131 La Mascara y otros cuentos fantásticos

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Boletn del Club de Lectura EL GRITOTemporada 9 / Noviembre 2011. Nmero 131http://clubelgrito.blogspot.com Tambin en Facebook y Twitter

LA MSCARA Y OTROS CUENTOS FANTSTICOS

Guy de MaupassantMALDITOS, HETERODOXOS Y ALUCINADOS

Guy de Maupassant, la lucidez de la locuraJAVIER MEMBA

Sabido es que Guy de Maupassant fue un loco. En efecto, el ms cabal de los naturalistas, puesto que al no tener inquietudes sociales siempre se limit a la reproduccin exacta de las miserias humanas, sin llegar a caer nunca en ese maniquesmo que tan a menudo registramos en Zola; el mejor cuentista, en fin, que registra la historia de la literatura, es tambin uno de sus grandes desequilibrados. De ah que acabara sus das en un manicomio. Sin embargo, pocas veces se habla de ese papel determinante que la alienacin jug en su obra. Obedeciendo a un pacto subrepticio con la razn -diraselos bigrafos de Maupassant evitan entrar en estas consideraciones, como los primeros que tuvo Ernest Hemingway eludieron detenerse en el episodio final: el suicidio del novelista. Ambas omisiones son dos claras manifestaciones de un mismo prejuicio: aquel que vela por preservacin de la idea de que la literatura es un juego floral, siempre en comunin con lo que cuantos mojigatos pululan alrededor de ella estiman bueno y debido. Ahora bien, moleste a quien moleste, respecto al norteamericano hay que decir que, sabindose presa de una enfermedad terminal, decidi pegarse un tiro en la boca; en lo que al francs concierne, la misma enajenacin mental que le llev a la tumba inspir sus mejores pginas. El rastro de la obsesin

La historia del maestro de la palabra justa es conocida. Entre lneas, en todos sus episodios, el lector lcido puede detectar el rastro de la obsesin, la monomana, la locura. Nacido en 1850, en el seno de una aristocrtica familia normanda, lo que deba haber sido una infancia feliz no lleg a serlo por culpa de las constantes discusiones en que las continuas aventuras galantes del seor Maupassant enfrascaban sus padres. l, un hombre violento y disoluto; ella, una neurtica. Aunque algunos bigrafos de nuestro escritor han querido apuntar que la ruptura de tan mal avenida unin fue amistosa, todo parece indicar lo contrario. Salvo error u omisin, no hay nada que demuestre que volvieron a verse. Por el contrario, de ese inters por los expsitos y los nios abandonados que Maupassant demostr en un buen nmero de sus piezas, s podemos deducir que se senta abandonado por su padre. No parece muy lgico que un hombre que se olvida de sus hijos se trate con la mujer con quien los ha engendrado. Conjeturas a parte, es un hecho comprobado que el desequilibrio del escritor -y de su hermano Herv, quien tambin acabara suicidndose- tuvo su origen en una enfermedad venrea contrada por su padre. Si bien es verdad que fue su madre quien le inculc el inters por la literatura, la pasin con la que se dedic a la educacin de Guy -desentendindose casi por completo de su otro hijo- no debi de contribuir mucho a la salud mental de ninguno de los tres. As que, cuando el joven Maupassant sale de su casa, ya es, irrevocablemente, un inadaptado. Aunque el desequilibrio que vena padeciendo desde nio en sus primeras edades no era apreciable para los desconocidos, Flaubert, como es sabi-

do su gran mentor en los misterios de la creacin literaria, pudo dar buena cuenta de las frecuentes crisis que su pupilo padeca incluso en los das en que era un joven sano y robusto, amigo de las actividades al aire libre. Exitos literarios Tras la publicacin de su primera obra maestra, Bola de sebo (1880) -relato inspirado en su experiencia en la guerra franco-prusiana, aparecido dentro del volumen colectivo Las veladas de Sedn, que pasa por ser una especie de manifiesto naturalista- los xitos literarios se suceden durante diez aos. A un ritmo vertiginoso da a la estampa colecciones de cuentos como los reunidos bajo los ttulos de La casa de Teiller (1881) o Madeimooselle Fif (1882), junto a novelas como Una vida (1883) oBel ami (1886). Deslumbrado ante su talento, el gran Pars le reclama, pero el escritor muestra una aversin enfermiza ante las servidumbres de la fama. Enfermiza es tambin su pasin por la mujeres -tiene infinidad de amantes sin llegar a querer de verdad a ninguna de ellas-, en la que no hace falta ser el Freud para detectar una paralelismo con las infidelidades de su padre. Mientras tanto, las migraas casi constantes que sufre, le hacen buscar alivio en el ter y la morfina. La toxicomana otra monomana al cabo- no hace sino potenciar an ms su desequilibrio. El comienzo del fin est fechado en torno al ao 1835. Es entonces cuando, aquello que Alberto Savinio -acaso el ms atinado de los bigrafos del conteur llam el inquilino negro comienza a apoderarse de Maupassant. Si bien en la mayor parte de su produccin se registran rasgos de su locura, sobre ese otro que habita en el escritor y que acabar siendo su asesino, el maestro dejar constancia en otra obra maestra: El horla -ttulo que alude a las palabras francesas hors l! (fuera)-. El relato en cuestin trata sobre la triste experiencia de un hombre que, a raz de la llegada de un barco procedente de Brasil, comienza a ser posedo por algo as como su doble invisible. Finalmente ser l, el inquilino negro, quien se yerga en asesino de su anfitrin. El 25 de mayo de 1887, cuando el relato sale a la calle, Maupassant ya es presa de la inquietud y la melancola que precedieron al derrumbamiento. La necesi-

