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Nunca Imaginé Gabriela Ruiz S.

10. Nunca Imaginé

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Nunca Imaginé

Gabriela Ruiz S.

Prólogo

Alex miró al techo, pidiendo paciencia para no estrangular a su dentro de unas horas esposa. ¿Por qué le hacía esto?

- Pero tú me dijiste que no había ningún problema –replicó Danaé.

- No, yo te dije que era tu decisión –recalcó Alex.

- ¿Entonces? –soltó exasperada.

- ¿Entonces qué? –contestó en idéntico tono.

- Si era mi decisión… ¿por qué estás tan molesto?

- ¡Porque no lo quiero en mi boda! –explotó él.

- Es mi boda también –soltó calmada y se acercó a abrazarlo- es mi amigo y lo aprecio mucho. No podía dejar de invitarlo.

- No lo soporto –se quejó Alex pero la estrechó en sus brazos- aunque sé que no me queda otro camino.

- Has aprendido en estos años –Danaé asintió aprobadora- te amo ¿sabes?

- Y tú tienes suerte que yo también te ame –comentó en un dulce regaño- ¿así que no lo puedo echar cierto? –intentó.

Danaé puso los ojos en blanco y negó. Cuando él iba a hablar volvió a negar.

- Tú no harás absolutamente nada, Alexandre Lucerni. Te pondré vigilancia.

- ¿A mí? –se rió fuertemente- ¿Quién me impedirá algo? ¿Tú?

- No –sonrió con malicia- será Rose.

- ¡Maldición! –soltó Alex rindiéndose- está bien. Ese estará a salvo.

- Ese tiene nombre –lo picó Danaé pero se silenció- ¿mejor te doy un beso?

- Uno no alcanzará a calmarme. Tal vez si…

Su voz fue interrumpida por su tan inoportuna hermana. ¡Esto iba empeorando!

- ¿Estás ocupado? –preguntó, notando demasiado tarde que estaba con Danaé- lo siento –se disculpó y empezó a salir.

- No Daila, está bien –aseguró Danaé a pesar de la mirada asesina de Alex- entra. ¿Qué sucede?

- Gracias –sonrió asintiendo- es mamá. Está buscando a Alex.

- ¡No otra vez! –se quejó él y Danaé lo despidió con la mano- ¡no quiero ir!

- Vas –Daila lo tomó del brazo y rió- vas ahora.

- ¿Tú también? –Alex miró con incredulidad- no sé qué te pasó en ese viaje pero has cambiado demasiado.

- ¡Crecí! –sonrió Daila y replicó- algo que tú deberías empezar a considerar hacer.

- No necesito crecer… -le fastidió él.

- No, sin duda que no. Pero si que necesitas madurar.

Alex fijó sus ojos en el techo. ¡Hasta su hermana menor ahora!

Daila sonrió. Alex estaba insoportable esos días por su boda pero ella estaba feliz por él. Finalmente iba a casarse y era una gran oportunidad para estar feliz. Ella lo necesitaba. ¡Cuánto lo necesitaba!

Capítulo 1

Kyle caminó una vez más por el estrecho pasillo que separaba su habitación de la pequeña salita. La razón de haber asistido a esa boda, no la entendía. No aún. Era fácil, imaginaba. Él, a pesar de todo lo sucedido, no culpaba a nadie. Bueno, solo a ese Alex. Siempre había sido él…

Era triste, realmente había creído que si había vuelto a encontrar a Danaé era por algo. Había una razón detrás de todo y a pesar de los años transcurridos, él no lograba encontrar el olvido tan necesario. No era que la amara… era solo que seguía preguntándose ¿Qué tal si…?

Porque él podía mirarse amando a Danaé. Toda su vida. Podrían haber sido muy felices. Quizás…

Pero esa posibilidad no existía más. Dudaba si había existido alguna vez.

Tan solo mucho cariño los unía. Era su amiga más querida así que sí, estaba en su boda y asistiría con una enorme sonrisa aún cuando con gusto mataría al novio. No para ocupar su lugar… solo porque él no merecía a Danaé.

Dejó salir el aire de sus pulmones, tratando de concentrarse en la tarea que tenía entre manos. Su corbata. Sí, nada como lucir bien para tan especial ocasión. ¿Podía arrepentirse? ¡Aún estaba a tiempo!

Horas más tarde, Kyle se encontraba sentado en un banco en los jardines de la Mansión Lucerni. La ceremonia le había pasado desapercibida, para ser sincero, y ni qué decir de la felicidad a su alrededor. Asfixiante, solo le había provocado salir. Para evitar gritar ahí mismo.

Suspiró con fastidio. Esto estaba resultando peor de lo imaginado. Sintió venir unos pasos y giró su rostro para ver una mujer acercándose, con paso dubitativo y lento. Se detuvo ante él y sonrió. Él le devolvió la sonrisa.

- ¿Demasiadas personas para ti también? –comentó sentándose junto a él.

- Algo así –él sonrió un poco- ya no soportaba estar ahí -murmuró

- Como entiendo eso –contestó ella con una sonrisa apagada. Se quedó mirándola fijamente pues llevaba el vestido que tenían las demás damas, pero no tenía ni idea quién era. Una amiga de Danaé, seguro- ¿se ven muy felices no?

- Demasiado –confirmó él de mala gana- no sé a qué he venido -admitió

- Nadie sabe a qué va a una boda –rió ella- ¿eres amigo de los novios?

- No –contestó rápidamente y negó- solo de ella –aclaró con una sonrisa

- ¿Danaé? –preguntó y Kyle asintió- veo que no es de tu agrado el novio.

- Ni un poco –soltó en tono afilado. Ella rió fuertemente.

- Yo he venido por los dos –contestó tras tomar un poco de aire y sonreír- ¿no eres italiano verdad?

- No, soy de Canadá –él pensó preguntarle quien era. Italiana sin duda pero… ¿quién?

- ¡Por supuesto! –se golpeó ligeramente la frente- Danaé pasó algún tiempo ahí. ¿Se conocieron en ese entonces? –preguntó y cuando él empezaba a explicar ella se levantó de su lado- lo lamento pero esa canción… significa que debo volver o alguien pedirá mi cabeza –rió girando- un gusto chico canadiense –guiñó un ojo alejándose, tratando de parecer despreocupada.

Kyle sonrió al escucharla. ¿Chico canadiense? Ella tenía un sentido del humor muy particular y no parecía haberle molestado su antipatía por Alex. Bien, podría tener una amiga más después de todo –pensó con ironía- Rememoró cuando había vivido en Italia y conocido a varias personas, eran muy amables y abiertas. ¿Pero a ella? No, nunca había visto a esa chica, o la recordaría. Un poco familiar le había parecido a momentos, pero podía ser solo la impresión de verla y congeniar con ella. Era hermosa, ciertamente pero tenía un aire de forzada alegría, como si quisiera aparentar una felicidad que no sentía. ¿Sería por Alex? -se preguntó arqueando una ceja- No parecía precisamente eso pero, ¿quién podía saberlo? Lo único cierto, era que él tenía esa misma sensación y por eso, podría reconocerla en cualquier lugar. Esa chica tenía una tristeza indefinible, que en cierto grado, él también sentía. Y lo abatía. Profundamente, para su total consternación.

Se levantó para dirigirse al salón. Ya bastaba de tenerse autocompasión. Tampoco era que él huyera de nadie. Inspiró hondo y se pegó en el rostro la sonrisa de “estoy-bien-no-pregunten-más” y siguió caminando hasta llegar ahí. Habían culminado el primer baile nupcial y estaban todos hablando y brindando. Era un buen momento para llegar, igual que cualquier otro, imaginaba.

Observó todo desde un rincón alejado, tratando de pasar desapercibido mientras se apoyaba despreocupadamente en la pared. Se topó con la mirada de Alex, que tenía un pronunciado ceño en su dirección, manifiesto claro de su opinión sobre su presencia ahí. Tanto mejor, fastidiarlo sería una gran recompensa por estar ahí. Mantuvo su sonrisa satisfecha, hasta que se le congeló en el rostro cuando Danaé tocó el brazo de Alex, obligándolo a mirarla. Él giró y su ceño se desvaneció automáticamente siendo reemplazado por una enorme sonrisa y esa mirada de total y absoluta entrega… ¡Maldito amor! –masculló.

- Eso no es normal –escuchó la voz de Marcos que se acercaba con una gran sonrisa- ¿tú frunciendo el ceño? Ese no es Kyle Riley –se burló.

Kyle le dedicó una mirada que mostraba claramente lo que pensaba de él.

- Maldito Marcos –le respondió como saludo pero sonrió- vienes con esa declaración cuando sabes que no es de mis mejores momentos.

- Lo sé, amigo mío y sé a quién iba dirigido tu gesto–Marcos le dio unas palmadas en el brazo mirando en dirección a Alex.

- Sí, para tú ahora… ¿tío? –preguntó Kyle extrañado- ¿primo?

- Alex, sencillamente –Marcos restó importancia- diría que cuñado ya que Danaé es como mi hermana, aunque pues primo no vendría nada mal. Es una genealogía complicada –se encogió de hombros.

- Lo sé –asintió Kyle, pensando en lo bien que se había sentido formar parte de esa familia. Aún por un corto tiempo, aún cuando no fueran familia en el sentido estricto de la palabra. Familia…

- … Pero ya estás aquí –llamó Marcos su atención hacia su última frase, sabiendo que él no lo escuchaba- ¿No sería mejor sonreír?

- ¿Por qué me siento extremadamente feliz? –preguntó con ironía Kyle formando una sonrisa hueca y poniéndose serio- No, de cualquier manera ya estoy por irme.

- Interesante… -sonrió ampliamente Marcos, mirando a un punto indefinido para Kyle, aunque Marcos parecía repentinamente interesado en el conjunto de las damas de boda de Danaé.

- ¿Sabes? –Kyle le dio un golpe en el pecho- no tienes porque venir a restregarme tu felicidad. ¡Déjame tranquilo! –se quejó pero solo provocó que Marcos riera con gusto.

- ¿Mi felicidad? –Marcos se lo pensó- Bueno, ¿por qué negarlo? –se encogió de hombros- me siento muy feliz –contestó mirando fijamente a su esposa, Mía- deberías dibujarte una gran sonrisa y buscar a alguien aquí. Hay muchas mujeres hermosas este día.

- ¿Aquí? –Kyle rió escéptico y aclaró ante la mirada de hostilidad de Marcos- ¿en una boda? –Marcos volvió a dirigirle esa mirada- ¿así conociste a tu esposa cierto? –Kyle se pateó mentalmente.

- Sí –asintió Marcos con tranquilidad- pero no me había fijado que estaba ahí… -se quedó pensativo- solo mira con cuidado ¿sí? –sonrió lentamente- podrías sorprenderte con lo que encontrarías si lo intentaras.

- ¿Alguien te ha dicho lo insoportablemente enigmático que eres? –Kyle gruñó mientras Marcos se alejaba para abrazar a su esposa, a quien se le iluminó el rostro nada más verlo. ¡Si que tenía suerte y si que era un maldito por restregársela! Vaya amigo tenía ahí…

Se frotó las sienes, como normalmente hacía cuando estaba incómodo, necesitaba pensar o simplemente quería irse. Y en ese instante, todo aplicaba. ¡Quería escapar con gusto, para pensar lejos… muy lejos! Estar solo y pensar. No en Italia. Ni en ninguna boda, en ninguna novia italiana, en ningún estúpido y feliz amigo.

Capítulo 2

Daila caminó hasta el salón, preparándose mentalmente para el reto de sonreír mientras veía la naciente felicidad de su hermano Alex y Danaé. No era que eso la hiciera infeliz o que tuviera algún tipo de resentimiento hacia ellos. No. Solo envidia. Ella lo admitía. Sentía envidia de su hermano por haber encontrado a quien amar y alguien que lo amara con la misma intensidad. Eso no pasaba todos los días… eso no le pasaba a todos… eso no le pasaba a ella.

Suspiró mientras pestañeaba varias veces para reprimir el impulso de echarse a llorar. Cuando había regresado de su gran aventura, se había enterado de la boda. Tendría que sonreír, preparar asuntos de la boda con su mamá, ir a que le confeccionaran el vestido, escuchar por meses de ese tema. Sí, una gran felicidad pero… no algo que ella esperara encontrar.

Había venido a su hogar por paz, tranquilidad y un poco de luto, si era sincera consigo misma. No todos los días a una le rompían el corazón y bailaban sobre los trozos de él. Y lo que era peor, nadie que pudiera saberlo. Nadie con quien hablar. Estaba sola… y eso solo era su culpa. Ella lo había elegido así y tendría que sobrevivir con lo que tenía, con lo que era o había sido. Si tan solo pudiera…

Siguió sonriendo, haciendo la coreografía aprendida y manteniendo la atención fija en un punto distante, en la nada. Todo transcurría como si estuviera en automático. Desde los meses de preparativos hasta la ceremonia, ella no podría recordarlos ni aun cuando le preguntaran en ese mismo instante lo que había hecho minutos atrás.

Excepto cuando había huido. Se había permitido caminar vacilante mientras se debatía entre irse de ahí para escándalo de todos o seguir fingiendo que nada había pasado. Le habían preguntado, su mamá Dome había sido especialmente insistente pero ella no se veía capaz de decírselo. Con Sebastien, su padre, ella tenía plena confianza y él siempre había consentido sus caprichos y le había escuchado, tal vez con el interés que se escucha a una adolescente, pero escuchado al fin. Y no, tampoco se había visto capaz de contárselo… es que su padre podría volverse loco, y no importaba lo que ese otro había hecho porque la tonta había sido ella. Porque se encaprichó y no quiso escuchar. Porque sabía que no estaba actuando bien y… no le importó. Se lo merecía.

Sus pensamientos estaban en lo más oscuro de la situación y había visto a un joven en el jardín, que parecía estar igual de incómodo que ella. Estaba molesto o triste, quién podría decirlo con certeza pero sintió el impulso de acercarse. Se había prometido que no más impulsos pero… ¿qué daño podría hacerle ese?

Le sonrió y la conversación fluyó con naturalidad. Él tenía una sonrisa encantadora y era guapo. Divertido, sarcástico y… sincero. Eso le gustó. Siempre era bueno conocer a un hombre que diera su opinión, aún cuando eso significara insultar al novio del que se celebraba la boda, que resultaba ser su hermano. Pero o él no lo sabía o sencillamente lo pasaba por alto. Ella no pudo evitar reír con fuerza. ¡Cómo extrañaba reír así!

De pronto, tuvo que salir huyendo hacia el salón, para justamente, el baile en el que se encontraba en ese instante. Terminó con gracia y se fue hacia un rincón, junto con las demás damas. Y por más que lo intentó, no logró enfocarse en la conversación. Sencillamente los temas triviales eran demasiado para ella en ese instante. Solo quería estar sola… y en silencio, para llorar o gritar. O las dos cosas. A la vez.

- Daila… -llamó Danaé a su lado, tomada de la mano de Alex- ¿no me escuchabas cierto? –sonrió comprensiva- ¿días duros?

- Un poco –Daila sonrió en respuesta- tu Alex es imposible. ¿Realmente sabes lo que te llevas? –bromeó y Danaé rió.

- Me temo que es un poco tarde para considerarlo –Danaé lamentó y Alex torció el gesto- ¿estabas escuchando amor? –soltó inocente.

- No, en lo absoluto –él trató de parecer serio pero sonrió ampliamente. Le gustaba que Daila y Danaé se llevaran bien. Sobre todo, por el cambio de Daila. Eso era bueno- y si, Daila tiene razón, ¿sabes la suerte que tienes en lo que te llevas? –preguntó con tono seguro.

- Oh, ¡no me digas! –Danaé dijo con sarcasmo- ahora mismo me arrodillaré a dar las gracias –añadió dramáticamente ante la risa de Daila.

- ¡Tú no te burles tanto! –Alex le señaló con un mohín- que ya te veré enamorada y ¿te seguirá pareciendo divertido que yo le diga lo que se lleva? Creo que no.

Danaé reprendió con una mirada a Alex, que no entendía nada. Daila se encogió de hombros y no pronunció ni una palabra. No se veía capaz.

- Eres un grosero, Alexandre Lucerni –Danaé lo haló del brazo- ven, vamos a seguir saludando con los demás invitados.

- Ah, pero Daila… -Alex dejó que Danaé se alejara por un momento- lo siento si fui grosero, Daila. Solo bromeaba –él le pasó un brazo por los hombros- sabes que golpearía al hombre que no te valorara, claro, si nuestro padre lo suelta primero –él fijó su mirada en los ojos dorados de su hermana- eres muy especial, hermanita. El hombre que te ame tendrá mucha suerte.

- Eres un sentimental, Alex –Daila trató de burlarse pero su voz se quebró. Carraspeó un poco y pestañeó otro par de veces- gracias, hermanito. Te quiero.

- ¿Acaso tú…? –Alex empezó a decir pero se quedó en silencio. Daila siguió la mirada de él y se encontró con Danaé, hablando con… ¿le había dicho su nombre? Si había sido así, no lograba recordarlo- ¡demonios!

Se acercaban a ellos y Alex parecía dispuesto a asesinarlo. Ah, la animosidad era recíproca entonces. Pero… ¿por qué? ¿Cuál sería el motivo? A menos que…

- ¿Quién es él? –susurró Daila, tocando ligeramente el brazo de Alex.

- ¿Quién es? –él la miró con extrañeza- ¿dónde estuviste todos estos años?

- Gracioso… -ella se quejó- yo nunca me enteraba de nada de lo que todos ustedes hacían pero… ¡quién es, Alex!

- Él… -señaló con su cabeza en gesto despectivo- es Kyle –ella entrecerró sus ojos- ¿Canadá? –Alex parecía a punto de perder la paciencia- el ex – novio de mi amada esposa Danaé.

- ¿Qué? –Daila gritó involuntariamente y respiró hondo- ¿qué hace aquí?

Alex le dirigió una mirada que significaba que él no tenía la menor idea y que era obvio que no debería hacerle esa pregunta, por lo que Daila sabiamente se calló.

- Es… Danaé lo invitó. Son muy amigos… -soltó en tono monocorde.

- Oh –Daila no sabía muy bien que decir. Se limitó a mirar al techo, como tratando de adivinar que pretendía Danaé al traerlo hasta aquí.

- ¿Qué es lo que pretendes, Danaé? –susurró Alex, haciéndose eco de los pensamientos de Daila.

- Eres mi invitado y por tanto no me parece –decía Danaé mientras se acercaba a ellos- Kyle, te presentó a la hermana de Alex, mi cuñada Daila –sonrió- y pienso, que deberían bailar. ¿Qué te parece? –soltó, sin dirigirse a nadie en especial.

- ¿Qué? –siseó Alex con los ojos muy abiertos- ¿te has vuelto loca? –pronunció en su oído, aprovechando para acercarse y tomarla en sus brazos, lejos de Kyle.

- No, amor –Danaé le sonrió, dándole un pequeño beso en los labios- sencillamente los dos están solos, sin bailar y deberían participar de la fiesta.

- ¡Es mi hermana! –gruñó Alex frunciendo el ceño y Danaé le pasó la mano por la frente, con dulzura.

- Y él es mi amigo –señaló ella- ¿qué hay de malo en un baile?

Alex volvió a gruñir pero Danaé logró arrancarle una sonrisa con otra dulce mirada de sus ojos dorados. Kyle puso en blanco los ojos y extendió su mano hacia Daila, la que ahora sabía, hermana de Alex. ¿Qué pensaría ella de él? Bueno, nada como el presente para averiguarlo y ya que Danaé le había comprometido a bailar con ella, lo menos que podía hacer era ofrecerle su mano, bailar e intentar llevar una conversación entretenida.

- ¿Bailamos? –pidió él y Daila sonrió arqueando una ceja.

- ¿Estás seguro? –preguntó con ironía- habría jurado que venías a matar del disgusto a mi hermano nada más.

- ¿Y qué mejor manera que bailando con su hermana? –bromeó él y rieron juntos.

Capítulo 3

- Así que… eres el ex… -soltó Daila con diversión ante la sorpresa de él- siempre he sido algo… directa –vaciló al final e hizo un mohín. Para su sorpresa, Kyle no parecía ofendido en lo absoluto y le sonrió.

- Sí, ese soy yo –confirmó, demasiado entusiastamente por lo que Daila puso rostro escéptico- tienes razón, no la estoy pasando de lo mejor. ¿Pero ya te lo había dicho, cierto?

- Cierto… -asintió- y que odias al novio –rió.

- Que resulta ser…

- Mi hermano, si efectivamente –ella clavó sus ojos dorados en él- ¿aún amas a Danaé?

- No –contestó concisamente- no estaría aquí si fuera el caso.

- Sí, que torpe de mi parte preguntar –Daila se sentía inadecuada, como antes, cuando todos la miraban duramente para que no dijera una palabra demás, lo cual por supuesto, siempre pasaba. Desde que se había ido de viaje… bueno, todo había cambiado. O eso había pensado- Lo siento.

- No tienes por qué –Kyle torció el gesto- es mi amiga, la aprecio.

- ¿Y Alex no te agrada… por qué?

- Porque no la merece –respondió automáticamente- ¿te molesta que lo diga?

- No, tú debes estar más al tanto que yo del asunto –se encogió de hombros- no es que yo supiera demasiado de lo que les pasaba a todos en este tiempo.

- Me gusta mucho toda tu familia –Kyle susurró.

- Sí, son los mejores –Daila hizo un giro- Alex, no.

- Es cierto, no es de los mejores.

- No, quiero decir que no te gusta nada él –señaló divertida- pero has tergiversado mis palabras. Yo quiero mucho a mi hermano.

- ¿Por qué estás bailando conmigo entonces? A él parece a punto de darle una apoplejía nada más verte en mis brazos.

- Lo quiero… y me gusta fastidiarlo –Daila sonrió en dirección a Alex, que apretó la mandíbula- además, me agradas Kyle.

- ¿Te agrado? –él meditó las palabras y le brindó otra de sus sonrisas radiantes- tú también me agradas, Daila.

Daila le agradeció con un gesto y continuó moviéndose al ritmo de la música. No recordaba la última vez que se había sentido tan libre… siendo ella misma.

Mucho… demasiado tiempo atrás. Pero no debía lamentarlo, no servía de nada hacerlo. Y aún así…

A sus casi 22 años, Daila era una joven despreocupada, poco interesada en el futuro y totalmente dedicada a las frivolidades de la vida. Su padre, Sebastien, le había concedido cada capricho que había soñado. ¿Habría podido pedir más? No lo creía, todo lo que fuera posible solicitar, ya lo tenía. Se había aburrido. De la vida perfecta, de la familia perfecta… quería aventura. Y… se había ido.

No escuchó las súplicas de su madre para que continuara sus estudios en Italia o en cualquier otro lugar, ni la prohibición de su padre de marcharse sin decirles a donde iría. Ni siquiera puso atención a la amenaza de Alex de buscarla por cualquier lugar. Es que no era importante, en ese momento, lo único que importaba era su estúpida idea de libertad. Oh si, estúpida…

- ¿Daila? –Kyle la llamó con extrañeza- ¿estás bien?

- Oh sí, me perdí en mis pensamientos –se disculpó con una pequeña sonrisa.

- No tiene importancia. ¿Algún problema?

- Varios… -puso los ojos en blanco- pero así es la vida ¿cierto?

- ¿Quieres hablar de ellos? –propuso Kyle.

- ¿Qué? Apenas me conoces y… -su voz llena de incertidumbre- ¿por qué querrías escucharme? No soy más que una niña mimada…

- ¿Realmente? Yo no diría eso. Eres toda una mujer y estoy interesado. ¿Qué dices? ¿Te parece una buena idea?

- No, claro que no –Daila negó- estamos en la boda de mi hermano, de tu ex novia y, por si fuera poco, creo que hay muchas personas pendientes de nosotros, serías la última persona con quien hablaría sobre esto, porque ni siquiera te conozco y…

- Y sin embargo –Kyle cortó con seguridad- lo harás.

- ¿Por qué…?

- No quieres hablar de esto con nadie más, es evidente. ¿Por qué no conmigo? No le diré a nadie, pronto me iré a Canadá y quizás no vuelva nunca más a Italia. ¿Qué tienes que perder?

- Aja… -Daila elevó sus ojos dorados hasta los ojos verdes de Kyle. Asintió- está hecho. Pero no ahora.

- ¿Te parece en estos días? Estaré por unos 3 o 4 días…

- Mañana –Daila soltó sin pensarlo- si te viene bien…

- Es una cita –confirmó Kyle.

A Daila no le gustó del todo la palabra usada pero asintió. De todos modos, él era el ex novio de Danaé, su cuñada. Era imposible que se refiriera a una cita romántica… solo a un encuentro y nada más. No tenía por qué llevarlo más allá, era obvio y decidió no darle más vueltas sin razón.

Kyle acompañó a Daila hasta la mesa de las damas y le brindó una sonrisa de despedida. Cuando se alejaba, detuvo sus pasos y regresó sobre ellos. La miró.

- ¿Te parece que has olvidado algo? –Kyle preguntó y Daila se levantó, al notar que eso le indicaba su mirada.

- Eh… ¿sí? –inquirió vacilante.

- Todo un gusto conocerte –le tomó la mano y le hizo una graciosa reverencia. Daila soltó una risita y se sonrojó.

- ¿Qué ha sido eso? –su voz sonó risueña.

- Nada… -Kyle tenía sus ojos brillantes por la diversión y le atrapó la mano con la suya. La cerró por un momento y la soltó- Estaré esperando…

Daila no tuvo tiempo de preguntarle a qué se refería pues él ya se alejaba con paso seguro y a grandes zancadas. Con el calor de su tacto ni siquiera había notado que tenía una tarjeta entre sus manos. La miró y sonrió. Su tarjeta de presentación… su teléfono. ¿Esperaba que lo llamara?

Eso imaginaba. Después de todo, tenían una cita. Según sus propias palabras.

Kyle encontró que en su rostro tenía una sonrisa, una verdadera sonrisa. Eso era una novedad. ¿Quién iba a decir que esa boda le traería algo bueno? Si era totalmente sincero, no había esperado nada. Era tan solo una boda, quería mucho a Danaé y no sabía por qué rayos había asistido pero ahora… esa chica, era interesante y muy linda. Además, era la hermana de Alex, quien parecía que en cualquier momento le saltaría al cuello para asfixiarlo. Oh sí, todo iba muy bien… nunca habría esperado que fuera así.

Ahora, la molestia había sido temporal. Pero ¿y si él descubría que se volverían a ver? Se volvería loco, estaba seguro. ¿En verdad se verían de nuevo?

¿Daila lo llamaría? Tenía sus serias dudas. Aún más, cuando al parecer, había usado la palabra “cita” y eso podía malinterpretarse.

No que él tuviera esa clase de pensamiento. Daila era hermosa e inteligente, por supuesto, como toda esa familia; pero no tenía nada especial. La empatía que había sentido con ella al inicio, aún seguía ahí. Dos personas no – felices en uno de los acontecimientos más felices de la vida, pues tenían que encontrar algo en común, aun tan solo ese mutuo hastío por la ceremonia.

Después de todo, él era tan solo un hombre que disfrutaba una agradable compañía. Y, curiosamente, le interesaba conocer el por qué ella jamás había estado con los demás. No la recordaba, quizás vagamente…

Tomó su chaqueta para salir del lugar. Había sido suficiente para toda una vida.

Capítulo 4

Daila clavó su mirada en el trozo de pastel que estaba sobre la mesa. Apenas lo había probado pero no podía recordar su sabor, tal vez porque precisamente, no le sabía a nada. Intentó concentrarse en el bocado que se llevó a la boca pero se distrajo mirando la puerta por la que salían los novios con destino a su viaje de bodas. Ya se había despedido antes, para evitar aglomerarse y, siendo sincera, no tenía demasiado ánimo para verlos alejarse hacia un destino feliz.

¿Podía ser tan egoísta? Toda la vida le habían tratado como una niña consentida que solo escuchaba sus caprichos. Quizás había sido así, siempre había sido así. No se había cuestionado que quizás no tenía por qué ser así fuera de su círculo. Que nadie la escucharía, nadie tendría la paciencia de estar para ella… que quizás, nadie más la trataría con el cariño infinito que tenían sus padres y la paciencia de Alex… nunca lo pensó.

Pero había sido una posibilidad que se convirtió en realidad cuando decidió dejarlo todo. Y había sido necesario para abrirle los ojos al mundo exterior. Había sido tan ingenua y sí, quizás en parte era culpa de sus padres por protegerla tanto pero más aun era su culpa y tenía que aceptarlo por precipitarse sin medir las consecuencias.

Suspiró y se levantó, al darse cuenta que debía estar tan abstraída en sus pensamientos que solo pocas personas de la familia quedaban en el salón. Recorrió el lugar en silencio, pensando en todo lo que guardaba para sí. Quizás sí que necesitaba alguien con quien hablar, alguien ajeno a su familia y que pudiera entenderla.

Christopher siempre había sido bueno escuchando, al igual que Marcos; pero, sencillamente, no se sentía como si pudiera hablar sobre él. No con ellos, aun si los quisiera tanto. Y en cuanto a con una mujer de su familia, tenía la certeza de que no lo comprenderían. Ni siquiera ella lo comprendía y había sido quien lo había pasado todo. Tan tonta. Tan absurdamente ciega.

Pasó el abrigo que había llevado por sus hombros y, al buscar la llave de su auto, encontró un trozo de papel. Bien, una tarjeta. La de Kyle.

Y si, ¿por qué no llamarlo? Él se había ofrecido a escucharle, él no la juzgaría ni la miraría como una niña rica tonta e ingenua, que quizás si había sido, pero no era lo que necesitaba. Así que Kyle… Kyle Riley.

Dio vueltas en sus dedos a la tarjeta, leyendo una y otra vez. Kyle Riley, sonaba tan… bueno, no sabía a lo que sonaba pero le gustaba su nombre. Y le gustaba él. Aunque, no podía confiar en sus gustos, pues dado los hechos recientes y no tan recientes, no era buena conociendo personas e identificando su personalidad. Pero era amigo de Danaé, bueno más… antes.

Y odiaba a Alex, lo que no era un punto a favor. Además, era mutuo pues su hermano lo había dejado claro.

Y, a pesar de todo, ella lo llamaría al día siguiente para encontrarse. Punto.

***

Kyle se sentó en una mesa del rincón, sabiendo que había llegado 10 minutos antes de la hora fijada. Detestaba llegar tarde y por eso siempre iba con tiempo a donde tuviera que ir, más aun si era un lugar que no conocía de antemano. Pero no había sido tan difícil de encontrar, aun recordaba Italia muy bien de su época estudiantil. Sonrió, sintiéndolo tan lejano.

Aquella mañana había recibido una llamada inesperada. Bien, debería haberlo esperado pero no realmente. Ella era cuñada de Danaé, su ex – novia, por lo que pensó que era más que probable que no lo llamara. Daila… pero lo había hecho. Se escuchaba nerviosa y vacilante, se identificó varias veces, como si él pudiera olvidarla o, al menos, pudiera olvidar la boda del día anterior.

Frunció el ceño, casi involuntariamente ante la evocación. Hubiera preferido no asistir, eso habría sido lo racional, por supuesto. Pero Danaé era su amiga, una de las mejores personas que había conocido, la quería y apreciaba… aun cuando hubiera elegido a ese hombre por esposo, Alexandre Lucerni.

Bufó ante la imagen en su mente. La última vez en Italia, antes de venir a la boda, él había llegado creyendo estar enamorado y se había marchado con la certeza de que Danaé no lo amaba. Y no quiso pensar que quizás nunca lo había hecho. Ella era demasiado buena persona para pensar eso.

Cuando volvió a mirar al frente, sus ojos verdes se clavaron directamente en la mujer que atravesaba la puerta. Llevaba un sweater sencillo y pantalones jeans, su cabello intensamente negro estaba suelto y enmarcaba su rostro, destacando por el contraste, sus ojos dorados profundos… Daila.

- Hola –se acercó con una sonrisa en cuanto lo divisó. Kyle se levantó y le retiró la silla- Gracias –le brindó una sonrisa aun más luminosa- ¿cómo estás?

- Hola Daila –esbozó una leve sonrisa- aun con rezagos de la alegría de la boda –respondió sarcástico y ella rió- ¿tú también?

- Oh no, yo estoy totalmente feliz… -bajó la voz y entrecerró los ojos dorados- de que haya terminado, en verdad.

Kyle la miró con atención ante la cercanía. Realmente, era hermosa. Para él resultaba un misterio como no lo había notado antes. Cómo no había notado su existencia hace tiempo.

- Feliz de que haya terminado, eso es –Kyle amplió la sonrisa- no podría haberlo dicho mejor.

Daila arqueó una ceja, sonriendo aun. Tomó el menú que la mesera les extendió y se puso a leerlo en voz baja.

- Lo siento –pronunció, sin mirar a Kyle- tengo la manía de leerlo así, he tratado de corregirlo pero…

- Está bien, no me molesta –Kyle dejó a un lado el suyo- a ver, cuéntame ¿qué tenemos en el menú?

Daila empezó a leer en voz un tanto más alta. Kyle no escuchaba demasiado pues se quedó encantado mirando el deleite en sus ojos dorados. Parecía tan feliz en ese momento, por ese gesto tan insulso.

- Creo que ya sé que pediré –dijo Kyle, después de que Daila hubiera concluido. Ella también asintió y ordenaron unos minutos después.

Charlaron de asuntos triviales hasta que les dejaron sus pedidos. Comieron unos minutos en silencio, hasta que Daila preguntó:

- ¿Y a qué te dedicas? ¿Estudias? ¿Trabajas?

- Trabajo –contestó Kyle- aunque realizo de vez en cuando cursos, más que nada para mantenerme al corriente de las innovaciones en materiales de construcción.

- ¿A qué te dedicas?

