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Argentina Descriminalización pendiente Panorama de las leyes de drogas y tendencias legislativas en Argentina Tendencia La dinámica progresista hacia la despenalización, luego del llamado Fallo Arriola de la Corte Suprema, se ha quedado detenida en el legislativo a pesar de que se han producido algunos hechos alentadores. Las distintas propuestas de cambio legislativo en discusión varían en su alcance y proyección, pero todas coinciden en la despenalización del porte para consumo personal. La propuesta más amplia proviene del senador Aníbal Fernández, y busca refundar el conjunto de instrumentos jurídicos penales vigentes en el país en materia de drogas. Al otro extremo hay propuestas que buscan exclusivamente redactar un nuevo artículo que despenalizaría la posesión de drogas para uso personal. Posiblemente el cambio se posterga hasta que se produzca la reforma del Código Penal cuyo debate deberá iniciar en 2013. Ley La Ley 23.737 que rige desde 1989 reemplaza la ley 20.771 de 1974 que fue la primera ley especial sobre sustancias psicoactivas en el país. La ley vigente mantiene a grandes rasgos la redacción de los delitos de tráfico de drogas, pero aumentó la escala de condenas de 4 a 15 años. También, penaliza la tenencia para consumo personal con prisión, aunque se puede reemplazar por “medidas de seguridad” curativas y/o educativas. Un fallo de la Corte Suprema en 2009 conocido como “Arriola” -en un caso relacionado con la posesión de pequeñas cantidades de marihuana- declara inconstitucional la aplicación del segundo párrafo del Artículo 14º de la Ley 23.737 de 1989 que dice: "La pena será de un mes a dos años de prisión cuando por su escasa cantidad y demás circunstancias, sugiere inequívocamente que la tenencia es para uso personal". Desde entonces está pendiente una reforma de la ley. Para las últimas noticias sobre la reforma de las leyes de drogas en Argentina haga clic aquí. Leyes de drogas y tendencias legislativas en Argentina Dentro del mercado internacional de drogas, Argentina es un país “de tránsito” de la cocaína. En las últimas décadas se ha producido un incremento del consumo de drogas controladas, y en los últimos años han aparecido algunos laboratorios de producción de clorhidrato de cocaína, aunque no con la envergadura de los de Colombia, Perú o Bolivia. El consumo de drogas problemático en Argentina está relacionado con la pasta base de cocaína, conocida como paco o lata. La legislación penal de Argentina con relación a estas sustancias se ha venido

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ArgentinaDescriminalización pendiente

 

 

Panorama de las leyes de drogas y tendencias legislativas en ArgentinaTendencia

La dinámica progresista hacia la despenalización, luego del llamado Fallo Arriola de la Corte Suprema,

se ha quedado detenida en el legislativo a pesar de que se han producido algunos hechos alentadores.

Las distintas propuestas de cambio legislativo en discusión varían en su alcance y proyección, pero

todas coinciden en la despenalización del porte para consumo personal. La propuesta más amplia

proviene del senador Aníbal Fernández, y busca refundar el conjunto de instrumentos jurídicos penales

vigentes en el país en materia de drogas. Al otro extremo hay propuestas que buscan exclusivamente

redactar un nuevo artículo que despenalizaría la posesión de drogas para uso personal. Posiblemente

el cambio se posterga hasta que se produzca la reforma del Código Penal cuyo debate deberá iniciar

en 2013. Ley

La Ley 23.737 que rige desde 1989 reemplaza la ley 20.771 de 1974 que fue la primera ley especial

sobre sustancias psicoactivas en el país. La ley vigente mantiene a grandes rasgos la redacción de los

delitos de tráfico de drogas, pero aumentó la escala de condenas de 4 a 15 años. También, penaliza la

tenencia para consumo personal con prisión, aunque se puede reemplazar por “medidas de seguridad”

curativas y/o educativas.

Un fallo de la Corte Suprema en 2009 conocido como “Arriola”  -en un caso relacionado con la

posesión de pequeñas cantidades de marihuana- declara inconstitucional la aplicación del segundo

párrafo del Artículo 14º de la Ley 23.737 de 1989 que dice: "La pena será de un mes a dos años de

prisión cuando por su escasa cantidad y demás circunstancias, sugiere inequívocamente que la

tenencia es para uso personal". Desde entonces está pendiente una reforma de la ley.

Para las últimas noticias sobre la reforma de las leyes de drogas en Argentina haga clic aquí.

