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8/8/2019 ARENDT - La Condición Humana - extracto http://slidepdf.com/reader/full/arendt-la-condicion-humana-extracto 1/39 '1 , '. . REN DT n ac ió e n Ha nn ov er e n 19 0~ ~\ I l os E st ad os U ni do s d es de 1941, adq , ~n 1951 la ciudadanra norteamericana. Ha e r\. eñ ado e n la s u niv er si da de s d e Be rk ele y, Prince'on, Columbia y Chicago y es miembro de d iv er so s i ns ti tu ci on es a ca dé mi ca s. E nt re s us l ib ro s I f ig ur a' T he o ri gi n~ o f t ot al it ar ia ni sm (1951), 8 etwe .. ,n p as t a nd f utu re (1961), O n r ev ol u ti on 1; (1963), ~ichl"{lannen Jerusa/é.n (19631, M en in d ar k times (19~ y On v io /e nc e (1970). Ha editado y I prologad •. ~ayos de Karl Jaspers, Walter B en ja mi n y ~ . ' m a: ~B ro ch . l a c on di ci ón h um an a ( Th e h um an c on di fi on , 1958), u na d e la s ob ra s f und ame nta le s de Ha nn ah A re nd t, es un estudio penetr ante y vasto de la situación del hombre moderno. A propósito de este libro ha escrito Mary McCarthy: "la combinación de un t re me nd o p od er i nt el ec tu al c on u n e xt ra or di na ri o sentido común hace que los atisbos históricos y polrticos debidos a Hannah Ar endt parezcan a la v ez a so mb ro sos y e vid en te s" . Y W. H. Auden: "De vez en cuando, d~y con un libro que me p ro duc e la imp re si ón c ;le hab er s id o e sc ri to e sp eci alme nte p ar a mf .:. l a co nd ic ión h uma na p er te ne ce a esta r ed uc Id a y s el ect a c at eg orra ". Enel centro d el h um an is mo c on te mp or ón eo , d ota da d e e xce pc ion ale s c on oc imi ent os en el c amp o d e la s c ie nc ia s s oc ia les y p olr tic as , Ha nn ah A re nd t h a c on st ru id o ' un c ue rp o d e p en sa mi en to independiente y riguroso que no dejaró de hacer p ate nte s u im po rt an ci a a l p úbl ic o l ect or de h ab la castellana. ! I , ¡ \ \ '!'\f'" 1 . K+ f+t· . ! ... '=: . • cee .... ,: :;' i :~'J'-' ',~- , ,:=, .. 11 . i :

ARENDT - La Condición Humana - extracto

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.RENDTnació en Hannover en 190~~\ I los Estados Unidos desde 1941,adq , ~n 1951 la ciudadanra norteamericana.

Ha er\.eñado en las universidades de Berkeley,

Prince'on, Columbia y Chicago y es miembro de

diversos instituciones académicas. Entre sus libros Ifigura' The origin~ of totalitarianism (1951),

8etwe.. ,n past and future (1961), On revol ution 1;(1963), ~ichl"{lannen Jerusa/é.n (19631, Men in dark

times (19~ y On vio/ence (1970). Ha editado y Iprologad •. ~ayos de Karl Jaspers, WalterBenjamin y ~ .' ma:~Broch.

la condición humana (The human condifion, 1958),

una de las obras fundamentales de Hannah Arendt,

es un estudio penetrante y vasto de la situación

del hombre moderno. A propósito de este libro ha

escrito Mary McCarthy: "la combinación de un

tremendo poder intelectual con un extraordinario

sentido común hace que los atisbos históricos y

polrticos debidos a Hannah Arendt parezcan a lavez asombrosos y evidentes". Y W. H. Auden:

"De vez en cuando, d~y con un libro que meproduce la impresión c;lehaber sido escri to

especialmente para mf.:. la condición humana

pertenece a esta reducIda y selecta categorra".

En el centro del humanismo contemporóneo,dotada de excepcionales conocimientos en el

campo de las ciencias sociales y polrticas, Hannah

Arendt ha construido 'un cuerpo de pensamiento

independiente y riguroso que no dejaró de hacer

patente su importancia al públ ico lector de hablacastellana.

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Título original:The human condition

(Chicago y Londres: Tbe University of Chicago Presa)

Traducción de:RAMÓN GIL NaVALES

Cubierta: Alberto Corazón

SUMARIO

AgradecimientosPr61ogo

l. LA CONDICIÓN HUMANA

1. Vita activa y la condici6n humana2. La expresi6n fJita actifJa3. Eternidad contra inmortalidad

911

1925

32

4.

5.

'6.7.

8.9.

10.

11. LA ESFERA PÚBLICA Y LA PRIVADA

El hombre: animal social o polfticoLa polis y la familia

El auge de lo sociala esfera pública: lo comúnLa esfera privada: la propiedadLo social y lo privadoEl lugar de las actividades humanas

394658

73

84

96

103

Primera edici6n: septiembre de 1974

© 1958: Tbe University of Chicago Press, Chicago

Derechos exclusivos de edición

reservados para todos los países de habla españolay propiedad de la traducción castellana:© 1974: Editorial Seix Barral, S. A.,

Prov~, 219-Barc~ona

.ISBN: 84 322 0280 O·

Depósito legal: B. 39.478-1"974

Prlnted in Spain

III. LABOR

11. «La labor de nuestro cuerpo y el trabajo denuestras manos,. ..

12. El c'ldcter de cosa del mundo13. Labor y vida14. Labor 'Yfertilidad

15. Lo privado de la propiedad y riqueZa .16. Los instrumentos del trabajo y la divisi6n de lalabor

17. Una sociedad de consumidores

IV.. TRABAJO

18. El carácter duradero del mundo19. Reificaci6n20. Instrumentalidad'Y animallaborans21. Instrumentalidad y homo faber22. El mercado de cambio

23. La permanencia del mundo y la obra de arte7

111129

132

139

149

160170

183186193

204212

222

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8 LA CONDICIÓNUMANACCIÓNEl descubrimiento del agente en el discursoy la acci6n

233a trama de las relaciones y las historiasinterpretadas

240La fragilidadde los asuntos humanos 249a soluci6n griega 254l poder y el espacio de la aparición 263El homo faber 'l el espacio de la aparici6n 273

)El movimientode la labor 279La tradicional sustitución del hacer por el

actuar289El carácter de proceso de la acción 303rreversibilidad y el poder de perdonar 310La imposibilidadde predecir y el poder de la

promesa319A vita activa y LA ÉPOCA MODEllNAa alienaci6ndel mundo 325l descubrimiento del punto de Arquímedes 337o universal contra la ciencia natural 351l auge de la duda cartesiana 358a introspecci6n 'Y la pérdida del sentido

común366l pensamiento y el punto de vista del mundo

moderno372

,~La inversión de la contemplaci6ny de la acci6n 378a inversi6n dentro de la vi/a activa ry la .

victoria del homo faber

385a derrota del homo faber y el principio defelicidad

398a vida comobien supremo 409a victoria del animal laborans 418 425

AGRADECIMIENTOS

El presente estudio debe su origen auna serie de conferencias dadas bajo elauspicio de la Charles R. WalgreenFoundation en abril de 1956, en la Uni-versidad de Chicago, y con el titulo de«Vita activa». En la etapa inicial de estetrabajo, que se remonta al comienzo delos años cincuenta, obtuve una subven-

ci6n de la Simon Guggenheim Memo-rial Foundation, y en la última etapaconté con la inestimable ayuda de unasubvenci6n de la Rockefeller Founda-tion. En el otofio de 1953, el ChristianGauss Seminar in Criticism de la Uni-versidad de Princeton me ofreci6 la

oportunidad de presentar algunas de misideas en una serie de conferencias bajoel titulo de «Karl Mane and the tra-

dition of politica! thought». Agradezcola paciencia con que se acogieron estosprimeros ensayos, actitud que para mísupuso gran estimulo, así como el ani-mado intercambio de ideas con escri-

tores de aquí y del extranjero para locual el Seminario, único en este aspecto,sirve de tornavoz.

Rase Feitelson, qu~ me ha ayudado

desde que comencé a publicar en estepaís, fue una vez más un extraordinarioauxiliar en la preparaci6n del manuscri-to. Si tuviera que agradecerle todo 10

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CAPfTULO II

LA ESFERA PÚBLICA

Y LA PRIVADA

4. EL HOMBRE: ANIMAL SOCIAL O pOLfTICO

La vita activa, vida humana hasta donde se halla activamen-te comprometida en hacer algo, está siempre enraizada en

un mundo de hombres y de cosas realizadas por éstos, quenunca deja ni transciende por completo. Cosas y hombresforman el medio ambiente de cada una de las actividadeshumanas, que serían inútiles sin esa situación; sin embargo,este medio ambiente, el mundo en que hemos nacido, no

existiría sin la actividad humana que lo produjo, como enel caso de los objetos fabricados, que se ocupa de él, comoen el caso de la tierra cultivada, que lo estableció mediante

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40 LA CONDICIÓN HUMANA II.La esfera pública 'J la privada 41

bre; ni una bestia ni un dios son capaces de ella,! y sóloésta depende por entero de la constante presencia de los demás.

Esta relación especial entre acción y estar juntos parecejustificar plenamente la primitiva traducción del ZOonpoli

tikon aristotélico por animal socialis, que ya se encuentra enSéneca, y que-luego se convirtió en la traducción modelo através de Santo Tomás: homo est naturaliter politicus, id

es!, socialis eel hombre es político por naturaleza, esto es,social'). :! Más que cualquier elaborada teoría, esta inconsciente sustitución de lo social por lo político revela hasta quépunto se había perdido el original concepto griego sobre lapolítica. De ahí que resulte significativo, si bien no decisivo,que la palabra «social» sea de origen romano y que carezca,de equivalente en el lenguaje o pensamiento griego. No

obstante, el uso latino de la palabra societas también tuvo

lResultalOrprendente que los dioses homéricos sólo actúen conrespecto a los hombres gobernándoles desde lejos o interfiriéndose'en sus asuntos. También los conflictos y luchas entre los dioses-parecensurgir principalmente por su intromisi6n en los problemashumanos o su conflictiva parcialidad hacia los mortales. Lo queentonces aparece es una historia en la que actúan juntos hombres ydioses, pero la escena está montada por los mortales, incluso cuandola decisi6n se toma en la asamblea de los dioses en el Olimpo.Creo que tal «cooperaci6n. está sefia1adaen el homérico erg' andrfJnte the6n te (Odisea, i. 338): el bardo canta las hazafías de diosesy hombres, no historias de dioses e historias de hombres. De manerasimilar, la Teogonta de Hesíodo no trata las hazafias de los dioses,sino la génesis del mundo (116); así, pues, refiere .oomocomenzarona eXistir las cosaS mediante la procreación 'y nacimiéríto(repetiCiosConstantemente).-El cantor, sirviente de las -musas, exálta·'«las gloriosas hazaiias de los hombres del pasado·y de los dioses benditos.(pp. 97 IS.), pero en ninguna parte, por lo que he_podidover, elogialas gloriosas hazafíasde los dioses.• La cita está tomada del dndex Rerum., de la edici6n de Tauro

de Santo Tomás (1922). La palabra «politicus. no se da en el texto,.pero el Index resume correctamente el significado de Santo Tomás,como puede comprobarse en la Summa theologica, i. 96.4; Ü. 2.1093.

en un principio un claro, aunque limitado, significado político; indicaba una alianza entre el pueblo para un propósito concreto, como el de organizarse para gobernar o cometer un delito.3 Sólo con el posterior concepto de una so

cietas generis humani ('sociedad de género humano'),4 «so

cial» comienza a adquirir el significado general de condiciónhumana fundamental. No es que Platón o Aristóteles desconocieran--o se desinteresaran--el hecho de que el hombreno puede vivir al margen de la compañía de sus semejantes, sino que no incluían esta condición entre las espedficas características humanas; por el contrario, era algo quela vida humana tenía en común con la animal, y sólo poresta razón no podía ser fundamentalmente humana. \1a ~_ural_Y}Il~rll!J1~~¿-º.cia!.sE-~~e!e~ci~hu~~a s~consideraba como~a liI!!Í~ciºn ~~~!e_nos im~E:~,?! ra~necesidaoes-delli vi<Ji(biológica, _q1Je.~sla misma ~ara elanimal hum~o-que:pii!I'.:Afot!"~s ~~~~.i:~~~~-.mal. ; - -" -

\ Se~y~.p_~!!lle;t!-o~~, ~a.~~4 deLhQ~~~a laOrganización polltic;a noessQ1Q_9i~~, sino que se_ha!fáen-cnre~ia_ó1!.os~a-laasociaci~~_~tJ!r~Yo~"t~o~~eIJlOiar_(oj~ia) y la tafu~-m-~simL~to del~~udacl:estado-signi-ª<;óqueeL hOf!ibre!~.c:.!Pía«aae~_~e ~!!ºª-J?!Í.Yada, JM1Le~~ d~~!!-~i~a, su. bi~s politi7i9-.s:

Ahora todo ciudad~~~ten~.dQs __órc.l~~s.Ec:.exis~~"Q-----a.YhaiWia.-tajanteistinción entre l()...9,ues "suyo(idion)_._._----_._~.. -.~. -'- .--- - -,- ... -""

• Sacietas regni en Livio,societas sceleris en Comello Nepote._Tal .alianza pudo también _concluirse con prop6sitos ,comerciales,.y_Santo Tomás tadavía mantiene. qu~ \Ul&cverdadera societas- entrehombres,de .negocios sólo existe «donde, el propio inversor comparteel riesgo., esto es, donde la sociedades una verdadera alianza. (Véasew. J. AshIey, An introduction to englisb economics histo,., andtbeory (1931), p. 419.• Empleo aquí y en el resto del libro la expresi6n 'especie huma

na' (man-kind) para diferenciarla de 'humanidad' (mankind), queindica la suma total de seres humanos.

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Ilo 9.~c:_c:~c{)!1lunªlkoinont .•.rJNo es mera opinión o teoría de Aristóteles, sino simple hecho histórico, que la funda·ción de la polis fue precedida por la destrucción de todaslas unidades organizadas que se basaban en el parentesco,tales como la phratria y la phylé.e De todas las actividadesnecesarias y presentes en las comunidades humanas, sólodos se consideraron poUticas y aptas para constituir lo queAristóteles llamó bios politikos, es decir, la acción (praxis)

y el discurso (1exis), de los que surge la esfera de los asuntos humanos (ta tOn anthrópon pragmata, como soUa lla·marla Platón), de la que todo lo meramente necesario o útilqueda excluido de manera absoluta.

I Wemer ]aeger, Paide;a (1945), vol. III, p. 111.I Aunque la principal tesis de Fustel de Coulanges, según la in·

troducción a The ancient city (Anchor ed., 1956), consiste en demostrar que «la misma religión» constituyó la organización de laantigua familia y la antigua ciudad-estado, aporta numerosas referencias al hecho de que el ~gimen de la gens, basado en la religiónde la familia, y el de la ciudad «eran en realidad dos formas anta·gónicas de gobierno . .. O la ciudad no podía perdurar o con eltiempo tenía que destruir a la familia» (p. 252). La contradicciónexistente en este gran libro me parece que reside en el intento deCoulanges de tratar juntas a Roma y a las ciudades-estado griegas;confía principalmente en el sentimiento poHtico e institucional roma·no, si bien reconoce que el culto a la diosa Vesta «se debilitó enGrecia en una fecha muy temprana ... y nunca disminuyó en Roma»(p. 146). No 1610era mucho mayor la separación entre familia yciudad en Grecia que en Roma, sino que únicamente en Greciaexistía la religión del Olimpo, la de Homero y la ciudad-estado,diferenciada y superior a la más antigua de la familia. Mientrasque Vesta, la diosa del hogar, se convirtió en la protectora de una«ciudad-hogar» y parcialmente en el culto oficial y poHtico tras launificacióny segunda fundación dé Roma, a su colegagriega, Hestia,la menciona por vez primera Hesíodo, único poeta griego que, en

consciente oposición a Homero, elogia la vida del hogar; en la religión oficial de la polis tuvo que ceder su puesto a Dioniso en laasamblea de los doce dioses del Olimpo. (Véase Mommsen, Rii-

mische Geschichte, 5." ed., libro l, cap. 12, y Robert Graves, TheGreek. myths, 1955, 27.k).

Sin embargo, si bien es cierto que sólo la fundación dela ciudad-estado capacitó a los hombres para dedicar todasu vida a la esfera poUtica, a la acción y al discurso, la con·vicción de que estas dos facultades iban juntas y eran lasmás elevadas de todas parece haber precedido a la polis yestuvo siempre presente en el pensamiento presocrático. Laestatura del homérico Aquiles sólo puede entenderse si lovemos como «el agente de grandes acciones y el orador degrandes palabras».7 A diferencia del concepto moderno, tales palabras no se consideraban grandes porque expresaranelevados pensamientos; por el contrario, como sabemos porlas últimas Uneas de Antígona, puede que la aptitud hacia las

'grandes palabras' (megaloi logoi), con las que replicara los golpes, enseñe finalmente a pensar en la vejez.8El pen-

• El pasaje se encuentra en el discurso de Fénix, Iliada, ix. 443.Claramente se refiere a la educación para la guerra y el agora, lareunión pública, en las que pueden distinguirse los hombres. Latraducción literal es así: «[tu padre] me encargó que te enseñaratodo esto, a ser un orador de palabras y agente de hazafias. (mythfJnte rh~ter' emena; prátera te ergon).

I La traducción literal de las últimas Hneas de Antfgona es comosigue: «Pero las grandes palabras, contrarrestando [o devolviendo]los grandes golpes del demasiado orgulloso, enseñan entendimientoen la vejez.. El significado de este párrafo es tan confuso para lacomprensión moderna que rara vez se encuentra un traductor quese atreva a dar el sentido desnudo. Una excepción es la traducciónde HOlcler1in:«Grosse Blicke aber, / Grosse Streiche der hohenSchultem / Vergeltend, / Sie haben im Alter Selehrt, zu denken•.Una anécdota relatada por Plutarco puede ilustrar, a un nivel muchomás bajo, la conexión entre actuar y hablar. En cierta ocasión unhombre se acerc6 a Dem6stenes y le relató lo horriblemente quele habían golpeado. «:Pero tú no sufriste nada con lo que mecuentas., dijo Demóstenes. A lo que el otro levantó al voz y chilló:«¿Que no sufrí nada? Demóstenes dijo a su vez: «Ahora oigo la

voz de alguien que fue maltratado y sufrió. (en «Demóstenes., Vidasparalelas). Un último residuo de esta antigua conexión entre discursoy pensamiento, de la que carece nuestra noción de expresar el pensamiento por medio de palabras, puede hallarse en la fórmula cÍceromana de ratio el oratio.

431. La esfera pública y la privadaA CONDICIÓN HUMANA2

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.' CfJ:aetenstica de !=Stedesarrollo ~ que a tpdo polftico se· le. llamaQa «rh~ton y que la tetqrica, el arte de hablar en .público•• diferens:ia.de _~ dial.~ca, ¡ttt;e.del discurso filos6fico, la' defin~Amt6teles comoel arte de la pers\l!lSi6n(véaseRet6rica, Í354a11i SS.,

y 1355b26 ss.). (La propia distinción deriva de Platón, Gorgias, 448.)

