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8/14/2019 05 - Prcticas sociales y SP
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1. Cultura, capital socialy prcticas sociales
El concepto de salud pblica no hace
referencia solamente a la salud de la
poblacin, sino tambin a la salud ge-
nerada por la poblacin. En efecto, la
sociedad, entendida como la pobla-cin organizada, es el principal actor
de la salud pblica y tiene, en ltima
instancia, la responsabilidad de los
medios colectivos de proteccin de la
salud de sus miembros, incluidas las
actuaciones del Estado, como su prin-
cipal instrumento institucionalizado.
Sin embargo, el papel de las poblacio-
nes en la salud pblica no lo llevan a
cabo en la sociedad solamente las or-
ganizaciones formales. Es tambin re-
sultado de actuaciones e interacciones
sociales, formalmente organizadas o
no, que repercuten positiva o negati-
vamente, directa o indirectamente, en
la salud. Para su eficacia no exigen una
intencin o una finalidad definidas
con relacin a la salud, pero sus efec-
tos positivos son ampliados cuando
son ejecutadas, conscientemente, con
ese propsito. La salud es as parte de
la vida cotidiana de la poblacin,
tanto individualmente como en grupo
y resultado de sus acciones e interac-
ciones en la sociedad.
Las acciones e interacciones sociales
son, habitualmente, expresiones de
los valores, costumbres, creencias y
normas incorporados en la sociedad o
en los grupos sociales, que rigen las
actitudes y los comportamientos de
sus miembros. Adems de orientar y
condicionar el comportamiento de los
individuos a travs del sistema de pre-
mios y sanciones explcitos o implci-
tos, tales valores y normas definen
tambin la estructura de la organiza-
cin y las relaciones de la sociedad
hacia fuera de ella y tambin dentro
de ella misma. En otras palabras, los
valores institucionalizados configuran
organizaciones sociales y redes de rela-
ciones por medio de las cuales la so-
ciedad funciona y da respuesta a las
necesidades de sus miembros; ste es
tambin el mecanismo principal de
renovacin y creacin social que de-
termina la forma, la capacidad de au-
togeneracin y el carcter sostenible
de las sociedades. Cuando los valores
hegemnicos privilegian la vida y lle-van al establecimiento de condicio-
nes, situaciones y comportamientos
que favorecen la salud, la salud p-
blica se fortalece y mejora. De ah que
las sociedades ms solidarias, con
mayor disposicin para la sociabilidad
y la asociacin, con niveles ms altos
de confianza entre sus miembros y
organizaciones, y por tanto con un
mayor nivel de cooperacin, mues-
tran una tendencia a ampliar los espa-
cios pblicos dentro de la actividad
social, favorecen el desarrollo del esp-
ritu cvico y de valoracin de los bie-
nes comunes y, por consiguiente, pro-
pician el desarrollo de los recursos
humanos, la proteccin del ambiente
mediante el uso racional de los recur-
Prcticas sociales
y salud pblica
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sos naturales y una mejor utilizacin
del capital artificial, tanto financiero
como tecnolgico. Son sociedades en
las que el desarrollo humano sosteni-
ble tiene mayores probabilidades de
producirse con ms equidad, bienes-
tar y salud de todos.
Al conjunto de esos valores positivos
convertidos en instituciones sociales y
que se manifiestan en forma de orga-
nizaciones sociales activas y en redes
de relaciones es a lo que el pensa-
miento actual sobre el desarrollo ha
llamado capital social, de importancia
cada vez ms reconocida como funda-
mental para el propio desarrollo. El
capital social se construye sobre las
bases de la cultura, que consiste en va-
lores o instituciones y otros productos
culturales como las creencias, las artes
o el idioma que definen la identidad
de los pueblos y naciones y sustentan
la cohesin, la estabilidad y el cambio
deseado de la sociedad, condiciones
esenciales para el dinamismo y el sos-
tenimiento del desarrollo integral.
En teora, el capital social y la cultura
definen los procesos sociales de deci-
sin y, por consiguiente, la orienta-
cin y las caractersticas del desarro-
llo. Una sociedad bien estructurada,
con un elevado nivel de capital social
y con una fuerte identidad cultural,
tendr la cohesin necesaria para defi-
nir sus necesidades y las formas de sa-
tisfacerlas, para lograr un consenso en
forma autnoma y mediante pactos
sociales efectivos sobre los proyectos
de desarrollo propios y, adems, para
controlar la distribucin y el ejercicio
del poder poltico, incluido especial-
mente el de su instrumento principal:
el Estado. Las polticas pblicas gene-
radas en esas circunstancias que se-
ran necesariamente saludables y salu-
gnicas1 se orientarn a la optimi-
zacin del uso del potencial de desa-
rrollo, en forma sostenible y para el
beneficio de todos. La afirmacin de
los valores bsicos de solidaridad y
responsabilidad sociales contribuir a
la estabilidad y a la reduccin de la
incertidumbre, estimular la creativi-
dad y, entre otros, reducir los costos
de transaccin, condiciones esenciales
para el incremento de la produccin
en mercados regulados y con alguna
responsabilidad social. El equilibrio y
la complementacin entre sociedad,
Estado y mercado se darn con la pri-
maca de la primera, que ser la refe-
rencia y finalidad de todo el proceso.
