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111 entrega Libros de CLM
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LIBROS Y NOMBRES
DE CASTILLA-LA MANCHA
CENTESIMOUNDÉCIMA ENTREGA
111 Año IV/ 5 de abril de 2013
Inventores de la paz, soñadores de
Europa. Siglo de la Ilustración
Francisco Javier Espinosa Antón
Editorial Biblioteca Nueva; Madrid
248 pags.; 18 €
“El Himno a la alegría de Beethoven
representa hoy a Europa. Al músico
alemán le había impresionado la poesía
que sobre la hermandad de todos los
hombres escribiera un Schiller
emocionado por los pensamientos de
Rousseau y Saint-Pierre sobre la paz, la
unión de Europa y la fraternidad
universal. El libro Inventores de la paz,
soñadores de Europa. El siglo de la
Ilustración narra esa y otras muchas
historias de personajes fascinantes que
en el siglo de la Ilustración querían
construir una paz que no fuese una mera
tregua, sino para siempre. Y así
escribieron proyectos de paz en los que
diseñaron una Unión Europea y unas
Naciones Unidas, instituciones capitales
en nuestro mundo actual. Esta obra está
dirigida al lector medio, aunque es fruto
de una investigación paciente y
minuciosa sobre libros del XVIII,
algunos muy poco conocidos. Mezcla el
relato biográfico con el análisis de
textos, convirtiéndose en una obra
imprescindible para conocer
detalladamente esos temas e, incluso,
sentir la pasión de luchar por ellos”.
Eso que se dice en la contracubierta del
libro Inventores de la paz, soñadores de
Europa, que el prof. Javier Espinosa ha
publicado recientemente en la editorial
Biblioteca Nueva, es una incitación a su
lectura. Y realmente es un libro
interesante de leer por varios motivos.
En primer lugar, porque muestra cómo
se va gestando la idea de una paz que no
fuera sólo un intervalo entre dos guerras
y cómo diversos pensadores empezaron
a criticar ásperamente las ideas
dominantes hasta esa época, ideas que
justificaban el uso de la guerra para
alcanzar objetivos políticos y que
glorificaban los valores militares y
guerreros. En segundo lugar, porque nos
enseña cómo nació el sueño de la Unión
Europea y cuando nos damos cuenta de
que hoy esa institución está en crisis,
conocer los ideales de los que la
imaginaron nos puede ayudar a tener
unas miras más amplias sobre lo que
debería ser Europa. En tercer lugar,
porque también nos presenta los ideales
de unas Naciones Unidas que contrastan
con lo que tenemos hoy, una institución
muy limitada y poco efectiva; volver al
momento en el que se gestaron esos
ideales nos ayudaría a renovar nuestra
fe en esa utopía, a abrir nuestros
horizontes y a tomar impulso para
construir un mundo más justo. Y esto
último tiene que ver con un cuarto
motivo para leer esta obra: conocer la
vida de personajes increíbles, cuya vida
supera la ficción y que pensaron que
podrían cambiar el mundo. Quizá
conociendo su vida, la nuestra se podría
contagiar de ese espíritu aventurero.
La obra muestra que la paz no fue una
preocupación incidental o esporádica en
aquel siglo, como no debe serlo
tampoco en el nuestro. Se estudian los
planes de paz, entre otros, de Penn
(1693), el de Bellers (1710), de Saint-
Pierre (1712), de Saintard (1756), de
Goudar (1757), de Rousseau (1761), de
Gargas (1776), de Brun (1785), de
Bentham (1786), de Resnier (1788), de
Cloots (1792) y del pensador más
importante de ese siglo, de Kant (1795).
También se presentan las ideas sobre la
paz, Europa y el cosmopolitismo que
había en otros muchos escritos que no
eran planes de paz, escritos de Leibniz,
Montesquieu, Voltaire, Federico el
Grande, Holbach, Condorcet, Price,
Madison o Paine. Por eso, el prof. Javier
Espinosa piensa que ha llegado la hora
de que, cuando pensemos en el siglo de
la Ilustración, aceptemos la paz entre las
divisas propias de este siglo, junto con
la tolerancia, la educación o el progreso:
la Ilustración fue la época de la paz, no
porque no hubiera guerras en este siglo,
sino porque por vez primera en la
historia de la Humanidad la paz se puso
en la agenda filosófica y política como
una cuestión imprescindible.
