Agatha Christie - Asesinato en La Calle Hickory

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    Compilado y corregido por Ju@n@lqui. Agatha Christie Asesinato en la calee Hickory.

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    ASESINATO ENLA CALLE HICKORY

    Agatha Christie

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    ASESINATO EN LACALLE HICKORYAGATHA CHRISTIE

    Ttulo original:HICKORY DICKORY DEATH

    1955 by Max Edgar Lucien Mallowanand William Edmund Clark

    Traduccin de C. PERAIRE DEL MOLINO

    EDITORIAL MOLINOApartado de Correos 25Calabria, 166 - 08015 BarcelonaDepsito Legal: B. 25.89111990ISBN: 84- 272- 0233- 4Impreso en Espaa Printed in SpainImpreso en Litografa Ross, - Cobalto, 7- 9 - OWN BARCELONA

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    GUA DEL LECTOR

    En un orden alfabtico convencional relacionamos a continuacin los principales personajesque intervienen en esta obra:

    AKIBOMBO: Estudiante negro.

    AL (Achmed): Estudiante egipcio.

    AUSTIN (Celia): Trabaja en un dispensario.

    BATESON (Leonard): Joven pelirrojo muy corpulento, estudiante de Medicina.

    COBB: Sargento de polica.

    CHAPMAN (Nigel): Estudiante de Historia, delgado y de carcter irascible.

    ENDICOTT: Abogado.

    FINCH (Sally): Estudiante americana; pelirroja.HALLE (Ren): Estudiante francs.

    HOBHOUSE (Valerie): Joven morena, empleada en un saln de belleza.

    HUBBARD: Hermana de la seorita Lemon,

    GERONIMO: Criado italiano, esposo de la cocinera Mara.

    JOHNSTON (Elizabeth): Estudiante de las Antillas.

    GEORGE: Mayordomo de Poirot.

    LAL (Chandra): Estudiante indio.

    LANE (Patricia)- Estudiante de Arqueologa.LEMON (Felicity): Secretaria de Hercules Poirot

    MACNABB (Colin): Psiquiatra.

    MARIA: Cocinera.

    MARICAUD (Genevive): Estudiante francesa,

    NICOLETIS: Dama griega, propietaria de una pensin para estudiantes.

    POIROT (Hercules): Detective belga.

    RAM (Gopal): Estudiante indio.

    SHARPE: Inspector de polica

    TOMLINSON (Jean): Una rubia, estudiante en el hospital de Santa Catalina.

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    CAPTULO I

    Hercules Poirot frunci el ceo.- Seorita Lemon - dijo.- Diga, seor Poirot?

    - En esta carta hay tres equivocaciones.En el tono de su voz haba un acento de incredulidad, ya que la seorita Lemon, aquella mujer

    falta de atractivos, pero eficiente, jams cometa errores. No estaba nunca enferma, cansada,contrariada ni incorrecta. Es decir, en el aspecto prctico no era una mujer... sino una mquina: laperfecta secretaria. Ella lo saba todo y lo resolva todo. Gobernaba la vida de Hercules Poirot demodo que tambin funcionara como una mquina. Orden y mtodo fueron el santo y sea deHercules Poirot durante muchos aos. Con George, el perfecto mayordomo, la seorita Lemon, laperfecta secretaria, el orden y el mtodo rigieron siempre su vida. Y ahora que los bollos para el ttenan forma cuadrada en vez de redonda, no poda quejarse de nada.

    Y no obstante, aquella maana la seorita Lemon haba cometido tres errores al escribir amquina una carta sencillsima y, lo que es ms, ni siquiera se haba dado cuenta de ello, y losplanetas seguan su curso!

    Hercules Poirot agit el documento infamante. No estaba disgustado, sino simplementeasombrado. Aqulla era una de esas cosas que no pueden ocurrir... pero que haba ocurrido!

    La seorita Lemon cogi la carta y Poirot la vio enrojecer por primera vez en su vida con unrubor que ti su rostro hasta las races de sus cabellos grises e hirsutos.

    - Dios mo - exclam -. No s cmo ha sido... vaya, s que lo s. Ha sido por culpa de lo de mihermana.

    - Su hermana?Otra sorpresa. Poirot no haba imaginado nunca que la seorita Lemon tuviera una hermana, o

    unos padres, o tan siquiera abuelos. La seorita Lemon era una mquina tan completa... uninstrumento tan preciso... que se haca difcil pensar que pudiera tener afectos, ansiedades opreocupaciones familiares. Era bien sabido que la seorita Lemon, fuera de las horas de trabajo,

    se entregaba en cuerpo y alma al perfeccionamiento de un nuevo sistema de archivo que iba a serpatentado a su nombre.- Su hermana? - repiti por lo tanto Hercules Poirot con una nota de incredulidad en su voz.La seorita Lemon asinti con gesto enrgico.- S - repuso -. No creo que le haya hablado nunca de ella. Prcticamente ha pasado toda su

    vida en Singapur. Su esposo se dedicaba a la explotacin del caucho.Hercules Poirot asinti con aire comprensivo. Le pareca muy apropiado que la hermana de la

    seorita Lemon hubiera pasado toda su vida en Singapur. Para eso existan los lugares comoSingapur. Las hermanas de las mujeres como la seorita Lemon se casaban con hombres denegocios de Singapur para que las seoritas Lemon pudieran dedicarse a atender los asuntos desus jefes con cartas para hacer a mquina (y, desde luego, a inventar sistemas de archivo en susratos libres).

    - Comprendo - dijo -. Siga usted.Y la seorita Lemon continu:- Se qued viuda har unos cuatro aos. No tiene hijos, y yo consegu encontrarle un pisito

    pequeo, de alquiler razonable... (Claro que slo una seorita Lemon poda conseguir semejantecosa.)

    - Cuenta con una posicin razonable... aunque ahora el dinero no valga lo que antes, pero susgustos no son caros y tiene lo suficiente para vivir cmodamente si tiene cuidado.

    La seorita Lemon hizo una pausa antes de continuar:- Pero la verdad es que se encontraba sola. Nunca ha vivido en Inglaterra y no teniendo viejas

    amistades dispona de mucho tiempo para aburrirse. De modo que har unos seis meses mecomunic que pensaba aceptar un empleo.

    - Un empleo?

    - S, de directora creo que le llaman, o patrona de una Residencia de Estudiantes.

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    La propietaria era una mujer griega, y. deseaba que alguien regentase la Residencia en sulugar. Cuidar de la despensa y de que todo marchara sobre ruedas. Es una casa antigua... est enla calle Hickory, no s si la conocer usted.

    Y desde luego Poirot lo ignoraba.- Antes era un barrio distinguido y las casas estn bien construidas. All mi hermana podra

    disponer de un buen dormitorio, saloncito y un pequeo cuarto de bao con una cocinita para ellasola...

    La seorita Lemon hizo otra pausa, y Poirot la mir para alentarla, ya que hasta el momentoaquello no pareca precisamente una tragedia.

    - Yo no estaba muy segura, de si sera conveniente que aceptara, pero al fin comprend losargumentos de mi hermana. Nunca ha sido mujer para estarse todo el da con los brazoscruzados, es muy prctica y sabe dirigir... y, desde luego, no tena que arriesgar dinero ni nada porel estilo. Era puramente un empleo retribuido... el sueldo no era muy elevado, pero ella no lonecesitaba, y no exiga gran trabajo fsico.

    Siempre le han agradado las personas jvenes, y habiendo vivido tanto tiempo en el Estecomprende las diferencias de raza y las susceptibilidades de la gente. Porque los estudiantes deesta Residencia son de todas las nacionalidades; la mayora inglesa, pero creo que hay tambinalgunos negros.

    - Es natural - repuso Hercules Poirot.- Hoy en da, la mitad de las enfermeras de nuestros hospitales son negras - continu la

    seorita Lemon -y tengo entendido que resultan mucho ms agradables y atentas que las inglesas.Pero me estoy apartando de la cuestin. Estuve discutiendo el asunto con mi hermana y al finacept. Ninguna de las dos apreciamos mucho a la propietaria, la seora Nicoletis, mujer detemperamento incierto, unas veces encantadora, y otras, lamento decirlo, todo lo contrario - yadems con poco sentido prctico. De haber sido una mujer competente no hubiera necesitadoayuda. Mi hermana no se deja impresionar por las intemperancias y extravagancias de nadie.

    Sabe llevarse bien con cualquiera y no soporta las tonteras.Poirot asinti, y por la descripcin de la seorita Lemon iba formando en su mente una imagen

    de la hermana de su secretaria... una seorita Lemon dulcificada por el matrimonio y el clima deSingapur, pero al mismo tiempo una mujer con el mismo sentido comn y entereza.

    - Su hermana acept el empleo? - le pregunt.- S. Se traslad, al nmero veintisis de la calle Hickory har unos seis meses, y en conjunto leagrad su trabajo, encontrndolo interesante.

    Hercules Poirot segua escuchando. Hasta entonces las aventuras de la hermana de la seoritaLemon resultaban insustanciales.

    - Pero desde hace algn tiempo est muy atormentada. Terriblemente atormentada.- Por qu?- Pues ver usted, seor Poirot, no le gustan las cosas que estn ocurriendo.- Hay estudiantes de ambos sexos? - pregunt Poirot con delicadeza.- Oh, no, seor Poirot, no me refiero a eso! Uno siempre est preparado para esta clase de

    contratiempos, casi son de esperar. No, sabe usted?... han estado desapareciendo cosas.- Desapareciendo?

    - S. Y unas cosas tan extraas... y de una manera tan poco natural.- Al decir que han estado desapareciendo cosas, se refiere a que fueron robadas?- S.- Avisaron a la polica?- No. Todava no. Mi hermana espera que no sea necesario. Aprecia a esos jvenes... es decir,

    a algunos de ellos, y a fin de no agravar la cuestin, preferira arreglar las cosas por s misma.- S - dijo Poirot, pensativo-; lo comprendo. Pero eso no explica, si me permite decirlo, su propia

    inquietud, que yo he tomado por un reflejo de la preocupacin de su hermana.- Me desagrada esta situacin, seor Poirot. No me gusta nada. Me es imposible sustraerme a

    la idea de que est ocurriendo algo que no comprendo. Los hechos no parecen tener explicacinlgica...

    Poirot asinti con aire pensativo. El punto flaco de la seorita Lemon habla sido siempre su

    imaginacin. Careca de ella por completo. En los interrogatorios sobre hechos concretos erainvencible, pero en las conjeturas se vea perdida.

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    - Se trata de hurtos insignificantes? Obra de un cleptmano tal vez?- No lo creo. Le algo sobre ese tema en la Enciclopedia Britnica, y en un libro de medicina -

    dijo la sensata seorita Lemon -. Pero no qued convencida.Hercules Poirot guard silencio durante todo un minuto y medio.Deseaba explicarse la razn de las preocupaciones de la hermana de la seorita Lemon e

    imaginarse las pasiones y disgustos que puedan tener por escenario una pensin polglota? Eramuy molesto que la seorita Lemon cometiera errores en sus cartas, y se dijo que si se entrometa

    en aquel asunto sera por aquella razn. No quiso admitir que haba estado preocupadsimoltimamente, y que la misma trivialidad del caso era lo que le atraa.

