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PASTORAL PASTORAL BOLETIN de BOLETIN de San Juan de los Lagos, Jal. Septiembre de 2001 Nº 230 Revista Diocesana Mensual 1985 1989 Jubileo 2000 2001 Año Santo 1972 1982 1995 Mes de La Sagrada Escritura, fuente de vida y esperanza de toda acción pastoral

1995 Jubileo 2000 Mes de · Jubileo 2000 2001 Año Santo 1972 1982 1995 Mes de La Sagrada Escritura, fuente de vida y esperanza de toda acción pastoral. Centro Diocesano de Pastoral

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San Juan de los Lagos, Jal. Septiembre de 2001 Nº 230

Revista Diocesana Mensual

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La Sagrada Escritura, fuente de viday esperanza de toda acción pastoral

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Centro Diocesano de PastoralMorelos 34.Apartado Postal 21Tel. (3) 785-0020 Fax. (3) 785-0171Correo-E: [email protected] San Juan de los Lagos, Jal.

Responsable:

Presentación .................................................................................................................. 1

Mes de la Biblia

I. La Biblia, Palabra viva y Perenne de Dios ......................................................... 2

II. La Sagrada Escritura en la Tarea Evangelizadora de la Iglesia ........................ 6

III. La Pastoral Bíblica: Tareas y riesgos................................................................. 9

IV. Espacios de Encuentro con la Sagrada Escritura ........................................... 13

V. La Pastoral Bíblica y el Proceso de Pastoral Diocesano ................................ 17

Lectio divina

Evangelios del mes de Septiembre........................................................................ 20

Metodología de la Lectio divina ........................................................................... 21

Elenco de Lectio divina, editadas en el Boletín Diocesano de Pastoral ........... 36

Elenco de Lectio divina, proporcionadas por el Sr. Cura Juan Roberto ............ 39

Lineamenta Sínodo de Obispos:

“El Obispo servidor del evangelio de Jesucristo,para la esperanza del mundo” (Aportación de la diócesis) ........................... 42

Escritores diocesanos:

Anacleto González Flores y el conflicto religioso de 1926-1929 ..................... 50

Documento pontificio:

Novo millennio ineunte ......................................................................................... 60

Varios:Septiembre: Onomásticos,

Aniversarios de ordenación y Defunción ................................... Contraportada

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Pastoral bíblica diocesana

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MES DE LA BIBLIA

PresentaciónLos agentes de pastoral cada día nos debemos esforzar más por tener claridad sobre el lugar que

debemos dar a la Sagrada Escritura en la tarea evangelizadora. Quien se encuentra con la Palabra no puedemenos que convertirse en un proclamador.

La Sagrada Escritura es fundamental en la comunidad eclesial; cuando ésta la escucha y la proclamacon autenticidad entra en un proceso de conversión personal y comunitario que propicia y garantiza elencuentro con Jesucristo y su proyecto, y nos lleva a una profunda actitud de comunión y solidaridad.

Es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye el sustento y vigor de la Iglesia,firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual (DV 21).

TEMAS:1. LA BIBLIA, PALABRA VIVA Y PERENNE DE DIOS2. LA SAGRADA ESCRITURA EN LA TAREA EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA3. LA PASTORAL BÍBLICA: TAREAS Y RASGOS4. ESPACIOS DE ENCUENTRO CON LA SAGRADA ESCRITURA

5. LA PASTORAL BÍBLICA Y EL PROCESO DE PASTORAL DIOCESANO

La Sagrada Escritura está en los labios y al alcance de nuestra mano; cada día es más raro encontraruna familia que no posea la Biblia. Pero esto no lo es todo; deseamos que la palabra de Dios esté en elcorazón como lo espera la Iglesia: “La iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo hahecho con el cuerpo de Cristo, pues sobre todo en la sagrada liturgia nunca ha cesado de tomar y repartira sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del cuerpo de Cristo” (DV 21).

En este mes de septiembre: “Mes de la Biblia” deseamos dar un paso más en el campo de nuestramadurez espiritual. El fruto espiritual depende, en primer lugar, del Señor y de una lectura individual ycomunitaria de la Sagrada Escritura en clave de oración y orientada a la conversión, de parte nuestra.Seguramente nos ayuda lo siguiente:a) En primer lugar, el encuentro con la Escritura no debe hacerse individualmente, sino con otros

creyentes, en comunidad. La palabra de Dios no es un regalo para la persona sola, sino Dios la haofrecido a su Iglesia. Por lo mismo, se requiere una actitud de apertura y sencillez; aceptación de losdemás y entrega generosa de sí mismo.

b) En segundo lugar, la lectura de la Biblia siempre se debe hacer en actitud de fe y en clima de oración:la lectura debe ser creyente. Para esto necesitamos una actitud de apertura a Dios y de fe para reconocerque Dios nos habla hoy en su palabra y en los acontecimientos de la vida.

c) En tercer lugar, al leer la Sagrada Escritura debemos estar abiertos a la conversión. Si el encuentro conel Señor, a través de su palabra, no va cambiando nuestras vidas, si no nos dejamos interpelar ytransformar por ella, entonces nuestro acercamiento a la santa Biblia habrá sido inútil.

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MES DE LA BIBLIA

I. La Biblia, Palabra vivay Perenne de Dios

1. PREPARACIÓN AL TEMA(AMBIENTACIÓN)

Al tener la Sagrada Escritura al alcance de nuestramano, estamos en posibilidad de abrirla y leerla. Pero¿todas las lecturas son igualmente fructuosas? ¿Conqué actitud debemos leerla los cristianos? La SagradaEscritura no es un libro cualquiera; en la Bibliatenemos la palabra viva y perenne de Dios.

Cuando la tomamos en nuestras manos no lohacemos pensando que es un libro de historias odoctrinas, sino un medio por el cual el Espíritu Santonos revela lo que es Dios.

¿Cada cuándo lees la Biblia? ¿Qué sucede cuando lalees devotamente?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Cuando observas a uno de la familia leer la Biblia,¿qué proceso sigue? ¿Con qué intención la lee?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Consideras que en el templo y en reuniones degrupos se hace una lectura cristiana de la Biblia?

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¿Qué tanta convicción hay entre las personas deque “desconocer las Escrituras es desconocer aCristo”?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Sientes que tus sacerdotes tienen un gran entusias-mo porque se conozca y ame la palabra de Dios?

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¿En qué se nota que hay hambre de la palabra deDios?

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Proclamación de Isaías 55,6-11

Volvemos a leer personalmente el texto sagrado,reflexionamos en silencio y leemos las notas que traela Biblia.

Entre todos tratamos de narrar el texto, de aclarardudas y responder a lo siguiente:

¿Por qué el profeta se vale de imágenes o compara-ciones para dar su mensaje?

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¿Qué semejanzas hay entre el agua y la palabra deDios?

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¿Qué es necesario para que la palabra de Diosproduzca fruto?

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3. PROFUNDIZAMOS

Nota: ve señalando las frases que te llaman la atención.

1. Los cristianos estamos llamados a seguir aJesucristo tal como se nos propone en los Evangelios.Este seguimiento de Jesús supone conocerlo de for-ma vital y experiencial en el contacto con El a travésde las Escrituras y de la Eucaristía.

Comenta con las personas de a lado tus respuestas a lasanteriores preguntas.

2. ESCUCHAMOSLA PALABRA DE DIOS

Conscientes de que Dios quiere comunicarse connosotros a través de su Palabra que es “viva y eficaz”,nos preparamos a escucharla con el canto:

“ES FUERTE, SEÑOR, TU PALABRA”

Es fuerte, Señor, tu palabra;ella me salvará;

tu palabra, Señor, me vivifica;espero en tu palabra, Señor.

Notas:

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MES DE LA BIBLIA

Es una bendición para la Iglesia el númerocreciente de fieles que tienen diariamente en susmanos la Sagrada Escritura, a fin de adquirir, por lalectura y meditación de los sagrados Libros, elsublime conocimiento de Jesucristo, “pues desco-nocer las Escrituras es desconocer a Cristo” (Cf.Flp 3,8).

2. Gracias a la voz profética del Concilio Vatica-no II, la Biblia ha vuelto a ocupar el lugar que lecorresponde en las familias de los creyentes. Lahistoria nos narra que por varios motivos se habíaalejado a los fieles del contacto con la palabra deDios y con ello del “sustento y vigor de la Iglesia,firmeza de la fe para sus hijos, alimento del alma,fuente límpida y perenne de vida espiritual” (DV,21).

3. En la medida que la Biblia ha ido tomando sulugar central en la vida cristiana, también se ha idoconsolidando una especial actitud ante Ella: se hatenido el cuidado, en los grupos bíblicos, de mante-ner un contacto existencial; es decir, que parte de lavida y lleva a la vida. ¿Cómo describir en pocaspalabras esta actitud de partir de la vida y llevarla ala vida? Lo podemos expresar en tres actitudesbásicas: acercarnos a la Palabra de Dios desde unametodología vital y comunitaria; enseñarnos a des-cubrir desde Ella la realidad de la historia de lasalvación; iniciarnos en un acercamiento orante ycontemplativo.

4. Las tres anteriores actitudes son fundamentalespara una lectura correcta y provechosa de la Biblia.¿Será fácil hacer caso de ellas y ponerlas en práctica?Ciertamente no. Por eso con toda sinceridad hay queafirmar que aunque hoy en día existe más contactocon la Escritura, sin embargo, en muchos casos, secarece de un atento y adecuado asesoramiento, lo quetrae como consecuencia que la Palabra no produce elfruto que debiera en el corazón de los fieles y en lacomunidad cristiana. Comentemos brevemente cadauna de estas tres actitudes básicas:

5. Acercarnos a la lectura y meditación de la Bibliacon una metodología vital y comunitaria. Cuandotenemos presente que la Biblia nació, por la inspira-ción del Espíritu Santo, de la experiencia profunda defe del pueblo de Israel, un pueblo elegido y guiado porDios, y que en la fe se esfuerza por responderle a Diosen medio de todos los acontecimientos de la historia,entonces nos es muy fácil caer en la cuenta que parauna lectura fructuosa de la Biblia se necesita la viday la comunidad.

6. La Biblia nació mezclada con la historia delmismo pueblo que, día a día, buscaba ser fiel a Diosy a sí mismo. Ellos pensaban: lo que sucedió en elpasado nos enseña a vivir hoy, nos sirve de ejemplopara ver si estamos viviendo como quiere Dios.Toda persona, al leer con fe la Biblia, cae en lacuenta de que lo que sucedía en la vida del pueblo deIsrael, ocurre también en la historia del propiopueblo y de otros pueblos: guerras y luchas parasobrevivir libres; explotación, peleas entre herma-nos, desierto, exilio, alejamiento de Dios, errores,pecados, etc.

7. Es ésta la razón por la que cuando leemos ymeditamos la Palabra experimentamos que es siem-pre actual, porque cualquier narración bíblica, puestoque es una experiencia de fe, nos permite analizarnuestra propia experiencia de fe, llegando a la certezade que contamos con la presencia y acompañamientodel mismo Dios que estuvo cercano con Israel y leayudó en su caminar hasta llegar a Cristo.

8. Nuestra vida cristiana está entretejida de “gozosy esperanzas, tristezas y angustias” (GS,1), y la pala-bra de Dios es la luz que guía nuestros pasos en estecaminar comunitario. La Biblia es la que va a darsentido a la vida y será la que nos motive a llamarnosy comportarnos como hermanos.

9. Enseñarnos a descubrir desde la Biblia la histo-ria de la salvación. La Biblia es la clave para ayudara comprender el verdadero sentido del hombre, delmundo y de la historia. En la Escritura encontramosla verdad sobre Jesucristo, sobre la Iglesia y sobre elser humano (Juan Pablo II, Discurso inaugural de laAsamblea de Puebla).

10. Entre los cristianos no siempre hay un cono-cimiento amplio de la persona de Jesucristo y suobra. Esto puede suceder, porque falta un contactoasiduo con la Escritura. Una formación sólida entrelos cristianos debe centrarse en el conocimiento deJesús de tal manera que “ilumine los ojos de sucorazón, para que conozcan cuál es la esperanza aque han sido llamados, cuál es la riqueza de la gloriaotorgada en herencia a su pueblo, y cuál la excelsagrandeza de su poder para con nosotros, los creyen-tes, manifestada a través de su fuerza poderosa” (Ef1,18-19).

11. Sólo con una atenta y asidua lectura y reflexiónbíblica seremos capaces de percibir a Cristo como elcentro de la historia, ya que la historia de Israel tiendehacia El y la del Nuevo Pueblo de Dios parte de El.Toda la Escritura tiene a Cristo como centro.

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12. Pero también nosotros hoy formamos partede esta historia, y estamos llamados a construir unahistoria salvífica, aceptando la invitación de Cristoy comportándonos como sus auténticos discípulospuesto que “fue voluntad de Dios el santificar ysalvar a los hombres, no aisladamente, sin conexiónalguna de unos con otros, sino constituyendo unpueblo, que le confesara en verdad y le sirvierasantamente” (LG,9).

13. Los cristianos somos el Pueblo de Dios, unpueblo que hacemos historia y, gracias a la presenciade Dios, esta historia se convierte en una historiasalvífica, porque en comunión con los pastores, apa-recemos una Iglesia más corresponsable, más cerca-na a la realidad, más profética, más preocupada porlos pobres, con una vida de mayor comunión yfraternidad y más abierta a la acción del EspírituSanto.

14. Iniciarnos en un acercamiento orante y con-templativo a la Escritura. La Escritura no es sola-mente un texto que debe ser leído de acuerdo a lasorientaciones que sobre la interpretación ha dadola Iglesia; es también un medio privilegiado decomunión y comunicación con Dios. Una lecturade la Biblia hecha con estas actitudes es lo que seha llamado en la historia de la Iglesia la Lectiodivina.

15. Este acercamiento a la Biblia ha sido para loscristianos un medio muy valioso para intensificar lavida espiritual, porque se insiste en que no hay quetomar a la Biblia como un libro de historia o dedoctrina, sino como un libro por el cual el EspírituSanto revela, en la existencia concreta, la voluntad deDios. Desde la época de los Padres de la Iglesia se hahablado de este acercamiento existencial a la palabrade Dios, al indicar los diferentes grados de profundi-zación: lectura, meditación, oración y contempla-ción. Cada paso significa una interiorización mayorde la palabra de Dios.

16. No cabe duda de que debemos insistir aún másen una lectura contemplativa de la Palabra para estaren mejor sintonía con este patrimonio de la Tradiciónde la Iglesia; “en esta revelación, Dios invisible,movido de amor, habla a los hombres como amigos,trata con ellos para invitarlos a recibirlos en sucompañía” (DV,2).

Por eso el Concilio Vaticano II, al recomendar-nos a los cristianos la lectura asidua de la Biblia,señala que debe estar acompañada de la oración“para que se entable el diálogo entre Dios y el

hombre, pues a Dios hablamos cuando oramos, aDios escuchamos cuando leemos sus palabras”(DV,25).

Ciertamente la Escritura es el libro más rico enexperiencias de oración; porque fundamentalmen-te es la historia del encuentro de Dios con loshombres que se abren a El en la contemplación y elamor.

Al realizar esta lectura vital de la Biblia, caigamosen la cuenta de que entramos en contacto directo conDios en la trama de una vida personal y es allí donderecibimos la luz para conocer la voluntad de Dios y lafuerza para cumplirla de acuerdo a nuestra vocacióny misión en la Iglesia.

4. ACTUAMOS

Anota los tres pensamientos más importantes de loque se ha reflexionado:

1. ________________________________________________________________________________2. ________________________________________________________________________________3. ________________________________________________________________________________

Anota 3 exigencias del tema de hoy:

1. ________________________________________________________________________________2. ________________________________________________________________________________3. ________________________________________________________________________________

5. ORAMOS

Oración personal.

Es el momento de expresar aquello que el pasaje y elcomentario sobre la vida me hace decirle a Dios.

Oración en común.

Terminamos rezando juntos el Salmo 29 (28)

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MES DE LA BIBLIA

1. PREPARACIÓN AL TEMA(AMBIENTACIÓN)

En la reunión anterior estuvimos reflexionando enlos criterios que se requieren para una lectura cristia-na y provechosa de la Biblia, porque si aumenta elnúmero de cristianos que toman en sus manos laSagrada Escritura, en muchos casos la palabra deDios no produce el fruto que debiera en el corazón delos fieles y en la comunidad cristiana. Hoy vamos aconsiderar la importancia que tiene la Sagrada Escri-tura en la tarea evangelizadora de la Iglesia.

Como agente de pastoral ¿cuál es tu experiencia deDios?

____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Qué hemos visto y oído que podamos comunicarcon entusiasmo y alegría a los demás?

____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Qué opinas de la tarea evangelizadora que serealiza en tu comunidad?

____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Qué lugar ocupa la Biblia en la tarea evangelizado-ra de tu comunidad?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Comenta con las personas de a lado tus respuestas a lasanteriores preguntas.

2. ESCUCHAMOSLA PALABRA DE DIOS.

Seremos una diócesis cada día mejor, si cada unode los agentes de pastoral asumimos como tareafundamental lo que Cristo nos ha confiado: el anun-cio de la Buena Nueva, es decir, la Evangelización.Los discípulos debemos imitar a nuestro MaestroJesús.

CANTO: “SOIS LA SEMILLA...”

Id amigos por el mundo,anunciando el amor,

mensajeros de la vida,de la paz y el perdón.

Sed amigos los testigos,de mi resurrección,

id llevando mi presencia,con vosotros estoy.

Proclamación del evangelio de San Lucas 4,16-20

Volvemos a leer personalmente el texto sagrado,reflexionamos en silencio y leemos las notas que traela Biblia.

Entre todos tratamos de narrar el texto, de aclarardudas y responder a lo siguiente:

II. La Sagrada Escritura en la TareaEvangelizadora de la Iglesia

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MES DE LA BIBLIA

¿En qué consiste la misión de Jesús?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Por qué encuentra Jesús rechazo entre los judíos enNazareth?

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3. PROFUNDIZAMOS

Nota: ve señalando las frases que te llaman la atención.

1. La misión evangelizadora de la Iglesia.Pablo VI en Evangelii Nuntiandi nos insiste que:

“evangelizar constituye, en efecto, la dicha y voca-ción propia de la Iglesia, su identidad más profunda”(EN 13). Esta tarea surge con el inicio mismo de lacomunidad de discípulos y apóstoles en torno alResucitado, bajo la fuerza del Espíritu (EA 66).

Los discípulos de todos los tiempos cumplencabalmente esta tarea si poseen una experiencia pro-funda con Jesús, Hijo de Dios.

2. La Sagrada Escritura en la misión evangeli-zadora de la Iglesia.

Sin Sagrada Escritura no hay evangelización. Cuan-do los miembros de la Iglesia hacen a un lado la Bibliaterminan por ser un grupo o un club. Sólo con lapalabra de Dios se edifica la comunidad. No seentiende la identidad de la Iglesia, ni se hace efectivasu misión, sin la escucha atenta y la proclamaciónauténtica de la Palabra. Compromiso de la Iglesia eshacer vida la Palabra que se le ha confiado. Compren-demos muy bien entonces por qué el Concilio seexpresa diciendo: “es tan grande el poder y la fuerzade la palabra de Dios, que constituye el sustento yvigor de la Iglesia” (DV 21).

3. La comunidad se encuentra con Cristo Vivoen la Sagrada Escritura.

Los cristianos no vamos detrás de un muerto, sinode uno que está vivo, de Cristo que ha resucitado. Yla Tradición de los Padres y el Magisterio nos hanseñalado como uno de los medios privilegiados parael encuentro con Cristo a la Sagrada Escritura; ya quetoda ella gira en torno a Cristo. Este encuentro, si esauténtico, necesariamente conduce a la conversión(EA 12). “Bebe, por lo tanto, las dos copas, la delViejo y la del Nuevo Testamento, porque en las dosbebes a Cristo” (S. Juan Crisóstomo).

4. La comunidad escucha y proclama la Palabrabajo la guía del Magisterio.

Toda la comunidad eclesial tenemos la oportuni-dad de escuchar y proclamar la palabra de Dios. Peropara que los cristianos seamos servidores de la Pala-bra, siempre debemos actuar conforme a la Verdad,es decir, bajo la guía del Magisterio y en fidelidad ala Tradición. Cuando no lo hacemos así, actuamosapoyados en juicio propio y se cae en muchas desvia-ciones. El Obispo, en su diócesis, es el principalpromotor de que los fieles tengan fácil acceso a lapalabra de Dios.

5. La Comunidad, al acercarse a la SagradaEscritura, se encuentra con Dios y su proyecto devida.

Muchas veces a la Biblia se le nombra comopalabra o revelación de Dios. Y esto no es un error,aunque tampoco es del todo correcto, porque sabe-mos que Dios ha hablado al hombre mucho antes deque las palabras fueran puestas por escrito. Dios, ensu bondad y sabiduría, ha salido de su misterio, Diosha venido a nuestro encuentro. El ha tomado lainiciativa. Todo ha sido por gracia, por amor. Dios seha manifestado por medio de acontecimientos y pala-bras estrechamente unidos. En la Escritura Dios noshabla por medio de hombres inspirados y en lenguajehumano. Tarea del agente de pastoral es conocer cadadía más todo lo que se refiere al autor humano: sucultura, situación de la comunidad, finalidad al expre-sarse, etc. Los cristianos debemos de tener más estudiobíblico: conocimiento, meditación y vivencia.

6. La Comunidad se alimenta y hace viva su fea través de la Sagrada Escritura y de la Eucaristía.

Tomando en cuenta que en la Iglesia, en ocasio-nes, se hacía a un lado el conocimiento y el acceso ala palabra de Dios, el Concilio proclamó: “La Iglesiasiempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo hahecho con el Cuerpo de Cristo, sobre todo en laSagrada Liturgia. Nunca ha cesado de tomar y repartir

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MES DE LA BIBLIA

a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de laPalabra de Dios y del Cuerpo de Cristo” (DV 21). Elsustento y vigor de la vida cristiana dependen de lapalabra de Dios y de la Eucaristía.

Esto significa que la Escritura y la Eucaristía sonlugares privilegiados del encuentro con Jesucristo.

7. La Comunidad, al acercarse a la SagradaEscritura, tiene una fuente para la predicación y laacción pastoral.

Si los agentes de pastoral tenemos por oficio elministerio de la Palabra, tenemos, por consiguiente,la obligación “de leer y estudiar asiduamente laEscritura para no volverse predicadores vacíos de laPalabra que no la escuchan por dentro” (DV 25).

Si deseamos que la acción pastoral sea realmentefructífera, debemos alimentarnos asiduamente con lapalabra de Dios; porque algo tan fundamental nopuede dejarse al gusto personal, a motivaciones espo-rádicas y a entusiasmos pasajeros.

8. La Comunidad escucha y encarna el Evange-lio como María.

Para nosotros, cristianos mexicanos, la Virgen deGuadalupe, es el signo de escucha y encarnación delEvangelio. María escucha y acoge la Palabra conlibertad de espíritu y madurez humana. María recibela Palabra en la obediencia y en el gozo. Si cada díaestamos en posibilidad de recibir la palabra de Dios,cada día necesitamos de imitar la actitud de María.

4. ACTUAMOS

Anota los tres pensamientos más importantes de loque se ha reflexionado:

1. ________________________________________________________________________________2. ________________________________________________________________________________3. ________________________________________________________________________________

Anota 3 exigencias del tema de hoy:

1. ________________________________________________________________________________2. ________________________________________________________________________________

3. ________________________________________________________________________________

5. ORAMOS

Oración personal. Es el momento de expresaraquello que el pasaje y el comentario sobre la vida mehace decirle a Dios.

Todos juntos decimos el siguiente himno de laLiturgia de la Horas:

Con entrega, Señor, a ti venimos,

escuchar tu palabra deseamos;

que el Espíritu ponga en nuestros labios

la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra

en la luz que a los hombres ilumina,

en la fuente que salta hasta la vida,

en el pan que repara nuestras fuerzas...

Notas:

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III. La Pastoral Bíblica:Tareas y riesgos

1. PREPARACIÓN AL TEMA(AMBIENTACIÓN)

Hemos visto que en la Evangelización, tarea fun-damental de la Iglesia, la Sagrada Escritura no puedequedarse al margen, porque se le da cabida a lacentralidad de la palabra de Dios o no hay verdaderoanuncio del Evangelio. Después del tema anterior losagentes de pastoral tenemos más claridad sobre ellugar que debemos dar a la Sagrada Escritura en latarea evangelizadora. Constatamos que a pesar deque la Biblia está al alcance de muchos cristianos,nuestros Obispos nos advierten sobre la incoherenciade fe que nos aqueja a la mayoría de los seguidores deJesús; esto significa que el contacto con la palabra deDios es muy débil y poco estructurado.

¿Qué se entiende por pastoral bíblica? ¿Qué lugarocupa la pastoral bíblica dentro de la pastoraldiocesana? ¿Cuál es la función de la pastoral bíblicaen relación con las otras pastorales? ¿Cuáles son losrasgos que deben caracterizar la pastoral bíblica ennuestra diócesis?

Estas son las interrogantes a las que queremosresponder con el tema.

¿Qué personas en tu comunidad son reconocidascomo animadoras bíblicas?

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Existe escuela bíblica en tu comunidad? ¿Se cele-bra la semana bíblica en tu comunidad?

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Se ofrecen en venta biblias y material bíblico en lanotaría o en la librería parroquial?

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

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¿Existe un equipo animador de la pastoral bíblica entu parroquia?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Comenta con las personas de a lado tus respuestas a lasanteriores preguntas.

2. ESCUCHAMOSLA PALABRA DE DIOS.

En las primeras comunidades cristianas se le dabamucha importancia a la palabra de Dios, aunque nofaltaban fallas; por eso los escritores sagrados, enalgunas partes de los libros del NT, insistían en lagrandeza de la Palabra. Escuchemos el elogio de lapalabra de Dios que hace el autor de Hebreos.

Proclamación de Hebreos 4, 12-13Volvemos a leer personalmente el texto sagrado,

reflexionamos en silencio y leemos las notas que traela Biblia. Respondemos a lo siguiente:

¿Cuáles son los calificativos que da a la palabra deDios el autor sagrado?

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Qué significa la comparación de la Palabra con laespada de doble filo?

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

3. PROFUNDIZAMOS

Nota: ve señalando las frases que te llaman la atención.

1. Lo que es la pastoral bíblica.La pastoral bíblica es todo aquel trabajo que hace

la comunidad eclesial en torno a la Sagrada Escritu-ra, su lectura, interpretación, celebración y viven-cia, con el fin de que ella sea “sustento y vigor de laIglesia, fortaleza de fe para sus hijos, alimento delalma, fuente pura y perenne de vida espiritual” (DV21). No solamente unas cuantas personas, ni tampo-co un equipo, sino toda la comunidad es la respon-sable de la lectura, interpretación, celebración yvivencia. Estos cuatro pasos son la garantía de quela Palabra no se quedará en un mensaje estéril sindimensiones comunitarias ni como palabra muerta;ya que la pastoral bíblica no es aprender “cosas” dela Biblia, sino provocar una experiencia de Dios quenos lleva a conformar nuestra vida con la voluntadde Dios.

2. La pastoral bíblica, auténtica pastoral.Ya vimos en el tema anterior que la Sagrada

Escritura no puede ser colocada al margen de la vidade la Iglesia y de su tarea esencial: la Evangelización.La pastoral bíblica, en cuanto ciencia, no puede estardependiendo del entusiasmo momentáneo de algu-nos agentes de pastoral que realizan acciones aisladassin estructura seria y sin coordinación con la pastoralorgánica. La Evangelización debe ser planificada, ydentro de este caminar eclesial, la pastoral bíblicadebe ser el “sustento y vigor”, es decir, una verdaderay auténtica pastoral y no sólo un movimiento oapostolado bíblico.

3. Tareas de la pastoral bíblica.Además de la tarea fundamental de la pastoral

bíblica que es la Evangelización, le correspondenalgunas tareas preferentes de acuerdo a la realidad denuestra Iglesia mexicana y de cada una de las dióce-sis:· Ofrecer criterios para asumir la Biblia como Palabra

Divina, Humana y Actual.· Ofrecer criterios para que el encuentro con la Sagra-

da Escritura fomente la adhesión a Jesucristo.· Ofrecer criterios para que el encuentro con la Sagra-

da Escritura lleve a la conversión.· Ofrecer criterios para que el encuentro con la Sagra-

da Escritura promueva la comunión y la solidari-dad.

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MES DE LA BIBLIA

· Promover laLectio Divina

· Animar la pro-clamación dignay la escucha fervo-rosa de la Palabra enla liturgia.

· Poner al alcance de to-dos, material adecuadoque facilite el encuentrocon la Palabra.

· Integrar adecuadamente lapastoral bíblica dentro de lapastoral orgánica.

4. Rasgos de la pastoral bíblica.

Para que Sagrada Escritura verda-deramente se vaya convirtiendo en el alma de laEvangelización, la pastoral bíblica debe poseer lossiguientes rasgos:

· La pastoral bíblica debe llevar a un permanenteencuentro con Cristo Vivo. Como el encuentro escon Alguien, esto impide que se vuelva una meracultura bíblica.

· La Sagrada Escritura no podrá ser el sustento y vigorde toda la vida de la Iglesia si no conduce a laconversión, pues no hay encuentro auténtico conCristo sin signos de verdadera conversión. La pas-toral bíblica promueve la conversión.

· La pastoral bíblica debe fomentar la espiritualidaddel seguimiento. Todo acercamiento a Cristo Vivonos invita a seguirle más de cerca, nos comprometea vivir como verdaderos discípulos.

· La pastoral bíblica conduce a la comunión y a laparticipación. El punto de partida y de llegada en lapastoral bíblica son la comunión y la participación;y esto lo podrá lograr si está abierta a los diferentescarismas y vocaciones con las que el Espíritu enri-quece a la Iglesia y si no se olvida que está al serviciode las diferentes acciones pastorales en la comuni-dad.

· La pastoral bíblica debe promover eclesialmente laSagrada Escritura en los diferentes niveles de Igle-sia, para ello es necesario que exista una coordina-ción diocesana.

· La pasto-ral bíblica lle-

va a un compro-miso serio de so-

lidaridad. Es fun-damental la pasto-

ral bíblica en unadiócesis porque ofre-

ce caminos y mediosque ayudan a iluminar

la realidad angustiante delos más necesitados ya que

es una pastoral centrada enla persona y promotora de su

dignidad.

· La pastoral bíblica dinamizala Nueva Evangelización. En

nuestro caminar diocesano haciael IV Plan de Pastoral, la Sagrada

Escritura debe dar calidad al ardor, al método y a laexpresión en toda tarea evangelizadora.

· La pastoral bíblica debe estar animada permanente-mente por el Espíritu, dador de vida, de amor ylibertad.

· La pastoral bíblica acrecienta la conciencia misione-ra de la comunidad, porque el encuentro con laPalabra es gran alimento del misionero.

· La pastoral bíblica consolida el espíritu y el trabajoecuménico. Conciencia misionera respetuosa, aten-ta, abierta y creativa pero sin ingenuidad.

· La pastoral bíblica profundiza, asume y articula lainculturación del Evangelio.

· La pastoral bíblica tiene como tarea preferenteofrecer orientaciones claras sobre la Biblia como:palabra divina, palabra humana y palabra viva yactual. En cuanto palabra divina es palabra eterna,es palabra vivificante que permite a todos loshombres vivir con Dios, es palabra pronunciada yvida manifestada, es la revelación del misteriosalvador de Dios. Como palabra humana es unapalabra literaria concreta e histórica que ha sidopuesta por escrito por personas inspiradas por elEspíritu. En cuanto palabra viva y actual es impor-tante considerar que es una palabra que se dirige acada uno y exige una respuesta comprometedora; esuna palabra que toma en cuenta la realidad, que esleída en comunidad y en constante actualización.

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4. ACTUAMOS

Señala los tres pensamientos que te parecieron másimportantes:

1. _________________________________________________________________________________________________________________________2. _________________________________________________________________________________________________________________________3. _________________________________________________________________________________________________________________________

Señala tres sugerencias para poseer pastoral bíblicaen tu comunidad:

1. _________________________________________________________________________________________________________________________2. _________________________________________________________________________________________________________________________3. _________________________________________________________________________________________________________________________

Indica dos sugerencias para poseer pastoral bíblicaen la diócesis:

1. _________________________________________________________________________________________________________________________2. _________________________________________________________________________________________________________________________

5. ORAMOS

Nos podemos unir a la oración del Cardenal Martinipara darle gracias al Señor por su palabra:

Te damos gracias, Señor, porque esta palabra

pronunciada hace dos mil años

sigue siendo viva y eficaz entre nosotros.

Reconocemos nuestra impotencia

e incapacidad

para comprenderla y dejarla vivir entre nosotros.

Ella es más poderosa

y más fuerte que nuestras debilidades

más eficaz que nuestra fragilidad,

más penetrante que nuestras resistencias.

Por eso te pedimos

que nos ilumines con tu Palabra

para que la tomemos en serio

y nos abramos a aquello que nos manifiesta,

para que confiemos en ella

y le permitamos actuar entre nosotros

de acuerdo con la riqueza de su poder.

Notas:

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1. PREPARACIÓN AL TEMA(AMBIENTACIÓN)

Hemos visto en el tema anterior cómo todos losagentes debemos estar interesados en que haya pasto-ral bíblica en los diferentes niveles de Iglesia. Hemosreflexionado en las tareas y los rasgos de la pastoralbíblica, para que efectivamente la Sagrada Escriturasea vigor y sustento de toda acción pastoral. Com-prendemos que sólo será posible la pastoral bíblica sise da un encuentro personal y comunitario con lapalabra de Dios. Dios nos habla de muchas maneras,sin embargo todo cristiano está en posibilidad dealimentarse especialmente en los siguientes espa-cios: Encuentro personal y comunitario con la Pala-bra, la Palabra en la liturgia, la Palabra y los Sacra-mentos, la Palabra y la Tradición y la Palabra y lavida.

¿Qué dices de la proclamación de la palabra de Diosen la celebración Eucarística?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

IV. Espacios de Encuentrocon la Sagrada Escritura

¿Qué te parece la escucha de la palabra de Dios enla celebración Eucarística?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿En la celebración de los Sacramentos se le daimportancia a la palabra de Dios?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿De qué manera la palabra de Dios es alimentodurante las reuniones de los GAM?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿En tu comunidad hay grupos que practican laLectio divina o están en grupos bíblicos?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

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Comenta con las personas de a lado tus respuestas a loanterior

Canto:“ESCUCHAR TU PALABRA,

es inicio de fe en ti, Señor. Meditar tu palabra,

es captar tu mensaje de amor. Proclamar tu palabra, Señor,

es estar embebido de ti. Proclamar tu palabra, Señor,

es ya dar testimonio de ti, mi Dios (2)

Proclamación de Juan 6,32-50

Volvemos a leer personalmente el texto sagrado,reflexionamos en silencio y leemos las notas que traela Biblia.

Entre todos tratamos de narrar el texto, de aclarardudas y responder a lo siguiente:

¿Cómo se autonombra el mismo Jesús? Señalarexpresiones y el versículo

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Qué necesitamos para alimentarnos del pan devida?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿Cuáles son las consecuencias en aquél que cree enCristo, pan del cielo?

_____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Notas:

2. ESCUCHAMOSLA PALABRA DE DIOS

La DV en el no. 21 nos dice que “La Iglesiasiempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo hahecho con el Cuerpo de Cristo, pues sobre todo en lasagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartira sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de lapalabra de Dios y del Cuerpo de Cristo”; esta referen-cia eucarística y sacramental tiene su inspiración enel gran discurso del c. 6 del evangelio de Juan.

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3. PROFUNDIZAMOS

Nota: ve señalando las frases que te llaman la atención.

1. Encuentro personal y comunitario con laPalabra.

Todo cristiano está llamado a enfrentarse perso-nalmente con la Escritura como palabra de Dios,ahondar en ella, alimentarse de ella y apoyarse en ellapara orientar su vida. Cuando se acerca a ella conactitud de discípulo y se pone en práctica produceverdaderos frutos de conversión. El pan de vida es elmismo Cristo, él es el “auténtico pan del cielo”; a locual responde un movimiento personal del hombre:“el que viene a mí no volverá a tener hambre” (6,35),que es radicalmente el movimiento de la fe: “el quecree en mí nunca tendrá sed”. “Todos los que me dael Padre vendrán a mí, y yo no rechazaré nunca al quevenga a mí” (6,37). “La voluntad de mi Padre es quetodos los que vean al Hijo y crean en él tengan vidaeterna”. El movimiento de la mujer y del hombrehacia Cristo se realiza concretamente escuchando supalabra y comiendo su cuerpo.

2. Cristo se da en su palabra y se da en su carne:En ambos casos es el pan de vida, que da vida

eterna, porque hace participar en la vida que Cristorecibe y comparte con el Padre. Por eso es legítimohablar de una sola mesa. San Jerónimo, el enamoradode la palabra de Dios, decía: “comemos su carne ybebemos su sangre no sólo en el sacramento, sinotambién leyendo la Escritura”. La expresión de sanJerónimo nos advierte sobre la dimensión comunita-ria ya que la Biblia no sólo debe ser leída, meditada,estudiada y rezada individualmente, sino, sobre todo,en comunidad.

3. La liturgia realiza la actualización perfectade los textos bíblicos.

La Escritura no es un libro o conjunto de librospara ser leídos; la Biblia es más. Muchos textosbíblicos han sido antes pasajes recitados en unaliturgia, durante las fiestas del pueblo hebreo o en lasprimeras comunidades cristianas. La Biblia es unlibro para ser proclamado. Es en el acto de la procla-mación que se hace en medio de la asamblea cuandola Palabra bíblica se manifiesta como Palabra dialogal,un “Tú” que se dirige al “nosotros” que la escucha yque la acoge como palabra viva, interpelante y crea-dora. El cristianismo es religión de la Palabra viva,proclamada aquí y ahora, en la cual “el Padre que estáen el cielo sale amorosamente al encuentro de sus

hijos, para conversar con ellos” (DV 21). La SagradaEscritura sin celebración de la fe queda en una pala-bra fría y muerta; pero lo mismo sucede con lacelebración sin la presencia de la Palabra.

4. La palabra de Dios se ha constituido en Escritu-ra cuando al proclamarse, ha convocado y reunido ala Iglesia, pues los apóstoles “predicaron el evange-lio, suscitaron la fe en Jesús, Cristo y Señor, ycongregaron la Iglesia” (DV 17). Escuchar y com-prender la Palabra para vivirla se da de un modoprivilegiado en la asamblea litúrgica ya que Cristoresucitado y viviente está presente en la asamblealitúrgica.

5. La veneración de la Escritura va más allá dealgunos ritos, como la procesión con el Leccionarioo con el Evangeliario, la incensación, el escuchar depie, el colocar el Evangeliario sobre el altar, encolocar la Biblia en una atril en el presbiterio o en lacapilla del Santísimo; la DV pide y espera que laveneración se realice en la distribución “sacramen-tal” de la Escritura como pan de vida. ¿Es la Escrituraun sacramento? ¿En qué se asemeja y se diferencia delos sacramentos? En principio hay que distinguirentre Palabra y los siete sacramentos.

La palabra de Dios inicia un movimiento que elhombre consuma en el sacramento; palabra y sacra-mento son dos fases de una acción única: el aconte-cimiento salvífico.

Aunque hay que estar atentos a posibles exagera-ciones: para los protestantes la palabra sólo tiene unafunción kerigmática, pura preparación al aconteci-miento salvífico; y para algunos católicos, Cristo sehace presente sólo en los sacramentos, ya que Cristono está presente en su palabra como lo está en lossacramentos.

6. Palabra y Tradición.La Iglesia distribuye la palabra de Dios como pan

de vida. La Iglesia lleva en sí la palabra de Cristo, yes palabra de Cristo dicha al mundo, en su presenciay actividad y proclamación. La Iglesia recibe, esdecir, escucha y acepta esa palabra de Dios, enconcreto por medio de la Escritura, y así se varealizando continuamente como palabra de Cristo.La Iglesia es una realidad viva, transmisora de unavida total. Esta realidad es la Tradición. Vida queviene del Padre por el Hijo y, por la sucesión apostó-lica, la recibe la Iglesia, que va al Padre. La verdadque en ella se nos da es la Palabra viva de Dios, quecada vez manifiesta más de sí misma. Podemos

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afirmar que la Escritura es el objeto principal de laTradición. La Iglesia tiene el encargo de transmitiríntegra la revelación por la Escritura, por su enseñan-za y por su vida, con su palabra y con sus hechos. Elmagisterio, que está al servicio de la palabra de Dios,enseña puramente lo transmitido. El Espíritu de Cris-to glorificado es quien garantiza la fidelidad.