En este sentido hemos de entender la decadencia de Tebas, quese imput6 a la negligencia tebana por la ret6rica en favor del

ejerciciomilitar (véase Jacob Burckhardt, Griechische Kulturgeschichte, Kroener ed., vol. IlI, p. 190).

samiento era secundario al discurso, pero (discurso -:1 acci6n~_~()nsi~~~~1JfJ.Il~ºe_xi~t~!lte~_~.@ales, dLmisp::to _rangoJde la mismª.ga_~.L 10 que originalmente signific6 no s610que la mayor 1'.art~~~ la acción política,~ donde perma:neceal.margen. ck la "Violencia,es.J'~lPjz~~ -é()n palabras,

sino algo más.fundamental,.Q sea, ql:!~!1.c:~l1_~arlasparabrasoj>()!"tll!!~~_enl momento oportun~ es acción,dera.ndo~apart: la informaci6noc??1unicaci.6n qu.~_IIevenJS610Ia puravIolencia es muda, razón por la que nunca puede ser grande.Incluso cuando, relativamente tarde en la antigüedad, lasartes de la guerra y la retórica emergieron como los dos principales temas políticos de educación, su desarrollo sigui6inspirado por la tradición y por esa anterior experienciapre-polis, y a ella sigui6 sujeta.

En la experiencia de la polis, que no sin justificaci6n seha llamado el más charlatán de' todos los cuerpos políticos,e incluso más en la experiencia política que se deriv6, la.acci6n y el discurso se separaron y cada vez se hicieron actividades más independientes. El interés se desplaz6 de laacci6n al discurso, entendido más como medio de persuasi6n que como especffica forma humana de contestar, repli

car y sopes~ l~ q';le ocurría y se hada.e ~.P?lític?, !.ivir_,~ upa. polts, .slgnific~b.aque todo se decía por medio de

palab!as Y_~~I>e.rsuasi6n,y no con la fuerza y la violencia. J.J?~l!;c:Lmocfo.aepells_~r...8ti.~, gQligar_~J~s personas pormedio de la. violen~ia, rJIlandar en. vez..de_~r~a~j~~~

10 Stica a Nic6maco, 1142a25 y 1178a6 ss.

45I . La esfera pública y la privada

formas prepoHticas para tratar con la gente cuya .existenciaestaba al.margen de lapolis, p~1.p.~rJ.,dela vidaTamilíár~con ese tipº._4~_ge.!lte~n Cl?ee! cabeza de familiª- g,,-~ti~bacon poderes desp6ticos e indisputados, o bien con los bár~baros de Asia,cüyo·clespotismoera á menudo ~efiala.CÍoonié;

semejante a la organizaciÓnde,laJarp.iQª.] - -.-.,--..- .La defir~ic!Qjl~rt~fc:>!~iic~el hombre como zoon politikon

no s610no guar~a!:>ª~elaci6n0ino -que se oponía -a'TaaSO:ciaci6n natural experi.mentac:la~nJ~vlcIá familiar-;-úñicamente se la puede entender por complet~ se añadimos susegunda definici6n del hombre como zOon logon ekhon (servivo capaz de discurso'). La traducción latina de esta expresión por animal rationale se basa en una mala interpretaci6n no menos fundamental que la de «animal social». Aristóteles no definía al hombre en general ni indicaba la más

elevada aptitud humana, que para él no era el logos, es decir, el discurso o la razón, sino el nous, o sea, la capacidad decontemplación, cuya principal característica es que su contenido no puede traducirse en discurso.lo IEn sus dos definiciones más Ja!!1~s, Arist6teles única~nte f~~~16-1aopini6n c.orriemeA~Jª polis sobre el hombre'yia-f~rrna-dévidaPQlítiQlY, se~ esta -,~píni6t!-Iodo el que estaba f~er;de la_polis~sclavos y. bá!baros~ra aneu logoti~ Jespró:visto, claro está, no de la facultad de discurso,' ~ __iP..i..

f()r1IlÍ!.-~e'_vipan la que el diséurso--y-s6lo.'éste tenía sen

tido y donde._.la_prer-pación primerade--los ciudadanosra hablar entre ellos. -El profundo'-~e~-tendimiento que expresa la traducci6n

latina de «político» como «social», donde quizá se ve másclaro es en el párrafo que Santo Tomás dedica a comparar lanaturaleza del gobierno familiar con el político; a su entender, el cabeza de familia tiene cierta similitud con el principal del reino, si bien, añade, su poder no es tan «perfecto»

LA CONDICIÓN HUMANA4

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u Santo Tomás, op. cit., Ü. 250.3.111 Por lo tanto, dominus y paterfamilias fueron sinónimos, al igual

que sertJus 'Yfamiliaris: Dominum patrem familiae apellaverunt; ser-

vos ... familiares (Séneca, Epistolas, 47.12). La antigua libertad romana del ciudadano desapareció cuando los emperadores romanosadoptaron el título de dominus, «ce nom, qu'Auguste et que Ti~encore, repoussaient comme une malédiction et une injure. (H. Wal

Ion, Histoire de l'esc1avage dans l'antiquité, 1847, vol. III, p. 21).

como el del rey.u No sólo en Grecia y en la polis, sino entoda la antigüedad occidental, habían tenido como la evidencia misma de que incluso el poder del tirano era menor,menos «perfecto», que el poder con el que el pater/amilias,el dominus, gobernaba a su familia y esclavos. Y esto no sedebía a que el poder del gobernante de la ciudad estuviera

equilibrado y contrarrestado por los poderes combinadosde los cabezas de familia, sino a que el gobierno absoluto,irrebatido, y la esfera política propiamente hablando se excluían mutuamente.12

5. LA polis y LA FAM ILIA

Si bien es cierto que la identificación y el concepto erróneode las esferas política y social es tan antiguo como la tra

ducción de las expresiones griegas al latín y su adaptaciónal pensamiento cristiano-romano, la confusión todavía esmayor en el empleo y entendimiento moderno de la sociedad. La distinción entre la esfera privada y pública de lavida corresponde al campo familiar y político, que hanexistido como entidades diferenciadas y separadas al menosdesde el surgimiento de la antigua ciudad-estado; la aparición de la esfera social, que rigurosamente hablando noes pública ni privada, es un fenómeno relativamente nuevocuyo origen coincidió con la llegada de la Edad Moderna,cuya forma política la encontró en la nación-estado.Lo que nos interesa en este contexto es la extraordinaria

47I . La es/era pública y la privada

111 Según Gunnar Myrdal (The political element in the develop-

ment o/ economic theory, 1953, p. xl), la «idea de economía socialo administración doméstica colectiva (V olkswrttscha/t). es uno delos «tres principales focos. a cuyo alrededor «la especulaciónpo1fticaque ha impregnado a la economía desde el mismo principio se halla

para cristalizarse•.•• Con esto no pretendo negar que la nación-estadoy su sociedad

surjan del reino medieval y del feudalismo, en cuyo marco la unidadfamiliar y el conjunto de vasallos tienen una importancia inigualableen la antigüedad clásica. La diferencia, sin embargo, es marcada.Dentro del marco feudal, familias y conjunto de vasallos eran mutuamente casi independientes, de tal modo que la realeza, que representa una determinada zona territorial y que gobierna a los señoresfeudales como primus inter pares, no pretendía ser como gobernanteabsoluto la cabeza de una familia. La «nación. medieval era unconglomerado de familias; sus miembros no se consideraban como

ponentes de una familia que abarcara toda la nación.

dificultad que, debido a este desarrollo, tenemos para entender la decisiva división entre _~a.s'pg?lica Y. 'p!ivada, elltre la esfera de la p.oli~y la de la famiU.a.,y, finalmente, entre. activiªaCles reI~i2.~~as con.un. m.ll!l4~_~~1Ilií!!:.y.la!i!~lativas a la conservación de la vida, diferencia s.obrelaque sé basaba el -antiguo pensa.mientQpolftico como algo

e'yjº~~te. Y .axiomático. )Pára nosotros esta línea divisoriaha quedado bóriáJa pm completo, ya que vemos el conjuntode pueblos y comunidades políticas a imagen de una familiacuyos asuntos cotidianos han de ser cuidados por una administración doméstica gigantesca y de alcance nacional. Elpensamiento científico que corresponde a este desarrollo yano es ciencia política, sino «economía nacional» o «economía social» o Volkswirtscha/t, todo lo cual indica una especie de «administración doméstica colectiva»; 18el conjun

to de familias económicamente organizadas en el facsímilde una familia superhumana es lo que llamamos «sociedad»,y su forma política de organización se califica con el nombre de «nación».14 Por lo tanto, nos resulta difícil comprender que, según el pensamiento antiguo sobre estas mate-

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,. La diferencia está muy clara en los primeros párrafos de laEcon6mica de Arist6teles, ya que al desp6tico gobierno de un hombre (mon-archia) de la organizaci6n familiar opone la organizaci6nde la polis, diferente por completo.

,. Puede verse en Atenas el punto decisivo en la legislaci6n deSo16n. Coulanges observa acertadamente que la ley ateniense que

instituy6 el deber filial de mantener a los padres es la pruebade la pérdida del poder paterno (op. cit., pp. 315-16).No obstante,el poder paterno s610 se limitaba si entraba en conflicto con losintereses de la ciudad y nunca en beneficio del individuo de lafamilia. Así, la venta de niños y la exposici6n de criaturas perduróa lo largo de la antigüedad. (Véase R. H. Barrow, Slavery in the

Roman Empire, 1928, p. 8: «Otros derechos de la patria potestas

habían quedado en desuso, pero el de exposici6n no fue prohibidohasta el año 374 después de Cristo•.)

11 Con respecto a esta distinci6n es interesante observar que habíaciudades griegas en las que se obligaba a los ciudadanos a compartirsus cosechas y consumirlas en común, al tiempo que cada uno deellos tenía la propiedad de su terreno de manera absoluta e incontrovertida. Véase Coulanges (op. cit., p. 61), quien califica esta ley

rias, la expresi6n «economía política» habría sido una contradicci6n de términos: cualquier cosa que fuera «económica», en relaci6n a la vida del individuo y a la supervivencia de la especie, era no política, se trataba por definici6n de un asunto familiar.lll

\Hist6ricamente, es muy probable que el nacimie~t~~_la ciudad-estadO y ·la esfera "pÓbI1caocurriera a. expe~s~de la: esfera privada familiar. 10 Sin embargo, la ·antiguasaritidad del -hogar, aunque mucho· menos pronunciada enla Grecia clásica q~~.e!lla vieja Roma, nunca lleg6 a peroderse por completo.¡ Lo que impedía a la polis violar lasvidas privadas de sus ciudadanos y mantener como sagradoslos límites que rodeaban cada propiedad, no era el respetohacia dicha propiedad tal como 10 entendemos nosotros, sino

el hecho de que sin poseer una casa el hombre no podíaparticipar en los asuntos del mundo, debido a que carecíade un sitio que propiamente le pertenecieraP Incluso Pla-

de «singular contradicci60l.; no es contradicci6n, ya que estos dostipos de propiedad no tenían nada en común para el antiguo entendimiento.

,. Véase Leyes, 842

,. Tomado de Coulanges, op. cit., p. 96; la referencia a Plutarcose halla en Quaestiones romanae, 51. Parece extraño que el parcialénfasis de Coulanges sobre las deidades del averno en la religi6ngriega y romana haya pasado por alto que estos dioses no eransimples dioses de los muertos ni su culto un «culto de muerte_,sino que esta temprana religi6n atada a la tierra servía a la viday a la muerte como dos aspectos del mismo proceso. La vida surge

de la tierra y a ella vuelve; nacimiento y muerte s610son dos diferentes etapas de la misma vida biol6gica sobre la que gobiernan losdioses subterráneos.

491. La esfera pública y la privada

t6n, cuyos esquemas políticos preveían la abolici6n de lapropiedad privada y una extensi6n de la esfera pública hastael punto de aniquilar por completo a la primera, todavíahabla con gran respecto de Zeus Herkeios, protector de laslíneas fronterizas, y califica de boroi, divinas, a las fronteras

entre estados, sin ver contradicción alguna.18:gl.~o <i).§tip.Jiyod~Ja ..esfe1.aA9II!és!i~~ era que endicha esfera los homqres vivían juºtos llevados por susnecesidades y exi8~ncias. ~sª f1!erzfl_qll~J~suníll eraIa pr~pia vida-los penates, dioses domésticos, eran, según Plutarea, «los dioses que nos hacen vivir y alimentan nuestro

cuerpo»-,lll '9!!C;,Pllrll~ll:_~!1n~~jJ!l!~l!ton<li~idua!y_s~~.~vivensi.'l.de Ja_.<:~~ie, n~c~sita..!a_E.c?1p.p~íade los..demás.Resultaba evidente que el mantenimiento Jrimvldüál ft,l~ra

tarea del h<?r.n.~!'~;s(.comop!~eia. de la mUJer.1~_ll~EV!:vencia deja es~si~, y am1:>asÍlltlciones.I!a!u.!:sJ~-ª,a lal:mr.del varqne!l pr0l>Orcio.tlllr~me!J.ta~§n y la de la he~braen dar a luz, estaban. s01l!~tig~~.!!l._m.iSmLap'!em~º_.e.J~vida. Así, piiés, la cOlPunidad natural de la fa_milijlnacióde la .E-~c~~i4ªd,·y ésta rigió- tódas las actividades clesenipeñada~ en.~':!..~noJ

L~.~~f~!a de la polis,por_ el contrario, era la de la liber-

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tad, y existía_1J1l-ªreJ-ªci6nentre estas dos esferas, ya queresuItaEa 16&i-coq\l~~Ldominio dela~_n,~~sidadesvitaJ~!en la familia f~er~Jll. cºn<iici6n.para la libertad de la polis:;Bajo ninguna cÍrcunstancia podía ser la política s610 unmedio destinado a proteger a la sociedad, se tratara de ladel fiel, como en la Edad Media, o la de los propietarios,como en Locke, o de una sociedad inexorablemente comprometida en un proceso adquisitivo, como en Hobbes, o deuna de productores, como en Marx, o de empleados, comoen la nuestra, o de trabajadores, como en los países socialistas y comunistas. En todos estos casos, la libertad (enciertos casos la llamada libertad) de la sociedad es lo queexige y justifica la restricci6n de la autoridad política. Lalibertad está localizada en la esfera de lo social, y la fuerza

o violencia pasa a ser monopolio del gobierno.J.<>.que.dieronp0l:_ sentado todos los fil6sofos griegos,

fuera cual fuera su 01'ºsici6n ;. la vida de la polis, es quela libertad se localiza exclusivamente en la esfera Política, que la necesidad es de manera fundamental un fen6menoprepolítico, característico de la organizaci6n doméstica 'pd::vada, .y.~.9.~~a fuerza Y.Ja viºlencia se justifican en esta~~c;r.ll_porqueson los únicos medios para dominar la neces~aº:-,""-por.ejemplo, gobernando a los esclavos-y llegar

a ser libre. Debido a que todos los seres humanos. estlÍiÍs~jetos ala.riecesidad, tienen derecho a ejercer la. violenciasobre ótros; la violencia es el acto prepolítico de liberarse'de la necesidad para la libertad del mundo. Dicha .libe!- .tad es la condici6n esencial de lo _qu~los griegos llamabanfelic~4ad, eudaim.onitlJ-qlle· era un estado objetivo que de

~en~s~~!~_ todo de la riqueza y de1a salud}~C:l'.Y-ebre.~Lc:ª!g. enfermo significa.~a_yerse sometido a la neces~~d#sica, y ser esclavo llevaba consIgo.además el sometimiento

~Iaiolencia del hombre. Este doble «infortunio~ de laesclavitud es por completo independiente del subjetivo bien:estar del esclavo. Por lo tanto, un hombre libre y pobre

•• La discusi6n entre S6crates y Eutero en la Memorabilia (ü. 8)de ]enofonte es muy interesante. El segundo se ve obligado por lanecesidad a trabajar y está convencido de que su cuerpo no podrásoportar esa clase de vida durante mucho tiempo y también que ~su vejez será un menesteroso. A pesar de lo cual cree que. trabajares mejor que pedir. S6cratesle propone que busque a alguien «quesea rico y necesite un ayudante., a lo· que Eutero responde que nopodría soportar la servidumbre (douleia).

1Il La cita está tomada de Hobbes, Leviathan, parte l, cap. 13.• La referencia más conocida y hermosa es la discusi6n de las

diferentes formas de gobierno en Herodoto (üi. 80-83), donde Ota-

prefería la inseguridad del cambiante mercado de trabajoa una tarea asegurada con regularidad, ya que ésta restringía su libertad para hacer 10 que quisiera a diario, seconsideraba ya servidumbre (douleia), e incluso la labor

dura y penosa era preferible a la vida fácil de muchos esclavos domésticos.2oNo obstante, la fuerza prepolítica con la que el cabeza

de familia regía a parientes y esclavos, considerada necesaria porque el hombre es un «animal social» antes que «animal político», nada tiene que ver con el ca6tico «estado denaturaleza» de cuya violencia, según el pensamiento políticodel siglo XVII, s6lo podía escapar el hombre mediante elestablecimiento de un gobierno que, con el monopolio delpoder y de la violencia, aboliera la «guerra de todos contratodos» «manteniéndolos horrorizados».21 Por el contrario,.el concepto de gobernar y ser gobernado, de gobIerno ypoder en el sentido en que lo entendemos, así como. elregulado orden que lo acompaña, se tenía por prepolítlcoy propio de la esfera privada más que de la pública.La polis se diferenciaba_de la f.~~a en que.a9ué~a s~l().

conoda «igUllles.»,mientras que la segunda. era el centrode la más estricta desigualdad. ~rli~res~g11ificaba no estarsometido a la nece-sidaa--cré--lavida ni bajo el mli!ldodc;

alguieº Y. no mandar. s.ºbX~:_~-Ilcli,~,,~ei~C14-ñ.igobernarni ser go_berqado,~~!~pues, dentro de la esfera domés-

5111. La esfera pública y la privadaA CONDICIÓN HUMANA0

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nes, defensor de la igualdad griega (isonomie), declara que «nodesea gobernar ni ser gobernado•. I,Con igual espíritu Aristótelesafirma que la vida de un hombre libre e¡nnejor que la de un d~po-.ta, ~egando como cosa natural la libertad de éste, (Política, 1325a24).Segun Coulanges, todas las palabras griegas y latinas que expresangobierno sobre otros, tales como rex, pater, anax, basileus se refieren originalmente a las relaciones domésticas y eran nombres dadospor los esclavos a sus amos (op. cit., pp. 89 ss.; 228).• La proporción variaba y es ciertamente exagerada en el informe

de ]enofonte sobre Esparta, donde un extranjero no contó más desesenta ciudadanos entre cuatro mil personas reunidas en el mercado(Hellenica, ili. 35).

t~ca la libertad no existía, ya que al cabeza de familiasófc;Se le consider~ba libre en cuanto que tenía la facultadde abandonar eJ.hogar y entrar en la esfera polltica, dgndetodos eran iguales. iNi que decir tiene que esta 19tialdadtiene muy poco en" común con, 'nuestro ~concepto de iguaÍ

dM!: ~~~~i!ic.abavivir r tratar s6l6 en~re pares, lo que presuponía la existencia de «desiguales»"'que,naturalmeI1te;sietI1pre cónsiífllIañlá' mayoría' de Ía poblaci6n de una siuda4-est~d()." pº~Jo.. _~to, la)gualdad, lejos' de estar!~af:Ío~ada con fa"justicia,_como en los tiempos modernos,,era Ja propiá esencia de la libertad: ser libre era serIo de,la _.4esigu~dad presente en la goberilaci6n y moverse enuna esfera en la gue no existían gobernantes ni gobernados.l·y aquí termina la posibilidad de describir en términos

claros la profunda diferencia entre e! moderno y antiguoentendimiento de la polftica. En el Mundo Moderno, lasesferas social y polftica están mucho menos diferenciadas.Que la polftica no es más que una funci6n de la sociedad,que acci6n, discurso y pensamiento son fundamentalmentesuperestructuras relativas al interés social, no es un descubrimiento de Karl Marx, sino que, por e! contrario, esuno de los supuestos que dicho autor acept6 de los economistas polfticos de la Edad Moderna. Esta funcionaliza

ci6n hace imposible captar cualquier seria diferencia entre

lO Véase Myrdal, op. cit.: «La noción de que la sociedad, al igualque el cabeza de familia, se responsabiliza de sus miembros, se hallaprofundamente enraizada en la terminología económica... La palabra

alemana Vol1uwirtscha/tslehre sugiere que existe un tema colectivode actividad econ6mica... con un propósito y valores comunes. Eninglés, ••teoría de la riqueza" o ••teoría del bienestar" expresan ideassimilares. (p. 140). «¿Qué.significauna economía social cuya funciónes. una economía doméstica·social? En primer lugar, implica o sugiere un,a ar1alogíaentre el, individuo que dirige a su familia y. lasociedad. Adam Stnitb.y James Mill elaboraron expUcitamet1~eestaanaiogfa. Tras la· crítica de J. s. Sn¡.i~, y con el mú amplioreconocimi~to de la distinción entre economía poUtica práctica y teóri·ea, laanal~ fue menos puesta de relieve por lo general. (p. 143).El hecho de que la analogía dejara de usarse puede también deberse

a una evolución, en cuyo transcurso la sociedad devoró a la unidad.familiar hasta que se convirtió en su total sustituta.,. R. H. Barrow, The Romans (1953), p. 194.

