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/lh<Jf f tA/t . . . () J.( jfJ91 ¡;CUtUJ ¡ l , 3. EMPATÍA Y CONTRATRANSFERENCIA'' Emes! S. Wolf' EMPATÍA Una de las empresas más difíciles e11 psicoanálisis contem- poráneo es la de enunciar lo que comú11mente llan1amos "e1n- patía"1 de forn1a tal que resulte ser precisa con10 definición, teóricamente coherente con10 conceptualización y terapéutica- mente efectiva en su aplicación clínica. Estas dificultades no se deben a negligencia o descuido del tema. Por el contrario, varios prestigiosos psicoanalistas a par- tir de Freud han hecho diferentes aportes, se han generado in- teresantes discusiones y, a veces, discrepancias significativas al respecto. No repasaré aquí toda la literatura pertinente, pe- ro mencionaré algunos de sus hitos. Freud utllizó el término JJ;infühlung (o einfühlen) o S1:chhi- neinvcrsetzen. Einfühlung (o ein.fühlen), traducido literaln1cn- te, significa sentirse uno mismo en el lugar de algo o alguien. Sichhineinverscizen literalmente significa ponerse uno 1nisn10 en el lugar de algo o de alguien. En psicoanálisis usan1os el térn1ino "empatía", introducido en 1903 por Theodor Lipps en el estudio del humor. Freud ha- bía leído los trabajos de Lipps, de quien probablemente apren- dió algo acerca de la empatía, pues utilizó este concepto por pri- n1era vez en su libro El chiste y su relación con lo inconciente ,., Título ori¡:.,>inal: "Empathy and countertransferencc". Traduccíón de Héctor de Ezcurrn. y Guillernw Lancelle. 53

3. EMPATÍA Y CONTRATRANSFERENCIA'' jfJ91 S. · 3. EMPATÍA Y CONTRATRANSFERENCIA'' Emes! S. Wolf' EMPATÍA Una de las empresas más difíciles e11 psicoanálisis contem poráneo

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Page 1: 3. EMPATÍA Y CONTRATRANSFERENCIA'' jfJ91 S. · 3. EMPATÍA Y CONTRATRANSFERENCIA'' Emes! S. Wolf' EMPATÍA Una de las empresas más difíciles e11 psicoanálisis contem poráneo

/lh<Jf f tA/t . . .

() J.( jfJ91 ¡;CUtUJ ¡ l ,

3. EMPATÍA Y CONTRATRANSFERENCIA''

Emes! S. Wolf'

EMPATÍA

Una de las empresas más difíciles e11 psicoanálisis contem­poráneo es la de enunciar lo que comú11mente llan1amos "e1n­patía"1 de forn1a tal que resulte ser precisa con10 definición, teóricamente coherente con10 conceptualización y terapéutica­mente efectiva en su aplicación clínica.

Estas dificultades no se deben a negligencia o descuido del tema. Por el contrario, varios prestigiosos psicoanalistas a par­tir de Freud han hecho diferentes aportes, se han generado in­teresantes discusiones y, a veces, discrepancias significativas al respecto. No repasaré aquí toda la literatura pertinente, pe­ro sí mencionaré algunos de sus hitos.

Freud utllizó el término JJ;infühlung (o einfühlen) o S1:chhi­neinvcrsetzen. Einfühlung (o ein.fühlen), traducido literaln1cn­te, significa sentirse uno mismo en el lugar de algo o alguien. Sichhineinverscizen literalmente significa ponerse uno 1nisn10 en el lugar de algo o de alguien.

En psicoanálisis usan1os el térn1ino "empatía", introducido en 1903 por Theodor Lipps en el estudio del humor. Freud ha­bía leído los trabajos de Lipps, de quien probablemente apren­dió algo acerca de la empatía, pues utilizó este concepto por pri­n1era vez en su libro El chiste y su relación con lo inconciente

,., Título ori¡:.,>inal: "Empathy and countertransferencc". Traduccíón de Héctor de Ezcurrn. y Guillernw Lancelle.

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1 1905 J. L,a biblioteca de Freud, ahora en f-Iampstead, contiene :-;iete libros de l_,ipps. Frcud firmó algunos de estos y en a1¡:.,JL1nos C'SCribló notas nl 1narg('J1 1 lo que nos indica que los leyó con inw terés -y· que tomó n1uchas ideas ('rros1nan y Simmons, 1973).

La p;1labra ''empatía" deriva del griego patho::>. que sig11ifica '·algo que ]p ocurre a uno"; la experiencia de uno. "E111patía" fue introducida en la lenh'llª inglesa en 1904 con10 traducción del uso que Lipps le dio al término en el campo de la estética. El psicó­logo ]'~. B. Titchener 11909J dio origen al significado psicológico cuando dijo: "No sólo veo seriedad, 1nodestia y dignidad, sino que las siento o las actúo en los nn:isculos de n1i mente. Éste es, a rni ('ntendcr, un caso si1nple dP empatía, sien1pre que consideremos dicho térn1ino como ln traducción de Eh1fúhlun.g" (pág. 21). El ()x(orcl Enulish Dictio11u1:v define a la en1patía con10 la capacidad de proyectar la pcrsonnlidncl de uno dentro del objeto de contem­plación y así co1nprPnderlo rnás con1pletamente.

Si se quiere, ha_v aún dos hechos que podrían hacernos cuestionar el significado de la empatía para Freud. Él no ela­ho1·cí el concepto de empatín, y en toda la Standarcl Edition el concepto es n1encionado solan1ente quince veces. Uno podría sencillan1ente pensar que Freud no consideró que la en1patía era muy irnportante. Pero el n1isn10 I•~reucl contradice tal visión en uno de sus inás Í!nportantes trabajos sobre técnica cuando af'irn1a que para establecer una efectiva transferencia terapéu­tica, "es cierta1nente posible invalidar este primer éxito si al principio se toma alguna posición diferente al del entendi­·miE.:nto empático, tal como una moralizante, por ejen1plo" 1 lfll:J. pág. 140 l. En el original dice Einfilhlung, que he tradu­cido aquí corr10 "entencliiniento empático" (la traducción de Strachey como "entendimiento sin1pático" me parece sutil pc>­ro significativan1ente E'rradaJ. Otra afirmación de Freud dice: "(Jn can1ino conduce, por 1ncclio de la imitación, de la identifl­cación a la ernpatla, esto es, a la comprensión del mecanisn10 por medio del cual somos capaces de adoptar una actitud dc­terrninada hacia la totalidad de la vida psíquica de otra perso­na" 11921. púg. 110, n. 2J.

f)e este 1nodo, Freud estabJeció sin a1nbigüedades que si se n1ornliza en vez de empatizar, se vedará el desarrollo adecua­do de la transferencia. 1\.den1ás dijo que la comprensión empá-

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tica es el ünico n1edio a través dPl cual es posible tener una opi­nión global de la vida mental de otro.

