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Versión digital Jorge Baudino Ediciones 4623.0054 35 REVISTA DE LA ESCUELA DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS Año I N° 3 • diciembre 1999 Agustín PIERONI Democracia y Economía Hoy DEMOCRACIA Y ECONOMÍA, HOY Agustín PIERONI Las siguientes páginas tratan de bucear en defectos que afectan a nuestra democracia y cómo esos defectos inciden adversamente en nuestro bienestar económico. Con la votación del 24 de Octubre ya hemos cumplido, entre renovaciones, referén- dums, constituyentes y otras elecciones, más de diez veces con nuestro deber nacional de utilizar el arma del voto. Aparentemente lo estamos haciendo mu- cho mejor. Hay cortes de boleta, votos dispersos, votos a personas y no a facciones, ubicación de un partido en el ejecutivo y de otros en el legislati- vo. O sea estamos aprendiendo que nuestra pe- queña arma, el voto, se puede disparar con bas- tante precisión y con bastante efecto en las diver- sas fuerzas políticas. Tenemos un Presidente acotado por sena- dores adversos, diputados apenas favorables, Cor- te Suprema de origen divergente y unos quince go- bernadores de otros partidos. Tenemos gobernado- res con legislaturas de signo contrario y en Buenos Aires por ejemplo, se gobernará con la mitad de las intendencias de otro pensamiento y en oposición al Presidente. Tenemos también intendentes con sus gobernadores y sus consejos de ideario adverso. Todo ello seguramente no resultará, como se dice por ahí, en gobiernos débiles sino en gobiernos más fuertes, en tanto sepan conseguir el consenso im- prescindible en una democracia.

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Las siguientes páginas tratan de bucear en defectos que afectan a nuestra democracia y cómo esos defectos inciden adversamente en nuestrobienestar económico.

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Agustín PIERONI • Democracia y Economía Hoy

DEMOCRACIA Y ECONOMÍA, HOY

Agustín PIERONI

Las siguientes páginas tratan de bucear endefectos que afectan a nuestra democracia y cómoesos defectos inciden adversamente en nuestrobienestar económico.

Con la votación del 24 de Octubre yahemos cumplido, entre renovaciones, referén-dums, constituyentes y otras elecciones, más dediez veces con nuestro deber nacional de utilizarel arma del voto.

Aparentemente lo estamos haciendo mu-cho mejor. Hay cortes de boleta, votos dispersos,votos a personas y no a facciones, ubicación de unpartido en el ejecutivo y de otros en el legislati-vo. O sea estamos aprendiendo que nuestra pe-queña arma, el voto, se puede disparar con bas-tante precisión y con bastante efecto en las diver-sas fuerzas políticas.

Tenemos un Presidente acotado por sena-dores adversos, diputados apenas favorables, Cor-te Suprema de origen divergente y unos quince go-bernadores de otros partidos. Tenemos gobernado-res con legislaturas de signo contrario y en BuenosAires por ejemplo, se gobernará con la mitad de lasintendencias de otro pensamiento y en oposición alPresidente. Tenemos también intendentes con susgobernadores y sus consejos de ideario adverso.Todo ello seguramente no resultará, como se dicepor ahí, en gobiernos débiles sino en gobiernos másfuertes, en tanto sepan conseguir el consenso im-prescindible en una democracia.

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Así es como votan hace decenios los pueblos que tienen democra-cias estables. Repartiendo el gobierno entre facciones contrarias que asíse ven obligadas a pactar y negociar, con obvio beneficio para la gente.

Ya escuché la ola de críticas que esta situación lleva al ánimo detodos aquellos para quienes gobernar es llevar férreamente las riendas delEstado hacia donde el «líder» desee. Es una situación lamentable paraaquellos que creen que así “no se puede gobernar”. Sin la Corte Supremaa su favor, sin las Cámaras a favor, sin Banco Central a favor —dicen —no se puede llevar adelante un plan orgánico de gobierno. La crítica meparece un resabio autoritario de la derecha y de la izquierda, de los quesueñan que gobernar es hacer lo que “el elegido” cree que es bueno. Paraellos basta pedirles que sigan con atención la «remake» de la vieja historiaque se está proyectando en Venezuela.

Gobernar, por el contrario, es hacer aquello que quien conducecree que es bueno, sí, pero con los límites de la opinión de los demás. Conlos límites de la opinión de la minoría, de la gente, de los que se oponen,e incluso con mucha tolerancia a las minorías más olvidadas.

Es lo que al estudiar en 1831 la democracia americana, Tocqueville1

llamó la fortaleza de los poderes muy repartidos y aparentemente débilesde la democracia en Norteamérica que debían soportar todos los gobier-nos desde el municipio hasta la Suprema Corte.

Aunque en el país muchos politólogos se asusten porque este nue-vo deber de negociar para gobernar, puede inducir al común de la gente acreer que los políticos «se cubren unos a otros”. Como se ve, el enano au-toritario anida en muchos corazones y si un gobierno no mandonea tipoFacundo Quiroga no parece, para nosotros, ser un verdadero gobierno.

Pero, pese a todo, gracias a Dios y a los votos (En los cuales nose le puede dar mucha autoría a Dios porque no se debe tomar su nom-bre en vano), después del 24 de octubre tenemos, «frenos, balances y con-trapesos» suficientes en el poder para que el gobierno no se desborde y sedesenvuelva en un proceso consensuado y negociado de medidas en favordel pueblo. Sin mesianismos. Sin iluminados que, por reiterativos, aburren.

Como resumen: Parece que una parte del juego democrático, laselecciones pluralistas, lo estamos practicando.

1. Alexis de Tocqueville. «Alexis de Tocqueville. «Alexis de Tocqueville. «Alexis de Tocqueville. «Alexis de Tocqueville. «La Democracia en América»»»»» I, Primera Parte Alianza Editorial,Madrid, 1980.

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EL INVENTO DE LAS ELECCIONES

En realidad el elegir al gobernante mediante un sistema de elec-ciones es un método relativamente moderno.

Los griegos no usaban elecciones en Esparta y en otras ciudades.En Atenas, la madre de la filosofía y el gobierno, usaban para muchos car-gos de la ciudad el sorteo. Salvo cuando estaban en guerra en que losstrategoi2 eran designados por la Asamblea.

Roma no conoció elecciones aunque tenía los “candidatos”3 . Lasdesignaciones de senadores eran para los representantes de las familiaspatricias y eran efectuados mediante el sistema de cooptación4 . Las diver-sas “tribus”, que elegían «tribunos», a las que pertenecían los ciudadanos,en asamblea de centurias, designaban los cargos que correspondían a la«plebe». A veces tenían derecho a hablar en las asambleas, a veces los vo-tos se deferían en forma desigual, como en las actuales asambleas de so-ciedad anónima con voto plural. No eran en realidad métodos elecciona-rios como los actuales.

