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    Jos Carlos Chiaramonte (1991)

    MERCADERES DEL LITORAL. ECONOMA Y SOCIEDAD EN LA PROVINCIADE CORRIENTES, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX

    INTRODUCCIN

    LA CUESTIN REGIONAL EN EL PROCESO DE GESTACIN DEL ESTADONACIONAL ARGENTINO

    Existan factores de unin entre los pueblos rioplatenses que emergieron

    del desplome del imperio espaol pero ellos no alcanzaban a conformar elfenmeno de una nacin.

    El rasgo ms decisivo de la estructura social rioplatense en lo querespecta al problema nacional fue la inexistencia de una clase socialdirigente de amplitud nacional capaz de ser el sujeto histrico de ese

    proceso: la inexistencia de una clase dirigente en el nivel interprovincial.La independencia de la ex colonias ibricas habra sido el efecto conjugado del derrumbe de los imperios ibricos, de la presin, acaecida a todolo largo del siglo XVIII, de la nueva potencia dominante en la arena mundial,Inglaterra, y de los factores de resentimiento y disconformidad existentes encasi todas las capas sociales americanas hacia el dominio colonial. Pero laindependencia sobreviene cuando el grado de maduracin de los principalessectores sociales de las colonias estaba an muy lejos de permitirtrascender los particularismos regionales o locales.

    En un examen de la cuestin regional en Argentina como cuestin

    nacional, consideramos que el centro del problema est en el anlisis de laestructura social. El mayor inters pasara por intentar una evaluacin de lasrelaciones sociales caractersticas y de sus transformaciones que pueda darcuenta de los conflictos interregionales.

    La cuestin regional ha sido considerada tradicionalmente como lacuestin de los obstculos que se interpusieron en el camino de laorganizacin nacional. Desde esta perspectiva, habra desde un comienzoquienes tendan a la unidad nacional y quienes se oponan a ella. Habranexistido as fuerzas nacionalistas y ante nacionalistas del momento mismode la independencia divisin que obliga entonces a postular partidos de lo

    nacional y partidos de la disolucin, y por consiguiente, a suponer unafuerza social, que encarnara los intereses nacionales..

    Pero las tendencias nacionales y las opuestas se gestaban el nimotiempo y frecuentemente en unos mismos grupos sociales. En efecto, ambastendencias se generaban en el seno de las fuerzas sociales que contendanen el agitado panorama interregional de la primera mitad del siglo; lo comnque era que la necesidad de constituir una nacin se entreviese bajo laforma de la satisfaccin de los intereses locales sin mengua alguna. Y dehaber tenido alguna de las provincias las fuerzas suficiente para lograrlohubiese sido ese posiblemente el camino seguido. Por lo menos, los intentosno faltaron aunque determinaron en el fracaso. La cuestin regional comocuestin nacional ser entonces la historia de un largo proceso en el que les

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    distintas fuerzas contrapuestas, las fuerzas provinciales, debern cambiarpara que de ese cambio surjan las posibilidades de negociar una solucin,un compromiso, que d lugar a la nacin constituida.

    La regin provinciaCon respecto a la naturaleza histrica de clase posibles de ser

    consideradas como burguesa nacionalistas en la Argentina de la primeramitad del siglo XIX es importante tener en cuenta que la analoga histricaentre la misin histrica de la burguesa en la formacin de las nacionesmodernas europeas y su analoga en la historia latinoamericana que suponela existencia de la burguesa como clases dominante o con voluntad de serloes errnea

    La unidad socio poltica de mayor vigencia en el periodo es la provincia ysu espacio define gran parte de los del conjunto de problemas econmicos,sociales y polticos de la poca.

    Luego de la independencia, el escenario en que se desenvuelven los

    fenmenos regionales est condicionado por una circunstancia fundamental:el derrumbe de las viejas autoridades, el declive progresivo hasta suextincin de la del cabildo y el deterioro de la iglesia que perder por muchotiempo la funcin que obtuvo en el perodo colonial. En este vaco de poder,dado el fracaso de las nuevas autoridades surgidas a partir de mayo de1810 en la mayor parte de su cometido, los resultados sern defragmentacin poltica expresada en la existencia hacia 1826 de 14provincias autnomas.

    Sin embargo, el proceso no condujo directamente a esa fragmentacin.Hay un breve lapso en que las unidades polticas que suceden al dominio

    espaol son ms amplias y reflejan la diferenciacin poltica del exvirreinato. En el interior, una medida tomada por el dbil poder central, en1814, crea cuatro intendencia: salta, Tucumn, Cuyo, Crdoba y hacia 1815el triunfo artiguista se traduce en la constitucin de la Liga de los PueblosLibres que une a la Banda oriental, corrientes, Entre Ros, Santa fe yCrdoba.

    Estas unidades polticas resisten muy poco tiempo. Las que serndefinitivamente las unidades menores - provincias- que recorrern el largoproceso hacia la unidad nacional se van separando paulatinamente: Salta en1815; Tucumn en 1819 etc., etc.

    Est unidad de anlisis, la provincia, es una dimensin, la ms slida, delo que podemos llamar regin en la Argentina de la primera mitad del sigloXIX. Provincia-regin, slo en la medida en que consideremos la existenciade un espacio mayor que la engloba, el definido por la dbil relacin quean en momentos de mayor fragilidad de los lazos que las unan,continuaron manteniendo las provincias que integraran la RepblicaArgentina. Pero la misma debilidad de ese nexo, contrapartida de laemergencia de la soberanas provinciales, es lo que otorga a la provincia unstatus distinto y ms complejo que el regional. Provincia / regin, unidadsocio poltica, primer fruto estable del derrumbe del imperio espaol que

    representa el grado mximo de cohesin social que ofreci en la ex coloniaal desaparecer las instituciones anteriores. Ante ella, el problema se

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    escinde, por un lado, se trata de explicar porque la disolucin de la antiguaestructura virreinal cristaliza en unidades de esas dimensiones. Por otro, elporque de la no desaparicin de todo vnculo entre ellas, de manera que a lolargo del siglo el proyecto de Nacin logr sobrevivir hasta llegar a tiemposms propicios.

