ALVAREZ Lupe_Reinventar la diferencia - Una discusión necesaria_2004

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    LVAREZ Lupe; Reinventar la diferencia. Una discusin necesaria;

    publicacin del X Saln nacional de artistas; Colombia; 2004

    Nadie pone en duda que uno de los focos delirantes del pensamiento social en

    las postrimeras del milenio ha sido la discusin de las relaciones de poder en

    el mbito cultural. El debate se ha armado de un andamiaje conceptual que

    desafa cualquier enfoque disciplinario y se teje en una compleja red de

    contactos con la historia, la poltica, la economa y otras ramas del

    conocimiento social para constituirse en soporte de mltiples estrategias

    vindicatorias. Los discursos que esta tarea ha producido hallan sustento en la

    crisis de la modernidad, en el tambaleo de sus epistemes, y en el consecuente

    cuestionamiento de sus representaciones y modelos del mundo otrora

    asumidos como rdenes universales. Deconstruir esas lgicas y sus ejes de

    sometimiento ha constituido el plan maestro desde el cual son interpelados los

    acervos simblicos y los paradigmas lingsticos.

    Estos empeos han calado las subjetividades y, sus resultados se arraigan en

    propuestas que vulneran las coordenadas y rutas establecidas por el poder. Se

    han reconocido muchos universos mutantes e interpenetrados que reclaman

    enfoques especficos de sus puestas de valor, y, esta realidad, al ser aceptada,

    ha moderado la prepotencia de antiguas plataformas hermenuticas. La

    prudencia es hoy un caro instrumento en la proposicin de perspectivas de

    anlisis. Su gida asegura la tolerancia de mltiples posicionamientos que

    crecen con conciencia de sus lmites aceptando la interlocucin y la

    participacin, en ellos, de sus opuestos para sustentarse y hacerse crebles.

    Este clima de confrontacin, amparado en la prdida de confianza en la

    institucin del saber, abre camino a la necesidad permanente de un debate

    que, al mismo tiempo que celebra su inscripcin dentro de los criterios hbiles

    para penetrar ciertas realidades, cuestiona sus categoras, intereses y

    representaciones, de modo que pueda enfrentar productivamente su natural

    agotamiento y el reblandecimiento de su potencial movilizador.

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    Con estos presupuestos propongo examinar el estado actual de la discusin en

    torno al rescate de los mrgenes, a la desestabilizacin de las lgicas

    dominantes, y a la posibilidad de una circulacin cultural planteada en trminos

    ms equitativos.

    La discusin acumula un buen aval discursivo con sus fundamentos,

    categoras y estrategias. Sus logros son incuestionables, pues ha producido un

    tipo de pensamiento deconstructivo, ducho en los legados filosficos en los que

    se ha planteado la crisis de la modernidad occidental, con sentido de lugar, y

    muy hbil para posicionar sus puntos de vista. Es, a todas luces, un

    pensamiento aventajado que domina los acervos tericos de uno y otro lado.

    Su fuerza radica tambin en el modo en que se hace especfico para los

    diferentes contextos perifricos, y, a la vez, vlido como instrumento de anlisis

    para otros espacios con similares condiciones.

    Pero lo ms importante ha sido su capacidad estratgica, la superacin del

    afn teortico para apuntar hacia agenciamientos que propicien una resistencia

    instruida planteada en trminos de posibilidad, sustentabilidad, y objetivos

    precisos. De hecho se han abierto muchos espacios para la expresin de

    prcticas artsticas que no pertenecen a la mainstream, y la fuerza y el prestigio

    que stos han adquirido es uno de los factores que motivan un inters mayor

    por dichas prcticas y la voluntad creciente de considerarlas cuando se

    propone cualquier imagen de la cultura contempornea. Esto es una ganancia,

    pero lo ms difcil ha sido neutralizar la capacidad recuperativa de las

    estructuras de poder y su esfuerzo por reconstituirse aprovechando sus

    plataformas institucionales y el hecho irrebatible de que son los enclaves de la

    legitimidad. Los centros, como contexto final de estas propuestas, pueden

    poner las claves hermenuticas para su comprensin construyendo sus

    significados independientemente de su pertenencia a un sistema preciso de

    necesidades y usos.