También el libro muestra que ese
tiempo fue la edad del nacimiento de
Europa. Y muestra de manera
interesante que, aunque algunos
pensadores de entonces señalaban a la
comunidad de intereses económicos
como uno de los principales factores de
la unidad europea, siempre veían otros
elementos al menos tan importantes: la
comunidad de la cultura literaria,
artística y científica, la comunidad de
hábitos y valores morales, la comunidad
de leyes y de derechos, la comunidad de
religión o la comunidad de viajeros. No
se pensaba en una mera Europa de los
comerciantes. Quizá sería conveniente
de vez en cuando, como hace el libro,
recordar la frase de Vattel de que
Europa no es un montón confuso de
piezas aisladas, sino una unidad, cuyos
miembros, ligados por el interés común,
se unen para mantener la libertad.
Este libro está tintado de un espíritu
cosmopolita y en sus páginas resuenan
sus alientos. Da a entender que en un
tiempo de globalización, como el
nuestro, es absolutamente necesario que
haya una globalización ética o, dicho de
otra manera, un cosmopolitismo ético.
Por eso, subraya que si pensásemos con
Leibniz que es preferible hacer mucho
bien a personas lejanas que poco a
personas cercanas, que si con
Montesquieu considerásemos como un
crimen todo lo que nos beneficia pero
perjudica a la Humanidad, que si
sintiéramos con Rousseau que las
grandes almas superan las barreras
imaginarias que separan a los pueblos y
abrazan a todo el género humano en su
benevolencia, quizá entonces seríamos
capaces de resolver las flagrantes
injusticias de nuestro mundo.
El coordinador del libro, Javier
Espinosa, es doctor en Filosofía y
profesor titular en la Universidad de
Castilla-La Mancha, campus de Cuenca;
ha escrito numerosas publicaciones
sobre el pensamiento de Spinoza, sobre
filósofos de la Ilustración y también
sobre pensadores actuales, en las
temáticas del multiculturalismo, el
cosmopolitismo, la religión o la paz,
entre ellas destacan: Ocho pensadores
de hoy, Filosofía y política en el siglo
XXI. Europa y el nuevo orden
cosmopolita y Cosmopolitismo y
nacionalismo. De la ilustración al
mundo contemporáneo.
LyN de CLM
El educador social en la
educación secundaria
Rut Barranco Barroso; María Díaz García;
Estrella Fernández Romeralo
Nau llibres; Valencia; 112 pags. 12 €
El acelerado proceso de transformación
política, económica y cultural de
nuestro mundo –proceso vinculado a
términos como globalización,
fragmentación, desafiliación y exclusión
y otras situaciones problemáticas en las
que las sociedades actuales se ven
envueltas− origina nuevas necesidades y
demandas sociales y culturales que han
ido tomando cuerpo y presencia en
todos los niveles del sistema educativo.
La ampliación de encargos y propósitos
que el sistema educativo se ve obligado
a asumir y, en consecuencia, las
diferentes instituciones y profesionales
que lo componen generan un
desbordamiento de los márgenes de lo
conocido y lo practicado hasta hace
apenas una década. Es este escenario de
época el que alumbra un marco político
de referencia decidido a que la
educación social entre en la escuela, una
institución que se parece cada vez más a
un escenario desencantado, en la que
estamos llamados a hacer algo. ¡Este es
el verdadero desafío a los educadores
sociales!
