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Breve panorama de la novela actual en los.Estados Unidos UNIVERSIDAD DE MEXICO 29 , Por Ricardo LEDESMA Ben Shahn - World's C'"eatest Comic.\ "escritores comprometidos, que creen en el artista como un ser vinculado a la comunidad'· Gertrude Stein lanzó al consumo inter- nacional una etiqueta: lost generation. Esta generación perdida -que, cronoló- gicamente agrupaba a William Faulkner. John Dos Passos, F. Scott Fitzgerald, Er- nest Hemingway, y de algún modo al solitario Thomas W olfe- decidió una transformación de la pttsa, del concep- to narrativo en todo el mundo. Tal in- troducción al Siglo de Oro norteameri- cano se basaba en una realidad de la historia: los Estados Unidos, "que habían conocido su siglo xx en pleno siglo XIX", se convertían en una gran potencia y daban a sus escritores, aparte de la cer- tidumbre de ser los primeros habitantes de la tierra, una vasta difusión en todos los países. Recién salidos de la Primera Guerra Mundial, los nuevos novelistas negaban por principio y veían al artista como a un ser aislado del resto de la so- ciedad. Tan sólo en Dos Passos es apre- ciable el tránsito de la ira contra una sociedad materializada, a la indignación legítima contra las injusticias. Sucede a estos narradores una genera- ción menos valiosa y que se plantea otra perspectiva. Carecen del aliento poético de Faulkner, el instinto estilístico de Woife, la gran construcción que emplean las novelas colectivas de Dos Passos. Su ámbito es la década del treinta, cuando Norteamérica, que ha sofocado sangrien- tamente a los wobblies, los anarco-sindi- calistas de la l. W. W., vuelve al proble- ma social alentada por el New Deal, el asalto al poder que realizan los nazis, la guerra de España y los preparativos de la Segunda Guerra. Tres nombres sig- nificativos son John Steinbeck, James T. Farrell y Erskine Caldwell. En su prime- ra época son escritores "comprometidos" que creen en el artista como un ser vincu- lado a la comunidad. En sus primeras novelas Steinbeck describe luchas socia- les (Pastures of heaven, In dubious Bat- tle, Grapes of wrath); mas su visión de California es idílica y sentimental en Toriilla flat y Cannery row. Caldwell, por su parte, da la visión de una tierra sórdida, sin esperanza: la del poor white, el pobre blanco de Journeyman y Tob- baceo road. Farrel, en su trilogía Studs Lonigan y en su tetralogía Danny O'Neil, por medio de una actitud naturalista que resulta exhaustiva, nos informa de las furias y penas de la juventud delin- cuente del bajo Chicago. Con ellos, el best-seller conoció su pri- mer gran apogeo al mezclar el buen pres- tigio con la mucha venta; y un factor, el sexo, hizo su aparición. De allí en ade- lante muchos escritores norteamericanos soñarán únicamente con vencer a las as- pirinas en la difícil carrera de las drug- stores. A los valores ingenuos de la Nor- teamérica puritana. de los calvinistas y 'los discípulos de John Locke, se opon- drán en lo sucesivo la difusión rudimen- taria de Freud, la pornocracia y la socio- logía de las estadísticas suburbanas. Para entonces ya ha surgido la literatura ne- gra con Langston Hughes. Richard 'Vright, Countee Cullen. Por desgracia -como dijo Faulkner- su meta primor- dial era ser negros, y después escritores. Asimismo, proliferó una literatura que iba a abrir los ojos confiados y castos de metodistas, bautistas y presbiterianos de la provincia, al enseñarles, por medio de portadas audaces y páginas escabrosas, los más elementales principios de 'genéti- ca. El Sur áspero, caliginoso y "linchón", era el símbolo del pecado, y después de Faulkner escritores como Truman Ca- pote y Carson Mac Cullers se encargaron de comprobarlo con una espléndida li- teratura menor. Casos singulares eran Henry Miller, Mary MacCarthy,

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Breve panorama de la novela actualen los.Estados Unidos

UNIVERSIDAD DE MEXICO 29 ,

Por Ricardo LEDESMA

Ben Shahn - World's C'"eatest Comic.\

"escritores comprometidos, que creen en el artista como un ser vinculado a la comunidad'·

Gertrude Stein lanzó al consumo inter­nacional una etiqueta: lost generation.Esta generación perdida -que, cronoló­gicamente agrupaba a William Faulkner.John Dos Passos, F. Scott Fitzgerald, Er­nest Hemingway, y de algún modo alsolitario Thomas Wolfe- decidió unatransformación de la pttsa, del concep­to narrativo en todo el mundo. Tal in­troducción al Siglo de Oro norteameri­cano se basaba en una realidad de lahistoria: los Estados Unidos, "que habíanconocido su siglo xx en pleno siglo XIX",

se convertían en una gran potencia ydaban a sus escritores, aparte de la cer­tidumbre de ser los primeros habitantesde la tierra, una vasta difusión en todoslos países. Recién salidos de la PrimeraGuerra Mundial, los nuevos novelistasnegaban por principio y veían al artistacomo a un ser aislado del resto de la so­ciedad. Tan sólo en Dos Passos es apre­ciable el tránsito de la ira contra unasociedad materializada, a la indignaciónlegítima contra las injusticias.