La democracia, expandida hasta las
formas de vida cotidianas y puesta de
manifiesto mediante la participacin
ciudadana permanente y sustentada
por un pleno estado de derecho, es el
rgimen poltico necesario en esta si-
tuacin; las representaciones polticas
y los gobiernos, legitimados como ex-
presin autntica de la voluntad popu-
lar, se mantienen fieles a los mandatos
y expectativas de las poblaciones, bajo
el control social permanente y efectivo
ejercido por mecanismos e instrumen-
tos mltiples y convergentes. La con-
fianza provista por la conciencia de su
propia identidad, la solidaridad entre
sus miembros y la adquisicin de un
proyecto de futuro confieren a la so-
ciedad la disposicin y capacidad para
la realizacin de los cambios necesa-
rios que la renueven y le den un carc-
ter sostenible.
Esta visin resumida sirve slo para
resaltar el posible proceso beneficioso
de un fuerte capital social que tiene
como base una cultura propia posi-
tiva. En la prctica, esta visin ut-
pica es casi imposible en los pases
perifricos, en los que es mayor la
tendencia hacia la heteronoma que
hacia la autonoma cultural. El capitalsocial es dbil, e incluso, presenta ma-
nifestaciones negativas. Los valores
bsicos de confianza, solidaridad y
espritu cvico estn solapados; el
cuerpo social se desintegra, aumentan
la incertidumbre y la inseguridad, al
paso que instituciones fundamentales
como la familia y la religin se debili-
tan y las organizaciones sociales y
polticas pierden legitimidad y credi-
bilidad. La modernidad actual est
comprometiendo as las posibilidades
del desarrollo necesario, precisamente
por no considerar la importancia del
capital social y de la cultura.
En la salud pblica, la cultura y el ca-
pital social son an ms importantes,
puesto que adems de los efectos de su
importancia general y del desarrollo
consiguiente, repercuten directamente
en la salud, al favorecer el desarrollo de
condiciones y comportamientos que
reducen los riesgos para la misma, au-
mentan el potencial de salud de las
personas y las poblaciones y la capaci-
dad y eficacia de la respuesta social a
las necesidades sanitarias. Promover el
desarrollo de esas condiciones favora-
bles y de los comportamientos saluda-
bles y salugnicos consiguientes cons-
tituye la esencia de la salud pblica.
Hay suficiente evidencia, experiencias
y anlisis para demostrar el modo en
que algunas comunidades o poblacio-
nes, con recursos materiales similares,
difieren con relacin a las condiciones
de salud en funcin de sus culturas y,
sobre todo, de los valores, creencias,
instituciones, organizaciones y proce-
50
1 El neologismo salugnico es utilizado aqu
para designar la capacidad de generar salud.
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sos sociales especficos. No analizare-
mos aqu esa evidencia o ejemplos,
pues basta con mantener la afirmacin
de que la salud pblica depende fuer-
temente del capital social, constituido
sobre las bases de la cultura. Las inter-
venciones tcnicas, sin duda muyvaliosas, ofrecen oportunidades y so-
luciones especficas, cuyo aprovecha-
miento y eficacia completos dependen
del modo en que la sociedad las uti-
liza. La integridad y el carcter soste-
nible de la salud pblica slo se alcan-
zan cuando la poblacin incorpora
dentro de sus prcticas habituales las
medidas de proteccin de la salud
como componente permanente, in-
cluido el uso adecuado de la atencin,
mediante intervenciones basadas en la
ciencia y la tcnica.
La cultura es una amalgama de valo-
res, tradiciones, costumbres, creencias
y normas sociales acumulados a lo
largo de la historia, que nos permite
enfrentarnos a la realidad, interpre-
tarla y actuar sobre ella; se trata de la
perspectiva con la que miramos la
vida y participamos en ella. La cultura
tambin son los productos permanen-
tes de su aplicacin a lo largo de la
historia incorporados al acervo con
que vivimos el presente y construimos
el futuro. El capital social, a su vez, es
la capacidad establecida de actuacin,
construida sobre la base de la cultura;
es una estructura hecha de valores ca-
pitales, instituciones, organizaciones y
relaciones, que configuran la natura-
leza y la capacidad de accin de las so-
ciedades. Es esa forma de accin so-
cial la que confiere a la cultura y al
capital social sentido y finalidad para
la poblacin. Es esa accin social, ma-
nifestada por medio de prcticas que
caracterizan los procesos sociales, lo
que realmente demuestra el dina-
mismo o la inercia de la cultura y del
capital social acumulados. En defini-
tiva, es lo que realmente define la
salud pblica posible en una sociedad.
En otras palabras, los valores social-
mente sancionados en la cultura esta-blecen las pautas para la comprensin
y construccin de la realidad y orien-
tan o determinan el comportamiento
de los individuos y de los grupos so-
ciales. En esencia, definen la formas
en que las sociedades y sus compo-
nentes actan esforzndose por satis-
facer las necesidades de todos y cada
uno de sus miembros, incluido en lo
relativo a la formacin de las institu-
ciones, organizaciones y relaciones so-
ciales y a los modos generales de su
operacin a travs del capital social. A
este conjunto de hechos y actuaciones
socialmente reconocidos y ejecutados
por las sociedades, ya sea colectiva o
individualmente, pero siempre con
significado pblico, es a lo que hemos
venido llamando prcticas sociales. Se
trata, pues, en otras palabras, de la
manifestacin evidente de la cultura y
el capital social en accin; compren-
den todos los aspectos de la vida en
sociedad y sirven a los diferentes fines
de su existencia, incluido al de mejo-
rar la salud de las poblaciones.