Este libro propone que tal desafío
comience por atreverse a configurar
modos particulares de entender y llevar
a cabo las acciones y los preceptos
señalados por el encargo del marco
normativo, abogando por un
cuestionamiento de nuestros propios
dispositivos conceptuales (y de aquellos
que nos vienen dados) y de las prácticas
institucionales derivadas. A través de la
narración de experiencias y del análisis
de situaciones, proponen aventurarse a
pensar más allá de la estrecha
concepción normativa, de la
moralizante lógica del deber ser, para
abrazar un pensamiento estratégico-
situacional, un pensamiento que apuesta
por enriquecer un lugar de/para la
educación (sin adjetivos).
Rut Barranco Barroso es profesora
asociada en la Universidad de Castilla-
La Mancha. Diplomada en Educación
Social, Licenciada en Pedagogía y
Psicopedagogía, Maestra en las
especialidades de Educación Especial y
Audición y Lenguaje por la Universidad
Pontificia de Salamanca. Miembro del
GRECS UB.
María Díaz García. Educadora social,
licenciada en Pedagogía por la
Universidad de Barcelona (UB) y
profesora asociada en la Universidad de
Castilla-La Mancha. En la actualidad
desarrolla su actividad profesional como
educadora social en un Instituto de
Educación Secundaria en la provincia
de Toledo. Miembro del GRECS UB.
Estrella Fernández Romeralo.
Graduada en Educación social en la
Universidad de Castilla-La Mancha.
Desarrolla su labor profesional en el
IES “Juanelo Turriano” de Toledo
desde 2006. Miembro de la Sección
Profesional de Educación del CESCLM
y de la Asoc. de estudio de Psicoanálisis
“Lapsus de Toledo”.
LyN de CLM
Ciudades medias, formas de
expansión urbana;
Francisco Cebrián Abellán y
Miguel Panadero Moya
(coordinadores)
Editorial Biblioteca Nueva, S.L.
Madrid. 2013; 248 pags.; 18 €
En este libro se analizan los cambios en
la estructura de las ciudades medias en
contextos socioculturales diferenciados
(Estados Unidos y Europa). En ellas se
está produciendo una ruptura de la
ciudad tradicional en favor de una
organización territorial de límites
imprecisos. Se ha prestado atención a
las transformaciones acaecidas en las
áreas de influencia de un grupo
seleccionado de ciudades: Albacete
(España), Green Bay (Estados Unidos),
así como Plock y Siedlce (Polonia). En
ellas se aprecia una reorganización
territorial de su población, de su parque
de viviendas, de sus redes viarias y de
las propias actividades económicas, que
se dirigen hacia sus periferias alejadas,
aunque con intensidades desiguales, con
manifestaciones distintas y para ámbitos
territoriales diferentes. Un titulo
anterior sobre estos mismos problemas
fue: Ciudades medias y dispersión
urbana: realidad emergente en Castilla-
La Mancha; Ciudad Real, UCLM; 2009
LyN de CLM
Ignacio Martín-Salas Valladares
Alfarería en la provincia de
Guadalajara
(Colección Ignacio Martín-Salas
Valladares), Ciudad Real, Patronato
Municipal de Cultura de Alcázar de san
Juan, 2011, 20 pp. (Fotografías en color de
Antonio Martínez Meco).
Este breve opúsculo sirvió de catálogo a la
exposición que sobre “Alfarería en la
provincia de Guadalajara” perteneciente a
la colección de Ignacio Martín-Salas
Valladares, -uno de los coleccionistas más
importantes de Castilla-La Mancha-, se
celebró de los días 10 de noviembre de
2011 al 20 de enero de 2012 en el Museo de
Alfarería de La Mancha, en Alcázar de San
Juan (Ciudad Real).
A pesar de su brevedad, consideramos que
se trata un trabajo importante por la calidad
de las fotografías que contiene, así como
por el profundo conocimiento que el
coleccionista posee acerca de los alfares de
la provincia de Guadalajara.
