AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

Embed Size (px)

Citation preview

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    1/197

    See discussions, stats, and author profiles for this publication at:https://www.researchgate.net/publication/203304764

    Amrica Latina. Capital, trabajo yagriculturaen el umbral del tercermilenio

    BOOK JANUARY 2010

    DOI: 10.13140/RG.2.1.4973.8006

    CITATION

    1

    READS

    30

    1 AUTHOR:

    Irma-Lorena Acosta-Reveles

    Autonomous University of Zaca

    43PUBLICATIONS 10CITATIONS

    SEE PROFILE

    Available from: Irma-Lorena Acosta-RevelesRetrieved on: 23 February 2016

    https://www.researchgate.net/profile/Irma-Lorena_Acosta-Reveles?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_7https://www.researchgate.net/profile/Irma-Lorena_Acosta-Reveles?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_5https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_1https://www.researchgate.net/profile/Irma-Lorena_Acosta-Reveles?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_7https://www.researchgate.net/institution/Autonomous_University_of_Zacatecas?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_6https://www.researchgate.net/profile/Irma-Lorena_Acosta-Reveles?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_5https://www.researchgate.net/profile/Irma-Lorena_Acosta-Reveles?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_4https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_1https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/203304764_America_Latina_Capital_trabajo_y_agricultura_en_el_umbral_del_tercer_milenio?enrichId=rgreq-237f376b-df3c-4042-aa47-4ce613e50a59&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzIwMzMwNDc2NDtBUzozMjk2MjQ0MTMzMjczNjJAMTQ1NTU5OTk5Mjk5Mw%3D%3D&el=1_x_2
  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    2/197

    5

    El ltimo cuarto del siglo XXtrajo consigo sucesos de repercusin interna-cional que recrudecieron el estigma del subdesarrollo capitalista en Am-

    rica Latina. Tiempos de crisis y de cuestionamiento a las estrategias decrecimiento nacional, de relevo de acciones proteccionistas y subsidiariaspor iniciativas de apertura comercial y financiera, de renovacin en losmtodos de gestin del Estado, y de reordenamientos drsticos en la baseproductiva. Todo lo anterior para poner, de nueva cuenta, las esperanzasde prosperidad del subcontinente en las bondades del mercado.

    Por supuesto, el mbito rural, y el de la agricultura propiamente, partici-paron de lleno en estas transiciones haciendo suyos los postulados del libe-ralismo econmico; postulados que en esta ocasin se hicieron acompaar

    de principios y recomendaciones prcticas de la escuela monetarista.Uno tras otro, nuestros gobiernos cedieron finalmente al canto de las

    sirenas.Postrados por compromisos financieros y polticos aejos, con-vencidos acaso de que la gran empresa privada sera el motor del desarro-llo rural, o seducidos por la promesa de proyeccin internacional a travsdel comercio agroalimentario en el marco de una divisin del trabajo deescala global, el hecho es que en estos das los campos latinoamericanosno han dejado de ser destacados ejemplos de inequidad y pobreza. Eviden-

    temente, el estado de cosas actual no es del todo responsabilidad del mo-delo agropecuario de aspiracin trasnacional de los ltimos lustros, peros que lo es su amplificacin.

    Concentrar los mejores recursos de cada pas en ambiciosos proyectosagroexportadoresha sido una buena razn para tolerar la explotacin abu-siva de recursos naturales, restar importancia a los mercados domsticos

    Prembulo

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    3/197

    6 Irma Lorena Acosta Reveles

    y dejar a su suerte al productor campesino o de tipo familiar. Con talorientacin, no es de sorprender que el modelo de los agronegocios, desdela frontera norte de Mxico hasta el sur de la Patagonia argentina, hayatenido un elevado costo social, laboral, ecolgico y en materia de sobera-na alimentaria.

    En atencin a estas preocupaciones, la inquietud inicial de la investiga-cin que dio como fruto este documento fue responder por qu en Amri-ca Latina los trabajadores agropecuarios constituyen uno de los segmen-tos sociales que en mayor medida ha padecido el cambio de prioridades enlas polticas agrarias. Ms adelante, tras reparar en la diversidad de sujetosinvolucrados directamente en la produccin agrcola y pecuaria en la re-gin, optamos por restringir el objeto de conocimiento a la relacin capital-trabajo (o vnculos salariales) en la agricultura latinoamericana, y seguir su

    evolucin.1

    El marco de referencia temporal es el que corresponde a lareorientacin del modelo de crecimiento agrcola hacia el mercado mun-dial en Amrica Latina, despus de la experiencia sustitutiva de importa-ciones, lo que nos sita en las tres ltimas dcadas, aproximadamente.

    A partir de esta precisin el campo de estudio qued circunscrito sloa los trabajadores agrcolas que reciben remuneracin por concepto desalario, independientemente de que la percepcin sea monetaria en su to-talidad o slo de manera parcial. Desde esta ptica, pasa a ser secundarioel tamao de la unidad productiva en que estos trabajadores estn contra-tados, y que el empleo sea temporal o permanente. Y en los casos en quelas tareas de poscosecha (de limpieza, seleccin, empaquetado y embalajedel producto) correspondan a la misma empresa agrcola o agroindustrialsus trabajadores tambin quedan incluidos en esta categora.

    As pues, para efectos de este documento, la denominacin de asalaria-dos agrcolascomprende a aquellos hombres y mujeres que realizan labo-res manuales en campos de cultivo, plantaciones tropicales, huertos e in-

    vernaderos. Y tal vez sea ocioso decirlo, pero quedan incluidos en esta

    categora los nios2y los inmigrantes extranjeros, no obstante que su con-1Asumimos al trabajo y al capital como las clases sociales antagnicas en el orden socio-

    productivo vigente (capitalista). En el contexto terico de la economa poltica crtica o marxis-ta, las clases sociales se definen en funcin de la propiedad o la ausencia de medios de pro-duccin; condicionante primera mas no exclusiva de su papel en la generacin de valor yde la proporcin del producto social que reciben en forma de salario o ganancia.

    2Menores de 15 aos, de acuerdo con la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT).

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    4/197

    Prembulo7

    tratacin se realice al margen o en contra de las leyes vigentes en cadaespacio nacional.

    El esfuerzo se concentrar en responder si en su trayectoria recientelas relaciones salariales en el agro latinoamericano siguen un recorridosemejante al que tiene lugar en el mbito del trabajo asalariado urbano-

    industrial. En ese sentido, el compromiso consiste en descifrar si las no-ciones de flexibilidady precariedad que dominan el anlisis social sobretemticas laborales hoy en da son adecuadas y suficientes para aprehen-der la dinmica salarial en el ramo agrcola. En caso contrario correspon-der revelar las especificidades del proceso.

    Aqu se sugiere que el desenvolvimiento de la relacin capital-trabajoen el agro regional,3desde la dcada de los setenta y hasta los primerosaos del siglo XXI, sigue una trayectoria diferente a la de los nexos sala-

    riales (o capitalistas, como prefiera llamrseles) en el mbito urbano-in-dustrial en ese mismo lapso. Por lo tanto, hablar de flexibilizaciny pre-carizacin4no resulta acertado para captar la realidad agraria. No negamosque la referencia a estos trminos sea til como punto de comparacin,a efecto de asentar contrastes o establecer afinidades en las formas enque se manifiesta la gravedad de la condicin asalariada. Sin embargo, laproposicin es que ambas expresiones carecen de capacidad explicativa

    en general porque ignoran las asimetras histricas y de contenido en-tre el despliegue del capitalismo industrial y el carcter tardo del capita-lismo agrario en la regin.

    La razn fundamental para objetar la presencia de estos dos procesosflexibilizacin y precarizacin en la agricultura latinoamericana, enparalelo con el acontecer urbano-industrial, es que en las actividades agra-rias la penetracin del capital (y especficamente, la propagacin de los

    vnculos salariales) no avanza al mismo tiempo ni con un ritmo similar alde otras ramas de la economa. Podemos decir adems que las asimetrasno son slo estructurales o productivas, son tambin de orden poltico y

    social. La mejor evidencia es que el punto de arranque en uno y otro casono se corresponden en absoluto por lo que se refiere al posicionamiento

    3Se pretende abarcar la geografa latinoamericana para observarla a modo de comunidado espacio unido en lo que le es comn sin desconocer que el fenmeno sujeto a observa-cin presenta gran heterogeneidad entre pases y en el interior de stos.

    4Como procesos que tienden a introducir la flexibilidad y la precariedad en el trabajo.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    5/197

    8 Irma Lorena Acosta Reveles

    del trabajador frente al capitalista. Por otro lado, las actividades agrcolasy del ramo industrial tampoco comparten paradigmas tecnolgicos, lo quees relevante, ya que es en este recurso en el que se apoya el capital parainducir cambios de un determinado patrn salarial (o modelo de relacionessalariales). Es desde estas y otras discrepancias que consideramos errada

    la percepcin de que en la esfera del trabajo agrario transcurren procesossemejantes a los que operan en el sector de la transformacin.

    En otras palabras. Si en las actividades urbano-industriales es vlidoidentificar la presencia de un patrn salarial previo, y a partir de ese par-metro de regularidad o normalidad sobrevienen cambios que implicanprdidas para el trabajador,5cabe entonces hablar de un deterioro de lasrelaciones salariales. Este deterioro o desplazamiento a la baja del salario

    y de las condiciones de contratacin y/o de trabajo es lo que suele carac-

    terizarse como una tendencia a la flexibilizacin laboral, de la que resultael empleo precario o precarizado. Sin embargo, esto no ocurre en la agri-cultura, debido a numerosas razones. Por ahora nos parece suficiente se-alar que en el agro la consolidacin de las relaciones salariales como

    vnculo que ocupa el lugar central en la creacin del valor y como nexosocial predominante es relativamente reciente en los pases latinoamerica-nos.6En efecto, en los aos setenta el trabajo asalariado en la agriculturade Amrica Latina era numricamente menos significativo que otras for-mas de organizacin productiva; como la forma social campesina, porejemplo. Otro dato esencial es que desde su origen los nexos salariales enla agricultura han sido precarios, y en ningn momento dejaron de serlo.La presencia de empleos fijos, jurdicamente regulados, con ingresos sufi-cientes para la reproduccin del ncleo familiar y con ejercicio de dere-chos sindicales por mencionar slo algunos rasgos constituye la excep-cin y no la regla en los campos latinoamericanos.

