Anticuerpos de Kevin J. Anderson r1.0

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    En las humeantes ruinas de un laboratorio de investigacin gentica se encuentra el cadver de un hombre que ha pa

    una espantosa y desconocida enfermedad.

    Los agentes Mulder y Scully sospechan que anda suelto un portador de ese virus mortal. Y, en su carrera por tra

    evitar una epidemia de consecuencias devastadoras, tendrn que enfrentarse a un hombre desesperado y enloquec

    hombre cuyo mero contacto causa una muerte horripilante y tal vez una resurreccin an ms horripilante

    ES POSIBLE QUE UNAS MQUINAS CREADAS PARA CURAR APRENDAN A MATAR?

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    Kevin J. Anderson

    AnticuerposExpedi ente X - 5

    ePub r1 .0

    E t r i o l 23.02.14

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    Ttulo original:AntibodiesKevin J. Anderson, 1996Traduccin: Sonia TapiaIlustraciones: Tony MauroDiseo/Retoque de portada: Piolin

    Editor digital: EtriolePub base r1.0

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    A todos los agentes, investigadores, cientficos y otros empleados del Federal BureanInvestigation. A lo largo de mi trabajo de documentacin, he conocido a varios agentes y

    visto al Bureau trabajar en casos autnticos. Estas personas no son como Mulder y Scully, petodas estn orgullosas de la profesionalidad y la dedicacin con que se entregan a su lab

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    Agradecimientos

    Escribir un libro como este es a veces tan intrincado como una conspiracin del gobierno. Algde las personas que trabajaron entre las bambalinas de Anticuerpos fueron: Kristine Kathryn RChris Crter, Mary Astadourian, Jennifer Sebree, Frank Spotnitz, Caitlin Blasdell, John Silberel doctor Robert V. Stannard en Adobe Pet Hospital, Tom Stutler, Jason C. Williams, Elton EAndrew Asch, Lil Mitchell, Catherine Ulatowski, Angela Kato, Sarah Jones y, como siempre

    esposa Rebecca Moesta.

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    Ruinas de los laboratorios DyMar

    Domingo, 23.30 h.

    A altas horas de una noche de bruma helada son la alarma. Era un tosco sistema de segu

    apresuradamente montado en torno a las ruinas abandonadas. Vernon Ruckman era el nico vigidel turno de noche y reciba un sueldo notable por cuidar de que ningn intruso penetrara einestables ruinas de los laboratorios DyMar a las afueras de Portland, Oregn.

    En su Buick medio oxidado, Vernon ascendi la suave colina en la que se alzaban hasta hacsemana y media las instalaciones de investigacin sobre el cncer. Los gastados neumticos hcrujir la grava mojada del camino.

    Finalmente aparc y sali a investigar. Tena que estar despierto y alerta. Encendi su linoficial de seguridad tan pesada que poda servir de porra y enfoc el haz de luz sobre las r

    ennegrecidas. Sus jefes no le haban proporcionado un vehculo de seguridad, pero s un unifouna placa y un revlver cargado. Vernon tena que dar una imagen amenazadora para echar de los muchachos bravucones que se desafiaban unos a otros a entrar en el edificio quemadlaboratorio. Desde que la turbamulta haba incendiado con bombas el complejo, una semana Vernon haba tenido que echar a unos cuantos intrusos, adolescentes que se internaban por la n

    por pura diversin. Jams haba logrado atrapar a ninguno.Aquello no era asunto de broma. Las ruinas de DyMar eran inestables y seran demolidas en

    cuantos das. De hecho ya haba reunido un equipo de construccin, bulldozers, palas mecnipequeos Bobcats, en torno a unos grandes tanques de combustible junto a una caseta cerradcandado que contena explosivos y detonadores. Haba prisa por eliminar los restos delaboratorios. Pero hasta entonces poda ocurrir cualquier accidente, y Vernon Ruckman no querocurriera en su turno.

    El haz de la linterna excav un cono de luz entre la niebla y hendi el laberinto de vigas caquemadas. Los laboratorios DyMar parecan un decorado abandonado de pelcula de terror. Vese imagin a los monstruos de celuloide surgiendo a trompicones de la niebla y acechando las rui

    Despus del incendio se haba cerrado el permetro con una alambrada, cuya puerta estaba medio abierta. Un suave soplo de brisa hizo gemir la alambrada y arranc un crujido a la pu

    Luego el aire qued inmvil de nuevo, como un aliento contenido.Vernon crey or un ruido dentro del edificio, escombros que caan, piedra y madera movin

    Abri la puerta del todo para entrar, se detuvo a escuchar con atencin y luego ech a andacuidado, tal como indicaba el manual. Llevaba en la mano izquierda la linterna y mantena la desobre el pesado revlver de la polica colgado de su cadera. Llevaba unas esposas en una peqfunda del cinturn. Crea saber cmo utilizarlas, pero todava no haba tenido que hacerlo. Un gde seguridad nocturno suele leer mucho, atender a unas cuantas falsas alarmas (sobre todo si cucon una vivida imaginacin), y no mucha cosa ms.

    La novia de Vernon era un ave nocturna, estudiante de lengua inglesa y aspirante a poetapasaba la mayor parte de la noche esperando la inspiracin de las musas o bien haciendo horas

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    en el bar donde trabajaba. Vernon haba ajustado su ciclo biolgico para coincidir con ella, y trabajo nocturno le pareci el incentivo perfecto. Aunque pas la primera semana cansaadormilado, ahora estaba plenamente despierto.

    Haba alguien en el edificio. Las cenizas crujan bajo sus pies, junto con los cristales rotocemento desmenuzado. Vernon record que aquellos laboratorios haban sido una instalacin dtecnologa construida a base de cristal, acero y madera de los bosques costeros de Oregn, coninslita arquitectura moderna y futurista. El edificio haba ardido muy bien tras las viol

    protestas, el incendio provocado y la explosin.No le sorprendera que los intrusos de esa noche fueran algo ms que adolescentes. Poda trade algn miembro del grupo de defensa de los animales que haba reivindicado el atentado eannimo, o tal vez un activista recogiendo recuerdos, trofeos de guerra de su sangrienta vicHaba que tener cuidado.

    Vernon agach la cabeza para esquivar un poste cado de madera, negro y picado, cubiercenizas all donde se haba partido por el intenso calor. El suelo del edificio principal painestable, a punto de desplomarse sobre el stano. Algunas paredes se haban derrumbadotabiques estaban negros y las ventanas reventadas.

    Alguien se mova agitando escombros, muebles quemados y madera. Vernon barri el entornla linterna. La luz blanca henda la oscuridad, perfilando negras sombras que saltaban sobre ldeslizaban por las paredes. Nunca le haban dado miedo los espacios cerrados, pero aquel

    pareca a punto de desplomarse encima de l.Volvi a or un ruido, un suave rumor, como si alguien intentara desenterrar algo entr

    escombros. Proceda del extremo opuesto, una zona de oficinas con el techo medio derruido dondbarricadas reforzadas haban resistido a la destruccin. Vernon vio una sombra que arrojaba casa un lado. Trag saliva y dio un paso adelante.

    Eh, oiga! Esto es propiedad p rivada. No se puede entrar. Apoy la mano en la culatrevlver. No iba a permitir que aquel desconocido se le escapara como pasaba siempre coadolescentes. Incluso podan ascenderle si haca un buen trabajo.

    Enfoc con la linterna la cara del intruso. Era un hombre alto de anchas espaldas que se inco se volvi despacio hacia l. No ech a correr, tampoco mostr miedo. Vernon se puso

    nervioso. El hombre iba ataviado de un modo extrao, con ropas que no combinaban y que escubiertas de holln. Pareca que las hubiera robado de algn petate o de un tendedero.

    Qu hace usted aqu? pregunt Vernon, todava apuntndole con la linterna. El ho

    estaba sucio y desaliado, y no tena muy buen aspecto. Deba de ser un vagabundo buscando las ruinas algo que vender. Aqu no hay nada que pueda llevarse.S lo hay. Era una voz curiosamente fuerte y segura que desconcert a Vernon.No se puede estar aqu insisti Vernon, un poco ms nervioso.Yo s. Estoy autorizado. Yo trabajaba en DyMar.Vernon se acerc. Aquello era algo del todo inesperado. Sigui apuntando al desconocido c

    linterna, queriendo intimidarlo.Me llamo Dorman, Jeremy Dorman. Se meti la mano en el bolsillo de la camisa y Ve

    fue a coger su revlver. Slo quiero ensearle mi tarjeta de DyMar.

    Vernon se acerc un poco ms y vio que Dorman sudaba y pareca enfermo.

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    Me parece que necesita usted un mdico.No. Lo que necesito est aqu.Vernon vio que Dorman haba apartado unos escombros para dejar al descubierto una caja fu

    El hombre logr por fin sacar un carnet arrugado del bolsillo. Era una tarjeta de los laboratDyMar. Era cierto que haba trabajado all, pero eso no significaba que ahora pudiera escarbar los escombros.

    Eso a m no me dice nada afirm Vernon. Venga conmigo. Si tiene usted autorizacin

    estar aqu, ya lo aclararemos.No! exclam Dorman con tal vehemencia que escupi saliva. No me haga perdtiempo. La piel de su rostro se agitaba y se remova, como si un ejrcito de ratas dimicorreteara bajo los msculos faciales.

    Vernon trag saliva. Jams haba visto nada parecido.Dorman le dio la espalda. Vernon, indignado, sac el arma.

    Contra la pared, seor Dorman. Ahora mismo. El vigilante advirti de pronto los grubultos bajo la sucia camisa del intruso. Parecan moverse con voluntad propia.

    Dorman le mir con los ojos entornados y Vernon hizo un gesto con el revlver. El hombpareci intimidarse, y sin ningn respeto se acerc a una de las paredes de hormign, ennegrecidel fuego, pero intacta.

    Ya le he dicho que no me haga perder el tiempo gru. No me queda mucho.Tardaremos lo que haga falta.Con un suspiro, Dorman apoy los brazos contra la pared. La piel de sus manos pareca de

    o de plstico, como si estuviera hmeda. Vernon pens que tal vez haba estado sometido a atipo de sustancia txica o de residuo industrial. Aquello no le gustaba nada.

    Vio de reojo que uno de los bultos bajo la camisa de Dorman se mova, como si el hombre ll

    una comadreja adormilada en torno al pecho.Qu tiene usted ah? pregunt. Voy a cachearle.Dorman apret los dientes y se qued mirando la pared como si contara las partculas de cen

    Yo no lo hara dijo.No me amenace le espet Vernon.Pues entonces no me toque.Vernon se meti la linterna bajo el brazo y comenz a cachear rpidamente con una ma

    Dorman. Tena la piel caliente y llena de extraos bultos. De pronto el vigilante toc una sust

    hmeda y pegajosa y retir la mano de inmediato.Qu asco! exclam. Qu es eso? Se mir la mano. Estaba cubierta de una espemoco.

    No debera haberlo tocado. Dorman se volvi y lo mir enfadado. Desde luego loidiotas.

