Apuntes Contemporánea. La Gran Guerra

12/11/2011

1914-1918 | María del Carmen Lasaosa De Arcos

UCLM LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

La Primera Guerra Mundial

1914-1918

María del Carmen Lasaosa De Arcos

Historia Contemporánea Página 1

Índice

1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (1914-1918)

1.1. Cronología y contendientes

1.2. Causas profundas

- La primera crisis marroquí (1904-1906)

- La segunda crisis marroquí (1911)

- La disputa por Alsacia y Lorena

- Polonia, la eterna dividida

- La carrera armamentística

1.3. Causas inmediatas

- La primera guerra balcánica (1912)

- La segunda guerra balcánica (1913)

- El atentado de Sarajevo

1.4. Significado histórico

1.5. Consecuencias

- Consecuencias demográficas

- Consecuencias económicas

- Consecuencias sociales

- Consecuencias políticas

- Consecuencias ideológicas

- Consecuencias territoriales

- El castigo a Alemania. La disolución del ejército

- El castigo a Alemania. Las indemnizaciones de guerra

- La creación de la Sociedad de Naciones


1914-1918



1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (1914-1918)

1.1 Cronología y contendientes

Habitualmente escuchamos a personas ajenas a nuestro oficio aquello de que “la Historia

siempre se repite”, cosa que no es del todo cierta. Como veremos en las próximas páginas la

Historia es un conjunto de problemas que no se resuelven adecuadamente y que vuelven una

y otra vez.

Para entender el panorama previo a la Gran Guerra, hay que tener en cuenta viejas rivalidades

europeas, recelos, envidias, miedos y rencillas territoriales entre las diferentes potencias

europeas. Fruto de ellas, fueron las alianzas que surgieron durante los últimos años del siglo

XIX, y que serán, con algunos cambios, los contendientes durante la Gran Guerra.

Debemos tener en cuenta que durante estos años se produce un Segunda Revolución

Industrial, donde surgen nuevos materiales y fuentes de energía (como la electricidad o el

petróleo) nuevos protagonistas como Japón y Estados Unidos. Destacable es el equiparación a

Gran Bretaña (cuando no la superación) de otras potencias, sobre todo de Alemania, que

empieza a levantar recelos y envidias. Pero presentemos de una vez a los contendientes:

- La Triple Entente: Se creó en 1907 y

sus integrantes fueron Francia, Gran

Bretaña y Rusia, a las que se añadió más

tarde Serbia. Se conoce también con

el nombre de los Aliados. Como precedente

podemos mencionar la Entente Cordial

rubricada por Francia y Gran Bretaña en

1904. Durante el conflicto se incorporaron

Bélgica, Japón (agosto de 1914 que aspiraba

a arrebatar a Alemania sus colonias del

Pacífico y sustituir su papel de potencia

imperialista en China) e Italia en mayo de

1915. También Rumanía en junio de 1916, así

como Portugal (que intervino en marzo de

1916), Estados Unidos (en abril de 1917), la

maltrecha Grecia (a principios del verano de

1917). Más tarde y de manera más superflua,

se incorporaron China y algunos países

latinoamericanos. Ilustración I: La Triple Entente. Representación

alegórica en una postal de la época de la alianza entre Gran Bretaña, Francia y Rusia.


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- La Triple Alianza: Se formó en 1882 promovida por el canciller alemán Bismarck.

Estuvo constituida por Alemania, Austria-Hungría e Italia. Sin embargo esta última no

cumplió sus compromisos cuando estalló la guerra y en principio se mantuvo neutral

hasta intervenir más tarde como miembro del bando contrario (ya sabes, así somos los

italianos, imprevisibles y audaces. Ahí reside gran parte de nuestro atractivo…qué te

voy a contar que no sepas ya…) A lo largo del conflicto nuevas potencias se adhirieron

a este bloque: Imperio Turco (octubre de 1914) y Bulgaria (octubre de 1915). También

se les ha llamado Imperios Centrales.

1.2 Causas profundas

Como venimos apuntando, las causas del conflicto vienen de largo. Francia, que aún vivía de

las ínfulas del extinto Imperio de Luis Napoleón III, estaba herida en su orgullo desde que

Alsacia y Lorena, habían pasado a manos alemanas al concluir la guerra franco-prusiana en

1870. La siempre envidiosa Gran Bretaña, veía con recelo el auge y competitividad de

Alemania en el sector industrial y comercial. Por su parte, la Alemania de Bismark anhelaba

ahora no solo los Balcanes, sino el norte de África. Y es que, desde la Conferencia de Berlín

(1885), África era el pastel a repartir y por el que reñir.

Como sabemos, Francia y Gran Bretaña, durante todo el siglo XIX se habían dedicado a

repartirse el mundo. No obstante, en estos primeros años del siglo XX y como ya hemos

apuntado, Alemania superaba ya ambas en poderío económico, y no quería quedarse sin su

trozo de pastel. Y es que Alemania, pese a su gran potencial, no contaba con un imperio

colonial como franceses y británicos, apenas algunas áreas en el suroeste y oriente africanos,

Togo y Camerún, así como algunos archipiélagos en el Pacífico. Alemania demandaba una

realidad colonial algo que trataban de impedir a toda costa, Gran Bretaña y Francia.

