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Apuntes de 2014 Adviento Subsidio de Espiritualidad para el T iempo de Adviento Comisión Diocesana de Liturgia | Iglesia de Mar del Plata

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Apuntes de

2014

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Queridos agentes de liturgia: Como Comisión Diocesana hemos querido ya próximos a comenzar el Tiempo de Adviento, hacerles llegar un subsidio con algunos elementos que ayuden a enriquecer la preparación personal y comunitaria. Para los que �enen un largo camino recorrido serán cosas que todos los años vamos profundizando. Para los hermanos que se van integrando a la vida litúrgica de las comunidades puede ser de ayuda, para esclarecer signos, símbolos, y descubrir más profundamente el sen�do de este Tiempo Fuerte. ¡Buen Adviento!

C.D.L.

Presentación

¿Qué es el adviento? La palabra adviento proviene del la�n adventus, que significa: llegada.

Entre los �empos litúrgicos que celebramos a lo largo del año, el Adviento es el que empezó a exis�r más tardíamente.

Los cris�anos, al principio, comenzaron a reunirse los domingos para celebrar y compar�r su fe en Jesús muerto y resucitado mediante la celebración de la Eucaris�a. Luego, muy pronto, empezaron a celebrar, una vez al año, el aniversario de esta muerte y Resurrección, la fiesta de la Pascua. Después organizaron la Semana Santa y más tarde, un �empo para celebrar más ampliamente la vida nueva de Jesús resucitado -el �empo Pascual-, y un �empo de preparación, la Cuaresma.

Y no fue hasta bastante más adelante, a principios del siglo IV, que en Oriente comenzó una fiesta que conmemoraba la aparición del Hijo de Dios como luz para la humanidad, y que se celebraba el 6 de enero. Finalmente, en un calendario del año 354 aparece indicada por pr imera vez, para e l 25 de dic iembre, coincidiendo con la fiesta romana del “día del sol” (la fiesta de los días que empiezan a alargarse), una fiesta para conmemorar el nacimiento de Jesús.

Fue a par�r de ahí que nació el Adviento. Por el deseo de preparar esta celebración del nacimiento de Jesús, comenzó a organizarse un �empo que tenía dis�nta extensión y diferente contenido según los lugares. Este �empo de

preparación fue evolucionando hasta quedar fijo como está actualmente.

Adviento es el �empo litúrgico de la Iglesia con una doble finalidad:

a) preparación a la segunda venida del Señor, revelando su verdadera iden�dad: Hijo de Dios.

b) preparación a la Navidad que, junto con la epifanía, celebra la encarnación y manifestación del Señor en la historia humana, haciéndola historia de salvación.

La espiritualidad del Adviento encamina a los cr is�anos a profundizar la perspec�va escatológica de la vida, a la vez que prepara a la Iglesia para conmemorar la venida histórica del redentor, celebrada en cada Navidad. El primer aspecto señalado, con su carácter de fuerte llamada a vivir vigilantes y a prepararse siempre, se destaca más claramente en los primeros días del �empo de Adviento, mientras que la consideración de los acontecimientos históricos que rodearon el nacimiento de Jesús quedan reservados para los úl�mos días, las llamadas “ferias fuertes” de Adviento.

El trasfondo de este �empo es el de la esperanza y la alegría cris�anas. Éstas se apoyan en la certeza de que “el que ha de venir” ya llega, y con Él, el advenimiento del cielo nuevo y de la �erra nueva. Las dos expresiones más habituales de la esperanza escatológica cris�ana son la pe�ción “venga a nosotros tu Reino” del padrenuestro, y la aclamación “Ven, Señor Jesús” inmediata a la consagración en la Plegaria eucarís�ca.

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El Adviento comienza con las vísperas (oración del atardecer) del domingo más próximo al 30 de noviembre y se ex�ende por cuatro semanas; la cuarta semana se interrumpe ante la celebración de la Navidad, que �ene por fecha fija el 25 de diciembre.

Por iniciarse un nuevo año litúrgico, el ciclo dominical cambia. El año 2015 corresponderá al Ciclo - año B.

El Adviento, por tanto, �ene siempre cuatro Domingos, que son los que marcan, para la mayoría de los cris�anos, los contenidos principales del �empo. Cada Domingo de Adviento se centra un aspecto concreto.

Aspectos de importancia en cada Domingo

El primer Domingo, LA VIGILANCIA EN ESPERA DE LA VENIDA DEL SEÑOR. La atención se centra sobre todo en la úl�ma venida de Cristo, al final de los �empos y en la llamada a permanecer en ac�tud vigilante. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento".

