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72 GRUPO DE MONTAÑA PEÑA SANTA 72 GRUPO MONTAÑA PEÑA SANTA TEJOS Y TEJEDAS Tejos y tejedas: un patrimonio natural y cultural que debemos conservar y proteger Tomás Emilio Díaz González Catedrático de Botánica de la Universidad de Oviedo El Tejo de Bermiego (Quirós), declarado Monumento Natural y posiblemente uno de los tejos más ancianos del continente europeo, ya que su edad está estimada entre los 550 y 800 años (Foto: A. Vázquez)

00000000 TEJOS y TEJEDAS Tejos y tejedasten las llamadas Teixeras de Agres, grupo de tejos que pertenecen al pueblo de Agres; hay vivos todavía (Mayo de 1870) unos 100 tejos ya seculares,

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    TEJOS y TEJEDAS

    GRUPO DE MONTAÑA PEÑA SANTA727272 GRUPO DE MONTAÑA PEÑA SANTAGRUPO MONTAÑA PEÑA SANTAGRUPO DE MONTAÑA PEÑA SANTA

    Tejos y tejedas:un patrimonio natural y cultural que debemos conservar y protegerTomás Emilio Díaz GonzálezCatedrático de Botánica de la Universidad de Oviedo

    El Tejo de Bermiego (Quirós), declarado Monumento Natural y posiblemente uno de los tejos más ancianos del continente europeo, ya que su edad está estimada entre los 550 y 800 años (Foto: A. Vázquez)

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    00000000TEJOS y TEJEDAS

    El interés personal de quien escribe estas líneas sobre el tejo viene de lejos. Hace veintiocho años, publiqué en la singular y desaparecida, pero aún recordada, Revista Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias, conocida como “Los Cuadernos del Norte”, en concreto en su número 9, un artículo dedicado a las “Brujas, ungüentos, supersticiones y virtudes de las plantas” a pe-tición de su Director Juan Cueto Alas. Bajo tan esotérico título, dediqué una gran parte del apartado sobre “Plantas maléficas y venenosas” a exponer de una forma muy breve los aspectos más singulares del “tejo”, “teixu” o ”texo”, es decir, del Taxus baccata de Linneo. Un año antes (1980) había iniciado mi colaboración semanal con el diario “La Nueva España” con el fin de divulgar los valores medioambientales de Asturias, mediante una serie de artículos en una Sección especial del Extra Dominical de di-cho diario denominada “La Naturaleza Asturiana”. En ella, con sesenta y cuatro artículos aparecidos a lo largo de tres años (entre el 03/VIII/1980 y el 04/IV/1982), pasé revista a las plan-tas medicinales, setas, ecosistemas forestales y del litoral, y la vegetación arbustiva y herbácea más singular de la región. El artículo que inauguraba la Sección se centraba en “Las plantas venenosas de Asturias” y el “tejo” ocupaba un lugar de honor en la ilustración, que denominé “El Jardín de la Muerte”, recreación imaginaria en la que reuní la mayoría de las plantas venenosas que habitan en Asturias y que, como rezaba el pie de la ilustra-ción, “la posesión de este vistoso y colorido jardín haría las de-licias de brujos y hechiceros”. Por ello, el retomar el tema de la divulgación del tejo y su protección, me resulta muy satisfacto-rio, puesto que en los últimos tiempos este árbol ha sido objeto de mi interés científico y profesional.Desde hace unos pocos años asistimos a un movimiento, más o menos generalizado, a favor de los tejos y tejedas iniciado en Asturias hace varias décadas por la Asociación de Amigos de la Naturaleza Asturiana (ANA) gracias a las actividades de-sarrolladas por diversos grupos y asociaciones ecologistas y otros amantes de la naturaleza que tratan de poner en valor el patrimonio natural, cultural y social de nuestros árboles más vetustos. Recientemente la “Fundación Félix Rodríguez de La Fuente” ha fomentado un programa específico para revalori-zar socialmente los árboles monumentales del territorio na-cional y ha creado, junto con un elenco de expertos y técnicos, el Observatorio de Árboles Monumentales. Fruto de dicha labor ha sido la publicación de un ilustrativo folleto sobre “Árboles Singulares: Tejos Cultos” en el que mediante un sencillo, pero claro y conciso grafismo, alerta sobre los trabajos y actuacio-nes que no deben efectuarse en las proximidades de los te-jos singulares. Uno de los expertos que participa en el citado Observatorio es Ignacio Abella, miembro de la “Asociación de Amigos del Tejo” y autor de una soberbia publicación, que re-cientemente ha visto la luz, dedicada al fascinante mundo de los tejos. La obra lleva por título “La Cultura del Tejo. Esplendor y decadencia de un patrimonio vital” y es un extenso volumen en el que el autor ha vertido, de una forma amena y bien docu-mentada, todo su saber sobre estos señores del bosque. Es, por tanto, un libro de lectura obligada para todos aquellos que con-sideren a la Naturaleza como una amiga y aliada que debemos conservar para el bien de la humanidad. En la citada obra, que dicho sea de paso es un modelo de edición, el ávido lector de es-tos temas puede encontrar la más variada y contrastada infor-mación sobre los tejos y tejedas del arco atlántico europeo.

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    TEJOS y TEJEDAS

    El tejo (Taxus baccata) fue descripto por C. Linneo en 1753 en su reputada obra Species Plantarum, basándose en mate-riales procedentes de Europa (en dicha obra Linneo no especificaba ningún país en concreto) y de Canadá. Su nombre genérico procede del indoeuropeo tecs (“mano de obra cualificada”) en alusión a la facilidad con la que se puede tallar su madera, mientras que su epíteto especí-fico (baccata) procede del latín y significa “el que tiene bayas”, al confundir el arilo carnoso que envuelve parcialmente sus semillas con los frutos de las viñas, es decir, con las uvas (bayas). Pertenece a la familia botánica de las Taxáceas (Gimnospermas) que en la actualidad está integrada por seis géneros con cerca de 20 especies, de las cuales 5 son del Hemisferio

