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1 MAESTRÍA EN LINGÜÍSTICA CON MENCIÓN EN ESTUDIOS ANDINOS ASIGNATURA: SEMINARIO HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA PROFESOR: JOSEPH DAGER ALVA ALUMNA: VERÓNICA ANAYA RAMÍREZ FECHA: 14-07-2010 TRABAJO FINAL: Aspectos positivos y negativos del legado colonial español que han influido en la forma de ser del chileno desde la perspectiva de Lastarria 1. Introducción José Victorino Lastarria, en 1844, elaboró el texto denominado “Influencia social de la conquista y del sistema colonial de los españoles en Chile”, a solicitud del rector de la Universidad de Chile, Don Andrés Bello, con motivo de la de conmemoración del aniversario de dicha casa de estudios, y de forjar una historia nacional. Por ende, el chileno consideró de vital importancia el estudio comprensivo de la evolución de la humanidad 1 y las leyes que se ubican detrás de su progreso. En virtud de ello, la finalidad principal de este trabajo es identificar los aspectos que emplean para considerar negativo al legado de la época colonial en la forma de ser chilena porque, Chile a diferencia de lo ocurrido con las otras repúblicas, rápidamente dio inicio a una vida republicana organizada y ordenada, dirigida al progreso y al desarrollo de de la sociedad, de la nación chilena. Como lo señala Subercaseaux, este ejercicio propuesto por Lastarria “conlleva una visión del pasado y un proyecto nacional diferente” 2 . Esto a fin de conocer los aspectos positivos, pero, sobre todo, negativos de influencia ha tenido la presencia europea colonial dentro de esta construcción, 1 Lastarria (1875). Pág. 29. 2 Subercaseaux. Pág. 181.

aspectos positivos y negativos del legado colonial español que han influido en la forma de

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Page 1: aspectos positivos y negativos del legado colonial español que han influido en la forma de

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MAESTRÍA EN LINGÜÍSTICA CON MENCIÓN EN ESTUDIOS ANDINOS ASIGNATURA: SEMINARIO HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA

PROFESOR: JOSEPH DAGER ALVA ALUMNA: VERÓNICA ANAYA RAMÍREZ

FECHA: 14-07-2010 TRABAJO FINAL:

Aspectos positivos y negativos del legado colonial español que

han influido en la forma de ser del chileno desde la perspectiva

de Lastarria

1. Introducción

José Victorino Lastarria, en 1844, elaboró el texto denominado “Influencia

social de la conquista y del sistema colonial de los españoles en Chile”, a

solicitud del rector de la Universidad de Chile, Don Andrés Bello, con motivo de

la de conmemoración del aniversario de dicha casa de estudios, y de forjar una

historia nacional. Por ende, el chileno consideró de vital importancia el estudio

comprensivo de la evolución de la humanidad1 y las leyes que se ubican detrás

de su progreso.

En virtud de ello, la finalidad principal de este trabajo es identificar los aspectos

que emplean para considerar negativo al legado de la época colonial en la

forma de ser chilena porque, Chile a diferencia de lo ocurrido con las otras

repúblicas, rápidamente dio inicio a una vida republicana organizada y

ordenada, dirigida al progreso y al desarrollo de de la sociedad, de la nación

chilena. Como lo señala Subercaseaux, este ejercicio propuesto por Lastarria

“conlleva una visión del pasado y un proyecto nacional diferente”2.

Esto a fin de conocer los aspectos positivos, pero, sobre todo, negativos de

influencia ha tenido la presencia europea colonial dentro de esta construcción,

1 Lastarria (1875). Pág. 29. 2 Subercaseaux. Pág. 181.

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el legado que ha dejado y aquellos que aún perviven y que serían la causa de

algunas anarquías.

Los objetivos fundamentales que se persiguen son los siguientes:

1. Identificar el valor que adquiere el pasado colonial en la formación del

modo de ser chileno.

2. Identificar el papel que se le asigna a la iglesia en este contexto.

3. Rescatar las imágenes con base liberal que se van construyendo a lo

largo del texto.

4. Identificar las características que son atribuidas al pueblo chileno de su

tiempo.

El texto a analizar, consta de los siguientes capítulos:

Carácter de la conquista de Chile y su influencia social.

Idea del sistema colonial español.

Consideraciones generales sobre la influencia del sistema colonial en

Chile.

Influencia social del sistema político colonial.

Influencia del sistema colonial en la condición social de los chilenos.

Influencia del sistema colonial en la industria de Chile.

Investigaciones sobre la influencia del sistema colonial en las

costumbres privadas y en el carácter de los chilenos.

Algunas ideas sobre la influencia social del sistema colonial español en

la revolución de la independencia.

La investigación que se presenta se inicia con una breve biografía del autor en

la que se resaltan los aspectos más importantes de su vida, que resultan útiles

para comprender de mejor manera el pensamiento de Lastarria. En seguida, se

desarrolla el método utilizado para presentar la historia, en el que se realiza

una breve comparación entre la filosofía de la historia y la historia narrativa. A

continuación, se desarrolla la idea de nación planteada por autores como

Fichte, Herder, Anderson y Bhabha. A partir de ello, se presentan las imágenes

que configura esta historia a nivel de personajes, situaciones y geografía. Se

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Finaliza con los aspectos que conforman el ser del chileno de la primera mitad

del siglo XIX desde la perspectiva de Lastarria.

2. Biografía de José Victorino Lastarria: Aspectos destacables de su

vida

José Victorino Lastarria, considerado como el más importante ideólogo liberal

de mediados del siglo XIX3, nació en “un hogar pobre”4 de Rancagua en 18175.

Años después, cuando llegó a Santiago, su procedencia le impidió figurar entre

los habitantes de los barrios decentes de la época. “En una sociedad

jerarquizada, en la que las familias de la aristocracia terrateniente acumulaban

poder e influencias, ello representaba una considerable desventaja”6. En ese

sentido, el hecho tan trascendental de su nacimiento y su procedencia,

marcarían su vida para siempre dado que, no solo debió superar el problema

económico, sino que, también, tuvo la necesidad de enfrentar el prejuicio

extendido existente en aquella época contra las castas o los clanes. A decir de

muchos de sus biógrafos, esto habría modelado su carácter “erguido” y hasta

“altanero”7, aunque voluble, pues se ofuscaba fácilmente, en parte por lo

contradictorio de sus planteamientos. Esto también habría delineado el análisis

en la obra materia de esta investigación.