Se conocía el sistema de votación, pero era el sistema de votacióndecisoria que rige en un congreso o en una legislatura, en las cuales lavotación es para tomar decisiones, es decir que cuando tratamos de unavotación decisoria no debe confundirse con un sistema eleccionario.

Después, desde Atila en más, el gobierno de todos los lugares dela tierra fue deferido por la fuerza o por las leyes de herencia.

¿Quién inventó pues las elecciones para elegir autoridades?

Fueron los monjes de los monasterios medievales, monasterios conmiles de religiosos, los que adoptaron el método eleccionario. Un métodoeleccionario votando para elegir su abad.

Por supuesto que no podían utilizar la fuerza como método deacceso al gobierno y, por definición, tampoco podían conferir el gobiernopor sucesión hereditaria cuando tenían promesa formal de castidad. Laelección, el sistema eleccionario pues, fue su invención.

A ellos, los primeros, se les planteó el problema de elegir a losmejores para gobernar su convento. Siempre supieron que eran hombresy pecadores y que no eran ángeles. Sabían que era muy posible que un

2. Strategoi, (en griego clásico) eran los “generales” o “estrategas” que elegía la Asamblea.Indro Montanelli «Indro Montanelli «Indro Montanelli «Indro Montanelli «Indro Montanelli «Historia de los Griegos y de Roma»»»»» Plaza y Janés. Barcelona 1974,pág. 183

3. Los postulantes a un cargo, que pretendían les fuera deferido, usaban en el foro una togablanca. Candidus tenía el sentido de blanco. Montanelli Montanelli Montanelli Montanelli Montanelli op. cit., pág. 322

4. Uno de los pocos lugares donde en la actualidad la cooptación sigue funcionando es en elSacro Colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica. El cuerpo mismo, o su Jefe, eligensus miembros.

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grupo numeroso de votantes uniéndose no eligiera al mejor sino a cual-quiera que abusara de su demagogia. Por eso rodearon las elecciones querealizaban en sus consistorios, de meditación y oraciones para que el Cie-lo iluminara su votación. Y en los viejos escritos de los monjes benedicti-nos a la elección siempre se la llamó la “selección”.

Porque de eso se trataba, no simplemente de elegir, sino de selec-cionar. No elegir a un hombre cualquiera, sino seleccionar a los mejores.

Pero Dios sabe que, aún hoy, entre nosotros la dificultad subsisteen toda su extensión. Los elegidos no siempre son los mejores. Y más deuno dirá que suele suceder lo contrario.

El primer esfuerzo, pues, para mejorar el sistema eleccionario esque lentamente todos vayamos aprendiendo que cada elección es una “se-lección” entre los mejores, los más aptos para gobernar.

A partir de estos pequeños avances en la cultura política nosqueda un gran problema por resolver.

¿Puede la democracia conseguir para esta Nación el desarrolloeconómico? ¿Conseguirá la democracia hacernos salir del pantano econó-mico en el que nos debatimos?

¿Es la democracia solución para los flagelos económicos que nos afligen?

UNA DEMOCRACIA CON ZURCIDOS

Me parece que nuestro pensamiento salta demasiadas vallas y sacaconclusiones excesivas. Lo que es claro es que hemos comenzado a enten-der y aplicar este asunto del voto eleccionario. Lo que aún está muy lejoses que estemos viviendo una democracia cabal.

En el terreno de la instrumentación de la democracia, nuestraselecciones —internas o externas— son fuertemente clientelísticas; nues-tra representatividad está tergiversada por la “lista sábana”; el financia-miento electoral es poco transparente; las leyes electorales adolecen deperversiones; existen entidades con fuerza irresistible sobre los elegidos;que hay medios, multimedia enormes, que condicionan decisivamente laopinión pública hacia sus propios intereses corporativos; hay crisis de re-presentatividad por la defectuosa intermediación de los partidos y nues-tro sistema no garantiza la selección de los mejores.

Ex profeso, para lograr una razonable calma en el análisis, olvi-daremos los problemas derivados de la corrupción.

¿Qué nos pasa en democracia y economía?

En realidad, nos enfrentamos a dos tipos de cuestiones: una esnuestra falencia democrática y la segunda se produce cuando nuestras

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irregularidades en la concreción de la democracia afectan nuestra situa-ción económica.

Ya enumeramos las mayores dolencias políticas de la estructurademocrática. Pensamos que nuestras elecciones, tanto internas como ge-nerales, adolecen de clientelismo; que en el financiamiento electoral enmuy poco transparente y el resultado se nota en las concesiones posterio-res a los que financian la elección —y los que ayudan no son los despo-seídos y los pobres— que la representatividad está oscurecida por una in-termediación fangosa de los partidos y una opacidad repetida en las listassábana que entronizan a sujetos impresentables; que los defectos de lasleyes electorales se siguen arrastrando a pesar de que se predica contraellos y por encima de todo, que hemos llegado a un punto en que el fun-cionamiento de la justicia ha hundido el seguridad jurídica.

¿Y en el terreno político económico?

Llegamos al fin de otro período gubernamental con fuertes presio-nes monopólicas en casi todos los sectores económicos en que actuó la pri-vatización y que antes dependían del Estado; la legislación antimonopólicaes deficiente; la representación y el trabajo sindical se mueven en una evi-dente consolidación de antiguo corporativismo; gozamos de estabilidad y losíndices macro han registrado crecimiento en el país pero, en oposición, lapobreza se ha acrecentado; termina este período democrático con un númeroinusitado de desempleados y de mal empleados y toda nuestra micro, pequeñay mediana empresa está más allá de la peor crisis.

¿Podrá corregir la democracia la pobreza y la necesidad? Y ade-más ¿Logrará la democracia conseguir y repartir bienestar en igualdad?

Los teóricos dicen que sí, que se puede. Además vemos que lospaíses que practican la correcta democracia, no sólo como forma de go-bierno sino como forma de vivir, viven bien.

Pero, lamentablemente, a nosotros nos afectan los problemas des-criptos y otros.

¿No es muy duro terminar el segundo ciclo democrático, la erade Menem, con tantos problemas y angustias?

Cuando terminó Alfonsín su mandato, la Argentina vivía, segúnlos índices, una pobreza estructural, honda carencia de capital y una in-flación muy importantes.

Cuando termina Menem su decenio, muchos contabilizan pobre-za, desempleo y males como la industrialización en recesión, sin importarlos logros positivos de su período.

Con estos dos paradigmas reiterativos la pregunta se impone: ¿Sir-ve la democracia para mejorar la economía?

