ansiosamente buscando esas condiciones de humildad como las del

evangelio. Y su ansiedad y angustia siguen sólo porque no se somete a los términos. Desgraciadamente, los

pecadores ansiosos encuentran consoladores suficientes para su agrado. Son consoladores miserables viniendo

a parar sus respuestas en falacia. Sin duda, millones y millones están ahora en el infierno porque había aquellos

alrededor de ellos que les dieron consuelo falso, que tenían tanta falsa piedad, o estaban ellos mismos en la

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oscuridad, que no les dejaron permanecer en ansiedad hasta que hubieran rendido sus corazones a Dios, sino

que administraron falacia, y aliviaron su angustia en esa forma, y ahora sus almas están perdidas.

III. VOY A OBSERVAR VARIAS FORMAS EN LAS QUE SE DA CONSUELO FALSO A PECADORES ANSIOSOS.

Casi podría decir que hay una variedad interminable de formas en las que se hace. Mientras más experiencia

tengo, y mientras más observo las maneras en las que incluso gente buena trata con pecadores ansiosos, más

me siento dolido por las tonterías y falsedades con las que intentan consolar a sus amigos ansiosos, y así, de

hecho, los engañan y embaucan para su salvación. Seguido me recuerda la manera en la que la gente actúa

cuando alguien está enfermo. Que alguien se enferme, de cualquier enfermedad en el mundo, y encontrarán

ustedes que cada persona que conozcan tiene un remedio para ese desorden, cierta cura, una panacea, y

encontrarán un mundo de charlatanería alrededor de ustedes, que si no tienen cuidado y lo echan fuera,

seguramente perderán su vida. Un hombre debe ejercer su propio juicio, pues encontrará tantos remedios como

amigos, y cada uno es tenaz de su propia medicina, y quizá piense mal si no se la toma. Y sin duda, este sistema

miserable de charlatanería mata a mucha gente.

Esto es igual de cierto con respecto a enfermedades del cuerpo que con respecto a las enfermedades de la

mente. La gente tiene sus remedios, catolicones y panaceas para consolar almas en angustia, y cuando empiezan

a hablar con el pecador ansioso, les darán falsos consuelos, tantos que si NO TIENE CUIDADO, y considera la

palabra de Dios, infaliblemente será engañado para su propia destrucción. Propongo mencionar unas cuantas

falsedades que con frecuencia son dadas para intentar consolar a pecadores ansiosos. No me daría tiempo con

sólo mencionarlas todas.

El objeto directo de muchas personas es consolar a los pecadores y con frecuencia intentan tanto en eso que

no se adhieren a los medios o tipo de consuelo. Ven a sus amigos en angustia y les da lástima, se sienten muy

compasivos. "Oh, oh, no soporto verlos tan angustiados, debo de alguna forma consolarlos", y entonces tratan

una forma y otra, ¡todo para consolarlos! Ahora, Dios desea que sean consolados. Él es benevolente y tiene

sentimientos afables, y su corazón lo anhela cuando los ve muy angustiados. Pero ve que hay sólo una forma de

darle al pecador consuelo verdadero. Tiene más benevolencia y compasión que todos los hombres, y desea

consolarlos. Pero tiene términos fijos tan firmes como su trono, sobre el cual le dará al pecador alivio. Y no

cambiará. Sabe que no hará ningún bien efectivo al pecador, pues nada puede hacerlo feliz, hasta que se

arrepienta de sus pecados y los abandone, y se vuelva a Dios. Y por tanto, Dios no cederá. Nuestro objetivo debe

ser el mismo que el de Dios. Debemos sentir compasión y benevolencia como él, y estar listos a dar consuelo,

pero debemos estar seguros que sea el de la clase correcta. El hecho es que nuestro objeto primordial debe ser

el mover al pecador a obedecer a Dios. Su consuelo debe ser con nosotros y con él, excepto un objeto

secundario, y mientras más estamos ansiosos de aliviar su angustia en vez de que deje de abusar y deshonrar a

Dios, probablemente, por nuestras instrucciones, no vamos a hacerle ningún bien real. Ésta es una distinción

fundamental al tratar con pecadores ansiosos, pero evidentemente pasada por alto por muchos, que parecen

no tener motivos más elevados que la simpatía o compasión por el pecador. Si en el predicar el evangelio, o

instruir a los ansiosos, no somos activados por una consideración mayor para la honra de Dios, y nos elevamos

tan alto como el deseo de aliviar al angustiado, esto no nos va a llevar más lejos que a una simpatía o compasión

constitucionales. Pasar por alto este principio ha a menudo desorientado a profesantes de religión, y cuando

han oído a otros tratar fielmente a los pecadores ansiosos, los han acusado de crueldad. Seguido he tenido

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profesantes que me traen a pecadores ansiosos y me ruegan que los consuele, y cuando he examinado sus

conciencias hasta el fondo, se han estremecido, y a veces se han puesto del lado del pecador. A veces es

imposible tratar eficazmente con los jóvenes ansiosos, en la presencia de sus padres, porque tienen más

compasión por sus hijos que el considerar el honor a Dios. Todo esto está mal y con tales posturas y sentimientos

es mejor callar que decirle algo a los ansiosos.

1. Una de las formas en las la gente da consuelo falso a los pecadores angustiados es preguntándoles: "¿Qué

has hecho? Pues no eres tan malo". Los ven angustiados y dicen "¿Qué has hecho? Como si nunca hubieran

hecho algo perverso, y en realidad no han tenido ninguna ocasión para sentirse angustiados en lo absoluto. He

mencionado antes el caso de una señora elegante que fue despertada en esta ciudad, y que iba a ver a un

ministro para hablar con él, cuando se encontró a una amiga, quien le dio la espalda, y ahuyentó su ansiedad,

por el grito "¿Qué has hecho para hacerte sentir así? Estoy segura que nunca has cometido ningún pecado para

ponerte así".

Seguido me he encontrado con casos de este tipo. Una madre le dice a su hijo, quien está ansioso, qué hijo tan

obediente ha sido, cuán bueno y qué amable, y le pide que no se ponga así. Igualmente, un esposo le dice a su

mujer, o ella al esposo, qué buenos son, y le pregunta "¿Qué has hecho? Cuando los ven en gran angustia,

empiezan a consolarlos, "no eres tan malo. Has estado oyendo a ese ministro espantoso, que asusta a la gente,

y te has preocupado. Cálmate, pues estoy seguro que no has sido tan malo como para sentir tanta angustia".

Cuando la verdad es que han sido mucho peor de lo que piensan. Ningún pecador tiene idea que sus pecados

han sido más grandes de lo que son. Ningún pecador ha tenido una idea adecuada de qué tan pecador es. Es

improbable que algún hombre viva bajo la perspectiva completa de sus pecados. La culpa del pecador es mucha

más profunda y dañina de lo que piensa, y su peligro es mucho mayor de lo que cree que es, y si debe verse

como son, probablemente no viva un momento. Un pecador puede tener algunas nociones falsas del tema, que

crean angustia, que no tienen fundamento. Puede pensar que ha cometido un pecado imperdonable, o que ha

alejado al Espíritu, o hecho a un lado su día de gracia. Pero decirle a la persona más moral y naturalmente

amigable en el mundo que es lo bastante bueno, o que no es tan malo como cree que es, es no darle consuelo

racional, sino engañarlo, y arruinar su alma. Que aquellos que lo hacen sean cautelosos.

2. Otros les dicen a los pecadores despiertos que "la conversión es una obra progresiva" y de esta forma calman

su ansiedad. Cuando un hombre está angustiado porque se ve él mismo que es un pecador, y a menos que se

vuelva a Dios, será condenado, es un gran alivio tener algún amigo que sostenga la idea de que puede mejorar

por grados, y que empieza, poco a poco, y le dicen "pues, no puedes esperar que todo sea de inmediato; no

creo en esas conversiones repentinas, tienes que esperar y dejar que obre, has empezado bien, y poco a poco

tendrás consuelo". Todo esto es falso como el abismo sin fondo. La verdad es que la regeneración o conversión

no es una obra progresiva. ¿Qué regeneración? ¿Qué es más que el comienzo de la obediencia a Dios? ¿Y acaso

es el inicio de un algo progresivo? Es el primer acto de obediencia genuina a Dios--la primera acción voluntaria

de la mente de lo que Dios aprueba, o que puede ser considerada como obediencia a Dios. Eso es conversión.

Cuando las personas hablan de conversión como obra en progreso, es absurdo. Muestran que saben de

regeneración o conversión como Nicodemo. No saben nada, como debieran saber, y están aptos para conducir

una reunión ansiosa, o dar consejo o instruir a los pecadores ansiosos como Nicodemo.

3. Otra forma en la que pecadores ansiosos son engañados con consuelo falso es al ser aconsejados de hacer

caso omiso del asunto por el presente.

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Los hombres que se supone son sabios y buenos han pensado ser mucho más sabios que Dios, que cuando Dios

está tratando con un pecador, por su Espíritu, y tratando de llevarlo a la decisión inmediata, creen que Dios está

empujando muy fuerte y que es necesario que ellos intervengan, y aconsejarán a la persona que dé un paseo, o

salga con alguien, o se ocupe de algún asunto, o algo que alivie su mente un poco, por lo menos en el presente.

De una vez que le digan a Dios, en palabras simples, "Oh Dios, eres muy duro, vas muy rápido, lo vas a hacer

enloquecer, o lo vas a matar, no puede soportarlo; pobre criatura, si está tan presionado, morirá". Así se oponen

a Dios, y hacen lo mismo como decirle al mismo pecador, "Dios te va a volver loco si no haces caso omiso del

asunto, y resistes al Espíritu, y lo alejas de tu mente".

Un consejo así, si es convicción verdadera de pecado lo que angustia al pecador, no es en lo absoluto seguro o

legítimo. Los esfuerzos del Espíritu para llevar al mismo pecador hacia él, nunca lo lastimarán, ni lo

enloquecerán. Quizá lo turben por resistirse, pero es blasfemo pensar que el Espíritu sabio, benevolente y

bendito de Dios se conduzca con negligencia como para trastornar y destruir al alma que vino a santificar y

salvar. El curso apropiado a tomar con el pecador, cuando el esfuerzo del Espíritu lo arroja en angustia, es

instruirlo y aclarar sus posturas, corregir sus errores, y abrir el camino para la salvación tan claramente que lo

pueda ver directamente. No es hacer a un lado el asunto, sino caer con el Espíritu, y entonces callar todas esas

agonías amenazantes que son producidas por resistir al Espíritu Santo. RECUERDEN, si un pecador despierto

voluntariamente pone a un lado el asunto una vez, es probable que no lo retome de nuevo.

4. A veces un pecador despierto es consolado al decírsele que la religión no consiste en sentirse mal. Una vez oí

a un doctor en divinidad darle a un pecador ansioso un consejo tal cuando estaba de hecho angustiándose bajo

los dardos del Todopoderoso. Le dijo: "la religión es alegre, la religión no es triste, no te angusties, consuélate,

haz a un lado tus temores, no debes sentirte mal", y consuelos así de miserables, cuando de hecho, el hombre

tenía infinita razón para estar angustiado, pues estaba resistiendo al Espíritu Santo, y en riesgo de alejarlo por

siempre.

Es cierto, la religión no consiste en sentirse mal, pero el pecador tiene razón de estar angustiado porque no

tiene religión. Si la tuviera, no se sentiría así. Si fuera cristiano, se gozaría. Pero decirle al pecador impenitente

que esté alegre, pues de una vez que se predique esa doctrina en el infierno, y les digan ahí: "¡Ánimo, ánimo,

no se sientan tan mal!"

El pecador está al borde del infierno, está en rebelión contra Dios, y su peligro es infinitamente mayor del que

se imagina. ¡Oh, qué doctrina de demonios! Decirle a un rebelde contra el cielo que no esté angustiado. ¿Acaso

no es toda su angustia rebelión en sí misma? No es consolado porque rehúsa ser consolado. Dios está listo para

consolarlo. No necesitan pensar ser más compasivos que Dios. Él lo llenará con consuelo en un instante, si se

somete. Pero ahí está, luchando contra Dios, contra el Espíritu Santo, y contra su conciencia, hasta que está

angustiado hasta morir, y todavía así no se rinde; y ahora alguien llega "Oh, odio verte sentirte tan mal, no te

angusties tanto, anímate, anímate, la religión no consiste en estar triste, consuélate". ¡Horrible!

5. Cual sea lo que involucre el tema de religión con misterio está calculado para dar al pecador consuelo falso.

Cuando un pecador está ansioso en el tema de religión, muy a menudo, si lo nublan con misterio, se sentirá

aliviado. La angustia del pecador surge de la presión de la obligación presente. Ilumínelo a él en este punto,

aclaren, y si no se rinde, sólo aumentará su angustia. Pero díganle que la regeneración es un misterio, algo que

no se puede entender, déjenlo en tinieblas, y aliviarán su ansiedad. Es su postura clara de la naturaleza y el

deber del arrepentimiento lo que produce su angustia. Es la luz la que lleva agonía a la mente, mientras se

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rehúsa obedecer. Es eso lo que hará los dolores del infierno. Y casi hará un infierno en el pecho del pecador

aquí, si se hace lo bastante claro. Pero nada más cubran esa luz, y su ansiedad inmediatamente se hará mucho

menos perceptiva y conmovedora. Pero si abren la cortina y dejan entrar la luz, y deslumbra en su alma, y si no

se rinde, encenderán las torturas del infierno en su regazo.

6. Cual sea lo que consuela al pecador de un sentido de culpa está calculado para darle consuelo falso.

Entre más un hombre se sienta culpable, más honda es su angustia. Pero cualquier cosa que disminuya su

sentido de culpa, desde luego aminora su angustia, pero es un consuelo lleno de muerte. Si cualquier cosa le

ayuda a dividir la culpa, y desecha una parte de ella sobre Dios, dará consuelo, pero es un alivio que destruirá

su alma

7. Decirle de su incapacidad es consuelo falso. Díganle al pecador ansioso "¿Qué puedes hacer? Eres una pobre

criatura débil, no puedes hacer nada". Lo harán sentir un tipo de dependencia. Pero no es esa agonía aguda de

remordimiento, con la que Dios estruja el alma cuando está obrando para penetrar y llevarlo al arrepentimiento.

Si le dicen que no puede obedecer el evangelio, naturalmente se vuelve un alivio. Se dice a sí mismo: "Sí, no

puedo, soy una pobre, débil criatura, no puedo hacer eso, y ciertamente Dios no puede enviarme al infierno por

no hacer algo que no puedo hacer". Pues, si creyera que el pecador es incapaz, le diría: "no temas, no se te va a

culpar por no obedecer el llamado del evangelio, pues no puedes, y Dios nunca te mandará al infierno por no

hacer lo que no tienes fuerza para hacerlo". "El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" Sé que

no es común para aquellos que hablan de la incapacidad del pecador que sea muy consistente y apliquen su

teoría. Pero el pecador infiere todo eso, y así se siente aliviado. Es todo falso, y todo el consuelo derivado de

eso es sólo guardar ira contra el día de la ira.

8. Cual sea que haga la impresión en la mente del pecador de que es pasivo en religión está calculado para darle

consuelo falso.

Denle la idea de que no tiene que hacer nada más que esperar el tiempo de Dios; díganle que la conversión es

la obra de Dios, y que se la deje a Él, y que tiene que ser cuidadoso de no intentar de quitar la obra de la mano

de Dios, y él inferirá, como antes, que no se le va a culpar, y se sentirá aliviado. Si sólo va a estar quieto, y dejar

que Dios haga la obra, así como un hombre se queda quieto al amputársele el brazo, se siente aliviado. Pero

una instrucción como ésa, está mal. Si el pecador va a estar quieto, y va a dejar a Dios hacerlo, instantáneamente

infiere que no se le va a culpar por no hacerlo él mismo. Y la inferencia es no sólo natural sino legítima, pues no

se le va a culpar.

Es cierto que hay un sentido en que la conversión es la obra de Dios. Pero es falso, como se representa a

menudo. También es cierto que hay un sentido en que la conversión es el acto propio del pecador. Es ridículo,

por tanto, decir que un pecador está pasivo en la regeneración, o pasivo en ser convertido, pues la conversión

es su propio acto. Aquello que se va a hacer es aquello que no puede hacerse por él. Es algo que tiene que hacer,

o nunca se hará.

9. Decirle al pecador que espere el tiempo de Dios.

Hace unos años conocí a una mujer en Filadelfia, que estaba ansiosa por su alma, y había estado mucho tiempo

en ese estado. Hablé con ella, y trató de aprender de su estado. Me dijo muchas cosas buenas, y finalmente dijo

que sabía que debía estar dispuesta a esperar en Dios tanto como Él la había esperado. Dijo que Dios la había

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esperado muchos años antes de que pusiera atención a sus llamados, y ahora creía que era su deber esperar el

tiempo de Dios para mostrar misericordia y convertir su alma. Y dijo que había sido la instrucción que había

recibido. Tiene ella que ser paciente y esperar el tiempo de Dios, y poco a poco le dará alivio. ¡Oh qué

sorprendente locura!

Aquí está el pecador en rebelión. Dios llega con el perdón en una mano y una espada en la otra, y le dice al

pecador que se arrepienta y reciba el perdón, o se rehúse y se pierda. Y ahora viene un ministro del evangelio y

le dice al pecador que "espere el tiempo de Dios". Virtualmente le dice que Dios no está listo para que él se

arrepienta, y no está listo ahora para perdonarlo, y entonces, de hecho le echa la culpa de su impenitencia a

Dios. En vez de señalar la culpa del pecador, en no rendirse de inmediato a Dios, señala la insinceridad de Dios

en hacer la oferta, cuando, de hecho, no estaba listo para conceder la bendición.

Seguido he pensado que tales maestros necesitan la reprensión de Elías cuando se reunió con los sacerdotes de

Baal. "Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez

duerme, y hay que despertarle". El ministro que se aventura a sugerir que Dios no está listo, y le dice al pecador

que espere el tiempo de Dios, de una vez que le diga que Dios está dormido, o que se fue de viaje, y que no

puede atenderlo ahora. ¡Ciertamente son consoladores miserables! Es una horrenda blasfemia a Dios. Cuántos

han ido al juicio, rojo por todos lados de la sangre de las almas que han engañado y destruido al decirles que

Dios no está listo para salvarlos y que tienen que esperar el tiempo de Dios. Sin duda, una doctrina así está

excesivamente calculada para dar alivio presente a un pecador ansioso. Le justifica decir "ah sí, Dios no está

listo, tengo que esperar el tiempo de Dios, entonces puedo vivir en pecado, y esperar un poco más, hasta que

esté listo para que me atienda, y entonces tendré religión".

10. Es consuelo falso decirle a un pecador ansioso que haga cualquier cosa por el alivio, que puede hacer, y no

rendir su corazón a Dios.

Un pecador ansioso está a menudo dispuesto a hacer cualquier cosa más excepto aquello que Dios le requiere

hacer. Está dispuesto a ir a los confines del mundo, o pagar su dinero, o soportar sufrimiento, o cualquier cosa

excepto la sumisión plena y espontánea a Dios. Ahora si comprometieran el asunto con él, y le dijeran de algo

más que pueda hacer, y sin embargo evadiera ese punto, estaría muy consolado. Le gusta esa instrucción. Dice:

"Ah sí, Dios hará eso. Me agrada ese ministro, no es tan severo como otros, parece entender mi caso particular

y sabe cómo ganarse su sueldo".

Seguido me recuerda de la conducta de un paciente que está muy enfermo, pero con un gran desagrado por

cierto médico y una medicina en particular, pero ése es el médico que sólo sabe cómo tratar la enfermedad y

del único remedio para ella. Ahora el paciente está dispuesto a hacer cualquier cosa, llamar a otro médico, y

está ansioso y angustiado, y está preguntando a todos sus amigos si no le pueden decir qué debe hacer, y que

tomará todas las medicinas y remedios en el país, antes de entregarse al único recurso que le dará alivio. Poco

a poco, luego de tratar todo sin ningún beneficio, si no muere en el experimento, cede su oposición irracional,

llama al médico, toma la medicina apropiada, y se cura. Lo mismo con pecadores. Harán afanosamente cualquier

cosa si los dispensan de esta presión intolerable de la obligación presente para rendirse a Dios. Mencionaré

unas cuantas cosas que se les dice a pecadores lo que tienen que hacer.

(1.) Decirle a un pecador que tiene que usar los medios. Díganle a un pecador ansioso esto--Tienes que usar los

medios, y quedará él tranquilo. "Ah sí, hare eso, si es todo. Pensé que Dios me requería que me arrepintiera y

me entregara a él ahora. Pero si usar los medios sirve, haré eso con todo mi corazón". Estaba angustiado antes

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porque estaba arrinconado, y no sabía para dónde voltear. La conciencia lo había acorralado, como una pared

de fuego, y le urgía que se arrepintiera ahora. Pero esto lo tranquiliza de inmediato, y se siente mejor, y está

muy agradecido y dice que encontró a un buen consejero en su angustia. Pero puede usar los medios, como le

llama, hasta el día del juicio y no haber ni una pizca de mejora para eso, más que sólo apresurar su camino a la

muerte. ¿Cuál es el uso de los medios para el pecador más que rebelión contra Dios? Dios usa medios. La iglesia

usa medios para convertir y salvar pecadores, para abrumarlo y llevarlo a sumisión. Pero ¿qué tiene que ver el

pecador con usar medios? ¿Lo pondría a usar medios sobre Dios, y compensar el asunto? O ¿va a usar medios

para que él mismo se someta a Dios? ¿Cómo iremos a la obra con los medios de él para hacer que se someta él

mismo? Es nada más decirle al pecador: "tienes que someterte a Dios ahora, pero sólo usa los medios por un

rato, y ve si no puedes derretir el corazón de Dios, para que él ceda este punto de sumisión incondicional". Es

pura excusa evadir el deber de sumisión inmediata a Dios. Es cierto que los pecadores, movidos por una

consideración de su propia felicidad, con frecuencia ponen atención al asunto de religión, asisten a reuniones,

oran, leen, y muchas cosas así, pero en todo esto, no tienen consideración de honrar a Dios, ni tienen la intención

de obedecerlo. Su plan no es obediencia, pues si fuera, no serían pecadores impenitentes. No están, por tanto,

usando los medios para ser cristianos, sino para obtener perdón y una esperanza. Es absurdo decir que un

pecador impenitente está usando medios para arrepentirse, pues esto es lo mismo que decir que está dispuesto

a arrepentirse, o en otras palabras, se arrepiente, y no es un pecador impenitente. Entonces, decir que un

pecador inconverso usa los medios con el diseño de volverse cristiano es una contradicción, pues está diciendo

que está dispuesto a ser cristiano, que es lo mismo decir que ya es cristiano.

(2.) Decirle al pecador que ore por un corazón nuevo. Una vez oí a un célebre maestro de escuela dominical

hacer eso. Casi era el padre de las escuelas dominicales en este país. Llamó a una niñita y empezó a hablar con

ella. "Mi hijita, ¿eres cristiana?" No, señor. "Bueno, no puedes ser cristiana por ti misma, ¿verdad?" No, señor.

"No puedes ser cristiana, no puedes por ti misma cambiar tu corazón, pero tienes que orar por un corazón

nuevo; es todo lo que puedes hacer, orar a Dios y te dará un corazón nuevo". Era un hombre venerable de edad,

pero me sentí casi dispuesto a reprenderlo abiertamente en el nombre del Señor. No podía soportar oírle

engañar a esa niña, diciéndole que no podía ser cristiana. ¿Acaso Dios dice: "oren por un corazón nuevo?" Dice:

"haceos un corazón nuevo". Y al pecador no se le dice que ore a Dios para que cumpla el deber de aquél, sino

que vaya y lo haga él mismo. Sé que el salmista, un buen hombre, oraba: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,

Y renueva un espíritu recto dentro de mí." Tenía fe y oraba en fe. Pero eso es muy distinto a poner a un rebelde

obstinado a orar por un corazón nuevo. Sin duda, un pecador ansioso estará encantado con una instrucción así.

"Pues, sabía que necesitaba un corazón nuevo, y que debía arrepentirme, pero pensé que debía hacerlo yo

mismo. Estoy muy dispuesto a pedirle a Dios que lo haga, detesto hacerlo yo, pero no tengo objeción que Dios

lo haga, si quiere, oraré por eso, si eso es lo que se requiere."

(3.) Decirle al pecador que persevere. Y supongan que persevera. Está él tan cierto de ser condenado como si

hubiese estado en el infierno desde la fundación del mundo. Su ansiedad surge sólo de su resistencia, y si se

somete, cesará. Y ahora, ¿le dirán que persevere en aquello que causa su angustia? Supongan que mi hijo, en

un arrebato, avienta un libro o algo al suelo, le digo: "recógelo", y en vez de hacer caso de lo que digo, se echa

a correr a jugar. "¡Recógelo o traeré la vara!" Y cojo la vara. Se queda quieto. "Recógelo o te pego". Se acerca

lentamente y empieza a llorar. "Recógelo, hijo mío, o serás castigado". Ahora está en angustia, llora y suspira,

como si su regazo fuese a estallar, pero sigue de necio como si supiera que no lo voy a castigar. Ahora empiezo

dar los motivos para someterse y obedecer, pero ahí está, en agonía, e irrumpe: "Oh padre, me siento muy mal,

creo que estoy siendo mejor". Y ahora supongan que llega un vecino, y ve al hijo parado ahí, en agonía de su

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necedad. El vecino le pregunta por qué está ahí de pie, qué está haciendo. "Ah, estoy usando los medios para

levantar el libro". Si este vecino le dice: "persevera, persevera, niño, lo harás poco a poco", ¿qué debo hacer?

Pues lo corro de la casa por motivar la rebelión de mi hijo.

Ahora, Dios llama al pecador que se arrepienta; lo amenaza; saca su espada destellante, lo persuade, usa sus

motivos, y el pecador se llena de angustia, pues él mismo es conducido a la alternativa amenazante de rendir

sus pecados o irse al infierno. Debe instantáneamente rendir sus armas, quebrantar su corazón de inmediato.

Pero se resiste, lucha contra la convicción, y eso le crea angustia. Ahora, ¿acaso le dirán que persevere?

¿Perseverar en qué? ¡En luchar contra Dios! Ésa es la dirección que le daría el diablo. Todo lo que quiere el

diablo es verlo perseverar en el camino precisamente en el que está yendo, y su destrucción es segura. Satanás

se puede ir a dormir.

(4.) Decirle al pecador que siga adelante. Esto es: "Vas bien, sólo sigue adelante, y llegarás al cielo". Esto es en

la suposición que su rostro está hacia el cielo, cuando de hecho su rostro está hacia el infierno, y está siguiendo

adelante y más que nunca rápidamente, mientras se está resistiendo al Espíritu Santo. Con frecuencia he oído

esta dirección dada, cuando el pecador estaba en un mal camino. Lo que deben decirle es "DETENTE--pecador,

detente, no des un paso más por ese camino, te llevará al infierno". Dios le dice que se detenga, y porque no

desea detenerse, se angustia. Ahora, ¿por qué deben intentar consolarlo de esa forma?

(5.) Díganle al pecador que tiene que tratar de arrepentirse y dar su corazón a Dios. "Ah, sí", dice el pecador,

"estoy dispuesto a intentar. Seguido he tratado de hacerlo, y trataré de nuevo". Ah, ¿acaso Dios les dice que

traten de arrepentirse? Todo el mundo estaría dispuesto a tratar de arrepentirse, a su modo. Dar esta dirección

implica que es muy difícil arrepentirse, y quizá imposible, y lo mejor que el pecador puede hacer es tratar y ver

si puede o no hacerlo. No es esto más que sustituir el propio mandamiento de uno en lugar del mandamiento

de Dios. Dios requiere nada menos que el arrepentimiento y un corazón santo. Cualquier cosa menos que eso

es consolar al pecador en vano, "viniendo a parar vuestras respuestas en falacia".

(6.) Díganle que ore por arrepentimiento. "Ah sí, oraré por arrepentimiento si eso es todo. Me angustié porque

pensé que Dios requería que me arrepintiera, pero si lo hará él, puedo esperar". Y de esa forma se siente aliviado

y bastante cómodo.

(7.) Decirle al pecador que ore por convicción, o que ore para que el Espíritu Santo le muestre sus pecados, o

que le dé más luz en el asunto de su culpa a fin de aumentar su convicción.

Todo es sólo lo que el pecador quiere porque lo libra de la presión de la obligación presente. Quiere un poco

más de tiempo. Cualquier cosa que aplace esa presión presente de obligación para arrepentirse inmediatamente

es un alivio. ¿Para qué quiere más convicción? ¿Acaso Dios da tal dirección a un pecador impenitente? Dios da

por hecho que ya tiene la suficiente convicción. Y sí la tiene. ¿Acaso dicen que él no puede darse cuenta de

todos sus pecados? Si puede darse cuenta sólo de uno, que se arrepienta de ése, y será cristiano. Supongan que

pueda verlos todos, ¿qué razón hay para pensar que se arrepentirá de todos más que ése que ve? Todo eso está

consolando al pecador al disponerlo a hacer aquello que puede hacer y no rendirá su corazón a Dios.

11. Otra forma en la que se da consuelo falso a pecadores ansiosos es decirles que Dios está probando su fe al

tenerlos en el horno, y que deben esperar pacientemente en el Señor. Como si tuviera falta Dios, o se

interpusiera en el camino para que uno fuese cristiano. O ¡como si un pecador impenitente tuviera fe! ¡Qué

abominación! Supongan que alguien le diga a mi hijo mientras está de pie por el libro que he descrito. "Espera

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pacientemente, niño, tu padre está probando tu fe". No. El pecador está probando la paciencia y benignidad de

Dios. Dios no se dispone a torturar a un pecador, y darle una lección de paciencia, sino que está esperando en

él, y laborando para llevarlo de una vez a tal estado de mente que considera consistente para llenar su alma de

paz celestial. Y ¿acaso será el pecador motivado a resistir por la idea de que Dios está bromeando? TENGAN

CUIDADO. Dios ha dicho que su Espíritu no siempre contenderá.

12. Otro consuelo falso es decirle al pecador, cumple tu deber, y deja la conversión a Dios.

Una vez oí a un anciano de una iglesia decirle a un pecador ansioso: "Cumple tu deber, y deja tu conversión a

Dios, lo hará en su propia tiempo y manera". Eso era lo mismo que decirle que no era su deber ser convertido

ahora. No dijo: "cumple tu deber, y deja la salvación a Dios". Eso hubiera sido bastante apropiado, pues hubiera

sido simplemente decirle someterse a Dios, y hubiera incluido la conversión como su primer deber de todos.

Pero le dijo que dejara su conversión a Dios. Y este anciano, que le dio ese consejo, era un hombre de educación

liberal también. ¡Qué absurdo! Como si pudiera cumplir su deber y no fuese convertido. Como si Dios fuera a

convertir a un pecador y dejar al pecador sentarse calmadamente en el uso de los medios. ¡Horrible! No. Dios

le ha requerido hacerle un nuevo corazón, y tienen cuidado cómo lo consuelan con una respuesta de falsedad.

13. A veces los profesantes de religión tratarán de consolar a un pecador diciéndole: "No te desanimes; por

mucho tiempo estuve así antes de encontrar consuelo". Le dirán: "estuve bajo convicción tantas semanas--o

quizá muchos meses, o a veces años, y he pasado por todo esto, y sé cómo te sientes; tu experiencia es la misma

que la mía, precisamente, y después de mucho tiempo, encontré alivio, y no dudo que lo encontrarás poco a

poco. No desesperes. Dios te consolará pronto". ¡Decirle al pecador que se arme de valor en su rebelión! Oh,

qué horrible. Tales profesantes deberían sentirse avergonzados. Supongan que estuvieran por varias semanas

bajo convicción, y que luego encontrarán alivio, es lo último que deben decirle al pecador. Es animarlo a que

resista, cuando su asunto es rendirse. ¿Acaso resistieron tantas semanas mientras el Espíritu contendía con

ustedes? Ustedes merecen tanto como ser condenados por su obstinación y estupidez.

¡Pecador! No es señal que Dios te pase por alto por tanto tiempo, que su Espíritu permanezca contigo para ser

resistido. Y recuerda, si el Espíritu es quitado, serás enviado al infierno.

14. "Tengo fe para creer que serás convertido"

¡Tienen fe para creer! ¿En qué descansa su fe? ¿En la promesa de Dios? ¿En las influencias del Espíritu Santo?

Entonces están contrarrestando su propia fe. El diseño y objetivo del Espíritu de Dios es deshacer del pecador

su último vestigio de una esperanza mientras permanezca en pecado; acabar cada peñasco o rama a la que

pueda agarrarse. Y el objeto de la instrucción de ustedes debe ser el mismo. Deben estar con el plan de Dios. Es

sólo de esa forma que puedan hacer bien, al empujarlo para obrar, para rendirse de inmediato y dejar su alma

en las manos de Dios. Pero cuando uno que piensa que es cristiano, le dice: "tengo fe para creer que te

convertirás", lo sostiene en su expectativa falsa. En vez de alejarlo de sus falsas esperanzas, y arrojarlo a Cristo,

sólo lo desaniman para que se prenda de la fe de ustedes, y halle consuelo porque tienen fe por él. Esto es

consuelo falso que obra muerte.

15. "Oraré por ti". A veces los profesantes de religión tratan de consolar a un pecador ansioso de esa forma al

decirle: "oraré por ti". Esto es consuelo falso, pues lleva al pecador a confiar en esas oraciones, en vez de confiar

en Cristo. El pecador dice: "es un buen hombre, y Dios oye las oraciones de los hombres buenos, sin duda sus

oraciones prevalecerán por un tiempo, y seré convertido, no creo que me pierda". Y se va su ansiedad y agonía.

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Una mujer le dijo a un ministro: "no tengo esperanza, pero tengo fe en sus oraciones". Como esa fe, eso es como

el diablo los quiere tener--fe en oraciones en vez de fe en Cristo.

16. "Me gozo verte de esa manera, y espero que seas fiel y resistas". ¿Qué es eso más que regocijarse para verlo

en rebelión contra Dios? Pues eso es precisamente la base sobre la que se para. Está resistiendo la convicción,

resistiendo la conciencia, y resistiendo al Espíritu Santo, y sin embargo ustedes se regocijan verle de esa manera,

y esperan que sea fiel y resista. Hay un sentido, ciertamente, en el que se puede decir que su situación es más

esperanzadora que cuando estaba en estupidez. Pues Dios lo ha convencido, y puede tener éxito en hacerlo

volver y someterlo. Pero eso no es el sentido en el que el mismo pecador lo entiende. Supondrá que piensan de

él de una forma esperanzadora, porque está siendo mejor que antes, cuando su culpa y peligro son, de hecho,

mayores que antes. Y en vez de regocijarse, ustedes deberían estar angustiados y en agonía por verlo a él resistir

al Espíritu Santo, pues cada momento que hace eso, está en peligro de ser dejado de Dios, y a una dureza de

corazón y desesperación.

17. "Tendrás tu paga por eso, poco a poco, Dios re recompensará". Sí, pecadores, Dios los recompensará, si

continúan en ese camino, los pondrá en las llamas del infierno. ¡Recompensa por todo esa aflicción! Sí, si alguna

vez son recompensados, será en el infierno. Una vez oí a un pecador decir: "me siento muy mal, tengo mucha

esperanza que tendré mi recompensa". Pero ese individuo después dijo: "en ningún lado se puede encontrar a

un pecador tan sucio como yo, y ningún pecado de mi vida parece tan sucio, y condenador como esa expresión".

Estaba abrumado con contrición, que de haber tenido una idea así, como para pensar que Dios lo recompensa

por sufrir tanta aflicción, cuando él mismo la trajo para sí, innecesariamente, por su resistencia perversa a la

verdad. Lo cierto es que lo que tales personas quieren es consolar al pecador, y como están todos en oscuridad

en el tema de religión, desde luego que ellos le dan consuelo falso.

18. Otro consuelo falso es decirle al pecador no se ha arrepentido lo suficiente. La verdad es que no se ha

arrepentido de nada. Dios siempre consuela al pecador tan pronto se arrepiente. Esta dirección implica que sus

sentimientos están bien tan lejos como vayan. Inferir que tiene algo de arrepentimiento es decirle una mentira,

engañar su alma.

19. La gente a veces consuela al pecador diciéndole: "si eres elegido, serás traído". Una vez oí un caso donde

una persona bajo gran angustia de mente fue enviada a hablar con un ministro vecino. Hablaron por mucho

tiempo. En tanto la persona se despedía, el ministro le dijo: "Quisiera escribirle a tu padre". Su padre era un

hombre piadoso. El ministro escribió la carta, y olvidó cerrarla. Mientras el pecador se iba a casa, vio que la carta

no estaba cerrada, y pensó que probablemente el ministro había escrito de él, y su curiosidad lo llevó a abrir y

leer la carta. Y ahí encontró escrito: "Estimado Señor. Encuentro a su hijo bajo convicción y en gran angustia, y

parece que es muy difícil hallar algo que lo calme, pero si es uno de los elegidos, seguramente será traído".

Quería decir algo para consolar al padre. Pero ahora, observen. Esa carta había arruinado su alma. Había

descansado en la doctrina de la elección--"Si soy elegido, seré traído", y su convicción se fue. Años después fue

despertado y convertido, pero solo después de una gran lucha, hasta que la impresión falsa fue borrada de su

mente, y se le hizo ver que no tenía nada que ver con la doctrina de la elección, pero si no se arrepentía, iba a

ser condenado.

20. Es muy común para algunos decirle a un pecador despierto: "Estás en un camino muy próspero. Me da gusto

verte así y me siento animado por ti". A veces parece como si la iglesia estuviera en complot con el diablo para

ayudar a pecadores a resistir al Espíritu Santo. Lo que el Espíritu Santo quiere hacer sentir al pecador es que sus

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caminos están mal, y que los llevan al infierno. Y todos están conspirando para hacer la impresión opuesta. El

Espíritu está tratando de desanimarlo y ellos están tratando de animarlos; y ¿acaso el más grande obstáculo al

Espíritu saldrá de la iglesia? ¡Pecador! No creas tal cosa. No estás en un camino esperanzador. No estás bien,

sino mal, tan mal como puedes, mientras resistas al Espíritu Santo.

21. Otra forma muy fatal, en la que consuelo falso es dado a los pecadores, es al aplicar ciertas promesas de la

Escritura, que están diseñadas sólo para los santos. Este es un gran artificio del diablo. Es muy practicado por

los universalistas, pero los cristianos seguido lo hacen. Por ejemplo:

(1.) "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación". Cuán seguido este pasaje ha sido

aplicado a los pecadores ansiosos, que estaban en angustia porque no se rinden a Dios; bienaventurados los

que lloran. ¡Ciertamente! Es eso es verdad, donde lloran con tristeza según Dios. Pero ¿de qué llora el pecador?

Está llorando porque la ley de Dios y sus términos de salvación están tan fijos que no puede sacarlos de mente.

