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ANTECEDENTES DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA En la segunda mitad del siglo XVIII se realizaron en diferentes estados europeos reformas sociales y políticas que permitieron el desarrollo del estado moderno; en Francia, donde la ilustración tenía hondas raíces, de hecho no se había presentado ninguna reforma fundamental hasta la revolución francesa que cambió radicalmente el rostro de Europa; esta revolución no fue una acción satánica contra la Iglesia toda vez que lo filosófico y religioso es sólo un aspecto de un amplio complejo de causas políticas, sociales y económicas que pretendían poner fin al absolutismo y a todo lo que a él estaba unido. Como la religión estaba en gran medida unida al poder no es de extrañar que pronto la revolución asumiera aspectos contra la religión y contra la Iglesia, que condujeron a un serio intento de descristianización; sólo en este momento comienza la lucha contra la Iglesia, la cual salió reforzada después de una larga lucha ideológica no exenta de sacrificios y muertes. Historiografía Los contemporáneos a la revolución dieron por lo general un juicio negativo. Para Joseph de Maistre en Considerations sur La France (1796) es un desorden, una locura, la ruina de los principios políticos y morales básicos para la convivencia social; Carlyle en History of the Frech Revolution (1838) está en la misma línea al subrayar el egoísmo y el triunfo de los incapaces. Edmundo Burke en Reflections on the Revolution in France (1790) dice que la revolución arruinó la tradición y con violencia cambió el orden minando la posibilidad de progreso. La apologética católica de los intransigentes condenan la revolución al hacer de un acontecimiento político un hecho contra la religión; Taparelli d´Azeglio llegó a condenar los principios de la libertad, igualdad y hermandad como violación de los derechos de la autoridad al negarle su origen divino, para él la revolución es la última etapa de la apostasía de la sociedad moderna; Albert Boys en Des

Antecedentes de La Revolución Francesa

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Historia de la Iglesia Contemporánea- La Revolución Francesa y sus antescedentes

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ANTECEDENTES DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

En la segunda mitad del siglo XVIII se realizaron en diferentes estados europeos reformas sociales y políticas que permitieron el desarrollo del estado moderno; en Francia, donde la ilustración tenía hondas raíces, de hecho no se había presentado ninguna reforma fundamental hasta la revolución francesa que cambió radicalmente el rostro de Europa; esta revolución no fue una acción satánica contra la Iglesia toda vez que lo filosófico y religioso es sólo un aspecto de un amplio complejo de causas políticas, sociales y económicas que pretendían poner fin al absolutismo y a todo lo que a él estaba unido. Como la religión estaba en gran medida unida al poder no es de extrañar que pronto la revolución asumiera aspectos contra la religión y contra la Iglesia, que condujeron a un serio intento de descristianización; sólo en este momento comienza la lucha contra la Iglesia, la cual salió reforzada después de una larga lucha ideológica no exenta de sacrificios y muertes.

HistoriografíaLos contemporáneos a la revolución dieron por lo general un juicio negativo. Para Joseph de Maistre en Considerations sur La France (1796) es un desorden, una locura, la ruina de los principios políticos y morales básicos para la convivencia social; Carlyle en History of the Frech Revolution (1838) está en la misma línea al subrayar el egoísmo y el triunfo de los incapaces. Edmundo Burke en Reflections on the Revolution in France (1790) dice que la revolución arruinó la tradición y con violencia cambió el orden minando la posibilidad de progreso.

La apologética católica de los intransigentes condenan la revolución al hacer de un acontecimiento político un hecho contra la religión; Taparelli d´Azeglio llegó a condenar los principios de la libertad, igualdad y hermandad como violación de los derechos de la autoridad al negarle su origen divino, para él la revolución es la última etapa de la apostasía de la sociedad moderna; Albert Boys en Des Principes de la Révolution francaise considerés comoe principis génératerurs du socialismo et du communisme (1851) sigue la misma línea. Hoy es vista como una revolución burguesa que cambió una dictadura por otra ya que el pueblo fue excluido.Otros autores hacen una valoración positiva. Madame de Staël en Considérations sur les principaux événements de la Révolution francaise (1818) invitaba a no detenerse en los deplorables actos de violencia sino en un examen de los hechos que provocaron la revolución. Los historiadores alemanes de la escuela idealista (Joseph Göres, Fichte, Schlegel, etc.) la ven como el renacimiento de la era de la libertad, de la que Kant había hablado. Algunos historiadores católicos, no apologistas, dicen que los principios que inspiraron la revolución son afines a los principios evangélicos (Buchez, Mazzini, Rosmini, De Cloriviére). Bajo el juicio positivo se clasifica el hecho de ver la revolución como el primer paso de la emancipación del proletariado.De acuerdo a ello, se puede decir que los historiadores han tenido diferentes puntos de vista que subrayan las motivaciones políticas debido a las crisis de las instituciones, o las motivaciones ideológicas gracias al asalto de la razón a la

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revelación y a la tradición teniendo en cuenta el jansenismo en Francia, la crisis de las congregaciones religiosas, la situación del clero secular y la cuestión de los diezmos. Hoy se pretende un panorama general que incluya, además de lo ya enunciado, los factores económicos, culturales, institucionales y religiosos.

Ante juicios tan divergentes vale la pena pensar si la revolución fue una ruptura o una continuación histórica. Decir que fue una ruptura es difícil porque de hecho algunas leyes y privilegios del ancien régime continuaron, si bien es cierto que por algunos años fueron suprimidos ya que la revolución tuvo dos fases: la primera durante la cual se pretendió abolir el pasado, la segunda cuando fue reasumida alguna parte del pasado que quiso abolir. Los resultados de la revolución sólo se vieron algunos años después, incluso después de la caída de Napoleón; de hecho entre 1814 y 1848 algunos soberanos europeos retornaron al trono asfixiando la tendencia de la revolución y retomando el camino del absolutismo; no obstante las ideas terminaron por afirmarse y a mediados del siglo XIX estaban en su esplendor.

Ideas generalesUna mentalidad, un modelo de vida que invade la filosofía, la teología, la vida social y que tiene expresiones diversas y contradictorias, pero todas ellas fundadas en las ciencias y en la crítica a toda autoridad. Una obra de 1720 que trae en su portada un sol espléndido a través de nubes oscuras, iluminando bosques y ciudades y que en su contenido desarrolla la lógica, La cosmología y la psicología, probablemente da lugar al nombre a este movimiento cultural que afirma con vigoroso optimismo que el mundo es homogéneo, abierto, inmanente e infinito y que la causalidad no es algo dependiente de Dios, sino la simple relación entre diversos fenómenos y procesos naturales que pueden ser estudiados positivamente Este vasto y complejo movimiento espiritual caracterizado por su confianza en la razón para disipar las tinieblas de los desconocido y misterioso, y hacer más felices a los hombres, entre los cristianos, especialmente los protestantes, la Ilustración generó una actitud más del lado de la moral que del misterio, contando más la razón que la Revelación: Dios es el ser supremo que garantiza la existencia y el orden en el mundo, pero que no interviene para nada (su mejor expresión fue la masonería). Lamentablemente no hubo una teología capaz de una defensa adecuada, y solo quedó la condena de sus obras más destacadas: La Enciclopedia, Rousseau, Voltaire, etc. que fueron puestos en el Índice sin que dejaran de penetrar en la opinión pública gracias a una minoría cultural muy viva, los ilustrados.