Leyes de drogas y tendencias legislativas en ArgentinaDentro del mercado internacional de drogas, Argentina es un país “de tránsito” de la cocaína. En las

últimas décadas se ha producido un incremento del consumo de drogas controladas, y en los últimos

años han aparecido algunos laboratorios de producción de clorhidrato de cocaína, aunque no con la

envergadura de los de Colombia, Perú o Bolivia. El consumo de drogas problemático en Argentina está

relacionado con la pasta base de cocaína, conocida como paco o lata.

La legislación penal de Argentina con relación a estas sustancias se ha venido desarrollando desde

1924 y, desde la década del setenta del siglo pasado, se han acentuado sus aspectos represivos. La

persecución creciente que ha resultado de esta legislación ha recaído principalmente sobre

consumidores y pequeños actores ligados a las actividades de tráfico.Legislación vigenteEl control de las drogas con la ley penal comenzó a endurecerse de manera significativa en la

Argentina durante los años setenta, época en la que no se registraban mayores consumos

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problemáticos, ni había una actividad importante del tráfico de drogas en el país. La Ley 20.771 de

1974 fue la primera ley penal especial contra las drogas enmarcada dentro de la doctrina de

"seguridad nacional", lo que permitió considerar el delito de drogas como un delito federal.

El estatuto actual de drogas, la Ley 23.737 de 1989, no modificó la redacción de los delitos de tráfico,

aumentó la gama de condenas a entre 4 y 15 años de prisión, y mantuvo el castigo de la tenencia para

consumo personal con una pena entre un mes y dos años prisión, reemplazables por tratamientos o

cursos de prevención.

Algunos líderes políticos prometieron reformas a la ley luego del fallo Arriola, cuya aplicación por las

distintas cortes del país desde 2009 ha causado confusión. Su redacción es problemática, porque si

bien despenaliza la tenencia para consumo personal, también establece como requisito que este

consumo no afecte a terceras personas, y que la tenencia para consumo debe establecerse por la

“escasa cantidad y demás circunstancias”, lo que ha creado una zona gris. Ese margen ha permitido

que la policía continúe deteniendo a consumidores, dejando en manos del juez la decisión sobre si el

caso se ajusta o no al fallo de la Corte. En la práctica, los jueces adoptan distintos criterios sobre los

casos en función de la cantidad y las circunstancias.

Con la prolongación de la presidencia de Cristina Kirchner se produjeron nuevos impulsos. En

diciembre de 2011 se nombró a un nuevo secretario ejecutivo de la Secretaría de Programación para

la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico, SEDRONAR. El nuevo secretario de

la entidad, Rafael Bielsa, que espresaba la línea pro-reforma del Gobierno, estaba a favor de la

despenalizacion, la reduccion de daños y un cambio de paradigma.

En Junio de 2012 se organizaron dos días de audiencia en el plenario de la Cámara de Diputados,

coordinados por las comisiones de Legislación Penal y la de Prevención de las Adicciones y Lucha

contra el Narcotráfico. La mayoría de los asistentes coincidió sobre la necesidad de despenalizar el

consumo de drogas, y cambiar el paradigma del control penal hacia una atención socio-sanitaria de los

usuarios problemáticos.

 

También durante las audiencias se definió que el Parlamento debe de buscar un consenso sobre un

marco legal para la protección integral del usuario de drogas, considerada actualmente insuficiente.

Debido a que se percibe que la descriminalización aumentaría la demanda de asistencia, el debate de

un Plan Nacional de Atención a las Adicciones con diferentes propuestas para el servicio público de

salud está demorando el tratamiento de la reforma.

La oposición a la despenalización proviene en parte de la Iglesia Católica, que exige más inversión en

tratamientos para los jóvenes de los sectores más vulnerables, y aboga contra la propuesta de

reforma porque “no es facilitando el consumo, ni haciendo aparecer como que está bien lo que está

mal, que vamos a superar este creciente flagelo de las drogas, particularmente en nuestros jóvenes y

adolescentes”.

Impactos de la legislación sobre la situación carcelariaLa persecución creciente que ha resultado de esta legislación ha generado un aumento de la población

carcelaria por delitos de drogas recayendo principalmente su peso sobre pequeños actores ligados a

las actividades de tráfico. Se destaca en particular la población de mujeres y la de extranjeros como

los grupos que más han aumentado en encarcelamientos por este tipo de delitos. 