- Arquitecto, pero me gusta involucrarme en todo el proceso.

- Interesante –Daila sonrió- me gusta el diseño de interiores, que fue lo que empecé a estudiar… arquitectura es interesante también.

- Supongo que sí –se encogió de hombros- la Universidad a la que asistí en Canadá tiene un programa interesante… deberías chequearlo.

- Buena idea –reconoció con un asentimiento- he estado analizando la posibilidad de concluir mis estudios. Canadá suena bien.

- ¿De verdad? –Kyle la miró con sorpresa- así que la idea de permanecer en Italia…

- Sí, volví para estar con mi familia pero… bueno, esta vez sería diferente.

- ¿Irte? –preguntó y Daila asintió- ¿por qué?

- Porque esta vez nadie se opondría –susurró.

Kyle pensó si debía cuestionarle sobre lo que quería decir. Quizás no debería, probablemente no querría hablarlo con nadie, mucho menos con un desconocido. Pero, había asistido a una cita con él, alguien que hacía unos días no sabía que existía. Debía preguntar, definitivamente.

- ¿Oponerse? ¿Tu familia? –Kyle la observó fijamente. Daila no decía nada, ni siquiera parecía escucharlo- ¿Daila? –llamó tomando su mano con delicadeza entre las suyas. Ella elevó sus ojos hasta él- ¿estás bien?

- No –pronunció con ojos brillantes- no lo estoy.

- Lo siento –dijo, sin saber por qué. Solo porque parecía ser lo correcto.

Capítulo 5

Daila no podía creer que sintiera intensos deseos de llorar, en una cafetería pública y frente a un completo desconocido que le sostenía la mano. Su apretón cálido había hecho que se sintiera extrañamente confortada, segura y triste. Todo era demasiado… demasiado reciente, demasiado duro, demasiado estúpido. ¡Ella había sido tan idiota!

- Gracias –de alguna manera, una simple frase le había dado un alivio inusitado- es complicado, te lo dije.

- Lo recuerdo –Kyle asintió- pero yo te dije que te escucharía encantado.

- ¿Aún lo harás?

- Por supuesto, estoy aquí ¿verdad? –sonrió- no me iré a ninguna parte.

- Bien… -susurró Daila. Empezó su relato, contándole acerca del chico que conoció en una fiesta en un bar, el cumpleaños de una amiga nada apreciada por sus padres y su hermano mayor. Ella odiaba que fueran tan prejuiciosos, solo porque no era de su misma condición social. No importaba lo que dijeran ni las razones que le dieran, ellos no la conocían… Él era un hombre que pasaba los 30 años, que había viajado por varios países y que estaba de paso por Italia. Se sentía fascinada… intensamente intrigada. No había escuchado nada, no había razones por las que ella se sintiera persuadida a no hacer lo que quería hacer. Era una rica heredera –le había dicho él- no necesitaba estudiar ni trabajar. Vivirían viajando, juntos y nadie tenía por qué impedirlo. Su tan querida amiga le había ayudado a escapar y no escuchó ninguna súplica o amenaza. Se marchó.

Kyle la miró atentamente. Daila se había interrumpido bruscamente, fijando la vista en la nada. Él pensó que lo que seguía no podía ser nada bueno. ¿Cómo había terminado de vuelta en Italia? ¿Dónde estaba él? ¿Aún lo amaba?

Se había enamorado, locamente, como solo un adolescente puede hacerlo. Bien, quizás en teoría había pasado la adolescencia pero de ninguna manera había madurado aun. No hasta después… mucho después. Él no había sido nada, nada de lo que Daila en su febril mente había imaginado y conjurado. Resultó ser de modales groseros, pasado el velo de misterio que no era más que una fachada, detrás no había nada… nada que valiera la pena. Pero ella ya le había entregado todo, lo había dejado todo por él… ¿cómo podía regresar a su casa y aceptar el fracaso? No, no lo haría. Así que lo intentó con más ahínco, se resistió a dejarlo e intentó ganar dinero que él no tardaba en gastar, realmente no sabía hacer mucho, jamás había tenido que trabajar para sobrevivir. En casa todo lo daba por sentado y ahí, en ese instante, Daila había notado lo mucho que su familia había hecho por ella, todo lo que significaban.

Ni siquiera una nota había dejado, unas cuantas llamadas durante ese tiempo y… lo hizo. Regresó a casa. Un día cualquiera se cansó, encontrarlo en un bar cada noche y luego cada día, con una mujer diferente cada vez… sencillamente la derrotó. Quería creer que tenía algo de dignidad aún. Volver a casa.

No podía recordar los rostros de su familia sin sentir una punzada de dolor.

- Fueron días… extraños –confesó Daila en tono bajo- regresé pero no me sentía digna de estar en casa. Los había decepcionado a todos…

- Todos hacemos cosas sin pensar cuando somos jóvenes e inmaduros –Kyle se encogió de hombros, pero no le soltó la mano- ¿quién no ha deseado salir de casa y demostrar que puede hacerlo todo por su cuenta? Yo vine a Italia…

- Totalmente diferente –negó tristemente- viniste a estudiar… de intercambio, me parece.

- Bien, no fue el mejor ejemplo de rebeldía –rió Kyle y Daila sonrió- imagino que no le comentaste a nadie lo sucedido.

- No, jamás –abrió desmesuradamente los ojos- mi padre lo mataría y, siendo Sebastien Lucerni, lo encontraría, lo sé. Mi hermano también… -suspiró despacio- no vale la pena que lo hagan.

- Comprendo –asintió Kyle. Si alguien dañara a una de sus hermanas, él haría exactamente lo mismo- ¿Cómo te sientes?

- No había podido pensarlo, tanta actividad a meses de llegar por la boda… fue un distractor efectivo a pesar de todo. Ahora sin embargo, no sé qué es lo que haré… aunque, por el momento, creo que se me ha ocurrido algo.

Sus ojos dorados volvieron a iluminarse y Kyle la miró intrigado.

- Cuéntame pues… ¿qué es lo que piensas?

- ¿Cuántos días te quedan aquí? –Daila miró a la mesa, como si se sintiera avergonzada- bueno, por lo menos hoy… ¿me regalas unas horas más?

- Hoy… sin ningún problema –Kyle asintió.

- Te prometo que no más dramas –soltó con seriedad.

- Acepto –murmuró con una risita divertida por la mirada juguetona de Daila.

Pagaron la cuenta y salieron con rumbo incierto, al menos para Kyle que se dejaba guiar por Daila. Su entusiasmo era contagioso y en tan solo minutos se encontró sonriendo como antes, como si en verdad estuviera feliz de estar en Italia. Ahora lo estaba.

- Sé que probablemente conozcas todos los rincones de Italia, inclusive los turísticos… -Daila se detuvo y giró hacia él- pero apuesto a que este no lo conoces, casi nadie lo conoce.

Continuaron ascendiendo por un camino escasamente señalado. Aunque Daila parecía saber exactamente a donde se dirigía. El camino no parecía muy cuidado como para ser considerado un sitio turístico. Pero cuando Kyle estuvo en la cima, contemplando la ciudad a sus pies desde el magnífico mirador, se quedó sin aliento. Era increíble. ¿Cómo es que nadie lo frecuentaba?

Excepto Daila, quien a juzgar por su rostro risueño, se sentía más que feliz ahí.

- Es mi lugar favorito del mundo. He visto varios atardeceres aquí hasta que las luces de la ciudad se encienden. Me fascina.

- Entiendo por qué –murmuró Kyle, aun sorprendido por el lugar y el aire frío que los rodeaba.

- Me ayuda a pensar –explicó con voz suave Daila, mientras se paraba al borde y extendía sus brazos con una gran sonrisa- el aire en mi cabello, contra mi rostro y continuando hacia la ciudad… es indescriptible.

- Lo es –soltó Kyle, sin ánimo de interrumpir aquella fascinante visión que le proporcionaba Daila, feliz como si estuviera en la cima del mundo. ¿Cómo alguien tan joven podía haber pasado por una gran decepción y sin embargo seguir siendo tan optimista y vibrante?

- ¿Alguna vez te has enamorado, Kyle? –preguntó, girando al instante- oh si, ¡qué tonta soy! Eso no fue acertado… lo siento.

- No, está bien –aseguró él sonriendo- si, al menos fue lo que creí en ese momento –se acercó y le pasó su mano por la mejilla lentamente- está bien –aseguró nuevamente- no pasa nada.

- Es que no quiero ser imprudente… siempre digo lo incorrecto.

- No pasa nada –repitió en un susurro, rodeándola con sus brazos- lo estuve… pero ya no lo estoy.

- Gracias –Daila elevó sus ojos- por no enfadarte.

- ¿Por Danaé? –inquirió Kyle con una media sonrisa- vine a su boda, continua siendo mi amiga… entre nosotros no existe más que amistad, a pesar del pasado.

- Es que sé que puede ser incómodo, o al menos lo imagino… tú hablando de ello con la hermana de su esposo.

- No lo es –le aseguró, pasando su mano por el cabello de Daila- quizás hace unos años… pero no ahora. No en adelante, solo es mi amiga.

- No tienes por qué darme explicaciones tampoco –se apartó avergonzada.

- No es lo que estaba haciendo –Kyle puso en blanco los ojos- Daila…

- Creo que es mejor que regresemos…

- ¿Dije algo incorrecto? –interrogó con sorpresa.

- No, fui yo –murmuró Daila y caminó algunos pasos. Se detuvo- es incorrecto.

- Me he perdido –arqueó una ceja Kyle.

- Y yo creo que he perdido la cordura –Daila inspiró hondo- esto está tan mal…

Daila se acercó despacio. Kyle no lo pensó, la tomó entre sus brazos y la besó.

Capítulo 6

Daila abrió los ojos con lentitud, sorprendida de haber dormido tan profundamente. En estos últimos meses no había dormido nada bien y, tras lo sucedido en la tarde anterior, dudaba que eso cambiara.

Pero era todo lo contrario. Más que sorprendente. Sonrió frente al espejo.

Hoy se encontraría nuevamente con Kyle. Le quedaba una semana en Italia más o menos. Y él quería verla también. Quizás era una locura, definitivamente lo era. Temía que cuestionarse lo que pasaba le haría sentir que era incorrecto nuevamente. Por lo que no lo haría.

Vería a Kyle. Se colocó un sweater marrón, sujetó su cabello negro y maquilló su rostro ligeramente. Él le había dicho que era preciosa. Curiosamente, así se había sentido junto a él. Preciosa… perfecta.

Sabía que ese sentimiento no sería duradero. Que él se iría pronto, así que mejor no pensar en las posibles consecuencias. No habría ninguna.

Kyle seguiría su camino en Canadá y ella el suyo en Italia. Sería un buen recuerdo, uno perfecto.

Desayunó brevemente y sola. Al parecer nadie despertaba aun en la Mansión.

A punto de salir, escuchó el teléfono sonar. Con desgana se acercó a contestar, pues le quedaba a unos pasos.

- ¿Diga?

- ¿Daila? –inquirió con tono extrañado.

- ¡Alex! ¿Por qué llamas tan temprano? ¿Cómo está la luna de miel?

- Bien, yo… ¿qué haces levantada tan temprano?

- Siempre me levanto temprano –rió Daila divertida- ¿buscabas a papá?

- Sí, quería preguntarle algo… ¿a dónde vas?

- Alex… ya estoy grandecita ¿recuerdas?

- Eres mi hermanita menor –replicó con suficiencia- ¿a dónde vas Daila?

- Voy a salir –contestó poniendo en blanco los ojos.

- Evidentemente, o no estarías levantada tan temprano.

- ¡Sabía que debí dejar que contestara el ama de llaves!

- ¿Tienes prisa? –fastidió Alex- ¿tienes una cita?

- No te pongas pesado, Alexandre –se quejó Daila.

- ¡Soy tu hermano mayor! Tengo derecho a saber.

- No tienes derecho a… -Daila suspiró- no tiene caso. ¿Quieres que le deje un recado a papá?

- No, lo volveré a llamar.

- Adiós Alex.

- ¡Daila! –siseó él y Daila volvió a colocarse el auricular en la oreja.

- ¿Si Alex?

- ¿A dónde vas? ¿Con quién?

- Con un amigo. Iremos de paseo.

- ¿Qué amigo? ¿Lo sabe papá?

- ¡Alex! –Daila bufó con cansancio- ahora colgaré ¿sí? Adiós.

- ¡No te atrevas! ¡Dai…!

Dejó el teléfono en su lugar, sin darle tiempo a replicar. Sonrió y antes de escuchar que sonaba nuevamente, salió con rapidez.

Una brisa fresca le rozó el rostro con suavidad, haciendo que recordara la tarde anterior. Había sido increíble. No había pensado que sucedería nada de lo que sucedió. Desde contarle todo a Kyle hasta besarlo. Bien, suponía que oficialmente había perdido la razón. No era demasiado tarde para hacerlo, para culpar al desengaño sufrido por el gusto que le estaba tomando a la compañía de él. Y solo lo había visto dos días.

Sin duda alguna, era una locura. De nuevo. Pero es que no era igual. Esta vez, era Kyle. Un buen chico, o al menos, eso quería creer. Si era amigo de Danaé, debía ser un buen chico y… ¿Por qué habría dicho que bailaran si no?

Claro, no creía que le molestara si pasaban tiempo juntos. O quizás sí. Ni siquiera había pensado que… ¡bien, sí lo había pensado! Pero no quería pensarlo. Se sentía demasiado bien con Kyle, como hace mucho tiempo no. Y sí, aunque volviera a ser la niña caprichosa, sería egoísta y seguiría disfrutando de su compañía. Él no se quejaba.

- Hola Daila –Kyle le ofreció el brazo para caminar y ella sonrió- ¿Cómo estás?

- Kyle… muy bien –Daila sonrió- ¿y tú?

- Bien, disfrutando Italia ahora –bromeó y rieron.

- ¿Sabes? Me alegro de que aceptaras madrugar para ir al mirador nuevamente.

- Estoy encantado. ¿Qué es mejor que despertar temprano en las vacaciones?

- Yo no quise… -empezó a disculparse, hasta que miró el brillo de diversión en sus ojos verdes- ¡eres increíble!

- ¿Increíblemente guapo? ¿Gracioso? –soltó con tono sarcástico.

- Solo increíble.

Kyle se detuvo un momento largo mientras recorría con avidez su rostro. Daila sintió que enrojecía bajo su mirada. ¿Qué buscaba?

- Eres muy hermosa, Daila.

- Tú… -sus ojos dorados se abrieron demasiado- ¿Danaé está casada verdad? ¿Por qué le importaría?

- ¿Qué? –Kyle pronunció con sorpresa- ¿Danaé? ¿Qué tiene…?

Kyle se silenció, comprendiendo lo que había querido decir. Sentía que sería incómodo, y, ¡claro que lo era! Bueno, no que él sintiera nada por Danaé ni mucho menos ella por él pero… habían tenido una relación. Y ahora estaba casada con su hermano. Daila era su cuñada y su amiga, quizás sentía que era una traición y…

- Me gustas, Kyle –dijo avergonzada- y disculpa que te lo diga así pero creo que deberías saberlo antes de que decidas que…

No pudo continuar. Kyle la tomó entre sus brazos y la besó con delicadeza, profundizando su beso poco a poco, con una lentitud torturadora. Daila suspiró en sus labios, respondiéndole con pasión y ternura.

- … esto no funcionará –completó Daila, tras respirar varios segundos. Kyle sonrió con diversión.

- Yo he decidido que funcionará –Kyle clavó sus ojos verdes en ella- lo que sea que sea esto, funcionará.

- Sí… -sabía que sus palabras provenían de la certeza de que en unos días se iría de Italia. Bien, Daila podía también disfrutar de ese tiempo. Lo harían funcionar juntos- sí –repitió con vehemencia.

Se tomaron de la mano mientras empezaban el ascenso. Daila le preguntó más sobre su trabajo y le entusiasmó la manera tan particular en que Kyle explicaba sus visiones. Era atrapante. Ella casi podía ver lo que él pensaba construir, mientras le detallaba paso a paso lo que haría. Y, sorprendentemente, no lo encontró tedioso, sino interesante. Fascinante.

Kyle le tomó de la cintura, sonriendo por la risa dichosa que emitió Daila. Sus ojos dorados se iluminaban de una manera fascinante cada vez que reía. Él podría mirarla por horas y horas, sabiendo que a cada segundo encontraría un nuevo matiz en ella… su manera de mirar, de sonreír, de hablar…

Daila era, bien, le encantaba. Le estaba gustando mucho. Era un peligro.

Capítulo 7

- Oh no, de ninguna manera una semana es poco tiempo –Daila se cruzó de brazos- ha sido solo que… han sido días muy divertidos.

Kyle la observó fijamente, esperando que continuara. No entendía cuál era su punto, él tan solo había comentado que una semana era tan poco… ¿y ella se había puesto a la defensiva? Puso un dedo bajo su barbilla para mirarle el rostro con detenimiento… era preciosa y se veía agitada.

- ¿Qué sucede, Daila? –sonrió con cariño- ¿estás preocupada?

- No, ¿por qué lo estaría? ¡Nos hemos divertido! ¿Verdad? Eso ha sido todo desde el principio… diversión y… -añadió con rapidez, agitando las pestañas de manera muy graciosa. Kyle cerró los labios con fuerza para no reír- y… ¿te burlas de mí? ¿te parezco graciosa? ¡Ay no, sueno como una niña de nuevo!

Kyle no pudo evitarlo mucho tiempo más. Rió y la tomó entre sus brazos, besándole la frente, las mejillas, la barbilla y finalmente los labios.

- ¿Sabes qué? Deberías venir a Canadá –soltó él sin siquiera pensarlo.

- ¿Ah sí? –Daila abrió sus ojos dorados con sorpresa- no, no has querido decirlo.

- Claro que sí, dijiste que te gustaría terminar de estudiar y…

- Sí, no tendría nada que ver contigo.

- Por supuesto que no –él le sonrió- ¿por qué tendría algo que ver conmigo?

- Exacto. Es casualidad que tú vivas en Canadá…

- ¿Lo harás? ¿Vendrás? –Kyle no sabía de dónde venía la expectación en su voz.

- No lo sé –se echó en sus brazos- aplicaré y veremos que sucede.

- Sí… -Kyle no podía creer que horas más tarde, estaría sentado en el avión de vuelta a Canadá- allá podría ser tu guía también. Para devolverte el favor…

Daila rió encantada, sus ojos dorados brillando. Kyle sonrió y no pudo evitar estrecharla de nuevo entre sus brazos.

- Eres el mejor, Kyle –le acarició la mejilla- ojalá no tuvieras que irte tan pronto.

- Pensé que una semana había sido más de lo que habías podido soportar –bromeó, recordándole lo que había dicho- ¿no es poco tiempo, verdad?

- En realidad, lo es. Pero solo cuando lo estás disfrutando.

- Entonces ¿no he sido una compañía tan terrible verdad? ¿Tanto costaba admitir que te ha gustado estar conmigo?

- Me ha gustado mucho –admitió, enrojeciendo ligeramente- es solo que…

- Lo sé… -Kyle le tomó de la mano- se ha acabado.

- Exactamente –Daila lo podía sentir. El tiempo juntos estaba tocando a su fin. No podía creerlo. Parecía ayer cuando lo había visto en la boda, cuando le había tomado la mano en la cafetería, cuando la había besado por primera vez en el mirador; cuando, a la mañana siguiente, se habían quedado por horas mirando a la ciudad, a la luz del día, abrazados…- terminó.

Daila se deslizó lentamente de su abrazo, sintiendo que todo volvía a verse deslucido. El rayo de luz había sido borrado por nubarrones grises. Suspiró.

- ¿Daila? –le tomó de la mano, pero Daila no lo miró- ¿Daila? –repitió, pero esta vez la acercó hasta él, atrapándola en sus brazos- no tiene por qué terminar.

- ¿No? Kyle, estarás a miles de kilómetros y tan solo…

- ¿Somos amigos? –sonrió soltando el aire despacio- quiero que continuemos esta relación o lo que sea. Me agradas, Daila. Mucho.

- Tú también me agradas pero no te quedarás en Italia. Y yo, quizás vaya a Canadá pero no antes de un año. Y solo un quizás… ¿es suficiente?

- ¿Para una amistad? –Kyle se pasó una mano por el cabello marrón, despeinándolo- me gustaría saber qué ha sido esto.

- A mí también –Daila sonrió levemente- pero ha sido maravilloso.

- Sin duda alguna –la tomó entre sus brazos- no te alejes, quiero estar junto a ti todo el tiempo que me resta en Italia.

- Estoy aquí, no me iré a ninguna parte –susurró, retomando las palabras que él una vez le había dicho.

Se quedaron fundidos en un abrazo, no sabían por cuánto tiempo y no tenían ánimo alguno de separarse. No habían notado el paso del tiempo hasta que, una vez en el aeropuerto, llamaron a los pasajeros del vuelo que tomaría Kyle.

- Te llamaré en cuanto llegue a Canadá –Kyle la miró con ojos ávidos, sintiéndose renuente a partir. Se veía tan vulnerable y tan fuerte, con aquellos ojos dorados radiantes y una sonrisa triste- ¿me escribirás?

- Constantemente. Te cansarás de leer –bromeó Daila y carraspeó- fue maravilloso, Kyle. Gracias.

- No, no tienes que darlas. Porque solo ha sido el inicio.

Daila no quiso preguntar de qué. Simplemente se puso de puntillas y depositó un suave beso en sus labios. Kyle le correspondió y se separaron, clavando sus ojos en el rostro del otro por última vez.

- Te veré pronto –susurró como despedida Daila, mientras lo veía desaparecer por una puerta. Deseaba no tener que despedirse, o que él viviera en Italia, o que no sintiera nada porque no lo vería… quizás nunca más. Pero sí sentía, se sentía tan extraña.

***

- ¡Qué no ha sido nada! –Daila puso en blanco los ojos una vez más, continuando su camino hasta que una mano fuerte la detuvo y giró- ¿me dejas ir, por favor?

- ¡No! –los ojos azules clarísimos de su hermano relampagueaban mientras la interrogaba- ¿por qué no me dices quién es? No, mejor. Solo dime, por favor, que no es quién pienso que es.

- No tengo ni idea, no leo pensamientos, Alex –bufó con rabia- ¡ya han sido varios días y quiero que me dejes tranquila!

- No, no empieces de nuevo con lo de “soy mayor y…” porque ¡no lo eres!

- ¡Danaé! –acudió con alivio hasta su cuñada, que entraba por la puerta del salón- ¿podrías llevarte a tu marido a otro lugar, lejos de mí?

- Alex… -Danaé cruzó los brazos- ¿de nuevo estás interrogando a Daila?

- ¡Es mi hermana menor!

- ¡Soy lo suficientemente mayor!

- ¡Basta, los dos! –Danaé puso en blanco los ojos- es increíble. Apenas hemos estado dos semanas en Italia y no han dejado de discutir.

- Eso no es cierto. Yo solo… -Alex cerró la boca ante la mirada dorada de su esposa- ¡solo quiero que me diga que no es ese!

- ¿Ese? ¿A quién te refieres ahora, Alexandre Lucerni? –Danaé señaló ceñuda.

- ¡Tú eres quien…! –Alex frunció los labios con frustración- terminarás diciéndolo, Daila. O terminaré averiguándolo, de cualquier manera.

Salió hablando en voz baja, sin siquiera mirarlas. Danaé sonrió divertida, girando hacia Daila que suspiraba con cansancio.

- Llega a ser un verdadero fastidio ¿verdad? –Danaé preguntó con suavidad- pero es el fenómeno de todos los hermanos mayores.

- Dudo que André haya sido así contigo… -soltó en tono bajo.

- Bueno, él tenía demasiadas mujeres en quienes pensar –bromeó.

- ¿Alguna vez se cansará de esto? ¡Solo se ha vuelto más intenso desde que escapé! –se lamentó.

- Solo tiene miedo –le tranquilizó- ya pasará. Tú ocúpate de ser feliz. De Alex, me encargaré yo –rió, guiñándole un ojo y salió.

Capítulo 8

Un año después

- Lo prometo –Daila asintió con vehemencia- papá, nada pasará, en verdad.

Sebastien clavó sus ojos azules clarísimos con preocupación en su hija menor. Para él, siempre sería su niña, su pequeña princesa. Y ahora, se iba a Canadá por un año completo. Por supuesto que volvería para las fiestas y vacaciones de semestre pero… ¡estaría tan lejos!

No quería volver a pasar por lo que habían pasado hacía años, cuando su niña había escapado. Tenía miedo, pero sabía que debía dejarla ir y apoyarla. La escucharía, como siempre debió hacerlo.

- Está bien –inspiró hondo- pero, si tengo que viajar a Canadá, me encantará pasar a visitarte.

- Sé que lo harás, papá –Daila sonrió divertida, sabiendo que su padre se preocupaba demasiado- ¿me abrazas?

- ¡Mi pequeña! –la estrechó con fuerza y le besó la frente- estoy muy orgulloso de ti.

- Gracias papá –sintió sus ojos brillantes por las lágrimas contenidas- te quiero.

- Y yo a ti, pequeña –le acarició la cabeza como si aun fuera una niña.

- ¿Y no hay ni un beso para mí? –su madre arqueó una ceja- Sebastien, déjala ir.

- ¡Mamá! –Daila se echó en sus brazos- te extrañaré tanto. A los dos. Son los mejores padres que existen.

- Mi Daila, también te queremos mucho –Dome le besó en la mejilla- eres la luz de nuestras vidas.

- ¿Ella? ¿Y yo qué soy? –Alex intervino con tono risueño- ¿por qué a mí nadie me despidió así?

- Porque tú has vivido por tu cuenta desde que dejaste de ser adolescente, Alex –Dome, su madre, entrecerró sus ojos dorados- y ahora eres todo un adulto.

- La mayoría del tiempo, al menos –se burló Sebastien.

- Y yo no estoy de acuerdo con que Daila vaya –soltó Alex, ante la mirada sorprendida de sus padres- es que no es correcto. ¿Le preguntaron por qué va?

- Alex, tengo una beca de estudios. Me la gané, ¿entiendes?

- ¿De verdad? –su hermano se sorprendió por la revelación- ¿por qué no me lo dijiste?

- ¡Porque no escuchas! –Daila puso en blanco los ojos- no sé como Danaé te soporta.

La hora de abordar el avión llegó y Daila suspiró profundamente, mirando a Italia por última vez en varios meses. Sentía una mezcla de emociones que no lograba interpretar del todo. Ansiedad por lo que venía y tristeza por dejar lo que conocía. Pero no, esta vez lo estaba haciendo bien. Era lo correcto. Era lo mejor para sí misma.

Estudiaría, recorrería Canadá, conocería nuevas personas… vería a Kyle nuevamente. Sintió un escalofrío recorrerla por completo. ¿Y qué tal si no era como lo había conservado en su memoria? Los días juntos, habían permanecido inalterables, o quizás no tanto. Los recuerdos tendían a idealizarse con el pasar del tiempo.

Le daba un poco de miedo descubrir que solo había sido algo momentáneo, pasajero. Porque realmente había sido maravilloso. Sería una lástima que no estuviera destinado a perdurar.

Lo descubriría. Debía hacerlo para decidir cuál sería el siguiente paso en su vida, al menos amorosa. No había dejado de pensar en Kyle durante esos meses separados. Y se habían escrito y hablado por teléfono con regularidad, pero no era lo mismo.

Al poco tiempo, se había sentido incómodo, extraño, no tenían demasiado para decirse. ¿Seguiría siendo así cuando estuvieran juntos? ¿O no? ¿Podría descubrirlo sin salir herida? Esperaba que sí.

Le había contado de su beca de estudios en Canadá pero Kyle no parecía particularmente emocionado con la noticia. Ni siquiera se había ofrecido a recogerla en el aeropuerto, así que no estaba segura de estar lista para escuchar lo que tenía que decirle.

Quizás solo habían sido palabras pronunciadas por la inminente despedida cuando se separaron. Tal vez él tenía novia en Canadá y era feliz. Solo quizás, ella nuevamente había sido tan tonta como para hacerse ilusiones en vano, sin conocer al hombre en cuestión. Otra vez.

Se había precipitado. Indudablemente, se había precipitado hacía un año. No debía volver a pasar. No podía volver a pasar.

En cuanto ingresó al aeropuerto se sintió sola, estaba muy lejos de casa. No quería comportarse como una niña pero no pudo evitar sentir cierta nostalgia por su familia. Los había dejado atrás y no los vería por lo menos en 6 meses. Viviría por su cuenta, algo que no había hecho antes. Era cierto que cuando había escapado… bueno, no era precisamente la mejor referencia y no había vivido independientemente.

Miró la dirección que había anotado en su móvil. Tomaría un taxi porque…

- Hola Daila –escuchó a sus espaldas. Giró incrédula.

- ¿Kyle? –Daila lo observó sorprendida- ¡Hola Kyle! –saludó.

- ¿Ni siquiera un abrazo? –hizo un mohín y sonrió- ven aquí –extendió sus brazos y sin esperar respuesta, la estrechó contra sí- te esperaba.

- ¿Me esperabas? ¡No me dijiste que vendrías!

- Quería que fuera una sorpresa –Kyle la alejó brevemente para recorrerla completamente con sus ojos verdes- estás preciosa.

- ¡Claro que no! Acabo de bajarme del avión y… -Daila cerró la boca al encontrar el rostro de Kyle. Realmente lo pensaba. Suspiró encantada- te extrañé.

- ¿Ah sí? –le pasó una mano por el cabello negro- no sonabas muy entusiasmada al venir aquí…

- ¿No? ¡Ya no podía esperar! –recordó brevemente que se había prometido ir con calma. Pero es que ahí estaba con Kyle, él había venido por ella, ¿cómo podría estar tranquila?- Estoy ansiosa por conocerlo todo.

- Y así será –confirmó- he planeado varias cosas que haremos juntos.

- ¿Has hecho planes? –interrogó con emoción- ¿me cuentas qué?

- Después –Kyle tomó el equipaje que traía y unió sus manos- ¿a dónde te llevo?

- Aquí –Daila le mostró la dirección- ¿conoces?

- Bastante bien –sonrió- seremos casi vecinos.

- Estás bromeando…

- Sí, la verdad –rió- pero puedo llevarte sin ningún problema.

Salieron tomados de la mano y comentando del vuelo y el clima. No quería profundizar en lo que cada uno sentía y pensaba sobre el tiempo que pasarían juntos. Aún era demasiado pronto.

- ¿Desde qué hora estás aquí? ¿Cómo supiste en qué vuelo llegaba?

- Tengo mis métodos –Kyle contestó risueño.

- ¿Quién te lo dijo? –Daila sentía curiosidad. Quien sea que le hubiera dicho a Kyle, debía imaginar o conocer que algo sucedía entre ellos. E, indudablemente, tenía que ser alguien que los conocía a los dos. ¿Quién?- ¡Kyle, dime!

- Eres curiosa –negó brevemente. Ella hizo un mohín- eres increíble.

- Kyle… -pronunció en voz baja. Él giró y clavó sus ojos verdes en los labios de ella, con intensidad. Empezó a acercarse- ¡Marcos!

- ¿Qué? –Kyle se incorporó rápidamente.

Capítulo 9

- ¡Marcos te lo dijo! –Daila aclaró riendo- por supuesto que fue él.

- Solo tú… -soltó Kyle con incredulidad- estás un poco loca, ¿sabes?

- No sé como tomar eso –cruzó sus brazos- ¿estás jugando conmigo?

- Yo pensé que tú jugabas conmigo… -murmuró, continuando el camino hasta el auto. Daila lo siguió en silencio, sin entender bien qué había querido decir.

Daila le relató cómo estuvo el vuelo además que le preguntó sobre la Universidad a la que asistiría. Habló sin cesar hasta que completaron el trayecto. No parecía respirar nunca.

- Estás muy callado –Daila suspiró- ¿te estoy aburriendo, verdad?

- No –Kyle detuvo el auto- es que no me has dado oportunidad a contestar.

- Lo siento –se sonrojó avergonzada. Es que tendía a hablar demasiado cuando se sentía nerviosa.

- No pasa nada –Kyle rió divertido. Le pasó una mano por la mejilla para que lo mirara- Daila, está bien. Extrañaba escucharte en vivo.

- Kyle… -ella giró su rostro completamente hacia él. Sentir su masculino aroma tan cerca le despertaba recuerdos de sus días en Italia, tan maravillosos y pareciendo más presentes que nunca- Tenía miedo de que…

Él esperó que continuara pero Daila bajó la mirada y se mordió el labio. Kyle no pudo evitar sentir un cariño muy fuerte hacia ella, esa ansiedad de protegerla y abrazarla, para no dejarla ir jamás.

Tomó su rostro entre las manos con firmeza. Esperó hasta encontrar sus ojos dorados y la acercó lentamente. Daila se dejó llevar, ansiando el contacto de los labios de Kyle. Se besaron con lentitud, saboreando el momento y el presente que nuevamente los unía.

- ¿Es aquí? –Daila pronunció tras un momento, sintiendo aún el calor de Kyle a su alrededor- ¿me acompañas?

- Claro que si –se bajó del auto para abrirle la puerta. Asió su mano y tomó el equipaje para llevarlo hasta el departamento- es este ¿cierto?

- Supongo que sí –introdujo la llave en la puerta y cedió- ¿entras? –inquirió al notar que Kyle se quedaba parado en la puerta, sin seguirla- puedes hacerlo.

- Gracias –asintió con solemnidad y Daila rió- ¿dónde las dejo? –indicó las maletas y Daila señaló un rincón del pasillo.

- Es precioso –pronunció con emoción, tras recorrerlo rápidamente- me encanta.

Kyle la observó ir de un lado a otro, sin poder evitar sonreír ante su emoción. Parecía una niña en una juguetería. Daila era adorable. No podía creer lo mucho que la había extrañado y que en tan solo unos días se hubiera convertido en alguien tan importante para él.

