Upload
trinhcong
View
212
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
ARO o921
PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL ÁREA DEL PROYECTO URBANÍSTICO "CAMINOS DE LA ROMERA"
POR
JORGE LUIS ACEVEDO ZAPATA
ANTROPÓLOGO
PEDRO NEL GARCÍA ARROYAVE
ANTROPÓLOGO
SABANETA, 2005 JULIO
ACLARACIONES A LA EVALUACIÓN DEL INFORME "PROSPECCIÓN
ARQUEOLÓGICA EN EL ÁREA DEL PROYECTO URBANÍSTICO CAMINOS
DE LA ROMERA"
Jorge Luis Acevedo Z. Antropólogo
Pedro Nel García A. Antropólogo.
Consideramos desafortunado que el evaluador no percibiera el espíritu
del informe. El principal objetivo de la propuesta era resaltar el daño
que las obras realizadas por la constructora, quien no había adelantado
ningún estudio de impacto arqueológico sobre el área del proyecto,
causaron al patrimonio arqueológico.
Igualmente, era necesario mostrar que el área del proyecto aún
contenía valiosa información en las zonas restantes de los yacimientos
arqueológicos afectados y otros sectores sin intervenir, para tomar hacia
futuro las medidas pertinentes de mitigación a través de un Plan de
Manejo Arqueológico.
Este afán obedeció a la estrategia de dar bases a los requerimientos
normativos que las organizaciones locales interesadas en velar por el
patrimonio arqueológico, harían frente a la constructora y entidades
encargadas de conceder las licencias de construcción.
Una relación de los daños ocasionados y por causar a los yacimientos,
junto a un diagnóstico inicial del potencial de información a perder (tipo
de evidencias, posibles contextos, temporalidad relativa, etc), señalaban
los errores en que se había incurrido al omitir disposiciones legales y
procedimientos que sobre la protección, preservación y valoración del
patrimonio arqueológico existen en Colombia.
Para entonces, a nuestro juicio, era primordial otorgarle más una
connotación legal a la pérdida del patrimonio arqueológico en aras a que
dichas organizaciones preocupadas por tal situación pudieran actuar,
antes que dilatar dicha posibilidad pretendiendo darle profundidad
teórica a los resultados, aspecto que bien podría ser discutido en las
fases siguientes, sin implicar tal postura menoscabo a los intereses del
estudio arqueológico.
Es esta la razón, y no otra, por la cual hacemos énfasis en el informe de
no contemplar "enunciados teóricos de amplio rango, ni fechamientos de
radiocarbono para cronologías absolutas u otro tipo de análisis", párrafo
destacado por el evaluador.
La manera como significa este enunciado en la evaluación es
descontextualizada, porque como se puede leer en el aparte de
metodología, segundo párrafo, antes de llegar a dicha afirmación
sustentamos que:
Si bien, uno de los primeros pasos a seguir en la realización de cualquier estudio
arqueológico, parte de la discusión sobre problemáticas arqueológicas locales o
regionales (diagnóstico), con miras a aprovechar realmente la información
recuperada, ya sea complementando lós resultados obtenidos en estudios
anteridres o indagando por aspectos aún déScOnocidos, creemos que este propósito
debe ser re-orientado hacia la fase de excavaciones de acuerdo con los resultados
obtenidos en la prospección arqueológica.
I r.'4 '0411 f3
0
: ) I:
4
C14% CP ” /5 V'
03
La sugerencia de reorientar la discusión sobre problemáticas
arqueológicas hacia la siguiente fase, no se hizo para eludirla o por
desconocimiento, sino con el interés de que una vez establecido un
diagnóstico arqueológico del área en general y recomendado el Plan de
Manejo Arqueológico, en el momento que la constructora decidiera darle
aplicación al mismo, se haría la adecuada sustentación teórica y
metodológica del Plan de Manejo como lo exige el ICANH para su
aprobación y expedición de la respectiva licencia.
Por esta misma razón y para ser consecuentes con los propósitos
manifestados, planteamos en el aparte correspondiente al trabajo de
campo, que en la evaluación de las áreas:
si uno de los sondeos daba resultados positivos se le daba la categoría de sitio y
eran efectuados otros sondeos de similares dimensiones, buscando evaluarlo
adecuadamente pero sin que su número wmprometiera el contexto general del
mismo, pues básicamente se buscaba determinar la existencia o no de vestigios
arqueológicos (subrayado nuestro).
Como podrá colegir el evaluador de lo expuesto, el estudio nunca fue
abordado con la sola óptica de resolver problemáticas formuladas desde
y para la arqueología como es indicado en condiciones normales de
investigación.
En situaciones donde es urgente ganarle la carrera a las máquinas y a la
mala intención de algunos encargados de las obras, es preciso
establecer prioridades con el fin, eso si, de proponer acciones tendientes
a facilitar un proceso de estudio más acorde con los intereses de
valoración del Patrimonio Arqueológico.
3
Siendo la idea central de la evaluación "que el informe no cumple con
las expectativas de un trabajo profesional" deseamos hacer algunas
consideraciones más puntuales.
Frente a la aseveración "el trabajo no contempla una revisión
bibliográfica seria lo que se traduce en la presentación de unos
antecedentes regionales y locales que dejan mucho que desear", no es
al trabajo al que le falta "seriedad" con respecto a la revisión
bibliográfica y consideraciones sobre los antecedentes locales y
regionales, es que el informe no incluye un análisis detallado (o
discusión) de los mismos, por las razones expuestas en párrafos
anteriores.
Para aliviar la preocupación por los antecedentes pocos serios y
aceptando la sugerencia del evaluador, presentamos una revisión más
detallada en el nuevo informe remitido al ICANH, resaltando el interés
que ha existido por ellos. Es justamente el examen juicioso de los
mismos, lo que permitió considerar la importancia de los sitios para la
arqueología del valle de Aburrá y, sobre todo, recomendar las
intervenciones a realizar en ellos.
También señala el evaluador "el informe no presenta una descripción
detallada de la estratigrafía de los diferentes sondeos, análisis y
relaciones". La inclusión de una relación específica de los sondeos o su
"descripción detallada", en nuestro caso, no lo estimamos prioritario ya
que no aportaba elementos relevantes para los fines propuestos en el
informe.
4
Según las discusiones generadas en la última década de la centuria
pasada, varias de ellas a instancias del mismo ICANH dado el auge de la
llamada "arqueología de rescate", de manera recurrente se llamaba la
atención sobre aquellos informes saturados de descripciones
inconducentes de sondeos y clasificaciones de evidencias por no aportar
al análisis de los resultados o a la discusión sobre problemáticas
arqueológicas.
No desconocemos la importancia de los principios básicos de la
estratigrafía como requisito elemental en la interpretación de las
evidencias y su presentación como garantía para quienes interesados en
los temas arqueológicos, encuentren una información lo más clara y
precisa posible.
Tan consciente somos de la aplicación de estos principios que deseamos
resaltar un párrafo que, al parecer, pasó desapercibido para el
evaluador:
Cada uno de los sondeos fue registrado en una ficha en la cual se consignó la
siguiente información: nivel material cultural asociado, estratos con sus
características más notorias (color, textura) y un perfil de cada sondeo.
manera se pudo establecer la complejidad estratioráfica de cada sitio. Ja
densidad y diversidad de vestigios. estado de conservación y_posible contexto
(subrayado nuestro).
Aunque el informe carece de la descripción física de los sondeos, no por
ello se dejó de enunciar las variaciones o alteraciones estratigráficas
presentes en cada sitio. Fue precisamente el análisis de las estratigrafías
y sus contenidos culturales, el camino para determinar las prioridades y
actividades a ejecutar en cada uno de los sitios arqueológicos.
En cuáles realizar excavaciones por el potencial informativo y/o grado
de conservación (Sitio 4); o por presentar una estratigrafía atípica (sitio
2) pero culturalmente estar relacionada con los otros sitios. En el caso
de los cortes estratigráficos, recuperar la mayor información posible
(sitios 3 y 6) y tener un rango comparativo más amplio o sólo monitoreo
ante el grado de alteración en dos de ellos (sitios 1 y 5).
Estos razonamientos también nos sirven de fundamento para objetar la
segunda idea implícita en la afirmación del evaluador de "el informe no
presenta una descripción detallada de la estratigrafía de los diferentes
sondeos, análisis y relaciones".
Si algo procuramos hacer con cuidado fue establecer los paralelos y
correlaciones culturales. Es por ello que hablamos de temporalidades,
continuidades o variaciones en los patrones de asentamiento,
desarrollos alfareros, y, en particular, la configuración de una
centralidad con asentamientos periféricos menores, como posible
expresión de un cacicazgo.
También resaltamos la importancia de realizar el estudio ante la
posibilidad que brindarían los hallazgos de contar con más referentes
frente a los procesos de ocupación del Valle de Aburrá, así como en el
intento de comprender las dinámicas culturales que dieron paso al
desarrollo de sociedades jerarquizadas.
Sociedades sobre las cuales la arqueología colombiana viene cobrando
mayor interés, máxime en un contexto como el Valle de Aburrá, donde
6
no se cuenta con mayores referentes sobre este tipo de organizaciones
políticas y sociales.
En relación al tema del plan de divulgación el evaluador prejuzga
situaciones que no se han dado ni concebido cuando sentencia que
"personalmente no considero que con la información bibliográfica ni con
el tratamiento, análisis y correlaciones de las evidencias puedan
presentar un plan de divulgación".
Primero, el evaluador, a priori, subestima nuestras capacidades en
desarrollar tareas de sensibilización y puesta en valor del patrimonio
arqueológico; segundo, ¿qué le hace suponer al evaluador que los otros
antropólogos recomendados si pueden "presentar" un plan de
divulgación? ¿tener otros antropólogos es garantía de contar con un plan
de divulgación?
No es que no podamos presentar un plan de divulgación, es que por
responsabilidad no debemos hacerlo sin antes sustentar adecuadamente
el Plan de Manejo Arqueológico (qué hacer, cómo hacerlo, cuándo
hacerlo, para qué hacerlo, etc) que como bien lo dice el evaluador,
"previa presentación de un proyecto". Nosotros dentro del PMA sólo
recomendamos la ejecución de un plan de divulgación pero nunca
dijimos cuál sería.
De acuerdo con nuestra experiencia, los planes de divulgación son
integrales y dinámicos que difícilmente pueden ser planteados en su
totalidad desde los inicios, -aclaramos, malos inicios- de un proyecto. El
plan de divulgación debe acompañar cada fase del estudio (prospección,
7
excavaciones, monitoreo, resultados finales e informe final) las cuales
tienen sus propias prioridades y actividades.
Por ejemplo, afrontar la destrucción de los yacimientos arqueológicos
por parte de la constructora implicó, además de la respectiva
comunicación con el ICANH para dar a conocer los hechos, inspecciones
a las obras, contacto permanente con diferentes entidades del municipio
de Sabaneta (Alcaldía, Planeación, Coordinación de Convivencia
Ciudadana, Secretaria de Educación, Casa de la Cultura) y
organizaciones comunales (vigías patrimoniales).
También fue llevado a cabo un debate en el concejo municipal de
Sabaneta y se convocaron los medios escritos con una positiva
respuesta por parte de ellos (El Paralelo. Página 5. Septiembre del
2004; El Tiempo. Sección B página 2. 10 de Septiembre del 2004; El
Mundo. Sección B página 4. 3 de Octubre del 2004. De La Urbe. Página
12. Diciembre del 2004).
Acciones adelantadas con el común denominador de no sólo denunciar la
pérdida del patrimonio arqueológico sino, ante todo, dar a conocer la
legislación que existe en el país sobre el mismo y el compromiso que
tenemos todos de promover su aplicación.
¿Podrá calificársenos entonces de no aplicar un trabajo serio?. Creemos,
a diferencia del evaluador, que efectuamos un buen plan de divulgación
acorde a las circunstancias del momento y seguramente, la posterior
ejecución del PMA, exigiría nuevas estrategias de divulgación en otros
ámbitos (por ejemplo, el académico) que, reiteramos, el evaluador
prejuzga sin ser siquiera formuladas.
Desde nuestro punto de vista hicimos una labor a conciencia y juiciosa;
siempre nos motivó el deseo de ser facilitadores en un proceso para el
bien de la arqueología, la comunidad y la constructora. Y como proceso,
apenas en ciernes, este primer paso no demandó sólo la elaboración de
un informe, también reclamó el ejercicio de sensibilización de una
colectividad.
Por todo lo expuesto mostramos nuestra inconformidad por la
recomendación final del evaluador: "en mi concepto recomiendo que el
desarrollo del Pan [¿Plan?] de Manejo Arqueológico sea desarrollado por
otros antropólogos previa presentación del proyecto por cuanto
considero que el informe no cumple con las expectativas de un trabajo
profesional"
¿qué debemos entender por "expectativas de un trabajo profesional"?
acaso el primer punto que menciona el evaluador en su reporte no es
precisamente "el informe sigue las recomendaciones establecidas en el
"Manual de Procedimientos Generales para la Preservación del
Patrimonio Arqueológico" (ICANH 2001).
De lo cual podríamos mal inferir que la expresión "trabajo profesional"
está en la esfera subjetiva del evaluador y descalifica una serie de
actividades y quienes las impulsan, ignorando las explicaciones ofrecidas
en el informe, pero peor aún, argumentando erróneos supuestos.
Preguntamos nuevamente ¿qué le hace suponer al evaluador que los
"otros antropólogos" recomendados si pueden cumplir con las
expectativas de un trabajo profesional? ¿Acaso los "otros antropólogos"
no deben sustentar el PMA?.
En aras a la igualdad, consideramos tener ese mismo derecho, como lo
tiene cualquiera de los potenciales profesionales convocados a realizarlo,
sin que seamos descalificados de antemano. Mucho más, cuando el PMA
a ejecutar es el que nosotros recomendamos y no resulta muy
coherente descalificar unos profesionales pero aceptar el PMA por ellos
formulado. Entonces ¿el PMA sugerido por nosotros es o no es válido?
Otro aspecto que nos llama la atención es que el evaluador para nada
lamenta o dice algo sobre la gravedad de la pérdida de los yacimientos
arqueológicos. Ellos son la materia prima de la arqueología a través de
los cuales nos acercamos a la historia de pueblos ya desaparecidos y
una vez intervenidos son irrecuperables.
Resulta paradójico que quienes, por convicción, ponemos todo nuestro
empeño en valorar el patrimonio arqueológico debemos cargar con una
afirmación tan descalificadora y difícil de borrar, pero quienes destruyen
físicamente los yacimientos arqueológicos hasta la fecha no hayan
sufrido sanción alguna.
Porque en ninguno de los apartes de la evaluación se hace referencia al
otorgamiento de licencias sin los debidos estudios. Al respecto ¿se
pronunció el evaluador y descalifica tan severamente la constructora por
la afectación de los yacimientos y a los funcionarios de las entidades
oficiales por conceder licencias sin los debidos estudios?
1 0
El evaluador da por sentado que el PMA se va ejecutar, pero nada más
incierto que eso como lo demuestra los sucesos de los últimos días,
donde a pesar de haberse formulado un PMA, la constructora lo
desconoce y de manera reiterada y deliberadamente sigue atentando
contra el patrimonio arqueológico al destruir el sitio 4, el de mayor
potencial informativo, y persiste en una posición dubitativa frente a la
aplicación del PMA.
Para nosotros a manera de experiencia y autocrítica pensamos que tal
vez faltó mayor información de nuestra parte, pues la prudencia
recomienda que para que no haya cosas mal entendidas no debe de
haber cosas mal expresadas y, posiblemente, el evaluador esperaba
encontrar un informe plenamente acabado en un proceso donde se
obviaron (no ignoraron) algunas descripciones dada las condiciones
desfavorables de su origen.
II
ÍNDICE
Pág .
