Justicia penal en México: de las expectativas a la realidad

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27 JUNIO 2016

JUSTICIA PENALEN MÉXICO

de las expectativas a la realidad

Análisis de coyuntura

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Justicia penal en México: de las expectativas a la realidad

27 de junio de 2016

“Qué mal haríamos en suponer que hemos terminado. Qué engañoso sería decirle a los gobernados que el Sistema de Justicia ya está resolviendo todos sus problemas”.1

Con estas palabras pronunciadas por el Presidente de la Suprema Corte el día pasado 18 de junio, quedó muy claro que la reforma penal no es una meta, sino un punto de partida.

Desde 2008, año en que se promulgó la reforma pe-nal, se invirtieron más de 21 mil millones de pesos, se adaptaron o crearon 352 ordenamientos locales y 21 leyes federales o nacionales, se brindaron y pagaron miles, quizá millones de horas de capacitación para los operadores del sistema, se edificaron 38 centros de justicia federal, se levantaron 930 salas de juicio oral2 y un largo catálogo de esfuerzos orientados a un fin que, por absurdo que parezca, no se estaba cumpliendo: que se haga justicia al justiciable, sea víctima o acusado, en absoluta igualdad de circuns-tancias frente a un juez imparcial.

La implementación de esta reforma ha representa-do un esfuerzo descomunal para el Estado Mexicano, pero la parte más delicada, que es la fase de los re-sultados tangibles, apenas está por venir.

2Información contenida en el video institucional proyectado durante la ceremonia de Estado con motivo de la entrada en vigor del Nuevo Sistema de Justicia Penal, celebrada en el Altar a la Patria el 18 de junio de 2016. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=_nzabDpKp7c

¿Para qué se hizo todo ese esfuerzo?

A partir del primer minuto del sábado 18 de junio de 2016 cualquier delito, sea del fuero federal o del fue-ro común deberá ser investigado, procesado y san-cionado según las reglas del modelo acusatorio, es decir, a través de un esquema en el que la defensa y el Ministerio Público realmente contiendan en igual-dad de circunstancias para que el juez pueda estable-cer, a partir de indicios científicos y no de montañas de papel, si hay culpabilidad o no, privilegiando la re-paración del daño causado por el delito antes que la venganza contra el criminal.

1Consejo de la Judicatura Federal, Comunicado de Prensa no. 17, Ciudad de México, 18 de junio de 2016. Disponible en: http://www.cjf.gob.mx/documentos/Comunicados%20Prensa/docsComunicadosPrensa/2016/comunicado17.pdf

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¿Qué tan preparado llega el Estado Mexicano para esta reforma?

Ha sido un camino muy lento y por desgracia, hete-rogéneo en términos de los esfuerzos invertidos y de los primeros resultados. Como en otros temas, el sistema federalista de nuestro país explica que cada orden de gobierno y cada Poder del Estado Mexica-no haya trabajado a su propio ritmo y bajo su propia responsabilidad. Por ejemplo, Chihuahua y Oaxaca se adelantaron a la reforma y desde 2006 comenzaron a aplicar el modelo acusatorio, mientras que el estado de Sonora tendrá que iniciar sus primeras audiencias en salas de juicio oral rentadas por no haberse suma-do a tiempo al proceso de implementación.

El Poder Judicial de la Federación trazó un calendario de implementación al que se adhirió con disciplina. Así, con la puesta en marcha de los últimos 6 Centros de Justicia Federal especializados en el sistema acu-satorio, se completó la entrada en vigor del sistema penal en el ámbito federal 4 días antes de la fecha límite. En la ceremonia respectiva fue simbólico ver en transmisión directa la presentación de los nuevos jueces federales, quienes entre nerviosos, pero con inocultable entusiasmo aparecieron en pantalla, pre-sentándose a la sociedad mexicana desde sus sedes en Reynosa, Ciudad Victoria, Tijuana, Mexicali, Aca-pulco y en Puente Grande.

El Poder Ejecutivo Federal hizo un diligente trabajo durante 8 años para apoyar con recursos económicos y asistencia técnica el proceso de implementación en cada entidad federativa a través de la Secretaría de Gobernación.

Fuente: Secretaría de Gobernación, captura de pantalla del 15 de junio de 2016.

Si bien por una parte fue crucial el papel del Gobier-no de la República para apoyar la implementación de la reforma en los estados; por otra parte, le faltó tenacidad y capacidad para tener una interlocución más ágil con el Poder Legislativo a fin de confeccio-nar oportunamente toda la legislación secundaria impuesta por la reforma.

