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Heidegger: arte y ontología El escrito principal de Heidegger sobre este tema es un texto de mediados de los años treinta, titulado “El origen de la obra de arte” (traducido en Caminos de bosque, ed. Alianza, 1996). Es a él al que preferentemente nos referiremos. Dicho al margen: de todas las artes la que más constantemente atrajo la atención de Heidegger fue la poesía (especialmente la de Hölderlin, Rilke y Trakl). Aunque en interesantes ensayos como “Arte y espacio” y “Construir, habitar, pensar” se acercó, respectivamente, a la escultura y a la arquitectura (cuando redactó estos ensayos mantuvo un fecundo contacto, por ejemplo, con Eduardo Chillida). Heidegger, como sucede con todo gran pensador, ha intentado volver a definir qué sea la filosofía y, en el contexto que nos atañe qué sea arte. Heidegger concibe la filosofía como ‘onto-logía’, como saber del ser (el verbo por excelencia, algo que alude, pues, a un acto, una acción, un acaecer, una eclosión; ‘ser’ es, ante todo, el aparecer de lo que aparece, aquello por lo que y desde lo cual los entes son lo que son y lo que pueden ser, ganando cada vez lo que les es propio). Un breve acercamiento a sus planteamientos puede comenzar con la lectura de la primera página de “El origen de la obra de arte” (pg. 11 de la edición citada). A modo de comentario y después de leerla- diremos lo siguiente: Lo primero que en todo momento nos ayudará a entender lo que dice en este y otros casos- es fijarnos a qué situación de experiencia nos remite el texto. Una situación que en dos pinceladas caracterizaremos así: “Estamos, hoy, aquí y ahora, ante una obra de arte, tal vez en un museo o una sala de conciertos. Lo que, a la vez, quiere decir: estamos al hacer eso tan corriente- imbuídos por una comprensión más o menos explícita- de qué sea arte (y sólo desde ella y por ella el cuadro o la pieza musical tiene para nosotros el sentido que tiene cuando los experimentamos). Con esa comprensión contamos siempre, sin que reparemos en ella”. Y es ahí y sólo ahí donde cabe formular una pregunta filosófica sobre el arte una pregunta formulada en una actitud que implica una cierta suspensión, aunque sea parcial, de la comprensión del arte vigente, en la que de ordinario nos movemos-. Heidegger, reactivando un inveterado gesto filosófico, pero dándole matices ‘novedosos’, en este contexto, propone que preguntemos por el “origen” (Ursprung) y la “esencia” (wesen) de la obra de arte.

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Artículo Heidegger arte y ser

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  • Heidegger: arte y ontologa

    El escrito principal de Heidegger sobre este tema es un texto de mediados

    de los aos treinta, titulado El origen de la obra de arte (traducido en Caminos de bosque, ed. Alianza, 1996). Es a l al que preferentemente nos

    referiremos.

    Dicho al margen: de todas las artes la que ms constantemente atrajo la

    atencin de Heidegger fue la poesa (especialmente la de Hlderlin, Rilke y

    Trakl). Aunque en interesantes ensayos como Arte y espacio y Construir, habitar, pensar se acerc, respectivamente, a la escultura y a la arquitectura (cuando redact estos ensayos mantuvo un fecundo contacto, por ejemplo,

    con Eduardo Chillida).

    Heidegger, como sucede con todo gran pensador, ha intentado volver a

    definir qu sea la filosofa y, en el contexto que nos atae qu sea arte.

    Heidegger concibe la filosofa como onto-loga, como saber del ser (el verbo por excelencia, algo que alude, pues, a un acto, una accin, un

    acaecer, una eclosin; ser es, ante todo, el aparecer de lo que aparece, aquello por lo que y desde lo cual los entes son lo que son y lo que pueden

    ser, ganando cada vez lo que les es propio).

    Un breve acercamiento a sus planteamientos puede comenzar con la

    lectura de la primera pgina de El origen de la obra de arte (pg. 11 de la edicin citada).