Las piezas que figuran fotografiadas en el
catálogo son las siguientes: jarra
(Sigüenza), cántaro (Lupiana), tarro de
ordeño (Sigüenza), cántaro,
(Hiendelaencina) que no Hien de la Encina
-como por error figura al pie-, olla
(Zarzuela [de Jadraque]), cántaro
(Sigüenza), tarro de ordeño (Sigüenza), olla
(Sigüenza), cantarilla (Molina de Aragón),
botilla (sic) (Zarzuela de Jadraque), cántaro
(Molina de Aragón), botija (Málaga del
Fresno), botija (Lupiana), botijo (Zarzuela
de Jadraque), botija (Cogolludo), cántaro
(Cogolludo), rueda baja masculina [torno]
(Zarzuela de Jadraque), cantarilla
(Hiendelaencina), cántaro de aceite
(Sigüenza) y botilla (Málaga del Fresno).
Un total de diecinueve piezas (más el torno
o rueda de Zarzuela de Jadraque), que por sí
mismas ya merecen la pena, puesto que
fueron realizadas en alfares establecidos en
siete poblaciones que, por imperativos
económicos y debido a los cambios sufridos
por la forma de vida rural, dejaron de existir
a partir de los años sesenta del pasado siglo,
por lo que, diez años más tarde,
Guadalajara era ya una provincia sin
alfares.
Mª Jesús Pelayo García, concejala de
Patrimonio y Turismo del Ayuntamiento y
presidenta del Patronato Municipal de
Cultura de Alcázar de san Juan, señala
algunos aspectos con los que coincidimos
plenamente: “Resulta sorprendente para el
neófito, descubrir las sutilezas en las
diferentes formas, las decoraciones o las
aplicaciones en las piezas. Vasijas,
cántaros, botijos y botijas, ollas, tarros de
ordeño y otras, se adscriben a cada
alfarero por estas sutilezas. Aun siendo
claramente artesanía utilitaria, cada pieza
mantiene las características del trabajo de
autor.”
El texto del catálogo, titulado “La alfarería
en la provincia de Guadalajara” ocupa poco
más de cinco páginas e incide, desde el
primer momento, en algo tan importante
como el hecho de considerar que la
evolución de las artesanías populares fue
diferente al de otras provincias castellanas,
al estar marcado por un “desabastecimiento
histórico” que provocó su adaptación a la
realidad agraria de cada una de sus
comarcas naturales -Campiña, Sierra,
Señorío de Molina y la gran comarca
provincial: La Alcarria-: muchos núcleos de
población, diminutos y dispersos, malas
vías de comunicación y la falta de mercados
competitivos, aspectos que contribuyeron a
que las producciones alfareras pudieran
salir a otras provincias limítrofes, puesto
que sucedió todo lo contrario al ser otros
centros alfareros los que introdujeron sus
producciones en el mundo rural de
Guadalajara: Priego y Mota del Cuervo
desde Cuenca, Camporreal y Alcorcón
desde Madrid, Tajueco desde Soria, y otros
como los aragoneses de Alhama de Aragón
y Villafeliche.
Este hecho tuvo lugar, principalmente, una
vez terminada la Guerra Civil, puesto que
gran parte de los centros alfareros de
Guadalajara desaparecieron en gran medida
por estar implantados en poblaciones
situadas en el frente bélico.
La llegada de artesanos foráneos influyó
indudablemente en las posteriores
producciones alfareras de la provincia de
Guadalajara.
Por otra parte, según señala Ignacio Martín-
Salas, la mayor parte de las piezas que
salían de los alfares de Guadalajara eran
demasiado pesadas y toscas, -con un
torneado poco homogéneo que hacía
demasiado fuerte y pesada su parte inferior
(base), al tiempo que la superior (boca)
quedaba debilitada por el exceso de
adelgazamiento de sus paredes-, es decir, la
proporción entre el peso y la capacidad de
las vasijas no era la adecuada.
Son muchos los datos que aparecen a lo
largo de tan breve texto, pero datos que
clarifican y hacen que las formas alfareras
de Guadalajara puedan ser mejor conocidas.