    Por suerte, al mismo tiempo que se registra la existencia de terceros mundosen los primeros y se festeja en los eventos la densidad y el impacto de voces

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    en otros tiempos marginadas, las estrategias inclusivas han sido sometidas a

    crtica, y se ha cuestionado la llamada curadura invertida que reproduce el

    esquema centrista de un descubridor con poder e iniciativa para llevar al primer

    mundo una imagen de los terceros acomodada a las demandas de su circuito e

    inscrita en discursos que no la representan.

    En la crtica a cmo los centros arbitran la circulacin intercultural, es muy

    productiva la resistencia a una colonizacin ideolgica de la discusin que

    establece un sistema de cuotas a partir de nociones como identidad, alteridad,

    diferencia, mestizaje, marginalidad, etc. Con el insistente cuestionamiento de

    acciones de corte multicultural que mediatizan la participacin internacional de

    artistas que no pertenecen a la mainstream, se ha logrado moderar la

    tendencia a categorizaciones y jerarquas en los territorios de la diferencia. De

    hecho, se ha llamado la atencin sobre las propuestas artsticas que

    contribuyen a deconstruir los clichs afirmados por el multiculturalismo,

    destacando en ellas el enfrentamiento a mecanismos institucionales de

    apropiacin y designacin del otro y a su retrica.1

    Tales cuestionamientos han sujetado el predominio de la visin eufrica del

    multiculturalismo, que establece una ruta invasiva sur- norte con el

    superobjetivo de conquistar los espacios ms elitistas de promocin del arte.

    Esta versin se aprovecha de la debilidad que en la conciencia occidental, han

    fomentado las variantes del pensamiento posmoderno, y explota con

    conocimiento de causa la fachada pluralista de las sociedades altamente

    desarrolladas as como su voluntad de atenuar viejos esquemas

    hegemnicos. Si bien no se ha trabajado con la ilusin de desestabilizar la

    maquinaria de poder - como reconocen las figuras ms ilustres de esta

    perspectiva-, s se han ido transformando los modos en que se consumen los

    fenmenos artsticos de las periferias.

    1 Cecilia Fajardo-Hill. Por qu son necesarias las alternativas al multiculturalismo?. Ponencia presentada alEncuentro de Teora y Crtica de la VII Bienal de la Habana. Ao 2000.

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    Las exhibiciones transculturales, abundantes en la ltima dcada, han

    contribuido a despejar muchos prejuicios en torno al arte del llamado Tercer

    Mundo. Aunque sigue vigente la demanda de exotismo, y sta es acatada por

    mucha produccin artstica presta a otrizarse para coger plaza fcil en el

    mercado multiculti, van ganando terreno otras imgenes que demuestran toda

    la riqueza de las transacciones culturales y desafan las visiones consumidas

    de sus respectivas escenas. Como ha apuntado Gerardo Mosquera, muchos

    artistas latinoamericanos, africanos, o del sudeste asitico han comenzado a

    tener influencias fuera de los circuitos ghetto y su arte comienza a apreciarse

    como tal: sin apellidos.2

    Discursos como el de Mosquera han construido el valor de esta escena

    emergente con slidos argumentos que demuestran la participacin activa de

    sus propuestas en la construccin de la cultura contempornea por medio de

    contribuciones de peso a los lenguajes internacionales. Esta condicin las

    redefine como parte de la metacultura global.

    Son evidentes las conquistas que este enfoque resalta. Sin embargo, no ha

    habido la insistencia suficiente en la capacidad recuperativa de la tradicin

    artstica hegemnica ni en su habilidad para convertir toda trasgresin en

    demandas de un circuito y en productos para un mercado consolidado a travs

    de sus propias instituciones. De hecho, la disputa ms slida planteada al

    multiculturalismo es la que seala, adems de la categorizacin de las

    diferencias y la homogeneizacin de la heterogeneidad cultural, la imposibilidad

    de las prcticas emergentes de colocar una crtica a la propia institucin, a los

    fundamentos de la marginalidad que ocasiona, con la imposicin de una lgica

    cultural dominante que somete a su cauce cualquier discurso infractor.