    A modo de comentario y despus de leerla- diremos lo siguiente:

    Lo primero que en todo momento nos ayudar a entender lo que dice en este y otros casos- es fijarnos a qu situacin de experiencia nos remite el

    texto. Una situacin que en dos pinceladas caracterizaremos as:

    Estamos, hoy, aqu y ahora, ante una obra de arte, tal vez en un museo o una sala de conciertos. Lo que, a la vez, quiere decir: estamos al hacer eso tan corriente- imbudos por una comprensin ms o menos explcita- de qu sea arte (y slo desde ella y por ella el cuadro o la pieza musical tiene

    para nosotros el sentido que tiene cuando los experimentamos). Con esa

    comprensin contamos siempre, sin que reparemos en ella.

    Y es ah y slo ah donde cabe formular una pregunta filosfica sobre el

    arte una pregunta formulada en una actitud que implica una cierta suspensin, aunque sea parcial, de la comprensin del arte vigente, en la que

    de ordinario nos movemos-. Heidegger, reactivando un inveterado gesto

    filosfico, pero dndole matices novedosos, en este contexto, propone que preguntemos por el origen (Ursprung) y la esencia (wesen) de la obra de arte.

  • Si seguimos los vericuetos del fragmento que hemos ledo entenderemos

    que el origen de la obra de arte es su esencia considerada a partir de su

    fuente (Herkunft), la fuente de qu es y cmo es la obra de arte que antes

    contemplbamos en otra actitud (sin pregunta filosfica por medio). A esa

    fuente la llama Heidegger el Arte (die Kunst).

    Heidegger denomina Arte, por un lado, a una constelacin (el Arte es un conjunto de elementos diferenciados e irreductibles, articulados e

    interdependientes), y, por otro, a aquello a partir de lo cual y por lo cual esa

    constelacin adopta una figura precisa, un contenido y una consistencia

    especfica. El Arte posee, pues, dicho en otro lenguaje, a la vez, un aspecto

    ntico y otro ontolgico.

    Es importante destacar que a pesar de que todos los elementos de esa

    constelacin son necesarios, y juegan su peculiar papel, su centro no es ni el

    artista (como en las estticas romnticas del genio) ni el espectador (como

    en las estticas del gusto) sino la propia obra de arte (un centro, eso s,

    descentrado y descentrable en tanto no es posible establecer de una vez por

    todas la esencia del arte; ser es un acontecer una eclosin-, y si el Arte es una fuente lo es porque acta como un manantial del que brotan, cuando

    lo hacen, obras de arte en torno a las cuales cristaliza una entera

    constelacin (que incluye a los artistas y al pblico, a los modos tcnicos de

    elaboracin y a los canales de difusin etc.).

    Para continuar, llegados aqu, nos detendremos en algo que apunta

    Gadamer en su artculo La verdad de la obra de arte (escrito como introduccin a la edicin de 1960 del ensayo de Heidegger). En la pgina

    104 de su traduccin castellana leemos:

    Con ello, aunque no slo esto, [Heidegger] ofrece una descripcin

    del modo de ser de la obra de arte que evita los prejuicios de la esttica

    tradicional y del pensamiento subjetualista moderno.

    Un poco antes, en la pgina 99, completando esta idea, deca el fundador

    de la hermenutica filosfica: Es necesario superar el concepto mismo de

    esttica. La cuestin es por qu es necesario intentar tal cosa? qu hay de

    malo en la esttica tal como la conocemos hasta ahora?

    Con el trmino esttica se designa aqu la disciplina filosfica surgida en el siglo XVIII aunque tambin a todo un modo de entender el arte (sobre

    esto se puede leer la primera parte del libro de Gadamer Verdad y mtodo,

    ed. Sgueme, el libro de Sergio Givone Historia de la esttica, ed. Tecnos

    etc.). Lo relevante es que la esttica hija de la modernidad ilustrada y romntica- contiene un presupuesto, encierra un prejuicio que segn dicen Heidegger y Gadamer- tiene que ser cuestionado. Cul?

    Sobre todo el de que el Hombre es el Sujeto del arte (y de la ciencia, la tcnica, la tica, la poltica, la religin etc.), es decir, lo que le subyace, lo

  • que lo sostiene y lo funda, su fundamento necesario y universal, su razn de ser.