Gracias a una beca proporcionada por el entonces presidente Francisco

Antonio Pinto, estudió en el Liceo de Chile. Allí, bajo la batuta del español

liberal José Joaquín de Mora es que tendría contacto con las ideas, también

liberales y progresistas, de los intelectuales más reconocidos del momento:

Rousseau, Jovellanos, Saint- Simon, Herder, etc.

Cabe precisar que, en su caso, el único camino que le quedaba para poder

superar en parte esta dificultad inicial era a través del estudio. Y dado que la

3 Gazmuri. Pág. 51 4 Melfi. Pág. 112 5 Gazmuri. Pág. 408 6 Subercaseaux. Pág. 37 7 Melfi. Pág. 130

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educación chilena tenía un “marcado carácter público” 8, puesto que cada cierto

tiempo se publicaban los cronogramas de estudios, los resultados de las

evaluaciones enfatizando el nombre de los alumnos sobresalientes, pero

también el de los mediocres y los malos. En ese sentido, ser sobresaliente era

de imperiosa necesidad, si Lastarria deseaba afirmarse y trascender su origen.

Cosa que logró de manera notable.

En 1836, se produce su graduación forense, y, en 1837, su designación como

profesor de Legislación Universal. Al año siguiente, se le designa

adicionalmente como docente en la asignartura de Derecho de Gentes y

Geografía. Ambas cátedras las retuvo hasta 1851, año en que fue separado de

las mismas por las revueltas ocurridas en aquel momento, producto de la

elección de Manuel Montt como el tercer presidente de Chile.

Cabe precisar que en ese mismo año, al considerar que su etapa de formación

estaba casi cumplida, formula un plan que será el eje que regirá su vida hasta

el final de sus días. El objetivo del documento era combatir los antiguos

elementos que estaban mellando su civilización desde el siglo XVI para permitir

la “regeneración social y política”9 la que posibilitará la posesión por parte del

hombre de la libertad, esto es, del derecho.

En 1839, se graduó de abogado en la Universidad de San Felipe. Justamente,

por sus habilidades intelectuales y por los logros educativos obtenidos alcanzó

a formar parte de la juventud oligárquica de su país. De este modo, en 1842,

fundó la Sociedad Literaria, integrada por jóvenes intelectuales interesados en

el desarrollo literario de su país. Esta fue conocida como la “Generación de

1842”.

Al año siguiente, tuvo que asumir el cargo como diputado suplente. No

obstante, en 1844, fue obligado a dimitir debido a que, por aquel momento, su

amigo y estudiante Francisco Bilbao, publicó un artículo denominado “La

sociabilidad chilena” en el que proponía la negación de Dios y de la Iglesia

8 Subercaseaux. Pág. 38 9 Subercaseaux. Pág. 42

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católica como indispensable para evitar la fatalidad que podría envolver a la

sociedad chilena y frustrar así su progreso. Este hecho generó que el joven

aprendiz fuera deportado del país, y que, su maestro tomara las precauciones

necesarias para cuando se tratara de hablar sobre Dios y la Iglesia en algunos

de sus artículos. Como bien lo señala Woll, sobre este tema se volvió alguien

cauto y muy prudente10.

Ese mismo año, Andrés Bello, rector de la Universidad de Chile, le encomienda

la tarea de elaborar la memoria anual para que fuera presentada con motivo de

conmemorarse el primer aniversario de esta institución. La tituló “Las

investigaciones sobre la influencia social de la conquista y del sistema colonial

de los españoles en Chile” y fue leída el 22 de septiembre de 1844. La reacción

no se dejó esperar, pues su propuesta era que la etapa colonial había sido

oscura y con muy poco aporte significativo, lo cual no fue recibida con agrado

por parte del auditorio y generó, posteriormente, un intenso debate entre su

maestro, Bello, él y su inseparable amigo, Vicente Chacón.

Al respecto, el muy agudo análisis de Woll11 sugiere que de manera astuta

Bello criticó duramente la metodología empleada por Lastarria para presentar

los hechos, pues se basaba en la filosofía de la historia; en tanto que aquel

prefería la narración en la que cada detalle de lo acontecido era importante.

Astuta en cuanto a que dejaba intacta y sin mayor análisis la propuesta política,

lo cual permitiría inferir que, en el fondo, concordaba con muchos aspectos de

la misma.

Este debate se mantendría por varios años, hasta que un artículo de Bello,

para muchos, puso punto final al debate; tanto así, que cuando la Facultad de

Filosofía convocó a un concurso para conocer el mejor método de contar la

historia, ninguna propuesta fue presentada.

Hubo muchos aspectos más vinculados a su vida intelectual hasta su muerte

en 1888. Sin embargo, un dato anecdótico es el hecho de que, después de

10 Woll. Pág. 41 11 Woll. Pág. 46 y 47

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luchar, batallar y de acusar de manera sostenida a los españoles de ser los

culpables de todos los males que aquejaban a la sociedad chilena, haya

depuesto su odio contra España cuando fue nombrado miembro

correspondiente de la Real Academia Española.

3. Método empleado en la presentación histórica

En el documento materia de análisis del presente trabajo cuyo título es “Las

investigaciones sobre la influencia social de la conquista y del sistema colonial

de los españoles en Chile”, Lastarria optó por internarse en el pasado

“buscando respuesta a los problemas que lo inquietan”12, en este caso

particular, pretendía evaluar el grado de influencia que tuvo la sociedad

española en la forma de ser del chileno de su tiempo.

Sin embargo, inició su estudio con una tesis que dado el desarrollo de sus

ideas terminaría necesariamente por confirmar. Esta era que “este estudio nos

llevará a demoler el pasado para reconstruir nuestra civilización democrática”13,

con lo cual preconcebía a la sociedad conquistadora como la culpable de todos

los males que vivía el chileno de entonces. Asimismo, esto lo llevaría a

condenar todo despotismo del mismo modo como lo hizo Herder en su

momento.