Pero lo más importante, poco sabemos acerca del avance sustantivo de las policías y ministerios pú-blicos federales más allá de la emisión de normati-vas, protocolos y cifras de capacitación impartida. Si el personal federal no cumple escrupulosamente las reglas del debido proceso al investigar los delitos, realizar aprehensiones, recabar pruebas y exponer-las ante la autoridad judicial, entonces los jueces ten-drán que desechar los casos. En tales situaciones se habrán respetado los derechos del acusado, pero el delito habrá quedado impune.

El Poder Legislativo dejó para el último momento, li-teralmente, la aprobación de la normatividad secun-daria que habría de articular el funcionamiento de la reforma penal. Cuatro días antes de que se cum-pliera el plazo fatal, el Congreso se apresuró a apro-bar la denominada “Miscelánea penal” que incluyó la creación o reforma de diversos ordenamientos nacionales o federales sobre temas indispensables para la operación del sistema penal acusatorio, re-lativos a ejecución de sanciones, justicia penal para adolescentes, delincuencia organizada, secuestro y amparo, entre otros.3

3Todas esas adaptaciones al marco normativo mexicano fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación los días 16 y 17 de junio de 2016.

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La atención a víctimas será un grave desafío para el nuevo sistema penal. De acuerdo a la reforma, toda víctima de delito contará con un asesor jurídico, quien la acompañará y orientará desde la denuncia y durante cada una de las etapas del proceso penal. Pero la propia Comisión Ejecutiva de Atención a Vícti-mas ha reconocido que apenas logró capacitar a 850 asesores jurídicos en los estados5 , cifra que resulta ridícula frente a una demanda potencial de más de 23 millones de víctimas al año, según la más reciente encuesta de victimización del INEGI.6

¿Qué falta?

Un estudio realizado por el Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) establece que la adecua-da implementación de la reforma penal en todo el país se llevará al menos 11 años4 , pues a pesar de la entrada en vigor de la reforma, todos los casos pena-les iniciados todavía bajo las reglas del modelo mix-to-inquisitorio deben ser concluidos mediante ese sistema. Ello significa que durante la próxima década seguirán conviviendo ambos modelos de justicia pe-nal con el consiguiente riesgo de que las prácticas y valores asociados al modelo anterior contaminen los primeros pasos del modelo acusatorio.

Otro tema inminente se refiere a que el nuevo siste-ma penal debe enfrentar la actual tensión entre la defensa de los derechos humanos y el combate a la impunidad. La defensa a ultranza de las garantías procesales de los imputados no tendría que ser un obstáculo para hacer justicia, pero si no se respetan los derechos de los acusados lo que se produce en última instancia es impunidad.

Si los policías y Ministerios Públicos cometen prácti-cas indebidas como las confesiones obtenidas bajo tortura lo que sucederá es que el acusado será de-jado en libertad a pesar de que todos los demás in-dicios apunten a su culpabilidad. La diferencia con el modelo anterior es que ahora los jueces han fortale-cido su visión garantista para proteger los derechos de los acusados y si el Ministerio Público no mejo-ra radicalmente sus procedimientos, entonces será inmensamente mayor el número de casos perdidos no porque el acusado haya sido declarado inocente, sino porque se violaron sus garantías procesales.

4Centro de Investigación para el Desarrollo, Evaluación 2015. Evaluación de la implementación y operación a 8 años de la reforma constitucional en materia de justicia penal. México, mayo de 2016, p.124. Disponible en: http://cidac.org/wp-content/uploads/2016/05/HALLAZGOS_2015.pdf5Así lo señaló Adrián Franco Zevada, Comisionado en la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas en la edición del periódico Excélsior del 18 de junio de 2016. Disponible en: http://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/2016/06/18/1099546 6INEGI, Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (ENVIPE 2015). Boletín de Prensa No. 395/15, Aguascalientes, Ags., 30 de septiembre de 2015. Disponible en:http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/boletines/2015/especiales/especiales2015_09_7.pdf

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Conclusión

Durante 8 años se logró cambiar las normas que ri-gen el trámite de los casos penales, se construyeron edificios, se modificaron los sistemas de gestión y se brindaron miles de cursos de capacitación. ¿Eso bas-ta para garantizar una implementación exitosa? ¿Eso basta para que jueces, ministerios públicos, defenso-res, policías, peritos, jueces y demás operadores del sistema adopten como propios los valores y princi-pios del modelo acusatorio? ¿Eso basta para evitar la impunidad y garantizar justicia para las víctimas y para la sociedad? No lo sabemos.

