Armenteros, Christian. Linchamiento de Villarroel y Revisionismo Pro-imperialista Del PO

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Documento de la Tendencia Piquetera Revolucionaria (TPR) de cara al VI Congreso de la organización.

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    VI CONGRESO DE LA TPR 6, 7, 8 y 9 de Febrero 2016

    LINCHAMIENTO DE VILLARROEL Y

    REVISIONISMO PRO-IMPERIALISTA DEL PO

    En la misma fecha que la TPR realizar su VI Congreso (6, 7, 8 y 9 de

    febrero), la UJS-PO realizar su campamento de verano. El tema central de los

    cursos ser "La revolucin en Amrica Latina". Como anuncian por youtube:

    "Harn eje en Bolivia, Cuba y Venezuela" y discutirn "la intervencin de los

    trabajadores y la juventud ante la cada de los regmenes nacionalistas". Sin

    que hayan publicado ningn texto todava, el propio ttulo ya delata su completa

    impostura: en lugar de plantearse una intervencin "contra el ascenso de la

    derecha", la UJS se prepara para intervenir "ante la cada de los regmenes

    nacionalistas". Es decir, para acoplarse "por izquierda" al ascenso de la

    derecha.

    LA NUEVA POLTICA DEL PO: "PARA QUE LA CLASE OBRERA ROMPA

    CON EL KIRCHNERISMO, DILMA Y MADURO... APOYEMOS EL

    LINCHAMIENTO DE VILLARROEL"

    Como dira el propio Luis Oviedo ante la cada del muro de Berln y la

    recolonizacin imperialista de la URSS, para la poltica revolucionaria, "lo que

    importa no es quin cae sino quin sube. El que sac provecho fue el

    imperialismo, no la clase obrera mundial" (20 de diciembre de 2007 | PO N

    1022 Chvez va a traicionar, insiste el MST). El debate, por lo tanto, no se

    trata solamente de si tenemos que apostar por hacer caer o no a los

    regmenes nacionalistas sino que, una vez que ya cayeron a manos de la

    derecha (como en Argentina), al PO le parece un mero fenmeno transitorio

    hacia la revolucin proletaria. Un enorme error ultra-izquierdista y sectario que

    los coloca del lado de la reaccin pro-imperialista.

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    ALTAMIRA, CAPRILES, MADURO Y EL PRESIDENTE COLGADO

    Este campamento de la UJS, a su vez, fue preparado por una charla sobre

    Venezuela dada por Jorge Altamira el 24 de diciembre de 2015. En la misma

    no slo volc conceptos como "la clave es que la izquierda se separe del

    nacionalismo burgus porque sino cuando ese gobierno fracasa la izquierda se

    va al diablo con ellos", "el problema es hacia dnde marchan las cosas. No si

    apoys a uno, sos funcional al otro", "si apoys a uno te prends fuego vos,

    nada ms", "si una cuadrilla de obreros viene a defender un edificio en

    derrumbe, no vamos a salvar al edificio sino tener vctimas fatales entre los

    obreros" y "todo lo que haga la clase obrera en apoyo a un gobierno que est

    desintegrando al pas va a redundar en la desintegracin de la clase obrera"

    sino que directamente hizo alusin al libro "El presidente colgado" de Augusto

    Cspedes y describi, palabras ms palabras menos, al linchamiento

    contrarrevolucionario de Villarroel como una suerte de acto de violencia

    revolucionaria de las masas contra los gobiernos ajustadores.

    Literalmente, teatralizando el debate entre las facciones derechistas que

    responden a Leopoldo Lpez y Capriles, Altamira dijo "unos nos dicen 'tenemos

    que tener cuidado porque estas masas han atravesado una experiencia

    poltica' y la otra faccin dice 'no no, tenemos que avanzar ms rpido'.

    Discuten porque no quieren terminar colgados en una plaza." El ejemplo es una

    canallada porque no slo no cita fuentes para afirmar tal cosa sino que, muy

    lejos de verlo como 'una amenaza', fue la derecha pro-yanki (junto a la

    izquierda stalinista y morenista) quienes reivindicaron pblicamente como

    propio el linchamiento del 'nazi-fascista' Villarroel!