Convencido de tal situación, se dedicó a presentar el desarrollo de los hechos

históricos chilenos desde la perspectiva liberal utilizando como método el de la

filosofía de la historia, pues consideró que se requería de rehacerla, que era

“indispensable estudiar las ideas que los han producido [los acontecimientos];

pues la sociedad tiene el deber de corregir la esperiencia [sic] de sus

antepasados para asegurar su porvenir”14. Con ello, pretendía un

empoderamiento de los hechos, analizarlos y escoger algunos esenciales para

presentar su propia evaluación de la historia. De este modo, como lo señala

12 Villalobos(1980-3). Pág. 9 13 Lastarria (1909). Pág. 5 14 Lastarria (1909). Pág. 4

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Dager15, su método tendría un carácter selectivo debido a que no narra los

hechos detalle por detalle, sino que elige lo esencial, lo típico para presentarla.

Este convencimiento de emplear la filosofía histórica implica una oposición a la

historia narrativa. En ese sentido, la primera toma a la historia como guía para

“juzgar, orientar y explicar los caminos a seguir” 16 con lo que se pretende

fabricar una imagen del pasado que resulte de utilidad mayúscula para el

enfrentar el futuro; por ende, selecciona aquello que es relevante de acuerdo

con su enfoque, utilizándolo para realizar grandes generalizaciones que lo

lleven a la síntesis filosófica. En cambio, la narrativa, muestra el pasado a

través de la presentación de las ocurrencias de manera cronológica y detallada,

pretendiendo que con esta objetividad el lector sea el que saque sus propias

conclusiones. Por ello, presta suma atención a los detalles, a las fuentes y a la

erudición, lo que lo lleva a un estilo sobrio y objetivo.

Esto permite rescatar dos puntos centrales del liberalismo. Por un lado, la

tendencia a considerar que el hombre, a lo largo de su desarrollo, va camino a

la perfección y el progreso es aquel que lo facilita. Por otro, está la idea de

libertad, que es la posibilidad que tiene el hombre de ejercer su voluntad.

4. Idea de nación que formula

Lastarria, dependientes de las “convenciones historiográficas europeas”17 de

moda, bebió de las ideas provenientes de varias fuentes liberales. Sin

embargo, fueron dos los autores trascendentales para el desarrollo de su

memoria. Uno fue Fichte y el otro, Herder. Ambos, en líneas generales,

intentan pensar la historia y la naturaleza según el modelo de las fuerzas

formativas18, en virtud de la cual las distintas partes que conforman un todo

deberían estar correlacionadas entre sí y en armonía con el medio que lo

15 Dager. Pág. 111 16 Subercaseaux. Pág. 67 17 Colmenares. Pág. 29 18 Palti. Pág. 40

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rodea, para lo cual deben seguir un proceso. No obstante, cada uno desarrolla

su planteamiento de manera individual.

Por un lado, Fichte, considerado como el primero que establece la doctrina del

nacionalismo alemán, se preocupa fundamentalmente por problemas religiosos

y morales19. Considera que el fin supremo de la vida del ser humano es la

felicidad20 y esta puede lograrse a través de la libertad, que permite al hombre

conectar el mundo sensible y el mundo inteligible a través de su propio

accionar sobre el entorno. Asimismo, “los hombres mediante su colaboración

viviente, crean un alma colectiva”21, una misma identidad, mediante su voluntad

que lo llevaría al progreso. En ese sentido, “el proceso del Universo […] tiende

hacia la total realización de la „libertad‟, que es su fin y su meta, aunque es una

meta que siempre retrocede. Nunca puede ser alcanzada, ya que su total

consolidación significaría la supresión total de la Naturaleza”22; por ende, el

proceso del mundo se concentra en su aproximación permanente a la libertad.

Sin embargo, para que el hombre lo sea, debe ser consciente de las

implicaciones y consecuencias que traen sus acciones, de lo que resulta que la

finalidad máxima de la humanidad es “alcanzar un estado en el que todas las

relaciones de la vida se ordenen en concordancia con la razón”23, la que guiaría

la conducta de los seres humanos. Esto permite, a su vez, el establecimiento

de dos momentos históricos fundamentales que van marcando el progreso de

las sociedades y que se ubican dentro de una taxonomía más amplia. El

primero, en el que el hombre actúa guiado por los instintos constituye el

período primitivo. El segundo, en el que es consciente de lo que hace, es el

período final. Ambos se enmarcan dentro de un proceso conformado por “cinco

períodos históricos: dos en que el progreso es ciego, dos en los que es libre y

uno intermedio de lucha por la razón”. Asume que la humanidad, en ese

momento se hallaba en este tercer periodo de carácter intermedio en el que se

había roto con la autoridad, pero que aún no se tenía clara la idea de la razón.

19 Touchard. Pág. 370 20 Reale. Pág. 68 21 Touchard. Pág. 383 22 Bury. Pág. 226 y 227 23 Bury. Pág. 227

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Por otro lado, está Herder, de cuyas fuentes se nutrirá Lastarria a lo largo de su

formación académica. Este pensador alemán tiene una filosofía panteísta,

mediante la cual la totalidad del Universo es la que dirige el accionar del mismo

como un único y autosuficiente Dios; por lo tanto, se trata de un “panteísmo

dinámico de crecimiento orgánico”24. Además de ello, hablaba de “la voz del

pueblo”25 que tiene una múltiple fuerza creadora según el particular modo de

ser o individualidad de cada uno y de los hombres que lo integran, así como de

las épocas y de las condiciones propias de cada lugar en las que esta se

produce. Esta comunidad orgánica y natural tenía como encarnación de su

voluntad algo impreciso, irracional, difícilmente asible, como era el caso del

idioma cuya perceptibilidad se hallaba en sus manifestaciones culturales, en

sus tradiciones populares. De esta manera, para Herder “cada nacionalidad era

un organismo vivo, una manifestación de lo sagrado, algo divino que no debía

destruirse, sino cultivarse”26, cultivar aquella riqueza a partir de sus propias

peculiaridades. Esta idea sugiere la participación de la educación en esta

constitución de nación; sin embargo, para Lastarria, como se verá luego, es

importante realizar un viaje al pasado para establecer claramente cuáles serán

las bases que se emplearán para realizar este proceso de conformación

histórica, que desde su perspectiva, pasa por un proceso de destrucción de

todo aquello que lo conecte con esa etapa obscura de su historia.