Dos episodios constituyeron la antesala de la Gran Guerra. Tuvieron lugar entre 1904 y 1911

en Marruecos, área bajo las aspiraciones coloniales francesas que Alemania utilizó para

conseguir sus propios beneficios coloniales. Se conocieron como Crisis marroquíes. España,

para nuestra desgracia, sería una de las grandes perjudicadas. Las consecuencias de nuestra

intervención serían desastrosas en lo político, lo social y lo económico. Pero esto, como suele

decirse, es otra Historia.

La primera crisis Marroquí (1904-1906)

La crisis estalló al intentar crear Francia un protectorado en territorio marroquí, área que

controlaba desde hacía algunas décadas. A ello se opuso Alemania, y España que pese a ser ya

una potencia de tercera, aún tenía intereses en la zona.


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Alemania, vio la oportunidad de frenar las ansias colonialistas francesas, a la vez que conseguía

concesiones comerciales e influencia. Inglaterra, dejó hacer a Francia a cambio de que no

interviniera en Egipto, donde trataba también de imponer un protectorado. España, se

conformó con las migajas de Francia. Pero Alemania, se erigió como valedor de la

independencia de los gobiernos locales, oponiéndose a Francia y creando un grave conflicto

internacional.

En marzo de 1905 el emperador Guillermo II visitó la ciudad marroquí de Tánger, por entonces

posesión española. El hecho elevó hasta su cénit la tensión entre germanos y franceses, que a

punto estuvieron de enzarzarse en una guerra. Para limar asperezas en 1906 tiene lugar la

Conferencia de Algeciras. Se admitió la formal independencia de Marruecos bajo la soberanía

del sultán Muley Hafiz, pero en realidad el territorio se mantuvo bajo la tutela francesa (que

era lo mismo que decir protectorado). En correspondencia se permitió el libre comercio a

todas las potencias. España consiguió mantener sus aspiraciones sobre norte de la cordillera

del Rif y organizó formalmente el área como protectorado en 1912. Francia lo había hecho

poco antes con sus territorios.

Tras la resolución de esta crisis, Europa respiró aliviada. Recordemos que ya en 1904 existía un

pacto, la Entente Cordial, firmado entre franceses y británicos, y las chispas que saltaron en

este conflicto a punto estuvieron de prender la mecha de la guerra contra Alemania.

Mapa I: Alianzas militares y aliados en 1914


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La segunda crisis

Marroquí (1911)

Se originó tras la

acusación de Francia,

por parte de Alemania

de trasgredir lo

acordado en la

conferencia de Algeciras

cinco años atrás. El

envío de un buque de

guerra germano (el

célebre cañonero

Panther) al puerto

de Agadir como medida de presión para hacer valer sus exigencias territoriales, desencadenó

una segunda crisis internacional.

Francia, apoyada por Gran Bretaña, se doblegó finalmente a las pretensiones

germanas, cediendo parte del Congo a cambio de gozar de total libertad de acción en

Marruecos. La segunda crisis marroquí exacerbó los ánimos nacionalistas de franceses y

alemanes y despejó el camino hacia la guerra.

La disputa por Alsacia y Lorena

A lo largo de las líneas anteriores hemos hecho referencia a las guerras franco-prusianas. Estos

enfrentamientos entre franceses y prusianos, se habían sucedido a lo largo del XIX, entre otras

razones por el control de las regiones de Alsacia y Lorena, regiones muy dinámicas y ricas en

hierro y carbón, esenciales para el éxito en la Revolución Industrial.

Francia dominaba estas regiones desde 1648, pero tras ser derrotada estrepitosamente en

1871, y en virtud de los tratados de Versalles, hubo de ceder estas regiones a Alemania en

plena reunificación. El habitual mal perder francés, provocó el surgimientos nacionalistas que

intentaban por todos los medios la anexión de las dos regiones. Para desesperación francesa,

el inteligente Bismarck aisló diplomáticamente a Francia, lo que le impidió hacerse eco en los

foros internacionales. Además emprendió una política de aculturación en Alsacia y Lorena,

para borrar todo signo de francés en ellas. Como era de esperar al auge del chovinismo francés

se le unió el de un profundo antigermanismo.

Polonia, la eterna dividida.

Como suelo decir, desde que Polonia nadie la divide, invade o anexiona, Europa ya no es lo que

era. Y es que durante buena parte de la historia europea, Polonia ha sido dividida o invadida

por sus poderosos vecinos incontables veces. En 1815, tras el congreso de Viena, volvía a ser

repartida entre rusos, austriacos y prusianos.

Ilustración II: Buque de guerra Panther


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El nacionalismo polaco liderado por Józef Pilsudski, refugiado en la zona de Galitzia bajo

dominio austriaco, constituyó un elemento más en la rivalidad que enfrentaba a Austria-

Hungría y Rusia. La política de germanización desarrollada en la zona bajo dominio prusiano

enrareció aún más el ambiente. En el preámbulo de la Gran Guerra Polonia constituía pues un

elemento de fricción más entre las grandes potencias, muy especialmente entre Rusia y

Austria-Hungría.

