1815-3711-1-SM

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    comuneros olvidados:

    insurreccin de 78 en los llanos

    M. RAUSCH

    Universidad de Massachusetts

    n: Clara Isabel Botero

    fotogrfico: Alberto Sierra Restrepo

    p

    OSIBLEMENTE NINGN ACONTECIMIENTO

    en

    la

    historia

    de

    la Nueva Grana

    da del siglo XVIII ha atrado ms la atencin que la Insurreccin de los

    Comuneros de 1781. En el bicentenario del levantamiento armado ms

    serio que haya tenido lugar en el virreinato antesde las guerras de inde

    continan debatiendo su significacin. Mientras algu

    consideran a los rebeldes como reformistas que buscaban la disminucin de los

    el derecho de Espaa a gobernar, otros los consideran precur

    de la independencia poltica; y otros afirman que la insurreccin pudo consti

    en una revolucin social desde abajo t r a i c i o ~ a d a por los de arriba. En su

    afa premiadaThe People and the King, el desaparecido John Phelan se aproxi

    desde un enfoque diferente al afirmar que el conflicto era esencialmente una

    poltica y constitucional aguda,

    un

    antagonismo entre

    la

    s fuerzas

    de

    la centra

    imperial y las de la descentralizacin colonial. Concluye que, a largo plazo,

    s comuneros no fracasaron. Una vez que las autoridades restablecieron el princi

    hacer concesiones significativas frente a los

    de descontento que precipitaron la crisis

    1

    del permanente

    inters

    generado

    por

    la insurreccin, es sorpren

    encontrar

    que

    una fase regional de la

    misma

    ha sido muy

    poco

    examinada.

    los llanos del

    Ca

    sanare, el 19 de mayo de 1781, vecinos* criollos dirigidos

    Javier

    de

    Mendoza

    se tomaron

    las principales ciudades, abolieron los aborre-

    impuestos

    y

    depusieron

    al gobernador.

    Al denominarse

    como

    apoderado

    o

    del

    inca

    TpacAmaru

    (Jose

    Gabriel

    Condorcanqui),

    Mendoza

    reclut

    ejrc

    ito indgena de

    1.500 hombres

    y los

    incit

    a

    atacar

    al

    clero de

    los

    pu

    e

    cercanos. Despus de firmar

    el documento

    que contena las

    exigen

    c

    ia

    s de

    comuneros

    ,

    conocidas

    como

    la

    s

    Capitulaciones, el

    6 de junio, desafi las

    de

    la

    corona y de los lderes

    comuneros en el

    Socorro y

    continu

    ha

    Capitn

    General

    de los Llanos.

    Durante

    cuatro

    me

    s

    es

    la violen

    asol

    la provincia.

    Finalmente, una

    milicia

    privada financiada p ~ r

    uno

    de los

    ms ricos de

    Santaf, el

    marqus de

    San

    Jorge , tuvo

    que cruzar

    la cor

    andina

    para restaurar

    el orden

    2

    .

    mucho tiempo

    se

    ha debido ll

    evar

    a cabo una revision extensa de estos aconte

    En

    el

    contexto de la

    hi

    storia econmica del

    a s a n

    ello sugiere que el

    en

    contra

    de

    los blancos y

    la

    ferocidad anticlerical de los indge-

    no fueron producto de su hispanizacin imperfecta, como lo ha propuesto el

    . Ms bien se trata del resultado de un abuso sistemtico del trabajo

    en la

    industria de textiles de algodn, del gravamen que se convirti intole

    t

    y i b ~ i o g r f i c o Vol. 33, nm.

    41

    , 1996

    3

    Pgina anterior:

    H

    omenaje

    a

    los com

    uneros, dibujo

    de Alberto Urdaneta,

    grabado

    de

    Rodrfguez.

    N. del T. y cursi vas dentro del tex

    to (no incluye citas textuales): en

    espaol

    en

    el original.

    Phelan

    evala

    interpretacion

    es

    anteriores

    en

    las pgs. 15 1-155 de

    The People

    and

    the King

    (Ma

    dison, 1978) y

    en

    sus notas de pie

    de pgina. Como ejemplos de la

    posicin reformista

    es

    tn

    David

    Phelps Leonard,

    The Comunero

    Rebellion o f New Granada in

    1781, a Chapter in the Spanish

    Quest for Social Justice

    (tesis

    para Ph. D Universidad

    de

    Mi

    chigan. 1951): John Lyoch.

    The

    Spanish

    merican

    Revolutions

    1808-1826(NuevaYork. 1973): y

    Armando Gmez Latorre, Enfo

    que social de la revolucin comu

    nera (Bogot. 1973). Entre quie

    nes

    co nsideran al movimient

    o

    como precursor

    de

    la independen

    cia, los ms imponantes son Pa

    blo E. Crdenas Acosta.

    El m ovi-

    miemo comunal de 1

    781

    en

    el Nue

    vo Reino

    de

    Granada.

    2 vols. (Bo

    got, 1960): Manuel Briceo. os

    comune ros Bogo t, 1977): y

    Horacio Rodrguez Plata.

    Los

    co

    muneros

    (Bogot, 1950

    .

    Respec

    to a la tesis de una revolucin so

    cial

    in

    terrumpida, vase lndalccio

    Livano Aguirre. Los grandes

    conflictos sociales

    y

    econmicos

    de

    nuestra

    historia Bogo

    t,

    1964): GermnArciniegas.Los

    co

    muneros Ciudad de

    M

    xico,

    1951): y LuisTorres Almeyda.I.A

    rebelin de Galn, el comunero

    (Bucaramanga. 1961

    .

    El profesor

    Phelan recibi pstumamente el

    pr

    emio Albert

    J.

    Beveridge.

    de

    la

    Asociacin Histrica Americana.

    que

    cosider la obra

    The People

    and

    the King

    como el mejor libro

    publicado en 1978 sobre la histo

    ria de l

    os

    Estados Unidos, Canad

    o Amrica Latina.

    2

    Entre las principales obrasque tra

    tan sobre la Revolucin de los

    s i g u

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    Comuneros.

    las de C r d e n a ~

    AcosUI Phelan Arciniegas dan

    algunos recuentos parciales sobre

    el conR

    ic

    lo en el Casana

    re

    . 0 1ras

    fucnles ci1an a Arciniegas. como

    es el caso

    de

    Torres

    A l m e y J : ~ a

    rebelin e Galn. pgs. 212-213.

    o dejan de lado esla fase de la re

    volucin con una no1a.