7. Palabra y catequesis.En la iniciación fundamentada y sistematizada a la

vida cristiana la Escritura ocupa un lugar esencial. Enlos últimos años el movimiento catequístico ha sidocomplementado con lo bíblico y lo litúrgico, trayen-do como consecuencia el que de tal forma se le hadado su lugar a la Biblia que termina la catequesissiendo una lectura e interpretación de los textosbíblicos.

8. Lectura de la Biblia en la vida. Biblia y vidase encuentran íntimamente unidas.

Cuando los cristianos toman en sus manos laBiblia y la abren, es para encontrar en ella las cosas dela vida, y en la vida quieren encontrar las cosas de laBiblia.

La Escritura refleja, como en un espejo fiel, todoel actuar humano con sus grandezas y con sus mise-rias, con sus logros y con sus fuerzas, con su fidelidady con sus traiciones. Cuando nos acercamos a laEscritura con esta actitud, estamos interpretando lavida con la ayuda de la Biblia. No interesa tantoconocer narraciones y lo que sucedió en el pasado,sino descubrir y revelar las señales de la presencia deDios en los sucesos de la vida. La pastoral bíblicadebe propiciar un encuentro con el hermano,

sobre todo con los pobres ya que la SagradaEscritura es fuente de comunión y solidaridad. Me-dios que nos pueden ayudar a tener este acercamientocon la Palabra son la Lectio Divina y los círculosbíblicos.

4. ACTUAMOS

Señala tres pensamientos más importantes del tema

1. ________________________________________________________________________________2. ________________________________________________________________________________3. ________________________________________________________________________________

Señala tres exigencias para poner en práctica en tucomunidad lo reflexionado

1. ________________________________________________________________________________2. ________________________________________________________________________________3. ________________________________________________________________________________

5. ORAMOS

Oramos todos unidos con la oración del Cardenal Martini:

Madre de Jesús, que confiaste sin reservas,pidiendo que se cumpliera en tila Palabra que te fue dirigida,danos el espíritu de disponibilidadpara que volvamos a encontrar la verdad sobre noso-

tros mismos.Haz que podamos ayudar a todos los hombresa encontrar de nuevo la verdad de Dios sobre ellos;haz que la encuentre plenamente el mundoen el que vivimos y al que queremos humildemente

servir.Te pedimos, Padre, por Jesucristo, tu Palabra encarnada,por tu muerte y resurrección, y por el Espíritu Santo

que renuevaconstantemente en nosotros la fuerza de esta Palabra.

Notas:

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1. PREPARACIÓN AL TEMA(AMBIENTACIÓN)

Desde hace veinte años, en nuestra diócesis hemosoptado por la planeación pastoral, sabiendo que es uninstrumento que nos ayuda permanentemente a reno-varnos como Iglesia diocesana. Si la misión de laIglesia es evangelizar, los Obispos latinoamericanoshan expresado que la acción pastoral planificada “esla respuesta específica, consciente e intencional, a lasnecesidades de la evangelización” (DP 1307).

En tu comunidad se ha trabajado planeando lapastoral; señala tres cosas positivas que ha deja-do este modo de trabajar:

___________________________________________________________________________________________________________________________

Indica tres dificultades para trabajar con un planpastoral:

___________________________________________________________________________________________________________________________

V. La Pastoral Bíblicay el Proceso de Pastoral Diocesano

¿En qué se ha notado que la Sagrada Escritura hasido el “alma” de la pastoral en tu comunidad?:

____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Comenta con las personas de a lado tus respuestas a loscuestionamientos anteriores

2. ESCUCHAMOSLA PALABRA DE DIOS

Toda la actividad que realiza la Iglesia en orden aanunciar y hacer presente la salvación recibe el nom-bre de “pastoral”. Todas las actividades que tiendena realizar la salvación, divinas y humanas, las debe-mos realizar los agentes de pastoral contemplando aJesucristo Buen Pastor.

Proclamación de Juan 10,7-16Volvemos a leer personalmente el texto sagrado,

reflexionamos en silencio y leemos las notas que traela Biblia.

Entre todos tratamos de narrar el texto, de aclarardudas y responder a lo siguiente:

¿Quiénes son los falsos pastores según el textobíblico?

____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

¿De qué manera Jesús es buen pastor?

____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

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3. PROFUNDIZAMOS

Nota: ve señalando las frases que te llaman la atención.

1. Toda acción pastoral en una comunidad cristia-na necesita una cierta estructuración, aunque seaelemental, y exige una adecuada planificación yprogramación. De esta manera, quienes formamosparte de la Iglesia trabajamos responsablemente evi-tando improvisaciones y entusiasmos superficiales ypoco duraderos.

Si trabajar pastoralmente con un plan implica unempeño solidario, esto evita el individualismo, losliderazgos absorventes y los clericalismos estériles.

2. Si alguna actividad salvífica en la Iglesia mere-ce el nombre de “pastoral” en el sentido genuino deltérmino, es el estudio, meditación, predicación yveneración de la santa Biblia, pues ella es el “alma”que sostiene y nutre toda su vida. “Es necesario quetoda la predicación de la Iglesia, como la mismareligión cristiana, se nutra de la Sagrada escritura y serija por ella” (DV 21).

3. La pastoral bíblica debe ser el “alma” o princi-pio vital de toda acción pastoral de la Iglesia y detodas las dimensiones de ésta. Esto de ninguna mane-ra puede significar que la Pastoral Bíblica absorba osuplante a las demás pastorales; ni que se crea con elprivilegio de ser una “super-pastoral”. La misión dela Pastoral Bíblica es la de servir y dar vida para quelos demás la tengan en abundancia.

4. La Pastoral Bíblica debe ofrecer ánimo e inspi-ración, sustento y fortaleza a todas las demás pastoralesde la Iglesia. Aunque hay que reconocer que no todaslas pastorales encontrarán el mismo grado de inspira-ción e igual apoyo en el Escritura, pero ningunapuede prescindir de su inspiración. Si alguna accióneclesial no la encontrara, debería revisar su legitimi-dad, pues todo lo necesario para la salvación de loshombres se encuentra en su fuente más pura, en ladivina Revelación, particularmente en la bíblica.

(DV 4).5. El equipo promotor de Pastoral Bíblica en la

diócesis debe estar abierto al diálogo y estar capaci-tado para ofrecer a todos los responsables de las otrasinstancias pastorales la riqueza de inspiración y dina-mismo que alberga la santa palabra de Dios.

Por consiguiente, todo agente de pastoral tendrá eloído atento y el corazón abierto a lo que el Espíritudice a la Iglesia y quiere comunicarle principalmentemediante la lectura de los Libros Santos.

6. El equipo promotor de Pastoral Bíblica en ladiócesis debe lograr una coherencia básica y funda-mental tanto en los canales de difusión de la Biblia,como en los métodos y criterios de su lectura einterpretación.

No se puede realizar una difusión bíblica anárqui-ca y desordenada, y mucho menos el favorecergrupismos en actitud de enfrentamiento o de mutuodesconocimiento. El tronco común debe ser la pasto-ral diocesana planificada y allí es donde quedaninsertadas vitalmente todas las pastorales para ali-mentarse sanamente de la Escritura.

7. Si, como hemos visto en el párrafo anterior, laanarquía es perjudicial; no lo es menos el monolitismoen el campo bíblico. Con una actitud monolítica semata al Espíritu.

Debe favorecerse la variedad en la unidad en:metodología de lectura, métodos de interpretación,acercamientos a la Palabra, celebraciones, etc. Den-tro de la unidad indispensable de la acción pastoraldiocesana, debe buscarse una sana pluralidad y crea-tividad bíblica que responda a las necesidades perso-nales y a las situaciones concretas de la vida de cadacomunidad. No hay recetas bíblicas que valgan paratodos y para todo.

De aquí que el equipo promotor de Pastoral Bíbli-ca deba estar dotado de especial sensibilidad espiri-tual y humana, que le permita estar continuamente ala escucha de lo que el Espíritu suscita en las comu-nidades; de este modo vitalizará a las demás pastorales,les dará la perenne frescura del Evangelio y rejuvene-cerá a la Iglesia diocesana.

8. El primer responsable y promotor la PastoralBíblica es el Obispo en la diócesis, así como elpárroco en su parroquia. Tanto el Obispo como todoslos sacerdotes y los agentes de pastoral laicos debenestar enterados del proyecto de la Pastoral Bíblica enla diócesis para apoyarlo y fortalecerlo.

9. Corresponde al Magisterio, es decir, a los Pas-tores de la Iglesia, la interpretación auténtica de lapalabra de Dios escrita, e incumbe a los Obispos, enquienes está la doctrina apostólica, instruir oportuna-mente a los fieles a ellos confiados para que usenrectamente los Libros Sagrados para los hijos de laIglesia se familiaricen sin peligro y provechosamentede las Sagradas Escrituras y se penetren de su espíritu.

10. Algunos rasgos del agente de Pastoral Bíblica.El encuentro con la Palabra pide que aquellos

agentes que desean ser promotores bíblicos se distin-

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gan por ser: 1) creyentes, discípulos y testigos; 2) enpermanente formación teológico-pastoral; 3) con sen-tido de pertenencia eclesial; 4) con amor a la verdad;5) vivir su compromiso en comunión y participación;6) con apertura a la pastoral de conjunto; 7) entusias-mado por la nueva evangelización; 8) atento a larealidad con ojos de fe y pastor; 9) sensible a lareligiosidad popular; 10) saber trabajar en equipo,creativo y en constante capacitación.

4. ACTUAMOS

Señala tres pensamientos más importantes del tema

1. ________________________________________________________________________________2. ________________________________________________________________________________3. ________________________________________________________________________________

¿Qué debemos hacer para que la Pastoral Bíblicasea el “alma” de la pastoral?

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

5. ORAMOS

Unidos podemos expresar el siguiente compromi-so a manera de oración:

� Queremos una Pastoral Bíblica que nos lleve alencuentro con Jesucristo vivo.

� Queremos una Pastoral Bíblica que nos lleve auna auténtica conversión

� Queremos una Pastoral Bíblica que fomente laespiritualidad del seguimiento

� Queremos una Pastoral Bíblica que conduzca ala comunión y participación

� Queremos una Pastoral Bíblica que promuevaeclesialmente la Sagrada Escritura en todos losniveles de Iglesia.

� Queremos una Pastoral Bíblica que lleve a lasolidaridad, especialmente con los más necesita-dos

� Queremos una Pastoral Bíblica que dinamice laNueva Evangelización

� Queremos una Pastoral Bíblica que promuevauna actitud misionera

� Queremos una Pastoral Bíblica inculturada

� Queremos una Pastoral Bíblica que oriente parauna correcta interpretación cristiano-católica dela Sagrada Escritura

� Queremos una Pastoral Bíblica que apoye lacapacitación y la formación.

Notas:

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Sábado 1 (Mt. 25, 14-30): «Porque has sido fiel encosas de poco valor, entra a tomar parte en elalegría de tu Señor».

Domingo 2 (Lc. 14, 1.7-14): «El que se engrandecea sí mismo, será humillado; y el que se humilla,será engrandecido».

Lunes 3 (Lc. 4, 16-30): «Me ha enviado para llevara los pobres la Buena Nueva. Nadie es profeta ensu tierra».

Martes 4 (Lc. 4, 31-37): «Sé que tú eres el santo deDios».

Miércoles 5 (Lc. 4, 38-44): «También a los otrospueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios,pues para eso he sido enviado».

Jueves 6 (Lc. 5, 1-11): «Dejándolo todo, lo siguie-ron».

Viernes 7 (Lc. 5, 33-39): «Vendrá un día en que lesquiten al esposo y entonces sí ayunarán».

Sábado 8 (Lc. 6, 1-5): ¿Porqué hacen lo que estáprohibido hacer el sábado?

Domingo 9 (Lc. 14, 25-33): «El que no renuncie atodos los bienes, no puede ser mi discípulo».

Lunes 10 (Lc. 6, 6-11): «Estaban acechando a Jesús,para ver si curaba en sábado».

Martes 11 (Lc. 6, 12-19): «Pasó la noche en oracióny eligió a 12 discípulos, a los que llamó apósto-les».

Miércoles 12 (Lc. 6, 20-26): «Dichosos los pobres.¡Ay de ustedes, los ricos!

Jueves 13 (Lc. 6, 27-38): «Sean misericordiosos,como su Padre es misericordioso».

Viernes 14 (Lc. 6, 39-42): ¿Puede un ciego, guiar aotro ciego?

Sábado 15 (Lc. 6, 43-49): «¿Por qué me dicen‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo?»

Domingo 16 (Lc. 15, 1-32): «Habrá más alegría en elcielo por un sólo pecador que se arrepiente».

Lunes 17 (Lc. 7, 1-10): «Ni en Israel he hallado unafe tan grande».

Martes 18 (Lc. 7, 11-17): «Joven, yo te lo mando:levántate».

Miércoles 19 (Lc. 7, 31-35): «Tocamos la flauta yustedes no bailaron, cantamos canciones tristes yno lloraron».

Jueves 20 (Lc. 7, 36-50): «Sus pecados le hanquedado perdonados, porque ha amado mucho».

Viernes 21 (Lc. 8, 1-3): «Los acompañaban algunasmujeres, que los ayudaban con sus propios bie-nes».

Sábado 22 (Lc. 8, 4-15): «Lo que cayó en tierrabuena, representa a los que escuchan la Palabra,la conservan en un corazón bueno y bien dispues-to, y dan fruto por su constancia».

Domingo 23 (Lc. 16, 1-13): «No pueden ustedesservir a Dios y al dinero».

Lunes 24 (Lc. 8, 16-18): «La vela se pone en elcandelero, para que los que entren puedan ver».

Martes 25 (Lc. 8, 19-21): «Mi madre y mis hermanosson aquellos que escuchan la Palabra de Dios y laponen en práctica».

Miércoles 26 (Lc. 9, 1-6): «Los envió a predicar elReino de Dios y a curar a los enfermos».

Jueves 27 (Lc. 9, 7-9): «A Juan yo lo mandé decapi-tar. ¿Quién es entonces éste de quien oigo seme-jantes cosas?»

Viernes 28 (Lc. 9, 18-22): «Tú eres el Mesías deDios. -Es necesario que el Hijo del hombre suframucho».

Sábado 29 (Lc. 9, 43-45): «El Hijo del hombre va aser entregado. -Tenían miedo de preguntarle acer-ca de este asunto».

Domingo 30 (Lc. 16, 19-31): «Recibiste bienes en tuvida y Lázaro males; ahora él goza de consuelo,mientras que tú sufres tormentos».

Evangelios del mes de Septiembre

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MES DE LA BIBLIA

INTRODUCCION:

Antes de acercarnos al texto sagra-do, nos preparamos personal y comu-nitariamente; nos ponemos en presen-cia del Señor en oración: con oraciónde alabanza, con un canto y pidiéndo-le al Señor nos envíe su Espíritu yprepare nuestros corazones para com-prender su Palabra.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar).

(Se proclama en voz alta el texto. Todos leen el textoayudados de las notas de la Biblia. Se lee y se comenta elsiguiente subsidio).

Es importante entender que nada impide ese amor:ni las distancias, ni las cadenas, ni los prejuicios de laley. Nada rompe el amor, una vez que ha nacido endos corazones. Pablo, después de su larga experien-cia de amor a Cristo y a la Iglesia, afirma: ¿Quién nosseparará del amor de Cristo? ¿Las pruebas o la angus-tia, la persecución o el hambre, la falta de ropa, lospeligros o la espada? Estoy seguro de que ni lamuerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderesespirituales, ni el presente, ni el futuro, ni las fuerzasdel universo, sean de los cielos, sean de los abismos,ni criatura alguna, podrá separarnos del amor deDios, que encontramos en Cristo Jesús, nuestro Se-ñor (Rom 8,35.38-39).

Las dificultades de ese amor parecen fortalecerlo.El Cantar deja muy claro que la amada es la única parasu amado. Ella no es sólo la más bella de las mujeres,sino el esplendor de la belleza. La belleza y el brillode los ojos de la amada inquietan a su amado.

Una sola es mi paloma. Ella es la hija única de sumadre, la preferida de la que la engendró (6,9). Estaes una forma de juramento de fidelidad y de elección:sólo ella le interesa, porque vale más que todas lasmujeres que están en el harem del rey, sin importarlesu número ni su procedencia.

Afirmar la radicalidad de una op-ción incondicional por un amor único,es una denuncia de la poligamia de laclase dominante. Al decir esto, no for-zamos el texto. La legislación machis-ta del divorcio concedía al hombre elderecho de dar la carta de divorcio a suesposa, por adulterio o por cualquiermotivo (Mt 19,3).

La mujer, incluso sufriendo los ma-los tratos de su esposo, jamás podía pedir la separa-ción.

El amor es elogiado por las reinas y concubinasporque es parecido a las cosas bellas que tiene eluniverso: la aurora, la luna, el sol (6,10). Aun estandoen el harem, las mujeres deseaban experimentar elamor, el afecto y la vida compartida en la solidaridady el compromiso. La poligamia y la prostitución, quedespersonalizan a la mujer, reciben una denunciamuy fuerte, y el amor despunta como un astro quedeslumbra los ojos, lleno de luz imponente comotropas en orden de batalla.

Finalmente, el amado vuelve al jardín. No sabía aciencia cierta si el invierno ya había terminado.Necesitaba verificar si en los valles ya estaba brotan-do la vida, si la vid estaba floreciendo y si el momentoera propicio para la nueva estación.

Todo es como un viaje al planeta fantástico delamor eterno, del fin del sufrimiento, de la paz abso-luta y de la realización de los sueños. No raras veces,la realidad, tan conflictiva, difícil y opresora, obligaa una fuga ilusoria de este mundo por medio de ladroga, del sexo y de la marginación. El carro deAminadab sigue corriendo en nuestros días por laciudad y el campo, el centro y la periferia, la mansióny el barranco.

Por segunda vez, se describe el cuerpo de laamada. El coro pide que Sulamita se vuelva, porquequiere contemplarla. Esta atracción por su bellezaprovoca una nueva declaración del encanto y maravi-

Metodologíade la Lectio Divina

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lla de cada una de las partes de su cuerpo, comenzan-do por los pies. Hija de príncipes, qué lindos son tuspies con sus sandalias, porque sobre esos pies descan-sa un cuerpo amado. La totalidad del cuerpo estáformada por las partes. Si son benditos los pies delmensajero que anuncia la paz, como dice el profetaIsaías (52,7), cuánto más cada parte del cuerpo de laamada. Nadie se encanta sólo con los ojos, con elcolor de la cara, con el perfil del cuerpo. Es latotalidad de la expresión corporal la que manifiesta lagracia y atrae al amor.

Dios no ha creado los seres vestidos. La bellezaestá más en la naturalidad que en la artificialidad. Lacomunión del cuerpo con la naturaleza, con los díasy estaciones, etc., forma parte del misterio de sumateria. Pero el cuerpo es, por excelencia, espacio deamor. Por eso, el placer del amor es una realidadinherente al ser en su totalidad. Y el cantar muestra,con mucha naturalidad, la importancia del cuerpo yde sus partes en la integración del ser y en la expresióndel amor.

Cuando el ambiente natural niega la posibilidad ala realización del amor, es muy probable que aparez-can desviaciones o búsquedas evasivas. La amadaentiende que su amado está deseoso de su amor, perola ciudad, el harem y los condicionamientos familia-res impiden celebrar ese afecto. Entonces es necesa-rio cambiar de lugar. Ella invita a su amado a volveral campo y a huir, sin preocuparse de los peligros deuna posible denuncia. Lo que importa es concretar elsueño que se está truncando.

El amor lleva siempre consigo algo de misterio, deoculto y no totalmente manifiesto. El amor invaria-blemente tiene algo más, algo que se queda guardado.El amor tiene siempre secretos que van manifestán-dose poco a poco. Sólo la comunión de vidas permiteel descubrimiento del otro.

SI tu fueras hermano mío (8,1), no tendría yotantos problemas para frecuentar los círculos socia-les. En muchos lugares, una joven que se presentaracon un joven bien parecido era motivo de sospecha amenos que fueran hermanos. En las calles, en lasplazas y en lugares públicos estaba prohibida todaexpresión de afecto y de cariño entre un hombre y unamujer. Como mujer, la amada siente y sufre la repre-sión de sus sentimientos: sufre y siente la soledadinterior (8,1-3).

El amor verdadero sigue siendo siempre algo porser alcanzado. Y es bueno no matar esa utopía,siempre que esté en la perspectiva de la verdad. Y

también es bueno no despertar el amor antes de sercelebrado. La sexualidad es algo importante y funda-mental en la realización de la vida de la persona.Bloquear o forzar su desarrollo es desvirtuar el creci-miento del amor. Hijas de Jerusalén, les ruego que nodespierten ni molesten al Amor hasta que ella quiera(8,4).

(Se puede comentar con los demás lo siguiente: Personajesdel texto; sus actitudes; el género literario; se aclara lo queno se ha entendido y se manifiesta lo que nos ha sorpren-dido).

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).

(En este segundo momento la preocupación debe serdescubrir el mensaje del texto, tomando en cuenta lasituación personal, comunitaria, social, etc. Ayuda para lacomprensión traer a la memoria otros textos bíblicos conla misma temática).

Se responde a las siguientes preguntas:

1. ¿Qué tanto se respeta y valora la dignidad de lamujer en nuestra sociedad?. ¿Se le trata como unobjeto?.

2. ¿Buscamos ser sinceros en nuestro trabajo apos-tólico o buscamos compensaciones en el poder,tener o el placer?.

3. ¿Qué enseñanza me deja este pasaje para mivida?.

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).

(Este es el momento de responder personal y comunitaria-mente a la Palabra de Dios. Cada uno expresa a Diosaquello que el pasaje bíblico le sugiere).

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).

(Es el momento de la respuesta agradecida para con Dios.Lo hacemos concretizando nuestro compromiso personal,y si se puede, uno comunitario).

CONCLUSION: PLEGARIA COMUNITARIA.

(Se procurará terminar el momento de oración y encuentrocon Dios con un Salmo, con un canto o con oraciones dealabanza y de acción de gracias).

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MES DE LA BIBLIA

* INTRODUCCION

- Oración espontánea o preparada que nos pongaen un clima de confianza y nos disponga para elencuentro con Dios.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Mateo 25, 14-30Esta Parábola, que tiene sus semejanzas con la de

las minas de San Lucas (19,12-27), nos pone en otradimensión de vida, distinta de la sugerida por laparábola de las diez vírgenes, y es la del trabajo o deproducir frutos con la vida que Dios pone a nuestradisposición. En la parábola de las minas esa actividadse acrecentará todavía después del rendimiento decuentas con el gobierno de las ciudades que el Señorencomienda a los dos primeros siervos.

Jesucristo nos habla en otras ocasiones de lanecesidad de trabajar o producir frutos abundantes(Jn 5,16-17; 15,8-16) y sobre la necesidad de trabajarpor lo que verdaderamente merece la pena (Jn 6,26-29). El trabajo, por otra parte, exige responsabilidad(Mt 24,45-51), y el premio que Jesús otorga a los quehan producido réditos con sus talentos es el gozo detu Señor, opuesto al llanto y rechinar de dientes(24,21-30). Este gozo equivale, según san Mateo(8,11) a ponerse a la mesa con Abraham y los patriar-cas en el Reino de los cielos y, en palabras de Jesús,es el gozo mesiánico del Hijo de Dios: Un gozocolmado (Jn 15,11), que significa compartir su triun-fo y su gloria (Jn 16,22; 17,13-24).

Argumento: Un señor que da a sus tres criadosuna suma de dinero para que trabajen con ella. A suregreso les pide cuentas y uno de ellos no ha produ-cido nada.

Desarrollo: El Señor da una cantidad a los criadossegún su capacidad de trabajo. Los dos primeros enseguida se ponen a trabajar, el tercero escondió eldinero. Después de mucho tiempo el amo regresa yajusta cuentas con los criados: los dos primeros hanproducido el doble, el tercero no ha producido nadae insulta a su amo; los dos primeros son alabados yreciben un premio, el tercero es reprochado y castiga-do.

* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En queambiente se desarrolla el texto?* Tomar en cuenta lasnotas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).Dios nos ha dado diversidad de gracias, cualida-

des y oportunidades al llamarnos a la vida y a la fe.Dios confía en nuestra responsabilidad y nos dejatrabajar de acuerdo a nuestra iniciativa y a nuestradiligencia. Pero ni la vida ni ningún otro don que Diosha puesto en nuestras manos nos pertenece en propie-dad: somos administradores y un día nos va a pedircuentas de nuestro trabajo. No pide a todos por igual,nos pide la perfección, pero en la medida de los donesque nos ha entregado: cada uno en su propio estado devida y según gracias diferentes. Como el siervoperezoso, se da el caso de que, por falta de éxito o derealización, a veces echamos la culpa a Dios y deci-mos que no nos dio tanto como a otros.

Al que tiene se le dará, al que no tiene, aun lo quetiene se le quitará: al que tiene frutos, se le premiará;al que no tiene frutos, se le quitará incluso lo querecibió y será rechazado por su pereza. Y los frutosque Dios espera son de acuerdo con lo que Dios nosha dado pues todo árbol bueno da frutos buenos. Nosha dado su vida, su Espíritu, espera frutos que esténde acuerdo a esos dones. Y el árbol que no da buenfruto es cortado y arrojado al fuego (Mt 7,16-20).

* ¿Cuál es el mensaje para nosotros?

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).¿Nos sentimos satisfechos de cómo hemos traba-

jado con los dones que Dios nos ha dado: vocación,familia cristiana, Iglesia, educadores, estudios, de-seos de perfección? ¿Alguna vez hemos pensado ohasta nos hemos quejado de que Dios ha dado a otrosmás que a nosotros? Pidamos perdón. Por otra parte,siento la necesidad de dar gracias a Dios y alabar suprovidencia y bondad por todos esos dones o, quizá,por alguno que normalmente no agradezco.

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).Como aquel hermanos que se admiraba de que

Dios hubiera enriquecido tanto a Francisco, nosotrossentimos resonar en nuestro corazón agradecido aque-lla oración admirativa: ¿Por qué a mí, por qué a mí?

SÁBADO 1

PARABOLA DE LOS TALENTOS

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MES DE LA BIBLIA

Si no he producido tanto como Dios o los herma-nos pueden esperar ¿Cuál ha sido la razón o elimpedimento? Aceptar los medios que voy a tomarpara trabajar con más fidelidad con los dones de Dios.

* CONCLUSION

Acción de gracias a Dios por su Palabra.

Rezar el Salmo 100.

DOMINGO 2

PARABOLA DE LA ELECCION DE ASIENTOS

INTRODUCCION

Antes de acercarnos al texto sagrado, nos prepara-mos personal y comunitariamente; nos ponemos enpresencia del Señor en oración: con oración de ala-banza, con un canto y pidiéndole al Señor nos envíesu Espíritu y prepare nuestros corazones para com-prender su Palabra.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 14, 8-11Esta parábola se sitúa en una ocasión en la que

Jesús fue invitado a comer por uno de los principalesfariseos de Jerusalén. Después de haber curado a unhombre enfermo, Jesús se fijó en que algunos invita-dos escogían los primeros lugares por cuenta. Apro-vechando esta circunstancia Jesús les dirige estaparábola.

Ya en el A.T. se habían dado normas sobre cómocomportarse en estas ocasiones, como leemos enProverbios 5,6-7 y Eclesiástico 13,8-10. Sin embar-go, el orgullo está siempre al acecho y habrá que pedirsiempre que Dios mantenga nuestro corazón en sujusta actitud. La enseñanza que Jesús nos ofrece enesta parábola es uno de los principales valores evan-gélicos, ya que él lo recomienda en diversas ocasio-nes: al llamar bienaventurados a los mansos (Mt 5,4),al dar gracias a Dios por haber manifestado sussecretos a los pequeños (Mt 11,25), al no reconocer lavirtud del fariseo que se reconoce a sí mismo justo (Lc18, 19ss) y al decirnos que para ser grande hay quehacerse servidor de todos (Mc 10,41-45).

Argumento: no buscar la propia alabanza sino laque venga de los demás. En el contexto espiritual delReino, nuestra alabanza, el reconocimiento de nues-tra virtud, debe proceder de Dios y no de nosotros.* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En que am-

biente se desarrolla el texto?* Tomar en cuenta las notas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).La vida es, como ya hemos dicho en otras parábo-

las, semejante a una fiesta. ¿Cómo hemos de compor-tarnos en ella o en qué condiciones hemos de partici-par? Es lo que Jesús nos explica en varias ocasiones.En esta oportunidad nos dice que debemos participarcon una actitud de humildad y pobreza, como quienno tiene ningún derecho, ya que todo es gracia (Ef2,4-9). Dentro de la participación en la vida delReino, San Pablo cuestiona a judíos y gentiles sobresus razones para gloriarse o sentirse algo ante Dios.No hay razones para ello ya que todos somos salvadospor la fe (Rm 3,27-30).

En una ocasión fueron los mismos discípulos, loshijos de Zebedeo, los que querían asegurarse losprimeros lugares en el Reino y sabemos cuál fue larespuesta de Jesús (Mc 10,35-40). Hoy, los psicólo-gos nos dicen que hay que afirmarse en los propiosvalores, sin disimular los propios méritos y capacida-des. Estos y otros criterios que Jesús mismo conoce,como aparece en San Lucas (10, 41ss), nos van aponer en la disyuntiva sobre si nos adherimos a losvalores de Cristo o a los del mundo.

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).Desde la situación de sentirnos invitados por Dios

a lo más grande que una criatura puede soñar; a teneren nosotros la riqueza del Reino, a ser hijos de Diosa recibir su Espíritu, a reproducir la imagen de Jesús,esta parábola nos invita a rezar con el publicano: Oh,Dios ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).El que se humilla será ensalzado. Que esta parábo-

la te inspire a sentirte pequeño ante un Dios generosoen gracia y misericordioso con tus fallas. Pero, en

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medio de esa pequeñez, puedes sentirte seguro ytranquilo, como un niño en brazos de su madre, pues,al Padre le ha parecido bien darles el Reino (Lc12,32). ¿Qué actitudes mundanas descubres en ti alvalorarte frente a los demás? ¿Qué exigencias oderechos tienes ante los demás? ¿Frente a quiénes tesientes superior y por qué?

Vete a sentarte en el último puesto.

CONCLUSION: PLEGARIA COMUNITARIA.

(Se procurará terminar el momento de oración y encuentrocon Dios con un Salmo, con un canto o con oraciones dealabanza y de acción de gracias).

INTRODUCCION

En este último encuentro de reflexión sobre losHechos, queremos no sólo examinar el camino reco-rrido, sino también ver hacia el futuro para descubrircómo seguir profundizando en el conocimiento de laPalabra de Dios, de modo que ella nos ayude a vivircon más autenticidad nuestro compromiso cristiano.

Antes de acercarnos al texto sagrado, nos prepara-mos personal y comunitariamente; nos ponemos enpresencia del Señor en oración: con oración de ala-banza, con un canto y pidiéndole al Señor nos envíesu Espíritu y prepare nuestros corazones para com-prender su Palabra.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lc. 4, 14-30.(Se proclama en voz alta el texto. Todos leen el

texto ayudados de las notas de la Biblia. Se lee y secomenta el siguiente subsidio).

Continuamos la misión que Jesús inició.Cuando Lucas presenta a Jesús inaugurando su

vida pública en la sinagoga de nazaret, no quieresolamente recordar un episodio de su vida. Lo que lesucede a Jesús en aquella ocasión, anticipa de algunamanera lo que le sucederá a la Iglesia a lo largo de suexperiencia misionera. Por eso, cuando los primeroscristianos leían este pasaje, sentían reflejada su expe-riencia y eso les ayudaba a identificarse más con suSeñor y a anunciar con más ánimo el Evangelio apesar del rechazo con el que a menudo se encontra-ban.

Mediante este pasaje, lucas nos ayuda a compren-der el sentido profundo y el alcance de la misión deJesús, pero también nos hace ver cómo la misión dela Iglesia no puede entenderse sino como continua-

ción de la de su Señor. La misión de la comunidadcristiana es la misma misión de Jesús. Por tanto no esextraño que el anuncio del Evangelio tenga para loscristianos las mismas consecuencias que tuvo paraEl.

Cuatro rasgos característicos:Primero: el verdadero protagonista de la evange-

lización es el Espíritu Santo, que ha ungido a Jesús.Este aspecto lo subraya el texto Isaías, leído en lasinagoga de Nazaret. A lo largo de su evangelio,Lucas presenta siempre a Jesús como alguien movidopor el Espíritu de Dios. En el Libro de los Hechos, elEspíritu es también el gran protagonista de la misión.Segundo: El contenido del anuncio es sobre todo unabuena noticia, que se traduce en gestos concretos deliberación y salvación. La cita de Isaías insiste en esteaspecto y la vida de Jesús, con sus palabras y susgestos, expresa elocuentemente el cumplimiento deeste anuncio. En el Libro de los Hechos la misión delos discípulos también consiste en anunciar la BuenaNoticia (Hch. 8, 25. 40). También ellos repiten losgestos liberadores de Jesús (Hch. 3,1-11). La BuenaNoticia que predican los primeros cristianos es laResurrección de Jesús, por medio de la cual Dios hacumplido todas sus antiguas promesas. Todos losdiscursos del Libro de los Hechos, que ocupan prác-ticamente la tercera parte del contenido, hablan deello. Jesús mismo es la Buena Noticia que produce laliberación y la salvación (Hch. 4,12).

Tercero: los destinatarios de este anuncio son,ante todo, los pobres, los cautivos, los ciegos yoprimidos. Entre ellos se cuentan también los extran-jeros y los paganos, despreciados por causas religio-sas. Entre estos, Jesús recuerda el caso de una viuday de un leproso, aún más marginados a causa de sucondición social y de su enfermedad. Al dirigirse a

LA IGLESIA CONTINÚA LA MISIÓN DE JESÚS

LUNES 3 Nota: Ver Boletín 201 pág. 59-60

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los más marginados, Jesús nos enseñó que Dios tienecorazón y lo suyo es misericordia. En Hechos de losApóstoles, la misión de la Iglesia se va abriendoprogresivamente a los paganos, es decir, a aquellosque no eran israelitas y eran marginados por causasreligiosas. Esta apertura no se hizo sin resistencias yconflictos.

Cuarto: el anuncio del Evangelio tropieza muy amenudo con el rechazo y la persecución, que vienenmuchas veces de los que están más cerca. Jesús loexperimentó crudamente a lo largo de su vida. Supalabra no resultó cómoda para quienes defendían elorden establecido. Esta experiencia acompañó tam-bién la misión de los primeros cristianos y el Libro delos Hechos lo certifica en muchas de sus páginas.

Continuamos la misión de Jesús.Cuando nosotros revisamos nuestro compromiso

cristiano, no podemos perder de vista que ese com-promiso se da en el seno de una Iglesia que tienedelante de sí el reto de continuar la misión de Jesús.Por eso, hemos de preguntarnos constantemente si loque nos mueve es la fuerza del Espíritu o la inercia denuestros propios intereses; si lo que hacemos y deci-mos comunica una Buena Noticia que libera y salva,o más bien, damos la impresión de ser gente preocu-pada principalmente en mantener tradiciones y es-tructuras que ahogan la vida y el dinamismo nacidosde la experiencia del Señor resucitado. Hemos derevisar constantemente a quiénes estamos favore-ciendo con nuestras iniciativas pastorales, y ver si nosacercamos misericordiosamente a los mismos queJesús se acercaba. Tenemos que examinar si nuestroespíritu es universal o si ponemos barreras y cortapi-sas que impiden a los hombres y mujeres de nuestrotiempo acercarse a Jesús y a su Evangelio. Finalmen-te, hemos de comprobar si nuestra vida de cristianoses causa de rechazo o de contradicción, porque puedeser que de tan inofensiva y falta de garra, ya nomoleste a nadie ni a nadie provoque. No sea quehayamos pasado por agua el Evangelio.

(Se puede comentar con los demás lo siguiente: Personajesdel texto; sus actitudes; el género literario; se aclara lo que

no se ha entendido y se manifiesta lo que nos ha sorpren-dido. ¿Quién envía Jesús? ¿Para qué lo envía? ¿Quién leda fuerza para realizar esa Misión? ¿A quién beneficiaesta misión? ¿Cómo reaccionan los paisanos de Jesús antesus palabras?).

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).

(En este segundo momento la preocupación debe serdescubrir el mensaje del texto, tomando en cuenta lasituación personal, comunitaria, social, etc. Ayuda para lacomprensión traer a la memoria otros textos bíblicos conla misma temática).

Se responde a las siguientes preguntas:

1.- ¿La misión de Jesús, afecta en algo a mi vida? ¿Porqué?.

2.- ¿Encuentras parecido entre tu familia y tu comu-nidad, con la comunidad cristiana de los Hechosde los Apóstoles?. ¿En qué si o en qué no?.

3.- ¿Qué impresión final te queda de este Libro de losHechos de los Apóstoles? ¿Deja alguna utilidadpara tu vida?.

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).(Este es el momento de responder personal y

comunitariamente a la Palabra de Dios. Cada unoexpresa a Dios aquello que el pasaje bíblico le sugie-re).

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).

(Es el momento de la respuesta agradecida para con Dios.Lo hacemos concretizando nuestro compromiso personal,y si se puede, uno comunitario).

CONCLUSION: PLEGARIA COMUNITARIA.

(Se procurará terminar el momento de oración y encuentrocon Dios con un Salmo, con un canto o con oraciones dealabanza y de acción de gracias. Se sugiere el Salmo 67).

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* INTRODUCCION

- Oración espontánea o preparada que nos pongaen un clima de confianza y nos disponga para elencuentro con Dios.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 5, 36-39Esta Parábola, que se desarrolla con dos imágenes: la

del vestido y la de los pellejos de vino, viene precedidade una discusión sobre el ayuno entre los fariseos yJesús. El jefe de la discusión está en la observancia de laLey y de las tradiciones antiguas. Jesús en respuestacuestiona el valor absoluto de las leyes, con lo que losfariseos no están de acuerdo, al decirles que ahora no estiempo de ayuno para sus discípulos sino de fiesta, yaque él -el novio- está con ellos.

Para aclarar la cuestión, Jesús pone estas dosparábolas, en las que defiende ese principio funda-mental de que él viene para dar inicio a una nuevaetapa en la historia de la salvación. Frente a ello estála inmovilidad de los fariseos, que se aferran al valorde la Ley de manera incondicional. A este respectorecordemos la enseñanza de Jesús en su diálogo conNicodemo, fariseo y magistrado, que, ante la pro-puesta de Jesús de nacer de nuevo, se resiste aentender y aceptar tal experiencia (Jn 3,3-8). Elnacimiento lleva consigo una forma concreta de vida.De ahí que tal experiencia se presente como un reto.Por ejemplo, San Pedro nos habla del amor comoseñal de ese nuevo nacimiento en el espíritu (IPe1,22-23). San Pablo nos hablará de la misma línea,pero refiriéndose a la resurrección (Col 3, 1-3ss), alHombre Nuevo y la nueva creación (Ef 4,20-24;2,14-15; Gál 3,27; Rm 13-14; II Cor 5,17).

Argumento: Jesús es portador de una nueva for-ma de vida, de unos valores nuevos, que los fariseosno aceptan.

Desarrollo: la actitud de los fariseos viene signi-ficada en el último versículo: nadie, después de beberel vino añejo, quiere el nuevo. No están abiertos alcambio, prefieren seguir con el vino añejo de la Leyy de las tradiciones.

Desde otro punto de vista, nos dice Jesús que Juan,a pesar de ser el mayor de los nacidos de mujer en el

AT, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor queél (Lc 7,28). Con ello indica Jesús que hay momentosy períodos de la historia y de la vida en que hay quedar un viraje total al abrazar nuevos valores. Unejemplo cercano y claro es el de san Pablo que pasaráde ser perseguidor de la Iglesia a ser un celoso apóstoly a considerar basura lo que antes era para él lo másvalioso.

