Adelanto y columna en revista Noticias

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  • 7/27/2019 Adelanto y columna en revista Noticias

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    Es un trastorno enascenso. Un 60%de las consultaspsiquitricas en

    hospitales pblicosson por este motivo.La incertidumbreeconmica, unode los factoresdesencadenantes.Famosos en pnico.

    Nota de tapa

    ATAQUE DE PNICO

  • 7/27/2019 Adelanto y columna en revista Noticias

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    Infografa: fernando San Martn. fotoS: gettyIMageSyCedoC.

    Fuente: Fundacin Fobia Club.

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    02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13

    E

    d

    a

    d

    A o ( 2 0 0 2 a l 2 0 1 3 )

    Promedio de edad por aoTendencia en alzaConsultas

    (perodo 2000 - 2012)

    38% 62%

    MujeresHombres

    Un 60%de lasconsultas en los serviciosde psiquiatra de

    los hospitalespblicos son por

    ataques de pnico*

    En el Fobia Club, lasconsultas por ataque depnico subieron un 35%del 2000 hasta hoy.

    35,0

    36,8

    35,5

    34,5

    35,1

    36,5

    36,5

    36,8

    37,7

    38,4

    37,2

    34,2

    * Hospital central de San Isidro

    eRNeStINa paIS

    Lamentablemente

    estoy sufriendo

    una enfermedad

    conocida como

    ataque de pnico.

    Es imprevisible y

    me hace fluctuar

    a momentos muy

    angustiantes.

    aLeXaNdRa LaRSSoN

    Esto me pas

    porque no me

    cuid a m misma,

    porque no me puse

    lmites. Me pas

    en el escenario.

    Cuando tuve el

    primero sent que

    me iba a morir.

    RaFaeL BIeLSa

    Tuvo ms de

    quince en un

    mes. Cambiaba

    de hospitales por

    la vergenza que

    senta. Lo super

    con Prozac, Rivotril

    y psicoanlisis,

    revela un ntimo.

    VIVIaNa CaNoSa

    El canal me haba

    pedido cambios y

    yo les contest que

    tena demasiados

    cambios en mi

    vida. Tuve ataques

    de pnico y la

    panza se me

    pona muy dura.

    MataS aLMeYda

    Me baj del

    auto, senta

    los msculos

    agarrotados, que

    me estallaba el

    corazn, quera

    romper todo.

    Eran ataques

    de pnico.

    paULa BeRtoL

    Busqu qu hacer,

    cmo respirar,

    decirme que era

    una sensacin

    de la cabeza ms

    que una situacin

    real. Senta

    que me estallaba

    el corazn.

    s, antes que nada, una sen-sacin. Una desagradablesensacin. A veces empiezaen el estmago, se expande ala cabeza. Puede ser como unaangustia, pero veloz; una an-gustia urgente que va toman-

    do el cuerpo: temblores, sudoracin,respiracin agitada, tal vez hasta di-

    ficultad para moverse. Es un espec-tculo apabullante el de un hombrepor ejemplo que mide casi dos me-tros y de pronto tiene que ponerse encuatro patas en plena calle porque nopuede caminar. Las piernas ya no sonsus piernas y no le responden. l

    mismo puede ver la escena desdeafuera, como orbitando, y no puedecreerlo. Es que parece que no le pa-sara nada, excepto que tiene miedo.Peor. Lo que tiene lo que quizs usted

    ya haya tenido es pnico. Y lo estatacando.

    El ataque de pnico ha conseguidola difcil proeza de ser moda y tab.

    Es un mal de esta poca. No existencifras oficiales sobre el padecimiento,pero nadie duda de que est en au-mento: los profesionales informan queel 60 por ciento de los pacientes queconsultan hoy por primera vez a unpsiquiatra en los hospitales pblicos

    lo hacen por pnico y en las guardiasnadie se inquieta si llega una chicarelativamente joven con las manoshechas un nudo, jadeando y juran-do que le duele el pecho, que tieneun infarto, que se est muriendo. Losmdicos saben que no. Van a sentarlaen la camilla y presentarle a su nuevoaliado: una pastilla de clonazepam, el

    ansioltico lder del mercado.En los ltimos das, Ernestina Paisse volvi una emergente involuntariade este fenmeno global al renunciarintempestivamente a Desayuno Ame-ricano apenas tres meses despus dehaber aceptado la conduccin: La-