    Una vez que han quedado establecidos los ejes articuladores de estedocumento, tomamos nota de las cuestiones especficas que es preciso

    atender para despejar la interrogante planteada.En primer lugar, hacer un recorrido por la evolucin de las relaciones

    salariales en el sector de la transformacin en las ltimas dcadas, as

    5En sus ingresos, prestaciones, estabilidad, intensidad o contenido de las tareas querealiza, jornada, etctera.

    6Con las excepciones de Argentina y Uruguay.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    6/197

    Prembulo9

    como el contenido de los procesos de flexibilizacin y precarizacin quepor lo regular se distinguen en su trayectoria. En segundo trmino, semostrar el estado que guarda la relacin capital-trabajo en la actividadagrcola en el momento en que se pone en marcha el modelo agroexporta-dor en Amrica Latina. Desde ah argumentaremos por qu, en ese mo-

    mento, en el agro no rige un patrn de relaciones salariales semejante alque prevalece en la industria. Enseguida se determinarn los rasgos queson comunes a las polticas agrarias regionales desde los setenta, sus mo-tivaciones y resultadosen el plano econmico y social. Esto nos permitir

    valorar el papel que juega el modelo agroexportadoren el proceso de con-solidacin de las relaciones salariales agrarias. Y finalmente observaremosen cuatro zonas representativas del capitalismo agrario regional el com-portamiento tpico del empresariado, reparando especialmente en las es-

    trategias que adopta para potenciar su competitividad, as como sus impli-caciones sobre el trabajo asalariado.Puesto que la intencin de este texto es respaldar una proposicin teri-

    ca a partir de: a)la caracterizacin de procesos histricos de alcance regio-nal; b) el anlisis comparativo, y c) la reinterpretacin de evidencia emprica,los insumos de investigacin son bsicamente fuentes secundarias de tipodocumental; en forma principal recursos bibliogrficos y hemerogrficos,informes institucionales, textos legislativos, estadsticas nacionales y porgrupos de pases. Slo por excepcin recurrimos al uso de notas periodsti-cas u otros textos de coyuntura. Para su mejor exposicin los resultados dela investigacin se presentan en cuatro apartados temticos.

    Dedicamos el primero de ellos a reconocer el escenario laboral latino-americano, exponiendo en primer trmino los sucesos que marcan suevolucin desde la posguerra hasta los primeros aos del presente siglo.En un segundo momento relatamos cmo es que gobiernos, instituciones

    y acadmicos perciben estas transformaciones a travs de trminos comoflexibilidad, precariedad y dficit de trabajo decente. En este recorrido nos

    apropiamos del concepto patrn salarial o patrn de relaciones salariales,delineando su contenido concreto en dos momentos sucesivos por lo quese refiere al medio urbano-industrial; ello a efecto de verificar ms adelan-te si estos dos momentos tienen alguna correspondencia con el ambienteagrario.El apartado se cierra una vez que proponemos las cuatro dimen-siones que, desde nuestro punto de vista, comprenden las relaciones capi-

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    7/197

    10 Irma Lorena Acosta Reveles

    talistas o salariales; dimensiones a partir de las cuales captamos eltrnsito de un modelo de relacin salarial permanente y con certidumbre,a otro marcado por la flexibilidad y la precariedad.

    La segunda parte tiene una doble intencin. Primero se trata de mos-trar el estado de investigacin sobre el trabajo asalariado agrcola en la

    regin y sistematizar sus aportes ms notables, con la expectativa de valo-rar su utilidad o lmites para la investigacin que aqu proponemos. Pode-mos anticipar que la revisin de la literatura nos llev a tres conclusiones:a)como objeto de investigacin las relaciones entre el capital y el trabajoen el ramo agrcola no constituyen un tpico ampliamente visitado; b) losenfoques sobre el tema son fragmentarios, y en su diversidad, prestandemasiada atencin a los desequilibrios que transcurren en el nivel delmercado de trabajo, dejando de lado otras dimensiones de la relacin sala-

    rial, y c) los investigadores suelen aceptar, de modo explcito o tcitamente,que la flexibilizacin y la precarizacin en el agro transcurre en paralelo ya semejanza de las transformaciones del mundo del trabajo urbano-indus-trial. A partir de estas consideraciones, en la segunda parte del captulo sehace una propuesta terica y metodolgica como alternativa de anlisis.

    En el apartado siguiente el tercero se sintetizan los cambios mssignificativos en la agricultura de Amrica Latina desde el momento en elcual comienzan a echar races las iniciativas nacionales de fomento a losagronegocios y las agroexportaciones. Aproximarnos al entorno socioeco-nmico a travs de indicadores en materia de produccin y productividad,el comercio y la movilidad de la tierra, nos permitir dar cuenta del avancedel capitalismo agrario en la regin al amparo del neoliberalismo, y mos-trar de paso algunos de los costos ms evidentes del xito macroecon-mico. Este captulo tiene el sentido de mostrar el contexto histrico en quese inscribe nuestro objeto de estudio (las relaciones salariales agrarias) ylos cambios estructurales que, dialcticamente, condicionan su evolucin.

    Para la ltima parte damos seguimiento a las experiencias de tres pa-

    ses, en algunos de sus polos agrcolas destacados por su posicin en elmercado mundial. Es la parte ms amplia del trabajo y la ms rica en evi-dencia emprica. Ah establecemos en principio lo que hemos denominadolas variables crticas de la competitividad empresarial en el agro latinoame-ricano. Enseguida examinamos en algunos casos concretos las estrategiasespecficas del capital agrario para enfrentar el reto de producir ms y me-

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    8/197

    jor. Desde luego, en cada caso lo que nos interesa es valorar la dinmicaen tanto transicin o consolidacin de los nexos salariales, de ah quesea necesario tener claridad en los puntos de partida y de llegada. A partirde estos casos concretos es que podremos comparar la transicin salarialagraria con su referente urbano industrial. Los casos elegidos para el an-

    lisis son el Valle de San Quintn en el municipio de Ensenada, Baja Califor-nia, donde se produce tomate (Lycopersicum esculentum) para exportacin;la produccin de uva de mesa (Vitis vinfera) en las provincias de Copiap

    y Cachapoal, en Chile. Y finalmente la pampa argentina, donde el cultivo desoja (Glycine max Legumbre) en su variedad transgnica Roundup Ready7

    viene a revolucionar la agricultura chacarera.

    7Conocida comnmente como RRy patentada por la empresa trasnacional Monsanto.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    9/197

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    10/197

    13

    La expulsin de amplios sectores de la poblacin econmicamente activa almargen de las actividades salariales y el menoscabo de la condicin obrera

    son dos fenmenos cruciales del acontecer laboral en todo el mundo aprincipios de este tercer milenio. En Latinoamrica particularmente, ambosprocesos ganan importancia a partir de la dcada de los ochenta, lo que noes casual si asumimos que el trabajo no slo es el eje ordenador de la vidasocial, sino que es ante todo, el mbito privilegiado de reestructuracin delcapital en tiempos de crisis. Por esta razn, para esta primera parte de lainvestigacin nos planteamos delinear los procesos ms destacados delescenario laboral latinoamericano en el ltimo medio siglo y las percepcio-nes dominantes en torno a stos. El objetivo es demostrar que los vnculos

    entre el capital y el trabajo, es decir, las relaciones salariales o capitalistas,han sufrido alteraciones importantes en diferentes dimensiones o mbitos,no slo en la esfera del mercado laboral, no obstante que ste es el espacioque ha merecido la mayor atencin de analistas y polticos.

    La proposicin que gua este primer apartado consiste en que, tratndo-se de la relacin capital-trabajo, el origen de los cambios que se expresan enla esfera de la circulacin mercantil o del mercado laboral ha de hallarseen el ajuste sustantivo de los mecanismos de extraccin de plusvalor en este

    momento particularmente crtico para el desarrollo del capital. De este ajus-te es que resulta un cambio en los parmetros de distribucin de la riquezaentre la clase capitalista y la clase trabajadora, en favor de la primera; pro-ceso que toma la forma de un nuevo modelo o patrn de relacin salarial.

    Para abordar el problema comenzamos con una exposicin sucinta delos cambios cuantitativos y cualitativos del mundo del trabajo a partir de la

    Captulo I

    Procesos laborales en curso.Flexibilidad y precariedad en el centro del debate

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    11/197

    14 Irma Lorena Acosta Reveles

    posguerra en la regin latinoamericana. Enseguida sintetizamos las postu-ras ms representativas al respecto, destacando los anlisis en torno a laflexibilidad laboral y eltrabajo precario.Enfatizamos estos dos fenmenospor ser los que en la actualidad acaparan la atencin de investigadores yactores polticos, pero adems porque en su momento vamos contrastar

    este marco general con su referente en la agricultura latinoamericana. Fi-nalmente, a manera de proposicin terica, llamamos la atencin sobrecuatro dimensiones inherentes a las relaciones salariales; dimensiones enlas que consideramos es preciso detenerse con afn de captar ntegramen-te sucesos como la flexibilizacin y la precarizacin.

    CAMBIOSLABORALESENLATINOAMRICA

    DURANTELASEGUNDAMITADDELSIGLOXX

    La posguerra

    La reaccin a la crisis del capitalismo que se inici a fines de la dcada delos veinte del siglo pasado, y que se prolonga en el periodo de entreguerras,consisti en adoptar una estrategia de impulso al crecimiento nacional co-mandada por el Estado. Desde ah, esta entidad se erigi en rector de la vidaeconmica y en administrador por excelencia de los conflictos polticos,

    sociales y de clase.Esta estrategia de crecimiento centrada en la intervencin del sectorpblico, la inclusin social y la redistribucin del ingreso por la va delempleo asalariado, lleg para sustituir al paradigma liberal decimonnico.Su respaldo estructural fue el rgimen de produccin ford-taylorista, laexpresin material y social ms contundente de la segunda revolucincientfico-tcnolgica. Este modelo productivo y de organizacin laboralconcebido por Frederick W. Taylor se introdujo inicialmente en la industriaautomotriz. Su principio rector fue la administracin cientfica del trabajopara racionalizar al mximo el espacio industrial, va mecanizacin y sepa-racin de las tareas entre personal operario y directivos; arreglos que ga-rantizaban el mximo control de cada una de las fases de la produccin.8

    8Para ms detalles se puede consultar a Gabriel Fernndez Castao, El porvenir deltrabajo. Tendencias y contradicciones, en Julio Anguita y Rittana Armeni, El libro de las 35

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    12/197

    Procesos laborales en curso 15

    Precisamente, al desarrollo de las fuerzas productivas que hizo posibleel trnsito del capital a su fase imperialista, al manejo monoplico de esatecnologa, y a la organizacin del trabajo que conlleva este paradigmaproductivo, se debe la posicin hegemnica de Estados Unidos en los de-cenios subsiguientes. Una posicin que fue reforzada de manera institu-

    cional con las instancias supranacionales que se crean en los primerosaos de la posguerra: organismos financieros para la reconstruccin, laalianza militar, el comercio, la pacificacin y el respeto a los derechos hu-manos. De ah tambin la difusin de un paradigma ideolgico y un ordensocioeconmico en Occidente que cierran filas frente a lo que se observacomo la amenaza expansionista del socialismo, desde Europa del Este.