A través de estas dos imágenes, Jesús nos dice quela renovación no es algo externo y superficial sinoradical. Por ello, no conviene ni se aceptan los re-miendos. La renovación de vida, por otra parte, puedesignificar un comienzo nuevo, desde los cimientos:vino nuevo, pellejos nuevos. Y el romper con elpasado es lo que produce resistencia en quien hatenido un pasado rico y gratificante, como Nicodemo,arriesgando su vida al servicio de la Ley.

* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En que am-biente se desarrolla el texto?

* Tomar en cuenta las notas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).¿Qué actitud tienes ante el Evangelio? ¿Es para ti

una colección de buenos consejos, que los aplicas a tuvida según tu conveniencia o es el retrato de unanueva creatura, nacida del Espíritu, como Jesús? Sóloen el segundo caso, el Evangelio transformará la viday te hará gozar de la riqueza del Reino.

¿Qué actitud tienes ante la renovación? ¿Es para tísigno de que lo de antes no vale o de que circunstan-cias y necesidades nuevas exigen medios y criteriosnuevos? Sólo en el segundo caso la renovación seráoportunidad de progreso.

El Evangelio y el Reino exigen un nuevo recipien-te. Son el vino nuevo que exige un corazón nuevo yun espíritu nuevo, ya que la carne no sirve de nada, esel Espíritu lo que da vida (Jn 3,63). Por otra parte, lastendencias de la carne son contrarias a Dios (Rm 8,6-8). Exigen aceptar a Cristo como modelo de hombrenuevo, por ello él mismo nos dice tantas veces queaprendamos de él, que sigamos sus ejemplos (Mt11,29; Jn 13,15-17).

VIERNES 7

PARABOLA DE LO NUEVO Y LO VIEJO

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MES DE LA BIBLIA

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).

Podemos dar gracias por tener la oportunidad departicipar de la vida nueva del Reino a través delEvangelio. Podemos pedir que Dios nos dé la actitudde la humildad para ver nuestra vida como gracia ypara estar siempre en continua renovación.

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).

La vida del cristiano goza de todas las oportunida-des para ser una experiencia viva del Espíritu, por ellopodemos alimentar ahora el deseo de que el Espíritudesciendan sobre nosotros y nos renueve totalmente,podemos dejar que nuestra alma se sumerja en lasaguas del Espíritu que nos purifican y alimentan.

¿En que área de mi vida o en qué actitud necesitorenovarme y asumir el Espíritu del Evangelio?

* CONCLUSION.

Acción de gracias a Dios por su Palabra.

VIERNES 14

PARABOLA DEL CORAZON BUENO

natorios sobre los demás (Mt 7,1-5). No hay árbolbueno que de frutos malos y a la inversa. San Mateonos ofrece esta sentencia de Jesús en dos ocasiones ycontextos distintos. El primero refiriéndose a losfalsos profetas (Mt 7,16-18), y el segundo en contrade los fariseos (Mt 12,33-35).* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En que am-

biente se desarrolla el texto?* Tomar en cuenta las notas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).Estos cuatro dichos o principios de vida nos invi-

tan o tomar conciencia de nuestra vocación cristianay sentirnos responsables de ella teniendo en cuenta losiguiente:

Jesús es la verdad. Sólo él ha aclarado la situacióndel hombre frente a Dios, frente a sí mismo y frentea los demás. El ha venido a dar cumplimiento a todala ley y los profetas con su propia vida y en esa líneanos ha enseñado de palabra y de obra el amor a Diosy al prójimo y el valor de nuestra propia vida (Jn 4,34;15,12; Lc 9,23-25). Si somos sus discípulos, sudoctrina debe ser la única fuente de verdad quealimente nuestras vidas.

Jesús es el camino. Por donde ha ido él debemoscaminar nosotros y a donde él ha llegado hemos dellegar nosotros (Mt 16,24; Jn 12,26). El nos ha dadoejemplo para que sepamos cómo actuar (Jn 13,15); siél ha ido por el camino del servicio del amor, de lavoluntad del Padre, de la persecución, de la cruz,también nosotros (Jn 14,3-5).

* INTRODUCCION

- Oración espontánea o preparada que nos ponga en unclima de confianza y nos disponga para el encuentro conDios.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 6, 39-45.El Evangelio no da un título específico a esta

parábola, aunque la Biblia de Jerusalén encabeza estaperícopa con el título Celo bien ordenado. Bajo elencabezado evangélico Les añadió una parábola, SanLucas nos presenta estos dichos de Jesús, que en SanMateo los encontramos en diferentes contextos ocircunstancias. Podríamos decir que el problematratado aquí es que el celo o deseo de virtud y deperfección debe seguir una lógica, presentada en losprincipios siguientes:

Un ciego no puede guiar a otro ciego. En SanMateo 15,14 este principio se aplica a los fariseos,que vienen a ser los ciegos que no quieren recibir yentender la doctrina de Jesús (Jn. 9, 39-41).

El discípulo no está por encima del Maestro. EnSan Mateo 10, 24-25, este principio está enmarcadoen el maltrato que recibe Jesús, a quien le han llamadoBelcebú y que marca la suerte de sus seguidores. SanJuan lo presenta en el mismo contexto y en referenciaal rechazo de su doctrina (Jn 15,20), y también lanecesidad de hacerse servidores unos de otros, comoEl (Jn. 13,16).

Saca primero la viga de tu ojo. San Mateo nosofrece el contexto doctrinal de estas palabras de Jesúsal hablarnos de evitar los juicios negativos o conde-

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MES DE LA BIBLIA

Jesús es la luz. Para conocerse a sí mismo yconocer al hermano, necesitamos de la luz de Cristo(Jn 8,12; 9,4-5; 35-39; 1,9). Sin embargo, muchasveces preferimos vivir en la oscuridad, según laspasiones de la carne (Jn 3,19-21; 1Jn 1,6-7), y prefe-rimos juzgar y valorar a las personas según los crite-rios del mundo (Jn 4,10). Con el juicio con quejuzguéis seréis juzgados (Mt 7,22).

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, el quepermanece en mí como yo en él, ése da mucho fruto(Jn 15,5-8). Jesús nos ha regenerado a la vida delEspíritu (Jn 3,5-8) y las obras del Espíritu sontotalmente diversas a las obras de la carne (Gál 5,16-22). Es necesario, por tanto, vivir en una constanterenovación interior del corazón (Mt 15,18-20) y,para ello, estar unido a él, como el sarmiento a la vid,porque él es manso y humilde de corazón (Mt11,29).

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).¿Qué quiero decirle ahora a Dios?Renovar la fe en Jesús, pidiendo como el ciego:

Señor, si quieres, puedes curarme.

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).Deja que tu corazón y tu alma sean envueltos en la

luz de Jesús, que te reconforte y te capacite paradescubrir el verdadero valor de la vida, de las perso-nas, de los acontecimientos.

¿En qué área de tu vida necesitas esa luz de Cristoo retomar el camino de Cristo?

Decídete por un área en la que te dejes guiar porCristo.

PLEGARIA COMUNITARIA.

INTRODUCCION

Antes de acercarnos al texto sagrado, nos prepara-mos personal y comunitariamente; nos ponemos enpresencia del Señor en oración: con oración de ala-banza, con un canto y pidiéndole al Señor nos envíesu Espíritu y prepare nuestros corazones para com-prender su Palabra.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 15, 1-10

(Se proclama en voz alta el texto. Todos leen el textoayudados de las notas de la Biblia. Se lee y se comenta elsiguiente subsidio).

La Biblia de Jerusalén nos ofrece una introduc-ción a estas dos parábolas y a la siguiente sobre el hijopródigo precedida del título: las tres parábolas de lamisericordia. En la introducción nos dice que estastres parábolas fueron provocadas por las críticas delos fariseos y los escribas al trato de Jesús con lospecadores. El tema de la misericordia, como hemosvisto ya en la parábola del juicio final, es central en lavida del discípulo de Jesús, ya que decide el valor ysentido de nuestra vida en el Reino. Por ello, Jesúsnos recomienda la práctica de la misericordia paraparecernos a nuestro Padre Celestial y para que

nosotros podamos también conseguirla (Lc 6,36-38;Mt 5,7).

Este es un rasgo de Dios en su trato con su pueblo,que abre el corazón a la confianza de los líderes delmismo (Ex 34,6-9). En medio de la infidelidad delpueblo, Dios le da nuevas oportunidades movido porla misericordia (Os 11,7-9).

Más aún, Jesús dirá a propósito de esas críticas delos fariseos a su trato con los pecadores que Diosprefiere la práctica de la misericordia a otros sacrifi-cios que podamos ofrecerle (Mt 9,13; Os 6,1-6).

Argumento: Alegría en el cielo por la conversiónde un pecador.

Desarrollo: Pérdida de una oveja y de una dracma(moneda de bastante valor), búsqueda de la ovejaperdida, dejando a las demás encerradas, y al encon-trarla la carga sobre sus hombros para llevarla a casa,la mujer revisa toda la casa hasta encontrar la dracmaperdida, fiesta por el hallazgo en ambos casos, la mismaalegría seda en el cielo por un pecador convertido.

Explicación: toda la atención se pone en la ovejay en la dracma perdidas, la reacción del pastor es degran alegría y de cariño hacia la oveja, no se poneatención en la posible culpa de la oveja al extraviarse,

DOMINGO 16

PARABOLAS DE LA OVEJA Y DE LA MONEDA PERDIDAS

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MES DE LA BIBLIA

la alegría del hallazgo supera la alegría de la vidanormal cuando todo está bien.* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En que am-

biente se desarrolla el texto?* Tomar en cuenta las notas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).

(En este segundo momento la preocupación debe serdescubrir el mensaje del texto, tomando en cuenta lasituación personal, comunitaria, social, etc. Ayuda para lacomprensión traer a la memoria otros textos bíblicos conla misma temática).

Se responde a las siguientes preguntas:

No tener miedo de la conversión en ningunacircunstancia, pues ésta significa nuevas gracias departe de Dios. ¿Qué actitud tengo ante quien regresaal Señor después de haberse alejado de Dios o de laIglesia? ¿Somos portadores de esta alegría sincera deDios ? ¿Le mostramos la ternura y cuidados del buenPastor? ¿Qué celo mostramos por alguien que nece-sita ayuda espiritual? ¿Sentimos comunitariamentelo que sufre un miembro y celebramos la gracia querecibe?

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).Agradezcamos a Dios los cuidados que derrama

sobre nosotros y reconozcamos nuestras fallas pi-diendo la guía y gracia de Dios.

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).Imagínate a ese pastor que carga la oveja perdida

y siente tanta alegría por el hallazgo de la misma.Identifícate como necesitado y sujeto de tanta ternuray solicitud por parte de Dios. Deja que tu almadescanse en ese ambiente de fiesta.

¿Qué te pide el Señor como portador de esossentimientos suyos hacia algún hermano/a de quientengas una opinión menos favorable o una dificultadpara aceptar sus fallas? ¿Cómo lo puedes hacer?Comienza y goza de la alegría del buen Pastor.

CONCLUSION: PLEGARIA COMUNITARIA.

(Se procurará terminar el momento de oración y encuentrocon Dios con un Salmo 23 o 25, con un canto o conoraciones de alabanza y de acción de gracias).

PARABOLA DEL HIJO PRODIGO

INTRODUCCION

Antes de acercarnos al texto sagrado, nos prepara-mos personal y comunitariamente; nos ponemos enpresencia del Señor en oración: con oración de ala-banza, con un canto y pidiéndole al Señor nos envíesu Espíritu y prepare nuestros corazones para com-prender su Palabra.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 15, 11-32Completando esa imagen de un Dios misericor-

dioso, que nos han presentado las parábolas anterio-res, esta parábola sobre el hijo pródigo, exclusiva deSan Lucas, nos presenta a un Dios, no sólo misericor-dioso, sino también tierno y generoso. Todo ello esparte de la imagen central de un Dios Padre que, enpalabras del A.T., amaba a su pueblo con la ternura deuna madre (Is 49,13-17), y cuyo corazón se estremeceante la ausencia de su hijo (Jr 31,18-20). De formatodavía más solícita que el padre de la parábola, queespera con ansia el regreso de su hijo, Dios mandadecir a su pueblo que regrese; la condición es quereconozca su rebelión (Jr 11,13-19).

Frente a esa actitud benévola y generosa de Dios,está la actitud exigente y justiciera del hermanosmayor, que representa al hombre pecador e inseguroque hay en cada uno de nosotros, que se deja llevar dela envidia, que mira la paja en el ojo ajeno y no la vigaen el suyo, y que fue condenado tantas veces por Jesús(Mt 6,14-15; 18,32-35).

Argumento: un hijo que deja su casa, malgasta suherencia y regresa para recibir el perdón de su padrey el rechazo de su hermano mayor.

Desarrollo: el hijo que, por razones desconocidaso sin razones, abandona la casa familiar. El dinero,que su padre le da, su herencia, todo lo malgasta y sequeda sin lada. La necesidad en que se encuentra esmás fuerte que la pena de pedir perdón a su padre. Elpadre no toma en cuenta su falta y le recibe de nuevoen casa con gran alegría y fiesta. Su hermano, encambio, murmura de ambos, sobre todo de su padre,que parece pasarse de comprensivo.* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En que am-

biente se desarrolla?* Tomar en cuenta las notas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).

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MES DE LA BIBLIA

No se menciona para nada a la madre de la familia;por ello, podemos descubrir en el padre y una

madre. ¿Con qué me identifico: con el hijo pródi-go o con el hijo mayor?

Si con el primero, ¿Qué razones tuviste paraapartarte del amor de Dios? o ¿Qué razones tienespara ser malagradecido con Dios, para intentar detantas formas independizarte de él, buscar tu propiafelicidad?

Si con el segundo, recuerda que Jesús nos dijo:sean misericordiosos. ¿Será que te sientes orgullosode ti mismo, de tus obras, de tu buena conducta, comoel fariseo, y no has descubierto la dicha de vivir en lagratuidad de Dios, en su amor inmerecido?

Sabes vivir apreciando la abundancia de graciaque, como el hijo mayor, tienes a tu alcance? ¿Cuán-tas gracias se te pasan inadvertidas? ¿Cuando pidesperdón a Dios tienes conciencia de su amor no corres-pondido?

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).

En una forma u otra todos hemos ignorado dedistintas formas ese amor tan especial de Dios: nece-sitamos pedir perdón. Quizá necesitamos pedir la luzdel corazón para vivir siempre gozando el amorprovidente y paterno de Dios. Quizá, sobre todo,necesitamos agradecer y alabar a Dios por su amor taninmerecido de nuestra parte.

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).Hoy el objeto de nuestra contemplación no puede

ser otro que el amor infinito de Dios: Descansa en él,alma mía, como niño pequeño en brazos de su madre,porque su amor no tiene fin. Puedes imaginarte a timismo acogido por tu Padre Dios con el mismo amorque el hijo pródigo. El hijo pródigo se preguntaba:¿Qué hago yo aquí como un miserable muriéndomede hambre? Tradúcelo a tu vida y decide. Me levan-taré e iré a mi Padre...

CONCLUSION: PLEGARIA COMUNITARIA.

(Se procurará terminar el momento de oración y encuentrocon Dios con un Salmo, con un canto o con oraciones dealabanza y de acción de gracias).

MARTES 18 Nota: Ver Boletín 197 pág. 50-52

ENTRAÑABLE MISERICORDIA DE NUESTRO DIOS

INTRODUCCION

El rostro de Dios Padre tiene los rasgos de la vida.Dios Padre genera la vida porque El es amor. Laternura y la misericordia de Dios no es un concepto,sino que se palpa o se experimenta en cada instante dela vida, así sean momentos muy difíciles. El darnoscuenta de que estamos en las manos de Dios, de quenada de nuestra vida le es indiferente, es motivo degran esperanza.

Antes de acercarnos al texto sagrado, nos prepara-mos personal y comunitariamente; nos ponemos enpresencia del Señor en oración: con oración de ala-banza, con un canto y pidiéndole al Señor nos envíesu Espíritu y prepare nuestros corazones para com-prender su Palabra.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 7, 11-17

(Se proclama en voz alta el texto. Todos leen el textoayudados de las notas de la Biblia. Se lee y se comenta elsiguiente subsidio).

En las normas que le fueron dadas al antiguopueblo de Israel de parte de Yhwh, estaba mandadoque el marido tenía obligación, entre otras cosas,de darle a su mujer comida y vestido. La mujer, alquedarse viuda se encontraba, por consiguiente, enuna situación precaria y en medio de serios peli-gros.

Existían dos categorías de viudas: las que te-niendo hijos vivían con ellos, y aquellas que eran«verdaderamente viudas», es decir solas, y quetenían necesidad de ser asistidas por los demás. Laviuda de Naím, a la muerte de su hijo, se habíaquedado sola.

Los evangelistas señalan de diferentes maneras laternura de Dios. San Lucas, en el texto que hemos

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MES DE LA BIBLIA

leído nos presenta al Señor «conmoverse hasta lasentrañas» frente a la viuda de Naím que sale a enterrara su hijo único.

El término empleado para designar la misericor-dia divina significa las entrañas maternales (rahamim).El culmen de la emoción en el campo de la piedad seexpresa por la compasión «visceral» de la madre porsu hijos. El hecho de «conmoverse las entrañas»refleja el aspecto maternal del amor y la ternura. Auna madre, en el momento de dar a luz se le conmue-ven las entrañas.

Es esta compasión la que nos ayuda a comprenderla profundidad del amor divino: «¿Cómo podré dejar-te, Efraín; entregarte a ti, Israel?... Me da un vuelco elcorazón, se me conmueven las entrañas» (Os 11,8).Las entrañas maternales impiden que Dios se dejellevar por su cólera y por eso exclama por el profeta:«¡Si es mi hijo querido Efraín, mi niño, mi encanto!Cada vez que le reprendo me acuerdo de ello, se meconmueven las entrañas y cedo a la compasión» (Jr31,20).

Es el mismo sentimiento de Jesús cuando el evan-gelista nos relata los episodios en la aflicción de laviuda y cuando el padre recoge de nuevo a su hijoperdido (Lc 15, 20s).

Jesús, desde lo más profundo de su ser se conmue-ve ante la madre traspasada por el dolor. Esta escenapropia del evangelio de Lucas, evoca otra igualmentesignificativa, la del evangelio de Juan cuando, enpresencia de María que acaba de perder a su hermano,Jesús se estremeció por dentro y conmovido se echóa llorar (Jn 11, 33-35).

La resurrección del hijo de la viuda, nos trae a lamente otras narraciones de la ternura divina, espe-cialmente aquella del I libro de los Reyes, donde elprofeta Elías devuelve la vida al hijo único de unaviuda (I R 17,17-24). Por tanto, para Lucas, Jesús esel nuevo Elías. El es el gran profeta de los tiemposnuevos. Por medio de Jesús la bondad se comunica alpueblo. La multitud no se equivoca. Ella da gloria aDios diciendo: «Un gran profeta ha surgido entrenosotros; Dios se ha ocupado de su pueblo».

Inmediatamente pensamos en el cántico del profe-ta Zacarías: «Bendito el Señor, Dios de Israel, porquese ha ocupado de rescatar a su pueblo... Por laentrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitarádesde lo alto un amanecer que ilumina a los que

habitan en tinieblas y en sombras de muerte, queendereza nuestros pasos por un camino de paz» (Lc 1,68. 78-79).

(Se puede comentar con los demás lo siguiente: Personajesdel texto; sus actitudes; el género literario; se aclara lo queno se ha entendido y se manifiesta lo que nos ha sorpren-dido).

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).

(En este segundo momento la preocupación debe serdescubrir el mensaje del texto, tomando en cuenta lasituación personal, comunitaria, social, etc. Ayuda para lacomprensión traer a la memoria otros textos bíblicos conla misma temática: I R 17,17-24; Lc 15, 11-32; Jn 11, 32-46).

Se responde a las siguientes preguntas:

a) Dios es esencialmente misericordioso ¿Porqué? b) ¿Cuál es la reacción del pueblo ante lasmuestras de ternura de Jesús? c) ¿Siento que soysensible como Jesús ante las necesidades de losdemás?

d) ¿En qué momentos de mi vida he sabido serexpresión de la ternura de Dios para los necesitados?e) ¿La compasión que guardo para los demás ha sidocon «entrañas de misericordia» o sólo algo externo?f) ¿Qué medios o estructuras existen en la comunidadpara poner en práctica la misericordia de Dios? g)¿Estoy satisfecho con el grado de vivencia de esteaspecto en la comunidad?

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).

(Este es el momento de responder personal y comunitaria-mente a la Palabra de Dios. Cada uno expresa a Diosaquello que el pasaje bíblico le sugiere).

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).

(Es el momento de la respuesta agradecida para con Dios.Lo hacemos concretizando nuestro compromiso personal,y si se puede, uno comunitario).

CONCLUSION: PLEGARIA COMUNITARIA.

(Se procurará terminar el momento de oración y encuentrocon Dios con un Salmo, con un canto o con oraciones dealabanza y de acción de gracias).

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MES DE LA BIBLIA

INTRODUCCION

Antes de acercarnos al texto sagrado, nos prepara-mos personal y comunitariamente; nos ponemos enpresencia del Señor en oración: con oración de ala-banza, con un canto y pidiéndole al Señor nos envíesu Espíritu y prepare nuestros corazones para com-prender su Palabra.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 16, 1-13

(Se proclama en voz alta el texto. Todos leen el textoayudados de las notas de la Biblia. Se lee y se comenta elsiguiente subsidio).

La parábola es exclusiva de San Lucas y no tieneotros pasajes paralelos en los sinópticos. Además delbuen uso de las riquezas y de la fidelidad en lasresponsabilidades, temas que se mencionan en los v.9-13, el tema central de esta parábola es la astucia o,en otras palabras, la inteligencia de este hombre paraobrar injustamente y defraudar a su amo mirando porsu futuro incierto.

La primera referencia a la astucia la encontramos enel Génesis al narrarnos la tentación primera. La ser-piente era el más astuto de todos los animales delcampo que Yahveh Dios había hecho (3,1). Tanto eneste caso como en la parábola que nos ocupa la astuciaes una forma de usar las propias capacidades para elengaño, para el mal o para intereses personales.

En el caso del Génesis la astucia tiene como móvilla envidia, que también la experimentan los que lesiguen o le pertenecen (al diablo), (Sab 2,23-24).

Por otra parte, la astucia se pone al servicio delengaño y de la seducción, que arrastra al mal (Gn3,13; Ap 12,9-10), como aparece en esta parábola(V4-7) y como Jesús lo ratifica hablando con losjudíos en San Juan 8,44-45. Pablo, lamentándose dealgunos problemas en la comunidad de Corinto,recuerda el engaño de que Eva fue víctima y de losque ellos mismos pueden serlo por razón de algunosoperarios engañosos (Cor 11,3-6.12-15).

Argumento: a partir de la conducta de un adminis-trador o gerente corrupto que, antes de ser despedido,supo asegurarse el futuro, se nos invita a la fidelidady a aprovechar bien las oportunidades de servir alReino.

Desarrollo: el administrador de un hombre rico esacusado de malversar la hacienda, ante la amenaza de

DOMINGO 23

PARABOLA DEL ADMINISTRADOR INFIEL

ser despedido, él perdona a varios deudores parte delo que deben, el amo se entera y alaba su proceder porsu talento en proveer para su futuro.* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En qué

ambiente se desarrolla el texto?* Tomar en cuenta las notas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).Después de este relato (v 1, 8), el mismo Evange-

lio con palabras de Jesús, nos hace la aplicación: a losque tienen bienes de este mundo, Jesús recomiendahacer limosna para ganarse amigos en el cielo, lafidelidad es el tema fundamental de esta historia,fidelidad que comienza por las cosas y responsabili-dades pequeñas, quien no es fiel con las cosas de estemundo, no lo será con las del Reino.

Ser fiel con lo ajeno es lo mismo que ser fiel conlas cosas de este mundo, pues lo nuestro es los bienesdel Reino, pero nuestra vida y servicio no puedendividirse entre Dios y otros, entre el Reino y elmundo, la carne y el espíritu; más concretamente, ¿enqué áreas de tu vida necesitas más fidelidad?: Estu-dio, trabajo, relaciones comunitarias, servicio, vidaespiritual, formación, vida eclesial (apostolado, tes-timonio, vida de comunidad), compromisos de tuvida religiosa (carisma, votos, legislación)

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).Quizá tengas que dar gracias a Dios por la abun-

dante riqueza de vida espiritual que te ha dado; quizátengas que pedirle perdón por la falta de fidelidad ocorrespondencia.

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).La paciencia de Dios con tu infidelidad o la

abundancia de su gracia con la que te ha distinguido.¿Vives en fidelidad? ¿Puedes combinar tu fidelidada Dios con otros intereses o actitudes? ¿Qué debeshacer concretamente para ser verdaderamente fiel?

CONCLUSION: PLEGARIA COMUNITARIA.

(Se procurará terminar el momento de oración y encuentrocon Dios con un Salmo, con un canto o con oraciones dealabanza y de acción de gracias).

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MES DE LA BIBLIA

* INTRODUCCION

- Oración espontánea o preparada que nos pongaen un clima de confianza y nos disponga para elencuentro con Dios.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 8, 16-18Esta parábola o semejanza, tiene varios pasajes

paralelos en los otros Evangelios. Distingamos pri-mero las partes de la misma. La primera parte nosrecuerda lo que se hace cuando se enciende unalámpara. Como se aprovecha su luz. La segunda nosdice que todo en la vida y en la historia va a salir a laluz.

La tercera nos hace una advertencia sobre la nece-sidad de oír bien para tener en nosotros la gracia queacompaña a las enseñanzas de Jesús. La primera partela encontramos en el evangelio de San Mateo comoaplicación de las palabras que Jesús dirige a susdiscípulos sobre su misión en el mundo: vosotros soisla luz del mundo (Mt 5,14). San Mateo incluye otrarecomendación sobre la luz: brille así vuestra luzdelante de los hombres, para que vean vuestras bue-nas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en loscielos (Mt 5, 16).

También la trae San Lucas (11,33-36) pero dirigi-da a la propia vida, concretamente a los ojos comoinstrumento de bondad o malicia. San Juan hablarepetidamente de la luz y nos presenta a Jesús comola luz y nos habla de la responsabilidad de recibir suluz (Jn 8,12; 9,4-5; 39,41; 1Jn 1,5.7.8-11). Sobre lasegunda parte nos habla también San Mateo (10,26-27) y el mismo San Lucas (12ss), ambos en el contex-to del discípulo de Jesús que ha de dar franco testimo-nio de su fe sin miedo a quienes amenacen su vidacorporal. La tercera parte la encontramos en diversoscontextos en San Mateo y San Marcos y de nuevo enSan Lucas, en diversos contextos, (Mt 13,12; 25,29;Mc 4,24.25; Lc 19,26).

Argumento: Para qué es la luz de una lámpara.Explicación: Nos presenta la experiencia común

doméstica sobre el uso de la luz, a saber, que la luz seprende para iluminar un lugar y por ello se coloca en unpunto de la habitación o que proyecte la luz lo másposible sobre las personas, las cosas o lugares. Nadieprende la luz de día ni la coloca en un rincón o dentro deun mueble. La luz está al servicio de las personas que lanecesitan para leer, caminar, trabajar, convivir, etc.* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En que am-

biente se desarrolla el texto?

* Tomar en cuenta las notas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).Todo lo oculto y secreto se va a ver y conocer. ¿Por

qué? Porque Jesús, luz del mundo, ha venido parailuminar la realidad de cada uno. Jesús ha venido paradar vida y darla en abundancia; por ello, será levan-tado en alto, puesto a la vista de todos, proclamadoSalvador y Señor de toda la creación, para que todo elque crea en él tenga vida. Nadie tiene razón para andaren tinieblas, para permanecer en la oscuridad, paraerrar el camino de la vida. Jesucristo, con su luz,ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1,9).

Esta luz ha sido confiada a la Iglesia, en tal formaque Jesús ha mandado a sus discípulos a predicar elEvangelio a todo el mundo, para iluminar las realida-des de la vida del hombre: trabajo, sufrimiento,enfermedad, salud, familia, contrariedades, éxito,persecución, servicio, etc. con la luz de su enseñanzay de su vida.

¿Sientes tu la responsabilidad de compartir esaluz, de llevarla a quien la necesite?

Tu, como seguidor suyo, has sido llamado a viviren la luz ¿Puedes poner tu vida ante la luz de Cristosin miedo al juicio? ¿Vives en la luz de la verdad , dela responsabilidad, de la coherencia, de la sinceridad?Son los valores evangélicos la luz bajo la cual evalúastus actitudes y el sentido de tu vida?

3.- ORACION(Suplicar, alabar, recitar).El mensaje de esta Palabra se ha de traducir en una

petición de luz, en una reafirmación en la luz, en unagradecimiento por conocer la luz del Evangelio.

4.- CONTEMPLACION(Ver, saborear, actuar, compromiso).Siente cómo la luz que da vida, que inspira segu-

ridad y esperanza, brilla sobre ti y déjate sumergir enel calor de esa luz, que es Cristo. Déjate inundar yrenovar por esa luz. ¿Qué áreas de tu vida necesitanser mejor iluminada? o ¿a donde te pide el Señor quelleves la luz que has recibido? ¿Te inspira esa luzalguna actitud o tarea nueva en tu vida? Decide comorealizarla.

* CONCLUSION.

Acción de gracias a Dios por su Palabra, sugerenciaSalmo 27.

LUNES 24

PARABOLA DEL EJEMPLO DE LA LAMPARA

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MES DE LA BIBLIA

DOMINGO 30

PARABOLA DEL RICO Y LAZARO

INTRODUCCION

Antes de acercarnos al texto sagrado, nos prepara-mos personal y comunitariamente; nos ponemos enpresencia del Señor en oración: con oración de ala-banza, con un canto y pidiéndole al Señor nos envíesu Espíritu y prepare nuestros corazones para com-prender su Palabra.

1.- LECTURA DEL TEXTO

(Conocer, respetar, situar). Lucas 16, 19-31Dentro del ambiente temático de este capítulo, es

decir, la relación con las riquezas o bienes de estemundo, San Lucas nos ofrece esta parábola, quepresenta el lado trágico y oscuro de las riquezas: laavaricia, que no permite abrir el corazón al necesitadoy que Jesús ya condenó, junto con la codicia (Lc12,15; 6,24-25).

También se pone de relieve aquí la responsabili-dad de los ricos respecto a los pobres y la dependenciade éstos de la compasión de aquellos, como ya se pusode relieve en la parábola del hijo pródigo, cuándo sedice que éste deseaba hartarse de lo que caía de lamesa del rico (16,21), pero nadie se lo daba (15,16).

Es de notar en esta parábola la referencia a la vidadel más allá como la que decidirá de la verdaderasuerte de los ricos y los pobres, (22-23). El seno deAbraham es el símbolo de la compañía de los justosy bienaventurados (Gn 47,30; Jn 1,18), mientras queel hades es la mansión de los muertos condenados, delos rechazados (Mt 8,11-12). Entre unos y otros hayun abismo insalvable, el abismo de un destino que yano se puede cambiar (Mt 25,26).

Argumento: relación entre un rico y un pobre pornombre Lázaro. El primero lo tiene todo en esta vida,el segundo se muere de hambre, pero con la muerte deambos su condición cambia completamente.

Desarrollo: El rico vive con todos los lujos. Elpobre vive a la puerta de la casa del rico, muriendopor fin de hambre. El pobre, al morir, va al cielo, elrico va al infierno.

Al ver el rico que Lázaro está en el cielo, se atrevea pedir a Abraham que se lo mande para aliviarle ensus sufrimientos, pero se le niega el alivio, recordán-dole su condición diferente en la tierra.

El rico hace una última súplica: que alguien vayaa prevenir a sus hermanos todavía vivos para que nocaigan en su misma situación, pero la respuesta estambién negativa pues el aviso no tendría ningúnresultado positivo.

* ¿Qué dicen y hacen los personajes? ¿En queambiente se desarrolla el texto?

* Tomar en cuenta las notas de la Biblia.

2.- MEDITACION

(Rumiar, dialogar, actualizar).¿Cuáles son tus actitudes ante las necesidades

ajenas? ¿Cómo aprovechas las gracias de conversiónque Dios te da día tras día? ¿Tu conducta está guiadapor la fe en Dios o por miedo al castigo? ¿Tienesconciencia y responsabilidad del tiempo presente, delhoy, del momento de salvación que supone cada día,cada oportunidad, cada gracia?

3.- ORACION

(Suplicar, alabar, recitar).Ante muchas oportunidades perdidas de hacer el

bien, de progresar en la vida del Espíritu, necesitopedir perdón y, ante las oportunidades presente, ne-cesito pedir la luz del Espíritu para discernir su valory su sentido.

4.- CONTEMPLACION

(Ver, saborear, actuar, compromiso).Mis caminos no son vuestros caminos, dice el

Señor ¡Qué distinta forma de valorar la vida y laspersonas tiene Dios de nosotros! ¡Quién sois vos yquién soy yo!

¿Qué circunstancias de mi vida he desaprovecha-do? ¿Qué criterios mundanos me motivan al valoraral prójimo o mi propia vida?

Compromiso concreto para responder mejor a lagracia presente en mi vida.

CONCLUSION: PLEGARIA COMUNITARIA.

(Se procurará terminar el momento de oración yencuentro con Dios con un Salmo, con un canto o conoraciones de alabanza y de acción de gracias).

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MES DE LA BIBLIA

1.- SAN MATEO

* Nombre de la lectio: 1ra. Bienaventuranza: «Bien-aventurados los pobres de espíritu, porque deello es el Reino de los Cielos».

Cita bíblica: 5,3

Boletín núm.: 203 págs.: 48-49

* Nombre de la lectio: 2da. Bienaventuranza «Bien-aventurados los mansos, porque ellos poseeránen herencia la tierra».

Cita bíblica: 5,4

Boletín núm.: 203 págs.: 50-52

* Nombre de la lectio: 3ra. Bienaventuranza «Bien-aventurados todos lo que están aflijidos, porqueellos serán consolados».

Cita bíblica: 5,5

Boletín núm.: 203, Págs.: 52-54

* Nombre de la lectio: 4ta. Bienaventuranza «Bien-aventurados los que tienen hambre y sed dejusticia porque ellos serán saciados».

Cita bíblica: 5,6

Boletín núm.: 203, Págs.: 54-56

* Nombre de la lectio: 5ta. Bienaventuranza «Bien-aventurados los misericordiosos, porque ellosobtendrán misericordia».

Cita bíblica: 5,7

Boletín núm.: 203, Págs.: 54-58

* Nombre de la lectio: 6ta. Bienaventuranza «Bien-aventurados los puros de corazón, ya que ellosverán a Dios».

Cita bíblica: 5,8

Boletín núm.: 203, Págs.: 58-60

* Nombre de la lectio: 7a. Bienaventuranza «Bien-aventurados los que trabajan por la paz, porqueellos serán llamados hijos de Dios».

Cita bíblica: 5,9

Boletín núm.: 203, Págs.: 60-61

* Nombre de la lectio: 8a. Bienaventuranza «Bien-aventurados los perseguidos por la causa de lajusticia, porque de ellos es el Reino de los cie-los».

Cita bíblica: 5,10

Boletín núm.: 203, Págs.: 64-64

2.- SAN MARCOS

* Nombre de la lectio: Jesús ungido por el EspírituSanto.

Cita bíblica: 1, 9-11

Boletín núm.: 196, Págs.: 58-60

3.- SAN LUCAS

* Nombre de la lectio: María de Nazaret

Cita bíblica: 1,2

Boletín núm.: 201, Págs.: 60-61

* Nombre de la lectio: La sinagoga de Nazaret

Cita bíblica: 4, 14-22

Boletín núm.: 201, Págs.: 59-60

* Nombre de la lectio: Entrañable misericordia denuestro Padre.

Cita bíblica: 7, 11-17

Boletín núm.: 197, Págs.: 50-52

* Nombre de la lectio: Somos extranjeros y peregri-nos en esta tierra.

Cita bíblica: 9, 51-62

Boletín núm.: 209, Págs.: 69-70

Elenco de Lectio Divina editadasen el Boletín Diocesano de Pastoral

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MES DE LA BIBLIA

* Nombre de la lectio: Parábola del buen Samarita-no.

Cita bíblica: 10, 25-37Boletín núm.: 201, Págs.: 51-52

* Nombre de la lectio: El Padre se alegra al encontrarlo que había perdido.

Cita bíblica: 15, 1-7Boletín núm.: 196, Págs.: 71-73

* Nombre de la lectio: El hijo prodigo.

Cita bíblica: 15, 11-32

Boletín núm.: 201, Págs.: 45-47

* Nombre de la lectio: Purificación de los diezleprosos.

Cita bíblica: 17, 11-19Boletín núm.: 201, Págs.: 48-50

* Nombre de la lectio: El fariseo y el publicano.Cita bíblica: 18, 9-14Boletín núm.: 201, Págs.: 55-56

* Nombre de la lectio: ZaqueoCita bíblica: 19, 1-10Boletín núm.: 201, Págs.: 47-48

* Nombre de la lectio: El buen ladrón.Cita bíblica: 23, 12-47Boletín núm.: 201, Págs.: 57-58

* Nombre de la lectio: Los discípulos de Emaús.Cita bíblica: 24, 13-35Boletín núm.: 201, Págs.: 53-54

* Nombre de la lectio: Salgamos al encuentro delSeñor.

Cita bíblica: 24, 13-27Boletín núm.: 229, Págs.: 53-57

* Nombre de la lectio: Reflexionemos el encuentrocon Jesucristo vivo.

Cita bíblica: 24, 28-32Boletín núm.: 229, Págs.: 58-62

* Nombre de la lectio: Proyectemos nuestro encuen-tro con Jesucristo vivo.

Cita bíblica: 24, 28-32Boletín núm.: 229, Págs.: 63-66

4.- SAN JUAN

* Nombre de la lectio: Reconozcamos la misericor-dia del Padre.

Cita bíblica: 1, 5-2,2Boletín núm.: 196, Págs.: 73-75

* Nombre de la lectio: Purifiquemos la memoria.Cita bíblica: 1, 2-5,2Boletín núm.: 216, Págs.: 55-56

* Nombre de la lectio: Ven, llena de tu gracia loscorazones que has creado.

Cita bíblica: 3, 1-8Boletín núm.: 193, Págs.: 21-23

* Nombre de la lectio: La Eucaristía: Pan de vida; ElSacerdote: Pan partido para los hermanos.

Cita bíblica: 6, 26-58Boletín núm.: 218, Págs.: 61-64

* Nombre de la lectio: La adúltera, figura del puebloal que Dios ofrece su perdón.

Cita bíblica: 7, 35-8,11Boletín núm.: 220, Págs.: 36-38

* Nombre de la lectio: Jesús el hijo de Dios, es lapuerta que nos conduce a la casa del Padre.

Cita bíblica: 10, 1-10Boletín núm.: 209, Págs.: 67-68

* Nombre de la lectio: Del encuentro con Jesucristo,a la solidaridad con todos.

Cita bíblica: 15, 1-17Boletín núm.: 223, Págs.: 67-71

* Nombre de la lectio: Ven, luz de los corazones.Cita bíblica: 16, 14-15Boletín núm.: 193, Págs.: 16-18

* Nombre de la lectio: Todo lo que tiene el Padretambién es mío.

Cita bíblica: 16, 48-15Boletín núm.: 216, Págs.: 53-54

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MES DE LA BIBLIA

5.- HECHOS

* Nombre de la lectio: Ven, Espíritu Santo.

Cita bíblica: 2, 2-4

Boletín núm.: 193, Págs.: 19-21

* Nombre de la lectio: Los creyentes vivía unidos ylo tenían todo en común.

Cita bíblica: 2, 42-47; 4, 32-35; 5, 12-16

Boletín núm.: 196, Págs.: 67-69

* Nombre de la lectio: Estaban llenos de gracia y depoder.

Cita bíblica: 7, 51-60

Boletín núm.: 196, Págs.: 65-69

* Nombre de la lectio: Pablo animado por el Espíritu.