    El perejil se hunde, en la mantequilla en un da caluroso - murmur para s.- Perejil? Mantequilla? - La seorita Lemon le mir extraada.- Es una cita de uno de nuestros clsicos - dijo -. Usted sin duda alguna conocer las aventuras,

    las hazaas de Sherlock Holmes.- Se refiere a la calle Baker y todo eso? - replic la seorita Lemon -. Los hombres mayores

    son tan tontos! Pero as son todos. Igual que las locomotoras de juguete con que siguen jugando.No puedo decir que haya tenido tiempo de leer ninguna de esas historias. Cuando tengo tiempopara leer, lo cual no ocurre a menudo, prefiero otra clase de libros.

    Hercules Poirot inclin la cabeza graciosamente.- Qu le parecera seorita Lemon, si invitara a su hermana a tomar alguna cosa... tal vez el t

    de la tarde? Quiz yo pudiera prestarle alguna ayuda.- Es usted muy amable, seor Poirot. Muy amable. Mi hermana tiene todas las tardes libres.- Entonces, maana... si puede usted arreglarlo.Y a su debido tiempo el fiel George recibi instrucciones para preparar una merienda de

    bocadillos simtricos, bollitos cuadrados y con mucha mantequilla, y otros complementos de unesplndido t ingls.

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    CAPTULO II

    La hermana de la seorita Lemon, cuyo nombre era seora Hubbard, tena un marcadoparecido con ella. Era ms rolliza, de tez amarilla, e iba peinada con coquetera, siendo menos

    brusca en sus ademanes. Pero los ojos que le contemplaban desde aquel rostro redondo y amabletenan la misma astuta mirada que los de la seorita Lemon detrs de los lentes de pinza.- Es usted muy amable, seor Poirot - le deca en aquel momento -. Muy amable. Creo que he

    comido ms de lo que debiera... bueno, tal vez otro bocadillo... T? Bueno. Slo media taza. Esun t delicioso.

    - Primero - dijo Poirot - terminemos de merendar... y luego hablaremos.Y sonriendo amistosamente se retorci el bigote mientras la seora Hubbard responda:- Sabe que resulta usted exactamente igual a como le haba imaginado por la descripcin de

    Felicity?Al cabo de un momento de extraeza, Poirot comprendi que Felicity era el nombre de la

    severa seorita Lemon, y respondi que no hubiera esperado menos, dada la eficiencia de susecretaria.

    - Desde luego - dijo la seora Hubbard, cogiendo otro bocadillo -. Felicity nunca se hamolestado por los dems. Yo s. Y por eso estoy angustiada.

    - Puede explicarme exactamente qu es lo que le preocupa?- S. Sera muy natural que se llevaran dinero... pequeas sumas... un poco aqu, otro de all... Y

    si se trata de joyas lo encontrara lgico; no es que quiera justificarlo... pero sera lgico, un signode cleptomana o mala fe. Pero voy a leerle una lista de las cosas que fueron robadas, y que heanotado en un papel.

    La seora Hubbard abri su bolso, del que extrajo una pequea libreta de notas.Ley la lista:

    Un zapato de noche (de un par recin estrenado).Una pulsera (de bisutera).Un anillo con un brillante (que fue encontrado en un plato de sopa).Polvos compactos.Un lpiz para labios.Un estetoscopio.Unos pendientes.Un encendedor.Unos pantalones viejos de franela.Bombillas elctricas.Una caja de bombones.Una bufanda de seda (que se encontr hecha pedazos).Una mochila (dem).

    cido brico.Sales de bao.Un libro de cocina.

    Hercules Poirot exhal un profundo suspiro.- Curioso - dijo -, y muy... muy atrayente.Y como absorto en sus pensamientos mir el rostro severo y ceudo de la seorita Lemon y

    luego el amable y preocupado de la seora Hubbard.- La felicito - dijo con calor, dirigindose a esta ltima.- Pero, por qu, seor Poirot?- La felicito por tener un problema bonito y nico.- Bueno, para usted tal vez tenga sentido, seor Poirot, pero...

    - Para m no lo tiene en absoluto. Y slo me recuerda un juego al que me obligaron a jugar unosamigos jvenes durante las vacaciones de Navidad. Creo que se llamaba La Dama de los Tres

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    Cuentos. Cada persona, por turno, deca la siguiente frase: Fui a Pars y compr ... , agregandoalgn artculo. La siguiente lo repeta aadiendo otro, y el objeto del juego era recordar losartculos en el orden que eran enumerados. Algunos de ellos debo confesar que eran ridculos.Una pastilla de jabn, un elefante blanco, una mesa con patas de madera, un nade americano...la dificultad en recordarlos resida, claro est, en la diversidad de objetos y en que stos notuvieran relacin alguna entre s. Y cuando se haban mencionado una docena resultaba casiimposible enumerarlos en el orden debido. Cada equivocacin se castigaba con un cuerno de

    papel y el participante deba continuar el recitado la vez siguiente diciendo: Yo, una dama con uncuerno, fui a Pars, etctera. Cuando se tenan tres cuernos se perda el juego y el ltimo quequedaba era el ganador.

    - Estoy segura que debi ganar usted, seor Poirot - dijo la seorita Lemon con laacostumbrada devocin de una empleada leal.

    Poirot se sinti halagado.- Pues s, gan yo - repuso-; y por los ms diversos objetos que puede usted imaginar, y gracias

    a un truco ingenuo, que es ste: uno se dice mentalmente Con una pastilla de jabn lav a ungran elefante blanco de mrmol blanco que estaba sobre una mesita con patas de madera ... ,etctera, etctera.

    La seora Hubbard dijo con respeto:- Tal vez pueda hacer lo mismo con esa lista de cosas.- Sin duda alguna. Una seora con un zapato en el pie derecho se coloca la pulsera en el brazo

    izquierdo. Luego se pone polvos y se pinta los labios, y al bajar a cenar se le cae el anillo en lasopa, etctera... De este modo podra recordar toda su lista; pero no es eso lo que buscamos.Por qu fue robada una coleccin de objetos tan diversos? Se esconde algn propsito detrsde todo esto? Alguna idea fija? Primeramente tenemos que proceder al anlisis. Lo primero quehay que hacer es estudiar la relacin de objetos con sumo cuidado.

    Se hizo un silencio mientras Poirot se aplicaba al estudio. La seora Hubbard le observ con laatencin de un nio que contempla a un malabarista esperando ver aparecer un conejo o cintas decolores. La seorita Lemon, sin impresionarse, se dispuso a considerar las caractersticas de susistema de archivo.

    Cuando al fin habl Poirot, la seora Hubbard peg un respingo.

    - Lo primero que me sorprende es esto - dijo el detective -. De todas las cosas desaparecidas,la mayora son de escaso valor (el de algunas es casi nulo) con la excepcin de dos... unestetoscopio y un anillo con un brillante. Dejando el estetoscopio aparte, de momento quisieraconcentrarme en particular en el anillo. Usted dice que era de valor... De cunto?

    - Pues... no sabra decirlo exactamente. Era un solitario con un pequeo grupo de diamantitosen la parte de arriba y en la de abajo. Haba sido el anillo de prometida de la madre de la seoritaLane, segn tengo entendido. Tuvo un gran disgusto cuando desapareci, y todos nos alegramoscuando fue encontrado aquella misma noche en el plato de sopa de la seorita Hobhouse. Todospensamos que se trataba de una broma de mal gusto.

    - Y eso puede haber sido. Pero yo considero que el robo del anillo y su devolucin sonsignificativos. Si desaparece un lpiz para los labios, una polvera, o un libro... no es motivosuficiente para llamar a la polica. Pero si se trata de un anillo de brillantes, es distinto. Cabe la

    posibilidad de que se d parte a la polica y por eso lo devolvieron.- Pero, por qu cogerlo para devolverlo luego? - pregunt la seorita Lemon.- Por el momento dejaremos las preguntas - replic Poirot -. Ahora estoy ocupado en clasificar

    estos robos, y he empezado por el anillo. Quin es esa seorita Lane a quien le fue robado?- Patricia Lane? Es una joven muy simptica que estudia para diplomarse, o como lo llamen,

    en Historia, Arqueologa o algo por el estilo.- Goza de buena posicin?- Oh, no. Tiene algo de dinero, pero siempre vigila sus gastos. El anillo, como ya le he dicho,

    perteneca a su madre. Tena una o dos joyas bonitas, pero no se hace muchos vestidos nuevos yltimamente ha dejado de fumar.

    - Cmo es? Descrbamela a su modo.- Pues creo que es mestiza. De aspecto limpio y pulcro, tranquila y educada, pero no tiene un

    temperamento animado. Es lo que podramos llamar una... bueno, una chica muy formal.- Y la sortija apareci en el plato de la seorita Hobhouse. Quin es la seorita Hobhouse?

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    - Valerie Hobhouse? Es una muchacha morena e inteligente que tiene una manera de hablarmuy sarcstica. Trabaja en un saln de belleza. En Sabrina Fair... supongo que lo habra odonombrar.

    - Y esas dos jvenes, son amigas?La seora Hubbard reflexion unos instantes.- Yo creo que s. No tienen mucho que ver la una con la otra. Patricia se lleva bien con todo el

    mundo, sin ser precisamente simptica ni nada de eso. Valerie Hobhouse tiene enemigos por su

    lengua... pero va tirando, no s si me comprende.- Creo que s - replic Poirot.De modo que Patricia Lane era agradable, pero aburrida, y Valerie Hobhouse tena

    personalidad. Hizo un resumen de la lista de robos.- Lo que me choca es las distintas categoras que representan. Hay pequeos hurtos que

    podran tentar a una joven vanidosa y falta de dinero: el lpiz para los labios, las joyas de bisutera,los polvos compactos... sales de bao... y tal vez la caja de bombones. Luego tenemos elestetoscopio, un robo ms propio de un hombre que sabra dnde venderlo o empearlo. Dequin era?

    - Del seor Bateson. Un joven corpulento y simptico.- Estudiante de medicina?- S.- Se enfad mucho?- Se puso lvido, seor Poirot. Tiene uno de esos temperamentos inflamables... que de

    momento dicen cualquier cosa, pero se les pasa pronto. No es de los que soportan con calma quenadie toque sus cosas.

    - Y otros s?- Pues s; el seor Gopal Ram, uno de nuestros estudiantes indios, sonre suceda lo que

    suceda. Alza la mano diciendo que las posesiones materiales no tienen importancia...- Le han robado alguna cosa a l?- No.- Ah! A quin pertenecan los pantalones de franela?- Al seor Macnabb. Eran muy viejos y cualquiera los hubiera dado ya a un trapero, pero el

    seor Macnabb tiene gran apego a sus trajes viejos y nunca tira nada.- De modo que llegamos a las cosas que no parecen dignas de ser robadas...: pantalones viejosde franela, bombillas elctricas, cido brico, sales de bao... y un libro de cocina. Pueden serimportantes, pero lo ms probable es que no lo sean. El cido brico tal vez fue cogido por error,alguien pudo haber quitado una bombilla pensando volverla a poner y se olvid de hacerlo... y ellibro de cocina pudo cogerlo alguien prestado y luego no devolverlo. Alguna mujer de la limpiezapudo llevarse los pantalones de franela.

    - Las que empleamos son de confianza. Estoy segura de que ninguna hubiera hecho una cosaas.

