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LIBROS Y NOMBRES DE CASTILLA-LA MANCHA CENTESIMOUNDÉCIMA ENTREGA 111 Año IV/ 5 de abril de 2013 Inventores de la paz, soñadores de Europa. Siglo de la Ilustración Francisco Javier Espinosa Antón Editorial Biblioteca Nueva; Madrid 248 pags.; 18 € “El Himno a la alegría de Beethoven representa hoy a Europa. Al músico alemán le había impresionado la poesía que sobre la hermandad de todos los hombres escribiera un Schiller emocionado por los pensamientos de Rousseau y Saint-Pierre sobre la paz, la unión de Europa y la fraternidad universal. El libro Inventores de la paz, soñadores de Europa. El siglo de la Ilustración narra esa y otras muchas historias de personajes fascinantes que en el siglo de la Ilustración querían construir una paz que no fuese una mera tregua, sino para siempre. Y así escribieron proyectos de paz en los que diseñaron una Unión Europea y unas Naciones Unidas, instituciones capitales en nuestro mundo actual. Esta obra está dirigida al lector medio, aunque es fruto de una investigación paciente y minuciosa sobre libros del XVIII, algunos muy poco conocidos. Mezcla el relato biográfico con el análisis de textos, convirtiéndose en una obra imprescindible para conocer detalladamente esos temas e, incluso, sentir la pasión de luchar por ellos”. Eso que se dice en la contracubierta del libro Inventores de la paz, soñadores de Europa, que el prof. Javier Espinosa ha publicado recientemente en la editorial Biblioteca Nueva, es una incitación a su lectura. Y realmente es un libro interesante de leer por varios motivos. En primer lugar, porque muestra cómo se va gestando la idea de una paz que no fuera sólo un intervalo entre dos guerras y cómo diversos pensadores empezaron a criticar ásperamente las ideas dominantes hasta esa época, ideas que justificaban el uso de la guerra para alcanzar objetivos políticos y que glorificaban los valores militares y guerreros. En segundo lugar, porque nos enseña cómo nació el sueño de la Unión Europea y cuando nos damos cuenta de que hoy esa institución está en crisis, conocer los ideales de los que la imaginaron nos puede ayudar a tener unas miras más amplias sobre lo que debería ser Europa. En tercer lugar, porque también nos presenta los ideales de unas Naciones Unidas que contrastan

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LIBROS Y NOMBRES

DE CASTILLA-LA MANCHA

CENTESIMOUNDÉCIMA ENTREGA

111 Año IV/ 5 de abril de 2013

Inventores de la paz, soñadores de

Europa. Siglo de la Ilustración

Francisco Javier Espinosa Antón

Editorial Biblioteca Nueva; Madrid

248 pags.; 18 €

“El Himno a la alegría de Beethoven

representa hoy a Europa. Al músico

alemán le había impresionado la poesía

que sobre la hermandad de todos los

hombres escribiera un Schiller

emocionado por los pensamientos de

Rousseau y Saint-Pierre sobre la paz, la

unión de Europa y la fraternidad

universal. El libro Inventores de la paz,

soñadores de Europa. El siglo de la

Ilustración narra esa y otras muchas

historias de personajes fascinantes que

en el siglo de la Ilustración querían

construir una paz que no fuese una mera

tregua, sino para siempre. Y así

escribieron proyectos de paz en los que

diseñaron una Unión Europea y unas

Naciones Unidas, instituciones capitales

en nuestro mundo actual. Esta obra está

dirigida al lector medio, aunque es fruto

de una investigación paciente y

minuciosa sobre libros del XVIII,

algunos muy poco conocidos. Mezcla el

relato biográfico con el análisis de

textos, convirtiéndose en una obra

imprescindible para conocer

detalladamente esos temas e, incluso,

sentir la pasión de luchar por ellos”.

Eso que se dice en la contracubierta del

libro Inventores de la paz, soñadores de

Europa, que el prof. Javier Espinosa ha

publicado recientemente en la editorial

Biblioteca Nueva, es una incitación a su

lectura. Y realmente es un libro

interesante de leer por varios motivos.

