5to número / enero - marzo / 2012

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Amable, comprometida y estética.

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Malva FloresFabin Cullar Aniela Rodrguez Zapata Roco Gallardo Roberto Bolaos Godoy Jos Pulido Ileana Z. Vzquez Romero Raquel Velasco Mayco Osiris Ruiz J. E. Meneses

Entrevista con

Colaboraciones de

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enero - marzo del 2012 / ao 2 nm 1

Directorio Consejo editorial Bryan Klett Garca Marln Gutirrez Garca Enrique Padilla Yolanda Fernndez Aburto Marco Antonio Larios Quirino Diseo Jos Manuel Lpez Rocha Bryan Klett Garca Contacto y correspondenciaHonorio Rodrguez #17, int. 1 C.P. 91020, Col. Ferrer Guardia Xalapa, Veracruz, Mxico. [email protected] about.me/revistayletrados facebook.com/revistayletrados (y)letrados es una revista electrnica creada sin fines de lucro. Prohibida su venta, copia, impresin o reproduccin total o parcial sin autorizacin del editor. Todos los textos y el arte grfico son propiedad de sus autores y aparecen en (y)letrados con plena autorizacin de stos para su edicin, reproduccin y divulgacin en formato electrnico. El arte grfico, incluida la portada, pertenece a Fernando Sevilla. En orden de aparicin, las obras incluidas son: Redes, Mscaras post, Monstruo y caballero, Viento-energa, La muerte del dragn, Tiempos, Vehculo elctrico, Nio robot, WWW, S/t, S/t,Tecno-exterminador, "Vrtigo-tiempo", "S/t", "Binarial people" y "Miedo virtual". Las fotografas de Malva Flores, incluyendo la portada de su libro Viaje de Vuelta. Estampas de una revistaw (Fondo de Cultura Econmica, 2011) fueron proporcionadas por la autora.

CONTENIDOCarta Editorial Buenos modales Poemas Entraron por la ventana Semblanza: Fernando Sevilla Breve tipologa de las bibliotecas Poema Entrevista con Malva Flores Poemas Mapa mental Poemas Notas sobre un prlogo de Rodrigo Fresn Inventario 3 4 7 10 11 Fabin Cullar Aniela Rodrguez Zapata Roco Gallardo (y)letrados

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Roberto Bolaos Godoy

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Jos Pulido Mayco Osiris Ruiz

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Malva Flores Ileana Z. Vzquez Romero J. E. Meneses Raquel Velasco

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La biologa tiene identificadas algunas especies que de cierta forma sirven como termmetros de los ecosistemas. Su fragilidad a la humedad, la temperatura, los componentes qumicos del ambiente, entre otras cosas, vuelven a insectos, ranas y plantas selectas en la mejor forma para medir los cambios imperceptibles para miradas desarticuladas por microscopios y telescopios. En mi opinin, las humanidades vienen a ser las ranas de la sociedad y la cultura. Las reformas educativas -producto del repentino fracaso en la formacin de individuos capaces en Mxicose han llevado entre las patas como primera lnea a materias relacionadas con esta rama. A saber, los sonados casos de tica, Lgica, Esttica e Introduccin a la filosofa a principios del ao pasado. Resulta que la mirada positivista y utilitaria que domina la valorizacin del mundo poco a poco ha desplazado los aportes que pueden traer las humanidades al estudiante. El problema es muchsimo ms complejo, pero es sta misma crisis de humanidad que vuelve trascendente el esfuerzo pormenorizado por crear iniciativas, proyectos, eventos, talleres y tantas cosas ms en pos de la reafirmacin del individuo. Aqu en la revista (y)letrados hemos cumplido un ao de vida y de trasiego, que se dice fcil. Somos el Ppila. Nuestra loza nos protege ahora. Pero ms que sentirme orgulloso de poder decir que ya dimos la primera vuelta en las quinientas de Daytona, me desborda la alegra de sentir que algo hemos hecho, conseguimos crear un espacio de intercambio, con propuesta y, sobre todo, lleno de cultura. No pretendo convencerte, lector, de que hacer una revista es el acto ms noble al que puede acceder un estudiante de literatura, ni que hemos vencido el augurio de una muerte muy pero muy temprana, sino a brindar por el inters, por la curiosidad, la literatura y por la cultura. Quiero pensar que (y)letrados se est convirtiendo, al menos para sus integrantes y amigos cercanos, en un esfuerzo de respeto. Por supuesto, sin la asistencia de todos los que hoy la integran, no sera lo que se refleja en sus pginas, reitero, un asidero para la literatura y la cultura, una lluvia esperada cada tres meses para que reverdezca esa pequea parcela de conviccin por las artes y las humanidades dentro de todo individuo. Ciertamente, como revista universitaria, debemos tener algo de romnticos, y creo que esa ha sido la principal razn por la que a pesar de todas las peripecias seguimos juntos y en crecimiento.

CARTA EDITORIAL

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FABIN CULLAR

Buenos modalesy letradosHaba algo en la manera en que Mariana arreglaba la mesa que no me terminaba de gustar. Seran las flores innecesarias a la mitad del todo, la manera en que alineaba las copas de cristal -siempre un meique de distancia hacia la derecha del tenedor, o este mantel a cuadros, blanco y rojo, que consigui en el mercado de pulgas. A primera vista todo luca impecable y, cmo decirlo?, tan fuera de lugar. Nuestro departamento es pequeo y viejo. Afrancesado de principios del siglo XX para los ingenuos, una caja llena de desperfectos para mi mirada obsesiva. Con un salario de maestro no pagas algo mejor, mucho menos tienes recursos para remodelar. Si finjo ser paciente es por Mariana, cuyos ojos grises se aferraron a la cocinita tan europea del que desde entonces llam nuestro futuro hogar. Sus padres donaron la pintura para los muros, unos amigos nos consiguieron unos muebles que lograban el efecto vintage deseado por los caprichos eurfilos de Mariana; con mi sueldo terminamos de amueblar y, en la medida de lo posible, prescindir de la caridad ajena. Nos sentamos a la mesa los cinco. Por mera fe ciega en Mariana he permitido que subsista esta cena ritual que, pase lo que pase, ha de celebrarse una vez al mes. Llenamos las copas de vino, las alzamos en agradecimiento a las visitas, quienes a su vez brindan por el bien de los anfitriones. Se bebe, se platica y se hace hambre a propsito para, poste-

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riormente, festejar la entrada triunfal de los alimentos de la mano de la bella Mariana, con su delantal blanco impecable al pecho sobre el vestido marrn que utiliza cuando es da de cena. Se me desdibujan los nombres de las visitas: Camile, Josephine, Louis, Gerard, Antoine, Juliette, Christine, Michel, tienne En palabras de Mariana, hombres rubios, de narices grandes y complexin delgada y mujeres autosuficientes que an no se deciden entre la bulimia o entrar en carnes, impulsadas por un feminismo mal entendido que desaparece a la segunda botella de vino. Para Mariana esto es tan divertido como jugar a tomar el t. Mis costumbres son otras, tan pueriles quizs, como aquella de

perseguir con el dedo ndice a las hormigas que corren por la cornisa de la ventana, o morder los lpices del lado de la goma, cada vez ms cerca del metal dorado. Despus estn las costumbres compartidas, como la de caminar en silencio por la pista de arcilla del parque mientras los corredores matutinos nos rebasan irritados, o esa otra de tener mal sexo acompaados de buena msica, sin mediar quejas de ninguna de las partes involucradas. Por supuesto, tambin est la cena. Mariana exige mucho de m. Me pide que haga comentarios inteligentes entre un plato y otro, que halague la vestimenta de alguno de los invitados y, sobre todo, que cuide sobremanera mis modales en la mesa. No ha logrado impedirme que jue-

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gue y haga ruido con los cubiertos, pero ha trabajado en los aspectos ms negativos que haran de cualquier comensal educado un hervor de incomodidad. A Mariana la quiero y no me canso de hacerlo evidente. Pero su realidad ya es otra, cada vez ms ajena a m. Por el segundo plato todo se torna aburrido y tenso. Los dilogos entre Jean-Paul, Simone y Albert no son del agrado de la anfitriona, que los considera apticos, presuntuosos, tan racionales. El silencio de los comensales se muestra evidente, as como la irritacin de Mariana al ver que las cosas se salen de control. Ni mis chistes ni mis comentarios inteligentes pueden salvarnos esta vez. No es que sea necesaria mucha imaginacin para que una cena como sta funcione. Lo que s puede faltar es fe. A punto del colapso, Mariana es atacada por una migraa que la persigue desde su infancia. Sin ganas de hacer una escena, se levanta de la mesa a prisa y corre hacia nuestra habitacin. Me quedo perplejo en la mesa con cinco platos llenos, dos copas semivacas y cuatro sillas ocupadas por el aire. Sin perder la compostura ni los buenos modales, me disculpo con los comensales por el exabrupto de Mariana y los invito a disfrutar, dentro de lo posible, de la cena que tan amablemente nos prepar.