    Hay suficientes avales para afirmar que la valoracin del arte de las periferias

    dentro del arte internacional ablanda el potencial insurreccional de sus

    propuestas al ser stas enjuiciadas, ms en relacin con tareas artsticas del tal

    circuito internacional, que por la implicacin crtica que puedan tener dentro de

    2Gerardo Mosquera. Good Bye Identidad, Welcome Diferencia: Del arte Latinoamericano al arte desde Amrica Latina.Texto que forma parte del Catlogo de arte contemporneo en el Ecuador. Fundacin CEAC..

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    sus propios contextos. Esta axiologa restituye el halo aurtico de las obras, y

    las distancia del conjunto de significaciones derivadas de su pertenencia a un

    contexto de valor, en el que se distinguen y adquieren relevancia a partir de

    necesidades propias. Queda entonces en entredicho el sentido que identific

    al arte emergente: la discusin de mecanismos reproductores de subalternidad.

    Este tema es muy controversial, pues si bien es cierto que hoy se vende una

    imagen menos radicalmente occidental de la cultura artstica, no puede

    soslayarse que el giro inclusivista deja a un lado el contexto de produccin de

    esa obra,y en particular las diferencias en las condiciones de produccin entre

    el Primer y Tercer Mundo.3

    Siguiendo esta lnea pregunto cabra plantearse una funcin para el arte

    relacionada con el emplazamiento de ciertas condiciones de existencia, no

    abstractas ni atemperadas por el discurso global, sino tan peculiares e

    irrebatibles como el cuestionamiento de las facilidades para producir arte

    contemporneo en uno u otro mundo?

    Traigo a colacin, aqu, un reclamo de Okwui Enwezor que insta a no dejarse

    ganar por el espejismo de la recuperacin del margen en el centro ni por su

    correlato (el descentramiento de la Historia); hay que profundiza -dice Okwui-

    en la tarea de deslocalizar y descentrar ese centro.4

    Est claro que sta no puede ser una declaracin eventista, sino una alerta que

    d pie a un planteamiento estratgico que vaya ms all del programa

    invasivo.

    La cantidad cada vez mayor de exhibiciones puntuales, entre ellas las bienales

    constituidas alrededor de focos polticos, se han convertido en el trampoln

    hacia los circuitos ms poderosos, y una antesala importante para las ferias de

    arte contemporneo que aseguran la infraestructura de mercado a los

    3 Este sealamiento que marca otro tipo de diferencia lo recalca Cecilia Fajardo-Hill comentando el texto del curador britnico

    Guy Brett para la muestra Transcontinental. Comisariada por l para el Ikon Gallery de Birminghan.4 Okwui Enwezor citado por Octavio Zaya en Sin Ttulo (En memoria de Flix Gonzles Torres) Publicacin de la feriainternacional de ARCO 97.

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    productos por ellas sustentados. El desdibujamiento de las condiciones de

    produccin ocasionado por la distribucin transterritorial llega, incluso, a omitir

    la consideracin acerca de si estos discursos tienen o no reconocimiento en

    sus contextos de origen, o si hallan en ellos condiciones para desarrollarse.

    Esta circunstancia pervierte el mecanismo de ascenso al circuito del poder. A

    la mayora de los encuentros internacionales orientados hacia temas como

    inclusin-exclusin, periferia, descentramiento, etc., se les objeta el

    agotamiento de los trminos de la discusin. En todos se ve casi lo mismo y se

    percibe un espacio homogneo en cuanto a preocupaciones y demandas.

    Muchos de estos foros garantizan su atraccin y la afluencia de profesionales

    del medio invitando a figuras de la mainstream que siguen siendo all las

    estrellas, y rara vez se aprovecha su estancia para una discusin profunda de

    sus posturas, aunque stas manifiesten la usual prepotencia5.