    Qu es? Vernon enfund el revlver para intentar limpiarse el limo en los pantalonepronto le arda la mano. Era como una especie de cido que le estuviera quemando cada vez mpiel. Ah! Retrocedi a trompicones, trop ezando con los escombros. El calor y el hormigusuban de la mano por la mueca y senta como si unas burbujas diminutas le ascendieran p

    brazo, balas en miniatura que explotaban en sus nervios por los brazos, los hombros, el p

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    Dorman baj los brazos y se lo qued mirando.Le dije que no me tocara.Vernon Ruckman sinti que se le paralizaban los msculos. Los calambres agitaban su cuerp

    millar de fuegos diminutos le explotaban en la cabeza. Ya no vea ms que psicodlicos destellosbrazos y las p iernas se movan, sus msculos se agitaban en espasmos y convulsiones. Dentro mente oy huesos rompindose. Sus propios huesos.

    Se desplom hacia atrs con un grito. Todo su cuerpo se haba convertido en un campo de m

    La linterna, todava encendida, cay entre las cenizas.Dorman se qued mirando un momento el cuerpo todava espasmdico del vigilante y volvi su atencin a la caja fuerte medio desenterrada. La piel de la vctima se abombaba y ondal tiempo que unas grandes manchas negro rojizos aparecan en el destrozado tejido musculalinterna iluminaba un brillante abanico blanco en el suelo, bajo el que se vean hinchazones, pstumores, bultos.

    Lo habitual.Dorman apart los ltimos escombros y cascotes de yeso para desenterrar la caja fuerte.

    perfectamente la combinacin, de modo que hizo girar la rueda y oy los cilindros colocarposicin. Con una mano carnosa y entumecida golpe la puerta para desalojar la pintura ennegrque se haba introducido en las junturas y luego la abri.

    Estaba vaca. Ya se lo haban llevado.No! exclam.Se gir bruscamente hacia el vigilante muerto, como si Vernon Ruckman hubiera e

    involucrado en el robo. Todas las cintas de vdeo, todos los informes de David, todas las posoluciones y muestras haban desaparecido, confiscadas o destruidas.

    No! Dorman se incorpor furioso. Qu iba a hacer ahora? Se mir la mano. La piel

    palma se mova y cambiaba como sometida a una tormenta celular. Pequeas convulsiones recosu sistema muscular, pero Dorman respir hondo y logr dominar su cuerpo.

    Cada da se haca ms difcil, pero se haba jurado seguir haciendo lo que fuera necesario. Dosiempre haba hecho lo que era necesario.

    Presa de la desesperacin, se dedic a vagar sin rumbo por las ruinas de los laboratorios DyEl equipo informtico, los materiales del laboratorio, todo estaba destruido. Encontr una mesa

    fundida y, por el lugar en que estaba, supo que haba sido la mesa de David Kennessy, el jeinvestigacin.

    Maldito seas, David mascull.Tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas para abrir uno de los cajones, donde encontr enpolvo una vieja fotografa con el marco quemado y el cristal roto. Sac la foto del marco y se la qmirando.

    David sonrea junto a una joven rubia y bonita, de aspecto lozano, y su hijo, tambin rDelante de ellos, con la lengua fuera, estaba el labrador negro de la familia. El retrato haba sido hcuando el muchacho tena once aos, antes de que enfermara de leucemia. Patrice y Jody Kennes

    Dorman cogi la foto. Crea saber dnde podan haber ido y confiaba en encontrarles. Tenencontrarles. Ahora que todos los datos haban desaparecido, slo en la sangre del perro encon

    las respuestas que necesitaba. Averiguara dnde se haba escondido Patrice. Ella ni siquiera sab

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    secreto que llevaba en su cuerpo el perro.Volvi a mirar el cadver del vigilante. Sin hacer caso de las terribles manchas en su piel, le

    el revlver y le registr los bolsillos. Si la situacin se haca crtica tal vez necesitara un armavez con el arma y la fotografa en su poder, Jeremy Dorman se march de los laboratorios DyM

    El reloj de la bomba biolgica que llevaba dentro segua avanzando. Tal vez no le quemuchos das.

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    Edificio Hoover, cuartel general del FBI

    Washington, d. C.

    Lunes, 7.43 h.

    El oso Kodiak era enorme, cinco veces ms grande que un campen de lucha libre. Era un ejempprimera, de pelaje marrn broncneo erizado sobre unos msculos tensos como cables. Tengarras sacadas y estaba en posicin de pescar un salmn en el rocoso y cristalino arroyo.

    Mulder se qued mirando sus zarpas, los dientes, su fuerza primitiva. Era un alivio qcriatura estuviera disecada y expuesta, pero aun as se agradeca la barrera de cristal de la viAquella bestia debi de ser la pesadilla de un taxidermista.

    Aquel trofeo de caza haba sido confiscado en una redada del FBI contra un capo de la drogse haba gastado ms de veinte mil dlares en una expedicin personal de caza en Alaska ydinero todava en que le disecaran el trofeo. Cuando el FBI lo arrest, confiscaron el oso gisegn las normas. Puesto que el mafioso haba financiado la expedicin con dinero ilcito procede las drogas, el oso disecado pas a disposicin del gobierno federal. Sin saber qu hacer con FBI haba colocado el monstruo junto a otros objetos confiscados de inters: una moto HDavidson, collares, pendientes y brazaletes de diamantes y esmeraldas, o lingotes de oro.

    A veces Mulder abandonaba su tranquilo y oscuro despacho del stano, donde guardabexpedientes X, para examinar aquella vitrina.

    Ahora, mientras miraba el enorme oso, Mulder pensaba en el certificado de defuncin que recibido, un expediente X llegado desde Oregn. Se trataba de una muerte inslita y extraa.

    Cuando un monstruo como aquel oso mataba a su presa, no caba duda con respecto a la caula muerte. Una extraa enfermedad, sin embargo, suscitaba muchas preguntas, sobre todo tratnde una nueva y virulenta enfermedad localizada en unos laboratorios mdicos recientemdestruidos por un incendio provocado.

    Las cuestiones sin resolver siempre haban intrigado al agente Fox Mulder. Volvi en el ascea su propio despacho, a leer de nuevo el informe. Luego ira a ver a Scully.

    La agente especial Dana Scully haca prcticas tras el plexigls insonorizado en la galera de tirFBI. Sac su pistola, una nueva Sig-Sauer 9 mm, y meti un cargador de quince balas, con unaextra en la recmara. Introdujo un cdigo en el ordenador de su izquierda. Son un zumbido cable hizo avanzar la silueta del malo a una distancia de veinte metros. Scully lo fij en su sse puso los auriculares acolchados sobre su cabello rubio.

    Cogi la pistola, se coloc en la posicin adecuada de tringulo issceles y apunt al obje

    Con los ojos entornados, concentrada en el perfil de la cabeza, apret el gatillo en un rinconsciente. No se fij dnde daba, simplemente apunt y dispar de nuevo una y otra vez

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    casquillos volaban por los aires como palomitas y caan al suelo tamborileando entre el olor plvora quemada.

    Scully pensaba en los hombres que haban matado a su hermana Melissa, los mismos que tveces haban intentado silenciar o desacreditar a Mulder y sus poco ortodoxas teoras.

    Tena que conservar la calma, mantener la postura y los nervios a raya. Si daba rienda sueltafuria y su frustracin perdera precisin en el tiro. Miraba la silueta negra del objetivo y vea slos hombres sin rasgos que de forma tan profunda se haban introducido en su vida. Cicatric

    viruela, implantes de nariz, fichas de vacunacin y misteriosas desapariciones, como su pdesaparicin.Ahora, seguramente como resultado de lo que le hicieron cuando estuvo abducida, Dana S

    tena cncer, inoperable, mortal. No tena forma de luchar contra ello, no haba objetivo contra edisparar. No tena ms opcin que seguir buscando y tal vez encontrar otras respuestas.

    Scully apret los dientes y sigui disparando hasta agotar el cargador. Si la lucha contra el cfuera tan fcil, tan simple

    Se quit los auriculares y puls un botn para retirar el amarillento objetivo de papelagentes del FBI tenan que reexaminarse en el campo de tiro de Quantico al menos una vez cadmeses. A Scully todava le faltaban cuatro semanas para la prueba, pero de todas formas le guacudir temprano a hacer prcticas. La pista estaba vaca y poda emplear el tiempo que quisiera.

    Ese mismo da se realizaran algunas demostraciones para grupos de turistas. Un agente espconvertido en gua, les mostrara su puntera con la SigSauer, el M16 y posiblementemetralleta Thompson. Scully quera terminar antes de que hicieran su aparicin los primeros grde boy scouts pasmados o profesores de colegio.

    Scully recogi el objetivo perforado y le satisfizo ver que los quince impactos se agolpabancentro del pecho de la silueta. Los instructores de Quantico enseaban que no haba que pensar

    objetivo como en una persona, sino como en una diana. Scully no haba apuntado al corazncabeza o al costado, sino al centro de la masa. Su propsito no era disparar a los malos,simplemente alcanzar el objetivo.

    Un buen agente slo sacara el arma para disparar contra un sospechoso como ltimo recursoera la forma adecuada de poner fin a una investigacin a menos que fallaran todos los dems mtAdems, el papeleo era horroroso. Si un agente federal disparaba el arma, tena que dar cuenta de

    bala gastada, una tarea muy difcil despus de una acalorada persecucin a tiros.Scully arranc el objetivo de su pinza y dej colgado en su sitio el cartn cubierto de impact

    bala. Tecle en el ordenador para volver a poner el objetivo en su lugar y alz la vista. Se sobreal ver a su compaero Mulder apoyado contra la pared de la galera de observacin. No saba ctiempo llevaba esperndola.

    Buena puntera, Scully dijo l. No le pregunt si estaba realizando prcticas de texorcizando demonios personales.

    Me ests espiando, Mulder? repuso ella, intentando disimular su sorpresa. Al cabo dtenso instante de silencio aadi: Muy bien, qu pasa?

    Un caso nuevo. Y este sin duda te va a interesar. Mulder sonri. Tras colgar en su sitgafas de proteccin, Scully lo acompa a su despacho del stano. Aunque no siempre fu

    crebles, los descubrimientos de Mulder eran en cualquier caso interesantes e inslitos.

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    Khe Sanh Khoffee Shoppe

    Washington D. C.

    Lunes, 8.44 h.

    Mientras salan del edificio Hoover, Scully pensaba en el caso nuevo, casi tan preocupada pcomo por la cafetera a la que Mulder planeaba llevarla. Aunque haba prometido invitarla, elestaba muy convencida.

    Pasaron por el detector de metales y bajaron los escalones de granito. En todas las esquinaenorme edificio cuadrado haba impresionantes garitas de guardia vigiladas por equipos uniformde hombres del FBI.

    Mulder y Scully pasaron de largo las colas de turistas que ya comenzaban a formarse paprimera visita del da al edificio. A pesar de que la mayora de los agentes vesta el tp ico atuenejecutivo, propio del entorno gubernamental de Washington D. C, Scully supo por sus miradalos turistas los reconocan como agentes federales. Se les deba de notar en la forma de caminarsu vestimenta. Mulder habra dicho en broma que se les notaba en el aura.

