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50 I.T. N.º92. 2011 Introducción La manipulación, sea esta del tipo que fuere, de los puentes viejos de piedra que pueblan todo el territorio nacional plan- tea, en primer lugar, el problema de determinar y definir el grado, las formas y maneras de cómo debe ser hecha, en fun- ción de la catalogación del puente objeto de estudio. Si resolver la cuestión anterior ya resulta sumamente pro- blemático, el asunto se complica al máximo cuando dicha manipulación va encaminada a ensanchar los tableros de los vetustos y nobles puentes de fábrica, si estos se muestran in- capaces, en su vejez, de tener que soportar la insaciable de- manda que el tráfico de vehículos exige en nuestros pueblos, ciudades y carreteras. Los puentes de fábrica admiten francamente mal cualquier alteración de su fisonomía aparente, se venda como se quiera vender dicha alteración, y, por consiguiente, lo más inteligen- te y sensato consiste en no alterarlos, o alterarlos lo menos po- sible, para conseguir transferirlos en las mejores condiciones posibles a las generaciones que nos sucedan. En general, hacer lo contrario es hacer trampas, y las trampas nunca son buenas, incluso cuando se hacen de buena fe; aunque la buena fe, cuando se nos mete en la cabeza tirar para adelante con un proyecto, se vuelva ciega, sorda y, por qué no decirlo también, filosóficamente peligrosa. La revista en que se inserta este escrito tiene magníficos números, y, en ellos, espléndidos artículos que analizan y se aproximan al problema de la restauración y rehabilitación de los puentes conceptualmente, lo que nos permite simplificar nuestra exposición y no repetir lo mismo. Por ello, aconseja- mos al lector el repaso y lectura de los números dedicados a Los puentes, El patrimonio de las obras públicas, Los caminos y La ingeniería e historia. No obstante, resulta obligado men- cionar algunas de las ideas clásicas que se manejan en el res- tauro, aunque sea simplificándolas burdamente, con la única intención de dar coherencia a nuestra exposición y crear el contexto teórico donde referenciar los criterios que habitual- mente empleamos los ingenieros ensanchando los tableros de los puentes de fábrica. Los sanedrines del restauro Aunque a lo largo de la historia siempre hemos tenido, afor- tunadamente, personas sensatas que se han preocupado y ocupado de mantener y conservar con fortuna diversa el Pa- trimonio Monumental construido, fruto de la parte más no- ble de la humanidad, hubo que esperar hasta el siglo XIX, pa- ra poder contar con una sustentación teórica que sirviera de base operativa a los intrépidos que se lanzaban a conservar, restaurar, rehabilitar o como se quiera llamar, sutilmente, a las manipulaciones que realizamos sobre los edificios y puen- tes del pasado que tienen el valor suficiente para ser conside- rados dignos de figurar dentro del Patrimonio Monumental que debe ser conservado. Simplificando el asunto, el primer espadachín del restauro, heredero del restauro arqueológico, lo encontramos en el in- signe genial y vitalista arquitecto Violet Le Duc (1814-1879), padre de la restauración Historicista, de la teoría que pasó a ser conocida como restaurar en estilo: “Restaurar un edificio no significa conservarlo, repararlo o rehacerlo, sino obtener su completa forma prístina (su vieja y primitiva forma para en- tendernos mejor), incluso aunque nunca hubiese sido así”. La filosofía restauradora de Violet queda magníficamente reflejada en las imágenes que nos ofrecen Notre Dame de Pa- rís y el castillo medieval de Carcasona, ambos obras recons- truidas bajo los criterios y diseños de nuestro primer sane- drín. Sin duda alguna, Violet Le Duc ha sido el amparador teórico de la mayoría de las restauraciones que se han llevado a cabo en nuestro país hasta que, por fijar unos tiempos, la transición política arrumbó los criterios historicistas más ra- dicales, reemplazándolos por otros más actuales y respetuosos Criterios básicos para el ensanche de los puentes de piedra Florentino Regalado Tesoro DESCRIPTORES RESTAURACIÓN PATRIMONIO MONUMENTAL PUENTES DE FÁBRICA ENSANCHE

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APLICACIONES DE LA INGENIERIA CIVIL: FLORENTINO REGALADO, CRITERIOS BASICOS EN EL ANALISIS Y COMPORTAMIENTO DE ESTRUCTURAS

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50 I.T. N.º 92. 2011

IntroducciónLa manipulación, sea esta del tipo que fuere, de los puentesviejos de piedra que pueblan todo el territorio nacional plan-tea, en primer lugar, el problema de determinar y definir elgrado, las formas y maneras de cómo debe ser hecha, en fun-ción de la catalogación del puente objeto de estudio.