    Manuel Antonio Flores. bajo su virreinato se in icia la insurreccin de los comuneros (Tomado de : Incienso y

    plvora de Enrique Caballero, Editorial Pluma, Bogot, 1980).

    rabie en razn a las polticas adoptadas por el regente visitador general Juan Francisco

    Gutirrez de Pieres y el gobernador J

    os

    Caicedo y Flores Ladrn de Guevara y a

    que instigados por los rebeldes criollos, que no tenan

    afec

    to por el clero, los indge

    nas creyeron poder desagraviar.

    El de sarrollo general de la Insurreccin de l

    os

    Comuneros, en su c

    ontexto m

    s

    amplio, es bastante c

    onoc

    ido .

    Su

    cau sa princ ipal

    fueron

    los procedimientos

    de spiadad

    os

    introducidos

    por Gutirrez

    de Pieres, a

    quien

    la c

    orona

    haba en-

    viado a

    Santaf

    de Bogot en 1779 a r

    ec

    audar d inero para la guefr a rec iente-

    mente declarada

    contra

    Gran Bretaa.

    En

    ausenc ia de l v irrey Manuel Antonio

    Flores, quien se

    hab

    a trasladado a Cartagena

    para supe

    rvisar la

    defe

    n

    sa

    de tan

    im po

    rtant

    e ciudad , Gutirrez de Pieres

    incr

    e ment la a lcabala , o im puesto a

    las ventas, de l 4

    al

    6. Grav

    con

    impuestos la sal, e l

    tabaco

    y

    lo

    s

    juegos

    de

    carta

    s to o s

    monopolios

    im popu l

    ares

    del

    gobierno

    - e

    impuso

    nu

    evos

    4

    Boleln

    Cuh

    u

    ra

    l y Bibliogrfico, Vol. 3

    3,

    nm. 41, 1996

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    Mi

    guel Lozano

    de

    Peraha, marqus

    de

    San Jorge, represen t el apoyo de la aristocracia a la causa de los

    co

    muneros (Tomado de:

    cienso y plvora de

    Enrique Caballero

    Edi

    torial Pluma. Bogot. 1980).

    gravmenes

    so

    bre l

    os

    textiles de algodn . Este severo programa que amen

    azaba

    incrementar el

    pre

    c

    io

    de los productos alimenticios. l

    os biene

    s de co nsum o y

    los

    cos

    t

    os

    de la

    indu

    stri a,

    se convirti en

    una ofensiva doble,

    debido

    a l

    os

    rigu-

    rosos m

    todo

    s

    utili

    zados por los recaudado

    re

    s

    de

    impues t

    os,

    quienes no tenan

    ningn

    escrpu

    lo

    para

    la

    exto

    rsi n o la

    violacin

    3

    .

    El 16

    de

    marzo

    de

    1781, la revuelta estall en.e l Socorro. donde la combinacin

    de las medidas del regente y el r

    ec

    i

    ente

    establecim ien to del libre comercio ame-

    nazaban la has ta ent

    onces

    indus tria floreciente

    de

    textiles. Despus

    de

    nega rse a

    paga r los nuev

    os

    impues tos,

    ce

    rca

    de

    6.000 insurge ntes atacaron la bodegas

    del go biern

    o en e l

    pueblo, exp

    ul

    sa

    ro n a las

    auto

    r

    idades

    espa

    olas

    y

    el

    igicron

    sus propi

    os

    dirigentes. El movimiento inicial era p

    op

    ular y predom ina ntemente

    criollo. El lde r fue Ju an Franc isco Berbeo, y sus su balternos eran pequeos

    comerc iantes, agr icul tores y funcio narios municipales. Cuando la revue lta se

    Boletfn

    Cuhuml y

    Bibliogrfico. Vul . J) . nm. 41. 1996

    5

    L) nch. en fl11 ~ a n / \ 1 1

    Amt' ' ' '

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    .

    1

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    4

    El texto completo de las

    Capitu-

    laciones

    ha sido reimpreso en Cr

    denas Acosta,

    El movimiento co-

    munal. t.

    JI,

    pgs. 18-29, h sido

    analizado por Phelan, The People

    and the King pgs. 156-186.

    5

    Las fuentes principales no publi

    cadas estn en el Archivo Hist

    rico NacioBal, Bogot, Los Co

    muneros

    de

    aqu

    en

    adelante

    ci

    tado comoAHN, LC), vol.

    6

    fols.

    49-62. Consiste en la correspon

    dencia entre los funcionarios

    y

    Jos

    rebeldes en Casanare

    y

    los capi

    tanes comuneros en el Socorro:

    Salvador Plata, Ramn Ramrez,

    Antonio Jos Monsalve Fran

    cisco Rosillo.Vese tambin Cr

    denas Acosta, l movimiento co-

    munal

    t. I,

    pgs.

    251-256,

    Phelan,

    The People and he King

    pgs. 104-106.

    extendi a Tunja, Antioquia, Neiva, Pamplona y Casanare, un grupo de indge

    .nas, alentados por el ejemplo de Tpac Amaru en el Per, brindaron su apoyo.

    El 2 de junio, un ejrcito que se dice estaba compuesto

    por

    20.000 personas enfure

    cidas se reuni en el pueblo de Zipaquir, a un da de distancia de Santaf, claman

    do por la supresin del monopolio del tabaco y la abolicin de muchos impuestos Y

    del cargo de visitador general. Extremadamente alarmado, Gutirrez de Pieres

    reactiv la Junta Superior de Tribunales,

    un

    comit existente de la

    Real

    Audiencia Y

    los representantes principales de la administracin fiscal para acordar un arreglo

    con los socorranos antes que stos impusieran

    por la

    fuerza una solucin invadien

    do

    la capital. Cuando el principal negociador de la Junta, el arzobispo Antonio Ca

    ballero y Gngra lleg a Zipaquir, recibi de Berbeo las Capitulaciones docu

    mento con 35 puntos que exiga reformas administrativas, mayores oportunidades

    para los criollos y un mejor tratamiento para los indgenas

    4

    . Para que el conflicto no

    se

    extendiera, y sintindose indefenso frente al ejrcito enfurecido, Caballero y

    Gngora firm el documento el 6 de junio, el cual fue aprobado por la Audiencia al

    da siguiente. Teniendo la victoria en sus manos, Berbeo orden a sus seguidores

    que se dispersaran y condescendi, al igual que muchos de sus compaeros, con las

    autoridades.

    Su triunfo fue

    efmero

    .

    Cuando

    las noticias

    del arreglo

    llegaron a

    Cartagena

    ,

    el

    virrey Flores lo desconoci de manera categrica y

    el

    6 de julio envi

    quinien

    tos soldados a Santaf para restaurar

    el

    orden. Dirigidos

    por

    Jos Antonio Ga

    ln, mestizo de genio violento, aquellos

    comuneros que no

    haban

    desistido con

    tinuaron la lucha hasta que Galn fue capturado en

    Onzaga

    Santander)

    el13 de

    octubre.