De hecho, desde que había regresado a Canadá, no había dejado de pensar en ella. Era cierto, había salido con un par de chicas pero nada en concreto. Nadie era Daila y, por alguna extraña razón, continuaba comparándolas con ella cada vez que tenía o intentaba tener una cita. Era absurdo.

Pero le sucedía. Ella estaba presente en su mente, se presentaba de pronto y solo podía recordar sus ojos dorados, su sonrisa y como su cuerpo se relajaba en sus brazos. Se sentía desconcertado consigo mismo por lo que estaba pasando. ¿Qué se suponía que era? No tenía la menor idea. ¡Y solo habían sido unos días!

Eso se había repetido durante todo el año. Los días previos a su llegada se le antojaron interminables, con una mezcla de temor y ansiedad por lo que sucedería. ¿Sería igual? ¿O quizás algo más? ¿Qué tal si solo había sido algo momentáneo, que se había esfumado al partir de Italia?

Intentó mantener esos pensamientos alejados. No era algo muy propio de él cuestionarse ese tipo de cosas. No le gustaban las relaciones complicadas, si es que eso era lo que tenían o habían tenido. Quería algo sencillo, alguien que estuviera cerca y con quien compartiera intereses similares. Desde que había terminado con Danaé, había querido dejar las cosas complicadas. Y sabía que salir con alguien que vivía cruzando el Atlántico podría ser una de las definiciones más acertadas de complicado.

Solo que, ahora Daila estaba ahí. Estaría por un tiempo en Canadá. No quería pensar qué sucedería después. No. Primero debía saber qué era lo que existía entre ellos y si podría durar… o no.

- ¿Kyle? –Daila se puso a su altura, con la curiosidad dibujada en sus facciones- ¿está todo bien? ¿Dónde te encuentras?

- Solo pensaba… -Kyle la atrapó entre sus brazos- ¿quieres comer algo? Debes tener mucha hambre.

- Demasiada –confirmó sonriente- ¿cómo lo has sabido?

- Lo sospeché. La comida en el avión…

- Sí –Daila le besó la mejilla- dame un momento para tomar una chaqueta y nos vamos. ¿De acuerdo?

Kyle asintió y mientras Daila dejaba la sala, se sentó en uno de los sofás más cercanos. El departamento era muy bonito, decorado con buen gusto y acogedor. Aún no podía creer que ella estaba ahí y se quedaría. Daila estaba a su lado de nuevo y no serían solo unos días.

No iba a negar que se sentía feliz. Sí, definitivamente era felicidad lo que sentía porque ella estuviera en Canadá. Eso tenía que significar algo ¿no?

- Estoy lista –Daila se presentó ante él y giró con gracia- ¿nos vamos?

- Vamos –Kyle le ofreció el brazo y salieron hacia el restaurante- es un lugar pequeño, que nos gusta frecuentar con mis amigos.

- Me encantará conocerlo –se animó porque él la llevara a un lugar que le gustara tanto. No quería hacerse ilusiones, al menos no más de las que ya se había formado durante todo ese año, pero no podía evitarlo. Había subestimado la presencia de Kyle en su vida. Junto a él, todo parecía posible.

- ¿En qué pensabas? –inquirió Kyle y Daila se encogió de hombros- has sonreído de una manera… diferente.

- ¿Diferente? –Daila abrió sus ojos dorados con curiosidad- ¿a qué te refieres?

- No lo sé –admitió con un mohín- a veces noto que tu sonrisa no es la misma.

- ¿A veces? –lo miró con escepticismo- ha sido mucho tiempo sin vernos…

- Ahora no parece que fuera nada –Kyle acercó su rostro hasta Daila y ella inspiró hondo, intentando retener el aroma de Kyle el mayor tiempo posible.

Mientras iban en el auto, Kyle le relataba la historia de la ciudad y le daba algunos detalles arquitectónicos que Daila escuchaba encantada. Kyle era tan interesante e inteligente, se sentía tranquila a su lado. Y, por primera vez en la vida, sentía que podía ser ingeniosa.

- No, no puedes decir algo así y pretender que no replique en absoluto –protestó Daila con una risita. Kyle arqueó una ceja- en serio ¿cómo que no has salido con nadie en este tiempo? Eso no es cierto.

- Es cierto –se defendió Kyle y una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios.

- ¿Lo ves? ¡Sé que no es cierto!

- Está bien… pero no ha sido nada.

- Nada… ¿Y cuándo sería algo para ti?

- Cuando estuviera con la persona correcta –contestó pensativo Kyle y la miró de reojo. Daila se sintió incómoda y desvió sus ojos dorados hacia la ventana.

- Sí, supongo que si… -replicó, más que nada para no quedarse en silencio. Claro que él había salido con otras chicas, quien sabía cuántas. Ella también había salido con sus amigos… pero era diferente. Recordaba no pensar en nada más que estar con Kyle, en los efímeros momentos a su lado y en escuchar su voz, aún a kilómetros de distancia, la trasladaba a sus días juntos. Nada tenía sentido. Y, al mismo tiempo, de una manera extraña, todo parecía tenerlo.

- Hemos llegado –Kyle estacionó el auto y le abrió la puerta, permitiendo que Daila bajara- ¿Daila? ¿Pasa algo?

- ¡Tengo mucha hambre! –exclamó ella y le sonrió- así que vamos.

Capítulo 10

Fueron ubicados en una mesa cercana a una de las ventanas del local, que era amplio e iluminado. Daila leyó en voz baja, el menú y se sonrojó cuando Kyle le tomó la mano.

- Realmente, te extrañaba –pronuncio Kyle mirándola con intensidad. Daila olvidó por un momento todo lo que se encontraba a su alrededor porque sentía como se perdía en esos ojos verdes traviesos- ¿sabes qué he pensado?

- ¿Qué? –inquirió con voz leve.

- Deberíamos salir –sonrió pero asintió con solemnidad- ¿qué opinas?

- ¿Me estás invitando a salir? –Daila abrió su boca con sorpresa- yo… ¿una cita?

- Sí, esa es la intención –aseguró divertido.

- Es nuevo… -comentó riendo divertida- es decir, sería nuestra primera cita…

- Precisamente. En Italia, fue diferente… -Kyle soltó pensativo- pero esta vez, estaremos más tiempo juntos y, quizás podríamos, ir más despacio. Ser más tradicionales.

- Buena idea –asintió con una sonrisa- entonces ¿esta es nuestra primera cita?

- No lo sé… -Kyle dijo lentamente- esto es nuevo para mí.

- ¿Las citas? –Daila bromeó y él puso en blanco los ojos- está bien. Mmm, apenas llegué, estoy cansada y luzco terrible así que no. Esta no es nuestra primera cita.

- Bien… entonces puedo comportarme normal.

- ¿Acaso eres diferente en una cita?

- Contigo, probablemente. Me pondría nervioso.

- Aja. Y eso ¿por qué? –Daila se sintió emocionada.

- Es obvio. Me gustas –admitió Kyle y clavó sus ojos verdes en ella- mucho.

- Kyle… -elevó su mano hasta la mejilla de él y la recorrió con lentitud.

- Es cierto –repitió Kyle, atrapando la mano de Daila y besó su dorso.

El gesto fue interrumpido cuando la mesera les sirvió lo que habían ordenado. Comieron en silencio por unos minutos pero sin dejar de mirarse y sonreír. Parecían una típica pareja enamorada.

¡Enamorada! Daila sintió una alarma en su cabeza. No importaba lo que hubiera dicho Kyle, con cita o sin ella, esto seguía yendo rápido. A la velocidad de la luz. Y no sabía cómo detenerlo. No estaba segura de querer hacerlo.

- Creo que es una buena idea –Kyle se encontraba en el umbral de la puerta, mirándola con una sonrisa- el vuelo fue largo y estás cansada.

- ¿Acaso luzco cansada? –Daila entrecerró sus ojos, renuente a despedirse de Kyle. Era tan pronto, apenas habían pasado un par de horas desde que la había recogido en el aeropuerto y habían estado en el restaurante. Ahora, ya de vuelta en el departamento, no quería que se fuera. Pero, no podía pedirle que se quedara, probablemente tendría algo que hacer.

- Para mí, luces encantadora –alabó él con una sonrisa amplia. Daila le besó en la mejilla. Vaciló antes de alejarse y, en un impulso, decidió besarle en los labios- definitivamente, esta no – cita me ha gustado mucho más que cualquier primera cita en mi vida.

Daila rió divertida y le tomó la mano con decisión. Él la miró fijamente hasta que ella lo llevó hacia adentro y cerró la puerta.

- No quiero estar sola, Kyle. Aún es temprano y… bueno, sé que es demasiado pronto, pero me gustaría que te quedaras conmigo –suspiró- podemos ver una película o… -él se acercó y la tomó entre sus brazos. La besó- sí, eso también.

Kyle se resistía a soltarla pero sabía que deberían hablar y, como él mismo había sugerido, empezar a ser más tradicionales e iniciar por el principio. Tenían tiempo… no necesitaban precipitarse. Pero, estar cerca de Daila, él no podía pensar en nada más que estrecharla en sus brazos y que permaneciera siempre con él. Siempre… ese pensamiento sí que le tomó por sorpresa.

- Me encantaría ver una película contigo. Es solo que pensé que estabas cansada y… -Kyle le acarició el cabello negro con lentitud- cuando quieras descansar, me lo dirás, ¿de acuerdo?

- Está bien –Daila asintió con entusiasmo. Sabía que había rozado el límite de patetismo cuando le había pedido que se quedara… pero no quería dejarlo ir. No tan pronto, había sido un año sin él.

Eligieron una película ligera, que no necesitara demasiada concentración pues estaban más interesados en la presencia del otro que lo que sucedía en pantalla. Miraron la sucesión de imágenes y diálogos con las manos entrelazadas, mientras Daila apoyaba la cabeza en el hombro de Kyle.

Y, después de un año de haber estado sin el otro, todo seguía sintiéndose igual. Y diferente. Más intenso. Pero, la emoción original estaba ahí, flotando en el aire.

Al caer la tarde, Daila no pudo reprimir un bostezo. Había hecho un gran esfuerzo por mantenerse despierta pero estaba cansada y el cambio de horario le jugaba en contra. Kyle la miró fijamente y ella asintió a su pregunta sin palabras. Era hora de despedirse.

- Adiós Daila –él le besó en la frente con ternura. Cuando ella iba a cerrar la puerta, Kyle giró- un momento ¿comes mañana conmigo?

- ¡Claro que sí! –se animó Daila. Había pensado que no se lo pediría.

- Es una cita, entonces –Kyle le guiñó un ojo y Daila sonrió cerrando la puerta despacio. Como en Italia, lo mismo que le dijo en la boda, solo que esta vez, si era una cita.

Daila telefoneó a casa antes de darse una ducha e irse a dormir. Necesitaba un buen descanso y el sentimiento de paz que le invadía presagiaba que dormiría profundamente. Así fue.

A la mañana siguiente, Daila se duchó y empezó a deshacer su equipaje, ordenando la ropa que había traído y buscando que usar para su primera cita con Kyle. Se encontraba nerviosa y emocionada. Todo era tan familiar y a la vez tan nuevo.

Cerró los ojos e inspiró con fuerza, mirándose al espejo con lo que había decidido usar. Resaltaba sus ojos dorados aquella blusa y eso le gustó. ¡No podía esperar para ver a Kyle!

El timbre interrumpió sus especulaciones sobre lo que Kyle llevaría a la cita. Al abrir la puerta, le entregaron una caja e hicieron que firmara el recibo. Miró con curiosidad el lazo que cerraba la tapa de la caja alargada; era una cinta dorada que quitó con cuidado de no dañarla.

Al abrirla, se encontró con una rosa roja dentro de una urna transparente y al fondo, observó con sorpresa, estaba una imagen familiar. Era… ¡increíble!

Daila cerró la puerta y corrió al sofá, para volver a mirar con atención la rosa en su empaque y de fondo aquel mirador que tanto amaba. Su lugar favorito en el mundo… su primer beso con Kyle.

Y él lo había dibujado. Realmente, había captado la esencia del paisaje… los detalles eran extraordinariamente precisos y se sintió transportada a su Italia. Junto a él. ¡Era tan maravilloso!

Luchó con el impulso de sacar la rosa de la urna para poder mirar más de cerca los trazos sobre el papel, si realmente ellos estaban en la escena como parecía ser el caso, entender como Kyle había logrado hacer algo tan… romántico.

Se sorprendió por el rumbo de sus pensamientos. ¿Realmente era algo romántico o tan solo algo amable? Es que se negaba a dejar que su corazón le jugara malas pasadas nuevamente. Por eso se había prometido que iría con calma, que descubriría si había una posibilidad de estar juntos y…

Él había ido al aeropuerto a darle una sorpresa, la había llevado a comer a un lugar que le encantaba y se había quedado abrazándola por horas mientras miraban una película, sin olvidar que al día siguiente le había mandado un regalo que indudablemente era el más romántico que había recibido.

Así que… ¿por qué ir con calma? Aún cuando quisiera, no lo lograba. Estar cerca de él era adictivo. Solo provocaba que deseara estar el mayor tiempo posible y… era preocupante. Ya había pasado por algo así. No quería que se repitiera.

Capítulo 11

- ¡Tú tienes mucho talento en verdad! –fue el saludo de Daila en cuanto abrió la puerta a Kyle- es hermoso.

- Gracias, eres muy amable –sonrió él divertido y la tomó entre sus brazos- ¿no me agradecerás?

- ¡Gracias, me encantó! –Daila abrió sus ojos dorados con emoción- ven, tienes que mirar donde lo he colocado.

Se separó de Kyle para tomarle de la mano y conducirle hasta su habitación. En la mesita de noche, junto a la cama, se encontraba la rosa que él había envuelto para ella. Sonrió.

- Así que sí te gustó.

- ¿Bromeas? ¡No he podido dejar de mirarlo! Es tan detallado, tan real…

- Tuve que esforzarme en recordar –mintió Kyle, sabiendo que jamás olvidaría aquel lugar. Había sido el entorno perfecto para uno de los momentos más tiernos de su vida. Se sentía realmente estúpido, pero con el rostro de emoción de Daila, empezó a emocionarse también. El primer beso.

- ¿De verdad? No se nota, lo has captado tan bien…

- Ven aquí –Kyle extendió su mano hacia Daila- mentí –le susurró cuando estuvo cerca- no podría olvidar nada de aquel día. Ni una sola cosa.

Daila abrió sus ojos dorados con sorpresa. Podía sentir la intensidad de sus palabras, casi tan fuertes como los latidos de su desbocado corazón. Cerró los ojos para intentar pensar y sintió los labios de Kyle sobre los suyos.

Era una caricia suave, lenta… tan dolorosamente tierna. ¿Cómo podía pensar que algo en referencia a él estaría mal? Era perfecto.

- Kyle… -dijo en voz baja contra sus labios- ¿esto es parte de la primera cita?

Él se echó a reír, mirándola fijamente con sus ojos verdes brillantes de emoción. Si era la primera cita, había empezado de la mejor manera posible.

- No lo sé. La idea es confusa para mí…

- Sí, creo que lo nuestro no ha sido de lo más sensato…

- ¿Sensato? –preguntó con curiosidad.

- Sí, bueno. Lo común. Desde las circunstancias en que nos conocimos hasta como desarrollamos nuestra… lo que sea que tuviéramos en Italia. Y ahora…

- Ahora… -inquirió suavemente pero Daila negó- ¿está todo bien?

- Sí, solo que… sé que sonará absurdo pero… tengo miedo, Kyle.

- ¿Absurdo? –él la estrechó entre sus brazos con fuerza- es normal, Daila. Es admirable como continúas tan firme e inocente después de todo lo que me contaste –Daila se tensó por un momento- está bien, ahora estás aquí y yo no te haré daño alguno.

- No puedes asegurar algo así –habló con inseguridad, temiendo también lo que ella podría provocarle.

- Sé que no lo haría. ¿Y sabes por qué estoy tan seguro?

- ¿Por qué, Kyle? –Daila se separó un poco para mirarlo con sus ojos dorados que contenían lágrimas.

- Porque te quiero, Daila –Kyle sonrió y le pasó una mano por el cabello- siempre te quiero bien, feliz. Es lo que mereces.

- Gracias –sonrió un poco y trató de recordar algo trivial que le ayudara a pensar en algo diferente- ¿a dónde vamos?

Pasearon por uno de los parques más bonitos de la ciudad. Como era domingo, estaba lleno de familias y era ruidoso. Daila lo miró con curiosidad, preguntándose la razón que había motivado a Kyle a llevarle ahí en la primera cita. No se quejaba sin embargo, estaba divirtiéndose al recorrerlo.

- Supongo que te preguntas por qué aquí… -Kyle se detuvo y la miró con dulzura- me gusta mucho el lago –la llevó de la mano un tramo más y le señaló al frente- ahí… y el puente fue lo que me hizo decidirme por la arquitectura. Siempre me ha parecido idealmente construido. Balance perfecto entre delicadeza y fortaleza.

El diseño ciertamente era elegante y delicado. El ser construido en madera le daba un efecto novedoso y fuerte. Daila lo miró encantada y empezó a caminar hacia el lugar, fascinada.

- No lo puedo creer, me has traído aquí porque… -Daila lo entendió. Él había hecho lo mismo que ella en su primer encuentro en Italia. Le había llevado a su lugar favorito en el mundo. ¡Solo Kyle, en verdad!- lo repito, eres increíble.

Kyle sonrió y la siguió hasta el extremo en que iniciaba el puente para atravesarlo. Es que no había podido pensar en un lugar mejor que aquel. Si ella le había confiado el lugar que más quería en el mundo, él podía llevarla hasta el lugar que más lo inspiraba y relajaba. Adoraba ir ahí, a contemplarlo y pensar. Cuando todo iba mal, siempre podía acudir a aquel parque. Y se sentía en paz.

- Tú lo eres –le susurró Kyle al oído mientras la abrazaba- gracias por apreciarlo, Daila.

- Gracias por compartirlo, Kyle. Significa mucho para mí –Daila sintió que la emoción la llenaba por completo. Era tan diferente a todo lo que había sentido alguna vez. Y lo causaba Kyle. Él era el por qué. Ahora solo faltaba averiguar qué era lo que sentía. Pero no sabía si podría ponerle nombre alguna vez- gracias –repitió y giró su rostro para rozar sus labios.

***

Entregó los papeles en la Universidad, verificando las materias que le habían asignado para ese semestre. Era una suerte que hubiera podido convalidar la mayoría de asignaturas. De esa manera, en un año estaría terminando el curso que le había llevado a Canadá, como lo había planeado con la beca de estudios.

Suspiró, pensando un momento en Kyle. No estaba segura de querer que solo durara un año. Por una parte, extrañaba Italia y su vida allá… solo que, por otro lado, no tenía nada realmente importante en Italia más que su familia y amigos… y su país. Pero no Kyle.

Era mejor no pensarlo. Tenía un año completo para buscar una solución. Siempre había una solución y ella la hallaría.

Los dos primeros días pudieron comer juntos y charlaron sobre sus respectivas actividades. Al tercer día, Kyle tuvo una sesión prolongada en el trabajo y tuvo que cancelar la cita con Daila. Y, al quinto día, fue Daila quien tenía un trabajo en equipo que presentaría la siguiente semana, por lo que debió quedarse más tiempo del planificado en la institución.

Daila llegó muy tarde a su departamento. Bostezó brevemente y decidió que dormiría una larga y profunda siesta, se sentía agotada. Su cuerpo aún estaba acostumbrándose al cambio de horario.

Ni siquiera se fijó en la luz parpadeante del contestador automático. No esperaba ninguna llamada.

Se despertó cuando el sol se había ocultado completamente y la luz de la luna bañaba la habitación. Cerró las cortinas y se dirigió hasta la sala, descalza. Observó que tenía un mensaje y lo escuchó. Era Kyle, pidiendo verla aquella noche. Intentó despertarse un poco más mientras volvía a reproducir el mensaje, para escuchar su voz y animarse un poco.

Su apariencia no era la mejor y ni siquiera había notado que tenía profundas ojeras por los días sin dormir bien. Desde la primera cita oficial con Kyle, no había podido dormir demasiado. Seguía culpando al cambio de horario, en parte cierto, pero sabía que había algo más.

Le marcó a Kyle al celular pero no obtuvo respuesta, así que decidió dejar un mensaje de voz, pidiéndole que se vieran al día siguiente pues aquella noche estaba agotada.

Cuando él le marcó de vuelta, su tono era un tanto extraño. Sin embargo, le aseguró que no había problema alguno. Que intentara descansar y que le llamaría más tarde, porque no podría verla tampoco al día siguiente. Una complicación del proyecto y tenía que trabajar el sábado.

Daila estuvo a punto de retractarse. Tres días sin ver a Kyle… pero algo la detuvo. Quizás necesitaba pensar un poco, lejos de él. Solo para estar segura.

Colgaron y Daila siguió preguntándose si se le escapaba alguna cosa.

Capítulo 12

Daila abrió los ojos de golpe, sintiendo la urgente necesidad de hablar con Kyle. Pero era bastante tarde y no sabía si él había llamado, no escuchó el teléfono… ¡se había quedado dormida nuevamente!

Verificó y el mensaje era totalmente breve: “Creo que si estás cansada, duerme bien, Daila”. Eso era todo, ¡todo!

No, algo le decía que no estaba bien. Pero ¿cómo saberlo? Se suponía que los hombres eran directos y todo lo demás ¿no? Si hubiera algo mal, seguramente Kyle se lo habría dicho. Si fuera algo importante…

No importaba la hora, tenía que hacer algo. ¡Ahora!

Y, como Kyle no contestaba en casa ni su celular, hizo lo único que se le ocurrió en ese instante.

- ¿Diga? –una voz somnolienta se escuchó al otro lado de la línea- ¿quién es?

- Marcos, lo siento tanto –Daila se disculpó con rapidez en italiano. Esperaba que no estuviera demasiado molesto- necesito preguntarte algo.

- ¿A las 5 de la mañana de un sábado? –inquirió con una mezcla de extrañeza y fastidio- Daila, te quiero mucho pero si no es algo de vida o muerte, ya no serás parte de mi familia nunca más.

Daila sonrió un poco. Marcos era encantador y misterioso, aquella persona con quien siempre podría hablar y… era amigo de Kyle.

- Kyle –pronunció Daila, antes de que colgara. Le pareció escuchar que Marcos soltaba el aire despacio- lo siento, pero ¿sucede algo con Kyle?

- ¿Qué? ¿Me has llamado en la madrugada para eso? –bufó con cansancio- ¿cómo lo sabría si estoy a kilómetros de distancia? ¡Pensé que eras tú quien estaba a su lado!

- Qué gracioso –suspiró con impaciencia- no me refiero a eso. A algo más… concreto.

- No te entiendo, tendrás que ser más específica y clara, Daila. Ahora mismo, la mitad de mis neuronas aún están dormidas.

- ¿Has sabido algo importante de Kyle en estos días? –interrogó, sin saber bien qué preguntar. Marcos negó- bien, gracias y disculpa la hora.

- Está bien, espero que la siguiente vez que te llame en la madrugada a preguntarte algo sobre las mujeres, estés dispuesta a atenderme sin chistar –le contestó y Daila rió un poco. A punto de colgar, escuchó la voz de él- espera.

- ¿Sí?

- ¿No te referirás a su cumpleaños, verdad? –preguntó Marcos incrédulo.

- ¿Qué? ¿Su cumpleaños? ¡¿Cuándo?! –exclamó en voz alta.

- No hace falta que me grites, ya estoy totalmente despierto –bufó una vez más Marcos- hoy –respondió en tono monótono- bueno, para ti, mañana.

¡No, no podía ser! El sábado era su cumpleaños, el día que trabajaría y por eso había querido verla hoy. Quizás le iban a organizar una fiesta sus amigos… o tal vez quería pasarlo con ella. ¡No, no y no! ¿Podía tener tan mala suerte?

- Gracias Marcos, y lo siento nuevamente.

- Está bien pequeña, procura descansar -dijo despidiéndose.

Daila miró la bocina del teléfono con incredulidad. No, si hubiera sido algo así de importante, Kyle le habría dicho ¿no? Es decir, si le había pedido verla pero… habría insistido, le habría dado una señal… si hubiera sido importante…

Quizás ella no había escuchado. No le había prestado atención. ¡Oh no!

Por mucho que lo intentó, dormir estaba fuera de discusión. Lo único que deseaba era estar con Kyle, con todas sus fuerzas. Y no sería posible. Sintió como un mal presagio se estacionaba en su corazón pero era una tontería, por supuesto. Apenas estaban saliendo y no tenían nada… ¿cómo podría terminar algo que nunca había realmente empezado?

Así que, visto de esa manera, él bien podría haber querido estar con sus amigos en su cumpleaños, y en esa lista de amigos, incluirle a ella. O no. Algo más que amigos… estaban saliendo.

Le desconcertaba no saber que terreno pisaba. A sus 25 años, suponía que debería estar más que clara en lo que quería, pero aunque sabía lo que quería no sabía cómo obtenerlo aún. Solo… Kyle. Sin más.

***

Kyle abrió los ojos con dificultad, intentando localizar el despertador con la mano para apagarlo. Estaba cansado aún, había trabajado hasta tarde para lograr presentar el proyecto con su compañero de trabajo y todavía quedaban detalles por terminar.

Tomó una ducha y se calzó un traje negro, sin fijarse demasiado en lo que usaría aquel día. Se suponía que sería diferente… pero no tanto. Un cumpleaños más.

30 años. Inspiró hondo y se anudó la corbata. Tenía todo lo que quería y estaba perfectamente conforme con el rumbo que había tenido su vida hasta el momento. Bastante éxito en su trabajo, disfrutaba de sus amistades y vivía la vida que había querido siempre. Solo le faltaba una cosa… nada demasiado importante. O quizás si era importante pero que no había querido pensar en serio. Quería una mujer a su lado, con quien compartir su vida.

Por supuesto, debía empezar por encontrar una y luego vendría lo demás.

Y lo sentía. La había encontrado. No era que su razón le dijera que era lo correcto o que su mente no se rebelara contra la idea, era solo que lo sentía. Daila. Era solo ella.

No importaba que no pudiera ser, por ser demasiado pronto o demasiado poco tiempo, o demasiado complicado. No, él solo lo sentía. Era tan absurdo.

Escuchó que tocaron el timbre y se preguntó quién sería tan temprano. Un sábado a las 7:30 de la mañana, no era nada común.

- Entrega para el señor Kyle Riley –escuchó la voz de Daila, que bajó el regalo que tenía ante su rostro y le sonrió, con los ojos dorados brillantes- feliz cumpleaños –extendió el paquete hacia él.

Kyle abrió sus ojos verdes con sorpresa. ¿Cómo había sabido que era su cumpleaños? ¿Su dirección? ¿Y tenía un regalo también?

- Yo… pasa, por favor –le invitó. Daila sonrió y entró- ¡qué sorpresa!

- Es la idea –lo besó en la mejilla- ¿no abrirás tu regalo? ¿interrumpí algo importante? –preguntó con temor, porque él no parecía particularmente feliz de verla ahí.

- No, en absoluto. Estaba a punto de tomar un café antes de ir a la oficina, pero puedes venir y compartirlo conmigo –ofreció y le guió hasta la cocina- ¿cómo es que lo has sabido?

- ¿Qué, específicamente?

- ¡Todo! –soltó risueño Kyle- eres sorprendente, Daila.

- Tengo mis métodos-contestó, intentando parecer misteriosa, pero una risita arruinó el efecto- te prometo que no te quitaré mucho tiempo. Solo quería venir y decirte personalmente feliz cumpleaños.

- ¿Ah sí? ¿Solo decírmelo? –inquirió con decepción- ¿ni siquiera un abrazo de cumpleaños? –se acercó a Daila lentamente y ella inspiró hondo- ¿qué sucede?

- Abre tu regalo –giró Daila y lo puso entre ellos- quiero que lo veas y me digas si te gusta.

- Si insistes –Kyle lo tomó y deshizo el lazo que sellaba la envoltura. Al quitarla, contenía un libro de arquitectura italiana del renacimiento. Sonrió- ¿me lo trajiste de Italia? –Daila asintió- me encanta, en verdad.

- Hablan del mirador –contó Daila emocionada- bueno, ahora podrás dibujarlo con todos los detalles y… -se silenció en cuanto Kyle la atrapó entre sus brazos.

- Es perfecto, Daila. Gracias –dijo y besó sus labios con suavidad. Tan solo fue un roce pero una corriente de reconocimiento fluyó entre ellos. Sabía como la primera vez que sus labios se habían encontrado y al mismo tiempo, era tan diferente cada vez.

Capítulo 13

- Pero no creo que deba irme –Kyle se quejó y Daila rió- soy el cumpleañero ¿no? Debería hacer lo que quiero hoy.

- Es un buen punto, pero debes trabajar primero –lo regañó divertida y lo abrazó- vamos, iremos juntos hasta la salida.

- Sí, es una lástima que tenga poco tiempo o podría llevarte a casa.

- No es necesario, vine en auto –le tranquilizó- pero quiero pedirte algo…

- ¿Sí, dime? –se detuvo y la miró con sus ojos verdes interrogantes.

- Me encantaría que fuera otra sorpresa pero… quisiera que comamos juntos, si puedes… -añadió indecisa- si no tienes otros planes, quizás cuando termines de trabajar, tú y yo podríamos…

- ¿Me estás invitando a salir? –preguntó con sorpresa exagerada- me haces sonrojar –bromeó.

- No seas malvado –se quejó Daila- es bastante difícil ya.

- Claro que quiero –la tomó entre sus brazos con una sonrisa- ¿cómo no? Me encantan este tipo de sorpresas.

- Oh, bien –se alegró Daila y giró entre los brazos de Kyle, para mirarlo- me anotas la dirección y yo iré por ti a la hora que me indiques.

- Perfecto –sonrió Kyle divertido y le pasó una de sus tarjetas de negocios. Daila la miró y recordó nuevamente el día que se conocieron. ¿Quién habría imaginado todo lo que sucedería después?

Caminaron tomados de la mano el tramo que les separaba de sus respectivos autos. Daila volvió a desearle un feliz cumpleaños y él le dijo que si se lo decía una vez más, tendría que cantarle la tradicional canción o se ofendería. Daila rió y pasó su mano por el rostro de él, sabiendo que debían separarse ya.

- Te veré más tarde –elevó la mano Daila en signo de despedida y se alejaron.

***

- No puedo quedarme, lo siento –se disculpó Kyle cerca de la 1 de la tarde. En cuanto habían terminado de trabajar, sus compañeros empezaron a recordarle que dado que era su cumpleaños, celebrarían en la cafetería que frecuentaban regularmente. A la mayoría, los había conocido en su época de universitario, así que tenían años juntos- de verdad, se los agradezco pero…

- ¡Vamos, Kyle! –animó Dan torciendo el gesto- es una tradición. ¿Cómo puedes pretender abandonarnos?

- Debes tener una muy buena excusa si quieres que te dejemos marchar –bromeó otro de los chicos, Mark.

- Es solo que… -Kyle puso los ojos en blanco, para luego mirarlos alternativamente- ya tengo otros planes.

- ¿Cómo puede ser posible? ¡Tú sabes perfectamente que es una tradición! –dijo Donna cruzando sus brazos, para regañarlo.

- ¿No deberíamos dejarlo explicar? –intervino Ryan, con su habitual calma.

- Gracias –señaló Kyle hacia él. ¡Ahí estaba una de las razones por las que prefería hacer trabajo en equipo con Ryan!, todo lo tomaba con tranquilidad- podemos ir otro día, ahora no puedo.

- Eso le romperá el corazón a Lisa –sonrió burlón Dan. Kyle puso los ojos en blanco- ¿qué? ¡Todos sabemos que llegará!

- Por supuesto que llegará. Ha estado obsesionada con Kyle desde la secundaria –afirmó Donna con una risita.

- ¿No tendrás una cita secreta con ella, verdad Kyle? –le fastidió Mark.

- Ustedes son tan… -Kyle se pasó una mano por el cabello y los tres rieron- es…

- Hola Kyle –escuchó a sus espaldas. Kyle giró y se encontró con los ojos dorados de Daila. Sonrió.

- Hola Daila –correspondió y le besó en la mejilla. Los murmullos hicieron que regresara a la realidad, donde la mirada de Daila no lo era todo.

- ¡Y qué gusto conocerte, Daila! -extendió su mano Dan con una gran sonrisa. Ella lo miró entrecerrando los ojos- como mi amigo aquí ha sido tan educado y nos ha presentado tan bien… -suspiró contrariado- soy Dan.

- Y yo soy Mark –se presentó el hombre junto a él. Daila abrió la boca para responder pero no pudo hacerlo.

- Y yo soy Donna –terminó la única chica entre ellos- ¿y tú quien eres?

- Daila, son mis compañeros de trabajo y amigos de la Universidad –explicó Kyle con una disculpa brillando en sus ojos verdes- les explicaba que quedamos para comer nosotros pero…

- ¡Ah! Entonces ¿es ella la chica de la cita secreta? –exclamó Mark.

- ¡Sí que le romperá el corazón a Lisa! –terminó Dan con una risita.

- ¡Chicos! –Donna los miró con insistencia.

- Daila, él único que se ha mantenido en silencio, es Ryan –los presentó. Ryan sonrió levemente y saludó con Daila- él único educado –murmuró.

- Es un gusto conocerlos a todos –dijo Daila un poco azorada. Se sentía tan fuera de lugar y lamentaba haber ingresado al lugar de trabajo de Kyle. Debió seguir su primer instinto y hablarle por teléfono.