No obstante, es necesario precisar que esta conformación de nación como

entidad objetiva es independiente de la voluntad de cada uno de sus

integrantes y que tiene una organicidad interna de carácter jerárquico, por lo

que se habla de “espíritu del pueblo”27. Lamentablemente, pese a considerar a

las comunidades nacionales como una manifestación plena y única de las

fuerzas de la naturaleza y de la historia, tal como lo señala Kohn, nunca llegó a

establecer las características nacionales de este espíritu. Sin embargo, sí se

asombró ante el descubrimiento de que cada nación tiene una forma de ser

distinta según el momento de la historia del que se trate. Por ende, existía un

desarrollo nacional, un crecimiento que influía fuertemente en la constitución de

24 Kohn. Pág. 357 25 Kohn Pág. 357 26 Kohn. Pág. 359 27 Palti. Pág. 29

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los acontecimientos, condicionados por los factores geográficos, el clima, etc.

Concluye en que este genio del pueblo es suficientemente autónomo como

para seguir sus instintos y como una fuerza mística lograr su bienestar y

progreso a través de la libertad.

Dos aspectos saltantes del pensamiento herderiano. Uno, es el hecho de que

considera que cada pueblo debe tomar su propio camino sin intentar copiar o

repetir otro modelo. Aspecto que, al parecer, no fue tomado en cuenta por

Lastarria ni por muchos pensadores que tenían ideas similares a las suyas,

pues tomó los modelos de otras sociedades para analizar la propia. Otro,

sentía un profundo desprecio contra toda práctica despótica. Detalle que

también impregnó el pensamiento del chileno.

Finalmente, es importante rescatar la idea de la fatalidad presente en Herder,

en el sentido de la limitación que existiría a la libertad de los hombres,

establecida por Dios, por lo que su destino estaría casi establecido. Sin

embargo, Woll28 considera que Lastarria define la acción divina en dos

terrenos, uno es el del universo físico, del mundo natural, y el otro es el

universo moral, del hombre y sus ideas, en el cual Dios ha establecido límites

exceptuando el tiempo, el espacio y las capacidades físicas y mentales dadas.

En este caso, el chileno ha incluido, según Woll, el principio de la

espontaneidad, mediante el cual el hombre tendría libertad de ejercer su

voluntad en los ámbitos exceptuados por Dios y, por ende, de elegir su propio

destino.

Algunas perspectivas mucho más actuales que nos facilitan otras herramientas

para el análisis del trabajo de Lastarria lo constituyen los planteamientos de

Anderson y Bhabha.

El primero considera que tanto nación como nacionalismo son “artefactos

culturales”29 particulares. Sin embargo, define a la nación cono “una comunidad

28 Woll. Pág. 43 29 Anderson. Pág. 21

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política imaginada como inherentemente limitada y soberana”30. Es comunidad,

en tanto que todos los integrantes se consideran compañeros unos de otros, en

relación de horizontalidad. Es imaginada porque los integrantes de la misma

saben que existen otros como ellos; sin embargo, no podrán conocerlos a

todos jamás. Por ende, las comunidades se distinguen por el estilo con el que

son imaginadas. Es limitada, dado que las personas son albergadas dentro de

fronteras finitas, en cuyo exterior se hallan otras naciones y porque es

imposible considerar como nación a la humanidad en su conjunto. Es

soberana, porque puede elegir y dentro de esa elección alberga a un conjunto

plural de entes que no se niegan entre sí; y porque hay un Estado que rige y

decide libremente su accionar.

En la conformación de los estados nacionales americanos de finales del siglo

XVIII e inicios del XIX, a diferencia de Herder, Anderson considera que la

lengua “jamás fue ni siquiera un punto de controversia en estas luchas iniciales

por la liberación nacional”31. Tampoco se tenía una gran clase media y, mucho

menos, se había desarrollado ampliamente la intelectualidad, debido a la

mínima existencia de libros, lo cual se convierte en una dificultad en el camino

a la conformación de la conciencia nacional.

De otro lado, Anderson también señala que las unidades administrativas

coloniales se fueron estableciendo en función a factores geográficos, políticos y

económicos, definiéndose cada una en función a ellos como autónoma. Por

ende, cada una estaba separada de las demás, convirtiendo a esto en el

germen de aquello que después sería denominado como patria.

Finalmente, reafirma la importancia de la memoria y del olvido, dado que en

esta construcción de nación es vital que se recuerde aquello que ayude a la

consolidación de la comunidad, de una comunidad, en singular; en tanto que se

olvida aquello que generaría ruptura o fraccionamiento, diferencia, distancia,

separación. Aspecto que sería recogido por Lastarria, pero de manera inversa

como se verá después.

30 Anderson. Pág. 23 31 Anderson. Pág. 77

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Con relación a Bhabha, su propuesta parte de la consideración de la nación

como narración en cuya producción “there is a split between the continuist

accumulative temporality of the pedagogical and the repetitious, recursive

strategy of the performative. It is through this process of splitting that the

conceptual ambivalence of modern society becomes the site of writing the

nation”32 . Por ende, “el discurso nacionalista no se agota en su momento

genealógico, que es el del tiempo homogéneo (“pedagógico”) de la narración,

sino que contiene en sí un elemento de constructividad (“performatividad”) que

le es inherente”33.

Es así como presenta una ambivalencia en el proceso de construcción de la

nación y su respectiva representación discursiva, pues señala que está, por un

lado, lo pedagógico, que tiene su autoridad narrativa en la tradición sostenida

por el pueblo y en su recurrente autoconstrucción histórica y, por otro, en lo

performativo, donde interviene la autoconstrucción soberana de una nación, a

la sombra entre la imagen que la gente tiene de sí misma, su autodefinición,

frente a los otros y los que están completamente fuera de ese espacio propio.

Con esto se quiere decir que la nación no vendría a ser una construcción

homogénea donde las diferencias desaparecen, sino que por el contrario, es

justamente en esta vacilante representación que se construye la nación, en los

umbrales, desde la liminalidad, desde la finitud que marca los límites, donde los

límites entre lo moderno y lo arcaico, entre los conquistados y los

conquistadores se borran para dar paso a una construcción diferente de

nación, más heterogénea, donde hay una permanente construcción y

reconstrucción de las autorepresentaciones propias y ajenas.

