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EL QUICHUA DE SANTIAGO DEL ESTERO: IDENTIDAD EN LA DIVERSIDAD LELIA INES ALBARRACIN Universidad Nacional de Santiago del Estero RESUMEN Muchos argentinos desconocen que habitamos un país multilingüe y pluricultural. Los procesos eurocéntricos, hispanocéntricos y etnocéntricos han impuesto, desde la instauración de la República en adelante, una mirada negadora de las culturas minoritarias. A doscientos años del nacimiento de nuestra Patria, sería justo, conveniente y reparador resaltar la resistencia de muchos hermanos nuestros que han sabido conservar su propia lengua y cultura, a pesar de ser víctimas de procesos de exclusión y marginación, por no hablar la lengua oficial. En este trabajo nos referiremos especialmente a la comunidad quichuahablante de Santiago del Estero, calculada en alrededor de 160.000 personas, distribuidas en la provincia mencionada, en catorce departamentos. Se supone que un número igual se encuentra disperso a lo largo de todo el país. Esta comunidad ha sido capaz de conservar una lengua milenaria, a través de la transmisión intergeneracional. Esta lengua es una de alrededor de 14 lenguas precolombinas que se hablan en Argentina y que han logrado resistir más de 500 años la invasión y conquista, cuya acción hoy sigue vigente. Muchas de esas lenguas están actualmente en peligro de extinción. La discriminación de la que son víctimas, la falta de acciones que tiendan a su recuperación o inserción en el campo educativo, las políticas lingüísticas con características de opresión idiomática hacia las lenguas minoritarias y las variedades regionales del español, son algunos de los diversos factores que suelen confluir para provocar la interrupción de la transmisión intergeneracional y la consecuente desaparición de toda una cultura.

Albarracin El Quichua de Santiago Del Estero Identidad en La Diversidad

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Presentación en el IV Congreso Argentino de Cultura (2013).

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EL QUICHUA DE SANTIAGO DEL ESTERO: IDENTIDAD EN LA DIVERSIDAD

LELIA INES ALBARRACIN Universidad Nacional de Santiago del Estero RESUMEN

Muchos argentinos desconocen que habitamos un país multilingüe y pluricultural. Los

procesos eurocéntricos, hispanocéntricos y etnocéntricos han impuesto, desde la instauración

de la República en adelante, una mirada negadora de las culturas minoritarias.

A doscientos años del nacimiento de nuestra Patria, sería justo, conveniente y

reparador resaltar la resistencia de muchos hermanos nuestros que han sabido conservar su

propia lengua y cultura, a pesar de ser víctimas de procesos de exclusión y marginación, por

no hablar la lengua oficial.

En este trabajo nos referiremos especialmente a la comunidad quichuahablante de

Santiago del Estero, calculada en alrededor de 160.000 personas, distribuidas en la provincia

mencionada, en catorce departamentos. Se supone que un número igual se encuentra

disperso a lo largo de todo el país.

Esta comunidad ha sido capaz de conservar una lengua milenaria, a través de la

transmisión intergeneracional.

Esta lengua es una de alrededor de 14 lenguas precolombinas que se hablan en

Argentina y que han logrado resistir más de 500 años la invasión y conquista, cuya acción hoy

sigue vigente. Muchas de esas lenguas están actualmente en peligro de extinción. La

discriminación de la que son víctimas, la falta de acciones que tiendan a su recuperación o

inserción en el campo educativo, las políticas lingüísticas con características de opresión

idiomática hacia las lenguas minoritarias y las variedades regionales del español, son algunos

de los diversos factores que suelen confluir para provocar la interrupción de la transmisión

intergeneracional y la consecuente desaparición de toda una cultura.

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Palabras claves: identidad – exclusión – lengua – quichua

DESARROLLO

A lo largo de siglos, las lenguas habladas en América antes de la llegada del español,

han sufrido un sinnúmero de situaciones desfavorables. Se puede decir que nuestra América

está atravesada por procesos de glotofagia, silenciamiento y desvalorización de los idiomas

vernáculos.

La lengua, es decir esa construcción colectiva propia de un grupo humano, esa

riqueza cultural única, ha sido uno de los tesoros más destruidos por los conquistadores. Así,

numerosas lenguas han desaparecido, otras son habladas por un número cada vez más

reducido de personas, otras han visto disminuir su léxico y alterada su sintaxis por el avance

de una lengua dominante, otras ven reducir su espacio funcional en la vida social por la

discriminación de la que son víctimas sus hablantes.