Díganle a un rebelde así--"¡bienaventurados los que lloran!" De una vez aplíquenlo a aquellos que están en el

infierno. Allí también hay lloro. El pecador está llorando porque no hay otro camino para la salvación porque

Dios es tan santo que le requiere que deje todos sus pecados, y siente que ha llegado el momento que debe

rendirse o ser condenado. ¿Acaso le diremos que será consolado? Vayan y díganle al diablo: "Pobre diablo, lloras

ahora, pero la Biblia dice que eres bienaventurado si lloras, y serás consolado poco a poco".

(2.) "Buscad y hallaréis". Eso se le dice a los pecadores en una manera tal como para implicar que el pecador

ansioso está buscando religión. Esa promesa fue hecha en referencia a los cristianos que piden en fe y buscan

la voluntad de Dios, y no es aplicable para aquellos que están buscando esperanza o consuelo, sino búsqueda

santa. Aplicarlo a un pecador impenitente es sólo engañarlo, pues su búsqueda no es de ese carácter. Decirle,

"estás buscando, ¿verdad? Bueno, busca y encontrarás", es atesorar un engaño fatal. Mientras siga impenitente,

no tiene un deseo, que el diablo no pueda tener, y permanecer aún un diablo.

Si tuviera el deseo de cumplir su deber, si estuviera buscando la voluntad de Dios, y dejara sus pecados, sería

cristiano. Pero consolar al pecador impenitente con una promesa así, de una vez que se consuele a Satanás.

(3.) "No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos". Es absurdo

aplicar esto al pecador para consolarlo. Es como si estuviera haciendo algo para agradar a Dios. Nunca ha hecho

bien, y nunca ha hecho más daño que ahora. Supongan que mi vecino, que vino mientras estaba tratando de

corregir a mi hijo, le diga al niño: "A su tiempo segarás, si no desmayas", ¿qué debo decir? Segar, sí, segarás, si

no rindes tu obstinación, ciertamente segarás, porque aplicaré la vara". Así que el pecador en lucha segará

condenación del infierno, si no rinde sus pecados.

22. Algunos profesantes de religión, cuando intentan hablar con pecadores despiertos, son muy afectos a decir:

"te hablaré de mi experiencia". Ésta es una trampa peligrosa, y seguido le da al diablo una manivela para

conducirlo al infierno por tratar de copiar la experiencia de ustedes. Si le dicen a él, y cree que es una experiencia

cristiana, casi infaliblemente será tratar de imitarla, y en vez de seguir el evangelio, o las direcciones del Espíritu

en su propia alma, está siguiendo el ejemplo de ustedes. Esto es absurdo como también peligroso. Nunca tendrá

los sentimientos que tuvieron ustedes. Dos personas no han ejercido algo idéntico. Las experiencias de los

hombres son tan distintas como sus expresiones faciales. Tal curso es muy seguro que lo desvíe. El diseño es

seguido nada más que motivarlo al punto donde no deba ser motivado, antes de que se haya sometido a Dios.

Y está calculado para impedir la obra de Dios en su alma.

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23. Cuántas veces la gente le dirá a un pecador despierto que Dios ha empezado una buena obra en él, y que la

continuará. He conocido a padres que hablan así a sus hijos, y tan pronto como los ven despiertos, dejan la

ansiedad que tenían por ellos, y se calman, pensando que ahora Dios ha empezado la buena obra en sus hijos,

y que la continuará. Sería tan racional para un labrador que diga así del grano, y tan pronto sale de la tierra,

dice: "Pues bien, Dios ha empezado una buena obra en mi campo, y la continuará". ¿Qué se pensaría de un

labrador que descuida poner una barda, porque Dios ha empezado la buena obra dándole una siembra del

grano? Si le dicen al pecador de esa manera, y les cree, ciertamente será su destrucción, porque le prevendrá

de hacer aquello que es absolutamente indispensable para ser salvo. Si, tan pronto como el pecador es

despertado, se le enseña que ahora Dios ha empezado una buena obra, que sólo necesita continuar, y que Dios

seguramente la continuará, verá que no necesita ninguna ocasión más para estar ansioso, pues, de hecho, no

tiene más qué hacer. Y entonces se sentirá aliviado de la presión intolerable de la obligación presente,

arrepentirse y rendirse a Dios. Y si es aliviado de este sentido de obligación de hacerlo, nunca lo hará.

24. Algunos le dirán al pecador: "Bueno, has dejado tus pecados, ¿verdad?" "Claro que sí", dice el pecador,

cuando es todo falso, nunca ha abandonado sus pecados ni por un momento, sólo ha intercambiado una forma

de pecado por otra; sólo se puso a sí mismo en una actitud de resistencia. Y decirle que ha dejado sus pecados

es darle consuelo falso.

25. A veces esta dirección es dada con el propósito de aliviar la agonía de un pecador ansioso: "haz lo que puedas

y Dios hará el resto", o "haz lo que puedas y Dios te ayudará". Es lo mismo que decirle al pecador, "no puedes

hacer lo que Dios requiere que hagas, pero si haces lo que puedas, Dios te ayudará en cuanto al resto". Ahora

los pecadores con frecuencia tienen la idea que han hecho lo que pueden, cuando, de hecho, no han hecho

nada, sólo resistir a Dios con todo su ser. Seguido los oigo decir: "he hecho todo lo que puedo, y no consigo

alivio, ¿qué más puedo hacer? Ahora, pueden ver ustedes cuán reconfortante puede ser para tal persona tener

a un profesante de religión que venga y diga: "si haces lo que puedes, Dios te ayudará". Lo calma de inmediato

de toda su angustia. Puede estar inquieto y desdichado, pero su agonía se ha ido.

26. De nuevo, dicen: "debes estar agradecido por lo que tienes, y no esperar más". Si el pecador es redargüido,

le dirán que debe estar agradecido por la convicción, y esperar la conversión. Si tiene algún sentimiento, debe

estar agradecido por el sentimiento que tiene, como si su sentimiento fuera un sentimiento religioso, cuando

no tiene más religión que la de Satanás. Tiene razón para estar agradecido, en efecto, estar fuera del infierno y

agradecido de que Dios está esperándolo. Pero es ridículo decirle que debe estar agradecido en cuando al estado

de su mente, cuando está todo el tiempo resistiendo a su Hacedor con todas sus fuerzas.

ERRORES EN ORAR POR PECADORES.

Mencionaré aquí algunos errores al orar por pecadores en su presencia, por lo cual se hace en sus mentes una

impresión desdichada, en consecuencia, de la cual ellos seguido obtienen consuelo falso en su angustia.

1. La gente a veces ora por los pecadores como si merecieran tener LÁSTIMA más que culpa. Oran por ellos

como ENDECHADORES. "Señor, ayuda a estos endechadores pensativos", como si ellos estuvieran en duelo,

como alguien que ha perdido a un amigo, o sabido de la calamidad de alguien, y no pueden evitarlo, y lo sintieran

mucho, pero la muerte vendrá, y se les tendrá lástima, como si estuviesen sentados ahí, tristes, pensativos, y

sollozando. La Biblia nunca habla así. Se lamenta del pecador, pero se lamenta de ellos como rebeldes culpables

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y locos, culpables y merecedores de irse al infierno, no como endechadores pensativos, que no pueden evitarlo,

que quieren ser aliviados, pero no pueden hacer nada más que sentarse y lamentarse.

2. Orar por ellos como pobres pecadores. ¿Acaso la Biblia usa algún lenguaje como ése? La Biblia nunca habla

de ellos como "pobres pecadores", como si merecieran tener lástima más que culpa. A Cristo en su corazón le

dan lástima los pecadores. Y también a Dios le dan lástima. Siente en su corazón todo el fluir de la compasión

por ellos, cuando los ve obstinados y determinados por gratificar sus propias concupiscencias ante la perdición

de su ira eterna. Pero nunca deja una expresión escapar de él, como si el pecador fuera sólo una "pobre criatura"

para tener lástima, como si no pudiera evitarlo. La idea de que es pobre en vez de perverso, infortunado en vez

de culpable, alivia al pecador grandemente. He visto al pecador retorcerse en agonía bajo la verdad, en una

reunión, hasta que alguien empieza a orar por él como una pobre criatura. Y entonces le corren las lágrimas y

se lamenta profusamente, y cree que ha sido grandemente beneficiado por una oración así. "Ah, qué buena

oración". Si van y hablan con ese pecador, sabrán que se le está teniendo lástima como una pobre criatura,

quizá lamentándose por su condición desdichada, pero sus CONVICCIONES DE PECADO, sus impresiones

profundas de la CULPA HORRIBLE se han ido todas.

3. Orar para que Dios ayude al pecador a arrepentirse. "Oh, Señor, facultara a este pobre pecador que se

arrepienta ahora". Esto comunica la idea a la mente del pecador que está ahora tratando con toda su fuerza de

arrepentirse, y que no puede hacerlo, y por tanto, los cristianos están llamando a Dios para que lo ayude y le

faculte hacerlo. La mayoría de los profesantes de religión oran por los pecadores, no para que Dios los haga

DISPUESTOS a arrepentirse, sino que los FACULTE, los haga capaces. Con razón sus oraciones no son escuchadas.

Alivian al pecador de su sentido de responsabilidad, y eso alivia su angustia, pero es un insulto a Dios, como si

Dios hubiera ordenado a un pecador hacer lo que no puede hacer.

4. La gente a veces ora: "Señor, estos pecadores están buscándote con angustia". Este lenguaje es una alusión

a lo que sucedió cuando Jesús era niño, y fue al templo a hablar con los rabinos y doctores de la ley. Sus padres,

recuerden, andando el camino de un día a casa, antes de que supiesen que no estaba, se regresaron, y luego de

buscar por todos lados, encontraron al pequeño Jesús de pie en el templo oyendo y preguntando a los doctores

de la ley, y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con

angustia". Y entonces esa oración representa a los pecadores buscando a Jesús, y escondiéndose él de ellos, y

lo buscan y tratan de encontrarlo, y se preguntan dónde está Jesús y dicen: "Señor, hemos buscado a Jesús estos

tres días con angustia". Es una MENTIRA. Ningún pecador ha buscado a Jesús con todo su corazón tres días, o

tres minutos, sin poder encontrarlo. Ahí está Jesús de pie a la puerta tocando, y está ahí frente a él pidiéndole,

y encarándolo con todas sus excusas falsas. ¡Buscándolo! El pecador puede quejarse y llorar: "Oh, cómo estoy

angustiándome y buscando a Jesús". No hay tal cosa; Jesús está buscándote. Y sin embargo cuántas conciencias

oprimidas son aliviadas y consoladas al oír esas oraciones.

5. "Señor, ten misericordia de estos pecadores que están buscando tu amor para conocerlo". Ésta es una

expresión favorita de muchos, como si los pecadores estuvieran buscando conocer el amor de Cristo y no

pudieran. No hay tal cosa. No están buscando el amor de Cristo, sino buscando ir al cielo sin Jesucristo. Como si

sólo estuvieran buscándolo, y él tuviera el corazón tan duro que no los deja tenerlo.

6. "Señor, ten misericordia de estos pecadores penitentes", llamando a los pecadores almas penitentes. Si son

penitentes, son cristianos. Dar la impresión a un pecador inconverso de que es penitente es hacerle creer una

mentira. Pero es muy reconfortante para el pecador, y le gusta retomarla y orar una y otra vez; "Oh Señor, soy

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una pobre alma penitente. Soy muy penitente y estoy muy angustiado. Señor, ten misericordia de un pobre

penitente". ¡Qué engaño tan horrible!

7. A veces la gente ora por los pecadores ansiosos como almas humildes. "Oh Señor, estos pecadores se han

humillado". Pues, eso no es cierto. No se han humillado; si lo han hecho, el Señor los hubiera levantado y

consolado, como ha prometido. Hay un himno de este carácter, que ha hecho mucho daño. Empieza:

"Venid pecador HUMILDE en cuyo pecho

Miles de pensamientos pasan".

Este himno fue dado por un ministro a un pecador despierto, como aplicable a su caso. Empezó a leer: "Venid

pecador humilde". Se detuvo, "pecador humilde, eso no aplica a mí, no soy un pecador humilde". Ah, qué bien

fue para él que el Espíritu Santo le enseñara más que ese himno. Si el himno hubiera dicho, venid pecador

ansioso, o pecador culpable, o pecador trémulo, hubiera sido suficiente, pero no llamarle pecador humilde. Hay

muchos himnos de ese mismo carácter. Es muy común encontrar a pecadores citando los falsos sentimientos

de algún himno para excusarse ellos mismos en rebelión contra Dios.

Un ministro me dijo que oyó una oración, hace poco, en estas palabras: "Oh Señor, estos pecadores se han

humillado y han venido a ti como ellos saben. Si supieran más, lo harían mejor, pero oh Señor, como van a ti, en

la mejor manera que pueden, oramos para que los aceptes y les muestres misericordia". ¡Qué horrible!

8. Muchos oran: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Ésta es una oración que Cristo hizo por

sus asesinos. Y, en ese caso, fue cierto, no sabían lo que estaban haciendo, porque no creyeron que Jesucristo

era el Mesías. Pero no puede decirse de los pecadores bajo el evangelio, no saben lo que están haciendo. No

saben lo que están haciendo. No ven la extensión total de eso, pero saben que están pecando contra Dios, y

rechazando a Cristo, y la dificultad es que no están dispuestos para rendirse a Dios. Pero tal oración está

calculada para hacerle sentir alivio, y hacerle decir: "Señor, cómo me puedes culpar así, soy una pobre criatura

ignorante, no sé lo que se me requiere. Si supiera, lo haría".

9. Otra expresión es: "Señor, dirige a estos pecadores, que están preguntando por el camino de Sion hacia donde

volverán sus rostros". Pero este lenguaje es sólo aplicable a cristianos. Los pecadores no tienen sus rostros hacia

Sion, sus rostros están puestos hacia el infierno. Y cómo se puede decir que un pecador está preguntando por

el camino a Sion, cuando no tiene disposición de ir ahí. La dificultad real es que no está dispuesto a CAMINAR

en la forma que sabe que debe ir.

10. La gente ora que los pecadores puedan tener más convicción. U oran que los pecadores puedan ir solemnes

y tiernos a casa, y tomar el asunto en consideración, en vez de orar que puedan arrepentirse ahora. U oran como

si supusieran que el pecador está dispuesto a hacer lo que se le requiere. Todas esas oraciones son oración

como el diablo quiere. Él desea tener esas oraciones y me atrevo a decir que no le importa cuántos son ofrecidas.

A veces he visto en una reunión ansiosa, o cuando los pecadores han sido llamados a las bancas ansiosas, y el

ministro ha dado el mensaje de salvación a ellos, quitado las piedras de tropiezo de su camino, y removido toda

la oscuridad de sus mentes en varios puntos, y cuando están listos para RENDIRSE, alguien será llamado a orar,

y en vez de que ellos se arrepientan ahora, empieza a orar: "Señor, oramos, que estos pecadores puedan ser

solemnes, que tengan un sentido hondo de su pecaminosidad, que puedan ir a casa impresionados, de su

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condición de perdidos, que no puedan intentar hacer nada en su propia fuerza, que no pierdan su salvación y

que en tu tiempo y forma, ellos sean llevados a la luz gloriosa y libertad de los hijos de Dios".

En vez de llevarlos al punto INMEDIATO de sumisión, en el momento, les da tiempo de respirar, saca la presión

de la convicción, y respira libremente de nuevo y se siente aliviado, se sienta con calma. Así, cuando el pecador

es llevado, por así decirlo, y está de pie a la puerta de cielo, una oración así, en vez de empujarlo, hace que

retroceda de nuevo. "Ahí, pobrecito, quédate hasta que Dios te ayude".

11. Los cristianos a veces oran de una manera tal para dar la impresión de que CRISTO ES AMIGO DEL PECADOR,

en un sentido diferente de lo que es Dios Padre. Oran a él: "Oh, amigos de pecadores" como si Dios estuviera

lleno de ira, y venganza severa, presto para aplastar al pobre miserable, hasta que Cristo viene y toma su lugar

y lo libera. Ahora todo esto está mal. El Padre y el Hijo están perfectamente de acuerdo, sus sentimientos son

los mismos, y ambos están igualmente dispuestos a salvar a los pecadores. Y hacer tal impresión, engaña al

pecador, y lo lleva a sentimientos incorrectos hacia Dios. Representar a Dios Padre como encima de él, con la

espada de la justicia en su mano, ansioso para asestar un golpe, hasta que Cristo se interpone, no es cierto. El

Padre es tanto amigo del pecador como el Hijo. Su compasión es igual. Pero si el pecador tiene esa idea

desfavorable de Dios Padre, cómo va a amarlo con todo su corazón para decir "Abba, Padre"

12. La impresión es a menudo dada por una manera de orar que no esperan que los pecadores se arrepientan

AHORA, o que esperan que Dios cumpla el deber de ELLOS, o que desean animarlos para confiar en las oraciones

de ustedes. Y así, los pecadores son arruinados. Nunca oren para dar la impresión a los pecadores de que

secretamente esperan que ya sean cristianos, o que sienten una fuerte confianza de que poco a poco serán, o

que más o menos creen que son convertidos ahora. Esto siempre es infeliz. Multitudes son engañadas con

consuelo falso de esa forma, y son prevenidos, en ese punto crítico, de la rendición final de ellos a Dios.

Hermanos, encuentro esta área tan amplia que no puedo mencionar todo lo que quisiera. Hay muchas otras

cosas que me gustaría tratar esta tarde, pero es ya tarde. Debo terminar brevemente.

OBSERVACIONES.

1. Muchas personas que tratan de esa forma con pecadores ansiosos lo hacen con piedad falsa. Sienten tanta

simpatía y compasión que no pueden soportar decirles la verdad, que es necesaria para salvarlos. Como quizá

un cirujano, cuando siente que el brazo de un hombre debe ser amputado, o morirá, consiente ese sentimiento

de piedad falsa, o sólo le pone yeso, y le da un calmante. No hay benevolencia en eso. La verdadera benevolencia

llevaría al cirujano a esconder sus sentimientos, y estar calmado y sereno, con un cuchillo filoso, para cortar el

miembro y salvar la vida. Es ternura falsa no hacer nada. Una vez vi a una mujer bajo angustia mental, que había

sido llevada a desesperación por meses. Sus amigas habían tratado todos estos consuelos falsos sin efecto, y la

llevaron con el ministro. Estaba demacrada, acabada en agonía. El ministro fijó su vista en ella, y derramó la

verdad a su mente, la reprendió de una manera incisiva. La mujer que estaba con ella intervino, pensó que era

cruel y dijo: "Oh, consuélela, está muy angustiada, no la perturbe más, no puede soportarlo". Se volvió a ella, la

reprendió, y la despidió, entonces derramó la verdad como fuego sobre esa pecadora ansiosa, en cinco minutos

fue convertida y se fue a casa llena de gozo. La simple verdad quitó todas sus nociones falsas y en unos

momentos estaba gozosa de Dios.

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2. Ese tratamiento de pecadores ansiosos, que administra consuelo falso, es de hecho cruel. Es cruel como la

tumba, tan cruel como el infierno, porque está calculado para enviar al pecador al abismo ardiente. Los

cristianos sienten compasión por los ansiosos, como debe ser, pero lo último que deben hacer es encogerse al

momento cuando viene una crisis. Deben sentir compasión, pero deben mostrarla como el cirujano, cuando

deliberadamente va a trabajar en la correcta y mejor manera, cortar el brazo del hombre, y de esa manera

curarlo y salvar su vida. Igualmente, los cristianos deben dejar al pecador ver su compasión y ternura, pero

deben tomar el lado de Dios plena y decididamente. Deben exponer al pecador el peor caso, exponer su culpa

y peligro, y entonces llevarlo a la cruz e insistir en la sumisión instantánea. Deben tener la firmeza suficiente

para hacer esa obra exhaustivamente, y si ven al pecador angustiado y en agonía, tienen que perseverar sin

darle salida, no obstante que pueda estar en agonía, perseveren hasta que se rinda.

Hacer eso requiere arrojo. Seguido he estado en circunstancias para saber esto por experiencia. Me he

encontrado rodeado de pecadores ansiosos en una angustia tal, como para hacer temblar cada nervio, algunos

son vencidos con emoción, se tiran en el suelo, algunos aplican alcanfor para prevenir el desmayo, otro tiemblan

como si se fueran al infierno. Ahora supongan que alguien da consuelo falso en un caso así. Supongan que no

tiene el arrojo suficiente para llevarlos al punto de sumisión absoluta e inmediata. Cuán inepto es un hombre

para confiársele en un caso así.

3. A veces los pecadores se trastornan mediante desesperación y angustia de mente. Si fuera el caso, casi

siempre es porque quienes tratan con ellos intentando animarlos con consuelo falso, y de ese modo los llevan

a un conflicto con el Espíritu Santo. Tratan de sostenerlos, mientras Dios trata de quebrantarlos. Y poco a poco,

la mente del pecador se confunde con esta contrariedad de influencias, ya sea que se trastorne o sea llevado a

desesperación.

4. Si van a tratar con pecadores, recuerden que se van a encontrar con ellos en el juicio, y estén seguros de

tratarlos de tal forma que si se pierden, será la culpa de ellos. No traten de consolarlos con nociones falsas, y

que los reprochen. Más bien supriman la simpatía falsa, y expongan la verdad para que penetre en las

coyunturas y tuétanos, en vez de calmarlos con consuelo falso y embaucarlos para alejarlos de Dios.

5. ¡Pecador!, si hablas con cristianos, y te dicen que hagas algo, primero pregunta: "Si hago eso, ¿seré salvo?"

Puedes estar ansioso y ser salvo. Puedes orar y no ser salvo. Puedes leer la Biblia y no ser salvo. Puedes usar los

medios, a tu manera, y no ser salvo. Lo que te digan, si puedes hacerlo y ser salvo, no hagas caso a sus

instrucciones. Están calculadas para darte consuelo falso, y desviar tu atención del objeto principal que se debe

hacer y te embauca hacia el infierno. No sigas ninguna dirección, no sea que mueras haciéndolo y entonces no

hay retirada.

FINALMENTE, nunca digan a un pecador cualquier cosa, o le den dirección, que lo lleve a detenerse, que no

incluya la absoluta sumisión a Dios. Dejarlo que se detenga en cualquier punto como ése es infinitamente

peligroso. Supongan que están en una reunión ansiosa, o reunión de oración, y díganle que ore, o lea un libro,

o cualquier cosa menos que el arrepentimiento, y se caiga y se rompa el cuello esa noche, ¿a quién se le

demandará su sangre? Un joven en Nueva Inglaterra conoció a un ministro en la calle, y le preguntó qué debía

hacer para ser salvo. El ministro le dijo que fuera a casa, entrara a su recámara, se arrodillara y diera su corazón

a Dios. "Oh Señor", dijo el joven, "me siento muy mal, tengo miedo de que no viva para llegar a casa". El ministro

vio su error, y sintió la reprensión, inconscientemente dada por el joven, y le dijo: "Pues bien, da tu corazón a

Dios aquí, y ve a casa y a tu recámara y dile eso".

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Oh, es suficiente hacer que un corazón sangre para ver tantos consoladores miserables por los pecadores

ansiosos, en cuyas respuestas permanece falsedad. Qué tanta cantidad de charlatanería espiritual hay en el

mundo, y cuántos "fraguadores de mentira", "médicos nulos" que ni saben más que consolar a pecadores con

esperanzas falsas, y los engañan con sus "fábulas profanas y de viejas" y tonterías, o que abren paso a las ternura

y simpatía falsas, hasta que no tienen firmeza suficiente para ver la espada del Espíritu aplicada para cortar a

los hombres hasta el alma y abrir el corazón desnudo del pecador. ¡Ay!, muchos son puestos en el ministerio,

que no tienen la habilidad suficiente para esperar y ver la obra del Espíritu de Dios para hacer su labor de romper

los cimientos antiguos y aplastar las esperanzas podridas de un pecador, y quebrantarlo a los pies de Cristo.

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LECCIÓN XVIII

DIRECCCIONES PARA LOS PECADORES

TEXTO -- ¿qué debo hacer para ser salvo? -- Hechos 16:30.

Éstas son las palabras del carcelero en Filipo, la pregunta que hizo a Pablo y Silas, quienes estaban entonces bajo

su cuidado como prisioneros. Satanás se había opuesto de muchas maneras a estos siervos de Dios en la obra

de predicar el Evangelio, y había sido derrotado y desacreditado. Pero aquí en Filipo, hizo un proyecto nuevo y

peculiar para frustrar los trabajos de ellos. Había una cierta mujer que estaba poseída con espíritu de

adivinación, o en otras palabras, el espíritu del diablo, y daba a sus amos mucha ganancia por su adivinación. El

diablo hizo que esa mujer siguiera a Pablo y Silas por las calles, y tan pronto como empezaban a tener la atención

de la gente, llegaba y gritaba "estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de

salvación". Es decir, secundó las exhortaciones de los predicadores, y añadió su testimonio como si diera peso

adicional a las instrucciones de ellos. El efecto fue lo que Satanás quería. Toda la gente sabía que era una mujer

perversa y vulgar, y cuando ellos la oían que intentaba recomendar esa predicación nueva, se molestaban y

concluían que eran del mismo tipo. El diablo sabía que no le haría ningún bien, pero ayudaría a la causa de ellos

poniendo a una persona así para oponerse a la predicación de los apóstoles, o hablar en contra. El tiempo había

pasado para que se tuviera éxito. Y, por tanto, vino de otra forma y tomó el lado opuesto, al ponerla a ella a

alabarlos como siervos de Dios, y llevar su testimonio contaminado a favor de las instrucciones de ellos, guio a

la gente a suponer que los apóstoles eran del mismo tipo que ella y que tenían el mismo espíritu que ella, y así

todos sus esfuerzos serían frustrados. Pablo vio que si las cosas seguían así, se desconcertaría totalmente y

nunca tendría éxito en establecer una iglesia en Filipo. Y se volvió y le ordenó al espíritu inmundo, en el nombre

de Jesucristo, que saliera de ella. Cuando sus amos vieron que las esperanzas de sus ganancias se habían ido,

surgió una gran persecución, agarraron a Pablo y Silas, se hizo gran alboroto fueron llevados ante los

magistrados, y se levantó tal clamor que los magistrados los encerraron en prisión y les aseguraron los pies en

el cepo.

Así, pensaron que habían apagado el entusiasmo, pero a media noche Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas,

y los prisioneros los oían. Esa vieja prisión de tiempo atrás había hecho eco de la voz de blasfemias e insultos,

ahora resonaba con alabanzas a Dios, y esas paredes, que habían estado muy firmes, ahora se sacudían bajo el

poder de la oración. Las cadenas se soltaron, las puertas se abrieron, y las ataduras se rompieron. El carcelero

se despertó, y cuando vio las puertas abiertas de la prisión, como si supiera que los prisioneros habían escapado,

debía pagar con su vida, sacó su espada y estaba a punto de matarse, pero Pablo que no tenía la intención de

escapar, clamó instantáneamente a él: "no te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí". Y el carcelero pidió

luz, se precipitó adentro, temblando se postró ante sus prisioneros, Pablo y Silas, y los sacó y les dijo "Señores,

¿qué debo hacer para ser salvo?"

En mi última conferencia, me centré en las instrucciones falsas dadas a los pecadores bajo convicción, los

consuelos falsos muy frecuentemente dados, y las instrucciones erróneas que tales personas reciben. Mi plan

esta noche es mostrar qué instrucciones deben darse a los pecadores ansiosos para su conversión rápida y

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eficaz. En otras palabras, explicarles qué respuesta debe darse a aquellos que preguntan "¿qué debo hacer para

ser salvo?" Al hacerlo, propongo:

I. MOSTRAR LO QUE NO ES UNA DIRECCIÓN APROPIADA QUE SE DA A PECADORES CUANDO HACEN LA

PEGUNTA EN EL TEXTO.

II. MOSTRAR QUÉ ES UNA RESPUESTA APROPIADA A LA PREGUNTA.

III. ESPECIFICAR VARIOS ERRORES QUE LOS PECADORES ANSIOSOS ESTÁN APTOS PARA CAER EN ELLOS.

I. VOY A MOSTRAR CUÁLES NO SON LAS DIRECCIONES APROPIADAS QUE SE DAN A LOS PECADORES

ANSIOSOS.

Ninguna otra pregunta ha sido más importante que ésta: ¿qué debo hacer para ser salvo?" La humanidad está

apta para preguntar "¿qué comeré?, ¿qué beberé?", y la pregunta puede contestarse de varias maneras con

poco riesgo, pero cuando el pecador pregunta con seriedad "¿qué debo hacer para ser salvo?", es de suma

importancia que deba recibir la respuesta correcta. Es mi deseo esta noche decirles, profesantes de religión,

qué responder a esa pregunta, y decirles, quiénes son pecadores, qué deben hacer para ser salvos.

1. No debe darse ninguna dirección que lo deje en hiel de amargura y prisión de maldad. Ninguna respuesta

para darse es apropiada, con la que, si él obedece, no se va al cielo, si muere en ese momento.

2. Ninguna dirección debe darse si no incluye un cambio de corazón, o un corazón recto, o una obediencia

sincera a Cristo. En otras palabras, nada es apropiado, que no implique de hecho volverse cristiano. Cualquier

dirección que se quede corta en esto no es de utilidad. No lo llevará más cerca del reino, no le hará bien, sino

sólo lo llevará a postergar cada cosa que debe hacer a fin de ser salvo. Se le debe decir al pecador abiertamente,

de una vez, lo que debe hacer, o morirá; y nada se le debe decir que no incluya un estado correcto de corazón.

Lo que hagas, pecador, que no incluya un corazón recto, es pecado. Lean su Biblia o no, es pecado mientras

sigan en rebelión. Vayan a una reunión, o se alejen, oren o no, no es nada más que rebelión a cada momento.

Es sorprendente que un pecador deba suponer él mismo hacer los servicios de Dios cuando ora y lee su Biblia.

¿Acaso debe un rebelde contra este gobierno leer el libro de estatutos, mientras siga en rebelión, y no tenga

planes de obedecer?, ¿debe pedir indulto, mientras sostiene sus armas de resistencia y guerra?, ¿pensarían de

él que hace un servicio a su país, poniéndolas bajo las obligaciones de mostrársele favor? No, dirían que toda su

lectura y oración fueron sólo un insulto a la majestad del legislador y la ley. Así, tú, pecador, mientras sigas

impenitente, estás insultando a Dios poniéndolo en provocación, leas su palabra y ores, o no lo hagas. No

importa qué lugar o en qué posición tu cuerpo esté, de rodillas, o en la casa de Dios, mientras tu corazón no sea

recto, mientras resistas al Espíritu Santo, y rechaces a Cristo, eres un rebelde contra tu Creador.

II. VOY A MOSTRAR CUÁL ES LA RESPUESTA APROPIADA A LA PREGUNTA ¿QUÉ DEBO HACER PARA SER

SALVO?

Generalmente se le puede dar al pecador cualquier dirección, o decirle que haga cualquier cosa que incluya un

corazón recto, y si lo entiende, y lo hace, será salvo. El Espíritu de Dios, al contender con pecadores, acomoda

sus contiendas al estado mental en el que ellos se encuentran. Su gran objetivo al contender con ellos es sacarlos

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de sus escondrijos, y llevarlos a rendirse a Dios de inmediato. Ahora esas objeciones y dificultades, estados

mentales, son tan variadas como las circunstancias de la humanidad, tantas como hay individuos. Los caracteres

de los individuos son de una diversidad interminable. Lo que debe hacerse con cada uno, y cómo debe

convertirse, depende de sus errores particulares. Es necesario determinar sus errores, averiguar qué entiende,

y qué necesita para ser enseñado más perfectamente para en ver qué puntos el Espíritu Santo está presionando

en su conciencia y presionar las mismas cosas, y así llevarlo a Cristo. Las direcciones más comunes son las

siguientes:

1. Es generalmente en un punto, y una dirección segura y apropiada, decirle al pecador que se arrepienta porque

a veces el Espíritu de Dios no parece tanto dirigir la atención del pecador a sus propios pecados como para otra

cosa. En los días de los apóstoles, las mentes de la gente parecían haber sido agitadas principalmente en el

asunto si Jesús era el verdadero Mesías. Y entonces los apóstoles dirigieron mucho de sus instrucciones hacia

ese punto para probar que él era el Cristo. Y cuando pecadores ansiosos les preguntaban qué debían hacer, ellos

normalmente exhortaban: "cree en el Señor Jesucristo". Llegaban a ese punto porque aquí era donde el Espíritu

de Dios estaba contendiendo con ellos, eso probablemente sería lo primero que una persona haría para rendirse

a Dios. Era el gran punto en el asunto entre Dios, los judíos y gentiles de esos días, si Jesucristo era el hijo de

Dios. Era un punto en disputa. Llevar al pecador a ceder en ese asunto controversial era la manera más eficaz

de que se humillara.

En otras instancias, se verá que el Espíritu Santo está tratando con pecadores principalmente en referencia a

sus propios pecados. A veces trata con ellos referente a un deber en particular, como oración, quizá oración

familiar. Se encontrará al pecador contendiendo en ese punto con Dios, si es correcto que él ore, o si debe orar

con su familia. He sabido de casos sorprendentes de ese tipo, donde el individuo estaba luchando en ese punto,

y tan pronto se arrodilló para orar, rindió su corazón, mostrando que era ese punto en el que Dios estaba

contendiendo y que se giró todo el quicio de su controversia con Dios. Eso fue conversión.

La dirección para arrepentirse es siempre apropiada pero no siempre será eficaz, porque puede haber alguna

otra cosa que también se necesite decirle al pecador. Y donde está la dirección pertinente, los pecadores no

sólo necesitan que se les diga que se arrepientan, sino que se les explique lo que es el arrepentimiento. Ya que

ha habido mucho misticismo, y filosofía falsa y teología falsa alrededor de tema, se ha vuelto necesario decirles

a los pecadores no sólo lo que entendemos por arrepentimiento, sino también lo que no es. Las palabras que

eran sencillas y fáciles de entender ahora se han vuelto tan pervertidas que se necesita explicar a los pecadores,

o con frecuencia tendrán una impresión incorrecta en sus mentes. Éste es el caso de la palabra arrepentimiento.

Muchos suponen que arrepentimiento es remordimiento, o sentido de culpa. Entonces, el infierno está lleno de

arrepentimiento, pues está lleno de remordimiento, eterno e inexpresable. Otros se lamentan que han hecho

tal cosa, y le llaman ellos arrepentimiento de eso, pero sólo se lamentan que han pecado por las consecuencias,

y no porque aborrecen el pecado. Eso no es arrepentimiento. Otros suponen que las convicciones de pecado y

temores fuertes al infierno son arrepentimiento. Otros consideran arrepentimiento las reconvenciones de la

conciencia; dicen: "nunca he hecho nada malo pero de eso me arrepiento; siempre lamento que lo hiciera".

Otros consideran el arrepentimiento como un sentimiento de tristeza por el pecado, pero el arrepentimiento

no es un sentimiento involuntario de ningún tipo o grado. A los pecadores se les debe mostrar que todas estas

cosas no son arrepentimiento. No sólo son consistentes con la más grande perversidad, sino que el diablo puede

tenerlas todas, sin duda las tiene, y sin embargo permanece siendo diablo. El arrepentimiento es un cambio de

parecer en cuanto a Dios y hacia el pecado en sí. No sólo es un cambio de posturas, sino un cambio de

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preferencia suprema o elección del alma. Es un cambio voluntario, y por consecuencia involucra un cambio de

sentimiento y una acción hacia Dios y hacia el pecado. Es lo que se entiende naturalmente por un cambio de

parecer en cualquier tema de interés e importancia. Oímos que tal persona cambió de parecer sobre la abolición

de la esclavitud, por ejemplo, o que cambió su postura en política. Todo el mundo entiende que ha pasado por

un cambio en sus posturas, sus sentimientos y su conducta. Esto es arrepentimiento en ese asunto, un cambio

de parecer, pero no hacia Dios. El arrepentimiento evangélico es un cambio de disposición, de sentimiento y de

vida, con respecto a Dios.

El arrepentimiento siempre implica aborrecimiento al pecado. Es querer y sentir como Dios lo hace con respecto

al pecado. Desde luego que involucra el amor de Dios y un aborrecimiento al pecado. Siempre implica dejar el

pecado. A los pecadores se les tiene que hacer que entiendan eso. El pecador que se arrepiente no se siente

como los pecadores impenitentes que creen que deben sentir al dejar sus pecados si deben volverse religiosos.

Los pecadores impenitentes ven al pecado así como, si se volvieran piadosos, estando obligados a alejarse de

los bailes y fiestas, y obligados a dejar los teatros, los juegos de azahar, u otras cosas en las que se deleitan. Y

no se ven cómo pudieran seguir deleitándose si rompen con esas cosas, pero eso es estar muy lejos de tener

una postura correcta del asunto. La religión no los hace infelices por alejarse de cosas en las que se deleitan

porque el primer paso es arrepentirse, cambiar de parecer referente a esas cosas. No parecen darse cuenta que

la persona arrepentida no tiene disposición para esas cosas, las ha dejado, y ha alejado su mente de ellas. Los

pecadores sienten como si debieran querer ir a esos lugares, y quieren relacionarse en tales escenarios, así como

lo hacen ahora, y eso sería un sacrificio continuo como para hacerlos infelices. Esto es un gran error.

Sé que hay algunos profesantes que estarían contentos de retomar sus prácticas pasadas si no se sintieran

restringidos por temor a perder su carácter, o similares. Ahora, escúchenme, si se sienten así, es porque no

tienen religión, no odian el pecado. Si desean sus caminos pasados, no tienen religión, nunca se han arrepentido,

porque el arrepentimiento siempre consiste en un cambio de elección de postura y sentimientos. Si realmente

fueran convertidos, en vez de escoger tales cosas, se alejarían de ellas con aversión. En vez de ansiar las ollas de

carne de Egipto, y desear ir a sus círculos pasados, fiestas, bailes y demás, encuentran su placer más alto en

obedecer a Dios.

2. A los pecadores se les debe decir que crean el evangelio. Aquí, también, necesitan que se les explique, y que

se les diga lo que no es fe y lo que es. Nada es más común para un pecador, cuando se le dice creer el evangelio,

que diga "lo creo". Ha sido llevado a admitir el hecho que el evangelio es cierto, pero no lo cree, no sabe nada

sobre la evidencia del evangelio, y toda su fe es una mera aceptación sin evidencia. Lo tiene como cierto, en un

sentido suelto e indefinido, para que siempre esté listo para decir "creo en la Biblia". Es extraño que no vean

que son engañados al pensar que creen porque deben ver que nunca han actuado sobre esas verdades, como

hacen sobre esas cosas que creen. Sin embargo, es a menudo muy difícil convencerlos que no creen.

Pero el hecho es que el pecador negligente no cree para nada en el evangelio. La idea que el pecador negligente

sea un creyente intelectual es absurda. El diablo es un creyente intelectual y eso es lo que lo hace que tiemble.

Lo que hace ansioso a un pecador es que empieza a ser un creyente intelectual, y eso lo hace sentir. Ningún ser

en el cielo, tierra o infierno, puede intelectualmente creer las verdades del evangelio y sentir sobre el tema. El

pecador ansioso tiene fe del mismo tipo que los diablos, pero no tiene tanta de ella, y por tanto, no siente tanto.