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    Nota de tapa

    mentablemente estoy sufriendo unaenfermedad conocida comnmentecomo ataque de pnico. Es imprevi-sible y me hace fluctuar a momentosmuy angustiantes. La mejor formade enfrentarla es darle tiempo, y aspoder superarla con apoyo terapu-tico, escribi en un comunicado que

    Amrica TV difundi el jueves 9. Hoy,es su familia la que responde por ellalos e-mails. Pais se mantiene aislada,apenas sale de su casa para ver a supsiclogo y a su psiquiatra. Explicauna amiga: Se tiene que tomar su

    tiempo. Los mdicos le recomiendanestar tranquila, que no se enrosquecon la actualidad.

    La actualidad, para muchos, es unfactor clave. No es casualidad que elltimo pico de consultas por ansiedad

    y estrs en la Argentina se haya da-do despus de la crisis del 2001. Elclima social es decisivo. El pnico esun temor al exterior y se acrecientacuando el mundo pierde su piso y seabisma. La inflacin o la inestabilidadlaboral contribuyen de manera direc-ta, asegura el filsofo Miguel Wiazki,autor del libro Ataque de pnico. Cr-nicas del miedo (ver recuadro). Parael mdico psiquiatra Oscar Carrin,fundador de la Fundacin Fobia Club,la crisis social a lo sumo empuja:No tiene pnico el que quiere sino el

    que puede. El miedo, dice, viene deadentro.Tab. Es como un fin del mundo

    que cabe en 10 minutos, explica laperiodista Ana Prieto, autora de P-nico, un libro de editorial Marea quesaldr a la venta en junio (ver recua-dro). Inspirada en su propia experien-cia con la enfermedad, Prieto entre-vist a mdicos y pacientes, recorrihospitales pblicos y consultorioschic para dar con una caractersticaen comn: la vergenza. El que tu-

    vo pnico tiene miedo de volverlo a

    padecer. Pero adems siente que to-dos son hbiles y poderosos menosl, explica.

    Le pas a Rafael Bielsa, ex cancillerde Nstor Kirchner. Fue a mediadosde los '90, despus de una misin de

    94 fotoS: CedoC.

    Ernestina Pais sealej de Desayuno

    Americano por es-tar en medio de loque yo llamo unamala poca de p-nico. Por defini-cin, una poca depnico es siempre

    mala, con lo que la expresines redundante. Pero me gustallamarla as porque una pocatambin por definicin, en al-gn momento llegar a su fin.

    Del comunicado que envi Paislo que ms reson en m es suconvencimiento de que el p-nico le impide dar lo mejor des. Es verdad: quien tiene pni-co se siente limitado y sesgado,

    y buena parte de lo que deseaemprender parece irrealizable ose vuelve mortificante porque laposibilidad de un nuevo ataquepende sobre su vida.

    Pero no hay demasiadas per-sonas dispuestas a entender unasituacin semejante; nuestra so-ciedad no es muy tolerante conel pnico y ms de treinta aosdespus de su inclusin defini-

    tiva en las categoras psiquitri-cas, todava hay quienes estnseguros de que tal cosa no existeo de que se trata de un caprichode los ricos. Lo cierto es que es-t muy lejos de enquistarse soloen las clases altas. Pero aceptar

    y contar que se tiene pnico esmuy difcil, porque sentir mu-cho miedo no es precisamenteun valor, ni para ricos ni parapobres, ni para desconocidos ymuy especialmente, no lo es pa-ra los famosos que viven de suexposicin pblica.

    El trastorno de pnico, uno delos trastornos mentales ms co-munes y fciles de tratar, siguerodeado de prejuicios injustos,mitos y canalladas. Por eso ce-lebro el comunicado masivo deErnestina Pais. Porque contarque uno est pasando por esemiedo involuntario es, en nues-tra sociedad, tremendamentevaliente.

    * PerIodISta. autorade PnICo.

    dIezMInutoSConlaMuerte.