Sucede a estos narradores una genera­ción menos valiosa y que se plantea otraperspectiva. Carecen del aliento poéticode Faulkner, el instinto estilístico deWoife, la gran construcción que emplean

las novelas colectivas de Dos Passos. Suámbito es la década del treinta, cuandoNorteamérica, que ha sofocado sangrien­tamente a los wobblies, los anarco-sindi­calistas de la l. W. W., vuelve al proble­ma social alentada por el New Deal, elasalto al poder que realizan los nazis, laguerra de España y los preparativos dela Segunda Guerra. Tres nombres sig­nificativos son John Steinbeck, James T.Farrell y Erskine Caldwell. En su prime­ra época son escritores "comprometidos"que creen en el artista como un ser vincu­lado a la comunidad. En sus primerasnovelas Steinbeck describe luchas socia­les (Pastures of heaven, In dubious Bat­tle, Grapes of wrath); mas su visión deCalifornia es idílica y sentimental enToriilla flat y Cannery row. Caldwell,por su parte, da la visión de una tierrasórdida, sin esperanza: la del poor white,el pobre blanco de Journeyman y Tob­baceo road. Farrel, en su trilogía StudsLonigan y en su tetralogía Danny O'Neil,por medio de una actitud naturalistaque resulta exhaustiva, nos informa delas furias y penas de la juventud delin­cuente del bajo Chicago.

Con ellos, el best-seller conoció su pri­mer gran apogeo al mezclar el buen pres-

tigio con la mucha venta; y un factor,el sexo, hizo su aparición. De allí en ade­lante muchos escritores norteamericanossoñarán únicamente con vencer a las as­pirinas en la difícil carrera de las drug­stores. A los valores ingenuos de la Nor­teamérica puritana. de los calvinistas y

'los discípulos de John Locke, se opon­drán en lo sucesivo la difusión rudimen­taria de Freud, la pornocracia y la socio­logía de las estadísticas suburbanas. Paraentonces ya ha surgido la literatura ne­gra con Langston Hughes. Richard'Vright, Countee Cullen. Por desgracia-como dijo Faulkner- su meta primor­dial era ser negros, y después escritores.Asimismo, proliferó una literatura queiba a abrir los ojos confiados y castos demetodistas, bautistas y presbiterianos dela provincia, al enseñarles, por mediode portadas audaces y páginas escabrosas,los más elementales principios de 'genéti­ca. El Sur áspero, caliginoso y "linchón",era el símbolo del pecado, y después deFaulkner escritores como Truman Ca­pote y Carson Mac Cullers se encargaronde comprobarlo con una espléndida li­teratura menor. Casos singulares eranHenry Miller, Mary MacCarthy, Rober~

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Penn Warren, Katherine Anne Porter yJohn Hersey.

En la década de los cincuentas Norte­américa reconoció amargamente que elmundo no era indivisible. El colonialis­mo se desplomaba; un senador llevabael fascismo a convertirse en show de tele­visión; había una guerra en Corea; el 4de octubre de 1957 se inauguraba la eradel espacio; tres años después un presi­dente católico ocupaba la Casa Blanca.Como siempre, se presentó un problema:el inconformismo artístico, el menor delos males norteamericanos.

Las fórmulas para escribir best-sellersno tienen término. Se toma una buenadosis de sexo y se mezcla con lo que sequiera: la corrupción política en Wash­ington (Advise and consent de AlIenDrury) , los excesos de Hollywood (Theproduce,' de Richard Br00ks), o el in­fierno de Suburbia (The Chaptman re­port de Irving Wallace) o la maldad dealcoba en las aldeas (Peyton Place deGrace Metalius) o la epopeya judía(Éxodo de Lean Uris) o la inversión

,sexual (The city and the pillar de Gore¡Vidal) o la guerra (The young lions de:Irving Shaw, From here to eternity de Ja­mes Jones) o las pandillas juveniles ­:subgénero específico con cultivadores de,la triste talla de Evan Hunter, Hal ElI­;son y Vince Packard. Para todo hay gus­tos y hay recetas de todo. Las nuevasversiones de Vicki Baum, Pearl S. Bucko Daphne du Maurier se podrían llamarBy love possesed de James Gould Coz­zens, o Marjorie Morningstm' de Her­mann Wouk. Incluso se dd una fórmulainfalible para el thriller: "Pégale al de­tective pues la heroína es la culpable."Esto vale lo mismo para el abominableMike Hammer de Spillane, los horroresde Cartel' Brown o las iniquidades del Ja­mes Bond del inglés Ian Fleming. Nin­gún lector podrá quedar descontento: pa­ra los afiliados de la J ohn Birch Societyy las Hijas de la Revolución Americanahabía toda suerte de utopías negativas,que mostraban un porvenir siniestro sinpobres ni ricos, sin negros limpiabotas niinversiones en América Latina. Para esosfanáticos del orden una escritora traba­jaba: la rusa blanca Ayn Rand, filósofadel egoísmo y del fascismo en su trivialparábola sobre el artista y su solipsismo(el Howard Roark de El manantial) o

en sus profecías ramplonas y medrosas(Los que vivimos, Vivir, Atlas shrug­

ged).Pero no importa nada de esto: hay una

nueva generación que ha emprendido'~esponsablementela tarea literaria y quemtenta de alguna manera situarse y si­tuar al hombre en la sociedad. No sonen sentido estricto críticos sociales, y suconcepción se aproxima a la del natura­lismo. No tienen que ver en lo absolutocon el marxismo epidérmico de los trein­tas. En su obra no intervienen los villa­nos sociales que hacen las delicias delrealismo socialista (cuyas expresionesnorteamericanas más logradas son How­ard Fast y Albert Maltz) . Los ingredien­tes del stock characte,' de la literaturaizquierdizante quedan como aspectos osíntomas de un mal más profundo.

