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    IUARCADORESSOCKES

    ENELLEI{GI]M

    ESTUDIOSSOBREELESPAÑOLHABLADOEI\MONTEVIDEO

    GRACIELABARRIOSVIRGII{IAORLANDO

    (coMPTLADORAS)

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    ñucE

    Prólogo .......7Graciela Barrios:Introducción ..........9I. MARCADOnTS TONOT,OqCOS

    Graciela Barrios:Uso de -s finalde palabra ..................... 2lGraciela Barrios:El ensordecimiento del fonema palatal / L | .................................29Ana l-ernández: Comportamientode grupos consonánticos................. ........-........-.43Rita Rivero:Usos vocálicosy silábicos................. ............ 55Graciela Barrios:Formas estándares - no estándares: la infbrmaciónsocial del

    nivelfbnológico............ ......... 73tr. MARCAIX)RESMORFOFONOI,OGICOSYMORTOSINTÁCTICOS

    Laur¿ Matteo:Uso de -s en sintagmas nominales plurales .--...--........--.93Laura Matteo, Laura Musto, Rosanna Peveroni: Uso de ltabermás sintagma

    nominalplural......... ............ l0lTTI.MARCADORESSINTÁCTICO-DISCURSWOS

    Pilar Asencio;La subordinaciónadjetiva....... .................. I l3Virginia Orlando:Estructuras tópico-comentario......... .....................169

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    PROIJO(X)

    La sociolin-9üísticaes un campode investigaciónque, a lo largo de cuatro décadas deexistencia, se ha dedicado a estudiar la estrecha relaciónexistente entre lenguajey sociedad,a través de distintasconientes teóricas y metodológicas. De ellas, es la sociolingüísticavariacionistala que se identificamás claramente con la investigaciónque presentamos eneste libro. Fiela los presupuestos de su fundador WilliamLabov. lasociolingüística varia-cionistao conelacional ha contribuidonotablemente a un mejorcclnocimiento dela estruc-tura del lenguaje, explicando córno opera el componente sociolingiiísticovadable de unalengua: cómo influyenlos f'actores sociales en las elecciones lingüísticasde los hablantes, ycómo funciona la rclaciónentre variación ycambio lingiiístico.Los estudios sociolingüísti-cos permiten conocer y cotejar lalen-elua hablada en distintas comunidades, a paftirde unametodologíaclaramente establecida, tantopara la recolección de datos, como pam su proce-

    samiento e interpretación.Hasta el momentono cclntábamos con ningunadescripciónorgánica de este tipo para el

    español hablado en Montevideo.Tanrpoco se contaba con un estudio que pennitieraevaluar,en formacomparativa y para una misrnacomunidad, el compoftamientode kls distintosniveles delanálisis lingüísticoen cu¿rnto a fuerza y tipode marcación social.Son éstos. pr.res.dos espacios que esperamos cubrircon este liblo.

    La presente investi-eaciónes el rcsultado de un trabajo de equipo llevadoa cabo en elDepartamento de Psico- y Sociolin-eüísticade la Facultad de Humanidades y Ciencias de laEducación de la Universidadde la República, bajola direcciónde GracielaBan'ios.

    Los estudios de Laura Matteosobre uso de -s en sintagmas nominales plurales, y de

    Ana Fernández sobre -qrupos consonánticos, son adaptaciones de trabajos de aprobaciónde cursos de la Licenciaturaen Lingüística.El estudio sobre el verüo "haber" recogeaportes de un trabajode pasaje de curso realizadopor Laura Mustoy Rosanna Peveroni,con una posterior revisióny reconsideración de los datos a cargo de Laura Matteo.Lostrabajos sobrc uso de -s y sobre consonantes palatales reproclucen parcialmente los capítu-Ios 4 y 6 (Pate II)de la tesis de doctorado de Graciela Barrios.

    La investigación pudoconcretarse gracias a la financiaciónotorgada por la ComisiónSectorial de lnvestigaciónCientíficade la Universidadde la República al proyecto "Marca-dores sociolingüísticosde identidad en Montevideo",durante el período 1995-1997.

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    Vryltlnrbii'rrnucstfl)agradecimientoa Ricardo Otheguy por la dedicacióny el interés('()n(frf(:¡xutici¡xicn varias sesiones de Fabajo de nuestro equipo, a Eduardo Pi:¿zza por su¡r¡x)yol)ilraconcrctar la (tantas veces poster-qada) publicaciónde este libro,a los alumnos del¡r l.iccnci¿rturacn Lingüísticaque colaboraron en la etapa de recolección del corpus,y sobrettxlo¿r nucstros informantesmontevideanos, sinlos cuales la investigaciónno habr'ía tenidoscntido.

    G.B.y V.O.

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    MCCION

    GraciclnBarrios

    1. LENGUAJBE IDENTIDAI)La concepción dellenguaje comomarcador de identidadestá estrechamente vinculada al

    enfoque sociolingüísticoque preconiza la necesidad de estudiar el lenguaje en su contextosocial, a frn de lograr una comprcnsiónglobalde la estructura de la lengua, del modocomolas características sociales de los hablantes influyenen las elecciones lingüísticas,y de laincidenciaque estas elecciones tienen en los procesos de cambio lingüístico.

    El tema propuesto se ubica en relación conun presupuesto teórico básicoen sociolingüís-tica: elconcepto de varioción(Labov1972a). La elecciónentre formas diferentes para ex-presar significados referencialmenteequivalentes puede estar supeditada tanto a variables

    lingüísticascomo sociales y situacionales. El comportamiento sociolingüístico de losha-blantes prcsenta un alto grado de sisternaticidad, ya que se pueden establecer probabilidadesde apzrición de determinados msgos lin-eüísticos,en funciónde las características socialesde los hablantes, y de la situación comunicativaen que se encuentran involucrados.

    Alconelacionarrasgos lingüísticos con extralingüísticos,resulta claroque se puedeasignar un determinadoestatus social a un hablante en base a evidencias lingüísticas;que,consecuentemente, el lenguaje nos puede informarsoble laestructura social de unacomuni-dad; que aunque haya variación intema(es decir, un usoprobabilístico,no categórico,dedeterminados r¿rsgos del habla), el comportamientolingüísticode los hablantes es predeci-ble en varios aspectos; que aunque puedan reconocerse distintosdialectos sociales, éstos noconformanunidades discretas, sino continuos;y que cuanto más heterogénea sea una socie-

    dad, más diferenciashabrá en el compofamientolingüísticode sus integrantes.Del uso en sociedad surgen las convenciones que hacen a la interpretaciónde ciertos

    f'enómenos lingüísticoscomo nrurcadores deidentidad.Junto con su competencia estricta-mente lin_eüística,el hablante adquiere en sociedad una competencia comunicativa(Hymes1974) que le indica qué rasgos son los más apropiados para actualizarencada circunsúancia.

    El roldestacable del lenguaje en el establecimiento y fortalecimientode subgrupos dentrode una comunidad,surge de su carácter de marcador ineludible(por ser el medio de comu-nicación primariodel hombre)y al mismo üempo rclativamentenunipulable(dado que,hasta cierto punto, es posible controlarla apariciónde determinados rasgos, de acuerdo no

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    s(llo lrltr¡xr tlt'sitrrirci

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    Los marcadores sociolingüísticospueden ser categorizados teniendoen cuenta diferentescriterios.

    Se-eún su frecuencia de aparición, la relación entre la forma lingüística y el contexto socialpuede ser invariunte (dadas las categorías sociales A y B, los miembrosde A usan siernpre yúnicamente el rusgo a, y los miembrosde B el rasgo á) o probabilística (los miembros de Ay de B usan tanto el rasgo c comoó, pero con fi'ecuenciasde aparicióndif'ercntes)(Scherery Giles 1979). Cuando un marcador sociolingüísticoes üwariante existe una perfecta come-laciónentre éste y aquello que marca; por el contrario.en los m¿rcadores probabilístit:osnopuede observarse una correlaciónabsolutamente categódca entre clase y m¿uca lingüística.En español, por ejemplo, lapronunciación palatalfricativadel sonidorepresentado por el-erafema "ll"en la palabra czllec'¿racfeiza invadantemente al hablante doplatense, por opo-siciónal peninsular. La caída de -s es, por el contrario,un marcador probabilísticoen Mon-tevideo, porque aparece tanto en el habla de los individuosde nivelsocíal alt

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    b) utta ¡ltcli'tcrtciirnl¿ry(n'cntrelas Inlúeres por el uso de las formas estándares;t') un:r nr('n()rdil'crc:nciacirinpor sexo entre los infbrmantesde nivel educativo alto,en lo

    r¡ut:lllrical compoftamiento lingüísticovariable;rl)urta rcl¿rciónbastante evidente entre grado de marcación socialy situación de mayor o

    rnclx)rcstabilidad, en el sentido de que las variables en proceso de cambioatenúan sus¡rsibilidadesde marcaciónsocial estrática;

    c) cn rclacióncon lo anterior, la eveutualidadde cambios de normas de prestigio en el

    seno de la comunidad;f) la constatación de que no siempre los jóvenes (como suele creerse popularmente)ad-hieren a las variantes de menor prestigio,sino que a veces ocurre exactamente lo con-trario;

    g) la conoboración de que los hablantes que han pasado mayor tiempoen contacto con elsistema educativodesarrollan comporlamientosmenos variables, y más homogéneosentre sí, que los hablantes menos instruidos.

    En sintaxis, laelecciónde las distintas formas (en principio)equivalentes esüí condicio-nada prioritariamentepor factores de orden funcionaly pragmático. En este nivel,cualquierdiagnóstico socialdebe estar precedido porun pormenorizado análisis lingüístico,que agoteel estudio de los factores semánticos, pragmáticos yfuncionales como posiblesdeterminan-tes de la elección. Obviamente,cabe la posibilidadde que no todos los rasgos seleccionadosconlleven informaciónsocial relevante. y éste es también unode los aspectos que hemostratado de explicar en las investigacionesincluidasen este libro.Sin embargo, también escierto que a veces la incidenciade las variables sociales surge luego de análisis lingüísticosexhaustivos, que descubren el empleo de alguna estrategia comunicativaparticularpor partecle un grupo social (un ejemplo clarode ello,surge del estudio de Pilar Asenciosobre lasrclativas).

    La discusiónacerca de los alcances y límitesde los estudios vadacionistas, se relacionócon la justificaciónde la metodologíabásicamente cuantitativa que se utilizópara el análisistlt:lcorpus. En ese sentido, también fr¡e necesal'io fundamentar las posibilidades ylimitacio-

    ¡tcs tlc la aplicacióndel concepto de variable sociolingüística,en niveles superiores alfbno-kigico.

    1.2 . Marcaciónsocial y variedadestándar.| ,rr v¡rri¿rcirirrcstrútica en el lenguaje está estrechamente relacionada conel graclo de expo-

    srt irirrr h' k rs intlivirluosa la variedad estándar. En ese sentido, es conveniente tener presentes;rllurroscorrt't'¡rtosy ¡rrcsupuestos básicos de los procesos de estandarización lingliística.

    c:l csp¿rñol está compuesta por diferentes tipos de variedades: distintclstlistintossociolectos queretlejan las peculiaridades sociales de lclsha-

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    blantes, distintosregistros para adecuarse a las necesidades que irnponen las diversas situa-ciones comunicativasen que nos vemos diariamente involucrados.Un tipo de variedad queamerita especial atención, por las actitudes que genera y por las in,plicanciassociales quetiene, es la lengua estándar. definidac

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    li¡urlt'sv('r'nacularcsy cstándarcs. Algunas fbrmaslingüísticaspasan a ser legitimadas,yolrirscslisnlatizaclas. La conciencia de las diferencias lingüísticasse fomenta básica, aunquerlo e xclusivamente, en la escuela, donde se difundeuna determinada ideología favorccedoratlclcstándar y deni-eradora de los vernaculares. Los hablantes son paulatinamente convenci-dos cle que su variedad materna es "vulgare irrconecta",y que debe ser prontamente sustitui-da por la v¿riedad "elegante y correcta"que se les ofrece como alternativa.