Si resolver la cuestión anterior ya resulta sumamente pro-blemático, el asunto se complica al máximo cuando dichamanipulación va encaminada a ensanchar los tableros de losvetustos y nobles puentes de fábrica, si estos se muestran in-capaces, en su vejez, de tener que soportar la insaciable de-manda que el tráfico de vehículos exige en nuestros pueblos,ciudades y carreteras.

Los puentes de fábrica admiten francamente mal cualquieralteración de su fisonomía aparente, se venda como se quieravender dicha alteración, y, por consiguiente, lo más inteligen-te y sensato consiste en no alterarlos, o alterarlos lo menos po-sible, para conseguir transferirlos en las mejores condicionesposibles a las generaciones que nos sucedan. En general, hacerlo contrario es hacer trampas, y las trampas nunca son buenas,incluso cuando se hacen de buena fe; aunque la buena fe,cuando se nos mete en la cabeza tirar para adelante con unproyecto, se vuelva ciega, sorda y, por qué no decirlo también,filosóficamente peligrosa.

La revista en que se inserta este escrito tiene magníficosnúmeros, y, en ellos, espléndidos artículos que analizan y seaproximan al problema de la restauración y rehabilitación delos puentes conceptualmente, lo que nos permite simplificarnuestra exposición y no repetir lo mismo. Por ello, aconseja-mos al lector el repaso y lectura de los números dedicados aLos puentes, El patrimonio de las obras públicas, Los caminos yLa ingeniería e historia. No obstante, resulta obligado men-cionar algunas de las ideas clásicas que se manejan en el res-tauro, aunque sea simplificándolas burdamente, con la únicaintención de dar coherencia a nuestra exposición y crear el

contexto teórico donde referenciar los criterios que habitual-mente empleamos los ingenieros ensanchando los tableros delos puentes de fábrica.

Los sanedrines del restauroAunque a lo largo de la historia siempre hemos tenido, afor-tunadamente, personas sensatas que se han preocupado yocupado de mantener y conservar con fortuna diversa el Pa-trimonio Monumental construido, fruto de la parte más no-ble de la humanidad, hubo que esperar hasta el siglo XIX, pa-ra poder contar con una sustentación teórica que sirviera debase operativa a los intrépidos que se lanzaban a conservar,restaurar, rehabilitar o como se quiera llamar, sutilmente, alas manipulaciones que realizamos sobre los edificios y puen-tes del pasado que tienen el valor suficiente para ser conside-rados dignos de figurar dentro del Patrimonio Monumentalque debe ser conservado.

Simplificando el asunto, el primer espadachín del restauro,heredero del restauro arqueológico, lo encontramos en el in-signe genial y vitalista arquitecto Violet Le Duc (1814-1879),padre de la restauración Historicista, de la teoría que pasó a serconocida como restaurar en estilo: “Restaurar un edificio nosignifica conservarlo, repararlo o rehacerlo, sino obtener sucompleta forma prístina (su vieja y primitiva forma para en-tendernos mejor), incluso aunque nunca hubiese sido así”.

La filosofía restauradora de Violet queda magníficamentereflejada en las imágenes que nos ofrecen Notre Dame de Pa-rís y el castillo medieval de Carcasona, ambos obras recons-truidas bajo los criterios y diseños de nuestro primer sane-drín. Sin duda alguna, Violet Le Duc ha sido el amparadorteórico de la mayoría de las restauraciones que se han llevadoa cabo en nuestro país hasta que, por fijar unos tiempos, latransición política arrumbó los criterios historicistas más ra-dicales, reemplazándolos por otros más actuales y respetuosos

Criterios básicos para el ensanche de los puentes de piedra Florentino Regalado Tesoro

DESCRIPTORES

RESTAURACIÓN PATRIMONIO MONUMENTAL PUENTES DE FÁBRICA ENSANCHE

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con las obras que restaurar, tal y como figuran en las Cartasdel Restauro que se van elaborando, adaptando las teorías res-tauradoras a los tiempos presentes de quienes las redactan,con el beneplácito de los estamentos oficiales de turno.

Lo anterior resulta especialmente peligroso en las restau-raciones, porque, lo que hoy consideramos válido, el mañanalo puede estimar insoportable o perjudicial para el monu-mento que ha de ser conservado con dignidad.

En el polo opuesto a Violet, se encuentra el otro sanedrín,John Ruskin (1819-1900), un idealista y ardiente defensor dela autenticidad histórica, que rechazaba y negaba con pasiónque esta pudiera encontrarse en las reconstrucciones en esti-lo que propugnaba Violet.

Para Ruskin, solamente las obras, se encuentren en el es-tado que se encuentren, o sus restos tal y como estén, puedenexpresar de manera auténtica la verdad que encierran, las cua-

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Fig. 1. Proyectos filosóficamente peligrosos.

Fig. 2. Ejemplos emblemáticos de la restauración historicista de Violet Le Duc (restauración en estilo).

Fig. 3. Puentes conservados bajo la filosofía del restauro en estilo de Violet Le Duc.

