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Prácticas económicas de base Hacia un desarrollo local sustentable y centrado en lo social ARGENTINA El presente trabajo tiene como objetivo elaborar un relevamiento de prácticas económicas de base aplicadas desde el ámbito local para la implementación de formas alternativas de producir, financiarse y consumir. Estas formas se deno- minan alternativas ya que no buscan la maximización del beneficio como obje- tivo principal sino que su búsqueda esta orientada a fortalecer los procesos sociales en la comunidad o ciudadanía, permitir procesos económicos más jus- tos y resolver las contradicciones entre modelo productivo y medio ambiente. En este sentido, las prácticas aquí desarrolladas buscan brindar a cada gobierno local y su comunidad herramientas con las que puedan establecer políticas desde el territorio y, de esa manera, generar una autonomía municipal propia que per- mita cierta independencia de los niveles superiores de gobierno y de los merca- dos globales. Estas prácticas apuntan a la construcción no solo desde lo local sino también “desde abajo” garantizando la participación ciudadana y fortale- ciendo la democracia económica y política de la comunidad. De este modo, estas iniciativas deben ser consideradas como una forma de cons- truir otro tipo de economía que no se base en el crecimiento mediante la ex- tracción de materiales y energía sino que establezca procesos y modelos productivos más sustentables que permitan reducir el impacto ambiental y ga- rantizar mayores niveles de soberanía alimentaria. Bajo estas premisas, estas prác- ticas prefiguran una sociedad diferente: más equitativa, más sustentable y con estrechos lazos de comunidad. ANÁLISIS Nº 31 - 2018 Aín Mora OCTUBRE 2018

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Prácticas económicas de base

Hacia un desarrollo local sustentable

y centrado en lo social

ARGENTINA

El presente trabajo tiene como objetivo elaborar un relevamiento de prácticaseconómicas de base aplicadas desde el ámbito local para la implementación deformas alternativas de producir, financiarse y consumir. Estas formas se deno-minan alternativas ya que no buscan la maximización del beneficio como obje-tivo principal sino que su búsqueda esta orientada a fortalecer los procesossociales en la comunidad o ciudadanía, permitir procesos económicos más jus-tos y resolver las contradicciones entre modelo productivo y medio ambiente.

En este sentido, las prácticas aquí desarrolladas buscan brindar a cada gobiernolocal y su comunidad herramientas con las que puedan establecer políticas desdeel territorio y, de esa manera, generar una autonomía municipal propia que per-mita cierta independencia de los niveles superiores de gobierno y de los merca-dos globales. Estas prácticas apuntan a la construcción no solo desde lo localsino también “desde abajo” garantizando la participación ciudadana y fortale-ciendo la democracia económica y política de la comunidad.

De este modo, estas iniciativas deben ser consideradas como una forma de cons-truir otro tipo de economía que no se base en el crecimiento mediante la ex-tracción de materiales y energía sino que establezca procesos y modelosproductivos más sustentables que permitan reducir el impacto ambiental y ga-rantizar mayores niveles de soberanía alimentaria. Bajo estas premisas, estas prác-ticas prefiguran una sociedad diferente: más equitativa, más sustentable y conestrechos lazos de comunidad.

A N Á L I S I SNº 31 - 2018

Aín Mora

OCTUBRE 2018

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Índice

Introducción. Prácticas Económicas de Base 5

1. Primer Capítulo 6Sistemas de Producción y Consumo Local1.1 ¿Qué son los sistemas de consumo y producción local?

1.2 Los sistemas de consumo local en el mundo. Algunos ejemplos básicos

1.3 Un caso argentino: “De la Finca a la Escuela”. Una iniciativa de sistemas

de producción y consumo local en General Alvear, Mendoza.

2. Segundo Capítulo 16Microfinanzas, Cooperativismo Financiero y Finanzas Solidarias2.1 Hacia proyectos de finanzas alternativas: microfinanzas,

cooperativismo financiero y finanzas solidarias

2.1.1 Las finanzas populares y las microfinanzas

2.1.2 El cooperativismo financiero

2.1.3 Finanzas solidarias

2.2 ¿Qué se debe tener en cuenta para una política de finanzas solidarias?

2.3 ¿Para quiénes y con qué estrategias se establecen las finanzas solidarias?

2.4 Algunos ejemplos en el mundo.

2.5 Caso en Estudio en Argentina: “Tarjetas Verdes” en Las Flores,

Provincia de Buenos Aires

3. Tercer Capítulo 26 Consumo Colaborativo 3.1 ¿Qué es el consumo colaborativo?

3.2 El consumo colaborativo: Tres grandes tipos de iniciativas.

3.3 El Consumo Colaborativo en el mundo. Algunos ejemplos prácticos

4. Cuarto Capítulo 31Comentarios Finales

Bibliografía 33

PRÁCTICAS ECONÓMICAS DE BASE. HACIA UN DESARROLLO LOCAL SUSTENTABLE Y CENTRADO EN LO SOCIAL │

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PRÁCTICAS ECONÓMICAS DE BASE. HACIA UN DESARROLLO LOCAL SUSTENTABLE Y CENTRADO EN LO SOCIAL │

Introducción. Prácticas Económicas de Base.

El crecimiento económico entendido como tal es in-sostenible tanto a nivel externo (por la creciente ne-cesidad de extracción de materiales y energía) comointernamente (por la desigual distribución del in-greso). En el frente externo, el contexto global actualestá marcado por el cenit del petróleo, los picos delas tasas de extracción de reservas tan importantescomo el fósforo y el cambio climático, derivado delas emisiones de carbono. Sumado a esto, las alter-nativas en este frente como las nuevas reservas quesustituyen al petróleo (gas y petróleo de esquisto) nodejan de ser agotables y las energías limpias (comola solar o la eólica), si bien son muy necesarias eneste contexto, generan un excedente energético me-nor. Mientras tanto, en el frente interno, el creci-miento económico a lo largo del siglo XX y XXI noha podido solucionar, sino que ha agravado, los ín-dices de desigualdad de ingreso entre los países.

Estas críticas refuerzan la idea de que no podemosseguir hablando de una economía del crecimientoen el siglo XXI. A partir de esta análisis, surge (yurge) la necesidad de implementar prácticas econó-micas que permitan satisfacer las necesidades de lapoblación con un menor metabolismo ambiental.

Bajo esta premisa, este trabajo abordará distintas po-líticas y prácticas económicas de base, que apuntana mejorar la sustentabilidad en cuestiones de mate-ria y energía y que, al mismo tiempo, mejoran la so-ciabilidad y la distribución del excedente económicoen nuestras sociedades. Todas estas iniciativas apun-tan a una crítica radical a la necesidad de estableceral crecimiento como un objetivo social primordialpara la sociedad. Sin embargo, el énfasis no estápuesto en el menos sino en el diferente. Es decir,menor metabolismo pero a partir de prácticas dis-tintas que no se centren en la mercantilización delos productos ni de los seres humanos.

Estas denominadas prácticas económicas de base sedestacan por determinadas características. En pri-mer lugar, todas ellas se destacan por su capacidadde autonomía. Con autonomía nos referimos a la

capacidad que tienen estas prácticas de darse a símismas su propia ley. La autonomía implica el ejer-cicio de una capacidad efectiva de construcción demodos propios de funcionamiento y organización.Lejos de querer “hacer lo que uno quiere”, la auto-nomía define colectivamente la legalidad de la acti-vidad en conjunto pudiendo pensarse como unmétodo (donde todos/as intervienen) y a la vezcomo proyecto de sociedad.

En segundo lugar, la mayoría de prácticas hacen én-fasis en un desarrollo desde lo local debido que esen este ámbito donde se puede establecer una mayordemocratización de la economía e insertando lo so-cial frente a economías de mercado enmarcadasdesde lo regional o global. Esta democratización sedebe interpretar en consonancia con el concepto deautonomía, en relación a la capacidad de deliberar ycriticar las pautas de consumo actuales. En este sen-tido, desde lo local, estas prácticas económicas plan-tean, “en clave de inclusión, participación ysustentabilidad, una revisión crítica de nuestro con-sumo y nuestras excreciones o contaminaciones aso-ciadas, proponiendo innovaciones socioeconómicas:otras formas de satisfacer nuestras necesidades, de(re)distribuir y de integrarnos en la sociedad, decompartir este mundo” (Collado y Casadevente,2015, pp. 45). Por consiguiente, las iniciativas pro-puestas representan redes locales (comunitarias ociudadanas) que disputan de forma conjunta y desdeel campo económico, los saberes, prácticas y terri-torios que dan vida a nuestras sociedades.

En tercer lugar y desde un punto más propositivoque crítico, los ejemplos desarrollados en el trabajoprefiguran, es decir, establecen las prácticas queconstruyen “desde ahora” los gérmenes de unanueva institucionalidad pos-capitalista. Esta caracte-rística prefigurativa es central debido a que, por unlado, la construcción de prácticas alternativas cons-tituye en sí misma un aprendizaje y, por otra parte,otorga un material concreto que potencia la creen-cia por parte de la sociedad de que estas prácticaspueden existir y no son meramente un ejercicio ima-ginativo. Esta prefiguración de las prácticas econó-micas de base se basan en tres ejes principales: enprimer lugar, hay un desplazamiento desde la pro-

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ducción para el intercambio a la producción para eluso; en segundo lugar, también hay un trasladodesde el trabajo asalariado a formas cooperativas,anulando el conflicto de la mercantilización de lastareas; por último, estas prácticas no tienen el obje-tivo de la acumulación y la ganancia sino el de satis-facer necesidades de la población en donde se aplica(D’Alisa, Demaria y Kallis, 2017).

Con estas características como motores centrales,dividiremos a las prácticas económicas de base entres. Por un lado, en el capítulo 1 se desarrollarán loque denominaremos Sistemas de Producción y Con-sumo Local; en el capítulo 2 tendrán lugar las prác-ticas asociadas a las Microfinanzas, elCooperativismo Financiero y las Finanzas Solidarias;y, por último, en el capítulo 3, se abordarán iniciati-vas que tienen que ver con el Consumo Colabora-tivo. Al final, en el capítulo 4 se esgrimiránconclusiones acerca del trabajo en general. En cadacapítulo no sólo se hará un análisis descriptivo delconcepto, sino que se establecerán ejemplos actua-les de estas prácticas. Esto es relevante para el estu-dio ya que el hecho de que muchas de estas prácticasestén funcionando significa que es posible llevarlasa cabo en los territorios que habitamos.

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1. Primer Capítulo. Sistemas de Producción y Consumo Local

1.1 ¿Qué son los sistemas de consumo y producción local?

Uno de los sistemas relevantes para mejorar las prác-ticas económicas en un sentido distributivo y ecoló-gico son los denominados Sistemas de Produccióny Consumo Local. Estos se presentan como una al-ternativa frente a los actuales modelos globales ca-racterizados por una gran distancia entre losproductores y consumidores en la cadena de valor.El objetivo de los sistemas de consumo y produc-ción local es no sólo establecer mayores beneficioseconómicos para la comunidad y alimentos accesi-bles sino aumentar la soberanía alimentaria, generarrelaciones de nuevo tipo entre los habitantes localesy favorecer el desarrollo de un medio ambiente mássustentable.1

Los sistemas de producción y consumo local sonmás sustentables debido a que:

● reduce de las emisiones de gases de efecto in-vernadero debido al achicamiento de las distan-cias recorridas por los productos2 y a lareducción de las necesidades de acondiciona-miento para el traslado y almacenamiento.

● reduce las emisiones de gases de efecto inverna-dero debido a la menor degradación de alimen-tos ya que mediante el traslado corto se evita lapérdida de los productos.

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1 Particularmente, nos centraremos en los sistemas deconsumo y producción local dedicados a los bienes ali-menticios pero la misma lógica se puede establecer paracualquier bien o servicio que se produzca y consuma enla misma localidad. 2 La bibliografía es extensa en este aspecto. Existe la lla-mada metodología de reducción de las “millas alimentos”divulgada en Europa. Por ejemplo, Gran Bretaña puso enmarcha un plan para el etiquetado de los productos ali-menticios con información sobre la huella de carbonode los mismos.

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reduce la expansión de la frontera productiva so-bre otros ecosistemas evitando la pérdida de su-mideros de carbono.

● favorecen la diversidad de cultivos en los espa-cios de producción, generando un entorno másbiodiverso y favoreciendo sistemas ecológicosmenos vulnerables.

● en el caso de que los sistemas se apliquen sobreproducción urbana y periurbana favorecen quese mantengan superficies de absorción de agua,facilitando la situación en caso de inundacioneso fuertes lluvias.

● favorecen la seguridad alimentaria ya que los sis-temas de consumo y producción local desarro-llan mecanismos para la creación y elmantenimiento de reservas locales estratégicasde alimentos.

Estos sistemas de producción se generan comouna respuesta alternativa al modo de producir glo-balmente que, a lo largo de las últimas décadas,tuvo como consecuencia directa la especializacióny la deslocalización de las producciones agrarias.Este crecimiento del comercio mundial medianteestos métodos de producción significó una indus-trialización y globalización de la agricultura que secaracteriza por una marcada concentración de po-der en pocas empresas multinacionales, el dete-rioro y el empobrecimiento de tejidos económicosy sociales locales, y la ausencia de soberanía ali-mentaria en la mayoría de los países del mundo.Es bajo este contexto que se vienen aplicando losSistemas de Producción y Consumo Local comouna posible solución a los problemas de la agri-cultura intensiva mundial. Sumado a esto, las nue-vas tendencias de consumo encajan con un nuevotipo de consumidor que busca formas alternativas,saludables y sostenibles de consumo (Papaoiko-nomou y Ginieis, 2015).