La carrera armamentística

Fruto de estos conflictos y de los ya mencionados anteriormente, será la desbocada carrera

armamentística y científica, que ayudará al definitivo estallido de la guerra. Los estados

incrementaron sus gastos militares e incorporaron a sus ingenios las novedades tecnológicas

de la Segunda Revolución Industrial. Europa se deslizaba por la senda de la guerra. Este

período de tensiones internacionales ha recibido, irónicamente, el nombre de Paz Armada.

El Reino Unido aumentó la inversión en la milicia: los 44 millones de libras que invertía en

1899 se convirtieron en 77 millones en vísperas de la guerra. Alemania, deseosa de construir

una potente flota que pudiese competir con la británica, dio el salto de 90 millones anuales de

marcos en 1899 a 400 millones entre 1910 y 1914. Francia y las restantes potencias

incrementaron igualmente el potencial de sus respectivos ejércitos.

Los gobiernos, valiéndose del uso de la propaganda, alentaron el nacionalismo y el miedo a fin

de hacer sentir a la opinión pública que su país se encontraba en peligro frente a la hostilidad

enemiga.

1.3 Causas inmediatas

Y es que junto a los factores económicos, políticos y territoriales que confluyeron en el

estallido de la Gran Guerra, hemos de añadir una serie de factores psicológicos, que no son en

ningún caso desdeñables. Existía una mentalidad colectiva muy influida por sentimientos

nacionalistas surgidos en el imaginario popular Romanticismo, y que aún estaban a pie de calle

durante estos primeros años del siglo XX. Precisamente el detonante de esta cruel guerra fue

una crisis nacionalista motivada por el asesinato del Archiduque Francisco Fernando, heredero

al trono imperial austro-húngaro el 28 de junio de 1914.


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Pero empecemos por el principio. La desintegración del Imperio Otomano a lo largo del siglo

XIX, había estado acompañada del

surgimiento de movimientos

nacionalistas en los nuevos

estados creados. Este nuevo

sentimiento nacionalista no

tardaría en mezclarse con otros

más antiguos de carácter étnico,

religiosos o culturales. Las

grandes potencias intervendrían

a favor de sus propios intereses,

bien de forma directa como

Austria-Hungría, Rusia y la

siempre bella Italia, o de forma

indirecta como lo hicieron Gran

Bretaña o Francia. A principios

de siglo se sucederían una serie

de crisis que contribuirían a

azuzar el avispero balcánico

creando una inestabilidad

continua en la zona, que como

sabemos desembocaría en el

estallido de la Gran Guerra. Una

de las regiones más inestables de

los Balcanes era Bosnia y

Herzegovina. De mayoría

musulmana, conseguía zafarse

del dominio Otomano en 1877,

fecha desde la cual estuvieron

bajo la tutela administrativa del

Imperio Austro-Húngaro. En 1908

se anexionaba en territorio

haciendo oficial lo que ya era un

hecho desde hacía décadas.

Serbia, que aspiraba a unir todos los territorios balcánicos en un solo país, (la Gran Serbia lo

que luego sería Yugoslavia), puso el grito en el cielo y recurrió a todos sus aliados

internacionales sin éxito, ni tan si quiera Rusia se dignó a prestarles ayuda, y es que en San

Petersburgo aún escocía la derrota contra la Armada japonesa. Nacería entonces un odio

profundo hacia el Imperio y todo lo que representaba. Surgirían movimientos secretos y

altamente violentos, como la Mano Negra.

Mapa II: 1) Límites del Imperio turco a comienzos del siglo XIX; 2) Límites de los Estados balcánicos en 1914; 3) Límites de las reformas territoriales

en los Balcanes a lo largo del siglo XIX; 4) Albania; 5) Territorios incorporados al Imperio austro-húngaro en 1909; 6) Núcleo y ampliaciones del Estado griego; 7) Núcleo y ampliaciones del Estado búlgaro; 8) Núcleos

y ampliaciones del Estado o serbio; 9) Núcleo y ampliaciones del Estado rumano; 10) Residuo del Imperio turco.


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La primera guerra balcánica (1912)

La tensión no tardaría en traducirse en conflicto armado, y en campo de pruebas para la futura

contienda global. Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro, a los que se les uniría Rusia, se

enzarzaron contra los restos del Imperio Otomano y Austria-Hungría en 1912, por la

preponderancia en la zona. Derrotado estrepitosamente el Imperio Otomano, hubo de

abandonar los Balcanes, debiendo ceder además a Bulgaria una franja de tierra que le

comunicara con el Mar Egeo.

La segunda guerra balcánica (1913)

Poco después lo que fueran aliados durante la primera crisis de los Balcanes se enfrentaron

entre ellos. Bulgaria, que quería adueñarse de los territorios abandonados por los otomanos

atacó a Serbia, a Grecia y a Montenegro. Los otomanos ahora se aliarían con serbios, rumanos

y griegos para derrotar finalmente a Bulgaria. Los territorios en disputa finalmente cayeron

bajo soberanía serbia.

Serbia quería erigirse como gran potencia en la región como ya vimos, pero sus aspiraciones se

verán de nuevo truncadas con la firma de los tratados de Londres y Bucarest de 1913, por el

que se reconocía a Albania como nuevo estado, territorio que Serbia pensaba anexionarse sin

más. Estos tratados fueron fruto de la hábil diplomacia austro-húngara que hacía todo lo

posible para zancadillear las esperanzas de Serbia y su proyecto panserbio.