La ilustración se difunde a través de los salones y los círculos –no de las universidades que siguen apegadas a la tradición1 sin que podamos decir que sea 1 Como las logias masónicas, aparecidas en Londres en 1717 como círculos de amistad entre albañiles y extendidas con rapidez por el Continente gracias a sus ideales de fraternidad internacional e interconfesional. En 1738 Clemente XII las condena y luego vendrán sanciones más severas hasta la excomunión del que pertenezca a ellas.

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típicamente francés, sino que en cada nación alcanza rasgos diferenciales (en Alemania con Leibniz, Federico el Grande, Herder y hasta cierto punto Kant; En Inglaterra Locke, Hume, Gibbon; en Italia Filangeri o Beccaria; etc.). Se difunde gracias a periódicos y panfletos y a la Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts métiers con 28 volúmenes, 5 de suplemento y dos volúmenes de cuadros analíticos que fueron publicados entre 1751 y 1772 y en los que colaboraron Diderot, Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Buffon, D’alembert, Helvetius, Condillac, Turgot, Quesnay y De Prades pero también muchos otros científicos y pensadores

En cuanto al Liberalismo, es una doctrina económica, un sistema político, pero es más, es una mentalidad y una metafísica. Su esencia es la libertad y la autonomía de la persona individual, que con ayuda de la razón podrá alcanzar su felicidad (aquí están sus raíces en la Ilustración y en el Romanticismo).

Políticamente ve el estado como la suma de individuos y no de grupos; la autoridad no es más la forma patriarcal de la familia, sino algo basado en un contrato. El estado liberal se basa en la soberanía popular pues todos son ciudadanos, no súbditos, con iguales derechos y participación en el gobierno que debe ser democrático (parlamento, elecciones libres, sufragio universal y representatividad proporcional).

En Economía dice que solo el individuo autónomo sabe promover sus intereses y que el mayor provecho se logra si esta sigue sus propias leyes, sin intervención estatal.

Como mentalidad, confía en los medios racionales, es optimista del progreso, individualista en las relaciones sociales y cree en la moral natural (el individuo es la norma última)

Metafísicamente el liberalismo considera al individuo una realidad más esencial, verdadera y válida que la comunidad.

En cuestión religiosa, el estado no tiene necesidad de Dios y para legitimar su autoridad tampoco una Iglesia que promueva la obediencia. La religión es cuestión individual y queda restringida al ámbito de la esfera privada.

Consecuencia de lo anterior, la separación Iglesia-Estado que significa no reconocer a ninguna expresión religiosa y limitarse a garantizar la expresión libre de cada ciudadano en esa materia. En la práctica se dan contradicciones pues en ocasiones busca instrumentalizarla y en otras restringir su acción, es el caso del laicismo.

LA ILUSTRACIÓN Y LAS REFORMAS Fruto de los dos sistemas filosóficos difusos en el siglo XVII: EMPIRISMO Y RACIONALISMO. El primero niega toda diferencia sustancial entre el conocimiento sensible y el inteligible, situando en los sentidos la única fuente del

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conocimiento, rechazando las ideas innatas y promoviendo el método experimental. El segundo atribuye un valor absoluto al conocimiento racional, admite como único criterio de verdad la Razón y dedica su preferencia a la matemática. Aunque aparentemente opuestos, tienen mucho en común en cuanto colocan en el sujeto el criterio de verdad, desechando todo lo que le trasciende. Desde allí es fácil justificar el ideal de la ILUSTRACION: LA PLENA SUFICIENCIA DEL HOMBRE que le permitiría acabar con el oscurantismo del pasado, abriendo nuevos cauces a la filosofía, la política, la economía. Lo latente en el Renacimiento se hace ahora nítido.

CARACTERÍSTICAS ESENCIALES FE EN LA RAZÓN. La única norma y camino absoluto de la verdad. A

Descartes se le alaba por su método, pero ya no se le sigue porque pretende explicarlo todo a priori. Los Ilustrados miran con desconfianza los sistemas filosóficos del XVII. Es por el contrario la aplicación de la matemática a la experiencia la que puede captar la realidad y someterla. No se trata tampoco de alcanzar la verdad fija e inmutable, sino de aspirar continuamente a alcanzarla: primacía del acontecer sobre el ser, de la potencia sobre el acto.

CONFIANZA EN LA NATURALEZA HUMANA. El hombre es bueno por sí y no tiene necesidad de una redención que le venga de lo alto. La corrupción no es más que el fruto de las malas disposiciones, derivadas de falsos principios y el hombre puede encontrar el remedio sin necesidad de ayuda externa. Nace así el mito del buen salvaje. Ideal promovido inconscientemente por los misioneros: El país ideal es China porque allí sin revelación sobrenatural han alcanzado la prosperidad añorada. Allí florecen las ciencias y las artes y los filósofos constituyen la clase social más elevada. Poco faltó para que los Ilustrados ¡rindieran a Confucio un verdadero culto!

DESPRECIO DEL PASADO. Movidos por cierto prurito maniqueo, desprecian el pasado como algo tenebroso y se abren al presente y al futuro como la edad de las luces. La Iglesia es la responsable de las tinieblas que han cubierto hasta ahora la humanidad y es así como se desarrolla una hostilidad abierta y sin cuartel contra la Iglesia, privándola primero de todo influjo social para después destruirla.

OPTIMISMO. Los ilustrados se sienten elegidos: empieza la edad de oro de la razón, la tolerancia y la resolución de todos los enigmas quitará los obstáculos para que sea el saber y el progreso la clave de la felicidad plena en la tierra (pronto vendrá el marxismo).

APLICACIÓN CONCRETA DE ESOS PRINCIPIOS1 EN RELIGIÓN, Se descarta toda revelación, todo dogma, toda institución que se presente como mediadora entre Dios y el hombre. Se salva solo una religión natural, reducida a un deísmo vago en la que es imposible conocer la esencia divina y menos que intervenga en el mundo, pues éste creó el mundo pero luego se desentendió totalmente. Por el contrario se insiste en la dimensión ética de la religión. De ahí al ateísmo hay solo un paso. Y de hecho se presenta al ateo como honesto, sincero, amante de la belleza y de lo racional; la casta eclesiástica por el

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contrario, y sobre todo las comunidades religiosas se caricaturizan como focos de corrupción, de privilegios trasnochados y de ignorancia disfrazada de erudición inútil.

2 EN MORAL. Ya no se funda sobre una ley natural, manifestación de la ley divina eterna, sino en la exigencia de la razón y de la voluntad humana. La hipótesis de que la ley obliga Etiam si Deus non esset se convierte ahora en tesis.

3 EN PEDAGOGÍA. El adolescente debe llegar libremente a la verdad sin recibirla pasivamente de su educador y la educación dar rienda suelta a los instintos hasta que alcance pleno dominio sobre sus pasiones. Las ideas religiosas pocas y simples se aprenden más tarde.

4 EN ECONOMÍA. Ciencia fundada sobre leyes necesarias como la física o la astronomía; basta con descubrirlas y respetarlas para asegurar el orden económico. El Estado no debe intervenir y por tanto cambia el Mercantilismo, propio del absolutismo, por el FISIOCRATISMO que promueve la libertad de comercio y producción (laissez faire, laissez passer), y da preferencia a la agricultura sobre la industria.

5 EN POLÍTICA. El Soberano garantiza la felicidad ordenada de los súbditos pero estos no gozan de ninguna libertad política. El Despotismo Ilustrado multiplica las intervenciones del Estado que regula las minucias de la vida cotidiana, pero a la vez iguala a los súbditos ante la ley. En este caso son notorios los ejemplos de Pedro Leopoldo en Toscana y de José II en Viena quienes legislan sobre todo, incluso sobre cómo celebrar los sacramentos, el número de candelabros, el uso de los ornamentos y las ¡dimensiones de la capa del obispo!