El hombre que no siente o actúa para nada sobre el tema de religión es un infiel, cual sea su ocupación. No

siente nada, no hace nada, y no cree nada. Esto es un hecho filosófico.

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La fe no consiste en una convicción intelectual que Cristo murió por ustedes en particular, ni una creencia que

son cristianos, o que lo serán, o que sus pecados son perdonados, sino la fe es esa confianza o confidencia en

Dios, y en Cristo, que entrega toda el alma a él en todas sus relaciones con nosotros. Es una confianza voluntaria

en su persona, su veracidad, su palabra. Ésta fue la fe de Abraham. Tenía esa confianza en lo que Dios dijo que

lo llevó a actuar como si fuera cierto. Ésta es la forma que el apóstol la ilustra en el capítulo décimo primero de

Hebreos: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". Y continúa con varios

ejemplos. "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios". Esto es, creemos

eso, y actuamos como corresponde. Tómese el caso de Noé. Noé fue advertido por Dios de las cosas aún no

vistas; es decir, se le aseguró que Dios iba a ahogar al mundo, y lo creyó, y actuó como correspondía; preparó

un arca para salvar a su familia, y al hacerlo, condenó al mundo que no creyó; sus acciones dieron evidencia que

era sincero. Abraham también fue llamado por Dios para dejar su país con la promesa de que iba a recibir por

ella, y obedeció y salió, sin saber adónde iría. Lean todo el capítulo, y encontrarán muchos ejemplos del mismo

tipo. Todo el diseño del capítulo es para ilustrar la naturaleza de la fe y demostrar que invariablemente resulta

en acción. Al pecador se le debe explicar y que vea que la fe, la cual el evangelio requiere, es sólo esa confianza

en Cristo que lo lleva a actuar sobre lo que dice como un hecho innegable. Esto es creer en Cristo.

3. Otra dirección apropiada para el pecador es que debe dar su corazón a Dios. Dios dice: "dame, hijo mío, tu

corazón", pero aquí necesita haber una explicación para hacerle entender lo que es. Es sorprendente que haya

oscuridad aquí. Es el lenguaje de la vida común, en boca de todos, y todos entienden lo que significa, cuando lo

usamos referente a cualquier cosa, pero cuando se trata de religión, parece que se está en tinieblas. Pregúntenle

a un pecador, sin importar su edad, o educación, qué significa dar el corazón a Dios, y tan extraño como parezca,

se pierde para dar respuesta. Pregúntenle a una mujer lo que es dar su corazón a su esposo, o a un hombre lo

que es dar su corazón a su esposa, y lo entienden, pero están totalmente ciegos para dar sus corazones a Dios.

Supongo que he hecho a más de un mil pecadores ansiosos esa pregunta. Cuando les digo que tienen que dar

sus corazones a Dios, siempre dicen que están dispuestos a hacerlo, y a veces están ansiosos por hacerlo, e

incluso pareciera que están en agonía de deseo al respecto. Entonces les he preguntado qué entendieron sobre

dar sus corazones a Dios, como si estuvieran dispuestos a hacerlo. Y pocas veces he recibido una respuesta

correcta o racional del pecador de cualquier edad. A veces he tenido respuestas raras de las que se pueden

imaginar, cualquier cosa excepto lo que deben decir. Ahora, dar su corazón a Dios es lo mismo que dar su

corazón a cualquiera; lo mismo que una mujer da su corazón a su esposo. Pregúntenle a una mujer si entiende

eso. "Ah sí, es bastante sencillo. Es poner mis afectos en él y esforzarme por complacerlo en todo". Muy bien,

pon tu afecto y esfuérzate por complacerlo en todo, pero, ay, cuando llegan al tema de religión, la gente supone

que es un misterio maravilloso al respecto. Algunos hablan como si supusieran que era sacar un bulto de

músculos, o un órgano carnoso, en su regazo, y dárselo a Dios. Pecador, lo que Dios te pide, eso hay que dárselo

supremamente.

4. Rendirse a Dios es también una dirección apropiada para pecadores ansiosos. Y también cómo están aquí en

tinieblas. Rara vez se encuentra a un pecador que no nos diga que está dispuesto a rendirse a Dios, pero no lo

entienden. Necesitan que se les diga lo que es la verdadera rendición. A veces piensan que significa que deben

estar dispuestos a ser condenados. A veces se ponen en esa actitud, y le llaman rendición; dicen, si son elegidos,

serán salvos, y si no, serán condenados. Eso no es rendición. La verdadera rendición es sometimiento a la

obediencia Dios. Supongan a un rebelde levantado en armas contra el gobierno y llamado a rendirse. ¿Qué

entiende por eso? Pues que debe someterse y entregar sus armas y obedecer las leyes. Eso es lo que significa

para que un pecador se rinda a Dios. Tiene que dejar su lucha y conflicto contra su Hacedor y tomar una actitud

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de un hijo dispuesto y obediente, dispuesto a estar y hacer lo que Dios requiere. "Heme aquí, Señor. Señor, ¿qué

quieres que yo haga?

Supongamos que una compañía de soldados se hubiera rebelado, y el gobierno tuviera un ejército para

someterlos, y los replegara a un fuerte, donde las provisiones se acabaran y no hubiera modo de escape, y no

supieran qué hacer. Supongan que los rebeldes se reúnen en esa situación y consideran qué se va a hacer, y uno

se levanta y dice: "Pues bien, camaradas, estoy convencido que desde el principio estamos mal, y ahora la

recompensa de nuestras obras nos ha alcanzado, y no podemos escapar, y no estoy resuelto quedarme a morir.

Me voy a poner en la misericordia del comandante a cargo". Ese hombre se rinde. Cesa desde ese momento de

ser un rebelde en su corazón tan pronto y llegó a esa conclusión. Lo mismo es con el pecador cuando se rinde

en ese momento, y consiente en su corazón hacerlo, y ser lo que Dios le requiera. El pecador puede estar en

duda qué hacer, y muchos sienten miedo de ponerse en las manos de Dios, pensando que si lo hacen, quizá Dios

lo envíe al infierno, como se merece, pero es su asunto de dejar eso a Dios, y no resistir más a su Creador, sino

rendirse a Dios, no hacer condición, y confiarse enteramente a la benevolencia de Dios y sabiduría para decidir

lo que deba hacerse, y establecer su condición futura. Hasta que hagas eso, pecador, no has hecho nada para

ese propósito.

5. Otra dirección apropiada para dar a los pecadores es confesar y abandonar sus pecados. Esto significa que

deben confesarlos y abandonarlos. Deben confesarle a Dios sus pecados contra él, y confesar a los hombres sus

pecados contra ellos, y abandonarlos todos. Un hombre no deja sus pecados hasta que haya hecho toda la

reparación a su alcance. Si ha robado dinero, o estafado a su vecino con una propiedad, no abandona sus

pecados por meramente resolver ya no robar más o hacer trampa de nuevo, tiene que hacer reparación al

alcance de él. Así que si ha difamado a alguien, no deja su pecado meramente por decir que no lo volverá a

hacer. Tiene que hacer reparación. Así, del mismo modo, si ha robado a Dios, como todos los pecadores han

hecho, tiene que hacer reparación, en tanto tenga el poder. Supongan que un hombre ha hecho dinero en

rebelión contra Dios, y ha retenido de él su tiempo, talentos y servicio, ha vivido y despilfarrado la abundancia

de su providencia, y ha rehusado dar para la salvación del mundo, ha robado a Dios. Ahora si ha de morir

sintiendo que el dinero era suyo, y lo ha dejado a sus herederos sin consultar la voluntad de Dios--pues es tan

seguro que se irá al infierno como un asaltante de caminos. Nunca ha hecho ninguna satisfacción a Dios. Con

toda su queja y habla piadosa, nunca confesó SU PECADO, ni abandonó su pecado, pues nunca sintió reconocer

él mismo ser mayordomo de Dios. Si rehúsa retener su propiedad para sí, como mayordomo de Dios, si la toma

como suya, y como tal se la da a sus hijos, le dice, en efecto, a Dios "esa propiedad no es tuya, es mía, y se la

daré a mis hijos". Ha continuado en preservar su pecado, pues no ha desistido de la propiedad de que le ha

robado a Dios.

¿Qué pensaría un comerciante si su empleado tomara todo el capital y pusiera su propio comercio y se muriera

con eso en sus manos? ¿Se iría un hombre así al cielo? "No", dirían cada uno de ustedes. "Si un hombre así no

se va al infierno, quizá entonces no haya infierno". Dios se probaría él mismo como infinitamente injusto por

dejar a tal persona irse sin castigo. ¿Qué, entonces, diremos del hombre que ha robado a Dios toda su vida?

Aquí Dios lo coloca como su empleado para administrar parte de sus asuntos, y se ha ido y robado todo el dinero,

y dice que es suyo, y se lo guarda, y muere, y se lo deja a sus hijos, como si fuera su propiedad legal. ¿Acaso se

va ir al cielo? ¿Ha abandonado su pecado? Les digo que no. Si no se ha rendido él mismo y todo a Dios, no ha

dado el primer paso en el camino al cielo.

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6. Otra dirección apropiada para dársela a los pecadores es "escogeos hoy a quién sirváis". Bajo la dispensación

del Antiguo Testamento, esto, o algo equivalente a eso, era la dirección común dada. No era común llamar a los

hombres a creer en Cristo hasta el día de Juan el Bautista. Bautizó a quienes vinieron a él, con el bautismo de

arrepentimiento, y los dirigía a creer en el Mesías distante; era "escogeos hoy a quién sirváis". En otra ocasión,

Moisés les dijo: "A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida

y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia". La dirección

fue acomodada al conocimiento de la gente. Es buena ahora, como era entonces. A los pecadores se les llama a

escoger--¿qué? Si servirán a Dios o al mundo--si seguirán la santidad o el pecado. Que entiendan lo que significa

escoger, y lo que se va a escoger, y entonces, si se hace de corazón lo correspondiente, serán salvos.

Cualquiera de estas direcciones, si se acatan, constituirá una conversión verdadera. Los ejercicios particulares

pueden variar en casos diferentes. A veces el primer ejercicio en la conversión es rendirse a Dios, a veces

arrepentimiento, a veces fe, a veces la elección de Dios y su servicio, en suma, cual sean los pensamientos de

ellos que los ocupan en ese momento. Si sus pensamientos están dirigidos a Cristo en ese momento, el primer

ejercicio será fe. Si son para pecar, el primer ejercicio será arrepentimiento. Si son para el curso futuro de vida,

es escoger el servicio a Dios. Si son del gobierno divino, es rendición. Es importante averiguar dónde está el

Espíritu Santo insistiendo en el pecador en ese momento, y entonces dedicarse a insistir en ese punto. Si es en

cuanto a Cristo, insistan en eso; si es referente al curso futuro de vida, insístanle para una elección inmediata

de obediencia a Dios.

Es un gran error suponer que cualquier ejercicio particular es siempre el más importante en la conversión, o que

cada pecador tiene que tener fe, o primero rendición. No es cierto, sea en filosofía o de hecho. Hay una gran

variedad en los ejercicios de la gente. Cualquier punto que se tome, entre Dios y el pecador, cuando el pecador

se somete, se convierte. Cual sea el ejercicio particular, si incluye obediencia de corazón a Dios en cualquier

punto, es conversión verdadera. Cuando se somete en un punto a la autoridad de Dios, está listo para rendirse

a todos. Cuando cambia de parecer, y obedece una cosa, porque es la voluntad de Dios, obedecerá las otras

cosas, siempre que lo vea él que es la voluntad de Dios. Cuando hay una elección correcta, entonces donde sea

que la mente lo dirija a cualquier punto de deber, está listo para seguir. No importa cuál de esas direcciones es

dada, si sólo se hace claramente, y si es el punto para servir como una prueba de obediencia Dios. Si es el punto

con el que el Espíritu de Dios está debatiendo en la mente del pecador para estar de acuerdo con la obra del

Espíritu, y no desvía la atención del pecador del punto en controversia, que le sea perfectamente claro, y

entonces se insistirá hasta que el pecador se rinda y sea salvo.

III. VOY A MENCIONAR VARIOS ERRORES EN LOS QUE LOS PECADORES ANSIOSOS PUEDEN CAER RESPECTO A

ESTA GRAN PREGUNTA.

1. El primer error es suponer que tienen que hacerse ellos mismos mejores, o prepararse ellos mismos para que

de alguna manera se recomienden ellos mismos a la misericordia de Dios. Es de maravillarse que los pecadores

no entiendan que todo lo que tienen que hacer es aceptar la salvación de Dios, todo preparado en sus manos.

Pero todos, instruidos o no, primero se dirigen a un curso legal de alivio. Ésta es una razón principal por la que

no se vuelven cristianos de inmediato, tan pronto empiezan a prestar atención en el tema. Se imaginan que

tienen que prepararse, de una manera u otra. Tienen cambiar su vestimenta, verse un poco mejor, y no están

dispuestos a llegar como están, en sus harapos y pobreza. Tienen que tener algo más puesto antes de que se

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acerquen a Dios. Se les debe mostrar, de inmediato, que es imposible que sean mejores hasta que hagan lo que

Dios pide. Cada pulso que late, cada respiro que toman, van empeorando, porque están en rebelión contra Dios

en tanto no hagan aquello que Dios les pide como lo primero que hacer.

2. Otro error es suponer que tienen que sufrir un tiempo considerable bajo convicción, como un tipo de castigo,

antes de que estén propiamente listos para ir a Cristo. Y entonces oran por convicción y creen que si están en

el suelo en desesperación por un tiempo suficiente, entonces tendrán lástima de Dios y estará más listo para

ayudarlos cuando los vea tan miserables. Se les debe hacer entender claramente que son así de infelices y

miserables meramente porque rehúsan aceptar el alivio que Dios ofrece. Tomen el caso del hijo necio cuando

su padre se pone firme frente a él con la vara; el niño se estremece y grita. ¿Acaso se imagina el niño que ganará

algo por su agonía? Su angustia surge de su convicción y ¿pedirá por más? ¿Acaso lo hace a él mejor? ¿Le tendrá

más lástima su padre porque se mantiene firme? ¿Quién no ve que todo ese tiempo está empeorando?

3. A veces los pecadores se imaginan que tienen que esperar sentimientos distintos antes de entregarse a Dios.

Dicen: "No creo sentirme bien aún para aceptar a Cristo. No creo que estoy preparado para convertirme

todavía". Se les debe hacer ver que lo que Dios les requiere es querer correctamente. Si obedecen y se entregan

con la voluntad, los sentimientos se ajustarán a su debido tiempo. No es asunto de sentir, sino de querer y

actuar.

Los sentimientos son involuntarios y no tienen carácter moral excepto los que derivan de la acción de la

voluntad, con la que la acción simpatiza. Antes que la voluntad sea la correcta, los sentimientos no lo serán,

desde luego. El pecador debe ir a Cristo al aceptarlo de inmediato, y eso debe hacer, no en obediencia a sus

sentimientos, sino a su conciencia. Obedecer, entregarse, confiar. Rendir todo instantáneamente y los

sentimientos vendrán bien. No esperen sentimientos mejores, sino entreguen todo su ser a Dios de una vez, y

eso resultará pronto en los sentimientos por los que están esperando. Lo que Dios les pide es el acto presente

de su mente de volverse del pecado hacia santidad y del servicio de Satanás al Dios viviente.

4. Otro error de los pecadores es suponer que tienen que esperar hasta que sus corazones sean cambiados.

"¿Qué?" Ellos dicen: "¿Voy a creer en Cristo antes que mi corazón sea cambiado? ¿Acaso quieres decir que voy

a arrepentirme antes que mi corazón cambie? Ahora, la respuesta simple para todo esto es que el cambio de

corazón es el asunto en cuestión. Dios requiere a los pecadores que lo amen. Eso es cambiar su corazón. Dios

requiere al pecador que crea el evangelio. Eso es cambiar de corazón. Dios le requiere que se arrepienta. Eso es

cambiar de corazón. Dios no le dice que espere a que su corazón cambie, y luego que se arrepienta, crea y ame

a Dios. La palabra misma, arrepentir, significa un cambio de parecer o de corazón. Hacer cualquiera de estas

cosas es cambiar de corazón y hacerse un corazón nuevo es lo que Dios requiere.

5. Los pecadores a menudo tienen la idea que están perfectamente dispuestos a hacer lo que Dios requiere.

Díganles que lo hagan, o que se arrepientan, crean, o den a Dios sus corazones y dirán ellos: "Ah, sí, estoy

perfectamente dispuesto a hacer eso, ojalá pudiera. Daría lo que fuera si pudiera hacerlo". Deben entender que

el estar verdaderamente dispuesto es hacerlo, pero hay una diferencia entre estar dispuesto y desear. La gente

con frecuencia desea ser cristiana, cuando no está enteramente dispuesta. Cuando ven cualquier cosa que para

nosotros parece buena, estamos constituidos para desearla. Necesariamente la deseamos cuando está ante

nuestras mentes. No podemos evitar desearla en proporción a su bondad presentada a nuestra mente, pero

puede que no estemos dispuestos a tenerla según las circunstancias. Puede ser que preferimos, generalmente,

que el poseedor presente deba aún continuar poseyéndola, o que elegimos a nuestro amigo o hijo que la posea,

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en vez de nosotros. Un hombre puede desear ir a Filadelfia por muchas razones, mientras por otras de más

peso, elige no ir. Del mismo modo el pecador puede desear ser cristiano. Puede ver muchas cosas buenas en

ser cristiano. Puede ver que si fuera cristiano sería mucho más feliz, y que iría al cielo cuando muriera, pero no

está dispuesto a serlo. ESTAR DISPUESTO a obedecer a Cristo es ser cristiano. Cuando un individuo de hecho

elige obedecer a Dios, es cristiano, pero todos esos deseos que no terminan en una elección no son nada.

6. El pecador a veces dirá que ofrece dar a Dios su corazón, pero da a entender que Dios no está dispuesto, pero

eso es absurdo. ¿Qué pide Dios? Pues, que lo amemos. Ahora, el que ustedes digan que están dispuestos a dar

su corazón a Dios, pero que Dios no está dispuesto, es lo mismo que decir que no están dispuestos a amar a

Dios. Es importante aclarar todos esos puntos en la mente del pecador, que pueda llegar oscuridad y algo

misterioso donde la verdad no lo alcance a él.

7. Los pecadores a veces tienen la idea que ellos se arrepienten cuando son redargüidos. Cuando se encuentra

a un pecador que descansa en cualquier MENTIRA, dejen que la verdad arrase sin importar cuánto duela o

angustie. Si tiene un error de ese tipo, deben eliminarlo si es que no quieren que caiga hacia las profundidades

del infierno.

8. Los pecadores con frecuencia se enfrascan en ellos mismos para ver si pueden encontrar algo, algún tipo de

sentimiento que los recomiende con Dios. Evidentemente, por la falta de instrucción apropiada, David Brainard

se enfrascó por mucho tiempo en su estado mental buscando sentimientos, y le decía a Dios en oración que

sentía ahora que debía recibir su misericordia; entonces, se dio cuenta que había estado equivocado y se

avergonzó por decirle a Dios que sintiera lo correcto. Entonces, el pobre, por falta de instrucción correcta, fue

llevado casi a desesperación, y es fácil ver que sus ejercicios cristianos a través de la vida fueron grandemente

modificados, y su consuelo y utilidad fue detenida mucho por la filosofía falsa adoptada en ese punto. Deben

alejar al pecador de él mismo hacia otra cosa. Supongan que sigue ensimismado en sí mismo hasta que llega a

un estado de desesperación. El curso apropiado entonces es cambiar su atención de enfrascarse en sí mismo

hacia algún deber que cumpla, o hacerle que se fije en Cristo, y quizá, antes de que se dé cuenta, encontrará

que se ha entregado a Dios. Su atención ha sido desviada de sí mismo para contemplar la racionalidad de los

requerimientos de Dios o la suficiencia de la expiación de Cristo, o algo de ese tipo, y en tanto mora en eso, sólo

dará su corazón y la agonía acabará.

OBSERVACIONES.

1. La labor de los ministros es aumentada grandemente y las dificultades en el camino de la salvación son

multiplicadas grandemente por instrucciones falsas que se han dado a los pecadores. La consecuencia ha sido

que las direcciones que eran sencillas ahora son oscuras. Por mucho tiempo se le ha enseñado a la gente que

hay algo horriblemente misterioso e inteligible sobre la conversión que no intentan entenderla. A los pecadores

se les ha enseñado estas nociones falsas hasta ahora por todos lados atrincheradas detrás de esos sentimientos,

tales como "no poderse arrepentir", "esperar a Dios", y demás. Alguna vez fue suficiente, al aprender de la

Biblia, decirle a los pecadores que se arrepintieran, o decirles que creyeran en el Señor Jesucristo, pero ahora

se habla de la fe como un principio en vez de un acto, y arrepentimiento como algo puesto en la mente en vez

de un ejercicio de la mente, y los pecadores se asombran. Se les culpa a los ministros de predicar herejía porque

presumen enseñar que la fe es un ejercicio y no un principio, y que el pecado es un acto, y no una parte de la

constitución del hombre. Y los pecadores se han vuelto tan sofisticados que debe uno pasar por muchos trabajos

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explicando no sólo lo que no quieren decir, sino lo que quieren decir, de otro modo casi seguro que los

malentenderán, y ya sea que obtengan un alivio falso de su ansiedad, al echar fuera el deber en Dios, o se topen

con la desesperación de la supuesta impracticabilidad de hacer lo que se requiere para su salvación. Es con

frecuencia la dificultad más grande de sacarlos de sus laberintos teológicos hacia los cuales han sido engañados

y llevarlos al camino recto y sencillo del evangelio. Parece como si la ingenuidad más grande hubiera sido

empleada para mistificar las mentes de la gente y tejer la red más sutil de teología falsa calculada para envolver

al pecador de oscuridad interminable.

¿Quién que ha estado en avivamientos no se ha encontrado con ese interminable tren de tonterías, que han

sido inculcadas hasta que se ha vuelto necesario ser tan sencillo como el A, B, C, y a los más instruidos se les

tiene que hablar como niños? Tanto se ha hecho para mistificar y embaucar las mentes de la gente en los asuntos

más sencillos. Díganle a un pecador que crea y se volteará y los mirará: "¿Qué? ¿Cómo dices? ¿Acaso no es la fe

un principio, implantada en el alma? ¿Cómo voy a creer hasta que entienda ese principio? Así, el ministro le dice

al pecador las palabras que los apóstoles usaron en el gran avivamiento en el día de pentecostés: arrepentíos y

convertíos", y ellos contestarán como se les ha enseñado: "Ah, me imagino que eres arminiano. No quiero nada

de enseñanza arminiania; ¿acaso no niegan las influencias del Espíritu?" No basta con hacer a la humanidad

llorar para ver la niebla y las tinieblas que han caído sobre las direcciones sencillas del evangelio hasta que

muchas generaciones hayan sido arrojadas al infierno.

2. Estas instrucciones falsas para pecadores son infinitamente peores que nada. El Señor Jesucristo encontró

que era más difícil hacer que la gente cediera sus nociones falsas de teología que cualquier otra cosa. Esto ha

sido la gran dificultad con los judíos de hoy en día, que han recibido nociones falsas en teología, han pervertido

la verdad en ciertos puntos, y uno no puede hacerles entender los puntos más sencillos en el evangelio. Lo

mismo con pecadores. Lo más difícil de hacer es quitar esos refugios de mentira, que se han obtenido de la

teología falsa. Son tan afectos por estar en esos refugios porque son llamados ortodoxos, y porque excusan al

pecador y condenan a Dios, que es la parte más sorprendente, difícil, desalentadora de la labor de un ministro

para sacarlos de ahí.

3. Con razón el evangelio ha tenido muy poco efecto; ha sido estorbado con esos dogmas extraños. La verdad

es que muy poco del evangelio ha salido al mundo estos cientos de años sin ser obstruido y oscurecido por

teología falsa. Se le ha dicho a la gente que tienen que arrepentirse, y se les ha dicho que no se pueden arrepentir

hasta que la verdad misma ha sido mezclada con error, y el evangelio que se predica ha sido otro o ninguno.

4. Uno puede entender lo que es sanar ligeramente la herida de la hija del pueblo de Dios, y el peligro de hacerlo.

Es muy fácil cuando los pecadores bajo convicción que les digan algo que suavice el caso, y alivie su ansiedad,

para que ellos tengan una esperanza falsa o se conviertan con posturas tan oscuras que serán siempre cristianos

pobres, débiles, incrédulos e ineficientes.

5. Mucho depende de la manera con la que se trata a una persona cuando está bajo convicción. Mucho de su

comodidad y utilidad futuras depende en la limpieza, fortaleza y firmeza con la que las direcciones del evangelio

son dadas, cuando se está bajo convicción. Si aquellos que tratan con la persona tienen miedo de usar la sonda

exhaustivamente, siempre será un cristiano pobre, enfermizo e incrédulo. Si se convierte, nunca hará mucho

bien. El modo verdadero es lidiar clara y exhaustivamente con el pecador, quitar toda excusa que saque, y

mostrarle claramente lo que es y lo que debe ser, y bendecirá a Dios toda la eternidad, que se ha encontrado

con aquellos que serán muy fieles a su alma. Por la falta de esta administración exhaustiva y escrutadora,

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muchos convertidos parecen que nacieron muertos. La razón es que nunca fueron tratados fielmente. Podemos

esperar caritativamente que sean cristianos, pero es dudoso e incierto. Su conversión parece más bien un

cambio de opinión en lugar de un cambio de corazón, pero cuando un pecador está bajo convicción, le derraman

la fe, lo sondean, rompen los viejos fundamentos, deshacen los refugios de mentiras y usan la palabra de Dios,

como fuego y martillo, encontrarán que serán cristianos con posturas claras, fe fuerte y principios firmes, sin

duda, vacilación e indecisión; tales siguen al Señor enteramente. Ésa es la forma de hacer cristianos fuertes.

Esto ha sido eminentemente el caso de muchos avivamientos en días modernos. He oído a cristianos de tiempo

que dicen de los convertidos: "estos convertidos nacieron hombres y mujeres maduros; nunca fueron niños;

han tenido desde el comienzo toda claridad de posturas y fortaleza de la fe, de cristianos de tiempo. Parecen

entender las doctrinas de la religión y saber qué hacer y cómo aferrarse, promover avivamientos, mejor que de

los cientos de los miembros antiguos de la iglesia".

Conocí a un joven que se convirtió lejos de casa. El lugar donde vivía no tenía ministro y no había predicación y

ni religión. Se fue a casa tres días luego de convertirse, e inmediatamente se dispuso a trabajar poe un

avivamiento. Organizó reuniones donde vivía, oró y trabajó, y hubo avivamiento, del cual tuvo la administración

principal a través de una obra poderosa, que convirtió a los hombres más importantes del lugar. La verdad fue

que él fue tratado de tal modo que supo qué hacer. Entendió el asunto, supo dónde estaba parado. Nunca

estuvo atribulado con dudas, si era cristiano. Supo que estaba sirviendo a Dios y que Dios estaba con él, y con

resolución y valentía fue hacia adelante por su objetivo. Pero si se proponen a hacer convertidos, sin quitar

todos sus errores, y deshacer las falsas esperanzas, harán una hueste de hipócritas o de cristianos enanos y

enclenques, siempre dudando y fácilmente volviéndose de un espíritu de avivamiento, y sin valer nada. El

camino es llevarlos a luz. Cuando un hombre se convierte de esa forma, pueden depender de él, y saben dónde

encontrarlo.

7. Temporadas prolongadas de convicción se deben generalmente a instrucción defectuosa. Cuando

instrucciones claras y fieles se dan a los pecadores, generalmente encontrarán que las convicciones son hondas

y ásperas pero cortas.

8. Donde se dan instrucciones claras y distintivas, a los pecadores redargüidos, si no se rinden pronto, sus

convicciones generalmente los dejarán. Las convicciones en tales casos son generalmente cortas. Donde los

pecadores son engañados con posturas falsas, pueden permanecer semanas, y quizá meses, y a veces años, en

un estado lánguido, y por fin, quizá, se amontonen para entrar al reino y ser salvos, pero donde la verdad es

hecha perfectamente clara a la mente del pecador, y todos sus errores son deshechos, si no se rinde pronto, su

caso es sin remedio. Donde la verdad es llevada a la mente del individuo, y directamente resiste la verdad de

que tiene que convertirse, no hay nada más por hacer. El Espíritu pronto lo dejará porque las armas que usa se

resisten. Cuando las instrucciones no son claras, y son mezcladas de error, el Espíritu puede esforzarse incluso

por años para que los pecadores salgan de la niebla de instrucción falsa. Pero no es así, cuando su deber es

claramente explicado a ellos, y ellos son llevados al punto de rendición inmediata, y se les exponen las

pretenciones falsas, y el camino del deber se ha dado claramente, entonces si no se rinden, el Espíritu de Dios

los abandonará y su estado es irremediable.

Si hay pecadores en esta casa, y ven claramente su deber, TENGAN CUIDADO cómo se demoran. Si no se rinden,

pueden esperar que el Espíritu de Dios los abandone y se PERDERÁN.

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9. Mucho de la dirección dada a los pecadores ansiosos equivale a la doctrina papista de indulgencias. El Papa

vendía indulgencias para pecar, y esto llevó a la reforma de Lutero. A veces la gente compraba una indulgencia

para pecar por cierto tiempo, o cometer un pecado en particular, o un número de pecados. Ahora, hay bastante

en las iglesias protestantes, que es más menos lo mismo. ¿Cuál es la diferencia de esto al decirle al pecador que

espere? Cualquier dirección dada a los pecadores, que no requieren obedecer a Dios inmediatamente, es una

indulgencia para pecar. Es en efecto darles la libertad de continuar en pecado contra Dios. Tales direcciones no

sólo son perversas, sino ruines y crueles. Si no destruyen el alma, como sin duda seguido hacen, aplazan, en

todo momento, el gozo del pecador por Dios y Cristo, y hay una gran oportunidad de perderse para siempre,

mientras escucha tales instrucciones. Oh, cuán peligroso es dar a un pecador razón para creer que puede esperar

un momento antes de dar su corazón a Dios.

10. Hasta ahora he tenido la oportunidad de observar que aquellas conversiones muy repentinas comunmente

resultan en los mejores cristianos. Sé que lo contrario de esto ha sido sostenido y mantenido, pero estoy

satisfecho que no hay razón para ello, aunque multitudes, incluso ahora, lo consideran como una circunstancia

sospechosa, si un hombre se ha convertido muy repentinamente, pero la Biblia no justifica esa suposición. No

hay un caso de convicción prolongada registrada en toda la Biblia. Todas las conversiones registradas ahí son

conversiones repentinas. Y estoy convencido que no ha habido tales multitudes de convicciones tediosas, que

con frecuencia terminan en absolutamente nada, si no hubiera sido por por esas perversiones teológicas que

han llenado al mundo con el no se puede. En los días de la Biblia, se les decía a los pecadores que se

arrepintieran, y lo hacían. El no se puede no era mencionado en esos días. Es esta especulación sobre la

incapacidad de los pecadores de obedecer a Dios que pone el cimiento de toda angustia y aflicción prolongadas,

y quizá ruina, a través de la cual muchos son llevados. Donde un pecador es llevado a ver lo que tiene que hacer,

y decide de inmediato, Y LO HACE, generalmente lo hace así después, ustedes generalmente verán que esa

persona se sostendrá, y probará un carácter decidido. No lo verán como uno de esos que siempre se trastornan

por el deber, como un barco contra el viento y las olas. Vean a esos profesantes que siempre tienen que ser

arrastrados hacia el deber, y generalmente encontrarán que no tuvieron direcciones claras y consistentes

cuando fueron convertidos, y muy seguro tendrán mucho miedo de "esas conversions repentinas".

¡Miedo a conversiones repentinas! Algunos de los mejores cristianos que sé fueron redargüidos y convertidos

en cuestión de minutos. En un cuarto del tiempo que hube estado hablando, muchos de ellos fueron

despertados, y se pasaron del lado del Señor, y han sido luces brillantes en la iglesia desde entonces, y han

manisfestado generalmente la misma decision de carácter en la religion, que tuvieron cuando por primera vez

salieron y decidieron estar del lado del Señor.

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LECCIÓN XIX

INSTRUCCIONES A CONVERTIDOS

TEXTO. -- “Apacienta mis corderos.” -- Juan 21:15.

Ustedes, que leen sus Biblias, recordarán la conexión en las que esas palabras se encuentran y por quién es

dicha. Fueron dirigidas por el Señor Jesucristo a Pedro, luego que había negado a su Señor, y había profesado

arrepentimiento. Probablemente uno de los diseños que Cristo tenía en mente, al sufrir Pedro el pecado tan

horrible de negar a su maestro, fue producir una obra de gracia más profunda en él, y así acomodarlo para el

deber peculiar al que intentaba llamarlo para poner los cimientos de la Iglesia cristiana y ver por los intereses

espirituales de los convertidos. Se necesitaba una obra peculiar de gracia en su alma para acoplarlo para dirigir

a otros a través de escenarios de prueba y tentación a los que los primeros cristianos en particular fueron

expuestos.

Es evidente que, aunque de Pedro tenía cualidades naturales especiales para tal obra, era un santo bastante

superficial. Probablemente se convirtió antes de eso, pero era débil, y había tanto de su rudeza natural y

turbulencia de temperamento, que aún estaba presto para enfurecerse en cualquier ocasión, y ofenderse por

cualquier cosa que se le cruzara, de modo que aún no estaba muy apto para esa obra particular a la que estaba

destinado. Cristo lo contemplaba para ese servicio peculiar que parecía indispensable hacerlo apto para eso, y

hacer de él un santo tal que la oposición futura no lo irritara, ni las dificultades lo desanimaran, ni el éxito y

honor lo echaran a perder, al elevar su corazón con orgullo. Y, por tanto, Cristo toma el método eficaz registrado

ante nosotros, de tratar con él de una vez por todas para asegurar una obra meticulosa en su alma.

Le hizo esa pregunta para recordarle de una manera afectuosa, de una vez, de su pecado y el amor a Cristo.

"Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?", implicando fuertemente una duda si lo amaba a él. Pedro

responde: "Sí, Señor; tú sabes que te amo". Le dice a él: "pastorea mis ovejas". Entonces repitió la pregunta

como si leyera lo más íntimo de su alma: "Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?" Pero seguía firme, y presto

respondió de nuevo: "Sí, Señor; tú sabes que te amo". Jesús aún le hizo la pregunta de nuevo, la tercera vez,

enfáticamente. Parecía que le urgía el asunto, como si inquiriera en sus pensamientos más hondos, para ver si

Pedro lo volvería a negar. Pedro se conmovió. Se entristeció. No se arrebató, ni se alardeó, como había hecho

antes, "aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré", sino estaba entristecido, estaba rendido, habló

suavemente. Apeló al Salvador mismo, como si le implorara a no dudar más de su sinceridad: "Señor, tú lo sabes

todo; tú sabes que te amo". Cristo le dio su encomienda final, "apacienta mis ovejas".

Por los términos ovejas y corderos, el Salvador sin duda designó a los cristianos--miembros de su iglesia; los

corderos probablemente representan a los recién convertidos, aquellos que tienen poca experiencia y

conocimiento de la religión, y por tanto, necesitan atención especial y tomarse molestias con ellos, para

cuidarlos de daño, entrenarlos para utilidad futura. Y cuando nuestro Salvador le dijo a Pedro que apacentara

sus ovejas, sin duda se refería a la parte importante que Pedro iba a realizar al cuidar las iglesias recién formadas

en las diferentes partes del mundo y entrenar a los recién convertidos, y llevarlos a la utilidad y felicidad.

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Mi conferencia pasada fue sobre el tema de dar la instrucción correcta a los pecadores ansiosos, y esto

naturalmente me lleva, en este curso de conferencias, a considerar la manera en la cual los recién convertidos

deben ser tratados y las instrucciones que se les debe dar.

INSTRUCCIONES A RECIÉN CONVERTIDOS. Al hablar del tema, es mi plan:

I. ESTABLECER VARIAS COSAS QUE DEBEN CONSIDERARSE CON RESPECTO A LAS ESPERANZAS DE LOS RECIÉN

CONVERTIDOS.

II. VARIAS COSAS CON RESPECTO A HACER UNA PROFESIÓN DE LA RELIGIÓN E INGRESAR A LA IGLESIA.

III. LA IMPORTANCIA DE TENER LA INSTRUCCIÓN CORRECTA DADA A LOS RECIÉN CONVERTIDOS.

IV. LO QUE NO DEBE ENSEÑARSE A LOS RECIÉN CONVERTIDOS.

V. QUÉ COSAS PARTICULARES DEBEN SER TRATADAS POR LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA.

VI. CÓMO LOS RECIÉN CONVERTIDOS DEBEN SER TRATADOS POR LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA.

I. VOY A ESTABLECER VARIOS ASUNTOS CON RESPECTO A LAS ESPERANZAS DE LOS RECIÉN CONVERTIDOS.

1. Nada se les debe decir para crear una esperanza. Nada debe ser ordinariamente íntimo a las personas bajo

convicción, calculado para hacerles pensar que han experimentado religión hasta que ellos mismos lo averigüen.

No me gusta ese término "religión experimentada", y lo uso sólo porque es una frase de uso común. Es absurda

en sí misma. ¿Qué es religión? Obediencia a Dios. Supongan que oyen a un buen ciudadano decir que tuvo

obediencia experimentada para el gobierno del país. Verán que es absurdo. O supongan que un niño habla de

obediencia experimentada a su padre. Si supiera lo que está diciendo, diría que ha obedecido a su padre, así

como el apóstol Pablo dijo a los creyentes romanos: "habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina

a la cual fuisteis entregados".

Lo que quiero decir es que ordinariamente es mejor dejar su esperanza o creencia que son convertidos salga

espontáneamente en sus mentes. A veces sucederá que las personas que de veras son convertidas, pero debido

a algunas nociones que se les ha enseñado de religión, no se dan cuenta. Sus posturas de lo que es la religión, y

su efecto en la mente, son muy grandes de la verdad, que no creen que la tienen. Les voy a dar un ejemplo de

ese punto.

Hace uno años trabajaba en un lugar donde estaba habiendo un avivamiento, y había una señorita de Boston.

Había crecido siendo unitaria. Tenía una educación considerable y era inteligente en muchos temas, pero en el

tema de religión era muy ignorante. Al fin, fue redargüida de pecado. Se convenció terriblemente de su horrible

enemistad con Dios. Había sido muy educada para tener buenos modales, pero su enemistad contra Dios se

volvió muy grande y prorrumpía tan terriblemente que era horrible oírla hablar. Iba a las reuniones ansiosas

donde hablaba con cada uno por separado, y sus sentimientos de oposición a Dios eran tales que causaba

perturbación. Cuando estuve dos o tres lugares de ella, donde podía oír lo que decía en voz baja a otros,

empezaba a hacer comentarios en respuesta para que la oyeran. Y decía las cosas más amargas contra Dios y

contra su providencia, y su método de tratar con la humanidad, como si Dios fuera un tirano infinito. Hablaba

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de él como el ser más injusto y cruel en el universo. Trataba de callarla y hacerla estar quieta, porque distraía la

atención de otros. A veces lo hacía y controlaba su temperamento por un rato, y a veces se levantaba y se salía.