    En torno a ellos se alzaban otros edificios federales, recargados, majestuosos. La arquitecturcentro de Washington tena que competir con ella misma. Muchos de aquellos edificios albergasesoras, bufetes de abogados y poderosos grupos de presin. En las plantas bajas haba cafetconfiteras y puestos de revistas.

    Mulder abri la puerta de cristal del Khe Sanh Khoffee Shoppe.Mulder, por qu venimos aqu tantas veces? pregunt Scully, echando un vistazo

    escasa clientela. Muchas familias de inmigrantes coreanos haban abierto negocios similares distrito federal, por lo general deliciosas cafeteras o restaurantes, pero los propietarios del Khe Khoffee Shoppe imitaban la cocina americana con lamentables resultados.

    A m me gusta contest Mulder encogindose de hombros. Sirven el caf en bonitos de poliestireno, y adems tiene un punto rancio perfecto.

    Scully entr sin ms discusin. En su opinin tenan cosas ms importantes que hacer

    tena hambre.Los platos del da estaban escritos en un tablero blanco colocado en un caballete cerca d

    polvorienta planta de plstico. Junto a la caja registradora se vea una nevera llena de botellas derefrescos. Una plancha vaca ocupaba gran parte del local. A la hora del almuerzo, los propiet

    servan un buf barato de varias especialidades orientales americanizadas.Mulder dej el maletn en una mesa y sali disparado hacia la barra mientras Scully se sentab

    Te pido algo? pregunt.Slo un caf dijo ella, sabiendo que cometa un error.

    l alz las cejas.Tienen un desayuno especial estupendo a base de huevos fritos y patatas.

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    Un caf repiti ella. Slo la idea de aquel caf rancio le revolva el estmago. De formas no podra comer mucho.

    Scully haba consultado su caso con varios especialistas, pero no se animaba a hacer demasiado radical, nada que pudiera impedirle seguir trabajando. Eso era para ella lo ms imporAl fin y al cabo Scully tambin era mdico y saba perfectamente que con su cncer no se poda gran cosa. Era inoperable. Incurable.

    Mulder volvi con dos grandes vasos de poliestireno. Scully percibi el amargo aroma ant

    que le pusieran el caf delante. Cogi el vaso con las dos manos, disfrutando del calor en los dedol abri de golpe su maletn.Creo que este caso te va a interesar. Sac una carpeta de p apel manila. Portland, Or

    Se trata de los laboratorios DyMar, un centro de investigacin sobre el cncer financiado con fofederales.

    Scully lo mir, interesada de pronto. Mulder le tendi un brillante folleto en el que aparecmoderno laboratorio: una estructura de cristal y acero con el suelo y las vigas de hermosa maderazonas de recepcin estaban decoradas con reluciente madera dorada y plantas, mientras qulaboratorios se vean resplandecientes, blancos y esterilizados.

    Muy bonito coment Scully mientras doblaba de nuevo el prospecto. No habahablar de l.

    DyMar intentaba pasar desapercibido. Hasta hace poco.Qu ha pasado? Dej el prospecto en la mesa.Mulder sac del maletn una fotografa en blanco y negro del mismo sitio, slo que esta v

    edificio apareca destruido por el fuego y rodeado de alambradas como una abandonada zonguerra.

    Probablemente sabotaje e incendio provocado dijo. La investigacin sigue abierta.

    sucedi hace una semana y media. Un peridico de Portland recibi una carta de un grupprotesta, llamado Liberacin Inmediata, que reivindicaba el atentado, pero nadie haba odo habellos. Supuestamente eran activistas defensores de los derechos de los animales inquietos por cinvestigaciones que realizaba el cientfico jefe, el doctor David Kennessy.

    Y por eso incendiaron el laboratorio?En realidad primero lo hicieron explotar.Me parece un poco exagerado. Por lo general estos grupos se conforman con hace

    declaraciones y obtener algo de publicidad. Scully mir la foto de las ruinas quemadas. C

    eran las investigaciones de Kennessy que tanto inquietaban a este grupo? La informacin esvaga contest Mulder con tono preocupado. Nuevas tcnicas de terapia contra el cncer,vanguardia. El doctor Kennessy trabaj varios aos con su hermano Darin, combinandoespecialidades. David era bilogo y qumico, mientras que Darin p rovena de la ingeniera electr

    Ingeniera electrnica e investigacin contra el cncer? pregunt Scully. Qu combinms rara. Estaba desarrollando algn aparato nuevo de tratamiento o un equipo de diagnstico?

    No se sabe. Parece que Darin Kennessy tuvo una discusin con su hermano hace seis mDej su trabajo en DyMar y se uni a un grupo de maquis en las montaas de Oregn. No tengdecirte que no hay forma de contactar con l por telfono.

    Scully volvi a mirar el folleto, pero no encontr mencin especfica de los nombres d

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    investigadores.De modo que David Kennessy prosigui con el trabajo sin su hermano.S. Con su ayudante Jeremy Dorman. He intentado localizar sus informes y datos

    determinar la naturaleza de sus investigaciones, pero la mayora de los documentos estn borradlos archivos. Por lo que s, Kennessy trabajaba con oscuras tcnicas que nunca se haban utilizala investigacin del cncer.

    Scully frunci el ceo.

    Y por qu iba eso a ser motivo de preocupacin? Dio Kennessy con algn resultado?Mulder bebi un sorbo de caf.Bueno, por lo visto los manifestantes estaban indignados por supuestas pruebas violen

    no autorizadas que Kennessy realizaba con animales. No se conocen los detalles, pero supongoel bueno de Kennessy se salt algunas reglas de la Convencin de Ginebra. Se encogi de hom

    . La mayora de los informes result quemada o destruida y es difcil obtener informacin conHubo heridos en el incendio?Kennessy y Dorman murieron, aunque ha habido problemas para identificar los r

    encontrados. Te recuerdo que el laboratorio explot. Debieron de colocar alguna bomba. El grupse anda con chiquitas, Scully.

    Ella mir de nuevo la fotografa con la mandbula tensa. Luego se la devolvi.En las dems mesas charlaban otros ejecutivos, sin preocuparse de que pudieran orles. Scu

    mantena alerta, como era costumbre en un agente federal. Un grupo de hombres de la Ndiscutan propuestas y modificaciones a una nueva prueba interplanetaria mientras que otro gdiscuta en susurros la mejor forma de recortar el presupuesto del programa espacial.

    Por lo visto Kennessy haba recibido amenazas anteriormente, pero este grupo surgi nada y contaba con muchos seguidores. No he encontrado antecedentes de ninguna organiz

    llamada Liberacin Inmediata antes del atentado de DyMar, hasta que el Portland Oregonian rela carta de reivindicacin. Y el departamento alberga serias sospechas.

    Por qu querra seguir trabajando Kennessy en esas condiciones? Scully volvi a despel folleto de los laboratorios y ech un vistazo a las habituales frases publicitarias sobre nudescubrimientos sobre el cncer, importantes tratamientos alternativos y la cura est a la vde la esquina. Respir hondo. Los onclogos venan utilizando las mismas frases desde los cincuenta.

    Mulder sac una fotografa de un nio de once o doce aos. Miraba sonriendo a la cmara,

    pareca dbil y esqueltico, con el rostro enjuto, la piel griscea y fina y la cabeza casi calva.Este es el hijo de Kennessy, Jody, de doce aos, enfermo terminal de cncer. Una leuclinfoblstica aguda. Kennessy estaba desesperado por encontrar un remedio y no iba a permitiun grupo de protesta retrasara su trabajo ni un solo instante.

    Scully apoy la barbilla en las manos.Sigo sin entender por qu te interesa tanto un caso de incendio y destruccin de la prop iedMulder sac la ltima foto del maletn. Era un hombre con uniforme de vigilante de segu

    tumbado entre las ruinas con la cara desencajada de dolor, la piel cubierta de manchprotuberancias y los brazos y piernas doblados en extraos ngulos como una araa muerta p

    insecticida.

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    Anoche encontraron a este hombre en las ruinas de los laboratorios. Por lo visto muri vde una peste virulenta e instantnea. Todava no se ha descubierto de qu se trata.

    Scully le arrebat la fotografa y la contempl.Parece haber muerto por algn agente patgeno extremadamente rpido y virulento.Mulder esper que asimilara los terribles detalles.

    No s si la causa podra estar en la investigacin de Kennessy. Tal vez fue algo qusucumbi del todo al fuego

    Scully arrug la frente con gesto de concentracin.No sabemos con exactitud qu hicieron los terroristas antes de destruir el laboratorio. Taliberaron algunos animales con los que se experimentaba, tal vez dejaron suelto algo muy peligro

    Mulder bebi un trago de caf y sac unos papeles del maletn. Scully sigui mirando la fotdisimular su inters.

    Mira esos tumores. Cunto tardaron los sntomas en aparecer?El hombre estaba perfectamente normal y sano cuando entr a trabajar unas horas antes.

    crees que le pas?Ella frunci los labios.

    No puedo decirlo sin verlo yo misma. Mantienen el cadver en cuarentena?S. Pensaba que tal vez quisieras venir a echar un vistazo.Scully prob por primera vez el caf. Era tan horroroso como esperaba.

    Vamos dijo, levantndose de la mesa, y le devolvi el colorido prospecto con sus op timdeclaraciones sobre una cura contra el cncer.

    Kennessy deba de haber realizado algunas pruebas radicales y poco ortodoxas con sus animde laboratorio. Era posible que tras la violenta destruccin de las instalaciones, y con el posible de una epidemia, algunos animales hubieran escapado. Tal vez eran portadores de algo mortal.

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    Autopista estatal 22

    Cordillera litoral de Oregn

    Lunes, 22.00 h.

    El perro se detuvo en mitad de la carretera, en direccin al bosque. El asfalto emita el olor hmepenetrante de las hojas secas. Se vean los reflectores que sobresalan de las cunetas junto caminos particulares y los buzones rurales. A diferencia del frondoso bosque de cedros y abetcarretera ola a coches, neumticos, motores calientes y humo.

    Las luces gemelas del coche que se acercaba parecan brillantes monedas. La imagen se reflelos ojos del perro, adaptados a la oscuridad. El animal oa el ruido del coche por encima del zum

    de los insectos y el rumor de las ramas de los rboles.Era un ruido fuerte, furioso.

    La carretera estaba mojada y oscura, metida entre los rboles. Los chicos estaban de mal hdespus de un largo da de viaje, y las vacaciones improvisadas ya no parecan tan buena idea.

    La costa, escarpada y espectacular, quedaba todava a veinte kilmetros, y luego tendranrecorrer varios kilmetros ms por la autopista hasta llegar a uno de los abarrotados refugituristas llenos de cafeteras, galeras de arte, tiendas de baratijas y albergues de distinto tipo, denominados posada o refugio, nunca un sencillo hotel.

    Quince kilmetros atrs haban pasado junto a una solitaria interseccin ocupada porgasolinera, un bar y un destartalado motel de los aos cincuenta con un letrero de nen rosrezaba NO parpadeando junto al cartel de Hay habitaciones.