53I . La esfera pública y la privada

las dos esferas; no se trata de una teoría o ideología, puestoque con e! ascenso de la sociedad, esto es, de! 'conjuntodoméstico' (oikia) o de las actividades econ6micas a laesfera pública, la administraci6n de la casa y todas lasmaterias que anteriormente pertenecían a la esfera privada

familiar se han convertido en interés «colectivo».2j En e!Mundo Moderno, las dos esferas fluyen de manera constante una sobre la otra, como olas de la nunca inactivacorriente del propio proceso de la vida.La desaparici6n de la zanja que los antiguos tenían que

saltar para superar la estrecha esfera doméstica y adentrarseen la política es esencialmente un fen6meno moderno. Talseparaci6n entre lo público y lo privado aún existía dealgún modo en la Edad Media, si bien había perdido gran

parte de su significado y cambiado por completo su emplazamiento. Se ha señalado con exactitud que, tras la caídadel Imperio Romano, la Iglesia cat6lica ofreci6 a los hombres un sustituto a la ciudadanía que anteriormente había sido la prerrogativa del gobierno municipal.2liLa tensi6n medieval entre la oscuridad de la vida cotidiana y e! grandioso

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• Las características que E. Levasseur (Histoire des classes ouvri~·

res et de l'industrie en France avant 1789, 1900) halla en la organizaciónfeudal del trabajo, son válidas para el conjunto de las comunidades feudales: eChacun vivait chez soi et vivait de soi-méme, lenoble sur sa scigncurie, le viIain sur sa culture, le citadin dans saville. (p. 229).

•• El trato justo a los esclavos,recomendado por Platón en las Le·yes (777), tiene poco que ver con la justicia y no se recomienda eporconsideracióna los escIavoS,sino por respeto a nosotros mismos•. Conrespecto a lacocxistencia de las dos leyes, la po1ftica·de justicia y ladom&tica, véase Wallon, op. cit., vol. n, p. 200: «La loi, pendantbien longtemps, done... s 'abstenait de phtétrer dans la famille, oiieIle reconnaissait l'empire d'tme autre loi.. La· jurisdicción antigUa,especialmente la romana, relativa a los asuntos domésticos, tratodado a los esclavos, relaciones familiares, etc., estaba en esenciadestinada a limitar el poder, de otra forma no restringido, del cabezade familia; era inimaginable que pudiera existir una norma de justicia en la por completo «privada. sociedad de los mismos escIa·

esplendor que esperaba a todo 10 sagrado, con el concomitante ascenso de 10 secular a 10religioso, corresponde enmuchos aspectos al ascenso de 10 privado a 10 público enla antigüedad. Claro está que la diferencia es muy acusada,ya que por muy «mundana» que llegara a ser la Iglesia,en esencia siempre era otro interés mundano el que mantenía unida a la comunidad de creyentes. Mientras que cabeidentificar con cierta dificultad 10público y 10 religioso, laesfera secular bajo el feudalismo fue por entero 10 quehabía sido en la antigüedad la esfera privada. Su característica fue la absorción, por la esfera doméstica, de todas lasactividades y, por tanto, la ausencia de una esfera pública.26Propio de este crecimiento de la esfera privada, e inci

dentalmente de la diferencia entre el antiguo jefe de familiay el señor feudal, es que éste podía administrar justicia

en su territorio, mientras que el primero, si bien tenía elderecho de aplicar unas normas más duras o más suaves,no conoció leyes ni justicia al margen de la esfera pública.27El copo de todas las actividades humanas por la esfera

vos, ya que por definición estaban al margen de la.ley y SU!etosa lavoluntad de su dueño. Sólo éste, en cuanto también era CIudadano,estaba sometido a las leyes, que, en beneficio de la ciudad, a vecesincluso reducfan su poder doméstico.• W. J. AshIey, op. cit., p. 415.

5511. La esfera pública y la privada

privada y el modelado de t~das las relaciones de ~os ?ombres bajo el patrón doméstiCOalcanzó a las organIZaCiOnes

profesionales en las prop!as ciudades, a .los gremios, :011-

fréríes y compagnons, e meluso a las primeras ~mpañíasmercantiles, donde «la original ensambladura familtar parecía quedar señalada con la misma palabra 'compañía' (com-

panis) ... [y] con frases tales como "hombres que comenun mismo pan», "hombres que tienen un mismo pan y unmismo vino"».28 El concepto medieval del «bien común»,lejos de señalar la existencia de una esfera política, s610reconoce que los individuos particulares tienen intereses encomún tanto materiales como espirituales, y que sólo pue-. .den conservar su intimidad y atender a su propia negOCiOsi uno de ellos toma sobre sí la tarea de cuidar este interéscomún. 10 que distingue esta actitud esencialmente cristiana

hacia la política de la realidad moderna no es tanto el reconocimiento de un «bien común» como la exclusividad de laesfera privada y la ausencia de esa esfera curiosamentehíbrida donde los intereses privados adquieren significado

público, es decir, lo que llamamos «sociedad». .No es, pues, sorprendente que el pensamiento polítiCO

medieval exclusivamente interesado en la esfera secular,siguiera desconociendo la separación existente entre la cobijada vida doméstica y la despiadada exposici6n de la polis

y, en consecuencia, la virtud del valor como una de las más

elementales actitudes políticas. 10 que continua siendo sor·prendente es que el unico teórico político postcl~s.ico ~u~,en un extraordinario esfuerzo por restaurar la VieJa dignidad de la política, captó dicha separación y comprendi6

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algo del valor necesario para salvar esa distancia fue Ma·quiavelo, quien lo describi6 en el ascenso «del condotierodesde su humilde condici6n al elevado rango», de la esferaprivada a la principesca, es decir, de las circunstancias comunes a todos los hombres a la resplandeciente gloria df"

las grandes acciones.29Dejar la casa, originalmente con el fin de embarcarse en

alguna aventurada y gloriosa empresa y posteriormente 5610para dedicar la propia vida a los asuntos de la ciudad,requería valor, ya que s6lo allí predominaba el interés porla supervivencia personal./Quien entrara en la esferapolí!!~~abía de estar preparadgj,ara arriesgar su vida, y-;lexcesivoafectº_9acia la propia existenc?-aimpedía la libertad, erauna.dara señal de servidumbre.30' Por lo tanto, el

valor se convirti6 .en la virtud. política por excelencia,y• Este «ascenso» de una esfera o rango a otro más elevado es un

tema repetido en Maquiavelo. (Véase en especial El principe, cap. 6,sobre Hier6n de Siracusa, así como cap. 7; y Discursos, l ibro II, cap.13.)

• «En tiempo de So16n,la esclavitud había llegado a ser considerada peor que la muerte» (Robert Sch1aifer,«Greek theories of slaveryfrom Homer to Aristotle», Harvard Studies in Classical Philology,XLVII, 1963). Desde entonces, philopsychill 'amor a la vida' Y eabardía se identificaron con esclavitud~De este.JI19doPlat6n ~creer que había demostrado la natural semouñibre de lOseSélávo!l-POr

elñc:chode que no habían preferido la muerte (República, 386A). un.ecoposterior de esto se halla en la respuesta de Sénecaa las quejasde los esclavos: «¿No está la libertad tan pr6xima a la mano paraque no-haya ningún esclavo?» (Ep. 77.14) o en su vita, si morienditJÍrtus Ilbest, servitus est, ' la vida es esclavitud sin la virtud que sabe

'.c6mo'morir' (77.13). Para entender la antigua actitud hacia la esclavitud, no deja de tener importancia recordar que la mayoría de losesclavos eran enemigos derrotados y que por lo general s6lo un pequefío porcentaje habían nacido esclavos. Mientras que bajo la República romana los esclavosprocedían de territorios al margen de laley romana, los esclavosgriegos solían ser de la misma nacionalidadque sus duefíos; habían demostrado su naturaleza servil al no suici·darse y, puesto que el valor era la virtud política por excelencia,su

«natural» indignidad, su incapacidad para ser ciudadanos. La actitudhacia los esclavoscambió en el Imperio Romano, no sólo debido a la

influencia del estoicismo, sino también a que una gran parte de lapob1aci6nesclava lo era de nacimiento. Pero incluso en Roma, laboses considerado por Virgilio (Eneida, vi) como algo estrechamente relacionado con la muerte no gloriosa.

11 Que el hombre libre se distingue del esclavo por su valor parecehaber sido el tema de un poema del poeta cretente Hibrias: «Misriquezas son la lanza, la espada y cl hermo~o escUdo . . . Quienesno se atreven a llevar lanza, espada y el hermoso escudo que protegeal cUerpo,caen a mis pies empavorecidosy me llaman sefíor y granrey» (tomado de Eduard Meyer, Die SkIaverei im Altertum, 1898,p.22).

• Max Weber, «Agrarverhiiltnisseim Altertum», Gesammelte Auf-sa/le lur Social· und Wirtschaftsgeschichte (1924), p. 147.

571 . La esfera pública y la privada

s6lo esos hombres que lo poseían. eran admiti4-os en unaasociaci6n que era polftíca én--éónterífdoyprop6sfto-,y- déahí que supérara"lasimple uni6n impuésta. a todos - ~CláyosLbárbarosy griegos por igual---:::porlos apremÍos delav.iga.~l La «bu~1!a_vida», como· Arist6te~e.s.calj1ica .~ l~

del ciud.idano;- no era simplemente mej9r, más libre decuidados o más noble que la ordinarill, ~hlQ-_q~lJ!llu~~4.acL

diferente por complet.9. Era «buena» en. el grado en que,habiendo dominado. las ne.~esidl!de~·~e- lá' pura vicfa,- Ifue:rándose de trabajoy-Ia~r,. y vencido el innato apremio detodas las criaturas vivas por su propia supervivencia, ~no estaba ligada al proceso bio16gico vital. J

En la raíz de la· conciencia política griega hallamos una

inigualada claridad yartk~a.<:i6.tl en él trazado de esta

'cllsililC1ón,Nínguna actividad que' s6lo sirviera al prop6sitbde ganarse la vícli:--de-marrteñer' el proceso vital, tenía en- trada en la esfera política, a 'p~s.ar.del. itl::averiesgo deabandonar el come,rcio y la fabricaci6~..$ la labo~iosidad déesclavos y extranjeros, con lo que Atenas se convirti6 enla «pe.tlsio~6po1i;»-a~ u~ «proletariado de consumidores»

vívidam~~e._de~cr1topor ~.~ J"eber.f El verdadero carác:

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') 6. EL AUGE DE LO SOCIAL

La emergencia· de la sociedad---el auge de la administraci6ndoméstica, sus actividades, problemas y planes organizativos-desde el oscuro interior del hogar a la luz de la esferapública, no s610 borr6 la antigua línea fronteriza entre loprivado y lo político, sino que también cambió casi más

ter de la polis se manifiesta por entero en la filosofía política de Platón y Aristóteles, aunque la línea fronterizaentre familia y polis queda a veces borrada, en especial enPlat6n, quien, probablemente siguiendo a S6crates, comenz6

a sacar su ejemplo e ilustraciones de la polis mediante lasexperiencias cotidianas de la vida privada, y también enArist6teles cuando, tras Plat6n, da por sentado de primeraintenci6n que al menos el origen hist6rico de la polis hade estar relacionado con las necesidades de la vida y ques610su contenido o inherente objetivo (telos) hace que éstatranscienda a «buena vida».

Estos aspectos de las enseñanzas de la escuela socrática,que no tardaron en pasar a ser axiomáticos hasta un grado

de trivialidad, eran entonces los más nuevos y revolucionarios y surgían no de la experiencia real en la vida política,sino del deseo de liberarse de su carga, deseo que los fil6sofos s610 podían justificar en su propio entendimientodemostrando que incluso la más libre de todas las formasde vida seguía relacionada y sujeta a la necesidad. Pero elfondo de la verdadera experiencia política, al menos enPlat6n y Arist6teles, permaneci6 tan s6lido que nunca sepuso en duda la distinci6n entre la esfera doméstica y lavida política. Sin dominar las necesidades vitales en la casa,no es posible la vida ni la «buena vida», aunque la políticanunca se realiza por amor a la vida. En cuanto miembrosde la polis, la vida doméstica existe en beneficio de la «granvida» de la polis.

allá de lo reconocible el significado de las dos palabras ysu significación para la vida del individuo y del ciudadano.No coincidimos con los griegos en que la vida pasada enretraimiento con 'uno mismo' (idion), al margen del mun

do, es «necia» por definición, ni con los romanos, paraquienes dicho retraimiento sólo era un refugio temporal desu actividad en la res publica; en la actualidad llamamosprivada a una esfera de intimidad cuyo comienzo puederastrearse en los últimos romanos, apenas en algún períodode la antigüedad griega, y cuya peculiar multiplicidad yvariedad era desconocida en cualquier período anterior a laEdad Moderna.

No se trata simplemente de cambiar el acento. En el

sentimiento antiguo, el rasgo privativo de lo privado, indicado en el propio mundo, era muy importante; literalmentesignificaba el estado de hallarse desprovisto de algo. inclusode las más elevadas y humanas capacidades. Un hombre ques610viviera su vida privada, a quien, al igual que al esclavo,no se le permitiera entrar en la esfera pública. o que, a semejanza del bárbaro, no hubiera elegido establecer tal es·fera, no era plenamente humano. Hemos dejado de pensarprimordialmente en privación cuando usamos la palabra«privado», y esto se debe parcialmente al enorme enriquecimiento de la esfera privada a través del individualismomoderno. Sin embargo, parece incluso más importante señalar que el sentido moderno de lo privado está al menos tanagudamente opuesto a la esfera social--desconocida por losantiguos, que consideraban su contenido como materia privada-como a la política, propiamente hablando. El hecbohistórico decisivo es que lo privado moderno en· su másapropiada función, la de proteger lo íntimo, se deseubri6como lo opuesto no a la esfera política, sino a la social,

con la que sin embargo se halla más próxima y auténticamente relacionado.

El primer explorador claro y en cierto grado incluso te6-

59I . La esfera pública y la privadaA CONDICIÓN HUMANA8

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rico de la intimidad fue Jean-Jacques Rousseau, quien esel único gran autor citado a menudo por su nombre de pila.Lleg6 a su descubrimiento a través de una rebeli6n 110

contra la opresi6n del Estado, sino contra la insoportableperversi6n del coraz6n humano por parte de la sociedad,

su intrusi6n en las zonas más íntimas del hombre que hastaentonces no habían necesitado especial protecci6n. La intimidad del coraz6n, a desemejanza del hogar privado, notiene lugar tangible en el mundo, ni la sociedad contra laque protesta y hace valer sus derechos puede localizarsecon la misma seguridad que el espacio público. Para Rousseau, 10 íntimo y 10 social eran más bien modos subjetivosde la existencia humana y, en su caso, era como si JeanJacques se rebelara contra un hombre llamado Rousseau.

El individuo .moderno y sus interminables conflictos, suhabilidad para encontrarse en la sociedad como en su pro,pia casa o para vivir por completo al margen de los demás,su carácter siempre cambiante y el radical subjetivismode su vida emotiva, nacieron de esta rebeli6n del coraz6n.La autenticidad del descubrimiento de Rousseau está fuerade duda, por dudosa que sea la autenticidad del individuo.que fue Rousseau. El asombroso florecimiento de la poesíay de la música desde la mitad del siglo XVIII hasta casi elúltimo tercio del XIX, .acompañado por el auge de la novela, única forma de arte por completo social, coincidiendocon una no menos sorprendente decadencia de todas lasartes públicas, en especial la arquitectura, constituye suficiente testimonio para expresar lac:s.trecha relación entre.la.social y.1o íntimo ....

.. La .rebelde reacci6n .contra la socic:dad durante la que.Rousseauy los románticas descubrieron la intimidad ibaen primer lugar contra las igualadoras exigencias de losocial, contra 10 que hoy día llamaríamos conformismo in

herente a toda sociedad. Es importante recordar que dicharebeli6n se realiz6 antes de que el principio de igualdad,

• perfectamente ilustrado por una observación de Séneca, quien,al discutir la utilidad de los esclavos altamente instruidos (los que

conocen de memoria a todos los clásicos) con un dueño presuntamente ignorante, comenta: «Lo que la familia sabe, sabe el amo~ (Ep.

27.6, tomado de Barrow, Slavery in the Roman Empire, p. 61).

al que hemos culpado de conformismo desde Tocqueville,hubiera tenido tiempo de hacerse sentir en la esfera socialo política. A este respecto no es de gran importancia queuna naci6n esté formada por iguales o desiguales, ya que lasociedad siempre exige que sus miembros actúen como

si 10 fueran de una enorme familia con una sola opini6ne interés. Antes de la moderna desintegraci6n de la familia,este interés y opini6n comunes estaban representados porel cabeza de familia, que gobernaba de acuerdo con dichointerés e impedía la posible desuni6n entre sus miembros.MLa asombrosa coincidencia del auge de la sociedad con ladecadencia de la familia indica claramente que 10 que verdaderamente ocurri6 fue la absorci6n de la unidad familiaren los correspondientes grupos sociales. La igualdad de los

miembros de estos grupos, lejos de ser una igualdad entrepares, a nada se parece tanto como a la igualdad de losfamiliares antes del desp6tico poder del cabeza de familia,excepto que en la sociedad, donde la fuerza natural delinterés común y de la unánime opinión está tremendamentevigorizada por el puro número, el gobierno verdadero ejercido por un hombre, que representa el interés común yla recta opini6n, podía llegar a ser innecesario. El fen6menode conformismo es característico de la última etapa de estedesarrollo moderno.