    En un escrito de Heidegger, La poca de la imagen del mundo, que ofrece en sus primeras pginas un recuento de los principales aspectos

    constitutivos de la modernidad, y a este respecto, podemos leer:Un tercer

    fenmeno de igual rango en la poca moderna es el proceso que introduce al

    arte en el horizonte de la esttica. Esto significa que la obra de arte se

    convierte en objeto de la vivencia y, en consecuencia, el arte pasa por ser

    expresin de la vida del hombre (Caminos del bosque, ed. Alianza, pg. 75-

    76).

    En la poca moderna (o sea, tanto en la esttica filosfica como en las

    artes que la corresponden) se sostiene con inmensas consecuencias (unas mejores y otras peores)- que el arte es algo del Hombre, l es, por emplear

    dos trminos griegos, su arch y su tlos. El arte en su conjunto se concibe como algo para el Hombre, algo por l dispuesto como Sujeto

    universal de la razn, algo gracias a lo cual o por medio de lo cual el Sujeto

    llega a ser Sujeto.

    Dos ejemplos pueden ayudar a precisar esta ltima idea:

    -En el diccionario Anaya, como primera acepcin del trmino arte se dice lo siguiente: capacidad del hombre para crear belleza (un definicin que habra que estudiar con todo detalle).

    -Los libros de Jos Jimnez, catedrtico de Esttica en la

    Universidad Autnoma de Madrid, La esttica como utopa antropolgica e

    Imgenes del hombre (fundamentos de esttica), ambos publicados en la

    editorial Tecnos, como explcitos herederos de la tradicin moderna,

    explican que las obras de arte son una imagen del hombre, en el doble sentido que tiene la expresin: suya en tanto a l referida y suya en cuanto

    por l producida; pero de qu hombre es la obra de arte imagen? Del hombre emancipado, del sujeto libre, por eso afirma el carcter utpico del

    arte: ste nos libera, nos hace libres, y esa es su funcin, para eso sirve.

    A partir de stas coordenadas cuya aclaracin requiere un desarrollo mucho ms amplio y minucioso- nosotros, los hijos de la era moderna,

    entendemos el arte en general.

    Heidegger al que puede considerase un pionero- pretende, como indicaba Gadamer en los textos que antes citamos, poner todo esto en tela de

    juicio. Segn l otra poca para el arte aunque no slo para el arte- empieza a ser posible, comienza a vislumbrarse de un modo an oscuro y

    confuso. El asunto es cmo iniciar, en este terreno, la discusin (o

    problematizacin) de la situacin an vigente? De varios modos, por

    ejemplo estos:

    1. Para empezar hay que reconocer, con todas sus consecuencias, que el Arte (como constelacin, como mbito ntico y

  • ontolgico etc.) tiene en s su arch y su tlos. No es algo, pues, al servicio del Hombre, a su disposicin como medio

    para llegar a ser l mismo. Ms bien hay que pensar (en tanto,

    a la vez, pertenecemos a ese mbito y participamos en l) que

    estamos al cuidado de l, que nos corresponde cuidar de l

    como de algo sagrado; slo desde el amor al arte cabe cultivar con acierto ese frtil territorio al que nos debemos.

    2. Restablecer el vnculo entre el arte y la verdad, hacindonos ver que el arte es un modo o aspecto de la verdad. Algo que,

    con razn, en primera instancia nos puede parecer chocante,

    ante todo porque contraviene el reparto de mbitos an

    vigente; este reparto, por ejemplo, puede encontrarse en las

    tres crticas de Kant: en la Crtica de la razn pura se

    establece, a travs del entendimiento del Sujeto, el nexo entre

    el conocimiento y la verdad; en la Crtica de la razn

    prctica, a partir de la voluntad del Sujeto, se fija la conexin

    de la moral y el bien; y en la Crtica del Juicio, desde el

    sentimiento del Sujeto se decide qu es bello y qu es

    sublime, esto es, las dos categoras que articulan la esfera esttica. Heidegger piensa que este reparto no tiene por qu

    ser aceptado, subrayando que todo esto tiene que ser

    replanteado a fondo.