Los datos acerca de la entrada de la ollería
de Alcorcón está bien documentada desde
antiguo y se sabe que su influencia llegó
hasta las producciones de Cifuentes,
Cogolludo y Lupiana, entre otras. De ahí
que a la hora de proceder al estudio de la
alfarería de Guadalajara haya que tener en
cuenta la desconexión existente entre la que
se destinaba al agua (cantarería), más
autóctona, y la ollería, casi siempre de
procedencia exterior.
Poco a poco el autor del texto va llamando
la atención del lector sobre cada uno de los
siete centros alfareros que recoge. El
seguntino posiblemente fue el mayor de la
provincia, correspondiendo su mayor
esplendor a finales del siglo XVIII. En
Sigüenza se realizaron numerosas
tipologías, algunas claramente pastoriles.
La tinajería gozó de gran importancia en la
Alcarria -Alta y Baja-, gracias al cultivo de
la vid y la elaboración del vino en tinajas,
que solían hacerse en Cifuentes hasta la
llegada de otras de mayor tamaño
provenientes de Colemenar de Oreja y
Santorcaz (Madrid), aunque además se
produjeron otros tipos alfareros y tejeros.
Por el contrario, el aislamiento, la escasa
comercialización y la falta de mercados
competitivos hicieron que algunas formas
se conservasen durante mucho tiempo,
manteniendo sin alteración sus
procedimientos y técnicas de elaboración.
Tal es el caso de Zarzuela de Jadraque
(antes llamada de las Ollas), de donde
procede la rueda baja masculina -de gran
diámetro y eje corto, semejante a las de
Faro (Asturias) y a otras actualmente en uso
en Nepal y en el Norte de la India- que se
expuso y que figura en una de las
fotografías del presente catálogo.
Conocemos la existencia de los alfares de
Zarzuela de Jadraque en el siglo XVI a
través de las contestaciones a las Relaciones
Topográficas de Felipe II, en las que se
dice: “[sus habitantes] viven de su poca
labranza y de hacer algunas ollas”. Sus
producciones, nunca vidriadas, se
mantuvieron inalterables hasta comienzos
del siglo XX en que se comenzaron a
realizar botijos de tipología levantina, hasta
entonces desconocida, lo que produjo su
tosca solución al cerramiento superior.
Llama la atención en las piezas alfareras de
Zarzuela el uso de los denominados
“pinches”, que no son más que las marcas
de cada alfarero, cara al posterior
reconocimiento de sus piezas, dada la
utilización de hornos comunales. Lo que
vendría a ser algo semejante a las “marcas”
del pan que cada mujer “pintaba” en los
suyos para reconocerlos una vez salían de
horno.
Anguita y Lupiana fueron alfares de nueva
creación. En 1860 un alfarero toledano se
asentó en Lupiana, dejando su impronta en
las primeras piezas realizadas que, poco a
poco fueron convirtiéndose en más pesadas,
aunque conservando algunas características
anteriores: la pegadura digitada del asa y su
sección facetada, así como las molduras
próximas a la boca.
El caso de Anguita es similar, y nació tras
la contratación en 1890 de un alfarero
procedente de Priego, aunque su obra se
centró en la elaboración de cántaros.
La producción de Cogolludo, que también
se dedicó fundamentalmente a la
producción de cántaros, duró hasta el siglo
XX, aunque también se hizo ollería a
imitación de la de Alcorcón y, ya en su
último periodo, masivamente, tarros para
miel, en clara competencia con los de
Camporreal.
Las piezas surgidas de los centros alfareros
de Hiendelaencina y Cogolludo son
actualmente difíciles de diferenciar, debido
a la influencia que sobre los primeros
ejerció un alfarero de Cogolludo que se
asentó en “las minas” a comienzos del siglo
XX. Sin embargo, los centros de Molina de
Aragón y Málaga del Fresno “son los que
más difieren de las características generales
que enmarcan la obra de esta provincia,
teniendo sus tipologías muchos lazos en
común con sus regiones limítrofes”, siendo
la alfarería de la segunda de las poblaciones
citadas la que presenta un acabado más
cuidado, además de un mayor abanico de
producciones y tipologías, coincidiendo en
todo con la de los centros alfareros de
Camporreal, Villarejo de Salvanés y Alcalá
de Henares. No quisiéramos finalizar este
comentario sin trasladar el último párrafo
del artículo escrito en el catálogo por el
propietario de las piezas que se expusieron:
“Tras este breve viaje por la
alfarería alcarreña, una vez más
entendemos que nada fue fruto del
azar, sino de la síntesis de una
realidad inexorable, sin alternativas.