Asimismo, Bhabha, parafraseando a Anderson, afirma que “if, in our travelling

theory, we are alive to the metaphoricity of the peoples of imagined

communities […] then we shall find that the space of the modern nation-people

is never simply horizontal. Their metaphoric movement requires a kind of

„doubleness‟ in writing: a temporality of representation that moves between

32 Bhabha. Pág. 297 33 Palti. Pág. 119

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cultural formations and social processes without a „centred‟ causal logic. And

such cultural movements disperse the homogeneous, visual time of the

horizontal society”34. Esto quiere decir que habría una diferencia sustancial

entre lo que se vive y lo que se escribe y esta construcción de nación se

conforma en la negación del otro, porque hay un doble movimiento, un ir y

venir, que afirma a uno, en tanto que niega al otro y así sucesivamente.

En virtud de ello y , de acuerdo con lo establecido por Vallenilla en relación con

las historias patrias que para los historiadores del siglo XIX, era indispensable

asumir la posición de filósofos, lo que permitía a los historiadores buscar la

verdad histórica empleando la crítica como herramienta para hallarla. El

inconveniente de ello radicaba en que ellos, al ser integrantes de una élite

relacionada de manera directa con el proceso de creación de las nuevas

nacionalidades, se consideraban los portadores de un mensaje que

sobrepasaba los límites de un mero relato, con lo cual los documentos

disponibles servían solo para complementar un testimonio, muchas veces de

carácter personal, sobre los acontecimientos relatados.

Además de ello, la historia como recurso debía servir para justificar, más que

explicar cómo, a través de la guerra, se logró la independencia con respecto a

la metrópoli peninsular, y el surgimiento de una pluralidad de Estados. A partir

de ello, surgió la necesidad de precisar las bases territoriales o geográficas de

una nación a fin de definirla y darle identidad, alcanzando de este modo una

valoración unánime. Sin embargo, en el caso de Lastarria, la revisión del

pasado colonial era de imperiosa necesidad para establecer el verdadero hito

de nacimiento de la nueva nación chilena.

De esta manera, la independencia se convirtió en una referencia esencial de

aquel rico legado de recuerdos y pasados compartidos, que contribuiría a

definir la base espiritual de una nación.

34 Bhabha. Pág. 293

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5. Imágenes que configura

A lo largo del texto, el autor va construyendo una serie de imágenes que

permiten vislumbrar la forma de ser del chileno de su tiempo. Esto lo hace

desde tres perspectivas. La primera, se relaciona con los personajes y las

características más saltantes que tiene cada uno que, como se verá después,

permiten reconocer las fuentes a partir de las cuales puede hablarse del

chileno del siglo XIX. La segunda, muy vinculada a la primera, se relaciona con

la guerra, y la importancia que esta actividad tuvo, tanto en la resistencia a la

invasión realizada por los araucanos, como por la búsqueda y sostenimiento de

la Independencia, dirigida por las élites, acompañadas del pueblo. Finalmente,

la geografía, cuyo valor reside justamente en lo prometedora que resulta por la

generosidad de la tierra, aunque con limitación de recursos que sirvió para

aminorar en algo el atropello del que fueron objeto el pueblo chileno por parte

de los conquistadores.

a. Personajes

Lastarria, en los ocho capítulos que conforman su estudio, desarrolla sus

argumentos en función a dos grupos humanos que él mismo organiza en dos

grandes clases:

a. Los colonos: que podían ostentar un título o ser considerados

nobles en función a la pureza de sangre.

b. Las razas de color o los mestizos: a la cual pertenecían todos

aquellos que dejaban ver “el orijen [sic] de su estirpe”35

Sin embargo, al interior de cada uno de estos grupos, son claramente

distinguibles algunas subdivisiones. De este modo, en lo que respecta a los

colonos, este grupo está conformado por los españoles propiamente dichos, es

decir, aquellos que por haber nacido en tierras españolas, adquirían un estatus

diferente llegando a América y muchos olvidaban hasta el oficio que alguna vez

35 Lastarria(1909). Pág. 98

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conocieron, porque en esta parte del mundo había la costumbre de

sobrevalorar a todo aquel que provenía de Europa. Así lo sostiene el autor

cuando afirma que “los europeos que venían a la América eran por lo jeneral

[sic] de un nacimiento bajo o de linajes poco conocidos, sin educación ni otro

mérito alguno que los hiciera recomendables, pero los criollos no hacían

distinción i los trataban a todos con igual amistad y buena correspondencia:

bastábale a un hombre ser español para tener títulos suficientes a cualquiera

preeminencia”. Es más, “no poco influía para esto la costumbre introducida

desde el principio de la conquista de gozar fueros de nobleza todos los

españoles que venían a establecerse en América, porque esta circunstancia no

solo producía el efecto de colocarlos en la capacidad de aspirar a todas las

dignidades, empleos i oficios lucrativos i honrosos, sino que también los hacía

abandonar su vida laboriosa i olvidar las artes que en su patria habían

profesado”36. Esto, a decir de muchos autores, es el germen de la futura

discriminación en función a criterios geográficos y raciales. Aquí estaban

incorporados los empleados públicos y los magistrados quienes en nombre de

su majestad y de Dios, aplicaban las normas según su conveniencia,

convirtiéndose en déspotas. El tercer subgrupo que se incluye dentro de este,

es el de los colonos propiamente dichos, aquellos que pese a ser hijos de

españoles, nacieron en tierras americanas lo que implicó su cambio de estatus

y de consideración, pues “la circunstancia de nacer americano sellaba la

desgracia del colono, cualquiera que fuese el orijen [sic] de su estirpe”37.

En lo relacionado con las razas de color o los mestizos, en primer término

aparece el araucano, indígenas de carácter bravío, guerreros por excelencia,

“hombres de bronce, en cuyos pechos rebotaban las balas de sus cañones, i

los cuales miraban con impávida serenidad el tren militar del pueblo osado que

pretendía arrebatarles su libertad”38, pueblo de carácter valiente y altanero, que

enfrentaba al enemigo esperándolo en los espacios descampados porque

confiaba en su propio valor, eran obstinados y valerosos. Este pueblo indígena

estaba constituido por diversas tribus que conformaban una unidad, que si bien

36 Lastarria(1909). Pág. 96 y 97 37 Lastarria(1909). Pág. 59 38 Lastarria(1909). Pág. 36

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diferían por sus costumbres, revelaban la firmeza de su carácter. Esto los hacía

ser homogéneos al estilo de Gellner, y mostrar un “alma colectiva” en la

perspectiva de Fichte, lo que les permitía hacer gala de una misma identidad

movida por su voluntad, lo que brinda la posibilidad de hablar de una nación

conformada con antelación. Sin embargo, también aparece como otro miembro

de este grupo al chileno indígena quien ya no es araucano y tampoco es criollo.