    Solo valienteS

    PoranaPrIeto *

    igmund Freud dice que lasmasas entran en pnico cuan-do caen las garantas, asegu-ra Guillermo Belaga, jefe del

    servicio de salud mental del Hos-pital Central de San Isidro. Hacememoria y no duda: despus dela crisis del 2001, la cantidad deataques de pnico atendidos en laguardia solo pueden definirse comoepidemia.

    No hay consenso sobre los orge-nes del pnico algunos dirn social

    y econmico, otros psicolgico, in-cluso gentico pero s existe una

    S

    ineStabilidadEconoma

    nLos sufri durante unode sus mayores picosde xito: Uno creeque se va a morir por laopresin del corazn".

    ARACELI GONZLEZ

    nDurante el Bailandopor un Sueo, dijo:Yo sufro de ataquesde pnico. Est buenohablar de estas cosas.

    CARMEN BARBIERI

    nEl 10 de Rivertambin padeciataques. Su DT enese entonces, Almeydale dio una mano.

    CHORI DOMNGUEZ

    El ataque de pnico ha conseguido

    la proeza de ser moda y tab. No

    existen cifras oficiales pero nadie

    duda que est en crecimiento.

    18 de mayo del 2013/NOTICIAS

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    paz de Naciones Unidas en Guatemalaen la que presenci la exhumacin decuerpos sepultados en tumbas colec-tivas. Al regresar al pas, comenzaronlos sntomas. Segn confiesa a susntimos, lleg a tener quince crisis en

    un mes: siempre de noche, bajaba dela cama sin hacer ruido y llegaba soloa la guardia de algn hospital. Cadavez ms lejos y nunca el mismo paraocultar la frecuencia. Lo super conProzac, clonazepam y psicoanlisis,

    cuenta un hombre cercano.El pnico lo dej en paz du-rante una dcada, pero enel 2007 reapareci la sensa-

    cin. Cerca suyo revelan quefue ese el verdadero motivo por

    el que rechaz la oferta de Cris-tina Fernndez para ser embajador

    en Francia.A la diputada portea del PRO PaulaBertol el pnico la atac dentro de laLegislatura. Fue en la sesin especialcon los familiares de las vctimas deCroman para decidir el juicio pol-tico al entonces jefe de gobierno por-teo, Anbal Ibarra. Empec a decirque me senta mal y me tuve que irporque me caa redonda. Estaba pa-sando adems un mal momento per-sonal. Busqu tratamiento, me dieronclonazepam, muy poco, nunca pasel miligramo, reconoce la diputada.Fui al psiquiatra tres o cuatro veces.Me inform, busqu qu haba quehacer, cmo respirar, autodecirse queera una sensacin de la cabeza msque una situacin real, de sentir quete va a estallar el corazn. Era respi-rar y saber que no voy a morirme deeso, explica. La sensacin de muerteinminente se repite en todos los rela-tos. Muchas veces hechos en secreto,siempre velados y en estricta confian-za. No supe de que a otros polticosle haya pasado, asegura Bertol. Peroque los hay, los hay.

    No es tan fcil ocultarlo. El jugadorde ftbol Alejandro el Chori Domin-guez vio su caso en la tapa de los dia-

    rios cuando an vesta la camiseta de

    95fotoS: CedoC.

    coincidencia en que las situaciones deinestabilidad social no favorecen a lospacientes con predisposicin ansiosa:se vio en los '80 en Inglaterra, cuan-do Margaret Thatcher termin con elllamado Estado de Bienestar y se veespecialmente ahora en Espaa, don-de el nmero de desocupados crece aniveles histricos.

    A nosotros en Buenos Aires, lo quevivimos en el 2001 nos permiti en-

    tender que haba que cambiar el mo-do de organizacin del servicio, por-que la organizacin era para atenderpacientes en tratamientos quiz muylargos, y el 2001 nos hizo ver que lagente quera la solucin ms rpida.La crisis actual nos encuentra mejorparados, asegura Belaga. Segn suexperiencia, el alta puede ocurrir tanrpido como en 4 meses.