    Con

    el orden restaurado, el virrey Flores r ~ s t a b l e c i los aborrecidos

    impuestos, y

    juzg

    y ejecut a Galn y a tres

    de

    sus

    compaeros

    el 1o.

    de febre

    ro

    de 1782. Muy

    poco

    tiempo

    despus

    , renunci a su cargo

    para aceptar

    ser

    promovido

    como

    virrey de la Nueva Espaa.

    En

    julio de 1782, la corona nom

    br

    como

    su sucesor a Caballero y Gngora. Uno

    de los

    primeros actos del

    virrey-arzobispo fue conceder un perdn

    general

    a todos

    los

    involucrados en la

    insurreccin

    del

    7

    de

    agosto.

    La paz

    retorn,

    desde

    el punto de vista de

    las

    autoridades reales, pero no

    para

    los comuneros.

    La insurreccin que agitaba la zona central de la

    Nueva Granada se extendi

    rpidamente por la cordillera y lleg a la provincia de los

    Llano

    s, un territorio

    vasto, poco poblado, que abarcaba las vertientes orientales de los

    Andes

    y

    las

    llanuras de pasto tropical del

    Casanare

    , al norte del ro Meta. El 19 de

    mayo los

    ciudadanos criollos de las tres ciudades espaolas de Pore,

    Santiago

    de las Ata

    layas y

    Santa

    Rosa de Chire, abolieron los

    nuevos

    impuestos,

    los

    tributos de

    los

    indgenas

    y la alcabala*.

    En Pore

    depusieron al

    cabildo

    y a

    los

    administradores

    de impuestos,

    forzando

    al alcabalero a

    devolver

    el

    dinero

    que haba

    recaudado

    recientemente.

    En

    la

    capital,

    Santiago

    ,

    desalojaron

    el

    cabildo,

    y

    el

    gobernador,

    don Jos

    Caicedo y Flores Ladrn de Guevara, advertido

    de antemano sobre

    la

    insurreccin que iba a llegar, de

    manera

    prudente

    huy

    de su casa

    en el

    pueblo

    de

    Morcote

    5

    .

    Don Francisco Javier de Mendoza, oriundo de Mirafloresy propietario de

    un hato

    de

    ganado ( rancho )

    en

    las orillas del ro Guachira, asumi

    el

    mando

    en

    Pore, con

    el

    ttulo de capitn general gobernador de la provincia. Recibi una comisin como

    capitn del comn del Consejo Supremo de Guerra del Socorro. De sus compaeros

    criollos, los archivos tienen registrados solamente los nombres de Eugenio y Gregorio

    Bohrquez, cocapitanes de Chire. Mendoza reuhi a los indgenas de Pore, Tmara,

    Ten, Manare otros pueblos y los liber de pagar impuestos. Identificndose

    como

    el apoderado del inca, les hizo

    jurar

    lealtad al rey de America, Tpac Amaru, sin

    saber que ste haba sido ejecutado en Cuzco el 15 de mayo, y les orden obedecer

    6

    Boletn u l ~ r a l y Bibliogrfic

    o,

    Vol. 33, nm. 41, 1996

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    Juan Francisco Berbeo, superintendente y capitn general de los comuneros (Tomado de:

    Los comune-

    ros de Manuel Briceo, Imprenta de Silvestre y Compaa, Bogot, 1880).

    a los capitanes

    com

    uneros del Socorro. En cada pueblo, los indgenas escogieron

    capitanes y oficiales del

    co

    mn, nombrando mujeres en aquellos

    Ju

    gares donde los

    hombres estaban fuera criando ganado

    6

    .

    La proclamacin en Pore, y en otros pueblos aledaos, de una carta fechada el 23 de

    mayo y firmada por el comn del Cocuy, exalt an ms a Jos indgenas. Cocuy era un

    pueblo de las tierras altas, situado al nordeste de Sogamoso, y la carta dirig

    id

    a a los

    capitanes y subordinados de Tmara, Ten y Manare afirmaba que Tpac Amaru haba

    sido coronado rey y que iba a acabar con todos los impuestos. La carta continuaba:

    s pues les advertimos que si el gobernador intenta imponer los im-

    puestos no lo dejen hacerlo. Si trata de castigarlos levntense en con-

    tra suya y si no elimina los impuestos vamos a Sanraf de Bogot para

    hacerle guerra a los santafereos. Si no hacen lo que les decimos en el

    momento que regresemos haremos la guerra en contra suya

    1

    Los indgenas de Tmara leyeron esta car ta en cada pueblo. Explicaron a los lugare-

    os que no tenan que as istir a misa ni a las clases de catecismo a menos que lo

    Boletn Cullurol y Bibliogrfico. Vol. 33. nm . 41. 1996

    7

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    t.J.:

    T

    m.tra

    . Ter1)

    Manan:. Co..U).

    de

    lll.t)cl t.J..:

    17XI.

    L\. 'ni

    6 tnl

    I

  • 7/25/2019 1815-3711-1-SM

    7/26

    8

    Jos Tapia

    a

    Salvador Plata

    Morcote, 1O

    de ju

    lio

    de

    1781,

    AHN, LC, vol. 6,

    fbls

    53-56.

    9

    Jos Caicedo a Salvador Plata.An

    tonio Monsalve, Francisco Rosillo

    y Ramn Ramrez. Socot, 21 de

    junio

    de

    1781, AHN, LC. vol. 6,

    fols. 56-

    60

    .

    La

    autora de la carta

    del Cocuy ha sido objeto de con

    siderable controversia . Phelan

    plantea que Berbeo mismo puede

    haberla enviado a est e pueblo re

    moto con

    el

    objeto

    de

    intimidar a

    las autoridades reales en la acep

    tacin de solicitudes de las mode

    radas demandas criollas. Esta te

    sis est parcialmente basada

    en

    el

    hecho

    de

    que Caicedo,

    en

    la carta

    antes mencionada, afirma que aun

    antes del 19 de mayo, Mendoza

    haba recibido algunos documen

    tos sin firma, suponiendo que eran

    rdenes del inca que haba hecho

    pblicos. Por otro lado, tanto Ta

    pia, quien inclua una copia del do

    cumento del Cocuy con su carta

    dirigida al consejo de

    Guer

    ra,

    como Caicedo mantenan enfti

    camente que

    en

    el Casanare todo

    el

    mundo saba

    qu

    e el documento

    haba sido escrito en Po e en nom

    bre del coml1,n del Cocuy, como

    una manera de engaar a Jos ind

    genas para

    que

    obedecieran las

    rdenes que contena. Vase tam

    bin

    Jos Ca

    icedo a Salvador P

    la

    ta, Antonio Monsalve, Francisco

    Rosillo y Ramn Ranrez, Socot,

    28de

    juliode

    178J AHNLC vol.