Como ya lo hemos constatado, la
salud pblica tiene su realizacin
plena cuando sus propsitos y prcti-
cas son aceptados por la sociedad e
incorporados a las prcticas sociales.
Como destacamos en el captulo 3,
la conjuncin de valores positivos
para la salud e institucionalizados por
la sociedad y la disponibilidad de co-
nocimientos y tecnologas social-
mente eficaces han sido, histrica-
mente, la fuerza motriz del avance en
la salud pblica. Adems, el efecto de
esa conjuncin viene aumentado por
la existencia de poderosos intereses
convergentes, circunstancias polticas
favorables y liderazgos apropiados.
El capital social, del mismo modo que
el capital humano y fsico, puede serproducido y acumulado, y es adems
productivo en el sentido econmico.
La produccin del capital social, sin
embargo, es sobre todo indirecta y se
expresa, normalmente, en externali-
dades de uso y en propiedad pblicas,
tales como la reduccin genrica de
los costos de produccin, el conoci-
miento compartido, la confianza, el
asociacionismo y la cooperacin. El
capital social se convierte as en un
bien pblico y su produccin tiende a
ser espontnea en el seno de la socie-
dad, fruto de la interaccin social, de
la imitacin o de la continuidad cul-
tural, por medio de la socializacin.
Sus plazos de formacin son lentos
pero su existencia y efectos tienden a
ser duraderos.
Desde otra perspectiva, el capital social
tiene gran importancia para la gober-
nabilidad y el desempeo social de los
gobiernos, como lo demostr R. Put-
man2 en su amplio estudio del proceso
de regionalizacin en Italia. En mu-
chos sentidos el capital social se con-
funde con la nocin de ciudadana,
condicin indispensable para conse-
guir una democracia y un estado de de-
recho plenos. Se opone, por otro lado,
a las corrupciones del poder poltico
clientelismo, caudillismo, etc. y a
la subordinacin del Estado a los inte-
reses privados, mientras que promueve
51
2 Putman, R. Comunidade e Democracia
a experincia da Itlia moderna. Rio de Ja-
neiro: Editora Fundao Getlio Vargas;
1996.
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la renovacin y legitimacin sociales
de la representatividad y la responsabi-
lizacin de organizaciones pblicas y
de autoridades gubernamentales. El
capital social, sin embargo, puede ser
usado negativamente, como ocurre
con el capital humano cuando se em-plea para la opresin y la tortura, o con
el capital fsico cuando se dedica a pro-
ducir armas o drogas ilcitas. Asi-
mismo, los valores y normas negativos
pueden promover el conflicto innece-
sario, la violencia y la destruccin.
Estas reflexiones tericas iniciales tie-
nen la finalidad de facilitar la com-
prensin de las dos secciones siguien-
tes, en las que se intenta desarrollar lacuestin de las prcticas sociales en re-
lacin con la salud y la salud pblica.
2. Las prcticas socialesy la salud
Dada la naturaleza de la salud, las
prcticas sociales que le afectan son
mltiples y abarcan el amplio campo
de sus factores condicionantes y de-terminantes y de su atencin espec-
fica; no son, por tanto, nicamente
las prcticas especficas de salud las
que interesa identificar. Por otro lado,
no cabe en el mbito y espacio de este
documento una investigacin exhaus-
tiva de todas las prcticas sociales de
inters para la salud y, por ello, nos li-
mitamos a establecer una agrupacin
de las prcticas sociales pertinentes
para la salud en campos de accin am-
plios, definidos en funcin de los
grandes fines generales que expresen
los esfuerzos de la sociedad dirigidos a
mejorar la salud de las poblaciones.
As pues, se proponen cuatro grupos
de prcticas sociales de acuerdo con
sus finalidades principales:
Desarrollo y fortalecimiento de una
cultura de la vida y de la salud.
Atencin a las necesidades y de-
mandas de salud.
Desarrollo de entornos saludables ycontrol de riesgos y daos a la salud
colectiva.
Desarrollo de la ciudadana, y de la
capacidad de participacin y con-
trol sociales.
Los cuatro grupos y los fines que los
definen se corresponden tambin con
una posible clasificacin de los retos
de la salud pblica en la actualidad y
en el futuro inmediato.
Las diversas prcticas dentro de cada
grupo y entre los grupos se comple-
mentan y refuerzan continuamente,
diluyendo los lmites entre s. Ms
an, una misma prctica social puede
servir a ms de una finalidad, aunque
se incluir en el grupo cuya finalidad
sea la principal de la prctica corres-
pondiente.
2.1 Desarrollo y fortalecimiento
de una cultura de la vida
y de la salud
Las prcticas incluidas en este grupo
tienen como propsito convertir la
vida y la salud en valores fundamenta-
les, en derechos y responsabilidades
del ser humano dentro de la sociedad.
Una cultura de la vida es garanta del
carcter sostenible y del desarrollo de
la sociedad que la mantiene. La cul-
tura de la vida contiene los valores
esenciales para la convivencia, el res-
peto mutuo y la cooperacin entre los
actores sociales; es, adems, la fuente
de algunos valores relacionados, como
la paz, la solidaridad y la participacin
democrtica. Una cultura de la vida
no es la negacin del yo, pero exige la
conciencia del otro, del mismo modo
que la proyeccin del yo en la existen-
cia del otro es necesaria para la protec-
cin del desarrollo de la vida dentrode la comunidad. Esto abre el camino
al reconocimiento de la unidad de la
vida y de la interdependencia de todas
las formas de vida, en que la muerte es
slo una contingencia de la necesidad
biolgica o una imposicin de la su-
pervivencia, supeditada a la manuten-
cin de las especies. Con ese entendi-
miento es con el que se construye la
estructura de la convivencia pacfica
basada en la colaboracin entre todos
los miembros de la sociedad.