En lo referente a la población penitenciaria federal (SPF), a comienzos de 2009 un tercio se encontraba

detenida por delitos con estupefacientes, siendo éste el segundo tipo luego de los delitos contra la

propiedad (robos principalmente). Y en lo referente a la población penitenciaria de Buenos Aires (SPB),

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mientras en 2005 había solo 46 detenidos por delito de estupefacientes, en 2008 había 960, sin contar

a los detenidos en comisarías. En septiembre de 2009, un 7,5 por ciento de la población detenida en el

SPB lo estaba por infracción a la Ley 23.737. (Véase Capítulo Argentina)

En el caso específico de la población femenina, hasta 1988, el porcentaje de mujeres en la cárcel

nunca había llegado al 5 por ciento de la población total del SPF. En 1989 alcanza el 6,2 por ciento y, a

partir de 1995, se instala en torno al 10 por ciento, manteniéndose hasta ahora en ese nivel.

Adviértase que el incremento nominal y porcentual de mujeres en la población del SPF coincide con la

entrada en vigencia de la Ley 23.737 (que aumentó las penas). Esto revela un vínculo entre los delitos

con estupefacientes y la población de mujeres. Por el lado del SPB, el porcentaje de mujeres es inferior

con alrededor de un 4 por ciento de la población total. Pero según datos de 2008, este porcentaje

estaría aumentando.

Distintas investigaciones permiten apreciar que el principal delito por el que se encuentran detenidas

las mujeres en el ámbito del SPF es el de estupefacientes. Y según la Comisión Provincial de la

Memoria, a septiembre de 2007, el 31 por ciento lo estaba por delitos con estupefacientes. El

porcentaje de mujeres detenidas por estos delitos en el SPB estaría en alrededor de un 40 por ciento.

También sobre la población extranjera el porcentaje de detenidos por delitos vinculados con drogas

resulta superior al de la población en general. En los primeros años de la década de 2000, los

porcentajes se encontraban alrededor del 50 por ciento. En 2007 es del  68,46 por ciento.

Mientras la actividad de interdicción siga recayendo sobre este tipo de actores, sólo va a lograr éxitos

momentáneos, sin contribuir verdaderamente a la contención del tráfico de estupefacientes. Arrestar

en situación de vulnerabilidad (debido a la pobreza, el género y la nacionalidad), sólo agrava las

condiciones en las que se encontraban esas personas.

Un nuevo estudio del CEDD – Sistemas Desproporcionados - demuestra además que la estrategia que

se sigue no solo es ineficiente y contraproducente, sino que existe una fuerte desproporción en la

asignación de recursos disponibles, con la persecución penal como preponderante, ante cualquier otra

intervención por parte del Estado.

Legislación y reformaEn 2009, el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos formó un "Comité Asesor en materia

de control del tráfico ilícito de estupefacientes, sustancias psicotrópicas y criminalidad compleja", bajo

el liderazgo del actual senador Aníbal Fernández. El principal objetivo de este comité era elaborar una

nueva ley de drogas para reemplazar en su totalidad la Ley 23.737 por una ley que “propone emplazar

una política criminal de persecución del tráfico ilícito de sustancias estupefacientes realista y ajustada

a las necesidades de nuestro país”.

Actualmente, existen ocho proyectos en el Congreso que pretenden reformar la ley de

estupefacientes. La mayoría de ellos proponen un retroceso de la ley penal respecto de ciertas

conductas, pero existen algunos en la dirección contraria. La mayoría fue presentada en la Cámara de

Diputados en 2010 y proponen modificaciones parciales a la ley. Algunos fueron presentados

nuevamente en 2012 con modificaciones.

 

Proyecto Firmantes Antecedente2464-D-2011 Ibarra, Vilma.

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0075-D-20120083-D-2012

Conti, Diana. 0061-D-20100060-D-2010

0175-D-2012 Donda Perez, Victoria. 7258-D-2010

0397-D-2012 Puiggros, Adriana; Segarra, Adela; Bianchi, María del Carmen.

3673-D-2010

0981-D-2012 Gil Lavedra, Ricardo; Garrido, Manuel

6154-D-2010

1826-D-2012 Peralta, Fabián; Milman, Gerardo; Linares, María; Duclos, Omar; Stolbizer, Margarita.

4346-D-2010

0750-S-2012 Fernández, Aníbal. 