    Norte y una de Nueva Caledonia.Se trata de un árbol (a veces arbusto) dioi-co (es decir con flores masculinas y feme-ninas en distintos pies de árbol: unos son masculinos y otros femeninos), de creci-miento lento, cuyas hojas perduran duran-te mucho tiempo sobre las ramas (de ahí el término de perennifolio que se le aplica), pudiendo alcanzar los 25 m de altura (si bien es raro que sobrepase los 15) y confor-mando una copa de aspecto piramidal, en ocasiones bastante amplia, con ramifica-ción irregular y ramas más o menos hori-zontales o ligeramente colgantes.La corteza del tejo es pardo-cenizosa, ro-jiza por dentro, que se desprende con la edad en láminas delgadas o en placas irre-gulares. La madera de este árbol es muy homogénea, carece de olor y de resina (en consecuencia no presenta canales resinífe-ros, algo muy común en otras gimnosper-mas), y es dura y compacta. De ella decía, en 1883, el afamado Ingeniero de Montes Máximo Laguna, en su gran obra Flora Forestal Española, «…es grandemente esti-mada de ebanistas y torneros, no sólo por el agradable contraste que con frecuencia presenta el duramen rojizo con la albura amarillo-clara, y por lo bien que recibe el pulimento y toma el color negro y lustro-so del ébano, sino también por el valor que tiene para modelos y para piezas de má-quina, en que se necesita gran resistencia y dureza».La dureza extraordinaria de la rojiza ma-dera del tejo, comparable a la del boj, pro-pició su empleo desde épocas remotas, como lo atestigua el hecho que uno de los instrumentos de madera más anti-guos que se conocen, es un hacha de tejo de 36,7 cm de longitud hallada en 1911 en Clacton (Inglaterra), a la que le calculan unos 50.000 años de antigüedad. La com-binación de dureza y resistencia al frota-miento fue la causa de su utilización, en épocas remotas, para la fabricación tanto de ejes para los carros como de fuertes pa-las destinadas a la extracción de mineral de cobre, como lo atestiguan los restos en-contrados en la primitiva mina de cobre de Miesca y Ceñal de Tolivia en Ponga. Por idéntica razón los tayuelos y cucharas de los pastores de Covadonga eran elabora-dos con este material. Desde la Antigüedad hasta la Edad Media, una de las más conocidas aplicaciones de la madera del tejo basada en sus exce-lentes propiedades mecánicas: elevada elasticidad y resistencia mecánica y gran duración fue la construcción de arcos los

    Singularidadesmorfológicas,

    anatómicas,de hábitat

    y usos del árbol

    Ilustración del autor sobre las diferentes estructuras vegetativas y florales del tejo (Taxus baccata).

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    TEJOS y TEJEDAS

    cuales estaban reputados como los mejo-res y por ello la leyenda cuenta que el arco de Robin Hood había sido fabricado con este material. Ligado a este hecho, hubo un tiempo en que los bosques de tejos te-nían una enorme importancia estratégi-ca, puesto que el disponer de muchos tejos significaba que el suministro de armas en tiempos de guerra estaba garantizado.Las hojas del tejo aparentan estar dis-puestas en dos filas opuestas a lo largo de las ramitas (dísticas en apariencia), y son lineares, aplastadas, casi sentadas, aquilladas, pudiendo alcanzar los 3 cm de longitud y cerca de 3 mm de anchura, de color verde oscuro por la cara superior y verde amarillento, con dos franjas provis-tas de estomas, por la cara inferior, rema-tando en una punta bastante dura.Las f lores masculinas, muy poco llamati-vas, aparecen (al igual que las femeninas) entre febrero y abril. Forman unas peque-ñas “piñas” o “conos” globosos y solitarios, situadas en las axilas de las hojas y dis-puestas en la cara inferior de las ramas, que portan numerosos sacos polínicos, siendo el viento el encargado de transpor-tar los granos de polen hacia los árboles femeninos. Como todas las gimnosper-mas (término que se puede traducir por “plantas con semillas desnudas”, es decir no protegidas por un fruto) carecen de gi-neceo o pistilo, estructura protectora de las semillas de todas las angiospermas, y, en consecuencia, tampoco poseen fruto. Por ello, a pesar de que aún en determina-dos textos antiguos y otros de carácter di-vulgativo aún se hable del “llamativo fruto del tejo”, hemos de señalar que esta es-tructura no es un fruto, aunque lo parez-ca, sino que se trata de una semilla ovoide (que puede alcanzar los 7 mm de longitud)

    parcialmente recubierta por una cúpula carnosa de color rojo escarlata o coral (el arilo). La función de este arilo es funda-mental en la reproducción y dispersión del tejo pues atrae a determinadas aves que tienen en esta carnosa estructura (llena de un jugo mucilaginoso azucarado) un agradable nutriente, contribuyendo acti-vamente a la dispersión de las simientes que son depositadas, con las deyecciones del pájaro, a distancias considerables de la planta madre. El tejo es un árbol que se distribuye de for-ma natural por Europa, el oeste de Asia y el norte de África, en diversos tipos de bosques (hayedos, robledales, abedulares, etc), no siendo infrecuente en barrancos, laderas y peñascos. En ocasiones consti-tuye formaciones o rodales monoespecí-ficos (tejedas), a pesar de lo señalado por Máximo Laguna en 1883: «Formando ro-dal no lo hemos visto más que en la Sierra Mariola, próxima a Alcoy; en la parte alta de esa sierra, en su vertiente al Norte, exis-ten las llamadas Teixeras de Agres, grupo de tejos que pertenecen al pueblo de Agres; hay vivos todavía (Mayo de 1870) unos 100 tejos ya seculares, algunos otros más jó-venes, y unos cuantos que vegetan entre los peñascos que encierran la Riba o gran pendiente que ocupa el rodal». Soporta la sombra, pudiendo comple-tar totalmente su ciclo de desarrollo en el sotobosque y requiere una humedad at-mosférica elevada, resistiendo bastante bien el frío. Indiferente a la naturaleza del sustrato, en los territorios norteños de la Península Ibérica el tejo tiene una cierta tendencia a ocupar aquellos suelos origi-nados a partir de roca madre de tipo cal-