    Algunas voces se han levantado para retomar el sentido de estos macro

    eventos ms no son pocos los que todava piensan que las bienales de la

    periferia - ejemplos cruciales de un campo cultural globalizado- estremecen la

    hegemona de los centros occidentales, y que los artistas de estas latitudes,

    con estos espacios, no necesitan los sistemas de validacin del Primer

    Mundo.6 Tal optimismo slo revela el desconocimiento de la situacin de

    muchos circuitos perifricos y cun hurfano est todava el debate sobre las

    circunstancias de la produccin artstica en medios donde, en realidad, es

    irrelevante el impacto de los saldos a favor de una circulacin internacional ms

    justa. El hecho de que haya artistas de otros contextos colocados en circuitos

    poderosos, e, incluso, que esta emergencia haya construido ya su propio

    sistema de estrellas y afincado sus discursos como demanda estable, ha dado

    pie a una ilusin legtima que hay que poner en su lugar sin relegar otros

    problemas cruciales de la subalternidad.

    5Un cuestionamiento en trminos similares realiza Ery Cmara en Fronteras invisibles, fronteras conceptuales Ponencia

    presentada al Encuentro de Teora y Crtica de la VII Bienal de La Habana.20006Rosa Martnez sostiene esta postura en Bienales en la periferiaPonencia presentada al Encuentro de Teora y Crtica de la V IIBienal de la Habana, 2000

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    Existe la propensin heredada de la mentalidad moderna a pensar el arte por

    tendencias. Como si una sola lgica cultural, o un telos nombrable rigiera hoy

    los destinos de estas prcticas. Tal evaluacin contradice una perspectiva ms

    dinmica y plausible de las diferencias. Tiende a forjar nuevas estticas

    centradas en la densidad presentacional de los medios y asienta tareas

    artsticas con orientaciones propias. Este mecanismo de la autonoma del arte,

    funciona y es productivo para circuitos que arbitran sus necesidades y

    perfeccionan su oferta. Sin embargo, las propuestas con filo crtico se

    ablandan en esta rbita al perder capacidad significante y operativa en relacin

    con un contexto preciso. Son muchos los ejemplos de artistas que alcanzaron

    reconocimiento por producir imgenes certeras relacionadas con discusiones

    de carcter social que hoy encaran discursos formalistas depurados por un

    encargo desentendido de cualquier compromiso.

    Este es el lado ms polmico del espacio multicultural, su evolucin hacia

    formas ms hbridas y globales 7 intervenidas por el circuito internacional. En

    l, efectivamente, se escuchan voces alternativas, pero es muy cuestionable

    seguirlas presentando bajo la cobertura de discursos de resistencia porque, en

    rigor, son afirmativas y perfectamente integradas al sistema.

    A pesar de esta certeza sera ridculo pretender conjurar una necesidad

    fundamentada en la propia estructura de poder. Tener presencia y visibilidad

    en la cultura contempornea dentro de un espacio de diferencias que (an

    mediatizadas por los cdigos visuales y culturales de los circuitos globales del

    arte) confina el carcter derivativo de la produccin perifrica, es un avance

    incuestionable.

    Se trata entonces de abordar algunos tpicos problematizadores del ejercicio

    del poder que, desde mi punto de vista, representan la posibilidad de articular

    hoy, un dispositivo plausible de resistencia a la capacidad recuperativa de sus

    mecanismos de control.

    7 Rosa Martnez, ibdem.

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    Resulta obvio que ganarse un espacio en el circuito dominante es una meta

    para cualquier artista perifrico. Esta realidad, aunque contradice las

    declaraciones emancipadoras de las prcticas multiculturales, se justifica por

    dos razones nada despreciables. Una es que los centros cuentan con las

    instituciones adecuadas para construir el valor de estas propuestas y darles el

    tratamiento correspondiente dentro de prcticas con presupuestos similares

    que gozan de prestigio y aceptacin. La otra es que sus contextos de origen

    son incapaces de respaldarlos, ni material, ni intelectualmente. El

    reconocimiento de la incapacidad de legitimacin en gran parte de las periferias

    artsticas es un hecho, pero como enunciado es an bastante vago, y,

    lamentablemente, resulta ms comn escuchar acerca de artistas que han

    realizado el crossover o de aquellos que estn en la avanzada cuestionando

    los clichs del multiculturalismo, que de cmo se puede enfrentar el

    subdesarrollo de muchos medios artsticos para que, en ellos, puedan

    encontrar asideros propsitos contemporneos.

