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387 Argel 1579: carteo Cervantes-Veneziano Donatella Siviero Università di Messina E l 27 de abril de 1578, el poeta siciliano Antonio Veneziano (Monreale 1543 - Palermo 1593) se encontraba en la galera Sant’Angelo, que formaba parte de la expedición rumbo a Madrid del Presidente del Reino de Sicilia, don Carlos de Aragón Tagliavia, cuando fue raptado por los piratas en aguas de Capri. Fue llevado a Argel, donde estuvo prisionero al menos diecisiete meses, y aquí, como diré enseguida, conoció a Miguel de Cer- vantes. Veneziano fue un personaje ecléctico y llevó una vida aventurera y bulliciosa. Tras haber estudiado con los jesuitas en el colegio de Monreale (fundado en 1553), en 1562 dejó la orden y, entre 1568 y 1575, ingresó en varias ocasiones en la cárcel de Castello a mare de Palermo por varios pleitos y porque, en 1573, raptó a la sirvienta de una monja terciaria dominicana. Una de las consecuencias de dicho rapto fu que su madre, Allegranza, viuda (su padre había muerto cuando él tenía cuatro años), lo desheredó. En 1578, como decía antes, fue hecho prisionero por los piratas y llevado a Argel, donde empezó a componer su poema Celia (1579). El 28 de noviembre de 1580, el poeta se encontraba ya libre, si bien ignoramos quién lo rescató, ya que en aquella fecha dio testimonio ante un notario en Monreale. Al regresar a Sicilia, volvió al servicio de la corte virreinal. Murió el 19 de agosto de 1593 en la explosión de las municiones guardadas en la cárcel de Castello a mare, donde se encontraba otra vez preso, no se sabe bien por qué razones. De la relación que Veneziano tuvo con Cervantes en Argel dan constancia la breve epístola y las doce octavas reales que éste le envió el 6 de noviembre de 1579, así como el soneto en italiano con el que el poeta siciliano le con- testó, un carteo que ambos autores mantuvieron cuando se encontraban en los baños de dicha ciudad. Los textos cervantinos nos han llegado a través de la tradición manuscrita de la obra de Veneziano, de cuya producción en siciliano existe hoy la primera edición crítica, a cargo de la malograda profesora Gae- tana M. Rinaldi, publicada póstumamente a finales 2012. Esta edición, que lleva por título Libro delle rime siciliane, está basada en el manuscrito que la citada filóloga identificó como autógrafo. En el Libro se incluyen también la

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Argel 1579: carteo Cervantes-Veneziano

Donatella SivieroUniversità di Messina

El 27 de abril de 1578, el poeta siciliano Antonio Veneziano (Monreale 1543 - Palermo 1593) se encontraba en la galera Sant’Angelo, que

formaba parte de la expedición rumbo a Madrid del Presidente del Reino de Sicilia, don Carlos de Aragón Tagliavia, cuando fue raptado por los piratas en aguas de Capri. Fue llevado a Argel, donde estuvo prisionero al menos diecisiete meses, y aquí, como diré enseguida, conoció a Miguel de Cer-vantes. Veneziano fue un personaje ecléctico y llevó una vida aventurera y bulliciosa. Tras haber estudiado con los jesuitas en el colegio de Monreale (fundado en 1553), en 1562 dejó la orden y, entre 1568 y 1575, ingresó en varias ocasiones en la cárcel de Castello a mare de Palermo por varios pleitos y porque, en 1573, raptó a la sirvienta de una monja terciaria dominicana. Una de las consecuencias de dicho rapto fu que su madre, Allegranza, viuda (su padre había muerto cuando él tenía cuatro años), lo desheredó. En 1578, como decía antes, fue hecho prisionero por los piratas y llevado a Argel, donde empezó a componer su poema Celia (1579). El 28 de noviembre de 1580, el poeta se encontraba ya libre, si bien ignoramos quién lo rescató, ya que en aquella fecha dio testimonio ante un notario en Monreale. Al regresar a Sicilia, volvió al servicio de la corte virreinal. Murió el 19 de agosto de 1593 en la explosión de las municiones guardadas en la cárcel de Castello a mare, donde se encontraba otra vez preso, no se sabe bien por qué razones.

