1
“Alemania no era el paraíso” Ana Montes: “Se fueron con ilusión, con el reto de aprender alemán en pocos meses para hacer el trabajo de enfermeras que no pueden desarrollar en España. Pero se vuelven de Alemania muy descontentas. Las han tratado muy mal, a pesar de ser las más preparadas de Europa. Aprovechándose de la crisis, agencias, escuelas de idiomas y hospitales hacen su agosto con jóvenes emigrantes sanitarios.” "Todas las ofertas son iguales: te llevan, te dan un curso intensivo de alemán mínimo un mes, pero no te lo regalan”, cuenta Carmen N. Antes de hablar con interviú, esta joven enfermera residente en Madrid pide que no se publique su apellido; no quiere que se le cierren puertas por contar su mala experiencia como enfermera emigrante en un pequeño hospital alemán especializado en medicina interna. El curso de alemán le costó 350 euros. “Y cuando lo terminé –cuenta–, la empresa alemana que nos subcontrataba en un hospital me dijo que mi nivel era aceptable y que también podría comunicarme en inglés. Pero cuando llegué, ni era aceptable ni básico ni suficiente. En el hospital intentaba hablar en inglés, pero me decían: «El inglés, para Inglaterra». Excepto los estudiantes de enfermería, todos me negaban la palabra”. Su supervisora, además, no la ayudaba nada: “Lo primero que me dijo fue: «Aquí se trabaja, no es como en España». Decía: «Si por mí fuera, aquí no se contrataría a nadie de fuera». Y esas cosas duelen”.

Alemania No Era El Paraíso

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Alemania No Era El Paraíso

“Alemania no era el paraíso”

Ana Montes:

“Se fueron con ilusión, con el reto de aprender alemán en pocos meses para hacer el trabajo de enfermeras que no pueden desarrollar en España. Pero se vuelven de Alemania muy descontentas. Las han tratado muy mal, a pesar de ser las más preparadas de Europa. Aprovechándose de la crisis, agencias, escuelas de idiomas y hospitales hacen su agosto con jóvenes emigrantes sanitarios.”

"Todas las ofertas son iguales: te llevan, te dan un curso intensivo de alemán mínimo un mes, pero no te lo regalan”, cuenta Carmen N. Antes de hablar con interviú, esta joven enfermera residente en Madrid pide que no se publique su apellido; no quiere que se le cierren puertas por contar su mala experiencia como enfermera emigrante en un pequeño hospital alemán especializado en medicina interna. El curso de alemán le costó 350 euros. “Y cuando lo terminé –cuenta–, la empresa alemana que nos subcontrataba en un hospital me dijo que mi nivel era aceptable y que también podría comunicarme en inglés. Pero cuando llegué, ni era aceptable ni básico ni suficiente. En el hospital intentaba hablar en inglés, pero me decían: «El inglés, para Inglaterra». Excepto los estudiantes de enfermería, todos me negaban la palabra”. Su supervisora, además, no la ayudaba nada: “Lo primero que me dijo fue: «Aquí se trabaja, no es como en España». Decía: «Si por mí fuera, aquí no se contrataría a nadie de fuera». Y esas cosas duelen”.