- Y ahora debemos irnos –se adelantó Kyle antes que nadie hablara más- ven conmigo, Daila –le tomó de la mano y todos empezaron a intercambiar miradas y murmullos- ¡dejen de ser niños! –los regañó y soltaron varias carcajadas.

- ¿A dónde querían ir contigo? ¿Quién es Lisa? ¿Cuál cita secreta? –interrogó Daila nada más traspasar la puerta del despacho de Kyle.

- Es mi cumpleaños, por lo tanto, mi turno de invitarlos a comer –contestó Kyle con despreocupación, recogiendo unos documentos del escritorio.

- ¿Qué? ¿No debería ser al contrario? ¿Qué ellos te invitaran porque…?

- Bueno, supongo que sí. Pero nosotros no hacemos las cosas de la manera que se debería… nunca –rió Kyle, recordando la época de Universidad- has llegado temprano, Daila –giró para mirarla- me alegro de verte.

- Kyle… -ella le besó en la mejilla- si quieres, puedes ir con ellos.

- No. Quiero más estar contigo –aseguró.

- Mmm… -Daila cruzó sus brazos- ¿quién es Lisa?

- ¿Por qué la pregunta? –Kyle se acercó lentamente- ¿estás celosa?

- ¿Yo? –Daila abrió desmesuradamente los ojos- tengo curiosidad.

- ¿Sí? ¿Solo eso? –Kyle la acorraló contra la puerta. Ella rió- ¿qué?

- Nada. Es que ¿eres consciente que tus compañeros de trabajo están del otro lado de la puerta, escuchando todo lo que decimos?

- ¿Por qué dices eso? –preguntó intrigado y escuchó varios murmullos en cuanto apegó su oído a la puerta- ya veo.

- Soy una experta en escuchar sin hacer ruido, y por tanto, en saber cuando alguien está alrededor… ya sabes, mi hermano y primos nunca me dejaban participar en nada así que debía arreglármelas por mi cuenta.

- ¿Crees que escuchen esto? –soltó Kyle besándola con avidez. Daila se sintió aún más presionada entre él y la puerta por el movimiento.

- Eres muy bueno distrayendo a las personas –habló Daila finalmente. Él arqueó una ceja- ¿quién es Lisa?

Ahora sí, Kyle pudo escuchar con claridad varias risas sofocadas. Hizo que Daila se pusiera a un lado y la abrió de golpe. Tres caras llenas de culpabilidad y burla lo miraron fijamente.

- ¿Qué creen que están haciendo? –preguntó frunciendo el ceño.

Capítulo 14

- ¿Creerías si te dijéramos que pasábamos por aquí? –Donna dijo con inocencia.

- ¡No! ¿Mejor si te decimos que queríamos saber cómo estabas? –rió Dan.

- Siempre es preferible la verdad –interrumpió Mark- queremos saber quién eres, por qué Kyle te oculta de nosotros y cómo has logrado quitárnoslo y dejarnos sin comida gratis hoy –terminó, con los ojos fijos en Daila.

Daila miró hacia Kyle, que parecía dispuesto a abalanzarse en cualquier momento sobre Mark. Los observó uno por uno y sonrió incómoda.

- Iremos a comer otro día –murmuró Kyle, con impaciencia- ¿está bien?

- Pero es que cualquier otro día ya no será tu cumpleaños, Kyle –acotó Dan.

- ¿Y eso es muy importante? –inquirió Kyle.

- No tanto, pero queremos conocer a tu acompañante –terció Mark.

- ¡Basta ya! –Kyle inspiró hondo- su nombre es Daila, apenas ha llegado a Canadá y queremos comer solos. ¿Comprenden?

- ¿Recién llegada? ¿De dónde? –preguntó Mark, ignorando la fulminante mirada de Kyle.

- Soy italiana –explicó Daila. Los tres intercambiaron miradas escépticas.

- Sé lo que están pensando… -Kyle soltó en tono amenazante- y más vale que no digan una sola palabra.

Daila dirigió sus ojos dorados hacia Kyle, intentando comprender sus palabras. Miró alrededor y todos se habían quedado en silencio.

- ¿Qué sucede? –Daila interrogó con impaciencia- ¿Kyle?

- Es por Danaé –explicó Kyle. Daila asintió y los tres los miraron con sorpresa. ¿Así que Daila sabía de Danaé?

- Ah… -Daila miró hacia el suelo- creo que debemos irnos…

- Sí, deberíamos irnos –pronunció Mark acercándose a Daila- ¿vamos todos, cierto? –preguntó con tono inocente.

- Eh… -Daila soltó vacilante.

- ¡No! –negó Kyle rápidamente- ni hablar. Daila se refería a los dos, solos.

- Creo que si es tu novia, debería ir con nosotros a la cafetería de siempre –la voz de Ryan se escuchó desde fuera de la oficina. Todos giraron a mirarlo- es tu cumpleaños, después de todo… y es una tradición –sonrió levemente.

Kyle entrecerró sus ojos verdes, acusando la traición de Ryan. Asintió con esfuerzo, mirando hacia Daila. Parecía tan decepcionada como él mismo.

Una vez en el auto, Daila se quedó en silencio por largo rato mientras Kyle no se decidía a arrancar. Prefería que sus amigos se adelantaran y poder hablar un poco con ella.

- ¿Daila? Realmente lo siento… -se disculpó él.

- Está bien. No te preguntaré por qué no quieres que tus amigos me conozcan, eso de ser tu novia… -su voz se fue apagando.

- ¿Qué? –Kyle giró su rostro hacia ella- ¿crees que ese es el problema?

- ¿No lo es? Tu rostro cuando te dijeron lo de ser tu novia y…

- Daila, ese no es el problema –él pasó su dedo por la barbilla de ella- mírame –pidió, acercando su rostro hacia ella- yo quería estar contigo, a solas Daila. Esperé tanto tiempo para estar a tu lado y no me apetece compartirte con nadie más –explicó Kyle- y, si no fuera precipitado, te pediría que fueras mi novia ahora mismo.

- ¿Lo harías? –Daila se sorprendió por la sinceridad de sus palabras.

- Por supuesto. Me gustas mucho, Daila. Y lo que siento por ti… bueno, es algo diferente. Nuevo, no lo he sentido antes ¿sabes? Aún no puedo creer el poco tiempo que hemos estado juntos y…

- Lo sé –Daila lo interrumpió sonriendo- también lo siento. No me importa ir con tus amigos, Kyle. Me gustará conocerlos y que me conozcan. Quiero ser parte de tu vida.

- Es que ya lo eres –susurró él y la besó intensamente. Daila suspiró contra sus labios. Él sonrió- ¿vamos?

- Sí –asintió Daila con una gran sonrisa. Kyle sentía algo por ella. No sabía qué, pero eso era muy importante. Esto iba a gran velocidad, pero no importaba ya. ¿Quién había dicho que para amar se necesitaba un tiempo determinado de conocerse? Amar… ¿Acaso había pensado en Kyle y amor al mismo tiempo?

- ¿Sucedió algo? –Kyle preguntó, estacionando el coche.

- ¿Por qué? –Daila intentó sonreír, sin prestar atención a sus pensamientos.

- Hiciste un gesto… -Kyle apagó el auto y elevó sus manos en el aire- no sé cómo explicarlo.

- ¿Cómo lo has visto? –inquirió sorprendida.

- Te estaba observando. Siempre que puedo, lo hago –se encogió de hombros Kyle y bajó sin darle más explicaciones, para abrir la puerta- hemos llegado.

Daila no pudo apartar las palabras de Kyle de su mente. ¿Significaban algo más?

- ¡Kyle, aquí! -alzó la mano Donna sonriente. Se acercaron y se encontraban los 4 a los que Daila ya conocía y una chica más- los esperábamos.

- Daila, ella es Jenn –presentó Kyle sonriendo- la novia de Dan.

- Hola Daila, qué gusto conocerte –Jenn sonrió y Daila le correspondió- ¿es cierto que vienes de Italia? ¿cómo conociste a Kyle?

- ¿Pueden dejar que por lo menos tome asiento? –pidió Kyle con impaciencia- discúlpalos Daila, he tratado de educarlos pero… -rió.

- No hay problema –Daila se sentó y miró hacia Jenn- soy italiana y conocí a Kyle en una boda.

- ¿En una boda? ¿En Italia? –inquirió Mark con suspicacia- ¿no será en la boda de Danaé, verdad?

- De hecho, sí –se adelantó a contestar Daila con tranquilidad- era una de las damas –completó.

Todos se miraron con extrañeza. Kyle sofocó una risita y Daila se encogió de hombros, como si no fuera nada extraordinario.

- ¿Eres amiga de Danaé? –preguntó Donna sorprendida.

- Bueno, es que yo…

- ¡Hola a todos! ¿De qué me he perdido? –interrumpió una voz femenina. Todos cruzaron miradas que denotaba la predecible llegada. Daila no necesitó que lo dijeran. Esa debía ser Lisa- tú eres nueva –señaló en cuanto Daila la miró.

- Lisa, acompáñanos –pidió por cortesía Ryan- como de costumbre, hemos venido a festejar el cumpleaños de Kyle.

- ¡Lo sé! Feliz cumpleaños, Kyle –le plantó un sonoro beso en la mejilla- te he traído un regalo. ¡Apuesto que soy la primera!

- Lo dudo –rió Donna divertida.

- ¿Perdona? –Lisa la fulminó con la mirada. Se sentó entre Kyle y Daila- ¿ya han ordenado o me esperaban? –soltó una risita.

- Te esperábamos, siempre vienes –contestó Dan y su novia le dio un golpe en el costado- ¡Jenn! Pero si es cierto… -refunfuñó.

- Lisa –llamó su atención Kyle. Ella le dirigió una gran sonrisa- no debiste molestarte, gracias –tomó la bolsa de regalo- pero quiero pedirte algo.

- ¿Sí, dime? –sus ojos se iluminaron. Daila los miró con creciente curiosidad.

- ¿Podrías ponerte del otro lado? –más que una petición, parecía una orden- he venido con Daila –añadió con intención.

Capítulo 15

Daila sintió la mirada de furia que Lisa intentó disimular rápidamente y no lo consiguió del todo. Aunque no había pensado que lo haría, Lisa se retiró y se colocó entre Kyle y Ryan.

- Gracias –Kyle añadió con una sonrisa amable. A continuación, entrelazó sus dedos con los de Daila en gesto descuidado y continuaron charlando.

- ¡Un momento! –interrumpió de pronto Lisa- ¿eres italiana?

- Sí –confirmó Daila por cuarta vez. ¿Qué había de malo en serlo?

- Veo un patrón aquí… -soltó con malicia- ¿acaso te gustan solo italianas, Kyle?

Kyle sonrió con frialdad, intentando no demostrarle su disgusto. ¿Para qué? Lisa, de cualquier manera, jamás comprendería nada.

- Las mujeres italianas son hermosas –ayudó Mark con una sonrisa.

- Gracias –sonrió Daila agradecida por el intento de aligerar el ambiente.

- ¿Sabías que la anterior novia de Kyle fue italiana? ¿La conoces? –Lisa no se daba por vencida. Kyle iba a hablar pero Daila apretó su mano.

- Sí, la conozco. Danaé me agrada mucho –aseguró.

- ¿Ah sí? ¿No te importa que sea la ex novia de Kyle y que inclusive él acudiera a su boda? –Lisa sonrió malévolamente.

- No, eso me alegra mucho. Ahí lo conocí.

- ¿Estuviste en esa boda? –Lisa abrió los ojos con sorpresa- ¿por qué?

- Era una de las damas –contestó Jenn con una risita.

- Sí y la hermana del novio también –soltó Daila sonriendo. Besó a Kyle en los labios levemente y volvió a sonreír- ¿me dan un momento? He recordado que tengo una llamada que hacer –se disculpó y se retiró de la mesa.

- ¡¿Es la cuñada de Danaé?! –pronunciaron varias voces en lo que se suponía era un susurro que Daila claramente escuchó. Sonrió lentamente por la ironía. Tendría que acostumbrarse a eso.

- Sí, lo es –confirmó Kyle a sus indiscretos amigos- es la hermana de él.

- ¿Él que te la quitó? –Lisa le apretó el brazo- realmente lo siento, Kyle –su voz sonaba a que no lo sentía ni un ápice.

- Yo no –Kyle contestó, retirando el brazo del contacto de Lisa. En ese momento, Daila llegó y le sonrió.

- ¿Qué vamos a pedir? –intervino Mark tomando el menú- ¿ideas?

Daila se divirtió bastante con los amigos de Kyle. No paraban de hablar, tenían unas anécdotas estupendas y pudo aprender mucho más de él. Kyle muchas veces parecía querer callarlos, pero se limitaba a reírse a carcajadas también. Él era increíble, lo confirmaba con cada minuto que pasaba.

Y ni siquiera la odiosa de Lisa podría arruinar aquellos momentos, que lo intentó, pero Kyle la miraba de una manera que… bueno, hacía que todo se le olvidara. Él era único. Y, Dios mío, realmente quería que fuera suyo.

- Cuídalo mucho –exclamó Donna a su lado- aunque no lo parezca, queremos mucho a Kyle. Entre todos, siempre nos cuidamos. Te confieso que nos sorprendió, no había traído a alguien con quien estuviera saliendo antes. Debes ser muy importante para él.

- Espero que sí –Daila se encogió de hombros- quiero mucho a Kyle.

- Lo podemos ver, es por eso que nos has agradado instantáneamente.

Daila sonrió y asintió, antes de mirar hacia Kyle que le había dado un apretón en la mano. Con sus ojos verdes la interrogó. Daila negó levemente con la cabeza.

- Entonces ¿no fui yo la primera que te regaló algo? ¿Quién fue? –Lisa se cruzó de brazos y Kyle sonrió.

- Daila –respondió con sencillez- dudo que nadie se le hubiera podido adelantar. Fue bastante temprano en la mañana.

Murmullos se dejaron escuchar y Daila se sonrojó. Kyle se limitó a emitir una carcajada, negando con la cabeza.

- ¿Por qué tienen que darle otro sentido a mis palabras?

- ¿No fue esa tu intención? –Dan clavó sus ojos en Kyle- ¿la quieres, no?

- ¡Dan! –Jenn le tapó la boca con su mano- no le hagan caso, es así de…

- ¿Insoportable? –intentó Donna.

- ¿Imprudente? –intervino Ryan.

- ¿Inconsciente? –terció Mark.

- ¿Todas las anteriores? –rió Kyle y siguieron varias carcajadas. Dan intentó hablar pero no se entendió ni una palabra.

- ¿Qué es lo que te regaló, Kyle? –Lisa llamó tirando de su brazo- ¿te gustó?

- Me encantó –asintió Kyle- es el mejor regalo que me han hecho en toda mi vida. Daila me conoce –finalizó con una sonrisa.

- ¿Eso crees? ¿Hace cuánto están saliendo? –los ojos de Lisa centellearon- nosotros hemos sido amigos por años, Kyle.

- Exacto. Somos amigos, Lisa –enfatizó Kyle.

- Chicos… -Jenn intervino, sintiendo la tensión que empezaba a formarse- ¿qué tal si encendemos la vela para que Kyle pida un deseo?

- Sí, buena idea –asintió Ryan, levantándose para pedir que le trajeran la torta de cumpleaños- ¿listos?

Todos asintieron, con una sonrisa. Kyle se cruzó de brazos cuando uno de ellos sacó de, quien sabía dónde, un gorro de cumpleaños… totalmente infantil. Daila no pudo contener varias carcajadas cuando le colocaron en la cabeza de él y empezaron a tomar fotos.

- ¿Qué es eso? –rió divertida. Kyle frunció los labios.

- Parte de la tradición. Cada año, el último cumpleañero elige el gorro del siguiente. Estoy feliz de que no sea una corona de princesa este año.

- ¡No! ¿Lo usaste? –Daila no podía creerlo. Kyle asintió, recordando- ¡eso tengo que verlo! Debes tener fotos ¿no?

- ¡No! –gritó Kyle.

- ¡Sí! –asintieron con entusiasmo los otros. Daila giró hacia ellos y Dan habló- yo tengo fotos aquí mismo, luego te las muestro.

Daila tomó varias de las fotos y, en un momento dado, pidieron que ella posara junto a Kyle. Solo los dos. Ella asintió y se dejó abrazar por él, sonrieron ampliamente. Para la siguiente foto, él se quitó el gorro y se lo puso a Daila. Ella rió y tomaron dos fotos más.

Frente a la vela encendida, Kyle repasó los deseos que había pedido a lo largo de los años. Siempre se le había hecho una tradición curiosa y… bien, era el momento. Observó la luz que se consumía, varios rostros familiares a su alrededor. Cada año deseaba una experiencia nueva, algo que le trajera emoción y felicidad. Pero, en ese preciso instante, no creía necesitarlo. Ese momento era perfecto. Deseó que nada cambiara. Que estuvieran juntos. Daila…

Apagó la vela y todos aplaudieron con una risita. Varios ya habían alcanzado los treinta años pero seguían siendo los niños de siempre. Poco después, repartieron varios trozos y continuaron charlando por un par de horas más.

Daila rió bastante al ver las fotos de los anteriores cumpleaños de cada uno de ellos. Cuando le advirtieron que no riera tanto, ya que pronto podía ser ella quien estuviera en ese lugar, simuló un escalofrío. Lo cierto era que se había alegrado… sentía que la integraban. Era totalmente agradable.

- Gracias Kyle, la he pasado maravillosamente –besó los labios de él en cuanto subieron al auto, después de haberse despedido de todos- son geniales.

- ¿Te parece? –Kyle soltó risueño- gracias a ti. Solo por estar a mi lado, fue perfecto –murmuró contra sus labios, besándola largamente.

Capítulo 16

- ¡Un mes sin noticias tuyas! –escuchó Daila a su hermano mayor. Puso en blanco los ojos, con cansancio- ¿por qué no escribes?

- Porque hay maneras más rápidas de que llegue la información, Alex –suspiró Daila- por teléfono, por video llamada, por chat…

- ¡Pero nunca estás por tu departamento y rara vez contestas tu teléfono!

- Porque las dos primeras veces me enseñaron bien la lección, Alex.

- A veces me cuestiono si realmente estás estudiando…

- ¡Alex! A veces yo me cuestiono porque te estás convirtiendo en mi padre, ¡ya tengo uno y es suficiente con él!

- Nuestro padre confía en ti –Alex bufó.

- ¿Y tú no, verdad? –Daila inspiró hondo- ¿cuándo terminará esto?

- Daila, me preocupa lo que pueda sucederte.

- No me sucede nada, Alex. Te lo prometo. Estoy bien –Daila sonrió- ¿tratas de controlarme a mí porque no puedes hacerlo con tu esposa?

- ¿Cómo puedes decir eso? –Alex frunció el ceño- Danaé no necesita que la controle, ella está suficientemente crecidita…

- ¡Y yo también, Alex! Un año me separa de ella… ¡un año!

- Danaé no es mi hermana –contestó entre dientes Alex.

- No, es tu esposa. Prácticamente estás recién casado, Alex. ¿No tienes cosas más importantes que hacer?

- ¡Daila! –escuchó la voz de Danaé, tras un momento de silencio- ¿Alex otra vez te está volviendo loca?

- ¡Sí! ¿Podrías ocuparlo por más tiempo? –rogó Daila. Danaé rió.

- Haré mi mejor esfuerzo, pero realmente es terco. Cree que eres una niña.

- ¡Ya lo sé! –gimió Daila.

- No te preocupes, hablaré con él. Dice que te cuides y confía en ti –soltó Danaé. Daila escuchó como su hermano protestaba pero luego se silenciaba. Sonrió y colgó- adiós Daila.

Llevaba dos meses en Canadá y le encantaba. El país era hermoso, se había acostumbrado al clima y, pasado el desfase horario, había descansado de mil maravillas. Se sentía realmente feliz, tranquila. Y no, no quería asociar esas sensaciones a la presencia de Kyle en su vida, aún cuando lo estuvieran.

Varias noches durante cada semana paseaba con Kyle por los principales lugares de aquella pintoresca ciudad. Su entusiasmo era contagioso y Daila se encontró amando a Canadá a la par que a Italia. Sí, probablemente tenía mucho que ver con cierto canadiense… pero, le gustaba su vida ahí. Se sentía feliz, como nunca pensó volver a sentirse.

Después de un fin de semana extraordinario, Kyle le había pedido que fueran novios. Era un tanto precipitado, afirmó, pero era lo más real que había sentido en toda su vida. Daila sintió que la emoción la consumía. ¡Novia de Kyle!

- ¡Claro que sí! –Daila se abrazó a él- me encantaría ser tu novia, Kyle.

Kyle la abrazó con fuerza, estrechándola contra su cuerpo. Así era como debía ser, tal como con Daila, más que perfecto. Solo… mágico.

***

- ¿Y cómo te va con la italiana? –inquirió Mark mientras Kyle realizaba un boceto- ¿Kyle?

- Ahora no –murmuró concentrado.

- Nunca está dispuesto a que hablemos con él –esta vez, era Dan quien hablaba.

- De verdad, en este momento, no –insistió Kyle.

- Les dije que diría que no –soltó alegremente Donna.

- ¡Realmente necesito concentrarme! –dijo impaciente Kyle- pero, los conozco –soltó el lápiz óptico que tenía en la mano- empiecen.

- ¿Por qué no la hemos visto más? ¿La escondes? –rió Mark.

- Tú no pienses en acercártele –habló en broma Kyle, con un toque de seriedad- es mi novia.

- ¿Qué? ¿Entonces sí es oficial? –exclamó Donna.

- ¡Sí, pero no quiero que se entere toda la oficina! –siseó Kyle, poniendo los ojos en blanco- ¿qué tiene de extraordinario?

- ¡Todo! –habló Dan con sinceridad- desde que volviste de Italia, de aquel intercambio, no parecías dispuesto a enamorarte, a darte una oportunidad de verdad con alguien y…

- Yo no estoy enamorado –soltó Kyle con extrañeza- ¿qué?

- ¿No dijiste que es tu novia? –preguntó confusa Donna.

- Sí. ¿Qué tiene que ver eso? –inquirió Kyle.

- ¿Y no la amas? –Dan arqueó una ceja- ¿se lo has dicho?

- No –Kyle se removió incómodo en su asiento- es complicado.

- Estás loco –Mark se encogió de hombros- es preciosa y se nota que siente algo por ti también. ¡Es tu novia! ¿Qué se supone que le dijiste?

- ¿Sobre qué? –golpeó repetitivamente el escritorio con los dedos, rítmicamente.

- ¡Sobre aquellas dos importantes palabras! –explotó Donna incrédula- ¿no le has dicho que la amas?

- Yo no… -Kyle frunció los labios- ¿qué les sucede a todos? ¡Yo sé perfectamente lo que hago!

- No lo entiendo –Dan apuntó- ¿estás enamorado o no?

- No –contestó Kyle- no lo sé.

- Eso no suena bien –comentó Donna mirando al suelo.

- Nada, nada bien –confirmó Dan.

- Yo creo que es lógico, hasta cierto punto… -Mark soltó pensativo- no es necesario que esté enamorado para que sea su novia… -se llevó una mano a la barbilla- no, retiro lo dicho. Sí que lo es. ¿En qué estabas pensando, Kyle?

- No lo sé –bufó mirándolos alternativamente- la quiero a mi lado, el mayor tiempo posible ¿sí? No sé si sea eso estar enamorado o no, pero quiero que sea mi novia. Solo mía.

Donna reprimió una sonrisa. Dan abrió mucho los ojos y, a punto de hacer un comentario, Donna negó rápidamente. Mark rió brevemente, ladeó el rostro y se alejó silbando. Kyle los miró salir de su oficina, se tomó la cabeza con cansancio y volvió la vista al boceto. Lo cerró, había perdido completamente la dirección.

La hora de comer se acercaba y Kyle decidió que se tomaría la tarde libre. Después de todo, el trabajo que tenía que hacer ya lo había terminado (relativamente) y su compañero de equipo, Ryan, sería quien le daría un par de ajustes antes de que él tuviera que brindar la aprobación final.

Esperó fuera de la Universidad, en el auto con aire distraído. Ni siquiera lo había notado hasta que ya se encontraba a medio camino del lugar. Ahí estaría Daila, quería verla. Era todo.

- Yo creo que sí –Daila sonrió a sus compañeros de clase- nos vemos más tarde.

- Espera –uno de los chicos le tomó del brazo- ¿nos acompañas a comer?

- Bueno, yo… -empezó dudosa y, cuando iba a asentir, escuchó una voz familiar.

- Hola Daila –saludó Kyle, que había bajado del auto en cuanto la divisó. Daila giró y se echó en sus brazos- quería verte. ¿Podría robarte toda la tarde? –pidió.

- Lo siento –se disculpó con el chico, que se alejó al escuchar las palabras de Kyle- ¡Puedes! –respondió emocionada a su novio.

Capítulo 17

- ¿Por qué estás tan callado, Kyle? –inquirió Daila removiendo su café lentamente- he hablado de las clases, de los acontecimientos de mi familia, de lo que me gustaría hacer en el futuro y tú… bueno, has estado en silencio y… -inspiró hondo- tú no eres así… ¿te estoy aburriendo?

- ¿Qué? ¡No, en absoluto! –Kyle negó con una sonrisa leve- es que me gusta escucharte, siempre.

- Mmm… -Daila no dijo nada. ¿Qué podía decir? “Tengo el presentimiento que algo va mal…” no era acertado en ninguna relación, en ningún sentido.

- Daila… -él le tomó la mano suavemente- ¿sabes que te quiero, verdad?

Daila contuvo el aliento, sorprendida. ¿La quería? ¿De verdad? ¡Cuánto había deseado escucharlo! Tenía tanto miedo de que no… es que, realmente no tenía idea de lo que Kyle sentía. Ella sí que lo sabía. Estaba casi segura de que estaba enamorada de él.

- Kyle, yo… -Daila suspiró- te quiero mucho –sonrió.

- No quiero perderte, Daila –Kyle cerró los ojos por un instante- lamento si no te lo había dicho, pero eres muy importante para mí… tú has cambiado mi vida. Tú… -buscó las palabras adecuadas, pero no sabía cuáles podrían ser- solo, te quiero. Siempre, aquí a mi lado.

La emoción dejó aturdida a Daila. Podía sentir cada una de las palabras que Kyle expresaba, tal como si fueran suyas. Sus propios sentimientos reflejados en los ojos verdes de él. Lo amaba.

Esa revelación le golpeó como un rayo. Sí, lo quería. ¿Pero amarlo? Eso era diferente. Ella no creía haber amado a nadie antes. Lo que sintiera por aquel hombre antes, no era nada. Un capricho, una rebeldía absurda… esto que sentía por Kyle… no podía ser otra cosa que amor.

- ¿Daila? ¿Me he sobrepasado? –entrecerró sus ojos con preocupación.

- No, Kyle. Es que me he dado cuenta que yo… -Daila cerró los labios con fuerza. Kyle ladeó el rostro y sonrió, animándola a continuar- yo…

El teléfono interrumpió a Daila. Se disculpó para contestarlo, exactamente esa era la razón por la que prefería no llevarlo. ¡Siempre inoportuno!

- ¡Claro que sé que está embarazada, Alex! –Daila bufó tras varios minutos- está a punto de tener a su bebé. ¿Cómo quieres que no lo sepa? –parecía estar contando mentalmente hasta 10. Kyle sonrió- no, ahora estoy ocupada… ¡O-cu-pa-da! –deletreó lentamente- ¡Gracias pero yo puedo llamarle!

Tras colgar con frustración, Kyle se sentía divertido por el rostro de contrariedad que Daila tenía. Su hermano era insoportable, lo sabía. Y tenía la ligera idea que, de alguna manera, sabía que estaban juntos.

- ¿Tu hermano necesitaba algo? –se atrevió a hablar Kyle.

- Sí, fastidiarme como de costumbre –murmuró Daila. Kyle rió divertido.

- ¿Le has dicho que tú y yo…?

- ¡No! –negó vehementemente.

- ¿Crees que Marcos le haya dicho…?

- Lo dudo. Y, ahora que hablas de él, su esposa está esperando su primer bebé. Esa era la gran noticia que Alex llamó a darme.

- Un nuevo miembro de la familia. Felicidades –se alegró Kyle.

- ¿No lo sabías?

- Últimamente no he tenido mucho contacto con Marcos.

- ¿Últimamente? ¡Mía está de casi 8 meses! ¿Cómo podrías no saberlo? ¿Cómo podría yo no saberlo?

Kyle rió. Sin duda, Alex solo buscaba una excusa para llamar a Daila. Fuera cual fuera. Y se sorprendió consigo mismo por no odiar esa intromisión, al contrario, la entendía. Él también haría lo que fuera por proteger a Daila, buscaría cualquier forma para asegurarse de que estaba bien.

- Solo está preocupado por ti. Es lógico.

- No, no lo es –Daila pasó una mano por la mejilla de Kyle con lentitud- yo estoy bien. Estoy feliz aquí.

- No sabes cuánto me alegro de escuchar eso –susurró Kyle antes de acercarse y besarle suavemente en los labios.

***

Las semanas se convirtieron en meses, sin que Daila los sintiera pasar. Es que cuando disfrutaba algo, el tiempo era relativo a ello. Y sin duda estaba disfrutando cada una de las facetas que Canadá le mostraba. Sus clases, sus salidas, su novio, su pasantía… era la completa felicidad.

Y, cuando llegó diciembre, tuvo miedo. Porque sabía lo que significaba. Final de semestre. Sus primeros seis meses ahí se terminaban. Debía volver a Italia, pasar las fiestas con la familia y, aunque pensó que esperaría con expectación aquello, lo cierto era que no se sentía así.

Quería estar con Kyle, comprendió. Solo podía ser eso. No importaba el lugar, pero lo necesitaba a su lado.

- ¿Estás cerrando el semestre, cierto? –preguntó con tono casual Kyle. Daila elevó sus ojos dorados hacia él y asintió- mmm… debes estar emocionada.

- Sí, por supuesto –contestó sin ánimo- me está encantando la carrera.

- No me refería a eso. Volver a Italia, con tu familia y amigos. A donde perteneces… -murmuró Kyle.

- ¿Cómo? –Daila torció el gesto- ¿qué significa eso?

- Imagino que te vas la siguiente semana. ¿Cierto? –preguntó, omitiendo la pregunta anterior.

- Sí, pero… -Daila lo miró vacilante. Suspiró- Kyle, yo no quiero dejarte.

- ¿Dejarme? –Kyle clavó sus ojos verdes en ella- ¿a qué te refieres?

- Irme. No me entusiasma ni un poquito irme a Italia, porque tú no estarás ahí.

No pudo evitar sonreír. Le gustaba saber que Daila también sentía temor ante su separación, que no era él el único que no podía imaginarse semanas sin ella.

- ¿Qué podemos hacer, Daila? –se encogió de hombros, abrazándola con cariño- esperar, escribirnos, hablar por teléfono, como la anterior vez que tú y yo…

- No –Daila negó lentamente- no quiero eso, Kyle –se volvió en sus brazos, para mirarlo- estos meses han sido maravillosos y sé que esto puede ser demasiado para ti. Y complicado. Además, que quizás tú lo veas como… -inspiró hondo. Debía ordenar sus ideas- te quiero, Kyle. No quiero separarme de ti, no ahora. ¿Crees que exista una posibilidad de que no sea así?

- No veo como… -exclamó confuso, observando con detenimiento la vacilación que inundaba los ojos dorados de Daila.

- Lo que trato de decir… -suspiró- trato de pedirte, sin demasiada claridad, es que vengas conmigo. A Italia.

Kyle no pudo ocultar la sorpresa que lo invadió por completo. ¿Ir a Italia con Daila? No, tenía que ser una broma. ¿Cierto? Es que bueno, si eran novios pero… ¡era diciembre! Fiestas por doquier, ambiente familiar, un gran compromiso… ¡Toda su familia estaría ahí!

Y, ni siquiera podía argumentar el temor de cualquier otro, a conocer a la familia de su novia y que el compromiso no durara. Él no. Porque simplemente ya los conocía. Ellos lo conocían.

Pero de una manera muy diferente. Lo habían conocido como el chico que salía con Danaé, dos veces. No, esto no iba a funcionar. Podía sentirlo. Era una mala idea. ¿Acaso sabían que ellos salían siquiera? Lo dudaba.

- Veo que la idea no te agradó –soltó Daila en voz baja. Kyle continuó inmóvil- no voy a negar que me siento decepcionada porque realmente quería pasar estas semanas contigo. Navidad y año nuevo, a tu lado. Pero, lo entiendo. Es difícil.

- ¿Sabes algo? –Kyle le enmarcó el rostro con las manos- yo también lo quiero. Italia será entonces –confirmó con una seguridad que estaba lejos de sentir.

Capítulo 18

Kyle miraba nerviosamente por la ventanilla mientras el avión descendía en tierras italianas. Cerró los ojos por un momento, tratando de imaginar la escena que le esperaba. No, definitivamente, no iba a ser algo agradable. Ladeó su rostro para captar la expresión serena de Daila que dormía apoyada en su hombro. ¿Cómo podía estar tan tranquila? ¡Él había estado inquieto durante todo el vuelo! Pero claro, era la familia de ella. A Daila nadie querría matarla, o al menos eso creía.

En cuanto aterrizaron, sacudió levemente a Daila que lo miró con una sonrisa. Era preciosa. Indudablemente, él haría lo que fuera por estar a su lado. Todo.

- ¿No has descansado nada, Kyle? –sus ojos dorados brillaron con diversión- ¿estás preocupado por volver aquí?

- No exactamente… digamos que me preocupa tu familia.

- Pensé que te agradaban. Y, según recuerdo, tú les agradabas a ellos.

- Sí, pero eso era antes…

Sus palabras se quedaron colgando en el aire pues debían desembarcar. Había llegado la hora de la recepción en la Mansión Lucerni.

