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AMAIA SANTANA No más Monopoly ni competición. En los juegos cooperativos ganan o pierden todos por igual. Cada per- sona es importante y aporta algo valioso al equipo, pero nadie es el protagonista. La finalidad es “reducir la agresividad en los juegos y promo- ver la comunicación, el respeto y la solidaridad entre los participantes”, según explica Igor Uzkudun, de Trukeme, el espacio de recursos en actividades de educación para la paz perteneciente al Centro para la Me- diación y Regulación de Conflictos Bakeola. Uzkudun ofreció una char- la sobre las posibilidades que ofrecen los juegos cooperativos como recur- so educativo en el marco del V En- cuentro de Orientación y Diversidad organizado por la Asociación de Psi- copedagogía de Euskadi (Apside), en colaboración con el gobierno vasco. El evento se celebró los días 9 y 16 de diciembre en el salón de actos de la agencia para el voluntariado y la par- ticipación Bolunta, en Bilbao. La edición de este año, dedicada a la Educación para la Paz, los De- rechos Humanos y la Convivencia Intercultural, se ha centrado en la identificación de estrategias que impulsen las competencias sociales y en la prevención de la violencia en el alumnado de Secundaria. La inauguración de este espacio para la reflexión e intercambio de expe- riencias de varios centros escolares corrió a cargo de la directora de Derechos Humanos en el gobierno vasco, Inés Ibáñez, quien agradeció el interés de la comunidad educati- va en promover una cultura de paz “más allá del ámbito académico”. En ese sentido, aludió al Plan Vasco de Educación para la Paz y los De- rechos Humanos, cuya “reformu- lación” se entregará al parlamento autonómico en el primer trimestre de 2010. “Espero que reciba un apo- yo mayoritario”, apuntó. ESCUELA DE VALORES Uzkudun está convencido de que determinados juegos “no son neu- trales” y contribuyen a fomentar conductas individualistas, sexistas o intolerantes. Partiendo de la base de que el juego “es en sí una escuela de valores”, Trukeme propone más de 75 actividades lúdicas “libres de compe- tición y de exclusión” y que ayudan a transmitir “valores fundamentales en la construcción de la solidaridad” como integración, comunicación, afirmación de uno mismo, creativi- dad e imaginación. El ponente re- cuerda la preocupación que le tras- ladó la Escuela de Padres del colegio bilbaíno La Salle. “Nos alertaron de la falta de compañerismo y del exce- sivo grado de competitividad en los estudios de sus hijos e hijas”, relata. Esa rivalidad es “inexistente” en los juegos cooperativos, puesto que se propicia un “clima social positivo” donde los participantes son libres de jugar o no y “no sienten la necesidad de superar a los demás ni la presión psicológica de ser eliminado por co- meter un error”. Con todo, reconoce la dificultad de entender qué es co- operar y trabajar en equipo por un reto común “en un mundo donde impera una competitividad extre- ma”. Otra de sus observaciones es la escasa tolerancia a la frustración. “Nos duele mucho perder y rechaza- mos que otros ganen”, lamenta. La primera condición es que el juego sea precisamente eso: un jue- go. “Jugamos por puro placer, para sentirnos a gusto y liberar energías”, indica. Además del factor lúdico, Trukeme presenta el juego coopera- tivo como “un buen entrenamiento para las habilidades sociales y la au- toestima”, donde se promueve un clima propicio para la resolución de conflictos. Igualmente, se busca ha- cer de estos juegos un espacio de en- cuentro al que se acerquen profeso- rado, alumnado y familias. “Es muy importante la implicación de las familias, nosotros podemos formar a docentes o a los monitores de una ludoteca, pero es preciso concienciar a padres y madres para que no se li- miten a dejar y recoger a sus hijos de estos espacios”, advierte. Uzkudun concluye con una cita de la psicóloga Rosario Ortega para resaltar la función pedagógi- ca del juego: “Jugar no es estudiar ni trabajar, pero jugando el niño aprende a comprender el mundo social que le rodea”. APRENDIZAJES BÁSICOS Por su parte, el director del Cen- tro de Estudios para la Paz Baketik (Aranzazu, Gipuzkoa), Jonan Fer- nández, adelantó la propuesta edu- cativa que presentarán en el primer trimestre de 2010. En su opinión, el ámbito de la educación ética precisa de “un mayor esfuerzo de concen- tración en aprendizajes básicos”. Baketik distingue cuatro