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lidades intrínsecas y morales que puedan poseer; dicho deotra manera, las restauraciones son para Ruskin una pura fal-sedad y nunca deben llevarse a cabo:

“Cuidad vuestros monumentos y no tendréis que restau-rarlos”.

“Ligadlo con hierro cuando se disgrega, sostenedlo con vi-gas si se hunde. No hay que preocuparse de la brutalidad delsocorro que se lleve: Es mejor el mismo que perder una pierna”.

“Hacedlo con ternura y respeto, vigilancia incesante ymás de una generación nacerá y desaparecerá a la sombra desus muros. Pero su última hora, al fin sonará; y que sueneabierta y francamente, sin que ninguna sustitución deshono-rable y falsa lo prive de los deberes fúnebres del recuerdo”.

Leyendo a Ruskin, no es de extrañar el enorme aprecioque pueden suscitar sus palabras en todos aquellos que sesientan imbuidos del espíritu romántico que trasciende de lasruinas que surgen entre las zarzas, y los vencejos que vuelanentre ellas al atardecer.

Entre ambos sanedrines, entre el blanco y el negro, todala gama de grises que el espíritu humano puede dar de sí, sus-tentando cambiantes teorías al ritmo de modas y tiempos,cargadas a veces de una ambigüedad exasperante.

La ambigüedad llega a ser de tal calibre que, en las res-tauraciones modernas, todo cabe: lo de un lado y lo del la-do contrario, expuesto y materializado con todo el despar-pajo que sea capaz de vender el proyectista de turno en cadamomento.

Y en este contexto burdamente simplificado, sobre el queno podemos extendernos más, aunque nos resulte apasionan-te, debemos situar el ensanche de nuestros puentes de fábri-ca, y ya se adivina que resulta imposible hacerlo, por lo quese debe jugar el partido en un contexto diferente, el contextotan resbaladizo y, al mismo tiempo, tan gratificante del senti-do común: los puentes debemos ensancharlos, si no nos que-da más remedio que hacerlo, con algunos conocimientos ymuchas dosis de respeto y sentido común.

Lo primero que debe hacerse antes de tocar cualquier puenteSin duda alguna, estudiar y aprender de aquellos que saben yhan trabajado en el campo monumental y han tenido la gran-deza de compartir sus conocimientos con los aficionados a laspiedras, entre los que humildemente nos encontramos.

Los disparates que hemos hecho los ingenieros restauran-do los puentes de fábrica solo el cielo puede cuantificarlos, yla cámara que ha fotografiado los ejemplos que adjuntamos.Y esto ha sido así, unas veces, por pura ignorancia; otras, poruna falsa economía, y otras, por una falta de sensibilidad im-presentable. Las obras monumentales –y una gran cantidadde puentes pueden catalogarse como tales– no nos pertene-cen; tan solo las hemos heredado de nuestros antepasados enalquiler, y tenemos la ineludible obligación de transmitirlas anuestros nietos, por lo menos, en las mismas condiciones enque las recibimos: hacer lo contrario debería ser consideradocomo delito, pues podemos estar destruyendo el patrimoniohecho en piedra de nuestra historia.

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Fig. 4. Puentes conservados –aunque mejor sería decir olvidados a su suerte– bajo la filosofía ruskiniana.

Fig. 5. Ejemplos de algunas masacres restauradoras realizadas por la ingeniería.

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Estudiar, catalogar y analizar el puente sobre el que tene-mos que trabajar, siguiendo los principios y categorías funda-mentales del Consejo de Europa y que el sentido común máselemental propone, resulta absolutamente obligado.

Dichos principios y categorías son: • Valor científico del puente.• Valor estético.• Valor histórico.• Valor simbólico.• Valor de uso.

Este análisis es el que nos permitirá determinar el grado demanipulación que admite nuestro puente, consensuándose elveredicto con las fuerzas vivas del lugar, que, de ser posible, sino tienen naturaleza política, mejor. Y a poco valor que ten-ga el puente en cada una de las categorías mencionadas, lomás prudente y sensato nos llevará a la conclusión de tocar elpuente lo menos posible y, por supuesto, olvidarnos de en-sanchar su calzada con resultados imprevisibles.

Nuestros viejos puentes monumentales merecen el mayorde los respetos, y, por ello, la actuación más conservadora yrecomendable es la de sanearlos, limpiarlos y consolidarlos,rehaciéndolos con materiales que permitan una identifica-ción nítida y clara, sin que ello altere su fisonomía formal, y,si es posible, estableciendo un camino de ida y vuelta, pues-to que, si nos equivocamos al hacerlo, nuestros herederos po-drán corregir el desaguisado que hayamos organizado. Lo quese hizo en el Teatro Romano de Sagunto, aunque pueda estarequivocado en mi apreciación, no tiene nombre, puesto quelas actuaciones realizadas sobre sus restos son absolutamenteinapropiadas e irreversibles.