Mientras la producción de alimentos a escala indus-trial tiene como consecuencia directa que el segui-miento de los parámetros de calidad de losproductos quede en manos de los intermediarios co-

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merciales y el Estado, en los sistemas de consumo yproducción local, en cambio, se tiende a rescatar lasformas comerciales tradicionales que enlazan enforma directa al productor con el consumidor. Deesta manera, los sistemas alimentarios locales estánenmarcados en beneficio de las ecologías y de las re-laciones sociales locales y tienen un gran potencialpara construir un capital social en las cadenas ali-mentarias. De esta manera, el acortamiento de la ca-dena de suministro reconecta al consumidor y alproductor de alimentos, aumentando el placer y elvalor de uso para el consumidor, lo que representauna mejora, siempre y cuando los sistemas alimen-tarios locales no utilicen técnicas agrícolas indus-trializadas o exploten a sus trabajadores(Papaoikonomou y Ginieis, 2015).

Estos sistemas tienen como eje central el CanalCorto de Comercialización (CCC) que se caracterizapor la presencia de un único intermediario, comomáximo, entre el producto final y el consumidor, ytambién entre el productor y el elaborador, si se ter-cia. Si no existe ningún intermediario entre el pro-ductor o el elaborador y el consumidor, se habla,además, de venta directa, promoviendo la autono-mía de familias y territorios rurales y campesinos; lasostenibilidad socio-económica y ambiental de agri-culturas campesinas; relaciones sociales más vigo-rosas campo-ciudad; preservación y dinamizaciónde patrimonios culturales y la calidad de alimentosen términos de salud pública y ambiental.

Siguiendo a Alderete, Colamarino y Ocampo, 2010puede señalarse, que estos sistemas se caracterizanpor:

Su procedencia. El origen del producto o de suscomponentes son totalmente trazables. Se tratade alimentos frescos, de estación, ricos en sabory valor nutricional.

El control local. La propiedad y el control detodos los aspectos del sistema permanecen enel territorio, generando así beneficios zonales.Esto significa que el dinero circula dentro de lacomunidad, contribuyendo a la generación deempleo.

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El respeto. Un productor local de alimentos au-tónomo tiende fuertemente a respetar al consu-midor, los trabajadores y el medio ambiente,dado que constituyen su entorno cotidiano.

El objetivo final de estas prácticas es aumentar elnúmero de locávoros, entiendo a éstos como losconsumidores de alimentos cultivados o producidoslocalmente o en un radio determinado. El denomi-nado “Movimiento Locávoro” incentiva a los con-sumidores a comprar en ferias de agricultores, o aproducir sus propios alimentos basándose en quelos productos originados en la cercanía favorecen lacalidad del producto obtenido.

Estas prácticas e iniciativas de consumir alimentosen el ámbito local y la afluencia de los llamados lo-cávoros fomentaron la aparición de un abanico deopciones para comprar y comer en negocios espe-cializados en alimentos locales, como los mercadosde agricultores locales, los restaurantes Km01, lashuertas comunitarias, la cooperativa de alimentos olos sistemas alimentarios locales (dentro de los quese incluyen la agricultura apoyada por la comunidad,ferias francas, sistemas de cajas o redes de inter-cambio de semillas), donde grupos de consumidorescompran directamente a los productores locales.

Actualmente estos sistemas son impulsados por elincremento de la oferta de estos productos localesque surge por dos motivos. Por un lado, existe unamayor exigencia de las personas consumidoras porcuestiones de salud a la hora de adquirir productosalimenticios (prestan más atención a las etiquetas delos productos y solicitan más información de susefectos sobre la salud); y, por otro lado, hay una ne-cesidad de la población de adquirir productos queno tengan mano de obra infantil o trabajo forzoso,y que otorguen un precio justo, es decir, una retri-bución socialmente aceptable.

En resumen, las principales ventajas de estas estra-tegias de comercialización apuntan a:

Mejores precios para agricultor: se evita la ex-plotación por parte de intermediarios mejorandola autonomía del agricultor en la planificación de

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su espacio, que con base en un intercambio con-tinuo de información con el consumidor, va ajus-tando sus niveles de producción. Gracias a estediálogo, se establece un precio justo que remu-nera de forma suficiente la actividad de los pro-ductores rurales, en lugar de ser resultado de lasoscilaciones de los precios de los productos en elmercado. El carácter local del mercado permitea los productores un acceso al mismo de maneradirecta y más equitativa, lo que significa la ob-tención de un margen de ganancia digno.

Mayor diversidad en los productos: el fo-mento de los mercados locales incluye la am-pliación de la oferta local y la reinversión de lasganancias en los territorios, lo que tiene comoconsecuencia una mejora en la diversidad pro-ductiva.

Mejores productos: la relación productor-con-sumidor y las CCC que de esta se desprenden,favorecen una mejora de los productos obteni-dos en términos de frescura. Bajo esta misma ló-gica se establecen mejores controles de calidadde los alimentos debido a que el plan de trazabi-lidad3 del producto es muy reducido.

Mejores relaciones de género: las acciones queson históricamente responsabilidad específica dela mujer, como puede ser el huerto familiar, elprocesamiento de productos, e inclusive la co-mercialización, pasan a ganar valor comercial, loque permite una mayor inclusión de mujeres yjóvenes, rediseñando la relaciones de género den-tro de las familias. Asimismo, desde el consumo,la visión de la adquisición de alimentos tras-ciende de un acto de compra, tradicionalmenteasignado a la mujer y pasa a ser un acto familiar,en donde acuden por igual, mujeres, hombres yniños (Escalona, 2011).

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3 El plan de trazabilidad consiste en la generación de re-gistros donde se vuelca toda la información necesaria parala identificación y seguimiento (trazabilidad hacia atrás yhacia delante) de los productos comercializados.

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Mejores lazos sociales: los mercados localesson lugares de comunicación, en donde la gentehabla, no sólo sobre el alimento, sino sobre as-piraciones, logros, proyectos y complicidades. Enestos lugares de comunicación, el productor, me-diante el diálogo o encuestas, puede reconocerfalencias o potencialidades de su producto deforma directa, lo que le permite mejorar aspectosespecíficos de la producción para satisfacer lasnecesidades de los consumidores locales.

La proximidad de estos sistemas no sólo tiene lasventajas económicas y ecológicas ya citadas, sino quetambién tiene beneficios en términos de organiza-ción social-comunitaria. En estas prácticas econó-micas la dicotomía rural/urbano persiste y esconcretada por la imagen de vecino/granja local, detal manera lo local estará fuertemente diferenciadode la industria agroalimentaria trasnacional que esimpulsada por el urbanismo. Esta “nueva cartogra-fía” determinaría nuevos espacios públicos autóno-mos donde se propicia el desarrollo de laintersubjetividad necesaria para el florecimiento derelaciones de ciudadanía, ya que en ellos la libertady la creación de formas igualitarias de sociabilidadfavorecerían la toma de conciencia de la interde-pendencia mutua (Escalona, 2011).

Este desarrollo desde lo local permite alianzas entreactores diferentes y, que a partir de esas diferencias,surjan las ideas necesarias que introduzcan las polí-ticas adecuadas para un movimiento ecológico(tanto en producción como en consumo). Esta bús-queda de prácticas alternativas sustentables presentauna crítica a los sistemas agroalimentarios existentesy prefiguran una visión de futuro sobre relacionessocioecológicas nuevas en lo que refiera al sistemade producción vigente. Esto se traduce en una pro-tección de la agricultura local y en una nueva cons-trucción de vínculos entre los agricultores y losconsumidores lo que permite el empoderamiento decomunidades marginadas a través de proyectoscomo los de la agricultura urbana, periurbana y lacomercialización en mercados locales. Los sistemasalimentarios locales, desde esta perspectiva, ofrecenen forma potencial un contexto facilitador para laparticipación democrática que el sistema agroali-

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mentario global el cual confía en tecnologías dise-ñadas para incrementar tanto las ganancias como elcontrol político centralizado por encima de eslabo-nes claves en la cadena alimentaria (Escalona, 2011).

Asimismo, los sistemas de producción y consumolocales proporcionan un mayor grado de autono-mía e impulsan el crecimiento de una amplia va-riedad de cultivos, lo que reduce el riesgo de fracasoy les permite avanzar hacia una agricultura más sus-tentable. Es por ello que un valor que no está aso-ciado con lo económico y que sin embargo motivaa regresar a muchos agricultores a una producciónorgánica (diversificada y sostenible), es el reconoci-miento que el consumidor hace de su labor, aleján-dolo de la percepción histórica que de él se tenía enlas áreas urbanas.

Sin embargo, hay que citar una serie de obstáculosque estos sistemas tienen con el objetivo de tener-los en cuenta a la hora del desarrollo de estas prác-ticas. En primer lugar (y el más citado) es ladificultad de aprovisionamiento. Estos Sistemas deProducción y Consumo Local tienen problemaspara mantener una producción continua y diversade frutas y hortalizas, que puede ser atribuida a va-rios factores (escasa habilidad técnica, impredeci-bles condiciones climáticas y desastres naturales,poca disponibilidad de semillas ecológicas, desco-nocimiento de técnicas de manejo del suelo, etc.)por lo que la producción de frutas y hortalizas eslimitada y en muchas ocasiones con bajos nivelesde producción. Aunque haya más productores, elproblema no siempre se resuelve, porque la coordi-nación para que cada uno produzca diferentes cul-tivos es muy difícil. En este sentido lo que hay quedestacar es que la dieta promedio no es adecuadapara los territorios en que vivimos. Estamos acos-tumbrados a consumir ciertos productos durantetodo el año, lo que sólo es posible trayendo pro-ductos de otros lugares. Esto es importante ya queeste “obstáculo” de los Sistemas de Producción yConsumo Local está íntimamente relacionado conun déficit de nuestras pautas de consumo.

Sin embargo, en este sentido, las cooperativas deproductores/as y consumidores/as se organizan y

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brindan una posible solución ya que aprovechan suposición estratégica para hacer de intermediario en-tre el/la agricultor/a y el/la consumidor/a. A esto sele puede agregar que el producto local también in-corpore sellos de calidad, como por ejemplo, el dealimento ecológico, para diferenciar su posiciona-miento del resto de alimentos locales (Barcelona Ac-tiva, 2011).

Un dispositivo que se emplea para resolver esta pro-blemática se desarrolla en el municipio de Correa,provincia de Santa Fe. Desde esta ciudad, se realizauna política de forma autogestiva que apunta resol-ver problemas de aprovisionamiento y mejorar ladieta de sus ciudadanos. Para este objetivo se reali-zan cursos de comida saludable a cargo de una nu-tricionista usando como insumos los propiosproductos que salen de la huerta agroecológica mu-nicipal. La actividad, aunque es abierta a toda la co-munidad, está enfocada a personas que reciben unbolsón de ayuda alimentaria. Estos ciudadanos sonlos mismos que participan de la huerta municipalpara producir sus propios alimentos bajo la coordi-nación de un ingeniero agrónomo que trabaja en lapropia comuna. Este tipo de ejemplos permiten evi-denciar que con recursos autogestionados y un es-quema organizativo adecuado se pueden solucionarmuchos de los problemas que plantean estos siste-mas desde la escala local.

Un segundo obstáculo es que la mayoría de los pro-ductos no perecederos son cosechados en una épocadeterminada del año, y regularmente no coincidencon el mercado, provocando una sobre oferta en al-gunos productos. Una posible solución es que el go-bierno local brinde las herramientas para lacoordinación con mercados cercanos donde puedancolocarse esos productos; o, que pueda brindar ins-trumentos que permitan un cambio de producciónpara disminuir esos productos en el siguiente periodoy producir otros. Otra posible solución es que losproductores (en conjunto o no con el gobierno local)puedan articular cadenas de valor agregado que per-mitan conservar la producción de dichos alimentos.

Una tercer problemática (sobre todo en los paísesperiféricos) es la falta de interacción de la economía

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local con las cadenas globales de producción. Porejemplo, en el sector agropecuario hay una fuerte de-pendencia de semillas, insumos tecnológicos o ma-quinaria que no se puede resolver desde lo local.Estos insumos necesarios imponen condiciona-mientos técnicos y económicos a prácticas locales.Es por esto que se necesita una participación activade los diferentes niveles del estado para garantizar unproceso de integración entre la “economía local” y lanacional y políticas que promuevan la autonomía deesas actividades locales. Esta necesidad de articula-ción de los diferentes niveles de los Estados tambiénes necesaria para resolver los problemas asociados alas poblaciones situadas en baja productividad ydonde el abastecimiento local es limitado.

Un cuarto problema puede estar relacionado con lapoca experiencia del productor en la participaciónde procesos de comercialización y organización deproyectos locales. En este mismo sentido, se puedepensar que desde el lado del consumidor se presentaun quinto problema originado por la falta de for-mación del consumidor respecto a las relaciones en-tre sus hábitos de compra y las características dellugar donde vive y de su manera de vivir. En estosdos obstáculos se presenta un desafío cultural y po-lítico: los actores intervinientes en el proceso localdeben afianzar nuevas pautas de consumo para po-der fomentar un mejor desarrollo local.

En la práctica, para solucionar estos problemas, serealizan políticas públicas que tengan como objetivocrear o fortalecer proyectos locales que generen unamayor experiencia y organización en la produccióny una mayor información para los ciudadanos con-sumidores. En Argentina, hay diversas políticas eneste sentido. Un caso particular es el que se des-arrolla en Guaminí4, provincia de Buenos Aires. Sibien, por lo general, las municipalidades en estas ciu-dades pequeñas están tradicionalmente abocadas acumplir servicios, habilitar comercios y gestionar la

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4 El Distrito de Guaminí está ubicado en el sudoeste dela provincia de Buenos Aires, a 490 km de la Capital Fe-deral. Presenta una superficie de 484.000 Ha y su pobla-ción supera levemente los 11.300 habitantes

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obra pública, cada vez deben asumir mayor prota-gonismo en cuanto a la participación ciudadana y loque se produce y consume en su territorio (entreotras cuestiones). En este sentido, vale destacar laexperiencia de Guaminí porque desde el ámbito lo-cal, las diferentes instituciones del estado en con-junto con organismos nacionales y los productoresde la zona asumieron un rol protagónico prote-giendo y gestionando recursos y patrimonios natu-rales. El proyecto fue impulsado por el municipioquien generó un espacio de discusión sobre el ma-nejo de agroquímicos y sus envases con el objetivode desarrollar un plan de educación para las escue-las del distrito acción que, ante el cuadro de situa-ción, derivó en la urgente elaboración de unproyecto para el ordenamiento de la actividad(Schwerdt y Cerdá, 2015).

