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LABORATORIO DE GEOTECNIA Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales Area Sensores Remotos Características físicas y ambientales generales de la provincia de Córdoba (1) Biblioteca Activa 2 Versión 4 Por Ernesto Guillermo Abril Córdoba, julio de 2012 1 Abril, E. G., 2012. Características físicas y ambientales generales del sector central de la provincia de Córdoba. Laboratorio Area Geotecnia. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales / CREAN, Facultad de Ciencias Agropecuarias. Universidad Nacional de Córdoba – CONICET. Difusión - Fascículo I (preliminar) versión 4, corregida y ampliada, del original de julio de 2005 y julio de 2010.

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Abril, E. G., 2012.Características físicas y ambientales generales de la provincia de Córdoba (Argentina). Laboratorio Area Geotecnia. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Biblioteca Activa, v.4, 70 págs.

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LABORATORIO DE GEOTECNIA Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales Area Sensores Remotos

Características físicas y ambientales generales de la provincia de Córdoba (1)

Biblioteca Activa 2

Versión 4

Por Ernesto Guillermo Abril

Córdoba, julio de 2012

1 Abril, E. G., 2012. Características físicas y ambientales generales del sector central de la provincia de Córdoba. Laboratorio Area Geotecnia. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales / CREAN, Facultad de Ciencias Agropecuarias. Universidad Nacional de Córdoba – CONICET. Difusión - Fascículo I (preliminar) versión 4, corregida y ampliada, del original de julio de 2005 y julio de 2010.

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LABORATORIO DE GEOTECNIA Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Area Sensores Remotos

Características físicas y ambientales generales de la provincia de Córdoba (3)

Ernesto Guillermo Abril GeoLab, Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

CREAN – Facultad de Ciencias Agropecuarias Universidad Nacional de Córdoba - CONICET

Biblioteca Activa 4

Versión 4, julio de 2012 NOTA INTRODUCTORIA El presente es un escrito de carácter general y de difusión, elaborado a partir de una recopilación dirigida a resumir las características ambientales, físicas y bióticas principalmente del sector central de la provincia de Córdoba, desde las Altas cumbres hasta la llanura del pie de monte de la Sierra Chica. La presente versión incluye conceptos referidos a la Sierra Chica de Córdoba, como consecuencia de haber tenido la oportunidad de contribuir a la elaboración del marco geológico-geomorfológico de las comarca de Vaquerías, y al pedemonte oriental, como resultado del estudio del acueducto Los Molinos - Córdoba. Esta semblanza está destinada por el momento a los estudiantes de la cátedra Geotecnia I de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Córdoba y a los alumnos de postgrado de las distintas maestrías de la UNC y de la Universidad Nacional de Luján, atendidas desde el Laboratorio del Area Geotecnia de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y desde el CREAN, Centro de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC. Cualquier error, imprecisión u omisión en este escrito se encontrarán comprendidos en el carácter provisorio del mismo y en el ámbito de la ignorancia del autor. En cualquiera de los dos casos, esperamos la comprensión y la contribución del ocasional lector, haciéndonos llegar sus comentarios y observaciones.

Ernesto G. Abril, Córdoba, julio de 2012

1. REGIONES FISIOGRAFICAS DE LA PROVINCIA DE CORDOBA Esta parte central de Argentina significa la confluencia de diferentes ambientes morfoclimáticos que se adecuan a una topografía de base, de

3 Abril, E. G., 2012. Características físicas y ambientales generales del sector central de la provincia de Córdoba. Laboratorio Area Geotecnia. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales / CREAN, Facultad de Ciencias Agropecuarias. Universidad Nacional de Córdoba – CONICET. Difusión - Fascículo I (preliminar) versión 4, corregida y ampliada, del original de julio de 2005 y julio de 2010. 4 CREAN/GEOLAB, 2012. Biblioteca Activa. Material de lectura para docentes y alumnos de los cursos de grado y posgrado del GeoLab / CREAN. Facultades de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba. V4, julio de 2012. Página: http://www.fotomap-geo.com/biblioteca-activa. Contacto: [email protected]

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carácter tectónico y que define seis grandes regiones, en general: las sierras, el pedemonte, la llanura, la zona de traslasierra y las depresiones de Mar Chiquita y de las Salinas Grandes.

La estructura de base la propor-ciona el marco tectónico antiguo, que define las elevaciones serra-nas, dominadas por grandes fallas de dirección N-S y escalones tectónicos que subyacen a la cubierta sedimentaria de la llanura pero que se manifiestan en la topografía general y dan lugar a las grandes depresiones y a los valles interserranos. Figura. Visión satelital de la provincia de Córdoba y los estados limítrofes.

El clima de los diferentes períodos reconocidos ha actuado decisivamente, dando el suave acabado actual, degradando las partes positivas y acumulando materiales en las partes bajas (sobre la llanura el pedemonte).

A esa acción de los agentes más agresivos, debidos al gradiente altitudinal, y particular-mente hídricos, se sumó la constante labor de los vientos, que han generado una espesa capa de loess sobre la llanura, trepando sobre el pedemonte oriental y penetrando inclusive en los valles logitudinales ubicados entre los cordones que conforman la sierra. Figura. Visión satelital de la provincia de Córdoba y los estados limítrofes.

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En estas escalas de consideración, los únicos efectos antrópicos significativos consisten en la remoción de la cubierta vegetal original, con el desequilibrio hidrológico y la erosión consecuentes, su reemplazo por cultivos, introduciendo el laboreo de la tierra, y con ello la profundización de ese desequilibrio y la voladura de suelos.

Figura. Cobertura vegetal natural de la provincia de Córdoba. Variación en un siglo. Combinadas con las variaciones climáticas hoy investigadas en el marco del cambio global, deben considerarse también seguramente actuaciones antrópicas significativas.

En este campo podemos citar el manejo de la cuenca del río Dulce, que incide cada vez más fuertemente en la dinámica de la laguna de Mar Chiquita, y la instalación de la actividad ganadera en las comarcas altas, asociada con el sobrepastoreo las quemas de reverdeo, con consecuencias direc-tas sobre la subsistencia del suelo en esos ambientes. Figura. Unidades geomorfológicas de la provincia de Córdoba (Vázquez, 1979)

Vázquez et al. (1970) plantean un esquema geomorfológico global para la provincia de Córdoba. El área comprendida en los presentes análisis se extiende sobre sectores de dos unidades geomorfológicas regionales:

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Macizos Antiguos

Bloques positivos formados por rocas cristalinas que alojan las nacientes y cabeceras de los ríos que, a medida que descienden, labran quebradas controla-das por las estructuras mayores y locales. Contienen valles tectónicos intermontanos con sedimentación cua-ternaria. La Sierra Chica, es más baja, más joven y no está tan erosionada.

Depresión Periférica

Depresión tectónica marginal a las elevaciones serranas, sobre el borde occidental de la Sierra Chica, siguiendo la falla homónima. Presenta lomadas eólicas, terrazas fluviales y restos de conos y abanicos aluviales afectados por la tectónica y por la disección de los ríos. Se observan conglomerados, rodados, loess y sedimentos fluviales limosos y arenosos.

La denudación ha dado lugar a antiguas peneplanicies que subsisten hoy como superficies delictuales y reconocidas hoy como paisajes residuales. Estas antiguas planicies corresponden a estadíos pasados de penepla-nización y han quedado protegidas de la denudación por encontrarse enmarcadas por el basamento rígido que ha ascendido y que ha provisto de nuevos sedimentos a estos cuerpos relictuales.

Figura. Peneplanicies delictuales identificadas para la sierra de Córdoba (Beltramone, 2007).

Pueden distinguirse elementos menores del paisaje, habiendo sido caracterizados a los fines de circunscribir su génesis y de algún modo describir su comportamiento y efectos en los procesos erosivos actuales. A - Unidades geomorfológicas de Montaña y periferia La unidad comprende las elevaciones serranas occidentales de la comarca, conformadas por serranías de basamento cristalino antiguo ascendido y fracturado en bloques, y su entorno detrítico marginal. A.1. Unidades de los afloramientos rocosos Comprende los ambientes rocosos expuestos, sin desarrollo de suelos salvo en pequeñas cubetas y en las grietas, donde se acumula humus sobre

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el material regolítico y transportado. Abarca los tipos litológicos principales, sustancialmente diferentes en cuanto a sus formas de modelado por su comportamiento diferencial ante la intemperización: las rocas ígneas y las metamórficas

Figura. Cortes transversales a la Sierra de Córdoba mostrando la posición relativa y la cota de las diferentes unidades litológicas y morfoestructurales. A.1.2. Unidades de afloramientos rocosos metamórficos Se manifiestan en afloramientos ásperos, rugosos y crestones donde las rocas son más cuarzosas o con mayores proporciones de minerales accesorios (anfibolitas) A.3. Unidades de depósitos de valle Se trata de depósitos aluvionales confinados en los valles intermontanos. Su granulometría aumenta en profundidad, hacia los ejes de los cursos fluviales y hacia los márgenes de las elevaciones. Comprende depósitos aterrazados y los propios lechos de los ríos. A.3.1. Unidad terrazas en depósitos de valle Asociada a cursos fluviales cuando los valles son suficientemente anchos. Son sedimentos gruesos, con escaso desarrollo y de carácter superficial, instalados en formaciones planas, sometidas en ocasiones a disección o a erosión lateral. A.3.2. Unidad lechos fluviales en depósitos de valle Abarca el lecho de los ríos, conformado por bloques y material grueso, y sus planicies de inundación. El suelo está ausente y el área está permanentemente expuesta a remoción, acarreos, depósito y modificaciones estacionales. 2. LAS SIERRAS DE CORDOBA 2.1. Generalidades Las sierras de Córdoba se encuentran comprendidas en el sistema de las Sierras Pampeanas, que abarca una extensa región montañosa ubicada en la zona centro nor-occidental de la Argentina. El sector Sur - Este de las

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Sierras Pampeanas es conocido como Sierras Pampeanas de Córdoba, un cordón que se desprende en diagonal hacia el NE. Las Sierras de Córdoba se extienden sobre la mitad occidental de la provincia y son el resultado de una secuencia geológica que involucra y deja actualmente ver hasta las rocas más antiguas del basamento, que se asoman rodeadas por una gran variedad de acumulaciones sedimentarias recientes. La topografía regional permite que la comarca presente fenómenos morfodinámicos variados y de diversa intensidad. Su posición, entre tanto, en el ámbito de cruce de las variedades climáticas que se dan en el extremo Sur de América, la hace partícipe de un mosaico de situaciones ambientales, donde la biodiversidad de esta franja semiárida se expresa en una atractiva mezcla.

▲ Figura. Esquema de las Sierras Pampeanas de Córdoba y San Luis. ◄ Figura. Ubicación relativa de las Sierras Pampea-nas de Córdoba y San Luis.

Esta parte del país no conforma un sistema sino un conjunto de sistemas morfoclimáticos, entendiendo por tales al resultado de la interacción de las fuerzas geodinámicas interna (endógena) y externa (exógena), y la significativa participación de la variable climática, fuertemente condicionada por la geometría de la parte sur del continente y su relieve. La dinámica climática sustentada por la persistencia y oscilación de los centros ciclónicos y anticiclónicos mega-regionales del cono sur de América interacciona con los suelos dando como respuesta con su consecuencia biogeográfica. Un sistema morfoclimático representa el conjunto de eventos naturales derivadas del clima y que alteran la superficie del terreno contribuyendo a la génesis y a la evolución del paisaje.

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En un sistema ambiental, los factores climáticos son una parte. El clima interactúa con factores de los ámbitos geológico, geomorfológico y biótico, incluso con algunos de carácter antrópico, de gran incidencia en un ámbito tan sensible como el de de la llanura pampeana. Hay variables cuyo papel es protagónico en cada uno de los ámbitos citados. Debe considerarse que los cambios que se encuentran en el ámbito de cada una tienen diferentes magnitudes e intensidades, y que incluso afectan áreas no necesariamente continuas ni extensas o reducidas en particular. Se verifica así una variación en su comportamiento la cual a su vez tiene diferentes escalas temporales y geográficas. Para conocer el comportamiento de cada una y consecuentemente inferir su participación futura en el sistema hay que adquirir capacidad de detectar y medir estas variaciones, cosa que no es precisamente fácil.

◄ Figura. Dominios cli-máticos de Argentina

La actividad endógena reciente ha rejuvenecido un paisaje que es sumamente sensible a las alteraciones que sufra en superficie. Hablamos de la tectónica, una acción dinámica geológica que comprende el movimiento y la deformación de las unidades geológicas, con sus consecuencias. Las alteraciones básicamente bióticas en el sistema son al menos parte (y muy importante, a nuestro juicio) de un desequilibrio global que se manifiesta en los fenómenos de erosión actualmente observables en toda la región. Los fenómenos erosivos son detonados o agudizados a partir de variaciones en la cobertura vegetal, una resultante de la dinámica de los partícipes en el sistema que tiene su inercia, su capacidad de adecuación a nuevas situaciones. Vista desde este ángulo entonces, la vegetación actúa como moderadora de la dinámica del sistema.

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Figura. Erosión hídrica en Argentina (Casas, 2001) ►

La delimitación de los sistemas morfoclimáticos en el mapa geo-morfológico se basa esencialmente en la variabilidad de los paráme-tros térmicos e hídricos y su in-fluencia en el balance hidrológico.

Los procesos y formas en cada unidad o sistema son aquellos que tienen mayor representatividad o persistencia temporal.

◄ Figura. Imagen GOES. La sierra se interpone definiendo los ambientes climáticos de la región (Servicio Meteorológico Nacional, 2003) Los cambios del Cuaternario han incidido intensamente la superficie del territorio, y no sólo debido a que extensas regiones, actualmente con clima templado-húmedo o subtropical, fueron afectadas en el pasado reciente por condiciones de definida aridez que terminaron siendo reemplazadas por períodos de intensas precipitaciones y elevadas temperaturas.

No sólo el clima ha variado aquí significativamente durante tiempos geológicos recientes sino que nos encontramos en una comarca en donde la energía interna de la Tierra se ha traducido en movimientos tectónicos nuevos (neotectónica) que han incidido en el relieve y, consecuentemente, en el escurrimiento regional de las aguas superficiales y subterráneas. El mapa geomorfológico de Córdoba hace precisamente referencia a los procesos y formas desarrollados bajo pasadas condiciones ambientales que han estado cambiando constantemente.

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Figura. Esquema geotectónico para las Sierras Pampeanas de Córdoba.

REFERENCIAS

Entretanto, las fuerzas endó-genas hacían lo suyo, modi-ficando los rasgos generales del relieve. La reactivación de antiguas fallas revela en la región una constante acti-vidad.

No es despreciable el efecto antrópico, si se tiene presente que en una enorme superficie correspondiente a la llanura cordobesa y a la franja pedemontana se ha removido la vegetación natural, conformada por un monte rico en variedades vegetales en sus tres pisos, para afectársela a actividades agrícolas. De un estado de equilibrio espontáneo, en el cual también participaron los ciclos climáticos secos y húmedos, a los que se quiere atribuir hoy buena parte de las situaciones agudas, se pasó a especies vegetales alóctonas y, fundamentalmente, a una afectación drástica de la estructura del suelo (labrado). Así, un ajuste logrado durante milenios fue alterado por una nueva situación que hoy merece una atención por demás especial. El avance del ferrocarril y la extensión de las actividades agrícolas y ganaderas significó la eliminación progresiva, en nuestra escala, pero abrupta, en los tiempos de la naturaleza, eliminándose la cobertura original para someter el suelo a un régimen anual de roturación, siembra y cosecha,

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según el esquema de la explotación agrícola o, en el mejor de los casos al pisoteo de los animales. Si esta situación es muy delicada en la llanura, donde las pendientes son locales, dado el relieve en paleo-dunas de la pampa, el caso del pedemonte es mucho más serio, ya que los gradientes son mucho mayores y se cuenta con una cobertura de loess que trepa el flanco serrano. El proceso de carcavado y de pérdida de suelos es mucho más que alarmante y sus efectos se hacen sentir no solo en la obra pública sino en toda la dinámica hídrica del sistema, aguas abajo.