Una porción estimable de esta litera­tura no es objetivamente conservadora,puesto que ataca y vulnera los cimientosde !a .sociedad que la produce, si biensubjetivamente no encuentra salida. "Co­mo los nuevos novelistas la ven -afirmaJoseph Waldmeir- la sociedad amorfa,

:-...,.,

totalmente -penetr~a:~''incontrolable, ca­prichosa, es invulnera;ble. Para esta con­cepción son ihelevantes' el optimismo,la desesperaro:a, la iridi.gnación; las ideo­logí;¡s y las -ca!Jsas -s()n tempestades enun yaso de agua." Hih perdido toda po­sibili'dad -de'solúCióiF el- hombre -puedeluchar contra el sistema o puede acomo­darse en el estado de·.~osas: no importa,de cualquier .I?:<?~O\será.d~strutdo. Ellosplantean uria tercera opción, que loscríticos califican como desatiliación (di­saffilation). Nada de incorporarse a lasociedad, nada tampoco de combatircontra "la explotación del hombre porel hombre". Ingenuamente, suponen ha­ber trascendido el materialismo' y se pien­sa que han reducido todo a una parado-

'ja última: la sociedad es determinista, .pero el individuo es libre para ignorar­la, aunque sea impotente para sustraersea su influencia. Así, por libre elección,todos los héroes de la nueva novela nor­teamericana se mantienen fuera de lasociedad: los personajes de Saul Bellow(Augie 'March y Henderson), de Nor­

man Mailer (Sergius O'Shaughness)' yMikey Lovett) , de Nelson Algren (Fran­kie Machine y Dove Linkhorn), de Ber­nard Malamud (Frank Alpine), de J.D. Salinger (Holden Caulfield), de Wi­lliam Styron (Cass Kinsolving y Peytony Milton Loftins), de Jack Kerouac(Jack Kerouac), de James Purdy (Mal.colm). Pero el estudio de esta posiciónen vivo rebasa notoriamente los límitesapenas informativos de estas notas in­troductorias a la nueva novela de Esta­dos Unidos. El intento se aproxima a laidea de un catálogo, que no pretendesino dar noticia de quiénes son los su­puestos herederos de Faulkner y DosPassos y de cuáles son sus obras iniciales.

Empecemos con una figura singularí­sima: J. D. Salinger. Hasta ahora es au­tor de tres libros: la novela The catcherin the rye, un tomo que reúne Ninest01'ies y otro formado por dos relatosinterdependientes que en cierto modoconstituyen una novela:, Franny and

Hemingway - "el artista como un ser aislado"

UNIVERSIDAD DE MEXICO

Zuey.'" Para muchos, The catchel' inthe 'ye es la mejor novela publicada enEstados Unidos durante los últimos diezaños, y ha colocado a Salinger en unsitio de clásico moderno dentro de supaís y le ha valido la fama en todas par­tes. The catcher in the rye es una histo­ria en apariencia simple, la de un jovende dieciséis años, Holden Caulfield, queabandona el colegio en que estaba in­ternado y pasa algunas horas en NuevaYork antes de volver a su casa. Exami­nada por encima, esta obra de Salingerpresenta muchas de las constantes y lasproclividades de la novela-- contemporá­nea: la narración en primera persona, elempleo de formas dialectales (en estecaso el lenguaje de cierto tipo de estu­diante norteamericano), la advertenciadel mal a través de una mirada inocentey la contaminación de esa inocencia. Sa­linger logra dar al idioma literario lavitalidad .del relato oral, y así todo llegahasta el lector con una certidumbre deverdad y auténtica emoción.

Franny and Zooey, dos historias, dosrelatos o novelas breves que hasta 1961fueron unidas en volumen, se publica­ron respectivamente en 1955 y en 1957dentro de las páginas de The New Yor­ker. Nuevamente, el entusiasmo saludóun libro de Salinger y, más allá del ren­cor que suele despertar el novelista debuen éxito, sus mismos compafíeros deoficio, como J ohn U pdike, dieron el tes­timonio de su admiración. H. A. Grun­wald ha congregado en un tomo (Salin­gel': A cátical and personal pOl'trait) losmejores juicios sobre la obra de esteexcelente narrador. En breves palabras,Salinger explora otra vez el medio deuna típica familia fantástica de su paísy el laberinto de las relaciones que exis­ten en la aparente opacidad de todo ha·gar. Franny y Zooey son hermano y her­mana, hijos de la familia Glass. En cercade sesenta páginas Salinger relata unacomida a la que Franny es invitada porsu novio, Lane, y que concluye con eldesvanecimiento de la muchacha. Nadamás. Salinger no es lo que podría lla­marse anecdótico y su valor y' su origi­nalidad residen en gran parte en saberllenm' de significación eso que los teóri·cos de alguna hoy decrépita vanguardiallamaron "los tiempos muertos" de lanovela.