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POEMAS

ANIELA RODRGUEZ ZAPATA

La autoelega ms pretenciosa del mundoEL GORA del pueblo vino hasta mi casa a decirme que he muerto por la tarde y que debera empezar a empacar si quiero un buen lugar en el entierro mi cadver est siendo arrojado a la fosa comn de donde nacen flores para sepultar los restos de olorosos desahuciados el gora me ha dicho que en este momento dos mil recin nacidos [emiten su primer gemido al viento uno de ellos podra ser mi rostro uno de ellos podra ser mi padre. El gora vocifera que debo quedarme inmvil mientras me comen las migalas que mis huesos se han amortajado y los resfriados y los insomnios no deberan seguir dejndome espinillas El gora ha gritado que los soles a veces estallan cuando una granada se clava en el pecho de las nias escarabajo y los cielos eructan palomitas blancas y el mar revienta sus pstulas contra las rocas ms heridas y la tierra se detiene a cantar el Angelus pero me he vuelto una esponjita serena y estrangulo mis ojos mentiritas de alfajor rosado mientras la tierra asfixia a paletadas mi ltima cancin de cuna.

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o de cmo me enter del da de mi servicio funerario

DistanasiaIn memoriam Irma Snchez Montesinos EL SIGNIFICADO REAL de esta frase no es una dedicatoria al duelo o una elega pegada al fondo de la tostadora pero no quisiera ver las estalactitas que han clavado en tu garganta, abuela los doctores no conocen de la alquimia, no saben que la frialdad en los huesos es un mantra inexplicable [por donde se escapa la fe del universo has aprendido, abuela, a hacer circulitos de clorazepam entre tus piernas y a contar cada una de tus vidas por si alguna se te sale de las bolsas el significado de este garabato, abuela, es un gusanito que [me crece en la barriga un tonel de engrudo que me emposta las paredes de la trquea afuera hace fro, abuela y he roto el escaln del tiempo por salvarte un poquito la memoria viajo al cosmos cada da para ver si te encuentro tirada entre [las estrellitas ms blancas de los lagos enjuago bien tus manos para que puedas escaparte de las mquinas te han trado chocolates rancios y el botn de un clavel marchito te han esposado a un destino insoportable las enfermeras lloran me han visto sonrer bajo tus pies helados no pudimos hacer nada por ella les digo en voz bajita y buscan donde secarse el ro que les crece por los ojos Yo enciendo en tu boca un cigarrillo y elegimos juntas el nombre de la piedra

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Lamento de caroME GUSTA VERTE vestida de menina mientras yo vuelvo convertido en caro y mis manos no son ya las oportunas y cerleas alas que acariciaban los rizos lbricos de tu cabeza revolucionaria y mis piernas ya no responden al grito de las aves y mi voz ya no ronda en la maraa de tus ojos. Linda menina, el cielo ha convertido mi libertad en miles de liblulas prematuras y ha arrojado a la fosa los muones de mi llanto a dnde irn mis alas cuando el sol haya besado el ltimo hueso de mi vida?

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ROCO GALLARDO

Entraron por la ventanaSalgo de baarme y me siento en el silln. Abro un libro viejo que encuentro en algn estante. Enciendo un cigarrillo y antes de concentrarme en el tiempo de las palabras me distraigo viendo el humo espeso que se va hacia el sol como si fuera un huracn entristecido, desarmado y sin fuerzas atravesado por la tarde quieta. Me seco as sentada y, por la misma ventana por la que el humo se pierde, entran quince, diecisis, capas que veinte pjaros todos con distintos disfraces carnavalescos que se ubican en toda la habitacin como si ya conocieran sus puestos; y despus de unos instantes, en los que aprovecho el solcito que les tornasola las alas, cada uno entona su parte de la obra. Silban un concierto de vientos que atrae a los vecinos con zapatos de charol hasta los pies de mi ventana redonda. Ay, esa ventana! Me quedo sonriendo con el cuerpo desnudo por el cual escurren todava algunas gotas de ducha que se sueltan tmidas de mi pelo, como atradas por el show. No puedo reaccionar, no puedo responder con las pestaas al viento que corre infantil por mi cuarto como si ste fuera el prado ms entregado del mundo. Los pechos de los pjaros se inflan para dejar salir por los orificios de alguna parte retazos de la meloda total. Erizan sus plumas que se baten un poco entre la brisa sonora de la habitacin; mantienen prisionera su mirada para que la perfeccin de la msica no se les escape por los ojos. Cuando hubo terminado la obra, abrieron sus alas sobre un nuevo silencio latente y cmplice. Y as, de a uno, como haban entrado por la ventana redonda, salieron volando hacia el sol dejando sobre el suelo algunas plumas que se haban desprendido de sus cuerpos calientes.

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JOS PULIDO

POEMASE PERDI la voz de mi padre en el ventisquero frente al mar en mitad del polvo junto con mi rostro de 1990 agallas, branquias o alas no bastan para sudar la muerte en Cristo pegado en la pared, clavado -acasoa la piel de mi madre cada vez ms vieja en su oquedad y herrumbre levantadas por el polvo de muchachas soolientas La cruz que esplende en el vaco ha venido a reclamar lo que le pertenece: Mi cuerpo buscando el aleteo fijo.

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ROBERTO BOLAOS GODOY

Breve tipologa de las bilbiotecasYo afirmo que la biblioteca es interminable. Jorge Luis Borges

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Creo distinguir esencialmente dos tipos de bibliotecas: las propias y las ajenas. Las primeras estn siempre incompletas en tanto que su construccin la efectuamos constante y permanentemente, siempre y cuando, vivamos para ello. Se puede decir que estn condenadas de antemano a quedar truncas. Condena que no es tampoco un accidente negativo, sino una cualidad inherente. La biblioteca propia es la tentativa de un plan personal de lecturas hechas y pretendidas a corto o largo plazo, un trazado intelectual que expone nuestras inquietudes pasadas, presentes y futuras, as como un plano de nuestra formacin, en el que por supuesto habr muchas omisiones. A la vez que afirma algo con la presencia de ciertos libros, dice mucho tambin con la ausencia de otros. Nuestra biblioteca expresa gustos, intereses, desavenencias, ignorancias, especializaciones, eluciones, ponderaciones. Todo ello limitado por el inexorable advenimiento de nuestra muerte: cuando esa biblioteca dejar de ser nuestra. Una biblioteca puede ser un plan vasto, pero al final resulta ser finito. En cambio, slo las segundas (entindase bibliotecas heredadas, de amigos, de profesores, pblicas o institucionales), son potencialmente infinitas. Lo son porque toda biblioteca ajena puede ser muchas bibliotecas a la vez. Es ms, para un solo individuo puede ser una biblioteca diferente cada ocasin que la visite. Y ms todava, no es la misma biblioteca si nos sumergimos en ella durante la juventud que en la madurez.