Mediante un estado activo, lo que empezó como unciclo de conferencias públicas sobre el uso de agro-químicos terminó en la propuesta de un nuevo modode producción que fue aplicado debido al gran inte-rés de productores locales. Esto fue logrado graciasal acompañamiento profesional que necesitaban losproductores para llevar adelante esta nueva forma deproducir. Además de esto, el municipio se encargódel control de esta práctica, monitoreando los culti-vos implantados y evaluando las acciones de los pri-meros 8 meses de trabajo mancomunadopúblico-privado. Los resultados fueron muy positi-vos: mejor relación producción-medio ambiente, ge-neración de alimentos saludables para los habitantesde la región y mayores certezas y ecuaciones econó-micas más estables para los productores involucra-dos. El crecimiento también fue cuantitativo ya quede siete productores iniciales su sumaron dos más yuna decena de productores extra ya están siguiendode cerca las recorridas y reuniones. Para la segundaetapa se calcula que esta manera de producir se in-crementará en un 500% (Schwerdt y Cerdá, 2015).

Este ejemplo concreto permite visibilizar como el es-tado, desde lo local y con el asesoramiento adecuadopuede generar Sistemas de Producción y ConsumoLocal que no impacten negativamente sobre el me-dio ambiente y posibiliten la llegada de productos sa-ludables a la comunidad. En este caso particular

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hubo un rol activo para obtener la semilla propia, unaconvocatoria permanente a productores interesadosy la comunidad educativa, la formación de un equipoadecuado para la elaboración de la práctica en el te-rritorio y la instalación de un comercio de venta deproductos saludables para asegurar su comercializa-ción. Este proyecto también incorpora a un molinoagroecológico (“La Clarita”) que se encarga de fa-bricar la harina integral agroecológica. Lo que se re-cauda, se reparte entre los productores, un hospital yuna escuela especial. Este tipo de prácticas puedenestablecerse desde los mismos municipios y puedenayudar a mejorar (o a crear) la organización de otromodo de producción articulando a productores yeducando a los consumidores.

Por último, una última problemática que hay que te-ner en cuenta es la de ponderar todo lo local positi-vamente sólo porque es “local”, ya que muchasveces la economía de mercado (dirigida por grandesempresas) se aprovecha de lo local o tradicionalcomo una oportunidad para mercantilizar estos Sis-temas de Producción y Consumo Local. En estesentido no hay que tener miedo de politizar lo local,entendiendo a esa politización como una forma deque los ciudadanos accedan a una mayor equidadeconómica, soberanía alimentaria y procesos ecoló-gicos más sanos. Siguiendo con esta advertencia,muchas empresas absorben este nuevo “nicho demercado” que accede a estos productos locales (porla demanda de alimentos sanos, con precios justos yecológicos), resaltando más los valores del productoy dando un carácter de anecdótico a los procesosculturales que están detrás, dando lugar a que éstosprocesos se transformen en estándares de pureza yperfección, que son vulnerables a la cooptación cor-porativa, en donde sellos y etiquetas determinan laautenticidad y calidad de un producto (Escalona,2011). De esta manera, los sellos son una caracte-rística de empresas dominantes en el ámbito mer-cantil, limitando la relación entre la producciónorgánica y el proceso de consumo, lo que dificulta lacohesión del proceso, desconectando la produccióndel consumo y dejando lo local, como algo que se haperdido y que se celebra consumiendo productoscon una denominación local, dando con ello un ca-rácter de exclusividad a quien acceden a ellos.

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En relación con este problema se puede utilizar he-rramientas de garantía participativa entre con-sumidores y productores. Esta consiste en una seriede normas y procedimientos establecidos colectiva-mente a través de grupos de control, compuestospor productores vinculados que verificarán el cum-plimiento de dichas normas a través de una serie devisitas periódicas a los establecimientos productivos.Estas verificaciones se complementan con otras lle-vadas a cabo por los consumidores o técnicos delgobierno local (Boza Martínez, 2013). Los Sistemasde Garantías Participativas (SGP) se construyen enbase a la confianza, al compartir información y ex-periencias en la relación productores-consumidores.Esto también garantiza a los compradores un ma-yor nivel de seguridad alimentaria.

Por otro lado, un beneficio de estos SGP es que laparticipación directa permite tener controles de cali-dad menos onerosos en términos de la documenta-ción necesaria y de los requisitos para llevar registros,contrastando con los programas de certificación exis-tentes, los cuales comienzan con la idea de que losproductores deben probar que están cumpliendo conlas normas para poder ser certificados.

Para concluir con los obstáculos, remarcamos la ne-cesidad de tener en cuenta la evolución del mercadode alimentos, para poder impulsar cambios en ladieta, promoviendo la diversidad productiva e incli-nar el mercado local hacia nuevos y necesarios con-sumos de alimentos que fomenten el desarrollo local.

Teniendo en cuenta estas salvedades, pero, sobretodo, haciendo hincapié en sus grandes beneficios,los Sistemas de Producción y Consumo Local debenplantearse seriamente como una opción transforma-dora, ya que desafían el sistema de producción-con-sumo dominante otorgando una producción baja encarbono, saludable, con precio justo y que genera la-zos comunitarios en los territorios5.

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1.2 Los sistemas de consumo local enel mundo. Algunos ejemplos básicos

En el mundo hay diversas estrategias de produccióny consumo local. En este apartado citaremos algu-nos ejemplos relevantes:

● Agricultura Apoyada por la Comunidad yMercados de AgricultoresEs el caso de los sistemas donde grupos de con-sumidores organizados planifican en conjuntocon los productores tanto la producción comosu distribución. Existen importantes experien-cias en EEUU (Agricultura Apoyada por la Co-munidad), Francia (AMAP, Associations pour leMaintien d’une Agriculture Paysanne) y Japón (sis-tema TEIKEI). Esta práctica es similar a la de-nominada como mercados de agricultoresentendiendo a ésta, como un nuevo espacio deconsumo definido por la interacción de los dis-cursos local, moral, ético y ambiental, en dondese involucran redes de productores, consumido-res e instituciones. Estos mercados refuerzan laintegración social y natural y amplían las relacio-nes de respeto en la interacción entre producto-res y consumidores. Estos beneficios mutuos sonelementos que se resaltan en contraste con lo im-personal y desconectado de las relaciones inhe-rentes a otros medios de intercambio, tales comolos supermercados.

El sistema del Teikei (“poner el rostro sobre”) sebasa sobre el principio del apoyo local a produc-tores deseosos de instalarse como agricultores,siendo una organización ligada a los producto-res y normalmente a consumidores urbanos, conprincipios de distribución directa, sin interme-diarios. Actualmente, en Japón, muchos Teikei

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5 En Argentina vale la pena destacar el rol que juega elInstituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)con diferentes programas y políticas llevadas a cabo. Unejemplo en este sentido es el Programa ProHuerta el cualpromueve las prácticas productivas agroecológicas parael autoabastecimiento, la educación alimentaria, la pro-moción de ferias y mercados alternativos con una miradainclusiva de las familias productoras.

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están integrados por diferentes productores,pero como las granjas normalmente son peque-ñas y aisladas un productor no puede proveeruna variedad amplia y suficiente de productos aun gran grupo de consumidores, lo que ha he-cho que se organicen en cooperativas (Escalona,2011). Esta forma de organización no sóloabarca lo productivo, sino que también inter-viene en la trama social al tener bajo su respon-sabilidad instituciones educativas. Muchosjaponeses utilizan hoy este esquema.

Este modelo nos lleva a replantear muchos de lasformas convencionales de relacionarse con la co-mida, por ejemplo la forma de integrarse y tomardecisiones, las estrategias productivas basadas enun manejo agroecológico en donde la biodiversi-dad es cultivada, dando especial énfasis a las se-millas de variedades locales y también en la formaen que se ve el dinero, ya que el valor de lo que seaporta a los productores o a la cooperativa no de-pende de lo que se recibe, sino más bien se per-cibe como un aporte para sostener el proyecto.

Por otro lado, la Agricultura basada en la Comu-nidad (CSA) surge ligada al movimiento de “re-greso a la tierra” de los años 60’s y 70’s enEstados Unidos y debido al desarrollo de las pro-testas contra la crisis agrícola en ese periodo. Losmiembros de un CSA, se reúnen al principio dela temporada para elaborar un plan de produc-ción que garantice productos para el consumo yaportar dinero considerando los costos de insu-mos, del trabajo y los estándares de vida del agri-cultor, pagando el costo real de la producción.Así mismo los riesgos son compartidos, si la co-secha es pobre todos asumen las pérdidas y nosólo el agricultor (Escalona, 2011). Como con-traparte existen familias asociadas o socios queapoyan a estas familias agricultoras. Este sistemapuede presentar desventajas para poblaciones debajos ingresos ya que se deben realizar inversio-nes iniciales para acceder al mismo y luego poderhacerse cargo si existiese algún riesgo.

Las características centrales de estos proyectoses el uso de incentivos para la creación de lazos

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locales y la búsqueda de soluciones adaptadas ala cultura local, situaciones en donde la econo-mía solidaria y el desarrollo local se involucranmutuamente. Asimismo viene a resolver tres di-lemas que fuimos desarrollando en los sistemasde producción y consumo: se genera una econo-mía baja en carbono, los ciudadanos obtienenmayor seguridad alimentaria y los productoresresuelven las dificultades de acceder a la tierra yproducirla.

Un ejemplo en nuestro país es el modelo pro-puesto por Janus (que se autorreferencia dentrodel movimiento CSA ya explicado) y se basa en larelación estrecha entre agricultores que producendistintos tipos de alimentos (lácteos, cereales, fru-tas, verduras, miel, etc.) y lo que denominan como“familias asociadas”, quienes reciben durantetodo el año los productos mediante una entregasemanal (que tiene entre 5 y 10 kg de alimentosfrescos y productos elaborados con materiaprima del lugar como dulces, jugos, escabeches,entre otros). Estas entregas se integran según laproductividad de los agricultores. Este proyectose constituye como un espacio integral, cultural,educativo (ya que dan talleres de cocinas y pa-santías a la granja) y ambiental que prefigura unmodelo de producción sustentable en la regióndel Alto Valle de Río Negro y Neuquén.6

● Sistemas de Cajas o de Bolsas (Box esquemes)Además de los mercados de Agricultores, se handesarrollado los esquemas de suscripción de ali-mentos ecológicos, los cuales han evolucionadorápidamente desde mediados de los noventas.Estos sistemas son normalmente conocidoscomo “sistemas de cajas” o “sistemas de bolsas”.Estos sistemas se caracterizan por tener unacomposición de productos frescos ecológicos,diseñados y empacados por una granja o por unaempresa comercial, en donde la persona que de-sea adquirirla se suscribe y acuerda un lugardonde la recibirá. Una típica caja/bolsa en este

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6 Regiones al suroeste de la República Argentina.

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sistema, está compuesto por verduras y frutasfrescas, las cuales el suscriptor recibe una vez porsemana con base en un precio acordado, en unpunto de recogida (privado o de venta) o direc-tamente en la casa del consumidor. Otros siste-mas también ofrecen además de frutas yverduras carne, productos lácteos, pan y huevos.

Una limitación a superar por estos sistemas esque si bien en la parte económica suelen benefi-ciar al pequeño agricultor que participa en él, nonecesariamente lo acerca con el consumidor, enuna relación de re-conocimiento y se corre elriesgo de que sólo quede en la transacción eco-nómica. En la actualidad en muchos países sondominados por grandes empresas que comprana los pequeños productores y se encargan de dis-tribuir a regiones más amplias de un país. Estosesquemas no pueden considerarse como siste-mas locales, en donde los productores se en-cuentran distribuidos en todo el país o inclusofuera de él (Lamine, 2005).

● Ferias y/o Mercados Locales. Estos espacios se dan de diferentes maneras ymodalidades en América Latina. Los países lati-noamericanos tienen la necesidad de dinamizar laparticipación de pequeños agricultores (la mayo-ría campesinos y de origen indígena) para que lo-gren beneficiarse de las posibilidades de generaruna relación directa con los consumidores,donde las relaciones comerciales sean horizon-tales y los diferentes actores como productores,consumidores y comerciantes se relacionen, seconozcan, se valoren y se respeten, tratando deestablecer relaciones de confianza y credibilidad,más justas y solidarias (Ahumada, 2002).

Afortunadamente para el movimiento agroeco-lógico, han estado surgiendo desde ya hace algu-nos años muchas experiencias en este sentido,nuevamente no de manera homogénea, sino apartir de los procesos endógenos que se han idodesarrollando en cada localidad y como resultadode procesos de organización social de base, enmuchos casos por parte de los propios produc-tores que aliados con ONG’s y otras instancias

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públicas y privadas, han podido consolidar di-chas iniciativas. Pero otras veces también a par-tir de las inquietudes de los consumidores portratar de acceder a alimentos sanos y con la ideade apoyar al pequeño agricultor.