aprendi- zajes fundamentales: la limitación de la condición humana, el sentido del agradecimiento, la escucha de la conciencia y la dignidad humana. Cada ámbito trata materias “inter- generacionales” e “interdisciplina- res”, y se dirigen a todas las etapas educativas por una simple razón: re- presentan características universales de todo ser humano y su aprendiza- je se basa en la propia experiencia. “Nos empeñamos en inculcar valo- res como la paz o el diálogo cuando podrían desarrollarse a partir de lo vivenciado”, razona Fernández. De esta manera, cada acontecimiento presenta una ocasión para el apren- dizaje. “El sentimiento de indigna- ción que puede sentir un niño de 8 años al ser marginado en un juego puede ayudarle a comprender per- fectamente qué significa la dignidad humana”, sostiene. El primer aprendizaje que pro- pone Baketik consiste en aceptar que todos somos seres imperfectos y limitados. Paradójicamente, Fer- nández admite que, pese a ser cons- cientes de nuestras limitaciones, ten- demos a ser muy exigentes con los demás. “La humildad es un requisito imprescindible para la empatía, y esta nos ayudará a comprender me- jor a los demás y a mostrarnos más tolerantes y dialogantes”, asegura. En la otra cara de la moneda se encuentra el sentido del agradeci- miento. El segundo fundamento bá- sico incide en la capacidad de amar y de admirar lo que nos rodea. “Se tra- ta de desarrollar nuestra sensibilidad poética para valorar todo lo positivo que nos regala la vida”, afirma. DIÁLOGO INTERIOR En tercer lugar, es preciso aprender a escuchar a la conciencia. Según Fer- nández, “nadie puede dictaminar lo que es ético para cada uno, puesto que el discernimiento último reside en el diálogo interior con nuestra propia conciencia”. El problema reside en escuchar únicamente “los niveles más superficiales” de la mis- ma, es decir, en una escala de seis ‘pisos’, se requiere ‘bajar’ a lo más profundo para actuar éticamente. La dignidad humana y la consciencia del ‘otro’ componen el cuarto aprendizaje básico, cuya presencia en el ámbito educativo “debe ser transversal”. El director de Baketik reflexiona asimismo acerca de las “tensiones” que se han producido en la educa- ción ética. “La generación que ha recibido una enseñanza restrictiva imparte ahora un modelo permisi- vo, donde no se fijan límites, donde se trata de eludir la cultura del es- fuerzo a cambio del “todo es posi- ble y todo lo puedo”. Vivimos en la cultura de la satisfacción inmediata, y pretendemos transmitir valores universales como si se tratara de una lección”, opina Fernández, que aña- de: “Un alumno tiene que aprender a frustrarse y aprender a vivir con la frustración”. En cuanto al papel del docente, aboga por encontrar un “espacio razonable” entre los límites que fija desde su autoridad y la libertad del diálogo. El úni- co “requisito” para comprender la propuesta de Baketik es “sublimar la ética como elemento conductor de la vida social, interreligiosa e in- tercultural”, apunta. Más información: http://www. psicopedagogia-euskadi.org autonomías 17 de diciembre de 2009 Núm. 3.849 (1.816) ESCUELA 25 Juegos cooperativos para una sociedad multicultural y solidaria Euskadi Ernesto Gutiérrez Crespo, de Apside (izq.) y Jonan Fernández, director de Baketik (dcha.), quien explicó la propuesta del colectivo que dirige en torno a los aprendizajes básicos L a jornada del pasado 9 de diciembre finalizó con la experiencia de Lizarra Ikastola (Estella-Lizarra, Navarra), que recibió en 2008 el tercer premio a las Buenas Prácticas y Convivencia del Ministerio de Educación. La orientadora Ana Ilarregui y la jefa de estudios, Izaskun Aldaz, expusieron el plan de convivencia del centro, donde hace siete años se implantó el modelo de Pentacidad con el objetivo de desarrollar la inteligencia emocional del alumnado a través de metodologías orientadas a la prevención precoz de la violencia y el fracaso escolar. Igual- mente, actividades como los ‘grupos de ayuda mutua’ o el ‘cariñograma’ -buzones donde alumnado y profesorado reciben felicitaciones firmadas y muestras de apoyo-, ayudan a crear una convivencia basada en el respeto. “Si no existe un buen clima de convivencia, no hay espacio para el aprendizaje”, sentenció Ilarregui. El ‘cariñograma’ y la inteligencia emocional La Asociación de Psicopedagogía de Euskadi Apside dedica el V Encuentro de Orientación y Diversidad a la Educación para la Paz y los Derechos Humanos