    cáreo o rica en bases, creciendo entre los 300 y 1.800 m, apareciendo ejemplares ais-lados hasta los 2.100 m.El citado Máximo Laguna en 1883 men-ciona, de forma destacada, la presencia del tejo en Asturias: «Habitación en España.- Aunque casi siempre (…) en ejemplares aislados, encuéntrase el tejo en todas nues-tras cordilleras desde Sierra Nevada a los Pirineos y montañas de Asturias; se halla también en las Baleares». Sin embargo es-te insigne ingeniero de montes se lamenta, en la misma obra, del desinterés existen-te por su aprovechamiento forestal: «Mas descuidado aún que el cultivo de los ene-bros, se halla el del tejo en Selvicultura, y quizás con más motivo; su crecimien-to es aún más tardo que el de aquellos, y mayor aún la dificultad de acomodar esta especie a las condiciones, exigencias y procedimientos de la que hoy se llama Industria forestal. Nuestra sociedad (…) no tiene tiempo para esperar el desarrollo de un árbol de tan lento crecer, por más que después puedan valer mucho sus produc-tos». Con la finalidad de promover el cul-tivo y aprovechamiento del tejo, Máximo Laguna añade: «Multiplícase esta especie por acodo y estaca; pero mejor y más fácil-mente por su semilla; ésta, como la de los enebros, suele a veces no germinar hasta el segundo o tercer año. No se necesitan grandes labores ni abono; pero cuídese de proteger las plantitas contra el sol y contra las malas hierbas que, por crecer aquellas tan despacio, fácilmente las ahogan». En la actualidad los tejos se cultivan con fines ornamentales en parques y jardines.

    Distintas etapas del desarrollo de las semillas y el arilo de un tejo

    hembra (Foto: A. Vázquez)

    Ramas hojadas y semillas con arilo de un tejo hembra (Foto: A. Vázquez)

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    TEJOS y TEJEDAS

    Sobre la toxicidad del tejo.El tejo es una planta muy tóxica pues contiene el alcaloide deno-minado Taxina, presente el todo su sistema vegetativo (raíces, tronco, ramas, hojas y semillas) con la excepción del atractivo y carnoso arilo rojo que envuelve parcialmente la semilla, razón por lo que puede ser ingerido por las aves sin ningún peligro y así, como ya hemos señalado, contribuir a la dispersión del árbol. Teofrasto de Ereso (372-287) sucesor de Aristóteles en la Escuela peripatética y autor del Sistema Naturae, donde hizo la primera clasificación sistemática de las plantas basada en sus propieda-des médicas tres siglos antes que el renombrado Dioscórides, ya trató del tejo y su veneno y conocía la innocuidad del arilo. Por su parte Dioscórides (40-90), médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia, autor de la obra “De Materia Médica” se refiere de forma muy breve al tejo mencionando según la interpretación del médico Andrés Laguna (1499-1559) que «los pajarillos que comen el fruto (sic) del que crece en Italia se vuelven negros; y a los hombres toma flujo de vientre». El propio Andrés Laguna médico de Carlos V y Felipe II, dedicado a la farmacología y a la botánica médica y traductor al castellano de la “Materia Médica” de Dioscórides en sus Anotaciones a Dioscórides, decía que «El taxo que en Castilla llamamos tejo (…) produce un fruto bermejo (…) el cual comido, se corrompe fácilmente en el cuerpo, engen-

    dra calenturas y causa f lujos de vientre (…). Sus hojas, comidas de las bestias que nunca rumían, las matan; y no hace daño a las otras, que suelen rumiar lo comido. El sahumerio de las hojas del tejo es muy cruel pestilencia del linaje de los ratones. Comido, el tejo engendra grandísima frialdad en el cuerpo, causa grande angustia de anhélito y es veneno que muy presto se despacha; por donde piensan algunos que los venenos tóxicos fueron llamados táxicos. Hincando un clavo de cobre en el tronco del tejo (si en esto no miente Plinio), le quita toda aquella maldad» Sobre la toxicidad del tejo, el ya mencionado Máximo Laguna, en su Flora Española Forestal de 1883, recoge una serie de co-mentarios que le hacen llegar distintos informadores y propo-ne recomendaciones sobre su uso, los cuales transcribimos a continuación: «Mucho se ha cuestionado y se cuestiona aún sobre las propie-dades más o menos venenosas del tejo, y aunque esta cuestión corresponda a las Floras médicas y farmacéuticas y no a las forestales, algo hemos de decir, sin embargo, siquiera por la fama que Plinio dio en especial a los tejos de España; hablando de esta planta (Hist. Nat. Lib. 16) dice: Letale quoque baccis, in Hispania praecipus venenum est. Sin rebuscar en la historia, de Plinio acá, (…) diremos sólo en resumen que, según la opinión más acredita-da hoy, los frutos (sic) son innocuos y aún agradables al paladar, y, por el contrario, las hojas son venenoso-narcóticas, asegurándo-se, sin embargo, que las vacas y cabras las comen impunemente. Wessely asegura que en los Alpes austriacos se da ramón del tejo a las vacas y les producen mucha leche, mientras que para los caballos es un veneno. Y suprimiendo datos y citas de antiguos y de extraños, copiaremos lo que desde la Sierra de Cazorla nos ha mandado recientemente el Ingeniero de montes señor D. Isidoro Maestre: «El tejo, nos dice, se encuentra con alguna frecuencia en los márgenes de los arroyos de la Sierra de Cazorla; su madera, aunque muy apreciada en ebanistería, se consume aquí poco; sus hojas, que, según varios autores, son dañosas para el ganado ca-ballar, no lo son para el vacuno y cabrío, a los cuales les dan como ramon, siendo muy provechosas principalmente a las reses va-cunas, si bien, para evitar un contratiempo, es necesario que las vayan tomando por dosis de menos a más, hasta que el ganado se acostumbre a ese alimento; para los demás animales, tanto la hoja como el fruto (sic) se consideran aquí como venenosos y ase-gura que lo son también para el hombre. No se ha comprobado la exactitud de estos efectos nocivos; pero sí puedo asegurar que al ganado vacuno y cabrío no les hace daño; pues más de una vez he presenciado la operación de cortar y darles esta clase de ramon». Como la cuestión puede ser grave para los ganaderos, creemos que deben tenerse presentes las precauciones que ya indica el Sr. Maestre y aún exagerarlas; a la vez debemos copiar aquí lo que dice Leunis (Synopsis der Botanik. Hannover, 1873, pág. 1043): «según Hursley en 1859 murieron ocho vacas por haber comido el ramaje cortado de los tejos de un seto, y otra pudo salvarse a fuerza de enérgicos vomitivos; y yo mismo he visto morir un carnero que en 1845 comió las ramillas cortadas de un tejo en mi jardín». En los Anales de Agricultura (Tomo I, núm. 15, pág. 477, Madrid, 1877) se lee lo siguiente: el Tejo común es venenoso, es-pecialmente para los herbívoros, en sus hojas, según ha probado una intoxicación reciente en un departamento francés, por más que algunos autores crean lo contrario respecto a las bayas (sic)”.