El segundo Domingo, LA CONVERSIÓN, NOTA PREDOMINANTE DE LA PREDICACIÓN DE JUAN BAUTISTA que nos anuncia la venida del Señor a nuestras vidas y nos invita a prepararle el camino. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bau�sta: "Preparen el camino, Jesús llega".

El tercer Domingo, EL TESTIMONIO, QUE M A R ÍA, LA M A D R E D EL SEÑO R, V IV E, SIRVIENDO Y AYUDANDO AL PRÓJIMO. La liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repe�r como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?”.Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercera semana de Adviento, meditando acerca del papel que la

Virgen María desempeñó.

E l cuarto Domingo, E L A N U N C I O D E L NACIMIENTO DE JESÚS HECHO A JOSÉ Y A MARÍA. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo".

Nuestros ojos se fijan en Él, ya de lleno en la fiesta de Navidad que se acerca. Contemplamos a María, la Madre de Dios que trae a su Hijo al mundo, y también a José, su esposo. Y todo ello, que lo vivimos sobre todo a través del Evangelio, va acompañado también por unas primeras lecturas del An�guo Testamento especialmente importantes y relevantes. En ellas, en efecto, escuchamos los anuncios de Isaías y de los demás profetas, que nos transmiten la esperanza del Mesías, la esperanza gozosa en la salvación que Dios promete, y nos invitan a confiar en él, a pedirle que venga a salvarnos.

Pero además de los Domingos, también son importantes para los que quieran vivir con intensidad los días laborables de este �empo. Todos los demás textos de oración, hacen penetrar en nuestro interior la gran riqueza espiritual de este �empo. Serán los días laborables donde se notarán de un modo especial las dos partes en las que el Adviento se divide. Por un lado, hasta el 16 de Diciembre, las lecturas nos invitan a prepararnos en la esperanza y la conversión para la venida del Señor a nuestras vidas, guiados sobre todo por el profeta Isaías y el precursor San Juan Bau�sta. Mientras que los úl�mos días, del 17 al 24, todo nos conduce a centrar nuestra mirada en la preparación del nacimiento del Hijo de Dios; se trata de unos días que, como algunos dicen, son como una “Semana Santa” de preparación de la Navidad.

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El color propio de este �empo es el morado, signo de penitencia, humildad y modes�a, que convida al recogimiento, al re�ro espiritual y a una vida más austera que la corriente. También el rosa, que es una manera de recordar a los rigurosos ayunadores y penitentes de antaño, que ya estaba cerca la Navidad y la Pascua. El color propio de la fiesta de la Inmaculada Concepción -8 de diciembre- es el azul o blanco.

Durante el Adviento el altar no se decora con flores marcando así su carácter más austero. Aunque no puede confundirse con la cuaresma. Una planta natural grande delante del altar que va ves�do con un mantel sencillo, puede ser una solución.

El velo del ambón es morado. También podría decorarse con una planta natural. La austeridad propia de este �empo invita a que no haya música, si no es para acompañar el canto del pueblo. Si se acostumbra a poner música de fondo para ir recibiendo a la asamblea habrá que tenerlo en cuenta. Puede u�lizarse gregoriano o algún �po de música ambiental realizado con sonidos de la naturaleza. En este �empo no se canta ni se recita el Gloria. Sonará con esplendor en la misa vesper�na de Navidad.

ORIGEN. La Corona de Adviento con sus cuatro velas es un símbolo tradicional de Alemania difundido por todo el mundo. Representaba el ruego para que el dios-sol regresara con su luz y calor durante el invierno. Los cris�anos luteranos, al ver en Jesucristo el origen de la vida y luz espiritual, adoptaron este símbolo para expresar y vivir su fe en torno a la persona del Mesías.

SIGNIFICADO. El círculo de follaje verde, recuerda la eternidad de Dios y nos hace pensar en los miles de años de espera del Mesías, desde Adán hasta su nacimiento, y en la actual espera de la segunda venida de Cristo. El color verde significa la esperanza de la vida.Las cuatro velas que se colocan alrededor, significan la luz que disipa las �nieblas del pecado, son tres de color morado, que hablan del deseo de conversión y una rosa que habla de la alegría vivida con María, por la inminente llegada de Jesús. La vela blanca del centro es la Luz de Jesús que con su nacimiento viene a iluminar defini�vamente la vida del hombre.

