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“Arquitectura medieval”, en Santa María de Ujué, Pamplona

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En este capítulo nos ocuparemos del estudio dela arquitectura medieval de Santa María deUjué, edificio complejo resultado de sucesivasagregaciones. Como ha quedado expuesto en eltexto dedicado a la intervención arqueológica,la actual iglesia no es la primera estructura mo-numental construida sobre el solar. Hubo dosedificaciones previas, una de ellas justo debajode los ábsides románicos, cuyo término crono-lógico post quem (comienzos del siglo xi) hapodido ser establecido mediante el análisiscientífico de los restos óseos proporcionadospor la excavación. Nuestro cometido se inicia,por tanto, con el tercer proyecto, el ejecutadopara dotar al templo de una cabecera monu-mental conforme a las pautas propias del arterománico pleno, en el último cuarto del sigloxi. En una fase posterior, todavía románica, seañadió una torre de planta rectangular, luegomodificada. En la primera mitad del siglo xiv

emprendieron la gran nave gótica, de arqui-tectura imponente y rico exorno figurativo,cuyo diseño incluyó un circuito perimetral quepasa por debajo de los contrafuertes y se com-pleta mediante la magnífica galería apoyada enla fachada occidental. Siguiendo una dinámicacontraria a la habitual, las obras de dicha navese iniciaron por los pies. Quedaron interrum-pidas en fecha desconocida de la segunda mi-

tad de la centuria, sin que hubiera dado tiempoa renovar la cabecera (para la que habían co-menzado uno de los contrafuertes). Fuentescronísticas indican que hacia 1378 Carlos ii en-cargó la construcción de un “colegio” (en el sen-tido medieval del término, es decir, un centro deenseñanza superior), que muy probablementedeba identificarse con la nave aneja a la es-quina noroccidental, pero las consecuencias dela guerra con Castilla obligaron a su paraliza-ción. Ya en el siglo xv remodelaron los lienzosque envuelven la cabecera a escasos metros delos ábsides románicos (quizá con el osarioanejo) y añadieron los arcos rebajados de la fa-chada septentrional, que constituyeron un am-plio espacio porticado conocido en la docu-mentación como “claustro”. Frente a la puertade la iglesia se alzó también en época gótica unacasa de al menos tres alturas. De todas estas edi-ficaciones medievales quedan elementos sig-nificativos y de todas ellas vamos a tratar a con-tinuación. Por supuesto, las laboresconstructivas no se detuvieron a partir del sigloxvi. La ejecución de sucesivas sacristías, la mo-dernización de la capilla mayor a consecuenciade un incendio, la renovación de las cubiertasen diversas épocas y las intervenciones llevadasa cabo durante los siglos xx y xxi para la recu-peración de la imagen medieval del santuario

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Santa María de Ujué: fases medievales de su evolución constructiva

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Siglo xi: segundo proyecto

Siglos xii-xiii

Siglo xiv

Siglo xv

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han contribuido de manera fundamental a con-figurar el conjunto que ha llegado a nuestrosdías.

Aunque se trata de un capítulo centrado enla arquitectura, la escasa relevancia de los com-plementos escultóricos de la cabecera románicaha hecho aconsejable incluir aquí su estudio; encambio, la ornamentación gótica de la nave,portadas, capiteles y claves, así como las pintu-ras murales, serán objeto de atención en capí-tulos ulteriores.

El santuario de Ujué cuenta con considera-ble bibliografía, mayoritariamente dedicada a lasecular devoción que ha despertado la imagende la Virgen y no tanto concerniente a su ar-quitectura. Como obras pioneras en la des-cripción del templo es preciso citar las de JoséGuillermo Lacunza (1877) y Pedro de Madrazo(1886)1. A partir de ambos textos, fue Jacinto Cla-vería el principal estudioso local de la imagen,el edificio y el culto que en ella se ofrecía, consucesivas aportaciones en 1910, 1919 y 19532.Entre los estudios de carácter histórico sobre-sale el publicado por José Javier Uranga San-testeban en 1984, además de las noticias de Joséde Moret y las interpretaciones de José MaríaLacarra3. La catalogación más completa de supatrimonio artístico fue realizada en el marcodel Catálogo Monumental de Navarra dirigidopor María Concepción García Gainza4.

La cabecera románica ha sido analizada en lasobras que han tratado sobre este período artís-tico en Navarra5. En 1877 Lacunza la había con-siderado obra del siglo xii, calificándola –como

era normal en la época– de “bizantina”6. En 1886Madrazo, aunque estimaba temerario datarla enel siglo viii o ix, cronología en la que le hacíapensar el diseño a sus ojos ultrasemicircular dealgunos de sus arcos, tampoco se atrevía a ne-garlo7. Más tarde Clavería abogó por un carácter“asturiano”, que suponía una ejecución previa alrománico, en el siglo ix o x. Fue el estudioso delrománico navarro Tomás Biurrun el encargadode recuperar la primera datación propuesta: “noes pre-románico, ni tan siquiera proto-romá-nico, sino una obra del siglo xii y en una épocabastante adelantada”8. Pocos años después JoséMaría Lacarra, gracias a su excepcional conoci-miento de la documentación medieval navarra yaragonesa, localizó el diploma del rey Sancho Ra-mírez que hasta hoy sigue siendo clave a la horade datar la edificación a finales del siglo xi, yaque de su contenido se deduce que la iglesia es-taba siendo construida bajo su encargo9. La cer-canía del monasterio de Leire, donde se habíaedificado en el segundo cuarto del siglo xi unacabecera de tres ábsides escalonados, llevó a JoséGudiol a concluir que el románico ujuetarra de-rivaba del legerense, pero al mismo tiempo lapresencia de molduras con ajedrezado, tradi-cionalmente denominado “jaqués”, le hizo re-calcar sus conexiones con la catedral altoarago-nesa10. Más tarde, Gaillard entendió que en Ujuéconvivían fórmulas legerenses evolucionadascon otras que califica como arte de las peregri-naciones, pero no las hacía depender de Jaca,sino de León11. Es más, pensaba que Ujué teníaque ser necesariamente anterior a Jaca. Una dé-

1 José Guillermo Lacunza, Fundación de la Real Iglesia parroquial de Ujué, Pamplona, 1877 (en adelante citado Lacunza, Fundación). Pe-dro de Madrazo, España. Sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Navarra y Logroño, Barcelona, 1886, vol. III, pp. 286-305 (en ade-lante citado Madrazo, Navarra). Las noticias anteriores contenidas en el Diccionario geográfico-histórico de España por la Real Academia dela Historia, Madrid, 1802 y en Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1845-1850 no son relevantes, pese al gran número de veces en que se ha acudido al testimonio del Diccionario de 1802 como autoridad paraafirmar la intervención de los monarcas en las obras del santuario.2 Jacinto Clavería Arangua, La Virgen de Ujué y su santuario, en lo pasado y en la actualidad, Aranda de Duero, 1910; el texto fue muymejorado en su vertiente documental en la segunda edición titulada Estudio histórico-artístico sobre la Imagen, el Santuario y la Villa de SantaMaría de Ujué, Pamplona, 1919; todavía hubo una tercera edición con ciertas novedades: Historia documentada de la Virgen, del santuario yvilla de Ujué, Pamplona, 1953, 2 vols.3 José Javier Uranga Santesteban, Ujué medieval, Pamplona, 1984. Citado en adelante Uranga, Ujué.4 María Concepción García Gainza (dir.), María Carmen Heredia Moreno, Jesús Rivas Carmona y Mercedes Orbe Sivatte, Ca-tálogo Monumental de Navarra. III Merindad de Olite, Pamplona, 1985, pp. 512. En adelante citado CMN.5 Una bibliografía reciente sobre la parte románica puede verse en la Enciclopedia del Románico en Navarra, Aguilar de Campoo, 2008,vol. III, p. 1436. En adelante citado ERN.6 Lacunza, Fundación, p. 27. 7 Madrazo, Navarra, vol. III, p. 295.8 Oculto como estaba el interior de la capilla mayor, se preguntaba si no tendría bóveda “en fajas semejante al de Tudela”: TomásBiurrun Sotil, El arte románico en Navarra o las órdenes monacales, sistemas constructivos y monumentos cluniacenses, sanjuanistas, agustinia-nos, cistercienses y templarios, Pamplona, 1936, pp. 575-576. 9 José María Lacarra y José Gudiol, “El primer románico en Navarra. Estudio histórico arqueológico”, Príncipe de Viana, V (1944), pp.242-243. En adelante citado Lacarra y Gudiol, Primer románico.10 Ibídem, p. 263. Resume su opinión en: José Gudiol Ricart y Juan Antonio Gaya Nuño, Arquitectura y escultura románicas, col. “Ars Hispa-niae”, vol. V, Madrid, 1948, p. 122. Por entonces la cabecera estaba todavía sin liberar de añadidos, como indica el texto y muestra la fig. 52. 11 George Gaillard, “La Escultura del siglo XI en Navarra antes de las peregrinaciones”, Príncipe de Viana, XVII (1956), pp. 121-132.

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12 Luis Mª de Lojendio, Navarre romane, La Pierre-qui-vire, 1967, p. 141.13 Marcel Durliat, La sculpture romane de la route de Saint-Jacques. De Conques à Compostelle, Mont-de-Marsan, 1990, pp. 244-245; piensaque la cabecera románica existente en Ujué habría sido realizada por los canónigos de Montearagón tras su asentamiento en el san-tuario navarro. Considera que del templo de Sancho Ramírez no queda nada a la vista (no sabemos si hubiera identificado con estetemplo las cimentaciones encontradas en la reciente excavación); Javier Martínez de Aguirre, “Ujué”, ERN, vol. III, pp.1423-1436; Jo-aquín Yarza Luaces, Arte y arquitectura en España 500-1250, Madrid, 1984, p. 162.14 A este respecto pueden verse mis conclusiones publicadas en dos obras colectivas: Clara Fernández-Ladreda (dir.), Javier Mar-

tínez de Aguirre y Carlos J. Martínez Álava, El arte románico en Navarra, Pamplona, 2002 y ERN, pp. 1423-1436.15 Decía su letrero del siglo XVIII: “D. Carlos II de Navarra erigió y dotó esta Real Iglesia, y dexó su corazón en ella”: Lacunza, Fun-dación, p. 39. Pensaba Lacunza que habrían existido documentos justificativos de esta afirmación en el archivo parroquial, cuyos pa-peles se habrían perdido en la invasión francesa. Se trata de un argumento muy frágil, en razón de la capacidad de reinvención de lahistoria a la búsqueda de hechos gloriosos y patronazgos regios fantasiosos que demostraron en tantas ocasiones los escritores lo-cales de los siglos XVII y XVIII.16 Carmen Orcástegui Gros, La Crónica de los Reyes de Navarra del Príncipe de Viana (Estudio, Fuentes y Edición crítica), Pamplona, 1978,p. 238.17 Madrazo, Navarra, vol. III, p. 297. 18 Biurrun estima que la nave quedó interrumpida el 30 de abril de 1368: Tomás Biurrun Sotil, El arte románico en Navarra o las ór-denes monacales, sistemas constructivos y monumentos cluniacenses, sanjuanistas, agustinianos, cistercienses y templarios, Pamplona, 1936, p. 576.Entre otros, José Esteban Uranga Galdiano y Francisco Íñiguez Almech, Arte medieval navarro, Pamplona, 1973, IV, p. 131; CMN, III,p. 512. Isidro G. Bango Torviso, “Arquitectura gótica”, Arquitectura gótica, mudéjar e hispanomusulmana, t. 2 de la col. “Historia de la ar-quitectura española”, Zaragoza, 1985, p. 551; José María Azcárate, Arte gótico en España, Madrid, 1990, pp. 57-58.19 El análisis detallado de la bóveda de Leire demuestra que los procesos constructivos de ambos templos en realidad no tienen mu-cho que ver, más allá de la existencia común de fases sucesivas en épocas románica y gótica. Sobre la bóveda de Leire: Javier Martí-

nez de Aguirre, “La nave gótica de Leire: evidencias para una nueva cronología”, Archivo Español de Arte, LXIV (1991), pp. 39-53.20 Leopoldo Torres Balbás, Arquitectura gótica, Madrid, 1952, vol. VII de la col. “Ars Hispaniae”, p. 221: “atribuida a la iniciativa del reyCarlos II el Malo (1350-1387), que parece empleó en ella cuantiosos caudales”.21 En el curso de la realización de mi tesis doctoral no encontré argumentos documentales o estilísticos que probaran la realizaciónde la nave de Ujué por el rey Carlos II; el examen de las circunstancias que envolvieron su azaroso reinado retrasaba una hipotéticaparticipación del soberano en la promoción de la obra al período 1364-1379: Javier Martínez de Aguirre Aldaz, Arte y monarquía enNavarra 1328-1425, Pamplona, 1987, pp. 300-303. Fue un estudio posterior el que permitió concluir que el edificio tuvo que ser iniciadoantes: Javier Martínez de Aguirre y Faustino Menéndez Pidal, Emblemas heráldicos en el arte medieval navarro, Pamplona, 1996, pp. 408-419 (en adelante Martínez de Aguirre y Menéndez Pidal, Emblemas).

cada después Lojendio defendía la vinculaciónleonesa, pero hacía derivar de Jaca la molduraajedrezada del exterior absidal12. En los últimosaños el nexo con Jaca en lo escultórico ha sido es-pecialmente comentado por Durliat, opiniónque comparto, aunque no la cronología que pro-pone el investigador francés (comienzos del si-glo xii), mientras que Yarza ha insistido en las se-mejanzas de los capiteles de Ujué con los deLeire13.

Curiosamente, la vinculación con Jaca tieneconsecuencias para los dos términos de com-paración, puesto que la aceptación conjunta dela cronología de Ujué apoyada en los docu-mentos de Sancho Ramírez y la derivación ja-quesa de sus patrones compositivos aportanun terminus ante quem para la construcción de lacabecera de Jaca y la ejecución de algunos de suscapiteles. El descubrimiento reciente del tra-zado original de la capilla mayor de la seo ja-quesa supone un nuevo argumento que corro-bora la dependencia de Ujué con respecto delmodelo altoaragonés14.

Por su parte, la nave gótica fue pronto rela-cionada con el hecho de que el rey Carlos ii hu-biera elegido el templo como lugar donde de-positar su corazón, siguiendo la costumbrebajomedieval de distribuir cuerpo, corazón yentrañas en distintas iglesias donde rezarían

por el alma del difunto. Así lo proclamaba unantiguo cuadro que decoraba el interior de laiglesia15. La crónica escrita en el siglo xv por elPríncipe de Viana además afirmaba que dichosoberano había iniciado la construcción de un“colegio” en la localidad16. No extraña, por tanto,que Lacunza, Madrazo y quienes les han se-guido atribuyeran al monarca la iniciativa de lagran portada meridional, la propia nave y laspinturas murales del coro17. De ahí se derivabauna datación de la nave entre 1349 y 1387, que hasido aceptada de manera generalizada18. La ma-yor parte de los autores han comparado las so-luciones adoptadas en Ujué y Leire, comunes enla combinación de cabecera románica tripartitay amplia nave gótica, y han valorado la excep-cional anchura de la nave (14,70 m), ponién-dola en relación con otros edificios navarros dela época19.

A la hora de buscar el origen de las peculia-ridades de la nave ujuetarra destaca el comen-tario de Torres Balbás, que relacionó el “ámbitoen alto que la rodea y atraviesa los contrafuer-tes bajo pequeñas bóvedas de crucería” con igle-sias aragonesas, con las que también tendría encomún el coro en alto a los pies20. La discusiónde la cronología por parte de Martínez de Agui-rre y Menéndez Pidal21, a partir del estudio delas circunstancias históricas y los escudos he-

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22 José María Jimeno Jurío, Ujué, Pamplona, 1979 (2ª ed.), pp. 22 y 27.23 El examen de los sillares inferiores del exterior permite observar las hiladas de regularización, con radio de cuvatura más amplio,que permite apoyar con seguridad la nueva cabecera en los muros de la antigua estructura tripartita. 24 Se ve perfectamente en la cuidada planimetría de la cripta de Leire realizada por Amaia Prat para la ERN, vol. III, p. 1508.25 Décadas antes se había realizado una en Leire (atípica por la división en dos de la nave central) y en fechas no muy posteriores seacometerían las de Murillo de Gállego (quizá relacionada con la consagración documentada de 1102) y Sos del Rey Católico. Sobre es-tas criptas: Carlos J. Martínez Álava, “Los espacios subterráneos: la función tectónica y litúrgica de las criptas románicas”, Espacios yestructuras singulares del edificio románico, Aguilar de Campoo, 2008, pp. 9-67.

ráldicos ubicados en las claves de bóveda, diopie a nuevos planteamientos, en la medida enque hacía muy difícil admitir un inicio de laobra posterior a 1349; al mismo tiempo, la pre-sencia de una clave con las armas del abad deMontearagón Ramón Sellán acreditaba la ter-minación de la bóveda después de 1359. Volve-remos más adelante sobre la cuestión.

Con respecto al muro que envuelve la cabe-cera y la torre románicas, su estructura ha sidocontemplada por algunos autores como partedel antiguo complejo fortificado constituidopor la iglesia y el castillo real inmediato, el lla-mado Castillazo. Es evidente que no respondeexactamente a la tipología más difundida enconstrucciones fortificadas medievales. JimenoJurío supuso que el “alto muro de la parte orien-tal próximo a la cabecera” había sido empren-dido por Carlos ii en 1378-1379 para residenciareal y gran hospital “que diera cobijo a los po-bres y romeros”22. La documentación no lo co-rrobora.

Vamos a examinar de manera diferenciadacada una de las principales construcciones me-dievales que conforman el complejo arquitec-tónico: la cabecera, la torre, la gran nave eclesialcon su circuito perimetral, la edificación anejadenominada tradicionalmente como “univer-sidad”, el muro que envuelve la parte orientaljunto con los arcos del “claustro” y la casa prio-ral.

La cabecera románicaLa parte más antigua del templo actualmente ala vista (sin contar las hiladas de la edificaciónanterior que asoman bajo el exterior de los áb-sides) consiste en la cabecera triabsidada con sucorrespondiente tramo de naves23.