Es .cierto que el gobierno monárquico de un solo hombre, que los antiguos consideraban como el esquema organizativo de la familia, se transforma en la sociedad-talcomo 10 conocemos hoy día, cuando la cima del ordensocial ya no está formada por un absoluto gobernante dela familia real---en una especie de gobierno de nadie. Pero

61II . La esfera pública y la privadaA CONDICIÓN HUMANA0

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lO Aien aris teuein leai hypeirochon emmenai allón ('ser siempre elmejor y sobresalir de los demás') es la preocupaci6n fundamental de

los héroes homéricos (Iliada, vi. 208), y Homero fue «el preceptor dela Héladu.

II . La esfera pública y la privada

derno es sólo el reconocimiento legal y poHtico del hechode que esa sociedad ha conquistado la esfera pública, yque distinción y diferencia han pasado a ser asuntos privados del individuo.

Esta igualdad moderna, basada en el conformismo inhe

rente a la sociedad y únicamente posible porque la conductaha reemplazado a la acción como la principal f011Daderelación humana, es en todo aspecto diferente a la igualdadde la antigüedad y, en especial, a la de las ciudades-estadogriegas. Pertenecer a los pocos 'iguales' (homoioi) significaba la autorización de vivir entre pares; pero la esferapública, la polis, estaba calada de un espíritu agonal, dondetodo individuo tenía que distinguirse constantemente delos demás, demostrar con acciones únicas o logros que

era el mejor (aien aristeuein).s. Dicho con otras palabras,la esfera pública estaba reservada a la individualidad; setrataba del único lugar donde los hombres podían mostrarreal e invariablemente quiénes eran. En consideración aesta oportunidad, y al margen del afecto a un cuerpopoHtico que se la posibilitaba, cada individuo deseaba máso menos compartir la carga de la jurisdicción, defensa yadministración de los asuntos públicos.

Este mismo conformismo, el supuesto de que los hombres se comportan y no actúan con respecto a los demás,

yace en la raíz de la moderna ciencia económica, cuyonacimiento coincidió con el auge de la sociedad y que, juntocon su principal instrumento técnico, la estadística, se convirtió en la ciencia social por excelencia. La economía-hasta la Edad Moderna una parte no demasiado importante dela ética y de la política, y basada en el supuesto de que loshombres actúan con respecto a sus actividades económicas

LA CONDICIÓN HUMANA2

este nadie-el supuesto interés común de la sociedad comoun todo en economía, así como la supuesta opinión únicade la sociedad refinada en el salón-no deja de gobernar por el hecho de haber perdido su personalidad. Comosabemos por la más social forma de gobierno, esto es, por ,

la burocracia (última etapa de gobierno en la nación-esta~o, cuya primera fue el benevolente despotismo y absolutIsmo de un solo hombre), el gobierno de nadie no esnecesariamente no-gobierno; bajo ciertas circunstancias, incluso puede resultar una de sus versiones más crueles ytiránicas.

Es ~e~~sivoque la .sociedad, en todos sus niveles, excluyala posIbilIdad de aCCIón,como anteriormente lo fue de laesfera familiar. En su lugar, la sociedad espera de cada

uno de sus miembros una cierta clase de conducta mediante la imposición de innumerables y variadas no~mastodas las cuales tienden a «normalizar» a sus miembros'

a hacerl?s actuar, a excluir la acción espontánea o el logr~sobresaliente. En Rousseau encontramos estas exigencias en!os s~lones de. la .a~ta sociedad, cuyas convenciones siempreIdentifican al IndiVIduo con su posición en el marco social.10 que interesa es esta ecuación con el estado social, ycar~ce de im~ortancia si se trata de verdadero rango en laSOCIedadmedIo feudal del siglo XVIII, título en la sociedadclasista del XIX, o mera función en la sociedad de masasde la actualidad. Por el contrario, el auge de este últimotipo de sociedad sólo indica que los diversos grupos sociales h~n sufrido. la misma absorción en una sociedad que lapadecrda anterIOrmente por las unidades familiares' conel ascenso de la sociedad de masas, la esfera de lo ~ocialtras varios siglos de desarrollo, ha alcanzado finalmente eipunto desde el que abarca y controla a todos los miembrosde una sociedad determinada, igualmente y con idéntica

fuerza. Sin embargo, la sociedad se iguala bajo todas las circunstancias, y la victoria de la igualdad en el Mundo Me-

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como lo hacen en cualquier otro aspecto-- 3/1 sólo pudo adquirir carácter científico cuando los hombres se convirtieronen seres sociales y unánimemente siguieron ciertos modelosde conducta, de tal modo que quienes no observaban lasnormas podían ser considerados como asociales o anormales.

Las leyes de la estadística sólo son válidas cuando setrata de grandes números o de largos períodos, y los actoso acontecimientos sólo pueden aparecer estadísticamentecomo desviaciones o fluctuaciones. La justificaci6n de laestadística radica en que proezas y acontecimientos sonraros en la vida cotidiana y en la historia. No obstante, elpleno significado de las relaciones diarias no se revela enla vida cotidiana, sino en hechos no corrientes, de la mismamanera que el significado de un período histórico sólo se

muestra en los escasos acontecimentos que lo iluminan. Laaplicaci6n de la ley de grandes números y largos períodos

• «La concepción de la economía política como ciencia data únicamente de Adam Smith» y fue desconocidano sólo en la antigüedady Edad Media, sino también en la doctrina canónica, la primera «doc·trÍ!l.acompleta y económica» que «difería de la economía modernapor ser un "arte" en vez de una "ciencia"» (W. J. Ash1ey,op. cit.,pp. 379 ss). La economíaclásicada por sentado que el hombre, hastadonde es un ser activo, actúa exclusivamentepor interés propio y sólose deja arrastrar por un deseo, el de adquirir. La introducción de

Adam Smith de una «mano invisible para fomentar un fin que no formaba parte de la intención [de nadie]», demuestra que incluso estemínimode acción, con su uniforme motivación,contiene todavía demasiadas iniciativas que no se pueden predecir para el establecimiento deuna ciencia.Marx desarrolló la economíaclásica al sustituir los intereses individuales y personales por los de grupo o clasey al reducir éstosen dos clases importantes, capitalistas y trabajadores, con lo que sequedó con un conflicto,mientras que los economistas clásicos habíanvisto multitud de conflictoscontradictorios. La razón de que el sistema económicomarxista sea mucho más consistente y coherente y enconsecuencia mucho más «científico» en apariencia que los de suspredecesores, radica principalmente en la elaboración del «hombre

socializado»,que incluso es menos aetÍvo que el «hombre económico»de la economía liberal.

a la política o a la historia significa nada menos que lavoluntariosa destrucción de su propia materia, y resultaempresa desesperada buscar significado en la política o enla historia cuando todo lo que no es comportamiento cotidiano o tendencias automáticas se ha excluido como falto de

importancia.Sin embargo, puesto que las leyes de la estadística son

perfectamente válidas cuando tratamos con grandes números,resulta evidente que todo incremento en la poblaci6nsignifica una inerementada validez y una marcada disminuci6n de error~ Políticamente, quiere decir que cuanto mayorsea la poblaci6n en un determinado cuerpo político, mayor posibilidad tendrá lo social sobre lo político de constituir la esfera pública. Los griegos, cuya ciudad-estado era

el cuerpo político más individualista y menos acorde delos conocidos por nosotros, sabían muy bien que la poli!,

con su énfasis en la acci6n y en el discurso, s610 podíasobrevivir si el número de ciudadanos permanecía restringido. Un gran número de personas, apiñadas, desarrolla unainclinaci6n casi irresistible hacia el despotismo, sea el deuna persona o de una mayoría; y, si bien la estadística, esdecir, el tratamiento matemático de la realidad, era desconocida antes de la Edad Moderna, los fen6menos modernosque hiceron posible tal tratamiento--grandes números, explicaci6n del conformismo y automatismo en los asuntoshumanos-fueron precisamente esos rasgos que, a juiciode los griegos, diferenciaban la civilizaci6n persa de la suyapropia.

La infortunada verdad sobre el behaviorismo y la validezde sus «leyes» es que cuanto más gente hay, más probablemente actúan y menos probablemente toleran la no-actuaci6n. De manera estadística, esto queda demostrado enla igualaci6n de la fluctuaci6n. En realidad, las hazañas cada

vez tendrán menos oportunidad de remontar la marea delcomportamiento, y los acontecimientos perderán cada vez

65I . La esfera pública y la privadaA CONDICIÓN HUMANA4

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• Que el utilitarismo liberal, y no el socialismo,se ve «obligado auna insostenible «ficcióncomunista~ sobre la unidad de la sociedad.Y que «la ficción comunista [está] implícita en muchos textos deeconomía., constituye una de las principales tesis del brillante trabajo de Myrdal (op. cit., pp. 54 y 150). Demuestra de manera concluyente que la economía sólo puede ser una ciencia si se da por sentado que un interés llena a la sociedad como un todo. Tras la «arm()onía de intereses. se erige siempre la «ficcióncomunista. de un interés, que podría llamarse bienestar. Los economistasliberales, en consecuencia, siempre se dejaron llevar por un ideal «comunista., esdecir, por el «interés de la sociedad como un todo. (pp. 194-5). Elproblema del argumento radica en que esto «equivale a la afirmación

de que la sociedad ha de concebirse como un solo súbdito, que esprecisamente lo que no puede concebirse. Si lo· hiciéramos, estaríamos intentando abstraer el hecho esencial de que la actividad sociales el resultado de varios individuos~ (p. 154).

más su significado, es decir, su capacidad para iluminarel tiempo histórico. La uniformidad estadística no es enmodo alguno un ideal científico inofensivo, sino el ya nosecreto ideal político de una sociedad que, sumergida porentero en la rutina del vivir cotidiano, se halla en paz con

la perspectiva científica inherente a su propia existencia.La conducta uniforme que se presta a la determinación

estadística y, por lo tanto, a la predicci6n científicamentecorrecta, apenas puede explicarse por la hipótesis liberalde una natural «armonía de intereses», fundamento de laeconomía «clásica»; no fue Karl Marx, sino los propios economistas liberales quienes tuvieron que introducir la «ficción comunista», es decir, dar por sentado que existe uninterés común de la sociedad como un todo, que con «mano

invisible» guía la conducta de los hombres y armoniza susintereses conflictivOS.86 La diferencia entre Marx y sus precursores radicaba solamente en que él tomó la realidad delconflicto, tal como se presentaba en la sociedad de su tiempo, tan seriamente como la ficción hipotética de la armonía;estaba en lo cierto al concluir que la «socialización delhombre~ produciría automáticamente una armonía de todos

IrPara una brillante exposiciónde este aspecto, por lo general olvidado, de la pertinencia de Marx a la sociedadmoderna, véase Siegfried

Landshut, «Die Gegenwart im Lichte der Marxschen Lehre., Ham

burger Jahrbuch für Wirtschafts- und GesellschaftspolitiJc, 1 (1956).

67I . La esfera pública y la privada

los intereses, y fue más valeroso que sus maestros liberalescuando propuso establecer en realidad la «ficción comunista» como fundamento de todas las teorías econ6micas. Loque Marx no comprendi6--no podía comprenderlo en sutiempo--fue que el germen de la sociedad comunista es

taba presente en la realidad de una familia nacional, y quesu pleno desarrollo no estaba obstaculizado por ningún interés de clase como tal, sino s6lo por la ya caduca estructura monárquica de la nación-estado. Indudablemente, loque impedía un suave funcionamiento de la sociedad eranciertos residuos tradicionales que se inmiscuían y seguían influyendo en la conducta de las clases «retrógradas». Desdeel punto de vista de la sociedad, no se trataba más que defactores perturbadores en el camino hacia un pleno desa

rrollo de las «fuerzas sociales»; ya no correspondían ala realidad y eran por lo tanto, en cierto sentido, mucho más «ficticios» que la científica «ficción» de un interéscomún.

Una victoria completa de la sociedad siempre produciráalguna especie de «ficci6n comunista», cuya sobresalientecaracterística política es la de estar gobernada por una«mano invisible», es decir, por nadie. Lo que tradicionalmente llamamos estado y gobierno da paso aquí a la pura

administraci6n, situación que Marx predijo acertadamentecomo el «debilitamiento del Estado», si bien se equivocóen suponer que s6lo una revoluci6n podría realizarlo, ymás todavía al creer que esta completa victoria de lasociedad significaría el surgimiento final del «reino de la líbertad».37Para calibrar el alcance del triunfo de la sociedad en la

Edad Moderna. su temprana sustitución de la acción por

LA CONDICIÓN HUMANA6

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la conducta y ésta por la burocracia, el gobierno personalpor el de nadie, conviene recordar que su inicial cienciade la economía, que s610 sustituye a los modelos de conducta en este más bien limitado campo de la actividadhumana, fue finalmente seguida por la muy amplia pretensi6n de las ciencias sociales que, como «ciencias del com

portamiento», apuntan a reducir al hombre, en todas susactividades, al nivel de un animal de conducta condicionada. Si la economía es la ciencia de la sociedad en susprimeras etapas, cuando s610 podía imponer sus normasde conducta a sectores de la poblaci6n y a parte de su actividad, el auge de las «ciencias del comportamiento» señalacon claridad la etapa final de este desarrollo, cuando lasociedad de masas ha devorado todos los estratos de lanaci6n y la «conducta social» se ha convertido en modelo

de todas las fases de la vida.Desde el auge de la sociedad, desde la admisi6n de lafamilia y de las actividades propias de la organizaci6n doméstica a la esfera pública, una de las notables características de la nueva esfera ha sido una irresistible tendenciaa crecer, a devorar las más antiguas esferas de 10 politico yprivado, así como de la más recientemente establecida dela intimidad. Este constante crecimiento, cuya no menosconstante aceleraci6n podemos observar desde hace tres si

glos al menos, adquiere su fuerza debido a que, a travésde la sociedad, de una forma u otra ha sido canalizado haciala esfera pública el propio proceso de la vida. En la esferaprivada de la familia era donde se cuidaban y garantizabanlas necesidades de la vida, la supervivencia individual y lacontinuidad de la especie. Una de las características .de loprivado, antes del descubrimiento de 10 íntimo, era queel hombre existía en esta esfera no como verdadero ser humano, sino únicamente como espécimen del animal de la es

pecie humana. Esta era precisamente la raz6n básica deltremendo desprecio sentido en la antigüedad por lo privado.

El auge de la sociedad ha hecho cambiar la opini6n sobredicha esfera, pero apenas ha transformado su naturaleza. Elcaráctet monolitico de todo tipo de sociedad, su conformismo que s610 tiene en cuenta un interés y una opini6n,básicamente está enraizado en la unicidad de la especiehumana. Debido a que dicha unicidad no es fantasía ni

siquiera simple hipótesis científica, como la «ficci6n comunista» de la economía clásica, la sociedad de masas, en laque el hombre como animal social rige de manera supremay donde en apariencia puede garantizarse a escala mundialla supervivencia de la especie, es capaz al mismo tiempode llevar a la humanidad a su extinci6n.

Tal vez la indicaci6n más clara de que la sociedad constituye la organización pública del propio proceso de la vida,pueda hallarse en el hecho de que en un tiempo relati

vamente corto la nueva esfera social transform6 todas lascomunidades modernas en sociedades de trabajadores y empleados; en otras palabras, quedaron en seguida centradasen una actividad necesaria para mantener la vida. (Paraobtener una sociedad de trabajadores, está claro que no esnecesario que cada uno de los miembros sea trabajador-nisiquiera la emancipaci6n de la clase trabajadora y el enormepoder potencial que le concede el gobierno de la mayoríason decisivos-, sino que todos sus miembros consideren

lo que hacen fundamentalmente como medio de mantenersu propia vida y la de su familia.) La sociedad es la formaen que la mutua dependencia en beneficio de la vida y nadamás adquiere público significado, donde las actividades relacionadas con la pura supervivencia se permiten apareceren público.

En modo alguno es indiferente que se realice una acti·vidad en público o en privado. Sin duda el carácter de laesfera pública debe cambiar de acuerdo con las actividadesadmitidas en él, pero en gran medida la propia actividadcambia también su propia naturaleza. La actividad laboral,

68 LA CONDICIÓN HUMANA II . La esfera pública y la privada

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bajo todas las circunstancias relacionadas con el procesode la vida en su sentido más elemental y biol6gico, permaneci6 estacionaria durante miles de años, encerrada enla eterna repetici6n del proceso vital al que estaba atada.La admisi6n del trabajo en la esfera pública, lejos de eli

n;tinar su carácter de proceso--lo que cabría haber esperadoSI se recuerda que los cuerpos políticos siempre se han planeado para la permanencia y que sus leyes siempre se hanentendido como limitaciones impuestas al movimiento-ha liberado, por el contrario, dicho proceso de su circul~y mon6tona repetici6n, transformándolo rápidamente en unprogresivo desarrollo cuyos resultados han modificado porcompleto y en pocos siglos todo el mundo habitado.En el momento en que el trabajo qued6 liberado de las

restricciones impuestas por su destierro en la esfera privada-y esta emancipaci6n no fue consecuencia de la emancipaci6n de la clase trabajadora, sino que le precedi6-- fuecomo si el elemento de crecimiento inherente a toda 'vidaorgánica hubiera superado y sobrecrecido los procesos dedecadencia, con los que la vida orgánica es contenida y equilibrada en la familia de la naturaleza. La esfera social, dondeel. proceso de la vida ha establecido su propio dominio público, ha desatado un crecimiento no natural, por decirlode alguna manera; y contra este constante crecimiento dela esfera social, no contra la sociedad, lo privado y lo íntimo, por un lado, y lo político (en el más reducido sentidode la palabra), por el otro, se han mostrado incapaces dedefenderse.