    Deberamos haber planeado mejor este viaje coment la mujer.Me parece que ya lo has dicho antes respondi su esposo, Richard. Una o dos vecesEn el asiento trasero, Megan y Rory manifestaban su intenso aburrimiento de manera ins

    Rory estaba tan inquieto que haba apagado su Gameboy, y Megan estaba tan cansada que

    dejado de meterse con su hermano.Esto es un rollo se quej Rory.Pap, no sabes ms juegos? pregunt M egan. De pequeo eras tambin tan aburridRichard forz una sonrisa y alz la vista hacia el espejo retrovisor para ver a sus

    malhumorados en el asiento trasero del Subaru Outback. Haba alquilado el coche paravacaciones, impresionado por su buena traccin para las carreteras de montaa. Al comienzlargo trayecto se haba sentido un superpadre.

    Mi hermana y yo jugbamos a un juego que se llamaba Silo. Vivamos en Illinois, dond

    muchas granjas. Haba que mirar el paisaje y avisar cada vez que uno viera un silo junto a un graEl que vea ms silos ganaba. Intent que pareciera interesante, pero ya en sus tiempos s

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    tedio del paisaje rural haba convertido Silo en una forma viable de entretenimiento.De noche no se puede jugar a eso, pap dijo Rory.De todas formas no creo que haya silos ni graneros por aqu afirm Megan.Los rboles pasaban de largo veloces, flanqueando la estrecha carretera. Los brillantes faros a

    tneles en la oscuridad. Richard intentaba dar con la forma de distraer a sus hijos. Se prometi lque aquellas fueran unas buenas vacaciones a pesar de todo. Al da siguiente iran a ver el Remdel Diablo, donde las olas del mar surgan como un geiser a travs de un agujero en la roca, y lue

    dirigiran a Columbia River Gorge y veran una catarata tras otra.Pero de momento haba que encontrar un sitio para pasar la noche.Un perro! exclam su esposa. Cuidado!Por un absurdo instante Richard pens que su mujer estaba jugando una extraa variante del

    pero luego vio al oscuro animal parado en medio de la carretera. Sus ojos hmedos eran estanques de mercurio reflejando la luz de los faros.

    Pis de golpe el freno y los neumticos nuevos del Subaru derraparon sobre la resbaladizade hojas muertas. El coche patin, aminor la velocidad pero sigui lanzado como una locomocasi sin control.

    Los nios gritaron, los frenos y los neumticos chirriaban. El perro intent apartarse en el momento, pero el parachoques del Subaru hizo impacto con un horrible ruido sordo. El animestrell contra el cap, rebot contra el parabrisas y cay en la cuneta. Por fin se detuvo el cescupiendo grava mojada en el costado de la carretera.

    Dios mo! exclam Richard. Traste con el cinturn de seguridad hasta que por fin se la hebilla, y sali de un brinco.

    Megan y Rory estaban acurrucados en silencio en el asiento. l mir a ambos lados de la carrpor si haba peligro de que algn otro coche chocara contra ellos. No vio nadie. En el bosque has

    insectos nocturnos estaban en silencio, como observando.Richard se acerc a la parte delantera del coche. Vio el golpe en el parachoques, un faro rot

    araazo en el cap del vehculo de alquiler. Recordaba vvidamente el gesto alegre y brusco conhaba rechazado el seguro a todo riesgo que le ofreca el empleado de la agencia. Ahora se pregcunto le costaran las reparaciones.

    La puerta trasera se abri y sali Megan, muy plida.Le ha pasado algo, pap? Mir alrededor, parpadeando en la oscuridad. Est b

    perro?

    Richard trag saliva y se agach delante del coche, entre las hierbas mojadas.Espera un momento, cario. Tengo que mirar esto p rimero.El perro an se agitaba en la cuneta, un gran labrador negro con el crneo aplastado. Todav

    vean las marcas que haba dejado al rodar entre la hierba, todava se mova, intentando arrasentre las zarzas hacia una valla de alambre de espino y el denso follaje que haba al otro lado. Pecuerpo estaba destrozado. El perro respiraba silbando entre las costillas rotas. Del morro nmanaba sangre. Por Dios, es que no poda haber muerto al instante?

    Hay que llevarlo al veterinario dijo Rory, sobresaltando a su padre. No haba omuchacho salir del coche. Su esposa estaba junto a la portezuela, mirndole con ojos muy abi

    Richard movi ligeramente la cabeza.

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    No creo que un veterinario pueda hacer nada por l replic.No podemos dejarlo aqu declar Megan indignada. Hay que llevarlo al veteri

    Richard mir el perro medio muerto, el coche de alquiler abollado, y se sinti impotente. Su eesperaba con la puerta abierta.

    Richard, en el maletero hay una manta. Podemos poner las maletas detrs con los nios y hueco para el perro. Lo llevaremos a la clnica veterinaria ms cercana. Tiene que haber alguna

    prximo pueblo.

    Richard mir a los nios, a su esposa y al perro. No tena eleccin, de modo que, tragando bsabiendo que no servira de nada, fue a coger la manta mientras su mujer sacaba las maletas.

    El siguiente pueblo de la carretera, Lincoln City, estaba ya en la costa. No se vean ms luces qtenue iluminacin que sala entre las persianas de las habitaciones donde los lugareos vetelevisin. Richard entr en el pueblo, buscando desesperado una clnica.

    Por fin vio un cartel sin iluminar, Clnica veterinaria de la familia Hughart, y aparc el cMegan y Rory lloriqueaban en el asiento trasero, su mujer guardaba silencio con los labios apret

    Richard asumi la responsabilidad. Subi por las escaleras de cemento y llam al timbre, golpe con los nudillos en la ventana hasta que se encendi una luz en el recibidor. Un ancianmir a travs del cristal.

    Tenemos un perro herido en el coche! exclam Richard. Necesitamos su ayuda.El viejo veterinario no mostr sorpresa alguna, como si no hubiera esperado otra cosa. Ab

    puerta mientras Richard sealaba el Subaru.Lo he atropellado en la carretera. Creo que est muy mal.Ya veremos qu se puede hacer replic el veterinario, acercndose al maletero. Richard

    el cap y Megan y Rory salieron del coche con expresin esperanzada. El anciano ech una ojelos nios y luego mir a Richard a los ojos, comprendiendo exactamente la situacin.

    El perro yaca destrozado y ensangrentado, pero sorprendentemente vivo. Incluso parecafuerte que antes, respiraba mejor y dorma profundamente. El veterinario lo observ. Por su vexpresin Richard supo que el animal no tena salvacin.

    Es suyo? pregunt el anciano.No. Tampoco lleva placa.Megan se asom a mirar.

    Se pondr bien, seor? pregunt. Vendremos a verlo, pap?Vamos a dejarlo aqu, cario respondi Richard. El veterinario se encargar de l.El anciano sonri a M egan.

    Claro que se pondr bien dijo. Tengo unas vendas especiales. Se dirigi al padMe ayuda a meterlo en el quirfano? Luego pueden irse.

    Richard trag saliva. El hombre le lea el pensamiento. Deba de haber visto casos como aqumisma semana, animales heridos abandonados a sus cuidados.

    Juntos levantaron la manta con el pesado animal y lo llevaron a rastras a la puerta trasera clnica.

    Est muy caliente dijo el veterinario.

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    Despus de dejar al perro en la mesa de operaciones, el hombre procedi a encender las lucla sala. Richard, ansioso por marcharse, se acerc a la puerta deshacindose en fraseagradecimiento.

    Dej una tarjeta de visita en la mesa de recepcin, vacil un instante y se lo pens mejor. Voa meterse la tarjeta en el bolsillo y sali precipitadamente por la puerta principal. Se acerc al Su

    se sent al volante. l se encargar de todo dijo, sin dirigirse a nadie en particular.Luego puso en marcha el coche. Tena las manos sucias de pelo y sangre del perro, pero a

    de todo intent reencontrar la paz y la alegra de unas vacaciones familiares. Los insectos noctureanudaron su msica en el bosque.

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    Hospital Mercy

    Portland, Oregn

    Martes, 10.03 h.

    Era una maana gris. La bruma temprana humedeca y refrescaba el ambiente. Las nubes se disipal medioda, concediendo unos benditos minutos de sol antes de volver a acechar en el ciedescargar de nuevo la lluvia.

    Una maana tpica de Portland.Scully pens que tanto daba pasarla con Mulder en el depsito de cadveres del hospital

    silenciosos pasillos del stano del edificio parecan tumbas. Ella haba visto aquellos mismos pa

    en muchos hospitales, donde haba practicado autopsias o realizado investigaciones sobre cadmetidos en cajones refrigerados. Sin embargo, aunque el ambiente le resultaba conocido, jams logrado habituarse a l.

    El doctor Frank Quinton, forense de Portland, era un hombre anciano y calvo, con una licorola de canas en torno a la coronilla y un rostro de querubn en el que destacaban unas gafmontura metlica. A juzgar por su sonrisa paternal y amistosa, Scully lo habra calificado comhombre bueno y encantador, pero se le notaba una cansada tensin en los ojos. En su carreforense, Quinton deba de haber visto demasiados adolescentes sacados de coches destrozdemasiados suicidios y accidentes absurdos, demasiados ejemplos de la naturaleza caprichosa muerte. Su apariencia agradable, inocua, era una imagen cuidadosamente cultivada, una pose.

    Estrech con afecto la mano a Scully y Mulder.Como ya le mencion por telfono comenz Mulder, sealando con la cabeza

    compaera, la agente Scully es tambin mdico, especializada en muertes extraas. Tal vez pofrecer alguna sugerencia.

    El forense la mir con expresin radiante y ella no pudo evitar devolver la sonrisa.En qu estado se encuentra el cadver?Lo hemos desinfectado a fondo y lo tenemos almacenado en fro para impedir la prolifer

    de cualquier agente biolgico.El auxiliar del depsito llevaba una carpeta y sonrea junto a Quinton como un perrito fal

    Era un hombre joven y flaco, pero casi tan calvo como su superior. Por la expresin embelesadaque miraba al forense, Scully supuso que Frank Quinton deba de ser su mentor, que el audeseaba convertirse algn da tambin en forense.

    Est en el depsito 4E dijo el joven, aunque Scully estaba segura de que el forense exactamente dnde se encontraba el cadver.

    El auxiliar se acerc apresuradamente a las hileras de cajones de acero inoxidable. La mayor

    ellos albergaban personas que haban muerto por causas naturales, infartos, accidentes de cerrores mdicos en la mesa de operaciones del hospital o viejos retirados cados como hojas sec

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    los asilos.Uno de los cajones, sin embargo, estaba marcado con cinta amarilla y sellado con etiq

    adhesivas donde apareca el logotipo de p eligro biolgico. Era el 4E.Gracias, Edmund dijo el forense, mientras Mulder y Scully le seguan hacia los dep

    congelados.Se han establecido condiciones apropiadas de cuarentena? pregunt ella.Por fortuna su apariencia asust tanto a la polica que tomaron precauciones: gua

    mascarillas. Lo quemamos todo en el incinerador.Edmund se detuvo ante el cajn de acero y quit el adhesivo de peligro biolgico. En el frontal del cajn una tarjeta rezaba: Acceso restringido. Prueba policial.