    6, fols. 60..62.

    10

    Tapia a Plata, Morcote, 10 de ju

    lio de 1781, AHN. LC, vol. 6, fols.

    53-56.

    11

    /bfd

    quisieran hacer, porque los sacerdotes no podan obligarlos a hacerlo. Jos Tapia.

    vicario general de la provincia de Santiago, fue testigo de este a

    co

    ntecimiento en

    Morcote. En un recuento muy emocional de la insurreccin que escribi a Salvador

    Plata

    en

    el Socorro, afirmaba que los Tmaras le haban dicho que la orden no prove

    na del Cocuy, pero su borrador haba sido realizado en Pore

    8

    sta era tambin la

    opinin del gobernador Caicedo, quien, viendo que Mendoza trataba

    de

    alentar a los

    indgenas en contra suya, rpidamente recogi sus documentos y huy de Morcote

    rumbo a Socot, dejando sus pertenencias pesadas de cargar al cuidado de Tapia

    9

    El

    26

    de mayo, veinte indgenas provenientes

    de

    Tmara, Ten y Manare, armados

    con arcos y flechas, llegaron a Moreote y atacaron

    la

    casa abandonada del goberna

    dor. Destruyeron todo lo que encontraron y trataron de entrar en la iglesia para sacar

    algunos estandartes. Cuando el vicario general los disuadi de tal propsito, le orde

    naron entregarles todas las propiedades del gobernador que permanecan bajo su

    posesin. Lo amenazaron con cortarlo en pedazos, quemar su casa y llevarlo amarrado

    hasta Pore si no obedeca. Enfrentado a estas posibilidades aterradoras, Tapia acept

    entregar los objetos. Les pregunt nuevamente que a quin estaban obedeciendo

    rdenes, y stos

    de

    manera unnime confesaron que obedecan. a

    don

    Javier

    de

    Mendoza

    1

    Determinada

    a

    aprehender

    a

    Caicedo la

    fuerza,

    ahora

    ampliada

    a 1.5

    00

    hom-

    bres, se dirigi

    por

    el camino de Pis

    ba

    y Paya. Al alcanzar a Francisco

    de

    Lara

    quien estaba

    escudando

    parte

    de

    los haberes del gobernador a lomo de mula lo

    lanzaron

    de

    su montura lo amarraron y lo arrastraron hasta la crcel en Pisba,

    donde

    tambien

    atacaron

    la

    casa del sacerdote. Continuando has

    ta

    Paya se mo-

    faron del

    cura

    de ese

    pueblo

    y confiscaron los bienes del

    estanquero

    y del

    asentista de Labranzagrande quienes se

    haban refugiado

    previamente en Paya

    para escapar a

    la

    turba enfurecida. Los indgenas regresaron luego a

    Pisba

    don-

    de amarraron

    y azotaron al

    teniente

    loca l y a su

    hermano.

    Estos

    fueron

    salvados

    de s

    er ejecutados

    gracias a la aparicin del sacerdote quien lleg vestido con

    todos sus

    ornamentos

    y llevando el sacramento. Al fin, fatigados los indgenas

    retrocedieron

    ha

    s

    ta

    Morcote.

    Despu

    s

    de

    reclamarle

    a

    Tapia los

    haberes

    del go

    bernador, se los

    llevaron

    junto con

    algunas

    mulas y un sirviente.

    Durante se

    is

    semana

    s los

    indgenas continuaron ho

    s

    tigando

    a los

    sacerdotes y

    a

    otros

    blan

    cos . En

    su

    carta, Tapia inform que muchos

    curas

    en la provincia

    fueron objeto

    del ridculo. En Manare los indgenas

    profirieron

    insultos contra

    el sace

    rdote;

    en Ten, lo

    mantuvieron

    preso en su casa durante una semana. Los

    habitantes

    de

    Morcote hab

    a

    n permanecido leales pero en todos los dems lu

    gares los

    indgenas

    se negaron a as

    istir

    a

    los ritos religio

    sos , y por lo menos

    cuatro murieron sin haber recibido los sacramentos. De

    manera

    rutinaria persi

    guieron a los blancos

    y

    los amenazaron con el

    exilio.

    En Pore pidieron que Juan

    Martn

    y

    Felipe Herrera

    , dos

    hermano

    s

    que

    servan como

    l

    cabaleros

    pagaran

    con sus

    propios

    recursos todo el dinero

    que

    haban recaudado. Los Ruedas ha-

    ban huido y uno

    de

    ellos demente estaba viviendo en Chire mientras

    que

    el

    otro era

    un

    fugitivo en otro lugar del pas. Tapia conclua :

    Finalmente esta provincia est en una confusin infernal. Todos dan

    rdenes cada uno contradice l otro. Solamente se ve y se sabe de

    crmenes prueba de lo cual es la niera que h permitido nombrar

    mujeres como capitanes usadas p r maltratar a las

    u f r

    blancas

    El vicario general

    no

    tuvo duda

    de que

    Javier de Mendoza

    era el

    responsable de

    estos hechos.

    En cada cruce

    de camino,

    el capitn general

    instal

    una

    patrulla

    arma

    da, pagada

    con

    el dinero hurtado

    de

    las cofradas y del tesoro real.

    Los

    indgenas

    le

    haban dicho que Mendoza los haba urgido a que hicieran lo que ellos quisieran en

    8

    Boletn Cultural .YBibliogrfico, Vol . 33, \11m. 41 1996

  • 7/25/2019 1815-3711-1-SM

    8/26

    Jos Antonio Galn (Coleccin de miniaturas, Biblioteca Luis Angel Arango).

    todos los pueblos y les haba asegurado que si los sacerdotes huan aterrorizados, el

    N

    uevo R

    ey

    le haba escrito a l (Mendoza) que lo recompensara por e

    ll

    o

    2

    El

    gobernadorCa icedo secund su afirmacin en una

    ca

    rta

    di

    rigida al Socorro, fechada

    el 21 de junio. Al

    afi

    rmar que Mendoza estaba usando la rebelin de los comuneros

    como una excusa para llevar a

    ca

    bo su vindicta personal , Caicedo le solicit al Con

    sejo de Guerra que forzara al capitn general llanero a devolver los sirvientes y los

    bienes de que se haba apropiado de manera indebida

    13

    Mendoza respondi que los indgenas estaban actuando por su cuenta. Para funda

    mentar su afirmacin mostr una

    ca

    rta de los indgenas de Tmara, quienes plantea

    ban sus exigencias en contra del gobernador, pero el Consejo no se convenci y el

    7

    de julio le orden devolver los bienes

    4

    Los funcionarios reales tambin

    co

    nsidera

    ron al criollo culpable. El virrey Flores le escribi al ministro

    de

    las

    In

    dias que

    Mendoza, ayudado por algunos corregidores, se haba apoderado

    de

    los dineros del

    fisco y haba

    per

    suadido a los indgenas a dejar de pagar los tributos y a atacar a los

    sacerdotes y l gobernador. En su informe del 31

    de

    julio a Carlos III, la Junta Supe-

    Boletrn

    Cultura

    l

    y

    Bibliogrfico. Vol.