    En el primer problema, se trate de advertir, el hecho de que lasestructuras ms resistentes al proceso de disolucin que sigui a laindependencia, las nicas que lograron afirmar condiciones para continuarlos procesos productivos y comerciales, las nicas capaces de establecer unrudimento de organizacin social para mantener el orden, fueron esasunidades que llamamos provincias. Las provincias consistan en una ciudady el rea rural cercana que domina. Esto es, una ciudad de ciertaimportancia por su pasado colonial como centro comercial o poltico, oambas cosas ala vez ; una ciudad de concentracin, aunque sea mnima, deelementos sociales capaces de afrontar una administracin; convinculaciones con la campaa que por tradicionales a la vez que estrechas

    -dentro de dificultades que las distancias imponan a la poca tanto alcomercio como a las relaciones polticas- permitan su control por el centrode residencia de las autoridades polticas. La disolucin de la viejamaquinaria de estado espaol en las Indias se tradujo por una reversin almnimo posible de cohesin poltica. Un mnimo que, segn las provincias,puede aun estrecharse algo ms: cuando los grupos sociales tradicionalesfracasan en su intento de mantener una estructura poltica, es decir, cuandose les hace imposible garantizar un espacio para el juego de los interesessociales, cuando su autoridad es impotente ante los conflictos sociales, losfundamentos de la cohesin se estrechan an ms-no en el sentido espacial

    sino poltico -y un rgimen de instituciones representativas dejara lugar aldominio de una figura individual, el Caudillo, o subsistir subordinado a el.Una explicacin tradicional de este fenmeno remitir, a la vez, al papel

    clave de los ncleos urbanos surgidos en el proceso de la conquista yasentamiento espaoles, a los efectos en ellos del aislamiento debido a lasdistancias, dentro del nivel de las comunicaciones del perodo colonial, y a lade debilidad de los vnculos administrativos del estado espaol en las Indias.Desde tal punto de vista, no existi en la organizacin poltica de la pocacolonial una cohesin suficiente para generar una subordinacin efectiva deuna ciudades respecto de otras debido a que no exista contacto entre las

    respectivas zonas de influencia.El supuesto fundamental de esta concepcin reposa en el concepto del

    localismo: no haba relaciones continuas entre las ciudades separadas porlas distancias. Segn el mismo punto de vista, el localismo municipal, nacidoas del aislamiento, convertir a las ciudades en provincias y luego de laindependencia lograra suprimir el engranaje de las intendencias para borrartodo rastro de subordinacin de una ciudades respecto de otras. Estelocalismo limito a las tendencias a unidades regionales mayores,imponiendo la divisin del futuro pas en ciudades-provincias.

    Con los mismos fundamentos se explicara tambin la peculiar relacin

    ciudad-zona rural dependiente, en la que el ncleo urbano domina a la zonacircundante y extiende su nombre al conjunto; conjunto que, en definitiva,

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    constituir la sustancia de la futura provincia. Pero este clsico enfoque eserrneo. El desarrollo de la historia social y econmica argentina hamostrado que fuertes y perdurables flujo comerciales las unan con mayorintensidad de lo que se crey tradicionalmente. Sin embargo, este espritulocalista fue una realidad y lo ser todava a largo del siglo XIX; la realidad,ltima y primaria, de las unidades econmicas, sociales y polticas ciudad-provincias, tambin ser rasgo caracterstico del siglo XIX heredado de lahistoria colonial y del proceso de la independencia.

    Cuando se desplom el poder espaol, los pueblos reasumen lasoberana y llevan al fracaso los intentos de nueva centralizacin del poder.En un primer momento las entidades convocadas por el Reglamento de1815 fueron las ciudades. Pese a que el Estatuto de 1815 prescribe larepresentacin por provincias, hasta el Congreso de Tucumn que declara laindependencia -formado por representantes de ciudades -se va concediendoa la ciudad el carcter de realidad poltica fundamental del posible nuevopas. Ciudad, -o provincia, extensin del papel de una ciudad- constituyen

    as los nuevos protagonistas de las primeras etapas de vida independiente.Si con el correr del tiempo, la entidad provincias se desarrolla y torna mscompleja, la perduracin de su cuasi-autonoma a lo largo de gran parte delsiglo XIX remite al mismo problema que consideramos. Problemas en el queincide fundamentalmente una caracterstica de la estructura social de la excolonia que refleja un rasgo fundamental de su conformacin econmica. Elhecho de que, dentro de esa creciente mercantilizacin de la vidaeconmica colonial, tanto le existencia de vnculos reales entre aquellos queciudades provincias, tanto la no existencia de vnculos suficientes parafundar un estado luego de las independencia, se corresponden con el

    predominio de un tipo de capital, el capital comercial (comercial y elusuario) que en el siglo XVIII haba desarrollado su dominio sobre laproduccin y su papel primordial en la vida econmica colonial.

    PARTICULARISMO PROVINCIAL Y DOMINIO DEL CAPITAL COMERCIAL

    La imagen de aislamiento local tiene, pese a lo que hemos acotadofuertes asideros en la realidad. Por lo menos, en las apariencias de esarealidad (apariencia como algo no arbitrario ni inesencial) particularmenteen la configuracin del espacio colonial. El lmite del territorio efectivamente

    ocupado de la confederacin distan mucho de los hipotticos de lasjurisdicciones polticas. Los territorios que abarcaba el virreinato del ro de laplatea no eran otra cosa que un extenso desierto, con islas de poblacindiseminadas en torno de diversos centros productivos o defensivos, unidosintermitentemente por las caravanas de carreteras que movilizaba elcomercio o barridos por los malones indgenas que practicaban aquella otraforma del mismo basada en el robo de ganado.

    El fundamento de esa configuracin lo constitua el dominio del sectormercantil sobre la vida econmica colonial. Escalonado en esas ciudades,centros productivos y comercializadores,, el capital comercial cumple las

    funciones de movilizar la producciones requeridas por el trfico interregionaly colocar las mercancas que recibe de otras regiones o de la metrpoli.

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    Para la movilizacin de los productos (tanto los metales alto peruanos comootros que van perfilando su futura importancia como los cueros del litoral) elsector mercantil desarrolla una funcin dominante, al amparo del sistemade monopolio. Esa funcin consiste tanto en proporcionar la estructuranecesaria para la circulacin mercantil como el financiamiento de lasproducciones locales, bajo las formas tpicas de la poca: crditos,"habilitaciones", prstamos propiamente dichos. En el primer caso, elintercambio de productos metropolitano por la plata alto peruana, al amparodel sistema de monopolio, constituye la principal funcin de sector mercantilrioplatense. En el otro aspecto, el capital comercial cumple funciones depromover y sustentar la expansin de la produccin mercantil en lascondiciones histricas de inexistencia de un capital industrial independiente.El centro de esta red de funciones lo constituye la ciudad: mercado para elintercambio de los productos metropolitanos por el metlico o por aquellosproductos que posean demanda fuera de la mbito local: mercado para laproducciones rurales indispensables a la subsistencia de la poblacin

    curbana; mercado de crdito para esos intercambios y para los productosrurales o urbanos. De tal manera, las habilitaciones de los artesanosurbanos, el trabajo a domicilio para producciones rurales o urbanas, losprstamos en metlicos para operaciones mercantiles de diverso tipo yotras formas del crdito, tenan en los grupos mercantiles su fuente porexcelencia: eran ellos quienes disponan de liquidez o de las mercancasnecesarias para tales propsitos. En unos casos, grupos de mercaderescubanos ejercan su hegemona sobre una economa de pequeosproductores (pequea produccin campesina y artesanal). Tal es el caso delabradores que cultivan trigo en zona cercana a Buenos Aires, los pequeos

    ganaderos-curtidores de Tucumn y Corrientes, etc. Esta forma derelaciones de produccin existe por lo menos a lo largo de la primera mitaddel siglo. En otros casos, el dominio comercial coopera a travs de lapropiedad de la unidad productiva, como en las manufacturas de curtidocon mano de obra esclava de Corrientes entre, aproximadamente, 1815 y1840. .