De la relación que Veneziano tuvo con Cervantes en Argel dan constancia la breve epístola y las doce octavas reales que éste le envió el 6 de noviembre de 1579, así como el soneto en italiano con el que el poeta siciliano le con-testó, un carteo que ambos autores mantuvieron cuando se encontraban en los baños de dicha ciudad. Los textos cervantinos nos han llegado a través de la tradición manuscrita de la obra de Veneziano, de cuya producción en siciliano existe hoy la primera edición crítica, a cargo de la malograda profesora Gae-tana M. Rinaldi, publicada póstumamente a finales 2012. Esta edición, que lleva por título Libro delle rime siciliane, está basada en el manuscrito que la citada filóloga identificó como autógrafo. En el Libro se incluyen también la

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epístola y las octavas de Cervantes, que se habían publicado por primera vez en 1859, en la edición de Salvatore Arceri de las obras de Veneziano (Opere di Antonio Veneziano poeta monrealese. Palermo: Tipografia Giliberti, pp. 59-62). Luego volvieron a editarse otras dos veces, la primera en 1913 al cuidado de Eugenio Mele, que publicó su edición “Miguel de Cervantes y Antonio Veneziano” en la Revista de archivos, bibliotecas y museos, tercera época, tomo XXIX, pp. 82-90, basándose únicamente en el ms. XI.B.6; el texto de esta edición es el que se encuentra en varias colecciones cervantinas. Más tarde, en 1980, salió la edición de Maria Caterina Ruta (“Le ottave di Cervantes per Antonio Veneziano e Celia”, Bollettino del Centro di studi filologici e linguistici siciliani, 14: 171-186), basada en siete manuscritos. En el citado Libro a cargo de la profesora Rinaldi, aparece la nueva edición de los textos cervantinos basada en el autógrafo de Veneziano (Rinaldi, 2012,85-88), de la que hablaré enseguida. Pero vayamos por partes.

Antonio Veneziano fue un refinado poeta petrarquista con muchas com-petencias artísticas, gracias a las cuales colaboró como organizador, al menos hasta 1583, en fiestas efímeras oficiales y triunfos de la corte virreinal, y quizá también tuvo conocimientos musicales, como parece sugerir una de sus canzuni más exquisitas, Sulu e ricotu:

Sulu e ricotu cu li mei pinzeri,tutti ad un tonu conformi e concordi,sonu milli ayri finti ed opri verid’immagginazioni e di ricordi.Calu fina a la rosa e acchianu arrerie d’una in una tastiju li cordi:gioia, tu sì la prima a stu curderi,sula suttili, chiui auta e chi accordi.1

Fue autor de una obra vastísima, escrita principalmente en siciliano, pero también en italiano y latín, que nos ha llegado en nueve ‘libros de autor’, como los define Gaetana M. Rinaldi; se trata de nueve testimonios manuscri-tos que contienen casi exclusivamente composiciones de Veneziano. Fue la misma profesora Rinaldi, a comienzos de los años noventa del siglo pasado, quien reconoció en el manuscrito XI.B.6 de la Biblioteca centrale della Regione siciliana Alberto Bombace, XI.B.6, el autógrafo de Veneziano.2 El

1 [Solo y recogido en mis pensamientos, todos conformes y concordes con un mismo tono, toco mil arias inventadas y obras verdaderas de imaginación y recuerdos. Desciendo hasta la roseta y vuelvo atrás, una a una taño las cuerdas: querida, tú eres la primera de este cordal, la más sutil, y aguda, la que afina.]

2 “In effetti il libro si apre con un foglietto posticcio in cui un anonimo bibliotecario, forse alla fine del secolo XIX, dichiara che ‘Il presente MS è autografo’, aggiungendo però alcuni dettagli

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manuscrito se abre (f. 4r) con lo que se puede considerar una portada gene-ral, donde aparece una ilustración alegórica, el título “Di | Antoni Veneziani ma[iuri] | Canzuni amurusi siciliani” y, en la parte inferior, el lugar y fecha de la supuesta composición: “In Algeri M | DLXXIX” (f. 4r).

di fantasia: il manoscritto sarebbe stato vergato durante la prigionia ad Algeri e Torquato Tasso avrebbe tanto ammirato l’autore da partire per andare a incontrarlo a Palermo, finché non gli giunse, strada facendo, notizia della sua morte; di conseguenza, nessuno aveva preso sul serio la prima affermazione, peraltro non sostenuta da nessun argomento. L’autografia è ipotizzabile anzitutto per le caratteristiche interne del manoscritto ed è confermata dal fatto che tutti gli altri libri d’autore sono descritti da questo testimone, cioè dipendono direttamente o indirettamente da esso.” (Di Girolamo, 2012, IX).