    En ltima instancia, la implementacin de este modelo de organizacindel trabajo con el modelo especfico de relaciones salariales que histrica-

    mente le correspondesustent la rentabilidad del capital imperialista ensu poca dorada, y en Amrica Latina fue en gran medida responsable deun periodo de extraordinario crecimiento con progreso en el bienestarsocial, a partir de la dcada de los cuarenta.

    Los proyectos de crecimiento de los estados-nacionales latinoamerica-nos en esos aos y hasta los setenta tuvieron como eje el mercado doms-tico, la regulacin estatal en alguna medida distante del mercado mundial yla conciliacin de clases por la va poltico-institucional.9Una versin adop-tada y adaptada de la frmula keynesiana y el Estado benefactor propios delas zonas capitalistas desarrolladas, caracterizados por recurrir a la produc-cin masiva y en serie, en empresas de gran escala y mecanizadas, y donderesult esencial la propagacin del empleo asalariado como aliciente a lademanda agregada, contando con el auspicio directo del sector pblico.

    As pues, la poltica econmica en el subcontinente se consagr a im-pulsar el sector de la transformacin con bienes de capital y procesosproductivos importados, sirvindose de la abundancia y del bajo precio dela mano de obra nativa, animando la movilidad poblacional hacia las urbes

    y descansando en la transferencia de valor desde las ramas econmicasdel sector primario. Y puesto que el consumo creciente de la clase trabaja-

    horas, Espaa, El Viejo Topo, 2001. Versin electrnica disponible en www.izquierda-unida.es/Publicaciones/Libro35Horas/libro35h1.htm. Consultado el 12/08/2005.

    9Joachim Hirsch, Qu es la globalizacin?, en revista Realidad Econmica,nm. 147,Argentina, 1997.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    13/197

    16 Irma Lorena Acosta Reveles

    dora se apreciaba como componente clave del engranaje macroeconmico,mecanismos redistributivos del ingreso lo alentaban. Las entidades guber-namentales tuvieron a su cargo esa responsabilidad y, de hecho, su patri-monio y atribuciones crecieron de manera radical en unos cuantos aos.

    Durante algunas dcadas los efectos de aquellos proyectos nacionalis-

    tas que ahora suelen ser acusados de dispendiosos, se dejaron sentir en elplano macro y microeconmico. Creci la produccin y la productividad,se expandi la oferta de puestos de trabajo, mejor el poder adquisitivo deempresas y familias, y en ltima instancia, se fortaleci el mercado interno.poca propicia para la formacin de un sector social de ingresos medios ypara la participacin poltica activa de amplios segmentos de la poblacin.Una bonanza que apareca como afortunada convergencia de interesesentre clases antagnicas e irreconciliables.

    Evidentemente, el contrapeso ideolgico y poltico de la alternativasocialista, la fortaleza que experiment entonces el movimiento obrerointernacional con sus alcances en sindicalizacin y su influencia materiali-zada en pactos sociales, leyes y concesiones del sector pblico, son testi-monio de un segmento de poder, indito hasta entonces para la clase tra-bajadora. El presupuesto gubernamental que en aquella poca se destina polticas sociales generalizadas o universales10fue su ms palpable evi-dencia. A su vez, estas conquistas tuvieron el efecto mediato de retroali-

    mentar el posicionamiento del sector obrero y su capacidad de negociacinfrente al capital, con el Estado como mediador.

    En la dinmica de este modelo econmico centrado en el mercado in-terno y a cargo de un Estado rector e interventor, las dcadas que siguie-ron a la Segunda Guerra Mundial y hasta los sesenta fueron excepcio-nalmente favorables para diseminar en Latinoamrica la produccin bajocriterios capitalistas11en las zonas urbanas, y para sumar al ciclo del capi-tal formas de organizacin del trabajo ajenas a estemodo de producir,tanto

    10A diferencia del periodo posblico, cuando rega la premisa de la responsabilidad socialdel Estado, en tiempos de neoliberalismo la poltica social se caracteriza por ser selectivayasistencialista. Lo primero, por definir a sus beneficiarios como poblacin en riesgo o vulne-rable; y lo segundo, por orientarse a compensar slo algunas de sus carencias. Vase ms enMarco A. Rodrguez Camacho, Nuevo enfoque de las polticas sociales en Amrica Latina, Mxi-co, Escuela Superior de Trabajo Social, Universidad Autnoma de Sinaloa, 2003.Disponibleen www.uasnet.mx/ests/politicasociallatina.htm. Consultado el 11/12/2005.

    11Aquella que se apoya fundamentalmente en el trabajo asalariado.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    14/197

    Procesos laborales en curso 17

    en el campo como en las ciudades. El Producto Interno Bruto (PIB) prome-dio de Amrica Latina lleg a tasas de crecimiento superiores a 5.0 porciento anual a lo largo de las dcadas de los cincuenta, sesenta y setenta;en todo caso, ndices de crecimiento por encima del aumento en la Pobla-cin Econmicamente Activa (PEA).12

    Para este periodo los datos sobre ocupacin no son comparables en sudiseo metodolgico con los que hoy en da se elaboran, pero al tomarcomo base la PEA, anlisis macroeconmicos de origen diverso convergenen que el mercado de trabajo no mostraba tasas de desempleo abierto queconstituyeran un problema alarmante.13Ello a pesar de la incorporacinmasiva de la mujer al trabajo fuera del hogar, la expansin demogrfica yel aumento de la migracin campo-ciudad, los cuales favorecen la concen-tracin de la poblacin en edad de trabajar en torno a los polos industria-

    les. En ese sentido se puede hablar de un sector importante de trabajado-res en calidad de ejrcito industrial de reserva y otro sector sin acceso alempleo asalariado, ambos en ascenso, pero que en trminos econmicos

    y polticos resultaron manejables.Lo que hoy se conoce como empleo formal o estructurado14aument en

    ese lapso su participacin en la PEAde 32 a 47 por ciento respecto a laocupacin total, con la inclinacin a concentrarse en las ramas de la trans-formacin. Sin embargo, su capacidad nunca fue tal como para dar cabidaa todos los demandantes de un puesto de trabajo. La estrechez de oportu-

    nidades laborales dio la pauta para que el empleo ahora conocido comoinformal15se expandiera de manera simultanea.

    12Salvo indicacin contraria, los datos de este apartado corresponden a la ComisinEconmica para Amrica Latina (CEPAL), Anuario Estadstico para Amrica Latina y el Caribe2003, Santiago de Chile, Naciones Unidas, 2004.

    13Organismos como la CEPAL, la OITy la Organizacin para la Cooperacin y el DesarrolloEconmico (OCDE) han documentado que el problema del desempleo en los pases de Amri-ca Latina se acenta a partir de los ochenta, lapso que corresponde a la introduccin de po-lticas de ajuste estructural en la regin.

    14Expresin acuada por la OITa principios del decenio de 1970 para referirse a las acti-vidades de produccin, comercio y servicios que operan con registro legal y participan de losregmenes de seguridad social. OIT,Employment, Incomes and Inequality: A Strategy for Increas-ing Productive Employment in Kenya, Ginebra, 1972.

    15De conformidad con la CEPALquedan al margen del sector formal, o en la informalidad,los trabajadores por cuenta propia y familiares no remunerados, la microempresa que em-plea hasta cinco personas y el empleo domstico. Guillermo Rosenbluth, Informalidad ypobreza en Amrica Latina, en Revista de la CEPAL, nm. 52, Santiago de Chile, abril de1994.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    15/197

    18 Irma Lorena Acosta Reveles

    En el caso de la actividad agropecuaria, la relacin entre el polo moder-no que demandaba trabajadores asalariados y el sector campesino o comu-nitario dominante en trminos numricos no sufri variaciones signifi-cativas en ese lapso. Crecieron ambos con tasas anuales bajas y con unamerma gradual de su peso relativo en la ocupacin global. Ahora mismo,la mano de obra asalariada en la agricultura no supera al trabajo no remu-nerado sea familiar o comunitario en los campos del subcontinente, se-gn informes de la CEPAL.16

    Por su parte, la productividad media del trabajo, apreciada como elcociente entre el producto nacional y la cantidad de ocupados, se expanditambin a un ritmo elevado en lo general. Slo las actividades agropecua-rias reportaron un aumento modesto en la productividad laboral promedio,un hecho estrechamente vinculado al predominio de las explotaciones

    agropecuarias de tipo familiar, dependientes de apoyo y recursos del sec-tor pblico para su tecnificacin. Es hasta la dcada de los ochenta cuandose reduce la brecha productiva entre sectores, pero todava este indicadorpara el agro llegara slo a la cuarta parte respecto de los rubros de latransformacin, el comercio y los servicios.

    En relacin con los ingresos laborales,entre 1960 y 1980 la participa-cin de los salarios en el PIBregional se mantuvo en torno a 35 por ciento,a pesar del aumento de porcentaje de asalariados en la ocupacin total, lo

    que indica que el conjunto de los asalariados particip slo de maneraparcial en el aumento de la productividad.17Con todo, la certidumbre y laestabilidad en el empleo, los contratos por tiempo indefinido, el salario in-directo va prestaciones y el acceso a derechos laborales como la sindi-calizacin o jornada de trabajo mxima, se difundieron ampliamentehasta perfilarse como la forma tpica o regular de relacin capital-trabajo enlas zonas urbanas, al calor de los proyectos de industrializacin sustitutivade importaciones.