CELEBRACIÓN. Es una costumbre que reúne a la familia, pues es allí en donde se sugiere la celebración. La familia unida hace una oración en torno a la corona, con alguna meditación alusiva a las lecturas dominicales; se enciende una vela cada semana cantando algo que hable de la espera del Salvador. La noche del 24 de diciembre con las cuatro velas encendidas, se enciende por úl�mo la vela blanca cantando villancicos y se "acuesta al niño Jesús" en el nacimiento, como de costumbre, desde luego después de haber leído el Evangelio del relato del Nacimiento en Belén y de haber hecho una reflexión y oración todos juntos. Generalmente en los templos se reparten hojas con oraciones sugeridas para esta celebración.

Ambientar en tiempo de Adviento

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GUÍA: Al comenzar este nuevo Año Litúrgico vamos a bendecir esta CORONA con que inauguramos también el �empo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la LUZ DEL MUNDO. Su color verde significa la vida, la vida de la gracia, y la esperanza de ser mejores y unirnos más como comunidad.

SACERDOTE: Al ir encendiendo gradualmente los cirios de esta corona ¿están dispuestos a prepararse gradualmente para recibir la luz de la Navidad: Jesucristo, nuestro Señor que viene para salvarnos?

TODOS: Sí, estamos dispuestos.

GUÍA: el Padre realiza la bendición de la corona de Adviento.

SACERDOTE: te damos gracias Señor, porque siempre estás con nosotros en el camino de la vida y porque nos ayudas a bendecirte y a tenerte presente cada día. Te damos gracias por nuestra comunidad y por esta corona de adviento que hoy bendecimos. Escucha, pues, Padre bueno, nuestra súplica: bendice (+) esta corona de adviento, y al bendecirla, bendícenos también a nosotros como comunidad, danos tu paz, tu amor y tu unidad. Ayúdanos a vencer las tentaciones. No nos dejes caer en el pecado que nos aparta de �. Antes bien, ayúdanos a preparar la venida de tu hijo Jesucristo, luz del mundo, para que ilumine a toda nuestra vida y nos guíe por el camino de la verdad y el bien, Él que vive y reina con�go, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. (se rocía la corona con el agua bendita…y se enciende la primera vela)

GUÍA: encendemos esta primera vela porque queremos alumbrar, porque queremos tener una señal que pueda ver aquel que viene hacia nosotros. Es un signo externo de nuestra disposición interior de esperanza.

SACERDOTE: en este �empo de adviento, ¿están dispuestos a seguir con atención y con buena disposición, las enseñanzas de la Palabra de Dios y a prepararse, de todo corazón, para la venida del Señor a nuestra comunidad parroquial, a nuestra

familia y a nuestra vida personal?

TODOS: sí, estamos dispuestos.

GUÍA: el Adviento es �empo de preparación para la “Triple venida del Señor”: su venida histórica, que recordamos cuando el Hijo de Dios nace como Hijo de María, como Hombre para habitar entre los hombres; su venida litúrgica en cada eucaris�a, en su Palabra y en la Comunión, cada día de nuestras vidas; y su venida escatológica, que esperamos con viva fe, al final de los �empos.

SACERDOTE: ¿están dispuestos a prepararse para recibir al Hijo de Dios que viene a nosotros en todas las dimensiones de sus vidas: PERSONAL, FAMILIAR Y COMUNITARIA?

TODOS: sí, estamos dispuestos.

GUÍA: Cristo, en su Evangelio, nos invita a “Velar y a estar preparados, porque no sabemos cuando llegará el momento”.

SACERDOTE: ¿Se comprometen a prepararse, en familia, a través del perdón, de la comprensión y del amor entre esposo y esposa; entre padres e hijos; entre hermanos y hermanas; entre amigos y compañeros?

TODOS: Sí, nos comprometemos

SAC E R D OT E: ¿Se comprometen también a manifestar su cariño y buena voluntad para con los amigos y vecinos sobre todo, estando dispuestos a prestar ayuda si alguien necesita de ustedes, de su �empo, de su servicio y de sus cosas?

TODOS: sí, nos comprometemos.

SACERDOTE: Oremos… Padre Santo imploramos hoy tu gracia para que sostenga estos propósitos de Adviento y que su cumplimiento nos permita celebrar dignamente la gran fiesta del nacimiento de tu Hijo, Jesucristo, que vive y reina con�go en la unidad del espíritu santo, por los siglos de los siglos, Amén.