◄ Imagen MODIS de la provincia de Córdoba, en la región central de Argentina. Sierras Pampeanas de Córdoba, Salinas Grandes, laguna de Mar Chiquita (Mar de Ansenusa) y extremo Nor-Oeste de la Llanura Pampeana. Hay que decir que el sistema de siembra directa le ha dado un respiro a esta situación, pero las pérdidas sufridas son importantísimas y la recuperación de muchos sectores es prácticamente imposible, en vistas de que las estrategias de mitigación se traducen en efectos muy locales aunque esperanzadores a la luz de los resultados observados.

Al respecto, debe aclararse que las comunidades y productores locales han tenido en ocasiones una participación fundamental en la protección del suelo y en la preservación de su integridad y capacidad productiva. Un ejemplo contundente al respecto es el que analizáramos recientemente con motivo de la evaluación de los resultados alcanzados con la construcción de la presa reguladora de El Salto.

Figura. Atemperamiento de fenóme-nos de erosión en la comarca de El Salto mediante presas de retardo y estrategias de manejo del suelo. Situación en 1994 (Abbona et al., 2012).

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El esfuerzo llevado adelante a través de un consorcio de productores que veían la gravedad del proceso erosivo detonado por la remoción de la cubierta de bosque y el roturado del suelo y la labranza no planificada hizo posible el restablecimiento del equilibrio a través de una labor de más de treinta años de perseverancia. Esto constituye una prueba de que las buenas prácticas son posibles de llevar adelante y tienen efectos positivos concretos y sostenidos en el tiempo. Su generalización conllevaría una solución de un problema que requiere atenderse con urgencia.

Figura. Comparación entre situaciones previa y posterior a la intervención planificada frente a la erosión en la comarca de El Salto (en Abbona et al., 2012). En las sierras la afectación del equilibrio no fue tan súbito pero, poco a poco, el sobrepastoreo, el pisoteo del ganado, las quemas para el rebrote de las pasturas y el desmonte para obtención de leña dieron pie al comienzo de un proceso de degradación de muy difícil control y estabilización. También en este sentido, las autoridades han tratado de atender el problema con restricciones propias de los parques naturales (Parque Nacional Quebrada del Condorito), áreas de reserva (Reserva Hídrica de Pampa de Achala) y leyes, entre las cuales es particularmente destacable la actualmente en trámite Ley Provincial de Bosques.

Figura. Reserva Hídrica Provincial Pampa de Achala y Parque Nacional Quebrada del Condorito.

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No obstante, la ausencia de un control efectivo hace que los esfuerzos de quienes las impulsaron sean inclusive inútiles, ante la fuerza de los intereses económicos sectoriales, la ausencia de educación ambiental, la indolencia y la actual emergencia de los pobladores, en el límite de la supervivencia y practicantes obligados a la sobre-utilización de los recursos naturales. Figura. Reserva Hídrica Pampa de Achala. Desequilibrios ambientales producidos a partir de la introducción de la ganadería en la sierra. Sobrepastoreo, pisoteo animal, quemas para el reverdeo y turismo ilegal provocan la erosión hídrica del suelo en altura.

Las quemas para el rebrote temprano son una práctica difícil de desterrar en las sierras.

Figura. Incendio de pastizales y vegeta-ción autóctona en la periferia de la Pampa de Achala. Actuación del cuerpo de Bomberos Voluntarios.

Además, se suman acciones antrópicas sumamente graves ya que están relacionadas con la autorización de intervenciones civiles de alto (y obvio) impacto ambiental en zonas vulnerables.

Figura. Afectación de la Reserva Natural de Vaquerías con la ejecución del camino a El Cuadrado. Consecuencias ambientales. Arrastre de sedimentos producidos por la intervención civil en la traza vial. Uno de los ejemplos es la directa afectación de la reserva natural de la Universidad Nacional de Córdoba (Vaquerías) con la ejecución de la traza del camino a El Cuadrado, con importantes efectos en la cuenca y paisajísticos.

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Figura. Afectación de la Reserva Natural de Vaquerías con la ejecución del camino a El Cuadrado. Severos efectos estéticos y ruptura del equilibrio ambiental en la cumbre de las Sierras Chicas de Córdoba. Pasividad e inacción de las autoridades. 2.2. Aspectos Geológicos La litología de la sierra comprende un basamento plutónico metamórfico integrado por gneisses y migmatitas, intuido por batolitos graníticos del Paleozoico. La secuencia de eventos geológicos y las litologías resultantes puede esquematizarse en el cuadro estratigráfico general. CUADRO ESTRATIGRÁFICO GENERAL PERIODO GEOLOGIA Pleistoceno Superior – Holoceno Aluviones recientes

Edafización Pleistoceno Superior Loess

Limos loessoides y loess secundarios Pleistoceno Medio Sedimentos aluvionales (rodados, gravas)

Interfluvios (facies arenosas y limos) Plioceno - Pleistoceno Inferior Arcillas rojas Cretácico Areniscas y conglomerados rojizos Paleozoico Inferior Complejo ígneo - metamórfico La cubierta sedimentaria depositada a continuación sobre este núcleo es variada y dispersa. Está constituida por areniscas, pelitas y conglomerados del Paleozoico superior y complejos volcano-sedimentarios del Cretácico inferior. En los valles intermontanos, se encuentran alojadas sedimentitas continentales de carácter detrítico del Paleógeno, Neógeno y el Cuaternario (Martino et al., 1995).

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◄ Miró, R. y D. Martos, 2002. Geology of the Sierras Pampeanas Centrales de Argentina. SEGEMAR.

Las Sierras Pampeanas de Córdoba están conformadas por cordones sub-meridianos que definen tres unidades orográficas principales que son consecuencia de una dinámica estructural que ha dado lugar a una estructura general “en bloques”. FICHA TECNICA (comarca oriental de la sierra de Córdoba) UNIDAD DESIGNACION DESCRIPCION Sistema morfoclimático

Templado húmedo seco

Con procesos intensos de las zonas áridas. Alteración (erosión y sedimentación eólica). Acciones fluviátiles intensas. Pediplanos, glacis, macro abanicos aluviales, explayes de derrame estabilizados. La inexistencia de una estación seca en el Este, aunque puedan existir años con ocurrencia de sequías, favorece el desarrollo de una red hídrica abundante y de caudales bastante permanentes. Este tipo de relieve favorece la erosión hídrica, máxime si se considera que el monto pluvianual varía entre 800 y 1200 mm , apareciendo así los fenómenos de carcavamiento y los suelos truncados como manifestación típicas de este tipo de erosión, tanto más peligroso por desarrollarse en áreas de alta productividad agropecuaria.

Unidad Morfoestructural

Transicional: Llanura Pampeana / Sierras Pampeanas

La llanura Pampeana es una planicie loéssica ondulada a deprimida, con materiales fluviales, lagunares y eólicos del Cuaternario, mientras que las Sierras Pampeanas están conformadas por macizos cristalinos antiguos peneplanizados y cuencas intermontanas con sedimentos cenozoicos

Caracterización Riesgo sísmico bajo Coeficiente de sismicidad 0, 025. Con posibilidades de

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sísmica ocurrencia de sismos de magnitud mayor a VI (de XII) Suelos

Aptitud clase VI-VI Suelos no aptos para la agricultura, salvo en los valles, por limitaciones graves – muy graves. Uso: campos de pastoreo y agricultura de escasa superficie en los valles. Suelo aridisoles, suelos de zonas áridas, de colores ocres, con muy bajo contenido de materia orgánica y escasa fertilidad, de texturas gruesas y permeables, muy sensibles a la erosión. Suelos regolíticos con fondo rocoso muy cercano a la superficie.

Cuenca

Cuenca endorreica, sub-cuenca Sur de la Laguna Mar Chiquita

El cauce principal es el río Suquía. El nivel de base está ubicado en la Laguna de Mar Chiquita (Mar de Ansenusa), donde llegan esporádicamente los ríos que drenan las sierras. El río Suquía tiene una cuenca de aproximadamente 1350 km2. Su régimen hidrológico es bastante regular, con máximos caudales entre octubre y marzo y un módulo estimado de unos 10 m3/s

Sistema orográfico

Porción del sistema de las Sierras Pampeanas

Sierras Pampeanas de Córdoba y San Luis

Región ambiental

Oasis Abarca la zona correspondiente al los oasis orientales

Bioma

Provincias Chaqueña, del Espinal, dominio chaqueño, y Pampeana

Espinal – Bosque subtropical y pastizal serrano

Macro región biótica

Codominios arbóreo y arbóreo-herbáceo

Arboles y hierbas

Conforman la Sierra de Córdoba tres cordones principales, segmentados tangencialmente pero identificables por su disposición alongada en dirección submeridiana:

- Sierra de Pocho - Sierra Grande - Sierra de Comechingones - Sierra Norte - Sierra Chica - Sierra de Las Peñas

En la Sierra Chica, el basamento se expone aflorando en forma de bloques tectónicos. Estas sierras son asimétricas por causa del mecanismo de ascenso que tuvieron, presentando un flanco occidental abrupto en contraste con un flanco oriental suave. Tal fisonomía está asociada a las fallas regionales cenozoicas, que determinaron la dinámica de los bloques movilizados.

Figura. Bosquejo geológico estructural de la provincia de Córdoba (Vázquez, 1979) Como se advierte, la litología aflorante se encuentra definida por los grandes rasgos tectónicos. Entre los núcleos montañosos hay depósitos sedimentarios de edad cenozoica.

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Las fallas que resultaron de la compresión fueron la expresión de una liberación de tensiones. No obstante, también la deformación de la corteza superior es la que también proporciona el actual panorama geomorfológico (tectónica deformacional).

Figura. Estructura de la franja oriental de la Sierra Chica de Córdoba a la latitud de la ciudad de Córdoba.

Estos esfuerzos produjeron un ascenso de bloques definidos por planos de fallas, algunas de las cuales manifiestan, como se dijo antes, actividad reciente (Introcaso, 1977), dando lugar a tales fenómenos neotectónicos (Amos et al., 1981). La tectónica reciente de las Sierras Pampeanas se encuentra, asociada a los últimos ajustes y ha producido un rejuvenecimiento leve del paisaje, llegando a dinamizar localmente procesos erosivos latentes. Las fallas en las que se comprueban reactivaciones neotectónicas (Cuaternario), se encuentran en su mayoría ubicadas sobre el faldeo occidental de la Sierra Chica. Tal vez una de las más visibles es la que se encuentra manifiesta sobre el lateral Este de la ruta, entre las localidades de Villa General Belgrano y Santa Rosa de Calamuchita, conde el material de arrollada proveniente de la erosión reciente de las sierras se encuentra por debajo del basamento. La granulometría de los depósitos sedimentarios resultantes varía entre los derrubios gravitacionales de montaña, pobremente estratificados, y los limos hidráulicos finos del sector de la llanura. Entre los sedimentos eólicos, se destacan las "dunas de arcilla" (loess alterados), que en ocasiones se recuestan ascendiendo sobre el pie oriental de la sierra. Analizando la evolución de estos procesos, debido a que la sierra es un cuerpo ascendido, hay que considerar una prolongada acción erosiva, con una probable agradación del pedemonte, posiblemente cretácica. Un ascenso de la sierra en el Plio-Pleistoceno origina un nuevo ciclo de agradación y, posteriormente, se registran los depósitos loéssicos, como consecuencia de una desecación general, que origina los depósitos de la planicie oriental a la Sierra. Finalmente, el ciclo culmina con los depósitos fluviales desarrollados sobre los cortes que los desagües de la sierra labraron en la planicie loéssica.

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Diferentes pulsaciones climáticas menores contribuyeron a posteriori a sucesivas etapas de erosión, derrames y aterrazamientos de carácter fluvial. CRONOLOGIA (modificado de Cantú y Degiovanni, 1984)

PERIODO

CLIMA

PROCESO

DEPOSITOS

Húmedo

Pedogénesis Fluvial y lagunar localizados

Arenas finas Limos y arcillas

Seco

Eólico Erosión eólica e hídrica

Arenas finas y muy finas

Húmedo Templado

Pedogénesis Fluvial y lagunar localizados

Arenas finas y muy finas Limos y arcillas

HOLOCENO

Seco

Erosión de la sierra Acumulación – acción eólica

Sedimentos conoideos finos Arenas aglomerádicas Arenas finas y muy finas

SUPERIOR

Húmedo

Templado

Pedogénesis Fluvial y lagunar localizados

Arenas aglomerádicas Limos

PLEISTOCENO

NEO PLEISTOCENO

INFERIOR

Seco Erosión eólica e hídrica al final del ciclo

Limos loessoides

Las sedimentitas depositadas en el valle intermontano, restringidas por el bloqueo que significan las elevaciones confinantes, sólo registran fenómenos locales de incisión, debido al encajado de los ríos que lograron desaguar hacia el Este. Los miembros de las últimas dos secuencias sedimentarias, los loess y los sedimentos fluviales, responden precisamente a los últimos eventos climáticos del Cuaternario, uno seco y otro húmedo, respectivamente. 2.3. Aspectos Geomorfológicos 5 Las sierras Grande y Chica conforman el relieve saliente y proveen del material de aporte a los acarreos gravitacionales e hídricos. Estas sierras son asimétricas, a causa de su mecanismo de ascenso, presentando un flanco occidental abrupto, en contraste con un flanco oriental de pendiente más suave. Hacia el Este de la sierra Chica se extiende una franja pedemontana y, a continuación, la llanura oriental, que desciende suavemente hacia el naciente (Demange, 1993). La diferenciación visual de unidades y el análisis de las formas que las definen permiten detectar las componentes el relieve y la parte que está representada en cada una. La geomorfología es un factor de peso para

5 (Sobre la base de: SMN, http://www.mineria.gov.ar/estudios/irn/cordoba/ind-geom.asp)

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establecer la relación entre diferentes unidades litológicas y los procesos que las han afectado.

Las características morfológicas frente a la composición de cada unidad hacen luz sobre los procesos que las originaron (morfogé-nesis) y los que se verifican en la actualidad (procesos morfodinámicos). Las unidades formacionales detectadas y sus relaciones espaciales permiten analizar la secuencia de los eventos ocurridos, su duración y su magnitud, por lo que la geomorfología es una herramienta de importancia en los estudios geológicos.

Figura. Escalones tectónicos de los diferentes cordones de la Sierra Grande (base topográfica regional TopoXsat, 2010).

En Córdoba, las Sierras Pampeanas comprenden cuatro cordones extendidos en dirección prácticamente N-S. Son la Sierra Norte y los sistemas Sierra Chica-Las Peñas, Sierras Grandes-Comechingones y Sierras de Pocho-Guasapampa. Las alturas están comprendidas entre los 550 y 2790msnm. El macizo cristalino se encuentra subdividido tectónicamente y presenta superficies de erosión de diferentes edades, elevadas y basculadas en una dinámica de bloques separados por valles cuya resultante es un margen occidental escarpado y un flanco oriental tendido. Las paleoplanicies reconocidas para las sierras se distribuyen en escalones y a distintas alturas. Fueron catalogadas como superficies de erosión, aunque se coincidió en el pasado en que se trataba de una sola, segmentada en partes que se movieron diferencialmente. Se aceptaba así un modelo davisiano que la concebía como una peneplanicie (Rovereto, 1911) dislocada y exhumada a partir de la deformación andina. Sin embargo, una reformulación del modelo geomorfológico para las áreas cratónicas de Argentina (Rabassa et al., 1995, 1996), aplicando las teorías de King (1950, 1953, 1956), permitiría otro tipo de interpretación. Ya Rovereto (1911) consideró que se trataba de cuatro superficies de erosión, tres del Paleozoico y la última mesozoica, precretácica, reconociendo en Córdoba estructuras de los estilos andino y SO del Brasil. Penk (1924) reafirmaría tal postura hablando de la existencia de cuatro superficies de erosión generadas por el retroceso paralelo de las pendientes, cada una con sus características distintivas y edades diferentes, apoyando su hipótesis en una reconstrucción geomorfológica. La geomorfología general obedece básicamente a la tectónica, que define las mega-unidades, provoca su fragmentación y las expone a constante denudación, por permanecer positivas.