Encontrarle una utilidad al puente que restauramos resultacasi obligado, puesto que un puente sin uso de tipo alguno es-tá condenado a morir lentamente, tal y como le gusta al Sr.Ruskin, pero que, en general, no suele ser del agrado de nadieque desee seguir viendo las obras en pie. Aunque las viejas rui-nas de los puentes, adecuadamente cercadas en un entornomedianamente cuidado, resultan de una belleza indescriptible,se encuentren donde se encuentren. Si acaso no me creen, vá-yanse a ver una puesta de sol en Alconetar y me darán la razón,a pesar de que las ruinas del puente imperial romano que veanni siquiera se encontraban allí, puesto que fueron trasladadaspara salvarlas de las aguas de la cola del pantano de Alcántara.

Y si, después de esta primera etapa de estudios imprescin-dible, no queda más remedio que ensanchar nuestro vetustopuente de piedra, hagámoslo con la mayor delicadeza posible.Y al hacerlo, antes de acometer su ensanche, no está de másque complementariamente efectuemos la investigación nece-saria que nos permita asegurar que la cimentación existente vaa resistir el ensanche, saber cómo va a responder la estructurade nuestro puente con su nueva geometría y conocer las car-gas excéntricas que actuarán sobre él generando los esfuerzosque se van a introducir en la fábrica por los inevitables vola-dizos que aparecerán a izquierda y derecha sobre sus bóvedas.

Somos conocedores de que los ingenieros han efectuadoensanches a ciegas en infinidad de puentes de fábrica sin pro-blemas, puesto que esta tipología de puentes rara vez presentaproblemas de resistencia; sin embargo, nuestra obligación es lade realizar los cálculos que sean necesarios para asegurarnos deque todo va a ir bien, aunque sean simples y sencillos. En elpresente tenemos ya a nuestro alcance suficiente bibliografía

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Fig. 6. Alardes circenses realizados por ingenieros restauradores.

Fig. 7. Restos de gran belleza, independientemente de cualquier tipo de consideraciones.

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y autores brillantes que se ocupan de estos temas en España(C. Molins, P. Roca, J. León, J.A. Martín Caro, J.M. Calzón,H. Corres, Fernando Troyano, J. Manterola, J. Arenas, J.A.Fernández Ordóñez, etc.) que han tenido la generosidad decompartir el camino que debemos seguir para resolver y ana-lizar estos problemas, y a ellos me remito sin más que bucearen Internet o repasar lo publicado en Hormigón y Acero.

Actuaciones previas al ensanche• Los recursos que la arquitectura emplea en las restauraciones

a base de un coctel de madera vista, acero en todas sus va-riedades –especialmente el corten–, láminas de cristal, algu-nos cablecitos inoxidables aquí y allá, piedras y ladrillos queaparecen y se ocultan tras morteros monocapas, y poco más,no cabe duda de que suelen crear una escenografía suma-mente brillante, y, en general, el resultado suele dar el juegosuficiente para que sea aceptado con agrado por el respetableque financia la puesta en escena, aunque el Sr. Ruskin se re-vuelva en su tumba cuando observa semejantes actuaciones.Los recursos mencionados tienen escasa aplicación cuandode ensanchar un puente se trata, porque el carro de Ins-trucción de Carretera con sus 600 kN no perdona.

• Si al revisar las cimentaciones estas se encuentran en malestado, fundamentalmente debido a las socavaciones, dosson los caminos que podemos seguir:

– Envolverlas en un cajón de hormigón hasta el terreno estable.– Crear unas pantallas de bataches o de pilotes que protejan el

apoyo de las pilas, si el terreno firme se encuentra profundo.Y, como actuación adicional, el rellenar los recintos zuncha-dos por las pantallas con inyecciones consolidadoras puedeser un complemento muy eficaz que asegure la resistencia ydurabilidad de la cimentación del puente para su futuro.El rodear la base de las pilas con escolleras protectoras, quehemos visto en algunas actuaciones, no parece que sea una

buena solución por las influencias nefastas que se introdu-cen en el régimen hidráulico que se genera en las avenidas.