La cultura de la vida est asociada a la
calidad de vida e intenta siempre me-
jorarla, al igual que el bienestar indivi-
dual, de los grupos y de toda la pobla-
cin. En este sentido, la cultura de la
vida exige un verdadero desarrollo hu-
mano que tiene, al final, los mismos
objetivos. La calidad de vida y el bie-
nestar determinan, de muchas mane-
ras, la salud, y, al mismo tiempo, estn
conformados por ella. En efecto, la
salud, en la acepcin ms amplia dada
por la OMS, se confunde con el bie-
nestar y es indispensable para la cali-
dad de vida y el desarrollo social.
Una cultura de la vida es necesaria-
mente tambin una cultura de la
salud, que se convierte as en la princi-
pal condicin para la proteccin y la
calidad de la vida. As pues, no se trata
solamente de sobrevivir, sino de vivir
una vida plena y saludable. La cultura
de la salud aade otros valores a la cul-
tura de la vida vinculados a la promo-
cin y a la proteccin de la salud, a su
recuperacin cuando est perdida o
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afectada y a la eliminacin o disminu-
cin de cualquier discapacidad. Una
cultura de la salud es, por su parte,
fundamento permanente y bsico para
el desarrollo pleno de la salud pblica.
Adems de su importancia para la es-tructura y el funcionamiento de las so-
ciedades y para la salud de las pobla-
ciones, una cultura de la vida y de la
salud se corresponde con los ms altos
dictados ticos reconocidos universal-
mente. El derecho a la proteccin de la
vida y a la salud est incluido entre los
derechos humanos fundamentales y
universales y es reconocido como el
primero de todos los derechos. Des-
graciadamente, la realidad sigue lejos
de reflejar ese reconocimiento y la vida
humana, desde la perspectiva econ-
mica y poltica, tiene valores diferentes
segn la situacin nacional o social;
asimismo, la vida de mucha gente, a
veces de la mayora, tiene muy poco
valor. La actual negacin prctica de la
cultura de la vida y de la salud no debe
ser, sin embargo, impedimento para
su defensa y promocin, sino ms bien
un estmulo.
Una cultura de la vida y de la salud re-
quiere, adems de valores y creencias
positivas, instituciones, organizaciones
y relaciones sociales apropiadas, o sea
un capital social adecuado, que se ma-
nifestarn por medio de prcticas
sociales e individuales saludables y sa-
lugnicas. Entre las instituciones que
pueden favorecer una cultura de la vida
y de la salud destacan, entre otras, par-
ticularmente la familia, la religin, la
educacin en general y otros mecanis-
mos de socializacin. Esas organizacio-
nes desempean un papel fundamen-
tal. En particular, son portadoras de los
valores que sustentan la vida y la salud
como derechos humanos fundamenta-
les y, ms an, le aseguran a la vida hu-
mana un carcter trascendental, que
est ms all de simples resultados de
procesos biolgicos y que, por tanto,
est por encima del valor de las cosas
materiales. La transmisin de este con-
cepto, por una cuestin de fe y de prin-cipios ticos o de simple creencia en un
destino especial de la humanidad, es
esencial para el fortalecimiento de una
cultura de la vida y de la salud.
La cultura de la vida es la expresin
ms esencial del humanismo, es el en-
cuentro de la fe, de las creencias y de
la esperanza en el futuro de la huma-
nidad. En este contexto, los agentes
de la salud pblica no son solamente
instrumentos que aportan soluciones
tcnicas; deben ser, sobre todo, trans-
misores de valores y de esperanza, co-
constructores y hasta quijotes, de pro-
yectos destinados a proteger y mejorar
la vida.
Las prcticas sociales de y para una
cultura de la vida y de la salud prece-
den y sirven de origen y base a los
otros grupos de prcticas, a la vez que
son inspiradoras de las otras prcticas
que las complementan y refuerzan.
2.2 Atencin a las necesidades
y demandas de salud
Este grupo contiene las prcticas so-
ciales especficas y necesarias para la
atencin de la salud. Contempla la
forma en que la sociedad y sus miem-
bros reconocen los problemas de
salud y las necesidades de atencin, lo
que constituye las bases para la de-
manda de servicios de salud, incluidos
los ms informales o alternativos.
Comprende tambin los esfuerzos
para la creacin de servicios de aten-
cin de salud, su organizacin y
puesta en marcha, o sea, se ocupa de
la demanda social y de una oferta de
servicios en respuesta a los problemas,
necesidades y demandas de atencin.
En la confluencia de esos dos tipos de
acciones estn las prcticas de auto-
cuidado, de la demanda y usos de losservicios organizados de salud y, en
general, las formas en que la sociedad
conforma y usa los sistemas de salud y
de atencin de salud.