    33.

    mlm. 41. 1996

    9

    12

    id

    Carccdo a Pl:ua. Monsalve. Ros rllo

    y Ramrez. Soc:ot. 2 de JUniOde

    78

    . AHN .

    LC

    . vol. 6. rols. 56

    60.

    Salvador Plata. Ramn Ramrel.

    Antono Jost Monsalvc. FranciSCO

    Rosillo a Javtcr de Mendo1a. So

    corro.l7deJuhodc:

    1781,AHN.

    LC. vol 6. rol 52

  • 7/25/2019 1815-3711-1-SM

    9/26

    15

    Crdenas A o s l l l

    El mnvlmle

    nt

    n

    comunal

    11pg. 254.

    6

    Jbfd.

    t 11

    pgs. 116- 117.

    Un

    patac n

    e

    ra

    una moneda de pla lll

    que pesaba una on7.a.

    17

    Jos Antonio Vi llalonga

    a

    Carlos

    m. Bogot, de junio de 1784.

    en Eduardo Posada. f comune-

    ros

    B

    ogo

    t,

    1905}.

    425.

    11

    Plata, Ram rrez. Monsalve y Ro-

    sillo a Mendoza, Socorro, 17 de

    ju lio de 178 1. AHN. LC. vol. 6.

    fol 52.

    Laguna de los Llanos Orientales, de

    An

    ton Goering, 1892 Tomado de:

    La ruta de Humboldt Colombta y

    Venezuela

    publicado por

    Vi ll

    egas Editores, 1994).

    rior de Tribunales afirm que Mendoza haba causado el levantamiento en los Lla-

    nos al deponer a o ciales rea les, al fo rzar al gobernador a huir y al liberar a los

    indgenas de pagar tributo y de reci bir instruccin en el dogma cristiano

    15

    La

    s autoridades anhelaban subyugar a Mend

    oza

    y restablecer el

    co

    ntrol real . La

    firma de las Capitulaciones de Zipaquir, que haba conllevado on cese de las hosti-

    lidades en el interior, no era respetado en el Casanare. El 23 de junio, Jos Antonio

    Galn haba hecho un llamamiento a las armas al atacar el pueblo de Honda y luego

    a Ibagu, Ambalema,

    Vi

    lla de la Purifi cacin y Tocaima. Ese mismo da , la Junta

    Superior de Tribunales decidi nombrar comisionados para que fu eran a Pore a co n-

    vencer a Mendoza de que cesara sus hostilidades y cooperara en el res tablec imiento

    de la paz. Los comisionados llevaban instrucciones sec retas para capturar o matar a

    Mendoza si continuaba resistindose. El 14 de julio, da previs to para que Juan An-

    tonio Fernndez Recamn capturara a Galn, la Junta nombr a Jos Antonio Cha-

    parro, residente en Sogamoso, para que ejecutara su orden anterior, ofrec iendo una

    reco

    lJl.P

    ensa de 500 patacones que seran pagados puntualmente por la captura de

    Mendoza vivo o muerto

    16

    No est claro si Chaparro intent llevar a cabo su mi sin.

    pero es cierto que las autoridades haban rechazado c

    omo

    infructuoso cualquier plan

    de enviar tropas regulares al Casan are, debido a la distancia, las carreteras intransita-

    bl

    es y la falta de mano de obra. Favorecieron, por el contr

    ar

    io, un esfuerzo organi za-

    do de tipo privado. Cuando el arzo

    bi

    spo Caballero y Gngora lleg

    al

    Socorro. el 16

    de julio , acompaado por seis misioneros capuchinos, nombr a Jos Anton io

    Vi

    llalonga comandante de

    di

    cha expedicin, ayudado por Francisco Jos Becerra

    y

    Fernando Rodrguez. El prelado le dio a Villalonga una carta de presdntacin para

    los sacerdotes y

    fu

    ncionarios que permanecan en los Llanos, en la

    cua

    l les solicitaba

    su apoyo

    17

    .

    Adems, llevaba una carta, dirigida a Mendoza. de los lderes c

    om

    une-

    ros del So

    co

    rro Salvador Plata, Ramn Ramrez , Antonio Jos Monsalve y Francis-

    co Rosillo, en la cual le ordenaba recibir a Villalo nga, res taurar los cabildos y al

    gobernador depuestos y ayudar en la pac ificacin de la provincia

    8

    De acuerdo con

    10 Bolet n Cultural y Bibliogrfico. Vol. ;\. n m. 41 . 1996

  • 7/25/2019 1815-3711-1-SM

    10/26

    el informe

    de

    Villalonga al rey, escrito tres aos despus,

    el

    marqus de San Jorge,

    Miguel

    Lozano de

    Peralta, una figura controvertida, implicada ya en la causa comu

    nera, financi

    la

    expedicin con su fortuna personal y sus ingresos como administra

    dor de

    la encomienda

    de

    los Llanos

    9

    Villalonga

    reuni su expedicin

    en Zipaquir

    y sa li

    hacia

    Sogamoso a

    princi-

    pios de

    agosto, siguiendo

    la ruta de

    Ubat. En

    Socot habl con

    Jos

    Caicedo,

    quien

    le

    inform

    de la

    lamentable

    situacin en el Casanare

    ,

    de la

    conmocin

    general

    del

    robo

    de

    los fondos reales

    y

    de

    los

    biene

    s del

    gobernador

    por

    parte

    de

    rebeldes indgenas y vecinos violentos

    20

    .