PRESENTACIÓN 2 CONTEXTO LEGAL 5
ÁREA DEL PROYECTO 6
CARACTERÍSTICAS DEL ÁREA 9
EL ÁREA DENTRO DE UN CONTEXTO AMPLIO: EL VALLE DE ABURRÁ 10
OBJETIVOS GENERALES DE LA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA 15
METODOLOGÍA 16
LA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA 18
ANTECEDENTES 21
CONTEXTO LOCAL 21
ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DE ABURRÁ 24
REFLEXIONES SOBRE EL DESARROLLO DE LOS CACICAZGOS EN EL VALLE
DE ABURRÁ 48
LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS Y LAS EVIDENCIAS 65
SITIO 1 67
SITIO 2 69
SITIO 3 71
SITIO 4 72
SITIO 5 76
SITIO 6 77
EL CAMINO 78
BIBLIOGRAFÍA 79
PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO "CAMINOS DE LA ROMERA" 87
ÍNDICE DE FIGURAS
Pág. Figura 1. Plano general del Valle de Aburrá 7 Figura 2. Área de estudio 8 Figura 3, Estado actual del área de estudio 8 Figura 4. Distribución espacial de los sitios arqueológicos 65 Figura 5. Sitio 1 68 Figura 6. Sitio 1 68 Figura 7. Sitio 1. Restos óseos de semovientes actuales 68 Figura 8. Sitio 1. Borde de vasija en cerámica de poca antigüedad 68 Figura 9. Sitio 1. Fragmentos de cerámica estilo Ferrería 69 Figura 10. Sitio 1. Fragmento de borde de vasija del estilo Ferrería 69 Figura 11. Sitio 2. Aterrazamiento cortado por la apertura de una de las vías 70 Figura 12. Sitio 2. Material cerámico expuesto en superficie 70 Figura 1.3. Sitio 2. Suelo sepultado donde se hallaron vestigios culturales 71 Figura 14. Sitio 2. Fragmento de borde del estilo Marrón Inciso 71 Figura 15. Sitio 3 72 Figura 16. Sitio 3. Fragmento de cerámica delgada similar al estilo Cancana 72 Figura 17. Sitio 4 73 Figura 18. Sitio 4. Extremo norte de la colina alterada por circunvalar 73 Figura 19. Sitio 4. Área central con densidad de vestigios 74 Figura 20. Sitio 4. Cerámica hallada en el área central del sitio 74 Figura 21. Sitio 4. Fragmento de vasija con borde punteado y asa cilíndrica 75 Figura 22. Sitio 4. Fragmentos de vasija con borde evertido horizontal 75 Figura 23. Sitio 4. Huellas de ahumado interno y externo en la cerámica 76 Figura 24. Sitio 4. Fragmentos de roca con evidentes huellas de uso 76 Figura 25. Sitio 5. En superficie alteraciones antrópicas y erosión 77 Figura 26. Sitio 5. Fragmento de borde del estilo Ferrería 77 Figura 27. Sitio 6 78 Figura 28. Sitio 6. Fragmento de borde del estilo Marrón Inciso 78
PRESENTACIÓN
En el desarrollo del proyecto urbanístico "Caminos de la Romera",
ubicado en el Municipio de Sabaneta (Antioquia), durante la remoción de
suelos en sectores aledaños al denominado "Cerro de Curtimbres",
quedaron al descubierto vestigios arqueológicos, principalmente
fragmentos de cerámica, pertenecientes a diferentes tipos de vasijas.
Un reconocimiento en el lugar de los hallazgos, llevó a constatar que los
vestigios procedían de una colina con cima amplia y plana que había
sido cortada en uno de sus costados para darle paso a una vía. Rasgos
como decoraciones, pastas y formas, presentes en los fragmentos de
cerámica, indicaban su relación con desarrollos alfareros dados en el
Valle de Aburrá entre los 2000 y 2500 años antes del presente. Las
evidencias junto a las características del lugar sugerían que, en aquella
época, existió allí un importante asentamiento humano.
Dada la relevancia que sitios como estos tienen para estudiar los
desarrollos culturales y sociales de las comunidades humanas que nos
precedieron, y atendiendo las normas establecidas en el país sobre
protección del patrimonio arqueológico como bien de interés cultural,
fue recomendado suspender la remoción de suelos hasta tanto se
realizara un estudio más detallado en el área total del proyecto, para
determinar la posible afectación de otros yacimientos arqueológicos y,
de ser así, diseñar un Plan de Manejo Arqueológico para mitigar los
impactos causados.
2
Como respuesta a esta sugerencia los responsables del proyecto
urbanístico, tomaron la decisión de llevar a cabo dicho diagnóstico con el
fin de deslindar las áreas arqueológicas de aquellas que no lo son, tomar
las medidas adecuadas al manejo del Patrimonio Arqueológico y poder
continuar las obras en aquellos sectores sin riesgo de afectación al
mismo.
Este informe recoge los resultados de la prospección arqueológica
realizada durante los meses de Septiembre y Octubre del 2004 en el
área del proyecto urbanístico "Caminos de la Romera".
El trabajo de campo llevó a identificar seis sitios arqueológicos en total;
las secuencias de los materiales registrados, indican que esta área ha
tenido relevancia para las comunidades humanas, al menos, en los dos
últimos milenios y que, a través de ese tiempo, es posible definir
variaciones en los patrones de ocupación.
Por ejemplo, de acuerdo con la distribución espacial de los sitios, su
extensión, una mayor o menor densidad y diversidad de vestigios en
ellos, hace unos dos mil años, las primeras comunidades se
establecieron a lo largo de la cuchilla, configurando un asentamiento
mayor o central en la cima más amplia, que ofrece una amplia
panorámica del Valle de Aburrá, y asentamientos periféricos de menor
tamaño ubicados en las laderas cercanas.
Patrón de ocupación que cambió para épocas más recientes, donde los
registros señalan una disminución en las densidades de población,
3
desaparecen los asentamientos en ladera y sólo pocas viviendas son
ubicadas en la parte superior de la cuchilla.
Comprender las dinámicas de poblamiento y las causas, ambientales o
sociales, que generaron los cambios culturales; conocer aspectos
relacionados con la organización política, prácticas rituales y actividades
económicas que hacían parte de la cotidianidad de comunidades ya
desaparecidas, son algunas de las alternativas que brindan los
yacimientos arqueológicos como "documentos" que nos permiten ver,
comparativamente en el tiempo, las diferentes maneras como las
comunidades humanas se han relacionado entre sí y con el medio que
habitan.
Para bien de todos, es importante armonizar los planes de desarrollo
que demandan las comunidades actuales con el legítimo derecho de
conocer su pasado y preservar su patrimonio cultural, no sólo desde el
cumplimiento de las disposiciones normativas que así lo exigen, sino
desde una visión donde se anteponga el compromiso social por un
desarrollo sustentable y sostenible para las comunidades.
En este sentido, resaltamos la voluntad asumida por los promotores del
proyecto urbanístico "Caminos de la Romera" en realizar la prospección
arqueológica con el fin de tomar los correctivos necesarios frente a la
posible afectación de otros yacimientos arqueológicos con el avance de
las obras.
4
CONTEXTO LEGAL
El estudio se propone atendiendo la normatividad vigente sobre
protección e intervención del patrimonio arqueológico, contemplada en
la Ley 163 de 1959, el Decreto Reglamentario 264 de 1963, la Ley 99 de
1993, la Ley de Ordenamiento territorial (Ley 388 de 1997) la Ley
General de Cultura ( Ley 397 de 1997), el artículo 72 de la Constitución
Política de Colombia y Decreto 883 de 2002.
También son consideradas las recomendaciones propuestas por el
Instituto Colombino de Antropología e Historia (ICANH) en el Manual de
Procedimientos Generales para la Preservación del Patrimonio
Arqueológico en los Proyectos de Impacto Ambiental (ICANH, 2001).
5
ÁREA DEL PROYECTO
Descripción del proyecto: Destinado principalmente al uso
residencial. Comprende un parque de edificios y casas en unidad
cerrada, un parque lineal que integra el área administrativa propuesta
para el Municipio de Sabaneta con el futuro santuario de María
Auxiliadora y demás obras de urbanismo (vías, redes de acueducto y
alcantarillado, etc.).
Posibles impactos del proyecto sobre el patrimonio arqueológico
En la fase de urbanismo, la afectación de un sitio arqueológico por la
apertura de un tramo de vía y los resultados obtenidos en la prospección
arqueológica, hicieron evidente que el proyecto en otras etapas
constructivas, puede generar riesgos reales de afectación al patrimonio
arqueológico, circunstancias que hacen necesario diseñar un Plan de
Manejo Arqueológico para mitigar los impactos sobre dicho patrimonio.
Ubicación del área
El área objeto del proyecto urbanístico, tiene una extensión aproximada
de 500.000 m 2 y está ubicada en la periferia del plano urbano del
municipio de Sabaneta, localidad situada en el costado sur oriente del
Valle de Aburra, sobre la margen derecha del río Medellín (Figura N° 1).
A
Figura 1. Plano general del Valle de Aburrá
El eje central del área de estudio está determinado por una cuchilla de
mediana altura (desde los 1.620 a los 1.800 msnm), que opera como
divisoria de aguas y está conformada por pequeñas colinas de diferentes
alturas y áreas, con pendientes de moderadas a fuertes (Figura No 2).
1
Figura 2. Área de estudio
(Foto de 1998, tomada del texto Sabaneta 35 años después)
La siembra de arbustos de café y plátano, el banqueo de terrazas
destinadas a la construcción de unidades de vivienda y la reciente
apertura de la vía para el proyecto urbanístico, son las principales
causas de afectación antrópica. Los sectores mejor preservados son los
cubiertos de pastos (Figura No 3).
Figura 3. Estado actual del área de estudio
A
CARACTERÍSTICAS DEL ÁREA
Hidrología
Conformada básicamente por un afluente de la quebrada Las Lomitas y
pequeños nacederos de agua que en temporadas de verano ven
afectados sus flujos de agua.
Vegetación
Conformada por coberturas vegetales variadas como pastos, cultivos de
café, plátano y algunos sectores, principalmente en la partes altas, de
pequeños reductos de sotobosque aunque muy intervenidos. En los
alrededores al área del proyecto se encuentran especies arbóreas como
Aguacatillo (Persea Caerulea), Caimito (Chrysophillum Cainito), Nogal
(Juglans Neotroppica), Samán (Pithecellobium Saman), Balso (Ochroma
Pyramidale), Aliso (Alnus Jorullensis), Pomo (Sysigium Jambas),
Eucalipto (Eucalyptus Grandis), Pino Pátula (Pinus Patuca), Ciprés
(Cupressus Lusitanica), entre otros.
Componente faunístico
En el área del proyecto y zonas aledañas se observan especies como
chucha (Didelphys Marsupiales), murciélago (Carollia Pespicillata),
ardilla (Microsciurus), lagartija (Anolis Antonii), rata común (Rattus
nrattus), tórtola (Columbina Talpacoti), gallinazo negro (Coragyps
Atratus), cucarachero común (Troglodytes Aedon), azulejo (Thraupis
Episcopus), carpintero (Chrysoptilus Punctlgula), mayo (Turdus
ignobilis).
9
El área dentro de un contexto amplio: el Valle de Aburrá
El Valle de Aburrá es una depresión alta que conforma una subregión
dentro de la gran provincia fisiográfica que constituye la cordillera
central en Antioquia y separa las altiplanicies del centro del
departamento.
Tiene su origen cerca al alto de San Miguel, donde se bifurcan dos
ramales separados por el río Medellín. Estos ramales, que enmarcan el
Valle de Aburrá, alcanzan alturas entre 2.500 y 3.000 msnm en cerros
como San Miguel, Boquerón, Padre Amaya, mientras que el cauce del río
desciende de 1795 msnm, en Caldas, a 1321 msnm, cerca al municipio
de Barbosa
El cauce del río, más bien estrecho entre el nacimiento y el Ancón Sur
(próximo a Sabaneta, comienza a abrirse a un valle relativamente plano
que se extiende a lo largo de 55 km, hasta el municipio de Barbosa
donde empieza a cerrarse paulatinamente hasta obtener una forma de
"V" profunda.
Hidrología
El río Medellín drena longitudinalmente el Valle de Aburrá; nace al sur
en el Alto de San Miguel y a partir de su confluencia con el río Grande,
al norte, toma el nombre de río Porce.
4(I
Clima
En general, el Valle de Aburrá, presenta un clima templado y húmedo,
con una biotemperatura promedia anual de 20 0C, vientos suaves que
corren de Norte a Sur y una pluviosidad media anual de 1.400 mm
(IGAC, 1.992); la zona de vida predominante es de Bosque Húmedo
PreMontano (bh-PM), aunque en las laderas altas se presenta Bosque
Húmedo Montano Bajo (bh-MB).
La distribución de la lluvia en el valle de Aburrá a lo largo del año, tiene
una tendencia marcadamente bimodal con dos períodos lluviosos entre
los meses de Abril y Junio y Septiembre y Noviembre, y dos de verano,
aunque con lluvias esporádicas (IGAC, 1.982).
Vegetación
La mayoría de las formaciones vegetales presentes en el valle de Aburrá
están comprendidas entre un bosque húmedo Montano Bajo (bh-MB) en
el Alto de San Miguel y un bosque húmedo Premontano (bh-P) en el
resto del valle.
Suelos
En general, los suelos de las laderas de la cordillera y de las colinas de
piedemonte en el valle templado húmedo del río Medellín, son
evolucionados o moderadamente evolucionados, profundos a
superficiales, de fertilidad mediana a baja, con erosión moderada y un
uso actual orientado a la agricultura y la ganadería (IGAC, 1.982;
1.992).
11
Geología
El Valle de Aburrá presenta varias formaciones geológicas de diferente
edades, que constituyen distintos paisajes fisiográficos. En las montañas
y colinas que lo rodean se presenta un relieve de quebrado a
escarpado; en la planicie aluvial se presenta un relieve ondulado con
terrazas, colinas y pequeñas vegas formadas principalmente por
depósitos cuaternarios, y en las vertientes, depósitos de ladera
constituidos por flujos de lodo y escombros (Botero, 1.963).
El origen del valle se ha tratado de explicar mediante diversas hipótesis:
origen glaciar, erosivo y tectónico. Aunque las dos últimas son las que
cuentan con mayor acogida, los investigadores coinciden en que no
puede hablarse de un origen exclusivamente tectónico exclusivamente o
erosivo, sino más bien de una acción conjunta.
El valle, inicialmente situado a la misma altura de las cordilleras que lo
rodean, sufrió un desplazamiento tectónico debido, probablemente, a la
acción de las fallas de Manrique y Rodas en el costado oriental y al
sistema de fallas Cauca en el costado occidental. Posteriormente, las
laderas fueron afectadas por procesos sísmicos y erosivos que
contribuyeron a que grandes masas del material alto se desprendieran y
formaran las mesoformas de laderas alargadas del piedemonte.
En el Valle de Aburrá afloran rocas metamórficas del Paleozoico y
Cretáceo, ígneas del cretáceo y depósitos no consolidados del
cuaternario.
17
Rocas metamórficas: Corresponden a las anfibolitas de Medellín, el
esquisto de Ancón y gneis de La Iguaná, que hacen parte del Complejo
Polimetamórfico de la cordillera Central.
Anfibolitas de Medellín: Afloran en algunas zonas de la vertiente
oriental de Envigado y El Poblado. Son rocas constituidas
esencialmente por horblenda y palgioclasa, de textura de gnéisica a
bandeada; ocurren por lo general masivas y poco fracturadas.
e Esquisto Sericítico de Ancón: La roca típica es un esquisto
cuarzomoscovítico, con foliación muy definida. Mora hacia el sector
del Ancón Sur.
Rocas ígneas: Corresponden a las cuarzodioritas del Batolito
Antioqueño, Stock de Altavista y Formación Quebradagrande.
Batolito Antioqueño: Las cuarzodioritas afloran de manera
continua sobre ambas vertientes del valle. Son rocas masivas de
textura granítica, constituidas por plagiocasa, biotita y horblenda,
como minerales esenciales; su edad es del Cretáceo Superior.
Generalmente meteorizada desarrollan suelos residuales de gran
espesor (mayor de 20 m) de carácter limoarcilloso y limoarenoso
de color amarillo claro, con alguna oxidación hasta amarillo rojizo,
conformando relieves suaves y ondulados de colinas saprolíticas y
vertientes moderadas y en general estables.