    Ese dominio del capital comercial sobre la produccin generar pautascaractersticas en las sociedades provinciales, uno de cuyos rasgos mssobresalientes ser el particularismo regional. Pero, si bien es cierto que elparticularismo provincial seguir caracterizando la vida econmica y poltica

    rioplatense, tambin es cierto que el proceso de la independencia habra idoacompaado por una crisis de los viejos sectores mercantiles y unreemplazo de ellos en su funcin dirigente, en la economa y en la poltica,por los productores rurales, cuyo ascenso se haba expresado polticamenteen la figura del Caudillo.

    El medida en que el papel dominante del capital comercial puedahaberse prolongado a lo largo de la primera etapa de vida independiente,podemos preguntarnos por sus efectos sobre la conformidad regional delposible nuevo pas. Entre esos efectos destacan, por su trascendencia enproceso histrico estudiado, la preeminencia econmica y social de las

    burguesas mercantiles caractersticas de aquellos centros urbanos frente a

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    los productores, rurales o urbanos y su tendencia a la autonoma polticalocal.

    Respecto del primero, conviene observar en el ncleo de esa relacinmercader productor la incidencia del intercambio no equivalente. En efecto,el dominio del capital comercial sobre la produccin se funda en elintercambio no equivalente, caracterstico de las transacciones en las que,sobre la base de no existencia de un mercado interior, unificado en ellmites de un espacio dado de inexistencia, entonces, de un mercado en elque prevaleceran precios equivalentes, el comerciante funda una partesustancial de su ganancia en el efecto de su posicin monopolstica en elmercado de este periodo..

    Similar situacin se repite en la produccin industrial en la que bajovariadas formas de trabajo a domicilio, el comerciante habilitaba laproduccin artesanal, fenmeno mejor conocido que el referente a laproduccin rural. Esta forma de en "habilitar" al productor, muyexcepcionalmente realizada en metlico, se funda el intercambio no

    equivalente tanto en el momento del anticipo de mercancas, acentuado porel precio abultado de las mercancas rioplatenses y europeas que entrega elcomerciante, cmo en el momento de la recepcin de producto. Laoperacin refleja la ventajosa posicin del comerciante que conoce lascondiciones del mercado y que el mismo tiempo posee la capacidad dehabilitar al productor. Tal habitacin es una forma, en definitiva, definanciamiento de esa produccin, que el productor no est en condicionesde buscar en otra fuente, dada su situacin de relativo aislamiento que locondena el sistema de comunicaciones de la poca. Este tipo de relacionesde produccin que corresponden a un proceso de ampliacin de la

    produccin mercantil, pero no a una produccin capitalista revela en todassus condiciones la no existencia de un mercado interior en el que seelaborasen los precios correlativos al supuesto intercambio equivalente enel que las mercancas se cambiasen por su valor proporcional, estimado enel "tiempo de trabajo necesario"; concepto que remite a su vez a otroelemento de mercado interior capitalista no existente en el Ro de La Plata,el mercado de trabajo.

    En las condiciones de la iliquidez generalizada, caracterstica de laeconoma rioplatense de la poca comn, las variadas formas del crditomercantil sirven de vehculo al dominio del comerciante sobre el productor y

    formalizan el intercambio no equivalente, fundamento de la gananciacomercial caracterstica de esa forma de capital "pre capitalista".

    Un factor caracterstico del periodo ser, pese a los efectos sociales quela ruralizacin del poder lleven consigo en muchos de los espacioprovinciales, incluso en Buenos Aires, la posicin privilegiada del capitalcomercial en el comercio de exportacin e importacin realizado a travsdel puerto.

    La independencia hace entrar en crisis al sector mercantil porteo ytambin al del interior. Gran parte de presencia de espaoles y criollos enese sector es sustituida por la de los comerciantes ingleses, afincados en

    Buenos Aires y extendiendo sus operaciones al interior del Ro de la plata.Pero an as, considerando que los ingleses desplazan a los nativos de

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    mayoras de las posiciones en el comercio exterior, la cierto es que no poreso dejan de integrar el sector mercantil de ese economa que controla elcomercio exterior. Si decimos que la presencia de los mercaderes ingleseses uno de los ms importantes factores de la crisis del sector mercantilrioplatense, estamos ante un equvoco: crisis, si, de los mercaderestradicionales hispanos o criollos. Pero no tanto crisis del sector mercantil, enla medida que ese sector se integra con esos ms afortunadoscompetidores. El principal grupo dominante en Bs AS es un conjunto defuertes mercaderes y propietarios de tierra, criollos o ingleses.

    De manera que en el plano del funcionamiento de la economa,encontramos todava el predominio del capital comercial, entre otrosmotivos, por la persistencia de una situacin en la que el crdito mercantiles resorte vital del sistema, dada la inexistencia de un sector bancariomoderno como el que surgir en la segunda mitad del siglo.

    LAS ECONOMAS PROVINCIALES

    Los intentos de constituir unidades polticas con cierta expansincercana a la que corresponde a la conformacin poltica del virreinatofracasan rpidamente. En su lugar, surgirn en forma estable las unidadesmenores provinciales. La naturaleza de su xito como forma estatalelemental pero perdurable: la de las contradictorias relaciones de cada unacon las dems, afirmando la autonoma pero sin llegar a disolver totalmenteun vnculo que, posteriormente, servir de base a la unidad nacional; la desu compleja realidad, coexistiendo en cierto momento, junto a otra, quellamamos regin, todos estos son aspectos sustanciales de un proceso que

    culminar, muy tardamente, con la formacin del estado nacionalargentina.Solemos referirnos a las "economas regionales" cuando en realidad

    tratamos de economa provinciales. Al no existir la nacin, las unidadespolticas reales son las provincias, y lo regional, ms que ser expresin dediferenciaciones interna a una unidad casi inexistente, es cauce dehipottica integracin de las unidades menores, las provincias. Integracinfracasada en el primer momento posterior a la independencia al diluirse lasprovincias mayores. Es as que el ordenamiento regional colonial, una vezhecho trizas sus fundamentos por la segregacin del Alto Pero y la

    desaparicin de la unidad poltica colonial, ya dibujandose mientras serefuerzan los rasgos del mundo econmico y social emergente de laindependencia: la desaparicin de un Estadio, la emergencia de los Estadosprovincias. Es decir que asistimos a la prdida de el significacin de ciertoordenamiento regional, a la emergencia, en su lugar, de las soberanaprovinciales y al proceso hacia un nuevo ordenamiento regional en funcindel mundo exterior: el vuelco hacia el pacfico, hacia Bolivia y Per, haciaUruguay y Brasil.