La Enciclopedia, iniciada en 1751 compendia el espíritu y las tendencias de la Ilustración. La actitud de la Iglesia frente a ella refleja muy bien su línea de conducta frente al mundo moderno: cuando se pone en marcha cuenta con colaboradores eclesiásticos, el mismo papa Benedicto XIV – quien se escribió alguna vez con Voltaire- era favorable. Luego comienzan los recelos y Clemente XIII la coloca en el Índice, al comprobar el espíritu ateo y burlón que la impregnaba.

Pero si la condena de la Enciclopedia resulta razonable, es triste saber que no se dio una síntesis de todo el saber en perspectiva cristiana. No encontramos a lo largo del siglo filósofos católicos o apologistas convincentes capaces de presentar el dogma y la fe de modo atractivo a las mentes despiertas de la época.

En conclusión, la personalidad débil de los pontífices, las rivalidades entre las comunidades, la mundanidad de muchos clérigos y las disputas desgastantes, sumado a la ausencia de grandes pensadores y de hombres de decisión, explican muy bien por qué la Iglesia se vio pronto marginada del escenario cultural y político y la brecha entre el mundo moderno y los dogmas católicos se agudizó al

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punto de un rompimiento total. Además los enemigos eran poderosos y capaces: pensemos en el efecto demoledor de obras como las de Bernardin de Saint Pierre (Pablo y Virginia) de Montesquieu (Las cartas persas) o de Voltaire (Cándido, entre otras) que azotan a la Iglesia con el ridículo y la ironía, vaciando en ella todo el escepticismo, la desconfianza y el odio de los autores, con mayor eficacia que si se tratase de áridos tratados de filosofía.

Internamente la Iglesia está así: el alto clero, compuesto por unos 10 mil segundones de la nobleza, se mueve en la corte, atraído por el lujo y la molicie; el bajo clero -unos 70 mil-comparte la ignorancia y la miseria de la población; el clero regular muy decadente, en efecto, poca vida comunitaria, oficio litúrgico y clausura oscila por los 60 mil con las religiosas que en cambio, son más espirituales y apostólicas.

En cuanto a la sociedad civil, sorprende la decadencia de la aristocracia, que alejada de sus tierras y de sus vasallos, se radica en la corte a vivir del ocio y del juego y son unas 300 familias apuntaladas en otros 100 mil de provincia; la burguesía es más culta y dinámica, lleva una vida laica y secularizada, tiene otro tipo de beneficios y aunque no se aparta de la Iglesia, su afán es la riqueza y el bienestar; abajo queda el pueblo rural y urbano, bastante simple e inculto, oprimido por los impuestos y dedicado a trabajar, suma unos 25 millones. De este proviene el ejército, reclutado entre lo peor de la sociedad y maltratado siempre.

No se puede olvidar tampoco, la revolución norteamericana, en cabeza de quienes se reunieron en Filadelfia en 1774 para votar los derechos humanos, abolieron los derechos monárquicos y se dieron una nueva Constitución. El 4 de julio de 1776 proclamaban su independencia y de inmediato fueron reconocidos por Francia, España y Holanda, sin darse cuenta que el contagio revolucionario podría llegar pronto a sus propias colonias. De este modo los Estados Unidos se constituyeron en la primera República federal de la historia, gobernada por una ley escrita basada en la soberanía popular y en la separación de poderes que siendo laica era tolerante y respetuosa. Entró a regir en 1789, el mismo año de la Revolución Francesa.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA

GENERALIDADES

Las razones históricas de la Revolución

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El inicio de la Revolución La redacción de una constitución Radicalización del Gobierno La lucha por la libertad El Reinado del Terror La lucha por el poder El ascenso de Napoleón al poder Las transformaciones operadas Calendario de la Revolución Francesa

LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA IGLESIALa indagación sobre las causas que dan lugar a la revolución de 1789 ha llevado a algunos historiadores a subrayar las motivaciones de carácter político (todo habría nacido de la crisis de las instituciones), económico (el ascenso -por fin- de la burguesía al poder después de siglos de espera) y otros historiadores a tratar de dar una interpretación de carácter ideológico (la crisis habría sido provocada por asalto de la razón a la revelación y la tradición). Hoy se tiende más bien a hacer una interpretación que incluya todos los elementos, empeñándose en evitar construcciones a modo de “teoremas” de la revolución.

Junto a los factores culturales (Enciclopedia), económicos (impuestos, hambre) y estructurales (caída de la nobleza, evolución del parlamento), tiene gran importancia también el factor religioso.

LA ILUSTRACIÓN.El libro Pensamientos racionales sobre Dios, el mundo y el alma del hombre, así como sobre las cosas en general, comunicados a los amantes de la verdad por Christian Wolf, aparecido por primera vez en 1720, muestra en el frontispicio un sol que irrumpe esplendoroso a través de oscuras nubes e irradia sobre montañas, bosques y ciudades en medio de un imponente deslumbramiento, y en el centro del mismo, se halla un rostro sobremanera amistoso y bonachón, que sonríe y parece alegrarse de la disipación general de las tinieblas, tanto en la tierra como en el cielo.

La ilustración es pues, un vasto y complejo movimiento espiritual europeo caracterizado por su plena confianza en la capacidad de razón para disipar las tinieblas de lo desconocido y misterioso, que oscurecen el espíritu humano; e iluminándolos, a hacer mejores y más felices a los hombres. Para lograr este objetivo, era necesario liberar al hombre de la ignorancia y de las supersticiones, y acabar con el principio de autoridad. Preludios de ello la revolución gloriosa de 1688 en Inglaterra, la Revolución americana de 1775 y el reformismo de los monarcas ilustrados... allí se protege a los ciudadanos por la división de poderes, se introducen los derechos humanos, se les da participación en elecciones y se introduce la tolerancia en materia religiosa. La ilustración se difunde a través de los salones y los círculos intelectuales, no a través de las universidades, que se mantienen en una línea tradicional. Un

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instrumento importante en la difusión de las ideas ilustradas es la Encyclopédie, aunque esta difusión se hace también en gran medida a través de libelos y panfletos. El espíritu ilustrado se difunde por todas partes; no se trata sólo de un movimiento cultural típicamente francés, sino que en cada nación presenta elementos propios diferenciales2.

Desde el punto de vista de la Ilustración, hay que distinguir en la Revolución francesa dos momentos, casi dos revoluciones contradictorios entre sí: la primera, la de 1789, que es fruto del <<movimiento de las Luces>> y trata de establecer la nueva legitimidad del poder sobre la base de la soberanía popular (revolución positiva); y la segunda, iniciada tras el golpe de mano del 2 de junio de 1793, que es hija del terror y da lugar al primer gobierno totalitario de Europa, culminando en la revolución del <<18 brumario de 1799>> (revolución negativa). La revolución, precisamente en cuanto nace de la destrucción de la legitimidad existente, está destinada a producir un resultado exactamente opuesto al esperado, es decir, la dictadura de una minoría cada vez más exigua, minoría cuyo poder se hace cada vez menos legítimo, más violento y con menos fundamento en el consenso popular.