El atentado de Sarajevo

El resultado de estas sucesivas crisis balcánicas fue una radicalización del sentimiento

nacionalista, y el surgimiento como ya hemos apuntado de diversos grupos de amplio

espectro, desde los anarquistas a los nacionalistas extremos, que tenían un factor común el

odio al Imperio Austro-

Húngaro.

No obstante, el

emperador Francisco

José intentó manejar la

situación de la mejor

manera posible,

intentando ligar el

futuro de la región al

Imperio, desquitándose

de este modo de la

imagen de invasor. No

en vano se trataba del

monarca decano del

continente y hacía valer Ilustración III: Recreación del asesinato del Archiduque y su esposa el 28

de junio de 1914 por parte de Gavrilo Princip


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su experiencia.

La situación interna en el Imperio tampoco era sencilla. En 1889, Rodolfo hijo y heredero de

Francisco José, moría de un disparo en extrañas circunstancias junto a su amante en el

pabellón de caza donde pasaba largas temporadas. El título de heredero pasaba entonces al

hermano del propio emperador, Carlos Luis. A los pocos años, en 1896, el hermano del

emperador también moría, recayendo ahora la sucesión en el archiduque Francisco Fernando,

hijo del fallecido Carlos Luis, y por lo tanto sobrino del emperador. Francisco Fernando era un

gran oficial del ejército, no solo por su rango sino por sus propias cualidades. Su boda con la

aristócrata de bajo

rango Sofía Chotek (una

preciosa y triste historia

de amor que no hay

tiempo para contar),

supuso un duro

enfrentamiento con su

tío. Finalmente se

resolvió quedando su

mujer relegada a un

segundo plano en todos

los actos oficiales y

quedando excluidos los

hijos fruto de este

matrimonio. Francisco

Fernando recibiría un

estado multinacional en

profunda descomposición. Más de once nacionalidades, entre las que se encontraban

austriacos, húngaros y polacos mayoritariamente, pero también italianos, búlgaros y otros

pueblos eslavos. En su visión pragmática de militar, creía que la supervivencia del Imperio

pasaba por una descentralización del estado. Curiosamente esta manifiesta intención del

heredero, exacerbó a los nacionalistas serbios, que veían alejarse la posibilidad de la escisión

de Bosnia del Imperio. Por eso la noticia de que el heredero visitaría Sarajevo con motivo de

unas maniobras militares en junio de 1914, puso en marcha un plan para su asesinato.

Retrocedamos unos años, hasta 1911. En Belgrado el oficial Dragutin Dimitrijevic, alias Apis,

(“abeja” en latín) funda la sociedad Mano Negra, con el objetivo de poner bajo control serbio

todos los territorios con importantes minorías serbias, entre ellos Bosnia. Con anterioridad

este oficial, ya había dado muestras de su radicalidad al organizar el asesinato del soberano

serbio Alejandro I, claramente pro austriaco en 1903. Ya en 1911, y con su nueva sociedad,

intenta fallidamente asesinar al propio emperador Francisco José, que ya contaba con más de

80 años de edad. En enero de 1914, trataría de asesinar al gobernador de Bosnia fracasando

de igual modo. En abril del mismo año, recibe de sus informadores en Zagreb la noticia de las

maniobras del ejército imperial en las inmediaciones de Sarajevo. Entre los oficiales se

Ilustración IV: Momento de la detención de Gavrilo Princip. El periodismo gráfico ya daba sus primeros e importantes pasos inmortalizando uno de los

momentos más decisivos del siglo XX


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encontrará el propio Francisco Fernando, el heredero. Apis pide a sus colaboradores un

asesino para llevar a cabo el magnicidio. El seleccionado es Gavrilo Princip, un exaltado de

origen bosnio que se unirá con otros dos jóvenes (solo uno de ellos superaba los 23 años de

edad) para ser adiestrados en el uso de explosivos y armas cortas. Una vez trasladados

secretamente a Sarajevo, se les unen otros cuatro conspiradores que formaran el grupo

definitivo para intentar asesinar al archiduque. El 28 de junio terminadas las maniobras

militares, el alcalde de Sarajevo invita al Archiduque a una recepción oficial en el

ayuntamiento. Al no ser un acto oficial, la esposa de Francisco Fernando, podía acompañar

como un igual a su marido, por eso irá en uno de los seis coches descapotables que componía

la comitiva. Los conspiradores esperarán el desfile a lo largo de la calle que atravesaba una

abarrotada ciudad. La seguridad quedaría a cargo de la policía local de Sarajevo, pues los

militares no habían tenido tiempo suficiente para organizarla.