Stock de Altavista: Es un cuerpo de composición variable, desde
pórfido andesítico a granodiorita. Aflora en forma extensa en el
flanco occidental del valle de Medellín hasta Itagüí. Su edad es del
Cretáceo Medio.
13
Formación Quebradagrande: Corresponde a las denominadas
rocas "verdes" y sedimentarias intercaladas existentes en la parte
suroccidental del valle de Aburrá. su edad es Cretáceo Superior;
aflora en cercanías de Ancón sur, como rocas verdes y basaltos
muy meteorizados, desarrollando suelos rojizos y arcillosos.
Depósitos no consolidados del Cuaternario: Están conformados por
aluviones y depósitos de vertiente.
Depósitos Aluviales: Corresponden a la planicie aluvial del río
Medellín y algunos depósitos de las quebradas afluentes incluyendo
los materiales heterogéneos que rellenan y enmarcan los cauces de
estas corrientes. Los depósitos están constituidos por limos, arenas
y gravas. Los terrenos conformados por estos depósitos son en
general estables, con excepción de los afectados por procesos
erosivos derivados de la dinámica fluvial.
y Depósitos de Vertiente: Conformados principalmente por flujos
de escombros y lodos.
Flujos de escombros y lodos: Afloran en ambas vertientes del
valle y son de diferente composición, origen y extensión,
conformando generalmente terrenos ondulados y estables.
OBJETIVOS GENERALES DE LA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA.
Implementar una prospección arqueológica en el área del proyecto
urbanístico "Caminos de la Romera", Municipio de Sabaneta con el fin
de:
• determinar la posible existencia de otros sitios arqueológicos
susceptibles de ser afectados en las diferentes etapas
constructivas del proyecto.
• de acuerdo con los resultados obtenidos, delimitar las áreas que
ameriten un plan de manejo arqueológico y definir aquellas donde
la remoción de suelos pueda continuar por no comprometer el
patrimonio arqueológico y permitir así el avance de las obras.
• Diseñar un Plan de Manejo Arqueológico que mitigue o compense
los impactos negativos spbre el patrimonio arqueológico.
15
METODOLOGÍA
Teniendo en cuenta las condiciones inherentes a un proyecto en
construcción, la finalidad primordial de la prospección arqueológica fue
dirigida a deslindar las áreas arqueológicamente sensibles de aquellas
que no lo eran, razón por la cual la aplicación metodológica centró su
énfasis en el trabajo de campo en aras a recuperar en las siguientes
etapas (excavaciones y monitoreo), la mayor información posible de las
áreas arqueológicas en riesgo de afectación.
Si bien, uno de los primeros pasos a seguir en la realización de cualquier
estudio arqueológico, parte de la discusión sobre problemáticas
arqueológicas locales o regionales (diagnóstico), con miras a aprovechar
realmente la información recuperada, ya sea complementando los
resultados obtenidos en estudios anteriores o indagando por aspectos
aún desconocidos, creemos que este propósito debe ser re-orientado
hacia la fase de excavaciones de acuerdo con los resultados obtenidos
en la prospección arqueológica.
En consecuencia, la prospección arqueológica propuesta no contempló
enunciados teóricos de amplio rango, ni fechamientos de radiocarbono
(C-14) para cronologías absolutas u otro tipo de análisis (de suelos,
ecofactos, etc.).
Igualmente en el laboratorio, el tratamiento de los vestigios buscó
establecer criterios ágiles que permitieran aproximarnos a algunos
16
aspectos formales de los artefactos (formas, funciones y rasgos
decorativos distintivos) y definir cronologías relativas.
En síntesis, la prospección arqueológica y el laboratorio fueron
orientados a recuperar y ordenar inicialmente la información de los sitios
y los materiales procedentes de ellos, para que en el desarrollo de las
excavaciones arqueológicas si se den respuestas a formulaciones
teóricas y los materiales puedan ser analizados más detalladamente
desde perspectivas tecnológicas, estilísticas y funcionales.
Para la realización de la prospección arqueológica, fueron consideradas
las recomendaciones sugeridas en el Manual de Procedimientos
Generales para la Preservación del Patrimonio Arqueológico del ICANH.
Aunque algunos de ellos fueron abreviados, en especial la codificación
de evidencias y los sitios en los formatos sugeridos por el ICANH para
reconocimientos sistemáticos, el alcance de los objetivos no varió
sustancialmente.
En términos generales se logró el principal de ellos como era,
fundamentalmente, la identificación y localización de sitios arqueológicos
y sus principales características en cuanto a conservación, densidad de
las evidencias, asociación de las mismas a un determinado contexto
(vivienda, sepultura, camino, etc) y probable asignación temporal.
Localizados y caracterizados los sitios arqueológicos, la información
obtenida fue cruzada con los planos de las obras para determinar su
17
relación con labores que puedan generar su pérdida definitiva como
movimientos de tierra, procesos de explanación, desarrollo de vías, etc.
El resultado final de este procedimiento, fue la formulación del Plan de
Manejo Arqueológico donde se contempla una serie de actividades a
ejecutar antes y durante los movimientos de suelos para prevenir y/o
mitigar los impactos causados a los sitios arqueológicos.
La prospección arqueológica
Reconocimiento del Área
Enterados de la afectación del sitio arqueológico por la apertura de una
vía, una vez efectuadas las tareas de salvamento y recomendadas las
acciones a seguir', se hizo un rápido recorrido por la zona del proyecto,
con el propósito de conocer el relieve y las condiciones generales del
terreno, donde se pudo constatar la existencia de otras áreas aptas para
la ocupación humana y la presencia de un sendero que cruza a lo largo
la cima de la cuchilla.
Esta primera referencia fue contrastada posteriormente con la
cartografía y fotografía aérea, buscando establecer la distribución
espacial de estas áreas y si existían trazos en el paisaje de más
senderos, canales u otro tipo de huellas antrópicas que las relacionara.
Reporte de estas actividades fueron registradas en el triforme técnico "Consideraciones Sobra el Impacto Causado a un Sitio Arqueológico por la Construcción de una lila en el Proyecto Urbanístico "Caminos de la Romera" remitido al ICANI-1 y autoridades locales de Sebaneta en el mes de Julio de 2004.
18
El análisis cartográfico mostró que mientras las viviendas actuales están
ubicadas en la parte alta de la cuchilla y tienen una distribución lineal
articulada por el sendero que asciende a lo largo de la misma, existen
otras áreas aptas para la ocupación humana, pero sin estructuras
visibles.
Dichas áreas, tienen una distribución radial donde se destacan unidades
amplias (cimas de colinas) y a su alrededor unidades menores
(aterrazamientos) ubicadas en los flancos de la cuchilla, aunque no fue
posible identificar si estaban articuladas entre sí.
El trabajo de campo
A partir del análisis cartográfico y considerando las características
topográficas del área del proyecto, conformada por una cuchilla de cima
amplia y ondulada cuyos flancos tienen pendientes de moderadas a
fuertes, para una mayor agilidad en terreno la prospección centró su
interés en las unidades de paisaje que por sus características ofrecían
condiciones para la ubicación de asentamientos humanos.
En cada unidad se hicieron dos pozos de sondeo de 50 x 50 cm, uno
ubicado hacia el centro de ella y otro hacia el borde de la misma; en
caso que no se registraran evidencias en los sondeos la unidad de
paisaje era descartada como sitio arqueológico.
19
Si uno de los sondeos daba resultados positivos se le daba la categoría
de sitio? y eran efectuados otros sondeos de similares dimensiones,
buscando evaluarlo adecuadamente pero sin que su número
comprometiera el contexto general del mismo, pues básicamente se
buscaba determinar la existencia o no de vestigios arqueológicos.
Los sondeos fueron excavados por niveles de 10 cm.; cuando en un
mismo nivel métrico coincidían dos estratos se tuvo la precaución de
separar las evidencias culturales correspondientes a cada uno de ellos.
El sondeo sólo se daba por concluido cuando se tuvo la certeza de haber
alcanzado los estratos culturalmente estériles, que generalmente
corresponden con el estrato B (de color amarillo o rojizo).
Cada uno de los sondeos fue registrado en una ficha en la cual se
consignó la siguiente información: nivel, material cultural asociado,
estratos con sus características más notorias (color, textura) y un perfil
de cada sondeo. De esta manera se pudo establecer la complejidad
estratigráfica de cada sitio, la densidad y diversidad de vestigios, estado
de conservación y posible contexto (vivienda).
Las áreas de pendientes fuertes que no ofrecían condiciones idóneas
para asentamientos humanos permanentes, además de ser contrastadas
2 Pare ser consecuentes con La mclodologi• ornp)eada, fue asznida h categoría de stio arbucolr*co por ser la pus
engloba un rango más amplio do actividades humanas en un deterrninado contexto (por ejemplo, el doméstico puede incluir
el área de talla, cocas. vivienda, etc.) y no la de yacimiento arduisolOgica pus este se refiere a una actividad más
espeirica dentro de un contexto dado ,,en el elemp• citado al taller, la cocina, etc.) Sial de identrficar ido a través de
sondeo do muestreo
en las fotografías aéreas buscando cicatrices en el paisaje que pudieran
ser relacionadas con los asentamientos detectados, fueron recorridas
buscando evidencias en superficie, aprovechando la remoción de suelos
derivada de cultivos recientes (plantaciones de café y plátano) y los
perfiles dejados por la apertura de las nuevas vías y explanaciones.
La información de cada sitio con sus principales particularidades y un
inventario de los materiales hallados, fue consignada en los diarios de
campo. Así mismo, a cada sitio se le hizo un registro fotográfico y fue
ubicado en la cartografía asignándole un número consecutivo (1,2 ...) de
acuerdo al orden de identificación y, por medio de convenciones
arbitrarias (colores), las zonas arqueológicas fueron demarcadas de
aquellas que no lo eran.
Los anteriores procedimientos permitieron cubrir el área comprometida
por el proyecto urbanístico, así como caracterizar y jerarquizar los sitios
de interés arqueológico identificados y, en consecuencia, diseñar las
actividades de mitigación dentro del Plan de Manejo para la preservación
del Patrimonio Arqueológico.
ANTECEDENTES
Contexto local
En inmediaciones del municipio de Sabaneta no se cuenta con referentes
de exploraciones arqueológicas. Los estudios arqueológicos realizados
en las poblaciones vecinas de La Estrella e Itagüí con topografías
similares, pero ubicados sobre la margen opuesta del río Medellín, donde
21
se han establecido secuencias de ocupaciones humanas cercanas a los
cuatro mil años antes del presente, advertían sobre el potencial
arqueológico de varias zonas del municipio de Sabaneta.
Condición verificada en el área del Cerro de Curtimbres donde se
adelanta el proyecto urbanístico Caminos de la Romera, donde el
análisis preliminar de los fragmentos de cerámica, recuperados en los
sitios afectados por la apertura de una vía, permitió agruparlos en tres
estilos cerámicos: Cancana, Ferrería y Marrón Inciso.
El estilo Cancana está relacionado con comunidades humanas que
implementaron los primeros desarrollos agrícolas y alfareros en una
amplia zona del centro de Antioquia regida por el eje del río Medellín -
Porce. Dichos desarrollos se dieron en un período comprendido entre los
6.000 y 3.000 años antes del presente 3
Aproximaciones a este tipo de evidencias en el Valle de Aburrá, sólo se
han registrado dos casos en los últimos años, precisamente en
actividades de arqueología preventiva efectuadas en los proyectos
urbanísticos Pajarito, en el centro occidente del municipio de Medellín 4 y
Suramérica, en el municipio de Itagüí s .
Los estilos cerámicos Ferrería y Marrón Inciso están relacionados con
algunas comunidades humanas que dieron el paso a desarrollos
3 Castillo, 1998.
4 Nieto. 2002 com. pers.
s Acevedo, 2003
o o
011
sociales, políticos y económicos más complejos denominados cadcazgos.
Estos desarrollos comprenden un período estimado entre los 3.000 y los
1.200 años antes del presente 6 .
Si bien en el Valle de Aburrá, son más recurrentes referencias sobre
comunidades cacicales, sólo en los casos mencionados (Pajarito y
Suramérica) y el afectado por la obra "Caminos de la Romera", se han
encontrado evidencias de los tres estilos cerámicos (Cancana, Ferrería y
Marrón Inciso) en un mismo sitio, lo cual permite establecer algunos
paralelos entre los desarrollos sociales de quienes los produjeron.
En resumen y, de acuerdo con las evidencias registradas en el sitio
afectado, en otras áreas del proyecto era factible hallar evidencias
asociadas a estas ocupaciones y reocupaciones que abarcan un amplio
período de la historia local entre los 3.000 y 1.200 años antes del
presente.
Para tener una mejor comprensión de estos hallazgos y su perspectiva
dentro de la arqueología del Valle de Aburrá y zonas aledañas, se hace
referencia a un contexto más amplio basado en estudios realizados en
las dos últimas décadas por diferentes investigadores en varios sectores
del Valle de Aburrá y quienes han dirigido sus intereses a retomarlo
como unidad regional de análisis.
5 Cubito. 1998. Santos, 1995
23
Arqueología del Valle de Aburra'.
Para el Valle de Aburrá los investigadores han propuesto una secuencia
de períodos históricos de ocupación que cubre desde sociedades
cazadoras recolectoras, con sistemas simples de organización, hasta la
aparición de comunidades con estructuras sociales complejas
denominadas cacicazgos liderados por especialistas (caciques o jefes,
sacerdotes o shamanes, guerreros, comerciantes, etc) y con economías
diversificadas (agricultura, minería de oro y sal, orfebrería, alfarería y
comercio)8
A excepción de un período moderno sugerido en una de las propuestas 9 ,
estos modelos de periodización, en términos generales, retoman el
planteado por Reichel-Dolmatoff (1986) para Colombia, el cual
comprende las siguientes etapas: Paleoindia, Formativa, desarrollos
regionales, cacicazgos y estados incipientes.
El precerámico
Durante más de cinco décadas de la centuria pasada, el hallazgo de dos
puntas de proyectil en Niquía, municipio de Bello ubicado al norte del
Valle de Aburrá, fueron las únicas evidencias de un período precerámico.
Dichas puntas, bifaciales y elaboradas en chert, fueron asociadas al
En edición especial del Boletín de Antropología publicado por el departamento de antropología de la Universidad de Antioquia, aparecen dos articules donde, con diferentes perspectivas analíticas, se hacen balances sobre el desarrollo de las investigaciones arqueológicas en el Valle de Aburrí, a saber:
Obregón C, Mauricio (2003). Poblamiento Prehispánico del Valle de Aburra: Nuevos Apuntes Sobre un Discurso Fragmentado. En: Construyendo el Pasado. Boletín de Antropología Universidad de Antioquia. Medellín,
Santos V, Gustavo; Otero de Santos Helda (2003). Arqueología de Antloqula Balance y Síntesis Regional. En: Construyendo el Pasado. Boletín de Antropología Universidad de Antioquía. Medellín.
e Acevedo y otros, 1995; Strata - Ares Metropolitana 2000
e Strata - Ares Metropolitana 2000
" •
c'fi)-esibil Giraldo, 1999 con', pers .
denominado Paleoindio (10000 - 6000 a.C.) un período caracterizado
por la presencia de grupos cazadores especializados o cazadores
recolectores, quienes habrían desarrollado una industria lítica,
principalmente puntas de proyectil, como utillaje básico.
No es clara la procedencia de las puntas de Niquía. Arcila (1977),
menciona su hallazgo a 10 m de profundidad en un estrato de origen
antrópico. También existe la versión que por intermedio de guaqueros
llegaron a manos del anticuario Félix Mejía, quien posteriormente las
donó al Museo de la Universidad de Antioquia.