    Caicedo

    haba

    sab

    ido, por fuentes

    confiables, que

    Mendoza,

    de

    spus

    de haber

    recibido la

    orden

    del

    Socorro, haba

    resuelto resistir hasta el final. Haciendo un

    llamado

    a los indgenas

    para

    que

    permanecieran

    junto

    s, les

    dijo que podan regresar

    los bienes, si

    as

    lo

    queran,

    pero que l no

    les ordenara

    hacerlo y que estaba listo para de

    sa

    fiar a los capi

    tanes del Socorro

    si lo

    obligaban

    a

    hacer

    cumplir su solicitud .

    Los indgenas

    respondieron airadamente

    que no queran

    entregar

    nada, que queran la

    guerra

    y que les

    quitaran

    a los del Socorro el de

    seo

    de estar esc ribiendo ca rtas

    2

    Caicedo

    calculaba que

    3.000

    indgenas

    y

    mucho

    s

    cr

    iollos

    apoyaran

    a Mendoza .

    Algunos criollos

    lo abandonaran

    en el momento en que vieran el ejrcito del

    interior,

    pero

    tena

    por lo

    menos once chapetone

    s

    que

    eran

    confiables y a

    qie-

    ne

    s

    le

    s

    haba entregado

    sesenta rifles, las

    nica

    s

    arma

    s

    de fuego

    utili za

    ble

    s

    que

    existan en el

    Casanare.

    Caicedo asegur

    a Villalonga

    que Mendoza

    es

    taba ab-

    solutamente determinado. a continuar como

    legi

    s

    lador

    s

    upremo de

    la

    provincia

    y que los oficiales r e ~ l e

    que

    crean que l estaba todava obedeciendo rden

    es

    provenientes

    del

    Socorro, estaban engaados

    22

    .

    Debidamente informado, Villalonga dirigi su ejrcito a travs

    de

    la cordille

    ra por

    el

    pramo de Pisba, tomando algunos militares urbanos como auxiliares. Despus de

    un

    viaje difcil por

    un

    largo

    y

    tortuoso camino, lleg a Pore, donde notific al cabil

    do y a los de Chire y Santiago de su llegada y les solicit obedecer sus rdenes y

    ayudar

    en

    la

    pacificacin. Algunos rebeldes continuaron luchando, pero muchos veci

    nos y el clero con sus indgenas se acogieron a la causa de Villalonga. A fines de sep

    tiembre, Villalon

    ga

    haba restaurado el orden en Tmara, Ten, Manare, Paya, Cravo,

    Pisba, Labranzagrande y otros lugares afectados. Los fondos robados de las haciendas

    de Tocara y Cravo fueron restituidos, as como el dinero tomado del tesoro real. No se

    perdi ningn miembro

    de

    la expedicin, pero tres rebeldes fueron asesinados, y Javier

    de Mendoza estaba entre los veinte prisioneros que capturaron

    23

    Villalonga regres a

    Bogot para

    informar a la Audiencia. Su testimonio

    co

    mpleto,

    escrito el 28 de junio de 1784, dio

    la

    gloria de la victoria al marqus de San Jorge,

    por responder a

    nue

    stra solicitud, ampliando y reforzando nuestro

    de

    s

    eo de

    haber

    nos concedido esta comisin, dndonos instruccion

    es

    y

    co

    nsejos

    co

    n el objeto

    de

    que triunframos y, finalmente, por habernos dado los pesos necesarios de su propio

    dinero para ayudar con los gastos en que incurrimos por esta materia

    24

    .

    El testimo

    nio de Villalonga fue una de las mltiples pruebas que

    el

    marqus present

    en

    1784

    para exonerarse de los cargos de haber ayudado de manera abierta

    y

    secreta a los

    comuneros.

    Los recuentos escritos de

    la

    insurreccin de Casanare muestran

    que

    haba dos

    facciones : los vecinos

    criollos liderados

    por Javier Mendoza y los

    indgena

    s,

    cuya

    fuerza

    armada llegaba a cerca de 3.000

    hombres

    . Mientras el vicario gene

    ral Tapia deca que la provincia completa

    estaba en

    una

    situacin

    de caos, una

    reconstruccin del

    padrn de

    asentamiento no

    s

    da

    una

    idea

    m

    s

    exacta del

    al-

    cance del conflicto.

    El

    14 de octubre de 1778, el gobernador

    Caicedo

    termin el

    censo de

    la

    provincia de los

    Llanos en

    respuesta a un

    edicto

    expedido por

    el

    virrey

    Manuel de Guirior

    el

    10 de noviembre de 1776

    (vase cuadro

    1). El pa

    Boletln Culrural y Bibliogllco, Vol . 33, mlm. 41 , 1996

    1

    9 Para una mirada compasiva a la

    carrera tormentosa de Lozano de

    Peralta , vtase Raimundo Rivas.

    El Marquts de San Jorge . en

    Boletrn de Historia y Antigueda

    des (de

    aqul

    en

    adelante citado

    como

    BHA). 6 (mayo de 1911).

    pgs.

    721

    7

    50.

    y Sergio E tras

    Ortiz.

    Nutvo Rtino

    dt

    Granada:

    El virrtinaiO

    2 vols. (Bogot,

    1970), t. , pg. 27 1

    2

    0

    Posada.

    Los comuneros

    pg. 427 .

    21

    J

    os

    Caicedo a Sa lvador Pla

    ta, Antonio Jo

    s

    Monsalve, Fran

    cisco Rosillo y Ramn RamJrez.

    Socot.

    28deju

    liode 1781. AHN.

    LC, vol. 6. fols.

    60-62.

    n st

    Caicedo a

    S a l v : ~ d o r

    Plata y

    Francisco Rosillo, Socot,

    13

    de

    agosto de 1781. AHN. LC. vol. 6.

    fol. 62.

    n

    Posada,

    Lo. com

    unu

    os.

    pg.

    427; st Francisco Mndez a

    Salvador Plala . Pore.

    28 de se

    p

    liembre de 1781.AHN , LC. vol.

    6.

    fo ls. 52-53 .

    l Posada.

    Los com

    unuos

    pg. 428.

  • 7/25/2019 1815-3711-1-SM

    11/26

    Ganado y caballos en los Llanos Orientales (Grabado del billete de cinco pesos emitido por Uribe e hijos en 1870, Coleccin Numismtica

    del Banco de la Repblica).

    lS

    JosCaicedo, Provincia de los Lla

    nos; padrn fonnado

    en el

    ao

    de

    1778, Morcote.

    14

    de octubre

    de

    1778,AHN.

    6

    Eduardo Acevedo Latorre ha pu

    blicado una magnfica coleccin

    de mapas de la Nueva Granada en

    Atlas de mapas antiguos de Co

    lombia siglos X V a XIX

    (Bogot,

    1971

    . Adicionalmente, existen

    mapas tiles en Gennn Colme

    nares, Las haciendas de los jesui

    tas en el Nuevo Reino de Grana

    da (Bogot, 1971 ); Antonio 8.