Artículo sobre juego cooperativo

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AMAIA SANTANA

No más Monopoly ni competición. En los juegos cooperativos ganan o pierden todos por igual. Cada per-sona es importante y aporta algo valioso al equipo, pero nadie es el protagonista. La fi nalidad es “reducir la agresividad en los juegos y promo-ver la comunicación, el respeto y la solidaridad entre los participantes”, según explica Igor Uzkudun, de Trukeme, el espacio de recursos en actividades de educación para la paz perteneciente al Centro para la Me-diación y Regulación de Confl ictos Bakeola. Uzkudun ofreció una char-la sobre las posibilidades que ofrecen los juegos cooperativos como recur-so educativo en el marco del V En-cuentro de Orientación y Diversidad organizado por la Asociación de Psi-copedagogía de Euskadi (Apside), en colaboración con el gobierno vasco. El evento se celebró los días 9 y 16 de diciembre en el salón de actos de la agencia para el voluntariado y la par-ticipación Bolunta, en Bilbao.

La edición de este año, dedicada a la Educación para la Paz, los De-rechos Humanos y la Convivencia Intercultural, se ha centrado en la identifi cación de estrategias que impulsen las competencias sociales y en la prevención de la violencia en el alumnado de Secundaria. La inauguración de este espacio para la refl exión e intercambio de expe-riencias de varios centros escolares corrió a cargo de la directora de Derechos Humanos en el gobierno vasco, Inés Ibáñez, quien agradeció el interés de la comunidad educati-va en promover una cultura de paz “más allá del ámbito académico”. En ese sentido, aludió al Plan Vasco de Educación para la Paz y los De-rechos Humanos, cuya “reformu-lación” se entregará al parlamento autonómico en el primer trimestre de 2010. “Espero que reciba un apo-yo mayoritario”, apuntó.

ESCUELA DE VALORESUzkudun está convencido de que determinados juegos “no son neu-trales” y contribuyen a fomentar conductas individualistas, sexistas o intolerantes. Partiendo de la base de que el juego “es en sí una escuela de valores”, Trukeme propone más de 75 actividades lúdicas “libres de compe-tición y de exclusión” y que ayudan a transmitir “valores fundamentales en la construcción de la solidaridad” como integración, comunicación, afi rmación de uno mismo, creativi-dad e imaginación. El ponente re-cuerda la preocupación que le tras-ladó la Escuela de Padres del colegio bilbaíno La Salle. “Nos alertaron de la falta de compañerismo y del exce-sivo grado de competitividad en los estudios de sus hijos e hijas”, relata.

Esa rivalidad es “inexistente” en los juegos cooperativos, puesto que se propicia un “clima social positivo” donde los participantes son libres de jugar o no y “no sienten la necesidad de superar a los demás ni la presión psicológica de ser eliminado por co-meter un error”. Con todo, reconoce la difi cultad de entender qué es co-operar y trabajar en equipo por un reto común “en un mundo donde impera una competitividad extre-ma”. Otra de sus observaciones es la escasa tolerancia a la frustración. “Nos duele mucho perder y rechaza-mos que otros ganen”, lamenta.

La primera condición es que el juego sea precisamente eso: un jue-go. “Jugamos por puro placer, para sentirnos a gusto y liberar energías”, indica. Además del factor lúdico, Trukeme presenta el juego coopera-tivo como “un buen entrenamiento para las habilidades sociales y la au-

toestima”, donde se promueve un clima propicio para la resolución de confl ictos. Igualmente, se busca ha-cer de estos juegos un espacio de en-cuentro al que se acerquen profeso-rado, alumnado y familias. “Es muy importante la implicación de las familias, nosotros podemos formar a docentes o a los monitores de una ludoteca, pero es preciso concienciar a padres y madres para que no se li-miten a dejar y recoger a sus hijos de estos espacios”, advierte.

Uzkudun concluye con una cita de la psicóloga Rosario Ortega para resaltar la función pedagógi-ca del juego: “Jugar no es estudiar ni trabajar, pero jugando el niño aprende a comprender el mundo social que le rodea”.