De acuerdo con estudios geológicos en el Valle de Aburrá es poco
probable dicho hallazgo a esas profundidades, ya que el valle y las
laderas que lo rodean, han tenido una relativa estabilidad desde
comienzos del Holoceno y no se han dado fenómenos geológicos que
implique el voicamiento de las capas de suelos 10 . De haberse dado, se
trataría de un hecho excepcionalmente localizado, como así lo indica la
permanente ausencia de este tipo de registros en otros sectores del
valle.
Para el Valle de Aburrá, tanto la asignación temporal como cultural de
las puntas de proyectil resulta cuestionable. A nivel cronológico, el
hallazgo de puntas de proyectil no remite siempre e inequívocamente a
épocas tempranas de ocupación humana. En el Magdalena Medio
2F1
Antioqueño, las fechas asociadas a puntas similares, localizadas cerca
del municipio de Puerto Berrío, están en el rango de 4000 a 1000 a.C. 11
Este rango cronológico es considerado muy tardío para este tipo de
evidencias, aún aceptando la existencia de un precerámico tardío -el
cual no ha sido caracterizado plenamente- para esta región del país,
mucho más si se tiene en cuenta que durante el rango señalado,
estaban en pleno desarrollo sociedades agrícolas y alfareras en algunas
regiones de Colombia".
Incluso, tomando el límite inferior, en el Valle de Aburrá ya se estaban
dando algunas manifestaciones de tales sociedades, en particular, las
relacionadas con el estilo cerámico Marrón Inciso'', como se mencionará
más adelante.
Con este panorama, adscribir las puntas de Niquía a grupos humanos
con un modo de vida de cazador especializado o cazador recolector,
incursionando sobre el Valle de Aburrá, no es determinante.
Recientes investigaciones vienen mostrando que para aquellas épocas
los modos de subsistencia incluían, además de grupos cazadores
recolectores, otros grupos con desarrollos cercanos a la producción
temprana de alimentos". En su conjunto de artefactos Ricos estos
11 López, 1999 12
Reichel-Dolmatoff, 1986; Langebaeck, 1992 13
Botero y otros, 1998 te
tangebaeck, 1992; Grueso, 1998
2R
grupos contaban con placas para moler, maceradores, hachas de mano
o azadas, etc".
En el valle intermedio del Río Porce (Río Medellín en su tercio superior)
hace más de siete mil años, los grupos allí asentados implementaron
prácticas hortícolas como lo indica el utillaje recuperado, que en su
mayoría está conformado por artefactos para moler como placas, cantos
rodados con bordes desgastados, manos de moler y hachas pequeñas 16 .
Un hecho de interés percibido en esta área, es la posible incorporación
local de la producción cerámica, interpretación sustentada a partir del
registro arqueológico, donde se observó que los grupos productores de
cerámica continuaron usando la tradición lítica de épocas anteriores.
Este indicador, sugirió a los investigadores que la transición de
comunidades hortícolas, del período precerámico, hacia comunidades
alfareras y agrícolas, se dio en el área intermedia del Río Porce y no a
partir de la llegada de oleadas migratorias de otras regiones''
Aunque no se descarta que las comunidades locales hayan tenido algún
tipo de influencia a través de contactos con sociedades asentadas más al
norte de Colombia, una de las regiones donde se encuentran las
evidencias más antiguas de los desarrollos alfareros".
15 Rodríguez, 1991; López, 1999; Castillo, 1998, Acevedo, 2000
le Castillo, 1998
" Castillo, 1998.
16 Castillo, 2005
Los más recientes resultados obtenidos en el Valle de Aburrá con
respecto al período precerámico, son más coincidentes con los
reportados para el Río Porce. Las excavaciones del sitio La Blanquita,
ubicado sobre el costado Sur occidental del Valle de Aburrá, presentan
un conjunto de artefactos líticos similar a los hallados en el valle
intermedio del Río Porce.
La mayoría de los artefactos están relacionados más con labores de
molienda (¿Horticultura?) que con actividades de caza. Las fechas
obtenidas, ubican estas evidencias sobre el sexto milenio a.C., es decir,
también próximas temporalmente".
Cerca de El Ranchito, en la vereda San José municipio de La Estrella, fue
reportado el sitio Casa Blanca 2° con evidencias de una posible ocupación
temprana; aunque los investigadores lo definen como precerámico con
un fechado de 2860 ± 70 a.0 (Beta 141057), la descripción del contexto
del hallazgo genera dudas.
Además de la alteración antrópica del sitio, la afirmación en el texto que
"fue posible recuperar algunos artefactos líticos, sin evidencia de
cerámica" (Ibid: 40), no concuerda con la descripción de los niveles y
los estratos ya que, como se aprecia en la descripción del corte II, se
menciona la presencia de fragmentos cerámicos en el estrato donde se
concentra el material lítico, considerado como precerámico.
GAFA, 2002
Langebaeck y otros, 2002
7A
El utillaje lítico correspondiente a esta ocupación estaba conformado por
artefactos obtenidos por talla simple, principalmente lascas destinadas a
funciones de corte y raspado. Para la elaboración de los artefactos, fue
utilizada como materia prima cantos rodados de cuarzo y andecita,
obtenidos en fuentes de agua locales próximas al sitio.
Al igual que sucede con la datación establecida en el área intermedia del
Río Magdalena para puntas de proyectil similares a las de Bello, la
cronología del sitio Casa Blanca, está también dentro de un rango
temporal más próximo al desarrollo de sociedades con prácticas
agrícolas y el uso de cerámica.
En síntesis y de acuerdo con las referencias citadas para este período en
el Valle de Aburrá, las evidencias remiten a tres modelos posibles de
ocupación; una, tiene que ver con la incursión de grupos asociados a un
modelo de subsistencia de caza especializada o caza y recolección; la
segunda con una expresión tardía de una industria de lascas sin una
clara asociación cultural y económica y por último, la presencia hace
unos 8 milenios de grupos con un instrumental lítico cuya función
sugiere prácticas hortícolas.
Desde este punto de vista, estas últimas evidencias, ofrecen una mejor
proyección hacia la compresión de los primeros procesos de ocupación
del Valle de Aburrá; en primer lugar, proceden de un contexto de
excavación que si bien no es muy amplio, es coherente en cuanto a la
secuencia estratigráfica y cultural registrada.
29
En segundo lugar, contribuyen a darle coherencia a las propuestas de
periodización hechas para el Valle del Aburrá, no tanto por darle validez
como divisiones periódicas, sino por permitir establecer relaciones entre
los procesos culturales y las expresiones de cambios Inherentes a cada
uno de ellos
Tercero, también resulta más coherente con los subsiguientes
desarrollos culturales en el Valle de Aburrá que tienen que ver con el
establecimiento de sociedades con prácticas agrícolas más permanentes
y organizaciones con proyección a la complejidad social y cultural.
Por último, como se podrá apreciar al abordar el período siguiente,
espacialmente se están relacionando dos áreas ubicadas sobre el mismo
eje hidrográfico, sin que estén separadas por grandes barreras
geográficas que limiten la movilidad de los grupos humanos.
El formativo
Genéricamente, se denomina período formativo a la época durante la
cual se consolidaron los sistemas agrícolas junto al desarrollo de la
alfarería y la sedentarización de algunos pueblos; estos desarrollos
pudieron darse de manera independiente, pues existen evidencias que
varios grupos humanos practicaron algunas actividades agrícolas mucho
"."
antes de que apareciera la cerámica 21 o conservaron cierto grado de
movilidad itinerante o cíclica 22 .
Para el Valle de Aburra, hasta hace poco, no se contaba con información
para el período Formativo. De la presencia de grupos precerámicos
cazadores recolectores, se pasaba a sociedades agroalfareras con
organizaciones sociales complejas denominadas cacicales.
Igualmente, la ausencia de expresiones locales de transiciones no
permitía afirmar, si estas nuevas expresiones culturales obedecían a
cambios en los modos de vida de los grupos que ocuparon el valle,
derivados de presiones ambientales, demográficos, etc., o si por el
contrario, llegaron al valle otras comunidades con tecnologías y sistemas
productivos ya desarrollados plenamente.
Una de las más probables áreas de donde llegarían estos grupos o sus
antecesores, sería la vertiente intermedia del Río Porce; allí, entre los
7000 y 5000 años a.C. algunas comunidades implementaron un
desarrollo económico y tecnológico propio de selva húmeda tropical
basado en prácticas hortícolas.
Es posible que, alrededor de los 5000 años a.C., hayan dado el paso
hacia la domesticación de plantas y sobre los 4000 años a.0 incorporan
una nueva tecnología: la elaboración de cerámica 23 . Durante estos
Dolmatoff, 1986; Gnecco, 1998
Bonavia 1988
73 Castillo, 1998
31
procesos la tradición lítica (tipos de artefactos y manera de hacerlos) se
mantuvo sin mayores variaciones.
A este desarrollo alfarero se le denominó La Cancana (por el lugar de su
hallazgo), y se supone que a mediados del quinto milenio, después de
un corto período experimental de manufactura, se generalizó 24 .
Una de las áreas donde pudo irradiarse estos desarrollos fue el Valle de
Aburra; Castillo (1995) por ejemplo, supone que a través del eje del Río
Porce (Río Medellín en su tercio alto) se establecieron asentamientos
similares en el valle, que posteriormente derivaron hacia los creadores
del denominado estilo Ferrería.
Correa (1997, com. pers.), a partir del registro de cerámica similar a La
Cancana que denominó Bosque Alisado Cremoso, hallada en el municipio
de Yolombó, localizado también sobre la misma provincia climática del
Porce Medio, cree que podrían ser los antecedentes del complejo La
Cancana.
Tomando como base la fecha de 5460 -+ 70 BP asociada a ella, sugiere
que"...estaría marcando el inicio de una tradición cerámica local,
implementada por grupos humanos con una base económica
probablemente agrícola complementada con caza y recolecta".
24 Castillo, 1995
32
A través de una secuencia de ocupación de más de 2000 años se
mantuvo este continuum cultural, pues hacia los 3280 ±70 BP el tipo
cerámico "Bosque Alisado Cremoso" conserva sus características
formales y tecnológicas, pero se presenta una baja en la densidad de las
evidencias, interpretada como un descenso de población articulado a un
proceso de expansión de tos bosques.
Una nueva secuencia de ocupación se daría inicio para comienzos del
primer milenio a. C (2740±60 BP) donde se evidencia una nueva
deforestación del bosque y las características ambientales no son muy
diferentes a las del presente; las nuevas evidencias cerámicas fueron
denominadas "Bosque Pulido Inciso" pero no se pudo precisar cuál era
su conexión con el grupo cerámico predecesor "Bosque Alisado
Cremoso".
En una pequeña área de El Ranchito, sitio ubicado en el municipio de
Itagüí, fueron ubicadas las primeras evidencias para el Valle de Aburrá
que tenían relación con estas ocupaciones 2s ; las mismas estaban
representadas por pocos fragmentos cerámicos que tecnológica y
formalmente guardan relación con la cerámica descrita para Yolombó 26 y
La Cancana 27 .
Las excavaciones realizadas en el sitio confirmaron su antigüedad ya
que en la secuencia cultural, los fragmentos de dicho estilo,
25 Acevedo, 2003
26 Can». 2002 com. pers
Cadavld, 2002 com. pers
33
invariablemente, aparecieron por debajo de los estilos Ferrería y Marrón
Inciso, en la base del estrato de transición (HAB) hacia el estrato estéril
culturalmente (HB). Aunque la densidad de los vestigios era baja fue
suficiente para determinar que en el sitio se dio una ocupación
relacionada solamente con este tipo cerámico 28 .
Lo anterior es de considerar, teniendo en cuenta los resultados
obtenidos en el sitio Pajarito, ubicado sobre el costado centro-occidental
del Valle de Aburrá, donde las excavaciones muestran la presencia de
material cerámico similar a La Cancana.
Pero a diferencia de El Ranchito, la cerámica Cancana no conforma un
piso de ocupación sino que aparece junto a cerámica del estilo Ferrería;
un hecho notable en Pajarito es que el utillaje lítico asociado es similar
en tecnología al registrado para las ocupaciones precerámicas
reportados en el Porce Medio y La Blanquita 29 .
Para el Valle de Aburrá, siempre se ha estimado que el Marrón Inciso es
un estilo cerámico posterior al de La Cancana, estilo que para este valle
según Castillo (1998), tendría más relación con el estilo cerámico
Ferrería.
Sumados los datos de la Blanquita, El Ranchito y Pajarito, llevan a
formarnos una percepción diferente a la que hemos tenido sobre el
período formativo para el Valle de Aburrá. La presencia de tradiciones
z Acevedo, 2003
Nieto, 2002 com. pers
34
líticas y cerámicas con un desarrollo temporal similar a las del Porce
Medio, dan validez a establecer relaciones entre estas dos áreas regidas
por un mismo eje hidrográfico.
Aunque, está por establecerse el tipo y dinámicas de estas relaciones,
por ejemplo, ¿fueron iguales los procesos de cambio en dichas áreas? o
por el contrario ¿obedecieron a dinámicas propias a cada una de ellas?
Por ahora queda claro que la comprensión de los procesos de cambios
culturales en el Valle de Aburra, debe ir acompañada de metodologías
que ayuden a establecer las condiciones sociales de los grupos y a
caracterizar el medio que habitaron a nivel local, antes de llegar a
conclusiones mediadas por causas difusionistas o migratorias, donde
solo se trasladan los grupos con toda su carga cultural.
Un cambio de enfoque ayudará a identificar los dinamismos inherentes a
los grupos humanos cuando deciden optar por uno u otro tipo de
organización social, las tensiones internas, acceder a nuevas áreas,
establecer intercambios, etc., como generalmente se ha postulado para
las sociedades del período siguiente.
Los cacicazgos
Según la información obtenida, desde hace unos 3.000 años antes del
presente, comunidades con expresiones sociales, económicas y
culturales diferentes a las denominadas del formativo, hicieron presencia
en el Valle de Aburrá. El vacío de información arqueológica existente,
35
sobre todo para épocas anteriores, aún dificulta establecer conexiones
entre los primeros momentos de ocupación y las nuevas comunidades.
En la bibliografía arqueológica estos desarrollos culturales han sido
denominados cacicazgos3° y se caracterizaron por tener un orden social
jerarquizado en el que existieron especialistas, (p. ej. ceramistas,
orfebres, sacerdotes y shamanes); una organización política
fundamentada en líderes (p. ej. caciques, jefes o señores); economías
mixtas de explotaciones agrícolas y mineras; relaciones comerciales y
alianzas políticas.
Considerando las similitudes en las pautas de asentamiento y
enterramiento, la amplia dispersión geográfica de los estilos cerámicos
asociados a estas comunidades, la existencia de extensas redes de
comercio y posibles alianzas políticas entre ellas
Dichas sociedades estarían relacionadas con "macroetnias" adscritas a
su vez a vastas regiones donde, divididas en comunidades locales o
cacicazgos, pudieron haber ejercido un amplio control político y
territorial en el Valle de Aburrá y zonas aledañas 31 .
A qué obedeció su presencia en el Valle de Aburrá?, ¿Se produjeron
cambios en los modo de vida de los grupos que anteriormente habitaron
el Valle o llegaron otras comunidades con un modo de vida en desarrollo
o plenamente establecido?, ¿Se pueden considerar factores ambientales,
Reichel-Dolmatoff, 1986 31
Castillo, 1988; Santos, 1993
36
demográficos o tecnológicos que hayan condicionado o favorecido el
desarrollo de aquellas comunidades.
Desde finales de la década de los años cincuenta y debido a la
expansión urbanística, el maestro Graciliano Arcila registró hallazgos
arqueológicos en diferentes áreas del Valle de Aburrá: Guayaba', El
Poblado, Manrique, El Salvador, La América, Itagüí, Envigado, los Cerros
Nutibara y El Volador, y Pueblo Viejo en La Estrella 32 .
De estos registros, la mayoría de los objetos recuperados son vasijas
procedentes de contextos funerarios. El maestro Arcila, a partir de la
comparación entre los atributos de las vasijas en cerámica vislumbra
estilos cerámicos contrastantes asociados a patrones de enterramientos
que indican a su vez dos épocas distintas.