En primer lugar, porque muestra cómo

se va gestando la idea de una paz que no

fuera sólo un intervalo entre dos guerras

y cómo diversos pensadores empezaron

a criticar ásperamente las ideas

dominantes hasta esa época, ideas que

justificaban el uso de la guerra para

alcanzar objetivos políticos y que

glorificaban los valores militares y

guerreros. En segundo lugar, porque nos

enseña cómo nació el sueño de la Unión

Europea y cuando nos damos cuenta de

que hoy esa institución está en crisis,

conocer los ideales de los que la

imaginaron nos puede ayudar a tener

unas miras más amplias sobre lo que

debería ser Europa. En tercer lugar,

porque también nos presenta los ideales

de unas Naciones Unidas que contrastan

con lo que tenemos hoy, una institución

muy limitada y poco efectiva; volver al

momento en el que se gestaron esos

ideales nos ayudaría a renovar nuestra

fe en esa utopía, a abrir nuestros

horizontes y a tomar impulso para

construir un mundo más justo. Y esto

último tiene que ver con un cuarto

motivo para leer esta obra: conocer la

vida de personajes increíbles, cuya vida

supera la ficción y que pensaron que

podrían cambiar el mundo. Quizá

conociendo su vida, la nuestra se podría

contagiar de ese espíritu aventurero.

La obra muestra que la paz no fue una

preocupación incidental o esporádica en

aquel siglo, como no debe serlo

tampoco en el nuestro. Se estudian los

planes de paz, entre otros, de Penn

(1693), el de Bellers (1710), de Saint-

Pierre (1712), de Saintard (1756), de

Goudar (1757), de Rousseau (1761), de

Gargas (1776), de Brun (1785), de

Bentham (1786), de Resnier (1788), de

Cloots (1792) y del pensador más

importante de ese siglo, de Kant (1795).

También se presentan las ideas sobre la

paz, Europa y el cosmopolitismo que

había en otros muchos escritos que no

eran planes de paz, escritos de Leibniz,

Montesquieu, Voltaire, Federico el

Grande, Holbach, Condorcet, Price,

Madison o Paine. Por eso, el prof. Javier

Espinosa piensa que ha llegado la hora

de que, cuando pensemos en el siglo de

la Ilustración, aceptemos la paz entre las

divisas propias de este siglo, junto con

la tolerancia, la educación o el progreso:

la Ilustración fue la época de la paz, no

porque no hubiera guerras en este siglo,

sino porque por vez primera en la

historia de la Humanidad la paz se puso

en la agenda filosófica y política como

una cuestión imprescindible.

También el libro muestra que ese

tiempo fue la edad del nacimiento de

Europa. Y muestra de manera

interesante que, aunque algunos

pensadores de entonces señalaban a la

comunidad de intereses económicos

como uno de los principales factores de

la unidad europea, siempre veían otros

elementos al menos tan importantes: la

comunidad de la cultura literaria,

artística y científica, la comunidad de

hábitos y valores morales, la comunidad

de leyes y de derechos, la comunidad de

religión o la comunidad de viajeros. No

se pensaba en una mera Europa de los

comerciantes. Quizá sería conveniente

de vez en cuando, como hace el libro,

recordar la frase de Vattel de que

Europa no es un montón confuso de

piezas aisladas, sino una unidad, cuyos

miembros, ligados por el interés común,

se unen para mantener la libertad.

Este libro está tintado de un espíritu

cosmopolita y en sus páginas resuenan

sus alientos. Da a entender que en un

tiempo de globalización, como el

nuestro, es absolutamente necesario que

haya una globalización ética o, dicho de

otra manera, un cosmopolitismo ético.

Por eso, subraya que si pensásemos con

Leibniz que es preferible hacer mucho

bien a personas lejanas que poco a

personas cercanas, que si con

Montesquieu considerásemos como un

crimen todo lo que nos beneficia pero

perjudica a la Humanidad, que si

sintiéramos con Rousseau que las

grandes almas superan las barreras

imaginarias que separan a los pueblos y

abrazan a todo el género humano en su

benevolencia, quizá entonces seríamos

capaces de resolver las flagrantes

injusticias de nuestro mundo.