LA IMPORTANCIA DE LOS FACTORES RELIGIOSOS EN LA GÉNESIS DE LA REVOLUCIÓN.a) El jansenismo, en Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII, no provoca ya disputas teológicas, sino un progresivo rechazo de la Iglesia, y en especial de su papel en la nación, primero a través de la controversia en torno a la Unigenitus y, más tarde, con la crisis de los <<certificados de confesión>> En 1749, el arzobispo de París, De Beaumont, después de haber comprobado que había en la ciudad sacerdotes que confesaban sin licencia, ordena a sus sacerdotes que exijan a los moribundos certificados de confesión en regla y firmados por los confesores, como requisito para administrarles la extremaunción. Algunos jansenistas se oponen a las órdenes del prelado; el parlamento los apoya, en contra del parecer del Rey.

Entre 1749 y 1753, el Parlamento, llamado a dar curso a los procesos en materia de rechazo de los sacramentos, opone a la tesis del arzobispo de París el derecho de los fieles a recibirlos. En 1753 el Parlamento reúne a las cámaras sin la autorización del Rey, por lo que este decreta su exilio y encarcela a los miembros más exaltados; sin embargo, en 1754 el Rey se ve obligado a convocar de nuevo el Parlamento, imponiendo silencio sobre el tema. El Parlamento destierra al arzobispo de París, y este ordena a los párrocos que abandonen las parroquias. En 1755, la asamblea del clero de Francia pide el retorno de sus hermanos exiliados y redacta diez artículos en los que afirma que no aceptar la autoridad de la bula Unigenitus constituye un hecho grave, hasta el punto de justificar la negación de los sacramentos. Dado que no todos están de acuerdo en los detalles, se presenta una moción al Papa. La respuesta del Papa llega en el breve Ex ómnibus, en el que la obligación de exigir los certificados de confesión se sustituye por el deber de comprobar los sentimientos reales de los moribundos. 2 En Alemania Leibniz, Federico El Grande, Herder y Kant; en Inglaterra Locke, Hume y Gibbon; en Italia Filangeri, Beccaria y Borrelli.

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El Rey envía dos cartas ordenando la aplicación de la bula y del breve pontificio, pero el Parlamento no transcribe la declaración, por lo que el Rey disuelve dos de las tres cámaras; el pueblo, sin embargo, se pone de parte del Parlamento.

b) Las órdenes religiosas pasan por una grave crisis. La Asamblea general del clero de Francia de 1765 nombra una comisión (a cuya cabeza pone al obispo de Toulouse) y acude al Papa con el fin de que este forme una comisión de cardenales y obispos que pongan orden. En 1766 interviene el gobierno creando una comisión mixta que promulga un edicto de reforma (1768): debe haber un solo monasterio por ciudad, se establece un número mínimo de religiosos por casa (diecinueve para las masculinas y quince para las femeninas) y una edad mínima para la profesión religiosa: 21 años para los hombres y 18 para las mujeres. Los trabajos de la comisión prosiguen hasta 1784 y llevan a la supresión de cuatrocientos veintiséis conventos.

c) El clero secular en muchos sentidos no se halla en decadencia: los seminarios son buenos, y son buenos también los obispos. No obstante, ciertas teorías sobre el sacerdocio y los conflictos locales provocan descontentos entre el bajo clero. Mientras en París estalla la polémica entre el obispo y el Parlamento, un pequeño grupo de eclesiásticos y juristas desarrolla un movimiento de oposición a la jerarquía.

En 1770, en Toulouse, el abad Gras, párroco de la ciudad, pretende celebrar los funerales de un canónigo muerto en la circunscripción de su parroquia, en contra del parecer del Capítulo de la catedral. En 1772 el capítulo publica un escrito en el que las funciones del párroco son exclusivamente las que el obispo determina. El Parlamento de Toulouse, sin embargo, reconoce los derechos del párroco y condena al Capítulo. El abad Gras envía una obrita a la Sorbona en la que sostiene que los párrocos reciben en principio de jurisdicción, no de Pedro, sino de Cristo; tienen un ministerio estable y no una delegación sujeta a restricciones; lo esencial lo reciben ya en la ordenación. La Sorbona responde afirmando que los párrocos son de institución divina, porque descienden de los setenta y dos discípulos; los obispos, al ordenarlos, les confiere el poder intrínseco de ejercer su ministerio. Poco después, sin embargo, la Sorbona, reunida en asamblea general, reniega de la tesis primeramente expuesta y se adhiere a la tesis ortodoxa.

En 1776 se publica Derechos de los párrocos considerados en doble aspecto espiritual y temporal (con reediciones en 1780 y 1791). Es un tratado edificante, que tiene por objeto hacer comprender a los sacerdotes la grandeza de su misión, y al mismo tiempo, de un tratado jurídico, en el que se reivindican sus derechos. Remitiéndose a san Juan Crisóstomo y a San Jerónimo, se afirma en el texto que los obispos de los siglos precedentes consideraron a los sacerdotes como colaboradores suyos, que estos son sucesores de los setenta y dos discípulos y, por tanto, de institución divina, y que de dicha institución divina deriva el carácter ordinario de su jurisdicción.

d) La cuestión de los diezmos. En 1760, la asamblea del clero estudió el

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problema del sustento y se hicieron varias propuestas. Al final, en 1769, el Rey concede a los párrocos una congrua de 500 liras, y a los vicarios, de 200. Más tarde, en varias ocasiones, se aumenta, Pero la cuestión es síntoma de cierto malestar en el bajo clero

LOS ESTADOS GENERALES Y LA CONSTITUYENTE.Desde 1774, con veinte años de edad, reina en Francia Luis XVI, personaje inseguro y débil. El problema principal de Francia en este momento es la situación económica: el Estado está al borde de la bancarrota, y de nada valen los expedientes para tratar de reducir el déficit, debido entre otras razones a los altos gastos de la corte. En diciembre de 1788, el Rey, con el fin de arrebatar a los nobles el control de los Estados Generales – constituidos por los representantes de la nación, divididos en tres órdenes: los nobles, el clero y el tercer estado, y con potestad para exponer sus problemas, pero sin capacidad legislativa-, había decidido duplicar el número de representantes del tercer estado, sin que ello significara una reforma electoral que reconociera un voto por cabeza.

El Rey convoca los Estados Generales el primero de mayo de 1789. La convocación plantea un doble problema: el de igualar o no el número de los representantes del tercer estado al de los otros dos (600 – 1200), y las modalidades de voto: por estados o por diputados. El Parlamento vota en contra de la petición de equipar el número de diputados, solicitada por el tercer estado Enseguida el clero elige a sus representantes. En la elección participan todos los párrocos, un canónigo de cada diez y un religioso de cada casa. Ya en esta primera etapa se produce algún enfrentamiento entre obispos y párrocos, que, en cuanto electores, están puestos en el mismo nivel. La composición de la asamblea resulta entonces del siguiente modo: trescientos setenta y cuatro juristas, doscientos setenta nobles, doscientos noventa y seis representantes del clero (doscientos ocho párrocos, cuarenta y siete obispos, veintitrés abades, doce canónigos y seis vicarios generales) y, por último, quinientos noventa y ocho diputados del tercer estado.

Las tres cámaras realizan sus trabajos por separado; sin embargo, se presentan peticiones a favor de que se reúnan las cámaras: el clero lo pide con insistencia, porqué los párrocos esperan encontrar en el tercer estado apoyo contra los abusos de autoridad y las injusticias económicas de que son objeto por parte de los obispos. Después de votarse la unión del clero con el tercer estado, el rey interviene haciendo clausurar la sala de reuniones del tercer estado y anuncia una reunión plenaria. Los diputados de la que ellos mismo llaman ahora Asamblea General se reúnen en otra sala ( la del Juego de pelota) y juran no disolverse hasta que no hayan dado una constitución a la nación.

