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7/24/2019 8Antonio Gomez_Robledo- Ser y Valor.
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S R Y V LOR
Iuoat ntegros accedere fantes
de rer. n a t o 1,927
No es siempre fcil dar razn cabal de la aparicin de ciertas disciplinas
filosficas hasta cierto punto inditas -por lo menos nominalmente-, y
sobre todo cuando tal fenmeno acontece despus de veinticinco siglos de
filosofar. El progreso o el retroceso alternativamenterecurrentes,el volver
incesantementeal punto de partida, la meditacin asumida y reasumida, y
siempre con originaria y radical responsabilidad,sobre los mismos temas,son
caracteres del pensamientofilos6fico que apenas si sorprendernal no ini-
ciado en la filosofa, pero no al que sabe bien que ste es el destino de la
inteligencia humana cuando se arroja a la conquista de lo primero y lo
l-
t imo, de lo que por definicin est ms all de toda experiencia inmediata.
Todo estova de suyo en la gran aventura. Pero la perplejidad es real, y para
el filsofo no menos que para el profano, cuando de repente parece descu-
brirse una nueva regi6n del ente o su sentido, como si hasta entonceshubiera
estado oculta al afn inquisitivo del hombre.
o En ocasionesha podido darse de estoshechosun diagnsticohasta cierto
punto preciso, y sobre todo cuando el transcursodel tiempo permite apreciar
exactamentela situacin. Hoyes posible decir, por ejemplo,por qu no hubo
filosofa de la historia en la antigedad clsica, no obstante la gran historia
que entoncesse hizo y se escribi. Para aquello, en efecto,y ademsde
vivir
la historia e incluso de escribirla, era necesaria la conciencia histrica, es de-
cir, la visin de un mundo en el cual lo nico, lo singular y
1 0
irreversible
fuesen lo decisivo. Ahora bien, esta visin no fue posible dentro de una cul-
tura y para una mentalidad que de un modo u otro busc siempre su salva-
cin en lo formal, lo normativo y lo universal; una cultura para la cual, sin
exceptuar al mayor de sus filsofos, la inmovilidad era el valor supremo,y
despusde ella lo que ms se le aproximaba,como las rotacioneseternamente
circulares y uniformes de los astros incorruptibles. Era menesteraguardar a
la revelacin o manifestaci6nde actos tan singulares,irrevocables y definiti-
vos como la Creacin, la Cada, la Encarnacin, la decisin voluntaria, tan
terriblemente irreversible en ciertas criaturas; era menester que todo esto
actuara en la conciencia humana con tan tremendoimpacto para que verda-
deramentepudiera saberselo que es la historia.
Podramos dar una explicacin semejante,de tan limpios perfiles, con
respecto a la axiologa? El nombre por lo menos,data apenas,como quien
[211 ]
Dinoia, vol. 4, no. 4, 1958
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dice, de nuestro siglo. Lavelle atribuye a Urban- su difusin si no su in-
vencin; y en todo caso sera difcil encontrar precedentesnominales ms
all delGrundriss der Axiologie de Eduardo vonHartmann,publicado en 1907.
Precedentesrea les ciertamentelos
haba,
pues ya
Krebg
haba propuesto el
nombre,que no corri con fortuna, de Timologa; y por ltimo, parece haber
consensogeneralen cuanto a reconoceren Lotze (1817-1881)el padre de la
filosofa de los valores,as no sea sino por haber introducido, antesque otro
alguno,los conceptosde valor y validez (Wert-Geltung) comocategorasau-
t6nomasy aun irreductibles a cualquier otra categora o trascendentalonto-
lgico.
Todo esto,empero,es cosa apenasde ayer (en la historia de la filosofa
un siglo es un menguadotracto temporal)y la pregunta surge,apremiante,
de cmo fue posible que tanto tiempo pasa ra sin que los hombres, y en
particular los fil6sofos, se hubieran hecho cuesti6n expresade lo que en la
misma medida que el ente, o por ventura ms an, es objeto primordial de
la reflexin filosfica, o sea su relacin con nuestra participacin y nuestro
obrar.
Lo
prmero
que ocurrira contestar-y es, en efecto,la respuestausual
del espritu perezoso o reaccionario--, es que la nueva disciplina no era,
cuandoms,sinouna nueva agrupacinde viejostemascon otra terminologa
u otro mtodo;una especie de compilacin o codificacin, bajo ciertas cate-
goras generales,de las axiologas regionalesque ya estabanall, aunque con
otro nombre,en todas las esferas de estimaciny sentido: en tica, en est-
tica, en filosofa de la religin, etc. Pues para no mencionarsino unos cuan-
tos nombres
y
doctrinassobresalientesno
haba
ya desdeScratesuna refle-
xin muy de prop6sitosobre los valores de la conductahumana,y no haban
sido despusestosvaloresminuciosamenteinvestigadosy descritosen la tica
aristotlica? Con los valores estticospor su parte no haban hecho lo pro-
pio Platn, Aristteles,Longino, Plotino, el Pseudo Dionisio y tantos ms?
y aun el ordenjerrquicode los valores,y por si estofuera poco,la expresin
misma de valor, bien que en formas verbales no estaba ya tal cual en
aquella pgina, siempre sobrecogedora,de los tres rdenespascalianos?Qu
podan, pues, hacer Lotze y la escuela de Baden y los ax logos de Viena
despusde esta tradicin esplndida, sino elaboraruna escolsticaen
e l
peor
sentidode la palabra, asuntode nuevosrtulos y nuevas formalidadessin el
menor contenido creador?
Algo hay de verdad en estas apreciaciones,pero tomadasen todo su
hermetismo,son sin duda injustificadas. Como a menudo se
ha
observado
con toda razn,no hay ningn gran movimientohistrico: religioso,poltico)
Trait des oaleurs, Pars , 1951; 1,
pg.
24.
2 Valuation, its nature and lasos,New York, 1909.
N. Hartmann, Ethik, Berln, 1949; pg. 417: Sie sind (las virtudes) die Werle
des men8chlichenVerhaltens selbst.
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SER Y VALOR
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filosfico, ete., que pueda tener curso y dejar huella ms o menos profunda
si no respondea una necesidadreal del espritu o si no lo animansino viven-
cias superficialeso bastardas. No hay, por ejemplo,una sola religin viviente
que haya sido fundada y mantenidacon designiosexclusivosde superchera;
ni
hay tampoco ninguna filosofa con acusada impronta en la historia, en
cuya formacin y desarrollo no intervenganotros factores fuera del virtuo-
sismo verbal o el espritu de sistema.Ahora bien, la filosofa de los valores,
aun dado caso gue actualmenteestuviera ya en sus postrimeras (cosa por
10
demsmuy probable) t iene en su haber una suma
im
resionante de obras
de singular prestigio, con gran es concepcionesy profundos anlisis; y as
no-fUesesino por estosltimos, aunqueen lo otro y lo mayor hubiera fallado
su meta,representaun caudal de pensamientoal que no es de ningn modo
lcito pe rmanece rajeno y con e l que de hoy en ade lante hay que conta r.
Cmo entoncesno ver en el origen
y
desenvolvimientode esta filosofa el
ms inequvoco signo de autenticidad?
Con la axiologa ha pasado,me parece,lo mismo que con el existencia-
lismo y
no obstante que el contenido doctrinal de uno
y
otro movimiento
sea tan diferente, por no decir contradictorio. Por el solo hecho de haber
bajado hasta las charlas de caf (a donde,dicho sea de paso, bajan tambin
cosas tan serias como la religin y la polt ica) no quieren muchos ver en el
existencialsmo
sino esnobismoy palabrera, cuando en verdad representa,
por lo menosen sus grandesmaestros,la decisin heroica.de enfrentarsede
una vez por todas a realidades tremendasque slo la cobarda humana-a
la que por lo visto no escapantampocolos filsofos- haba podido disimular.
La filosofa misma haba sido arrastradaen la cada de la cotidianidad,y fue
el existencialismoquien la hizo volver al modo de la existenciapropia. Pues
de la propia suerte la filosofa de los valores surgi tambin de la necesidad
impostergable de conquistaro reconquistarrealidades sin las cuales la vida
humana no tiene sentido en absoluto. O es que no podemosllamar reali-
dad a lo que , sea en s mismo lo que fue re , clama , como e l va lor, por su
realizacin?
Todo e l punto, sin embargo, est en saber si en este caso hemos de
hablar de conquista o de reconquista,y por dems est decir que la opcin
en uno u otro sent ido deja intacto el pathos en absoluto autnt ico del mo-
vimiento. Dando por sentado,por lo menosprovisionalmente,que esas dig-
nidades u honores
U S l > i- - U L U )
de la vida humana, que son literalmente
los valores, estaban en aquel momentoausentesde la conciencia filosfica
tratbasede un continentehasta entoncesignoto, o tan slo de una obnu-
bilacin circunstancialdel espectador,y por ms que la unidad temporalde
la circunstancia haya podido englobar varios siglos?