A un patrón de tumbas de pozos sencillos y poca profundidad, en
ocasiones cubierto con lajas, asoció un estilo cerámico estéticamente
depurado, caracterizado por urnas funerarias para depositar restos
humanos por lo general calcinados; en algunas ocasiones otras vasijas
complementaban el ajuar funerario.
El maestro Arcila, denominó este estilo cerámico "Complejo
Antioqueño", y si bien no lo mencionó de forma directa, correspondería
a una cerámica temprana para el Valle de Aburrá, al excluirla de un
estilo que consideró tardío.
Arala, 1977
Este último estilo, que presenta notables diferencias en formas y
decoración con el "Complejo Antioqueño", temporalmente lo ubicó como
inmediatamente anterior a la conquista ya que "su factura, forma y
elaboración revela una técnica de estilo denominado tardío, o sea de
poca antigüedad". 33
Al estilo tardío, corresponde un patrón funerario de tumbas más
profundas, con pozo de acceso rectangular y cámara lateral donde se
depositaba directamente los restos humanos, acompañados de un ajuar
funerario que incluía vasijas en cerámica, volantes para huso,
narigueras en oro o tumbaga y herramientas en piedra.
Para Arcila, los dos estilos cerámicos eran "variantes de un desarrollo
local" pero con rasgos que notaba influencias de otros desarrollos,
principalmente Quimbaya, que tuvo una amplia dispersión en los hoy
departamentos de Quindío, Caldas y Risaralda y la cuenca intermedia
del Río Cauca, sin que este llegara a "alterar la técnica que caracterizó
la arqueología del Valle" 34 . Tales influencias se habrían dado a través de
prolongados contactos comerciales entre estas dos regiones del país.
En trabajos posteriores, Castillo 35 consideró que un tipo de cerámica
incisa con engobe rojo, presente en el Valle de Aburra, también era
expresión de "influencias culturales variadas" relacionadas con la
Arola 1977
crt.
1988
38
tradición cerámica "roja incisa" cuya dispersión se dio sobre la cuenca
del Río Cauca, principalmente en su tercio medio, entre las localidades
de Santa fe de Antioquia al norte y Jardín, al sur.
Esta tradición cerámica habría tenido un largo desarrollo temporal, pues
si bien la autora la ubicó hacia comienzos de la era cristiana, dejó
abierta la posibilidad de haber perdurado hasta la época de la conquista,
al considerar la escasa profundidad de las evidencias que sugiere poca
duración de los asentamientos 36 .
Para el Valle de Aburrá, Castillo asoció la tradición "roja incisa" al patrón
de enterramiento de tumbas de pozo sencillo coincidiendo con el
maestro Arcila, aunque estableció para el norte del valle, variaciones en
la forma de las tumbas, donde las lajas de piedra, en número de seis,
conforman un sarcófago donde se depositaba directamente el cuerpo 37 .
Pero a diferencia del maestro Arcila que estableció una clara relación
entre El "complejo antioqueño" con tumbas de pozo sencillo y el "estilo
tardío" con tumbas de pozo profundo con cámara lateral, Castillo sólo
describió el patrón funerario de pozos sencillos relacionado con la
tradición "roja incisa", única cerámica reseñada por la autora para el
Valle de Aburra.
Hacia la cuenca del río Cauca Castillo relacionó esta tradición cerámica
con "núcleos humanos" sin que se adscribieran a un modelo de
u, !bid
lbtd
organización social y político determinado; sin embargo, con base en
evidencias indirectas (artefactos líticos y cerámicos, principalmente
platos planos y cuencos con incisiones profundas en el fondo para
macerar productos blandos), sugirió que estos grupos tenían una
economía sustentada en sistemas agrícolas.
Sobre las actividades de los "grupos portadores" de la tradición roja
incisa en el Valle de Aburrá, Castillo los vinculó directamente con el
control sobre explotaciones salinas en la región del oriente antioqueño,
hacia la localidad de El Retiro y hacia el sur de la cuenca del Río Cauca
en las localidades de Heliconia, Titiribí y Venecia 38 , aunque no estableció
el tipo de relaciones que pudo existir entre estas tres regiones, fuera de
las dadas por la similitud en el estilo cerámico.
Con los anteriores antecedentes a comienzos de la década de los años
90, se diseñó una prospección arqueológica sistemática en el Valle de
Aburrá, para determinar cronologías y establecer relaciones culturales
con regiones adyacentes. La investigación fue dirigida a cubrir una
franja entre las cotas de los 1.600 y 1.800 msnm sobre las laderas
ubicadas hacia el costado occidental del valle y el Cerro El Volador,
ubicado en la parte central del valle 39 .
La información obtenida, evidenció una amplia dispersión de
asentamientos humanos a lo largo y ancho del valle como producto de
as Castillo, 1988 as Castillo, 1998, 1995; Santos, 1-995
en
una prolongada y continua presencia del hombre durante los últimos
tres mil años.
Nuevos rasgos estilísticos en la cerámica junto a las fechas obtenidas,
permitió redefinir los estilos cerámicos y delimitar dentro de este lapso
de tiempo, dos períodos de ocupación por parte de sociedades
agroalfareras; los períodos fueron denominados temprano y tardío,
asociados a estilos cerámicos que los identifica.
Para el período alfarero temprano de ocupación, un primer estilo
cerámico fue relacionado con la cerámica denominada Marrón Incíso,
cronológicamente definido para los diez primeros siglos de la era
cristiana, e identificada inicialmente para la cuenca del Río Cauca, en
una región ubicada al norte del departamento del Valle del Cauca tia .
De acuerdo con las características de la cerámica y las pautas de
enterramientos descritas por Arcila y Castillo, al estilo Marrón Inciso
corresponden "El Complejo Antioqueño" (sobre el cual, ya Arcila intuía
un origen "temprano" en el Valle de Aburrá), y la tradición cerámica
"Roja Incisa".
Localmente, fue identificado un segundo estilo cerámico denominado
Ferrería, al que consideró como un desarrollo independiente, aunque
contemporáneo del Marrón Inciso 41 .
80 Bruhns, 1990
41 Castillo, 1995; Santos, 1998
41
Para Castillo:
"en el contexto particular de la cerámica del Valle de Aburrá, los estilos
identificados se consideran en principio representativos de dos fases
culturales que remiten a grupos culturalmente diferenciados 42...
Como fase define: (retomando a Echavarría, 1981): "una unidad de
espacio tiempo cultura que posee rasgos suficientemente característicos
para distinguirla de todas las otras unidades concebidas similarmente,
ya sea de la misma o de otra tradición cultural".
Las fases culturales mencionadas fueron definidas como Ferrería y
Pueblo Viejo, basadas en parámetros culturales como distribución
espacial de "los complejos cerámicos", la cronología establecida para
cada uno de ellos, y el comportamiento de las evidencias que los
representan a lo largo de las secuencias estratigráficas donde fueron
halladas.
Fase Ferrería
Representa las primeras comunidades alfareras en asentarse
permanentemente en el Valle de Aburrá desde el siglo quinto a.C. En el
proceso de ocupación estas comunidades poblaron un amplio territorio
de la cordillera central, ocupando las tierras cálidas de la vertiente del
Río Magdalena; templadas sobre la cuenca del Río Cauca y frías del
altiplano de Rionegro.
" Castillo, 1995
El estilo Ferrería, fue definido a partir de una localidad con este nombre,
ubicada actualmente entre los límites de los municipios de Itagüí y la
Estrella, en el costado sur del Valle de Aburrá. Una fecha de 2390 ±
110 a. P., obtenida allí, llevó a considerarla, para entonces, como la
ocupación más antigua en el valle por parte de los primeros grupos
humanos, posiblemente provenientes "desde otras regiones", en épocas
que inclusive abarcaría el primer milenio a.C., ya que no se contaba con
antecedentes de una industria alfarera que indicara su desarrollo local 43 .
En relación con el patrón de vivienda se diferenciaron dos tipos de
asentamientos: nudeados en los sitios bajos y extensos del valle y
dispersos en las laderas y partes altas de las colinas que lo rodean,
aprovechando las formas naturales o acondicionándolas por medio de
aterrazamientos. Los asentamientos dispersos, por su menor extensión
y presencia de evidencias culturales, fueron asociados a unidades
familiares menores.
La producción alfarera, considerando el dominio de las técnicas de
producción (cocción, pasta homogénea, formas y decoración
recurrentes), remitiría a un trabajo especializado de algunos "núcleos"
para abastecer la demanda de comunidades mayores".
Con base en las fechas obtenidas, esta fase cultural tuvo un marcado
desarrollo durante ochocientos años, comprendidos entre el siglo V a.C.
43
y los tres primeros siglos de nuestra era, con la posibilidad de haberse
extendido hasta el siglo XVII, según una fecha del mismo siglo, obtenida
en una de las localidades excavadas (VA 046 La Perla) y similitudes
estilísticas con material cerámico, recuperado en tumbas con cámara
lateral en el cerro El Volador y fechadas para los siglos XVI y XVII d.
C".
En el Valle de Aburrá, de acuerdo con las evidencias obtenidas en el
Cerro El Volador y en el municipio de Bello, las pautas de enterramiento
se caracterizaron por fa ubicación de sepulturas en los sitios de vivienda.
Las tumbas eran rectangulares, conformadas por un pozo con una
semicámara a uno o ambos lados del mismo y un sarcófago cavado en
el suelo, donde se depositaba el cuerpo humano; o fosas donde eran
puestos restos óseos cremados en vasijas de forma subglobular o
directamente sobre el piso"
Fase Pueblo Viejo (Marrón Inciso)
El nombre dado, se deriva de la localidad de Pueblo Viejo, corregimiento
del municipio de La Estrella, ubicado al sur del Valle de Aburrá. Con
esta fase se pretende "identificar los desarrollos culturales específicos de
las poblaciones que elaboraron dicha cerámica en esta región -47 .
4:11
• a•
tol"
Isd
Santos. 1998
47 Casta°, 1995
44
Esta cerámica_en sus rasgos tecnológicos y estilísticos no presenta
diferencias con el conjunto cerámico Marrón Inciso. La cronología de la
ocupación Pueblo Viejo se concentra entre los siglos V a. C. y el X d. C.
Al igual que para la fase Ferrería, los asentamientos de la Fase Pueblo
Viejo, se hallan en las zonas bajas (nucleados) y altas del valle
(dispersos), sobre las doras de las colinas, para lo cual, aprovecharon
los planos naturales o realizaron aterrazamientos en las laderas para
ubicar las viviendas.
No obstante lo parecido en cuanto a su patrón de asentamiento, se
propone una diferenciación de los mismos, en relación con la
disponibilidad de ciertos recursos:
Al comparar la asociación de los asentamientos de cada
cultura con los recursos disponibles en el medio, puede
plantearse que se trataba de dos grupos con orientaciones
económicas diferentes: uno centrado en la explotación de
recursos mineros y el otro en la agricultura. Así lo indicaría la
mayor presencia de asentamientos Ferrería en el sector
suroccidental y partes altas del Valle, en donde la mejor
calidad de los suelos posibilitaría una agricultura permanente a
diferencia de aquellos situados, por ejemplo, en el altiplano de
Oriente, de escaso valor agrkola49.
aSS
Aunque no se mencionan evidencias directas o indirectas, se plantea
que los grupos humanos relacionados con la fase Pueblo Viejo, son
portadores de un "modo de vida" basado en la agricultura y en ella,
posiblemente, practicaron el cultivo del maíz.
Así mismo, por la presencia de dos fragmentos de volantes para huso y
huellas de tejidos en la base de algunas vasijas, se sugiere la existencia
de una industria de hilados y tejidos. Una relación similar, se establece
entre una nariguera procedente del Cerro El Volador, excavada en una
terraza de habitación (T-7), y el aprovechamiento de fuentes auríferas y
la manufactura de piezas en oro.
En términos generales, el patrón de asentamiento está asociado a
comunidades agrícolas, pero las características fisiográficas de algunas
regiones, llevó a plantear patrones de asentamiento relacionados, a su
vez, con el tipo de recursos en ellas encontrados, en particular, con la
explotación de fuentes salinas y auríferas".
Las pautas de viviendas dispersas, especialmente a lo largo de los
pequeños valles interandinos, estarían orientadas a la explotación de
suelos fértiles para la producción intensiva de maíz y el
aprovechamiento de los recursos bióticos de bosques y ríos. Por el
contrario, la concentración de viviendas cerca de las fuentes salinas,
indicaría la existencia de aldeas "especializadas en la explotación de la
sal"; igualmente, un sistema similar de especialización de aldeas,
permitiría la obtención de oro.
49 Santos, 1998
46
Las pautas de enterramiento muestran que no existía una separación
entre las áreas domésticas y el espacio funerario, ya que las tumbas se
hallan en terrazas dedicadas también a sitios de vivienda. En ellas, se
cavaba un pozo sencillo, donde eran Tia sisadas urnas funerarias con
los restos óseos calcinados o no; en algunas ocasiones los pozos fueron
cubiertos con lajas o ubicados bajo grandes rocas 50 . Una diferenciación
en el rango social del individuo sepultado, estaría dada, por las
características de las vasijas utilizadas y el ajuar que las acompaña..
A nivel de organización social y política, la existencia de recursos
diferenciales, llevaría a la conformación de "entidades regionales" que
los controlaría en grandes zonas, especialmente los relacionados con la
sal y el oro. El control de los recursos se lograría a través de
organizaciones sociopolíticas complejas (cacicazgos), caracterizadas por
jerarquías entre los individuos al interior de las aldeas, entre las aldeas
y, en un rango más amplio entre conjuntos de aldeas que expresan así
mismo diferencias sociales, políticas y religiosas, al interior de las
"entidades regionales".
No obstante las variaciones que representarían las entidades regionales,
la similitud en muchos rasgos de estilo en la cerámica, en las pautas de
asentamiento y en las formas de producción, son considerados como
indicadores de una organización sociopolítica confederada que permitió
mantener una identidad cultural a través de normas socio políticas y de
parentesco, sumando a ello, una interacción cultural basada en sistemas
5C Otero de S Heida, 1992
47
de intercambio social y económico que en resumen, indica "la cohesión
social de una macroetnia"51 .
La presencia de la cerámica Marrón Inciso en el Valle de Aburrá, haría
parte del influjo de una temprana ocupación por parte de sociedades
agro alfareras, que a partir de la cuenca intermedia del Río Cauca, se
desplazaron por amplias zonas del actual territorio antioqueño durante
los cinco primeros siglos d. C. Para algunos investigadores 52, la
ocupación Pueblo Viejo, corresponde al período de mayor auge político.
Reflexiones sobre el desarrollo de los cacicazgos en el Valle de
Aburrá
En los últimos tres milenios, y a nivel espacial, las evidencias muestran
una amplia dispersión de asentamientos humanos a lo largo y ancho de
todo el Valle de Aburrá, relacionados con sociedades agroalfareras.
La prolongada permanencia y proliferación de asentamientos en todos
los paisajes posibles de ser aprovechados, y las relaciones de estas
comunidades entre si y con al medio .que habitaron debieron estar
sustentadas en una dinámica permanente que les permitió alcanzar los
desarrollos culturales-señalados.
Visto en detalle, los procesos socioculturales concernientes a los
desarrollos cacicales para el Valle de Aburrá son complejos y lejos están
51 Santos, 1995
52 Castro, 1998; Santos, 1993
¿A
de ser explicados sólo a partir de estilos cerámicos, fases culturales o
periodizaciones consideradas con base en variables aisladas.
Las transiciones y cambios culturales entre el formativo y los desarrollos
cacicales y aún al interior de los mismos, han sido planteados y
débilmente sustentados sobre una base de ocupaciones discontinuas o
invasiones y desplazamientos de poblaciones 53 .
Al respecto, se ha planteado una serie de premisas o hipótesis cuyas
implicaciones deben ser estimadas dentro de los modelos propuestos y a
la luz de los nuevos datos arqueológicos obtenidos para el Valle de
Aburrá y áreas adyacentes.
Como punto de partida, los niveles de inferencia e interpretación definen
bajo una misma perspectiva dos aspectos básicos que si bien hacen
parte de la misma problemática, tienen significados diversos, ellos son:
los procesos de ocupación y los desarrollos culturales locales.