Zooey aclara y continúa la historiade Franny. Zooey es un muchacho queactúa en la televisión y, como buen per­sonaje de Sal' gel', habita un orbe deimaginación y de melancolía. Práctica­mente el relato se puede localizar endos conversaciones: una entre Mrs. Glassy su hijo en el baño, y otra en que Zooeylogra devolver la serenidad a su hermanaFranny. Vistas por su armázón, las no­velas de Salinger no parecen mayormen­te atractivas; además, no resulta dema­siado fácil intentar uno de los usualesjuicios literarios sobre estas intraduci­bles novelas. Lo que en cambio sí puededecirse es que en sus libros Salinger n0sólo ha dado la exacta imagen de lavida familiar en los Estados Unidos y delas crisis que abarcan a todas las relacio­nes, sino que alcanza la validez completadel escritor que l'e-aea el mundo, y daa sus textos la vida perdurable de esos

• Salinger acaba de publicar un nuevo libroque no altera la c1irecciói1 de su obra: SeY/llolll':An introrlu.c/.iol'l.

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UNIVERSIDAD DE- MEXICOI

~l

Andrew \'\Trelh - A Crow Flew"la contradictoria vida illteTna del lIegro en la sociedad de hoy"

libros que, en el mejor sentido de estetérmino, podemos considerar como obrasde arte.

Paralelamente a la generación de Sa­linger, en los cincuentas otra influencialiteraria se trasladó al plano de lo vital:los beatniks, los existencialistas. El pú­blico sólo atendió al aspecto externo desu folklore; su uniforme off Bradway:mocasines o huaraches, L. B. S., barbas,melenas o cabelleras a la Greco y pan­talones negros. Los beatniks eran algomás o algo menos que su presentaciónde minstrel show. Su confusa mitologíaapiñaba en desorden a los hermano;'}Marx, a Charlie Parker que se parece aBuda, a King Kong, a los surrealistas, aAntonin Artaud, a la vida on the road,"de aventón", al budismo zen, a BillieHoliday, al cool jazz, a las drog-as, a lastemporadas en San Miguel Allende, ala bebida, alodio· al square (que es elhombre medio, que usa corbata y estácasado). El movimiento vivió y muriócomo una respuesta desesperada, angus­tiosa e idiota a los problemas de unpaís al borde de la guerra y en plenahisteria bélica. Su bautista, sumo pro­feta y mediocre portavoz literario, .TackKerouac declaró con cándida cursileríadespués de querer dotar de un sentidomístico a su literatura, al identificar lobeat con lo beatífico, con la beatitud:"Ruina sobre aquellos que piensan quela Beat Generation significa crimen, de­lincuencia, inmoralidad, amoralidad ...Ruina sobre aquellos que no se dan cuen­ta de que Norteamérica cambia paramejorar. Ruina sobre quienes creen enla bomba atómica, quienes creen en elodio a los padres y a las madres, quienesniegan el más importante de los DiezMandamientos, ruina sobre los descreí­dos en la increíble dulzura del amor se­xual, ruina sobre quienes creen en elconflicto y el horror y la violencia yllenan nuestros libros y pantallas y sa­lones con toda esa miseria." Y así pro­sigue con el tono de un profeta bíblicoque ha leído a M. Delly y a RaymondChandler. Kerouac, además de vagabun­do, es poeta (México Gity blues) y no­velista. Según él mismo confiesa, escribióOn the road, la biblia beatnik, en tressemanas de mayo de 1941. Pero su re­tórica y su verborrea antiintelectualistano encuentran editor sino hasta 1950cuando publica The town and the city.En 1951 publica On the road y en 1958se lanza en firme con The subte1Taneansy Dhm-ma bums. Desp1.!:és, las novelasrosas beatniks: Maggie Cassidy, T1'istes­sa, Dr. Sax y, "last but not best", BigSur. El tema de este último libro es ejem­plar y vale como muestra inequívoca: unescritor, Jack De1cioz, escapa del públiconeoyorkino que lo adora para refugiarseen una cabaña de la costa californiana.No se siente bien allí y se va a San Fran­cisco, pero se empieza a sentir mal ydecide ir a Nueva York donde están lasgentes que estima. Yeso es todo.

Los beatniks, aparte de la excelentepoesía de Allen Ginsberg (Howl, Deathlo Van Gogh's em', Kaddish) dieron so­bre todo demostraciones de prosa comer­cial ("Las drogas son un paraíso"), demística exaltación ("¡Aleluya, soy u?,Buda!") y de sabiduría ("Hay que VI­

vir de prisa"). Novelistas interesantesson John Clellon Holmes, autor d~ 60Y The Rom; Gregory Corso: AmencanExpresso; Lawrence Ferlinghetti: I-!er;WilIiam Lee, que describe su expenen-

cia de drogadicto en ]unlúe, y sobretodos 'tVilliam Burroughs, que ha pu­blicado cuatro novelas: The nakedlunch, The ticket that exploded, Titesoft machine y Novia express. "Estoy de­lineando -declara- un universo imagi­nario, un oscuro universo de galaxiasheridas y conspiraciones donde la obsce­nidad se utiliza fríamente como un armatotal." Conviene citar el delirante párra­fo con que termina The naked lunch:"Los adolescentes de. barrios bajos yrock'n roll atormentan las calles de to­dos los países. Se precipitan en el Lou­vre y arrojan <ícido al rostro de MonaLisa. Abren los zoológicos, los manico­mios, las prisiones. Defecan en el pisode las Naciones Unidas y se limpian eltrasero con tratados, pactos, alianzas."