    Cuando Altamira se rasca la nuca mientras habla del "presidente colgado" una

    sola imagen puede pasar por su cabeza: el Partido Obrero apoyando, junto a la

    derecha esculida, un linchamiento popular a Maduro. Sus tweets diciendo "la

    victoria de la derecha puede abrir una situacin revolucionaria en Venezuela"

    apuntan en ese mismo sentido. La derecha de la MUD ya puso fecha: en 6

    meses pretenden concretar un golpe parlamentario contra Maduro.

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    Tendremos que asistir, justo en el 70 aniversario del linchamiento de

    Villarroel (21 de julio 1946-2016), al desagrable espectculo de ver al Partido

    Obrero y a Jorge Altamira cometer tan horrenda traicin poltica?

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    PO: LA TEORA DE LA CONTRARREVOLUCIN PERMANENTE

    En este sentido, el mtodo de intervencin del PO podra resumirse en esta

    frase de Altamira "para el Partido Obrero siempre hay que estar en el campo de

    las masas con nuestra poltica". Es decir, para el PO haba que estar "en el

    campo de las masas"... que linchaban a Villarroel pero, ojo, siempre con

    nuestra propia poltica. Una farsa cuasi religiosa para negar la realidad y

    justificar sumarse al golpe del imperialismo, la rosca y el stalinismo. Toda una

    "preparacin terica" para sumarse "por izquierda" al impeachment a Dilma en

    Brasil o al golpe parlamentario a Maduro en Venezuela.

    Caricatura terica grotesca por cierto, el PO intenta presentar la teora de la

    revolucin permanente como la justificacin para que la izquierda se coloque

    en la primera fila de las tentativas golpistas del imperialismo que cuenten con

    apoyo de masas o, lo que es lo mismo para el caso, sumarse a cualquier

    insurreccin espontnea por ms que la correlacin de fuerzas est

    indiscutiblemente a favor de la derecha pro-imperialista. Se tratara, por lo

    tanto, no de la teora de la revolucin permanente sino de exactamente su

    contrario: la teora de la contrarrevolucin permanente.

    Cunto es el "apoyo de masas" que tiene que tener un golpe de la derecha

    para que lo apoye el PO? No lo explican en ningn lado. En realidad, el

    supuesto "medidor de apoyo popular" slo refleja el oportunismo que gua a la

    direccin del Partido Obrero. Ve que se hunde el barco (crisis capitalista) y

    rpidamente se apresura a colocarse como el "ala consecuente"... de la

    ofensiva imperialista contra el liderazgo nacionalista. Una posicin traidora que

    usa la autoridad poltica de la izquierda revolucionaria para legitimar el golpe

    imperialista.

    TPR: ABAJO LOS GOBIERNOS PRO-IMPERIALISTAS Y PINOCHETISTAS!

    Por el contrario, cuando la TPR se coloc contra el golpe de la KGB en Agosto

    de 1991 o apoy la cada del Muro de Berln, el Argentinazo contra De la Ra,

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    el linchamiento de Kaddafi, el derrocamiento de Yanukvich con Plaza Maidn

    o la revolucin siria contra Al-Assad no lo hicimos porque "era el campo de las

    masas" (haciendo abstraccin del proceso poltico concreto como indica la

    seudo teoria morenista de la "revolucin democrtica") sino porque

    entendamos que haba que voltearlos en defensa propia porque eran

    gobiernos que nada tenan de "nacional y popular" sino que ms bien se

    haban transformado en pro-imperialistas y, en algunos casos, directamente en

    pinochetistas que masacraban a las organizaciones populares parapetados en

    el aparato burocrtico-militar del Estado.

    Y, a su vez, cuando rechazamos el ascenso de la derecha en Amrica Latina

    es porque entendemos, justamente, que la descomposicin de los gobiernos

    nacionalistas no los ha transformado en agentes directos del imperialismo ni en

    gobiernos de guerra civil contra la clase obrera. Por el contrario, por ms

    concesiones o capitulaciones que cometan, el FMI todava no est en la Casa

    de Gobierno. Por eso la derecha apela al golpismo (parlamentario o militar)

    para llegar al poder.