Se proyectó una cabecera eclesial que que-daba a medio camino entre las grandes iglesiasmonásticas y las parroquias rurales. El hecho deque los arcos de embocadura estén descentra-

dos con respecto a los correspondientes ábsidesha llevado a pensar que la intención era adap-tarla a una edificación previa, o bien conti-nuarla con tres naves más estrechas igualmenterománicas (aunque no se explica fácilmenteuna disposición de esta naturaleza compatiblecon la falta del transepto).

El tipo arquitectónico elegido es bastantefrecuente. La cabecera compuesta por tres áb-sides escalonados contaba con un antecedenteimportantísimo en el propio reino de Pam-plona, la abadía de Leire. Aún así habría su-puesto una cierta novedad en el modesto pa-norama de la arquitectura navarra del siglo xi,porque todavía esta fórmula no había alcanzadodifusión. Ahora bien, las cabeceras de Ujué yLeire no responden a una misma manera deproyectar, puesto que en Ujué la capilla mayores poco más profunda que las dos laterales. Enuna cabecera triabsidal proporcionada, la limi-tación en la profundidad de la capilla mayor seconsigue mediante dos procedimientos: biendisponiendo anteábsides de la misma profun-didad en las tres capillas, bien dotándolas de an-chura semejante. En la cripta legerense, un an-teábside o tramo recto por delante de lacurvatura del ábside central acentúa la profun-didad del mismo con respecto a los laterales; alo que se une que es considerablemente más an-cho24. En cambio, Ujué modera la desigualdadde anchura entre los tres ábsides y dispone an-teábsides con idéntica profundidad, quizá conla intención de que la cabecera no fuera más alláde un determinado límite ¿a fin de evitar laconstrucción de una cripta motivada por eldesnivel? Si fue esa la razón, no se debería a laincapacidad de construirla, sino a su elevadocoste y a su falta de utilidad (no consta que hu-biera reliquias prestigiosas en el santuario)25.

Cuando decidieron ampliar el templo pre-rrománico de Leire, avanzaron la cabecera ro-mánica con respecto al edificio previo el espa-

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cio suficiente como para que el interior de lanueva cabecera pudiera acoger con amplitud atoda la comunidad. De este modo, mientras seejecutaba la nueva cabecera los monjes podíanseguir celebrando en el templo prerrománico;una vez terminada, podrían reunirse cómoda-mente en el nuevo espacio y acometer el derribodel antiguo para la culminación de las obras. Encambio, en Ujué la cabecera del románico plenose superpuso sobre la edificación previa, con loque durante el tiempo de las obras la iglesia ha-bría quedado inhabilitada para su uso litúr-gico. No creo aventurado concluir que el co-lectivo al que servía la iglesia de Ujué no

precisaba usar su templo con la misma necesi-dad que la pujante comunidad monástica le-gerense.

Si comparamos el exterior de Ujué conLeire advertiremos inmediatamente que la ca-becera de la abadía benedictina, obra del primerrománico, se encuentra muy escasamente arti-culada, tanto en horizontal como en vertical.Los muros se elevan lisos, sin otras interrup-ciones que los vanos, desde el suelo hasta lascornisas. Tampoco hay elementos que ritmen oenmarquen las ventanas. En cambio, en Ujué elexterior de los ábsides se organiza a la maneradel románico pleno en dos niveles diferencia-

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Cabecera románica: exterior

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dos por medio de una moldura ajedrezada: elinferior es liso a manera de zócalo y sobre él seeleva el cuerpo en que se abren las ventanas, quea su vez termina en cornisa ajedrezada sobre ca-necillos lisos. El primer edificio del entornodonde advertimos el recurso a las moldurasajedrezadas para diferenciar niveles en exte-riores absidales es la catedral de Jaca, en la dé-cada 1080-1090. Allí la composición alcanzamayor complejidad, porque añaden una mol-dura intermedia a la altura de los cimacios delos capiteles de las ventanas. Como hemos vistoen el breve resumen historiográfico, las mol-

duras ajedrezadas y la decoración de los capi-teles de Ujué han sido esgrimidas a la hora deemparentar nuestro santuario con la catedralaragonesa.

Cada ábside de Ujué se distribuye vertical-mente en tres paños separados por resaltes amanera de contrafuertes de escasa potencia.Apenas cumplen función estructural, pero ar-ticulan el muro del mismo modo que las co-lumnas de los ábsides de la catedral de Jaca, quea su vez tienen su razón de ser en la imitaciónde obras de mayor empaque, como San Satur-nino de Toulouse. En la Francia de la segunda

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Cabecera románica: exterior

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26 Aunque los dos arcos ciegos están muy restaurados, fotografías antiguas demuestran que se siguió el trazado original (véase elcapítulo dedicado a intervenciones posteriores a 1940).27 Los planos antiguos de la catedral de Jaca fueron dados a conocer en la exposición En torno a la catedral de Jaca celebrada en Huescaen 2004. En Loarre, iglesia igualmente relacionada con Jaca, no hay arcos ciegos entre las ventanas, pero sí en el nivel inferior del áb-side. Tampoco los hay en otras iglesias vinculadas con Jaca como Javierrelatre o Sasave.28 Esta solución tenía antecedentes en el primer románico, como comprobamos en San Caprasio de Santa Cruz de la Serós.29 El ábside meridional sólo conserva en buen estado la superior; las otras dos fueron picadas. En el septentrional se ven las tres, in-terrumpidas por el retablo.

mitad del siglo xi no es rara la inclusión de re-saltes de este tipo en las cabeceras, tanto en laforma columnaria, más elaborada, como amodo de contrafuertes. Esta articulación plás-tica de los exteriores murales es un rasgo pro-pio del románico pleno, como también lo es elenmarque de la ventana, aquí mediante arqui-volta acompañada de chambrana ajedrezadaapeada en columnillas, que vuelve a traernos ala memoria la solución aplicada en el únicoábside conservado de la catedral de Jaca.

Evidentemente la iglesia navarra simplificael proyecto jaqués. Se conforma con dimen-siones claramente inferiores y prescinde deotros elementos de monumentalidad como eltransepto. No podemos confirmar la deriva-ción jaquesa de la composición interna de la ca-pilla mayor, mediante dos arcos ciegos queflanquean la ventana26. El uso de arcos ciegosno puede ser verificado en la seo jaquesa, puestoque la capilla mayor fue sustituida en el sigloxviii por otra de mayores dimensiones. No esdescartable su existencia, ya que los vemos enIguácel, templo derivado de la seo jaquesa,donde tres ventanas alternan con dos arcos cie-gos. Un plano previo a la destrucción de la ca-pilla mayor jaquesa dibuja una ventana axial, sinvanos laterales27.

En cada ábside lateral hay una ventana axial,sin arcos ciegos flanqueantes. La diferencia-ción entre ábside central y laterales, de formaque éstos últimos sean más sencillos, es unaconstante en la arquitectura románica. Pero loslaterales ofrecen una novedad, consistente en elhecho de que la rosca de las ventanas invade lacurvatura de la bóveda. Esta solución será muyhabitual en el románico tardío, pero no tanto enel románico pleno28. Examinando con detallelos proyectos de Jaca y Ujué también podemosencontrar una explicación para este rasgo. Losinteriores de los ábsides laterales de Jaca esta-ban recorridos por tres molduras ajedrezadas

horizontales: una bajo el arranque del aboci-namiento de la ventana, otra a la altura de los ci-macios de los capiteles y otra en la imposta dearranque de la bóveda29. Como en Ujué se diouna simplificación generalizada del proyecto ja-qués, al disminuir la altura de los ábsides pres-cindieron de una de las tres molduras, con loque la intermedia pasó a marcar el arranque dela bóveda.

Un nexo fundamental entre Jaca y Ujué semanifiesta en la ornamentación de los capite-les. El único original del interior de la capillamayor navarra es doble (apea sobre dos co-

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Cabecera románica: detalle de ventana del ábside meridional

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30 El reparto de registros en este y otros capiteles de Ujué hace que al inferior le correspondan dos tercios de la altura y al superioruno.

lumnas) y está dividido en dos registros, sepa-rados por banda doble horizontal30. En la parteinferior una figura masculina situada en la es-quina alza el brazo izquierdo y baja el derecho.La desproporción del cuerpo es evidente, yaque el tamaño de la cabeza es superior a un ter-cio de la altura del personaje. El tratamientoanatómico resulta muy sumario y no se apreciavestimenta (fue tallado el ombligo). El rostro seresuelve con un semióvalo en el que se marcanlos ojos con círculos concéntricos y la nariz y ce-jas con bandas en relieve. La boca es una inci-sión horizontal y el cabello una red de rombos.A los lados se extienden rosetas cóncavas yux-tapuestas enmarcadas por tallos triples que noconsiguen un entrelazamiento coherente. A miparecer se trata de la simplificación (degrada-ción extrema la llamaba Durliat) del hermosocapitel dedicado a figuras masculinas desnudasen las esquinas, acompañadas de entrelazo ve-getal, leones y aves, que decora la primera pi-

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Cabecera románica: detalle del interior de la ventana del ábside meridional

Cabecera románica: sección

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lastra del muro meridional de la catedral alto-aragonesa, el que apea el arco de separación en-tre la nave de la epístola y el brazo del transepto.En el registro superior ujuetarra vemos volutassimplificadas, que asimismo recuerdan a obrasjaquesas. El cimacio se decora con palmetasinscritas interconectadas, motivo omnipresenteen la catedral altoaragonesa. El trabajo de tré-pano presente en volutas y palmetas, con pe-queños orificios al final de nervaduras incisas,es una constante del taller escultórico de Ujué.

La ventana de la capilla septentrional se de-cora al interior con dos capiteles. El septen-trional también se ordena en dos registros: de-bajo, palmetas inscritas muy toscas; encima,volutas y vástagos. El cimacio incluye semies-feras enmarcadas por tallos a manera de seriesde “ochos”, todo de gran rusticidad. Capitelescon palmetas inscritas y volutas encontramosen la catedral de Jaca (por ejemplo, en el se-gundo pilar compuesto del lado del evangeliocontando a partir de la cabecera). Las esque-matizaciones de entrelazo en “ochos” aparecenen capiteles jacetanos como en los interiores dela ventana de la capilla meridional y en caneci-llos del ábside. El capitel meridional de lamisma capilla ujuetarra presenta un ave es-quematizada en la esquina, a la que le falta la ca-beza, a cuyos lados vemos cruces patadas en-marcadas en círculos; en la parte alta tambiénaparecen volutas toscas. El cimacio despliegacírculos con rosetas inscritas muy esquemati-zadas. El ave de alas explayadas como motivocentral de capiteles es una constante en el re-pertorio languedociano. En Jaca lo vemos en elexterior de la ventana del ábside meridional,pero con una volumetría radicalmente distintadel planismo ujuetarra.

La ventana del ábside meridional se adornaigualmente con dos capiteles. El meridionalcon ave de esquina es en todo semejante al queacabamos de comentar. El septentrional se re-

parte en dos registros: en el tercio superior denuevo volutas, pero esta vez el tallo central en-tre cada pareja está entorchado; el registro in-ferior se reparte en un diseño central con su-cesión de incisiones oblicuas a partir de unfilete que recorre la esquina de arriba abajo,acompañado de palmetas de gran tosquedad.No he encontrado en Jaca antecedente directopara este motivo, que recuerda muy lejana-mente a los cabrios de ciertos capiteles lege-renses. Los cimacios vuelven a contar con pal-metas inscritas.

Hay más capiteles decorados en los arcos deembocadura de la cabecera románica. En elseptentrional, uno se decora con dos bustos

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Capitel de la arquería interior de la capilla mayor

Capitel de la catedral de Jaca (pilastra junto al brazomeridional del transepto)

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31 A mi entender el esquema figurativo desarrollado en Jaca deriva a su vez de Frómista, donde encontramos la muestra más her-mosa del tema, en el capitel hoy conservado en el Museo de Palencia. Una excelente fotografía en Marcel Durliat, La sculpture romanede la route de Saint-Jacques. De Conques à Compostelle, Mont-de-Marsan, 1990, pp. 284-285. El de Jaca puede verse en p. 234.32 Ibídem, p. 280.33 Lacarra y Gudiol, Primer románico, p. 264. Una basa con dos toros horizontales y una banda incisa central acaba de aparecer enlas obras de la casa prioral.

masculinos con grandes cabezas de tratamientoelemental y brazos elevados. Uno parece calvoy el otro con tocado o cabello volumétrico ape-nas insinuado. Es una simplificación de los ca-piteles con cabezas de esquina tan habituales enel repertorio hispanolanguedociano y recuerdaa ciertas cabecitas en iglesias secundarias del en-torno jaqués (Sasave).

El arco central cuenta con los dos capitelesde mayor interés. El de la izquierda del obser-vador (septentrional) incluye una figura mascu-lina de esquina que parece cabalgar sobre unacabeza de animal que agarra con ambas manos.Otra vez simplifica un esquema figurativo pro-cedente de Jaca, donde vemos personajes ca-balgando animales cuyas cabezas sujetan conambas manos31. El mismo esquema fue emple-ado en Loarre32. El frente del capitel está dedi-cado a tallos sinuosos entrelazados y rematadosen hojas, que podrían esquematizar varias ces-tas jaquesas. El capitel frontero presenta dos fi-guras de esquina, una masculina y otra femenina

(por la cabeza cubierta), de cuerpo entero y ves-tidas, separadas por esquematizaciones vegeta-les parecidas a las anteriores; este capitel com-parte con otros ujuetarras la existencia de unregistro superior con volutas y tallos. Los ci-macios repiten las semibolas con toscos entre-lazos que ya hemos tenido ocasión de comentar.

Las grandes escocias de las basas consti-tuían a ojos de Gudiol otro innegable nexo deconexión con la catedral jaquesa33. En las de losextremos de los arcos de embocadura hay ele-mentos en relieve (en la septentrional se reco-nocen animales como en Iguácel).

Los capiteles exteriores de las ventanas delos ábsides han sufrido gran deterioro. Recu-rren a los mismos elementos que decoran losinteriores: palmetas, cabrios, volutas, diseñoscirculares, etc., que no es preciso detallar, loque confirma su ejecución por el mismo tallery en la misma campaña.

Toda la decoración escultórica románica esde una marcada tosquedad y de su análisis se

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Javier Martinez de Aguirre

Capitel con palmetas de la ventana del ábside septentrional(interior)

Capitel con ave de la ventana del ábside septentrional(interior)

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ARQUITECTURA MEDIEVAL

Capitel con esquematizaciones vegetales del ábsidemeridional (interior)

Capitel del arco septentrional de embocadura de la cabecera

Capitel del arco central de embocadura de la cabecerarománica (lado norte)

Capitel del arco central de embocadura de la cabecerarománica (lado sur)

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34 Museo de Navarra, Pamplona, 1989, pp. 42 y 46. 35 Ibídem, p. 47.36 Al respecto, además del artículo seminal de Serafín Moralejo, “Sobre la formación del estilo escultórico de Frómista y Jaca”, Ac-tas del XXIII Congreso Internacional de Historia del Arte, Granada, 1976, pp. 427-434, véanse las recientes publicaciones de Francisco Prado-Vilar, “Saevum facinus: estilo, genealogía y sacrificio en el arte románico español”, Goya, 324 (2008), pp. 173-199, y “Lacrimae rerum: SanIsidoro de León y la memoria del padre, Goya, 328 (2009), pp. 195-221. 37 Javier Martínez de Aguirre, “Arquitectura y soberanía: reflexiones sobre las empresas arquitectónicas de Sancho Ramírez”, enprensa. En cuanto a las molduras quebradas, las vemos en los muros meridional y occidental de la catedral jaquesa, pero los quiebrosson sencillos, no dobles como Ujué e Iguácel.

desprende que el cantero que los realizó se li-mitó a aplicar sobre la superficie a decorar di-bujos que simplificaban fórmulas compositivasempleadas en ciertos capiteles de Jaca, y los ta-lló con total despreocupación por el volumeno las proporciones. Era, en resumen, un arte-sano de escasa capacitación.

Merece la pena destacar ciertos elementossecundarios por su significación a la hora decomprender los procedimientos creativos delos constructores. Las molduras que recorrenlos muros en horizontal, marcando la ubicaciónde las ventanas, responden a tres motivos: el aje-drezado de dos hileras de billetes, en la línea delo que se estaba haciendo en Jaca, el sogueadoy los roleos. La moldura sogueada dispone deun antecedente en el románico aragonés, puestoque un motivo en buena medida semejante de-cora los soportes del arco de la puerta meri-dional de la iglesia alta de San Juan de la Peña,cuya cronología es discutida. Pueden encon-trarse paralelos dispersos en el románico lan-guedociano. En cuanto a la moldura con roleos,está conformada por un tallo sinuoso del quevan brotando alternativamente hojas y racimos.Se trata de un diseño poco utilizado en el ro-mánico pleno, pero que contaba con larga tra-dición desde la Antigüedad, puesto que figura

en orlas de estelas funerarias. Nos interesa es-pecialmente su empleo en tres estelas romanasprocedentes de San Sebastián de Gastiáin, hoyen el Museo de Navarra34, en las que roleos se-mejantes orlan todo el frente. Este hecho, unidoa la existencia de restos romanos procedentesde Ujué conservados en el mismo museo (unara votiva con cabeza de toro35), lleva a plantearsi los canteros románicos tuvieron ante susojos un relieve romano decorado con estemismo motivo. En tal caso, los escultores deUjué habrían compartido con los directoresdel taller jaqués el interés por incorporar a surepertorio motivos y formas procedentes de laantigüedad36.

Otro aspecto a comentar de las moldurashorizontales consiste en su disposición escalo-nada en los ábsides laterales, mediante quiebroque dibuja doble ángulo recto. Además de lapropia catedral, otro edificio del entorno jace-tano nos da la clave para contextualizar esterecurso ornamental, ya que una moldura condoble quiebro adorna la fachada meridionalde Santa María de Iguácel. Recientemente hepropuesto una interpretación de la inscripciónde este templo a partir de los significados de lostérminos en él empleados, que llevaría a con-cluir que fue ejecutada con posterioridad a lamuerte de Sancho Ramírez (1094), en fechascercanas a las que suponemos para Ujué37. Cabepreguntarse si las molduras quebradas teníanalguna correspondencia con las líneas funda-mentales del proyecto y, en efecto, parece quequieren ir a buscar las impostas de los capite-les (no decorados) de los arcos formeros. Fi-nalmente esa correspondencia no se materia-lizó: ni la moldura concluye en el frente de laseparación entre ábsides, ni los capiteles queapean los formeros reciben ornamentación.