Se ha discutido mucho The nakedlunch. Mary McCarthy y Norman Mai­ler declararon a Burroughs "el escritorde 'este siglo que más profundamenteha afectado a los conocedores literarios".La consideración es hiperbólica: Bur­roughs es un terrorista profesional que,en nombre del espíritu verdadero, selanza contra la mediocridad y la estul­ticia de los que no pueden comprendersu genio por ser agentes vende~ores. deseguros. Burroughs nos da la mm~clOsa

revelación del mundo del drogadIcto ymediante la "pornografía artística" in­tenta establecer el nuevo decálogo delhombre rebelde. Por lo demás, ha de­clarado solemnemente que lo que .eso·i­be le ha sido dictado por Hasan-I-Sab­bah, fundador en el siglo XI del cultoismaelita de los Assasins, los tomadoresde hashish.

Quizá, entre los que han surgido delmovimiento beatnik, el único con gran­des posibilidades sea un escritor de unasola novela: John Rechy, que ha reali­zado un sorprendente viaje al corazónde Nueva York en Gity of ni{!,ht, re­cuento de todos los vicios escrito congran rigor artístico. Pero los beats sonbuen ejemplo de algunas vanguardias.Como el escritor ya no tiene acceso a lasociedad, a su orden racional, históricoo moral, presenta en una forma que lle­ga a convocar al absurdo a un héroe nue­vo, víctima y rebelde, dueño de unaética existencial; héroe que es expresadopor medio de una técnica literaria queen la mayoría de los casos lo oculta ylo deforma. La vanguardia supone una

profunda relación entre estilo y socie­dad, entre lenguaje y realidad; y estarelación se ve impedida por una técnicaque no trasciende el afán de deslumbraro de regodearse con sus mismas audacias.En el fondo tal vanguardia es una hi pó­crita manifestación de la academia, quedesplaza la atención del buen uso delgerundio a la supresión del punto olas mayúsculas. Esta antiforma no sefundamenta sino en el slalom grama­tical.

Aparte de los beatniks dos promocio­nes literarias han ocupado la escena nor­teamericana: La primera es la de Salin­ger, Mailer (considerado por muchoscomo beatnik) , Saul Bellow, Nelson Al­gren, James Baltwin, Ralph Ellson, Ja­mes Purdy )' Shirley Ann Grau. Paracontinuar con este sumarísimo cat<Ílogo,vamos a ocuparnos sólo de los títulosque por una u otra razón resultan ver­daderamente significativos. Norma nMailer escribe la mejor novela sobre laSegunda Guerra Mundial, The nakedand the dead, que reconoce un antece­dente fecundo en la obra de Dos Passos.Después de su gran éxito, Mailer des­cubre los tópicos del sexo y la bohemiaen Barbar)' Shm'e y continúa con TheDeer Park. Poco antes de ser recluidoen una clínica psiquiátrica, publica en]959 una especie de antología autobio­gráfica: Advertisements for myself. Lospersonajes de su segunda época se dis­tinguen por su perversión inaudita )' eltedio que despiertan. Después de Losdesnudos y los muertos, El Parque delos CieTVOS quiere ser una pintura es­candalosa de Hollywood, con toda lafauna y la mitología de rigor en estetipo de obras. "Si en Barbary Shore-afirma Ihab Hassan- se explora oscu­ramente la política del sexo, en TheDeer Park se explora la sexología delpoder."

James Baldwin es un novelista negroque ha vivido en París y crea un ám­bito distinto al de Langston Hughes ya la protesta antidiseriminatoria. Bald­win practica la desafiliación y aunqueodia el prejuicio racial lo inscribe den­tro de un mal inevitable: la vida ensociedad. Su primera novela, Ga tell iton the mountain, describe la contradic­toria vida interna del nep;ro en la socie­dad de hoy. Su segundo libro, Giovanni's1"00m, trata un tema homosexual: la re-

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lación de un norteamericano blanco conun italiano. A pesar del valor del tra­tamiento, el resultado no es satisfactorio.La tercera novela, Another country, esla historia de algunas vidas intensamen­te mezclados con dos negros: RufusScott, famoso baterista, y su hermanalda - y tres, blancos, Vivaldo Moore,un escritor inédito, Cass Silenski, unamujer €Uyo matrimonio ha frac31sado yEric Jones, un actor homosexual. Entrelos cinco se establece un entrevenimien­to que no respeta razas ni sexos. Mu­chas de las ideas apuntadas en su librode ensayos The tire next time estánrecogidas e int~rpretadas con acierto enesta novela eficazmente estructurada. Elotro novelista negro significativo esRalph Ellison, que sólo lui publicadoThe invisible man, la historia de unnegro que huye del Deep south para ira Harlem y entrar en el partido comu­nista. La literatura de Ellison es un re­gistro obsesivo del tema racial expre­sado en un tono joyciano. Sin embargo,el poder de esa actitud de desafiliaciónse manifiesta en el hecho de que, a pe­sar de que el héroe se encuentra ligadoa las controversias de izquierda y dere­cha, permanece a la postre como unsoli tario radical.

