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ARGENTINA, FINLANDIA Y SUECIA, Y OTROS CASOS DE CIRCULOS VIRTUOSOS ENTRE INVERSION EN DESARROLLO HUMANO Y CRECIMIENTO. Como puede apreciarse en el siguiente grafico, en 1950 el PIB percapita de Argentina y Finlandia eran semejantes, y ambos eran inferiores al de Suecia. Sin embargo, pronto se comenzó a mostrar una marcada diferencia en los patrones de desarrollo: el PIB percapita de Finlandia comenzó a crecer con rapidez, y a acercarse al de Suecia, a pesar de que este ultimo también estaba creciendo vigorosamente. En cambio, el PIB percapita de Argentina siguió creciendo muy tímidamente. La creciente divergencia en los patrones de crecimiento de ambos países se relaciona con la diferencia en la evolución de la productividad del trabajo. A su vez, esta depende, como se sabe, de la evolución del capital físico y humano por trabajador. Esta es una razón por la cual todos los habitantes de un país deberían estar interesados en que las inversiones en capital físico y humano que se efectúan en el mismo sean elevadas, y de calidad: el ingreso percapita promedio de un país depende de la productividad promedio del trabajo, y esta, a su vez, depende de la inversión percapita promedio en capital físico y humano, y de la calidad de dicha inversión.

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ARGENTINA, FINLANDIA Y SUECIA, Y OTROS CASOS DE CIRCULOS VIRTUOSOS ENTRE INVERSION EN DESARROLLO HUMANO Y CRECIMIENTO. Como puede apreciarse en el siguiente grafico, en 1950 el PIB percapita de Argentina y Finlandia eran semejantes, y ambos eran inferiores al de Suecia. Sin embargo, pronto se comenzó a mostrar una marcada diferencia en los patrones de desarrollo: el PIB percapita de Finlandia comenzó a crecer con rapidez, y a acercarse al de Suecia, a pesar de que este ultimo también estaba creciendo vigorosamente. En cambio, el PIB percapita de Argentina siguió creciendo muy tímidamente.

La creciente divergencia en los patrones de crecimiento de ambos países se relaciona con la diferencia en la evolución de la productividad del trabajo. A su vez, esta depende, como se sabe, de la evolución del capital físico y humano por trabajador. Esta es una razón por la cual todos los habitantes de un país deberían estar interesados en que las inversiones en capital físico y humano que se efectúan en el mismo sean elevadas, y de calidad: el ingreso percapita promedio de un país depende de la productividad promedio del trabajo, y esta, a su vez, depende de la inversión percapita promedio en capital físico y humano, y de la calidad de dicha inversión.

El segundo grafico muestra la evolución de la inversión pública percapita en educación, como proxi de la inversión en capital humano por trabajador. Puede observarse la marcada discrepancia entre la evolución de esta variable en Suecia y Finlandia, respecto a la de Argentina. Se ha desarrollado un elevado y fuerte consenso alrededor del reconocimiento de que la acumulación de capital humano, particularmente la obtenida a través de la escolarización, es un factor fundamental para el desarrollo económico. Las conexiones entre los niveles y la calidad de la inversión en capital humano y el crecimiento económico, la desigualdad en la distribución del ingreso y la pobreza están bien establecidas teórica y empíricamente. “La evidencia y conclusiones son poderosas. La productividad, la distribución y el crecimiento están directamente determinadas por el stock de capital humano de un país y la tasa a la que este se acumula. Altos niveles de escolaridad y buena salud y nutrición, son buenos predictores de su subsecuente desempeño”. (BID, “Pathways to Growth”, Washington, 1997). La acumulación de capital humano requiere de un significativo esfuerzo por parte del sector público. La tasa de crecimiento de la productividad del trabajo, entonces, sería dependiente de decisiones de política económica, tales como el volumen de gastos en educación, capacitación y salud, y de la eficiencia con que se ofrecen dichos servicios. Sin embargo, los estudios demuestran que la calidad del capital humano, no solo u calidad, resulta fundamental. Esto nos lleva a preguntarnos sobre los factores determinantes de la calidad de la formación de los recursos humanos. Limitémonos aquí a uno: el techo de la calidad de la educación estará dado por la calidad de los docentes.