El proyecto de la cabecera de Ujué es pro-porcionado; su ejecución, deficiente. La mayortorpeza en lo arquitectónico, comparable a la

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Basa del arco septentrional de embocadura de la cabecerarománica

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rudeza de sus relieves, se encuentra en el primertramo de las tres naves, puesto que los arcos deseparación son excesivamente bajos. El pro-blema de la composición de iglesias de tres na-ves de escasa altura, cubiertas con bóvedas decañón paralelas, no había sido bien resuelto enla arquitectura sudpirenaica del siglo xi. Pen-semos en la cripta de Leire o en San Martín deBuil, donde hicieron arrancar los arcos de la al-tura del ara.

La incoherencia que se advierte en la cone-xión entre ábsides y arcos de separación de na-ves resulta de entrada inexplicable. ¿Cómo esposible que un templo que está correctamenteproyectado pero torpemente ejecutado en su ca-becera se encuentre, en cambio, mal proyec-tado y mal ejecutado en su primer tramo de na-ves? La hipótesis explicativa se apoya de nuevoen el conocimiento de lo que por entonces es-taba construido en el entorno. En la catedral deJaca primero se alzaron los ábsides y los murosperimetrales, y en un segundo momento los pi-lares de las naves. Además, su proyecto incluíaun gran transepto, del que carece Ujué. No to-dos los templos de tres naves en la época in-cluyeron transepto: el más monumental de lasinmediaciones, Leire, carecía de él; pero Leireno había renunciado a la altura de las naves, que

alcanzan 10,60 m en la central, frente a los 8,55que hoy tiene Ujué (recordemos que no se con-serva la bóveda original). Este dato resulta mássignificativo si lo ponemos en conexión conotros: mientras en Leire la nave central tenía 5m de anchura, en Ujué llega a los 6,50. De estemodo, en Leire la proporción anchura-altura es1:2,1, mientras que en Ujué es 1:1,3. El arco deembocadura de la nave central de Ujué cul-mina a 6,80 m, frente a los 9,90 de los fajonesde la nave central de Leire. El modo como apa-recen doblados los arcos formeros y la existen-cia de una moldura superior lisa que marca laimposta a partir de la cual se lanza la bóvedason otras tantas coincidencias entre Leire yUjué que hacen muy verosímil que el arquitectode Ujué conjugara soluciones jacetanas y lege-renses, desde el momento en que (él o el pro-motor) descartó la idea de realizar un gran tran-septo y conseguir un edificio esbelto.

Ignoramos por qué renunció a incluir ca-piteles decorados en las columnas que apeanlos arcos de separación de naves, mientras quesí dispuso basas más ornamentadas de lo ha-bitual y capiteles figurativos en los tres arcos deembocadura. Tanto Leire como Jaca ubicaroncapiteles decorados en las cuatro caras de los pi-lares compuestos.

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Detalle de la moldura bajo la arquería interior de la capilla mayor

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38 Fernando Galtier Martí, “Reflexiones en torno a la ventana cruciforme”, Aragón en la Edad Media, 8 (1989), pp. 271-282.

Ujué es el único edificio del románico na-varro llegado a nuestros días que incorporauna ventana en forma de cruz en su muro oc-cidental, concretamente en el paño que quedapor encima del arco de embocadura del lado delevangelio. Quizá tenga también origen arago-nés, puesto que en su primer románico encon-tramos vanos cruciformes comparables. Elprincipal estudioso de este tipo de vanos en elreino vecino, Fernando Galtier, considera queaparecen “en las iglesias construidas por losmaestros lombardos o en aquéllas que acusaninfluencias lombardistas”, siendo su emplaza-miento más habitual el muro oriental o el oc-

cidental de la nave38. No existe a la vista en la ca-tedral de Jaca, pero sí los hay en su entorno, porejemplo en Barós, pequeña aldea cercana a lasede diocesana altoaragonesa, donde se abresobre el arco de acceso al ábside. Es un detallemás para suponer que fueron canteros arago-neses quienes llevaron a cabo la cabecera ro-mánica ujuetarra. No es fácil conciliar esta ven-tana, que había de corresponder a un muroexterior, con la hipotética cubierta del espacioque antecedía al arco de embocadura.

El aparejo mediano utilizado en la cons-trucción de la cabecera de Ujué presenta comocaracterísticas: a) hiladas que se inician con un

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Interior de la cabecera

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39 Al-Himyari, Kitab ar-Rawd al-Mi’tar, trad. por Mª Pilar Maestro González, Valencia, 1963, pp. 237-238. 40 José Mª Lacarra, “Santa María de Ujué”, Al Andalus, XII (1947), pp. 484-485.41 Los tenentes eran nobles a quienes confiaba el monarca la custodia de un castillo y su distrito.

sillar y terminan con dos; b) disparidad de al-turas que oscilan entre 18 y 40 cm; y c) despie-ces diferentes en cada semicilindro, predomi-nando las piezas menos altas en el septentrionaly las más grandes en el central. También enesta organización las fórmulas ujuetarras coin-ciden con lo que se estaba haciendo en el en-torno jacetano a finales del siglo xi. Este apa-rejo ligeramente irregular será abandonadoconforme avance la asimilación de las fórmu-las propias del románico pleno en Aragón y enNavarra, cuando se uniformizarán las hiladas.Aunque no es descartable que se mantuvierancuadrillas continuadoras del aparejo tradicio-nal, lo cierto es que no podemos confirmar supervivencia con posterioridad a 1120, lo quesupone un argumento más para fechar la cons-trucción de la cabecera en un marco cronoló-gico que podemos concretar entre 1080 y 1100.

Para fijar la cronología de la cabecera espreciso afrontar el examen de los primeros do-cumentos que mencionan Santa María de Ujué.Desde el artículo de José María Lacarra, publi-cado en 1947, viene siendo identificada con lasreferencias a una fortaleza del reino de Pam-plona llamada Santa María insertas en fuentes

musulmanas. El geógrafo Al Himyari, que es-cribía en el siglo xv recopilando informacionesanteriores procedentes de diversos autores, alreferirse a Santa María de Algarbe menciona:“Otra localidad, del nombre de Santa María, esla primera de las fortalezas que forman partedel sistema de defensa de Pamplona. Es la queestá construida con más solidez y ocupa la po-sición más elevada. Está construida en una al-tura que domina el río Aragón, a una distanciade tres millas de este río”39. Lacarra dedujo quecorrespondía “sin duda alguna, al castillo deUjué, llamado en la Edad Media Sancta María deUxua, o simplemente Sancta María”40. Aunquese ha propuesto que la somera descripción re-fleje la situación de la fortaleza en el siglo x, noes posible datar la noticia con exactitud, ya queAl-Himyari compuso su obra a partir de fuen-tes variadas, unas más antiguas y otras menos;la mayor parte de los comentarios de carácterhistórico que copia se consideran de época al-mohade.

Por la parte cristiana, como reconocía La-carra, Ujué no aparece en ningún documentofiable anterior a mediados del siglo xi. El lis-tado de tenentes41 del que dio cuenta Agustín

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Ventana cruciforme sobre el arco de embocadura de la capillaseptentrional (vista interior)

Reconstrucción gráfica de la cabecera románica

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42 Agustín Ubieto Arteta, Los “tenentes” en Aragón y Navarra en los siglos XI y XII, Valencia, 1973, p. 165. Uranga, Ujué, pp. 53-60. 43 Con posterioridad a los escritos de Lacarra se han publicado las colecciones documentales del monasterio de Leire, la catedralde Pamplona y Sancho el Mayor. En ninguna de ellas hay referencias a Ujué anteriores al año 1050: Roldán Jimeno y Aitor Pescador,Colección documental de Sancho Garcés III, el Mayor, rey de Pamplona (1004-1035), Pamplona, 2003; José Goñi Gaztambide, Colección Diplomáticade la Catedral de Pamplona. Tomo I (829-1243), Pamplona, 1997; Ángel Juan Martín Duque, Documentación Medieval de Leire (siglos IX a XIII),Pamplona, 1983.44 La bula, que contiene algún error histórico, menciona específicamente los castillos de Ruesta, Ull, Sos, Uncastillo, Luesia, Biel, Agüeroy Murillo, todos aragoneses, porque se dirige al obispo de Jaca. Es posible que hubiese edificaciones semejantes en la frontera pam-plonesa. El texto fue transcrito por Paul Kehr, “Cómo y cuándo se hizo Aragón feudatario de la Santa Sede. Estudio diplomático”, Es-tudios de Edad Media de la Corona de Aragón, 1 (1945), pp. 314-317.45 La existencia de un edificio prerrománico había sido tradicionalmente admitida por la mayor parte de los estudiosos (entre losque me cuento: Clara Fernández-Ladreda (dir.), Javier Martínez de Aguirre y Carlos J. Martínez Álava, El arte románico en Nava-rra, Pamplona, 2002, p. 74). Ya fue expuesta en el primer estudio histórico-artístico de la cabecera ujuetarra: Lacarra y Gudiol, Primerrománico, p. 264. Las dimensiones de los arcos de embocadura de la cabecera románica hacían pensar en un templo de tres naves, siendolas laterales muy estrechas. La constatación arqueológica de que no hay restos de edificaciones del siglo X en la cabecera ujuetarraobliga a modificar el discurso. Para todo lo relativo a estos hallazgos y las valoraciones acerca del destino de la construcción remito alcapítulo correspondiente en esta misma publicación.46 Este mismo procedimiento se ha observado en San Pedro de la Rúa de Estella.47 Los documentos han sido transcritos en distintas ocasiones: Ramón de Huesca, Teatro histórico de las iglesias del Reyno de Aragón,vol. VII, Pamplona, 1797, p. 301; Uranga, Ujué, docs. 1-3; Ángel Canellas López, Colección Diplomática de Sancho Ramírez, Zaragoza, 1993,docs. 85, 106, 108, 137 y 138; María Dolores Barrios Martínez, Documentación de Montearagón (1058-1205), Huesca, 2004, docs. 3 y 10.

Ubieto Arteta, revisado en profundidad porUranga Santesteban, se inicia con Íñigo Sán-chez en junio de 1055, ya en tiempos de Sanchoiv el de Peñalén42. Por tanto, el papel de Ujuéen el siglo x y la hipotética monumentalizaciónde su iglesia y castillo no pueden ser verificadosdocumentalmente43. ¿Hemos de pensar en unafortaleza importantísima del siglo x posterior-mente desaparecida, o mejor eclipsada, hasta larecuperación de protagonismo ya a mediadosdel siglo xi? ¿Cabría suponer otra historia, demodo que la relevancia de Ujué se iniciara en elprimer tercio del siglo xi, cuando Sancho elMayor fortificó diversos puestos fronterizosasomados a Al Andalus, tal y como describepara Aragón una controvertida bula papal de1084-1085?44 ¿Habría sido edificado el castilloen tiempos de García el de Nájera, en el se-gundo cuarto del siglo xi? Ni el edificio hoy enpie, ni el localizado en la excavación han pro-porcionado restos materiales pertenecientes alos primeros tiempos de la expansión pam-plonesa en el siglo x. Consecuentemente, nadapodemos decir sobre los condicionamientosque una hipotética iglesia prerrománica pudoejercer sobre el proyecto de la cabecera de fi-nales del siglo xi aquí estudiada45. En el capí-tulo dedicado a la excavación arqueológica se haexpuesto el significativo hallazgo del testerotripartito con remates rectos posterior al añomil. No han sido localizadas evidencias de lacontinuidad de las naves. Las recientes excava-ciones han demostrado que el nivel originaldel pavimento de la cabecera románica era muysemejante al actual, porque debajo del enlo-sado aparece enseguida la roca en la que fuerontallados varios sepulcros. La nave gótica se en-

cuentra por debajo de dicha cota, lo que inducea pensar que el lecho pétreo fue excavado paradar mayor esbeltez al templo del siglo xiv

46.La época y las circunstancias históricas que

causaron la renovación de este edificio previoson conocidas a partir de las donaciones deSancho Ramírez a las iglesias de Santiago deFunes y Montearagón, la concesión por elmismo monarca de diversas exenciones a loshabitantes de Ujué y la confirmación de las po-sesiones de Montearagón por Pedro i47. Paranuestro interés, que es conocer cuándo, cómo ypor qué fue iniciado el templo del pleno ro-mánico, resultan de gran importancia tanto lamención de las obras en curso como su moti-vación.

Con respecto a la cronología, un diplomapor el cual Sancho Ramírez otorga carta de do-tación a Santiago de Funes afirma que el mo-narca estaba edificando una iglesia en SantaMaría de Ujué: Similiter placuit nobis uolenti animoet spontanea uoluntate et edificamus ecclesiam beateDei Genitricis Marie in Uxue. Su fecha es pro-blemática. En la edición más reciente, BarriosMartínez lo data el 13 de enero de 1086, con-forme al texto, pero advierte que en enero de eseaño era todavía obispo de Jaca el infante García,y no Pedro que es quien figura en la cláusula co-rrespondiente (Alius episcopus Petrus in Iacha). Esuno más de los documentos problemáticos delreinado de Sancho Ramírez. Otros autores loconsideran del año 1089. Para nuestro interés,resulta poco relevante si el reconocimiento dela promoción regia de las obras se hizo en 1086o en 1089, asunto de cierta trascendencia, encambio, para la cronología de la catedral deJaca.

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48 Hec est [carta] quam facio ego Sancius rex ad uos homines de Santa Maria [de Uxue] ut sit firma et durabilis in secula per bonam uoluntatemque uos [me] habuistis et pro magno seruicio que me fecistis: Luís Javier Fortún Pérez de Ciriza, “Colección de «fueros menores» de Na-varra y otros privilegios locales (I)”, Príncipe de Viana, XLIII (1982), pp. 277-279.49 José de Moret, Anales del reino de Navarra. Edición anotada e índices dirigida por: Susana Herreros Lopetegui, Pamplona, 1989, vol. III, nº668 (p. 490).50 “Et si cadet illo castello, rex faciat facere”: Uranga, Ujué, ap. doc. 1.

En cuanto a las motivaciones del soberano,en el documento de concesión de exenciones alos habitantes de Ujué el rey agradece la “buenavoluntad” y el “gran servicio” que le habían ofre-cido48. ¿En qué habían consistido? El texto lle-gado a nuestros días no lo especifica, pero al pa-recer sí una copia del privilegio que manejóMoret, quien expone que el soberano lo hizo“porque vosotros fuisteis los primeros que mereconocisteis por vuestro señor y rey en aque-lla entrada de Pamplona y me entregasteis elcastillo”49. Además, este ejemplar de la conce-sión estaba fechado en el mes de julio de 1076.El rey estaba agradecido porque la fortaleza deUjué había sido la primera en reconocerlocomo monarca tras el asesinato del titular de lacorona pamplonesa, su primo Sancho iv el dePeñalén, por un complot en el que intervinie-ron miembros de la familia regia. Las conce-siones resultan muy favorecedoras e incluyenuna alusión a la existencia del castillo, puesto

que el soberano se compromete a hacerse cargode la reconstrucción en caso de que cayera su fá-brica50.

Estos datos ayudan a contextualizar unaobra que de otra manera resultaría inexplicable.En efecto, no son muchos los templos de fina-les del siglo xi en los que puede documentarseuna intervención directa del monarca encami-nada a la financiación de su fábrica. ¿Por qué ra-zón, si no, habría emprendido la construcciónde una iglesia de estas características? SanchoRamírez no tuvo intención de conferirle la dig-nidad de capilla real, ni de establecer una pu-jante comunidad monástica o canónica, nipensó en el templo como centro rector de la re-conquista al sur de la muga del reino de Pam-plona, condición otorgada a Santiago de Funes.En consecuencia, la promoción de una nuevacabecera es meramente un acto de agradeci-miento a la población de Ujué (¿y una palma-ria manifestación de devoción a la Virgen en la

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Montaje fotográfico con las bóvedas de las tres capillas románicas

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advocación que allí se veneraba?) que tan im-portante papel había jugado en un momentocrítico de su reinado. La interrupción poco ca-nónica del templo pudo deberse a la muerteprematura del rey aragonés en el sitio deHuesca (1094).

Como se verá en el capítulo dedicado a lasintervenciones en el edificio, la cabecera actuales el resultado de numerosas transformacionesde lo ejecutado a finales del siglo xi. La re-construcción de elementos que habían sidomodificados o destruidos a lo largo de los si-glos, incluidas buena parte de las bóvedas (sonoriginales las dos de horno de las capillas late-rales y las de sus anteábsides), la apertura y a ve-ces posterior tapiado de puertas en los muroslaterales, las consecuencias derivadas de la ele-vación y sucesivas modificaciones de la torre, yla adición de un arco gótico de refuerzo en elanteábside meridional son otras tantas altera-ciones de lo que fue uno de los encargos pio-neros del pleno románico en tierras navarras.

La torre románicaCon posterioridad a la cabecera pero todavía enépoca románica fue edificada la gran torre. So-bre el plano se aprecian sus dimensiones, algomayores que las de otras torres de campanas delrománico pleno o tardío del entorno. No acre-dita una finalidad preferentemente defensiva,puesto que carece de elementos propios de la ti-pología, como las saeteras (resulta muy ilustra-tiva la comparación con la torre zaragozana deObano, en las inmediaciones de Luna, edificadaen la misma década y por encargo del mismomonarca). Las transformaciones de que ha sidoobjeto a lo largo del tiempo han modificado ental modo su aspecto que hoy resulta complicadoreconocer cuál había sido el proyecto inicial.

Se conserva a la vista la parte baja del muromeridional. Se trataba de una construcción quesuponemos rectangular (de haber sido cua-drada hubiera invadido el espacio correspon-diente al tramo meridional de la nave romá-nica). La esquina suroccidental fue alterada paradisponer el chaflán de la torre, donde hoy hayun sepulcro en arcosolio, y al mismo tiempo fuedescarnado el paramento interior del muro oc-

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Torre románica reedificada en época gótica

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Vista exterior de la torre; en la parte baja se aprecia el encuentro de los paramentos románico y gótico

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Muro meridional de la torre románica: exterior de la planta baja Contrafuerte gótico que se entrega contra la ventanarománica de la torre

Muro meridional de la torre románica: exterior a la altura de la ventana

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51 Probablemente fue desmontado el muro oriental de la torre para permitir el acceso de materiales destinados a la construccióndel nuevo contrafuerte.

cidental, posiblemente para conseguir mayorespacio en la planta baja, como consecuencia dehaber sido invadido el hueco original por elcontrafuerte que exigía la nueva construccióngótica. Resaltes verticales cercanos a las esqui-nas y al menos una moldura horizontal (ac-tualmente suprimida), situada a media altura,proporcionaban una elemental plasticidad. Te-nemos a la vista la ventana de la planta baja, queno está pensada como elemento defensivo sinoque dispone por el interior del derrame habi-tual de los templos de la época.