Kyle observó una vez más el imponente hogar de Daila. Inspiró hondo, sabiendo que no era cuestión de echarse a correr. Demasiado tarde. Cuando sintió el codazo de Daila, supo que lo había dicho en voz alta.

- Todo estará bien –ella le tomó de la mano y la apretó para calmarlo.

- Seguro… -pronunció incrédulo. Era imposible que estuviera bien.

En el jardín se encontraban reunidos los miembros más jóvenes de la familia, por lo que fueron los primeros en divisar a la pareja. Danaé, Alex, Aurora, Christopher, Rose y Marcos se miraron unos a otros, en silencio. De un momento a otro, las miradas iban de la pareja que se acercaba a Danaé y Alex.

- Lo voy a matar… -siseó Alex en tono bajo, frunciendo el ceño.

- Tú no vas a hacer absolutamente nada, Alex –soltó Danaé con firmeza. Los ojos azules clarísimos de su esposo se fijaron en ella- lo digo en serio.

- Pero…

Kyle sonrió, intentando parecer lo más natural posible. Era incómodo. Más que incómodo.

- Hola –Daila sonrió como si nada- creo que todos conocen a Kyle.

Un silencio prologando se extendió entre ellos. Nadie parecía dispuesto a decir una palabra. Hasta que Danaé, sonrió y pronunció:

- ¡Kyle, qué gusto tenerte de vuelta en Italia! –soltó la mano de Alex brevemente para besarle en la mejilla- bienvenida Daila.

Pareció una especie de resorte el saludo de Danaé, para que todos empezaran a hablar sobre la fiesta de bienvenida y cómo los esperaban. El único que se mantenía en silencio y profundamente serio era Alex.

- Cariño, saluda a tu hermana –Danaé dijo en tono bajo. Alex le fulminó con la mirada- por favor, sé amable –pidió, con sus ojos dorados suplicantes.

- No estoy feliz con esto –murmuró acercándose a los recién llegados. No pudo evitar mirar cómo se sostenían las manos. Inspiró hondo, intentando calmarse- Daila, hermanita, bienvenida –esbozó una mueca que pretendía ser una sonrisa. Miró a Kyle brevemente, inclinó la cabeza y se alejó.

Daila observó a su hermano con tristeza. ¿Por qué no se alegraba por ella? Bien, sabía que la situación era algo complicada pero también estaba en el pasado. Él y Danaé estaban casados, Kyle era un recuerdo tan lejano que no debería preocuparle. Era tan evidente que Danaé lo amaba solo a él y… bueno, en realidad no entendía lo que pasaba con Alex.

- ¿Dónde está Mía? –inquirió Daila para aligerar el ambiente, refiriéndose a la esposa de Marcos- ¿y tu bebé? –preguntó, mirándolo.

- Está en el salón, descansando un poco –contestó Marcos con una gran sonrisa- y mi pequeña Mía es preciosa, tiene los ojos de su madre.

- ¡Muero por conocerla! –pronunció Daila y le sonrió a Kyle- ¿vamos a verla?

- Sí, los acompaño –asintió Marcos- pero antes, deberían saludar con los adultos. Tus padres te esperan ansiosos.

Daila asintió. Caminó con Kyle hacia sus padres y el resto de adultos. Ellos los saludaron con normalidad, como si no existiera nada extraordinario en la presencia de Kyle en Italia. El único que arqueó las cejas con sorpresa fue Sebastien, pero no dijo nada porque su esposa le dirigió una mirada que decía claramente que su hija había crecido, por mucho que le costara aceptarlo.

En el salón, Kyle y Daila soltaron el aire al mismo tiempo, pues tanto Marcos como Mía sabían de la relación que los unía, o al menos eso parecía. La sorpresa de todos no fue compartida por Mía, que estaba absorta con su bebé en brazos. Y Marcos siempre había sido amigo de Kyle.

Daila saludó suavemente a Mía que les sonrió a los dos. Cuando le ofreció cargar a su bebé, se sintió insegura pero lo hizo. Era una niña realmente preciosa, con su cabello castaño y, en cuanto abrió sus ojos, eran enormes y grises. Era perfecta, Daila sintió como una gran emoción se abría paso en su pecho. Tan frágil y dulce, debía ser emocionante ser padres.

- Felicidades, es una niña preciosa –habló en voz baja Kyle- Marcos y Mía, han formado una familia hermosa.

- Gracias –agradeció Mía con sinceridad- eres muy amable, Kyle.

- Ya hacía falta que nos visitaras, Kyle. ¿Aún recuerdas que eres de mis mejores amigos y debes venir, no solo enviar regalos?

Kyle sonrió divertido y asintió. Se acercó lentamente hacia Daila y la contempló fijamente, mientras tenía a la niña en brazos. Se veía adorable y sintió como una suave calidez se expandía por su pecho. La quería tanto, soñaba con el futuro y verla a su lado, con un niño en brazos. Diferente, quizás con sus ojos…

- ¿Kyle? ¿Estás bien? –inquirió divertido Marcos, acercándose- te ves algo… ¿confundido? ¿aterrado?

- Dejémoslo en que estoy intentando acostumbrarme… nunca pensé que estaría en Italia de nuevo, mucho menos en estas festividades e, indudablemente, jamás en este lugar de nuevo.

- Imagino que no –asintió Marcos, observando de reojo a Daila con su pequeña Mía- ¿pero qué podías hacer, cierto?

- Cierto. Debía estar aquí, con mi novia.

- ¿Por qué? –preguntó de pronto Marcos- ¿por qué debías?

- Porque me lo pidió –se encogió de hombros.

- ¿Y…? –le instó a continuar.

- Y… nada más –aseguró Kyle.

- Mmm… -Marcos pareció tener muchas cosas que decir, pero como de costumbre, no dijo nada- tomaré a la bebé para que puedan salir.

Kyle quiso hablar con Marcos nuevamente pero no sabía qué podría decirle, no se le ocurría nada que preguntarle o hablarle al respecto. Sabía que había algo que debería decir y no estaba diciendo. O lo estaba haciendo mal. Pero ¿qué?

- Ya que todo el ambiente se ha puesto extraño, creo que alguien debe señalar lo obvio –soltó alegremente Rose- ¿tú saliste con Danaé antes, verdad Kyle?

Él abrió la boca, confundido. Se limitó a mirar a su alrededor y asintió, casi imperceptiblemente, con incomodidad.

- Ya está, ha sido dicho –Rose sonrió- ¿podemos ser los mismos de siempre?

- Yo siempre soy el mismo –André restó importancia. Daila se preguntó de dónde habría aparecido, pues no le pareció verlo antes- mucho gusto tenerte en Italia nuevamente, Kyle –miró hacia Daila- a los dos.

- Rose, te he escuchado –la voz de Ian, el esposo de Rose se elevó desde el centro del jardín- no fue un comentario acertado.

- Pero ayudó –bufó Rose y se cruzó de brazos- ¡no es como si le hubiera preguntado si amaba a Danaé!

Ian tensó los labios y sin decir palabra, tomó a Rose del brazo y la alejó.

Capítulo 19

- Eso no ha sido nada acertado –Beth pronunció con una gran sonrisa, llegando hasta ellos- Kyle, que gusto verte. ¿Cómo está todo en Canadá?

- Igual que siempre… no, sorprendentemente diferente desde que Daila llegó.

- Buena respuesta –alabó Beth riendo- ¿cómo están todos? ¿Danaé y Alex?

- Danaé se ha llevado a Alex hacia la Mansión –explicó Aurora educadamente- creo que tenían algo que arreglar.

- No imagino qué será… -murmuró Christopher junto a Aurora y ella sonrió displicente- no pude evitarlo.

- Lo sé, cariño –Aurora le acarició la mejilla- eres lindo, te lo paso.

Rieron y Christopher la tomó entre sus brazos. Beth los observó con gran cariño, antes de dirigir la mirada a Daila.

- ¿Y tú como estás, Daila? ¡Todos te hemos extrañado mucho!

- Gracias, Beth –agradeció sonriendo levemente- me gusta mucho Canadá.

- Me alegro oírlo. Cuando hablábamos de encontrar un lugar para vivir con Lucian, no podía imaginarme viviendo en Estados Unidos indefinidamente –negó Beth, recordando a su esposo- pero se puede llegar a acuerdos.

- Sí, sin duda –contestó Daila, sin saber bien que había querido decir. ¿Un lugar para vivir? ¿Había sido un comentario intrascendente? Bueno, cuando Beth hablaba, nada era dicho a la ligera. Extraño.

- ¿Sabes quién te ha extrañado terriblemente? –André habló tras un momento de silencio- Alex. Tu hermanito ha estado insoportable desde que te fuiste.

- No entiendo por qué –murmuró Daila contrariada.

- Yo sí –André arqueó una ceja burlón- y creo que todos.

- André… -Beth lo regañó- pensé que ya habías superado esa etapa.

- ¿Cuál? ¿Cómo podría dejar de ser encantador si es parte de mi personalidad?

- Sí, encantador… -habló Rose acercándose- yo diría que…

- Cariño… -Ian venía con Rose- ¿qué dirías?

- Nada –murmuró con rabia. Él rió divertido- ¿te parece bien esa respuesta?

- Creo que cualquiera sería mejor que lo que realmente estás pensando.

- No te haces una idea -confirmó.

- ¿Saben? Todavía me pregunto como lo hacen –habló André mirándolos- ser pareja, me refiero. ¿Cómo es que no se han matado aún?

- Si tú sigues vivo aún, André. ¿Qué te hace pensar que ellos no puedan lograrlo?

- Qué graciosa, Danaé –soltó André girando sobre sus talones- hola hermanita.

- Has llegado –lo besó en la mejilla- ni siquiera preguntaré por qué tardaste.

- Sabia decisión –sonrió André divertido- ¿dónde está Alex? ¿Lo has dejado castigado en su habitación?

- Alex tenía hambre, se ha quedado con Marcos tomando un bocadillo.

- Eso si te lo creo –afirmó André- porque ¿de qué otra cosa se trataría con Marcos sino de comida?

- ¿Y por qué no te quedaste tú, Danaé? –preguntó con curiosidad Aurora- es decir, si están Marcos y Mía…

- Quería asegurarme de que todo marchara bien por aquí –miró hacia Daila y Kyle- ¿les gustaría tomar algo mientras esperamos la comida? Deben estar exhaustos por el viaje.

Danaé se dirigió a la cocina con Kyle y Daila. Al entrar, Alex estaba solo, sentado con sus ojos azules clarísimos mirando a la nada.

- Alex, cariño… -Danaé se acercó hacia él y le puso una mano en el brazo. Alex la miró por un instante, antes de reparar en que no estaban solos. Frunció el ceño.

- ¿Qué hacen aquí? –murmuró- ahora entiendo por qué Marcos se ha marchado.

Daila miró hacia Danaé, tratando de entender qué había planeado. Sin duda, Alex parecía como si hubiera caído en una especie de trampa, maquinada por Marcos y Danaé, lo que no era difícil de creer dada la amistad que los había unido siempre. Suspiró.

Kyle, a su lado, se tensó. No sabía qué esperar de ese momento. Sabía que llegaría, pero ¿no podían aguardar? Estaba bastante cansado y no pensaba con claridad, además que Alex tenía ese aire arrogante que detestaba y se le hacía complicado soportar.

- Creo que necesitamos hablar –señaló Danaé con seguridad- los 4, antes de regresar a la fiesta.

- Yo no necesito… -protestó Alex pero Danaé le apretó el brazo con suavidad.

- Por favor, Alex –pidió con voz dulce. Él bufó y miró a Daila.

- Está bien. Daila, es tu vida. No estoy de acuerdo ni lo acepto, pero son tus decisiones. Me decepciona que hayas elegido a… él –murmuró con furia contenida- pero no protestaré. Si mi padre no lo ha hecho, no tengo por qué hacerlo yo –se paró- es todo lo que tengo que decir. Y, no me interesa

escucharlos, a nadie, en lo más mínimo. Cómo o por qué sucedió… que sea algo de ustedes, exclusivamente –soltó y se marchó.

Danaé suspiró con frustración, debatiéndose entre ir detrás de Alex una vez más o quedarse con Daila y Kyle. Los miró con tristeza, se quedaría un poco ahí.

- Daila, Kyle… realmente me alegro de verlos juntos –empezó con sinceridad- cuando los uní como pareja de baile, lo hice porque me pareció que se verían adorables juntos y no me equivoqué. A mí no me molesta, no tendría por qué, su relación. Los quiero, a los dos. Y quiero que sean felices, si esa felicidad la encontraron juntos, pues que así sea –sonrió.

Daila le agradeció, con un abrazo y una sonrisa. Kyle le besó en la mejilla y también la abrazó. Danaé asintió y se disculpó, para ir a buscar a su esposo.

Al terminar la comida, Daila acompañó a Kyle hasta una habitación de hotel que habían reservado para él. Lo notó inusualmente callado y empezó a preguntarse sí, después de todo, había precipitado las cosas entre ellos.

- Quizás debí decir algo… -habló Daila en cuanto bajaron del auto- contarles sobre nosotros… pero no sabía cómo empezar.

- Generalmente, la mejor idea es por el principio –restó importancia Kyle.

- Eres muy importante para mí ¿lo entiendes? Si no fueras tú… a nadie más le habría pedido venir conmigo.

- Daila… -Kyle le tomó de la mano, con cariño- está bien. Fue difícil, pero ya pasó. Al menos, el primer susto.

- Sí –rió Daila un poco- gracias por no haber huido.

- No me lo permitiste y Canadá está un tanto lejos.

- Solo… gracias –Daila lo abrazó con fuerza- significa mucho para mí.

- Y para mí –admitió, con sorpresa, Kyle.

Daila sonrió, sintiendo toda la intensidad del amor que sentía por él recorrerla por completo. En sus brazos, no dudaba que la felicidad existiera. Era palpable, la tenía al alcance de sus manos… solo deseaba ser lo suficientemente inteligente para saber conservarla.

- Creo que necesitas descansar mucho –Daila le acarició la mejilla con suavidad- y comer bien. No has comido demasiado en la Mansión.

- No tenía mucho apetito. Pero, si ahora me acompañas, comeré.

- ¿Es eso un chantaje? –Daila entrecerró sus ojos dorados conteniendo una risita- pero creo que podría hacer una excepción y quedarme.

- Esa es una excelente respuesta –sonrió Kyle, pasando su brazo por los hombros de Daila, para dirigirse al restaurante del hotel, tras dejar su equipaje.

Capítulo 20

Daila se despidió de Kyle en la puerta de la mansión, mientras él la besaba en la boca varias veces, riendo. Parecían dos adolescentes enamorados y se sentían muy bien juntos. Una semana en Italia había volado, entre paseos a su mirador, comidas en pequeños restaurantes y cenas con la familia Lucerni. Todo era perfecto, excepto por la presencia constante y molesta de Alex, que fulminaba con la mirada a Kyle cada vez que tenía ocasión.

Un carraspeo los interrumpió. Alex se encontraba en la puerta, mirándolos con el ceño fruncido y sus ojos azules clarísimos reflejaban frialdad.

- ¿Pueden dejarme salir? –pidió con fastidio- están bloqueando la puerta.

- ¿Para qué quieres salir, Alex? –Daila frunció el ceño también, poniendo las manos en las caderas- ¿qué, no podías irte antes?

- No. Quiero salir, ahora –siseó.

- Es de mala educación interrumpir, Alex. ¿Esperas?

- No. Necesito salir –al ver que Daila no se movía ni Kyle, continuó- ahora.

Su voz salió en un rugido. Tanto Daila como Kyle se echaron unos centímetros para atrás, con una mezcla clara de sorpresa y fastidio.

- Tú y yo, vamos a hablar… ¡ahora! –bufó Daila con firmeza. Alex la observó sin poder creer, cuando su hermana menor lo tomó con fuerza del brazo y se giró para dirigirse al interior de la Mansión, obligándolo a acompañarla- Kyle –dijo, volviéndose por un instante, para mirar a su sorprendido novio- ¿podrías entrar y esperarme? Te prometo que no tardaré demasiado.

- Por supuesto –murmuró Kyle entrando y cerrando el portón de la Mansión. Quería estar lo más lejos posible de esa conversación.

Una vez en el salón, Daila se giró hacia Alex con rabia contenida en la voz.

- No Alex, no tienes por qué ser así con Kyle –le recriminó. Alex la miró con ojos llenos de furia- en verdad, no tienes por qué.

- ¿No? ¡Claro, tú no lo entenderías!

- ¡Lo entendería perfectamente si me explicaras! Alex, soy una mujer adulta. ¿Qué es lo que pasa? Tu odio tenía razón de ser. Ahora ya no.

- ¡¿No?! El odio es mutuo y tiene una razón de ser. Él fue… -sus palabras se perdieron en un murmullo irascible.

- ¡Lo sé! ¿Y acaso eso es un crimen? –sabía que era por Danaé, pero no entendía por qué exactamente- ¡Ni siquiera se interpuso entre ustedes, Alex! Quizás no sé la historia completa pero Kyle no hizo nada desleal hacia ustedes, al contrario él fue todo un caballero, ¡inclusive es amigo de Danaé aún!

- ¿Crees que no lo sé? Lo detesto aún más por eso. No lo quiero cerca de mi esposa. Ni de mi hermana. Ni de nadie de mi familia. ¿Por qué, existiendo millones de hombres, tenías que fijarte en él y traerlo aquí, a mi casa?

- ¡Es mi casa también, Alex! –Daila suspiró- Kyle no hizo nada malo y tú lo sabes Alexandre. Él es un gran hombre.

- Sí y también sé que quién se interpuso entre Danaé y Kyle fui yo ¿sabes? –Alex soltó con rabia- ¡La amaba! La amaba y casi la pierdo por él. Lo que es peor, ni siquiera podría reclamar si sucedía ya que él era tan perfecto. No merezco a Danaé, ya lo sé. Y, es aún más doloroso saber que existe un hombre mejor que yo que quizás sí la merece. No la quiero perder y Danaé parece ser su defensora desde que lo trajiste aquí.

Daila lo examinó lentamente con sus ojos dorados. Jamás había visto a su hermano mayor tan inseguro y vulnerable. ¿Alex aún dudaba del amor que Danaé sentía por él? ¿Por qué? Bien, ella era amiga de Kyle, pero nada más. Era tan evidente. Danaé no tenía ojos más que para Alex.

- Kyle no…

- ¿No la ama? ¿Cómo lo sabes? Daila, no digo que no seas merecedora del amor de cualquier hombre. Lo eres, pero ¿justamente él? ¿Desde cuándo? ¿Fue coincidencia que se interesara en ti sabiendo que eras mi hermana y cuñada de Danaé? Tampoco quiero que te hagan daño…

- No soy tan ingenua como crees, Alex. Y Kyle jamás haría nada así. Él me…

- ¿Qué? ¿Te ama? ¿Te lo ha dicho?

Daila inspiró hondo, cerró los ojos por un instante y suspiró. No, no le había dicho que la amaba. Pero es que aún era pronto… quizás él no estaba listo para ponerle nombre a sus sentimientos…

- Alex, Danaé y tú están casados. Se aman. La presencia de Kyle no significa nada. Debes confiar en ella.

- No confío en él –Alex recobró su tono duro- no lo quiero cerca de mi familia. Y es mejor que te acostumbres a la idea. Bien, puedes seguir en este juego con él si es lo que quieres, lo respetaré. Pero no lo acepto. No lo haré.

Se giró, alejándose con paso firme hacia la puerta. Daila suspiró, intentando poner en orden su mente. ¡Qué bien, ahora su hermano la odiaba! Y por poner a prueba su matrimonio perfecto, ni más ni menos.

***

- No estoy seguro de que haya sido una buena idea… -Kyle se refirió a su estadía en Italia, mientras paseaba con Danaé que había bajado a verlo cuando lo observó solitario en el jardín delantero de la Mansión Lucerni.

- Claro que lo estás –Danaé le sonrió a Kyle- solo que debes tomarlo con calma, no tan personal.

- ¿Te refieres a tu esposo? –sonrió soltando lentamente el aire- me odia ¿verdad?

- No confía en ti –se encogió de hombros.

- ¿Y tú sí? –Kyle miró como Danaé asentía- ¿por qué?

- Porque te conozco. Sé que no estarías aquí si no quisieras verdaderamente a Daila. Tú no eres así –le palmeó el brazo- lo sé.

- Gracias –Kyle sonrió. Se sentía bien tener una amiga cerca. En ese instante, divisó de reojo a alguien pasar. Dio un salto para atrás, alejándose de Danaé.

- ¿Qué ha sido eso? –ella rió divertida- ¿qué?

- Tu esposo acaba de pasar y no parecía particularmente feliz –Danaé clavó sus ojos dorados interrogantes en él- nos ha visto.

- ¿Y eso qué tiene? Somos amigos, Kyle.

- Me da la impresión de que no lo entiende –murmuró él.

- Bien, creo que debo hablar con Alex –Danaé dijo en tono tranquilo- dale tiempo, aún está en shock porque su hermana menor tiene novio.

- Seguro es eso… -pronunció con incredulidad. Ella soltó una risita al alejarse.

Danaé golpeó la puerta que, sorpresivamente, cedió en cuanto lo hizo.

- Alex, cariño ¿estás ocupado? –preguntó sonriendo.

- ¿Has terminado ya con tu amiguito? –elevó sus ojos azules clarísimos con reproche. Danaé suspiró.

- Alex, pensé que ya lo habíamos hablado… por años. Además, que no es mi “amiguito” –entrecerró sus ojos- es un amigo, sí pero… -se acercó hasta él. Alex se levantó para dirigirse a la ventana- pero nada más –lo abrazó por detrás- eres mi esposo, Alex. Te he amado desde siempre, aún antes de entender lo que eso significaba –él se giró- debes tratar de relajarte y ser feliz por Daila. Si ella es feliz con Kyle, o con quien decida serlo, tú debes apoyarla.

- Amor… -Alex la estrechó en sus brazos. Le besó la frente y luego los labios- ¿siempre me amaste? ¿lo dices en serio?

- Totalmente. Y no me habría visto obligada a confesarlo si dejaras de comportarte como un niño –puso los ojos en blanco- ¿prometes que harás un esfuerzo por congeniar con Kyle? Estoy segura que serían buenos amigos si lo intentaras un poquito…

- ¿Y de qué hablaríamos? ¿De ti?

- ¡Ay, qué gracioso! –Danaé suspiró divertida- podrías empezar por ser amable, contestarle cuando te habla y no fulminarlo con la mirada cada vez que está frente a ti.

- Lo intentaré…

- Ah –Danaé se puso de puntillas para alcanzar sus labios. Se separó sonriendo- esta noche tus padres darán una cena. Vamos a asistir.

- ¿Qué? ¡No! –Alex negó categóricamente. Danaé clavó sus ojos dorados con impaciencia en el rostro de él- ¡rayos, está bien!

- Gracias Alex –sacudió su cabello delante de él y se separó riendo- te veo más tarde.

- ¡Me vas a volver loco! –gritó Alex cuando ella salía riendo más fuerte aún.

Danaé miró como Daila se acercaba ansiosa. Le sonrió.

- ¡Oh! ¿Ha ido bien entonces?

- Mucho. Te dije que dejaras a tu hermano en mis manos.

- ¡Gracias Danaé! –Daila le abrazó- no sé como lo haces, pero gracias.

- No es nada. Estoy casada con él –se encogió de hombros- y lo amo.

- Lo sé –sonrió con cariño- gracias de nuevo.

- Ve con Kyle, seguramente estará perdido en los jardines.

Daila asintió mientras se encaminaba a los jardines de la Mansión. Sentía una cierta emoción por encontrar a Kyle como la primera vez que se habían visto, el mismo lugar. Era increíble todo lo que había sucedido desde entonces.

Había tenido el corazón roto por una ilusión juvenil, sin ánimo de sonreír hasta que habló con él. Y, ahora, estaba enamorada. Lo amaba. A Kyle, nada más y nada menos. Sonrió cuando vio sus ojos verdes iluminarse al acercarse ella.

Capítulo 21

- Hola –Daila saludó con una pequeña sonrisa, avergonzada de que Kyle hubiera presenciado su discusión con Alex- ¿paseando por los jardines?

- Sí, te esperaba –Kyle sonrió y le pasó el brazo por los hombros- ¿cómo te sientes? ¿Cómo te ha ido con tu hermano?

- Oh, Alex… generalmente es más agradable –murmuró.

- No lo dudo, solo que no conmigo –él se encogió de hombros- pero no pasa nada, no es como si lo tuviera que ver todos los días de mi vida.

- Supongo que no… -suspiró Daila. ¿Qué había querido decir? ¿Qué la presencia de Alex en su vida era temporal? Pero si era su hermano… él siempre estaría ahí con ella. ¿Kyle no?

- Pero no tiene importancia ya –sonrió, sin siquiera notar la tensión de Daila- ¿saldremos esta noche?

- No, esta noche no. Danaé ha organizado una cena con mamá. Algo importante.

- Oh. ¿Estoy invitado? –bromeó ladeando su rostro.

- Por supuesto –Daila acomodó su cabello negro detrás de la oreja- ¿quieres tomar algo?

- Mmm… no, estoy bien así –Kyle caminó junto a ella un tramo más. Finalmente, se detuvo y la miró- ¿está todo bien?

- Sí –se encogió de hombros- ¿por qué?

- No lo sé –murmuró incómodo. Sabía que algo estaba mal, pero no podía imaginarse qué.

- Te acompaño –Daila lo guió hasta la puerta de la mansión- quiero tomar una ducha antes de prepararme para la cena, además debo ver si necesitan ayuda.

Kyle asintió, ahora sí con la certeza de que algo no iba bien. Daila no era así, tan cortante y lejana, como si estuviera perdida en sus pensamientos. ¿Le habría dicho algo Alex que ella no quería compartir con él?

- Adiós Daila –Kyle la besó en los labios levemente. Ella ni siquiera se inmutó- ¿estás segura que no sucede nada?

- Adiós Kyle –se despidió, encogiéndose de hombros y sin darle tiempo a replicar pues cerró la puerta.

Horas más tarde, la familia Lucerni celebraba la gran noticia junto con la familia Ferraz. Danaé estaba embarazada y ese era el motivo central de la gran cena. Alex no podía ocultar su dicha, al igual que su joven esposa. El primer hijo que tendrían. Sonrieron y brindaron por el futuro bebé Lucerni.

- Felicidades Danaé –Daila la abrazó con felicidad- Alex. ¡Voy a ser tía!

- Sí –Alex la abrazó también. Desde que había llegado a Italia, Daila no había estado tan cerca de su hermano. Ahora parecía genuinamente feliz y tranquilo, eso la alegró mucho- ¿puedes creerlo? ¡Seré padre!

- Y serás un excelente papá –Daila le acarició la mejilla con ternura- un tanto controlador, pero uno muy bueno.

Alex rió estrechando una vez más a su hermana con alegría. Giró hacia Danaé y la miró, con sus ojos azules clarísimos cargados de amor. Daila suspiró, aliviada y alegre a la vez. Muy alegre.

- Felicidades Alex, que gran noticia –Kyle habló con incomodidad. Le extendió la mano, en señal de cortesía. Para su sorpresa, Alex la estrechó.

- Gracias Kyle, que amable –el tono de Alex fue neutro pero sonrió levemente, lo que Daila encontró totalmente admirable. Era demasiado. Casi perfecto.

Excepto claro, porque Kyle no la amaba. O, si lo hacía, lo ocultaba muy bien. Ni siquiera lo decía, ni el intento. Nada.

- Cuanta felicidad –Kyle sonrió hacia Daila- felicidades.

- Gracias –Daila intentó sonar normal, no lo conseguía del todo- no sé quién está más feliz. Si mi padre, el papá de Danaé o Alex.

- No lo sé –reflexionó Kyle mirándolos a todos- ¿y tú?

- ¿Yo? Sorprendida pero feliz, no puedo esperar para ser tía.

- Serás una estupenda tía. ¿Lo consentirás? –Kyle interrogó risueño.

- Probablemente. Y dudo que sea la única.

- Daila ¿podemos hablar en privado? –pidió, rindiéndose. Daila no estaba bien. Y era evidente que tenía que ver con él.

Daila miró a su alrededor. Todos estaban rodeando a Danaé y celebrando por la llegada del nuevo bebé. Nadie notaría su ausencia. Asintió y llevó a Kyle hasta su habitación. Cerró la puerta antes de enfrentarlo.

- Puedes hablar –señaló un sofá detrás de él- si quieres sentarte…

- No, estoy bien así –Kyle negó. Empezó a acercarse, pero pareció reconsiderarlo, porque se quedó en su lugar- ¿qué está sucediendo?

- No sé a qué te refieres.

- Daila –suspiró con impaciencia- es evidente que algo no está bien. Desde la tarde y, realmente, quiero saber qué es.

- ¿Crees estar listo para saberlo? –sus ojos dorados se tornaron extraños- perfecto. Sí es lo que deseas... ¿qué sientes por mí, Kyle?

Él la miró con evidente sorpresa. No era lo que esperaba, en absoluto.

- Yo… ¿por qué me preguntas eso, Daila?

- Respuesta equivocada –murmuró con desilusión.

- Daila ¿cómo puedes preguntarlo? ¡Eres mi novia!

- Yo no te he dicho que soy para ti, Kyle. Te he preguntado qué sientes por mí.

- Lo escuché. Pero… ¿qué esperas que te diga? ¡Es totalmente evidente o no serías mi novia!

- ¿Ah sí? –Daila se acercó a él- ¿qué sientes, Kyle? –preguntó con énfasis- en palabras claras.

- ¿Cómo pretendes…? –Kyle pasó una mano por su cabello, con inquietud- ¿si yo te preguntara lo mismo, crees que podrías contestar de inmediato?

- Sí –aseguró concisamente.

- ¿De verdad? –sus ojos verdes incrédulos- ¿cuál sería tu respuesta?

- Tú no me has respondido, Kyle –bufó con impaciencia.

- ¿No dijiste que podrías decirlo de inmediato?

- Lo dije. Y lo reitero.

- Siendo así… ¿qué sientes por mí, Daila?

- Te amo, Kyle –soltó sin pensarlo. Era lo que sentía y, aun cuando sabía que no recibiría una respuesta igual, tenía que decirlo- estoy enamorada de ti. ¿Suficientemente concisa?

Kyle abrió sus ojos verdes con sorpresa. No podía creerlo. ¿Amor? ¿Daila estaba enamorada de él? Dios…

- ¿Por qué otra razón habría aceptado ser tu novia si no sintiera algo por ti? –suspiró irritada- en verdad, Kyle. ¿Qué esperabas que dijera?

- No lo sé –habló finalmente. Su voz fue apenas un susurro. Carraspeó- Daila, yo… -intentó acercarse, pero ella se alejó- lo siento.

- ¿Lo sientes? ¿Qué exactamente? ¿Haberte burlado de mí? ¿El tiempo perdido a mi lado? ¿No tener idea de lo que haces aquí?

- Daila, te prometo que… -Kyle clavó sus ojos verdes en ella, con desesperación, como si le pidiera ayuda a gritos. Daila apartó la mirada- si te pedí ser mi novia, es porque siento algo por ti.

- ¿Sí? –sus ojos dorados brillaron con un ápice de esperanza- ¿qué sientes, Kyle?

- Es que… -él inspiró hondo- no lo sé.

Daila lo miró con dolor y profunda tristeza. Abrió la puerta y se marchó sin notar que esa era su habitación.

Kyle quería detenerla, pero no sabía cómo. Era evidente que debía decirle lo que sentía. Pero él no podía ponerlo en palabras. Quería decirle que la amaba… ¿pero y si no era amor lo que sentía? ¿qué si le decía que la quería y no?

Daila ni siquiera fue capaz de despedirse, lágrimas bañaban sus mejillas y se sentía como una idiota. Solo quería escapar. Y ¿por qué no hacerlo?

Kyle bajó al salón, necesitaba hablar con Daila. Esto no podía quedarse así…

Solo que, no la encontró. Daila no estaba por ningún lugar y nadie parecía haberla visto. ¿A dónde había ido?

Daila entró al lugar pobremente iluminado y algo lúgubre que tan familiar le había sido. Parecían siglos desde la última vez. Cerró los ojos, intentando olvidar todo. Intentando olvidarlo a él.

- ¿Qué te sirvo, nena? –preguntó el hombre de la barra. Daila se encogió de hombros- ¿lo que sea? Creo que esto te gustará.

Le extendió una bebida y ella se la tomó de un solo golpe. Volvió a cerrar los ojos e inspiró hondo. Sabía que terminaría mal. Ella y Kyle… sencillamente no.

- Definitivamente… eres la última persona que esperaba volver a ver…

Aquella voz, inconfundible a pesar del tiempo transcurrido. Giró a mirarlo, con desprecio dibujado en sus ojos dorados.

- David –murmuró dándole la espalda nuevamente.

Capítulo 22

El recién llegado sonrió divertido, acercó un banco alto para sentarse junto a Daila. Ella ni siquiera volteó, pero podía sentirlo cerca. Eso no le gustaba ni un poco. Cerró sus ojos, bebió de un solo golpe el segundo trago y recordó los miserables días a su lado.

- ¿No merezco ni una sonrisa? –él habló con confianza- ¿ni siquiera por los buenos momentos? –murmuró en su oído con voz seductora.

- No te me acerques –siseó Daila, sintiéndose invadida por una intensa sensación de asco. ¿Cómo había podido gustarle él? Ni siquiera lo había visto bien, pero con su voz le bastaba.

- Mmm… ¿no viniste aquí a recordar los viejos tiempos? –David le tomó de la barbilla con firmeza y la giró hacia él- ¿por qué no me miras?

- Porque no lo necesito –Daila clavó sus ojos dorados en él- sigues igual que siempre y con solo mirarte siento náuseas.

- ¿Qué? –rió David, sus ojos azules divertidos- ¿náuseas? ¡Vamos cariño, tú sabes que no es cierto!