dad de soledad es claramente manaca, como sus alucinaciones, su obsesin por la enfermedad y los Pgina 2 microbios; su desconfianza ante los editores, mdicos y amigos. El primero de enero de 1892, intenta suicidarse. Internado en el manicomio, morir al cabo de dieciocho meses de una inconsciencia slo alterada por frecuentes accesos de violencia. En ellos, el mejor cuentista que la historia de la literatura registra visti una camisa de fuerza.http://www.elmundo.es/elmundolibro/2001/09/09/ anticuario/999882381.html

OPINIONES SOBRE MAUPASSANTRafael Llopis. Historia Natural de los cuentos de miedo. Ediciones Jucar. 1974Maupassant no pertenece a ninguna escuela ni fund ninguna. El terror que expresa en sus cuentos es un terror personal e intransferible que nace en su alma enferma -y exclusivamente en ella- como presagio de su prxima desintegracin. Antes de los treinta aos, Maupassant era un escritor ya muy estimado. Por entonces aun no haba escrito ningn cuento de miedo. A esa edad, ciertos trastornos visuales le hicieron consultar con un mdico, el cual le observ una rigidez pupilar, primer sntoma de la neurolus que iba a acabar con su vida. "Desde 1881 -dice Jos Mara Sacristn, en su obra Genialidad y psicopatologa, su temple vital se quiebra. Su concepcin de la vida, alegre y optimista, cambia. En sus escritos comienza a traslucir el taedium vitae que invade su espritu. El hombre jovial se torna melanclico. Los amigos le llaman 'el toro triste' ." El propio Maupassant confiesa: "Tengo miedo de mi mismo, tengo miedo del miedo; pero, ante todo, tengo miedo de la espantosa confusin de mi espritu, de mi razn, sobre la cual pierdo el dominio y a la cual enturbia un miedo opaco y misterioso.". De esta

poca datan sus relatos terrorficos, que no eran sino un intento de sublimar su terror, de conjurarlo expresndolo, de librarse de l hacindolo arte. Sus cuentos de miedo -El albergue, El miedo, Magnetismo, Un loco?, La cabellera, La mano y, sobre todo, El Horla- son la protesta desesperada de un hombre que siente como su razn se desintegra. Louis Vax establece acertadamente una neta diferencia entre Merime y Maupassant. Este es un enfermo que expresa su angustia; aqul es un artista que imagina en fro cuentos para asustar. la tcnica de ambos escritores es diametralmente opuesta. Mrime, como los ingleses victorianos a cuya categora -contra toda lgicapertenece, describe un protagonista normal, dotado de un sano y slido sentido comn. A su alrededor empiezan a manifestarse fenmenos incomprensibles, pero l no se da cuenta o los atribuye a motivos banales. Por fin, ante la desesperacin del lector (que s se daba cuenta, con creciente inquietud, de que la cosa se iba poniendo fea), el terror salta, evidente e insoslayable, y coge desprevenido al alegre protagonista. Este terror centrpeto es centrfugo en Maupassant. "En el Horla -dice Vax- hay al principio una inquietud interior, luego manifestaciones sobrenaturales reveladas slo a la vctima; por ltimo, tambin el mundo que la rodea es alcanzado por sus visiones. La enfermedad del alma se convierte en putrefaccin del cosmos."

ro sus mayores aciertos estn en los cuentos, rpidas impresiones de un humor truculento y a veces de una exasperada crueldad casi expresionista (La manceba, 1881). El arte conciso, esmerado y nervioso de Maupassant, con ecos de todas las obsesiones flaubertianas, nos lleva muy lejos del naturalismo y contribuye a crear un clima de irracionalidad que hace posible que la generacin romntica se d la mano con el fin de siglo.