De lo que sí tenemos certeza es que la consolidación de la reforma penal es una tarea cotidiana a cargo de todos y cada uno de los operadores del sistema. Desde el último de los policías municipales hasta el primero de los Ministros del Alto Tribunal, todos son corresponsables del éxito del sistema penal acusato-rio. Pero en el fondo, la adecuada consolidación del nuevo sistema penal es una responsabilidad del Es-tado y en ese sentido, ya hay una primera señal de alerta en virtud de la vacilante y casi forzada suscrip-ción, el mismo día en que entró en vigor la reforma, de un Acuerdo para la consolidación del Sistema de Justicia Penal.8 Se trata de un acuerdo políticamente correcto, pero insuficiente en su contenido y alcance, que no contempla recursos presupuestales, ni accio-nes específicas.

El objeto de este Acuerdo, que será vigente hasta el 31 diciembre de 2018, es establecer “un canal de co-municación coordinado y permanente, a partir del intercambio de experiencias y colaboración” en tor-no a la implementación de la reforma. Resulta trivial dedicar un Acuerdo de Estado para “intercambiar experiencias” frente a necesidades urgentes como medir, a través de indicadores precisos, si el modeloacusatorio realmente está cumpliendo con el man-dato constitucional de que la justicia sea “pronta, completa e imparcial”.Por ello, vale la pena recupe-rar, entre la serie de discursos de autoelogio que se escucharon en la ceremonia de entrada en vigor de la reforma, las sensatas palabras del Ministro Aguilar Morales:

7Suprema Corte de Justicia de la Nación, Percepciones de los juzgadores en la transición hacia un modelo de justicia penal acusa-torio. Un estudio desde su quehacer cotidiano. México, 2010, p. 49. Disponible en: https://www.scjn.gob.mx/Documents/Relaciones%20Institucionales/Estudio_percepciones.pdf 8Publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de junio de 2016. Disponible en: http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5441783&fecha=20/06/2016

Cambiar la mentalidad de los operadores es uno de los retos permanentes del nuevo sistema penal mexicano. Hay una multitud de vicios arraigados, prácticas añejas y criterios de decisión que duran-te décadas entorpecieron la adecuada procuración e impartición de justicia. En 2010, un estudio desa-rrollado por la Suprema Corte de Justicia de la Na-ción demostró que la tramitación escrita del proceso penal se encontraba profundamente arraigada en la mente de los juzgadores. El expediente les daba seguridad y certeza a los jueces, quienes además no veían claramente las ventajas de la oralidad. Decía un Magistrado federal en aquel estudio: “A nosotros nos gusta más que nos lo digan por escrito, nos gusta más lo escrito y somos muy formalistas, pero dema-siado formalistas, ¿por qué? Por la idea que tene-mos de que a las palabras se las lleva el viento, pero es una costumbre arraigada”.7

Para cambiar la mentalidad de los operadores del sis-tema es absolutamente indispensable que las nuevas reglas del juego se cumplan, así de sencillo. No es ne-cesario que pasen varias generaciones de operado-res del sistema para que vaya ganando terreno una nueva cultura judicial centrada en el modelo acusa-torio. Solamente es necesario que cada operador del sistema cumpla estrictamente con las reglas del de-bido proceso y que todas las instituciones involucra-das respalden ese quehacer cotidiano con incentivos precisos y sanciones oportunas.

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Fuente y crédito: Presidencia de la República, 18 de junio de 2016.

“Qué mal haríamos en suponer que hemos terminado. Qué engañoso sería decirle a los gobernados que el Sistema de Justicia ya está resolviendo todos sus problemas. Más que decir que ya hemos cumplido con transformar nuestro Sistema de Justicia, debemos pensar que ya hemos detenido la inercia histórica de una forma de procuración e impartición de justicia, y que ahora comienza el reto de hacer realidad la nueva, una mejor, transparente y libre forma de impartir justicia penal; frente a la gente, con razones y argumentos, con principios protectores, sin ocultamientos, ni zonas oscuras”.9

9Palabras del Ministro Luis María Aguilar durante la Ceremonia de Estado con motivo de la entrada en vigor del Nuevo Sistema de Justicia Penal, celebrada en el Altar a la Patria el 18 de junio de 2016. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=WULUbABAcO8.