No hablo de sus reacomodos o ampliaciones, casi siempre, a capricho del dueo, de quien la administre o en caso de ser pblica y ser grande, de sus bibliotecarios; sino de la multiplicidad de posibilidades que ofrece para cada lector. No se trata de que la biblioteca sea espacialmente interminable, sino de que virtualmente lo es: su infinitud depende de quien la visite, qu quiere encontrar y qu le interesa leer. Como cada lector es diferente, y como no es igual la visita de un lector aficionado y general, que la de un estudiante de posgrado en filosofa o en economa, ninguno de ellos encontrar lo mismo, y la biblioteca no responder de la misma manera a bsquedas tan dispares. Puede estar muy completa o no, pero parece tener la capacidad de renovarse, de llenar sus huecos, de olvidar la existencia de sus propias lagunas y siempre parece mantenerse en estado de constante mutacin. Si antes no sabamos quines eran los existencialistas, sus libros pasaban inadvertidos, hasta que los buscamos y entonces resulta que ah estuvieron todo el tiempo: las obras de Sartre y de Camus en esa estantera por la que tantas veces pasamos regresando a releer nuestro tomo favorito (ese con anotaciones nuestras) de Las flores del mal. Luego nos encontramos con que muy cerca est Montaigne ansioso por compartirnos la biblioteca de su torre, y no tan lejos Proust y

sus tremendos universos interiores. No importa qu tan bien conozcamos una biblioteca ajena, ese es el detalle: no es nuestra. Y eso parece conferirle una suerte de inteligencia sobrenatural que nos excede. Porque ayer nos interes la poesa provenzal, hoy la literatura inglesa de la Ilustracin, maana la filosofa patrstica y pasado maana la cbala. Ahora imaginemos la misma operacin multiplicada por todos los lectores que acuden a ella. Vicisitud nimia: la omnipotente biblioteca parece depararle a cada uno sorpresas afortunadas y hallazgos cada vez ms inusitados. Lo hace tropezarse incluso con autores y ttulos que tal vez no le interesen hoy, pero que en el futuro le sern capitales. No slo la biblioteca entonces es omnisciente, tambin es proftica. Al menos a m me ha sucedido que cuando voy a una biblioteca ajena de la cual se supone conozco su distribucin, sus tesoros y sus carencias; adems de ir

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veces en una sola ocasin y acabo en alguna de las mesas cercanas detrs de una montaa inexpugnable de volmenes. A veces he sentido miedo: la idea de que la biblioteca pueda leer mi mente y ponga en mi camino libros insospechados pero milagrosamente pertinentes para mi nimo lector, resulta tan perturbadora como fascinante. Las bibliotecas ajenas no son como la Biblioteca de Babel, son ms bien como el Libro de arena borgesiano: son, de hecho, su versin hiperblica. ste no parece infinito y sin embargo lo es; siempre contienen ms de lo que pareciera. Como por generacin espontnea le puede brotar una pgina imprevista y a la biblioteca ajena, del ya con un objetivo determinado: un libro mismo modo, le surge un volumen hasta en particular, me ocurren todo tipo de in- el momento insospechado, y si somos desterrupciones. Me detengo en los estantes cuidados o poco afortunados, puede que el y me distraigo buscando algo impreciso hallazgo se nos pierda para siempre. No es extrao que terminemos perdidonde no debera, o ya estando cerca de la numeracin que busco, los ttulos en dos en una biblioteca ajena. A la nuestra los lomos parecen volverse anormalmente la conocemos bien, sabemos qu hay y llamativos; luego sin que me percate ya he que le falta, sobra decirlo, la hemos erigiencontrado un libro que no buscaba pero do nosotros, pero las dems siempre son que coincide con mis intereses inmediatos un misterio. Engaosas: parecen dejarse o futuros planes de lectura. Un libro que conocer siempre, inmviles las creemos a no pareca estar ah antes, que no haba merced de nuestro escrutinio. Pero se trata visto sino hasta justo en ese momento, por- de los ms retorcidos laberintos. No es graque es cuando parece relevante, cuando tuito que sean adems metalaberintos: cada adquiere sentido. Puede suceder muchas libro es una laberntica versin a escala del

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recinto que lo alberga, y en donde tambin podemos extraviarnos. Nuestro camino lo conforman nuestras lecturas e intereses. Como toda senda no es absolutamente lineal, hay curvas, depresiones, divisiones y atajos. Nuestro camino dentro del mapa se puede diversificar, de hecho lo hace, y pese a ello, siempre se amolda a la suprema voluntad de esa ajena biblioteca en la que somos extranjeros. Dentro de sus dominios estamos indefensos. Puede hacer de un solo pasillo un recorrido interminable, atiborrndolo de libros de ineludible llamado hacia nosotros, que nos retengan, nos dispersen y nos hagan olvidar la finalidad inicial de la visita. Dudo mucho que podamos fatigar una biblioteca ajena por completo, aun suponiendo que nos centrramos en agotar una sola (una de las tantas que cualquier lector avezado frecuenta) no slo por su inherente naturaleza infinita, sino por el hecho de que, por lo general, son tambin bibliotecas en construccin. Si pertenecen a alguien o son pblicas, entonces su acervo crece cada vez ms. Nuestra propia biblioteca, pensmoslo, es infinita para otros. Aun cuando hayamos de morir y la heredemos, ya no crecer su acervo, pero ser tan inquietante como aquellas en las que nos perdimos alguna vez. Nada quedar de su modestia inicial,

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ese es su destino: siendo nuestra la empezamos humilde y limitada pero acabar siendo ajena para alguien ms. Ajena e infinita para otros. Lo que me lleva a pensar que entonces he estado equivocado. Acaso la taxonoma de las bibliotecas, se reduce a un solo tipo. Porque si no lo es ya, toda biblioteca ser infinita.

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Fernando SevillaNace en la Villahermosa en 1987. Debido a su habilidad tcnica y perspicacia conceptual, ha logrado ejecutar imgenes de muy buena factura visual, ritmo constante, trazo profundo y enrgico. Quiz sin proponrselo, es heredero de esta grandiosa tradicin xilogrfica y litogrfica que en Mxico tiene extraordinarios representantes como Jos Guadalupe Posada, Jean Charlot, Leopoldo Mndez, Jos Clemente Orozco, Gabriel Fernndez Ledezma y Francisco17 Toledo, entre muchos otros. En su trabajo la lnea constituye una parte fundamental, se aprecia una sensacin de inestabilidad pero igual serena afirmacin que retiene la detonacin del impulso. Mundo vasto de sugestiones, de sentidos: es indispensable el manejo sustantivo de las herramientas, de las tcnicas del grabado as como tambin el uso menos formal de los recursos, la apertura hacia otras condiciones de aplicabilidad, alternativas, campos de creacin. Del dilogo permanente entre los elementos compositivos experimentamos el torrente de una atmsfera vertiginosa.

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entrevista cony letrados

Malva FloresMalva Flores (Mxico, D.F., 1961) es poeta y ensayista. Entre sus libros de poemas se encuentran: Luz de la materia (2010), Mudanza del rbol (2006), Malparaso (2003), Casa Nmada (1999), Ladera de las cosas vivas (1997) y Pasin de caza (1993). Ha obtenido el Premio Nacional de Ensayo Jos Revueltas, 2006 (por El ocaso de los poetas intelectuales); el Premio Nacional de Poesa Aguascalientes, 1999 y el Premio Nacional de Poesa Joven Elas Nandino, 1991. En 2000 ingres al Sistema Nacional de Creadores. Parte de su obra ha sido traducida al ingls, portugus, japons y holands.

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MAYCO OSIRIS RUIZ

Siempre me causa un poco de temor hablar sobre el trabajo de los poetas de los escritores en general, es decir, me aterra la posibilidad de ser impertinente, de acabar diciendo o preguntando frusleras. Mucho ms si son, como Malva, tan cercanos. As que lo que hice fue algo tramposo: junt en mi cabeza todas esas cosas en las que nunca nos ponemos de acuerdo y formularlas a manera de preguntas. Yo soy fatalista, Malva tiene fe.

Hace poco se public tu libro sobre Vuelta y en l asistimos aun recorrido por las instancias y vicisitudes que atraves la revista durante el tiempo que abarc su existencia. Crees que se ha vuelto a producir, actualmente, un espacio con las caractersticas y el impacto cultural que tuvo en su momento la revista de Octavio Paz?O ms bien crees en la necesidad de recrear un espacio que, como Vuelta, d cabida al amplio espectro cultural de nuestro siglo? La respuesta a ambas preguntas est implcita en una sola, triste pero real. No existe un espacio como el que Vuelta cre y no creo posible que vuelva a crearse algo as. Las razones son muchas pero tienen que ver, esencialmente, con el cambio en el papel de los intelectuales en el mundo actual y con el ascenso de los especialistas y opinadores. Vuelta fue una revista que privilegi la conversacin y la discusin, pero hoy esa charla o esa disputa no ocurre ya en las revistas impresas, o su incidencia es menor respecto de las otras formas de comunicacin alentadas por la web.