Este personaje engloba varios aspectos negativos justificados por diversas

razones. Es imbécil, porque no ha recibido educación y ha sido sometido a la

esclavitud y al vasallaje; es sumiso, porque obedece a todos los requerimientos

de sus amos o de los españoles sin miramientos, está envilecido y sometido a

obediencia ciega, además de estar anonadado, en el sentido de haber sido

reducido a nada; sin embargo, es organizado y ordenado, lo cual será una

característica que se traslade al ser del chileno del siglo XIX. El tercer subgrupo

que conforma este grupo lo constituyen los mestizos, a quienes considera

como una raza secundaria que desciende de “españoles y de indígenas

americanos”39, que junto con los mulatos y zambos, que son los menos a decir

del propio Lastarria, ha pasado a formar parte de la mayoría criolla chilena. “El

mestizo llevaba en su frente la marca de la degradación i de la infamia, su

nacimiento le condenaba a la desgracia de ser el paria de la sociedad. Su

condición era mil veces peor que la del indíjena [sic]: a este comúnmente se le

trataba como enemigo vencido; aquél era el despreciado i envilecido porque no

tenía derechos que reclamar, porque su sangre no era pura como la del indio!

Para él estaban destinadas todas las cargas de la sociedad, los trabajos mas

pesados y degradantes, la pobreza, la esclavitud!”40 Incluso, su valía era tan

ínfima que, incluso, estaban prohibidos de establecer algún tipo de

comunicación con los indígenas. De este modo, se les despreciaba por

impuros.

Cabe precisar que tal como lo señala Bhabha, algo importante en Lastarria es

que toma el tiempo homogéneo de la narración para enfatizar ciertas imágenes

en desmedro de otras, tomando como estrategia discursiva la repetición de

39 Lastarria (1909). Pág. 86 40 Lastarria (1909). Pág. 88 y 89

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valores positivos, lo cual lleva a inferir que construye la nación a través de esta

representación.

Esta taxonomía nos permite vislumbrar que la sociedad chilena colonial estaba

fuertemente jerarquizada en virtud a las ideas de nobleza y al desprecio por los

mestizos sustentando las costumbres nacionales impuestas por las leyes

españolas, práctica que contraviene lo impulsado por Fichte puesto que cada

pueblo debería tomar su propio camino; sin embargo, al ser invadidos, su

propio destino fue trastocado, razón por la cual Lastarria pretendió desentrañar

todo aquello que habría sido perjudicial para el modo de ser del chileno y que

constituiría en un obstáculo para ejercer su libertad, que lo llevaría al progreso.

b. Situaciones

El carácter indomable de los araucanos es el que determinó que la conquista

de Chile fuera sangrienta y estuviera caracterizada por largos y extenuantes

períodos de guerra. Por ello, Lastarria señala que “la guerra meció la cuna de

las primeras jeneraciones de nuestra sociedad i protejió su precaria existencia;

la guerra fue el único desvelo de este pueblo, desde sus primeros momentos

de vida, o diré mejor, fue la espresion única i verdadera de su modo de ser. El

perpetuo peligro de que se hallaba amenazado fue endureciendo

paulatinamente su carácter, haciéndolo triste y sombrío i hasta cierto punto

enervando su natural actividad”41. Es aquí donde se comienza a ver el “genio

del pueblo” de Herder, que guiado por sus instintos prefirió la muerte, la lucha,

la guerra, antes de verse sometido y de ver sometidos a los suyos. Esto

significó también, un reto para el conquistador, que tuvo que preparar de mejor

manera a sus huestes para enfrentar el desafío impuesto por el modo de ser

del indígena chileno, lo cual a la postre, lo llevará a ser organizado y ordenado,

como pueblo.

Asimismo, otro momento importante donde la guerra como elemento utilizado

para defender a la patria, a la nación, es justamente el momento de la

41 Lastarria (1909). Pág. 42

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revolución independentista que por cosas del azar, fundamentalmente por “el

receso, el aniquilamiento del poder absoluto de la metrópoli, causada por la

prisión de los reyes católicos”42, que brindó la oportunidad del despertar a la

libertad y la necesidad de recuperarla cuando esta se vio violentada por el

retorno de los reyes y del estado de cosas anterior. Sin embargo, el hecho del

reconocimiento de la necesidad de esta libertad ya se había dado, por lo que

nuevamente se empuñaron las armas para defenderla, al igual que al territorio,

originando una nueva guerra, pero esta vez la de la Independencia definitiva.

Por ello, Lastarria afirma que “cada paso que demos en esta revolución

importará un triunfo sobre los principios retrógrados. La reacción tuvo su orijen

[sic] en una guerra a muerte i tomó vigor con el entusiasmo del triunfo; pero

ahora la paz ha venido ha regularizarla i a restituir la razón severa al

entusiasmo abrazador”43. De este modo, la guerra y sus implicaciones, en

cuanto a pérdidas humanas como al sufrimiento, tristeza y desazón que puede

generar, se ha convertido en un elemento fundamental para alcanzar el objetivo

que es la libertad y, por ende, la felicidad. Sin embargo, cabe precisar que

mientras que la primera, era realizada por un conjunto humano primitivo que

estaba guiado por los instintos para alcanzar su objetivo; la segunda, en

cambio, está guiada por motivaciones de carácter racional, pues estuvo dirigida

por intelectuales, gente culta que había tenido acceso a la educación, pero

orientada justamente al mismo objetivo.

Esto nos permite vislumbrar los dos momentos históricos que van marcando el

progreso de las sociedades desde la perspectiva de Fichte. De este modo, el

primero, en el que el hombre es guiado por los instintos que pertenece a un

periodo primitivo, y, el otro, el periodo final, en el sujeto es consciente de lo que

hace. Por ende, tal como lo señaló el filósofo alemán, la humanidad, Chile

concretamente, había roto con la autoridad y se preparaba para dirigirse a sí

misma.