Mi ms sincera conviccin ha sido siempre la de que estolt imo, y DO
.aquello,fue lo que ocurri puntualmente. Lo cual no implica que por ello
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solo caigamos en la posicin reaccionaria de que antes habl, pues toda
reconquistase emprendesiemprecon nuevasa rmasy con mayor experiencia,
y los hall~ zgos,en definitiva, son a la postremuchoms ricos que el inven-
tario original. Esto, empero,a condicin de saber coordinar lo uno con lo
otro, de injerta r lo nuevo en lo antiguo, pues de otro modo, y por muchos
que seanlos logros parciales,se acabar a la postre,como le est pasandoa
la axiologa que es pura axologa, en un callejnsin salida. Pero es tiempo
ya de justificar todas estasafirmaciones,para lo cual hemosde mostrar su-
cintamente las circunstancias histrico-filosficasque en determinado mo-
mento llevaron a la apoteosissolitaria del valor, y cmo debe operarseel
retomo al ser,manantialprimero e indeficiente del valor.
La devaluacin de l ente
Que en el pensamientofilosfico occidental,e l ente estuvo tradicional-
mentepermeadode valor, es poco menosque un lugar comn en la historia
de la filosofa.
Ens e t bonum convertuntur,
dijeron los escolsticos,resu-
miendo en esta mxima una tradicin que remontabapor lo menos hasta
Platn. La Idea del Bien, en efecto,principio del ser y del conocer,sol del
mundointeligible y tambindel mundo sensible,es ciertamente-por mucho
que pueda controvertirsean su identificacin con Dios- la ms cumplida
e inescindible sntesis de ser y valor. Ms an, pudiera decirse que el valor
tiene en ella una acusada primaca sobre e l ser, como quiera que , segn
dice Platn, la Idea del Bien est ms all de toda esenciao sustancia con-
creta ,y a todas las sobrepujaen poder y dignidad.
5
Nada puede ser si no
es buenoen algunamedida,y el valor es as el t tulo a la existenciade toda
entidad que positivamentepodamosdesignar corno'tal.
Esta concepcin,una de las ms sublimes seguramentedel entendimien-
to humano,pervive en Aristteles,y aun all mismodonde ms de propsito
se.pone el Filsofo a impugnar la Idea platnica del Bien. La polmica no
nos interesaaqu, e inclusive puede sostenersecon buenasrazones que los
antagonistassonms bien Espeusipoy Xencrates,en cuyas manoshaba su-
frido aquella Idea una depauperacinradical. Como quiera que sea,Arist-
teles afirma en ese mismo lugar que el bien se dice en tantos sentidos como
el ente, o sea,ni ms ni menos,el ens et bonwm convertuntur de los medie-
vales. El ente es en Aristteles,por supuesto,objetode predicacionesmlti-
ples, pero en cada una de ellas estar nsito el valor correspondiente.Ms
an,la mismaprimaca del valor sobreel ser,que creemospercibir en Platn,
se mantieneen Aristteles,por cuanto que la causafinal, que es para cada
4 Lavelle,
op. cit.,
1, pg. 305:
Utre est la soutce de la valeur.
5 R ep . VI, 5 0B e : E1txELva tijt ; o u aL a t ; 1t(lEa~dq. xai IlUv 1EL.
6
E.
N
1, 6, 1096a 24:
TuyaitOv taaXWt; AYE taL t ii WtL.
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SER Y VALOR
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ente su bien, es de todas la primera y principal, ornnium potissima; aquella
que puede dar acabadarazn de cada cosa,por gobernarel desplieguecom-
pleto de las virtualidades del ente y la esencia.
Dejemos de momentola escolstica,que ser en seguida objeto de tra-
tamiento sistemtico,y pasemosa indicar someramentelas causas por las
cuales el ente fue literalmente depreciado, devaluado, eviscerado de toda
estimaciny dignidad.
El procesoha sido descritomil veces y por eminentespensadores,y to-
dava Lavelle lo resumeinmejorablementeal decir que el ser no puede ser
extraoal valor sino cuando se ha acabado por identificarlo con una cosa,
lo que equivale a debilitarlo, a privarlo de su vitalidad, a matarlo en suma,
El ente mortificado: Ttre mortifi, dice Lavelle; y como l podramostam-
bin nosotrosdevolver a nuestro verbo su probable sentido prstino, el que
ciertamentetuvo en latn:
mortificare, mortuum facere.
Cmo fue, entonces,
que se mat al ente?Pues sencillamenteal dejarlo reducido a la condicinde
cosa,de cosaextensay por tantoinertey vaca, por obra de la revolucininte-
lectual cuyos frutos fueron la ciencia modernay la filosofa cartesiana.Pensa-
miento y extensin:s i una y otra cosa estabandivorciadas en el hombre
mismo cmo no iban a estarlo en el resto de la creacin? El valor es, de
cualquier modo que se le considere,la proyeccindel espritu; y siendo as
quvalor poda tener en adelanteun mundo,el de los sentidospor lo menos,
que no era ya ms -como lo haba sido desde Pla tn hasta e l simbolismo
medieval-, la fulguracin del espritu?
Esta reduccin del ente a categoraspropias de la ciencia fsico-mate-
mtica poda estarmuy en su lugar para e l solo fin de fundar la legalidad
de un saber de dominio sobre la naturaleza,y este saber era una conquista
incuestionablementelegtima del espritu humano. Para este solo propsito
metodolgicopuede concederseque era ms bien perturbante que coadyu-
vante el operar con categorascomolas formassustancialeso las causasfina-
les, y que en su lugar deba hacerse sobre todo con las otras categorasde
extensin
y
movimiento. Mas la filosofa, como saber del ente en general,
debi haber conservadosu soberana,y el ente,a su vez, su antigua plenitud
de valor
y
sentido.
No fue as desgraciadamente,como lo sabemosharto bien; y en la im-
posibilidad de describir aqu las etapasde este proceso,bastarcon recordar
cmoen Kant se consuma,al parecerirrevocablemente,el divorcio entre ser
y va lor o debe r ser
(Sein, Sollen),
quedandoel segundosin contenidoma-
terial alguno y dependientede un a
p r r
puramente.ormal. Introducir en
este mbito una materia cualquiera midiendo con el mismo rasero,
en esta calificacin, cosas tan distintas como bienes empricos y valores-,
7
Lavelle,
op. cit.,
J, pg. 302:
Utre n'est tranger
e l
la oaleur que s i on l'identifie
e l
une chose; e est--dire s i on le mortifie. . .
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era, segnKant, hacer dependerla ley moral de algo contingente,y conver-
tir,
por ende, en hipottico el imperativo categrico.
Como no era posible que con esta solucin se conformara el espritu .
humano, que no vive de s mismo ni de su propia legislacin, sino de los
objetosintencionalesen que se proyectay de que se nutre, la razn prctica
de Kant esya en Lotze, comolo dice lmismo,
snnma
de razn que percibe
sentimentalmenteel valor (praktische Vernunft, Werlempfindende Vernrunft).
Toda la axiologa estya aqu, en estaexpresiny en esta equivalencia, como
un intento denodadopor ir ms a ll de Kant, pe ro sin renegarde l, y en
todo caso dejando viva la escisinradical entre razn terica y razn prc-
tica, y correlativamenteentre el ente y esta otra misteriosa entidad (el len-
guaje, como vemos, no nos permite salirnos del ente) que, a beneficio de
inventario, se bautizaba con el nombre de valor. No era una representacin
especulativa (de estono haba ni que hablar) sino algo que el espritu poda
captar, como deca Lotze, en estadosde complacenciay dsplcenca,
Por estoscaminos fue la filosofa de los valores, filosofa medularmente
germnicaen el nombre, en la cosa,en sus presupuestosfilosficos y en sus
. ms conspicuosrepresentantes:Lotze, Windelband, Rickert, Meinong, Ehren-
fels, Brentano,Scheler,Eduardo y Nicolai Hartmann... En gran medida, se-
guramente, enriqueci el patrimonio espiritual del hombre, y sobre todo
-para m es stesu mayor aciertoy su legadoperdurable- devolvi al sen-
timiento el papel que le correspondeen la aprehensinprofunda y eficaz del
valor, y que con tanta ceguerale haba negadoel racionalismo. Pero con todo
ello, el espritu reclama algo ms que las brillantes descripcionesde la feno-
menologa,tan genialmentepuestapor Max Scheler al servicio de la filosofa
de los valores,y algo ms que la restauracinde la intencionalidadsentimen-
tal. Reclama tambin, y acaso sobre todo, una fundamentacinradical, una
metafsica del valor, un retorno al arx en que se r y va lor se unifican, por
venir uno y otro, en lt ima instancia, de quien es con identidad absoluta
Ens swmmum y Summum bonwm. Ahora bien, si en la fenomenologa del
valor y los valores realiz la axiologa conquistasimperecederas,en la meta-
fsica del valor fracas rotundamente-digo, por supuesto,la axiologa pro-
piamente dicha, con pretensionesde absoluta autonoma y sin races en la
tradicin. En estecaptulo, en efecto,a qu hemosllegado,en fin de cuentas?