    Despus de ponerse unos guantes de goma esterilizados, Edmund tir del cajn, casi sonrienEs todo un espectculo. La verdad es que no todos los das recibimos cosas tan curiosas

    este pobre tipo.Del depsito surgi una bocanada de aire helado. Edmund tir con ambas manos hasta de

    descubierto el cadver del vigilante envuelto en plstico. Con el gesto de un vendedor mostrandnuevo coche deportivo, el auxiliar retir la sbana y se apart con orgullo para dejar paso al forScully y Mulder.

    El olor pesado y custico de los desinfectantes se mezclaba con el aire helado del refrigerirritndoles los ojos y la nariz. Scully no pudo evitar inclinarse sobre el cuerpo, llevada dfascinada curiosidad. Bajo la piel del vigilante se apreciaban manchas de sangre coagulada cardenales negruzcos, y unos bultos blandos que surgan como hongos entre los tejidos.

    Nunca he visto tumores que crecieran tan deprisa dijo Scully. Parece imposibleclulas tienen una velocidad limitada de reproduccin. Se inclin y observ la baba que calgunas zonas de piel. Era como una mucosa clara. Lo estamos tratando como un caso de

    contaminacin. Estamos a la espera de los resultados de las pruebas del Centro de ContrEpidemias para maana, ms o menos dijo Quinton. Yo tambin estoy realizando mis proanlisis, pero lo cierto es que es un caso inslito.

    Scully sigui observando el cadver con el ojo experto de un mdico, analizando los sntointentando imaginar la patologa. El auxiliar le ofreci una caja de guantes de ltex. Ella se puso uflexionando los dedos y se inclin para tocar la piel del cuerpo. Esperaba que estuviera fra ycon el rigor mortis, pero la encontr caliente, fresca y flexible.

    Cundo lo trajeron? pregunt.

    El domingo por la noche contest Quinton.Scully ola la helada frialdad de la nevera, la notaba con la mano.Cul es la temperatura corporal? Todava est caliente.El forense se acerc con curiosidad y puso la mano enguantada sobre el hombro amoratad

    cadver. Luego se volvi y mir con severidad a su auxiliar.Edmund, se han vuelto a estropear los refrigeradores?El auxiliar retrocedi como una ardilla asustada, desolado al ver que su mentor le hablaba c

    severidad.Todo funciona bien, seor. Ayer mismo hice que lo revisaran los de mantenimiento.

    acerc precipitadamente a inspeccionar los manmetros. Esto indica que los cajones se mant

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    a temperatura constante.Tcalo t mismo le espet el forense.No, seor balbuce Edmund. Le creo. Llamar a mantenimiento ahora mismo.Muy bien. Quinton se quit los guantes y se lav las manos a conciencia. Scully hi

    mismo.Espero que los refrigeradores no se nos estropeen otra vez mascull Quinton. Sl

    faltaba que el cadver empiece a oler.

    Scully mir de nuevo el cadver, intentando imaginar qu poda haberse producido emisteriosas investigaciones de DyMar. Si haba suelto algn virus, tal vez tendran que enfrentamuchos ms cuerpos como aquel. Qu saba Darin Kennessy, o qu haba sospechado para hulaboratorio y esconderse?

    Vamonos, Mulder. Tenemos mucho que hacer. Se sec las manos y se apart el pelo cara. Hay que descubrir en qu estaba trabajando Kennessy .

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    Residencia Kennessy

    Tigard, Oregn

    Martes, 12.17 h.

    La casa era como cualquier otra de la misma calle, un edificio construido en los aos setentauntas de aluminio, zona ajardinada con setos, nada que la hiciera resaltar entre las otras casas de

    media de un barrio residencial de las afueras de Portland.No s por qu esperaba que la casa de un joven y renombrado investigador del cncer

    ms impresionante coment Mulder. Tal vez una bata blanca de laboratorio envuelta buzn, tubos de ensayo flanqueando el camino particular

    Los investigadores no son tan ostentosos. No se pasan la vida jugando al golf y vivienmansiones. Adems aadi, tragando saliva la familia Kennessy tena otros gastos baselevados.

    Segn los informes obtenidos, la leucemia de Jody Kennessy y el cmulo de tratamientvanguardia a los que se someti haban devorado sus ahorros. La familia se haba visto oblincluso a pedir una segunda hipoteca sobre la casa.

    Ambos recorrieron el camino particular hasta la puerta de la casa. Los dos escalones del pestaban flanqueados por una barandilla de hierro forjado. Un cacto solitario y saturado de

    pareca fuera de lugar junto al canaln de desage del garaje.Mulder sac su cuaderno de notas y Scully se frot la chaqueta con las manos. El aire era f

    hmedo, pero fueron sus pensamientos los que le provocaron el escalofro. Despus de ver el cadel vigilante y los espantosos sntomas de la enfermedad que lo haba matado al instante, Scully que tena que determinar con exactitud qu haba estado investigando David Kennessy elaboratorios DyMar. Todos los datos haban quedado destruidos en el incendio. Hasta el momMulder no haba podido localizar a ningn responsable del laboratorio, ni siquiera saban supervisaba los fondos que el gobierno federal destinaba a DyMar.

    A l le intrigaban y le motivaban los callejones sin salida, mientras que a ella le interesaban

    las cuestiones mdicas. En principio jams hubiera esperado que la esposa de un investigestuviera al tanto de su trabajo, pero en este caso haba circunstancias atenuantes. Ambos hadecidido que el siguiente paso sera hablar con Patrice, la viuda de Kennessy, una mujer inteli

    por derecho prop io. Scully tambin quera ver a Jody.Mulder mir la casa. La puerta del garaje estaba cerrada, las cortinas echadas, todo e

    silencioso y oscuro. En el camino particular yaca el dominical del Portland Oregonian metido envoltura de plstico, sin tocar. Y era martes.

    Cuando su compaero fue a llamar al timbre, Scully advirti la madera astillada en tor

    tirador.Mulder

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    Se inclin a inspeccionar la cerradura. Estaba forzada. Se vea la madera rota de la puertaamba. Alguien haba colocado toscamente los fragmentos en su sitio para engaar a los transe

    de la calle.l llam a la puerta.

    Hola! grit.Ella pis el parterre para asomarse a la ventana. A travs de una rendija en las cortinas vi

    muebles volcados del saln y varios escombros en el suelo.

    Mulder, tenemos causa de sobra para entrar en la casa.l empuj la puerta, que se abri con facilidad.Agentes federales! La casa de los Kennessy respondi con un hueco eco de sus p alabraLos dos entraron al recibidor y se detuvieron a la vez para contemplar el desaguisado.

    Muy sutil coment Mulder.La casa haba sido registrada a fondo. Los muebles estaban volcados, los cojines rasgados, c

    relleno fuera. Haban arrancado los zcalos de las paredes y la moqueta del suelo. Armarios y cajaparecan abiertos, las estanteras tiradas y el suelo estaba cubierto de libros y objetos.

    No creo que vayamos a encontrar a nadie aqu dijo Scully.Lo que hay que buscar es una asistenta.De todas formas miraron en las habitaciones. Scully cavilaba sobre las razones de todo aq

    Tal vez se tratara del violento grupo de protesta, que no contento con haber matado a DKennessy y Jeremy Dorman, no contento con incendiar todo el laboratorio DyMar, haba atatambin a la familia Kennessy? Estaban Patrice y Jody en casa cuando se produjo el ataque?

    Scully tema encontrar sus cadveres en el trastero, amordazados y maltratados. O tal vhaban limitado a pegarles un tiro all donde se encontrasen.

    Pero la casa estaba vaca.

    Hay que llamar a los tcnicos para que busquen restos de sangre coment. Habrcerrar la zona y que venga un equipo inmediatamente.

    En la habitacin de Jody haban roto las paredes a golpes, presumiblemente para buscar enttravesaos. La cama estaba volcada y el colchn sin sbanas ni funda.

    Esto no tiene ningn sentido dijo Scully. M uy violento, y muy exhaustivo.Mulder cogi una maqueta aplastada de una nave aliengena de Independence Day. Era

    imaginar con cuanto amor y cuidado debi de montarla el chico de doce aos.Como el ataque a los laboratorios DyMar fue hace casi dos semanas coment.

    Se agach para recoger un trozo de yeso y se puso a darle vueltas entre los dedos.Scully cogi la maqueta de un avin de guerra que deba de haber colgado del techo con un hnailon y que ahora yaca rota en el suelo. El fuselaje estaba partido como si alguien hubiera qumirar dentro, buscando algo. Pens en el drama del muchacho sobre cuyo cuerpo, devastado pcncer, pesaba una sentencia de muerte. El muchacho ya haba sufrido bastante para soportar adlo que hubiera pasado all.

    Scully entr en la cocina y advirti los vasos rotos en el suelo y sobre el mostrador de frEra imposible que los asaltantes hubieran estado buscando algo dentro de la cristalera. Aquell

    puro vandalismo.

    Mulder se agach junto a la nevera para mirar un plato de plstico naranja. Era el plato del p

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    Lo cogi y vio el nombre Vader escrito con rotulador en la parte frontal. El plato estaba vacoalgunos restos secos de comida.

    Mira esto. Si alguna banda ha tratado de secuestrar a Patrice y Jody Kennessy, dnde eperro?

    Scully frunci el ceo.Tal vez est con ellos. Mir en torno a la cocina y t rag saliva. Parece que la investig

    se complica.

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    Cordillera litoral de Oregn

    Martes, 14.05 h.

    Nadie los encontrara en aquella cabaa aislada en los desiertos inexplorados de las montaOregn. Nadie los ayudara, nadie acudira a rescatarlos. Patrice y Jody Kennessy estaban sintentando desesperadamente mantener un atisbo de normalidad en sus vidas, aferrndose cotidianidad con uas y dientes.

    Sin embargo, para Patrice aquello no daba resultado. Viva un da tras otro en el temor, dbrincos ante cada sombra, ocultndose de ruidos misteriosos Pero no tenan otra opcinsobrevivir, y Patrice estaba decidida a que su hijo sobreviviera.

    Se acerc a la ventana de la pequea cabaa y apart las cortinas de algodn para ver a Jodybotaba una pelota de tenis contra la pared, totalmente a la vista, pero a una cierta distancia del bosque que bordeaba la hondonada. Cada impacto de la pelota sonaba como un disparo.

    Durante un t iempo, aquel entorno aislado y solitario haba constituido una valiosa posesinmisma la haba diseado para Jeremy Dorman, el compaero de investigacin de su marido. E

    pronunciadas pendientes aparecan franjas desiertas all donde los equipos de tala haban arranhectreas y ms hectreas de rboles, dejando algunos rectngulos cubiertos de matojos como coen la ladera de la montaa.

    Aquella cabaa iba a ser un refugio privado, un cobijo para descansar en soledad. Pero ahosoledad era como una fortaleza en torno a ellos. Nadie saba dnde estaban. Nadie los enconams.

    Un pequeo aeroplano de dos motores pas zumbando apenas visible en el cielo. El ruiddesvaneci junto con el avin.