El coordinador del libro, Javier

Espinosa, es doctor en Filosofía y

profesor titular en la Universidad de

Castilla-La Mancha, campus de Cuenca;

ha escrito numerosas publicaciones

sobre el pensamiento de Spinoza, sobre

filósofos de la Ilustración y también

sobre pensadores actuales, en las

temáticas del multiculturalismo, el

cosmopolitismo, la religión o la paz,

entre ellas destacan: Ocho pensadores

de hoy, Filosofía y política en el siglo

XXI. Europa y el nuevo orden

cosmopolita y Cosmopolitismo y

nacionalismo. De la ilustración al

mundo contemporáneo.

LyN de CLM

El educador social en la

educación secundaria

Rut Barranco Barroso; María Díaz García;

Estrella Fernández Romeralo

Nau llibres; Valencia; 112 pags. 12 €

El acelerado proceso de transformación

política, económica y cultural de

nuestro mundo –proceso vinculado a

términos como globalización,

fragmentación, desafiliación y exclusión

y otras situaciones problemáticas en las

que las sociedades actuales se ven

envueltas− origina nuevas necesidades y

demandas sociales y culturales que han

ido tomando cuerpo y presencia en

todos los niveles del sistema educativo.

La ampliación de encargos y propósitos

que el sistema educativo se ve obligado

a asumir y, en consecuencia, las

diferentes instituciones y profesionales

que lo componen generan un

desbordamiento de los márgenes de lo

conocido y lo practicado hasta hace

apenas una década. Es este escenario de

época el que alumbra un marco político

de referencia decidido a que la

educación social entre en la escuela, una

institución que se parece cada vez más a

un escenario desencantado, en la que

estamos llamados a hacer algo. ¡Este es

el verdadero desafío a los educadores

sociales!

Este libro propone que tal desafío

comience por atreverse a configurar

modos particulares de entender y llevar

a cabo las acciones y los preceptos

señalados por el encargo del marco

normativo, abogando por un

cuestionamiento de nuestros propios

dispositivos conceptuales (y de aquellos

que nos vienen dados) y de las prácticas

institucionales derivadas. A través de la

narración de experiencias y del análisis

de situaciones, proponen aventurarse a

pensar más allá de la estrecha

concepción normativa, de la

moralizante lógica del deber ser, para

abrazar un pensamiento estratégico-

situacional, un pensamiento que apuesta

por enriquecer un lugar de/para la

educación (sin adjetivos).

Rut Barranco Barroso es profesora

asociada en la Universidad de Castilla-

La Mancha. Diplomada en Educación

Social, Licenciada en Pedagogía y

Psicopedagogía, Maestra en las

especialidades de Educación Especial y

Audición y Lenguaje por la Universidad

Pontificia de Salamanca. Miembro del

GRECS UB.

María Díaz García. Educadora social,

licenciada en Pedagogía por la

Universidad de Barcelona (UB) y

profesora asociada en la Universidad de

Castilla-La Mancha. En la actualidad

desarrolla su actividad profesional como

educadora social en un Instituto de

Educación Secundaria en la provincia

de Toledo. Miembro del GRECS UB.

Estrella Fernández Romeralo.

Graduada en Educación social en la

Universidad de Castilla-La Mancha.

Desarrolla su labor profesional en el

IES “Juanelo Turriano” de Toledo

desde 2006. Miembro de la Sección

Profesional de Educación del CESCLM

y de la Asoc. de estudio de Psicoanálisis

“Lapsus de Toledo”.

LyN de CLM

Ciudades medias, formas de

expansión urbana;

Francisco Cebrián Abellán y

Miguel Panadero Moya

(coordinadores)

Editorial Biblioteca Nueva, S.L.

Madrid. 2013; 248 pags.; 18 €

En este libro se analizan los cambios en

la estructura de las ciudades medias en

contextos socioculturales diferenciados

(Estados Unidos y Europa). En ellas se

está produciendo una ruptura de la

ciudad tradicional en favor de una

organización territorial de límites

imprecisos. Se ha prestado atención a

las transformaciones acaecidas en las

áreas de influencia de un grupo

seleccionado de ciudades: Albacete

(España), Green Bay (Estados Unidos),

así como Plock y Siedlce (Polonia). En

ellas se aprecia una reorganización

territorial de su población, de su parque

de viviendas, de sus redes viarias y de

las propias actividades económicas, que

se dirigen hacia sus periferias alejadas,

aunque con intensidades desiguales, con

manifestaciones distintas y para ámbitos

territoriales diferentes. Un titulo

anterior sobre estos mismos problemas

fue: Ciudades medias y dispersión

urbana: realidad emergente en Castilla-

La Mancha; Ciudad Real, UCLM; 2009

LyN de CLM

Ignacio Martín-Salas Valladares

Alfarería en la provincia de

Guadalajara

(Colección Ignacio Martín-Salas

Valladares), Ciudad Real, Patronato

Municipal de Cultura de Alcázar de san

Juan, 2011, 20 pp. (Fotografías en color de

Antonio Martínez Meco).