Creo que estas afir1nacione.s son absoluta1nente corrt•ctas. Lo que nos queda por hacer es explicar por qué y cón10 la en1-patía -sentirse uno 1nisrno en el lugar de alguien- es un ele­tnento tan central para la teoría y la práctica analíticas.

Antes de continuar con esta tarea, n1e gustaría conjeturar breve1nente acerca de la aparente negligencia de Freud en re­lación con sus pocos escritos sobre e1npatfa y la falta de un en­sayo de envergadura sobre este concepto central. Creo que hu­bo dos razones. I..1a prin1era c•s que el significado de las palabras "ponerse uno nlisnlo en el lugar de alguien" debe ha­berle parecido suflcú_'.nte1ncntu claro y recto para continuar adelante, sin necesidad de elaborarlo. Si utilizamos siJnilares términos tales como: "yo puedo P>cntir Jo que tú estás sintien­do1' o "puedo resonar con lo que está ocurriendo en tu interio1·" o, como solen1os decir coloquialn1ente, "estoy en sintonía conti­go)), en lugar del sofisticado término helénico "empatía'', n1u­chos de nuestros malos entendidos acerca de este concepto de empatía serian obviados. Pero la utilización de estos térn1inos sofisticados suena científica, por lo cual concederé que estos términos tienen una cierta utilidad como pasaportes que vali­dan nuestras ideas dentro de la comunidad científica. Sin e1n­bargo, dudo mucho de que los arreglos superficiales de la cien­cia actual mejoren la calidad de nuestro pensamiento.

Creo que la segunda razón de la aparente negligencia freudiana sobre la e1npatía responde a consideraciones si­milares. Freud estaba comprometido con la filosofía mate­rialista de la cien·cia de su época, la cual no daba lugar a da­to alguno que no pudiera ser públicamente medido y verificado. I-'os datos que Freud recogía en su consultorio -datos psicoanalíticos empáticos- no eran mensurables y verificables como lo son en lns cienclns físicas y la fisiología. Esto debió haber resultado en1barazoso para el estudiante de Helmholtz, Brücke y Meinert. Freud sabía que las obser­vaciones psicoanalíticas, si bien arrojaban datos obtenidos mucho más introspectiva que extrospectivan1ente, eran da­tos al fin. Para sus mentores científicos, sin en1bargo, eso era escandaloso. Nosotros tenemos la fortuna de que Freud

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fuera un hon1brc de suficiente coraje qtH' 1nencionó Einf'ühl­

un:.: quince veces. , \Tol\·;.tnios a la afirn1ación de Freud dt· que sólo en virtud de:

ln en1patía uno puedP hacerse una opinión '.tcerca d~ la vida

1nenta1 de otra persona. ¿Ello significa que s1n empat1a no po­den1os decir si la conducta de alguien es hostil, si tnuestra in­toxicación. con1placencia o fastidio? Obviamente, podemos juz-· cr·tr l·1 conducta a¡·ena sin ser en1púticos. La vida mental que es M' <:: •

súlo accesible con la. ayuda de la en1patía es la vida subjetiva-111cnte cxpcrin1f•ntnda, las vivencias, pero no la conducta; :1i _si­quiera la conducta verbal de un paciente r~cos.t~do en el chvan. lTn díccionario puede decirnos acerca del s1gn1hcado de las pa~ ¡,1bras de un paciente, pero sólo estando cn:púticamenLe sinto­nizado, el anali.-.:ta sabe qué es lo que este paciente está dicién­dole sobrt• .'-'U:-> vivencias. Es ésta la vida psíquica que

e:-:.tudiarno~ en psicoanálisis. ... Co1no Kohut ( 1959l apuntó: "Solan1ente un fenómeno cuya

l º.bservación podcinos efectuar por introspccció:1 o por e'.11p~tí~l con la introspección de otro, puede ser denominada ps1colog1-ca. lJn fenómeno es ·son1ático', 'conductual' o 'social' toda vez que nuestros n1étodos de observación no incluyen predo1nin~n­tcmente a la introspección y la e1npatía" (pág. 209). I\.ohut vin-cula la en1patía con la introspección y, en definitiva, define a la (;'n1patía como "introspección vicaria". Describe la ir:tro~pcc­ción vicaria como uno n1ismo pensando dentro de la vida intc~ rlor de otro. Esto es esencialmente lo n1ismo que la Ein{ühlung de Freucl, o sea, sentirse uno mismo en el lugar ele otro. Ade­n1üs. Kohut afirma explícitamente que la empatía define el can1po del psicoanálisis, que en sí rnisrna es una herramienta de obser\·ación de valor neutral, la cual también puede ser usada al ser\·icio de la compasión o de propósitos hostiles.

t-Ia habido n1ucha confusión acerca del papel que desempc­I1a la teoría psicoanalítica en las observaciones empáticas que el analista hacL'. Si se acepta que la empatía es un método de colección de dato¡.¡ acerca de la vida n1entnl de otra persona, ¿,el significado de esos datos no dt:penderá entonces de la teoría psícoanalítica qu<:' se prefiera? En un reciente .trabajo sol:re la ernpatía, Schafer ( 1979 l declaró que los analistas freud1anos extraen n1aterial freudiano del n1aterial de sus pacientes, los

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jungíano.s, n1aterial ,iungiano, y así los de1nás. Los filósofos ge­neraln1ent.e concuerdan en que no se puede hact>r observación <llguna Min tener una teoría que guíe la colección de datos .. Es­te principio filosóf'ico parece sostener la idea de que, en psicoa­nálisis, las observaciones dependen de la teoría que se tenga.

Intentaré de1nostrar que ef-.lta conclusión no tiene garantía de ser cierta y que es el resultado de confundir lns teorías psi­coanalíticas con esque1na~ o diagra1nas de observación. Al inis­mo tiernpo, e.spero poder despejar las confusiones provenientes de considerar a nuestra vida 1nental con10 "ínterna", n1ientras se considera al mundo circundante corno "externo". La dicoto­mía interno~externo, como C:~oldhcrg ( 1981) ha dernostrado rc­ciente1nente del rnodo n1út-> convincente, nos lleva, incorrecta­mente, a no estar seguros de si las relaciones de objeto tienen lugar fuera nuestro, Pntre uno y otro, o dentro nuestro, entre representaciones internas de objeto. 1 l\,1e propongo distinguir más precisarnente entre dos tipos diferentes de percepciones, a saber, las percepciones subjetivas y las percepciones objetivas. Podemos ta1nbién llan1arlas percepciones introspectivas y ex­trospectivas.