    Cules eran las economas correspondientes a esa configuracinregional-provincial?

    Luego de la guerra de la independencia y las luchas civiles que yaacompaen o prolongan, las provincias litorales padecen los graves

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    efectos de aquellos conflictos. Mientras Santa fe y entre Ros marchan a lamonoproduccion ganadera y Corrientes intenta defender sin mayores logroslas posibilidades de expandir su ms diversificada economa, Buenos Airesvive la mejor conocida historia de la conjuncin de sus sectores comercial yganadero en una notable expansin pecuaria que sirve tanto al mercadoexterno como al mercado local de carne para consumo.

    En cuanto al interior a las consecuencias del proceso de laindependencia son menores de lo esperado. All pudieron comenzar acorregirse las consecuencias de las guerras de la independencia antes queen el litoral. Ya que el interior se caracterizara por la inexistencia hasta 1820de guerras civiles prolongadas y por una menor incidencia blica de ladisolucin del poder nacional en ese ao. Si bien la guerra aisl al interior,que haba funcionado como intermediario mercantil entre Buenos Aires y elAlto Per y Chile, desde 1817 la liberacin de Chile y la recuperacin de laeconoma chilena le abren nuevamente el acceso al mercado trasandino. Enel transcurso de los veinte resurge el comercio de exportacin hacia el oeste

    de los Andes (mulas para la minera, ganado vacuno para abasto ysaladeros, junto a productos como el jabn cuyano y las frutas secas detoda la zona andina). La reapertura de este mercado llega oportunamente,pues, al mismo tiempo, comenzaba a debilitarse el mercado del litoral yBuenos Aires para la viticultura cuyana debido a la competencia europea. Lavid entra nuevamente en crisis y retrocede ante los avances de la alfalfapara el ganado de exportacin y el trigo, que tiene mercado incluso enBuenos Aires debido a la proteccin que esta implanta para su propiaagricultura frente a la competencia exterior. Las provincias de la "rutachilena" recuperan as una cierta prosperidad -especialmente Mendoza-sin

    llegar empero a los niveles prerrevolucionarios.La recuperacin se da, pero ms limitada, tambin en el norte. Laestimula la independencia del Alto Peru, transformado en la Repblicas deBolivia (1825), aunque se trate de un mercado muy disminuido y que seprovee de productos internacionales a travs del pacfico. En compensacin,los salteos intentan desarrollar la ganadera y la agricultura y hasta buscarla salida a travs de la navegacin del Bermejo y del Paran, con escasasperspectivas.

    Las provincias del interior mediterrneo-Crdoba, Santiago del Estero,Tucumn,-sienten mejor los efectos de la expansin de las exportaciones. La

    ganadera se extiende en las tres provincias y an en Tucumn dejan de elorientarse exclusivamente al mercado local. Adems la cra de ganado parael trfico hacia Chile, se expande en ese provincias como, asimismo, en losllanos de La Rioja, desde donde las arras de mulas cruzan San Juan hacialos Andes. Por esta expansin ganadera, esta zona se vincula con la "franjade oasis" al pie de la cordillera donde se extienden los potreros de alfalfadestinados al descanso y rehabilitacin del ganado en trnsito.

    De tal manera, la produccin primaria del interior se recupera de losefectos de la revolucin, pese a los quebrantos de su sector comercial,puesto que Buenos Aires ha perdido su mercado alto peruano y chileno y

    con ello pierde el interior su papel de intermediario y pasa a convertirse enel principal sostn de ese sector.

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    La decadencia de las artesanas fue menos rpida que la del comercio; latextil recibi algunos golpes de la apertura del comercio libre con la Europaindustrial. Pero sus productos de lana resisten todava a la competencia delextranjero ms caro y de menor calidad. Y an compiten bien en el mercadodel litoral.

    De tal manera el interior afronta los cambios pos revolucionarios conmenos perjuicios que los que era dable esperar. Sin embargo, el futuro noparece propicio. La vasta zona en la que una vez estuvo el ncleoeconmico del futuro pas es incapaz de incorporarse de modo estable a lanueva economa marcada por la relacin ms ntima con las metrpolisindustriales y financieras de Europa.

    Por su parte, la economa bonaerense mantienen los rasgosfundamentales de la estructura productiva y comercial de la dcada inicialde su expansin ganadera. La expansin continuar como fruto de lapersistencia del proceso de ocupacin de nuevas tierras aunque su ritmohabr de decaer a mediados de los aos cuarenta. Sin embargo esta

    ganadera contina con buenas perspectivas el reemplazo de la explotacinvacuna por la ovina, ayudada por una importante inmigracin de mano deobra europea que, al mismo tiempo proveer buena parte de lospropietarios de estancias ovinas de Buenos Aires o de los aparceros entierras ms alejadas.

    Las provincias del litoral argentino muestran en este periodo undesarrollo no homogneo.

    Por un lado, Santa Fe y Entre Ros marchan tambin hacia el predominiode la produccin ganadera para la exportacin, pero con retardo y mayoresdificultades que Buenos Aires, por los efectos de su peculiar historia pos

    independencia. Este proceso de desarrollo ganadero las convierte endependientes de la ms poderosa vecina, a cuya poltica terminaransecundando luego de un comienzo reticente durante el inicio de lasnegociaciones de la Liga del Litoral. En ellas el debilitamiento de su viejacapa mercantil durante el proceso posterior a la independencia acenta laruralizacin de la vida econmica y social, en la que participan ahorapropietarios de Buenos Aires. .

    La provincia de Corrientes tiene, en cambio, una historia econmica ysocial distinta. Si la caracterstica el proceso post revolucionario en lamayora de los espacios provinciales consiste en el debilitamiento del viejo

    grupo mercantil y el ascenso de los productores rurales, la provincia deCorrientes muestra otras facetas. La economa correntina seguircaracterizada por una cierta diversificacin productiva. En esta provincia,tambin a diferencia de sus vecinas y de buena parte del resto del interior,la capital conservaba el predominio social y poltico sobre la campaa,caracterstico de la etapa final de la colonia. El grupo social dominanteconsista en una fusin de mercaderes y productores mercantiles diversos,con una fisonoma mucho ms prxima tambin al pasado colonial que en lade las otras provincias del litoral marcadas por la creciente ruralizacin desu vida econmica.

    Nuevas regiones que se manifiesta en la reorientacin econmicaque exhiben muchas de las provincias argentinas.