Un ejemplo en este sentido es el Programa deAgricultura Urbana (PAU) aplicado en la ciudadde Rosario, una de las ciudades más importantesde Argentina ubicada 300 km. al norte de la Ca-pital Federal sobre el Río Paraná. Este programasurgió en 2001 creando nuevos espacios públi-cos socio-productivos para la ciudad como Par-ques Huertas, Corredores Verdes a la vera de víasferroviarias abandonadas y Huertas Jardines Sa-ludables para promover un desarrollo endógenoa nivel barrial basado en principios agroecológi-cos. Este programa, una vez consolidado y for-talecido (luego del 2009), se propuso instalar unmodelo socio-productivo ecosustentable de es-pacios permanentes de la Agricultura Urbana através de Parques Huertas, Huertas Grupales,Corredores Verdes, canteros organopónicos enParques y Hospitales, contribuyendo de esta ma-nera a la conservación y valorización de las áreasverdes y extendiendo la Agricultura Urbana atoda la ciudad.

Bajo este Programa surgieron las Ferias de Agri-cultura Urbana como un elemento articulador dela red de huertas y como espacio de interacciónde la agricultura urbana con la población de laciudad de Rosario. Las Ferias no sólo ponen adisposición de la ciudad verduras producidas contécnicas ecológicas y libres de agrotóxicos, sinoque también facilita el desarrollo local permi-tiendo que las y los huerteras/os puedan teneringresos por la venta de sus productos. Medianteeste Sistema de Producción y Consumo Local, laagricultura urbana pudo tener su espacio físico ycon ello, garantizar la venta de las huertas y ge-nerar un espacio donde se produzca un diálogointercultural entre los ciudadanos de la periferia(huerteras) con los del centro (consumidores)(Lattuca, Terrile y Sadagorsky, 2014). Hoy exis-ten ocho ferias ecológicas con diferentes días yhorarios.

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1.3 Un caso argentino: “De la Finca a la Escuela”. Una iniciativa de siste-mas de producción y consumo localen General Alvear, Mendoza.

General Alvear es una de las principales ciudades alsur de Mendoza (zona oeste de la República Ar-gentina). Tiene una población de 30.000 habitantes.Es un centro turístico y productivo marcado porlas aguas del río Atuel que cumple un papel pre-ponderante en el desarrollo agrícola-ganadero dela zona.

Su economía se basa en el cultivo principalmente deforrajeras, frutales y vid; en la apicultura; y en la críade vacunos. Aprovechando esta virtud, la ciudad espionera a nivel nacional en lanzar un proyecto inte-rinstitucional denominado “De la Finca a la Es-cuela”, donde interviene el gobierno provincial,municipal, 39 establecimientos educativos y pro-ductores locales para elaborar el menú escolar de2630 estudiantes de nivel primario y secundario.

El proyecto consiste en coordinar productores lo-cales con el objetivo de alimentar a los alumnos dela localidad con productos primarios locales. El ejecentral es la formación de un Sistema de Produc-ción y Consumo Local en donde consumidores (lasinstituciones educativas –incluyendo alumnos y todoel personal a cargo de estas tareas-) puedan articularcon productores de la zona mediante la mediacióndel municipio. Se pretende de esta manera armar unmenú conforme a la producción local. En el 2016se hizo la prueba piloto con frutas y verduras y en2017 y 2018 ya se incorporaron carne de cerdo, po-llo y carne.

La mediación por parte del gobierno municipal estáconstituida por el equipo de del Programa “Munici-pio Saludable”, donde se trabaja interdisciplinaria-mente con personal nutricionista, de educaciónfísica y de gestión comercial. El rol de las nutricio-nistas es importante a la hora de construir la dieta yaque no sólo se busca favorecer la producción localsino también una alimentación más saludable. Asi-mismo, el gobierno municipal pudo articular con ni-veles de gobierno superiores para establecer un

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menú distinto del esquema alimenticio tradicionalque tiene toda la Provincia de Mendoza.

Actualmente, el proyecto está enfocado en nivel pri-mario (de 6 a 13 años) y nivel medio (13 a 17 años)y tiene varias etapas. En primer lugar, el equipo degobierno establece los menús posibles de acuerdo aun estudio nutricional y lo que se produce local-mente; seguido a esto, las escuelas realizan encues-tas para elegir el menú que más se adapte a susgustos; y, en tercer lugar, se acerca productor y con-sumidor para terminar de concluir la cadena. Su-mado a estas acciones, se comenzaron a elaborantalleres de cocina en las escuelas como una herra-mienta para fomentar la conciencia acerca del valorde estos productos y de poder utilizar los mismosen un futuro también fuera del ámbito escolar.

El objetivo a futuro es diversificar los productos lo-cales pudiendo ampliar la oferta y poder mejorarciertas estrategias de implementación en invierno yaque no hay producción de frutas.

De la Finca a la Escuela tuvo resultados positivosconcretos en cuánto a la conexión que las comuni-dades tienen con la comida fresca y saludable y conproductores locales, cambiando la compra de ali-mentos y las prácticas educativas en las escuelas.Este proyecto capacita a los niños y sus familias paraque puedan tomar decisiones informadas sobre susalimentos. Al mismo tiempo, fortalece la economíalocal ya que es una oportunidad financiera significa-tiva para los agricultores y ganaderos de la zona, ycontribuyen a comunidades más fortalecidas.

Este programa ejemplifica los principios básicos delSistema de Producción y Consumo Local: una me-jor salud alimenticia y de la salud en general, un im-pulso a la economía local (y lo que deriva de ello:mayores y mejores empleo, posibilidades de inver-sión en la región, etc.), un fomento a procesos deproducción sustentables con el medio ambiente (de-bido al menor costo de transporte que implica laproducción local y la forma de producir en estazona), una mayor educación en términos alimenti-cios, y un incremento de la conciencia comunitariae interés en la compra de alimentos locales.

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2. Segundo Capítulo. Microfinanzas, Cooperativismo Finan-ciero y Finanzas Solidarias

2.1 Hacia proyectos de finanzas alternativas: microfinanzas, cooperativismo finan-ciero y finanzas solidarias

En este segundo capítulo abordaremos prácticas quetienen que ver con lo que la literatura denomina “fi-nanzas solidarias”. Este tema tiene relevancia debidoa que el capital financiero es una herramienta centralpara el patrón de desarrollo predominante, pero elracionamiento financiero o el acceso al financia-miento en condiciones desfavorables es una cons-tante para el desarrollo local en América Latina. Estecapital financiero y los modelos de valorización fi-nanciera promueven un profundo proceso de con-centración de riqueza con los efectos demarginación en el mundo de trabajo y el aumentode la pobreza (Muñoz, 2008).

Vale remarcar que el desarrollo de las finanzas soli-darias como política de desarrollo a nivel local o re-gional es de extrema necesidad ya que brinda undispositivo fundamental a la hora de generar pro-yectos que permitan ser sustentables, tanto en tér-minos ambientales como socioeconómicos. Sedestaca “lo ambiental” debido a que los proyectosdestinados a mejorar la calidad ambiental y la formade extracción de los productos y servicios que con-sumimos no tienen tasas de retorno tan altas si lacomparamos con proyectos que no tienen en cuentalo ambiental. Asimismo, los proyectos sustentablesa nivel local tienen una escala muy diferente a losproyectos de niveles superiores por lo que su accesoal financiamiento tradicional es muy acotado. Eneste contexto es que el presente trabajo remarca elcaso de Las Flores como un ejemplo de prácticaconcreta que puede combinar lo sustentable desdeuna estrategia financiera solidaria a nivel local7.

Bajo estas observaciones la necesidad de imple-mentar finanzas solidarias y los diversos instrumen-tos que se describirán posteriormente otorgandiversos beneficios a nivel local:

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● Permite que se realicen proyectos sustentablesque tienen una escala menor o una tasa de re-torno relativamente más baja que proyectos queno son sustentables.

● Garantiza un rol protagonista desde el orga-nismo financiador (que puede ser el mismo mu-nicipio) como acompañante y consultor delgrupo-cliente en la realización de su proyecto.

● Establece una mayor transparencia en el accesoal financiamiento de los proyectos productivos. Facilita una gestión más democrática del manejode los fondos.

● Fomenta proyectos con inversiones responsables(a nivel socioeconómico y ambiental) y que sonnecesarias para el desarrollo del territorio endonde se aplican.

● Generan un mayor dinamismo social, es decir,una mayor articulación entre productores y con-sumidores (o entre ciudadanos) si se utilizan al-gunas herramientas como el club de trueque omonedas sociales.

Teniendo en cuenta estos beneficios, en este apar-tado se desarrollará que son las finanzas y que ins-trumentos utiliza, que se debe tener en cuentas paraaplicarlas a nivel local, para quienes se establece estetipo de estrategia y, por último, algunos ejemplosque se dan a nivel mundial y un ejemplo a nivel lo-cal como es el caso de Las Flores donde se combi-nan herramientas financieras con un proyectosustentable, ambientalmente hablando.

Si vamos a la definición general, las finanzas8 se re-fieren a todas las actividades que hagan al flujo de

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7 Ver Apartado 2.5.8 No es lo mismo el término “finanzas” que “microfi-nanzas”. Como veremos más adelante, las llamadas mi-crofinanzas son servicios financieros que son usados poractores de pequeña escala. En este artículo no nos cen-traremos en el tamaño sino en la construcción de otroparadigma diferente al propuesto por la economía demercado tradicional.

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ingresos y egresos monetarios de las experienciaseconómicas a lo largo del tiempo (esto incluye lautilización del dinero, su precio, su costo y su ren-dimiento, las formas de generación y captación delos excedentes económicos, su protección, trans-ferencia y control, y su préstamo). En este sentido,las operaciones financieras no son buenas ni malasper se: pueden facilitar el desarrollo de prácticaseconómicas o perjudicarlo. Esto depende siemprede si el instrumento sirve a la simple especulacióno si sirve para promover la producción y el trabajo.A su vez, esto dependerá de quien lo use y para quélo use.

El mundo actual está caracterizado por la financie-rización de la economía (proceso en donde las in-versiones financieras comienza a ser más relevantesque las inversiones productivas) y la desintermedia-ción bancaria (los bancos no cumplen su funciónoriginaria de intermediación entre depositantes yprestatarios sino que se dedican a gestionar el dinerode sus clientes), lo que desemboca en la utilizaciónde las finanzas como un fin en sí mismo, alejándosede actividades productivas y creando fenómenosanómalos (como las burbujas financieras). A pesarde este contexto, en el mundo actual existen dife-rentes instrumentos alternativos a la lógica domi-nante que benefician a los actores productivos.

En este sentido, se promueven distintas iniciativasdesde lo local buscando responder de forma inno-vadora a ese racionamiento financiero y al acceso encondiciones muy perjudiciales y desiguales. Estepoco acceso al mercado financiero “tradicional” sedio por una determinada coyuntura neoliberal quepromovió la financiarización de la economía y unatendencia a la desintermediación financiera lo quederivó en el desmantelamiento de la banca públicade desarrollo y/o fomento y la institucionalizaciónde las microfinanzas, preconizando la promoción dela empresarialidad y la profundización financieracomo una estrategia de alivio de la pobreza.

Por el contrario a estos enfoques, las llamadas fi-nanzas solidarias ponen el eje en la necesidad de ar-ticular un sector de la economía centrado en eltrabajo, con un fuerte componente asociativo, sus-

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tentable desde lo ambiental, con alta calidad tecno-lógica y con alta eficiencia socioeconómica, demo-crático en su gestión y orientado a nivel micro porla reproducción de la vida de sus miembros y a ni-vel societal por la reproducción de la vida de todoscuya lógica es contrapuesta a la lógica de la econo-mía del capital (Coraggio, 2004).

Siguiendo a Muñoz (2008), nos separamos de la vi-sión economicista de ver al desarrollo local de formaempresarial, es decir, como territorios que compi-ten con otros por la entrada de capital. Así comotambién nos alejamos del recorte artificial de “lo lo-cal” haciendo como si no existieran mutuas inci-dencias entre distintos territorios y agregacionesregionales mayores, hasta la global. Las prácticas definanzas solidarias apuntan a un desarrollo “desdelo local” en donde el mejoramiento de las condicio-nes de vida de un territorio no pueden lograrse en lolocal sino que requiere una dimensión urbano-rural,entre territorios, regional, global, interinstitucional,etc. (Muñoz, 2008).

Es por eso que las finanzas solidarias no siguen eldenominado paradigma del “alivio de la pobreza”dedicado únicamente a programas en zonas de ex-trema vulnerabilidad, sino que su objetivo dependede la diversidad ecológica y social del hábitat urbanoproductivo-reproductivo local. Al no seguir con di-cho paradigma, las finanzas solidarias pretenden in-corporar como sujetos y beneficiarios no sólo a lossectores de máxima pobreza sino a los sectores me-dios, cuyas condiciones de vida se han degradadoy/o están en riesgo de degradación. El desarrollo“desde lo local” permite también un mejor controlpor parte de los actores en el destino y manejo de losfondos invertidos y un monitoreo constante para ga-rantizar que las actividades financiadas no sean per-judiciales para el medio ambiente.

Si bien haremos énfasis en las finanzas solidarias ycriticaremos otras formas de finanzas para el desa-rrollo local hay que tener en cuenta de que existendiversas modalidades financieras que pueden apli-carse. Particularmente, describiremos las finanzas po-pulares y microfinanzas, el cooperativismo financieroy las finanzas solidarias. En este sentido hay que en-

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tender a cada una de éstas como una referencia den-tro de un conjunto heterogéneo que debe conside-rarse en tanto pretendan volverse una herramientamás eficaz para el desarrollo local. Bajo estos pará-metros resulta de vital importancia la búsqueda deuna articulación estratégica de estas herramientas porparte de los hacedores de política pública.