Las prcticas de este grupo se derivan,
en gran medida, de las prcticas de
otros grupos. La forma de compren-
der la salud y de reconocer la enfer-
medad o la necesidad de atencin, as
como la demanda hacia la atencin,
incluido el autocuidado, vienen deter-
minados principalmente por la cul-
tura de la vida y de la salud; las ma-
neras de enfermar resultan de las
condiciones de vida, de los ambientes
y de los riesgos en que y con que se
vive. As pues, las necesidades, la per-
cepcin y las demandas son, funda-
mentalmente, resultado de los modos
y condiciones de vida. Por otro lado,
aun cuando la amplitud de los siste-
mas de salud y, especficamente, la
oferta de servicios de atencin de
salud resulten de decisiones de natu-
raleza cientfico-tcnica y se deriven
de la racionalidad en el uso de los re-
cursos disponibles, la utilizacin de
esos servicios depende fuertemente de
la cultura. Ms an, la misma racio-
nalidad cientfico-tcnica y, particu-
larmente, la racionalidad en lo que
respecta a la asignacin de recursos,
especialmente los pblicos, es tambin
de naturaleza poltica y, por tanto, de-
pende de la distribucin y el uso del
poder en la sociedad y de los valores
que rigen su ejercicio; o sea, depende
de la capacidad social de participar y
controlar el poder poltico y, por ex-
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tensin, de aplicacin de las decisio-
nes adoptadas y los recursos asigna-
dos. Eso incluye tambin, en muchos
aspectos, el control sobre el funciona-
miento de los mercados en materia
de salud y la generacin de demandas
espontneas.
Estas observaciones no pretenden
quitar importancia a las prcticas
sociales especficas en el campo de la
atencin de salud, que son realmente
vitales para la salud pblica. Su im-
portancia, sin embargo, est relacio-
nada con su dependencia de los otros
grupos de prcticas, sin lo que su
comprensin y, en definitiva, su con-
sideracin dentro de la salud pblica
quedaran seriamente perjudicadas.
2.3 Desarrollo de entornos
saludables y control de riesgos
y daos a la salud colectiva
El origen de las sociedades est en la
necesidad de la proteccin colectiva
de la vida con miras a la supervivencia
de sus miembros. Esta motivacin
permanece todava vigente en las so-
ciedades actuales, y ms an, cuanto
ms fuerte y estructurada es la cultura
de la vida. La consecuencia y el cum-
plimiento de este principio son lo que
lleva a la proteccin colectiva de la
salud, que requiere entornos no agre-
sivos y condiciones de vida favorables.
En efecto, todas las prcticas sociales
que conducen a la mejora de las con-
diciones de vida y a la proteccin del
medio, las actuaciones de y en la so-
ciedad, que modifican los factores
condicionantes y los factores determi-
nantes externos de la salud, deben ser
tenidas en cuentas al analizar la salud
y la salud pblica. Son particular-
mente importantes las que se refieren
a la salud ambiental y las que se desti-
nan a satisfacer las necesidades esen-
ciales de vida de las poblaciones,
como la produccin de bienes y ser-
vicios, su distribucin, su uso y su
complemento: la generacin y distri-bucin de los ingresos, as como los
mecanismos de proteccin social o,
en otras palabras, el modelo y el dina-
mismo del proceso de desarrollo.
Este grupo de prcticas se encuentra en
la confluencia de los otros tres: la cul-
tura de la vida contiene una cultura
positiva hacia el medio natural y social,
y sus valores exigen que los niveles
de equidad y solidaridad social bsicos
sean satisfechos en cada sociedad, con
el fin de evitar los estados de necesidad
extremos. O sea, el bienestar colectivo
es la principal razn de ser de las socie-
dades y de sus instituciones, especial-
mente del Estado, y esto se transforma
en una cuestin poltica fundamental,
dependiente de la distribucin, de las
relaciones y del ejercicio del poder po-
ltico, y cuya solucin se da en la exis-
tencia de una efectiva ciudadana, en la
vigencia de una verdadera democracia
y del estado de derecho. Finalmente,
una demanda manifiesta de las necesi-
dades de salud que reciba la mxima
atencin y la mejor respuesta posible es
parte esencial de las condiciones de
vida y de un entorno saludable. Ade-
ms, las prcticas sociales relativas a la
atencin de salud comparten con este
grupo de prcticas la finalidad del con-
trol de riesgos y daos a la salud: la re-
duccin de riesgos y daos gracias al
desarrollo de entornos saludables re-
sulta complementada con la actuacin
de proteccin especfica sobre la salud
de la atencin personal, ambiental o
colectiva.
Las prcticas sociales de este grupo,
aunque ejercidas con fines de salud,
son de inters intersectorial, lo que re-
fuerza, en el seno mismo de la socie-
dad, el carcter multi e intersectorial
del proceso de produccin de salud,
especialmente en su dimensin colec-tiva de salud pblica.
En este grupo de prcticas sociales, de-
sempean un papel fundamental los
mecanismos de aculturacin y sociali-
zacin, especialmente la educacin y
la comunicacin social, las organiza-
ciones vinculadas a la produccin y al
trabajo, las redes que configuran mo-
vimientos sociales y de solidaridad y,
lgicamente, las instituciones del Es-
tado, especialmente a travs de las po-
lticas pblicas. En realidad, el papel y
la responsabilidad del Estado, como
propulsor y garantizador fundamental
de esas prcticas, son todava ms im-
portantes y decisivos que en los otros
grupos.