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    El rea central del interior (Crdoba, Santiago de el Estero, Tucumn)comparten cada una en distinta medida, la orientacin hacia el litoralatlntico con la del pacfico. El rea del Norte (Salta) se inclina hacia elmercado alto y bajo peruano, aunque tambin se vincula con Chile. Mientrasque el rea Andina -Mendoza, San Juan, el oeste riojano y Catamarca y laszonas de San Luis, Crdoba, Santiago de el Estero y los llanos riojanos, queproducen ganado para Chile- se vuelca a la produccin para el mercadochilena. En efecto, el renacimiento de la produccin minera chilena a partirde 1831, primero con la plata y ms tarde con el cobre que estimula eldesarrollo de la agricultura chilena, produce tambin efectos similares en elinterior andino Argentina.

    Las provincias centrales del interior comparten la orientacin hacia elpacfico, con sus vnculos mayores con el mercado litoral. Crdoba ySantiago del Estero mantienen esa doble orientacin hasta el final delperodo-para su mercadera vacuna y mular. Tucumn, con una ganaderade pequeas explotaciones y abundantes artesanas de cuero y madera,

    depende ms an del consumo del litoral. El resurgimiento del interiorvinculado con la expansin de sus producciones primarias amaga convertira algunas de esas provincias en "una dependencia econmica del pas trasandino". Pues no slo exportan a Chile la mayor parte de sus frutos: tambinprefieren importar de all los productos ultramarinos que consumen, pese ala infructfera accin de Buenos Aires para impedirlo, dada su incapacidadde absorber toda la produccin del interior y el rechazo all de su papelmoneda. El retorno de la prosperidad apenas insinuado, parece amenazaren el interior las bases econmicas del sistema poltico que la victoriasmilitares de Buenos Aires en 1840-41 han impuesto en esas provincias.

    Anlogos problemas, agudizado por el mayor peso de estas provincias,emergan del renacimiento econmico del litoral. A medida que avanza ladcada de cuarenta sea atenan all las consecuencia de las guerrasfrecuentes; el esfuerzo se concentra progresivamente en las operacionesque transcurran fuera de la capital. Y an en estas mismas se aminoran. Seacentu entonces en la Mesopotamia una reconstruccin que ya vena deantes. Las rutas de el Ro Grande do Sul y de Montevideo, escapan al controlportea y el ganado en pie de Corrientes y nordeste de entre Ros seexporta a travs del Uruguay hacia los saladeros riograndeses. Los puertosentrerrianos sobre el Uruguay envan a Montevideo cueros, tasajo y cebo.

    Aun durante el segundo bloqueo de Buenos Aires la hostilidad poltica noimpide a Urquiza la relacin comercial. El sudeste entrerriano conoce unasbita prosperidad. La prosperidad se difunde y favorece la vida urbana; enlos puertos se afincan los comerciantes, casi todos extranjeros que se handedicado previamente al cabotaje fluvial.

    El resto del litoral se recupera con ms lentitud. La ruta fluvial del Paranes mejor controlada por Buenos Aires y no hay salidas alternativas como lasque brindan las tierras contiguas del Uruguay. La expansin del Litoral nosignifica riesgo para la economa portea.

    A raz, entonces de los avances de la paz y prosperidad que brinda la

    etapa final del periodo, se agrava la tradicional incertidumbre sobre laposible unidad nacional por la disgregacin en cierne de su dbil base

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    econmica.. Tanto en el interior como en el litoral, los avances econmicosson tambin los de los nexos con reas limtrofes extranjeras. El peligro esmuy real y son muchos los que piensan que para afrontarlo es necesarioreemplazar el sistema que se asientan sobre la hegemona portea por otroque signifique una real unificacin poltica, suprima las barreras interiores yelimine las ventajas que Buenos Aires ha conservado celosamente.

    EL CAPITAL COMERCIAL EN LA EXPANSIN GANADERA

    El binomio ciudad-campo funda la existencia de los estados provinciales.Detrs de el, encontramos una estructura econmica caracterizada por lacoexistencia de un conjunto de poblaciones que viven en una economa deautosubsistencia con eventuales accesos al mercado, productoresmercantiles de nivel artesanal, urbanos y rurales, y un sector mercantildominante en el que junto a mercaderes que controlan comercio yproducciones se ir destacando la produccin de pecuaria para el mercado

    externo de gran parte de la provincia. De all que el papel primordial de laciudad a la vez mercado productor, consumidor y financiero y centropoltico-administrativo-puede haberse debilitado, segn los casos por elascenso de la campaa.

    Pero si el proceso pudo ser descrito en parte cmo de ascenso de losproductores frente a los comercializadores, la expresin hay que entenderlacomo el paso de un dominio indiscutido del comerciante urbano sobre lasproducciones de nivel artesanal, sean urbanas o rurales, a una situacin enla que se van desarrollando unidades productivas mercantiles de mayorenvergadura, fundamentalmente pecuarias y en las que por lo tanto el

    grupo social ms fuerte se va transformando por la asociacin decomerciantes y productores mercantiles, sea que esa vinculacin cobreforma de empresas unitarias frecuentemente familiares o no. Sabemos queel papel del capital comercial declina cuando deja de someter al capitalindustrial: la preeminencia de ste convierte al capital comercial en parteintegrante del sistema capitalista, reducido a captar el beneficio comercialcomo una parte del producto excedente de la produccin capitalista. A faltade un industrial capitalista dominante, estamos ante un capitalismo agrarioque ha subordinado al sector comercial ? no parecen ser eso los sucedido enel ro de la plata de la primera mitad del siglo XIX. La posicin dominante en

    distintos espacios econmicos regionales del capital comercial es herenciadel pasado colonial en el que cumpla la funcin del intermediario entre lascolonias y economas metropolitanas.

    En el interregno abierto por la independencia y que habr dedesembocar en una nueva forma de dominacin econmica y externa,generalmente denominada dependencia, el papel de El capital comercial seprolongan con las comentadas innovaciones que lleva consigo la paulatinapero an dbil incorporacin al mercado mundial.

    La consideracin de la expansin de la ganadera bonaerense en laprimera mitad del siglo, luego de la independencia, suele incurrir en el

    anacronismo de otorgarle a este proceso histrico las caractersticas querevestir en la segunda mitad de la centuria, cuando la propiedad de la

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    tierra sea el rasgo fundamental de la clase dirigente. Estamos por lo menosen un momento intermedio en el que si bien se va desarrollando unacantidad de rasgos que prefiguran la estancia la segunda mitad del siglo,sobre todo en la cra de ovinos, las unidades econmicas ms fuertes sonuna conjuncin de actividades mercantiles y pecuarias en las quepredomina an el control mercantil. En efecto, era frecuente entonces unaarticulacin de las distintas actividades requeridas por la produccin debienes pecuarios para el mercado externo, en la que en la base continuabasiendo la casa comercial instalada en Buenos Aires, dentro de unaconformacin familiar de la empresa. Por ejemplo en los 20 y 30 el viejomercader porteo o uno de sus hijos continuaba al frente de la casa decomercio, mientras otro de los hijos o algn miembro de la familiaorganizaba y diriga la estancia... Inclusive los saladeros, las unidadeseconmicas ms identificables, en el caso de las de mayor envergadura,como empresas capitalistas suelen estar integradas a la empresa mercantil.