Lo calificado de crecimiento no natural de lo natural suele considerarse como el incremento constantemente acelerado en la productividad del trabajo. El mayor factor singular de este constante incremento desde su comienzo hasido la organizaci6n laboral, visible en la llamada divisi6n

del trabajo, que precedió a la Revoluci6n Industrial; inclusola mecanizaci6n de los procesos laborales, segundo factor

importantísimo en la productividad del trabajo, está basadaen dicha organizaci6n. Puesto que como propio principioorganizativo deriva claramente de la esfera pública más quede la privada, la divisi6n del trabajo es precisamente loque le sobreviene a la actividad laboral sometida a las con

diciones de la esfera pública, lo que nunca le ha aéaecidoen la esfera privada familiar.ss En ningún otro campo dela vida hemos alcanzado tal excelencia como en la revolucionaria transformaci6n del trabajo, hasta el punto de queel significado verbal de la propia palabra (que siemprehabía estado relacionado con penas y fatigas casi insoportables, con esfuerzo y dolor y, en consecuencia, con unadeformaci6n del cuerpo humano, de tal modo que s610po-

711 . La esfera pública y la privada

• Aquí Y más adelante aplico la expresi6n «divisi6n del trabajo.s6lo a las modernas condiciones de trabajo en las que una actividades dividida y atomizada en innumerables y minúsculasmanipulaciones,y no a la «divisi6n del trabajo. dado en la especializaci6nprofesional. ~sta únicamente se puede clasificarasí bajo el supuesto de quela sociedad debe concebirse como un solo individuo, la satisfacci6nde cuyas necesidades las subdivide entonces cuna mano invisible.entre sus miembros. Los mismo cabe afirmar, mutatis mutandis, dela antigua noci6n de la divisi6n del trabajo entre los sexos, considerada por algunos escritores como la más original. Supone que suúnico individuo es la especie humana, que ha dividido sus laboru

entre hombres y mujeres. Donde se empleó el mismo argumento enla antigüedad (véase, por ejemplo, Jenofonte, Oeconomicus, vii. 22),el énfasis y el significadoson por completo distintos. La principaldivisi6n es entre una vida transcurrida puertas adentro, en la familia,y la que se vive afuera, en el mundo. Sólo ésta es plenamente dignadel hombre, y la nociQn de igualdad entre hombre y mujer, que esun supuesto necesario para la divisi6n del trabajo, esti ausente porentero (d. n. 81). Parece que la antigüedad s6lo conoció la especialización profesional,·que supuestamente estaba predeterminada por cualidades y dotes naturales. Así, el trabajo en las minas de oro, queocupaba a varios miles de trabajadores, se distribuía de acuerdo con

la fuerza y habilidad. Véase J.-P. Vernant, cTravail et nature daosla Grke ancienne», Journal de Psychologie Normale et Pathologique,

LIl, N.O 1 (enero-marzo 1955).

LA CONDICIÓN HUMANA0

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dfan ser su origen la extrema miseria y pobreza) ha comenzado a perderse para nosotros.3D Mientras la necesidad hadadel trabajo algo indispensable para mantener la vida, laexcelencia era 10último que cabía esperar de él.La propia excelencia, arete para los griegos y virtus para

los romanos, se ha asignado desde siempre a la esfera públi.ca, donde cabe sobresalir, distinguirse de los demás. Todaactividad desempeñada en público puede alcanzar una excelencia nunca igualada en privado, porque ésta, por definici6n, requiere la presencia de otros, y dicha presencia exigela formalidad del público, constituido por los pares de uno,y nunca la casual, familiar presencia de los iguales o inferiores a uno.40 Ni siquiera la esfera social-aunque hizoan6nima a la excelencia, acentuó el progreso de la huma

nidad en vez del logro de los hombres, y cambi6 hastahacerlo irreconocible el contenido de la esfera pública-haconseguido por completo aniquilar la relaci6n entre aetua-

• Todas las palabras europeas que indican «labor~, la latina y lainglesa labor, la griega ponos, la francesa travail, la alemana Arbeit,

significan dolor y esfuerzo y también se usan para los dolores delparto. Labor tiene la misma raíz etimológica que labare ('tropezarbajo una carga'); panas y Arbeit, la misma que «pobreza~ (penill engriego y Armut en alemán). Incluso Heslodo, considerado entre los

pocos defensores del trabajo en la antigüedad, pone el 'trabajo doloroso', ponon alginoenta, como el primero de los males que importunan al hombre (Teogonía, 226). Con respecto al uso griego, v6aseG. Herzog-Hauser, Panas, en Pauly-Wissowa.Arbeil y arm derivandel germánico IIrbma-, solitario y olvidado, abandonado. Véase KIugey GOtze,Etymologisches Worterbuch (1951). En alemán medieval, lapalabra se emplea para traducir labor, tribulatio, persecutio, adversi

tllS, malum (véase la tesis de KIara Vontobel, «Das Arbeitsethos desdeutschen Protestantismus~, Berna 1946).•••El muy citado párrafo de Homero en el que dice que Zeus se

lleva la mitad de la excelencia(aretIJ) de un hombre el día que sé con

vierte en esclavo (Odisea,XVÜ.

320 ss.), está puesto en boca del eaclavo Eumeo, y se trata de una afirmaciónobjetiva, no de una crfticao juiciomoral. El esclavoperdía la excelenciaporque no era admitidoen la esfera pública, donde puede mostrarse la excelencia.

7. LA ESFERA PÚBLICA: LO COMÚN

La palabra «público» significa dos fen6menos estrechamente relacionados, si bien no idénticos por completo.En primer lugar significa que todo lo que aparece en

público puede verIo y oírlo todo el mundo y tiene la más

amplia publicidad posible. Para nosotros, la apariencia-algoque ven y oyen otros al igual que nosotros--constituye larealidad. Comparada con la realidad que proviene de 10

731· La esfera pública y la privada

ci6n pública y excelencia. Mientras que hemos llegado a serexcelentes en la labor que desempeñamos en público, nuestra capacidad para la acci6n y el discurso ha perdido granparte de su anterior calidad, ya que el auge de la esferasocial los desterr6 a la esfera de lo íntimo y privado. Esta

curiosa discrepancia no ha escapado a la atenci6n pública,que a menudo la carga sobre un presunto tiempo de retrasoentre nuestras capacidades técnicas y nuestro general desarrollo humanístico, o entre las ciencias físicas, que modifican y controlan a la naturaleza, y las ciencias sociales,que no saben cómo cambiar y controlar a la sociedad. Dejando aparte otras falacias de la argumentaci6n, ya frecuentemente señaladas y que no es necesario repetir, esa críticase refiere s610 a un posible cambio de la psicología de los

seres humanos~sus llamados modelos de conducta-y noa un cambio del mundo en que se mueven. Y esta interpretaci6n psicol6gica, para la que la ausencia o presencia deuna esfera pública es tan inapropiada como cualquier tangible y mundana realidad, parece más bien dudosa debidoa que ninguna actividad puede pasar a ser excelente si elmundo no le proporciona un espacio adecuado para su ejercicio. Ni la educaci6n, ni la ingeniosidad, ni el talento pueden reemplazar a los elementos constitutivos de la esfera

pública, que la hacen lugar propicio para la excelenciahumana.

LA CONDICIÓN HUMANA2

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75II . La esfera pública y la privada

•• Tengo presente un poema poco conocido de RiIke sobre el dolor escrito en su lecho de muerte. Los primeros versos del intituladopo;ma son éstos: «Komm du, du letzter, den ich anerkenne, / hellloser Schmerzim leiblichenGeweb~, y concluyeasí: «Bin ich es noch,der da unkenntlich brennt? / Erinnerungen reíss ich nicht herein./ O Leben, Leben: Draussensein. / Dnd ich in Lohe. Niemand, dermich kennt•.•• Sobre la subjetividad del dolor y su pertinencia en todas las

variaciones de hedonismo y sensualismo, véase apartados 15 y 43.Para los vivos, la muerte es fundamentalmente des-aparición.Pero, adiferencia del dolor, hay un aspecto de la muerte en que es comosi ésta aparecieraentre los vivos, aspecto que se da en la vejez.Goetheseñaló que hacerse viejo es 'retroceder gradualmente de la apariencia'(stufenweises Zurüektreten aus der Erscheinung); la verdad de estaobservación, así como la aparición real de este proceso de desaparición se hace tangible en los autorretratos de los grandes maestrosen ;dad avanzada-Rembrandt, Leonardo, etc.-en los que la intensidad de los ojos parece iluminar y presidir el retroceso de la carne.

realidad a tal extremo que la podemos olvidar más rápiday fácilmente que cualquier otra cosa.Parece que no exista puente entre la subjetividad más

radical, en la que ya no soy «reconocible», y el mundo

exterior de la vida.42 Dicho con otras palabras, el dolor,verdadera experiencia fronteriza entre la vida como "serentre los hombres' (inter homines esse) y la muerte, es tansubjetivo y alejado del mundo de las cosas y de los hombres

d· ., b 1 43que no pue e asumIr una aparIenCIaen a so uto.Puesto que nuestra sensaci6n de la realidad depende por

entero de la apariencia y, por lo tanto, de la existencia deuna esfera pública en la que las cosas surjan de la oscuray cobijada existencia, incluso el crepúsculo que ilumina nues

tras vidas privadas e íntimas deriva de la luz mucho másdura de la esfera pública. Sin embargo, hay muchas cosasque no pueden soportar la implacable, brillante luz de laconstante presencia de otros en la escena pública; allí, únicamente se tolera lo que es considerado apropiado, dignode verse u oírse, de manera que lo inapropiado se con-

LA CONDICIÓN HUMANA

41 ~sta es también la razón por la que resulta imposible «diseñar .el carácter de algún esclavo que vivió ... Hasta que surgían a la libertad y notoriedad, era tipos indefinidos más que personas~ (Barrow,Slavery in the Roman Empire, p. 156).

visto y oído, incluso las mayores fuerzas de la vida íntima-las pasiones del coraron, los pensamientos de la mente, lasdelicias de los sentidos-llevan una incierta y oscura existencia hasta que se transforman, desindividualizadas, como

si dijéramos, en una forma adecuada para la aparici6n pública.4! La más corriente de dichas transformaciones sucedeen la narraci6n de historias y por 10 general en la transposici6n artística de las experiencias individuales. Sin embargo, no necesitamos la forma artística para testimoniaresta transfiguraci6n. Siempre que hablamos de cosas que.pueden experimentarse s610 en privado o en la intimidad, .las mostramos en una esfera donde adquieren una especie derealidad que, fuera cual fuese su intensidad, no podían'

haber tenido antes. La presencia de otros que ven 10 quevemos y oyen 10 que oímos nos asegura de la realidaddel mundo y de nosotros mismos, y puesto que la intimidadde una vida privada plenamente desarrollada, tal como nose había conocido antes del auge de la Edad Moderna yla concomitante decadencia de la esfera pública, siempreintensifica y enriquece grandemente toda la escala de emociones subjetivas y sentimientos privados, esta intensificaci6n se produce a expensas de la seguridad en la realidad

del mundo y de los hombres.En efecto, la sensaci6n más intensa que conocemos, intensa hasta el punto de borrar todas las otras experiencias,es decir, la experiencia del dolor físico agudo, es al mismotiempo la más privada y la menos comunicable de todas.Quizá no es s610 la única experiencia que somos incapacesde transformar en un aspecto adecuado para la presentaci6npública, sino que además nos quita nuestra sensaci6n de la

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7711 . La esfera pública y la privada

pio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él. Estemundo, sin embargo, no es idéntico a la Tierra o a la naturaleza, como el limitado espacio para el movimiento de loshombres y la condición general de la vida orgánica. Más

bien está relacionado con los objetos fabricados por lasmanos del hombre, así como con los asuntos de quieneshabitan juntos en el mundo hecho por el hombre. Vivir juntos en el mundo significa en esencia que un mundo decosas está entre quienes 10 tienen en común, al igual quela mesa está localizada entre los que se sientan alrededor; elmundo, como todo 10 que está en medio, une y separaa los hombres al mismo tiempo.

La esfera pública, al igual que el mundo en común, nosjunta y no obstante impide que caigamos uno sobre otro,por decirlo así. Lo que hace tan difícil de soportar a lasociedad de masas no es el número de personas, o al menosno de manera fundamental, sino el hecho de que entreellas el mundo ha perdido su poder para agruparlas, relacionarlas y separarlas. Esta extraña situación semeja a unasesión de espiritismo donde cierto número de personassentado alrededor de una mesa pudiera ver de repente, pormedio de algún truco mágico, cómo ésta desaparece, demodo que dos personas situadas una frente a la otra ya

no estuvieran separadas, aunque no relacionadas entre sí poralgo tangible.

Históricamente, sólo conocemos un principio ideado paramantener unida a una comunidad que haya perdido su interés en el mundo común y cuyos miembros ya no .se sientan relacionados y separados por ella. Encontrar un nexoentre las personas 10 bastante fuerte para reemplazar almundo, fue la principal tarea política de la primera filosofíacristiana, y fue San Agustín quien propuso basar en la

caridad no sólo la «hermandad» cristiana, sino todas lasrelaciones humanas. Pero esta caridad, aunque su munda-

LA CONDICIÓN HUMANA6

vierte automáticamente en asunto privado. Sin duda esto·

~o sign~ca que los intereses privados sean por 10 ~erl1 \mapropIados; por el contrario, veremos que existen numerosas materias apropiadas que sólo pueden sobrevivir en lA

esfera de lo privado. El amor, por ejemplo, a diferencia de

la amistad, muere o, mejor dicho, se extingue en cuanto esmostrado en público. (<<Nuncabusques contar tu amor Iamor que nunca se puede contar».) Debido a su inherente .mundanidad, el amor únicamente se hace falso y perverti.do cuando se emplea para finalidades políticas, tales comoel cambio o salvación del mundo.

Lo que la esfera pública considera inapropiado puedetener un encanto tan extraordinario y contagioso que cabeque 10 adopte todo un pueblo, sin perder por tal motivo

su carácter esencialmente privado. El moderno encanto por 'las «pequeñas cosas», si bien lo predic6 la poesía en casitodos los idiomas europeos al comienzo del siglo xx, haencontrado su presentación clásica en el petit bonheur delos franceses. Desde la decadencia de su, en otro tiempogrande y gloriosa, esfera pública, los franceses se han hechomaestros en el arte de ser felices entre «cosas pequeñas»,~entro de sus cuatro paredes, entre arca y cama, mesa ySIlla, perro, gato y maceta de flores, extendiendo a estascosas un cuidado y ternura que, en un mundo donde la

rápida industrialización elimina constantemente las cosasde ayer para producir los objetos de hoy, puede inclusoparecer el último y puramente humano rincón del mundo.Esta ampliación de lo privado, el encanto, como si dijéramos,de todo un pueblo, no constituye una esfera pública, sinoque, por el contrario, significa que dicha esfera casi haretrocedido por completo, de manera que la grandeza ha dado paso por todas partes al encanto; si bien la esfera públicapuede ser grande, no puede ser encantadora precisamente

porque es incapaz de albergar 10 inapropiado.En segundo lugar, el término «público» significa el pro-

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" Contra Faustum Man;chaeum, v. 5.•• Esta presuposición todavía se da incluso en la filosofía política

de Santo Tomás (véase op. cit ., ii. 2.181.4).•• La expresión corpus rei publicae es corriente en el latín precli

sico, pero tiene la connotación de población que habita una res pu-

blica, una esfera política determinada. La palabra griega correspondiente, sóma, nunca se empleó en el griego preclásico en sentidopolítico. La metMora se da por primera vez en San Pablo 1 Cor., xii.12-27)Yes corriente en todos los escritos cristianos del primer período (véase, por ejemplo, Tertuliano, Apologeticus, 39, o San Ambrosio,De officiis ministrorum, iii. 3.17). Pasó a ser de la mayor importanciapara la teoría política medieval, que de manera unúúme asumió quetodos los hombres eran quasi unum corpus (Santo Tomás, op. cit.,

Ü.

1.81.1). Pero mientras que los primeros escritores acentuaron laigualdad de los miembros, todos igualmente necesariospara el bienestar del cuerpo como un todo, más tarde se pISÓla acentuación a ladiferencia entre la cabezay los miembros, al deber de la cabeza de go-

nidad corresponde de manera evidente a la general experiencia humana del amor, al mismo tiempo se diferenciaclaramente de ella por ser algo que, al igual que el mundo,estlt entre los hombres: «Incluso los ladrones tienen entresí (inter se) lo que llaman caridad»." Este sorprendente

ejemplo del principio político cristiano es sin duda un buenhallazgo, ya que el nexo de la caridad entre los hombres,si bien es incapaz de establecer una esfera pública propia,resulta perfectamente adecuado al principal principio cristiano de la no-mundanidad y es sobremanera apropiadopara llevar a través del mundo a un grupo de personas esencialmente sin mundo, trlttese de santos o de criminales,siempre que se entienda que el propio mundo estlt condenado y que toda actividad se emprende con la condici6n

de quamdiu mundus durat ('mientra el mundo dure'}.'Ii Elcadcter no público y no político de la comunidad cristianaqued6 primeramente definido en la exigencia de que formara un corpus, un cuerpo, cuyos miembros estuvieranrelacionados entre sí como hermanos de una misma familia.48La estructura de la vida comunitaria se model6 a par-

bemar Y de los miembros de obedecer. (Para la Edad Media, véaseAnton-Hermann Ottoust, eThe corporate idea in the Middle Ages.,Review of Polítics, VIII, 1947.)

•• Santo Tomás, op. cit .,Ü.

2.179.2.•• Véase el capítulo 57 de la Regla benedictina, en Levasaeut, op.cit., 187: si uno de los monjes se enorgullecía de su trabajo, teníaque dejarlo.

79I . La esfera pública y la privada

tir de las relaciones entre los miembros de una familia, yaque se sabía que éstas eran no políticas e incluso antipolíticas. Nunca había existido una esfera pública entre familiares y, por lo tanto, no era probable que surgiera de lavida comunitaria cristiana si dicha vida se regía por el prin

cipio de la caridad y nada mlts. Incluso entonces, comosabemos por la historia y por las reglas de las órdenes monltsticas-únicas comunidades en que se ha intentado elprincipio de caridad como proyecto político-, el peligro deque las actividades emprendidas ante 'la necesidad de lavida presente' {necessitas vitae praesentis} 4T llevaran porsí mismas, debido a que se realizaban en presencia de otros,al establecimiento de una especie de contramundo, de esferapública dentro de las propias 6rdenes, era lo bastante gran

de como para requerir normas y regulaciones adicionales,entre las que cabe destacar para nuestro contexto la prohibición de la excelencia 'Y su consiguiente orgullo.48La no-mundanidad como fen6meno político s610 es po

sible bajo el supuesto de que el mundo no perdurarlt; sinembargo, con este supuesto es casi inevitable que la nomundanidad, de una u otra forma, comience a dominar laescena política. Así sucedió tras la caída del Imperio Romano y, aunque por razones muy distintas y con formas muy

diferentes e incluso mlts desconsoladoras, parece ocurrirde nuevo en nuestros días. La abstenci6n cristiana de lascosas del mundo no es en modo alguno la única conclusiónque se puede sacar de la convicción de que los objetos del

LA CONDICIÓN HUMANA8

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hombre, productos de manos mortales, sean tan mortalescomo sus fabricantes. Por el contrario, este hecho puedeintensificar también el disfrute y consumo de las cosas delmundo, toda clase de intercambios en que el mundo no seconsidera fundamentalmente como koinon, 10 que es común

a todos. S6lo la existencia de una esfera pública y la consiguiente transformaci6n del mundo en una comunidad decosas que agrupa y relaciona a los hombres entre sí, 'depende por entero de la permanencia. Si el mundo ha de incluir

un .espacio público, no se puede establecerlo para una generaa6n y planeado s6lo para los vivos, sino que debe superar el tiempo vital de los hombres mortales.