42 Lastarria (1909). Pág. 126 43 Lastarria (1909). Pág. 141

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c. Geografía

En el capítulo XX de “La América” (1867), Lastarria presenta a una geografía

chilena muy ponderada pues el país está “situado en las faldas de los Andes i

estrechado por el Océano en toda su estensión [sic], los infinitos ramales de

aquellos estupendos jeneradores [sic] de la vida que sobre el país se

desprenden, forman valles deliciosos i fértiles, de temperatura análoga, que,

aunque generalmente variable, es templada i favorable a los cultivos de toda

temperatura media”44. Pese a esta fertilidad y generosidad climática, no existía

en dicho suelo “los alicientes que despertaban [en lugares como México y Perú]

más vivamente la codicia”45. Por lo tanto, los españoles no lograron explotar ni

los yacimientos mineros, por ser exiguos, ni la agricultura, porque la producción

era escasa. Esto originó que la corrupción, los abusos y los excesos cometidos

por los colonizadores en toda la América española, tuviera un impacto menor

entre los chilenos, justamente por lo limitado de sus recursos.

De este modo, puede inferirse que tal como lo señala Herder, los

acontecimientos ocurridos durante la ocupación española de la Capitanía de

Chile estuvieron condicionados por los factores geográficos que determinaron

que las relaciones interpersonales entre ambos grupos de personas tuvieran un

tinte menos tiránico, que lo ocurrido en otros, donde la riqueza de recursos era

sumamente abundante y fue explotada a manos llenas.

6. Visión sobre España: monarquía y la iglesia en el nuevo mundo

A lo largo de todo el texto, España y todo lo que se relaciona con ella es

presentada de manera negativa, por lo que ella termina siendo la responsable

absoluta de todos los males ocurridos a la sociedad chilena y a toda América

hispana en su conjunto. Esto se puede observar en el siguiente extracto: “más

ya he sentado las bases de estas indagaciones: al hablar de las leyes i

preocupaciones españolas que esclavizaban la intelijgencia [sic] del colono,

44 Lastarria (1867). Pág. 375 45 Lastarria (1909). Pág. 61

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impidiendo su desarrollo natural, amortiguando su actividad i fatigándola en

cuestiones antisociales calculadas para mantener el fanatismo i la servidumbre

perpetuamente; al hablar de las leyes i preocupaciones que hicieron

desaparecer al pueblo indíjena [sic], que condenaron a la degradación a los

mestizos, que fascinaron con quimera y monstruosas aberraciones a la primera

clase, que estancaron en su jérmen [sic] los elementos de la prosperidad

material de la nación, encadenando la industria i haciendo necesarios la

pobreza, el aislamiento”46.

De esto se desprende, en primer término, la monarquía, “la monarquía

despótica en toda su deformidad i con todos sus vicios fue la forma política bajo

la cual nació i se desarrolló nuestra sociedad […con su] omnipotente

despotismo teocrático que lo sojuzgaba todo, i que esclavizaba el espíritu” 47

cuya tiranía, hambre de riquezas y recursos, y egoísmo generaba la

sobrevaloración individual en desmedro del bienestar general. Esto estaba

representado por las instituciones políticas cuyo sistema de valores era casi

inexistente, ya que los representantes políticos de las colonias solo tenían una

consigna: obediencia a su rey y a Dios. Por ende, la aplicación de las leyes se

hacía al libre albedrío de los colonos.

Asimismo, las leyes que emitieron formaron un conjunto legislativo

desordenado, inaplicable debido a que muchas de ellas se formulaban con la

finalidad de atender casos particulares, dejando de ser útiles en nuevas causas

que difirieran en algún detalle. Esto, aunado al hecho de la lejanía geográfica

de la corona hacía materialmente imposible formular cualquier reclamo o

denuncia.

Todo ello, fue impuesto a expensas de las propias costumbres. Las leyes eran

exógenas y no correspondían con el accionar a que estaba acostumbrado el

pueblo, lo cual le impidió que tomara su propio camino tal como lo señala

Herder, porque no se lo dejó actuar con libertad y más bien se instauró un

sistema ajeno, que debía ser seguido sin miramientos.

46 Lastarria (1909). Pág. 118 47 Lastarria (1909). Pág. 74 y 75

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Incluso, para asegurarse de mantener sometidos a los pueblos y sus élites bajo

su autoridad permanente emitieron dos normas: una, era la imposibilidad que

tenían las colonias de comercializar entre sí y con otros países europeos,

generando de esta manera un monopolio, que les aseguraba la devolución de

mínimas ganancias a las naciones productoras de los recursos; otra, la expresa

prohibición “de vender e imprimir en América libros”48, convertido en el

“producto simbólico”49 más prestigios de la cultura ilustrada, con lo cual la

intelectualidad era anulada y el acceso a nuevas ideas, también.

Esto se confirma con la tendencia española de “gozar de fueros de nobleza [a]

todos los españoles que venían a establecerse en América” 50 brindándoles las

facilidades de aspirar a empleos lucrativos, en tanto que los profesores, al igual

que los comerciantes eran considerados como menos porque no habían nacido

en la madre patria.

Con esta última prohibición se evitaba la formación de la conciencia nacional,

tal como lo señala Anderson, a través del empleo de la educación y de la

alfabetización, con la circulación libresca.

En esto también puede verse una apuesta personal de Lastarria, dado que él

pudo salir de su condición humilde y ser considerado dentro de la élite chilena

por sus logros académicos. En ese sentido, la educación poseía un valor

incalculable no solo para el pueblo sino también para él, por los beneficios que

podría traer. Obviamente, para ello, la sociedad debía de estar preparada y

debía existir una historiografía adecuada para ello.

De este modo, tal como es presentado por Lastarria, la monarquía española y

sus representantes, con sus diversas formas de actuar, serían los responsables

de los males que aquejan a la sociedad chilena.

48 Lastarria (1909). Pág. 52 49 Subercaseaux. Pág. 39 50 Lastarria (1909). Pág. 97

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Esta monarquía estaba apoyada por la iglesia, que era la que le daba el

soporte y solidez. Sin embargo, el tratamiento que hace Lastarria de ella es

bastante cauteloso y prudente, tal como señala Woll, debido a lo acontecido

con su amigo y alumno Bilbao a raíz de la publicación “la sociabilidad chilena”

que revelaba el poder que tenía la iglesia por aquel entonces.