Pocas veces he visto un caso donde la enemistad de corazón se alzaba tan alto contra Dios. Una noche en la

reunión ansiosa, luego de que ella estuviera inquieta, mientras me acercaba a ella, empezó con sus mismas

contestaciones, pero la callé, y le dije que no podía hablar con ella ahí, pero la invitaba a mi cuarto la mañana

siguiente y entonces hablaría con ella. Prometió ir, pero dijo: "Dios es injusto, infinitamente injusto. ¿Acaso no

es el todopoderoso?" ¿Por qué entonces nunca antes me había mostrado mi enemistad? ¿Por qué me ha dejado

correr por tanto tiempo? ¿Por qué deja a mis amistades seguir en ignorancia? Son enemigos de Dios tanto como

yo, y se van a ir al infierno. ¿Por qué no les muestra la verdad respecto a su condición?" Y en ese estado de

ánimo se fue.

A la mañana siguiente, llegó como había prometido. Tan pronto entró, vi que su semblante había cambiado,

pero no dije nada. "Oh", dijo, "he cambiado de opinión respecto a lo que dije anoche sobre Dios. No creo que

haya hecho mal, y creo que tendré religión un día, por ahora me encanta pensar sobre Dios. He estado toda

equivocada; la razón por la que nunca supe de mi enemistad antes fue que no lo sabía. Leía la Biblia, pero

siempre me saltaba los pasajes que me hicieran sentir como si fuera una pecadora perdida, y esos pasajes que

hablaban de Jesucristo como Dios, me los salté sin consideración, y ahora veo mi culpa, no la de Dios, por no

saber más de mí; ahora he cambiado de opinión". No tenía idea que eso era religión, sino que fue motivada

ahora a esperar la religión en un tiempo futuro, porque amaba mucho a Dios. No le dije nada para hacerla

imaginar que creía que era cristiana, sino que la dejé que lo averiguara. Y por un tiempo, su mente estuvo tan

totalmente ocupada pensando en Dios que pareció que nunca se preguntaría si eso era religión.

Es un gran mal, habitualmente, motivar a personas a esperar que ellos sean cristianos. Muy probable que

ustedes juzguen prematuramente. O si no, es mejor que ellos mismos lo averigüen, suponiendo que no lo vean

de inmediato. Puede que se hundan más que nunca, y entonces saldrán con tanta claridad y decisión que sabrán

dónde están.

2. Cuando ven a personas que expresan una esperanza, y sin embargo expresan dudas, generalmente es porque

la obra no es exhaustiva. Si son redargüidos, necesitan romper. Están aún postergando, o no han roto

eficazmente con el pecado, y necesitan ser empujados hacia atrás en vez que se le surja ir hacia adelante. Si ven

razón para dudar, o si encuentran que tienen dudas, muy probablemente haya una buena razón para dudar. A

veces las personas expresan una esperanza en Cristo, y luego recuerdan algún pecado que necesita ser

confesado a los hombres, o algún caso donde hayan calumniado o estafado, donde es necesario dar satisfacción,

y donde su carácter o dinero están tan profundamente implicados que titubean, y rehúsan cumplir con su deber.

Esto lastima al Espíritu, trae oscuridad a sus mentes desde luego, y justamente los lleva a dudar si están

realmente convertidos. Si un alma está verdaderamente convertida, generalmente encontrará que, cuando hay

dudas en algún punto, están descuidando su deber. Deben escudriñarse como con una vela encendida y ser

llevados al cumplimiento del deber y sin sufrir en espera de hacerlo. Generalmente es apropiado meter la verdad

sencilla y escrutadora que los atravesará, algo que acabe con sus esperanzas como una polilla. Háganlo mientras

el Espíritu de Dios está tratando con ellos y háganlo en la forma correcta y no habrá peligro de hacer daño.

Para ilustrar esto: Conocí a una persona que era miembro de la iglesia, pero era una hipócrita abominable y su

conducta lo mostraba; después lo confesó completamente. En un avivamiento de religión fue despertada y

profundamente redargüida, y después de un rato tuvo una esperanza. Se acercó al ministro para hablar con él

sobre su esperanza, y le derramó la verdad a su mente de tal manera como para acabar con todas sus

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esperanzas. Ella permaneció bajo convicción muchos días, y por fin brotó la esperanza de nuevo. El ministro

conocía el temperamento de ella, y sabía qué necesitaba, y acabó con su esperanza de nuevo. Y entonces se

quebrantó, se postró de tal modo que no se podía ir o poner de pie. Tan profundamente el Espíritu de Dios

sondeó su corazón que por un rato le quitó toda su fuerza corporal. Y entonces salió entregada. Antes, había

sido una de las rebeldes más orgullosas contra el gobierno de Dios, pero ahora se volvía humilde, y era de las

cristianas más tiernas, modestas y amorosas. Sin duda, era la única manera de tratar con ella. Fue el tratamiento

que ella requería.

Con frecuencia es útil tratar con individuos de esa forma. Algunas personas son naturalmente desagradables en

su temperamento y su comportamiento. Y es particularmente importante que tales personas deban ser tratadas

exhaustivamente cuando empiecen a expresar esperanza en Cristo. A menos que la obra con ellas sea, en primer

lugar, raramente profunda y exhaustiva, serán grandemente útiles, interesadas y felices, de lo que habrían sido,

si el sondeo hubiese sido exhaustivo y hábilmente aplicado a su corazón. Si son animadas al principio, sin tratarse

exhaustivamente, si son dejadas así, y no son suficientemente sondeadas y quebrantadas, estos rasgos

desagradables de carácter permanecerán sin rendir, y siempre brotarán para causar daño tanto en la paz

personal y su influencia y utilidad como cristianas.

Es importante de aprovechar tales caracteres mientras estén en esas circunstancias peculiares para que sean

moldeados en forma apropiada. No dispensen, aunque sea un hijo, hermano, esposo o esposa. Dejen que se

haga una obra exhaustiva. Si expresan esperanza, y encuentran que llevan la imagen de Cristo, son cristianos,

pero si tienen duda--si no parecen estar completamente cambiados, acaben con su esperanza, al inquirir con la

verdad más discerniente, y dejen al Espíritu hacer su obra más hondamente. Si la imagen no es perfecta,

vuélvanlo a hacer--quebrántenlos hacia un espíritu como de niño, y entonces déjenlos tener esperanza. Serán

unos cristianos claros y exhaustivos. Por un tipo de tratamiento así, con frecuencia he conocido gente del

carácter natural más torcido y detestable transformado en unos días que parecen seres diferentes. Uno pensaría

la obra de una vida de cultivo cristiano se hizo de una vez. Sin duda esto fue el intento de los tratos del Salvador

con Pedro. Había sido convertido, pero se llenó de orgullo espiritual y confianza en sí mismo que luego cayó.

Después de eso, Cristo lo quebrantó de nuevo al inquirir tres veces con la pregunta "Simón, hijo de Jonás, ¿me

amas?", y desde entonces parece haber sido un santo estable y devoto el resto de sus días.

3. No hay necesidad que los recién convertidos tengan o expresen dudas en cuanto a su conversión. No hay más

de una persona que dude si está en favor del gobierno de Dios del que hay para que un hombre dude si está a

favor de un gobierno u otro. Es de hecho, a primera vista, absurdo que una persona hable de dudar en ese

punto, si es inteligente y entiende de qué está hablando. Desde hace mucho se ha supuesto que es una virtud,

y una señal de humildad que una persona dude si es cristiano, y esa noción de que hay virtud en dudar es un

artilugio del diablo. "Digo, vecino, ¿estás a favor de nuestro gobierno o prefieres el de Rusia?" "Pues, tengo

dudas que quiera a nuestro gobierno; tengo muchas dudas". ¡Maravilloso! "Mujer, ¿amas a tus hijos?" Pues, a

veces tengo una esperanza tambaleante que los amo, pero tengo dudas". Esposa, ¿amas a tu esposo? "No sé--

a veces creo que sí, pero a veces el corazón es engañoso; debemos tener cuidado y no confiarse mucho". ¿Quién

tendría una esposa así? "Hombre, ¿amas a tu esposa?, ¿amas a tu familia?" "Ah, tú sabes que somos pobres

criaturas y conocemos nuestros propios corazones. Creo que los quiero, pero quizá estoy engañado". ¡Ridículo!

Ordinariamente, la mera idea de que una persona exprese dudas indica que su piedad es verdaderamente

dudosa. Un cristiano de verdad no tiene necesidad de dudar. Y cuando uno está lleno de dudas, generalmente

se debe dudar por él y ayudarlo a dudar. El afecto a Dios es tanto un asunto de conciencia como cualquier otro

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afecto. Una mujer sabe que ama a su hijo. ¿Cómo? Por su conciencia. Está consciente del ejercicio de su afecto.

Y entonces ve que se vuelve acción cada día. Del mismo modo un cristiano puede saber que ama a Dios por la

conciencia de su afecto y por ver que influye en su conducta diaria.

En el caso de recién convertidos, esas dudas generalmente surgen de haber sido tratados erróneamente, y no

haber sido enseñados suficientemente, ni haber sido humillados completamente. En cualquier caso, nunca

debieron haber sido dejados en ese estado, sino llevados, en lo posible, a un cambio completo en el que nunca

dudaran más. Es inconsistente con la utilidad más grande que un cristiano esté siempre con dudas que lo

entretengan. No sólo lo hace pesimista, sino hace de su religión una piedra de tropiezo a los pecadores. ¿Qué

piensan los pecadores de una religión así? Dicen: "Esos convertidos siempre tienen miedo de creer que tienen

algo real. Siempre están temblando y dudando si es una realidad, y si deben de saber si hay cualquier en ella o

no, pues si hay cualquier cosa, esa gente parece tenerla, y me inclino a pensar que más bien dudan. En todo

caso, lo dejaré pasar por el momento, pues no creo que Dios me condene por no atender lo que parece tan

incierto". No, una fe alegre y asentada en Cristo es indispensable para la utilidad, y por tanto uno, deben tratar

con los recién convertidos para llevarlos a una esperanza bien sustentada, estable y consistente. Generalmente,

esto puede hacerse, si se busca sabiamente, en el momento propicio, y eso es en el comienzo de su vida

religiosa. Y no se debe dejarlos hasta que se haga.

Sé que hay algunas excepciones; hay casos donde las mejores instrucciones no serán eficaces, pero éstas

generalmente dependen del estado de la salud, y la condición del sistema nervioso. A veces encuentran a una

persona incapaz de razonar en un cierto tema, y así sus errores no se someterán a la instrucción. Pero muy

comúnmente yerran el estado de sus corazones porque juzgan bajo la influencia de una enfermedad física. A

veces las personas bajo una depresión nerviosa se vuelven desesperadas. No voy a tomar tiempo de mostrar la

conexión, pero las personas familiarizadas con la fisiología fácilmente explicarán el asunto, y esto se hace claro

que la única forma de tratar con tales casos es primero restaurar su salud, conseguir que su sistema nervioso

esté en su estado apropiado, así quitarán la causa física de su tristeza y depresión, y entonces podrán recibir y

aplicar sus instrucciones al estado de sus mentes. Pero si no pueden quitar la tristeza, las dudas y los temores

de esa forma, pueden por lo menos evitar hacer cualquier daño positivo al darles las instrucciones equivocadas.

He sabido de cristianos con experiencia haber tenido el error en ellos, pensando que era necesario, o virtuoso,

o una señal de humildad de estar siempre en duda, y Satanás toma ventaja de eso, y del estado de su salud,

para conducirlos a desesperación. Tienen que estar alertas contra eso al evitar el error en la enseñanza a recién

convertidos. Enséñenles que en vez de que hay virtud en dudar, es pecado tener cualquier razón para dudar, y

pecado si dudan sin ninguna razón, y pecado por ser pesimista, y causar malestar a los pecadores con su

desánimo. Y si les enseñan exhaustivamente lo que es religión, y les hacen VER CLARAMENTE lo que Dios desea

que hagan, y los llevan a hacerlo pronta y decididamente, generalmente no serán acosados con dudas y temores,

sino serán cristianos de corazón abierto, alegres y maduros, un honor a la religión que profesan, y una bendición

a la iglesia y el mundo.

II. PROCEDO A MENCIONAR ALGUNAS COSAS DIGNAS DE CONSIDERACIÓN EN CUANTO A HACER PROFESIÓN

DE RELIGIÓN O INGRESAR A LA IGLESIA.

1. Los recién convertidos deben, comúnmente, presentarse ellos mismos para la admisión de alguna iglesia de

Cristo inmediatamente. Por inmediatamente quiero decir que deben hacerlo en la primera oportunidad que

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tengan. No deben esperar. Si se disponen a esperar, es muy probable que siempre estén esperando y nunca

hagan nada. Si se les enseña a esperar bajo convicción, antes de que ellos mismos se den a Cristo, o si se les

enseña a esperar luego de la conversión, antes de que se entreguen públicamente a Dios, al ingresar a la iglesia,

probablemente irán por la vida tropezándose y deteniéndose. Lo primero es que se les enseñe que siempre es,

NUNCA ESPERAR DONDE DIOS LES HA INDICADO SU DEBER. Profesamos haber quitado el sistema de espera,

que siga así y seamos consistentes.

Mientras digo que es el deber de recién convertidos de presentarse a la iglesia inmediatamente, no digo que

deban, en todos los casos, ser recibidos inmediatamente, sino la iglesia puede, y tiene un derecho indudable de

asumir la responsabilidad de recibirlos o no inmediatamente. Si las iglesias no están satisfechas en el caso,

tienen el poder de investigar y que esperen hasta que lo hayan hecho, o alguna otra forma obtener satisfacción,

en cuanto a su carácter y sinceridad. Esto es más necesario en ciudades grandes que en el campo porque la

iglesia es propensa a recibir tantas solicitudes de personas que son enteramente extrañas, donde es necesario

averiguar antes de admitirlos a la comunión, pero si la iglesia cree que es necesario posponer a un solicitante,

la responsabilidad no es de él. No puede posponer la obediencia al mandamiento moribundo de Cristo, y de ese

modo no ha ahuyentado al Espíritu, y entonces no puede salir lastimado si es fiel en otros respectos. Mientras,

si ha descuidado voluntariamente el deber, pronto entrará en tinieblas y muy probable apostate.

Si no hay una razón particular por la demora, normalmente la iglesia debe recibirlos cuando apliquen. Si son

suficientemente instruidos en el tema de religión para saber lo que están haciendo, y si su carácter general es

tal que se les puede confiar en cuanto a sinceridad y honestidad en hacer profesión, no veo ninguna razón por

la que deban demorar, pero si hay razones diferentes, en opinión de la iglesia, de hacerles esperar un tiempo

razonable, que lo hagan, bajo su responsabilidad a Jesucristo. Deben, sin embargo, recordar cuál es la

responsabilidad que asumen, y si ellos mantienen fuera de la iglesia a aquellos que deban estar dentro, pecan

y contristan al Espíritu Santo.

Es imposible poner reglas en este tema, aplicables en todos los casos. Hay tanta variedad de razones que pueden

impedir a las personas que ninguna regla general puede alcanzar a todos. Nuestra práctica, en esta iglesia, es

postular a personas por un mes luego de su solicitud, antes de que sean recibidas a la comunión plena. La razón

de esto es que la Sesión puede tener la oportunidad de averiguar respecto a individuos que se presentan, ya

que muchos de ellos son extraños. Pero en el campo, donde hay congregaciones regulares, y toda la gente ha

sido instruida desde su juventud en doctrinas de religión, y donde todos se conocen perfectamente, el caso es

distinto, y normalmente no veo ninguna razón por la que las personas de buen carácter no deban ser admitidas

inmediatamente. Si alguien no ha sido un borracho, o de mal carácter, que sea admitido de una vez tan pronto

pueda dar un recuento racional y satisfactorio de la esperanza que está en él.

Esto es evidentemente la manera en que los apóstoles lo hicieron. No hay evidencia en el Nuevo Testamento

de que hayan hecho a un lado a una persona que quería ser bautizada y unirse a la iglesia. Sé que esto no

satisface a algunas personas, porque creen que el caso es distinto, pero no lo veo así. Dicen que los apóstoles

fueron inspirados. Eso es cierto, pero no que fueran inspirados para leer los caracteres de los hombres como

para prevenir que cometieran errores en ese asunto. Por un lado, sabemos que no fueron inspirados en esa

forma, pues sabemos que tuvieron equivocaciones, así como los ministros cometen ahora, y por tanto, no es

cierto que el ser hombres inspirados altere el caso en este punto. Simón el mago se supone que era cristiano, y

fue bautizado y admitido en la comunión, y tuvo buena reputación hasta que quiso comprar el Espíritu Santo

con dinero. Los apóstoles admitían a convertidos del paganismo inmediatamente y sin demora. Si pudieron

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recibir a personas que quizá nunca en sus vidas oyeron más de un sermón del evangelio, y que nunca tuvieron

una Biblia, ni asistieron a la escuela dominical o clases bíblicas, seguramente no es necesario escandalizarse y

crear alarma, si la iglesia lo cree apropiado recibir a personas de buen carácter que han tenido una Biblia toda

su vida, y han sido enseñadas en la escuela dominical, y se han sentado bajo la predicación del evangelio, y que

por tanto se supone que entienden lo que sienten y que no profesan lo que no sienten.

Sé que puede decirse que las personas que hacen una profesión de religión ahora no están obligadas a hacer

tales sacrificios por su religión como los primeros creyentes estaban, y consecuentemente, la gente puede estar

más presta a ser hipócrita. Y hasta cierto punto eso es verdad. Pero entonces, por un lado, debe recordarse que

con las instrucciones que tienen sobre el tema de religión, no son fácilmente llevados a engañarse, como

aquellos que fueron convertidos sin las ventajas previas de una educación religiosa. Puede ser fuertemente

tentado para engañar a otros, pero insisto en eso, con las instrucciones que han recibido, los convertidos de

esos grandes avivamientos no son ni la mitad de proclives de engañarse a sí mismos, y tomar una esperanza

falsa, como fueron en tiempos de los apóstoles. Y sobre ese fundamento, creo que esas iglesias que son fieles

en tratar con los recién convertidos, y que exhiben habitualmente el poder de la religión, no es probable que

reciban tantas personas inconversas como lo hicieron los Apóstoles.

Es importante que las iglesias actúen sabiamente en este punto. Se ha hecho gran mal por esta práctica de

mantener fuera a personas de la iglesia por mucho tiempo para ver si eran cristianos. Esto casi es tan absurdo

como sería echar a un niño en la calle para ver si vivirá; decir, si vive y promete ser un niño saludable, nos

haremos cargo, en el momento que se inclina la balanza, si vive o muere. ¿Acaso ésa es la manera en tratar con

recién convertidos? ¿Acaso debe la iglesia echar a sus hijos recién nacidos a los vientos, y decir si viven ahí, que

se levanten, pero si mueren, deben morir? No tengo duda que miles de convertidos, como consecuencia de ese

tratamiento, han ido por la vida y nunca se han unido a una iglesia, sino han demorado, llenos de dudas,

temores, y tinieblas, de ese modo han pasado días, y se han ido a la tumba sin los consuelos o la utilidad de los

que pudieron haber disfrutado, simplemente porque la iglesia, en su locura, los han hecho sufrir esperando

fuera de los límites para ver si crecen y se esfuerzan, sin aquellas ordenanzas que Jesucristo estableció

particularmente para su beneficio.

Jesucristo dijo a su iglesia: "He aquí, toma esos corderos, apaciéntalos, protégelos, cuídalos". ¿Y qué hace la

iglesia? Pues los deja en las montañas frías entre las bestias salvajes para morirse de hambre o perderse, para

ver si están vivos o no. Todo el sistema es tan poco filosófico como poco escritural. ¿Acaso Jesucristo les dijo a

sus iglesias que lo hicieran? ¿Acaso el Dios de Abraham enseñó alguna doctrina como ésa respecto a los hijos

de Abraham? Nunca. Nunca nos enseñó a tratar a recién convertidos de una forma tan bárbara. Es la mejor

manera que se puede tomar para considerarla dudosa si están convertidos. El camino para llevarlos a dudas y

tinieblas es mantenerlos lejos de la iglesia, su comunión y ordenanzas.

Tengo entendido que hay una iglesia, no muy lejos de aquí, que ha pasado una resolución de que ningún recién

convertido sea admitido hasta que tenga por lo menos seis meses. ¿De dónde sacaron esa regla? No de la Biblia,

ni del ejemplo de las primeras iglesias.

3. Al examinar a recién convertidos para ser admitidos en la iglesia, sus conciencias no deben ser entrampadas

por examinarlos muy extensiva o minuciosamente sobre puntos doctrinales. Por la manera en que el examen

es conducido en algunas iglesias, parecería como si esperaran que los recién convertidos estuvieran de una vez

familiarizados con todo el sistema de divinidad, y pudieran responder a cada pregunta desconcertante de

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teología. El efecto de eso es que los recién convertidos son confundidos y quedan perplejos, y dan su

asentimiento a las cosas que no entienden, y así su conciencia es entrampada y como consecuencia debilitada.

Pues, un gran diseño de recibir a recién convertidos es enseñarles doctrinas, pero si se mantienen fuera de la

iglesia hasta que entiendan todo el sistema de doctrinas, ese fin es frustrado. ¿Los tendrían fuera hasta que un

diseño principal de recibirlos se lograra por otros medios? Es absurdo. Hay ciertas doctrinas cardinales del

cristianismo, que son acogidas en la experiencia de cada convertido de verdad. Y de éstas, los recién convertidos

testificarán, en su examinación, si se les pregunta en una forma tal para sacar el conocimiento, y no en una

forma para desconcertarlos y confundirlos. Las preguntas deben ser tales como son calculadas para saber lo que

han aprendido por experiencia, y no lo que pudieron tener en teoría antes o desde su conversión. El objetivo no

es averiguar cuánto saben, o qué tan buenos eruditos son en divinidad, como se examinaría en una escuela, o

un número de jóvenes que se esfuerzan por un premio. Es para averiguar si tienen un cambio de corazón,

aprender si han experimentado las grandes verdades de religión por su poder en sus propias almas. Ven por

tanto cuán absurdo, y también injurioso, debe ser examinar como a veces se hiciera, como un abogado ante la

barra, interrogando rigurosamente a un testigo sospechoso. Debe más bien ser como un médico fiel, ansioso de

saber la verdadera condición de su paciente, y por tanto, guiar su mente, por las preguntas e indicios, para

descubrir los síntomas reales de su caso.

Encontrarán, si hacen las preguntas correctas, que los convertidos de verdad verán claramente esos grandes

puntos fundamentales de la autoridad divina de las escrituras, la necesidad de las influencias del Espíritu Santo,

la divinidad de Cristo, la doctrina de la depravación total y regeneración, la necesidad de la expiación, la

justificación por fe, y la justicia del castigo eterno de los perversos. Por un curso apropiado de preguntas

encontrarán que esos puntos salen, como parte de su experiencia, si hacen las preguntas de tal forma que las

entiendan.

Una sesión de una iglesia en esta ciudad, según me han informado, ha pasado un voto que ninguna persona

ingrese a esa iglesia hasta que haya dado su aceptación de toda la Confesión Presbiteriana de Fe y adoptarla

como su "regla de fe y práctica y obediencia cristiana". Esto es, tienen que leer el libro, que es como tres veces

tan largo como el himnario, y tienen que entenderlo y estar de acuerdo, antes de ser admitido a la iglesia, antes

de que puedan hacer una profesión de religión, u obedecer el mandamiento de Cristo. ¿Por cuál autoridad dice

la iglesia que nadie se unirá a su comunión hasta que se entiendan todos los puntos y tecnicismos de la extensa

confesión de fe? ¿Acaso es ésa su caridad el atiborrar toda esa confesión de fe en la garganta de un recién

convertido antes que le permitan ir a su comunión? Dice él: "amo al señor Jesucristo y quiero obedecer su

mandamiento". "Muy bien, pero ¿entiendes y adoptas la confesión de fe?" Él dice: "no sé, pues nunca la he

leído, pero he leído la Biblia, y eso me gusta mucho, y quisiera seguir las direcciones en ella e ir a la mesa del

Señor". "¿Amas la confesión de fe? Si no, NO VENDRÁS". Es la respuesta de esa sesión caritativa, "no te sentarás

a la mesa del Señor hasta que hayas adoptado toda esta confesión de fe". ¿Acaso el Señor Jesucristo autorizó

una sesión de iglesia para que se dijera eso--decirle a un hijo de Dios, que está ahí de pie con lágrimas, que pide

permiso para obedecer a su Señor, que entiende los fundamentos de la fe, y que satisfactoriamente puede dar

razón de su esperanza, decirle que no puede ingresar a la iglesia hasta que entienda la confesión de fe? Sin

duda, Jesucristo está enojado con una iglesia tal, y mostrará su displicencia en una manera que no admita

ninguna equivocación, si no se arrepienten. ¡Cierren la puerta contra los recién convertidos hasta que engullan

la confesión de fe! ¿Prosperará una iglesia así? Nunca.

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Ninguna iglesia en la tierra tiene derecho de imponer su confesión extendida de fe en un recién convertido.

Pueden hacerle saber al recién convertido de la fe de ustedes en lo muchos puntos, y pueden examinarlo, si lo

creen necesario en cuanto a su creencia, pero supongan que tiene muchas dudas en algunos puntos no

esenciales para la experiencia cristiana, como la doctrina de bautizo a infantes, o de la elección, o de la

perseverancia de los santos, y supongan que honesta y francamente les dice que no se ha puesto de acuerdo

referente a esos puntos. ¿Acaso el ministro tiene el derecho de decir que no estará a la mesa del Señor hasta

que haya terminado todas sus investigaciones en esos temas y que no va a obedecer a Jesucristo hasta que

plenamente se haya puesto de acuerdo en cada punto en el que los cristianos, y también devotos, difieren ellos

mismos? Primero me cortaría mi mano derecha antes que impedir a un recién convertido bajo tales

circunstancias. Le enseñaría a un recién convertido tan bien como pudiera en el tiempo antes que hiciera su

solicitud, y lo examinaría cándidamente en cuanto a sus posturas, y luego que estuviera en la iglesia, trataría

hacerle crecer en conocimiento en tanto crece en gracia. Y justo con la tanta confianza como tuviera que mis

propias doctrinas fueran las doctrinas de Dios, debo esperar de él que las adopte, si pudiera tener una audiencia

justa ante su mente. Pero nunca sondearía a alguien, quien creo caritativamente que es un hijo de Dios, que se

quede fuera de la mesa del Padre, porque no vio todo lo que veo yo, o cree todo lo que creo, mediante todo el

sistema de divinidad. Eso es totalmente irracional, ridículo y perverso.

4. A veces las personas que son conocidas de albergar una esperanza no se atreven a hacer una profesión de

religión por temor a que sean engañados. Siempre trataría decididamente con esos casos. Una esperanza que

no garantice una profesión de religión es manifiestamente peor que ninguna esperanza, y mientras más pronto

se deshaga, mejor. ¿Esperará un hombre que ama a Dios, y que no se atreva a obedecer a Jesucristo? Absurdo.

Más vale que esa esperanza se quite de inmediato.

5. A veces las personas que profesan estar convertidas tendrán una excusa de no ingresar a una iglesia, que ellos

pueden disfrutar de la religión sin ella. Esto siempre es sospechoso. Tendría cuidado de tales personajes. Es muy

seguro que no tienen religión. Comúnmente, si una persona no desea estar asociada con la gente de Dios, está

echada a perder en el fondo. Es porque quiere alejarse de las responsabilidades de una profesión pública. Tiene

un sentimiento dentro de él que prefiere ser libre para que pueda de vez en cuando regresar de nuevo al mundo

si quiere, sin el reproche de inestabilidad o hipocresía. ¡Disfrutar la religión sin obedecer a Jesucristo! Es

totalmente falso. Pasa por alto el hecho de que la religión consiste en obedecer a Jesucristo.

III. VOY CONSIDERAR LA IMPORTANCIA DE DAR LA INSTRUCCIÓN CORRECTA A RECIÉN CONVERTIDOS.

Comúnmente, su carácter cristiano a través de la vida es moldeado y hecho según la manera con la que ellos

son tratados cuando se convierten primero. Hay muchos que han sido pobremente enseñados al principio, pero

luego se han reconvertido, y si lo están, entonces tráteseles apropiadamente, puede ser que hagan algo de ellos.

Entonces pueden ser bien dirigidos, si creen que es la verdad de Dios. Y cuales sean las nociones en religión que

obtengan, entonces son aptos para adherirse por siempre. Es casi imposible quitar las nociones de un hombre

que obtuvo cuando fue recién convertido. Pueden razonar con él, pero se adhiere a ellas. Cuán seguido es el

caso donde las personas han sido enseñadas ciertas cosas, cuando primero se convierten, que si tienen luego

un ministro nuevo que les enseña algo diferente, se levantarán contra él, como si fuera a sabotear la fe y llevar

a la iglesia al error, y hacer confusión de todo. Así, ven que los recién convertidos son puestos en las manos de

la iglesia, y depende de las iglesias moldearlos, formarlos en cristianos de la estampa correcta. Mucho de su

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comodidad y utilidad futuras depende de la manera en que son instruidos en un inicio. El carácter futuro de la

iglesia, el progreso de los avivamientos, la venida del milenio, dependen de la instrucción correcta dada, y una

dirección correcta de pensamiento y vida para aquellos que son recién convertidos.

IV. VOY A MENCIONAR ALGUNAS COSAS QUE NO DEBEN ENSEÑARSE A LOS RECIÉN CONVERTIDOS.

1."Nunca sentirás como sientes ahora". Cuando un recién convertido se está regocijando en su Salvador, y

calculando vivir para la gloria de Dios y el bien de la humanidad, cuán seguido se encuentra con esa contestación:

"No sentirás siempre así". De ese modo preparan su mente a esperar que va a apostatar y que no se sorprenda

cuando lo haga. Ésta es la forma con la que el diablo quiere que los recién convertidos se traten, tener a

cristianos de tiempo que les digan que sus sentimientos no van a durar, y que de vez en vez serán fríos como

somos nosotros. Ha hecho que mi corazón sangre al verlo. Cuando el recién convertido ha derramado su corazón

cálido a algún profesante de tiempo, y espera encontrar desbordamientos cálidos de un espíritu similar que

responda al suyo, ¿con qué se topa? Esa respuesta fría que viene como una ráfaga del norte a su alma. "No

siempre sentirás así". ¡Qué vergüenza! Sólo se prepara al recién convertido para esperar que apostatará como

una cuestión tiempo para que empiece a declinar, bajo las influencias de esa instrucción muy probable lo hará

sin producir sorpresa o alarma en su mente, sino lo ve como algo que sucede, haciendo lo que todos hacen.

He oído predicar y orar que las temporadas de apostasía son necesarias para probar a la iglesia. Dicen: "cuando

llueve, pueden encontrar agua por todos lados: es sólo en temporadas de sequía que puedes saber dónde están

los manantiales profundos". ¡Qué lógica tan maravillosa! Entonces les enseñan a los cristianos que tienen que

volverse fríos y tontos, y alejarse de Dios, y ¿por qué razón? Pues, en verdad para mostrar que ellos no son

hipócritas, ¡Increíble! Probarían que son hipócritas ellos a fin de mostrar que no lo son.

Una doctrina así es lo último que debemos enseñar a los recién convertidos. Se les debe decir que ahora sólo

han empezado la vida cristiana, y que su religión consiste en continuar en ella. Se les debe enseñar ir hacia

adelante todo el tiempo y continuamente crecer en gracia. No les enseñen a empequeñecer su religión, que se

haga cada vez más pequeña hasta que llegue a un punto. Dios dice: "la senda de los justos es como la luz de la

aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto". Ahora, ¿de quién es la senda que disminuye cada vez

más hasta que la noche es perfecta? Deben ser llevados a un estado mental tal que las primeras indicaciones de

decaimiento en espiritualidad o fervor los alarme y estimule para el deber. No hay necesidad que los recién

convertidos deban apostatar como ellos hacen. Pablo no apostató. Y no tengo duda que esa doctrina de "no

siempre sentirás así" es uno de los artilugios más grandes de Satanás para que suceda lo que se predice.

2. "Aprende a caminar por fe y no por vista". Esto se dice a veces a los recién convertidos en referencia a la

continua exhibición de poder de la religión, y es una perversión manifiesta de la escritura. Si empiezan a perder

su fe y fervor, y se meten en oscuridad, algún profesante de tiempo les dirá: "Ah, no puedes esperar tener al

Salvador siempre contigo, has estado caminando por vista, tienes que aprender a caminar por fe y no por vista".

Esto es, tienes que aprender a volverte tan frío como la muerte, y entonces te aferrarás a la doctrina de

perseverancia de los santos, como el único fundamento que serás salvo. Y eso es caminar por fe. Dejen de

perseverar, y entonces agárrense de la doctrina de la perseverancia. "Un error garrafal de la culpa, y la risa más

fuerte del infierno". Y le llaman caminar por vista el vivir en el gozo del favor de Dios y el consuelo del Espíritu

Santo. ¿Acaso suponen que los recién convertidos ven al Salvador al momento que creen en él? Cuando están

llenos del gozo del cielo, ¿acaso suponen que ven el cielo, y así caminan por vista? Es absurdo. No es fe, es

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presunción que hace a un apóstata agarrarse de la doctrina de la perseverancia, como si eso lo salvara, sin

ningún ejercicio sensato de piedad en su alma. Aquellos que intentan caminar por fe de esa forma más vale que

tengan cuidado, o caminarán hacia el infierno con su fe. ¡Ciertamente fe! Fe sin obras es muerta. ¿Puede una fe

muerta hacer la fe vivir?

3. "Espera hasta que veas si puedes resistir". Cuando un recién convertido se siente fervoroso y bondadoso, y

quiere darse a Dios, algún profesante prudente de tiempo le advertirá que no vaya muy rápido. "Es mejor no ir

muy hacia adelante en la religión hasta que veas si puedes resistir, porque si vuelas alto y caes, avergonzarás a

la religión". Es decir, en palabras simples, "no hagas nada que constituye religión hasta que veas si la tienes". La

religión consiste en obedecer a Dios. Ahora estos maestros sabios le dirán a un convertido: "No obedezcas a

Dios hasta que veas"--¿qué?--hasta que veas si le has obedecido--o, hasta que veas si tienes la sustancia, aquella

cosa misteriosa que se imaginan que es creada y puesta en el hombre, como un bulto de carne nueva, llamada

religión. Este sistema de espera es todo igual, cuando el mandamiento de Dios está sobre él y la senda del deber

delante de él. Déjenlo que siga.

A los recién convertidos deben enseñarles plenamente que eso es la única forma consistente para averiguar si

tienen religión, la única evidencia que pueden ellos encontrar, que de corazón están comprometidos para hacer

la voluntad de Dios. Decirles que esperen, por tanto, antes de que hagan cosas, hasta que tengan su evidencia,

es revertir el asunto y es absurdo.

4. "Espera a que tengas fuerza antes de que tomes tu cruz". Esto se aplica a varios deberes religiosos. A veces

se aplica a la oración, como si la oración fuera una cruz, pero he conocido a recién convertidos aconsejados que

no intenten orar con sus familias, o que no intenten orar aún en reuniones o círculos sociales. "Espera a que

tengas fuerza". Como si ellos sacaran fuerzas sin ejercicio. La fuerza viene por el ejercicio. Uno no puede obtener

fuerzas estando quieto. Dejen a un niño en la cuna toda su vida, y nunca tendrá nada de fuerza, puede que

crezca en tamaño, pero nunca podría ser más que un bebé grande. Ésta es una ley de la naturaleza. No hay

sustituto para el ejercicio para producir fortaleza. El cuerpo, como todos saben, puede ser fortalecido sólo por

ejercicio. Así es en las cosas de la naturaleza, y lo mismo es con la mente. Lo mismo con los afectos, con el juicio

y con la conciencia. Todos los poderes del alma se fortalecen por el ejercicio. No necesito entrar en la filosofía

de esto. Todos lo sabemos. Si la mente no se ejercita, el cerebro no crecerá, y el hombre será corto de

entendimiento. Si los afectos no se ejercitan, se volverá un estoico. Es absurdo hablarle a un convertido sobre

descuidar la acción cristiana hasta que tenga fuerza. Si quiere obtener fuerza, dejen que trabaje.

5. A los recién convertidos no se les debe hacer sectarios en sus sentimientos. No deben enseñarles que moren

en distinciones sectarias, o que sean contenciosos sobre puntos sectarianos. Deben examinar esos puntos, en

su momento apropiado, y de una forma apropiada, y ponerse de acuerdo ellos mismos, según la importancia,

pero no se les debe enseñar que moren en ellos, que le den tanta importancia en el comienzo de su vida

religiosa. De otro modo, habrá un gran riesgo que toda su religión se vaya hacia el sectarismo. He visto las

exhibiciones más tristes y melancólicas de los efectos de esto en recién convertidos. Y donde veo a convertidos

profesados que toman peculiaridades sectarianas, sin importar la denominación, siempre dudo de ellos. Cuando

los oigo que preguntan "¿cree en la doctrina de la elección?", o ¿cree en la aspersión?", o ¿cree en la inmersión?

Me pongo triste. Nunca he sabido que tales convertidos valgan mucho. Su fervor sectariano amarga sus

sentimientos, carcome todo el corazón de su religión, y moldea todo su carácter en intolerancia pecaminosa

sectariana. Generalmente se vuelven muy celosos de las tradiciones de los ancianos, y se preocupan muy poco

de la salvación de sus almas.

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V. PROCEDO A MENCIONAR ALGUNAS COSAS IMPORTANTES QUE DEBEN SER ENSEÑADAS A LOS RECIÉN

CONVERTIDOS.

1. Una de las primeras cosas que se les debe enseñar a los recién convertidos es distinguir entre emoción y

principio en religión. ¿Me entienden? Voy a explicar lo que quiero decir, pero quiero que capten mis palabras y

las tengan fijas en sus mentes. Lo que quiero es que distingan entre emoción y principio.

Por emoción, quiero decir ese estado de la mente del que estamos conscientes, y que llamamos sentimiento,

un estado involuntario de la mente que surge desde luego cuando estamos en ciertas circunstancias o bajo

ciertas influencias. Puede haber sentimientos elevados y provocados, o pueden asentarse en tranquilidad, o

desaparecer enteramente, pero esas emociones deben distinguirse cuidadosamente del principio religioso. Por

principio, no quiero decir cualquier sustancia, o raíz, o semilla, o brote, implantando en el alma, sino la decisión

voluntaria de la mente, la determinación firme de cumplir el deber y obedecer la voluntad de Dios, por la cual

un cristiano debe siempre ser gobernado. Cuando un hombre está plenamente determinado a obedecer a Dios

porque es CORRECTO que deba obedecer a Dios, llamo a eso principio. Si siente o no alguna emoción avivada y

religiosa en el momento, cumplirá su deber alegre, inmediata y efusivamente cual sea el estado de sus

sentimientos. Esto es actuar sobre principio y no sobre emoción. Muchos recién convertidos han errado sus

posturas en este asunto y dependen casi enteramente en el estado de sus sentimientos y dan paso a eso, como

si pensaran bajo ninguna obligación del deber a menos que se les urja por alguna emoción fuerte. Serán muy

fervorosos en religión cuando sientan, cuando sus emociones están cálidas y avivadas, pero no actuarán con

religiosidad consistentemente, y lo llevarán a todos los asuntos de la vida. Son religiosos mientras son movidos

por un torrente de sentimiento, pero eso no es religión verdadera.