Veamos más en detalle éste, nuestro problema.

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LA PERENNIDAD DE LA POBREZA

Hay un fuerte debate en curso sobre las cifras de la pobreza enla Argentina.

Desde el INDEC se ha fijado como línea de pobreza extrema paraeste semestre de 1999, ingresos totales de quinientos pesos para una fa-milia de cuatro personas. Por debajo de un ingreso de esta cantidad, arbi-traria en muchos sentidos, una familia es «pobre».

El INDEC estimó, hasta Septiembre de 1999, que la cantidad de per-sonas en esta posición de magro ingreso era de unas 9.000.000 de personas5.

Por su parte el Banco Mundial, aparentemente preocupado por losresultados asaz discutibles de las políticas de ajuste, de disciplina fiscal,de contención de gastos y de moneda que recomiendan sus funcionarios,contrató su propia encuesta para medir la pobreza. La encuesta se realizócon profesionales contratados al efecto en toda la república y en la mismase utilizó asimismo la línea de quinientos pesos para marcar el nivel depobreza según mismo criterio del INDEC. Pero su resultado final difiriónotoriamente de los resultados del INDEC. El Banco Mundial detectó queen Agosto de 1999, había 13.200.000 personas debajo de la fatídica líneaimaginaria, a quienes debía calificar como «pobres».

Todos hemos presenciado las discusiones y los debates sobre si enla Argentina tenemos como pobres —o sea gente que en grupo familiar decuatro personas recibe por todo concepto menos de quinientos pesos—nueve millones o trece millones doscientos mil personas.

El debate incluyó políticos, economistas, funcionarios, obispos,periodistas.

Este problema de millón más o millón menos de personas pobresnos desacordó y dividió.

Creo que las elecciones zanjaron la cuestión con un tajo, medianteel expeditivo sistema de Alejando, que cortó el nudo gordiano.

No se trataba de saber cuántos «millones de personas» viven mal.Eran muchasmuchasmuchasmuchasmuchas en cualquiera de las encuestas.

Se trata de decir también que la democracia, en los últimos años,por lo menos perceptiblemente, no mejoró la economía de los más en nues-tra patria. Sí mejoraron los índices de riqueza macro.

5. La estimación del INDEC proviene de su encuesta permanente hogares realizada haciaSeptiembre de 1999 Debe tenerse presente que esa «Encuesta Permanente de Hoga-res «se efectúa sobre hogares de la ciudad de Buenos Aires y de la Metrópoli circundante.Esta encuesta ha sido proyectada al resto del país para determinar la cifra de pobrezaque se indica más arriba.

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No sucedió lo mismo en los hogares. Allí la pobreza creció.

¿Cuál es la causa? Cada cual tiene su respuesta. Ésta se puededar desde la tercera vía, desde el progresismo o desde el liberalismo. Y todoslas conocemos.

Y también conocemos otros dos íncubos, como les llama Juan Pa-blo II: la desocupación y la mala ocupación.

Los últimos índices globales señalan que la desocupación superael índice del 14%. Es de público conocimiento que cada punto de estosíndices representa cientos de miles de personas desocupadas y por consi-guiente un número sensiblemente similar de familias sin sostén.

El índice de subempleo, o sea el mal empleo, también supera el 15%de la población activa. Sobre él cabe la misma acotación de que unsubempleado suele implicar, en la mayoría de los casos, una familia con pro-blemas de ingreso.

Si sumamos ambos índices y los proyectamos sobre la poblaciónque debería estar sostenida por estos desocupados o por subocupados, nosacercamos a los 12 millones de personas afectadas por el desempleo o elsubempleo. Que no son los mismos millones de pobres definidos según in-gresos inferiores a 500 pesos. Hay desocupados y mal ocupados que sonpobres de alguna de las clases medias. Quiere decir que ambas cifras mi-llonarias no corresponden a la misma gente, ni las cifras se pueden superpo-ner, ni se trata de las mismas personas. Quizá se superpongan en un deter-minado porcentaje, aunque este sea importante, pero no en su totalidad.

Pero en principio debemos suponer que a los trece millones depobres hay que añadirles unos cuantos millones —las estadísticas no lo pre-cisan con claridad— de personas afectadas no por la pobreza pero sí porla angustia del desempleo y del subempleo.

LA POBREZA DE NO SABER

Una tercera parte de la población del país, con la edad adecuadapara ser incluida en la estadística, no ha terminado con la escuela prima-ria, ni menos con la actual Escuela General Básica. Otra tercera parte dela población sólo tiene como instrucción la misma escuela elemental.

O sea que casi un 70% de la gente en Argentina sólo tiene esaescuela elemental, o no la ha terminado, o nunca ha concurrido a ella.6

El porcentaje de población con estudios universitarios, termina-

6. Ello contrasta con estadísticas de Taiwan y Corea del Sur que reflejan que el 100% de lapoblación escolar en la edad adecuada está en el equivalente de nuestra escuela me-dia o polimodal.

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dos o no, oscila en el 11% y la diferencia hasta llegar al total, es el por-centaje de la población con escuela secundaria completa o incompleta.

Después de este rápido sobrevuelo por encima de nuestro nivelde educación surge una tentación de efectuar una conclusión un pocoapresurada.

Cuando hablamos de que un tercio de la población Argentina, unosdoce millones de personas, no han concurrido a la escuela o tienen menosque una educación primaria completa, la tentación tiende a llevarnos a equi-parar, y lo que es peor superponer, este índice de carencia instructiva con elnúmero de pobres. La opinión es tentadora pero nuevamente es falsa.

Los millones de pobres NO se superponen con los millones dedesocupados o subocupados NI con los millones de desalfabetizados.

Son otros millones de personas. Quizá si dibujamos los carenciadoscarenciadoscarenciadoscarenciadoscarenciadosde ingresosde ingresosde ingresosde ingresosde ingresos con un círculo, con otro los carecientes de empleocarecientes de empleocarecientes de empleocarecientes de empleocarecientes de empleo y con otro losdesalfabetizados desalfabetizados desalfabetizados desalfabetizados desalfabetizados descubramos que los círculos se cruzan en determinadoporcentaje, pero no se superponen integralmente, ni mucho menos.

¿Qué quiere decir esto? Que a los millones de pobres hay que su-marles unos cuantos millones de personas mal ocupadas o desocupadas yotros millones de mal instruidos. La suma de las tres carencias nos da unperfil angustioso de la población del país.

Un perfil que nos indica a primera vista, y es un tema para bu-cear e indagar, que más de la mitad del país, creo que bastante más, estámuy mal preparado, económicamente, laboralmente o culturalmente paraayudar a que el país salga de sus endémicos problemas.