Casi en todo el mundo, los principales sistemas educativos hacen dos cosas: han desarrollado mecanismos eficientes para seleccionar a los docentes que recibirán capacitación y pagan buenos salarios iniciales. Estas dos cosas tienen un claro y evidente impacto en la calidad de los futuros docentes. Estas mismas características están por lo general ausentes en los sistemas con bajo desempeño. Finlandia ha introducido una primera ronda nacional en su proceso de selección que, a partir de 2007, consistirá en un examen multiplechoice diseñado para evaluar conocimientos de aritmética, lengua y resolución de problemas. Los candidatos con puntaje más alto pasan entonces a la segunda ronda del proceso de selección, a cargo de las universidades en forma individual. En esta ronda se evalúan las habilidades de comunicación, el deseo de aprender, la capacidad académica y la motivación por la docencia de los postulantes. No obstante, una vez egresados del profesorado, los potenciales docentes deberán superar pruebas adicionales tomadas por las propias instituciones donde se postulen para ejercer la docencia. Tan importante como el proceso de selección en sí es asegurar que este tenga lugar en el momento exacto. Los sistemas con alto desempeño han optado por seleccionar a sus candidatos antes de que den comienzo a su capacitación docente y limita los cupos del programa de capacitación a los seleccionados. El otro ingrediente esencial para lograr que las personas indicadas se interesen por la docencia es ofrecer buena paga inicial. Todos los sistemas con alto desempeño que tomamos como referencia (salvo uno) pagan salarios iniciales iguales o superiores al promedio de la OCDE con relación al PIB per cápita de sus respectivos países. OTROS CASOS DE CIRCULOS VIRTUOSOS ENTRE DESARROLLO HUMANO Y CRECIMIENTO ECONOMICO: Una de las implicaciones más importantes de las nuevas teorías del crecimiento, es que los países menos desarrollados que aceleraran su tasa de acumulación en capital humano, y su capacidad de asimilar, adoptar y eventualmente desarrollar el conocimiento y la tecnología, podrían crecer mucho más rápidamente, de manera sostenida, elevando con mayor rapidez su ingreso percápita, reduciendo rápidamente sus tasas de pobreza y mejorando significativamente el bienestar de la población (sobre todo si las oportunidades de acceso al capital humano se distribuyen de manera más equitativa). Ranis et al. (2000) señalan que una fuerte causalidad en ambos sentidos entre crecimiento y capital humano pueden llevar a un ciclo virtuoso en el proceso de desarrollo: con altos niveles de capital humano conduciendo a altas tasas de crecimiento económico que, en su turno, promocionan la acumulación de capital humano. Contrariamente, la economía puede encontrarse en un ciclo vicioso, cuando cuenta con un deficiente nivel de desarrollo humano, lo que resulta en

tasas de crecimiento bajas que generan pocos recursos para la futura acumulación en capital humano. Ejemplos de ambos casos, en términos de círculos virtuosos y círculos viciosos (o equilibrios de “fondo del pozo”), pueden encontrarse en el caso de diferentes grupos de países en Asia. Como puede apreciarse en el gráfico, hace algunas décadas, en los años 60, el ingreso percápita de los países del Sur de Asia, países asiáticos menos desarrollados y del Este de Asia era bastante similar, colocándose en todos los casos, con la excepción de Malasia, por debajo de los US$ 200 de ingreso percápita anual.

Desde entonces, en las ultimas tres décadas los países del Este de Asia han crecido a tasas muy rápidas, mientras los países del Sur de Asia y los países asiáticos menos desarrollados se rezagado considerablemente, tanto en sus niveles de ingreso por habitante como en sus indicadores de desarrollo humano.

Fuente: Banco Mundial, Indicadores del Desarrollo Mundial.

Fuente: Banco Mundial, Indicadores del Desarrollo Mundial.

Una diferencia inicial fundamental entre estos tres grupos de países lo constituyó la prioridad otorgada desde el inicio por los países del Este de Asia a la inversión en capital humano. A pesar de que el ingreso percápita de los tres era bastante comparable en los 60, el gasto por habitante en salud y educación era mucho más elevado en los países del Este de Asia.

Como consecuencia, existían grandes diferencias iniciales en las tasas de alfabetización y los indicadores de salud. Este punto de partida colocó a los países del Este de Asia en mejores condiciones para desplegar en las décadas siguientes un “circulo virtuoso” de crecimiento de la economía asociado a una fuerte reducción de la pobreza.

Fuente: Banco Mundial, Indicadores del Desarrollo Mundial.

Fuente: Banco Mundial, Indicadores del Desarrollo Mundial.

En América Central, el caso de Costa Rica resulta paradigmático en términos de la importancia de una sostenida inversión en capital humano, a la cual se le otorga prioridad desde un inicio. En los años 60, el ingreso percápita de los diferentes países centroamericanos era bastante parejo, pero ya en esa década Costa Rica exhibía un gasto en educación como porcentaje del PIB (4.1%) que duplicaba el nivel promedio de los restantes países (1.9%), y mostraba una tasa neta de escolaridad primaria del 74%, comparada con el 38% de Nicaragua, 31% de Guatemala, 49% de Honduras y 65% de El Salvador.