Una de las pocas lenguas que ha logrado sobrevivir, durante más de cinco siglos, al

dominio del español, ha sido el quechua. Esta lengua fue hablada en todo el Noroeste

Argentino hasta principios del siglo XX, prueba de ello, son los numerosos topónimos, los

documentos de la Independencia y las características particulares que aún conserva el

español hablado en la región. En este momento, las zonas quechuahablantes nativas se

reducen a la provincia de Santiago del Estero y a la puna jujeña. De esta última región no se

tienen mayores datos acerca de la cantidad de hablantes o de cuál es la variedad dialectal

que se habla.

En el caso de Santiago del Estero, se calcula en 160.000 el número de hablantes. Se

trata de un grupo de argentinos que sufre aún hoy una marginación no sólo cultural, sino

también económica y social por ser portadores de una lengua y cultura minoritarias. Viven en

una de las regiones más pobres del país, en donde el analfabetismo, la desnutrición y el

desempleo se han adueñado de la misma. Quizás por ello es además una de las provincias

con mayor índice de emigración.

Cabe aclarar que la comunidad quichuahablante de Santiago del Estero está

constituida por un conglomerado de grupos étnicos: descendientes de paisanos árabes, de

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colonos judíos, de inmigrantes europeos, descendientes de indígenas y de afroamericanos y

criollos.

En el caso de los inmigrantes, adquirieron el idioma español y el quichua en forma

simultánea, para así comunicarse con mayor fluidez en la vida cotidiana.

Muchos habitantes de esta provincia tienen como lengua materna al quichua. Sin

embargo, cuando ingresan a la escuela deben aprender dos códigos nuevos, por un lado la

lengua de la cultura dominante y por otro lado el código escrito de esa lengua. Pensemos

entonces en los traumas que la situación provoca y las consecuencias de ellos: deserción y

analfabetismo.

La idea que para ser alfabetizado hay que abandonar la lengua materna minoritaria se

ha naturalizado. Lo cual se traduce en excluir para incluir. La imposición del código diferente

al de origen, equivale a escribir y leer por fuera de la propia identidad histórica, lingüística y

cultural.

La lectura como disciplina escolar, entretenimiento, esparcimiento o finalidad no es una

actividad neutra o apolítica. La escasa circulación de libros de lectura en lenguas minoritarias,

forma parte de un (a)lineamiento científico - educativo ligado a los proyectos que emanan del

poder. (Albarracín 2011: 24)

Lo que Ingrid Jung (1992: 276) expresa a propósito del área andina peruana es

totalmente válido para la región santiagueña: “Pero el rechazo al quechua trasciende el mero

campo lingüístico. Es parte del desprecio que tiene la cultura hispana y dominante por todo lo

que caracteriza la vida del campesino, y lo que se evidencia en la falta de valoración incluso

económica de su trabajo y de su producto, frente a la sobrevaloración de lo académico, el

modo de vivir urbano y la producción industrial”.

Sostenemos que la conformación de la identidad nacional es conflictiva, porque las

minorías lingüísticas, son precisamente eso, grupos en sorprendente desproporción en lo

demográfico, económico y político, frente a una mayoría que tiene una considerable

importancia a nivel de la política y del discurso del estado.

Durante décadas existió una prohibición formal de la utilización de la lengua en el

ámbito educativo, lo que era cumplido al pie de la letra por los maestros y los inspectores de

escuela. La discriminación a la que se llegaba era extrema, por ejemplo, ante la visita de las

autoridades a una escuela se separaba a los niños quichuahablantes y no se les permitía

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hablar. Incluso podía llegarse al castigo físico. Jorge Ábalos (1949) en su libro “Shunko” ilustra

muy bien la realidad de los niños quichuahablantes a mediados del siglo XX. Hoy en día la

prohibición no existe pero continúa de hecho en actitudes censoras de docentes y/ o

autoridades educativas, que comprobamos a menudo, en feria de ciencias, en actos

escolares, en proyectos rechazados, o en permanentes acciones de discriminación hacia la

lengua. Hasta hace unos 3 años atrás existía una sola escuela estatal, donde se enseñaba la

lengua quichua. Recientemente han comenzado a sumarse nuevas experiencias, que aún

necesitan del adecuado acompañamiento científico pedagógico, por parte de las unidades

correspondientes del ministerio provincial de educación. Como una manera de paliar ese

déficit desde la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) se han impulsado

proyectos de Voluntariado Universitario, con auspiciosos resultados.

Es por ello que sería injusto desconocer que en el nuevo milenio, ha habido dos logros

significativos en el ámbito educativo: por un lado la implementación de la Diplomatura en

Lengua Quichua, que desde el año 2006 y aún hoy continúa dictándose en la Facultad de

Humanidades de la Universidad Nacional de Santiago del Estero y la creación de la

Tecnicatura en Educación Intercultural Bilingüe con mención en Lengua Quichua, en la misma

casa de estudios. Ésta última es la primera carrera universitaria creada en Argentina, referida

a una lengua indígena.