En Scheler, a una clausura completa de estereino a la razn, tan ciega al
valor como el odo a los colores ; en Hartmann a estomismo,y sobre esto a
una hipostatizacin completa del valor, ya que los valores son, para este
filsofo, esenciaso esencialidades
(Werte s ind Wesenheiten)
que tienen, en
su constitucin,un en s y un para s An sich und fr sich) ni ms ni
menosque el
% a { } '
am
de la idea platnica. Hemos ganadomucho, al cabo
8
Mikrokosmos,
Lepzg, 1876; 1, pg. 269:
In Lust utul Unlust des Wertes inne
u
werden.
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SER Y VALOR 7
de tantosavatares,con haber desembocadoen un neoplatonismo,o con ma-
yor precisin,en un platonismoinentitativo,algicoy sentimental?Podr ser
estomuy germnico,pero la filosofa no tiene por qu estar enfeudadani
siquiera a
la
mentalidadms filosfica de los tiemposmodernos.
De l mismo modo.que en e l otro gran campode l se r -y es sta la gran
esperanzade nuestrosiglo---ha de insertarsela fenomenologade la existen-
cia en la metafsica del
esse,
tambin aqu la fenomenologadel valor ha de
fundirse con la metafsicadel bonum, del bien que se conviertecon el ente,
y sin ser,no obstante,sinnimocon l. Yha sido tambin en Alemania donde
se han llevado ya a cabo los primerosensayosde esta sntesis fecunda,vol-
viendo, con nueva perspectivay ms profunda visin, a la vieja doctrina de
las propiedadestrascendentalesdel ente. Es el nico camino, en mi modesto
entender,por donde puede efectuarseestaAufhebung (que es, tambin aqu,
cancelacin,conservaciny superacin) de la filosofa de los valores; y en
lo que sigue no pretendo otra cosa que resumir, o cuando ms glosar, los
resultados de esas investigacionesemprendidaspor mentes ms lcidas y
mejor informadas.
El ente
y
sus trascendentales
A quieneshan puesto en entredichola posibilidad de una ontologa al
mismo tiempo generaly material, bastara con oponerles,como simple dato
objetivo y sin juzgar an de su valor intrnseco,esta doctrina sobre las pro-
piedadestrascendentalesdel ente,uno de los monumentosde la filosofa pa-
trstica y medieval.
Antes que aquellos doctores,Aristteles haba postulado resueltamente
la existenciade una ontologa semejanteal decir, en un lugar bien conocido
de la Metafsica, que: Hay una ciencia que estudia el ente en cuantoente
y las propiedadesque por smismole son inherentes. 0 Aristteles,con todo,
no fue capaz de describir de manerarigurosa y sistemticaestaspropiedades
inherentesal ente por su mismaconstitucin,no obstanteque en sus escritos
figuren abundantestextos que fueron despusde gran ayuda a los escols-
ticos. El porqu de esta aparentedeficiencia de su genio metafsico,trata-
remos,si es posible, de esclarecerlodespus.
Como en este artculo no pretendohacer historia de una cuestinfilo-
sfica,sino abordarla directamente,nos colocaremossin ms en lo que puede
9
Mere ce n sobre todo pa rticula r mencin los tra ba jos de l P. loha nne s B. Lotz, S. L,
principalmente:
Sein
u
Wert (Zeitschrif t r katholische Theologie ,
lnnsbruck, 1933) , as
como e l curso profe sa do e n la Gre goria na :
De proprietatibus entis transcendentalibus, y
cuya sinopsis mimeogr fica he podido utiliza r por corte sa de l a utor, a quie n de sde a qu
hago pblico mi agradecimiento. .
10
Met.,
IV, 1, 1003a 20:
Eonv
maTlJ..Lllt'L\;
f t
itEOOQEit'o a y
t
O v ')tal 't'el 't'o't'cp
\J1tQxoYt'a)tait'a\J't'.
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ANTONIO GMEZ ROBLEDO
considerarseel
locus classious
en estamateria,o sea el texto de Santo Toms
donde aparecen, acabadamentefundadas y configuradas,e stas propiedades:
que pertenecenal ente en cuanto tal.
En el principio mismo de las
Cuestiones Disputadas sobre la Verdad,11
se plantea Santo Toms el problema de cmo es posible predicar a lgo del
ente mismo sin que la predicacin sea una mera tautologa , toda vez que
el ente,comodijo Avicena, es aquello que como lo ms patente concibe ante
todo nuestro entendimiento, yen) lo cual, adems, se resuelven en ltima
instancia todas sus concepcones.P
No es menesterjustificar aqu 10 bien fundado de este aserto,tan propio
de la filosofa tradicional, de que es en el ente donde s e resuelven en ltimo
extremo todas las concepcionesdel entendimiento. La axiologa radical po-
dra oponeraqu precisamenteque la categora o nocin de valor es irreduc-
tible a la de ser o ente, y que, como se ha dicho, los valores no son, sino
que va len. De ellos -dice Aloys Mlle r- no se puede predica r e l se r.
Mas por qu? Pues sencillamenteporque, como en seguida aade, lo que el
s e r es para los obje tos sensibles,esto mismo es el valer para los valores.t=
De modo, pues, que si el valor puede postularsecomo irreductible al ser, es
a consecuenciade haber previamente reducido el ser, con toda arbitrarie-
dad, a una determinada regin ontol6gica , o sea , como dijimos antes , de
haber cosificado e l ente . Por otra parte, es e l mismo Aloys Mller quien
considera los valores como pertenecientesa una de tantas esferas de la rea-
lidad
(Wirklichkeit),
bien que luego contraponga esta rea lidad a la otra
realidad
(Realitiit, Dinglichkeit)
propia de los objetos sensibles. Habra as,
por encima del Sein y del Gelten (esta filosofa germnicahay que tratarla
con sus propios trminos) un conceptoms alto y comn a aquellos otros,
que sera el de Wirklichkeit, por la que a su vez habra que entender, segn
la definicin propuestapor Eisler, todo aquello que puede constituir el con-
tenido de cualquier experiencia posble.P Todo es, pues, cuestin de enten-
dernos;y lo que hace al caso es que la nocin del ente fue en los escolsticos
tan amplia por lo menos como todo eso,ya que no se ' extenda tan slo a
todos los objetos propiamente dichos, sino aun al llamado ente de razn, y
aun de pura razn, sin la menor consis tenciareal y ni siquiera ideal. Y por
lt imo, y en fin de cuentas ,si los axi logos del
Gelten
inentitativo han de
decir otra cosa que esto de que los valores valen, y hacer siquiera una feno-
de Ver. qu. 1, a . 1, c. Toda s la s cita s a continuacin, sa lvo indica cin en con-
trario, estn tomadas de este mismo lugar.
. 12
I llud autem quod primo inte llectus concipit quas i not issimum,et in qua omnes
canceptionesresolvit; est ens.
13 Einleitung in die Philosophie, 2~ ed. , pg . 35.
14
op. cit ., loe. cit .: Was also das Sein fr die sinnlichen Gegenstiindeist, das ist das
Gelten fr die Werte.
15
Worterbuch der philosophischen Begriffe, S~ ed., pg. 1841: Den Inha1t e iner
miiglichen Erfahrung Bildende.
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SER Y VALOR
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menologa del valor, ya que no una metafsica,les ser preciso decir, como
lo hacen de hecho abundantemente,que los valores son esto o lo otro, por
donde tampoco escapana esta
ultima resolutio
de todos nuestrosconceptos
en el ente . De un modo u otro, pues,y comoen los das de Parmnides,e l
pensamientono puede desentendersedel ente.
Por estas comprobacionesinmediatas,en suma, no precisa detenemos
ms en este punto;y por otra parte,aunqueslo se aceptara comohipottica
aquella proposicin,lo que interesaaqumostrares cmo el ente, cualquiera
que sea su mbito, e s
tambin
bueno o valioso. As, pues, el problema es
tan slo por lo pronto el de determinarcmo es posible predicar algo del
ente sin mera sinonimia o tautologa,ya que, al parecer,toda ulterior deter-
minacindel ente es tambin ente.
A esto respondeSanto Toms diciendo que, por ello mismo,al ente no
puede aadirsenada que tenga con respectoa l extraezao heterogeneidad
de naturaleza,almodo comola diferenciase aadeal gneroo el accidenteal
sujeto,ya que toda naturaleza es por esenciaun ente,16Cmo podr enton-
ces hace rse esta adicin? No hay sino una va posible , y es, dice Santo
Toms,en cuanto que por estas ulterioresde terminacionesexpresamosalgn
modo del ente no expresadopor el nombredel entemsmo.l Todava aqu,
sin embargo,hay que hacer una importanterestriccin,
y
es la de que este
modono debe serun modo especial (specialis modus), o seauna determina-
cin intracategorialcon arreglo a la cual el ente se constituyeen determinada
categorao grado de entidad, como cuandohablamos,por ejemplo,del ente
por s
(per se ens),
calificacin que de inmediato constituye al ente en el
gnerode la sustancia. Debe, por el contrario,ser uno o varios modos que
con absoluta generalidadsean consiguientesa todo ente (modus generalite1'
consequens omne ens) y que, por otra parte,no estnmanifiestosa nuestro
entendimientoen el solo concepto del ente..