Cita bíblica: 9, 1-19

Boletín núm.: 196, Págs.: 60-61

* Nombre de la lectio: Cornelio y un nuevo Pente-costés.

Cita bíblica: 10, 1-48

Boletín núm.: 196, Págs.: 62-63

* Nombre de la lectio: Donde está el Espíritu..., allíestá la libertad.

Cita bíblica: 16, 11-24

Boletín núm.: 196, Págs.: 65-67

* Nombre de la lectio: Cultivemos y esclarezcamosla memoria histórica de nuestra fe.

Cita bíblica: 22, 1-21

Boletín núm.: 216, Págs.: 47-48

6.- 1 CORINTIOS

* Nombre de la lectio: Eran constantes en la fracción.

Cita bíblica: Cor. 11, 17-32

Boletín núm.: 218, Págs.: 59-61

7.- GALATAS

* Nombre de la lectio: Aprendiendo a ser libres.

Cita bíblica: 6, 1-10

Boletín núm.: 184, Págs.: 79-80

8- EFESIOS

* Nombre de la lectio: Ven, Espíritu creador denueva vida.

Cita bíblica: 1, 3-14

Boletín núm.: 193, Págs.: 23-25

9.- HEBREOS

* Nombre de la lectio: Ofrenda y oferente.Cita bíblica: 10, 1-25Boletín núm.: 218, Págs.: 65-67

* Nombre de la lectio: Jesucristo, Sacerdote y vícti-ma.

Cita bíblica: 10, 6-7Boletín núm.: 218, Págs.: 33-35

10.- GENESIS

* Nombre de la lectio: Dios quiere que vivamoscomo hermanos.

Cita bíblica: 4, 1-26Boletín núm.: 197, Págs.: 52

* Nombre de la lectio: Mi señor, te ruego que nopases sin detenerte.

Cita bíblica: 18, 1-15Boletín núm.: 211, Págs.: 64-65

11.- EXODO

* Nombre de la lectio: Unidos y organizados.

Cita bíblica: 18, 13-27

Boletín núm.: 184, Págs.: 81-82

12.- DEUTERONOMIO

* Nombre de la lectio: Dios como Padre, crea a supueblo.

Cita bíblica: 7, 7-16

Boletín núm.: 196, Págs.: 75-76

13.- OSEAS

* Nombre de la lectio: Todas mis entrañas se estre-mecen.

Cita bíblica: 11, 1-11

Boletín núm.: 216, Págs.: 51-52

* Nombre de la lectio: Amor paterno de Dios.

Cita bíblica: 111, 1-11

Boletín núm.: 196, Págs.: 69-71

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MES DE LA BIBLIA

* APOCALIPSIS

1.- Dichosos los que escuchen el mensaje de estelibro. 1,1-8 y 22, 6-21.

2.- ¡Poned los ojos en el Resucitado! 1, 12-20.3.- El Espíritu habla a las Iglesias. 2, 1-7.4.- Juicio de Amor. 3, 14-22.5.- El Libro y el Cordero. 5 1-14.6.- Cuatro caballos que cabalgan en la historia. 6, 1-

8.7.- Al son de trompetas. 8, 6-13.8.- Un libro abierto, dulce y amargo a la vez. 10, 1-11.9.- La Mujer y el Dragón. 12, 1-18.10.- El Cántico de los Vencedores. 15, 1-4.11.- La Caída de Babilonia. 18, 9-20.12.- La Celebración de la Victoria. 19, 1-10.13.- El regalo de la Nueva Creación. 21, 1-8.14.- Los habitantes de la Nueva Jerusalén. 22, 1-515. ¡ Estén Alerta! 3, 1-6.

* BIENAVENTURANZAS

1ª Bienaventuranza: Mt. 5,1-12.2ª Bienaventuranza: Mt. 5,1-12.3ª Bienaventuranza: Mt. 5,1-12.4ª Bienaventuranza: Mt. 5,1-12.5ª Bienaventuranza: Mt. 5,1-12.6ª Bienaventuranza: Mt. 5,1-12.7ª Bienaventuranza: Mt. 5,1-12.8ª Bienaventuranza: Mt. 5,1-12.

* ESPIRITU SANTO

1. Jesús ungido por el Espíritu. Mc. 1, 9-112.- Pablo, animado por el Espíritu. Hch. 9.1-19.3.- Cornelio y un nuevo pentecostés. Hch. 10, 1-48.

4. Donde está el Espíritu.., ahí está la libertad. Hch.16, 11-24.

5.- El Padre les enviará otro consolador. Jn. 14,1-26.6.- Su nombre será consejero admirable. Is. 9,1-6.7.- La libertad según el Espíritu. Gál. 5,1-26.8.- Después de orar les impusieron las manos. Hch.

6,1-7.9.- Ven, luz de los corazones. Jn. 16, 4-15.10.- Ven, Espíritu Santo. Hch. 2,1-4.11.- Ven, Espíritu creador de vida nueva. Jn. 3,1-8.12.- Ven, llena de tu gracia los corazones que has

creado. Ef. 1,3-14.13.- Vivir según el Espíritu. Gál. 5,13-2514.- Esteban, lleno de gracia y poder. Hch. 7, 51-60.

* EVANGELIOS

1.- ¿Cómo nacieron los evangelios? Lc. 1, 1-4.2.- ¿Quién es Jesús? Mc. 8, 27-30.3.- Venid detrás de mí. Mc. 1, 14-20.4.- No he venido a llamar a los justos sino a los

pecadores. Mc. 2, 13-37.5.- Les hablaba por medio de parábolas. Mc. 4, 26-32.6.- No todos aceptaron a Jesús. Mc. 6,1-6.7.- Comieron todos hasta quedar saciados. Mc. 6, 30-

44.8.- También los pajarillos comen las migajas de los

hijos. Mc. 7, 24-30.9.- Si alguno quiere venir detrás de mi... Mc. 8, 31-38.10.- Maestro, haz que recobre la vista. Mc. 10, 46-52.11.- Mi casa es casa de oración para todos los pue-

blos. Mc. 11, 15-19.12.- El Mandamiento más importante. Mc. 12, 28-34.13.- Para qué muere Jesús? Mc. 14, 32-42.

Elenco de Lectio Divina(Proporcionadas por el Sr. Cura Juan Roberto Chávez.

Parroquia San Miguel. Atotonilco el Alto, Jal.)

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MES DE LA BIBLIA

14.- Una vida entregada en favor de todos. Mc. 14,12-25.

15.- ¡Ha Resucitado! Mc. 16,1-8.

* HECHOS

1.- Serán mis testigos. Hch 1, 3-82.- Todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Hch 2,

1-13.3.- Anunciaban la Palabra con toda libertad. Hch 4,

23-31.4.- Ministerios: Don del Espíritu Santo para la Igle-

sia. Hch 6, 1-7.5.- Jesús es la clave para comprender las Escrituras.

Hch 8, 26-40.6.- Evangelizar es anunciar a Jesucristo. Hch 10, 34-

43.7.- El evangelio es para todos. Hch 11,1-8.8.- La comunidad es responsable de la misión. Hch

13,1-3; 14,26-28.9.- Los conflictos y divisiones en la Comunidad. Hch

15,1-6.10.- Entren y quédense en mi casa. Hch 16,11-40.11.- El relevo en el servicio a la comunidad. Hch

20,17-38.12.- La conversión es un encuentro personal con

Jesucristo. Hch. 22, 1-21.13.- La Iglesia continúa la Misión de Jesús. Lc. 4, 14-

30.

* JUAN

1.- Jesús, Palabra del Padre. Jn. 1, 1-51.2.- Volver a nacer. Jn. 3, 1-12.3.- Jesús, Agua que da Vida. Jn. 4, 1-15.4.- Jesucristo, vida del Padre. Jn. 6, 51-59.5.- Jesús, Misericordia del Padre. Jn. 8, 1-11.6.- Jesús, el Buen Pastor. Jn. 10,11-18.7.- Jesús, Resurrección y Vida. Jn. 11, 17-27.8.- Jesús, modelo y ejemplo de servicio. Jn. 13, 1-7.9.- Unidos a Jesús para dar fruto. Jn. 15, 1-17.10.- Jesús, intercede por nosotros. Jn. 17, 20-23.11.- Jesús, muere en la cruz por nosotros. Jn. 19, 25-

37.12.- Testigos de Jesús resucitado. Jn. 20, 10-18.

13.- Les anunciamos lo que hemos visto y oído. I Jn.1, 1-4.

14.- El amor de Dios se ha hecho hombre. I Jn. 4, 7-21.

* MISERICORDIA

1.- Los creyentes vivían unidos y lo tenían todo encomún. Hch. 2,42-47; 4,32-35; 5,12-16.

2.- Amor paterno de Dios. Oseas 11, 1-11

3.- Reconocer el amor misericordioso. I Jn. 1, 5 - 2, 2.

4. El Padre se alegra al encontrar lo que se habíaperdido. Lc. 15,1-7

5.- Entrañable misericordia de nuestro Dios. Lc. 7,11-17

6.- Dios quiere que vivamos como hermanos. Gn.4,1-26

7.- Unidos y organizados. Ex. 18,13-27

8.- Dios, como Padre, crea a su pueblo. Dt. 7, 7-16.

* PARABOLAS

1.- Parábola del sembrador. Mt. 13, 3-28

2.- Parábola de la cizaña. Mt. 13,24-30.36-43

3. Parábola del grano de mostaza. Mt. 13,31-32

4.- Parábola de la levadura. Mt. 13, 33ss.

5. Parábola del tesoro y la perla. Mt. 13,44-46

6.- Parábola de la red. Mt. 13,47-50

7. Parábola del siervo sin entrañas. Mt. 18,23-35

8. Parábola de los trabajadores de la viña. Mt. 20,1-16

9.- Parábola de los dos hijos. Mt. 21,28-32

10. Parábola de los viñadores homicidas. Mt. 21,33-43

11. Parábola del banquete nupcial. Mt. 22,1-14

12. Parábola de la higuera. Mt. 24,32-44

13. Parábola del mayordomo. Mt. 24,45-51

14. Parábola de las diez vírgenes. Mt. 25,1-13

15. Parábola de los talentos. Mt. 25,14-30

16. Parábola del juicio final. Mt. 25,31-46

17. Parábola de lo nuevo y lo viejo. Lc. 5,36-39

18. Parábola del corazón bueno. Lc. 6, 39-45.

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MES DE LA BIBLIA

19. Parábola de la lámpara. Lc. 8,16-18

20. Parábola del buen samaritano. Lc. 10,29-37

21. Parábola del amigo inoportuno. Lc. 11,5-13

22. Parábola del rico insensato. Lc. 12, 13-21

23. Parábola de la higuera estéril. Lc. 13,6-9

24. Parábola de la elección de asientos. Lc. 14,8-11

25. Parábola de la oveja y de la moneda perdidas. Lc.15,1-10

26. Parábola del hijo pródigo. Lc. 15,11-32

27. Parábola del administrador infiel. Lc. 16,1-13

28. Parábola del rico y Lázaro. Lc. 16, 19-31

29. Parábola del juez inicuo y la viuda inoportuna. Lc.18,1-8

30. Parábola del fariseo y publicano. Lc. 18,9-14

31. Parábola de la semilla que crece por sí sola. Mc.4,26-29

32. Parábola de la medida. Mc. 4,24-25

* PERSONAJES

1.- Adán y Eva. Gn. 1,24-31.

2.- Caín y Abel. Gn. 4,1-16.

3.- Abraham y Sara. Gn. 12,1-9 y 15,1-6.

4.- Sara y Abraham. Gn. 18,1-15 y 21,1-7.

5.- Las Parteras de Egipto. Ex. 1,15-22.

6.- Moisés, el liberador del Pueblo. Ex. 3,1-12.

7.- Miriam, profetiza y cantora. Ex. 15,19-21.

8.- Josué, el sucesor de Moisés. Josué 1, 1-9.

9.- El Profeta Samuel. I Sam. 12,1-5 y 12,20-25.

10.- El Rey David. II Sam. 11,1-17.

11.- El Profeta Elías. I Re. 19,1-14.

12.- El Profeta Jeremías. Jer. 20, 7-18.

13.- Los discípulos(as) del profeta Isaías. Is. 41,8-14.

14.- Rut, pobre, viuda y extranjera. Rut 1, 1-18.

15.- Jonás, el Profeta fugitivo. Jonás 4, 1-11.

16.- Isabel, la Madre de Juan Bautista. Lc. 1, 39-45.

17.- Juan el Bautista, precursor. Lc. 3, 1-18.

18.- María, la Madre de Jesús. Lc. 1, 26-38.

19.- Jesús, el Hijo de María. Jn. 14, 1-13.

20.- Jesús, el Hijo de Dios. Mc. 15, 29-30.

21.- Pedro, el primero de los Apóstoles. Mt. 14, 24-34.

22.- Judas, el traidor. Mt. 27, 1-10.

23.- Pablo, el misionero ambulante. Flp. 3, 1b-16.

24.- Juan, el apóstol del amor. Jn. 15, 12-27 y 1ª Jn.4, 19-21.

25.- La Hija de Sión. Ap. 21, 1-7.

* VARIAS

1. También yo soy tu pueblo, Señor. Ex. 19, 1-24.

2. Los Diez Mandamientos. Ex. 20, 1-21.

3. El pueblo que recibe la Ley de Dios. Ex. 23, 1-9.10-19.

4. La Promesa del Señor: Tiempo Nuevo. Ex. 23, 20-33.

5. Renovar la Alianza con Dios. Ex. 24, 1-18.

6. Un retrato del Pueblo. Ruth 1, 1-5.

7. Volver a la tierra en busca de pan. Ruth 1, 6-22.

8. Recoger las sobras de la cosecha un derecho de lospobres. Ruth 2, 1-23.

9. Una noche fecunda en la carpa de Booz. Ruth 3, 1-18.

10. Garantizar la posesión de la tierra al pueblo. Ruth4, 1-12.

11. Un niño nació y el mundo volvió a comenzar.Ruth 4, 13-22.

12. El encuentro con la más bella. Cant. 1, 5 - 2,7.

13. La pesadilla. Cant. 2, 8 - 3, 5.

14. El Amor es una conquista. Cant. 3, 6 - 5, 1.

15. Enfermo de amor.

16. Ella es la única.

17. Al fin solos. Cant. 8, 5-13.

18. Mujer, fecundidad que libera. Gn. 16, 1-16.

19. Jesús, el Hijo de Dios, es la puerta que nosconduce a la casa del Padre.

20. Hay más felicidad en dar que en recibir. Hch. 20,17-38.

21. ¡Apacienten el rebaño que les he confiado! IPedro 5,1-11.

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VIDA DIOCESANA

CAPITULO 1CONTEXTO ACTUAL

DE LA MISION DEL OBISPOSumario

- Una nueva valoración de la figura del obispo- Nuevas instancias y dificultades para el ministerioepiscopal- Emergencias en la comunidad cristiana-Disminución del fervor y subjetivación de la fe-La vida matrimonial y familiar-Las vocaciones el ministerio presbiterio y a la vida consagrada-El desafío de las sectas y de los nuevos movimientos religiosos- El contexto de la sociedad de los hombres-El diferente escenario mundial-Algunas direcciones de las esperanzas humanas- Los Obispos, testigos y servidores de la esperanza

1.- ¿Qué importancia le concede el obispo a sucompromiso de anunciar el Evangelio? ¿Conside-ra tal compromiso como prioritario? ¿Le apartanlos demás compromisos de éste? ¿Qué aspectos dela vida diocesana crean dificultades a la misiónevangelizadora del obispo? ¿Cuáles por el contra-rio contribuyen a ella?

Se ha concedido más importancia al anuncio delevangelio: -ejem. Mayor uso de los M.C.S.- Mensa-jes colectivos, homilías. Se tiene conciencia del Obis-po como maestro auténtico que proclama con autori-dad la Palabra de Dios y es administrador de la vidacristiana.

Favorecen a su ministerio: Organización en zonaspastorales; contenido de las asambleas de la Confe-rencia Episcopal; comunicación con los agentes yfieles de su diócesis; abundancia de vocaciones y

Lineamenta Sínodo de Obispos

EL OBISPO SERVIDOR DEL EVANGELIO DE JESUCRISTOPARA LA ESPERANZA DEL MUNDO

APORTACIÓN DE LA DIÓCESIS DE SAN JUAN DE LOS LAGOS

clero, la religiosidad popular, así mismo el contar conun plan diocesano de Pastoral.

Dificultades: Asuntos de oficina, celebracionesde solemnidad, saturación de compromisos, faltamás espacio de contacto directo con el pueblo; elfuncionamiento inadecuado de algunos organismosdiocesanos; activismo sobre la planificación; influen-cia y presencia de sectas y grupos pseudoreligiosos enla Diócesis.

2.- ¿Qué imagen predominante de la misión delobispo tiene la gente? ¿La imagen que tiene lagente de la misión del obispo, coincide con laimagen que el mismo obispo tiene de ella?

PARA LA GENTE:Es quien gobierna la Diócesis; distribuye a los

sacerdotes; participa y solemniza las fiestas pa-tronales; está más cerca de Dios. Nuestra gentepiensa que los obispos son para gobernar ladiócesis, para predicar, ordenar sacerdotes. En lagente sencilla hay una actitud de grande reveren-cia.

En sentido negativo: Es un departamento dequejas. Alguien con quien es muy difícil hablar.Imagen lejana de un ser demasiado alto.

PARA EL OBISPO:Es el que tiene la principal responsabilidad en la

diócesis. Es el pastor supremo, cabeza diocesana, unpadre que se acerca a sus hijos; alguien que harecibido la plenitud del sacerdocio.

3.- ¿Cómo reacciona la gente a las enseñanzasdel obispo acerca de cuestiones de fe o de moral?¿Se hacen distinciones entre las enseñanzas delobispo y las del Papa?

La gente sencilla acepta las enseñanzas con mu-cho respeto y aprecio. La gente reacciona bien al

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magisterio cuando el obispo trata algún tema; seaceptan de buena voluntad las indicaciones del obis-po en cuanto a fe o moral.

No faltan pequeños grupos que toman con indife-rencia y desinterés estas indicaciones llegando hastael rechazo (por ejemplo, en relación a métodos anti-conceptivos).

Los M.C.S. tratan morbosamente y ridiculizan lasopiniones de los obispos.

Los fieles no distinguen entre disposiciones delObispo o del Papa.

4.- ¿Cuáles son las re-laciones entre el obispo ylos teólogos: de estima re-cíproca? ¿De contesta-ción? ¿En qué área?

Poco se sabe de esta re-lación. Los obispos se va-len de los avances de losteólogos. Se valora la mi-sión del teólogo.

Unos parecen los pensa-dores y otros los ejecutores;a veces los obispos recha-zan totalmente a algunosteólogos.

Urge que el obispo tenga un equipo que le informesobre los avances de las distintas teologías.

5.- ¿Cuáles son los desafíos socio-culturales quese presentan ante el ministerio del obispo, especial-mente a propósito del anuncio del Evangelio?¿Cómo responde el obispo a estos desafíos? ¿Quécircunstancias favorecen este anuncio? ¿Y cuáleslo obstaculizan?

Crear una pastoral de testimonio, de total entrega,de atención a los marginados.

Una formación religiosa profunda. Atacar elsecularismo ateo. Que la evangelización se revitalicecon entusiasmo a la base.

Que el obispo sea maestro de virtudes.Una comunicación profunda con todos los orga-

nismos.Que los obispos retomen su autoridad moral para

responder a la situación actual.Desafíos socio culturales: emigración, sobre todo,

a U.S.A.; las empresas que absorben el tiempo delcristiano; la educación estudiantil, ante todo los nive-

les superiores, tan faltos de valores cristianos, lapobreza creciente, el sectarismo, la ignorancia reli-giosa, el mal uso de los M.C.S., el ateísmo práctico enmuchos bautizados, permisivismo moral, carencia devocaciones a la vida consagrada y sacerdotal, pérdidadel sentido de lo trascendente, etc.

Otros desafíos son:- Que la Iglesia por su ministerio de obispo, tenga

siempre un mensaje de optimismo fundado en laesperanza cristiana. Buscar que se reafirmen y respe-

ten los derechos humanosfundamentales y la digni-dad y valor de la personahumana. Hablar siempreante los gobiernos parabuscar el equilibrio justoen la economía de los pue-blos.- Descubrir e impulsar lossignos de vida, de espiri-tualidad y otros grandes va-lores que se dan en nues-tros días.- El Obispo responde a es-tos desafíos: Como BuenPastor, buscando la oveja

más pobre y desvalida; optando preferencialmentepor los pobres, pero sin exclusivismos. Siendosigno, sembrador y servidor de esperanza por me-dio de su servicio evangelizador, revitalizando lacatequesis, tutelando los valores del pueblo, te-niendo un espíritu caritativo y abierto a todos.

- Le favorece la Pastoral Organizada. Presentar laúnica riqueza de Cristo.

CAPITULO II:RASGOS DE IDENTIFICACIONDEL MINISTERIO DEL OBISPO

Sumario:- El ministerio del Obispo en relación a la Trini-

dad Santa- El ministerio episcopal en relación a Cristo y a

los Apóstoles- El ministerio episcopal en relación a Cristo y los

Apóstoles- El ministerio episcopal en relación a la Iglesia- El obispo en relación a la Iglesia- El obispo en relación con su presbiterio- El obispo en relación a los consagrados

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- El obispo en relación a los fieles laicos- El obispo en relación al Colegio Episcopal y a

su Cabeza- Siervos de la comunión para la esperanza

6. ¿Cómo vive el Obispo su relación con elpresbiterio y con cada sacerdote, especialmente enla proclamación de la fe? ¿Cuáles deberían de sersus preocupaciones principales en este campo?

6a. Primeramente su relación nace del vínculo delúnico sacerdocio de Cristo y a la misión apostólica quele confiere este sacerdocio. El Concilio Vaticano IIdefine al Obispo como «el Padre de los presbíteros»,que los llama mediante la unidad a la fraternidad,amistad, mutua colaboración y consejo. El presbíterole debe al Obispo la cooperación subordinada por elvínculo sacramental y jerárquico que los une.

El Presbítero es un colaborador del Obispo y éstelo hará presente en la Comunidad Parroquial que se losolicite.

6b. Primeramente es responsable de la santifica-ción de su presbiterio y de su formación permanente.- Buscar constantemente una comunión afectiva y

efectiva.- Ser para su presbiterio antes que nada ejemplo de

oración, de celo apostólico, de llevar a la práctica laPastoral de Conjunto programada y de colaboradorcon todos los fieles sin distinción.

- Iluminado por el Espíritu Santo y conociendo lacapacidad de cada uno de sus presbíteros, actúe demodo de que cada uno de sus presbíteros esté en ellugar y función de ser más útil para la salvación delos fieles y para dar una respuesta a las urgenciaspastorales de cada comunidad.

- Fomentar entre su presbiterio, la Fraternidad, ya quesacramentalmente los une; y la colaboraciónpresbiteral indispensable para una eficaz acción pas-toral de conjunto, para hacer sentir a los sacerdotesaislados, que no están solos, sino que son miembrosde un presbiterio diocesano, decanal o parroquial. Ladistancia no debe ser motivo para aislarse.

- Discernir la vocación de los candidatos al diaconadoy presbiterio, ya que es el primer responsable de suformación espiritual, teológica y pastoral y podría-mos agregar, humana.

- Delegar y confiar sus tareas ministeriales, haciendoque su presencia esté orgánicamente insertada en lavida de la Iglesia Particular.

- Conocer por su persona el impulso que se le ha dadoa la nueva evangelización, que pide el Papa JuanPablo II para enfrentar los retos del Tercer Milenioen donde está siendo representado.El Obispo «Padre» de los presbíteros. La gracia

sacramental llega al presbiterio a través del ministe-rio del Obispo. En virtud de este vínculo sacramentaly jerárquico, los sacerdotes, necesarios colaborado-res y consejeros, ayuda e instrumento, asumen segúnsu grado, los oficios y la solicitud del obispo y lohacen presente en cada comunidad.

La relación sacramental-jerárquica se traduce enbúsqueda constante de la comunión afectiva y efec-tiva del obispo con su presbiterio. El obispo esejemplo de oración, celo apostólico, dedicación a laPastoral diocesana, en colaboración con todos susfieles

El obispo promueve la relación fraternal con todosy c/u, el espíritu de colaboración en una eficaz acciónpastoral.

Los diáconos, parte importante en la Iglesia, orde-nados para el ministerio, están unidos estrechamenteen el sacramento al obispo y a su presbiterio. ElObispo es el primer responsable del discernimientode su vocación y formación

7.- ¿Cómo vive el Obispo su relación con losinstitutos de vida consagrada, particularmente enla proclamación de la fe: catequesis, doctrina delmagisterio, etc.?

La vida consagrada es expresión privilegiada yDon del Espíritu Santo en la Iglesia Universal yParticular, haciendo presente los rasgos característi-cos de Jesús, virgen, pobre y obediente, para la viday santidad de la misma Iglesia.

Con la vida consagrada la Iglesia Universal yParticular se amplia y se enriquece, querida porCristo.

Cuando el Obispo promueve y protege la vidareligiosa, según sus propios carismas, está cumplien-do su misión pastoral.

La vida consagrada que vive su vocación en elseno de determinada Iglesia Particular, también lohace para la Iglesia Universal; ya que éstas estánformadas a imagen de la Iglesia Universal.

Las personas consagradas son para su IglesiaParticular y por consecuencia Universal, anunciovivido del Evangelio, testigos elocuentes en la vidacristiana humana.

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Es motivo de esperanza para los Institutos de vidaconsagrada cuando el Obispo respeta y tutela suscarismas propios.

La vida consagrada está situada «en el corazónmismo de la Iglesia como elemento decisivo para sumisión» (vita consecrata), se hacen presentes en elmundo y viviendo los consejos evangélicos.

Al promover la vida religiosa y protegerla segúnsus propias características, el obispo cumple su pro-pia misión pastoral. Las personas consagradas, allídonde se encuentren, viven su vocación para la Igle-sia Universal en el seno de una determinada IglesiaParticular.

Es motivo de esperanza para los institutos que elobispo se dedique a la tutela de la fidelidad a sucarisma, especialmente para los que se encuentran endificultad.

8.- ¿Sostiene el Obispo a los laicos en su anunciodel Evangelio en el ámbito temporal? ¿Cómo en-tiende el Obispo la contribución prestada a laEvangelización por los laicos, por las asociacionesde fieles, por los movimientos laicales?

Sí, se apoya a los laicos en su anuncio del Evange-lio, ya que reconoce y valora las actividades realiza-das en materia de evangelización que se realiza en lasparroquias, guiadas por los párrocos. Además, en-tiende la contribución prestada a la evangelizaciónpor los laicos en comunión eclesial.

La presencia pastoral del Obispo con su presbite-rio nos sostiene para que seamos cristianos de espe-ranza fuerte, y nos ayuda a vivir en la certeza que elSeñor está siempre junto a sus hijos. Por ese motivoes importante que encontremos en el Obispo y en supresbiterio un fuerte apoyo para la unidad de nuestravida y para la firmeza de nuestra fe.

Los laicos están comprometidos, desde el mo-mento de su bautismo, a dar testimonio fiel en todoslos campos de su fe en Jesucristo.

Después del Concilio se han desarrollado nuevasformas de participación en la vida eclesial. Cierta-mente ante la exigencia de la «Nueva Evangeliza-ción» es indispensable esta colaboración.

Todos los grupos, asociaciones y movimientos,participan responsablemente en la misión de la Igle-sia, coordinados, para llevar la luz del Evangelio. Alobispo corresponde lograr la buena inserción en lacomunidad diocesana.

Ante el desaliento y las dificultades, la presenciapastoral del obispo, con su presbiterio, debe sostener-

los para que sean cristianos de esperanza fuerte, yayudarlos a vivir en la certeza de que el Señor estásiempre con sus hijos. El obispo debe reservar uninterés especial hacia los católicos que se equivocano que «están» lejos, buscándolos también con laayuda de otros fieles laicos y esforzándose por ayu-darlos a participar activamente en la Iglesia.

El Obispo, consciente de la necesidad de unaformación integral de los fieles laicos, debe estaratento a sostener, particularmente en el plano espiri-tual, a cuantos colaboran más de cerca en la misióneclesial.

9.- ¿Cómo expresa el Obispo su comunión con elRomano Pontífice? ¿Se siente sostenido el Obispopor la Santa Sede? Cómo se adhiere el Obispo alministerio del Sucesor de Pedro, apoyándolo en elsostenimiento de la fe, de la disciplina de la Iglesiay de la nueva evangelización?

Expresan su comunión con el Romano Pontífi-ce: colaborando en el Sínodo de los Obispos, en lavisita Ad límina.

Está sostenido por la Santa Sede: al relacionarsecon los demás obispos (colegio episcopal), está encomunión eclesiástica con su Iglesia Particular y laIglesia Universal.

El Obispo se adhiere al ministerio del Papa: encar-gándose del cuidado de la porción del pueblo de Diosque se le confía, la hace crecer en comunión en elEspíritu, por medio del Evangelio y la Eucaristía.Siendo, también, principio y fundamento de unidaden la fe, los sacramentos y el régimen eclesiástico,representando y gobernando a su Iglesia Particular,con la potestad recibida.

El obispo es principio, fundamento y vínculo deunidad en la Iglesia Particular que le ha sido confiaday con la Iglesia Universal, custodiando siempre lacomunión jerárquica con la cabeza del Colegio Epis-copal y con los miembros de éste.

El obispo nunca está solo. Está relacionado simul-táneamente con la Iglesia particular y con la IglesiaUniversal.

En el Colegio Episcopal cada obispo se encuen-tra y está, en el ejercicio de su misión episcopal, encomunión viva y dinámica con el Obispo de Roma,sucesor de Pedro y Cabeza del Colegio, y con todoslos otros hermanos obispos dispersos por el mun-do.

El obispo, unido a los otros hermanos obispos,encuentra junto con toda la Iglesia, en la Cátedra de

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Pedro, el principio y fundamento visible de la unidaden la fe y en la comunión.

Del testimonio común de los propios obisposdependen la credibilidad en la predicación, la eficaciadel ministerio pastoral y la comunión a la que elobispo está llamado a servir entre los propios fieles.

10.- ¿Cómo vive el Obispo su relación con losotros Obispos en la Iglesia Universal? ¿Y en laConferencia Episcopal? ¿Con los Obispos veci-nos? ¿Se siente sostenido el Obispo por los herma-nos en el Episcopado?

El Obispo es enlace con la Iglesia Particular y laIglesia Universal.

Se relaciona también mediante concilios provin-ciales y plenarios y Conferencias Episcopales.

En la obra de la Evangelización, respondiendoeficazmente a las dificultades pastorales comunes(Evangelización en las diferentes regiones pastorales).

Mediante expresiones de fraternidad sacramentaldesde la estima mutua hasta las múltiples atencionesde caridad.

Mediante el intercambio de sacerdotes, unifica-ción de seminarios y otros servicios de apostolado.

En el Colegio Episcopal, cada Obispo, sostenidopor el Papa y sus hermanos en el episcopado, encuen-tra la ayuda necesaria para cumplir con su misión.Este ministerio de comunión está sostenido por laesperanza que debe alimentar cotidianamente el com-promiso de cada obispo para construir la Iglesia.

Las relaciones de intercambio entre los obisposvan más allá de los encuentros institucionalizados; seencuentran múltiples expresiones de fraternidad sa-cramental y atenciones de caridad, ayuda recíprocacon el intercambio de sacerdotes, unificación de losseminarios y otros servicios de apostolado, cuandosea útil. Particular atención debe ser reservada porparte de los obispos a sus hermanos obispos másnecesitados; los que sufren aislamiento, incompren-sión, soledad, enfermos o ancianos; ellos, además deseguir formando parte del Colegio Episcopal, siguendando mucho a la Iglesia, en oración, experiencia yconsejo.

La figura del obispo aparece en la riqueza de serhombre de comunión, en torno al cual se edifica launidad de los fieles; por tanto, el obispo es servidor,constructor, promotor, defensor y custodio de la Igle-sia comunión que, precisamente en esto, es germen,principio y fermento de comunión en la humanidad.

CAPITULO IIIEL MINISTERIO PASTORAL

DEL OBISPO EN LA DIOCESISSumario

- El obispo enviado para enseñar- El obispo enviado para santificar- El obispo enviado para regir y guiar al pueblo de Dios.

11.- Con qué atención, espíritu de fe y de amoranuncia el Obispo la palabra de Dios en el contextosocio-cultural contemporáneo?

El obispo es servidor de la verdad. Por ello, lejosde manipular y anunciarla a su capricho, la proclamacon rigurosa fidelidad y la propone a todos, a tiempoy a destiempo, sin prepotencia, sino con humildad,valentía y perseverancia, siempre esperando la Pala-bra del Señor.

A través del Plan Diocesano de Pastoral hechopor todos, pero teniendo como cabeza al Obispo. Elcual pretende encarnar el Evangelio en cada situa-ción. El Obispo denuncia el mal a la luz de la Palabrade Dios.

El Obispo se cuestiona, anuncia y atiende la reali-dad de su Diócesis, regionalizando, y el mismo hechode aumentar las Vicarías, Parroquias y Decanatos,son esfuerzos claros de encarnar la Palabra.

Como Pastor y siervo de la comunidad de lacomunidad Diocesana.

Ejercita en persona y nombre de Cristo.La mayoría de los Obispos aman a su pueblo, hay

una buena atención, un espíritu de fe y un amor delObispo al anunciar la Palabra de Dios.

El Obispo debe tomar en cuenta las costumbres ytradiciones del pueblo. La predicación del Evangeliosobresale entre los principales deberes del Obispo.Los laicos, especialmente los que se dedican a laeducación, reciben la garantía de su fe a través de losObispos.

Con el espíritu de Buen Pastor que ama y por esoalimenta con la Palabra y enseña basándose en laPalabra de Dios, ella debe dirigir el ritmo de suanuncio. El Obispo debe ser un maestro de la fe bieninculturada.

Con espíritu de humildad, perseverancia y valen-tía, teniendo a Cristo como centro. Respeto y apoyoa la piedad popular. En el contexto socio-cultural lacolegialidad. Unido a la caridad. El Obispo debe serservidor de la verdad, por ello lejos de manipularla y

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anunciarla a su capricho, la proclama con rigurosafidelidad y la propone a todos.

12.- ¿En qué modo el Obispo recurre y utilizalos medios de comunicación social para que ellossean verdaderos instrumentos de la difusión de laPalabra de Dios?

Se está iniciando el acercamiento y uso de losM.C.S. Urge que los Obispos cuenten con un equipocapacitado para trabajar en los M.C.S. Que el Obispotransmita en los medios impresos, su Homilía. Escla-recer el sentido pastoral de los M.C.S.

Por otra parte, hace falta usar más los M.C.S. paradar el Obispo su mensaje. Tomar en cuenta el contex-to socio-cultural en el que los M.C.S. tienen muchainfluencia y donde no existen, como en las prelaturas,usar sus propios medios. Buscar espacios en donde laradio y la T.V. son accesibles. Que recurra a todos losmedios apoyándose en un equipo bien formado ycapacitado. Que ilumine los acontecimientos coyun-turales con la Palabra de Dios.

13.- ¿Cómo es considerada la función sacra-mental del Obispo un anuncio del Evangelio de laesperanza? ¿Con qué prioridades?

Su persona y su ministerio son muy estimados ymuy alentadores para nuestro pueblo. El Obispo escabeza en la administración de Sacramentos, su cer-canía en las visitas a las comunidades, sobre todo alos más pobres, hace presente a Cristo.

La función de santificar es inherente al ministeriodel Obispo. Precisamente en relación con los Sacra-mentos, los cuales se ordenan algunos a la perfeccióndel individuo y otros a la perfección de la colectivi-dad. El Obispo es el principal administrador de losmisterios de Dios en su Iglesia Particular, principal-mente de la Eucaristía. Santificar al pueblo. Dispen-sador de las Sagradas Ordenes. Confirmaciones.Asegurar la caridad pastoral.

Que resplandezca la verdad frente a los errores yfalsedades que circulan en su tiempo. Favorecer launidad. El compromiso de educar en la fe con unaverdadera catequesis.

14.- ¿Cómo la función de gobierno del Obispo seconsidera un anuncio del Evangelio de la esperan-za? Dificultades concretas.

Ejerciendo su magisterio y educando en la fe a laspersonas y a las comunidades a él confiadas, preparaa los fieles laicos que renovados interiormente, trans-formarán a su vez el mundo a través de las solucionesque corresponden a ellos ofrecer conforme a susrespectivas competencias.

El Obispo ocupa el primer puesto como servidor,como el Buen Pastor. Acomodándose a la mentali-dad, objetivo del Verbo encarnado que quiere lasalvación de todos sin excepción, que por eso quiereque su Iglesia viva unida a El, por el Amor. Porque esun servicio basado en la caridad. Una de las dificul-tades es la multiplicidad de las actividades.

Regir la Iglesia Particular encomendada, implicadeterminaciones, reglas, restricciones, caminar por lavía estrecha. Señalamientos de gobierno motivadospor la esperanza.

Exige estilos y formas de vida realizados comoimitación de Cristo: convivir con su pueblo.

Realiza desde el servicio considerando la caridadpastoral a imitación de Cristo. Tiene como objetivo elbien de las personas y de las comunidades. Comunióneclesial, sacerdotes, religiosos y fieles. Mediante lacaridad y el servicio y las dificultades concretas; dealgunos rebeldía tanto del pueblo como del Clero.

DIFICULTADES CONCRETAS:La crisis económica. Materialismo práctico.Poca conciencia de la «dimensión social de la fe».

Tendencia a formar una Iglesia centralista.Los M.C.S. se fijan mucho en los «defectos y fallas

de la Iglesia»Rebeldía y falta de colaboración de parte de algu-

nos agentes: Presbíteros y Laicos.

CAPITULO IV

EL OBISPO,MINISTRO DEL EVANGELIO

PARA TODOS LOS HOMBRESSumario

- El deber misionero del obispo- El diálogo interreligioso- Responsabilidades hacia el mundo

15.- ¿Se siente responsable el obispo de la Missioad Gentes en todo el mundo? ¿Cómo implica enesta tarea a su diócesis?

Creemos que sí se han sentido responsables losobispos:

Se apoya económicamente y con sacerdotes aalgunas diócesis necesitadas; se promueven gruposde misiones diocesano y parroquiales. Ha hechofalta una apertura más universal; un plan mejor, quemotive y favorezca la inquietud misionera de los

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sacerdotes; comunicación e intercambio con lascomunidades misioneras religiosas; se ha privile-giado el apoyo en lo económico pero con deficien-cias en lo evangélico.

Es necesario encauzar, orientar y aprovechar coneste fin la religiosidad popular.

16.- ¿Cómo se compromete el Obispo concreta-mente en el diálogo ecuménico, interreligioso y conla sociedad civil, en orden al anuncio del Evange-lio?

En nuestra región no existe el diálogo ecuméni-co, ya que lo único que existe son algunas sectas ycon ellas no se puede dialogar. Con la sociedad civil,ha habido acercamientos aislados, pero falta llevarun proceso de más cercanía con algunos sectoresbuscando el bien común, por ejemplo en el campopolítico, magisterial, con médicos, empresarios. Hahabido acercamientos funcionales pero no procesos.

17.- ¿Siente el Obispo la promoción del hombreen su dignidad y en sus derechos como un anunciode la esperanza evangélica? ¿Cómo?

En el ministerio episcopal han tenido muy encuenta la D.S.I. (Orientaciones sobre el aborto, de-fensa de los derechos humanos, de los indígenas,contra la guerra, etc.). Ha habido preocupación por laasistencia social de los sacerdotes. Ha habido estapreocupación en el campo de la promoción humana;ante algunas desgracias ha habido motivación a lasolidaridad por parte de los obispos.

Se percibe a nivel general notoria pasividad anteabusos y violaciones de los derechos humanos. Faltacompromiso ante situaciones concretas.

El Obispo, representante de Cristo Buen Samari-tano, se preocupa de evangelizar a todo hombre,defender y promover la dignidad de los más débiles,los pobres, el tesoro de la Iglesia.

Mediante el compromiso personal con su solici-tud pastoral debe promover nuevas formas de apos-tolado donde se hace presente la indigencia bajoaspectos nuevos.