El rey el 28 de junio ordena a la nobleza y al clero que se unan al tercer estado. En esta transformación, fundamental ya desde el punto de vista jurídico, el papel desempeñado por el clero es decisivo. El 9 de julio los Estados Generales se proclaman Asamblea Constituyente. De este modo el poder legislativo pasa del rey a la Asamblea: la legalidad en la que se había basado el poder del

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antiguo régimen queda así invalida.

Tratando de recuperar el control de la situación, el rey concentra tropas alrededor de París, pero sin dar órdenes concretas. El 14 de julio se produce el asalto a la Bastilla, los campesinos se arman para defenderse, sin saber muy bien de quien y asaltan castillos para quemar los archivos y destruir los títulos y derechos feudales.El 4 de agosto la Asamblea aprueba por aclamación la nueva estructura del Estado: igualdad ante los impuestos, supresión de los derechos feudales y el 26 a la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (en 17 artículos se habla de la soberanía del pueblo, de la libertad de conciencia y de pensamiento, de la igualdad de los ciudadanos, de la tolerancia en materia religiosa, de la separación de poderes… todo el sistema político y social el que había basado el antiguo régimen deja de existir. En cuatro semanas, la vieja legalidad monárquica se desmorona en todo el país, y Francia se queda sin ejército, sin seguridad pública, sin justicia y sin administración pública. En relación con la Iglesia, se toman decisiones de no poca envergadura: la nacionalización de sus bienes, la supresión de las órdenes religiosas y la Constitución civil del clero.a) Nacionalización de los bienes de la Iglesia. En la Asamblea General se había hecho ya una primera alusión a los bienes de la Iglesia a propósito de la supresión de los derechos feudales, pero fue Talleyrand3, obispo de Autun, el que hizo la propuesta que los laicos no se habían atrevido todavía a hacer: poner los bienes del clero y todas las propiedades eclesiásticas a disposición de la nación (10 de junio).El 2 de noviembre de 1789, los bienes de la Iglesia ( valorados en dos mil millones) se nacionalizan con quinientos sesenta y ocho votos a favor de un total de novecientos cincuenta y cuatro votantes: “Los bienes de la Iglesia se ponen a disposición de la nación; la nación se hace cargo del sostenimiento del culto, del sustento de los ministros y de la ayuda a los pobres”. Se ofrecen garantías a los párrocos, como reconocimiento por todo lo que ha hecho por la revolución: se prevé para ellos un sueldo mínimo de 1200 liras, lo que permitiría a los sacerdotes dedicarse con mayor libertad al ministerio. El 19 de diciembre se pone en venta una parte de los bienes confiscados, por un valor de unos 400 millones; en su mayor parte son adquiridos por los mismos eclesiásticos, por los nobles y hasta por la reina Maria Antonieta.

b) Supresión de las órdenes religiosas. Por lo que se respecta a la vida religiosa, en primer lugar se decreta la supresión de la profesión religiosa por ser contraria a los derechos y a la dignidad del hombre, y luego se establece que la ley no debe seguir reconociendo los compromisos adquiridos por los religiosos. De este modo el religioso se convierte en un ciudadano cualquiera. Se promulga incluso un decreto por el que se suprimen las congregaciones religiosas con votos solemnes: unos encargados municipales se presentan en los monasterios e interrogan a los monjes acerca de su voluntad de quedarse o marcharse. La 3 Figura fascinante fue capaz de servir a seis regímenes sucesivos. Traidor según unos y estratega según otros, fue capaz de sobrevivir matriculándose en el bando ganador y cercana su muerte ¡se retractó y recibió los sacramentos!

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respuesta a estas intervenciones es significativa: la gran mayoría de los religiosos decide quedarse. Hasta este momento, sin embargo, la Iglesia, en lo sustancial, ha sido respetada; es más, entre los elementos impulsados del dinamismo revolucionario se han encontrado abundantes fermentos religiosos. La ruptura traumática entre la Iglesia y la revolución se produce con la constitución civil del clero.

c) Constitución civil del clero. Toca diversas cuestiones:a) Nueva distribución de los oficios eclesiásticos. Se mantienen sólo los

beneficios con cura de almas, de ciento treinta y cinco que eran, los obispos quedan reducidos a ochenta y cinco, tanto como departamentos; los arzobispos de dieciocho a diez; las parroquias pequeñas se reagrupan.

b) Modo de elección de los pastores de almas. Anteriormente los obispos eran elegidos por el rey; ahora los obispos son elegidos por la Asamblea del departamento y los párrocos por la Asamblea del distrito. La institución canónica se mantiene, pero se le atribuye al metropolitano en lugar del Papa; los obispos la reciben del arzobispo, y los párrocos del obispo. Queda prohibido acudir a Roma.

c) El salario. Al metropolitano de París se le concede un salario de 50.000 francos; a los demás metropolitanos 20.000; a los obispos 12.000; a los vicarios episcopales, entre 8.000 y 2.000 a los párrocos. Entre 6.000 y 1.200; y entre 2.400 y 700 a los vicarios. No se prevé la posesión de bienes inmuebles.

d) Obligación de residencia. Se impone a los obispos, párrocos y vicarios la obligación de residencia, bajo pena de perder sus derechos económicos.

La constitución civil del clero es el texto legislativo más importante de la Asamblea Nacional en materia eclesiástica. Nace de una doble exigencia: la de proveer a la remuneración del clero una vez suprimidos los diezmos y expropiados de los bienes de la Iglesia, y, al mismo tiempo, racionalizar la distribución geográfica de la diócesis y las parroquias, con el fin de adecuarlas a las circunscripciones administrativas.

Este intento de reforma, recibe la crítica de los católicos por su carácter cismático y de los revolucionarios porque mejora de hecho la situación del clero. Pretende una iglesia nacional dependiente del estado que contrasta con el espíritu mismo de la revolución, que no reconoce el Catolicismo como religión oficial, pero que concede al estado meterse en los asuntos internos de la Iglesia.

Obligados a hacer juramento de fidelidad a la constitución civil del clero en noviembre de 1790, la mayoría, se dice que un 70% de obispos y clérigos se rehúsa y rompe la alianza con el tercer estado. El Papa ataca la constitución y en represalia las Asamblea nombra obispos fieles a la revolución, Pío IV amenaza de excomunión a los juramentados, declara nulas las ordenaciones episcopales y suspende a divinis a los nuevos párrocos, advirtiendo que están en curso de excomunión. París rompe entonces relaciones diplomáticas con Roma.

LA ASAMBLEA LEGISLATIVA Y LAS PRIMERAS PERSECUCIONES.

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La nueva Asamblea se inaugura el 10 de octubre de 1791 y está formada por setecientos cincuenta miembros, muchos de ellos extremistas jacobinos y girondinos. Inmediatamente se plantea el problema de la Iglesia, por las resistencias con que se estaban encontrando los nuevos obispos y párrocos constitucionales. Mientras tanto Prusia y Austria declaran la guerra a Francia; tienen lugar las matanzas de septiembre con unas 14 mil víctimas.

Muy pronto frente a la línea moderada prevalecen en la Asamblea las tesis represivas, como la obligación del juramento para todos los sacerdotes bajo pena de pérdida de la pensión y confiscación de su residencia, estableciéndose en todos los departamentos listas de los sacerdotes que no han prestado juramento. Se propone la sustitución del juramento constitucional por un juramento civil a la supresión del título de funcionarios civiles para los sacerdotes: en la práctica la separación de la Iglesia y el Estado.