    En estepatrn de relaciones salariales,la remuneracin del obrero con-siste en la suma del salario directo, el componente indirecto aportado por

    16Sobre este punto volveremos en el apartado siguiente.17Jnger Weller, Los mercados laborales en Amrica Latina. Su evolucin en el largo

    plazo y sus tendencias recientes, Serie Reformas Econmicas, nm. 11, Santiago de Chile,CEPAL, 1998, p. 20. Disponible en www.eclac.org/publicaciones/xml/4/4274/lcl1160e.pdf. Con-sultado el 10/10/2007.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    16/197

    Procesos laborales en curso 19

    el empleador a manera de prestaciones y los servicios pblicos suminis-trados por el Estado desarrollista. Y en su conjunto, estas percepcionescaptadas por el jefe de una familia obrera, por lo regular numerosa, s al-canzaban para: a)resolver las necesidades de reposicin cotidiana de laenerga del obrero; b) la reproduccin de un hogar-familiar a lo largo de su

    ciclo vital, y c) solventar el reemplazo generacional de la fuerza de trabajo.18Estos procesos transcurran sin que fuera una necesidad apremiante laincorporacin de otros miembros del ncleo familiar a la actividad econ-mica, en busca de ingresos complementarios.

    Diversos estudios concuerdan en que los desequilibrios en el mercadode trabajo se manifestaron en esa poca en forma de subempleo19e infor-malidad, mas no al punto de constituir una preocupacin poltica y socialde primer orden por la presencia de instrumentos y programas pblicos

    redistributivos del ingreso. Adems, la demanda agregada en expansinasimilaba por el lado del consumo de bienes y servicios a trabajadoresindependientes y a productores de subsistencia que no ofertaban normal-mente su fuerza de trabajo en el mercado. El desempeo gubernamentalhaca posible incluso que estos sectores marginales tuvieran acceso aartculos de consumo bsico y servicios pblicos subsidiados, y en deter-minadas circunstancias a crditos preferenciales. Una situacin complejaque la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) caracteriz como un

    proceso simultneo de incorporacin y exclusin social.20

    Desde los aos setenta

    Es en medio de la crisis mundial de los aos setenta que el capital inducecambios sustantivos en el patrn de relaciones salarialesque haba regidoen la posguerra, valindose de los recursos que provee el progreso tecno-lgico en ese momento. Bajo la presin de constreir los costos de produc-

    18Irma Lorena Acosta Reveles, Reproduccin precaria en los hogares mexicanos, unmarco de referencia, en revistaObservatorio de la Economa Latinoamericana, nm. 86, Espa-a, Grupo Eumed.net, Universidad de Mlaga, octubre de 2007. Disponible en www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/2007/ilar.htm. Consultado el 10/10/2007.

    19De acuerdo con la CEPAL, se registra como poblacin subocupada o subempleada aque-lla que se ubica en las actividades de baja productividad y bajos ingresos.

    20OIT-PREALC(Programa Regional de Empleo para Amrica Latina y el Caribe), Empleo yequidad: El desafo de los 90, Ginebra, 1991, p. 2.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    17/197

    20 Irma Lorena Acosta Reveles

    cin e intermediacin al mnimo posible y de llevar la competencia a unnivel ms elevado, emergen en los polos desarrollados del mundo nuevosmodelos productivos y organizacionales, presumiblemente superiores entrminos de eficiencia y rentabilidad al modelo ford-taylorista.21

    En estos modelos o paradigmas productivos22calificados como flexi-blespara oponerlos a larigidez del esquema fordista reside el principio derenovacin y adaptacin dinmica de la empresa, tanto en el plano cient-fico-tecnolgico como del ordenamiento laboral. En su diversidad, los mo-delos de produccin calificados comoflexibles confluyen en cuanto exaltanlos beneficios de implementar estrategias empresariales de gestin mano deobra23que involucren al trabajador en el inters visin y misinde la em-presa. Una nueva cultura laboral cuya filosofa es:

    La necesidad del trabajo en equipo, con mayor participacin de los traba-jadores, poniendo al servicio de la empresa su saber explcito e implcito,y de una nueva cultura laboral con identidad del trabajador con su trabajo ycon la empresa, es decir, la ideologa de que el enemigo ya no est en lagerencia sino en el mercado, en las otras empresas competidoras. [] Elrepertorio de dichas formas organizativas es muy amplio y en constanterenovacin (crculos de calidad, trabajo en equipo, clulas de produccin,justo a tiempo, control estadstico del proceso, control total de la calidad,reingeniera, etctera).24

    21Julio Csar Neffa, Crisis y emergencia de nuevos modelos productivos, en Enriquede la Garza Toledo (comp.), Los retos tericos de los estudios del trabajo en el siglo XXI, BuenosAires, Coleccin Grupos de trabajo, Clacso, 1999. Disponible en www.clacso.org/wwwclacso/espanol/html/libros/garza1/lgrupo1.html. Consultado el 15/10/2007.

    22En la caracterizacin de los paradigmas productivos emergentes su denominacin ycontenido no hay uniformidad, pero son recurrentes en los anlisis el neofordismoo posfor-dismo, la especializacin flexible,la produccin magra o ligera(PM) con variantes como elhondis-moo toyotismo, el kalmarismo sueco, la reingeniera norteamericanay el neotaylorismo o tay-lorismodigitalizado. Una sntesis de los enfoques ms representativos la ofrece Enrique de laGarza Toledo, Epistemologa de las teoras sobre modelos de produccin, en Enrique de la Gar-za Toledo (comp.), Los retos tericos de los estudios del trabajo en el siglo XXI, Buenos Aires,Coleccin Grupos de trabajo, Clacso, 1999. Disponible en www.clacso.org/wwwclacso/espa-nol/html/libros/garza1/lgrupo1.html. Consultado el 15/10/2007.

    23Algunos autores se refieren a este recurso como tecnologas blandas ode gestinporquese fundan en conocimientos de nivel administrativo y organizacional para desarrollar lashabilidades de los recursos humanos; especialmente de aquellos encargados de la produc-cin directa.

    24Enrique de la Garza Toledo,. Los dilemas de los nuevos estudios laborales en AmricaLatina, Ponencia presentada en la Primera Reunin subregional de ALAST, Cochabamba, Bo-

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    18/197

    Procesos laborales en curso 21

    Cabe subrayar que las estrategias de gestin de mano de obra se extien-den al plano poltico e institucional, en la medida que implican revocar pre-ceptos legislativos y convenios sindicales que les son incompatibles. Frentea estas iniciativas del empresariado, Consuelo Iranzo explica lo siguiente:

    El comportamiento empresarial predominante en Amrica Latina respectoa los sindicatos en los procesos de reestructuracin ha sido el de margi-narlos en la medida de lo posible, de todo lo que concierne a las decisionessobre el cambio tecno-organizativo []. Los programas de mejoramientosuelen ser presentados como aspticos, como asuntos que estn fuera delmbito de las relaciones laborales, y que por ende, escapan a la injerenciasindical. Son proyectos que reclaman una incorporacin de carcter individual

    y no colectiva, a pesar de que pretenden constituirse sobre la base de la acepta-

    cin del conjunto de la empresa25(cursivas de la autora).

    Otra faceta de este proceder empresarial ha consistido en presionar alos estados latinoamericanos y de otros pases subdesarrollados paraavalar modalidades de empleo, contratacin y uso de la fuerza de trabajo,en menoscabo de las remuneraciones, el bienestar y la salud psicofsica delos trabajadores. Una tarea que por cierto, nuestros gobiernos han asumi-do con diligencia.

    El desplazamiento de la base material de la produccin capitalista ha-cia parmetrosflexiblesse nos ofrece como un trnsito tecnolgico positi-

    vo y necesario, sin confesar que conlleva severos ajustes en la esfera la-boral y en el orden social en su conjunto. Desde luego, tampoco se revelaque el contenido de este reordenamiento socioeconmico no es poltica-mente neutro. En esta transicin yace la exigencia de potenciar la capaci-dad productiva del trabajo, con la expectativa de lograr una cuota mayordel mercado global, por la ganancia y para el desarrollo capitalista. Y nocabe esperar una racionalidad diferente en el modo de disponer de losfactores de produccin, mientras sea el capital como clase el que searrogue el poder de decidir sobre las prioridades en el desarrollo cientfi-co-tecnolgico, su destino y sus beneficiarios.

    livia, 14 de noviembre de 2002, p. 10.Disponible en http://docencia.izt.uam.mx/egt/congre-sos/bolivia.pdf. Consultado el 25/10/2007.

    25Consuelo Iranzo, Estrategias de gestin de mano de obra en Amrica Latina, en Pa-peles de Poblacin,nm. 15, Mxico, UAEM, 1998, p. 28. Disponible en http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/112/11201502.pdf. Consultado el 29/10/2007.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    19/197

    22 Irma Lorena Acosta Reveles

    En Latinoamrica, el paso de un modelo de economa parcialmente pro-tegida a otro que se lanza a competir en el mercado mundial (eje de la agen-da neoliberal) responde, lo mismo que el cambio de patrn de relacionessalariales y la promocin de los nuevos modelos productivos, a las exigen-cias del capital en su proceso de rehabilitacin. Ahora es claro que esta re-

    orientacin de la estructura productiva latinoamericana arroj prdidas enlos indicadores macroeconmicos y de orden laboral desde sus primerosaos. Un dato contundente es la contraccin en el ritmo del crecimiento, quesita el PIBmedio anual en la regin en 0.5 y 1.8 por ciento durante el prime-ro y segundo lustros de los ochenta, respectivamente.

    La desaceleracin de la actividad econmica tuvo su correlato en lacapacidad de absorcin de trabajo asalariado en la empresa privada y enel sector pblico. Un declive que no fue posible contrarrestar ni siquiera

    con un tipo de cambio favorable a las ramas de exportacin.Sobre el comportamiento del empleo a partir de los ochenta Enrique dela Garza Toledo y Ludger Pries hacen notar que:

    En Amrica Latina el trabajo no asalariado, sobre todo el trabajo familiar ypor cuenta propia, siempre ha mantenido un peso importante y, a partir delos aos ochenta, aument su peso relativo. En este contexto, es importan-te el hecho de que la clase econmica de los trabajadores no se segmentaclara y establemente segn el tipo de empleo, sino que trabajo domiciliario,trabajo asalariado y trabajo por cuenta propia frecuentemente representanestaciones transitorias dentro de las mismas trayectorias laborales de lostrabajadores.26

    En la esfera del sector pblico, los mismos autores precisan que, apartir de los ochenta y hasta la mitad de los noventa, el empleo pblicotiende a estancarse y mostrar una tendencia decreciente en contraste conlas dcadas anteriores, cuandocreca a razn de 6 a 10 por ciento porao.27Por fortuna, las polticas de contencin demogrfica cumplieron en

    ese lapso con atemperar el aumento naturalde la oferta de trabajadores,pues la tasa de crecimiento de la poblacin en edad de trabajar fue menor

    26Enrique de la Garza Toledo y Ludger Pries, Trabajo y trabajadores en el cambio socialen Amrica Latina, enRevista entre Polis y Mercado, UAM-I, 2001, p. 7. Disponible en http://do-cencia.izt.uam.mx/egt/publicaciones/articulos/trabajotrabajadores.pdf. Consultado el12/10/2007.