    Aspecto de los llamativos arilos del tejo,única parte no venenosa del árbol (Foto: A. Vázquez).

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    TEJOS y TEJEDAS

    Sobre la toxicidad del tejo.Font i Quer en su obra “Las Plantas Medicinales. El Dioscórides renovado” (pág. 79) recoge la siguiente anécdota sobre las vir-tudes del tejo: «En las montañas de Cardó, cerca de Tortosa, donde se halla el famoso balneario de su nombre, durante el verano de 1942, era tanta la sequía y la falta de pastos, que los pastores echaron a las cabras ramón de tejo. Yo pregunté a uno, y me dijo que podían comerlo pero no hartarse de él; porque si se les da en demasía cogen dentera y no pueden comer de otras hierbas. Éste era el saber del pastor; pero, en realidad, el estado de la cabra que ha comido tejo no debe ser una simple dentera». Estudios posteriores han estimado que la dosis mortal de un preparado de hojas de tejo es de 0,5 a 2 gramos por kilo en el caso del caballo así como para otros équidos como asnos y mulos donde esta intoxicación es más frecuente ya que masti-can hojas y cortezas, de 1 a 12 gramos por kilo en los rumian-tes (vacas, corderos, cabras, etc) mientras que los conejos, liebres, cobayas y gatos parecen tener una cierta inmunidad natural frente a este alcaloide. La menor sensibilidad de los rumiantes a este veneno no impide que su ingesta en las vacas provoque abortos mientras que, por el contrario, los cerdos pueden soportar dosis cinco veces mayores que el ganado vacuno. Sin embargo el problema para el hombre es que se ha encontrado el alcaloide (taxina) en la carne de los animales envenenados y en su leche, siendo por lo tanto tóxicas para la especie humana. En el ser humano la toxicidad del alcaloide es extrema provoca la muerte por parálisis respiratoria al verse afectado el sistema nervioso central, y se ha estimado que la ingesta del líquido resultante de la cocción en agua de 50 a 100 gramos de hojas provoca la muerte inmediata; en el caso de los niños, ingerir unas pocas hojas de tejo puede resultar mortal. Los sínto-mas del envenenamiento son mareos, taquicardia inicial con posterior disminución del pulso cardiaco, vómitos, sequedad de la boca, labios azulados, calambres, dilatación de la pupila, parada cardiorrespiratoria y, por último, la muerte. Por ello la actuación médica debe ser inmediata con lavado de estómago, estimulantes cardiacos y respiración asistida, puesto que el desenlace mortal se puede producir en un tiempo muy breve (de unos 30 a 60 minutos), y en el caso de que se los efectos mortales se superen, suelen quedar secuelas que afectan a la actividad normal del hígado o de los riñones. Por otra parte hay que tener en cuenta que la toxicidad del árbol es mayor en invierno que en verano, debido a la concentración mayor del alcaloide en las hojas y que las hojas secas se tienen por más activas que las frescas.Este efecto tóxico del tejo ya era bien conocido en la antigüe-dad como relata A. Schulten, el cual afirma, en función de los escritos del historiador Floro, que los gallegos del “Mons Medullius”, en la desembocadura del Miño cerca de Tuy usaban para suicidarse un veneno hecho con arbores taxei (tejo). Silo afirma lo mismo de los cántabros e Isidoro atesti-gua el veneno del taxus de Cantabria. Por su parte Julio César cuenta que Catuvalcus, jefe de los eburones, se suicidó con una infusión de tejo. Todo ello parece reafirmar el conoci-miento del la acción tóxica del tejo desde épocas remotas y un uso común, puesto que los pueblos celtas también utilizaban el tejo para envenenar las f lechas con su jugo.

    El “tejo”en la toponimia asturiana

    El “tejo”, “teixo”, “texo”, “texu”, “tixu”, “teixu”, “tuexu”, o “texa” es un árbol bien conocido en nuestra región y al que alude una nada infrecuente toponimia, referida tanto al árbol en si mismo como a los lugares que él puebla: Teijo (o Teixo) en Bres (Taramundi), Teijóis (Os Teixóis) en Veigas (Taramundi), El Tejo (El Texu) en Tozo (Caso) y el Valle (Piloña), La Mortera del Teixo en Ricao (Quirós), El Teixo Cimeru en los Puertos de Agüeria (Quirós), La Fonte del Texeo en Faedo (Quirós), Naval del Tixo en Fresneo (Quirós), Tejedal (El Texedal) en Los Montes (Piloña) y en Rellanos (Tineo), Tejedales en La Montaña (Valdés), Tejedo ( Texéu) en Santianes (Grado), Las Tejedas (Les Texeres) en Riosa, La Vallina los Teixos en Aciera (Quirós), La Teixedal o Teixeo en Tene (Quirós), Tejero (Teixeiru) en Sobrado (Tineo), Teijedo (Teixedo) en Berducedo (Allande) y Villacondide (Coaña), Teijeira (Teixedo) en Peñafuente (Grandas de Salime), San Martín de Oscos y Santa Eulalia de Oscos, La Texera en Ciaño (Langreo), La Texuca en Suares (Bimenes) y Ciaño (Langeo), La Teixal o El Chanu los Teixos en El Chanu (Quirós), etc. Si bien la referencia al tejo en la toponimia parece clara, no hay que olvidar que en determinados lugares de la alta montaña asturiana, al enebro rastrero (Juniperus communis subsp alpina o Juniperus alpina) se le conoce como “teixera” o “texera” (por la cierta semejanza de las sus hojas con las del tejo) y que a las diversas especies de tilos (Tilia platyphyllos y Tilia cordata) que pueblan de forma natural el territorio astur se las denomina popularmente “teyas”, que podría derivar a términos muy similares empleados para designar al tejo, como puede ser el caso de La Teja (La Texa) en San Román (Piloña).