El 19 de marzo de 1792 el Papa publica un nuevo documento en el que alaba a los que no han jurado, lamenta el juramento de los cuatro obispos que han consagrado sacrílegamente a otros obispos, tomando posesión a su vez de sus nuevas sedes episcopales, y afirma que ante estos abusos debiera hacer uso de la excomunión, pero prefiere usar la bondad, ya que esta actitud ha contribuido a que muchos se retractasen. El 10 de agosto la Asamblea declara al rey depuesto y prisionero; elige un comité ejecutivo con Danton como ministro de justicia; declara que los decretos no sancionados tienen fuerza de ley; cincuenta obispos y sacerdotes son encarcelados; se prohíbe el traje talar y se trata de promulgar una ley que decrete la deportación de los sacerdotes. El 26 de agosto se aprueba una ley en contra del clero: quienes no hayan prestado juramento deberán marcharse al exilio en un plazo de quince días; se les entregará un pasaporte y una cantidad de dinero; los que no se marchen serán deportados a la Guayana o condenados a diez años de cárcel: los que tengan más de 60 años o estén enfermos podrán quedarse, pero tendrán que reunirse en casa común.Muchos sacerdotes acaban en la cárcel. Aumenta la confusión y la incertidumbre. Se inician las “matanzas de septiembre” en tres días se cuentan mil cien víctimas (no todos sacerdotes, hay también aristócratas; pero la fuentes no son enteramente fiables). El 3 de septiembre de 1792 son llamados todos a prestar juramento de fidelidad a la nación con esta fórmula: “Ser fieles a la nación, salvaguardar la libertad y la igualdad, y estar dispuestos a morir por el cumplimiento de la ley”. En su última sesión la Asamblea legislativa aprueba la secularización del estado y los registros de nacimientos y matrimonios pasan de las parroquias a la administración municipal.

LA PERSECUCIÓN REVOLUCIONARIA: LA CONVENCIÓN.Se instala el 21 de septiembre de 1792 y dura hasta 1795. Compuesta por 749 miembros, proclama la República, condena a muerte al Rey (21 enero 1793), instala el comité de sanidad pública para enfrentar el ataque de tropas extranjeras y usa sin control la guillotina.

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La Convención presionada por la guerra contra toda Europa extrema las medidas represivas. Todos los religiosos son obligados a prestar juramento y condena a muerte a los que vuelvan del exilio o los oculten. Muchos clérigos mueren en la Guayana francesa. El 5 de octubre de 1793 se sustituye el calendario Gregoriano por el de la Revolución, se quitan los domingos y las fiestas religiosas, una bailaría de ópera es entronizada en Notre Dame como la diosa razón y los lugares de culto son cerrados, profanados o destruidos. Muchos sacerdotes y obispos renuncian y se casan; ¡se dice que contrajeron matrimonio unos 4 mil sacerdotes!

El golpe de Estado de julio tumba a Robespierre y su orgía de terror, llevándolo al cadalso, se suaviza las medidas persecutorias por la presión de las potencias católicas con las que se busca el armisticio. En agosto de 1795 la Convención vota una nueva Constitución que evite la dictadura al crear el Directorio compuesto por cinco miembros. Se restablece la libertad de pensamiento y de culto.

En Febrero de 1795, se establece total separación de Iglesia y estado, se prohíben los signos externos de culto y se impone a los sacerdotes un nuevo juramento. Para evitar toda dictadura la convención entrega el poder ejecutivo a un directorio de cinco miembros que debe renovarse cada año. El poder legislativo queda en manos de dos Consejos, el de los Quinientos y el de los Ancianos, compuesto por doscientos cincuenta miembros. Una revuelta contra la Asamblea da pie a que se acuse a los sacerdotes de conspiradores y a que se renueve las leyes de deportación. Se dice que unos treinta mil abandonaron Francia.

LA IGLESIA Y EL DIRECTORIO 1795- 1799 Durante este periodo se mantiene el clima de intolerancia: se tumban muchos templos, se prohíbe tocar las campanas y el Estado se declara ateo e independiente hasta de la Iglesia constitucional. Esto no impide el despertar del fervor religioso a pesar de las fiestas paganas que se introducen. La nueva religión se llama teofilantropía. Se obliga a los sacerdotes jurar odio a la monarquía.

El Directorio sufre un golpe de estado en septiembre de 1796 y los nuevos dirigentes radicalizan las medidas anticlericales, pero el 18 de brumario (noviembre 9 de 1799) los Jacobinos son a su vez tumbados por un nuevo golpe dirigido por Napoleón Bonaparte, quien suspende deportaciones y cesa los fusilamientos, con su figura se inicias el Consulado.

PIO VI Y NAPOLEÓN BONAPARTE En 1796 Bonaparte ocupa Milán y anuncia su intención de marchar sobre Roma. El Papa firma el armisticio en Bolonia con cláusulas muy duras: apertura de los puertos pontificios a los franceses, ocupación de Bolonia, Pescara y Antonia; incautación de obras de arte y manuscritos que parten camino de Francia, liberación de prisioneros políticos, compensación económica de 21 millones de francos y retiro de las bulas contra la revolución.

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Un año más tarde ocupa Nápoles y cerca los Estados Pontificios. En febrero de 1798 el Papa debe abandonar Roma dejando el gobierno de la Iglesia en un grupo de cardenales. La ciudad eterna es saqueada y muchos de sus monumentos son trasladados a Paris. Pío VI enfermo y debilitado se refugia en Parma y finalmente lo llevan a Francia como prisionero sin ninguna comodidad: en Valence muere el 28 de agosto de 1799. Los filósofos celebran su muerte ¡como la del último Papa!

El cónclave que se reúne en Venecia por año y medio termina por elegir al cardenal Chiaramonti que toma el nombre de Pío VII y quien no gozaba del agrado de Austria por su inclinación a las ideas democráticas “años más tarde renegará de esas ideas, actitud muy frecuente en esa época, cambiar a menudo de bandera política”.

PIO VII Y NAPOLEONUna vez concluida su campaña triunfal en Egipto y derrotado a los austriacos, busca un Concordato que le asegure el respaldo de la Santa Sede. Los borradores son al menos nueve: hay temas muy controversiales como los curas constitucionalistas, los curas casados, los bienes incautados, la libertad de cultos, la secularización de los bienes incautados al clero, la reducción del número de diócesis… pero en cambio devuelve al Papa toda la autoridad sobre obispos y clero como nunca se había visto en Francia. Se firma en julio de 1801 con gran resistencia del ejército y de los cuerpos legislativos, lo que obligó a Bonaparte a añadir unilateralmente 77 artículos orgánicos que lo debilitan y subordinan la iglesia de Francia en el mejor estilo galicano.

El 4 de mayo de 1804 Bonaparte se hace proclamar emperador, planea la ceremonia en Notre Dame de Paris y obliga al Papa a asistir como mero espectador pues él mismo se pone la corona. El Papa en Paris se gana la simpatía de la gente: acepta la sumisión de los obispos constitucionales, protesta contra los artículos orgánicos, el divorcio, el clero constitucional casado y la precariedad económica del clero, sin que logre mover el ánimo del Emperador, quien continúa con su estrategia de servirse de la religión para reforzar su autoridad y su prestigio personal.