Los seis asesinos esperarían con sendas bombas de mano a que pasara el coche descapotable

en el que viajaba Francisco Fernando. El primer conspirador es presa del pánico y de los

nervios y huye antes de perpetrar el atentado. Un segundo asesino lanza la bomba que rebota

en la parte de atrás del vehículo, explotando justo delante del coche que le precedía causando

el caos, la confusión y casi una decena de heridos. El chofer del heredero al trono imperial,

acelera hasta llegar al ayuntamiento, donde son recibidos por un avergonzado alcalde. Tras

una hora de recepción oficial, la esposa del archiduque decide ir a visitar a los heridos tras el

atentado. El gobernador de la región, presente en el acto, configura un nuevo itinerario más

rápido y seguro. Sin embargo, al encontrarse sus ayudantes entre los heridos, los conductores

no reciben las órdenes pertinentes y marran su camino. Al percatarse del error tienen que

maniobrar en mitad de la calle para tomar el camino correcto, en ese instante se topan con

Gravilo Princip, que salía de un restaurante cercano, pues había dado por fracasada la misión y

había marchado a comer. Suelta el bocadillo, empuña su arma y vacía el cargador sobre los

ocupantes del vehículo. En un primer momento parecía que tanto el archiduque como el de su

esposa se encontraban bien, por lo que el destino fue la casa del gobernador y no el hospital

como en un principio estaba previsto. Pero de pronto, Olga cayó fulminada con una fea herida

en un costado y el archiduque presentaba una herida en el cuello que le había seccionado la

yugular. La primera en fallecer fue la mujer del heredero, ya en casa del gobernador. Pocos

minutos después le seguía su marido.

El magnicidio grave de por sí, provocó un efecto dominó por el que se pusieron en

funcionamiento todas las alianzas y pactos realizados durante la llamada Paz Armada. Un mes

después del asesinato, Austria-Hungría con el apoyo incondicional de Alemania, declara la

guerra a Serbia, a quien considera responsable política del asesinato. Viena acusaba al rey

Pedro I de Serbia, no solo de conocer la existencia de la organización, sino de estar en el

complot del asesinato. Hay que decir que las sospechas del emperador, no estaban carentes

de fundamento. Alemania, advierte a los rusos tradicionales aliados de los serbios, que

cualquier intervención en apoyo de Serbia tendrá como resultado la movilización del ejército

alemán y la guerra. Rusia no estaba dispuesta a una nueva humillación a nivel internacional. El

30 de julio de 1914, mientras las tropas austro-húngaras bombardean Belgrado, Rusia se


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moviliza en apoyo de sus hermanos eslavos, Alemania no tarda en hacer lo propio. Los

alemanes temerosos de combatir en dos frentes, al declarar la guerra a Rusia el 1 de agosto de

1914, exige la neutralidad de Francia. Sin esperar la respuesta francesa, Alemania declara la

guerra al país galo el día 3 de agosto y comienza el ataque a través de Bélgica. Al día siguiente,

ante grandes muestras de patriotismo, Bélgica y Gran Bretaña declara la guerra a Alemania. En

apenas un mes, un accidente aislado y local, provoca que las mayores potencias del mundo se

enzarcen en una guerra que acabará cuatro años más tarde con más de 20 millones de

víctimas. Paradójicamente el causante de todo, Princip moriría sin pena ni gloria en un hospital

penitenciario el 24 de abril de 1918 víctima de la tuberculosis.

1.4 Significado histórico

Para muchos historiadores la Gran Guerra supone el fin del siglo XIX, un siglo lleno de

revoluciones luchas y guerras que configuraron nuestro mundo actual, nuestro sistema

económico, nuestra cultura e incluso nuestros problemas.

Si bien las anteriores guerras habían enredado a los países europeos (casi siempre España,

contra Francia e Inglaterra que roían los zancajos del viejo león hispano para medrar a nuestra

costa) sus batallas siempre se habían librado en el continente europeo (a excepción quizá de la

Guerra de los Siete Años 1756-1763, que podemos ver en la maravillosa película y también

novela El último mohicano). Con esta contienda el tablero de la guerra se ampliará a las

colonias de los contendientes, en especial a África que desde el Congreso de Berlín (1885), se

había convertido en el pastel del que todos querían sacar una buena porción. Con la

intervención de Japón y China en el Pacífico, y con posterioridad de Estado Unidos, la guerra

naval conoció un nuevo significado, con más y mejores buques mejor armados y más eficaces.

Este hecho acabará por dar el aldabonazo definitivo a Estados Unidos como gran potencia

industrial, quintuplicando su producción durante los años de la guerra. Si el mar fue desde

antiguo campo de batallas, la Gran Guerra alzará el telón de un nuevo escenario de lucha. El

aire. Y es que apenas una década después de que los hermanos Wright perfeccionaran su

aeroplano, se había convertido en una mortal arma de guerra y con héroes tan famosos como

Manfred Albrecht Freiherr von Richthofen, más conocido como el Barón Rojo.

Un nuevo mapa apareció tras el fin de la contienda. Desapreciaron los imperios que existían

casi desde la edad media. Desapreciaron reyes, países, ciudades…y aparecieron otros nuevos,

germen de nuestro mundo. En la guerra no solo murieron millones de soldados y civiles, murió

un siglo y murió una manera de entender y ver la vida, para que naciese la nuestra.


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1.5 Consecuencias

Consecuencias demográficas

Pese a que los escenarios donde se desarrolló con especial intensidad la contienda fueron

relativamente reducidos si se comparan con los de la II Guerra Mundial, el número de bajas

mortales que causó fue muy elevado: más de cuatro millones entre las potencias centrales y

unos cinco millones entre las aliadas; entre esas bajas hubo un importante número de

víctimas civiles, muy superior al de anteriores guerras. A ello se añadió el elevado saldo

de heridos y mutilados.