    Cabe considerar entonces que el grupo econmico predominaba en el

    negocio de la ganadera de exportacin era el de el mercaderes, extranjerosy nacionales, que en una buena porcin del mismo puede ser llamadomercader-estanciero. Junto el exista, es claro, una amplio sector deganaderos que, en su mayor parte, posean el carcter de pequeos ymedianos productores, subordinados, a travs de mecanismos definanciamiento, acopio y comercializacin al otro sector. Posiblemente otrofactor que ha facilitado aquel anacronismo aludido, consista en juzgar laenvergadura de la propiedad ganaderas por la extensin de la tierraocupada y no por el precio de mercado de la misma que, aunque en ascensoera aun acentuadamente bajo, al punto de hacer considerar la inversin en

    tierras, casi despreciable dentro de la inversin inicial en los comienzos dela etapa.De tal manera, la antigua y poco fructfera discusin sobre el carcter

    feudal o capitalista, de la estancia argentina de la primera mitad del siglo,es obviada llevando el problema de la naturaleza histrica de aquellaeconoma al mbito de una forma de empresa, mercantil-ganadera, quecontinuara a un revelando una prolongacin, pronta a desaparecer, deldominio del capital comercial en la economa rioplatense.

    LA CUESTIN DE BUENOS AIRES

    Sin embargo, pese al fracaso de las tempranas tentativas de organizar lanacin, las tendencias a la unidad nacional no dejaron de persistir y unmnimo lazo formal-La delegacin a partir de 1826 -de las relaciones con elexterior en la provincia de Buenos Aires, expresaba a la vez que subrayabael papel particular de aquella provincia. Si hay algo que permita el acceso alnudo de la cuestin nacional en esta etapa de la historia argentina es lallamada "cuestin de Buenos Aires". Constitua el punto de encuentro de losdos grandes tendencias que condicionaban, contradictoriamente, la polticaprovinciales. Por una parte, la lgica de la economa mercantil proveniente

    del perodo colonial tenda a ver la cuestin de Buenos Aires como la de lanecesaria eliminacin de los privilegios polticos -econmicos que aquella

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    disfrutaba. Redistribucin de los ingresos aduaneros y aranceles protectoresexpresaban la sustancia de esa tendencia en el plano de la polticaeconmica, mientras que el federalismo parece definir su programa deorganizacin estatal.

    Desde esa perspectiva, Buenos Aires era un mal inevitable que erapreciso controlar ya que no poda ser suprimido. Fundamentalmente,respecto de un problema considerado generalmente como el meollo delasunto, el problema de la aduana.

    El monopolio de esos ingresos aduaneros por una de las provincias ponaen sus manos una enorme e insalvable distancia en cuanto a la posibilidadde montar un aparato de estado y, por consecuencia, de costear losrecursos necesarios para imponer por la fuerza sus intereses. Por otra parte,la cuestin de los aranceles resuma tambin la sustancia del conflicto entrelas partes en pugna. La economa pecuaria bonaerense propugnaba por ellibrecambio en cuanto favoreca el intercambio con el exterior y posibilitabareducir los costos de la explotacin ganadera por sus efectos sobre el

    consumo de la poblacin. Por el contrario, provincias del interior o, en ellitoral, la de corrientes, eran acrrimas proteccionistas en defensa de susproducciones agrcolas y artesanales.

    Sin embargo el problema de la aduana era an ms complejo. Lasaspiraciones provinciales de nacionalizarla, prorrateando sus ingresos ymanejando las tarifas con fines proteccionistas, posean obstculos muchoms profundos que la resistencia de Buenos Aires a resignar su privilegiadomonopolio aduanero. En la renuncia a resolver por la fuerza la cuestin nodebi contar solamente el calculo sobre las posibilidades de convertir endefinitiva una momentnea derrota portea, sino tambin el de las escasas

    posibilidades de conciliar los intereses particularistas provinciales, cuyasproduccin y comercio eran naturalmente competidores mutuos y cuyadivisin del trabajo era muy limitada con la excepcin de ciertos aspectosde las relaciones de en Buenos Aires con el interior. El problema de laaduana no poda ni puede formularse como el de el dominio fsico delpuerto, pues constitua un aspecto de la estructura mercantil no-capitalistadel Ro de el Plata, puesta en contacto con el mercado mundial endesarrollo. La nacionalizacin de la aduana de Buenos Aires no era funcinde una medida administrativa fruto de una ocasional transaccin poltica. Lanacionalizacin de la aduana slo poda resultar de la nacionalizacin de la

    economa argentina, esto es, de la formacin de un mercado nacional.Pero, por otra parte, una segunda tendencia modificaba sustancialmente

    la cuestin de Buenos Aires. Era la que derivaba del progresivo acceso almercado mundial a travs de la produccin pecuaria para la exportacin y eldesarrollo de la produccin ganadera momentneamente integrada, unaintegracin no necesariamente armnica, con los sectores mercantiles decada provincia. Es cierto que el periodo virreinal se haba desarrolladotambin econmicamente, en funcin de una gran produccin para mercadoeuropeo, la produccin de plata alto peruana. Pero era una produccinmonopolizado por el Estado, quien reglaba, tambin, las caractersticas

    mercantiles de comercio rioplatense. Las condiciones abiertas por el librecambio posterior ala independencia, la expansin de la produccin

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    ganadera a todas las reas en las que existan condiciones de rentabilidadllevo consigo la necesidad y posibilidad de un contacto sin restricciones conel mercado externo por parte de provincias como las de litoral, Crdoba yaun otras del interior. Para estas provincias, Buenos Aires era una fuente deperjuicios a la vez que una pieza imprescindible en la integracin a laeconoma mundial, de necesario control, adems, por la conciliacin delcomercio importador con los intereses vinculados a las producciones locales.Lo mismo vale para otras provincias que aunque no tuviesen productos paracolocar en el mercado europeo participaban empero de los beneficios de lasotras en virtud de la ampliacin de los mercados que ellas significaban parasus producciones; como era el caso de las de Cuyo. En funcin entonces deldesarrollo de esos vnculos econmicos con el mercado exterior atlntico, sefueron dibujando rasgos de diferenciacin regional, unidos a los quegeneraban las vinculaciones con las economas de pases limtrofes. Laexpresin litoral se fue cargando as de un contenido econmicosignificativo, desarrollndose en su interior la oposicin Buenos Aires resto

    del Litoral. Mientras que el interior dibujaba diferenciaciones en las que seunan antiguas caractersticas emergentes de las condiciones naturales o dela estructura social con las derivadas del tipo de vinculacin a la economamundial a travs de la ruta del Atlntico o del Pacifico.