Los logros mencionados no son metas en realidad, sino caminos que abren a nuevos

desafíos. El desafío de contar con recursos humanos idóneos, con material didáctico y

metodología adecuados, y fundamentalmente con el acompañamiento ideológico para

comprender la necesidad de revertir la realidad de exclusión y marginación a la que ha sido

condenada la lengua, desde la conquista española en adelante. Es importante remarcar que

la lengua quichua, como toda lengua, forma parte del Patrimonio Cultural de toda la

Humanidad. Y si se alimenta la visión idílica de armonía y equilibrio entre las lenguas se corre

el riesgo de aplicar proyectos que solamente reproducen los patrones de la cultura

hegemónica y que seguramente terminarán en fracaso.

Cuando decimos que hay mucho por hacer, nos referimos por ejemplo a ir al encuentro

de la literatura popular, transmitida oralmente en quichua. Ésta debe ser recuperada por el

soporte impreso, para que la comunidad toda logre reencontrarse con su lengua, su cultura,

su geografía, su historicidad desde otro lugar, el de la producción escrita, que hasta ahora

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aparece como distante. Es decir, reconocerse como autores de su material de lectura,

apropiarse de un lugar que hasta ahora no les pertenece, porque hay un afuera, establecido

desde el poder, que determina cuál es el material que se lee.

Tiene que ver con que la literatura atesorada por un grupo humano (los relatos orales,

las adivinanzas, las coplas), aparece subestimada como material de lectura, porque la

coherencia – cohesión, la trama discursiva – intertextual son elementos inquisidores que

logran invisibilizar las historias de una comunidad. (Albarracín de Alderetes 2011: 25)

La enseñanza de la lectura-escritura en lengua vernácula no sólo significa lograr la

capacidad de leer textos que la cultura dominante elabora sino también es importante lograr la

producción de mensajes que cuestionen la situación de dominación en lo cultural sobre todo y

que colabore en el autodesarrollo del propio grupo. Para los hablantes de una lengua

mayoritaria y dominante, es cotidiano el hecho de abrir un libro y encontrar palabras que

reflejen su lengua y su cultura, sin embargo para quienes hablan una lengua ágrafa oír la

lectura de un texto en esa lengua discriminada es un hecho casi mágico.

No podemos negar que el aprendizaje del español permite una integración y movilidad

social pero también es cierto que es posible desarrollar un nivel de bilingüismo coordinado y

enriquecedor que logre la persistencia de la lengua materna como lengua natural de la región.

Toda política de desarrollo regional debería tener en cuenta la importancia del fortalecimiento

de la cultura e identidad de la región.

CONCLUSIONES

Permitir que las lenguas vernáculas tengan el espacio que se merecen significa no

solamente respetar las culturas minoritarias y la identidad cultural de muchos argentinos sino

también evitar la desaparición de lenguas ancestrales. “(…)Las lenguas vernáculas que no

logran establecerse como medios de expresión y comunicación escritas están condenadas a

desaparecer debido a la imposición de la lengua dominante en la escuela y demás

instituciones cuyo medio de trabajo es la escritura. Además contribuye a este hecho la falta de

prestigio de todas aquellas lenguas que no disponen de escritura” (Jung 1992: 282).

En los últimos años, el discurso de la cultura dominante busca convencernos de que

existe una única lengua de comunicación y ese único idioma se impone como materia

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obligatoria en todas las escuelas de todos los distritos del país, sin tener en cuenta que

“Hablar varias lenguas no sólo no es un estorbo para el entendimiento entre las personas,

sino que propicia un actitud receptiva y comprensiva hacia los demás. Sobre todo nos ayuda a

superar las ideas etnocentristas del lenguaje, que consisten en considerar que nuestra forma

de hablar es más natural, normal, fácil o lógica que la de los demás” (Moreno Cabrera

2000:244).

Lograr una verdadera regionalización, teniendo como eje la soberanía cultural de la

Patria Grande, permitiría la conservación de pautas culturales amenazadas en estos tiempos

de globalización. Y es la democracia la que nos permite crear libertades para recrear una

sociedad pluralista, respetuosa de las diferencias.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ÁBALOS, Jorge W.

1949 “Shunko”. Tucumán: La Raza.

ALBARRACÍN DE ALDERETES, Lelia Inés

2011 “La Quichua – Gramática, Ejercicios y Diccionario Quichua-castellano. Volumen 2”.

Buenos Aires: Dunken.

JUNG, Ingrid

1992 “El quechua en la escuela”, en “El quechua en debate”. Cusco, Perú: Centro de

Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de las Casas.

MORENO CABRERA, JUAN CARLOS

2000 “La dignidad e igualdad de las lenguas. Crítica de la discriminación lingüística”. Madrid:

Alianza Editorial.