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En el Norte, la composición es homogénea, prevaleciendo rocas de basamento. Se presentan allí sedimentitas carbónico-pérmicas y emerge el complejo vulcano-sedimentario de pampa de Pocho. Presenta una sucesión de superficies de erosión separadas por escarpes que descienden hacia el Norte, distinguiéndose formas pre-andinas de diferentes edades. En el extremo Norte de la sierra de Guasapampa-Serrezuela se encuentra un paleo-valle de origen paleozoico donde aflora el basamento, bordeado de acumulaciones fluviolacustres de la Fm. Tasa Cuna. Es valle tiene un fondo prácticamente plano y sus bordes son escarpados. Se originó durante el Carbonífero Medio, como depresión tectónica, siendo colmatado por sedimentos que lo protegieron durante el mesozoico y que fueron removidos luego del ascenso cenozoico. Las Sierras Grandes presentan un conjunto de escarpes de falla y escarpes erosivos escalonados del basamento. El rechazo es de entre 300-500m, siendo más elevados en el centro de la unidad. Conformarían un antiguo horst sometido a distensión durante el Cretácico y a la compresión durante el Cenozoico (plegamiento andino), siendo basculado luego hasta su actual posición.

Figura. Pampa de Achala. Paisaje en bochas y profunda meteorización de los bochones. Los bloques individuales están aplanados conformando pampas (Achala, San Luis, Olaen, Potrero de Gero), de distintas edades y orígenes (Rabassa et al., 1996, Carignano et al, 1999).

Figura. Baja de de los ríos en la región de Traslasierra, condicionada a la fracturación y el diaclasado.

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Están limitadas por escarpes y son surcadas por quebradas que se definen la red de drenaje. Este fenómeno se repite en toda la porción cristalina aflorante.

Sobre el batolito de Achala (a los 1900 – 2200msnm) se ha desarrollado una planicie suavizada en los bordes y disectada con diseño angular por la fracturación y el diaclasado del granito. Figura. Aerofotografía. Una somera capa de suelo soporta la vegetación herbácea y particulares especies fores-tales de altura. Esta esponja es la interfase que permite que el agua de las precipitaciones se insuma lentamente en lugar de escurrir en superficie. El mal manejo ya está originando erosión en cárcavas que permite alumbrar el sustrato cristalino muy próximo.

Presenta un aspecto en bochas y una meteorización importante. Sus características se corresponden con las de los etchplain de Wayland (1933), superficies de aplanamiento extensas asociadas a cratones, con un perfil de meteorización regional desarrollado en condiciones tropicales o subtropicales prolongadas. Bordeando el núcleo granítico de la Sierra Grande se ubican dos superficies bajo la cota de Achala y de Los Gigantes, escalonadas y con escarpes bien definidos, formadas por cerros y lomadas alongados y laderas convexas suaves y cimas redondeadas, con elevaciones rocosas esporádicas, como las pediplanicies de King (1953). Hacia el interior del macizo montañoso se presentan es-carpes erosivos debidos al progreso de la erosión (Penk, 1924; King, 1950, 1953, 1956) sobre los escarpes de falla reactivados durante la tectónica andina. Figura. Area de Los Gigantes, Sierras Grandes. En el Norte de la Pampa de Pocho existen estructuras volcánicas conocidas como los volcanes de Pocho.

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Arnosio (1995) los describió como domos exógenos. So-bresalen del paisaje en forma de restos de extrusiones lávi-cas y piroclastos. Se mani-fiestan en un relieve en lomadas de capas piroclásti-cas intercaladas con lavas, alargadas y aplanadas, con flancos abruptos. Figura. Zona de volcanes de la Pampa de Pocho (Sector occidental de las Sierras de Córdoba)

Hay también una capa mesetiforme de travertinos y notorias prominencias originadas en emisiones de lavas viscosas en forma de domos y agujas que yacen hoy como remanentes. Como en la mayor parte de las Sierras Pampeanas, se presentan geoformas tectónicas, a la manera de bloques basculados. Asoman asimétricos con bordes con facetas trapezoidales o triangulares y acumulaciones al pie.

Figura. Facetas en los escalones estructurales de las Sierras Chicas (imagen satelital 1) y Grandes (fotografía 2) (Villa Carlos Paz y Los Hornillos, Traslasierra).

Se encuentran cortados por quebradas estrechas y alargadas debidas a fallas y fracturas con vertientes muy pronunciadas con escarpes de falla de pendientes pronunciadas hacia el Oeste y tendidas en el flanco oriental. 3. Región del pedemonte y llanura proximal 3.1. Marco geológico de la región pedemontana (6) La geología de la llanura debe analizarse a partir de una concepción regional e integral del paisaje y a éste como resultado de la interacción de fuerzas 6 Sobre la base de: Abril, E.G., 2012. Rasgos asociados a la colapsabilidad de los suelos de la Pampa loéssica alta. Proyecto: Prospección, geomorfología, suelos y geofísica de bajos anegables de la llanura cordobesa (Fase II). Cátedra de Geofísica de Prospección Aplicada (Escuela de Geología), Laboratorio de Geotecnia (Escuela de Ingeniería Civil) y Centro de Relevamiento y Evaluación de Recursos Agrícolas y Naturales (CREAN). Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y Facultad de Ciencias Agropecuarias. Universidad Nacional de Córdoba.

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endógenas y exógenas, teniendo como interfaz del resultado de ambas a la cobertura vegetal, el suelo y la geomorfología. En tal perspectiva, y a grandes rasgos, se contextualiza seguidamente el marco geológico general del pedemonte y la llanura periférica. A fines del Terciario, la Sierra Chica de Córdoba termina de elevarse. Su altura alcanza su máxima cota con relación al nivel de base y la energía desarrollada en los acarreos es grande, siempre disminuyendo progresivamente hacia el Este – Sur Este. El levantamiento dio lugar a un gran abanico de material aluvial, que se encuentra recostado sobre el flanco oriental de la sierra. Se trata en realidad de la coalescencia y solapamiento lateral de los aparatos fluvio torrenciales que son consecuencia de depósi-tos de los numerosos sistemas de desagüe que se desprenden desde la sierra hacia Este. Los principales sistemas hídricos correspon-den a los cuatro ríos mayores. Los ríos Suquía, Xanaes y Ctalamochita, tuvieron una trayectoria divagante sobre el extenso faldeo que fueron construyendo con sus sedimentos durante la recorrida variable de sus cauces apenas al salir de la montaña y disminuir bruscamente su torrencialidad. Con el transcurso del tiempo generaron un enorme aparato aluvial compuesto que conforma lo que se denomina el pedemonte serrano. Figura. Condicionamiento tectónico del desarrollo del piedemonte proximal y distal del flanco oriental de las Sierras de Córdoba. Imagen MODIS de primavera. Al final del Pleistoceno, se registra un período más húmedo. El aumento de las precipitaciones permite que los arroyos se organicen ya como ríos, los cuales recorrieron la llanura con suficiente energía como para proyectarse más hacia el Este aún.

◄ Figura. Fluctuación de la temperatura durante el Ceno-zoico. Variaciones térmicas verificadas durante los dife-rentes períodos geológicos.

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Las variaciones de temperatura dieron lugar a que se alternaran ciclos lluviosos y secos durante la reactivación de movimientos tectónicos que significaron sucesivos aumentos en el gradiente erosivo. Estos fueron compensados por el desgaste de las cumbres y la acumulación en los llanos. Desde fines del Terciario y durante todo el Cuaternario, las temperaturas fueron variando según ciclos de diferente duración.

↓ ↓ ↓

Figura. Fases críticas del clima en la zona central de Argentina

Los empujes tectónicos del Terciario y los ajustes estructurales durante el Cuaternario reactivaron la erosión por el ascenso y la basculación de los bloques montañosos regionales. Se produce un encaje progresivo de los cursos de agua y a la formación de terrazas de erosión, correspondientes a los períodos de crecida. El fenómeno ocurre también después de eventos de erosión aguda, como consecuencia de factores mixtos. Son consecuencia de agentes de remoción y acarreo de diferente nivel de energía, según el clima, los fluviales durante los tiempos húmedos, el viento en períodos secos.

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Figura. Desagües del río Seco, al SE de la localidad de Alpa Corral.

En los últimos tiempos del Cuaternario, el clima se deseca y la aridez le resta caudal a los ríos. Figura. Terrazado en una curva de meandros abandonados y diseños actuales anastomosados correspondientes a un curso de pedemonte marginal (NO de la ciudad de Río Cuarto).

Estos ríos abandonan definitivamente sus lechos de divague lateral y restringen su accionar a zonas más cercanas a su eje (dirección de gradiente), aunque la deposición de materiales obturó con frecuencia sus desembocaduras ocasionales generando abanicos locales.

Figura. Encaje de la red hídrica. Reactivación de la erosión por incidencia antrópica.

Las crecidas motivaron la dispersión de los acarreos hacia los laterales del curso de los ríos, ampliando así y proyectando hacia el Este el gran aparato de descarga serrano.

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La magnitud del fenómeno puede advertirse al observar la región con imágenes tan abarcativas como lo son las del sistema NOAA-AVHRR y las escenas Modis. Así, desde una perspectiva mega-regional, que es la que proveen imágenes satelitales en baja resolución geográfica, es posible visualizar el sistema de descargas fluvial serrano, un conjunto de abanicos aluviales yuxtapuestos y solapados que conforman un enorme aparato aluvial compuesto.

Tal es la proyección de la dinámica fluvial originada en la sierra que la orla distal del gran abanico compuesto casi alcanza el escalón tectónico Selva – Tostado - Melincué, hacia el Este de la provincia de Córdoba, a más de dos-cientos kilómetros de las estribaciones de las Sierras de Córdoba. La llamada Pampa Norte (del sistema eólico) adquiere entonces identidad, distinguiéndose de la Pampa Sur (según la descripción de Iriondo, 2003) por estar sometida a la dinámica aluvial proveniente de los desagües del sistema fluvial de la sierra de Córdoba. Figura. Imagen satelital falso color NOAA-AVHRR procesada. Compuesto no convencional dirigido al estudio de la geomorfología (Abril, 2011).

Durante el período seco, el viento adquirió nuevamente relevancia como agente de transporte y toda la llanura Pampeana fue cubierta con sedimentos finos eólicos designados como loess. Figura. Proyección de los acarreos modernos de la sierra de Córdoba hacia el Este. Imagen MODIS de invierno. Estos sedimentos motivaron incluso el nombre de diferentes unidades geomor-fológicas con las que fueron designadas distintas regiones de la llanura, en razón de la ubicación y las formas particulares del relieve dadas por los agentes movilizadores. De acuerdo con Iriondo y Kröhling (2007), para la comarca SE, la secuencia de episodios áridos y húme-dos a lo largo de los últimos períodos del Pleistoceno explica no solo los depósitos sino también las geoformas regionales.

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Los citados autores asignan el paisaje actual a la influencia de la escorrentía superficial durante un período húmedo (64000-36000a) y de la actividad eólica durante un período seco correspondiente al Holoceno tardío (3500-1400a). La secuencia de eventos sedimentológicos y geomorfológicos que proponen es la siguiente:

Durante el período húmedo (64000-36000a) se desarrolla la red fluvial de llanura. Se producen depósitos eólicos (limo grueso arenoso y arena fina limosa) de composición mineralógica (fracción entre 53 y 62μm) dominada por vidrio volcánico y con redondez y esfericidad de los granos entre baja y moderada. En el Pleistoceno Superior ocurre un episodio eólico predominantemente erosivo, dominado por vientos del Oeste que labraron depresiones de miles de metros de extensión y originaron una sedimentación discontinua de loess arenoso.

El período del Holoceno Medio (8500 - 3500a) se caracterizó por un clima cálido y húmedo, con régimen údico, que generó suelo en los loess y produjo el ascenso del nivel del agua en lagunas y pantanos.

El Holoceno tardío (3500 – 1400a) estuvo dominado por un clima seco, con formación de campos de dunas formadas por arena muy fina a fina, suelta, masiva, color marrón amarillento, y compuesta por trizas vítreas, alteritas y feldespatos, como componentes principales, y cuarzo como componente secundario, con minerales pesados de procedencia serrana.

La época actual está caracterizada por un exceso de agua en el paisaje y el proceso sedimentológico más relevante es la movilización de sales disueltas (particularmente cloruros y sulfatos). Para diferentes sitios de la llanura, distintos autores dan cuenta de su geología profunda.

PROF

(m)

LITOLOGIA

EDAD

120

CUATERNARIO

180

Capa de arcilla gris verdosa

270

Capa de arenas bayas y grises

320 330 383

MIOCENO-PLIOCENO?

544

TERCIARIO “INFERIOR”

632

CRETACICO ¿SUPERIOR?

703

Grupo colorado rojo con tilitas

776

Grupo marrón-rojizo con tilitas

906

Grupo gris oscuro

997

Grupo areniscas claras amarillentas

PERMICO ¿Y TRIASICO?

Gabro

Figura. Pozo Santiago Temple No 1 (según Schlagintweit, 1946)

Una de las más antiguas, sobre la base de una perforación emblemática (Santiago Temple), permite esquematizar el subsuelo en esa localidad de la

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llanura. Da cuenta de ella el Dr. Schlagintweit (1946), tomando datos del emblemático pozo Santiago Temple 1 (ST1), que fue la única perforación profunda para la llanura por décadas. Por su parte, Bitesnik (1968) realiza un perfil inferido desde el Carcarañá hasta Inriville, lo que permitió en su tiempo corroborar la coherencia formacional a través de los sedimentos pampeanos.

Inriville

Los Surgentes

Cruz Alta

Río Carcarañá

10m Presión de la capa freática

100m

0m

FORMACION PAMPEANA

LOESS

FORMACION ARENAS PUELCHES

ARENAS

-50m

ARCILLAS VERDES

ARCILLLAS

Figura. Perfil según Bitesnik (1968) De acuerdo con Castellanos (1958), la geología de superficie corresponde a sedimentos palustres dispersos en el Pampeano (loess y limos). A la altura del río Ctalamochita, según la estratigrafía planteada por ese autor, la secuencia es mostrada a continuación. Por su parte, Rocca et al. (1996) sintetizan las características de los loess de Argentina en un trabajo que reúne las particularidades de la litología en superficie de toda la región bajo estudio, ya desde una óptica geotécnica.

H2

PRIMERENSE H1

BONAERENSE

QUILLINCENCE PUCARENSE REARTENSE

ENSENADENSE

Figura. Perfil geológico transversal del valle del río Tercero en la Pampa hundida (Va. María). Esquema según Castellanos, 1958. Sayago et al. (2001) asignan edades del Pleistoceno Tardío/Holoceno a los sedimentos loéssicos modernos Pampeano y Chaqueño, con períodos de depositación de entre 10000 y 30000 años. Ausentes en el período cálido reciente (8000 - 6000a), tanto en la Pampa como en el Chaco, ocurren sí varios episodios en el Holoceno Medio y Superior. En cuanto a espesores, el loess típico del Holoceno, pampeano y subtropical, presentaría espesores inferiores a los 5m y difícil de diferenciar del loess del Pleistoceno Tardío, por su semejanza en color y características físicas y granulométricas.