    - De acuerdo. Luego est el zapato de noche, nuevo, segn tengo entendido... A quinperteneca?

    - A Sally Finch. Es una muchacha americana que vino a estudiar aqu gracias a una beca que

    gan en Fullgriht, no hace mucho.- Est usted segura de que el zapato no se le perdi? No puedo imaginar para qu pueda

    nadie querer un zapato desparejado.- No se extravi, seor Poirot. Lo buscamos por todas partes. La seorita Finch iba a una fiesta

    vestida de etiqueta, como dice ella.... en traje de noche diramos nosotros... y los zapatos leeran de vital importancia... eran los nicos que tena para semejante ocasin.

    - Y se disgust ... S, s, me pregunto... tal vez eso tenga algo que ver ...Guard silencio por espacio de unos minutos y luego continu:- Y an quedan otras dos cosas ...: una mochila, hecha pedazos y una bufanda de seda en el

    mismo estado. Aqu tenemos algo que no denota vanidad, ni provecho... sino una venganzadeliberada. De quin era la mochila?

    - Casi todos los estudiantes la tienen... todos van a menudo de excursin, ya sabe. Y la mayora

    de mochilas son iguales, y compradas en el mismo sitio; de modo que resulta difcil distinguirlas;pero parece casi seguro que sta perteneca a Leonard Bateson o a Colin Macnabb.

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    - Y la bufanda que tambin apareci hecha tiras, de quin era?- De Valerie Hobhouse. Se la regalaron por Navidad. Era de color verde esmeralda y de muy

    buena clase.- De la seorita Hobhouse... ya.Poirot cerr los ojos. Lo que vea mentalmente era ni ms ni menos que un calidoscopio. Trozos

    de bufandas y mochilas, libros de cocina, lpiz para labios, sales de bao y nombres y caricaturasde extraos estudiantes. Todo sin conexin ni forma.

    Incidentes sin ilacin y personas girando en el espacio. Pero Poirot saba muy bien que enalguna parte y de algn modo deba formarse un dibujo ordenado. O tal vez varios.

    Cada vez que uno mueve un calidoscopio obtiene un dibujo distinto... y uno de ellos sera elacertado.

    Lo difcil era por dnde empezar.Abri los ojos.- Es un asunto que requiere reflexin. De veras. Mucha reflexin.- Oh, estoy segura de ello, seor Poirot - asinti la seora Hubbard muy seria -. Y no quisiera

    molestarle...- No me molesta. Estoy extraado. Pero mientras reflexiono podemos empezar por el lado

    prctico. Por el zapato... s, podemos empezar por ah, seorita Lemon.- Diga, seor Poirot? - La seorita Lemon dej a un lado sus sistemas de archivo y fue

    automticamente en busca de una libreta de notas y un lpiz.- Quiz la seora Hubbard pueda recuperar el zapato desaparecido. Pregunte en el puesto de

    polica de la calle Baker, en la estacin de objetos perdidos.- Cundo desapareci ... ?La seora Hubbard reflexion unos instantes.- Pues, no puedo recordarlo exactamente, seor Poirot. Tal vez har unos dos meses.No puedo precisarlo. Pero quiz Sally recuerde la fecha de la fiesta.- S. Bueno... - se volvi de nuevo a la seorita Lemon.- No es necesario que precise. Diga que olvid el zapato en un tren Inner Circle... que es lo

    ms probable, pero que tambin pudo ser en cualquier otro tren. O tal vez en un autobs.Cuntos hay en los alrededores de la calle Hickory?

    - Slo dos, seor Poirot.- Bien. Si no obtiene ningn resultado en la calle Baker, pruebe en Scotland Yard y diga que selo dej olvidado en un taxi.

    - Lambeth - le corrigi la seorita Lemon.Poirot alz la mano.- Usted siempre sabe estas cosas.- Pero por qu cree usted ...? - comenz a decir la seora Hubbard, mas Poirot la interrumpi.- Primero veamos qu resultados obtenemos. Entonces, si son negativos o positivos, usted y

    yo, seora Hubbard, volveremos a cambiar impresiones, y me dir todas esas cosas que esnecesario que yo sepa.

    - Creo que ya le he dicho todo lo que s.- No, no. No estoy de acuerdo. Aqu tenemos reunidos a varios Jvenes de distintos

    temperamentos y sexos. A ama a B, pero B quiere a C, D y E se odian tal vez por causa de A. Eseso lo que necesito saber. El estado anmico de cada uno. Sus peleas, celos, amistades, odios yresentimientos.

    - Estoy segura - explic la seora Hubbard, molesta - que no s nada de eso. Yo no me metoen nada. Me limito a dirigir la pensin, la despensa y nada ms.

    - Pero a usted le interesan las personas. Le agradan los jvenes, y acept este trabajo, noporque le interesara econmicamente, sino porque la pona en contacto con problemas humanos.Debe de haber algunos estudiantes que le sean simpticos y otros que no le agraden tanto, o talvez nada. Debe decrmelo... s. Tiene que decrmelo!

    Usted est preocupada... y no por lo que ha ocurrido... puesto que podra haber dado parte a lapolica.

    - Le aseguro que a la seora Nicoletis no le agradara ver a la polica en su casa.

    Poirot continu, sin hacer caso de la interrupcin.

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    - No, usted est preocupada por alguien... que usted cree puede haber sido responsable o porlo menos estar mezclado en esto. Y, por consiguiente, alguien a quien usted aprecia.

    - Es cierto, seor Poirot.- S, lo es. Y creo que hace bien en preocuparse. Porque lo de la bufanda hecha trizas no es

    agradable. Ni lo de la mochila. En cuanto al resto, parece infantil... y no obstante... no estoyseguro. No. No tengo la menor certeza!

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    CAPTULO III

    La seora Hubbard subi apresuradamente la escalera e introdujo el llavn en la cerradura de lapuerta. En cuanto hubo abierto, un joven pelirrojo subi corriendo tras ella.

    - Hola, Ma - le dijo, ya que era as como Len Bateson sola dirigirse a ella. Era un individuosimptico con acento londinense, libre de todo complejo de inferioridad -. Ha estado callejeando?- He salido a tomar el t, seor Bateson. No me entretenga ahora. Ya hablaremos.- Hoy he disecado un cadver magnfico - explic Len -. Despachurrado!- No digas esas cosas tan horribles, muchacho. Un cadver magnfico! Slo de pensarlo me

    da nuseas!Len Bateson ri de buena gana.- Pues mire que a Celia... - dijo -. Fui al dispensario y le dije: He venido a hablarte de un

    cadver, y se puso tan blanca como la cera y cre que iba a desmayarse; qu le parece eso,Mam Hubbard?

    - Que no me extraa. Qu ocurrencia! Celia pensara probablemente que se trataba de uncadver autntico.

    - Qu quiere decir... autntico? Cmo se cree que son los nuestros? Sintticos?Un joven delgado de cabellos largos y descuidados sali de una de las habitaciones de la

    derecha y dijo en tono irascible:- Oh, son ustedes! Cre que al menos haba un montn de hombres. La voz es de un solo

    hombre, pero el volumen de las de diez reunidos.- Espero no haberte alterado los nervios...- No ms que de costumbre - dijo Nigel Chapman volviendo a entrar en la habitacin.- Nuestra flor delicada - dijo Len.- Vamos, no se peleen - exclam la seora Hubbard -. Buen humor, eso es lo que me gusta, y

    un poquito de buena voluntad.El hombretn le mir con afecto.- No me importa nuestro Nigel, Ma - replic.Una joven que en aquellos momentos bajaba la escalera, anunci:- Seora Hubbard, la seora Nicoletis est en su habitacin y dijo que deseaba verla en cuanto

    llegara.La seora Hubbard se dispuso a subir la escalera con un suspiro, y la joven alta y morena que

    le diera el recado se apresur a dejarle paso.Len Bateson, quitndose la gabardina, le pregunt:- Qu ocurre, Valerie? Quejas de nuestro comportamiento que van a ir a parar a odos de

    Mam Hubbard a su debido tiempo?La joven acab de bajar la cabeza.- Esta casa cada da se parece ms a un manicomio - dijo por encima de su hombro, al entrar

    en la habitacin de la derecha. Se mova con la gracia indolente de las maniques profesionales.

    El nmero veintisis de la calle Hickory corresponda en realidad a dos casas, la veinticuatro yla veintisis unidas. Las dos plantas bajas fueron unificadas, de modo que haba un gran saln devisitas y un comedor enorme en dicha planta, as como dos salitas de espera y un pequeodespacho en la parte de atrs en la casa. Dos escaleras distintas conducan a los pisos superiores,que permanecan separados. Las seoritas ocupaban los dormitorios de la parte derecha de lacasa y los muchachos la correspondiente al nmero veinticuatro.

    La seora Hubbard. subi la escalera desabrochndose el cuello de su chaqueta, y suspirandode nuevo tom la direccin del dormitorio de la seora Nicoletis.

    Otro de sus arrebatos, supongo, musit para sus adentros.Y luego de golpear suavemente con los nudillos la puerta, entr.En el saloncito de la seora Nicoletis la temperatura era muy elevada. La gran estufa elctrica

    tena todas las resistencias encendidas y la ventana estaba hermticamente cerrada. La seora

    Nicoletis fumaba en el sof, rodeada de almohadones de seda y terciopelo bastante rados. Era

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    una mujer corpulenta y morena, an bien parecida, de boca que denotaba gran temperamento yunos enormes ojos castaos.

    - Ah! Es usted - exclam la seora Nicoletis con aire acusador.La seora Hubbard, haciendo honor a su sangre Lemon, no se inmut.- S, soy yo - replic speramente -. Me dijeron que deseaba usted verme con urgencia.- S, desde luego. Es monstruoso. Ni ms ni menos; monstruoso.- Qu es lo monstruoso?

    - Estas facturas! Sus cuentas! - y la seora Nicoletis exhibi un montn de papeles sacndolosde debajo de uno de los almohadones con la gracia de un malabarista profesional -. Con questamos alimentando a esos miserables estudiantes? Con foie gras y codornices? Es que estoes el Ritz? Quines se han credo que son esos estudiantes?

    - Pues gente joven con buen apetito - repuso la seora Hubbard -. Reciben un buen almuerzo yuna cena abundante... comida sencilla, pero alimenticia, que resulta sumamente econmica.

    - Econmica? Se atreve a decirme eso cuando me estoy arruinando?- Usted saca un beneficio considerable, seora Nicoletis, de esta pensin. Y para los

    estudiantes, el precio resulta bastante elevado.- Pero acaso no tengo la casa siempre llena? Cundo hay una vacante que no haya sido

    solicitada tres veces por anticipado? No me enva estudiantes el Consulado britnico, laUniversidad de Londres... y el Liceo Francs? Y no es absolutamente cierto que hay siempre tresSolicitudes para cada plaza?

    - Eso es en gran parte porque aqu la comida es apetitosa y abundante. La gente joven debealimentarse debidamente.

    - Bah! Esos gastos son escandalosos. Esa cocinera italiana y su marido le roban a usted lacomida.

    - Oh, no, seora Nicoletis. Le aseguro que ningn extranjero. puede engaarme.- Entonces es usted... quien me roba a m.- Puedo permitirle que me diga cosas como sa - dijo en el tono que una acusada - hubiera

    empleado para defenderse contra un cargo truculento -. Pero no es elegante hacerlo y cualquierda le traer complicaciones.