El porcentaje de analfabetismo de la población adulta era del 16% en Costa Rica, mientras se elevaba hasta al 51% de la población adulta en El Salvador, 62% en Guatemala, 55% en Honduras y 55% en Nicaragua. En Costa Rica, de acuerdo con las encuestas de hogares, los años de escolaridad promedio para las cohortes nacidas en 1940, que en 1960 tenían 20 años de edad, es de 6 años. Para Guatemala, los años promedio de escolaridad de la generación nacida en 1940 es de apenas 2.1 años. En Honduras encontramos 2.9 años como promedio de escolaridad para las cohortes nacidos en 1940, en El Salvador 3.6, y en Nicaragua 3.4 años. Por su parte, el promedio de America Latina era de 5.1 años.

Por su parte, la esperanza de vida al nacer en Costa Rica, era de 63 años en 1960-65, contra sólo 47 en Guatemala, 48 en Honduras y 49 en Nicaragua, y el promedio regional latinoamericano se colocaba en 57 años

Fuente: Centroamérica, Proyecto Estado de la Nación.

La tasa de mortalidad infantil era de 81 niños por mil nacidos vivos en Costa Rica, en ese período, mientras en el Salvador se elevaba a 123, en Guatemala a 119, en Honduras era de 147 y en Nicaragua 131. El promedio latinoamericano en ese entonces era de 102 por mil nacidos vivos.

Fuente: Centroamérica, Proyecto Estado de la Nación.

Claramente, Costa Rica había convertido desde entonces la inversión en capital humano, y el desarrollo humano de su población, en una prioridad muy importante de su política de desarrollo. Este caso parece confirmar que “altos niveles de escolaridad y buena salud y nutrición, son poderosos predictores del subsecuente desempeño económico”. En la actualidad, el Ingreso Nacional Bruto por Habitante de este país se coloca por encima del promedio latinoamericano, mientras muestra uno de los niveles de pobreza mas bajos de América Latina y se encuentra situado en los primeros

lugares del “ranking” de competitividad internacional en la región (el segundo lugar después de Chile). Nicaragua se sitúa en los últimos lugares de dicho “ranking”.

Fuente: Banco Mundial, Indicadores del Desarrollo Mundial.

No cabe duda que la salud también juega un papel central en el desarrollo económico. Aunque son muy limitados y recientes los estudios que intentan cuantificar esta relación que es, además, de doble vía, sí sabemos que las tasas de supervivencia o la esperanza de vida funcionan como poderosos predictores de los niveles de ingreso o de las subsecuentes tasas de crecimiento. Los estudios indican que los niveles de salud tienen un fuerte efecto en el crecimiento. Para el caso iberoamericano, se ha detectado una fuerte relación entre la esperanza de vida y la tasa de crecimiento del PIB, de manera que por un año más de esperanza de vida, habría un aumento de un 1% en el PIB 15 años después (OMS, 2000). Esta repercusión de las inversiones en salud sobre el crecimiento económico parece ser particularmente importante para los países más pobres. Las implicaciones de los modelos de crecimiento basados en la acumulación de capital humano van más allá de haber establecido el papel fundamental de este proceso en el crecimiento, sino que son mucho más abarcadoras, y se extienden a la generación de hipótesis que podrían explicar la persistencia de profundas desigualdades en el nivel de desarrollo económico entre diversos grupos de países. El modelo neoclásico de Solow presentaba dos resultados relevantes. El primero indicaba que la economía se mueve a su nivel de largo plazo (o estado estacionario) acelerando el crecimiento inicialmente y siguiendo a una tasa decreciente en el tiempo hasta llegar al equilibrio. Esta idea de convergencia es explicada por la participación cada vez menos productiva del capital en el proceso de producción (rendimientos marginales decrecientes).