    Solamente podemos compartir campo poltico y militar con fuerzas pro-

    imperialistas cuando consideramos que distintas facciones del imperialismo se

    encuentran en ambos lados de la barricada. Por ejemplo, con el imperialismo

    democrtico contra el imperialismo fascista en la guerra civil espaola o en la

    segunda guerra mundial (tema que discutiremos en nuestras escuelas de

    cuadros con motivo del 70 aniversario 1945-2015). En ese caso, a pesar de la

    identidad fundamental entre los dos campos (imperialistas), corresponde

    explotar las contradicciones "secundarias" que surgen del antagonismo entre

    regmenes polticos (democracia y fascismo) porque interesan vivamente a las

    masas y a la subsistencia fsica de los sindicatos y la izquierda.

    En conclusin, entendemos que nuestra conducta estratgica podra

    expresarse de la siguiente forma: la TPR apoya incondicionalmente (sea bajo la

    direccin que sea y en defensa de los planteos que sea) cualquier insurreccin

    contra los gobiernos pro-imperialistas y pinochetistas mientras que combate

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    desde la trinchera de los gobiernos nacionalistas burgueses contra las

    tentativas derechistas de explotar sus capitulaciones y su desprestigio popular

    para permitir el acceso al poder de variantes pro-imperialistas.

    EL INCENDIO (INSURRECCIN), LA CHISPA (GOLPE) Y EL PASTO SECO

    (HAMBRE POPULAR)

    Esta orientacin estratgica nos delimita tanto del sectarismo como del

    oportunismo. Rechazamos que, para la poltica revolucionaria, "las masas no

    importen". Plantear eso es pensar la lucha poltica a espaldas de la experiencia

    concreta de las masas: puro sectarismo y apologa de la lucha de aparatos. La

    revolucin la hacen las masas, nunca un aparato. Al mismo tiempo, utilizar la

    irrupcin popular como excusa para ir detrs de la derecha demuestra una

    fenomenal desorientacin estratgica. Es no entender nada sobre la tctica

    leninista del frente nico: es no entender quin es el enemigo ni sobre qu

    hombro tenemos que apoyar nuestro fusil para disparar.

    En la guerra civil, as como en la guerra convencional entre Estados, el punto

    de vista revolucionario no parte de cuestiones circunstanciales como quin tir

    la primera piedra (punto de vista defensista del pacifismo pequeoburgus) y ni

    siquiera se basa en orientarse por quin est detrs del levantamiento

    popular (la famosa concepcin manijera de la historia). El punto de vista

    marxista en la guerra civil parte de caracterizar las fuerzas motoras de la crisis

    capitalista y la naturaleza de clase de los partidos polticos en pugna, tanto en

    sus vnculos recprocos como en los que establecen con el capital financiero

    mundial.

    Por eso, desde la TPR decimos: Ninguna movilizacin histrica de masas

    puede suceder artificialmente. Rechazamos la impostura chavista de que las

    masas se dejan llevar por la propaganda imperialista (i.e. teoras de golpe

    blando o guerra de cuarta generacin). Si las masas se insurreccionan es

    porque hay una bancarrota capitalista mundial y una burguesa nativa

    impotente para resolverlo. Si hay un levantamiento popular es porque hay un

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    colapso objetivo que se traduce en un creciente malestar popular. Si hay una

    insurreccin popular es consecuencia de la degradacin de las condiciones de

    vida del pueblo hasta lmites insoportables por el carcter capitalista y

    capitulador del nacionalismo burgus. Si hay un "incendio espontneo" es

    porque el pasto ya estaba seco antes de la primera chispa. La chispa en s

    misma no causa un incendio: sin pasto seco, no hay chispa que prenda. Por lo

    tanto, la propia existencia de un levantamiento popular (y no slo una asonada

    militar o una pequea conspiracin de civiles) es la prueba irrefutable de que el

    liderazgo nacionalista est objetivamente en demolicin.

    Reconocer que las causas del levantamiento popular son legtimas es una

    condicin excluyente para que la izquierda revolucionaria no se transforme en

    pata izquierda cmplice que sostenga y sea corresponsable de las medidas

    anti-populares del nacionalismo en descomposicin. Slo por medio de la

    denuncia frontal de las capitulaciones es que podemos preparar el camino para

    el gobierno de los trabajadores contra el caduco liderazgo nacionalista.