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cando en Coatepec que en Sidney, pero no siempre fue as y el empeo de ambas revistas por darnos a conocer lo que ocurra ms all de nuestra pequea provincia artstica es muy destacable. Tanto en Vuelta como en Plural se public obra de los grandes escritores de su tiempo, pero tambin conocimos el arte y el pensamiento contemporneos pues la gama de sus colaboradores fue enorme y los textos publicados en Vuelta no se constrieron a exponer los avatares de nuestra pequeez coterrnea, como ironizaba Zaid. Fue, eso s, una revista hispanoamericana, que quiso dar voz a los miembros de la gran patria de la lengua, sin por ello olvidar la esencia de la cultura: Es bien sabido que, pese a las acusacio- la conversacin con nosotros mismos y con nes de elitismo, Vuelta impuls fuerte- los representantes de otras lenguas. mente la difusin de la literatura y el pensamiento extranjeros. Cmo contribuye Ha influido de alguna manera en tu este suceso en las aspiraciones de la revis- labor como poeta, en tu modo de pensar ta de elevar el nivel de exigencia literaria y concebir el poema, todo el trabajo de del pas y desterrar el provincialismo investigacin que has llevado a cabo en torno a Vuelta? sin renunciar a la identidad? Hay que entender el contexto altamente polarizado, ideolgicamente hablando, en el que se hizo esa acusacin a Vuelta, pero antes a Plural, ambas dirigidas por Octavio Paz. Hoy tenemos al alcance de un click una amplsima muestra de la cultura mundial; lo mismo sabemos qu se est publiNo lo s. Supongo que despus de diez aos de leer obsesivamente no slo la revista sino tambin a sus crticos, algo habr quedado all, pero no s si eso se refleje en el trabajo potico. S, en cambio, en la idea de que los poetas no son, no deben ser, solamente unos seores que hacen versitos y/o los leen.

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En ms de una ocasin te he odo decir

que la poesa es la sntesis de lo que amamos. La escritura del poema, sera, entonces, un ejercicio de depuracin del lenguaje de todo aquello que lo entorpece? Y si no cmo describiras este proceso?

Alguna vez he dicho que la poesa es una libreta de respuestas ntimas. Uno encuentra esas respuestas a la hora de escribir, y si se publican, puedes compartirlas. Para m la poesa es entonces una explicacin, una lectura del mundo, que nace como experiencia de algo invisible: la tensin entre tu necesidad y tu deseo. El poema es la sntesis de esa tensin.

Qu tanto piensas en tu lector a la horade escribir un poema? Crees que existe un lector ideal o que el poeta escribe indistintamente, sin reparar demasiado en estas cuestiones? Si el poema es el resultado de aquella tensin que describa, no puede ser ms que una experiencia personal, intransferible como escritura de un malestar o una epifana, no como lectura. Por lo tanto, no pienso nunca en el lector mientras escribo, porque la escritura es una discusin contigo mismo. Eso no significa que, una vez concluida (aparentemente) esa discusin

Hoy tenemos al alcance de un click una amplsima muestra de la cultura mundial [pero no siempre fue as...] Tanto en Vuelta como en Plural se public obra de los grandes escritores de su tiempo, pero tambin conocimos el arte y el pensamiento contemporneos pues la gama de sus colaboradores fue enorme y los textos publicados en Vuelta no se constrieron a exponer los avatares de nuestra pequeez coterrnea, como ironizaba Zaid.

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interior que se resuelve en palabras, no veo como pupilos sino como una fuente pueda mostrar su resultado a un lector. de muchos conocimientos que me son ajeEs decir, alguien a quien puedo confiarle nos y que a travs de ellos, puedo conocer. slo el resultado escrito, no el proceso, la Con ellos discuto, aprendo. A ellos les pelea, la discusin conmigo misma, que es muestro mis poemas, recibo sus crticas y el alma del poema. El alma del poema slo me alimento de su curiosidad. es del poeta, pero yo s creo que su escritura puede no ser la ptima, entonces Harold Bloom distingue en La angustia confo en una o varias lecturas ajenas que de las influencias seis maneras en las que me ayuden a que la tensin del lenguaje, el poeta consigue refrenar el peso de todas expresada en las palabras justas, hagan aquellas figuras que han sido tutelares en evidente el alma del poema. su formacin. Dos de ellas -a mi parecer las ms interesantes- son las apofrades Adems de la poesa, realizas trabajos (entendidas como una evocacin o retorde investigacin en el Instituto de no de los muertos, es decir, de los autores Investigaciones Lingstico Literarias de tutelares que regresan o se manifiesnuestra universidad. En este sentido de tan con alguna intensidad en la obra del qu manera la institucin interfiere con tu discpulo) y la demonizacin (en que el labor potica o -si es el caso- de qu poeta sataniza a sus predecesores para modo la enriquece? rebelarse, de algn modo, contra ellos). En tu caso: qu tan plausibles resultan Como no creo que el poeta es el seor (o estas distinciones? Verdaderamente el la seora) que escribe versitos alejado del poeta es capaz de revelarse contra sus mundo, para m el mundo, su ruido, su maestros o lo que en realidad persiste es pltica, su interferencia son necesarios. una evocacin de los mismos en distintos Ms que la labor de investigacin, que es momentos y circunstancias de la obra? otra discusin conmigo misma, de mi trabajo en la universidad, yo adoro dar clase. Te respondo con un poema que slo ejemNo s si sea una buena maestra en el plifica que no s contestarte, pero que s sentido ortodoxo, pero lo que ms respeto me angustia: y quiero son a mis alumnos, a quienes no

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No es tarea edificante la carga de los muertos. All van en su bal de huesos contando mil papeles con tufo de ceniza, platicando entre s y en tu cabeza escuchas el resoplar cansado de su aliento.

De pronto, del zumbido germina alguna frase clara, algn prstino verso. Crees en la musa. Te confundes y escribes. Y otro da cualquier da sin acento aparecen de nuevo primero la cancin luego las letras de aquel prstino verso dictado por el muerto que en tu cara sonre.

La poesa es una vuelta a lo esencial. Es distinguir, del trfago del mundo, el trfago y el mundo. Discutir lo que somos: para nadie, para nosotros mismos y acaso, con suerte, para otros.

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Detrs de tus orejas, colonias murmurantes. Y ya no los distingues. Has olvidado quin dijo qu ni para cundo acabar este ocio de avispero.

En los ltimos aos te has interesadotambin por los cambios suscitados en torno a la figura y labor de los poetas dentro de lo que podramos llamar el mbito poltico-social. Las respuestas, recogidas con inteligencia en El ocaso de los poetas intelectuales, apuntan a una falta de presencia y discusin por parte de los poetas en los acontecimientos que determinan nuestra vida como pas. El poeta, pues, ya no es esa voz incmoda que cuestiona su realidad inmediata. Pero yendo ms all, hacia el plano meramente artstico, crees que este mismo letargo pueda explicar tambin nuestro paulatino trnsito hacia una poesa cada vez ms desarticulada, ms, digamos, preocupada por generar rupturas pueriles que por tomar una verdadera postura no slo frente a su realidad social sino tambin frente al momento artstico que le corresponde? No sabra responderte. El libro que ahora estoy escribiendo se plantea preguntas parecidas, que giran en torno a la situacin de la poesa en la actualidad, lo que incluye, tambin, la distincin entre la poesa y los poetas. Aqu habra que preguntarse, cul es el momento artstico que le corresponde al poeta? Si es el de la representacin, los poetas estn haciendo lo que deben. Pero la representacin, como mera