Así, si los países cuentan con tecnologías y propensiones al ahorro semejantes, aquellos que poseen inicialmente stocks de capital per capita bajos tendrán tasas de retorno más altas (productividades marginales más elevadas) y, por lo tanto, tasas de crecimiento mayores que otras economías que inicialmente gozaron de capitales substanciales. Formalmente, el modelo de Solow posee un punto estacionario único y estable, que será alcanzado "sean cuales sean las condiciones iniciales", dado que si el progreso técnico se difunde por el mundo entero, es posible prever que habrá convergencia de las tasas de crecimiento per capita y, aún, de los niveles de ingreso per capita. Esto es así, en la medida que se supone que las economías se diferencian únicamente por la relación inicial entre capital y trabajo, lo que permite alentar que en el mundo real sería esperable un crecimiento más elevado en las economías pobres que en las ricas De esta forma, los países pobres tenderían a igualarse a los ricos en términos de ingreso per capita y nivel de desarrollo económico, esto es, los modelos neoclásicos de crecimiento implicarían la predicción de una tendencia a lago plazo a la convergencia de los niveles de desarrollo económico entre los diferentes grupos de países. Empíricamente, contrariando las predicciones neoclásicas sobre convergencia, diversos estudios sobre el comportamiento y la evolución de la economía mundial comenzaron a proporcionar indicios que autorizaban a ponerlas en tela de juicio. De hecho, un conjunto de regularidades "típicas” mostraban síntomas evidentes de divergencia en los procesos observados de crecimiento: el capital fluye mayoritariamente entre los países de altos ingresos; se observa una correlación positiva entre crecimiento de largo plazo e inversión en maquinaria y equipo; existe un alto grado de asociación entre el crecimiento económico y el nivel de desarrollo científico y tecnológico de cada país; el gasto en I&D, así como las principales innovaciones, muestran una marcada tendencia a concentrarse en los países más ricos; tanto la renta per capita como la productividad de la industria manufacturera, están intensamente relacionadas con los niveles de acumulación de capital y de mecanización; los mayores grados de desarrollo están correlacionados con una mayor productividad tanto del trabajo cuanto del capital. Teóricamente, el supuesto de un punto de equilibrio único de “estado estacionario” depende crucialmente del supuesto de rendimientos decrecientes a escala de la acumulación de capital, y del supuesto de competencia perfecta. Una vez que las externalidades generadas por la acumulación de capital humano y de conocimiento dan lugar a rendimientos crecientes a escala, en los modelos de crecimiento endógeno, y se introduce la competencia imperfecta, el equilibrio al

cual tiende el proceso de crecimiento deja de ser único, y se abre la posibilidad de equilibrios múltiples La posibilidad de equilibrios múltiples incluye la posibilidad de equilibrios del tipo “trampa de pobreza”, y son posibles, también, círculos virtuosos y círculos viciosos en el proceso de crecimiento del producto percápita. Sobre esta base, los modelos teóricos de crecimiento endógeno encuentran que no se puede predecir la convergencia de los niveles de desarrollo económico sobre la base de los mismos. Incluso, estos modelos abren la posibilidad de que, en lugar de converger, las grandes brechas de productividad e ingreso percápita que separan a los países desarrollados de los países de menores ingresos no sólo se reduzcan en el tiempo, sino que tiendan a reproducirse y a ampliarse, si estos últimos no están en capacidad de crear las condiciones para asimilar el conocimiento y la tecnología generada en los países desarrollados, debido, entre otras cosas, a su escasa dotación de capital humano. Si estos países muestran un pobre nivel de escolaridad y su tasa de acumulación de capital humano es deficiente, tenderán a acumular un rezago cada vez mayor con respecto de los países más desarrollados. Su escasa dotación de capital humano no les permitirá asimilar el conocimiento y la tecnología. Incluso la inversión que podrán atraer será de baja calidad en términos de su impacto sobre la generación de empleos mejor remunerados, los cuales demandan una creciente calificación, y en términos de generación de efectos de verdadera difusión tecnológica. Por lo demás, los pobres indicadores educativos, y el limitado acceso a una adecuada dotación de capital humano mantendrán a extensos segmentos de la población atrapados en el ciclo de la reproducción intergeneracional de la pobreza. En el largo plazo, las economías basadas en los conocimientos no pueden darse el lujo de excluir a buena parte de la población de una educación de buena calidad y de los recursos del aprendizaje. El desarrollo económico está cada vez más vinculado con la capacidad de un país para adquirir conocimientos técnicos y este proceso se está acelerando con la globalización. La abundancia de recursos naturales y la mano de obra barata, en tanto ventajas comparativas, están siendo desplazadas cada vez más por las innovaciones tecnológicas y el uso competitivo de los conocimientos. La proporción de bienes con un contenido medio-alto o alto de tecnología en el comercio internacional ha aumentado de 33% en 1976 a 54% en 1996 (Banco Mundial, World Development Report 1998: Knowledge for Development, Oxford University Press, 1998). Finalmente, muchas de estas inversiones - sobre todo la inversión en capital humano, son bienes “meritorios”, lo cual en la jerga económica significa que el acceso a dichos bienes es un objetivo en si mismo.

Como lo ha establecido el Premio Nóbel de Economía Amartya Sen, la educación la salud, la nutrición, el acceso al agua potable y el saneamiento, son condiciones elementales para el desarrollo humano, y por lo tanto, aun cuando la inversión en capital humano se considere por los economistas como un medio fundamental para elevar la productividad global de la economía y como una precondición del crecimiento y la competitividad – lo cual es importante en tanto contribuye a aumentar el ingreso percápita y por esta vía, a aliviar la pobreza y a generar una base de recursos más amplia para invertir en el desarrollo humano - de hecho se trata de derechos inalienables de las personas, y por tanto, constituyen un fin en si mismo.

Un saludo Adolfo