En 1953, Saul Bellow publica Adven­tures of Augie March, en 1959 Hender­son, the Rain King. Como es casi obli­gatorio, sus personajes se niegan a arrai­gar en la conformidad, por un lado, ya incorporarse a la protesta social acti·va, por otro. A, diferencia de- HoldenCaulfiel por ejemplo, rara vez se en·frentan a una situación que impliqueun cambio en su conciencia social. Au­gie March, tramposo y ratero, se com­promete con los comunistas y mantiene,no obstante, una total apatía. Para élsólo cuenta lo que le puede afectar di·rectamente. De su creencia implícita enque la sociedad procede con métodosnaturalistas, deriva su desafiliación mo­ral. Para Augie March la moral es 1111problema social que se vuelve relativoen su mejor momento e ilógico en supeor instancia. Bellow no condena ni

. perdona: retrata y su explicación pro­viene de un afán por entender. En Hen­del'son, the Rain King, el protagonistamanifiesta su inclinación por la violen­cia y el exceso. Esto lo retrae hasta es­tados primitivos, hasta el grito "¡yoquierol" - del que no se separa. Comotodo personáje desafiliado está ansiosode discusiones filosóficas donde se mues­tre sin caminos y rebelde. En África,después de conversaciones un tanto te­diosas, llega a entender el sentido delamor y la responsabilidad.

William Styron edita en 1951 Liedown in darkness, en 1953 un re'portajesobre la guerra, The long march, y en1959, Set this house on fire. Es el pintorpor excelencia de la depravación huma­na, de los individuos que adquieren unalúcida conciencia del tocar a fondo exis­tencial. Pero hay talento literario detrásde esa avalancha de violaciones, críme·nes, suicidios. Su héroe, Cass Kinsolving,es un asesino borracho, y los protagonis­tas de la primera novela son un dip­sómano y una ninfómana. Ante la vistade Dios, que invocá un epígrafe de J ohnDonne, los personajes de Set this hOt/sc

Burroughs - "he1'idas y conspimciones"

on fi7'e desarrollan tortuosas relacionesexpresadas por expiaciones de culpa, bo­rracheras y bufonerías. Cass Kinsolvingencarna una corrupción última y defi­nitiva -para la cual la violencia no esforma de lo maligno- y al final niegael haber hallado gracia o creencia comoresultado de su búsqueda. Sólo encuen­tra una capacidad para sobrevivir "paraser lo que ,pudo ser por un tiempo ...Y lo que puede ser un momento, esobasta".

Como un paréntesis, se debe anotar alos cultivadores de la science fiction.Aunque la mayoría, acatando las leyesdel género, ha insistido en la ima¡?;ina.ción y en resolver las reducciones al ab­surdo de los problemas actuales con in­¡?;enio, hay autores que aúnan el ejercicioimaginativo y la brillantez literaria, co­mo Ray Bradbury, que ha publicadovarios volúmenes de relatos: Dark car­nival, Crónicas manianas, El hombTeilustrado, Las doradas manzanas del sol,Tite OctobeT countr)', A medicin forrnelancholy, un libro para niños Switchon the night, y tres novelas: Farenheit45, una utopía negativa sobre una épo­ca en que la lectura estará prohibida yel pensamiento libre considerado un cri­men. El afán poético se logra, su imagi·nación es siempre certera y su estilopuede calificarse de extraordinario. Dan­delion wine es una especie de autobio­grafía: la niñez en un pueblo de Illi­nois, y hay una última novela, Some­thing wicked this way cornes. Bradbury,en su intento de ternura, puede incurriren la cursilería, pero en sus mejorespáginas la suya es una gran literaturay su imaginación es quizá la más ricay fecunda de toda la nueva narrativanorteamericana. Por su intención, Brad­bury participa de la "inocencia radical"que Ihab Hassan atribuye a las genera­ciones recientes. El trasfondo de sus re­latos es in¡?;enuo: la vieja fábula spen­¡?;leriana del hombre que se negaba a serun tornilo en la odiosa maquinal"ia es­tatal; el espíritu contra el materialismooprobioso; la libertad del individuo, su­prema e intocable. Pero trasciende esaretórica liberal gracias a su talento ya su capacidad para conmovernos con lasoledad final del hombre en los desier­tos marcianos o bajo la implacable llu­via de Venus.

Aparte de Bradbury se pueden citar aTheodore Sturgeon (Más que hu ma no,Los c1'Ístales soiiadores, Caviar), J udith

UNIVERSIDAD DE MEXICO"

Merrill, Clifford D. Simak (Ciudad) ya Richard Matheson, autor de Soy( le­yenda, la implacable parábola del únicohombre normal en un mundo pobladopor vampiros.