    Como conelatode lo anterior, muchost-enómenos estudiados aparecen catalogados como"caídas", "pérdidas"o "simplificaciones".Esta terminología implicauna visién de los fenó-

    menos lingüísticosdescle Ia lengua estándar, en tanto supone que es esta variedad laqueexperimenta, en boca de algunos hablantes. "caídas", "pérdidas" o "simplificaciones"dealgunos de sus segmentos o estructuras.

    Sin embargo, la realidad es exactamente la opuesta. De hecho, la lengua estándar es unav¿niedad superpuesta, una variedad qtre se agrcga al repertorio Iingüísticonativodel hablan-te. Este Ia interpreta de acuerdo a su sustrato lingüísticoy la maneja más o menos adecuada-Inente, dependiendo del tiempo de exposiciónque tenga a la misma, deluso que efectiva-mente le dé, y del interés y necesidad que tenga de utilizarla.El hablante, de todos modos,aun cuando haya sido expuesto largamente a la lengua estándar, puede conservar rasgos desu variedad matema, actualizándolostoda vez que le intercse hacerlo. según sus deseos deidentiflcaciónsocial y sus necesidades de adecuación situacional.

    En nuestra investigación, aunque ocasionalmente empleemosalgunos términos tradiciona-les que refieren a "caídas", "pérdidas",etc. (por ejemplo, la definiciónmisma de sínco¡ta,oféresis, etc. implicala visiónque cuestiono) privile_eiarelnosuna terminologíamás neutra,del tipouso/no uso, presenci¿L/ausencia, etc.

    2. ESTRATEGIA DELAINVESTIGACIÓN.

    2.1. Selección delos fenómenos lingüísticos.Dadas las consideraciones anteriores, y teniendo en cuenta que la investigaciónapunta ¿t

    la cletecciriny clracterizaciónde marcadores sociales en el len-euaje, se seleccionaron fenó-menos cn los cuales pudielan reflejarse más claramente las consecuencias del proceso deestandarizacir'rn.Much¿rs clc las variables estudiadas se caracterizan por el hecho de quealgunas cle las varianlcs scidcntillcancon formas que una postura nomativa (prescriptiva)hacia la lengua c¿rlificlrc()l)l()"correctas", lnientras que otras conllevanen nuestra comuni-dad u¡ra idcntil'icacitirrsoci¿rl ncsativa. en tanto son prescriptivamente calificadascomo "in-correctas" tl no cst¿incllu'cs. ljsloes ¡lalticular¡nenteclaro en varios de los fenómenos fonoló-,eicos analiz.arlos: cn sinlaxis.¡rorcl c

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    el rol fundamentalque éstos juegan en la educación, era de esperarse que la presente inves-tigación confirmarauna mayor adhesiónde los hablantes de nivelsocio-académico alto a losrasgos estándares. Teniendclen cuenta, también, el carácter socialmente permeable de nues-tra sociedad, tambiénera previsibleque el comportamientode los distintos nivelessocialesse presentara como probabilístico, yno como categórico;es decir, que los distintos tipos dehablantes compartieranla mayor parte de las formas lingüísticas,aunque con diferencias enlas frecuencias de uso.

    Para cumplircon los objetivos propuestos en la investigación,abordamos el estudio devarios fenómenos, que se ubican en distintosniveles del análisis lingüístico.

    a) Marcadores fonológicos.Se analizaron ocho variables fonológicas,relacionadas conf'enómenos vocálicos, silábicos y consonánticos del español hablado en Montevideo.Lasvariables en cuestión son las siguientes:

    . Formas con hiato - diptongo (ej.: peleó - pelió).

    . Formas sin síncopa - con síncopa ( ej.: voy a - yiá).

    . Formas sin aféresis- conaféresis (ej.: estít - tá).

    . Formas sin apócope - con apócope (ej.:para - pa).

    . Uso - no uso de grupos consonánticos de tipo| (ej.: irtstituto- istituto/intituto).

    . Uso - no uso de -erupos consonánticos de tipoIl (ej.: actor - ator).. Prcsencia - ausencia de -s finalde palabra (€1.: nús - má).

    . Uso de consonantes palatales sordas - sonoras (sonido inicialde palabras como llueve).En el artículo"Fonnasestándarcs - no estándares: la infomrucióusoc'ial delnivel.fono-

    lógico",se analizan todos estos fenómenos en forma conjuntay comparativa.b) Marcadores morfofonológicosy morfosintrácticos.En este nivelse estudiaron los

    siguientes fenómenos:. Condicionamientofuncional de la caída de -s finalde palabra en sinta-emas nominales

    plurales (ej.: los niitos- lo niño).

    . Uso del llamadoImberimpe'rsonalen construcciones con sintagmas nominalesplurales(ej-: Iubo perso,tas - Irubieron personus).c) Marcadones sintáctico-discursivos.Se estudiaron dos fenómenos lingüísticos ubica-

    dos en este nivel:. Subordinaciónadjetiv4a partirdel análisis de dos aspectos: uso de preposiciones yuso

    de clíticos (ej: la nruchacha con la que hablé - la nutchacluque lmblé- Ia muclnchaque hablé conella).

    . Estructuras tópico-comentario,en relacióncon tres tipos de órdenes de palabras, y con

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    lir¡rrrrscrrc:ia- ausencia de marcas morfosintácticasde caso (ej.: Ayer Juan vio a María- A Muríu,.luuttlu vioayer - María,Juan Ia vioater).

    l.a clcscripciónde los distintosfenómenos se realizó siguiendo un patrón uniformepara la¡rrcscrrtaciónde los datos. que incluyólos siguientes aspectos: presentación del tema (ante-ccrlcntes, objetivos, aspectos teóricos y metodológicos), contextos lingüísticosy (eventual-rncnte) pragrnáticos, correlatossociales (nivelde instrucción,sexo. edad) y comportamien-tos individuales.

    2.2. Camcterústicas de la muestra y procesamienúo de los datm.Todos los fenómenos lingüísticosfueron estudiados en un corpus de entrevistas orales

    grabadas con48 infbrmantesrmontevideanos equilibradamentedistribuidossegún las varia-bles sexo, edad y nivel de instrucción(CUADROSI y 2).

    NAhombres

    NAmujeres

    NBhornbres

    NBmujeres

    edad 3edad 2edad I

    444

    444

    444

    444

    CUADROl. Características de la ntuestra.

    1234)56789

    l01lt2t3l4t5lót7

    hornbrehornbrehornbrehombrehombrehonrbrehombrehombrehornbrehombrehombrehombremujerrnujermujermujermujer

    2 (37)2 (38)2 (43)2 (4e)3 (5 r)3 (s5)3 162)3 (67)

    Qt)(23)(24)(2s)

    (22)(23)(26)(27)

    2 (36)

    AAAAAAAAAAAAAAAAA

    EstudianteEstudianteDocente de secundariaEstudianteIn-genieroVeterinarioTécnicoen medicinanuclearCantante de ópera y prof'esor de cantoEmpresario rurallngenieroEmpresarioPeriodistaEstudiante y empleadaEstudi¿rnteEstudianteProfesoraPr ofesora

    y practrcante

    'li'rrit'¡rrhr c¡r cut:¡rtlcl ¡nodo conro fue elaburada la muestra, este número es suficiente para detectar compor-r;f r¡rir'nr¡rs srx iolirrgiiíslicossistenláticos. tal cualha sido señalado y comprobado en Labov(1972a).

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    l8t9202l2223247<2627

    2829303l3233343536373839404l4243u45464748

    rnuJertnrÚerInu iet'tnrÚerrnujerrnujerrnujer

    hornbrchornbrehombre

    h

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    recibieron solamente educación formalprimaria (completa o incompleta)o secundaria in-completa(no más de dos años). Cuidamos además que la ocupación delos informantesguardara cierta relación consu nivel de instrucción.

    Otro aspecto que fue tomado en consideración en variosde los estudios fue elcomporta-miento de los informantesen forma individual.Esto permite determinarel grado de unifor-midad interna dentrode cada subgrupo.

    En cuanto a la característica de lasgrabaciones. se trata de entrevistas semiformalesdeaproximadamente 30 minutosde duración, contemáticas generalmente recurrentes: el tra-

    bajo, elbarrio,loshobbies, etc. Cada enffevista fue transcriptaortográficamentey corregidapor más de dos investigadores. Además, cada investigadorvolvióa corregirpor su cuenta lasocurrencias del fenómeno lingüísticoque tuvo a su cargo, de modo de tener una transcrip-ción lomrás fidedignay uniformeposible para cada rasgo, sin que se desviara la atención enla correcciónde más de un fenómeno por vez.En esta instancia de corrección,además, secontrolaron la entonacióny las pausas todavez que fue pertinente hacerlo.

    Todos los datos tberon procesados en formacuantitativa,teniendo en cuenta las variableslingüísticasy sociales seleccionadas. La elección de una metodologíacuantitativa,así comola utilizaciónmisma del marco teóricode la sociolingüísticavariacionista, llevóa una discu-sión acerca de las limitacionesy condicionantes de la utilizaciónde este modelo de análisisen los niveles lingüísticossuperiores a la fonología.Esta discusión se plantea detalladamen-

    te en los trabajos sobre marcadores sintáctico-discursivos.

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    USODE-SFII\{ALDEPW

    GracielnBarrios

    r. PRBSENTAcTónEl fonema /V es el segmento consonánticomás frecuente del español, y seguramente el

    más estudiado, dada la variaciónque presenta en los distintosdialectos y sociolectos de estalengua. Se trata de un segmento que experimenta"unfuerte 'desgaste', variación y evolu-ción"(Elizuncíny Behares 1984: 30), sobre todo por su inestabilidaden posición finaldesílaba, en que el fonema sibilantepuede pronunciarseen forma aspirada, o decididamenteelidirse.

    El fenómeno de aspiración y ausencia de /s/ implosivaestá muy extendidoen el españolamericano, tal como lodemuestran los numerosos estudios que se han llevadoa cabo sobreel temat. Fontanella de Weinberg (I992a)señala que no es éste un fenómeno reciente, y queexisten testimonios de ello ya en el siglo XVI.En lo que tiene que ver con el español riopla-tense, la autora indica:

    "üt Uruguny y en la Argentina -cott la excepción de la provinciade Santiago delEstero, la puna jttjeñay el oeste de Salta, donde se pronunciala /s/ tensa y sibi-Iante- existe aspiración v pérdiclade /-s/firmlde sílaba o palabra. En la regiónbonaerense existe pérdida en posiciónfinalde palabra y aspiración en posiciónpreconsonántica, cuya húensidad vartasegún el nivelsocioeducacional de losItablantes y el sexo"(p. 137).

    Para el estudio del fonema /s/en posiciónfinalde sflaba y de palabra, tcmé en cuenta las

    100 primeras ocurrencias deeste fonema en dichasposiciones, para cada uno de los 48informantesmontevideanos indicadosen la Introducción.En todos loscasos descarté loscontextos en que lsl aparecía delante de lsl, lfly lXl(ej.: más situaciones, asfalto,los jóve-rrr,.r),por las dificultadesde discernir auditivamentelas características del segmento.

    Tenell (1975; 1977; l978ay b: 1980, citado por Samper Padilla l99O:74)distingue cuatro normas dialec-tales diferentes para este segmento en el español de América:Río de la Plata, Caribe culto,Caribe populary República Dominicanapopular. los porcentajes nrás bajos de ausencia de /3/ se registran en la variedadrioplatense, y los mayores en Santo Domingo. Laaspiración presenta porcentajes interesantes en todas lasvariedades estudiadas, excepto República Dominicana,alcanzando un máximoen Chiley La Habana.