A los recién convertidos se les debe enseñar cuidadosamente cuándo el deber está ante ellos para cumplirlo.

Sin embargo, puede haber sentimientos apagados, si el deber llama a HACERLO. No esperen sentir, sino

HÁGANLO. Es muy probable que las emociones por las que esperan serán llamadas al ejercicio cuando empiecen

a cumplir su deber. Si el deber es la oración, por ejemplo, y no tienen los sentimientos que desearían, no esperen

a las emociones antes de que oren, sino oren, y abran su boca ampliamente. Y al hacerlo, es muy probable que

tengan las emociones que desean cuando están inclinados a esperar, y que constituye la felicidad consciente de

religión.

2. A los recién convertidos se les debe enseñar a que renuncien a la pertenencia de todas las posesiones y de

ellos mismos. Si no han hecho eso, no son cristianos. No se les debe dejar pensar que cualquier cosa es suya, su

tiempo, propiedad, influencia, facultades, cuerpos y almas. "No sois vuestros"; todo pertenece a Dios, y cuando

se entregan a Dios hacen rendimiento libre de todo a él, para ser regidos y disponer como él quiera. No tienen

derecho a pasar una hora como si su tiempo fuera de ellos. Ningún derecho de ir a cualquier lado, hacer algo,

para sí mismos, sino que deben ellos tener todo a la disposición a Dios y utilizar todo para la gloria de Dios. Si

no lo hacen, no deben llamarse cristianos, pues la mera idea de ser cristiano es renunciar al yo y volverse

enteramente consagrados a Dios. Un hombre no tiene más derecho de retener cualquier cosa de Dios que el

que roba o hurta. Es robo en el sentido más amplio del término. Es un crimen infinitamente más grande contra

ÉL, que un hombre pueda cometer contra su prójimo, en la medida que Dios es el dueño de todas las cosas en

un sentido más elevado que el hombre pueda poseer cualquier cosa. Dios los llama a emplear cualquier cosa

que tengan, su dinero, o su tiempo, o dar sus hijos, o dedicarse ellos mismos para el progreso del reino de Dios,

y se rehúsan porque quieren usarlo a su modo, o prefieren hacer algo más, es vastamente más culpable que un

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empleado o agente que desfalca el dinero que le confía su empleador y se lo gasta con su familia o lo pone en

el banco o especula para sí mismo.

Dios es, en un sentido infinitamente más elevado, el dueño de todo, de lo que pueda decirse de cualquier

empleador que posea lo que tiene. Y la iglesia de Cristo nunca tomará una posición elevada, nunca se zafará del

mundo, nunca podrá ir adelante sin esas apostasías y declinaciones continuas hasta que los cristianos y las

iglesias en general tomen la posición y ellos la mantengan, que es sólo tanto un asunto de disciplina para un

miembro de la iglesia que prácticamente niegue su mayordomía como negar la divinidad de Cristo, y que la

avaricia justamente prueba de igual forma la exclusión de un hombre de la comunión como el adulterio.

La iglesia es muy ortodoxa en nociones, pero muy herética en práctica; tiene que llegar el tiempo cuando la

iglesia sea sólo tan vigilante en cuidar la ortodoxia en práctica como la ortodoxia en doctrina, y tan pronta para

volver la herejía en práctica como la herejía que corrompe las doctrinas del evangelio. De hecho, es de

muchísima importancia. El único diseño de doctrina es producir práctica, y no parece ser entendida por la iglesia,

que la fe verdadera obra por amor y purifica el corazón, que la herejía en práctica es prueba concluyente de

herejía en sentimiento. La iglesia es muy insistente en la doctrina correcta y muy negligente sobre el vivir

correctamente. Esto absurdo. ¿Ha llegado a eso que la iglesia de Jesucristo se satisface con nociones correctas

en algunos puntos abstractos y nunca reduce su ortodoxia a la práctica? Que no sea más así.

Ya es tiempo de arreglar bien estos asuntos empezando con quienes apenas están entrando en la religión. A los

recién convertidos se les debe decir que son tan merecedores de condenación, que la iglesia no puede y no

tendrá comunión con ellos, si muestran un espíritu avaricioso, y se ensordecen cuando todo el mundo está

pidiendo auxilio, como si estuvieran viviendo en adulterio o la devoción diaria de ídolos.

3. Enséñenles cómo cultivar una conciencia tierna. Con frecuencia he sido sorprendido al encontrar cuán poca

conciencia hay, incluso entre los que esperamos que son cristianos. Y aquí vemos la razón de eso. Sus

conciencias nunca fueron cultivadas. Nunca se les enseñó y se les dijo cómo cultivar una conciencia tierna. No

tienen ni siquiera una conciencia natural. Han sido tratados tan toscamente con su conciencia, y se han resistido

tan seguido, que se ha vuelto obtusa y sin actuar. La utilidad de un cristiano, grandemente depende de saber

cómo cultivar su conciencia. Se les debe enseñar a los recién convertidos a mantener su conciencia tan tierna

como la niña del ojo. Deben cuidar su conducta y motivos, y dejar que los motivos sean tan puros, y su conducta

tan desinteresada, como para no afectar, o lastimar, o sofocar la conciencia. Deben mantener un hábito tal de

escuchar a la conciencia que siempre estará lista para dar un veredicto serio en todo momento. Es sorprendente

ver cuánto la conciencia puede ser cultivada por un curso apropiado. Si se le atiende correctamente, puede

hacerse tan pura, y tan poderosa, que siempre responderá a la palabra de Dios. Preséntese cualquier deber a

un cristiano, o cualquier negación de sí mismo, o sufrimiento, y sólo muéstrenle la palabra de Dios, y lo hará sin

decir nada. En unos meses, si son enseñados y atendidos apropiadamente, los recién convertidos pueden tener

una conciencia tan delicadamente equilibrada que el peso de una pluma hará que se mueva. Sólo tráiganle un

"así dice el Señor", y siempre estarán listos de hacer eso, sea lo que fuere.

4. A los recién convertidos se les debe enseñar que oren sin cesar. Esto es, deben vigilar sus mentes, y estar en

todo tiempo en un espíritu de oración. Se les debe enseñar que oren siempre, pase lo que pase, pues por la falta

de la instrucción adecuada en este punto muchos de los recién convertidos sufren pérdida y se alejan de Dios.

Por ejemplo, a veces sucede que un recién convertido cae en algún pecado, y entonces se siente como si no

pudiera orar, y en vez de vencer ese sentimiento, se siente muy angustiado y espera que su angustia pase. En

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vez de ir directamente a Jesucristo en medio de su agonía, y confesar su pecado con la plenitud de su corazón,

obtener un perdón renovado y restaurar su paz, espera que la intensidad de sus sentimientos haya aminorado,

y entonces su arrepentimiento, si es que se arrepiente, es frío e indiferente. Déjenme decirles, amados, nunca

hagan eso, sino cuando la conciencia los oprima, vayan directamente a Cristo, confiesen plenamente su pecado,

y derramen su corazón a Dios.

A veces la gente descuidará orar porque están en tinieblas, no sienten ningún deseo de orar, pero ese momento

es cuando necesitan orar. Ésa es la razón por la que deben orar. Deben ir ustedes directamente a Dios y confesar

la frialdad y oscuridad de la mente. Díganle cómo se sienten. Díganle: "Oh Señor, no tengo deseos de orar, pero

sé que debo orar". Y antes de que se den cuenta, el Espíritu puede venir, dirigir su corazón en oración, y las

nubles negras se irán.

5. A los recién convertidos se les debe fielmente advertir contra el adoptar un modelo falso en religión. No se

les debe dejar alinearse detrás de viejos profesantes y dejar que sean un modelo de vida santa. Deben siempre

ver a Cristo como su modelo. No deben apuntar a ser buenos cristianos como los antiguos miembros de la

iglesia, y no deben creer que están muy bien porque están tan despiertos como los antiguos miembros de la

iglesia, sino deben apuntar a ser santos, y no quedar satisfechos hasta que sean tan perfectos como Dios. La

iglesia ha sido grandemente lastimada por la falta de atención en ese asunto. Los recién convertidos han pasado

al frente, sus corazones fueron cálidos y su fervor lo bastante ardiente para apuntar a un modelo alto, pero no

fueron dirigidos apropiadamente, y pronto se asentarán en la noción que lo que es bastante bueno para otros

es bastante bueno para ellos, y por tanto, nunca apuntarán más alto que aquellos que están ante ellos. Y de esa

forma la iglesia, en vez de levantarse en cada avivamiento más alto y más alto en santidad, se mantiene inmóvil.

6. A los recién convertidos se les debe enseñar a cumplir su deber. Nunca deben hacer un compromiso con el

deber ni pensar decir: "Haré eso como un principio de descuidar aquello". Nunca deben quedar satisfechos

hasta que hayan cumplido su deber de cada tipo, en relación a sus familias, la iglesia, escuela dominical, los

impenitentes alrededor, la disposición de sus pertenencias, la conversión del mundo. Déjenlos cumplir su deber,

como lo sientan cuando sus corazones son cálidos, y nunca intenten escoger entre los mandamientos de Dios.

7. Se les debe hacer sentir que no tienen ningún interés aparte. Es tiempo que los cristianos sean hechos en

efecto para sentir que no tienen ningún interés, separados del interés de Jesucristo y su reino. Deben entender

que son incorporados a la familia de Jesucristo, como miembros completos, para que todo su interés se

identifique con el de él. Están embarcados con él, se han ido a bordo, y tomado todo. Y de ahí en adelante no

tienen nada que hacer, o decir, excepto como está conectado con ese interés y lleva la causa y el reino de Cristo.

8. Se les debe enseñar a mantener una singularidad de motivo. Los recién convertidos no deben empezar a tener

doble mentalidad, en ningún asunto, o dejar que motivos egoístas se enreden con buenos motivos en cualquier

cosa que hagan; nunca debe ser, siempre y cuando a los cristianos se les permita sostener un interés separado

de los suyos, distinto del interés de Jesucristo. Si se sienten que tienen un interés aparte, es imposible librarlos

de considerarlo, y tener una mirada en eso como también en el interés de Cristo, en muchas cosas que hacen.

Es sólo por volverse enteramente consagrados a Dios, y darle todo para su servicio que pueden mantener una

sola mirada y sus motivos puros.

9. Deben demostrar determinación para apuntar a ser útiles en el grado más alto posible. No deben quedar

satisfechos con meramente ser útiles, o permanecer en una situación donde pueden hacer algo de bien, sino

que vean una oportunidad donde pueden hacer más bien, para tomarla, cual sea el sacrificio para sí mismos. No

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importa cuánto les pueda costar, no importa qué peligro, o cuál sufrimiento, no importa qué cambio en las

circunstancias externas, o hábitos, o empleos los pueda llevar. Si están satisfechos que ellos quieran en general

hacer más bien, no deben ni siquiera titubear. ¿De qué otro modo pueden ellos ser como Dios? ¿Cómo pueden

creer que llevan la imagen de Jesucristo si no están preparados para hacer todo el bien en su poder? Cuando un

hombre se convierte, llega a un mundo nuevo, debe considerarse a sí mismo como un hombre nuevo. Si

encuentra que puede hacer todo el bien al permanecer en su antiguo empleo, que sea así, pero si puede hacer

más bien en alguna ora forma, está destinado a cambiar. Es por la falta de atención en este asunto, en el

comienzo, que los cristianos tienen ideas pobres en el asunto del deber. Y ésa es la razón por la que hay tantos

miembros inútiles en nuestras iglesias.

10. Se les tiene que enseñar a no apuntar a la comodidad, sino a la utilidad en la religión. Hay muchos epicúreos

espirituales en las iglesias, que todo el tiempo están buscando ser felices en la religión, mientras que se toman

muy pocas molestias para ser útiles. Prefieren pasar el tiempo cantando himnos de gozo, y derramar sus

sentimientos felices en un torrente de júbilo y triunfo, que pasarlo en oración agonizante por los pecadores, o

de salir y sacar a hombres moribundos del fuego. Parecen sentir como si fueran nacidos para pasarla bien, pero

no creo que tales cristianos muestren tales frutos para ser ejemplo de imitación. Tal no fue el carácter de los

apóstoles. Se esforzaron por las almas y trabajaron con aflicción y dolor, a menudo en muerte, para salvar a

pecadores. Ni tampoco es seguro. Generalmente, los cristianos no están calificados para beber en la fuente de

gozo. En casos comunes, una profunda agonía de oración por las almas es más remunerador que los altos vuelos

de gozo. Que a los recién convertidos se les enseñe, sencillamente, a no calcular en la vida de gozo y triunfo.

Pueden ser llamados a ir por pruebas intensas. Satanás los podrá sacudir como trigo, pero tienen que ir adelante,

sin calcular tanto por ser felices como ser útiles, a no hablar sobre el consuelo, sino sobre el deber, a no desear

vuelos de gozo y triunfo, sino padecer hambre y sed de justicia, a no estudiar cómo crear nuevos vuelos de

arrebato, sino cómo saber la voluntad de Dios, y hacerla. Serán lo bastante felices en el cielo. Ahí pueden cantar

la canción de Moisés y el cordero. Y de hecho disfrutarán una felicidad más sólida y racional sin pensar en nada

al respecto, sino pacientemente dedicarse a cumplir la voluntad de Dios.

11. Deben ser enseñados a tener valentía moral, y no tener miedo de ir adelante en el deber. La Biblia insiste en

la valentía y audacia cristianas en acción como un deber. No quiero decir que deban permitirse bravuconerías,

como Pedro, diciendo qué harán, y alardeándose de su valor. El que se alardea es generalmente un cobarde se

corazón, sino quiero decir por valentía moral, una decisión fija y humilde de propósito, que irá por delante en

cualquier deber, sin enojarse y sin asombrarse, con la mansedumbre y firmeza del Hijo de Dios.

12. Deben ser muy instruidos para que sean sensatos en la fe. Esto es, deben hacerse desde un inicio, en lo

posible, completos y ser correctos en cuanto a la creencia doctrinal. Tan pronto como puedan ser, sin distraer

sus mentes de sus deberes prácticos, en promover la gloria de Dios y la salvación de los hombres, deben ser

enseñados plena y sencillamente, toda la dirección de doctrinas de la Biblia. El conocimiento doctrinal es

indispensable para el crecimiento en gracia. El conocimiento es el alimento de la mente. Dice el sabio; "el alma

sin ciencia no es buena". El alma no puede crecer sin conocimiento al igual que el cuerpo sin alimento. Y por

tanto, es importante que los recién convertidos deban exhaustivamente ser adoctrinados y que entiendan la

Biblia. Por adoctrinamiento no quiero decir el catecismo, sino enseñarles a sacar el conocimiento de la fuente

de origen. Crear en las mentes tal apetito por el conocimiento que se devoren la Biblia, la amen y la amen toda.

Toda la escritura es remuneradora, que el hombre de Dios pueda ser perfecto, exhaustivamente provisto para

buenas obras.

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13. Se deben tomar grandes molestias de guardar a los recién convertidos de censura. Los recién convertidos,

cuando se pasan al lado del Señor, y son cálidos y fervientes, a veces encuentran a los profesantes de tiempo

tan fríos y muertos que son fuertemente tentados a ser censuradores. Eso debe corregirse inmediatamente, de

otro modo el hábito envenenará a sus mentes y destruirá su religión.

14. Tienen que aprender a decir que no. Esto es para muchos una lección muy difícil. Vean a esa señorita. Antes,

le encantaba el círculo alegre, y disfrutó de muchos placeres. Ingresó a la iglesia, y se encontró apartada de sus

antiguas amistades. No la invitaron a sus fiestas y bailes, porque sabían que no iría, y quizá la tendrían alejada

por un tiempo por temor a que ella hablara con ellos sobre sus almas, pero poco a poco se volvieron más

atrevidos, y uno de ellos se aventura a pedirle a salir para dar la vuelta con unos amigos. No le gusta decir que

no. Son viejas amistades, sólo algunos van a ir, y seguramente el paseo es una recreación tan inocente, que

acepta la invitación, pero ahora que ha empezado a ceder el hielo se rompe, y la tienen de nuevo como uno de

ellos. Y sigue y empieza a asistir a sus visitas sociales--"sólo unas pocas amistades", hasta que poco a poco es el

baile, y lo que sigue, quizá, es que va a ir a un paseo en trineo el sábado en la noche y llega a casa después de la

media noche, y entonces se duerme hasta el mediodía del domingo para reponerse, y quizá de la comunión

dominical también. Todo por la falta de aprender a decir que no.

Vean a ese joven. Por un tiempo siempre estaba en su lugar, en la escuela dominical, y en la reunión de oración,

pero poco a poco sus amigos empezaron a prestarle atención de nuevo, y poco a poco lo alejaron. Cada una

parece una pequeñez, y se vería como mala educación negar algo tan pequeño. Razona que si se rehúsa a salir

con ellos en las cosas que son inocentes, perderá su influencia en ellos. Y entonces sigue, hasta que son

descuidadas la reunión de oración, la clase bíblica, e incluso la Biblia y la oración. ¡Ah, joven, detente ahí! Ir sólo

un poco más allá sin aprender a decir que no, y te habrás ido. Si no deseas dejar la causa de Cristo para desprecio

e indiferencia, aprende a resistir los principios de la tentación. De otro modo, vendrá a ti, poco a poco, como

dejar salir el agua.

15. Se les debe enseñar lo que es y lo que no es la experiencia cristiana. Es necesario, para su consuelo y su

utilidad, que deban entender eso, para que no tengan que estar en angustia innecesaria por la falta de aquello,

que es por ningún motivo esencial para la experiencia cristiana, ni se halaguen de que tienen más religión que

la que realmente ejercitan, pero no puedo ahondar en ese tema esta noche.

16. Enséñenles a no considerar cualquier cosa un sacrificio que hacen para Dios. Algunas personas siempre están

hablando de los sacrificios que hacen por la religión. No tengo confianza en esa piedad. ¿Por qué seguir

contando sus sacrificios, como si todo lo que hicieran para Dios fuera un sacrificio? Si aman a Dios, no hablarían

así. Si consideran idénticos sus propios intereses y los de Cristo, no hablarían de hacer sacrificios para Cristo;

sería como hablar de hacer sacrificios para ellos mismos.

17. Es de gran importancia que los recién convertidos deban ser enseñados a ser estrictamente honestos. Quiero

decir más de lo que quizá piensan ustedes. Es muy bueno ser estrictamente honestos. Es ser muy diferente del

mundo y muy diferente incluso del gran cuerpo de profesantes de religión. El hombre más santo que he

conocido, y uno quien ha sido cristiano y ministro, una vez me hizo el comentario: "hermano, es muy bueno ser

estrictamente honesto, recto y derecho en todo para que el ojo puro de Dios pueda ver que la mente es

perfectamente recta".

Es de suma importancia que los recién convertidos entiendan lo que es ser estrictamente honesto en todo para

que puedan mantener una conciencia libre de ofensa, tanto hacia Dios como hacia los hombres. ¡Ay, ay! Cuán

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poca conciencia hay. Cuán poco de esa honestidad real, esa rectitud pura y simple, que debe marcar la vida de

un hijo de Dios. Cómo es que individuos que se suscriben a la Sociedad Antiesclavista, ni la mitad de ellos pagan

sus suscripciones. El argumento es que firmaron cuando estaban bajo entusiasmo, y eligen no pagar. Así como

si el estar emocionado los libera de la obligación de mantener su promesa. Pues es tan deshonesto como si se

rehusara a pagar un pagaré. Prometieron, firmaron sus nombres, y ¿ahora pagarán? ¡Le llaman a eso

honestidad!

He oído que hay un número de hombres en la ciudad que firmaron miles de dólares por el Instituto de Oneida,

prometiendo pagar el dinero cuando los llamaran, y cuando fueron llamados, se rehusaron a pagar el dinero. Y

la razón fue que se habían vuelto abolicionistas en el Instituto. Muy bien. Supongan que lo hicieron. ¿Altera eso

la promesa? ¿Acaso firmaron una condición de que si se introducía el abolicionismo quedarían libres? Si lo

hicieron, están libres, pero si dieron su promesa sin ninguna condición, es tan deshonesto rehusarse como si

hubieran dado un pagaré. Y sin embargo, algunos de ustedes se pueden enojar si alguien les culpa por rehusar

pagar el dinero que prometieron.

Veamos esto seriamente. ¿A quién le dice Dios que se irá al cielo? Lean el salmo 15 y vean. "El que aun jurando

en daño suyo, no por eso cambia". ¿Qué piensan de eso? Si un hombre prometió cualquier cosa, excepto para

cometer pecado, que cumpla su promesa, si tiene la intención de ser honesto o ir al cielo, pero he aquí esa gente

que hace promesas, y porque no pueden ser procesados, las rompen tan fácilmente como si fueran nada. No

dejarían un pagaré vencer en el banco. ¿Por qué? Porque perderían crédito, y serían demandados, pero el

Instituto de Oneida, la Sociedad Antiesclavista, y otras sociedades, no harán demandas por el dinero, y por tanto

esas personas se ofenden y rehúsan pagar, ¿Acaso eso es honesto? ¿Acaso una honestidad como ésa los llevará

al cielo? ¿Qué? ¿Romper sus promesas y llevar una mentira en su mano ante Dios? Si se rehúsan a cumplir una

promesa, son unos mentirosos, y si persisten en eso, serán parte del lago de azufre y fuego. Yo no moriría ni por

miles de mundos con dinero en mis manos que injustamente haya retenido de cualquier cosa que hubiera

prometido. Ese dinero te comerá como cáncer.

Si no pueden pagar el dinero, ésa es una buena excusa; entonces díganlo. Pero si rehúsan pagar lo que han

prometido, porque han cambiado de parecer, dependiendo en ella, son culpables. No pueden orar hasta que

hayan pagado ese dinero. ¿Qué orarán? Oh Señor, prometí dar ese dinero, cambié de parecer y rompí mi

promesa, pero aún, oh Señor, te pido que me bendigas y perdones mi pecado, aunque mantengo mi dinero y

me hace feliz en tu amor". ¿Oraciones así serán oídas? Nunca.

Pero, hermanos, encuentro imposible tocar todos los puntos que intento hablar; entonces, lo dejaré aquí y

terminaré ese tema en otra ocasión.

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LECCIÓN XX

INSTRUCCIONES PARA CONVERTIDOS (continuación)

TEXTO. -- “Apacienta mis corderos.” -- Juan 21:15.

Hablé sobre este texto en mi conferencia pasada, y me vi obligado, por falta de tiempo, a omitir muchos de los

puntos que quería presentar en cuanto a la instrucción a los recién convertidos.

Esta noche propongo continuar con el tema al observar:

I. OTROS PUNTOS VARIOS SOBRE LOS CUALES LOS RECIÉN CONVERTIDOS DEBEN SER INSTRUIDOS.

II. MOSTRAR LA MANERA EN LA QUE LOS RECIÉN CONVERTIDOS DEBEN SER TRATADOS POR LA IGLESIA.

III. MENCIONAR ALGUNOS MALES QUE NATURALMENTE RESULTAN DE INSTRUCCIONES DEFECTUOSAS

DADAS EN LA ETAPA DE EXPERIENCIA CRISTIANA.

I. SEGUIRÉ EN EL TEMA, RETOMANDO DONDE ME QUEDÉ AL MENCIONAR ALGUNAS INSTRUCCIONES MÁS

QUE SON IMPORTANTES PARA DARSE A LOS RECIÉN CONVERTIDOS.

1. Es de gran importancia que los recién convertidos deban en un inicio entender en qué consiste la religión.

Quizá se sorprenderán ustedes al mencionar eso. "¡Qué! ¿Son convertidos y no saben en qué consiste la

religión?" Respondo: ellos sabrían si no hubieran tenido instrucción, pero tal como se saca de la Biblia. Sin

embargo, muchísima gente ha embebido tales nociones de religión, que no sólo recién convertidos, sino una

gran parte de la iglesia no sabe en qué consiste la religión como para tener una idea clara y distinta de ella. Hay

ministros que no. No quiero decir que no tienen religión, pues podría creerse con tolerancia que la tienen, pero

lo que quiero decir es que no discriminan en cuanto a qué consiste, y no pueden dar una declaración correcta

de lo que constituye y no constituye la religión real. Es importante que los recién convertidos sean enseñados.

Negativamente, en lo que no consiste la religión:

(1.) No en conocimiento doctrinal. El conocimiento es esencial para la religión, pero no lo es. El diablo tiene

conocimiento doctrinal, pero no tiene religión. Un hombre puede tener conocimiento doctrinal en cualquier

medida sin ningún ápice de religión. Sin embargo, mucha gente tiene ideas muy extrañas sobre ese tema, como

si tener conocimiento doctrinal indicara un incremento de piedad. Una vez oí un comentario de ese tipo; una

persona dijo: "Cómo crecen estos recién convertidos crecen en gracia". La verdad era que no tenía medios para

juzgar su crecimiento en gracia, y no tenía evidencia de ello porque estaban ellos progresando en conocimiento

doctrinal.

(2.) Se les debe enseñar que la religión no es una sustancia. No tiene ninguna raíz, o brote, o semilla, o cualquier

otra cosa en la mente como una parte de la misma mente. Las personas a menudo hablan como si fuera algo

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que pudiera ser encubierto en la mente, así como una chispa de fuego pueda ser cubierta en las cenizas, que no

se muestra ella misma, y no produce efectos, pero vive aún y está lista para actuar tan pronto se descubre. Y

del mismo modo creen que pueden tener religión como algo que permanece en ellos, aunque no lo manifiesten

por obedecer a Dios, pero deben ser enseñados que esto no es la naturaleza de la religión. No es ninguna parte

de la mente misma, o del cuerpo, ni es una raíz, o semilla, o chispa, que puede existir, pero se esconde y no

produce nada de efectos.

(3.) Enséñenles que la religión no consiste en arrebatos, o éxtasis, o vuelos altos de sentimiento. Puede haber

mucho de esos donde hay religión, pero debe entenderse que son emociones involuntarias, y pueden existir en

pleno poder donde no haya religión. Pueden ser obras de la imaginación sin ningún afecto verdaderamente

religioso. Las personas pueden tenerlas hasta cierto punto como para desfallecer con éxtasis, incluso en el tema

de religión, sin tener ninguna. Conocí a una persona que se dejó llevar por un arrebato por un simple vistazo a

los atributos naturales de Dios, su poder y sabiduría, como se muestran en los cielos estrellados, y sin embargo

la persona no tenía nada de religión. La religión es obediencia a Dios, la rendición voluntaria del alma a la

voluntad de Dios.

(4.) Tampoco la religión consiste en ir a reuniones, o leer la Biblia, u orar, o cualquier otra cosa que sea

comúnmente llamada deberes religiosos. La mera frase "deberes religiosos", debe ser sacada del vocabulario

de los recién convertidos. Se les debe hacer saber que esos actos no son religión. Muchos se vuelven muy

estrictos para realizar ciertas cosas, que le llaman deberes religiosos, y suponen que eso es ser religioso,

mientras son descuidados en los deberes ordinarios de la vida, que de hecho constituyen UNA VIDA DE PIEDAD.

La oración puede ser una expresión de acto de piedad, o no puede serlo. Ir a la iglesia o una reunión de oración

pueden ser consideradas un medio, o acto, o una expresión de sentimiento piadoso, pero la realización de éstas

no constituye cristiano a un hombre, y puede haber gran rigor y celo en éstas, sin un ápice de religión. Si a los

recién convertidos no se les enseña a discriminar, pueden ser llevados a pensar que hay algo peculiar en lo que

llamamos deberes religiosos, y a imaginar que tienen mucho de religión porque abundan en ciertas acciones

que comúnmente son llamadas deberes religiosos, aunque puedan ser al mismo tiempo muy deficientes en

honestidad, o fidelidad, o puntualidad, o temperancia, o cualquier otra que escogen llamar sus deberes

comunes. Pueden ser muy puntillosos en algunas cosas, pueden diezmar la menta, el eneldo y el comino, y sin

embargo descuidar los asuntos de más peso de la ley, justicia y amor a Dios.

(5.) La religión no consiste en deseos para hacer buenas acciones. Los deseos que no resultan en elección y

acción no son virtuosos. Ni tales deseos son necesariamente viciosos. Pueden surgir involuntariamente en la

mente a la vista de ciertos objetos, pero mientras no produzcan acto voluntario, no son más virtuosos o viciosos

que el latido del pulso, excepto en casos donde los hemos indirectamente dispuesto a que existan, al

voluntariamente ponernos bajo las circunstancias de provocarlos. El hombre más perverso en la tierra puede

tener fuertes deseos por la santidad. ¿Habían pensado en eso? Puede claramente ver que la santidad es el único

medio indispensable de la felicidad, naturalmente la desea. Es de temerse que multitudes se están a sí mismos

engañando con la suposición de que un deseo por la santidad, como medio de la felicidad, sea religión. Muchos,

sin duda, se dan mucho crédito por los deseos que nunca resultaron por escoger correctamente. Sienten deseos

por cumplir su deber, pero no lo escogen, porque en suma aún tienen deseos más fuertes por no hacerlo. No

hay virtud en tales deseos. Para que una acción o deseo sea virtuoso a la vista de Dios, debe ser un acto de la

voluntad. La gente a menudo habla muy absurdamente de ese tema, como si sus deseos tuvieran algo bueno,

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mientras permanezcan en puros deseos. "Yo creo que deseo hacer tal y tal". Pero ¿lo hacen? "Oh no, pero

seguido siento un deseo por hacerlo". Esto es ateísmo práctico.

Cuales sean los deseos que una persona pueda tener si no son llevados a cabo hacia una elección y acción

existentes, no son virtuosos. Y ningún grado de deseo es en sí mismo virtuoso. Si esta idea pudiera hacerse

prominente, y plenamente afianzada en las mentes de los hombres, probablemente aniquilaría las esperanzas

de media iglesia que están viviendo de sus buenos deseos, mientras no hacen nada para Dios.

(6.) Se les debe hacer entender que nada que sea egoísta es religión. Cuales sean deseos que puedan tener, y

cuales sean las elecciones y acciones que pongan en marcha, si toda la razón de ellos es egoísta, no hay religión

en ellos. Un hombre puede mejor de una vez cometer pecado en orar o leer la Biblia, o ir a una reunión, como

en cualquier otra cosa, si su motivo es egoísta. Supongan que un hombre ora simplemente con una postura de

promover su propia felicidad. ¿Acaso es eso religión? ¿No es más que intentar hacer siervo al Dios

todopoderoso? No es nada más que intentar una gran especulación, y poner al universo, a Dios y demás, bajo

la contribución de hacerlo feliz. Es el grado sublime de iniquidad. Está muy lejos de ser piadoso. Es de hecho

iniquidad exagerada.

(7.) Nada es aceptable a Dios, como religión, a menos que sea realizado con sinceridad, para agradar a Dios.

Ninguna acción externa tiene nada bueno, o algo que Dios apruebe a menos que sea realizada desde los motivos

correctos y desde el corazón.

(b) Se les debe enseñar a los recién convertidos plena y positivamente que toda religión consiste en obedecer a

Dios desde el corazón. Toda religión consiste en acción voluntaria. Todo lo santo, todo lo amoroso a la vista de

Dios, todo lo que propiamente es llamado religión, consiste en acción voluntaria, en voluntariamente obedecer

la voluntad de Dios desde el corazón.

2. A los recién convertidos se les debe enseñar que el deber de la negación de uno mismo es uno de los rasgos

sobresalientes del evangelio. Deben entender que no son piadosos para nada si no están dispuestos a tomar su

cruz diariamente, y negarse a sí mismos, por Cristo. Hay muy poca negación de uno mismo en la iglesia, y la

razón es que el deber se ha perdido de vista en dar instrucción a los recién convertidos. Pocas veces se les dice

que la negación de sí mismo es el rasgo sobresaliente del cristianismo. Al pedir por objetos benevolentes, cuán

seguido encontrarán que los ministros y agentes ni siquiera piden a los cristianos negarse a sí mismos por causa

de promover el objeto. Sólo les piden dar lo que a ellos les sobra; en otras palabras, le ofrecen al Señor aquello

que no les cuesta. ¡Qué abominación! Sólo piden el sobrante, lo que no quieren, lo que pueden dar o no darlo.

No hay religión en esa clase de dar. Un hombre puede dar para un objeto benevolente mil dólares y no puede

haber religión en eso si puede darlo o no darlo, y no hay negación de sí mismo en eso. Jesucristo ejercitó la

negación de sí mismo para salvar a los pecadores. También Dios Padre ejerció la negación de sí mismo al dar a

su hijo para morir por nosotros, en dispensarnos y llevar nuestra perversidad. El Espíritu Santo ejerce negación

de sí mismo al condescender para esforzarse con tales seres profanos para llevarlos a Dios. Los ángeles ejercen

la negación de sí mismos en cuidar al mundo. Los apóstoles plantaron la religión cristiana entre las naciones por

el ejercicio de la negación de uno mismo. Y ¿vamos a pensar en ser religiosos sin ninguna negación de uno

mismo? ¿Nos vamos a llamar cristianos, seguidores de Cristo, templos del Espíritu Santo, de tener comunión

con los apóstoles, cuando nunca nos hemos privado nosotros mismos de cualquier cosa que promueva nuestro

disfrute personal por causa de promover el reino de Cristo? A los recién convertidos se les debe hacer ver que

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a menos que estén dispuestos a rendirse a Dios y listos para sacrificar su vida, y todo lo demás por Cristo, no

tienen el espíritu de Cristo y no son de él.

3. Se les debe enseñar lo que es santificación. "¡Qué!", dirán, "¿acaso no todos que son cristianos saben lo que

es santificación?" No, muchos no saben. Multitudes estarían perdidas al decirles inteligiblemente qué es

santificación, como sería decirles lo que es religión. Si la pregunta fuese hecha a cada profesante de religión en

esta ciudad, ¿qué es santificación?, dudo si uno en diez diera una respuesta correcta. Cometerían un error así

como lo hacen cuando se disponen a decir lo que es religión, y hablan de ella como algo inactivo en el alma, algo

que es puesto dentro, y yace ahí, algo que puede ser practicado o no, y aún estar en ellos. Entonces, hablan de

santificación como si fuera algo como quitar una profanación, o purgar una impureza física. O hablarán de ella

como si las facultades fuesen impregnadas de pecado, y la santificación estuviera quitando las manchas. Ésta es

la razón por la que orarán por santificación y practicarán el pecado, evidentemente suponiendo que la

santificación no es algo que precede a la obediencia, algún cambio en la naturaleza o constitución del alma, pero

la santificación es obediencia, y como algo progresivo, consiste en obedecer a Dios más perfecta y

perpetuamente.

4. A los recién convertidos se les debe enseñar para que entiendan qué es perseverancia. Es asombroso cómo

la gente habla de la perseverancia. Como si la doctrina de la perseverancia fuera "una vez en gracia, siempre en

gracia", o "una vez convertido, seguro se va al cielo". Ésta no es la idea de perseverancia. La idea verdadera es

si un hombre se convierte realmente, CONTINUARÁ OBEDECIENDO A DIOS. Y como consecuencia, seguramente

se irá al cielo, pero si una persona tiene la idea de que porque se convirtió, por tanto con seguridad se irá al

cielo, ese hombre casi seguro se irá al infierno.

5. A los recién convertidos se les debe enseñar a ser religiosos en todo. Deben tener por objetivo ser religiosos

en cada departamento de la vida en todo lo que hagan. Si no tienen eso en la mira, deben entender que no

tienen religión para nada. Si no intentan y tienen en la mira guardar todos los mandamientos de Dios, ¿qué

pretensión pueden hacer para la piedad? "Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se

hace culpable de todos". Justamente es sujeto a todo el castigo. Si desobedece a Dios habitualmente en un

punto en particular, de hecho no lo obedece en ningún punto. La obediencia a Dios consiste en un estado del

corazón. Es estar dispuesto a obedecer a Dios, dispuesto a que Dios gobierne en toda las cosas, pero si un

hombre habitualmente desobedece en cualquier punto, está en un estado de la mente que indica nada de

obediencia posible. Es absurdo decir que en algunas cosas un hombre obedece a Dios, de respeto a su autoridad,

y que en otras cosas rehúsa obedecer. El hecho es que la obediencia a Dios consiste en un estado obediente de

corazón, una preferencia de la autoridad y mandamientos de Dios a todo lo demás. Si, por tanto, un individuo

parece obedecer en algunas cosas, y sin embargo perseverantemente y a sabiendas desobedece a Dios en

cualquier otra cosa, está engañado. Ofende en un punto, y eso prueba que es culpable de todos; en otras

palabras, no obedece para nada desde su corazón. Un hombre puede orar parte del tiempo y no tener religión;

si no guarda los mandamientos de Dios, su misma oración es detestable para Dios. "El que aparta su oído para

no oír la ley, su oración también es abominable". ¿Oyeron eso? Si un hombre rehúsa obedecer la ley de Dios, si

rehúsa cumplir algún deber, no puede orar, no tiene religión, sus mismas devociones son detestables.

6. Los recién convertidos, por instrucciones apropiadas, son fácilmente llevados a abstenerse de todo. Sin

embargo, éste es un tema descuidado grandemente concerniente a los recién convertidos, y casi perdido de

vista en las iglesias. Hay una vasta cantidad de intemperancia en las iglesias. No quiero decir solamente

intemperancia de bebidas alcohólicas, sino intemperancia en comer y vivir en general. Hay de hecho muy poca

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conciencia al respecto en las iglesias. Y por lo tanto, el progreso de la reforma en cuestión es muy lento.

Solamente una conciencia iluminada puede llevar adelante una reforma permanente. Hace diez años, la mayoría

de los ministros usaban bebidas alcohólicas, y las tenían en sus casas para recibir a sus amigos y ministrar a sus

hermanos. Y hacía lo mismo la mayoría de los miembros de la iglesia. Ahora hay pocos de ambos, que no sean

de hecho borrachos que lo hagan, pero aún hay muchos que lo consienten sin escrúpulo en el uso del vino. Hay

algunos ministros, y muchos profesantes, que toman vino que tiene tanto alcohol como el brandy y agua. Esto

es intemperancia. Masticar y fumar tabaco son actos de intemperancia. Si usan esos estimulantes cuando no

hay necesidad es solamente intemperancia. Es ser intemperante en todas las cosas. Hasta que los cristianos

tengan conciencia de ese tema, y se les haga sentir que no tienen derecho a ser intemperantes, progresarán

muy poco en la religión. Es bien sabido, o debería ser, que en el TÉ Y CAFÉ NO HAY NUTRIENTE EN ELLOS. Son

solamente estimulantes. Se van al sistema sin ser digeridos. El azúcar y la leche que le ponen alimentan. Y lo

serían también si los mezclan con ron y hacen un ponche de leche, pero el té y café no alimentan. Y sin embargo,

me atrevo a decir que la mayoría de las familias en esta ciudad gastan más en té y café que en salvar al mundo

del infierno. Probablemente esto sea cierto con respecto a todas las iglesias. Incluso agentes de sociedades

benevolentes se atreverían a ir a las iglesias para pedir fondos para apoyar a misioneros y otras instituciones, y

sin embargo usan el té, café y, en algunos casos, tabaco. ¡Qué raro! Hay ahora en esta ciudad un agente

empleado para solicitar fondos que usa éstos peor que estimulantes. Y peor aún es un ministro del evangelio.