A continuación viene una lista queincluye a diversos autores, significativospero cuyo valor y situación están muylejos de ser precisados: Paul Bowles,The shelte7'ing sky; en Let it comedown analiza la condición lamentablede los norteamericanos expatriados enÁfrica del Norte. Bowles, el más natu­ralista de esta generación, nos hablade Kit Moresby, la mujer que se castigapor la muerte de su esposo y por su cul­pa al no estar presente en su agonía(mientras tanto ella tuvo un affaire con

Turner, un amigo del marido). La mu­jer, en expiación, legitima su ninfoma­nía latente y se incorpora al harem deun sheik. Kit termina completamenteloca. Para un lector avesado, esto no esel castigo para el mal, como se intentaindicar, sino una deplorable manera determinar una trama sin sentido. En elfondo, Bowles como Mailer trae un men­saje moral. Eso, a pesar de su negativaa aceptar el juego axiológico en vigor,las nociones aceptadas del bien y delmal. Pero al profundizar en la degrada­ción y en la derrota, no lo hacen paradejarnos allí o por la noción de la ex­periencia en sí; al contrario: extraenconclusiones y formulan un juicio quequizá se corresponda con las sentenciasque hubiera pronunciado Cotton Ma­ther. Este mensaje dista mucho de seroptimista; pregona una esperanza cau­telosa, nada propicia a la exaltación yaferrada a un sistema implacable devalores que el individuo puede poseer,si sufre mucho y se esfuerza y es muyafortunado en su búsqueda. Este nuevoPilgrirn's progTess tiene un fuerte sus­trato calvinista.

La sátira está representada por JosephHeller, autor de Catch-22, la historia delas aventuras de Yossarian, un capitánde la Fuerza Aérea, hombre cuerdo' enun mundo desgraciado; y por RichardCondon, el autor de The ManchuTiancandidate y de An infinity of minon.

Con Salinger, la muerte de la ino­cencia se convierte en un tema clásico:es tan válido el descubrimiento delmundo por ojos juveniles, como la in­finita cadena de trasgresiones de la leydivina que realizan los personajes deN elson Algren (El hornbTe del bmzode oro, A wolk on the wild side) , deVance Bourjady (The violated) , deChandler Brossard (The double view,The bold sabotcun) , de George P. El­liot (Parktilden Village) , de EdwardLoomis (The chanoal horse). Estos no­velistas basan la fuerza de sus lihros ensustituir al arnerican dream por la ame­l'ican l1ightmm·e. La búsqueda continuade un indefinible Santo Grial no loslleva a ninguna parte. Guy Cinturoil,el personaje de Parktilden Village, estáanimado por una meta: "la seduccióndocumentada de 350 mujeres"; los hé­roes de Algren son ladrones, prostitu.tas, borrachos y homosexuales. Esta le­gión de casos clínicos ejemplifica unabúsqueda fundamentada en una con­cepción simplista de la sociedad. Se pue­de decir que son novelas de búsqueda- su búsqueda y su mensaje es la caren­cia de todo, no por renunciación sino

Page 5: 29 Breve panorama de la novela actual en los.Estados Unidos · Breve panorama de la novela actual en los.Estados Unidos UNIVERSIDAD DE MEXICO 29, Por Ricardo LEDESMA Ben Shahn - World's

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Polémica cordial entre Elizolldo " Garda Riera

Por Emilio GARCÍA RIERA

E L e 1 N E

sino una serie de elementos sin signi[ica­do: una estrella de shcriff, un pasodoblereiterativo, un soldado que recibe suración de chewing-gu1I7 antes de entraren combate."

Es una 1<ístima que Elizondo no seamás explícito respecto a un problemaque, a efectos críticos, consiclero capital:el de la relación entre arte v cultura.Porque, en definitiva, ¿qué es' lo que élllama "el juicio estrictamente cinemato­gráfico"? Cuando admiro un buen wcs­tan, no estoy sólo admirando su técnica,ni siquiera su manera. Lo admiro por­que, como en el caso concreto de RioBravo, de Howard Hawks, me comunicauna visión del mundo, un estilo y, POI­ende, una emoción estética. Y, a la vez,por vía de la estética, me remite a unanoción ética, es decir, a unas determi·nadas reflexiones sobre el comporta­miento humano cuya validez universal-de existir- confieren a la obra losvalores clásicos que toda crítica que se

Roth (Goodb),e, Columbus y Lellinggo) , John Knowles (A sepamte peace yM.orning in Antibes) y Shirley AnnGr~u (The hard blue sky, The BlackPnnce y T he house on Coliseum Street) .Esta última ejemplifica perfectamentelo que se llama la escuela soft-focus dela ficción; es decir, donde los aconteci­mientos se pierden por completo en labruma.

En fin: estas notas dan una idea su­maria acerca de qué es lo que se escribeactualmente en un país que cuenta conuna de las literaturas más vigorosas ydefinitivas del siglo xx. Nada está tansujeto al error como los pronósticos deltiempo literario, pero puede decirse quesi alg4nos escritores com~Salinger, Sty­ron, Below, Purdy y Updike prosiguencomo han iniciado su carrera de escrito­res, la narrativa norteamericana encon­trará en ellos la continuidad de un Siglode Oro que crearon Dos Passos, Faul­kner, Hemingway, Scott Fitzgerald yThomas Wolfe, pues, como diría T. S.Eliot: Old stone to new building, oldtimber to new fi¡·es.

un brillante fresco de la vida de Norte­américa visto con una distorsión inteli­gente y que implícitamente se formula.