En los modelos propuestos, las comunidades Ferrería llegaron al Valle
hacia el primer milenio a.C, tal vez procedentes de la cuenca intermedia
del río Porce. Su modo de vida estaba caracterizado por un desarrollo
económico y tecnológico propio de las selvas húmedas tropicales,
basado en prácticas hortícolas.
53 Castillo, 1995
49
Hace unos 7.000 años antes del presente, aquellas comunidades habrían
iniciado un proceso de domesticación de plantas que les permitiría
colonizar provincias climáticas intermedias como los valles
infra montañosos.
De otro lado, a comienzos de la era cristiana, harían su ingreso al Valle
de Aburrá las comunidades Marrón Inciso relacionadas con
organizaciones sociales complejas y jerarquizadas, economías agrícolas
claramente basadas en el cultivo del maíz, explotaciones mineras,
producción orfebre y permanentes relaciones comerciales.
Si bien para algunos autores este esquema general de poblamiento del
Valle de Aburrá para el período agroalfarero puede ser resignificado, ya
sea a partir de las profundidades cronológicas que indican una
contemporaneidad entre las cerámicas Ferrería y Marrón Inciso" e
incluso, en algunos casos una antigüedad mayor para esta última 55 , o
reconsiderando si realmente se trata de la coexistencia de dos
comunidades diferentes 56 los modelos que las interpretan conservan su
esencia.
Los modelos expuestos, sugieren movimientos humanos de expansión
hacia el Valle de Aburrá, como consecuencia de posibles transiciones
económicas y/o el aprovechamiento de variados recursos.
st Castro, 1998
ss Botero, Monsalye y Múnera, 1998; gotero 9, 1997
ss Castillo, 1995
Para el caso de los Ferrería, estas relaciones fueron establecidas a partir
del desarrollo alfarero La Cancana, ocurrido hace más 4.000 años en el
valle intermedio del río Porce, que por corresponder con el mismo eje
del río Medellín, hace suponer que asentamientos similares se dieron en
el Valle de Aburrá y, en consecuencia, los antiguos horticultores de la
cultura La Cancana serían los predecesores de la cultura Ferrería s '.
Una asociación menos directa se da para las comunidades productoras
de la cerámica Marrón Inciso, para quienes el Valle garantizaba acceso a
diversos recursos existentes en las distintas zonas" y como vía natural
en sus rutas comerciales entre la cuenca del río Cauca y el valle del río
Magdalena 59 .
Además de los supuestos planteados a partir de indicadores cronológicos
y similitudes estilísticas de las cerámicas, surgen otros interrogantes
como: ¿desde qué momento el Valle hizo parte de la influencia de estos
desarrollos?
Así mismo, ¿qué condiciones favorables ofrecieron los ecosistemas del
Valle de Aburrá para que se produjera la transición de sociedades
hortícolas a sociedades agrícolas?; ¿qué implicaciones tuvieron las
transiciones económicas en los sistemas de organización social, política
y cultural?; y ¿qué cambios tecnológicos sustentan dichas transiciones?
Idd
56 lbs
sa Santos, 1996
51
Las interpretaciones que sugieren la conquista de las comunidades
Ferrería por parte de las comunidades de la fase Pueblo viejo durante el
último milenio antes de Cristo y la coexistencia de ambas durante un
largo período de tiempo en donde mantienen asentamientos
espacialmente diferenciados, cerámicas con estilo propio e intercambio
de bienes, comienzan ha ser debatidas..
Fechas asociadas a evidencias Marrón Inciso cercanas a los 3.000 años
antes del presente, obtenidas al norte del Valle de Aburrá y en la cuenca
de la quebrada Piedras Blancas" e incluso la obtenida hacia el sur del
Valle de 2.300 a.p. en el corregimiento de Pueblo Viejo 61 , sugieren la
necesidad de revisar la premisa de los procesos de conquista de las
comunidades Marrón Inciso sobre las Ferrería.
Este marco de poblamiento a través de migraciones ha contribuido a
velar las dinámicas culturales locales, aduciendo la ausencia "de
antecedentes en el Valle que sugieran su desarrollo local' 42 para la
cerámica Ferrería y la permanente asociación de la cerámica Marrón
Inciso a un "estilo o tradición de amplia dispersión" 63 .
Tal visión supone entonces la existencia de comunidades plenamente
establecidas en el Valle, articuladas a procesos de gran ocurrencia
espacial que se sustentan en generalidades y no en particularidades al
° Botero, Monsalve, Münera, 1998; Botero P, 1.997
61 Castro, 1998
e2 Castillo, 1995
co Santos, 1993
57
interior de los mismos, como los que se pudieron haber dado en el Valle
de Aburrá.
Este tipo de interpretaciones que pretenden relacionar culturas
materiales con culturas humanas, limitan la comprensión de la
particularidad de los desarrollos culturales, pues se confunden los
niveles de análisis y generalmente los desarrollos culturales se asocian
al auge de estilos cerámicos que los homogeniza.
Patrones de dispersión frente a los modelos de vocación
económica
Una de las problemáticas a considerar tiene que ver con el modelo de
dispersión de los asentamientos sugeridos para las comunidades en el
Valle de Aburrá. Este modelo plantea una relación directa entre
asentamientos, recursos y vocación económica.
Las comunidades portadoras del estilo Marrón Inciso centrarían sus
actividades en la explotación de recursos mineros y las comunidades
portadoras del estilo Ferrería, en la agricultura. Premisa que se soporta
en la estrecha relación cultural entre el oriente antioqueño y el Valle de
Aburrá.
El planteamiento sobre vocaciones económicas contiene dos importantes
supuestos, el primero es que en el Valle de Aburrá la agricultura
posiblemente tuvo un mayor desarrollo que en el altiplano oriental por
contener suelos más aptos para este tipo de actividades y el segundo,
53
que los recursos salinos fueron explotados sólo por las comunidades
asociadas al estilo Marrón Inciso".
En consecuencia, la dispersión del este estilo tendría su mayor expresión
en la existencia de aldeas Marrón Inciso especializadas en la explotación
de recursos mineros tanto auríferos como salinos; pero para algunos
investigadores las comunidades Ferrería, además de ser agrícolas,
también explotaron fuentes de agua sal y cuencas auríferas 65 .
Si se ha de aceptar que la explotación de sal por parte de comunidades
Marrón Inciso está justificada por la ubicación de terrazas de vivienda y
la acumulación de fragmentos cerámicos de este estilo cerca de las
fuentes salinas, también se debe aceptar que un patrón cultural similar
debió darse con las comunidades Ferrería, pero tal relación aún no ha
sido establecida.
A lo anterior, considerando el esquema formulado, las comunidades
Marrón Inciso debieron tener una alta densidad poblacional y una
prolongada estadía, como lo sugiere la reseña de numerosos sitios
arqueológicos relacionados con esta cerámica.
En consecuencia, estaríamos entonces al frente de sociedades con un
alto grado de especialización económica basada en la explotación de sal,
girando en torno a ella el resto de actividades económicas, que entre
otras cosas, seguramente demandó un alto volumen de alimentos para
sostenerse.
u Castillo, 1995
65 Santos, 1996
54
De ser así, es necesario un nuevo esquema explicativo para ver cómo se
articulan al modelo general relacionado con el desarrollo de
comunidades cacicales. Este modelo tiene el auge de la agricultura y,
junto a ella, la pugna por tierras fértiles, como uno de los ejes
dinamizadores que permitió la centralización política, alcanzar
organizaciones sociales jerarquizadas y acceder a nuevos ecosistemas y
por lo tanto a otros recursos, entre ellos el oro y la sal, como
componentes de un sistema económico mayor.
Mucho más sí tenemos en cuenta que un intento de asociar el conflicto
por tierras fértiles como una de las principales causas del origen de los
cacicazgos, mostró que en el Valle de Aburra el desarrollo de posibles
centros de poder era más evidente hacia el norte del valle, precisamente
en áreas tradicionalmente consideradas poco fértiles 66 .
Otro hecho importante es que si la fertilidad de los suelos pudo incidir
en la ubicación de los asentamientos, la ausencia de ella no constituyó
una limitante para la producción agrícola, ya que estas comunidades
contaron con diversos medios tecnológicos para adecuar los suelos.
En la zona del oriente antioqueño, en la cuenca de la quebrada Piedras
Blancas, el paisaje empezó a ser transformado - hace unos 3.000 años
antes del presente - con la construcción de huertas en forma de campos
langebaeck y otros, 2002
AA
circundados, algunos de ellos delimitados por muros en piedra y
sistemas de drenaje 67 .
En el Valle de Aburrá, al parecer, adecuaciones de suelos ya se daban
para los dos mil años a. p., como lo sugiere el registro de un suelo
negro con alto contenido orgánico que se halló sepultado en el sitio
denominado El Atravesado situado en la parte intermedia de la cuchilla
El Manzanillo, perteneciente al municipio de Itagüí, al sur del Valle de
Aburrá .
Dos elementos respaldan el origen antrópico del paleosuelo. El primero
de ellos es la presencia de cerámica y artefactos líticos; el segundo, la
ausencia de suelos similares en zonas periféricas indica que se trata de
un fenómeno muy localizado, llevando a descartar un origen de carácter
natural cuya extensión sería entonces más generalizada 68 .
Si bien en el altiplano de oriente sólo se reporta material cerámico
Marrón Inciso asociado a las huertas, en suelo de El Manzanillo se halla
cerámica tanto Ferrería como Marrón Inciso, presentándose en mayor
proporción esta última.
La distribución de las evidencias y la secuencia cronológica en El
Manzanillo, entre 1920 y 2010 a. p., no permite establecer una
preeminencia temporal de un estilo sobre el otro, ni sustentar la
presencia de dos comunidades diferentes.
o° 4.,fr •
67 Botero y Vélez, 1997 o ea
GALA, 2002 'Ct
NI Yo'
Más acertado sería concluir, por ahora, que en zonas con suelos fértiles
o no, dichas comunidades recurrieron a la transformación de suelos
utilizando diversas técnicas si comparamos las adecuaciones en las dos
zonas reseñadas.
Según el planteamiento inicial, quedó sugerido que la explotación de
fuentes salinas se iniciaría en el Valle de Aburrá con la llegada de los
grupos portadores del Marrón Inciso. Si se tiene en cuenta que las
evidencias del Marrón Inciso hablan de sociedades plenamente
establecidas y en pleno apogeo para los primeros siglos de la era
cristiana, esto indicaría que su desarrollo empezó a darse varios siglos
atrás, incluida la explotación de fuentes salinas.
De igual manera, se plantea para las comunidades Ferrería que cuando
llegaron al Valle ya eran agrícolas, y eran descendientes de grupos
hortícolas tempranos llegados de las vertientes del río Magdalena.
El registro arqueológico debe dar cuenta de estos procesos. A través de
él sería posible establecer qué tan divergente es el origen de estos
grupos, y sobre todo sus desarrollos culturales a medida que se alcance,
por ejemplo, mayores cronologías asociadas a contextos domésticos.
Así mismo en ellos se verían las transformaciones culturales que suelen
acompañar estas transiciones. Contrario a esto, en los registros
reportados no se observa claramente divergencias ni variaciones
57
notables en los patrones generales señalados para las dos
comunidades69 .
La utilización del espacio
Otro aspecto de interés a considerar en los patrones de poblamiento y
dispersión sugeridos para estas comunidades es el manejo de los
espacios y las interrelaciones culturales: si realmente se trata de dos
comunidades, cuál es la razón por la cuál los grupos Ferrería no
accedieron de manera recurrente a un recurso tan importante como la
sal, considerado como uno de los principales elementos para el
intercambio comercial.
Si tuvieron una relación tan cercana, hasta llegar a ocupar o compartir
espacios similares, no es posible que ellos desconocieran las técnicas de
explotación de tal recurso y sobre todo su valor para el intercambio.
Una situación similar se vislumbra con la producción alfarera y los
patrones de enterramiento. La tecnología alfarera de la fase Ferrería
indicaría la existencia de un trabajo especializado, posiblemente
desarrollado por núcleos de población con destino a satisfacer la
demanda de comunidades más amplias". La cerámica Marrón Inciso
igualmente sería producida por núcleos especializados con los mismos
fines.
Si se parte del supuesto que la alfarería de las dos fases cerámicas fuera
producida por grupos de especialistas, esto implica hablar de grupos con
es Acevedo, 2003
7t7 Castillo, 1995
58
una organización social compleja. En tal circunstancia, surgen
interrogantes sobre cómo interactuaron estos grupos compartiendo el
mismo espacio.
Mejor aún, cómo debe ser entendida la relación de núcleos de
producción frente al control de las fuentes de materia prima, que
igualmente debieron ser conocidas por ambos grupos, y frente al
suministro o intercambio de los productos elaborados dentro de un
sistema mayor.
Por su parte, los contextos funerarios asociados a cada fase cultural
también comparten los mismos espacios. Aunque el número de entierros
Ferrería que se conocen es muy limitado como para establecer
regularidades de amplio rango.
Los únicos entierros reportados a la fecha, uno en el cerro El Volador, en
Medellín y otro en el sitio La Primavera, en Bello, fueron ubicados en
terrazas de contextos domésticos donde también se hallaron
enterramientos Marrón Inciso.
Otro patrón funerario que ha sido relacionado con los Ferrería es el de
tumbas de pozo con cámara lateral, las cuales se caracterizan por estar
espacialmente separadas de los contextos domésticos.
Dicha relación está basada en la hipótesis que plantea una posible
continuidad de esta fase cerámica hasta el siglo XVI y en "la ausencia de
enterramientos en los sitios de vivienda investigados en el suroccidente
59
del Valle, zona en las cuales se encuentran numerosos sitios de
habitación Ferrería" 71 .
Contrario a esto, los patrones de enterramiento Marrón Inciso y Ferrería
han sido considerados como característicos del período cerámico
Temprano, mientras que el patrón de enterramiento de pozo con cámara
lateral caracteriza al período cerámico Tardío 72 .
Considerar una estrecha relación cultural entre los patrones funerarios
Marrón Inciso y Ferrería dentro de un mismo período, tiene un mayor
respaldo en las evidencias, no sólo por la presencia de ellos en un
mismo espacio, sino también porque no se conocen hallazgos en los que
se reporte que alguno de los dos comparta una misma área con tumbas
de pozo y cámara lateral, es decir del período alfarero tardío.
Hasta ahora siempre se han encontrado en espacios separados. Si bien
queda la alternativa de que los patrones de enterramiento del período
alfarero temprano se hayan derivado hacia un patrón de enterramiento
diferente característico del período alfarero tardío, esto no es posible
corroborarlo con las evidencias existentes.
Comprender estos aspectos nos lleva a enfrentar un problema de fondo:
bajo qué modelo político, social o económico, dos comunidades
contemporáneas y socialmente complejas estructuran su permanencia
dentro de un territorio rico en recursos, mucho más, si se tiene en
71 Castillo, 1996
n Santos, 1993 y 1997
cuenta que la delimitación espacial es de vital interés para un grupo
humano.
¿Corresponden las fases cerámicas Ferrería y Marrón Inciso realmente
con dos comunidades independientes asentadas en el Valle de Aburrá?.
Con un desarrollo contemporáneo como el que tuvieron ¿cómo
convergen en el Valle dos sociedades derivadas de procesos tan
disímiles?
Es más prudente pensar primero en la posibilidad de que se trate de un
grupo humano amplio con una interacción cultural donde se dieron
notables dinámicas sociales y no en la reducida visión de dos grupos
humanos conviviendo en un mismo territorio sin que se generara, al
parecer, mayores conflictos y competencias.
En consecuencia, es muy probable que no se trate de fases cerámicas
absolutamente propias de dos comunidades diferentes, reafirmado por
el uso diferenciado de los espacios, sino que son diferentes los conjuntos
cerámicos y el manejo del espacio. Quedaría por establecerse a qué se
deben dichas diferencias.