    Cuervo, Colecci6n de documentos

    inditos sobre

    l

    geografa y la

    historia de Colombia, 4 vols.

    (Bogot,

    1893);

    y Marcelino

    Ganuza,

    Monografa de lasmisio

    nes vivas de agustinos recoletos

    candelnrios) en Colombia, 2 vols.

    (Bogot,

    1921 . Un

    m apeo siste

    mtico de la Nueva Granada data

    del trabajo det barn von Hum

    boldt en 180l . Dado que los pue

    blos de los Llanos eran traslada

    d.os a diferentes sitios y se les

    daban nuevos nombres,

    la

    locali

    zacin

    de s

    tos en el siglo

    XV

    III

    es necesariamente un trabajo

    de

    conjeturas.

    27

    Phelan, The People and the King,

    pg. 41.

    28

    GregorioArcila Robledo,l.As

    mi

    siones ranciscanas en Colombia

    (Bogot, 1950), pgs. 219-220.

    drn mue

    stra tres c

    iudade

    s espaolas, junto

    con

    los pue

    blo

    s indge

    na

    s y

    mest

    i

    zos en

    ca

    da jurisdiccin. De una poblacin total de

    20.892,

    el 7%

    co mpr

    e

    ndido

    s

    23

    miembros del

    cl

    ero

    y 1.535 vecinos,

    eran blanco

    s; el

    73%,

    o

    15.189

    ,

    eran

    indgena

    s; el 19 ,o 4.026 ,

    era

    n

    me

    s

    tizo

    s; y 119 , o meno s

    del

    1

    %,

    eran esclavos

    negro s

    25

    .

    El mapa

    (

    pg

    . 16)

    mue

    s

    tra

    la loca lizac in de algunos de

    estos

    asentamientos

    26

    . La insurreccin empez en

    Pore

    y

    se ex

    te

    ndi

    a Santiago y a

    Chire.

    Nuncha,

    parroquia mestiza fundada so lamente once aos antes,

    no

    se

    adhiri,

    ni tampoco Iximena, que registraba la poblacin blanca ms numerosa

    de la regin.

    La

    ins

    urrecc

    in se

    extendi rpidamente

    a

    Morcote

    , Tmara, Paya,

    Pis

    ba

    ,

    Labranz

    agrande y Cravo, todas

    en la jurisdiccin de

    Po re, y Ten y

    Manare,

    en el distrito de Chire. Con la

    excepcin de Santiago,

    es to s puebl

    os

    estaban

    todos

    en

    la

    mi

    s

    ma

    zona, cerca de las vertientes andinas, h

    aca

    el occidente y

    norte de Po re.

    Lo

    s

    pueblos

    rebeldes tenan una poblacin de 10.8

    05

    per

    sona

    s o

    alrededor de la mitad de

    la po

    blacin de la

    provincia.

    En

    lo

    s

    asentamientos

    al

    norte de Santiago,

    en lo

    s valles de San Juan, a lo la r

    go del

    ro Meta y en los

    llanos

    de Arauca no hubo conflictos.

    En The People and the King, el profesor Phelan anota que el comportamiento ind

    gena en el Casanare fue mucho ms radical que en el interior. En Santaf, Tunja y

    Sogamoso, los indgenas solicitaron la devolucin de sus resguardos y minas de

    sa

    l

    pero no repudiaron ni la cultura hispnica ni tampoco rechazaron a la Iglesia y sus

    prelados. Phelan afirma que la violencia en el Casanare fue el resultado del fracaso

    de los jesuitas y de sus sucesores

    en

    cristianizar a los indgenas.

    Luego de la expulsin de la Compaa de Jess, los dominicos, francis

    canos y agustinos tomaron su lugar. Los indgenas haban sido cristia

    nizados de manera impeifee,ta por los jesuitas y sus sucesores fuero_n

    realmente poco eficaces. Los nefitos mostraban una hostilidad aguda

    hacia sus mentores espirituales.

    Los

    encolerizados indgenas atacaban

    iglesias y forzaban al clero a hui?-

    1

    .

    El problema con esta interpretacin es que solamente uno de los pueblos que participa

    ron en la insurreccin, Manare, era una misin ex esutica que en 1781 estabh. a cargo de

    los franciscanos

    28

    . Desde principios del siglo XVI, los agustinos haban tenido a su

    cargo a Ten, Tmara, Morcote, Paya, Pisba y Labranzagrande. La Junta de Propaganda

    Fide, convocada en Santaf en 1662, confirm su administracin. En su historia de las

    misiones agustinas en Colombia, Jos Prez Gmez asegura que stos continuaron ad

    ministrando estos pueblos

    ha

    sta que fueron secularizados en los ltimos cincuenta aos

    12

    Boletn Cultural y Bibliogrfico. Vol. 33. nm. 41. 1996

  • 7/25/2019 1815-3711-1-SM

    12/26

    del siglo

    XVill

    29

    . El censo

    en

    1778 distingui diferentes tipos de clero y registr que el

    clero secular

    estaba

    trabajando en Ten,

    Tmara,

    Morcote, Paya y Cravo y

    que haba

    clero regular en

    Manare

    y Pisba. No hubo inquietud

    en

    las misiones ex esuitas de

    Tame,

    Macaguane, Betoyes, Patute o Puerto (controlado en 1781 por los dominicos), o en

    Macuco,

    Surimena

    y

    Ca

    s

    imena

    , misiones ex esuitas otorgadas a los recoletos

    30

    .

    El em-

    bate de la insurr

    ecc

    in, entonces, provino de los indgenas habitantes de pueblos sujetos

    a la administracin hispnica

    por ms de

    un siglo y

    medio

    y r

    ecay m

    s sobre el clero

    secular que

    s

    obre el clero

    regular.

    CUADROJ

    Poblacin de la provincia de los Llanos en 1778.

    Clero

    Pueblos Blanca Indgena Mes

    ti

    za Esclava

    Total

    Secular Regular

    Ciudad de Santiago

    1

    1

    492

    55

    286

    37 872

    Iximena

    -

    1 670 174 484

    6 1.335

    Chmesa

    -

    1

    92

    171

    114

    -

    378

    Casimena

    -

    1

    6 380 3

    -

    390

    Surimena

    -

    1 11

    908

    17

    1 938

    Ciudad de Pore 2

    -

    129

    42 804

    40 1.017

    Nucha parroquia)

    1

    -

    16 33 606 23 679

    Macuco

    -

    1 2 619

    8

    -

    630

    Guanapalo

    -

    1

    -

    637

    -

    -

    638

    *Morcote

    1 - 2 2.165

    35 1

    2.