• Cuando las pilas se muestren incapaces de soportar lasnuevas cargas del ensanche, no quedará más remedio quereforzarlas.Resulta recomendable, ante la duda, respetar en principiola fisonomía prístina de todas las pilas, acudiendo, si espreciso, a reponer las piedras que sean necesarias hasta con-seguirlo con su envolvente externa, lo cual facilita que seaposible identificar la obra realizada en el futuro, con losdocumentos precisos.La diferenciación visual entre las piedras nuevas y las viejasya no resulta tan evidente que tenga que materializarse ne-cesariamente tal cual, puesto que cada caso es un mundo ylos resultados que pueden originarse con las diferenciacio-nes pueden ser brillantes o espantosos. Las restauracionespor analogía formal son muy delicadas, y requieren unacierta gracia divina para no generar bodrios insufribles ycachifollados. En la actualidad, reforzar las pilas internamente resulta su-mamente fácil clavando micropilotes desde el tablero. Laúnica precaución que exige esta técnica es la de asegurarque el recubrimiento de las armaduras de los pilotes impi-da su oxidación. Hemos visto pilares de sillería absoluta-mente destrozados debido a la oxidación que provoca enlas armaduras de los pilotes la ascensión capilar de la hu-medad que penetró en ellos.Por lo expuesto, somos partidarios de armar los pilotes conarmaduras en barras en vez de tubos, y, si es posible, queestén todas ellas por lo menos galvanizadas, si las inoxida-bles no se encuentran asequibles. Complementariamente alo anterior, resulta posible sellar exteriormente las juntas delas piezas que conforman las pilas y efectuar inyeccionesdel material adecuado en cada circunstancia (epoxi, grout,

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Fig. 8. Ejemplos de restauraciones arquitectónicas al uso.

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etc.) que las consolide internamente, comenzando desdeabajo para ir sellando paulatinamente las boquillas de in-yección a medida que nos elevamos en altura.En contraste con los refuerzos internos, no deberían des-cartarse los zunchados exteriores de acero corten en cabezay pie de las pilas de piedra, escasamente empleados en susrefuerzos, pero que, sin embargo, armonizan bastante biencon las piedras y constituyen un recurso muy en la línea delrestauro moderno.

Los ensanches del tablero: alternativas posiblesTal y como ya hemos dicho anteriormente –pero no está de másseguir insistiendo un poco para que no queden dudas de tipoalguno–, el hecho de resolver los problemas de tráfico ensan-chando un puente de fábrica cargado de historia y belleza de-bería estar proscrito, y solo podría asumirse en aquellos puen-tes de categoría inferior, y siempre que exista un consensocualificado sobre la imposibilidad de evitar el trauma que pa-ra el puente supone una operación de este tipo.

Hablaremos de los ensanches de puentes mencionando ydescribiendo aquellas alternativas que conocemos, algunas delas cuales hemos podido materializar personalmente y otras,simplemente, se aproximan a nosotros gracias a la generosi-dad de los autores que las han publicado.

Traslado de los paramentos del puenteEl alargar las pilas y trasladar paralelamente a sí mismo unoo los dos paramentos del puente de fábrica, e introducir enmedio una nueva estructura de igual material al existente, ode hormigón, si se desea un abaratamiento con una diferen-ciación rotunda entre lo viejo y lo nuevo, tal y como se pro-pugna en el restauro moderno, posiblemente sea una de lasalternativas más apreciadas por el público en general dentrodel campo de la restauración.

La operación del ensanche por traslación de paramentosvisualmente pasa desapercibida para las generaciones que nola vivieron, salvo para aquellos que saben que los puentes defábrica, a pocos años que tengan, jamás pudieron ser conce-bidos y construidos en su época con calzadas que superasenlos seis metros como cota superior.

¿Acaso saben todos los parisinos que algunos de sus puen-tes del Sena más emblemáticos han sido ensanchados de laforma que hemos mencionado?

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Fig. 9. Posibles recalces de una pila (dibujo de Víctor Lloret).

Fig. 10. Restauración brillante resuelta por la vía de la analogía formal.

Fig. 11. Puentes de París ensanchados por traslación de sus paramentos.

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¿Saben los madrileños de a pie que el espléndido puente deSegovia que sobre el Manzanares concibió J. Herrera tambiénfue ensanchado de esta manera tras innumerables vicisitudes?

La filosofía de ensanche por traslación de paramentos esposiblemente la más costosa de todas; y su peor defecto radicaen el impacto masivo que produce en el puente ensanchadorompiendo todas sus proporciones visuales, a poco que sea vi-sible desde una cota que supere su rasante. La vuelta atrás deuna actuación de esta naturaleza es poco menos que imposible.

Ensanche de las bóvedas sobre los tajamares de las pilasEste sistema puede ser de aplicación cuando se dé en primerlugar la circunstancia de que el puente disponga de pilas quesuperen con sus tajamares el ancho de la calzada, y el ensan-che previsto para esta no supere el ámbito de su anchura.

Se trata de empalmar lateralmente unas bóvedas adosadasa las bóvedas existentes en sus boquillas que vayan a descan-sar y morir sobre los recrecidos elevados que necesariamentehay que construir sobre los tajamares.

Estas bóvedas pueden construirse de hormigón y aplacar-se posteriormente de piedra para que la imagen visual delpuente sufra lo menos posible.

También deberán colocarse unos tímpanos paralelos a losexistentes y rellenar entre ellos, o demoler los primitivos yampliar los rellenos hasta los nuevos tímpanos que nazcan so-bre nuevas boquillas de las bóvedas ampliadas.