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gratuidad circense, me parece ingenua y triste. Ingenua porque el olvido de la tradicin nos lleva a repetir experimentos formales que hace mucho tiempo que se han venido haciendo. Eso no significa que olvidemos insistir en ellas, por no de forma acrtica, pensando que estamos descubriendo el Ocano Pacfico porque ahora tenemos a la mano una enorme cantidad de herramientas tecnolgicas que antes no tenamos. La publicacin de Blanco para formato de iPad es una buena muestra de lo que ahora podemos hacer pero Paz lo hizo sin esos apoyos, slo que no supimos leerlo en toda su amplitud. Lo triste, puede ser la actitud del poeta. En el libro sobre Vuelta, me atac de pronto un arranque lrico donde deca que Vuelta haba perdido la batalla en contra de la mercantilizacin de la literatura y que cuando leamos la ltima novela sobre el narco, o los briosos esfuerzos de la literatura "global", sin problemas, "que vende" y ha sido escrita -como las otrasbajo pedido, slo podemos lamentarlo. No menos doloroso es contemplar los mustios arrestos de una poesa a la que no le importa decir, sino escenificar; regodearse en la banalizacin que ahora llaman "irreverencia", para ver si de ese modo se sube al carro de un espectculo que nunca la tom en cuenta porque el poder de la poe-

sa no radica en su capacidad de convocatoria sino en la posibilidad de leer el mundo y desde all, pensarlo, crear otro y compartirlo. A riesgo de parecer (o ser) una vieja poeta reaccionaria, creo que an pienso lo mismo. poemario ms reciente, Luz de la materia, insiste, entre muchas otras cosas, en la necesidad de reinventar la forma en que nombramos (y ordenamos) el mundo. Tctiles, visuales, las imgenes que lo componen apuestan por un redescubrimiento de todo aquello que hemos ido olvidando. Ello se debe a alguna especie de conviccin tuya de que la poesa precisa de una vuelta a lo esencial? La poesa es una vuelta a lo esencial. Es distinguir, del trfago del mundo, el trfago y el mundo. Discutir lo que somos: para nadie, para nosotros mismos y acaso, con suerte, para otros. Pero nos hemos olvidado del mundo, por ms que insistimos en que estamos en l, en que debemos rescatarlo. Nosotros no vamos a rescatar al mundo escribiendo un poema. Pero a lo mejor podemos verlo y a partir de ah reconocerlo, hacerlo nuestro. A nada ms podemos aspirar, pero nada ms es suficiente. Cuando vemos al otro, a lo otro y lo reconocemos, tambin somos. Para m, de eso se trata.

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Tu

y letrados26 Uno de los ejes que mueve tu poema

Malparaso es precisamente una visin desencantada tanto del mundo como de las utopas que nos generan a veces ciertos poetas. Sin embargo, a la dolorosa verdad de que Eldorado no existe se le opone la esperanza de un resurgimiento (Al fin, uno rehace / su lugar). Crees que en este siglo hecho de incertidumbres todava es posible pensar la poesa como una posibilidad de recomienzo, de reorganizacin del mundo y de la realidad? No es funcin de la poesa reorganizar el mundo, sino reunir sus trozos, tapar los agujeros que como especie hemos venido

hacindole a su rostro, espiritual y fsico, hasta deformarlo. Si escribimos, si leemos cada una de las verdades individuales que la poesa expone (ya no hay una sola Verdad, as, con maysculas), quiz podamos construir algn tejido, un puente para salir de la incertidumbre, asidos al brazo de la lengua, que es lo nico que en verdad poseemos.

Ya en este contexto no puedo evitar hacerte, para finalizar, esta pregunta: y para qu poetas en tiempos aciagos? Para restaurar.

MALVA FLORES

Sensibles a la luz, seducidos por el esplendor del mundo, los poemas de Malva Flores nos sumergen en un universo hecho de tensiones y sensaciones. Poeta solar, pero tambin tocada por el nocturno manto del desasosiego, por esa oscuridad que representa la lucha con el lenguaje, el acto de renombrar un mundo transido por la dispersin, ha sabido construir una poesa que apuesta por el poder de la palabra como el nico medio capaz de restaurar el orden de las cosas. La presente seleccin de poemas, tomada de su libro ms reciente, Luz de la materia, es una muestra tangible, sonora y visual de esa secreta creencia en un orden superior que recorre casi toda la poesa de Malva y nos recuerda de continuo que lo verdaderamente nuevo es repensarse a uno mismo y a la manera en que la poesa debe hacerle frente al mundo en que se desenvuelve.

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POEMAS

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AYER COMPR este rbol enorme, altsimo, escalera de hormigas y de hiedra. Est plantado al fondo de un terreno en declive solo y afable susurrando palabras en la palma del aire. Aqu vendrn Valeria y el ave carpintera para sumar sus voces al murmullo del rbol. Aqu madurar su sangre dilatada en las vastas arterias del verano. Faralln a la inversa, foso del cielo, su carne como ro platica con la nube y la acicala. Ayer compr este rbol enorme, altsimo. No s cmo se llama, desconozco su especie, sus costumbres, pero s que me mira y sus hojas avisan que al fin me reconozco.

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Sobrenombrar la piedra no destruye su esencia: dificulta su ascenso. Dmosle nombre. Y aquel fulgor que resta de su mdula gnea alumbrar la risa, y en risa convertida se ir de tumbos, la piedra saltimbanqui, por el despeadero. Llamemos corazn a la piedra de ro: -lisa, blanca moldeada por el rocey all se quedar rumiando el agua impasible en su esencia y en ella constreida.

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LA FORMA de la piedra no es ya lo que parece. Hiedra. Digamos hiedra y trepar los muros [de la tapia vecina.

Para Milenka

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PORQUE NO ALCANZO a ver la luz o el sitio donde iniciar la estela volteo nuevamente hacia otras claridades difusas, sin embargo, por el rezn del tiempo. Y en esa complacencia se apilan tantas frutas como dedos de niebla entibian todava las tardes de mi infancia: azul de enormes jacarandas; aquel naranja atajo rodeado de cafetos o el sol mezclando su alimento al terciopelo blanco de los jinicuiles. Horas que son zureo en el tiempo instantneo del cerebro se desplazan de una a otra sin que nos demos cuenta: del verano al siguiente bronce del sol en lo ms alto del da; de la mano tomada en su aquiescencia hasta la rozadura mineral del beso.

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Porque no alcanzo a ver la luz, a reencontrar el sitio, advierto la inminencia de su revelacin: no sabemos dnde dejar la huella, cmo ordenar la historia, ni sabemos callar a la bestia irascible que se asoma al espejo y que nos llama. No somos de razn para atisbar la luz de la materia. Somos de voz y por ello creemos que tan slo nombrando se da vida a las cosas: el ser que no naci, la rosa que no pudo. No somos de razn. La niebla es un designio tan alto como Dios que nos mir falibles.lie

... .

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Niebla, neblina de esas horas cuando hoy las convoco como a la oscuridad metlica de algn rito amoroso que tal vez se despea hasta quin sabe qu abismo sin palabras.

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LOS LARGOS PASAJES que el viento prefigura, la distancia tan breve entre el sol y la espuma, la sombra de la flor, el cacto: la materia es visible. Las manos cobijan al espacio y lo imaginan. Pueden mirar tambin la historia de las piedras. Alguna vez los ojos tocan al fin el borde de las cosas y siguen su camino con una luz distinta, apenas distinguible. Slo si canta es plenitud la boca; si acomoda el sonido para volverlo almohada es beso. Un fresno para escuchar la noche. La risa, para saber del agua. Visible es la materia.

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Aparece la imagen pero no tiene nombre y todo es ya pelcula silente donde las cosas han derivado en gestos: -pantomima a color, la cinta de Moebius donde corro.

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HE OLVIDADO el nombre de las cosas. En medio de circuitos, balbuciendo unas cuantas palabras sin sentido, busco el cajn exacto del cerebro donde guard algn da la voz con que llamaba vino al agua de las uvas, al pan, no lo recuerdo.

EL MUNDO desde el csped adquiere temperatura de galaxia. A ras de pasto sendero y movimiento en clorofila. Las hormigas parduscas van empujando an la gota del roco y en la esfera tambin microscpicos cuerpos se acomodan al ritmo de la gota que rueda quiz hasta el hormiguero. De la alfombra esmeralda se levantan hojas en volantina: rugosa nervadura de seis patas camino con meta en el tumulto -cspide que engaa los sentidos, parapeto o torren del palacio enterrado.