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En lo referente a su mineralogía, la de los loess fue expuesta sucesivamente por Teruggi (1957), Sayago et al. (2001) y Zárate (2003), observándose una variación según un eje de Norte a Sur. Los depósitos del Norte son predominantemente cuarzo – feldespáticos mientras que los depósitos de las pampas del Sur son volcanoclásticos. En general, los loess pampeanos se caracterizan por abundancia de plagioclasas (20 a 60%), relativamente poca presencia de cuarzo (20 a 30%) y un considerable porcentaje de vidrio volcánico (15 a 30%). En contraste, las bajas proporciones de plagioclasa y vidrio volcánico de los loess subtropicales se deben a la influencia de factores climáticos (desvitrificación y alteración de los feldespatos). Por su parte, la formación de arcilla in-situ es inversamente proporcional al tamaño de grano. La illita predomina en las secuencias Pleistoceno / Holocenas (con las smectitas y caolinita como componentes menores). El loess pampeano, descripto como del Pleistoceno Temprano, presenta un dominio de montmorillonita. En la llanura chaqueña prevalece illita en superficie, mientras la caolinita y la smectita aumentan en profundidad. En toda la región se reconoce la presencia de minerales alofánicos. Siempre refiriéndonos a la información de los citados autores, el espesor de los loess recientes, en el Este es de alrededor de unos 10 - 15m, incrementándose hacia el Sur y hacia el Oeste, alcanzando los 40m en las estribaciones montañosas, por la pérdida de velocidad de los vientos. En el Norte, en la llanura chaqueña occidental, el promedio es de 10 - 20m mientras que, en el centro y el Este, ha sido erosionado y alcanza los 10m. El efecto del clima en la formación de estos suelos es destacado oportunamente en cuanto al gradiente de alteración en profundidad (Suriano y Ferpozzi, ) En un perfil de la región pampeana, Krohling (1999) observa algunas formaciones que se repiten con variaciones laterales en toda la extensión de la pampa. 3.2. Aspectos geológicos del pedemonte y la llanura marginal Como ejemplo, se aborda la geología del área pedemontana inmediatamente al Sur de la ciudad de Córdoba, entre los ríos Suquía y Xanaes.

Figura. Secuencia formacional para la región pedemontana entre los ríos Suquía y Xanaes.

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Esta franja está dominada por la presencia de depósitos sedimentarios cenozoicos correspondientes a la Fm. Río la Granja (limos y arenas), la Fm. La Invernada (sedimentos loéssicos) y la Fm. Río Primero (gravas, arenas y limos) (Proyecto PASMA, 2008). La secuencia temporal permite ubicar estos pisos en ambientes del Holoceno y del Pleistoceno superior.

Figura. Descripción de los pisos detectados para esta zona.

Formación La Invernada (Cantú y Blarasín, 1987). Sedimentos loéssicos. Propuesta por Cantú (1988, 1992). Para el Sur de la provincia de Córdoba, Santa Cruz (1972, 1973a, 1973b, 1978) la denominó Formación General Paz en los depósitos de loess que cubren a las formaciones más antiguas en los alrededores de la ciudad de Córdoba.

Es un manto que cubre discordante-mente las formaciones anteriores en las posiciones de interfluvio y terrazas altas de los ríos en la llanura. Presenta espesores variables; en los pocos cortes naturales (cárcavas, terrazas fluviales) o artificiales han observado espesores de entre 4 y 7m. Es un sedimento friable, gris pardusco, de estructura maciza, con una textura predominante de limos gruesos (Argüello et al., 1996). Figura. Cárcavas desde los márgenes fluviales.

Formación Pampeana (Cantú y Blarasín, 1987). Limos, limos arenosos y limos arcillosos. Fue asignada al Pampeano inferior (Ameghino, 1889) o "Piso Ensenadense" de su "Formación Pampeana". Este criterio fue seguido por otros autores (Doering, 1907; Castellanos, 1918, 1944; Frenguelli, 1918, 1925), refiriéndose a los depósitos que afloran en el sector oeste de la Ciudad de Córdoba y en el lecho del Río Suquía. Bodenbender (1890) identificó a los sedimentos del "Pampeano inferior" como

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estrato 5 y 6, diferenciándolos del "Pampeano superior" a los que llamó estrato 4 y del "Pampeano lacustre" o estratos 2 y 3. Cantú y Blarasín (1987), Cantú y Becker (1988) y Cantú (1992) emplearon el nombre formacional sensu lato para estos sedimentos loéssicos en el sector centro-Sur de la provincia de Córdoba, basándose en el criterio de Fidalgo et al. (1973). Posteriormente, Piovano et al. (1992) homologaron a los sedimentos aflorantes en el sector oeste de la Ciudad de Córdoba con la Formación Pampeana. Esta formación presenta características distintas si se ubica en áreas de interfluvios o terrazas fluviales. El espesor visible es de 3,50m y está compuesto por limo de color marrón rojizo claro, se observan por lo menos dos niveles de fragipanes (pueden variar hasta cinco) que tienen estructura en bloques medios y angulares, con un barniz de materia orgánica. Localmente, la textura varía a limo arenoso bien compactado.

ESTRATIGRAFIA

LITOLOGIA

DESIGNACION ESTRATIGRAFICA

Figura. Geología de la comarca (Pro-yecto PASMA, 2008)

En el techo hay cuerpos lenticulares de base neta e irregular con relleno limoso de color marrón rojizo, bien cementado que rompe en bloques. Se observan tabiques verticales de carbonatos, rizoconcreciones y láminas subhorizontales de 2 a 3mm de espesor. Una datación a una muestra procedente del techo de esta unidad, dio como resultado 50,03 +- 3,99ka A.P.

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Los depósitos de loess han sido reconocidos desde hace muchos años atrás. Una síntesis de los principales es acompañada a continuación, referenciándose los autores que los han estudiado. Otros análisis más profundos establecen una zonificación a partir de sus características y edades. Sobre la base de datos de los loess Pampeano y Chaqueño han dado edades correspondientes al Pleistoceno Tardío / Holoceno para los sedimentos loéssicos de edades modernas, con períodos de depositación entre 10 y 30.000 años (Rocca et al., 2006). Un esquema de la distribución de loess y sedimentos loessoides (adaptación de Zárate, 2003) permite diferenciar los sedimentos de este índole del Tipo Chaqueño (TC) y del Tipo Pampeano (TP). Se han hecho constar gráficamente también los depósitos loessoides de valle, ocurridos en la faja montañosa Oeste. Las características de los loess de la llanura pampeana y chaco-pampeana han sido analizadas regionalmente por Sayago et al. (2001).

Figura. Distribución de los loess y sedimentos loessoides. (en Rocca et al., 2006).

Según los análisis efectuados en series de muestras de toda la región, se advierte una variación progresiva y coherente en las fracciones arcilla-limo-arena. Los loess menos arenosos y más limosos y arcillosos se distribuyen hacia el Nor-Oeste, observándose un gradiente que destaca la unicidad formacional y la variación granulométrica regional de carácter progresivo.

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Analizando los depósitos loéssicos desde los puntos de vista geológico y ambiental, Iriondo (1997) define diversas áreas para la llanura pampeana. Al intentar construir una secuencia estratigráfica, concluye separando los sedimentos según dos columnas estratigráficas tipo y dividiendo la zona, consecuentemente, en dos.

Figura. Distribución de los tipos de loess (Sayago et al., 2001).

Según el planteo de Kröhling e Iriondo (2003), hay entonces dos zonas estrati-gráficas tipo en la comarca loéssica central argentina, una al Norte (Pampa Norte) y otra al Sur (Pampa Sur).

Durante el Pleistoceno y el Holoceno, la Pampa Norte, en la que se encuentra la zona aquí bajo estudio, estuvo sometida a la influencia de sistemas menores asociados a la presencia y la dinámica propia de las sierras Pampeanas. Figura. Zonificación de la llanura loéssica argentina de acuerdo con Kröhling e Iriondo (2003).

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En esta región, este tipo de sedimentos presenta mayor porcentaje de cuarzo y feldespato potásico y menos material volcánico que los loess de la zona denominada Pampa Sur. El límite entre ambas zonas se encuentra aproximadamente según la traza del río Salado de Buenos Aires. Hacia el Norte, de acuerdo con su composición, Buffa y Ratto (2009) reco-nocen para la llanura cordobesa tres tipos de suelo, restringiendo la desig-nación de loess solamente a los ubica-dos en la periferia serrana (cobertura del gran abanico aluvial pedemontano), originados en un contexto climático semiárido, al igual que los que le siguen hacia el Sur, pero franco limosos, en lugar de franco arenosos. Figura. Zonificación de suelos para la región pampeana cordobesa (Buffa y Ratto, 2009) Discriminando entre horizontes del tipo loéssico y no loéssico, dentro de los primeros, Kröhling e Iriondo (2003) distinguen dos tipos:

Loess A. Limo eólico grueso, con arcilla y arena fina subordinadas, rosado (7,5 YR 7/3) a marrón claro (7,5 YR 6/3). Macro-poros comunes y canalículos rizoides, con segregaciones de óxidos de Fe y Mn. Escaso CaCO3 secundario, formando segregaciones puntuales y concreciones duras. Escasos agregados de limo marrón incluidos en la masa (Kröhling e Iriondo, 2003).

Loess B. Limo eólico grueso, con arcilla subordinada y escasa arena muy fina, rosado (7,5 YR 7/3), con segregaciones secundarias comunes de CaCO3 y rizo-concreciones duras. Escasos macro-poros finos y moldes de raíces y con escasos nódulos ferromanganíferos (Kröhling e Iriondo, 2003). En el horizonte loéssico pleistoceno predomina el limo (4 a 8 f; 63 - 4 μm), con moderada cantidad de arcilla + coloide (< 4 μm; coloide < 0,5 μm) y arena muy fina a fina subordinada (63-250 μm). Parte importante de la fracción arena presente corresponde a granos compuestos por partículas de limo (González Bonorino, 1965; Riggi et al., 1986; Teruggi e Imbellone, 1987), analizada por Imbellone y Cumba (2003) y definiendo "pseudo-partículas" resistentes (estas fueron detectadas en el área de La Plata) que transmiten su comportamiento a la masa que los contiene. En los Loess A predomina ampliamente el limo (valores extremos entre 49,8 y 66,2 %), con la fracción arcilla (9,6-21,2 %) + coloide (5,5 a 10,8 %) subordinada y escasa arena muy fina a fina (5,5 a 14,2 %).

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En los Loess B ocurre algo semejante con la fracción limo, entre 60,3 y 70,9 % y por sobre la fracción arcilla + coloide (11,6 y 23,5 %; 6,8 y 14,8 %), con escasa arena muy fina a fina (1 y 12,9 %). El CaCO3 libre en la masa sedimentaria, los citados autores lo esquematizan según el gráfico adjunto. Los valores para el paquete loéssico muestran altos porcentajes de CaCO3.

Figura. Cuadro comparativo del contenido porcentual Arena – Limo – Coloides de los sedimentos loéssicos del centro del país (Kröhling e Iriondo, 2003).

Se identifica su origen a partir de la lixiviación desde el horizonte C, del loess A y del techo y la base del loess B. Estos autores advierten la presencia de zonas de evidente descalcificación. En cuanto al perfil de resistencia asignado a estos estratos, el grado de compactación obtenido oscila, siendo en el Loess A es de alrededor de 10 seg/m. Figura. Cuadro comparativo del contenido porcentual Arena – Limo – Coloides de los sedimentos loéssicos del centro del país (Kröhling e Iriondo, 2003).

De acuerdo con la conformación geológica de la región, los afloramientos superficiales son loess, limos loéssicos (los loess secundarios de Frenguelli,

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1925) y, hacia el Sur - Sur Oeste, limos y sedimentos arenosos finos de carácter eólico. Si se acuerda con que la más adecuada es la definición de Selby (1976), puede caracterizarse al loess como un suelo clástico y donde las partículas son láminas cuarzosas del tamaño del limo que han sido depositadas por el viento (en Rocca et al., 2006). La composición volcánica del sedimento (vitroclastos y litoclastos), fue observada por Bertolino (1989). En Argentina, los depósitos loéssicos presentan espesores de hasta 60m y en su constitución mineral se destaca el vidrio volcánico (Teruggi, 1957). La mineralogía, ubicación y espesores observados suponen que la cordillera de los Andes y la Patagonia han sido la fuente de provisión, que los vientos desde esa zona han sido los agentes de transporte y que la vegetación fue el factor de anclaje. Los depósitos loéssicos de argentina son conocidos con la designación de sedimentos del pampeano o "Formación Pampeana". El loess tiene en ocasiones un comportamiento mecánico que se traduce significativamente en superficie. Los loess colapsables son restringidos por Reginato (1976) a la región semiárida central. El colapso de estos suelos se produce por la ruptura de los vínculos intergranulares y un nuevo acomodo de las partículas constituyentes. Lo interesante es que en esta ruptura no interviene tanto el aumento de presiones externas como la composición química del propio suelo y del agua que conforma la humedad del suelo (en Rocca et al., 2006)). Es propicio analizar las etapas evolutivas señaladas para los loess de China por Guorui que, según Rocca et al. (2006) coincidirían con las de Argentina en cuanto a la forma de depositación del sedimento y su evolución según diferentes etapas climáticas. Se explicaría así la presencia del Ca+ que es eluviado a partir de los silicatos y la calcita, entra en solución y se deposita en un ambiente de aridez, que es cuando el CO2 interacciona con el Ca para formar CO3Ca en presencia de oxígeno del aire presente en los poros. Es interesante destacar que en la etapa llamada de degeneración, al instalarse una situación posterior húmeda, se genera un estrato superior no sujeto al autocolapso. Estos fenómenos deciden el acabado geomorfológico de la llanura, que responde a las direcciones de los vientos holocenos (el relieve eólico post-pampeano de Gollan y Lachaga, 1939) y a los fenómenos de autocolapso que son el corolario de los procesos hidrogeoquímicos referidos. La sujeción del suelo al laboreo y al régimen roturado/siembra-cosecha ha incidido decisivamente en el comportamiento del agua con relación a los suelos, y esta es reconocida como condicionante de los fenómenos geoquímicos (hidro-geoquímicos, en realidad) operantes en el loess, que inciden en sus características geotécnicas. La perturbación operada sobre el sistema original ocurrió según tres variables: la remoción de la vegetación natural, la instalación de la red de comunicaciones terrestres (ferroviaria y vial) y la realización de obras civiles dirigidas al control de las aguas superficiales.

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Las características relacionadas con la ocupación y el uso de la tierra permiten advertir un problema de base que ya expusiera Ameghino (1884) y que es hidrológico y de carácter regional. Es entonces opor-tuno resaltar el interés sobre aquellos suelos loéssicos que se distinguen por colapsar por hume-decimiento. La distribución de los suelos de carácter loéssico es muy importante y abarca desde zonas de clima árido hasta sub-húmedos. Sólo parte de los suelos loéssicos de Argentina es colapsable, pero esta característica incide drásticamente en la actividad rural y en las obras de ingeniería. Figura. Distribución de los suelos loéssicos en Argentina (después de Moll, et al. 1988).