Las prcticas de ese grupo son ejerci-
das, casi siempre, con relacin a los
bienes o males de naturaleza p-
blica, lo que las hace particularmente
pertinentes al campo de la salud p-
blica; muchas de estas cuestiones,
como la disminucin de la capa de
ozono, el efecto invernadero, la con-
taminacin de los ocanos, la conser-
vacin de las especies, los desechos
contaminantes, la paz y la seguridad
mundial, el consumo de drogas, el te-
rrorismo internacional, la equidad en
el comercio mundial, etc., son bienes
o males pblicos mundiales, cuyo tra-
tamiento exige una gran cooperacin
entre los pases y un autntico control
internacional, o sea, requiere la exis-
tencia de unas prcticas sociales salu-
dables de mbito universal.
54
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2.4 Desarrollo de ciudadana
y de la capacidad
de participacin
Este grupo de prcticas es fundamen-
tal para las estrategias sociales endge-
nas o interpuestas a las sociedades,constituyen el motor principal de la
sociedad en movimiento y aportan di-
namismo al proceso de creacin y de-
sarrollo de las instituciones y organiza-
ciones a travs de las cuales esta misma
sociedad opera. Adems, y especial-
mente, le permiten ejercer su dominio
y control sobre ellas, incluso para evi-
tar que algunos grupos particulares se
apropien de ellas, con lo que se reduci-
ra o eliminara su carcter social.
Una ciudadana eficaz, consciente y
participativa es el fundamento de la
democracia real y del poder creador o
regenerador de una sociedad. En rea-
lidad, la participacin ciudadana con-
cede a la sociedad la ampliacin de un
poder de afirmacin cultural, a la vez
que le aporta la instrumentacin de
los valores por medio de instituciones
fuertes y organizaciones eficaces; mo-
dula la distribucin y el ejercicio del
poder, manteniendo al Estado fiel a
sus compromisos sociales. Se puede
decir que la ciudadana, a travs de la
participacin, es el hecho que marca
la diferencia hacia un desarrollo inte-
gral que incorpora necesariamente a
la salud pblica, o a la salud en gene-
ral, en sus dimensiones colectiva e in-
dividual. La ciudadana es as expre-
sin y factor de la cultura y del capital
social; es el fermento que conduce a
prcticas sociales saludables y salug-
nicas. Si la cultura es la base y el capi-
tal social es la estructura productiva,
la ciudadana es el motor de las prc-
ticas sociales saludables.
El desarrollo de la ciudadana se basa
en la capacitacin por medio del co-
nocimiento y en la experiencia que
aporta el aprender las cosas hacindo-
las; es tambin consecuencia de la he-
rencia cultural que configura el marco
del aprendizaje social; y es la existen-cia de mecanismos efectivos de par-
ticipacin dentro de la organizacin
social y del Estado, que traducen la
ciudadana en hechos, al tiempo que
favorecen su desarrollo.
En este proceso, tienen una significa-
tiva importancia los mecanismos de
informacin y educacin y las institu-
ciones comunitarias de participacin
directa. El intercambio con el poder
poltico formal es tambin indispensa-
ble en ambos sentidos: hacia la socie-
dad civil, como canalizador de deman-
das que fortalecen la participacin
estableciendo cauces para su mayor
eficacia, y hacia la representacin pol-
tica y el gobierno, como legitimador
de procesos, autoridades y decisiones.
Pero la ciudadana y la participacin
ciudadana van ms all, son la fuente
permanente de creacin y ampliacin
del capital social necesario para au-
mentar la productividad, la estabilidad
y la previsibilidad necesarias para el
buen funcionamiento de los merca-
dos, al tiempo que constituyen tam-
bin una reglamentacin automtica
de su operacin que corrige muchas
de sus deficiencias; a su vez, el mer-
cado puede ser un instrumento de
educacin permanente de la ciudada-
na en lo relacionado con la racionali-
dad econmica, para las decisiones
que tienen que ver con el consumo e
inversin.
La ciudadana y la participacin reper-
cuten tambin, de manera extensa y
profunda, en la gestin pblica, desde
la aprobacin de polticas, planes, etc.,
hasta la gerencia de servicios, con de-
mandas, contribuciones y exigencias
de transparencia y de control que li-
mitan las desviaciones indeseables y
socialmente perjudiciales. En el l-timo anlisis, el desarrollo de la ciu-
dadana y de la capacidad de partici-
pacin es condicin para la plena
realizacin de la democracia y la total
vigencia del estado de derecho que, a
su vez, garantizan la cohesin y la es-
tabilidad sociales, y crean posibilida-
des reales para un verdadero desarrollo
humano.
En la salud y, sobre todo, en la salud
pblica, la ciudadana y la participa-
cin social constituyen la base para
la realizacin mxima de sus obje-
tivos y para la garanta de su carcter
sostenible.
3. Desarrollo de prcticassociales saludables
Las prcticas sociales son el resultado
del proceso social y, al mismo tiempo,
una de sus manifestaciones, lo que im-
plica que son, simultneamente, ins-
trumento de consolidacin de la cul-
tura y de su cambio o renovacin. El
lento proceso repetitivo y evolutivo de
la historia puesto de manifiesto en las
prcticas sociales concretas genera
tambin los estmulos, la necesidad y
los cambios de valores, normas, creen-
cias e instituciones que marcan lapauta de las mismas prcticas. Se trata
de un proceso bsicamente endgeno
a la sociedad, en el que el cambio
puede, sin embargo, ser inducido y
acelerado por factores inicialmente ex-
ternos hasta llegar a situaciones de
rupturas culturales o incluso de revo-
55
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lucin cultural. En realidad no se
construyen prcticas sociales, sino ele-
mentos de la cultura y del capital so-
cial que las producirn. As pues, las
prcticas sociales son la accin misma
hecha posible por el capital social den-
tro de un contexto cultural. Sin em-bargo, los cambios en la cultura y en el
capital social se manifiestan a travs de
la accin social, es decir, de las prcti-
cas sociales. De este modo se completa
la unidad, conceptual y prctica, de
esta trinidad.