- No me llames así –murmuró con desprecio- no sabes lo que siento.

- ¿Por qué no me invitas un trago y hablamos de lo que te sucede esta vez?

- Piérdete –escupió con rabia. Él volvió a reír- quiero estar sola.

- Eso no es cierto. Odias estar sola.

- Tienes razón –concedió- pero odio más estar con alguien que me da asco.

David delineó con un dedo la mejilla de Daila. Sus ojos dorados destellaron con furia, apartándose de su toque. Y lo miró, atentamente.

A sus 35 años, seguía estando igual de guapo que la última vez. Con esa pinta de chico malo que debería ya quedarle ridícula, pero no era así. Sus ojos azules tenían aquel brillo malicioso y su sonrisa lasciva e insinuante. Seguía estando igual que la última vez. El hombre más perfectamente incorrecto para cualquier mujer. Negó levemente.

- ¿Qué? ¿No me digas que ya olvidaste todo lo que hicimos juntos?

- No mereces ni un pensamiento, la verdad –se encogió de hombros- y fue divertido mantenerte, pero se acabó.

- La nena tiene garras –sonrió ampliamente- ¿quién lo diría de una niña de papá?

- Déjame tranquila, David –hizo ademán de levantarse, pero él la detuvo del brazo- ¿qué quieres?

- Si tú no me invitas un trago, lo haré yo –pidió que les sirvieran dos- ¿bebes?

- ¿Algo que tú me das? Ni muerta –soltó con desprecio. Él volvió a reír y se tomó el trago de ella.

- Perfecto entonces, pero no te irás tan rápido.

- ¿No lo entiendes, verdad? No – me – interesas –habló muy despacio y dando un inusitado énfasis a cada palabra- ¿me sueltas?

- Es que no me apetece –clavó sus ojos azules en ella- nadie me ha dejado.

- Estoy segura que encontrarás a cientos de mujeres dispuestas a compartir una copa contigo. Ahora, suéltame.

- No, no me refería a eso –sus ojos azules destellaron, recorriendo a Daila por completo- nadie me ha abandonado. Solo tú. ¿Por qué lo hiciste?

- Tú no vales la pena. Eso es todo. Ahora, suéltame.

- No –David la empujó al asiento- bebe conmigo.

- No quiero –Daila se sacudió- es mejor que me sueltes, ahora.

- ¿O qué? ¿Llamarás a papito para que te ayude? –rió cruelmente.

- ¿Realmente crees que vendría sola? No soy idiota –Daila clavó sus ojos dorados en él- tengo un guardaespaldas. Desde que me alejé de basura como tú.

- Lo dudo –intentó sonar seguro.

- Como quieras –Daila se encogió de hombros. Tomó otro trago y pagó.

- Daila, cariño… -empezó él meloso.

- No me llames así –murmuró con cansancio- no vine a escuchar estupideces.

- ¿Niegas que esperabas verme? –David clavó sus ojos azules en ella.

- No tenía idea que estarías de vuelta en Italia o jamás habría venido aquí.

- Mmm… ¿debo creerte?

- Por mí, puedes tirarte a un pozo que no me interesa –Daila se levantó. Alcanzó la puerta y esperaba que él no la siguiera.

- Daila, quiero llevarte a casa.

- No –ni siquiera lo miró.

- Por los viejos tiempos –su voz sonaba seductora. Daila sintió un escalofrío de miedo.

- Déjame tranquila.

- ¿Ayudaría si te dijera que te quiero? –David exclamó con fuerza. Daila se detuvo- ¿qué me responderías?

- Que he dejado de ser una niña –Daila subió a su auto. David se acercó hacia el costado y le pidió que bajara la ventanilla. Daila arrancó.

No necesitó mirar por el espejo retrovisor para saber que él la estaba siguiendo. Solo que, esta vez, no le importaba. ¿Iría hasta la Mansión Lucerni? Perfecto, los guardias no lo dejarían pasar. Y, dudaba que él se atreviera a tocar. Que hiciera lo que quisiera, ya no representaba ningún peligro para ella.

Se sentía mareada y sabía que no debería conducir así. Pero ya estaba hecho. Entró en el auto hasta la mansión y, tras estacionarlo, se encaminó de vuelta a la entrada que daba a la calle. Ahí estaba él, cruzado de brazos, con gesto indolente. Pero no le importaba.

- ¡¡Daila!! –los brazos de Kyle la rodearon con fuerza- ¿dónde rayos estabas?

- Suéltame –pidió con frialdad. Él la miró y aflojó su agarre- gracias.

- ¿Qué te pasó? ¡Estaba tan preocupado por ti! Desapareciste por horas y no podía irme sin saber qué te pasó.

- Estoy bien. Adiós Kyle –Daila empezó a caminar. Él la detuvo.

- ¿Qué crees que haces? –interrogó con incredulidad.

- Ir a mi habitación. Quiero descansar.

- Necesitamos hablar –pidió Kyle- necesitas escucharme.

- No, no necesito ni quiero hacerlo –Daila suspiró con cansancio- ha sido una larga noche. Quiero irme a dormir.

- Daila, escúchame –Kyle insistió, acercándose. Ella se alejó- ¿por qué me haces esto? Eres mi novia.

- Ya no –negó con fuerza. Sintió como se mareaba por el movimiento e intentó mantenerse en pie.

- ¿Te encuentras bien? –se acercó rápidamente, para afirmarle por los brazos- ¿qué es lo que…? –Kyle arrugó la nariz- ¿estuviste bebiendo?

- Eso es asunto mío –Daila apartó su brazo de él con furia- solo mío.

- ¿En qué estabas pensando? ¿Qué crees que te dirán cuando te vean así?

- Estoy bien. Incluso he venido en auto y…

- ¡¿Condujiste en ese estado?! –Kyle exclamó entre incrédulo y furioso- ¿qué es lo que te sucede? ¿estás loca?

- Me parece que tú no eres nadie para decirme lo que puedo hacer o no –Daila se llevó una mano a la frente- estoy cansada de ti.

- ¿De mí? ¿Qué hice, Daila? Vine a Italia, solo por ti. ¿No te dice eso algo?

Capítulo 23

- Sí, que fue demasiado pronto –suspiró con derrota- adiós Kyle.

- No, espera –él se acercó, consciente de que podría haber actuado más pronto y evitar que cayera en la hierba. Pero no se le antojó hacerlo- ¿qué crees que haces? ¿Daila?

- Estoy bien –sentada en la hierba, empezó a quitarse diminutas briznas de su ropa. Él la miró con incredulidad- ¿qué?

- De ninguna manera entrarás así a tu casa. ¿Cómo permitir que te vean así?

- ¡Estoy bien y no tengo ningún otro lugar a donde ir! –Daila intentó levantarse pero perdió el equilibrio. Esta vez, Kyle se acercó tras poner en blanco los ojos y la levantó en sus brazos- ¿¿qué crees que haces tú??

- Te llevo hasta tu habitación –contestó sin esfuerzo- y más vale que te quedes quieta o te soltaré aquí y me iré.

- ¡Es precisamente lo que quiero! ¡Bájame! –insistió- ¡¡Kyle!!

- ¿Por dónde vamos? –murmuró entre dientes. Daila elevó sus ojos dorados con confusión- ¿quieres hacer una gran entrada por la puerta principal?

Ella cerró los ojos por un instante. Sintió un mareo por el movimiento negativo que hizo con su cabeza.

- Perfecto. ¿Por dónde? –repitió. Ella le enseñó una puerta lateral de la mansión. Kyle se dirigió con paso enérgico.

Tras subir unas escaleras, se encontró en un ala de la mansión que no conocía. Se suponía que era arquitecto y debía tener un maldito buen sentido de la orientación en construcciones ¿no? Pero no, todo parecía decididamente igual. ¿Dónde rayos estaban?

- Es el ala de huéspedes –contestó Daila a la pregunta que él no llegó a hacer- puedes soltarme… -murmuró.

- Ni de broma –soltó en tono frío, serio.

- Es tan extraño… -Daila suspiró- verte así. Sin sonreír. ¿Estás molesto?

- Muy cerca del límite –siseó inspirando hondo.

- ¿Por qué no te quedas aquí? –inquirió Daila de pronto, y él la miró con incredulidad, sin entender el cambio- me refiero a hospedarte aquí. La mansión es grande, no debiste ir a un hotel…

- No lo sé, no lo pensamos –dijo con voz monótona.

- ¿Quizás porque podría haberte seducido?

- ¿En ese estado? Ni aunque fueras la última mujer de la Tierra –gruñó Kyle. Daila frunció el ceño y le mostró un pasillo izquierdo, para que lo tomara hasta su habitación.

Al entrar, Kyle la arrojó sobre la cama sin miramientos. Se sentía a punto de estallar de pura furia. Una vez que había comprendido que ella estaba ahí, de vuelta, el intenso miedo había cedido a la ira… Porque ¿qué había estado haciendo Daila mientras él se volvía loco buscándola? Bebiendo, quién sabe con quién, en quién sabe dónde.

Se sentía cansado. Totalmente agotado. La miró frunciendo el ceño, ella ni siquiera se inmutó. Ladeó el rostro y parecía estar considerando algo, muy lejos de ahí. No podía creerlo… ¡a ella ni siquiera le interesaba!

- Así no pareces tan agradable… -habló Daila con ligereza- ¿qué te pasa?

- ¿Estás consciente de que aún estás hablando? –ladró Kyle a punto de perder el control- ¿qué rayos te sucede Daila?

- No me das miedo… -suspiró ella girando en su cama y poniendo una mano bajo su rostro- no sé por qué estás aquí, tú no me quieres.

- Daila… -él inspiró hondo y se acercó hasta la cama. Se sentó en el borde- no digas eso.

- Es la verdad –sus ojos estaban vidriosos y no lo miraba- ¿qué haces aquí? ¡Yo no te intereso! –dijo quedamente.

- Claro que me interesas –contra su voluntad, extendió una mano para acariciar los mechones despeinados de Daila- claro que te quiero, Daila.

Ella no le contestó. Kyle la miró y comprendió que se había quedado profundamente dormida. Suspiró hondo.

Ahora solo quedaba una cosa por resolver… ¿cómo demonios iba a salir de la mansión sin que nadie lo notara?

Solo conocía a dos personas que podrían ayudarlo. Relativamente. Y, definitivamente, llamar a una de ellas no era una opción. Si quería conservar su cabeza donde estaba, Danaé no recibiría una llamada suya a esas horas de la noche. Y su amigo de siempre, Marcos. Lo intentaría. La única persona que realmente podría ayudarlo a regresar por su camino y salir se encontraba en esa cama, prácticamente inconsciente. Suspiró irritado.

Tras cinco minutos de disculparse y mantener la calma con su malhumorado y apenas despertado amigo Marcos, entendió que no iba a ser de gran ayuda. Si bien él había estado en la mansión Lucerni, no en el ala de invitados y no conocía la salida por ahí. ¡Era un maldito laberinto esa mansión!

En horas, creía haber agotado todas las maldiciones que conocía. Repetidas veces. Es que, si no era en una situación tan perfecta como esa ¿en cuál podría usarlas? ¡Ah y el colmo! Si llegaba hasta su auto ¿cómo rayos iba a salir sin ruido alguno que alertara de su presencia?

Giró el pomo de la puerta con cuidado y, aunque se sintió tentado de cerrar con fuerza, no lo hizo. ¿Para qué? Su venganza solo terminaría con la presencia de los padres de Daila y… bueno…

Él estaba saliendo de su habitación. A escondidas. Eso no se veía bien.

- ¿Qué haces aquí? –escuchó a sus espaldas, al devolver la puerta a su lugar. ¡Genial, ahora sí que podía darse por muerto!

- Señora Lucerni, buenas noches –dijo, con educación, intentando mantener una calma que no sentía. Ella lo miró arqueando las cejas- yo…

- Ya te he dicho que puedes decirme Doménica o Dome, si prefieres –soltó en tono tranquilo, pero su mirada era afilada- ¿Kyle?

Él sabía que esperaba una explicación. Pero ¡demonios! ¿Cómo iba a encontrar una explicación lo suficientemente creíble y que no sonara estúpida?

- Yo… no es lo que parece –empezó. Ella sonrió divertida por su azoramiento.

- Estás saliendo de la habitación de mi hija, pasan de la medianoche, a escondidas. ¿No te alegras que no haya sido mi esposo quién te encontrara?

Kyle tragó con fuerza. El padre de Daila podía ser intimidante, sí que lo era. Lo había visto en una discusión de negocios. Sí, debía dar gracias al cielo.

- Intentaba ayudar a Daila –confesó Kyle. ¿Qué más daba ya? Tampoco podría ocultarlo, pues estaba seguro que Doménica entraría en esa habitación- discutimos. Ella se marchó enfadada y la estaba esperando, me preocupaba su bienestar pues desapareció y Daila… -inspiró hondo- llegó en mal estado.

- ¿Podrías ser más claro, Kyle? –Dome se sentía divertida, lo que era más que curioso. Debería sentirse alarmada, pero algo en la incomodidad de él le mostraba que era un buen chico.

- Estaba bebiendo –explicó Kyle- la he subido hasta su habitación para evitarles un disgusto y se ha quedado dormida. Intentaba marcharme pero… si no es por la puerta principal, no sé cómo salir de aquí.

Dome sonrió ampliamente, sin poder ocultar más lo mucho que él le agradaba.

- No tienes que irte –Dome tranquilizó- puedes quedarte en una habitación de huéspedes, son muchas –se encogió de hombros- además, si te marchas ahora, es seguro que mi esposo se despertará.

- Gracias –asintió Kyle con alivio. La mamá de Daila había sido una bendición- no sé como agradecerle…

- No –Dome le tocó levemente el brazo- yo no sé como agradecerte –clavó sus ojos dorados en él, idénticos a los de Daila- le haces mucho bien a mi hija.

Kyle clavó sus ojos en el suelo, sin atreverse a decir una palabra. Se sentía completamente indigno de esa afirmación.

Capítulo 24

Kyle clavó sus ojos en el techo, consciente de que debería dormir. Pero no podía dormir. Se sentía desubicado y extraño. Aquella noche todo había sido tan inusual. Desde el anuncio del primer bebé de Alex y Danaé (sentía que no debía estar ahí) hasta el estado en que Daila había llegado (lamentable que él no fuera más decidido y pudiera dejarla sola en los jardines).

Claro, es que se sentía culpable. En cierta manera, ella había hecho algo así (no entendía el razonamiento) por él. ¿Verdad? ¿Por lo sucedido entre ellos? Suponía que sí. No tenía por qué sentirse mal por nada más de la noche.

Él había sido un idiota. Ella le había dicho que lo amaba. Definitivamente, un completo y total idiota.

Pero… ¿qué podía hacer? ¡No se lo había esperado! En verdad, aún recordaba la sensación. Su garganta seca, sus latidos desbocados, una punzada de pánico… ¿cómo podía formular una respuesta así? ¿Qué hombre podría?

Sí, él debería poder. Daila era su novia. Si ella decía que lo amaba, él debía responder, mínimo, con un: “yo también”. Solo que él no era así. Si no estaba totalmente seguro… pero absolutamente seguro… no podría decirlo.

Una vez lo había hecho. Lo recordaba. Y ¿qué había pasado? Ella no lo amaba. Estaba enamorada de otro. Por supuesto, había sido muy sutil pero él lo sabía. Danaé amaba a Alex y él, estúpidamente, se había enamorado de ella.

Por lo que, no la culpaba, pero si sentía una cierta reticencia a volver a confesar algo así si no estaba totalmente seguro. Si no lo sentía absolutamente real. Daila era real… ¿lo suficientemente real?

¿Acaso Danaé lo había sido alguna vez? Y, sin embargo, le había dicho que la amaba. En ese tiempo, no había parecido tan difícil. Ahora, con solo pensarlo, esa pequeña frase se atoraba en su pecho. No, no había forma.

Cerró los ojos, con cansancio. No era el tiempo ni el lugar para pensarlo. Eso debió hacerse hace bastante tiempo atrás, antes de que se complicara. Indudablemente, previo al gran viaje a Italia. ¿Qué había estado pensando? ¿Había querido demostrar algo? ¿A quién?

¿A sí mismo? ¿Qué había superado todo lo sucedido? ¿Qué podría mirar a Danaé (su ex – novia) y a su esposo como una familia feliz sin resentir nada en absoluto? ¿Sin sentir ni siquiera una punzada de… nada? No lo sabía. No lo entendía. Y ¡rayos, qué debió pensarlo antes!

Daila… -susurró su nombre y apretó sus ojos con fuerza. No debía hacerle daño. Él, de entre todas las personas, qué sabía perfectamente su situación, no debió comportarse así.

Ahora lo entendía. Debió esperar. Quizás si… habría terminado olvidando quién era ella. Pero no. Quizás no era la solución.

Estaba más que agotado. Y, con ese último pensamiento, se durmió.

***

Daila abrió los ojos lentamente, intentando recordar qué había sucedido. ¿Se había caído de cabeza en algún rincón lejano? ¡Su cabeza podía estallarle en cualquier momento!

Intentó incorporarse pero se mareó y sintió intensas náuseas. ¿Qué rayos había sucedido anoche? Sentía una especie de bruma alrededor de las horas pasadas desde que estuviera en el bar hasta ¿su habitación?

¡Dios! ¿Cómo había llegado hasta ahí? ¿Sus padres la habían visto? ¿Toda la familia? ¿¿Kyle??

Cerró sus ojos dorados y tragó con esfuerzo, nerviosamente. Algo había ido terriblemente mal… después de la confesión que le hizo a Kyle, había pensado que nada podría ir peor. Pero… ¿quizás si? ¿se había superado a sí misma en humillaciones?

David… su imagen se presentó en su mente. ¿Había venido con él? ¡No! ¿Verdad? ¡No, absolutamente no!

El portón de la mansión, David estaba parado ahí, ella lo había visto… la había seguido. ¿Y qué había pasado después?

Caminó por su habitación, sosteniéndose la cabeza entre las manos. No volvería a hacerlo. Odiaba el día siguiente. ¿Por qué había sido tan estúpida? Ah sí, porque el hombre que amaba no la amaba a ella.

Kyle… él la había esperado. ¡Eso era! No recordaba casi nada de lo dicho, pero él había estado esperándola. Quería hablar… ¿cierto? ¿luego qué?

No lo sabía. Bien podrían haber discutido en el jardín a gritos, mientras todos salían a mirar el espectáculo y ella no lo recordaba. Es que, realmente, ni siquiera recordaba la hora en que había llegado o cómo había llegado ahí.

Todo era increíblemente confuso. Notó que aún estaba vestida, con la misma ropa del día anterior. Dejó todo a sus pies y se metió en la ducha. Necesitaba despertar… necesitaba saber si había hecho alguna estupidez.

Sabía que no. Bueno, al menos creía que no. Definitivamente no.

David solo la había seguido por capricho. Kyle se había marchado… no sabía en qué momento, pero se había marchado. ¿Qué le había dicho? ¡Qué idiota era!

A pesar del agua templada, su cara empezó a enrojecer. De rabia y vergüenza a la vez. ¿Qué le importaba lo que él pensara de ella o lo que le hubiera dicho? Él no la quería, él no sabía si sentía algo por ella…

Cerró los ojos, sintió como lágrimas se agolpaban en sus ojos. Había asegurado que dejó de ser una niña tonta que se dejaba llevar por ilusiones…

Al parecer, no era del todo cierto. Seguía siendo alguien que no sabía dejarse querer. Que no podía dejarse amar. A la que nadie amaba… nadie.

***

- Buenos días amor –Sebastien besó a Dome en los labios y sonrió- ¿por qué estás desayunando tan temprano?

- Buenos días –Dome sonrió ampliamente- ¡es que estoy muy emocionada!

- Creo que es el sentimiento general –Sebastien tomó asiento en la cabecera de la mesa- ¿alguna novedad?

- No, ninguna. No pude dormir bien anoche.

- Lo sé. Sentí que te levantaste muy tarde. ¿A dónde fuiste?

- ¿No estabas dormido? –arqueó una ceja y él sonrió- ¿acaso me vigilas hasta cuando duermes?

- Siempre te vigilo, amor –se encogió de hombros- eres demasiado bella para evitar hacerlo.

- ¡Seb! –ella le tomó de la mano con una gran sonrisa- Daila salió con Kyle.

- ¿Ahora? –inquirió, extrañado por el cambio de tema.

- No. Anoche –explicó Dome con tranquilidad- llegaron algo tarde y le dije que podía quedarse en una habitación de huéspedes.

- ¿Él te agrada, verdad Dome? –Sebastien clavó sus ojos azules clarísimos en ella- ¿con él hablabas anoche?

- ¿Cómo es que lo escuchaste? –Dome abrió sus ojos dorados con sorpresa- ¿qué escuchaste?

- Nada, en realidad –replicó con sencillez- el sonido de tu voz y la voz de alguien más. Un hombre –frunció el ceño Sebastien- estoy feliz de saber quién era.

- ¿Sabes que eres extremadamente inseguro, cariño? –rió Dome divertida.

- Somos iguales en ese aspecto, Dome –Sebastien le tomó la mano con fuerza- jamás podría dejarte ir. Eres mía.

- Y tú eres mío, Seb. Pensé que ya habíamos superado esa etapa.

- ¿Cuál? ¿Los celos y la inseguridad? Creo que nunca lo haremos –soltó divertido y Dome rió- me encanta cuando ríes.

- Buenos días –escucharon a Kyle en la entrada del comedor. Los dos lo miraron- señor Lucerni, Doménica.

Sebastien arqueó las cejas en dirección a su esposa. Ella se encogió de hombros.

- Le dije que podía llamarme por mi nombre. Me gusta más.

- ¿No te gusta señora Lucerni? –Sebastien la miró fijamente.

- Solo cuando tú me lo dices –susurró Dome traviesa y a continuación miró hacia Kyle- buenos días, Kyle. Pasa por favor y sírvete lo que prefieras. Le contaba a mi esposo de tu salida con Daila.

- ¿Mi salida…? –empezó sin entender pero cerró la boca y asintió. Claro, si atender a su novia (título incierto) que apenas podía sostenerse en pie era una salida, si eso había sido- sí, nos divertimos mucho.

- ¡Me alegro! –Dome miró la ropa de Kyle- puedo buscarte algo de Alex para que te cambies.

- No, gracias –contestó bruscamente. Dome y Seb intercambiaron una mirada curiosa y él carraspeó- es decir, no es necesario. Voy al hotel.

- ¿Sin desayunar? –Sebastien habló finalmente- mi esposa te ha invitado. ¿No la estás rechazando, verdad?

Su tono era autoritario aunque curiosamente suave. Kyle no podía decidir si era una invitación o una orden, pero se sentó. Pasara lo que pasara entre él y Daila, no podía negarse sin ser descortés.

- Gracias, será un gusto acompañarlos –miró la comida. Se veía deliciosa. Sí, definitivamente podía comer algo.

Capítulo 25

Daila creyó haberse levantado muy temprano. Pero la escena del comedor no le confirmaba esa suposición, relativamente. Si bien sus padres estaban desayunando (nada extraño), Kyle los acompañaba (algo totalmente fuera de lugar). A menos que, claro, hubiera dormido en la mansión…

¿Se había quedado en la mansión? ¿Kyle? ¿dónde? ¡Oh! ¿Y por qué su padre no lo había asesinado aún?

Bien, Sebastien Lucerni era un hombre moderno y razonable, pero no en cuanto se refería a ella. No importaba que ya hubiera vivido en otro país sola y lo que hubiera hecho o no, ahí no podía estar con Kyle como si nada… compartir una habitación… lo que dudaba que hubiera pasado.

Entonces, ¿dónde había dormido Kyle? ¿y por qué nadie lo encontraba extraño? ¿se suponía que ella lo había invitado o lo sabía? ¡Se sentía tan confundida!

- Buenos días pequeña –Sebastien clavó sus ojos azules clarísimos en su hija- ¿descansaste?

- Sí, muy bien papá, gracias –se acercó a besarlo en la mejilla. Abrazó a su mamá y se cuidó de no mirar hacia Kyle de inmediato. Él ni siquiera se inmutó- buenos días Kyle.

- Hola Daila –su tono fue calmado e incluso sonrió. Claro, ella sabía que estaba molesto. Lo podía sentir, aun cuando no lo dijera- ¿cómo estás?

- Muy bien –repitió con una sonrisa que él ni siquiera miró. Solo se limitó a asentir y Daila los acompañó en la mesa. Por supuesto, lo último en lo que pensaba era comida. ¡Absolutamente no!

- ¿A dónde fueron, Daila? –preguntó Sebastien después de tomar un sorbo de café- Dome me contó que salieron, pero no me dijo a dónde.

¿Salieron? ¿Quiénes? ¿Ella y Kyle? ¡Ah, eso lo explicaba todo! Bueno, eso imaginaba, al menos. Su mamá había tenido mucho que ver… y, al parecer, Kyle también. ¿Qué habían dicho? No tenía la menor idea…

- ¿Daila? –su padre la miró con preocupación- ¿te sientes bien? ¿por qué no comes algo?

Daila miró su plato vacío. Buscó ayuda en Kyle, pero él seguía comiendo sin inmutarse. Su mamá le dirigió una mirada con sus ojos dorados que decía claramente que lo sabía todo. Se sintió totalmente mortificada.

- No tengo mucha hambre –contestó Daila, intentando sonreír a su padre- creo que algo de la cena no me cayó bien.

- ¿De verdad? ¿Y decidiste que salir te haría sentir mejor? –arqueó una ceja con incredulidad Sebastien. Daila se sonrojó y carraspeó.

- Ayer me sentía muy bien. Ha sido esta mañana…

- Te dije que no debías comerte ese sándwich –soltó Kyle elevando sus ojos verdes hasta Daila- ¿ves qué tenía razón?

- Yo… -Daila sonrió ampliamente, como intentando ocultar su incomodidad- sí, tenías razón, no debí hacerlo.

- ¿Te hospedarás aquí, Kyle? –preguntó Dome, para cambiar de tema- puedes venir, la mansión es muy grande.

- Gracias, pero no. En realidad, debo regresar a Canadá pronto.

Daila soltó la cuchara que había elevado, para simular que tomaba un bocado de lo que se había servido. ¿Kyle se iba? ¿Así? ¿Y cuándo planeaba decirle?

- ¿De verdad? Pensé que planeabas quedarte hasta el nuevo año…

- Sí, bueno… -Kyle esbozó una sonrisa de disculpa- han surgido problemas familiares.

- Espero que no sea nada grave –comentó Sebastien.

- No, solo que quiero estar ahí, por lo que se presente.

- Sí, la familia es lo primero –aprobó Sebastien.

Kyle asintió, sabiendo que cuanto antes inventara una excusa era lo mejor. Se había presentado la oportunidad y la había tomado. Él no planeaba quedarse en Italia, porque Daila había tenido razón anoche, se habían precipitado.

Seguía molesto con ella, solo la había ayudado porque tampoco era cuestión de ponerse en actitud infantil. Debían hablar… sabía que debían. Pero no estaba seguro de querer hacerlo. ¿Tenía algo diferente o más claro que decirle? No.

Al terminar el desayuno, Sebastien se retiró junto con Doménica. Kyle fue consciente de que el movimiento fue deliberado, pero no pensaba hacerle nada fácil a Daila. Él podía terminar su comida e irse, si quería decir algo, debía empezar ella.

- Kyle… -Daila retiró el plato que tenía frente a sí, del que no había probado bocado alguno- ¿te vas? –susurró con voz triste.

Eso no era lo que él había esperado. Elevó sus ojos verdes hasta ella, sabiendo que lo que fuera que sintiera por Daila, era fuerte. Mucho más de lo que había imaginado.

- Sí, creo que es lo mejor… ¿no lo crees?

No quería sonar inseguro. Pero lo estaba. La verdad, no tenía la menor idea de lo que quería hacer… ¿irse? ¿quedarse? ¡No tenía ni la más remota idea!

- No. No lo sé… -Daila suspiró y clavó sus ojos en la mesa- pero si ya lo decidiste… solo me gustaría decirte que lo siento.

- ¿Por qué? –Kyle exclamó con sorpresa.

- Por lo de anoche. Todo… -inspiró profundamente- especialmente, cuando volví a la mansión. No debí marcharme así ni tampoco regresar en ese… estado.

- ¿Recuerdas algo de lo que me dijiste? –inquirió Kyle.

- No.

- ¿Sabes que no debiste conducir en ese estado, cierto?

- Sí.

Daila se sentía como una niña regañada por su padre, lo que no era del todo correcto pues su padre real habría hecho mucho más que darle un sermón, como Kyle lo hacía.

-… ¿Me escuchaste? –terminó Kyle. Ella asintió, aún cuando no lo había estado haciendo, en lo absoluto.

- Yo… -Daila se levantó de la mesa. Él la imitó- ¿hablamos en otro lugar?

Kyle condujo su auto hasta el hotel en donde se hospedaba. Daila esperó en la recepción hasta que él fuera a ducharse y cambiarse. Se sentía algo adormilada y no tenía cabeza para discutir.

- ¿Daila? –Kyle regresó a su lado después de 15 minutos- ¿te sientes bien?

- Sí, es que hace mucho que no me sentía así.

- Eso es bueno. Odiaría saber que lo acostumbras –espetó con sequedad.

- Ya no –murmuró y él la miró fijamente- ¿a dónde vamos?

- Al restaurante del hotel, ahí hablaremos.

- ¡No! –exclamó con fuerza Daila. Él giró hacia ella con cansancio- es que, el olor a comida y… no me siento bien.

- ¿Y dónde sugieres que lo hagamos? –preguntó con impaciencia.

- En un lugar al aire libre –solo pensar en esa sensación, asintió con gusto. Necesitaba un espacio abierto.

Los jardines de la Mansión Lucerni eran grandes y bien cuidados. Curiosamente, ese fue el lugar al que regresaron, porque Daila no quería terminar con Kyle (lo que sabía que sucedería) y quedarse en un lugar al que no tendría donde ir.

- Excelente, aquí nadie nos molestará –comentó con sarcasmo Kyle.

- En realidad, no –Daila negó- no es común que alguien venga por aquí.

- Daila… -Kyle se frotó la frente con impaciencia- estoy cansado, prácticamente no dormí y tengo hambre, así que ¿empezamos ya?

Capítulo 26

Kyle estaba molesto. Era absolutamente evidente ya. Daila no recordaba haberlo visto así… bueno, ayer un poco. ¿Estaba molesto? Seguramente. Había sido una idiota, pero él también… Bien, ella había sido infantil, él no.

Debería ser lo suficientemente madura para aceptar que él no la amaba. Pero, es que no era tan fácil. No lo era. Quería decirle que todo estaría bien, que no era necesario que él la amara pero… es que si lo era.

- ¿Y bien? –Kyle clavó sus ojos verdes en ella- ¿a dónde fuiste?

- A un bar –contestó, eso era evidente ¿no? Él la miró con el ceño fruncido- solía ir ahí, antes. Cuando me sentía… mal –y sola, añadió para sí.

- Y bebías. Hasta no recordar nada.

- No –Daila cruzó sus brazos- claro que no. Solo tomé un par de copas, que seguramente me afectaron más porque no estoy acostumbrada.

- Eso no es excusa –recriminó- estabas con el auto ¿sabes lo que podría haber pasado? ¿acaso no estabas pensado?

- ¡Estaba dolida, Kyle! ¿Crees que me importaba el auto? ¡Yo solo quería estar sola un momento!

- Estaba preocupado por ti –admitió con voz baja- y cuando llegaste… ¡juro que podría haberte matado!

- ¿Por qué te importa? Kyle, tú y yo sabemos que tú no sientes nada por mí.

- Eso no es cierto –protestó él de inmediato- no lo repitas.

- Claro que sí –Daila elevó sus ojos dorados chispeantes hacia él- ¿para qué negarlo más, Kyle? ¡Ni siquiera sabes qué haces aquí! Si yo no hubiera insistido… -ella suspiró- ¿no te dejé alternativa, verdad?

- Daila, esto es difícil… -él intentó calmarse. Gritar no iba a ayudar en lo absoluto- todo, es difícil. Estar contigo ha sido increíble, no puedo imaginarme todos los momentos que vivimos sin ti a mi lado. Eres mi novia, aún lo eres pero… no sé si puedo ser el novio que tú mereces.

- ¿Qué yo merezco? –Daila lo miró incrédula- ¿sabes qué es lo que entiendo de ahí? Que tú no crees que puedas llegar a amarme. ¿Cierto?

Kyle no dijo nada. ¿Qué podía decir? ¿Llegaría a amarla? ¿La amaba ya? Es que no lo sabía. ¡Maldición, que no lo sabía!

- Daila…

- Esto no va a ningún lugar, Kyle. Mis sentimientos por ti… -carraspeó un poco- no han cambiado. Pero tú… necesitas pensar en los tuyos. Lo entiendo.

- No quiero irme… no quiero dejarte…

- No lo haces. Estaré bien –murmuró Daila elevando sus ojos dorados hacia él- lo entiendo.

- Sé que si… -Kyle contestó, aun cuando dudaba que fuera así.

- No sé por qué pensamos que funcionaría. Siempre será… raro.

- ¿Tu hermano y Danaé? –preguntó Kyle. Daila asintió- yo no…

- No la quieres, es tu amiga. Quizás y sí. Probablemente sí. Pero, siempre será tu ex novia. Aquella a quien amaste y… bueno, es raro.

- Un poco –admitió con incomodidad- no debería ser así, pero en Italia…

- Es así –completó Daila- lo entiendo –repitió, porque realmente no sabía qué decir. ¿Qué podía decir en una situación así? ¡Sabía perfectamente desde el inicio lo que iría mal! Lo había sabido todo el tiempo.