Los suelos colapsables son suelos porosos (macroporosos, en realidad) con una estructura sensible a las condiciones de humedad. Las variaciones de humedad asociadas al mayor peso por el contenido de agua en los poros suscita la ruptura de los vínculos intergranulares y el colapso espontáneo y natural de la masa, por destrucción de la estructura del depósito. De acuerdo con lo propuesto por Reginatto (1977) el agua en el suelo puede interactuar químicamente con la fracción arcillosa del loess y contribuir al debilitamiento de su estructura. Son suelos muy sensibles ya que, lejos de necesitar estar saturados, apenas unos puntos por encima de su humedad natural bastan para generar su colapso. La humedad natural del suelo en regiones semiáridas, que ronda el 10 a 12%, apenas incrementada a un 16 - 18%, es suficiente para producir condiciones de colapso (Rocca et al., 2006). En los niveles superficiales se desarrolla el suelo agrícola capa edáfica. Es la capa superior de la columna. Su condición es fundamental como reguladora de los procesos sub-superficiales. En estos procesos, nuevamente, uno de los protagonistas principales es el agua. Desde el punto de vista agronómico, los suelos pueden ser clasificados en función de parámetros que se emplean como indicativos de su potencialidad productiva pero que también tienen significados adicionales.

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El mapa de suelos de INTA (2011)7 diferencia los distintos tipos de suelo, que son clasificados de acuerdo con el sistema Soil Taxonomy (USDA, 1999), un sistema de referencia a nivel mundial.

Figura. Tipos de suelo para la zona bajo análisis (INTA, 2011) El problema de los suelos loéssicos se encuentra directamente relacionado con la dinámica hídrica. En este sentido, se ha planteado hace tiempo ya la distorsión que ha significado la remoción total de la cubierta vegetal natural para su afectación a las actividades agropecuarias. Sin entrar en la evaluación de estas decisiones o en las actuales políticas de manejo, debe destacarse que este cambio brusco en la condición de la capa vegetal y el manejo del suelo agrícola han eliminado el factor de equilibrio natural del Sistema Pampeano. Este equilibrio significaba un régimen que permitía un funcionamiento amortiguado entre los procesos endógenos (litología, hidrología subterránea) con las oscilaciones del subsistema exógeno (clima, hidrología superficial), en el marco de la dinámica neotectónica y la erosión derivada de las fluctuaciones climáticas de los últimos milenios. Como interesados en analizar este fenómeno, reconocemos una insuficiencia de dedicación de parte de la agronomía, que centra sus estudios en la producción, y de la ingeniería que, lejos de un enfoque integral, sigue insistiendo en la subsistencia de las obras civiles en lo individual y sin tomar en cuenta el impacto global de estas y su asimilación por parte del sistema natural. Desde la óptica agropecuaria, en la comarca analizada los suelos presentes son de los tipos Argiustol, Haplustol y Alcalino-salinos. Los suelos comprendidos en la franja de interés se encuentran clasificados según las tipologías M (Molisoles) y E (Entisoles).

7 Cartografía digital en línea en la página en la WEB del INTA.

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M (molisoles) Son suelos ricos en materia orgánica, con un horizonte superficial bien estructurado, rico en bases. Son suelos con epipedon móllico (excluidos andisoles y vertisoles). Se trata básicamente de suelos negros o pardos que se han desarrollado a partir de sedimentos minerales en climas templado húmedos a semiáridos.

)INTA (SUELOS

MK Argiustoles MN Haplustoles CoRS Cjo. alcalino-salino

---- Eje analizado

▀ Capital

Figura. Sector del Mapa de suelos del INTA.

También se presentan en regímenes fríos y cálidos con una cobertura vegetal integrada fundamentalmente por gramíneas. La incorporación sistemática de los residuos vegetales y su mezcla con la parte mineral han generado en el transcurso del tiempo un proceso de oscurecimiento, por la incorporación de materia orgánica. Esta se refleja más profundamente en la parte superficial, que se denomina epipedón mólico. Otras propiedades que los caracterizan son su estructura granular o migajosa moderada y fuerte, que facilita el movimiento del agua y el aire; el dominio del catión calcio en el complejo de intercambio catiónico, que favorece la fluctuación de los coloides, el dominio de arcillas, una moderada a alta capacidad de intercambio y la elevada saturación con bases. Estos suelos son utilizados para la producción de alimentos. Han sido parcialmente lixiviados y la saturación con bases permanece alta.

Figura. Perfil de suelo. Los afectan tanto la falta de humedad, que resulta crítica en las regiones secas, como las inundaciones periódicas, que constituyen un peligro en algunas tierras bajas.

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Permiten obtener de ellos los más altos rendimientos, no requiriéndose cantidades significativas de fertilizantes. MN (Unidades cartográficas MNen-4 y MNen-6) MN (Haplustoles) Se trata de Ustoles que tienen, inmediatamente debajo del horizonte superficial oscuro, otro de materiales minerales ligeramente alterados. Muchos tienen horizontes de acumulación de carbonatos o sales. Son propios de la región pampeana semiárida y se utilizan para la producción de granos y forrajes. MNen (Haplustoles énticos) Presentan un horizonte superficial oscuro, con moderado contenido de materia orgánica y bien estructurado (epipedón mólico). A éste le sigue un horizonte de transición (AC) con escaso desarrollo y poco alterado, que pasa gradualmente al material originario, constituyendo un suelo poco evolucionado, de características énticas, que lo diferencia de los Haplustoles típicos en que presentan un horizonte sub-superficial con alteraciones y acumulación de arcillas iluviadas (horizonte B). Presentan, por lo tanto, una secuencia de horizontes A, AC y C. Son suelos bien drenados a algo excesivamente drenados, encontrándose vinculados a lomadas onduladas o suavemente onduladas. La freática es profunda y no afecta el perfil del suelo. Son desarrollados en condiciones climáticas de semiaridez (régimen ústico de humedad) y los materiales que los originaron son sedimentos eólicos de granulometría entre franco arenosos, francos y franco limosos. En general, se trata de suelos agrícolas con limitaciones climáticas de moderada a severa según, su ubicación geográfica, con incidencia directa de la granulometría en la producción. Los suelos franco arenosos tienen problemas de baja retención de humedad, lo cual acentúa el estrés hídrico. Los suelos franco limosos presentan problemas de "planchado", en los sitios donde han sido excesivamente trabajados. Han sido reconocidas diferentes fases: la inclinada, la de erosión hídrica ligera, moderada, severa y grave y las de erosión eólica ligera y moderada, se trate de las clases moderadamente bien drenadas o ligeramente salinas. MNtc (Haplustoles típicos) Presentan como característica distintiva un horizonte superficial oscuro, bien estructurado y bien provisto de materia orgánica (epipedón mólico), un horizonte sub-superficial algo enriquecido en arcilla iluvial (horizonte cámbico), decrecimiento regular de la materia orgánica en profundidad y con un régimen de humedad ústico (clima semiárido-subhúmedo). La secuencia de horizontes es A, Bw, BC, Ck. Son suelos profundos, bien drenados, fértiles, de buena productividad y con limitaciones moderadas de origen climático, propias del régimen de precipitaciones local. Ocupan lomadas extendidas o suavemente onduladas y los materiales a partir de los cuales evolucionaron eran sedimentos eólicos franco arenosos, loéssicos y fluvio-eólicos francos. Son suelos agrícolas de buena productividad, con limitaciones climáticas moderadas a severas, según su localización, requiriendo prácticas para el manejo, conservación y acumulación de agua en el perfil. Se reconocen fases por erosión hídrica ligera y severa, levemente salinas, moderadamente bien drenadas y por pendiente. MK (Unidad cartográfica Mktc-2) MK (Argiustoles) Son los Ustoles que tienen debajo del horizonte superficial oscuro (mólico) un horizonte enriquecido en arcilla (argílico). Son aptos para la producción de granos y pasturas consociadas adaptadas a las condiciones climáticas imperantes. En régimen climático semiárido o marginales a los climas áridos. MKtc (Argiustoles típicos) Los caracterizan la combinación de un horizonte superficial pardo oscuro, profundo, relativamente fértil y bien estructurado (epipedón mólico), con un horizonte sub-superficial de enriquecimiento de arcilla secundaria (horizonte argílico). Están desarrollados en condiciones de drenaje libre y bajo regímenes de semiaridez. La falta de humedad es la limitante principal. En general, los carbonatos aparecen relativamente cercanos a la superficie, ya que las condiciones climáticas no favorecen su lavado profundo. El perfil típico muestra una

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secuencia de horizontes A, Bt2, BCk, Ck. Son suelos profundos y bien drenados, sin sales ni sodio en cantidades significativas. Se han diferenciado tres fases de este Subgrupo, en base a la textura de los materiales sobre los que han evolucionado: franco limosos, francos y franco arenosos. Se han reconocido también fases por erosión, por profundidad efectiva (somero sobre tosca calcárea) y por salinidad. Los de texturas más gruesas (franco arenosos) ocurren en el piedemonte de las sierras. Los franco limosos se dan en el área central de la provincia y los francos se presentan en el centro y norte, aunque ocasionalmente en la región arenosa del sur. Son suelos que poseen una aptitud agrícola limitada, por el clima, por lo cual deben ser manejados tendiendo a la mejor economía de agua posible. Son susceptibles a la erosión, por lo que su manejo debe prever esa limitación. E (Entisoles) Son suelos muy poco evolucionados (son los menos evolucionados). Sus propiedades son heredadas del material original. De los horizontes diagnósticos, sólo presentan aquellos que se originan fácilmente. Casi siempre con horizonte diagnostico ócrico y sólo algunos con hístico y álbico (desarrollados a partir de arenas). Este tipo de suelos no puede presentar ni cálcico, ni cámbico, ni argíllico, ni espódico, ni óxico o siquiera un epipedon móllico o úmbrico. Su perfil es: hor. A + hor. C y sólo en algunas ocasiones existe hor. B, pero sin que tenga el suficiente desarrollo como para poder ser considerado como horizonte diagnóstico. En cuanto a su génesis, el escaso desarrollo de este tipo de suelo puede deberse a un clima muy severo, una erosión muy intensa, aportes continuos (aluviones y coluviones recientes) o materiales originales muy estables (minerales muy resistentes como, arenas de cuarzo, que no permiten la evolución). Presentan hidromorfía, ya que el exceso de agua impide la evolución, y se obser-van degradados (un laboreo exhaustivo puede conducir a la destrucción total del suelo).

Figura. Entisoles. Perfil de suelo. EP Ustortentes (Unidad cartográfica EPli-17) EPli Ustortentes líticos (paralíticos) Se diferencian del Subgrupo lítico por la profundidad efectiva del suelo y el importante grado de alteración de la roca subyacente. Esto permite a las raíces de las plantas explorar el subsuelo a mayor profundidad. Son más friables, aunque conservan la estructura de la roca original. Estos Subgrupos están en áreas menos inclinadas, más húmedas, o en laderas menos expuestas a los rayos solares. También se encuentran en sectores donde

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predominan las rocas sedimentarias. Su uso se restringe a campos naturales de pastoreo. Presentan las fases fuertemente inclinada y ligera a moderadamente erosionada por agua. CoRS (complejo de suelos) Se refiere a un complejo de suelos alcalino-salinos. Torripsamente típico. Salortides. Torrifluventes. Severa limitación climática. Erosión eólica en el pasado. Peligro de erosión eólica e hídrica. Baja retención de humedad. Moderada a fuerte salinidad. La actividad antrópica puede reconocerse según dos etapas críticas de muy fuerte incidencia en el comportamiento hidráulico de la superficie y del propio suelo. La colonización, con la conquista y la ganancia de tierras hacia la ganadería y la agricultura fue un paso decisivo en el cual se produjo la desaparición de una capa de vegetal autóctona equilibrante en tres estratos que incidió drásticamente en la dinámica de escurrimiento superficial, insumisión y el flujo subterráneo del agua. No solo debe hablarse de variaciones en la cantidad de agua en los medios superficial, sub-superficial y profundo sino en la velocidad que tiene el desplazamiento del fluido en el sistema. Tampoco ha de olvidarse la incidencia de este cambio de la realidad en la temperatura del agua y en sus características químicas. De una estabilidad areal mega-regional regida por oscilaciones climáticas en la escala de los tiempos geológicos del ámbito del Cuaternario, el sistema pasó súbitamente, en mucho menos de una centuria, a una condición muy diferente. Un cambio fundamental sobre esta nueva realidad consistió en la mecanización del agro, con la afectación del suelo en cuanto a formas de manejo. La implantación de la infraestructura ferroviaria y vial, con el forzado de la circulación superficial del agua, fue un elemento de considerable importancia. Finalmente, la aparición hace apenas décadas del sistema de siembra directa, puede considerarse un escalón significativo en cuanto a cambios generalizados y de alto impacto sobre el suelo. Hoy, el fenómeno del monocultivo y de la conquista de la periferia de la llanura, incluso del ámbito pedemontano, son el reflejo de un manejo cada vez menos racional del recurso que deriva en consecuencias que ya se avizoraron hace mucho tiempo con la aparición del sistema de carcavado progresivo y la pérdida del nivel natural siguiente, el propio suelo. 3.3. Aspectos Geomorfológicos del pedemonte El panorama geológico precedente ilustra sobre los diferentes agentes erosivos y movilizadores que tuvieron su protagonismo en la conformación actual del suelo y en las geoformas que se observan en la actualidad.

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De acuerdo con datos de la Hoja geológica (Bonalumi et al., 2000), y según se dijo ya, el pedemonte está conformado por dos generaciones de abanicos aluviales originados en el Pleistoceno inferior-medio y el Plioceno superior. Ambos se encuentran formados por sedimentos fluvio-torrenciales, con intercalaciones de limos y arenas fluvio-eólicas y material loessoide. Actualmente, se encuentra en actividad una tercera generación. En sus partes media y distal, el pedemonte se encuentra cubierto por loess, in-situ o retransportado, materiales fluvio-eólicos o arenas eólicas. En la parte distal de los antiguos abanicos aluviales, hoy desactivados, se han generado formas fluviales meandriformes y palustres compuestas por sedimentos muy finos, como limos y arenas finas. Estos han sido afectados por el viento, generándose dunas y cubetas, pero los sedimentos han sido volados en diferentes direcciones. La bibliografía cita depósitos eólicos en forma de campos de dunas formados por mantos de arenas (del Pleistoceno Superior - Holoceno) y dunas ppd de diferentes edades. Las dunas longitudinales son las más antiguas (del Pleistoceno superior) y los barjanes las más recientes (Holoceno medio y actuales). Entre ellas, hay anchos corredores de deflación, rellenados con sedimentos loéssicos y arenas muy finas (Bonalumi et al., 2000). Es esta una zona de un drenaje definido y organizado, generador de cárcavas, que evoluciona hacia el Este a uno lento, desorganizado y errático, con poco poder erosivo vertical. Estas características son propias de la presencia de un relieve general en forma de abanico levemente inclinado, que confluye hacia una llanura prácticamente plana con ondulaciones, que deriva en una zona de suelos con problemas hídricos y de salinidad y alcalinidad (INTA y MAGyRN, 1988). Este sector fue elegido dado que se encuentra en una zona de transición entre la sierra y la llanura:

- Está al pie de la sierra de Córdoba, en la franja de arranque de los desagües fluviales desde el sector topográficamente más elevado y atravesando la sierra Chica.

- Es una zona de fallamiento geotectónico, donde los movimientos recientes han contribuido a un ascenso/descenso relativo de los bloques colindantes y a la basculación de la superficie, con importante incidencia en la dirección y aún en el sentido del escurrimiento, así como a la continua decapitación de los acuíferos.

- Es un recodo del macizo serrano donde los vientos han depositado mantos de variados espesores de sedimentos finos a contrapendiente, sucediéndose e intercalándose con las distintas etapas y secuencias de depositación aluviales y aluvionales de distinta energía y con diferente proyección hacia el Este.

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Figura. Escena NOAA-AVHRR de la provincia de Córdoba. Compuesto color del índice normalizado de vegetación (NDVI de verano. Abril, 2011). En oposición al pensamiento de que la acción antrópica no ha sido de relevancia significativa, en el área de trabajo tiene que ver con la remoción del estrato vegetal, la afectación del suelo a procesos de alteración estructural y la interrupción del normal escurrimiento superficial de las aguas mediante las obras civiles, diseñadas para eventos episódicos extremos pero no para las oscilaciones ordinarias de los ciclos húmedos y secos.