    2l

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    2. I )A'IT)S (;I'NI.]RALES.l)r' I:rs4.li(X)ocunencias consignadas, 3.825 conespondieron a casos de uso del fonema

    (71).6(ft,).y 975 a casos de ausencia (2O.3Vo)2.El análisis por contextos fónicos demostró quelu lruscnciade -s aumenta a finalde palabra. y es mucho menoren posición interna;dentrorlcl¡rrirncrcontexto,alcanza un máximoen posición prepausal, y un mínimodelante devocaF: cj.: [bíhte]- [bíte]("viste"),[máhké]- [rná ké] ("más que"), [séisáños] - [seiáño]("scis años") (CUADROl).

    -Cnter. de pal. -Cin palabra _vfinpalabra _#finpalabra TOfALlslthIt@l

    N-

    1.094.34.6

    t492

    1.868.429.7

    I 589

    7 6,11.5

    16.3

    808

    60.86.0

    33. r

    9r r

    25.354.420.3

    4800

    CUADRO1. Realizaciones del fonenm /s/, por contextos fónicos.

    Cuando el fonemase mantiene, puede realizarse a través de dos variantes, que eslán enclara distribución complementaria:antes de consonante se usa [h],y antes de vocal o pausase usa [s]; ej.: [éhte.l, fiohkamínos],[osamígos]4.En términosabsolutos, entre losmontevi-

    deanos la variante más fiecuente en posición implosivaes, por lejos, la aspiración.Las únicas ocunencias de [s] plenas en contextopreconsonántico conespondieron a se-

    cuencias muy enfáticas, o bien palabras con glupos consonánticos como abstrctcciones oinstntclit¡o(siempre y cuando couserven la consonante precedente a [s])s.Por otra pafte, asícorno no se emplea habitualmente lavariante plena en contexto prcconsonántico,tampococs común en Montevideola aspiración en contexto prevocálicolinalde palabra, característi-ca ést¿r del español ruraluruguayo (ej.: [ohamígos]).El uso esporádico de dicho rasgo enalgunos informantes montevideanosse explica en varios casos por el contacto que tienencon el habla del interiordel oaís.

    l)onnide Mirande( l99lb)resristra en el español de Rosario, para una muestla tlrnbiénestratificada social-rnente. porccntajes sirnilares deausencia de /s/ irnplosiva;21,7%.', trente al 2O.3%, de Montevideo.llste condicionamientotanrbién es consignado en otros estudios sobre el español rinplatense, como Fonta-ncllade Weinber-e (1974). Telrell (1978a) y Donnide Mirande(1991b).l',stos rlatos conoboran las observaciones de Elizaincíny Behares (198a) y (parcialrnente) las de Vázquez{1953) ¡rala el español del Uruguay. Lapret'ercnciade [hl en el contexto preconsonántico (sin llegar nece-sarianrcntc a situaciones de distribuciónconrplernentariacon [s])es constatada también en otras variedadesrlclcspuñol rioplatense (Fontanella 1974, Tenell 1978a. Donni deMirandel99lb).Tenell 1978a:47)t'nticrxfeqrrc ert el español de Buenos Aires"/¿ ,to,'rtta peru lcts ptssit:iones pre,toctilica¡' prcprntsal cs lasiltiltuttc".l'¡rnrcl ctso dcl t:spañol de Bahía Blanca, Fontanellade Weinberg ( 1974) distingueuna subvariable de (s)r'n ¡xrsit'irirrintcri(n'depalabla y delante de /t/. con dos tipos de variantes aspiradas y una sibilante.

    r)

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    Por uso de -s enúendo la conservación del segmentoa través de cualquiera de sus realiza-ciones ([s] o [h]),y porno uso la ausencia total de rasgo consonántico ([@]).

    Consideré para esta vadable el uso del fonema /s/6 solamente en posición finalde palabra,porque en posicir'rrrinterna los montevideanospresentan porcentajes de ausencia muy bajos.

    En el español de Montevideo,pues, casi una de cada tres realizaciones del fonema /Venposición finalde palabra conesponde a casos de ausencia de -s finalde palabra (CUADRO2).

    uso de -s no uso de -s N=

    72.6 27.3 3308

    CAADRO2. Uso - no uso de -s ftnal de palabm.

    3. CORRELATOSSOCIALES.

    3.1. Nivelde instruccióny sexo.El nivelde instrucciónes la variable socialque más incide en el uso de -s final(CUADRO

    3). Así comolos montevideanos de NAmanifiestanuna clara tendencia hacia el uso de -s,los de NBtienen porcentajes de ausencia que, aunque no superan los de uso, son lo suficien-temente altos como para determinar una altavariabilidadT.Las diferencias por nivel confir-man la informaciónsocialmente más prestigiosa que implica el mantenimientodel fonema,v su identificacióncon la variedad estándar.

    uso de -s no uso de -s N-

    NANB

    85.759.3

    14.240.6

    166lt647

    CUADRO 3.Uso - no uso de -s finalde palabry por nivelde instrucción.

    Las mujeres tienenporcentajes de uso más altos que los hombres, coincidiendocon otrasinvestigaciones que han demostrado que el sexo femenino suele ser miás sensible a las va-

    riantes de prestigios (CUADRO4).(r Además de ser menos frecuente que en posición tinal,en Montevideo laausencia de /V implosivaen

    posición intema ocurre sókr en algunas palabras, tales como r/espués, este, ntistno, ¿sf¿í (en esta última,coneventual ausencia de toda la sílaba inicial).

    7 l-as acentuadas diferencias por nivelsocial, y los porcentajes muy altosde uso de /-s/ entre loshablantes denivelmás alto, son un¿l constante en los otros esnrdit¡s citados sobre el español rioplatense. Losporcentajesde Terrell( 1978a). por ejemplo, son prácticamente idénticos a los que registnr en Montevideo:86% de l-slen krs hablantes bonaerenses cultos.

    u Cfr., por ejemplo.el precr.rrsor estudio de Fontanella de Weinberg( 1973) sobre el uso de /-Ven BahíaBlanca.

    23

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    uso de -s no uso de -s N-

    hombresmujeres

    68.976.4

    3 r.023.7

    r652r 656

    CUADRO4. Uso - tto uso de -s finalde palabra" por sexo.

    Este comportamiento de las mujeres se manifiestaen los dos nivelessociales, pero lasdiferencias por sexo son más notorias en el NBque en el NA(CUADRO5). Como correlatode lo anterior, las diferencias por nivelson miís evidentes entre los hombres que entre lasmujeres. Nótese también que la mayorvariabilidadocurre precisamente en los hombres deNB,que son los que tienen los porcentajes m¿ís altos de ausencia de -s finalde palabra.

    uso de -s no uso de --s N.'.

    NAhombresNAmujeres

    I{BhombresIrlB mujeres

    84.187.2

    54.064.8

    r 5.812.7

    45.935. l

    816845

    8368l I

    CUADRO 5.aso - no uso de -s Jfual de palabro"por nivelde instruccióny sexo.

    3.2. Edad.Los datos globales indicanque la edad incide mínimamenteen las elecciones lingüísticas

    de los montevideanospara esta variable, lo cual implicaque estaríamos frente a una situa-ción relativamenteestable desde el punto de vista diacrónico(CUADRO6). De todos mo-dos, aunque bajas, las diferenciasporcentuales pautan un comportamientomás alejado de lanorrna estándar a medida que los informantesson más jóvenese.

    uso de -s no uso de -s N-

    edad 3edad 2

    edad 1

    76.673.4

    67.8

    23.326.5

    32.1

    r090t r04

    l,l14

    CUADRO 6.Uso - no uso de -s finalde palabra, por edad.

    Alcruzar las variablesnivelsocio-académico y edad, se observa que las dif-erencias porctlud son prácticamente nulas en el NB,pero que en el NAse acentúa la tendencia que en los

    lrslos tlutosrxrcoinciden exactanlentc conlos de Fontanella de Weinber-e (1974) para el es¡rañol de Bahíalll:r¡rtrr.r'los

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    datos generales indicabaun aumento de la varianteno estándar a medida que los hablantesson más jóvenes (CUADRO7). Si las diferenciasporcentuales entrc las tres edades en esteúltimonivel fueran mayor€s,podría argumentarse la existencia de un proceso de cambio quesupondía una paulatinaimposiciónde la varianteno estándar, en el grupo social de mayorestatus. En ese sentido, podúa suponerse que la variante no estándar estaría perdiendo partede su estigmatización,al ser adoptada por los hablantes más jóvenes del grupo socio-econó-mico más alto inclusoen una situación que, como la de entrevista, se plantea como relativa-mente formal.

    uso de -s no uso de -s N-NAedad 3NAedad 2NAedad INBedad 3IrlB edad2NBedad 1

    9 r.886.778.7

    6r.4s9.657.1

    8.113.22t.238.540.342.8

    543564554

    547540560

    CAADRO7. Uso - no uso de -s finalde palohra, por nivelde instruccüny edod-

    El análisis conjuntode las variables edad y sexo no evidencia diferenciasetarias entre loshombres, pero sí entre las mujeres, aumentando en este caso los porcentajes de ausencia de

    -s finalen las informantesmás jóvenes (CUADRO8). Incluso,en la edad I se neutraliza laincidenciade la variablesexo: en esa franja,contrariamente a lo que ocune en las otras dos,los hombres no pueden super¿Ir a las mujeres en los porcentajes de ausencia de -s final.

    uso de -s no uso de -s N-hombres edad 3hombres edad 2hombres; edad Imujeres edad 3mujeres edad 2mujeres edad I

    70.967.568.4

    82. t79.567.3

    29.032.43 r.5

    17.820.432.6

    541557554

    549547560

    CAADRO8. Uso - no uso de -s fuulde palabra, por sexo y edad.Cada uno de los grupos sociales que surgen al considerar en forma conjuntalas variables

    nivelde instrucción,sexo y edad, tiene porcentajes de uso de -s finalque supeftrn a los de nouso (GRÁHCO1). Sin embargo. en algunos subgrupos (sobre todo. en los hombres de NB,edad 2) la variabilidades altísima,como resultadode que los usos - no usos de -s tienenf'lecuencias similares.Cabe también observar que cada uno de los subgrupos de NAsuperaal subgrupo correspondiente de NBen el uso de la variante de prestigio, y que el sub-erupoque más obser.va la norma estándar es el de las rnujeres de NA,edad 3.

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    l)cnlnrrlclNA,la tendencia general es hacia un menoruso de -s finala medida que losinlirnnantes son más jóvenes, llegándose a un mínimode diferenciapor sexo en los infor-¡rrlntcsmás jóvenes. En el NBhombres y mujeres mantienen diferenciasimportantes ycc¡uiparables en las edades 3 y 2, en que las mujeres adhierenmuchomás a la variantecstíndar que los hombres; al llegar a la edad 1, las diferencias por sexo también se neutrali-zan: las mujeres disminuyeny los hombres aumentan el uso de -s final.

    100908070*605040302010

    0edad 3

    cnÁrtcoI.edad 2 edad 1

    Uso de -s finalde palabra, por nivelde ütstrucción, sexo y edad.

    La neutralizaciónde la variablesexo entre los informantesmás jóvenes, sea cual sea el

    menor diferenciaciónde roles por sexo, en la sociedad moderna; las mujeres adoptan mu-chos de los trabajos, costumbres y modas de los hombres, y los hombres no se sienten tanpresionados por la necesidad de adherir a cada uno de los estereotipos "machistas",entre losque se incluye una eventual displicenciaen el uso de la lengua estándar.