Este breve opúsculo sirvió de catálogo a la

exposición que sobre “Alfarería en la

provincia de Guadalajara” perteneciente a

la colección de Ignacio Martín-Salas

Valladares, -uno de los coleccionistas más

importantes de Castilla-La Mancha-, se

celebró de los días 10 de noviembre de

2011 al 20 de enero de 2012 en el Museo de

Alfarería de La Mancha, en Alcázar de San

Juan (Ciudad Real).

A pesar de su brevedad, consideramos que

se trata un trabajo importante por la calidad

de las fotografías que contiene, así como

por el profundo conocimiento que el

coleccionista posee acerca de los alfares de

la provincia de Guadalajara.

Las piezas que figuran fotografiadas en el

catálogo son las siguientes: jarra

(Sigüenza), cántaro (Lupiana), tarro de

ordeño (Sigüenza), cántaro,

(Hiendelaencina) que no Hien de la Encina

-como por error figura al pie-, olla

(Zarzuela [de Jadraque]), cántaro

(Sigüenza), tarro de ordeño (Sigüenza), olla

(Sigüenza), cantarilla (Molina de Aragón),

botilla (sic) (Zarzuela de Jadraque), cántaro

(Molina de Aragón), botija (Málaga del

Fresno), botija (Lupiana), botijo (Zarzuela

de Jadraque), botija (Cogolludo), cántaro

(Cogolludo), rueda baja masculina [torno]

(Zarzuela de Jadraque), cantarilla

(Hiendelaencina), cántaro de aceite

(Sigüenza) y botilla (Málaga del Fresno).

Un total de diecinueve piezas (más el torno

o rueda de Zarzuela de Jadraque), que por sí

mismas ya merecen la pena, puesto que

fueron realizadas en alfares establecidos en

siete poblaciones que, por imperativos

económicos y debido a los cambios sufridos

por la forma de vida rural, dejaron de existir

a partir de los años sesenta del pasado siglo,

por lo que, diez años más tarde,

Guadalajara era ya una provincia sin

alfares.

Mª Jesús Pelayo García, concejala de

Patrimonio y Turismo del Ayuntamiento y

presidenta del Patronato Municipal de

Cultura de Alcázar de san Juan, señala

algunos aspectos con los que coincidimos

plenamente: “Resulta sorprendente para el

neófito, descubrir las sutilezas en las

diferentes formas, las decoraciones o las

aplicaciones en las piezas. Vasijas,

cántaros, botijos y botijas, ollas, tarros de

ordeño y otras, se adscriben a cada

alfarero por estas sutilezas. Aun siendo

claramente artesanía utilitaria, cada pieza

mantiene las características del trabajo de

autor.”

El texto del catálogo, titulado “La alfarería

en la provincia de Guadalajara” ocupa poco

más de cinco páginas e incide, desde el

primer momento, en algo tan importante

como el hecho de considerar que la

evolución de las artesanías populares fue

diferente al de otras provincias castellanas,

al estar marcado por un “desabastecimiento

histórico” que provocó su adaptación a la

realidad agraria de cada una de sus

comarcas naturales -Campiña, Sierra,

Señorío de Molina y la gran comarca

provincial: La Alcarria-: muchos núcleos de

población, diminutos y dispersos, malas

vías de comunicación y la falta de mercados

competitivos, aspectos que contribuyeron a

que las producciones alfareras pudieran

salir a otras provincias limítrofes, puesto

que sucedió todo lo contrario al ser otros

centros alfareros los que introdujeron sus

producciones en el mundo rural de

Guadalajara: Priego y Mota del Cuervo

desde Cuenca, Camporreal y Alcorcón

desde Madrid, Tajueco desde Soria, y otros

como los aragoneses de Alhama de Aragón

y Villafeliche.