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Otra ilustración alegórica se encuentra al comienzo de la sección “Libru primu”: en el dibujo se ve un paisaje de ciudad con una alta y esbelta torre coronada por una pequeña bandera, que, como sugiere Francesco Carapezza (Carapezza, 2012, XLI), parece representar un alminar; en la parte de arriba aparece un resplandeciente sol rodeado por pequeñas estrellas y por la divisa “vltra etse citra”, ‘más allá aunque del lado de acá’ (f. 16v), que tal vez sea una referencia a la separación entre el alma, cautiva en Sicilia en poder de la mujer amada, destinataria de la Celia, y el cuerpo, cautivo en Argel.

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La ciudad del cautiverio, por lo tanto, sería el lugar más importante para la producción de Veneziano, como sugieren estos importantes elementos, aunque, en realidad, la fecha que aparece en el manuscrito es anacrónica. Si bien es cierto que Veneziano compuso varias canzuni durante su cautiverio, en su totalidad el manuscrito es algo posterior, ya que contiene obras que el poeta escribió después de su permanencia en Argel, empezando por la misma epístola dedicatoria, con la cual se abre el manuscrito, fechada en 1581. De todas maneras, no hay duda de que la experiencia argelina debió de ser muy significativa para él, tal como veremos.

En Argel, como decía al principio, Antonio Veneziano entabló relación con Miguel de Cervantes, quien ya llevaba tres años en los baños de la ciudad cuando llegó el italiano. Como es sabido, Cervantes había sido capturado por los piratas en 1575, durante su viaje de regreso de Nápoles a España, y fue llevado a Argel, donde permaneció hasta 1580. El largo cautiverio cervantino siempre ha sido objeto de gran atención por parte de los cervantistas;3 lo que pretendo aquí no es añadir algo nuevo sobre la cuestión, sino únicamente focalizar algunos aspectos de esta etapa que resultarán útiles para contex-tualizar mejor la epístola y las octavas reales. Si se considera, por un lado, que toda la obra de ficción de Cervantes está contaminada de elementos tomados de la realidad y, por el otro, que “Nuestro conocimiento del cau-tiverio cervantino se apoya en fuentes que, por varios motivos, reordenan, deforman u ocultan, a veces, los hechos ocurridos” (Canavaggio, 1998, LII ),4 se entiende perfectamente la importancia que tienen todas las referencias directas a los años argelinos que se pueden rastrear en su producción. Así, es evidente que el episodio del cautivo Ruy Pérez de Viedma del Quijote, al ofrecer una perfecta síntesis ficcionalizada o, mejor dicho, una “libérrima transposición” (Canavaggio, 2000, 25) de lo que debió de ser su vivencia argelina, es, en tal sentido, uno de los más altos ejemplos de la capacidad de Cervantes para contaminar la literatura con la vida real. Recordemos cómo el narrador cervantino, por boca del cautivo, resume así el estado de ánimo que, según podemos imaginar, coincidiría con el del mismo Cervantes prisionero:

(…) pensaba en Argel buscar otros medios de alcanzar lo que tanto deseaba, porque jamás me desamparó la esperanza de tener libertad; y cuando en

3 Me limito a citar aquí uno de los estudios más recientes e interesantes sobre estos años algo borrosos de la enigmática biografía de Cervantes: Márquez Villanueva, 2010.

4 El mismo Canavaggio, a propósito de las fuentes, señala que “por preciosas que sean estas fuentes apenas nos dicen nada sobre lo que, a nuestros ojos, constituye lo esencial: la forma en que Cervantes vivió desde dentro la experiencia; las relaciones que mantuvo con musulmanes y cristianos; la mirada que lanzó sobre una civilización diferente de la suya. Sentimos, pues, la tentación de apelar, para completar estos datos, a las proyecciones literarias de su cautiverio” (Canavaggio, 1987, 72).