En otras palabras, la cultura y el capi-
tal social que sirven de base y estruc-
turan las prcticas sociales pueden ser
objeto de una construccin o una des-
truccin deliberadas, lo que dar ori-
gen a nuevas prcticas que, a su vez,
modificarn la cultura y el capital
social. En la actualidad, una cultura
mundializada, al servicio de una vi-
sin del mundo basada en los merca-
dos, se viene imponiendo sobre las
culturas nacionales y las modifica en
aspectos fundamentales. En efecto, la
fuerza de las tcnicas modernas de co-
municacin, especialmente la merca-
dotecnia y los efectos de demostracin
e imitacin, vienen universalizando
los patrones de consumo y de organi-
zacin social de modo que se estn
cambiando las expectativas y los com-
portamientos hacia un hedonismo
materialista, el individualismo exage-
rado, la competencia destructiva y la
cosificacin de la vida humana. Los
resultados negativos de este fenmeno
son la marginacin o exclusin de los
dbiles, la postergacin de valores
como la solidaridad y la cooperacin,
la relegacin de instituciones funda-
mentales como la familia y la religin,
y la erosin del significado de lo p-
blico o de lo social. En las sociedades
estructuralmente ms maduras, cuna
de esa cultura mundializada, la exis-
tencia de una red de instituciones y
organizaciones sociales amplia, com-
pleja y estable ha suavizado el impacto
de la ruptura cultural, garantizando la
estabilidad suficiente para la propia
regeneracin social y la formacin delos nuevos valores y normas requeri-
dos. En cambio, en las sociedades pe-
rifricas, la ruptura sin sustitutos y sin
un fuerte capital social establecido con
frecuencia implica una prdida de re-
ferentes ticos propios, que se mani-
fiestan en el aumento de la incerti-
dumbre, de la inseguridad, de la
corrupcin en todos los sentidos y de
la violencia en todas sus formas. Las
sociedades, en esos casos, son menos
solidarias, en el sentido de compartir
fines y valores comunes a pesar del flo-
recimiento reciente de tantas organi-
zaciones sociales, ya que la velocidad
de descomposicin es mayor que los
esfuerzos de desarrollo o manteni-
miento. Por consiguiente, las prcticas
sociales resultantes de este proceso
son, con frecuencia, no saludables y la
formacin del capital social no acom-
paa a las necesidades del desarrollo
necesario y en ciertos momentos o si-
tuaciones presenta un balance nega-
tivo. De este modo, la salud pblica
experimenta un desarrollo mucho
menor del que sera posible.
Sin embargo, los mecanismos que se
utilizan para esta degradacin cultural
pueden usarse para la afirmacin de
los valores de una cultura de la vida y
de la salud, para la construccin de
condiciones y situaciones que, afir-
mando la identidad cultural de las po-
blaciones, inspiren la confianza nece-
saria para la realizacin del capital
social en la solidaridad y la coopera-
cin, para que a su vez sustenten un
verdadero desarrollo humano en be-
neficio de todos. No se pretende el ais-
lamiento y el mantenimiento cultural;
al contrario, se trata de utilizar el est-
mulo externo de la interaccin entre
culturas para impulsar los procesos
endgenos y autctonos de cambio y,
por tanto, socialmente legtimos. Elequilibrio adecuado entre autonoma
y heteronoma dar como resultado
sociedades con un carcter ms soste-
nible y mayor capacidad de autogene-
racin, dentro de una cultura y un ca-
pital social que produzcan prcticas
sociales saludables y salugnicas.
En los cuatro grupos mencionados,
las prcticas especficas pueden ser
ejercidas por grupos organizados o
por individuos que reproduzcan mo-
delos socialmente establecidos. Pero
lo importante para la salud pblica es
la presencia de un significado colec-
tivo, incluso en las actuaciones indi-
viduales repetidas y agregadas. La
vinculacin del mbito poblacional
de las prcticas sociales con el de las
prcticas individuales concede una di-
mensin social a la agregacin y a la
organizacin de prcticas individuales
y justifica la actuacin individual o de
grupos para la promocin de prcticas
sociales saludables y su contribucin a
la salud pblica.
El proceso de construccin y desarro-
llo de las prcticas sociales puede ser
analizado en las siguientes fases, siem-
pre presentes en las sociedades, y que
se suceden y complementan perma-
nentemente: a) la construccin, acu-
mulacin o afirmacin de valores y de
los conocimientos y contenidos ope-
rativos que los sustentan y a travs de
los que se manifiesta; b) la formacin
de instituciones y organizaciones, de
los actores que aplican los valores y el
conocimiento y de las relaciones que
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se establecen entre ellos, desde las ms
simples hasta las ms complejas; c) la
movilizacin de los esfuerzos dentro y
por medio de las prcticas sociales
propiamente dichas; y d) el refuerzo,
la expansin, la renovacin y el cam-
bio de todo el proceso.