En 1805 ocupa de nuevo Italia y corona como rey de Nápoles a su hermano José. En febrero de 1808 ocupa Roma y al negarse el Papa a renunciar a la soberanía territorial y une el Estado Pontificio a su proyecto político. Tras negarse a renunciar a su soberanía temporal, Pío VII es encarcelado y los Archivos vaticanos llevados a París. La situación se vuelve más tensa con la cuestión del divorcio de Bonaparte con Josefina. Pretende casarse con la archiduquesa María Luisa de Austria y para ello obliga a que se le anule su matrimonio religioso, a lo que protesta el Papa pues las causas matrimoniales de los príncipes eran competencia suya. Bonaparte sin embargo celebra su nuevo matrimonio en Abril de 1810.Más tarde con el desastre de la campaña de Rusia en la que murieron 400 mil soldados, Napoleón busca un nuevo acuerdo con Pío VII en Fontanebleau. El acuerdo es una capitulación inadmisible que gracias al Secretario de Estado Consalvi es reversado con una carta de puño y letra del mismo Papa. Finalmente

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en mayo de 1814, después de la derrota de Leipzig, el papa se le permite volver a Roma donde es recibido con gran entusiasmo. En el Congreso de Viena del año siguiente, Consalvi logró la libertad de la Iglesia y el reconocimiento del Estado Pontificio.

CONSECUENCIASDando por conocido el desarrollo de la Revolución en sus distintas etapas, tenemos que tener en cuenta los juicios positivos y negativos acerca de ese proceso. Para algunos el horror y la barbarie, la ruina de todo lo establecido: liquidó la tradición y rompió el ordenamiento de la sociedad, además del pillaje y la supresión de la propiedad por no hablar de los ultrajes al clero y el desacato a la autoridad del Papa, suplantado por el indiferentismo y la apostasía (en un proceso ateo y anticatólico que arranca con el Renacimiento, se consolida con la Reforma y se radicaliza con la Ilustración).

Paralela a la valoración negativa se comienza a principios de siglo a captar la significación histórica del proceso más allá de los aspectos contingentes de violencia y fanatismo y a encontrarse cierta coincidencia entre los ideales revolucionarios de libertad, igualdad y fraternidad, y el mensaje evangélico. Y a la acusación de movimiento burgués y anti popular, se afirma entonces que fue el primer paso en la reivindicación de los derechos del proletariado.

La revolución tendría entonces dos momentos, uno de rechazo a todo el pasado, un intento de demoler el edificio de los privilegios; y un segundo momento, una recuperación de algunos de sus elementos pero modernizados con el Estado centralizado y eficiente

La revolución no produjo sus frutos de un día para otro. Después de la caída de Napoleón (1815) muchos soberanos europeos vuelven al Régimen absoluto4 pero por poco tiempo pues para mitad de siglo los ideales de 1789 han vuelto con todo su vigor y para quedarse! Pues ya estaban puestas las bases para un nuevo modelo de sociedad basado en la libertad, la soberanía popular y la igualdad entre los ciudadanos.

ASPECTOS POSITIVOSReduzcámoslos a la Libertad y a la Igualdad. El primero se expresa:” los hombres nacen y viven libres e iguales en sus derechos; las diferencias sociales no pueden justificarse si no están fundadas en la utilidad común”. Los privilegios feudales quedan suprimidos y así en el campo familiar queda suspendido el mayorazgo; en la sociedad se liquidan las exenciones de cargas fiscales que disfrutaban las clases superiores. Se acaban las discriminaciones sociales en las leyes y en el acceso a las cargas y responsabilidades públicas. Finalizan las diferencias confesionales, las inmunidades eclesiásticas y ahora los clérigos son vistos como ciudadanos comunes y corrientes.4 La restauración implicó la alianza de la Iglesia y el poder político por restablecer los principios de la autoridad y del orden y llevaron a un distanciamiento de la religión Católica con respecto a la civilización moderna.

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La igualdad se aplica también a la administración pública, al suprimirse las antiguas divisiones regionales con derecho propio. Se acaban los tribunales locales autóctonos y se cambian por un rígido sistema piramidal de tribunales uniformes para todas las divisiones administrativas.

En cuanto a la libertad definida como la capacidad de hacer todo lo que no perjudica a los demás y por tanto solo tiene un límite: el respeto a la misma libertad por parte de los demás. Se aplica en la política al acabarse con el derecho divino de los reyes. (La soberanía recae ahora en la Nación). El rey ya no es por gracia de Dios sino por voluntad de los asociados para indicar a quien debe rendir cuentas, no ya a súbditos sino ciudadanos. El rey reina pero no gobierna para indicar que su poder es meramente nominal (de la monarquía constitucional pura se va pasando a la monarquía parlamentaria en la que los ministros ya no responden al monarca sino a un cuerpo colegiado).

En la Justicia nadie puede ser arrestado ni juzgado sino en los casos que explícitamente contempla la ley y en la forma que esta establezca. Derechos importantes serán también la libertad de opinión y de imprenta: todo ciudadano puede escribir y publicar sin censura previa. La misma libertad queda expresada en el campo religioso: “nadie será molestado por sus opiniones incluso por las de creencias”, de esto modo queda fundamentado el derecho a predicar cualquier religión sin que nadie pueda ejercer coacción contra las conciencias.

En el aspecto económico a los privilegios y monopolios de las viejas corporaciones y gremios, sucede la libertad de iniciativa y de comercio. Mediante la ley quedan suprimidos los gremios medievales que limitaban la competencia e incluso las asociaciones profesionales quedaron prohibidas para salvaguardar la libre iniciativa y la igualdad de hecho. Todas estas leyes fueron copiadas después por todas las Constituciones de las naciones en Europa y el resto del mundo.

Lamentablemente la Iglesia perseguida interpretó las propuestas del mundo moderno como nacidas en contra de Dios: la libertad como anarquía, el ascenso de la masa popular como rebeldía contra la autoridad, la democracia como pretensión ilícita contraria a la voluntad divina y la filosofía moderna como un rechazo de la verdad revelada.

ASPECTOS NEGATIVO

Al reaccionar contra un abuso necesariamente se exageran otros aspectos que terminan por volverse mitos absolutos con el peligro de opacar los ideales. De hecho muchos se quedaron en principios abstractos, además la revolución industrial paralela a la anterior, estaba reemplazando al hombre por la máquina, base del capitalismo moderno con sus nuevos privilegios y arbitrariedades. De nuevo se reducía la libertad y la igualdad de muchos a una vana ilusión. La revolución industrial y la francesa canonizaron la miseria del proletariado y la exageración de la igualdad dio paso al individualismo.

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Ya no hay corporaciones dentro del Estado, solo queda el interés individual y el estatal. En aras de un igualitarismo extremo quedan los obreros a merced de los contratistas y el mismo Estado se niega a intervenir en su defensa por atender la inviolabilidad de la propiedad privada y la libre iniciativa. El bien común queda como la simple suma de los bienes individuales. El resultado final será la acumulación de la riqueza en manos de unos pocos y el pauperismo de las masas en proporción más visible que en épocas precedentes. Renace la servidumbre y la discriminación social de modo gradual.El mito de la libertad y de la igualdad no se vuelve solo contra las clases menos favorecidas, sino que termina poniendo en crisis la autoridad del Estado e incrementando al laicismo del siglo XVIII y generando crisis en los gobiernos débiles incapaces de garantizar los derechos inalienables de las minorías. El drama de Europa será después la reacción contraria: los gobiernos dictatoriales y al autoritarismo que conocemos en principios de este siglo.A la religión católica, tan importante en el antiguo régimen, se le hará una guerra sin cuartel, manifiesta en la expropiación de sus bienes y en el control cerrado de su actividad pastoral y caritativa. El mismo matrimonio civil es un acto de rechazo a la moral privativa de la religión y la negación de cualquier poder distinto al del Estado incluso para la conciencia.