Esta técnica se ha empleado en algunas ocasiones, reem-plazando las bóvedas por vigas de hormigón con perfil varia-ble para hacerse pasar por ellas, pero sin tapar del todo las bo-quillas del puente que se está ampliando, o tapándolas me-diante una analogía de formas con materiales diferentes.

Cuando la ampliación se hace con hormigón y se ocultaparcialmente el viejo puente y encima no se aplaca con piedrasde texturas y colores similares a las existentes, los resultados quese obtienen no son excesivamente afortunados, aunque conello se cumpla uno de los requisitos modernos de la restaura-ción diferenciando los materiales del pasado y del presente.

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Fig. 12. Puente de Juan de Herrera sobre el Manzanares, ensanchado por traslación de uno de sus paramentos.

Fig. 13. Puentes con calzadas ensanchadas mediante bóvedas o pseudobóvedas adosadas.

Fig. 14. Calzada ampliada con vigas añadidas que emplean una analogíade forma con las bóvedas usando materiales diferenciados.

Fig. 15. Calzada ensanchada con bóvedas de hormigón a la vista.

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Ensanche con vigas adosadas a la calzadaLos ensanches de la calzada acudiendo a vigas adosadas, nor-malmente prefabricadas, han sido una de las técnicas másempleadas en este tipo de trabajo. La técnica descrita, muyeconómica, por otra parte, y, por lo tanto, en línea con unaingeniería sumamente peligrosa cuando se aplica a la restau-ración monumental, no es, bajo nuestro punto de vista per-sonal, en modo alguno recomendable; es más, nos atrevemosa calificarla de lamentable.

Los ensanches planteados con vigas adosadas esencial-mente tienen dos variantes. La primera de ellas consiste enelevar los tajamares o salientes de las pilas hasta el nivel de lacalzada –incluso acudiendo a añadidos laterales de ampliaciónsobre ellas si el ensanche así lo requiriera– y apoyar sobre elpostizo creado las vigas prefabricadas que fuera necesario ado-sar longitudinalmente a la calzada. Se remata el conjunto dis-poniendo una losa de hormigón de unos veinte o veinticincocentímetros sobre las nuevas vigas y sobre la vieja calzada queconforma una base sobre la que colocar la nueva capa de ro-dadura asfáltica de unos ocho o diez centímetros de espesor.

Si el recrecido de las pilas no fuese posible, tenemos la se-gunda variante, que consiste en colocar sobre las pilas delpuente que se ha de ensanchar un travesaño de hormigón,que, dependiendo del estado del puente, puede quedar apo-yado directamente en el relleno o bajarse como un muro en-tre los tímpanos haciéndolo descansar sobre las pilas en me-dio de los arranques de las bóvedas.

Sobre este travesaño que trabaja en ménsula, preferible-mente a izquierda y derecha de los tímpanos del viejo puen-te, pero sin que apoye en ellos, para no concentrar tensioneslocales que podrían dañarlos, se colocan unas vigas adosadasprefabricadas o una losa de hormigón como nuevo tablero, yse repite el acabado de la primera variante descrita. Frecuen-temente, las vigas o la losa de hormigón sustitutiva se correpor toda la calzada cuando el relleno y las bóvedas pueden darpie a asientos diferenciales con los recrecidos laterales.

Ambas soluciones, insistimos, suelen ser realmente atro-ces e impresentables, pero hacerse, se han hecho, y muchonos tememos que se seguirán haciendo, dada la simplicidadconstructiva que presentan las soluciones descritas. Lo únicobueno que tienen las soluciones descritas es que son fácil-mente reversibles.

Ensanches mediante piezas transversales continuasEl sistema de ensanchar la calzada mediante ménsulas sufi-cientemente próximas que parten de la calzada a izquierda yderecha del puente, y que dependiendo de su anchura pue-den atravesarlo o no para garantizar su estabilidad al vuelco,probablemente haya sido la técnica más empleada a lo largode la historia de los ensanches de los puentes de fábrica. Enla actualidad, aunque se sigue empleando, ha sido reemplaza-da por las losas voladas.

La solución mencionada resulta muy sencilla y barata deconstruir, especialmente cuando el puente muestra suficientecapacidad para resistir el ensanche sin tener que reforzar susbóvedas.

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Fig. 16. Vigas adosadas a la calzada sobre los tajamares.

Fig. 17. Ensanche con travesaños volados sobre las pilas.

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El diseño de las ménsulas, de las piezas voladas, ha idoevolucionando a través de los tiempos. En un principio, lasménsulas eran de piedra con un acabado curvo ciertamentebonito, que hasta podría estimarse que formaban parte delpuente original, dado que se han empleado también origina-riamente en su construcción, colocándolas bajo las impostas.