18.- ¿Pone el Obispo el anuncio de la persona deCristo al centro de todo el ministerio?

Sí, de hecho en nuestra diócesis en su objetivogeneral aparece Jesucristo como nuestra única op-ción y en esto han sido cuidadosos de velar por elCristocentrismo del anuncio evangélico, tanto en sushomilías, como en orientaciones.

El tener a Cristo como centro de la Evangelizaciónda la impresión que es más teórico que práctico.

Sí, se nota en la aportación de Documentos que hahecho la Iglesia Latinoamericana a toda la Iglesia.

Despertar y gran empeño en los «Procesospastorales».

Se está atento a las orientaciones y acontecimien-tos de toda la Iglesia (Gran Jubileo, etc.)

Todo lo que hace el Obispo siempre está buscandohacerlo en imitación a Cristo, aunque no descarta susdebilidades y errores.

CAPITULO VEL CAMINO ESPIRITUAL

DEL OBISPOSumario:

- Exigencia de santidad en la vida del obispo- Dimensiones de la espiritualidad del obispo- Ministro del Evangelio de la esperanza- La esperanza en el camino espiritual del obispo- Alegres en la esperanza, como la Virgen María.

19. - ¿Cuál es el centro unificador de la espiri-tualidad del Obispo, cómo es su forma concreta deestar en relación con Dios y con la realidad que lorodea?

El Obispo ha de ser fiel a su ministerio, siendoejemplo y fuente de santidad, mediante la docilidad alEspíritu Santo. -Viviendo y llevando a cabo su mi-sión magisterial en comunión con el colegio episco-pal. -Configurado con Cristo el Buen Pastor. -Si-guiendo los pasos de los auténticos discípulos deCristo. -Su espiritualidad tendrá su origen, centro yculmen en la vivencia y práctica de los sacramentos.-El Obispo ama a su Iglesia una en todos y toda enuno. -En la vivencia de las virtudes teologales, en sutriple misión de: Evangelizar, celebrar y guiar alPueblo de Dios a él encomendado. -Siendo padre aimagen del Padre, Pastor a imagen de Dios Hijo yministro carismático movido por el Espíritu Santo.Testigo de la Resurrección, vivir en comunión con suIglesia particular: Presbiterio y comunidad.

De Maestro auténtico de la fe, que anuncia, enseñay defiende la verdad sin concesiones ni compromi-sos. De santificador y administrador fiel de los Donesdivinos. Es imagen viva de Jesús.

En Cristo, la oración, su unión con toda la Iglesia,la caridad pastoral como Cristo el Buen pastor. LaSagrada Escritura, los Sacramentos y en especial laEucaristía.

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VIDA DIOCESANA

Viviendo la esperanza y servicio, y decir comoSan Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me confor-ta». Debe ser animado por aquella misma esperanzade la que ha sido constituido servidor en la Iglesia yen el mundo. Celebración y vivencia de los Sacra-mentos.

20.- ¿Qué iniciativas concretas favorecen launión espiritual del Obispo, sobre todo con lospresbíteros y diáconos, con los consagrados y conlos laicos, especialmente si están en asociaciones yfundaciones eclesiales?

Portador de un sano optimismo vivido y comuni-cado. -Obediencia, pobreza, prudencia pastoral, for-taleza y esperanza. -Orando por su Iglesia a él enco-mendada. -Imitando a Jesús en la elección de susapóstoles. -Presentándose como un centro visible deunidad, hermanado con los demás Obispos. -Mani-festándose como verdadero Pastor en los momentosespeciales de la manifestación de la gracia de Dios,como son: La Misa Crismal, las Ordenaciones sacer-dotales y Confirmaciones. -Reconciliado y reconci-liando. -Vida y alegría en el centro y culmen denuestra vida cristiana: La Eucaristía.

El Obispo debe vivir su específica espiritualidad,orientada a que se vivan la fe, esperanza y caridad.

Visitas Pastorales; presencia en Fiestas Patrona-les, en los retiros de Sacerdotes, Misa Crismal,Ordenaciones y Confirmaciones.

Seguir el ejemplo de Cristo el Buen Pastor, inspi-rando confianza y viviendo en comunión, especial-mente con los agentes de pastoral. El Obispo debebuscar y vivir a la escucha con el Presbiterio, con losDiáconos, con los Seminaristas y Consagrados ydonde sea posible con los laicos. Comunión y parti-cipación en sus diversas expresiones. Estar en diálo-go permanente y en constante comunicación máshumana y menos burocrática.

21.- ¿Que sugerencias se pueden dar para ayudaral Obispo a crecer en su camino espiritual? ¿Al iniciode su mandato? ¿Con el pasar de los años?

El secreto de su misión estará en la inviolabilidadde la esperanza. -Viviendo su ministerio. Santo,fuerte y dócil al Espíritu. -Tomando como alimento laSagrada Escritura en comunión con su presbiterio. -Autenticidad en el seguimiento de Cristo y Amistadverdadera. -Confiando como verdadero discípulo, enla Madre del Verbo, María Santísima. Imitándola enla alegría y en la esperanza de ser testimonio vivientedel poder divino.

Alimentarse en la Palabra de la Verdad. Recurrirconstantemente a la lectura asidua y estudio atento ala Palabra Divina. Orar por el pueblo que le ha sidoconfiado. Someter al Padre todas sus iniciativaspastorales. Atención especial a los Consagrados yConsagradas.

Fomentar las virtudes: Obediencia, Continencia,Fortaleza, Esperanza. Predicar el Evangelio con fran-queza; poner su confianza en la Divina Providencia;confiarse a la Sma. Virgen; renovarse constantemen-te en su vocación como Pastor.

No deje de recordar el día que recibió su Sacerdo-cio. Al comenzar su episcopado lo haga con alegría,fuerza y esperanza; al paso de los años y al final, quedisfrute la satisfacción de haber servido bien.

Como bautizado, como obispo y sacerdote, tienela necesidad de vivir en constante oración; que parti-cipe en momentos fuertes de Espiritualidad, como enEjercicios, Retiros, etc.

Que se dé cuenta que es humano y se relacionebien con Dios y con la comunidad.

22.- ¿Qué santos Obispos se pueden tomar comomodelo de parte del Obispo para alimentar unaespiritualidad propia?

San Carlos Borromeo: Pastor celoso y responsa-ble, manifestado en la entrega a su gente. BeatoRafael Guízar y Valencia.

San Francisco de Sales. Vasco de Quiroga. Mon-señor Romero. Juan XXIII. Pablo VI. San Ambrosio.San Ignacio de Antioquía, San Agustín . San Pío X .Tata Vasco. Francisco Orozco y Jiménez

23.- ¿Qué otros puntos importantes, en relaciónal tema establecido merecen ser propuestos para lareflexión del Sínodo?

Que todo empeño en el Obispo, se enfoquepreferencialmente a su presbiterio, pues son sus bra-zos y su voz.

Atención a los Obispos Eméritos.El Obispo y los ministerios laicales (promover-

los).Facultades de las Conferencias Episcopales.Acuerdos de los Obispos para la distribución

equitativa del Presbiterio.Reestructuración de rituales para sacramentos.Autoridad y corresponsabilidad del Obispo (Vi-

carios Episcopales).El Obispo y su relación con la autoridad civil.Colegialidad de los Obispos.

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Abanderado de la lucha pacífica, artíficeincansable de la unión y organización de loscatólicos, enérgico de-fensor de la libertad re-ligiosa y activo difusorde la doctrina social dela Iglesia, el abogadojalisciense AnacletoGonzález Flores nació enTepatitlán en 1888 ymurió en Guadalajara alos 39 años de edad,torturado y ejecutado enel Cuartel Colorado, sinninguna formalidad.

En 1908 ingresó alSeminario de San Juande los Lagos, mismo queabandonó para estudiarLeyes en Guadalajara en1913. Viviendo en me-dio de penurias econó-micas, aliviadas en par-te con modestos em-pleos, no suspendió suritmo de intenso estudioy apostolado.

En torno suyo fue congregándose lo quemás tarde sería el núcleo inicial de la ACJM enGuadalajara, que lo reconoció como su guía.Difusor entusiasta del Partido Católico Nacio-nal desde 1911 y del Demócrata en 1918,pronto se constituyó en uno de los católicosmás activos en el campo cívico con la funda-ción de círculos obreros, cooperativas y cír-culos de estudio.

Cuando en 1918 el gobierno del Estado deJalisco pretendió aplicar el artículo 130 cons-titucional, limitando el número de sacerdotesy reglamentando el uso de los templos,Anacleto González con la ACJM desplegó todoun movimiento de resistencia pacífica que se

Anacleto González Floresy el conflicto religioso de 1926-1929

extendió por todo el Estado y que incluía elboycot, el luto y los manifiestos, mientras la

arquidiócesis de Gua-dalajara impedía la efi-cacia de la nueva regla-mentación suspendien-do el culto en los tem-plos y trasladándolo alas casas. Después de 8meses de intensa lucha,el Decreto 1913 y sureglamento debieron serderogados.

De éste éxito se sir-vió para diseñar la es-trategia a seguir cuan-do en 1925 se repitió lahistoria en Jalisco; esamisma táctica de luchapacífica, de ocursos di-rigidos al Congreso y deboycot económico, seimplementó a nivel na-cional en 1926. Para en-tonces ya había funda-do la Unión Popular, ins-pirándose en la Volks-verein alemana, algu-

nos meses antes de que a nivel nacionalsurgiese la Liga, que también tendría elobjetivo de unir y coordinar a los católicos,como se había probado en Jalisco.

Cuando en 1926 iniciaron los alzamien-tos cristeros en el occidente del país, sobretodo en Jalisco, habiendo sido agotado todomedio pacífico, ante la propuesta insistentede la Liga de secundar su opción por la víaarmada, y convencido de que el episcopadono condenaba la lucha, aceptó el cargo dedelegado regional de la Liga, y por lo tantose convirtió en el brazo de apoyo de lainsurrección católica en defensa de la liber-tad religiosa. Oculto desde finales de octu-

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bre de 1926, fue capturado y fusilado el 1°de abril de 1927.

Primero lo torturaron para obligarlo arevelar nombres y escondites (de Orozco yJiménez, sobre todo), pero en vano; fuedesnudado, suspendido de los pulgares yazotado, traspasado por la espalda lenta-mente con la navaja de la bayoneta; uno deesos piquetes llegó hasta el corazón; ledestrozaron la boca y le desollaron pies ymanos, al punto que pudo escribir con sangreen el cemento “Viva Cristo Rey”.

Después de advertirles que con su muer-te no moriría la causa, tuvo el coraje dehablarles a los soldados sobre Dios, el Juezjusto, sobre la Iglesia, y sobre la inmortali-dad del alma; ellos lo escuchaban en silen-cio. Cuando decidieron la muerte de él y delos otros cuatro jóvenes de la ACJM, Anacle-to pidió que fueran fusilados ellos primeropara confortarlos; después de un terriblemarrazo en el pecho; todavía se pudo semiincorporar y gritar: “Por segunda vez oiganlas Américas este grito: «Yo muero peroDios no muere» ¡Viva Cristo Rey!”; final-mente lo fusiló el General Ferreira mientrasofrecía perdón y su intercesión; de estemodo moría Anacleto, “el que vivió por supalabra, murió por su silencio”.

El 25 de agosto siguiente Francisco Orozcoy Jiménez publicó su 17ª. Carta Pastoral, enla que pregonaba “la gloria y la incomparableaureola con que mi amada Esposa, la Iglesiade Guadalajara, ciñe su frente, con los nom-bres imperecederos de siete denodados sa-cerdotes y siete seglares”; entre ellos incluíaa Anacleto González Flores1 .

1. LA CRISTIADA

“Colocados en la imposibilidad deejercer nuestro sagrado ministe-rio sometido a las prescripcionesde ese decreto [ley Calles], tras dehaber consultado a nuestro SantoPadre, Pío XI, que ha aprobadonuestra actitud, ordenamos que, apartir del 31 de julio del año encurso, y hasta nueva orden, todoacto de culto público que exija laintervención de un sacerdote que-

de suspendido en todas las igle-sias de la República”2 .

El 31 de julio de 1926, hace 75 años, pordecisión del episcopado, todo culto públicofue suspendido en los templos del país. Lohicieron los obispos como una medida deprotesta contra las leyes, que coartaban lalibertad de la Iglesia; no se trataba única-mente de la propiedad de los templos, de lalibertad de enseñanza o de la personalidadjurídica de la Iglesia; el verdadero peligroque advertían los obispos era que la ley Callesfacultaba a las autoridades municipales paraponer como ministro sagrado a quien lesviniera en gana, fuera o no ministro ordena-do, estuviera o no en comunión con suobispo; además, se había limitado el númerode sacerdotes por habitante, de tal modo queera materialmente imposible atender a losfieles, y la inmensa mayoría de los sacerdo-tes se convertían en delincuentes al ejercersin la aprobación gubernamental.

Los católicos lo habían intentado todo: losabogados habían argumentado con base enlas mismas leyes que la Ley Calles era anti-constitucional; se había pedido una consultanacional, una prórroga, se habían presenta-do un ocurso y más de dos millones de firmasal Congreso; se había presionado con elboycot y se había pedido el apoyo de lasembajadas. Todo fue inútil; les habían sidocerradas todas vías: la del voto, el derechode petición; la vida y los intereses ciudada-nos de los católicos eran gravemente amena-zadas; así se fue afirmando la convicción deque los medios pacíficos conducían a unpunto muerto. En el horizonte había tresposibilidades: el martirio, la apostasía o larebelión armada como legítima defensa.

Anacleto González Flores optó por lo pri-mero y sembró hambre de gloria y sed demartirio en la Unión Popular. No fue el único,pero sí el más fogoso y más grande de losseglares católicos de esos años; el influjo desu palabra y de su personalidad rebasó conmucho a cualquiera otro; incluso su muerte,junto con la del padre Pro, se convirtió en elsímbolo máximo del pueblo católico aplasta-do por la dictadura.

Pero la gente de la Unión Popular, la ACJMy la Liga (las tres organizaciones más impor-

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tantes de católicos) optaron por la lucha afondo; una parte de los católicos tomó lasarmas, otros los apoyaban proporcionándo-les armas, información, protección y víveres;otros más se les oponían.

El 15 de agosto de 1926 en Valparaíso,Zacatecas, Pedro Quintanar desconoció algobierno e hizo un llamado a la rebelión. EnDurango, todo el pueblo de Santiago Bayacoraen la zona de Mezquital se declaró en rebeldíaen septiembre de 1926; junto con sus fami-lias se internaron en la abrupta serranía,donde no pudieron ser derrotados3 . En sep-tiembre los yaquis de Sonora se alzaroncontra el gobierno; Calles masacró y exter-minó la etnia. En octubre de 1926 ya sehabían levantado en Jalisco grupos cristerosen Tlajomulco, Ameca, Cocula, CiudadGuzmán, Chapala, Atengo, Ayutla yTecolotlán. A finales de ese año, la Ligadecidió encauzar y fomentar el movimientoarmado y ordenó un levantamiento generalen toda la República el 1° de enero de 1927;lo había hecho arrastrada por el optimismoidealista de Capistrán Garza; fue un “engañocolosal” que determinó la adhesión de laUnión Popular de Anacleto por solidaridadcon un supuesto levantamiento nacional ycon los jefes ya alzados. En los primeros diezdías de 1927 se alzaron grupos en 7 poblacio-nes de los Altos. Vino a combatirlos el mismoJoaquín Amaro, Ministro de Guerra y Marina,hacia el mes de abril.

Podemos decir que la cristiada fue larespuesta de un pueblo que a la hora decisivahizo una clara opción por Jesucristo, sinmedir sacrificios, sin calcular las posibilida-des de éxito o de fracaso, sin condicionar sufidelidad a la Iglesia, sin distinguir edad, sexoo condición social. Cómo no conmoverseante los pastores que no huyen cuando susovejas son amenazadas, que las asisten enmedio de indecibles fatigas; cómo no sope-sar la caridad y la fe de aquellos seminaristasque perseveraron en medio de grandes tri-bulaciones y negras perspectivas; ello es nola única, pero sí la más decisiva prueba deque no buscaban el sacerdocio por interesesmezquinos, como tanto se ha insistido, sinopor motivos de fe.

Si algo brilla con toda claridad en larevuelta Cristera, es la defensa de la libertad:

la libertad de conciencia, pero también lalibertad de asociación, de expresión, de pren-sa, de educación, de profesión, de voto... Ylos derechos de propiedad, de petición, deeducar a los hijos según las convicciones delos padres, de elegir a los propios gobernan-tes, de ser tratado de acuerdo a leyes justasy dentro de un régimen de derecho. AnacletoGonzález Flores es sin duda el más altoexponente seglar de esta vigorosa defensacívica de la libertad

Es cierto que la vía más acorde con elevangelio es la paz. Pero si muchos no fueroncapaces de resistir la violencia pacíficamentey perdonando, y más bien optaron por defen-der la verdad con las armas y la violenciaporque les pareció que era el último recurso,no creo que podamos condenarlos. Podemosreclamar los excesos, pero no tenemos dere-cho y nadie lo tuvo de exigirles a los cristerosque perdonen y resistan la injusticia, reitera-da, cerrada a todo arreglo. Todos podemosexigir justicia, equidad, legitimidad; peronadie tiene derecho de exigir lo que esgratuidad absoluta, acto libre de amor, mise-ricordia, mansedumbre; ese es el mérito delos santos y de los mártires, pero no el deberde los ciudadanos.

Por otra parte, la lucha de los cristeroshería las pretensiones del gobierno revolu-cionario de representar la voluntad popular;era una virtual negación de su legitimidad yde la revolución.

2. EL CATOLICISMO SOCIAL

El catolicismo social del que GonzálezFlores fue heredero y uno de los actoresprincipales, representa al polo combativocatólico en el cual el gobierno, con razón o sinella, reconoció un rival, una amenaza y elblanco ideal en su lucha contra la Iglesia. Enefecto, el catolicismo social inyectó en laIglesia un nuevo espíritu, que transformabala resistencia en acometida, que pretendíarestituir a la Iglesia su posición primera,recristianizar la sociedad y sus instituciones,devolver a la Iglesia su rol de rectora social,proponer un modelo social alternativo alliberalismo y al comunismo; he aquí el moti-vo del odio. Por eso promovió sindicatos,cajas de ahorro, partido católico, educación,

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hospitales... El Estado revolucionario, su-puesto detentor del monopolio de la justiciasocial, no podía tolerar concurrentes y recha-zó la Iglesia como institución social.

Además, después de 1917, comenzandoen la arquidiócesis de Guadalajara, la Iglesiaen todo el país lanzó una rápida, honda yvigorosa acción pastoral, sin parangón enlos últimos siglos; esta re-evangelizacióndemostró que la Iglesia no había perdido supoder moral; hizo renacer la búsqueda delos sacramentos, las devociones, la cate-quesis y la educación, que formaba no sólopara el apostolado, sino también para elcompromiso socio-político. La Iglesia se hizoparticularmente presente en el campo. Or-ganizó misiones populares, entronizaciones,coronaciones, Congresos, fiestas, se pro-movió la devoción a Cristo Rey, cuyos solda-dos manifiestaban su fe sin temor ni ate-nuantes, listos a un combate abierto: “¡Ca-tacumbas nunca más!”. La consigna eramoralizar el país, profundizar en la fe, lucharpor la justicia contra las tendencias ateas ylaicas.

Por su parte, Calles era uno de esospolíticos revolucionarios, hijos de un caldocultural mezcla de iluminismo y positivismo,que consideraban a la Iglesia católica comocausante del atraso de México, una rémoraque retarda el paso triunfante de la Revolu-ción hacia el progreso científico. Lázaro Cár-denas pensaba lo mismo, pero mientras queCalles intentó acabar violentamente con eseobstáculo para acelerar el futuro, Cárdenasconsideró más prudente encauzar todas lasenergías a la lucha económico-social; el finalde la religión sería fruto espontáneo delprogreso.

Si consideramos la fortaleza del catolicis-mo social, el resurgimiento católico de losaños veinte y la mentalidad callista, estándadas las premisas de un enfrentamiento.

3. JALISCO: DE GALLINERODE LA REPUBLICA

A JAQUECA DE LA FEDERACION

En 1919 los católicos de Jalisco, luego deuna tenaz resistencia que duró ocho meses,lograron que fueran derogadas las leyes

locales que reducían el número de sacerdo-tes e imponían el control gubernamentalsobre los templos; los católicos enfrentaroncon éxito un gobierno que ensayaba la apli-cación persecutoria de la Constitución.

Anacleto González Flores no se cansabade repetir que la trascendencia de este hechoconsistía en que había enseñado a los cató-licos el valor y el poder de la unidad. De nadasirve el número cuando no se protesta contralos atropellos, o la protesta es algo momen-táneo y desarticulado: es urgente la solidari-dad, la disciplina y la cooperación. Continuaren esa línea permitiría no sólo hacer imposi-ble la aplicación de la ley, sino lograr sumodificación total sin violencia, con la fuerzade la movilización pacífica. Así que laarquidiócesis de Guadalajara, en vez de dis-persar las fuerzas unidas por la lucha, decidióorganizarse, crecer, fortalecerse, unirse paradefender su libertad.

En Jalisco, por tanto, se anticipó la crisisnacional en dos ocasiones; la acusación deinconstitucionalidad de la Ley Calles en 1926,la petición de modificar la Constitución, laviva conciencia entre los líderes católicos deque urgía unirse y movilizarse pacífica perotenazmente, son casi la copia de lo que habíasucedido en Jalisco 8 años antes, en tiemposdel gobernador Bouquet, y unos meses antescon Zuno. Los católicos jaliscienses, enfren-tados prematuramente al gobierno, no sóloinyectaron coraje a los ambientes católicosmexicanos, amedrentados por la tormentacarrancista; la derrota en Jalisco habría sig-nificado su derrota nacional. El impacto psi-cológico fue grande; tomó por sorpresa a losrevolucionarios que, acostumbrados a com-batir con la fuerza, no sabían cómo enfrentar“al pueblo armado de su número y de suvoluntad”4 .

En el origen de esta lucha ciertamenteestá una sociedad profundamente católicacomo era la jalisciense, dotada de un indo-mable sentido de su dignidad, sostenida eimpulsada por el temple de un arzobispocomo Orozco y Jiménez, hábil e incansa-blemente trabajada y organizada por lasasociaciones de laicos, como la ACJM y laUnión Popular y lidereada por laicos comoPalomar y Vizcarra y sobre todo GonzálezFlores.

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En los años veinte, en Jalisco el conflictoreligioso inició a finales de 1924; el goberna-dor José Guadalupe Zuno clausuró el Semi-nario, lo que ocasionó la formación de unComité de lucha, que Anacleto GonzálezFlores transformó, como ya vimos, en unainstitución versátil y permanente: la UniónPopular, que anticipaba a nivel estatal lo quesería meses más tarde la Liga a nivel nacio-nal. Unos meses antes un sacerdote alemán,el padre Neck, había impartido una serie deconferencias sobre la Volksverein. Fue elpunto de arranque; Anacleto se puso enacción, afirmando que:

“día llegaría en que aun la reuniónde tres en un cuarto sería imposi-ble, y para entonces, cuando to-das las organizaciones de funcio-namiento visible fueran aniquila-das, tendría que permanecer unaimposible de destruir, porque es-tuviera en todas partes sin radicaren ninguna, sin local, asambleas nisolemnidades”5 .

Los jóvenes estudiantes de la ACJM em-plearon las vacaciones en las Jornadas deVerano, que sembraron por todos lados laUnión Popular en 1925. Anacleto González yMiguel Gómez Loza se dieron a la tarea deunir y coordinar las diversas organizacionesdel arzobispado bajo la bandera pacifista:cofradías, sindicatos, cooperativas, asocia-ciones de laicos. Pronto se incorporaron a laUnión Popular los obispados de Zacatecas,Colima, Tepic y Aguascalientes. El Jefe Ana-cleto decía de su obra:

“La Unión Popular, por su estruc-tura, por sus estatutos, por suorganización es, ante todo unaescuela de esperanza, de optimis-mo, de aliento, de caracteres, deconstancia, de firmeza por estocada socio y sobre todo cada jefedebe tener entendido que dado elprimer paso no habrá que retroce-der”6 .

El funcionamiento y los recursos de laUnión Popular se caracterizaban por la sim-plicidad, universalidad y maleabilidad7 , prin-cipios claros incluso para los iletrados. No

exigía juntas ni manifestaciones, ni protoco-los, ni se giraban oficios; sólo un hombreque aparecía visitando las casas de unamanzana urbana, vendiendo un periódico alos que se habían suscrito, y trasmitiendo deviva voz las disposiciones. El jefe de manza-na tenía un contacto estrecho con sus su-bordinados, y con su superior inmediato, eljefe de zona; el cual, a su vez, se remitía aljefe de parroquia y éste con el Jefe delDirectorio de cinco miembros que regía a laUnión.

El Jefe era elegido democráticamente,pero debía ser obedecido como si fuese elJefe supremo, sin discusión; la Unión Popularera un inmenso laboratorio de jefes y llegó acontar con 100,000 afiliados; durante lapersecución religiosa fue la base de la admi-nistración cristera, la escuela católica y elsostenimiento militar de los libertadores8 . Sulema: “¡Viva Cristo Rey!”.

4. EL PENSAMIENTO SOCIAL CRISTIANODE GONZALEZ FLORES

El pensamiento de González Flores es unpensamiento que opone tradición y demo-cracia a la “la noche de caníbales” de larevolución: si la revolución es odio al pasado,el cristianismo es afirmación de las raíces y laidentidad; si la revolución es pensamientolibre y positivismo, el cristianismo es la ver-dad sin capitulaciones; si la revolución esbarbarie, destrucción, violencia y odio, elcristianismo es civilización, verdad y liber-tad; a la barbarie de las armas contrapone lacivilización de las ideas; la revolución es unalud que destruye los valores, el cristianismoes la casa de las libertades y del progresomoral.

En segundo lugar, es un “pensamientofuerte”, de pocas ideas, pero tan perfecta-mente definidas y eficazmente propuestas,que despertaron el coraje cívico de los cató-licos e hicieron del catolicismo social, renaci-do después de 1917, la más rotunda afirma-ción del derecho y la libertad religiosa.González Flores quiso levantar un pueblo quealtivamente alabara a Cristo Rey, orgullosode ser fiel, dispuesto a pagar el precio de laosadía de ser cristiano en la calle y a la luz delsol.

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1) CRISTIANISMO CONTRA REVOLUCIÓN

Toda la obra de Anacleto González Floresestá impregnada de combatividad; pero lalucha de la que habla no es la violenta, sinoun combate en el orden de las ideas, de lasmentalidades; lo cual no quiere decir que seaexclusivamente una lucha intelectual, por elcontrario, es eminentemente práctica; por-que Anacleto no es un apologista, es uncristiano sin complejos, dueño del corajesuficiente para defen-der metódica e inteli-gentemente la libertadde la Iglesia en dos ni-veles: arrebatar a losrevolucionarios el argu-mento de la “populari-dad” de las leyes y des-truir la raíz ideológicadel laicismo con la edu-cación católica, la ins-trucción religiosa, laprensa y la palabra:educar en la fe, formarla mentalidad de los jó-venes y de los niños,establecer el reinado deCristo en primer lugaren las mentes y luego,como su consecuencia,en la sociedad.

Para Anacleto Gon-zález el cristianismo esacometida y osadía. Poreso condena el pasi-vismo del católico quese deja asfixiar y se conforma con lasmigajas de libertad que se le dejan, no porvirtud, sino por su pusilanimidad y apoca-miento.

Anacleto critica el absolutismo de la “de-mocracia” revolucionaria, que sustituyó elabsolutismo de uno por el absolutismo aplas-tante y demoledor de todos; aunque prácti-camente se trata sólo de la soberanía de uncaudillo que se siente propietario del país ode una oligarquía devoradora, que de pala-bra señala que pesan y valen lo mismo elsabio y el ignorante, el santo y el malvado, elinteligente y el imbécil, la sal y el diamante,pero que de hecho los que gobiernan son

ineptos, y lo hacen contra el espíritu nacio-nal, del cual la Constitución es su “contradic-ción abierta, hostil, inicua”.

Uno de los aportes decisivos y más origi-nales de Anacleto González Flores fue suinsistencia en la necesidad de unirse lasorganizaciones católicas, de conocerse, deactuar en bloque si querían defender la liber-tad religiosa. Esta idea aparece constante-mente en sus escritos, y ciertamente supo

concretarla a la horadecisiva y con estruc-turas concretas comola Unión Popular.

2) LA LIBERTADRELIGIOSA COMOSÍNTESIS DE LAS LI-BERTADES

“La libertad religio-sa es la más íntima, lamás espontánea y lamás incontenible de to-das las libertades”; esla “fibra vital más hon-da, más íntima y másprofunda de hombresy de pueblos”9 porqueune al hombre conDios, por eso coartarlaes el crimen más gran-de. Los valores huma-nos nacen del Evange-lio; por eso toda lamoustrosidad de la re-volución se expresa en

la persecución religiosa, pues combatir alcatolicismo es combatir a la sociedad. Si larevolución persigue al catolicismo, resultalógico que se oponga a la libertad, a laverdad, a la moralidad y a los valores huma-nos, puesto que estos valores han nacido delcristianismo10 .

Para remediar estos males, sobre todo enel campo más urgente de la niñez y lajuventud, propone una acción recia y entu-siasta: las tres cruzadas de la Unión Popu-lar11 contra la mala prensa, la escuela laica yel libro malo; es una cruzada que ataca elproblema más urgente y clave del resto: lainstrucción religiosa.

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3) EL MAESTRO DE LA FORTALEZA

“El maistro Cleto” se siente atraído espe-cialmente por los jóvenes; a ellos consagrabuena parte de sus energías, les descubre labelleza de un ideal alto y noble, y buscaatraerlos a la generosidad, a la grandeza, altrabajo exigente de sí mismos. Les inculca elamor al esfuerzo para adquirir valores parainyectarlos en la filosofía, en la cátedra, enlos libros, escuelas, universidades, parla-mentos, periodismo, política, organizaciónsocial; pues México se encuentra en la horadel derrocamiento de los valores humanos.Anima a los jóvenes a forjarse una persona-lidad con la ayuda del maestro, el libro, lameditación, la amistad, el sacrificio y laacción.

La fina rudeza de su figura poseía elmagnetismo que le permitía intimar fácil-mente; nunca reprendía a nadie; a sus jóve-nes los escuchaba serenamente y si debíaaconsejarlos, lo hacía indirectamente, con-tándoles alguna anécdota o recordando loiluminador que sobre el tema resultaba loque decía tal libro. Enemigo de las fiestasformales era, sin embargo, populachero; legustaba tocar guitarra y cantar. Sabía armo-nizar los dichos del pueblo con las sentenciasinsignes.

En él aparecía constantemente la expre-sión de vigilancia y decisión, de dominio yrecogimiento; el rostro grave, los puñosfrecuentemente contraídos, la dulzura en laspupilas y la mirada penetrante y vaga. Lapureza en sus conversaciones era ejemplar,no se permitía ni la alusión ni el chiste; encuanto a los bienes materiales, vivía pobre-mente y sin intereses.

4) EL VOTO PACÍFICO DE LOS MÁRTIRES

Si la convicción de la urgencia de unirse,organizarse y luchar para defender la libertadreligiosa es la idea más relevante y omnipre-sente en la obra y en la acción de AnacletoGonzález Flores, el pacifismo es la caracterís-tica de esa acción: lucha pacífica hasta elmartirio si es necesario.

El 22 de abril de 1926 González Florespublicó en el periódico católico de Ciudad deMéxico El País un artículo titulado “El plebis-cito de los mártires”, uno de sus escritos más

intensos. En México –decía— las eleccioneshan sido burla mecánica, abrumadora y cons-tante; por eso, desilusionado de la democra-cia de los números, el pueblo acude a lademocracia de los mártires; y su muerte“será la más solemne e indudable condena-ción de los artículos antirreligiosos de laConstitución”12 . El mismo gobierno no hadejado otra salida que el “plebiscito de san-gre” para negar una Constitución hecha porquienes “se arrogaron una representaciónque jamás solicitaron, que jamás tuvieron yque jamás pudieron tener”13 .

El valor del voto hecho con la vida noconsiste sólo en evidenciar con toda su fuer-za las convicciones del pueblo; trae consigotambién el florecimiento de la fe y es elanuncio del resurgimiento católico. Unosmeses después, miles de católicos comenza-ron a votar con su sangre en el plebiscito dela libertad.

5. EL APORTE DE GONZALEZ FLORESA LA CRISTIADA

1. El pueblo de México, que había sabidosoportar la imposición de muchos gobiernosy la impunidad de muchos delitos, no pudoreprimirse más cuando fue tocado en susconvicciones religiosas; no podía concebirque alguno atentara impunemente contra lafe católica. Y estos hombres y mujeres comu-nes, campesinos, obreros o profesionistas,se alzaron contra “el mal gobierno”; lo hicie-ron “para que Dios volviera”. Tomaron esco-petas viejas y machetes, partieron como enuna procesión litúrgica a enfrentar al “demo-nio” del gobierno; cada vez que fueron ven-cidos, se reorganizaron y crecieron; el ejér-cito federal pudo derrotar en dos o tresmeses varias rebeliones de generales per-fectamente armados y disciplinados, pero entres años no pudo acabar con los cristeros.

Los hombres que se lanzaron a luchar lodejaron todo: los hijos, la casa, el futuro;muchos lo perdieron todo, incluso la vida.Pero también en las ciudades muchos sedesprendieron interiormente de todo y, sintomar las armas, anhelaron morir por Cristo,alojar a sus sacerdotes, ayudar con medici-nas y víveres a los “libertadores”, someterseal luto y a la penitencia, buscar de mil modos

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los sacramentos en medio de grave peligrode la vida.

Anacleto González Flores es fundamentalen esta historia de fe y de amor a la Iglesia,amor tan grande, que era capaz de dar la vidapor ella. El despertó en los jaliscienses ham-bre y sed de martirio; él infundió en losjóvenes de la ACJM un valor y una osadíatemeraria; él golpeó con el látigo de supalabra las conciencias de los “esclavos” paradespertar en ellos el sentido de su dignidad;él formó toda una generación de hombres ymujeres que valoraban la libertad y la fe másque la propia vida. Más aún, él creyó en lafuerza de la paz y del coraje, de la palabra yde la unidad, de la justicia y de la verdad; ysi al final debió rendirse ante los hechos,nunca renunció a su ideal pacífico. En suideario de lucha pacífica contra la persecu-ción religiosa se inspiraron en los años 30’s laBase, el Sinarquismo y el PAN.

2. Las autoridades acusaban a AnacletoGonzález de ser uno de los responsables dela sublevación; culpaban también al arzobis-po tapatío Francisco Orozco y Jiménez y aotros más. Y en parte tenían razón; ellos eranculpables de ser cristianos, y de haber infun-dido en quienes los rodeaban, una viva con-ciencia de su dignidad de personas y de susderechos y la certeza de que Dios está sobretodas las cosas. Anacleto era culpable dehaber organizado a los católicos, de haberlesquitado el miedo y de haber formado jefes;era culpable de pensar, hablar y actuar enmodo distinto a los revolucionarios.

En este sentido, el aporte principal deAnacleto González Flores a la lucha por lalibertad religiosa fue su personalidad, sutemperamento, su liderazgo. Los métodos ylos principios con que luchó no eran del todosuyos; los tomó de los católicos irlandeses yalemanes que tanto admiraba y del catolicis-mo social; su originalidad consistió en quesupo trasmitir a los católicos una viva con-ciencia de sus derechos, formuló una pro-puesta clara para defenderlos, la inculcótenaz e incansablemente en el mayor núme-ro posible de personas y por los más diversosmedios a su alcance, y la llevó a la prácticacon decisión, constancia e inventiva.

De este modo, el movimiento católico enJalisco recibió de él su férrea voluntad y,

gracias al carisma de su personalidad, formóo congregó en torno suyo a aquellos queencabezarían la defensa de la Iglesia. SiMéxico pudo seguir siendo católico a pesar delos pesares, mucho se debe a la obra deGonzález Flores; él perseveró firme cuandovarios jefes católicos debieron abandonar elpaís en los días más negros de la revolucióny de la persecución, y no le tembló el pulso ala hora de organizar la protesta.

Podemos decir que esa personalidad en-carnaba los rasgos comúnmente atribuidos alos alteños y que, a través de AnacletoGonzález, Los Altos aportaron a México lomejor de sí: el sentido de su dignidad, sucoraje arrogante en la defensa de sus dere-chos, el amor a la libertad a costa de la mismavida y su catolicismo sin miedos ni atenuan-tes.

3. En cuanto a su método de formación yde lucha, podemos descubrir tres caracterís-ticas o convicciones, que él mismo propuso yllevó a la práctica. En primer lugar, el poderde la palabra; este principio lo llevó a com-prometerse en la instrucción religiosa y pro-fana de niños y jóvenes, a empeñarse en laprensa fundando diversas publicaciones, adifundir el libro, a crear círculos de oratoria ytoda una generación de oradores al serviciode la causa católica; pero sobre todo locondujo al empeño constante en la forma-ción de los jóvenes de la ACJM y de losobreros que habrían de ser la élite quegarantizara la conservación y consolidacióndel catolicismo.

Una segunda convicción de González Floresfue la urgencia de unidad si se quería hacervaler la voz y los derechos de los católicos;según él, era necesaria la unión de éstos y lacohesión de sus organizaciones para formarun bloque unido capaz de imponerse sobrelas minorías sectarias anticatólicas. De ahí elempeño por formar grupos de jóvenes, coo-perativas de trabajadores, cajas de ahorro,sindicatos, uniones de católicos, etc; y de ahítambién el esfuerzo constante por mante-nerse en contacto y unidos a las otras asocia-ciones seglares.

La última de las tres grandes conviccionesde Anacleto González es que la voluntadcatólica se ha de manifestar, y esto por

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medios pacíficos: luto, boycot, actosmultitudinarios, ocursos, carteles, etc.

Tal vez hoy nos parezca lógico que ellicenciado González Flores propusiera el mé-todo pacífico; pero en su tiempo no lo era; laresistencia pacífica era una proeza en elcontexto sanguinario y violento de la revolu-ción, donde un alud de rencores e impunidadlo arrastraba todo. Su propuesta pacifistapartía de la convicción de que la violenciaconduce siempre y en todas partes a latiranía (injusticia social, política y económi-ca).

4. A nivel nacional, la importancia deAnacleto González Flores consiste en quemostró la eficacia de su método y lo inaplica-ble de las leyes contrarias a la libertad religio-sa, en Jalisco en 1918-1919; esto contribuyóno poco a la distensión carrancista y larelativa calma durante el gobierno de Adolfode la Huerta y de Alvaro Obregón.

De hecho, la estrategia católica a nivelnacional en 1925 y 1926 siguió casi al pie dela letra lo que se había hecho en Jalisco, tantoen 1918 como en 1925: en Jalisco se habíaformado la Unión Popular que aglutinaba alos católicos y a las organizaciones católicas,mientras que a nivel nacional se fundó laLNDLR con objetivos idénticos y evocandoexpresamente la experiencia de Jalisco.

Contra la aplicación de las leyesanticatólicas, en Jalisco se había ejercidopresión pacífica con recursos como el boycot,las peticiones y manifiestos; lo mismo serealizó en todo el país; sólo que en muchosEstados la presencia católica no poseía ni elnivel de organización, ni el peso ni losliderazgos que tenía Jalisco; además, el go-bierno también había aprendido la lección yno estaba dispuesto a perder de nuevo.

Finalmente, los argumentos usados porlos católicos para defenderse recordabanigualmente a los expresados por los aboga-dos católicos jaliscienses en 1918: inconsti-tucionalidad de la leyes, contrarias al dere-cho natural y a las garantías individuales,derecho de petición, etc.

5. ¿Por qué decidió apoyar la lucha arma-da? Este es el nudo por resolver; pudieronorillarlo a esto diversos factores: el agota-

miento de los medios pacíficos mientras elgobierno se mostraba intransigente y violen-to; el inicio de los alzamientos espontáneosde distintos jefes en diferentes lugares; laurgencia de mantener la unidad de acciónuna vez que la Liga se había decidido por lalucha armada; engañado, creyó que tal era laúltima orden de Orozco y Jiménez.