    4. COMPORTAMIENTOSINDIVIDUALES.Ningún infbrrnantemontevideano, sea cual sea su nivel,presenta un I00Vo de uso de -s en

    posición finalde palabra (CUADRO9). También es cierto que ningún hablante,sea del nivelque sea, tiene un comportamientoinvariante en el sentido opuesto, es decir, de ausencia totalde -s. De toclos modos, es interesante constatar que sí hay informantescuyos porcentajes deausencia de -s superan los de presencia, llegando aquéllaincluso aun70.3Va de las ocurren-cias consignadas.

    El comportamientode los ¡nontevideanos deNAes más homogéneo entre sí que el deaquéllos de NB(en el prirncrcaso la dif'erenciade rangoro es de 35.7o/o y en el segundo de54.7Vo). Probablemente la nrayorexposiciónal sistema educaüvo hace que los informantes

    l0 Diferenciaporcentual entre el infrrr¡nantecon ¡nayor uso. y aquél con menor uso de la variante estándar.26

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    de NAtengan clara la necesidad de adherir a Ia variante estándar, lograndouna uniformiza-ción de las opciones lingüísticas(promoción de la vadante estándar y represión de la noestiíndar), propia de los procesos de estandarización. Entre los hablantes de NB.el sistemaeducativoha ejercidopresión durante un tiempo menor, y no parece haber logrado imponersuficientementela forma "correcta".

    Nótese sin embargo que, más allá de los porcentajes generales, hay montevideanos de NAque tienen porcentajes de uso de -s inferioresa algunos montevideanos de NB, lo cual indicaque el nivel educativono explicapor sí solo las elecciones lingtiísticas. Losmontevideanos

    de NAque tienen porcentajes más ba.ios de uso de -s son dos hombres y dos mujeres, tres delos cuales son estudiantes universitarios,y el oh'o undocente. Por sus ocupaciones, y no sólopor sus estudios, podemos suponer que estos individuosreconocen perf'ectamentela normaestándar. Por este motivo,la ausencia frecuente de -s finalsólo podría explicarse como elresultado de una voluntadexpresa de introducirun mayor grado de informalidaden la entre-vista (de hecho, vadas de las entrevistas con informantesjóvenes de NAtienen esta caracte-r'ística), obien porque no existe un paticular interés por compaftirla norma queotros mon-tcvideanos de rnayoredad siguen con atención.

    En cuanto a los montevideanosde NB. Ios que registran porcentajes más altos derrso de -s finaltienen, curiosamente, edades extremas (18 y 77 años), pero comparten unarnisnla prof'esión:son peluqueros, una profesión que requiere de un cierto cuidado dela

    irn¿rqen, y que expone a quienes la practican a un estrecho contacto conel público.Vo NA NB96-10091-9586-9081-857(t-BA7t-7566-706r -6556-60-a

    ))5l-5546-501l-4536-403l -3526-302r-2516-2010-r55-100-5

    :f :j :j

    .;\ .i- -;. ,:.

    .i .í . -i .¡

    -:. -:. ->

    -:, .:' .r.

    . ,,:,

    .1. . . .1. - .

    .:.

    . , - . - ,

    >?

    :F

    -l .1.

    :i: ;l:i< :l :i: i:*: :i< {<

    ?i

    (;UADRO9. Uso de -s finalde palabra, por informantey nivelde instn¿ccíón.

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    5. CONCI,USIONES.f:lanálisis realizadoha demostrado que este fenómeno constituyeen Montevideoun

    lnarcador muy fuertede nivelsocio-académico. Lanorrna estánd¿r de esta comunidad(y deotras partes del mundo hispánico)prescribe el uso de /s/, al tiempoque su ausencia es con-siderada como un típicorausgo subestándar; Ios montevideanosasí lo reconocen cuandocomentan "lomal que habla" alguien que "se come las eses".

    El hecho de que los montevideanos deNAhayan estado más tiempo expuestos a la edu-cación formal,ha incididopara crcar concienciaen ellos de la necesidad de mantener esterasgo como un claromarcador de prestigio.De todos modos, tambiénhay informantesdeNA,sobre todo jóvenes, que no se sienten demasiado motivados oexigidos por seguir elmodelo normativo, y podúanestar considerando que la asunción de un rasgo estigmatizadodeterminaíauna mayor informalidaden la situación comunicativa,o bien sería un modo deacentuar las diferencias conhablantes montevideanos miís viejos.

    La estigmatizaciónque conlleva la ausencia de -s finalhace que si un hablante de NBdesea identificarsecon los grupos más cultos, a pesar de no haber accedido a una prolongadaeducación formal,trate de controlarlas "caídas de eses" como un modo de atenuar la infor-mación social que implicauna frecuencia altade este ras-qo. Así podemos explicarque hayainformantesde NBque tienen porcentajes de uso de -s finalmás altos incluso que los mis-mos informantesde NA,en una situaciónparangonable a la hipercorrección t¿rl como hasido descrita por Labov(I972a).

    ztl

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    EL ENSORDECIMMNTO DELFONEMAPAT-AJTALIZI

    GracielaBarcios

    r. PRESENT¡,cIóN.El yeísmo (fusión de las palatales N y lylen una realización nolateral)es un rasgo de

    vasta extensión en América. En el área del Ríode la Plata, el fonema resultante se realizacomo rehilador, de modo que li:lpuede describirse como prepalatal, fricativo,sonoro yrclrilado(Wolfy Jiménez 1979).

    Fontanella deWeinberg (I992a:57) señala testimonioshistóricostempranos de la exis-lcncia del yeísmo en el español de América:

    "Elyeíunoes un fenónteno atestiguado desde los primeros tientpos de Ia con-qista. Silt entbargo, su avance, segin lo muestran los docunrcntos posteriores,no fircrítpidoy anplio conxo en el caso del seseo, shn que en nutcltas regionesrtr:tualntenteyeístas sólo se generalizó siglos ntás tatde, núetúras que otras zonast'rtrno Paraguay v el nordeste argentino pennanecieron al ntargen"2.

    l.a cvolucióndel segmento no se ha detenido aúnya que aunque en nuestro siglo la¡rronunciacióngeneral es [Z](fricativapalatal sonora), desde 1930 hay testimonios de quet'stri cx¡rerimentando un paulatino procesode ensordecimiento3.Este proceso se ha extendi-r h r t'rr rrrayor o menor grado a toda la región de yeísmo rehilado.

    f rrr cl Uruguay, Elizaincíne.a. (1997:29) señalan que, teniendo en cuenta los testimoniosr",t rrlos tlc individuosde diversos niveles culturales,"ert el sigloXVIIIen la Batda Orietteil\t t(,ns(t't'ul)aludistittciónentrclosfonenrus/)/),/y/'.Comparandolosdatosdeestaregión

    | | rr'lril:rnric¡rtoimplicala existencia deuna estride¡rcia,es decir. una especie de zurnbido originadoen el, '.trr't'l¡rr¡uicntode la fi'icaciónde iyl(Quilisl98l).\ I'r, 'lx 'sito rlc Ia extensión tenitorialdel yeísmo en la Ar -9entina,Donni de Mirande ( 199 I a: 7) señala: "1-rrtt,tlttilii,tttlel2lst'lncottvertirk¡enreeiliz¿trióntnnnal,al sustituiru/¡y',enpa,'tedelten'itu'iourgenti-ttt'. t'\t.t t'.\.(sp¿(i(il,ne,Íe cn cetúrcs urbanos- Ius ptovintiasde Bucnos Aitzs,kt Pcuttptt, lu Puta,qrnúat, \tr'l'lt,.()tt(t.\(oftlillcrutas),Etúre Ríos, centrc ),stu'de lu ¡trovittciude Santu Fc, sutle"'de de fu deI ttttltltt,rt,\t('t)nu)cnislotestlelcentrodelasprot'ittt:irtsdeTitcuntún,Sulta1'surtle.lujut"'.I r,,¡r¡ilrlt'Minrnclc( l99la:7) interpretaque "e.sfr¡tendencia u ¡tcrder sonoritladno del¡e e-ttr¿tñru't¡a que,,tl lt,tt t't tr' 'n'ltiltuki/i/ tuuttettta la enetgía nutscular tle k¿ aniculctt'ióttpero se debilitanpntpon:ionul-ttt, ttIt l,tt yiItnttitntt'.t Iurúu¿ctts".

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    ('() l ll (1982) l l í l

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    ('()n l()s rlc lirntrrncllacle Weinberg (1982) parael español bonaerense, Elizaincíne.a. conclu--y('n (lu('cl sigkrXVIIIen la Banda Orientalconesponde a una prolongacióndel sigloXVII¡rr rrlcrio,y LlLre"epenas ett el siglo XIXentpiezan a percibirse clarcunetúe lasc'ortfitsiones en.qrttf'fut.s()tno cdvayo y llo". Alser más tardío el fenómeno delyeísmo, t¿rnbién el proceso dercllilamientoy ensordecimiento dela palatal se retrasará un poco más que en el españolllonacrense.

    Las investigacionessobre yeísmo y ensordecimientode la palatal en el Río de la Plata,desde una visión sincrónica,son numerosas. Sin embaLrgo, la complejidaddel fenómeno hallevadoa que los primerosestudios (de carácter no empírico,o con metodolo-eías y muestraspoccl confiables)lle_easen en algunos casos a observaciones e interpretaciones muy diferen-tes entre sí, e incluso contradictorias*,en relación conlo que Wolfy Jirnénez (1979) hanseñalado como los principalesaspectos a elucidaren relacióncon el proceso de ensordeci-mientode la palatal:

    . el grado de difusiónde los alófonosensordecidos y sordos,

    .los grupos de hablantes que impulsanel cambio (clase social, sexo, edad),

    . las causas probables del cambio (énfasis, habla descuidada), y

    . la conciencialingüísticaque tienen los hablantesdel proceso de ensordecimiento.

    2. DATOS GENERALFSEl fonema palatal /21 del espafol rioplatense tienevarias realizaciones fonéticas,entre las

    que me interesa señalar la palatal fiicativasonora ([Z]),la palatal tricaúvasorda ([5])y lapalatal africada sonora ([i])5.Dentro de la variante [Z]incluílas realizaciones claramentesonoras y un número poco relevante de rcalizaciones en que distinguíal-qún rasgo de ensor-decimiento.Consideré como variantesorda [5]solamente aquellas realizaciones en que nodetecté auditivamenteningún rastro de sonoridad.

    P¿na el estudio del fbnema liJ consideré las 30 primeras ocuffencias de cada informante.Los 48 informantesmontevideanos mencionadosen la Introducción, totaliz¿ron L433ocu-nencias del fonema /iJ, através de las tres realizaciones señaladas. La más frecuente fuelali'icativasonora [¿] (CUADROt), mientras que []lpresentó un porcentaje muy bajo deocunencias.

    Las dos realizaciones fricativasdel tbnema pueden aparecer en cualquier contexto.En el

    Algunas investigaciones y obsewaciones precursof¿rs sobrc el ensordecimiento de Ia palatal aparecen enZalnoraViccnte ( 1949). Alonso(1953)y Guitarte (1983, tmbajo originalmentepublicadoen 1955).W

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    caso de [5]es claro que no privilegianingunoen particular,aunque los porcentajes mayoresocun€n después de pausar': [Z].por su parte, presenta una fiecuenciamayor entre vocales,yescasa después de consonante. La realizaciónafricada[Í]tiene muy pocas ocurencias, queaparecen exclusivamente después de pausaT. A los efectos de presentación de los datos, lasconsideraré en fonna conjunta con la variante [i],ya que comparten el rasgode sonoridad.

    #_ v_v C TOTALtílt5I

    riIN-

    18. I39.6

    t4.936r

    78.830.7

    0.0

    103 I

    3.03r.70.0

    4l,,

    63.233.0

    3.7

    1433

    CUADROl. Realizociones delfonenn /fl,por contextosfónicos.

    Bn Montevideolrcs ocuffenciasde

    .}.(]ORRELATOSSOCIALES.