Registros como los obtenidos en el sitio de El Ranchito (Itagüí), en los
cuales se percibe que los artefactos líticos asociados a la cerámica
muestran una evidente continuidad desde épocas anteriores
extendiéndose incluso hasta los desarrollos cacicales, que también
existe una estrecha relación entre los estilos cerámico Cancana, Ferrería
y Marrón, sin que claramente cada uno de ellos represente comunidades
61
humanas con desarrollos culturales independientes, dan bases a la
anterior hipótesis".
Si hemos de considerar las relaciones observadas entre las secuencias
de ocupación, desde los primeros grupos pobladores del Valle de Aburrá
y el surgir de cacicazgos, Igualmente podemos atrevemos a sugerir que
las transformaciones culturales, sociales, políticas y económicas de las
comunidades que habitaron el valle, remiten a procesos que implicaron
miles de años y no a fenómenos de migraciones, donde unas
comunidades llegaban y desplazaban o sometían a las existentes.
El período tardío
Como se mencionó con antelación, la transición entre los períodos
alfareros temprano y tardío, está acentuada por líneas de rupturas y
continuidades.
Para Castillo (1996) esta dicotomía temporal se diluye para dar paso a
propuestas de continuidad cultural que sostienen la posible permanencia
de los estilos cerámicos Ferrería y Marrón Inciso hasta el siglo XVI.
Investigaciones recientes sugieren una hipótesis similar con base a una
fecha del siglo XI d. C. asociada a material Marrón Inciso, obtenida al
norte del Valle'''.
n Acevedo, 2003
74 Rivera y otros, 1998
62
Por el contrario Santos (1998) ve en las nuevas costumbres funerarias y
las notables diferencias en las cerámicas un cambio considerable debido
a procesos de migración dado por nuevas poblaciones.
Para el Valle de Aburrá, la definición de un período Tardío resulta
confusa; cuando aparecen vestigios caracterizados como del periodo
tardío, los contextos presentan serios problemas de interpretación por
su grado de alteración.
Además, los pocos emplazamientos considerados como tardíos, que han
sido reportados en el Valle de Aburrá, corresponden a sitios de
enterramiento que muestran notables diferencias en sus componentes
con respecto a los de épocas anteriores 75 .
Una de las principales limitaciones para poder detallar estos procesos de
cambio está dada por la comparación entre contextos que no son muy
equivalentes en información ni en función. Infortunadamente las
referencias del llamado período alfarero tardío proceden generalmente
de contextos funerarios, mientras que para el período alfarero temprano
incluyen áreas de uso doméstico, actividades mineras, obras de
infraestructura, entre otras.
Al tomar como base los contenidos de sólo contextos funerarios, los
paralelos culturales entre los dos períodos se reducen al ajuar funerario
compuesto generalmente por cerámica y elementos orfebres, con un
rs Arda, 1977; Santos y Otero de S, 1996
63
fuerte contraste en las representaciones estéticas. Para el período
alfarero tardío no se observan las técnicas depuradas que caracterizan el
período anterior.
Objetos adicionales como artefactos líticos, volantes para uso o adornos
personales, nunca son comparados entre períodos, sino que se toman
como evidencias directas de cierto tipo de actividades o costumbres
para cada uno de ellos.
Al igual que para el período alfarero temprano, recientes estudios
subrayan que la distribución de los asentamientos pudo estar dada por
la ubicación de suelos fértiles; por esta razón, en el Valle de Aburrá, los
asientos de los estarían localizados en un amplio sector que comprende
el piedemonte occidental del valle, desde Pueblo Viejo, en La Estrella,
hasta Guayabal, sobre la margen Norte de la quebrada Doña María.
Esta ubicación les permitiría el uso intensivo de tierras propicias para la
agricultura. Para este mismo sector los cronistas ubican una red
principal de caminos, formando un corredor sobre el piedemonte, entre
los hoy denominados sector de Altavista y Ancón Sur 76 .
Tal distribución no ha encontrado respaldo en los estudios
arqueológicos; el registro de evidencias si bien señalan la existencia de
asentamientos del período alfarero tardío este no corresponde a la
supuesta alta densidad que existió sobre este sector.
76 Botero y Vélez, 1995
64
Adicionalmente, varios de estos asentamientos bien pueden estar más
relacionados con las políticas coloniales de reubicación de población
indígena traída de diferentes áreas por fuera del Valle de Aburra y que
fueron concentrados, a mediados del XVII, en el llamado pueblo de San
Lorenzo, en un amplio sector del hoy municipio de La Estrella".
LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS Y LAS EVIDENCIAS
En total fueron identificados seis sitios arqueológicos, tres de ellos
(sitios 1,4 y 5) ubicados a lo largo de la cuchilla en cimas de colinas de
mediana altura y tres sitios corresponden con aterrazamientos a media
ladera, dos de ellos (sitios 2 y 3) sobre el costado oriental y uno (sitio 6)
en el costado occidental de la cuchilla (Figura 4)
Figura 4. Distribución espacial de los sitios arqueológicos
Caro, 1998
41 1
Los materiales culturales proceden de 17 sondeos de los 37 excavados
en los 6 sitios y de recolecciones en superficie en tres de ellos (1, 2 y 4)
sitios con algún grado de alteración por la apertura de vías (Tabla No 1).
Un alto porcentaje de la evidencias corresponden con fragmentos de
cerámica y un artefacto en roca pertenecientes a épocas prehispánicas y
algunos de tiempos más recientes además de pocos elementos
modernos como loza y restos óseos.
Tabla 1. Distribución de sondeos por sitio.
No de
Sondas
Positivos Negativos Recolección en
superfide
Tipo de evidendas
I 11 7 4 Si Cerámica, material óseo
reciente, loza
2 3 2 1 Si Cerámica
3 4 2 2 No Cerámica
4 9 4 5 Si Cerámica, Rico, evidencia
de duaqueria
5 5 1 4 No Cerámica, material moderno
6 5 1 4 No Cerámica
De acuerdo con la fotografía de 1998 (figura No 2) los mayores impactos
sobre el área del proyecto se han dado en los últimos seis años. Para
entonces el paisaje estaba conformado básicamente por pastizales,
pocos cultivos de café y en sectores muy puntuales pequeñas
concentraciones de árboles, principalmente, eucaliptos.
Hasta el presente, las más notables alteraciones han sido causadas por
la apertura de vías; en relación a los sitios arqueológicos tres de ellos
66
resultaron afectados por dichas obras. El trazado de la llamada
circunvalar que cruza a lo largo de la cima de la cuchilla afectó los sitios
1 y 4.
Por su parte la vía que une, por el costado oriental de la cuchilla, la
circunvalar con el acceso al sector de Las Lomitas, cortó un segmento
del sitio 3. Precisamente en estos tres sitios fue donde se hizo
recolecciones en superficie de vestigios, al quedar descubiertos debido a
la remoción de suelos.
SITIO 1
Corresponde al punto más alto de la cuchilla a 1.800 msnm (Figura No 4);
es una cima de forma alargada con un área aproximada de 3.000 m 2 y
superficie irregular (figura No 5) donde se observan tres pequeñas
plataformas artificiales (figura No 6) que evidencian el alto grado de
alteración del sitio por diferentes actividades como labores agrícolas, la
apertura de la circunvalar y la sepultura de semovientes como lo indica
la presencia de restos óseos en tres sondeos.
67
Figura No 7 Sitio 1. Restos óseos de semovientes actuales
Figura No 8 Sitio 1. Borde de vasija en cerámica de poca antigüedad.
Figura No 5 Sitio 1. Se observa la vía y la irregularidad del terreno.
Figura No 6. Sitio 1. Una de las plataformas donde fue hallada cerámica y restos óseos de semovientes.
En general, los sondeos excavados en las plataformas como por fuera de
ellas, confirmaron la alteración del sitio, tanto en la estratigrafía como
en la mezcla de materiales prehispánicos con modernos, siendo
frecuente el hallazgo de rasgos con restos óseos de semovientes
actuales (Figura No 7) junto a cerámica de poca antigüedad (Figura No 8).
AA
En cuanto a la cerámica prehispánica, la recolección en superficie de un
borde, además de fragmentos con decoraciones definidas como del
estilo Ferrería (Figuras No 9 y 10), sugieren que las primeras ocupaciones
del sitio se dieron alrededor de los dos mil años antes del presente.
Figura No 9. Sitio 1. Fragmentos de cerámica con decoraciones del estilo Ferrería.
Figura No 10. Sitio 1. Fragmento de borde de vasija del estilo Ferrería.
SITIO 2.
Ubicado sobre costado sur-oriental de la cuchilla (Figura No 4); es una
terraza a media ladera a 1.710 msnm y un área de aprox. 600 m 2 .
(Figura No 11). Cerca de un SO % de la terraza fue alterada por la
apertura de la vía que comunica la circunvalar con el acceso al sector de
Las Lomitas. La remoción de suelos dejó al descubierto material
cerámico del cual se hizo recolección selectiva de fragmentos
diagnósticos (Figura No 12).
Figura No 11. Sitio 2. Aterrazamiento cortado por la apertura de una de las vías.
Figura No 12. Sitio 2. Material cerámico expuesto en superficie por la remoción de suelos.
-""
Se destaca en este sitio la existencia, detectada en uno de los sondeos,
de una matriz de suelo negro enterrado, que rompe con la estratigrafía
natural de la zona; el ámbito localizado de este suelo y la presencia de
material cultural dentro de él, indican un origen antrópico, es decir, una
adecuación por parte del hombre (Figura No 13).
Probablemente este suelo puede corresponder con el piso original de la
ocupación el cual a través del tiempo fue cubierto por los procesos
erosivos de la ladera. Un fragmento de borde (Figura No 14) y varios
fragmentos de cuerpo con decoraciones del llamado estilo Marrón Inciso
indican que dicha ocupación también pudo darse a comienzos de la era
cristiana.
Figura No 13. Sitio 2. Suelo negro sepultado Figura No 14. Sitio 2. Fragmento de borde con donde también se hallaron vestigios culturales. decoraciones del estilo Marrón Inciso.
SITIO 3.
Situado en el mismo sector del sitio 2 a una distancia de unos 150 m en
dirección este y sobre el costado inferior de la vía que comunica la
circunvalar con el sector de Las Lomitas (Figura No 4). Está conformado
por una pequeño aterraza miento de 300 m 2 a 1.700 msnm (Figura No
15).
Aunque los pozos de sondeo mostraron baja densidad de materiales
arqueológicos en este sitio, llama la atención la presencia de un
fragmento de cerámica de pasta delgada (Figura No 16) similar a la
denominada Cancana, anterior a los estilos Ferrería y Marrón Inciso.
Desafortunadamente la baja frecuencia de evidencias no permitió
establecer esta relación con mayor precisión.
•*,
"(410/1
Figura No 15. Sitio 3. Figura No 16. Sitio 3. Fragmento de cerámica delgada similar al denominado estilo Cancana.
1
SITIO 4.
Es el sitio arqueológico de mayor extensión, densidad y diversidad de
materiales. Es una colina de forma alargada, cima amplia y plana con un
área aproximada de 5.000 m 2 ubicada a 1.720 msnm.(Figura No 4).
Puede considerarse como el área central de la cuchilla, tradicionalmente
frecuentado por la comunidad de Sabaneta para la práctica de
actividades lúdicas y conocido con el nombre de El Cerro de la
Universidad San Martín (Figura No 17).
Los dos extremos de la colina muestran en la superficie hondonas que
reflejan trabajos de saqueo o guaquería; la cima se encuentra cubierta
de pastos y cultivos de café; la apertura de la circunvalar afectó el
costado oriental de la colina y el extremo norte, punto donde fueron
recuperados numerosos fragmentos de cerámica (Figura No 18).
fe
Figura No 17. Sitio 4. Figura No 18. Sitio 4. Extremo norte de la colina, alterada por la apertura de la circunvalar.
Para lograr un muestreo confiable de este sitio, fueron trazadas dos
líneas de sondeos a lo largo de la cima; este procedimiento mostró que,
si bien, la colina en si misma constituye parte integral del asentamiento,
la concentración de la ocupación se dio desde el centro hacia el extremo
norte de la colina, que representa la parte más amplia de ella.
De hecho, la mayor densidad de vestigios fueron recuperados sobre esta
área, en particular hacia el costado oriental cubierto actualmente por un
cultivo de café (Figura No 19). Allí, en uno de los sondeos excavados fue
registrada una concentración de cerámica perteneciente a dos vasijas,
que posiblemente fueron abandonadas junto a una roca que muestra
huellas de lascado (Figura NO 20).
fA
Figura No 19. Sitio 4. Área central del sitio donde se registro la mayor densidad de vestigios.
Figura No 20. Sitio 4. Concentración de cerámica hallada en el área central del sitio, costado oriental.
La cerámica procedente de este sitio puede catalogarse como del estilo
Marrón Inciso; con frecuencia los bordes evertidos horizontales, como
los observados en los fragmentos recuperados, han sido asignados en
algunas clasificaciones al estilo Ferrería, pero las decoraciones en
acanaladuras, bordes punteados y asas cilíndricas, los aproxima más al
estilo Marrón Inciso (Figuras No 21 y 22).
f4
Figura N° 21. Sitio 4. Fragmento de vasija donde se observa el borde punteado y asa cilíndrica.
Figura N° 22. Sitio 4. Fragmentos de vasija con borde sencillo, evertido horizontal.
Aunque cerámica de los estilos Cancana y Ferrería, inicialmente había
sido recuperada en el extremo norte de la colina a través de
recolecciones en superficie, estas no fueron registradas en los sondeos,
aspecto que hubiera ayudado a definir para el sitio una secuencia de
ocupación o determinar si existe una relación más estrecha entre estos
estilos y el Marrón Inciso.
Tanto la densidad como la diversidad de la cerámica, las huellas de
ahumado interno y externo de las vasijas (Figura No 23) y un fragmento
de roca con evidentes cicatrices de lascado (Figura No 24), llevan a
suponer que, hace unos dos mil años, existió en este sitio un
asentamiento permanente y que las evidencias son reflejo de las
actividades cotidianas llevadas a cabo por quienes allí habitaron.
34
Figura No 23. Sitio 4. Huellas de ahumado interno y externo en la cerámica.
Figura No 24. Sitio 4. Fragmentos de roca con evidentes huellas de uso.
Igualmente, cabe la posibilidad de que este asentamiento, por su
ubicación y extensión, haya sido un asentamiento central, considerando
el tamaño de los otros sitios, su distribución espacial y la
contemporaneidad de los materiales culturales recuperados en ellos.
SITIO S.
Situado hacia el extremo norte de la cuchilla sobre el hombro donde se
inicia la cima de la cuchilla, lo cual le da una topografía extendida con
una leve inclinación; está sobre la cota de los 1.690 msnm y tiene una
extensión de unos 3.000 m 2 (Figura No 4). Presenta en superficie
cárcavas y suelos lavados por efecto de la erosión, así como zanjas
profundas de origen antrópico (Figura No 25).
$9
En superficie no fue recuperado material cultural y sólo aparecieron
pocos fragmentos de cerámica en un pozo de sondeo, entre ellos, un
borde del estilo Ferrería (Figura No 26), que permite asignarle una
temporalidad similar a la establecida para los otros sitios.
Figura No 25. Sitio 5. En superficie se observan alteraciones antrópicas y por efecto de la erosión.
Figura No 26. Sitio 5. Fragmento de borde del estilo Ferrería.
SITIO 6.
Pequeño aterrazamiento ubicado a media ladera sobre el flanco nor-
oeste de la cuchilla; tiene un área aproximada de 200 m 2 y está sobre la
cota de los 1.670 msnm. (Figura No 4) Tanto el área del sitio como los
sectores aledaños tienen cultivos de café (Figura No 27).
En cinco pozos de sondeo realizados en este sitio, sólo se obtuvo un
fragmento de un borde en cerámica con características que permiten
asociarlo al estilo Marrón Inciso y por ende a la temporalidad sugerida
para los otros sitios (Figura No 28).
Figura No 27. Sitio 6. Figura No 28. Sitio 6. Fragmento de borde del estilo Marrón Inciso.