    27Ibidem, p. 6.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    20/197

    Procesos laborales en curso 23

    que en las dcadas previas.28Aun con ello, la oferta de fuerza de trabajocreca a una velocidad media anual de 3 por ciento en la regin, superandoen todo caso el crecimiento anual promedio del producto regional (1.2 porciento en ese decenio). Es as que en un entorno de depresin de los mer-cados nacionales, altos ndices inflacionarios y un menor ritmo en la acti-

    vidad econmica, los ingresos reales del sector obrero sufren una contrac-cin significativa:

    De acuerdo a PREALC (1991) se produjo un deterioro generalizado de lossalarios: 14.5 por ciento en el caso de la construccin; 15.4 por ciento enla industria y 28.3 por ciento en el caso de la agricultura. El salario realmnimo promedio regional se encontraba en 1990 en el 67.5 por ciento desu nivel en 1980. La cada de los ingresos reales del sector informal urba-no (29 por ciento del total de trabajadores urbanos) alcanz el 42 por cien-

    to durante la dcada.29

    La estructura productiva industrial avanz en su proceso de recompo-sicin, de modo tal que era cada vez menos dependiente de la incorpora-cin de trabajadores en masa. Y en alguna medida sucesos de alcancemundial como la represin a los movimientos populares, la cooptacin degrupos con reivindicaciones progresistas y la declinacin de la lucha sin-dical, incidieron en el deterioro salarial al debilitar al proletariado en tantoclase y poner freno a sus demandas. Por su parte, los procesos dereforma

    del Estado, con sus recortes presupuestales y de atribuciones, fueron efica-ces en cancelar dispositivos de distribucin del ingreso social ajenos almercado y a los salarios.

    As pues, al tiempo que se deterioran las bases materiales de la repro-duccin de los hogares obreros urbanos, se debilita la posicin del trabajofrente al capital, y se desmantelan las condiciones objetivas que hicieronposible la participacin de los sectores populares en la vida poltica.

    A diferencia de la dcada previa conocida hoy como dcada perdida

    los noventa se celebran en los crculos gubernamentales por sus logros en28A partir de 1980, la PEAse mantuvo en un nivel de alrededor de 40 por ciento respecto

    al total de la poblacin. Ibidem, p. 5.29Eduardo Bustelo, Hood Robin: ajuste y equidad en Amrica Latina, en Flix Bomba-

    rolo y Horacio Caride (comps.), Pobreza y modelos de desarrollo en Amrica Latina, Buenos Ai-res, FICONG/ IDE Banco Mundial, 1993, p. 5. Disponible en www.iin.oea.org/Hood_Robin_Eduardo_Bustelo.pdf. Consultado el 12/10/2007.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    21/197

    24 Irma Lorena Acosta Reveles

    estabilidad macroeconmica y control inflacionario; incluso el PIBtuvo unaleve recuperacin para ubicarse en 1.6 por ciento como tasa media anualde expansin durante el periodo. No obstante, en el rubro del desempleoabierto la tendencia no se revierte, como lo ratifica el Banco Interamerica-no de Desarrollo (BID):

    Con algunas excepciones, la tasa de desempleo creci de manera constan-te a lo largo de la dcada en la mayora de los pases de la regin y se haconvertido en un grave problema. La tasa de desempleo regional creci de5.3 por ciento a principios de los noventa a 7.5 por ciento a finales de ladcada. Aunque estas tasas se encuentran por debajo de las tasas dedesempleo de la Unin Europea, que en 1999 y en 2000 fueron en prome-dio 9.2 y 8.3 por ciento respectivamente, es importante considerar que elseguro de desempleo es casi inexistente en Amrica Latina.El desempleo se generaliz a todos los grupos demogrficos en la dcadade los noventa. En otras palabras, las tasas de desempleo aumentaron encasi todos los grupos demogrficos, de hombres y mujeres, jvenes y adul-tos, trabajadores con primaria completa y secundaria completa y los traba-jadores de las zonas urbanas y rurales.30

    Y recordemos que los criterios para cuantificar el desempleo abiertoson limitados para aprehender la dimensin real del problema, ya que nose discrimina entre actividades de subsistencia, asalariada o por cuentapropia, ni se valora el carcter regular o intermitente de la ocupacin.

    Para la CEPAL, la dinmica estos aos puede definirse como crecimien-to sin empleo, y agrega siguiendo la opinin del BID, que los mercadosde trabajo se han transformado en el problema principal de los pases lati-noamericanos y del Caribe.31En esta dcada los noventa el sector de losinsumos sigue perdiendo presencia en la ocupacin total (pasa de 28.2 a22.4 por ciento).32La mano de obra que expulsa va a parar a las zonasmetropolitanas en actividades de subsistencia, o permanece sin empleo

    30Suzanne Duryea, Olga Jaramillo y Carmen Pags, Los mercados de trabajo en Amri-ca Latina en los noventa: descifrando la dcada, enRevista Asturiana de Economa (RAE), nm.24, Espaa, BID, 2002, pp. 67 y 68. Disponible en www.revistaasturianadeeconomia.org/raep-df/24/P65-82.pdf. Consultado el 10/10/2007.

    31Jrgen Weller, Tendencias del empleo en los aos noventa en Amrica Latina y elCaribe, enRevista de la CEPAL,nm. 72, Santiago de Chile, diciembre de 2000, p. 33. Disponi-ble en www.eclac.org/publicaciones/xml/9/19279/weller.pdf. Consultado el 10/10/2007.

    32Jngen Weller, Los mercados laborales en Amrica Latina. Su evolucin en el largoplazo y sus tendencias recientes, op. cit., p. 15. Consultado el 12/10/2007.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    22/197

    Procesos laborales en curso 25

    por largos periodos. Por supuesto, la migracin internacional tambin me-dr con la poblacin vctima del desempleo y el subempleo en campos yciudades. Una particularidad de la ocupacin urbana en este lapso, es queel peso del sector industrial tambin sigue a la baja, para ceder terreno alrubro comercial y de servicios. Tal vez cabe precisar que desde la primera

    mitad de la dcada de los ochenta al sector terciario ya le correspondams de 50 por ciento de la poblacin total ocupada en toda la regin. 33

    Para los primeros aos del nuevo siglo, los indicadores en materia deproductividad laboral y PIBmedio regional muestran signos de recupera-cin. Sin embargo, no ocurre lo mismo con el empleo asalariado y las re-muneraciones laborales. En diciembre del ao 2002, la tasa de paro abier-to regional se haba colocado en niveles superiores a 9.9 por cientorespecto a la PEA, segn la OIT; cuando en 1991 se situaba en 5.7 por cien-

    to. Argentina figura en 2002 como el caso extremo, con ms de 20 porciento en la tasa de paro.34

    Las actividadesformalespersisten en la tendencia a restringir su parti-cipacin en el empleo total; y en adelante, la incorporacin de nuevossegmentos de trabajadores jvenes o la aspiracin laboral de los desocu-pados se resuelve, en gran parte, por la va del autoempleo o de ocupacio-nes asalariadas inestables. Por lo que se refiere al poder adquisitivo de lossalarios en las actividades formales, en la mayora de los pases de la re-gin, para el ao 2003 no haban recuperado los niveles de los primerosochenta.35Como respuesta a una cada persistente en las fuentes de traba-

    jo y en los salarios reales, la tasa de participacin en la actividad econmi-ca se expande.

    No obstante estos indicadores, la mayora de los gobiernos regionalescontinan aferrados a las polticas neoliberales, atendiendo la consigna definiquitar el programa de privatizaciones y eliminar los vestigios de protec-cionismo en el mercado. Al mismo tiempo, ejercen mayor presin polticae institucional para hacer compatibles los mercados de trabajo regionales

    con las necesidades de los inversionistas forneos.33Ibidem, p. 15.34OIT, Panorama Laboral 2003. Amrica Latina y el Caribe,Per, 2004. Disponible en www.

    oit.org.pe/portal/documentos/panorama_laboral_2003_texto_completo.pdf. Consultado10/12/2006.

    35Datos de la OITregistrados por la Universidad Obrera de Mxico (UOM), Hoja obreranmero 57, rea de Investigacin de la UOM, Mxico, septiembre-octubre de 2003.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    23/197

    26 Irma Lorena Acosta Reveles

    As, podemos observar que hoy los flujos financieros han ganado ma-yor libertad para ir y venir entre pases, amparados en las facilidades ygarantas que les otorgan estados como el nuestro. Y aun con ello, los in-

    versionistas han sido en extremo prudentes para comprometerse por largotiempo en actividades productivas. An ms, luego de haber invertido en

    las ramas que cedi el sector pblico y otras actividades que prometanelevadas utilidades, parece ser que la mejor poca para atraer capitales alsubcontinente ha quedado atrs.

    Lo que destaca de este escenario es que diversos organismos interna-cionales incluidos aquellos que promueven el neoliberalismo corroboranque a pesar de la reactivacin econmica de los ltimos aos, las expecta-tivas en crecimiento regional no se han cumplido. Aadiendo que, inclusoen los momentos de expansin, la formacin de capital fijo no satisface el

    imperativo de crear el empleo asalariado que venga a suplir a los puestosde trabajo que se han extinguido.

    Recapitulacin

    A partir de las reflexiones y evidencias ofrecidas sobre el entorno laborallatinoamericano en el ltimo medio siglo, estamos en condiciones de reco-nocer la dcada de los setenta como un parteaguas en el patrn de relacio-nes salariales, por lo que se refiere al espacio urbano. Y, como tambin ha

    quedado de manifiesto, esta frontera temporal se corresponde con la msreciente crisis del capitalismo.