Sin estatranscendencia en una potencial inmortalidadterrena, ninguna política, estrictamente hablando, ningún

mundo común ni esfera pública resultan posibles. Porquea diferencia del bien común, tal como 10 entendía el cris~tianismo--salvaci6n de la propia alma como interés comúna todo5-, el mundo común es algo en que nos adentramosal nacer y dejamos al morir. Transciende a nuestro tiempovital tanto hacia el pasado como hacia el futuro; estaba allíantes de que llegáramos y sobrevivirá a nuestra breve es·tancia. Es 10 que tenemos en común no s6lo con nuestroscontemporáneos, sino también con quienes estuvieron antes

y con los que vendrán después de nosotros. Pero tal mun·do común s610 puede sobrevivir al paso de las generacionesen la medida en que aparezca en público. La publicidad dela esfera pública es lo que puede absorber y hacer brillara través de los siglos cualquier cosa que los hombres quieransalvar de la natural ruina del tiempo. Durante muchas~cas anteriores a la nuestra-hoy día, ya no--los hombresentraban en la esfera pública porque deseaban que algosuyo o algo que tenían en común con los demás fuera más

permanente que su vida terrena. (Así, la maldici6n de laeSclavitud no s6lo consistía en la falta de libertad y visi-

bilidad, sino también en el temor de los propios esclavos

•• Barrow (Slavery in the Roman Empire, p. 168), en un iluminadar estudio sobre la asociaci6nde esclavos en los colegios romanos,que les proporcionaba, además de «buena compañfa en vida y la

certeza de un entierro decente ... el glorioso remate de un epitafio;y en esto último el esclavo encontraba un placer melanc6lico•.lO Etica a Nic6maco, 1177b31.

«de que, por ser oscuros, pasarían sin dejar huella de suexistencia».) 411 Quizá no haya testimonio más claro de ladesaparición de la esfera pública en la Edad Moderna quela casi absoluta pérdida de interés por la inmortalidad, eclipsada en cierto modo por la simultánea pérdida de preocupación metafísica hacia la eternidad. Ésta, por ser tema delos filósofos y de la vita contemplativa, ha de quedar al margen de nuestras consideraciones. Aquélla se identifica conel vicio privado de la vanidad. En efecto, bajo las condiciones modernas resulta tan improbable que alguien aspireseriamente a la inmortalidad terrena, que está justificadopensar que sólo se trata de vanidad.

El famoso pasaje de Aristóteles--«al considerar los asuntos humanos, uno no debe ... considerar al hombre comoes y no considerar lo que es mortal en las cosas mortales,sino pensar sobre ellas [únicamente] en la medida en quetienen la posibilidad de inmortalizar»-es muy adecuado alpensamiento de la época.5o Porque ante todo la polis fuepara los griegos, al igual que la res publica para los romanos, su garantía contra la futilidad de la vida individual,el espacio protegido contra esta futilidad y reservado para larelativa permanencia, si no inmortalidad, de los mortales.

Lo que pensaba la Edad Moderna de la esfera pública,tras el espectacular ascenso de la sociedad a la preeminenciapública, lo expresó Adam Smith cuando, con ingenua sinceridad, se refirió a «esa no pr6spera raza de hombrescomúnmente llamada hombres de letras» para la que la«admiración pública ... es siempre una parte de su recompensa ... una considerable parte ... en la profesi6n de la

I 'La esfera pública y la privadaLA CONDICIÓN HUMANA0

83Il .La esfera pública y la privadaA CONDICIÓN HUMANA2

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A Weflltb o/ tUtions, Colección Ereryman libro l, cap. 10. vol. l,p. 95 Y 120.

medicina; quizá aún mayor en la de las leyes; en poesía yfilosofía es casi el todo».ll1 De lo que resulta evidente quela admiraci6n pública y la recompensa monetaria son de lamisma naturaleza y pueden convertirse en sustitutas unade otra. También la admiraci6n pública es algo que cabeusar y consumir, y la posici6n social, como diríamos hoy

día, llena una necesidad como el alimento lo hace con otra:la admiraci6n pública es consumida por la vanidad indi-vidual como el alimento por e! hambriento. Está claro quedesde este punto de vista la prueba de la realidad no sebasa en la pública presencia de otros, sino en la mayor omenor urgencia de necesidades de cuya existencia o no exis-tencia nadie puede atestiguar, a excepci6n de quien laspadece. Y puesto que la necesidad de alimento tiene sudemostrable base de realidad en e! propio proceso de la

vida, resulta también claro que las punzadas de! hambre,subjetivas por completo, son más reales que la «vanaglo-ria», como Hobbes solía llamar a la necesidad de admira-ci6n pública. Incluso si estas necesidades, por algún milagrode simpatía, fueran compartidas por otros, su misma futi-lidad les impediría establecer algo tan s6lido y permanentecomo un mundo común. La cuesti6n entonces no es quehaya una falta de admiraci6n pública por la poesía y lafilosofía en e! Mundo Moderno, sino que tal admiraci6n

no constituye un espacio en el que las cosas se salven dela destrucci6n del tiempo. La futilidad de la admiraci6npública, que se consume diariamente en cantidades cada vezmayores, es tal que la recompensa monetaria, una de lascosas más fútiles que existen, puede llegar a ser más «obje-tiva» y más real.

A diferencia de esta «objetividad», cuya única base esel dinero como común denominador para proveer a todas las

necesidades, la realidad de la esfera pública radica en lasimultánea presencia de innumerables perspectivas y aspec-tos en los que se presenta el mundo común y para el queno cabe inventar medida o denominador común. Pues, sibien e! mundo común es el lugar de reuni6n de todos,quienes están presentes ocupan diferentes posiciones en él,y el puesto de uno puede no coincidir más con el de otroque la posici6n de dos objetos. Ser visto y oído por otrosderiva su significado del hecho de que todos ven y oyendesde una posici6n diferente. Éste es e! significado de lavida pública, comparada con la cual incluso la más rica ysatisfactoria vida familiar s610 puede ofrecer la prolonga-ci6n o multiplicación de la posición de uno con sus acom-pañantes aspectos y perspectivas. Cabe que la subjetividadde lo privado se prolongue y multiplique en una famili~,

incluso que llegue a ser tan fuerte que su peso se ?~Jesentir en la esfera pública, pero este «mundo» familiarnunca puede reemplazar a la realidad que surge de la sumatotal de aspectos presentada por un objeto a una multitudde espectadores. Sólo donde las cosas pueden verse pormuchos en una variedad de aspectos y sin cambiar suidentidad, de manera que quienes se agrupan a su alre-dedor sepan que ven lo mismo en total diversidad, s610allí

aparece auténtica y verdaderamente la real}dad mun?ana.

Bajo las condiciones de un mundo comun, la realidad, noestá garantizada principalmente por la «naturaleza comun»de todos los hombres que la constituyen, sino más bien

por e! hecho de que, a pesar de las diferencias de posi.ci6ny la resultante variedad de perspectivas, todos están mte-resados por e! mismo objeto. Si la identidad del objetodeja de discernirse, ninguna naturaleza común de los ~-bres y menos aún e! no natural conformismo de una sOQe-dad de masas, puede ev.itar la destrucci6n del mundo común,

precedida por lo general de la destrucción de los muchosaspectos en que se presenta a la pluralidad humana. Esto

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8. LA ESFERA PRIVADA: LA PROPIEDAD

85II.La esfera pública 'Y la privada

• Con respecto a la soledad comofen6meno de masas,v&se DavidRiesman The lonely crowd (1950).

• P~o el Joven. El dato está tomado de W. 1. Westermann,SkJavere;, en Pauly-Wissowa,suplem. VI, p. 1045.

ción «objetiva» con los otros y de realidad garantizadamediante ellos se ha convertido en el fenómeno de masasde la soledad, donde ha adquirido su forma m.ás extremay antihumana.1I2 La razón de este extremo consl~te.en ~ue

la sociedad de masas no s610 destruye la esfera publica SIDOtambién la privada, quita al hombre no s6lo su lugar enel mundo sino también su hogar privado, donde en otrotiempo se sentía protegido del mundo y donde, en todocaso incluso los excluidos del mundo podían encontrar unsustituto en el calor del hogar y en la limitada realidad dela vida familiar. El pleno desarrollo de la vida hogareñaen un espacio interior y privado 10 debemos al .extrao~dinario sentido político de los romanos, que, a diferenaa

de los griegos, nunca sacrificaron 10 privado a 10 público,sino que por el contrario comprendieron que estas dosesferas s6lo podían existir mediante la coexistencia. y aunque las condiciones de los esclavos probablemente apenaseran mejores en Roma que en Atenas, es muy característico que un escritor romano haya creído que, ~ara los esclavos la casa del dueño era 10 que la res publIca para losciudadanos.lIs Dejando aparte 10 soportable que pudiera serla vida privada en la familia, evidentemente n.unca podía

ser más que un sustituto, aunque la esfera prl,:ada tantoen Roma como en Atenas ofrecía numerosas ocaSIones paraactividades que hoy día clasificamos como más altas que lapolítica, tal como la acumulaci6n de riqueza ~n Gr~a o laentrega al arte y la ciencia en Roma. Esta actItud «liberal»,

que bajo ciertas circunst~cias ?r~ginó escla~os. muy pr6speros y de gran instrucaón, unlcamente SIgnificaba que

LA CONDICIÓN HUMANA

puede ocurrir bajo condiciones de radical aislamiento, don.de nadie está de acuerdo con nadie, como suele darse enlas tiranías. Pero también puede suceder bajo condiciones "de la sociedad de masas o de la histeria colectiva, donde

las personas se comportan de repente como si fueran miem·bros de una familia, cada una multiplicando y prolongandola perspectiva de su vecino. En ambos casos, los hombresse han convertido en completamente privados, es decir,han sido privados de ver y oír a los demás, de verse y oÍ1'sCa sí mismos. Todos están encerrados en la subjetividadde su propia experiencia singular, que no deja de ser singular si la misma experiencia se multiplica innumerablesveces. El fin del mundo común ha llegado cuando se ve

1610bajo un aspecto y se le permite presentarse únicamentebajo una perspectiva.

Con respecto a esta múltiple significaci6n de la esfera pública, la palabra «privado~ cobra su original sentido privativo,su significado. Vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de cosas esencialesa una verdadera vida humana: estar privado de la realidadque proviene de ser visto y oído por los demás, estar privado de una «objetivu relaci6n con los otros que provienede hallarse relacionado y separado de ellos a través delintermediario de un mundo común de cosas, estar privadode realizar algo más permanente que la propia vida. Laprivaci6n de 10 privado radica en la ausencia de los demás; hasta donde concierne a los otros, el hombre privadono aparece y, por 10 tanto, es como si no existiera. Cual·quier cosa que realiza carece de significado y consecuencia

para los otros, y 10que le importa a él no tiene interés paralos demás.Bajo las circunstancias modernas, esta carencia de rela-

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87A CONDICIÓN HUMANA6

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lO Hay muchas pruebas que atestiguan la diferente estimación de

la riqueza y de la cultura en Roma y en Grecia. Resulta int?resantebservar la sólida coincidencia de dicha estimación con la ÍÍtuaciónde los esclavos. Los esclavosromanos desempeñaron un papel mucho

mayor en la cultura romana que sus colegasgriegos en la suya, mientras que el papel de éstos en la vida económicafue mucho más importante. (Véase Westermann, en Pauly-Wissowa,p. 984.)• San Agustín (De dvitate Dei, xix. 19) ve en el deber de la cari

dad hacia la utilitas proximi ('el interés del prójimo') la limitacióndel otium y de la contemplación.Pero «en la vida activa no debemoscodiciar los honores o poder de esta vida ... sino que el bienestar dequienes están debajo de nosotros (salutem subditorum)'I>. Sin duda,esta clase de responsabilidad se parece más a la del cabeza de familiaque a la responsabilidad política, propiamente hablando. El preceptocristiano de ocuparsede los propios asuntos de uno deriva de 1 Thess.,

4.11: «que os esforcéisen llevar una vida quieta, laboriosa en vuestros negocios'!>prat tein ta idi a, por lo cual ta idia se entiende comoopuesto a ta ltoina, 'asuntos públicos comunes').

ser próspero no tenía realidad en la polis griega y ser filósofono tema mucha consecuencia en la república romana.lI•Resulta lógico que el rasgo privativo de 10 privado, la

conciencia de carecer de algo esencial en una vida transcurrida exclusivamente en la restringida esfera de la casa,

haya quedado debilitado casi hasta el punto de extinciónpor el auge del cristianismo. La moralidad cristiana, diferenciada de sus preceptos religiosos fundamentales, siempreha insistido en que todos deben ocuparse de sus propiosasuntos y que la responsabilidad política constituía unacarga, tomada exclusivamente en beneficio del bienestar ysalvación de quienes se liberan de la preocupación por losasuntos públicos.1l1l Es sorprendente que esta actitud hayasobrevivido en la secular Época Moderna a tal extremo

que Karl Marx, quien en éste como en otros muchos aspectos únicamente resumió, conceptualizó y transformó enprograma los básicos supuestos de doscientos años de modernidad, pudiera finalmente predecir y confiar en el «marchitamiento» del conjunto de la esfera pública. La diferen-

cia del punto de vista cristiano y socialista en este aspecto,uno considerando al gobierno como mal necesario debidoa la perversidad del hombre y el otro confiando en su finalsupresión, no lo es en cuanto a estimación de la propiaesfera pública, sino de la naturaleza humana. Lo que es

imposible captar desde cualquiera de los dos puntos de vistaes que el «marchitamiento del estado» había sido precedido por el debilitamiento de la esfera pública, o más bienpor su transformación en una esfera de gobierno muy restringida; en la época de Marx, este gobierno ya había comenzado a marchitarse, es decir, a transformarse en una«organización doméstica» de alcance nacional, hasta queen nuestros días ha empezado a desaparecer por completo en la aún más restringida e impersonal esfera de la administración.Parece estar en la naturaleza de la relación entre la es

fera pública y la privada que la etapa final de la desaparición de la primera vaya acompañada por la amenaza deliquidación de la segunda. No es casualidad que toda la discusión se haya convertido finalmente en una argumentaciónsobre la deseabilidad o indeseabilidad de la propiedad poseída privadamente. La palabra «privada» en conexión conpropiedad, incluso en términos del antiguo pensamiento

político, pierde de inmediato su privativo carácter y granparte de su oposición a la esfera pública en general; aparentemente, la propiedad posee ciertas calificaciones que, sibien basadas en la esfera privada, siempre se consideraronde máxima importancia para el cuerpo político.La profunda relación entre público y privado, manifiesta

en su nivel más elemental en la cuestión de la propiedad

privada, posiblemente se comprende mal hoy día debidoa la moderna ecuación de propiedad y riqueza por un lado

y carencia de propiedad y pobreza por el otro. Dichomalentendido es sumamente molesto, ya que ambas, tantola propiedad como la riqueza, son históricamente de mayor

11. La esfera pública y la privada

89II . La esfera pública y la privadaLA CONDICIÓN HUMANA8

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• Coulanges (op. dt.) sostiene lo siguiente: «El verdadero significado de familia es propiedad; designa el campo, la casa, el dineroy los esclavos. (p. 107). Sin embargo, esta «propiedad. no se considera vinculada a la familia, sino que, por el contrario, «la familiaestá vinculada al hogar, y éste al suelo. (p. 62). La cuestión es que«la fortuna es inamovible como el hogar y la tumba a los que estávinculada. El único que pasa es el hombre. (p. 74).., Levasseur (op .. cit.) relata la fundación de una comunidad me-

pertinencia a la esfera pública que cualquier otro asuntoe interés privado y han desempeñado, al menos formalmente, más o menos el mismo papel como principal condici6npara la admisi6n en la esfera pública y en la completa ciudadanía. Resulta, por lo tanto, fácil olvidar que riqueza ypropiedad, lejos de ser lo mismo, son de naturaleza porcompleto diferente. El actual auge de realies o potencialmente muy ricas sociedades que, al mismo tiempo, carecen enesencia de propiedad debido a que la riqueza del individuoconsiste en su participaci6n en la renta anual de la sociedadcomo un todo, demuestra con claridad la poca relaci6n queguardan estas dos cosas.Antes de la Edad Moderna, que comenz6 con la expro

piaci6n de los pobres y luego procedi6 a emancipar a lasclases sin propiedad, todas las civilizaciones se habían basa

do en lo sagrado de la propiedad privada. La riqueza, porel contrario, privadamente poseída o públicamente distribuida, nunca fue sagrada. En sus orígenes, la propiedadsignificaba ni más ni menos el tener un sitio de uno enalguna parte concreta del mundo y por lo tanto perteneceral cuerpo político, es decir, ser el cabeza de una de lasfamilias que juntas formaban la esfera pública. kste sitiodel mundo privadamente poseído era tan exactamente idéntico al de la familia que lo poseía,1I6que la expulsi6n de

un ciudadano no s610 podía significar la confiscaci6n de suhacienda sino también la destrucci6n real del propio edificio.ll7 La riqueza de un extranjero o de un esclavo no

era bajo ninguna circunstancia sustituto de su propiedad,1I8y la pobreza no privaba al cabeza de familia de su sitioen el mundo ni de la ciudadanía resultante de ello. En los

primeros tiempos, si por azar perdía su puesto, perdía automáticamente su ciudadanía y la protecci6n de la ley.lIt 10sagrado de lo privado era como lo sagrado de lo oculto,es decir, del nacimento y de la muerte, comienzo y fin delos mortales que, al igual que todas las criaturas vivas, sur·gían y retornaban a la oscuridad de un submundo.80 Elrasgo no privativo de la esfera familiar se basaba originalmente en ser la esfera del nacimiento y de la muerte,que debe ocultarse de la esfera pública porque acoge lascosas ocultas a los ojos humanos e impenetrables al conocí·

dieval y sus condiciones de admisión: dI ne suffisait pas d'habiter laville pour avoir droit a cette admission. Il fallait . .. posséder unemaison. ..•. Más aún: «Toute injure proférée en public contre lacommune entratnait la démolition de la maison et le bannissementdu coupable. (p. 240, incluyendo n. 3).•• La distinción es mucho más obvia en el casode los esclavosque,

aunque sin propiedad en el sentido antiguo (es decir, sin un lugarpropio), en modo alguno carecían de propiedad en el sentido moderno. El peculium (la «posesión privada de un esclavo.) podía aseender a una suma considerable e incluso contar con esclavos propios(vicarii). Banvw habla de «la propiedad que poseían los más humil·des de su clase. (Slavery in the Roman Empire, p. 122; esta obra esel mejor informe sobre el papel desempeñado por el peculium).• Coulanges refiere la observación de Aristóteles de que el hijo

no podía ser ciudadano mientras vivía su padre; a la muerte de éste,sólo el primogénito disfrutaba de los derechos políticos (op. cit, p.228). Coulanges mantiene que la plebs romana estaba formada porgente sin hogar y, por lo tanto, claramente diferenciada del POpulflSRomanus (pp. 229 ss.).

lO «El conjunto de esta religión se hallaba encerrado entre las paredes de cada casa. A todos estos dioses, el Hogar, los Lares y losManes, se les llamaba dioses ocultos odiases del interior. Para losactos de esta religión se exigía el secreto, sacrificia occulta, como diceCicerón (De arusp. respl., 17). Coulanges, op. cit. , p. 37.