    - Ah! - la seora Nicoletis arroj al aire las facturas con gesto dramtico. La seora Hubbard se

    inclin para recogerlas -. Me saca usted de mis casillas - grit la duea de la Residencia.- Permtame decirle que eso la perjudica - replic la seora Hubbard -. No debe tomarse lascosas as. Los arrebatos son perjudiciales para la presin sangunea.

    - Admite usted que estos totales son ms elevados que los de la semana pasada?- Claro que lo son. En los Almacenes Lampson ha habido muy buenas rebajas y me he

    aprovechado de ellas. La semana que viene los totales resultarn ms bajos que el promedio.La seora Nicoletis la mir ceuda.- Usted siempre encuentra una explicacin satisfactoria.- Ah tiene - la seora Hubbard deposit las facturas ordenadas encima de la mesa -. Algo

    ms?- Esa joven americana, Sally Finch, habla de marcharse... y no quiero que se vaya.Es una alumna de Fullbright y atraer a otros estudiantes de all. No debe marcharse.

    - Y por qu razn quiere marcharse?La seora Nicoletis alz sus hombros monumentales.- Cmo quiere que yo lo sepa? No dijo la verdad. Puedo asegurarlo. Siempre lo adivino.La seora Hubbard asinti pensativa.- Sally no me ha dicho nada - dijo.- Hablar usted con ella?- S, desde luego.- Y si es por estos estudiantes de color, esos indios, y esos negros... pueden marcharse todos,

    comprende? La diferencia tnica tiene gran importancia para los americanos... y a m son losamericanos los que me interesan... y en cuanto a los estudiantes de color... que se larguen!

    Hizo un gesto dramtico.- No ocurrir mientras yo contine de encargada - repuso la seora Hubbard, en tono fro -. Y de

    todas formas est usted equivocada. No existe esa clase de diferencias entre los estudiantes y

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    desde luego Sally no es as. Ella y el seor Akibombo comen juntos muy a menudo y no hay otroms negro que l.

    - Entonces ser por los comunistas... Ya sabe lo que los americanos opinan de los comunistas.Y Nigel Chapman... es comunista.

    - Lo dudo.- S, s. Debiera haber odo lo que deca la otra noche.- Nigel es capaz de decir cualquier cosa por molestar a la gente. Es muy pesado en este

    sentido.- Usted les conoce muy bien... Querida seora Hubbard, es usted maravillosa! Me repito una y

    otra vez... qu hara yo sin la seora Hubbard? Descanso en usted por completo. Es usted unamujer maravillosa, maravillosa! Se hace imprescindible.

    - Despus del rapapolvo, el jabn - murmur la seora Hubbard.- Qu?- No se alarme; har lo que pueda.Y sali de la habitacin cortando en seco un largo discurso de agradecimiento, - mientras

    murmuraba para s:- Hacindome perder el tiempo... es una mujer enloquecedora! - y echando a correr por el

    pasillo penetr en su salita particular.Pero all no habra de tener paz. Una muchacha se puso en pie al entrar la seora Hubbard y

    dijo:- Quisiera hablar con usted unos minutos, si me lo permite.- Desde luego, Elizabeth.La seora Hubbard qued muy sorprendida. Elizabeth Johnston era una joven de las Antillas

    que estudiaba leyes. Era muy trabajadora, ambiciosa y reservada. Siempre le haba parecido muyequilibrada y competente, considerndola como una de las mejores estudiantes de la Residencia.Su aspecto en aquellos momentos era normal, pero la seora Hubbard supo captar el ligerotemblor de su voz a pesar de que sus facciones morenas permanecieron impasibles.

    - Ocurre algo?- S. Quiere acompaarme a mi habitacin, por favor?- Espere un momento. - La seora Hubbard se quit el abrigo y los guantes y luego sigui a la

    joven hasta el piso superior, donde tena la habitacin. Abri la puerta y se dirigi a una mesitacerca de la ventana.- Aqu tiene mis apuntes - le dije -. Esto representa varios meses de duro esfuerzo...Ve usted lo que me han hecho?La seora Hubbard contuvo el aliento.Haban derramado tinta sobre la mesa y los papeles estaban empapados. La seora Hubbard

    los toc con la punta del dedo. Todava estaban hmedos. Aun sabiendo que la pregunta era unatontera, la hizo.

    - No se le habr vertido a usted la tinta?- No. Lo hicieron mientras yo estaba fuera.- Usted cree que la seora Biggs ...?La seora Biggs era la encargada de la limpieza de los dormitorios de aquel piso.

    - No fue la seora Biggs. Esta tinta no es ni siquiera ma. La tengo en el estante de encima demi cama. No la ha tocado nadie. Esto lo hizo alguien que trajo la tinta y la verti adrede.

    - Qu cosa tan malvada... tan cruel!- S, ha sido una mala accin.La muchacha habl tranquilamente, pero la seora Hubbard no cometi el error de no

    comprender sus sentimientos.- Bueno, Elizabeth, apenas s qu decirle. Estoy sorprendida, asombrada, y har lo posible por

    descubrir al autor de una maldad semejante. Tiene usted alguna idea de quin puede haber sido?La joven replic:- La tinta es verde... ya lo ve usted.- S, ya me he dado cuenta.- No es muy corriente emplear tinta: verde. Y yo s quin la usa: Nigel Chapman.

    - Nigel? Usted cree que Nigel hara una cosa tan mezquina?- No debiera haberlo pensado... no. Pero l escribe sus cartas y sus apuntes con tinta verde.

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    - Tendr que hacer muchas preguntas. Siento mucho, Elizabeth, que en esta casa hayaocurrido una cosa as y slo puedo decirle que har cuanto pueda para que todo quede aclarado.

    - Gracias, seora Hubbard. Ya han ocurrido... otras cosas, no es cierto?- S, es... s.La seora Hubbard sali de la habitacin y se dirigi hacia la escalera, pero se detuvo de pronto

    y en vez de bajar, fue hasta el extremo del pasillo y llam a la puerta de la seorita Sally Finch,quien desde dentro la invit a entrar.

    El dormitorio era agradable y Sally Finch, una alegre pelirroja, muy simptica.Estaba escribiendo y la mir sonriente. Le ofreci una caja de bombones abierta y dijo con voz

    clara:- Bombones de casa. Coma algunos.- Gracias, Sally, pero ahora no. Estoy muy disgustada. - Respir -. Se ha enterado de lo que le

    ha ocurrido a Elizabeth Johnston?- Qu le ha sucedido a la Negra Bess?El apodo era un apelativo carioso que haba sido aceptado por la propia interesada.La seora Hubbard le refiri lo ocurrido y Sally dio muestras de furor compasivo.- Esto es una mezquindad. No cre que nadie fuera capaz de hacer una cosa as a nuestra

    Bess. Todos la apreciamos. Es tranquila y no se mete en nada, ni se la ve mucho, pero estoysegura de que nadie la odia.

    - Es lo que yo hubiera dicho.- Bueno... esto concuerda con las otras cosas. Por eso...- Por eso, qu - pregunt la seora Hubbard cuando la joven se detuvo bruscamente.Sally repuso despacio:- Por eso voy a marcharme. No se lo ha dicho la seora Nicoletis?- S. Y est muy angustiada. Al parecer no cree que le haya dicho usted la verdadera razn.- Desde luego que no lo hice. No quise que se disgustase. Ya sabe usted cmo es.Pero se es el verdadero motivo. No me agrada lo que est ocurriendo aqu. Fue muy extraa

    la prdida de mi zapato, y luego lo de la bufanda de Valerie y la mochila de Len... no es como sidesapareciesen cosas... al fin y al cabo eso puede ocurrir siempre... no es agradable, pero snormal... pero esto otro, no. - Hizo una breve pausa sonriendo y luego hizo una mueca -. Akibombo

    est asustado. Siempre se muestra muy superior y civilizado.... pero existe todava muchasupersticin en el frica Occidental y l la lleva en la sangre.- Bah! - exclam la seora Hubbard, enojada -. No aguanto las supersticiones. Son cosas de

    seres vulgares que se ponen en ridculo. Eso es todo.La boca de Sally se curv en una sonrisa gatuna.- Usted ha acentuado lo de vulgar - dijo -. Pero yo tengo el presentimiento de que en esta casa

    hay una persona que no es nada vulgar.La seora Hubbard baj la escalera y entr en el saln de visita que los estudiantes tenan en la

    planta baja y en el que se hallaban cuatro personas. Valerie Hobhouse, tumbada en un sof consus elegantes y finos pies colocados sobre uno de los brazos; Nigel Chapman, sentado ante unamesa con un gran libro abierto; Patricia Lane, apoyada contra la repisa de la chimenea, y unajoven con impermeable que acababa de llegar y se estaba quitando un gorrito de lana cuando

    entr la seora Hubbard. Era una jovencita gordezuela y rubia, de ojos castaos muy separados ycuya boca estaba casi siempre entreabierta, dando la impresin de que su poseedora viva en unperpetuo asombro.

    Valerie, quitndose el cigarrillo de la boca, dijo con voz lnguida:- Hola, Ma. Ya le ha administrado algn calmante a esa vieja endemoniada, nuestra respetable

    propietaria!Patricia Lane pregunt:- Es que quera guerra?- Y de qu modo! - ri- Ha ocurrido algo muy desagradable - anunci la seora Hubbard -. Nigel, quiero que usted me

    ayude.- Yo, seora? - Nigel la mir cerrando su libro, y su rostro delgado y malicioso se ilumin de

    pronto con una sonrisa dulce y picaresca -. Qu es lo que le he hecho?

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    - Espero que nada - replic la seora Hubbard -. Pero han derramado tinta deliberadamente ycon toda mala intencin sobre los apuntes de Elizabeth Johnston, y esa tinta es verde. Ustedescribe con tinta de ese mismo color, Nigel.

    l la contempl mientras su sonrisa iba desapareciendo.- S, yo utilizo tinta verde.- Es horrible - dijo Patricia -. Me gustara que no la emplearas, Nigel. Siempre he dicho que te

    afectaba considerablemente.

    - Me gusta que me afecte - dijo Nigel -. Sera mejor an la tinta violeta. Tratar de conseguirla.Pero, habla usted en serio, Ma? Me refiero al sabotaje.

    - S, hablo en serio. Lo hizo usted, Nigel?- No, claro que no. Me gusta molestar a la gente, como ya sabe usted, pero nunca hara una

    cosa tan sucia como sa... y menos a la Negra Bess, que no se mete en nada y podra servir deejemplo a algunas personas que no menciono. Dnde est mi tinta?

    Ayer noche recuerdo que llen mi pluma, y suelo guardarla en ese estante de ah ylevantndose atraves la habitacin. Tiene usted razn. Est casi vaca, y debiera estarprcticamente llena.

    La jovencita del impermeable contuvo el aliento,- Oh, Dios mo! - exclam -. Oh, Dios mo!, no me gusta...Nigel se volvi hacia ella con aire acusador.- Tienes alguna coartada, Celia?- Yo no he sido. De verdad. Adems he estado todo el da en el hospital. No pude...- Vamos, Nigel - intervino la seorita Hubbard. No moleste a Celia.Patria Lane dijo irritada.- No veo por qu Nigel ha de ser sospechoso slo porque haya utilizado su tinta...- Tienes razn, querida - dijo Valerie felinamente -, defindele... y defindete.- Pero es tan injusto...- De verdad que no tengo nada que ver con esto - protest Celia con energa.- Nadie dice que lo hicieras t, pequea - replic Valerie, impaciente -. De todas formas - sus

    ojos se fijaron en los de la seora Hubbard -, todo esto ya pasa de ser una broma, y habr quehacer algo.