    PARA QUE LAS MASAS ROMPAN CON EL NACIONALISMO, PRIMERO

    TENEMOS QUE APLASTAR A LA REACCIN

    Luchar por el derrocamiento revolucionario del nacionalismo presupone,

    justamente, que el liderazgo del movimiento popular est firmemente en manos

    de una oposicin revolucionaria con una perspectiva de poder antagnica con

    la derecha imperialista. Se trata de combinar la defensa y el ataque en un

    mismo movimiento estratgico de dos tiempos. Defendernos de la derecha sin

    callar ni por un segundo la ms mnima capitulacin o vacilacin del

    nacionalismo. Atacar a la derecha a fondo para mostrar, en los hechos, que los

    jefes nacionalistas no quieren hacer todo lo necesario para derrotar a la

    derecha.

    No tenemos que tenerle miedo al triunfo contra la reaccin poltica. La derrota

    del imperialismo puede legitimar transitoriamente al liderazgo nacionalista y,

    por lo tanto, permitirle que siga aplicando su poltica capituladora y anti popular

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    por algn tiempo ms (lo que PO caracteriz frente a la victoria de Pern el 17

    de octubre de 1945 como una derrota indirecta del proletariado). Ms all de

    la circunstancia de que la victoria legitime transitoriamente al liderazgo

    nacionalista (tambin en oposicin a la izquierda revolucionaria), de fondo, la

    conclusin termina siendo a favor de los revolucionarios porque le ensea al

    pueblo que confiando en sus propias fuerzas es posible derrotar a la reaccin,

    que no es necesario soportar las extorsiones del nacionalismo (si no estoy yo,

    viene la derecha) porque la derecha ya est liquidada, verifica la potencia

    histrica de la organizacin de los explotados y deja planteado, por lo tanto, la

    posibilidad terica de un liderazgo alternativo.

    Por el contrario, una derrota a manos de la reaccin es una derrota directa, en

    toda la lnea y slo puede generar la desmoralizacin de la vanguardia y los

    sectores ms combativos. La izquierda no va a ser una alternativa de masas a

    partir del derrumbe del nacionalismo burgus en seco (el vaco de poder no

    existe y slo beneficiara al ms fuerte, en este caso hipottico, la derecha).

    Ante una victoria de la derecha, tal vez la izquierda pueda tener algn xito

    propagandstico sobre las franjas ms lcidas de los explotados pero, con toda

    seguridad, la puerta hacia las masas estar cerrada en el perodo poltico

    inmediato por el doloroso peso de la derrota ante la reaccin.

    Por el contrario, la izquierda ser una verdadera alternativa de poder cuando a

    partir de intervenir en los sucesivos choques entre el imperialismo y el

    nacionalismo burgus logre ir ampliando su propio campo de accin poltica y

    organizativa hasta el punto que la derecha sea derrotada por la iniciativa

    autnoma de la izquierda. En ese momento el gobierno nacionalista no ser

    ms que una cscara formal que recubra un poder revolucionario que ya ser

    gobierno de hecho porque ser la direccin real de los combates de masas. En

    ese momento, la insurreccin ser algo tan sencillo como correr el velo de la

    mentira nacionalista y asumir el liderazgo poltico porque la izquierda

    revolucionaria y los explotados ya sern una fuerza histrica independiente e

    indestructible. Esa es la razn por la cual la toma del Palacio de Invierno se

    hizo sin disparar un solo tiro.

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    Una vez liquidada la derecha, el camino quedar despejado y las masas

    podrn optar libremente entre la izquierda revolucionaria o el nacionalismo. Las

    masas rusas pasaron al campo bolchevique cuando aplastaron a Kornilov y

    Kerensky se transform en una nulidad. Las masas chinas pasaron al campo

    del PC cuando aplastaron la invasin japonesa y el Kuomintang ya era un

    reflejo del pasado. Las masas cubanas pasaron al campo de Fidel y el Che

    cuando ya haban derrocado a Batista (de hecho, la pelea con los

    democratizantes se redujo a un simple golpe palaciego encarcelando a parte

    del gabinete). Las masas evolucionan libremente a izquierda una vez que

    verificaron que, para ajustar cuentas con la reaccin poltica, es necesario un

    liderazgo revolucionario y no capituladores burgueses o pequeoburgueses.