De este modo, hace alusión a ella a través de la mención de la religión,

señalando que si bien tuvo un influjo positivo en la generación de la capacidad

de hacer cumplir las leyes y engendrar el respeto a la autoridad, con ello,

también respaldó y se convirtió en instrumento del despotismo. De este modo,

“tal es lo que sucedía precisamente entre nosotros, de manera que el fervor

con que el colono se entregaba al culto esterno [sic] i a la práctica de sus

supersticiones, no puede inducirnos a creer que este poseía realmente las

virtudes cristianas, sino que, por el contrario, viene a servirnos para explicar su

cordial adhesión al sistema que le oprimía, porque esas costumbres

propendían a mantener siempre en aumento el poder teocrático i el rejio, i a

fundar sólidamente su prestijio” 51.

Como puede inferirse, la iglesia fomentaba creencias supersticiosas, bajo el

manto del cristianismo para mantener sometido y en oscuridad al pueblo,

evitando de este modo que pueda ser libre y alcanzar así la felicidad, de

acuerdo con el planteamiento de Fichte.

7. Aspectos que conforman el ser chileno

El autor considera que es de imperiosa necesidad acudir a la fuerza de los

antecedentes “para evitar la repetición de los errores del pasado colonial

hispano”52. Este objetivo justifica su retorno al pasado en un intento por

demoler esta herencia hispánica.

51 Lastarria (1909). Pág. 121 52 Arias. Pág. 244

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Sin embargo, este viaje al pasado le permite establecer las líneas generales en

función a las cuales intenta alcanzar la caracterización del chileno, intento al fin

y al cabo, porque ello implica varios aspectos. Pese a que, en un principio, no

se anima a hacerlo, porque considera que es muy difícil encontrar los “rasgos

peculiares” de este carácter; sin embargo, intenta construir a este sujeto

partiendo de las dos fuentes señaladas en el numeral 5.a. Así, por un lado, del

araucano rescata el hecho de que sea un “infatigable viajero, ciego amante de

su independencia; […con] carácter soberbio, independiente, valeroso,

inconstante, disimulado, irritable, poco jovial i siempre taciturno; […por otro, del

carácter español, obtiene] el fanatismo, la intolerancia, el disimulo, o más bien,

la hipocresía con que se encubren las emociones más tiernas del corazón i las

opiniones mas justas y lejítimas [sic] por temores quiméricos”53. En este

sentido, ambos personajes, con sus virtudes y sus defectos han permitido

imaginar el ser del chileno alcanzando a caracterizarlo como un ser con “lealtad

i nobleza de espíritu, esa cordial fraternidad, ese entusiasta amor a la patria,

esa feliz docilidad sin abatimiento que siempre han caracterizado nuestra

nacionalidad”54.

Con ello, se desliga de la natural fatalidad herderiana en función a la cual el

hombre tendría su voluntad restringida por Dios, para enfrentar la nueva

situación que se le presenta como es el de consolidar su Independencia, con lo

cual hace uso de su voluntad para elegir su destino que sería ser y vivir en

libertad, para lo cual era necesario iniciar una “guerra contra el poderoso

espíritu que el sistema colonial inspiró en nuestra sociedad” 55. Ello permitirá

desarrollar su perfección, alcanzar la felicidad y lograr el progreso.

De igual modo, en la construcción del ser chileno se fortalece el “genio del

pueblo” de Herder a partir del cual, tiene la capacidad de accionar a voluntad

en el ámbito asignado por Dios para poder reaccionar ante que aquel que lo

quiera someter contra su voluntad imponiendo respecto y consolidando su

53 Lastarria (1909). Pág. 126 54 Lastarria (1909). Pág. 126 55 Lastarria (1909). Pág. 135

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identidad. Al mismo, tiempo este fortalecimiento se hace negando las virtudes

del otro, desde la perspectiva de Bhabha.

Este viaje al pasado también le permite de manera sutil juzgar el presente de

su tiempo tal como lo señala Woll, “Also implicit in Lastarria‟s argument was the

fact taht hostiry could be used to judge the present”56. Esto implica que la

consideración de España como una monarquía tirana y de la iglesia como

difusora de creencias supersticiosas, era un velado juicio de su tiempo puesto

en evidencia por lo sucedido con Bilbao.

Sin embargo, también abría la posibilidad de una nueva etapa, un nuevo

comenzar cuyo punto de inicio era justamente la independencia, para construir

la nueva nación chilena.

8. Conclusiones

A partir del análisis del documento de Lastarria se puede concluir que, tal como

lo señaló en su introducción partió con la idea no de examinar la influencia

española en la sociedad chilena durante la época colonial, sino de destruir,

minimizar, subvalorar todo aquello para dar paso a un nuevo comienzo. Por

supuesto que esto pasa por un reconocimiento de aquellos aspectos que aún

se mantienen para proceder a erradicarlos. Para ello, enfatiza de manera

reiterada la valentía, la contundencia, la fiereza, es decir, “el genio del pueblo”

del araucano como elemento constitutivo básico del ser chileno.

Enfatiza al mismo tiempo esa voluntad inquebrantable de no someterse,

importante para la construcción de una nación a manos de los integrantes de la

misma, pues permite el ejercicio de la libertad. En este sentido, la destrucción o

desaparición de la esta parte de la historia de Chile y el establecimiento de la

Independencia como punto de inicio de la nueva sociedad, es justamente la

56 Woll. Pág. 44

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que permite el ejercicio de esta libertad en busca del progreso y de la felicidad

de toda una sociedad.

Esto le permite utilizar la imagen del araucano como elemento básico de ese

constructo llamado nación, que permitirá imaginar una comunidad determinada

a partir de la erradicación y destrucción de ese pasado que se había convertido

en un lastre para el progreso chileno.

Asimismo, el determinismo geográfico aparece plasmado aquí como un

elemento de carácter externo que evitó que el negativo accionar español

tuviera consecuencias peores. Esto en la línea de una fatalidad herderiana que

no llega a concretarse por intervención casi divina.

Como elemento que coadyuva en la construcción de la nación, está la

educación que es un elemento vital dentro de la construcción de nación, porque

a través de ella será posible difundir las narraciones que construyen la

conciencia nacional de los pueblos, cuya base son los desarrollos

historiográficos.

Finalmente, la iglesia como el poder detrás del poder, respaldó de manera

permanente el accionar tiránico de la corona, con lo que la religión terminó

siendo el fundamento que daba sustento a este aberrante accionar español.

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