La mayor parte de las pérdidas se produjeron entre jóvenes varones, dando lugar a una

relativa superpoblación femenina. El sistema productivo se vio condicionado por el descenso

de la natalidad y el envejecimiento de la población.

CONSECUENCIAS DEMOGRÁFICA

Fallecidos 9.272.000

Inválidos 6.5000.000

Viudas 4.250.000

Huérfanos 8.000.000

La mortalidad sufrió un notable incremento debido a la subalimentación y a la insuficiencia

sanitaria en general. Los gobiernos se vieron desbordados por innumerables huérfanos.

Consecuencias económicas

La guerra supuso una destrucción material extrema. Francia y Bélgica fueron los países más

afectados pues los combates más violentos se desarrollaron en su territorio. Igualmente

fueron duramente castigadas Rusia y la región fronteriza entre Italia y Austria.

Los campos de cultivo, la red de ferrocarriles, puentes, carreteras, puertos y

otras infraestructuras fueron devastados. Se perdieron barcos, fábricas, maquinaria.

Numerosas ciudades y pueblos fueron total o parcialmente arrasados.

La riqueza de los estados sufrió un dramático descenso: Francia perdió más del

30%, Alemania cerca del 25 %, el Reino Unido el 32%, Italia el 26%.Estados Unidos se vio

menos afectado y su economía se colocaría a la cabeza del mundo.

Al término de la guerra fue necesario reconvertir las industrias que habían estado destinadas

durante años a la producción de guerra. El proceso fue lento y se vio entorpecido por

una crisis que se alargó hasta 1924. La "economía de guerra" dislocó el sistema productivo y

eliminó de la política económica los principios del liberalismo. La tendencia se consolidó


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durante la posguerra fruto de las políticas de los gobiernos de izquierda, especialmente los

socialdemócratas. El intervencionismo económico del Estado fue la pauta seguida durante el

período de entreguerras salvo en el caso de Estados Unidos, hasta la llegada a la presidencia

de F. D. Roosevelt. El gasto bélico se financió en parte acudiendo a las reservas de oro y al endeudamiento

mediante la emisión de deuda pública, complementado con el recurso a créditos exteriores,

especialmente de origen estadounidense. Se recurrió a la fabricación del papel moneda, lo que

provocó una fuerte inflación, agravada en la posguerra por el desequilibrio entre demanda y

producción.

Sin embargo hubo países a los que la guerra benefició económicamente. En primer lugar,

aquellos que habían permanecido neutrales durante el conflicto y se habían convertido

en proveedores de materias primas y alimentos para los contendientes, casos de Brasil,

Argentina y España (si recuerdas La verdad sobre el Caso Savolta, se hablaba de estas cosas).

Pero fundamentalmente la guerra consolidó el crecimiento de dos grandes potencias: Estados

Unidos (¡Oh, casualidad!) y Japón cuyo comercio experimentó un aumento sin precedentes en

detrimento de las potencias tradicionales de Europa, que perdieron sus mercados exteriores y

vieron cómo su espacio económico se fragmentaba. Estados Unidos prestó importantes

cantidades de dinero a los aliados y les suministró abundante material bélico, bienes de equipo

y víveres. Se convirtió en el mayor acreedor (más de 250 mil millones de dólares) de los países

europeos, que en adelante entraron en una estrecha dependencia de los créditos

norteamericanos para hacer frente a la reconstrucción económica. El dólar se convirtió junto a

la libra esterlina en el principal instrumento de cambio en las transacciones internacionales y

la bolsa de Nueva York consiguió el liderazgo mundial.

Consecuencias sociales

La incorporación de la mujer al sistema productivo

durante el conflicto rompió el monopolio que

hasta entonces habían ejercido en él los hombres,

alterando con ello los esquemas tradicionales de

desarrollo del capitalismo. Durante la guerra la

mujer adquirió conciencia de su capacidad para

desarrollar las habilidades de los hombres y

demandó un creciente protagonismo en el

mercado laboral.

Consecuencias políticas

Los cuatro imperios existentes antes del final del

conflicto (Austria-Hungría, Alemania, Turquía y

Rusia) desaparecieron con sus correspondientes

casas reinantes, dando lugar a repúblicas.

Ilustración V: Cartel propagandístico durante la contienda en el que alababa la acción de las

mujeres y su importancia en la retaguardia como constructoras de munición.


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La revolución bolchevique, acaecida durante guerra, marcaría un hito en la historia de la

humanidad por ser la primera que dio como resultado el nacimiento de un estado comunista,

que jugaría un papel determinante en la historia del siglo XX.

Los antiguos imperios Austro-Húngaro, Otomano y Ruso sufrieron grandes pérdidas

territoriales, de donde surgieron nuevos estados: Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia,

Yugoslavia, Checoslovaquia y Hungría.

Alemania perdió Alsacia y Lorena, que pasaron a manos francesas, así como todos sus

territorios ultramarinos.