Lo que ha llegado a nuestros días no incluyepuerta románica. Hay un vano cegado situadoen altura, un poco por debajo de la ventanameridional de la planta intermedia, pero noquedan restos suficientes como para concluirque fuera una puerta estrecha en vez de unaventana. Es posible que el acceso se hicieradesde la nave meridional de la cabecera romá-nica. Todo el muro interior de la nave gótica enel tramo que se corresponde con la torre fueedificado en el siglo xiv, como prueban las di-mensiones de los sillares y las marcas de can-tero. La modificación principal de la torre tuvolugar por entonces, cuando la necesidad de dis-poner grandes contrafuertes que sirvieran deestribo a las enormes bóvedas de crucería con-llevó la invasión de su interior51. La ventanarománica en la que entesta el nuevo muro esimagen elocuente de estas modificaciones.

Al alcanzar el tercer nivel encontramos laedificación plenamente gótica en la que losmaestros del siglo xiv insertaron una gran ven-tana románica previamente desmontada, pro-curando que centrara el paño de muro resul-tante del redimensionamiento gótico. Que elmontaje que ha llegado a nuestros días se co-rresponde con la Baja Edad Media queda demanifiesto por la existencia de una moldura bi-selada justo debajo de la ventana que recorretoda la torre, incluido el chaflán, por lo que no

puede ser anterior a dicho chaflán. La ventanafue desplazada hacia los pies del templo. De ha-berla dejado en el emplazamiento que supo-nemos original, en el centro del paño de lanave, a eje con la ventanita del entresuelo, me-dio vano hubiera quedado cegado por el con-trafuerte. Y necesitaban un vano amplio, porquela parte oriental de la nave gótica iba a quedariluminada por esa ventana. La ventana gótica deeste tramo de la nave está perfectamente aline-ada con la ventana románica de la torre, aunqueeso significa que no centra el tramo oriental denave, sino que queda desplazada hacia la cabe-cera.

El carácter románico de la ventana viene de-terminado por capiteles y molduras. Su doble ar-quivolta de medio punto en platabanda des-cansa sobre sendas columnas a cada lado, concapiteles, cimacios y basas decoradas. Los capi-teles se conservan en estado muy desigual. Elprimero de la izquierda del observador presentagrandes formas lisas rematadas en volutas quese curvan hacia el interior. Sólo vemos las dosvolutas de los extremos, porque las centralesfueron golpeadas. El segundo se compone de va-rios niveles de bolas: tres de mayor tamaño enel registro inferior; en el superior, una alter-nancia de dos bolas grandes en los extremos ytres parejas de bolas de menor tamaño en laparte central. Al otro lado del vano, el tercer ca-pitel alinea hojas lisas en resalte rematadas envolutas muy sencillas. El cuarto está muy estro-peado: en su parte inferior una sucesión de in-cisiones verticales hacen pensar en tallos, mien-tras que en la parte alta hay esquematizacionesde formas vegetales. El cimacio sólo puede versebien en la parte occidental y está ornamentadocon círculos entrelazados. Las basas son senci-llas, con plinto de poca altura, moldura con-vexa con lengüetas en las esquinas, seguida deescocia y toro de escaso desarrollo. Capiteles ybasas ofrecen formas propias del románico tar-

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dío (curvatura de la moldura inferior de las ba-sas, simplicidad de las volutas de los capiteles).Desde luego no pertenecen al repertorio formalempleado en la cabecera, que derivaba directa-mente de Jaca. Los círculos entrelazados apare-cen en construcciones relacionadas con la cate-dral románica de Pamplona y las volutas yesquematizaciones vegetales abundan en el ro-mánico rural del entorno (Valdorba, Izagaon-doa). Por tanto, hemos de concluir que la ven-tana de la torre (y suponemos que el resto de sufábrica románica) fue realizada entre 1160 y 1240,más cerca de ésta última cronología por las ba-sas, y que sufrió alteraciones radicales en el si-glo xiv.

El cuarto nivel fue realizado en época góticareempleando también elementos tardorromá-nicos. Los vanos abiertos en el muro sur pre-sentan ornamentación; los restantes carecende ella (hay dos vanos apuntados hacia el Norte,dos hacia el Oeste y uno hacia el Este). Sus cua-tro capiteles responden a fórmulas inercialesrománicas: dos con grandes hojas lisas, y unocon tres registros de palmetas inscritas (que serepiten en el cimacio); el cuarto capitel estámuy dañado. Cimacios y chambranas incluyenroleos de semipalmetas, por una parte, y una es-quematización de la habitual moldura de pal-metas inscritas propia del románico pleno, tra-tada casi como sucesión de elementosgeométricos alejados de la composición origi-nal.

Desde antiguo se identifica esta torre con elnombre de “los picos” a diferencia de la menor,que por entonces denominan “de los cuatrovientos”, nombre con el que aparece en la do-cumentación52. El nombre de torre de los picospodría responder a un antiguo diseño de losmerlones distinto del actual.

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Ventana románica reaprovechada en la reconstrucción gótica de la torre

Elementos tardorrománicos reempleados en los vanos góticos del piso superior de la torre (cara sur)

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52 Teresa Alzugaray Los Arcos, Iglesia de Santa María de Ujué. Revisión documental de la evolución constructiva, informe conservado enel archivo de Patrimonio Arquitectónico de la Institución Príncipe de Viana, doc. nº 173. En adelante citado Alzugaray, Iglesia.

La nave góticaLa edificación de mayor empeño correspondea la gran nave gótica. Muchos autores han com-parado Ujué con Leire por la semejanza en layuxtaposición de cabeceras románicas triparti-tas y naves únicas góticas bajo enormes bóvedasde crucería; sin embargo, el parecido escondeuna diferencia fundamental: al contrario que enla abadía legerense, en Santa María no preten-dieron conectar las dos estructuras, sino susti-tuir en su totalidad el templo románico porotro gótico, objetivo que no pudieron cumplirpor las dificultades de los tiempos. Lo pruebala construcción del cuarto contrafuerte, el másoriental de la fachada septentrional. Este estriboy el inmediato tienen idénticas medidas (2,18 mde anchura) y su única razón de ser consiste en

dar continuidad a la obra gótica. Sin embargo,el hecho de que no se hubiera acometido elcontrafuerte correspondiente al otro lado, quetendría que invadir parte de la capilla meri-dional románica, indica que maestros y pro-motores fueron cautos y no iniciaron aquellostrabajos que hubiesen comprometido la normalutilización de la cabecera del siglo xi.

La opción por la nave única fue la más ha-bitual en el panorama de la arquitectura reli-giosa navarra desde la segunda mitad del sigloxiii, tanto para parroquias como para conven-tos. A pocos kilómetros de Ujué los construc-tores de Santa María de Olite habían apostadopor esta solución pocas décadas atrás, al igualque los canónigos de San Saturnino de Tolosacuando quisieron renovar su templo de Arta-

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Interior de la gran nave gótica

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Coro alto situado a los pies de la iglesia

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53 Sobre las vicisitudes de la iglesia artajonesa, de cuya comparación con Ujué pueden extraerse interesantes reflexiones acerca delas aspiraciones y posibilidades arquitectónicas en el entorno navarro de 1300, puede verse: Javier Martínez de Aguirre, “El edificiogótico y su ornamentación”, San Saturnino de Artajona, Pamplona, 2009, pp. 76-147.54 San Saturnino de Pamplona tiene una anchura constante de 14,60 m. Ujué alcanza en su parte más ancha, bajo el coro, 14,70 m,pero la anchura va disminuyendo hacia la cabecera (14,35 m).

jona53. El arquitectvo y los promotores de Ujuéidearon una edificación ambiciosa, con casi 15m de anchura, lo que la convertía en el templomás ancho de espacio único hasta entoncesemprendido en Navarra54. Enseguida veremosque esta gran amplitud forma parte de un pro-yecto complejo constituido por dos torres, coroalto, galería volada, circuito que atraviesa loscontrafuertes y dos pasajes embutidos en losmuros.

El tipo escogido solía incluir tres o cuatrotramos de nave, cabecera poligonal de menor omayor anchura y complejidad (sencillas comoSanta María de Olite, complicadas como San

Saturnino de Pamplona) y tribuna o coro alto alos pies. No vamos a especular acerca del diseñoprevisto para la cabecera gótica y cómo se arti-culaba con un hipotético cuarto tramo de nave.Probablemente no avanzaba mucho más allá delos ábsides románicos, debido a las obras de in-fraestructura que hubiera sido necesario aco-meter, pero ciertamente ni los promotores ni elarquitecto parecen haberse asustado ante laperspectiva de trabajos dificultosos, puesto queemprendieron una costosa labor a la hora de re-alizar la galería occidental. Desde luego nohubo precipitación en el cierre provisional dela obra (que resultó a la postre definitivo), como

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Bóvedas del sotacoro

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55 “Habrir una puerta debaxo del coro para el claustro”: Alzugaray, Iglesia, p. 26. 56 La escalera apoya en el contrafuerte de esquina del “colegio”, que fue ejecutado en 1378, décadas después de que se hubiera cons-truido la esquina de la iglesia.

demuestra el que tuvieran buen cuidado endisponer molduras también en el encuentroentre la bovedilla suplementaria y el murooriental por encima de la embocadura de lacabecera románica.

Siendo el modelo de nave única el más fre-cuente en el gótico radiante navarro, sin em-bargo el arquitecto de Ujué no se limitó a re-producir una fórmula consagrada; todo locontrario: dotó a su proyecto de un gran nú-mero de peculiaridades en razón de su especialtopografía, de las particularidades del cultoque allí se celebraba y de la circunstancia deempezar la obra por los pies en vez de por lacabecera.

La tribuna occidental se ejecutó de maneracompletamente atípica, sobre tres arcos apun-tados que descansan en dos pilares, en vez delanzar un único arco muy rebajado que era lohabitual hasta entonces (Legarda en Menda-via, San Saturnino de Artajona, San Cernin dePamplona). Son asimismo inusuales los trestramos de bóveda de crucería bajo el coro (lonormal es uno) e incluso las tres ventanitas quefacilitan la iluminación del sotacoro: frecuen-temente se abre una puerta, pero en Ujué que-daría a nivel distinto de la galería, por lo que lasegunda puerta del templo fue situada en elmuro septentrional de la nave, cerca de la ca-becera (la puerta adintelada en la parte norte delsotacoro fue abierta en 162655).

La existencia de atriles y repisas suntuosa-mente decorados en piedra lleva a suponer queel coro alto sirvió para proclamar las lecturas,como sabemos sucedía en San Cernin de Pam-plona. Deducimos que este ámbito elevado fuedestinado a los clérigos que atendían el culto deSanta María. Mientras en Pamplona el antepe-cho está realizado en madera, en Ujué es pétreo,de mucho mayor peso; quizá sea ésta la razónde disponer tres arcos en vez del arco único re-bajado.

Una puerta de servicio que data de la cons-trucción original fue abierta en la esquina nor-occidental de la tribuna; conducía a un pasadizoembutido en el contrafuerte de esquina, am-pliado en el siglo xvii para facilitar el acceso ala sacristía nueva56.

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Sección de la escalera de acceso a la tribuna y a la torre de la esquina suroccidental

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La subida al coro alto por medio de una es-calera embebida en el muro tampoco era co-rriente en la arquitectura navarra de la época. Segeneralizaría más tarde, en el siglo xvi. Hastaentonces lo habitual era habilitar escaleras ane-jas al muro interior, bien en el meridional(como en San Saturnino de Artajona, recons-truida en la reciente restauración), bien en elseptentrional (como en la cercana poblaciónde Sánsoain en la Valdorba), en función de laubicación de la puerta. En Ujué el arquitectodispuso un muro grueso entre los dos contra-fuertes suroccidentales, que prolongaba el re-salte de la gran puerta abocinada. Allí alojó una

escalera que continúa hasta la torre de la es-quina. La escalera está iluminada por dos sae-teras.

Otro rasgo peculiar de Ujué estriba en lasdimensiones de los contrafuertes, mucho másanchos y destacados que los de otros edificiosnavarros de la misma época. Sin duda tuvieronen cuenta la gran amplitud de la nave y los em-pujes proporcionales de las bóvedas; probable-mente también previeron que iban a dejarloscalados por un pasaje abovedado para facilitarla circulación en torno al templo.

El abovedamiento de la nave no ofrece sin-gularidades, dada su opción por tres tramos

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Tramos de bóveda de la gran nave gótica

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de bóvedas de crucería sencilla. Es digna de se-ñalar la abundancia de sillares muy apaisadosen los plementos. Las molduraciones de todoslos elementos constructivos nos indican que eltemplo se ejecutó siguiendo fórmulas propiasdel gótico radiante, un arte refinado que gustade la variedad y distingue los perfiles de arcosy nervios en función de su ubicación en el edi-ficio. Los nervios de las bóvedas del sotacoro di-bujan una sección sencilla, con grueso baque-tón central recorrido por filete longitudinal,que está flanqueado por sendos baquetonci-llos y medias cañas a partir de biselado a cadalado. El diseño se repite en las bovedillas del án-gulo suroeste de la galería. Es parecido el de losarcos perpiaños de la nave, que añaden un bi-sel justo a los lados del baquetón central, siem-pre con su filete longitudinal. Los nervios dia-gonales de la nave lo enriquecen con unamoldura a cada lado del baquetón central. Losarcos de embocadura del sotacoro añaden unsegundo baquetón recorrido por filete en el la-teral y un doble bisel intermedio. Frente a to-dos los antedichos, rematados en baquetón confilete, hay dos diseños de nervios correspon-dientes a bovedillas bajo contrafuertes que cul-minan en artesa (sencillos o dobles) en vez de enbaquetón redondeado con filete.

En resumen, se combinan maneras distin-tas de concebir las molduras: unas basadas enel predominio de los encuentros angulosos,otras en la sucesión de baquetones, otras máscomplejas, en las que emplean formas mixtilí-neas. La parroquia de San Cernin y la CapillaBarbazana de la Catedral de Pamplona presen-tan también opciones angulosas y baquetona-das edificadas al mismo tiempo (tanto en labóveda del sotacoro como en las capillas de lacabecera en San Cernin; y en los nervios radia-les y en las trompas de esquina en la Barbazana);incluso encontramos en San Cernin, en obrahacia 1300, perfiles muy semejantes a algunos

baquetonados de Ujué. En la Barbazana las se-mejanzas son mayores con relación a los perfi-les en artesa ujuetarras. El claustro de la catedralpamplonesa coincide en la diversidad, pero susperfiles en ningún caso son parecidos a los deUjué; en cambio, algunos del refectorio cate-dralicio (construido hacia 1330) comparten prin-cipios compositivos.

Una diferencia del mismo tipo en lo que co-rresponde a la complejidad de las molduras sepercibe en los dos antepechos con cuadriló-bulos. En los del coro encontramos hasta cinconiveles de molduración en profundidad (re-cuerdan a los que rematan la galería occidentaldel claustro de Pamplona, pero las secciones noson idénticas). Los de la galería son muchomás simples. ¿Cabe deducir de este hecho laparticipación conjunta y simultánea en lasobras ujuetarras de dos talleres dirigidos porsus respectivos maestros, uno responsabilizadodel coro, la escalera suroccidental y parte del cir-cuito mientras el otro edificaba la galería (la sec-ción de los pilarcillos de la galería está basadaen encuentros angulosos, sin curvas), el pasajenoroccidental y otra parte del circuito? Paraafirmarlo habría que valorar también otros as-pectos como las marcas de cantero y la orna-mentación escultórica. El volumen de tarea deambas maneras de trabajar es comparable. Nohemos de pensar en campañas sucesivas, por-que –como hemos visto– en la bovedilla bajo elcontrafuerte decorada con los evangelistas,junto a la portada meridional, encontramos re-mates angulosos en la línea de los que vemos enla esquina noroccidental. De todas formas, laaparición conjunta de ambos tipos de nerviosen la bóveda de la Barbazana evidencia que unmismo equipo podía trabajar con ambas solu-ciones a la vez.

La complejidad y riqueza de elementos nosfacultan para calificar la obra de Ujué comosutil y suntuosa, los mismos adjetivos emplea-

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Diversidad de perfiles de nervios y arcos dispuestos en distintos ámbitos de la iglesia gótica

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57 Publicó los documentos que incluyen esta expresión José Goñi Gaztambide, “Nuevos documentos sobre la Catedral de Pam-plona”, Príncipe de Viana, XVI (1955), pp. 135.58 Otra posibilidad de introducción de un arte tan refinado derivaría de la intervención de un promotor muy destacado, capaz decontratar a artistas de notable capacidad. Como veremos, ni la documentación ni los escudos de las claves son concluyentes al res-pecto. Podría quizá identificarse con el personaje arrodillado en el tímpano de la portada principal, de la que se tratará en el capítulodedicado a la escultura.59 Lo normal era construir primero las cabeceras y con frecuencia las iniciaban por la esquina en cuyas inmediaciones se situaría laescalera de acceso a cubiertas.

dos por el cabildo de la catedral pamplonesapara referirse al claustro que estaban constru-yendo en 131157. Delicada e ingeniosa, magníficay costosa, buena muestra del espíritu refinadode los mejores arquitectos de estas fechas, loque nos lleva a lamentar doblemente que nohubieran concluido la cabecera, pues podría-mos esperar una solución espectacular. Ujué esla obra que con mayor ambición da continui-dad a la renovación arquitectónica y escultóricaintroducida en el reino gracias a las obras pam-plonesas. Es más, el nivel de calidad que se ob-serva en las soluciones del santuario sólo seexplica a partir del salto cualitativo que el claus-tro catedralicio (y en menor medida San Cer-nin) supuso para el desarrollo del gótico nava-rro58.

Con dicho claustro coincide también elgusto por los ritmos alternos que se aprecia enla distribución de pilares de la galería occiden-tal, donde en vez de repartirlos a distanciasiguales, pensaron en alternar dos segmentosde dimensiones diferentes (aproximadamente

1,76 y 2,55 m). No nos detendremos en la car-pintería, una de las más antiguas, decoradas ycompletas entre las medievales navarras, que esestudiada en otro capítulo.