    EL PARTICULARISMO PROVINCIAL

    Si bien este proceso va diferenciando las provincias argentinas enconjuntos de caractersticas diversas, no estamos todava ante una realintegracin regional. Si asistimos a un proceso de cierta divisin del trabajo,

    entre el litoral y el interior, no puede decirse lo mismo dentro de cadaconjunto regional, salvo en la reducida escala de ciertos intercambiostradicionales. En la misma forma en que no podemos hablar de la existenciade un mercado nacional tampoco parece posible hacerlo de mercadosregionales.

    Al promediar el siglo, una economa progresivamente orientada almercado exterior, bosqueja las regiones que caracterizaran al futuro delpas sin embargo estamos lejos de poder hablar de una real integracinregional. Estas presuntas regiones son ms bien conjuntos escindidos porlas divisiones provinciales. El nudo de la cuestin consiste en que son la

    estructura social y sus presiones polticas las que imponen, a travs delfuerte particularismo provincial, otra realidad ceida a los lmites de losEstados provinciales, aunque la conformacin econmica que le dio origenestuviese en proceso de transformacin.

    Aquella vieja estructura econmica en la que nuevos procesos deproduccin mercantil se desarrollan con distintas caractersticas segn loscasos, se corresponde con los rasgos de la vida poltica argentina de laprimera mitad del siglo. El carcter arcaico del capital comercial esacompaado de pautas de vida social y poltica no menos arcaicas. Laruralizacion de la vida social rioplatense modifica alguna de esas pautas,

    con manifestaciones inditas, como lo fue la presencia armada de masasrurales en las disputas en torno a la cosa pblica, pero sin variar los

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    aspectos sustanciales de esa sociedad: la preeminencia de los grupospropietarios, no comprometida por la accin de los caudillos, la hegemonasobre los sectores populares que asegura el mismo Caudillo, el fuerteparticularismo provincial, y la preeminencia de la solidaridades personales ofamiliares sobre las programticas, entre otras.

    La presencia de la gran propiedad rural no deja de trastornarexpresiones polticas tradicionales de las burguesas mercantiles. Porejemplo mientras en corrientes el dominio del grupo mercantil, prolongado atravs de las luchas abiertas por la independencia, se expresa en unrelativamente organizado aparato estatal, dentro de las condiciones delperiodo, en Santa fe y entre Ros el debilitamiento del sector de mercaderesy la mayor incidencia de la propiedad rural se corresponde con el clsicopoder caudillista, comn a otras provincias argentinas de. En corrientesasistimos a una temprana formulacin constitucional con un rgimenrepresentativo funcionante, con una organizacin rentstica, administrativay militar ms efectiva de lo que es comn a advertir en el periodo, y con

    gobernadores que se suceden en el poder segn las normasconstitucionales, al punto de lograr encauzar legalmente las rivalidadespolticas agudizadas al comienzo de los aos treinta. Su mxima figurapoltica, Pedro Ferr difiere sustancialmente de las caractersticas de loscaudillos de la poca, no en virtud de su personalidad sino por su insercinen un estado provincial mejor controlado por la elite diligente. El peso en elestado corren tino de los sectores urbanos, inclusive populares, como elbatalln de artesanos organizados por Ferr para los combates en los que laprovincia rescat su autonoma en 1821, es notoriamente mayor.

    Esta distinta conformacin socio econmica se tradujo en una distinta

    poltica frente al problema de la organizacin nacional, que hizo decorrientes la pieza fundamental de las polticas anti rosistas durante elperodo. Comprimida las posibilidades de expansin mercantil por losefectos de la poltica librecambistas y de la hegemona bonaerense sobre lanavegacin de los ros y la aduana, corrientes enfrent a la poltica de Rosasen el proceso de constitucin de la Liga de el Litoral con una irritantedemanda de proteccionismo econmico y de urgente unificacin nacional, eintent organizar tras su liderazgo a las provincias del litoral y del interior.Finalmente derrotada, hubo de resignarse a suscribir el pacto federal quedilataba indefinidamente la organizacin nacional, luego de haberse retirado

    de las negociaciones en seal de protesta.En cambio es posible inferir que la resignacin de las tentativas de hacer

    funcionar regmenes representativos relativamente vlidos por las elitesmercantiles de casi todas provincias, ante el poder personal del caudillorefleje en el nivel poltico esa relacin nueva y contradictoria entre el grupomercantil y el crecimiento de la importancia de la propiedad rural. Dado quelo comn en la historia del capital comercial, en cuanto atae a sus avancessobre la produccin, es el de vincularse con productores directos; mientrasque en esta etapa del desarrollo de la economa rioplatense, en cuantoeconoma orientada al mercado pero an no capitalista, la relacin con la

    gran propiedad rural lo pone en contacto con una situacin social mscompleja: la expresada en la relacin social propietario-pen y en un

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    momento histrico en que las masas rurales haban sido recientementesustradas a la disciplina del trabajo en aras de la lucha por laindependencia, movilizaciones efectuada por lo general medianteprogramas de naturaleza igualitaria que calar hondo en la concienciapopular hicieron ms que difcil la necesaria tarea de reinsertarlos en elmundo productivo. El fenmeno de la ruralizacin de las bases del poder yde la emergencia de regmenes caudillos expresa esa nueva situacin sociale indica, en el plano poltico, uno de los defectos ms difcil de controlar queen una economa todava tributaria del capital comercial, emerge de lavinculacin, por ms dbil que sea en esta primera mitad del siglo, almercado mundial capitalista en desarrollo.

    Por otra parte, pese a las innovaciones de importancia que se han idoproduciendo en la sociedad argentina, lo que no existe al filo de la cada deRosas es una clase social dirigente que puede llamarse nacional. Lo queexisten son un grupo dominante locales, burguesas mercantiles omercantil-rurales que controlan la produccin y comercio locales, en las que

    los lazos de parentesco predominan en la constitucin de las empresas, ycuyo espritu particularista predomina en los hechos sobre los posiblesconatos nacionalistas.

    Los lmites que la naturaleza mercantil precapitalistas de las burguesasprovinciales imponan a sus relaciones recprocas explican la dificultad de sufusin en una clase nacional. Las tendencias nacionalistas existentes entodo el mbito rioplatense, apoyadas, entre otras razones, sobre lanecesidad de organizar los vnculos con el exterior, no alcanzaban a superartampoco aquellos lmites.

    El proceso de expansin econmica bonaerense, por ejemplo, es

    usufructuado por una clase dirigente mercantil-estanciero cuya tendenciams notoria no es hacia la unificacin nacional sino hacia la preservacin deel status quo: un mnimo de vinculacin con el resto de los provincias que ala vez que permita el mantenimiento de los lazos econmicos y una mayorfuerza en las negociaciones con el exterior, haga tambin posible que laexclusividad del aprovechamiento de s las ventajas naturales de laprovincia, expresadas en el control de la navegacin de los ros y en el delcomercio exterior a travs de la aduana. El particularismo de esa burguesamercantil, fracasado en aos anteriores, en los intentos de unificacinnacional bajos una economa, al par que el xitos en impedir que la unidad a

    costa de sus privilegios, tender tanto bajo el periodo rosista comoposteriormente durante el predominio de la poltica mitrista a obstruir todapoltica de organizacin nacional que implique el sacrificio de aquellosintereses particularistas. En este cometido, la alianza con parte de lasprovincias del litoral ser vital para el predominio de la poltica de noorganizacin nacional durante el periodo.