    La batalla final entre democratizantes y revolucionarios, el momento supremo

    de toda revolucin, solamente puede plantearse de manera positiva sobre la

    base del aplastamiento poltico, militar, moral y fsico de la reaccin poltica.

    SLO COBARDES Y TRAIDORES CENTRISTAS PUEDEN ECHARLE LA

    CULPA A LAS MASAS

    Por eso el partido revolucionario no debe sumarse al primer tren que pase y,

    mucho peor, si la locomotora la maneja el imperialismo.

    A los revolucionarios no se nos plantea la tarea de sumarnos al levantamiento

    popular cerrando los ojos para estar con las masas sino caracterizar cmo la

    experiencia histrica de las masas se encuadra en la correlacin de fuerzas

    concreta entre partidos concretos. Usar a las masas como excusa para atacar

    a los nacionalistas de la mano del imperialismo es una completa estafa poltica.

    Como dira Trotsky en Su moral y la nuestra: LAS MASAS NO TIENEN

    NADA QUE VER AQU. (...) las masas de ningn modo son iguales a s

    mismas: hay masas revolucionarias, hay masas pasivas, hay masas

    reaccionarias. En perodos diferentes, las mismas masas se hallan inspiradas

    por sentimientos y objetivos diferentes. Precisamente de ello se desprende la

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    necesidad de una organizacin centralizada de la vanguardia. Slo el partido,

    utilizando la autoridad conquistada, es capaz de superar las oscilaciones de la

    propia masa. Atribuir a sta rasgos de santidad y reducir su programa a una

    democracia informe es disolverse en la clase tal cual es ella, cambiarse de

    vanguardia en retaguardia y renunciar as a las tareas revolucionarias.

    Que la izquierda pretenda rivalizar con el imperialismo en el terreno del

    levantamiento popular contra el nacionalismo burgus la hace retroceder de

    vanguardia revolucionaria a retaguardia contrarrevolucionaria. Incluso si se

    diese la variante completamente improbable de que el golpismo de izquierda

    fuese exitoso y la izquierda revolucionaria pudiese apoderarse temporalmente

    del poder en el marco de un levantamiento popular pro-imperialista, esto

    solamente sera una breve transicin entre el gobierno nacionalista que no

    termina de morir y el gobierno pro-imperialista que est por nacer.

    La ilusin de "capturar el poder" por medio de un golpe de mano no slo refleja

    el carcter aventurero y fantasioso de una direccin revolucionaria sino su

    profesin de fe profundamente estatista. Puesto que el Estado no existe por

    fuera de los partidos polticos y su aparato no es ms que una expresin de sus

    acuerdos de fondo (burocracia + constitucin), la posibilidad terica de que la

    revolucin proletaria se coloque en la cima del Estado capitalista (expresin

    permanente y relativamente autnoma del frente nico de todos los partidos

    capitalistas) es un absurdo total. Cosa distinta es la tctica transicional del

    "gobierno obrero del Estado burgus" porque eso corresponde a otra

    correlacin de fuerzas donde un partido obrero tiene suficiente fuerza como

    para acceder al poder por la va electoral pero no tiene suficiente fuerza como

    para una ofensiva revolucionaria. Por lo tanto, la "conquista del poder" como

    substituto de la construccin de un poder proletario autnomo (antagnico al

    Estado) estructurado en torno al liderazgo probado de un partido obrero

    revolucionario slo puede ser una breve antesala ultraizquierdista al gobierno

    de la reaccin imperialista.

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    Por eso, usar la evolucin poltica de las masas como excusa para pegar un

    viraje de 180 del anti-imperialismo al pro-imperialismo slo demuestra la

    naturaleza cobarde y traidora del centrismo. Santificar a las masas

    atribuyndoles una legitimidad superior a la lucha entre partidos, negando que

    las masas y los partidos son parte de una misma y nica lucha de clases, no es

    ms que repetir el viejo apotegma peronista las masas nunca se equivocan.

    Falso. Como demuestra la historia de Amrica Latina, las masas se equivocan

    (y mucho) por responsabilidad de sus direcciones polticas.