    Es el momento en que entran en escena las iniciativas de crecimientoneoliberal en la regin, los paradigmas productivos flexiblesy lasreformasestatales que van a estrechar de manera gradual los canales de redistribu-cin del producto social adicionales al salario.

    Los acontecimientos anteriores no son casuales, sobrevienen comoparte de la ofensiva capitalista para encarar las fuerzas contrarias a su

    desarrollo; y, particularmente, para refrenar el asenso del poder obrero ysu lucha organizada por la reduccin de la plusvala en favor de los sala-rios. La ofensiva como hemos visto asume la forma de una reestructura-cin productiva profunda que busca justificacin en las nuevas exigenciastecnolgicas: un patrn salarial flexible que se ajuste a las nuevas tecnolo-gas flexibles. Desde esta perspectiva, las polticas de apertura comercial y

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    24/197

    Procesos laborales en curso 27

    financiera marcan el destino del modelo de relacin capital-trabajo en elmedio urbano, pues los bienes que se destinan al mercado mundial debencumplir con determinadas exigencias en costos, precios, calidad y canti-dad. Una posibilidad que slo parece posible a travs de nuevos recursoscientfico-tecnolgicos.

    Al optar por el comercio mundial como meta, y a la inversin extranje-ra como agente central del crecimiento, las naciones latinoamericanasaceptaron los cambios productivos drsticos, la renovacin de los proce-sos de trabajo, e inducir una rebaja de los costos laborales sin reparar enque este factor productivo ha tenido histricamente un precio menor al deotras zonas del mundo. Tambin accedieron, de manera implcita, a exten-der el espacio de reproduccin del capital y el de su realizacin: a)en susentido de expansin territorial, como en el despuntar de la fase imperia-

    lista del capital; b) a travs de su incursin de la iniciativa privada en reasestratgicas que otrora se reservaba el Estado, y c) por la va del perfeccio-namiento de los mtodos y procesos de creacin de valor, para potenciarla extraccin de plusvalor.

    En los pases desarrollados, este ltimo propsito se apoya por lo re-gular en el aumento de la capacidad productiva del trabajo con tecnologade vanguardia, mientras en las regiones subdesarrolladas la productividadpermanece a la zaga:

    El aumento de la productividad por persona empleada se aceler en elmundo en general, del 1.5 por ciento durante la primera mitad de losnoventa al 1.9 por ciento en la segunda mitad. La mayor parte de estecrecimiento se concentr en las economas industrializadas (los EstadosUnidos y algunos pases de la UE), adems de algunos pases de Asia(China, India, Pakistn y Tailandia). En las economas de frica y AmricaLatina, los datos disponibles mostraron declives en el crecimiento de laproductividad de la economa total desde 1980.36

    Al respecto, De la Garza Toledo afirma que, indudablemente, tecnolo-

    gas de punta, ahorradoras de mano de obra estn presentes en AmricaLatina desde los ochenta (tecnologas como la robotizacin de los procesosproductivos, el uso de mquinas herramientas de control numrico, el

    36OIT, Un nuevo estudio de la OITpone de relieve las tendencias laborales mundiales,comunicado de prensa, 1 de septiembre de 2003. Disponible en www.ilo.org/public/spanish/dialogue/actrav/new/newsletter/sep03.htm. Consultado el 10/10/2007.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    25/197

    28 Irma Lorena Acosta Reveles

    control computarizado digitalizado en proceso de flujo continuo, etctera)en niveles semejantes a los pases desarrollados; y no se reduce a la indus-tria, estn tambin en servicios modernos como las finanzas, los bancos,las telecomunicaciones y el transporte areo. Sin embargo:

    A estas alturas ha quedado constatado en estudios no de caso sino en inves-tigaciones extensivas, a veces a niveles nacionales, que la extensin de lasnuevas tecnologas comprende un nmero reducido de empresas, sobre tododirigidas hacia el mercado externo y de tamao grande []. El hecho es que,efectivamente,las nuevas formas de organizacin del trabajo se han extendido

    ms en Amrica Latina que las nuevas tecnologas37(cursivas de la autora).

    Seguramente es para compensar esta brecha en productividad que lasempresas que operan en pases subdesarrollados incluso las empresas de

    gran tamao tienen mayor predisposicin para adoptar prcticas laboralesenfocadas a estrechar costos en el rubro salarial. Y estn en condiciones dehacerlo, al descansar en instituciones legales dbiles en la proteccin de lasprerrogativas obreras o al presionar por cambios en las leyes del trabajo.38

    Aqu queremos insistir en un punto. El nuevo patrn de relacionessalariales incluye la esfera del mercado de trabajo, pero no se limita a sta.El nfasis es importante porque por su visibilidad, el problema del desem-pleo tiende a mostrarse como el problema laboral por excelencia, y no sloen las zonas subdesarrolladas del mundo.

    VERSIONESSOBRELOSCAMBIOSENELMUNDODELTRABAJO

    En las ltimas dcadas los estudios en materia de mercado de trabajo,calidad del empleo asalariado, tipos de ocupacin y organizacin producti-

    va entre otros temas de relevancia para el acontecer laboral, han sidoabundantes, mltiples en enfoques y generosos, sobre todo por la informa-

    cin emprica que ofrecen. En un esfuerzo por ubicar los referentes mssignificativos en la materia acudimos primero a la perspectiva neoliberal

    37Enrique de la Garza Toledo, Los dilemas de los...,op. cit., pp. 9 y 10.38En Latinoamrica los primeros pases en avalar legalmente las iniciativas de reduccin

    de responsabilidades patronales y de contencin salarial fueron Chile, Colombia y Per. Ar-turo Bronstein, Pasado y presente de la legislacin laboral en Amrica Latina, Costa Rica, OIT,1998. Disponible en www.oit.or.cr/oit/papers/pasado.shtml. Consultado el 10/10/2007.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    26/197

    Procesos laborales en curso 29

    desde las posiciones de EU, de la Unin Europea y de una de las instanciasinternacionales ms representativas del capital trasnacional. Luego, sinte-tizamos el enfoque de algunas instituciones supranacionales de reconoci-do prestigio en el mbito acadmico y poltico.

    Enfoques y propuestas desde el desarrollo

    Ante la evidencia en su propio territorio de un sector creciente de traba-jadores empobrecidos, en Estados Unidos se ampla el debate sobre losproblemas laborales. Su inters se ha centrado en clarificar la causa de lacada de las remuneraciones al trabajo39y las razones por las que crecela diferencia entre niveles salariales altos y bajos. Ambos procesos per-ceptibles desde los aos setenta pero amplificados en los ltimos tiem-

    pos. Tambin destaca su preocupacin por el ascenso del empleo infor-mal incluso en actividades como la industria electrnica y el ramo de lostextiles, as como la difusin de otras formas de trabajo parcial o portemporadas, sin cobertura legal ni servicios asistenciales.

    Por su gravedad, el anlisis sobre estos procesos ha trastocado lasconcepciones tradicionales del empleo en tanto relaciones laborales esta-bles y reguladas. Para dejar en claro que variedades relativamente novedo-sas en el trabajo remunerado, como la subcontratacin o el empleo bajo laforma de contratos privados de servicios, va en aumento y aporta al fen-

    meno de la pobreza urbana.40

    No existe consenso sobre los factores de mayor incidencia en la canti-dad y calidad del empleo, pero de sus documentos se infiere que una de lasrazones es la introduccin generalizada de mtodos y procesos productivosahorradores de fuerza de trabajo de baja calificacin en un ambiente insti-tucional limitado. La tecnologa de vanguardia afirman demanda mano deobra muy especializada, con calificaciones especficas, y tiene el efecto

    39El promedio de ingresos semanales en actividades privadas no agrcolas ha ido cayen-do desde 1980 en trminos reales dlares constantes de 1982. Y la cada es mucho mayordesde 1972, cuando los salarios alcanzaron una cima histrica. Luis de Sebastin, La pobre-za en Estados Unidos, nm. 85, Centro de Estudios Cristianisme i Jusitcia Fundaci LluisEspinal, septiembre de 1998, p. 9. Disponible en www.fespinal.com/espinal/llib/es85.rtf.Consultado el 12/04/2006.

    40OIT,La libertad de asociacin y la libertad sindical. El reconocimiento efectivo del de-recho a la negociacin colectiva, Consejo de Administracin, mayo de 2000. Disponible enwww.ish/standards/relm/gb/docs/gb277/3-2/coll/e4.htm. Consultado el 10/08/2004.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    27/197

    30 Irma Lorena Acosta Reveles

    de polarizar las remuneraciones al trabajo. Las innovaciones de punta secaracterizan adems porque reclaman una gran adaptabilidad e implicacin41de los trabajadores, acorde a otro nivel en la competencia mundial.

    Ante este panorama, que sita los problemas en el plano de un merca-do laboral poco eficiente y heterogneo, James Heckman y Daniel McFadden,

    galardonados con el premio Nobel de Economa en el ao 2000, recomien-dan desregulaciny flexibilidad; recetas de procedencia neoliberal basadas

    en este caso en indicadores que miden los costos y beneficios del despi-do.42En esta argumentacin, a la asignacin eficiente de recursos humanosdebera corresponder un aumento en la demanda de empleos. Si el desem-pleo y el trabajo informal van en aumento es porque los salarios no hancado lo suficiente. El costo que las instituciones de seguridad laboral re-presentan para la empresa, por ejemplo, limita el ingreso de nuevos traba-

    jadores y genera desigualdad entre diferentes segmentos laborales.En Europa occidental donde inquieta particularmente el aumento del

    desempleo abierto y el trabajo no declarado43se identifican varios factoresresponsables. Por un lado, aquellos que inciden de manera negativa en elcrecimiento econmico como ahorro, inversin o poltica tributaria, por suimpacto la creacin de nuevos empleos. Y, por otro lado, en el mismo tenorque la postura norteamericana, la rigidez en los mercados de trabajo y laspolticas pblicas de corte social. De esta forma, se justifica el poco intersque los desocupados muestran por buscar puesto de trabajo, por cuanto

    pueden recurrir al seguro por desempleo. En cuanto a la propensin a in-currir en prcticas laborales no registradas, la Comisin Europea asume quehan sido las cargas administrativas y fiscales, las contribuciones a la seguri-dad social y una legislacin mal adaptadaa los diferentes tipos de trabajo, loque ha llevado a un nmero creciente de pequeas y medianas empresas ainclinarse por esta modalidad marginal para sobrevivir en un mercado com-petitivo, ya que les permite reducir costos no salariales y en otros rubros.