Bernard Malamud en The natural(1952) se decide a permanecer mezclan­

do el mito v el mundo. Su héroe es unjugador de beisbol, autor de memorables¡lOme runs, soñador que termina en laoscuridad; en The assistant trata la his­toria de un hombre que anima a viviral empobrecido tendero judío al queha robado. En El barril mágico (1959),con el que ganó "The National BookAward", Malamud describe el mundomiserable y magnífico del judío neoyor­quino, en trece historias; en A new lifenarra el exilio de un maestro de 1 uevaYork a una universidad· del noroeste.En toda su obra, Malamud junta el sen­tido del humor con la tristeza; son sue- .fías sustentados sobre un fondo amargoy escritos en un estilo sencillo, claro ysin pretensiones.

Otros novelistas de interés para fina­lizar esta información: William Gaddis(The recognition) , H. L. Humes (Un­dergmund city y Men die), Philiph

Sobre la críticaHa aparecido hace poco un inteligenteescrito de Salvador Elizondo tituladoEl cine y el Occidente. Me interesa co-

. mentarlo, en principio porque se refierea algunos de los problemas fundamen­tales de la crítica cinematográfica y, ade­más, porque Elizondo ha partido paraescribirlo de una crítica a mis propiasideas. He aquí, pues, la rara oportunidadde iniciar un polémica cordial, desprovis­ta en absoluto de animosidad.

En esencia, Elizondo me reprocha quemi admiración por el cine norteamerica­no -admiración que él comparte hastacierto punto- me lleve a ignorar sus cla­ras limitaciones de orden cultural. "El ci­ne norteamericano -dice Elizonclo -nopuede ser tenido en cuenta, para cual­quier efecto pretendidamente cultuml,más que dentro de los estrechos límitesdel juicio estrictamente cinematográfico,pero examinado a la luz del juicio tras­cendental, del juicio que efectivamenteconstituye la Cultura, no deja tras de sí

por pobreza. Sus opuestos son los héroesnostálgicos, adolescentes, a la maneradel Caulfield de The catcher in the rye,del Malcolm de Purdy, del Clinton deAil fail down de Herlihy, Son los ado­les¡:;entes por excelencia, que están situa­dos entre un mundo que agoniza V otroque aún ~o .reúne la fuerza que requieretodo naCimiento.

¿En qué se inician? Básicamente enun ejercicio paraproustiano de la me­moria. Este héroe nostálgico, se nosdice, se afilia a la inocencia cuando lainocencia debe ser radical.

Con una novela, A death in the fa­mily, James Agee dio a conocer una per­sonalidad brillante y fuera de lo común.Cuando murió, a los cuarenta y cincoaños, se inició un culto a Agee, queJ?wight MacDonald compara al de J a­mes Dean. Agee además publicó una bre­ve novela, The moming watch; dos librosde crítica de cine, Agee on film; un li­bro singular, Let us now pmise famousmen.· Agee fue autor de varios argumen­tos para cine (entre ellos el de La nochedel cazador de Charles Laughton). Re­cientemente se ha publicado The leltersof James Agee to Fathe,' Flye. Su noveladescribe autobiográficamente la situa·ción de su familia, al morir el padreen ,un accidente automovilístico. Estáescrita con una lucidez y un rigor que seapoyan en una preparación técnica eintelectual y en un ejercicio moral inu­sitados.

Cabe citar de modo especial a tresnovelistas: John Updike, James Punlyy Bernard Malamud. John Updike, detreinta años, ha publicado The cal'pen­tered hen, un libro de poemas; un librode cuentos, Tite same dom', y tres nove­las: The poorlwuse fair, Rabbit, n.m yThe Centauro Esta última es un inten­to ambicioso: cambiar la infancia de unniño en un pueblo y la mitología grie­ga. Rabbit, nm narra la hazañas deHarry Armstrong, una antigua estrelladel basket ball, quien se alimenta conpasadas glorias. Cuando se casa, su pre­gunta angustiosa define el sentido de suactitud: "¿Esto es todo?" La búsquedano es verdadera; los valores en que seapoya son sueños, el único orden paraél es su ingreso en la trampa. En Updikeno existe el mensaje. La vida es tal cuales y cuando se ha vivido intensamenteuno se encuentra en el punto departida.

James Purdy se inicia con un librode relatos que le vale una declaraciónde Dame Edith Sitwell: "Uno de losmás grandes escritores producidos porlos Estados Unidos en los últimos cienaños." Purdy ha publicado tres libros:63 D"eam Place, Malcolm y The ne­phew. Malcolm es el descubrimientoazaroso del mundo que practica un 'ado­lescente guiado por Mr. Cox, un astré"lago. El itinerario humano es su métodode introducción y Purdy decide contem­plar la realidad con ironía, con sátirasalvaje y con una forma de profun­da comprensión. Esta crítica aunada a lacomprensión fracasa en The nephew,una historia de pueblo: la solterona quequiere rendirle un homenaje a su so­brino muerto en Corea y que a travésde eso conoce a los personajes de su pue­blo. La intericióncomprensiva de Purdylo lleva a una sensiblería disfrazada y arespetar el lugar común, porque detrásde él sufre un alma norteamericana. PeroMalcolm sigue siendo una gran novela,