    PEOR QUE LA CAPITULACIN, ES LA TRAICIN: PRENDERSE FUEGO

    ES APOYAR EL GOLPE PRO-IMPERIALISTA

    Por eso, ante un levantamiento popular contra una direccin nacionalista

    capituladora lo peor que puede hacer la izquierda revolucionaria es

    transformarse en una direccin de izquierda pro-imperialista y traidora.

    Si hay algo peor que matar de hambre al pueblo por no terminar con el saqueo

    semi-colonial de nuestros pases es transformarse en tropa de choque de la

    derecha y el imperialismo. Por el contrario, la tarea es colocarnos firmemente

    contra el golpe pro-imperialista e impugnar el liderazgo nacionalista

    (responsable poltico directo de las penosas condiciones de vida de las masas)

    postulando de forma alternativa nuestro liderazgo obrero revolucionario.

    Lejos de "prendernos fuego" (como amenaza Altamira) esta poltica de

    combate poltico y militar contra el golpismo y el levantamiento popular pro-

    imperialista es la condicin excluyente para intentar triunfar contra la ofensiva

    imperialista y, en caso de ser derrotados por responsabilidad de la direccin

    nacionalista, que la izquierda tenga la suficiente autoridad poltica y moral como

    para disputar la direccin de la resistencia y la contraofensiva popular que ms

    tarde o ms temprano se abrir, en la prxima etapa, en oposicin al gobierno

    pro-imperialista. Que la izquierda se coloque en la primera fila de la oposicin a

    la ofensiva imperialista, insistimos, es la nica forma de preparar el terreno

    para un desarrollo revolucionario posterior.

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    La tarea estratgica de la izquierda obrera hoy pasa por separarse con toda

    claridad ante los ojos de las masas de la derecha imperialista por medio de una

    profunda delimitacin que, en caso de ser necesario, deber ser subrayada con

    sangre propia y ajena, una y otra vez. Solamente apoyndonos firmemente en

    esta delimitacin anti-imperialista es que podremos explicar a las masas que la

    crisis capitalista y el avance de la derecha se deben a los mil y un compromisos

    que el nacionalismo burgus se niega a romper con la reaccin imperialista.

    CRNICA DE UNA DEGENERACIN TERICA ANUNCIADA

    Es a partir de estas consideraciones, que corresponde sacar un balance sobre

    las races histricas de esta brutal degeneracin terica del PO.

    En menos de tres meses, de la EDM N2 a la EDM N3, el PO cambi 180 su

    posicin sobre el linchamiento de Villarroel en 1946: de "golpe gorila" y "traicin

    del stalinismo" a "sublevacin popular" y "ensayo general 'sui generis' de la

    revolucin". Entre Diciembre 1991 (EDM N2) y Abril 1992 (EDM N3), qu

    paso? La disolucin de la URSS el 25 de diciembre de 1991. Evidentemente, el

    impacto ideolgico de la recolonizacin imperialista de la URSS tambin cay

    sobre el propio Partido Obrero y su balance de la contrarrevolucin en Bolivia.

    La contradiccin flagrante de posiciones, a su vez, tambin es explcita con la

    obra de Osvaldo Coggiola "Historia del Trotskismo en Amrica Latina y en

    Argentina" (de ah que el texto de Magri diga que tambin son "Apuntes sobre

    la historia del trotskismo argentino"). Esto es reconocido por el propio Coggiola

    en un prlogo a su obra editada en 2006 por RyR. Lo singular del asunto es

    que Coggiola habla en 2006 de la "resea crtica" de "Julio Magri, en la revista

    Poltica Obrera" (desconocemos a qu nmero se refiere) y al final del libro, en

    su apunte bibliogrfico, s mencione los textos de Magri y Rieznik en la EDM...

    pero no diga ni una palabra sobre qu opina de esa crtica!

    Textualmente: "Otros aspectos sobre esta historia fueron tratados por Julio N.