    El trastorno est otra vez en au-

    mento. El filsofo Miguel Wiazkiencuentra relacin directa entre elpnico y la inflacin: La devalua-cin de la moneda es la devaluacindel valor del trabajo, que es unode los datos con los que el indivi-duo construye su valor personal.El salario funciona como anclaje,explica. El ataque de pnico invo-lucra actores externos que se venexacerbados en sociedades autori-tarias asegura. Aparece un temorpotente al estigma porque pensardiferente implica una marginacinno solo a nivel social, sino incluso enel crculo ntimo. El sujeto prefierecallar a diferir. Eso se ve muy claroen el Gobierno nacional: o aplaudso ests afuera.

    CrIsIs ECONmICA. Uno de los factoresque puede determinar un ataque depnico en personas predispuestas.

    nLa modelo yconductora reconoci:Tengo palpitacionesy ataques de llantodesconsolado, dijo.

    JULIETA PRANDI

    nEn plena depresin, laex primera dama recibiel diagnstico en mediodel conflicto entre su hijay su ex marido.

    ZULEMA YOMA

    nAntes dellanzamiento de unode sus discos mspopulares, el cantautorenfrent un episodio as.

    LEN GIECO

    Famososencrisis

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    Nota de tapa

    River, entonces en la B. Lo ayud eldirector tcnico, Matas Almeyda, quehaba tenido pnico por primera vezen el 2004 y desde entonces en repe-tidas ocasiones segn cuenta en subiografa Alma y vida.

    Tuvo que admitirlo Ernestina Pais ytambin la sueca Alexandra Larsson.

    El padecimiento de la rubia comenzeste verano, cuando era la chica delmomento. Estaba sobre el escenarioen calle Corrientes y sinti estabaconvencida que mora. Se me ibael aire, llor, me baj la presin, seme acalambr todo el cuer-po. La sensacin sigui enmi casa. Tambin me passentir que me suba la pre-sin, pero nadie se muere deun ataque. Eso lo aprend,asegura a NOTICIAS. Fui aun psiclogo. Yo trabajabamuchsimo, haba dema-siadas cosas en mi vida, nocoma ni dorma bien, tenamucha exigencia y obsesinconmigo misma. No me cui-d ni me puse lmites. Enpleno auge, la sueca sac unpasaje a Estocolmo para estar con sufamilia. Lejos de las cmaras.

    El ataque de pnico dentro de latelevisin tiene que ver nicamen-te con un exceso de egocentrismo yvanidad y excesos que lo pueden to-do. Nada ms asegura a NOTICIASRoberto Pettinato, flamante conduc-tor de CQC. Es darse demasiadaautoimportancia. Por otro lado, no

    conozco obreros de la construccincon esos sntomas.ParaTodosyTodas. El pnico es

    ms comn en mujeres que en hom-bres y suele darse por primera vezantes de los 40. Se ha convertido en laconsulta ms comn en consultoriospsiquitricos. El 60 % de los pacien-tes que llegan al hospital tienen pni-co, asegura Guillermo Belaga, jefe de

    grandes peridicos de Buenos Airespublican como mnimo un artculoen el que aseguran que el consumode ansiolticos ha aumentado consi-derablemente respecto del ao inme-diato anterior, y que la mayor parteel consumo se da por fuera de las

    prescripciones mdicas. Para confir-mar esos datos me comuniqu con laConfederacin Farmacutica Argenti-na, donde me dijeron que no tienen lamenor idea de las fuentes en que losmedios se basan para dar ese tipo deinformaciones, que hay que ver quproporcin de ansiolticos se consu-men para otras afecciones que no serelacionan con la ansiedad (como laepilepsia), relata Prieto en su libro. Noalcanza con rastrear el destino de losansiolticos: algunos cuadros se tratansin medicacin y otros requieren deantidepresivos antes que de pastillasque combatan la ansiedad.

    Giselle Vetere, psicloga e investi-gadora de la Ciudad de Buenos Aires,dio con cifras que la sorprendieron: de100 pacientes que llegaban a donarsangre o tramitar una libreta sanita-ria, el 25% presentaba algn trastor-no de ansiedad y el 5% directamentesufra pnico. En el caso de pacientescon hipertensin, la cifra suba hastael 75% segn la edad.