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lo que fabricaba, pensaba y ponía por obra no correspondía el suceso a la intención, luego, sin abandonarme, fingía y buscaba otra esperanza que me sustentase, aunque fuese débil y flaca. Con esto entretenía la vida, encerrado en una prisión o casa que los turcos llaman baño, donde encierran los cautivos cristianos, así los que son del rey como de algunos particulares.5

Sin duda, la huella dejada por la dolorosa experiencia de la privación de

libertad y la situación de semi-esclavitud fue profunda, tanto que el tema del cautiverio aparece repetidas veces a lo largo de la obra de Cervantes. A propósito de ello, María Antonia Garcés llega a afirmar que “Este suceso representa el eje, o el vórtice fantástico, al que la escritura de Cervantes retorna sin cesar” (Garcés, 2005, 619). Ahora bien, si se considera lo que era la ciudad de Argel en aquel entonces, también se pueden mirar las cosas desde otra perspectiva y leer el cautiverio no solamente como un episodio negativo, sino como momento clave para la formación humana y cultural del escritor (Abi-Ayad, 1994). En el siglo XVI, muchas de las ciudades-estados que sirvieron de base para las actividades de los piratas berberiscos, como lo fue Argel, se convirtieron en grandes centros comerciales y conocieron cierta riqueza: el mercado de compra-venta y de rescate de cautivos y la organización de las flotas corsarias, así como de los baños, favorecieron un gran desarrollo económico. Argel, a finales del siglo XVI, era una de las ciudades más importantes y cosmopolitas de todo el arco mediterráneo; su riqueza no sólo era económica, sino también cultural. Si bien es cierto que en la ciudad se reunían corsarios y todo tipo de aventureros, no lo es menos que el vaivén de gentes acabó convirtiéndola en un lugar de intercambio continuo entre diversidades, en un “hervidero étnico y religioso”, en palabras de Eisenberg, donde se entrecruzaban ideas y corrientes intelectuales, ya que entre los cautivos también había gente culta. Antonio de Sosa, un médico e intelectual compañero de prisión de Cervantes, anotó en su Topografía e historia general de Argel, escrita a finales de 1570, que “Hartos buenos ingenios y aún doctísimos en todas buenas artes y ciencias tenemos cauti-vos hoy en día en Argel, y que cautivan cada día los corsarios desta tierra” (Bauer y Landauer, 1927-29, II, 80).6 Es más: los españoles cautivos gozaban

5 El episodio de Ruy Pérez de Viedma que, como es sabido, ocupa los capítulos 39-41 de la Primera parte del Quijote, es producto “de la rememoración cervantina del cautiverio” y “evidencia un autobiografismo [...] compacto”. Por lo tanto, el cuento de cautivo “nos restituye de modo insustituible, envuelta en el ropaje de una ‘fábula mentirosa’, la forma en que el futuro autor del Quijote interiorizó una experiencia excepcional” (Canavaggio, 1998, XLVIII y LII-LIII). Murillo llegó a sugerir que el relato del cautivo era “el verdadero e hipotético Ur-Quijote” (Murillo, 1981, 43).

6 Antonio de Sosa ha sido identificado como el autor de la Topografía e historia general de Argel, que fue editada y publicada por primera vez por fray Diego de Haedo, y bajo su nombre, en 1612. Se trata de una importante y extensa obra estructurada en tres largos diálogos, con la que el

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paradójicamente de unas libertades impensables en su patria, ya que, como subraya el mismo Eisenberg, en Argel “se podía leer lo que uno quisiera; se podía discutir cualquier tema. El único peligro era que un compatriota de rescate denunciara, en España, lo que uno había dicho. Sin duda circulaban libros europeos entre los presos letrados y algunos de los renegados” (Eisen-berg, 2001, 87). Los caballeros y religiosos cautivos, pues, intercambiaban ideas, libros y sobre todo escritos autógrafos y acabaron formando como una pequeña ‘república de las letras’ (Gonzalo Sánchez-Molero, 2010, 222). El preso Cervantes, por lo tanto, aunque sin darse exactamente cuenta de ello, conoció en Argel la libertad de entrar en contacto con la diversidad, una diversidad tanto étnica como religiosa, algo imposible en el espacio socio-político de la España de su tiempo, y tuvo ocasión de escuchar multitud de idiomas hablados por gentes de tan distintas naciones y origen social. Entre tales idiomas, debió de llegar a comprender el siciliano de las canzuni dedi-cadas a la mujer llamada Celia, que, según todo indica, Antonio Veneziano compuso en el periodo de su cautiverio argelino.