A título de ilustración, repare el lector en su mano. Puede ver sus contornos y_ color, captar su for1na, su textura, su posi­ción en el espacio. El n1ismo podría expresar, con exquisitez de detalles, que esa n1ano suya le parece con10 aprehendida por vía de su aparato sensorial, siempre que, como hasta ahora, se trate de datos sensoriales. Ellos están organizados por esque­mas extrospectivos en una descripción objetiua de la 1nano. És­ta sería la mano con10 objeto, junto con otros tantos, en un mundo observado extrospectivamente, excepto que este objeto particular está unido a ese otro objeto que es su propio cuerpo. Ahora, esa misma 1nano el lector la observa introspectivan1en­te; esto es, que s11s estín1ulos y recuerdos sensoriales, ideas, ex­pectativas, algunos de ellos conscientes y otros inconscientes, están organizados n1cdiante un esquema introspectivo en una aprehensión subjetiva y vívida de la n1ano. Uno de los aspec­tos más importantes de estas experiencias subjetivas de la 1na­no es que for1nan parte de la experiencia subjetiva del sí-n1is-

l. Entre nosotros podda agn;garsc: ... y <le "ob,iet.os interno~". IN. del T_[

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n10 del lector. Si pcrr alguna razón uno ha p('rdido la rnano, se :·.:entiría a sí n1isn10 dl.'fectuoso e incon1pleto y dt,n1and;1ría n1u~ chísin10 trabajo tt•rapéutico restaurarle a e.se . .:;e// su anterior :-:entido de• cornplc·tud. En psta conexión es tarnbíón valioso de notar qtH:) no toda parte anatú1nica t'S sin1ilnrmente una parte del SI'/( I\)r ('jcn1p!o. yo podría pl•rder una irnportantc cant.i­dad ele n1i cabello, de h1s uún." de rnis dedos. de mi sangre o, in­cluso, algun;is partP.s de rnis órgano~ internos sin C'Xperirnen­tar en nbsolutn que rni sel{ 0stü disrninuido.

Nótese que no he hecho afirn1ación nlgnna acerca de los ca­n1inos sensoriales e.sppcfficos qtH: ()stún involucrados, ni sobre si se originan dentro o ftn,rn c]p! cuerpo. ni ncerca de dóndf' es~ trin hechas sus concxioll('S centrales. Probnhlr-mente no sería dcn1asi;1do difícil deterrninar o, (d llH'nos, hacer algunas espe­culaciones biPn docunH'ntadas sobre las partes del sistl'mn ncr* \'ioso in\'O]ucradas en estas percepciones. I~stoy poniendo deli~ bl'rnda1nente de lado estos hecho.s biológicos, de n1odo tal que nn nos distraig·nn1os de los fenórnPnos psicológicos que nos inte­resan. Si el cle;-;ca!'te que rPnlizo parece den1asíado drústico, su­g-e·riria entonces que, en f'or1na análoga, tampoco dejernos de la~ do las estructuras de los conn1utadores cun.ndo tratamos de estudiar la dinán1ica dP las conversaciones telefónicas.

Para resun1ir, nosotros vivilnos en dos mundos; uno es ob­jeti\'o, orgnni:-:nclo .<~obre la base de esquen1as extrospectivos, y otro es subj('tivo, organizado ;-;obre la base de esque1nas intros­pectivos. No tiene ;-;c'ntido discutir sobre cuáles de estos 1nun~ dos es 1nris real o 111ás ilusorio. No tiene n1ucho sentido argüir sobre si algo existe en el inundo "interno" o en e] mundo "ex­terno". Parn vol\'Pr al ejemplo de la inano: mirada extrospccti­\'an1ente es un obj(1to en el n1unclo; experilnentada introspcctiw van1ente e.-; parte del sel(. De aquí que el feliz térn1ino .s·clfo~ject de Kohut describe la extensa clase de gente, cosas y sin1bolos que pueden ser percibidos de an1bos n1odos. Los obje-1 o;-; del .c.;e/l lsellobjectsJ no son internos ni externos, sino que son sin1ult<in('an1Pnte vividos en ambos inundos. Sin embargo, los térn1inos ''interno" y "externo', tienen todavía una cierta utilidad heurístíca, ya que ellos nos recuerdan que se refieren a diferent(•S n1odos de experiencia y no a ubicaciones anatón1i­ca.s ni geográficas. Sin1ilar1nente, el término "internalización",

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'·'

tan importante y todavía tan trastornador en psicoanálisis. ge

refiere a la reorganización y la reintegración de las percepcio­nes y sus ideas asociadas y no a alguna localización en el es­pacio.

Los datos que utilizan1os, sean introspectiva o extrospecti­vamcnte organizados, pueden ser erróneos. Por ejr•mplo, pue­do ver a mi amigo ,J. a una determinada distancia viniendo ha­cia rr1í, pero a n1edida que se acerca nH~ doy cuenta dt• que es un desconocido. () viceversa, similarrnente puedo percibirrne triste a mí mismo, pPro en tanto la experiencia se vuelve rnús intensa sP me hace claro que estoy exhausto. O de una nu1ne­ra análoga, puedo incurrir en un error cuando trato de imagi­,narn1e qué está experi1nentando otra pc'rsona. Por ej<:rnpJo, un ,analizando n1e habla sobre lo multitudjnaria que fue la concu­rrencia a la n1isa celebrada por el Papa en su reciente visita e imaginarme el ruido producido por toda esa gente. En los he­chos, como aprendí luego, fue llamativamente tranquila y si­lenciosa. Éste es un ejemplo de error en la extrospección vi­caria. Cometí un error al in1aginarme que la ('Xperiencia extrospectiva de alguien era similar. Igualmente, mi i1nagina­ción introspectiva, esto es, mí en1patía con la experiencia sub­jetiva de otro, puede ser errónea. Muchas veces me he equivo­cado al imaginar que un analizando se estaba sintiendo, por ejemplo, cansado, irritado o enojado cuando, más cuidadosa­mente visto, los datos e1npáticos revelaban que el paciente ha­bía estado deprimido. Deseo enfatizar que usualmente los errores no son in1portantes, y que la inmersión en1pútica pro­longada en la vida mental de otra persona nos genera datos in­trospectivos que son tan confiables como los datos extrospecti­vos de Jos cualPs dependemos para guiarnos en la vida cotidiana. Es bueno re>corclar que tanto la percepción intros­pectiva como la extrospectiva se perfeccionan con el rntrena­miento y la experiencia. El novel estudiante de medicina escu­drifiando por primera vez a través del n1icroscopio, verá poco más que un caos de colores, manchas, puntos y formas irregu­lares. Dos meses niós t::1rde, el misn10 estudiante reconocrrá ]os tipos de estructura celular en un espacio casi tridin1ensio­nal. De n1anera simi]ar, el joven psicoanalista, al oír por pri­mera vez las asociaciones de un paciente, 0scuchará principal-

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rnente un caos de irnprr·sioncs pasajeras, n"\ientras que Plana,. lista expcrin1entado habrá de volver.'-'<: extrl'Jnacüunente habi­lidoso en el reconocin1it'nto ele las vicisitudes y los detalles pro .. pios de la \·ida psíquica, gracias a su inn1crsión cn1pút.icn en L'-l experiencia del analizando.