    Por eso la ms importante de estas cuestiones, que afectaba al conjuntode las provincias, la llamada "cuestin de Buenos Aires" se vea magnificadapor las nuevas perspectivas del mercado mundial hacia mediados de siglo.La existencia de una provincia del litoral martimo y fluvial, con el gran

    puerto del comercio exterior y con las caractersticas culturales y polticasde su centro urbano, fue tradicionalmente el gran motivo de escndalo y

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    discordia para el resto de las provincias argentinas. Sin embargo,paradjicamente, fue tambin el gran factor de unin, quizs el ms firmeelemento en que se apoyaban las tendencias nacionalistas en pleno procesode disgregacin poltica. La satisfaccin de mltiples intereses provincialesexiga de hecho la anulacin de los privilegios que disfrutaba Buenos Aires yellos slo era posible en el cauce de una organizacin nacional que laenglobar y que el arbitraria los intereses encontrados.

    Desde el plano poltico, lo ms llamativo del periodo lo constituye laemergencia del estado provincial. Al amparo de la inexistencia de un podercentral y ante las exigencias de una economa debilitada por las luchasarmadas y comprimidas en sus posibilidades de desarrollo por el perodo dedificultades que vive la economa mundial entre el fin de las guerrasnapoleonicas y la mitad del siglo, las provincias se vuelcan a lasposibilidades que su ubicacin geogrfica les brinda. En el caso de lasvinculaciones con Chile de una parte de ellas, con Bolivia de otras, con elSur brasileo y el Uruguay de las del litoral.. Es as que se van perfilando

    entonces, esbozos de nuevas regiones con el consiguiente riesgo dedisgregacin que entraa para el no concretado proyecto de nacinargentina y que urge la puesta en prctica de llamado proceso dereorganizacin nacional subsiguiente al cada de Rosas.

    Al producirse la independencia, los intentos de conformar nuevasentidades polticas sobre la base de cierta uniformidad regional, segn elpatrn de las viejas intendencia, fracasan. La configuracin regional queesos proyectos dibujaban tenan cierto asidero en la realidad, fundado enmotivos de orden geogrfico y econmico, de vnculos histricos y debido ala proximidad espacial o a otras razones, como las derivadas de el

    ordenamiento administrativo y hispanocolonial. Pero esta configuracinregional era por dems dbil desde al punto de vista geogrfico. Las razonesde esto se encuentran en el tipo de estructura econmica y social que nogeneraba ms vnculos econmicos entre las provincias que los de lacirculacin mercantil. Estas configuracin el regionales tuvieron algunaproyeccin en las luchas sociales y polticos del perodo. En unos casos-Ligade el Interior, lideradas por el general Paz-, se trataba de una unintransitoria derivada predominantemente de la estrategia militar y tendiendoa apoyarse en la ms genrica oposicin interior-Buenos Aires. En otro caso-Liga de el Litoral-Las mismas razones se unieron a la emergencia de

    reivindicaciones regionales ms definidas que, sin embargo, no mostraron elVigor suficiente para asegurar su perduracin.

    Por otra parte, el lado de la unidad provincia de slida estructuracineconmica, social y poltica, la historia de la primera mitad del siglo apuntaa la conformacin de regiones econmicas ms amplias que engloban aconjuntos de provincias argentinas con parte de los pases vecinos. Ante lainexistencia del estado nacional, esos vnculos econmicos puedenamenazar con desarrollar una solidez mayor de que lo que unen a esasprovincias con la que sigue siendo el centro visible de la confederacin:Buenos Aires.

    La nacin existente a fines del siglo XIX fue un fruto del proceso histricoy no a la tarda formalizacin de una realidad ya existente al filo de la

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    independencia, y estos distintos esbozos de solidaridades fundadas ennexos econmicos, en hechos polticos, tradiciones de diverso tipoconstituyen factores de peso en las tensiones polticas rioplatenses.

    Los cambios internos y la percepcin de una nueva coyunturainternacional posterior a promediar del siglo renovarn las nuncaextinguidas tendencias hacia la unificacin nacional. Sin embargo, la nuevasituacin poltica existente en Buenos Aires al caer Rosas no bastar, nimucho menos, para asegurarla. De todas las provincias era en esta en laque a la vez que persista el inters en unificar el pas, dada la importanciaque ello tena sobre el desarrollo de la propia provincia, existi siempre lams fuerte tendencia a la segregacin, en la medida, adems, en que era lanica que contaba con elementos materiales y polticos en grado tal detornar realmente posible su existencia independiente. La coalicin del restode los provincias no bastara al logro de la unificacin nacional, como secomprob en la segregacin de Buenos Aires en 1852. Seran necesariastransformaciones ms profundas, emergentes de los cambios econmicos y

    sociales que se irn dando en la segunda mitad del siglo para producir lafusin de intereses de varios de los principales grupos provinciales con partede los de la misma Buenos Aires, dejando en el camino, derrotados, losviejos intereses particularistas, tanto bonaerense como la del interior.Porque, a diferencia de lo que se suele interpretar, en el proceso deorganizacin definitiva de la nacin el triunfo no es de esa "oligarquaporteas". Por el contrario, lo derrotado en el 80 son los sectores polticos,incluido el ms tradicional de unos Aires, que expresaban aquellosparticularismos provinciales gestados a fines del perodo colonial yfortalecidos durante las primeras etapas de vida independiente. Es decir,

    aquellos grupos sociales dirigentes de cada provincia, incluida la de BuenosAires, que intentaron encajar sus intereses tradicionales en una hipottica ysiempre fracasada organizacin nacional. Y lo que triunfa y hacer realidad laorganizacin nacional es la conjuncin de parte de los viejos protagonistas,transformados en el proceso de paulatina integracin del pas en el mercadomundial, que conciliaron sus intereses en post del objetivo que les permitidisfrutar de las brillantes perspectivas que al promediar el siglo ya se habanadvertido en la posibilidad de tal integracin; y es ese mismo proceso deconjuncin que culmina en el 80, favoreciendo ciertos intereses provincialesy dejando en el camino a otros, el que marca tambin la cristalizacin de

    una clase social nacional, distinta de los grupos particular listas que eshaban caracterizado la historia anrquica Argentina de la mayor parte delsiglo XIX con expresiones polticas que , como el partido mitrista de BuenosAires, vieron desaparecer las razones de su existencia.

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