Ens sumitur ah actu e ssendi, dice Santo Toms, acogindoseuna vez
ms a la autoridadde Avicena: el ente se toma,como expresino concepto,
del acto de ser, o con mayorpropiedadtal vez, del acto de existir. Eus e s e l
participio activo de esse,y significa, por tanto,el acto del verbo: Ens simpli-
citer dictwm signif icat acta esse. Si podemoso no predicar la entidad de lo
que no est en acto de existir, o con qu restriccin o reduccin a aque l
acto,es cuestinque SantoToms deja aquintacta. Lo nico que le importa
dejar sentadoes que el solo nombreo conceptode ente no revela por s solo,
fuera del
actas essendi,
nada ms sobre la estructurainterna del ente. Esta
revelacin no podr venir sino de estos otros modos que acompaan,con
l~
Sed enti non potesaddi aliquid quas extraneanatura,per modum quo differen-
tia additur generi, oei accidens subiecto, quia quaelibet natura
essenuallter
e st ens .
17
Seeundum hoc aliqua dicuniur addere supra ens, in quantum exprmunt ipsiUS'
modum, qui nomine ipsius entis non exprimitur.
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220 ANTONIO GMEZ ROBLEDO
absoluta generalidad,a todo ente. Con estoentramosen el ncleo mismo de
lo que podramos llamar la deduccin de los trascendentalesdel ente; deduc-
cin que Santo Toms lleva a cabo.de la siguientemanera.
Estos modos generales,nos dice, tendrn que ser aquellos que son con-
siguientesa todo ente consideradoen primer lugar en s mismo,y despusen
orden o relacin a otro u otros entes .
18
En cuanto a 10 primero, del ente en s mismo podemos predicar dos
propiedades,por afirmacin o negacin absolutasrespectivamente.Por afir-
macin,la esenciaque competea todo ente,y que Santo Toms designa aqu
con el nombre de
res.
Por negacin,la indivisin intrnseca del ente, corolario
inmediato de su identidad consigomismo (mientras sea tal ente, y propia
tambin, por tanto, del ente tempora l) y e s lo que se llama la unidad o el
unum del ente.
19
Mas si ahora,en segundolugar, consideramosel ente en su orden o rela-
cin con otro o con otros entes, tal re lacin a su vez ser o con respecto a
todo otro ente, o bien a un ente de t ipo especia l. Por lo primero, tendremos
la divis in del ente de todos los dems,y por ella ser llamado el ente
a l go
o mejor quizs, como trmino ms correspondienteal aliquid latino, algo
otro.
2
Y por lo segundo a su vez, tendremosno ya la divis in solitaria del
ente,sino su conveniencia o avenimientocon otro ente, el cual por su parte,
dice Santo Toms en un pasaje de maravillosa profundidad, no podr ser
sino un ente muy especialque por su naturaleza pueda convenir, avenirse o
entrar en comunicacino contacto (todo estohay en los trminos
convenien-
tia
o
convenire)
con todo ente.
21
Ahora bien, este ente,sigue diciendo el santo,es el alma, el ente abierto
a todo ente sin limitacin a lguna , y que por e llo, por su intenciona lidad
potencialmenteinfinita, es en cierto modo, comodijo Aristteles, todas las co-
sas.
22
Hubiera estadomejor, es cierto, haber hablado aqu del alma intelec-
tual, ' o todava mejor, del espritu, para el cual solamente la intencionali-
dad no tiene trminos ni riberas, pero es indudable que a esto se refirieron
precisamente Santo Toms y Aristteles. Y como en esta alma, concluye
aqul, hay una potencia cognoscit iva y otra apetit iva , la conveniencia o
conciertodel ente con el entendimientoconstituyela propiedad trascendental
de la verdad
(verum),
en tanto que la convenienciacon el apetito es lo que
llamamos el bien
(bonum).
18
Uno modo secundum quod consequituromneens in se; alio modo secundum quod
consequiturunumquodqueens in ordine ad aliud.
19
Nihil enim est aliud unum quam.ens indivisum.
2
Secundum divisionem unius ab altero; et hoc exprimit hoc nomen aliquid: dicitur
enim aliquid quasi aliud quid.
21
Secundum convenientiamunius entis ad aliud; et hoc quidem non potest essenisi
accipiatur aliquid quod natum
sit
convenire cum omni ente.
22
oc autem est anima, quae quodammodoest omnia, sicut dicitur in III de Anima.
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SER Y VALOR
Estos cinco trascendentalesdel ente
(res, unum, aliquid,
v e r u m ,
bonum)
pueden an, en la opin in comn de la Escuela , reducirse a tres.
Res,
en
efecto (y lo dejamosas, en su rica plenitud nativa, imposible de verter, ni
siquiera aproximadamente,en nuestro vocablo cosa ) designa aqu lo que
esavoz quiere decir en su acepcinoriginaria, o sea lo que ante todo pode-
mos pensaro decir de l ente re s - re o rs es decir, su esencia o quididad: lo
que cada ente es; y, por lo tanto, es nocin contenidaformalmente,aunque
de manera implcita, en el mismo conceptode ente. Ahora bien, los tras-
cendentalesdeben aadir algo conceptualmentenuevo, algo que rebase an
a lo contenido
formaliter implicite
en la nocin de l ente . As, pues,
res
se
reduce a
ens;
y por manera anlogael
aliquid
se reduce al
unum,
por cuanto
que la indivisin del ente consigomismo implica su divisin con respectoal
otro. Por estodir un da Surezcon toda razn que si hemosde hablar con
propiedady no forjar distincionesque no son en absolutonecesarias,no hay
sino tres pasioneso afeccionesdel ente, a saber uno, verdadero y bueno.
23
Por otra parte, en e l mismo Santo Toms, y jus tamenteall donde ms le
interesa esta doctrina para las cuestionesfilosficas o teolgicas de mayor
momento,prevalece la frmula ternaria.
Unum, oerum, bonum. ..
stos son los modos por los cuales el ente
revela a nuestro entendimientoalgo de su riqueza y dinamismo. Revela-
cin y no evolucin,porque el enteno es para estafilosofa, como para Hegel,
la ms pobre de las determinaciones,o 'aun la ausenciade toda determina-
cin, sino todo lo contrario. Esta explicitacin del ente en sus propiedades
trascendentales(pues trasciendentodos los gnerosen que el ente se coarta
en esta o aquella categora) no obedecesino a la finitud de nuestro enten-
dimiento, incapaz de apresar en un solo conceptotodos aquellos atributos.
y
por esto dijeron los escolsticosque entre el ente y sus propiedadesinme-
diatasno hay distincin real, sino apenasuna distincin de razn, y aun sta
mnima, y anlogaen todo a la que se da entre Dios y sus atributos,o sea la
posibilidad de predicaciones infinitas dentro de la simplicidad absoluta.
Los trascendentales del' ente
y
el Ente trascendental
Esta referencia al Ente , que es nica y mxmamenteente, no es aqu
una mera comparacin,s ino que es ella la que nos abre el camino para en-
tendera su luz y en toda su concrecin,doctrinale histrica, esto que vamos
declarando,como tambin para resolver ciertas antinomiasque han quedado
latentesen lo hasta ahora dicho.
'El ente, hemos dicho, es verdadero y bueno por cuanto que hay en l
23
Disp. met., IIl, 2, 3: Breviter dicendum est,
si
proprie loquamur et non fingamus
distinctiones minime
necessarias,
tres tantum
esse proprias
passionesentis, scilicet unam,
verum,booum.
221
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ANTONIO GMEZ ROBLEDO
una ordenaci6nesenciala otro ente dotado de intencionalidad cognoscitiva
y
apetit iva. Mas con esto parece introducirse una dualidad originaria en el
ente mismo, ya que el espritu es apenasen cie rto modo todas las cosas,y
para ser ms precisos, todas las que no son l. La verdad y el valor no
podran entonces constituirse sino por una proyecci6n del espritu sobre la
realidad (como lo afirman numerososaxlogos) y consecuentementeno po-
dramos decir con todo rigor que lo verdadero y lo bueno son simplemente
convertiblescon el ente. El ente no sera verdaderosino pa r a una inteligen-
cia, ni bueno sino pa r a un apetito. Ahora bien, si toda dualidad debe fun-
darse en ltimo extremoen la identidad (proposicinen la cual SantoToms
estara en completo acuerdo con Hegel) es evidente que esta identidad no
podr encontrarsesino en el Ente absolutoque es al mismotiempo el Espritu
absoluto,y cuyo ser es, con identidad igualmenteabsoluta,su entendery su
querer.Entendemosestostrminos,por supuesto,de acuerdocon SantoToms
y no con Hegel, por ms que el primero,una vez ms,podra haber suscrito
esta otra profunda intuicin del segundo,al expresarque
el
ser quiere decir
en ltima instancia infinitud y espritu: Sein sagt le tziich Unendlichkeit und
Geist.