Por supuesto que t9das las \·icisitudes qu·c pueden tener las intenciones hun1anas, pueden también succdcrlt1

;·1 la pcr·· ccpcl<ín. Podcn1os resistirnos a ver, oír, sentir. escuchnr. Podc­n1os re:::;istirnos n volvernos consciPnt.es de algún modo pPrcep* tÍ\'O, ::-;ea él cxtrospectivo o introspectivo. Y t<.d como podc1nos usar la razón al servicio de la resistencia -es decir, la raciona-­lización~, asin1isn10 podemos poner el entendilniento en1pútico al servicio de la resistencia. Todas estas resistencias se presen­tan a su turno. µero el obstáculo rnás grande en el uso propio de los datos en1púticos introspectivos es el sesgo por el cual pa­recen no científicos, anin1istas, o incluso místicos. Espero que esta discusión contribuya a la disn1inución de tales prejuicios.

Querría decir que cualquier analista, sea freudiano. jun­guiano, kleiniano o kohutiano. con una prolongada iI:nH:rsión en1pática, obtendría datos acerca del analizando, gracias a una sin1ilar sustitución introspectiva; en otras palabras, tarde o temprano, cualquier analista que esté dispuesto a escuch~1r y observar empática1nente. percibirá los n1ismos elatos obten1do3 por n1edio de la introspección en1pática. I_,o que el analista ha· ga con estos datos, el tipo de explicación que le d~, depende ~l:l n1arco teórico que guía e1 procesan1iento de una interpretac1on a partir de dichos datos. l)or cjen1plo, yo puedo interpretar In ansiedad de un paciente con10 aprensión a ini intrusión pocn en1pática en él. la cual puede ser vivida como una anu:naza de fragmentación; n1ientras que otro colega podría interpretar lr, misma ansicdhd como resultante de lo que él mismo percibe

como an1enaza de castración. Diferentes teorías conducen a diferentes interpretaciones.

L-a supren1acía ele una teoría sobre las den1ás es una cuestión c1npírica. L,as observaciones clínicas recogidas durante perío~ dos prolongados de tiempo proporcionarán la experiencia ca-· paz de demostrar la utilidad práctica y el poder explicativo pa­ra dar sentido a los caóticos datos y la efectividad de cadn enfoque teórico con1petente como método ele trata1niento. FI1.::

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encontrad.o en mi 'expPriencia clínica que la incorporación de una teoría de la pslcologia del sel{ a 1ni arsenal teórico psicoa­nalítico tradicional, ha incrernentado en 1nucho n1i pod{'r expli­cativo para dar sentido a ]o:-; datos p~.;jcoanalíticos, ha incre­mentado de inanera significativa 111i efr:ctividad tcrapt'utica y ha incretnPntado con.-;i.derahlen1ente el rango de condiciones psicopatológicas no neuróticas que ahora puedo tratar efecti­vamente. Como módico, como científico y co1no ser htunano responsable, éticarnente no puedo ignorar las perspectivas abiertas por la psicología del sel/. No obstante, esto no sig-nifi~ ca que la teoría psicoanalítica clásica sea errónea. NI<is bien, la teoría clúsica es mcran1ente otra n1anera de 111irar y organizar los datos y, para algunos pacientes, la vía inái-; útil v efectiva de hacerlo. ·

Me gustaría discutir otro frecuente n1alentendido que hay acerca ele la ernpatía. La experiencia de ser escuchado con atención y, en especial, el ser adecuadan1ente con1prcndido es una verdadera gratificación, puesto que cu1nple uno de los pro­pósitos priinarios de la comunícación. Sentirse en verdt:td con1-prendido es, casi universahnente, sinóniino ele f-Jentirse bien. Inevitablemente los analizandos responden a una escucha e1n­pática del analista con un incremento del sentin1icnto de bie­nestar. Sin eluda hay una gratificación en esto, con10 lo es es­tar en presencia de un ser hu111ano interesado y respetuoso. Esto se aparta del intento de ser amable, sünpático o con1pasi­vo. Más aún, suele decirse de los analistas que scrian1cnte in­tentan obtener datos introspcctivan1ente que sobregratifican a sus pacientes por la expresión de actitu<leR de sin1patía, cuan­do no de raigambre an1orosa, impidiendo de tal n1odo el anüli­sis de la transferencia hostil. Además ele puntualizar que la fu­riosa hostilidad no es una rareza en el análisis de los trastornos del sclf, permítasen1c tan1bién afírn1ar en forn1a ca­tegórica que la cmpatía es sólo un inndo de obtención de datos y no un n1odo de expresión para el analista. He oído a colegas decir que "expresan cn1patía" a sus pacientes, lo cual es una concepción con1pletan1ent.e errónea del proceso en1pático. Por cierto, una concepción lgualn1ente c•rrónea in1p1ica el frecuen­te acoplamiento que se hace entre empatía y contratransferen­cia. Empatía y contratransfcrencia no son términos qtie opon-

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gan influencias sohre los pacientes. La ernp2día es un 1nétodo de colección de datos y puede ser u.sado tnnto par;:l bien del pa­ciente corno contra ('.'l. La eontratransfl.~rencia no C\S un método dt' colecciún de dntos, sino unn expresiün de nect1sidades, como 1n transferencia n1isn1a. 'Lo que distingue a la transferencia de 1a c-ontr<-1trnnsfeTencia e.s n1uy sin1ple: la tran;.:.ferencia está ba­sada en las necesidades del pacientP y la contratransferencia lo e~.tá t:n las net('Sidades del annlista.

CONTHATHANSFEHENCIA

Mi aproxin1ación a la cuestión (al ten1a de discusión) de la contratransfc•rencia es fundan1entahnente distinta de nli apro· ximrtción a la t·n1µatía. La t·1npatía, corno 1nodo de percepción introspectivo, es hüsica y puede ser procesada por cualquíer teoríu psicoan~dítica. I~a en1patía es la 1nisma para el anáiisis clúsico, en cualquiera de sus vertientes, y parn la psicología del sel/. f<~n can1bio, pj fpnónH'!lO de la contratransfercncia, sea de· fi11iclo dentro de 1~1 psicología clásica del in1pulso y la defensa, st•a dl'ntro del psicoan<ilisis kleiniano o dentro de la teoría de la S('paración-indi\·iduación, por ejernplo, t'S observada y for­rnulada de n1nnera difi_·rente. I~n consecuencia, propongo con­ceptualizar y tratar estos fenón1enos sólo dentro del marco de trabajo dP la psicología del sel(.

