Alejandra Pizarnik No Hay Puertas

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pizarnik no hay puertas

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Con arenas ardientes que labran una cifra de fuego sobre el tiempo,con una ley salvaje de animales que acechan el peligro desde su madriguera,con el vrtigo de mirar hacia arriba,con tu amor que se enciende de pronto como una lmpara en medio de la noche,con pequeos fragmentos de un mundo consagrado para la idolatra,con la dulzura de dormir con toda tu piel cubrindome el costado del miedo,a la sombra del ocio que abra tiernamente un abanico de praderas celestes,hiciste da a da la soledad que tengo.Mi soledad est hecha de ti.Lleva tu nombre en su versin de piedra,en un silencio tenso donde pueden sonar todas las melodas del infierno;camina junto a m con tu paso vaco,y tiene, como t, esa mirada de mirar que me voy ms lejos cada vez,hasta un fulgor de ayer que se disuelve en lgrimas, en nunca.La dejaste a mis puertas como quien abandona la herederade un reino del que nadie sale y al que jams se vuelve.Y creci por s sola,alimentndose con esas hierbas que crecen en los bordes del recuerdoy que en las noches de tormenta producen espejismos misteriosos,escenas con que las fiebres alimentan sus mejores hogueras.La he visto as poblar las alamedas con los enmascarados que inmolan al amor-personajes de un mrmol invencible, ciego y absorto como la distancia-,o desplegar en medio de una sala esa lluvia que cae junto al mar,lejos, en otra parte,donde estars llenando el cuenco de unos aos con un agua de olvido.Algunas veces sopla sobre m con el viento del surun canto huracanado que se quiebra de pronto en un gemidoen la garganta rota de la dicha,o trata de borrar con un trozo de esperanza radaese adis que escribiste con sangre de mis sueos en todos los cristalespara que hiera todo cuanto miro.Mi soledad es todo cuanto tengo de ti.Alla con tu voz en todos los rincones.Cuando la nombro con tu nombrecrece como una llaga en las tinieblas.Y un atardecer levant frente a mesa copa del cielo que tena un color de lamos mojadosy en la que hemos bebido el vino de la eternidad de cada da,y la rompi sin saber, para abrirse las venas,para que t nacieras como un dios de su esplndido duelo.Y no pudo moriry su mirada era la de una loca.Entonces se abri un muroy entraste en este cuarto con una habitacin que no tiene salidasy en la que ests sentado, contemplndome, en otra soledadsemejante a mi vida.