LA TAN ANSIADA IGUALDAD

Ninguna democracia funciona si no opera en un pueblo con unarazonable igualdad.

¿De qué igualdad hablamos? Existe la igualdad legal, que en ge-neral tenemos, por la cual todos somos iguales ante la Ley, con los mis-mos derechos personales.

Existe otra igualdad que no tenemos, por la cual las personas sondiferentes en cualidades y atributos de diversa índole, desigualdad que haceal pluralismo y que es beneficiosa para la humanidad.

Sin divagar tanto, Sartori habla de cuatro sistemas de igualdad.La igualdad política de un hombre un voto, la igualdad social de trato, laigualdad económica que se refiere a la misma riqueza para todos y la igual-dad de oportunidades, que divide en dos tipos: la igualdad de acceso y la

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igualdad de puntos de partida7 .

La igualdad económica nos lleva muy pronto, no bien exigimos suaplicación, al terreno de la distribución de bienes compulsiva y en últimainstancia de la confiscación y la pérdida de democracia y libertad. El ca-mino no es discurrible ni atractivo.

La igualdad de trato social fue una condición ínsita en la civiliza-ción precolonial, colonial y nacional, de la Argentina. Quizás por los orí-genes de los que la fundaron y poblaron, quizá por la subsiguiente inmi-gración, esta igualdad es parte sustancial de nuestro acervo sociológico.

No por ello dejó de tener sus hitos fundantes, como la Asambleadel año 1813, que muy tempranamente decreta la desaparición de la es-clavitud por lo menos en la libertad de los nacidos y la prohibición de pre-rrogativas de «sangre y de títulos de nobleza»8 .

La igualdad política para nosotros tuvo temprano acogimiento le-gal aunque el voto universal nace sólo a partir de la ley Sáenz Peña en 1910y el voto para las mujeres, es recién conseguido hace sólo cincuenta años.Desde allí parece razonable definir que tenemos igualdad política. «Unapersona, un voto» y la igualdad ante la ley, de raigambre constitucional,va adquiriendo cada vez mayor solidez jurídica. Aunque no siempre real.

Y nos quedan las variantes de la igualdad de oportunidades. La igual-dad de acceso a los bienes de cualquier índole que implica equivalencia deaptitudes físicas y económicas para poder desenvolverse y la igualdad de inicio.

Luego del inicio, el futuro dependerá del trabajo, el mérito o eltalento puesto de manifiesto en el desarrollo personal.

La igualdad parece ser, según aceptable definición, el reparto igualentre iguales y desigual entre desiguales. En realidad, reiterada jurispru-dencia de nuestra Corte Suprema, en sucesivas composiciones de miem-bros, elaboró el concepto de que la «Igualdad implica el trato igual a laspersonas que se hallan en las mismas circunstancias».

7. Giovanni Sartori.Giovanni Sartori.Giovanni Sartori.Giovanni Sartori.Giovanni Sartori. «Teoría de la Democracia» 2 «Los problemas Clásicos» REI Argentina -Buenos Aires, 1990. pág. 421

8. La Constitución de 1853 ratifica estos principios y añade la prohibición absoluta de laesclavitud decretando la libertad de cualquier persona por el sólo hecho de pisar terri-torio argentino. En otros países la esclavitud siguió hasta fines del siglo XIX, como enBrasil, pero en nuestro país hubo trampas y esclavitud disimulada durante mucho tiempo.Mucho después de 1813 se vendían esclavos con la excusa que eran la carga de barcosatrapados al enemigo por los titulares de las patentes de corso. Dice George Reid AndrewsGeorge Reid AndrewsGeorge Reid AndrewsGeorge Reid AndrewsGeorge Reid Andrewsen «The Afro Argentines in Buenos Aires» Wisconsin Press - Londres 1980 «It remainone open question exactly how many slaves were freed in Buenos Aires by the 1861»(pág. 56). El año 1861 resulta el año aproximado de vigencia de la constitución de1853 en la Provincia de buenos Aires, fuera de que la propia ley establecía el pago deuna indemnización a los dueños de esclavos para liberarlos, con lo que la liberación sehizo verdaderamente larga y confusa su libertad en la realidad cotidiana.

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Pero el concepto nos lleva a otras exigencias. Exigencias de quelos gobiernos efectúen acciones precisas. Acciones positivas y concretas quehan sido universalmente aceptadas para emparejar las circunstancias ensituaciones de evidente desigualdad.

De allí que las denominadas «acciones afirmativas»acciones afirmativas»acciones afirmativas»acciones afirmativas»acciones afirmativas» están en uso entodo el mundo. En EE.UU. es archiconocida la acción afirmativa a favor dela minoría negra. Entre nosotros, el cupo femenino para integrar el 30% depuestos en listas políticas es una buena acción afirmativa, que permite la igua-lación de oportunidades de acceso de mujeres a los cargos políticos.

Ya veremos que hacen falta muchas más acciones afirmativas paraigualar la línea de largada de todos y dar igualdad de acceso e inicio parala igualdad de oportunidades.

DESPAREJOS EN EDUCACIÓN

En los mejores colegios privados de la gran metrópoli tenemosescuelas de doble escolaridad, que enseñan materias extra programáticas,idiomas a fondo, informática, arte, comportamiento social, deportes, etc.Hay una segunda línea de escuelas, muy buenas, públicas y privadas, tam-bién con doble escolaridad, campus para expansión física, y escolaridadextendida con idiomas, materias extra, etc. Todo esto es la primera líneade nuestra educación, a veces complementada con intercambios con es-cuelas del exterior.

En la misma metrópoli, y en otras grandes ciudades también, si-gue una segunda línea con materias similares, escolaridad extendida y enun menor nivel, tanto público como privado, una multitud de escuelas biencatalogadas, con buena enseñanza, idiomas, doble turno, etc.

Hay una tercera línea de Escuela General Básica o escuela prima-ria que dicta unas cuatro horas de turno por semana de cinco días con en-señanza muy sencilla, que cuenta con maestros especiales para arte o edu-cación física. Parte de las horas de clase se destina al tiempo de comida parala mayoría de los alumnos, con lo que una porción del tiempo real de apren-dizaje debe ser utilizado obviamente para la imprescindible comida.

En cuarto lugar hay escuelas en nuestra gran metrópoli, que tie-nen tres turnos de enseñanza, con lo que su tiempo didáctico se reduce aunas tres horas diarias. Y en algunas la presión de los turnos reduce elcurso a sólo dos horas diarias, ambas por cinco días a la semana.