    El Fobia Club existe desde 1996 yestiman que ya han pasado por allunos 8.000 pacientes. Aumentaronlos casos por el ritmo de vida, perotambin porque aument el diagnsti-

    18 de mayo del 2013/NOTICIAS96

    Trastornos en distintas pocas

    Neurosis de

    guerra ydepresin

    Dcadadel 50

    Dcada del 90y actualidad

    Dcadadel 60

    Dcadadel 70

    Ataque de pnico,depresin yconsumo de drogas.

    Esquizofrenia Depresin

    Dcada

    del 80

    Depresin yconsumo de drogas

    ecuerdo el libro Diario de in-vierno, del escritor estado-

    unidense Paul Auster: unamemoria personal, escritaen segunda persona. Ah cuentaque una vez estuvo al borde de lamuerte, o ms bien, estuvo segurode estar al borde de la muerte. Fueal hospital y lo que tena en reali-

    dad era una inflamacinen el esfago. Hasta quele dieron el diagnstico,sin embargo, y sumido enun dolor inaudito, aceptcon beatitud la idea delinminente final: Te ha-

    bas enterado de que la

    muerte es algo a lo que ya no debestemer escribe. Que cuando uno est

    a punto de morir, su ser se muda aotra zona de la conciencia, donde escapaz de aceptarla.

    Pero en el ao 2002, dos das des-pus de la muerte de su madre, Austertuvo un primer ataque de pnico que losorprendi en medio de un prolongadoinsomnio seguido de una borracherasolitaria. Sinti el estremecimiento frode sus brazos, el galope desbocado desu corazn, el enrarecimiento metafsi-co de todo lo que lo rodeaba, se tir alsuelo, y cuando pudo gritar, grit.

    Paul Auster intuye que los minutosque preceden a la inevitable muerte,al momento de la muerte real, sonmenos aterradores que los minutosque transcurren durante un ataquede pnico. Porque en esas crisis, elser no se muda en absoluto a otra

    R

    la eXPeRienCia de aUSteRadElanto

    servicio de Salud Mental del HospitalCentral de San Isidro. Para Fernan-do Torrente, director del Departa-mento de Psicoterapia del Institutode Neurologa Cognitiva y director dela carrera de Psicologa de la Univer-sidad Favaloro, entre el 2 y el 5% de

    la poblacin est afectada por algntrastorno de pnico. Hay que confiaren la experiencia de quienes ven ca-sos a diario: el Ministerio de Saludde la Nacin no tiene cifras oficialessobre este trastorno. Que existe y seexpande; quien no ha sufrido pnicoseguramente conozca a alguien ques, pero la cifra que trasciende es in-formal y blue. Todos los aos, los

    El lIbrO. "Pnico.Diez minutos con lamuerte", de Ed. Marea.

    Infografa: fernando San Martn. fotoS: CedoC.

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    co. Al principio veamos gente que lle-gaba desesperada despus de consul-tar un promedio de diez mdicos dedistintas especialidades. Todosle daban una causa distintapara su malestar, recuerdaCarrin, su fundador. El p-

    nico se camufl como histeria,crisis de estrs, mera neurosis.Los psicoanalistas hicieron mu-cho lo con esto, dispara Carrin.El psicoanalista Gabriel Roln res-ponde: No es un cuadro que pertenez-ca al diagnstico psicoanaltico. Losanalistas diagnosticamos estructuraspsquicas (histerias, obsesiones, etc.)

    y el ataque de pnico es solamenteuna enumeracin de sntomas. Puedeestar en cualquier cuadro y nosotrosno lo estudiamos como un fenmenoaislado, por lo cual no es un psicoa-nalista la mejor opcin para hablar deestos cuadros aparentemente nuevosque postula la modernidad.

    Es el trastorno del momento, perotiene races antiguas. Algunos em-parentan el pnico moderno con elcorazn de soldado que diagnos-ticaban a los que volvan del frenteen la Primera Guerra Mundial, otroshablan del Mal de Florencia o Sn-drome de Stendhal, dudoso homena-je al autor francs que sinti vrtigo,temblores y palpitaciones frente a lamajestuosidad y belleza de las obrasexhibidas en esa ciudad italiana a co-mienzos del siglo XIX. Ms lejos estel panikn: as llamaban los griegos

    al terror causado por Pan, una criatu-ra mitad hombre y mitad animal, queaterrorizaba a las ninfas para diver-sin de los dioses del Olimpo. Miedohubo siempre, pero el pnico es otracosa y nunca fue tan masivo como enlos ltimos aos. Es que el ataque depnico es un sntoma social, define

    Belaga: Todo el mundo se construyeuna imagen de seguridad en torno a laque forma su identidad, con sustentoen lo laboral y lo econmico. En mo-mentos de incertidumbre, eso entraen crisis, explica.