Incluiré, en n1l conceptualización de la contratransferen­cia, todas las necPsicladt>s psicológicas que se n1ovilizan en la experiencia subjeti\'a del analista, en virtud de su participa­ción en el proceso analítico con el analizando. En otras pala· bras, la contratransf(•rc11cia del analista es la exacta contra­parte y el cornplen1ento natural de la transft>rencia del analizando. pero no J1(:cesarín111ente una reacción ante ella.

La t.rnn:-:f'erencia conceptualizadn dentro del rnarco de tra­bajo dl' la p:-:.icología d('l sel/representa ln <:xperiencia, y acaso tan1bit.;n la acti\'ación, de necesidades qup de1nnndan funcio­nes específicas de los objetos del sel/ para su satisü1cción. En otra;-: palabra."\, ciertas funciones d<>sen1pe11aclns por objetos del s1'/(-por L·jcn1plo: pr(·:-:.uncia funcionnl, función especular, dis­ponibilidad pnra ser idcalízado- son necesitadas por el self'pa-

G2

ra poder ft1ncionar y ('Xpt1rin1Pntarsc a sí n1isn10 con10 una to· tatidad. En re.-.;un1Pn, ln transft:rencin de Jos objetos del se/fre­presentan la rnovilizaciún y la <lctunliznción de las necesiclndes de los objetos d('l sel( del analizando, dentro del análisis. La movilización de Psta:-' npccsidades ('11 el anali;:;ta es, justan1en­te, lo que aquí st· dE'n(Hnina contr;1trnn~ferencias.

La procedencia de las ('Ontratransfr'rencias rn el analista, sean éstas exact·rhacionl'S de su propia psicopatología, sean evocadas por vicisitudes de la situación actual o sean la res­puesto a las transft:·rencía;-; del analiznndo, no constituye el fo­co dP la f.H'('sc>nte Pxpo.slción. Aden1<i.s no n1e dedicnré a las tran.sfc'r('ncias neuróticas, sean libídinales o agresivas, ni a la movilización de reacciones análogas en el analista. Tan1poco intentaró clasificar estos fenórnenos contratransferenciales

\ conforn1e a si son espontáneos o reactivos, si son iniciados por el analistn o t>l analizando, o si son identificaciones, proyeccio­nes o identificaciones proyectivas. (J\unque no puedo negar que este tipo de esquematizaciones tiene un cierto atractivo. me parec(•n clínica1n0nte inútlles y cngaúosas, a pesar de brin­dar una apariencia de sólido conocimiento científico cuando, en realidad, e . .:; un caos conceptual.) I~n resumen, n1e lin1itaré a la consideración de las contratransferencias tipo objetos del self', con las cuales nos hen1os fan1iliarizado gracias al anülisis de los desórdenes en el área de los objetos del se//; es decir, de­sórdenes del sel( caracterizados por transferencias tipo objetos del sel{.

¿Cuál Ps la relación entre la~ transferencias tipo objetos del .sel( (incluyendo, por supue-sto, las contratransferencias ti­po objetos del se/(J y la empatía? La empatía es un método de recolección de datos acerca ch.- las experiencias y la vida inte­

, riores de una persona, basadas en inodos de percepción intros­pectiva, que cuenta n1ás con10 gesta/ten afe'ctivns que con10 n10-delo verbal liiwal. Como todas las percepciones, también la e1npatía estú sujeta u las vicisitudPs dP los proc(•sos n1entales.

, Las percepcione.:-:; empáticas puPden ser disn1inuidns por repre~ sión o por repudio, pueden acrecentarse por el procc>so focal de atención o pueden ser tergiversadas ('Jl divcrsns direcciones al servicio de la C'xpresión o Pn clt•fpnsa del sel/. De este n1odo, las necesidades del objeto del scl/ltrnn.'>ferencias o contratransCe-

la D)

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renciasJ pueden asin1isn10 aguzn.r, opacar o tergive:'·~ar l.o,s da­to:-: obtenidos en1pática1nente. i>or C'jernplo, la rnov1hzac1on de intensas v arcaicas necesidades especulares del sel{ probal~h:­incntc se:111 acnn1paúadas por un e1nbotamient~) de la sensiln­lidacl einpútica del se/f'hacia los 110-selvi:s. A _la 1n~ersa, los cla-1.o;; obtenidos cn1pútican1entc pueden inf1u1r y falsear a las t r;:nsfPrencias ·y contratransferencias al evocar o .desalent~tr la P!lH'f"'<•ncia v n1ovilización de necesidades de ciertos objetos del s(~/'. Por ~jernplo, el conocin1iento c1npático :n el otro de la rabia narcisística, penetrante e inconsciente, frecucntern~nte tra(' conio respuesta una intensa y específica tra.nsfe~enc1a ,Y contratransfei·encia derivada de la arcaica herencia ps1cogene­tica. De este niodo, la en1patia y 1a transferencia, son rrlutua-

n1ente innuencinblcs. , . F'erinítaseme considerar a la situación analit1ca desde el

punto de vista de lf- psicología del sel{. Para c_ada u~o de los participantes, esta situación se estructura gracia~ a c1ert~s re­glas. Además, en esta situación analítica, el anahzan~o tiende a una regresión que, unida a las esperanzas y los n:1,edos del paciente, provocan la escisión, el repudio o la repres1on .de las necesidades arcaicas de los objetos del sel/'. Estas neces1d~des serán nianifestadas con10 de1nandas n1ás hacia el anahsta, müs 0 nienos encubiertas, dependiendo de la naturaleza ~e sus defensas. En la n1edida en que estas den1andas son residuos

111 ovílizados y revividos de frustraciones arcaicas por parte del objeto de.! sel/~ se las llama transferencia objeto del :sel{. Sin embargo, a n1cnudo olvidan1os que el a1:ahsta esta en una situación que es n1u.Y siinilar a la del anahza~do. A pesar de que el analista tiene el privilegio de estar erguido,. aun~~­perin1enta los constreüin1iento~ vin~ulados con la s~1~u~c1on analítica. En particular, el analista siente el constren1r:i1ento de su autoexpresión y el requeriinicnto a desechar las for1~1as habituales de pensar en favor de una atención f10~~1nte 1n1-pai·cial. Esta~ con1binaciones alientan una .regres1on en el analista. Ja cual uno espera que no sea tan intensa con10 la de .'JU analizando. pero es su contraparte. I.,,as necesidades d.e objetos del self" del analista, por lo tanto, son ta1nb.lén I,11ovib­zadas en lo que he deno1ninado contratransferenc1as tipo ob­

ietos de 1 sel{.