    41Adaptabilidad e implicacin porque el trabajador prototipo es aqul capaz de involu-crarse en la gestin de la empresa, comprometido con el trabajo en equipo y calificado pararesponder a los cambios en el menor tiempo. El criterio es que la conviccin de participar delas decisiones y de los beneficios mejora el ambiente laboral y representa un estmulo parapotenciar la eficiencia del conjunto y los rendimientos.

    42Sobre el indicador que proponen para cuantificar los costos marginales de despido contrabajadores de contrato laboral indefinido para Amrica Latina remitirse a www.banrep.gov.co/docum/pdf/22.pdf. Consultado el 23/09/2006.

    43Cualquier actividad retribuida que es legal en cuanto a su naturaleza pero que no sedeclara a las autoridades pblicas.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    28/197

    Procesos laborales en curso 31

    Otro fenmeno que registran las autoridades europeas en el campo deltrabajo asalariado propiamente siguiendo a la escuela institucionalista esla identificacin de dos segmentos de trabajadores claramente definidos:uno cada vez ms restringido que conserva garantas de estabilidad en elempleo y otro creciente de trabajadores inestables, al margen de beneficios

    legales y entre los que se localizan el trabajo clandestino y no registrado.44Ya en otro nivel, la desigualdad en las remuneraciones globales tambin espalpable entre los pases miembros de la Unin Europea.45

    En ambos casos en el nivel de la Europa comunitaria y del gobiernoestadounidense la desregulacin laboral en el mbito de la adquisicin dela fuerza de trabajo y el desmantelamiento de privilegios obreros en elrengln contractual-organizativo, se interpretan como reaccin naturalyconveniente para el equilibrio en el largo plazo. El resultado que se esperaes nivelar a la baja la condicin del obrero. Los costos sociales se recono-cen, pero se justifican porque tienen impacto positivo en la productividad,la competitividad y, en ltima instancia, en su posicionamiento en el mer-cado mundial. John Schmitt lo resume del modo siguiente:

    Los partidarios del modelo norteamericano argumentan que, en la altatasa de desempleo en Europa, no hay nada que no pueda remediarse conuna buena dosis de flexibilidad del mercado laboral al estilo de los Esta-dos Unidos []. La versin convencional del modelo norteamericanodescansa en tres hiptesis acerca de la creacin de empleo: la primera,

    que, para crear empleo, los empresarios necesitan que los salarios seanbajos; la segunda, que los salarios tienen que ser especialmente bajos enlos niveles inferiores para que as los empresarios puedan contratar tra-bajadores menos cualificados; y la tercera, que incluso unos salarios ba-jos no son muchas veces condicin suficiente, pues los empresarios tie-nen que tener tambin la posibilidad de contratacin en condicionesflexibles, entre ellas, las de poder ofrecer trabajo a tiempo parcial, trabajotemporal y trabajo por obra.46

    44Robert Boyer (comp.),La flexibilidad del trabajo en Europa, Madrid, Ministerio de Traba-jo y Seguridad Social de Espaa, 1987.

    45European Comission, Employment in Europe 2005 Recent Trends and Prospects,Bruselas, Employment & European Social Fund, 2005, p. 12. Disponible en http://ec.europa.eu/employment_social/employment_analysis/eie/eie2005_chap1_en.pdf. Consultado el13/10/2007.

    46John Schmitt, De cmo la demanda crea empleo en Estados Unidos, en peridico ElMundo, seccin Economa, 9 de septiembre de 2000. Disponible en www.elmundo.es/2000/09/09/economia/09N0094.html. Consultado el 13/10/2007.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    29/197

    32 Irma Lorena Acosta Reveles

    Para la Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico(OCDE), el desequilibrio en el mercado de trabajo atiende a razones tecno-lgicas, derivadas de la renovacin lgica de la estructura productiva.Plantea que, adems de las causas coyunturales del paro (que pudierancontrarrestarse mediante polticas econmicas adecuadas), existen razo-

    nes histricas que impiden la movilidad laboral al acotar la esfera de ac-cin del capital productivo entre sectores, regiones y pases. Polticas y le-

    yes proteccionistas han impedido acceder a las zonas donde existe lamano de obra adecuada para una rama econmica especfica, sea por sucalificacin o abundancia. Por otro lado argumentando a favor de una le-gislacin laboral permisiva y de profundizar las reformas estructurales,estn los obstculos a la contratacin y uso intensivo de empleo en el inte-rior de los pases, que por favorecer excesivamente la estabilidad y otras

    garantas obreras generan costos innecesarios por concepto de la mano deobra y perpetan la ineficiencia.Hoy los pases ms ricos de la OCDEcomparten con el subdesarrollo el

    grave problema de la escasa creacin de empleo, mas difieren en la formade enfrentarlo. La OITseala que en Estados Unidos y el Reino Unido man-tienen una estrategia de contencin salarial que atenta contra las remune-raciones directas e indirectas al trabajo y tiende a ampliar la jornada labo-ral. Japn, por su parte, ha tomado medidas para preservar la proteccin

    y estabilidad en el empleo, liberando otros aspectos de la contratacin la-boral. Y en Europa continental se mantiene el inters por preservar algu-nos beneficios sociales en los pases, como el seguro de paro.47Acerca dela jornada de trabajo, la postura de la Unin Europea ha variado de mane-ra sustancial hacia el ao 2008, pues se pretende que la semana laboralpueda extenderse hasta las 60 horas.

    La percepcin de algunos organismos internacionales

    Al igual que la OCDE, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comer-cio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en ingls), y la OITatribuyen aldesempleo un carcter estructural, vinculado a los desplazamientos que lacarrera tecnolgica trae consigo, pero asumen de manera diferente los

    47OIT,Panorama Laboral 2005. Amrica Latina y el Caribe (Avance, primer semestre),Lima,Oficina Regional para Amrica Latina y el Caribe, 2005, p. 18.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    30/197

    Procesos laborales en curso 33

    desequilibrios en el mercado de trabajo, mbito que tambin denunciancomo el origen del deterioro del ingreso de los trabajadores. Pero en con-traste a la posicin liberal franca de los dos primeros, la OITestima que sibien algunas regulaciones en los mercados de trabajo afectan su desenvol-

    vimiento en forma negativa las cuales habra que analizar en cada caso y

    si es el necesario corregir, las instituciones existentes surgieron de pro-cesos histricos que en su momento fueron eficaces en generar un creci-miento positivo.48

    En el documento Panorama Laboral 2003, la OITsostuvo que ese mo-mento el empleo en Amrica Latina pasa por la peor crisis de los ltimos25 aos debido a la globalizacin. Considera que la situacin social es msgrave an que la derivada de la deuda externa en la primera mitad de losochenta. Entre las manifestaciones de la crisis destaca la informalidad, ya

    que de 1990 a 2002, siete de cada diez nuevos empleos creados en la re-gin fueron informales. Otra evidencia es el aumento de la precarizacinlaboral, pues slo seis de cada diez nuevos empleos tienen acceso a losservicios de la seguridad social y nicamente dos de cada diez ocupadosen el sector informal cuenta con proteccin social.49Estas tendencias seconfirman en su ltimo informe:

    Entre 2002 y 2005 el total de ocupados en las zonas urbanas registr unaumento de 16.2 millones; de stos, un 77 por ciento consigui un em-

    pleo asalariado y cerca de un 91 por ciento se incorpor al sector formal,aunque aproximadamente uno de cada cuatro lo hizo en empleos sinafiliacin a los sistemas de previsin social. En sntesis, poco ms de dosde cada tres de los nuevos asalariados urbanos consiguieron empleosque contemplan prestaciones sociales. Se puede afirmar, entonces, queno hubo un cambio significativo de tendencia en este aspecto en el con-junto de la regin.50

    Este organismo no se inclina por el uso de la categora subempleo,pre-sente en las estadsticas oficiales de la mayora de los pases de la regin,

    48OIT, Perspectivas inciertas: en el nuevo informe de la OITse describe un panoramasombro del empleo en el mundo, enRevista Trabajo,nm. 46, Ginebra, Suiza, marzo de 2003.Disponible en www.ilo.org/public/spanish/bureau/inf/magazine/46/get2003.htm. Consultadoel 15/08/2006.

    49OIT,Panorama Laboral 2003, op. cit.50OIT,Panorama Laboral 2006,Amrica Latina y el Caribe, Per, Oficina Regional para Am-

    rica Latina y el Caribe, 2006, p. 39.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    31/197

    34 Irma Lorena Acosta Reveles

    prefiere hablar de dficit de trabajo decente cuando alguna ocupacin labo-ral es contraria o no rene las condiciones de libertad, igualdad, seguridad

    y dignidad.51Con base en estos parmetros, la OITindica que para 1990 enAmrica Latina tenan trabajos no decentes 63 millones de trabajadoresurbanos (45 por ciento de la PEA), y la cantidad aument en 2003 a 93 mi-

    llones (50.5 por ciento de la PEA).52

    Otra de sus apreciaciones es que recientemente la gravedad del desem-pleo y carenciade trabajo decente en la regin obedece a la desaceleracinde la actividad econmica en las economas industrializadas especial-mente en Estados Unidos, as como a la cada del valor de los principalesbienes de exportacin de la zona. Para dar como resultado que los trabaja-dores pobres y los desempleados se coloquen en actividades de bajos in-gresos y en el sector no estructurado,53regularmenteprecario.

    El cometido inicial del adjetivoprecario en la OITfue calificar una situacinlaboral crtica para el trabajador, en oposicin al empleo tpicoo jurdicamen-te regulado. En adelante el trmino se ha difundido como la anttesis deltrabajo decenteo digno.54Esta ltima categora se refiere al cumplimiento deestndares laborales mnimos: calidad y proteccin, las prerrogativas que leataen, representacin y seguridad econmica. Idealmente, se trata de aque-llos trabajos que promueven la libertad y la dignidad humana; cuentan conprerrogativas sociales (seguridad, asistencia sanitaria, educacin, etctera);

    sin restricciones a los derechos sindicales; al margen de la discriminacinpor gnero, etnia o raza; proveen ingresos suficientes y seguros; excluyen eltrabajo forzoso e infantil y garantizan la integracin social de la persona.