    Un debate productivo esbozado en estos trminos atenuara un poco la

    ansiedad perifrica de ubicarse siempre al norte ignorando el riesgo - no

    suficientemente debatido- de la deformacin interna que padece la produccin

    artstica en estos predios, y del agotamiento de su capacidad de significacin

    para el contexto. De pronto, el nfasis en los desarrollos regionales y el planteo

    eficiente de rutas sur-sur ayudara a las escenas dbiles a paliar lo males

    derivados de su bajo perfil local e incapacidad de gestin.

    La disposicin de algunas escenas artsticas para enfrentar los retos de la

    globalizacin e insertarse en su cauce desde perspectivas coherentes con sus

    metas de desarrollo, ha generado jerarquas dentro de los mbitos perifricos.

    La ruta sur-norte a la que se hace referencia en los discursos sobre la

    circulacin internacional, tiene usuarios muy precisos entre los que se

    distinguen escenas tradicionalmente competitivas, las que adquieren

    significacin por motivos extra-artsticos, artistas no-mainstreamque residen en

    las urbes poderosas, o aquellos a los que una eventualidad libera de las

    limitaciones de su medio. Este es el universo de los artistas transculturales.Fuera queda un vasto territorio pobre en oportunidades donde cualquier

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    propsito de arte contemporneo debe enfrentarse a las estructuras ms

    obsoletas y sobrevivir, si encuentra fuerzas, hurfano de encaje institucional y

    en franco aislamiento.

    Me refiero a los contextos menos favorecidos, aquellos desconectados de la

    red global que se hunden en el abandono y la incomunicacin. Son las

    periferias de la periferia cuyo drama no es la exclusin, ni la mediatizacin de

    su diferencia, sino la incapacidad de curarse del mal que reproduce las formas

    ms infames de subalternidad, y ciega cualquier perspectiva sustentable de

    desarrollo a un arte ms vital e incisivo, capaz de integrarse eficazmente a la

    discusin social y de incidir en las relaciones comunitarias.

    Creo que la discusin ha desatendido estas manifestaciones fehacientes de

    diferencia con respecto a las condiciones en las que se produce arte

    contemporneo en uno u otro medio. Rara vez se escuchan los reclamos de un

    debate profundo que fortalezca a las periferias ms dbiles o a las que tienen

    situaciones culturales ms conflictivas. Parece que el temor al localismo, y a no

    estar inen las filosofas transterritoriales soslaya las dificultades afrontadas al

    interior de estos contextos.

    Cabra preguntarse si es posible librar un espacio crtico reinsertando el

    cuestionamiento de la institucin cultural en tales medios, punto que conlleva el

    enfrentamiento con la mentalidad colonial que predomina. Esta empresa

    debera remover en primer lugar, la incapacidad de autolegitimacin motivada

    fundamentalmente por la falta de autonoma del campo cultural, la pobreza del

    encargo asignado al arte y la supremaca de la improvisacin en los

    mecanismos institucionales.

    Como seala Mosquera la debilidad prestigiadora sur-sur explica lo

    insignificante de la circulacin cultural en el mismo sentido.8 El reconocimiento

    de estas limitaciones da pie para volcar la discusin hacia acciones que

    8Gerardo Mosquera, Cambiar para que todo siga igual.en Revista Lpiz, abril 1995.

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    contribuyan a rehabilitar estas rutas con el fin de incentivar desarrollos

    regionales y propiciar intercambios entre los medios ms y menos favorecidos.

    Implementar un espacio crtico con intereses comunes donde se discutan los

    estrechos mrgenes en los que habitan muchas escenas emergentes podra

    abrir caminos para explorar plataformas de valor alineadas a un territorio

    especfico, el de sus necesidades. Esta estrategia s alterara la lgica

    impuesta por los aparatos de dominacin cultural con la proposicin de un

    discurso forjado a partir de la diferencia concebida como principio de

    afirmacin y legitimacin suficiente.9 En este empeo la idea de regionalismo

    crtico sera una herramienta eficiente pues apunta al sentido de lugar

    esquivando cualquier localismo esencialista.