Este hecho tuvo lugar, principalmente, una

vez terminada la Guerra Civil, puesto que

gran parte de los centros alfareros de

Guadalajara desaparecieron en gran medida

por estar implantados en poblaciones

situadas en el frente bélico.

La llegada de artesanos foráneos influyó

indudablemente en las posteriores

producciones alfareras de la provincia de

Guadalajara.

Por otra parte, según señala Ignacio Martín-

Salas, la mayor parte de las piezas que

salían de los alfares de Guadalajara eran

demasiado pesadas y toscas, -con un

torneado poco homogéneo que hacía

demasiado fuerte y pesada su parte inferior

(base), al tiempo que la superior (boca)

quedaba debilitada por el exceso de

adelgazamiento de sus paredes-, es decir, la

proporción entre el peso y la capacidad de

las vasijas no era la adecuada.

Son muchos los datos que aparecen a lo

largo de tan breve texto, pero datos que

clarifican y hacen que las formas alfareras

de Guadalajara puedan ser mejor conocidas.

Los datos acerca de la entrada de la ollería

de Alcorcón está bien documentada desde

antiguo y se sabe que su influencia llegó

hasta las producciones de Cifuentes,

Cogolludo y Lupiana, entre otras. De ahí

que a la hora de proceder al estudio de la

alfarería de Guadalajara haya que tener en

cuenta la desconexión existente entre la que

se destinaba al agua (cantarería), más

autóctona, y la ollería, casi siempre de

procedencia exterior.

Poco a poco el autor del texto va llamando

la atención del lector sobre cada uno de los

siete centros alfareros que recoge. El

seguntino posiblemente fue el mayor de la

provincia, correspondiendo su mayor

esplendor a finales del siglo XVIII. En

Sigüenza se realizaron numerosas

tipologías, algunas claramente pastoriles.

La tinajería gozó de gran importancia en la

Alcarria -Alta y Baja-, gracias al cultivo de

la vid y la elaboración del vino en tinajas,

que solían hacerse en Cifuentes hasta la

llegada de otras de mayor tamaño

provenientes de Colemenar de Oreja y

Santorcaz (Madrid), aunque además se

produjeron otros tipos alfareros y tejeros.

Por el contrario, el aislamiento, la escasa

comercialización y la falta de mercados

competitivos hicieron que algunas formas

se conservasen durante mucho tiempo,

manteniendo sin alteración sus

procedimientos y técnicas de elaboración.

Tal es el caso de Zarzuela de Jadraque

(antes llamada de las Ollas), de donde

procede la rueda baja masculina -de gran

diámetro y eje corto, semejante a las de

Faro (Asturias) y a otras actualmente en uso

en Nepal y en el Norte de la India- que se

expuso y que figura en una de las

fotografías del presente catálogo.

Conocemos la existencia de los alfares de

Zarzuela de Jadraque en el siglo XVI a

través de las contestaciones a las Relaciones

Topográficas de Felipe II, en las que se

dice: “[sus habitantes] viven de su poca

labranza y de hacer algunas ollas”. Sus

producciones, nunca vidriadas, se

mantuvieron inalterables hasta comienzos

del siglo XX en que se comenzaron a

realizar botijos de tipología levantina, hasta

entonces desconocida, lo que produjo su

tosca solución al cerramiento superior.

Llama la atención en las piezas alfareras de

Zarzuela el uso de los denominados

“pinches”, que no son más que las marcas

de cada alfarero, cara al posterior

reconocimiento de sus piezas, dada la

utilización de hornos comunales. Lo que

vendría a ser algo semejante a las “marcas”

del pan que cada mujer “pintaba” en los

suyos para reconocerlos una vez salían de

horno.

Anguita y Lupiana fueron alfares de nueva

creación. En 1860 un alfarero toledano se

asentó en Lupiana, dejando su impronta en

las primeras piezas realizadas que, poco a

poco fueron convirtiéndose en más pesadas,

aunque conservando algunas características

anteriores: la pegadura digitada del asa y su

sección facetada, así como las molduras

próximas a la boca.

El caso de Anguita es similar, y nació tras

la contratación en 1890 de un alfarero

procedente de Priego, aunque su obra se

centró en la elaboración de cántaros.