    Patrice se encontraba cada da al borde del pnico y la parlisis. Jody se mostraba tan vaque su madre se conmova cada vez que lo pensaba. El muchacho haba sufrido demasiad

    persecucin, el ataque y antes de eso el diagnstico del mdico: cncer terminal, leucemia,poco tiempo de vida. Era como si la guillotina se precipitara sobre su cuello.

    Tras el diagnstico inicial de leucemia, con qu otra amenaza podran intimidarlos los osconspiradores? Qu poda ser peor que el diablo que albergaba el cuerpo de doce aos de Jody?

    La pelota rebot en la pared y cay entre las altas hierbas. Jody fue tras ella en un vano inde entretenerse. Patrice se acerc al borde de la ventana para no perderlo de vista. Desde el inc

    el ataque, Patrice procuraba por todos los medios tenerle siempre bajo control.El chico pareca ahora mucho ms sano. Patrice no se atreva a esperar que siguiera mejor

    Debera estar en el hospital, pero no poda llevarle.Jody volvi a lanzar la pelota, sin muchas ganas, y luego sali corriendo tras ella. Haba pa

    un importante punto de transicin. Su situacin crtica se haba hecho habitual al cabo de una se media y el aburrimiento haba superado al miedo. Pareca tan joven, tan despreocupado in

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    despus de todo lo sucedidoLos doce aos deberan haber sido para l una edad mgica, al borde de la adolescencia, cuand

    problemas de la p ubertad cobran una importancia vital. Pero Jody no era un chico normal. Toestaba pendiente la sentencia sobre su vida.

    Patrice abri la puerta y tras echar un vistazo a sus espaldas sali al porche haciendo un esfpor borrar su expresin preocupada. Aunque de todas formas a esas alturas Jody deba consique la preocupacin era absolutamente normal en ella.

    El cielo gris de Oregn se haba abierto para dar paso a las horas diarias de sol. La prapareca fresca tras las lluvias nocturnas, cuando el matraqueo del agua sonaba como espeluznpasos en la ventana. Patrice haba permanecido despierta durante horas, mirando el techo. Ahoraltos pinos y lamos arrojaban sombras sobre el lodoso camino que bajaba del risco alejndosedistante autopista.

    En principio nadie conoca aquel lugar. Jeremy Dorman no tena telfono, nadie le recogbasura. Slo reciba un intermitente servicio elctrico. En principio era un aislamiento perPatrice no crea en la perfeccin, pero esperaba que a nadie se le ocurriera ir a buscarla all.

    Jody lanz la pelota con tanta fuerza que sali al camino, rebot en una piedra y se interndensa arboleda. Con un grito de rabia que por fin traicionaba su tensin, Jody arroj la raquetenis y se qued all furioso.

    Impulsivo, pens Patrice. Jody se pareca cada vez ms a su padre.Eh, Jody le llam, disimulando el tono de reproche. l cogi la raqueta y ech a

    despacio hacia ella, con la vista gacha. Llevaba todo el da inquieto y de mal humor. Qu te pEl muchacho evit mirarla a la cara. Se volvi entornando los ojos hacia donde el sol iluminab

    pinos. A lo lejos se oa el grave rumor de un camin cargado de troncos que pasaba por la carretotro lado de la barricada de rboles.

    Es Vader contest finalmente Jody, mirando a su madre en busca de comprensin. Ano volvi y no lo he visto en toda la maana.

    Patrice sinti una oleada de alivio al entenderlo todo. Por un momento haba tenido miedo del chico hubiera visto a algn desconocido o hubiera odo algo en las noticias de la radio.

    El perro estar bien, ya vers. Nunca le pasa nada.Vader y Jody tenan casi la misma edad, y siempre haban sido inseparables. A pesar de

    preocupaciones, Patrice sonri al pensar en aquel labrador negro, inteligente y noble.Once aos antes, Patrice pensaba que el mundo era maravilloso. Su hijo de un ao corretea

    paales. Haba dejado de lado sus muecos y jugaba con el perro. El pequeo saba decir mampap e intentaba decir Vader, aunque le sonaba drrr. Patrice y David se rean vindolos untos. Vader corra de un lado a otro resbalando en el suelo de madera pulida. Jody chillaba de El perro ladraba y daba saltos en torno al nio, que intentaba dar vueltas sobre sus paales suelo.

    Haban sido tiempos tranquilos, magnficos. Ahora, sin embargo, Patrice no haba tenidmomento de paz desde la aciaga noche en que recibi una llamada desesperada de su esposo deslaboratorio incendiado. Hasta entonces, el peor momento de su vida fue cuando se enter de quhijo se mora de cncer.

    Pero y si Vader est herido, murindose por ah, mam? pregunt Jody. Intentaba no l

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    pero tena lgrimas en los ojos. Y si ha cado en una trampa o algn cazador le ha pegado un tPatrice mene la cabeza.

    Vader volver sano y salvo asegur, intentando consolarlo. Siempre vuelve sano y saDe nuevo sinti un escalofro. S, siempre sano y salvo.

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    Pabelln de autopsias del hospital Mercy Portland, Oregn

    Martes, 14.24 h.

    A pesar de la gruesa tela de sus toscos guantes, Scully notaba la suave blandura de la cavidad indel cadver. Sus movimientos eran de una imprecisin y una lentitud irritantes, pero al menogruesos guantes la protegan del contacto con lo que quiera que hubiera matado a Vernon RuckEl filtro de aire le bombeaba en la cara un aire fro y rancio. Tena los ojos secos, le ardan. Le hgustado frotrselos, pero estaba embutida en un traje anticontaminacin y no tena ms remediaguantar la incomodidad hasta terminar la autopsia del vigilante de seguridad.

    Sobre una mesa yaca su grabadora que, activada por la voz, esperaba que narrara en detalle l

    estaba viendo. No era sin embargo una autopsia tpica. Slo a primera vista se detectaban docensorprendentes anomalas fsicas, y los horrendos sntomas se iban haciendo ms misteriosos a mque Scully proceda con su inspeccin.

    Aun as, haba una razn para establecer el procedimiento post mortem paso a paso. Srecordaba haberlo enseado a otros estudiantes en Quantico durante el breve perodo en quexpedientes X haban permanecido cerrados y Mulder y ella estuvieron separados. Algunos destudiantes haban completado la instruccin en la academia del FBI y se haban convertidagentes especiales como ella misma. Pero Scully dudaba que ninguno de ellos hubiera tenid

    enfrentarse a un caso como aquel. En aquellos momentos, la nica forma de mantener la mente cdespierta era agarrarse a los procedimientos de rutina.Primer paso.

    Examen dijo en voz alta. La luz roja de la grabadora parpade. Scully sigui hablandtono normal, apagado por la pantalla de plstico que le cubra la cara. Nombre del sujeto, VeRuckman. Edad, treinta y dos aos. Peso, unos ochenta kilos. La condicin fsica externa es buegeneral. Parece haber disfrutado de buena salud hasta el ataque de la enfermedad.

    Scully mir la piel manchada, las oscuras marcas rojas como de sangre estancada y coaguladala epidermis. El hombre tena el rostro paralizado en una mueca de agona, con los labios retr

    sobre los dientes.Por suerte los que encontraron el cadver y el mdico forense establecieron de inmedia

    protocolo de cuarentena. Nadie ha tocado el cadver con las manos desnudas. Sospecho qenfermedad, sea cual sea, puede ser excesivamente virulenta.

    Los sntomas externos, las manchas, los abultamientos bajo la piel, me recuerdan la bubnica. Pero la peste negra que asol los centros de poblacin en Europa en la Edad Media y a nueve dcimas partes de la poblacin, actuaba, incluso en su forma neumnica ms letal, en el de varios das o incluso una semana. Este hombre parece haber muerto casi al instante. No con

    ninguna enfermedad tan letal, salvo alguna toxina que acte directamente sobre el sistema nervioScully toc los brazos de Ruckman. La piel colgaba como pliegues de tela plstica.

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    La epidermis muestra un desprendimiento sustancial, como si el tejido conjuntivo dmsculos hubiera quedado destruido. En cuanto a la fibra muscular Apret con los dedos ldel cuerpo y sinti una blandura inusual. La fibra muscular parece disociada, con un tactoharinoso.

    Parte de la piel se desgarr y Scully retrocedi sorprendida. Un lquido claro y blanqurezumaba de la herida. La agente lo toc de mala gana. Era una sustancia densa, pegajosa, ctextura de la miel.

    De la piel brota una extraa mucosa. Parece haberse encharcado dentro del tejido subcutMis manipulaciones la han liberado.Junt los dedos. La sustancia se qued pegada a ellos y luego volvi a gotear sobre el cadve

    No entiendo nada admiti a la grabadora. Probablemente borrara luego esa lnea informe. Procediendo con la cavidad corporal prosigui. Acerc una bandeja de acero inoxien la que yacan sierras, escalpelos, esptulas y frceps.

    Cogi el escalpelo con cuidado de no desgarrar la tela de los guantes y cort la piel del pLuego abri las costillas con unas tenazas. Era un trabajo duro. El sudor le perlaba la frente cejas. Meti luego las manos en la hmeda cavidad del pecho abierto, tanteando con los denguantados y comenz a hacer inventario. Fue quitando y pesando los pulmones, el hgadcorazn, los intestinos.

    Es difcil reconocer los rganos individualmente, debido a la abundante presencia de tumEst infestado. En los rganos y en torno a ellos se extendan los bultos y tumores que se movse agitaban deslizndose con una desagradable apariencia de gusanos viperinos e insidiosos.

    Pero en un cuerpo tan destruido, tan daado como aquel, sin duda el simple proceso autopsia poda causar una reaccin fuerte, por no mencionar la posibilidad de contracciones debilas variaciones de temperatura del refrigerador del depsito en aquella sala caldeada.

    Entre los rganos Scully encontr grandes bolsas de mucosa. Dentro, debajo de los pulmdescubri un gran ndulo de aquel moco pegajoso, como una especie de almacn biolgico. La acogi una muestra del fluido y la sell en un contenedor de alto riesgo. Tal vez los especialistagentes patgenos hubieran visto antes algo similar.

    Mi primera conclusin, que todava es pura especulacin prosigui Scully es qinvestigacin biolgica que realizaba el doctor Kennessy en los laboratorios DyMar pudo

    producido algn t ipo de organismo patgeno. No hemos podido revelar del todo sus experimensus tcnicas, de modo que no puedo constatar conjeturas ms detalladas.

    Se qued mirando inquieta el cadver abierto de Ruckman. La grabadora esperaba de nuevoz. Si la situacin era tan mala como Scully tema, necesitaran mucha ms ayuda de la que Muella pudieran ofrecer.

    Los bultos y las deformaciones dentro del cuerpo de Vernon Ruckman sugieren que un rcrecimiento de clulas devor su cuerpo con sorprendente velocidad. El doctor Kennessy traben la investigacin sobre el cncer. Poda haber producido una base gentica o microbiana paenfermedad? Habr liberado alguna terrible forma viral de cncer?