Como si se tratase de un
compromiso, los alfareros siguieron
insistiendo en las mismas formas y
las mismas decoraciones. Hace
medio siglo se rompió el sistema de
vida tradicional, se extinguieron los
últimos alfares, haciendo ya
insostenible ese compromiso con la
historia y con la vida.”
Sería beneficioso para Guadalajara que se
realizasen exposiciones de este tipo, que
tanto contribuirían al conocimiento de la
artesanía provincial, ayudando así a su
conservación y respeto, como muestras que
son de una cultura material extinguida.
Sería algo así como sacar el museo a la
calle. José Ramón López de los Mozos
La música en la Colegiata de
Santa María la Mayor de Talavera
durante el siglo XVIII
Paulino Capdepón Verdú
Ayto. de Talavera de la reina; 2012
Abordar el estudio de la música
española del siglo XVIII supone en
ocasiones enfrentarse a una especie de
terra incognita de nuestra historia
musical a pesar de los evidentes avances
de los últimos tiempos, buena prueba de
lo cual es que todavía no se había
publicado ni una sola obra musical de
compositores que ejercieron el cargo de
Maestro de capilla en la Colegiata de
Santa María la Mayor de Talavera.
Si bien, y a pesar del trabajo que queda
por realizar, la música catedralicia es
mejor conocida, no ocurre lo mismo en
lo relativo a la recuperación del legado
musical de las capillas musicales de las
colegiatas o de las iglesias parroquiales,
una tarea que es urgente llevar a cabo,
dada la riqueza documental y musical
que atesoran muchas de dichas
instituciones, como es el caso de la
citada Colegiata talaverana.
Precisamente el trabajo de investigación
La música en la Colegiata de Santa
María la Mayor de Talavera de la Reina
durante el siglo XVIII, presentado por
Paulino Capdepón Verdú, Profesor
Titular de Historia de la Música la
Universidad de Castilla-La Mancha y
miembro de la Real Academia de la
Historia, se alzó el pasado mes de
diciembre de 2011 con el “XX Premio
de Historia de Talavera de la Reina y su
antigua tierra Fernando Jiménez de
Gregorio”.
Dicho trabajo, que acaba de ser
publicado por el Ayuntamiento de
Talavera en su Colección Padre Juan de
Mariana, ofrece una exhaustiva
investigación que supone la
recuperación del importante patrimonio
musical que se ha conservado en los
archivos de Colegiata de Santa María la
Mayor, centro en torno al cual giró toda
la vida musical de la ciudad toledana
desde la fundación de la capilla musical
a comienzos del siglo XVII hasta su
definitiva desaparición a mediados del
siglo XIX. La importancia fundamental
de esta publicación reside en que,
gracias al estudio sistemático de las
numerosas fuentes primarias
documentales, se da a conocer por
primera vez la organización, funciones
y actividades musicales de la
mencionada capilla musical.
Web de MusicaAntigua
Manuel Gallego Arroyo
Del verbo, la oscuridad
Biblioteca de Autores Manchegos, 2013
En la Biblioteca Municipal de Manzanares
ha tenido lugar la presentación del libro de
poemas de Manuel Gallego Arroyo “Del
verbo, La oscuridad”, editado por la
Biblioteca de Autores Manchegos (BAM),
de la Diputación Provincial, con el número
84 de su colección literaria Ojo de Pez.
En el acto intervinieron Ángel Caballero,
vicepresidente primero de la Diputación y
responsable de la Biblioteca de Autores
Manchegos, y el concejal de Cultura
Manuel Martín-Gaitero, junto al propio
autor del libro, Manuel Gallego Arroyo, y
el escritor manzanareño Antonio García de
Dionisio.