    Magri en Apuntes a la historia del trotskismo argentino (1a. parte), En defensa

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    del marxismo, n 2, Buenos Aires, diciembre 1991; Apuntes... 2a. Parte. La

    cuestin boliviana (1943-46), En defensa del marxismo, n 3, Buenos Aires,

    abril 1992; Apuntes... 3a. parte. Otra etapa nefasta del morenismo: el PST

    (1971-76), En defensa del marxismo, n 4, Buenos Aires, setiembre 1992;

    Apuntes... 4a. Parte. El PST bajo la dictadura (1976- 83), En defensa del

    marxismo, n 5, Buenos Aires, diciembre 1992. Un anlisis programtico de la

    izquierda argentina en los aos 80, y en particular del MAS de Nahuel Moreno,

    se encuentra en La estrategia de la izquierda en la Argentina, de Jorge Altamira

    (Ediciones Prensa Obrera, Buenos Aires, 1989). Los mejores trabajos sobre

    aspectos esenciales del trotskismo latinoamericano, aunque centrados en la

    historia de Bolivia, continan siendo los del dirigente boliviano Guillermo Lora,

    en especial Contribucin a la historia poltica de Bolivia. Historia del POR (La

    Paz, Isla, 1978), y La revolucin boliviana (La Paz, Difusin, 1963), que analiza

    la revolucin de 1952 y la divisin del trotskismo boliviano y latinoamericano.

    Un anlisis pormenorizado de estos sucesos elabora Pablo Rieznik. en El

    POR en la Revolucin Boliviana de 1952, En defensa del marxismo, n 2,

    Buenos Aires, diciembre 1991."

    Como se ve, Coggiola conoce perfectamente los artculos de Magri y Rieznik

    pero no establece ningn balance aunque sostengan tesis antagnicas con su

    libro!. Lo que Coggiola denomina "anlisis pormenorizado" no es ms que un

    revisionismo explcito. Se trata, sin lugar a dudas, de una impostura ideolgica

    que habla bien del compromiso intelectual de Coggiola (porque al menos lo

    menciona en lugar de ocultarlo) pero habla muy mal de su compromiso poltico

    (que es lo que realmente importa entre revolucionarios). Es a partir de estas

    capitulaciones vergonzantes y silenciosas que el revisionismo morenista pudo

    abrirse paso en las filas (y la direccin) del Partido Obrero.

    1985: RUPTURA CON LORA Y JORNADAS DE ESTUDIO POR EL 50

    ANIVERSARIO DE LA IV INTERNACIONAL

    Por ltimo, vale aclarar que toda esta degeneracin terica tiene su punto de

    partida en una ruptura poco clara con Lora a fines de los 80's (desde 1985

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    hasta 1988, exactamente los aos en que fue editado el libro de Coggiola).

    Recin se empez a dar alguna explicacin 3 aos despus con motivo de las

    Jornadas de Estudio por el 50 aniversario de la IV Internacional (1938 - 1988).

    En una forma ideolgica difusa que no hace alusin a la ruptura concreta de la

    TCI (Tendencia Cuarta Internacionalista), el PO public varios artculos que se

    extendieron por media dcada hasta los primeros nmeros de la En Defensa

    del Marxismo a principio de los 90's (1988-1993). En estos artculos

    espordicos se revisa el balance de la revolucin boliviana contra Lora

    acusndolo de "menchevique".

    En nuestra opinin esto fue un "descubrimiento", como mnimo, singular en la

    historia del trotskismo porque se denuncia de menchevismo en la revolucin

    boliviana de 1952... recin en 1992, es decir, con 40 aos de demora! . Y se

    trata de un "descubrimiento" que es an ms llamativo porque el supuesto

    menchevismo fue "descubierto" despus de haber colaborado con Lora por

    ms de 15 aos! (como mnimo, de 1969 a 1985).

    Todo esta impostura terica tuvo el objetivo de adoptar de forma vergonzante

    posiciones pro-imperialistas muy similares a las del morenismo. La ruptura del

    PO con Lora no fue por su degeneracin sectaria (anti-POI) y ultraizquierdista

    (anti-FUA) a partir de los 80's sino exactamente por lo contrario: el PO pas a

    reivindicar las posiciones democratizantes y pro-imperialistas del morenismo

    contra el Frente nico Anti-imperialista.