2.1.1. Las finanzas populares y las microfinanzas

Por finanzas populares se entiende a todas las prác-ticas financieras que desarrolla la economía popular(es decir el sector que no percibe salario fijo) para lareproducción de sus vidas. Dentro de estas iniciati-vas hay distintas estrategias que van desde la acu-mulación de ahorros en especie, resguardados a niveldoméstico, para enfrentar los riesgos propios de laproducción y/o la vida; las asociaciones de ahorro ycrédito rotatorios que recurren a sorteos para asig-nar créditos individuales; las asociaciones de ahorroy crédito acumulativos y las libretas de comercio en-tre consumidores y comerciantes y entre éstos y mu-chos de su proveedores; la ayuda mutua entrequienes mantienen relaciones de proximidad y la de-pendencia de prestamistas informales, muchas ve-ces usureros; hasta el envío de remesas hacia otrospaíses (Muñoz, 2008).

Teniendo en cuenta estas modalidades de “finanzaspopulares” nacieron las denominadas microfinan-zas. Sus países pioneros fueron Bangladesh, Indo-nesia y Bolivia. Estas comienzan a ser masivas en ladécada del 70’ como una política superadora res-pecto a las políticas de “crédito subsidiado” propiasde los Estados Desarrollistas.

Las microfinanzas son un instrumento financierocentrado en pequeñas escalas, basados en la proxi-midad y que tienen como objetivo utilizar herra-mientas financieras que permitan manejar unamayor liquidez y riesgo de los beneficiarios. Me-diante estos instrumentos, se logran altas tasas derepago estableciendo relaciones duraderas en las ac-tividades económicas. Generalmente son dirigidos aindividuos con un bajo nivel de ingresos. Esas altastasas de repago se dan por la aplicación de diferen-

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tes herramientas como las garantías cruzadas (miem-bros de un grupo solidario se hacen responsablesmutuamente de las garantías), la progresividad delos préstamos en el tiempo (se inicia con montos ba-jos y se aumenta a lo largo de ciclos), los planes depago en periodos a corto plazo y los ahorros for-zosos que se debitan de montos de créditos solici-tados (Muñoz, 2007).

El funcionamiento de este sistema se da a través dediferentes tecnologías como son (Muñoz, 2007):

- Grupo Solidario: es una herramienta que sebasa en prestar a postulantes individuales que de-ben formar un grupo para recibir un préstamo ycada uno debe hacerse mutuamente responsablepor el pago en tiempo y forma de los créditos detodos los miembros del “grupo solidario”.9

- Banca comunal: metodología crediticia que con-siste en que una organización sin ánimo de lucrootorgue préstamos a un grupo de personas que seencarga del manejo y los recursos entregados10.

La tecnología individual no convencional: basadaen la adaptación a la situación económica y socialdel potencial prestatario y no documentación delos prestatarios y en activos como garantíascomo la banca tradicional.

A diferencia de las finanzas cooperativas que vere-mos luego, las microfinanzas no tienen una serie devalores o principios comunes, sino que se articulanmediante arreglos institucionales con objetivos que,según determinado contexto, pueden beneficiartanto a productores locales como a empresas tras-nacionales.

Si bien hay buenos ejemplos de estas prácticas, losenfoques más difundidos (ver pie de página 6 y 7)

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9 Tiene dos enfoques: El enfoque ACCION Internatio-nal y el Enfoque Grameen.10 Tiene dos enfoques: El enfoque de la Fundación parala Asistencia Comunitaria internacional (FINCA) y El en-foque del Centro Internacional de Desarrollo e Investi-gación (CIDR).

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están lejos de ser los ideales. Todas estas prácticasse dividen en dos movimientos que consideramosque pueden ser nocivos para un desarrollo de las fi-nanzas que impulse el desarrollo “desde lo local”:

- El primer movimiento denominado “minima-lista” hace énfasis en la sustentabilidad financiera(es decir en la capacidad de los deudores de de-volver lo prestado) sosteniendo que los agentesobjetivo de las microfinanzas son el sector me-nos pobre entre los pobres (décil de mayor in-greso dentro de los pobres).

- El segundo movimiento llamado “welfarista”no pone el énfasis en la sustentabilidad financieraporque al hacerlo se deja de atender al sector másmarginal priorizando el impacto en “los más po-bres”, relegando la sustentabilidad financiera dela oferta y aludiendo más a menudo al alivio dela pobreza y la oferta de microcrédito junto conotros servicios no-financieros (en particular, cur-sos cortos de entrenamiento empresarial y cues-tiones sanitarias básicas).

La mayor crítica a las microfinanzas, y a estos mo-vimientos en particular, es que no se enfocan en eldesarrollo local debido a que confían en que el mer-cado realizará este tipo de tareas. Este poco interésen lo local explica porque ambos enfoques realizanun balance de resultados a nivel micro, enfocándoseen los usuarios financieros. Bajo este análisis, las mi-crofinanzas realizan intervenciones focalizadas enlos sectores pobres y subestiman los efectos de lasestructuras y las relaciones objetivas de poder, ade-más de mercantilizar las prácticas microfinancieras.Esto se traduce en una actividad rentable más, yaque se considera a la comunidad sólo como unafuente de presión social y garantía de devolución delos préstamos. Se reduce el potencial que las micro-finanzas tienen para promover procesos de desa-rrollo local y, así, generar otro tipo de desarrollo(Muñoz, 2008).

2.1.2. El cooperativismo financiero

El cooperativismo de ahorro y crédito en sus oríge-nes surgió como una propuesta desde la economía

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social para dar respuesta a sus problemas financie-ros. En las cooperativas especializadas en la ofertade servicios financieros, los socios son propietariosde la organización y son mutuamente acreedores ydeudores entre sí. Ellos convierten los depósitos dealgunos socios en crédito para otros socios y, segúnlas necesidades de financiamiento de cada socio, lasfiguras de acreedores y deudores se van alternandoa lo largo del tiempo (Muñoz, 2007). Estas formaspueden ser “cerradas” (sólo utilizan aportes de lossocios) o “abiertas” (captan fondos del públicocomo depósito funcionando como intermediariasfinancieras).

Estas cooperativas suelen ser un actor relevante enlos procesos de desarrollo local debido a sus princi-pios basados en la gestión participativa que garantizauna democracia directa, el interés por la comunidady la intercooperación con otras cooperativas de lazona. Esto repercute de forma positiva en las finan-zas a nivel local debido a que retienen el dinero den-tro de la comunidad, permitiendo la transformaciónde ahorros en préstamos locales. Se consolidan asícomo un instrumento financiero de sus miembros,los socios, radicados localmente, mejorando deforma indirecta las condiciones de la comunidad lo-cal en la que éstos trabajan y habitan.

Vale aclarar que Argentina tiene una amplia trayecto-ria en el cooperativismo financiero. Las primeras ma-nifestaciones del cooperativismo de crédito argentino,que se desarrollaron entre fines del siglo XIX y lasprimeras décadas del XX, tuvieron diversos orígenesy características organizativas, y –casi todas– escasaenvergadura y sustentabilidad. Solo las cajas de créditosuperarán la etapa fundacional y generarán una expe-riencia que llega hasta el presente. A partir de 1958, lacreación del Instituto Movilizador de Fondos Coo-perativos (IMFC) provocó una explosión en el nú-mero, la distribución geográfica de las entidades y eldesarrollo de un nuevo tipo de operatoria. Esto lespermitió disponer a las casi mil cajas existentes en1966 de aproximadamente el 10% de los depósitosdel sistema financiero (Plotinsky, 2017).

Como resultado de ambas dictaduras (1966-1973 y1976-1983) y el modelo neoliberal que se mantuvo

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hasta el 2001 se originó un triple proceso en el sec-tor de crédito cooperativo integrado al sistema fi-nanciero y controlado por el BCRA: una fuertereducción de la cantidad y operatoria de las cajas decrédito durante la dictadura gobernante entre 1966y 1973; una fusión de la mayoría de estas en bancoscooperativos durante los primeros años del auto-proclamado “proceso de reorganización nacional”(1976- 1983); y un proceso de concentración pordesaparición o fusión de las cajas sobrevivientes yde los bancos creados entre 1978 y 1979, durante laúltima etapa de la dictadura y los gobiernos demo-cráticos posteriores (Plotinsky, 2017).

En las últimas décadas y luego de la crisis del 2001,las modificaciones a la “Ley de Entidades Financie-ras” sancionadas entre 2003 y 2006 promueven, enteoría, la recreación del sistema de cajas de créditocooperativas, pero transcurrida una década las limi-taciones normativas y las dificultades económicasatravesadas por nuestro país han impedido que losobjetivos se llevaran a la práctica.

En un contexto como el actual, estas organizacio-nes tienen estrategias muy divergentes. Por un lado,algunas buscan adaptarse a las reglas del mercado,lo que implica un abandono gradual de las reglas co-operativas con un elevado riesgo de desmutualiza-ción. Mientras que otras, tienen una estrategiaopuesta, en el sentido que la respuesta a las nuevasexigencias de mercado comprende una revitalizaciónde las reglas cooperativas como elemento central dediferenciación.

2.1.3. Finanzas solidarias

Las finanzas solidarias consisten en distintas prác-ticas desde lo local que, teniendo en cuenta lo te-rritorial, mediante estrategias público-privadas,buscan poder establecer herramientas financierasque favorezcan procesos productivos que mejorenla distribución del ingreso y protejan el medioam-biente. Siguiendo a Muñoz (2008) entre ellas seencuentran:

a) El “ahorro ético o finanzas éticas” y la “inver-sión socialmente responsable”. Esta forma de fi-

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nanzas solidarias establece ciertos criterios posi-tivos o negativos como la consideración de laresponsabilidad social y medioambiental paraotorgar créditos. Con la consideración de los cri-terios negativos no se está “denunciando” sinoque promueve la participación activa de los aho-rristas. En este sentido, lo que importa es el in-terés del colectivo y la tradicional maximizaciónde los beneficios por parte del ofertante. En estesentido, los ahorristas pueden optar por un ren-dimiento menor al del mercado, siempre que esosignifique mejores condiciones para potencialesprestatarios que no pueden acceder al crédito porlos altos costos implicados en la operatoria.Como consecuencia, el banco tiene costos de fi-nanciamiento que son menores o nulos (en basea las preferencias manifestadas por los ahorris-tas) y, por tanto, puede cobrar un interés activomenor a determinado perfil de potencial presta-tario que solicite crédito (Muñoz, 2007).

Un defecto clave en este tipo de prácticas es queel término de “finanzas éticas” es usado por losgrandes bancos privados para hacerse pasar por“empresas sustentables” desde el punto de vistatanto ambiental como social, por lo que hay queprofundizar el análisis y averiguar quiénes se be-nefician con este tipo de productos financieros.

b) Los fondos regionales y comunitarios creados es-pecíficamente para las organizaciones sin finesde lucro y demás emprendimientos comunitariosy de la economía social.

c) Los sistemas de “monedas sociales”, que suelencombinarse con sistemas de producción y con-sumo local o sistemas de consumo colaborativocomo el truque o los mercados solidarios. Tam-bién tiene conexión directa con los bancos detiempo.

d) Los denominados “préstamo sin interés”.

e) Los “fondos solidarios” entre distintos tipos detrabajadores que aportan para situaciones de cri-sis transitorias (como las huelgas) o cuestiones es-tructurales (como los despidos) (Muñoz, 2008).

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En particular hacemos énfasis en estos tipos de fi-nanzas solidarias porque permiten expandir el marcode donde se sitúan las denominadas “microfinanzas”,ya que esta construcción de herramientas financie-ras alternativas debe integrar a los territorios localesy no a actores específicos de la economía popular.

2.2 ¿Qué se debe tener en cuenta parauna política de finanzas solidarias?

Siguiendo a Muñoz (2008) las políticas públicasorientadas a la acción deben tener cuatro ejes claves:

● El tipo de actores involucrados a nivel local.En este eje hay que resaltar la importancia de lasalianzas con sectores de la economía popular quetengan un anclaje en el territorio sin discriminarpor tamaño (desde pequeños emprendimientosde la economía social hasta cooperativas de ma-yor tamaño). Es útil recomendar que no se hagafoco en el paradigma de “alivio de pobreza” co-mentado anteriormente, ni tampoco que se so-breestime el papel de Microempresas o Pymes anivel local.

● Que servicios financieros y no financierosvamos a utilizar. Aquí se tiene que tener encuenta que las herramientas financieras aplicadaslocalmente no sólo tienen que responder a lasnecesidades productivas (de mayor o menor es-cala y por ende de diferentes plazos de tiempo yniveles de rendimientos), sino también a necesi-dades reproductivas como las herramientas parael consumo, la salud y la vivienda. Esto se puedearticular diversificando los servicios financieros,yendo más allá de la figura del microcrédito yservicios no financieros. Éstos últimos no sola-mente deben abordar las tareas tradicionales decapacitación y apoyo técnico en los inicios de lasactividades, sino que se deben instalar como unapráctica concreta a lo largo del tiempo.

● En qué escala se va a aplicar, es decir, queentidades formaran parte de la oferta de es-tas herramientas y cuáles son las condicio-nes de los usuarios a nivel local. Bajo este eje,lo relevante es la aplicación de sistemas de eva-

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luación que permitan saber el nivel de inciden-cia de las herramientas financieras aplicadas y losanálisis comparativos con otro tipo de herra-mientas. Todo esto sin caer en indicadores pura-mente “económicos” sino que se utilice unanálisis multicriterial con indicadores cualitativos(cantidad de información que circula entre losemprendedores, el papel que juegan las herra-mientas con el territorio, etc.)

● Con qué instituciones financieras locales seva a tratar y bajo qué regulaciones actuaran,teniendo en cuenta las relaciones de éstascon el ámbito local y global. Lo relevante deeste eje se da a nivel sistémico, ya que hay quecentrarse en la reforma de las regulaciones, la in-novación instrumental y las transformacionesinstitucionales. Siguiendo a Seibel (1997) se iden-tifican cuatro estrategias principales de transfor-mación: adaptación de instituciones financierasformales al entorno local, ampliación de institu-ciones financieras no formales, vinculación deinstituciones financieras formales y no formaleso creación de nuevas instituciones locales. La es-trategia debe ser elegida de acuerdo a un análisisprevio del territorio que se pretende modificar. Aesto se puede sumar instituciones de segundo ni-vel como redes financieras o no financieras quesirvan de apoyo a la práctica.