    Amrica Latina sera un contexto idneo para potenciar la ruta sur-sur. En el

    continente existen algunas escenas poderosas capaces de generar iniciativas

    de dentro hacia fuera, adems de ser Latinoamrica un vector cultural

    expandido por buena parte del orbe que se cuenta entre los hacedores de la

    cultura internacional. Paradjicamente, tambin proliferan en la regin medios

    conservadores, apegados a viejos rdenes y con concepciones caducas acerca

    de su propia cultura. Ecuador, desde donde hablo, es uno de estos ltimos.

    Son muchos los escollos que tiene el arte contemporneo para abrirse paso en

    estos medios. Desde lastres significativos de una mentalidad modernista que

    transita por absurdos nacionalismos, hasta la defensa de actitudes retrgradas

    y acomodadas en relacin con la institucin del arte. Estas circunstancias han

    frustrado muchos empeos que apuestan por un cambio de mentalidad que

    asigne un lugar ms digno a la produccin artstica y d sentido a sus

    aperturas.

    El panorama en el medio artstico, podra ser descrito del siguiente modo:

    formacin precaria, produccin exigua, falta de encaje institucional, y ausencia

    de un discurso que fundamente la pertinencia de prcticas emergentes y su

    9Bernardo Pinto de Almeida, Cartografas. De Cameron al Decameron. En revista Lpiz, nm 111, abril de1995

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    valor. De hecho, la produccin contempornea en Ecuador ha sido

    caracterizada por el sndrome de artista distrado y obra eventual aludiendo a

    las espordicas ofertas y a los extensos intervalos de tiempo en los que no hay

    obra nueva. Normalmente este tipo de produccin carece de respaldo (no

    existe una sola institucin que tenga un proyecto coherente y sustentable de

    arte contemporneo), mucho menos un coleccionismo publico o privado que

    tienda a estabilizar la demanda.

    Mientras tanto se promocionan y difunden valores decadentes justificados por

    un encargo comercial de la peor talla. El discurso crtico reconocido est

    desprovisto de herramientas conceptuales para tratar con nuevas propuestas y

    normalmente se cuece en alabanzas insustanciales o en descripciones

    pueriles. La incipiente escena contempornea apenas ocupa algunos

    comentarios, pues no existe ninguna publicacin especializada, y la nica

    revista que regularmente divulga artculos dedicados a la plstica exige

    lenguaje campesino a sus colaboradores, dizque para no confundir a sus

    adictos.

    Me pregunto si es sta una situacin aislada o si, en rigor, muchos contextos

    atraviesan por semejantes penurias y estn urgidos de maniobras de choque

    que pueden ser confrontadas en intercambios productivos si se da presencia y

    legitimidad a este debate. En esta lnea sera oportuno abordar el tema desde

    la gestin, profundizando en los modos de compartir estrategias y debatir

    proyectos dirigidos a la crtica de los mecanismos institucionales que

    entorpecen el desarrollo de propsitos contemporneos.

    Producir un discurso que d valor a las propuestas emergentes demostrando

    pertinencia y capacidad de responder a una agenda propia, con recursos que

    evadan estereotipos y lenguajes trillados, sera el objetivo primordial a apuntar.

    Hay que dar importancia a los propsitos artsticos que descubren las

    contingencias de contextos especficos y representan sus necesidades

    sosteniendo dilogos complejos con la situacin artstica internacional. Ellos

    son los que estn formulando los trminos de un debate con perspectivaslanzadas desde una especificidad que se comparte, y contribuiran a dotar de

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    significados menos previsibles a la diferencia y al fragmento como nociones

    culturales.

    Este programa podra representar una contribucin a la tarea de interrogar

    fuertemente esa falsa idea del mundo del arte dictada por el mercado.

    Retomar la discusin sobre la diferencia sin categoras, sin jerarquas, sin

    hroes.10

    10 Alusin a una idea expresada por Okwui Enwezor en El arte interrogado. Entrevista con Okwui Enwezor. Mercedes Vicente,Revista Lpiz, num.153,1999