“Del verbo, la oscuridad es un libro que nos
introduce por asuntos metafísicos y zonas
espirituales que requieren de un lector muy
sensible. Un libro de conceptos pero
también de sensaciones, muy bien escrito,
que recomiendo sinceramente e invito a
todos a sumergirse en la especial magia que
transmite. De verdad que les va a
sorprender y les va a llenar plenamente”,
aseguró.
Agradeció a Manuel Gallego que eligiese la
Biblioteca de Autores Manchegos, para
publicar su primer libro porque ese es uno
de los principios que animan la Colección
Literaria Ojo de Pez. “Dar a conocer a
nuestros nuevos valores de la literatura, no
solo por el hecho de no tener ningún libro
publicado sino por escribir un primer libro
de calidad, un primer libro que suponga una
verdadera aportación y que esa primera
publicación sirva de impulso en su
trayectoria literaria”, dijo, incidiendo en
que la BAM tiene una clara voluntad de
apoyo a los nuevos escritores para que
sigan y persistan en su vocación literaria.
Asimismo se refirió a “Ojo de Pez” como
una colección estable, que atiende a todos
los géneros y estilos con el único requisito
de la calidad literaria como exigencia, y que
este año cumple 25 años. “Algo hasta la
fecha insólito por completo en la cultura
provincial, ya que es la única colección
exclusivamente literaria de nuestro entorno
que conozcamos que se mantenga viva”.
Matizó que este sello editorial se puede
mantener gracias a la colaboración de
acreditados especialistas en la materia que
integran los comités de lectura, de manera
que a través del servicio de Cultura de la
Diputación se contribuye al
enriquecimiento cultural e intelectual de
autores y temas de la provincia.
Ángel Caballero felicitó al autor y también
a la ciudad de Manzanares “por seguir
dándonos creadores y seguir siendo uno de
los focos literarios de la provincia”.
Recordó que hace unos días se presentaba
el último libro de Teo Serna, y que otros
autores que han publicado en la BAM son
Antonio García de Dionisio, Federico
Gallego Ripoll, Juan Miguel Contreras,
José Fernández Arroyo o Manuel Laespada,
“Acudir por tanto a Manzanares con la
Biblioteca de Autores Manchegos, además
de un acto literario como es presentar un
libro de un autor local, es también celebrar
la vitalidad literaria de una ciudad que
mantiene un grupo literario y una revista,
actividades que no son fáciles de llevar a
cabo y sobre todo de mantener en el tiempo,
pues lo complicado de estas empresas es
muchas veces mantenerse más que arrancar.
Enhorabuena y animaros en esta inquietud
cultural de siempre que ha caracterizado
vuestra ciudad”, terminó. La presentación
continuó con la intervención del
presentador y escritor manzanareño García
de Dionisio, que ofreció su análisis de la
obra desde el punto de vista literario y
cultural. Finalmente le tocó el turno al
propio autor, Manuel Gallego Arroyo,
quien se centró en otros aspectos más
concretos de su creación.
miciudadreal - 16 marzo, 2013
UN PASEO CON ANTONIO
MARTÍNEZ BALLESTEROS
El otro día estuve paseando con
Martínez Ballesteros por el casco. Fui a
recogerle a su casa, al lado de la
sinagoga de santa María la Blanca. Dejé
un momento mi coche en la zona verde
para subir a su casa y luego después, al
final de la mañana, ay, descubrí una
sorpresa: una multa muy dobladita en el
parabrisas por aparcar en zona verde sin
ser residente.
Desde su casa subimos siguiendo el
recorrido del autobús del Cambrón,
porque el dramaturgo, con sus 84 años,
no lleva bien lo de afrontar las cuestas.