2.3 ¿Para quiénes y con qué estrategiasse establecen las finanzas solidarias?

Actualmente existen tres lugares principales desdelos cuales se miran las finanzas. En primer lugar, elenfoque predominante es ver a las finanzas comoun negocio lucrativo más, en donde las únicas va-riables en juego son la rentabilidad y el riesgo. Porotro lado, existe el enfoque ya criticado en donde lasfinanzas son una herramienta más para el “alivio dela pobreza”. Y, por último, las finanzas pueden sertomadas teniendo en cuenta “las condiciones deproducción”, “las condiciones de trabajo” y diversasvariables de los actores involucrados con el objetivode consolidar otro paradigma en donde no se bus-que la maximización de ganancias ni la “atención de

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emergencias”, sino nuevas estructuras socioeconó-micas que no reproduzcan la exclusión y la pobreza(Muñoz, 2007). Es aquí donde la Economía Socialy Solidaria tiene su relevancia, ya que permite dis-cutir la distribución de los excedentes, la búsquedade mejoras en la calidad de vida, la actividad econó-mica y su relación con el ambiente, la participacióndemocrática de los ciudadanos en el proceso eco-nómico, entre otras variables.

Si bien tiene muchas formas de organización, estaEconomía Social y Solidaria se organiza, de manerageneral, a través de emprendimientos populares queproducen de forma individual, familiar o como uni-dad doméstica y que se asocian con otros emprendi-mientos para realizar las actividades que hacenposible la producción o que siguen después de ésta.Sus formas más complejas “son las asociaciones, mu-tuales o cooperativas de trabajo, de consumo, de co-mercialización, de crédito, etc.; las redes de comerciojusto y consumo responsable, los sindicatos de tra-badores asalariados y autogestionados, asociacionesde vecinos, etc.”. (Muñoz, 2007, pp. 25). Si bien ciertaparte de la literatura la asimila a una “economía po-bre” o de pobres, en realidad muestra la contracarade los efectos de la globalización neoliberal, ya querepresenta a diversos sectores sociales que si bien seorganizan desde la “esfera económica” inciden en losocial y político en los territorios que habitan.

Estos actores tienen diferentes estrategias de recur-sos (Muñoz, 2007): la hibridación de recursos (sub-sidios estatales a través de créditos, garantíasestatales para créditos privados o la compra directade sus bienes más los ingresos de ventas en el mer-cado y donaciones), la utilización de subsidios cru-zados (subsidios de organizaciones con másrecursos hacia organizaciones con menos recursos)y la aplicación del principio de subsidiaridad (prin-cipio que se aplica para evitar realizar determinadotipo de gasto de forma individual y aislada, organi-zándose y distribuyéndose con otras organizacioneslas actividades). Otras estrategias son los créditos co-merciales por parte de proveedores y los adelantosde compradores, la postergación del cobro de sala-rio o el financiamiento a través de cuotas de los so-cios y otras formas de aportes.

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2.4 Algunos ejemplos en el mundo

Un ejemplo de las Microfinanzas es el Banco So-lidario S.A. o Banco Sol de Bolivia. Este consisteen un banco privado especializado en microfinan-zas que se organiza bajo la forma de sociedad anó-nima. Sus instrumentos financieros (créditos,ahorros, remesas y microseguros) tienen como ob-jetivo a empresarios del sector informal. A diferen-cia de las finanzas solidarias y cooperativas, losusuarios son clientes como cualquier banco tradi-cional, es decir, que no participan en proceso detoma de decisiones ni de gestiones del banco. Susdecisiones sobre los proyectos (duración, reembolso,etc.) se basan en la capacidad de endeudamiento delas microempresas (por eso la mayor crítica es su en-foque, que prioriza a “los más ricos entre los po-bres”). La particularidad (y diferencia con el bancotradicional) es que los evaluadores de proyectos vi-ven en los mismos territorios en donde se instala lamicroempresa.

Pasando a las Finanzas cooperativas o Coopera-tivismo Financiero el ejemplo más relevante es laCaja de Economía Desjardins de las Trabaja-doras y Trabajadores de Quebec (CETQ). LaCETQ es una empresa colectiva propiedad de susmiembros usuarios que son individuos y organiza-ciones. Al ser una organización cooperativa es unaempresa de decisión democrática, formada en subase por una asamblea general de miembros que sereúne una vez al año. La CETQ es miembro de lared de las Cajas Populares Desjardins del Quebec,red financiera cooperativa que ocupa una posicióncentral en el sector bancario quebequense, pues setrata de su mayor institución financiera. Además, laCETQ forma parte de una de la Confederación deSindicatos Nacionales (CSN), uno de los dos sindi-catos más grandes de Quebec.

Esta caja es un ejemplo exitoso de banco solidarioen donde se ofrece un conjunto de productos y ser-vicios bancarios pero con la característica de que lainstitución conserva un rol más acentuado en la re-lación grupos-clientes que va mucho más allá que elrol tradicional del banquero. Es decir, más allá delenfoque financiero, esta caja funciona como acom-

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pañante y consultor del grupo-cliente en la realiza-ción de su proyecto. Sumado a esto, la caja tambiénpropone ser un medio de difusión de las experi-mentaciones de sus grupos-clientes. Finalmente,por su orientación, la CETQ se posiciona comoagente de desarrollo al fomentar las interrelacionesentre su red de asociados y de grupos-clientes parasuscitar el surgimiento de proyectos que favorezcanel desarrollo socioeconómico y comunitario (Vé-zine y Legrand, 2003). Para mantener sus objetivos,la Caja combina servicios “del mercado” con ins-trumentos de garantías y subsidios del Estado, conel que, por tanto, mantiene una estrecha vincula-ción, sin perder autonomía.

Un aspecto innovador de este instrumento finan-ciero es el “Fondo de Apoyo de las Trabajadoras yTrabajadores de Quebec” que consiste en préstamospara afiliados del sindicato (el CSN) durante con-flictos laborales (los intereses son asumidos por elFondo mientras dura el conflicto) (Muñoz, 2007).

En cuanto a las finanzas éticas uno de los ejem-plos más citados es el Fiare Banca Etica que nacede la unión de dos proyectos basados en las finanzaséticas: Banca Popolare Etica, un banco cooperativoque trabaja en Italia desde el 1999 y Fiare que operaen España desde el 2005. El objetivo de la denomi-nada Banca Ética es recuperar el valor social del di-nero. Para esto los depósitos de ahorro  de laspersonas y organizaciones que participan de labanca sirven para financiar determinados proyectosque son sometidos a una atenta evaluación econó-mica, social y ambiental y los cuales, además, son elcapital de confianza de la banca. Esta política deter-mina que hay ciertos proyectos susceptibles a ser fi-nanciados (vivienda social, eficiencia energética yenergías renovables, gestión de residuos, agriculturade proximidad, animación sociocultural y comerciojusto) y otros que no (proyectos ilegales, actividadescon evidente impacto negativo en el medio am-biente, cría intensiva de animales que no respete loscriterios previstos por los estándares de la certifica-ción ecológica, exclusión/marginación de minoríasde la población; juegos de azar, etc.). Debido a estacaracterística la evaluación de proyectos no sólo sebasa en elementos económicos, sino que tiene un

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alto grado de elementos no económicos como laevaluación ambiental, de sensibilidad social o ética.

Al igual que el caso de las cooperativas, la FiareBanca Ética tiene una gestión democrática, endonde cada socio/a representa un voto. Sumado aesto, la democratización garantiza transparencia yaque cada financiación, dinero depositado y balancede esta banca es publicado en su sitio web.

Por último, en lo que refiere a las finanzas solida-rias el ejemplo más paradigmático es el Banco Pal-mas en Fortaleza, Brasil. El Banco Palmas surge dela organización de vecinos y vecinas del Barrio Pal-meira que atravesaba una situación socioeconómicacrítica (altos niveles de pobreza y desempleo). Deesta manera, el banco se creó inicialmente para loshabitantes del barrio y, posteriormente, se amplío aotros barrios de bajos ingresos. Este banco favorecelos proyectos colectivos a través de servicios finan-cieros (moneda social y diversos créditos) y no- fi-nancieros (asesoramiento, proyectos pedagógicos,etc.). El banco cobra intereses en base a un sistemaprogresivo para la garantizar la distribución del in-greso y subsidia los créditos de quien menos tiene.Estos ingresos no cubren los costos totales por loque el banco también se financia con trabajo volun-tario y recursos financieros adicionales provenien-tes de subsidios y donaciones varias (Muñoz, 2007).

Al estar organizados por los mismos vecinos/as, elpapel de los usuarios es muy alto, ya que participanen la dirección del banco y del diseño y control decalidad de los productos y servicios brindados. Ensus inicios y durante cierta parte de su desarrollo,esta práctica contó con apoyo del Estado Nacionala través de financiamiento, transferencia de tecno-logía y capacitaciones en diferentes rubros.

Cuando decimos que es un caso integral desde las fi-nanzas solidarias es porque establece una multiplici-dad de mecanismos que apuntan a sus objetivosprimordiales. Siguiendo a Muñoz, 2007, el Caso Pal-mas incluye:

● Un sistema integrado de créditos: sistema fi-nanciero solidario adaptado a su entorno que

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trata de entrelazar entre el capital solidario, laproducción sustentable, el consumo ético y elcomercio justo.

● Tarjeta de crédito Palmacard: tarjeta de créditocreada para estimular el comercio local que fun-ciona sólo en el Barrio Palmeira.

● Mapeo de la producción y del consumo local: re-levamiento para la creación de una red de eco-nomía social y solidaria.

● Palmart, Palmafashion y Palmalimpe: unidadesproductivas pequeñas financiadas por el Banco,dirigidas a atender demandas locales, articuladasen un sistema de red. Tienen asesoramiento di-recto y utilizan la marca Palmas.

● Palmatech: escuela que ofrece cursos de capaci-tación profesional, gestión de empresas solidariasy creación de redes e instrumentos de economíasolidaria. Su función principal es que la sociedadcontrole la economía y el mercado y pueda ma-terializar espacios de cooperación, colaboración ysatisfacción de las necesidades humanas.

● Bolsa de empleo: sistema conectado al SistemaNacional de Empleos que busca solucionar pro-blemas de desempleo.

● Club de trueque solidario con moneda social: ar-ticulaciones entre productores y consumidoresque se desarrolla en el Barrio Palmeira e inter-cambian bienes y servicios a través de una mo-neda social.

● Incubadora femenina: proyecto de seguridad ali-mentaria dirigido a las mujeres en situación deriesgo personal y social que viven en el BarrioPalmeira. La estrategia consiste en reintegrarlas alcircuito productivo de forma de garantizarlesciudadanía e ingresos que aseguren el acceso a laalimentación.

● Laboratorio de agricultura urbana: trabajos desdela perspectiva orgánica y agroecológica.

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● Proyecto de Fomento: consiste en “clonar” la mo-neda oficial en igual cantidad de moneda social,duplicando los recursos de la comunidad y bus-cando aumentar permanentemente la cantidad decomerciantes que acepten la moneda social.

● Compras colectivas: organización de familias dela Región Metropolitana de Fortaleza para que,en conjunto, realicen las compras de los produc-tos de la canasta básica.

2.5 Caso en Estudio en Argentina:“Tarjetas Verdes” en Las Flores, Provincia de Buenos Aires

Como se citaba anteriormente, los sistemas de fi-nanzas solidarias son importantes para el desarrollolocal de proyectos sustentables que no tienen asi-dero en las fuentes de financiamiento tradicionales(debido a su escala y/o a su tasa de retorno). Sinduda, la implementación de este tipo de políticastiene que garantizar no solo acceso y posibilidad demayores fuentes de trabajo en la región sino queesos proyectos financiados cuiden el medio endonde se produce la actividad. En ese sentido elegi-mos el ejemplo de Las Flores, que desde una pe-queña escala y de manera autogestiva pudo poneren funcionamiento una herramienta solidaria y sus-tentable al mismo tiempo.

Las Flores es una ciudad de 23.871 habitantes queestá ubicada en el centro de la provincia de Bue-nos Aires. Dado que se ubica en la llanura pampe-ana sus principales actividades son la agricultura yla ganadería. En esta ciudad se desarrolla desde di-ciembre de 2017 una práctica novedosa que com-bina un esquema de finanzas solidarias a escalamunicipal con una política ambiental: el proyecto“Tarjetas Verdes”.

Esta política municipal consiste en la creación detarjetas con las cuales cada ciudadano de la locali-dad que separe sus residuos reciclables y los acerqueal Taller Protegido ALMA obtiene puntos (que vande menor a mayor de acuerdo a la cantidad de kilosque entrega) que pueden ser canjeados por produc-

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tos sustentables. Dichos productos obtenidos sonhechos por el mismo Taller Protegido ALMA y tie-nen como función principal la implementación deprácticas ambientales en la vida diaria de los ciuda-danos. Se trata de cestos de residuos, composteras,bolsas reutilizables, plantas, árboles, macetas sus-tentables, jardines verticales, compost, bolsas de chi-peado de corteza, bicicletas, termotanques solares,entre otros.

Los objetivos principales de este proyecto son:

● Contribuir a la separación de residuos en laciudad

● Minimizar la cantidad de residuos en disposiciónfinal

● Fomentar prácticas sustentables.

● Incentivar la colaboración con el Taller Prote-gido ALMA

Esta práctica tiene como actores principales al mu-nicipio como impulsor del programa, a los ciuda-danos como recicladores y consumidores deproductos sustentables y al Taller Protegido Almacomo fabricante de esos productos y centro decanje de residuos.