Sin duda, muchos están dando cinco veces tanto como para pura intemperancia como dan para cada esfuerzo

para salvar al mundo. Si la iglesia pudiera saber cuánto se gasta por esos venenos, y nada más, quedaría

asombrada. Siéntense y hablen con muchas personas, y mantendrán tenazmente que no pueden seguir sin esos

estimulantes, esos venenos, y que no los pueden dejar--no, no para rescatar al mundo de condenación eterna.

Y muy seguido se enojarán si discuten con ellos al respecto, tan pronto como la discusión empieza a afligir sus

conciencias. Oh, cuánto tardará la iglesia en mostrar su rostro hipócrita en el concierto mensual, y pedirá a Dios

salvar al mundo, mientras está desperdiciando cinco veces más en pura intemperancia, que dar para salvar al

mundo. Algunos de ustedes pueden pensar en esto como cosas pequeñas, y que está muy por debajo de la

dignidad del púlpito hablar contra el té y café, pero es un gran error de su parte, si piensan que son cosas

pequeñas, cuando ellos hacen odiosa a la iglesia ante la vista de Dios al exponer su hipocresía y concupiscencias.

He ahí a un individuo que finge que se ha rendido a sí mismo para servir a Jesucristo, y sin embargo rehúsa

negarse a sí mismo en cualquier concupiscencia querida, y luego va y ora: "Oh, Señor, salva al mundo; oh Señor,

venga tu reino". Les digo que es hipocresía. ¿Se oirán esas oraciones? A menos que los hombres estén dispuestos

a negarse a sí mismos, no daría ni un centavo por las oraciones de tantos profesantes así como cubriría todo

Estados Unidos.

Estas cosas se deben enseñar a los recién convertidos. Tiene que llegar a ese punto en la iglesia, que los hombres

no serán llamados cristianos a menos que se corten su mano derecha y se saquen el ojo derecho, y se nieguen

a sí mismos por la causa de Cristo, ¿Una cosa pequeña? ¿Ven que envenena el espíritu del púlpito? ¡Ven que

denigra y hace sensual el alma! ¿Acaso es una bagatela debajo de la dignidad del púlpito? Cuando estas

indulgencias intemperantes de un tipo u otro, le cuesta a la iglesia cinco veces, si no cincuenta veces, más que

todo lo que hacen para la salvación de mundo.

Un aproximado se ha hecho recientemente mostrando que Estados Unidos consume siete millones de dólares

en café anualmente; y quién no sabe que una gran parte de eso es consumida por la iglesia. Y sin embargo,

ministros serios y miembros de las iglesias cristianas no se avergüenzan ser vistos dando apoyo a ese despilfarro,

mientras al mismo tiempo los pobres paganos están enviando a cada viento del cielo su agonizante gemido por

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ayuda. El cielo llama desde arriba "id y predicar el evangelio a toda criatura". El infierno desde abajo gime, y

diez mil voces claman desde el cielo, tierra e infierno: "¡Hagan algo para salvar al mundo!" "¡Háganlo ahora!"

AHORA, o millones más estarán en el infierno por su descuido. Y ah, no lo anuncien en Gat, la iglesia, el ministro,

no negarán siquiera sus concupiscencias para salvar al mundo. ¿Acaso es esto cristianismo? ¿Qué negocio tienen

para usar el dinero de Cristo para ese propósito? ¿Son mayordomos? ¿Quién les dio esa libertad? Véanlo, a

menos que se deba encontrar que por fin han preferido la gratificación de uno mismo a la obediencia, y hecho

de su estómago un Dios".

El tiempo de enseñar esas cosas con efecto es cuando son recién convertidos. Si no se les enseña

apropiadamente, si obtienen un hábito equivocado, y empiezan con un modo fácil de vivir de indulgencia de sí

mismos, es raro que sean reformados exhaustivamente. He hablado con profesantes de tiempo de religión sobre

esos temas, y me he sorprendido de su obstinación pertinaz en gratificar esos apetitos. Y quedo satisfecho que

la iglesia nunca sale de esa pereza hasta que a los recién convertidos se les enseña fielmente el inicio de su

caminar religioso para ser temperantes en todas las cosas.

7. Deben ser enseñados a tener tanta religión en todos sus asuntos como tienen en oración o ir a reuniones.

Deben ser santos, observantes, apuntar solamente a la gloria de Dios, ser tan sinceros y solemnes en todos sus

empleos diarios, como cuando van al trono de gracia. Si no lo son, sus actividades dominicales serán una

abominación.

8. Se les debe enseñar que es necesario que ellos sean tan santos como piensan que sus ministros deben ser.

Por mucho tiempo ha habido la idea que los ministros están obligados a ser santos y practicar la negación de sí

mismos. Y sí lo deben estar, pero es extraño que se suponga que los ministros están obligados a ser más santos

que la otra gente. Se perturbarían al ver a un ministro que muestre ligereza, o que vaya en pos de modas, o

pierda los estribos, o viva en una buena casa, o ande en una carroza. Oh, eso es terrible. No se ve bien en un

ministro. ¡Efectivamente! Que la esposa de un ministro se ponga un sombrero fino o un chal de seda. Oh, no.

Pero no lo ven mal en un laico o la esposa de un laico. Eso no ofende en nada. No estoy diciendo que esas cosas

se vean bien en un ministro. Sé que no, pero a los ojos de Dios es lo mismo de un ministro como de un laico. No

tienen más derecho de darse el gusto en vanidad, tonterías y orgullo que un ministro. ¿Acaso pueden irse al

cielo sin estar santificados? ¿Pueden ser santos sin vivir para Dios y hacer todo para su gloria? He escuchado

profesamente a buenos hombres hablar en contra de ministros que tienen sueldos altos y viven en un estilo

costoso, cuando ellos mismos gastan más dinero para el sostenimiento de sus familias que cualquier ministro.

¿Qué pensarían de un ministro que vive en el estilo en el que muchos profesantes de religión y ancianos de

iglesias están viviendo en esta ciudad? Pues todos dirían que son hipócritas, pero es tanta evidencia de

hipocresía en un laico que gasta el dinero de Dios para gratificar sus deleites, o para agradar al mundo, o su

familia, como un ministro que hace lo mismo. Es alarmante oír de nuestros principales laicos hablar de ser

deshonroso para la religión dar a los ministros un sueldo elevado y dejarlos vivir en un estilo costoso, cuando es

de hecho que sus propios gastos son así por el número de sus familias y la compañía que tienen, muy por encima

de aquellos del ministro. Todo esto surge de las nociones equivocadas absorbidas mientras son recién

convertidos. Se les ha enseñado a los recién convertidos a esperar que los ministros tengan toda la religión,

especialmente de la negación de uno mismo, y en tanto eso continúe no puede haber esperanza que la iglesia

haga mucho para la gloria de Dios, o la conversión del mundo. No hay nada de eso en la Biblia. ¿Dónde ha dicho

Dios: "ustedes, ministros amen a Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza, o "ustedes, ministros, hagan

todo para la gloria de Dios"? Esto es dicho para todos por igual, y el que intente excusarse de cualquier deber o

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negación de sí mismo, de cualquier observancia o sobriedad, al desalentar a ministros o aventurarse a ajustar

la balanza más abajo de una vida santa para sí mismo del que piensa que es apropiado para un ministro, está en

gran peligro de probar ser un hipócrita, y pagar el castigo de su necedad en el infierno.

Mucho depende de las instrucciones dadas a los recién convertidos. Si obtienen el hábito de suponer que

pueden satisfacerse en cosas que condenarían en un ministro, es diez a uno si pueden salir de eso.

9. Deben apuntar a ser perfectos. Cada recién convertido debe ser enseñado que si no es su propósito vivir sin

pecado, no ha empezado a ser religioso. La religión no es más que un amor supremo a Dios y un propósito

supremo de corazón o disposición para obedecer a Dios. Si no es eso, no hay religión en lo absoluto. Una cosa

es profesar ser perfecto, y otra cosa es profesar y sentir que deben ser perfectos. Una cosa es decir que los

hombres deben ser perfectos, y pueden serlo si están dispuestos, y otra cosa es decir que son perfectos. Si

alguno está preparado para decir que es perfecto, todo lo que tengo que decir es que lo pruebe. Si lo es, espero

que lo muestre por sus acciones, de otro modo nunca podremos creer que es perfecto.

Pero el deber de todos es ser perfectos y tener el propósito de obediencia entera y universal a Dios. Debe ser

su propósito constante para vivir completamente a Dios y obedecer todos sus mandamientos. Deben vivir para

que si pecan, sea una inconsistencia, una excepción, un caso individual, en el que se actúa contrariamente al

propósito y tendencia fijos y universales de sus vidas. No deben pecar en lo absoluto; están obligados a ser tan

santos como Dios es, y los recién convertidos deben ser enseñados a empezar en el rumbo correcto, o nunca

serán rectos.

10. Se les debe enseñar a exhibir su luz.

Si el recién convertido no exhibe su luz, y la retiene del mundo, se irá. Si no se anima a sí mismo, sale y trata de

iluminar a aquellos a su alrededor, su luz se irá, y su propia alma pronto estará en oscuridad. A veces los recién

convertidos parecen dispuestos a estar quietos y no hacer nada en público hasta que tienen bastante luz, o

mucha religión. Pero esto no es el camino. Dejen que el convertido use lo que tiene; dejen que pequeño destello

brille clara y honestamente, y entonces Dios derramará el aceite y hará de él una antorcha refulgente, pero Dios

no se tomará la molestia de mantener una luz ardiendo que se esconde. ¿Por qué debería? ¿Cuál es el uso?

Ésa es la razón por la cual tanta gente disfruta muy poco la religión. No ejercen ningún honor a Dios. Se guardan

lo que poco disfrutan tan enteramente para ellos mismos que no hay ninguna razón para que Dios otorgue

bendiciones y beneficios a ellos.

11. Se les debe enseñar a cómo ganar almas para Cristo. A los recién convertidos se les debe enseñar

particularmente qué hacer para eso, y cómo hacerlo, y entonces enseñarles a vivir para ese fin como el objetivo

conductor de vida. Cuán extraño ha sido a veces el curso a seguir. Estas personas han sido convertidas y ahí

están. Se meten a la iglesia y son dejadas a que hagan sus cosas como lo hacían antes; no hacen nada, y se les

enseña a que no hagan nada para Cristo, y el único cambio es que van más regularmente a la iglesia el domingo,

y que el ministro los alimente, como le llaman; supongamos que los alimenta, no crecerán fuertes, no pueden

digerir, porque no hacen ejercicio. Se vuelven dispépticos. Ahora el gran objeto por el que los cristianos son

convertidos, y dejados en este mundo, es para sacar a los pecadores del fuego. Si no efectúan eso, mejor que

estén muertos. Y a los recién convertidos se les debe enseñar eso tan pronto como nacen en el reino. Lo primero

que deben hacer es irse a trabajar para ese fin, para salvar a pecadores.

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II. VOY A MOSTRAR CÓMO DEBEN SER TRATADOS LOS RECIÉN CONVERTIDOS POR LA IGLESIA.

1. Los profesantes de tiempo deben ser capaces de dar a los recién convertidos mucha instrucción, y deben

dársela. La verdad es, sin embargo, que la mayoría del cuerpo de los profesantes en las iglesias no sabe cómo

dar buena instrucción a los recién convertidos, y si intentan darles instrucción, sólo dan aquello que es falso. La

iglesia debe ser capaz de enseñar a sus hijos, y cuando los recibe, debe estar tan ocupada en entrenarlos a

actuar, como las madres están para enseñar a sus hijitos tales cosas como necesitan saber y hacer de ahí

adelante. Pero esto está muy lejos de ser el caso generalmente. Y nunca podemos esperar ver a recién

convertidos habitualmente asirse correctamente del deber e ir rectamente sin declinación o alejamiento hasta

que sean inteligentemente entrenados por la iglesia.

2. A los recién convertidos no se les debe dejar atrás del resto de la iglesia. Cuán seguido se encuentra que el

profesante de tiempo retendrá a los recién convertidos del resto de la iglesia y los prevendrá de tomar cualquier

parte activa en la religión por temor a que se vuelvan espiritualmente orgullosos. Los recién convertidos en tales

iglesias son rara vez, o nunca, llamados a tomar parte en reuniones, o son puestos en cualquier deber activo, o

similar, por temor a que se levanten con orgullo espiritual. De ese modo, la iglesia se vuelve el guardián modesto

de su humildad, y les enseña a marchar formados detrás de los miembros y ancianos fríos, secos y tiesos por

temor a que si se les permite hacer cualquier cosa para Cristo, los hará orgullosos. Mientras, la forma de hacer

humildes a los recién convertidos y mantenerlos así es ponerlos en su obra y mantenerlos ahí. Ésa es la forma

de mantener a Dios con ellos, y siempre y cuando Dios esté con ellos, se hará cargo de su humildad.

Manténganlos constantemente ocupados en la religión, y entonces el Espíritu de Dios morará con ellos, y

entonces se mantendrán humildes por el proceso más eficaz, pero si los recién convertidos son dejados atrás

de los profesantes de tiempo, donde nunca pueden hacer nada, nunca sabrán de qué espíritu son, y ésa es la

forma para que se topen con el peligro de la peor de las especies de orgullo espiritual.

3. Deben ser cuidados por la iglesia, y prevenidos de los peligros así como una madre cariñosa cuida a sus hijos.

Los recién convertidos no saben nada de los peligros de los que están rodeados. Los artificios del diablo, las

tentaciones del mundo, el poder de sus propias pasiones y hábitos, y las miles de formas de peligro que no

conocen; y si no son cuidados y prevenidos, correrán directo al peligro. Vean a esa madre que cuida a su hijito.

¿Acaso deja que ponga su pequeña mano en la vela, o le permita andar donde se caiga, porque su ceguera e

ignorancia no lo previene de desear hacerlo? La iglesia debe cuidar y hacerse cargo de sus recién convertidos,

así como la madre cuida a sus hijitos en esta gran ciudad por temor a que los carros los atropellen, o se puedan

perder, o en tanto los ven mientras crecen por temor que puedan ser atraídos hacia los torbellinos de iniquidad.

La iglesia debe cuidar todos los intereses de sus miembros nuevos, saber dónde están, cuáles son sus hábitos,

tentaciones, peligros, privilegios, estado de religión en sus corazones, espíritu de oración. Vean a esa madre

ansiosa cuando ve la palidez en el pequeño rostro de su hijo. "¿Qué te sucede, hijo? ¿Comiste algo malo? ¿Te

has resfriado? ¿Qué te duele?" Oh, qué distinto es con los hijos de la iglesia, los corderos que el Salvador se ha

comprometido para cuidar a sus iglesias. ¡Ay! En vez de contener a sus hijos, y hacerse cargo de ellos, la iglesia

los deja ir donde sea, y que vean por ellos mismos. ¿Qué dirían de una madre que sabiendo deja a su hijo

tambalearse a lo largo del borde de un precipicio? ¿Acaso no le dirían que es terriblemente culpable de hacerlo,

y que si se cae el niño y se mata, su sangre es sobre la cabeza de la madre? ¿Qué, entonces, es la culpa de la

iglesia por concienzudamente descuidar a sus recién convertidos? He sabido de iglesias donde los recién

convertidos fueron primero totalmente descuidados y considerados con sospecha y celo; nadie se acercó a ellos

para fortalecerlos, o animarlos, o aconsejarlos; nada se hizo para dirigirlos a la utilidad, para enseñarles qué

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hacer, o cómo hacerlo, o abrir para ellos un campo de labor. Y luego ¿qué entonces? Pues, cuando encuentran

que los recién convertidos no pueden soportar todo, y los encuentran poniéndose fríos y yendo hacia atrás bajo

el propio tratamiento de ellos, sólo se dan la vuelta y abusan de ellos porque no persistieron.

4. Sean tiernos al llamarles la atención. Cuando los cristianos encuentran necesario llamarle la atención a los

recién convertidos, deben ser muy cuidadosos en la manera de hacerlo. Los miembros mayores de la iglesia

deben cuidar fielmente a los recién convertidos, y cuando empiecen a perder terreno, o hacerse a un lado,

deben ser prontamente amonestados, y si es necesario, reprendidos. Pero hacerlo de una manera equivocada

es peor que no hacerlo. A veces se hace de una manera abrupta, dura, áspera, y aparentemente censuradora,

más como regaño que una amonestación fraternal. Tal modo, en vez de inspirar confianza, o llevar a un cambio,

sólo es para endurecer el corazón del recién convertido, y confirmarlo en sus cursos equivocados, mientras al

mismo tiempo cierra su mente contra la influencia de tales custodios censuradores. El corazón de un recién

convertido es tierno, y fácilmente lastimado, y a veces una mirada poco amable lo pondrá en un estado mental

que se aferrará a sus errores y lo harán crecer cada vez peor.

Ustedes que son padres saben cuán importante es cuando reprenden a sus hijos, que deben ver que lo hacen

por los mejores motivos, para su beneficio, porque les desean que sean buenos, y no porque están enojados.

De otra forma pronto los considerarán un tirano, en vez de un amigo. Lo mismo con los recién convertidos. La

amabilidad y ternura, incluso en la llamada de atención, ganarán su confianza, y se adherirán a ustedes, y dará

una influencia a sus instrucciones y consejos fraternales para que los moldeen en cristianos completos. En vez

de eso, si ustedes son severos y críticos en su manera, eso es la forma para hacerlos pensar que se quieren

enseñorear de ellos. Muchas personas, bajo la pretensión de ser fieles, como le llaman, a menudo lastiman a

recién convertidos de una manera severa y dominante como para alejarlos, o quizá los aplasten para

desalentarlos y volverlos apáticos. Los recién convertidos tienen poca experiencia y se caen fácilmente. Son

como un niñito cuando empieza a caminar. Lo ven tambaleándose y se tropieza con una paja. Vean a la madre

recoger todo del piso, cuando su pequeño va a intentar caminar. Lo mismo con los recién convertidos. La iglesia

debe levantar toda piedra de tropiezo y tratarlos de tal manera para hacerles ver que si se les reprende, Cristo

está ahí en la reprensión, y entonces la recibirán como se intentaba y les hará bien.

5. Amablemente indiquen las cosas que son defectuosas en el recién convertido que no ve. Es sólo un niño, y

sabe poco de religión, y desde luego tendrá muchas cosas qué aprender, y muchas cosas que debe enmendar.

Lo que sea que esté mal en espíritu, o desagradable en su comportamiento, o grosero en su manera, que impida

su utilidad o perjudique su influencia como cristiano, deben amablemente señalar y corregir. Hacer eso de una

manera correcta, sin embargo, requiere de gran sabiduría. Los cristianos deben hacer de eso un asunto de

mucha oración y reflexión, y pueden hacerlo bien, para no hacer más daño que bien. Si lo reprenden meramente

por las cosas que no vio, o no sabía que eran impropias, le lastimarán y les desagradará. Una instrucción así

debe ser cuidadosamente oportuna. Con frecuencia es bueno tomar la oportunidad luego de que han orado

juntos, o luego de una conversación amable de temas religiosos, calculados para hacerle sentir que lo aman,

que buscan su bienestar, y seriamente desean promover su santificación, utilidad y felicidad. Entonces, una

simple insinuación a menudo funcionará. Sólo sugieran que "tal cosa en tu oración", o "tu conducta tal y tal no

me pareció agradable. Mejor no pienses así, y quizá juzgues mejor para evitar lo mismo otra vez". Háganlo bien,

y le ayudará y le hará bien. Háganlo mal y le harán diez veces más daño que bien. Con frecuencia fallarán ellos,

por ignorancia; su juicio no está maduro, y necesitan tiempo para pensar y hacer un juicio iluminado en el punto

que al principio parecía dudoso para ellos. En tales casos la iglesia debe tratarlos con gran amabilidad y

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paciencia. Deben amablemente instruirlos y no acusarlos de inmediato por no ver, en un principio, lo que quizá

no entendieron por años después de convertirse.

6. No hablen de las fallas de los recién convertidos a sus espaldas. Esto es muy común de los profesantes de

tiempo, y de vez en cuando oyen eso; y vaya influencia que debe tener para destruir la confianza de los recién

convertidos en sus hermanos mayores, lastimar sus corazones y desanimarlos, y quizá alejarlos de la buena

influencia de la iglesia.

III. VOY A MENCIONAR ALGUNOS MALES DE INSTRUCCIÓN DEFECTUOSA A LOS RECIÉN CONVERTIDOS.

1. Si no son plenamente instruidos, nunca estarán plenamente cimentados en los principios correctos. Si tienen

los principios fundamentales correctos, esto los llevará a adoptar el curso correcto de conducta en todos los

casos particulares. Al formar un carácter cristiano, mucho depende de establecer aquellos principios

fundamentales que sean correctos en todos los temas. Si toman su Biblia, verán ahí que Dios enseña los

principios correctos que se pueden realizar con detalle en la conducta correcta. Si la educación de los recién

convertidos es defectuosa, sea en tipo o grado, la verán en su carácter todas sus vidas. Esto es un resultado

filosófico, sólo lo que pueda esperarse, y tiene que ser siempre así. Puede mostrarse, si tuviera tiempo, que casi

todos los errores prácticos que han prevalecido en la iglesia son resultados naturales de ciertos dogmas falsos,

que se han enseñado a recién convertidos, y que se han hecho para digerirse como la verdad de Dios en un

tiempo cuando eran muy ignorantes como para no saber más.

2. Si la instrucción dada a los recién convertidos no es correcta y plena, no crecerán en gracia, sino su religión

menguará y decaerá. Su curso en vez de ser como la senda del justo, volviéndose más brillosa hasta el día

perfecto, se debilitará más y más, y decaerá y finalmente quizá se oscurezca. Donde vean recién convertidos

dejen que su religión se haga estrecha hasta que sea nada, puedan entender que es el resultado apropiado de

instrucción defectuosa. El resultado filosófico de enseñar a recién convertidos la verdad, y toda la verdad, es

que crezcan cada vez más fuertes. La verdad es el alimento para la mente &endash;es lo que da fortaleza a la

mente. Y donde el carácter religioso mengua, se depende de él, en casos de nueve a diez se debe a descuido, o

ser falsamente instruido, cuando se era recién convertido.

3. Serán dejados justamente en duda si son cristianos. Si su instrucción temprana es falsa, o defectuosa, habrá

tanta inconsistencia en sus vidas, y tan poca evidencia real de piedad, que ellos mismos finalmente dudarán si

tienen alguna. Probablemente vivirán y morirán en duda. No pueden ustedes hacer que poca evidencia vaya

por un gran trecho. Si no ven ellos claramente, no vivirán consistentemente. Si no viven consistentemente,

tendrán sólo poca evidencia, y si no tienen evidencia, tienen que dudar, o vivir en suposición.

4. Si los recién convertidos son correctamente instruidos y entrenados, generalmente se verá que tomarán el

lado correcto sobre los grandes temas que han llegado ante la iglesia. Los temas continuamente están surgiendo

ante las iglesias, sobre el cual tienen que tomar una posición, y en muchos de ellos no hay con frecuencia nada

de dificultad para hacer que la iglesia tome la posición correcta. Tómese el tema de panfletos o misiones, o

escuelas dominicales, o temperancia, por ejemplo, y qué peros, objeciones, resistencias y oposición se han

encontrado de miembros de la iglesia en distintos lugares. Vayan por las iglesias, y donde encuentren a recién

convertidos que se les ha enseñado bien, nunca los encontrarán causando dificultad, o poniendo objeciones o

peros. No titubeo en achacarlo a pastores o miembros de tiempo de iglesias que hay tantos que tienen que ser

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arrastrados hacia la posición correcta en todos esos temas. Es curioso ver, y he tenido oportunidad de ver, cómo

los recién convertidos están listos para tomar la posición correcta en cualquier tema que se pueda proponer.

Vean a lo que están dispuestos a hacer por la educación de los ministros, las misiones, la reforma moral, los

esclavos. Si el gran cuerpo de recién convertidos de avivamientos tardíos hubiese estado bien fundamentado

en los principios del evangelio, hubieran encontrado en ellos, por toda la iglesia, sólo un corazón, un alma, en

cuanto a cada cuestión del deber que ocurriera. Que la educación temprana sea la correcta, y tendrán un cuerpo

de cristianos del que pueden depender. Si hubiese sido general en la iglesia, oh, cuánta mucha más fuerza

hubiera tenido en todos los grandes movimientos para la salvación del mundo.

5. Si los recién convertidos no están bien instruidos, inevitablemente se descarriarán. Si su instrucción es

defectuosa, probablemente vivirán de una forma tal que deshonrará la religión. La verdad, mantenida

constantemente ante la mente de un recién convertido, en proporciones apropiadas, tiene una tendencia

natural de hacerle crecer hacia la plenitud de la estatura del varón perfecto en Cristo Jesús. Si cualquier punto

se hace demasiado prominente en la instrucción dada, probablemente será sola esa desproporción en su

carácter. Si es plenamente instruido en algunos puntos y no en otros, encontrarán un defecto correspondiente

en su vida y carácter.

Si la instrucción de recién convertidos es grandemente defectuosa, perseverarán en religión no más de lo que

ellos mismos sean fuertemente impulsados por las emociones de su primera conversión. Tan pronto eso se

desgaste, llegarán a un punto, y luego declinarán y se descarriarán. Y siempre luego encontrarán que ellos irán

hacia adelante sólo cuando son animados por algún entusiasmo poderoso. Esos son sus cristianos de periodos,

que están tan aptos para despertar en un tiempo de avivamiento, y fanfarronear como si tuvieran el fervor de

un ángel, unos pocos días, y luego se desvanecen tan muertos y fríos como un viento del norte. Oh cuán deseoso,

cuán importante es que a los recién convertidos se les deba enseñar que su religión no depende de impulsos y

entusiasmos, sino de ir hacia adelante consistentemente en el caminar cristiano, avanzando de fortaleza en

fortaleza, dando una luz clara, segura y constante por todos lados.

OBSERVACIONES.

1. La iglesia es ciertamente culpable por su descuido pasado en cuanto a la instrucción de recién convertidos.

En vez de criar a sus recién convertidos para ser cristianos trabajadores, las iglesias han generalmente actuado

como si ellas no supieran cómo emplear a recién convertidos, o qué uso tener de ellos. Han actuado como una

madre que tiene una gran familia de hijas y no sabe nada cómo ponerlas a trabajar, y así crecen ociosas y sin

enseñanza, inútiles y menospreciadas, y son presa fácil de algún villano maquinador.

Si la iglesia hubiera cumplido su deber de entrenar a los recién convertidos para la obra, y trabajar para Cristo,

el mundo se hubiera convertido desde hace mucho, pero en vez de eso, cuántas iglesias incluso se oponen a los

recién convertidos cuando intentan ponerse a trabajar para Cristo. Multitudes de profesantes de tiempo ven

con sospecha cada movimiento de los recién convertidos y hablan contra ellos y dicen: "Son muy pretenciosos,

no deben ir tan adelante, sino esperar a aquellos que tienen más tiempo". Y hay de nuevo espera. En vez de

ofrecer a los recién convertidos "la velocidad de Dios", y animarlos cuando se disponen con corazón cálido y

manos fuertes, muy a menudo los obstruyen y quizá menosprecian. Cuán a menudo han sido detenidos los

recién convertidos de ir hacia adelante, y se han vuelto para estar detrás de una iglesia formal, floja e ineficiente

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hasta que el espíritu de ellos es aplastado, y su fervor extinguido, y después de luchas ineficaces para echar las

cuerdas, terminan sentándose con el resto y ESPERAN. En muchos lugares, los recién convertidos no pueden ni

siquiera intentar tener una reunión de oración por ellos mismos, sino que el pastor, o algunos de los diáconos,

los reprende por ser muy pretenciosos, y los culpan de orgullo espiritual. "¡Oh!, ¡oh! ¿Son recién convertidos,

verdad? Entonces quieren reunirse y llamar a todos sus vecinos para que los vean porque son recién

convertidos". De una vez sean predicadores. Un célebre doctor en divinidad en Nueva Inglaterra se alardeó ante

la mesa pública de su éxito por mantener quietos a todos sus recién convertidos. Tenía gran dificultad, decía él,

porque tenían una fiebre terrible de hacer algo, de hablar, orar, levantarse en las reuniones, pero por la gran

vigilancia mantuvo todo apagado, y ahora la iglesia es tan quieta como antes del avivamiento. ¡Qué logro

maravilloso para un ministro de Jesucristo! ¿Acaso eso era lo que el bendito Salvador le quiso decir a Pedro

"apacienta mis corderos"?

2. A los recién convertidos se les debe entrenar para trabajar, tan cuidadosamente como son los reclutas en un

ejército entrenados para la guerra.

Supongan a un capitán en el ejército que logra que su compañía se enliste, y entonces no se toma más molestias

para enseñar, entrenar y disciplinarlos, de las que toman los pastores para entrenar y guiar a los recién

convertidos hacia adelante. Pues, el enemigo se reiría de un ejército así. ¡Llámenles soldados! Pues, como para

cualquier servicio efectivo, están en un mero estado de infancia, no saben nada de qué hacer o cómo hacerlo,

y si los llevan al ATAQUE, ¿dónde están? Un ejército así se parecerá a la iglesia que no entrena a sus recién

convertidos. En vez de ser entrenada para estar hombro a hombro desde el comienzo, no siente seguridad

práctica en sus dirigentes, ninguna seguridad en sus semejantes, ninguna seguridad en ella misma, y se dispersa

en el primer choque de batalla. Vean ahora a la iglesia. Los ministros no acuerdan en cuanto a qué debe hacerse,

y muchos de ellos se vuelven y pelean contra los hermanos, discutiendo sobre las Nuevas Medidas, o el Acto y

Testimonio, o algo así. Y en cuanto a los miembros, no pueden sentir confianza cuando ven a sus líderes tan

divididos. Y entonces si intentan hacer algo --¡Ay!, ¡ay! ¡Qué ignorancia! ¡Qué torpeza! ¡Qué discordia! ¡Qué

obra miserable hacen de eso! Y entonces, tiene que continuar, hasta que la iglesia entrene a los recién

convertidos para ser cristianos trabajadores, inteligentes, de un solo corazón y de negarse a sí mismos. He aquí

un proyecto que está sucediendo en esta ciudad, que me gozo de ver. Quiero decir el proyecto de panfletos--

una obra bendita. Y el plan es entrenar a un cuerpo dedicado de cristianos a hacer --¿qué?--, pues a hacer todo

lo que la iglesia debió ser entrenada a hacer desde hace mucho, para saber cómo orar, y cómo conversar con la

gente sobre la salvación de su alma, cómo asistir a reuniones ansiosas, y cómo tratar con los inquisitivos, y cómo

SALVAR ALMAS.

3. La iglesia se ha equivocado enteramente en qué se va a santificar

El experimento ha seguido bastante tiempo de tratar de santificar la iglesia sin encontrar nada para ellos que

hagan, pero la santidad consiste en obedecer a Dios. Y la santificación como proceso significa obedecerle más y

más perfectamente. Y la forma de promoverla en la iglesia es darle a cada uno algo qué hacer. Vean a esas

grandes iglesias donde tienen 500 o 700 miembros, y tienen a un ministro que las alimenta de domingo a

domingo, mientras hay muchos de ellos juntos que la gran parte no tiene nada qué hacer, nunca es entrenada

para hacer esfuerzos directos para la salvación de las almas. Y de esa forma está esperando a ser santificada y

preparada para el cielo. Nunca será santificada así. No es la forma que Dios lo ha indicado. Jesucristo hizo de su

gente colaboradores con él para salvar pecadores por esa misma razón, porque la santificación consiste en hacer

esas cosas que son requeridas para promover su obra. Ésa es la razón por la que no empleó ángeles en la obra,

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o la continuó por revelación directa de la verdad a las mentes de los hombres. Es porque es necesario como un

medio de santificación que la iglesia deba simpatizar con Cristo en sus sentimientos y trabajos para la conversión

de los pecadores. Y de esa forma que el todo de la iglesia se dé cuenta que está aquí en la iglesia como un cuerpo

de misioneros y vivirá y trabajará así, entonces el día de la redención del hombre estará cerca.

¡Cristiano!, si no puedes salir fuera al extranjero a trabajar, ¿por qué no eres un misionero en tu propia familia?

Si estás muy débil incluso para salir de aquí, sé un misionero en tu alcoba. ¿Cuántos sirvientes inconversos tienes

en tu casa? Llama a tus sirvientes, y tus hijos inconversos, y sé un misionero para ellos. Piensa en tu médico,

quizá, quien se dispone a salvar tu cuerpo, mientras está perdiendo su propia alma, y recibes su amabilidad y

nunca le das la más grande retribución en tu poder.

Es necesario que la iglesia debe agarrarse de sus recién convertidos desde el inicio, y ponerlos a trabajar, y

ponerlos a trabajar correctamente. La esperanza de la iglesia está en los recién convertidos.

4. Vemos qué responsabilidad descansa en los ministros, ancianos y todo quien tiene la oportunidad de ayudar

a entrenar a los recién convertidos. Cuán preocupante es el retrato que a menudo se fuerza a sí mismo en la

mente donde multitudes son convertidas, y sin embargo pocas molestias se toman con los recién convertidos

que en un año no pueden distinguirlos del resto de la iglesia. Y entonces ven a los antiguos miembros voltear y

quejarse de esos recién convertidos, y quizá los difamen cuando en verdad estos antiguos profesantes son los

culpables. Oh, es una lástima. Esa reacción que la gente habla tanto después de un avivamiento (como si la

reacción fuera el efecto necesario de un avivamiento) nunca llegará, los recién convertidos nunca se

descarriarían como ellos hacen, si la iglesia estuviese presta y fuese fiel en asistir a su instrucción. Si son

convertidos realmente, pueden hacerse cristianos con energía y rigor. Y si no son así, Jesucristo lo demandará

de las manos a la iglesia.

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LECCIÓN XXI

EL APÓSTATA DE CORAZÓN

TEXTO. -- “De sus caminos será hastiado el necio [apóstata] de corazón.” -- Proverbios 14:14.

NO PUEDO concluir esta serie de conferencias sin prevenir a los conversos contra la apostasía. Al discutir este

asunto, estableceré:

I. LO QUE NO ES APOSTATAR DE CORAZÓN.

II. LO QUE ES APOSTATAR DE CORAZÓN.

III. CUÁLES SON LAS EVIDENCIAS DE APOSTATAR DE CORAZÓN.

IV. MOSTRAR CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DE APOSTATAR DE CORAZÓN.

V. CÓMO RECUPERARSE DE ESE ESTADO.

I. LO QUE NO ES APOSTATAR DE CORAZÓN.

1. No consiste en el aquietamiento de emociones altamente incitadas. El aquietamiento de sentimiento religioso

puede ser una evidencia de un corazón apóstata, pero no consiste en el enfriamiento de sentimiento religioso.

II. LO QUE ES APOSTATAR DE CORAZÓN.

1. Consiste en retractarse de esa consagración a Dios y su servicio que constituye la verdadera conversión.

2. Es el abandono, por un cristiano, de su primer amor.

3. Consiste en la retirada del cristiano de un estado de devoción entera y universal a Dios, que constituye la

verdadera religión, y volver bajo el control de un espíritu de agradarse a sí mismo.

4. El texto implica que puede haber un corazón apóstata cuando la forma de religión y obediencia a Dios son

mantenidas. Como sabemos por la conciencia que los hombres realizan los mismos actos, o actos similares, por

motivos ampliamente diferentes, y con frecuencia por motivos opuestos, estamos seguros que los hombres

pueden mantener todas las formas externas y apariencias de religión, cuando de hecho, son apóstatas de

corazón. No hay duda, que el egoísmo más intenso a menudo toma un tipo religioso, y hay muchas

consideraciones que puede llevar al apóstata de corazón a mantener las formas, mientras ha perdido el poder

de devoción en su alma.

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III. CUÁLES SON LAS EVIDENCIAS DE APOSTATAR DE CORAZÓN.

1. La formalidad manifiesta en ejercicios religiosos. Una manera formal y estereotipada de decir y hacer cosas,

la cual es claramente el resultado del hábito en vez del fluir de brotes de vida religiosa. Esta formalidad será sin

emoción y será fría como un témpano de hielo, y demostrará una carencia total de empeño en la realización del

deber religioso. En orar y en ejercicios religiosos el apóstata de corazón orará, alabará, confesará, o dará gracias

con sus labios, para que lo oigan, quizá, pero de una forma tal que nadie puede sentirla. Una formalidad así sería

imposible donde existió una fe y amor presentes y vivientes, y de fervor religioso.

2. Una carencia de disfrute religioso es evidencia de un corazón apóstata. Siempre disfrutamos el decir y hacer

esas cosas que agradan a quienes amamos más; es más, cuando el corazón no es apóstata, la comunión con

Dios es mantenida, y por tanto, todos los deberes religiosos no sólo son realizados con gusto, sino la comunión

con Dios involucrada en ellos es una fuente de gozo rico y continuo. Si no disfrutamos el servicio a Dios, es

porque no le servimos verdaderamente. Si lo amamos supremamente, es imposible que no disfrutemos su

servicio en cada paso. Siempre recuerden entonces cuando se pierde el gozo religioso, o el gozo de servir a Dios,

pueden saber que no le están sirviendo correctamente.

3. La servidumbre religiosa es otra evidencia de un corazón apóstata. Dios no tiene esclavos. No acepta el

servicio de siervos que le sirven porque tienen que hacerlo. Él acepta solamente un servicio de amor. Un

apóstata en el corazón encuentra sus servicios religiosos una carga para él. Ha prometido servir al Señor. No se

atreve a romper enteramente la forma de servicio, y trata de ser diligente, mientras no tiene corazón en la

oración, en la alabanza, en el culto, en los deberes más cercanos, o en cualquiera de esos ejercicios que son

espontáneos y disfrutables, donde hay un amor verdadero a Dios. El apóstata de corazón es menudo una esposa

diligente pero nada amorosa. Trata de cumplir su deber a su marido, pero falla totalmente porque no lo ama.

Su meticulosidad para agradar a su esposo es forzada y no un brote espontáneo de un corazón amoroso, y su

relación y deberes se vuelven una carga en su vida. Va quejándose del peso del cuidado que hay sobre ella, y no

aconsejará a las señoritas que se casen. Está comprometida de por vida, y debe por tanto realizar sus deberes

de una vida de casada, pero oh, ¡es una gran esclavitud! Lo mismo con la servidumbre religiosa. El profesante

tiene que cumplir su deber. Se arrastra dolosamente y lo oirán cantar naturalmente himnos de apóstata.