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miento humano.u Es oculto porque el hombre no sabe dedónde procede cuando nace ni adónde va cuando muere.No sólo es importante el interior de esta esfera, que

permanece oculta y con significación no pública, sino quetambién lo es para la ciudad su apariencia externa, manifestada en la esfera ciudadana mediante las fronteras entre

una casa y otra. Originalmente, la ley se identificó con estalínea fronteriza,U que en los tiempos antiguos era un verdadero espacio, una especie de tierra de nadie 61 entre lopúblico y lo privado, que protegía ambas esferas y, al mismotiempo, las separaba. La ley de la polis superó este antiguoconcepto, si bien conservó su originario significado espacial. La ley de la ciudad-estado no era el contenido de laacción política (la idea de que la actividad política es fun-

a Parece como si los misterios eleusinos proporcionaran una experiencia común y casi pública de toda esta esfera, ya que, si bien erancomunes a todos, requerían ocultarse, mantenerse en secreto de laesfera pública. Todos podían participar en ellos, pero a nadie se lepermitía hablar sobre su experiencia. Los misterios relativos a loindecible y las experiencias más allá del discurso eran no polfticos

y quizli antipolfticos por definición. (Véase Karl Kerenyi, Dje Geburter Helena, 1943-45,pp. 48 ss.). Que se referían al secret6 del nacimiento y de la muerte parece demostrado por un fragmento de Pínclaro: oiáe men biou teleutan, oiáen áe áiosáoton archan (&ag. 137a),donde se dice que el iniciado conoce «el fin de la vida y el comienzodado por Zeus,..• La palagra griega nomas, ley, procede de neme;n, que significa

distribuir, poseer (lo que se ha distribuido) y habitar. La combinación de ley y valla en la palabra nomas queda de manifiesto en unfragmento de Her4clito: machesthai chre ton áemon hyper tou nomou

bOMsper teicheos, 'el pueblo ha de luchar tanto por la ley como porla valla'). La palabra romana lex, ley, tiene un significado diferentepor completo; indica una relación formal entre personas mú que lavalla que separa a unas de otras. Pero el límite y su dios, Terminus,que dividía el agrum publicum a privato (Livio), eran mucho más ve

nerados que sus correspondientes theoi horoi griegos.• Coulanges habla de una antigua ley griega que prohibía el contacto de dos edificios (op. cit ., p. 63).

lO En su origen, la palabra polis llevaba consigo la acepción dealgo como una «pared circundante., y parece que la urbs latina también expresaba la noción de «drculo., derivada de la misma raízque orbis. Encontramos la misma relación en la palabra inglesatown, que, originalmente, al igual que la alemana Zaun, tenía el significado de valla circundante. (Véase R. B. Onian, The origins o/european thought, 1954, p. 444, n. 1.)• Por lo tanto, al legislador no se le exigía ser ciudadano y a me

nudo procedía de afuera. Su trabajo no era político; sin embargo, lavida política sólo podfa comenzar después de que hubiera acabadode legislar.

damentalmente legisladora, aunque de origen romano, esmoderna en esencia y tuvo su mayor expresión en la filosofía política de Kant), ni un catálogo de prohibicionesbasado, como aún ocurre en todas las leyes modernas, enel «no harás» del Decálogo. Literalmente era una muralla,sin la que podría haber habido un conjunto de casas, una

ciudad (asty), pero no una comunidad política. Esta leymuralla era sagrada, pero sólo el recinto era político.M Sinella, la esfera pública pudiera no tener más existencia quela de una propiedad sin valla circundante; la primera incluía la vida política, la segunda protegía el proceso biológico de la vida familiar.slIPor lo tanto, no es exacto decir que la propiedad privada,

antes de la Edad Moderna, era la condición evidente paraentrar en la esfera pública; era mucho más que eso. Lo

privado era semejante al aspecto oscuro y oculto de la esfera pública, y si ser político significaba alcanzar la máselevada posibilidad de la existencia humana, carecer de unlugar privado propio (como era el caso del esclavo) significaba dejar de ser humano.De origen posterior y diferente por completo es el signi

ficado político de la riqueza privada, de la que salen losmedios para la subsistencia. Ya hemos mencionado la antigua identificación de la necesidad con la esfera privada de

la familia, donde cada uno tenía que hacer frente por sí

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un privilegio ser ciudadano, desligado de cualquier actividad especlficamente política.• A mi entender, ésta es la solución del cfamoso misterio que

se nos presenta al estudiar la historia económica del mundo antiguo,es decir, que la industria se desarrolló hasta cierto punto, pero dejóde pronto de hacer los progresos que cabía esperar .. . [teniendo encuenta] la calidad y capacidad organizativa mostrada a gran escala por los romanos en otros aspectos, en los servicios públicos yen el ejército&(Barrow, Slavery in the Roman Empire, pp. 109-10).Parece un prejuicio, debido a las condiciones modernas, esperar lamisma capacidad de organizaciónen lo privado que en los «serviciospúblicos&.Max Weber, en su notable ensayo (op. cit.), ya había insistido en el hecho de que las ciudades antiguas eran más bien ccentros de consumo que de producción&y que el antiguo esclavo propietario era un crentier y no un capitalista (Unternehmer).• (pp. 13, 22IS. Y 144). La misma indiferencia de los escritores antiguos por los

asuntos económicos,así como la falta de documentos a este respecto,afiade peso a la argumentación de Weber.

ficaba tener cubiertas las necesidades de la vida y, por 10tanto, ser potencialmente una persona libre para trascenderla propia vida y entrar en el mundo que todos tenemos encomún.S6lo con la concreta tangibilidad de ese mundo común,

esto es, con el nacimiento de la ciudad-estado, pudo estaespecie de propiedad privada adquirir eminente significadopolítico, y es evidente que el famoso «desdén por las ocupaciones serviles» no se halla en el mundo homérico. Si elpropietario decidía ampliar su propiedad en lugar de usarlapara llevar una vida política, era como si de modo voluntario sacrificara su libertad y pasara a ser 10 que era elesclavo en contra de su voluntad, o sea, un siervo de lanecesidad.6\}

Hasta el comienzO de la Edad Moderna, esta especie de

propiedad nunca se había considerado sagrada, y s6lo dondela riqueza como fuente de ingreso se identificaba con eltrozo de tierra donde se asentaba la familia, es decir, enuna sociedad esencialmente agrícola, coincidieron estos dos• Demóstenes, Orationes, 57.45: 'La pobreza obliga al hombre

libre a hacer muchas cosas serviles y bajas' (polla doulika kai tapeinapragmata tous eleutherous he penia biazetai poiein).

lit Esta condición para ser admitido en la esfera pública todavíaexistía en la alta Edad Media. Los Books 01 customs ingleses aúnestablecen cuna definida distinción entre el artesano y el hombrelibre, franke homme, de la ciudad ... Si un artesano se hacia tan

rico que deseaba convertirse en hombre libre, en primer lugartema que renegar de su oficioy sacar de su casa todos los utensiliosde trabajo& (W. ]. Ash1ey,op. cit., p. 83). Sólo en el reinado deEduardo III llegaron a ser tan ricos los artesanos que cen lugar deser. los artesanos quienes eran incapaces de alcanzar la ciudadanía

és~ qued~ liga~a a ser miembro de una de las compañfas&(p. 89). 'A diferenCIa de otros autores, Coulanges pone de relieve el

tiempo y el esfuerzo que le exigían sus actividades a un ciudadanode la antigüedad, y añade que la afirmaciónaristotélica de que nadieque hubi?,a de trabajar para vivir podía ser ciudadano, es la simpleconfirmaciónde un hecho y no la expresión de un prejuicio (op. cit.,pp. 335 ss.). Una de las características del desarrollo moderno fueque las riquezas en sí, sin que importara la ocupación de su dueño,pasaron a ser calificaciónpara la ciudadanía: únicamente después fue

~ismo, a las exigencias de la vida. El hombre libre, que .<

disponta de su esfera privada y no estaba, como el esclavoa disposici6n de un amo, podía verse «obligado» por ¡.;

pobreza. Ésta fuerza al hombre libre a comportarse comoun esc1avo.66 Así, pues, la riqueza privada se convirti6 en

condici6n para ser admitido en la vida pública no porquesu poseedor estuviera entregado a acumularla, sino, por elcontrario, debido a que aseguraba con razonable seguridadque su poseedor no tendría que dedicarse a buscarse los

medios de uso y consumo y quedaba\ libre para la actividadública.67 Está claro que la vida pl1blica s6lo era posibledespués de haber cubierto las mucho más urgentes necesidades de la vida. Los medios para hacerles frente procedían del trabajo, y de ahí que a menudo la riqueza de

una p~rsona se estableciera por el número de trabajadores,es deCIr, de esclavos, que poseía.6S Ser propietario signi-

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ha mostrado demasiada consideraci6n por la propiedad privada, sino que la ha sacrificado siempre que ha entrado enconflicto con la acumulación de riqueza. El dicho de Proudhon de que la propiedad es robo tiene una sólida base de verdad en los orígenes del capitalismo moderno; resulta significativo que incluso Proudhon vacilase en aceptar el dudoso remedio de la expropiación general, puesto que sabíamuy bien que la abolición de la propiedad privada, aunque curara el mal de la pobreza, atraía muy probablementeel mayor mal de la tiranía.u Puesto que Proudhon nodistinguía entre propiedad y riqueza, las dos aparecen ensu obra como contradictorias, lo que no es cierto. Laapropiación individual de riqueza no respetará a la largala propiedad privada más que la socialización del procesode acumulación. No es un invento de Karl Marx, sino algo

que existe en la misma naturaleza de esta sociedad, que encualquier sentido lo privado no hace más que obstaculizarel desarrollo de la «productividad,. social, y que se han dedenegar las consideraciones de la propiedad privada en favordel proceso siempre creciente de la riqueza social."

no suponía más que una etapa temporal en la vida del individuouna preparación para la maestría y la madurez. El trabajo alquilad~era una excepción en la Edad Media, y los trabajadores alemanes(los Tagelohner, según la traducción de la Biblia de Lutero) o losmanoeuvres franceses vivían fuera de las comunidades asentadas yeran idénticos a los pobres, los «pobres trabajadores» de Inglaterra(véase Pierre Brizon, Histoire du trafJailet des trafJailleurs,1926,p. 40). Más aún, el hecho de que ningún código de Napole6n tratedel trabajo libre (véase W. Endemann, Die Behandlung der Arbeitim PrifJatrecht, 1896, pp. 49 Y 53) demuestra de manera concluyente lo reciente que es la existencia de la clase trabajadora.n Véase el ingenioso comentario sobre la «propiedad es robo» en

la obra de Proudhon, p6stumamente publicada, Théorie de la pro-priélé, pp. 209-10, donde presenta, la propiedad en su «egolsta y

satánica naturaleza» como el «medio más eficazpara resistir al des

potismo sin derribar al Estado».ti Debo confesar que no sé ver en qué se basan los economistas

tipos de propiedad y asumieron el carácter de sagrado. Entodo caso, los abogados modernos de la propiedad privada,que unánimemente la consideran como riqueza individualmente poseída y nada más, tienen poco motivo para apelara una tradición según la cual no podía existir libre esfera

pública sin un adecuado establecimiento y protección de loprivado. Porque la enorme acumulación de riqueza, todavíaen marcha, de la sociedad moderna, que comenzó con laexpropiación-la de las clases campesinas, que, a su vez, fuela casi accidental consecuencia de la expropiación de laspropiedades eclesiásticas después de la Reforma-,7o jamás

/YO Todas las historias sobre la clase trabajadora, es decir, una

clase de personas que carece de propiedad y vive del trabajo de susmanos, sufren del ingenuo supuesto de que siempre ha existido tal

clase. Sin embargo, como ya vimos, incluso los esclavosno carecíande propiedad, y en la antigüedad el llamado trabajo libre estaba foro- \mado generalmente por «tenderos libres, traficantes y artesanos» (Barrow, Slavery in the Roman Empire, p. 126). M. E. Park (The plebsurbana in Cicero's day, 1921) llega por lo tanto a la conclusión deque no había trabajo libre, puesto que el hombre libre siempre aparece de alguna manera como propietario. W. J. Ashley resume as! lasituación de la Edad Media hasta el siglo xv: «No había una ampliaclase de jornaleros, ni "clase trabajadora" en el sentido moderno dela expresión. Con el nombre de ••trabajadores" indicamos a un número de hombres entre quienes puede surgir algún duefio, pero que

en su mayoría no pueden elevarse a una posición superior. Pero en elsiglo XIV los más pobres tenían que pasar unos cuantos años comojornaleros, mientras que la mayorla probablemente se estableda porsu cuenta en calidad de maestros artesanos en cuanto terminaban suaprendizaje» (op. cit. pp. 93-94).Asl, pues, la clase trabajadora de la antigüedad no era libre ni

estaba carente de propiedad; si, por la manumisión, al esclavo se leconc:edfa(en Roma) o tenla que comprar (en Atenas) su libertad,no pasaba a ser un trabajador libre, sino que instantáneamente se ,convertía en un comerciante independiente o en un artesano. (<<Parece ser que la mayoría de los esclavos llevaba a su estado librealgún capital de su propiedad» para establecerse en el comercio o laindustria. Barrow, SlafJtry in the Roman Empire, p. 103). Y en laEdad Media, ser un trabajador en el moderno sentido de la palabra

96 LA CONDICIÓN HUMANA

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II . La esfera pública y la privada 97

9. LO SOCIAL Y LO PRIVADO

Lo que llamábamos antes el auge de 10 social coincidióhistóricamente con la transformación del interés privadopor la propiedad privada en un interés público. La socie

dad, cuando entró por vez primera en la esfera pública,adoptó el disfraz de una organización de propietarios que,en lugar de exigir el acceso a la esfera pública debido a suriqueza, pidió protección para acumular más riqueza. Enpalabras de Bodin, el gobierno pertenecía a los reyes y lapropiedad a los súbditos, de manera que el deber de losreyes era gobernar en interés de la propiedad de sus súbditos. La «Commonwealth», como se ha señalado recientemente, «existió en gran manera para la common wealth,

'riqueza común'».13Cuando esta riqueza común, resultado de actividades an

teriormente desterradas a 10 privado familiar, consiguióapoderarse de la esfera pública, las posesiones privadas--que por esencia son mucho menos permanentes y muchomás vulnerables a la mortalidad de sus dueños que el mundo común, que siempre surge del pasado y se propone

perdurar para las futuras generaciones--comenzaron. a socavar la durabilidad del mundo. Cierto es que la nqueza

puede acumularse hasta tal extremo que ningún período

liberales de la sociedad actual (que hoy día se califican de conservadores) para justificar su optimismo en que la apropiaci6n privada deriqueza bastará para salvaguardar las libertades individ~ales, es .decir,que desempefiará el mismo papel que el de la propiedad privada.En una sociedad que acapara las tareas, esas libertades s610 estánseguras mientras las garantice el Estado, e incluso entonces se hallanconstantemente amenazadas, no por el Estado, sino por la sociedad,que distribuye las tareas y determina la porci6n de apropiaci6n individual.

TI R. W. K. Hinton, «Was Charles 1 a tyrant?», Rev;ew o/ Politics,XVIII (enero 1956).

de vida individual es capaz de consumirla, con lo que lafamilia más que el individuo se convierte en su propietario.No obstante, la riqueza sigue siendo algo destinado a usar10 y consumirlo, al margen de los períodos de vida individual que pueda sustentar. Únicamente cuando la riquezase convirtió en capital, cuya principal función era producirmás capital, la propiedad privada igualó o se acercó a la permanencia inherente al mundo comúnmente compartido.1~Sin embargo, esta permanencia es de diferente naturaleza;se trata de la permanencia de un proceso, más que de lapermanencia de una estructura estable. Sin el proceso de acumulación, la riqueza caería en seguida en el opuesto proceso de desintegración mediante el uso y el consumo.Por 10 tanto, la riqueza común nunca puede llegar a ser

común en el sentido que hablamos de un mundo común;quedó, o más bien se procuró que quedara, estrictamenteprivada. Sólo era común el gobierno nombrado para proteger entre sí a los poseedores privados en su competitivalucha por aumentar la riqueza. La evidente contradicción deeste moderno concepto de gobierno, donde 10 único que elpueblo tiene en común son sus intereses privados, ya no hade molestamos como le molestaba a Marx, puesto que sabemos que la contradicción entre privado y público, típicade las iniciales etapas de la Edad Moderna, ha sido un fenómeno temporal que introdujo la completa extinción de lamisma diferencia entre las esferas pública y privada, la sumersión de ambas en la esfera de 10 social. También por10 anterior nos hallamos en una posición mucho mejor paradamos cuenta de las consecuencias que, para la existencia

lO Para la historia de la palabra «capital» como derivada de la latina caput, que se empleaba en la ley romana para designar al cau

sante de una deuda, véase W. ]. Ash1ey, op. cit., pp. 429 y 433,n. 183. Hasta el siglo XVIII no comenzaron los escritores a usar lapalabra en el sentido moderno de «riqueza invertida de tal maneraque produzca beneficio».

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• La teona econ6micamedieval no concibi6 el dinero como denominador común y patr6n, sino que lo incluía entre los consumptibiles.

•• Seconá treatise o/ civil government, seco 27.ft. Los relativamente escasos autores antiguos que elogian el tra

bajo y la pobreza se inspiran en este peligro (v6aseG. Herzog-Hauler, op. cit.).

nemos en cuenta el hecho de que ya vivimos bajo condiciones en las que nuestra propiedad más segura es nuestra habilidad y fuerza de trabajo, es más que probable que estollegará a ser verdad. Porque la riqueza, tras convertirse eninterés público, ha crecido en tales proporciones que es casi

ingobernable por la propiedad privada. Es como si la esferapública se hubiera vengado de quienes intentaron usarlapara sus intereses privados. Sin embargo, la mayor amenazano es la abolición de la propiedad privada de la riqueza,sino la abolición de la propiedad privada en el sentido detangible y mundano lugar de uno mismo.

Con el fin de comprender el peligro que para la existenciahumana deriva de la eliminación de la esfera privada, parala que 10íntimo no es un sustituto muy digno de confianza,

conviene considerar esos rasgos no privativos de lo privadoque son más antiguos--e independientes del hecho--que eldescubrimiento de la intimidad. La diferencia entre 10 quetenemos en común y lo que poseemos privadamente radicaen primer lugar en que nuestras posesiones privadas, queusamos y consumimos a diario, se necesitan mucho másapremiantemente que cualquier porción del mundo común;sin propiedad, como señaló Locke, «lo común no sirve».'T6La misma necesidad que, desde el punto de vista de la esfe

ra pública, s610 muestra su aspecto negativo como una carencia de libertad, posee una fuerza impulsora cuya urgenciano es equilibrada por los llamados deseos y aspiracionesmás elevados del hombre; no sólo será siempre la primeraentre las necesidades y preocupaciones del hombre, sino queimpedirá también la apatía y desaparición de la iniciativaque, de manera tan evidente, amenaza a las comunidadesricas de todo el mundo.77 Necesidad y vida están tan fnti-

humana, se derivan cuando desaparecen las esferas públi.ca y privada, la primera porque se ha convertido en unafunción de la privada y la segunda porque ha pasado a ser el .único interés común que queda.