Posteriormente, las ménsulas pasaron a ser metálicas, locual provoca un impacto visual muy negativo en los paramen-tos verticales del puente. Cuando el hormigón armado comen-zó su caminar, los travesaños volados pasaron a ser todos dehormigón con un diseño formal historicista en sus inicios, imi-tando a los matacanes de piedra con remates escalonadamentecurvos. En el presente, las ménsulas se han simplificado for-malmente a un diseño rectangular con cantos rectos peraltados.

Los resultados que se obtienen con la aplicación de la fi-losofía descrita son variopintos, puesto que hay ensanches he-chos con delicadeza y otros resueltos burdamente.

Bajo un punto de vista puramente mecánico hay que tenercuidado con las cargas generadas y analizar la trascendencia deapoyarse con los voladizos sobre los tímpanos, puesto que ellosupone hacerlo sobre puntos rígidos en su basculamiento ytransferir las cargas por efecto arco directamente a las pilas porlos propios tímpanos (que es lo que realmente creemos quesucede casi siempre, pues apenas conocemos patologías publi-cadas por esta causa). El otro camino que tienen las ménsulasde transferir las cargas sería hacerlo verticalmente por los tím-

panos a las boquillas de las bóvedas y de estas, repartiéndosetransversalmente, caminar hacia las pilas, aunque con ciertoriesgo de originar grietas de despegue entre las piezas de lasbóvedas al superponerse al efecto mencionado unos ciertos in-crementos de los empujes horizontales de los rellenos, si estosno se encuentran adecuadamente trabados y cementados conlos morteros de cal que se usaban para estos menesteres.

La verdad sea dicha, si hemos sido capaces de interpretarbien los resultados de los pocos ensayos a rotura que han si-do publicados sobre puentes de fábrica, los tímpanos perma-necen unidos a las bóvedas hasta prácticamente el momentode producirse su colapso, que es cuando comienzan a despe-garse de ellas, al ceder las boquillas de las bóvedas; mientrasque los tímpanos se mantienen en pie al poder desarrollar unmecanismo de arco o de bielas en su interior apropiado a lascargas actuantes.

Ensanches mediante losas transversales (bóvedas en buen estado)Si las bóvedas se encuentran en buenas condiciones y su re-lleno tiene la solvencia necesaria, el ensanchar la calzada me-diante losas que simplemente se dejan sobre él conduce aunos resultados formales asumibles.

Tan solo hay que realizar un pequeño cajeado entre lostímpanos, colocar un lecho arenoso y apoyar sobre él las lo-sas transversalmente a medida que se construyan, procuran-do dejar un par de centímetros sobre los tímpanos para quevuelen sin tocarlos.

Algunos puentes hemos ensanchado de la forma indicadacon buenos resultados mecánicos y unos resultados formalesasumibles, pese a que, como ya hemos dicho anteriormente,el puente queda alterado y nunca jamás volverá a ser el mis-mo, aunque en beneficio de nuestros herederos esta soluciónadmite la marcha atrás fácilmente.

Las losas pueden construirse continuas in situ medianteunos encofrados que se cuelgan de unos sencillos artilugios queavanzan apoyándose sobre el propio puente. También cabe laposibilidad de prefabricarlas con la forma debida, incluso in-corporando a ellas las aceras con huecos para las instalacionesque puedan cruzar por el puente, uniéndolas entre sí con unacapa de hormigón y un simple mallazo del φ 12 a 20 cm.

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Fig. 18. Ménsulas de piedra originales que ensanchan la calzada bajo la imposta volada.

Fig. 19. Ensanche mediante ménsulas metálicas.

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Fig. 20. Ensanches resueltos con ménsulas transversales.

Fig. 21. Dibujos esquemáticos de los ensanches más empleados en la actualidad (dibujos de Víctor Lloret).

Fig. 22. Puentes ensanchados mediante losas voladas.

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José Antonio Fernández Ordoñez diseñó unas placas pre-fabricadas, coloreadas en uno de sus colores preferidos (el sie-na), con las que ensanchó un puente en Alcoy, con un resul-tado formal muy digno al rematarlo con unas barandillas me-tálicas muy cuidadas.

Este sistema de ensanche suele disimularse frente a losojos no profesionales, sobre todo cuando se llevan las viejaspiedras de las impostas a los bordes de la losa y se vuelven aconstruir los pretiles de manera idéntica a como los tenía elviejo puente, si ha tenido la suerte de haberlos conservado alo largo de los tiempos.

Los resultados formales y visibles de los puentes ensan-chados de la última forma descrita mejoran considerable-mente, aunque el ciudadano reflexivo se pregunte cómo esposible que las piedras del puente puedan volar más de dosmetros sin romperse. Una vez más, Ruskin volvería a su tum-ba sin dudarlo, si resucitase y viera los ensanches descritos.