    204

    *Tmara

    1 -

    3

    2.

    079

    57 1

    2.141

    *Paya

    1

    -

    1 544

    60

    -

    606

    *Pisba

    -

    1

    -

    590

    8

    -

    599

    *Labranzagrande

    1

    -

    8

    140 587

    -

    736

    *Cravo

    1

    -

    10 692

    380 lO

    1.09 3

    Ciudad de Chire

    -

    -

    57

    -

    298

    -

    355

    *Ten 1 -

    -

    484

    62

    -

    547

    *Manare

    -

    1

    -

    625

    9

    -

    635

    Tame

    -

    -

    17 1.

    739 89

    -

    1.845

    Macaguane

    -

    1

    -

    1

    .635

    4

    -

    1.640

    Betoyes

    -

    1

    19

    1.276

    - -

    1.29

    6

    Patute

    -

    -

    -

    66

    65

    -

    131

    Puerto

    -

    1

    -

    114

    -

    -

    115

    Aguariva

    -

    1

    -

    21

    50

    -

    72

    TOTAL

    10

    13

    1.535

    15

    .189

    4.026 119 20 .892

    Pueblos que paniciparon en la revoluci n.

    Esta iofonnacin es adaptada del Padrdn realizado en 1776 por Caicedo por orden real del 10 de novtembrc de 1776. y

    fechado en Morcote

    el

    14 de octubre de 1718. El original reposa en el Archivo Histrico Nacional).

    Boletn CuhuraJ y Bibliogr.ico, Vol. 33, nllm.

    41

    . 1996

    13

    29

    Jos Prc1. Gmc1.. / os

    u f ' ' ~ '

    lrtftr rrcof

    di'

    las

    mlfwnt'f

    aguf

    tintana

    s t'n Colombta Bogot.

    1924

    ,

    pg 105

    JO Jos Manuel Groot. Hmuno < Ir

    ststtcn ,\ cni l di'

    Nut'I

    O

    Grana

    da. 2 vols Bogot. 1 9 5 ~ ) t 11

    pgs. l22 -1 :D: G3nuza. Mono

    rtra-

    f o dt' la r nutimtt'J \ , 1 11.

    pg . 44

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    13/26

    Indios guahibos, dibujo de Riou, grabado de Hildebrand (Tomado de

    Voyages dans L Amrique du Sud,

    Pars, 1883).

    31

    Gennn Colmenares,

    a

    provincia

    de Tunja en el Nuevo Reino

    e

    Granada: Ensayo de historia so

    cial 1539-1800 (Bogot, 1970),

    pags.l6-17 44.

    Una mejor explicacin de la rebelda radica parcialmente

    en

    la participacin de

    los pueblos rebeldes en la industria de textiles de Tunja. Poco tiempo despus

    de la conquista, Tunja surgi como el centro principal de la produccin y distri-

    bucin de textil

    es

    para toda la Nueva Granada. Con una poblacin

    densa

    de

    indgenas apropiada para la labor de la encomienda, la rpida adaptacin

    de

    las

    ovejas en los valles del altiplano, que garantizaban el abastecimiento

    de

    lana, y

    el acceso al algodn cultivado en las regiones bajas del Casanare, la primaca de

    Tunja

    era

    inexpugnable. Bajo el dominio chibcha, los laches y tunebos,

    que

    habitaban

    en

    pueblos

    en las

    vertientes

    de la cordillera

    Oriental estaban

    acostumbrados a pagar tributo a los caciques de Tunja,

    Duitama

    y

    Sogamoso

    con algodn, pescado y miel, todos productos de su tierra. En

    1560

    formaron

    parte de una encomienda muy grande otorgada al conquistador Gonzalo Jimnez

    de Quesada y ms tarde a su heredero, Antonio de Berro.

    Esta encomienda era

    una de las ms ricas de la provincia de Tunja, porque abarcaba todas las opera-

    ciones necesarias para la produccin

    de

    textiles de algodn. Los indgenas

    que

    vivan alrededor de Tmara recolectaban hasta 160 cargas (

    40

    libras son una

    carga) de algodn anualmente,

    que

    enviaban a las comunidades indgenas

    de

    la

    cordillera. En 1571, se enviaron 6.825 arrobas de algodn

    solamente

    a l

    os

    caci-

    que

    s

    de

    Chita. En esa poblacin los indgenas

    pagaban

    su tributo

    en

    cobijas.

    Cada clan o

    parcialidad

    tena que entregar al encomendero el

    nmero

    de

    cobi

    -

    jas

    fijado en el impuesto. Adems,

    en

    obrajes* establecidos en

    Santiago

    de

    las

    Atalayas, los indgenas tejan textiles y cobijas

    que

    utilizaban

    para pagar

    su

    tributo. En una

    poca

    tarda, 1754, el remanente de la

    encomienqa Quesada

    Berro continuaba produciendo ms

    de

    1.000 pesos al

    ao

    y

    haba

    adumulado

    en

    el tesoro de la Hacienda Real, 32.246 varas*

    de

    textil

    de

    algodn

    con

    un

    valor

    de 10.000 pesos

    3

    A pesar de que los obrajes* haban desaparecido

    en

    Santiago desde mediados del

    siglo XVIII, los textiles de algodn continuaban siendo la industria ms productiva

    4

    Boletfn Cultural y BibliogrficO , Vol. 33, nm. 41, 1996

  • 7/25/2019 1815-3711-1-SM

    14/26

    Pareja de indios chur

    oyes

    y chin

    chor

    ro de nio, Ll anos Orientales Tomado de: e Tour du Monde

    Parfs, 1877).

    en los pueblos indgenas. El padre Basilio Vicente de Oviedo, quien describi y

    clasific todas las parroquias de la Nueva Granada de acuerdo con el tamao, el

    ingreso, el clima y la situacin general en 17 1, observ que la produccin de algo

    dn estaba centrada en Tmara,Ten, Morco e, Manare

    y

    en menor escala, en Labran

    zagrande, Pisba y Paya. Los indgenas de estos pueblos eran dciles, humildes y

    muy trabajadores. Cultivaban y recogan algodn, que hilaban para pagar sus cofra

    das y fiestas. Tejan textiles tan finos como los de Castilla. En Morcote producan

    cobijas blancas y a rayas, pauelos, pendones y muchos textiles cu riosos. Las espe-

    Bolclfn Cuhurn l

    y

    Bibliogrfi co. Vol. 33. nm. 41. 1996

    5

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    15/26

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