    - S, hay que hacer algo - dijo la seora Hubbard.

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    CAPTULO IV

    - Aqu tiene, seor Poirot.La seorita Lemon deposit un pequeo paquete pardo ante el detective. l le quit el papel y

    contempl un plateado zapato de noche.- Estaba en la calle Baker, como usted dijo.- Eso nos ha evitado molestias - replic Poirot -. Y tambin confirma mis ideas.- Cierto - dijo la seorita Lemon, que no era nada curiosa por naturaleza. Pero, sin embargo, era

    muy susceptible a los derechos y exigencias de los afectos personales.- Si no le causa demasiada molestia, seor Poirot, me permito notificarle que he recibido una

    carta de mi hermana. Ha habido algunos acontecimientos.- Puedo leerla?Ella se la entreg y el detective, despus de haberla ledo, dijo a la seorita Lemon que llamara

    a su hermana por telfono; y cuando aqulla le indic que haba conseguido la comunicacin,Poirot se puso al aparato.

    - Seora Hubbard?

    - Oh, s, seor Poirot. Ha sido usted muy amable al llamarme tan pronto. En realidad estabamuy...

    Poirot la interrumpi:- Desde dnde me habla?- Pues... desde la calle Hickory, desde luego. Oh, ya s lo que quiere decir. Estoy en mi

    saloncito particular.- Hay alguna otra lnea?- Es sta. El telfono principal est abajo, en el recibidor.- Hay alguien en la casa que pueda escuchar?- Todos los estudiantes estn fuera a esta hora, y la cocinera ha salido a comprar. Geronimo, su

    marido, entiende apenas el ingls. Hay una mujer limpiando, pero es sorda y estoy segura de queno va a entretenerse en escuchar lo que hablamos.

    - Muy bien; entonces, puedo hablar con libertad. Por casualidad dan ustedes conferencias, opasan pelculas por las noches? O alguna otra clase de entretenimientos?

    - Tenemos alguna conferencia de vez en cuando. La seorita Baltrout, la exploradora, vino nohace mucho con sus vistas de paisajes en color. Y recibimos una llamada de las Misiones delLejano Oriente, aunque me temo que la mayora de estudiantes salieron aquella noche.

    - Ah. Entonces esta noche anuncie que Hercules Poirot, el jefe de su hermana, atendiendo asus ruegos, acudir para exponerles algunos de sus casos ms interesantes.

    - Es usted muy amable. Pero, usted cree ...?- No es cuestin de creer o no creer... Estoy seguro!

    II

    Aquella noche, los estudiantes, al entrar en el saln, encontraron una nota en la pizarra deanuncios que estaba detrs de la puerta.

    MonsieurHercules Poirot, el clebre detective particular, ha tenido la gentileza de acceder a daruna charla esta noche sobre la teora y prctica de detectivismo efectivo, en la que presentaralgunos casos de criminales famosos.

    Los estudiantes, a medida que iban regresando, hacan sus comentarios.Quin es ese detective? Nunca le o nombrar.Oh!, yo s.Hubo un hombre condenado a muerte por el asesinato de una mujer de las que van a limpiar a

    las casas y este detective le libert en el ltimo momento, descubriendo al verdadero culpable.Yo no lo recuerdo.Creo que ser divertido.

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    A m no es que me atraiga eso, pero no niego que debe resultar interesante poder interrogar aun hombre que ha estado relacionado tan de cerca con delincuentes.

    La cena fue servida a las siete y media y casi todos los estudiantes estaban ya sentadoscuando la seora Hubbard baj de un saloncito, donde se le haba servido una copa de jerez aldistinguido invitado, seguida de un hombrecillo de corta estatura, sospechosos cabellos negros, yun bigote de proporciones extraordinarias que retorca con aire satisfecho.

    - stos son algunos de nuestros estudiantes, seor Poirot. Les presento al seor Poirot, que va

    a tener la gentileza de hablar para ustedes despus de la cena.Se cambiaron saludos y Poirot se sent al lado de la seora Hubbard, absorbindose en la

    tarea de no manchar su bigote con la excelente minestrone que fue servida por un activo criadoitaliano, portador de una enorme sopera, que deposit encima de una mesita auxiliar. Luego siguiun plato caliente de spaghetti, y albndigas, y fue entonces cuando una joven sentada a la derechade Poirot le dirigi la palabra tmidamente.

    - De veras trabaja para usted la hermana de la seora Hubbard?Poirot se volvi hacia ella.- Pues s. La seorita Lemon es mi secretaria desde hace muchos aos. Es la mujer ms

    servicial que conozco, y algunas veces la temo.- Oh, ya. Me preguntaba...- Qu es lo que se preguntaba, mademoiselle?Y le sonri con aire paternal en tanto que mentalmente iba tomando notas.Bonita, preocupada, de mentalidad no muy rpida, asustadiza...- Puedo saber su nombre y lo que estudia? - le pregunt.- Me llamo Celia Austin, y no estudio. Trabajo en el dispensario del Hospital de Santa Catalina.- Ah, y resulta interesante su trabajo?- Pues. .. no s... tal vez s. - Pareca poco convencida.- Y de los de aqu? Podra decirme algo de ellos?Tena entendido que sta era una Residencia para Estudiantes Extranjeros; pero la mayora

    parecen ingleses.- Algunos de los extranjeros no estn ahora aqu. El seor Chandra Lal y el seor Gopal Ram...

    son indios... y la seorita Reinjeer, alemana... y el seor Achmed Al, que es de nacionalidad

    egipcia y a quien le agrada extraordinariamente la poltica.- Y stos, quines son? Hbleme de ellos.- Pues, sentado a la izquierda de la seorita Hubbard est Nigel Chapman. Un estudiante de

    Historia Medieval e Italiana en la Universidad de Londres. Luego sigue Patricia Lane, que est a sulado y lleva lentes. Piensa diplomarse en Arqueologa. El pelirrojo es Len Bateson, futuro mdico, yla joven morena es Valerie Hobhouse, que trabaja en un saln de belleza. A su lado se sientaColin Macnabb... que est haciendo, un cursillo de psicologa para doctorarse.

    Hubo un ligero cambio de su voz al describir a Colin. Poirot la observ viendo que se habasonrojado, y se dijo para sus adentros:

    Vaya... est enamorada y no sabe disimularlo. Tambin observ que el joven Macnabb no lamiraba nunca desde el otro lado de la mesa, y pareca muy enfrascado en la conversacin quesostena con una risuea jovencita pelirroja sentada junto a l.

    - Es Sally Finch, Americana... vino aqu gracias una beca que gan en Fullbright. Luego sigueGenevive Maricaud, que estudia ingls, igual que Ren Halle, que est a su lado. Esa rubiamenuda es Jean Tomlinson... tambin trabaja en Santa Catalina. Es fisioterapeuta. El negro esAkibombo... vino del frica Occidental y es muy simptico. Luego sigue Elizabeth Johnston, es deJamaica y estudia leyes, y junto a nosotros y a mi derecha hay dos estudiantes turcos que llegaronhace una semana. Apenas saben nada de ingls.

    - Gracias. Y se llevan bien entre ustedes, o tienen desavenencias?La ligereza de su tono rest importancia a sus palabras.- Oh, en realidad estamos demasiado ocupados para pelearnos - repuso Celia -, aunque...- Aunque qu, seorita Austin?- Pues que... Nigel... el que est al lado de la seora Hubbard, disfruta pinchando a la gente y

    hacindoles enfadar. Y Len Bateson se enfada. Algunas veces se pone furioso, pero en realidad

    es muy simptico.- Y Colin Macnabb... se enfada tambin?

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    - Oh, no. Colin se limita a enarcar las cejas e incluso le divierte.- Ya. Y las seoritas, se pelean?- Oh, no, nos llevamos muy bien. Genevive se ofende algunas veces. Creo que los franceses

    son muy susceptibles... oh, quiero decir... Perdone... Celia era la viva imagen de la confusin.- Yo soy belga - replic Poirot con aire solemne, y continu antes de que Celia recobrara el

    dominio de s misma- Qu quiso decir, seorita Austin, cuando inquiri:- Me preguntaba? Qu es lo que se preguntaba usted?

    - Oh... nada... nada de particular... slo que hemos tenido algunas bromas tontas,ltimamente... y pens que la seora Hubbard... Pero en realidad es una tontera. No quise decirnada.

    Poirot no insisti, y volvindose hacia la seora Hubbard se enfrasc en una conversacin en laque tambin tom parte Nigel Chapman diciendo que el crimen era una forma del arte creativo... yque los enemigos de la sociedad eran los policas que ingresaban en el cuerpo slo a causa de susecreto sadismo.

    A Poirot le divirti observar que la joven de los lentes, de unos treinta y cinco aos, que estabaa su lado trataba desesperadamente de explicar sus comentarios a medida que l los ibahaciendo. Nigel, sin embargo, no le hizo el menor caso.

    La seora Hubbard les miraba con benevolencia.- Todos los jvenes de hoy en da no piensan ms que en poltica o en psicologa - dijo -. En mi

    juventud ramos mucho ms alegres. Bailbamos. Si enrollaran la alfombra de saln tendran unabuena pista, y podran bailar con la msica de la radio, pero nunca lo hacen.

    Celia ri, diciendo intencionadamente:- Pero t solas bailar, Nigel. Yo misma he bailado contigo una vez, aunque no espero que en

    este momento lo recuerdes.- Qu t has bailado conmigo? - - dijo Nigel con incredulidad -. Dnde?- En Cambridge... por Pascua.- Oh, Pascua! - Nigel alej de un manotazo las tonteras de su juventud -. Hay que pasar esa

    fase de la adolescencia, pero, gracias a Dios, eso termina pronto.Nigel no tendra mucho ms de veinticinco aos y Poirot tuvo que esconder una sonrisa detrs

    de su distinguido bigote.

    Patricia Lane dijo con ansiedad:- Comprenda, seora Hubbard; hay tanto que estudiar! Entre las conferencias y los apuntes noqueda tiempo para nada que no tenga valor real.

    - Bueno, querida, slo se es joven una vez - replic la seora Hubbard.Un pastel de chocolate sigui a los spaghetti y luego pasaron todos al saln, donde fue servido

    el caf. Poirot se dispuso a hablar. Los dos turcos se excusaron cortsmente y los dems sesentaron en actitud expectante.

    Poirot se puso en pie y habl con su aplomo acostumbrado. El sonido de su propia voz leresultaba siempre agradable, y por espacio de tres cuartos de hora estuvo disertando en tonobrillante y divertido, recalcando las experiencias propias de un modo un tanto exagerado, peroagradable. Si quiso insinuar que era una especie de... charlatn... no se not demasiado.