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Pero no ms lo verde y su discurso: Cmo se canta? cmo se dice rojo, azul o, acaso, transparente? O la mano que es junco (juncal cuando acaricia, follaje en los abrazos) cmo se dice? Con qu palabras se renuevan los brotes, se apacigua la ausencia, se vuelve a ver la espiga, esa dorada? No basta con decir: que todo recomience.

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ILEANA Z. VZQUEZ ROMERO

Mapa mentaly letradosHaca mes y medio que no saba nada de l, y por primera vez no le inquietaba no tener ni pista sobre su paradero. Cuando lo extraaba, vea por la ventana y la ciudad entera la ayudaba a recordar. Al intentar eliminarlo l permaneca como la mancha borrosa de un cristal, dndole un toque de extraeza a lo dems. Por ello dej de luchar, pactando con su melancola a cambio de la posibilidad de aprovechar el tiempo. Desde aquel momento pareci demasiado ocupada en prestar atencin a lo que haca: ola las frutas, respiraba tranquilamente, degustaba cualquier pedazo de comida. Eso provoc que la gente le dijera que se vea ms bella, ms inteligente, ms saludable, sin embargo, en variadas ocasiones demostr no tener la misma seguridad. Una vez me cont que cierta maana, al intentar escribir un recado, su cerebro no lograba encontrar las palabras adecuadas, ni ser lo suficientemente coherente para terminar una oracin. Ella misma seal que sospechaba de pequeos trastornos, pero nunca tan graves como los de ese momento. Unas semanas despus, antes de nuestro acostumbrado paseo a lo largo de la ciudad, la fui a buscar a su casa. Cuando llegu, se encontraba distrada y lejana. Casi desnuda, sobre la cama, cubierta por varias prendas de ropa, ella trat de explicarme su situacin. Deca no comprender los colores, o ms bien no identificar su uso, crea absurdas las posibles mezclas formadas a partir de ellos. Se tuvo que acostumbrar a las combinaciones seguras o supervisadas por alguien ms; pronto me volv testigo del decaimiento de sus

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habilidades artsticas. Le llevaba largas horas ocupar una hoja en blanco para garabatear ojos y rostros, reproducidos uno igual al otro; la fotografa no le era ms sencilla: rboles, plantas, flores, personas tomadas desde ngulos extraos, es decir, intentos forzados de sentimentalismo. Esto sigui hasta que, frustrada, vendi sus utensilios de dibujo y fotografa. En adelante fue perdiendo cada una de sus capacidades: leer, escribir -sas fueron las primeras, bailar, cocinar, finalmente hablar. En nuestras ltimas charlas, su conversacin circulaba alrededor del ingenio, la imaginacin, toda nuestra vida est rellena de ellas, la suya, se haba hecho plana, hueca, o mejor dicho, vaca. Confesaba sentir tristeza, pero ningn contacto la estremeca ni la apasionaba como antes. Cuando ya no pudo ser parte del mundo, se encerr en s misma; le alegraba seguir teniendo imaginacin en sus pensamientos: soar ah, es como vivir, explicaba somnolienta. El mundo de afuera comenz a volvrsele incomprensible, por eso, se concentr en problemas que slo le concernan a ella. Durante esa temporada se volvi irritable, lloraba a la menor provocacin. Pero fue ese estado de nerviosismo la que la orill a reanudar su bsqueda, y por esos das de nuevo lo encontr. Alguien le avis que lo haban visto. Sin esperar ms tom sus cosas y sali. Lo hall justo como haba imaginado, haciendo lo de siempre y con las mismas personas. Aunque esta vez result diferente, por ms

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que lo intent, no pudo reconocer al hombre frente de ella; le suceda como con los colores, crea absurda la combinacin de ese rostro. En la espera de toparse con aquel hombre, el cual supuestamente conoca a la perfeccin, regres a su hogar a remover cajas. Lo curioso fue que al querer formar la imagen de su rostro, jams pudo reconocerlo. Era como si nunca hubiese prestado atencin a algo en especial, su rostro se haba vuelto un rompecabezas sin sentido. Entonces se dio cuenta, l era como alguien que ves por la calle constantemente -quiz porque debe recorrer el mismo camino que t todos los das- pero del que no logras recordar nada. Su presencia siempre estaba cubierta por un reflejo, el reflejo de una idea sobre una mujer inexistente, y ahora no poda nombrar una razn real por la que comenz a perseguirse entre el recuerdo de alguien que finalmente no reconoca. Hasta ese da, l era su espejo, un espejo bien asimilado e ilusorio que le permita ser esa otra persona. Vivi as por unos aos, y logr recuperar algunas habilidades, aunque su vida sigui siendo montona. Jams se cas, ni tuvo pareja para no asirse a la vieja costumbre de replicarse en alguien ms. Algunas veces hizo la prueba de retomar su propia inspiracin, pero nunca dej de reproducir lo nico que conoca.

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J. E. MENESES

POEMASy letrados39

El recurso de los dasESTE ao la temporada de lluvias comenz antes de que lo notaras. Las ventanas permanecen cerradas todo el da y la luz de esta poca, a esta hora de la tarde, cambia la visin de las cosas, todo dentro de la casa redefine sus lmites y todo tiende hacia dentro. La mayor parte de tu vida ha pasado en cuartos cerrados. Sales poco de casa, slo para ver a tu familia y amigos que en realidad son lo mismo, sales para encontrar la seguridad que da un rostro conocido y una voz clida, sentirte una vez ms como en casa, inmerso en la tranquilidad que te dan tus pertenencias y saber el lugar exacto donde se encuentran.

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III DECAS que no podas imaginarte pasar los aos teniendo siempre ese dilogo interno, buscando la manera de articular lo que piensas y no puedes decir a los dems. Tienes, lo s, una fijacin con el tiempo, te aterra ser cada vez menos consciente de los das, saber que pasan los aos pero no poder sentirlo. Te gusta pensarte como un viejo, un viejo que no aora, que ha aprendido que lo nico constante en la vida es la prdida. Sabes bien, sin embargo, qu poco practicas la resignacin, conoces los conceptos pero no sabes cmo aplicarlos.

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Relacin de parentescoI NUNCA me he sentido joven, llevo en la cabeza la sensacin de tener que hacer algo, la responsabilidad impostergable del cauce, el tiempo y el desgaste. Tengo la edad suficiente para saber que el tiempo no es infalible, el reloj que mi padre me regal se va atrasando cada vez ms. La vida es corta me repito, la vida es slo un cmulo de frases, un listado de cifras y una sensacin de mareo que permanece a lo largo del viaje. A mi edad la vida y el mundo no me golpean directamente, sin embargo he tomado una postura, he elegido esta enfermedad de saberme sano, de no poder hacer nada al respecto y que el mundo me duela.

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II TENGO el parentesco de un hombre y una mujer. Un hombre afecto a la destruccin que utiliz las manos para construir pedazos precarios de nuestra casa. Una mujer que decidi criar a sus hijos en el lugar donde su madre naci, en la tierra de la tierra que son. Un hombre que siempre se preocup de que sus hijos fueran perseguidos por el tiempo, de poner un reloj en sus muecas para compartir la responsabilidad de cargar el mundo. Un hombre y una mujer que comenzaron su estirpe e historia, que se enfrentaron a la vida cotidiana y a dormir por las noches con la conciencia intranquila. Tengo el parentesco de un hombre y una mujer sencillos, su vida no es tema de la poesa.