    2016, 30 AOS DESPUS: REVALORIZACIN EXPLCITA DEL

    MORENISMO

    Fue con este balance trunco y catico de la ruptura con Lora que hicieron pasar

    la infiltracin ideolgica del revisionismo morenista. Hoy, 23 aos despus

    (1993-2016), este revisionismo asume formas an ms explcitas cuando

    dirigentes del PO como Rafael Santos reivindican la fundacin del Partido

    Socialista (democratizante, pequeoburgus y pro-imperialista) como "un paso

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    progresivo" o Pablo Rabey se reconoce pblicamente como "un gran admirador

    de Nahuel Moreno" y dice, palabras ms palabras menos, que la consigna

    'democracia con socialismo' no es romper con la revolucin socialista y, aunque

    chueca, permite dialogar con las masas e intervenir mejor en la crisis de sus

    ilusiones democrticas que la posicin anti-democratizante y anti-imperialista

    (supuestamente sectaria) del PO en los 80's.

    CONTRA EL IMPERIALISMO, LEVANTEMOS EN TODO EL MUNDO LAS

    BANDERAS DEL TROTSKISMO DE LIBERACIN NACIONAL

    Todo este revisionismo democratizante, pro-imperialista y morenizante cumple

    una funcin poltica precisa: justificar que el Partido Obrero y la CRCI hoy se

    encuentren acoplados 'por izquierda' al campo contrarrevolucionario de la

    guerra anti-yihadista, al impeachment a Dilma, al golpe parlamentario a Maduro

    y al ascenso del macrismo en Argentina.

    Por el contrario, desde la TPR reafirmamos que la teora de la revolucin

    permanente postula un combate comn contra el imperialismo donde la clase

    obrera organizada en partido poltico independiente rivaliza con el nacionalismo

    burgus por superar sus lmites, desplazar a la burguesa nativa de la direccin

    de masas y convertirse en un autntico caudillo nacional. Como dijimos en el

    propio ttulo de la editorial N 1 de nuestro peridico partidario PIQUETERO,

    "La tctica de la revolucin permanente es el Frente nico Anti-imperialista".

    Este es el ncleo terico fundamental que nos ense el Partido Obrero y que

    hoy defiende la Tendencia Piquetera Revolucionaria en su lucha por construir

    un 'trotskismo de liberacin nacional' (expresin muy adecuada y que fue

    acuada por el propio Osvaldo Coggiola en su libro "Historia del trotskismo...").

    En oposicin a la deriva pro-imperialista del PO y la CRCI y en defensa de su

    legado terico como "trotskismo de liberacin nacional", es necesario

    establecer un balance claro. Slo as podremos transformar los fracasos de

    estas tentativas en conclusiones que orienten a la nueva generacin de

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    revolucionarios que pone sus vidas al servicio de la lucha por la dictadura del

    proletariado, contra el imperialismo y se propone fundar un PARTIDO

    PIQUETERO, un FRENTE ANTI-MACRI y una INTERNACIONAL OBRERA

    REVOLUCIONARIA.

    Christian Armenteros, 27/01/2016

    FUENTES:

    EDM N 2 - Diciembre 1991 - "El POR en la Revolucin Boliviana de 1952" -

    Pablo Rieznik: https://agendarevolucionaria.wordpress.com/2015/05/14/el-

    gobierno-obrero-y-la-revolucion-boliviana-de-1952/

    EDM N 2 - Diciembre 1991 - "Apuntes a la historia del trotskismo argentino

    (1930/1951)" - Julio Magri:

    https://agendarevolucionaria.files.wordpress.com/2015/10/julio-n-magri-

    apuntes-a-la-historia-del-trotskismo-argentino-4-artc3adculos.pdf

    EDM N 3 - Abril 1992 - "La cuestin boliviana (1943-1946)" Julio Magri

    (Apuntes para la historia del trotskismo argentino - parte 2):

    https://agendarevolucionaria.files.wordpress.com/2015/10/julio-n-magri-

    apuntes-a-la-historia-del-trotskismo-argentino-4-artc3adculos.pdf

    "Historia del Trotskismo en Amrica Latina y en Argentina" - 1979 / 1981-1982 /

    1984-1986 - Osvaldo Coggiola:

    https://agendarevolucionaria.files.wordpress.com/2015/02/osvaldo-coggiola-

    historia-del-trotskismo-en-argentina-y-amc3a9rica-latina.pdf