Todavía quedan por clasificar las escuelas en el Interior, que porsu lejanía incluyen dos o tres grados en cada aula a cargo de un solo maes-tro y por último, las que por su escasa cantidad de alumnos los tienen to-dos, de primero a séptimo o noveno grado, de niños a adolescentes, en unsolo ambiente de trabajo, a cargo de un solo maestro.

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Quedan aún por considerar ejemplos del año pasado y de este año,que por su repetición tienden a convertirse en sistemas estructurales envarias provincias, en las que sucesivas huelgas y paros sólo permitierondictar menos de dos meses de clase y los alumnos han sido y serán pro-movidos al curso superior.9

Tenemos pues, según se las quiera clasificar, seis o siete tipologíasde enseñanza elemental, cuyas diferencias ya no son de cantidad de aprendi-zaje sino de abismales diferencias de calidad.

¿Un chico que sale de cualquiera de los siete tipos descriptos esigual a los demás?

¿Podemos hablar de igualdad de oportunidades para todos?

¿Podemos hablar de igualdad de acceso a un trabajo, a más en-señanza o a estudios superiores?

Más arriba transcribimos que el 70% de la población en Argenti-na tiene como única alfabetización la escuela primaria y que la mitad deellos no la han terminado, o nunca concurrieron. ¿Pero qué tipo de pri-maria tuvieron? ¿De cuál de las siete tipologías corrientes en nuestra en-señanza elemental se ha nutrido ese grupo de nada menos que 25.000.000de argentinos, más de los 2/3 del país?

¿Cuál escuela es la que no terminaron los 12.000.000 que no com-pletaron la primaria?

¿Cuál escuela es la que sí terminaron una cantidad similar decompatriotas?

Vuelve la sospecha recurrente: me parece que los que tienen es-tudios secundarios y superiores son los que salieron de la mejor tipologíade escuelas de primaria que hemos descripto. Me parece que los que per-tenecen al 70% restante y tienen, a lo más, la primaria entera, no son ob-viamente los que han cursado en las mejores escuelas, sino al revés. Conmenor horario y menos materias, maestras, adicionales, enseñanza, infra-estructura y días de clase.

Y no debemos olvidar que la Argentina va tercera en Latinoamé-rica en número de máquinas de computación por persona. Tercera, lejosdetrás de Brasil y México.

Y aquí vale recordar la principalprincipalprincipalprincipalprincipal de las condiciones que hicieronque Norteamérica fuera una potencia democráticapotencia democráticapotencia democráticapotencia democráticapotencia democrática. Todos suponemos queellos como país se concretaron tal como los vemos, a partir de su revoluciónde 1779. No fue así. Lo diversos estados de la actual Norteamérica fuerondictando sus propias cartas constitucionales y códigos, mucho ANTES de larevolución. Y la Corona inglesa las fue aceptando. El código de Connecticut,dictado tan tempranamente como en 1650 —sí, en 1650, más cien años an-

9. En Tucumán, Río Negro y Corrientes el problema es muy publicitado y casi endémico.

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tes de la independencia— establecía que «...considerando que la educaciónde los niños es uno de los primeros intereses del Estado, con la ayuda delSeñor...» legislaron imponiendo «la creación de escuelas en cada munici-pio y obligando a sus habitantes bajo pena de fuertes multas, al sosteni-miento de las mismas. Igualmente, fundaron escuelas superiores en los dis-tritos más populosos y los magistrados municipales debían velar porquelos padres enviaran sus hijos a la escuela bajo pena de multa y si los pa-dres persistían en su falta, el municipio debía hacerse cargo de los niñosy despojar a los padres de los derechos que la naturaleza les dio»10

La educación obligatoria fue, desde hace 350 años, la piedra cla-ve del arco democrático que sostiene el país más fuerte de la tierra. Hoysigue siendo nuestro déficit.

Difícil tarea para la democracia. Difícil inicio cultural para solu-cionar la economía.

¡Justo cuando necesitamos capacitación para la productividad, lacompetitividad y la creatividad! ¿Con qué acciones afirmativas arreglare-mos esta tan desigual desigualdad?

LE PICCOLE E MEDIE IMPRESSELE PICCOLE E MEDIE IMPRESSELE PICCOLE E MEDIE IMPRESSELE PICCOLE E MEDIE IMPRESSELE PICCOLE E MEDIE IMPRESSE

Cuando se llega a Módena o Bolonia o Ravena, los italianos lehablan de todo cuanto han escrito sobre las pequeñas y medianas empre-sas. En la región de la Emilia Romaña se entusiasman explicando las re-des de colaboración, de servicio y la simultánea competitividad de suspequeños productores. Le hablan al forastero de redes de 400.000 empre-sas que van desde micro a medianas. Uno se hace repetir el dato ¿400.000?pensando que el idioma lo traicionó.

Pero el dato es verdad. Tienen redes de centenares de miles depequeños y medianos emprendimientos. Y también le hablan del índice deempresarialidad. Es decir, el número de empresas por habitante.

Y uno sueña con redes parecidas y servicios parecidos y empre-sarialidad parecida. Y después lo sacude la realidad.

No podemos hacer redes cuando hemos perdido miles y miles deempresas y las que quedan están golpeadas, mal preparadas, definanciadas,agonizantes.

Ruby Hernández, nuestro investigador y escritor de la UNSAM,nos habla de la fuerza de empleo que conllevan las PyMEs11 generando enla primera región metropolitana —la zona norte del conurbano aproxima-damente— más del 70% de los puestos laborales.

10. Alexis de TocquevilleAlexis de TocquevilleAlexis de TocquevilleAlexis de TocquevilleAlexis de Tocqueville, op. cit. I pág. 42/43.11. Ruby HernándezRuby HernándezRuby HernándezRuby HernándezRuby Hernández. Bases para un Modelo de Desarrollo..... Ediciones Macchi-Unsam - Bue-

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Junto con ello, el estudio no deja de destacar la baja productivi-dad, maquinaria anticuada, relativa competitividad y escasa innovacióntecnológica que tienen las PyMEs y la escasa demanda de capacitación queellas mismas requieren.

En el estudio de Hernández surge un cuadro curioso12 Las empre-sas chicas tienen 5% de personal, en números redondos, con formación ter-ciaria o universitaria, las medianas el 10% de personal con formación supe-rior y las grandes un 20% de personal con esa formación. Cuando se descri-be quiénes reclaman más capacitación resulta que un 80% de las grandes,con más personal universitario, son las que dicen necesitar más capacitacióny en las pequeñas, con sólo un 5% de personal de formación superior, sóloun 30% requiere mayor capacitación para sus cuadros productivos.

Los que menos capacitación tienen, menos capacitación piden.

Los ejemplos no son aislados. El estudio abarca las regiones másindustrializadas de la Argentina. Son nuestra realidad aunque nos pese.