Se quedaron en silencio por un momento. Sus miradas se esquivaban y, como el día que se conocieron, Kyle se sentó y Daila se quedó a su lado, finalmente sentándose también.

- Sabíamos que terminaría… -habló en voz baja Daila- ¿cierto?

- Supongo que sí –confirmó Kyle.

Ella le tomó la mano, no se veía capaz de hacer otra cosa. Él siguió mirando al frente, como si no supiera qué hacer exactamente. Giró su rostro y captó los ojos dorados de Daila.

- Sabes, que no debes hacerlo… -murmuró ella en cuanto él se acercó lentamente- Kyle…

- Quiero hacerlo, Daila –cerró el espacio entre ellos. Daila sabía que debía resistirse, pero no quería hacerlo. Era la despedida. Y, aunque la matara, prefería despedirse con un beso de Kyle que con una discusión.

Ella lo besó con todas sus fuerzas, se aferró a él y deseó no dejarlo ir nunca. ¿Cómo podía ser tan imposible y sentirse tan correcto a la vez? Nunca debió empezar… ahora no quería que terminara.

Pero, reunió fuerzas y se separó de él, con la respiración aún agitada. No se veía capaz de decir nada. Y no fue necesario que lo hiciera. Kyle le extendió la mano para ayudarla a levantarse y caminaron hasta el portón de la mansión, en silencio total.

- ¿Cuándo te vas? –Daila intentó imprimir en su voz una tranquilidad que no sentía- ¿has conseguido un vuelo?

- No, hasta ayer no sabía que me iría –contestó Kyle intentando sonar bromista.

- Sí… -asintió, sin saber qué decir. Quería verlo, pero no podía pedirle eso. De hecho, ya ni siquiera sabía si lo vería en Canadá.

- Esto te sonará totalmente irracional… -empezó Kyle incómodo- y sin duda, es impensable pero… -él inspiró hondo- olvídalo.

- No, Kyle… dímelo –pidió Daila, contra todo razonamiento. Sabía que no debía, mucho menos tocar el brazo de él como lo estaba haciendo, pero no podía evitarlo. Sin duda era una idiota.

- Es que, yo no…

- ¡Daila! –una voz nada agradable interrumpió a Kyle. Daila ni siquiera lo vio llegar, porque estaba tan concentrada en Kyle. ¡Rayos! Sabía que debieron quedarse en el interior de la mansión, lo había sabido desde el inicio. ¡Esto tenía que ser una broma!

- ¿Qué haces aquí? –Daila soltó con furia. Kyle se sorprendió de su reacción- ¿qué rayos crees que haces en mi casa?

- ¿Me invitas a pasar? ¿No? –David sonrió divertido- es linda tu casa.

- ¿Puedes irte ahora? No eres bienvenido –espetó, sin siquiera notar que Kyle la miraba con sorpresa- ¿no lo entiendes?

- Pues no quiero irme –David ladeó su rostro, observando la espalda de Kyle- ¿quién es él?

- ¿Quién eres tú? –Kyle giró con sus ojos verdes furiosos hacia el hombre que lo miraba burlón- ¿qué quieres con mi novia?

- ¿Tu novia? –David soltó con incredulidad. Luego, empezó a reírse- no estarás hablando en serio –dijo, mirando intensamente a Daila.

- Muy en serio –Kyle dio un paso, cubriendo parcialmente a Daila con su cuerpo, protectoramente. No sabía quién era ese hombre, pero no le gustaba la mirada que le echaba a ella.

- Ah, en ese caso… -David volvió su atención a él, con genuina diversión- soy su… ¿cómo lo dirías, Daila? ¿Qué dirías que fuimos tú y yo? ¿Tiene nombre?

- Lo voy a matar… -siseó Kyle, por el tono de voz que David había empleado y lo que implicaban sus palabras. ¿Quién demonios era?

- David, tú no tienes nada que hacer aquí –Daila intentó sonar lo más tranquila posible. El día apenas iniciaba y tantas cosas empezaban a marearla- te pido que te vayas. Ahora.

- Es que no quiero. ¿Sabes por qué? –él ignoró la postura defensiva de Kyle. Incluso, lo encontraba divertido- porque eres mía.

- Ahora sí lo mato –Kyle caminó hacia él pero Daila lo detuvo. Él la miró furioso- suéltame.

- No, no vale la pena –sus ojos dorados suplicantes- déjalo.

- Y ¿repetimos lo de anoche, nena? –preguntó David con malicia.

Daila ahogó un grito de sorpresa, por lo que eso podía implicar y no era así. Kyle se giró, mirándola fijamente. ¡No, esto tenía que ser una pesadilla!

- No me interesa quién seas, pero te vas a ir… ¡ahora! –gruñó Kyle con fuerza. Esta vez, Daila ni siquiera intentó detenerlo.

- ¿Me obligarás? –David parecía absolutamente divertido.

- Si es necesario –Kyle cruzó sus brazos. Daila puso en blanco los ojos y se adelantó entre ellos.

- No, tú no harás nada –giró brevemente hacia Kyle- y tú, te irás ahora.

- Daila, yo no… -David protestó.

- No me interesa. Anoche te lo dije y hoy te lo repito. Déjame tranquila, no quiero volver a verte. Cuando fui a ese lugar, lo último que pensé era encontrarte. ¡Ojalá jamás hubiera vuelto!

- Pero volviste y sé por qué lo hiciste. ¿Crees que lo he olvidado? Necesitabas a alguien, evidentemente no a él –su mirada fue total burla hacia Kyle. Él no lo soportó más.

Pero Daila fue más rápida. Esto se salía de control, giró hacia él y le puso las dos manos en el pecho.

- Espérame adentro –pidió. Kyle negó una vez, en sus movimientos notaba la ira controlada- por favor, Kyle, hazlo.

- No te dejaré aquí con él –siseó.

- Te sigo. Dame cinco minutos –no parecía servir de nada, así que hizo lo único que se le ocurrió. Lo besó, intensamente. Él le correspondió con ferocidad- cinco minutos –repitió y Kyle entró sin protestar.

- Vaya espectáculo –David soltó sin humor, sus ojos azules se veían atormentados ahora que Kyle se había ido- te quiero de vuelta.

- ¿Es que no lo entiendes? –Daila soltó enérgica- no te quiero, nunca te quise. Fue un error. Además, amo a mi novio. Lo amo y ni tú ni nadie cambiará eso. ¿Sabes por qué? ¡Porque no significas nada para mí!

- Lo dudo –su voz ya no era tan firme. Daila se encogió de hombros- no me dejarás, no de nuevo.

- Obsérvame –abrió el portón para pasar- y si regresas, no te lo perdonaré. Porque yo soy Daila Lucerni y puedo hacer que desaparezcas así –chasqueó los dedos- y hasta le haría un favor al mundo.

David no encontró su voz para contestar siquiera. Sabía reconocer el peligro de una amenaza y cuando debía retirarse. Era el momento.

Capítulo 27

- Debiste dejarme… -Kyle la abrazó con fuerza y siguió besándola con pasión- no quería una distracción.

- No valía la pena –Daila intentó encogerse de hombros pero por la fuerza con la que él la estrechaba, era difícil hacer movimiento alguno- Kyle…

- No, ahora no te dejaré –él la besó una vez más- me da igual si no quieres. Me quedaré en Italia hasta que volvamos a Canadá.

- Pero, Kyle… -protestó sin fuerza.

- No. Él no se acercará más a ti. No me interesa quien sea pero… -Kyle se detuvo. Sus ojos relampaguearon con peligrosidad- ¿acaso es él…?

- ¿El hombre con quien escapé? –Daila asintió. Kyle apretó el puño con fuerza. Ella lo besó- no significa nada para mí.

- ¿Qué hacía aquí? –Kyle se separó por un momento- ¿es cierto lo que dijo?

- ¿Qué parte? Es un idiota y siempre dice muchas cosas.

- ¿Estabas con él anoche? –su ira iba creciendo de nuevo.

- No como él lo intentó hacer ver…

- ¿Qué quieres decir? –se impacientó.

Daila le contó lo que había pasado y cómo había la había seguido a la mansión. Kyle no decía demasiado, pero la apretaba contra su pecho con fuerza.

- No se acercará más a ti. No lo permitiré –repitió Kyle.

- Kyle, está bien –Daila se separó un poco para mirarle el rostro- no pasa nada. Él no volverá.

- ¿Cómo estás tan segura? No voy a irme –insistió.

- ¿Temes por mí? Puedo cuidarme sola, Kyle. Yo…

- No. No es eso –él negó- creo que te amo, Daila.

- ¿Qué? –ella se separó totalmente de él, de golpe y con fuerza- ¿qué te pasa?

- Yo te amo… -Kyle repitió con incredulidad, como si estuviera hablando consigo mismo- te quiero, me preocupo por ti, te necesito, soy feliz a tu lado… ¿cómo pude no notarlo? Te amo…

- Kyle, por favor no digas eso…

- Dios, te amo. ¿Cómo pude estar tan ciego? No puedo dejarte.

- Kyle, no digas algo que no sientes…

- ¿Qué haré ahora? ¿Cómo…? –él parecía que se hubiera vuelto loco. Daila notó que ni siquiera la estaba escuchando.

- ¡Kyle, para! –insistió y lo tomó con fuerza de los brazos- ¡¿puedes dejar de decirlo?! ¡Me estás lastimando!

- Pero, Daila yo… -Kyle empezó y ella le puso un dedo en los labios.

- No, no lo digas –cerró los ojos, intentando controlar las lágrimas- solo no.

- ¿Por qué no? –preguntó incrédulo.

- Es evidente por qué crees que sientes algo que no –Daila negó- los sentimientos no cambian de la noche a la mañana. Menos en cinco minutos, Kyle. Entiéndelo, no estás pensando correctamente.

- ¿Cómo no? –insistió él, abrazándola- no puedo vivir sin ti.

- Eso no lo sabes. Ni siquiera hemos estado separados aún.

- No es necesario. La sola idea de irme de Italia sin ti…

- Porque tienes miedo.

- Si… -Kyle negó- no. En parte. Es que yo, Daila…

- Te quedarás –aceptó Daila- pero vamos a tomarlo con calma.

- ¿Qué cosa? –soltó sin entender.

- Lo que tenemos –Daila no parecía encontrar las palabras- nos hemos precipitado. Ahora, volvemos a hacerlo.

- Yo no…

- Kyle, ¿estás consciente que hace menos de 10 minutos habíamos terminado definitivamente y te marchabas a Canadá?

- Pero… -intentó protestar, sabiendo que era en vano. Sí, eso había estado a punto de hacer. Exactamente eso había pasado. Y habría sido el mayor error de su vida. No quería estar sin ella. No podía, ni imaginarlo.

Y, aunque Daila no quisiera creerlo, era mucho más que la idea de perderla en brazos de alguien más, alguien como ese sujeto. No, no toleraba el pensarla con alguien más. Ni siquiera si era alguien bueno, alguien que la amara como él no lo hacía. O eso había creído.

¡Eso lo había golpeado! ¿Amarla como él no lo hacía? ¡Claro que la amaba! La adoraba, necesitaba, quería, cuidaba… ¡la amaba! Con una intensidad desconocida hasta el momento, con cada fibra de su ser y no… no había sido reciente. Lo había descubierto apenas, cierto.

Tanta furia en su vida en tan pocas horas parecía haber desencadenado lo que tanto controlaba. Los sentimientos limitados que se obligaba a tener.

Había tenido tanto miedo cuando notó que se había marchado. La sola idea de no pasar cada día de su vida con ella era insoportable. ¿Era amor? ¡Claro que era amor! ¿Qué otra cosa podía ser?

- No puedo –Kyle clavó sus ojos verdes con intensidad en ella- no puedo dejar de decírtelo, Daila. Estoy aún intentando expresarte lo que siento… pero no logro encontrar las palabras adecuadas. Solo que… te amo, realmente te amo. Y me gustaría que me creas.

- No –Daila cerró los ojos con fuerza- no me hagas esto, Kyle.

- Está bien. Te lo demostraré –Kyle se encogió de hombros cuando Daila lo miró- haré lo que sea, para que me creas.

- No es tan fácil –Daila soltó lentamente.

- Lo sé, pero valdrá la pena. No voy a perderte.

- Creí que ya habíamos llegado a un acuerdo en ese aspecto.

- Eso fue antes –Kyle la tomó entre sus brazos. Daila suspiró con exasperación.

- ¿Antes de qué empezaras a hablar como un loco?

- No estoy loco… -soltó pero se llevó una mano a la barbilla- o quizás sí. De cualquier manera, no me iré.

- Kyle…

- ¡Ya habías aceptado que me quedara!

- ¡Pero no creo que sea buena idea!

- Igual me quedaré –Kyle sonrió. La primera sonrisa real del día, desde su llegada a Italia quizás.

- ¿No vas a escucharme, verdad?

- A menos que sea para decirme que también me amas, no te escucharé.

- Kyle… -Daila puso en blanco sus ojos. ¿Realmente pensaba que iba a creerle? ¿Así, de repente? No, eso no era real. Suspiró, no podía evitar que su corazón saltara al escucharlo decir aquellas palabras… aún cuando su mente racional le decía que no eran ciertas. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué podía hacer?

- ¿Si amor? –él sonrió con inocencia.

- Te puedes quedar, aquí mismo si quieres y participaré en todo lo que quieras hacer. Te escucharé y seguiré sin chistar pero… -Daila advirtió- debes prometerme que no volverás a decirme… eso.

- Pero… -protestó Kyle.

- Promételo –pidió firme. Él sabía que no podría hacer nada más que asentir.

Capítulo 28

Daila observó hacia la ciudad con cuidado, grabándose la imagen tan familiar en su mente. Realmente amaba estar ahí, siempre sería su lugar favorito en el mundo. Y no lo había compartido con nadie hasta él.

Giró su rostro levemente y lo encontró sentado, haciendo un boceto con gran concentración. Parecía haber olvidado que ella estaba presente, o tan siquiera el lugar en que se encontraba. Parecía tan tranquilo… tan feliz.

De pronto, Kyle elevó sus ojos verdes y tras mirarla con inusitada calidez, le sonrió. Esa sonrisa que solo él tenía, tan sincera, tan deslumbrante. Oh, claro que lo amaba. Pero ¿que él la amara a ella? No. No era posible. Aún no.

Una semana había transcurrido. Una semana en la que no sabía qué esperar. ¿Cómo pensaría Kyle demostrarle que la amaba? ¿Qué sus sentimientos eran reales? No creía que fuera posible, que existiera manera alguna de que lo hiciera. Solo que…

Él no hizo nada. En absoluto. Bueno, nada extraordinario. Simplemente estaba ahí, como siempre había estado en ese tiempo juntos. Bromeaba, reía, la estrechaba en sus brazos, la besaba cada vez que tenía oportunidad… Era él mismo. Al menos, el mismo que había sido cuando lo conoció en Italia y el mismo que era en Canadá. O quizás no.

Casi sin notarlo, Kyle era la misma persona de siempre, cierto. Pero era más cálido, más dulce, más protector, más atento… no sabía cómo ponerlo en palabras, pero él parecía saber exactamente lo que ella necesitaba, lo que quería… con solo mirarla. Él parecía conocerla tan bien.

Volvió sus ojos dorados al frente, cerrándolos por un instante mientras la brisa le despeinaba con fuerza. De inmediato, sintió los brazos de Kyle estrechándola contra su cuerpo. Había venido sigilosamente, por detrás y ella sonrió.

- Mira… -él sostenía entre sus manos, frente a los ojos de Daila el bosquejo que había estado haciendo. Ella sonrió- ¿qué te parece?

- Es hermoso. ¿Piensas construirlo en algún lugar?

- Sí, tengo una pequeña idea de donde debe estar.

- ¿De verdad? ¿Dónde? –inquirió con curiosidad. Aquella estructura era tan delicada, con trazos cuidados y prolijos, en medio de un jardín muy familiar.

- En nuestro hogar –contestó Kyle. Daila arqueó una ceja, sin saber qué decir- dónde quiera que estemos nosotros, ahí debe estar.

- No lo entiendo –Daila se alejó de él caminando despacio.

- Daila… -pidió Kyle, acercándose.

- Es tarde. Creo que debemos regresar ya.

Kyle la dejó caminar en silencio. Había tenido mucho cuidado de no precipitarse, intentando no dar un paso en falso. Al parecer, en ese preciso momento, había dado no solo un paso sino uno enorme equivocadamente. Es que no sabía cómo expresárselo… la amaba.

Y si no podía decírselo con palabras, directamente, lo haría con su actitud, con su presencia, con dibujos… ¿era suficiente?

No lo sabía. Era tan complicado… Daila había sido herida antes. Se había equivocado, inclusive él la había herido, sin proponérselo. Y ahora, no sabía cómo llegar a ella. A momentos parecía vislumbrar la llegada… pero ella retrocedía, encerrando sus sentimientos nuevamente.

Tenía la sensación de que debía dejarla sola, que era lo que ella necesitaba… pero no podía. No ahora. No cuando existía la posibilidad de que la perdiera. Él quería hacer algo, quería luchar… no quería que simplemente pasara lo que tuviera que pasar. No. Él no iba a esperar por lo que sucediera. Él quería provocar lo que fuera que pasara.

- Kyle… -Daila le tocó el brazo levemente. Él le sonrió- gracias –lo besó en la mejilla- ha sido una linda tarde.

- De nada –Kyle no pudo resistirlo. Besó sus labios con suavidad. Seguía siendo su novia, él no podía simplemente no tratarla como tal. Daila parecía a punto de protestar, pero cerró la boca y negó levemente.

Siguieron en silencio hasta el auto y volvieron a la mansión Lucerni. Kyle jamás habría considerado hospedarse ahí. Solo aquella excepcional circunstancia de pasar el mayor tiempo posible con Daila fue lo que le impulsó a quedarse. Aunque, tras siete días de intentos, empezaba a pensar que tenía el efecto contrario. Daila parecía cada vez más lejana…

De cierta manera era la misma pero lo podía sentir. Ya no confiaba en él como antes, cuidaba lo que decía y lo miraba poco (al menos cuando él la miraba).

- Iré a descansar un poco antes de la cena.

- Daila… -llamó Kyle.

- ¿Sí, Kyle? –ella elevó sus ojos dorados con tristeza hacia él.

- Yo… -miró al suelo, indeciso- ¿quieres que me vaya, cierto?

- No es eso… -Daila suspiró. Lo cierto era que necesitaba pensar. Pero no lo quería lejos. No se entendía ella misma. Lo amaba, pero tenía miedo. Él parecía querer decirle que la amaba también solo para no verla sufrir, solo para que no recayera en los brazos de otro, solo para… protegerla. No porque lo sintiera.

- ¿De verdad? –Kyle la miró con sus ojos verdes cálidos, tomando su barbilla levemente para que ella lo observara.

- ¿Qué cambiaría si te dijera que si? ¿Te irías si te lo pidiera?

Kyle cerró los ojos con dolor. No quería, pero ¿cómo podía negarse?

- Si.

Su voz salió forzada, con una seriedad nada habitual en él. Daila no quería verlo sufrir pero tampoco se sentía lista para seguir escuchándolo, observándolo, sintiéndolo a su lado como siempre… ¿y si todo era una actuación? Es que se estaban precipitando, lo sentía.

- Creo que deberías volver a Canadá –pronunció en voz baja Daila, sin sentimiento alguno. Kyle elevó su mano hasta la mejilla de ella pero la dejó caer.

- Seguro –murmuró Kyle y se alejó.

***

- ¿Se fue? –Alex elevó sus ojos azules clarísimos hasta su hermana con desconcierto. Daila asintió- ¿por qué?

- Asuntos familiares –repitió Daila por enésima vez. Habría sido una mejor idea convocar a toda su familia (especialmente a los miembros jóvenes) porque dar esta explicación una y otra vez la agotaba.

- ¿Pero está todo bien? –preguntó Danaé preocupada. Daila asintió. Quizás Alex lo aceptó con naturalidad, pero Danaé sabía que había algo más. Sin embargo, ella no iba a intervenir.

- Y cuando empezaba a agradarme –soltó pensativo Alex. Daila clavó sus ojos dorados en él con burla- bien, me desagradaba cada vez menos.

Danaé codeó a su esposo para que guardara silencio. Reconocía el dolor en los ojos de Daila, algo no iba nada bien.

Era la cena que organizaba su madre una vez a la semana para la familia, por lo que la ausencia de Kyle fue notoria. Intentó distraerse, pensando en los adornos que quedaban por colocar en la mansión Lucerni pero una vez más se le antojó sin sentido. No quería estar ahí, se sorprendió.

Quería estar en Canadá. Con Kyle. ¡No terminaba de entenderse, rayos! Ella le había pedido que se marchara, ella prácticamente lo había echado de su lado. ¿Y ahora quería correr a Canadá para estar con él?

Era tan infantil. Necesitaba crecer y ser independiente. ¿Qué había de malo con ella? Parecía derivar de una persona a otra, sin poder ser solamente ella. Aunque sí había podido una vez serlo…

Después de abandonar a David, ella había sido un individuo. Sí, quizás solitaria y triste, pero había sido una persona que no dependía de nadie emocionalmente.

Era libre y conoció a Kyle. O quizás, se liberó al conocerlo. Las sombras se disiparon, quiso estar con él sin atender a una razón específica. Él estaba ahí, se iría pronto y no existían posibles complicaciones.

Excepto una, claro. Que no había considerado hasta que pasó. Se enamoró de Kyle. En apenas días, lo amó. Tan estúpido como increíble, pero así se sentía. Y, pasado un año, al viajar a Canadá y llegar con él… solo lo confirmó. Amor.

Capítulo 29

Kyle sonrió levemente a Donna, que intentaba animarlo para la foto grupal de fin de año. Ni siquiera sabía por qué estaba ahí. No lograría distraerse, aún si se rodeara de toda la población de Canadá. Seguiría sintiéndose solo, porque la única persona que necesitaba, no acudiría.

Daila… ¿por qué tenía que ser tan complicado? ¿Por qué no había podido simplemente decirle que él también la amaba desde el primer momento?

- ¿Y dónde está tu novia? –Lisa se acercó con dos copas de vino y se la entregó- ¿brindamos?

- Claro –Kyle bebió sin entusiasmo y sin escuchar lo que ella decía.

- ¿Y tú? ¿Por qué brindas, Kyle? –le tomó del brazo con una sonrisa.

- Por Daila –encogió un hombro- desearía que estuviera aquí.

Tras decirlo, bebió un largo trago y se alejó para dejar la copa vacía en una bandeja. No sabía por qué había venido, estaba seguro que estar con sus amigos lo animaría pero no resultó ser así. Extrañaba tanto a Daila.

- Pareces estar tan lejos de aquí –se acercó Mark risueño. Kyle lo ignoró- ¿qué pasó? Pensé que ibas a quedarte en Italia.

- Yo también lo pensé –intervino Donna, llegando hasta ellos.

- Bueno, sí pero… -Kyle inspiró hondo, intentando pensar una excusa creíble. No encontraba ninguna- preferí regresar y darle tiempo a Daila con su familia.

- Ah… ¿no les agradas? –intervino Dan que venía con su novia Jenn- no deberías tomarlo tan en serio, además que fue la primera vez que estuviste con ellos… ya se acostumbrarán.

- Escúchalo, él que lo ha pasado tantas veces ya –rió Jenn divertida- al principio, se moría de miedo por mis 3 hermanos mayores.

- ¿Dan? –Kyle sonrió levemente, escuchando el relato de los 3 hermanos intimidantes de Jenn. Bueno, quizás Daila tenía solo un hermano pero tenía primos y amigos igual de protectores y un tanto intimidantes. A excepción de Marcos, los demás aún eran relativamente desconocidos.

- No tiene caso –intervino Ryan con seriedad- Kyle se pierde a cada instante. ¿Lo notan? Ni siquiera está escuchando.

- Si estoy escuchando –desmintió Kyle mirando atentamente a Ryan- no sé por qué últimamente lo has tomado contra mí.

- Yo sé –intervino Mark- lo dejaste con un proyecto inconcluso y quiere cobrárselas.

- ¿Yo hice eso? –Kyle pensó que si realmente lo hizo, estaba muy distraído.

- Olvídalo –Donna suspiró teatralmente- vamos a bailar –tomó la mano de Kyle y él negó- créeme, preferirás ir conmigo que con Lisa y viene para acá –añadió en voz baja. Kyle le siguió mansamente.

- Gracias Donna, no tengo ánimo de escuchar a Lisa –bufó irritado Kyle.

- Lo supuse, eres una presa fácil ahora que tienes ese humor tan… particular.

- ¿A qué te refieres?

- A tu rostro, se nota que no estás bien. ¿Recuerdas como te atacó Lisa después de lo de Danaé? Era muy evidente, Kyle. Y ahora… bueno, creo que ahora sí que te has enamorado en serio.

- Debí escucharlos –Kyle suspiró por lo bajo- creo que perdí a Daila…

- Oh Kyle, no lo creo… -intentó consolarlo Donna- ella te ama ¿no?

- Eso espero –negó levemente- ya no lo sé. Está herida.

- Pero te ama –insistió Donna.

- Sí.

- Sabrá encontrar la manera de perdonar, Kyle. El amor lo puede todo.

- Quiero creer que es así –Kyle elevó sus ojos verdes al techo- si no es así, prometo mantenerme alejado para siempre de Italia.

Donna rió divertida y lo abrazó al terminar la pieza musical. Kyle sabía que, por mucho que lo intentara, no podría alejarse de Italia. Y, es que al perder a Danaé, él no sintió el impulso de quedarse ahí, es más, no quería volver jamás. Resentía Italia y todo ahí. Pero volvió y la razón había sido Daila, ahora lo entendía. No lo sabía, pero ella estaba ahí. Esperando por él… la encontró.

Y absurdo o no, ahora sentía que podía amar a Italia, solo porque la mujer que amaba estaba ahí. Y, contrario a cuando se marchó con Danaé de ahí deseando no volver, al despedirse de Daila solo quería quedarse y al subir al avión, ya pensaba en volver por ella. O esperarla… o tan solo, quedarse.

- ¿En qué estás pensando, Kyle? –Donna le sonrió.

- En que debería estar en Italia –contestó serio- con Daila.

- También lo creo –confirmó Donna- pero ¿ella vuelve no?

- Sí, en dos días –susurró Kyle, sintiendo como un escalofrío de anticipación le recorría. Serían las 48 horas más largas de su vida.

***

Daila abrazó a Kyle con fuerza, sintiendo como él la estrechaba a la vez. Lo había extrañado tanto… y, por su reacción, no era la única. Dios, como lo amaba.

- Te extrañé –susurró Kyle contra sus labios- realmente…

- Lo sé. Yo también te extrañé –contestó Daila y lo besó ávidamente- feliz año nuevo.

- Feliz año nuevo para ti también –respondió y la estrechó con fuerza nuevamente- Daila, me hiciste mucha falta.

- ¿De verdad? –ella sonrió levemente. Él asintió con seriedad- ¿por qué tan serio?

- No soy el mismo sin ti –confesó Kyle avergonzado- pregúntales a mis amigos, no me han dejado tranquilo en estos días sin ti.

- Mmm… -Daila elevó sus ojos dorados hacia él- ¿eso incluye a Lisa?

- ¿Lisa? ¿Cuál Lisa? –inquirió con inocencia. Daila arqueó una ceja.

- Ella no me agradaba –soltó Daila caminando abrazada a Kyle- es tan…

- ¿Tan…? –preguntó Kyle sonriendo un poco.

- La manera en que te mira –bufó Daila- y ni qué decir cómo te persigue… ¿le dijiste que eres mi novio, verdad?

Kyle rió divertido. Sí que la amaba, demasiado. Y, no pudo evitarlo, la estrechó en sus brazos nuevamente.

- Kyle… -ella suspiró- no fue tanto tiempo…

- Para ti, yo lo sentí como una eternidad.

- Dramático –acusó ella sonriendo.

- Cruel –replicó él en tono lastimero. Daila rió con fuerza. Él también lo hizo.

- ¡Ay, Kyle! Todos preguntaron por ti… -empezó cuando estaban ya en el auto, rumbo a su departamento- solo podía pensar en ti.

- ¿Por qué preguntaron por mí?

- Y porque me hacías mucha falta –confesó Daila- no pude alejarte de mi mente. No importó que te fueras de Italia, Kyle. Tú seguías conmigo, a mi lado.

- Me alegro –Kyle frunció el ceño- ¿estuviste bien?

- Kyle… -Daila suspiró.

- ¿Qué? No me digas que él… -Kyle apretó el volante con fuerza.

- Sí, fue a mi casa de nuevo –Daila contó en tono neutro. Kyle se mantuvo impasible, esperando que continuara- se encontró con Alex y André. Creo que no volverá.

- ¿Se encontró con ellos ahí? –Kyle sonrió divertido. Eso habría sido digno de ver- ¿cómo sucedió?

Daila le relató que el último día del año, ella había decidido asistir a una fiesta organizada en Italia, pero al final había desistido. No se encontraba de ánimo para asistir. Pero, si bien su padre la dejaba volver sin problema, Alex no. Y, como ella no había llevado auto, se fueron los 2 en el auto de André, con él por supuesto. David había estado esperándola. Bajó primera y él la interceptó. De inmediato, tanto Alex como André se pusieron a cada lado. David se encontró nervioso nada más mirarlos. Una cosa era enfrentar a un hombre desconocido (como era Kyle) y otra muy diferente a un Lucerni y a un Ferraz, que lucían amenazantes. La huída había sido de lo más graciosa.

- Tu hermano empieza a agradarme –comentó Kyle cuando Daila finalizó el relato. Ella rió- bueno, algo por el estilo.

- Curioso, él dijo algo parecido sobre ti –soltó Daila misteriosa.

***

Los meses pasados en Canadá para concluir sus estudios se le hicieron bastante cortos a Daila, sobre todo porque la intensidad de los cursos ascendían y su tiempo libre era cada vez más escaso. Kyle también había tenido que tomar varios proyectos y, aunque intentaron varias veces hablar sobre sus sentimientos, lo cierto era que no encontraban el momento adecuado.

Seguían manteniendo una relación. Los fines de semana se los dedicaban casi por completo. Pero, algo era diferente. Y se hizo más palpable conforme las semanas se reducían a días antes de la partida definitiva de Daila a Italia.

Capítulo 30

- ¿Sabes cuál es tu problema? –inquirió Mark a un inusualmente taciturno Kyle- que no te decides a pedirle a Daila que se quede.

- No lo hará –contestó con sequedad Kyle- su hogar está en Italia.

- ¿Y cómo estás tan seguro que no lo hará si no se lo has preguntado? –esta vez, Donna entró a la oficina con aire casual.

- ¿Por qué no entran Dan y Ryan de una vez para ahorrar esta payasada? Sé que no estaban pasando por aquí… -soltó con cansancio Kyle.

- Cada vez estás de peor humor –Dan sonrió divertido- ¿qué harás?

- ¿Sobre qué? –preguntó impaciente.

- Sobre Daila –Donna insistió- realmente deberías…

- Ustedes… -Kyle elevó sus ojos verdes con furia hacia ellos- todos ustedes deberían ocuparse de sus asuntos. ¿Entienden?

- No tienes por qué exaltarte –Ryan dijo con su habitual calma- solo queremos hacerle una fiesta de despedida, tal como celebramos su cumpleaños.

- ¿Y qué hacen aquí? ¿Acaso necesitan mi permiso? –gruñó Kyle.

- Nada que hacer, está insoportable –se encogió de hombros Mark- lo organizaremos nosotros y allá él si quiere venir.

Kyle frunció el ceño, indicando claramente que no pensaba responder. ¿Por qué no lo dejaban tranquilo? ¡Él no quería una fiesta de despedida para Daila porque no quería que se fuera jamás!

***

- Me encantó la fiesta –comentó Daila con entusiasmo, sonriéndole a Kyle- tus amigos son muy amables, hacerla para mí…

- Creo que terminaron siendo más amigos tuyos que míos –murmuró Kyle sin humor. Daila elevó sus ojos dorados hacia él- ¿qué pasa?

- ¿Qué te pasa a ti, Kyle? –Daila ladeó su rostro- te ves tan… no tú, últimamente.

- ¿No yo? –Kyle suspiró y se pasó una mano por su cabello marrón- creo que te extraño ya. No hemos tenido mucho tiempo para estar juntos…

- Lo sé –Daila se lamentó. Ella también lo sentía, se habían separado, inconscientemente. Después de su llegada y el recibimiento tan normal, nada había sido igual- no sé qué haré sin ti…

Kyle la miró con tristeza. Entonces… no te vayas… -deseaba pedirle.

- ¿Extrañas a tu familia? –preguntó Kyle, cambiando de tema.

- Sí, mucho –Daila asintió, desconcertada por el cambio- ya quiero verlos.

- Supongo que sí. Conocer personalmente a tu sobrino…

- ¡Sí! No puedo esperar para estrecharlo entre mis brazos… -comentó soñadora- es hermoso, idéntico a Alex.

Kyle asintió. Había visto la foto del bebé Lucerni y era cierto, era idéntico a su padre. Miró a Daila, sus ojos dorados tan brillantes, su cabello intensamente negro enmarcando su rostro… no quería dejarla ir. Si era necesario, iría con ella.

- Daila… -Kyle empezó. Ella lo miró- iré contigo.

- ¿Qué? –Daila se sorprendió. ¿Cómo que iría con ella?- ¿A qué te refieres?

- A Italia. Iré contigo. No puedo dejarte ir…

- Pero Kyle, tu vida está aquí…

- No, mi vida sin ti no es igual. Daila, te amo –Kyle necesitaba decirlo. Ella lo miró con intensidad, hacía meses que no se lo decía, al menos no con palabras- y quiero estar a tu lado, donde tú estés…

- Kyle –ella sintió que lágrimas se agolpaban en sus ojos dorados. Lo amaba tanto y solo quería verlo feliz. Sabía también que él no sería feliz en Italia, su hogar era Canadá. Su vida estaba ahí. Sus amigos, su trabajo, sus creaciones…

- Déjame ir contigo –pidió Kyle. Daila besó sus labios con suavidad- Daila…

- No –negó lentamente- no puedo, Kyle –ella lo abrazó. Él se puso rígido- entiéndelo, Italia no es tu hogar.