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RAQUEL VELASCO

Hace algunos meses me recomendaron leer El poder de perro de Don Winslow (The Power of de the Dog, Random House Mondadori, 2009). Ciertamente renuente a la novela de setecientas pginas de un autor que no me resultaba familiar, llegu al prlogo En el volcn de Rodrigo Fresn. Singular por su manera de confeccionar tramas complejas con un lenguaje que confronta la sintaxis y se vuelve asidero de realidades paralelas en las que parodia historias previas y otras formas de narrar mediante el uso de un humor srdido y corrosivo, el autor argentino siempre es garanta. Con mesurado entusiasmo, en esa introduccin, Fresn recomienda la novela de Winslow. Miento. En realidad ofrece una serie de argumentos que ponen a El poder del perro como una obra extrema por las caractersticas que le atribuye, aunque puede percibirse en sus palabras alguna reticencia para profundizar en el sentido de las historias que se entrelazan en los distintos espacios narrativos por los que se mueven los personajes de esta monumental obra, tejida con hilo fino pese al perturbador contenido de cada uno de sus episodios. Por el contrario, en las cuatro partes que constituyen En el volcn, Fresn se limita a ser correcto en su presentacin. En el primer segmento, realiza una sntesis -arbitraria como cualquiera- de la enorme influencia que ha tenido Mxico en la literatura como territo-

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Notas sobre un prlogo de Rodrigo Fresn

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rio ficcional. Segn l, las razones para que esto sea s no son tan obvias como misteriosas: Mxico limita con Estados Unidos y funciona como frontera mgica donde todo cambia en unos pocos metros (13). Es un pas -dice- donde existen las condiciones para que los personajes encuentren albergue en el drama, la tragedia y la comedia enloquecida, pues como lmite geogrfico abre un margen existencial y mtico. Por lo menos as sucede en las obras que refiere: La serpiente emplumada de D. H. Lawrrence, Serenata de James M. Cain, El poder y la gloria de Graham Greene, Bajo el volcn de Malcom Lowry, Children of Light de Robert Stone, La ltima oportunidad de Richard Ford, Todos los hermosos caballos de Cormac McCarthy, Atticus de Ron Hansen, Lejos de Veracruz de Enrique VilaMatas y Los detectives salvajes de Roberto Bolao. Quiz deliberadamente Fresn deja fuera a los autores de la generacin beat, con la cual sostiene una reconocible deuda narrativa, una generacin de escritores que en la piel de Jack Kerouac, William Burroughs o Allen Ginsberg, encontr en Mxico lo mismo que l en Mantra: el lugar idneo para la ruptura. Pero esto ltimo no es apuntado en el prefacio a El poder del perro, aunque en esta novela lo anterior es medular.

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Es necesario tambin refutar una impre- negocio, las formas de corrupcin y la docisin de Fresn. En el apartado dos de En ble moral de Estados Unidos en relacin el volcn seala que la obra de Winslow con los conflictos internos de los pases es la versin narco-mex de El padrino de latinoamericanos, su actitud imperialista y Mario Puzzo. Para defender esta relacin los secretos acuerdos de irrupcin armada describe las cualidades de la novela italo- para combatir con financiamiento criminal americana con ms atencin de la que lo a los gobiernos de izquierda que pretenden ocupa, para despus aseverar que El poder instalarse ms all de su frontera sur a camdel perro es la Gran Novela Americana del bio de tolerancia en la introduccin de Narcotrfico (con maysculas y todo), pues drogas en ese territorio. su autor consigue recrear en ella una imAs expresada, la ancdota de la novela pactante y documentadsima enciclopedia resulta trillada por la cantidad de obras que del comercio de drogas al sur y al norte del se han escrito con esta temtica y no lo es Ro Grande (14). Es cierto y vago su juicio en ningn sentido. El poder del perro exa la vez. En efecto, la novela ficcionaliza el hibe con maestra las fibras de las que est resultado de una cuidadosa investigacin hecho el hombre contemporneo y cmo documental y -seguramente- testimonial en el afn de alcanzar sus propsitos pierde sobre la conformacin de los crteles de la cualquier escrpulo. Policas, detectives, droga en Mxico, los usos y costumbres delincuentes ordinarios, criminales de cueentre los narcotraficantes, la historia com- llo blanco, lderes de la mafia, gobernantes partida entre este pas y Estados Unidos, y legisladores de distintos pases, religiosos, el trasiego que puede trazarse desde ciudadanos comunes y peculiares, todos Colombia hasta la Cocina del Infierno en en diferente medida, sucumben ante la Nueva York, los vnculos con la Cosa necesidad de hacer valer su voluntad sin Nostra, as como el establecimiento de importar el costo. Este trasfondo es el que peligrosas redes con la mafia oriental, ra- permite contradecir a Fresn. Los acuerdos dicada en Hong Kong. Sin embargo, fun- al interior de la mafia no responden a la damentalmente, describe la cancergena lgica de El Padrino, en esta novela se prienfermedad que asesina a los diferentes vilegia el concepto de familia extendida y poderes que deberan encargarse de com- hay una nocin del honor y el respeto que batir al narcotrfico en cada una de las se articula bajo criterios especficos que naciones que participan sin control en este permiten entender el orden de las cosas al

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interior de la mafia. Slo el que traiciona muere, slo el que acta en caliente fracasa. En cambio, la versin narco-mex de la novela -para decirlo en trminos de Fresn, pese a no coincidir con su homologa- carece de cualquier cdigo de entendimiento: estamos frente a la anulacin de cualquier regla de juego, no existe ninguna lealtad, ninguna caucin, ningn pacto por preservar. nicamente hay intereses personales y una apologa a la traicin como modus operandi de los personajes. El poder del perro retrata una estructura en la que slo es posible ascender mediante la destruccin del otro sin importar el lazo que te una a l, donde el significado de cualquier accin la mayora de la veces es contrario al expresado y el motor de los protagonistas est en la autocomplacencia que acompaa al dominio absoluto, situacin que contrasta con la defensa de algunos valores que prevalece El padrino. La novela de Winslow ofrece un ajuste de cuentas perfecto para el sistema polticojudicial que delata, en el que puede evidenciarse otra divergencia notable con la obra de Puzzo: el predominio actual de las redes delictivas mexicanas por encima de una desdibujada mafia italo-americana que gradualmente va perdiendo fuerza frente a la jugosa e importante posicin que ocupa Mxico, pas que -omite Fresn, a pe-

sar de ser un rasgo fundamental en el trayecto de la novela- funciona como agente de cambio y fortalecimiento de las agrupaciones criminales con resonancia internacional. Estos elementos, probablemente en una primera lectura del escritor argentino, lo llevan a considerar en el segmento tres de su prlogo que El poder del perro no deja de ser un western. O, para ser ms puntual y cardinalmente precisos, un southern (16). Difiero nuevamente. Adems de la cercana de uno de los personajes centrales -el detective Art Kellercon la figura del cowboy, no considero que aparezcan en esta novela los atributos del gnero ni el asomo siquiera de personajes con cierto aire maniqueo, y Fresn tampoco profundiza en su analoga como para encontrar las coincidencias suficientes para sostener su juicio. Los narcotraficantes mexicanos que protagonizan El poder del perro son arriesgados hasta a la mdula, aunque no son malvados en s mismos; la violencia es un recurso para hacer valer la fuerza sobre el otro cuando es necesario obtener informacin, marcar un lmite en los contratos delictivos, concretizar una venganza, no se rige por un patrn predecible ni representa la versin caricaturesca de la perversin o una forma de regodeo sin propsito. La violencia en esta novela, tal vez por el

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endeble estado de derecho que caracteriza a los pases del tercer mundo, es un mecanismo de accin social y poltica que favorece la proliferacin de criminales que acceden de la peor manera a un estilo de vida superior al ms alto de sus deseos. En cualquier caso ms que El padrino valdra recordar el filme Scarface (dirigido por Brian de Palma en 1983), sobre la vida de Tony Montana (Al Pacino): un narcotraficante cubano que sirve de inspiracin a Winslow para la escritura de esta novela, relacin que no obstante estar documentada en la propia novela, por alguna circunstancia olvida Fresn. Al igual que Scarface, El poder del perro muestra cmo algunos personajes responden a una sed de poder superior a cualquier otra aspiracin y cmo para adquirirlo pierden la cautela ms precaria al introducirse en un juego a muerte que expone los rostros ms grotescos de la humanidad y la ausencia de cualquier principio, incluso en organizaciones que presumen tenerlos, como la iglesia catlica. Obviamente, lo que Winslow cuenta no es desconocido. Sin embargo, debo coincidir con Fresn, El poder del perro es otra cosa (14). Con la recuperacin de algunas lneas provenientes de reseas previas a la novela y de entrevistas realizadas a Don Winslow, en el apartado tres de En el volcn su

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autor agrega que El poder del perro es algo grande y rabioso (14); es un thriller sanguneo y sanguinario -advertencia: algunas escenas de torturas haran palidecer hasta al ms curtido Sam Peckinpah- con aceitada mecnica de la tragedia shakesperiana, donde todos allan y tambin usan los dientes, y donde un hombre solo -como aquel perturbado y perturbador prncipe dinamarqus- comprende que hay algo que huele a podrido en Mxico y en sus cercanos y distantes alrededores que, no importa que incluyan hasta el Hong Kong de los traficantes de armas, nunca estn lejos (15). Ser o no ser es el dilema de Hamlet preguntndose sobre la ilegalidad del reino tomado a traicin, sobre la legitimidad de la venganza. En El poder del perro cada uno se rige bajo sus propias normas de regulacin; nadie respeta ningn derecho, pacto, medida o pauta; cada uno de los personajes va ms lejos de lo que se propuso sin confrontar un mayor sentido de justicia que el dado por las razones personales; el prncipe, independientemente de su cuestionamiento interno, ha dejado de considerar la repercusin social. Es en esta subversin donde se originan los actuales puntos trgicos que cobija la novela. Y el prefacio en cuestin olvida precisar dicho cambio de poca.