Es posible que una acumulación de variosde estos factores lo hayan conducido a re-nunciar a sus principios; sin embargo, elfactor que determinó su participación pacífi-ca en el conflicto fue la urgencia de mantenerla unidad.

Es cierto que su superior inmediato, elarzobispo Orozco y Jiménez, le había prohi-bido apoyar la lucha armada en cuanto Jefede la UP; pero Anacleto, aunque era unhombre de obediencia probada, no confundíala jurisdicción eclesiástica en el campo reli-gioso y la autonomía de los seglares en elcampo civil. Además, los obispos no habíancondenado la lucha armada de los católicos,por considerarla defensa legítima, si bientampoco la habían apoyado; finalmente, sele dijo a González Flores que su arzobispo lepedía unirse a la Liga para mantener launidad de acción14 .

Cuando ya no podía detener la luchaarmada, consideró que debía optar entre lasupervivencia de la Iglesia o de su propiopacifismo; y quiso poner al servicio de lacausa su liderazgo para evitar la ruptura, envez de permitir a los socios de la UniónPopular que libremente tomaran las armas atítulo individual, sin comprometer a la aso-ciación y a sus Jefes (como lo habían hecholos Caballeros de Colón o la Adoración Noc-turna). Se trataba, de nuevo, de la unidad; yde legítima defensa.

González Flores sabía que pocas veces enla vida hay decisiones ideales, lo concretosiempre tendrá sus limites: “con esta barajasucia, me juego la última carta de Dios”,decía. En la Cristera, esos límites alcanzaronel nivel más dramático: en junio de 1926, laIglesia perdería en cualquiera de las opcionesposibles; a los ojos de todos era evidente quese habían equivocado quienes habían apos-tado a que las persecuciones disminuirían.En esos meses, el gobierno impidió todo

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arreglo posible, y orilló a los católicos a unasituación donde el único modo de vivir elevangelio era el martirio, y aún el martiriopodría comprometer el futuro de la fe, te-niendo en cuenta que pocos tendrían lafuerza para soportarlo siquiera como meraposibilidad.

6. Es cierto que Anacleto González noafrontó la muerte al estilo del padre MiguelAgustín Pro, por ejemplo; más que unaofrenda a Dios o una participación en losdolores de Cristo, se trataba de participar enun plebiscito de sangre y “votar con la vida”por la libertad de conciencia y por la Iglesia.Alguien lo ha llamado “martirio cívico”; po-dríamos aceptarlo si tal carácter cívico leviene del deseo de instaurar en México elreinado social de Cristo Rey.

Pero más allá de las diferencias, los “már-tires” de la Cristiada tienen en común el amora la Iglesia; la muerte de Anacleto González,como la de tantos otros, no sólo es por lalibertad, es también la muerte por la unidadde la Iglesia; muchos de ellos murieron nosólo con el grito de Cristo Rey y Santa Maríade Guadalupe, sino también con el de “¡Vivael Papa!”. Si los obispos tomaron medidas tandrásticas como suspender los cultos, fueprecisamente porque reconocieron en las

leyes la pretensión de sustituir la comunióncon Roma por el sometimiento al Estado enuna especie de Iglesia Estatal, si no es que unintento de protestantizar al país; esta deci-sión, como sabemos, fue determinante a lahora del alzamiento católico.

Finalmente, una consideración sobre elgrito final de Anacleto González Flores. Ese“Yo muero pero Dios nunca muere”, es laherencia mayor que nos dejó; votó con lavida por esa verdad, consciente de que susacrificio, en cuanto testimonio supremo, seconvertiría en un imponente voto que condu-ciría al triunfo de Cristo Rey en México. Sugrito final fue su confesión de fe y su testa-mento, la afirmación de la debilidad supremadel hombre y de la potencia de Dios, lainvitación a considerar el sentido de la vida;era, en fin, la última enseñanza del “MaestroCleto”. Anacleto González, que murió perdo-nando a sus enemigos; que ofreció su muer-te, como la propia vida en su momento, nopor odio o intereses personales, sino como elmayor amor y el mayor servicio que podíaofrecer a “la causa de Dios y de la patria”,hasta en el último momento supo ofrecer unaenseñanza (“maestro” al fin de cuentas),antes de votar con la vida en la democraciade los muertos.

11 Cfr. ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, El plebiscito de los mártires,196-198 y 218.

12 ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, El plebiscito de los mártires, 11.13 ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, El plebiscito de los mártires, 25814 El Comité Episcopal el 15 de enero de 1927 declaraba que un

gobierno que exaltaba la revuelta en sí misma no tenía ningúnargumento para condenar la lucha armada, mucho menoscuando ésta era legítima y se había iniciado una vez que sehabían agotado los medios pacíficos. Si bien aclaraba que losobispos ni la mandaban ni la impulsaban, negaba que la luchade los católicos implicase desobediencia a sus pastores: loscatólicos “nos deben obediencia en el terreno religioso, peroen el ejercicio de sus derechos cívicos y políticos son perfec-tamente libres”; EVARISTO OLMOS VELÁZQUEZ, La Liga NacionalDefensora de la Libertad Religiosa, 177. “Este levantamientono es una actividad religiosa, y los Obispos no son jefesmilitares, los católicos creyeron con razón que no necesita-ban contar con sus aprobación y apoyo para levantarse enarmas” [sic en el texto]; AQUILES P. MOCTEZUMA, El Conflicto de1926, 343.

CITAS:

1 Citado en TIBERIO MA. MUNARI, Derramaron su sangre por Cristo,Xaverianas, Guadalajara, 1995, 113-114.

2 Carta del Espiscopado Mexicano del 25 de julio de 1927, citadaen JEAN MEYER, La Cristiada. El conflicto entre la Iglesia y elEstado 1926-1929, Siglo XXI, México 141996, II, 268.

3 EVERARDO GAMIZ, Historia del Estado de Durango (¿1953?), 303.4 ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, La Cuestión Religiosa en Jalisco,

323.5 ANTONIO GÓMEZ ROBLEDO, Anacleto González Flores. El Maestro,

132.6 ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, El plebiscito de los mártires, 278-279.7 Cfr. ANTONIO GÓMEZ ROBLEDO, Anacleto González Flores. El

Maestro, 134-137.8 JEAN MEYER, La Cristiada. Los cristeros, Siglo XXI, México

131996, III, 162-165.9 ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, El plebiscito de los mártires, 147 y

148.10 Cfr. ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, El plebiscito de los mártires, 43.

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1. Al comienzo del nuevo milenio, mientras secierra el Gran Jubileo en el que hemos celebrado losdos mil años del nacimiento de Jesús y se abre parala Iglesia una nueva etapa de su camino, resuenan ennuestro corazón las palabras con las que un díaJesús, después de haber hablado a la muchedumbredesde la barca de Simón, invitó al Apóstol a «remarmar adentro» para pescar: «Duc in altum» (Lc 5,4).Pedro y los primeros compañeros confiaron en lapalabra de Cristo y echaron las redes. «Y habiéndolohecho, recogieron una cantidad enorme de peces»(Lc 5,6).

¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoypara nosotros y nos invita a recordar con gratitud elpasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnoscon confianza al futuro: «Jesucristo es el mismo,ayer, hoy y siempre» (Hb 13,8).

La alegría de la Iglesia, que se ha dedicado acontemplar el rostro de su Esposo y Señor, ha sidogrande este año. Se ha convertido, más que nunca,en pueblo peregrino, guiado por Aquél que es «elgran Pastor de las ovejas» (Hb 13,20). Con unextraordinario dinamisno, que ha implicado a todossus miembros, el Pueblo de Dios, aquí en Roma, asícomo en Jerusalén y en todas las Iglesias locales, hapasado a través de la «Puerta Santa» que es Cristo.A él, meta de la historia y único Salvador del mundo,la Iglesia y el Espíritu Santo han elevado su voz:«Marana tha - Ven, Señor Jesús» (cf. Ap 22,17.20;1 Co 16,22).

Es imposible medir la efusión de gracia que, a lolargo del año, ha tocado las conciencias. Pero cier-tamente, un «río de agua viva», aquel que continua-mente brota «del trono de Dios y del Cordero» (cf.Ap 22,1), se ha derramado sobre la Iglesia. Es elagua del Espíritu Santo que apaga la sed y renueva(cf. Jn 4,14). Es el amor misericordioso del Padreque, en Cristo, se nos ha revelado y dado otra vez. Alfinal de este año podemos repetir, con renovadoregocijo, la antigua palabra de gratitud: «Cantad alSeñor porque es bueno, porque es eterna su miseri-cordia» (Sal 118117,1).

2. Por eso, siento el deber de dirigirme a todosvosotros para compartir el canto de alabanza. Habíapensado en este Año Santo del dos mil como unmomento importante desde el inicio de mi Pontifi-cado. Pensé en esta celebración como una convoca-toria providencial en la cual la Iglesia, treinta y cincoaños después del Concilio Ecuménico Vaticano II,habría sido invitada a interrogarse sobre su renova-ción para asumir con nuevo ímpetu su misión evan-gelizadora.

¿Lo ha logrado el Jubileo? Nuestro compromi-so, con sus generosos esfuerzos y las inevitablesfragilidades, está ante la mirada de Dios. Pero nopodemos olvidar el deber de gratitud por las «ma-ravillas» que Dios ha realizado por nosotros. «Mi-sericordias Domini in aeternum cantabo» (Sal8988,2). Al mismo tiempo, lo ocurrido ante noso-tros exige ser considerado y, en cierto sentido,

Carta apostólica de S.S. Juan Pablo II al concluir el GranJubileo del Año 20006 de enero del 2001, Solemnidad de la Epifanía del Señor

A los Obispos,a los sacerdotes y diáconos,a los religiosos y religiosas y

a todos los fieles laicos.

Novo millennioineunte

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interpretado, para escuchar lo que el Espíritu, a lolargo de este año tan intenso, ha dicho a la Iglesia(cf. Ap 2,7.11.17 etc.).

3. Sobre todo, queridos hermanos y hermanas, esnecesario pensar en el futuro que nos espera. Tantasveces, durante estos meses, hemos mirado hacia elnuevo milenio que se abre, viviendo el Jubileo nosólo como memoria del pasado, sino como profecíadel futuro. Es preciso ahora aprovechar el tesoro degracia recibida, traduciéndola en fervientes propó-sitos y en líneas de acción concretas. Es una tarea ala cual deseo invitar a todas las Iglesias locales. Encada una de ellas, congregada en torno al propioObispo, en la escucha de la Palabra, en la comuniónfraterna y en la «fracción del pan» (cf. Hch 2,42),está «verdaderamente presente y actúa la Iglesia deCristo, una, santa, católica y apostólica».[1] Es

especialmente en la realidad concreta de cada Igle-sia donde el misterio del único Pueblo de Diosasume aquella especial configuración que lo haceadecuado a todos los contextos y culturas.

Este encarnarse de la Iglesia en el tiempo y en elespacio refleja, en definitiva, el movimiento mismode la Encarnación. Es, pues, el momento de que cadaIglesia, reflexionando sobre lo que el Espíritu hadicho al Pueblo de Dios en este especial año degracia, más aún, en el período más amplio de tiempoque va desde el Concilio Vaticano II al Gran Jubileo,analice su fervor y recupere un nuevo impulso parasu compromiso espiritual y pastoral. Con este obje-tivo, deseo ofrecer en esta Carta, al concluir el AñoJubilar, la contribución de mi ministerio petrino,para que la Iglesia brille cada vez más en la variedadde sus dones y en la unidad de su camino.

I. EL ENCUENTROCON CRISTO,

HERENCIA DEL GRAN JUBILEO

La plenitud de los tiemposPurificación de la memoriaLos testigos de la feIglesia peregrinaLos jóvenesPeregrinos de diversas clasesCongreso Eucarístico InternacionalLa dimensión ecuménicaLa peregrinación en Tierra SantaLa deuda internacionalUn nuevo dinamismo

I. EL ENCUENTRO CON CRISTO, HERENCIA DEL GRAN JUBILEO

II. UN ROSTRO PARA CONTEMPLAR

III. CAMINAR DESDE CRISTO

IV. TESTIGOS DEL AMOR

CONCLUSIÓN

4. «Gracias te damos, Señor, Dios omnipotente»(Ap 11,17). En la Bula de convocatoria del Jubileoauguraba que la celebración bimilenaria del miste-rio de la Encarnación se viviera como un «único eininterrumpido canto de alabanza a la Trinidad»[2]y a la vez como camino de reconciliación y comosigno de genuina esperanza para quienes miran aCristo y a su Iglesia».[3] La experiencia del añojubilar se ha movido precisamente en estas dimen-siones vitales, alcanzando momentos de intensidadque nos han hecho como tocar con la mano lapresencia misericordiosa de Dios, del cual procede«toda dádiva buena y todo don perfecto» (St 1,17).

Pienso, sobre todo, en la dimensión de la alaban-za. Desde ella se mueve toda respuesta auténtica defe a la revelación de Dios en Cristo. El cristianismo

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es gracia, es la sorpresa de un Dios que, satisfechono sólo con la creación del mundo y del hombre, seha puesto al lado de su criatura, y después de haberhablado muchas veces y de diversos modos pormedio de los profetas, «últimamente, en estos días,nos ha hablado por medio de su Hijo» (Hb 1,1-2).

¡En estos días! Sí, el Jubileo nos ha hecho sentirque dos mil años de historia han pasado sin dismi-nuir la actualidad de aquel «hoy» con el que losángeles anunciaron a los pastores el acontecimientomaravilloso del nacimiento de Jesús en Belén: «Hoyos ha nacido en la ciudad de David un salvador, quees Cristo el Señor» (Lc 2,11). Han pasado dos milaños, pero permanece más viva que nunca la procla-mación que Jesús hizo de su misión ante sus atónitosconciudadanos en la Sinagoga de Nazaret, aplican-do a sí mismo la profecía de Isaías: «Hoy se cumpleesta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4,21). Hanpasado dos mil años, pero siente siempre consola-dor para los pecadores necesitados de misericordia—y ¿quién no lo es?— aquel «hoy» de la salvaciónque en la Cruz abrió las puertas del Reino de Dios alladrón arrepentido: «En verdad te digo, hoy estarásconmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).

La plenitud de los tiempos

5. La coincidencia de este Jubileo con la entradaen un nuevo milenio, ha favorecido ciertamente, sinceder a fantasías milenaristas, la percepción delmisterio de Cristo en el gran horizonte de la historiade la salvación. ¡El cristianismo es la religión que haentrado en la historia! En efecto, es sobre el terrenode la historia donde Dios ha querido establecer conIsrael una alianza y preparar así el nacimiento delHijo del seno de María, «en la plenitud de lostiempos» (Ga 4,4). Contemplado en su misteriodivino y humano, Cristo es el fundamento y elcentro de la historia, de la cual es el sentido y la metaúltima. En efecto, es por medio él, Verbo e imagendel Padre, que «todo se hizo» (Jn 1,3; cf. Col 1,15).Su encarnación, culminada en el misterio pascual yen el don del Espíritu, es el eje del tiempo, la horamisteriosa en la cual el Reino de Dios se ha hechocercano (cf. Mc 1,15), más aún, ha puesto sus raíces,como una semilla destinada a convertirse en un granárbol (cf. Mc 4,30-32), en nuestra historia.

«Gloria a ti, Cristo Jesús, hoy y siempre túreinarás». Con este canto, tantas veces repetido,hemos contemplado en este año a Cristo como nos

lo presenta el Apocalipsis: «El Alfa y la Omega, elPrimero y el Último, el Principio y el Fin» (Ap22,13). Y contemplando a Cristo hemos adoradojuntos al Padre y al Espíritu, la única e indivisibleTrinidad, misterio inefable en el cual todo tiene suorigen y su realización.

Purificación de la memoria

6. Para que nosotros pudiéramos contemplar conmirada más pura el misterio, este Año jubilar haestado fuertemente caracterizado por la petición deperdón. Y esto ha sido así no sólo para cada unoindividualmente, que se ha examinado sobre lapropia vida para implorar misericordia y obtener eldon especial de la indulgencia, sino también paratoda la Iglesia, que ha querido recordar las infideli-dades con las cuales tantos hijos suyos, a lo largo dela historia, han ensombrecido su rostrode Esposa deCristo.

Para este examen de conciencia nos habíamospreparado mucho antes, conscientes de que la Igle-sia, acogiendo en su seno a los pecadores «es santay a la vez tiene necesidad de purificación».[4] UnosCongresos científicos nos han ayudado a centraraquellos aspectos en los que el espíritu evangélico,durante los dos primeros milenios, no siempre habrillado. ¿Cómo olvidar la conmovedora Liturgiadel 12 de marzo de 2000, en la cual yo mismo, en laBasílica de san Pedro, fijando la mirada en CristoCrucificado, me he hecho portavoz de la Iglesiapidiendo perdón por el pecado de tantos hijos su-yos? Esta «purificación de la memoria» ha reforza-do nuestros pasos en el camino hacia el futuro,haciéndonos a la vez más humildes y atentos ennuestra adhesión al Evangelio.

Los testigos de la fe

7. Sin embargo, la viva conciencia penitencial nonos ha impedido dar gloria al Señor por todo lo queha obrado a lo largo de los siglos, y especialmente enel siglo que hemos dejado atrás, concediendo a suIglesia una gran multitud de santos y de mártires.Para algunos de ellos el Año jubilar ha sido tambiénel año de su beatificación o canonización. Respectoa Pontífices bien conocidos en la historia o a humil-des figuras de laicos y religiosos, de un continentea otro del mundo, la santidad se ha manifestado másque nunca como la dimensión que expresa mejor elmisterio de la Iglesia. Mensaje elocuente que no

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necesita palabras, la santidad representa al vivo elrostro de Cristo.

Mucho se ha trabajado también, con ocasión delAño Santo, para recoger las memorias preciosas delos Testigos de la fe en el siglo XX. Los hemosconmemorado el 7 de mayo de 2000, junto conrepresentantes de otras Iglesias y Comunidadeseclesiales, en el sugestivo marcodel Coliseo, símbolo de las anti-guas persecuciones. Es una he-rencia que no se debe perder yque se ha de trasmitir para unperenne deber de gratitud y unrenovado propósito de imitación.

Iglesia peregrina

8. Siguiendo las huellas delos Santos, se han acercado aquía Roma, ante las tumbas de losApóstoles, innumerables hijos dela Iglesia, deseosos de profesarla propia fe, confesar los propiospecados y recibir la misericordiaque salva. Mi mirada en este añoha quedado impresionada no sólopor las multitudes que han llena-do la Plaza de san Pedro durantemuchas celebraciones. Frecuen-temente me he parado a mirar laslargas filas de peregrinos en es-pera paciente de cruzar la PuertaSanta. En cada uno de ellos tra-taba de imaginar la historia de suvida, llena de alegrías, ansias ydolores; una historia de encuentro con Cristo y queen el diálogo con él reemprendía su camino deesperanza.

Observando también el continuo fluir de losgrupos, los veía como una imagen plástica de laIglesia peregrina, la Iglesia que está, como dice sanAgustín «entre las persecuciones del mundo y losconsuelos de Dios».[5] Nosotros sólo podemosobservar el aspecto más externo de este aconteci-miento singular. ¿Quién puede valorar las maravi-llas de la gracia que se han dado en los corazones?Conviene callar y adorar, confiando humildementeen la acción misteriosa de Dios y cantar su amorinfinito: «¡Misericordias Domini in aeternumcantabo!».

Los jóvenes

9. Los numerosos encuentros jubilares han con-gregado las más diversas clases de personas,notándose una participación realmente impresio-nante, que a veces ha puesto a prueba el esfuerzo delos organizadores y animadores, tanto eclesialescomo civiles. Deseo aprovechar esta Carta para

expresar a todos ellos miagradecimiento más cordial.Pero, además del número,lo que tantas veces me haconmovido ha sido consta-tar el serio esfuerzo de ora-ción, de reflexión y de co-munión que estos encuen-tros han manifestado.

Y, ¿cómo no recordar es-pecialmente el alegre yentusiasmante encuentro delos jóvenes? Si hay una ima-gen del Jubileo del Año2000 que quedará viva en elrecuerdo más que las otrases seguramente la de la mul-titud de jóvenes con los cua-les he podido establecer unaespecie de diálogo privile-giado, basado en una recí-proca simpatía y un profun-do entendimiento. Fue asídesde la bienvenida que lesdi en la Plaza de san Juan deLetrán y en la Plaza de sanPedro. Después les vi deam-

bular por la Ciudad, alegres como deben ser losjóvenes, pero también reflexivos, deseosos de ora-ción, de «sentido» y de amistad verdadera. No seráfácil, ni para ellos mismos, ni para cuantos losvieron, borrar de la memoria aquella semana en lacual Roma se hizo «joven con los jóvenes». No seráposible olvidar la celebración eucarística de TorVergata.

Una vez más, los jóvenes han sido para Roma ypara la Iglesia un don especial del Espíritu de Dios.A veces, cuando se mira a los jóvenes, con losproblemas y las fragilidades que les caracterizan enla sociedad contemporánea, hay una tendencia alpesimismo. Es como si el Jubileo de los Jóvenes nos

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hubiera «sorprendido», trasmitiéndonos, en cam-bio, el mensaje de una juventud que expresa undeseo profundo, a pesar de posibles ambigüedades,de aquellos valores auténticos que tienen su pleni-tud en Cristo. ¿No es, tal vez, Cristo el secreto de laverdadera libertad y de la alegría profunda delcorazón? ¿No es Cristo el amigo supremo y a la vezel educador de toda amistad auténtica? Si a losjóvenes se les presenta a Cristo con su verdaderorostro, ellos lo experimentan como una respuestaconvincente y son capaces de acoger el mensaje,incluso si es exigente y marcado por la Cruz. Poreso, vibrando con su entusiasmo, no dudé en pedir-les una opción radical de fe y de vida, señalándolesuna tarea estupenda: la de hacerse «centinelas de lamañana» (cf. Is 21,11-12) en esta aurora del nuevomilenio.

Peregrinos de diversas clases

10. Obviamente no puedo detenerme en deta-lles sobre todas las celebraciones jubilares. Cadauna de ellas ha tenido sus características y hadejado su mensaje no sólo a los que han asistidodirectamente, sino también a los que lo han cono-cido o han participado a distancia a través de losmedios de comunicación social. Pero, ¿cómo norecordar el tono festivo del primer gran encuentrodedicado a los niños? Empezar por ellos significa-ba, en cierto modo, respetar la exhortación deJesús: «Dejad que los niños se acerquen a mí» (Mc10,14). Más aún, quizás significaba repetir el gestoque él hizo cuando «colocó en medio» a un niño ylo presentó como símbolo mismo de la actitud quehabía que asumir, si se quiere entrar en el Reino deDios (cf. Mt 18,2-4).

Y así, en cierto sentido, siguiendo las huellas delos niños han venido a pedir la misericordia jubilarlas más diversas clases de adultos: desde los ancia-nos a los enfermos y minusválidos, desde lostrabajadores de las oficinas y del campo a losdeportistas, desde los artistas a los profesoresuniversitarios, desde los Obispos y presbíteros alas personas de vida consagrada, desde los políti-cos y los periodistas hasta los militares, venidospara confirmar el sentido de su servicio como unservicio a la paz.

Gran impacto tuvo el encuentro de los trabajado-res, desarrollado el 1 de mayo dentro de la tradicio-nal fecha de la fiesta del trabajo. A ellos les pedí que

vivieran la espiritualidad del trabajo, a imitación desan José y de Jesús mismo. Su jubileo me ofreció,además, la ocasión para lanzar una fuerte llamada aremediar los desequilibrios económicos y socialesexistentes en el mundo del trabajo, y a gestionar condecisión los procesos de la globalización económi-ca en función de la solidaridad y del respeto debidoa cada persona humana.

Los niños, con su incontenible comportamientofestivo, volvieron en el Jubileo de las Familias, en elcual han sido señalados al mundo como «primaverade la familia y de la sociedad». Muy elocuente fueeste encuentro jubilar en el cual tantas familias,procedentes de diversas partes del mundo, vinieronpara obtener, con renovado fervor, la luz de Cristosobre el proyecto originario de Dios (cf. Mc 10,6-8;Mt 19,4-6). Ellas se comprometieron a difundirla enuna cultura que corre el peligro de perder, de modocada vez más preocupante, el sentido mismo delmatrimonio y de la institución familiar.

Entre los encuentros más emotivos está tambiénpara mí el que tuve con los presos de Regina Caeli.En sus ojos leí el dolor, pero también el arrepenti-miento y la esperanza. Para ellos el Jubileo fue porun motivo muy particular un «año de misericordia».

Simpático fue, finalmente, en los últimos díasdel año, el encuentro con el mundo del espectáculo.A las personas que trabajan en este sector recordé lagran responsabilidad de proponer, con la alegrediversión, mensajes positivos, moralmente sanos,capaces de transmitir confianza y amor a la vida.

Congreso Eucarístico Internacional

11. En la lógica de este Año jubilar, un significa-do determinante debía tener el Congreso Eucarísti-co Internacional. ¡Y lo tuvo! Si la Eucaristía es elsacrificio de Cristo que se hace presente entre noso-tros, ¿cómo podía su presencia real no ser el centrodel Año Santo dedicado a la encarnación del Verbo?Precisamente por ello fue previsto como año «inten-samente eucarístico»[6] y así hemos procuradovivirlo. Al mismo tiempo, ¿cómo podía faltar, allado del recuerdo del nacimiento del Hijo, el de laMadre? María ha estado presente en las celebracio-nes jubilares no sólo por medio de oportunos ycualificados congresos, sino sobre todo a través delgran Acto de consagración con el que, rodeado porbuena parte del Episcopado mundial, confié a su

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solicitud materna la vida de los hombres y de lasmujeres del nuevo milenio.

La dimensión ecuménica

12. Se comprenderá así que hable espontánea-mente del Jubileo visto desde la Sede de Pedro. Sinembargo, no olvido que yo mismo quise que sucelebración tuviese lugar de pleno derecho tam-bién en las Iglesias particulares, y es allí donde lamayor parte de los fieles han podido obtener lasgracias especiales y, en particular, la indulgenciadel Año jubilar. Así pues, es significativo quemuchas Diócesis hayan sentido el deseo de hacersepresentes, con numerosos grupos de fieles, tam-bién aquí en Roma. La Ciudad Eterna ha manifes-tado, pues, una vez más su papel providencial delugar donde las riquezas y los dones de todas y cadauna de las Iglesias, y también de cada nación ycultura, se armonizan en la «catolicidad», para quela única Iglesia de Cristo manifieste de modo cadavez más elocuente su misterio de sacramento deunidad.[7]

Había pedido también que, en el programa delAño jubilar, se prestara una particular atención a ladimensión ecuménica. ¿Qué ocasión más propiciapara animar el camino hacia la plena comunión quela celebración común del nacimiento de Cristo? Sehan llevado a cabo muchos esfuerzos para esteobjetivo, y entre ellos destaca el encuentro ecumé-nico en la Basílica de San Pablo el 18 de enero de2000, cuando por primera vez en la historia unaPuerta Santa fue abierta conjuntamente por el Suce-sor de Pedro, por el Primado Anglicano y por unMetropolitano del Patriarcado Ecuménico deConstantinopla, en presencia de representantes deIglesias y Comunidades eclesiales del todo el mun-do. En esta misma dirección han ido también algu-nos importantes encuentros con Patriarcas orto-doxos y Jerarcas de otras Confesiones cristianas.Recuerdo, en particular, la reciente visita de S.S.Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicos de todoslos Armenios. Además, muchos fieles de otras Igle-sias y Comunidades eclesiales han participado enlos encuentros jubilares de los diversos grupos. Elcamino ecuménico es ciertamente laborioso, quizáslargo, pero nos anima la esperanza de estar guiadospor la presencia de Cristo resucitado y por la fuerzainagotable de su Espíritu, capaz de sorpresas siem-pre nuevas.

La peregrinación en Tierra Santa

13. ¿Cómo no recordar también mi Jubileo per-sonal por los caminos de Tierra Santa? Habríadeseado iniciarlo en Ur de los Caldeos, para seguircasi prácticamente las huellas de Abraham «nuestropadre en la fe» (cf. Rm 4,11-16). En cambio, tuveque contentarme con una etapa únicamente espiri-tual, mediante la sugestiva «Liturgia de la palabra»celebrada el 23 de febrero en el Aula Pablo VI. Acontinuación tuvo lugar la verdadera peregrinación,siguiendo el itinerario de la historia de la salvación.Así tuve el gozo de pararme en el Monte Sinaí, lugarque recuerda la entrega del Decálogo y de la primeraAlianza. Un mes después retomé el camino, llegan-do al Monte Nebo y visitando luego los mismoslugares habitados y santificados por el Redentor. Esdifícil expresar la emoción que experimenté al po-der venerar los lugares del nacimiento y de la vida deCristo, en Belén y Nazaret, al celebrar la Eucaristíaen el Cenáculo, en el mismo lugar de su institución,al meditar el misterio de la Cruz sobre el Gólgota,donde él dio su vida por nosotros. En aquelloslugares, aún tan probados e incluso recientementeentristecidos por la violencia, pude experimentaruna acogida extraordinaria no sólo por parte de loshijos de la Iglesia, sino también por parte de lascomunidades israelítica y palestina. Grande fue miemoción en la oración ante el Muro de las Lamen-taciones y durante la visita al Mausoleo de YadVashem, en el recuerdo aterrador de las víctimas delos campos de exterminio nazis. Aquella peregrina-ción fue un momento de fraternidad y de paz, que mecomplace señalar como uno de los dones más bellosdel acontecimiento jubilar. Pensando en el climavivido en aquellos días, expreso el sincero auguriode una pronta y justa solución de los problemas aúnabiertos en aquellos lugares santos, tan queridos a lavez por los judíos, los cristianos y los musulmanes.

La deuda internacional

14. El Jubileo ha sido también, —y no podía serde otro modo— un gran acontecimiento de caridad.Desde los años preparatorios, hice una llamada auna mayor y más comprometida atención a losproblemas de la pobreza que aún afligen al mundo.Un significado particular ha tenido, a este respecto,el problema de la deuda internacional de los Paísespobres. En relación con éstos, un gesto de generosi-dad estaba en la lógica misma del Jubileo, que en su

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originaria configuración bíblica era precisamente eltiempo en el cual la comunidad se comprometía arestablecer la justicia y la solidaridad en las relacio-nes entre las personas, restituyendo también losbienes materiales substraídos. Me complace obser-var que recientemente los Parlamentos de muchosEstados acreedores han votado una reducción sus-tancial de la deuda bilateral que tienen los Paísesmás pobres y endeudados. Formulo mis votos paraque los respectivos Gobiernos acaten, en breveplazo, estas decisiones parlamentarias. Más proble-mática ha resultado, sin embargo, la cuestión de ladeuda multilateral, contraída por Países pobres conlos Organismos financieros internacionales. Es dedesear que los Estados miembros de tales organiza-ciones, sobre todo los que tienen un mayor peso enlas decisiones, logren encontrar el consenso necesa-rio para llegar a una rápida solución de una cuestiónde la que depende el proceso de desarrollo demuchos Países, con graves consecuencias para lacondición económica y existencial de tantas perso-nas.

Un nuevo dinamismo

15. Éstos son algunos de los aspectos más sobre-salientes de la experiencia jubilar. Ésta dejaennosotros tantos recuerdos. Pero si quisiéramosindividuar el núcleo esencial de la gran herencia quenos deja, no dudaría en concretarlo en la contempla-ción del rostro de Cristo: contemplado en sus coor-denadas históricas y en su misterio, acogido en sumúltiple presencia en la Iglesia y en el mundo,confesado como sentido de la historia y luz denuestro camino.

Ahora tenemos que mirar hacia adelante, debe-mos «remar mar adentro», confiando en la palabrade Cristo: ¡Duc in altum! Lo que hemos hecho esteaño no puede justificar una sensación de dejadez ymenos aún llevarnos a una actitud de desinterés. Alcontrario, las experiencias vividas deben suscitar ennosotros un dinamismo nuevo, empujándonos aemplear el entusiasmo experimentado en iniciativasconcretas. Jesús mismo nos lo advierte: «Quienpone su mano en el arado y vuelve su vista atrás, nosirve para el Reino de Dios» (Lc 9,62). En la causadel Reino no hay tiempo para mirar para atrás, ymenos para dejarse llevar por la pereza. Es mucho loque nos espera y por esotenemos que emprender unaeficaz programación pastoral post-jubilar.

Sin embargo, es importante que lo que nos pro-pongamos, con la ayuda de Dios, esté fundado en lacontemplación y en la oración. El nuestro es untiempo de continuo movimiento, que a menudodesemboca en el activismo, con el riesgo fácil del«hacer por hacer». Tenemos que resistir a estatentación, buscando «ser» antes que «hacer». Recor-demos a este respecto el reproche de Jesús a Marta:«Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas y sinembargo sólo una es necesaria» (Lc 10,41-42). Coneste espíritu, antes de someter a vuestra considera-ción unas líneas de acción, deseo haceros partícipesde algunos puntos de meditación sobre el misteriode Cristo, fundamento absoluto de toda nuestraacción pastoral.

II. UN ROSTROPARA CONTEMPLAR

El testimonio de los Evangelios

El camino de la fe

La profundidad del misterio

Rostro del Hijo

Rostro doliente

Rostro del Resucitado

16. «Queremos ver a Jesús» (Jn 12,21). Estapetición, hecha al apóstol Felipe por algunos grie-gos que habían acudido a Jerusalén para la peregri-nación pascual, ha resonado también espiritual-mente en nuestros oídos en este Año jubilar. Comoaquellos peregrinos de hace dos mil años, los hom-bres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscien-temente, piden a los creyentes de hoy no sólo«hablar» de Cristo, sino en cierto modo hacérselo«ver». ¿Y no es quizá cometido de la Iglesia reflejarla luz de Cristo en cada época de la historia y hacerresplandecer también su rostro ante las generacio-nes del nuevo milenio?

Nuestro testimonio sería, además, enormemen-te deficiente si nosotros no fuésemos los primeroscontempladores de su rostro. El Gran Jubileo nosha ayudado a serlo más profundamente. Al finaldel Jubileo, a la vez que reemprendemos el ritmoordinario, llevando en el ánimo las ricas experien-cias vividas durante este período singular, la mira-da se queda más que nunca fija en el rostro delSeñor.

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El testimonio de los Evangelios

17. La contemplación del rostro de Cristo secentra sobre todo en lo que de él dice la SagradaEscritura que, desde el principio hasta el final, estáimpregnada de este misterio, señalado oscuramenteen el Antiguo Testamento y revelado plenamente enel Nuevo, hasta el punto que san Jerónimo afirmacon vigor: «Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristomismo».[8] Teniendo como fun-damento la Escritura, nos abri-mos a la acción del Espíritu (cf.Jn 15,26), que es el origen deaquellos escritos, y, a la vez, altestimonio de los Apóstoles (cf.ibíd., 27), que tuvieron la expe-riencia viva de Cristo, la Pala-bra de vida, lo vieron con susojos, lo escucharon con sus oí-dos y lo tocaron con sus manos(cf. 1 Jn 1,1).

Lo que nos ha llegado pormedio de ellos es una visión defe, basada en un testimonio his-tórico preciso. Es un testimonioverdadero que los Evangelios,no obstante su compleja redac-ción y con una intención pri-mordialmente catequética, nostransmitieron de una manera plenamente compren-sible.[9]

18. En realidad los Evangelios no pretenden seruna biografía completa de Jesús según los cánonesde la ciencia histórica moderna. Sin embargo, deellos emerge el rostro del Nazareno con un funda-mento histórico seguro, pues los evangelistas sepreocuparon de presentarlo recogiendo testimo-nios fiables (cf. Lc 1,3) y trabajando sobre docu-mentos sometidos al atento discernimiento ecle-sial. Sobre la base de estos testimonios inicialesellos, bajo la acción iluminada del Espíritu Santo,descubrieron el dato humanamente desconcertan-te del nacimiento virginal de Jesús de María, espo-sa de José. De quienes lo habían conocido durantelos casi treinta años transcurridos por él en Nazaret(cf. Lc 3,23), recogieron los datos sobre su vida de«hijo del carpintero» (Mt 13,55) y también como«carpintero», en medio de sus parientes (cf. Mc6,3). Hablaron de su religiosidad, que lo movía a ir

con los suyos en peregrinación anual al templo deJerusalén (cf. Lc 2,41) y sobre todo porque acudíade forma habitual a la sinagoga de su ciudad (cf. Lc4,16).

Después los relatos serán más extensos, aún sinser una narración orgánica y detallada, en el períododel ministerio público, a partir del momento en queel joven galileo se hace bautizar por Juan Bautista en

el Jordán y, apoyado por el tes-timonio de lo alto, con la con-ciencia de ser el «Hijo amado»(cf. Lc 3,22), inicia su predica-ción de la venida del Reino deDios, enseñando sus exigenciasy su fuerza mediante palabras ysignos de gracia y misericordia.Los Evangelios nos lo presen-tan así en camino por ciudades yaldeas, acompañado por doceApóstoles elegidos por él (cf.Mc 3,13-19), por un grupo demujeres que los ayudan (cf. Lc8,2-3), por muchedumbres quelo buscan y lo siguen, por enfer-mos que imploran su poder decuración, por interlocutores queescuchan, con diferente eco, suspalabras.

La narración de los Evangelios coincide ademásen mostrar la creciente tensión que hay entre Jesúsy los grupos dominantes de la sociedad religiosa desu tiempo, hasta la crisis final, que tiene su epílogodramático en el Gólgota. Es la hora de las tinieblas,a la que seguirá una nueva, radiante y definitivaaurora. En efecto, las narraciones evangélicas ter-minan mostrando al Nazareno victorioso sobre lamuerte, señalan la tumba vacía y lo siguen en el ciclode las apariciones, en las cuales los discípulos,perplejos y atónitos antes, llenos de indecible gozodespués, lo experimentan vivo y radiante, y de élreciben el don del Espíritu Santo (cf. Jn 20,22) y elmandato de anunciar el

Evangelio a «todas las gentes» (Mt 28,19).

El camino de la fe

19. «Los discípulos se alegraron de ver al Señor»(Jn 20,20). El rostro que los Apóstoles contempla-ron después de la resurrección era el mismo de aquel

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Jesús con quien habían vivido unos tres años, y queahora los convencía de la verdad asombrosa de sunueva vida mostrándoles «las manos y el costado»(ibíd.). Ciertamente no fue fácil creer. Los discípu-los de Emaús creyeron sólo después de un laboriosoitinerario del espíritu (cf. Lc 24,13-35). El apóstolTomás creyó únicamente después de haber compro-bado el prodigio (cf. Jn 20,24-29). En realidad,aunque se viese y se tocase su cuerpo, sólo la fepodía franquear el misterio de aquel rostro. Ésta erauna experiencia que los discípulos debían haberhecho ya en la vida histórica de Cristo, con laspreguntas que afloraban en su mente cada vez que sesentían interpelados por sus gestos y por sus pala-bras. A Jesús no se llega verdaderamente más quepor la fe, a través de un camino cuyas etapas nospresenta el Evangelio en la bien conocida escena deCesarea de Filipo (cf. Mt 16,13-20). A los discípu-los, como haciendo un primer balance de su misión,Jesús les pregunta quién dice la «gente» que es él,recibiendo como respuesta: «Unos, que Juan elBautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o unode los profetas» (Mt 16,14). Respuesta elevada,pero distante aún —¡y cuánto!— de la verdad. Elpueblo llega a entrever la dimensión religiosa real-mente excepcional de este rabbí que habla de mane-ra fascinante, pero que no consigue encuadrarloentre los hombres de Dios que marcaron la historiade Israel. En realidad, ¡Jesús es muy distinto! Esprecisamente este ulterior grado de conocimiento,que atañe al nivel profundo de su persona, lo que élespera de los «suyos»: «Y vosotros ¿quién decís quesoy yo?» (Mt 16,15). Sólo la fe profesada por Pedro,y con él por la Iglesia de todos los tiempos, llegarealmente al corazón, yendo a la profundidad delmisterio: «Túeres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»(Mt 16,16).