    - As que, como les digo - termin -, me acuerdo de un fabricante de jabones que conoc en

    Lieja, que envenenaba poco a poco a su esposa para poder casarse con su rubia secretaria. Se loinsinu muy por encima, pero en el acto consegu que reaccionara, y me entreg el dinero robadoque yo acababa de recuperar para l. Se puso muy plido y vi el terror reflejado en su rostro.Entregar este dinero a los pobres, le dije. Haga, usted lo que quiera con l. Y entonces leanunci muy significativamente: Le aconsejo que ande con mucho cuidado, monsieur. Asinti ensilencio y al salir vi que se enjugaba la frente. Se haba llevado un gran susto y yo... le habasalvado la vida. Porque aunque est trastornado por su rubia secretaria, ya no intentar envenenara su esposa estpida y antiptica. Prevenir es mejor que curar; y nosotros deseamos prevenir loscrmenes... y no esperar a que hayan sido cometidos.

    E inclinndose extendi las manos.- Bueno, ya les he aburrido bastante.Los estudiantes aplaudieron con entusiasmo; Poirot se inclin, y cuando ya iba a sentarse, Colin

    Macnabb, quitndose la pipa de entre los dientes, exclam:- Y ahora, tal vez quiera explicarnos para qu ha venido aqu en realidad!

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    Hubo un silencio expectante y luego Patricia dijo en tono de reproche:- Colin..- Bueno, todos nos lo figuramos, no es cierto? - Mir en derredor suyo -. El seor Poirot nos ha

    dado una charla muy amena, pero no es a eso a lo que ha venido, sino a trabajar. Usted creerealmente que no nos hemos dado cuenta, seor Poirot?

    - Habla por ti mismo, Colin - dijo Sally.- Pero es cierto, no? - replic el aludido.

    Y de nuevo Poirot extendi sus manos en un gracioso gesto comprensivo.- Admito que mi amable anfitriona me ha confiado ciertos sucesos que la han... preocupado -

    dijo.Len Bateson se puso. en pie con rostro sombro y truculento.- Oiga - exclam -, qu es todo esto? Es que nos lo atribuye a nosotros?- Ahora te das cuenta, Bateson? - pregunt Nigel en tono amable.Celia, asustada, contuvo el aliento y dijo:- Entonces tena razn!La seora Hubbard habl refirindose al particular, con decisin y autoridad.- Yo le ped al seor Poirot que nos diera una charla, pero tambin quera pedirle consejo

    acerca de algunas cosas que han ocurrido ltimamente. Haba que hacer algo y me pareci que laotra alternativa era... la polica.

    Entonces se arm un gran alboroto. Genevive empez a hablar acaloradamente en francs.Era una vergenza, un desastre, avisar a la polica. Y otras voces se unieron a la suya paraapoyarla o contradecirla. Al fin la voz de Leonard Bateson se elev por encima de las otrasautoritariamente:

    - Oigamos lo que dice el seor Poirot acerca de nuestro problema.La seora Hubbard explic:- He contado al seor Poirot todo lo ocurrido. Si desea hacer alguna pregunta estoy segura de

    que ninguno de ustedes tendr inconveniente en contestarla.Poirot se inclin cortsmente.- Gracias. - Y con el aire de un malabarista sac un par de zapatos de noche que entreg a

    Sally Finch.

    - Son suyos... mademoiselle?- Pues... s... los dos? De dnde ha salido el que haba desaparecido?- Pues del Departamento de Objetos Perdidos del puesto de polica de la calle Baker.- Pero qu le hizo pensar que pudiera estar all, monsieurPoirot?- Un simple proceso deductivo. Alguien coge un zapato de su habitacin, mademoiselle. Por

    qu? No ser para ponrselo, ni para venderlo. Y puesto que la casa ser registrada por todospara tratar de encontrarlo, el zapato debe salir de la casa o ser destruido. Pero no es tan sencillodestruir un zapato. Lo ms fcil es tomar un tren o un autobs en las horas de ms aglomeracin yarrojarlo envuelto en un papel debajo de un asiento. Eso es lo que supuse y que result sercierto... de modo que supe que pisaba terreno firme... el zapato fue robado, como dijo un poeta,para fastidiar, porque sabe que eso molesta.

    Valerie lanz una breve carcajada.

    - Esto te seala a ti con dedo infalible, querido Nigel.- Tonteras - dijo Sally -. Nigel no cogi mi zapato.- Claro que no - intervino Patricia enojada -. Es una idea absurda.- Yo no la considerara absurda - repuso Nigel -. Aunque yo no hice nada de eso... como no

    dudo que diremos todos.Fue como si Poirot hubiera estado esperando aquellas precisas palabras. Sus ojos se posaron

    pensativos en el rostro enrojecido de Len Bateson y luego fueron observando a cada uno de losestudiantes.

    - Mi posicin es delicada - dijo al fin con un gesto -. All soy un husped ms. He venidoatendiendo a una invitacin de la seora Hubbard... a pasar una agradable velada, y eso es todo.Claro que adems he devuelto un par de zapatos de noche a mademoiselle. En cuanto a lodems... - hizo una pausa -. Monsieur... Bateson?, s, Bateson... me ha pedido que diera mi

    opinin acerca de este... problema. Pero sera una impertinencia por mi parte el hablar, a menosde ser invitado no por una sola persona, sino por todos ustedes.

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    Akibombo sacudi su negra y rizada cabeza en un gesto de vigoroso asentimiento.- se es un procedimiento correcto, s - dijo -. El verdadero procedimiento democrtico es

    someter el caso a la votacin de todos los presentes.La voz d Sally se alz impaciente.- Oh, no vale la pena - dijo -. Esto es una especie de reunin amistosa. Oigamos lo que nos

    aconseja el seor Poirot, sin ms complicaciones.- No puedo estar ms de acuerdo contigo, Sally - replic Nigel.

    Poirot inclin la cabeza.- Muy bien - anunci -. Puesto que todos ustedes me lo piden, les dir que mi consejo es bien

    sencillo. La seora Hubbard... o mejor dicho, la seora Nicoletis... debiera llamar inmediatamente ala polica. No hay tiempo que perder.

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    CAPTULO V

    No cabe duda de que la declaracin de Poirot fue inesperada. No origin protestas nicomentarios, pero s fue seguida de un silencio repentino y molesto. Aprovechando aquella

    parlisis momentnea, la seora Hubbard llev al detective arriba a su saloncito particular,despus de despedirse de todos con un correcto Buenas noches.La seora Hubbard encendi la luz, y tras cerrar la puerta rog a monsieurPoirot que ocupara

    una butaca junto a la chimenea. Su rostro afable expresaba duda y ansiedad. Le ofreci uncigarrillo, que Poirot rehus explicando que prefera los suyos, que a su vez le ofreci, mas ella ledijo distrada: No fumo, seor Poirot.

    Y luego, al sentarse frente a l, exclam tras un momento de vacilacin:- Me parece que tiene usted razn, seor Poirot. Tal vez debiramos avisar a la polica...

    especialmente despus de lo de la tinta. Pero hubiese preferido que no lo dijera... de ese modo.- Ah. - repuso Poirot encendiendo uno de sus diminutos cigarrillos y contemplando las volutas

    de humo -. Usted cree que debiera haber disimulado?- Pues es consolador ser sincero y franco por encima de todas las cosas... Pero me parece que

    hubiera sido mejor mantenerlo en secreto, y avisar a un agente, a quien se lo hubisemosexplicado todo privadamente. Lo que quiero decir es que... quienquiera que haya estado haciendoesas estupideces... pues... ya est advertido.

    - Tal vez s.- Yo dira que de seguro - replic la seora Hubbard con cierta brusquedad -. No hay tal vez

    que valga! Si ha sido uno de los criados o de los estudiantes que no estaban aqu, esta noche, lanoticia llegar seguramente a sus odos. Es lo que ocurre siempre.

    - Cierto. Es lo que ocurre siempre.- Y adems est la seora Nicoletis. En realidad no s qu actitud tomar. Con ella nunca se

    sabe...- Ser interesante descubrirlo.- Desde luego no podemos hablar con la polica hasta el momento que ella nos autorice... Oh,

    qu ocurre ahora?Sonaron tres enrgicos golpes en la puerta, que fueron repetidos antes que la seora Hubbard

    dijera: Adelante en tono irritado. Al abrirse la puerta fue Colin Macnabb quien entr con la pipaentre los dientes y el entrecejo fruncido. Quitndose la pipa de la boca, y cerrando la puerta a susespaldas, dijo:

    - Ustedes me perdonarn, pero estaba impaciente por hablar con el seor Poirot.- Conmigo? - Poirot volvi la cabeza con aire inocente y sorprendido.- S, con usted. - Colin habl ceudo, y acercndose una silla bastante incmoda se sent

    frente a Hercules Poirot.- Esta noche nos ha dado usted una charla interesante - dijo con aire indulgente -. No niego que

    es usted un hombre de larga y variada experiencia, pero si me lo permite le dir que sus mtodos y

    sus ideas estn pasados de moda.- Por favor, Colin - dijo la seora Hubbard, enrojeciendo -. Es usted muy poco amable.- No es mi intencin ofenderle, pero tengo que aclarar las cosas. Crimen y castigo, monsieur

    Poirot... hasta ah se extiende su horizonte...- Me parece una consecuencia natural - replic el detective.- Usted toma el punto de vista estrecho de la ley... y lo que es ms, de la ley anticuada. Hoy en

    da, incluso la ley ha de adaptarse a las teoras ms nuevas y modernas de las causas del crimen.Son las causas lo importante, monsieurPoirot.

    - En eso - exclam Poirot - y empleando una de sus modernas frases, no puedo estar ms deacuerdo con usted.

    - Entonces tendr que considerar la causa de lo que ha estado ocurriendo en esta casa... yaveriguar por qu fueron hechas estas cosas.

    - Sigo estando de acuerdo con usted... s, eso es lo ms importante.- Porque siempre existe una razn, que puede ser para el interesado una buena razn.

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    Al llegar a este punto, la seora Hubbard, incapaz de contenerse, exclam en tono crispado:- Tonteras!- Ah es donde se equivoca - dijo Colin volvindose ligeramente hacia ella -. Hay que tener en

    cuenta el fondo psicolgico.- Qu disparate! - replic la seora Hubbard -. No aguanto esta clase de tonteras!- Eso es porque no sabe usted nada de psicologa, - dijo Colin en tono grave antes de volver de

    nuevo sus ojos hacia Poirot. - A m me interesan estas cosas. En la actualidad estoy siguiendo un

    cursillo de psiquiatra y psicologa, y nos encontramos con los casos ms asombrosos ycomplicados, y lo que quiero hacer resaltar, monsieurPoirot, es que no debe considerar al criminalcomo una consecuencia del pecado criminal, o una malvada violencia de las leyes de un pas.Tiene que comprender la raz del mal para curar a un joven delincuente. Estas ideas erandesconocidas en sus tiempos y no me cabe duda de que le resultarn difciles de aceptar...

    - Un robo es un robo - intervino la seora Hubbard obstinadamente.Colin frunci el ceo con impaciencia.- Mis ideas sern sin duda anticuadas - dijo Poirot humildemente -, pero estoy dispuesto a

    escucharle, seor Macnabb.- Eso est muy bien dicho, seor Poirot. Ahora tratar de explicarle este asunto con claridad,

    empleando trminos sencillos.- Gracias - replic monsieurPoirot con la misma humildad.- Empezar por el par de zapatos que usted trajo esta noche y devolvi a Sally Finch. Como

    usted recordar, slo robaron uno. Slo uno.- Recuerdo que me sorprendi ese detalle - dijo Hercules Poirot.Colin Macnabb se inclin hacia delante y sus facciones duras, aunque incorrectas, se

    iluminaron por el inters.- Ah, pero usted no vio su significado. Es uno de los ejemplos bonitos y satisfactorios que uno

    puede desear. Nos hallamos ante un definido complejo de Cenicienta. Tal vez conozca usted elcuento de Cenicienta.