    -1. l. Nivelde instruccióny sexo.,,\r¡ncpre en ambos niveles socio-académicos la

    I,r nuurtes de NB tienen porcentajes más altos de

    la variante más frecuente es la sonora, aunque [5]aparece en urla de cadala variables (CUADRO2).

    Íil tsl N=66.1) 33.0 r 433

    CUADRO2. Uso de [¿] - til.

    vadante sonora supera a la sorda, los in-[ilque los de NAe (CUADRO3). Por su

    | )o¡ulide Mirande(l99la:I0). pala el español de Rosalio, señala tanrbién que la posición inicialt'avorece,'l t'nsolclecimientotual de /Z/.\\i rl l y Jirnénez ( 1979) encuentran para el español de Buenos Aires, un 6al¿ de africación (tanto sorda como''n\r )rllccidao sonor a). ocurriendoen el contexto intervocálico solamenteun 27o de estos casos. Las autuas' rr tr('n(lcn c¡ue la africación después de pausa e intervocálica se pr oduce purarnente por énfasis, y que en sui i,r l)u\ \r'dioespecialmene en la palabla.vo; una observación similara esta últinlahace Donni de Mirandel'.r¡:r r'l csP¿rñol de Rosario. y es cormborada en mi corpus de Montevideo.| .u rrlritinkrs datos para Buenos Aires (Wolfy Jiménez 1979), Bahía Blanca (Rrntanella de Weinbetg 1979)\ l('rs:ui()(l)onnideMil'andel99la)indicanquelasvariantessonomssuperanengeneralalassordas.| . r r : r¡ irrhlc¡rivel sociales la que ha suscitado mayores discrepancias ya desde los primeros estudios de estel' n, n r('n()cn Ia Argentina. Por ejernplo, ZarnoraVicente ( 1949) entendía que la variante sonora caracteliza-l'.r ;r h rs hirbllntes cultos.y que las pronunciaciones solda o parcialmente ensordecida eran muy frecuentes

    ' n h)\ lrirl)lantesde nivel culturalmedio de la ciudad y de la zona suburbana. En ese sentido, este autor',rr.,r(l('r'll)ilque era la clase rnedia baja quien impulsaba elcambio, por lo que el mismo conllevaba cierto,'r.r,l, ) (l('estignratización social. Guitane ( 1983).en cambio, opinaba que el origen del fenómenono tenía¡,'l.rr io¡rt'on la clase baja en particular.sino miís bien con Ia clase media. L¡s estudios actuales sobre el

    3t

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    us() nllisfi'cctrcntc,nr¿urle:s tlc NA.la¡rrcstigior('.

    fíl t5l N-NANB

    7 t.362.6

    28.637.3

    713t20

    CUADRO3. Uso de [2]- [í],por nivel de instrucción.

    La variable sexo indica claramente que las mujeres usan más la variante sorda que loshombres (CUADRO4). Este comportamientoha sido enfatizadoen todas las investigacio-nes sobre ensordecimiento de la palatal en el área rioplatense. Asitanto las observaciones yestudios precursores, como las investigaciones más recientes sobre el habla de Buenos Ai-res, Rosario y Bahía Blanca, coincidenen que las mujeres tienen sistemáticamenteporcen-tajes más altos de [ñ]que los hombres.

    ftl t5J N=hombresmujeres

    I4.159.8

    25.840.1

    lt3120

    CIIADRO4. Uso de [¿] - [íJ, por sexo.

    Los hombres de NAy NB tienen un comportamientomás homogéneo entre síque lasmujeres de los niveles señalados (CUADRO5). Asimismo,las diferencias por sexo son másnotorias entre los montevideanosde NB, que entre los de NA.

    vl tsI N-NAhombresNAmujeresNBhombresNB mujeres

    17.665.2

    70.8s3.8

    22.334.7

    29.r46.1

    353360

    360360

    CAADRO5. Uso de [2]- [í],por nivelde instruccióny sexo.

    3.2. Edad.De las variables sociales tomadas en consideración,es la edad la que más claramente

    pauta dif'erencias en el uso de ambas variantes (CUADRO6). El empleo de [5]aumenta

    cspairol de laArgentinaindican que, en general. la variable nivelsocial no tie¡re una incidencia tan clara-rncntc rclevante (posiblemente porque se presenta de un modo complejo)como las variables sexo y edad.

    l0 lirntlnclladc Weinberg 1979) señala que el prestigio de la variante sonora en el habla de Bahía Blanca serlcrh¡cedc su r.rs() pol'parte de los grupos sociales más altos y en los estilos más controlados.

    r.t

    y por la preterencia más acentuada qlre tienen por esta variante los infor-variante sonora puede considerarse como la formaestándar y de mayor

    l t i l l t lid l i f jó

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    rlotoriay legularmente a meclida que los infonnantes son más jóvenes, hecho que está de-trrostrandoque los montevideanos pafticipandel proceso de cambio más general de ensor-tlccimientode Ia palatal que está ocuniendo en el español rioplatense, y que ha sido consta-trrcloen las investigaciones ya rnencionadas.

    ÍLl tsl N-edad 3edad 2edad I

    90.072.738.5

    9.927.26r.4

    473480480

    CUADRO6. Uso de [2]- [í],por edad.l,as diferenciasmás notodas para los grupos etarios considerados ocunen entre las eda-

    t lt's 2 y 3. loque indica que el avance de la variante sorda se acelera en esa franja etaria, en la, rrrtllos porcentajes de [5]llegan inclusoa superar a los de [Z].Corno ya observó Fontanella,ft' Weinbetg (1979) para el caso de Bahía Blanca, los hablantes mayores de 30 años ofrecenrrrr ¿tvilnce lento del cambio. que se precipita en los menores de esa edad. A similares conclu-'r,rttcs lle-ean Wolfy Jiménez (1979) para el español Buenos Airesy Donnide Mirandet l()()la) para el habla de Ros¿rio. Esta últimaautora entiende que en esa localidad,

    " si biett la prinrcruclttpadel ¡txtceso clatoría de mns cittcuenta a sesenla años,lu últinruetnpu es ntis lz:ciente,pues kts nwyorcsde 35 ctíios la ün¡tulsan mtpho

    ntutos cltte losjó,',en

    e.r " (p. l8).,'\ tt ttque la vadante sol da se ha impuesto en los dos niveles socio-académicos. en el NAsurr¡lnxluccitinse ha letrasado hasta el -erupo etario intermedio(de hecho, los infr-¡rmantesmásr t,'¡trs cllsino la ptesentan) (CUADRO7). Esta constatación conobora que la v¿uiante inno-r .rr k rlircornenzó a inrp

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    tzl tsl N-NAedad 3NAedad 2NAedad 1

    NBedad 3NBedad 2NBedad I

    93.984.536.2

    86.160.840.8

    6.0t5.463.7

    13.73e. I59. r

    233240240

    240240240

    CAADRO7. Uso de [fl- [i],por nivelde instruccióny edai.

    Las mujeres adhierena la variante sorda más que los hombres, sea cual sea la edad de losinformantes(CUADRO8). Nótese que mientras que en la edad 3 los hombres prácticamenteno usan [5],ya hay mujeres de esa edad que la presentan en buena medida. Actualmente,lasmujeres más jóvenes lideranel uso de [5],seguidas por los hombres de su misma edad, yluego por las mujeres de edad 2.

    [.os datos están indicandoque, como señala Fontanella de Weinberg (1992a: 136) en suestudio sobre el español de América,

    "este proceso ha sido intpulsado en una primeraetapa por las hablante.sfenteni-nas y aún en Ia actualidad las nrujeres poseen realizaciones más ensordecidasque los hombres".

    Thnto Wolfy Jiménez (1979) para Buenos Aires, comoFontanella de Weinberg (L979)para Bahía Blanca, observan que las mujeres se han colocado a una distancia de una genera-ción en la vanguardia de este proceso. También en Montevideoparece ocurrirel cambio deeste modo, ya que los hombres de edad 2 están presentando los mismos porcentajes de [5]que las mujeres de edad 3. El hecho no es nuevo, y fue observado originalmentepor Labov(1972:301) en su estudio sobre (eh) en Nueva York;"womenarealmost awlnlegenerationfurtheralong in the raising of (eh) tlunt men".

    Írl tsl N-hombres edad 3hombres edad 2hombres edad Imujeres edad 3mujeres edad 2mujeres edad I

    99.580.443.3

    80.865.033.8

    0.4r9.556.6

    19.135.066.2

    233240240

    240240240

    CAADRO 8.Uso de [fl- [í],por sexo y edad.

    Labov(1991:205-206) indicaque el comportamientode hombres y mujeres en situacio-nes de cambio puede resumirse en dos principios:

    "(l)In stable sociolinguisticstratification,men use a higherfrequencyof34

    t d df th t (II)I th j itl f Ii i ti h

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    non-standurdfonns than u,onten. (II)In the nru.joritl,of Iinguisticchanges,wontenuse a higher frequenc¡, of the inc'otning,.forntsthan men"-

    El comportamientode las mujeres montevideanas frenteal cambio comobora la hipótesisde Labov (1972a) de que las mujeres avanzan con mayorrapidez en la mayoúa de losprocesos de cambio,y que ello no se debe exclusivamente a la mayor propensión que tienenlas mujeres por la adopción de formas prestigiosas, ya que en este caso el prcstigiode [5]escuestionable. Aunqueen situaciones estables las mujeres favorecengeneralmente las v¿nian-tes de prestigio,también es cieftoque en situaciones de cambio pueden liderar dichosproce-

    sos aun cuando se trate de imponer fbrmas(originalmente)

    no prestigiosas.EstecomportamientohallamadolaatencióndeLabov(1972a,1991)tr,quiennoencuen-

    tra para esta conducta una explicación totalmentesatisfactoria,aunque sí especula con la¡xrsible incidencia de una serie de f-actorcs; por ejemplo, el mayor involucramientode lasnradres en el desarrollodel lenguaje de sus hijos, podría llev¿rlasa desarrollar unamayor"se'nsibilidad"en relación conel funcionamientodel lenguaje. Fontanella deWeinberg(1979:97), por su pafte. haciéndose eco de algunos de los principiosdel cambio lingüísticoclulxrradospor el misrnoLabov, r¿LZOnadel siguiente modo:

    " Es induclablec¡ue en totlo t'oniltiose da wt proceso dialéctico por el c'ual prinrc-ro se produca Lon ctepe tle dife rcnciaciórt lirryiiísticadentn¡ de la conrunitlad enlu c¡ue un deternitrutlosubgntpo de la ntisnta utilizawt resgo c¡rc kt carac'terizu), rltfercttc'ia,por lo tanto, del resto. En urta segwtda expa el ferúnrcnose vaS4erteralizrurclo ¡,el rasg,o deja dc ser catat'teriiudorde wt detennüudo gntpo enpurficular paruhac'erse prcpioclc la conuutidaclen su conjurtto.El hecho de eptelus mujercs etrcubecett el ¡trcc'eso en nruc'lu¡scasos, lruce penser que la volmúeulrle caracterizar ru lrublaconrc típicatnetÍefentertitn, favorcceel surgitnietúoderusgos que en mt cletcntúttrulontonrctúo la destacan c'onrct tul".

    l(ctornandoel análisis de los datos de este apartado, me interesa ref'erirmea la reacción,lt' krs lrombres f'rente a la propuesta de cambio originadaentre las mujeres. Si observamosl;rs tlili'renciasporcentuales existentes entrc hombres y mujeres en las distintas franjas eta-r rrrs ( I li.7en la edad 3, 15.5 en la edad 2 y t).6 en la edad l), encontramos que a medida quel, rs inlormantesson más jóvenes, las dif'erencias entrelos sexos disminuyen. Comoesto es.r,,r :r l)csar de que las mujercs, lejos de estancarse en el uso de [5],siguen avanzando notoria-n r('nt('. rcsulta verdaderamente notable el aceleramiento que han tenido los hombresen este¡,r I r(('s() rle una a otra generación. Esto significaque, no obstante las mujeres tengan consis-rr'ilrr'1il('nteporcentajes más altos de [5]que los hombres, la informaciónde "sexo femenino"',r' r :r ¡rcutralizandoa medida que los informantesson más jóvenes.

    | .os rlutos también indicanclaramente que, dentro de las nrujeres,el proceso de cambio

    | ;rl¡rr' ( 199 I : 206) reconoce que "The two distictpattenrs of behat'iorare dfficultto reconcile witheacht,tlt.'t.tttul(ils(tttntxulicta nurnber of well-estublished principlesoJ linguisticclnnge".