 Todos los proyectos coinciden en sacar de la ley penal las alternativas al proceso (“medidas de

seguridad” curativa y educativa) que ofrece la ley vigente para distintas conductas vinculadas a los

consumidores, la tenencia y cultivo para consumo personal, principalmente, según se trate de

“dependientes” o “experimentadores” (Art. 16 a 22 de la Ley 23.737). Este cambio aparece justificado

en la necesidad de acomodar la legislación penal a la Ley Nacional de Salud Mental (2010), que

reconoce el “derecho a recibir atención sanitaria y social integral y humanizada, a partir del acceso

gratuito, igualitario y equitativo”. Incluso algunos proyectos que se detienen sobre la situación de las

personas condenadas -por cualquier delito- que dependan de estupefacientes se remiten a los

principios de dicha ley (acceso al tratamiento como un derecho).

La mayoría de los proyectos propone la despenalización de la tenencia para consumo personal (art. 14

–segundo párrafo de la ley 23.737), actualmente penada de un mes a dos años de prisión (sustituibles

por dichas medidas de seguridad), aunque las distintas redacciones abren un abanico de posibilidades.

El proyecto más ambicioso es el que lleva adelante la diputada Victoria Donda que no solo elimina la

tenencia para consumo personal sino incluso la tenencia simple (actualmente penada de uno a seis

años de prisión –art. 14, primer párrafo, de la Ley 23.737). La diputada sostiene que dejar esta última

figura permitiría seguir persiguiendo a consumidores, aun cuando se elimine la tenencia para consumo

personal.

Muchos proyectos simplemente señalan que la tenencia para consumo personal no será punible pero

mantienen la tenencia simple, agregando requisitos para que la tenencia para consumo no sea

punible. Estos requisitos van desde limitar la despenalización a “un consumo”, o a la “escasa cantidad

y demás circunstancias”, o a que “no se ponga en peligro la salud de terceros”. Tal es el caso del

proyecto del senador Fernández –que baja la pena de la tenencia simple- y los de Ibarra, Conti,

Puigross y Peralta.

El proyecto que encabeza el diputado Gil Lavedra, elimina la tenencia para consumo personal y si bien

deja la tenencia simple, le agrega requisitos (“cuando de la cantidad y el tipo de sustancia poseída y

de las circunstancias de tiempo, lugar y modo”) que indiquen que no es para consumo personal. Así

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quien sostenga esa tenencia debe probar que no existió la finalidad de consumo, subrayando que la

carga de la prueba la tiene quien afirma el delito.

Similar es la situación del cultivo para consumo personal, actualmente reprimido con prisión de un

mes a dos años (art. 5 –penúltimo párrafo- de la Ley 23.737).  Mientras el proyecto de Donda deroga

todas las conductas vinculadas al cultivo de estupefacientes, y no solo aquellas que están destinadas

el consumo personal, los restantes proyectos proponen una despenalización limitada por similares

requisitos. Así, el cultivo para consumo personal no sería delito siempre que la “escasa cantidad y

demás circunstancias” así lo demuestren y/o el “carácter privado”, o mientras que “no se ponga en

peligro la salud de terceros”. Con esta redacción se repiten los mismos problemas puntualizados en el

título anterior, quedando los cultivadores (de cannabis, principalmente) a merced de la interpretación

que de este texto hagan los policías y jueces, y debiendo probar la finalidad de cultivo para no ser

alcanzados por la ley penal. Mención aparte merece uno de los proyectos de la diputada Conti que

considera autorizadas distintas conductas tipificadas en la ley de “variedades del compuesto químico

tetrahidrocannabinol (THC)” con fines terapéuticos o científicos.

En la ley actual la tenencia y consumo de hoja de coca destinados al “coqueo, masticación, o…

infusión” no se consideran tenencia o consumo de estupefacientes (Art. 15 de la Ley 23.737). El

proyecto del senador Fernández mantiene una redacción casi idéntica, pero el de la diputada Donda

pretende que la hoja de coca con ese destino no sea considerada estupefaciente; posibilidad que

podría dejar fuera de la ley penal más conductas que la tenencia o el consumo.

Los delitos de tráfico se encuentran reprimidos con pena de cuatro a quince años de prisión (Art. 5 de

la Ley 23.737). Pero cuando se realizan a través de la frontera (contrabando) la pena va de cuatro

años y seis meses a dieciséis años de prisión (Art. 866 del Código Aduanero). Esta última figura se

suele aplicar a las llamadas mulas, que varios proyectos mencionan con preocupación. Algunos

proyectos no tienen modificaciones en este punto; tal es el caso de los de Ibarra, Conti y Peralta. Los

restantes suelen incluir distintas propuestas, dando en general un tratamiento más leve para los

actores menores.