Cautiverio que, al parecer, tal como ocurrió en el caso de Cervantes, para Antonio Veneziano resultó, para bien y para mal, el hito fundamental de su vida, pues, por un lado, Argel es el lugar indicado como el de redacción del manuscrito autógrafo y, por otro, cabe decir que el motivo del encarcela-miento, de la privación de libertad, está muy presente en la memoria y en la imaginación poética del autor. De hecho, a lo largo de su obra poética, el motivo aparece metafóricamente bajo la forma de la cárcel de amor, de la esclavitud de amor. Alrededor del mismo motivo, Cervantes construye las octavas reales que le envía a Veneziano. Desde el punto de vista de la calidad artística, ni el poema ni la breve epístola que lo precede se pueden considerar memorables, pero ambos poseen cierto interés, sobre todo por su valor biográfico, pues atestiguan y confirman que, en los años de Argel, Cervantes dedicaba parte de su tiempo a las letras y experimentaba con la poesía. Recuérdese, a este propósito, la afirmación del portugués Antonio de Sosa, otro compañero de cautiverio de Cervantes, incluida en la “Infor-mación de Miguel de Cervantes de lo que ha servido a S. M. y de lo que ha hecho captivo en Argel”, donde se recogen las declaraciones, realizadas a petición de Cervantes, de varios compañeros suyos en Argel ante el notario Pedro de Ribera, certificadas por el redentor de cautivos fray Juan Gil. Pues bien, declaraba Sosa que Cervantes “se ocupaba muchas vezes en componer versos en alabanza de nuestro señor y de su bendita madre y del santísimo

autor documenta desde su perspectiva lo que vio en Argel en los años de cautiverio. Eisenberg llegó a sugerir una posible autoría cervantina de la obra (Eisenberg, 1996), pero sus argumentos no convencieron a los cervantistas. Sobre la cuestión, véanse Camamis, 1977; Sola y de la Peña, 1995; Garcés, 2011, 1-80.

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sacramento y otras cosas santas y devotas” (Torres Lanza, 1905, 396). Tal como señaló Ruta, de la producción a la que se refiere Sosa, solamente nos han llegado los dos sonetos dedicados a Bartholomeo Ruffino de Chiambery, otro cautivo en Argel, fechados en 1577, la controvertida “Epístola a Mateo Vázquez”, más famosa por el debate acerca de su autenticidad que por su calidad literaria,7 y las doce octavas reales y la epístola para Veneziano.

Esta última sirve de introducción a las octavas y es muy breve; en ella Cervantes pide disculpas por el hecho de no haber podido revisar los versos como habría sido necesario a causa de su estado de ánimo afligido. Aunque se trata de afirmaciones que parecen obedecer a los tópicos de la falsa modes-tia, lo cierto es que, en aquella época, tal como apuntaron tanto Ruta como Canavaggio, Cervantes había pasado por unas semanas de adversidades y, por lo tanto, es posible que haga referencia a una situación de aflicción real. Efectivamente, por aquellas fechas el escritor había intentado fugarse por cuarta vez, intento que había fracasado y que había sido castigado con un encierro (Ruta, 1980, 173; Canavaggio, 1992, 104-105). Tras las disculpas, el escritor le desea a su amigo (y también a sí mismo) una pronta liberación, para que pueda volver rápidamente a su tierra y a Celia.