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Por supuesto, no cstúy hablando de regresiones severas o contratransferencias incontrolables de parte del analista. Es­toy hablando de las regrcosiones iünitadas, útiles e inevita­bles, que dan como reBliltado un aflojamiento de la estructu­ra del sel{ del analista y una pern1eabiliclad incren1cntada de las fronteras del n1is1no. I~n palabras de li-..reu<l, el analísta "debe volcar su propio inconsciente como un órgano receptor del inconsciente en1i.sor del paciente" (1912, pág. 115), Esto implica una receptividad incre1nentada, especialn1ente parn percepciones organizadas introspectivan1entc; esto es, una "sintonía empútica" incren1cntada. No sígnifica que el sel{ del analista haya experimentado una regresión hasta la frag-1nentación o haya perdido sus fronteras. llegresión controla­da, en el contexto de una psicología <lcl sel{, no es sinóniino de rnnlrol del ello por el yo. Más bien, control significa que en un sel{ cohesivo los componentes están presentes en una in­tegración equilibrada que contiene las partes cornponcntes, al igual que la integración eqnilibrada de átomos los liga en una rnolécula.

Una ventaja sustancial de la contratransferencia del ana­lista -es decir, de la regresión controlada- es la perceptividad 1~mpática au1nentada. Schaefer ha seüalado que él con frecuen­cia es capaz de c1npat.izar con un analizando más sensiblemen­te, de una manera más compleja y sostenida y sobre una gan1a más amplia de experiencias subjetivas, "de lo que es capaz con otros en sus relaciones personales, no profesionales. H.e hecho observaciones similares. Creo que la sensibilidad empática au­mentada dentro de la situación analítica refleja la regresión analítica del analista, su contratransferencia regresiva analí­tica y la movilización de las necesidades de objetos del sel{ del analista. De esto resulta también que las defensas contra la re­gresión interferirían con la empatía del analista. He observa­do (~sto frecuentemente en candidatos en entrenamiento y pue­do recordar bien cómo mis propias ansiedades co1no analista novato me hacían n1uy difícil la postura e1npática apropiada-1nente regresiva.

Con la regresión del analista viene una movilización de las nec•,sidades de objetos del sel{ arcaicos. El analista experimen­tarü el reavivamiento apropiado de estas necesidades de obje-

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tos d('] se// con10 una t.l'ndt·neia a hacl·r dvrnnnda~ al pacien Nueva1n('nte estoy h;-1hlando de regresi(¡Jlf's controladas q p<·r1nitl'l1 a un analista 1naduro y hien entrenndo tornar CO' ciencia dP estas necesidades profunda::: nueva1nentP n1oviliz das. I·~ntre las contratransferencias tipo objetos del sel( revivi d(tS habrá una necesidad de respuesL1s tipo objeto del se}1

idealizado del analizando. t-:n otras palabra.-;, c•l analiBta ex,, rin1Pntnr;l una leve sobrPestin1aci<ln deJ analizando, que p bablerne-nte será con1unicada de r.nanerns . ..:;utile . ..:-,. ¿I~s esto d tructivo para t•l analisis? Por el contrario, ere-o que es un cnndici6n necpsnría para que ('] proeeso analítico se despli gue. El nnalizando exp('rirnentn esta contratransfe-rencia ide lizadora corno una confirrnnción de su potencial no realizado un estírnulo al cual alcanzar. E~sta contratrnn:-;ferencia corre$ pon de ;i la normal sobreestin1ación narcisi~tíca de los hijos p' sus pad1·c·:-;, la que l'S llL'CeStlria para el saludablP desarrollo los nir1os.,

La regresión controlada del anali:-:,ta resultará tan1bién e Ja 1r1oviliznción, dentro de ciertos lírnitPs, de eiertas n(:cesid des arcaicas de cierto auLocngranclecie1niento. l~l status d médico, ex;-ilLldo en nuestra cultura, co1no e;;;tá expresado p el paciente al buscar a.r·uda, es experiinenta<lo habitualment1 coino una re:-> puesta a estas nPcesidades de respuestas de obje­tos del sel(: especularidad y resonancia. Aquí, como lo he seña lado en otra parte ¡\Volf, 1979, pclg~. 585 y 586), así co1no en l movilización de necesidades de objetos del sel(idealizables, e ele esperar que:

:2. Quic•ro hacer un brC\"C ("omcnt.ario .sobrv ln rnotivaciún para t•I an<ilisi A menudo oín1os quP t·l dolor~· la incninodidad psicológicos de Jos pacientes son· lris fuerzas que in1pulsan la büsqu<•da de trntan1iento psicoanalítico, y csti>:; cicrln1nc•ntc t'S \"Crclad parn la nH1.voría. Sin embargo, no oín1os inuy f'recuen'~ U·ml'ntc sobre otra fuerza n1oti\·ncinn::d, qtH' t'S quizá dcsrritn de la 1nPjor ma'. n(•rn bajo p] cncah1'1;1n1iPnlo ¡;(•n<·r:il fh• ;inticip:tei(·)n cspc'r<1n1:HL1. No me re­fiero ~6lo u !H l\"'P«n111za de gr;itíticar impulsos .v plac('rl'S in:-:tintivos. inf"antile:-:. sino tan1bir>n a ln l':-:pen111za de encontrar reconocin1ient(J, afirma· ción y un ambiente (·n C'l cual el s.,/j" pueda h<dl:ll' los mt•dio,.; d<• expresnrse~. Unn \"ez que rl anóli.si,; ha progre~ado y qu(• los. dolore:,; que pn•cipltaron cl anc\lisis han nH;jorado. son frc("uentt·n1entt' ln,.; esperanzas y la,.; expectativas de rcn!iz:Jción del sc/f ln:-: qtw 1nrunienen Ju continuidad del proC<'SO analítico.