    Ilustración del autor alusiva al tejo y a su componente místico-religiosa, aparecida en volumen 9 de la revista

    Cuadernos de el Norte (1981)

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    TEJOS y TEJEDAS

    Del mismo modo que el tejo te puede ma-tar, también te puede curar puesto que, además del alcaloide tóxico (taxina), el árbol presenta una serie de compuestos activos, concentrados en diversas partes del árbol, como glucósidos (taxicantina), efedrina, ácidos gálico, fórmico y tánico en las hojas, bacantina, en la madera y vita-mina A en el arilo, sin olvidar el taxol, acti-vo anticancerígeno. Las virtudes curativas del tejo son conoci-das desde hace milenios y hay constancia que el emperador Claudio publicó un edic-to en el que señalaba al tejo como el mejor antídoto contra las picaduras de las víbo-ras, mientras que en otros lugares se utilizó para contrarrestar la rabia. Tradicionalmente el arilo del tejo se ha utilizado, en medicina popular, como anti-tusivo, término que alude a cualquier pro-ducto empleado para tratar la tos y que, en conjunto, agrupa un vasto grupo de me-dicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central o periférico para suprimir el reflejo de la tos, emenagogo que estimu-la, favorece o promueve el flujo menstrual, abortivo, diurético y laxante, pero dada su peligrosidad no debe utilizarse esta planta en medicina casera. Antiguamente se uti-lizaba la taxina como sustitutivo de la digi-talina, en tratamientos antiespasmódicos, pero en la actualidad, dado su carácter ve-nenoso, casi no se emplea. Sin embargo, con el tiempo la utilidad me-dicinal del tejo quedó en desuso hasta que en 1958 se inició, por parte del Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos, la búsqueda de plantas que presentasen un efecto positivo en la quimioterapia pa-ra el tratamiento del cáncer. Para ello en-cargó a los botánicos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos re-colectar más de 30.000 plantas y compro-bar sus propiedades anticancerígenas. Uno de los botánicos de la institución re-cogió 15 libras de ramas, hojas y corteza del “tejo del Pacífico” (Taxus brevifolia) en un bosque cercano al Monte Saint Helen, en el estado de Washington (región del Pacífico Noroccidental de USA). En 1963

    los científicos M.E. Wall y M.C. Wani aisla-ron el compuesto y lo purificaron para las pruebas anticancerígenas en el Research Triangle Institute. Cuatro años más tarde (en 1967) dichos científicos determinaron la estructura del paclitaxol, una sustancia que hoy en día es uno de los más potentes anticancerígenos. Este producto fue pro-bado de forma experimental en 1977, pero habría de transcurrir más de una década (hasta 1993) para que, una vez aprobada su utilización clínica por la Food and Drug Administration (FDA) americana, se em-please en el tratamiento de los carcinomas de ovario, mama, pulmón y el Sarcoma de Kaposi vinculado al SIDA. El Taxol es el nombre comercial del paclitaxol, comercializado por la Bristol-Myers Squibb en 1993. Se trata de un diterpeno cíclico derivado del núcleo del taxano que actúa impidiendo la división de las células tumorales. Se utiliza, combinado con otros tratamientos, para curar, entre otros, el cáncer de mama cuando no se ha producido aún metástasis y después de haber tenido que extirpar el pecho (mastectomía) para proteger al paciente de posibles recaídas. Uno de los problemas que tuvieron que re-solver los investigadores americanos fue el que planteó R.A. Holton, científico de la Universidad de Stanford, que llego a la conclusión de que un tejo de 13 metros de altura y con 200 años de edad solo propor-ciona medio gramo de paclitaxol. Es decir, que para tratar a una sola persona se nece-sitaban talar dos o tres “tejos del Pacífico”

    adultos. Por esta razón, durante un cier-to tiempo los bosques de Taxus brevifolia fueron esquilmados. Afortunadamente, los científicos además de sintetizar la sus-tancia en laboratorio, han descubierto en el tejo común una sustancia parecida al taxol, que para obtenerla no es preciso ta-lar el árbol, pues se encuentra en las hojas y se pueden utilizar para estos fines las ra-mas de las podas. El tejo fue un árbol sagrado para los cel-tas cuyos sacerdotes o druidas fabricaban bastones “mágicos” con sus ramas y con palillos de tejo adivinaban el futuro. La lle-gada del cristianismo no cambió esta aura mística del tejo y por ello los cristianos, a menudo, construyeron sus iglesias y ce-menterios al lado de tejos que ya habían si-do sagrados para los astures prerromanos, o bien, si no existían, los plantaban en las inmediaciones de dichos lugares sagrados. La leyenda cuenta que las raíces de los te-jos llegan a bocas de los cadáveres, sim-bolizando la vida en la boca de la muerte. Por otra parte esta conexión entre las an-tiguas y nuevas creencias es evidente en muchos pueblos en los que, hasta no hace mucho, al lado del tronco de un tejo se si-tuaba el expositor donde el día de Corpus Christi se rinde adoración al Santísimo. Y ligado con este aspecto místico y religio-so del tejo, no debemos olvidar, su aspec-to social, pues no era raro encontrar un anciano tejo presidiendo las plazas de los pueblos, ya que en su entorno (bajo el am-paro de su protectora copa) se celebraron durante siglos los concejos abiertos.

    Usosmedicinales

    y mágicos del tejo

    El Jardín de la Muerte, ilustración del autor publicada en la “Sección de la Naturaleza” Asturiana del diario “La Nueva España” (03/08/1980), en la que el tejo ocupa un lugar destacado.