Las líneas que marcan las juntas del nuevopavimento del interior de la nave han puesto demanifiesto otros refinamientos que antes esca-paban a quien no tomara las medidas del edi-ficio. Los tramos del muro meridional son des-iguales. Los dos extremos miden 6,24 m,aproximadamente lo mismo que los tres delmuro norte, mientras que el central alcanza6,95. Esto se debe al deseo de disponer en elcentro espacio suficiente para la portada prin-cipal y para colocar a su lado la puertecilla de ac-ceso a la escalera que conduce al coro alto y a cu-biertas. En efecto, en vez de aprovechar la torrerománica para tal fin, como la fábrica se iniciópor los pies59, proyectaron dar mayor dimen-sión al contrafuerte suroeste a fin de alojar ensu interior una escalera que prolongara la delcoro y llevara a la sobrebóveda. Este dispositivo,que dotó de notable personalidad a la iglesia de

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Secciones de nervios y arcos dispuestos en distintos ámbitos de la iglesia gótica

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60 Las fotografías antiguas permiten suponer que el remate almenado existía desde antiguo, aunque fue macizado y cubierto en épocaindeterminada hasta ser nuevamente liberado ya en el siglo XX (véase el capítulo de obras anteriores a 1940). El piñón del hastial deUjué está recrecido, lo que nos hace dudar acerca del sistema original de cubiertas. Hoy cuenta con carpintería sobre bóvedas, perotanto la parte superior de dicho hastial como el muro alzado por encima de la cabecera románica en su presentación actual no sonmedievales.

Ujué desde el momento en que la escalera se re-mató como una torrecilla almenada, les per-mitió acceder fácilmente a los puntos más altosde la obra desde el principio60. Ahora bien,sólo el remate de dicha torre incorpora ele-mentos propios de la arquitectura militar. Nohay saeteras y las ventanitas no alcanzan las di-mensiones adecuadas para el armamento de laépoca. Gracias a ambas torres la imagen de laiglesia es la de un edificio muy fortificado, hastael punto de que tradicionalmente se ha califi-cado de iglesia-fortaleza, a mi juicio de maneraexcesiva, ya que la fortificación no determinó lasprincipales opciones constructivas. Si la com-paramos, por ejemplo, con San Saturnino deArtajona, advertimos que Ujué carece de paseode ronda defensivo que recorra la culminacióndel edificio en todo su perímetro.

Probablemente la cubierta original ujueta-rra estuvo en la línea de las de Artajona y SantaMaría de Olite, con lajas colocadas directa-mente encima de las bóvedas; pero la soluciónaplicada a los remates de los muros perimetra-

les no coincide exactamente con la empleada enestos antecedentes. A lo largo de los siglos sehan sucedido varios sistemas de cubiertas, losmás recientes con cerchas sobre las bóvedas,para lo cual fue necesario suplementar el piñóndel hastial y elevar hasta la altura idónea elmuro ubicado encima de los ábsides románi-cos. Tampoco en la primitiva solución de cu-biertas del imponente templo artajonés habíasido proyectado el paseo de ronda que final-mente se construyó.

Llama la atención la escasez de ventanales.Todo el muro septentrional se eleva sin unsolo vano de iluminación, lo que resulta co-rriente en el gótico navarro. El hastial está per-forado por un óculo de medianas dimensiones,menor que el de Artajona por ejemplo, quizápor la presencia de la galería. En San Saturninode Pamplona un gran vano apuntado se abre enel mismo sitio. Sorprende que en el muro me-ridional los ventanales alcancen desarrollo muylimitado (aunque en esto coincide con San Sa-turnino de Pamplona, donde sólo hay una pe-

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Pilar y pilastras de nave y sotacoro

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queña ventana en la fachada sur, compensadapor los grandes vanos sobre los arcos de las ca-pillas de la cabecera). La complejidad de la cir-culación en vertical y en torno al santuario, asícomo las dimensiones de la portada, explicaneste hecho. La ventana del paño oriental estádescentrada, con la evidente intención de ali-

nearla con el vano de la torre, a través del cualrecibiría iluminación el templo (recordemosque lo reubicaron en la reconstrucción deépoca gótica). La del central está condicionadapor la gran portada que queda debajo, y la deltramo de los pies por el pasillo embutido en elmuro.

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Galería occidental vista desde el ángulo norte Galería occidental vista desde el ángulo sur

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61 Alzugaray, Iglesia, p. 26. La documentación deja entender que la iglesia estaba incluida en la fortificación a mediados del sigloXV, en plena guerra civil. En 1452 y 1454 se habla de Juan García de Lerga y de León de Arévalo, capitanes de la iglesia y fortaleza deSanta María de Ujué: Archivo General de Navarra, Comptos, caj. 156, nº 47, 1 y caj. 170, núm. 15, 25 (en adelante citado AGNC). Pero ha-bría sucedido como en muchos otros casos en esas mismas fechas y circunstancias, cuando las exigencias de la guerra llevaron a quetemplos parroquiales a lo largo de toda Navarra fueron adaptados para funciones militares.62 Por ejemplo, las juntas de obra indican que en algún caso se edificó primero la pilastra con su contrafuerte y más tarde se rellenóel paño de muro. La bovedilla que protege la portada norte fue realizada al tiempo que el estribo oriental que la soporta y fue a en-tregarse al contrafuerte occidental, donde no coincide con el desarrollo de las hiladas, una prueba más de que las obras avanzaron deOeste a Este. El chaflán de la torre no estuvo previsto en un primer momento. En fin, podríamos multiplicar estos detalles que mar-can el ritmo del día a día de la construcción, pero que no parecen corresponderse con fases distintas separadas por períodos largosde inactividad.

Una solución muy llamativa consiste en ladisposición de un circuito en torno a la iglesiaconseguido mediante la galería occidental sobrecontrafuertes y los pasajes abovedados que atra-viesan los estribos. No cabe considerarla comoun recurso defensivo sustitutivo de torres y lien-zos preexistentes, porque no está acondicio-nado para acciones militares. Por otra parte, laexistencia de un “castillo viejo”, perfectamentediferenciado de la iglesia, se documenta graciasa la noticia de su destrucción en el año 1624 a finde emplear su piedra en la sacristía nueva61.

El circuito que atraviesa la parte inferior delos contrafuertes y sus enormes dimensionesno son las únicas anomalías de éstos. En laplanta podemos observar que sólo en un casola pilastra interior coincide exactamente con eleje del correspondiente estribo (la occidentaldel muro norte). Los restantes contrafuertesquedan desplazados. En el muro sur se separanpara dejar sitio a la gran portada y en el norte,el espacio entre contrafuertes oscila entre 3,73 y4,89 m, lo que igualmente parece consecuenciadel deseo de disponer un amplio acceso. Como

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Restitución gráfica de la nave gótica en que se ven los plementos de las bóvedas

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Fachada occidental con la galería

Sección del edificio en que se aprecia la distribución de ventanas en el muro meridional

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63 “Como varias iglesias aragonesas contemporáneas, tiene un ámbito en alto que la rodea y atraviesa los contrafuertes bajo pequeñasbóvedas de crucería; igual que en ellas el coro está en alto, a los pies. Esta disposición, vulgarizada en Castilla en el reinado de los Re-yes Católicos, la tenía la iglesia de Alagón en el siglo XIII, en el reinado de Jaime I”: Leopoldo Torres Balbás, Arquitectura gótica, Ma-drid, 1952, vol. VII de la col. “Ars Hispaniae”, p. 221.

las portadas están en distintos tramos, los es-tribos de las fachadas meridional y septentrio-nal no son simétricos.

Pese a todas estas anomalías, la obra cuentacon una marcada uniformidad de proyecto yejecución, con ligeras diferencias atribuibles ala intervención de más de una cuadrilla de can-teros y a circunstancias específicas del procesoconstructivo62. El deseo conjunto de iniciar laobra por los pies (que condicionó la ubicaciónde la escalera), de mantener un circuito en tornoa la iglesia y de abrir dos grandes portadas al Sury al Norte influyó decisivamente en el resultadofinal.

Las modificaciones de dimensiones de lostramos tuvieron consecuencias en las bóvedas.Si unos son rectangulares y otros trapezoidales,las claves no pueden estar alineadas, y no lo es-tán, aunque las diferencias apenas se apreciana simple vista.

Resulta inusual tanto interés por acomodarun circuito alrededor del templo. No cabe atri-buirlo a la necesidad de facilitar el acceso al in-terior, ya que existen dos puertas monumenta-les. Además, por lo que sabemos, la septentrionaldaba al castillo y no sería muy demandada porlos fieles. Existe un segundo circuito que une enaltura las torres atravesando los contrafuertesmeridionales, por encima de la bovedilla queprotege la portada (el “plauqui”). Como hemosavanzado, hasta el momento sólo Leopoldo To-rres Balbás ha propuesto una contextualizaciónde los pasajes bajo contrafuertes relacionándo-los con las iglesias fortificadas aragonesas63. Sinembargo, existen claras diferencias de conceptoy ejecución entre el santuario navarro y temploscomo Santa María de Tobed o Torralba de Ri-bota, ya que en ellos se dispuso el paso elevadosobre capillas laterales, paso que ciertamenteatraviesa los contrafuertes y permite un reco-rrido perimetral en altura por la mayor parte deltemplo. En Ujué no hay capillas laterales y el

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Circuito conseguido mediante pasajes abovedados que atraviesan los contrafuertes

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64 Alzugaray, Iglesia, p. 27. Para todas estas referencias véase el capitulo escrito en este mismo volumen por Teresa Alzugaray.

paso a través de los contrafuertes se efectúa a va-rias alturas. Se puede rodear el templo en su to-talidad a nivel de las portadas y recorrer la fa-chada meridional por encima de la puertaprincipal (e incluso acceder sobre la cabecera). Latercera posibilidad consiste en circundar la parteoccidental de la iglesia por debajo del nivel de lanave. Por el contrario, no parece haber existidoconexión en el nivel superior que atravesara to-dos los contrafuertes septentrionales o que pa-sara por encima de la galería occidental. Porotra parte, no hemos de olvidar que los templosaragoneses con ánditos que han llegado a nues-tros días son posteriores a Ujué, por lo que nopudieron servir de modelo.

La existencia del peculiar circuito podríadeberse a una hipotética liturgia procesionaldesarrollada en honor de Santa María con an-terioridad a la construcción del templo gótico,que se habría mantenido durante toda la EdadMedia y aún después. Lamentablemente care-cemos de referencias a usos litúrgicos medie-vales, de modo que sólo a partir de noticiasmás tardías es posible reconstruir imaginaria-mente los ritos. En la abundante documenta-ción generada en torno a la nueva sacristía dela primera mitad del siglo xvii se contiene unaqueja de la villa de Ujué, a raíz del intento delprior de cerrar el “claustro”, lo que impediría eldesarrollo de las procesiones conforme se veníahaciendo hasta entonces. Los vecinos le acusande “trata de çerrar el claustro que es uno de losmas suntuosos que ay en el reyno, pretendiendodar passo por alli para la dicha sacristia pu-diendosele dar por otra parte, y si a este se dieselicencia quedaria perdido el claustro sin que sepudiesse dar buelta al tiempo de las proçesio-nes, para lo qual tambien pretende romper unapared muy gruessa de la yglessia”64. Existenotras referencias a procesiones, pero no todo loexplícitas que nos gustaría. En mi opinión, lapráctica de procesiones solemnes, centenarias

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Circuito por debajo del nivel de acceso al templo

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65 Un documento de 1371 (Uranga, Ujué, p. 262) manifiesta que por entonces en Ujué y Pitillas no llegaban a los 80 labradores pe-cheros, mientras que antes de la peste se contaban más de 250, lo que implica una pérdida de dos tercios de la población. De ser así,podemos calcular que en la primera mitad del siglo XIV, cuando se inicia la construcción de la nave gótica, la localidad pudo tener porlo menos ciento cincuenta fuegos, es decir, más de seiscientos habitantes. Los datos de población están tomados de Juan Carrasco

Pérez, La población de Navarra en el siglo XIV, Pamplona, 1973. Estas cifras corresponden a un momento de baja demográfica, la poste-rior a la gran mortandad de 1348. Una queja del concejo de Ujué datada en 1347 da cuenta del vertiginoso descenso de la poblaciónen los años anteriores, de modo que”de mil hombres darmas que hi solia haver, no ay sino ata 250”, pero probablemente se trata decantidades exageradas: Uranga, Ujué, p. 257.66 Ibídem, pp. 183-193.

y populosas en torno al templo podría habersido razón suficiente como para justificar elparticular circuito ujuetarra. La devoción haciala Patrona de la Ribera que todavía perdura enlas romerías protagonizadas por las localidadesdel entorno hace muy admisible la existencia deprácticas de esta naturaleza.

Marco cronológico y promotoresA la hora de proponer un marco cronológicopara la edificación de la gran nave contamoscon diversos procedimientos de aproximación:la caracterización de las formas constructivas yescultóricas, las fuentes documentales, los em-blemas heráldicos y las circunstancias históri-cas.

En lo que corresponde a la caracterizaciónde las formas constructivas, ya ha quedado ex-puesto que coinciden en buena medida conobras muy señaladas efectuadas en Navarra enel entorno de 1300 (San Cernin de Pamplona,claustro de la catedral iruñesa) y a lo largo delprimer tercio del siglo xiv (refectorio y CapillaBarbazana de la catedral). Ujué sería la secuela,con lo que su cronología ha de situarse a con-tinuación, o como pronto en paralelo. La faltade la cabecera, donde suelen concentrarse ciertonúmero de elementos significativos a la hora dedatar las iglesias góticas, limita las posibilidadesde este procedimiento.

La decisión de sustituir el modesto templorománico por otro gótico, magnífico y sun-tuoso, hubo de tomarse en una época de fervorreligioso y bonanza económica. Las dimensio-nes proyectadas para la nueva construcción evi-dencian el deseo de acoger en el interior de laiglesia a un gran número de personas, o bien elde manifestar hacia el exterior la importanciade la imagen allí venerada. Carecemos de do-cumentos directamente concernientes a la em-presa. Las noticas concretas más antiguas res-pecto a la población de Ujué datan de 1366,

cuando alcanzaba cuarenta y tres fuegos de la-bradores y siete de hidalgos, lo que suma en to-tal cincuenta, poco más de doscientas almas.Antes de la Peste Negra pudo haber superadolos seiscientos habitantes (fuentes poco fiableselevarían la cifra hasta más de mil)65. Por su-puesto no era la localidad más poblada de sumerindad (entonces la de Sangüesa, porque to-davía no había sido creada la de Olite), pues pordelante se situaban Aoiz (63), San Martín deUnx (64), Isaba (65), Urroz (69), Roncesvalles (73),Aibar (97), Cáseda y Lumbier (ambas 101) y San-güesa (443). En otras merindades navarras habíatambién cierto número de núcleos con mayorpoblación que Ujué. En cuanto a la cifra declérigos, según el Liber Redecime de 1363, Ujuécontaba con 15, los mismos que San Martín deUnx y uno menos que Cáseda, en su mismo ar-ciprestazgo; Aibar tenía 17, Lumbier 20, Olite yPeralta 22, Larraga y Caparroso 24, y Artajona 34,lo que nos hace ver que el santuario tampocodestacaba en este aspecto66. Y sin embargo, es laiglesia de mayor empeño por dimensiones y ri-queza escultórica entre todas las que se em-prendieron en núcleos que no eran capitales demerindad a lo largo del siglo xiv. Con sus casi15 metros de anchura (14,70 bajo el coro, 14,35cerca de la cabecera), la nave se sitúa entre lasmás espaciosas de toda la arquitectura medie-val navarra. Sus dos portadas esculpidas, una deellas con tímpano, además del exorno escultó-rico de la galería perimetral, los capiteles inte-riores y las claves, evidencian que hubo unaambición para la que hemos de buscar razonesexcepcionales.

¿Acaso podemos atribuir la promoción delnuevo templo a algún miembro de la familiareal, como sucedió en muchas de las grandesconstrucciones medievales navarras? Tradicio-nalmente se ha venido vinculando la iglesiacon Carlos ii el Malo (1349-1387). Así lo afirmabael letrero de un cuadro del siglo xviii que ador-

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Interior de la nave gótica desde el coro

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67 Uranga, Ujué, docs. 11 y 12, pp. 263-268. Se trata de los documentos conservados en AGNC, caj. 171, nº 23 y 24. En mucho peor es-tado se encuentran las cuentas de caj. 37, nº 3, de las que trataremos al mencionar la “universidad” o “colegio”. Además existen dece-nas de testimonios del pago del mantenimiento de una lámpara que ardía día y noche por las almas de distintos miembros de la fa-milia real y por la celebración de misas y aniversarios (Uranga, Ujué, doc. 16, p. 271; las visitas regias solían saldarse con un pago querondaba las 20 libras por misas y limosnas: AGNC, caj. 64, nº 8, 48). Estas cantidades eran insuficientes como para emprender obras:la lámpara se mantenía con cien sueldos anuales: por ejemplo, AGNC, caj. 57, nº 51, 2 (1).68 Además de lo ya comentado, véase Javier Martínez de Aguirre. “Carlos II en la vida artística y cultural del reino”, Príncipe de Viana,XLVIII (1987), pp. 687-703.69 AGNC, Caj. 14, núm. 166, 3.70 Ibídem. También Uranga, Ujué, p. 158.71 Suzanne Honoré-Duvergé, “Un testament de Charles le Mauvais (1361)”, Mélanges dédiés à la mémoire de Felix Grat, París, 1946, vol.I, pp. 327-343. 72 Se acuerda también de la catedral de Santiago de Compostela y de San Pedro de Roma.

naba uno de los muros del templo. Sin em-bargo, las noticias documentales no lo corro-boran. Varios autores (Lacunza y Clavería entreotros) se sorprendían de que no hubiera res-paldo escrito de esta tradición, teniendo encuenta la riqueza de los archivos reales navarrosde la segunda mitad del siglo xiv. Tras rebus-car, Clavería localizó pagos relativos a obras re-gias en Ujué en tiempos de dicho monarca,pero concluyó que no había referencias a laedificación del templo. Parte sustancial de es-tos documentos fue publicada por Uranga ynada en ellos alude a la construcción de la igle-sia67. Otros autores que han investigado en elArchivo General de Navarra han llegado a lamisma conclusión. Ante esta circunstancia, La-cunza pensó en la destrucción de la documen-tación por la invasión francesa y Clavería su-puso que las cuentas regias correspondientes alsantuario habrían ardido en el incendio de Tie-bas de 1378.