Después de estos dos períodos de democracia, las PyMEs: que fue-ron golpeadas; que sufrieron la inflación; que sufrieron el vendaval de lacompetencia con todos los precios de los bienes transables del exterior conapertura económica y dólar sobrevaluado desde 1991; con una burocraciaestatal que exige para tomar un empleado más de 14 trámites obligatorios;con tasas de interés que cada quien quiera imaginar y márgenes de inflacióncero; con bancos que financian descubierto a tasas del 70% anual; con ban-cos que no prestan al riesgo sino al aval de los bienes personales del socio,haciendo trizas la limitación de responsabilidad que otorgan al empresariolas leyes de Sociedades Anónimas y de Responsabilidad Limitada; sorpren-diéndolas bien tarde con la novedad de que para sobrevivir, era necesaria lainnovación tecnológica, la capacitación de empresarios y de dependientes yel aprendizaje de las técnicas de mercadeo y calidad; sin ninguna ventajaimpositiva y con distorsión de las ventajas que se les concedieron como elmonotributo; sin ninguna ventaja ni simplificación respecto a las grandesempresas en las regulaciones laborales; siempre corriendo el riesgo de laquiebra que no sólo se lleva la empresa sino los pocos bienes personales acu-mulados con arduos años de trabajo; con un sistema empresario previsionalen el límite de lo ridículo por inadecuado, sin protección de ninguna clasecontra los avatares de la enfermedad o los negocios equivocados. Con todoello, las PyMEs disminuyeron drásticamente.

Hoy necesitamos que permanezcan las que existen, que renazcanlas que desaparecieron y que nazcan muchas más.

En 1993, dice Hernández, en EE.UU. los microemprendimientosy las pequeñas y medianas empresas asumían el 53% de la fuerza laboraldel país13 Es el índice de su importancia.

12. Ruby HernándezRuby HernándezRuby HernándezRuby HernándezRuby Hernández. op. cit. Pág. 228 Cuadro industrial de General San Martín.13. Ruby HernándezRuby HernándezRuby HernándezRuby HernándezRuby Hernández. op. cit. Pág. 118

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DE LOS MONOPOLIOS PREBENDARIOS Y CORPORATIVOS

Una de las cosas que más impacta a los observadores de políticade la Argentina es que, a través de más de cincuenta años, el país no halogrado sacudirse el sistema de la Carta del Lavoro de Mussolini en la or-ganización sindical.

No hay sindicatos libres en la Argentina, los que actúan tienen elreconocimiento preciso y la personería gremial que le otorga el monopoliode la representación e impide en la práctica la renovación sindical y elrecambio de dirigentes.

Es notable que en nuestra organización sindical el arribo de undirigente a la cumbre de la dirigencia representa la permanencia de porvida en ese puesto y el manejo, irrestricto, de ingentes fondos sindicales yde obras sociales.

Su representatividad obligatoria para todos los que actúen en laactividad, y el incremento paulatino en el manejo de fondos, fue consoli-dado por toda clase de gobiernos, tanto civiles como militares.

Esta fosilización de la estructura sindical ha atrasado y se ha con-vertido en una rémora para cualquier modernización, mejora, modificacióno avance en la relación de dependientes con empresarios y ha servido parafines no sindicales. A raíz de ello las relaciones laborales han tropezado ydado continuos saltos entre sistemas con ensayos ridículamente despro-tectivos y la suma de falsas protecciones que entorpecen la creación y larelación de trabajo.

En este terreno debemos avanzar hasta la libertad y democrati-zación total de la actividad sindical que le dé prestancia, calidad y mo-dernidad a su función.

Durante el último decenio, la privatización de innúmeras activi-dades otorgó monopolios reales y virtuales a la prestación de muchos ser-vicios en el país especialmente de bienes no transables. El agua y el alcan-tarillado, los teléfonos, las comunicaciones, la generación y distribucióneléctrica, los peajes de rutas y caminos, los ferrocarriles, la aviación co-mercial, el correo, los aeropuertos y el petróleo, entre otras actividades queantiguamente desarrollaba el Estado, quedaron en manos privadas.

Este movimiento puede ser evaluado desde diferentes enfoques:

En primer lugar, parece evidente que los servicios de aguas, gas,teléfonos, electricidad, cloacas, caminos, etc. han tenido una explosión deefectividad en la prestación de servicios y el salto cualitativo que dio el paíscon respecto a éstos es impresionante.

En segundo lugar, el precio de los mismos servicios trepó sin re-

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lación alguna con su real costo y desvinculado de las previsiones de lasbases de licitación, por cuanto cada uno de los adjudicatarios negociaronprebendariamente con el poder público en mejoras apartadas de las con-diciones pactadas contractualmente, en desmedro del precio a cargo delusuario. Basta recordar el rebalanceo telefónico, la solidaridad en la bole-ta del agua, los ajustes eléctricos y de peajes, hoy en curso.

Tales aumentos generaron ganancias no previstas a los prestata-rios, presión sobre el gasto poblacional sin armas efectivas de defensa porcuanto su calidad de simple consumidor, la constituye en cautivo delmonopolio consentido por el poder público.

A ello se debe añadir una ley antimonopólica14 de presumible corteliberal por la época en que fue dictada pero que contiene prescripciones pro-pias de súbditos y no de ciudadanos. Por ejemplo no le está permitido a nin-gún habitante de la Nación hacer una denuncia judicial de monopolio paraque condenen a ninguna empresa. Ese derecho le está reservado exclusiva-mente al Secretario de Industria y Comercio. Si tal Secretario no decidedenunciar por el delito de monopolio a una empresa, nadie puede hacerlo.O sea que ningún argentino puede pedir que se multe o se ponga en prisióna los violadores de la competencia o los que abusan de su posición predomi-nante en el mercado. Sólo el Secretario de Comercio puede hacerlo.

Vale la pena comparar con la gestión antimonopólica de laSherman Antitrust Act de EE.UU. que hace pocos días, por medio del juezPendfield Jackson, doblegó a la Microsoft de Bill Gates, el hombre másemprendedor y rico de su país y del mundo, condenándolo por abuso deabuso deabuso deabuso deabuso deposición dominanteposición dominanteposición dominanteposición dominanteposición dominante, en la colocación en las computadoras personales delsistema informático operativo «Windows»15.

Y nosotros con nuestra ley ¿De qué libre mercado estábamos ha-blando? ¿Cómo nos está prohibido accionar contra los que delinquenmonopólicamente?

No tiene mucha explicación. Y la ley está vigente, muy callandito.

Con referencia a las privatizaciones, nos queda un tercer enfoque:el de las ganancias.