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el propio análisis clc'l nnali:-;ta h) haya perrnit!do Plabor;ir las ormas más arcrúeas d(' sus nt>cesidaclc:_..; che res¡HIC'stns tipo obj(•to

"él sel( y que haya intt·rnulizadn suficiente estructura para dar hesión, vigor y arn1onía a su .-:el{ Adl'llHls, t~s de t>sperar que el

->nalista en su vida prof't>sional y l'D la privada encuentre la opor­nidad de establl'Cer relacionPs de intirnidad y creatividnd en

lroporción a sus necesidades. Aun así, aun dicho y hf'cho todo es­:, siempre quedan anhelos incun1plidos de ser esprculado y es­

Uerzos íncurnplidos de fusionarse con una ilnago icfr·nlízada.

asta ahora sólo he menciunado aspPctos de la contra­,Sferencia del analista que mPjoran la t•mpntía y facilitan

1:r0ceso analítico. 1\lgunas veces, sin ernbargo, las contra-Tsferencias pueden interferir, inhibir o, incluso, drscarrilar 1ínente el proceso analítico. I~ste es el sentido en el cual el "'irio contratransf{~rencia ha sido habitualmente entendído.

ayoría de la literatura psicoanalítica sobre la contra-'"sferencia trata sobre sus orígenes en conflictos no analiza­(o remanentes) del analista y sus efectos deletéreos en el '.ainíento. Los coinentarios iniciales de Freud en el Segun­Congreso Psicoanalítico de Núremberg (1910) describen a ~ontratransferencia co1no resultado de la influencia del pa­'te en los sentimientos inconscientes del médico. La contra­

lnsferencia es un asunto importante pero su discusión, en eral, ha sido más bien circunscrita y focalizada principal­

~ilte con iniras a clasificarla. Esto no sorprende cuando uno f3. que la nocíón de salud como valor 1noral prin1ario (y asi­

'10 la enfermedad con10 inn1oral) ha infiltrado sutilmente lestra cultura tanto con10 el psicoanálisis. IIace falta coraje ':Ta escribir sobre las contratransferencias de uno, cuando as denotan contenidos con alguna f~dla patológica que con­

o a el sabor de un oprobio moraL No obstante, durante la úl­na década se puede discernir en la literatura analítica un Eonocimiento creciente de la inevitabilidad de la contra­nsferencia y de su potencial utilidad en influir sobre el pro­

~SO psicoanalítico. >Kohut (1971) ha llamado la atención sobre dos tipos de con­htransferencia quP corresponden a dos tipos de transferen­~s objetos del self'. Las intensas transferencias especulares ·caicas, por ejeniplo, pueden privar al analista de un n1ínin10

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~

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de f{'COnocirnientn o respuesta que {:l nPcesita para la expe­riPncia v el funcionamiento óptimos de su self En estas trans+ ferencü~:-; especulares arcaicas, el analizando cxperünenta al analista como parte de él io ellal que estú totalmente irunersu en la experiencia de su self(del paciente) y no reconoce la exis­tencia del analista como una persona separada. I,os analistas, por ~u puesto, difieren en su vulnerabilidad a tales asaltos a '.os lín1itcs y la ;1utono1nía de su sel( Algunos se sorprenden s1n­lióndos¿ aburridos o son1nolientos, co1no consecuencia de un retiro dPf'('llsivo del sel( del analista cuando la transf(~rt'ncin Je! pac1enLe ;..;e caracteriza por fuertes Lendencias engo!fantcs. Ya niP he referido a la necesidad ren1ovilizada del analista de un obleto dt>l sel( idealizado o, en oLras palabra,-;, l.a necesidad de ve~· al pnciente como teniendo algún grado de potencial. Un encuentro exigente y prolongado con un analizando en una in­tensa transferencia especular arcaica puede decepcionar de tal modo las expectativas idealizadoras del analista que le evo­quen una amarga desilusión, la cual puede causar pesiinisn10 terapéutico y una terminación pren1atura. Por otra parte, una transferencia objeto del sel{ idealizado que l1aga el paciente, con su excesiva admiración por el analista, puede volverse in· cómodan1ente estiinulante para el sel{ de éste, amenazando sus defensas vulnerables nas del analista) contra su propia grandiosidad. En este caso, es probable que el analista se vucl · va defensivan1ente autodespreciativo o puede intentar escapar de la incornodidad n1ediante ca1nbios inapropiados del foco analítico de las fantasías adn1iracloras del an;;.dizando haría la

fría realidad. Uno podría brindar rnultiplicidad de ejernplos co1110 éste.

La experiencia de todo analista e~ rica en eje1nplos clínicos que resaltan las variedades de transferencias tipo objeto del sel{ y <le las contratransü.:rencias evocadas por ellas. Muchas veces no es claro en absoluto cuünto de una particular transferencia o contratransferencia -en otras palabras, una particular necc~ sidad obje!o del sel{ del analista o del analizando- es el resul­tado de i 1) arcaicas v r('::;iduales necesidade;.:; objetos del sel{ n1ovi1izadas en la siluación analítica; (21 necesidades obJeto del sel/' evocadas por Ja rt1sonancia empática con las necesida~ des de otro participante en la situación analítica; 13) necesida-

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des objeto del sel/ evocadas en defensa contra dernandas obje­to del self de otro; (4j necesidades objeto del self n1ovi1izadas defensiva1nente en contra de las den1andas del proceso analí­tico mü.;mo. c.lasificaciones de este tipo pueden ser clínican1cn­te útiles, pero nuestra fascinación con ellas no debería dis­traernos de la principal tarea analítica, la cual es preservar el proceso analítico Pn n1archa.

}'~} procc>so ct~1aJítict~ 011 el trntnrniPnto de trastornos del se/f" n\,>; puede i::;er dl·scr1to en c1nco etapas, cada una de las cuales ten-drá lugar solan1cnte si se atienden cierta¡;.; condiciones. J~.':itas pueden ser deline<1das co1no sigue;

l. Análisis de las dcf'ensas contra el proceso analítico es decir, de las defensas contra la regresión y de las defCnsas c

1

on­tra las transferencias tipo objeto del self Condiciones: anibien­te d~} .ace~~ación y con1prensión, que alienta la regresión y la 1novil1zac1on de la transferencia. . 2. Despliegue de la transforencia tipo objeto del se/f; es de­

cir, que. las necesidades de objeto del ,s·clf arcaicas n1ovilizadas s~ focahzan en el ~nalista con10 un potencial objeto del sel( sa­hsfactor de neces1dades. El resultado es una transferencia ti­po objeto del sel{, arn1oniosa y sustentadora, que es experin1en­tada como un self fortalecido con un sentin1iento de relativo bienestar. Condición: no interferencia con la relación tipo obje-to del sel{ que se despliega. '

3. Inevitable ruptura de esta sustentadora relación entre sclfy objeto del sel/ cuando é;,tc fal1a en coln1ar las necesida­des de objeto del sdfmovilizadas. Condición: el fracnso en col­n1ar debe ser ópti1no, es decir, no trat1n1ático. (El paciente fron­terizo inanalizable expt-~rirnentaría nquí que incluso la nió.s leve fallc:t es insoportablt'n1cntt> traun1ática.)

4. La _apropiada interpretación de la ruptura n1cncionadu, restableciendo la n1utua comprensión 1necliante la explicación. De acuerdo con Kohut, la unión self-objeto del sel{ es de este n1odo reeinplazada por la resonancia empática. El vínculo en1-pático restablecido sustituye el curnplimicnto de la frustrada necesidad de. objeto del sel(: Condición: una honesta y plausi­ble_ expl.1cac1on de la ruptura experünentada, con10 algo acon­tecido sin culpa, no intencional y probablemente inevitable.