20. ¿Cómo llegó Pedro a esta fe? ¿Y qué se nospide a nosotros si queremos seguir de modo cadavez más convencido sus pasos? Mateo nos da unaindicación clarificadora en las palabras con queJesús acoge la confesión de Pedro: «No te ha reve-lado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que estáen los cielos» (16, 17). La expresión «carne ysangre» evoca al hombre y el modo común deconocer. Esto, en el caso de Jesús, no basta. Esnecesaria una gracia de «revelación» que viene delPadre (cf. ibíd.). Lucas nos ofrece un dato que siguela misma dirección, haciendo notar que este diálogo

con los discípulos se desarrolló mientras Jesús«estaba orando a solas» (Lc 9,18). Ambas indicacio-nes nos hacen tomar conciencia del hecho de que ala contemplación plena del rostro del Señor nollegamos sólo con nuestras fuerzas, sino dejándo-nos guiar por la gracia. Sólo la experiencia delsilencio y de la oración ofrece el horizonte adecuadoen el que puede madurar y desarrollarse el conoci-miento más auténtico, fiel y coherente, de aquelmisterio, que tiene su expresión culminante en lasolemne proclamación del evangelista Juan: «Y laPalabra se hizo carne, y puso su Morada entrenosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria querecibe del Padre comoHijo único, lleno de gracia yde verdad» (Jn 1,14).

La profundidad del misterio

21. ¡La Palabra y la carne, la gloria divina y sumorada entre los hombres! En la unión íntima einseparable de estas dos polaridades está la identi-dad de Cristo, según la formulación clásica delConcilio de Calcedonia (a. 451): «Una persona endos naturalezas». La persona es aquélla, y sóloaquélla, la Palabra eterna, el hijo del Padre. Sus dosnaturalezas, sin confusión alguna, pero sin separa-ción alguna posible, son la divina y la humana.[10]

Somos conscientes de los límites de nuestrosconceptos y palabras. La fórmula, aunque siemprehumana, está sin embargo expresada cuidadosa-mente en su contenido doctrinal y nos permiteasomarnos, en cierto modo, a la profundidad delmisterio. Ciertamente, ¡Jesús es verdadero Dios yverdadero hombre! Como el apóstol Tomás, laIglesia está invitada continuamente por Cristo atocar sus llagas, es decir, a reconocer la plenahumanidad asumida en María, entregada a la muer-te, transfigurada por la resurrección: «Acerca aquítu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela enmi costado» (Jn 20,27). Como Tomás, la Iglesia sepostra ante Cristo resucitado, en la plenitud de sudivino esplendor, y exclama perennemente: ¡«Se-ñor mío y Dios mío»! (Jn 20,28).

22. «La Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). Estaespléndida presentación joánica del misterio deCristo está confirmada por todo el Nuevo Testa-mento. En este sentido se sitúa también el apóstolPablo cuando afirma que el Hijo de Dios nació de laestirpe de David «según la carne» (Rm 1,3; cf. 9,5).Si hoy, con el racionalismo que reina en gran parte

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introducirnos en la «zona-límite» del misterio, re-presentada por la autoconciencia de Cristo. La Igle-sia no duda de que en su narración los evangelistas,inspirados por el Espíritu Santo, captaran correcta-mente, en las palabras pronunciadas por Jesús, laverdad que él tenía sobre su conciencia y su persona.¿No es quizás esto lo que nos quiere decir Lucas,recogiendo las primeras palabras de Jesús, apenascon doce años, en el templo de Jerusalén? Entoncesél aparece ya consciente de tener una relación únicacon Dios, como es la propia del «hijo». En efecto, asu Madre, que le hace notar la angustia con que ellay José lo han buscado, Jesús responde sin dudar:«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debíaestar en la casa de mi Padre?» (Lc 2,49). No es deextrañar, pues, que, en la madurez, su lenguajeexpresara firmemente la profundidad de su miste-rio, como está abundantemente subrayado tanto porlos Evangelios sinópticos (cf. Mt 11,27; Lc 10,22),como por el evangelista Juan. En su autoconcienciaJesús no tiene dudas: «El Padre está en mí, y yo enel Padre» (Jn 10,38).

Aunque sea lícito pensar que, por su condiciónhumana que lo hacía crecer «en sabiduría, en estatu-ra y en gracia» (Lc 2,52), la conciencia humana desu misterio progresa también hasta la plena expre-sión de su humanidad glorificada, no hay duda deque ya en su existencia terrena Jesús tenía concien-cia de su identidad de Hijo de Dios. Juan lo subrayallegando a afirmar que, en definitiva, por esto fuerechazado y condenado. En efecto, buscaban matar-lo, «porque no sólo quebrantaba el sábado, sino quellamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a símismo igual a Dios» (Jn 5,18). En el marco deGetsemaní y del Gólgota, la conciencia humana deJesús se verá sometida a la prueba más dura. Pero nisiquiera el drama de la pasión y muerte conseguiráafectar su serena seguridad de ser el Hijo del Padrecelestial.

Rostro doliente

25. La contemplación del rostro de Cristo noslleva así a acercarnos al aspecto más paradójico desu misterio, como se ve en la hora extrema, la horade la Cruz. Misterio en el misterio, ante el cual el serhumano ha de postrarse en adoración.

Pasa ante nuestra mirada la intensidad de laescena de la agonía en el huerto de los Olivos. Jesús,abrumado por la previsión de la prueba que le

de la cultura contemporánea, es sobre todo la fe enla divinidad de Cristo lo que constituye un proble-ma, en otros contextos históricos y culturales hubomás bien la tendencia a rebajar o desconocer elaspecto histórico concreto de la humanidad de Je-sús. Pero para la fe de la Iglesia es esencial eirrenunciable afirmar que realmente la Palabra «sehizo carne» y asumió todas las características del serhumano, excepto el pecado (cf. Hb 4,15). En estaperspectiva, la Encarnación es verdaderamente unakenosis, un “despojarse”, porparte del Hijo de Dios,de la gloria que tiene desde la eternidad (cf. Flp 2,6-8; 1 P 3,18).

Por otra parte, este rebajarse del Hijo de Dios noes un fin en sí mismo; tiende más bien a la plenaglorificación de Cristo, incluso en su humanidad.«Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un Nombresobre todo nombre. Para que al nombre de Jesústoda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en losabismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús esSeñor para gloria de Dios Padre» (Flp 2,9-11).

23. «Señor, busco tu rostro» (Sal 2726,8). Elantiguo anhelo del Salmista no podía recibir unarespuesta mejor y sorprendente más que en la con-templación del rostro de Cristo. En él Dios nos habendecido verdaderamente y ha hecho «brillar surostro sobre nosotros» (Sal 6766,3). Al mismo tiem-po, Dios y hombre como es, Cristo nos revelatambién el auténtico rostro del hombre, «manifiestaplenamente el hombre al propio hombre».[11]

Jesús es el «hombre nuevo» (cf. Ef 4,24; Col3,10) que llama a participar de su vida divina a lahumanidad redimida. En el misterio de la Encarna-ción están las bases para una antropología que escapaz de ir más allá de sus propios límites y contra-dicciones, moviéndose hacia Dios mismo, más aún,hacia la meta de la «divinazación», a través de laincorporación a Cristo del hombre redimido, admi-tido a la intimidad de la vida trinitaria. Sobre estadimensión salvífica del misterio de la Encarnaciónlos Padres han insistido mucho: sólo porque el Hijode Dios se hizo verdaderamente hombre, el hombrepuede, en él y por medio de él, llegar a ser realmentehijo de Dios.[12]

Rostro del Hijo

24. Esta identidad divino-humana brota vigoro-samente de los Evangelios, que nos ofrecen unaserie de elementos gracias a los cuales podemos

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espera, solo ante Dios, lo invoca con su habitual ytierna expresión de confianza: «¡Abbá, Padre!». Lepide que aleje de él, si es posible, la copa delsufrimiento (cf. Mc 14,36). Pero el Padre parece queno quiere escuchar la voz del Hijo. Para devolver alhombre el rostro del Padre, Jesús debió no sóloasumir el rostro del hombre, sino cargarse inclusodel «rostro» del pecado. «Quien no conoció pecado,se hizo pecado por nosotros, para que viniésemos aser justicia de Dios en él» ( 2 Co 5,21).

Nunca acabaremos de conocer la profundidad deeste misterio. Es toda la aspereza de esta paradoja laque emerge en el grito de dolor, aparentementedesesperado, que Jesús da en la cruz: «”Eloí, Eloí,¿lema sabactaní?” —que quiere decir— “¡Diosmío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?”»(Mc 15,34). ¿Es posible imaginar un sufrimientomayor, una oscuridad más densa? En realidad, elangustioso «por qué» dirigido al Padre con laspalabras iniciales del Salmo 22, aun conservandotodo el realismo de un dolor indecible, se iluminacon el sentido de toda la oración en la que elSalmista presenta unidos, en un conjunto conmove-dor de sentimientos, el sufrimiento y la confianza.En efecto, continúa el Salmo: «En ti esperaronnuestros padres, esperaron y tú los liberaste... ¡Noandes lejos de mí, que la angustia está cerca, no haypara mí socorro!» (2221, 5.12).

26. El grito de Jesús en la cruz, queridos herma-nos y hermanas, no delata la angustia de un desespe-rado, sino la oración del Hijo que ofrece su vida alPadre en el amor para la salvación de todos. Mien-tras se identifica con nuestro pecado, «abandonado»por el Padre, él se «abandona» en las manos delPadre. Fija sus ojos en el Padre. Precisamente por elconocimiento y la experiencia que sólo él tiene deDios, incluso en este momento de oscuridad velímpidamente la gravedad del pecado y sufre poresto. Sólo él, que ve al Padre y lo goza plenamente,valora profundamente qué significa resistir con elpecado a su amor. Antes aun, y mucho más que enel cuerpo, su pasión es sufrimiento atroz del alma.La tradición teológica no ha evitado preguntarsecómo Jesús pudiera vivir a la vez la unión profundacon el Padre, fuente naturalmente de alegría y feli-cidad, y la agonía hasta el grito de abandono. Lacopresencia de estas dos dimensiones aparentemen-te inconciliables está arraigada realmente en laprofundidad insondable de la unión hipostática.

27. Ante este misterio, además de la investiga-ción teológica, podemos encontrar una ayuda eficazen aquel patrimonio que es la «teología vivida» delos Santos. Ellos nos ofrecen unas indicacionespreciosas que permiten acoger más fácilmente laintuición de la fe, y esto gracias a las luces particu-lares que algunos de ellos han recibido del EspírituSanto, o incluso a través de la experiencia que ellosmismos han hecho de los terribles estados de pruebaque la tradición mística describe como «noche oscu-ra». Muchas veces los Santos han vivido algo seme-jante a la experiencia de Jesús en la cruz en laparadójica confluencia de felicidad y dolor. En elDiálogo de la Divina Providencia Dios Padre mues-tra a Catalina de Siena cómo en las almas santaspuede estar presente la alegría junto con el sufri-miento: «Y el alma está feliz y doliente: doliente porlos pecados del prójimo, feliz por la unión y por elafecto de la caridadque ha recibido en sí misma.Ellos imitan al Cordero inmaculado, a mi HijoUnigénito, el cual estando en la cruz estaba feliz ydoliente».[13] Del mismo modo Teresa de Lisieuxvive su agonía en comunión con la de Jesús, verifi-cando en sí misma precisamente la misma paradojade Jesús feliz y angustiado: «Nuestro Señor en elhuerto de los Olivos gozaba de todas las alegrías dela Trinidad, sin embargo su agonía no era menoscruel. Es un misterio, pero le aseguro que, de lo quepruebo yo misma, comprendo algo».[14] Es untestimonio muy claro. Por otra parte, la mismanarración de los evangelistas da lugar a esta percep-ción eclesial de la conciencia de Cristo cuandorecuerda que, aun en su profundo dolor, él muereimplorando el perdón para sus verdugos (cf. Lc23,34) y expresando al Padre su extremo abandonofilial: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» (Lc23,46).

Rostro del Resucitado

28. Como en el Viernes y en el Sábado Santo, laIglesia permanece en la contemplación de este ros-tro ensangrentado, en el cual se esconde la vida deDios y se ofrece la salvación del mundo. Pero estacontemplación del rostro de Cristo no puede redu-cirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucita-do! Si no fuese así, vana sería nuestra predicación yvana nuestra fe (cf. 1 Co 15,14). La resurrección fuela respuesta del Padre a la obediencia de Cristo,como recuerda la Carta a los Hebreos: «El cual,

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habiendo ofrecido en los días de su vida mortalruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas alque podía salvarle de la muerte, fue escuchado porsu actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo quepadeció experimentó la obediencia; y llegado a laperfección, se convirtió en causa de salvación eter-na para todos los que le obedecen» (5, 7-9).

La Iglesia mira ahora a Cristo resucitado. Lo hacesiguiendo los pasos de Pedro, que lloró por haberlerenegado y retomó su camino confesando, con com-prensible temor, su amor a Cristo: «Tú sabes que tequiero» (Jn 21,15.17). Lo hace unida a Pablo, que loencontró en el camino de Damasco y quedóimpactado por él: «Para mí la vida es Cristo, y lamuerte, una ganancia» (Flp 1,21).

Después de dos mil años de estos acontecimien-tos, la Iglesia los vive como si hubieran sucedidohoy. En el rostro de Cristo ella, su Esposa, contem-pla su tesoro y su alegría. «Dulcis Iesu memoria,dans vera cordis gaudia»: ¡cuán dulce es el recuerdode Jesús, fuente de verdadera alegría del corazón!La Iglesia, animada por esta experiencia, retomahoy su camino para anunciar a Cristo al mundo, alinicio del tercer milenio: Él «es el mismo ayer, hoyy siempre» (Hb 13,8).

III. CAMINAR DESDE CRISTO

La santidadLa oraciónLa Eucaristía dominicalEl sacramento de la ReconciliaciónPrimacía de la graciaEscucha de la PalabraAnuncio de la Palabra

29. «He aquí que yo estoy con vosotros todos losdías hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Esta certe-za, queridos hermanos y hermanas, ha acompañadoa la Iglesia durante dos milenios y se ha avivadoahora en nuestros corazones por la celebración delJubileo. De ella debemos sacar un renovado impul-so en la vida cristiana, haciendo que sea, además, lafuerza inspiradora de nuestro camino. Conscientesde esta presencia del Resucitado entre nosotros, nosplanteamos hoy la pregunta dirigida a Pedro enJerusalén, inmediatamente después de su discursode Pentecostés: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?»(Hch 2,37).

Nos lo preguntamos con confiado optimismo,aunque sin minusvalorar los problemas. No nossatisface ciertamente la ingenua convicción de quehaya una fórmula mágica para los grandes desafíosde nuestro tiempo. No, no será una fórmula lo quenos salve, pero sí una Persona y la certeza que ellanos infunde: ¡Yo estoy con vosotros!

No se trata, pues, de inventar un nuevo progra-ma. El programa ya existe. Es el de siempre,recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Secentra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hayque conocer, amar e imitar, para vivir en él la vidatrinitaria y transformar con él la historia hasta superfeccionamiento en la Jerusalén celeste. Es unprograma que no cambia al variar los tiempos y lasculturas, aunque tiene cuenta del tiempo y de lacultura para un verdadero diálogo y una comunica-ción eficaz.

Sin embargo, es necesario que el programa for-mule orientaciones pastorales adecuadas a las con-diciones de cada comunidad. El Jubileo nos haofrecido la oportunidad extraordinaria de dedicar-nos, durante algunos años, a un camino de unidad entoda la Iglesia, un camino de catequesis articuladasobre el tema trinitario y acompañada por objetivospastorales orientados hacia una fecunda experien-cia jubilar. Doy las gracias por la cordial adhesióncon la que ha sido acogida la propuesta que hice enla Carta apostólica Tertio millennio adveniente. Sinembargo, ahora ya no estamos ante una meta inme-diata, sino ante el mayor y no menos compromete-dor horizonte de la pastoral ordinaria. Dentro de lascoordenadas universales e irrenunciables, es nece-sario que el único programa del Evangelio sigaintroduciéndose en la historia de cada comunidadeclesial, como siempre se ha hecho. En las Iglesiaslocales es donde se pueden establecer aquellas indi-caciones programáticas concretas —objetivos ymétodos de trabajo, de formación y valorización delos agentes y la búsqueda de los medios necesa-rios— que permiten que el anuncio de Cristo lleguea las personas, modele las comunidades e incidaprofundamente mediante el testimonio de los valo-res evangélicos en la sociedad y en la cultura.

Por tanto, exhorto ardientemente a los Pastoresde las Iglesias particulares a que, ayudados por laparticipación de los diversos sectores del Pueblo deDios, señalen las etapas del camino futuro, sinto-

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nizando las opciones de cada Comunidad diocesanacon las de las Iglesias colindantes y con las de laIglesia universal.

Dicha sintonía será ciertamente más fácil por eltrabajo colegial, que ya se ha hecho habitual, desa-rrollado por los Obispos en las Conferenciasepiscopales y en los Sínodos. ¿No ha sido éstequizás el objetivo de las Asambleas de los Sínodos,que han precedido la preparación al Jubileo, elabo-rando orientaciones significativas para el anuncioactual del Evangelio en los múltiples contextos y lasdiversas culturas? No se debe perder este rico patri-monio de reflexión, sino hacerlo concretamenteoperativo.

Nos espera, pues, una apasionante tarea de rena-cimiento pastoral. Una obra que implica a todos. Sinembargo, deseo señalar, como punto de referencia yorientación común, algunas prioridades pastoralesque la experiencia misma del Gran Jubileo ha pues-to especialmente de relieve ante misojos.

La santidad

30. En primer lugar, no dudo en decir que laperspectiva en la que debe situarse el camino pasto-ral es el de la santidad. ¿Acaso no era éste el sentidoúltimo de la indulgencia jubilar, como gracia espe-cial ofrecida por Cristo para que la vida de cadabautizado pudiera purificarse y renovarse profunda-mente?

Espero que, entre quienes han participado en elJubileo, hayan sido muchos los beneficiados conesta gracia, plenamente conscientes de su carácterexigente. Terminado el Jubileo, empieza de nuevoel camino ordinario, pero hacer hincapié en la san-tidad es más que nunca una urgencia pastoral.

Conviene además descubrir en todo su valorprogramático el capítulo V de la Constitución dog-mática Lumen gentium sobre la Iglesia, dedicado ala «vocación universal a la santidad». Si losm Pa-dres conciliares concedieron tanto relieve a estatemática no fue para dar una especie de toqueespiritual a la eclesiología, sino más bien para ponerde relieve una dinámica intrínseca y determinante.Descubrir a la Iglesia como «misterio», es decir,como pueblo «congregado en la unidad del Padre,del Hijo y del Espíritu Santo»,[15] llevaba a descu-brir también su «santidad», entendida en su sentidofundamental de pertenecer a Aquél que por excelen-

cia es el Santo, el «tres veces Santo» (cf. Is 6,3).Confesar a la Iglesia como santa significa mostrar surostro de Esposa de Cristo, por la cual él se entregó,precisamente para santificarla (cf. Ef 5,25-26). Estedon de santidad, por así decir, objetiva, se da a cadabautizado.

Pero el don se plasma a su vez en un compromisoque ha de dirigir toda la vida cristiana: «Ésta es lavoluntad de Dios: vuestra santificación» (1 Ts 4,3).Es un compromiso que no afecta sólo a algunoscristianos: «Todos los cristianos, de cualquier claseo condición, están llamados a la plenitud de la vidacristiana y a la perfección del amor».[16]

31. Recordar esta verdad elemental, poniéndolacomo fundamento de la programación pastoral quenos atane al inicio del nuevo milenio, podría pare-cer, en un primer momento, algo poco práctico.¿Acaso se puede «programar» la santidad? ¿Quépuede significar esta palabra en la lógica de un planpastoral?

En realidad, poner la programación pastoral bajoel signo de la santidad es una opción llena deconsecuencias. Significa expresar la convicción deque, si el Bautismo es una verdadera entrada en lasantidad de Dios por medio de la inserción en Cristoy la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasen-tido contentarse con una vida mediocre, vividasegún una ética minimalista y una religiosidad su-perficial. Preguntar a un catecúmeno, «¿quieresrecibir el Bautismo?», significa al mismo tiempopreguntarle, «¿quieres ser santo?» Significa ponerleen el camino del Sermón de la Montaña: «Sedperfectos como es perfecto vuestro Padre celestial»(Mt 5,48).

Como el Concilio mismo explicó, este ideal deperfección no ha de ser malentendido, como siimplicase una especie de vida extraordinaria, prac-ticable sólo por algunos «genios» de la santidad. Loscaminos de la santidad son múltiples y adecuados ala vocación de cada uno. Doy gracias al Señor queme ha concedido beatificar y canonizar duranteestos años a tantos cristianos y, entre ellos a muchoslaicos que se han santificado en las circunstanciasmás ordinarias de la vida. Es el momento de propo-ner de nuevo a todos con convicción este «altogrado» de la vida cristiana ordinaria. La vida enterade la comunidad eclesial y de las familias cristianasdebe ir en esta dirección. Pero también es evidente

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que los caminos de la santidad son personales yexigen una pedagogía de la santidad verdadera ypropia, que sea capaz de adaptarse a los ritmos decada persona. Esta pedagogía debe enriquecer lapropuesta dirigida a todos con las formas tradicio-nales de ayuda personal y de grupo, y con las formasmás recientes ofrecidas en las asociaciones y en losmovimientos reconocidos por la Iglesia.

La oración

32. Para esta pedagogía de la santidad es necesa-rio un cristianismo que se distinga ante todo en elarte de la oración. El Año jubilar ha sido un año deoración personal y comunitaria más intensa. Perosabemos bien que rezar tampoco es algo que puedadarse por supuesto. Es preciso aprender a orar, comoaprendiendo de nuevo este arte de los labios mismosdel divino Maestro, como los primeros discípulos:«Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1). En la plegariase desarrolla ese diálogo con Cristo que nos con-vierte en sus íntimos: «Permaneced en mí, como yoen vosotros» (Jn 15,4). Esta reciprocidad es elfundamento mismo, el alma de la vida cristiana yuna condición para toda vida pastoral auténtica.Realizada en nosotros por el Espíritu Santo, nosabre, por Cristo y en Cristo, a la contemplación delrostro del Padre. Aprender esta lógica trinitaria de laoración cristiana, viviéndola plenamente ante todoen la liturgia, cumbre y fuente de la vida ecle-sial,[17] pero también de la experiencia personal, esel secreto de un cristianismo realmente vital, que notiene motivos para temer el futuro, porque vuelvecontinuamente a las fuentes y se regenera en ellas.

33. ¿No es acaso un «signo de los tiempos» el quehoy, a pesar de los vastos procesos de seculariza-ción, se detecte una difusa exigencia de espirituali-dad, que en gran parte se manifiesta precisamente enuna renovada necesidad de orar? También las otrasreligiones, ya presentes extensamente en los territo-rios de antigua cristianización, ofrecen sus propiasrespuestas a esta necesidad, y lo hacen a veces demanera atractiva. Nosotros, que tenemos la graciade creer en Cristo, revelador del Padre y Salvadordel mundo, debemos enseñar a qué grado deinteriorización nos puede llevar la relación con él.

La gran tradición mística de la Iglesia, tanto enOriente como en Occidente, puede enseñar muchoa este respecto. Muestra cómo la oración puedeavanzar, como verdadero y propio diálogo de amor,

hasta hacer que la persona humana sea poseídatotalmente por el divino Amado, sensible al impul-so del Espíritu y abandonada filialmente en el cora-zón del Padre. Entonces se realiza la experienciaviva de la promesa de Cristo: «El que me ame, seráamado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaréa él» (Jn 14,21). Se trata de un camino sostenidoenteramente por la gracia, el cual, sin embargo,requiere un intenso compromiso espiritual que en-cuentra también dolorosas purificaciones (la «no-che oscura»), pero que llega, de tantas formas posi-bles, al indecible gozo vivido por los místicos como«unión esponsal». ¿Cómo no recordar aquí, entretantos testimonios espléndidos, la doctrina de sanJuan de la Cruz y de santa Teresa de Jesús?

Sí, queridos hermanos y hermanas, nuestras co-munidades cristianas tienen que llegar a ser autén-ticas «escuelas de oración», donde el encuentro conCristo no se exprese solamente en petición de ayu-da, sino también en acción de gracias, alabanza,adoración, contemplación, escucha y viveza de afectohasta el «arrebato del corazón. Una oración intensa,pues, que sin embargo no aparta del compromiso enla historia: abriendo el corazón al amor de Dios, loabre también al amor de los hermanos, y nos hacecapaces de construir la historia según el designio deDios.[18]

34. Ciertamente, los fieles que han recibido eldon de la vocación a una vida de especial consagra-ción están llamados de manera particular a la ora-ción: por su naturaleza, la consagración les hacemás disponibles para la experiencia contemplativa,y es importante que ellos la cultiven con generosadedicación. Pero se equivoca quien piense que elcomún de los cristianos se puede conformar con unaoración superficial, incapaz de llenar su vida. Espe-cialmente ante tantos modos en que el mundo de hoypone a prueba la fe, no sólo serían cristianos medio-cres, sino «cristianos con riesgo». En efecto, corre-rían el riesgo insidioso de que su fe se debilitaraprogresivamente, y quizás acabarían por ceder a laseducción de los sucedáneos, acogiendo propuestasreligiosas alternativas y transigiendo incluso conformas extravagantes de superstición. Hace falta,pues, que la educación en la oración se convierta dealguna manera en un punto determinante de todaprogramación pastoral. Yo mismo me he propuestodedicar las próximas catequesis de los miércoles ala reflexión sobre los Salmos, comenzando por los

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de la oración de Laudes, con la cual la Iglesia nosinvita a «consagrar» y orientar nuestra jornada.Cuánto ayudaría que no sólo en las comunidadesreligiosas, sino también en las parroquiales, nosesforzáramos más para que todo el ambiente espiri-tual estuviera marcado por la oración. Convendríavalorizar, con el oportuno discernimiento, las for-mas populares y sobre todo educar en las litúrgicas.Está quizá más cercano de lo que ordinariamente secree, el día en que en la comunidad cristiana seconjuguen los múltiples compromisos pastorales yde testimonio en el mundo con la celebración euca-rística y quizás con el rezo de Laudes y Vísperas. Lodemuestra la experiencia de tantos grupos compro-metidos cristianamente, incluso con una buena re-presentación de seglares.

La Eucaristía dominical

35. El mayor empeño se ha de poner, pues, en laliturgia, «cumbre a la cual tiende la actividad de laIglesia y al mismo tiempo la fuente de donde manatoda su fuerza».[19] En el siglo XX, especialmentea partir del Concilio, la comunidad cristiana haganado mucho en el modo de celebrar los Sacra-mentos y sobre todo la Eucaristía. Es preciso insistiren este sentido, dando un realce particular a laEucaristía dominical y al domingo mismo, sentidocomo día especial de la fe, día del Señor resucitadoy del don del Espíritu, verdadera Pascua de lasemana.[20] Desde hace dos mil años, el tiempocristiano está marcado por la memoria de aquel«primer día después del sábado» (Mc 16,2.9; Lc24,1; Jn 20,1¿, en el que Cristo resucitado llevó a losApóstoles el don de la paz y del Espíritu (cf. Jn20,19-23). La verdad de la resurrección de Cristo esel dato originario sobre el que se apoya la fe cristiana(cf. 1 Co 15,14), acontecimiento que es el centro delmisterio del tiempo y que prefigura el último día,cuando Cristo vuelva glorioso. No sabemos quéacontecimientos nos reservará el milenio que estácomenzando, pero tenemos la certeza de que éstepermanecerá firmemente en las manos de Cristo, el«Rey de Reyes y Señor de los Señores» (Ap 19,16)y precisamente celebrando su Pascua, no sólo unavez al año sino cada domingo, la Iglesia seguiráindicando a cada generación «lo que constituye eleje central de la historia, con el cual se relacionan elmisterio del principio y del destino final del mun-do».[21]

36. Por tanto, quisiera insistir, en la línea de laExhortación «Dies Domini», para que la participa-ción en la Eucaristía sea, para cada bautizado, elcentro del domingo. Es un deber irrenunciable, quese ha de vivir no sólo para cumplir un precepto, sinocomo necesidad de una vida cristiana verdadera-mente consciente y coherente. Estamos entrando enun milenio que se presenta caracterizado por unprofundo entramado de culturas y religiones inclusoen Países de antigua cristianización. En muchasregiones los cristianos son, o lo están siendo, un«pequeño rebaño» (Lc 12,32). Esto les pone ante elreto de testimoniar con mayor fuerza, a menudo encondiciones de soledad y dificultad, los aspectosespecíficos de su propia identidad. El deber de laparticipación eucarística cada domingo es una deéstos. La Eucaristía dominical, congregando sema-nalmente a los cristianos como familia de Diosentorno a la mesa de la Palabra y del Pan de vida, estambién el antídoto más natural contra la dispersión.Es el lugar privilegiado donde la comunión esanunciada y cultivada constantemente. Precisamentea través de la participación eucarística, el día delSeñor se convierte también en el día de la Iglesia,[22] que puede desempeñar así de manera eficaz supapel de sacramento de unidad.

El sacramento de la Reconciliación

37. Deseo pedir, además, una renovada valentíapastoral para que la pedagogía cotidiana de lacomunidad cristiana sepa proponer de manera con-vincente y eficaz la práctica del Sacramento de laReconciliación. Como se recordará, en 1984 inter-vine sobre este tema con la Exhortación postsinodalReconciliatio et paenitentia, que recogía los frutosde la reflexión de una Asamblea del Sínodo de losObispos, dedicada a esta problemática. Entoncesinvitaba a esforzarse por todos los medios paraafrontar la crisis del «sentido del pecado» que se daen la cultura contemporánea,[23] pero más aún,invitaba a hacer descubrir a Cristo como mysteriumpietatis, en el que Dios nos muestra su corazónmisericordioso y nos reconcilia plenamente consi-go. Éste es el rostro de Cristo que conviene hacerdescubrir también a través del sacramento de lapenitencia que, para un cristiano, «es el caminoordinario para obtener el perdón y la remisión desus pecados graves cometidos después del Bautis-mo».[24] Cuando el mencionado Sínodo afrontó el

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problema, era patente a todos la crisis del Sacra-mento, especialmente en algunas regiones delmundo. Los motivos que lo originan no se handesvanecido en este breve lapso de tiempo. Pero elAño jubilar, que se ha caracterizado particular-mente por el recurso a la Penitencia sacramentalnos ha ofrecido un mensaje alentador, que no se hade desperdiciar: si muchos, entre ellos tantos jóve-nes, se han acercado con fruto a este sacramento,probablemente es necesario que los Pastores ten-gan mayor confianza, creatividad y perseveranciaen presentarlo y valorizarlo. ¡No debemos rendir-nos, queridos hermanos sacerdotes, ante las crisiscontemporáneas! Los dones del Señor —y losSacramentos son de los más preciosos— vienen deAquél que conoce bien el corazón del hombre y esel Señor de lahistoria.

Primacía de la gracia

38. En la programación que nos espera, trabajarcon mayor confianza en una pastoral que dé priori-dad a la oración, personal y comunitaria, significarespetar un principio esencial de la visión cristianade la vida: la primacía de la gracia. Hay una tenta-ción que insidia siempre todo camino espiritual y laacción pastoral misma: pensar que los resultadosdependen de nuestra capacidad de hacer y progra-mar. Ciertamente, Dios nos pide una colaboraciónreal a su gracia y, por tanto, nos invita a utilizar todoslos recursos de nuestra inteligencia y capacidadoperativa en nuestro servicio a la causa del Reino.Pero no se ha de olvidar que, sin Cristo, «no pode-mos hacer nada» (cf. Jn 15,5).

La oración nos hace vivir precisamente en estaverdad. Nos recuerda constantemente la primacíade Cristo y, en relación con él, la primacía de la vidainterior y de la santidad. Cuando no se respeta esteprincipio, ¿ha de sorprender que los proyectos pas-torales lleven al fracaso y dejen en el alma unhumillante sentimiento de frustración? Hagamos,pues, la experiencia de los discípulos en el episodioevangélico de la pesca milagrosa: «Maestro, hemosestado bregando toda la noche y no hemos pescadonada» (Lc 5,5). Este es el momento de la fe, de laoración, del diálogo con Dios, para abrir el corazóna la acción de la gracia y permitir a la palabra deCristo que pase por nosotros con toda su fuerza:¡Duc in altum! En aquella ocasión, fue Pedro quienhabló con fe: «en tu palabra, echaré las redes»

(ibíd.). Permitidle al Sucesor de Pedro que, en elcomienzo de este milenio, invite a toda la Iglesia aeste acto de fe, que se expresa en un renovadocompromiso de oración.

Escucha de la Palabra

39. No cabe duda de que esta primacía de lasantidad y de la oración sólo se puede concebir apartir de una renovada escucha de la palabra deDios. Desde que el Concilio Vaticano II ha subraya-do el papel preeminente de la palabra de Dios en lavida de la Iglesia, ciertamente se ha avanzado mu-cho en la asidua escucha y en la lectura atenta de laSagrada Escritura. Ella ha recibido el honor que lecorresponde en la oración pública de la Iglesia.Tanto las personas individualmente como las co-munidades recurren ya en gran número a la Escritu-ra, y entre los laicos mismos son muchos quienes sededicana ella con la valiosa ayuda de estudiosteológicos y bíblicos. Precisamente con esta aten-ción a la palabra de Dios se está revitalizandoprincipalmente la tarea de la evangelización y lacatequesis. Hace falta, queridos hermanos y herma-nas, consolidar y profundizar esta orientación, in-cluso a través de la difusión de la Biblia en lasfamilias. Es necesario, en particular, que la escuchade la Palabra se convierta en un encuentro vital, enla antigua y siempre válida tradición de la lectiodivina, que permite encontrar en el texto bíblico lapalabra viva que interpela, orienta y modela laexistencia.

Anuncio de la Palabra

40. Alimentarnos de la Palabra para ser «servido-res de la Palabra» en el compromiso de la evangeli-zación, es indudablemente una prioridad para laIglesia al comienzo del nuevo milenio. Ha pasadoya, incluso en los Países de antigua evangelización,la situación de una «sociedad cristiana», la cual, aúncon las múltiples debilidades humanas, se basabaexplícitamente en los valores evangélicos. Hoy seha de afrontar con valentía una situación que cadavez es más variada y comprometida, en el contextode la globalización y de la nueva y cambiantesituación de pueblos y culturas que la caracteriza.He repetido muchas veces en estos años la «llama-da» a la nueva evangelización. La reitero ahora,sobre todo para indicar que hace falta reavivar ennosotros el impulso de los orígenes, dejándonos

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impregnar por el ardor de la predicación apostólicadespués de Pentecostés. Hemos de revivir en noso-tros el sentimiento apremiante de Pablo, que excla-maba: «¡ay de mí si no predicara el Evangelio!» (1Co 9,16).

Esta pasión suscitará en la Iglesia una nuevaacción misionera, que no podrá ser delegada a unospocos «especialistas», sino que acabará por implicarla responsabilidad de todos los miembros del Pue-blo de Dios. Quien ha encontrado verdaderamente aCristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciar-lo. Es necesario un nuevo impulso apostólico quesea vivido, como compromiso cotidiano de lascomunidades y de los grupos cristianos. Sin embar-go, esto debe hacerse respetando debidamente elcamino siempre distinto de cada persona y atendien-do a las diversas culturas en las que ha de llegar elmensaje cristiano, de tal manera que no se nieguenlos valores peculiares de cada pueblo, sino que seanpurificados y llevados a su plenitud.

El cristianismo del tercer milenio debe respondercada vez mejor a esta exigencia de inculturación.Permaneciendo plenamente uno mismo, en totalfidelidad al anuncio evangélico y a la tradicióneclesial, llevará consigo también el rostro de tantasculturas y de tantos pueblos en que ha sido acogidoy arraigado. De la belleza de este rostro pluriformede la Iglesia hemos gozado particularmente en esteAño jubilar. Quizás es sólo el comienzo, un iconoapenas esbozado del futuro que el Espíritu de Diosnos prepara.

La propuesta de Cristo se ha de hacer a todos conconfianza. Se ha de dirigir a los adultos, a lasfamilias, a los jóvenes, a los niños, sin escondernunca las exigencias más radicales del mensajeevangélico, atendiendo a las exigencias de cadauno, por lo que se refiere a la sensibilidad y allenguaje, según el ejemplo de Pablo cuando decía:«Me he hecho todo a todos para salvar a toda costaa algunos» (1 Co 9,22). Al recomendar todo esto,pienso en particular en la pastoral juvenil. Precisa-mente por lo que se refiere a los jóvenes, como anteshe recordado, el Jubileo nos ha ofrecido un testimo-nio consolador de generosa disponibilidad. Hemosde saber valorizar aquella respuesta alentadora,empleando aquel entusiasmo como un nuevo talen-to (cf. Mt 25,15) que Dios ha puesto en nuestrasmanos para que los hagamos fructificar.

41. Que nos ayude y oriente, en esta acciónmisionera confiada, emprendedora y creativa, elejemplo esplendoroso de tantos testigos de la feque el Jubileo nos ha hecho recordar. La Iglesia haencontrado siempre, en sus mártires, una semillade vida. Sanguis martyrum – semen christiano-rum.[25] Esta célebre «ley» enunciada por Tertu-liano, se ha demostrado siempre verdadera ante laprueba de la historia. ¿No será así también para elsiglo y para el milenio que estamos iniciando?Quizás estábamos demasiado acostumbrados apensar en los mártires en términos un poco lejanos,como si se tratase de un grupo del pasado, vincu-lado sobre todo a los primeros siglos de la eracristiana. La memoria jubilar nos ha abierto unpanorama sorprendente, mostrándonos nuestrotiempo particularmente rico en testigos que, de unamanera u otra, han sabido vivir el Evangelio ensituaciones de hostilidad y persecución, a menudohasta dar su propia sangre como prueba suprema.En ellos la palabra de Dios, sembrada en terrenofértil, ha fructificado el céntuplo (cf. Mt 13,8.23).Con su ejemplo nos han señalado y casi «allanado»el camino del futuro. A nosotros nos toca, con lagracia de Dios, seguir sus huellas.

IV. TESTIGOS DEL AMOR

Espiritualidad de comuniónVariedad de vocacionesEl campo ecuménicoApostar por la caridadRetos actualesUn signo concretoDiálogo y misiónA la luz del Concilio

42. «En esto conocerán todos que sois discípulosmíos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn13,35). Si verdaderamente hemos contemplado elrostro de Cristo, queridos hermanos y hermanas,nuestra programación pastoral se inspirará en el«mandamiento nuevo» que él nos dio: «Que, comoyo os he amado, así os améis también vosotros losunos a los otros» (Jn 13,34).

Otro aspecto importante en que será necesarioponer un decidido empeño programático, tanto en elámbito de la Iglesia universal como de la Iglesiasparticulares, es el de la comunión (koinonía), que

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encarna y manifiesta la esencia misma del misteriode la Iglesia. La comunión es el fruto y la manifes-tación de aquel amor que, surgiendo del corazón deleterno Padre, se derrama en nosotros a través delEspíritu que Jesús nos da (cf. Rm 5,5), para hacer detodos nosotros «un solo corazón y una sola alma»(Hch 4,32). Realizando esta comunión de amor, laIglesia se manifiesta como «sacramento», o sea,«signo e instrumento de la íntima unión con Dios yde la unidad del género humano».[26]

Las palabras del Señor a este respecto son dema-siado precisas como para minimizar su alcance.Muchas cosas serán necesarias para el camino his-tórico de la Iglesia también este nuevo siglo; pero sifaltara la caridad (ágape), todo sería inútil. Nos lorecuerda el apóstol Pablo en el himno a la caridad:aunque habláramos las lenguas de los hombres y losángeles, y tuviéramos una fe «que mueve las mon-tañas», si faltamos a la caridad, todo sería «nada»(cf. 1 Co 13,2). La caridad es verdaderamente el«corazón» de la Iglesia, como bien intuyó santaTeresa de Lisieux, a la que he querido proclamarDoctora de la Iglesia, precisamente como experta enla scientia amoris: «Comprendí que la Iglesia teníaun Corazón y que este Corazón ardía de amor.Entendí que sólo el amor movía a los miembros dela Iglesia [...]. Entendí que el amor comprendíatodas las vocaciones, que el Amor era todo».[27]

Espiritualidad de comunión

43. Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de lacomunión: éste es el gran desafío que tenemos antenosotros en el milenio que comienza, si queremosser fieles al designio de Dios y responder también alas profundas esperanzas del mundo.