Estas particularidades, que son de índole ambiental sensu stricto, sumadas a las consecuencias ambientales de la actividad humana ya apuntadas, conforman un panorama difícil de afrontar en cuanto a poder actuar sin interferir con las dinámicas tendientes al equilibrio. Las formas geológicas superficiales son de diferente tipo. La bibliografía distingue geoformas de acumulación y de erosión (SMN, 2011): Abanicos aluviales Fueron reconocidas dos generaciones de abanicos aluviales, los formados durante el Pleistoceno Inferior y aquellas ocurridas entre el Pleistoceno Medio a Superior. Se completa con una secuencia de abanicos aluviales y conos de deyección actuales, que se encuentran activos. Los aparatos aluviales de los primeros dos períodos son constituidos por sedimentos fluvio-torrenciales que intercalan materiales finos como limos y arenas fluvio-eólicas y materiales loessoides, según se expresara. Fuera de nuestras consideraciones, al pie de las sierras, estas formaciones se encuentran disectadas y a veces aterrazadas, forman en ocasiones lomas muy amplias, achatadas y de escasa altura (SMN, 2011).

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Abanicos aluviales erosionados Esta unidad geomorfológica está compuesta por lomas alargadas, aplanadas, de flancos convexos y abruptos, con un perfil transversal aproximadamente trapezoidal.

Tienen una pendiente media de 10 y 12 % pero, en la zona cumbral, oscilan entre 2 y 5 %. Se comprueba en algunos sitios una basculación buzante con pendientes entre el 10º - 15º.

Figura. Geomorfología regional (Proyecto PASMA)

Mantienen una altura constante y la cima de las lomas presenta calcretes compactos que motivan el plano superior. Sus restos son descriptos como de forma palmeada y semejante a las rañas. Se considera que constituyen restos de una antigua llanura pedemontana. Se registran aquí una erosión laminar severa, pero ya con presencia de erosión en regueros, con disolución de calcáreos. Abanicos aluviales y conos de deyección activos Estas formaciones actuales constituyen depósitos de rodados y arenas (clima del Pleistoceno Medio-Tardío) con escaso desarrollo y extensión, presentes al pie de los escarpes tectónicos. Los depósitos de este tipo cubren parcialmente los abanicos aluviales y son de arroyada en manto, con una erosión laminar moderada. Ocasionalmente, se cita erosión en regueros o en cárcavas. Planicie Loéssica Esta formación se localiza al Este de la franja de los aparatos citados. Los depósitos loéssicos cubren una enorme extensión de la llanura. El relieve es suave y ondulado, con lomas que poseen un perfil transversal convexo, algo aplanado y con vertientes largas y más bien rectilíneas, en baja pendiente, que no supera un 4 %. El área se encuentra surcada por líneas de escurrimiento amplias, que tienden a integrarse en un sistema que se dirige al Este, hacia la llanura.

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▲ Figura. Buffa y Ratto (2009) ◄ Figura. Fucks y Deschamps (2008)

El drenaje es difuso, concentrándose en las zonas más deprimidas. Durante las precipitaciones, la bibliografía y nuestra experiencia personal comprueban caudales importantes, con anegamientos en adyacencias del monumento a Miriam Steford y la localidad de Bower. Para la generalidad, se describe que la unidad está constituida por sedimentos loéssicos friables, gris parduscos y con abundante contenido de carbonato de calcio pulverulento. El pedemonte oriental de las sierras Chicas de Córdoba se encuentra fuertemente afectado en su originalidad por la ocurrencia de un ciclo eólico del que dan cuenta Latrubesse y Ramonell (en SMN, 2011). Es el denominado Sistema Eólico Pampeano (Iriondo y Kröhling, 1995) y se instaló desde el Cuaternario y dio origen a una extensa cubierta sedimentaria compuesta por las unidades Mar de Arena Pampeano y, en el sector analizado, la Faja Periférica de Loess. La bibliografía citada da cuenta de la existencia de este sistema desde la sierra hasta aproximadamente la línea de los 400msnm, donde se observaría un cambio de la pendiente general, definiendo una faja de 20 a 25km de ancho con una altura promedio de 500msnm. Esto no se corresponde con lo que resulta de la topografía regional analizada a partir de la objetividad de los datos RADAR. Junto a las observaciones apuntadas acerca de la proyección del aparato aluvial de la sierra de Córdoba, la evidencia de la ruptura de pendiente es elocuente y ocurre según se lo muestra en el esquema que se acompaña (se marca el área de estudio).

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Figura. Rasgos morfológicos de la sierra de Córdoba (Abril, 2011). El límite occidental del sistema es irregular, presenta numerosos aflora-mientos aislados de basamento y rocas sedimentarias pre-cuater-narias. El frente montañoso llega a la planicie con un paisaje de colinas suaves y lomas bajas, con pen-dientes entre 6-12%. La sierra se integra progresivamente al ambiente pedemontano y hacia la Planicie fluvio-eólica central, cuya morfoestructura es eminentemente fluvial, como se advierte en la imagen. La planicie define una extensa llanura según un paisaje convexo labrado someramente por los ríos que han atravesado la sierra Chica. Sobre esta base se sobre-imponen procesos de transporte y acumulación eólicos (Carignano, 1996).

El desarrollo de los abanicos aluviales de los ríos principales de la región se confunde y solapa lateralmente, generando su coalescencia y la construcción de una gran estructura abovedada cubierta por loess. La morfología del piedemonte es el resultado de fluctuaciones climáticas cuaternarias. Durante las glaciaciones predominó una sedimentación aluvial, sucedida luego por la erosión lineal durante los interglaciales (Vivas, 1984). Si bien las evidencias permiten afirmar que el piedemonte evolucionó como un sistema eólico, es drástica la incidencia morfológica del sistema aluvial, que conforma el gran aparato de descarga serrano cubierto por facies loéssicas y sus re-depósitos posteriores a partir de su removilización hidráulica, en forma de mantos (SMN, 2011). Abanicos aluviales cubiertos Hacia el Este, el loess se depositó cubriendo las antiguas formas aluviales y respetando incluso el diseño a nivel regional. Esto se observa claramente en las imágenes satelitales donde, a pesar de la espesa cubierta eólica, quedan de manifiesto las inconfundibles formas de los abanicos. Resultan entonces formas suavizadas, donde el paisaje está dado por lomadas alargadas en dirección E-O (la dirección del escurrimiento según la cual se extienden los aparatos aluviales) que se diluyen hacia la zona distal. Su perfil transversal es convexo y la altura disminuye progresivamente y en

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forma pareja a medida que se alejan de la sierra pero con ápice en la parte más elevada, lo que da cuenta del origen del material. Esta llanura aluvial pedemontana fue ya enunciada por Santa Cruz (1973 y 1978). Puede deducirse claramente que los materiales que constituyen el subsuelo son camadas de sucesivos episodios fluviales y fluvio-torrenciales cuyos sedimentos se sobreponen y entrecruzan lateralmente. Si bien la dinámica resulta clara, los resultados no lo son tanto en la franja marginal a la sierra, donde la geotectónica y la actuación de los aparatos aluviales recientes afecta el esquema general. El documento analizado del SMN (2011) menciona como modelo más aceptado el de que una peneplanicie (en el sentido de Davis, 1889, 1909, 1922) se desarrolló entre el Paleozoico Superior y el Terciario, siendo luego dislocada y exhumada con la elevación de las Sierras Pampeanas ocurrida por la deformación andina del Mioceno-Plioceno. En lo que nos concierne, la evolución geomorfológica del Cenozoico “fue condicionada por la insularidad continental, el ascenso del nivel medio continental de 300msnm hasta los 800msnm (comienzos del Terciario), períodos de intensa actividad volcánica y, en sus tramos finales, la elevación definitiva de las Sierras, producida a partir del Plioceno (Contreras, 1977)” (SMN, 2011).

Desde el Eoceno, los movimientos andinos afectan la evolución de las Sierras Pampeanas (Salfity et al., 1996) al elevar los bloques serranos y generar las cuencas intermontanas. Durante el Paleógeno y hasta el Mioceno temprano, estas cuencas son rellenadas por sedimentos continentales (Lencinas, 1971; Flores, 1979; Gordillo y Lencinas, 1979).

Figura. Escala temporal del Cenozoico El pasaje de un estilo tectónico distensivo a uno compresivo y la caída del nivel eustático del Terciario Temprano (Haq et al., 1987), inician un nuevo ciclo de erosión que genera una superficie de erosión en forma de pediplanicie (King, 1953). Los sedimentos más antiguos asociados con este nivel de pedimentación fueron ubicados en el Eoceno (Lencinas, 1971) y los más modernos (complejo vulcano-sedimentarios de la Sierra de Pocho y San Luis) entre los 7,9 y 4,9 Ma (Gordillo y Linares, 1982). Durante el Mioceno Medio y Tardío (Russo et al., 1979) se produce la ingresión marina atlántica durante la cual las Sierras permanecen como un elemento positivo rodeado por un mar epicontinental somero, con una pausa en la sedimentación, produciéndose calcretes de varios metros de espesor, coronados local-mente por delgadas silcretas.

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Entre fines del Mioceno Tardío y el Pleistoceno Temprano, se produce el principal evento de deformación cenozoico, con dos episodios, uno Plioceno y otro Pleistoceno (Lencinas 1971), precedidos de vulcanismo. Figura. Paleoplanicies de erosión para la sierra de Córdoba (Beltramone, 2007).

Se produce entonces la fragmentación, basculación y ascenso de grandes bloques del basamento, elevando e inclinando el conjunto de las superficies de aplanación. Estas mantienen su aspecto, intensificándose la disección de los valles pre-existentes y generándose un nuevo sistema de valles más cerrados. Las dos secuencias son acompañadas de una sedimentación fanglomerádica que significó una importante acumulación al pie de las sierras, cortados durante el Pleistoceno Medio según una superficie de erosión de menor escala (Carignano, 1997). Los episodios más significativos durante el Cuaternario ocurren a partir de los cambios climáticos. Fue una sucesión de ambientes áridos y semiáridos, con un desarrollo generalizado de procesos eólicos. Su alcance fue importante, verificándose en las sierras de Córdoba en alturas de entre 1000 - 1200msnm, con espesores variables de loess. Estas acumulaciones ocurren sobre la sierra Chica, rellenan los valles intermontanos y constituyen parte de la secuencia sedimentaria del pedemonte oriental de las Sierras. Las formas superficiales son consecuencia de la conformación litológica, la tectónica, con su incidencia en los caracteres estructurales de los materiales y la de la altura relativa de cada punto del terreno, y los agentes modeladores externos, ligados al clima. Como se ha expresado precedentemente, la cobertura vegetal y la actividad antrópica inciden también en las formas.

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Son precisamente las formas las que tienen incidencia importante en la dinámica hídrica superficial y sub-superficial, un factor decisivo en el comportamiento geotécnico de los loess y en el que tanto conviene pormenorizar en este caso. Figura. Regiones geomorfológicas de la llanura en Córdoba: Pampa loéssica alta, Pampa loéssica plana, Pampa loéssica, Altos de Matadero y Pampa loéssica ondulada (Agencia Córdoba D.A.C. y T, 2003).

La topografía debe analizarse en escalas adecuadas, para asegurar que se están considerando las variables que corresponde y en su debido nivel de importancia. La zona en estudio se encuentra en la designada como pampa loéssica alta. Tal nombre deriva de encontrarse sobre el borde del pedemonte de la sierra, prácticamente al pie de esta, limitando con la depresión periférica (Capitanelli, 1979). Se ha explicado la incidencia tectónica y la participación de la dinámica estructural regional en la fisonomía serrana, cuyos efectos no pueden desconocerse, incluso la existencia de fenómenos póstumos de carácter geotectónico, hay un marco de carácter mega-regional que no puede dejar de mencionarse. En este sentido, Dávila et al. (2005), proponen que los rasgos estratigráfico-estructurales, topográficos y geofísicos observados para la región de Sierras Pampeanas y la cuenca Chaco-paranaense pueden ser explicados mediante deflexiones inducidas por mecanismos subcorticales ocurridos en el manto.

Figura. Domamiento litosférico como consecuencia de la dinámica cortical compresiva (en Dávila et al., 2005). Esta propuesta podría explicar algunos fenómenos geomorfológicos regionales traducidos en diseños en el drenaje y que habitualmente son

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atribuidos a basculaciones de bloques subyacentes inferidos a partir de tales.

◄ Imagen topográfica regional (TopoXsat, 2011)

La imagen muestra que el tramo septentrional incursiona en el ámbito de dos grandes aparatos de descarga aluvial provenientes del subsistema de la sierra de Mala-gueño, uno a la latitud de Bower y el otro algo más al Sur de la localidad de Rafael García.

Se hace visible que la dorsal topográfica de esta pequeña sierra se proyecta hacia el Sur y sin afloramientos hasta más allá de Despeñaderos, logrando el Xanaes superarla a esa latitud para recién allí salir del pequeño valle intermontano.

Blanco Amarillo

REFERENCIAS

Alta Gracia

Despeñaderos

Bower

Rafael García Traza actual acueducto Traza proyectada

Figura. Topografía general del sector.

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La imagen de gradiente de pendientes que se acompaña permite analizar las cualidades de la superficie en cuanto a su homogeneidad, quedando también delineadas las unidades de descarga, su envergadura y sus relaciones mutuas.

Dado el carácter neotectó-nico de la sierrita de Mala-gueño, puede afirmarse que los aparatos de descarga mencionados son nuevos. Por la litología en superficie, puede hablarse de que la capa loéssica que sobreyace aflorando es bien reciente. Figura. Pendientes clasificadas (TopoXsat, 2011).

Mediante el aporte de los datos topográficos en formato digital, puede visualizarse el arreglo espacial de las curvas de nivel en la zona de transición. Figura. Curvas de nivel en equidistancia 5m. Se advierten las formas correspondientes a la falla de la sierra de Malagueño, los aparatos aluviales pedemontanos de Bower y Rafael García y la planicie aluvial del río Xanaes. En amarillo, las cotas confinantes de la traza actual del canal Los Molinos – Córdoba.

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La red de escurrimiento de carácter organizado plantea un drenaje medianamente eficiente. Un esquema general del escurrimiento se presenta seguidamente. Del esquema resulta la definición de las distintas cuencas, que expresan la complejidad del sistema de derrames. La mayor de ellas se corresponde con el aporte activo permanente hacia el río Xanaes. Las zonas insuficientemente drenadas y las cuencas pequeñas constituyen zonas de insumisión del agua de las precipitaciones. Si bien es interesante dejar en evidencia las redes organizadas actuales, es significativo mencionar la presencia de paleocauces efímeros según los cuales la red actual pierde parte de su caudal al atravesarlos, bien por insumisión diferencial (la textura del suelo es diferente y la permeabilidad más elevada) como por encauzamiento alternativo.

REFERENCIAS ALTA GRACIA ▪ DESPEÑADEROS ▪ ▲ R. García ▲ Bower

Figura. Red de drenaje: Sistema hidrográfico superficial regional

La mayor dificultad en estos ambientes, y ya lo hemos verificado en el pedemonte austral de la sierra de Córdoba, es detectar umbrales de desborde según los cuales se produce el trasvase de caudales extraordinarios hacia las cuencas y sub-cuencas vecinas. El modelado de la superficie ha sido acabado durante los últimos tiempos. Sus ondulaciones naturales y la remoción de la vegetación de cobertura han ocasionado la remoción eólica y pérdida del suelo por voladura pero también la removilización hídrica del material primigenio.

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Los sedimentos más finos que no fueron volados han sido transportados hacia los bajos, en general, colmatándolos e impermeabilizándolos, lo cual ha dado lugar a una perturbación en la permeabilidad vertical.