La práctica tiene muchos puntos fuertes:

1. Garantiza un esquema de finanzas solidarias endonde no se utiliza el dinero. Es un buen ejem-plo ya que mejora el circuito económico local au-mentando los insumos que requiere el Taller

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Protegido ALMA y, al mismo tiempo, permiteuna mayor oferta de productos finales sustenta-bles por parte del mismo taller.

2. Fomenta un sistema económico más sustentableya que incentiva la separación de residuos y eluso de éstos como insumos de nuevos productosfinales ecológicos.

3. Tiene un costo muy bajo, ya que sólo requiere dela compra de tarjetas diseñadas por el municipio(en el caso de Las Flores se compraron 5000 tar-jetas).

4. Establece lazos sociales entre ciudadanos y el Ta-ller Protegido ALMA que es una Asociación Ci-vil que tiene por objetivo integrar laboralmente apersonas con capacidades diferentes.

5. Con un previo estudio de la situación de residuosy centros de reciclaje, es una práctica que sepuede aplicar a cualquier escala.

Los desafíos en esta práctica concreta son la mul-tiplicación de los centros de canje de residuos (o ladisponibilidad horaria de los mismos), la utiliza-ción de propaganda u otros medios para generarun mayor interés en la ciudadanía, y la posibilidadde ampliar los productos que se canjean con la tar-jeta. Para otros municipios esta práctica puedepensarse de manera más compleja, como porejemplo que el sistema de puntos pueda servirpara pagar tasas municipales, multas u otro servi-cio. Todas estas políticas permitirían aumentar lacantidad de residuos separados y generan un me-jor circuito económico.

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3. Tercer Capítulo. Consumo Colaborativo.

3.1 ¿Qué es el consumo colaborativo?

En los últimos años a nivel mundial se está pro-moviendo lo que muchos autores y autoras deno-minan consumo colaborativo o “consumoconectado”. Esta nueva modalidad tiene como ob-jetivo cambiar los patrones de cómo los ciudada-nos acceden a bienes y servicios en el mercado.Este concepto tiene muchas conexiones con losSistemas de Producción y Consumo Local pero de-cidimos ponerlos en apartados diferentes ya que elconsumo colaborativo hace un mayor énfasis en larelaciones entre consumidores únicamente, for-mando redes de consumo que pueden establecersea cualquier escala (y no solo desde lo local). Es de-cir, que fomenta la unión entre el último eslabónproductivo.

Estas prácticas ponen en tensión el modo de pro-ducción vigente y permiten prefigurar un nuevo pa-radigma económico impulsado por otros actoresentre los que se destacan cooperativas, empresas re-cuperadas y diversas entidades de la economía so-cial. La orientación hacia otros objetivos es central.Estas iniciativas crean nuevos (y mejores) lazos so-ciales y fortalecen redes, y facilitan el acceso abienes y servicios. Esto permite no sólo poner losvalores vigentes en disputa (racionalidad econó-mica, egoísmo en la búsqueda del beneficio perso-nal), sino que promueve y sostiene otros valorescomo la democratización, cooperación, la impor-tancia de la localización, sostenibilidad, cohesiónsocial, desarrollo de capacidades comunitarias y em-poderamiento comunitario (Valor, 2014).

Sumado a los valores en disputa, el consumo co-laborativo también pone en el centro de la discu-sión al mercado como asignador óptimo deprecios y cantidades. Las prácticas que entran en lacategoría de consumo colaborativo permiten a losconsumidores tener acceso a un amplio rango deproductos y servicios de gran calidad y a un pre-cio muy inferior del que tienen en la economía demercado tradicional.

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Para sintetizar, el “consumo conectado” o el con-sumo colaborativo tiene un mayor grado de atrac-ción y de organización debido a tres razones:

● La primera razón es puramente económica. Elconsumo colaborativo desplaza de la actividadeconómica a intermediarios que no generan va-lor agregado y acorta la cadena productiva. Estose traduce en el establecimiento de un precio másjusto (tanto para productores como para consu-midores) y un mayor conocimiento del productoadquirido por parte de los consumidores.

● El segundo motivo es ecológico, debido a que lamayoría de estas prácticas reducen el impactoeconómico lo que se traduce en una menor hue-lla ecológica11 ya que las redes de consumoapuntan sus compras a productores locales (si-milar a los Sistemas de Consumo y ProducciónLocal) permitiendo la eliminación de transpor-tes de larga distancia. Asimismo, el consumo co-laborativo incentiva la posibilidad de compartir eltransporte (en el caso de iniciativas asociadas ala movilidad), reducir los desechos o aumentar lautilización de los activos que ya existen facili-tando la reutilización de bienes y generando unareducción de la demanda de nuevos bienes cuyaproducción hubiese aumentado la huella ecoló-gica total.

● En tercer lugar, estas prácticas mejoran y afian-zan los lazos sociales de las comunidades o mu-nicipios. Muchas de las personas que participanen estas iniciativas lo hacen por conocer gente,hacer nuevos amigos y expandir su red social de-bido a que las relaciones entre vecinos resultacentral para el éxito de estas iniciativas.

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11 Cantidad de área de tierra y agua que requiere una po-blación humana para producir los recursos que consumey para absorber sus residuos. Se estiman los recursos pro-venientes del ambiente en hectáreas globales (Gha) y se locompara con la biocapacidad.

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3.2 El consumo colaborativo: Tres grandes tipos de iniciativas.

En este apartado nos enfocaremos en tres grandestipos de iniciativas dentro del consumo conectado:la recirculación de bienes, el intercambio de bienesy la optimización del uso de activos.

La primera innovación sobre recirculación debienes y servicios surgió a mediados de los no-venta con el caso de las empresas Ebay y Craig’s Listque permitían, en su faceta original, que los consu-midores puedan intercambiar productos usados di-rectamente con otros usuarios. En las últimasdécadas la incorporación de tecnología digital y soft-ware libre han reducido los costos de transacciónque suelen ser altos en estos mercados secundarios(Schor, 2014). Actualmente, en el mundo, hay mu-chas páginas web que facilitan el intercambio onlinede bienes usados desde sitios generales o sitios quese destinan a sectores específicos (libros, bicicletas). El segundo modelo de consumo conectado, la op-timización de activos, tiene su ejemplo paradig-mático en los sistemas de coche compartido. Unejemplo en Argentina es la aplicación móvil Carpo-olear. Carpoolear es un proyecto colaborativo sobremovilidad sustentable que tiene como objetivo prin-cipal masificar la práctica de autos compartidos e in-centivar el uso racional y eficiente del automóvilcomo modo de transporte. Esta práctica cumple conlos tres objetivos anteriormente citados: permite unamejora económica (la mayoría de veces el precio delviaje es más bajo comparado con el de otros mediosde transporte), ambiental (reduce los gases de efectoinvernadero y el consumo de combustibles fósiles)y crea nuevos lazos sociales ya que requiere organi-zarse para poder compartir los viajes creando unacomunidad dentro de la plataforma.

El tercer gran tipo de consumo conectado es el in-tercambio de bienes y servicios. Este tipo de ini-ciativas puede englobarse bajo el término deespacios comunitarios de intercambio, esto es, cir-cuitos de producción, distribución y consumo debienes y servicios en los que no interviene de formafundamental el dinero de curso legal, siendo éstesustituido por tiempo, afectos y relaciones.

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Aquí el antecedente más importante son los bancosde tiempo, cuyo origen como institución formal seremonta a mediados de los años 80. Los bancos detiempo son una organización no lucrativa cuyosmiembros intercambian servicios que se valoran deforma igualitaria, en base a las horas de trabajo re-queridas por cada uno, independientemente del tipode servicio prestado. Los bancos de tiempo permi-ten evitar los intercambios monetarios y crear rela-ciones más igualitarias.

Otra importante práctica bajo este tipo de consumocolaborativo son los sistemas de trueque o sistemasLETS (Local Exchange Trading Systems). Estas son ini-ciativas locales no lucrativas que proveen a la co-munidad de información de los productos yservicios que sus miembros pueden intercambiarseentre sí o utilizando una moneda propia, cuyo valores consensuado por ellos mismos y cuya denomina-ción es característica, y registrando manual o elec-trónicamente todas las transacciones realizadas entreellos como un debe y un haber en cada una de lascuentas de los miembros implicados en cada inter-cambio. Los principios básicos sobre los que se sus-tentan son la reciprocidad, la confianza y la ayudamutua. Asimismo cumple con los tres objetivos: esmás económico y justo, mejora los lazos sociales dela comunidad y se disminuyen los impactos am-bientales al no depender de productos que se traende largas distancias12.

Normalmente estas iniciativas nacen promovidaspor situaciones donde las economías nacionales yuna situación laboral precaria no pueden generarnuevos recursos en las comunidades locales donde

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12 Si bien los sistemas LETS pueden ser consideradoscomo Sistemas de Producción y Consumo Local (véasecapítulo 1) hemos decidido incluirlos dentro de este apar-tado ya que estos sistemas se caracterizan por una mayororganización de los consumidores para su funciona-miento. También podrían colocarse como finanzas soli-darias (véase capítulo 2) por el uso de monedas propias (o“sociales”) pero hemos decidido incluir los LETS dentrodel consumo colaborativo debido a que la práctica ex-cede al uso de la moneda y su característica central estávinculada con la fuerte relación entre los consumidores.

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aparecen. De esta manera, los sistemas LETS creanun nuevo mercado local paralelo al tradicional y unsistema bancario alternativo, configurando con-forme las necesidades de sus usuarios, formas máso menos radicales de diferenciación; son realmentelas aptitudes, habilidades, conocimientos e inclusolos bienes de las personas los que, para poder servira la comunidad, se ponen en común para utilizarloscomo valor de intercambio (Guisbert, 2014).

En esta peculiar “entidad para-bancaria” los clien-tes abren sus cuentas en la nueva moneda o divisalocal, libre de cualquier fluctuación monetaria y en laque el interés es la confianza y el bien común. Tam-bién se puede dar crédito a sus usuarios mediante laautorización de saldos en negativo en sus cuentas oincluso otorgando saldos positivos como si fueranpréstamos reales, evidentemente sin interés y con elcompromiso de pago a toda la comunidad. Además,la riqueza generada no sale de la comunidad, puessólo en la comunidad tiene validez esta especie demoneda local. El alquiler de objetos también estácontemplado en algunos trueques.

Este sistema, a diferencia de las monedas sociales yde la misma manera que los bancos de tiempo, es loque denominamos sistema de crédito mutuo: lasoperaciones se registran en “cuentas corrientes” yno se emiten billetes -sí talonarios o vales-; cada par-ticipante tiene su cuenta, con su saldo, y a cada ope-ración de débito corresponde otra operación decrédito de la cuenta de otro de los socios, por lo quequeda automáticamente compensada. A diferenciadel dinero fiduciario o moneda social, del cual se de-pende tanto de obtenerlo físicamente como de laexistencia más o menos abundante de billetes en cir-culación, pues se crea de la nada y según las necesi-dades del mercado local (Guisbert, 2014).

Los sistemas de trueque se diferencian según las or-ganizaciones involucradas (centros culturales, uni-versidades, etc.), por su extensión (local o regional),por el valor de la moneda (equiparable a la monedanacional o a un porcentaje de tiempo), en los pro-ductos intercambiados , en el endeudamiento per-mitido y en el grado de inserción en su comunidad(a veces, las propias autoridades locales pueden fa-

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cilitar la posibilidad de intercambiar determinadosservicios municipales e incluso de poder pagar tri-butos locales a través de la moneda del trueque).

Como conclusión, hay que afirmar que el consumocolaborativo puede llevar a un nuevo modelo deproducción más equitativo, más sustentable en tér-minos ambientales y con una mayor cohesión social.Todas estas prácticas contribuyen a crear y construirun marco comunitario local. La idea de lo local esimportante, no por resaltar la lógica de lo microte-rritorial, sino porque estas prácticas prefiguran a lolocal como una entidad propia proactiva con capa-cidad de iniciativa, organización y cierto poder decausalidad generado por la suma de energías socia-les, de los distintos intereses y la voluntad de los gru-pos locales de ejercer colectivamente sus derechos.

Todas estas prácticas son conscientes de los con-flictos socioambientales que generan los modos deproducción en el siglo XXI, los problemas de la de-mocracia representativa y los conflictos económicosdistributivos. Por lo tanto y en consecuencia, plan-tean y construyen nuevas formas de organizaciónvital y subrayan el papel fundamental que los tiem-pos y los espacios no mercantilizados pueden jugaren ello.

Frente a esto, es importante señalar que los espacioscomunitarios de intercambio han de partir de la ne-cesidad y de la potencialidad de construir nuevosmodelos de bienestar que vayan más allá de la res-ponsabilidad privada y familiar (que recae mayorita-riamente sobre las mujeres); más allá delfundamental papel de lo público como garante deuna serie de derechos sociales que no se agotan enlos servicios prestados por las administraciones; ymás allá de la mercantilización de ciertos serviciosque implican fórmulas remuneradas -pero no siem-pre valoradas- de trabajo. El tipo de bienes y servi-cios que se intercambian en este tipo de iniciativasno pretenden sustituir a los servicios públicos, sinoque se proponen reconducir las necesidades a tra-vés del espacio comunitario. Es decir, que no se su-prime el papel del estado, sino que, por el contrario,es necesario de este para que establezca un marcoregulador y cree los dispositivos necesarios que per-

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mitan la reproducción de este tipo de prácticas (delMoral, 2014).

Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todaslas instituciones que fomentan estas prácticas tienenestos objetivos. Es decir, que en toda práctica deconsumo colaborativo hay que evaluar los impactosambientales, la justicia económica y la creación deredes y lazos sociales comunitarios. En este sentidodebemos analizar distintos factores como la finali-dad de la iniciativa (lucrativa o no), el diseño de lamisma, el tipo de usuarios y la naturaleza del servi-cio. Si bien, al comienzo hay empresas sociales quetienen objetivos múltiples más allá del beneficio eco-nómico, como el bienestar social, una mejor calidaddel producto, etc., al crecer pueden empezar a com-portarse como empresas comerciales tradicionales,perdiendo su dimensión transformadora y termi-nando en un esquema tradicional donde el fin es elde acumulación de capital. Otro factor relevante essi el sitio usa dinero como medio de intercambiofrente a si usa otros bienes, tiempo o una monedasocial. Las iniciativas que han creado una moneda ointercambian bienes ya usados están más alineadascon un nuevo modelo económico. Los bancos detiempo usan una moneda interna, medida en horas-dinero o en horas. Con esto, facilitan la creación deuna nueva economía, donde los participantes com-parten un activo que está repartido de forma iguali-taria (el tiempo). Esta forma de actuar es contrariaa la del mercado tradicional y puede mejorar lasoportunidades para gente que no tiene muchas pers-pectivas de conseguir un empleo.

3.3 El Consumo Colaborativo en elmundo. Algunos ejemplos prácticos

El primer modelo de consumo colaborativo citadoes el de recirculación de bienes y servicios. Estemodelo se puede aplicar fácilmente desde lo localmediante la creación de los denominados “Merca-dos secundarios” ya sea mediante una aplicacióntecnológica o un espacio físico concreto que per-mita el intercambio entre usuarios de bienes usa-dos. Un ejemplo de esta práctica a nivel mundial esel movimiento denominado “Freecycle” que sebasa en la creación de una aplicación móvil que

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tiene como objetivo entregar objetos que ya no uti-lizamos de manera gratuita con la finalidad de quelleguen a las manos de individuos que puedan pro-longar su vida útil. La actividad busca ser una ini-ciativa basada en la colaboración de los miembrosde una misma comunidad y no en la donación cari-tativa a personas necesitadas. Este movimiento estáconstituido por grupos locales de manera autó-noma y con respaldo de alguna organización de Fre-ecycle (puede ser Freegle, Trash Nothing o The FreeuseNetwork). Dentro de esta herramienta se pueden pe-dir u ofrecer productos determinados y si algúnusuario responde a la petición, se establece unpunto de entrega. Este modelo tiene impacto am-biental positivo (reduce cantidad de residuos y me-jora la obsolescencia), social (debido a la interacciónentre miembros de una misma comunidad) y eco-nómica (evita gastos innecesarios).

El segundo modelo de consumo colaborativo es elde optimización de activos. Un ejemplo recienteen nuestro país es el proyecto denominado “Clubde Reparadores”. Este proyecto comenzó en el2015 en Buenos Aires inspirado en prácticas simila-res alrededor del mundo. El Club de Reparadores secentra en la promoción de la reparación poniendoen el centro del debate la obsolescencia programadade los objetos que utilizamos en nuestra vida diaria.Esta estrategia de consumo responsable y colabora-tivo consiste en la organización de reparadores/con-sumidores que intercambian saberes y herramientascon el fin de alargar la vida útil de los productos. Su-mado a esto se realizan mapeos colectivos que per-miten identificar reparadores barriales. Esta prácticacumple con los tres objetivos del consumo colabo-rativo: tiene impacto ambiental positivo comba-tiendo la obsolescencia y reduciendo los residuos;tiene impacto social ya que fomenta redes de cola-boración; y tiene impacto económico porque pro-mueve el trabajo de reparadores barriales.

En relación a las prácticas que tiene que ver con elintercambio de bienes y servicios, la experienciamás conocida en Argentina es la del Trueque ya queeste surgió como una alternativa a la crisis socioe-conómica de fines del siglo XX. Esta crisis impulsóla necesidad y la creatividad de la población que se

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tradujo en variadas redes de intercambio solidario alo largo y ancho del país. La distinción más impor-tante con respecto a otras prácticas similares fue elgrado de masividad que alcanzó y la convivencia enel mismo lapso de tiempo de varios modelos de mo-nedas sociales. Nos parece útil señalar esta expe-riencia ya que consideramos que es una práctica queno se debe aplicar únicamente en situaciones críticas,sino que puede ser puesta a prueba en periodos eco-nómicos más estables para su mejor incorporacióny funcionamiento.

El primer“trueque”surgió en Bernal, (provincia deBuenos Aires) en 1995 y era una feria en donde to-dos los participantes eran “prosumidores” (produc-tores y consumidores a la vez). En un principio fueun sistema de crédito mutuo con una libreta dondese anotaban las compras y ventas de cada prosumi-dor. Pero cuando la práctica adquirió masividad seoptó por la emisión de papel moneda fiduciario (de-nominados“créditos”). De ferias pasaron a “nodos”con su propia dinámica y moneda social. Cerca delestallido de la crisis incluso hubo Megaferias. Sinembargo, en el año 2002 esta experiencia entro encrisis y terminó colapsando debido a cierta mejoraen términos macroeconómicos y cuestiones inter-nas al sistema, como fueron el exceso de circulantey precios en los nodos debido al mal uso de sistemasde franquicias y la entrada de “créditos” falsos. Si-guiendo a Plasencia (2014) podemos identificar doscuestiones a tener en cuenta para la implementaciónde este sistema:

● El manejo del circulante: para evitar la inflacióndebe adoptarse una moneda social con respaldo(puede ser en moneda oficial o bienes). El BancoPalma de Brasil es un buen ejemplo en este sen-tido, ya que respalda su moneda social con realesapoyado por su Banco Central. Para mantener lamasa de circulante y que esta no se descontrolese debe tener en cuenta el número de partici-pantes (por lo que resulta mejor tener un sistemabasado en socios que permita un mayor controla través de un padrón), la absorción o inyecciónde circulante (según la cantidad de socios/as en-trantes o salientes) y la circulación de dicho cir-culante (castigando el atesoramiento poniendo

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una “tasa de oxidación”, es decir una fecha devencimiento que establece que luego de esa fechael canje de moneda social vieja por moneda so-cial nueva no será equitativo sino que se le daránmenos cantidades de esta última) (Plasencia,2014).

● La masividad: generar mecanismos de gobiernosi se desea establecer redes entre nodos o algosimilar. Se debe tener en cuenta la articulaciónentre las mismas para generar la aceptación delas monedas sociales de todas las partes involu-cradas y la posible creación de un “clearing” entrelas redes (Plasencia, 2014).

Por otro lado, así como la crisis del 2001 en Argen-tina impulsó el trueque, la crisis mundial del 2008puso en jaque a varios países considerados “desa-rrollados” y tuvo como respuesta numerosos ins-trumentos en cuanto a sistemas LETS. En España,por ejemplo, se han creado distintas experienciasmodernas de producción, distribución y consumono monetarizadas, como los Bancos de Tiempo, lasmonedas sociales y las redes de trueque.

Un ejemplo en este sentido lo representa el Bancodel Tiempo de Zaragoza. Este proyecto se basaen la autoorganización de vecinos/as que crean re-des que tienen como fin promover intercambios detiempo entre usuarios (socios). El intercambio con-siste en ofrecer y demandar servicios a cambio deltiempo que cueste realizarlo. Todos los servicios tie-nen el mismo valor y dependen de las personas aso-ciadas. En este sentido los servicios van desdeenseñar a cocinar hasta acompañar personas en trá-mites burocráticos.

La Unidad de intercambio es la hora, independien-temente del servicio que se ofrece o se demanda y elvalor del servicio es el tiempo de desplazamientomás la duración de la actividad. El uso del tiempocomo medida (sin tener en cuenta poder adquisitivode las personas u otras cuestiones) coloca a tareashistóricamente infravaloradas o no valoradas (tra-bajo doméstico, de cuidados, etc.) en el mismo planode aquellas valoradas por el mercado (gestoría, ase-soría, etc.).

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El Banco del Tiempo de Zaragoza se ejerce a travésde la Federación de Asociaciones de Barrios de Za-ragoza (FABZ) que es la encargada de centralizar laestructura y la gestión del Banco para garantizar elsoporte técnico y la coordinación que este proyectoconlleva. Cada socio ofrece y pide servicios a la to-talidad del banco. No es necesario que la personaque ha solicitado un servicio a alguien, devuelva elservicio a la misma persona (para eso utilizan “che-ques de tiempo”). No hay un máximo ni mínimo dehoras ni obligación de dar los servicios. La obliga-ción básica es cumplir con los compromisos esta-blecidos y tener saldo de horas suficiente para pagarlo que se solicite. La confianza es vital ya que los so-cios son los responsables de dar el servicio ofrecidocon garantías de éxito (el banco sólo sirve comoforma de contacto entre los socios y como posiblemediador de conflictos, pero nunca como respon-sable por la calidad del servicio ofrecido).

Esta práctica es un buen ejemplo de consumo cola-borativo que tiene un fuerte impacto en el ámbitosocial ya que ofrece la oportunidad de que la gentese conozca y confíe en los demás para resolver ne-cesidades de la vida diaria.

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4. Cuarto Capítulo. Comentarios Finales.

Durante muchos años se asoció crecimiento econó-mico a un mayor nivel de prosperidad. Sin embargo,en los últimos años se viene denunciando que el cre-cimiento del Producto Bruto Interno (PBI) no tieneen cuenta la evolución de las desigualdades, loscomponentes esenciales para el bienestar (activida-des domésticas o voluntarias) y, sobre todas las co-sas, no tiene en cuenta la degradación de lospatrimonios socioambientales. Esta falta de concor-dancia entre “crecimiento” y “progreso” no solo setraduce en críticas desde la academia sino en prácti-cas concretas que se realizan en los territorios.

En este trabajo nos centramos en esas prácticas.Aquí la solución a este diagnóstico no se trata de ladisminución del PBI como eje central (ya que den-tro del modo de producción actual eso implicaríaproblemas sociales y distributivos aún peores), sinoen buscar prácticas autónomas que fomenten unademocratización económica y política en las comu-nidades, y que hagan énfasis en la reducción del ni-vel de consumo de materiales y energía. Este trabajobuscó, a través de una división arbitraria13 (Sistemasde Producción y Consumo Local, Microfinanzas,Cooperativismo Financiero, Finanzas Solidarias yConsumo Colaborativo) construir una caja de he-rramientas que sirvan en un presente cercano.

El potencial de estas prácticas radica en la fuerteparticipación de la ciudadanía que mediante la or-ganización (como consumidores, productores,agentes de crédito, etc.) propone nuevas formas deproducir, consumir y financiarse alternativas al mer-cado. A esto le denominamos prefiguración, es de-cir, que esas prácticas reflejan una sociedad futuramás justa e igualitaria pero que se construye en el

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13 Si bien la diferencia entre los Sistemas de Producción yConsumo Local, Finanzas Solidarias y Consumo Colabo-rativo muchas veces resulta ficticia debido a su relaciónsimbiótica, esta división nos permite clarificar y poderidentificarlas de forma más simple para su aplicación.

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presente de forma comunitaria. Teniendo en cuentaque el crecimiento económico ya no es un valor enfuturo, las prácticas económicas de base dejan deser meramente ideológicas o teóricas y comienzana ser herramientas concretas para lograr una pros-peridad sin crecimiento, en donde no se mercanti-lice la naturaleza, se desmaterialicen los procesosproductivos, se democraticen las decisiones econó-micas y donde se generen nuevos lazos basadas enla cooperación colectiva y no en la competenciadesmedida.

En este sentido, se reconoce que el modo de produ-cir del siglo XXI causa numerosos desastres am-bientales y profundas desigualdades socioeconó-micas entre los habitantes de las ciudades. En base aese diagnóstico, urge construir alternativas que nos li-bren de ese destino. Si bien los municipios no puedandar todas las soluciones posibles pueden, en cambio,generar un cambio radical mediante la democratiza-ción de la democracia. Las prácticas desarrolladas eneste trabajo tienen que ver con esto: extender la de-mocracia a la esfera política (mayor participación ciu-dadana, colaboración entre productores yconsumidores) y a la esfera económica (determinarque se produce teniendo en cuenta el territorio endónde se vive). La democracia empieza por lo pró-ximo, por la política local. A lo largo de toda Amé-rica Latina y el mundo en general se multiplican las

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experiencias de pequeñas agrupaciones de vecinos yvecinas que sencillamente quieren «cambiar las co-sas» y que para ello empiezan por lo que les resultamás cercano. Es por eso que los municipios no pue-den seguir haciéndose cargo de las tareas del sigloXX (brindar servicios, controlar la obra pública o ha-bilitar comercios) sino que deben ampliar el “campode lo posible” articulando proyectos democráticosautónomos que cambien el sistema institucional, des-activen los poderes económicos concentrados y cam-bien el modo de producción.

Aquí los Sistemas de Producción y Consumo Local,las herramientas de las finanzas solidarias y las polí-ticas de Consumo Colaborativo no sólo pretendenresolver desigualdades económicas y los impactosambientales negativos que se dan en los territorios,sino que busca un ámbito directo de decisión endonde las personas corrientes puedan hacer efectivoel ejercicio de, al menos, cierto “autogobierno”. Eneste siglo, las “experiencias más estimulantes de de-mocracia radical, de innovación social y económica,de lucha contra el cambio climático, se están produ-ciendo hoy en las ciudades” (Pisarello, 2018). Te-niendo en cuenta esto, el trabajo pretende ser unacaja de herramientas que pueda incentivar procesosde autogobierno desde lo local para cambiar no sólolos problemas socioambientales y económicos sinopara establecer nuevas y mejores formas de vida.

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Bibliografía

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Autores

Aín Mora. Licenciado en Economía por la Universidad

Nacional de Rosario (UNR) y Maestrando en Historia

Social Argentina y Latinoamericana por la misma casa

de estudios. Es Profesor de “Economía, Ambiente y

Sociedad” en la carrera de Licenciatura en Economía y

miembro del Grupo de Estudios sobre Economía,

Ambiente y Sociedad

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Maria Rigat-Pflaum │ PLANES DE IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Y DERECHOS EN ARGENTINA