La producción de Cogolludo, que también

se dedicó fundamentalmente a la

producción de cántaros, duró hasta el siglo

XX, aunque también se hizo ollería a

imitación de la de Alcorcón y, ya en su

último periodo, masivamente, tarros para

miel, en clara competencia con los de

Camporreal.

Las piezas surgidas de los centros alfareros

de Hiendelaencina y Cogolludo son

actualmente difíciles de diferenciar, debido

a la influencia que sobre los primeros

ejerció un alfarero de Cogolludo que se

asentó en “las minas” a comienzos del siglo

XX. Sin embargo, los centros de Molina de

Aragón y Málaga del Fresno “son los que

más difieren de las características generales

que enmarcan la obra de esta provincia,

teniendo sus tipologías muchos lazos en

común con sus regiones limítrofes”, siendo

la alfarería de la segunda de las poblaciones

citadas la que presenta un acabado más

cuidado, además de un mayor abanico de

producciones y tipologías, coincidiendo en

todo con la de los centros alfareros de

Camporreal, Villarejo de Salvanés y Alcalá

de Henares. No quisiéramos finalizar este

comentario sin trasladar el último párrafo

del artículo escrito en el catálogo por el

propietario de las piezas que se expusieron:

“Tras este breve viaje por la

alfarería alcarreña, una vez más

entendemos que nada fue fruto del

azar, sino de la síntesis de una

realidad inexorable, sin alternativas.

Como si se tratase de un

compromiso, los alfareros siguieron

insistiendo en las mismas formas y

las mismas decoraciones. Hace

medio siglo se rompió el sistema de

vida tradicional, se extinguieron los

últimos alfares, haciendo ya

insostenible ese compromiso con la

historia y con la vida.”

Sería beneficioso para Guadalajara que se

realizasen exposiciones de este tipo, que

tanto contribuirían al conocimiento de la

artesanía provincial, ayudando así a su

conservación y respeto, como muestras que

son de una cultura material extinguida.

Sería algo así como sacar el museo a la

calle. José Ramón López de los Mozos

La música en la Colegiata de

Santa María la Mayor de Talavera

durante el siglo XVIII

Paulino Capdepón Verdú

Ayto. de Talavera de la reina; 2012

Abordar el estudio de la música

española del siglo XVIII supone en

ocasiones enfrentarse a una especie de

terra incognita de nuestra historia

musical a pesar de los evidentes avances

de los últimos tiempos, buena prueba de

lo cual es que todavía no se había

publicado ni una sola obra musical de

compositores que ejercieron el cargo de

Maestro de capilla en la Colegiata de

Santa María la Mayor de Talavera.

Si bien, y a pesar del trabajo que queda

por realizar, la música catedralicia es

mejor conocida, no ocurre lo mismo en

lo relativo a la recuperación del legado

musical de las capillas musicales de las

colegiatas o de las iglesias parroquiales,

una tarea que es urgente llevar a cabo,

dada la riqueza documental y musical

que atesoran muchas de dichas

instituciones, como es el caso de la

citada Colegiata talaverana.

Precisamente el trabajo de investigación

La música en la Colegiata de Santa

María la Mayor de Talavera de la Reina

durante el siglo XVIII, presentado por

Paulino Capdepón Verdú, Profesor

Titular de Historia de la Música la

Universidad de Castilla-La Mancha y

miembro de la Real Academia de la

Historia, se alzó el pasado mes de

diciembre de 2011 con el “XX Premio

de Historia de Talavera de la Reina y su

antigua tierra Fernando Jiménez de

Gregorio”.

Dicho trabajo, que acaba de ser

publicado por el Ayuntamiento de

Talavera en su Colección Padre Juan de

Mariana, ofrece una exhaustiva

investigación que supone la

recuperación del importante patrimonio

musical que se ha conservado en los

archivos de Colegiata de Santa María la

Mayor, centro en torno al cual giró toda

la vida musical de la ciudad toledana

desde la fundación de la capilla musical

a comienzos del siglo XVII hasta su

definitiva desaparición a mediados del

siglo XIX. La importancia fundamental

de esta publicación reside en que,

gracias al estudio sistemático de las

numerosas fuentes primarias

documentales, se da a conocer por

primera vez la organización, funciones

y actividades musicales de la

mencionada capilla musical.