APRENDIZAJES BÁSICOSPor su parte, el director del Cen-tro de Estudios para la Paz Baketik

(Aranzazu, Gipuzkoa), Jonan Fer-nández, adelantó la propuesta edu-cativa que presentarán en el primer trimestre de 2010. En su opinión, el ámbito de la educación ética precisa de “un mayor esfuerzo de concen-tración en aprendizajes básicos”. Baketik distingue cuatro aprendi-zajes fundamentales: la limitación de la condición humana, el sentido del agradecimiento, la escucha de la conciencia y la dignidad humana. Cada ámbito trata materias “inter-generacionales” e “interdisciplina-res”, y se dirigen a todas las etapas educativas por una simple razón: re-presentan características universales de todo ser humano y su aprendiza-je se basa en la propia experiencia. “Nos empeñamos en inculcar valo-res como la paz o el diálogo cuando podrían desarrollarse a partir de lo vivenciado”, razona Fernández. De esta manera, cada acontecimiento

presenta una ocasión para el apren-dizaje. “El sentimiento de indigna-ción que puede sentir un niño de 8 años al ser marginado en un juego puede ayudarle a comprender per-fectamente qué signifi ca la dignidad humana”, sostiene.

El primer aprendizaje que pro-pone Baketik consiste en aceptar que todos somos seres imperfectos y limitados. Paradójicamente, Fer-nández admite que, pese a ser cons-cientes de nuestras limitaciones, ten-demos a ser muy exigentes con los demás. “La humildad es un requisito imprescindible para la empatía, y esta nos ayudará a comprender me-jor a los demás y a mostrarnos más tolerantes y dialogantes”, asegura.

En la otra cara de la moneda se encuentra el sentido del agradeci-miento. El segundo fundamento bá-sico incide en la capacidad de amar y de admirar lo que nos rodea. “Se tra-ta de desarrollar nuestra sensibilidad poética para valorar todo lo positivo que nos regala la vida”, afi rma.

DIÁLOGO INTERIOREn tercer lugar, es preciso aprender a escuchar a la conciencia. Según Fer-nández, “nadie puede dictaminar lo que es ético para cada uno, puesto que el discernimiento último reside en el diálogo interior con nuestra propia conciencia”. El problema reside en escuchar únicamente “los niveles más superfi ciales” de la mis-ma, es decir, en una escala de seis ‘pisos’, se requiere ‘bajar’ a lo más profundo para actuar éticamente.

La dignidad humana y la consciencia del ‘otro’ componen el cuarto aprendizaje básico, cuya presencia en el ámbito educativo “debe ser transversal”.

El director de Baketik refl exiona asimismo acerca de las “tensiones” que se han producido en la educa-ción ética. “La generación que ha recibido una enseñanza restrictiva imparte ahora un modelo permisi-vo, donde no se fi jan límites, donde se trata de eludir la cultura del es-fuerzo a cambio del “todo es posi-ble y todo lo puedo”. Vivimos en la cultura de la satisfacción inmediata, y pretendemos transmitir valores universales como si se tratara de una lección”, opina Fernández, que aña-de: “Un alumno tiene que aprender a frustrarse y aprender a vivir con la frustración”. En cuanto al papel del docente, aboga por encontrar un “espacio razonable” entre los límites que fi ja desde su autoridad y la libertad del diálogo. El úni-co “requisito” para comprender la propuesta de Baketik es “sublimar la ética como elemento conductor de la vida social, interreligiosa e in-tercultural”, apunta.

Más información: http://www.psicopedagogia-euskadi.org

autonomías17 de diciembre de 2009 Núm. 3.849 (1.816) ESCUELA 25

Juegos cooperativos para una sociedad multicultural y solidaria

Euskadi

Ernesto Gutiérrez Crespo, de Apside (izq.) y Jonan Fernández, director de Baketik (dcha.), quien explicó la propuesta del colectivo que dirige en torno a los aprendizajes básicos

L a jornada del pasado 9 de diciembre fi nalizó con la experiencia de Lizarra Ikastola (Estella-Lizarra, Navarra), que recibió en 2008 el tercer premio a las Buenas Prácticas y Convivencia del Ministerio de Educación. La orientadora Ana Ilarregui y la jefa de estudios, Izaskun Aldaz, expusieron el plan de convivencia del centro,

donde hace siete años se implantó el modelo de Pentacidad con el objetivo de desarrollar la inteligencia emocional del alumnado a través de metodologías orientadas a la prevención precoz de la violencia y el fracaso escolar. Igual-mente, actividades como los ‘grupos de ayuda mutua’ o el ‘cariñograma’ -buzones donde alumnado y profesorado reciben felicitaciones fi rmadas y muestras de apoyo-, ayudan a crear una convivencia basada en el respeto. “Si no existe un buen clima de convivencia, no hay espacio para el aprendizaje”, sentenció Ilarregui.

El ‘cariñograma’ y la inteligencia emocional

La Asociación de Psicopedagogía de Euskadi Apside dedica el V Encuentro de Orientación y Diversidad a la Educación para la Paz y los Derechos Humanos•