Consecuencias ideológicas

La sociedad de la posguerra fue presa de una profunda crisis de conciencia. Las secuelas del

conflicto llevaron al cuestionamiento de los modelos político, social y económico imperantes

desde inicios del siglo XX. El imperialismo que partía de supuestos europeo centristas,

significando a la civilización occidental como superior a las restantes, fue puesto en tela de

juicio por los pueblos colonizados que, valiéndose de un incipiente nacionalismo, comenzaron

a reivindicar su independencia.

Surgió un peculiar tipo social: el del inadaptado a la paz y nostálgico de la guerra, que

constituyó el soporte de movimientos nacionalistas revanchistas y radicales que progresaron

Mapa III: Europa tras la I Guerra Mundial 1918


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durante el período de entreguerras. Muchos excombatientes quedaron excluidos de la vida

laboral y fueron presa de un profundo desánimo al considerar que la sociedad los había

excluido sin el reconocimiento de su esfuerzo y sacrificio.

Hubo colectivos que no aceptaron el fin de la guerra y denunciaron los tratados de paz hecho

especialmente significativo en Alemania donde un tal Adolf Hitler denunció lo que consideraba

injusta supeditación de su país a los tratados de paz. La pérdida de valores humanistas se

reflejó en el arte, la literatura y la música e sirvió de empuje a movimientos como

el Expresionismo y el Surrealismo.

Consecuencias territoriales

La primera consecuencia de los tratados de paz fue la desaparición de los cuatro grandes

imperios existentes antes de la guerra (Alemania, Rusia, Austro-Hungría y el Imperio

Otomano). En su lugar surgieron otras entidades tras su desmembramiento:

- Alemania perdió amplias áreas, el 15,5 % del total de su territorio y el 10% de

su población: Alsacia y Lorena volvieron a manos de los franceses; la zona

del Sarre quedó bajo administración de la Sociedad de Naciones y sus recursos

mineros serían explotados por Francia durante 15 años; la zona de Eupen-Malmedy se

entregó a Bélgica. Prusia Oriental, Posen y el corredor de Dantzing pasaron a Polonia.

Dantzing quedó bajo administración de la Sociedad de Naciones. Memel se asignó a

Lituania. Parte de Schleswing (Alta Silesia) pasó a Dinamarca. Las colonias alemanas se

repartieron entre diversas potencias: África Oriental y del Suroeste, así como parte

de Togo y Camerún, se transfirieron al Reino Unido, en tanto que la otra parte pasó a

Francia. Los archipiélagos del Pacífico (Marshall, Carolinas y Marianas) se asignaron a

Japón.

- En el este de Europa se consolidaron las fronteras que Alemania había impuesto a

Rusia en el Tratado de Brest-Litovsk. Se pretendió con ello establecer una especie de

cordón sanitario de estados anticomunistas (Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania) que

impidiera la propagación del bolchevismo ruso. Con ello los rusos perdieron casi toda

la costa del Báltico.

- Polonia se restableció como estado a costa de los territorios desgajados de Rusia,

Alemania y Austria-Hungría.

- El Imperio Austro-Húngaro quedó desmembrado en el Tratado de Saint-Germain y

perdió todos sus territorios eslavos, de tal manera que el pequeño país resultante

solicitó su unión con Alemania, siéndole denegada la petición. Posteriormente, en

1938, Hitler la consumaría (Anschluss). A su costa se formaron los estados

independientes de Austria, Yugoslavia, Polonia y Checoslovaquia. A Italia hubo de

cederle parte del Tirol, Istria y Trieste, así como parte de Dalmacia (en la actual


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Croacia). A Yugoslavia, surgida como nuevo estado de la antigua Serbia, hubo de

entregarle Bosnia-Herzegovina.

- Hungría, la otra parte de la monarquía dual del Imperio Austríaco, se constituyó

como estado independiente de Austria y hubo de entregar a

Serbia Croacia y Eslovenia, piezas importantes del nuevo estado yugoslavo.

A Checoslovaquia, nuevo país, hubo de rendirle Eslovaquia y a Rumanía Transilvania.

- El Imperio Turco, por el Tratado de Sèvres quedó reducido territorialmente a la

península de Anatolia (Asia Menor) y solo conservó en Europa la ciudad de Estambul.

Perdió la zona de Irak, Palestina, Líbano y Siria que fueron convertidos

en protectorados bajo la administración del Reino Unido o Francia. Perdió asimismo

parte de Tracia y las islas del Egeo que se transfirieron a Grecia; El Dodecaneso (hoy

griego) pasó a Italia; Armenia, que se convirtió en Estado.

La imposición de estas duras

condiciones desencadenó una

revolución, que protagonizada

por Mustafá Kemal, depuso al

sultán y resolvió continuar la

guerra con Grecia, a la que

venció.

Por el tratado de Lausana en

1923, Turquía acabaría

recuperando gran parte de los

territorios perdidos tras la

firma del tratado de Sèvres.

La zona de Oriente

Próximo que hasta entonces

había pertenecido al Imperio

Turco jugaría un papel relevante

en la historia del siglo XX. Los árabes, que bajo dominio turco apoyaron a los aliados,

habían recibido de Gran Bretaña garantías de que una vez finalizado el conflicto

formarían un estado unido (de vital importancia para “convencer” a los árabes sería

Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia). El fin de la guerra

frustró tal anhelo, pues esas zonas fueron repartidas en diversos departamentos bajo

influencia británica y francesa. Por otra parte, el movimiento sionista (nacionalismo

judío) inició su movilización para crear un Estado judío en Palestina, con consecuencias

horrorosas para la Historia como sabemos.