Ensanches mediante cajones internos y otros mecanismos cuando el puente que ensanchar no resisteCon bastante frecuencia, el ensanche que se propone es tanbrutal con relación a la anchura del puente existente que lasbóvedas se muestran incapaces de resistir los esfuerzos excén-tricos que se generan por culpa de los voladizos, o, al menos,eso nos pueden decir las aproximaciones de cálculo que ha-cemos sobre su capacidad resistente.

En las condiciones anteriores resulta obligado introducirrefuerzos interiores que trabajen apoyándose en las pilas, locual exige efectuar un vaciado interior del puente que dejedesnudos los tímpanos y las bóvedas de cualquier tipo de re-lleno que se considere inoperante.

El refuerzo más socorrido consiste en añadir una nueva bó-veda de hormigón armado sobre la existente, que se conecta a lavieja con barras de acero inoxidable o, por lo menos, galvaniza-das. Adosadas a los tímpanos se levantan unas piezas rectangu-lares, también de hormigón armado, que se unen entre sí conconectadores de manera similar a como se hace con las bóvedas.

El conjunto descrito anteriormente con la losa superiordel ensanche viene a conformar una sección en cajón con unresultado final muy sólido. Todo el conjunto trabado haceque sea muy difícil de averiguar qué parte resistente le toca a

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Fig. 23. Puente ensanchado en Alcoy con losas prefabricadas que incorporan las aceras.

Fig. 24. Puente ensanchado vaciando el interior.

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cada una de las partes en la nueva configuración que se origi-na en el puente. En general, se le suele dar una responsabili-dad resistente elevada a las piezas adosadas a los tímpanos,que, simplificadamente, puede suponerse que actúan comovigas continuas de sección variable apoyadas en las pilas.

Personalmente, pienso que la bóveda inferior con el refuer-zo adosado de hormigón sigue siendo la protagonista de la pelí-cula, por muchas disquisiciones de reparto que nos planteemos.

En estas circunstancias, si no se desea vaciar los rellenosentre los tímpanos totalmente, puede hacerse tan solo par-cialmente sobre las pilas y recrecerlas hasta la calzada, y apo-yar una losa de hormigón continua sobre dicho recrecido, deforma y manera que no transmita carga alguna a los rellenos,y se configura un nuevo tablero de madera similar a como sedescribió anteriormente con las vigas prefabricadas.

Tanto en los puentes de piedra antiguos como en lospuentes de arcos y bóvedas primitivos de hormigón en masay armado, casi siempre resulta posible ocultar entre los para-mentos todas las piezas de refuerzo que la imaginación delrestaurador pueda dar de sí y apoyar las losas del ensanche ne-cesario sobre ellas.

De la forma mencionada fue ensanchado por FranciscoMillanes y sus colaboradores de IDEAM el puente sobre elrío Albaida de 1930, en nuestra opinión, con excesiva agresi-vidad, al imponer una solución técnicamente brillante, peroque desvirtúa totalmente el puente restaurado y lo convierteen una pura escenografía.

ConclusiónMomifiquemos dignamente nuestros nobles puentes de pie-dra y conservémoslos para usos menores, o para el simple dis-frute de las miradas en un marco y entorno protegido si lo pri-mero no fuera posible, a modo de hitos de nuestra historia.

Dejémoslos en paz y hagamos puentes alternativos quecumplan los servicios que la sociedad demanda.

Los ensanches que exige el tráfico actual superpuesto alas calzadas de los puentes de piedra no solo transforman suimagen, sino que los alteran y los desvirtúan, rompiendo to-talmente el equilibrio de sus masas y forma. No deberíamoshacerlo. ■■

Florentino Regalado TesoroIngeniero de Caminos, Canales y Puertos

BibliografíaLa mayor parte de lo escrito se ha obtenido de una futura publicación del autorque editará la Delegación del Colegio de Ingenieros de Caminos de la Comuni-dad Valenciana, bajo el título: Apuntes personales de un Ingeniero de Caminossobre la Restauración del Patrimonio Monumental construido (El caso particularde los puentes).

Las actas de los Congresos Nacionales de Historia de la Construcción que semencionan constituyen y representan un trabajo extraordinario de infinidad de téc-nicos de titulación diversa que están ayudando a salvar y conocer el rico patrimo-nio que poseemos en España, y las maneras y formas con las que fue construido:– Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Instituto

Juan de Herrera (Escuela de Arquitectura de Madrid) y otros, Madrid, 1996.– Actas del Segundo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Institu-

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Instituto Torroja.– Restauración y Rehabilitación (Revista Internacional del Patrimonio Histórico).

Edita Prensa Española, S.A.– Revista de Fomento y Medio Ambiente. Ministerio de Fomento.– Revista de Obras Públicas. Órgano profesional de los Ingenieros de Caminos.– Revista Ingeniería y Territorio. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y

Puertos.– Revistas generales de los Colegios Oficiales de Arquitectos de todas las de-

marcaciones españolas.

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