El proyecto del senador Fernández distingue los delitos desarrollados por un “grupo delictivo

organizado”, con pena de ocho a veinte años de prisión, y en caso de no serlo, reduce la escala de tres

a diez años de prisión. Pero seguidamente permite reducir a la mitad el mínimo y el máximo en caso

de que “el autor cometa el hecho como subordinado”. Respecto del contrabando de estupefacientes

se mantiene la escala penal, aunque si se trata de una tenencia simple o para consumo se le da el

tratamiento previsto como tal.

En el proyecto que encabeza el diputado Gil Lavedra los delitos de tráfico tienen una pena de tres a

quince años de prisión, y el delito de contrabando de tres a dieciséis años. En el que encabeza la

diputada Puiggros se agrega la posibilidad de reducir el mínimo y el máximo a la mitad en ambas

clases de delitos, e incluso eximir de pena, cuando “se comprobara su situación de vulnerabilidad

socioeconómica, su participación como actores menores, y falta de antecedentes penales”. Además

este proyecto propone eximir de pena a aquellos casos de “madres de niños/as menores de edad” o

de mujeres en “estado de embarazo”.

Del recorrido hasta aquí parece haber cierto consenso entre los distintos partidos en modificar la

actual ley de estupefacientes, aunque por supuesto hay quienes se oponen. Las propuestas, en

general, tienden a despenalizar las conductas de los usuarios y a morigerar las penas respecto de los

actores menores del tráfico.  Argentina en el debate internacional sobre políticas de drogas

Argentina ha dado varias señales claras de un cambio de actitud hacia las políticas de drogas durante

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las últimas reuniones anuales de la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas, celebrada en

Viena.

La primera vez fue en Marzo de 2008, cuando el Ministro de Justicia, Aníbal Fernández, presentó la

posición oficial del Gobierno en la ocasión del proceso de evaluación del Plan de Acción producto de la

UNGASS sobre drogas de 1998. Argentina recomendó en esta ocasión la aplicación “de la política de

reducción de daños, como un principio ético y moral del juramento hipocrático sobre el que debemos

avanzar”. 

El Ministro de Salud participó en la CND de 2012, con un discurso que deja constancia de una actitud

crítica hacia los tratados de control de drogas, cuando dijo que: “quizás deberíamos analizar si, tras las

décadas transcurridas y a la luz de los resultados hasta el presente, no ha llegado el momento de

comenzar un debate abierto sobre la coherencia y efecto útil de algunos de los preceptos contenidos

en dichos tratados”.

     

 

 Otras

lecturas recomendadas

En busca de los derechos: Usuarios de drogas y las respuestas estatales de América Latina, El

Colectivo de Estudios Drogas y Derecho (CEDD), Mayo 2014

Legislación penal argentina sobre estupefacientes

• 1924 (11.309) – Se incorporan los términos 'narcóticos' y 'alcaloides'. Se considera delito la introducción clandestina, la venta de aquellos que, estando autorizados, lo hicieran sin receta médica, y la prescripción y el expendio en dosis mayores a las indicadas. Pena: 6 meses-2 años de prisión.

• 1926 (11.331) – Se considera delito la tenencia ilegítima de ‘narcóticos’ y ‘alcaloides’. Pena: 6 meses-2 años de prisión.

• 1968 (17.567) – Se incorpora el término ‘estupefacientes’. Se enumeran distintas conductas de tráfico –incluida la tenencia ilegítima– y se aumenta la pena (1-6 años de prisión). Se mantiene la punición de la tenencia ilegítima, pero siempre “que excedan las correspondientes a un uso personal”.

• 1973 (20.509) – Se deroga la Ley 17.567 y se vuelve a la redacción de 1926.

• 1974 (20.771) – Se enumeran distintas conductas de tráfico y se aumenta la pena (3-12 años de prisión). Se discrimina la tenencia ilegítima con menos pena (1-6 años de prisión), pero se incluye la destinada a uso personal.

• 1989 (23.737) – Se enumeran distintas conductas de tráfico y se aumenta la pena (4-15 años de prisión). Se discrimina la tenencia ilegítima (simple) con la misma pena (1-6 años de prisión); y la tenencia para consumo personal con menos pena (1 mes-2 años de prisión) y la posibilidad de desviar el proceso hacia una medida de seguridad curativa (en caso de ser ‘dependientes’) o educativa (en caso de ser ‘experimentadores’)