Escucho a la razón, sus consejos pesan,

Y todas sus palabras apruebo

Y sin embargo me es difícil obedecer

Y aún más difícil amar.

4. Un temperamento sin control.

Mientras el corazón está lleno de amor, el temperamento naturalmente será sometido y será dulce, o en todo

caso, la voluntad lo mantendrá controlado, y no sufrirá por irrumpir en un abuso terrible, o si en cualquier

momento se escapa del control de la voluntad en cuanto a soltarse con palabras odiosas, pronto será sometido,

y por ningún motivo se sufrirá de tomar el control y manifestarse para el malestar de otros. Especialmente un

corazón amoroso confesará y se quebrantará, si algún mal humor toma el control. Cuando, por tanto, hay un

temperamento irritable, sin control es dejado para manifestarse alrededor de uno, ustedes pueden saber que

es un corazón apóstata.

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5. Un espíritu insensible es evidencia de un corazón apóstata. Quiero decir por eso, una falta de disposición que

pone la mejor construcción sobre la conducta de alguien que puede ser razonable--una falta de confianza en las

buenas intenciones y profesiones de otros. Naturalmente damos crédito a las buenas profesiones de aquellos

que amamos. Naturalmente les atribuimos motivos correctos, y ponemos la mejor construcción disponible en

sus palabras y obras. Donde hay una falta de esto, hay evidencia concluyente de un corazón apóstata y sin amor.

6. Un espíritu censurador es evidencia concluyente de un corazón apóstata. Ése es un espíritu criticón, de

impugnar los motivos de otros, cuando su conducta admite una construcción amorosa. Es una disposición para

echarles la culpa a otros, y juzgarlos duramente. Es un espíritu de desconfianza del carácter cristiano y

profesiones. Es un estado de la mente que se revela a sí mismo en juicios y dichos severos, y la manifestación

de sentimientos incómodos hacia los individuos. Ese estado de la mente es enteramente incompatible con un

corazón amoroso, y cuando un espíritu censurador se manifiesta por un profesante de religión, pueden saber

que hay un corazón apóstata.

7. Una falta de interés en la palabra de Dios es también evidencia de un corazón apóstata. Quizá nada más

conclusiva prueba que un profesante tiene un corazón apóstata que el perder interés en la Biblia. Mientras el

corazón está lleno de amor, ningún libro en el mundo es tan atesorado como la Biblia, pero cuando se ha ido el

amor, la Biblia se vuelve no sólo poco interesante, sino repulsiva. No hay fe para aceptar sus promesas, sino la

convicción suficiente dejada para temer sus amenazas, pero en general el apóstata de corazón es apático a la

Biblia. No lee mucho, y cuando la lee, no tiene interés suficiente para entenderla. Sus páginas se vuelven oscuras

y poco interesantes. Y por tanto, es descuidada.

8. Una falta de interés en la oración en secreto es también evidencia de un corazón apóstata.

¡Recién convertido!, si te encuentras perdiendo interés en la Biblia y en la oración en secreto, detente, regresa

a Dios, y no te des descanso hasta que disfrutes la luz de su expresión. Si te sientes poco dispuesto a orar, o leer

tu Biblia, si cuando oras y lees tu Biblia, no tienes corazón en eso, ningún gozo, si estás inclinado a hacer tus

devociones secretes breves, o son fácilmente inducidas para descuidarlas, si divagan tus pensamientos, afectos,

y emociones, y tus deberes de oración se vuelven una carga, puedes saber que eres un apóstata de corazón, y

tu primer asunto es romper y ver que tu amor y fervor sean renovados.

9. Una falta de interés en la conversión y en esfuerzos para promover avivamientos de religión. Esto desde luego

revela un corazón apóstata. No hay nada en el que un corazón amoroso tome más interés que en la conversión

de las almas en avivamientos de religión, y en esfuerzos para promoverlo.

10. Una falta de interés en informes o narraciones publicados de avivamientos de religión es también evidencia

de un corazón apóstata. Mientras uno retenga su interés en la conversión de las almas, y en avivamientos de

religión, desde luego se estará interesado en todos los recuentos de avivamientos de religión de cualquier lado.

Si se encuentran desinteresados en ellos, den por sentado que tienen un corazón apóstata.

11. Lo mismo es cierto de las misiones, y la obra y operaciones misioneras. Si pierden interés en la obra, y en la

conversión de los infieles, y no se deleitan en leer y oír el éxito de las misiones, pueden saber que tienen un

corazón apóstata.

12. La pérdida de interés en encomiendas benevolentes generalmente es una evidencia de un corazón apóstata.

Digo falta de interés, seguramente, si fueron convertidos a Cristo, han tenido interés en todas las encomiendas

benevolentes. Desde luego, un alma convertida toma el interés más profundo en todos los esfuerzos

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benevolentes para reformar y salvar a la humanidad. En buen gobierno, en educación cristiana, en la causa de

la temperancia, en la abolición de la esclavitud, en las provisiones para los pobres, y en suma, en cada buena

palabra y obra, justo en proporción como han perdido interés en ellas, tienen evidencia que son apóstatas de

corazón.

13. La falta de interés en conversación espiritual es otra evidencia de un corazón apóstata. "De la abundancia

del corazón habla la boca". Esto anunció nuestro Señor Jesucristo como una ley de nuestra naturaleza. Ninguna

conversación es tan dulce para un corazón verdaderamente amoroso como aquel que relaciona a Cristo, y

nuestra experiencia cristiana. Si se encuentran ustedes mismos perdiendo interés en hablar de religión de

corazón, y las varias y maravillosas experiencias de cristianos, si alguna vez supieron lo que es el verdadero amor

de Dios, lo han dejado y son apóstatas de corazón.

14. Una falta de interés en la conversación y sociedad con gente altamente espiritual es una evidencia de un

corazón apóstata. Tomamos gran gozo en la sociedad con aquellos que están muy interesados en las cosas que

son las más queridas para nosotros. De ahí, un corazón cristiano amoroso siempre buscará la sociedad con

aquellos que son espirituales, y cuya conversación sea evangélica y espiritual. Si se encuentran faltando en ese

respecto, sepan con seguridad que tienen un corazón apóstata.

15. La pérdida de interés en el asunto de la santificación es una evidencia de un corazón apóstata. Repito, la

falta de interés, pues si alguna vez de verdad conocieron el amor de Dios, tuvieron que haber tenido un gran

interés en el asunto de la consagración entera a Dios, o santificación entera. Si son cristianos, han sentido que

el pecado era una abominación para el alma de ustedes. Han tenido añoranzas inexpresables para deshacerse

de ella por siempre, y todo lo que podría arrojar luz sobre ese asunto de importancia agonizante, era de lo más

intensamente interesante para ustedes. Si este asunto ha sido descartado, y ya no es más de su interés, es

porque tienen un corazón apóstata.

16. La falta de interés en esos recién convertidos es también evidencia de un corazón apóstata. El salmista dice:

"Los que te temen me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado". Esto se pone en la boca de un

convertido, y ¿quién no sabe que eso es verdad? Pues, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un

pecador que se arrepiente, y no hay gozo entre los santos en la tierra. Muéstrenme a un profesante de religión

que no manifiesta un interés absorbente en los convertidos a Cristo, y les mostraré a un apóstata de corazón, y

un hipócrita; profesa religión y no tiene ninguna.

17. Un estado de mente sin amor en cuanto a los convertidos declarados es también una evidencia de un

corazón apóstata. La caridad o el amor, que todo lo cree y todo lo espera, está muy presta a juzgar amable y

favorablemente a aquellos que profesan estar convertidos a Cristo, naturalmente cuidará de ellos con interés,

orará por ellos, los instruirá y tendrá tanta confianza en ellos como sea razonable tener. Una disposición, por

tanto, para señalar, criticar y censurarlos, es una evidencia de un corazón apóstata.

18. La falta de un espíritu de oración es evidencia de un corazón apóstata. Mientras el amor de Cristo permanece

fresco en el alma, el espíritu morador de Cristo se revelará a sí mismo como el espíritu de gracia y súplica.

Engendrará fuertes deseos en el alma para la salvación de los pecadores y santificación de los santos. A menudo

hará intercesiones en ellos, con grandes deseos, llanto y lágrimas, con gemidos que no pueden expresarse en

palabras, por aquellas cosas que están de acuerdo con la voluntad de Dios, o para expresarlo en el lenguaje

escritural, según Pablo, Romanos 8: 26 y 27, "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues

qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos

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indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la

voluntad de Dios intercede por los santos". Si el espíritu de oración se aparta, es una indicación segura de un

corazón apóstata, pues mientras el primer amor de un cristiano continúa, ciertamente es atraído por el Espíritu

Santo para luchar mucho en oración.

19. Un corazón apóstata a menudo se revela a sí mismo por la manera en la que la gente ora. Por ejemplo, orar

como si uno estuviera en un estado de condenación de uno mismo, o muy parecido al pecador compungido, es

una evidencia de un corazón apóstata. Tal revelará el hecho de que no está en paz con Dios. Sus confesiones y

acusaciones de sí mismo mostrarán el hecho de que no tiene comunión con Dios; en vez de ser lleno de fe y

amor, está más o menos redargüido de pecado, y consciente de que no está en un estado de aceptación con

Dios. Naturalmente orará más como un pecador compungido que un cristiano. Se verá por su oración que no

está en un estado de libertad cristiana, que está teniendo una experiencia como en Romanos 7, en vez de aquella

que se describe en Romanos 8.

20. Un corazón apóstata se revelará orando casi exclusivamente por el yo, y por las amistades que están

consideradas como parte del yo. Es con frecuencia impresionante e impactante asistir a la reunión de oración

de un apóstata, y siento mucho decir que muchas reuniones de oración de la iglesia son así. Sus oraciones son

tímidas y titubeantes, y revelan el hecho que no tienen fe o tienen poca. En vez de rodear el trono de gracia y

derramar sus corazones por una bendición alrededor de ellos, se les tiene que urgir al deber, de tomar su cruz.

Sus corazones no se vierten espontáneamente, ni lo harán, en oración a Dios. Tienen muy poca preocupación

por otros, y cuando la tienen, como dicen, toman su cruz, y cumplen y fingen dirigir en oración, se observará

que oran como una compañía de pecadores compungidos, casi todos juntos para ellos mismos. Orarán por

aquello que si lo obtienen, será religión, así como un pecador redargüido oraría por un corazón nuevo, y el orar

por religión como ellos hacen manifiesta que no tienen ninguna, en su estado mental presente. Pídanles que

oren por la conversión de pecadores, y se les olvidará completamente, o sólo los mencionarán de una forma tal

como para mostrar que no tienen ningún corazón para orar por ellos. He conocido a padres cristianos

profesantes que se ponen en un estado tal que no tenían ningún corazón para orar por la conversión de sus

propios hijos, incluso cuando esos hijos estaban bajo compunción. Mantendrán la oración en familia, asistirán

a una reunión semanal de oración, y nunca se saldrán de la vieja costumbre de orar una y otra vez por ellos

mismos. Hace unos años, estaba trabajando en un avivamiento en una iglesia presbiteriana. Al término del

sermón de la tarde, encontré que la hija de uno de los ancianos de la iglesia estaba en gran angustia de mente.

Observé su compunción muy profundamente. Habíamos estado teniendo una reunión en la sacristía con

quienes tenían preguntas, y acababa de despedirlos, cuando esta señorita vino a mí con gran agitación, y me

rogó que orara por ella. Casi toda la gente se había ido, excepto unos pocos que estaban esperando a que las

amistades de quienes había asistido a la reunión de preguntas fueran despedidas. Llamé al padre de esta

señorita a la sacristía para que pudiera ver el estado tan ansioso de la mente de su hija. Después de una

conversación corta y personal con ella en presencia de su padre, le pedí a él que orara por ella, y le dije que lo

seguiría, y le urgí a ella que diera su corazón a Cristo. Todos nos arrodillamos, sin mencionar su caso nunca. Su

oración reveló que no tenía más religión que ella, y que estaba mucho en el mismo estado que ella--bajo un

horrible sentido de condenación. Había mantenido la apariencia de religión. Como anciano de la iglesia, estaba

obligado a mantener la apariencia. Había pasado una y otra vez por la rutina de sus deberes, mientras su corazón

se había apostatado completamente. Es con frecuencia repugnante asistir a una reunión de oración de un

corazón apóstata. Irá una y otra vez de hecho para orar por su propia conversión. No lo expresa, sino que es la

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importancia real de la oración. No podría considerarlo más evidente de que es apóstata de corazón, si fuera

cada uno a tomar su juramento de eso.

21. Ausencia de las reuniones establecidas de oración por razones sin peso es una indicación segura de un

corazón apóstata. Ninguna reunión es más interesante para un cristiano en alerta que una reunión de oración,

y mientras tenga corazón para orar, no estará ausente de la reunión de oración a menos que se le prevenga de

asistir por la providencia de Dios. Si el llamado de un amigo a la hora de reunión puede prevenir su asistencia, a

menos que el llamado sea bajo circunstancias peculiares, es evidencia fuerte de que no desea asistir, y de ahí,

es apóstata de corazón. Una llamada a una hora así no lo previene de asistir a una boda, una fiesta, un día de

campo, o una conferencia interesante. El hecho es que es hipocresía para quienes fingen que realmente quieren

ir, mientras que pueden mantenerse lejos por cualquier razón sin peso. Si fuera otro lugar donde tienen muchos

deseos de ir, se excusarían y dirían: "Apenas iba salir" o "iba ir a tal lugar" y se van.

22. Lo mismo es cierto del descuido de oración en familia por razones sin peso.

Mientras el corazón se ocupa de la religión, los cristianos no omitirán las devociones familiares, y cuando están

listos para encontrar una excusa para la omisión, es evidencia segura de que son apóstatas de corazón.

23. Cuando la oración en secreto se considera más como un deber que un privilegio es porque el corazón es

apóstata. Siempre me ha parecido ridículo oír a cristianos hablar de la oración como un deber. Es uno de los

privilegios terrenales más grandiosos. Qué debemos pensar de un niño que se acerca a su papá para su comida,

no porque tenga hambre, sino por deber. Cómo nos impactaría oír a un mendigo hablar de su deber de pedir

limosna a nosotros. Es un privilegio infinito que se nos permita ir a Dios, y pedirle la provisión de nuestras

carencias, pero orar porque tenemos que, en vez de que podemos, no parece natural. Pedir por lo que queremos

porque lo queremos, y porque Dios nos ha motivado a pedirle, y ha prometido contestar nuestra petición, es

natural y razonable, pero orar como deber, y como si estuviésemos obligando a Dios por nuestra oración, es

bastante ridículo y es una indicación cierta de un corazón apóstata.

24. Abogar por entretenimientos mundanos es también una indicación de un corazón apóstata. Los

entretenimientos más gratificantes posibles a nuestra mente espiritual son aquellas ocupaciones que llevan al

alma a la comunión más directa con Dios. Mientras el corazón esté lleno de amor y fe, una hora, o una tarde,

pasarla a solas en comunión con Dios es más deleitable que los entretenimientos que el mundo pueda ofrecer.

Un corazón amoroso está celoso de cualquier cosa que pueda romper o interferir su comunión con Dios, pues

no hay especial agrado por simples entretenimientos mundanos. Cuando un alma no encuentra más deleite en

Dios que las cosas mundanas, el corazón tristemente es apóstata.

25. La ceguera espiritual es otra evidencia de un corazón apóstata. Mientras el ojo sea bueno, todo el cuerpo

estará lleno de luz espiritual, pero si el ojo es maligno (el cual es un corazón apóstata) todo el cuerpo estará

lleno de tinieblas.

La ceguera espiritual se revela a sí misma en una falta de interés en la palabra de Dios y en la verdad religiosa

generalmente. También manifestará una falta de discriminación espiritual, será fácilmente impuesta por las

insinuaciones de Satanás. Un corazón apóstata llevará a la adopción de principios laxos de moralidad. No

discierne la espiritualidad de las leyes de Dios y sus requerimientos generalmente. Cuando esta ceguera

espiritual se manifiesta, es indicación segura que un corazón es apóstata.

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26. Apatía religiosa, con sensibilidad y observancia mundanas, es una indicación segura de un corazón apóstata.

A veces vemos a personas que sienten profunda y rápidamente por asuntos mundanos, pero que no pueden ser

hechos para sentir profundamente por asuntos religiosos. Esto claramente indica un estado apóstata de mente.

27. Un corazón indulgente de sí mismo es una indicación segura de un corazón apóstata. Por indulgencia de sí

mismo, quiero decir una disposición a gratificar apetitos, pasiones y propensiones, "haciendo la voluntad de la

carne y de los pensamientos".

Esto en la Biblia es representado como un estado de muerte espiritual. Estoy convencido de que la ocasión más

común de un corazón apóstata se encuentra en el clamor por la indulgencia de varios apetitos y propensiones.

El apetito por la comida es frecuentemente, y quizá el más frecuente que cualquier otro, la ocasión de apostatar.

Pocos cristianos, me temo, comprenden cualquier peligro en esta dirección. El mandato de Dios es "si, pues,

coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios". Los cristianos olvidan eso, y comen y

beben para gratificarse--hacen caso a sus apetitos, en vez de las leyes de la vida y salud. Muchas personas son

entrampadas más por sus mesas de lo que está consciente la iglesia. La mesa es un lazo de muerte para

multitudes que ningún hombre pueda numerar. Muchísima gente que evita bebidas alcohólicas, se gratifica en

té o café, e incluso tabaco, y en comida, tanto en cantidad como en calidad, que viola la ley de salud. Parece

que no hay otra ley que la del apetito, y eso, la pervierten tanto al abusar, para gratificarlo, es arruinar el cuerpo

y alma juntos. Muéstrenme a un profesante glotón y le mostraré a un apóstata.

28. Una conciencia cauterizada es también evidencia de un corazón apóstata. Mientras el alma está alerta y es

amorosa, la conciencia es tan tierna como la niña de los ojos, pero cuando el corazón es apóstata, la conciencia

está en silencio y es cauterizada sobre muchos asuntos. Tal no les dirá que no está violando su conciencia, en

comer y beber, o en la autocomplacencia de cualquier tipo. Encontrarán que un apóstata tiene poca conciencia.

Lo mismo es cierto referente a los pecados de omisión muy generalmente. Muchísimos deberes pueden ser

descuidados y una conciencia cauterizada permanecerá callada. Donde la conciencia no está alerta, el corazón

seguramente es apóstata.

29. Principios morales sueltos son una indicación segura de un corazón apóstata. Un apóstata de corazón

escribirá cartas el domingo, se ocupará de la lectura secular, y en mucha conversación mundana. En negocios,

aquél tomará pocas ventajas, y sacará ventaja de ardides de negocio, se adaptará a los hábitos de hombres

mundanos de negocios, en las transacciones, será culpable de engaños y malos entendidos al vender.

Demandará interés exorbitante, y se aprovechará de las necesidades de sus prójimos.

30. La prevalencia del temor de hombre es una evidencia de un corazón apóstata. Mientras el corazón está lleno

de amor de Dios, Dios es temido y no el hombre. Un deseo por el aplauso de los hombres es reprimido, y es

suficiente para aquél para agradar a Dios, si los hombres son complacidos o no, pero cuando el amor de Dios es

omitido, "el temor del hombre pondrá lazo" y se apoderará de éste. Se vuelve su meta agradar al hombre en

vez de agradar a Dios. En tal estado más pronto ofenderá a Dios que al hombre.

31. Disputar por las formas, ceremonias e insignificancias es evidencia de un corazón apóstata. Un corazón

amoroso es particular sólo acerca de la sustancia y el poder de la religión y no disputará sobre sus formas.

32. Críticas sobre medidas en promover avivamientos de religión es una evidencia segura de un corazón

apóstata. Donde el corazón está puesto en la conversión de pecadores, y la santificación de los creyentes,

naturalmente tocará el tema de la manera más directa y por medios de un grado más elevado calculado para

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cumplir el fin. No objetará y pondrá tropiezos a medidas que evidentemente son bendecidas por Dios, sino

ejercerá sagacidad al planear medios idóneos para lograr el fin por el cual el corazón es puesto.

IV. MOSTRAR CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DE APOSTATAR DE CORAZÓN. EL TEXTO DICE QUE DE SUS

CAMINOS SERÁ HASTIADO EL NECIO DE CORAZÓN.

1. Será hastiado de sus propias obras, pero éstas son obras muertas, no son obras de fe y amor, que son

aceptables para Dios, son trapos de inmundicia de su propia justica. Si son realizadas como servicios religiosos,

son más que hipocresía repugnante, y una abominación a Dios, no hay ningún corazón en ellas, y a esa persona

Dios le dice: "¿Quién demanda esto de vuestras manos…?" "Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos

delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime,

delante de Dios es abominación". "Yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros".

2. Será hastiado de sus propios sentimientos. En vez de esa paz, descanso y gozo dulces en el Espíritu Santo, que

experimentó alguna vez, se encontrará a sí mismo en un estado de desasosiego, sin satisfacción de sí mismo y

los demás. Sus sentimientos con frecuencia serán dolorosos, humillantes, y tan desagradables y sin amor como

puedan ser concebidos. Está con frecuencia irritado, molesto, es censurador, en todos sus caminos. Ha

abandonado a Dios y en sus sentimientos es más un infierno que cielo.

3. Será hastiado de sus propios prejuicios. Su disponibilidad a conocer y hacer la verdad se ha ido. Naturalmente

estará contra toda verdad que recaiga duramente en su espíritu de indulgencia de sí mismo. Intentará

justificarse, ni leerá, ni oirá, aquello que reprenda su estado apóstata, y se volverá profundamente prejuicioso

contra todo lo que se cruce en su camino. Si alguien lo reprueba, lo considerará enemigo. Dará evasivas, y

cerrará sus ojos contra la luz, estará a la defensiva, y criticará cualquier cosa que lo descubra.

4. Un apóstata de corazón será hastiado de sus propias enemistades. Aquél pondrá cosas contra aquellos con

quienes tenga asuntos u otras relaciones. Se irritará en cada relación de la vida; estará enojado y se enfadará, y

si se relaciona con algunos, quizá muchas personas, no podrá orar por ellos honestamente y difícilmente los

tratará con civilidad. Esto es casi seguro el resultado de un corazón apóstata.

5. El apóstata de corazón caerá por sus propios errores. No está caminando con Dios. Se ha salido del orden

Divino. No es guiado por el Espíritu, sino está caminando en tinieblas espirituales. En ese estado, seguro caerá

en muchos errores dolorosos, y quizá se enrede de tal manera que obstruya su felicidad, y quizá destruya su

utilidad de por vida. Errores en negocios, errores en formar relaciones en la vida, errores en usar su tiempo, su

lengua, su dinero, su influencia--todo sale mal con él mientras siga en un estado apóstata.

6. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias concupiscencias. Sus apetitos y pasiones, que había

mantenido controlados, ahora han reasumido el control, y habiendo estado suprimidos por mucho tiempo,

parece que se vengarán al volverse más clamorosos y despóticos que nunca. Los apetitos y pasiones animales

saldrán a flor de piel para el asombro del apóstata, diez a uno, si no se encuentra él mismo más bajo su influencia

y más esclavizado que antes.

7. El apóstata de corazón será hastiado lleno de sus propias palabras. Mientras esté en ese estado, no controlará,

y no podrá controlar, su lengua. Se probará él mismo ser un miembro revoltoso, lleno de veneno mortal, pondrá

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fuego al curso de la naturaleza, y en sí mismo es un fuego del infierno. Por sus palabras se involucrará a sí mismo

en muchas dificultades y confusiones de las que nunca se liberará él mismo hasta que vuelva a Dios.

8. Será hastiado de sus propias pruebas. En vez de mantenerse alejado de la tentación, se irá directo a ella.

Traerá consigo muchísimas pruebas que nunca tuvo, si no se hubiera apartado de Dios. Se quejará de sus

pruebas, y sin embargo constantemente las multiplicará. Un apóstata siente sus pruebas profundamente, y

mientras se queja de ser probado por todo alrededor de él, constantemente las está agravando, y siendo el

autor de ellas, parece industrioso para traerlas sobre sí mismo como una avalancha.

9. El apóstata de corazón está hastiado de locuras. Habiendo rechazado la guía Divina, evidentemente caerá en

las profundidades de su propia necedad. Inevitablemente dirá y hará muchísimas cosas tontas y ridículas. Siendo

un profesante de religión, estas cosas serán más que notorias, y desde luego lo llevarán al ridículo y desdén. Un

apóstata es, en efecto, el necio más grande del mundo. Teniendo el conocimiento experimental del verdadero

modo de vida, tiene la locura infinita de abandonarlo. Conociendo la fuente del agua viva, la ha dejado, y cavado

para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen agua. Habiendo sido culpable de esta locura infinita, todo el

curso de su vida de apostasía debe ser el de un necio en el sentido bíblico del término.

10. El apóstata de corazón caerá por sus propios problemas. Dios está contra él, y él está contra sí mismo. No

está en paz con Dios, y consigo mismo, con la iglesia, o con el mundo. No tiene descanso interior. La conciencia

lo condena. Dios lo condena. Su estado lo condena. "No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos". No hay posición

en el tiempo o espacio en la que pueda descansar.

11. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios afanes. Se ha vuelto al egoísmo. Se considera a sí mismo

y sus posesiones como suyos. Tiene todo por el cual ocuparse. No considerará que él mismo y sus posesiones le

pertenecen a Dios, y no hará a un lado la responsabilidad de ver por sí mismo y todo lo que posee. No pone y

no pondrá sus afanes en el Señor, sino que emprenderá el hacer todo por sí mismo y su propia sabiduría, y por

sus propios fines. Como consecuencia, sus afanes multiplicarán, y vendrán sobre él como un diluvio.

12. El apóstata de corazón será hastiado de su propia perplejidad. Habiendo abandonado a Dios, habiéndose

salido del orden hacia las tinieblas de su necedad, será lleno de confusión y dudas en cuanto a qué curso seguirá

para lograr sus fines egoístas. Caminará opuesto a Dios. De ahí, la providencia de Dios constantemente se

cruzará en su camino y frustrará todas sus conspiraciones. Dios desaprobará la oscuridad en su camino y se

esmerará por confundir sus proyectos y echará sus conspiraciones a los vientos.

13. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias ansiedades. Estará ansioso acerca de sí mismo sobre sus

asuntos, su reputación, y de todo. Ha quitado todas estas cosas de la mano de Dios, y las reclama y trata como

suyas, y ya no teniendo más fe en Dios, y no pudiendo controlar los eventos, por necesidad tiene que ser lleno

de ansiedad en cuanto al futuro. Estas ansiedades son el resultado inevitable de su locura y necedad de olvidarse

de Dios.

14. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias decepciones. Habiéndose olvidado de Dios, y tomado la

actitud de obstinación de sí mismo, Dios invariablemente lo decepcionará en buscar sus fines egoístas. Limitará

sus caminos para complacerse a sí mismo, sin consultar a Dios. Desde luego, Dios limitará sus caminos para

decepcionarlo. Determinado a hacer las cosas a su modo, será grandemente decepcionado si sus planes son

frustrados, y el cierto curso de eventos bajo el gobierno de Dios desde luego traerá una serie de decepciones

sobre los sujetos que se han rebelado contra él.

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15. El apóstata de corazón tiene que hastiarse de sus propias pérdidas. Considera sus posesiones como suyas,

su tiempo como suyo, su influencia como suya, su reputación como suya. La pérdida de cualquiera de éstas las

considera como pérdida propia. Habiendo abandonado a Dios, siendo incapaz de controlar los eventos sobre

los que la continuidad de esas cosas es condicionada, se dispondrá él mismo a sufrir las pérdidas de todos lados.

Pierde su paz. Pierde su propiedad. Pierde mucho de su tiempo. Pierde su reputación cristiana. Pierde su

influencia cristiana, y si persiste, pierde su alma.

16. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias frustraciones. Todo deber religioso será fastidioso, y,

por tanto, una cruz para él. Su estado mental ocasionará frustraciones de muchísimas de las cosas que en el

estado mental de un cristiano hubieran sido gratas en un alto grado. Habiendo perdido todo el corazón en la

religión, la realización de todos sus deberes religiosos son frustraciones a sus sentimientos. No hay ayuda para

él a menos que se vuelva a Dios. Todo el curso de providencia Divina frustrará su camino, y su vida entera será

una serie de frustraciones y pruebas. No puede hacer las cosas a su modo. No puede gratificarse a sí mismo por

cumplir sus deseos. Puede pegarse y estrellarse contra las rocas eternas de la voluntad de Dios y la manera de

Dios, pero no puede abrirse paso y realizar nada ante él. Tiene que ser frustrado una y otra vez hasta que caiga

en el orden Divino y se sumerja en la voluntad de Dios.

17. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios temperamentos. Habiendo abandonado a Dios, habrá

mucho con qué irritarse. En un estado de apostasía, no puede poseer su alma con paciencia. Las desazones de

su vida apóstata lo volverán nervioso e irritable; su temperamento será explosivo e incontrolable.

18. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias desdichas. Es un profesante de religión. Los ojos del

mundo están sobre él, y todas sus inconsistencias, fijar su mente en cosas mundanas, locuras, mal humor, y

palabras y obras odiosas, causan escándalo en la estimación de todos los hombres que lo conocen.

19. El apóstata de corazón será hastiado de engaño. Teniendo un ojo maligno, todo su cuerpo será lleno de

tinieblas. Muy seguramente caerá en engaños concernientes a doctrinas y prácticas. Vagando en las tinieblas,

como lo hace, muy probablemente engullirá los engaños más repugnantes. Muy probablemente el espiritismo,

mormonismo, universalismo, y cualquier otro ismo alejado de la verdad, se posesionará de él. Quién no ha

observado esto en los apóstatas de corazón.

20. El apóstata de corazón será hastiado de su propia esclavitud. Su profesión de la religión lo lleva a la

servidumbre a la iglesia. No tiene corazón para consultar los intereses de la iglesia, o trabajar para su edificación,

y sin embargo está bajo el pacto de obligación de hacerlo, y su reputación está de por medio. Tiene que hacer

algo porque es obligación y no porque pueda. De nuevo, está en servidumbre con Dios. Si realiza cualquier

servicio, lo llama deber religioso y es más bien un esclavo y no un hombre libre. Sirve por temor o esperanza,

así como un esclavo, y no por amor. De nuevo está en esclavitud de su propia conciencia. Para evitar la

compunción o remordimiento hará muchas cosas o las omitirá, pero todo es con renuencia y no de su propia

buena voluntad cordial.

21. El apóstata de corazón está hastiado de su propia condenación. Habiendo disfrutado el amor de Dios, y

habiéndolo abandonado, se siente condenado por todo. Si intenta el deber religioso, sabe que no hay sinceridad

en eso, por tanto se condena a sí mismo. Si descuida el deber religioso, desde luego que se condena a sí mismo.

Si va a la reunión, los servicios lo condenan, si se aparta, es condenado. Si ora en secreto, en familia, o en público,

sabe que no es sincero, y se siente condenado. Si descuida o rehúsa orar, se siente condenado. Todo lo condena.

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Su conciencia está levantada en armas contra él, y los rayos y centellas de la condenación lo siguen donde quiera

que vaya.

V. CÓMO RECUPERARSE DE ESE ESTADO.

1. Recordar cuándo ustedes cayeron. Háganse de inmediato la pregunta y deliberadamente contrasten su

estado actual con aquél en el que caminaron con Dios.

2. Llévense a casa la compunción de su posición verdadera. No demoren más para entender la situación exacta

entre Dios y su alma.

3. Arrepiéntanse de inmediato y hagan su primera obra de nuevo.

4. No intenten volver por solamente reformar su conducta externa. Empiecen con su corazón, y de inmediato

estén bien con Dios.

5. No actúen como un pecador compungido, e intenten recomendase a sí mismos a Dios por cualquier obra u

oración impenitentes. No piensen que tienen que reformarse, y crean hacerse a sí mismos mejores antes de ir

a Cristo, sino claramente entiendan que sólo con ir a Cristo puede hacerlos mejores. No importa cuán

angustiados se sientan, sepan bien que hasta que se arrepientan y acepten su voluntad, incondicionalmente, no

son mejores, sino cada vez se vuelven peores. Hasta que se arrojen a su misericordia soberana, y vuelvan a Dios,

él no aceptará nada de las manos de ustedes.

6. No se imaginen ustedes estar en un estado justificado, pues sepan que no lo están. Su conciencia los condena,

y saben que Dios debe condenarlos, y si él los justifica en su estado actual, su conciencia no podría justificarlos.

Vayan, entonces a Cristo de inmediato, como un pecador culpable y condenado, como lo son, asuman toda la

vergüenza y échense la culpa y crean que pese a todos sus extravíos, Dios los ama todavía--que los ha amado

con amor eterno, y por tanto, con su conmiseración los está atrayendo.

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LECCIÓN XXII

EL CRECIMIENTO EN LA GRACIA

TEXTO. -- “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador

Jesucristo.” -- 2 Pedro 3:18.

Debo concluir este curso de conferencias para dar instrucciones a los convertidos sobre el tema de crecimiento

en la gracia. Seguiré el siguiente método:

I. ¿QUÉ ES LA GRACIA, COMO EL TÉRMINO SE USA AQUÍ?

II. LO QUE SIGNIFICA EL MANDATO "CRECED EN LA GRACIA".

III. LO QUE SIGNIFICA.

IV. CONDICIONES DEL CRECIMIENTO EN LA GRACIA.

V. LO QUE NO ES PRUEBA DE CRECIMIENTO EN LA GRACIA.

VI. LO QUE ES PRUEBA DE CRECIMIENTO EN LA GRACIA.

VII. CÓMO CRECER EN LA GRACIA.

I. ¿QUÉ ES LA GRACIA, COMO EL TÉRMINO SE USA AQUÍ?

1. La gracia es favor. Con frecuencia se usa en la Biblia para significar un don gratuito. La gracia de Dios es el

favor de Dios. Sus dones gratuitos.

II. LO QUE SIGNIFICA EL MANDATO "CRECED EN LA GRACIA".

1. No ordena dejar gradualmente el pecado. Pareciera extraño decirlo que algunos así lo han entendido, pero

en ningún lado en la Biblia se nos ordena dejar el pecado gradualmente. Por todos lados se nos ordena dejarlo

instantánea y completamente.

III. LO QUE SIGNIFICA.

1. Nos ordena el deber de crecer en el favor de Dios, de crecer en su estima, en un mérito de su favor, en su

amor de complacencia en nosotros.

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IV. CONDICIONES DEL CRECIMIENTO EN LA GRACIA.

1. El crecimiento o aumento en cualquier cosa implica un comienzo. El crecimiento en el favor de Dios implica

que ya hemos hallado favor ante sus ojos, y que ya estamos en deuda por la gracia recibida, y que ya estamos

en la gracia, en el sentido de tener un lugar entre sus favorecidos.

2. Como consecuencia, el crecimiento en la gracia implica que ya nos hemos arrepentido de nuestro pecado,

hemos de hecho, y en práctica, abandonado todo pecado conocido. No puede ser que estemos en el favor de

Dios si estamos todavía gratificando un pecado conocido contra él. Estar en el favor de Dios implica, desde luego,

que somos indultados y favorecidos por él, por la causa de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El indulto es

favor e implica la renuncia de la rebelión contra Dios. Las condiciones del favor Divino, como se revelan en la

Biblia, son arrepentimiento y abandono de todo pecado conocido, y fe en nuestro Señor Jesucristo. Dije, como

una condición de crecimiento en gracia, tenemos que tener el comienzo de la gracia; en otras palabras, tenemos

que ser ya cristianos, tenemos que estar en un estado de aceptación de Dios, tenemos que haber aceptado a

Cristo, en tanto esto se entienda, tenemos que estar en un estado de obediencia a toda la voluntad reconocida

de Dios. Sin esto, no podemos estar en un estado de gracia o en el favor de Dios, pero estar en ese estado, hay

lugar para crecimiento sin fin. En tanto sabemos más de Dios, podremos amarle más, tener una confianza más

universal e implícita en él. Y no puede haber fin a esto mientras tengamos existencia, en este mundo o en

cualquier otro. Nuestro amor y confianza pueden ser completos en tanto lo conozcamos. Este amor y confianza

aseguran su favor, pero no habrá fin para nuestro conocimiento de él, y como consecuencia, hay lugar para

crecimiento eterno en la gracia. Tanto más amamos, más creemos, más sabemos de Dios, si nos conformamos

a todo este conocimiento y más, Dios estará complacido con nosotros, tanto más alto nos situemos en su favor,

más y muchos más dones grandiosos continuará él dándonos.

3. Desde luego, el crecimiento en el conocimiento de Dios es una condición de crecimiento en su favor. Podemos

crecer en conocimiento sin crecer en su favor porque puede ser que no lo amemos y no confiemos en él en

concordancia con este conocimiento aumentado, pero no podemos amarlo y confiar en él más perfectamente

a menos que lo conozcamos más. Si nuestro amor y fe mantienen su paso con nuestro conocimiento creciente,

tenemos que crecer en su favor, pero el crecimiento en conocimiento tiene que ser una condición de

crecimiento en amor y fe.

4. El crecimiento en el conocimiento de Dios, como se revela en Cristo Jesús, tiene que ser una condición de

crecimiento en su favor. Es en y a través de Jesucristo que Dios se revela a sí mismo al hombre. Es en Cristo

Jesús que obtenemos la verdadera idea de la personalidad del Dios infinito. De ahí, el texto dice: "creced en la

gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo".

5. El crecimiento en la gracia está condicionado en el conocimiento aumentado de lo que está involucrado en la

consagración completa a Dios.

La conversión verdadera a Dios comprende la consagración de nosotros mismos y de todo lo que tenemos de él

en tanto entendamos lo que está comprendido en esto, pero, al principio, los convertidos no están conscientes

de todo lo que está involucrado en las formas más elevadas de consagración. Pronto aprenderán que hay ciertas

cosas de las que no pensaron, y que no rindieron a Dios. Al principio, quizá, todo lo que estaba en sus

pensamientos era rendir su alma desnuda en el altar, y rendir todo su corazón a Dios, pero pronto aprenden

que no pensaron que todas sus posesiones y todo lo querido para ellos, no lo rindieron todo, y no quedó ni una

pezuña. Rindieron todo lo que pensaron en ese momento, pero no fueron iluminados plenamente. Y no

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pensaron, ni pudieron pensar, en ese momento, de cada apetito, pasión, propensión, de cada deseo y afecto,

de todo lo que llaman suyo, y de lo que es querido para ellos, en toda la creación, para hacer una rendición

completa y entrega de todas estas cosas a Dios. Para obtener ese conocimiento es una obra de tiempo, y el

crecimiento en el favor de Dios está condicionado a hacer un rendimiento y consagración completos a Dios de

todo lo que somos, tenemos, deseamos, amamos, tan rápido como estos objetos se presenten al pensamiento.