Figura. Uso del suelo en proximidades de la ciudad de Córdoba abarcando parte del valle de Punilla, la Sierra Chica y el pedimento marginal oriental. Este proceso se observa a partir de que la cubierta vegetal va respondiendo a las fluctuaciones climáticas y retrayéndose hacia las zonas más húmedas o al menos disminuyendo su densidad hacia la zona en desecación en las épocas críticas. Si bien el fenómeno apuntado debe haber impactado en el comportamiento hidrológico general, no puede dejar de considerarse que la acción antrópica incidió sin respaldo climático alguno y súbitamente, si se tiene en cuenta el breve lapso durante el cual toda la cubierta vegetal original, en equilibrio con el sistema citado, fue removida por desmonte para dedicar el suelo a la agricultura. Tal ocupación y uso del suelo, además de diferir en cuestiones elementales como tipo, porte y densidad de las especies, dista mucho de la dinámica propia de la vegetación silvestre en cuanto que se basa en la roturación de la capa superior del suelo quitándole características naturales originales. Las dimensiones del impacto hidrológico del proceso de colonización solo pueden imaginarse a partir de una comparación entre lo que puede haber sido la antigua llanura del espinal con la llanura agrícola actual y teniendo en cuenta el significado de la vegetación como resultado de un equilibrio natural de proyección milenaria. Las consecuencias de este hecho, que lleva ya cien años de cometido, derivan en que los déficits y excesos espontáneos o naturales ya no cuentan con la amortiguación de la vegetación original, que evaporaba el exceso y frenaba la acción de los vientos y el escurrimiento superficial de las aguas. Y aún no consideramos la ausencia de los sistemas radiculares primigenios, tan diferentes de los de los cultivos.

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Figura. Ambitos naturales del espinal y de la estepa pampeana, actualmente ocupados por cultivos. El esquema muestra a nivel megare-gional un ajuste geológico – geomorfo-lógico de la distribución de la vege-tación originaria, tal cual se observa localmente.

Esta situación golpea frecuentemente sobre una economía regional, apoyada en una producción agrícola deficientemente programada y manejada y sobre la obra pública y los bienes privados. 3.4. La morfología y el clima en la Llanura Pampeana La Llanura Pampeana argentina tiene una identidad morfoclimática definida. Su ubicación, relieve, geología y clima le confieren carácter de unidad geoambiental. Como los procesos que interactúan en la región se encuentran asociados a ese carácter y son dinámicos, se la puede considerar como un sistema geoambiental (Suriano et al., 1992). Las oscilaciones periódicas ge-neran situaciones de sequía pe-riódicas en las que entra en juego el abastecimiento de agua para la población. Figura. Situación de sequía en la cuenca del río Suquía: Baja extraordinaria del lago San Roque. En la llanura cordobesa se verifican diferencias progresivas en las precipitaciones promedio. El déficit de agua aumenta hacia el Sur y disminuye hacia el Este (Capitanelli, 1979). Pero también existe un eje de variación climática de dirección NE-SO, según el cual se comprueban diferencias cíclicas de humedad y temperatura. Las condiciones de humedad imperantes en la región están subordinadas al Sistema de Circulación Atmosférico, condicionado a la relación y posición

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geográfica de los anticiclones (Capitanelli, 1979). Se genera así una gradación bioclimática entre el extremo húmedo, hacia la región chaqueña y el seco, hacia Patagonia. Las variaciones climáticas cíclicas hacen que las fronteras sean fluctuantes, desplazándose según una línea móvil en un eje NE - SO. Esto se expresa en la expansión y retracción histórica que ha sufrido una franja semidesértica intermedia a la latitud del límite La Pampa – Córdoba que opera como indicadora de esta condición (Suriano y Ferpozzi, 1992). La llanura cordobesa ha sufrido los procesos geológicos, edafogenéticos, morfodinámicos y geoquímicos propios de esta variación en las características ambientales. Es por ello que en esta región es de esperarse una respuesta muy compleja a las fluctuaciones y pulsaciones climáticas. El efecto antrópico, en este sentido, y dada la sensibilidad de este sistema y la extensión de las modificaciones introducidas al mismo, no puede sino ser sumamente agudo. Como tal, las alteraciones en el sistema se proyectan a grandes distancias, por lo que el área bajo estudio queda en el ámbito de tales efectos, a pesar de encontrarse en un área que suma además la complejidad de ser periférica a la sierra. Consecuentemente, es una zona difícil de caracterizar, ya que la sierras operan como deflectoras de los vientos, que son los que en definitiva definen muchas de las características de la geomorfología de detalle (el acabado de las geoformas mayores). De acuerdo con lo asentado en la publicación sobre regiones naturales de Córdoba (Agencia Córdoba D.A.C. y T, 2003.), la llamada pampa loéssica alta posee un clima templado con estación seca en invierno (Cw) (Koeppen, 1931). Thornthwaite y Hare (1955) lo describen como un clima de pradera con un índice hídrico de –15, observándose amplitudes térmicas elevadas. Siempre acorde a lo que menciona la bibliografía, el período lluvioso se extiende desde octubre hasta marzo, con unos 580mm (el 80 % de las precipitaciones anuales) y la evapotranspiración potencial supera los 850mm anuales, provocando consecuentemente períodos con deficiencia hídrica edáfica. Las heladas corresponden al lapso mayo – setiembre. Se reconoce que las variaciones climáticas de los últimos tiempos han tenido un gran impacto sobre la geomorfología y las características edá-ficas. Más allá de la impronta humana en el clima, hay estudios que de-muestran oscilaciones climáticas naturales. La humedad y sequedad alternantes han activado y desactivado la actuación de los principales agentes modeladores de la llanura, imprimiéndole una fisonomía particular. Figura. Variaciones observadas y modeladas de la temperatura en los últimos tiempos a nivel mundial (Hobich, 2001).

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Si bien la tectónica, con sus reajustes y la modificación del gradiente erosivo, tienen su dominio sobre la geodinámica exógena, son el agua y el viento quienes, durante el transcurso del Cenozoico, imprimen aquí el modelado vigente. Figura. Variaciones de la temperatura en los últimos tiempos para los hemisferios Norte y Sur y global (Hobich, 2001).

Figura. Variaciones de la tem-peratura en la última centuria para Rio de Janeiro, América del Sur (Hobich, 2001).

La sub-región analizada se encuentra en el dominio de lo que se ha designado, sobre la base de la biota original, como el espinal, próximo ya a la jurisdicción de la estepa pampeana. Se advierte, a partir de lo precedente, que se trata de una verdadera zona de transición en la que no es posible definir límites o umbrales definitivos en este sentido sino que la clasificación o la asignación de una identidad obedece a condiciones ecológicas generales. La bibliografía específica (Agencia Córdoba D.A.C. y T, 2003) menciona para los loess de esta región un porcentaje del 70% de limos y abundancia de CO3Ca. De acuerdo con la bibliografía, estas características, junto al clima subhúmedo a semiárido y el tipo de vegetación bajo la cual evolucionó “condicionan su utilización y definen sus potencialidades” (desde el punto de vista agrícola). Ya se dijo que el uso agropecuario incide en la dinámica actual en su hidrología y los procesos químicos. Si bien estos suelos se caracterizan por ser profundos, bien drenados y fértiles, con un horizonte superficial rico en MO y el complejo de cambio dominado por Ca (que les proporciona una buena estructura), el alto contenido en limo les otorga cierta fragilidad e inestabilidad estructural, la cual se manifiesta en una

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tendencia al encostramiento y al denominado "planchado" del suelo (impermea-bilización de su superficie por escamado).

Son propios de procesos erosivos hídricos intensos y generalizados, sobre todo hacia el Oeste, donde se dan los procesos de carácter laminar y en surcos, que evolu-cionan a cárcavas profundas.

Como se ha expresado previamente, la profunda modificación introducida por las actividades agropecuarias (sustitución de la vegetación autóctona natural por siembra de trigo, luego maíz y recientemente soja y maní) impactó condicionando la dinámica hídrica en su nivel superior y resulta crítico en cuanto a las particularidades de los horizontes siguientes. Figura. Profundización del curso del río Seco, al SE de la localidad de Alpa Corral, con desarrollo de carcavado ramificado lateral.

Afectado así fuertemente el proceso natural de escurrimiento horizontal y vertical de las aguas de las precipitaciones, cambia el estado del agua en la masa del suelo, que resulta en situaciones críticas para este tipo de suelos. Es significativo destacar que hay presencia de "mallines", como consecuencia de la erosión interna (tubificación). Los mallines se encuentran en estrecha vinculación con líneas de desagüe (Agencia Córdoba D.A.C. y T, 2003).

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Figura. Area de mallines en la zona periférica del pedemonte de la sierra Chica de Córdoba. El significado de los mallines en Argentina varía de acuerdo con la región en la cual se emplee el término. Específicamente en Córdoba, y asociado a la presencia de un porcentaje mayor de humedad en superficie, se refiere a las zonas potencialmente colapsables. 3.5. Aspectos Edaficos y Edafológicos El suelo tiene diferentes tipos de desarrollo, según se trate del dominio geológico-geomorfológico. Así, los suelos varían sustancialmente según se consideren el ámbito serrano, los valles, el pedemonte o la llanura.

En la sierra, los suelos son detríticos en las áreas más escarpadas y con desarrollo de un horizonte orgánico importante en las márgenes de los angostos valles que la surcan transversalmente. El suelo se forma a partir de la destrucción de las rocas aflorantes, la generación de un regolito, su posterior meteorización y, finalmente, la alteración química de sus componentes. Subsiste en cuencos protegidos del viento y en las grietas de las fallas, fracturas y diaclasas, donde se instala la vegetación que aporta materia orgánica en menor o mayor proporción, según su tipo y el grado de cobertura que proporciona. Los sectores sub-horizontales de esas zonas presentan también un importante desarrollo de suelos detríticos finos y orgánicos: el regolito ha sido enriquecido con la retención de depósitos eólicos finos y los residuos de la vegetación de crecimiento local. Las quemas, una práctica frecuente en estos ámbitos, ha contribuido a niveles importantes de erosión y hasta remoción de la capa húmica, no obstante, los afloramientos rocosos sensu stricto son escasos.

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En las zonas marginales a la sierra los suelos devienen de materiales retransportados que pasaron luego a ser edafizados. En ocasiones, el viento ha depositado encima importantes capas de loess.

Figura. Incendios en la Sierra de Córdoba. La gran mayoría tiene origen antrópico. En toda la franja pedemontana, el desarrollo de los suelos es importante, especialmente por la retención de finos (suelos eólicos) que han provocado la presencia de la vegetación original, una mayor humedad y vientos algo más atemperados. En el llano, los suelos eólicos finos y el retransporte proximal (en los márgenes fluviales de las planicies y paleo-planicies de inundación) origina los depósitos de base, en ocasiones sepultados por avances eólicos (Vázques, 1979).

Estas unidades pueden observarse a partir de imágenes satelitales de baja resolución convenientemente realzadas.

Figura. Escena NOAA-AVHRR procesada de la provincia de Córdoba (Abril, 2000). En la figura 1a se realza en color magenta la región llana, perteneciente a la Plataforma Basculada y en celeste, a la izquierda, la zona serrana que forma parte de los Macizos Antiguos. Quedan discriminados los elementos geomorfológicos serranos.

El departamento Santa María ocupa las distintas regiones ambientales de las sierras, desde las Sierras Grandes hacia el Este, llegando a la llanura cordobesa. El siguiente gráfico ilustra sobre los distintos tipos de suelo reconocidos en ese ámbito.

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ID TIPO POSICIÓN ORDEN TEXTURA 1 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 2 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 3 Asociación Planicie Molisol Franca limosa 4 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 5 Consociación Planicie Molisol Franca limosa 6 Consociación Loma (sin discriminar) Molisol Franca limosa 7 - - - - 8 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 9 Consociación Planicie Molisol Franca limosa

10 Consociación Molisol Franco arenosa 11 Consociación Planicie Molisol Franca limosa 12 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 13 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 14 Complejo Loma (sin discriminar) Molisol Franca limosa 15 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 16 Consociación Loma (sin discriminar) Molisol Franca limosa 17 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 18 Asociación Planicie Molisol Franca limosa 19 Asociación Loma (sin discriminar) Molisol Franca limosa 20 Consociación Molisol Franco arenosa 21 - - - - 22 Asociación Planicie Molisol Franca limosa 23 Asociación Planicie Molisol Franca limosa 24 Complejo Ladera escarpada Entisol Areno franca 25 Consociación Loma (sin discriminar) Molisol Franca limosa

Figura. Identificadores de los Suelos correspondientes al departamento Santa María (Ravelo, 2002)

3.6. Aspectos hidrológicos En la zona central puede advertirse que el drenaje del valle intermontano, con cabeceras en la Sierra Grande, ha superado el bloqueo de las Sierras Chicas y permite el desagüe de los valles hacia la planicie pampeana oriental a través de ríos antecedentes. Estos ríos se han ido encajando en la Sierra Chica a medida que ésta fue ascendiendo.

Figura. Drenaje del sector centro oriental de la Sierra de Córdoba ►

Los cursos que drenan hacia el Oeste son cortos y los que se dirigen hacia el Este son largos, captando las aguas de los ríos que logran atravesar la sierra, como es el caso de los ríos Primero (Suquía) y Segundo (Xanaes).

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Los cursos de agua temporarios que dependen de la Sierra Chica conforman un entramado muy denso y en ocasiones anárquico (Gorgas y Tassile, 2002). Algunos se insumen en el pie de monte y otros comenzaron a contribuir al carcavamiento observado ante la pérdida de la cobertura vegetal original. El depósito pedemontano marginal de la Sierra Chica se encuentra seccionado en dirección Norte-Sur por una fractura principal. Esto significa una ruptura importante en la continuidad de los acuíferos. Esta fractura es parte de un juego de discontinuidades mayores que seccionan el basamento en bloques alongados cuyo comportamiento tectónico trasciende al Cuaternario (ver Costa et al., 2001). Los mencionados fenómenos provocaron la basculación de los elementos estructurales del basamento así formados y su movilidad se transmite en superficie condicionando la morfología de la planicie loéssica supra-yacente.

4. El clima del centro del país

4.1. Rasgos generales La clasificación climática general de Thornthwaite (1948) para la región central de la provincia de Córdoba la asigna al tipo CB’w es decir, sub-húmedo por un valor del índice precipitación–evapotranspiración entre 32 y 63, mesotermal por un valor del índice temperatura-evapotranspiración entre 64 y 127, conjuntamente con lluvias deficientes en invierno.

Las temperaturas máximas y mínimas medias son de 23,2oC (enero) y 9,8oC (julio), respectivamente. La temperatura media anual es de 16,6oC y la amplitud térmica media anual es de 13,4o C. Estos valores señalan la tendencia continental de los registros térmicos. Por otro lado, la accidentada topografía de la región serrana posibilita la generación de numerosos microclimas. Una subdivisión de este dominio le asigna la presencia de un invierno térmico.

Las precipitaciones anuales oscilan entre los 700 y 900 mm con las isoyetas en dirección Norte-Sur y con valores decrecientes hacia el oeste en la región llana del departamento. En el área serrana, las precipitaciones presentan un aumento con la altura. La distribución de las precipitaciones tiene un rasgo monzónico, es decir, son principalmente estivales y de carácter torrencial. Sin embargo, también se registran lluvias en primavera y en otoño.

Los vientos dominantes tienen dirección Sur-Oeste – Nor-Este y Nor-Este –Sur-Oeste. En el área serrana, la topografía modifica considerablemente las direcciones dominantes. La humedad relativa tiene un valor máximo al comienzo del otoño y un mínimo al comienzo de la primavera. La radiación solar, entretanto, tiene un máximo en enero con 23 MJ /m2 día y un mínimo en julio con 4 MJ /m2 día (Capitanelli, 1979a; Sussini et al., 1940).