    La crisis es generalizada: las vc-timas del pnico llegan con la mis-ma frecuencia a las guardias de loshospitales pblicos que a estable-cimientos mdicos privados. Ladiferencia est en el seguimiento yla atencin mdica posterior. Unapersona con obra social es ms pro-pensa a comenzar un tratamiento,explica Prieto. No hay distincin declase porque el pnico tiene un com-ponente gentico, aseguran desdeel Fobia Club. No hay consenso eneste sentido porque el abordaje delpnico es multisectorial. Desde la

    filosofa, Daro Sztajnszrajber, con-ductor del programa de tev Men-tira la verdad, encuentra una ex-plicacin en los tiempos modernos:Vivimos en sociedades que intentandotarnos de una felicidad rpida y ale-jarnos de todos los estados de nimoque parecen improductivos reflexio-na. Se trata de tapar el miedo a lamuerte, que es propio de la condicinhumana. Estamos arrojados al hiper-consumo y la necesidad de alcanzarmetas rpidas y valiosas en un senti-do mercantil. Frente a estas opcionesaflora mucho ms la imposibilidad dedesarrollar un sentido existencial quecombata el temor a la muerte.

    Quizs usted lo haya sentido yentonces sepa: en esos minutos enlos que el cuerpo entra en calor, lamente se nubla, la respiracin seagita y el corazn parece salirse delpecho, la muerte no es un temor.Durante el pnico la muerte es lanica certeza. l

    18 de mayo del 2013/NOTICIAS 97InforMe: Juan BautIStatorreS lPez. fotoS: CedoC.

    El primer paso es el diagnstico.Los panicosos suelen consultarprimero clnicos, cardilogos oalergistas antes de dar con unpsiquiatra.

    El tratamiento depende de laintensidad del cuadro. Sueleusarse medicacin: usualmenteansiolticos. En algunos casostambin antidepresivos.

    Se acompaa con terapia, nonecesariamente psicoanaltica. Los

    cognitivos son la opcin preferidapor muchos. Existen tambingrupos de apoyo.

    Hay que identificar los factoresque favorecen el pnico. A vecesrecomiendan aislarse y evitar laexposicin. Aprender a controlarla respiracin y disipar el miedo amorir durante el ataque.

    El tiempo que los especialistasestiman para poder ver mejorasen los tratamientos es variados.Algunos hablan de 15 das, otrosde cuatro meses y otros de aos.

    tRataMIeNto

    zona de la conciencia, ms bien loopuesto. Todo sucede aqu y ahora;las abstractas concepciones de unentonces, de un pasado y, sobretodo, de un futuro, se borran: nose desenfocan, no adelgazan, no

    pasan a un segundo plano, se bo-rran. La conciencia exabrupta de lapropia, compleja, ontolgica y or-gnica existencia, y de la finitud deesa existencia, emerge en la formade un desgarro mental y corporal.

    Y es cierto que todos nos hemos an-gustiado alguna vez por la certezade nuestro ms bien breve paso porel mundo, pero que esta sobreven-ga de una manera desenfrenada yviolenta, diezmando todo a su pasosalvo esa hiperconciencia, no da ca-

    bida a ningn pensamiento reflexivoy confortablemente existencial. Noen ese momento. Por eso, pienso, selos llama ataques.

    Aumentaron los casos por el ritmo

    de vida, pero tambin porque

    aument el diagnstico, asegura

    Oscar Carrin de Fobia Club.

    MarInaaBIuSofederICo fahSBender

    [email protected]

    [email protected]

    CONO DElPNICO. Elescritor PaulAuster sufriestos ataquesy sinti morir.

    fragMentodellIBro PnICo.

    dIezMInutoSConlaMuerte, de anaPrIeto.