Finalmente, en la ltima parte de un prlogo que no hace justicia a la novela sobre la que habla ni al talento del escritor que lo firma, Fresn cierra En el volcn aludiendo el carcter comercial y efecto meditico que podra alcanzar El poder del perro, obra segn sus palabras, digna de convertirse en miniserie de HBO -espero sea halago y no reduccin- por su temtica s, pero tambin por su carcter apocalptico. Un prlogo no debe contar la historia que presenta, tampoco animar excesivamente con elogios. Sin embargo, uno esperara que proporcione el entusiasmo suficiente para continuar la lectura aunque sta luego lo traicione. A En el volcn le falta la carne que normalmente poseen las palabras de Fresn cuando en El poder del perro ni una lnea est de ms.

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Revista cultural emblemtica de la Universidad Veracruzana con ms de medio siglo de circulacin trimestral. Visita nuestro portal en la pgina de la UV www.uv.mx o nuestro facebook La Palabra y el Hombre

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Inventario

Fabin Cullar (Mxico, D.F., 1987) estudia en Casa Lamm. Particip en el Curso de Creacin Literaria para Jvenes de la Fundacin para las Letras Mexicanas (FLM) en el verano de 2011, Captulo Monterrey. Aniela Rodrguez Zapata (Chihuahua, Chih., 1992) es estudiante en la Universidad Autnoma de Chihuahua. Tengo mis manos llenas de fechas, nombres y pginas en blanco. En las reuniones, olvido que soy una estudiante; me gusta decir que tengo veinte aos y que mi jaula tambin se ha vuelto pjaro (no, yo tampoco s qu har con el miedo). No confo en los hombres sin olor ni en las manzanas rojas. Siempre quise aprender a trovar pero a falta de pan, termin cambiando versos por tristezas. A veces soy el esqueleto de un pjaro, un inventario de catstrofes y papelitos viejos.

Roco Gallardo (Mxico, D.F., 1990) naci en la Ciudad de Mxio una tardenoche de noviembre del ao 1990. Apenas cumpli los seis meses de vida, su mam se la llev a la melanclica Buenos Aires. All, trasladndose en su vieja casa rodante, vivieron juntas en los barrios de Villa Urquiza, Palermo viejo y Saavedra . Roco hizo muchas amistades, encontr el gusto por la lectura y la escritura, los tambores brasileosy las empanadas. A los 17 volvi a Mxico acompaando a su mam en un proyecto que dur dos meses. Se enamor y decidi volver en un ao a vivir a la ciudad que se hunde. Desde el 2009 hasta la actalidad vive en el D.F. y estudia Literatura en la Universidad Autnoma de Mxico (UNAM). Roberto Bolaos Godoy (Aguascalientes, Ags., 1989) es ensayista y crtico literario. Estudi Letras Hispnicas en la Universidad Autnoma de Aguascalientes. Su blog es www.laescribania.wordpress.com Jos Pulido (Orizaba, Ver., 1985) estudi Lengua y Literatura Hispnica en la UV. Ha publicado en diversos medios culturales del pas. Es Mdico forense y apicultor. En sus ratos libres escribe y dice haber estudiado Lengua y Literatura Hispnicas en algn momento de su vida. Actualmente se dedica a investigar la cura para un extrao virus que asola a la humanidad desde hace ya algunos decenios, sin embargo, dicha bsqueda lo ha llevado por derroteros misteriosos y existe el rumor de que pertenece a las fuerzas especiales de una agencia de investigacin secreta que se encuentra al servicio de fuerzas aliengenas.

Mayco Osiris Ruiz (Xalapa, Ver., 1988) es Licenciado en Lengua y Literatura Hispnicas por la Universidad Veracruzana (UV). En julio de 2011 fue seleccionado, en el rubro de poesa, para participar en el Curso de Creacin Literaria para Jvenes impartido por la FLM en la ciudad de Xalapa. Algunos de sus poemas se han publicado en revistas como Literal: Latin American Voices y Punto de partida. Actualmente estudia la maestra en Literatura Mexicana en esta universidad y prepara una tesis sobre los procesos de metaforizacin en la poesa de Eduardo Lizalde. Ileana Z. Vzquez Romero (lamo, Ver., 1989) est en proceso de titulacin de la Licenciatura de Lengua y Literatura Hispnicas de la Facultad de Letras Espaolas de la UV. Colaboradora en revistas de diferente corte disciplinario como Sincretismos Sociolgicos y Transmigracin, correctora de estilo para diferentes instituciones gubernamentales, adems de interesarse por la enseanza en algunos talleres para la formacin de universitarios, alumnos de secundaria y primaria, uno de ellos llevado a cabo durante el congreso por parte de la Red Nacional de Estudiantes de Sociologa realizado en la Universidad Autnoma del Estado de Mxico. Colaboradora en foros de lengua de la Facultad de Letras Espaolas. J. E. Meneses (Xalapa, Ver., 1988) es poeta, estudio letras en la UV. Sus principales influencias van desde los poetas norteamericanos, griegos, espaoles, hasta sus contemporneos. Uno de sus intereses es la msica contempornea. Raquel Velasco (Xalapa, Ver., 1974) obtuvo la Maestra en Literatura Mexicana y el Doctorado en Historia por la UV. Es especialista en crnica literaria del siglo XIX y XX y en Literatura Mexicana Contempornea. El resultado de sus investigaciones ha aparecido en diferentes publicaciones colectivas, revistas nacionales e internacionales. Es autora del libro El cauteloso Nervo (2010), escrito durante la estancia posdoctoral que realiz en el Instituto de Investigaciones Filolgicas de la UNAM en el 2009, y Las representaciones del esplendor (IVEC, en prensa). Al lado de Norma Anglica Cuevas Velasco, coordin el volumen colectivo El norte y el sur de Mxico en la diversidad de su literatura (2011). Desde el 2002, se desempea como Investigadora de Tiempo Completo del Instituto de Investigaciones Lingstico-Literarias de la UV y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Recientemente fue nombrada directora de la revista Semiosis.

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MUERTE AL ANONIMATOy letrados52La revista (y)letrados est buscando colaboradores e invita a las personas interesadas en la creacin literaria y las artes visuales a enviar textos o arte grfico para ser incluidos en sus siguientes nmeros.LINEAMIENTOS Para los textos: Poesa, cuento, ensayo o alguna otra forma de expresin literaria; no sobrepasar las cinco cuartillas, a doble espacio, en Times New Roman de 12 puntos. Para el arte grfico: Cualquier tipo de trabajo (fotografa, pintura, collage, grabado, entre otros) con resolucin mnima de 150 dpi, considerando el formato de la revista (20 24 cm). Todas las colaboraciones debern incluir una semblanza del colaborador que incluya por lo menos sus datos generales (ao y lugar de nacimiento) y sern recibidas en la direccin de correo electrnico [email protected] En caso de mandar ms de una colaboracin, favor de enviar cada una en su propio documento incluyendo en el ttulo el nombre o seudnimo del autor y el nombre de la obra.