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5. El sel( del p;1ciente, ahorn fortalecido por sus vínculos de resonancia e1npática, continúa Pn la transfc,rPncú1 el desplie­gue tnás profundo de necesidades nui;:; arcaica:-; de objeto del 8el( Y el proceso se repite en una espíraL siernpre an1pliúndo­se, de expansión del sef{

Estú claro que la función del analista con~iste en ton1ar las 1nedidas apropiadas para facilitar y no obstaculizar este proceso annlítico. Esto signifíc:L ( 1 J procurnr crear el an1bien­te apropiado; 12J no interferir en el dt>spliegue ele la transfeM

rencia; 13 J reconocer cuándo ha habido una ruptura en la transferencia; 14J explicar correctarnente la dinün1ica de la ruptura, con la eventual interpretación y reconstrucción de· su.s precursores genéticos; i5J seúalar e interpretar fracasos y éxitos d('l ,<,·el/ C'n sus intento.-.; de fortalecerse, procurando in· tegrnrse en el an1bientc y establecer una n1ejor resonancia empútica.

Lns necesidades tipo objeto del sel/del analit--:ta, es decir la contratrnnsferencia, pueden Ca\'orecer u obstaculizar cada una de estas etapas. La crc·nción del a1nbiente analítico es f'nvore· ,· cida si las necesidades dP objeto del f.,'r!l( del analista facilitan esta reµ;resión al servicio del análisis y, en particular, si posibi­litan que la sintonía ernpütica del analista rc."ulte n1ejorada. No sería útil si la rigidez defensiva del analista impidiera su adecuada participación (es decir, flexible y controlada), que es un aspecto esencial del arnbiente analítico. 'rarnpoco sería útil> si el selfvulnerable del analista lo hubiera Jlc>vado a sPr cle1na-.:'· siado aseverativo de sí n1isn10, tanto en1ocional, intelectual, co···' 1110 moraln1ent{', de n1anera que las necesidndes clP objeto deL sel/ arcaicas del analista requieran un analizando cotnplacien··:; te que le confirme el sel[, sus interprPtaciones brillantes y su' probidad 1noral. (~on10 en la t ransf(:rencia se despliegan las ne­cesidades de objeto de! sel/ del paciente, ahora transJ{:ridas al· an<1li;-;Ll, trC'<lr<i tc'nsiones quL' t'I ;tn;ilista n:conocc con10 res· puestas tipo objeto de! sel/ 1novilizadns en cí.J -·-es decir, co1no contratransferencia- y que lo advierten acerca de \'arias JJOSÍ·:

bilidades transfCrenciales. Si las necc•siclades dP objetos del se!/ del analista se intensifican n1<-Ís allú dP esta función de se­i1al, pueden lle\·ar a una inrnanejable tran~ferc•ncia en el des-

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pliegue de la transfer('nCi<i del analizando. Sin en1bnrgo, la transferencia tipo objPto del sr'/( ar1noniosanH:ntf• sustL•ntado­ra se verá int•vitahle1nente desbaratada con la intPnsificación subsecuente dP las netPsidader-; de ohjt'tos del sel( tanto del analizando conHi ch•l analista. Este ülti1no ton1ará conciencia de sus.necesidades incrPmentada . ..:,_ PXpl'rinJ('ntadas con10 lige­ran1entP productoras de tensión y con10 proV('rhosanH•nte n10-

.:tivadoras de la hú:·.;queda nt,cesnrin dP las Pxp!icacionC'S que restauran la cohe;.;ión dP su propio sel¡: Por otro lado, si esta ruptura da por rcsult ado urgc'ntes nPcesid1idPs de objc'tos del sel[, las tensiones ('Xcesivas asncindas con ellas probablen1ente producirún unn conducta errática y quiz;is, incluso, un actinp:­

.. out hostil dP! nnalísta.

Para rPsnn'lir, aquellas rontrntransfr:rencias que pueden ser utilizada:-: con1n spi)a]e;-; y al('1tar al analista de la nmena-

. za de descarrilan1it'nto (h1 l proceso tPrnpt1utico son útiles; y Jaquellas contratransferpnci;:1:-; que no puc•d<'n Sf'r n1onitoreadas e:. por el analista, porquP nunca han sido usclnrecidas en su pro­

pio análisis o porque su intensidad est.ü fuPra de proporción con rc>spccto a la cohl•slón firrnen1ente intPgrada del propio se!f'

"del analista, es probable que interíiPran t'n el proceso curativo. .,. Estas 11f'.Cesldades de objetos cJpj sel/ del analista pueden :.~:Ser inconscicntPs o, si son conscientes, pueden escapar a su :;"atención. No obstante, en su prücticn el analista usualn1ente rdesarrolla no sólo una incren1entada autopercepción sino ta1n~ bién una fina sensibilidnd a los signos dP ruptura inminente, o

curso, de la sustentadoras relaciones con el ohjl'lo del se!{ . uando éstos pe1·sisten, y cuando t>l analista no puede expliM 1

~árselos, <lPhP pensar t'n proliablt>s posibilidades de cont.ra­<"ransferencia antes de pPnsar que el paciente se Pst.ú rC':.:;Ü;t.i('J1M

do al análisis. I~sto puede sonar a h(•rejía, con10 si yo estuvic•ra .culpando nl analista por cualquier cosa qul' interfiera con el Proceso analítico. PPro, por el rnntrnrio, son justan1cntl' {'Stas interferencias en Pl procc•so analítico lns que se convierten en ]os n1ás fructíferos puntos de invest.igaciün y, de este n1odo, en las herrarnientas müs útiles parn lograr el avance del análisis.

Cuando Freud d('scuhriú la transft•rencia por pritnPra vez, a vio como una resi~tl•ncla al procpso analítico. IIoy, el análiM

sis de la transü-:rencia se ha VUl'lto un asp('rto absolutatnente

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es('ncial en la conducción ele un trataniiento analítico. E1 cles­cubrin1iento ele la contratransferencia debiera haber llevado a un uso análogo del análisis de la contratransfcrencia con10 un aspecto igualn1ente esencial del proceso terapéutico. I~s con1-prensible que. la adecuada apreciación de la contratransferen­cia haya siclo den1oradt\ por la vulnerabilidad narcisística de los analistas. l--Iernos llegado al punto de la historia del psicoa­núli;.;is y t'!l el cu<d podcn1os dejar de ser dercnsivos con rc;c;pec­to a 1HH.'Stro propio narrí:-;Ísn10 --nsí con10. con h1 ayuda ele Frcud, clejnnHl.'-' d1,' Sl~J' def't'nsivos con l'l~Spl:clo a nuestra se­xualidad- y con1(•nzar a asignar a !a contratran,:.;!'crencia su lu­gar apropindo en ('l Lralan1il:nto p~icoanalítico.

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