He ah por qu los trascendentalesdel ente no slo no tienen su imple-
ci6n cabal sino en el Ente infinito, en el Ente propiamente trascendental. '
sino que, sin referencia a l, ni siquierapodran predicarse,en la medida que
sea posible , de l ente finito. De no existir, en e fecto, sino entes de esta
especie,no habra sino modosespecialesy categorialesdel ente,y toda predi-
cacin que pretendieratrascender
estos
modosno tendra comocorrelatosino
una mera abstraccin,la mspobre efectivamentede todas,que sera esta vez
el conceptode ente. Esta es la verdaderarazn de por qu en las ontologas
circunscritasexclusivamenteal ente finito (como en la de Nicolai Hartmann,
por ejemplo) no hagan falta sino las categoras,los gnerossupremos,y no
estosotros conceptosque seran un mero entretenimientosi no arraigaranen
el Ente que trasciendetodos los gneros,y en cuya eminencia y simplicidad
absolutasestn todo e l se r y todo e l va lor. Y por e llo puede decir Santo
Toms, en un texto capital, que estosnombresde ente y bueno, uno y ver-
dadero, preceden absolutamente,de acuerdo con nuestromodo de entender,
a los otros nombresdvnos.
Ms concretamentean, y en lo que atae al oerum y al bonum, es pre-
ciso hacer ver con mayor detalle cmode ninguno de ellos es posible predicar
su identidad radical con el ente s i prescindimosdel Ente que es el ltimo
origen y fundamentode todo ente actual o posible y de sus trascendentales.
24 Por trascender e n a bsoluto toda de te rmna cn ca te goria l, como sie ndo e l ipsum
Esse subsistens.
Habr que de cir que ciertos t rminos, usados tambin en otra s filoso-
fas, n o tie ne n, e n sta y en aqulla s, s ino apenas una comun idad lexicol6gica?
25
Sen t. I, d . 8, qu. 1, a. 3: lsta nomina: ens et bonum, unum et vernm, simpliciter
secundumrationem intelligendi, praecedunt ala divina nomina.
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SER Y VALOR
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Toda verdad es, segn la Escuela, una adaequauo
re
et
intellectus,
pero
la verdad trascendental,sta de que aqu hablamos,no puede consistir en la
adecuacino conformidad entre la cosa y nuestro entendimiento (relacin
siempre contingentey precaria), sino que debe darse con respectoal enten-
dimiento que no est,como el nuestro,medido por la cosa,sino que es me-
dida de la cosamisma,es decir, el intelectodvno.s Scient ia Dei est OJUSa
1 1 e r u m : de todas sin excepcin,aun de los actos libres; y toda esencia actual
o posible es por ello mismo, y en infinitos grados,trmino imitat ivo de la
esencia divina. Por ello es todo ente,aun la materia prima en lo que tenga
de entidad, radicalmente inteligible, racional y verdadero, con esta verdad
que est en la cosamisma, comolo haba dicho, antes que Heidegger, San
Hilario: Verum e s t manifestativum et declarati1YWIDs s e . La nica diferencia
entre una y otra posicin estara
en
que esta patencia o revelacindel ente
slo es posible, para los escolsticos,en funcin de la relacin trascendental
(luego volver sobre este conceptode fecundidad incalculable) que hay en
todo ente finito, en su esencia y existencia,con la idea divina.
En cuantoal bien trascendental,es ms imposible an, si cabe,mostrar
su conversinreal con el ente prescindiendode la otra relacin trascendental
que stetiene con el Bien sumo,que es su causaejemplar,su causa eficiente
y su fin ltimo. De este Bien fue del que ante todo dijo Dionisia -y lo
mismo haba dicho, ms o menos,Platn-, que se efunde a s mismo Bo-
num.est diffusivum sui)
y por estofueronllamadasbuenas,desdeel principio
del mundo,todas las criaturas:Et erant rolde bono. En un plano emprico o
aun fenomenolgicoser siempre imposible hacer ver cmo todo ente sin
limitacin alguna puede ser perfectivo del espritu humano (y comunicar
perfeccinesten la esenciamisma del valor) comono sea tal vez en el en-
riquecimiento de las especies intencionales. De manera incondicional s610
refulge el va lor en lo que de algn modo es smbolo y traslado del Valor
subsistente,imagen suya o por lo menosvestigio.
Por aqu podremosya ver por qu, segnantesdijimos,no pudo la filo-
sofa antigua llevar a su perfeccine sta doctrina de los trascendentales,con
la firmeza de trazo y la hondura metafsica con que lo hizo la filosofa me-
dieval. Para ello le falt la concepcinde la causalidadeficiente y ejemplar
de Dios en todolo creado. A lo segundolleg apenasPlatn,y muy dudosa-
mente Aristteles; a lo primero, ninguno.
La refraccin trinitaria
Pero a tal punto se acusa la impronta teolgica en esta metafs ica del
ente,que ya no slo por el lado de la teologa natural, sino tambin por el
de la teologa revelada puede aqulla destacarsean con mayor nitidez.
26 de Ver. qu.
7,
a.
2,
e: Res naturales mensurant intellectum nostrum, sed sunt
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Tengo para m que ste es uno de los puptos en que la teologa ms propia-
mente dicha, la teologa posit iva, ha influido ms vigorosamenteen una
doctrina que por otra parte ha conservado,a pesar de este impacto, toda
su
consistenciafilosfica; y no me explico cmono ha sido esto desarrolladoms
largamente,como en otras cuestiones,por historiadoresde la filosofa medie-
val, como Gilson
y
su escuela. Ser tal vez porque ha faltado, ms que en
otras zonas de influencia, el documentohist6rico; pero esta misma ausencia
podra ser un indicio de que por lo natura l y espontneodel influjo, por
recibirlo tan de suyo como e l a ire y la luz, apenassi se consign, o no se
consign6del todo, en textosescritos.
Desde San Agustn por lo menos fue tendencia constante de la patrs-
tica y la escolsticabuscar en las criaturas analogasdivinas, y ms expresa-
mente an, analogas trinitarias; operaci6na la que estimulaba tanto la co-
rriente plat6nica, segn la cual este mundo sensible es rplica del mundo
inteligible, como tambin, y acaso ms, el corolario inmediato del dogma
creacionista,a la luz del cual pudo verse cmo estaba,en la obra prima de
Dios, selladoel resplandorde su rostro . Esta simb6lica,con todo, se detuvo
al parecer, o se detuvo de preferencia,en la imagen propiamente dicha de
Dios, esto es en el hombre , como aparece abundantementeen el tra tado
agustinianode Trinitai:e. Hubo quizs un sentimientoreverencial que im-
pidi ver en todo ente en general la refracci6n no s610del poder divino,
sinode la vida ntima de Dios y de su misteriosafecundidad
ab intra.
Y, sin .
embargo,el hecho es,una vez ms, que esta doctrina que hemosdescrito del
ente en generalcomo animado de este dinamismo,de esta fecundacinpara
la inteligencia, la voluntad y el sentimiento,no acaba de explicitarse cumpli-
damentesino con referencia a Dios no slo sub ratione etuis, sino sub ratione
deitatis, esto es, con vistas al misterio del Dios trino y uno.
27
El ente sin otra
califcacn
es, como hemosvisto, el mbito dentro del
cual se constituyen los otros trascendentales.Ahora bien, si el ente es de
estemodo no la nocin hegeliana carente de toda determinacin,y por ello
mismo confinante con la nada, sino todo lo contrario,un surtidor inagotable
de dinamismoy plenitud, es por su referencia,como a su causa total, al ns
a se, al
ip s u m .
Esse subsistens, al Acto puro de existir.
Y
esta nocin, a su
vez, aunque vlida de suyo en el terreno de la filosofa pura, la elabor6 de
hecho la escolstica,como lo ha demostradoconcluyentementeGSOn,28 la
mensurataeab inte llectu div ino, in quo ront omnia creata, s icut omnia art ificiata in
inteUectuartificis.
27Como nada est ms lejos de mi nimo que arrogarme ttulos de descubridor,
quiero precisar an que lo nico que ha faltado en este punto en
la
escolstica (por lo
menos en la bibliografa que he podido consultar) es una acabada sis tematizacin, de
la .
que, por lo dems, encontramosms que un esbozo en filsofos catlicos de nuestros das,
como, por e jemplo, Lotz, en su curso indito sobre la s propiedades t ra scendentale s de l
ente,
y
Edith Stein, principalmente en EOOliches lOOewiges Se in, Louvain-Freiburg, 1950.