Oraciones de cada Domingo junto a la Corona de Adviento BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

Sólo para la bendición de la Corona el Primer Domingo de Adviento

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PRIMER DOMINGO

Encendemos la primera vela de la corona de Adviento. Porque anhelamos su presencia salvadora, aquí en nuestro presente, tenemos esperanza.Que esta vela esperanzadora se convierta en Anuncio a todos los hombres.

ORACIÓN:Encendemos, Señor esta luz.Como aquel que enciende su lámpara para salir de noche,Al encuentro del amigo que ya viene.En esta primera semana del Advientoq u eremo s levantarn o s p ara esp erar te preparados,para recibirte con alegría,para anunciarte a cada hermano.Muchas sombras nos envuelven,muchos halagos nos adormecen.Queremos estar dispuestos y vigilantes,porque Tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda,y la alegría verdadera.¡Ven Señor Jesús! ¡Ven Señor Jesús!

SEGUNDO DOMINGO

Encendemos la segunda vela de la corona de Adviento. Buscamos tu sabiduría para poder alcanzar el secreto de lo simple, de lo co�diano, para construir cada día a nuestro alrededor, unidos en el amor.

ORACIÓN:Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel.Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.El viejo tronco está rebrotando,florece el desierto…La humanidad entera se estremeceporque Dios se ha sembrado en nuestra carne.Que cada uno de nosotros, Señor,te abra su vida para que brotes.para que florezcas,para que nazcas, y mantengas en nuestro corazónencendida la esperanza.¡Ven pronto Señor ¡ ¡Ven, Salvador!

TERCER DOMINGO

Encendemos la tercera vela de la corona de Adviento, que ilumina al mundo con tu luz, y quiere hacernos luz para el hermano que no conoce aún la alegría de la salvación.

ORACIÓN:En las �nieblas se encendió una luz,en el desierto clamó una voz.Se anuncia la Buena No�cia:¡El Señor va a llegar!Preparad sus caminos, porque ya se acerca.Adornad vuestra almaComo una novia se engalana el día de su boda.Ya llega el mensajero.Juan Bau�sta no es la luz,sino el que nos anuncia la luz.Cuando encendemos estas tres velascada uno de nosotros quiere serantorcha tuya para que brilles,llama para que calientes.¡Ven Señor, a salvarnos,envuélvenos en tu luz,caliéntanos en tu amor!

CUARTO DOMINGO

Encendemos la úl�ma vela de la corona de Adviento. Ella anuncia el gozo de la llegada del Señor, que arda en nuestros corazones el fuego de su amor.

ORACIÓN:Al encender estas cuatro velas, en el úl�mo domingo, pensamos en ella, la Virgen,Tu madre y nuestra Madre.Nadie te esperó con más ansia,con más ternura, con más amor.Nadie te recibió con más alegría.Te sembraste en ella,como el grano de trigo se siembra en el surco.Y en sus brazos encontraste la cuna más hermosa.También nosotros queremos prepararnos así:en la fe, en el amor,y en el trabajo de cada día.¡Ven pronto , Señor! ¡Ven a salvarnos!

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María en el Adviento

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A través de todo el adviento sen�mos la presencia de la Virgen María.

Permanece discretamente en el segundo plano, pero su influencia lo invade todo. Su función en la ejecución del plan de Dios es importan�sima, pero está subordinada completamente a la misión de su divino Hijo.

La escena de la anunciación ocupa de manera casi constante el pensamiento de la Iglesia durante el adviento. Aparece con toda claridad la incomparable importancia de María en el plan de la Salvación. Según la tradición católica, el fiat de María, su "sí" rotundo al papel que Dios pensó para ella, tuvo importancia decisiva a la hora de realizarse el plan de Dios para salvar a la humanidad.

"... abrazando la voluntad salvífica de Dios, con todo el corazón y sin impedimento alguno de pecado, se consagró totalmente, como servidora del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo al misterio de la Redención bajo él y con él, con la gracia de Dios omnipotente" (LG 56).

En la l iturgia revivimos la escena de la anunciación, escuchamos el diálogo entre el ángel y la Virgen, vivimos el suspenso de aquel momento que precede a la palabra de consen�miento. Fue un momento de decisión que llamamos el "momento de la verdad".

Se hace una opción y a par�r de ese momento la vida toma un curso nuevo. Ponemos en marcha una serie de acontecimientos que afectan no sólo a nuestro des�no, sino también al de otros. La Virgen María no dudó. Simplemente pidió una explicación: "¿Cómo puede suceder eso?".