Las octavas se basan en recursos estilísticos como construcciones corre-lativas, paralelismos, hipérboles, antítesis y plurimembraciones de clara tradición petrarquista y muestran tonalidades semejantes a las de los poemas que aparecerán en La Galatea, obra en la cual Cervantes, al llegar a Argel, debía de llevar varios años trabajando, desde antes de trasladarse a Italia a finales de 1569 (Stagg, 1994). En particular, el primer soneto que pronuncia la ninfa Galatea, “Afuera el fuego, el lazo, el yelo y flecha”, la canción de Elicio con la que empieza el Libro Primero y la III canción de Lenio en el Libro Cuarto se basan en series de correlaciones y antítesis y en un léxico muy parecidos a los de la primera octava.8 En la octava tercera Cervantes hace una clara referencia al hecho de que la pluma de Veneziano ha ‘tras-ladado’ conceptos de su alma al papel, cosa que deja intuir lo que ya decía, esto es, que Veneziano compuso una parte de su cancionero en Argel y que Cervantes tenía conocimiento de los poemas que trataban, como se lee en la misma octava, del mal de amor:

En los conceptos que la pluma vuestrade la alma en el papel ha trasladadonos dáis no sólo indicio, pero muestrade que estáis en el cielo sepultado.

7 En años recientes, Sánchez-Molero ha defendido la autenticidad del poema: véase Gonzalo Sánchez-Molero, 2010.

8 Para un análisis pormenorizado de las afinidades y diferencias entre estos textos, véase Ruta, 2006.

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Y allí os tiene de Amor la fuerte diestra,vivo en la muerte, a vida reservado,que no puede morir quien no es del suelo,teniendo el alma en Celia que es un cielo.

Ya hemos visto que en la ilustración que abre el manuscrito de Veneziano aparece la divisa “vltra etse citra”, que parece referirse a la separación entre cuerpo y alma; a esta separación Veneziano hace referencia repetidas veces en las octavas de su Celia (y también en algunos poemas de otra sección, Nenia). Un ejemplo claro de ello se encuentra en el poema 137, donde se lee: “Benchi per sorti e voghia di li dei / tu si in Sicilia et iu in terra di Mori”. A esta separación cuerpo-alma alude también Cervantes en la última octava al decir:

El cuerpo acá y el alma allá captivatiene el mísero amante que padecepor ti, Celia hermosa, en quien se avivala luz que al cielo alumbra y esclarece.

Es interesante señalar que el mismo motivo volverá a aparecer en El trato de Argel, otra de las obras en las cuales se supone pudo empezar a trabajar Cervantes mientras se encontraba cautivo, cuando el autor pone en boca de Aurelio, justo al comienzo de la Jornada primera, estas palabras:

Pondérase mi dolorcon decir, bañado en llorosque mi cuerpo está entre morosy el alma en poder de Amor.

La nueva edición de las octavas y la epístola, como decía al comienzo, se basa en el manuscrito autógrafo de Veneziano, cuya edición, en el ordenador de la profesora Rinaldi, se hallaba dividida en varias secciones y diferentes documentos.9 Los textos españoles se encontraban en el documento que contenía la primera sección y, sin duda alguna, aún debían ser revisados; en realidad, se trataba de una transcripción semi-diplomática, en la cual la editora había introducido escasas enmiendas incluso en los errores más evidentes; por consiguiente, se han considerado provisionales las pocas notas

9 Eran catorce documentos que correspondían a catorce de las quince secciones de las que se compone el autógrafo. La sección que faltaba, es decir, la segunda, que contiene los poemas de encomio al poeta compuestos por otros autores, está presente en una impresión de ordenador de todos los textos que Di Girolamo fechó al comienzo de los años noventa (Di Girolamo, 2012, VII).

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de aparato que los acompañan. En mi trabajo sobre la edición Rinaldi he regularizado y modernizado la grafía según los usos de la filología española; además, respecto a la edición Ruta, el aparato es mucho más escueto debido a la eliminación de los descripti.

Por último, me gustaría señalar que este episodio de la vida literaria de Cervantes y Veneziano llamó la atención de dos autores del siglo XX, de nuevo un siciliano y un español: Leonardo Sciascia y Jorge Guillén, que estuvieron en contacto epistolar durante algunos años.10 A comienzos de los sesenta, Sciascia empezó a trabajar sobre Veneziano y le pidió información por vía epistolar a Guillén sobre las octavas cervantinas. Guillén, que al parecer no conocía el texto de Cervantes, el 30 de mayo de 1961 le escribe a Sciascia: “No deje de contarme lo de la poesía de Cervantes”; en otra carta del 12 de julio le dice que “no he podido ‘estudiar’ la poesía atribuida a Cervantes”. Pero a comienzos del año siguiente, el 6 de febrero, el poeta cumple con su palabra y le facilita los siguientes datos a Sciascia:

Mi querido amigo: tenía pendiente con usted una deuda... literaria. Supongo que ya habrá usted escrito sus páginas sobre aquel Antonio Veneziano, a quien en efecto dedicó Cervantes unas octavas. Octavas perfectamente cono-cidas. En la edición de Shevill y Bonilla, acaso las mejores Obras Completas de Cervantes, en el tomo VI (“Comedias y entremeses Poesías sueltas”) figura esa composición, páginas 31-36. Allí se cita el manuscrito de Palermo (signatura XI-B-6), las Opere de A. Veneziano (Palermo 1861) y el artículo del señor Mele en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, julio-agosto de 1913, págs. 82-98 (allí podrá usted encontrar ese estudio, más accesible que la tirada aparte.) ¡Y eso es todo! ¡Todo lo que sé!

El diálogo sobre la relación Cervantes-Veneziano continúa en marzo de aquel 1962, cuando Guillén vuelve sobre el tema, anima a Sciascia a que escriba su libro sobre Veneziano y subraya que “Las obras dramáticas y narrativas sobre temas de cautiverio argelino están compuestas de inven-ciones y de memorias; habría que releer con mucha atención a Cervantes para encontrar acaso reminiscencias de Veneziano”; también contesta una pregunta que Sciascia le había planteado en una carta anterior: “No sé si Cervantes leería o comprendería el dialecto de Sicilia; pero la lengua italiana sí debía leerla y sentirla”. En 1967 Sciascia, en colaboración con Aurelio Rigoli, publicó finalmente una antología de Veneziano (Rigoli ed. 1967) y le envió un ejemplar a Guillén, que en una carta del 12 de noviembre de 1968 le escribe: “Antonio Veneziano es un personaje con mucha más importancia

10 Sobre esta relación epistolar entre ambos autores, véase Ladrón de Guevara Mellado, 2000, de donde he extraído las citas de las cartas de Guillén.

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de la que yo suponía. (Y además compañero de Cervantes en el campo de concentración)”.

Aunque, como decía, sólo se trata de un episodio de la vida literaria de ambos y, repito, tanto los textos de Cervantes como el soneto de Veneziano no sean de lo mejor que haya salido de sendas plumas, esta correspondencia poética merece ser conocida en calidad de documento que aporta algunos datos, escuetos pero significativos, sobre la actividad intelectual de estos dos grandes autores europeos durante su cautiverio argelino.

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Resumen:El 27 de abril de 1578, los piratas raptaron al poeta siciliano Antonio Veneziano (1543-1593) y lo llevaron a Argel, donde estuvo preso al menos diecisiete meses. Allí conoció a Cervantes, quien el 6 de noviembre de 1579 le envió una carta y doce octavas, a las que Veneziano contestó con un soneto en italiano. He llevado a cabo una nueva edición de los textos, ya publicados por S. Arceri (1859), E. Mele (1913) y, críticamente, por M. C. Ruta (1986), en el marco de la edición crítica de Veneziano al cuidado de G. M. Rinaldi, basada en el manuscrito autógrafo del poeta (2012). En el presente trabajo se contextualiza este episodio de correspondencia poética cuya importancia ha empezado a comprenderse recientemente.

Palabras clave:Cervantes, Antonio Veneziano, cautiverio en Argel.

Abstract:On April 27th, 1578, the Sicilian poet Antonio Veneziano (1543-1593) was kidnapped by pirates and taken to Algiers where he remained for at least seventeen months. Here he made friends with Cervantes, who on November 6, 1579, sent him a letter and twelve octaves, to

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which Veneziano replied with a sonnet in Italian. These texts, which have been published by S. Arceri (1859), E. Mele (1913), and critically edited by M. C. Ruta (1986), have been re-edited by myself as part of the critical edition of Veneziano’s poetry carried out by G. M. Rinaldi and based on the poet’s authograph (2012). In this paper I will discuss the background to this unusual poetic exchange between the great Spanish author and an Italian poet whose importance has only recently begun to be reassessed.

Keywords:Cervantes, Antonio Veneziano, captivity in Algiers.