    Scully trag saliva, asustada ante su propia idea.Todo esto es muy improbable, pero difcil de descartar a la vista de los sntomas q

    observado en el cadver, sobre todo si el individuo, como es evidente, gozaba de buena salud

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    unas horas antes de que se encontrara el cuerpo.El perodo entre la aparicin de la enfermedad y la muerte haba sido, como mximo, de

    pocas horas, tal vez mucho menos. No haba habido tiempo para un tratamiento, ni siquiera parel hombre se diera cuenta de su destino

    Vernon Ruckman slo haba contado con unos minutos antes de que una enfermedad termacabara con l. Apenas el tiempo para una oracin.

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    Clnica veterinaria de la familia Hughart Lincoln City, Oregn

    Martes, 1.11 h.

    El doctor Elliot Hughart se debata entre dormir con una inyeccin al labrador herido o dejarlo mde modo natural. Como veterinario, tena que tomar aquella misma decisin incontables vecnunca era fcil. El perro yaca en una de las mesas quirrgicas de acero inoxidable, todava vivo ctoda esperanza. El resto de la clnica estaba tranquilo y silencioso. En las jaulas haba otros animen silencio, pero inquietos y susp icaces.

    Fuera todo estaba oscuro. Lloviznaba, como era habitual a aquellas horas de la noche, pero bastante calor para abrir la puerta trasera. La brisa hmeda mitigaba el olor a productos qumi

    miedo animal que enrareca el aire. Hughart siempre haba credo en las propiedades curativas defresco, tanto para los animales como para las personas.

    Su vivienda se encontraba en el piso de arriba. Haba dejado el televisor encendido y los psin fregar, pero lo cierto es que pasaba mucho ms tiempo all abajo, en la oficina, el quirfanolaboratorio. Aquello era en realidad su hogar. Las habitaciones de arriba eran sencillamente dcoma y dorma.

    Despus de tantos aos, la prctica veterinaria era para Hughart ms un hbito que una espede lograr el xito. Lo cierto es que se las haba ido arreglando hasta entonces. La gente de la acuda a l con regularidad, aunque muchos esperaban una consulta gratis como favor de amigovecino. De vez en cuando algn turista sufra algn accidente con su perro. Hughart haba muchos casos como el de aquel labrador negro. No era el primer conductor que sintindose culle entregaba un animal muerto o medio muerto, esperando que Hughart obrara milagros. A vecfamilia se quedaba, pero casi siempre, como en este caso, proseguan sus interrumpidas vacacion

    El labrador negro temblaba, olfateaba, gema. La mesa estaba manchada de sangre. Hughart hecho lo posible por cerrar las heridas, colocar las costillas rotas Pero el perro tena la pdestrozada y el espinazo partido, as como graves heridas internas. No llevaba collar, no

    papeles. Jams se recobrara de sus heridas, y aunque sobreviviera gracias a algn milagro, Hu

    no tendra ms remedio que entregarlo a una perrera, donde yacera en una jaula patticamente de que all lo mataran.

    Intil. Todo era intil. Hughart respir hondo y suspir.El perro se estremeci. Tena mucha fiebre. Hughart nunca haba visto una temperatura tan

    en un animal. Le puso un termmetro, con autntica curiosidad, y contempl atnito cmo suplos cuarenta y un grados. La temperatura normal de un perro era de unos treinta y ocho, y cconmocin de las heridas, el perro debera estar todava ms fro.

    Tom una muestra de sangre de rutina, y luego busc con diligencia alguna otra se

    enfermedad, alguna causa de la fiebre que haca hervir su cuerpo como un horno. Lo que encondej perplejo.

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    Los gravsimos traumatismos del perro parecan sanar rpidamente, las heridas encogan. Leuno de los vendajes de la caja torcica, y aunque la gasa estaba empapada en sangre no vio sealla herida. Hughart saba que deban de ser imaginaciones suyas provocadas por su deseo de salanimal. Pero no, era imposible salvarlo y Hughart lo saba, aunque no perdiera la esperanza.

    El perro segua temblando y gimiendo suavemente. Con un pulgar calloso Hughart le levanprpado y en el ojo vio una especie de pelcula lechosa, como si fuera un huevo medio hervidanimal estaba en coma profundo. No tena salvacin. Apenas respiraba.

    La temperatura le haba subido a cuarenta y dos grados. Aunque no tuviera ninguna heaquella fiebre era mortal.Del morro negro goteaba un hilillo de sangre. Al ver aquella diminuta herida, una manchi

    sangre roja en el pelaje negro del delicado hocico, Hughart decidi ahorrar sufrimientos al animalSe qued un rato contemplando a su paciente antes de acercarse al armario de los medicame

    Abri las puertas y sac una larga jeringa y un frasco de Euthanol, un concentrado de pentabasdico. El perro pesaba entre veinticinco y treinta y cinco kilos, y la dosis sugerida era dcentmetro cbico por cada cinco kilos ms un pequeo extra. El veterinario sac diez centmcbicos, ms que suficientes.

    Si el propietario del perro volva alguna vez, encontraran en la ficha la anotacin Deufemismo de dormido con inyeccin, que a su vez era un eufemismo para expresar que se matado al animal, o que se le haban ahorrado sufrimientos, como se enseaba siempre en la esde veterinaria. Una vez tomada la decisin, Hughart no vacil. Se inclin sobre el animal, le claaguja en el cuello y le inyect la dosis letal. Despus de las graves heridas sufridas, el labrador no movi ni un msculo ante el pinchazo de la hipodrmica.

    Una brisa fresca y hmeda entraba por la puerta medio abierta, pero el perro segua caliefebril. Hughart tir la jeringa usada con un hondo suspiro.

    Lo siento, muchacho dijo. Ve a perseguir conejos en sueos, a un lugar donde ytendrs que tener cuidado con los coches.

    La inyeccin no tardara en hacer efecto. El perro dejara de respirar y finalmente su corazdetendra. Era un proceso irrevocable, pero apacible, Hughart llev la muestra de sangre a un ridel laboratorio, en la sala adyacente. La alta temperatura del animal lo tena perplejo. Jams visto un caso igual. Muy a menudo los animales sufran una conmocin si sobrevivan al traumser atropellados por un vehculo, pero una fiebre tan alta no era normal.

    La sala trasera estaba perfectamente organizada segn un sistema que el veterinario

    desarrollado a lo largo de los aos, aunque un observador no avezado no vera all ms que desoHughart encendi la luz del techo y sobre la mesa de frmica coloc una muestra de sangre ecristal de microscopio. El primer paso sera hacer un recuento de los glbulos blancos para vtena algn tipo de infeccin o parsitos en la sangre.

    El perro poda haber estado muy enfermo antes de ser atropellado. De hecho, eso explicarel animal se mostrara tan torpe, que no viera el automvil que se le echaba encima. Si el perro alguna enfermedad grave, Hughart necesitaba comprobarlo y hacerlo constar.

    En la sala de operaciones y recuperacin, otros dos perros comenzaron a ladrar y gemir. Unmaull y las jaulas resonaron. Hughart no prest atencin. Los perros y gatos hacan un tpico

    catico al que el veterinario se haba acostumbrado a lo largo de muchos aos. De hecho le

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    sorprendido lo tranquilos que estaban los animales al verse en una situacin extraa, enceruntos en una jaula para pasar la noche. Ya estaban resentidos por haber sido esterilizad

    castrados o por la dolencia que motivara la consulta al veterinario.El nico animal que ahora le preocupaba era el labrador negro, y a esas alturas el euthanol e

    haciendo efecto.Molesto por las sombras que le distraan, Hughart encendi un fluorescente colocado baj

    armarios y luego ilumin el cristal bajo el microscopio con una lamparita. Se frot los ojos y en

    el aparato sobre la muestra de sangre. El perro deba de estar deslizndose en el sueo eterno, pesangre estaba absolutamente viva.Adems de los habituales glbulos blancos, rojos y plaquetas, Hughart vio unas pequ

    manchas, unos corpsculos plateados como relucientes cristales cuadrados que se movan comvoluntad propia. Si aquello era una especie de infeccin generalizada, se trataba de microorganique Hughart no haba visto jams. Los corpsculos metlicos eran tan grandes como clulasmovan a velocidad vertiginosa, como animados por una misin.

    Es increble dijo.Su voz son estentrea en el claustrofbico cubculo. A menudo hablaba con los anima

    consigo mismo, pero antes nunca le haba preocupado. Ahora, sin embargo, hubiera deseado nosolo. Le hubiera gustado tener a alguien con quien compartir aquel sorprendente descubrimiento.

    Qu clase de enfermedad o infeccin poda presentar aquellos sntomas? Tras una larga cacomo veterinario crea haberlo visto casi todo, pero jams se haba encontrado con nada aquello, ni remotamente similar. Confi en que no fuera contagioso.

    Aquel edificio reformado haba sido su casa y su lugar de trabajo durante dcadas, pero ahopareca extrao y siniestro. Si el perro sufra alguna enfermedad desconocida, tendra que ponercontacto con el Centro de Control de Epidemias e informar de aquel extrao caso.

    Hughart saba qu hacer en caso de un brote de rabia o cualquier otra enfermedad habitual eanimales domsticos, pero aquellas cosas microscpicas que eran como mquinas le resultotalmente desconocidas.

    En la sala de ciruga los animales enjaulados maullaban y ladraban, armando un autestruendo. El anciano lo advirti de forma subconsciente, pero el ruido no era suficienteapartarle de lo que vea fascinado en el microscopio. Hughart se frot los ojos y volvi a enfoaparato, borrando la primera imagen para concentrarse en un plano ms aumentado. Las mqseguan all, como clulas en movimiento. El veterinario trag saliva. Tena la garganta seca.

    deba hacer ahora?De pronto se dio cuenta de que en la sala de al lado haba estallado un pandemnium de lad maullidos, como si un zorro hubiera atacado un gallinero. Se dio media vuelta, tropez c

    taburete metlico, que cay al suelo, y avanz dando saltos sobre una pierna, con la cadera doloCuando por fin irrumpi en la sala de operaciones, mir primero las jaulas. Los animales se aprecontra los barrotes del fondo, intentando apartarse del centro de la habitacin.

    Hughart ni siquiera mir al labrador negro, porque ya deba de estar muerto. Pero en ese momoy unas patas araando la superficie de acero de la mesa.

    El perro se levant, se sacudi y baj de un salto, dejando en la mesa una mancha de sangre

    mostraba ninguna herida. Temblaba lleno de energa, totalmente sano.

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    La sorpresa de Hughart fue mayscula, era incapaz de creer que el perro no slo haba recobla consciencia, a pesar de sus graves heridas y de la inyeccin letal, sino que haba logrado saltarmesa y salir de la casa. Aquello era tan increble como la contaminacin de la muestra de sangre.

    Hughart se precipit sobre l.Eh, espera, que te voy a echar un vistazo.El perro lanz un ladrido y se march.

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    Ruinas de los laboratorios DyMar

    Martes, 16.50 h.

    No mucho antes del amanecer, sobre las colinas de Portland apareci una inslita franja de cieloMulder alz la vista con los ojos entornados mientras suba en el coche alquilado la pronun

    pendiente en direccin a las ruinas de los laboratorios DyMar. Le hubiera gustado tener sus gafsol.