    - De origen francs... mas oui.- Cenicienta, la sirvienta sin sueldo, se queda sentada junto al hogar mientras sus

    hermanastras, con sus mejores galas, van al baile que da el Prncipe. Un Hada Madrina enva

    tambin a Cenicienta a la fiesta y, al dar la medianoche, su vestido se convierte en harapos... ellaescapa apresuradamente, perdiendo uno de sus zapatos. De modo que aqu tenemos unamentalidad que se compara a s misma con Cenicienta, sin caer en ello, por descontado...Tenemos un complejo de inferioridad, de fracaso, de envidia. La muchacha roba un zapato. Porqu?

    - Una muchacha?- Pues naturalmente. Eso est clarsimo para la inteligencia menos despejada - contest Colin

    con aire reprobador.- Por favor, Colin! - - exclam la seora Hubbard.- Siga usted, se lo ruego - dijo Poirot cortsmente.- Probablemente ella no sabe por qu lo hace... pero el deseo ntimo es evidente. Quiere ser la

    Princesa, ser reconocida por el Prncipe y reclamada por l. Otro factor significativo: el zapato

    robado pertenece a una joven atractiva que va a asistir a un baile.La pipa de Colin se haba apagado haca rato y la blanda con creciente entusiasmo.- Y ahora consideremos algunos de, los otros sucesos. La desaparicin de una serie de cosas

    bonitas... todas ellas relacionadas con el atractivo femenino. Polvos compactos, lpiz para labios,pendientes,, una pulsera, una sortija... que tiene un doble significado. La chica quiere llamar laatencin. Desea, si cabe, ser castigada... Ninguna de estas cosas constituye lo que llamaramosun robo criminal. No es el valor del objeto lo que interesa. Igual que hacen las mujeresacomodadas cuando roban cosas en los almacenes.

    - Tonteras - dijo la seora Hubbard en tono belicoso -. Algunas personas no son honradas; esoes lo que ocurre.

    - No obstante, entre los objetos robados haba un brillante de cierto valor apostill Poirot,haciendo caso omiso de la intervencin de la seora Hubbard.

    - Que fue devuelto.

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    - Y sin duda alguna, seor Macnabb, no me dir usted que un estetoscopio pueda tener relacincon el atractivo femenino...

    - Tiene un profundo significado. Las mujeres que consideran deficiente el atractivo puedenencontrar una compensacin en el estudio de una carrera.

    - Y el libro de cocina?- Un smbolo de la agradable vida hogarea... el esposo y la familia.- Y el cido brico?

    Colin replic, irritado:- Mi querido monsieurPoirot. Nadie robara cido brico! Para qu?- Eso es lo que yo me he preguntado. Debo confesar, seor Macnabb, que parece usted tener

    respuesta para todo. Explqueme entonces el significado de la desaparicin de unos pantalonesviejos de franela... que, segn tengo entendido, eran suyos.

    Por primera vez Colin pareci desconcertado. Y luego de enrojecer aclar su garganta.- Podra explicarlo... pero sera bastante complicado, y tal vez... s... bastante violento.- Oh, le ruego respetuosamente, disimule usted si me ruborizo...E inclinndose hacia delante, Poirot dio una palmada en la rodilla del joven.- Y la tinta vertida sobre los apuntes de otra estudiante, la bufanda de seda hecha jirones No le

    preocupan todas esas cosas?La complaciente seguridad de Colin sufri un cambio repentino.- S - replic -. Crame que s. Eso es serio. Debe ser sometida a tratamiento... inmediatamente.

    Pero a un tratamiento mdico. No es un caso para la polica. La pobrecilla ni siquiera sabe lo queest ocurriendo. Est confundida. Si yo fuera...

    Poirot le interrumpi.- Entonces sabe usted quin es?- Pues tengo mis sospechas.Poirot murmur con el aire de quien est resumiendo:- Una joven que no tiene xito entre el otro sexo. Una joven tmida y afectuosa. Una muchacha

    cuyo cerebro tiene reacciones lentas... que se siente fracasada y sola. Una chica...Llamaron a la puerta y Poirot se interrumpi. Volvieron a llamar.- Adelante - dijo la seora Hubbard.

    Se abri la puerta para dar paso a Celia Austin.- Ah! - exclam Poirot con una inclinacin de cabeza. - Exactamente. La seorita Celia Austin.Celia mir a Colin con ojos angustiosos.- No saba que estuvieras aqu - dijo conteniendo el aliento -. Vena... Vena...Aspir el aire con fuerza y corri hacia la seora Hubbard.- Por favor, no avise a la polica. He sido yo la que ha cogido esas cosas. No s por qu. No

    puedo imaginarlo. Yo no quera. Es slo... que senta un impulso extrao. Se volvi hacia Colin -.De modo que ya sabes cmo soy... y supongo que no volvers a dirigirme ms la palabra. S quees horrible...

    - Oh, nada de eso - exclam Colin con voz clida y amistosa -. Ests un poco confundida, nadams. Es slo una especie de enfermedad que has tenido, por no ver las cosas con claridad. Siconfas en m, Celia, pronto te pondrs bien. Te lo aseguro.

    - Oh, Colin... de veras?Celia le mir con adoracin imposible de disimular.- He estado tan inquieta!l la cogi de la mano con aire ligeramente doctoral.- Bueno, ya no necesitas preocuparte ms. - Y ponindose en pie, apoy la mano de Celia en

    su brazo y mir con aire severo a la seora Hubbard.- Espero que ahora no se hablar ms de dar parte a la polica - dijo -. No se ha robado nada de

    verdadero valor y Celia lo devolver.- No puedo devolver la pulsera ni los polvos compactos - confes Celia, inquieta -.Los tir por una alcantarilla. Pero comprar otros nuevos.- Y el estetoscopio? - pregunt Poirot -. Dnde lo dej?Celia enrojeci.

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    - Yo no lo cog, Para qu iba a querer un estetoscopio? - Su rubor se acentu -. Ni tampoco fuiyo quien verti la tinta sobre los apuntes de Elizabeth. Yo nunca hubiera hecho una... cosa tanmalvada.

    - No obstante, usted hizo pedazos la bufanda de la seorita Hobhouse, mademoiselle.- Eso fue distinto. Quiero decir... que a Valerie no le importaba.- Y la mochila?- Oh, yo no la hice pedazos. Eso fue un rapto de furor.

    Poirot cogi la lista que haba copiado de la libreta de notas de la seora Hubbard.- Dgame - le apremi -, y esta vez procure decir la verdad. De la desaparicin de qu cosas

    es o no usted responsable?Celia mir la lista de objetos desaparecidos y su respuesta no se hizo esperar.- No s nada de la mochila, ni de las bombillas, ni del cido brico, ni de las sales de bao, y en

    cuanto al anillo fue slo una equivocacin. Cuando me di cuenta de que era bueno lo devolv.- Ya.- Porque yo no quera robar. Slo...- Slo qu?En los ojos de Celia apareci visiblemente una expresin cansada.- No lo s... la verdad. Estoy confundida.Colin intervino con ademn imperioso.- Le agradecer que no la interrogue. Le prometo que no habr reincidencia en este asunto, y

    desde ahora me hago responsable de ella.- Oh, Colin, qu bueno eres conmigo!- Me gustara que me contaras muchas cosas de ti, Celia. De tu infancia, por ejemplo. Se

    llevaban bien padre y tu madre?- Oh, no, era horrible... en casa...- Exacto. Y...La seora Hubbard, intervino con voz autoritaria.- Basta! Celia, celebro que haya confesado. Ha causado usted muchas preocupaciones e

    inquietudes, debiera avergonzarse de s misma. Pero le dir una cosa. Que acepto su palabra deque no verti deliberadamente la tinta sobre los apuntes de Elizabeth. No la creo capaz de una

    cosa as. Ahora vyanse los dos. Usted y Colin. Ya les he visto bastante por esta noche.Cuando la puerta se cerr tras ellos, la seorita Hubbard exhal un profundo suspiro.- Bueno - dijo -. Qu le parece esto?A Poirot le brillaron los ojos al decir:- Creo que hemos asistido a una escena de amor al estilo moderno.La seora Hubbard lanz una exclamacin desaprobadora.Le temps, amours! - murmur Poirot. - En mis tiempos los jvenes prestaban a las muchachas

    libros teolgicos o discutan acerca del Pjaro Azul, de Maeterlink. Todo eran sentimientos eideales elevados. Hoy en da son las vidas desequilibradas y los complejos los que unen a unhombre y una mujer.

    - Eso son tonteras... - dijo la seora Hubbard.Poirot discrep.

    - No, todo no son tonteras. Los principios fundamentales son bastante sensatos... pero cuandose es un joven investigador, impaciente como Colin no se ve nada, ms que complejos y ladesdichada vida del hogar de la vctima.

    - El padre de Celia muri cuando ella tena cuatro aos - explic la seora Hubbard -. Pero tuvouna niez muy agradable, con una madre simptica, aunque algo estpida.

    - Ah, pero es lo bastante lista para no decrselo al joven Macnabb! Le dir todo lo que l deseaor. Est tan enamorada...

    - Cree usted todo esto, seor Poirot?- No creo que Celia tenga complejo de Cenicienta ni que robe las cosas sin darse cuenta, pero

    s que corri el riesgo de apoderarse de cosillas sin importancia con objeto de atraer la atencindel vehemente Colin Macnabb, en cuya empresa ha salido vencedora. De haber continuado siendouna muchacha vulgar y tmida nunca le hubiera mirado siquiera. En mi opinin - dijo Poirot -, una

    chica tiene derecho a poner en prctica recursos desesperados para pescar a un hombre.- Yo no hubiera dicho que tuviera inteligencia para tramar todo eso - replic la seora Hubbard.

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    para explicarse o defenderse. Aunque todos los de esta casa penssemos que l verti la tinta, nolo negara, limitndose a decir: Que piensen lo que quieran. Y esa actitud es una tontera.

    - Desde luego puede ser mal interpretada.- Creo que es una especie de orgullo, ya que siempre ha sido un incomprendido.- Hace muchos aos que le conoce?- No, slo har cosa de un ao. Nos conocimos en un viaje por los castillos del Loira.Cogi una gripe que degener en pulmona y yo fui su enfermera durante toda la enfermedad.

    Es muy delicado, y no cuida lo ms mnimo su salud. En ciertos aspectos, a pesar de ser tanindependiente, necesita que le cuiden como a un chiquillo. En realidad necesita alguien que seencargue de l.

    Poirot suspir. De pronto se sinti muy cansado del amor... Primero Celia con sus miradas deadoracin. Y ahora all estaba Patricia con la vehemencia de una madonna.

    Admita que deba haber amor y que la juventud tiene que conocerse y aparejarse, pero l,Poirot, haba pasado ya aquella fase, a Dios gracias. Se puso en pie.