¿Qué significa todo esto en concreto? Tambiénaquí la reflexión podría hacerse enseguida operati-va, pero sería equivocado dejarse llevar por esteprimer impulso. Antes de programar iniciativasconcretas, hace falta promover una espiritualidad dela comunión, proponiéndola como principio educa-tivo en todos los lugares donde se forma el hombrey el cristiano, donde se educan los ministros delaltar, las personas consagradas y los agentespastorales, donde se construyen las familias y lascomunidades. Espiritualidad de la comunión signi-fica ante todo una mirada del corazón sobre todohacia el misterio de la Trinidad que habita en noso-tros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el

rostro de los hermanos que están a nuestro lado.Espiritualidad de la comunión significa, además,capacidad de sentir al hermano de fe en la unidadprofunda del Cuerpo místico y, por tanto, como«uno que me pertenece», para saber compartir susalegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos yatender a sus necesidades, para ofrecerle una verda-dera y profunda amistad. Espiritualidad de la comu-nión es también capacidad de ver ante todo lo quehay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlocomo regalo de Dios: un «don para mí», además deser un don para el hermano que lo ha recibidodirectamente. En fin, espiritualidad de la comuniónes saber «dar espacio» al hermano, llevando mutua-mente la carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazandolas tentaciones egoístas que continuamente nosasechan y engendran competitividad, ganas de ha-cer carrera, desconfianza y envidias. No nos haga-mos ilusiones: sin este camino espiritual, de pocoservirían los instrumentos externos de la comunión.Se convertirían en medios sin alma, máscaras decomunión más que sus modos de expresión y creci-miento.

44. Sobre esta base el nuevo siglo debe compro-meternos más que nunca a valorar y desarrollaraquellos ámbitos e instrumentos que, según lasgrandes directrices del Concilio Vaticano II, sirvenpara asegurar y garantizar la comunión. ¿Cómo nopensar, ante todo, en los servicios específicos de lacomunión que son el ministerio petrino y, en estre-cha relación con él, la colegialidad episcopal? Setrata de realidades que tienen su fundamento y suconsistencia en el designio mismo de Cristo sobre laIglesia,[28] pero que precisamente por eso necesi-tan de una continua verificación que asegure suauténtica inspiración evangélica.

También se ha hecho mucho, desde el ConcilioVaticano II, en lo que se refiere a la reforma de laCuria romana, la organización de los Sínodos y elfuncionamiento de las Conferencias Episcopales.Pero queda ciertamente aún mucho por hacer paraexpresar de la mejor manera las potencialidades deestos instrumentos de la comunión, particularmentenecesarios hoy ante la exigencia de responder conprontitud y eficacia a los problemas que la Iglesiatiene que afrontar en los cambios tan rápidos denuestro tiempo.

45. Los espacios de comunión han de ser cultiva-dos y ampliados día a día, a todos los niveles, en el

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entramado de la vida de cada Iglesia. En ella, lacomunión ha de ser patente en las relaciones entreObispos, presbíteros y diáconos, entre Pastores ytodo el Pueblo de Dios, entre clero y religiosos, entreasociaciones y movimientos eclesiales. Para ello sedeben valorar cada vez más los organismos departicipación previstos por el Derecho canónico,como los Consejos presbiterales y pastorales. Éstos,como es sabido, no se inspiran en los criterios de lademocracia parlamentaria, puesto que actúan demanera consultiva y no deliberativa[29] sin embar-go, no pierden por ello su significado e importancia.En efecto, la teología y la espiritualidad de la comu-nión aconsejan una escucha recíproca y eficaz entrePastores y fieles, manteniéndolos por un lado uni-dos a priori en todo lo que es esencial y, por otro,impulsándolos a confluir normalmente incluso enlo opinable hacia opciones ponderadas y comparti-das.

Para ello, hemos de hacer nuestra la antiguasabiduría, la cual, sin perjuicio alguno del papeljerárquico de los Pastores, sabía animarlos a escu-char atentamente a todo el Pueblo de Dios. Essignificativo lo que san Benito recuerda al Abad delmonasterio, cuando le invita a consultar también alos más jóvenes: «Dios inspira a menudo al másjoven lo que es mejor».[30] Y san Paulino de Nolaexhorta: «Estemos pendientes de los labios de losfieles, porque en cada fiel sopla el Espíritu deDios».[31]

Por tanto, así como la prudencia jurídica, ponien-do reglas precisas para la participación, manifiestala estructura jerárquica de la Iglesia y evita tentacio-nes de arbitrariedad y pretensiones injustificadas, laespiritualidad de la comunión da un alma a laestructura institucional, con una llamada a la con-fianza y apertura que responde plenamente a ladignidad y responsabilidad de cada miembro delPueblo de Dios.

Variedad de vocaciones

46. Esta perspectiva de comunión está estrecha-mente unida a la capacidad de la comunidad cristia-na para acoger todos los dones del Espíritu. Launidad de la Iglesia no es uniformidad, sino integra-ción orgánica de las legítimas diversidades. Es larealidad de muchos miembros unidos en un sólocuerpo, el único Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12,12).Es necesario, pues, que la Iglesia del tercer milenio

impulse a todos los bautizados y confirmados atomar conciencia de la propia responsabilidad acti-va en la vida eclesial. Junto con el ministerio orde-nado, pueden florecer otros ministerios, instituidoso simplemente reconocidos, para el bien de toda lacomunidad, atendiéndola en sus múltiples necesi-dades: de la catequesis a la animación litúrgica, dela educación de los jóvenes a las más diversasmanifestaciones de la caridad.

Se ha de hacer ciertamente un generoso esfuerzo—sobre todo con la oración insistente al Dueño dela mies (cf. Mt 9,38)— en la promoción de lasvocaciones al sacerdocio y a la vida de especialconsagración. Éste es un problema muy importantepara la vida de la Iglesia en todas las partes delmundo. Además, en algunos países de antigua evan-gelización, se ha hecho incluso dramático debido alcontexto social cambiante y al enfriamiento religio-so causado por el consumismo y el secularismo. Esnecesario y urgente organizar una pastoral de lasvocaciones amplia y capilar, que llegue a las parro-quias, a los centros educativos y familias, suscitan-do una reflexión atenta sobre los valores esencialesde la vida, los cuales se resumen claramente en larespuesta que cada uno está invitado a dar a lallamada de Dios, especialmente cuando pide la totalentrega de sí y de las propias fuerzas para la causadel Reino.

En este contexto cobran también toda su impor-tancia las demás vocaciones, enraizadas básica-mente en la riqueza de la vida nueva recibida en elsacramento del Bautismo. En particular, es necesa-rio descubrir cada vez mejor la vocación propia delos laicos, llamados como tales a «buscar el reino deDios ocupándose de las realidades temporales yordenándolas según Dios»[32] y a llevar a cabo «enla Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde[...] con su empeño por evangelizar y santificar a loshombres».[33]

En esta misma línea, tiene gran importancia parala comunión el deber de promover las diversasrealidades de asociación, que tanto en sus modalida-des más tradicionales como en las más nuevas de losmovimientos eclesiales, siguen dando a la Iglesiauna viveza que es don de Dios constituyendo unaauténtica primavera del Espíritu. Conviene cierta-mente que, tanto en la Iglesia universal como en lasIglesias particulares, las asociaciones y movimien-tos actúen en plena sintonía eclesial y en obediencia

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a las directrices de los Pastores. Pero es tambiénexigente y perentoria para todos la exhortación delApóstol: «No extingáis el Espíritu, no despreciéislas profecías, examinadlo todo y quedaos con lobueno» (1 Ts 5,19-21).

47. Una atención especial se ha de prestar tam-bién a la pastoral de la familia, especialmente nece-saria un momento histórico como el presente, en elque se está constatando una crisis generalizada yradical de esta institución fundamental. En la visióncristiana del matrimonio, la relación entre un hom-bre y una mujer —relación recíproca y total, únicae indisoluble— responde al proyecto primitivo deDios, ofuscado en la historia por la «dureza decorazón», pero que Cristo ha venido a restaurar ensu esplendor originario, revelando lo que Dios haquerido «desde el principio» (cf. Mt 19,8). En elmatrimonio, elevado a la dignidad de Sacramento,se expresa además el «gran misterio» del amoresponsal de Cristo a su Iglesia (cf. Ef 5,32).

En este punto la Iglesia no puede ceder a laspresiones de una cierta cultura, aunque sea muyextendida y a veces «militante». Conviene más bienprocurar que, mediante una educación evangélicacada vez más completa, las familias cristianas ofrez-can un ejemplo convincente de la posibilidad de unmatrimonio vivido de manera plenamente confor-me al proyecto de Dios y a las verdaderas exigenciasde la persona humana: tanto la de los cónyugescomo, sobre todo, la de los más frágiles que son loshijos. Las familias mismas deben ser cada vez másconscientes de la atención debida a los hijos yhacerse promotores de una eficaz presencia eclesialy social para tutelar sus derechos.

El campo ecuménico

48. ¿Y qué decir, además, de la urgencia depromover la comunión en el delicado ámbito delcampo ecuménico? La triste herencia del pasadonos afecta todavía al cruzar el umbral del nuevomilenio. La celebración jubilar ha incluido algúnsigno verdaderamente profético y conmovedor, peroqueda aún mucho camino por hacer.

En realidad, al hacernos poner la mirada enCristo, el Gran Jubileo ha hecho tomar una concien-cia más viva de la Iglesia como misterio de unidad.«Creo en la Iglesia, que es una»: esto que manifes-tamos en la profesión de fe tiene su fundamento

último en Cristo, en el cual la Iglesia no está dividida(1 Co 1,11-13). Como Cuerpo suyo, en la unidadobtenida por los dones del Espíritu, es indivisible.La realidad de la división se produce en el ámbito dela historia, en las relaciones entre los hijos de laIglesia, como consecuencia de la fragilidad humanapara acoger el don que fluye continuamente delCristo-Cabeza en el Cuerpo místico. La oración deJesús en el cenáculo —«como tú, Padre, en mí y yoen ti, que ellos también sean uno en nosotros» (Jn17, 21)— es a la vez revelación e invocación. Nosrevela la unidad de Cristo con el Padre como el lugarde donde nace la unidad de la Iglesia y como donperenne que, en él, recibirá misteriosamente hasta elfin de los tiempos. Esta unidad que se realiza con-cretamente en la Iglesia católica, a pesar de loslímites propios de lo humano, emerge también demanera diversa en tantos elementos de santificacióny de verdad que existen dentro de las otras Iglesiasy Comunidades eclesiales; dichos elementos, encuanto dones propios de la Iglesia de Cristo, lesempujan sin cesar hacia la unidad plena.[34]

La oración de Cristo nos recuerda que este don hade ser acogido y desarrollado de manera cada vezmás profunda. La invocación «ut unum sint» es, a lavez, imperativo que nos obliga, fuerza que nossostiene y saludable reproche por nuestra desidia yestrechez de corazón. La confianza de poder alcan-zar, incluso en la historia, la comunión plena yvisible de todos los cristianos se apoya en la plegariade Jesús, no en nuestras capacidades.

En esta perspectiva de renovado caminopostjubilar, miro con gran esperanza a las Iglesiasde Oriente, deseando que se recupere plenamenteese intercambio de dones que ha enriquecido laIglesia del primer milenio. El recuerdo del tiempoen que la Iglesia respiraba con «dos pulmones» ha deimpulsar a los cristianos de oriente y occidente acaminar juntos, en la unidad de la fe y en el respetode las legítimas diferencias, acogiéndose y apoyán-dose mutuamente como miembros del único Cuer-po de Cristo.

Con análogo esmero se ha de cultivar el diálogoecuménico con los hermanos y hermanas de laComunión anglicana y de las Comunidades eclesialesnacidas de la Reforma. La confrontación teológicasobre puntos esenciales de la fe y de la moralcristiana, la colaboración en la caridad y, sobre todo,

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el gran ecumenismo de la santidad, con la ayuda deDios, producirán sus frutos en el futuro. Entre tanto,continuemos con confianza en el camino, anhelan-do el momento en que, con todos los discípulos deCristo sin excepción, podamos cantar juntos convoz clara: «Ved qué dulzura, que delicia, convivirlos hermanos unidos» (Sal 133,1).

Apostar por la caridad

49. A partir de la comunión intraeclesial, lacaridad se abre por su naturaleza al servicio univer-sal, proyectándonos hacia la práctica de un amoractivo y concreto con cada ser humano. Éste es unámbito que caracteriza de manera decisiva la vidacristiana, el estilo eclesial y la programación pasto-ral. El siglo y el milenio que comienzan tendrán quever todavía, y es de desear que lo vean de modopalpable, a qué grado de entrega puede llegar lacaridad hacia los más pobres. Si verdaderamentehemos partido de la contemplación de Cristo, tene-mos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro deaquellos con los que él mismo ha querido identifi-carse: «He tenido hambre y me habéis dado decomer, he tenido sed y me habéis dado que beber; fuiforastero y me habéis hospedado; desnudo y mehabéis vestido, enfermo y me habéis visitado, encar-celado y habéis venido a verme» (Mt 25,35-36).Esta página no es una simple invitación a la caridad:es una página de cristología, que ilumina el misteriode Cristo. Sobre esta página, la Iglesia compruebasu fidelidad como Esposa de Cristo, no menos quesobre el ámbito de la ortodoxia.

No debe olvidarse, ciertamente, que nadie puedeser excluido de nuestro amor, desde el momento que«con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido encierto modo a cada hombre».[35] Ateniéndonos alas indiscutibles palabras del Evangelio, en la perso-na de los pobres hay una presencia especial suya,que impone a la Iglesia una opción preferencial porellos. Mediante esta opción, se testimonia el estilodel amor de Dios, su providencia, su misericordia y,de alguna manera, se siembran todavía en la historiaaquellas semillas del Reino de Dios que Jesúsmismo dejó en su vida terrena atendiendo a cuantosrecurrían a Él para toda clase de necesidades espiri-tuales y materiales.

50. En efecto, son muchas en nuestro tiempo lasnecesidades que interpelan la sensibilidad cristiana.Nuestro mundo empieza el nuevo milenio cargado

de las contradicciones de un crecimiento económi-co, cultural, tecnológico, que ofrece a pocos afortu-nados grandes posibilidades, dejando no sólo amillones y millones de personas al margen delprogreso, sino a vivir en condiciones de vida muypor debajo del mínimo requerido por la dignidadhumana. ¿Cómo es posible que, en nuestro tiempo,haya todavía quien se muere de hambre; quién estácondenado al analfabetismo; quién carece de laasistencia médica más elemental; quién no tienetecho donde cobijarse?

El panorama de la pobreza puede extenderseindefinidamente, si a las antiguas añadimos lasnuevas pobrezas, que afectan a menudo a ambientesy grupos no carentes de recursos económicos, peroexpuestos a la desesperación del sin sentido, a lainsidia de la droga, al abandono en la edad avanzadao en la enfermedad, a la marginación o a la discrimi-nación social. El cristiano, que se asoma a estepanorama, debe aprender a hacer su acto de fe enCristo interpretando el llamamiento que él dirigedesde este mundo de la pobreza. Se trata de conti-nuar una tradición de caridad que ya ha tenidomuchísimas manifestaciones en los dos mileniospasados, pero que hoy quizás requiere mayor crea-tividad. Es la hora de un nueva «imaginación de lacaridad», que promueva no tanto y no sólo la efica-cia de las ayudas prestadas, sino la capacidad dehacerse cercanos y solidarios con quien sufre, paraque el gesto de ayuda sea sentido no como limosnahumillante, sino como un compartir fraterno.

Por eso tenemos que actuar de tal manera que lospobres, en cada comunidad cristiana, se sientancomo «en su casa». ¿No sería este estilo la másgrande y eficaz presentación de la buena nueva delReino? Sin esta forma de evangelización, llevada acabo mediante la caridad y el testimonio de lapobreza cristiana, el anuncio del Evangelio, aunsiendo la primera caridad, corre el riesgo de serincomprendido o de ahogarse en el mar de palabrasal que la actual sociedad de la comunicación nossomete cada día. La caridad de las obras corroborala caridad de las palabras.

Retos actuales

51. ¿Podemos quedar al margen ante las perspec-tivas de un desequilibrio ecológico, que hace inha-bitables y enemigas del hombre vastas áreas delplaneta? ¿O ante los problemas de la paz, amenaza-

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da a menudo con la pesadilla de guerras catastrófi-cas? ¿O frente al vilipendio de los derechos huma-nos fundamentales de tantas personas, especial-mente de los niños? Muchas son las urgencias antelas cuales el espíritu cristiano no puede permanecerinsensible.

Se debe prestar especial aten-ción a algunos aspectos de laradicalidad evangélica que a me-nudo son menos comprendidos,hasta el punto de hacer impopularla intervención de la Iglesia, peroque no pueden por ello desaparecerde la agenda eclesial de la caridad.Me refiero al deber de comprome-terse en la defensa del respeto a lavida de cada ser humano desde laconcepción hasta su ocaso natural.Del mismo modo, el servicio alhombre nos obliga a proclamar,oportuna e importunamente, quecuantos se valen de las nuevas po-tencialidades de la ciencia, espe-cialmente en el terreno de lasbiotecnologías, nunca han de igno-rar las exigencias fundamentalesde la ética, apelando tal vez a unadiscutible solidaridad que acaba por discriminarentre vida y vida, con el desprecio de la dignidadpropia de cada ser humano.

Para la eficacia del testimonio cristiano, espe-cialmente en estos campos delicados y controverti-dos, es importante hacer un gran esfuerzo paraexplicar adecuadamente los motivos de las posicio-nes de la Iglesia, subrayando sobre todo que no setrata de imponer a los no creyentes una perspectivade fe, sino de interpretar y defender los valoresradicados en la naturaleza misma del ser humano.La caridad se convertirá entonces necesariamenteen servicio a la cultura, a la política, a la economía,a la familia, para que en todas partes se respeten losprincipios fundamentales, de los que depende eldestino del ser humano y el futuro de la civilización.

52. Obviamente todo esto tiene que realizarsecon un estilo específicamente cristiano: deben sersobre todo los laicos, en virtud de su propia voca-ción, quienes se hagan presentes en estas tareas, sinceder nunca a la tentación de reducir las comunida-

des cristianas a agencias sociales. En particular, larelación con la sociedad civil tendrá que configurar-se de tal modo que respete la autonomía y lascompetencias de esta última, según las enseñanzaspropuestas por la doctrina social de la Iglesia.

Es notorio el esfuerzo que el Magisterio eclesialha realizado, sobre todo en elsiglo XX, para interpretar la rea-lidad social a la luz del Evangelioy ofrecer de modo cada vez máspuntual y orgánico su propia con-tribución a la solución de la cues-tión social, que ha llegado a ser yauna cuestión planetaria.

Esta vertiente ético-social sepropone como una dimensión im-prescindible del testimonio cris-tiano. Se debe rechazar la tenta-ción de una espiritualidad ocultae individualista, que poco tieneque ver con las exigencias de lacaridad, ni con la lógica de laEncarnación y, en definitiva, conla misma tensión escatológica delcristianismo. Si esta última noshace conscientes del carácter re-lativo de la historia, no nos exime

en ningún modo del deber de construirla. Es muyactual a este respecto la enseñanza del ConcilioVaticano II: «El mensaje cristiano, no aparta loshombres de la tarea de la construcción el mundo, niles impulsa a despreocuparse del bien de sus seme-jantes, sino que les obliga más a llevar a cabo estocomo un deber».[36]

Un signo concreto

53. Como signo de este mensaje de caridad y depromoción humana, que se basa en las íntimasexigencias del Evangelio, he querido que el mismoAño jubilar, entre los numerosos frutos de caridadque ya ha producido en el curso de su desarrollo —pienso particularmente en la ayuda ofrecida a tantoshermanos más pobres para hacer posible su partici-pación en el Jubileo—dejase también una obra quesea, de alguna manera, el fruto y el sello de la caridadjubilar. En efecto, muchos peregrinos han contri-buido de diferentes modos con su limosna y, juntocon ellos, también muchos protagonistas del mundo

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económico han ofrecido ayudas generosas, que hanservido para asegurar la conveniente realización delacontecimiento jubilar. Una vez cubiertos los gas-tos que se han debido afrontar a lo largo del año, eldinero que pueda sobrar, debe destinarse a finescaritativos. En efecto, es importante excluir de unacontecimiento religioso tan significativo cualquierapariencia de especulación económica. Lo que so-bre servirá para repetir también en esta ocasión laexperiencia vivida tantas otras veces a lo largo de lahistoria desde que, en los comienzos de la Iglesia, lacomunidad de Jerusalén ofreció a los no cristianosla imagen conmovedora de un intercambio espontá-neo de dones, hasta la comunión de los bienes, enfavor de los más pobres (cf.Hch 2,44-45).

La obra que se realice será solamente un pequeñoarroyo que confluirá en el gran río de la caridadcristiana que recorre la historia. Pequeño, perosignificativo arroyo: el Jubileo ha movido al mundoa mirar hacia Roma, la Iglesia «que preside en lacaridad»[37] y a ofrecer a Pedro la propia limosna.Ahora la caridad manifestada en el centro de lacatolicidad vuelve, de alguna manera, hacia elmundoa través de este gesto, que quiere quedar como frutoy memoria viva de la comunión experimentada conocasión del Jubileo.

Diálogo y misión

54. Un nuevo siglo y un nuevo milenio se abrena la luz de Cristo. Pero no todos ven esta luz.Nosotros tenemos el maravilloso y exigente come-tido de ser su «reflejo». Es el mysterium lunae tanquerido por la contemplación de los Padres, loscuales indicaron con esta imagen que la Iglesiadependía de Cristo, Sol del cual ella refleja laluz.[38] Era un modo de expresar lo que Cristomismo dice, al presentarse como «luz del mundo»(Jn 8,12) y al pedir a la vez a sus discípulos quefueran «la luz del mundo» (cf Mt 5,14).

Ésta es una tarea que nos hace temblar si nosfijamos en la debilidad que tan a menudo nos vuelveopacos y llenos de sombras. Pero es una tareaposible si, expuestos a la luz de Cristo, sabemosabrirnos a su gracia que nos hace hombres nuevos.

55. En esta perspectiva se sitúa también el grandesafío del diálogo interreligioso, en el cual estare-mos todavía comprometidos durante el nuevo siglo,en la línea indicada por el Concilio Vaticano II.[39]

En los años de preparación al Gran Jubileo laIglesia, mediante encuentros de notable interés sim-bólico, ha tratado de establecer una relación deapertura y diálogo con representantes de otras reli-giones. El diálogo debe continuar. En la situación deun marcado pluralismo cultural y religioso, tal comose va presentando en la sociedad del nuevo milenio,este diálogo es también importante para proponeruna firme base de paz y alejar el espectro funesto delas guerras de religión que han bañado de sangretantos períodos en la historia de la humanidad. Elnombre del único Dios tiene que ser cada vez más,como ya es de por sí, un nombre de paz y unimperativo de paz.

56. Pero el diálogo no puede basarse en la indi-ferencia religiosa, y nosotros como cristianos tene-mos el deber de desarrollarlo ofreciendo el plenotestimonio de la esperanza que está en nosotros (cf.1 Pt 3,15). No debemos temer que pueda constituiruna ofensa a la identidad del otro lo que, en cambio,es anuncio gozoso de un don para todos, y que sepropone a todos con el mayor respeto a la libertad decada uno: el don de la revelación del Dios-Amor,que «tanto amó al mundo que le dio su Hijo unigénito»(Jn 3,16). Todo esto, como también ha sido subra-yado recientemente por la Declaración DominusIesus, no puede ser objeto de una especie de nego-ciación dialogística, como si para nosotros fueseuna simple opinión. Al contrario, para nosotros esuna gracia que nos llena de alegría, una noticia quedebemos anunciar.

La Iglesia, por tanto, no puede sustraerse a laactividad misionera hacia los pueblos, y una tareaprioritaria de la missio ad gentes sigue siendo anun-ciar a Cristo, «Camino, Verdad y Vida» (Jn 14,6), enel cual los hombres encuentran la salvación. Eldiálogo interreligioso «tampoco puede sustituir alanuncio; de todos modos, aquél sigue orientándosehacia el anuncio».[40] Por otra parte, el deber misio-nero no nos impide entablar el diálogo íntimamentedispuestos a la escucha. En efecto, sabemos que,frente al misterio de gracia infinitamente rico porsus dimensiones e implicaciones para la vida y lahistoria del hombre, la Iglesia misma nunca dejaráde escudriñar, contando con la ayuda del Paráclito,el Espíritu de verdad (cf. Jn 14,17), al que competeprecisamente llevarla a la «plenitud de la verdad»(Jn 16,13).

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Este principio es la base no sólo de la inagotableprofundización teológica de la verdad cristiana,sino también del diálogo cristiano con las filosofías,las culturas y las religiones. No es raro que elEspíritu de Dios, que «sopla donde quiere» (Jn 3,8),suscite en la experiencia humana universal, a pesarde sus múltiples contradicciones, signos de su pre-sencia, que ayudan a los mismos discípulos deCristo a comprender más profundamente el mensajedel que son portadores. ¿No ha sido quizás estahumilde y confiada apertura con la que el ConcilioVaticano II se esforzó en leer los «signos de lostiempos»?[41] Incluso llevando a cabo un laboriosoy atento discernimiento, para captar los «verdaderossignos de la presencia o del designio de Dios»,[42]la Iglesia reconoce que no sólo ha dado, sino quetambién ha «recibido de la historia y del desarrollodel género humano».[43] Esta actitud de apertura, ytambién de atento discernimiento respecto a lasotras religiones, la inauguró el Concilio. A nosotrosnos corresponde seguir con gran fidelidad sus ense-ñanzas y sus indicaciones.

A la luz del Concilio

57. ¡Cuánta riqueza, queridos hermanos y her-manas, en las orientaciones que nos dio el ConcilioVaticano II! Por eso, en la preparación del GranJubileo, he pedido a la Iglesia que se interrogasesobre la acogida del Concilio.[44] ¿Se ha hecho? ElCongreso que se ha tenido aquí en el Vaticano hasido un momento de esta reflexión, y espero que, dediferentes modos, se haya realizado igualmente entodas las Iglesias particulares. A medida que pasanlos años, aquellos textos no pierden su valor ni suesplendor. Es necesario leerlos de manera apropia-da y que sean conocidos y asimilados como textoscualificados y normativos del Magisterio, dentro dela Tradición de la Iglesia. Después de concluir elJubileo siento más que nunca el deber de indicar elConcilio como la gran gracia de la que la Iglesia seha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio senos ha ofrecido una brújula segura para orientarnosen el camino del siglo que comienza.

CONCLUSIÓN: ¡DUC IN ALTUM!

58. ¡Caminemos con esperanza! Un nuevo mile-nio se abre ante la Iglesia como un océano inmensoen el cual hay que aventurarse, contando con laayuda de Cristo. El Hijo de Dios, que se encarnó

hace dos mil años por amor al hombre, realizatambién hoy su obra. Hemos de aguzar la vista paraverla y, sobre todo, tener un gran corazón paraconvertirnos nosotros mismos en sus instrumentos.¿No ha sido quizás para tomar contacto con estemanantial vivo de nuestra esperanza, por lo quehemos celebrado el Año jubilar? El Cristo contem-plado y amado ahora nos invita una vez más aponernos en camino: «Id pues y haced discípulos atodas las gentes, bautizándolas en el nombre delPadre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Elmandato misionero nos introduce en el tercer mile-nio invitándonos a tener el mismo entusiasmo de loscristianos de los primeros tiempos. Para ello pode-mos contar con la fuerza del mismo Espíritu, que fueenviado en Pentecostés y que nos empuja hoy apartir animados por la esperanza «que no defrauda»(Rm 5,5).

Nuestra andadura, al principio de este nuevosiglo, debe hacerse más rápida al recorrer los sende-ros del mundo. Los caminos, por los que cada uno denosotros y cada una de nuestras Iglesias camina, sonmuchos, pero no hay distancias entre quienes estánunidos por la única comunión, la comunión quecada día se nutre de la mesa del Pan eucarístico y dela Palabra de vida. Cada domingo Cristo resucitadonos convoca de nuevo como en el Cenáculo, dondeal atardecer del día «primero de la semana» (Jn20,19) se presentó a los suyos para «exhalar» sobrede ellos el don vivificante del Espíritu e iniciarlos enla gran aventura de la evangelización.

Nos acompaña en este camino la SantísimaVirgen, a la que hace algunos meses, junto conmuchos Obispos llegados a Roma desde todas laspartes del mundo, he confiado el tercer milenio.Muchas veces en estos años la he presentado einvocado como «Estrella de la nueva evangeliza-ción». La indico aún como aurora luminosa y guíasegura de nuestro camino. «Mujer, he aquí tushijos», le repito, evocando la voz misma de Jesús(cf. Jn 19,26), y haciéndome voz, ante ella, delcariño filial de toda la Iglesia.

59. ¡Queridos hermanos y hermanas! El símbolode la Puerta Santa se cierra a nuestras espaldas, peropara dejar abierta más que nunca la puerta viva quees Cristo. Después del entusiasmo jubilar ya novolvemos a un anodino día a día. Al contrario, sinuestra peregrinación ha sido auténtica debe como

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DOCUMENTO PONTIFICIO

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desentumecer nuestras piernaspara el camino que nos espera.Tenemos que imitar la intrepidezdel apóstol Pablo: «Lanzándomehacia lo que está por delante, corrohacia la meta, para alcanzar elpremio al que Dios me llama des-de lo alto, en Cristo Jesús» (Flp13,14). Al mismo tiempo, hemosde imitar la contemplación deMaría, la cual, después de la pere-grinación a la ciudad santa de Je-rusalén, volvió a su casa deNazareth meditando en su cora-zón el misterio del Hijo (cf. Lc2,51).

Que Jesús resucitado, el cualnos acompaña en nuestro camino,dejándose reconocer como a losdiscípulos de Emaús «al partir elpan» (Lc 24,30), nos encuentrevigilantes y preparados para reco-nocer su rostro y correr hacia nues-tros hermanos, para llevarles elgran anuncio: «¡Hemos visto alSeñor!» (Jn 20,25).

Éste es el fruto tan deseado delJubileo del Año dos mil, Jubileoque nos ha presentado de manerapalpable el misterio de Jesús deNazaret, Hijo de Dios y Redentordel hombre.

Mientras se concluye y nos abrea un futuro de esperanza, subahasta el Padre, por Cristo, en elEspíritu Santo, la alabanza y elagradecimiento de toda la Iglesia.

Con estos augurios y desde lomás profundo del corazón, impar-to a todos mi Bendición.

Vaticano, 6 de enero, Solemni-dad de la Epifanía del Señor, delaño 2001, vigésimo tercero dePontificado.

NOTAS BIBLIOGRAFICAS

[1] Conc. Ecum. Vat. II, Decr. ChristusDominus, sobre la función pastoral de losObispos, 11.

[2] Bula Incarnationis mysterium, 3: AAS 91(1999), 132.

[3] Ibíd., 4: l.c., 133.[4] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen

gentium, sobre la Iglesia, 8.[5] De civ. Dei XVIII, 51,2: PL 41, 614; cf.

Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumengentium, sobre la Iglesia, 8.

[6] Cf. Cart. ap. Tertio millennio adveniente,55: AAS 87 (1995), 38.

[7] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumengentium, sobre la Iglesia, 1.

[8] « Ignoratio enim Scripturarum ignoratioChristi est »: Comm. in Is., Prol.: PL 24, 17.

[9] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. DeiVerbum, sobre la divina revelación, 19.

[10] « Siguiendo, pues, a los Santos Padres,todos a una voz enseñamos que ha deconfesarse a uno solo y el mismo Hijo,nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfec-to en la divinidad y el mismo perfecto en lahumanidad, Dios verdaderamente, y elmismo verdaderamente hombre [...] unosolo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénitoen dos naturalezas, sin confusión, sin cam-bio, sin división, sin separación, [...] nopartido o dividido en dos personas, sinouno solo y el mismo Hijo unigénito, DiosVerbo y Señor Jesucristo »: DS 301-302.

[11] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudiumet spes, sobre la Iglesia en el mundo actual,22.

[12] A este respecto observa san Atanasio: « Elhombre no podía ser divinizado permane-ciendo unido a una criatura, si el Hijo nofuese verdaderamente Dios », Discurso IIcontra los Arrianos 70: PG 26, 425 B - 426G.

[13] N. 78.[14] Últimos Coloquios. Cuaderno amarillo, 6

de julio de 1897: Opere complete, CiudaddelVaticano 1997, 1003.

[15] S. Cipriano, De Orat. Dom. 23: PL 4, 553;cf. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 4.

[16] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumengentium, sobre la Iglesia, 40.

[17] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const.Sacrosanctum Concilium, sobre la sagradaliturgia, 10.

[18] Cf. Congr. para la Doctrina de la Fe, Cart.Orationis formas, sobre algunos aspectosde la meditación cristiana, 15 de octubre de1989: AAS 82 (1990), 362-379.

[19] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const.Sacrosanctum Concilium, sobre la sagradaliturgia, 10.

[20] Cart. ap. Dies Domini, 19: AAS 90 (1998),724.

[21] Ibíd., 2: l.c., 714.

[22] Cf. Ibíd., 35: l.c., 734.[23] Cf. n. 18: AAS 77 (1985), 224.[24] Ibíd., 31: l.c., 258[25] #25 Tertuliano, Apol., 50,13: PL 1, 534.[26] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen

gentium, sobre la Iglesia, 1.[27] MsB 3vo, Opere Complete, Libreria

Editrice Vaticana Edizioni OCD, Roma1997, p. 223.

[28] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm.Lumen gentium, sobre la Iglesia, c. III.

[29] Cf. Congr. para el Clero y Otras, Instr.interdicasterial Ecclesiae de mysterio, so-bre algunas cuestiones relativas la colabo-ración de los fieles laicos en el ministerio delos sacerdotes, (15 agosto 1997): AAS 89(1997), 852-877, especialmente art. 5: «Losorganismos de colaboración en la Iglesiaparticular».

[30] Reg. III, 3: « Ideo autem omnes ad consiliumvocari diximus, quia saepe iuniori Dominus

revelat quod melius est ».[31] «De omnium fidelium ore pendeamus,

quia in omnem fidelem Spiritus Dei spirat»Epist 23, 36 a Sulpicio Severo: CSEL 29,193.

[32] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumengentium, sobre la Iglesia, 31.

[33] Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Apostolicamactuositatem, sobre el apostolado de loslaicos,2.

[34] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumengentium, sobre la Iglesia, 8.

[35] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudiumet spes, sobre la Iglesia en el mundo actual,22.

[36] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudiumet spes, sobre la Iglesia en el mundo actual,34.

[37] S. Ignacio de Antioquía, Carta a los Roma-nos, Pref., ed. Funk, I, 252.

38] Así, por ejemplo, S. Agustín: «También laluna representa a la Iglesia, porque no tieneluz propia, sino que la recibe del Hijounigénito de Dios, el cual en muchas pasa-jes de la Escritura alegóricamente es llama-do sol»: Enarr. In Ps. 10, 3: CCL 38, 42.

[39] Cf. Decl. Nostra aetate, sobre las relacio-nes de la Iglesia con las religiones no cris-tianas.

[40] Pont. Cons. para el Diálogo Interreligiosoy Congr. para la Evangelización de losPueblos, Instr. Diálogo y anuncio: reflexio-nes y orientaciones (19 mayo 1991), 82:AAS 84 (1992), 444.

[41] Cf. Const. past. Gaudium et spes, sobre laIglesia en el mundo actual, 4.

[42] Ibíd., 11.[43] Ibíd., 44.[44] Cf. Cart. Ap. Tertio millennio adveniente,

36.

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7 septiembre 1997 ......... SR. CANGO. CIRILO MIRAMONTES ENRÍQUEZ

ANIVERSARIOS DE ORDENACION

CUMPLEAÑOS2 septiembre 1947 ......... SR. CURA J. GUADALUPE HERNANDEZ RODRIGUEZ3 septiembre 1946 ......... SR. CURA JOSE LUIS MUÑOZ DIAZ

1971 ......... SR. PBRO. LUIS MANUEL GONZALEZ MEDINA4 septiembre 1947 ......... SR. PBRO. MOISES NAVARRO YEPEZ

1950 ......... SR. CURA MOISES RODRIGUEZ VALADEZ6 septiembre 1955 ......... SR. PBRO. ADRIAN ACOSTA LOPEZ8 septiembre 1968 ......... SR. PBRO. JUAN MEDINA CAMPOS9 septiembre 1926 ......... SR. PBRO. NICOLAS AGUILAR COPADO

1929 ......... SR. PBRO. LUIS GUSTAVO GARCIA DUARTE1952 ......... SR. PBRO. JOSE MARIA DE LA TORRE MARTIN

12 septiembre 1957 ......... SR. PBRO. JOSE LUIS SALAS JIMENEZ1963 ......... SR. CURA GUILLERMO PLASCENCIA ASCENCIO

14 septiembre 1928 ......... SR. CURA SALVADOR ZUÑIGA TORRES1967 ......... SR. PBRO. MIGUEL ANGEL AGUIÑAGA ONTIVEROS

15 septiembre 1973 ......... SR. PBRO. OSCAR ALEJANDRO HERNANDEZ MARQUEZ16 septiembre 1950 ......... SR. CURA PEDRO VAZQUEZ VILLALOBOS17 septiembre 1946 ......... SR. PBRO. OSCAR MALDONADO VILLALPANDO18 septiembre 1969 ......... SR. PBRO. JUAN RODRIGUEZ GAUSIN19 septiembre 1930 ......... SR. PBRO. JOSE RODRIGUEZ GONZALEZ20 septiembre 1940 ......... SR. CURA FELIPE SALAZAR VILLAGRANA24 septiembre 1923 ......... SR. PBRO. SAMUEL CALVARIO ARELLANO26 septiembre 1963 ......... SR. PBRO. JOSE LUIS TAPIA NARVAEZ27 septiembre 1925 ......... SR. PBRO. ADOLFO GARCIA RIZO28 septiembre 1956 ......... SR. PBRO. ANTONIO ESPARZA MARTIN29 septiembre 1942 ......... SR. PBRO. MIGUEL CHAVEZ GONZALEZ

1959 ......... SR. PBRO. MIGUEL DOMINGUEZ GARCIA1966 ......... SR. PBRO. MIGUEL ANGEL PEREZ LOZANO

30 septiembre 1968 ......... SR. PBRO. JUAN JOSE SALDAÑA VALADEZ

ANIVERSARIOS DE DEFUNCION

2 septiembre 1973 ......... SR. PBRO. HECTOR JAVIER RAMIRO MEDINA

9 septiembre 1962 ......... SR. PBRO. JOSE OROPEZA LOMELI

20 septiembre 1969 ......... SR. CURA JOSE HERNANDEZ ROJO

24 septiembre 1978 ......... SR. PBRO. FRANCO BENIGNI STABILINI

26 septiembre 1979 ......... SR. PBRO. OSCAR MALDONADO VILLALPANDO

27 septiembre 1996 ......... SR. PBRO. JUAN RODRIGUEZ GAUSIN

VARIOS

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· Queremos una Pastoral Bíblica que nos lleveal encuentro con Jesucristo vivo.

· Queremos una Pastoral Bíblica que nos lleve a una auténtica conversión.

· Queremos una Pastoral Bíblica que fomente la espiritualidad del seguimiento.

· Queremos una Pastoral Bíblica que conduzca a la comunión y participación.

· Queremos una Pastoral Bíblica que promuevaeclesialmente la Sagrada Escritura en todos losniveles de Iglesia.

· Queremos una Pastoral Bíblica que lleve a la solidaridad, especialmente con los más necesitados.

· Queremos una Pastoral Bíblica que dinamice la Nueva Evangelización.

· Queremos una Pastoral Bíblica que promueva unaactitud misionera.

· Queremos una Pastoral Bíblica inculturada.

· Queremos una Pastoral Bíblica que oriente para una correcta interpretación cristiano-católica de la Sagrada Escritura.

· Queremos una Pastoral Bíblicaque apoye

la capacitación y la formación.