    35

    fue iniciadopor las de NB quienes actualmente si quen a la vanguardia en el uso de la palatal

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    fue iniciadopor las de NB,quienes actualmente si_quen a la vanguardia en el uso de la palatalsorda en todas los subgrupos sociales considerados't (GRÁFICOI ).

    Sin embar-eo, losotros subgruposparecen haber reaccionado pr ontamente hacia una acep-tación de la propuesta innovadora, ya que todos los -rlrupos más jrivenes(hombres y mujeres.de ambos niveles) tienenporcenta.ies muy similares de lSl entre sí. Por otra parte, todos lossub-srupos de edad I que surgen al considerar en lbrmaconjunta laed.rd con el sexo y elnivel,tienen porcentajes de [5]similares osuperiorcs a la vadante sonora.

    Dentro de los más jóvenes, el único -qrupo que presenta un comportamiento algomás

    conservador es el de los hombrcs de NB, reflejandoasí en cierto nrodo el rechazo ori_uinal delos hombres más viejos de NBpor el uso de una varianteque, para esa fianjaetaria y esenivel, era típicamentefemenina.Por el contrario,los hombres jóvenes de NAhan aceptadoel cambio aparentemente sin mayores cuestionamientos; obsérveseel brusco descenso devariantes sonoras que ocurre en la edad 1 de los hombres de NA.

    10090 . ,807060

    50403020100

    edad 3 edad 2 edad 1

    enlftCO1. Ilso de [i],por nivelde ilttnrccúín,sexo y edad.

    4. COMFORTAMMNTOS INDIVIDUALES.

    La situación de cambio en que se encuentra involucradaesta variablesupone un compor-tamiento lin-eiiísticoindividualmuy heterogéneo entle los montevideanos de distintas eda-des, dentro de cada nivel socio-académico, y por lo tanto una diferenciade mngo muy acen-tuada:96.7Vo en el NAy90.OVo en el NB(CUADRO9).

    13 En el caso de Bahía Blanca, Fontanella de Weinberg (1979) también encontró losmayores úrdices deensordecimiento entre lasrnujeres lncnores de 30 años con educación prirnaria:sin embargo. enf.re lasrnujercs mayorcs de esa edad. registró más vadantes stldas en las universitalias. loque estaría indicando(lue en esa localidad el proceso de cambio habría sido iniciadopor estas últirnas,pasando luego a serliderado por las primeras.

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    NA NB

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    7o NA NB

    96- 10091-9586-9081-8576-807t-7566-7061-6556-60-a --

    5r-5546-504t-4536-403l-3s26-302t-25t6-20t0-r55-100-5

    .t, .1.

    -:-

    1.

    {: :i:¿.

    .:.

    :l

    . .

    . .

    ,i ,i .¡

    -l . .

    :i: :l.]-

    :l ::: ::::l ::.

    CAADRO9. Uso de [2],por infonnanle y nivelde instrucciott.

    I-a mayor heter

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    (lir( (li( lx)l)roccso está ya muy ¿rvanzado en el grupo etario más joven.Mientrasque elus() cscur\io o nulode [i]en los montevideanosmás viejos indicaque hace algunas¡lcneracitlnes la variante sorda estaba circunscritaa determinado tipode hablante, su¡lrrulatinaadopción por pafiede otros grxpos sociales estaría indicandoque, de nonlccliaralgún hecho que detenga el cambio,la v¿rriante sorda terminará sustituyendototalrnente a la sonora.

    . El proceso de cambio fue iniciadopor las mujeres de NB:las de NAhan acompañadoa las antedores desde el inicio.aunque desde una posiciónmás rezagada. Las muiercs

    tienen consistentementeporcentajes

    más altos de [5]que

    los hombles. Este comporta-mientoconnota a la variante sorda, en principio,como eminentemente f'emenina.. La variante inuovadoraaparcce cadavez más en todos los grupos sociales, a medida

    que decrcce la edad de los hablantes. Aunque entrelos jóvenes son las mujeres quienessiguen teniendo losporcentajes más altos de [5], los hombres de esa edad se les acercanmucho: se mantiene, no obstante, una renuencia relativamentemayor aluso de [5]entre los hombres de NB.

    . Aunque la variablenivelsocial noarrojó rcsultados tan contundentes como las otrasdos variablessociales consideradas, puede admitirseque el uso relativamente mayorde la variante sonora por parte de los hablantes de NAhace que en términosgeneralesésta deba ser considerada como la de mayor presti-qio. No obstante, la constatación deque los hablantes más jóvenes de NAestán superando (aún levemente) en el uso de [5]a los de NB,pronosticaun eventual cambioen la norma lingüísticade prestigiors.

    El hecho de que la variableestudiada esté experimentandoun proceso de cambiotan rápido. repercute en una mayorcomplejidad16 encuanto a su marcaciónsocial,además de la señalada eventualidad de un cambio en la nonna lingüísticade presti--eio.

    La m¿ucación social de [5] depende del subgrupo considerado. Aunqueen términosgene-

    Los datos sobre el español rioplatense en la Argentina coincidenparcialmente con los de Montevideo.Loslesultados para Buenos Aires (Wtrlfy Jirnénez 1979). pol cjemplo. arroj¿uon que: a. el cambio /2/>/5/es casicompleto para el grupo más joven (al igualque en Montevideo)lb. son las mujeres, a gran distancia dc los

    hombres. las que lideran el carnbio (cn Montevideoesto es también así. aunque las diferencias porcentualesno son lan acentuadas. neutralizándose parcialnrente en ln edad joven);c. los grupos medio y bajo se()ponen en trloquea la clase alta. que es la que impulsa el cambio (en Montevideoel NApresenta cn general¡'rorccntajes más bajos de la variante sorda). Wolfy Jirnénez concluyen adernás que en Buenos Aires:d. hayconcicncia lingüísticasobre el canrbio cnun pequeño gru¡ro de clase alta; e. la var-iableestilo sería inelevan-tc. Sohrc cl punto d. volveré¡nás adelante.( \rrxri¡rdica Fontanellade Weinberg ( 1979: 98). el ensordecinrientopresenta una distribucióncompleja ent'l ctrnjtrnttr de lacomunidadbahiense, que no puede ser reducida a un únicofactor social:"Estopone den'litt'at¡u' lu intetpetrcióndel a'urce de tm caniltiolütgiiístit'oen unu cotttuttidn¿l dete nnitrctdano puederttili:'ttr.u'ut lxtsca la consideraciónde rasgos aisludos, sino que es necesario tomar en cuetúa foda lar'ttrtr¡lt'futtntntt rlc.fiu'trtresque húeractúon ett el ntisnto".

    l5

    llr

    rales es más usada por las mujeres que por los hombres, más por los montevideanos de NBl d NA á l jó l i j f i i

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    que por los de NA,y más por los jóvenes que por los viejos, no funcionanecesariamentecomo un marcador de sexo. nivel o edad en forma absoluta. para la comunidaden general,sino que actualiza una u otra informaciónsegún el sub-erupo social que la emplea y/o inter-prcta.

    Efectivamente, lasmarcaciones de sexo y nivelsocio-académicose atenúan según lasotras vadables sociales con las que coocunan. En un trabajo sobre actitudes lingüísticashacia [Z]y [5],basado en un test de reacciones subjetivas (Lamberl1967), Gabbianiy Ma-rll'es ( 1984) no pudieronconstatar una actitudhomogénea hacia eluso de [5]entre los infbr-rrlantes montevideanos sometidos a la pmeba. Por el contrario, observan las autoras que,:icgún el nivel socioculturalal que peftenecían los informantes encuestados, se evidenciabanactitudes distintas.

    Compzuando estas afinnaciones conlos datos de mi investigación, creo encontraralgunosrrr-qumentosque explican las observaciones de Gabbianiy Madfes.Efectiv¿rmente,si comovirnos es cierloque las diferencias por sexo se neutralizan parcialmente entr€ los informan-lcs de NA,y se acentúan entre los de NB, podemos entender el hecho de que los hombres deNBsean más reacios al uso de [5]que las mujeres de su mismo nivel.Podría interpretarset¡ue el compoftamientode los hombres de este nivelresponde a la convicciónque tienen det¡ue el uso de [5]es erninentemente femenino, y que su empleo por parte de un hombre¡xxlríainterpretarse como habla af'eminada.En principio,pues, puede afirmarseque en elNB la variante solda es un claro marcador de sexo f'emenino.

    Ahorabien, los datos tambiénhan demostrado que si nos ubicamos dentrodel grupot'tario más joven, las dit-erenci¿rs por sexo y por nivelsocial tiendena neutralizarse. En baser esto. podemos inferirdos hechos:

    a) para un hablante montevicleano joven el uso de [5]no tiene ningún tipo de informaciónespecífica (exceptuando la observación hecha para algunos hablantes jóvenes de NB);

    b) para un hablante mayor, [5]es un marcador etario.Actualmente,es posible quepara el grueso de la comunidadmontevideana la edad joven

    st'u cl factor socialmás asociado al uso de [5],no sólo por los valores absolutos que permitenrlili'renciarlas distintas franjasetarias (téngase en cuenta que los informantes deedad IIrt'ncnconsistentemente valores más altos de ensordecimiento que los informantesde edad.'. y, éstos que los de edad 3, sea cual sea su nivelsocial o su sexo), sino por la conciencia',, x'iulc¡ue se ha generado en la comunidad en tomo a este avance de [5].

    lrl¡rroblemade la existencia o no de una conciencia social entomo aluso de [5]ha¡rrt'ocupadoinicialmentea los estudiosos del tema, y sigue consideriándose un aspecto querlt'lx'clucidarse para una mejor comprensión del fenómeno. Guitarte(1983),por ejemplo,t'r¡tcnclíaque el proceso de ensordecimiento no era percibidoconscientemente por los ha-lrlurtcsbonaerenses, quienes no se percataban de estar produciendoensordecimiento. Wolf

    39

    \ lrrrr,'rrr'zI ltlltl¡t orrrt rrlt'n('()n llrs ()l)scr\/¿tciotlesde Guitafte,y concluyenque el ensorde-( ilil (' l il(('l ilil('

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    ( ililt('nlrr il(s('lorilil('n l¡rcorrrtrnidad lronaerensecomo unestereotipo o marcador, en el',t'rllrrfork' Lrrlxrv(l()72a¡. 'l'¿unbién Fontanella de Weinberg (1979:98)considera que para('l ('\l)illf()lrlc IllrhíalJlartca,el ensoldecimientode /i:/

    " tttt ttttt,rlilttv(wt eslereotipo delque los fuúleutcr^tengut uue L'oncietrciaclara.'(,nt() (tt el u$o clc Ia pérdiclucle -s".

    l'.¡lticnclo queen el seno de la sociedad rnontevideanaexiste plena conciencia del uso de [5|cn kls -rlcnelaciones mayorcs. y una conciencia prírcticaurente nula entr€ los más jóvenes. Asi-nrisnr().considero que el tipo de connotacirin socialque p¿ua los montevideanosrnayorcs tienecl uso de [5].ha ido cambiando a través del tiernpo, pasando de una identificaciónde estesonido con "hablafemenina".a una connotación de tipo"habla descuidada de losjóvenes".