    Sobre la globalizacin, la postura de la OITes que la creciente integra-cin comercial puede tener grandes beneficios para las naciones; es decir,que puede haber una globalizacin justa. Sin embargo, en las condicionesactuales slo hace ms vulnerables a los pases de menor desarrollo:

    51OIT, Trabajo decente en las Amricas: una agenda hemisfrica, 2006-2015. Informe del Direc-tor General. XVI Reunin Regional Americana, Brasilia, mayo de 2006.

    52OIT,Panorama Laboral 2003, op. cit.53La OITconsidera parte de sector informal o no estructurado a los mismos agentes que

    la CEPAL, pero contempla adems el nivel de productividad de las empresas.54Marcos Supervielle y Mariela Quiones, De la marginalidad a la exclusin. Cuando el

    empleo desaparece, ponencia presentada en la Reunin Subregional de ALAST: AsociacinLatinoamericana de Sociologa, Eltrabajo en los umbrales del siglo XXI. Lecturas diversas desdeel cono sur, Cochabamba, Bolivia, 2002.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    32/197

    Procesos laborales en curso 35

    La economa de mercado global ha puesto de manifiesto una gran capaci-dad productiva. Gestionada con acierto, puede dar lugar a progresos sus-tanciales y sin precedentes, crear puestos de trabajo ms productivos ymejores para todos, y contribuir de manera importante a la lucha contra lapobreza en el mundo.

    Sin embargo, tambin somos conscientes de lo mucho que nos queda porhacer para que esta posibilidad se convierta en realidad. El actual procesode globalizacin est produciendo resultados desiguales entre los pases ydentro de ellos. Se est creando riqueza, pero son demasiados los pasesy las personas que no participan de los beneficios y a los que apenas setiene en cuenta, o se ignora totalmente, a la hora de configurar el proceso.Para una gran mayora de mujeres y hombres, la globalizacin no ha sidocapaz de satisfacer sus aspiraciones sencillas y legtimas de lograr un tra-bajo decente y un futuro mejor para sus hijos. Muchos de ellos viven en ellimbo de la economa informal, sin derechos reconocidos y en pases po-bres que subsisten de forma precaria y al margen de la economa global.Incluso en los pases con buenos resultados econmicos hay trabajadoresy comunidades que se han visto perjudicados por la globalizacin.55

    Algunos factores que deterioran la situacin laboral son graves defi-ciencias de la institucionalidad democrtica, propagacin de la corrupcinpoltica hasta niveles sin precedentes y prdida de confianza de la sociedaden la independencia de los poderes pblicos y en la seguridad jurdica. Con

    estos antecedentes, laOIT

    estipula los cinco desafos prioritarios de la re-gin para generar trabajo decente y combatir la extrema pobreza, en elmarco de la Agenda Hemisfrica 2006-2015:56

    1. Lograr que el crecimiento econmico promueva el trabajo decente.2. Lograr la aplicacin efectiva de los principios y derechos fundamen-

    tales en el trabajo.3. Generar mayor confianza en la democracia y en el dilogo social.4. Ampliar y fortalecer los esquemas de prevencin y proteccin social

    de los trabajadores.5. Incrementar la inclusin social y laboral para reducir la desigualdad.

    55OIT, Por una globalizacin ms justa. Crear oportunidades para todos, Ginebra, ComisinMundial sobre la Dimensin Mundial de la Globalizacin, 2004, pp. Xy XI. Disponible en www.ilo.org/public/spanish/wcsdg/docs/report.pdf Consultado el 25/03/2010.

    56OIT,Panorama Laboral 2006, op. cit., p. 22.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    33/197

    36 Irma Lorena Acosta Reveles

    Las propuestas de la OITse orientan, por un lado, a reforzar el crecimien-to, a partir de acciones globalmente concertadas, para evitar desequilibrios

    y una desregulacin selectiva. Si bien las regulaciones laborales en todos lospases pueden requerir ciertos ajustes, una desregulacin generalizada cau-sara ms dao que beneficios: inestabilidad, reduccin de la demanda agre-

    gada, inequidad. Por otro lado, y para aliviar la pobreza, los empleos debernser productivos y ofrecer condiciones de trabajo con apego a las normasinternacionales.57Insta a gobiernos y empresarios de la regin a aplicar deinmediato polticas sociales de emergencia que impidan la explosin de lapobreza, el hambre y la desesperacin de millones de desempleados.

    La OITseala a la Repblica Argentina como el exponente extremo deuna crisis que si no se revierte podra agravar la pobreza y la exclusin,poniendo en peligro la estabilidad poltica de muchos pases, y amenazan-

    do incluso la capacidad de la convivencia democrtica en las sociedadeslatinoamericanas. Por lo anterior, hace un llamado a impulsar una globali-zacin ms justa, y sugiere a los pases pobres retrasar la apertura econ-mica financiera hasta disponer de suficiente capacidad y fortaleza institu-cional para hacer frente al entorno externo.58

    La CEPAL,por su parte, argumenta que la reestructuracin productivaque sigue al agotamiento de la modalidad de desarrollo de la posguerra,incitada por eventos externos, ha influido de manera decisiva en una crea-cin de empleo diferenciado, dividido en segmentos. El dbil crecimientodurante la crisis de los ochenta redujo la capacidad de los sectores forma-les de generar empleo productivo, la mayor parte de los puestos de trabajoque hoy existen se colocan en el segmento informal.

    Las reformas estructurales reconoce tienen un impacto negativo in-mediato en el empleo, en particular los procesos de apertura acelerados quellevaron al cierre de empresas y obligaron a otras a reducir su planilla paraaumentar la productividad; tambin las privatizaciones que han seguido conreducciones de personal. Otro factor de mayor alcance en el tiempo ha sido

    un usomenos intensivo de manode obra que resulta de la tecnificacin de lasramas en el sector primario y secundario. Hoy,el mercado de trabajo regio-

    57OIT, El futuro del trabajo decente en la economa global, enRevista Trabajo,nm. 38,Ginebra, enero-febrero de 2001. Disponible en www.ilo.org/public/spanish/bureau/inf/maga-zine/38/news.htm#global. Consultado el 01/06/2007.

    58OIT, Seguridad econmica para un mundo mejor, Resumen Ejecutivo, Ginebra, 2005.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    34/197

    Procesos laborales en curso 37

    nal se distingue por suheterogeneidad en la estructura ocupacional,59frecuen-temente vinculado a una polarizacin creciente del ingreso salarial:

    a) La mayor parte del empleo nuevo se concentra en actividades in-formales, contribuyendo stas cada vez ms al empleo global. En

    la informalidad coexisten microempresas que logran aprovecharlas nuevas oportunidades frecuentemente articulndose con en-tidades ms grandes y las tpicas actividades de sobrevivenciaque dependen del goteo de los ingresos producidos en el sectorformal.

    b) Las actividades formales, donde de manera simultnea se registra lacreacin de empleo de alta productividad y bien remunerado parapersonal con altos niveles de calificacin, y puestos de bajo nivel de

    productividad e ingresos.

    El deterioro de la calidad media del empleo asalariado se relacionantimamente con la tendencia a la segmentacin laboral, en su polo mscrtico, y encuentra que se debe, en parte, a la flexibilizacin de la insti-tucionalidad laboral con la que se buscaba hacer frente a las nuevas con-diciones de los mercados,60como el debilitamiento sindical, la flexibilidaden las normas jurdicas en materia de trabajo y seguridad social, y hastalas polticas de salarios mnimos. Otros factores que desde este organismo

    contribuyen a explicar este proceso son la excesiva presin de desocupa-dos sobre los puestos disponibles que orilla al subempleo y la baja pro-ductividad de las actividades con vacantes.

    Su propuesta es construir de forma deliberada la competitividad a par-tir de inversiones e innovaciones que apuntalen el crecimiento una vezsuperado el periodo de transicin, pues de ello dependen el volumen y lacalidad del empleo; en este esquema las innovaciones son la clave paramantener la competitividad en el largo plazo.61

    59Varios autores usan indistintamente los trminos de segmentacin o fragmentacinpara referirse a los atributos especficos de los trabajadores (gnero, edad, etnia, origen urba-no o rural, calificacin, etctera) que permiten aglutinarlos en categoras diferentes, y que dehecho los enfrentan entre s ante una demanda restringida.

    60Jnger Weller, Tendencias del empleo en los aos noventa en Amrica Latina y elCaribe, op. cit., p. 48. Consultado el 24/10/2007.

    61Ver Brbara Stallings y Jnger Weller, El empleo en Amrica Latina, base fundamentalde la poltica social,enRevista de la CEPAL,nm. 75, Santiago de Chile, diciembre de 2001.

  • 7/26/2019 AL Capital Trabajo Agricultura Acosta

    35/197

    38 Irma Lorena Acosta Reveles

    Podra decirse que para estos organismos los procesos vigentes en laeconoma mundial, con sus manifestaciones crticas en materia de empleo,son salvables si se toman las precauciones debidas, hasta ser fuente deoportunidades en trminos de crecimiento y mayor eficiencia. Ciertamen-te, la carga recaera sobre las personas de los niveles de capacitacin ms

    bajos, que precisan apoyo especial para poder ajustarse a las nuevas con-diciones laborales; en esa ptica es que se colocan las polticas socialescompensatorias.

    Con menor optimismo que la OIT, la CEPALconsidera que en adelante elsector secundario no podr ser ms el motor de la generacin de empleo

    y, evidentemente, tampoco lo ser el agropecuario. La competencia mun-dial que representa el desafo en este momento resultar inaccesible paraaquellos rubros que insistan en el uso intensivo de mano de obra (como lamediana y la pequea empresas). Una combinacin ptima de factoresapunta, en el mejor de los casos, a una tasa moderada en la generacin deempleo, pero lo ms probable es que en el nivel regional el empleo asala-riado continuar descendiendo.

    HACIAUNAVALORACINQUECONSIDERE

    ENSUINTEGRIDADLARELACINCAPITAL-TRABAJO

    La revisin de la literatura nos ha permitido reconocer que los esfuerzosms consistentes en la tarea de aprehender con objetividad los fenmenoslaborales en curso provienen del sector acadmico. Uno de sus mritosconsiste en que la generalidad de las investigaciones enmarcan el anlisisdel mundo del trabajo en un escenario internacional indito; empero, mu-chas de stas llegan a conclusiones desafortunadas, desde nuestro puntode vista, cuando se conducen con apego a la trayectoria laboral de los pa-ses industrializados para explicar la realidad regional.62O en l