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Evolución climática Los depósitos sedimentarios relacionados con el área son el resultado de ciclos climáticos pluviales e inter-pluviales pasados, que han sido designados y se presentan con las siguientes características: Ciclos Pluviales (fases húmedas) RECIENTE Materiales gruesos (cauces) Escaso desarrollo aluvional LUJANENSE Escasos limos loessoides, desarrollo aluvional moderado ENSENADENSE Limos loessoides y arenas en interfluvios, gran desarrollo aluvional Ciclos Inter-pluviales (fases secas) CORDOBENSE Gran desarrollo de depósitos de loess PLATENSE Gran desarrollo de depósitos de loess BONAERENSE Gran desarrollo de depósitos de loess Globalmente, se reconocen hoy para el clima de la región central del país una serie de variaciones que inciden decisivamente en las tendencias ambientales en las diferentes regiones morfo-estructurales regionales. Estos cambios se hallan ligados al fenómeno del llamado cambio global, y Suriano et al. (1989) los relacionan con las pulsaciones climáticas de los últimos decenios: - En la zona serrana

Permanente incremento en las precipitaciones estivales, con la consecuente intensificación de la torrencialidad de las cuencas. - En la zona peri-serrana

Aumento de la erosión y del riesgo potencial de erosión en los valles fluviales y los interfluvios, con ocurrencia de inundaciones en manto - En la llanura extra-serrana

Ocurrencia de flujos hídricos en manto, ascenso de los niveles freáticos, surgencias basales y significativo incremento de la persistencia del estado de anegamiento en las regiones inundables.

4.2. Procesos morfogenéticos El agente erosivo actual más importante es el agua, al escurrirse superficialmente. El escurrimiento subterráneo, entretanto, se encuentra sometido a un fuerte control estructural y la morfología no lo condiciona sustancialmente. Los cursos de agua se encajonan según estructuras de mayor a menor orden (fallas, fracturas, diaclasas). Las aguas de cuencas de bajos caudales se insumen prácticamente al llegar al llano, en las sedimentitas porosas del pie de monte proximal o medio, proyectándose hacia la zona distal solo en casos de precipitaciones extraordinarias.

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De acuerdo con la torrencialidad de los cursos pluviales, estos han generado conos de deyección que se apoyan sobre el margen pedemontano de la sierra, solapándose lateralmente y dando lugar a una orla de abanicos coalescentes que bordea todo el lateral de las sierras. Los cursos de agua temporarios que dependen de la Sierra Chica conforman un entramado muy denso y en ocasiones una red bastante anárquica. La definición y basculación de los bloques contribuye a modificar el drenaje.

Se advierte retroceso de cabeceras en lugares donde la deforestación, el sobrepastoreo, los incendios de montes y las quemas de pasturas para el brotado dejan al descubierto el voluble suelo de las sierras. Las rupturas de pendiente remarcan el carácter juvenil del modelado de la Sierra Chica. La evolución de la red es controlada por las estructuras, que mantienen las formas. Las metamorfitas dan lugar a geoformas intrincada, debido a la esquistosidad. ◄ Drenaje del área de Zelegua (Sur-Este de las Sierras de Córdoba) con efectos derivados de la neotectónica (Abril, 2004).

La geotectónica ha producido importantes modificaciones en el drenaje, en particular a través de las basculaciones de los bloques subyacentes a la llanura, pero también en la zona marginal, en el pedemonte proximal y distal, por la sobreelevación de bloques pedemontanos. La geotectónica también ha afectado severamente la continuidad de los acuíferos, complicando aún más el escurrimiento de las aguas subterráneas en los estratos acuñados.

5. La Vegetación La vegetación original corresponde en su mayor parte a las regiones fitogeográficas del Espinal, al Bosque serrano y al Romerillal, así como al Distrito Chaqueño Serrano (Luti et al., 1979; Parodi, 1964). En una gran extensión de la región se observa importante desarrollo agrícola, sobre todo

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en el área que corresponde al Espinal, donde el reemplazo de la vegetación natural por cultivos es casi total.

La calificación de la vegetación de gran parte del área comprende la provincia fitogeográfica del espinal. No obstante existir relictos importantes, la formación leñosa del espinal, originariamente un cinturón peri-pampásico, se encuentra muy degradada debido al avance de las explotaciones agropecuarias y a la extracción de leña. La vegetación natural del Espinal se caracteriza por ejemplares arbóreos de Prosopis alba y P. nigra (algarrobos) y Aspidosperma quebracho-blanco (Quebracho blanco) como especies dominantes. Suelen estar acompañados por Celtis tala (Tala), Geoffroea decorticans (Chañar), Ziziphus mistol (mistol) etc. El estrato arbustivo esta representado principalmente por Acacia spp. (espinillos), Schinus spp. (moradillos), Condalia sp. (piquillín) etc. El espinal se presenta aquí como un chaco muy empobrecido, con penetración de especies propias de la estepa pampeana. Hay mas bien pocas cactáceas y el pastizal penetra para formar una especie de sabana arbolada poco exuberante. En cotas superiores, desde los 800 msnm comienza el bosque serrano. Se encuentra bastante bien conservado en partes, aunque muy reducido en sus expresiones originales debido a los incendios y la extracción de leña. Se presenta como bosque abierto, solo denso en sectores muy favorables. Se destacan el molle o molle de beber, el coco, espinillos y orco quebracho, el durazno de la sierra, el piquillín de la sierra, el algarrobo negro, tintitaco, espinillo, aromito, chañar, tala, moradillo, etc., arbustos como la chilca y el piquillín y abundantes aromáticas como la peperina y el tomillo. El nivel inferior está representado por la penetración del estrato herbáceo. El romerillal es un nivel arbustivo que se desarrolla en las zonas más rocosas de la sierra, en las mayores alturas, presentando especies tan distintivas como el tabaquillo. Figura. Imagen LANDSAT color compuesto de los sectores forestados de la comarca del valle de Calamuchita y las estribaciones de la sierra Grande. En este ambiente biótico, una importante porción de la sierra ha sido forestada con especies de madera blanda (pinos), dando lugar a una interesante alternativa económica hoy nuevamente analizada para la introducción de maderas duras (Luque, 2005). En el Distrito Chaqueño Serrano se reconoce un ordenamiento en tres pisos de vegetación que se pueden ubicar según un gradiente altitudinal, mostrando el efecto modelador de los factores abióticos.

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Según este ordenamiento, en el primer estamento, que va desde los 600 a los 1000 msnm, se encuentra el piso del bosque que esta integrado por Lithraea ternifolia (Molle), Fagara coco (Coco), Kageneckia lanceolata (Durazno de la sierra), Ruprechtia apetala (Manzano del campo), en el estrato arbóreo. Los arbustos que se pueden encontrar son mayormente espinillos y moradillos. A mayores altitudes (entre los 1300 msnm y 1700msnm) empieza el piso de romerillal. Los arbustos dominantes de este piso son Heterothalamus alienus y Baccharis flabellata, ambos conocidos como romerillo. Otras especies presentes son Eupatorium buniifolium (romerito) y Baccharis spp. (carqueja). A elevaciones aún superiores, se encuentran pastizales de altura (1100 msnm a más de 2000 msnm). Sus principales exponentes son las gramíneas, Stipa spp. y Festuca spp., entre otras. La clasificación de la vegetación del departamento Santa María, al abarcar los distintos dominios naturales, permite formar una idea acerca de la generalidad para esta franja.

Asociación entre la vegetación y la geomorfología

De acuerdo con las unidades geomorfológicas presentes en la comarca Calamuchita y Paravachasca, el sector elegido para analizar la vegetación a nivel global, se advierte una clara asociación entre aquellas y la vegetación natural. Sobre la base del esquema de clasificación de unidades geomorfológicas propuesto para la región por Abril (2001), un análisis de la geomorfología y de la vegetación presente permite extraer algunas conclusiones que evidencian una asociación directa. El área central de la Sierra se encuentra comprendida dentro de las que designáramos como Unidades Geomorfológicas de Montaña y Periferia, integrada por las sub-unidades que seguidamente se describen:

Vegetación Natural del Dep. Santa María (tomado de Ravelo, 2002)

Estrato dominante

Presencia de leñosas

Altura del estrato Leñoso

Cobertura del estrato leñoso

Categorías

Herbáceo No - - Pastizal Herbáceo Si Menor que 3 m 25-50% Pastizal con

leñosas bajas Herbáceo Si Mayor que 3m 25- 50% Pastizal con

leñosas altas Leñoso Si Menor que 3m 50-75% Leñosas bajas

discontinuas Leñoso Si Menor que 3 m 75-100% Leñosas bajas

continuas Leñoso Si Mayor que 3m 50-75% Leñosas altas

discontinuas Leñoso Si Mayor que 3m 75-100% Leñosas altas

continuas

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Sub-unidad Afloramientos rocosos: Se caracteriza por grandes superficies de rocas expuestas y por

escaso desarrollo de suelo. El sustrato edáfico, cuando está presente, es de textura Areno franco y del Orden Entisol, que se acumula en depresiones o grietas.

La vegetación principal de este área esta representada por las

categorías Pastizal, Roca expuesta con pastizal y Pastizal con leñosas bajas. Se podría considerar a las variables ambientales como factores limitantes y decisivos en la conformación de los tipos de vegetación presentes.

Sub-unidad Quebradas: La vegetación se dispone en quebradas y a la orilla de cursos fluviales de montaña. Consiste principalmente en vegetación leñosa alta de cobertura variable, que se ubica en áreas mas protegidas y con acumulación de material edáfico. Subiendo en altura predominan los Pastizales con leñosas bajas, Pastizales puros y Roca expuesta con pastizal. La geomorfología de estas áreas, cuyas particularidades contrastan marcadamente con la unidad de Afloramientos rocosos, aparentemente favorecería la aparición de microclimas que permiten un desarrollo vegetal diferente al de zonas circundantes. Sub-unidad Depósitos de valle:

Esta unidad posee dos áreas con características topográficas y de suelo diferentes. El sector más cercano al lago, cuyo relieve es mas llano y con un suelo franco limoso tiene como vegetación natural a Pastizales y Pastizales con leñosas bajas. Una importante extensión de la misma se encuentra explotada como tierras cultivadas.

El relevamiento de campo permite apreciar terrenos arados con

pendiente considerable y además los efectos de la erosión resultante en

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forma de parches de roca expuesta. Aumentando la elevación, el relieve es mas ondulado y el suelo es de textura areno franca. La vegetación se caracteriza por tener más elementos leñosos, especialmente a lo largo de los vallecitos y también pueden observarse importantes forestaciones de pino.

Sub-unidad Vertientes y Laderas:

Se encuentran representadas en mayor grado las categorías de los estratos leñosos, tanto de estratos bajos como altos. En general, no se observan grandes extensiones homogéneas de vegetación, pertenecientes a una sola categoría. Los grupos suelen estar muy fragmentados, conformando un mosaico complejo de diferentes tipos de vegetación. Esto probablemente se deba a la conjugación de los variados elementos geomorfológicos que afectan esta unidad y a los cuales se le agrega una importante acción antrópica.

En cuanto al sustrato edáfico, su textura es areno franca y se considera un Entisol. Las características particulares del suelo, como porcentaje de materia orgánica, profundidad etc. son muy variables y dependen de numerosos factores como, cubierta vegetal, pendiente, altitud etc. (Vázquez, 1979).

En ciertos sectores se ve claramente la variación de la vegetación a lo largo de un gradiente altitudinal. En altitudes entre los 500-900 msnm hay predominio de los estratos leñosos. Por encima de los 1000 msnm, los Pastizales y Pastizales con leñosas bajas son dominantes. En cuanto al efecto de otro aspecto de la geomorfología sobre la vegetación, se puede observar en el mapa algunas áreas con diferencias en las categorías de vegetación presentes según la exposición de la ladera. En exposiciones Norte o Nor-Este hay vegetación leñosa mas baja, mientras que en las laderas que dan al sur o suroeste la vegetación leñosa es más alta y de cobertura continua. En líneas generales, y de acuerdo a lo esperado, hay una importante relación de la vegetación presente con la geomorfología del lugar. Sin embargo, es importante destacar el efecto modelador del paisaje que provoca la influencia humana. En el departamento Santa María, por ejemplo, se han podido observar tres situaciones netamente diferentes en cuanto a la presencia de efectos antrópicos y su influencia en las comunidades vegetales allí presentes.

Las zonas más inaccesibles por su topografía y elevación, unidades Afloramientos rocosos y Quebradas, aparentemente resultan como las menos modificadas por parte del hombre. En un estado intermedio se encuentra la unidad de Vertientes y Laderas, que corresponde, dentro del departamento, al cordón montañoso de la Sierra Chica. La zona más modificada es la correspondiente a la llanura, comprendida por las unidades geomorfológicas de Planicies eólicas y de Depósitos fluviales y aluviales. Las comunidades vegetales naturales de este sector se encuentran prácticamente eliminadas y sustituidas por cultivos.

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En las unidades geomorfológicas Afloramientos rocosos y Quebradas es donde más claramente se puede asociar la vegetación presente con la geomorfología. Las limitantes abióticas, tanto de relieve, suelo y clima, probablemente restringen los posibles tipos de coberturas vegetales. Sin embargo, el efecto antrópico también se encuentra presente aun en esos ambientes tan aislados. Sirve de ejemplo la localidad de La Cumbrecita que se encuentra en la cercanía de estas unidades. En una zona cuya vegetación natural es predominantemente herbácea, la acción del hombre ha modificado el paisaje con la introducción de ejemplares arbustivos y arbóreos foráneos. Este ejemplo es la excepción a la regla, dado que el efecto que habitualmente produce el hombre en las comunidades vegetales es la degradación y hasta la eliminación de los estratos arbustivos y arbóreos.

La unidad vertientes y laderas presenta un mosaico de situaciones debido a la complejidad del terreno y al accionar humano. Gran parte de esta zona ha sido modificada, en mayor o menor grado por las actividades del hombre. Los agentes modificadores principales son el fuego, el pastoreo por ganado, la tala y la introducción de especies exóticas. Esto resultaría en comunidades vegetales que se caracterizan por poseer estratos leñosos de menor altura y también de menor cobertura de lo esperado, según las condiciones ambientales presentes (Luti et al., 1979).

6. Aspectos Económicos En parte de la región se observa un importante desarrollo agrícola, sobre todo en el área que corresponde al Espinal (área oriental), donde el reemplazo de la vegetación natural por cultivos es casi total. Actualmente, el gobierno está intentando frenar la expansión de la frontera agrícola en la región Norte mediante la tala y el desmonte para, evitar la degradación de la riqueza biótica y de los suelos, tan inestables cuando se encuentran desprotegidos de la vegetación original.

En la zona serrana se desarrollan actividades ganaderas, y algo de agricultura menor en las pampas. La industria del turismo es una fuente de ingresos muy importante para la población serrana. También pueden ser consideradas como actividades económicas significativas la ganadería, siendo una zona de pastoreo de ganado bovino, muy limitados cultivos, y actividades mineras, como la explotación de calizas, cuarzo y mica y áridos para la construcción. En la zona serrana también se ha desarrollado la ganadería de cría y explotación del monte para la extracción de madera para leña.

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La silvicultura se presenta como una alternativa interesante que ha penetrado ya en el valle de Calamuchita, por ejemplo, con la explotación de pinares. La potencial dedicación de algunas áreas específicas a especies nuevas, incluso de maderas duras, se presenta como una posibilidad de incrementar no sólo esa actividad sino la de las industrias derivadas, teniendo en cuenta que sería una contribución a la preservación de los suelos, tan expuestos a la erosión, a la conservación de los recursos hídricos y a la riqueza paisajística, que se explota a través del turismo.