    Miafirmaciónse fundamenta en un par de hechos, que he venidoobservando desde haceun cierto tiempo:las caracterizaciones de personajes femeninosy adolescentes en la televi-sión, y las caracterizaciones y opinionesacerca del habla de los jóvenes que aparecen en latelevisióny en la prensa escrita. En cuanto alprinreraspecto, es interesante observar el usosistemático y hasta exagerado de [5]a que apelan los actores varones cuando se trata deinterpretarpersonajes f'emeninos y, sobre todo, personajes masculinos af-eminados; más rc-cientemente, este comportamientoha comenz¿rdo a darse también en la caractedzación depersonajes adolescentes (y, sobre todo, n'rujeres adolescentes). Inclr"rsoen la prensa escrita

    apareceu reproducciones humorísticas delhabla de losjóvenes.

    adoptando sistemáticamen-tc la grafía "sh"para rcproducirel sonido [3],en palabras como slw,ntislutrtrio.uruguaslrct,etc.r7 Estas observaciones me pernriten afirmarque, ef'ectivamente,estanros frente a un este-reotipo lingüístico,necesar-i¿rnrente complejo enla medida en que ha ido cambianclo(oirrnpliando)su infbrnraciílnsocial.

    En relacióncon la conciencia lin-süísticaque se trasluce a tmvés de losaftículosde opi-ni(ln,he podido constatar que son verdaderamente abundantes las rcf'ercucias y los lamen-tosrs en torno a la delbrnlaciónque está "sufi'iendo"el españcll de Montevideoa causa deluso cle "sh"por parte de los jóvenes. Casi sin excepci(rn. estos ¿rrtículos. erninentemente¡rrescriptivos,atribuyen lacue'stionada "detormación"a la inflr.rencia de lospro-ell:¿lr]rasar-gc'ntinosque se transmiten en la televisi(rn unrguaya.Con lo cual f.eneurclsno sólo evidencia

    cle que hay conciencia lingtiísticadc que se tr¿lta dc un fl'nónlenoasociado al habla.juvenil,sino tarnbiéli al hablaar-gcntina (rnírs concret¿lnrente, porteñiLsi nos atenemos al ori-9en cleclichos proeramas). Por último.vale observar que el hecho rnismo clc-que en la prensa escritasc csté empleanclo la-erafía "sh"para designar el soniclcl.implicaque se l-ecorloceperltcta-rucnlc su pccLrliaridad.

    'li'rlI:rrPrt-scntc solrrc todo Ia scriccle divertickrsañícukls rlelpcriodistlElhirr l{odríguczl}arilari.qLrerllirt('('('ncn cl suplL:nrento"Sibados Shorv" deldiario"[ilPaís". dirigirlosb¿isicanrcnte a un públicttjoven.( rrnr¡rfit'rrtltrconlucorrTr/rriuttruditiut(Milnr¡,¡,Nfillo¡'1985).tDicaclelasactitLrdc:s¡ru:sct'iptivas.

    tlIS

    Ahora bien, elhecho de que estemos frente a un cambioque avanza rnuy rápidamente

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    contribuyea desamollaruna mayor concientizacióndel fenómeno, pel o también augura que,en la medida en que la imposiciónde [5]complete su ciclo, terminará desplazando las reali-zaciones sonoras, de modo que las connotaciones negativas hacia lavariante sorda cornen-zarán a ser sustituidas por una actitud más condescendiente. De hecho, es necesario insistirtambién a propósitode esto que la conciencia lingüísticaque he ilustr¿rdocon los ejemplosanteriorcs parece desaparecer totalmente en las generaciones más jóvenes, es decir, entrc losusuados casi masivos de [5]t').

    Comoobservé más atrás, la situación de cambio lingüístico implica,en el español deMontevideo,también uncambiode norma estándar. Por ser la que aparece en casi todos lostipos de hablantes, y por ser la más usada por los hablantes de NA,argumenté que [Z]puedeaún considerarse como lavariante estándal'en el español de Montevideo2o.Pero el hecho deque entre los montevideanos más jóvenes sean los de NAquienes (aún con diferencias casiinsignificantes)estén usando más la variante sorda, puede determinarun c¿rmbio en el pa-trón sociolingüísticoque indicaba (acorde al comportamiento delos grupos etarios másviejos)que la variante sorda era más frecuente en los hablantes de NBy, por ende, menosprcstigiosa. También el hecho de que aumente su uso entre los hombres, al punto de que seneutralice la marcación de sexo en la edad 1, indica que podríadejar de ser una variantemarcada también en relacióncon la infbrmaciónde sexo.

    Por otra parte, la constatación de que son las mujeres, que suelen adherir a las formas deprestigiomás que los hombres, Quienes presentan los porcentajes más altos de [5],tambiénau-qura que esta vadante terminará perdiendo su eventual connotaciónnegativa en cuanto ai nformaciónestrática.

    Los fenómenos lingüísticos cambian,y las actitudes lingüísticas tambiénlo hacen. Seacomo sea, lo cieno es que las acciones prescriptivas no parccen estar deteniendo el avance dela palatal sorda, sino todo lo contrario.En un par de generaciones, es posible que la variantesonora haya desaparecido por completo del habla de Montevideo.

    Alrcspecto. y sin ánirno de que esto sea tomado como una evidencia empírica sistemática, he ncltado latlilicultadque tienen muchos adolescentes y niños rnontevideanosque emplean Ia variante sorda, en discri-rninarauditivamente la diferencia entre[S]y [21.l:s l2l. y no [5].por ejemplo, la variante que sc les exige a los locutores profesionales en los medios decornunicación.

    4l

    'o

    COMFORTffiODE GRUPOSCONSONAT..{TICOS

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    Ana Fernández

    r. PRESENTACION.En este trabajo se aborda el estudio delmantenimientoo simplificaciónde grupos conso-

    nánticos en el español de Montevideo,en palabras como éxito,ittstitución,opcióu, ónutibus,etc.

    En español los fonemas consonánticosestán considerablemente más condicionados, des-de el punto de vista contextual,que los fonemas vociílicos.Aunque todas las consonantes(excepto /r/)pueden aparecer a iniciode palabra, en posición finalsólo puede ocurrirunnúmero muy limitadode ellas.

    En posición inicialde palabra el español admite varios grupos consonánticos: /pr/,ldrl,/kr/, lgrl, lpll, lbU , lfll, lku , /gll(AlarcosLlorach197 l). Aunque en posición interna, por elcontrario,las posibilidades de combinar varios fonemas consonánticos son significativa-mente mayores, AlarcosLlorachseñala que

    "lulengua corrietúe elinúnaen la distensión silábicauno de los clos fonenms;estraño. ostrugción, trasplante"(p. 1oD.

    Los grupos consonánticos suelen aparecer en cultismos,tecnicismos, extranjerismos, etc.Alrespecto. el mencionado autorindicaque

    "es dificildelünitar con exactitud los gneos verdaderantente españoles, pues lannyoría de los de este tipo aparecen en cultisrnos, rcchtcidos algunosa círculosrestrilryidosde hablattes" (p. 190).

    Desde una visión diacrónicadel fenómeno, Alarcossostiene que"elsisfema castellano general, cuaiado en el sigloXVII,es hoy afutvigente (...)En la lengua correcta, sólohay que señalar tmcantbio irttportantedesde uc¡uelsigloa la acmalidad. Se trata no de la modificaciónen el sistenta, sino de ladistribuciónde ciertosfonenusen el deutrso. Bt efecto, de mt lado los numerc-sos cultisttzos,1l de otro la preskin nornutivay etimologiznnteejercidapor laAc'adentia desde el sigloXVIIIhan ilnpuesto aI españolla aceptación de gruposdefonenus cottsonánticos no atJnútidos anteriormente: son grupos todos consti-

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    Sin embargo, los datos anteriores deben ser acotados teniendo en cuenta la composiciónúl i d

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    de los GC. De acuerdo a esto último,se distinguierondos situaciones:. GC con -a implosiva(C'CI). GC sin -s implosiva(GCtr).Dado que ambos tipos de GC presentan comportamientosbastante peculiares, serán trata-

    dos en forma separada.

    2. GRT]POSCONSONÁNTICOSCON /YIMPLOSIVA(GC¡.Se trata de grupos con -s finalde sílaba, como en las palabras e-\portar oütspección. En

    caso de mantenerse el fbnema /s/,éste no se aspira (contradiciendola pronunciaciónhabi-tual en Montevideode la /s/ delante de consonante).

    Alarcos Llorach (1995: 39-40) señala que, para el español peninsular,"enlos casos de coniltinacionesüúentas de trcs consonante.s (...) la lenguacontún hablada, cottutctror onrcnorfrecuetrcia,los sinrylifica:sotl ttonnales/es.periencia/ y /tes.to/ ¡- no rcuos /tras.porte/, /as.tinenaict/,/kos.ta/ (...).Cuandose articulanlos dos fonernas, suele ser por afet:taciótto por túrnia reproduc'ciónde Ia grafia.lttnúsnn ¡tuede decirse de las poctts combümciones de cuatrc¡ con-sonatúe* Solo se clan cuatulo el segwdoJbnema seu /s/ v los dos últintospuedan

    fornrurgrupo prenuclear:abs.truso, cons.treñinins.trucción,ex.prinú4ads.cripciórt, etc.".En caso de que el grupo consonántico no se mantenga, la simplificaciónse realiza de dos

    maneras diferentes:. Opción GCIa. Se mantiene el fonema /s/ (con una pronunciaciónaspirada) y se pierde

    la consonante precedente. Por ejemplo, lehportátrl, /ihpeksión/.. OpciónGCIb.Se elide totalmenteel fonema /s/. Por ejemplo, /inpeksión/,

    /contitucionál/,/inkribír/.

    2.1. Datos generales.

    l-os datos generales indican unporcentaje elevadísimode simplificaciónde este tipode( ;C (CUADRO2). De las dos opciones de simplificaciónque presentan los GCl, aquélla que¡rrcfiercconservar la -s implosiva(GCIa)resulta ser la preferida(CUADRO3).

    rno de GCI no uso de GCI N=

    20.5 79.4 185

    GCIa GCIb }\.|=

    88.4 il.5 t47

    CUADRO 3.Tipo de opciónelegidapara el no uso de GCI.

    CLIADRO 2.Uso - no uso de GCI.

    45

    lrl( 't lAl)lt() -l rnucstra las diferentes combinaciones de fonemas en los GCI. Las combi-¡rirr:ioncsnrás llecuentes son /ksp/ /ksly /nsl (ej : exporta4 tranunisión extraño) Ofras C¡

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    ¡rirr:ioncsnrás llecuentes son /ksp/, /ksly /nsl (ej.: exporta4 tranunisión,extraño). Ofras,corlro /bst/, /nsm/, /ksk/,etc. (ej.: abstracción,fransntisión, excusar,etc.) ap¿recen muyesporádicamente. Obsérvese que la mayorparte de las combinacionesni siquiera admite laopción GClb.

    uso de GCIno uso de

    opciónGCIano uso de GCIopciónGCIb N=

    kspkst

    ksknstnspnskbstnsf

    nsm

    Total

    t2.321.3

    0.029.133.316.6

    100.025.4

    0.0

    20.5

    87.678.6

    r 00.032.466.666.60.0

    25.0100.0

    70.2

    0.00.0

    0.037.80.0

    16.60.0

    50.00.0

    9 I

    6s6l

    I3796I4I

    185

    CUADRO4: Uso - uo uso de GCI,por tipo de combiltacióttde consonantes.Se especi;ficanlas dos opciottes de no uso.

    2.2. Correlatossociales.

    2.2.1. Nivelde instrucci.óny sexo.El nivel de instrucciónde los informantes incidede un modo impoúante en el uso que los

    montevideanos realizan de los GC. La conservaciónde éstos se identificaesüechamente conla norma estándar, y es un rasgo prcscdto a través de la educación formal.