Esta visin del proceso de construc-
cin de las prcticas sociales expresa la
importancia de la conjuncin de valo-
res, conocimientos e instituciones que
intervienen en su desarrollo, y su im-
portancia para la salud pblica. La
educacin, en todas sus formas, como
estrategia de formacin para la ciu-
dadana es uno de los principales ins-
trumentos impulsores del proceso; o
mejor dicho, un instrumento que per-
mite la transferencia de informacin
que capacita y que debe ser comple-
mentada con la creacin de los meca-
nismos para su uso efectivo. El cuarto
grupo de prcticas, el del desarrollo de
la ciudadana y de la capacidad de
participacin social, pasa a ser as la
principal estrategia para la promocin
de las prcticas sociales deseadas.
La construccin de la ciudadana es,
en esencia, un proceso de adquisicin
de poder y de las condiciones para su
ejercicio efectivo. Se trata, por tanto,
de un proceso fundamentalmente po-
ltico en el que hay que estar prepa-
rado para la seleccin consciente de
proyectos propios pero compartidos y,
por consiguiente, con un cierto poten-
cial transformador. Segn la defini-
cin de Savater,3 es la capacidad de
hacer, ms que simplemente de ser.
O, en otras palabras, de afirmar la pro-
pia identidad y la pertenencia a una
cultura, a un grupo o a una comuni-
dad el ser como base para la par-
ticipacin el hacer, que se trans-
forma en el fin principal de todo el
proceso. La ciudadana slo se com-
pleta en la participacin, al compartir
valores, derechos y deberes, y proyec-tos de actuacin para la construccin
del futuro, o sea, para la transforma-
cin de la realidad.
Lo anterior no implica una situacin
de ideas y pensamientos nicos; al
contrario, se trata de potenciar la plu-
ralidad por medio de la homogeneiza-
cin de derechos, deberes y posibili-
dades, para que cada actor pueda
participar en la formulacin y ejecu-
cin de proyectos comunes mante-
niendo, por otro lado, propuestas pro-
pias especficas individuales o del
grupo. Desarrollar la ciudadana en
realidades sociales no ideales implica
as, normalmente, un propsito de
cambio, de transformacin y, por con-
siguiente, las prcticas sociales que re-
sultan tienen tambin esa finalidad. Por
otro lado, desarrollar la ciudadana y su
capacidad de participacin es construir
y acumular capital social positivo; es
crear, al mismo tiempo, mecanismos,
socialmente endgenos, para corregir
las distorsiones o problemas de las ac-
tuaciones sociales y colectivas: el opor-
tunismo negativo que se manifiesta a
travs del aprovechamiento personal o
de grupos cerrados, el corporativismo y
las prcticas polticas anticuadas, como
el clientelismo o el nepotismo, la pasi-
vidad y la corrupcin.
Lgicamente, las prcticas sociales no
presentan una uniformidad consis-
tente entre s, ni siempre son portado-
ras de propsitos comunes y virtuo-
sos, as que en la gran complejidad y
diversidad de los procesos sociales co-
existen prcticas divergentes y conflic-
tivas. Lo que importa es la posibilidad
de establecer cursos de actuacin via-
bles para la realizacin de fines ma-
yoritariamente aceptados por la so-
ciedad y conformados por prcticas
virtuosas, socialmente hegemnicas.La salud pblica puede, y debe, apro-
vechar el elevado consenso de valor
existente en materia de salud y de la
vida para participar en el esfuerzo, ne-
cesariamente intersectorial, de impul-
sar el desarrollo de las condiciones
que produzcan prcticas sociales salu-
dables. En ese sentido, los actores per-
sonales, que son los profesionales de
la salud pblica, deben ser tambin, y
especialmente, mensajeros y promo-
tores del cambio cultural y de la for-
macin del capital social que llevan a
las prcticas sociales saludables y salu-
gnicas, o sea, al desarrollo de la ciu-
dadana y de la capacidad de partici-
pacin. Esta es, sin duda, la misin
ms importante que tienen dentro de
la salud pblica.
El proceso es simultneamente din-
mico, gracias a la evolucin continua
de la sociedad, y suficientemente esta-
ble, gracias a los valores de sustenta-
cin, lo que permite desarrollar estrate-
gias en plazos razonables. En todo esto,
y especialmente para la salud pblica,
se vuelve a insistir en el papel funda-
mental del Estado como principal ins-
titucin social. A pesar del carcter b-
sicamente endgeno del proceso, el
Estado puede estimularlo e impulsarlo
mediante el reconocimiento de su im-
portancia, incluso para la gobernabili-
dad, la educacin en todos sus niveles,
la informacin pblica formativa y la
creacin de mecanismos instituciona-
les adecuados que adems de hacer
efectiva la participacin, permitan
tambin recompensarla con resultados
57
3 Savater, F. Elegir la Poltica, Letras Libres,
Espaa, 2002.
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y beneficios concretos; quizs el ms
importante de los papeles especficos
del Estado, en ese campo y en el
mundo actual, sea el de ampliar la ac-
tuacin pblica mediante la moviliza-
cin y articulacin de los actores socia-
les de carcter pblico no estatal paraque tengan una actuacin sinrgica
hacia propsitos comunes, sin olvidar
sus responsabilidades directas que no
puedan o no deban ser delegadas, o de
muy difcil delegacin en circunstan-
cias concretas. El cumplimiento de ese
papel significa, de hecho, devolver a la
sociedad la potestad sobre el mismo
Estado y someter la intervencin esta-
tal al control social ejercido por la ciu-
dadana. Esto, llevado a la salud p-
blica, significa darle su expresin ms
amplia y ms efectiva a la hora de
compartir la responsabilidad con su
principal actor, la poblacin.
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