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    TEJOS y TEJEDAS

    El tejo es uno de los árboles más longe-vos del mundo, pues se conocen numero-sos ejemplares que sobrepasan los 1000 años. Este es el caso del tejo de Fortingall (Escocia) del cual se dice que es el árbol más viejo de Europa, y si bien la inscrip-ción que existe a su pie le atribuye 5000 años, estimaciones seguramente más realistas rebajan su edad a unos 2000. De lo que no hay duda es que este tejo es el más grueso del mundo pues el diámetro de su tronco mide 15,83 m. Pero al igual que le sucede al resto de seres vivos, cuan-do la edad es avanzada comienzan los achaques que son palpables en el tejo de Fortingall, ya que en la actualidad presen-ta un aspecto muy desmejorado, con su tronco ahuecado y partido por la mitad. Como les sucede a casi todos los árboles centenarios, este tejo se encuentra aso-ciado con una leyenda que asegura que Poncio Pilato era hijo de una mujer de la localidad de Fortingall y de un oficial ro-mano y, cuando era niño, jugaba bajo la frondosa copa del tejo. En la Península Ibérica, aunque los tejos han sido diezmados en los últimos siglos, todavía podemos encontrar ejemplares notabilísimos, tanto de forma aislada co-

    mo formando tejedas como el “Teixedal de Casaio” en Peña Trevinca, un bosque compuesto por cerca de trescientos tejos centenarios, e incluso se habla de alguno milenario, siendo, sin duda, el mejor con-servado de España. En relación con Asturias, nosotros hemos estimado la edad de varios tejos a partir de su diámetro, si bien hemos de adver-tir que para una correcta estimación de la edad de un árbol, el método más preciso es mediante la observación y conteo de los anillos de crecimiento del tronco princi-pal, que sólo se pueden obtener o bien por tala del tronco o mediante sondeos con la “barrenas dendrocronológicas”, ambos sistemas desaconsejables en el momen-to actual dadas las circunstancias que rodean las actuaciones sobre estos singu-lares árboles. Utilizando los criterios de E.W. Swanton (The Yew trees of England, 1958), Alan F. Mitchell (Conifers in the British Isles. Forestry Commission Booklet 33, 1972) y Allen Meredith (in A. Chelon & al., The Sacred Yew: Rediscovering the Ancient Tree of Life Through the Work of Allen Meredith (Arkana). Penguin Ed. 1995), que están basados en el grosor de los tron-cos, hemos concluido que las edades de

    los tres tejos que rodean la Iglesia Románica de Sta. Eulalia de Abamia en Corao (Cangas de Onís) son las si-guientes: La del tejo situado al oeste de la Iglesia (W), cercano al muro, y de may-or porte y perímetro (4,42 m) tendría una edad situada entre los 308 y 580 años (co-mo valores extremos), mientras que la del tejo situado al suroeste de la iglesia (SW) (cuyo perímetro es 1,5 m) se situaría entre los 102 y 197 (como valores extremos). Por último la del tercer tejo, situado al sur de la Iglesia (S) y con un perímetro de 3,28 m, es-taría comprendida entre los 222 y 430 años (como valores extremos).Este estudio pudo ser completado gra-cias a la generosidad de la familia de D. Ildefonso de Noriega, que nos ha facili-tado las medidas que D. Eduardo Llanos Álvarez de las Asturias (1833-1927) ilus-tre protector de la cultura y benefactor de Corao efectuó en los perímetros de los tres tejos de Abamia en 1909 y 1911, realizadas a un metro del suelo. En la Tabla adjun-ta figuran los datos de cada tejo en 1909, 1911 y 2008, así como el crecimiento me-dio anual en cm de dicho perímetro y la estimación de sus edades, suponiendo un crecimiento continuo y discontinuo.

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    Los tejos y su longevidad

    Aspecto del tejo más anciano de la iglesiarománica de Santa Eulalia de Abamia(Corao, Cangas de Onís), cuya edad se estima entre 400 y 500 años (Foto: T.E. Díaz Glez.)

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    TEJOS y TEJEDAS

    Teniendo en cuenta los datos de estima-ción iniciales, tal como figura en la tabla ad-junta, la edad del Tejo W la podemos situar entre los 400 y 500 años, puesto que el lími-te de 368 años estaría condicionado a un crecimiento uniforme a lo largo del tiempo, cuando lo normal es que el crecimiento sea mayor en los primeros años de vida (supe-rando el valor de 1,2). En cuanto a la edad del Tejo SW, se puede estimar entre los 110 y 160 años, mientras que la edad del Tejo S estaría situada entre los 250 y 350 años, si aplicamos criterios similares a los del Tejo

    W. Llama la atención que el crecimiento del Tejo SW, en estos últimos 99 años, es inferior al que presentan los Tejos W y S, siendo es-tos más vetustos. Este desfase puede estar provocado por la interacción del viejo roble o carbayo (Quercus robur) que crece a la ve-ra del citado tejo impidiéndole un normal crecimiento.Con idénticos criterios hemos estimado la edad del Tejo de Bermiego (Quirós) (cuyo perímetro es de 7,13 m) que estaría situada entre los 483 y 935 años (como va-lores extremos), Teniendo en cuenta estos

    datos y los valores de la medias pondera-das de los crecimientos, tanto el desigual como el uniforme a lo largo del tiempo, la edad del Tejo de Bermiego la podemos situar entre los 550 y 800 años, sin que se pueda establecer una mayor precisión con los datos existentes. Por ello se puede considerar al tejo de Bermiego como uno de los más viejos de Europa, razón por la cual el año pasado fue distinguido, en la categoría de “Árbol más longevo” por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino del Gobierno de España.