    - Me permite que retenga su anillo, seorita? Se lo devolver maana sin falta.- Desde luego, si es se su deseo - repuso Patricia bastante sorprendida.- Es usted muy amable. Y por favor, mademoiselle, tenga cuidado.- Cuidado? Cuidado por qu?- Ojal lo supiera - repuso Hercules Poirot.

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    CAPTULO VI

    El da siguiente result exasperante para la seora Hubbard en todos los aspectos, a pesar dehaberse despertado con una considerable sensacin de alivio. La duda inquietante de los ltimos

    acontecimientos haba sido aclarada por fin, siendo la responsable una jovencita tonta que quisocomportarse segn el estilo moderno (que la seora Hubbard no soportaba), y de ahora enadelante volvera a reinar el orden.

    Cuando bajaba a desayunar llena de esta seguridad reconfortante, la seora Hubbard vioamenazada su reciente paz. Los estudiantes escogieron aquella maana para mostrarseespecialmente cargantes, cada uno a su manera.

    El seor Chandra Lal, que se haba enterado del sabotaje de los apuntes de Elizabeth, estabamuy excitado.

    - Es la opresin - exclam -. La opresin deliberada de las razas nativas. Reserva y prejuicios,prejuicios raciales. Aqu tenemos un ejemplo clarsimo.

    - Vamos, seor Chandra Lal - replic la seora Hubbard tajantemente -. No tiene usted derecho,a decir eso. Nadie sabe quin lo hizo ni por qu.

    - Oh, pero, seora Hubbard, cre que Celia haba ido a verla para confesarlo todo - dijo JeanTomlinson -. Yo lo consider magnfico por su parte, y debemos ser todos muy amables con ella.

    - Es que tienes que ser siempre tan adulador, Sean? - pregunt Valerie Hobhouse enfadada.- Creo que no haces bien en decir eso.- Vamos intervino Nigel estremecindose -. Qu trmino tan revolucionario!- No veo por qu. El grupo de Oxford lo emplea y...- Oh!, por amor de Dios, es que hemos de or hablar del grupo de Oxford hasta en la hora del

    desayuno?- Qu ocurre, Ma? Dice que fue Celia la que tom esas cosas? Es por eso que no baja a

    desayunar?- Por favor, yo no comprendo absolutamente nada - dijo Akibombo.Y nadie se lo aclar, puesto que todos estaban demasiado ocupados en hacer sus propias

    preguntas y comentarios.- Pobrecilla - continu Len Bateson -. Es que andaba algo apurada de dinero?- Sabe? A m no me sorprende mucho - dijo Sally despacio -. Siempre tuve la impresin...- Te atreves a decir que fue Celia la que verti tinta en mis apuntes? Elizabeth Johnston le

    miraba con asombro -. Me parece absurdo e increble.- Celia no manch de tinta sus trabajos, seor - intervino la seora Hubbard -. Y quisiera que

    dejaran de discutir sobre esto. Mi intencin era explicrselo todo tranquilamente ms tarde, pero...- Pero Jean estaba escuchando. Por casualidad iba a...- Vamos, Bess - exclam Nigel -. T sabes muy bien quin volc el tintero. Yo, el malo de Nigel,

    cog mi tinta verde y la vert sobre los apuntes.- No es cierto. Est mintiendo! Oh, Nigel! Cmo puedes ser tan estpido?

    - Trato de ser noble y protegerte, Pat. Quin cogi mi tinta ayer maana? Fuiste t.- Por favor, no entiendo nada - asinti Akibombo.- Ni quieras entenderlo - le dijo Sally -. Yo en tu lugar no me metera en eso.Chandra Lal se puso en pie.- No pregunta usted por qu existen los Mau Mau, o por qu Egipto se ha ofendido por lo del

    Canal de Suez?- Al diablo! - estall Nigel, dejando violentamente su taza encima del plato -. Primero el grupo

    de Oxford, y ahora poltica. A la hora del desayuno! Me marcho!Y apartando su silla con energa abandon la estancia.- Sopla un viento muy fro. Ponte el abrigo - le grit Patricia corriendo tras l.- Cock, cock, cock - le remed Valerie, burlona -. No tardar en echar plumas.Genevive, la joven francesa, cuyo ingls no era todava lo bastante bueno como para

    comprender las frases rpidas, haba estado escuchando las explicaciones que musitaba a su odo

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    su amigo Ren, y ahora empez a hablar en francs a toda prisa mientras su voz se iba elevandode tono.

    - Comment done? C'est cette petite qui m'a vol mon compact? Ah, par exemple! J'irais a lapolice. Je ne supporterais pas une pareille...

    Colin Macnabb, que llevaba algn tiempo intentando hacerse or sin conseguirlo, abandon suactitud comedida y descargando el puo con fuerza sobre la mesa impuso silencio a todos. El tarrode mermelada cay al suelo y se hizo aicos.

    - Callaos todos y dejadme hablar. Nunca vi tanta ignorancia y falta de caridad! Es queninguno de vosotros tiene la menor nocin de psicologa? Os aseguro que esa chica no tiene laculpa. Ha sufrido una serie de crisis emocionales y necesita ser tratada con la mayor simpata ycuidado... o de lo contrario puede quedar perjudicada para toda la vida. Os lo advierto... lo que ellanecesita es mucha comprensin.

    - Pero al fin y al cabo - replic Jean con voz clara -, aunque estoy de acuerdo contigo en lo deser amable con ella no podemos olvidar ciertas cosas, no te parece? Me refiero a los robos.

    - Robos - repiti Colin -. Si eso no fue robar! Bah! Me ponis fuera de m...- Es un caso interesante, verdad, Colin? - dijo Valerie con una sonrisa.- Para quien le interesan los procesos mentales, s.- Claro que a m no me quit nada... - empez a decir Jean -, pero creo que...- No, a ti no te quit nada - replic Colin volvindose hacia ella con el entrecejo fruncido -. Y si

    tuvieras la ms ligera idea de lo que eso significa, no estaras tan satisfecha.- La verdad, no comprendo...- Oh, vamos, Jean - intervino Len Bateson -. Dejmonos de discusiones. Voy a llegar tarde y t

    tambin. Anda, vente conmigo.- Decidle a Celia que se anime - dijo l por encima del hombro.- Yo quisiera hacer una protesta formal - dijo Chandra Lal -. Me quitaron el cido brico que tan

    necesario es para mis ojos fatigados por el estudio.- Usted tambin va a llegar tarde, seor Chandra Lal - le dijo la seora Hubbard con decisin.- Mi profesor no suele ser muy puntual - repuso Chandra Lal dirigindose, no obstante, hacia la

    puerta -. Y tambin se muestra irritado y poco razonable cuando le hago preguntas inquisidoras.- Mais il faut qu'elle me la rende, cette compacte - dijo Genevive.

    - Tienes que hablar ingls, Genevive... nunca aprenders si vuelves al francs cada vez que teexcitas. La cena del domingo entra en la presente semana y todava no me la has pagado.- Ah!, ahora no tengo aqu el bolso. Esta noche... Viens, Ren, nous serons en retard.- Por favor - dijo Akibombo mirando a su alrededor con aire suplicante -. No entiendo nada.- Vamos, Akibombo - le dijo Sally -. Yo te contar todo lo que ocurre camino del Instituto.Y tras dirigir una mirada de aliento a la seora Hubbard arrastr a Akibombo fuera de la

    habitacin.- Dios mo - exclam la seora Hubbard suspirando profundamente -. Por qu aceptara este

    empleo?Valerie, que era la nica que quedaba, le sonri con afecto.- No se preocupe, Ma - le dijo -. Lo bueno es que se haya descubierto todo! Todo el mundo

    empezaba a ponerse nervioso.

    - Debo confesar que me ha sorprendido.- El que haya sido Celia?- S. A usted no?Valerie repuso con expresin ausente:- En realidad debiera haberlo supuesto.- Es que lo imaginaba?- Pues una o dos cosas me hicieron cavilar. De todas formas ahora tiene situado a Colin en el

    lugar que ella quera.- S, pero no puedo dejar de pensar que hizo mal.- No puede conquistarse a un hombre con un revlver - ri Valerie -. Pero fingirse cleptmana,

    no es un buen truco? No se preocupe, Ma. Y, por amor de Dios, que Celia devuelva los polvoscompactos a Genevive, o de otro modo no volveremos a tener paz durante las comidas.

    La seora Hubbard exhal un profundo suspiro.- Nigel ha roto su plato y el tarro de mermelada.

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    - Vaya una maana infernal, verdad? - dijo Valerie antes de salir, y la seora Hubbard la oydecir alegremente en el recibidor:

    - Buenos das, Celia. No hay moros en la costa. Todos lo saben y todo se olvidar... por ordende la pa Jean. Y en cuanto a Colin, ha estado rugiendo como un len para defenderte.

    Celia entr en el comedor con los ojos enrojecidos por el llanto.- Buenos das, seora Hubbard.- Baja usted muy tarde, Celia. Buenos das. El caf est fro y no le han dejado mucho que

    comer.- No quise encontrarme con los dems.- Eso me figur, pero ha de verles pronto o tarde.- Oh, s. Lo s. Pero pens que sera ms fcil... por la noche. Y desde luego no puedo

    quedarme aqu. Me marchar a fines de semana.La seora Hubbard frunci el ceo.- No creo que sea necesario. Debe esperar que estn un tanto molestos... es natural... pero en

    conjunto son todos generosos y saben perdonar. Claro que tendr que reparar cuanto antes lohecho.

    Celia la interrumpi, apremiante:- Oh, s. Aqu tengo mi talonario de cheques. Es una de las cosas que quera decirle.- Y le mostr un sobre que llevaba en la mano y que contena el talonario -. Le haba puesto

    unas letras por si no la encontraba al bajar para decirle cunto lo senta, y mi intencin era llenarun cheque para que usted lo arreglara todo, pero mi pluma no tena tinta.

    - Tendremos que hacer una lista.- La hice ya... hasta donde es posible. Pero no s si comprar las cosas o darles el dinero.- Lo pensar. Es difcil decidirlo as de pronto.- Oh, pero djeme que le entregue un cheque ahora. Me sentir mucho mejor.Estaba a punto de responder: De veras? Y por qu va a sentirse mejor?, mas la seora

    Hubbard reflexion que lo mejor era resolverlo por aquel medio, puesto que los estudiantesandaban siempre cortos de dinero. Y as tambin se aplacara Genevive, quien de otro modopodra traer complicaciones con la seora Nicoletis. (Y ya tenan bastante tal como estaban lascosas).

    - Muy bien - dijo repasando la lista de objetos -. Es un trabajo bastante difcil calcularexactamente lo que costar.Celia replic:- Le dar un cheque por la cantidad aproximada que usted diga, y luego me devuelve lo que

    sobre, o yo aadir lo que haga falta.- Muy bien. - La seora Hubbard mencion una cifra que ella consider dara amplio margen a

    los gastos y Celia no puso el menor reparo, disponindose a abrir el talonario de cheques.- Oh! mi pluma est vaca. - Se acerc a los estantes donde haba algunos objetos

    pertenecientes a los estudiantes -. Aqu no hay ms tinta que la de Nigel! Esa horrible tinta verde.Oh!, la utilizar. A Nigel no le importar. Tengo que acordarme de comprar una botella hoycuando salga.

    Y una ve