No había �empo para pensar las cosas con profundidad. No era posible prever todas las consecuencias de su decisión. En realidad, la

perspec�va debió haber sido pavorosa, e hizo lo único que podía en aquellas circunstancias: hizo un acto de fe y dijo sí a la propuesta de Dios.

Su respuesta no sólo fue pronta y sin reservas, sino gozosa. Ella respondió con gozo a la buena nueva que le llevó el ángel. Ella aceptó el don divino a favor de todos nosotros; y la humanidad asin�ó en ella a su salvación.

Para San Irineo, la obediencia de la Virgen remedió la desobediencia de Eva, y así aquélla se convir�ó en la nueva Eva y en la abogada de aquella que había sido engañada por la serpiente. San Agus�n decía que la Virgen María concibió al Hijo de Dios en su mente y en su corazón antes de concebirlo en su cuerpo.

María está presente a lo largo de todo el adviento. Ella posee el secreto de este �empo. Adviento es el �empo de la esperanza, y nosotros invocamos a Nuestra Señora como Mater Spei, o Spes Nostra Salve. Ella es la esperanza de la Iglesia y de cada uno de sus miembros.

E n s u e s t a d o a c t u a l d e g l o r i a , u n i d a perfectamente en cuerpo y alma con el Señor, vemos a qué alturas estamos llamados también nosotros.

"En ella la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención y la contempla gozosamente como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser" (SC 103).

Siguiendo el modelo de María, "Mujer de esperanza que supo acoger, como Abraham, la voluntad de Dios, esperando contra toda esperanza" (TMA 48), se invita a los fieles a prepararse a salir al encuentro del Salvador que viene.

En este �empo litúrgico se destacan de modo caracterís�co tres figuras bíblicas: el profeta Isaías; Juan Bau�sta, el precursor; y la san�sima Virgen María. Nos dedicaremos a la figura de María en par�cular:

LA VIRGEN MARÍA DURANTE EL ADVIENTO

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"Los fieles que viven con la liturgia el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo, se sen�rán animados a tomarla como modelo y a

prepararse, vigilantes en la oración y jubilosos en la alabanza para salir al encuentro del Salvador que viene" (Pablo VI, Marialis Cultus, 4).

El origen de esta buena costumbre cris�ana de representar el nacimiento de Cristo es an�quísima, tanto en iconos, retablos, etc. Su finalidad es servir para la catequesis y, sobre todo, para contemplar el gran misterio del amor de Dios que se encarnó para nuestra salvación.

Al parecer, el primero en recrear un nacimiento fue San Francisco de Asís (1181-1226). Y sucedió así: dos semanas antes de la Navidad de 1223, llamó Francisco a su amigo Juan Velita, señor de Greccio. Este hombre, que había renunciado al ejercicio de las armas, poseía una alta montaña tajada, agujereada de grutas y coronada por un bosquecillo. Al bienaventurado Francisco le pareció el lugar muy adecuado para la escenificación que meditaba.

Siendo esto una novedad, antes some�ó su proyecto al juicio del Papa Honorio III (1216-1227) quien rigurosamente se lo aprobó.

Francisco expresó a Juan Velita: “Desearía celebrar con�go la próxima fiesta del salvador y conmemorar su nacimiento en Belén de manera que se me presentaran a lo vivo los dolores y moles�as que desde la infancia sufrió para salvarnos. Por lo cual quería que en aquel lugar de la montaña acomodaras un pesebre de veras,

con heno y que trajeras un asno y un buey como aquellos que acompañaron al niño Jesús.”

Los lugareños con antorchas acudieron de todas partes. Francisco, diácono, en la eucaris�a proclamó el Evangelio y luego predicó al pueblo sobre el gran misterio de la encarnación. ¡Fue una noche inolvidable!

Esta inicia�va arraigó muy hondo en el pueblo de Dios hasta nuestros días.

¿Por qué celebrar la fiesta de la Inmaculada en Adviento?

¿Por qué se coloca un nacimiento, pesebre o belén?

Esta solemnidad �ene lugar el 8 de diciembre. Su valor doctrinal está expresado en las oraciones de la celebración litúrgica de esta fiesta, que subraya el privilegio concedido a la futura Madre de Dios: “preparaste a tu hijo una morada digna de Él”; y la naturaleza de este privilegio, en cuanto no separa a María de la redención

universal realizada por Cristo: “Tú que la preservaste de toda mancha en previsión de la muerte de tu hijo”.

La inmaculada Concepción, la “llena de gracia” (Lc. 1, 26-38) es definida como dogma de fe por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854.

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