Como analicé hace tiempo, las circunstan-cias de su reinado hacen difícil admitir queCarlos ii hubiera estado empeñado en la pro-moción del santuario antes de 1364 y despuésde 137968. Es posible concretar más este pe-ríodo. A tenor del contenido de sus testamen-tos, Carlos ii no manifiesta especial interéspor Ujué antes de 1376. En 1378 se empeñó enla obra del “colegio” y la tuvo que abandonar en1379, para nunca reemprenderla a causa de susdificultades económicas. De las obras de 1378y 1379 queda documentación detallada. Si enesos mismos años hubiera financiado la igle-sia, es casi seguro que hubiera llegado a nues-tros días alguna información documental, enlos registros y documentos de comptos, o al-guna referencia literaria fiable. Además, a par-tir de 1379 la situación del soberano hace in-viable la promoción de un gran empeñoarquitectónico. Revisemos los datos al res-pecto.

Ciertamente el interés de la familia real porel santuario se documenta desde su reinado. En1357, meses después de que el monarca hubierasido enviado a prisión por el rey de Francia, suhermano el infante Luís fundó una capellaníapor la libertad del rey. Dada la inexistencia detestimonios acerca de la devoción previa de ladinastía regia hacia Ujué, hemos de concluirque fue la generalizada creencia en el caráctermilagroso de la imagen del santuario entre elpueblo navarro la que despertó el interés del in-fante. Aún después de la liberación, la capella-nía se mantuvo durante años, pagando por ellauna cantidad muy reducida (catorce libras en1361 y años sucesivos70). Pero curiosamente lavinculación con el santuario no llega al puntode que la capellanía la celebre un sacerdote delpriorato ujuetarra, sino que en 1361 fue un clé-rigo de la iglesia de Amatriain, de nombre Lope,quien acudió al templo para cantar la misa porla vida y salud de Carlos ii

70.En su primer testamento conocido, de 1361,

el soberano apenas tiene recuerdos para iglesiasnavarras, frente a cierto número de mandaspara templos franceses. En caso de fallecer enFrancia, manda enterrar su cuerpo en Saint-De-nis, su corazón en Roncesvalles y sus entrañasen la abadía de La Noë, cerca de Evreux. En casode morir en Navarra, su cuerpo habría de ser se-pultado en Roncesvalles, su corazón en el Car-men de Valognes y las entrañas en La Noë71. Ala catedral de Pamplona deja trescientas libraspara su aniversario72. Y para Ujué tan sólo des-tina unas vestimentas y una lámpara de plataque ardiera día y noche. Este modesto legadocontrasta, por ejemplo, con la confirmaciónque hace de dos mil moltones para la recons-trucción de la catedral de Evreux, doscientos es-cudos para la reedificación del monasterio deSaint-Evroult, cien escudos para la interven-ción en la iglesia de la abadía de Lyre o las su-mas semejantes confiadas para las renovaciones

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73 Pierre Tucoo-Chala, “Le dernier testament de Charles le Mauvais (1385)”, Revue de Pau et du Béarn - Bulletin de la Société des sciences,arts et lettres de Pau, 2 (1974), p. 189. En adelante citado Tucoo-Chala, Testament.74 Goñi Gaztambide, Obispos, II, p. 262. Sea por la oposición que demostró Pedro IV de Aragón (1375, el texto en Uranga, Ujué, ap.doc. 10, p. 262) o sea por otra circunstancia, el hecho es que el proyecto de Carlos II no cuajó.75 Tucoo-Chala, Testament, p. 195.76 AGNC, Caj. 34, núm. 8, 17 y 45; Caj. 41, núm. 7, 7 y 17, núm. 12, 10 y núm. 13, 8; Caj. 45, núm. 8, 10.77 Las aves de los lados, en cambio, han sido vinculadas con la paloma de la leyenda de la aparición de la imagen de Santa María deUjué. La explicación no es plenamente satisfactoria, pero no hay ninguna mejor por el momento.78 Todos los sellos de los que hablaré a continuación pueden verse en Faustino Menéndez Pidal de Navascués, Mikel Ramos Agui-

rre y Esperanza Ochoa de Olza Eguiraun, Sellos medievales de Navarra. Estudio y corpus descriptivo, Pamplona, 1995. Sobre la evolucióndel emblema de Navarra y su combinación con armas francesas: Faustino Menéndez Pidal y Javier Martínez de Aguirre, El escudode armas de Navarra, Pamplona, 2000, pp. 56-69.

de las iglesias de San Pedro de Conches y la aba-día de Montebourg. Incluso la reliquia de lasanta espina que poseía, la confía a Roncesva-lles en vez de a Ujué. Es evidente que por en-tonces el rey no tenía especial interés por la edi-ficación de Santa María.

Como dice Tucoo-Chala, en el testamentode 1376 todavía sus intereses estaban volcadoshacia Francia, ya que desea que su cuerpo seaenterrado en Saint-Denis, sus entrañas en la ca-tedral de Evreux y su corazón en la catedral dePamplona73. En caso de no conseguir su ente-rramiento en Saint-Denis, ordena inhumar sucuerpo en la seo pamplonesa, sus entrañas enRoncesvalles y su corazón en la catedral deEvreux. De modo que todavía en 1376 no ma-nifiesta especial predilección por Ujué, ni dejalegados para la obra, cosa que hubiera hecho deestar promoviendo la renovación del templo.Quizá debamos poner en relación con este he-cho el rechazo que había despertado su inicia-tiva de incorporar la iglesia ujuetarra al patro-nato real y poner en ella a clérigos navarros apresentación del propio monarca74.

En cambio, en 1385 la situación había cam-biado. En sus últimas voluntades de dicho añoordena que “sea llevado a cabo el propósito quehemos tenido y tenemos de fundar el númerode xiii canónigos regulares en la iglesia deNuestra Señora de Ujué, en la cual hemos ele-gido la sepultura de nuestro corazón, como se hadicho, para hacer y celebrar allí el servicio divinoperpetuamente, y para rezar asiduamente por lasalmas de nuestros predecesores y de nos y denuestros sucesores, y con los dichos xiii canó-nigos, ii infantes, que tendrán tanto como unode los dichos canónigos, y tendrán que llevar loscirios en los oficios divinos y servir a los dichoscanónigos en el refectorio y en el dormitorio”75.Y prosigue con instrucciones acerca de la edifi-cación de casas y habitaciones para dichos ca-nónigos, de las que hablaremos más adelante.

Vistas estas evidencias testamentarias, creoprobado que Carlos ii no había manifestado in-terés por la construcción de la iglesia antes de1375. Por entonces intentaría incorporar Ujué alpatronato regio y fundar un colegio, cuyas obrasconocidas por documentación y referencias li-terarias (1378-1379) en ningún momento inclu-yen trabajos en la iglesia. Aunque consta la es-tancia del rey en Ujué durante días o semanasen 1377, 1378, 1380, 1381, 1382 y 138676, la agudacrisis que afectó su reinado a partir de 1378hace poco verosímil que pudiera asumir el pa-pel de promotor del templo desde entonceshasta su muerte (1387). Las obras del colegio quehabía comenzado en 1378, interrumpidas en1379, nunca fueron concluidas.

A la hora de explorar la participación deCarlos ii u otros monarcas y promotores esineludible referirnos a los emblemas heráldicostallados o pintados en diversos lugares de laiglesia, ya que proporcionan términos crono-lógicos de gran valor. Los más significativos seencuentran en las claves de las bóvedas de lanave. En el centro del tramo oriental vemos ungran escudo cuartelado con las “cadenas” deNavarra (1 y 4) y sembrado de lises (2 y 3), armasque se repiten en los laterales de la clave. La pre-sencia de la corona evidencia que ha de rela-cionarse con un monarca77. Se trata de unacombinación nunca utilizada en los sellos co-rrespondientes a los reyes de Navarra que hanllegado hasta la actualidad78. Los emblemas deNavarra y Francia fueron empleados de ma-nera conjunta por Juana i (en escudos diferen-ciados o bien combinados en un mismo escudoque incluye Champaña; siempre con prelaciónde Francia). También por su marido Felipe elHermoso y por su hijo Luís el Hutín (partido deFrancia y Navarra; o bien de Francia sobre ro-sácea decorada con las armas de Navarra, diseñousado asimismo por Felipe el Largo y Carlos elCalvo). Juana ii en un sello circular de 1345

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79 Martínez de Aguirre y Menéndez Pidal, Emblemas, pp. 408-410.

parte sus armas de Francia y Navarra con las desu marido (Evreux). En cambio, en todos los se-llos conocidos y en todas las representacionesheráldicas de otro género relacionables conCarlos ii la combinación es siempre Navarra-Evreux, no Navarra-Francia o Francia-Navarra.

La conclusión a que conduce esta revisión esque en el estado de nuestros conocimientosno hay posibilidad de defender que un escudocuartelado de Navarra y Francia como el deUjué hubiera sido empleado adecuadamentecomo representación heráldica de Carlos ii elMalo. En cambio, sí hay argumentos para pen-sar que en Navarra pudieron invertir los cuar-teles de un monarca a quien conviniera unacombinación de Francia y de Navarra, por ejem-plo Luís el Hutín (o sus hermanos) o Juana ii.Hace años en colaboración con Faustino Me-néndez Pidal expusimos los argumentos que,desde el punto de vista de la evolución de las re-presentaciones heráldicas, hacían de Luís elHutín (rey de Navarra entre 1306 y 1314) candi-dato idóneo para ser el monarca al que corres-pondieran las armas de la clave ujuetarra79,pero no hay que ocultar que su presencia en el

reino navarro fue muy limitada y en fechastempranas para la idea que actualmente se tieneacerca de la expansión de las fórmulas artísti-cas desarrolladas en el claustro de la catedralpamplonesa y en la parroquia de San Cernin.

El análisis de los elementos constructivoslleva a pensar que el reinado de Juana ii pro-porciona marco adecuado para la ejecución deun gran templo que fuera secuela directa de lasobras pamplonesas. Juana ii, hija de Luís elHutín, heredó sus mismas armas combinandolas de Francia con las de Navarra. Aunque la or-denación normal situaba por delante las deFrancia, no sería nada extraño que en una re-presentación ejecutada en el reino navarro apa-recieran cuarteladas en orden inverso, con elemblema de Navarra en los cuarteles primeroy cuarto. Si a ello añadimos la importancia queadquieren los emblemas heráldicos en decora-ciones arquitectónicas de su tiempo (especial-mente evidente en la bóveda del refectorio de lacatedral pamplonesa), su reinado entre 1328 y1349 constituye período apropiado para la eje-cución del escudo cuartelado que estamos ana-lizando. La ausencia de las armas de Evreux es

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Clave de bóveda con escudo cuartelado en que esculpieron los emblemas deNavarra y de Francia

Escudo labrado en la cara lateral de la clave de bóveda con las armas de Navarra yFrancia

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80 Es muy significativo comprobar cómo entre las muy numerosas mandas a instituciones religiosas contenidas en las últimas vo-luntades de Teobaldo II (1270) no figura Ujué, de lo que cabría deducir que su culto no estaba arraigado en la dinastía champañesa. Eltestamento en Raquel García Arancón, Colección diplomática de los Reyes de Navarra de la dinastía de Champaña. 2. Teobaldo II (1253-1270),San Sebastián, 1985, pp. 175-181. La madre del Hutín y reina de Navarra, Juana I, tampoco lo había mencionado en su testamento de1304: entre todas las iglesias navarras sólo se acuerda nominalmente de Roncesvalles: Arantza Albertos San José, Ruth García-Alonso

Montoya y José María Ortiz Ibarz, “París 1304. La fundación del Colegio de Navarra. El testamento de la reina Juana”, Príncipe de Viana,LII (1991), pp. 58-63.81 José Ramón Castro, Carlos III el Noble, rey de Navarra, Pamplona, 1967, p. 601. En redacciones posteriores dobla la cantidad asig-nada y ordena que además digan una misa de requiem: Carmen Saralegui, El Testamento de Carlos III de Navarra. Edición, estudio lin-güístico y vocabulario, Pamplona, 1971, p. 32.82 Uranga, Ujué, p. 278. En el testamento también indica cómo había de ser su sepultura en el interior de Santa María: “de piedraalauastro, que sea sobre seis colunas bien fecha et hordenada, et sobre aquella sea fecha et labrada nuestra imagen bien et deuida-ment, et alrededor de nuestra dicha sepultura sea puesta una reja de fierro bien labrado et hordenado según cumple a honrra de nues-tra dignidad real” que finalmente no se ejecutó.83 Manuel de Bofarull y de Sartorio, Colección de Documentos Inéditos del Archivo General de la Corona de Aragón, XXVI, Barcelona,1964, pp. 111-122.84 R. Anthony y H. Courteault, Les testaments des derniers rois de Navarre, París, 1940, p. 78. 85 Uranga, Ujué, pp. 159-161.86 AGNC, Caj. 57, núm. 51, 2 (1). La lámpara permaneció durante décadas, atendida primero por Carlos II y luego por su hijo CarlosIII, su nieta Blanca, etc. Numerosos documentos dan cuenta de los pagos: Uranga, Ujué, pp. 161-162.

el mayor escollo para aceptar esta posibilidad,debido a que en obras monumentales comolas pinturas murales o las claves del refectorioaparece la combinación de Navarra y Evreuxque harán perdurar sus sucesores. Una hipóte-sis de imposible verificación llevaría a imaginarque el escudo aquí examinado habría sido rea-lizado después de la muerte de Felipe de Evreuxen 1343, lo que podría haber motivado que quienlo diseñó prescindiera de las armas del difunto.No conocemos ejemplos que lo respalden. Yaviuda, la soberana siguió utilizando el sello enque aparecen sus armas de Francia-Navarrapartidas con las de su marido (1345); un sellocuartelado Evreux-Navarra era igualmenteusado en 1344. Ninguna noticia por mí conocidaconecta a Juana ii o a su padre Luís el Hutíncon Ujué. Al igual que los monarcas anterioresa 1300, ignoran la existencia del santuario80.

Por el contrario, los testamentos de los des-cendientes de Carlos ii reiteran menciones aUjué, lugar al que acudían frecuentemente enperegrinación. Carlos iii en 1403 le asigna cienflorines (y doscientos en su testamento de 1412)“por los quoales el prior et racioneros de ladicta iglesia seran tenidos de dezir et diran to-dos los lunes del aynno perpetualment sobre lasepultura que auemos al pie del grant altar unresponso de mortuis cantando con su ora-cion”81. La culminación de la devoción regia co-rresponde a su hija doña Blanca, quien seacuerda antes de Ujué que de la catedral dePamplona, porque había decidido que la ente-rraran allí: “Et primo mandamos, legamos et le-xamos a la yglesia de Sancta Maria dUxue en doesleymos nuestra sepultura doscientos flori-nes para la obra”82, si bien deja a la obra de la ca-

tedral el doble de dinero, cuatrocientos florines(a Roncesvalles también concede doscientos).Su hijo don Carlos, el Príncipe de Viana, encambio sólo asigna treinta florines a Ujué, losmismos que a San Agustín de Pamplona, y muylejos de los quinientos que lega a Roncesvalleso del millar para San Francisco de Pamplona83.Todavía la última reina de Navarra, doña Cata-lina de Foix, se acordará de encomendar a “Nos-tra Dama d’Utsua sincoante florins de Nava-rra”84.

Una tercera hipótesis, difícilmente aceptabledesde el punto de vista heráldico, llevaría a pen-sar que en el escudo que nos ocupa fueron es-culpidas de manera incorrecta las armas deJuana de Francia, esposa de Carlos ii. Las cuen-tas reales presentan a doña Juana en Ujué enprimavera de 1364, septiembre de 1372 y enerode 137385. Fue ella quien deseó colocar una lám-para de plata que ardiera permanentementeante la imagen de Santa María “en reverencia dedicha imagen e por la salut de los reyes e de susfijos”, luminaria que fue dispuesta por mandatode su viudo pocos días después de que fallecierala soberana en septiembre de 137386. La pre-sencia de doña Juana en el reino coincidió conel abadiato del abad montearagonés cuyo es-cudo vemos al lado. Merece la pena señalar quelos documentos de la casa de la reina no se hanconservado de modo comparable a los de sumarido, de tal forma que si hubiera sido ellaquien hizo un donativo importante para laconstrucción del templo ujuetarra, éste no ha-bría dejado necesariamente huella en los ar-chivos navarros. Sin embargo, se hace difíciladmitir que en un escudo de esas dimensionesy ubicación no se siguiera el principio básico de

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87 Sobre esta cuestión: Javier Martínez de Aguirre, “Reflexiones sobre la imagen de Navarra durante la Edad Media”, Navarra: me-moria e imagen. Actas del VI Congreso de Historia de Navarra, Pamplona, 2007, vol. III, pp. 253-255.88 Puede seguirse el pleito en la información que de él proporciona José Goñi Gaztambide, Historia de los obispos de Pamplona, Pam-plona, 1973, vol. II; esta primera sentencia en pp. 63-64.89 Ibid., vol. II, pp. 176-183, 262 y 296-299. También, Uranga, Ujué, pp. 127-136.

composición de las armas femeninas en esas fe-chas, que llevaba a partir las del linaje de ladama (en este caso Francia) con las de su marido(Navarra o Navarra-Evreux), no a cuartelarlas.

Un último comentario respecto de esta claveha de hacer referencia a si su presencia indicanecesariamente una directa participación delos reyes en las obras. Desde hace años he plan-teado mis dudas acerca de si todos los escudoscon emblemas de los monarcas en iglesias gó-ticas navarras responden a financiación o pro-moción directa, o bien obedecen a otras moti-vaciones. Nadie pensará que la introducciónde las armas de los reyes de Francia y de Ingla-terra en la bóveda del refectorio catedraliciopamplonés es indicativa de la intervención dedichos monarcas en las obras. En la misma lí-nea, la presencia de las armas de Navarra en loscoros altos de Nuestra Señora de Legarda enMendavia, San Julián de Ororbia, el pórticomeridional de la catedral de Tudela, las porta-das de San Zoilo de Cáseda (contemporánea deUjué) y Laguardia, las bóvedas de Orendáin ySan Miguel de Estella, las pinturas murales deOlloqui, etc., corresponden a otras tantas obrasque no ha sido posible vincular documental-mente con la monarquía87. ¿Obedecería a otrasrazones la introducción de las armas del reinoen todos o alguno de estos casos? ¿Se conside-raba, sin más, apropiada su presencia, comoornamentación o como ambientación de cual-quier obra monumental en cualquier locali-dad del reino? Una relación laxa de este gé-nero ayudaría a entender que las armasescogidas en Ujué no se correspondieran aldetalle con las verdaderamente utilizadas porlos monarcas, sino que sólo se aproximaran.