Harold Bloom. Cmo leer y por qu. Crculo de lectores. 2000Maupassant acab su vida muy mal; con menos de treinta aos ya era sifiltico. A los treinta y nueve la enfermedad le afect la mente, y tras un intento de suicidio pas los ltimos aos en un manicomio. El cuento de terror ms inquietante que escribi, "El Horla", tiene una relacin compleja y ambigua con la enfermedad y sus consecuencias. El innominado protagonista podra ser un sifiltico en trance de enloquecer, aunque nada de lo que narra Maupassant nos permite inferirlo. Relato en primera persona, "El Horla" nos da una cantidad de claves que excede la posibilidad de interpretacin: no podemos entender al narrador ni confiar en sus impresiones, de las que recibimos verificacin escasa o no independiente. Al empezar el cuento, el narrador -un prspero joven normando- trata de persuadirnos de su felicidad en una hermosa maana de mayo. Ve pasar frente a su casa un magnfico barco brasileo de tres palos y lo saluda. Evidentemente, este ademn atrae al horla, un ser invisible de una especie que -nos enteramos despus- viene asolando al Brasil con una epidemia de posesin demonaca y subsiguiente locura. Queda claro que los horlas son primos refinados de los vampiros: beben leche y agua y consumen la vitalidad de los durmientes sin chuparles la sangre. Sea lo que sea lo que ha

Carlos Pujol. Abec de la literatura francesa. Editorial Planeta. 1976Otro naturalista que tiene bien poco que ver con Zola es Guy de Maupassant (1850-1893), discipulo y protegido de Flaubert, autor del magnfico cuento satrico Bola de Sebo, que se incluy en lasVeladas de Medn. Para sus novelas largas se isnpira en Flaubert, con cuidados anlisis de existencias grises y montonas, pe-

sucedido en el Brasil, somos libres de dudar de lo que ocurre en Normandia. Para destruir a su horla nuestro narrador acaba prendiendo fuego a su casa, aunque olvida avisar a los criados, que arden con el edificio. Cuando advierte que su horla contina vivo, nos dice que ha llegado a la conclusin de que tendr que matarse. Claramente, se trata de su horla, haya o no hecho el viaje del Brasil a Normanda. El horla es la locura del narrador, y no slo la causa de esa locura. Ha escrito Maupassant la historia de lo que significa ser presa de la sfilis? En cierto momento, el doliente se mira al espejo y no se ve reflejado en l. Luego se divisa al fondo, envuelto en una niebla. La niebla se retira, y, cuando logra verse por completo, refirindose a la nube o agente que ha bloqueado su visin, grita: "Lo he visto!". El narrador dice que el advenimiento del horla seala el fin del reinado del hombre. Magnetismo, hipnosis y sugestin son aspectos de la voluntad del horla. "Ha llegado!", exclama la vctima, y, de pronto, el intruso le grita su nombre al odo: "Ha llegado... el horla!". El nombre de horla es un invento de Maupassant: tal vez un juego irnico con la palabra inglesa whore (puta)? Parece muy forzado, a menos que la enfermedad venrea de Maupassant sea el centro oculto del relato. El cuento de terror es un gnero amplio y fascinante. Maupassant descoll en l, aunque nunca tan poderosamente como en "El horla". En cierto nivel, creo, la razn es que estaba vaticinando la propia locura y el (intento de) suicidio. Maupassant no es un cuentista tan eminente como Turgumev, Chjov, Henry James o Hemingway, pero tiene bien merecida su inmensa popularidad. Alguien que cre tanto el xtasis afable de "La casa Tellier" como el convincente espanto de "El Horla" es un maestro

permanente del relato corto. Por qu leer a Maupassant? En sus mejores momentos, atrapa como pueden hacerlo muy pocos. Y es mucho lo que se puede recibir de su voz narrativa. No es el cuerno de la abundancia, pero complace a muchos y sirve de introduccin a los difciles placeres de narradores ms sutiles.

J. Malrieu, Lo fantstico, Hachette, 1992.Ante todo interior, lo fantstico en Maupassant se desarrolla sobre el terreno de las angustias, de las obsesiones y de las perversiones. Como trastorno, constituye pues un escndalo lgico lo mismo que moral, en el sentido en que l desafa la razn y las convenciones sociales convidando a una experiencia de lmites particularmente destructiva puesto que vuelve a poner insidiosamente en cuestin las fronteras entre lo normal y lo patolgico (...). Provocado por un acontecimiento exterior o inscrito en el corazn mismo de la personalidad a ttulo de caracterstica permanente, la divisin del yo hace de la vida del personaje un infierno. Condenado a odiarse y a escapar de s mismo, no encuentra ningn alivio a su sufrimiento. La palabra, que le permite confiarse y hacerse cargo de su historia, no constituyen ms que un remedio provisional. As, atravesado por esta otra presencia que hace perder al ser hasta la conciencia de su existencia, la obra de Maupassant inscribe la marca de una desposesin de s mismo portadora de la locura y de la muerte. Interior ( escisin del yo) o exterior ( yo alienado), la alteracin es siempre peligrosa, y no solamente en los relatos fantsticos: Pedro y Juan, hermanos enemigos, estn ah para atestiguarlo.http://www.iesxunqueira1.com/maupassant/ opiniones.htm#lovecraft