Web de MusicaAntigua

Manuel Gallego Arroyo

Del verbo, la oscuridad

Biblioteca de Autores Manchegos, 2013

En la Biblioteca Municipal de Manzanares

ha tenido lugar la presentación del libro de

poemas de Manuel Gallego Arroyo “Del

verbo, La oscuridad”, editado por la

Biblioteca de Autores Manchegos (BAM),

de la Diputación Provincial, con el número

84 de su colección literaria Ojo de Pez.

En el acto intervinieron Ángel Caballero,

vicepresidente primero de la Diputación y

responsable de la Biblioteca de Autores

Manchegos, y el concejal de Cultura

Manuel Martín-Gaitero, junto al propio

autor del libro, Manuel Gallego Arroyo, y

el escritor manzanareño Antonio García de

Dionisio.

“Del verbo, la oscuridad es un libro que nos

introduce por asuntos metafísicos y zonas

espirituales que requieren de un lector muy

sensible. Un libro de conceptos pero

también de sensaciones, muy bien escrito,

que recomiendo sinceramente e invito a

todos a sumergirse en la especial magia que

transmite. De verdad que les va a

sorprender y les va a llenar plenamente”,

aseguró.

Agradeció a Manuel Gallego que eligiese la

Biblioteca de Autores Manchegos, para

publicar su primer libro porque ese es uno

de los principios que animan la Colección

Literaria Ojo de Pez. “Dar a conocer a

nuestros nuevos valores de la literatura, no

solo por el hecho de no tener ningún libro

publicado sino por escribir un primer libro

de calidad, un primer libro que suponga una

verdadera aportación y que esa primera

publicación sirva de impulso en su

trayectoria literaria”, dijo, incidiendo en

que la BAM tiene una clara voluntad de

apoyo a los nuevos escritores para que

sigan y persistan en su vocación literaria.

Asimismo se refirió a “Ojo de Pez” como

una colección estable, que atiende a todos

los géneros y estilos con el único requisito

de la calidad literaria como exigencia, y que

este año cumple 25 años. “Algo hasta la

fecha insólito por completo en la cultura

provincial, ya que es la única colección

exclusivamente literaria de nuestro entorno

que conozcamos que se mantenga viva”.

Matizó que este sello editorial se puede

mantener gracias a la colaboración de

acreditados especialistas en la materia que

integran los comités de lectura, de manera

que a través del servicio de Cultura de la

Diputación se contribuye al

enriquecimiento cultural e intelectual de

autores y temas de la provincia.

Ángel Caballero felicitó al autor y también

a la ciudad de Manzanares “por seguir

dándonos creadores y seguir siendo uno de

los focos literarios de la provincia”.

Recordó que hace unos días se presentaba

el último libro de Teo Serna, y que otros

autores que han publicado en la BAM son

Antonio García de Dionisio, Federico

Gallego Ripoll, Juan Miguel Contreras,

José Fernández Arroyo o Manuel Laespada,

“Acudir por tanto a Manzanares con la

Biblioteca de Autores Manchegos, además

de un acto literario como es presentar un

libro de un autor local, es también celebrar

la vitalidad literaria de una ciudad que

mantiene un grupo literario y una revista,

actividades que no son fáciles de llevar a

cabo y sobre todo de mantener en el tiempo,

pues lo complicado de estas empresas es

muchas veces mantenerse más que arrancar.

Enhorabuena y animaros en esta inquietud

cultural de siempre que ha caracterizado

vuestra ciudad”, terminó. La presentación

continuó con la intervención del

presentador y escritor manzanareño García

de Dionisio, que ofreció su análisis de la

obra desde el punto de vista literario y

cultural. Finalmente le tocó el turno al

propio autor, Manuel Gallego Arroyo,

quien se centró en otros aspectos más

concretos de su creación.

miciudadreal - 16 marzo, 2013

UN PASEO CON ANTONIO

MARTÍNEZ BALLESTEROS

El otro día estuve paseando con

Martínez Ballesteros por el casco. Fui a

recogerle a su casa, al lado de la

sinagoga de santa María la Blanca. Dejé

un momento mi coche en la zona verde

para subir a su casa y luego después, al

final de la mañana, ay, descubrí una

sorpresa: una multa muy dobladita en el

parabrisas por aparcar en zona verde sin

ser residente.