Si no fueron los monarcas, deberíamos pre-guntarnos si la iniciativa partió de los abades deMontearagón, institución oscense a la que per-tenecía Ujué desde tiempos de Sancho Ramírez.Ciertamente nunca se señaló esta canónica

como impulsora de grandes edificaciones ecle-siales, y su propio templo era más bien mo-desto. ¿Participaron sus canónigos y abades enla iniciativa ujuetarra? Podemos descartar quede ellos fuera la responsabilidad principal (y losfondos correspondientes), no sólo porque enningún momento argumentan su intervenciónen las obras a la hora de reivindicar sus dere-chos sobre Ujué y otros templos en el largo con-flicto sobre diezmos y jurisdicciones que les en-frentó con los obispos de Pamplona en el sigloxiv, sino también porque la situación era pocofavorable a que de parte aragonesa se inviertie-ran fuertes cantidades en una propiedad tandiscutida. Ya en 1312 una primera sentenciapronunciada por los árbitros que habían nom-brado el obispo y el abad para dirimir la con-troversia acerca de las iglesias que Montearagónposeía en el obispado de Pamplona, había fa-llado que la cuarta parte de los diezmos habríade ir al prelado pamplonés, quien además or-denaría a los clérigos presentados por el abadde Montearagón88. Doce años después se rea-brían las diferencias, que pasaron a ser juzgadaspor el arzobispo de Zaragoza (1324) y más tardepor una comisión nombrada por el rey de Na-varra (1329)89. En 1340 un nuevo episodio delconflicto llegó a la curia papal, donde se dictósentencia apelada por ambas partes. En 1345,1346 y 1347 se vivieron sucesivos desencuentrosque afectaban, además de Ujué, a importantesparroquias de la Zona Media de Navarra, entreellas Olite y Funes. El enfrentamiento se resol-vió finalmente en 1385 con resultado favorablepara los prelados navarros. Me parece muy du-doso que en este clima de reivindicación per-manente por parte del episcopado pamplonéslos abades montearagoneses desviaran bienesde su canónica hacia la edificación navarra. Encambio, sí se entenderían obras de menor cuan-tía que por una parte sirvieran para manifestarsus derechos (clave de bóveda con armas del

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90 La cronología de los abades de Montearagón la he tomado de Antonio Durán Gudiol, “El obituario de los abades de Montea-ragón”, Argensola, 85 (1978), pp. 175-180.91 Uranga, Ujué, ap. doc. 6, p. 259.92 Las claves heráldicas con las armas reales y las de Sellán están talladas de modo diferente a las claves figurativas ubicadas hacialos pies. Es curioso observar al respecto que las obras de restauración han permitido comprobar que la clave del perpiaño más occi-dental fue recortada para colocar en ella una pieza de madera con un escudo en que campea un árbol, por el momento sin identifi-car.93 Julia Baldó Alcoz, Requiem aeternam. Ritos, actitudes y espacios en torno a la muerte en la Navarra bajomedieval, tesis doctoral, Uni-versidad de Navarra, 2005, p. 627. En adelante citado Baldó, Requiem. La mayor frecuencia de mandas para estos santuarios tambiénha sido observada por Julia Pavón Benito y Ángeles García de la Borbolla, Morir en la Edad Media. La muerte en la Navarra medieval,Valencia, 2003, p. 256.

abad Sellán) y por otra para mostrar su devociónhacia la milagrosa virgen ujuetarra, como laspinturas que decoran el coro (que incluyen lasarmas de uno de los dos abades de Monteara-gón que en el siglo xiv pertenecieron al ilustrelinaje aragonés de los Gurrea), de las que trataráClara Fernández-Ladreda en el capítulo co-rrespondiente.

Lo cierto es que en el arco perpiaño de labóveda inmediata a la cabecera aparece el es-cudo del abad Ramón de Sellán, que gobernóMontearagón entre 1359 y 139190. De su pre-sencia deducimos que la decisión de inte-rrumpir las obras de la nave se tomó durante suabadiato. La razón de la conclusión ordenada delos trabajos puede rastrearse en un documentode 1364, por el cual el monarca perdona al al-calde, jurados y concejo de Ujué parte de la pe-cha “por la grant mengoa et pobredat que en ei-llos es (…) considerando que los dichos de Uxuéhan ouido muyt fuertes aynnos por la sterilidatdel tiempo passado et la gran pobredat que eneillos es, a present”91. Sólo uno de los tresmiembros de la familia regia con quienes he-mos propuesto identificar el escudo cuarte-lado Navarra-Francia vivió en tiempos de Sellán,la reina Juana de Francia. ¿Habría sido talladoel escudo regio con antelación, antes de lamuerte de Juana ii, y colocado en tiempos deSellán? ¿Mandó Sellán relabrar una clave pre-via ya colocada para poner en él sus armas?92

A falta de un promotor individual identifi-cable (a la espera de avances en el estudio deldonante del tímpano), merece la pena explorarotros caminos, muy especialmente el de la de-voción popular a la imagen de Santa María deUjué durante la Baja Edad Media, atestiguadapor numerosos testamentos de toda Navarra.Julia Baldó ha estudiado, entre muchos otros,los legados piadosos de la notaría de Salinas deOro, población perteneciente a una comarcaalejada de Ujué. Las últimas voluntades favo-

recían preferentemente a cuatro templos: SantaMaría de Roncesvalles, la catedral de Pamplona,San Miguel de Aralar y Santa María de Ujué93.Esto mismo se constata en otras comarcas delreino. De estos cuatro santuarios sólo en Ujuése dieron hacia 1300 de manera conjunta doscircunstancias que justificarían una reedifica-ción: la iglesia existente era pequeña y tosca, yhabía de atender a una muy elevada población.

No es posible establecer en qué momentocristalizó la devoción popular a gran escala porla imagen mariana, ni tampoco si hubo uncambio sustancial a partir de un determinadoacontecimiento. Sólo podemos constatar que, aligual que en Salinas de Oro, un significativo nú-mero de testamentos de muy distintas proce-dencias de todo el reino navarro incluyerondesde comienzos del siglo xiv mandas que be-neficiaban a Ujué, entre ellos los dos que men-ciona José Esteban Uranga y un tercero que ensu día esgrimí junto con Faustino MenéndezPidal como argumento para proponer unmarco cronológico en la primera mitad del si-

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ARQUITECTURA MEDIEVAL

Clave de bóveda con escudo del abad de Montearagón Ramón de Sellán (1359-1391)

Page 49: “Arquitectura medieval”, en Santa María de Ujué, Pamplona

94 Martínez de Aguirre y Menéndez Pidal, Emblemas, pp. 415-419.95 Baldó, Requiem, p. 629.96 Baldó, Requiem, p. 631.97 Existen numerosos testimonios en el Archivo General de Navarra. Por ejemplo: AGNC, caj. 112, nº 5, 11 (1431); caj. 138, nº 21, 36 (1437);caj. 152, nº 15, 34 (1447), etc.98 Santos García Larragueta, Archivo parroquial de San Cernin de Pamplona. Colección diplomática hasta 1400, Pamplona, 1976, doc. 23.

glo xiv para la erección de la gran nave gótica94.Por supuesto, en la escala de legados testa-mentarios medievales asignados a santuariosnavarros se lleva la palma Roncesvalles, que-dando por detrás los otros tres citados, que a suvez aventajan a los templos recordados sólopor testadores de su entorno. El esmero en laconstrucción del carnario y del osario, así comode los enterramientos descritos en el capítulode arqueología, hacen pensar en fuertes dona-ciones por parte de los difuntos y sus familia-res. Podemos suponer, en consecuencia, queUjué concitaba la devoción de importantes gru-pos poblacionales navarros, de donde proveníaun caudal de recursos económicos difícilmentecuantificable, que pudieron haber sido canali-zados hacia la financiación de las obras, conaportaciones tanto de la comarca inmediata(que imaginamos muy significativas) como deotros ámbitos del reino.

En efecto, un buen número de referenciastestamentarias contienen la indicación de quese dejaban cantidades pecuniarias “para la obra”,mención que aparece tanto en 1312 o 1323 (“des-tino et leysso pues dias mios a la obra de SantaMaria de Huxue en redempcion de los mis pe-cados, diez sueldos sanchetes”: María Martín,Tudela, 1312; “mando et leysso a la obra de SantaMaria de Uxxue x sueldos”: Dominga Martín,Olite, 1312; “a la obra de la eglesia de Santa Ma-ria de Ussue x ss”: Pedro Sanz, abad de Agós yvicario de Santiago de Puente la Reina, 1323)95

como en 1465 (“mando et lexo a la obra de sen-yora Santa Maria de Uxua v sueldos fuertespor mi anima”: García Íñiguez de Raxa, Aoiz)96.La expresa inclusión de tal destino no autorizaa suponer que sólo cuando aparece, o siempreque aparezca, coincide con un período de in-tensos trabajos constructivos, puesto que elconcepto de “obra” de un templo medieval in-cluye no sólo lo concerniente a su construcción,sino también el mantenimiento del edificio y la

atención a necesidades materiales (por ejemplo,los “obreros” de Ujué recibían la suma con laque se mantenía la lámpara ante el altar en me-moria de la familia regia97).

Una manda redactada en el testamento de laacaudalada pamplonesa Flandina Cruzat, per-teneciente a uno de los linajes de mercaderesmás conspicuos, destaca sobre las restantes. En1346 destinó “a la obra de la eglisia de Santa Ma-ria d Uissue centz soltz per ma anima en tal ma-nera que mes caueçalers les menen per lur manen la dita obra de peyra o en qualque otra obraque els veyran o entendran que sera per tempsmellor mis en la dita obra de la dita eglisia. Itemmas laissei a la dita eglisia de Santa Maria dUyssue un calitz d argen de un marc et demeiper ma anima”98. La mención expresa de que seestaba ejecutando una obra de piedra a la quetenían que acudir los cabezaleros para entregarel dinero y, una vez allí, decidir en qué habría deinvertirse la cantidad, prueba que en la décadade 1340 se estaba llevando a cabo una cons-trucción de envergadura. Considero muy pro-bable que esa “obra de peyra” fuera la edificaciónde la gran nave única. Yendo un poco más lejos,no es demasiado arriesgado interpretar que lasobras avanzaban a buen ritmo, porque dejaabierta la posibilidad de que el dinero no se des-tine a la obra de piedra, sino a otro gasto que enel momento de la ejecución del testamento pu-diera ser más adecuado.

Así que constatamos la reiteración de losdonativos a Ujué desde comienzos del sigloxiv, devoción que se manifestó antes entre elpueblo que en la familia regia. Fue probable-mente esta devoción popular la que impulsó larenovación de un templo que a comienzos delsiglo xiv debía de parecer realmente inapro-piado, con su pequeña cabecera románica, sutorre y su limitado desarrollo hacia el Oeste.Tengamos en cuenta, además, que desde el úl-timo tercio del siglo xiii se estaba procediendo

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Javier Martinez de Aguirre

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ARQUITECTURA MEDIEVAL

Fases constructivas de la iglesia

Siglo xi: primer proyecto

Siglo xi: segundo proyecto

Siglos xii-xiii

Siglo xiv

Siglo xv

Siglos xvi-xix

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99 Uranga, Ujué, ap. doc. 4 / 1347 (p. 257). En la documentación real figura como donación hecha por el gobernador de Navarra y con-firmada por los monarcas: AGN, Códices, C6.100 AGNC, Caj. 20, núm. 123, 21.101 Pese a las protestas acerca de las dificultades de los tiempos: AGNC, Caj. 18, núm. 129, 38.102 Uranga, Ujué, pp. 130-131.103 Sobre este escudo también Martínez de Aguirre y Menéndez Pidal, Emblemas, pp. 412-413.

a la renovación o erección de nueva planta debuen número de iglesias en localidades popu-losas (Santa María de Olite, San Saturnino deArtajona, Santo Domingo de Estella, San Fran-cisco de Sangüesa y un largo etcétera).

La disposición de liquidez por parte delclero y del concejo de Ujué en esos años vieneatestiguada por noticias esporádicas. En 1299habían manejado medios suficientes como paracomprar a los reyes parte de su término99. En1365 se dio orden de que se pagara al “clérigo dela iglesia de Ujué” 20 florines de oro que habíaprestado a Carlos ii

100. Y según otro apuntecontable, el mismo año el concejo ujuetarraprestó al monarca otros 25 florines de oro101. Noestamos, por tanto, ante una iglesia y una po-blación incapaces de afrontar gastos; por elcontrario, las constantes mandas testamentariasy la afluencia de peregrinos suponían un con-tinuo fluir de donativos que en mi opinión ha-brían sido canalizados hacia la nueva fábrica. Lavinculación entre el templo y la población eratan fuerte que llegarían a un acuerdo con elabad de Montearagón conforme al cual doce delos catorce racioneros habrían de ser hijos de lavilla102.

En un capítulo posterior se hablará de laspinturas del coro alto, en las que otro escudocertifica la intervención de otro abad de Mon-tearagón, uno de los dos del linaje Gurrea quelo rigieron en el siglo xiv, muy probablementeJimeno López de Guerra, que lo dirigió entre1327 y 1353103. La ejecución de pinturas muraleses normalmente posterior al cierre de bóvedasdel tramo correspondiente, de manera que po-demos suponer que al menos el tramo de lospies ya estaría concluido por esas fechas.

En resumen, ante la imposibilidad de veri-ficar la participación directa de otros promo-tores y considerando la probada existencia de ladevoción y sus repercusiones económicas, con-sidero apropiado plantear que fueran los “obre-

ros” del templo, quizá vinculados a alguna co-fradía como en casos semejantes (pienso en lascofradías que asumieron la edificación de gran-des catedrales y canónicas a partir del siglo xii,tanto en Navarra –seo pamplonesa– como en elSur de Francia –Saint-Sernin de Toulouse–),quienes impulsaron los trabajos con recursoseconómicos suficientes para abordar una edi-ficación hermosa y ambiciosa, llamada a con-vertirse en uno de los templos más relevantesdel reino.

Todo lleva a pensar que la gran nave no secomenzó antes de 1300. Las relaciones con lasobras pamplonesas permiten suponer un ini-cio no lejano a las primeras décadas del sigloxiv, que es cuando igualmente empiezan amultiplicarse los legados testamentarios. Eltestamento de Flandina Cruzat es un argu-mento valioso para inclinar la balanza haciaJuana ii y las décadas de 1330-1350 a la hora desituar la fase decisiva de las obras. La interrup-ción pudo deberse a la conjunción de varios fac-tores: la peste de 1348 y la difícil situación delreino en los años sesenta habrían justificado elcierre provisional, aunque no precipitado, de lafábrica en tiempos del abad Sellán. Carlos ii noreinició las labores de la cabecera, sino que pre-firió invertir en la ejecución de un “colegio”,como veremos en seguida. Los reveses de 1378-1379 cercenaron su iniciativa, por lo que tam-bién el nuevo edificio para los canónigos quedósin terminar. Este marco cronológico podráafinarse más mediante el examen de la escul-tura, que tratará en un capítulo inmediato ClaraFernández-Ladreda.

De arquitectura refinada, obra de un arqui-tecto experto ayudado por un equipo de cante-ros y escultores consagrados, Santa María deUjué no fue el edificio pionero en la introduc-ción del gótico radiante en Navarra, papel queha de seguir correspondiendo –como se vieneafirmando– al claustro de la catedral de Pam-

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104 La obra del claustro se habría iniciado antes de 1291, año en que se deja una manda testamentaria a “la obra de la claustra de SantaMaría de Pamplona”, si bien desde 1286 hay testimonios que hacen pensar en los trabajos: Clara Fernández-Ladreda Aguadé y Jo-aquín Lorda, “El claustro”, en La catedral de Pamplona 1394-1994, Pamplona, 1994, vol. I, p. 165. En cuanto a la parroquia, en la clave delsotacoro se talló un escudo y una inscripción que atestiguan la realización (me fecit) por Bernardo Deza siendo iudex. Dicho personajefirmó un documento en 1297 como alcalde, cargo que se traducía al latín como iudex: Martínez de Aguirre y Menéndez Pidal, Em-blemas, pp. 304-305. La construcción de la parroquia se habría llevado a cabo poco después de la victoria de los burgueses de San Sa-turnino en la Guerra de la Navarrería (1276).105 Siglos más tarde las dovelas de estos arcos fueron desmontadas y retalladas para su colocación en la cornisa de la casa prioral,como ha podido verse al desmontar la cubierta en la reciente intervención.

plona y a la parroquia de San Saturnino de lamisma ciudad. El inicio de ambos edificios an-tes de 1300 está respaldado por inscripciones ydocumentos104. En Ujué encontramos perfilesde nervios que recuerdan a los de ambas cons-trucciones. Nos contentaremos con decir que elarquitecto pudo haberse formado con los maes-tros de San Cernin de Pamplona o la CapillaBarbazana, si no era uno de ellos.

“Colegio”, muro oriental, “claustro” ycasa prioralApoyada en la construcción gótica, se añadiópor la parte norte del templo una gran nave per-pendicular al muro correspondiente al tramode los pies. La intención consistía en realizaruna edificación de notables dimensiones (en to-tal 29,52 x 7,79 m) dividida en dos ámbitos porun muro que fue desmontado en una inter-vención de finales del siglo xx y que diferen-ciaba un espacio menor con 9,25 m de longitud.Estaba organizada en dos alturas, con un for-jado sostenido por arcos transversales. Teníacinco arcos en el ámbito mayor y uno en elmenor, sobre ménsulas de molduración muysencilla, como también es sencillo su perfil rec-tangular achaflanado (de 58 cm de anchura; loschaflanes aproximadamente 5 cm105). En laplanta baja había al menos un desagüe en cadauno de los dos ámbitos, que vertía hacia elOeste, al exterior del edificio. Disponía de dosventanas en el mayor (una en el segundo tramoentre arcos contando desde la iglesia y otra enel quinto, junto al muro de separación) y otrasdos en el menor, una a cada lado del arco.