    Como ya indicaba el insigne botánico P. Font i Quer, en su obra sobre Las Plantas Medicinales a la que hemos aludido en un apartado precedente, «En nuestro país (España) este árbol se va extinguiendo poco a poco, porque apetece las nieblas y la templanza de las primaveras sin hie-los (…). A menudo quedan huellas topo-nímicas del tejo en lugares donde ya no existe sino en el recuerdo: Fuente del Tejo, Font dels Teixets, Pui-al-Teix, La Tajera (en Valdelinares, de Teruel, donde el tejo se lla-ma tajo), la Tejera, la Tejosa, Sierra Tejeda,

    Cova del Teix… y muchos más que nos in-dican cómo un tejo pudo dar una excelen-te referencia toponímica por su manera de vivir aislado», lo que parece que fue una premonición del estado actual del tejo. Para evitar la paulatina desaparición de los tejos, tanto los plantados con fines or-namentales en ambientes urbanos o rura-les, como los silvestres y las formaciones forestales que constituyen, es necesario concienciar tanto a la sociedad como a la administración competente en la materia, pues como ya hemos expuesto a lo lar-

    go de los apartados precedentes, el tejo forma parte, incues-tionablemente, de nuestro patrimonio, tanto natural como cultural. Hemos de indi-car que el tejo no figura en ningún catalogo de pro-tección tanto a ni-vel europeo como nacional, ni tan si-quiera en las Listas Rojas de la Unión Internacional para

    la Conservación de la Naturaleza (U.I.C.N.) (Díaz González, T. E. & al., 2005). Solo es-tá protegida por la Legislación autonómica y catalogada como “De Interés Especial” en el Decreto 65/95 (B.O.P.A. del 5/6/95 por el que se crea el “Catalogo Regional de Especies Amenazadas de la Flora del Principado de Asturias”) y establecido de acuerdo a la Ley 4/89. La categoría de “interés especial” (la de menor rango de protección) sirve para de-signar aquellas plantas amenazadas que, sin estar contempladas en ninguna de las categorías precedentes (es decir, “en peligro de extinción”, “sensibles a la alteración de su hábitat” y “vulnerables”), sean merecedoras de una atención particular en función de su valor científico, ecológico, cultural o por su singularidad. De conformidad con el citado Decreto 65/95 que en su artículo 7 señala que la ca-talogación de una especie exigirá la redac-ción de alguno de los siguientes planes: a) Plan de recuperación, cuando se trate de especies “en peligro de extinción”; b) plan de conservación del hábitat, si se trata de una especie “sensible a la alteración de su hábitat”; c) plan de conservación, si se trata de una especie catalogada como “vulnera-ble”; d) plan de manejo, cuando se trate de una especie catalogada como de “interés

    La protección y conservación de los tejos y de las tejedas

    pues como ya hemos expuesto a lo lar-go de los apartados precedentes, el tejo forma parte, incues-tionablemente, de

    tanto natural como cultural.

    car que el tejo no figura en ningún catalogo de pro-tección tanto a ni-vel europeo como nacional, ni tan si-

    Rojas de la Unión Internacional para

    Medición del texo de Abamia

    Árbol

    Perímetro (m)Crecimiento del

    diámetro cm/año

    Edad estimada en años

    (crecimiento continuo)

    Edad estima-da en años

    (crecimiento discontinuo)

    1909 1911 2008

    Tejo W 3,26 3,33 4,42 1,20 368 400-500

    Tejo SW 0,44 0,44 1,50 1,07 140 110-160

    Tejo S 2,03 2,07 3,28 1,26 260 250-350

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    TEJOS y TEJEDAS

    especial” se han publicado en el BOPA los planes de manejo de cinco árboles prote-gidos, de un total de sesenta y tres plantas catalogadas. En concreto hasta la fecha han aparecido los correspondientes a la encina (Quercus ilex), la carrasca (Quercus rotundifolia), el alcornoque (Quercus suber), el acebo (Ilex aquifolium) y el tejo (Taxus baccata). Este último figura en el Decreto 145/2001 de 13 de diciembre (BOPA del 18/01/2002). El Plan de Manejo del Tejo, elaborado como la mayoría para evitar las amena-zas que pesan sobre la especie y lograr un estado de conservación de la misma suficientemente seguro, contempla unas directrices y actuaciones generales que impide, entre otras acciones, la corta, po-da o destoconado, la explotación, tenen-cia o comercialización de su madera, la excavación, pavimentación o asfaltado muy especialmente el empleo de cemen-to en el terreno circundante a las raíces, la apertura de zanjas u hoyos de cualquier tipo que puedan dañar las raíces, la des-carga de cualquier material sólido o líqui-do en los terrenos circundantes al árbol, el estacionamiento de vehículos a motor en sus proximidades, etc. Es decir, todo un abanico de medidas protectoras que be-nefician la conservación del árbol. Ahora bien, la mayoría de estas acciones figuran en el Apartado 5.3.3 del Decreto del Plan de Manejo del Tejo, el cual se inicia con la siguiente frase: «En los ejemplares o for-maciones sujetos a las figuras definidas en los apartados 5.2.1, 5.3.1 y 5.3.2 se cuidará el estado de limpieza general del empla-zamiento y se evitarán las acciones que aumenten la artificialidad del entorno; par-ticularmente: las talas y podas, el descorte-zado…» y sigue enumerando la mayoría de las acciones arriba referidas. Si nos detene-mos en el contenido de los apartados seña-lados, el 5.2.1 alude a los “rodales selectos” y “rodales de conservación genética” cuya delimitación será promovida por la admi-nistración, el 5.3.1 alude a los tejos declara-dos “Monumentos Naturales” y, por último, el 5.3.2 se refiere a un “Catálogo abierto de árboles y formaciones de interés” en el que se incluirán, por «Resolución del Consejero en el que recaigan las competencias en materia de especies protegidas», tanto los ejemplares aislados como las tejedas de interés en función de su porte, emplaza-miento paisajístico, singularidad o arraigo cultural. En otras palabras, los tejos y teje-das asturianas que no hayan sido declara-das Monumentos Naturales u otra figura