- Pero podría ser… ya lo fue.

- ¿Estás seguro? –Daila clavó sus ojos en Kyle. Él cerró sus ojos y negó- gracias por intentarlo, pero no te pediría algo así.

- Yo no quiero dejarte –Kyle la besó con intensidad. Daila sintió que unas cuantas lágrimas se deslizaban por sus mejillas- mi amor…

- Kyle, te amo –se aferró a él con fuerza- no sé cómo estaré sin ti.

- Daila, no voy a… -Kyle sintió su negativa antes de que la pusiera en palabras.

- No necesitas ir, Kyle –Daila se separó, para mirarlo fijamente y pronunciar- porque volveré por ti.

- ¿Qué? –él se sorprendió. No había esperado eso- ¿tú piensas volver?

- ¿Y qué creías? ¿Qué te iba a dejar aquí solo? –Daila sonrió entre lágrimas- no seas tonto, Kyle. Eres mi novio y Canadá es mi hogar.

- Yo… ¿estás segura? –Kyle negó rápidamente- no respondas, solo prométeme que volverás y es suficiente.

- Volveré –aseguró Daila y lo besó largamente, para demostrarle que no era un adiós, sino tan solo un hasta pronto.

- Y ni siquiera tuve que pedirlo… -murmuró Kyle contra sus labios y Daila rió.

***

Daila volvió a Canadá un día antes de que Kyle cumpliera años. Y quería que fuera una sorpresa, por lo que no le avisó que regresaría. Tan solo 3 semanas había soportado lejos de él, 3 largas semanas en que había estado segura de que tenía que vivir en Canadá, cerca de Kyle, el mismo lugar donde se había enamorado total y absolutamente de él.

Su padre se había mostrado bastante triste ante su idea, aunque la había aceptado sin protestar demasiado, con gran ayuda de su madre. Alex, finalmente había dejado de opinar, al menos se había abstenido bastante porque su mente estaba centrada en el pequeño Adam Lucerni y no parecía caber en sí de la felicidad. Daila quería algo así. Quería una familia. Con Kyle.

Conforme se acercaba a suelo canadiense, Daila se sentía más ansiosa. ¿Y si Kyle se había enfadado porque ella no nombrara su cumpleaños? Esperaba que no, él generalmente no se enfadaría. Pero, últimamente, parecía más… serio.

Su primera idea fue sorprenderlo en su departamento, pero no estaba. Desanimada, lo buscó en la cafetería que frecuentaba sus amigos (aunque aún era temprano) pero tampoco tuvo suerte. Si no era ahí, dudaba que estuviera con ellos. De pronto, lo supo. Era obvio en dónde estaba Kyle.

Se dirigió con decisión y a lo lejos, lo vio sentado, con su mirada perdida en el infinito y sin mirar nada en realidad. Sintió como su corazón se sobrecogía ante la visión de él, parecía triste. Ella no quería que estuviera triste, era su día. Apresuró su paso, lentamente se colocó detrás de él y colocó sus manos sobre los ojos de él (alcanzables solo porque estaba sentado).

- ¿Qué rayos…? –gruñó Kyle y se silenció enseguida. Daila escuchaba su respiración regular y de pronto, inspiró hondo- llegaste.

- Si –Daila sonrió y quitó las manos- Kyle…

No le dio tiempo a decir nada. Él se giró, la estrechó con fuerza y la besó con gran pasión, como si hubieran estado separados durante años. Daila le correspondió con dulzura y entrega, con todo el amor que sentía rebosar en su pecho cada vez que estaba a su lado y, que cuando estaban separados, solo se acumulaba hasta volver a verlo.

Pero no más. Era su última separación. No podía dejarlo. No más. Lo amaba.

- Feliz cumpleaños –soltó Daila sin aliento y Kyle sonrió, con gran felicidad- quería que fuera una sorpresa…

- Realmente lo ha sido –Kyle la estrechó una vez más- no te esperaba. ¡Dios, no sabes cuánto te extrañé! Pensé que no lo recordabas…

- ¿Olvidarlo? –Daila negó sonriendo- pero te encontré. Sabía que estarías aquí.

- Claro, tú me conoces –Kyle miró hacia el puente- mi lugar favorito del mundo.

- Sí, y tú me conoces a mí –ella lo besó con suavidad- ¿tienes planes?

- Muchos –Kyle sonrió alegremente- y varias disculpas que dar, creo.

- ¿Tus amigos? –Daila lo regañó y él rió abrazándola- debes volver a ser tú…

- Lo soy cuando tú estás conmigo –se encogió de hombros- solo así, puedo ser yo. Me haces una mejor persona.

- Curioso, yo pienso que esa es exactamente tu influencia sobre mí –Daila le recorrió el rostro con sus dedos- te amo tanto, Kyle.

- Y yo te amo, Daila –él entrelazó los dedos en su cabello negro- me gusta tanto verte sonreír. Eres tan dulce…

- Kyle… -ella suspiró en sus labios. Él volvía a besarla y realmente, podía sentir el corazón de Kyle latiendo en cada beso que le daba.

Un par de horas más tarde, Kyle reía en la mesa que compartían con sus amigos. Miró hacia Daila, que conversaba animadamente con Donna mientras traían el pastel de cumpleaños. La amaba. Realmente, no había persona más dulce, tierna, considerada, inteligente y bella que Daila. Era perfecta. Y era suya.

No había más vueltas que darle y su deseo, este año igual que el anterior, sería el mismo. No quería que cambiara. Ella en su vida… eso era todo lo que necesitaba. Solo a Daila. Nunca había imaginado que se enamoraría así, con esa intensidad ni tan rápidamente. Pero había sucedido. Y de la persona más improbable, nada más y nada menos. No por ella, sino por las circunstancias. Nunca lo habría imaginado… y eso solo lo hacía más perfecto.

Capítulo 31

Kyle sonrió mientras Daila abría la puerta de su departamento. Estaba vestida para la ocasión ya y él la miró de la cabeza a los pies. Estaba adorable. Y aquella sensación asfixiante de querer tenerla en sus brazos todo el tiempo era sorprendente aún. Amor… quién lo diría.

- Hola Kyle –ella lo besó en los labios- ¿estoy bien así?

- Siempre te ves bien, Daila. Más que bien –Kyle la estrechó contra él y ella rió- ¿me das otro beso?

- Claro, luego no querrás irte y yo estoy muriendo de curiosidad –Daila se separó y tomó una pequeña mochila que había preparado- lista.

- Sé que también lo disfrutaste –sonrió travieso Kyle y ella se sonrojó- eres preciosa, Daila.

- Kyle… -ella lo golpeó en el brazo juguetonamente. Él la abrazó y caminaron así, tras cerrar la puerta del departamento.

Hicieron el trayecto hablando de varias cosas, sobre todo de la familia de Kyle y de los últimos acontecimientos en Italia.

Daila apenas había pasado 3 días en Canadá y lo sentía como si fuera siempre. Indudablemente, Canadá se había convertido en su hogar. Miró al hombre que amaba, mientras conducía hacia quién sabía donde y él la miró brevemente, para sonreírle. Aquella sonrisa que solo él tenía. Sí, lo amaba tanto que a momentos daba miedo. Pero, ella no lo perdería. Nunca lo permitiría.

- ¿A dónde vamos? –insistió Daila frunciendo los labios- no me has dicho casi nada y ¡realmente quiero saberlo!

Kyle rió y se quedó pensativo. Daila pensó que definitivamente no le diría nada más. Él sonrió, divertido.

- Eres impaciente, amor ¿te lo habían dicho?

Daila se negó a contestar, cruzando los brazos en gesto terco. Pero sonreía y Kyle lo sabía. Le tomó la mano brevemente.

- ¿Alguna vez te conté que mi familia posee grandes propiedades rurales en Canadá? –inquirió Kyle y ella negó. ¿A qué venía eso?- Pues sí y mis padres han pensado en repartir varios predios entre sus hijos.

- Ah… -Daila soltó, sin saber qué decir. No entendía el rumbo de la conversación, pero imaginaba que era para distraerla- yo nunca he pensado realmente en lo que mis padres poseen –comentó Daila y él sonrió- es decir, la Mansión pasará a manos de Alex y, de todos modos, yo viviré aquí.

- Mi amor… -Kyle le volvió a tomar la mano, sonriendo- llegamos.

Había sido un tiempo considerable, pensó Daila. Pero valía la pena. El paisaje quitaba el aliento. Era magnífico. Sonrió, respirando hondamente el aire puro que se desprendía de los grandes bosques que los rodeaban.

- Es tan hermoso –Daila sonrió y elevó sus ojos dorados risueños al cielo azul sobre sus cabezas- perfecto.

- Lo sé –Kyle le tomó la mano- pero, aún no llegamos al lugar que quiero mostrarte –ladeó su rostro con una pequeña sonrisa- ¿lista para caminar?

Daila lo miró desafiante. Le encantaba dar largas caminatas. En Italia, iba por lo menos 3 veces a la semana a su mirador. Eso no sería ningún problema. Asintió.

Empezaron el ascenso sin dificultad. Había un camino trazado, aunque bastante agreste para evitar restarle belleza al paisaje natural. Daila miró alrededor, intentando divisar algo que pudiera indicarle qué quería mostrarle Kyle. Se sentía impaciente, expectante.

- Ven –Kyle le tomó de la cintura para ayudarla a subir el último tramo. Daila le sonrió con dulzura- hemos llegado. Cierra los ojos –pidió.

Daila obedeció, dejándose guiar por él. Kyle se situó detrás de ella, pasó sus brazos por su cintura y le susurró al oído: puedes abrirlos ahora.

Sus ojos dorados se abrieron suavemente y se quedó sin aliento. Parecía estar en la cima del mundo, árboles alrededor con las hojas en un continuo vaivén y un cristalino río que corría muy lejos pero pensó que incluso escuchaba su leve rumor. El viento le recorrió el rostro y ella se sintió dichosa. Aquella sensación de libertad, tan familiar y no podía creer que no fuera ese su lugar favorito del mundo. Era casi como estar en su mirador.

- Bien –Kyle habló en voz baja, confundiéndose con la brisa- es el lugar más parecido que encontré a tu lugar favorito en todo el mundo. Y, por esa razón, creo que es el más adecuado para nosotros. Para iniciar, nuestra vida juntos.

Daila abrió la boca con sorpresa. Intentó mirarlo pero Kyle apoyaba su cabeza en el hombro de ella. Daila clavó sus ojos dorados al frente, aunque de reojo intentó descifrar su expresión.

- Es aquí, un lugar simbólico a falta de aquel en que verdaderamente compartimos nuestro primer beso, donde quiero pedirte que aceptes unir nuestras vidas para siempre.

- Kyle…

- Te amo, Daila –la giró con suavidad, clavando sus ojos verdes intensamente- ¿quieres casarte conmigo?

Daila no podía hablar de la emoción. Un nudo le atenazaba la garganta y sintió como lágrimas se agolpaban en sus ojos dorados. Sí, quizás nuevamente se precipitaban pero su relación parecía estar destinada a ser así. Y, ella jamás había estado más segura de algo en su vida que cuando le dijo que sí, con todo su corazón una sencilla palabra, ¡sí!

Se fundieron en un largo abrazo, no eran necesarias palabras para expresar lo que uno sentía por el otro. Era un amor tan fuerte, tan increíble y tan inesperado pero a la vez lo más real que habían tenido en sus respectivas vidas.

- ¿Sabes? Creo que este bien podría ser mi nuevo lugar favorito en el mundo –Daila sonrió- al menos, en este mundo nuestro –sonrió.

- Creo que es muy posible –Kyle la acercó a sus brazos- yo tendré pronto un nuevo lugar favorito en nuestro mundo.

- ¿Ah sí? –Daila preguntó con emoción.

- Sí, lo estoy construyendo –Kyle le besó en la punta de la nariz- ¿te gustaría verlo?

- ¡Oh Kyle, me encantaría! –asintió feliz- pero no quiero marcharme aún…

- No es necesario. Está cerca de aquí, solo necesitamos descender un poco…

- ¿Aquí? ¿Estás construyendo… aquí? –inquirió incrédula.

- Sí. ¿No te mencioné que mi familia posee grandes propiedades? –Kyle sonrió divertido- esta es una de ellas. Es mía. Es nuestra. Es parte de nuestro mundo.

- ¿Realmente es nuestra? –Daila se echó en sus brazos- ahora te amo más.

- ¿Por esta propiedad? –Kyle chasqueó la lengua y Daila rió.

- No. Porque ahora nuestros lugares favoritos de nuestro mundo nos pertenecen. Solo a nosotros. En el mismo lugar.

- Si amor, así es –sonrió Kyle y la besó.

Durante la caminata de vuelta, Daila intentó repasar el sendero que habían tomado, pero si no fuera por Kyle, estaba segura de que se perdería. Él, por el contrario, tenía un sentido de la orientación excepcional.

- No siempre sirve –murmuró Kyle y ella lo miró con curiosidad- en tu mansión, no tenía la menor idea de cómo salir si no era por la puerta principal.

Daila rió y se sonrojó recordando aquello, al menos lo poco que permanecía en su memoria.

- ¿Qué sucedió exactamente? –Daila preguntó con curiosidad- casi no recuerdo y… ¿cómo fue que te quedaste en la Mansión?

- Tu mamá –Kyle sonrió censurador- me encontró saliendo de tu habitación.

- ¡¿Qué?! –Daila tosió un poco y Kyle rió- ahora si te parece gracioso.

- Sí, ahora sí –Kyle se puso serio- pero no vuelvas a hacerlo.

- Lo prometo. No más locuras –juró Daila solemnemente.

- Con que prometas medirte al beber, me conformo –afirmó él un tanto serio y ella se sonrojó- mi amor, te ves tan adorable cuando te avergüenzas.

Daila no le contestó. Se acercó a él y lo abrazó, apoyando su rostro en el pecho de Kyle, escuchando el sereno latir de su corazón y lo estrechó con mayor fuerza. Él había cuidado de ella, aún cuando había estado enfadado, se había preocupado por su seguridad. Lo amaba tanto.

Llegaron a un valle enclavado en la montaña, una llanura amplia y Daila no pudo más que sonreír. Giró hacia Kyle y él le señaló al horizonte. Pudo distinguirlo… una pequeña construcción se alzaba a unos metros de ellos.

- Aún está en sus cimientos, pero la distribución es la misma que tenía en mente… veamos si lo hice bien –Kyle la invitó a acercarse, asegurándole con la mirada que podía hacerlo.

Daila caminó tomada de la mano de Kyle, donde ya relucía el anillo de compromiso que él le había dado. Era precioso, tan delicado y le calzaba a la perfección. Kyle siempre la sorprendía.

- Por aquí –Kyle empezó a explicarle lo que planeaba. Con cada palabra, Daila empezaba a rememorar algo que se hacía muy familiar en su mente.

- ¿Acaso es…? –Daila abrió la boca con emoción y se echó en los brazos de Kyle. Era la construcción que él había dibujado la última vez que habían estado juntos en el mirador, en Italia. Un maravilloso cenador.

- Sí, la que estaría en el lugar que llamaríamos hogar ¿recuerdas?

- ¡Por supuesto que lo recuerdo! –Daila lo besó emocionada- oh, es tan perfecto. No puedo imaginarme otro lugar.

- ¿Para nuestro hogar? –sonrió él divertido.

- Para el inicio formal de nuestro mundo –soltó con seguridad- aquí será la boda.

- ¿Nuestra boda? –Kyle miró a su alrededor- pero no hay nada.

- Estará terminada y esto –señaló a los trazos que iban cobrando vida- es lo único que necesitaremos.

- Mi amor –Kyle la estrechó contra su cuerpo. Si Daila quería que ese fuera el lugar, pues ahí sería. Él lo haría posible- ¿sabes? Creo que después de todo, definitivamente este será mi lugar favorito de nuestro mundo.

Daila sonrió. Apoyó su cabeza en el pecho de Kyle mientras él le rodeaba la cintura con los brazos, firmemente pero con infinito cariño.

Era perfecto. No, era aún mejor. Habían construido una propia definición de perfección.

Capítulo 32

Daila frunció los labios cuando Kyle intentó ocultar una sonrisa, sin éxito alguno. Ella lo miró con resentimiento y él, finalmente, se echó a reír.

- Sé que has querido hacerlo durante todo el camino –Daila lo censuró- ¿tan divertido es?

- Muy divertido. Además, ya que yo lo he pasado… sabías que llegaría tu turno.

- No es divertido –Daila susurró y sintió un escalofrío. Kyle le sostuvo la mano con suavidad y ella sonrió- ¿y si no les agrado?

- Eso es imposible –le susurró en el oído antes de que la puerta se abriera tras tocar el timbre.

Una mujer sonriente los abrió y abrazó a Kyle con fuerza. Él sonrió, elevándola por los aires. Ella rió.

- Mi querida Ashley, te presento a Daila Lucerni –Kyle la miró con sus ojos verdes brillantes- mi prometida.

La joven esbozó una leve sonrisa, un tanto forzada pero la saludó. Daila intentó sonreír ampliamente, lo cual era difícil cuando se sentía tan nerviosa.

- Ella es mi hermana menor, al menos una de ellas –rió Kyle- la más fastidiosa –ella lo golpeó en el brazo- y la más cercana a mí.

Eso hizo que Daila lo comprendiera. Estaba a prueba y si en verdad era la más cercana a él, tendría que esforzarse por agradarle. Su opinión debía ser muy importante para Kyle.

Los padres de Kyle le dieron la bienvenida en el salón. Daila les entregó un regalo que había traído para ellos y le agradecieron. Miró a las otras dos mujeres presentes. Kyle era el segundo de 4 hijos. El único hombre. Charlotte era la mayor y la más seria. Ashley era solo 2 años menor que Kyle y se notaba que se adoraban. Y finalmente Hannah, que tenía los mismos ojos verdes cálidos de Kyle y se parecía a él. Eran una familia adorable.

Y totalmente intimidante, para Daila, quien solo había tenido un hermano y Kyle no había tenido que impresionarlo. Ella sí que sentía que debía hacerlo, de alguna manera.

- Así que Daila –intervino el señor Riley- ¿eres italiana?

- Sí, lo soy –Daila recordó la ocasión en que conoció a los amigos de Kyle. ¿La familia de él también conocía la historia con Danaé?

- Y, tengo entendido, que piensan vivir en Canadá ¿verdad? –la señora Riley sonrió y Daila asintió- es un alivio, sabemos cuanto le gusta Italia a Kyle pero…

- Mamá, nos quedaremos en Canadá –confirmó Kyle, clavando sus ojos en ella.

- Eso es bueno –la señora Riley volvió a sonreír- muy bueno –también lucía nerviosa.

- Eres la primera chica que Kyle trae a la casa –comentó Hannah con una leve sonrisa- y comprometidos, es increíble.

- Eh… -Daila no sabía qué contestar a eso. Pero, estaba feliz de que no hubiera tenido que seguir preguntándose si habían conocido a Danaé o algo de aquella historia- pues es la primera vez que me comprometo, también.

- Y será la única –Kyle tomó su mano sonriendo- solo serás mi esposa.

- ¿Y cómo lo conociste? –Ashley elevó sus ojos grises hasta ella- ¿en Italia?

- Sí, en la boda de mi hermano –explicó con reticencia Daila.

- ¿Tu hermano…? –Charlotte clavó la mirada en Daila- ¿cuál es tu apellido?

- Lucerni… -contestó Daila sonriendo tensamente.

- ¿No era ese el apellido de…? –Hannah miró a todos. Daila suspiró.

- Su hermano es Alex Lucerni –soltó en tono monótono Kyle- y sí, existía una rivalidad entre nosotros que terminó hace tiempo –su voz era controlada, como intentando pensar cada palabra. Sus padres no dijeron nada. Charlotte arqueó una ceja con curiosidad, mientras Hannah sonrió divertida. Ashley cruzó sus brazos y dedicó una mirada gélida a Daila. Eso no iba nada bien.

Daila comprendió que, aparentemente, Alex era conocido entre esa familia. Lo que no era extraño, imaginaba. Durante años, los caminos de Alex y Kyle se habían cruzado. Suponía que eso no había pasado por alto para nadie, especialmente no para la hermana más querida de Kyle, Ashley.

- Conocí a Danaé –pronunció Ashley al pasar junto a Daila hacia el comedor. Ella la miró con desconcierto- Kyle hablaba mucho de ella. ¿Es tu cuñada verdad? –interrogó y Daila notó que solo quedaban las dos, paradas en mitad del salón. Todos se habían adelantado ya.

- Sí, lo es –Daila asintió incómoda- la conozco de siempre.

- ¿Ah sí? –Ashley la miró con desconfianza- ¿te agrada?

- ¿Danaé? –Daila inquirió sin entender- sí, la quiero mucho –pronunció, sin saber realmente qué decir- pero no entiendo…

- No me agrada tu familia –sus ojos grises brillaron con furia- ¿sabes por qué? Porque yo vi a Kyle sufrir, lo vi resentir del amor porque un idiota le arrebató a la mujer que él quería y…

- Ashley, ya basta –la voz de Kyle se elevó desde la entrada. Su hermana lo miró alarmada. Daila ni siquiera reaccionó- déjanos solos.

- Pero, Kyle… -protestó levemente.

- Ahora –gruñó molesto. Ashley no recordaba haber visto así a su hermano antes, no con ella. Asintió- Daila, lo siento.

Kyle se acercó y la estrechó entre sus brazos. Ella asintió levemente, dejándose abrazar por él pero sin decir palabra alguna. ¿Qué podía decir después de lo que había escuchado? Ni siquiera había podido replicar algo.

- Mi amor, no sabes cuánto lo siento –Kyle enmarcó su rostro con las manos- Ashley no tenía por qué decir eso, solo está preocupada por mí… no sé, fue algo que no debió decir y…

- Kyle, pero es cierto –Daila habló finalmente- y, por mucho que lo intentemos, no podemos simplemente borrarlo. Mi hermano Alex y Danaé te rompieron el corazón, sí quizás no fue intencional, pero pasó y no sabes cuánto me gustaría… -suspiró con fuerza- no sé qué me gustaría, solo sé que te amo. Tanto Kyle… -Daila lo abrazó- no quiero que nadie te haga daño jamás.

- ¿Eso es lo que te dolió? –Kyle sonrió y Daila asintió en silencio- mi corazón está bien, muy feliz de hecho, desde que te encontré. Sí, quizás sufrí pero todos alguna vez en la vida sufrimos. Y, contrario a lo que todos puedan pensar, yo no culpo a nadie. Lo llegué a hacer, odiaba a tu hermano. Pero ya no, son solo cosas que pasan y ¿la verdad? Estoy tan feliz de que haya pasado porque te tengo conmigo Daila, porque tú eres la única mujer que amaré toda mi vida. Solo tú.

- Oh, Kyle… -Daila sintió como sus ojos dorados se llenaban de lágrimas- es lo más hermoso que me han dicho en mi vida.

- ¿Sí? –ladeó el rostro- ven aquí –tomó su mano y la acercó para besarla- te amo, Daila.

- ¿Crees que puedas recordar lo último que dijiste? Me encantaría escucharlo en los votos matrimoniales –bromeó Daila y Kyle rió.

- Lo intentaré –sonrió y la abrazó para ir hasta el comedor.

La cena transcurrió en relativa calma, sin incidentes adicionales, al menos ninguno que merezca una mención. Al terminar la noche, los señores Riley aceptaban felices a Daila como parte de su familia. Charlotte la abrazó y sonrió por primera vez en la noche, porque había observado el amor que Kyle y Daila sentían. Hannah se despidió riendo de Daila, le había agradado mucho. Finalmente, Ashley se acercó avergonzada y volvió a disculparse por su actitud. Daila negó levemente y la abrazó esperando un rechazo, pero Ashley sonrió y decidió que, quizás Daila era una elección acertada para su hermano.

- ¿Cómo te sientes mi vida? –Kyle esperó que Daila abriera la puerta de su departamento para despedirse- ¿estás más tranquila?

- Mucho –Daila sonrió, rozando con sus dedos la mejilla de Kyle- gracias amor, por todo. Por ser el mejor, por estar a mi lado, por ser tú…

- Te amo, Daila –Kyle la besó en la boca largamente- buenas noches.

- Buenas noches –susurró y, tras enviarle un beso volado, cerró la puerta.

Epílogo

Canadá, abril del año siguiente.

Daila despertó lentamente, con una sonrisa en los labios. 27 años. Ese día cumplía 27 años y jamás había sido más feliz en su vida. Y, estaba consciente que, bastante de ese sentimiento tenía que ver con el hombre que dormía a su lado. Ladeó su rostro y fijó sus ojos dorados en él. Kyle, su esposo.

Aún no cumplían un año de casados e, indudablemente, habían discutido varias veces ya pero eso no obstaba su seguridad. Lo amaba y cada vez que respiraba, sentía que el amor se expandía en ella. Su corazón le pertenecía a ese hombre.

Recorrió suavemente con sus dedos la frente de él. Unas leves líneas se marcaban cuando consideraba algo seriamente, lo que no era la regla con él. No, definitivamente, lo que destacaba en Kyle era su sonrisa franca, siempre presente. Eso sí, lo había visto enfadado y… bueno, también así lo amaba. ¿Habría alguna parte de él que no amara? No lo creía posible.

Sonrió aún más, pensando en la última discusión que habían tenido. Había sido una tontería, por supuesto, pero ella era obstinada y cuando Kyle perdía la paciencia… bueno, podían ser bastante tercos los dos. Sin embargo, no podían estar lejos el uno del otro, no importaba qué. Era preferible doblegar el orgullo y disculparse que permanecer separados.

¡Cuánto lo amaba y era tan feliz! Tan… feliz… -suspiró y se levantó para besarlo en los labios. Kyle se removió ligeramente y sonrió en sueños. Su amor…

Bostezó levemente y cuando iba a salir de la cama, sintió un brazo alrededor de la cintura, aprisionándola.

- ¿A dónde vas, esposa mía? –habló Kyle arrastrando las palabras, aún estaba despertando. Daila sonrió.

- Buenos días para ti, mi amor –sonrió Daila y giró su cabeza- iba a preparar algo para desayunar.

- No, no te vayas –pidió Kyle y la devolvió a su lado- quiero quedarme aquí, contigo –pidió.

- Pero… debemos trabajar y… -protestó Daila divertida.

- Aún es temprano –aseguró Kyle y la cubrió con las sábanas. Daila rió, sintiéndose dichosa junto a él. Lo abrazó.

- Cinco minutos, Kyle… -advirtió Daila riendo cuando él le besó en la punta de la nariz.

- Diez… -rogó Kyle risueño y Daila lo besó en la frente- quince…

- Tienes cuatro minutos y medio –rió Daila y sintió como él la besaba en los labios con intensidad- es suficiente.

- Feliz cumpleaños, amor –pronunció separándose ligeramente Kyle- ¿lista para ver tu regalo?

Daila saltó de la cama, siguiendo de cerca a Kyle que sonreía divertido. Lo abrazó y él la tomó entre sus brazos, besándola un poco más.

- Dulce… eres muy dulce –murmuró Kyle y sonrió, alcanzando con sus manos un paquete- tu regalo, mi Daila.

- ¡Oh, Kyle! –observó la caja cuadrada, sellada con un lazo dorado- siempre usas este color. ¿Algo en especial?

- Tus ojos –Kyle se encogió de hombros- me fascinan.

Daila lo besó levemente y retiró el lazo con cuidado. Al abrirlo, encontró un collar delicado con aretes a juego. Había un cristal dorado colgando de la cadena.

- Te dije que tus ojos me fascinaban –Kyle tomó el collar- ¿puedo?

- Por supuesto –Daila sintió el roce de los dedos de Kyle en su cuello y suspiró. Era absolutamente perfecto- ¡quiero verlo!

Lo llevó de la mano hasta estar frente a un espejo. Daila observó fascinada la coloración de la piedra que colgaba de su cuello. Le sonrió al reflejo de su esposo en el espejo.

- Te amo, Kyle. Cada minuto te amo más –giró su rostro, colocó su mano detrás de la nuca de él y bajó su cabeza hasta su altura- mucho más –lo besó.

- Ahora sí, muy buenos días mi amor –murmuró contra sus labios, risueño y se encaminaron hasta la cocina, para tomar su café de la mañana.

***

Italia, diciembre del mismo año.

Daila avanzó con una gran sonrisa y los brazos abiertos para recibir a su pequeño sobrino, Adam Lucerni. Era precioso, con sus grandes ojos azules clarísimos y su cabello castaño. Lo estrechó contra su pecho y a continuación, miró hacia su esposo Kyle, que le sonreía con dulzura.

- ¿No es precioso? –Daila sonrió encantada cuando el niño rió en sus brazos- ¡oh, lo adoro!

- Siendo así, deberíamos tener uno propio pronto ¿no te parece? –bromeó Kyle y Daila asintió con vehemencia.

- No he escuchado idea mejor.

- ¿Realmente? –Kyle se sintió entusiasmado. Acercó su rostro hasta el niño que lo contemplaba con sus ojos claros risueños. Sonrió- quiero una niña, con tus ojos, Daila.

- Amor… -Daila sonrió encantada- ¿y con tu sonrisa? ¡Adoro tu sonrisa!

Kyle sonrió y la abrazó por la cintura. En ese instante, Danaé se acercó para llevar a Adam y recostarlo. Daila suspiró.

- ¿No es adorable? –Beth habló con una gran sonrisa- mi sobrino –asintió con alegría- la nueva generación nos tiene orgullosos a todos.

- Sí, nuevas familias –Daila comentó sorprendida- excepto por André, todos estamos formando propias.

- Lo sé –Beth abrazó a Lucian, su esposo- y ¿cómo te va en Canadá?

- Maravillosamente –Daila dirigió una mirada de amor a su esposo, que hablaba con Lucian- soy tan feliz… no puedo creer cuánto.

- Sé a qué te refieres –Beth la abrazó con gran cariño, siempre se había sentido como la hermana mayor de todos- me alegro mucho por ti, mereces ser muy feliz Daila. Has formado un matrimonio estupendo.

- Sí… -Daila habló conmovida. Italia siempre se sentiría como un hogar, pero lo verdaderamente sorprendente era que había descubierto que el sentimiento nacido por Canadá no opacaba al que le provocaba Italia, al contrario, solo hacía que tuviera 2 lugares en los que sentía que pertenecía. ¿Cuántas personas podían decir lo mismo? Tenía tanta suerte.

- ¡He vuelto! –anunció Danaé sonriendo- era hora de dormir para Adam. Alex se ha quedado en la habitación con él.

- Los niños dan mucho trabajo –Beth soltó divertida- pero vale la pena –aseguró, refiriéndose a sus dos hijos: Lizzie y Rhys.

- ¿Y cuántos niños les parecen lo ideal? –inquirió Daila con curiosidad- somos una gran familia, después de todo, el caos será incontrolable. Seremos más felices, eso sí.

- ¡Sin duda! –Alex llegó hasta ellos. Besó a su esposa en la mejilla y le sonrió a su hermana- es bueno tenerte de vuelta, Daila.

- Hermanito –Daila lo abrazó brevemente- ¿no me digas que me extrañaste?

- Bastante, pero te veo muy feliz. Eso me tranquiliza –dijo, esbozando una sonrisa leve.

- Me siento muy feliz –Daila dirigió sus ojos dorados cargados de amor hacia su esposo- totalmente feliz.

- Es un alivio, así no tengo que golpear a nadie –bromeó Alex y Daila puso sus ojos en blanco.

- ¿Así que si hacen sufrir a una hermana nuestra podemos golpear al causante? –la voz bromista de André se elevó llegando hasta ellos- hermanita –miró a Danaé- ¿cómo te está tratando tu esposo?

Alex y André habían sido los mejores amigos desde siempre. Todos rieron por las implicaciones y Danaé simuló pensar. Alex puso en blanco los ojos y volvieron a reír.

- Me siento muy bien, absolutamente feliz –afirmó Danaé y añadió en tono confidencial- no queremos que empiecen –miró alternativamente a Alex y André.

Poco a poco la familia completa se iba reuniendo para una cena familiar de Nochebuena. Kyle sonrió levemente, encantado de ver a su esposa disfrutando con su familia. Sabía que era feliz con él en Canadá, pero también era consciente que extrañaba Italia y si él podía hacer algo así por ella, lo haría, siempre.

- ¡Qué gusto verte, Kyle! –saludó Marcos a su amigo- no te veía ¿desde la boda?

- Sí, siempre estás muy ocupado con tu familia –sonrió Kyle divertido. Marcos asintió encantado- ¿te encanta ser padre, no?

- Es una de las mejores cosas de la vida. No lo cambiaría por nada –asintió solemnemente- ¿y a ti como te va?

- Totalmente feliz –Kyle sonrió ampliamente- tenías razón. No había notado lo que tenía alrededor hasta que miré con atención. En Italia estaba todo lo que necesitaba –observó a Daila que reía por algo que habían dicho en el círculo en que ella estaba- me alegro de haber vuelto.

- Debías hacerlo. Ahora ya ves por qué. Y en una boda, nada menos.

- Una boda… -Kyle recordó cómo conoció a Daila. Una sonrisa se dibujó en su rostro- la amo.

- Esa es la respuesta correcta –comentó Marcos misterioso, encogiéndose de hombros- siempre es la correcta.

Kyle lo observó alejarse y sonrió, tan enigmático como siempre. Pero, no lo iba a negar. Con Daila, la única respuesta siempre sería esa. Amor. Total y profundo amor.

Fin