Y nos acercamos a la calle de los
Bécquer. Yo tenía interés en echar un
vistazo en esa calle, donde, según dicen,
se alojaron los hermanos Bécquer
(Valeriano y Gustavo Adolfo) en una de
sus visitas a Toledo. La calle estaba
limpia. La principal herida de esta calle
es que hay dos edificios enormes en
obras (desde hace mucho tiempo), pero
de esas que parecen que no se acabarán
nunca. Y una de esas obras es en la casa
donde se alojó el poeta de las
golondrinas. Por la cercanía con las
cuevas de Hércules es imaginable que
allí se encuentren restos arqueológicos
(en esas obras y también en las casas de
alrededor) y que si no se protegen se
terminarán perdiendo para siempre.
Luego nos fuimos a la Facultad, a san
Pedro Mártir, y lo llevé a la Librería
Universitaria, donde nos sentamos a
charlar un rato. Allí estaban los amigos
que pilotan esta librería: Chus y Paco.
Después nos acercamos a la casa de
mazapanes Conde, en la plaza de
Valdecaleros. Yo quería comprar unas
toledanas (le gustan mucho a mi hijo) y,
de paso, le regalé a Antonio una cajita,
porque por lo visto, sí, es goloso, y así
podría dar una sorpresa a su esposa
Rosamari. En el último tramo del paseo
entramos en el Libroespacio de Ledoria,
casi al final de la calle del Ángel, donde
el editor Jesús tiene su despacho y la
librería donde expone sus fondos. Allí
estaba, gorrilla en ristre, ultimando las
pruebas de los últimos libros que
saldrán en su editorial. Ahora es noticia
Martínez Ballesteros porque el próximo
miércoles le rinden un homenaje en el
Teatro de Rojas, donde se representará
su pieza “Ritmos subversivos” a cargo
de la Compañía Cuarta Pared, bajo la
dirección de Alberto Crespo. La obra en
realidad se titula “Una historia
subversiva” y se escribió ¡en 1967! Se
trata de una obra muy original y muy
moderna, donde destaca el empleo de la
música y del sentido del humor (cercano
al disparate). En esta pieza se hace una
demoledora crítica a la corrupción del
poder, en concreto a los regímenes
totalitarios, que utilizan a las personas
como medios para conseguir beneficios
económicos o mantenerse en el poder.
Se trata de una obra terriblemente actual
para la sociedad de hoy. Se trata de una
pieza en la que Martínez Ballesteros
vierte su crítica social, una de las
principales funciones que debe tener el
teatro. Pero su compromiso social no se
ha detenido con el paso del tiempo.
Antonio está escribiendo ahora piezas
de teatro en las que analiza críticamente
la situación de crisis económica y de
degradación moral en que vivimos.
¡Qué bien que sea un poco profeta en su
tierra y, sobre todo, que siga con su
pasión por escribir teatro!
Santiago Sastre Ariza
Un Memorial de finales del
gótico: Arquitectura y relieves de
la iglesia de la Trinidad de
Alcaraz
José Sánchez Ferrer
Instituto de Estudios Albacetenses
La actual Santísima Trinidad de Alcaraz
es una iglesia gótica edificada en la
segunda mitad el siglo XV en la que
posteriormente se realizaron numerosas
construcciones, siendo especialmente
importantes las efectuadas durante el
siglo XVI. Tras recientes y sucesivas
campañas de restauración, aún
insuficientes, financiadas por la Junta de
Comunidades de Castilla-La Mancha,
ha recuperado gran parte de su aspecto
antiguo, considerablemente deteriorado
por el tiempo, la mala conservación y
por muchas desafortunadas reformas
efectuadas en su interior.
Es el mejor templo gótico de la
provincia de Albacete y el edificio se
presenta hoy remozado y digno. La
parroquial de la Trinidad está construida
al sureste de la soberbia Plaza Mayor,
cuyo ángulo es especialmente
significativo porque en él se levantan
las dos bellas torres –la parroquial y la
del Tardón, ésta incorporada a la vecina
Lonja de Santo Domingo– que se han
convertido en el emblema inconfundible
de la ciudad.
Web del Instituto de Estudios
Albacetenses