- Rumanía, que ya existía como estado, fue robustecida territorialmente con el

propósito de aislar a la Rusia soviética.

Ilustración VI: Mustafá Kemal Ataturk (1881-1934) padre de la nación turca.


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- Bulgaria, por el Tratado de Neuilly, hubo de ceder parte de Tracia a Grecia y perdió el

acceso al mar Egeo.

El castigo a Alemania. La disolución del ejército.

El Tratado de Versalles obligaba a Alemania a cumplir unas durísimas condiciones militares,

con las que se pretendió anular su poderío y evitar un posible nuevo conflicto.

Las principales fueron:

- Se le prohibió el servicio militar obligatorio.

- Su ejército quedó reducido a 100.000 hombres, sin artillería ni aviación.

- Quedó suprimida la fabricación y uso de armamento pesado.

- Se desmilitarizó una franja de 50 Km en torno al sector derecho del Rhin. La franja

izquierda de este río sería ocupada por Francia por un período de 15 años.

- La totalidad de su flota de guerra pasó a los vencedores.

Sin embargo, esas medidas, dado su rigor, tuvieron un efecto inverso al previsto pues sirvieron

para alimentar el nacionalismo y el militarismo germanos, que alcanzaron su máxima

expresión en la política de rearme impulsada por Hitler.

El castigo a Alemania. Las indemnizaciones de guerra.

Los países vencedores declararon a Alemania responsable del conflicto, las condiciones de paz

impuestas fueron muy duras. Junto a las pérdidas territoriales, Alemania hubo de pagar

grandes sumas de dinero (269.000 millones de marcos-oro) en concepto de indemnización

entre 1921 y 1925. Además hubo de ceder la mayor parte de su marina mercante, junto

con material industrial diverso (locomotoras, vagones, cables submarinos, etc.)

La cuestión de las indemnizaciones envenenó las relaciones franco-alemanas durante toda la

posguerra y representó un freno decisivo para la reconstrucción de la economía germana,

lastrada, entre otros, por el problema de la hiperinflación. En 1923 Alemania suspendió

unilateralmente sus pagos a Francia y ésta invadió la cuenca del Ruhr como represalia, dando

lugar a un gravísimo incidente internacional. Más tarde, ante la imposibilidad alemana de

pagar la deuda en los términos impuestos por el Tratado de Versalles, la cuantía fue revisada y,

finalmente, rebajada. Gracias al Plan Dawes y a los acuerdos de Locarno Alemania pudo salir

de la crisis en que la habían sumido las obligaciones con los aliados, pero eso ocurriría ya a

partir de 1924.

La creación de la Sociedad de Naciones

Uno de los 14 puntos del Programa del presidente norteamericano Wilson, proponía el

establecimiento de una asamblea en la que pudiesen participar todos los estados del mundo.

Alentada por esa idea, nacía en la Conferencia de París de 1919, la Sociedad de


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Naciones (SDN). Contaba entre sus objetivos garantizar la paz y el concierto internacional, así

como fomentar la cooperación y el desarrollo social y cultural.

Su ideario contemplaba el respeto a la independencia política y la integridad territorial de los

países miembros. En caso de conflicto entre los estados, las diferencias deberían solventarse

de forma pacífica, acogiéndose al derecho internacional. Sin embargo, carecía de una fuerza

militar con la que hacer cumplir posibles sanciones.

La sede de la SDN se estableció en Ginebra (Suiza). Inicialmente integraron la organización 45

estados que constituían la Asamblea General (reunida anualmente) y que estaba facultada

para admitir nuevos miembros o expulsar a los que incumplieran las normas.

Dentro de su organigrama, además de la Asamblea General, destacaba el Consejo, compuesto

por 4 miembros permanentes (Reino Unido, Francia, Italia y Japón) y 4 temporales, cuyas

reuniones se celebrarían cada dos años. Como organismo asociado tenía al Tribunal

Internacional de la Haya

Quedaron excluidos de ella la Unión Soviética, Alemania y, paradójicamente, los Estados

Unidos, de cuyo presidente Wilson había surgido la idea de su creación. La razón de

esa ausencia fue la no ratificación por parte del Senado norteamericano del Tratado de

Versalles, donde germinó el organismo. Durante las décadas de los 20 y los 30 asistió a un

constante crecimiento con la incorporación de nuevos estados.

La efectividad de la SDN fue escasa, por varios motivos:

La limitada capacidad para decidir los asuntos, ya que era necesario que los acuerdos

se tomaran por unanimidad.

La inexistencia de medios eficientes para hacer cumplir las resoluciones adoptadas.

La falta de implicación de las potencias que la integraron.

Su mayor éxito consistió en la creación de numerosos programas de cooperación económica y

humanitaria. Su principal fracaso radicó en no poder evitar el estallido de la II Guerra Mundial.

Se disolvió en 1946, transfiriendo su patrimonio y competencias a la ONU, de la que fue su más

inmediato precedente.

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Apuntes Contemporánea. La Gran Guerra