Sus elementos y ubicación permiten iden-tificar esta construcción con la repetidamentecitada en cuentas conservadas en el ArchivoGeneral de Navarra, correspondientes a obrasefectuadas en 1378-1379. Se trata de un encargoen que el rey Carlos ii puso considerable em-peño. Nombró como comisario a Juan Azanza,

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ARQUITECTURA MEDIEVAL

Vista del interior del “colegio”

Muro meridional del “colegio” en que se aprecian las ventanas y los arranques de los arcos

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Javier Martinez de Aguirre

Muro perimetral que envuelve la cabecera románica

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106 Sobre este maestro: Javier Martínez de Aguirre, Arte y monarquía en Navarra 1328-1425, Pamplona, 1987. Aparece citado en unadocena de ocasiones.107 Dos de los documentos con cuentas de las obras fueron transcritos por Uranga, Ujué, docs. 11 y 12. Hay que añadir: AGNC, Caj.37, nº 3, un cuaderno de veinte folios muy deteriorado.108 Juan José Martinena Ruiz, Castillos reales de Navarra (siglos XIII al XVI), Pamplona, 1994, p. 677, sólo registra obras de escaso im-porte en 1294 (poco más de una libra), 1372 (175 libras) y 1375 (7 libras y 2 sueldos). Las de 1372 consistieron en la refección de un murocaído: Uranga, Ujué, p. 261.109 Carmen Orcástegui Gros, Crónica de Garci López de Roncesvalles. Estudio y edición crítica, Pamplona, 1977, p. 92. No está de más se-ñalar que es una de las pocas noticias relativas a arquitectura relatadas por Garci López y la única que tiene como promotor a CarlosII, que no fue tan inclinado a patrocinar construcciones como su hijo. No hay mención a edificaciones de Carlos II en la anterior cró-nica navarra: Carmen Orcástegui Gros, “Crónica de los Reyes de Navarra de García de Eugui”, Príncipe de Viana, XXXIX (1978), pp. 571-572. 110 José María Lacarra, Historia política del reino de Navarra. Desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, Pamplona, 1973, vol. III,pp. 128-133. Detalles del tratado de Briones y sus secuelas en José Ramón Castro, Carlos III el Noble, rey de Navarra, Pamplona, 1967,pp. 90-105111 Carmen Orcástegui Gros, La Crónica de los Reyes de Navarra del Príncipe de Viana (Estudio, Fuentes y Edición crítica), Pamplona, 1978,p. 238. 109

ARQUITECTURA MEDIEVAL

abad de Irache, y como arquitecto a Juan Gar-cía de Laguardia, que era maestro de obras delreino106. Durante varios meses de intenso tra-bajo un grupo de mazoneros, que algunos díasalcanzó las veinte personas, intervinieron a lavez en tres tajos: la cantera (“pedrera”), la logia(“loia”) y la propia obra, que denominaban “elsetio”107. Los registros contables no suelen sermuy explícitos, pero en este caso el texto espe-cifica que derribaron la “pared de San Miguel”,abrieron cimientos, construyeron arcos y ven-tanas, hicieron una bodega y sobre la bodegatrabajaron en el suelo de madera del refectorio(“reffitor”). Además mencionan la cocina, quetenía un arco, y el dormitorio. Así que podemossuponer que en la parte septentrional de laplanta baja, en el que hemos descrito comoámbito menor, estuvo la cocina con su chime-nea, un arco y dos ventanas. También en laplanta baja junto a la iglesia estaría situada labodega; para ambas estancias son convenienteslos desagües todavía visibles. En la primeraplanta se ubicó el refectorio, sobre la bodega, yel dormitorio.

La edificación fue recrecida en el siglo xvii,reempleada como sacristía nueva, para la que seabrió una puerta nueva desde el sotacoro. Lapuerta en la actualidad está tapiada, pero se re-conoce perfectamente.

¿Cuál fue la finalidad del edificio? Se hanbarajado diversas hipótesis. Podría pensarse enuna dependencia del castillo, al modo de lasgrandes salas que encontramos en fortalezasaragonesas como Sádaba o Loarre, pero en lascuentas reales no consta la edificación de uncomplejo de estas dimensiones construido enfecha posterior a la iglesia gótica formandoparte de la fortificación108.

La crónica de Garci López de Roncesvalles,tesorero del reino de Navarra nombrado porCarlos iii el Noble, incluye una noticia a la quepodemos dar toda credibilidad, puesto que di-cha crónica fue escrita en 1405, de modo que elcronista pudo tener información muy directa alrespecto. Después de tratar con cierto porme-nor los conflictos de Carlos ii con los reyes deFrancia y de Castilla a finales de la década de1370, añade: “Este rey don Carlos habia empe-cados los edificios por un colegio de Santa Ma-ría d’Uxue et los fazia fazer don Iohan d’A-zanza, abbat de Irach; la qual obra cesó por ladicha guerra”109. La guerra de la que habla es laque enfrentó a Carlos ii con Enrique ii de Cas-tilla. Las tropas del castellano invadieron Na-varra en el verano de 1378 y estuvieron una largatemporada en las inmediaciones de Pamplona.El conflicto se resolvió con el tratado de Brio-nes (31 de marzo de 1379), que consagraba la vic-toria “total y aplastante” de los castellanos, enpalabras de Lacarra110.

La noticia fue copiada casi literalmente porel Príncipe de Viana: “El rey don Carlos aviaprincipiado de edificar un colegio en SantaMaría de Uxué e lo fazía fazer don Iohan d’A-cança, abat de Yrach, la qual dicha obra cesó porla dicha guerra”111. Tampoco el Príncipe se de-tiene en otras obras financiadas por Carlos ii,de modo que hemos de concluir que o bien lasdimensiones del empeño, o bien la circuns-tancia de haber quedado interrumpidas, lla-maron la atención de ambos cronistas.

Las cuentas coinciden con los restos mo-numentales y con las crónicas en el tipo de edi-ficación iniciado (refectorio, dormitorio, cocinay bodega son adecuados para un “colegio” o es-tudio general de enseñanza superior) y por te-

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112 Uranga, Ujué, p. 267.113 Arantza Albertos San José, Ruth García-Alonso Montoya y José María Ortiz Ibarz, “París 1304. La fundación del Colegio deNavarra. El testamento de la reina Juana”, Príncipe de Viana, LII (1991), pp. 58-63.

ner como responsable al abad de Irache denombre Juan. Se trata de las “obras fechas en elreffictor et dormitor que el seynnor rey ha or-denado et mandado fazer cabo la eglesia deSanta Maria d’Uxue para los calopnigos queha fundados en la dicha eglesia, segunt parecepor la letra de la dicha ordenança, datum 22º diade março” de 1376112. No cabe confundir las re-ferencias con la construcción del muro peri-metral por delante de la cabecera románica,donde no hay arcos ni se identifica una bo-dega, ni con la casa situada frente a la fachadameridional del templo, carente de arcos y queno está “cabo la eglesia”. La fundación en 1304del colegio de Navarra en París, por parte de la

reina Juana i de Navarra (bisabuela de Carlos ii),permite anudar los distintos cabos: el colegioparisino también precisaba para el maestro degramática y los escolares “su habitación aparte,consignada para ellos, dormitorio donde ellosduermen juntos, una sala donde se reúnen yuna cocina”, entre otras dependencias113. Deeste modo, parece firme la hipótesis consis-tente en el encargo por Carlos ii de un colegioen Ujué que, de haberse terminado, habría sidoatendido por los trece canónigos de los quehabla en el testamento. Habría sido proyectadauna construcción monumental en la que habríaal menos refectorio, dormitorio, bodega y co-cina. La comunicación de esta zona con el coro

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Chimenea y miradores en las estancias residenciales habilitadas gracias al muro perimetral

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de los canónigos en el interior del templo seefectuaría a través del pasaje abierto en la es-quina noroccidental.

La documentación no determina el uso delas estancias habilitadas entre la cabecera ro-mánica y el nuevo muro de cierre que se edificóen época bajomedieval envolviendo los tres áb-sides. La presencia de chimenea y de vanos conmiradores góticos indica que tuvo uso resi-dencial. En la misma línea apunta la existenciade una letrina, que en la Baja Edad Media sóloencontramos en residencias de carácter pala-ciego (en Navarra, por ejemplo, en el palacio deArtieda del siglo xv). Consiste en un estrechohabitáculo ubicado en la parte cercana al ábside

septentrional y que se corresponde con un pañode muro terminado en sucesión de mensuloneslobulados (en el palacio de Olite un sistema deménsulas parecido fue empleado para ubicarpasajes sobre las cortinas que unían las torres,en los primeros años del siglo xv). Aunque seha propuesto que el recinto apoyado contra lacabecera románica hubiera formado parte delcastillo real, en todo caso se trataría de una re-modelación de la antigua fortificación con fi-nalidad residencial. La torre que se reconoce enuno de los paños y a la que parecen entregarselos muros inmediatos podría haber servido deapoyo a toda la edificación gótica. No funcionacomo torre militar ya que carece de aspilleras y

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ARQUITECTURA MEDIEVAL

Exterior del muro perimetral

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apenas destaca sobre el muro, por lo que no ga-rantizaría el tiro de flanqueo, objetivo de las to-rres en las fortificaciones medievales.

En cierta medida, la organización murariamediante torre y lienzos adyacentes nos re-cuerda al sistema constructivo empleado en elpalacio de Olite. Esto junto a la importancia delos elementos residenciales (miradores, chime-nea, letrinas) y a la evidencia de que la familiaregia y los nobles se acercaron con frecuencia aUjué en la segunda mitad del siglo xiv y pri-

mera del xv, lleva a proponer una datación entiempos de Carlos iii (1387-1425) o de su hijadoña Blanca (1425-1441) para la remodelación deeste muro envolvente y sus dependencias.

Sus funciones iniciales habría sido las pro-pias de una casa de cofradía y hospedería, lugarde atención a peregrinos que venían a rendirculto a Santa María. A lo largo de los siglos fuecambiando su destino, como se verá en capítu-los sucesivos. Se abrieron vanos apuntados confinalidad funeraria, todavía en época medieval.

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Javier Martinez de Aguirre

Reconstrucción del conjunto medieval de Santa María de Ujué en que se aprecian el muro perimetral y el pórtico septentrional

Siglo xi: primer proyecto

Siglo xi: segundo proyecto

Siglos xii-xiii

Siglo xiv

Siglo xv

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114 Martínez de Aguirre, Arte y monarquía, pp. 162-163.115 José Antonio Faro Carballa, María García-Barberena y Mercedes Unzu Urmeneta, “Entorno de la iglesia. Intervención ar-queológica”, en San Saturnino de Artajona, Pamplona, 2009, pp. 68-71.

Hasta el momento no se han localizado pagosque lleven a atribuir la construcción al directopatrocinio regio. Dado que las mandas testa-mentarias destinadas a Ujué perduraron du-rante todo el siglo xv, no es desencaminadopensar que los “obreros” de Santa María deci-dieron, una vez recuperada la economía entiempos de Carlos iii, emplear los fondos en laedificación de este hospital en vez de conti-nuar la cabecera del gran templo inacabado.

El extremo septentrional incluye un osarioedificado bajo el pavimento. Está formado poruna serie de arcos de piedra construidos a muycorta distancia unos de otros (menos de 50 cm),de tal forma que pudieran colocarse sobre elloslosas de piedra en vez de vigas de madera. Esteprocedimiento fue utilizado para un uso pecu-liar en el palacio de Olite. Allí, hacia 1415-1419,Carlos iii el Noble quiso tener un jardín almismo nivel que las estancias residenciales, ade-más de los vergeles con que contaba en plantabaja y en las inmediaciones. Para ello encargó loque la documentación denomina la “calostra”, unclaustrillo edificado al sur del núcleo torreadoque constituye el centro de la ampliación del pa-lacio, en la zona más resguardada. Lo alzaronpor medio de arcos apuntados de piedra muypróximos entre sí, encima de los cuales coloca-ron losas que a su vez servían de lecho a una capade tierra en la que plantaron las especies vege-tales114. No se trata de una prueba concluyentepara la datación del osario ujuetarra, pero síuna evidencia a tener en cuenta.

La existencia de osarios medievales de gran-des dimensiones en iglesias navarras estásiendo comprobada en los últimos años. Esbien conocido el de Roncesvalles, en la capilladel Espíritu Santo. Recientemente ha podidoser estudiado el de San Saturnino de Artajona,emplazado también en las inmediaciones de lapuerta septentrional de la iglesia115. La falta deuso durante los últimos dos siglos ha hecho que

se perdiera memoria de muchas de estas cons-trucciones.

En este muro que envuelve la cabeceraapoya una secuencia de cuatro grandes arcos re-bajados sobre pilares. Servían para organizar unamplio espacio cubierto con armadura de ma-dera sobre secciones de arco a manera de ar-botantes (que no cumplen función sustentantede la gran nave), para cuya presencia apenascontamos con términos de comparación en laarquitectura navarra. En efecto, el gótico de es-tas tierras, debido a la sencillez estructural y ala limitada ambición en cuanto a dimensio-nes, emplea pocas veces arbotantes. Destaca supresencia en Roncesvalles, en los primeros añosdel siglo xiii, por una parte, y en la catedral dePamplona y Santa María de Viana, ya en el sigloxv, por otra. Los de Roncesvalles son muy sen-cillos, sin molduración, mientras que los deUjué presentan sencilla molduración cóncava.Su edificación está ligada a los gruesos arcos re-bajados, que en uno de sus lados ofrecen igual-

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ARQUITECTURA MEDIEVAL

Interior del osario

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Exterior del “claustro” o pórtico septentrional

Interior del “claustro” o pórtico septentrional

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ARQUITECTURA MEDIEVAL

Detalle de los arcos rebajados que constituyen el “claustro” o pórtico septentrional Interior de la casa situada delante de la fachada meridional antes de la intervención

Estructura lignaria radial de la casa situada delante de la fachada meridional

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Frente a la puerta meridional de la iglesia, alotro lado de la rampa de acceso al templo, se en-cuentra una gran construcción formada pordos crujías en varias alturas. Su adscripciónfuncional y cronológica viene dificultada por laescasez de estudios relativos a edificios medie-vales navarros de esta naturaleza. Tampoco ladocumentación es explícita en este caso.

El sistema constructivo al que recurrieron,consistente en cuatro gruesos muros que dibu-jan un rectángulo dividido en dos crujías sepa-radas por pilares superpuestos, es semejante alque podemos constatar en otras edificaciones ci-viles relevantes bajomedievales en el reino. Al pa-recer, la organización en doble crujía era habitualen la época. Los edificios con más recursos dis-ponían en su eje arquerías longitudinales parasostener los forjados, como vemos en la casaaneja al palacio del Condestable en Pamplona.En otros casos, como este de Ujué, simples pi-lares intermedios sustentaban una estructura

116 Sobre la intervención de Lome en estas obras: R. Steven Janke, Jehan Lome y la escultura gótica posterior en Navarra, Pamplona, 1977,pp. 124-129.

mente molduración cóncava y en el otro lacombinan con un baquetón, con lo que su sec-ción sigue principios parecidos a los empleadosen los arbotantes de la catedral, pensados pararespaldar las bóvedas de la nave mayor. La rea-lización de los arbotantes de Pamplona y Vianatiene en común una época y un arquitecto. Lanave catedralicia se inicia con Carlos iii y se cul-mina en tiempos de la reina doña Blanca y elobispo Martín de Peralta, en la primera mitaddel siglo xv, cuando llegó a ser maestro mayorde la catedral Johan Lome. Santa María deViana tuvo también como maestro de obras a fi-nales de los años treinta al propio Lome, en losúltimos años de vida de la reina116. Si a ello aña-dimos la predilección que la soberana demos-tró hacia Santa María de Ujué, creo que mereceser tomada en consideración la posibilidad deque fuese en tiempos de esta reina cuando sellevasen a cabo las obras del llamado “claustro”o galería septentrional.

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Detalle de la casa situada delante de la fachada meridional de la iglesia

Page 62: “Arquitectura medieval”, en Santa María de Ujué, Pamplona

117 Sobre la cronología de la casa Villaespesa en Olite, en las primeras décadas del siglo XV: Martínez de Aguirre y Menéndez Pi-

dal, Emblemas, pp. 234-235. 117

ARQUITECTURA MEDIEVAL

Detalle de la estructura de los forjados de la casa situada delante de la fachada meridional (dibujo de Enrique Galdeano)

lignaria117. Resulta muy interesante por su ati-picidad la estructura de madera que organiza losforjados. Dispuesta de manera radial, se apoya enlos dobles “capiteles” de los pilares cilíndricos.Un ejemplo semejante se conserva en las de-pendencias conventuales de San Pedro de Ribas(Pamplona, actual parroquia de Nuestra Señoradel Río). La casa de Ujué cuenta con ventanas ori-ginales en las plantas baja y primera, con aboci-namiento interno y dintel sobre ménsulas, abier-tas en los muros meridional (una por crujía) yoriental. La puerta principal en la primera plantada al norte y está formada por un arco apuntadohacia el exterior y bovedilla rebajada hacia el in-terior, combinación muy habitual en casas y to-rres de los siglos xiv y xv. El edificio fue recre-cido en época posmedieval, aprovechandoelementos constructivos medievales, de tal formaque en la actualidad quedan de la fábrica góticalos muros de la planta baja y de la primera, lospilares de esas mismas plantas así como de la ter-

cera, y elementos sueltos como una puerta in-completa en la planta segunda.

No ha sido identificada documentación me-dieval relativa a esta construcción. Los ele-mentos empleados corresponden a época gó-tica y las escasas marcas de cantero coincidencon algunas de las que aparecen en los murosde la iglesia datados en la primera mitad del si-glo xiv. La ménsula que sostiene el arco situadodelante de la puerta de la primera planta esdistinta de las utilizadas en el “colegio”. La sun-tuosidad del proyecto eclesial indica abundan-cia de recursos económicos y podría justificarla realización coetánea de un edificio anejodestinado a casa de cofradía o de recepción derentas. Sabemos que siglos más tarde la cons-trucción fue utilizada como casa decimal.