Visto desde este punto de vista, el descubrimiento mo

derno de la intimidad parece un vuelo desde el mundo exterior a la interna subjetividad del individuo, que anteriormente estaba protegida por la esfera privada. La disoluciónde esta esfera en 10 social puede observarse perfectamenteen la progresiva transformación de la propiedad inmóvilhasta que finalmente la distinción entre propiedad y riqueza.entre los fungibiles y los consumptibiles de la ley romana.pierde todo significado, ya que la cosa tangible, «fungible.,se ha convertido en un objeto de «consumo»; perdió su

privado valor de uso, que estaba determinado por su posición, y adquirió un valor exclusivamente social, determinadomediante su siempre cambiante intercambiabilidad, cuyafluctuación sólo podía fijarse temporalmente relacionándolacon el común denominador del dinero.711 En estrecho contacto con esta vaporización de 10 tangible se hallaba la másrevolucionaria contribución moderna al concepto de propiedad. según la cual ésta no era una fija y firmemente localizada parte del mundo adquirida por su duefio de una u

otra. manera, sino que por el contrario tenía su origen en elpropio hombre, en su posesión de un cuerpo y su indisputable propiedad de la fuerza de este cuerpo. que Marx 'llamó «fuerza de trabajo».

Así. la propiedad moderna perdió su carlÍcter mundano yse localizó en la propia persona, es decir, en 10 que un individuo sólo puede perder con su vida. Históricamente, elsupuesto de Locke de que la labor del cuerpo de uno es elorigen de la propiedad, resulta más que dudoso; pero si te-

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" La palabras griega y latina que designan el interior de la casa,",egtll'ofl y mi""" guardan íntimo parentesco con oscuridad y negru·ra (véase Mommsen, op. cit., pp. 22 Y 326).

mamente relacionadas, que la propia vida se halla amenazadadonde se elimina por completo a la necesidad. Porque laeliminaci6n de la necesidad, lejos de proporcionar de manera automática el establecimiento de la libertad, s6lo borrala diferenciada línea existente entre libertad y necesidad.

(Las modernas discusiones sobre la libertad, en las que éstanunca se entiende como un estado objetivo de la existenciahumana, sino que, o bien presenta un insoluble problemade subjetividad, de voluntad enteramente indeterminada odeterminada, o se desarrolla a partir de la necesidad, señalan todas el hecho de que la objetiva y tangible diferenciaentre ser libre y ser obligado por la necesidad ha dejado decaptarse.)

La segunda característica sobresaliente y no privativa de

lo privado es que las cuatro paredes de la propiedad de unoofrecen el único lugar seguro y oculto del mundo comúnpúblico, no s610 de todo lo que ocurra en él sino tambiénde su publicidad, de ser visto y oído. Una vida que transcurre en público, en presencia de otros, se hace superficial.Si bien retiene su visibilidad, pierde la cualidad de surgir ala vista desde algún lugar más oscuro, que ha de permanecer oculto para no perder su profundidad en un sentidomuy real y no subjetivo. El único modo eficaz de garantizarla oscuridad de lo que requiere permanecer oculto a la luzde la publicidad es la propiedad privada, lugar privadamente poseído para ocultarse.78

Si bien es natural que los rasgos no privativos de lo privado aparezcan con mayor claridad cuando los hombres seven amenazados con perderlo, el tratamiento moderno de lapropiedad privada por los cuerpos políticos premoclernosindica a las claras que los hombres siempre han sido cons-

cientes de su existencia e importancia. Esto, sin embargo,no les hizo proteger las actividades en la esfera privada, sinomás bien las fronteras que separaban lo privadamente poseído de las otras porciones del mundo, del propio mundo común. Por otra parte, el rasgo característico de la moderna

teoría política y econ6mica, hasta donde considera a la propiedad privada como tema crucial, ha sido acentuar las actividades privadas de los propietarios y su necesidad de protecci6n por parte del gobierno, en beneficio de la acumulaci6n de riqueza a expensas de la misma propiedad tangible.Lo importante para la esfera pública no es, sin embargo,el espíritu más o menos emprendedor de los hombres de negocios, sino las vallas alrededor de las casas y jardines delos ciudadanos. La invasi6n de lo privado por la sociedad,la «socializaci6n del hombre» (Marx), se realiza de maneramás eficiente por medio de la expropiaci6n, si bien no esla única forma. Aquí, como en otros aspectos, las medidasrevolucionarias del socialismo o del comunismo cabe reemplazarlas por el más lento y no menos seguro «marchitamiento» de la esfera privada en general y de la propiedad privadaen particular.

La distinci6n entre las esferas pública y privada, considerada desde el punto de vista de lo privado más bien quedel cuerpo político, es igual a la diferencia entre cosas quedeben mostrarse y cosas que han de permanecer ocultas. S610la Época Moderna, en su rebeli6n contra la sociedad, ha descubierto lo rica y diversa que puede ser la esfera de lo ocul·to bajo las condiciones de la intimidad; pero resulta sorprendente que desde el comienzo de la historia hasta nuestros días siempre haya sido la parte corporal de la existencia humana lo que ha necesitado mantenerse oculto en privado, cosas todas relacionadas con la necesidad del procesode la vida, que antes de la Edad Moderna abarcaba todas

las actividades que servían para la subsistencia del individuo y para la supervivencia de la especie. Apartados esta-

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•• Arist6teles, Política, 1254b25.

• Arist6teles (Sobre la generaci6n de los animales, 775a33) llamaponetmos a la vida de una mujer. Que mujeres y esclavos pertenecieran y vivieran juntos, que ninguna mujer, ni siquiera la esposadel cabeza de familia, viviera entre sus iguales-<>tras mujeres li .bres-, de modo que la categoría dependía mucho menos del naci.miento que de la «ocupaci6mto funci6n, está muy bien presentadopor Wallon (op. cit., vol. 1, pp. 77 ss.), quien habla de una «confu.sion des rangs, ce partage de toutes les fonetions domestiques.: «Lesfemmes... se confondaient avec leurs esclaves dans les soins habituels de la vie intérieure. De quelque rang qu'elles fussent le travailétait leur apanage, comme aux hommes la guerre.. '

81 Véase Pierre Brizon,Bistoire du travail et des travailleurs (1926"),

p. 184, con respecto a las condiciones del trabajo en fábrica en elsiglo XVII.

ban los trabajadores, quienes «con su cuerpo atendían a lasnecesidades [corporales] de la vida»,79 y las mujeres, quecon el suyo garantizaban la supervivencia física de la especie. Mujeres y esclavos pertenecían a la misma categoría yestaban apartados no sólo porque eran la propiedad de al

guien, sino también porque su vida era «laboriosa», dedicadaa las funciones corporales.80 En el comienzo de la EdadModerna, cuando el trabajo «libre» había perdido su lugaroculto en lo privado de la familia, los trabajadores estabanapartados y segregados de la comunidad como si fueran delincuentes, tras altas paredes y bajo constante supervisión.81El hecho de que la Edad Moderna emancipara a las mujeresy a las clases trabajadoras casi en el mismo momento histórico, ha de contarse entre las características de una épocaque ya no cree que las funciones corporales y los interesesmateriales tengan que ocultarse. Lo más sintomático de lanaturaleza de estos fenómenos estriba en que los pocos residuos de lo estrictamente privado se relacionan, incluso ennuestra propia civilización, con las «necesidades», en el sentido original de ser necesarias por el hecho de tener uncuerpo.

• Tertuliano, op. cit. , 38.

• Esta distinta experiencia puede explicar en parte la diferenciaexistente entre la gran cordura de San Agusdn y la horrible concre·

10. EL LUGAR DE LAS ACTIVIDADES HUMANAS

Aunque la distinción entre lo público y lo privado coincidecon la oposición de necesidad y libertad, de futilidad y permanencia, y, finalmente, de vergüenza y honor, en modo al·guno es cierto que sólo lo necesario, lo fútil y lo vergonzosotengan su lugar adecuado en la esfera privada. El significado más elemental de las dos esferas indica que hay cosasque requieren ocultarse y otras que necesitan exhibirse públicamente para que puedan existir. Si consideramos estascosas, sin tener en cuenta el lugar en que las encontramos encualquier civilización determinada, veremos que cada una delas actividades humanas señala su propio lugar en el mundo.Esto es cierto para las principales actividades de la vita ac-

tiva, labor, trabajo y acción; pero hay un ejemplo, si bienextremo, de este fenómeno cuya ventaja como botón demuestra radica en que desempeñó un considerable papel enla teoría política.La bondad en sentido absoluto, diferenciada de lo «bueno

para~ o lo «excelente» de la antigüedad griega y romana, seconoció en nuestra civilización con el auge del cristianismo.Desde entonces conocemos las buenas acciones como una importante variedad de la posible acción humana. El famosoantagonismo entre el primer cristianismo y la res publica,

tan admirablemente resumido en la frase de Tertuliano nec

u!la magis res aliena quam publica ('ninguna materia noses más ajena que la pública'),82 corriente y acertadamentese entiende como una consecuencia de las tempranas expectativas escatológicas, que sólo perdieron su inmediato significado cuando la experiencia demostró que incluso la caídadel Imperio Romano no llevaba consigo el fin del mundo.1B

104 LA CONDICIÓN HUMANA 11. La esfera pública y la privada 105

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Sin embargo, la ultramundanidad del cristianismo aún tieneotra raíz, quizá más íntimamente relacionada con las enseñanzas de Jesús de Nazaret y, de todos modos, tan independiente de la creencia en 10 perecedero del mundo, quea uno le tienta ver en ella la verdadera razón interna de

por qué la alienación cristiana del mundo pudo tan fácilmente sobrevivir a la evidente no-realización de sus esperanzasescatológicas.

La única actividad que enseñó Jesús con palabras y hechosfue la bondad, e indudablemente ésta acoge una tendenciaa no ser vista ni oída. La hostilidad cristiana hacia la esferapública, la tendencia al menos en los primeros cristianos allevar una vida 10 más alejada posible de la esfera pública,puede también entenderse como una consecuencia evidente

de la entrega a las buenas acciones, independiente de todaslas creencias y esperanzas. Ya que resulta manifiesto queen el momento en que una buena acción se hace públicay conocida, pierde su específico carácter de bondad, de serhecha sólo en beneficio de la bondad. Cuando·.ésta se presenta abiertamente, deja de ser bondad, aunque pueda seguir siendo útil como caridad organizada o como acto desolidaridad. Por 10 tanto: «Procura que tus limosnas nosean vistas por los hombres». La ·bondad sólo existe cuando

no es percibida, ni siquiera por su autor; quien se ve desempeñando una buena acción deja de ser bueno, y todo10 más es un miembro útil de la sociedad o un fiel cumplidor de las enseñanzas de una determinada Iglesia. Por10 tanto: «Que tu mano izquierda no sepa 10 que hace laderecha».

Tal vez esta curiosa cualidad negativa de la bondad, sufalta de manifestación externa, hizo de la aparición histórica de Jesús de Nazaret un acontecimiento tan profun-

damente paradójico; esa misma cualidad parece ser el motivo de que Jesús creyera y enseñara que ningún hombrepuede ser bueno: «¿Por qué me llamáis bueno? Nadie esbueno, salvo uno, que es Dios».sf La misma convicciónse expresa en la historia talmúdica de los treinta y seis hom

bres justos, en consideración a los cuales Dios salva almundo y quienes no son conocidos por nadie, y menos aúnpor sí mismos. Recordamos la gran perspicacia socráticasobre la imposibilidad de que el hombre sea sabio, de laque nació el amor por la sabiduría o filo-sofía; toda la historia de Jesús parece atestiguar que el amor por la bondadsurge de la perspicacia de que ningún hombre puede serbueno.

Tanto el amor a la sabiduría como el amor a la bondad,

si se determinan en actividades filosóficas y en el bien obrar,tienen en común que llegan a un fin inmediato, que secancelan a sí mismos, por decirlo así, siempre que se dépor supuesto que el hombre puede ser sabio o bueno. Losintentos de dar existencia a 10 que no puede sobreviviral fugaz momento del acto no han faltado, y siempre condujeron al absurdo. Los filósofos de la tardía antigüedadque se exigían ser sabios eran absurdos cuando proclamabansu felicidad al quemarse vivos en el famoso Toro Falérico.

y aquí acaba la similitud entre las actividades que surgen del amor a la bondad y a la sabiduría. Es cierto queambas se hallan en cierta oposición a la esfera pública,pero el caso de la bondad es mucho más extremo a esterespecto y por 10 tanto de mayor pertinencia para nuestrocontexto. Si no quiere quedar destruida, sólo la bondadha de ser absolutamente secreta y huir de toda apariencia.El filósofo, incluso si decide de acuerdo con Platón abandonar la «cueva» de los asuntos humanos, no tiene que

ción de los juicios de Tertuliano sobre política. Ambos eran romanosy profundamente modeladospor la vida política romana.

lO Le. viii. 19. El mismo pensamiento 10 encontramos en MI. vi.1-18, donde Jesús advierte contra la hipocresía, contra la abierta c:1t-

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hibición de piedad. ~sta no puede «aparecer en los hombres., sino1610 en Dios, que «está en lo secreto•. Cierto es que Dios «recompensar'. al hombre, pero no «abiertamente., como afirma el modelode traducción. La palabra alemana Seheinheiligkeit expresa este fen6meno religioso, en el que la simple apariencia ya es hipocresía, demanera muy adecuada.• Se encuentra este modismo passim en Platón (véase esp. Gor-

gias482).

ocultarse de sí mismo; por el contrario, bajo el firmamentode ideas no sólo encuentra la verdadera esencia de todo 10

que existe, sino también a sí mismo en el diálogo entre'yo y yo mismo' (eme emaut6), en el que Platón vdá laesencia del pensamiento.8/i Estar en soledad significa estarcon uno mismo, y pensar, aunque sea la más solitaria de to

das las actividades, nunca es completo sin compañía.Sin embargo, el hombre que ama a la bondad nunca pue

de permitirse llevar una vida solitaria, y, no obst~te, suvivir con otros y para otros ha de quedar esencialmentesin testimonio y carente en primer lugar de la compañíade sí mismo. No está solitario, sino solo; en su vida conlos demás ha de ocultarse de ellos y ni siquiera puedeconfiar en sí mismo para atestiguar 10 que hace. El fil6sofosiempre puede confiar en sus pensamientos para mantener

se en compañía, mientras que las buenas acciones jamásacompañan y han de olvidarse en el momento en que serealizan, porque incluso su recuerdo destruye la cualidadde «bueno». Más aún, el pensar, debido a que cabe recor

dar 10 pensado, puede cristalizar en pensamiento, y l?spensamientos, como todas las cosas que de~n su ext~tencia al recuerdo, pueden transformarse en objetos tangibles que, como la página escrita o el libro impreso, seconvierten en parte de los artefactos humanos. Las buenasacciones, puesto que han de olvidarse instantáneamente,jamás pueden convertirse en parte del mundo; vienen y van,sin dejar huella. Verdaderamente no son de este mundo.

Este no ser del mundo, inherente a las buenas acciones,hace del amante de la bondad una figura esencialmentereligiosa y de la bondad, al igual que la sabiduría en laantigüedad, una cualidad en esencia no humana, superhumanao y sin embargo, el amor a la bondad, a diferencia delamor a la sabiduría, no está limitado a la experiencia de

unos pocos, de la misma manera que la soledad, a diferencia de la vida solitaria, se halla al alcance de la experienciade cualquier hombre. Así, pues, en cierto sentido, bondad ysoledad son de mucha más pertinencia a la política que lasabiduría y la vida solitaria; no obstante, sólo la vidasolitaria puede convertirse en una auténtica forma de existencia en la figura del filósofo, mientras que la experienciamucho más general de la soledad es tan contraria a la condición humana de pluralidad, que, sencillamente, resulta in

soportable durante cualquier período de tiempo y requierela compañía de Dios, único testigo imaginable de las buenasacciones, si no quiere aniquilar por completo la existenciahumana. La ultramundanidad de la experiencia religiosa,hasta donde es verdadera experiencia de amor en el sentidode actividad, y no la mucho más frecuente de pasiva contemplación de una verdad revelada, se manifiesta dentrodel mundo; ésta, al igual que todas las otras actividades,no abandona el mundo, sino que ha de realizarse dentro

de él. Pero dicha manifestación, aunque se presenta en elespacio en que se realizan otras actividades y depende dedicho espacio, es de naturaleza activamente negativa; alhuir del mundo y esconderse de sus habitantes, niega elespacio que el mundo ofrece a los hombres, y más quetodo, esa porción pública donde todas las cosas y personasson vistas y oídas por los demás.

La bondad, por 10 tanto, como consistente forma de vida,no es sólo imposible dentro de los confines de la esferapública, sino que incluso es destructiva. Quizá nadie hacomprendido tan agudamente como Maquiavelo esta rui-

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• El prlncip~, cap. 15.• Ibid., cap. 8.• Discursos, libro III, cap. 1.

nosa cualidad de ser bueno, quien, en un famoso párrafo,se atrevi6 a enseñar a los hombres «c6mo no ser bueno •. lMI

Resulta innecesario añadir que no dijo ni quiso decir quea los hombres se les debe enseñar a ser malos; el actocriminal, si bien por otras razones, también ha de huir deser visto y oído por los demás. El criterio de Maquiavelopara la acci6n política era la gloria, el mismo que en laantigüedad clásica, y la maldad no puede brillar más glo-riosa que la bondad. Por lo tanto, todos los métodos quelleven a «ganar más poder que gloria» son malos.87 Lamaldad que surge de lo oculto es impúdica y destruye di-rectamente el mundo común; la bondad que surge de looculto y asume un papel público ya no es buena, sino co-rrupta en sus propios términos y llevará la corrupci6na cualq4ier sitio que vaya. Así, para Maquiavelo, la raz6npor la que la Iglesia tuviera una corruptora influencia enla política italiana se debía a su participaci6n en los asun-tos seculares como tales y no a la corrupci6n individual deobispos y prelados. Para él, la alternativa planteada por elproblema del dominio religioso sobre la esfera secular eraineludiblemente ésta: o la esfera pública corrompía al cuer-po religioso y por lo tanto también se corrompía, o el cuerpo

religioso no se corrompía y destruía por completo a la esferapública. Así, pues, a los ojos de Maquiavelo, una Iglesiareformada aún era más peligrosa, y seguía con gran respetoy con mayor aprensi6n el renacimiento religioso de sutiempo, las «nuevas 6rdenes. que, para «salvar a la religi6nde quedar destruida por la disipaci6n de prelados y jerar-quías de la Iglesia., enseñaban al pueblo a ser bueno y noa «resistir al mal., con el resultado de que los «perversosgobernantes hacen todo el mal que les place».88

Hemos elegido el ejemplo extremo de realizar buenasobras, extremo porque esta actividad ni siquiera se en-cuentra en su elemento en la esfera de lo privado, con elfin de indicar que los juicios históricos de las comunidadespolíticas, por los que cada una determinaba qué actividadesde la vita activa debían mostrarse en público y cuáles teníanque ocultarse en privado, pueden tener su correspondenciaen la naturaleza de estas mismas actividades. Al planteareste problema no intento un exhaustivo análisis de las acti·vidades de la vita activa, cuyas articulaciones han sido curio-samente despreciadas por una tradición que la consider6fundamentalmente desde el punto de vista de la vita con-

templativa, sino procurar determinar con cierto grado deseguridad su significado político.