Si a las empresas prestadoras de servicios monopólicos le añadi-mos el sistema de protección que rigió para las terminales automotrices,no de los autopartistas desprotegidos, tenemos explicados los índices decrecimiento macro de la economía durante los últimos ocho años.

14. La ley n° 22.262, que nace en la época de Martínez de Hoz y su última modificación, en1999

15. En la conferencia de prensa que el abogado de la fiscalía Klein dio junto con la FiscalGeneral Janet Reno de Norteamérica expresó que la sentencia mostraba que nadieestaba sobre la ley: “It shows that in América, no person and no company is above thelaw” Revista Time. Nueva York, 17/11/99

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Las ganancias de estos conjuntos empresarios han sido importan-tes. Los activos han crecido en producto en tamaño y en servicios. Peroha sido un crecimiento que no ha derramado sus beneficios en pro de unmayor empleo ni para aminorar la rampante pobreza. Probablemente, tuvoel efecto contrario por el simple hecho de que la racionalidad, el geren-ciamiento, la productividad y la aplicación de buena innovación tecnoló-gica por parte de todas estas empresas, provocaron una rápida desapari-ción de puestos laborales.

Vaya lo uno por lo otro.

IDEAS ARDIENTES EN UNA VIEJA ARMADURA

Desde Aristóteles, pasando por Machiavello y terminando conHuntington, los politólogos opinan que la verdad de la ciencia política ter-mina con «verdades de acción» o sea con afirmaciones que correspondellevar a la práctica. Es algo así como terminar con un panfleto de acciónpolítica partidaria. Pero, eso sí, con el mayor fundamento y con la menorideología posible.

En lo que los teóricos de la democracia están contentos es en afir-mar que una democracia que no consigue repartir bienestar y mejora eco-nómica tiene poca vida. Lipset, con sus ingenuos detalles estadísticos deteléfonos por persona o radios, autos y heladera por familia, fue uno delos que trató de vincular la estadística de las democracias con el bienestarque reparten en los países que la aplicaban16 .

En esta vieja armadura del hombre argentino, un poco cansadode promesas, debemos inyectar ideales. Ideas ardientes que vitalicen la es-peranza, para ser exactos: la certeza de que en democracia, en la Argenti-na se puede, a pesar de todo, tener crecimiento personal con cualquier par-tido en el gobierno.

Ya desde 1884, la Argentina tuvo su ley de enseñanza gratuita yobligatoria, que imponía penas de multa para los padres que eludían lamatriculación de sus hijos en la escuela17. Creo que hoy nos hace falta unanueva ley, un nuevo impulso educacional que triplique, por lo menos, lamatriculación universitaria, para que la población tenga formación supe-rior mínima, no para conseguir un título profesional, que ello es sólo unade las funciones de la Universidad, sino para dotar a no menos de un ter-cio de nuestra población de tal formación.

16. Seymour Martin Lipset.Seymour Martin Lipset.Seymour Martin Lipset.Seymour Martin Lipset.Seymour Martin Lipset. - «El hombre político» Eudeba - Buenos Aires - 197717. En Julio de 1884 se sanciona la ley 1420 de educación primaria popular obligatoria. Imponía

multas de cinco a cien pesos a los padres renuentes en cumplir sus obligaciones. Hacemenos de treinta años cuando se detectaba un chico fuera de la escuela era labor delas asistentes sociales de nuestro conurbano hacer el informe domiciliario familiar ycompeler a la familia a que enviara a sus hijos al colegio.

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Tiempo vendrá para solucionar los problemas que surjan sobre quétipo de formación universitaria se deberá dar, en qué locales, con cuálesprofesores y con qué financiación.

Todo ello tiene solución posible, aún en la situación actual.

Es urgente, en un nivel más elemental, una campaña permanen-te nacional para lograr salir de la situación de incapacidad de educaciónen la que estamos postrados. La capacitación, las técnicas de nuevas téc-nicas, necesitan de una tarea masiva a cargo de todos los que están encapacidad de enseñar en el país. La convocatoria debe ser para todos.

Nuestra competencia, para nosotros, para nuestros obreros, paranuestros profesores, para todos, no es el hombre que está a nuestro lado. Esel profesional, el profesor, el obrero, el empleado del otro lado del mundoquien compite con nosotros. O nos ponemos a tono para competir, capaci-tándonos como ellos o, entonces sí, nuestra democracia no tiene futuro.

Lipset, que recién citamos, dice que «muchos elementos contri-buyen a la predisposición autoritaria de las clases bajas... una instruccióninsuficiente, escasa participación en organizaciones políticas o voluntariasde cualquier tipo, poca lectura, ocupación discontinua, inseguridad polí-tica...» son los elementos, que se convierten rápidamente en presiones detendencias autoritarias en las clases sociales incluidas en estas falencias.Adiós a la democracia si no solucionamos las vigentes contradicciones ins-trucción-ignorancia, bienestar-pobreza y desocupación-empleo.

Nuestros tres círculos, que representan nuestros millones de personas.

Lipset, Huntington y Sartori, equiparan bonanza con democracia.La una no funciona si no está la otra.

En el orden de los monopolios vigentes, todas las leyes futurasdeberán centrarse para no equivocar otra vez el camino, en el consumi-dor. Ese es el único clienteclienteclienteclientecliente que debe tenerse presente cuando se legislasobre control de empresas de servicios, sindicatos, monopolios y empre-sas de tamaño gigantesco que operan en nuestro pequeño mercado. Hayque liberalizar y hacer asociaciones voluntarias que eliminen todas lascorporaciones que detentan privilegios estatales para usar dinero sacadocoactivamente a los usuarios.

No es cuestión de volver a un estéril debate sobre el Estado y elMercado. Valga como maravilloso ejemplo el Código de Connecticut: en elpaís del Mercado, ya en 1650 se imponía a los ciudadanos la obligatorie-dad de escolarizarse. Allí el Estado, hablando en términos modernos, ejercíauna «acción afirmativa» para imponer las bases de educación que posibili-taran las reglas futuras del Mercado.

En el terreno de las PyMEs se imponen algunas medidas que hanadoptado con éxito Italia y otros países. Debemos dejar a las empresas que

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nacen en paz, por lo menos un trienio. Debemos dejarlas que se desarrolleny no perseguirlas burocráticamente con obligaciones inscripciones y mil exi-gencias de los que practican, como deporte, el perseguir emprendimientos.

Para ellas corresponde que se alivien drásticamente sus obligacio-nes previsionales, impositivas y burocráticas. Baste un sólo ejemplo. Hoyuna empresa que nace, digamos una empresa en incubadora, si quiere to-mar una sola persona debe realizar no menos de catorce trámites diferen-tes para estar a derecho y cumplir con los recaudos actuales.