    de protección, parece que no gozan de una total protección en el seno del Plan de Manejo del Tejo, a tenor de lo que pode-mos concluir de las lecturas precedentes. Por ello consideramos necesario y de máxi-ma urgencia, para evitar toda ambigüedad legal y así lo hicimos saber en su día a la administración competente en la materia el elaborar el “Catálogo de Tejos y Tejedas del Principado de Asturias”, para dar cum-plimiento al Apartado 5.3.2 del Plan de Manejo del Tejo y, con una base legal más sólida, evitar muchas de las amenazas que sobre nuestros ancestrales tejos se ciernen, tanto aquellos silvestres como los plan-tados con fines culturales o decorativos. Hoy en día ya se dispone de una nutrida información sobre los tejos de Asturias pa-ra abordar este Catálogo, sobre todo si se aprovecha la de los organismos públicos como la Universidad de Oviedo, el Jardín Botánico Atlántico de Gijón o la que dis-pone la “Asociación de Amigos del Tejo”. En mi opinión las nefastas acciones lle-vadas a cabo sobre los tejos de la Iglesia Románica de Santa Eulalia de Abamia (Corao, Cangas de Onís) se podrían ha-berse evitado desde un principio si los tres tejos figurasen en el Catálogo que se pro-pone. No podemos olvidar y así se demues-tra en el informe que en su día elaboramos para la administración que más del 18% del sistema radical del tejo más veterano (con cerca de 500 años de vida) se ha visto afectado por la creación de zanjas para el tendido eléctrico y el movimiento de tie-rras y si bien la presencia de nuevos brotes radicales nos hacen ser un algo optimis-tas sobre el futuro del árbol, estas acciones no pueden ni deben repetirse sobre otros ejemplares centenarios. En Asturias existen varios ejemplares de Tejos que han sido declarados Monumentos Naturales: el Tejo de Salas [Declarado por Decreto en 1995. Delante de la antigua Iglesia Parroquial de San Martín en la vi-lla de Salas; Concejo de Salas], el Tejo de Bermiego [Declarado por Decreto en 1995. Junto a la Iglesia de Santa María; Concejo de Quirós]; el Tejo de Santa Coloma [Declarado por Decreto en 1995. Crece junto a la Iglesia de Santa Coloma del año 1785; Concejo de Allande]; el Tejo de Lago [Declarado por Decreto en 1995. Crece junto a la capilla de Santa María, del siglo XVIII. Concejo de Allande]; el Tejo de Pastur [Declarado por Decreto en 2003. Crece jun-to al Santuario Mariano de Nuestra Señora de Pastur; Concejo de Illano] y, por último, el Tejo de Santibáñez de la Fuente

    Proyección de la copa del Tejo más anciano de la iglesia románica de Santa Eulalia de Abamia (Corao, Cangas de Onís). En verde se muestra el área radical no afectada. En rojo la zona afectada y entre ellas la zona de la zanja. Los números marcan la distancia en metros desde el centro del árbol (T.E. Díaz Glez.)

    Raíces fragmentadas de los tejos de la Iglesia de Santa Eulalia de Abamia, como resultado de las inadecuadas obras realizadas en su entorno (Foto: T.E. Díaz Glez.)

    Raíces del tejo más anciano de la Iglesia de Santa Eulalia de Abamia, con varios brotes radicales (19/09/2008) (Foto: T.E. Díaz Glez.)

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    TEJOS y TEJEDAS

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    MAYOR LOPEZ, M. & T. E. DÍAZ GONZALEZ (2003). La Flora Asturiana. Edición Actualizada. Real Instituto de Estudios Asturianos, 761 pág. Oviedo.

    [Declarado por Decreto en 1995. Junto a la Iglesia de San Juan de Santibáñez de la Fuente; Concejo de Aller].Las tejedas o bosques de tejos del mun-do mediterráneo son hábitats de inte-rés comunitario y además se considera prioritaria su conservación y así figuran en las Directivas 92/43/CEE y 97/62/CE bajo el epígrafe de *Bosques medite-rráneos de Taxus baccata siendo su Código Natura 2000 el 9580, y tenien-do como Código CORINE BIOTOPOS (1988/89) el 42.A71a. La Directiva 92/43/CEE tiene por objeto “contribuir a la con-servación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres en el territorio europeo de los estados miembros” y para ello establece la necesidad de seleccio-nar los “lugares de interés comunitario” (LIC’s) y de designar las “zonas especiales de conservación” que conformarán la red Natura 2000. Hasta la fecha, al tener en cuenta el epíteto biogeográfico de estos bosques, parece claro que las tejedas de la Cordillera Cantábrica y aquellas otras situadas en la cornisa Cantábrica como las conocidas y reputadas de la Sierra del Sueve, por estar situadas en el mundo Eurosiberiano de clima templado y no

    mediterráneo, no pueden ser declaradas hábitats de interés comunitario y, por tanto, están auto-máticamente excluidas de los LIC´S o Lugares de Interés Comunitario, donde tienen que estar representados todos los hábitats definidos en las distintas Directivas europeas. Con el fin de poner re-

    medio a esta anómala si-tuación, pues la tejedas de la Península Ibérica, independientemente de su situa-ción biogeográfica o bioclimática, gozan de similares características en cuanto a su estado de conservación y fuerte pre-sión antrópica, presentamos un informe publicado en el volumen 2 de la revis-ta Naturalia Cantabricae (Fernández Prieto, J.A. & T. E. Díaz González, 2003), en el que analizábamos las clasi-ficaciones de los hábitats naturales de la Unión Europea y la Directiva Hábitats, que no sólo afectaban afectaba a las te-jedas, sino también a otras formaciones leñosas altas atlánticas ibéricas. En el apartado de Conclusiones de dicho traba-jo se precisa que las tejedas cantábricas deben ser incluidas en el tipo de hábitats 9580 (*Bosques mediterráneos de Taxus baccata) y por ello solicitamos a las ad-ministraciones competentes el inicio de los trámites necesarios para su inclu-sión. Este estudio, unido al “Manifiesto para la Protección Integral de las Tejedas Puras y Mixtas del Sueve” emitido el 1 de noviembre de 2006 por diversas organi-zaciones ecologistas y profesionales de la Naturaleza debería contribuir a facilitar la tramitación, por parte de la Consejería

    de Medio Ambiente del Principado de Asturias, de la decla-ración de la Sierra del Sueve como “Paisaje Protegido” que integra también una propues-ta de declaración de la “Tejeda del Sueve” como Monumento Natural, declaración que deberá realizarse en su día por el Consejo de Gobierno del Principado de Asturias.

    Tomás Emilio Díaz, Ignacio Abella y Abelardo Casares