    En el caso específico de los GCI,lo primeroque llama la atención alobservar el CUA-DRO 5 es que los dos niveles de instrucciónconsiderados presentan porcentajes de simplifi-cación muyelevados. Ahorabien, mientrasque los montevideanos de NBmuestran un com-portamiento casi categórico enel sentido de desechar prácticamente la pronunciacióndeestos se,qmentos, dentro de los informantesde NAexiste una mayor variabilidad.Efectiva-rnente, estos últimosse muestran más sensibles a la prescripciónidiomáticatratando, por lo

    menos en unas cuantas ocasiones, de seguir la norrna lingüísticaque impone la lengua están-dar. Cabe observar que en los informantesde NBaparece, además, un número menordepalabras con GCIque en los informantesde NA,corroborándose en parte el carácter "culto"cle muchas de las palabras que contienen estos GC.

    uso de GCI no uso de GCI N=NANB

    30.26.5

    69.793.4

    r0976

    ,l(r

    CUADRO5. Uso - tro t¿so de GCI,por nivelde ütstn¿cción.

    n

    ltI

    La marcación socialde nivelse vehiculiza,pues, gr?ss o ntodo,a través de la mera presen-cia - ausencia de GCI:aunque la ausencia del GC no brinda de por sí ningún tipo de infor-

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    cia ausencia de GCI:aunque la ausencia del GC no brinda de por sí ningún tipo de información social de nivel,su presencia indica básicamente informaciónsocial de NA.

    La v¿riable sexo no incidedemasiado en la conservación o simplificaciónde los GCI. Detodos modos, las mujeres tienen un porcentaje levemente mayorde conselvación (CUA-DRO6).

    uso de GCI no uso de GCI N=

    hombres

    mujeres

    t9.7

    21.2

    80.2

    78.7

    86

    99

    CUADRO6. Aso- no uso de GCI,por sexo.

    El nivelsocial incide tanto en el comportamientode hombres como de mujeres, aunquemucho más enestas últimas:mientras que las mujercs de NAconstituyen el grupomáspropenso al mantenimiento,las de NB son el grupo más proclive a la simplificación(CUA-DRO 7). Por otra parte, el desempeño de hombres y mujeres de NAes apenas un poco máshomogéneo entre sí que el de hombres y mujeres de NB.

    r¡so de GCI no uso de GCI N=NAhombresNAmujeresh[B hombresNBmujeres

    26.533.3

    r0.82.5

    73.566.7

    89.297.5

    4960

    3739

    CUADRO7. Uso - no uso de GCI, por nivelde instruccióny sexo.2.2.2. Edad.

    El grado de conservación de los segmentos est^á directamenterelacionado conla edad de losmontevideanos: cuantomás jóvenes, más conservan los GCI(CUADRO8). [¿s diferencias¡rorcentuales enae las franjas etarias oscilan alrededor de un 107o, y ocuren en forma escalo-nada. En este caso, pareceúa estar avanzando lentamente eluso de la va¡iantede prestigio.

    r¡so de GCI no uso de GCI N=

    edad 3edlad 2edad I

    10.020.03t.6

    90.080.068.3

    ó06560

    CUADRO8. Uso - no uso de GCI,por edad.

    El CUADRO9 permiteobservar que la tendencia hacia una mayor conservación en losGCI,a medida que la edad es menor, ocuffe básicamente entre los informantesde NA,nore-sistrándose un comportamientoigualmentesistemático en el NB.

    47

    uso de GCI no uso de GCI N-NAedad 3 15 I 84 9 33

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    NAedad 3NAedad 2NAedad INBedad 3NBedad 2NBedad I

    15. I3t.240.9

    3.t9.06.2

    84.988.859.1

    96.39l .093.8

    333242733l6

    CUADRO9. Uso - no uso de GCI,por nivelde instrucciótty edad

    Teniendo en cuenta cadafranja

    etaria por separado, las diferenciasporsexo son

    pocosignificativas,sobre todo en la edad 1 (CUADRO10).

    uso de GCI no uso de GCI N-hombres edad 3hombres edad 2hombres edad Imujeres edad 3mujeres edad 2mujeres edad f

    15.315.628.5

    5.824.234.3

    84.784.47 t.594.275.865.7

    263228

    34a-tJJ32

    CUADRO10. Uso - tto uso de GCI,por edad y sexo.

    Las mujeres de NAy edad I son las que ofrecen porcentajes más altos de conservación(CnÁftCOl). Dentro del NB, los grupos más conservadores son los hombres de edad I ylos de edad 3. De hecho, las mujeres de edad I y de edad 3 de NBno presentan ningunaocurrenciade conservación de GCI.

    Todos los subgrupos de NAse ubican por encima de sus correspondientes del NB.En elNAlas mujeres conservan más que los hombres (excepto en la edad 3). Por el contrario,enel NBlos hombres üenen siempre mayor conservación.

    100908070

    6050403020100

    edad 3 edad 2 edad 1

    4ti

    GRÁFICOI. Uso de GCI,por nivelde instrucción, sexo y etlad.

    oboo(-c

    23. Comportamienúos indiüduales.El comportamiento individualde los informantes en cada nivelsocial permite observar el

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    El comportamiento individualde los informantes en cada nivelsocial permite observar elgrado de homogeneidad que existe entre ellos. Alcontrariode lo que se ha observado enotros fenómenos lingüísticos,en el caso particularde los GCI se registra una mayor hetero-geneidad entre los informantes de NAque en los de NB;la diferenciade rango en el primercaso es de M.OVo, mientras que en el segundo es de I I . l7o (CUADROI I ).

    Esta diversidad de compoftamientos en el NAse explica en la medida en que en este nivelhay informantes que intentan realmentemantener los GCI, frente aotros que los simplificansistemáticamente; por el contrario, en el NBla opciónes, casi consensualmente, la simplifi-cación.

    Vo NA NB96-r009l-9586-9081-8s76-807t-7566-7061-6556-605l-5546-504t-4536-4031-3526-302t-2516-2010-15s-100-5

    *

    * :F *: :

    *:F*X

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    Los datos analizados indican que en el habla de Montevideo hayuna tendencia muchomayor a simplificarlos GCI que los GCII(CUADROl2).

    uso de GCII no uso de GCII N=51.3 48.6 t03

    CUADRO12. Uso - no uso de GCII.El CUADROl3 muestra las diferentes posibilidades de combinaciónde fonemas conso-

    nánticos sin -s implosiva(GCll),entre los que puede observarse una mayor utilizaciónde lascombinaciones /kl, lksl,lmnl(ej.: actuar accidente, ónuúbus).

    uso de GCII no r¡so de GCII N-kdkrksknptpstbtmmnnmnndmbsbdbrgn

    Total

    20.054.745.673.654.580.0r 8.5

    100.041.062.5

    100.09r.675.0

    100.0100.0r00.0

    5l 3

    80.045.254.326.345.420.08 r.4

    0.058.937.50.08.3

    25.00.00.00.0

    48.6

    15325195l922

    527

    256

    8I

    t28II6

    703

    CUADRO13. Uso - no uso de GCII,por tipode combinaciónde consonantes.

    32. CORRELATOSSOCIALES.3.2.1. Nivelde instruccióny sexo.

    En los GCII,la incidencia delnivel social es mucho más clara que en el caso anterior(CUADROl4).El NAfavorece ampliamente la conservacióndel GC, mientras que el NBtiene porcentajes mucho más bajos. De este modo, el mantenimientode los GCIIse erigecorno un marcador social muy claro de "habla culta".Aparentemente, la prescripciónidio-nrátic¿r est¿ría operando en forma muchomás estricta sobre los GCIIque sobre los GCI.

    50

    uso de GCII no uso de GCII N-A

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    NANB

    85.3r4.0

    14.685.9

    36tt33s

    CUADRO14. Uso - ,ro uso de GCII,por nivelde instrucción.

    Iincuanto a la variable sexo, a diferenciade lo que ocuría en los GCI, aquí el compofta-nricnto entre ambos sexos es prácticamente idéntico(CUADROl-5).

    USOde GCII no uso de (iCII N=hombresmujeres

    5 r.25 r.5

    18.748.-+

    373330

    CUADRO15. Uso - t o uso de GCII,por sexo.

    l.a variable sexo opera aquí en fornla similar enanrbos niveles sociales, con un leve¡x rrccntaje de mantenimientoa favorde los hombrcs (CUADROl6).

    uso de GCIII no uso de (}CII N-NAhombresNAmujerss

    NB hombresNBmujeres

    E6.284.3

    15.2r2.5

    l -1.815.1

    8.+.rrti7.5

    r rJ9

    179

    I ti'+l5l

    CUADRO16. Uso - uo uso de GCII,por nivelde htstruccióny sexo.

    t.)J. Iidad.\ tlili'r'cnci¿rde lo que ocurre con los GCI,la variableedad es irelevanteen el comporta-nnt'nlorlc losGCII(CUADROl7).

    uso de (;CU n0 uso de GCII N=

    edad 3edad 2ed¿rd I

    5 2.849. I52. r

    17.150. u.17.8

    2462442t3

    CUADRO17. Uso - no ¿rs., de GCII,por edtd.

    No cristc tampoco ningúncomportamientograduirlde la edad c'n relacióncon el nivel',r ¡ r:rl.rlt'nranera que pueda inferirse algúntipo de avance o rctroceso clel f'enómeno estudia-,1, r {('ll,\l)llolti).

    5l

    uso de GCII no uso de GCII N=NAedad 3 84 9 15 I t26

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    NAedad 3NAedad 2NAedad INBedad 3NBedad 2NBedad 1

    84.985.985.0

    19. r8.6

    t4.l

    15. It4.l15.0

    80.99t.485.9

    t26r28rt4t20l l699

    CUADRO18. Uso - no uso de GCII,por nivelde instruccióny edad.

    En los GCIIlas diferenci¿s por sexo son prácticamente nulas en la edad l, y un poco másacentuadas en los otros dos casos (sobre todo, en la edad 3) (CUADRO19).

    uso de GCII no uso de GCII N=

    hombres edad 3hombres edad 2hombres edad Imujeres edad 3mujeres edad 2mujeres edad I

    46.254.353.5

    60.743.550.5

    53.n45.746.5

    39.35ó.54L).5

    134t27rt2tL2tL7t0l

    CUADRO19. Uso - no uso de GCII,por edad y sexo.

    El estudio de los distintossubgrupos sociales refleja en cada caso la gran incidenciaquetiene la v¿uiable nivel,mientras que las diferencias entresexo y edad son poco signif,rcativas(GRÁFICO2). El grupo más conservaclor es el de los hombres de NAde edad 2, y el menosconservador el de l¿s rnuieres de NBde esa misma edad.

    100 1e0t807050

    50403020100

    edad 3 edad 2 edad 1

    52

    GRAFICO2. Uso de GCII,por nivelde instrucción,sexo y edad.

    3.3. Comporfamientosindividuales.L¿r elevada dif'erencia deran-eo existente en ambos niveles sociales (60.0%'en el NAy

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    ¿ elevada dif erencia deran eo existente en ambos ve es sociales ( en el NAy55.5%en el NB)rcvela la lieterogeneidad existente entre los informantesque los componen(('UADRO20).

    Vo NA NB96-1009t-9586-90

    81-8576-807t-7 566-7061-6556-605l-5546-504t-4536-403r-3526-302t-25t6-20l0-155- t00-s

    :i::l:{::l f:l::l::i::i

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    Rita Rivero

    l-as fluctuacionesvocálicas y silábicas hansido re-gistradas en el español de varias re_sio-ut's cle América,soble todo en las variedades suhestándares. Desde la perspectiva de laIt'rtgua estándar, son catalogadas como casos de cen'alnientos vocálicos, y