    Gran parte de la estructura de los edificios permaneca intacta, a pesar de haber sido devoradel fuego en su totalidad. Las paredes estaban ennegrecidas, el armazn de madera convertidcarbn y los muebles destrozados y retorcidos. Algunas vigas haban cado del techo mientras

    otras se balanceaban precariamente contra las paredes de hormign y las vigas de metal. Entrcenizas y la piedra rota abundaban los cristales rotos.

    Al coronar la colina y llegar a la combada alambrada que rodeaba el recinto, Mulder aparcoche y se qued mirando a travs del parabrisas.

    Menuda mansin sera esta dijo. Tendr que hablar con mi agente inmobiliario. Ssali del coche.

    Demasiado tarde para hacer una oferta, Mulder. Esto ser demolido dentro de unos dasconstruir un nuevo parque empresarial. Mir la densa pineda y contempl la vista de Portlanse extenda debajo con el sinuoso ro y su collar de puentes.

    l advirti que el equipo de construccin avanzaba muy deprisa. De seguir con sorprendente ritmo, apenas tendran tiempo de terminar la investigacin.

    Abri la alambrada, que en algunas zonas estaba hundida y mostraba grandes agujeros. Tovalla estaba adornada de seales de peligro que advertan del riesgo de derrumbamientos en el edMulder dudaba de que los carteles disuadieran al ms timorato de los vndalos.

    Por lo visto la muerte de Vernon Ruckman ha sido mucho ms eficaz que los vigilantes carteles coment Scully. Se detuvo un momento en la alambrada y luego fue tras su compaerzona del incendio. Me he puesto en contacto con la polica local para que me pusiera al corr

    de su investigacin sobre el incendio, pero de momento todo lo que me han dicho es quependiente y no hay nada nuevo.

    Mulder alz las cejas.O sea, era un grupo de protesta con fuerza suficiente para convertirse en una turbamu

    ahora resulta que no pueden encontrar a ningn miembro.El laboratorio del FBI est analizando la nota de reivindicacin del atentado. Esta misma

    deberamos saber quin est detrs de Liberacin Inmediata. La nota parece obra de un aficionadMulder se qued mirando las negras paredes de las instalaciones DyMar. Luego los do

    internaron entre las ruinas con cautela. Se perciba un penetrante olor a holln, plstico quemaproductos qumicos voltiles. Mientras admiraba desde las ruinas el paisaje del bosque y la ciu

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    sus pies, Mulder imagin a una multitud de manifestantes furiosos e incontrolados subiendo pcamino aquella noche, una semana y media atrs. Respir hondo una bocanada de aire cargadceniza.

    Uno se imagina a una multitud de campesinos portando antorchas, verdad, Scully? Mtecho inestable, las columnas rotas, las paredes cadas, y avanz con cuidado por lo que debhaber sido el vestbulo principal. Una muchedumbre furiosa dispuesta a quemar el laborainfernal y matar al cientfico loco.

    Scully pareca turbada.Pero por qu estaban tan furiosos? pregunt. Algo saban. Esto era un centrinvestigacin sobre el cncer. De todos los campos de la ciencia, este precisamente debrespetarlo hasta los manifestantes ms vehementes.

    No creo que el motivo de preocupacin fuera la investigacin sobre el cncer.Entonces qu? Los experimentos con animales? No s qu tipo de experimentos realiz

    doctor Kennessy, pero yo ya he investigado otras veces a grupos pro derechos de los animalesms que han hecho ha sido irrumpir en algn laboratorio para sacar de sus jaulas a algunos perratas. Nunca he tenido noticia de que mostraran un nivel tan extremo de violencia.

    Yo creo que el problema era el tipo de investigacin. Alguien deba de considerarlaamenaza. Por qu si no han desaparecido todos los datos?

    Parece que ya tienes una teora, Mulder.David Kennessy y su hermano haban armado algn jaleo en la comunidad cientfica, prob

    nuevos enfoques y tratamientos poco ortodoxos que todos haban ya abandonado. Segcurrculum de Kennessy, era un experto en bioqumica alterada y su hermano Darin haba trabdurante aos en Silicon Valley. Dime, qu relacin puede haber entre la electrnica y la investigadel cncer?

    Scully no dijo nada. Segua buscando el lugar donde haban encontrado al vigilante. Vio la seacordonada y se qued mirando la silueta del cuerpo todava marcada entre las cenizas. Mumientras tanto, apart una hoja de metal retorcido y tropez con una caja de caudales con la pabierta de par en par.

    ScullyHay algo dentro?Mulder alz las cejas y rebusc entre los escombros.

    No, est vaca. El interior est seco, pero no quemado.

    Mir a su compaera. Era evidente que pensaba lo mismo que l. Alguien haba abierto ladespus del incendio, no antes. Esa noche hubo aqu alguien ms, alguien que buscaba los contede esta caja.

    Por eso vino aqu el vigilante. Debi de ver a alguien.Scully arrug la frente.

    S, eso explicara su presencia aqu. Pero no nos dice qu le mat. No le dispararon estrangularon. Ni siquiera sabemos si lleg a encontrarse con el intruso.

    Pero es posible, incluso probable dijo Mulder.Ella le mir con curiosidad.

    De modo que esa persona se llev todos los datos que necesitamos, no?

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    l se encogi de hombros.Venga, Scully. La mayora de la informacin sobre la investigacin de Kennessy e

    archivada y clasificada fuera de aqu. No podemos ponerle la mano encima. Es posible quehubiera tambin alguna prueba, pero ahora ha desaparecido. Y hay un vigilante muerto.

    Mulder, ese hombre muri por alguna enfermedad.Muri por algn tipo de agente txico, que no sabemos de dnde sali.O sea que piensas que quienquiera que estuviese aqu esa noche mat al vigilante y se llev

    archivos de la caja fuerte.Mulder lade la cabeza.A menos que otra persona se los hubiera llevado antes.Scully apret los labios. Rodearon un muro quemado, pasaron agachados bajo una viga cada

    internaron en el edificio.Lo que quedaba de la zona de laboratorio era un peligroso laberinto, negro e inestable. Part

    suelo se haba derrumbado sobre el stano y las cmaras de almacenaje. La parte que quedaba incruja bajo sus pies, muy debilitada despus del incendio.

    Mulder cogi un cristal. El calor lo haba doblado y limado sus afiladas aristas.Yo creo que cuando su hermano abandon el trabajo, Kennessy estaba muy cerca de

    resultado espectacular y estaba dispuesto a violar algunas reglas debido al estado de su hijo. Algdescubri su trabajo e intent impedir que emprendiera acciones precipitadas. Sospecho quemovimiento espontneo de protesta, de un grupo del que nadie ha odo hablar, era un vioesfuerzo por silenciar al doctor Kennessy y eliminar todos los progresos que haba logrado.

    Scully se apart el pelo de la cara, dejndose una manchita de holln en la mejilla. Pareca cansada.

    T ves conspiraciones por todas partes.

    l tendi la mano para limpiarle el tiznn.S, pero a veces tengo razn. Y en este caso ya ha costado la vida de dos personas, tal vez

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    Bajo el puente Burnside

    Portland, Oregn

    Martes, 23.21 h.

    Intent ocultarse y dormir, pero no haca ms que debatirse entre una espantosa sucesipesadillas. Jeremy Dorman no saba si estaban provocadas por el enjambre de invamicroscpicos que en su cabeza interferan en su proceso de pensamiento o si eran resultado conciencia culpable.

    Empapado, embutido en harapos que no le quedaban bien, se acurruc bajo el refugio qofreca el puente Burnside, en la orilla hmeda y llena de basura del ro Willamette. El agua lo

    color verdiazul, flua tranquila.Aos atrs, la ciudad de Portland haba limpiado el River Park, convirtindolo en una

    agradable, bien iluminada y bonita para que los ejecutivos hicieran deporte y los turistas se senen los bancos de cemento a contemplar el ro. Las parejas de jvenes escuchaban a los mcallejeros mientras daban sorbitos a sus ccteles de lujo.

    Pero no a aquellas horas de la noche. Ahora casi todos se encontraban cmodamente en sus csin pensar en la noche fra y solitaria del exterior. Dorman escuch el chapaleo de las aguas tranqcontra las rocas en torno a los pilares del puente. El agua pareca clida, viva, pero la bruma fra una textura de metal helado. Dorman se estremeci.

    En la estructura del puente anidaban las palomas, que se agitaban y gorjeaban. Ms lejos se matraqueo de algn vagabundo escarbando en los cubos de basura en busca de latas o boreciclables. Contra las papeleras verdes se apilaban algunas bolsas marrones de papel con bovacas de vino barato.

    Dorman se acurruc en las sombras, dolorido de cuerpo y mente. Combatiendo un espasmo cuerpo rebelde, rod a un charco de barro y se manch toda la espalda, pero ni siquiera se dio cu

    Un pesado camin pas por el puente con el ruido de una explosin apagada.Como la explosin en DyMar.

    Recordaba vvidamente esa noche, la ltima noche: la oscuridad, el fuego, los gritosexplosiones. Violentos asesinos sin cara, sin nombre, unidos por alguien que manejaba los hilos esombras.

    Debi de quedarse dormido, o se vio de algn modo transportado en el tiempo. Su memoavivaba a modo de cruel e inslito castigo, tal vez por la accin de los nanocritters.

    No me siento nada seguro con una alambrada y un par de vigilantes contratados le haba a David Kennessy. Al fin y al cabo aquello no era precisamente una instalacin de alta segurDavid haba logrado introducir a su perro herido y una pistola. Empiezo a pensar que tu herm

    hizo bien en marcharse hace seis meses.DyMar haba solicitado vigilancia de la polica estatal, pero haban rechazado la pe

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    amparndose en un viejo estatuto que permita a la polica delegar las disputas internas deempresa a las fuerzas de seguridad privadas. David paseaba refunfuando por los stanolaboratorio, preguntando cmo la polica poda considerar que una manifestacin violenta erdisputa interna. Todava no se le haba ocurrido que tal vez alguien deseara que el laboratorestuviera protegido.

    A pesar de ser un genio en bioqumica y microingeniera, David Kennessy era una nulidaotros aspectos. Su hermano Darin no haba sido tan ingenuo y se haba largado a tiempo. Dav

    qued por su hijo. Pero ninguno de ellos comprenda lo que haba en juego.Cuando comenz el ataque, David se lanz a recoger atropelladamente sus informesmuestras, como en aquellas pelculas antiguas en las que un cientfico loco intenta rescatcuaderno de las llamas. Pero Kennessy pareca ms irritado que asustado. Apart de una patadalpices del suelo y con su voz de seamos razonables dijo:

    Siempre hay algn fantico que intenta detener el progreso, pero el progreso es imparable. Yhay quien eche atrs esta nueva tecnologa. E hizo un sonido grosero con los labios.

    Ciertamente la manufactura biolgica y la nanoingeniera llevaban ya aos progresando a novelocidad. Los ingenieros genticos empleaban la maquinaria del ADN de cierta bacteria

    producir insulina artificial. Una corporacin de Siracusa, Nueva York, haba patentado tcnicasalmacenar e interpretar datos en cubos