No es éste el lugar y el tiempo para una discusión hereje sobre eldogma que impone un dólar igual a un peso. O si corresponde decir queel concepto de “convertibilidad” no es lo mismo que el de “estabilidad”,que basar una estabilidad sobre una ley de convertibilidad puede ser unexpediente que sirva para un corto período, pero proseguirlo por décadasimplica, en el fondo, suponer que la inflación es meramente un problemapsicológico perverso.

Si llegara a subir el dólar, dice el dogma, se desataría la inflación.

Esto de pontificar en economía que la inflación se desata si el dó-lar se modifica, es darle a la inflación un contenido psicológico, es quitar ala inflación su componente históricamente más cierto: las inflaciones siguena las emisiones estatales destinadas a cubrir gastos sin respaldo genuino.

Este diagnóstico psicológico se parece a la afirmación de que lainseguridad y los delitos no existen. Son sólo una “percepción” agudizadade la opinión publica. O que la corrupción no ha crecido, sino que la li-bertad de prensa, que permite difundirla, ha incrementado la “sensación”pública de su existencia...

Así, nada es real. Todo son meras percepciones.

Vaya esta opinión para dejar a salvo que la apertura económica esimprescindible para modernizar, competitivizar y mejorar la industria perohay que hacerlo lealmente. Esta apertura que comenzó en 1991 con un dó-lar sobrevaluado según cuanto obligaba la teoría del ministro que la aplicó,con lo que representó una dureza que para muchos y fue insoportable in-dustrialmente. La apertura debe ser leal si se quiere que perdure y se la quiereimponer a las PyMEs que aún viven o a las que nacerán.

Para que renazcan las que agonizan o casi murieron, se deberánmorigerar las leyes de cheques y de quiebras e incluso los malévolos siste-mas de informes comerciales, cuyos chismes se han convertido en unasanción en sí mismos. En cuanto a estos últimos, el Banco Central publi-caba hasta muy poco vía Internet, la situación crediticia de TODOS losclientes de los bancos, ya fueran cumplidores o morosos. Y al que le toca-ba ser crucificado por estos sistemas de informes —aún falsos, errados oequivocados— no tiene armas para defenderse, pues estos sistemas “ve-races” mantienen impertérritos sus malos informes durante ocho años,

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aunque se solucionen los problemas de incumplimiento.

Lo sorprendente es que las leyes penales son muchísimo más be-névolas para un violador o para un asaltante armado, al incluirlos en losregistros de reincidencia penal y apenas si son tenidos en cuenta para fu-turas condenas. Esto cuando no está prohibido requerirlos ni fundar sen-tencias en ellos.

La Ley de Quiebras, tal cual quiere ser aplicada hoy, priva por lomenos por un decenio e incluso por mucho más, a los fallidos de la posi-bilidad de reiniciar cualquier empresa. O sea, saca al empresario quebra-do del circuito productivo durante su vida útil, permitiéndole sólo tareasde artesano y en relación de dependencia18. Lo mismo sea dicho de la Leyde Cheque que, entre otros disparates, al que pierde o le roban dos vecessu chequera le quita por años el derecho a tener cuenta corriente banca-ria. Lo convierte en un muerto financiero.

Si queremos empresas, necesitamos empresarios. Si queremos querenazcan, no se les pueden seguir reclamando deudas previsionales o impo-sitivas de décadas de antigüedad, todavía expresadas en “australes”, incre-mentadas por intereses moratorios, punitorios e indexaciones acumuladas concada moratoria, que se adhieren al deudor y no lo sueltan de por vida.

Un empresario es una rara avis que debemos proteger, sin ellosno existen los emprendimientos. Juan Pablo II, en la encíclica del Cente-nario de la Rerum Novarum expresa en varios párrafos su defensa de lasvirtudes de paciencia, ahorro, capacidad de organizar equipos y elemen-tos y fortaleza que se necesitan para que prospere la raza de los empren-dedores, que son los únicos que pueden proporcionar trabajo19 y eliminarla desocupación.

Nos queda para el final la seguridad jurídica, que en la otra pun-ta de la educación debe ser la otra columna sobre la que funcione todo elandamiaje democrático económico.

Seguridad jurídica es en la actualidad, impedir que un supermer-cado gigante dilate impunemente el pago vencido de facturas convenidocon cientos de proveedores, informando “que las facturas se dilatan pordiez semanas”, por ejemplo sucedido estos días. O que una proveedora deservicios de comunicaciones —que percibe sus servicios de todos nosotroscon ferocidad ante una eventual demora en los pagos— dilate sus pagosa pequeños proveedores sistemáticamente por largos meses. Y luego, am-bos gigantes, haciendo gala de ingenio criollo, si alguien desesperado pidesu dinero le abonan mediante el “pronto pago”. Es decir para pagarle ledescuentan exorbitantes intereses por pagar sus deudas antes de los pla-zos que ellos mismos autoinventaron.

18. Artículo 104 y concordantes de la ley de quiebras n° 2452219. Centésimus Annus. Juan Pablo IIJuan Pablo IIJuan Pablo IIJuan Pablo IIJuan Pablo II. 1991

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¿Tendremos judicatura que se atreva a restablecer el orden jurí-dico conculcado, aunque el oponente sea un gigante como ejemplificamoscon Bill Gates?

Entiendo que esta visión de la seguridad jurídica se contraponecon la que cotidianamente exponen los inversores que es necesaria parael país. Sobre ello es necesario profundizar y deberá hacerse.

La seguridad jurídica y la justicia son para restablecer el derechode los débiles contra la común prepotencia de los fuertes, cualesquieraestos sean. La justicia es el gran igualador para todos y hacia ella vamos.

¿Cuándo llegaremos? No hay que desesperar.

Por lo menos somos cada día más conscientes de que necesita-mos una tierra igual, libre y en bienestar.

Y hacia allí vamos.

❑ Dr. Agustín Dr. Agustín Dr. Agustín Dr. Agustín Dr. Agustín PIERONIPIERONIPIERONIPIERONIPIERONI

Abogado. Vicerrector de la Universidad Nacional de Gral. San Martín.Cursó el doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Belgrano.Se desempeñó como Ministro de Educación en la Provincia de Corrientes;Secretario de Gobierno de Municipalidad de General San Martín, Pcia. deBuenos Aires y Vicepresidente del Banco Hipotecario Nacional. Integró laComisión Organizadora de la Universidad Nacional de General San Mar-tín. Integrante de Comisiones Redactoras de leyes vigentes de orden tribu-tario, de locaciones y de expropiación. Autor de varios libros en su espe-cialidad, es asiduo colaborador de diarios y revistas especializadas.