Las consecuencias de la Revolución quedan más claras al paragonar la sociedad del Antiguo Régimen a la liberal del siglo pasado. En la primera se pone etiqueta cristiana a muchos abusos lejanos al Evangelio. En el segundo se defienden auténticos valores cristianos, pero al mismo tiempo se pone en duda el fundamento mismo de estos valores. En el absolutismo el orden sobrenatural tutela el orden natural, en el Liberalismo hay una total separación que en realidad es hostilidad a todo valor trascendente, acabando por eliminar del plano político toda referencia a lo sagrado y al manejo social se le excluye cualquier acción de la Iglesia en aras de un racionalismo horizontalista.

Una de las consecuencias inmediatas con respecto a la Iglesia fue la pérdida de sus bienes económicos por la desamortización y la pérdida de influjo temporal. Tanto en Francia como en Alemania y el resto de las naciones, la secularización significó el paso de los feudos eclesiásticos a señores laicos o a fines asistenciales y de salud pública. Los obispos pasan a una situación modesta, el apostolado y la formación del clero sufren tremendas transformaciones que van de la visibilidad social a la interiorización espiritual. La Iglesia sale de la revolución empobrecida y limitada en su libertad, pero queda la pregunta: ¿fue una bendición que la preparó para asumir un liderazgo espiritual, una nueva presencia más afín con el propósito de su fundador?

CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESADamos por conocidos los eventos de la R F desde los Estados Generales, la Asamblea Nacional Constituyente, la proclamación de la República, la invasión de los países europeos a Francia, pasando por el Directorio, hasta la llegada de

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Napoleón y su coronación como emperador. Nos interesa aquí su repercusión en la vida de la iglesia

PROBLEMAS PREVIOSa. Todavía son encontrados los juicios de la historiografía sobre la Revolución Francesa

Los contemporáneos y los historiadores de la primera mitad del XIX golpeados todavía por la tempestad revolucionaria coinciden en un juicio muy negativo. Hablan de desorden, locura, impiedad y ruina de los principios y soporte políticos y morales de la convivencia civil. Francia había sido castigada por la providencia y solo había que esperar una regeneración por caminos todavía desconocidos.

Todos subrayan los daños de la ruptura violenta con el pasado y destacan la ilegalidad de los procedimientos utilizados, que solo causaron desorden e inestabilidad

Desde la apologética católica, lamenta el ataque a los ministros y a los bienes de la Iglesia y va más allá, al condenar los mismos principios de libertad, igualdad y fraternidad que sólo llevaron a la apostasía y al desorden, conclusión lógica de las tesis luteranas y del cinismo de la ilustración.

Poco a poco se desarrolló una visión positiva que intentó captar el sentido más profundo y la trascendencia histórica de la Revolución.

Detectan con alegría el triunfo de un ideal superior de justicia y un nuevo amanecer para Francia. Incluso alcanzan a ver empatía entre los principios de 1889 y los ideales evangélicos. Hablan de la emancipación del proletariado y una igualdad, si bien imperfecta, pero en camino de consolidación.

b. ¿Ruptura o continuidad? Para algunos historiadores la R F, por un lado quiso demoler el pasado y por

el otro recuperó luego mucho de lo que rechazaba. Incluso se dice que hay similitud de objetivos entre la monarquía absoluta que combate la nobleza y quiere mejorar la administración, con el Estado moderno que liquida todo privilegio y centraliza los poderes en un esquema unitario.

CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓNa. Aspectos Positivos de la R FReduzcámoslos a la igualdad y a la libertad, que por otro lado ya habían sido formulados en la Constitución de los Estados Unidos, y aún antes, durante la revolución Parlamentaria Inglesa del S. XVII.

Igualdad. “Los hombres nacen y viven libres e iguales en sus derechos; las diferencias sociales no pueden justificarse si no están fundadas en la utilidad común” (Art.1). “Todos los ciudadanos tiene el mismo acceso a cualquier dignidad, cargo y empleo público, al tenor de su capacidad, y sin otras distinciones que las de sus virtudes o las de su ingenio” (Art. 6)

El principio tienen una aplicación bastante amplia, en lo familiar queda abrogado el mayorazgo, en la sociedad se liquidan privilegios económicos y exenciones fiscales; se acaban las discriminaciones. La nobleza, sin embrago, recupera algunos de sus privilegios de antaño y poco a poco se irá desmontando el prestigio social. Se acaban las discriminaciones confesionales y las inmunidades eclesiásticas, se

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suprimen los antiguos tribunales autónomos y se uniformiza la administración pública.

Libertad. Definida en el Art. 4 de la Declaración como “La capacidad de hacer todo lo que no perjudica a los demás”. Su único límite es el respeto a la libertad de los otros y su aplicación en la política se hace aboliendo el derecho divino de los reyes. No se habla ya de súbditos, sino de ciudadanos y se pasa de la monarquía absoluta a la constitucional y luego a la parlamentaria, en la que los ministros responden ante el parlamento.

Los ciudadanos no pueden ser detenidos arbitrariamente, gozan de libertad de opinión y de imprenta (desaparece la censura). Se proclama la libertad religiosa y la libertad de conciencia. En lo económico, a los privilegios y monopolios de gremios y corporaciones sucede la libertad iniciativa y de comercio. Aunque la realización de estos ideales haya sido parcial y el ejercicio legislativo en todos los países a lo largo del XIX recortó dichas libertades, no hay duda de que la declaración del 26 de Agosto de 1789 representa un paso capital en el progreso de la humanidad.

a. Aspectos negativos de la R FPor exagerados y radicalizados, los principios anteriores engendraron nuevos problemas, además de una cierta visión abstracta e ingenua de la bondad humana y al impacto de la Revolución Industrial que iba a engendrar un nuevo régimen de privilegios y de arbitrariedad. Lamentablemente la revolución industrial y la revolución francesa determinaron el individualismo y la miseria del proletariado, mientras que el mito de la libertad abrió el cauce al desarrollo del laicismo.o La exasperación de la igualdad desarrollo el individualismo que abandonó a su

suerte a los obreros privados de cualquier asociación que protegiera sus derechos. La función social de la propiedad privada queda reducida al enriquecimiento del propietario y el bien común a la simple suma de bienes individuales

o El mito de la igualdad y la fraternidad pone también en crisis la autoridad del Estado, sometido a interminables discusiones parlamentarias y víctima de las mayorías autoritarias que abrirán camino a las dictaduras del S. XIX

o Comparando la sociedad del antiguo régimen y la liberal, en la primera, bajo etiqueta cristiana se esconden muchos abusos, en la segunda se defienden auténticos valores, pero se pone en crisis su fundamento e incluso la misma dignidad humana.

Consecuencia inmediata de la Revolución con respecto a la Iglesia, es la pérdida de sus riquezas y de su poder temporal. Se acabaron los principados eclesiásticos. Las Iglesia sale de la revolución empobrecida, lo que a la larga será una bendición. Así describía le famoso Rosmini “¿Dónde encontraremos un clero rico que tenga coraje para hacerse pobre? ¿Dónde encontraremos un clero capaz de comprender que ha sonado ya la hora en la que empobrecer la Iglesia es precisamente salvarla?”5

5 Las cinco plagas de la Iglesia. Pág. 163.

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1. ¿Cómo entender que una revolución hecha con base en principios cristianos como la libertad, igualdad y la fraternidad, haya sido tan cruel con la Iglesia? 2. ¿Considera que la Revolución francesa tuvo un fuerte impacto en las revoluciones que inmediatamente se dieron en las colonias españolas en América? Por qué sí o por qué no.3 ¿En qué medida las circunstancias adversas de hoy en día ayudan a purificar la fe y a fortalecer las comunidades cristianas de cara al futuro?