    Cuando Heidegger propone vincular el arte y la verdad lo hace, desde

    luego, a partir de un intento de redefinir qu sea la verdad. La acepcin

    tradicional (la verdad es una adecuacin, una conformidad, una

    correspondencia etc.) no tiene que ser enteramente desechada, pero s

    conducida a una dimensin ms radical: la de la verdad como

    desocultamiento (de lo ente por el ser, desde el ser). Slo de este modo el

    Arte puede comparecer como uno de los modos en los que la verdad acaece.

    Una posible, y parcial, traduccin de esto al nivel de la obra de arte (en la

    que se concretara la posible verdad del Arte como tal) lleva a decir que sta

    no es, en sentido literal, una re-presentacin: la presentacin segunda de

    algo que ya estaba antes ah dado. La obra de arte es la presentacin o la

    mostracin de algo, desplegada, pues, de acuerdo con el modo artstico de

    manifestacin del ente (en la que lo ntico gana brillo y esplendor).

    Heidegger, y ste es uno de los nudos de su ensayo, seala que la verdad

    de la obra de arte se establece en y como una lucha, una tensin, en el seno

    de cada obra, entre su mundo y su tierra, siendo mundo lo desplegado por la obra y tierra lo replegado en la obra (en los cuatro ensayos de la segunda parte de G. Vattimo, El final de la modernidad, ed. Gedisa, pueden

    encontrarse ms precisiones sobre estos trminos aunque el mejor libro

    sobre el tema se lo debemos al francs Michel Haar).

    La clave, en todo caso, de lo propuesto por Heidegger y es lo que pretendemos resaltar en la medida en que incita a pensar lo que hoy nos

    corresponde pensar en este mbito de cuestiones filosficas- est en

  • entender el Arte como acontecer, como una fuente y manantial (inagotable) de modos de artisticidad, de maneras (a la vez distintas y

    enlazadas) de configurarse y articularse epocalmente lo artstico (ese

    peculiar mbito de lo ente).

    Es posible aportar, dicho esto, y a fin de concretarlo algo ms, una pista

    al menos de por dnde va la cosa segn este planteamiento? Tal vez, y dicho

    para concluir, ayude a ello la indicacin siguiente:

    Desde esta perspectiva que debe ser puesta a prueba para ver hasta dnde da de s a la hora de pensar las artes-, por ejemplo, y a propsito de las artes plsticas cabe decir que stas ensayan en cada caso una sensibilizacin de lo insensible (el pintor Paul Klee deca, en este sentido,

    que la pintura no pinta lo ya visible, sino que hace visible etc.). Es aqu, en este volver sensible lo que no lo es o no lo era, donde se pone en juego el

    conflicto entre el mundo y la tierra, en cuyo filo se sostienen las obras de arte.

    Indicaciones bibliogrficas

    En castellano, salvo artculos dispersos en revistas, hay pocos textos

    amplios y detallados que se puedan leer con provecho sobre tratamiento

    heideggeriano del problema del arte. En otras lenguas sin embargo s que

    hay libros interesantes. Por ejemplo, entre muchos otros, estos: Joseph J.

    Kockelmans, Heidegger on Art and Art Works, ed. Nijhoff, 1986, Tilmann

    Mller, Wahrheitsgeschehen und Kunst, ed. Scaneg, 1994, Rosa Maria

    Marafioti, La questione dell arte in Heidegger, ed. Rubbetino, 2008.

    Por su calidad e inters son recomendables los ensayos de Flix Duque precisamente porque no son escritos sobre Heidegger sino a partir de Heidegger, aprendiendo de lo que ste ha enseado y haciendo algo con ello- por ejemplo Arte pblico y espacio poltico, ed, Akal, 2001 y La fresca

    ruina de la tierra, ed. Calima, 2002. Muy interesante es su introduccin

    (titulada La mirada y la mano) a un libro que recoge dos ensayos de Heidegger, Observaciones relativas al arte-la plstica-el espacio y El arte y el espacio, publicados por la Ctedra Jorge Oteiza en el 2003.

    El comentario ms exhaustivo del ensayo de Heidegger El origen de la obra de arte es el elaborado por F.-W. Von Herrmann, se trata de Heideggers Philosophie der Kunst, ed. V. Klostermann, 1994.

    Alejandro Escudero Prez,

    Marzo, 2004.