28
Cf. principalmente:
L'esprit de la philosophie mdivale.
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SER Y VALOR
luz de textosescrturarosCOmoel del
x od o
donde Dios, hablndole a Moi-
ss, se define a s mismo COmo El que es .29Este es e l Ente nico cuya
esencia es su existencia,y cuyo nombre no significa ninguna forma determi-
nada, sino el ser mismo en toda su infinitud en todos los rdenesposibles;
como un pilago, dice Santo Toms citando al Damasceno,infinito y sin
trmno.P? No es ya la Idea o e l Pensamientode la filosofa antigua en sus
ms altas concepciones,sino el Acto absolutode existir. Por estola ontologa
posteriorno va a ser ya una ontologa esencialista,sino, en el mejor sentido
de la expresin,existencialista;y por esto el ente en general, antes de toda
determinacinesencial,tiene en s una potencia de irradiacin y fecundacin.
Esta concepcinse sustenta,pues, en el Dios uno del Exodo y no en elde la
Metafsica. Pero en segundolugar, y sin dejar de ser uno, esteDios se revela
en el Nuevo Testamentocomo Dios
trpersonal,
y cada una de las Personas
de la Trinidad correspondepuntualmente a cada uno de los tres t rascen-
dentales del ente: unum, oerum, bonom. Vemoslo seguidamente.
Aunque no como nombre estrictamentepersonal,sino por apropiacin ,
San Agustn y SantoToms refieren expresamentea unidad a la personadel
Padre, pues as comolo uno es el trascendentalpreoperativo,que se constituye
en el ente mismo sin referencia a otros entes ni a sus operacionesintencio-
nales, as tambin el Padre es en la Trinidad la Persona que no presupone
otra alguna, el Principio sin prncpo.s-
En cuanto a la concordanciaentre la verdad trascendentaly la persona
del Hijo, los textos teolgicos y filosficos son esta vez de una abundancia
tal que apenas si nos es posible hacer aqu una mera alusin a lo ms
medular de esta teologa del Verbo consustancialal Padre y causa ejemplar
de la creacin entera. Por este su doble rostro ,como dice Edith Stein, es
verdaderamenteel logos, el intermediario entre el Ser y los entes,y el que
comunicaa stossentidoy racionalidad.
En el principio era la Palabra : as solemostraducir la sentenciainicial
del cuarto evangelio;pero la expresinqueda en este casono slo a infinita
distancia de lo expresado,sino qu ni siquiera logra ya captar la profunda
riqueza del original: V u tjv o Ayo~... Donde lo primero que se ha de
notar es que este principio no tiene slo el sentido de absoluta eminencia
supratemporalque tiene en el
Gnesis,
sino muy probablementetambin el
que implica estemismo trmino de a rx desde los tiemposde la filosofa j-
nica, es decir, lo primero y ms ntimo y ms radical de todo ente, que sera
all el Logos, in sinu Patris, y aqu el logos,en la estructuranuclear del ente.
32
29
Exod.
II, 18:
Sic dices eis: Qu est, mst me ad
oos,
30 Sumo theol.,
1, 18, 11C.
31
Sumo theol.,
1, 89, 8, e:
Nam un it as dicit ur absolu te , non praesupponens aliquid
aliud. Et ide o appropriatur Patri, qui non prae supponit aliquam pe rsonam , cum sit prin-
cip ium non de princip io .
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ANTONIO GMEZ ROBLEDO
En cuanto a l Legos mismo, y ms en este lugar, toda descripcin o per-
frasis se r por s iempre irremediablemente deficiente. Este nombre -dice
Crampon en su comentario al texto jonico-- responde, aunque excedindolos,
a la Sabidura del Antiguo Textamento y a la Palabra de la antigua litera-
tura talmdica. Para el espritu griego -dice por su parte Leorcio de
Grandma ison- agrupbase a lrededor de la pa labra Logos todo lo se rio, ra -
zonable, hermoso, ordenado, conveniente y legitimo, musical y armonioso. 33
Toda esta multiformdad de acepciones podra e star hoy pa ra nosotros im-
plcita en lo que, bajo la inspiracin de la filosofa alemana, llamamos sentido
(Sinn) y por e sto Edith Ste in no duda en a firma r que por este t rmino puede
tambin traducirse e l Logos jonico, y con re fe rencia explcita a este mismo
Logos, agrega que no hay ningn sentido que no tenga en l su hogar o do-
micilio desde la eternidad.
34
Por
este
Lagos, sigue diciendo e l evangelista, fueron hechas todas las
cosas , y por l t ienen, por ende, inte ligibilidad, razn, vida interior, luz3
5
y
sentido. O lo que es lo mismo, y para volver a nuestro cuento, el ente es
radica lmente ve rdade ro, porque e l Logos e te rno, que es a la vez la pe rfecta
expresin del Padre y el perfecto ejemplar de las cria turas, es, con propiedad
absoluta, la Verdad.
En ot ros nombre s a simismo, que como pe rsona le s o apropiados predi-
ca la teologa de l Hijo de Dios, como SOnlos de Imagen, Be lleza , Sabidura ,
Esplendor, Espejo (imago, pulchritudo, sapientia, splendor, speoulu.m) pudo
fundarse la opinin , sos tenida an por numerosos escolst cosj de que lo
bello
pulchrwm)
sera tambin uno de los trascendentales del ente. Nos
abs tenemos por ahora de entra r siqu ie ra en tan apasionante problema, y lo
n ico que cumple aqu advert ir es que aun por parte de aquellos que reducen
o
pulchrum
a uno u otro de los otros dos trascendentales
verwm, bonum)
o ambos a la vez, la doctrina es comn en cuanto a ver en la verdad ontol-
gica, y por aquella re fe rencia a su primer origen, ese
splendor
o claritas que
es la nota ms cie rta de la be lle za ,
y
cuyo velamiento eventual no seria impu-
table sino a nuestra s potencia s cognoscitiva s. Dicho en ot ros t rminos, la
verdad del ente eS de suyo refulgente e irradiante, y su aprehensin por
32 Aun pre scindie ndo de toda meda cn sobre na tura l, e s m s que ve rosmil que por
su largusima permane ncia en Bfe so -medio siglo
aproxmadamente-e
haya podido San
Jua n da r
al
aTX~ e l se ntido que a n conse rva ra e n la ciuda d de He r clito y en la regin
nat iva de la filosofa .
33 Christus, Manua l de his toria de la s re ligione s, Ba rce lona , 1929; pg. 910.
84
op. cu . pg. 409: Es gibt ja keine n Sinn, der nicht im Logos seine ewige Heim at
hiitte.
35
Luz y vida ( c p ii> ~ ,
l ; ,wi )
son, como se ha observado, los t rminos pos iblemente de
mayor re currencia en e l evange lio de l Logos.
so Ioan., XIV, 6: Ego sum 1)ia, e t ventas
e t
vita.
37 Como Raeymaeker, Marit ain, Edith Stein
y
otros muchos.
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SER Y VALOR 2 27
parte nuestra,y tanto ms mientrasms cabal sea,redunda en ese
p lace t
que
es propio tanto del sent imientoestt ico como de lo que von Hildebrand y
Hartmann llaman la respuestaal valor
(Wertantwort).
Cmo dudar siquie-
ra, si se comparteesta
cosmovsn,
que el ente est transido de valor?
Del Espritu Santo, por lt imo -y con mayor razn an cuando, como
en la teologa catlica, se afirma su procesin del Padre y del Hijo-, se
predica como nombre personalel de Amor, y por apropiacin los de Bien o
Bondad, por ser el bien trmino del amor, ya que, como dice Santo Toms,
amar es querer bien a alguien:
verle
bonwm alicui.
38
Y aun prescindiendodel
Fiuoque, la misteriosaespiracin del Espritu Santo se entendi comnmente
como una procesin de amor (pues por generacinintelectual era imposible,
dado que no hay sino un solo Hijo de Dios) y esta concepcin remita direc-
tamentea ver el trmino de la espiracin divina como Bien.
En la misma estructura interna del ente est, pues, impresa, como dice
Lotz, una profundissima imago Smae. Trinitati.s, slo que sin procesin ni
distincin real -como la hay en la oposicin relativa divina- entre los atri-
butos del ente. Y en lo que mira a su absoluta solidaridad y convertibilidad
recproca, es de recordarsean, con referencia a la Trinidad, la doctrina teo-
lgica de la crcunncesn.P es decir, la radicacin ntima, sin mengua de su
oposicin personal, de todas y cada una de las divinas personas en todas y
cada una de las otras: Pater totus in Filio et totus in Spiritu Sancto, etc.,
como dice el Concilio florentino. Pues otro tanto, y con todas las diferencias
y reservas,entre los trascendentalesdel ente, los cuales, conservandosu
dis-
tincin de razn, se incluyen mutuamentey nunca se separan entre s: mutuo
se includunt, nec unquam derelinquunt se.