EL CAMINO.
Desde el sector de La Doctora y ascendiendo por el cerro de Curtimbres,
pasa un camino cuya trayectoria cruza a lo largo de la cima de la
cuchilla. El sendero es en tierra con socavamiento en V, alcanzando
profundidades promedio de 80 a 120 cm; según relatos de tradicionales
habitantes del municipio de Sabaneta, por este sendero se llegaba,
subiendo por la cordillera, al altiplano del Río Negro (Antioquía), ubicado
al oriente del Valle de Aburrá.
Del camino sólo quedan pequeños tramos ya que buena parte del
trazado de la circunvalar coincidió con el eje del sendero; en
conversaciones con habitantes del área urbana y rural de Sabaneta
manifestaron el deseo de que se conserven algunos tramos como
referente de una época del Municipio.
BIBLIOGRAFÍA
ACEVEDO Z, Jorge Luis. Aldea y Sistemas de Canales del Siglo III d.0 en
el Valle de Aburrá. Medellín. 2003. s.p.
Algo más que Cazadores Recolectores en el Valle Intermedio del
Río Magdalena. Monografía de Grado. Universidad de Antioquia.
Medellín. 2000.s.p.
ACEVEDO Z, Jorge, BOTERO A, Silvia y PIAZZINI S, Carlo E. Esbozo del
Atlas Arqueológico de Antioquia. Secretaria de Educación
Departamental, Universidad de Antioquia. Medellín. 1995. s.p.
ARCILA V, Graciliano. Introducción a la Arqueología del Valle de Aburrá.
Universidad de Antioquia. Medellín. 1977.
Los Petroglifos de Itagüí, Boletín de Antropología, Vol. 3 (12).
Universidad de Antioquia. Medellín. 1970
BERMÚDEZ, Marlo Alonso. Los Grupos Portadores del Estilo Cerámico
Tardío en el Centro del Departamento de Antioquía. En: Boletín de
Antropología Vol. 11 (27). Universidad de Antioquía. Medellín. 1977
BONAVIA, Duccio. Estudio de Arqueología Peruana. Editado por Duccio
Bonavía. Fond Ciencias. Lima. 1988.
79
BOTERO A, Silvia, MONSALVE, Oscar; MÚNERA, Carlos. Nuevos
Contextos en el Macizo Central Antioqueño. En Boletín de Antropología
Vol. 12 (29). Universidad de Antioquia. Medellín. 1998.
BOTERO, Sofía y VÉLEZ, Norberto. Investigación Arqueológica en la
Cuenca Alta de la Quebrada Piedras Blancas. Transformación y
Construcción del espacio. Medellín. 1994. s. p.
Algunas Reflexiones Sobre el Registro Cerámico Arqueológico en
Antioquía. En: Boletín de Antropología, 9 (25). Universidad de
Antioquía. Medellín.1995
La Búsqueda del Valle de Arví. Comisión Asesora de la Cultura
Concejo de Medellín. Medellín. 1997.
BRUHNS, Karen Olsen. Las Culturas Prehispánicas del Cauca Medio. En:
Arte de la Tierra-Quimbayas. Fondo de Promoción de la Cultura, Banco
Popular. Bogotá. 1990
CASTILLO E, Neyla. Complejos Arqueológicos y Grupos Étnicos del s.
XVI en el Occidente de Antioquía. En: Boletín del Museo del Oro. No 20.
Bogotá. 1988.
Reconocimiento Arqueológico en el Valle de Aburrá. En: Boletín de
Antropología, Vol.9 (25). Universidad de Antioquia. Medellín. 1995.
an
Las Culturas Indígenas Prehispánicas. En: Historia de Medellín,
Tomo I. Suramericana de Seguros. Bogotá. 1996.
Los Antiguos Pobladores del Valle Medio del Río Porce. Empresas
Públicas de Medellín-Universidad de Antioquia. Medellín. 1998
CASTRO, Gonzalo. Prospección y Valoración del Patrimonio Arqueológico
de Pueblo Viejo, Municipio de La Estrella. CORANTIOQUIA. Medellín.
1998.
CONSTRUCTA Ltda. Municipio de Itagüí, Secretaría de Obras Públicas.
Estudio Geológico, Geomorfológico y Forestal en las Zonas de las
Ladrilleras y Cuencas Hidrográficas del Municipio. Medellín. 1994.
CORANTIOQUIA. El Patrimonio Cultural en el Ordenamiento Territorial
Municipal. Ambiental, Paisajístico, Histórico, Arqueológico. Medellín.
1998.
DRENNAN, Robert. Las Sociedades Prehispánicas del Alto Magdalena.
Robert Drennan e Instituto Colombiano de Antropología e Historia.
Bogotá. 2000.
Sociedades Complejas Precolombinas: Variadón y Trayectorias de
Cambio. En: La Construcción de las Américas (C. A. Uribe ed.).
Universidad de los Andes. Bogotá. 1991
81
DUQUE, Marcela; ESPINOSA, Iván. Historia y Cultura de la Población
Nutabe en Antioquía. Monografía de grado. Universidad de Antioquía,
Medellín. 1994.
EQUIPO TÉCNICO Y DE INVESTIGACIÓN, INSTITUTO MI RÍO.
Levantamiento Integrado de Cuencas Hidrográficas del Municipio de
Medellín. Alcaldía municipal. Medellín. 1996.
GAIA. Ocupaciones Tempranas en el Valle de Aburrá. Sitio La Blanquita.
Fondo Mixto Promoción de Cultura y Artes de Antioquía -
CORANTIOQUIA. Medellín. 2002. s.p.
GNECCO V, Cristóbal. Paisajes Antropogénicos en el Pleistoceno Final y
Holoceno Temprano en Colombia. Revista de Antropología y Arqueología
10 (1). Universidad de los Andes. Bogotá. 1998.
GNECCO V, Cristóbal. Relaciones de Intercambio y Bienes de Elite Entre
los Cacicazgos del Suroccidente de Colombia. En: Caciques, Intercambio
y Poder: Interacción Regional en el Área Intermedia de las Américas.
Compiladores Carl H. Langebaek y Felipe Cárdenas A. Bogotá. 1996.
Prácticas Funerarias Como Expresiones Políticas: Una Perspectiva
Desde el Suroccidente de Colombia. En: Revista Colombiana de
Antropología. Vol. XXXII. Bogotá. 1995.
82
HOYOS, Gabriel M y MOLINA, Ángela M. Historia de Itagüí. Alcaldía de
Itagüí. 1994.
JARAMILLO E, Luis Gonzalo. Guerra y Canibalismo en el Valle del Río
Cauca en la Época de la Conquista Española. En: Revista Colombiana de
Antropología. Vol. XXXII. Bogotá. 1995.
LANGEBAECK, Carl Henrik; PIAZZINI, Emilio; DEVER, Alejandro;
ESPINOZA, Ivan. Arqueología y Guerra en el Valle de Aburrá. Ediciones
Uniandes. Vol 145. Bogotá. 2002
LANGEBAECK, R Carl. ¿Quién Vive Aquí? Viviendas y Cambio Social en
Colombia Prehispánica: Un Ensayo Preliminar. En: Nuevas Memorias
Sobre las Antigüedades Neogranadinas. Editores Santiago Mora y Franz
Flórez. Bogotá. 1997.
Noticias de Caciques muy Mayores. Origen y Desarrollo de
Sociedades Complejas en el Nororiente de Colombia y Norte de
Venezuela. Universidad de los Andes. Bogotá.1992
LÓPEZ, Carlos. Ocupaciones Tempranas en las Tierras Bajas Tropicales
del Valle Medio del Río Magdalena Sitios 05-Yon-002, Yondó Antioquia.
Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales. Bogotá. 1999.
OBREGÓN C, Mauricio. Poblamiento Prehispánico del Valle de Aburrá:
Nuevos Apuntes Sobre un Discurso Fragmentado. En: Construyendo el
83
Pasado. Boletín de Antropología Universidad de Antioquía. Medellín.
2003.
De los Tiestos a los Textos. Elementos Para un Análisis al Respecto
de las Categorías Clasificatorias de la Cerámica Arqueológica en
Antioquia. En: Boletín de Antropología 13 (30). Universidad de
Antioquia. Medellín. 1999.
OBREGÓN, Mauricio; CARDONA, Luis C; GÓMEZ, Liliana. Vivienda,
Producción Minera y Elites Entre los Siglos XVII y XIX en la Cuenca Alta
de la Quebrada el Rosario. Parque Arví. CORANTIOQUIA. Medellín. 2003.
OTERO de Santos, Helda. Dos Períodos de la Historia Prehispánica de
Jericó. Departamento de Antioquia. Boletín de Arqueología Fundación de
Investigación Arqueológica. Año 7; No 2. Bogotá. 1992.
REICHEL-DOLMATOFF, Gerardo. Arqueología de Colombia. Un Texto
Introductoria. Presidencia de la República. Bogotá. 1986.
RIVERA, Sergio; BETANCUR, Pompilio; QUINTERO, Oscar. Monitoreo
Arqueológico, Gasoducto Sebastopol - Medellín. Transmetano S.A.
Ceisma. Medellín. 1998. s.p.
ROBLEDO, Jorge. [1.543]. Descripción de los Pueblos de la Provincia de
Anserma. En: Homenaje del Concejo de Anserma a su IV Centenario.
Ed. Edgardo Salazar S. Manizales. 1939.
84
RODRÍGUEZ, Camilo. Patrones de Asentamiento de los Agricultores
Prehispánicos de El Limón. Chaparral (Tolima). Fundación de
Investigaciones Arqueológicas Nacionales. Bogotá. 1991.
SANTOS V, Gustavo; OTERO Helda. Arqueología de Antioquia Balance y
Síntesis Regional. En: Construyendo el Pasado. Boletín de Antropología
Universidad de Antioquia. Medellín. 2003.
El Volador: Una Ventana al Pasado. Centro de Investigaciones
Sociales de la Universidad de Antioquia y Secretaría de Educación
y Cultura de Medellín. Medellín. 1996.
SANTOS V, Gustavo. El Volador: las Viviendas de los Muertos. En:
Boletín de Antropología Vol.9 (25). Universidad de Antioquia. Medellín.
1995.
Una Población Prehispánica en Antioquia Representada por el Estilo
Cerámico Marrón Inciso. En Marrón Inciso de Antioquia. Museo
Nacional de Colombia. Bogotá. 1993.
La cerámica Marrón Inciso en Antioquia. Contexto Histórico y
Sociocultural. En: Boletín de Antropología. Vol. 12 (29). Universidad
de Antioquia. Medellín. 1998.
RS
TORO, Gustavo. Suelos del Departamento de Antioquia. Vols. 1 y 2.
Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Bogotá. 1977
URIBE, Ángel M. Geografía General y Compendio Histórico del Estado de
Antioquía en Colombia. Víctor Goupy y Jourdan. París. 1.885.
VÉLEZ, Norberto. El Pueblo Aburrá de Guayabal en 1541. En: Boletín de
Antropología Vol. 13 (30). Universidad de Antioquia. Medellín.1999.
86
PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO "CAMINOS DE LA ROMERA"
Los resultados obtenidos en la prospecdón muestran que en el área del
proyecto urbanístico existen sitios arqueológicos asociados a
comunidades que ocuparon este sector del Valle de Aburrá hace unos
2.000 años antes del presente.
También se hizo evidente que tres de estos sitios (1, 2 y 4) fueron
impactados parcialmente por el desarrollo de las obras (apertura de
vías) y que existe un riesgo real de afectación para todos los sitios en
las futuras fases constructivas del proyecto.
Como una manera de prevenir, mitigar y/o compensar el deterioro que
las obras puedan causar al patrimonio arqueológico, se recomiendan las
siguientes acciones dentro del Plan de Manejo Arqueológico:
EXCAVACIONES EN ÁREA (Plano No 1)
Sitio 4: Las evidencias recuperadas en este sitio están relacionadas con
los primeros procesos de ocupación sucedidos en el valle de Aburrá;
igualmente sugieren que los asentamientos fueron de larga estadía y
probablemente alcanzaron la categoría de asentamientos centrales.
Considerando la importancia de este tipo de asentamientos sobre los
cuales la arqueología local no tiene mayores referencias se recomienda
una excavación en área no inferior a 80 m 2 , que permita tener un
contexto amplio del mismo; excavación que puede ser mayor si así lo
87
exigen las evidencias. El área a excavar estará ubicada en el sector que
va desde el centro de la colina hasta el extremo norte de la misma.
Sitio 2: la importancia de este sitio radica, entre otros aspectos, por la
presencia de un suelo negro enterrado y detectado sólo en este sitio; es
posible que el suelo esté relacionado con adecuaciones en la ladera para
ser viable el asentamiento o terrazas de cultivos. Adicionalmente, su
contemporaneidad con sitios como el 4, permitirá establecer paralelos
en los patrones de ocupación y que relación se daba entre los
asentamientos. Para este sitio se recomienda una excavación de 20 m 2 ,
en el área que aún se conserva de la terraza.
Las excavaciones deberán responder a objetivos claros acompañados de
una buena metodología en procura de conocer realmente sobre los
procesos de ocupación del área y por extensión al valle de Aburrá.
Las técnicas de excavación, deberán responder como mínimo a dos
propósitos básicos de toda excavación: un buen registro que permita ver
relaciones culturales horizontales, es decir, la distribución de los
vestigios y su significado a un mismo nivel y relaciones verticales, es
decir, establecer paralelos y relaciones entre los diferentes niveles
identificados.
CORTES ESTRATIGRÁFICOS DE 1X5 METROS. (Plano No 1)
Sitio 3 y sitio 6: aunque los sondeos realizados en estos sitios
mostraron bajas densidades de vestigios, se recomienda la excavación
de trincheras en ellos, porque su afectación constituye una pérdida
fIR
sensible de información y la posibilidad de contrastarlos con los otros
sitios, en especial el sitio 3 donde fue registrada cerámica con atributos
similares a la del estilo Cancana, sobre la cual se cuenta con pocos
referentes en el Valle de Aburrá, así como de las prácticas culturales de
quienes la usaron. La excavación de las trincheras estará estrechamente
relacionada con la metodología que oriente las excavaciones.
MONITOREO ARQUEOLÓGICO (Plano NO 1)
Esta actividad tiene como objetivo hacer un seguimiento a las
actividades de construcción que puedan afectar vestigios arqueológicos
no detectados en las fases anteriores (prospección y excavaciones)
mediante un registro ágil pero detallado de la información.
De manera prioritaria se recomienda acciones de monitoreo
arqueológico en todos los sitios arqueológicos definidos en el presente
estudio. Las actividades de monitoreo deben ser permanentes para así
poder tomar los correctivos y decisiones más convenientes ante la
presencia de nuevas evidencias en estos sitios.
El monitoreo arqueológico debe hacerse desde el comienzo de las obras
y será dirigido por un profesional experimentado, quien debe ser
convocado antes del inicio al movimiento de suelos, ya que, como lo
mostró la prospección arqueológica, el riesgo más sensible de afectación
se halla en la remoción de los suelos superficiales (descapote o retiro de
la capa orgánica).
RCI
TERRENOS SIN RIESGO DE AFECTACIÓN AL PATRIMONIO
ARQUEOLÓGICO (Plano No 1)
Definidos en la prospección como aquellos sectores donde no se
registraron vestigios arqueológicos en los sondeos, ni en superficie; por
las características topográficas del área del proyecto, estos sectores
coinciden con laderas de pendientes fuertes, a excepción de los
aterrazamientos identificados en ellas (sitios 2, 3 y 6).
Por lo tanto, en estos sectores se puede continuar con el desarrollo de
obras teniendo la precaución de dejar un área de amortiguación de 20 m
alrededor de los sitios identificados, de allí en adelante deben ser
monitoreadas.
DIVULGACIÓN:
La ejecución del Plan de Manejo Arqueológico, debe contemplar y
garantizar la divulgación de la información obtenida como derecho
adquirido que tenemos todos de conocer la historia de nuestras
localidades y la importancia que tiene la preservación y valoración del
patrimonio arqueológico.
90