Mientras existamos, y el conocimiento aumente, no hay duda que seremos llamados a crecer en la gracia, al

consagrar a Dios cada objeto nuevo de conocimiento, deseo, y afecto, que podamos conocer, desear y amar,

para toda la eternidad. En tanto reciban luz nueva, tendrán que ensanchar su consagración día con día, hora a

hora, o cesarán de crecer en la gracia. Cuando se detengan y no dejen todo lo que son, lo que poseen, o lo que

aman, ante el altar de consagración, en ese momento cesarán de crecer en la gracia. Oro que dejen esto que

digo penetre profundamente en sus corazones.

6. Otra condición de crecimiento en la gracia es empeño y constancia intensos en buscar la luz religiosa en

aumento, por la iluminación del Espíritu Santo. No ganarán ninguna luz efectiva excepto por la enseñanza y

muestra internas del Espíritu Santo. Esto no se obtendrá a menos que sigan en la actitud verdadera de un

discípulo de Cristo. Recuerden, él dice, "cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede

ser mi discípulo". No será, por su Espíritu Santo, su maestro Divino, a menos que renuncien al yo, y vivan en un

estado de consagración continua para él. Para obtener y preservar las enseñanzas de Cristo, por su Espíritu

Santo, deben continua y esforzadamente orar por su enseñanza Divina y cuidar de resistirlo y lastimarlo.

7. Otra condición de crecimiento en la gracia es una conformidad constante a todas las enseñanzas del Espíritu

Santo, manteniendo nuestras convicciones del deber, y con nuestro conocimiento en aumento de la voluntad

de Dios.

8. Una fe cada vez más implícita en Dios es una condición de crecimiento en la gracia. Por implícita quiero decir

una fe irrazonable, una confianza en el carácter de Dios tan profunda que confiamos en él en la oscuridad como

también en la luz, como también cuando no entendemos las razones de sus tratos con nosotros, o sus

requerimientos, como cuando hacemos. Una fe como la de Abraham, que no hizo tambalear la promesa, a través

de la incredulidad, aunque lo prometido parecía irracional e imposible. Una fe implícita es una fe inquebrantable

e incuestionable, un estado de mente que resistirá en Dios, en sus promesas, en su fidelidad, en su amor, cuales

puedan ser las apariencias, no obstante cuánto puedan ser de irrazonables y penosos sus mandamientos y tratos

providenciales. La fe de Abraham con frecuencia es elogiada en la Biblia. Dios le había prometido un hijo, pero

no le dio la semilla prometida hasta que tuvo cien años, y Sara tenía 90, sin importar la edad de Sara, y que él

ya casi muerto, creyera que Dios podía cumplir su promesa, y cuando había recibido a su hijo amado, con la

certeza de que iba a ser su heredero, y que a través de él la promesa iba a cumplirse a través de las generaciones,

Dios probó su fe severamente, al ordenarle ofrecer a su hijo Isaac como holocausto. Sin ningún titubeo obedeció,

creyendo que Dios podía resucitarlo de los muertos. Hizo todos los preparativos para obedecer este

mandamiento penoso, con tal calma que ni Sara y ni Isaac sospecharon que tal cosa se estuviera contemplando.

Éste fue una instancia de ejercicio de fe implícita. El crecimiento en la gracia, o en el favor de Dios, está

condicionado al crecimiento de confianza implícita en Él.

9. Una sensibilidad santificada más cabal es una condición de crecimiento en el favor de Dios. Por sensibilidad,

quiero decir aquel departamento de nuestra naturaleza que siente, desea, y al que pertenece todo lo que

llamamos deseo, afecto, emoción, sentimiento, pasión, propensión y concupiscencia. La sensibilidad es un

poder involuntario, y las acciones morales y cualidades no pueden, con estricta propiedad, ser afirmadas de ella.

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Los estados de la sensibilidad tienen carácter moral sólo como derivan directa o indirectamente de la acción de

la voluntad. La naturaleza del hombre, como un todo, en su condición depravada, está en un estado muy

desagradable, y aunque la voluntad tal vez se rinda a Dios, la sensibilidad puede estar en un estado tal como

para ser desagradable a la vista de uno que ve directamente en ella, y conoce perfectamente cada deseo, pasión,

propensión o concupiscencia incitados. Es a través de la sensibilidad, principalmente, que somos atacados con

tentaciones. Es a través de eso que la guerra cristiana es mantenida. La guerra cristiana consiste en la batalla de

la voluntad con estos varios apetitos, pasiones, propensiones y concupiscencias, para mantenerlos sujetos a la

voluntad de Dios. Si la voluntad mantiene su integridad, y se aferra a la voluntad de Dios, el alma no peca en su

batalla con los estados incitados de la sensibilidad, pero estas propensiones rebeldes turban la voluntad en el

servicio que se rinde a Dios. Para mantenerlas sometidas, ocupa mucho tiempo, pensamiento, y fuerza. De ahí,

el alma no puede rendir a Dios un servicio tan completo, mientras ejerce la fuerza completa de la voluntad para

subyugar estas propensiones, como de otra forma podría rendir o rendiría. Estos apetitos, pasiones y

propensiones, aunque no son pecaminosos en sí mismos, han sido considerados y hablados como pecado que

mora dentro. Estrictamente, no pueden ser pecados, porque son involuntarios, pero con frecuencia son un gran

obstáculo para el crecimiento en el favor de Dios. "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del

Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis". Esto quiere decir

no podemos hacer por Dios lo que otra forma haríamos, porque tenemos que batallar mucho con los estados

de la sensibilidad, para mantenerlos sometidos. En tanto la sensibilidad se someta más y más y esté en armonía

con la devoción de la voluntad a Dios, se nos deja libre para rendir a Dios un servicio sin estorbos. Por

consiguiente, tanto más cabal la santificación de la sensibilidad, más cabalmente estamos en el favor de Dios.

10. Una universalidad y minuciosidad crecientes de consagración, espíritu, alma y cuerpo, es la condición de

más y más crecimiento en el favor de Dios. Es común, al principio, para la constancia de la devoción de la

voluntad a Dios de ser vencida por el clamor de pasiones, apetitos y propensiones incitados, o por los diversos

estados de la sensibilidad. Cuando la voluntad se rinde a estos estados incitados, se peca, pero en tales casos,

el pecado no es premeditado, en el sentido de ser deliberado e intencional; es más un desliz, una negligencia,

un sometimiento momentáneo bajo la presión de un sentimiento altamente incitado. Incluso así, este

sometimiento es pecado. No obstante cuán incitados los estados de la sensibilidad puedan estar, si la voluntad

no se somete, estrictamente no hay pecado. Sin embargo, mientras la voluntad esté firme, mantenga su

consagración, su obediencia a Dios, los apetitos que se originan en el cuerpo, y las varias propensiones del alma,

inherentes a la sensibilidad, pueden estar tan entreabiertas, en tal confusión, y en tal estado de desarrollo

mórbido, que el alma pueda no estar apta para los empleos y disfrutes del cielo.

11. Así que, el tomar de una plenitud mayor de la naturaleza Divina es una condición de crecimiento en el favor

de Dios. Tanto la voluntad como la sensibilidad de Dios tienen que estar en un estado de máxima perfección y

acuerdo. Todos sus deseos y sentimientos tienen que estar en perfecta armonía con su inteligencia y voluntad.

No es así con nosotros, en nuestro estado de depravación física. La depravación de la sensibilidad tiene que ser

física, porque es involuntaria. Aun así, es depravación, es un estado caído de la sensibilidad. Este departamento

caído de nuestra naturaleza tiene que recuperarse, santificarse o restaurarse completamente con una voluntad

consagrada y una inteligencia iluminada, o nunca estaremos aptos para el cielo. Como nos volvemos más y más

participantes de la naturaleza Divina, somos más plenamente santificados en espíritu, alma y cuerpo, y desde

luego crecemos más y más en el favor de Dios.

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12. Una plenitud mayor y más penetrante de la residencia del Espíritu Santo es otra condición de crecimiento

en el favor de Dios. No pueden tenerla cabalmente impresa en ustedes que cada paso en la vida cristiana se

tome bajo la influencia del Espíritu Santo. Lo que se va a obtener es la enseñanza e influencia universales del

Espíritu Santo para que en todas las cosas sean guiados por el Espíritu de Dios. Si somos guiados por el Espíritu,

no haremos la voluntad de los deseos de la carne. "Si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu

hacéis morir las obras de la carne, viviréis". "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del

Espíritu es vida y paz". Siempre recuerden, por tanto, que para crecer en la gracia, tienen que crecer en la

posesión de la plenitud del Espíritu Santo en sus corazones.

13. Una relación más profunda con el Señor Jesucristo en toda su obra y relaciones oficiales es una condición de

crecimiento en la gracia. Su naturaleza, obra, y relaciones son el tema de la Biblia. La Biblia lo presenta a nosotros

en una gran variedad de relaciones. En mi Teología Sistemática he considerado como sesenta o más de estas

relaciones oficiales de Cristo a la raza humana, y éstas se presentan más bien como muestras e ilustraciones en

vez de cubrir todo el ámbito de relaciones con nosotros. Ahora, una cosa es conocer a Cristo simplemente en

papel, y como se habla de él en la Biblia, al leer u oír de Cristo, y muy diferente conocerle personalmente en

estas relaciones. La Biblia es el medio de presentarlo a él personalmente. Lo que está ahí dicho de él está

diseñado para guiarnos a buscar una relación personal con él que somos hechos como él. Es por

correspondencia personal e individual con su mente Divina que tomamos su imagen. "Nosotros todos, mirando

a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma

imagen, como por el Espíritu del Señor". "La fe es por el oír". La fe asegura por nosotros esta manifestación

personal de Cristo a las almas. El crecimiento de ustedes de la gracia dependerá de eso. No piensen en dejar

personalmente de conocer a Cristo, no sólo en todas estas relaciones, sino en la plenitud de estas relaciones.

No pasen por alto el hecho que la apropiación de Cristo, en cada una de estas relaciones, es un acto personal

de fe. Es un ponerse a Cristo, un tomar de él como suyo, en cada relación, como la sabiduría, rectitud,

santificación, y redención suya; el profeta suyo, para enseñarles, el rey suyo, para gobernarlos, el sumo

sacerdote suyo, para expiarlos, el mediador suyo, el abogado suyo, la fortaleza suya, el Salvador suyo, el refugio

suyo, el fuerte suyo, el capitán y líder suyos, el escudo suyo, la defensa suya, el gran galardón suyo. En cada

relación de éstas, y en las otras relaciones oficiales, necesitan apropiarse de él por fe para asegurar su

interacción con él en estas relaciones. El crecer en una relación con él, recuerden, es una condición

indispensable de crecimiento en su favor.

V. VOY A INDICAR ALGUNAS COSAS QUE NO SON PRUEBA DE CRECIMIENTO EN LA GRACIA.

1. El crecimiento en conocimiento no es evidencia concluyente de crecimiento en la gracia. Algo de grado de

conocimiento es indispensable para estar en el favor de Dios; y el crecimiento en conocimiento, como he

mostrado, es una condición de crecimiento en la gracia, pero el conocimiento no es gracia, y el crecimiento en

conocimiento no constituye crecimiento en la gracia. Una persona puede crecer en conocimiento, y no tener

gracia para nada. En el infierno no pueden crecer más que en conocimiento, como crecen en experiencia, y en

conocimiento de la justicia de Dios, pero ahí, su crecimiento en conocimiento sólo agrava la culpa y miseria del

infierno. Saben más y más de Dios y su ley, y su propia culpa, y tanto más sepan, más miserables serán. De su

conocimiento en aumento nunca aprenden piedad.

2. No es evidencia segura que un individuo crezca en la gracia porque crece en dones.

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Un profesante de religión puede aumentar en dones para que pueda volverse más fluido en oración, y más

elocuente en predicar, o más patético en exhortación sin ser más santo. Naturalmente aumentamos en eso en

tanto nos ejercitamos. Y cualquier persona con frecuencia ejercita exhortación, naturalmente, si hace algún

esfuerzo, o se dispone, aumentar en fluidez y sagacidad, pero puede hacer todo eso, y sin embargo no tiene

gracia para nada. Puede orar muy comprometidamente y aumentar en fluidez y expresión aparente, y sin

embargo no tiene gracia. La gente que así a menudo no tiene gracia. Es cierto, si tiene gracia, y se ejercita él

mismo en estas cosas, en tanto crece en la gracia, crecerá en dones. Ninguna persona puede ejercitarse a sí

misma en obedecer a Dios sin mejorar en estos ejercicios. Si no mejora en dones, es una señal cierta que no

crece en la gracia; por otro lado, es evidencia segura que crece en la gracia porque mejora ciertos ejercicios,

pues naturalmente mejorará por práctica si es cristiano o hipócrita.

3. No es prueba que una persona crece en la gracia porque cree que está haciéndolo. Uno puede estar

favorablemente impresionado en cuanto a su propio progreso en religión cuando es evidente para otros que no

está haciendo ningún progreso, sino está, de hecho, declinando. Un individuo que está yendo de mal en peor

no está ordinariamente consciente del hecho. No es poco común para ambos pecadores impenitentes y

cristianos pensar que están creciendo cada vez mejor, cuando no lo están haciendo. Esto resulta de la misma

naturaleza del caso. Si alguna persona está empeorando, su conciencia, por el momento, estará más y más

cauterizada, y su mente más y más en tinieblas, como suprime la conciencia y resiste la luz. Entonces puede

creer que está creciendo cada vez mejor, sólo porque tiene menos sentido del pecado, y mientras su conciencia

siga durmiendo, puede seguir bajo el engaño fatal. Un hombre juzgará su propio estado espiritual en tanto se

compare a sí mismo con un patrón elevado o bajo. Si mantiene a Cristo delante de él, en su plenitud, como su

modelo, sin duda siempre, por lo menos en este estado de existencia, tendrás más que una baja estima de sus

logros. Mientras al mismo tiempo, pone a la iglesia, o cualquiera de los miembros de la iglesia como patrón,

muy probable formará alta estima de su progreso en religión, y estará muy satisfecho de sí mismo. Ésta es la

razón por la que hay tal diferencia en las posturas de la gente de su propio estado y del estado de la iglesia. Se

comparan a sí mismos y el estado de la iglesia con diferentes modelos. De ahí, uno toma una postura muy

humilde de su propio estado, y se queja de aquél de la iglesia; otro cree que esas quejas son censuradoras. Para

él, la iglesia parece estar bien. La razón por la que no cree que la iglesia sea muy fría, y que está en un estado

bajo, es que Cristo no es su modelo de comparación. Si un hombre cierra sus ojos, no verá la impureza en él, y

puede creer que está limpio, mientras que todo su alrededor le parece repugnante.

VI. LO QUE ES PRUEBA DE CRECIMIENTO EN LA GRACIA.

1. La manifestación de confianza más universal e implícita en Dios es una evidencia de crecimiento en la gracia.

El ejercicio de mayor y más confianza implícita, como he dicho, es la condición de crecer en el favor de Dios.

Aquí, digo, que la manifestación de esta confianza universal e implícita es prueba que existe esta confianza

creciente, y por tanto, es evidencia satisfactoria de crecimiento en el favor de Dios. Si están conscientes en su

alma que ejercen más confianza universal e implícita en Dios, esto es prueba concluyente para ustedes que

están creciendo en la gracia, y como se manifiesta en su vida, temperamento y espíritu, esta confianza en

crecimiento, prueba a ustedes a mismos y otros que están creciendo en el favor de Dios, pues en tanto crezcan

en confianza implícita en él, ustedes tienen que crecer en su favor.

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2. Otra evidencia de crecimiento en la gracia es una separación en aumento del mundo. La voluntad puede estar

en una actitud de devoción a Dios, mientras los encantos seductores del mundo turban la acción saludable de

la vida cristiana. Toda el alma que se crucifica y muere al mundo, crece en el favor de Dios.

3. Una evidencia de crecimiento en la gracia es menos renuencia de sentimiento cuando se llama al ejercicio de

la negación de uno mismo. Muestra que los sentimientos se están volviendo cada vez menos despóticos, que la

voluntad está obteniendo más dominio de ellos, que la sensibilidad está más en armonía con la devoción de la

voluntad, y los dictados de la inteligencia.

4. Otra evidencia de crecimiento en la gracia es menos tentación para pecados de omisión. Por ejemplo, menos

tentación para rehuir la cruz, para descuidar deberes poco agradables, menos tentación a la indolencia, menos

tentación para esquivar la responsabilidad, menos tentación para descuidar la oración, leer las escrituras,

devociones privadas y familiares; en suma, es evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos tentación

para eludir el cumplimiento de cualquier deber. Estas tentaciones consisten en estados incitados de la

sensibilidad. En tanto éstos se hacen menos fuertes y frecuentes, aprendemos que nuestra sensibilidad se está

volviendo más completamente subyugada a la ley de la inteligencia, y las decisiones de la voluntad, y

consecuentemente, que la obra de la santificación del espíritu, alma y cuerpo, está progresando, y por tanto,

estamos creciendo en el favor de Dios.

5. Una intensidad y estabilidad crecientes de fervor en promover la causa de Dios es evidencia de crecimiento

en gracia en el favor de Dios. A veces el fervor cristiano es comparativamente tranquilo, y otras veces profundo

e intenso, a veces estable, y otras veces intermitente y fugaz. En tanto los cristianos crezcan en piedad, su fervor

se vuelve profundo, intenso y estable, y en tanto estén conscientes de eso, y su vida y espíritu den evidencia de

ello a otros, tienen y dan prueba que están creciendo en el favor de Dios.

6. Perder más y más la conciencia del yo, y respeto al yo, en cada acción de la vida, es una evidencia de

crecimiento en el favor de Dios. Algunos tienen tanta conciencia del yo en todo, y tanto respeto al yo en todo

lo que dicen y hacen, como para ser turbados en su vida cristiana, cuando intentan actuar o hablar en la

presencia de otros. En tanto pierden está consideración al yo, y tienen menos respeto al yo, su servicio a Dios

se vuelve más libre sin obstáculos, y son mejores siervos por pensar menos del yo. A veces los recién convertidos

no pueden orar o hablar, o realizar cualquier deber público, sin estar orgullosos o avergonzados, como piensan

ellos mismos por haber realizado esos deberes con más o menos aceptación de aquellos alrededor de ellos.

Mientras esto sea así, su piedad está en un estado débil. Deben perder de vista su propia gloria, y tener la mirada

en la gloria de Dios, para encontrar aceptación en él, pero mientras pierden la vista en el yo, y se fijan en Dios

siempre delante de ellos, teniendo sólo la vista para su gloria, crecen más y más en su favor.

7. Consecuentemente, un desinterés a los halagos o censuras de los hombres es una evidencia de crecimiento

en la gracia. Pablo había crecido tanto en la gracia que consideraba algo trivial ser juzgado por hombres, sólo

buscaba ser acepto ante Dios. En tanto se encuentren creciendo en ese estado de indiferencia a los halagos o

censuras de los hombres, tienen evidencia que crecen en la gracia.

8. Una cordialidad creciente en la aceptación de toda la voluntad de Dios es evidencia de crecimiento en su

favor. Algunos se rebelan contra su voluntad como se revela en su palabra, y en su providencia. Otros, bajo las

circunstancias difíciles apenas tolerarán su voluntad, como se revela en su palabra y providencia, pero aquellos

que están creciendo en la gracia, encuentran natural abrazar toda su voluntad revelada con cordialidad cada

vez mayor.

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9. Es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios la calma y quietud en aumento bajo grandes aflicciones.

Esto demuestra una fe más amplia e implícita, una aceptación más plena y cordial de la voluntad de Dios, como

se revela en estas aflicciones, y muestra que el alma está más quieta y firme anclada sobre su roca, Cristo.

10. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una tranquilidad en aumento bajo desastres y pérdidas

repentinas y aplastantes. Tanto más tranquila el alma pueda permanecer, cuando las tormentas repentinas de

la providencia lleguen sobre ella, arrasando a los seres queridos, echando abajo las esperanzas terrenales,

mayor es su demostración de estar bajo el favor particular de Dios. Esta tranquilidad es el resultado de la

demostración del favor de Dios.

11. Una evidencia del favor de Dios es paciencia creciente bajo provocación.

12. Longanimidad con gozo es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios. Cuando encuentran que no sólo

pueden tolerar, sino aceptar la voluntad de Dios, como se revela en llamarlos a sufrir, especialmente, cuando

aceptan esos sufrimientos, y los soportan con gozo, tienen evidencia que están creciendo en el favor de Dios.

13. Es evidencia de crecimiento en el favor de Dios el gozo y la cordialidad en aumento bajo pruebas, desánimos,

y dolor severo.

14. Es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios una indiferencia en aumento a todo lo que el mundo

tiene que ofrecer o amenazar.

15. Es una evidencia de crecimiento en la gracia el reposo y la satisfacción en aumento con los repartimientos

de la providencia.

16. Es evidencia de crecimiento en la gracia menos tentación para murmurar o quejarse ante cualquier

asignación de la providencia.

17. Es evidencia de crecimiento en la gracia menos tentación para inquietarnos cuando somos probados o

desanimados en cualquier aspecto.

18. Cada vez menos tentación al resentimiento y al espíritu de venganza, cuando somos insultados o se

aprovechan de nosotros, es evidencia que la sensibilidad se está volviendo cada vez más plenamente sometida,

y como consecuencia, estamos creciendo en el favor de Dios.

19. Menos tentación para preocuparse o aumentar nuestras pruebas y problemas, pensar en ellas, y hablar de

ellas a los otros es evidencia que pensamos cada vez menos en el yo, y aceptamos nuestras pruebas y problemas

con cada vez más complacencia en Dios. Es triste oír que algunas buenas personas declaradas se preocupan y

aumentan sus pruebas y problemas, pero si crecen en la gracia, pensarán cada vez menos en ellas, estarán más

inclinadas a pensar en ellas como tribulaciones leves. Tanto más crezcamos en la gracia, menos énfasis en los

males que nos encontremos en el camino. Una vez me dijo un buen hombre, que realmente estaba pasando por

lo que el mundo llamaría pruebas y aflicciones severas (acababa de perder a su amada esposa, y sus hijos habían

muerto uno tras otro), "he tenido muchas misericordias, y pocas aflicciones". Cuando bajo tales circunstancias

un hombre puede decir: "las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha

tocado", tiene la evidencia más satisfactoria que está creciendo en el favor de Dios.

20. Es evidencia que estamos creciendo en el favor de Dios una disposición en aumento para hacer ligeras

nuestras pruebas y aumentar nuestras bendiciones.

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21. Es evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos ansiedad y cuidado sobre los eventos de la

providencia, y especialmente sobre las cosas que nos afectan profundamente. Ésta es una evidencia de fe más

amplia e implícita, de más voluntad sumisa, y de una tendencia decreciente al egoísmo, y es, por tanto, una

evidencia de favor en aumento con Dios.

22. Es una evidencia de crecimiento en la gracia el estar cada vez menos perturbados y preocupados por los

eventos de la vida, especialmente aquellos que van a contrarrestar nuestros planes, esperanzas, expectativas y

deseos, y que frustran nuestras metas más queridas.

23. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una confianza que se da cuenta, y está en aumento, en la

sabiduría, benevolencia, universalidad de la providencia de Dios, un estado de mente que ve a Dios en todo.

Algunas mentes se vuelven tan espirituales que difícilmente parecen residir en el cuerpo, y parecen

continuamente que perciben la presencia de Dios en cada evento, casi como si fueran incorpóreos, y

contemplaran a Dios, cara a cara. Parecen morar, vivir, moverse, y tener su ser, más bien en el mundo espiritual

que en el mundo natural. Continuamente están bajo un sentido de presencia, agencia, y protección Divinas, que

apenas parecen habitantes de la tierra. Son una vida y caminar misteriosos para aquellos con quienes ellos

habitan. Las fuentes de su actividad son tan divinas, que no pueden ser juzgados por los mismos patrones como

a otros hombres. Las mentes carnales no los pueden entender. Su vida oculta es tan desconocida, y tan difícil

de conocer, para aquellos que están muy por debajo de ellos en su vida espiritual, que necesariamente son

considerados como excéntricos, como místicos o monomaníacos, y como que tienen posturas religiosas muy

peculiares, como ser entusiastas y quizá fanáticos. Estas personas están en el mundo, pero viven por encima del

mundo. Se han escapado tanto de las contaminaciones que hay en el mundo, que verdaderamente, y

comprensiblemente, dicen con Pablo en Gá. 6:15, "mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro

Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo". Tales personas evidentemente

están creciendo en la gracia de Dios.

24. Una evidencia de crecimiento en la gracia es estar cada vez menos dispuesto a poner atención a las faltas y

locuras de otros.

25. Estar cada vez menos dispuesto a hablar sarcástica o severamente, o juzgar sin amor otros. Es una evidencia

de crecimiento en la gracia una delicadeza o ternura para hablar de sus faltas reales o supuestas, a sus espaldas.

26. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una renuencia en aumento para considerar o tratar a otros

como enemigos, y una tranquilidad y naturalidad en tratarlos amablemente, en orar por ellos de corazón, y en

esfuerzos para hacerles el bien.

27. Es una evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos tentación para recordar una herida, y el

aplacamiento de todo deseo de venganza cuando se nos lastimó.

28. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una disposición y cordialidad en aumento para perdonar y

enterrar una herida, y un tipo de incapacidad moral de hacer lo opuesto que buscar el bien supremo de aquellos

que nos han lastimado muy profundamente.

29. Cuando encontramos en nuestra propia experiencia, y manifestamos a otros, que es más y más natural

considerar a todos los hombres nuestros hermanos, especialmente para quitar esa postura de discriminaciones

sectarianas, todas las ideas y prejuicios de casta, color, pobreza y riqueza, relación consanguínea, y natural, en

vez de lazos espirituales, y tener sentido común con Dios en tener en la mira a hacer el bien a todos los hombres,

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a nuestros enemigos y amigos, hemos entonces dado a nosotros mismos, y a otros, la evidencia más elevada de

nuestro crecimiento en el favor de Dios.

30. Especialmente es cierto que tenemos evidencia de crecimiento en la gracia cuando nos encontramos muy

cordiales e incondicionales en hacer grandes sacrificios para aquellos que nos odian, y tener la disposición de

dar nuestras vidas para promover la salvación eterna.

31. Aún más especialmente cuando nos encontramos cada vez menos inclinados a considerar cualquier cosa un

sacrificio que podamos hacer por Dios, o las almas de los hombres; cuando podemos considerar que nuestras

vidas no son valiosas para nosotros si se nos llama a darlas para salvar las almas de los hombres, cuando por el

gozo de salvarlos sufrimos la cruz menospreciando el oprobio, o cualquier sacrificio que hagamos, tenemos

evidencia que estamos creciendo en la gracia.

32. De nuevo, cuando nos encontramos más y más inclinados a tener sumo gozo cuando nos hallamos en

diversas pruebas, y cuando estamos dispuestos a ver las pruebas, aflicciones, pérdidas, tribulaciones, en una luz

tal para poner cada vez menos énfasis en ellas, tenemos evidencia que estamos creciendo en paciencia, y por

tanto, en el favor de Dios,

33. Cuando encontramos cada vez menos renuencia a hacer confesión a aquellos quienes hemos lastimado,

cuando con la disposición y cordialidad en aumento abrimos nuestro corazón para ser escudriñado,

compungidos por haber hecho mal, y cuando en casos dolorosos, no hallamos reposo, hemos hecho la confesión

y reparación más plena a nuestro alcance, cuando admitimos, y confesamos, y hacemos la satisfacción más

plena, es un lujo para nosotros, en vez de una prueba y cruz, tenemos evidencia que estamos creciendo en el

favor de Dios.

34. Cuando estamos más y más impresionados y afectados por las misericordias de Dios, y por las bondades de

nuestro prójimo y aquellos alrededor de nosotros, cuando apreciamos más profunda y cabalmente las

manifestaciones de bondad en Dios, o cualquier otra cosa, cuando somos más humildes y afectados por estas

bondades, y encontramos que es cada vez más natural para hacer justicia, amar misericordia, humillarnos y vivir

agradecidamente, tenemos evidencia que estamos creciendo en el favor de Dios.

35. Cuando nos encontramos atraídos con sinceridad en aumento para continuar para conocer más y más al

Señor, tenemos evidencia de crecimiento en la gracia.

36. Cuando nos encontramos más y más inmediatamente impresionados, afectados, vivificados y estimulados

por la verdad religiosa, y cuando encontramos una armonía en aumento en la acción de todos nuestros poderes,

intelectuales voluntarios, y sensitivos, en aceptar, resistir en, toda la voluntad y providencia de Dios, no obstante

cuán afligidos se pueda estar al momento, tenemos evidencia que estamos creciendo en la gracia.

37. Un celo en aumento por el honor de Dios, por la pureza y el honor de la iglesia, por los derechos de Dios y

los derechos de los hombres, es una evidencia de crecimiento en conformidad a Dios, y por supuesto, de

crecimiento en su favor.

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VII. CÓMO CRECER EN LA GRACIA.

1. Cumplir las condiciones observadas en la cuarta sección en esta conferencia. No necesito repetirlas.

2. Recordar que cada parada del progreso tiene que hacerse por fe y no por obras. El error que algunos hombres

buenos han cometido sobre este tema es realmente sorprendente. El doctor Chalmers afirma que la forma de

ser santificado es trabajar para eso. Hace unos años, el doctor Pond publicó un panfleto, en el que tocó este

tema, con el doctor Chalmers, y afirmó que la idea de estar santificado por fe era absurdo. En efecto, la

costumbre ha sido casi universal de representar el crecimiento en la gracia que consiste en la formación de

hábitos de obediencia a Dios. Ahora, es bastante sorprendente que muchos hombres buenos hayan caído en

este error. El hecho es que cada paso del progreso en la vida cristiana se toma por una fresca y plena apropiación

de Cristo por fe, un pleno bautismo del Espíritu Santo. En tanto nuestras debilidades, enfermedades, pecados

dominantes, y necesidades, son revelados a nosotros, por las circunstancias de la tentación por las que pasamos,

nuestra única ayuda eficiente se encuentra en Cristo, y crecemos sólo en tanto paso a paso nos apropiamos más

de él, en una relación o en otra, y más plenamente "nos lo ponemos". Mientras más y más nos vaciamos de la

dependencia de uno mismo, mientras más y más renunciamos y desechamos toda expectativa de formar hábitos

santos por cualquier obediencia a otros, y mientras por fe aseguramos bautismos cada vez más profundos del

Espíritu Santo, y nos vestimos del Señor Jesucristo más y más cabalmente, y más de sus relaciones oficiales, por

tanto, mucho más rápido crecemos en el favor de Dios. Nada puede ser más equívoco y peligroso que la idea

comúnmente recibida de crecer en la gracia por la formación de hábitos religiosos. Por hechos de la fe sola, nos

apropiamos de Cristo, y somos tan verdaderamente santificados por la fe como somos justificados por la fe. En

mi Teología Sistemática, al señalar las condiciones de santificación completa o permanente, he observado como

sesenta relaciones oficiales de Cristo, como dije anteriormente, y ahí he insistido, como lo hago aquí, que el

crecimiento en santidad, y por consiguiente, en el favor de Dios, se asegura sólo por las apropiaciones frescas,

más plenas y más cabales de Cristo, en todas estas relaciones oficiales. Si van a crecer en la gracia, tienen que

hacerlo mediante la fe. Tienen que orar en fe por el Espíritu Santo. Tienen que apropiarse y ponerse a Cristo

mediante el Espíritu Santo. Por cada paso adelante en su progreso, tienen que tener una unción fresca del

Espíritu Santo por fe.

OBSERVACIONES.

1. En este tema, vemos la vasta importancia de instruir correctamente a recién convertidos. En muchos casos,

tienen muy poca instrucción apta para su experiencia y grado de inteligencia cristiana. Por algunos, tales

posturas son tomadas de la Perseverancia de los Santos, que supone que los bebés en Cristo crecerán sin

amamantarse, sin esa leche sincera de la palabra, por medio de la cual tienen que crecer. Algunos, dando por

sentado que necesitan instrucción, inadvertidamente les dan instrucción falsa, los ponen a trabajar externa y

fervorosamente, sin tener mucha consideración en fortalecer y desarrollar su vida interna. No les enseñan cómo

apropiar y vivir en Cristo como su vida, sino les presionan continuamente para cumplir su deber, trabajar para

Dios, y trabajar por las almas, sin suficientemente hacer la impresión en ellos de la idea que su hacer no es

considerado, a menos que proceda de la vida de Dios en sus almas. El resultado es una actividad externa

apresurada, mientras la vida espiritual interna está decayendo. Esto tiene que terminar en repulsión en la

carencia del corazón de uno, y un retroceso hacia apatía y descuido.

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2. A veces se comete un error en la dirección opuesta. Se les enseña a descansar en Cristo, en un sentido tal

como para tomar un tipo de quietud y actividad antinomiana. Se les exhorta a ejercitar la fe, pero no son

impresionados sinceramente con la convicción que tiene que ser en la fe que obra y que obra por amor, que

purifica el corazón, y que vence al mundo. El resultado es que no hacen nada en religión. A los pecadores se les

permite dormir e irse al infierno, a su alrededor, sin hacer ningún esfuerzo para salvarlos.

3. Vemos la importancia de un ministerio ungido del Espíritu Santo. La gran carencia de la iglesia es un ministerio

tan cabalmente ungido por el Espíritu Santo para saber cómo guiar a la iglesia hacia adelante y hacia arriba, al

desarrollo más pleno de piedad cristiana. A fin de instruir a los convertidos, y mantener la iglesia progresando

en santidad, el ministro tiene él mismo que progresar. Tiene que ser un verdadero cristiano viviente en progreso.

Tengo buena razón para saber que las iglesias en muchos lugares están profundamente dolidas por la falta de

vivir la piedad y crecimiento en sus ministros. Sus ministros son intelectuales, literatos, filosóficos, teológicos,

en su enseñanza, pero tristemente deficientes en unción. Tienen muy poco poder con Dios y el hombre.

Instruyen el intelecto hasta cierto punto, pero no cubren las carencias del corazón. Los convertidos se mueren

de hambre bajo su predicación. Predican un evangelio intelectual en vez de un evangelio espiritual. Predican la

religión como una teoría, una doctrina, una filosofía, y no como una experiencia real viviente. Es a menudo

excesivamente doloroso oír a ministros predicar que manifiestamente no saben lo que dicen o lo que afirman.

Hablan de religión como un sentimiento interior, en vez de devoción de corazón a Dios; como una emoción, un

sentimiento, en vez de un amor que lo abarca todo y que es eficiente, un estado y actitud voluntarias de mente,

del cual necesariamente procede una vida santa. Hablan de fe como un estado meramente intelectual o de

convicción, y no como un acto de confianza, de compromiso de todo el ser, para hacer y sufrir toda la voluntad

de Dios. Hablan del arrepentimiento como un estado involuntario de tristeza por el pecado. No enseñan que el

arrepentimiento es un cambio de parecer hacia Dios, una renuncia de un espíritu egoísta, un volver de toda la

mente a Dios. Hablan de santidad como si fuera un estado completamente inalcanzable en esta vida. En efecto,

lo digo con tristeza, pero tengo que decirlo, las enseñanzas de muchos ministros son más que una piedra de

tropiezo para la iglesia. Bajo esa instrucción los convertidos no pueden establecerse y no se establecen en la

gracia para ser grandemente utilizados, o para vivir vidas que sean honorables a Cristo. Sólo piensen en el siglo

XIX, los ministros predican a los convertidos que tienen que crecer en la gracia por obras. ¡Sean el cielo y la tierra

sorprendidos ante eso! Tales maestros no saben ellos mismos cómo crecer en la gracia. Se me considerará duro

si digo: "son ciegos guías de ciegos".

4. Vemos la razón de tanta apostasía. Los convertidos desde luego se alejan que son guiados por la instrucción

falsa. Si, por otro lado, son puestos a trabajar la santificación por obras, sus obras pronto serán obras muertas,

y no será el resultado de esa fe que obra por amor. Si, por otro lado, son atiborrados de nociones y doctrinas

abstractas, y se les enseña a descansar en una fe antoniniana, se hundirán en letargo e inactividad. Creo

totalmente que en casi todos los casos donde ha habido una reacción desastrosa luego de un avivamiento, se

debe a la carencia de instrucción puntual y apropiada, pero para ser puntual y apropiada, debe ser instrucción

ungida.

5. Los seminarios teológicos necesitan poner vastamente más atención al crecimiento de la gracia de sus

estudiantes. Necesitan a un profesor de religión experimental, que tenga experiencia y poder suficientes para

presionar hacia regiones más elevadas de la experiencia cristiana que son esenciales para poder guiar a la iglesia

en victoria. Es sorprendente ver cuán poco esfuerzo se hace para cultivar el corazón de los jóvenes que estudian

para el ministerio. Tenemos que tener un cambio en este respecto. Un patrón más elevado de experiencia

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cristiana tiene que ser requerido como condición para ordenarse. Es doloroso ver cuán cuidadosamente los

hombres serán examinados en cuanto a sus logros intelectuales, mientras los recuentos que dan de su

experiencia cristiana apenas nos permiten esperar que hayan sido convertidos. Qué triste es poner a tales

jóvenes para que alimenten a la iglesia de Dios. Cómo se lamentan los cristianos de tiempo cuando ven a los

dirigentes nombrados en la iglesia de Dios que son bebés espirituales.

6. Nunca he estado presente en la examinación de un candidato para ordenarse donde más que una simple

evidencia de conversión fuera requerida de él. Nunca los he escuchado preguntar referente a su progreso en la

experiencia cristiana y referente a su habilidad espiritual de guiar al rebaño de Dios a delicados pastos y aguas

de reposo. Nunca he oído que se les pregunte en una manera que manifieste la más mínima concepción de lo

que son las cualidades espirituales indispensables de un hombre que va a ser dirigente e instructor espiritual de

la iglesia de Dios. Más horas son utilizadas en determinar los logros intelectuales de un candidato que minutos

para determinar sus logros espirituales y experimentales. Toda la examinación plenamente indica que el cuerpo

que ordena pone muy poco énfasis en esta parte de la educación de un ministro. Es de maravillarse que la iglesia

de Dios sea tan débil e ineficiente, mientras sus dirigentes y maestros son, muchos de ellos, simples niños en

conocimiento espiritual, mientras la experiencia cristiana madura no es parte de la educación indispensable de

un ministro. Pues, esto es infinitamente mucho más peligroso y ridículo que confiarles para dirigir un ejército

en el campo, mientras meramente entienden matemáticas, y nunca han tenido ninguna experiencia o

adiestramiento en asuntos militares.

En este respecto, también, tiene que haber un gran cambio. Las iglesias deben rehusar ordenar y recibir

pastores, a menos que hayan plenamente mostrado su progreso en la experiencia cristiana para que sean

capaces de dirigir y mantener a la iglesia despierta.

Deben insistir en la educación de su corazón como también en la de su cabeza, en la habilidad de tomar a recién

convertidos, y conducirlos hacia esas experiencias profundas que los harán obreros estables y eficientes en la

causa de Dios. Piensen en los seminarios teológicos como aquellos que han presidido el doctor Chalmers y el

doctor Pond, donde los dirigentes de la iglesia de Dios son enseñados que la santificación o el crecimiento en la

gracia se obtiene por obras y no por fe. No lo anuncien en Gat. Ay de Sion, cuando sus hombres grandes y buenos

caigan en tales errores.

FIN

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