La relacin trascendental y el valor
Mas todava nos queda algo por decir en estamisma materia,y lo creemos
de todo punto inexcusable, pues en ello precisamentepodra fundarse, en
nuestroconcepto,una ontologa del valor, una ontologa que pudiera acoplar
la doctrina escolsticacon intuiciones inimpugnablesde la axiologa moderna.
Digo, pues, que para declarar de algn modo la compatibilidad entre la
oposicin personal y la unidad absoluta de naturaleza en la Trinidad, los
escolsticos,Santo Toms sobre todo, acudieron al concepto delo que deno-
minaron relacin trascendental. La relacin, en efecto, era hasta entonceslo
38 Sumotheol., 1, 39, 8, c: Bonitas autem, cum sit ratio
et
obiectum amons, habet
similitudinem cum Spiritu divino qui est amor.
3 Circumincessio
y
cirmuminsessio,dicen los telogos, traduciendo respectivamente
los correspondientes trminos griegos de r c EQ t ) ( ; < > Q l]O 't ;
y
e v r c aQ ; t ; . Preferimos el primero
por denotar, a nuestro juicio, mayor dinamismo vital, as en
la
vida trin it aria como en la
estructura del ente en general.
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que en Aris tteles haba s ido: un accidente predicamental; a lgo real s in duda,
pero no sustancia l, pues su carcter constitut ivo, su e s s e
00,
deriva su ttulo
de realidad de l e s s e in que , como todo accidente, tiene la re la cin en la sus-
tancia, y que, por esto mismo, le viene de ella. El
esse
00,
por tanto, e ste
respecto u ordenacin a otra cosa (ordo 00 aliud) es, en la re lacin predica-
menta l, a lgo advent icio a la sustancia ; a lgo,en suma, accidental. Pues b ien
-y ste fue aqu e l t rnsito genia l-, Santo Toms postul otra re la cin, real
de sde luego, supremamente real, pe ro no ca tegoria l sino tra scendenta l, e s
decir, un orden o respecto a otra cosa, pero no adventicio, sino incluido,
entra ado en la e sencia de la cosa misma : ardo 00 aliud in e ssenua re in-
clasus/
El
esse ad,
en esta nueva relacin, no es realmente distinto del
esse in, sino que e s uno y lo mismo, con distincin apena s de ra zn. De e ste
modo, y en lo tocante en primer t rmino a l miste rio trinitario, pudo Santo
Toms afirmar que las personas divinas no son sino relaciones trascendentales
subsiste nte s en una sola na tura le za , la cua l e s en e l Padre incomunicada y
comunicable , en e l Hijo comunicada y comunicable , y en e l Espritu Santo
comunicada e incomunicable. Y por todo ello, adems, hay identidad absoluta
entre las re laciones y la esencia divina, y oposicin excluyente, a la vez, de las
relaciones entre s. Paternidad, filiacin, espiracin activa y espiracin pasiva,
son en Dios la misma esencia divina en absoluto, pero no 10 mismo en su
oposicin relativa.
La relacin trascendental, excogtada histricamente bajo el apremio del
gran dogma cris tiano (lides quaerens intellectum) se desbord despus a
otras cuestiones filosficas o filosfico-teolgicas, en todas las cuales se revel
asimismo extraord inariamente fecunda . De la esencia a l ser, de la materia a
la forma, del alma a su cuerpo, y aun despus de la muerte (pues lo que est
en la e sencia de un trmino gua rda su re lacin a l ot ro, aun desapa recido este
lt imo) fue posible predica r la re la cin tra scendenta l y conceptua liza r de
este modo problemas del mayor inters para la filosofa cristiana.
Pues la misma re lacin transcendental podra fundar, segn creo, la on-
tologa del valor -como tambin, por otra parte, la de la verdad-, y es sta,
si no me engao, la intuicin central de la escolstica en esta matera.v y
que est ya en la de finicin tomista de l Bien como t r scendenta l.P Lotz, e s
verdad, se muest ra un poco renuente a subsumir por comple to e l concepto de
valor bajo el de relacin, pero es porque teme que
se
piense en la re lacin
predicamental. Pero cuando se precisa bien que se trata de esa otra reJa-,
cin que no aade nada realmente a l se r, ni en lo divino ni en la cria tura , sino
40 Cf. Garrigou Lagrange,
De Deo trino et creatore,
pgs . 74 sigs .
41 Paul Siwek, Problema valoris in phlosopha S. Thomae et Cartesi , Gregorianum,
vol. XVIII, 1937, pgs. 518 sigs. : Ratio formalis bani seu oaloris in relatione collocanda
est , quam res alqua ad appe titum habet . Hubiera s ido deseable que explica ra Siwek
de qu re la cin se tra ta .
42
Sumotheol.,
1, 16, 1, c:
Bonum estin re , in quantum habet ordinem ad appetitum.
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SER Y VALOR 229
que es e l se r mismo in ordine ad aliud, Lotz es el primero en afirmar que
el valor es as, esenciale indisolublemente,una y otra cosa,lo absoluto y lo
relativo.
El valor sera as el orden o relaci6n trascendentaldel ente a todo apetito
en general;ordenincluido, por supuesto,en la mismarealidad del ente: Ordo
entis ad appetitum, in ipsa realitate entis inclusus. Esta sera la definici6n
que, salvo juicio mejor,me atrevera a proponer. Ella sola, tomada escueta-
mente,dice bien poca cosa;pero los antecedenteshist6ricosy doctrinales que
la informan podrn haberle comunicado-por lo menosas lo espero- en-
jundia y sentido. De estos antecedentes,por lo dems,es dicha noci6n, de
hecho y de derecho,en todo solidaria; o dicho de otro modo, que se nutre
de una cosmovisi6nfilos6fico-teol6gicaen cuya vigencia o decadencia est
aqulla irrevocablementecomprometida.El valor no podr arraigar en el ser,
o brotarde l como de un surtidor, s ino en la medida en que el ser de cada
ente seade algn modouna refracci6ndel Ser que por su fecundidad infinita
--ab in tra y ad extra- es causa eficiente,ejemplary final de toda fecundi-
dad entitativa y de toda vivencia de valor.
La aprehensin del valor
Por ser el valor, por una parte, el ser mismo,y en raz6n, por la otra , de
la incapacidad de nuestras potencias cognoscitivaspara tener una intuici6n
adecuada del ser (a la que no se llega sino aproximativamentedespusde
haberlo explicitado en sus trascendentales)es el valor, como dice Lavelle, lo
ms patentey lo msmisterioso. Lo primero,porque no se deduce del ente,
sino que nos es dado con el ente mismo y en una noci6n igualmente origi-
nal y primaria, como lo reclama con toda razn la axiologa moderna. Y lo
segundo,porque a causa de la inadecuaci6nsusodicha,no se nos revela el
valor por la misma vaono por ella sola- por que aprehendemosotras
determinacionesen la estructuradel ente.
Si el valor, en efecto, es una ordenaci6nal apetito, est dicho sin ms
que su captaci6nadecuada,plena, concreta,no es s610cosa del entendimien-
to, sino tambin,y por ventura ms, del otro trmino de la relaci6n, esto es,
del apetito. Y por apetito no ha de entenderseaqu tan s610el apetitoracio-
nal de la voluntad,de la raz6n pura prctica, sino, con l y en una intencio-
nalidad dinmicamenteuna, el apetito irracional tambin, y sobre todo en
esa zona intermedia,tan indefinible pero tan real, en que lo lgco comunica
con lo al6gico,y el espritu conla carney la sangre;44 esazonaque los griegos
llamaron -&u l~ , los alemanesGemt, y que nosotroslos latinos,a falta de otra
43 Sein
und
Wert,
pg. 602:
Der Wert ist somit weder etusasAbsolutes, Relations-
toses,noch eine blosse Beziehung, er besagt wesentlich und untrennbarbeides.
44
Mittenbereich, wo der Geist ins BTut geht,
dice Romano Guardini.
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ANTONIO GMEZ ROBLEDO
palabra ms adecuada,estamosdesignando,cada da con mayor nfasis,como
el corazn .
En este punto, segndijimos, tiene toda o casi toda la razn la axiologa
moderna,a l haber reivindicado, frente al pensamientoracionalista, la legali-
dad del sentimientocomorgano intencionaldel valor; y es una lstima que
la escolsticahaya dejadofructificar en otroscamposlo que estabalatente en
su propio patrimonio. Fue una negligencia no ms, por otra parte, que no
hay tampoco por qu exagerar,pues el verdadero culpable fue el autntico
racionalismo,el de Spinoza por ejemplo,para el cual los sentimientosy afec-
tos constituyenpropiamentela servidumbrehumana ,aun los ms nobles de
todos, como la simpata y la piedad. De estas aberracionesdel espritu hu-
mano hemosvuelto hace mucho tiempo, venturosamente.