Desde su casa subimos siguiendo el

recorrido del autobús del Cambrón,

porque el dramaturgo, con sus 84 años,

no lleva bien lo de afrontar las cuestas.

Y nos acercamos a la calle de los

Bécquer. Yo tenía interés en echar un

vistazo en esa calle, donde, según dicen,

se alojaron los hermanos Bécquer

(Valeriano y Gustavo Adolfo) en una de

sus visitas a Toledo. La calle estaba

limpia. La principal herida de esta calle

es que hay dos edificios enormes en

obras (desde hace mucho tiempo), pero

de esas que parecen que no se acabarán

nunca. Y una de esas obras es en la casa

donde se alojó el poeta de las

golondrinas. Por la cercanía con las

cuevas de Hércules es imaginable que

allí se encuentren restos arqueológicos

(en esas obras y también en las casas de

alrededor) y que si no se protegen se

terminarán perdiendo para siempre.

Luego nos fuimos a la Facultad, a san

Pedro Mártir, y lo llevé a la Librería

Universitaria, donde nos sentamos a

charlar un rato. Allí estaban los amigos

que pilotan esta librería: Chus y Paco.

Después nos acercamos a la casa de

mazapanes Conde, en la plaza de

Valdecaleros. Yo quería comprar unas

toledanas (le gustan mucho a mi hijo) y,

de paso, le regalé a Antonio una cajita,

porque por lo visto, sí, es goloso, y así

podría dar una sorpresa a su esposa

Rosamari. En el último tramo del paseo

entramos en el Libroespacio de Ledoria,

casi al final de la calle del Ángel, donde

el editor Jesús tiene su despacho y la

librería donde expone sus fondos. Allí

estaba, gorrilla en ristre, ultimando las

pruebas de los últimos libros que

saldrán en su editorial. Ahora es noticia

Martínez Ballesteros porque el próximo

miércoles le rinden un homenaje en el

Teatro de Rojas, donde se representará

su pieza “Ritmos subversivos” a cargo

de la Compañía Cuarta Pared, bajo la

dirección de Alberto Crespo. La obra en

realidad se titula “Una historia

subversiva” y se escribió ¡en 1967! Se

trata de una obra muy original y muy

moderna, donde destaca el empleo de la

música y del sentido del humor (cercano

al disparate). En esta pieza se hace una

demoledora crítica a la corrupción del

poder, en concreto a los regímenes

totalitarios, que utilizan a las personas

como medios para conseguir beneficios

económicos o mantenerse en el poder.

Se trata de una obra terriblemente actual

para la sociedad de hoy. Se trata de una

pieza en la que Martínez Ballesteros

vierte su crítica social, una de las

principales funciones que debe tener el

teatro. Pero su compromiso social no se

ha detenido con el paso del tiempo.

Antonio está escribiendo ahora piezas

de teatro en las que analiza críticamente

la situación de crisis económica y de

degradación moral en que vivimos.

¡Qué bien que sea un poco profeta en su

tierra y, sobre todo, que siga con su

pasión por escribir teatro!

Santiago Sastre Ariza

Un Memorial de finales del

gótico: Arquitectura y relieves de

la iglesia de la Trinidad de

Alcaraz

José Sánchez Ferrer

Instituto de Estudios Albacetenses

La actual Santísima Trinidad de Alcaraz

es una iglesia gótica edificada en la

segunda mitad el siglo XV en la que

posteriormente se realizaron numerosas

construcciones, siendo especialmente

importantes las efectuadas durante el

siglo XVI. Tras recientes y sucesivas

campañas de restauración, aún

insuficientes, financiadas por la Junta de

Comunidades de Castilla-La Mancha,

ha recuperado gran parte de su aspecto

antiguo, considerablemente deteriorado

por el tiempo, la mala conservación y

por muchas desafortunadas reformas

efectuadas en su interior.

Es el mejor templo gótico de la

provincia de Albacete y el edificio se

presenta hoy remozado y digno. La

parroquial de la Trinidad está construida

al sureste de la soberbia Plaza Mayor,

cuyo ángulo es especialmente

significativo porque en él se levantan

las dos bellas torres –la parroquial y la

del Tardón, ésta incorporada a la vecina

Lonja de Santo Domingo– que se han

convertido en el emblema inconfundible

de la ciudad.

Web del Instituto de Estudios

Albacetenses