Sin una adecuacin o resonancia sentimentalpor parte del sujeto, no
habr jamsuna aprehensinplenaria del valor. Ningn razonamientopodr
demostro la be lle za de una obra de a rte a quien no la sienta; ni la justicia
es un va lor sino para los justos (esto es tan vie jo como Aristte les por 10
menos) ni la santidad sino para los santos. Quien no part icipa en el valor
no sabr jamslo que el valor es , dice Lavelle, y por ello, el valor no es un
conceptoni un objeto,y slo se conoce cuandoes vivido .45 No por esto,sin
embargo,desconoceel aoradofilsofo francs la identidad radical entre ser
y valor, como tampoco la funcin que competea la inteligencia en cuanto a
esclarecera la vez el sentimientoy el querer . Trtase tan slo de afinar
e l modo de captacin de esto que est en las ent raasde l se r, pe ro no tan
manifiesto para el solo intelecto humano, sino que nuestra naturaleza por
enteroha de estaren lo que por entero la compromete,en 10 que no tiene la
distancia indiferente de una proposicinmatemtica,.ino que es algo impera-
t ivamente constrict ivo de la conducta. El valor -dice an Lavelle- es el
ser mismo definido comoobjeto de un supremointers, es decir, de un acto
de amor.
47
Yen otra parte an: El valor es estaintimidad del ser que no se
puede percibir por de fuera, y que no se puede descubrir sino desde dentro,
vivindoloy hacindolouno suyo. 48
El
valor es una relacin, un llamamiento
no slo a l lagos anmico, como la verdad terica , sino a toda e l a lma , y ha
de ser abrazado,comodira Platn, con toda el alma.
Con estas apreciacionesconcurre en buena parte la escolsticade nues-
tros das, aunque sin desplazarpor ello la funcin que tiene tambin la inte-
ligencia en la percepcin del valor. El conocimientoabstractode la relacin,
en efecto,es de orden intelectual;y as, el animal persigue bienes que lo son
realmentepara l, pero no los aprehendec o m o bienes. En su vivencia con-
creta e inmediata,sin embargo,el valor es un dato transintelectual,accesible
45op. cit., pg. 248.
46 o p .
cit.,
1, pg. 194.
47 op. cit 1, pg. 430.
48o p .
cit.,
1, pg. 303.
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SER Y VALOR
3
a la sensibilidad o al sentimiento, segn los casOS.
49
La conciencia fundamen-
tal de l va lor, dice Lotz, es In te lectua l. pues es slo e l entendimiento e l que
puede mostrar, con completa obje tividad e independientemente de las moti-
va cione s irra ciona le s del a pe tito, la conveniencia de ta l bie n o ta l a cto a l
suje to. Aqu tambin, como desde Brentano hasta Husserl, la representacin
es e l acto fundante. Es tos contenidos obje tivos de va lor, sin embargo, estos
W
e r t g e h a l t e
auque perceptibles de suyo intelectualmente, no sern eficaces,
cumplidos, vividos en suma, sino cuando, y en fue rza una vez ms de l orden
de los mismos al apetito, sobreviene por parte del sujeto la respuesta adecuada
de l apetto. En trminos husserlianos podramos decir que la perceQ2in
inte lectual del valor es apenas una intencin incumplida, y 9.ue su cumpli-
miento le vIene de la respues ta emocional. Es taes,pa ra e l va lor, su vivencia
impy~ Il:ft@llung8erlebtSLsJLEre~ ~ ~ > en Eer~ a . La primera sera
as, de acuerdo con el s mil propuesto en otra conexin por el propio Husserl,
como el t tulo de crdito, como la le tra g irada a la vivencia emociona l,
y
ca-
rece de va lor mientras por esta respues ta no es aqulla aceptada y cumplida.
No nos corrobora esto mismo, por otra parte , la experiencia ms cierta?
No es bien nt ida , por e jemplo, la percepcin intelectua l que todos los cris -
tianos tenemos del valor de la pobreza cuando leemos el evangelio, y na
continuamos bien apegados a la s riqueza s? Y si en los santos tiene la misma.
le ctura un e fecto de l todo dist into no es por e l incendio de su corazn ba jo
la mocin de la gracia, y por ms que la representacin intelectual pueda
ser, tambin aqui, e l acto fundante?
Es a la luz de toda s e stas evidencia s irrebatible s en la fe nomenologa
eJe lva lor, como la escolst ica : sin de ja r de se r, como s iempre , la defensu;a
de la inte ligencia , ha prestado mayor atencin a la intencionalidad sentimen-
tal, revitalizando, por e jemplo, aquellos textos tomis tas en que se nos habla
del conocimiento
per connaturalitatem,52
o como diramos hoy, la a finidad
entre el contenido valioso del objeto y la constituci6n moral o afectiva del su-
jeto percipiente. Y esta connaturalitas, le jos de se r una va inferior de cono-
cimiento, e s, por e l contra rio, lo tpico de l sabe r ms a lto en absoluto, t anto
por su corre la to como por e l modo de aprehensin, que es la sabidura como
don del Espritu Santo, Esta connaturalidad con las cosas divinas , dice Santo
Toms, se produce en nosotros por la ca ridad,53que es cuanto podra decir
o reclamar el ms acrrimo defensor del
Fhlen
intencional. Asimismo, y por
49
Siwek, op.
cit ., loe . cii.: Cum ite rum rat io fin s re latonem intrinse ee die at , calo-
rem non nisi ab inte lle ctu se cundum suam abstractam rat onem apprehendi posse pate t,
a facultatibus sensitw
eum
tantum eoncrete attingi.
50
Das grundlegende WertbewU8stsein is t tntellektuell.
51 Lotz,
arto cit.: Wie der objektive Wert dureh die Hinordnung aut das Streben
konst ituiert unrd , so
st
aueh die ihm genise Antwort
con
Seiten des Subfekts der Akt
des Strebens.
1 > 2 Sumo
theol.,
U-U, 45, 2, c.
Ibid.i Gonnaturaltas a d res divinas
f t
per carltatem.
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ANTONIO GMEZ ROBLEDO
toda la tica tomista , e st la complacentia affectuum, la respuesta emocional
a l va lor, que diramos hoy, como condicin necesa ria para e l cumplimiento
e fectivo de l acto mora l. No e ra , pues, tan a jena e sta filosofa , como podra
cre erse a prime ra vista, a l re conocimiento de la funcin sentimenta l e n la
aprehensin de l va lor. Con la autoridad que aun por su funcin magiste ria l
rio cabe nega rle , ha sido e l Papa Po XII quie n, e n la encclica Humas ge-
neris principa lmente, ha de fendido a la filosofa e scol stica de l ca rgo de
atender exclusivamente al papel de la inte ligencia , con menosprecio del que
corresponde a la voluntad y a los a fectos de l n mo .P
La meta fsica del e nte y sus trascendentale s, e sta doctrina que no sin
asombro vemos an calificar como la parte ms estril de la metafs ica trad-
ciona l ,55 es por e l contra ro e l nico fundamento seguro pa ra compagina r
en la unidad del ob je to aquella doble in tencionalidad , la representat iva y la
prctica, que Husserl, por su intelectualismo, no pudo conciliar, como tampo-
co, por su parte, Sche le r, a l de riva r a l ot ro extremo de erigir en a lgo absolu to
e incondicionado la intenciona lidad no s ignifica tiva . En esta ot ra vis in , en
cambio, lo mismo que es verdadero e inteligible aparece tambin, a l estable -
ce rse la re la cin dinmica con la voluntad y e l sentimiento, como bueno y
valioso.
En este campo tambin, por consiguiente, puede columbrarse , como no
muy le jana tal vez, la s n tesis por que anhelamos , la gran sn tesis de l s iglo xx,
entre fenomenologa y metafsica. Una sin la otra corren el riesgo de ser,
respectivamente , o una mera tcnica descriptiva de vivencias s in arra igo en el
se r, o un discurso en e l va co. De su fusin, e n cambio, de su coordina cin
je r rquica , re sult ar una ontologa a l mismo t iempo plena y profunda ; y en
lo que a ta e a l va lor e spe cficamente , su re implanta cin en el ser, pe ro no
como formalidad vaca , s ino con toda la riqueza capaz de informar cumplida-
mente los anhelos del hombre. El valor -dice Pietro Romano- es la afir-
macin y revelacin del ser en una experiencia espiritual. Lo primero con-
tina sie ndo pa trimonio de la filosofa antigua ; lo segundo, e n cambio, su
apofnt ica , es la aportacin de la modern idad .
.ANToNIO G M Z ROBLEDO
54
Hum. gen., par.
50:
Ac denique philosophae nostris traditae scholis hoc citio
oertunt,eam nempe in cognitionis processuad intellectum unice respicere,neglectomuner8
voluntatis et affectuum animi. Quod quidem
verum
non e s t o
55
Eduardo Nicol,
Metapsica de la expresi6n,
Mxico, 1957;
p g .
31.
56 Ontologa del valore, Padova, 1949; p g . 135.